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GUÍA DE

NUTRICIÓN
INFANTIL
Guía de Nutrición Infantil [2016]

La fase de crecimiento tiene lugar


desde el momento de la concepción hasta el
fin de la adolescencia. En esta fase se
produce un crecimiento constante, pero no
uniforme, durante el cual aumenta el tamaño
del individuo (peso y talla) debido al
incremento del número de células gracias a la
división celular y al agrandamiento de las
mismas células, dado su contenido proteico. Desde la concepción
hasta los 3 primeros años de vida el crecimiento es muy rápido y
evidente. Desde los 3 años hasta el inicio de la pubertad, el
crecimiento es más lento pero uniforme y culmina con un
crecimiento acelerado en la adolescencia.
En la infancia se desarrollan los diferentes sistemas
fisiológicos y cognitivos, por lo que durante este periodo la
relación entre alimentación y salud es fundamental. Una correcta
alimentación garantiza la salud cotidiana del niño y sienta una
buena base para el desarrollo del adulto y la prevención de
enfermedades crónicas.
Durante la infancia el riesgo de
deficiencias es mayor, por ser las necesidades
de nutrientes superiores en esta etapa de la
vida, y dado que el organismo está inmaduro,
los desequilibrios pueden tener un mayor
impacto que en otras edades y llevar a
alteraciones, en ocasiones, irreversibles.
Además, en esta etapa se van formando los
hábitos alimentarios, a los que siempre es
necesario prestar especial atención.

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

CONSIDERACIONES:
1. La caseína vacuna
El mayor problema de la proteína láctea es su poder
alergénico; se han detectado hasta 25 antígenos diferentes en la
leche de vaca. Además de la caseína, una gran contribución
alergénica se genera en el procesamiento posterior al ordeñe.
Cuando la leche es secretada en la ubre de la vaca, estamos en
presencia de un fluido aséptico. Sin embargo, a poco de
abandonar la ubre, se manifiesta en la leche un prolífico cultivo
de virus, bacterias y microorganismos, lo cual obliga a los
conocidos y promocionados tratamientos de pasteurización. La
temperatura, además de destruir enzimas y otros nutrientes
termosensibles, mata la vida microbiana, pero no la elimina. Las
bacterias muertas permanecen en el fluido que luego se
industrializa y consumimos, lo cual debe ser neutralizada por
nuestro sistema inmune, que los detecta como antígenos. Esto
podría ser el inicio de una respuesta inflamatoria a nivel
intestinal.

La caseína es la proteína más abundante de la leche vacuna


(80%), la más antigénica y el 40% de la misma es indigerible,
favoreciendo el estreñimiento, la dispepsia putrefactiva y la
permeabilidad intestinal. Dado que la proteína láctea se digiere
muy poco en el intestino, las grandes cadenas de caseína no
desdobladas, actúan como pegamento, depositándose en los
folículos linfáticos del intestino, entorpeciendo la absorción de
nutrientes y generando fatiga crónica, inflamación intestinal y a
veces estreñimiento.

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Es interesante señalar que todo esto no ocurre en la lactancia


materna. Nuestra secreción láctea provee al bebé de un fluido
equilibrado, dotado de los anticuerpos necesarios
(inmunoglobulina A ó IgA) para su correcto procesamiento.
Varios científicos afirman que los lácteos vacunos son la principal
causa de alergias alimentarias. Tal es así, que la Asociación
Americana de Pediatría desaconsejó su uso en niños y
recientemente el Jefe de Gastroenterología del Hospital de Niños
de La Plata (Argentina) afirmó que el 80% de los niños son
alérgicos a la leche vacuna. Esto también se extiende a los
adultos y a todos los derivados lácteos.

En la leche de vaca, la Caseína representa aproximadamente


el 80% del total de proteínas, y las Proteínas del Suero el 20%
restante; en contraste, las proteínas de la leche humana se
distribuyen en solo un 20% de Caseína, y el mayor porcentaje,
80% de Proteínas del Suero, al revés de lo que presenta la leche
de vaca. Dentro de la fracción caseínica, en la leche humana la
beta-caseína es el componente mayoritario frente a la alfa-
caseína en la de vaca. La excesiva cantidad de caseína de la leche
de vaca neutraliza la acidez gástrica favoreciendo las infecciones
intestinales; además, los niveles de renina gástrica, la enzima
necesaria para la ruptura de las moléculas de caseína,
disminuyen considerablemente en la edad adulta. Los péptidos
resultantes de la hidrólisis parcial pueden atravesar las paredes

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intestinales, especialmente si existe hiperpermeabilidad


intestinal, y provocar una reacción inmune de diferente índole.
En las personas con deficiencia de IgA, proteínas como la
difícilmente digerible caseína, son absorbidas en el flujo
sanguíneo en su totalidad y contribuyen al desarrollo de una
variedad de enfermedades relacionadas con la autoinmunidad,
incluyendo la citada artritis reumatoide, además de lupus,
cánceres, etc. Se han encontrado resultados sorprendentes al
eliminar los lácteos en esclerosis múltiple, diabetes, migrañas,
Crohn, dermatitis herpetiforme, artrosis, artritis, etc.
2. Lactosa
El consumo de lactosa por parte de una persona intolerante a
ella puede dar como resultado un amplio espectro de síntomas
sistémicos, entre ellos dolor de cabeza, agotamiento extremo,
dolor muscular y articular, dolor lumbar, asma, sinusitis, artritis,
diabetes, nefrosis, infecciones, incremento de mucosidad y
estructuras densas en el aparato reproductor femenino, y
alergia.
3. Trigo
La genética del trigo es más complicada que la de la mayoría
de las otras especies de plantas domesticadas. La especie del
trigo es un poliploide estable, que tiene más de dos conjuntos de
siete cromosomas. El trigo ancestral se empezó a
consumir hace unos 8000 años, y el trigo actual
(triticum aestivum), que es hexaploide y deriva de
una mutación, se cree que se empezó a utilizar
hace 2000 años. Según algunos autores, es
demasiado joven para que nuestros genes se hayan
adaptado a él

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4. El gluten del trigo


El gluten produce reacciones alérgicas (la celiaquía es su
aspecto más visible), inflamación intestinal, migrañas, favorece la
formación de moco, afecta al funcionamiento tiroideo y provoca
fatiga crónica. El gluten es una sustancia pegajosa que se adhiere
a las paredes del intestino, lo cual sumado a la falta de fibras
vegetales (estimulantes naturales del movimiento intestinal y
ausentes en la dieta refinada), favorece el estreñimiento y la
formación del moco colónico.
La revista "Neurology" ha publicado un informe sobre
pacientes con dolores de cabeza e inestabilidad emocional. Las
resonancias magnéticas mostraban inflamación del sistema
nervioso central. Asimismo se detectaron en sangre "anticuerpos
antigliadina". El 90% de los pacientes que llevaron adelante una
dieta sin gluten tuvieron alivio total o parcial. En este caso las
migrañas es una respuesta autoinmune; si la respuesta
autoinmune se desarrolla a nivel intestinal, en vez de inflamación
del sistema nervioso central, tendríamos inflamación intestinal,
con su correspondiente dolor lumbar y/o estreñimiento y/o
descomposición.

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Otro problema del gluten está representado por la cocción. El


calor, por efecto de las llamadas “reacciones de Maillard”,
genera un gran número de moléculas complejas, que no existen
en estado natural. Dichos péptidos son extremadamente difíciles
de descomponer, debido a su conformación no natural, o por
inhibir directamente la actividad de las enzimas degradantes.
Algunas suelen ser más toxicas o cancerígenas que los pesticidas
y conservantes. Las modificaciones moleculares son mayores
cuánto más alta sea la temperatura. El pan moderno está hecho
con harina refinada apenas mezclada con agua y sometido
posteriormente a elevada temperatura en un horno eléctrico
(aproximadamente 200ºC).
DICKE, un pediatra Holandés, observó que durante el
racionamiento de trigo en la segunda guerra mundial, disminuyó
la incidencia de “Esprue Celíaco”. Posteriormente cuando los
aviones suecos trajeron pan para Holanda, esta enfermedad
volvió a presentarse, confirmando así la importancia del trigo en
la génesis de la enfermedad.
Según la experiencia de Dicke, y la teoría antes expuesta el
trigo puede causar inflamación intestinal, que se vería agravada
si los lácteos están causando a su vez inflamación intestinal. De
este modo, al eliminar las dos fuentes de inflamación, puede
explicar porqué hay una mejoría en muchos síntomas de muchas
personas.
5. CURIOSIDADES: Diabetes, celiaquía, lácteos y alergias
El alto poder antigénico de las proteínas lácteas y del trigo,
provoca en nuestro sistema inmunológico una excesiva reacción
defensiva, que con el tiempo lo debilita y genera una mayor
vulnerabilidad a las enfermedades. Esto queda de manifiesto al
analizar la génesis de problemas aparentemente inconexos como

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la diabetes y la enfermedad celíaca. La diabetes tipo 1, es una


enfermedad inflamatoria y crónica, que antes se consideraba
propia de niños y jóvenes, pero que ahora se genera también en
adultos. Se la considera autoinmune, porque el organismo
destruye las propias células beta del páncreas, encargadas de la
producción de insulina. La mayor parte de los estudios indican
que los niños con diabetes tipo 1 comenzaron a tomar leche de
vaca a una edad más temprana que otros niños. Otros estudios
han probado que la introducción temprana a una fórmula de
leche de vaca aumenta el riesgo de desarrollar diabetes.
Investigaciones recientes señalan también una relación entre el
consumo de leche vacuna en la infancia y mayor riesgo de
diabetes tipo 2 o de adultos.
Para entender mejor esta relación entre consumo de
alimentos y predisposición a ciertas patologías, debe saberse que
en el sistema digestivo se encuentra el 70% del sistema linfático
humano. Entre otras cosas, el sistema linfático protege al
organismo brindando respuesta inmune. Estratégicamente, el
sistema linfático se encuentra en lugares expuestos al exterior,
como por ejemplo los intestinos. Allí intercepta a los
microorganismos invasores y toxinas, antes que puedan
difundirse ampliamente por todo el organismo. El tejido linfoide
del tubo digestivo, como así también de la garganta y faringe,
queda expuesto de inmediato a los antígenos que lo invaden.
Cuando el niño nace, no tiene un sistema inmune maduro y
posee permeabilidad intestinal
aumentada, pero su único alimento, la
leche materna, aporta los anticuerpos
necesarios: las IgA. La leche vacuna no
aporta IgA y allí comienzan los
problemas de sobreexigencia inmune y

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demanda de anticuerpos. Luego se introduce otra proteína


antigénica como el gluten, y el problema se acrecienta. Ciertos
estudios demuestran que evitar el gluten en la alimentación
promueve el crecimiento y genera cambios benéficos en la
dosificación de la insulina.
¿Quiénes toleran el gluten?
Sobre la base de la frecuencia clínica la enfermedad celiaca se
consideraba una enfermedad rara, pues se observaba tan solo en
1/3345 sujetos. Sin embargo, desde la utilización de los estudios
de screening serológicos, la frecuencia ha aumentado a 1/226
sujetos. Estos datos sugieren que en su mayoría la enfermedad
celiaca adopta una expresión asintomática o latente. Otros
autores han propuesto que el aumento del número de
diagnósticos registrado en los últimos años se debe a que se han
ampliado las circunstancias en las que se realiza screening, de
forma que es habitual realizar screening para enfermedad celiaca
en pacientes con síntomas gastrointestinales como dolor
abdominal, diarrea crónica, estreñimiento, falta de medro, así
como en situaciones a priori no relacionadas con enfermedad
intestinal como diabetes o diversas enfermedades autoinmunes,
síndrome de Down e historia familiar de enfermedad celiaca. Los
niños entre 9 y 24 meses presentan náuseas, vómitos, diarreas,
distensión abdominal, pérdida de masa muscular y peso, fallo de
crecimiento, laxitud e irritabilidad. Después de los tres años son
frecuentes las deposiciones blandas, talla baja, anemias
ferropénicas resistentes a tratamiento y alteraciones del
carácter. En los adolescentes, en cambio, suele ser asintomática.
En adultos, la máxima incidencia se registra en mujeres entre 30
y 40 años de edad. De todas formas el 20% de los pacientes
superan los 60 años en el momento del diagnóstico, y un gran
porcentaje de celiacos nunca llegan a ser diagnosticados. Los

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síntomas más frecuentes son fatiga (82%), dolores abdominales


(77%), meteorismo (73%) y anemias ferropénicas, que es la
forma de presentación más frecuente de la enfermedad celiaca
no clásica y puede ser el único hallazgo (63%). El estreñimiento
está presente en el 10% de los casos, y frecuentemente son
diagnosticados de síndrome de intestino irritable (30%). La
dispepsia se presenta en el 1% de la población con biopsia
positiva para la EC. La osteomalacia, osteopenia y osteoporosis
son habituales (36%), incluso en ausencia de malabsorción, con
el consiguiente incremento del riesgo de fracturas. La dermatitis
herpetiforme es una manifestación frecuente. También pueden
ser síntomas, sin haber síntomas gastrointestinales, hipoplasia
del esmalte, infertilidad y/o abortos de repetición, déficits
vitamínicos, elevación de transaminasas, síndromes
psiquiátricos, neuropatías, migrañas, déficits de atención e
hiperactividad, etc.
Al eliminar el trigo,
cereal más consumido
para la mayoría, se está
dejando de consumir la
mayoría del aporte de
gluten. Artículos sobre la
"coeliac disease" y las IgE-
mediated allergic reactions
por el trigo, y especialmente por sus gluteninas y gliadinas,
describen que las alergias alimentarias al trigo (sean IgE o cell-
mediated) están en aumento, provocando graves problemas
como la coeliac disease. A veces es necesario eliminar todo el
gluten si los síntomas no remiten, por si nos encontramos con
una verdadera enfermedad celiaca. Es importante recordar que
no hay pruebas aún que confirmen la ausencia de dicha

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enfermedad. En las pruebas existentes a día de hoy, si el


resultado es positivo, indica que la persona es celiaca, y si es
negativo indica que puede que lo sea o puede que no. Esta
circunstancia hace pensar a la comunidad científica que hay
diagnósticados un porcentaje mínimo de los enfermos celíacos;
no se sabe si tenemos la enfermedad celíaca en un grado silente
o potencial, y no se sabe con qué síntoma se va a manifestar esta
enfermedad.
6. Síndrome Metabólico
Una revisión de estudios poblacionales llevada a cabo por el
Instituto de Investigación Hospital del Mar de Barcelona ha
revelado que el 31% de la población adulta española padece
síndrome metabólico (SM), una agrupación no casual de
diferentes factores de riesgo o alteraciones que aumenta la
probabilidad de padecer diabetes o enfermedad cardiovascular
asociada. Además, este síndrome también multiplica por 1,5 el
riesgo de mortalidad "por cualquier causa". Se considera que una
persona padece síndrome metabólico cuando presenta tres de
los cinco criterios siguientes: glucemia elevada, presión arterial
sistólica o diastólica elevada, HDL colesterol disminuido,
triglicéridos elevados y medidas de perímetro abdominal por
encima de los 102 centímetros en hombres y de los 88 en las
mujeres. Sin embargo no hay consenso entre la sociedad médica
y hay otros síntomas que parecen pertenecer al síndrome
metabólico como sobrepeso u obesidad, hipotiroidismo,
arteriosclerosis, diabetes gestacional, ácido úrico elevado y
alguna enfermedad ligada íntimamente como el síndrome de
ovarios poliquísticos. Es importante tener en consideración que
si sólo hay alterado uno de los factores anteriormente
mencionados, posiblemente sea el inicio de un futuro síndrome
metabólico que es importante atajar lo antes posible. Esta

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enfermedad se inicia en la infancia y se debe evitar ya que es la


causa principal de muerte en el mundo. Todos los alimentos de
índice glucémico elevado la favorecen, junto a otros alimentos
que alteran los genes que comienzan dicha enfermedad: pan,
pasta, arroz refinados; maíz; cereales del desayuno; papillas para
bebés; fritos; patata; café; azúcares; edulcorantes; zumos;
exceso de fruta; alcohol; lácteos; soja.
7. Intolerancia a Hidratos de Carbono
El intestino cumple un rol fundamental para evitar el paso de
un antígeno a la sangre. Precisamente la primera línea defensiva
consiste en la secreción de anticuerpos (inmunoglobulina A),
generados por el tejido linfático en la mucosa intestinal. Se ha
visto que la superficie de absorción intestinal es amplia (unos
600 m2) y también es abundante la diaria ingesta de antígenos
alimentarios, por lo cual es enorme la demanda de anticuerpos
necesarios para neutralizar estos antígenos.
Cuando este mecanismo defensivo se agota, o se ha formado
mal por ejemplo en intestinos inmaduros, y la mucosa es
excesivamente permeable, las moléculas extrañas atraviesan la
mucosa y alcanzan el flujo sanguíneo sin ser neutralizadas. Allí se
hace necesario el concurso del hígado para desactivarlas; pero si
el hígado está sobrecargado y no puede neutralizarlas, pasan al
bazo, donde actúan los linfocitos T supresores. Si la actividad
neutralizante del hígado y del bazo se hace insuficiente,
entonces las moléculas extrañas pueden depositarse en la pared
de los capilares y en el líquido intersticial o extracelular. Este
material intentará ser drenado a través de la orina,
sobrecargando finalmente a los riñones y generando el contexto
para las habituales infecciones de repetición y el colapso renal.
Esta situación es frecuente en la población debido simplemente
a la ingesta de lácteos por ejemplo, y la alta prevalencia (superior

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al 80% en España) de intolerancia a la lactosa. No olvidemos que


es diferente la problemática con la lactosa, que es el Hidrato de
Carbono de la leche, con la problemática con la proteína láctea.
8. Cetosis
En una dieta en niños en la que no se aporta la cantidad
adecuada de hidratos de carbono (que vamos a conseguir
principalmente del grupo que aquí denominaremos farináceos) o
que el niño es intolerante a los mismos (a lácteos y/o trigo por
ejemplo), el niño va a tener unas consecuencias casi inmediatas y
puede tener consecuencias también tardías en meses, años, e
incluso en la edad adulta, aunque no hayan tenido síntomas en la
infancia. Por este motivo, aunque a veces la sospecha de
intolerancia a ciertos alimentos nos haga prescindir de muchos
farináceos, es importante evitar esta CETOSIS.
El primer síntoma que va a tener el niño que desarrolla
cetosis, es acidosis; la acidosis es el efecto más frecuente al
comienzo de la supresión de los hidratos de carbono o al estar
horas sin ingerir ningún alimento. Es de esperar una acidosis
basal leve con bicarbonato en rangos de 12 a 18 mg/dl:
cansancio, mareos, naúseas, cefaleas, cansancio crónico,
halitosis matutina, orina densa, etc.

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Dificultades en el crecimiento: Un estudio prospectivo de 237


niños mostró caída de los parámetros peso/edad y talla/edad. Es
indiscutible que el crecimiento disminuye con la dieta y que los
niños menores tienen el riesgo más alto. Otro estudio
prospectivo que incluyó a 25 pacientes en dieta cetogénica (DC)
clásica, a los 4 meses hubo una afectación significativa del peso
más que de la talla.
Cálculos renales, su incidencia en niños con DC es de 5-6%. La
dieta favorece la hipercalciuria, acidificación urinaria e
hipocitraturia. Aumenta el riesgo de cálculos de ácido úrico y
menos común de fosfato cálcico y oxalato.
Otro conocido efecto adverso es la hiperlipidemia. Un estudio
prospectivo en niños sobre DC clásica mostró significativo
aumento del colesterol total, triglicéridos y apolipoproteína B
aterogénica (LDL y VLDL) y una reducción significativa de la
apolipoproteína A antiaterogénica (HDL). Se desconoce si estos
cambios llevan a aterogénesis.
Un estudio reciente en ratas sugiere que la dieta interfiere en
el crecimiento cerebral y provoca severa alteración en la
memoria viso espacial. En humanos, por el contrario algunos
estudios demuestran mejoría en el funcionamiento cognitivo. Sin
embargo adultos alimentados con DC para bajar de peso,
empeoran el procesamiento mental superior.
Otros efectos menos frecuentes pueden ser miocardiopatías,
probablemente relacionada a deficiencia de selenio; pancreatitis
aguda; deficiencias de vitamina D y calcio, de elementos traza
como cobre, selenio y zinc, habitualmente de vitaminas solubles.

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9. Disbiosis intestinal
En el intestino se encuentra una flora beneficiosa o saprofita,
compuesta por alrededor de 100 billones de bacterias, que
desde el parto hasta la edad adulta, juegan papeles fisiológicos
importantes en la digestion, el mantenimiento de la inmunidad y
el control de los desórdenes inflamatorios. Aparte de molestias
diges- tivas, el desequilibrio de esta flora debilita el sistema
inmunitario y favorece la explosión de enfermedades llamadas «
de civilización »: intolerancias, alergias, enfermedades
inflamatorias crónicas, etc.
El recién nacido, estéril dentro del
útero, entra en el momento del parto, en
contacto con un universo bacteriano rico
con el cual se coloniza: flora vaginal y
fecal de la madre, flora del entorno en el
momento del parto. Esta primera
colonización se va completando con
nuevas bacterias que provienen de la
alimentación, del entorno de vida, del contacto con personas
cercanas… Se considera que la flora es estable entre los 2 y 4
años.
Factores que influyen en la composición de la flora (mayor
riesgo de disbiosis):
El parto: En los niños nacidos por cesárea, la flora anaerobia
(particularmente Bifidobacterium y Bacteroides) se implanta más
tarde. Este retraso seguirá siendo significativo durante 1 a 6
meses.
Parto prematuro: Se nota en estos casos un retraso
importante en la colonización de la flora protectora (las
Bifidobacterias en particular) relacionado con una estancia más o

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menos larga en un entorno aséptico así como una antibioterapia


profiláctica debida a una mayor permeabilidad intestinal de estos
bebés.
El modo de alimentación: Al final del primer mes, existen
diferencias netas en la composición de la flora según la
alimentación. La leche materna contiene oligosacáridos
bifidógenos que favorecen la colonización dominante por el
género Bifidobacterium, entre ellas las especies breve, infantis y
longum, en el recién nacido amamantado. La leche maternizada
contribuye a la implantación de una mayor diversidad bacteriana
pero menos protectora.
La antibioterapia: Administrada al niño o a su madre "per
partum", favorece un retraso y una reducción de la colonización
por las Bifidobacterias.
Las vacunas precoces: Una relación entre la presencia de asma
y una vacunación precoz (1 a 2 meses) ha sido demostrada. En
algunas circunstancias, la vacunación podría tener una incidencia
en la flora intestinal y la orientación del sistema inmunitario
hacia una vía proinflamatoria y « proalergia ».
Cuando la flora no se desarrolla como debe, como ocurre en
los supuestos anteriores, o con padres alérgicos, o en niños con
intolerancias alimentarias, o en niños con una alimentación muy
desequilibrada, el Sistema Inmune tiende a sufrir asimismo
alteraciones con una respuesta exagerada o alérgica, que
normalmente es histaminérgica. Estos niños tienen frecuentes
infecciones de vías respiratorias altas; y/o asma; y/o dermatitis;
y/o cefaleas; y/o molestias gastrointestinales frecuentes; etc. En
estos casos además de una alimentación adecuada sin los
alimentos histaminérgicos por excelencia: lácteos, azúcar,
edulcorantes, conservantes, colorantes, aditivos, embutido,

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cerdo, miel, frutos secos, marisco, tomate, atún, chocolate, café,


etc.; sería importante mejorar la disbiosis intestinal con
probióticos, ácidos grasos poliinsaturados, vitaminas, minerales y
algún aminoácido como la l-glutamina que aumenta la IgA, que
es la inmunoglobulina encargada de proteger las vías
respiratorias altas y por lo tanto, prevenir o curar enfermedades
como catarros, laringitis, faringits, amigdalitis, otitis, etc.

NECESIDADES NUTRITIVAS
Las necesidades nutritivas varían según el periodo de
crecimiento en que se encuentre el niño y podemos distinguir
tres etapas bien definidas: crecimiento rápido o primera infancia
(0-3 años), crecimiento estable o edad preescolar/escolar (de los
3 años a los 10 años en las niñas y hasta los 12 en los niños), y
fase de aceleración o pubertad (de los 11 a los 13 años en las
niñas y de los 13 a los 16 años en los niños).
Las necesidades nutritivas de los niños deben adaptarse a
las diferentes etapas de crecimiento. Así, pasa de necesitar 120
kcal/kg/día durante los primeros meses de vida a 40 kcal/kg/día
en la adolescencia; de precisar 48-54% de energía en forma de

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grasas en el primer semestre de vida, a precisar 30-35% en


edades posteriores; de requerir la lactosa como única fuente de
hidratos de carbono en los primeros meses de vida a, no sólo no
necesitarla, sino que pueda ser mal tolerada. A continuación se
describen las principales recomendaciones dietéticas en la
infancia.

BEBÉ (0-3 años):

Un niño de un año suele medir entre 76


y 80 cm y pesa alrededor de 10 o 11kg, la
función psicomotora está suficientemente
desarrollada y permite al niño caminar y
relacionarse con su entorno. Su aparato
gastrointestinal está formado, tiene una flora
intestinal diversificada y sus funciones
digestivas y metabólicas son muy similares a las del niño mayor y
a las del adulto. El sistema nervioso todavía se está desarrollando
y establece millares de conexiones neuronales. Cuando el niño
cumple 4 años, se ha formado ya cerca del 90% del cerebro.

Durante el segundo año aumenta 20-25 cm y el tercero


entre 7 y 10 cm. Los incrementos anuales de estatura se van
reduciendo hasta llegar al rápido crecimiento de la adolescencia.
De los 3 a los 7 años, un niño multiplica su tamaño por 1,4 y su
peso por 2; y una niña multiplica su tamaño por 1,3 y su peso por
1,6. De los 3 hasta los 10 años la ganancia ponderal anual es, en
término medio, unos 2,25 kg.

La mineralización ósea en la infancia permite que el hueso


pueda alargarse y reforzarse. La renovación ósea es muy intensa

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(un niño puede renovar en un año del 50 al 100% de su


esqueleto, a diferencia del adulto, que sólo renueva un 10%
anual).

Un bebé hasta los 2 años debería comer leche materna


principalmente, y complementar la comida con fruta y farináceos
por la mañana; verdura y proteína (1,2 g/kg) en comida y cena;
fruta y farináceos en la merienda. En caso de no disponer de
leche materna debe tomar leche maternizada y yogures
desnatados naturales.

Antes de los 2 años la inmadurez digestiva, inmunológica y


renal, junto con las frecuentes diarreas, gastroenteritis y fiebre
características de la infancia aumentan el riesgo de
deshidratación.

Un bebé con Sistema Inmune débil, con gran incidencia de


catarros, alergias, infecciones, problemas gastrointestinales y/o
histaminérgicos podría apoyar su alimentación con suplementos
que mejoren su Sistema Inmune e intestino para disminuir
incidencia y sintomatología. Una buena opción sería una toma
continuada de probióticos (Ergyphilus
Niños); ácidos grasos poliinsaturados (2
perlas de Synerviol); minerales traza
(Ergyviol u Oligoviol B); l-glutamina (3
cucharaditas de Ergyprotect al día;
ergyprotect no indicado en problemas de
piel por la arcilla).

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INFANCIA (hasta los 12 años aproximadamente):

Las proteínas deben aportar entre un


15 y un 20% de la ene rgía total diaria. Las
necesidades de proteína en la infancia (1-1,2
g/kg peso/día) son superiores a las de la
edad adulta (0,8 g/kg peso/día) debido al
crecimiento del músculo, los huesos y otros
tejidos. Entre un año y 3 años se
recomienda 1,2 g/kg peso/día; entre los 4 y 6 años, 1,1 g/kg
peso/día, y para los demás, 1 g/kg peso/día. Como normal
general se recomienda un aporte proteico al 50% entre proteínas
de origen animal y vegetal pero, en la etapa preescolar, es
recomendable que el 65% de las proteínas aportadas sean de
alto valor biológico (origen animal).

Se debe completar el aporte nutricional con un 45-50% de


Hidratos de Carbono y un 30-35% de grasas.

Un menú variado permite un buen aporte de vitaminas y


minerales, no obstante, merece especial atención el aporte
adecuado de hierro, calcio, fósforo, yodo, zinc y vitaminas A, D y
C, por su implicación en el desarrollo del Sistema Nervioso,
Sistema Inmune, masa ósea, etc.

Las necesidades hídricas en la infancia son también muy


importantes. Se debe recordar la necesidad de proporcionar
agua al niño siempre que tenga sed y a lo largo de todo el día.
Conviene acostumbrarlo a tomar agua natural, sin olores, sin
sabores, ni azúcares, y reservar las bebidas azucaradas para
ocasiones especiales o nunca.

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Para lograr los aportes adecuados en las cantidades


correctas, se recomienda cada día:
 4-5 raciones de farináceos
 3 raciones de verduras y hortalizas
 2 raciones de frutas
 3 raciones de lácteos
 2 raciones de proteínas
 3-5 raciones de grasas

1 ración de farináceos:
Equivale a 55-60 g de pan, 100-125 g de patata, 30-40 g de
arroz o pasta, 50-60 g de legumbres en crudo. Teniendo en
cuenta las consideraciones, en todo caso se recomienda cereales
integrales en más de un 70%; preferiblemente que no sean trigo
ni maíz; minimizar el gluten; ecológicos; y en el caso del pan,
elaborado con levadura de masa madre y en horno de leña o a
una temperatura que no supere los 200 grados.

Un ejemplo podría ser desayunar 2 rebanadas de pan de


espelta con aceite de oliva (2 raciones); en la comida incluir en el
primer plato fideo o arroz o una patata o una ración de
legumbres (1 ración); en la merienda un pequeño bocadillo (1
ración) y en la cena patata cocida o guisantes o zanahoria por
ejemplo (0-1 ración).

1 ración de verduras:
Equivale a 100 g de verduras u hortalizas. Es básico
introducir en los menús infantiles el consumo de verduras.
Aunque los purés son una buena opción para conseguir que

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

coman estos alimentos, debe procurarse fomentar también el


consumo de los alimentos enteros, ya sean cocidos o crudos. Las
frutas y verduras con gran contenido en vitamina C (cítricos,
fresas, tomate, etc.) o b-carotenos (zanahorias, espinacas,
albaricoques, etc.) son especialmente recomendables.

Para conseguir el aporte recomendado se debe consumir


verduras y hortalizas en comida y cena, como primer plato y
como acompañamiento o guarnición de los segundos. Cuanto
más se varíen las verduras y hortalizas, más nutrientes
importantes se van a incorporar a la alimentación del niño, y más
fuerte va a ser el Sistema Inmune.

1 ración de frutas:
Equivale a 100-125 g de frutas. Es mejor comerlas enteras y
sin piel, y evitar los zumos, licuados y purés. Es conveniente
variar las frutas, que sean locales y de temporada
preferiblemente, y evitar aquellas con gran contenido en
azúcares como el plátano. El momento ideal para consumirlas es
en el desayunos, entre horas o antes de las comidas principales.

1 ración de lácteos
Teniendo en cuanta las consideraciones previamente
expuestas, se recomienda como ración de lácteos un yogur
ecológico desnatado sin lactosa natural sin azúcar. Se puede
mezclar con fruta para conseguir un sabor más agradable.
También algo de queso fresco o queso curado de oveja. Si hay
algún tipo de intolerancia a los lácteos, debe consumirse una o
dos raciones extras de proteínas para evitar una malnutrición.

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

1 ración de proteína
Equivale a 60-100 g de carne o pescado, o 1 huevo. Las
necesidades de proteína se cubren con el consumo de carnes,
aves, pescados o huevos. El consumo de estos alimentos también
les permite cubrir sus necesidades de fósforo, magnesio, zinc y
yodo (pescados). En lo que se refiere al hierro, cuyas necesidades
son más difícil de cubrir con la dieta ordinaria, puede conseguirse
con el consumo de hígado (o derivados como el foie-gras) una
vez por semana.

1 ración de grasa
Se corresponde a 10 g o, lo que es lo mismo, 1 cucharada
sopera de aceite. También hay que tener en cuenta la grasa
presente en los alimentos, en especial en la bollería, embutidos,
comida rápida y los productos manufacturados, que se deben
evitar.

El reparto o distribución de las comidas es también


importante para el desarrollo correcto del niño. Se recomienda
que el desayuno suministre el 25% de la energía de la dieta, la
comida un 30%, la merienda un 20% y la cena el 25% restante.
Un buen fraccionamiento alimentario tiene consecuencias
positivas en el rendimiento escolar y en la prevención de la
obesidad. El consumo de grandes cantidades de alimentos en
horarios muy alejados unos de otros y una cena excesiva tiene
un efecto lipogenético (mayor síntesis y acumulación de grasa).

En esta edad, como en el caso del bebé, con Sistema


Inmune débil, con gran incidencia de catarros, alergias,
infecciones, problemas gastrointestinales y/o histaminérgicos
podría apoyar su alimentación con suplementos que mejoren su

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

Sistema Inmune e intestino para disminuir incidencia y


sintomatología. La recomendación en este caso, sería una toma
continuada de probióticos (Ergyphilus Plus); un apoyo a la
desintoxicación hepática (2 cápsulas de
Ergytaurina o un tapón de Supramineral
Desmodium, que se deben tomar una semana
cada mes); minerales traza (Ergyviol u Oligoviol
A); l-glutamina (3 cucharaditas de Ergyprotect al
día; ergyprotect no indicado en problemas de
piel por la arcilla).

Por tanto:
UN DESAYUNO EQUILIBRADO DEBE ESTAR FORMADO POR:
 1 fruta
 1 lácteo: en caso de intolerancia se puede sustituir por
lácteo vegetal, teniendo en cuenta que no aporta los
nutrientes adecuados, que habrá que compensar con
más proteína a media mañana o en la merienda.
 Cereales en forma de pan (con queso o jamón o jamón
cocido o aceite).
COMIDA Y CENA DEBE ESTAR FORMADO POR:
• Pasta o arroz o patata o legumbre o cereales junto a
verdura cocida o cruda como ensaladas
• Carne o pescado o huevo o marisco o sustitutivos como
tofu o seitán
• Postre: fruta o lácteo, aunque la fruta es preferible
comerla antes.
MEDIA MAÑANA Y MERIENDA:
 Pan con jamón o foie o queso o aguacate o sardinas, por
ejemplo. Fruta o yogur.

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

Cocciones recomendadas: plancha, hervido, papillote,


microondas, estofados, guisado y horno.

ADOLESCENCIA:

Los requerimientos nutricionales son muy


elevados, para poder hacer frente a todos los
cambios que se producen. Hacia los 11 años, las
niñas han alcanzado el 84% de la altura de adulto
y los niños, el 78%. En cuanto al peso corporal,
los niños a esta edad tienen el 55% del adulto y
las niñas el 59%. Al final de la pubertad el
contenido de tejido adiposo en los chicos es el 12% de su peso,
mientras que el de las chicas es el 25%. La relación masa libre de
grasa/masa grasa en la mujer antes de la pubertad es de 5/1 y
desciende a 3/1 al final de la adolescencia. Poseen el doble de
tejido adiposo que los hombres y sólo el 66% de tejido magro
(libre de grasa).

Ojo porque muchas adolescentes empiezan a tomar


anticonceptivos: Los efectos nutricionales del uso de
anticonceptivos orales dependen del tipo de anticonceptivo, de
la dosis, de la frecuencia de empleo, de la duración del
tratamiento y del estado nutricional de la adolescente al iniciar
su consumo. No obstante, los efectos más comunes son los
siguientes: aumento de los niveles de colesterol y triglicéridos;
disminución de la concentración sanguínea de ciertos
aminoácidos (prolina, glicina, lisina, histidina, alanina, valina,
tirosina); modificación de la concentración de ciertas vitaminas
(aumento de las concentraciones sanguíneas de vitamina A,
carencia relativa de niacina, disminución de vitamina C y ácido
fólico), aumento de la concentración sanguínea de hierro

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

(debido, en parte, a la disminución de la pérdida de hierro por la


menstruación).

Las recomendaciones nutricionales son las mismas que en


la infancia, en cuanto a la proporción y calidad. Pero es necesario
incrementar las cantidades, sobre todo proteicas, por la
importante formación de tejido musculoesquelético que se
realiza en esta época. Las raciones deben ser mayores que en la
infancia.
 6 raciones de farináceos
 3 raciones de verduras y hortalizas
 2-3 raciones de frutas
 3 raciones de lácteos
 3 raciones de proteínas
 4-5 raciones de grasas

Por tanto:
DESAYUNO
 1 pieza de fruta; 1 yogur; pan con queso o jamón o huevo.
½ MAÑANA
 50g de pan con 1 loncha de queso fresco o jamón cocido o
jamón o pechuga de pavo o atún, etc. 1 pieza de fruta.
COMIDA
 Primer plato a escoger entre (la cantidad en gramos es
aproximada): 250g patata = 1 patata mediana; 70 g arroz (1
cuchara sopera en crudo son 15g); 70 g pasta (1 cuchara
sopera en crudo son 15g); 80g legumbres (1 cucharada
sopera en crudo son 20g).

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

 Acompañamiento del primer plato o segundo: a escoger


entre: 300g verdura cocida o asada al horno o microondas,
hecha al vapor o en guisados. Ensalada de todo tipo o
gazpachos o licuados de verdura
 Segundo plato: a escoger entre:
- 100g carne blanca: pollo, pavo o conejo.....3 veces/semana
- 100g de carne roja: ternera, cordero, cerdo… 1 vez /
semana
- 120g pescado blanco: merluza, lenguado, rape, bacalao
fresco…1-2 veces/semana
- 120g pescado azul : salmón, atún…1 vez /semana
- 120g marisco : gambas, sepia, calamar, mejillones…0-1
vez/semana
- 1-2 huevos: en tortilla o duro o en revuelto 3 veces/semana
Postre: 1 fruta o yogur
½ TARDE
 Yogur desnatado + 20 almendras o 20 avellanas o 3-4
nueces. 1 fruta. Si pasa mucho tiempo entre la comida y la
cena, algo de pan con proteína.
CENA
 Primer plato: a escoger entre: 250g patata = 1 patata
mediana; 70 g arroz = 1 cuchara sopera en crudo son 15g;
70 g pasta = 1 cuchara sopera en crudo; 80g legumbres 1 =
1 cuchara sopera en crudo son 20g.
 Acompañamiento del primer plato o segundo: a escoger
entre: 300g verdura cocida o asada al horno o microondas,
hecha al vapor o en guisados. Ensalada de todo tipo o
gazpachos o licuados de verdura.

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

 Segundo plato: a escoger entre:


- 120g pescado blanco: merluza, lenguado, rape, bacalao
fresco…2-3 veces/semana
- 120g pescado azul : salmón, atún… 1-2 veces/semana
- 120g marisco : gambas, sipia, calamar, mejillones…1-2
veces/semana
- 3-4 huevos : en tortilla o duro o en revuelto 3
veces/semana
- Postre: 1 yogur

En esta etapa, si hay problemas de salud, son desórdenes


inflamatorios, secundarios normalmente a una dieta
excesivamente inflamatoria y una sobrecarga hepática debida en
parte al torrente de hormonas de esta etapa. Se recomienda una
dieta evitando los alimentos más inflamatorios y más
hepatotóxicos como bollería, café, alcohol, azúcares, lácteos,
chocolate, comida rápida, etc., y hacer una cura de dos meses
suplementando:
 Ergytaurina (2-0-0)
 Ergyantiox (1-1-0)
 Ergyphilus plus (3-0-0)
Si no hay mejoría, se recomienda leer el libro ¿Qué es una
dieta sana?, editado por Laboratorios Nutergia.

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Guía de Nutrición Infantil [2016]

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