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AVANCE MATERIALES SECUNDARIA Javier Jurado

tEMA 14
Danzas de los distintos pueblos de españa

1. Tipos comunes
1.1 La jota
1.1.1 Modelo aragonés
1.1.2 Otras jotas
1.2 La seguidilla
1.3 El fandango
2. Galicia
2.1. La muiñeira
2.1.1 Características
2.1.2 Variedades
2.2 Otras danzas
3. Asturias
3.1 La Danza Prima
3.2 Otras danzas
4. Cantabria
5. País Vasco
6. Navarra
7. Aragón
8. CATALUÑA
8.1 La sardana
8.2 Otras danzas
9. La Rioja
10. Valencia
11. Murcia
12. Andalucía
13. Extremadura
14. Castilla-León
15. Castilla-La Mancha
16. Baleares
17. Canarias

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1. Tipos comunes
[N. del A: Antes de afrontar las danzas concretas de los pueblos de España, el opositor/a podrá realizar una intro-
ducción basada en datos del punto Generalidades del tema anterior, aplicado a los ejemplos de danzas del Estado
Español aquí comentadas, en cuanto a clasificación, historia, instrumental... No se le ha dado cabida aquí para
evitar la repetición de dichos planteamientos, toda vez que han sido suficientemente expuestos en el tema 13.]

La riqueza de bailes populares presentes en nuestro suelo es enorme, tanto por la cantidad como por la va-
riedad. Se trata, en muchos casos de bailes de gran antigüedad.
Algunas de estas danzas se han extendido de unas regiones a otras conservando parte de sus características.
La mayor parte de estos bailes son de diversión y adoptan la forma de parejas mixtas. Los más característicos
son la jota, la seguidilla y el fandango, aunque es la primera de ellas la más extendida.

1.1 La jota
La jota es un baile procedente de Aragón y Navarra. Entre sus características cabe resaltar su ritmo ternario
(se suele escribir en 3/4 o en 6/8), interpretación vocal o instrumental (aunque lo normal es que sea cantada
acompañada por instrumentos, que en el tipo original de jota aragonesa o navarra son de cuerda pulsada).

1.1.1 Modelo aragonés


Sus características son:

• La estructura es sencilla; consta de un preludio instrumental formado por cuatro acordes de tónica al
que sigue el estribillo instrumental o “variaciones”, presentado habitualmente como ocho compases
repetidos. La jota suele distribuirse a lo largo de siete frases de cuatro compases cada una, de manera
que la entrada de la voz se produzca en anacrusa (en compás acéfalo o anacrúsico, preferentemente el
primero), si bien los instrumentos marcan claramente la parte fuerte antes de la aparición del solista.

• La “copla” o estrofa es vocal, y es interpretada por un dúo mixto, un coro, o más usualmente por
un solista, y es de tiempo más lento que las variaciones; durante la copla los instrumentos pasan a un
segundo plano, en el que su función no va más allá de marcar suavemente el compás.

• La melodía es simple, con un contorno muy definido, y debe estar claramente relacionada con el
acompañamiento armónico.

• La armonía de la jota se basa en la alternancia de acordes de tónica y dominante, con cambios cada
cuatro compases, empleando preferentemente el modo mayor.

• El texto de cada frase corresponde a un verso octosílabo.

• El baile se realiza por parejas, a saltos, y marcando claramente los tiempos (bien con chasquidos de
dedos o bien con castañuelas), y con los pies; el movimiento es más marcado en el estribillo que en la
estrofa. Los brazos se mantienen en alto en todo momento, y los bailarines evolucionan sin agarrarse
en ningún momento.

• El acompañamiento instrumental con cuerda pulsada tiene una gran variedad, destacando las bandu-
rrias, laúdes, y guitarras, además de guitarrico o requinto (un tipo de guitarra provisto de mástil largo y
cinco cuerdas, que se afina a una quinta alta de la guitarra) y el guitarro (el bajo de la familia). Además
de castañuelas es habitual el uso de “yerrillos” (triángulos).
En Aragón existen tres variantes diferentes dentro del género de “jota”: la de Zaragoza, y las del Alto y
Bajo Aragón.

1.1.2 Otras jotas


En Galicia la jota es acompañada por el grupo tradicional de dos gaiteros, tambor y bombo, a los que

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pueden sumarse “pandeireta”, “pandeiro” y castañuelas o “tarrañolas”; el baile es similar en todo al modelo
aragonés, aunque sin levantar tanto los pies. Las “foliadas” son cantares de fiesta con ritmo de jota, y estruc-
tura de canción con estribillo, en un tiempo algo menos vivo que la jota y que se interpretan cantadas, aunque
acompañadas de percusión autóctona más gaitas en los estribillos.
En Asturias el término “jota” se emplea para designar los bailes “jota vaqueira” y la “jota de Pajares”,
aunque existen variedades con y sin el nombre de jota; se interpretan con la gaita y el tambor o cantadas con
acompañamiento de pandero.
En Euskadi la jota suele acompañarse instrumentalmente con pandereta y acordeón, aunque también es
habitual que se interprete con txistu. La jota navarra se interpreta de una manera más adornada y melismática
que la aragonesa, siendo en lo demás similar a ese tipo.
En Cataluña, la jota pierde importancia debido a la fuerza de los bailes autóctonos, pero a pesar de ello hay
una gran variedad, siendo las más destacadas la tarraconense y la tortosina. En esa misma zona de influencia
aragonesa se encuentra la jota riojana, en la que los danzarines se disponen en círculo y no en filas.
En Valencia el ritmo es más libre, y la armonía es más rica; además de los instrumentos de cuerda pulsada
es corriente ver flautas y violines. En Murcia la jota tiene una gran presencia.
El término “jota” no se usa en Andalucía, pero la similitud existente con las “Alegrías” hace pensar en una
posible transformación de la jota a la llegada del flamenco, detalle explicado por el profesor García-Matos.
En Extremadura se encuentra muy implantada, siendo acompañada del tradicional flautista que interpreta
a la vez tambor y flauta (de tres agujeros). En Castilla-León la jota serrana está presente en Valladolid, León y
Salamanca. En Castilla-La Mancha se habla de “jota manchega”.
La jota mallorquina se llama “Mateixa”, y en las zonas montañosas conserva el acompañamiento de chiri-
mías, flabiol y tamboril. En la costa es más fuerte la influencia aragonesa, siendo acompañada por instrumentos
de cuerda pulsada.
En las Canarias se añade al instrumental el timple (guitarra de cinco cuerdas y de pequeñas dimensiones),
y el baile se conoce con el nombre de “Isa”.

1.2 La seguidilla
Se trata de una danza cantada, con un ritmo ternario muy movido, y características bien definidas:

• Su estructura es compleja, y está integrada por cuatro secciones: “introducción”, “salida”, “vuelta”
y “copla”:

- La introducción instrumental se inicia con cuatro acordes, y su extensión es variable. En ocasiones no


aparecen los acordes iniciales, que son sustituidos por otros procesos más o menos largos con vistas a
proporcionar claramente la tonalidad a los cantores.

- La salida es un fragmento de tres compases que se canta sobre las primeras palabras del texto, y su
función es invitar al baile.

- La vuelta es la repetición de un fragmento instrumental, de también tres compases de longitud, que


ya ha sido tocado en la introducción o resulta derivado de ella.

- La vuelta está unida a la copla o estribillo, formada por nueve compases distribuidos en cinco semi-
frases, aunque en ocasiones la última se subdivide en dos partes a través de una pausa. La unidad que
forman la “vuelta” y la “copla” se repite tres veces en total.

- Las variaciones existentes se deben fundamentalmente a cambios en la rima o tipo de verso utiliza-
do.

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• La mayor parte de las variantes son zonales, y se habla de “murcianas”, “sevillanas”, “manchegas”,
“saltonas” (Canarias), “habas verdes” (Castilla-León), ...

1.3 El fandango
Desde el punto de vista estructural el fandango posee dos secciones:

• La primera es de tipo instrumental, llamada “introducción” o “variaciones”, que se desenvuelve en


escalas propias andaluzas.

• La segunda o “copla” es cantada, y se repite dos o tres veces para permitir las evoluciones del baile.
La forma poética preferida de la “copla” es la cuarteta octosílaba.
Los géneros similares al fandango son la “malagueña”, la “granaína” (y la “media granaína”), las “ronde-
ñas” y los “fandanguillos”. Además de las variaciones zonales existentes (que dan lugar a los fandangos de
Lucena, Alosno, Valverde, Cádiz, a los Verdiales...), está extendido por Levante, Canarias y Mallorca.
Tanto la “granaína” como la “media granaína” son en la actualidad cantes flamencos, no danzados. Las
“malagueñas” han experimentado también la fusión con el flamenco, pero se conservan sus originales rasgos
distintivos cercanos al fandango. Mucho más evidentes son las relaciones entre las variedades zonales, e in-
cluso con las “rondeñas”.
Las “malagueñas” llegaron también a las Islas Canarias, en donde se interpretan y bailan más lentamente;
el acompañamiento habitual de guitarra rasgueada ha sido sustituido allí por la agrupación de pulso y púa que
le es característica (bandurrias, laúdes, guitarras y tiples). También se habla de “malagueñas” en las zonas de
la huerta murciana. El fandango también fue exportado a Mallorca, y está igualmente presente en el Levante.
También se pueden encontrar bajo la denominación de “fandango” bailes en el norte peninsular, pero no
responden a las características del “fandango”, sino que toman tan solo el nombre, ya que se trata en realidad
de variedades de la jota.

2. Galicia

2.1. La muiñeira
El baile más característico de esta Comunidad Autónoma es la muiñeira, palabra derivada de “muiño” (mo-
lino), y viene dado por la costumbre de cantar y bailar los mozos y mozas cuando se iba a moler el grano.

2.1.1 Características
Desde el punto de vista musical se puede afirmar que posee ritmo trocaico, siendo su compás más habitual
el de 6/8; la estructura parte de dos secciones, cada una compuesta por una frase de ocho compases con caden-
cias cada cuatro, que actúan como estrofa y estribillo. La estructura global se repite varias veces para dar lugar
a variaciones en el baile.
Algunos tratadistas diferencian la muiñeira vella (vieja) de la muiñeira nova (nueva); en el primer caso se
trataría de acompañamientos de subdivisión ternaria con canto en subdivisión binaria, siendo ambos ternarios
en la “nova”. Originalmente la muiñeira era cantada, con y normalmente sin acompañamiento de gaita, pero
en la actualidad la mayor parte se interpretan instrumentalmente por el cuarteto tradicional de gaiteiros, al que
se pueden sumar otros instrumentos (tarrañolas, charrasco, pandeireta, pandeiro, etc,). Debido a las caracterís-
ticas del instrumento melódico por excelencia, la gaita, la muiñeira suele interpretarse en modo mayor y en el
ámbito de una octava, ampliada con la sensible inferior.
El baile se realiza por parejas mixtas, con las manos arriba; el movimiento de la mujer es más pausado, con
poco movimiento de brazos, y la mirada suele situarse más baja, mientras los hombres saltan a su alrededor.
Entre los diferentes tipos de paso (puntos) se forma una rueda, en la que los participantes caminan hasta enlazar
con otros puntos diferentes. Normalmente se ocupaba uno de los mozos en realizar los pasos primeramente,

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mientras el resto de bailarines lo miraban, para luego repetirlos con mayor o menor fortuna. Esta práctica se
conserva actualmente, pero resulta evidente que estos “puntos” están acordados previamente. Entre las distin-
tas ruedas entre dos partes se intercalan a veces filas.

2.1.2 Variedades
La “ribeirana” se realiza en parejas aisladas, de manera que sustituye la rueda por el giro que la moza
realiza por delante y detrás alrededor del mozo mientras este sigue bailando. El “contrapaso” es un baile que
emplea la misma música de la “muiñeira”, pero que distribuye a los bailarines en dos ruedas, con las mujeres
al centro, que bailan cerca de su pareja girando sobre sí mismas mientras los mozos caminan. La “carballesa”
(para otros “carballinesa”) es de ritmo más vivo que la muiñeira común. Los puntos son proporcionados en
ocasiones por la moza.
Otras denominaciones habituales responden a la zona en donde se interpretan, por lo que es común oír
hablar de la muiñeira de una localidad determinada. En muchos casos son obras de autor que han pasado al
acervo popular.

2.2 Otras danzas


La “pandeirada” toma su nombre del toque del pandeiro, siendo habituales también los términos “pandeire-
tada”, y baile o canto de pandeiro (o de pandeireta, o de pandeiras...). Su compás habitual es de 5/4 aunque no
faltan las de 10/8 con ordenaciones diversas, siendo una de las más habituales 3+3+2+2; en ocasiones aparece
como combinación de compases de 3/4 y 2/4. En este género es habitual la interpretación cantada por grupos
de mujeres (“pandereteiras”); una canta sola los dos primeros compases, y el resto enlazan a continuación. El
baile es similar al de la muiñeira, aunque con las lógicas adaptaciones debidas al compás.
De la jota ya se habló con anterioridad al tratar los tipos comunes; su ritmo es más marcado, con compás de
3/8 y profusión de hemiolias en las cadencias. Los bailes de fiesta en Galicia se suelen denominar “foliadas”,
y la mayor parte de ellas responden al esquema de la jota, pero se interpretan cantadas, y con acompañamiento
de gaitas y percusión.
El llamado “fandango” tiene más similitud con la jota que con el modelo andaluz.
Por su curiosidad podemos mencionar también aquí la “danza de las espadas”, de origen medieval; se con-
servan varias en la comunidad, siendo la más famosa la de Redondela (Pontevedra). En esta villa se reunían
veinticuatro marineros en la mañana del Corpus, vestidos de blanco y con una banda que cruzaba el cuerpo
oblicuamente, excepto el “maestro” o “guía” que lleva dos cruzadas una sobre otra. Las espadas se sujetaban
con cintas a las muñecas, y además portaban castañuelas. La danza se bailaba desde que salía la procesión hasta
que se recogía. Otras danzas similares existían en Pontevedra, Marín, Bayona, Bouzas (Vigo), Corcubión y
Cee. El baile se realiza por parejas mixtas, con las manos arriba; el movimiento de la mujer es más pausado,
con poco movimiento de brazos, mientras los hombres saltan a su alrededor. Entre los diferentes tipos de paso
(puntos) se forma una rueda, hasta enlazar con otros puntos diferentes.
De la jota ya se habló con anterioridad; su ritmo es más marcado, con compás de 3/8
Las “danzas de damas y galanes” son de origen religioso, propios del día de la Asunción de la Virgen. Los
danzantes salen de la iglesia de espaldas, en señal de respeto, e interpretan la danza en el atrio.

3. Asturias

3.1 La Danza Prima


La “danza prima” puede ser definida como un baile en ronda con las manos entrelazadas. En la actualidad
se forma un único círculo, y se baila al son de un romance, que incluye exclamaciones y vivas a diversos santos
patronos o protectores del pueblo.
Se ejecutaba en días muy concretos, y según el pueblo de que se trate coincide con la festividad de san
Juan o de san Pedro; es de suponer por tanto que en el pasado precristiano se danzaba en el solsticio de verano,
probablemente alrededor del fuego, por lo que formaría parte de los ritos solares.
Según los cronistas, hacia el XVIII los danzarines se disponían en dos círculos concéntricos, con los

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hombres fuera y las mujeres dentro (algunos afirman que en su interior se montaba otro corro de niños) y las
manos entrelazadas por el dedo meñique, de manera que los hombres portasen con los dedos una garrota nu-
dosa sostenida verticalmente.
Es difícil afirmar con seguridad el sentido global de la danza, por la coincidencia de diferentes elementos:
por una parte, la fecha de ejecución apunta hacia una danza de origen probablemente céltico; la situación de los
bailarines, en corros concéntricos, hace referencia a la distribución social; la presencia de los garrotes puede
tener un significado guerrero, que vendría apoyado por la colocación interior de las mujeres y, quizás, de los
niños; no falta quien ha visto en ellos una representación fálica, y por ello aportarían otro elemento al baile,
concretamente el de la fecundidad. En lo que todos parecen coincidir es en el sentido tribal de la danza, que
agrupaba a los miembros de una misma aldea o villa.
Durante el baile se cantaba un romance cuya temática trataba sobre los “moros”, por lo que se deduce que
este acompañamiento vocal a la danza fue introducido en la Edad Media, y por ello tomó la temática que más
circulaba en esa fecha. Otros cronistas recogen que el acompañamiento se realizaba con gaita. La conclusión
evidente es que la danza sería cristianizada con posterioridad, lo que justifica que se bailase alrededor de la
iglesia.

3.2 Otras danzas


La “giraldilla” es similar, pero más sencilla; en la colocación se alternan los mozos y las mozas, que cantan
mientras gira el corro, hecho del que deriva su nombre. Hay dos tipos: la que responde a la forma de canción
estrófica se baila en rueda, y la que lo hace a la estructura de la canción con estribillo deja la rueda para la es-
trofa y en el estribillo se baila por parejas. De similares características es el perlindango, pero en la rueda solo
participan mujeres de edad avanzada.
El “baile del pollo” (o “de los pollos”) es ejecutado de forma similar, pero sólo con cuatro bailarines;
comienzan dos mozos que sacan a bailar a dos mozas, y una vez hecha la rueda se marchan, dejando que las
dos mozas escojan pareja nuevamente, aunque se marchan una vez que ejecutan la ronda, y quedan los mozos
solos para escoger parejas; el baile se repite hasta que las dos últimas personas no pueden escoger a nadie que
no haya bailado ya.
El “corri-corri” es de tipo ritual, relacionada probablemente con ritos de fecundidad, y es propio de Arenas
de Cabrales. Un mozo (“bailín”) se sitúa en el centro de un corro de mozas que portan en las manos ramas de
laurel, como símbolo de fecundidad; el mozo baila con gran cantidad de saltos y acercándose a las mozas, que
lo rechazan, pero luego le sonríen para invitarlo a acercarse a ellas. Finalmente, se decide por una moza con la
que baila, y se acaba la danza.
El “pericote”, perteneciente a la villa de Llanes, es bailado en la proporción de dos mujeres por cada hom-
bre (el “Perico”), que se acerca a ellas moviendo los brazos arriba y abajo, y dando un salto hacia atrás cuando
parece que va a alcanzarlas. Actualmente se acompaña con gaita, pero parece ser que antiguamente se bailaba
al son del canto de un romance, con pandero y pandereta. Es evidentemente un baile ritual ligado al rito de la
fecundidad.
El “baile vaqueiro” es propio de los vaqueros de la montaña. Mozos y mozas se disponen en dos hileras
frente a frente, al son del canto de una mujer que toca el pandero. Parece ser muy antiguo, y se ha mantenido
gracias al aislamiento en el que viven los vaqueros, debido a las necesidades del pastoreo. También se le co-
noce como “baile del pandero”.
El “xiringüelo” es de compás binario, y carácter vivo y animado; se acompaña con pandero.

4. Cantabria
La expresión “a lo pesau” se usa para los ritmos ternarios (o “a lo bajo”, “a lo llano”), mientras que “a lo
ligero” (“a lo alto”, “a lo vivo”) se emplea para los binarios. En todos los casos se trata de danzas de parejas
mixtas enfrentadas. “A lo ligero” es un baile que se realiza brincando, y suele acompañarse con el rabel. En
otras danzas el acompañamiento instrumental suele realizarse con una caja de redobles y con un clarinete “re-
quinto”, llamado en la zona “pito”.

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El “picayo” es bailado por mozos, en número variable entre cuatro y doce, mientras cantan las mozas
acompañándose de panderetas; es interpretado en las celebraciones religiosas importantes, en procesiones y
romerías, y a veces como baile nupcial. Su origen es probablemente medieval, y todo apunta a que se tratasen
de danzas gremiales. El nombre deriva de los “picados”, nombre que se le daba en la zona a los toques de las
campanas de la iglesia que servían para anunciar cualquier acontecimiento. Al sucederle inmediatamente el
baile, es lógico que éste empleara el mismo nombre, modificado a “picayo” con el paso del tiempo.
La danza más interesante de la comunidad es la “danza de palos” de Cabezón de la Sal, ejecutada por los
mozos mientras se acompañan de los golpes de los palos y de una caracola marina; con ella se interpreta un
característico toque compuesto por dos notas en intervalo de semitono, que dividido en cuatro partes iguales
se plantea así: nota de partida - semitono ascendente - vuelta al origen - parte de silencio. El esquema se repite
tres veces, seguido de otras tres de silencio, con protagonismo de los golpes de los palos. Al final de la danza,
cada ejecutante en corro pequeño tiende su palo hacia el mozo que tiene enfrente, que lo agarra por el extremo,
hasta formar una plataforma sobre la que el “jefe” es encumbrado. Su origen es claramente prehistórico, y
probablemente sea de origen céltico.
Es casi seguro que el romance del conde de Lara sea de origen cortesano, y muy antiguo. Los participan-
tes se disponen por parejas, de manera que los mozos, con paso más vivo de picayo, se inclinan ante el paso
pausado y elegante de las mozas.

5. País Vasco
La danza más característica de Euskadi es el “aurresku” (que significa algo así como “mano primera”),
o “Sokodanza” (traducido sería “danza de la cuerda”), con acompañamiento de txistu y tambor. Los mozos
forman una fila agarrados de las manos detrás a partir del primero o “aurresku”, y caminan al son de la música
imitando los movimientos que improvisa el “aurresku”.
Sirve de invitación a la danza, por lo que después de él suelen bailarse otros, aunque también pueden pre-
sentarse solos. Este baile sirve de antesala a otros que se suceden a continuación; antes de la danza se produce
el saludo y contrapás del “aurresku”, que tira su boina al suelo para saludar al público (o a las autoridades),
acción que es inmediatamente repetida por el “atzesku” (último de la fila). Inmediatamente se produce el “au-
rresku” propiamente dicho, que ejecuta el bailarín (“dantzari”) solo. La “mutildantza” (traducible como “danza
de muchachos”) es similar a la “sokodantza”, pero la realizan chicos.
El “pasamanos” que se realiza a continuación es un baile por parejas mixtas, tras el cual se produce el de-
safío” o baile entre “aurresku” y “atzesku”, que remata en el “fandango”, que no es sino una jota añadida. Para
rematar el baile se ejecuta el Ariñ-ariñ (es decir, “aprisa, aprisa”, originalmente de Bilbao), en compás de 3/4 y
movimiento vivo, por parejas mixtas (también se baila el “arin-arin” es Cantabria y zonas de Asturias).
La danza que se ejecuta a continuación es la más característica y representativa del País Vasco. Los bailarines
interpretan el “zortzico”, baile a solo en compás de 5/8 con división de corcheas 1+2+2, (realmente se trata de un
3+2), aunque en el metro más frecuente la segunda corchea de cada compás se presenta con puntillo. La palabra
“zortzico” hace referencia al número de versos que componen la obra cantada, y que es de ocho, aunque es más
habitual escucharlo tocado por el txistu con acompañamiento de tamboril. Como en los demás bailes vascos, el
dantzari sólo mueve los pies, quedando las manos caídas a lo largo del cuerpo y la cabeza erguida.
En el “txacolín” se colocan paralelamente dos palos sobre el suelo, siendo accionados en sus extremos por
dos mozos que los hacen entrechocar para a continuación golpearlos contra el suelo, mientras un “dantzari”
ejecuta una danza de habilidad consistente en entrar y salir de entre los palos. La “ezpatadantza” es un tipo de
danza de espadas.
El día del Corpus y de san Miguel, en el atrio de la ermita de san Miguel de Arretxinaga (San Sebastián) se
realiza un baile ritual de significado religioso: un grupo de danzantes representan la lucha entre el arcángel y
las legiones de los ángeles caídos. Su origen debe ser muy antiguo; es acompañado por el txistulari.

6. Navarra
Además de la jota navarra ya tratada se encuentran bailes de influencia vasca, como la “makildantza”, en
forma de bailes unidos como en el modelo vasco de “sokodantza”.

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El txun-txun de ustarroz (valle del Roncal) se acompaña también de txistu y tamboril.


La sagardantza es una danza campesina, ligada a la recolección de las manzanas. Las mozas bailan con uno
de estos frutos en la cabeza.

7. Aragón
Además de la jota aragonesa hay un gran número de bailes, pero la mayoría están localizados zonalmente
en pequeñas comarcas. Además de las seguidillas es habitual el bolero, derivado de las anteriores y de antiguo
origen (probablemente se trata de una danza cortesana que pasó al pueblo). Tiene ritmo ternario vivo (habitual-
mente escrito en 3/8), y en el metro más frecuente el primer tiempo está ocupado por una figura, y el segundo
por dos, tres o cuatro iguales. Está extendido por otras zonas peninsulares.

8. CATALUÑA

8.1 La sardana
El baile más característico es la sardana (originalmente del Ampurdán), acompañada por la “cobla” (agru-
pación que interpreta la música). Los participantes se reúnen en un círculo agarrados de las manos, que se
mantienen abajo o a la altura de los hombros según el paso en cada vez, y durante la ejecución no se separan
mucho del lugar que ocupaban en un principio. Uno de los rasgos más definitorios de esta danza es que no parte
de un número concreto (ni mínimo, ni máximo) de participantes, y que en un momento cualquiera a lo largo de
su realización se pueden integrar, en el punto del círculo que prefieran, nuevos bailarines.
El baile se inicia con una introducción de chirimía, base de la “cobla”, al que siguen unos compases inter-
pretados por toda la agrupación, más la repetición de todo; a continuación se ejecutan tres series más (cada una
con su repetición), al que sigue una pasaje (“contrapunto”) de flabiol, que se repite mientras suena otra serie.
Son muchos los que emparientan el baile de la sardana con las danzas griegas, en referencia a los tiempos
anteriores a la conquista de la península por parte de Roma; sin embargo, nada de esto es cierto. Probablemente
la antigüedad de la sardana no sea más remota que el siglo XVII o XVIII, y no se encuentra en absoluto empa-
rentada con las danzas balcánicas similares; en realidad es fácil encontrar danzas bailadas en círculo y de las
manos por toda la costa mediterránea, quizás debido al carácter abierto de sus gentes.

8.2 Otras danzas


Los bailes interpretados por parejas mixtas tienen gran implantación en Cataluña; entre ellos se pueden
citar el ball plà y el ball de rams. La mayor parte de estos tipos de baile se ejecutan por parejas mixtas, y repre-
sentan acciones de cortejo. En muchos casos se denominan según la zona a la que pertenecen, como el “ball
cerdà”, de la Cerdeña, o según el regalo que intercambian los ejecutantes, como en el caso del “ball de rams”
(de ramos).
La jota fogueada (Tarragona) recibe su nombre de que los mozos llevan escondidos en la faga petardos que
encienden y tiran al suelo para asustar a las mozas.
Una curiosa danza ritual es la moixiganga (Sitges), que representa la Pasión de Cristo; además de los pasos de
danza, existe toda una dramatización, dado que los mozos representan personajes concretos de los evangelios.
El “ball de bastons” o “Hereu riera”, de la provincia de Gerona, es realizado íntegramente por niños que
cantan y bailan en los extremos de la cruz formada por dos anchos palos situados sobre el suelo, siempre que
no los toquen; en su origen era un baile de armas ejecutado por mozos, y es casi seguro que los dos palos que
ahora se colocan en el suelo fueran antes espadas o lanzas. Probablemente el romance que ahora lo acompaña
tampoco sea original, pero en todo caso ha ayudado a preservar la estructura de la danza hasta nuestros días.

9. La Rioja
Además de la jota se bailan danzas de palos y otras de carácter ritual. Quizás la más famosa es la que se
celebra en Anguiano, en la que los mozos vestidos con enaguas y subidos en zancos se lanzan girando de uno
en uno por las cuestas del pueblo, al compás de la música.

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En Ventosa se ejecuta la “danza de la virgen blanca” durante la procesión, siempre de cara a la Virgen. De
la importancia y consideración de esta danza baste decir que los bailarines la interpretan sin descanso, y que el
derecho a participar en ella se hereda de padres a hijos.

10. Valencia
Las jotas también están presentes en esta comunidad, siendo la más conocida la “jota de Jijona”.
Aparte de la jota, los bailes más importantes de esta comunidad son las “folies”, de ritmo ternario y carácter
ritual. Un tipo especial de estas es la “carroquina”, que debe su nombre a la repetición de esta palabra en el
canto, referida a la moza. La “xáquera” es una danza mixta de una sola pareja que baila alrededor del fuego,
pausada, que se acompaña con la dulzaina y el tamboril.
El “uno y el dos” es un baile de parejas dispuestas en círculo, con los hombres en el interior de espaldas al
centro; los pasos son complejos.

11. Murcia
La “parranda” es un canto de parejas mixtas acompañado de canto, guitarras y castañuelas, con forma de
seguidilla y cambio de pareja al final de cada copla. El acompañamiento instrumental más acostumbrado es el
de guitarras y bandurrias. La “parranda” es típica de la huerta, y se realiza en los días de fiesta. Las mozas tocan
las castañuelas (llamadas en la zona “postizas”) mientras los mozos chasquean los dedos; la estructura consta
de tres coplas con sus tres estribillos, y los pasos del baile son similares a los de la seguidilla. Existen varieda-
des importantes (“parrandas del uno”, “parrandas del tres”, “parrandas del campo”) debidas a la velocidad de
la interpretación y a otros pequeños cambios.
Las “murcianas” y el “fandango yeclano” (de Yecla) son tipos de fandangos de idéntica estructura a los
andaluces. La jota tiene influencias valencianas, y andaluzas aunque responde en general al tipo aragonés.

12. Andalucía
El caso de Andalucía es enormemente particular; lugar de paso y asentamiento de numerosas culturas, sus
raíces ancestrales se han perdido, siendo actualmente el resultado de una fusión cultural que parte de esa fusión
y de sucesivas repoblaciones. La interacción de este folclore de fusión con las personas de raza gitana que se
asientan en el sur de la península a partir de mediados del XIX dio lugar al flamenco. El baile (y el cante) fla-
menco se caracteriza por primar la participación individual sobre la colectiva.
La repoblación mencionada ha traído como consecuencia una mezcolanza de tipos españoles de diversas
zonas y europeos; como muestra de esto último cabe destacar, por su curiosidad, la llamada “danza de los lo-
cos”, de Peñarroya (Córdoba), en la que algunos han querido ver reminiscencias del centro de Europa o de los
Países Bajos. La “danza del pino” de Alosno (Huelva) es ritual relacionada con la fecundidad; en su ejecución
los mozos y mozas bailan alrededor de un pino transplantado a la plaza del pueblo.
Los tipos más extendidos por la comunidad son el “fandango” y las “seguidillas”. Las más conocidas de éstas
son, sin duda, las “sevillanas”, acompañadas por guitarras y percusión variada (como castañuelas, tambor, cañas y
palmas); son de movimiento más vivo que las manchegas. El canto puede ser sustituido por el sonido de la flauta
rociera (del tipo habitual peninsular de tres agujeros, que permiten al instrumentista tocar el tambor a la vez).
A pesar de su nombre, la “jotilla de Villanueva de Córdoba”, que se realiza al rematar la vendimia, tiene
ritmo de fandango y claras influencias extremeñas. Los participantes se sitúan en corro, dentro del cual baila
una pareja, mientras los demás participantes se añaden a su baile por parejas; se acompaña con canto y guita-
rras. También ligados a esta faena agrícola encontramos los “verdiales veleños” (de Vélez, Málaga), previos a
la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria.
El “robao” es un fandango procedente de Baza (Granada), de posible origen barroco; es el baile es acompa-
ñado por guitarras, laúdies y bandurria.
El “zarandillo” alterna dos compases de 3/8 con uno de 3/4, y probablemente está emparentado con la guajira
antillana, por lo que sería de los llamados “de ida y vuelta”; no tiene relación con el flamenco. En idéntico caso se
encuentra la “zambra” granadina, de procedencia morisca. El “vito” es típico de Córdoba, en compás de 3/8.

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13. Extremadura
Los bailes más típicos se encuentran en Montehermoso (Cáceres). El “quita y pon” es de similares carac-
terísticas a la jota, interpretado por parejas mixtas aunque las castañuelas sólo las toca el mozo. El acompaña-
miento instrumental es de flauta extremeña (tres agujeros) y tambor; su nombre viene dado por la presencia
de esta expresión en el estribillo.
El “son brincao” y “la punta y el pie” son de similares características, y los bailarines llevan los brazos pe-
gados al cuerpo (de manera que no se levanta el vuelo de la falda de las mozas). Los tres se ejecutan el día del
patrón, san Bartolomé, el 24 de agosto. De la misma localidad es la jota “baile del pollo”, que también debe su
nombre a la letra, aunque por la forma de evolucionar los bailarines a veces se le llama “de la pata”.
Los “sones” son de dos tipos, “brincaos” y “llanos”, según se salte o no. También son acompañados por la
flauta y el tambor. El “pindongo” es similar a la jota en lo referente al baile, aunque su música es más variada y
rica. Otros tipos de jota presentes en la comunidad son las jotas de Guadalupe y Montehermoso. El “cerandeo”
es un baile muy antiguo de la zona de Plasencia que se acompaña con pandero y castañuelas.
El “baile del candil” proviene de Olivenza (Badajoz), pueblo fronterizo con Portugal, lo que explica su
relación con el folclore del país vecino. Es un baile que se realiza por parejas situadas en corro, comenzando
mirando al centro. No está muy claro el porqué de su nombre, aunque parece derivar de la costumbre de bai-
larlo a la luz de un candil, es decir, a cubierto.

14. Castilla-León
Al igual que en Cantabria se habla de “a lo pesau”, en Burgos se baila “a lo parado” (“a lo grave”, “al
parau”, “a lo bajo”); el ritmo es de jota, aunque se le suele llamar seguidillas. Existen variedades como la “jo-
tilla”, o el “agudillo”, y se baila en parejas mixtas con apoyo de canto y pandereta. En Soria se conoce un tipo
parecido, el “baile de la pandereta”.
El “rondón” es propio de Ávila, con ritmo de jota; debe su nombre a la disposición de las parejas de mozos
y mozas en la plaza del pueblo, además de que el baile se realiza girando las parejas mientras se desplazan por
el círculo.
De similares características es la “rueda” de Segovia, Burgos y Soria (en 5/8, en la actualidad cuadrada a
2/4 o 3/8). En Segovia la Rueda servía de introducción a otros bailes, sobretodo fandangos o jotas.
El “corrido” se realizaba al final de la “rueda”, y era un baile cantado y acompañados de dulzaina y tambor.
En zonas de León y de Asturias el “corrido” era un canto del tipo romance nuevo en rima asonante interpretado
por los amigos del novio en la noche de bodas. En estas ocasiones al “corrido” sigue la “entradilla”: los mozos
inauguran el baile y luego salen las mozas a escoger pareja; interpretado por dulzaina castellana y tamboril,
el compás es de compasillo, pero la acentuación lo transforma en un 8/8 con agrupaciones rítmicas diversas
(3+3+2, o 3+2+3).
El baile de las “habas verdes” es similar a las seguidillas, de las que puede ser un antecedente; de las que
puede ser un antecedente (algunos consideran que las seguidillas no son originalmente manchegas sino caste-
llanas); debe su nombre a la presencia de esas palabras en el estribillo.
Las “agachadillas” son otro de los bailes populares de la región; se baila en filas enfrentadas de mozos
y mozas, que evolucionan siguiendo el contenido de la letra; el nombre deriva de la expresión del estribillo
“agáchate, Pedro, agáchate, Juan”.
La “jota de la piña” (Segovia) se bailaba el domingo de piñata; consisten en una jota a lo largo de la cual los
mozos van arrancando las cintas de colores que penden de la piñata para ofrecerlas a las mozas.
Las “charradas” son típicas de Salamanca, y se ejecutan por parejas acompañadas por flauta (tres agujeros)
y tambor. Existen diversos tipos: en la “charrada sentada” se cruzan las piernas y se pisa con toda la planta,
pero si se hace sólo con la punta del pie se llama “charrada picada”. Son de ritmo binario, aunque existe una
“charrada quinaria” en 5/8 (3+2) o de 10/8 (3+2+3+2). El “baile del bollo” es una charrada de bodas en la que

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al mejor bailarín se le daba este dulce. El “ajechao” y el “brincao” son cantados por una moza y acompañados
de tambor en el sur de Salamanca.
La “danza de la rosca” (Salamanca) es un baile de bodas; recibe su nombre porque mientras se ejecuta se
guarda en la mesa una rosca de pan y una jarra de vino, lo que le otorga cierto carácter religioso, por similitud
con la Eucaristía.
En el “bolero de algodre” forma parte de las celebraciones de la festividad de santa Águeda; es interpretado
en grupos de tres personas, con un mozo en el centro de dos mozas. Los pasos se intercalan con pequeños des-
cansos durante los que el mayordomo de la santa reparte trozos de bollo (“migajas”) entre los participantes.
Entre las jotas típicas de esta zona citaremos el “menudillo” zamorano, acompañado por la gaita propia de
esta provincia, de mayores proporciones que la gallega. El “baile de la pandereta” es también una jota, propia
de la provincia de Soria.
Otra danza de bodas es “la peregrina” (Astorga), interpretada por un mozo con dos mozas y acompañada
con la dulzaina.

15. Castilla-La Mancha


La presencia de los tipos comunes es determinante a la hora de tratar los bailes manchegos, siendo conside-
rado por muchos la cuna de las seguidillas.
En Camuñas (Toledo) podemos los “danzantes y pecados” que, como se puede concluir por su nombre, es
una danza representativa de carácter religioso. Los participantes van cubiertos con caretas, y cada uno porta un
símbolo de la pasión de Cristo. No lleva más acompañamiento que los golpes que uno de los participantes da
con una maza en un trozo de madera.
La danza del “paloteo y el cordón a la Virgen de la Piedad” son realmente dos piezas diferentes. En el palo-
teo, ocho mozos se colocan en dos filas enfrentadas mientras otro, el rabozorra, se mueve entre ellos golpeando
el suelo con un látigo. La danza del cordón es una de las típicas españolas que se bailan alrededor de un palo
vertical, de la punta del cual penden cintas de colores; cada mozo porta el extremo una cinta con su mano,
de manera que al bailar entretejen un cordón de colores alrededor del palo. Se acompaña con la música de la
dulzaina y el tambor.
De similares características es la danza “del cordón, de la carrera y del paloteo al Cristo de la Vega”, de
Villacañeas (Toledo), que se realiza el 1º de mayo después de misa. Además de los ocho bailarines participa
otro provisto de porra, que actúa como director.
La “danza de los diablos”, de Huete (Cuenca) es también ritual. Los danzantes portan palos que entrechocan
con otros bailarines o entre sí (paloteo), y cadenas; agarrando la de los otros “diablos”, y pasando por debajo
de ellas en varios sentidos, enrollan y desenrollan una cadeneta entre todos.
La “jota manchega” presenta diferentes variedades por zonas, dada la extensión de la comarca. Entre ellas
cabe destacar la de la “vendimia”, en Ciudad Real, ligada a esta faena agrícola. También es muy habitual el
“bolero”, que se baila en parejas (casi siempre en número de ocho)
Las seguidillas son famosas en toda La Mancha, pero en la provincia de Ciudad Real se dan las llamadas
“torrás”, de ritmo más vivo; se acompañan con guitarras, requinto (este instrumento de la familia de la guitarra
se denomina en la zona “tiplillo”), laúdes y bandurrias, más algunos instrumentos de percusión (castañuelas y
botellas de cristal). Las seguidillas más famosas son las de La Solana. Las “boleras” son realmente seguidillas
instrumentales, de ritmo algo menos vivo; en la zona de Daimiel se conocen como “meloneras”.
El “fandango”, como tipo común español, también aparece en La Mancha; es de similares características
al andaluz.
La “danza de las ánimas” de Albadalejo (Ciudad Real), es una danza de Carnaval de las que se realizan con
cintas alrededor de un palo situado verticalmente, pero también una danza de espadas, que cada participante
porta en la otra mano.Se bailaba en el Ofertorio y, tras la misa, en el cementerio.

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16. Baleares
La “mateixa” es un baile de parejas mixtas, de ritmo ternario y cierto carácter de jota, aunque más suave.
No se sabe con certeza a qué se debe el nombre de “la mateixa” (“la misma”), aunque quizás se deba a que tras
los cambios de pareja se vuelve a bailar con la primera (es decir, con “la misma” con la que se inició); otros
apuntan que al ser de larga duración permitía gran variedad de pasos al interpretar “la misma”.
El “copeo” se ejecuta por parejas mixtas, y el mozo imita los pasos de la moza; las tres variedades presentes
son el “copeo de montaña” (de pasos prefijados), el “de llano” (más libre, la moza intenta confundir al mozo),
y el “copeo matancé” (que enlaza un ritmo lento inicial con el posterior rápido).
Las “boleras” son ejecutadas por dos mozas y un mozo, y es similar al bolero, muy conocido en Mallorca.
El “bolero viejo” (o bolero parado) de Valldemosa es acompañado por violines, guitarras, castañuelas y trián-
gulo; a diferencia de los otros boleros, más movidos, tiene un aire más pausado y noble.
Las jotas mallorquinas son del tipo aragonés, pero menos brincadas.
Un baile muy curioso, de ritual de bodas, se ejecuta en Ibiza, agarrando las mujeres la falda con las puntas
de los dedos mientras los hombres saltan a su alrededor, sin dejar de mirar a la cara de su pareja. Es acompa-
ñado por tamboril, flauta y castañuelas. Comienzan el baile los abuelos o los padres de los novios (“sa curta”,
o “la corta”, ya que el ritmo es más lento) dando dos vueltas completas, sumándose luego el resto (“sa llarga”,
es decir, “la larga”, de ritmo alegre).
También de Ibiza es “s´escandalari” (el escandaloso) es un baile muy festivo (de ahí el nombre) ligado a
las faenas agrícolas.

17. Canarias
El baile canario por excelencia es la “isa”, similar a la jota aragonesa; mantiene una armonía de tónica -
dominante con cambios cada cuatro compases y cadencias cada ocho, ritmo ternario, y estructura de estrofa y
estribillo. La “folía” es ternaria de movimiento lento.
La “danza antigua de Hermigua”, en la isla de La Gomera, se acompaña con tambor y castañuelas
(“chácaras”).
De la isla del Hierro es el “tango herreño”, probablemente de origen anterior a la conquista peninsular; el
mozo baila alrededor de la moza, quien no levanta la vista del suelo mientras se desplaza suavemente. También
de esta isla es el “baile del vivo”; en éste, una única pareja danza de manera que la moza pretende quitarle el
sombrero al mozo, saliendo otra pareja cuando lo consigue.
Los bailes de parejas más populares en la isla de Tenerife son el “tanganillo”, “santo Domingo” y el
“tajaraste”.

Bibliografía
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—— díaz, j: “Instrumentos populares”. Ed. Castilla Ediciones. Valladolid, 1997.
—— garcÍa-matos, M: “Antología del folclore musical de España”. Ed. Hispavox. Madrid, 1979.
—— PURAS, J.A. y RIVAS, M.T: “Didáctica del folclore”. Ed. Castilla Ediciones. Valladolid, 1996.

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