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Tema 13
música y danza. danzas folclóricas, históricas y de salón.
1. Música y danza
1.1 Generalidades
1.1.1 Origen de la danza
1.1.2 Desarrollo histórico
1.1.3 Clasificación
1.1.4 Objetivos de la danza
1.1.5 Didáctica de la danza
1.2 Pedagogías
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1. Música y danza
1.1 Generalidades
La danza es el resultado del ordenamiento y la estructuración dentro del grupo de los planteamientos co-
reográficos. No se trata de que el alumnado aprenda danza ni ballet, sino de proporcionarle los elementos de
movimiento y de estructuración espacial y musical para que pueda expresarse corporalmente.
Algunos autores diferencian entre el baile, como pasos rítmicos añadidos a la música, y la danza, que in-
cluiría presencia de elementos expresivo corporales y plásticos.
• Componente representativo: simulando uno de los bailarines el animal a cazar y otro (u otros al caza-
dor); danzas de este tipo se conservan aún en etnias primitivas actuales, por lo que podemos extrapolar
este hecho a la prehistoria.
• Representación sexual procreativa, presente en la danza, a través de la relación entre hombres y mujeres.
A estos tipos iniciales pronto se sumarían:
• Sentido del culto, con vistas a agradar a los poderes de la naturaleza, dentro de una primitiva religión
animista.
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Ese mismo origen religioso es propio de Grecia, siendo conocidas las gimnopedias y las emelias. También
existían danzas sociales, siempre bajo el ideal de belleza propio de su civilización. Las representaciones ico-
nográficas son habituales en la cerámica, con especial atención a los bailes de las Ménades, así como a los
sátiros y bacantes de la corte de Dionisio. El proceso de separación de las artes que se da como resultado de
la exaltación del drama (V-VI a.C)., fue negativo para la danza, ya que su práctica no es posible sin la de la
música. Durante el periodo helénico estuvo influida por elementos orientales, debido a la presión cultural que
supuso la conquista asiática de Alejandro Magno. A la muerte de éste, disminuyó el interés por la danza, siendo
considerada tan solo un entretenimiento.
De Grecia la danza pasa a Roma, que prefirió las formas representativas del histrión (mimo) y la pantomi-
ma, siendo heredada por el cristianismo, que la introdujo inicialmente en las ceremonias litúrgicas, para luego
desterrarla como pagana y pecaminosa. Durante la Edad Media se desarrolla enormemente la danza profana,
con significados rituales y mágicos gran parte de las veces. En el Renacimiento pasan a convertirse en un tipo
de entretenimiento social, con gran atención a la indumentaria y a otros usos sociales, con profusión de tipos y
variedades. A partir de esa fecha, las danzas de corte se estructuran en suites, extendiéndose los tipos por todo
el continente europeo durante los siglos XVII y XVIII.
Historia de la danza en España
La más antigua manifestación pertenece a la cueva de El Cogull (conocida como roca dels moros, en el
municipio de Cogull, provincia de Lérida), abrigo prehistórico descubierto en 1907. Las pinturas rupestres al-
ternan escenas de caza con representaciones humanas fálicas, que han sido interpretadas como danzas del ritual
de la fecundidad. Del mismo período, y encuadradas también en la escuela levantina, tenemos las pinturas de
Morella la Vella (Castellón), de La Vieja o del Venado en Alpera (Albacete) y de la Cueva Remigia (Ares del
Maestre, Castellón), todas ellas con representaciones de danzas (aunque algunos autores se inclinan a conside-
rar el último caso como una forma de plasmar guerras o luchas).
Al período neolítico pertenecen las de Cueva Ahumada (Cádiz), Peñón de la Granja (Jaén), Peñón del Tajo
de las Figuras (Cádiz), y de la roca de Peña-Tu (Asturias). En el período protohistórico destacan algunas re-
presentaciones íberas de danzas sobre cerámica del poblado de San Miguel de Liria (Valencia). El historiador
griego Estrabón (63 a.C.-21 d.C). recoge el dato de que los celtas de Keltiké bailaban a la luz de la luna (los
griegos dividían la península en dos zonas, Iber y Keltiké, según los pueblos que la habitaban).
Respecto al período de la romanización, se supone que las características de la danza eran en todo similares
al resto de la Europa latina; existen representaciones de danzas de este período en mosaicos de Mérida. Una
mención a tener en cuenta es la del escritor romano Marco Valerio Marcial, que se hace eco de la existencia de
las llamadas puellae gaditanae (bailarinas de Cádiz), lo que hace pensar en una agrupación estable de danzari-
nas, aunque se ignora si su función era litúrgica, ritual, o de mero entretenimiento social.
Aunque es de suponer que el baile permaneció en el substrato popular durante la cristianización, no parece
haber sido objeto de interés para los visigodos. En cuanto a la conquista musulmana ignoramos si su interés
por el baile era común en su entorno geográfico a todos los pueblos islámicos implicados, o si bien pertenecía
ya con anterioridad a la población hispanorromana. Los reinos cristianos la mantuvieron con función dramáti-
co representativa y religiosa. Como representaciones de danzas de esta época citaremos las miniaturas de los
Códices Alfonsinos (entre ellos las “Cantigas de Santa María”) y las descripciones de danzas del Llibre Vermell
de Montserrat; una de las recogidas en este último es Ad mortem festinamus, que no es sino una de las danzas
de la muerte propias de la tradición cristiana medieval.
Durante el Renacimiento, la danza aparece ligada tanto a lo sacro como a lo profano, pero el papel de danza
o baile culto pasa de la Iglesia a las clases pudientes, si bien se acerca al substrato popular. En relación con lo
sacro tenemos las referencias de Fray Hernando de Talavera y de Fray Juan Bermudo, en el sentido de que se
bailaba tanto dentro de la Iglesia como en las procesiones, especialmente en el Corpus; de este tipo sería la de
los Seises de la catedral de Sevilla, que aún se conserva, aunque es presumible que haya experimentado impor-
tantes variaciones en el transcurso de los siglos. Durante el siglo XVII algunos Cabildos intentaron suprimir la
representación de los bailes sacros, pero sin éxito.
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Los bailes profanos españoles son en todo similares a los europeos, aunque la influencia italiana fue impor-
tante a partir de la entrada como casa reinante de los Borbones a inicios del XVIII. La mayoría de bailes actua-
les no hunden sus raíces más allá del XVIII, si bien es posible que algunos pasos sean anteriores, y hayan sido
asumidos por las danzas de la época. Las danzas que perviven en la actualidad y muestran mayor antigüedad,
son las de índole guerrero y las relacionadas con el ritual de la fecundidad.
1.1.3 Clasificación
La clasificación de las danzas más extendida las sitúa en tres categorías:
De diversión
Son las más numerosas, y se dividen a su vez en bailes por parejas mixtas o en grupo. Las de pareja mixta
pueden incluir en ocasiones cambio de pareja. La distribución espacial de los danzantes puede ser diversa: en
círculo (agarrados o no de las manos), círculo de parejas, filas, alternando filas y círculos, etc. En ocasiones
existe un danzante cuya función es promover los pasos a seguir, mostrando estos en principio para que los de-
más lo imiten; suele ser un mozo, pero su figura es más de adorno que otra cosa, ya que los pasos suelen estar
preconcebidos.
Representativas
Son aquellas relacionadas con el aspecto teatral, bien sean de tipo religioso o profano. Entre los primeros des-
tacan en nuestro suelo las alegorías de la lucha entre el bien y el mal (la Coca en Redondela, Galicia, la Tarasca
en Andalucía...); de los segundos destacaremos los de Moros y cristianos y los de Gigantes y cabezudos.
Rituales
Su vinculación mágico religiosa y pagana es evidente, y están en relación con los ritos de paso. Uno de los
tipos más presentes son las danzas hipotalámicas o de bodas, pero también son importantes las referentes a la
pubertad, entre las que se sitúan las danzas de palos y de espadas (guerreras), así como las relacionadas con la
muerte.
Otras posibles clasificaciones parten de:
• Forma de tomarse los bailarines (agarrados, sueltos, por la cintura, de las manos...).
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• Desenvolver la creatividad.
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Algunas danzas tienen pasos difíciles, haciendo imprescindible una preparación previa muy meticulosa.
Como ejemplo de esta mencionaremos la realización de ejercicios de caminar ocho compases con y sin punto
final, a negras, blancas... cruce de pies, salto con un pie y caída sobre el mismo, o sobre el otro... En otros casos,
el baile se basa en la falta de cuadratura o del empleo de compases no usuales en nuestra cultura, como los de
amalgama presentes en los Balcanes y en Centroeuropa, incluso con cambios en el lugar de presentación del
grupo de figuras más largo en cada compás.
En el aprendizaje se han de contemplar otros aspectos, como la vestimenta, motivo de la danza, país de pro-
cedencia (y en qué continente está, o con qué países hace frontera), instrumentos empleados, géneros o tipos
formales... llegando a una globalización sobre la actividad, de manera que se trate de forma interdisciplinar e
incidiendo en los elementos transversales.
La música de la danza también es un detalle importante. Podemos realizar canto, práctica instrumental,
o audición sobre ella; en otros casos es factible una interpretación simultánea con el grupo instrumental,
dividiendo el grupo en danzarines y ejecutantes. En estos casos, previamente todos tocarán y bailarán, para
luego realizar la coreografía en conjunto con el apoyo musical. De esta manera el alumnado aprenderá mejor
la relación entre la danza y la música, además de estar ocupado en cada caso, y ser su formación mucho más
completa.
1.2 Pedagogías
Las distintas formas de danza han sido ampliamente tratadas en las pedagogías musicales del XX, especial-
mente por la metodología de Orff. Gracias al baile pueden interiorizarse los elementos musicales, sobre todo
rítmicos, así como apoyar el estudio instrumental y vocal, integrando danzas a otras facetas de la educación
musical. Pero el papel más destacado otorgado al baile popular parte del acercamiento a otras culturas, de-
sarrollando la afectividad, expresión y sensibilidad, sin olvidar otros aspectos más generales de la educación
secundaria obligatoria (socialización, comunidad, trabajo en equipo, valoración de su cultura...).
2.1.1 África
Las danzas africanas se conocen genéricamente bajo el nombre de tam-tams. Su planteamiento parte de la
búsqueda del éxtasis colectivo, a través de situaciones que oscilan entre el delirio y el sufrimiento, llegando
en ocasiones hasta la extenuación; por ello no resultan fáciles de comprender para la mente occidental. El
carácter de estas danzas es mágico y ritual. Los bailes suelen ser colectivos o solitarios, siendo en estos casos
ejecutados por el hechicero.
2.1.2 América
Generalidades
El origen de las danzas americanas es mágico religioso. A partir de la conquista, a Iberoamérica se trans-
ladaron y modificaron los bailes españoles, dando lugar a los tipos más extendidos en cada zona; entre ellos
podemos citar el “corrido” y la “ranchera” mexicanos, la “rumba” y el “mambo” cubanos, el “torbellino”
colombiano, y la “vidala” uruguaya. La influencia africana se ha hecho sentir en la presencia de síncopas y un
componente rítmico destacado; ejemplos de ello son la “marinera” peruana, y la “cueca” chilena.
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Danzas de Centroamérica
También de tipo ritual es el “candelas”, que ejecutaban los indios mayas del Yucatán ante el templo; su
duración se alargaba hasta que los bailarines caían extenuados.
La “cumbia” es de origen africano, y actualmente se practica en Panamá, Perú y Venezuela. También de
Panamá es el “tamborito”, danza cantada de origen africano, de movimiento vivo y con ritmo binario, ejecuta-
da por una pareja en medio de un corro mixto.
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2.1.3 Oceanía
Las danzas tribales comparten las características primitivas de las africanas. En cuanto a las danzas de zo-
nas de civilización más avanzada solo se puede comentar que son en todo reflejo de las europeas que portaron
los colonizadores.
2.1.4 Europa
A pesar de la enorme variedad, lógica en el crisol de culturas que se encuentran presentes en el continente,
las danzas europeas poseen un fondo común, especialmente en lo que se refiere al uso de piernas y pies y a la
primacía de las coreografías de conjunto sobre las individuales. En realidad, y por las circunstancias sociales
ya expuestas, es prácticamente imposible describirlos en su totalidad.
2.1.5 Asia
Desde un punto de vista general podemos afirmar que las danzas asiáticas están dominadas por el prisma
melódico de su música, por lo que tienen un significado ritual y religioso, que se manifiesta a lo largo de los
siglos. Los movimientos más importantes se centran en la cabeza, brazos y manos, y no en las piernas y pies
como es habitual en Europa; estos movimientos forman parte de un complejo lenguaje con significado intrín-
seco, propio de las manifestaciones plástico corporales a lo largo de miles de años.
En la India estos gestos se conocen como “mudras”, y cada posición, sobretodo de las manos, tiene un sig-
nificado concreto. Su influencia es evidente en Tailandia, Vietnam, Camboya, Java, Sumatra y Bali.
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corro hacia la izquierda preferentemente, de manera que si el número de pasos a dar hacia ambos lados eran
iguales, los de la izquierda deberían ser más grandes. Esto se debe al movimiento hacia la izquierda de las
manecillas del reloj, que tienen su paralelismo con el aparente movimiento también hacia la izquierda del sol,
la luna, y las estrellas. Estudiado así, es probable un origen ritual en estas danzas. La propia idea del nombre
“branle” haría referencia al movimiento del grupo como un todo, lo que parece reafirmar esta posibilidad.
No existen datos concretos sobre las características de los branles antiguos, ya que la descripción de los
pasos corresponde al tratado de Arbeau (datado en 1539)
Estampie
Las primeras menciones a la estampie aparecen en los finales del siglo XII y en los inicios del XIII. Se igno-
ra el origen de su nombre, que podría venir dado por el nombre de la poesía del texto cantado, o bien derivado
del latín “stampare”, haciendo referencia a la forma de marcar el pulso con el pie. A pesar de la ausencia de
datos concretos, casi todas las referencias medievales a esta danza la sitúan como música de baile interpretada
con instrumentos.
Según Curt Sachs (Historia Universal de la Danza, de 1937) la estampie podría ser una danza más bien
lenta, ya que aparece emparentada en las fuentes con el saltarello (como la haría la pavana con la gallarda
posteriormente). Peggy Dixon considera la posibilidad de que fuesen realizadas por una pareja, de manera que
sólo se realizase una vez por par de ejecutantes, mientras las otras los contemplaban. En cuanto a su estructura,
según los escritos de Grocheo (inicios del XIV) constaban de una serie de frases con final no conclusivo, cada
una de las cuales era repetida con un final conclusivo; el número de frases variaba entre cuatro y siete.
2.2.2 Renacimiento
La rotta
La danza más antigua, ya conocida y practicada durante el siglo XIV, es la llamada “rotta”, que debe su
nombre al instrumento característico del “trecento”, para algunos de la familia de la cuerda pulsada (de caja
triangular, con tapa de resonancia), y para otros (la mayoría) de cuerda frotada (similar a la zanfona). De ritmo
binario, los bailarines se disponían en un corro alternando damas y caballeros, agarrando las manos colocadas
a la altura de los hombros, y en el movimiento se desplazan lateralmente, mirando hacia el centro del círculo.
En su origen se trata de una danza popular, compartida por la nobleza.
La “Basse dance”
La “baja danza” era una danza realizada por parejas y practicada desde mediados del XV. Los pies se des-
lizaban por el suelo (quizás de ahí su nombre, en oposición a la “alta danza” o “saltarello”), de manera lenta y
ceremoniosa. Se realizaba en ritmo ternario, correspondiendo a cada compás un paso; la disposición de los bai-
larines era en filas de parejas, tomadas de la mano arriba, con la dama a la derecha, mientras la mano izquierda
de los hombres se apoyaba en la cintura, y la derecha de las damas tomando la falda.
El término de “baja danza” es de tipo genérico, ya que realmente existían un número importante de danzas
de este tipo, que presentaban ligeras modificaciones según la extensión de la obra. La “basse dance” podía ser
de dos tipos: regular e irregular. Las tres partes de la danza eran llamadas “basse dance”, “retour” y “tordion”,
siendo esta última realmente una gallarda; las partes se presentaban ordenadas en la danza regular, mientras
que en la estructura irregular se combinaban los pasos de otra manera, dando lugar a danzas más cortas. En
muchos casos la música era improvisada por los ministriles, a partir de un patrón preexistente más o menos
estable.
Las “basses dances” se basaban en cinco movimientos principales: la reverencia (“révérence”), el “branle”,
el “simple”, el “double” (doble), y el “reprise”.
En la reverencia cada pareja se miraba y se saludaba con una inclinación, llevando hacia atrás un pie (el
derecho o el izquierdo, según cada tratadista, aunque parece que el más empleado era el derecho); su duración
total era de cuatro compases. Durante el “branle”, de idéntica duración, los miembros de la pareja miraban
hacia los espectadores de su lado respectivo, los del lado de su pareja, de nuevo los de su lado y, finalmente, se
miraban entre sí. El paso simple se refería a dos movimientos de pie (paso con el izquierdo, juntar derecho, de
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manera que se apoyaran más los dedos que el talón), aunque lo más usual era presentar dos simples seguidos
(paso con el izquierdo, juntar derecho, paso con el derecho, juntar izquierdo). El doble significa dos pasos (iz-
quierdo, derecho, izquierdo, juntar derecho). En el “reprise” se tocaba con la punta del pie en el suelo, aunque
a veces el movimiento era de rodilla en el aire, o pierna extendida. Finalmente se añadía el “congé”, o saludo
final a la dama.
La pavana
La “pavana” tenía ritmo binario, y era de carácter noble y majestuoso. Para algunos su origen es italiano (de
Padua, “paduana”), aunque otros la adscriben a España (es habitual escuchar el nombre de “pavana hispánica”
o “pavana española”), explicando el nombre a partir de la idea de que los danzarines en su práctica formaban
algo similar a la cola de un pavo. Sin embargo, los tratados de la época diferencian la pavana de la llamada
“pavana española”, siendo los pasos de ambas diferentes, por lo que resulta evidente que este supuesto origen
español es más que dudoso.
La disposición de los bailarines era en todo similar a la habitual en la “basse dance”. Los pasos se basaban
en una sucesión ordenada de dos simples y un doble, comenzando por el pie izquierdo.
La “pavana española” se inicia con dos simples, pero combina con ellos el salto con el pie izquierdo ex-
tendido en el aire, a continuación, el derecho, y cruce de pie izquierdo; también era común reemplazar estos
gestos por otros diferentes.
En principio la pavana se bailaba antes de la “basse dance”, aunque a partir del XVI comenzó a sustituirla,
manteniendo a continuación como danza contrastante una gallarda en la mayor parte de las ocasiones, o bien
un “saltarello”.
La gallarda
La “gallarda” (“gaillarde”, “galiarda”, “galliard”), de origen francés, es una danza de ritmo ternario y mo-
vimiento vivo. En principio aparecía tras la “basse dance” (bajo el nombre de “turdion”) y posteriormente lo
haría tras la pavana. Aunque el aire es prácticamente idéntico, existen diferencias entre el “tordion” de la “bas-
se dance” y la “gallarda”, ya que en esta última el movimiento es más vigoroso, y los pies no sólo se levantan
en el aire, sino que se cruzan por delante de la pierna contraria. Ambas poseen ritmo ternario, con seis breves
por compás, aunque la quinta corresponde a un silencio, por lo que se emplean, en realidad, cinco pasos por
barra.
La combinación habitual del “tordion” se basa en un salto con un pie, levantando simultáneamente el con-
trario ligeramente extendido al frente; empezando por levantar el izquierdo, tendríamos: levantar izquierdo (1ª
breve), derecho (2ª), izquierdo (3ª), derecho (4ª), mantener (5ª), y bajar (6ª), quedando con los talones juntos
y el cuerpo ligeramente a la izquierda. A continuación, se repite toda la estructura con el lado contrario. En
otros casos se sustituía el salto con la extensión del pie contrario por el movimiento de la punta y el talón del
pie (punta pie izquierdo, talón izquierdo, punta pie derecho, talón derecho, mantener, talones juntos, repetir
para el otro lado).
En la “gallarda” no solo se levantaba el pie, sino que se cruzaba por delante de la otra pierna, siguiendo los
pasos: cruzar izquierdo (1ª breve), izquierdo (2ª), derecho (3ª), derecho (4ª), mantener (5ª), y bajar (6ª), que-
dando con los talones juntos y el cuerpo ligeramente a la izquierda. Existe una importante variedad de pasos
según la obra de que se tratase.
El branle
El “branle” fue una danza francesa realizada en corro parecida a la gavota, quizás derivada de la “basse
dance”, pero en ritmo binario. Por tanto, la disposición de los bailarines no es de en filas de parejas quedando
de lado uno respecto del otro, sino en corro, alternando en la colocación damas y caballeros. Las manos se
mantenían agarradas arriba, y los movimientos, además de la reverencia habitual, se basaban en la alternancia
de pasos simples y dobles.
El número de “branles” en el repertorio era importante, aunque todos derivaban de unos pasos comunes.
En estos, los participantes se colocaban en el corro, comenzando por el movimiento lateral del pie izquierdo
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seguido de la aproximación del derecho, cuatro veces (lo que constituye dos dobles a la izquierda), más otros
dos dobles a la derecha; a continuación se repite lo mismo, pero al doble de tiempo (por lo que es necesario
realizar la estructura completa dos veces más). Inmediatamente viene el simple a esa misma doble velocidad,
como movimiento a la izquierda (pie izquierdo, juntar derecho), y salto con pie izquierdo adelante, repetición
igual con el izquierdo, y juntar ambos; esta estructura se repite durante toda la segunda frase.
Entre los “branles” más conocidos destacan el “branle” simple, el doble, el “branle gay”, el “branle de
Poitou”, el “branle de los caballos”, y el escocés.
Otras danzas
El “passamezzo” era una danza italiana del xvi y xvii, similar a la pavana, que anticipaba al “saltarello”. El
“saltarello” es una danza italiana de ritmo ternario y movimiento vivo.
La “gavota” (“gavotte”) es de origen francés, en compás binario, caracterizada por su inicio en anacrusa
al tercer tiempo. Es similar al “branle”, y se basa en la alternancia de dobles a la derecha y a la izquierda, con
pasajes cruzando los pies en el aire por delante de las piernas a la manera de la gallarda.
La “danza morisca” se ejecutaba en ritmo binario, por parte de un niño o joven con la cara embadurnada (de
ahí el término de “morris”, probablemente derivado de “moorish”, como corrupción inglesa de la voz española
“morisco”). El ejecutante, con los pies juntos, golpeaba con sus talones en el suelo, siguiendo el orden: dere-
cho, izquierdo, derecho, izquierdo, los dos, silencio, y repetición, haciendo sonar los cascabeles que llevaba
alrededor de sus tobillos. Mientras bailaba se desplazaba lentamente a lo largo de la sala. Probablemente exista
relación con la “morisca” o “moresca” citada por algunos escritores españoles del XV y XVI.
La “courante” es de ritmo binario, y consiste en la alternancia de dos simples con un doble, comenzando
primero por la izquierda. La coreografía parte de la participación de tres caballeros y tres damas.
La “canaria” (“canaries”) debe su nombre a la creencia de que era propia de las Islas Canarias. Sin embargo,
parece ser que fue compuesta como melodía para un ballet dentro de una “masquerade”, cuyo argumento la
situaba en Mauritania. La danza es de ritmo binario, y se bailaba por parejas.
La “musette” era una danza de carácter pastoril, caracterizada, como el instrumento del que proviene su
nombre, por una armonía de pedal.
La “bourrée” era una antigua danza francesa de Auvernia, similar a la “gavota”, que entraría a formar parte
de la suite.
2.2.3 Barroco
La música de danza ejecutada en el Barroco era de dos tipos: danzas renacentistas que habían sobrevivido
desde el siglo anterior o bien danzas aparecidas en el XVII. Las danzas de sociedad se realizaban en series de
dos, agrupando ritmos similares, llamadas “danzas de pasos” si el ritmo era binario y el movimiento moderado,
y “danzas de saltos”, si eran ternarios y rápidos. La idea de transformar la primera danza para dar lugar a la
segunda se hace práctica habitual, y es denominado “par variado”. Paulatinamente desaparece la combinación
“pavana” - “gallarda” en pro de la combinación “allemande” - “courante”. Se mantienen algunos tipos de
branle, la zarabanda y el canario.
Con el paso del tiempo las danzas se agruparon en suites de danzas, ejecutándose seguidas. Prácticamente
todos los tratados técnico instrumentales dedican un apartado destacado a la ejecución de danzas. Algunos tu-
vieron gran éxito, precisamente por plantear la interpretación de danzas instrumentalmente y de manera senci-
lla; la difusión internacional de la guitarra española, especialmente en Francia e Italia, se debe en gran medida
a estos tratados, y al concepto de “tocar a lo español”, es decir, rasgueando a partir de un pequeño número de
acordes, lo que facilitaba más la práctica que el acostumbrado punteo de laúd.
La “pavana” aparece como danza inicial en las “suites” a inicios del XVII, pero con posterioridad fue susti-
tuida por la “allemande”, moderada y en 4/4. La “courante” (“corrente” o “corranda”) es similar al “saltarello”,
y reemplazó a la “gallarda” como integrante de la suite, situándose después de la “allemande”; es una danza
saltada y rápida.
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La “zarabanda” (“sarabanda”) en su origen es una danza en ternario, caracterizada por la prolongación del
primer tiempo sobre el segundo a través de puntillo; de carácter alegre, era realizada por parejas mixtas. En el
XVII experimentó una transformación, ganando en grandeza y pasando a un movimiento lento, integrándose
en la suite como tercera danza.
La “giga” es una danza de origen irlandés, en 3/8, 6/8 o12/8 (raramente en 4/4) y ritmo vivo, que debe su
nombre al instrumento con el que se tocaba (“jig”, “giga”). Se extendió por toda Europa, pasando a formar
parte de la suite como cuarta y última danza.
El minué al que se hace referencia aquí es el de estructura binaria; su carácter es grandioso, elegante, a tres
partes y lento. Cada minué consta de dos frases de ocho compases, repetidas. La presentación habitual es de
minué I - minué II - minué I, interpretándose el primero en la última ocasión sin repeticiones. El minué II, lla-
mado “trío” (quizás por la costumbre de ser interpretado por tres instrumentistas, aunque no hay muchos datos
fiables al respecto) posee la misma tonalidad, pero cambia el modo.
Sobre los términos “pasacalle” (“passacaglia”) y “chacona” existe bastante confusión. Para Riemann se
trata de lo mismo, ya que el uso de nombres diferentes hace alusión a la falta de acuerdo sobre la nomenclatura
a utilizar durante el XVII y parte del XVIII. Sin embargo, Vicent d´Indy señala que la chacona se basa en una
serie de variaciones melódicas u ornamentadas y el pasacalle en variaciones armónico contrapuntísticas. Sea
como fuere la chacona se basa en un ostinato sobre un tetracorde descendente.
La “polonesa” es una danza en tiempo binario, y a partir del XVIII en ternario.
La “mazurca” es también una danza polaca de ritmo ternario, que acentúa el segundo y tercer tiempo. El
nombre deriva de su origen, al ser la propia de los habitantes de Mazurskie (Mazuria, en el noreste de Polonia).
Se extendió por Europa durante el siglo XIX, en forma de danza de salón en la que las parejas de ejecutantes
realizaban diferentes figuras.
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Tango
Dada su importancia, es lógico que se trate aparte del resto de danzas hispanoamericanas. El “tango” pro-
viene de Buenos Aires, aunque existen variedades de tango en muchos países de Sudamérica. Se trata de un
baile por parejas, en 2/4 o 4/4, acompañado por el bandoneón, aunque históricamente los primeros lo fueron
por guitarra y flauta (o clarinete), sustituidos por el bandoneón por motivos de sonoridad; el piano fue añadido
con posterioridad con vistas a aumentar las posibilidades armónicas, en una concepción más de concierto que
se ha mantenido en la actualidad, junto al bandoneón, en un amplio repertorio.
El origen del tango se encuentra en África (la palabra podría designar al mercado de esclavos en algunas
lenguas africanas). Extendido en la década de 1860 entre las clases más desfavorecidas de la ciudad de Buenos
Aires, integradas fundamentalmente por emigrantes de diversa procedencia, que aportan como bailes la mazur-
ca y la polca, mientras los negros bailan el “candombe” (de raíces africanas). La imitación de esta danza por
parte de los blancos dará lugar al nacimiento del tango, si bien los pasos evolucionaron en gran medida en los
inicios del siglo XX, cuando llega a París y se establece, definitivamente, como danza de salón.
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mueven, y que destaca la síncopa anterior. Derivado, precisamente, de la rumba-bolero en la década de los
cincuenta, dio lugar a tres variedades: el mambo sencillo, el doble y el triple, que originó el “cha-cha-cha”.
El “cha-cha-cha” deriva del “mambo” y de la “rumba”; se caracteriza por los tres pasos (chasses) que se
dan en dos tiempos del compás (de lo que deriva su nombre). De origen cubano, se popularizó en Méjico en
la década de los cincuenta.
El “vals criollo” es un tipo de vals similar al boston, que incluye golpes de zapato y taconeo.
Danzas de salón españolas
El “pasodoble” es una marcha de movimiento vivo y ritmo binario, que imita el movimiento del torero en
la corrida de toros, de manera que la mujer actúa como si se tratase de la capa. El baile es del tipo agarrado,
muy sencillo, al ritmo de marcha.
Bibliografía
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—— Revista MÚsica y EducaciÓn, nº 8. Ed. Musicalis. Madrid, 1991.
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