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VIBRIO Y PSEUDOMONAS

Vibrio

Morfología y Clasificación

En un principio, los géneros Vibrio y Aeromonas se englobaron en la familia


Vibrionaceae y se separaron de la familia Enterobacteriaceae por la reacción positiva a
la oxidasa, la presencia de flagelos polares, la presencia principalmente en el agua y la
capacidad de producir enfermedades gastrointestinales. Sin embargo, las técnicas de
secuenciación del ADN han establecido que estos géneros únicamente presentan una
relación lejana y pertenecen a familias diferentes. Vibrio y Aeromonas se clasifican
ahora en las familias Vibrionaceae y Aeromonadaceae, respectivamente.

Vibrio es un bacilo curvado, gramnegativo, anaerobio facultativo, fermentador, con un


tamaño de 1-3 micras de largo por 0,5-1,5 micras de ancho y móvil debido a la
presencia de un flagelo polar. Actualmente, el género Vibrio se compone de más de 150
especies y subespecies. Los patógenos más importantes para el ser humano son V.
cholerae, V. parahaemolyticus y V. vulnificus.

Las especies de Vibrio pueden crecer en una variedad de medios sencillos con un
amplio intervalo de temperatura (14-40 °C), un amplio intervalo de pH (aunque son
sensibles a los ácidos gástricos) y en presencia de cloruro de sodio. En general, para
desarrollar un cuadro patológico es necesario un gran inóculo de microorganismos, pero
si está disminuida o neutralizada la producción de ácidos gástricos, los pacientes son
más vulnerables a las infecciones por este género.

La mayoría de los vibrios tienen flagelos polares importantes para su motilidad y varios
pili importantes para su virulencia. Por ejemplo, las cepas epidémicas de V. cholerae, el
agente etiológico del cólera, sintetizan el pilus corregulado por la toxina (TCP). La
estructura de la pared celular de los vibrios cuenta con lipopolisacáridos (endotoxina)
formados por lípido A, polisacárido central y cadena lateral de polisacárido O. El
polisacárido O se emplea para subdividir las especies de Vibrio en serogrupos: se han
definido más de 200 serogrupos de V. cholerae, múltiples serogrupos de V. vulnificus y
V. parahaemolyticus. El interés que ha despertado este sistema de clasificación no es
meramente académico, ya que V. cholerae O1 y O139 sintetizan la toxina del cólera y
se asocian a la aparición de epidemias de esta entidad. V. cholerae serogrupo O1 se
subdivide, a su vez, en serotipos (Inaba, Ogawa e Hikojima) y biotipos (Clásico y El
Tor).

V. vulnificus y V. cholerae no O1 producen cápsulas polisacáridas ácidas importantes


para las infecciones diseminadas. V. cholerae O1 no produce ninguna cápsula, así que
las infecciones provocadas por este organismo no se extienden más allá de los límites
del intestino.

V. cholerae y V. parahaemolyticus poseen dos cromosomas circulares, cada uno de los


cuales porta genes esenciales para estas bacterias. En el género Vibrio también es
frecuente encontrar plásmidos, incluidos lo que tienen codificada la resistencia
antimicrobiana.

Patogenia e Inmunidad

La virulencia de V. cholerae suponía la adquisición de una secuencia de genes, entre los


que estaban el TCP, sobre lo que se denomina islote de patogenicidad de Vibrio (VPI-
1), seguido de la infección por el bacteriófago CTXΦ que codifica los genes para los
dos subunidades de la toxina del cólera (A y B). El TCP actúa de receptor en la
superficie celular para el bacteriófago, permitiéndole moverse hacia el interior de la
célula bacteriana, donde se integra en el genoma de V. cholerae.

La toxina del cólera es una toxina formada por el complejo A-B. Un anillo compuesto
por cinco subunidades B idénticas de la toxina del cólera se une a los receptores del
gangliósido GM1 en la superficie de las células epiteliales intestinales. La porción
activa de la subunidad A se internaliza, interacciona con proteínas G que controlan la
adenilato ciclasa y provoca la conversión catabólica del trisfosfato de adenosina (ATP)
en monosfosfato de adenosina cíclico (AMPC), lo que origina la hipersecreción de agua
y electrólitos. Los pacientes aquejados de una infección grave llegan a perder hasta 1
litro de líquido por hora durante el período de máxima actividad de la enfermedad.

En ausencia de la toxina del cólera, V. cholerae O1 aún provoca una diarrea


significativa por medio de la acción de la toxina de la zónula oclusiva (gen zot) y la
enterotoxina accesoria del cólera (gen ace).

La mayoría de las cepas de V. parahaemolyticus produce una hemolisina directa


termoestable (TDH, también conocida como hemolisina de Kanagawa) y sistemas de
secreción de tipo III que intervienen en la supervivencia bacteriana y la expresión de
factores de virulencia. La TDH es una enterotoxina que induce la secreción de ion
cloruro en las células epiteliales como consecuencia de un aumento de la concentración
intracelular de calcio.

En presencia de los ácidos gástricos, V. vulnificus degrada rápidamente la lisina, lo que


da lugar a subproductos alcalinos que neutralizan los ácidos. Además, las bacterias son
capaces de evadir la respuesta inmunitaria del huésped mediante la inducción de
apoptosis en los macrófagos y evitar la fagocitosis mediante la expresión de una cápsula
polisacárida. V. vulnificus posee también proteínas de superficie que intervienen en la
adherencia a las células del huésped y secretan toxinas citolíticas que producen necrosis
tisular.

Epidemiologia

Las especies de Vibrio halófilas, como V. cholerae, crecen de forma natural en los
estuarios y en los mares de todo el mundo. Todas las especies de Vibrio son capaces de
sobrevivir y de replicarse en las aguas contaminadas con una mayor salinidad. Los
vibrios patógenos pueden crecer rápidamente en aguas con crustáceos quitinosos
(ostras, almejas, mejillones), de ahí la asociación entre las infecciones por Vibrio y el
consumo de crustáceos.

Han ocurrido siete grandes pandemias de cólera desde 1817, lo que ha dado lugar a
miles de muertes y grandes cambios socioeconómicos. La séptima pandemia, debida a
V. cholerae O1 biotipo El Tor, comenzó en Asia en 1961 y se extendió por África,
Europa, Oceanía y América entre 1970 y 1991. En 1992 apareció una segunda cepa
epidémica en India, debida a V. cholerae O139 Bengal, extendiéndose rápidamente por
toda Asia, aunque ahora está restringida principalmente a esta zona. Se estima que cada
año se producen en el mundo de 3 a 5 millones de casos de cólera y 120.000 muertes.

Las infecciones producidas por V. parahaemolyticus, V. vulnificus y otros vibrios


patógenos son consecuencia del consumo de mariscos cocinados incorrectamente o de
la exposición a agua de mar contaminada. V. parahaemolyticus constituye la causa más
frecuente de gastroenteritis bacteriana en Japón y el Sudeste Asiático, y es la especie de
Vibrio implicada más a menudo en la gastroenteritis en Estados Unidos. V. vulnificus
no se aísla de manera frecuente, aunque puede originar infecciones graves de heridas y
se asocia a una elevada incidencia de desenlaces mortales. V. vulnificus constituye la
causa más frecuente de septicemia por Vibrio.

La gastroenteritis generada por los vibrios se produce durante todo el año debido a que
las ostras están contaminadas con numerosos microorganismos a lo largo de este. Por el
contrario, la septicemia y las infecciones de herida por Vibrio se registran durante los
meses cálidos, cuando el número de microorganismos se multiplica en el agua del mar
hasta alcanzar concentraciones muy elevadas.

Enfermedades Clínicas

Vibrio cholerae

La mayoría de los individuos que se exponen a V. cholerae O1 toxigénico sufren


infecciones asintomáticas o una diarrea autolimitada, pero algunos individuos sufren
una diarrea intensa y rápidamente mortal. Las manifestaciones clínicas del cólera
comienzan entre 2 y 3 días después de la ingestión de las bacterias, con el inicio brusco
de diarrea acuosa y de vómitos. La fiebre es rara y puede ser indicativa de una infección
secundaria. Conforme se van perdiendo líquidos, las heces se vuelven incoloras e
inodoras, libres de proteínas y moteadas de mucosidad (heces en “agua de arroz”). La
pérdida importante de líquidos y de electrólitos puede provocar deshidratación,
calambres musculares dolorosos, acidosis metabólica (pérdida de bicarbonato),
hipopotasemia (pérdida de potasio) y shock hipovolémico, con arritmias cardíacas y
fallo renal. La tasa de mortalidad alcanza el 70% en los pacientes no tratados, pero es
inferior al 1% en los sujetos que se tratan de forma precoz con reposición de líquidos y
de electrólitos perdidos. V. cholerae distintos de O1 y O139 no producen la toxina
colérica y suelen ser responsables de una diarrea acuosa leve o septicemia, sobre todo
en pacientes hepatópatas o con neoplasias malignas hematológicas.
Vibrio parahaemolyticus

La gravedad de la gastroenteritis producida por V. parahaemolyticus puede comprender


desde una diarrea de resolución espontánea hasta una enfermedad leve semejante al
cólera. En general, la enfermedad se desarrolla después de un período de incubación de
5 a 72 horas y se manifiesta con diarrea acuosa y explosiva. En las heces no se observa
macroscópicamente sangre o pus, excepto en los casos muy graves. La cefalea, los
espasmos abdominales, las náuseas, los vómitos y la febrícula pueden perdurar durante
un período superior a 72 horas. En los individuos expuestos al agua de mar contaminada
se pueden producir infecciones de heridas.

Vibrio vulnificus

Las presentaciones de V. vulnificus más frecuentes son la septicemia primaria tras el


consumo de ostras crudas contaminadas o una infección de herida rápidamente
progresiva tras la exposición a agua salada contaminada. Los pacientes con una
septicemia primaria manifiestan fiebre y escalofríos de aparición súbita, asociados a
vómitos, diarrea y dolor abdominal.

Diagnóstico de Laboratorio

Microscopia

Las especies de Vibrio son bacilos curvados pequeños gramnegativos. En las heces de
los pacientes con cólera es común la presencia de microorganismos antes de la pérdida
masiva de líquidos, por lo que el estudio microscópico directo de las muestras puede
proporcionar un diagnóstico de sospecha rápido en los brotes endémicos de cólera. La
valoración de una muestra de herida teñida con Gram puede resultar útil en un ámbito
sugestivo de infección por V. vulnificus.

Inmunoanálisis

Los inmunoanálisis para la detección de la toxina del cólera o de los lipopolisacáridos


O1 y O139 se emplean para el diagnóstico del cólera en las áreas endémicas. Estas
pruebas tienen una sensibilidad y una especificidad variables y su valor disminuye a
medida que progresa la enfermedad, ya que hay menos microorganismos en las
muestras clínicas.

Pruebas de Amplificación de Ácidos Nucleicos

Las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos comerciales se utilizan en la


actualidad ampliamente para el diagnóstico de las infecciones entéricas, porque son
rápidas y tienen una sensibilidad elevada en comparación con las pruebas alternativas.
La mayoría de estas pruebas son del tipo múltiple, lo que permite la detección de varios
patógenos entéricos bacterianos, virales y parasitarios.

Cultivo
Los microorganismos de Vibrio sobreviven con dificultad en un ambiente ácido o seco.
Las muestras se deben de obtener en la fase inicial del proceso e inocularse rápidamente
en los medios de cultivos. Si el cultivo se va a retrasar, la muestra debe mezclarse con el
medio de transporte de Cary-Blair y refrigerarse. Los vibrios sobreviven mal en el
tampón de glicerol salino, el medio de transporte que se usa para la mayoría de los
patógenos entéricos. Los vibrios crecen en la mayoría de los medios que se usan en los
laboratorios clínicos para los coprocultivos y cultivos de las heridas, incluido el agar
sangre y el agar de MacConkey.

Tratamiento, Prevención y Control

Los pacientes con cólera se deben tratar de forma precoz mediante la reposición de
líquidos y electrólitos para impedir que la pérdida masiva de líquidos origine un shock
hipovolémico. El tratamiento antibiótico, aunque de valor secundario, puede reducir la
producción de toxina y los síntomas clínicos, así como la transmisión mediante una
eliminación más rápida del microorganismo. En la actualidad, el fármaco de elección en
niños y adultos es una dosis única de azitromicina, ya que la resistencia a macrólidos es
relativamente infrecuente. En los adultos, que no sean mujeres embarazadas, se puede
emplear como tratamiento alternativo una dosis única de doxiciclina o ciprofloxacino, si
se ha demostrado su actividad in vitro; sin embargo, la resistencia a las tetraciclinas y a
las fluoroquinolonas es relativamente frecuente.

La gastroenteritis por V. parahaemolitycus, suele ser una enfermedad de resolución


espontanea, aunque en los pacientes con infecciones graves se puede administrar un
tratamiento antibiótico junto con la reposición de líquidos y electrólitos. Las infecciones
de heridas y la septicemia por V. vulnificus se deben tratar precozmente con
antibioterapia. La combinación de minociclina o doxiciclina con ceftriaxona o
cefotaxima parece constituir el tratamiento dotado de mayor eficacia.

Las personas infectadas por V. cholerae pueden eliminar bacterias durante los primeros
días de la enfermedad aguda, por lo que representan importantes focos de nuevas
infecciones. Tan solo la mejora de las condiciones sanitarias puede hacer posible un
control eficaz de la enfermedad, como el manejo adecuado de las aguas residuales, el
uso de sistemas de purificación para eliminar la contaminación de los abastecimientos
de agua y la introducción de las medidas adecuadas para evitar la contaminación de los
alimentos.

Pseudomonas

Morfología y Clasificación

El género Pseudomonas estaba constituido inicialmente por un gran conjunto


heterogéneo de bacterias no fermentadoras que se agruparon por sus parecidos
morfológicos. Pseudomonas es un bacilo recto o ligeramente curvado, gramnegativo,
dispuesto típicamente en parejas, con un tamaño de 1,5-5 micras de largo por 0,5-1
micras de ancho y móvil debido a la presencia de un flagelo polar.
Se denominaron “pseudomonas” porque se suelen disponer en parejas de células que
recuerdan a una célula única. En 1992, este género se subdividió en una serie de géneros
nuevos (Burkholderia, Stenotrophomonas, Acinetobacter y Moraxella); sin embargo,
Pseudomonas sigue incluyendo más de 250 especies. El patógeno más importante para
el ser humano es P. aeruginosa. Los miembros de este género se encuentran en el suelo,
en los compuestos orgánicos en descomposición, en la vegetación y en el agua,
creciendo en áreas húmedas, como fregaderos, lavamanos, piscinas inadecuadamente
cloradas y jacuzzis, y en soluciones antisépticas caducadas o inactivadas.

Patogenia e Inmunidad

P. aeruginosa cuenta con muchos factores de virulencia, que incluyen adhesinas, toxinas
y enzimas. Además, el sistema de transmisión utilizado por Pseudomonas, el sistema de
secreción de tipo III, resulta especialmente eficaz para la inyección de toxinas dentro de
la célula huésped. A pesar de los múltiples factores de virulencia, la mayoría de los
expertos consideran que deben colaborar mültiples factores para que P. aeruginosa
produzca enfermedad.

Dentro de las infecciones nosocomiales más frecuentes asociadas a bacterias


multiresistentes y de peor pronóstico, se encuentran las producidas por P. aeruginosa.
Esta bacteria posee una alta capacidad de adaptación a condiciones adversas como por
ejemplo el pH y la osmolaridad de la orina. P. aeruginosa es uno de los principales
patógenos implicados en infecciones nosocomiales y de pacientes inmunodeprimidos.
Esta bacteria se considera un agente infeccioso oportunista que posee diversos
mecanismos de patogenicidad, así como de resistencia a antimicrobianos, lo que
contribuye a la dificultad en el tratamiento de estas infecciones.

Epidemiologia

Pseudomonas es un patógeno oportunista presente en una gran variedad de ambientes,


ya que tiene unos requerimientos nutricionales mínimos, puede tolerar un amplio
intervalo de temperatura (4-42 °C) y es resistente a muchos antibióticos y
desinfectantes. Por desgracia, ubicuo en la naturaleza y en los ambientes húmedos de
los hospitales (alimentos, flores, lavabos, baños, mopas, equipos de terapia respiratoria,
máquinas de diálisis y soluciones desinfectantes). Sin incidencia estacional de la
enfermedad.

Pseudomonas puede colonizar de forma transitoria el sistema respiratorio y digestivo de


los pacientes hospitalizados, fundamentalmente de aquellos tratados con antibióticos de
amplio espectro, con equipos de terapia respiratoria o con hospitalizaciones
prolongadas. Los pacientes con riesgo de desarrollar infecciones por P. aeruginosa son
los pacientes inmunodeprimidos, con fibrosis quística, quemados o tratados con
antibióticos de amplio espectro. Se estima que cada año P. aeruginosa produce 50.000
infecciones asociadas con la asistencia sanitaria en Estados Unidos y alrededor de 440
muertes.
Enfermedades Clínicas

Las infecciones causadas por Pseudomonas son una preocupación importante en el


ámbito clínico debido a su capacidad para resistir el tratamiento antibiótico y su
asociación con altas tasas de mortalidad. Las especies más comunes asociadas con
enfermedades clínicas incluyen P. aeruginosa y P. fluorescens.

Infecciones Pulmonares

P. aeruginosa es una causa común de infecciones pulmonares, especialmente en


personas con fibrosis quística, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) u otras
enfermedades pulmonares crónicas. Estas infecciones pueden manifestarse como
bronquitis, neumonía o abscesos pulmonares.

Infecciones Primarias de Piel y Partes Blandas

Pseudomonas puede causar infecciones en la piel y los tejidos blandos, especialmente


en personas con quemaduras, heridas, úlceras de decúbito o lesiones penetrantes. Estas
infecciones pueden presentarse como celulitis, abscesos o fascitis necrotizante.

Infecciones del Aparato Urinario

Pseudomonas puede causar infecciones del tracto urinario, generalmente en pacientes


con catéteres urinarios de larga duración o anomalías del tracto urinario. Estas
infecciones pueden provocar cistitis, pielonefritis o bacteriuria asintomática.

Infecciones del Oído

P. aeruginosa puede infectar el oído externo o el oído medio, causando otitis externa
(infección del conducto auditivo externo) u otitis media (infección del oído medio).

Infecciones del Ojo

Las infecciones oculares por Pseudomonas pueden incluir conjuntivitis, queratitis


(infección de la córnea) y úlceras corneales. Estas infecciones pueden ser graves y
provocar daño ocular permanente si no se tratan adecuadamente.

Bacteriemia y Endocarditis

Pseudomonas puede ingresar al torrente sanguíneo y causar bacteriemia, una infección


sistémica grave. En algunos casos, la bacteriemia puede complicarse con endocarditis,
una inflamación de las estructuras internas del corazón, como las válvulas.

Diagnóstico de Laboratorio

Microscopia

La observación de bacilos delgados gramnegativos dispuestos sueltos o formando


parejas sugiere Pseudomonas, aunque no es patognomónica; Burkholderia,
Stenotrophomonas y otros microorganismos parecidos a Pseudomonas comparten una
morfología similar.

Cultivo

Dado que Pseudomonas tiene exigencias nutricionales muy sencillas, es fácil recuperar
esta bacteria en medios de aislamiento frecuentes, como agar sangre o agar de
MacConkey. Necesitan incubación aerobia (salvo que estas dispongan de nitrato), de
forma que su crecimiento en caldo de cultivo se suele limitar a la superficie de contacto
entre el caldo y el aire, lugar en el cual la concentración de oxígeno es máxima.

Identificación

La morfología de las colonias y los resultados de pruebas bioquímicas rápidas


seleccionadas (reacción positiva de la oxidasa) bastan para la identificación preliminar
de las cepas. P. aeruginasa crece rápidamente y forma colonias planas con bordes que se
van extendiendo, β-hemólisis, una pigmentación verde relacionada con la producción de
los pigmentos azul (piocianina) y amarillo verdoso (pioverdina) y un olor dulce
semejante al de las uvas.

Tratamiento, Prevención y Control

El tratamiento antimicrobiano de las infecciones por Pseudomonas es frustrante, debido


a que las bacterias suelen presentar resistencia a la mayoría de los antibióticos, y el
paciente infectado, con las defensas alteradas, es incapaz de potenciar la actividad
antibiótica. Se necesita generalmente una combinación de antibióticos activos para el
éxito en el tratamiento de los pacientes con infecciones graves. Esto es difícil, porque en
la actualidad muchas cepas de P. aeruginosa son resistentes a todos los antibióticos β-
lactámicos (incluidos los carbapenémicos), los aminoglucósidos y la colistina.

Los intentos para eliminar Pseudomonas de los hospitales son inútiles en la práctica,
dada la presencia ubicua de los microorganismos en los depósitos de agua. Las prácticas
eficaces para el control de la infección se deben centrar en prevenir la contaminación de
los equipos estériles, como los equipos de terapia respiratoria o las máquinas de diálisis,
y la contaminación cruzada de los pacientes por el personal sanitario. También, se debe
evitar el uso inadecuado de los antibióticos de amplio espectro, debido a que puede
suprimir la flora microbiana normal y permitir el crecimiento excesivo de cepas
resistentes de Pseudomonas.

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