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Psicopatología – Cursada 2023

Cuadernillo: LAS PSICOSIS

Horacio Martinez
1. Paranoia

Los criterios de la Escuela Alemana.


Se ha denominado Escuela Alemana a la corriente del pensamiento psiquiátrico que se
inicia a mediados del siglo XIX con la obra de W. Griesinger, encontrando su mayor
desarrollo y expansión en la obra de Kraepelin, Bleuler y Jaspers, ya en las primeras
décadas del siglo XX.
Veamos con algún detalle los criterios semiológicos que se desprenden de la obra de
Wilhelm Griesinger1. Bercherie presenta de la siguiente forma una de las características
más distintivas de su pensamiento:

Griesinger nos presenta una nosología construida sobre la idea de la evolución de


las formas clínicas. (...) Toma de su maestro Zeller la idea de la monopsicosis es
decir “psicosis única”, entendiendo que la palabra psicosis es utilizada como
sinónimo de enfermedad mental, que Neumann sistematizara en su tratado de
1860: todas las formas clínicas de locura no serían más que las fases sucesivas de
una misma enfermedad.

La característica fundamental, que lo diferencia de los desarrollos de la Escuela Francesa,


estriba en que Griesinger parte de suponer que, en tanto la enfermedad mental es el
producto de la alteración del funcionamiento del cerebro, el resultado debe ser único, y
que por tanto no hay diversos tipos de “enfermedades mentales”, sino una sola
enfermedad, que en su evolución va adquiriendo diversas formas, y por lo tanto
presentando diversos signos, de acuerdo a las funciones que van siendo perturbadas.
De esta forma encontraremos que Griesinger define un proceso patológico dividido en
tres momentos, que esquematizaremos de la siguiente forma:

Frenalgia inicial Reacciones primarias Reacciones secundarias


“Afección de los “Producción mórbida de “Estado calmo y sin excitación
sentimientos cuyo estados emocionales que de los sentimientos, en el cual el
carácter es dominan al sujeto y se fijan de pensamiento y la voluntad se
normalmente la una manera permanente”. encuentran falseados”.
tristeza.” Formas: Melancolía, manía, Formas: locuras sistematizadas,
monomanía exaltada. demencia parcial y total.

1
Patología y terapéutica de las enfermedades mentales (Leipzig, 1845). (Ed. Polemos, Buenos Aires,
1997).

1
La frenalgia inicial (de frenós = mente, y algia = dolor) es descripta por Griesinger en
estos términos:

(...) Con el inicio de la enfermedad cerebral, se desarrollan normalmente algunas


masas de sensaciones, de inclinaciones y de ideas totalmente nuevas, también del
interior hacia el exterior, y que, hasta el momento, el individuo desconocía por
completo (...). Al principio, estas nuevas ideas se presentan ante el antiguo yo2
como un tu extraño que a menudo excita el asombro y el temor. Con frecuencia
los individuos sienten esta penetración en el círculo de las viejas ideas como una
toma de posesión del antiguo yo por una potencia oscura e irresistible.

Este período inicial es continuado por otro (las reacciones primarias), caracterizado por
“una sensación lastimosa de combate, de estado emocional y de agitaciones violentas”.
Algunos alienistas lo denominarán período de incubación o prodrómico. El antiguo yo se
resiste a ser invadido por la enfermedad, y sus reacciones, fundamentalmente emotivas,
adquieren la forma de melancolía (en las que la “lesión fundamental consiste en la
existencia mórbida de una emoción penosa y depresiva que domina al sujeto en un estado
de dolor moral”), manía (en las que “el estado emocional del espíritu se acompaña
siempre cada vez más de una tendencia mórbida a actos de manifestación de la voluntad
(...); cuanta más fuerza adquieren los impulsos, más vemos aparecer los estados de
irritabilidad y de exaltación permanente de la voluntad”) y monomanía exaltada (o
Wahnsinn, que incluye “todos los estados de exaltación caracterizados por una
disposición afirmativa y expansiva del espíritu, acompañados de un sentimiento
exagerado de sí mismo y de concepciones delirantes fijas y extravagantes”).

Cuando la resistencia ante la enfermedad cesa, el proceso da lugar a los estados finales o
secundarios: “el yo mismo se falsea y se transforma en otro”, resultando, por tanto,
imposible restablecer la salud. Las formas que puede adquirir la enfermedad son las de la
locura sistematizada (Verrücktheit, estado en el cual “la locura consiste en un pequeño
número de concepciones delirantes fijas que el enfermo aprecia de una manera muy
particular y que repite siempre”), y las demencias con sus subformas agitada y apática
(que, en todos los casos, presentan “un debilitamiento general de todas las facultades
intelectuales. Los sentimientos afectivos están embotados (...); son incapaces de amar u
odiar.”) La división entre formas primarias y secundarias también tiene su correlato en
las expectativas terapéuticas: las primeras resultan curables, mientras que las segundas
no. Esto dará lugar a una oposición que perdurará hasta hoy en el pensamiento
psicopatológico: aquella que enfrenta enfermedades agudas a crónicas.

La evolución del pensamiento psicopatológico en la Escuela Alemana alcanza su


expresión definitiva con Kraepelin, a comienzos del siglo XX. En este último autor

2
El yo es definido por Griesinger, siguiendo las tesis asociacionistas, como “un conjunto de ideas cada vez
más sólidamente encadenadas. (...) El yo es una abstracción en la cual las huellas de cada una de las
sensaciones de los pensamientos y de las voluntades anteriores se encuentran contenidas en estado de
envoltura (...)”

2
hallamos diferenciados como “cuadros clínicos” las etapas descriptas por Griesinger,
manteniendo sus características. Así, las reacciones primarias, que involucran
fundamentalmente a los sentimientos, el estado de ánimo y la voluntad, darán lugar al
cuadro que Kraepelin denomina locura maníaco – depresiva. Este conserva el carácter
que Griesinger otorgaba a las reacciones primarias, en tanto suponen un posible retorno
al estado de ánimo anterior, básico del individuo.
Por otra parte hallamos que las reacciones secundarias, esencialmente deteriorantes, dan
lugar, de acuerdo a sus síntomas característicos, a otros dos cuadros clínicos: la paranoia,
heredera del Verrücktheit de Griesinger y caracterizada por la presencia de un delirio
sistematizado, y la demencia precoz (que será más adelante rebautizada como
esquizofrenia por Bleuler), cuyo signo característico estará dado por el deterioro,
producto a su vez de la ruptura de las conexiones entre sensibilidad, razón y voluntad.

La paranoia será definida por Kraepelin en estos términos: “el desarrollo insidioso, bajo
la dependencia de causas internas y según una evolución continua, de un sistema
delirante duradero e imposible de sacudir, y que se instaura con una conservación
completa de la claridad y del orden del pensamiento, el querer y la acción”.

2. Esquizofrenia

2.a. La Demencia precoz para Kraepelin.


Veamos qué comprendía, en ese tiempo, esta noción. Kraepelin3 la define globalmente
como "una serie de estados, cuya característica común es una destrucción peculiar de
las conexiones internas de la personalidad psíquica". Nótese entonces que el basamento
del cuadro clínico está dado por la disgregación, esto es, la pérdida de unidad, a la que se
supone como una característica fundamental del funcionamiento mental normal. La
mente es concebida como un conjunto de funciones (reunidas básicamente bajo las
rúbricas de sensaciones, pensamiento y voluntad) que deben actuar coordinadamente para
posibilitar respuestas coherentes. La unidad funcional tomará el nombre de Yo o
Personalidad. De allí que Bleuler prefiera llamar a este cuadro esquizofrenia4, resaltando
la división de la mente como signo característico de la entidad mórbida.
La descripción del cuadro clínico general, también dada por Kraepelin, rescata dos grupos
de desórdenes que caracterizan a la enfermedad:
• El debilitamiento de las actividades emocionales que constituyen los resortes de la
voluntad (se refiere con esto a los instintos y deseos, que aparecen silenciados, dando
por resultado un embotamiento emocional).
• La pérdida de la unidad interna de las actividades del intelecto, la emoción y la
voluntad (trayendo por resultado emociones que no se corresponden con los
pensamientos, ideas que no se ajustan a lo percibido, percepciones que no reflejan la

3
Kraepelin (1909/13).
4
Esquizo, del griego schizein = dividir, hendir; frenós, del griego phrenos = mente.

3
realidad, perturbaciones del trabajo practico, cambios de humor, incoherencia del
pensamiento, etc.)

Como puede observarse, el intento de Kraepelin busca caracterizar un cuadro que, poco
a poco, se convertirá en el centro de las llamadas locuras funcionales, describiendo una
suerte de demencia en estado puro. Junto a ella coexistirán la locura maníaco – depresiva
(heredera de la noción de locura circular francesa), y la paranoia. Ambas afecciones serán
claramente endógenas, dando lugar a una concepción que las piensa como el desarrollo
de un tipo de personalidad predisponente.
La psiquiatría ya conocía a la demencia asociada a causas exógenas (senilidad,
traumatismos, procesos infecciosos, intoxicaciones). Esta demencia funcional, sin asidero
orgánico, será a su vez precoz: su aparición en la primera etapa de la juventud será otra
de sus características esenciales. Este había sido el origen del nombre, creado por Morel
en 1851 para definir una "inmovilización súbita de todas las facultades (...) que afectaba
a sujetos adolescentes o en plena juventud".5 Hecker, en 1871, describirá un cuadro
similar al que denominará hebefrenia para destacar su aparición en la pubertad. Kraepelin
incluirá a la hebefrenia como un tipo particular de demencia precoz, junto con las formas
simple, paranoide y catatónica, señalando a la primera como una demencia tonta,
privilegiando en ella un pensamiento pueril que recuerda al de los niños. Si bien
reconocerá las críticas que recayeron sobre la denominación "demencia precoz", dado que
"la relación con el período de juventud no parece darse sin excepción", mantendrá esta
denominación y seguirá sosteniendo el vínculo entre demencia precoz y juventud.
En la década del 40 el psiquiatra argentino Carlos Pereyra publicará su libro
"Esquizofrenia". Uno de sus objetivos será el de devolverle a la entidad sus contornos
precisos, los que se fueron desdibujando por la excesiva amplitud que esta tomó a partir
de la obra de Bleuler. Y justamente, en pos de este objetivo, tomará a la edad de comienzo
como "un elemento imponderable de diagnóstico para diferenciar la esquizofrenia de
otros cuadros que se le asemejan", concluyendo que se trata de "una psicosis juvenil que
no requiere personalidad psíquica predisponente".6
Para entender mejor las críticas que Pereyra toma como ejes de su texto, debemos
desarrollar primero la noción de esquizofrenia en la obra de Bleuler.

2.b. La esquizofrenia en la obra de Bleuler.


Así como Kraepelin fundamentó sus tesis sobre la demencia precoz en el trabajo de
observación llevado a cabo en los hospicios de Heildelberg y Munich, Bleuler desarrollará
su investigación (que desembocará en la publicación, en 1911, de su libro sobre la
esquizofrenia), en la clínica Burgholzli. En ella trabajarán, como colaboradores suyos,
Jung y Abraham, y a través de ellos Bleuler conocerá las ideas de Freud. Esto dará por
resultado, por tanto, la incorporación de algunos conceptos psicoanalíticos en la noción
de esquizofrenia.

5
Morel, Traité des maladies mentales (1860), citado por Roudinesco (1997).
6
Pereyra (1943)

4
¿Cuáles son, en líneas generales, las ideas de Bleuler respecto a la esquizofrenia, y en qué
medida se diferencian de las de Kraepelin?
En primer lugar, Bleuler parte de las descripciones de Kraepelin, y le reconoce a este
autor el mérito de haber descripto por primera vez una "enfermedad". A partir de la obra
de su colega, Bleuler pretende cuestionar y criticar toda la obra de la psiquiatría anterior,
en donde "no sólo los nombres sino los mismos conceptos (...) fueron construidos
arbitrariamente por este o aquel observador, de acuerdo con el síntoma que le pareció
más llamativo".7
Diferencia así los síndromes, agrupaciones arbitrarias de síntomas que sólo representan
los puntos de vista de los autores, de las verdaderas enfermedades. Estas, como lo
sostienen las tesis naturalistas, son entidades reales, producidas por la naturaleza, y el
buen psiquiatra será aquel que, a través de una observación profunda y objetiva, las logre
develar.

Nuestra literatura está repleta de quejas acerca del estado caótico de la sistemática
de la psicosis, y todo psiquiatra sabe que es imposible llegar a un entendimiento
común sobre la base de los viejos rótulos de diagnóstico. No es posible ninguna
discusión entre médicos, aun entre aquellos con opiniones muy cercanas, si cada
uno no bosqueja su propio punto de vista respecto de la clasificación. (...)
Situaciones como la siguiente son bastante comunes: en un determinado hospital
hay un gran recipiente, con el rótulo de 'demencia'. Pero llega un nuevo médico,
que amplía el recipiente que está al lado del otro, y lo denomina 'paranoia'. Luego
procede cuidadosamente a tomar a los antiguos pacientes de la institución,
fundándose en algún vestigio de idea delirante, y los coloca, uno por uno, en su
nuevo recipiente; y al hacer tal cosa cree estar corrigiendo los errores de sus
predecesores.

Ante este verdadero caos nosológico, Bleuler rescata la noción de demencia precoz como
un genuino concepto de enfermedad, llegando a afirmar que ella comprende "a la mayoría
de las psicosis designadas hasta ahora como funcionales”. Todas las anteriores
categorías nosográficas van siendo discutidas una por una, y en todas ellas Bleuler
encuentra signos de demencia precoz. Incluso llega a discutir la vigencia de diagnósticos
diferenciales clásicos en el sistema de Kraepelin, como el de psicosis maníaco – depresiva
o el de paranoia: "(...) nuestros métodos de investigación actuales muestran que en la
paranoia el mecanismo de la construcción de las ideas delirantes es el mismo que en la
esquizofrenia; de modo que es posible que la paranoia sea una esquizofrenia totalmente
crónica, tan moderada que sólo puede llegar a producir ideas delirantes" (página 294).

Las formas clínicas.


Esta amplitud del concepto hace que Bleuler se incline por definirlo como un grupo, al
que finalmente llamará esquizofrenia prefiriendo resaltar así el rasgo principal que ya
Kraepelin había propuesto como característico de la enfermedad: la disgregación de las

7
Bleuler (1911), página 284. De aquí en adelante todas las citas son tomadas de esta obra, salvo aclaración.

5
funciones psíquicas. El grupo de las esquizofrenias integrará, a modo de subdivisiones,
aquellos cuadros clínicos que ya habían sido distinguidos por Kraepelin: los subgrupos
paranoide, catatónico, hebefrénico y simple.

❑ Subgrupo paranoide: comienza con ideas de autorreferencia ("Tal o cual cosa está
destinada a ellos"), que crecen hasta convertirse en delirios: "A donde quiera que se
vuelve, encuentra signos y señales que apuntan hacia él. La gente comienza a vejarlo,
a jugarle malas pasadas. (...) Se lo desacredita constantemente. Hay una
conspiración; no reparan en esfuerzos para perseguirlo y darle caza". Le siguen
ciclos de excitación y agresión alternados con períodos de tranquilidad, aunque sin
abandonar las ideas delirantes.
En la mayoría de los casos la enfermedad no se desarrolla siguiendo una curva
ascendente, sino con oscilaciones.

❑ Subgrupo catatónico: se inicia con un cuadro de excitación "habitual en la


esquizofrenia", mezclada con síntomas catatónicos: formas de estupor (disminución
de la actividad intelectual) combinadas con síntomas catalépticos (pérdida de la
contracción voluntaria de los músculos) e hiperkinesia (exceso de movimiento). Es
seguido por un período de calma. Estos ciclos se repiten, provocando paulatino
deterioro (demencia).8

❑ Subgrupo hebefrénico: la demencia (deterioro de la inteligencia) caracteriza a este


subgrupo por sobre los síntomas delirantes o catatónicos.

❑ Esquizofrenia simple:
Veamos algunos intentos de definición:
Muchas autoridades no lo reconocen en absoluto. Son estos pacientes los que
hacen inseguro a nuestro mundo, bajo el aspecto de psicópatas, de degenerados,
insanos morales, alcoholistas, y quizá con mayor frecuencia, de personas
normales. La única posibilidad de familiarizar a los médicos con este tipo de
individuos está en darles un nombre preciso. (...) Este grupo se encuentra poco en
los hospitales, pero fuera de ellos es tan común como cualquiera de las otras
formas.

La sintomatología.
La descripción de los síntomas de la enfermedad será hecha a partir de una división en
dos grupos: síntomas fundamentales y accesorios.

8
La catatonía fue descripta por primera vez por Kahlbaum en 1874 como "una enfermedad cerebral de
curso cíclico, alternante, en la cual la sintomatología psíquica presenta sucesivamente el aspecto de la
melancolía, de la manía, del estupor, de la confusión, de la demencia. (...) Además de los síntomas
psíquicos, como síntomas típicos se presentan procesos nerviosos locomotores, con un carácter general de
convulsiones". Kraepelin la incluirá como un subtipo de la demencia precoz, resaltando la presencia de
"desórdenes catatónicos": fenómenos inhibitorios y espasmódicos motrices, que primero atraviesan una
fase de excitación para caer luego en un estado de estupor. La catatonía presenta, pues, los mismos
desórdenes físicos que la parálisis general, sin tener su mismo origen.

6
Síntomas fundamentales: "(que) consisten en trastornos de la asociación y la afectividad,
la predilección por la fantasía en oposición a la realidad, y la inclinación a divorciarse
de la realidad (autismo). Además, podemos añadir la ausencia de esos síntomas que
juegan un papel tan grande en otras afecciones, tales como los trastornos primarios de
la percepción, la orientación, la memoria, etc.”

Síntomas accesorios: "No sucede con frecuencia que los síntomas fundamentales se
manifiesten tan marcadamente como para ocasionar la internación del paciente en un
hospital para enfermos mentales. Son primordialmente los fenómenos accesorios los que
hacen imposible su permanencia en su hogar, o los que ponen de manifiesto la psicosis e
inducen a requerir el auxilio de la psiquiatría. (...) Los mejores conocidos de ellos son
las alucinaciones e ideas delirantes. Aparte de éstos, las perturbaciones de la función de
la memoria y los cambios de la personalidad han recibido una atención relativamente
mucho menor. El habla, la escritura, y varias funciones físicas, se alteran a menudo de
una manera irregular pero típica.”9

Explicación teórica del proceso esquizofrénico.


Vemos entonces que, para Bleuler, los síntomas más "típicos" de la esquizofrenia son
accesorios al cuadro clínico, subrayando en cambio la importancia de otro grupo de
síntomas mucho más difíciles de percibir, y que requieren por tanto de la aguda
observación del médico para su detección. Para intentar explicar el sentido y razón de ser
de estos síntomas fundamentales Bleuler recurrirá a las teorías de Freud. En la décima
sección de su libro, titulada "La teoría", el autor propone una nueva distinción entre
síntomas primarios y secundarios: "Sólo podemos comprender a una psicosis
psíquicamente determinada si distinguimos los síntomas que surgen directamente del
mismo proceso patológico de los síntomas secundarios que sólo comienzan a operar
cuando la psique enferma reacciona ante algunos procesos internos o externos”. Los
síntomas primarios serán entonces la expresión directa del proceso patológico, que
Bleuler define como “psíquicamente determinado” en tanto, como veremos, se trata de la
perturbación de funciones psíquicas. Pero esto no nos debe hacer perder de vista que este
autor considera a la esquizofrenia como el producto de una perturbación cerebral: el
cerebro se encuentra trastornado, y por ello sus funciones psíquicas se alteran. Es por esto
que Bleuler afirma: "No conocemos todavía con certeza los síntomas primarios de la
enfermedad cerebral esquizofrénica. Con toda probabilidad deberíamos incluir también

9
Los síntomas fundamentales o primarios son aquellos que se derivan de la estructura del cuadro clínico,
mientras que los síntomas accesorios o secundarios son, como su nombre lo indica, productos secundarios
de la perturbación que originan los síntomas primarios. Es por esto que Bleuler dice que entre los síntomas
fundamentales no se presentan alteraciones primarias de la percepción o la memoria. Este tipo de
alteraciones, que de todas formas pueden estar presentes en la esquizofrenia, resultan alteraciones
secundarias, generadas por los síntomas fundamentales. Estas distinciones semiológicas permiten
establecer diagnósticos diferenciales. Por ejemplo: si un paciente presenta como signos primarios de su
trastorno un deterioro gradual de la memoria, el psiquiatra se inclinará a diagnosticar una demencia senil,
mientras que, si el deterioro de su memoria estuvo precedido por un período de retraimiento y embotamiento
afectivo, se inclinará por un diagnóstico de esquizofrenia.

7
en estos síntomas primarios a cierto número de otras manifestaciones más simples, y
sobre todo, a una parte de los trastornos de la asociación”.
Poco a poco el trastorno de la asociación se convertirá en el síntoma primario
fundamental, y para su explicación Bleuler recurrirá a la teoría de las representaciones de
Freud, y en ella a la noción de dinámica psíquica tal como se pone de manifiesto en el
proceso del sueño. El psiquismo, compuesto por representaciones, requiere de la
existencia de vías de asociación que determinen las relaciones entre las diversas
representaciones. Así, las funciones superiores del intelecto (el pensamiento y el juicio)
se ejercen a través de vías asociativas firmemente establecidas por la experiencia
(recuérdese, a este respecto, el origen empirista de estas concepciones). El sueño
demuestra sin embargo la existencia de "sendas asociativas desusadas” que no siguen ya
las "vías lógicas indicadas por la experiencia”. El pensamiento esquizofrénico tendría
por tanto una similitud con el estado onírico: "Especialmente en las condiciones agudas
de la esquizofrenia, se encuentra a menudo una fragmentación tan completa de los
procesos de pensamiento, que éstos no pueden desembocar en una idea o acción
completas, sino meramente en movimientos vagos y oscuros”.
Bleuler dirá más adelante: “En la esquizofrenia, las sendas asociativas que se emplean
habitualmente han perdido su cohesión. Asociaciones que se solía hacer con regularidad
son omitidas, mientras que se asocian elementos que normalmente no son vinculados con
la idea inicial. Pueden dejarse de lado relaciones evidentes, como las que existen entre
las partes de una idea; pero a su vez se puede establecer sendas enteramente nuevas”.
Freud, sin embargo, había establecido en “La interpretación de los sueños” la
inexistencia de “encadenamientos caprichosos de la asociación”. Aquello que cobra esa
apariencia en las enfermedades mentales es obra de la censura, que al intercalar omisiones
vuelve incomprensible el curso de las asociaciones. Se hace evidente la diferencia entre
los dos autores: mientras Freud busca descubrir el sentido de los sueños (luego del delirio)
en el pensamiento inconciente, sosteniendo por tanto que se trata de producciones
psíquicas tan valiosas como cualquier otro tipo de pensamiento conciente, Bleuler
considera que las "asociaciones marginales" de los esquizofrénicos son producto de una
enfermedad cerebral que modifica sus funciones psíquicas, las que por tanto carecen de
sentido y valor.
"(...) Si las asociaciones no siguen ya los caminos acostumbrados, adquieren valor lógico
eslabones accidentales”. El pensamiento ya no estará dirigido por procesos intelectuales,
sino por emociones, las que "dirigen a las asociaciones en el sentido de los impulsos
correspondientes (gratificación del placer, evitación del dolor)”. El principio del placer
freudiano (que domina los procesos oníricos y todo el pensamiento inconciente) parece
imponerse en desmedro del principio de realidad.
"Todo lo que se opone a la afectividad es suprimido (...). El resultado es que ya no se
puede contrariar en el pensamiento a una idea cargada afectivamente”.
La vieja dicotomía establecida por Esquirol entre las funciones superiores e inferiores del
cerebro, que lo llevaron a concebir la enfermedad mental como el predominio de las
segundas sobre las primeras10, concepción que unos años más tarde será planteada por

10
Es decir, el predominio de los "automatismos" que rigen los procesos mentales inferiores.

8
Morel como el antagonismo entre razón y pasión, vuelve a reclamar, a través de la pluma
de Bleuler, sus derechos. Las ideas afectivamente cargadas (esto es, los “complejos”)
consiguen independencia, y se disputan el acceso a la conciencia con el pensamiento
normal11. La independencia de los diversos complejos, unos respecto de los otros, da por
resultado la escisión de la personalidad: "Parece así que el paciente estuviera escindido
en tantas personas o personalidades diferentes como complejos tiene”.12

Otros puntos de vista: Antipsiquiatría, Teoría de la Comunicación.


Después de la Segunda Guerra Mundial, en Europa y E.E.U.U. comienza a cuestionarse
el sistema manicomial. Los gobiernos de diversos países (E.E.U.U., Francia, Inglaterra)
encaran reformas legales y administrativas que modifican la hegemonía del poder médico
y dan lugar al surgimiento del campo de la Salud Mental, integrado por psicólogos,
sociólogos, antropólogos, trabajadores sociales, etc. En las concepciones teóricas, las
hipótesis etiológicas abandonan los puntos de vista intrasubjetivos para pasar a otro que
toma en cuenta el espacio social: la familia, la educación, el sistema laboral y económico,
el ordenamiento social.
Respecto al tema puntual de la esquizofrenia, los debates de este período se centrarán en
tres grandes temas:
• La familia como productora de patología.
• La sociedad como productora de patología.
• El discurso médico como productor de patología.

Buena parte de estos debates se darán en el interior del movimiento “antipsiquiátrico”,


que surge durante la década del ’60, y con distintas modalidades en E.E.U.U., Gran
Bretaña, Italia y Francia. Como hechos en común compartían el cuestionamiento al
sistema psiquiátrico asilar, los modos en que el médico detentaba el poder y el lugar de
“oprimido” al que se confinaba al enfermo. Recorreremos la obra de una de sus figuras
más representativas.

Ronald Laing
Dos grandes libros, escritos a principios de la década del ’60, sientan la posición de Laing
respecto a la esquizofrenia. En el primero de ellos, “El yo dividido”, publicado en 1960,
Laing expone un particular método de análisis comprensivo, tomado en parte de Sartre,
para “dar cuenta y razón, desde el punto de vista fenomenológico – existencial, de
algunas personas esquizoides y esquizofrénicas”. Si bien se basa en estudios de casos, el
libro intenta plantear una teoría general sobre la esquizofrenia. Laing aborda ésta
partiendo de la noción de “inseguridad ontológica primaria”:

El individuo, en las circunstancias ordinarias del vivir, puede sentirse más irreal
que real; en sentido literal, más muerto que vivo; precariamente diferenciado del
resto del mundo, de modo que su identidad y autonomía están siempre en tela de
juicio. Puede carecer de la experiencia de su propia continuidad temporal. Puede
no poseer un sentido contrarrestador de congruencia y cohesión personal. Puede
sentirse más insustancial que sustancial, e incapaz de suponer que la estofa de que

11
Tómese en cuenta, para comprender estos planteos, las ideas de Herbart sobre la estrechez de la
conciencia, y por tanto la noción de dinamismo psíquico.
12
También subyace en esta concepción la antigua noción de Griesinger, quien concebía el proceso
patológico como la irrupción de una nueva organización psíquica que reemplaza al antiguo yo.

9
está hecho es genuina, buena, valiosa. Y puede sentir que su yo está parcialmente
divorciado de su cuerpo.

Esta noción busca abrir en el terapeuta la “comprensión” del ser esquizofrénico. Si nos
mantenemos en el punto de vista de Jaspers y de toda la psiquiatría pre – jaspereana, la
esquizofrenia es “incomprensible”, y eso crea un muro entre el paciente y nosotros:
“Mientras estemos cuerdos, y él loco, no podrá cambiar esta relación. Pero la
comprensión, en cuanto esfuerzo para alcanzarlo y captarlo en su significado, mientras
permanecemos en nuestro propio mundo y lo juzgamos por nuestras propias categorías
que, inevitablemente, no valen para él, no es lo que el esquizofrénico desea o necesita”.
Esto marcará una de las características que, más tarde, darán origen a la propuesta
institucional de Laing: un “ir hacia la esquizofrenia” que exige abandonar nuestros puntos
de vista “cuerdos”; por tanto, una exigencia, para el terapeuta, de abandonar sus
conocimientos teóricos y el rol que ellos determinan en su encuentro con la locura.
Este primer texto no avanza en concepciones etiológicas. Éstas serán abordadas a través
de un largo trabajo de investigación: cinco años estudiando familias de esquizofrénicos,
y cuyos resultados se publicarán en 1964 bajo el título de “Cordura, locura y familia”,
publicado junto con A. Esterson. En el prólogo los autores recogen la tesis de Szasz, que
sostiene que considerar a la esquizofrenia como un proceso patológico es una presunción,
y no una realidad, pues no se han demostrado cambios estructurales orgánicos, ni
fisiopatológicos, ni nada que “evidencia” su existencia real. Estudiarán, por tanto, como
“esquizofrénicos” a aquellas personas que han sido diagnosticadas y tratadas como tales,
proponiéndose estudiar a las personas y el nexo que las une “en la medida en que pueden
tener estructuras, procesos y efectos como un sistema”. Sin embargo, no se proponen
estudiar el “sistema” en funcionamiento, ni en su interacción. No hablarán de “patología
familiar”, pues esto sería extender la ininteligibilidad de la conducta individual a la
ininteligibilidad del grupo”. No hay “saber” sobre las causas de la esquizofrenia; se parte
del “objeto designado” para comprender su modo de aparición. Pero el esquema de
abordaje es antipsiquiátrico: antes de producir un saber sobre una enfermedad, disuelve a
ésta cuestionando los supuestos que la engendran.
Metodológicamente la investigación se propone en la línea de la fenomenología,
incluyendo algunas nociones de Sartre para ampliar el campo de observación desde lo
individual a lo social. La noción fundamental que rescatan es la de “praxis”, que habría
que entender como los modos de acción humana que crean condiciones de posibilidad del
ser humano. En este sentido, el accionar familiar es una praxis que determina las
condiciones de posibilidad de existencia de una forma particular de ser. Al analizar el
accionar de las familias de sujetos calificados de esquizofrénicos, esta investigación se
propone “mostrar” cómo esa praxis familiar genera un tipo de comportamiento al que se
califica de esquizofrénico.

Pensamos que en este libro se demuestra que la experiencia y la conducta de los


esquizofrénicos es mucho más comprensible, desde el punto de vista social, de lo
que han supuesto la mayoría de los psiquiatras. En cada caso especial hemos
tratado de responder a la pregunta: ¿Hasta qué punto la experiencia y la conducta
de aquella persona que ha iniciado ya una carrera de ‘esquizofrénica’ es
comprensible a la luz de la ‘praxis’ y del proceso de su nexo familiar?

El siguiente paso será, para Laing, crear una institución que, a la vez que sirva de albergue
a personas calificadas como “esquizofrénicas”, funcione como un centro de
entrenamiento para terapeutas que se inician en este nuevo punto de vista. Surgirá así, en

10
1965, la Philadelphia Association, seguida, en 1972, por la Fundación Arbouns, creadas
junto con Esterson y Cooper. La primera dará lugar a Kingsley Hall, un centro de
asistencia y formación que funcionará en Londres entre 1965 y 1970.

Allí, los enfermos y los médicos convivían de una forma indiscriminada, sin
ninguna diferenciación, para lo cual llevaban el tipo de vida que les parecía, sin
limitación alguna. Todos los miembros de la comunidad se reunían a comer juntos
por la noche y luego se prolongaban las discusiones hasta altas horas de la
madrugada. No existía ningún tipo de reglamento. Cada cual podía discutir la
conducta de los demás sin limitaciones. Nadie daba órdenes y todo el mundo se
levantaba cuando quería, comía lo que quería y hacía, en una palabra, todo lo que
le parecía bien.13

Gregory Bateson.
Concluiremos nuestro recorrido por las corrientes teóricas que han participado del debate
científico e ideológico acerca de la esquizofrenia sintetizando los primeros aportes del
antropólogo Bateson a raíz de las investigaciones que llevó a cabo en los Estados Unidos
entre los años 1952 y 1956, volcadas en su texto Hacia una teoría de la esquizofrenia.
Lo nodular del punto de vista de Bateson es el hecho de encarar sus investigaciones con
el fin de establecer una teoría comunicacional que dé cuenta del origen y la naturaleza de
la esquizofrenia. Para ello, centrará sus estudios en los modos de interacción en las
familias de esquizofrénicos, haciendo hincapié en la comunicación madre – hijo.
Describirá así un tipo particular de interacción, a la que denominará “doble vínculo”, que
tiene como característica el hecho de impedir que el sujeto pueda establecer un análisis
correcto de los diversos niveles en que la comunicación humana suele acontecer. La
comunicación tiene múltiples niveles, y el sujeto debe “aprenderlos” para ser capaz de
asignar a cada tipo de señal el nivel en que debe entenderse (literal, metafórico, irónico,
etc.). Bateson denomina a esta capacidad adquirida “función yoica”, y postula que el
esquizofrénico manifiesta debilidades en esta función, presentando dificultades en la
asignación del modo comunicacional correcto a los mensajes.
El origen de esta dificultad no radica en una situación de carácter traumático vivida en la
infancia. Por el contrario, es necesario un patrón de aprendizaje que se extiende a lo largo
del tiempo, que habrá de generar “un universo en el que las secuencias de
acontecimientos sean tales que sus hábitos comunicacionales no convencionales resulten
de alguna manera apropiados”. Este “patrón de aprendizaje” será calificado de “doble
vínculo”, y presupone la coexistencia de mensajes contradictorios en un contexto en el
cual el individuo no encuentra forma de “salir” para poder “metacomunicarse”, es decir,
analizar los mensajes tomándolos como objetos. “Si una persona ha pasado su vida
dentro de una relación de doble vínculo (...), su forma de relacionarse con los demás
después de un episodio psicótico se ajustará a un patrón sistemático”. Este patrón podrá
seguir distintas modalidades, cada una de las cuales se adecua a los subtipos de
esquizofrenia descriptos por Bleuler. Así, podrá hablarse de un patrón de tipo “paranoide”
en el cual, y “debido a (su) incapacidad para juzgar adecuadamente qué es lo que se está
diciendo”, el sujeto “puede suponer que en cada frase hay un significado oculto que
amenaza su bienestar. Entonces se preocupará excesivamente por los significados
ocultos y se propondrá demostrar que no se lo puede engañar, como se lo ha engañado
toda su vida”. Puede presentarse un patrón que calificaríamos de “hebefrénico”,

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J. Obiols (1973). Tómese en cuenta que este modelo de “comunidad terapéutica” resulta “superador”
respecto a las propuestas de M. Jones y aún del propio Cooper en el “Pabellón 21”, en donde sigue los
lineamientos de Jones.

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mediante el cual el enfermo “tiende a aceptar literalmente todo lo que le dice la gente; y
si el tono, el gesto o el contexto contradicen lo enunciado, puede establecerse un patrón
consistente en no tomar en serio esas señales metacomunicativas. Renunciará a todo
intento de distinguir entre niveles de mensaje y tratará todos los mensajes como si fueran
triviales o risibles”. Por último, podría presentarse un patrón de tipo “autista” (Bateson
lo llama “catatónico”), si al paciente “le resultara necesario ver y oír cada vez menos de
lo que sucede a su alrededor y hacer todo lo posible para no provocar respuestas de su
ambiente. Intentará desentenderse del mundo y concentrarse en sus procesos internos”.
De esta forma, la etiología y la semiología de la esquizofrenia se reducen al plano
comunicacional.
Otra noción fundamental planteada por Bateson es la de “homeostasis familiar”.
Tomando la noción utilizada por Jackson, se postula a la familia como un sistema
homeostático, es decir, un sistema cerrado de regulación que suple las fallas operacionales
de alguno de sus miembros con el recargo de funciones en los otros 14. En el caso de
familias que presentan un modelo comunicacional de doble vínculo, aunque éste se
establezca entre algunos de sus miembros (por ejemplo, entre la madre y uno de sus hijos),
el resto del sistema familiar refuerza con sus acciones ese modo comunicacional a fin de
mantener la homeostasis del sistema. “Siendo esto así, cuando con ayuda de la
psicoterapia el paciente se torna menos vulnerable a los intentos de su madre por
controlarlo, ésta manifestará ansiedad. Análogamente, si el terapeuta interpreta a la
madre la dinámica de la situación que establece con el paciente, ella responderá con
ansiedad. Nuestra impresión es que cuando existe un contacto permanente entre el
paciente y su familia (...) ello desemboca en un trastorno a menudo grave de la madre, y
a veces también del padre y los hermanos”.

BIBLIOGRAFÍA

BATESON Gregory: (1956) Hacia una teoría de la esquizofrenia. (En: Berger M.: “Mas
allá del doble vínculo”. Paidós, Barcelona, 1993)
BERCHERIE Paul: (1980) Los fundamentos de la clínica. (Manantial, Buenos Aires,
1986)
BLEULER Eugen: (1911) Demencia precoz o el grupo de las esquizofrenias. (Lúmen,
Buenos Aires, 1993)
KRAEPELIN Emil: (1909/13) La demencia precoz. (Polemos, Buenos Aires, 1996)
LAING Ronald: (1983) La voz de la experiencia. (Crítica, Barcelona)
(1960) El yo dividido. (F.C.E., Madrid, 1974)
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“Psicopatología y personalidad”. Interamericana, México, 1974)
(1975) Esquizofrenia. (Premia, México, 1990)

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Es un tipo de comportamiento que puede observarse en algunas máquinas, y que luego se ha aplicado
como modelo de interpretación de ciertas patologías funcionales orgánicas.

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