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Se trata
de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que
implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad,36 y
que en muchas ocasiones está asociado con otros trastornos comórbidos.1-2
Es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que estos síntomas
nucleares que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e
impulsividad) se presenten:
1. desde una edad temprana: antes de los 12 años1.
2. con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa
de desarrollo del niño.
3. que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del
niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social. 1-2
4. no ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro
problema psiquiátrico.3
Diferentes presentaciones
Los síntomas nucleares del TDAH son independientes unos de otros. No todos
los niños con el trastorno manifiestan los mismos síntomas ni con la misma
intensidad. Es decir que un niño con TDAH puede manifestar sólo uno de estos tres
síntomas.
De la diversidad de manifestaciones del TDAH se diferencian tres
presentaciones según el DSM-5 Manual Diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales:
Presentación predominante de falta de atención
Comorbilidades
Cuando decimos que el TDAH se presenta frecuentemente con otros
trastornos comórbidos, hablamos de que el TDAH en muchas ocasiones no se
presenta sólo, sino que aparece junto a otros trastornos psiquiátricos. Esto es
así en el 70% de los casos de TDAH. 3
De hecho, una persona con TDAH tiene de 6 a 7 veces más probabilidades de
tener otro trastorno psiquiátrico o trastorno del aprendizaje.11
Entre las comorbilidades más frecuentes destacan: trastorno negativista
desafiante, trastorno de conducta, trastorno de ansiedad, trastorno del ánimo, tics,
trastorno del aprendizaje… y pueden tener un impacto adicional en la calidad de
vida.12
Cuando el TDAH se asocia a otros trastornos, con frecuencia se complica el
diagnóstico, empeora la evolución y la respuesta al tratamiento es menor.
Para que se pueda plantear un posible diagnóstico de TDAH, se deben cumplir los
siguientes criterios marcados por el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de
Trastornos Mentales, quinta edición):
– es impaciente
– tiene problemas para esperar su turno
– no piensa antes de actuar
– interrumpe constantemente a los demás
– tiene respuestas prepotentes: espontáneas y dominantes
– tiende a “toquetearlo” todo
– suele tener conflictos con los adultos
La impulsividad se refiere fundamentalmente a la dificultad para pensar las
cosas antes de actuar. Esto supone un gran problema, ya que el paciente puede
ponerse en peligro y vivir situaciones conflictivas principalmente en la edad
adulta.
El TDAH “puro” es poco frecuente. Cuando hablamos de TDAH “puro” nos
referimos a que el trastorno se presente sin ningún otro trastorno
asociado (comorbilidad). De hecho, se estima que el 70% de los pacientes con
TDAH presentan alguna comorbilidad o trastorno psiquiátrico asociado.
Es importante tener esto en cuenta, ya que cuando el TDAH está asociado a otros
trastornos comórbidos, el diagnóstico es más complicado, la evolución de los
síntomas empeora y la respuesta al tratamiento puede ser menor
Definición[editar]
Es una afección diagnosticada antes de los 18 años de edad que incluye un
funcionamiento intelectual general por debajo del promedio y una carencia de las
destrezas necesarias para la vida diaria.
Clasificación[editar]
Según el DSM-IV la discapacidad intelectual se clasifica en los siguientes tipos:2
Discapacidad intelectual leve CI 50-55 a 70.
Se denomina así a las personas que transitan la «etapa educable» son alrededor del 85%
de las personas afectadas por el trastorno. Suelen desarrollar habilidades sociales y de
comunicación durante los años preescolares (0-5 años de edad), tienen insuficiencias
mínimas en las áreas sensorio motoras y con frecuencia no se diferencian de otros niños
sin discapacidad cognitiva hasta edades posteriores. Adquieren habilidades sociales y
laborales adecuadas para una autonomía mínima, pero pueden necesitar
supervisión, orientacióny asistencia, especialmente en situaciones de estrés social o
económico desusado. Contando con apoyos adecuados, los sujetos con discapacidad
cognitiva leve viven sin inconvenientes en la comunidad, sea independientemente, sea en
establecimientos supervisados.
Discapacidad intelectual moderada CI 35-40 a 50-55.
La discapacidad cognitiva moderada equivale aproximadamente a la
categoría pedagógica de «adiestrable». Este grupo constituye alrededor del 10 % de toda
la población con discapacidad cognitiva. Adquieren habilidades de comunicación durante
los primeros años de la niñez. Adquieren una formación laboral y, con supervisión
moderada, pueden adquirir destrezas para su propio cuidado personal. También pueden
beneficiarse de adiestramiento en habilidades sociales y laborales, pero es improbable que
progresen más allá de un segundo nivel en materias escolares. Pueden aprender a
trasladarse independientemente por lugares que les son familiares. En su mayoría son
capaces de realizar trabajos no cualificados o semicualificados, siempre con supervisión,
en talleres protegidos o en el mercado general del trabajo. Se adaptan bien a la vida en
comunidad, usualmente en instituciones con supervisión.
Discapacidad intelectual grave CI 20-25 a 35-40.
Incluye el 3-4 % de los individuos con discapacidad cognitiva. Durante los primeros años
de la niñez la adquisición de un lenguaje comunicativo es escasa o nula. Durante la edad
escolar pueden aprender a hablar y pueden ser adiestrados en habilidades elementales de
cuidado personal. Se benefician sólo limitadamente de la enseñanza de materias pre
académicas como la familiaridad con el alfabeto y el cálculo simple, pero pueden dominar
ciertas habilidades como el aprendizaje de la lectura global de algunas palabras
imprescindibles para su autonomía e independencia. Los adultos pueden ser capaces de
realizar tareas simples estrechamente supervisadas en instituciones. En su mayoría se
adaptan bien a la vida en la comunidad a no ser que sufran alguna discapacidad asociada
que requiera cuidados especializados o cualquier otro tipo de asistencia.
Discapacidad intelectual profunda CI 20-25.
Incluye aproximadamente en el 1%-2% de las personas con discapacidad cognitiva. La
mayoría de los individuos con este diagnóstico presentan una enfermedad
neurológicaidentificada que explica su discapacidad intelectual. Durante los primeros años
desarrollan considerables alteraciones del funcionamiento sensorio motor. Puede
predecirse un desarrollo óptimo en un ambiente altamente estructurado con ayudas y
supervisión constantes, así como con una relación individualizada con el educador. El
desarrollo motor y las habilidades para la comunicación y el cuidado personal pueden
mejorar si se les somete a un adiestramiento adecuado. Algunos de ellos llegan a realizar
tareas simples en instituciones protegidas y estrechamente supervisados.
Discapacidad intelectual de gravedad no especificada. Se utiliza cuando existe
claridad sobre la discapacidad, pero no es posible verificar mediante los test.
Dependiendo del nivel de gravedad del discapacidad cognitiva, el sujeto se puede
«educar» y capacitar para que aprenda a vivir en la sociedad; puede dominar ciertas
habilidades de lectura global (señalizaciones de tránsito, por ejemplo: "PARE"), puede
trasladarse a lugares desconocidos o familiares, puede aprender un oficio y trabajar en él,
siempre y cuando la sociedad le dé la oportunidad de hacerlo.
Epidemiología[editar]
Entre 1980 y 2009 la prevalencia de las discapacidades intelectuales a nivel global era de
alrededor de un 1%. Posteriormente, diversos estudios establecen una prevalencia un
poco más baja que un 1%, aunque la heterogeneidad de estos trabajos no permite precisar
este valor.6
Etiología[editar]
Las causas de discapacidad intelectual pueden dividirse en genéticas y no genéticas. A su
vez las causas genéticas pueden dividirse en sindrómicas y no sindrómicas, en cuanto se
presenten o no otras alteraciones clínicas aparte de la discapacidad propiamente tal. Las
causas genéticas representan entre un 30 a un 50% de las causas, e incluyen
anormalidades cromosómicas (como el síndrome de Down), características genéticas
heredadas (cono el síndrome X frágil) y alteraciones genéticas simples (como el síndrome
de Prader-Willi).3
Factores ambientales[editar]
Infecciones: Hasta la aparición de las vacunas era frecuente desarrollar encefalitis que
podía afectar de forma severa las capacidades cognitivas (la rubeola, sarampión,
meningitis por meningococo, polio, tosferina... Eran hasta hace poco enfermedades
infecciosas que podían llegar a alterar las capacidades de un individuo. Aún hoy una
de las principales causas de discapacidad intelectual en el tercer mundo es la malaria.
Daños cerebrales el cerebro ante impactos: puede verse dañado y según el lugar del
daño puede provocar discapacidad cognitiva, existen muchos motivos por los que el
cerebro puede tener un daño cerebral, entre otros: accidentes de tráfico, daños
provocados en el parto (falta de oxígeno, fórceps, etc.). Infartos cerebrales, derrame
cerebral, etc.
En el pasado, el término retardo mental se usaba para describir esta afección. Este
término ya no se utiliza.
Causas
La discapacidad intelectual afecta alrededor del 1% al 3% de la población. Existen muchas
causas de discapacidad intelectual, pero los médicos encuentran una razón específica en
solo el 25% de los casos.
Los factores de riesgo están relacionados con las causas. Las causas de la discapacidad
intelectual pueden incluir:
Infecciones (presentes al nacer o que ocurren después del nacimiento)
Ambientales
Metabólicas (por ejemplo, hiperbilirrubinemia o niveles muy altos de bilirrubina en los bebés)
Prevalencia[editar]
El DSM-IV cita una prevalencia de entre 2 y 16% para el TND.
Pronóstico[editar]
El trastorno negativista desafiante está asociado con el trastorno disocial.2 Sin tratamiento,
alrededor de 52% de los niños con TND continúa cumpliendo con los criterios y alrededor
de la mitad de ese 52% llegarán hacia un trastorno disocial.3 Es posible que se presenten
otros trastornos en situaciones de comorbilidad con el Trastorno Negativista Desafiante; el
más frecuente es TDAH. Se conoce que más de un 30% de los niños con TDAH van a
desarrollar Trastorno Negativista Desafiante. Por ello es importante no descartar que los
pacientes que acudan por primera vez a consulta tenga TDAH cuando el motivo de
consulta es oposicionismo o conductas desafiantes. Debido a las dificultades que provoca
el Trastorno Negativista Desafiante en la convivencia y para relacionarse puede hacer que
sólo se centre en este problema y que se obvie preguntar por síntomas de TDAH.
Tratamiento[editar]
Existen una variedad de enfoques al tratamiento del trastorno negativista desafiante,
incluyendo programas de entrenamiento para padres, psicoterapia individual, terapia
familiar sistémica, terapia cognitivo conductual y entrenamiento en habilidades sociales.4
El tratamiento farmacológico en niños con TND consiste en diversos fármacos como en
metilfenidato, ISRS como sertralina, paroxetina y fluoxetina, etc. (Brahm & Martínez, 2008).
Sin embargo, hasta la fecha ningún tratamiento farmacológico ha demostrado ser
totalmente eficaz en casos de TND aislado, aunque las anfetaminas han demostrado ser
eficaces en casos de TND con TDAH (Fulkerson & Webb, 2005)
En los años escolares puede haber baja autoestima, labilidad emocional, poca
tolerancia a la frustración, uso de palabrotas, uso temprano
de alcohol, tabaco y substancias ilegales. Son frecuentes los conflictos con
padres, profesores y compañeros. Es común el Trastorno por Déficit de Atención
con Hiperactividad. También pueden aparecer trastornos del aprendizaje y
trastornos de la comunicación.
ntroducción
Los trastornos depresivos afectan a personas de cualquier edad, condición económica y nivel
cultural y suponen un gran coste para el individuo, la familia, el sistema sanitario y la comunidad
en general. Si bien existen numerosos estudios sobre prevalencia, diagnóstico y tratamiento de la
depresión en edad adulta, son escasos los realizados entre la población infantil y adolescente. Sus
resultados, además, son variables, debido a la dificultad diagnóstica en esta edad, los criterios
diagnósticos empleados o las técnicas de entrevista utilizadas. Dadas las peculiaridades de la
depresión en la infancia y la adolescencia, es importante disponer de profesionales en atención
primaria y en salud mental infantojuvenil que tengan formación y experiencia en el manejo del
trastorno en estas edades, así como contar con los recursos necesarios para su diagnóstico y
tratamiento.
Epidemiología
Según los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Salud (2006)1, la prevalencia del
trastorno depresivo mayor (TDM) se estima del 1,8% en niños de 9 años, del 2,3% en
adolescentes de 13 y 14 años, y del 3,4% en jóvenes de 18 años. Antes de la pubertad, la
prevalencia de depresión no difiere según sexo2. Entre adolescentes, sin embargo, la prevalencia
es mayor para el sexo femenino, con una razón 2:13. Los trastornos depresivos entre los
adolescentes tienen a menudo un curso crónico y con altibajos, y existe un riesgo entre 2 y 4
veces superior de persistencia de la enfermedad en la edad adulta4.
Aunque el dato esta aún por confirmar, se cree que con cada generación aumenta el riesgo de
presentar un trastorno depresivo a una edad cada vez más temprana (anticipación genética) 5.
Clínica
Los síntomas están marcados por la edad del niño y pueden agruparse según su desarrollo
evolutivo6. En la primera infancia, la irritabilidad constituye el rasgo característico de la depresión.
Entre los adolescentes, los síntomas cardinales son la apatía (pérdida de interés) y la anhedonia
(incapacidad para experimentar placer).
– El trastorno adaptativo está en el extremo más cercano de la normalidad. Cursa con síntomas
depresivos leves, autolimitados y claramente relacionados con un factor desencadenante (divorcio
de los padres, nacimiento de un hermano, duelo, etc.).
– El trastorno distímico es de inicio insidioso, cursa con síntomas subsindrómicos y tiene un curso
fluctuante. Se mantiene al menos durante un año en niños y adolescentes. Es un cuadro depresivo
más leve y más crónico que el TDM. No es necesario que los síntomas estén presentes casi cada
día, como en el TDM, y no pueden durar más de 2 meses. Cuando un episodio depresivo mayor
surge a partir de una distimia se llama depresión doble y tiene un curso más crónico y peor
pronóstico9.
Diagnóstico
El diagnóstico del trastorno depresivo es clínico y se realiza mediante una historia detallada del
niño y los padres y una exploración de estado mental. También puede ser de gran utilidad la
información aportada por el entorno escolar.
Además, es necesario realizar una exploración física completa y analítica general. Se pedirán
pruebas biológicas y complementarias si se consideran indicadas para diagnóstico diferencial de
otras enfermedades médicas. Pueden ser útiles para el diagnóstico cuestionarios autoaplicados
como el Cuestionario de Depresión Infantil para niños de 7 a 17 años y la escala de depresión de
Beck para niños y adolescentes para niños entre 7 y 14 años10.
Los criterios diagnósticos de depresión más utilizados en la clínica son los incluidos en
Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-10, publicada por la Organización Mundial de la
Salud11, y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-IV TR, publicado
por la Sociedad Americana de Psiquiatría12.
Los trastornos del lenguaje pueden hacer difícil que los niños entiendan lo que las
personas les dicen y expresar sus propios pensamientos y sentimientos a través
del habla. También pueden afectar cómo los niños aprenden y socializan. Si está
preocupado porque su hijo tiene un trastorno del lenguaje, usted no está solo.
Estas condiciones son sorprendentemente comunes en la infancia y hay muchas
maneras de tratarlas.
Conocer más acerca de los trastornos del lenguaje es un buen comienzo para
ayudar a su hijo. Continúe leyendo y entérese de información clave acerca de los
trastornos del lenguaje y sugerencias sobre cómo ayudar a su hijo.
Un trastorno del lenguaje [1] es una insuficiencia que dificulta encontrar las
palabras adecuadas y construir oraciones claras al momento de hablar. También
puede dificultar entender lo que las personas dicen. Un niño puede tener dificultad
para entender los que otros dicen, para poner los pensamientos en palabras o
ambas.
Podría notar que el vocabulario de su hijo es muy básico y sus oraciones cortas,
gramaticalmente incorrectas e incompletas. Mientras que sus compañeros charlan
y hacen chistes, su hijo podría tener problemas para seguir la conversación y
entender los chistes. También puede que hable utilizando oraciones de dos
palabras y que tenga problemas para responder incluso preguntas simples.
Los trastornos del lenguaje pueden ser adquiridos o del desarrollo. Un trastorno del
lenguaje adquirido, como la afasia, solo aparece cuando la persona ha tenido una
enfermedad o una lesión neurológica. Podría ser un derrame cerebral o una lesión
traumática en la cabeza.[3]
Un trastorno del desarrollo del lenguaje es mucho más común en niños. Los niños
con trastornos del desarrollo del lenguaje, a menudo comienzan a hablar más
tarde que los niños de su edad. Este retraso no está relacionado con su nivel de
inteligencia. De hecho, los niños con trastornos del desarrollo del lenguaje, por lo
general tienen una inteligencia promedio o por encima del promedio. Usualmente
tienen problemas con las habilidades del lenguaje expresivo y receptivo antes de
los cuatro años de edad.
DISLALIA
Los problemas de articulation (dislalias) consisten en la sustitucion anormal, distorsion,
insertion u omision de los sonidos del habla. (Van Ripper, C.) (17).
Cuando el bebé empieza a hablar, lo hace emitiendo, primero, los sonidos más
simples, como el de la m o de la p. Estos sonidos son fundamentales para
decir mamáo papá, palabras que no le supondrán un gran esfuerzo siempre que
reciba la estimulación adecuada. A partir de este momento, el bebé comenzará
a pronunciar sonidos cada vez más difíciles, lo que exigirá más esfuerzo de los
músculos y órganos fonadores.
Tipos de Dislalia[editar]
Dentro de la dislalia de igual forma encontremos ciertos tipos de ésta, los cuales se
caracterizan por la capacidad de articulación de fonemas.
Se trata de un trastorno específico del desarrollo en el que la pronunciación de los fonemas por
parte del niño está a un nivel inferior al adecuado a su edad mental, pero en el que el nivel es
normal para el resto de las funciones del lenguaje.
Pautas para el diagnóstico
Desarrollo normal: A los cuatro años de edad son normales errores en la pronunciación de los
fonemas, pero el niño es capaz de hacerse comprender fácilmente por extraños. A los 6-7 años
de edad ya se han adquirido la mayor parte de los fonemas, aunque pueden persistir dificultades
para ciertas combinaciones de sonido, lo cual no implica problemas para la comunicación. A los
11-12 años el dominio de casi todos los fonemas es completo.
Desarrollo anormal: Tiene lugar cuando el niño adquiere los fonemas de un modo retrasado o
desviado, lo que le lleva a pronunciar mal, con las consiguientes dificultades para hacerse
comprender. Se presentan omisiones, distorsiones o sustituciones de los fonemas del habla e
inconsistencias en la pronunciación de sonidos coincidentes (por ejemplo, el niño puede
pronunciar correctamente fonemas en algunas posiciones de palabras pero no en otras).
Incluye:
Trastorno del desarrollo de la articulación del lenguaje.
Trastorno funcional de la articulación del lenguaje.
Lambdacismo.
Dislalia.
Trastornos del desarrollo fonológico.
Excluye:
Trastornos de la articulación debidos a: Hendidura palatina y otras anomalías fonatorias
implicadas con el habla (Q35-Q38).
Apraxia (R48.2).
Disfasia o ataxia sin especificación (R47.0).
Pérdidas de audición (H90-H91).
Retraso mental (F70-F79).
Déficits de la articulación que acompañan a trastornos del desarrollo de la expresión del lenguaje
(F80.1).
Déficits de la articulación que acompañan a trastornos del desarrollo de la recepción del lenguaje
(F80.2).
Problemas de comportamiento o conducta
A veces los niños discuten, son agresivos o actúan con enfado o en forma desafiante con
los adultos. Es posible que se diagnostique un trastorno del comportamiento o de la
conducta cuando estos comportamientos perturbadores no sean comunes para la edad del
niño en ese momento, persistan a través del tiempo o sean graves. Debido a que los
trastornos del comportamiento implican portarse mal y comportarse de manera no deseada
con las demás personas, a menudo se los llama trastornos de externalización.
Trastorno de la conducta
El trastorno de la conducta (TC) se diagnostica cuando el niño muestra un patrón continuo
de agresión hacia otras personas, y graves violaciones de las reglas y normas sociales en
la casa, la escuela y con los compañeros. Estas violaciones de las reglas pueden implicar
quebrantar la ley y, como consecuencia, ser arrestado. Los niños con trastorno de la
conducta tienen más probabilidades de lesionarse y quizás tengan dificultades para
llevarse bien con los compañeros.
Violar reglas importantes, como escaparse de la casa, quedarse fuera de la casa por la
noche sin permiso o faltar a la escuela.
Ser agresivo de tal manera que cause daño, como al acosar a otros niños o
compañeros, al pelear o ser cruel con los animales.
Mentir, robar o dañar las pertenencias de otras personas a propósito.