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Modelos de aplicación profesional explicados

Beneficio de litigar sin gastos. Citación en garantía


Pérdida de chance. Daños moral y psicológico. Lucro cesante
Daños materiales y daños a la integridad de las personas
Motocicletas. Transportes. Accidente ferroviario

EDITORIALASTREA
DE ALFREDOY RICARDODEPALMA
CIUDAD DE BUENOS AIRES
O EDITORIAL
ASTREA
DE ALFREDOY RICARDO
DEPALMA
SRL
Lavalle 1208 - (C1048AAF) Ciudad de Buenos Aires
www.astrea.corn.ar - info@astrea.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723


I M P R E S O E N L A A R G E N T I N A
A la memoria de m i s padres
Cuando EDITORIAL ASTREAme encomendó la redacción de
este libro, me surgió una gran duda, en razón de que debía
incluir modelos de escritos, lo cual me generaba el prejui-
cio de escribir un libro más simplista que los que había he-
cho hasta ahora.
Luego de meditarlo acepté el encargo, pues pensé que
los tantos años de práctica tribunalicia y mi inclinación na-
tural a investigar sobre accidentes de tránsito podrían serle
de utilidad a los lectores que debían enfrentar un litigio.
En principio corresponde tener en cuenta que la mate-
ria en cuestión ha generado incontables pronunciamientos
judiciales, a raíz de que nuestro país, lamentablemente, ha
mantenido siempre una alta tasa de esos eventos dañosos
en comparación con el resto de las comunidades del mun-
do, y ello se traduce, como es lógico, en una elevada canti-
dad de juicios, sobre todo si se computan, además de los
accidentes de automotores, los del transporte ferroviario y
los del benévolo.
A su vez, se ha ido elaborando una extensa doctrina ju-
dicial, con algunos principios receptados en reiteradísimos
fallos, que deben ser conocidos por los profesionales invo-
lucrados en este tipo de procesos.
En las notas que acompañan a cada uno de los mode-
los que se incluyen en esta publicación, he intentado sinte-
tizar las posturas jurisprudenciales básicas, para lo cual he
utilizado tres tipos de fuentes: los precedentes de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, los sumarios que selec-
cioné del archivo de la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil de la última década y los plenarios aplicables a la
materia en cuestión.
Pero en forma previa a estas citas, resumí las tendencias
que imperaron en la ex Cámara Nacional Especial Civil y
Comercial, que tuvo competencia exclusiva en la materia has-
ta su unificación con el fuero civil, a partir de la ley 23.637.
En estos casos, he obviado las citas de los fallos pertinen-
tes, para no tornar demasiado farragosa la lectura, pero
pueden ser ubicados en una obra anterior que me ha publi-
cado esta Editorial, denominada Accidentes de tránsito, en
sus versiones de un tomo (1983) y de dos (1989). Allí se
hallan también las sentencias que resuelven casos puntuales,
formando toda una casuística que para este volumen me
ha sido imposible incluir en su totalidad, brevitatis c a u s a
Respecto de los modelos, he elegido los casos que con
más frecuencia se presentan en los tribunales, encabezan-
do cada capítulo con la redacción de los escritos de de-
manda y responde de la manera más escueta que he podi-
do. El resto consiste sólo en las modificaciones relativas a
los presupuestos fácticos que los pueden originar y que se
indican en cada acápite.
Quien vaya a utilizar esta obra tendrá que realizar una
tarea de compaginación, según el supuesto que le.interese.
Convendrá que arme sus escritos incluyendo las circuns-
tancias específicas que estime pertinentes a fin de obtener
una mejor posición en el pleito, en función de los hechos
en los que se funda.
Esta participación activa que se requiere del lector o
usuario resultará imprescindible para que la tarea que he
llevado a cabo no cristalice en fórmulas rígidas, sino en
puntos de partida que permitan llegar a una más adecuada
administración de justicia. Si desde esta perspectiva con-
tribuyo aunque sea en un grado mínimo, experimentaré la
satisfacción que brinda la misión cumplida.
~ N D I C EGENERAL

Prólogo ....................................................................... IX

BENEFICIO DE LITIGAR S I N GASTOS

5 1. Solicitud. Incidencia sobre la tasa de justicia y


la suspensión del procedimiento ........................ 1
5 2. Audiencias de testigos ....................................... 15
5 3. Desistimiento de testigo ofrecido. Vista a la con-
traparte ............................................................. 16
5 4. Concesión o rechazo del beneficio ..................... 22

DAROS Mlh7fENALES EXCLUSIVAMENTE

-5 1. Choque en una intersección con semáforo .........


a) Iniciación de demanda .................................
31
31
b) Contestación de demanda. Reconvención .... 58
c) Contestación de reconvención. Citación en ga-
rantía ........................................................... 68
5 2. Encrucijada de avenida y arteria común sin se-
máforo .............................................................. 70
cj 3. Cruce regido por cartel "pare" ........................... 72
3 4. Encrucijada de arterias semejantes sin semáfo-
ro. Velocidad excesiva ...................................... 74
XII ÍNDICEGENERAL

s 3 5. Distinta entidad de los rodados ..................... 77


a) Iniciación de demanda . Cobro de daños .. 77
b) Contestación de demanda . Reconvención .. 79
c) Contestación de reconvención ................... 82
3 6. Automóvil y vehículo de policía. bomberos o
ambulancia .................................................... 82
7. Rodado estacionado y otro en movimiento ..... 86
a) Iniciación de demanda .............................. 86
b) Contestación de demanda ......................... 87

A) ~ U T O M O T O R E SQUE CIRCULAN
EN UN MISMO SENTIDO

3 8. Embestidor .................................................... 89
3 9. Giro incorrecto .............................................. 91
a) Iniciación de demanda ............................... 91
b) Contestación de demanda ......................... 93
3 10. Incorrecto reingreso a la circulación ............. 94
a) Iniciación de demanda .............................. 94
b) Contestación de demanda ......................... 96
3 11. Retroceso imprudente .................................... 97
a) Iniciación de demanda .............................. 97
b) Contestación de demanda .......................... 99
3 12. Movimientos sinuosos .................................... 100
a) Iniciación de demanda .............................. 100
b) Contestación de demanda .......................... ,101
3 13 . Adelantamiento antirreglamentario ................. 103
a) Iniciación de demanda .............................. 103
b) Contestación de demanda .......................... 105
fi 14. Choque múltiple ............................................ 106
a) Iniciación de demanda .............................. 106
b) Contestación de demanda . Citación de t.er-
cero .......................................................... 107
c) Contestación de citación de tercero .......... 109

B) AUTOMOTORES
QUE TRANSITAN
EN SENTIDO CONTRARIO

3 15. Giro a la izquierda inadecuado ...................... 110


ÍNDICE GENERAL XIII

1) 16. Existencia de un obstáculo ............................ 111


1) 17. Adelantamiento imprudente ........................... 112
1) 18. Circulación a contramano .............................. 113
a) Iniciación de demanda .............................. 113
b) Contestación de demanda ......................... 115

1) 19. Ingreso a una autopista ................................. 116


1) 20 . Automotor detenido en ruta ........................... 118
a) Iniciación de demanda por cobro de daños 118
b) Contestación de demanda ......................... 121
1) 2 1. Colisión frontal ........................................ 123
--.- 1) 22 . Embestida a una motocicleta ......................... 124
1) 23 . Accidente por ejecución de obra pública ........ 127

€j 24 . Vehículo estacionado ..................................... 129


1) 25 . Inmueble .dañado ........................................ 131

III
CAPÍTULO
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS

1) 1. Peatón con lesiones leves ............................... 135


1) 2. Peatón con lesiones graves ............................. 160
a) Iniciación de demanda .............................. 160
b) Contestación de demanda ......................... 172
1) 3. Peatón con lesiones gravísimas ...................... 177
a) Iniciación de demanda .............................. 177
b) Contestación de demanda ......................... 186

€j 4 . Jefe de familia ......................................... 188


a) Iniciación de demanda ..........................:... 188
b) Contestación de demanda ......................... 206
XIV ÍNDICE GENERAL

5. Ama de casa .................................................... 207


a) Iniciación de demanda ................................ 207
b) Contestación de demanda ........................... 212

6. De asistencia en la vejez .................................. 213


a) Iniciación de demanda ................................ 213
b) Contestación de demanda ........................... 223
€j7. De concebir ..................................................... 226
€j8 . De casarse ....................................................... 229
€j9 . Daños múltiples .............................................. 232

Carácter de la acción ......................................


Negativa sobre la existencia de seguro ............
Seguro suspendido por falta de pago ...............
Exclusión de cobertura por culpa grave del ase-
gurado .............................................................
Vehículo conducido por persona sin registro ha-
bilitante ...........................................................
Incompetencia .................................................
Prescripción ....................................................
Cosa juzgada ...................................................

CAPÍTULO
VbJ
TWNSPORTE DE PERSONAS

1. Contrato de transporte .................................... 257


2 . Transporte benévolo ........................................ 265
ÍNDICE GENERAL

5 3. Pasajero dafiado .............................................. 270


5 4 . Hechos de terceros .......................................... 276

5 5. Peatón embestido ........................................ 279


a) Iniciación de demanda ............................... 279
b) Contestación de demanda ........................... 285
5 6 . Colisión entre automotor y tren ...................... 286

Índice alfabético ........................................................ 293


BENEFICIO DE LITIGAR SI[N GASTOS

l . SOLICITUD.INCIDENCIA
SOBRE LA TASA DE JUSTICIA
Y LA SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO

Señor Juez:

OSCAR GONZÁLEZ, por derecho propio, domiciliado en ...,


no ..., piso ..., de la ciudad de ..., y constituyendo domicilio
legal, en avenida ..., no ..., piso ..., of. ..., juntamente con
mi letrado patrocinante, doctor ROBERTO RAMÍREZ, a VS se
presenta respetuosamente y dice:

1. OBJETO.A fin de demandar por cobro de daños y


perjuicios a ..., domiciliado en ..., de la ciudad de ..., y a la
empresa 9 de Julio SA, que explota el vehículo de transpor-
te colectivo no 124 de la línea 739, patente JJJ 111, y10 a
quien resulte propietario o responsable civilmente de dicho
automotor, solicito que se me conceda el beneficio de liti-
gar sin gastos.
a) Integración de la tasa cle justicia. La primera cuestión que
se vincula con el beneficio de litigar sin gastos es la de la inte-
gración de la tasa de justicia, por lo que dicho incidente debe ser
planteado junto con la iniciación de las actuaciones, o con ante-
rioridad a ellas, ya que la concesión de la dispensa no tiene ca-
rácter retroactivo.
El modelo se justifica, prima facie, respecto de la indemniza-
ción de lesiones graves, no en los accidentes en donde sólo se
2 PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

producen daños materiales. En este último caso, generalmente,


el bien dañado reconoce como poseedor a alguien que puede
afrontar seguramente los gastos del litigio. Una situación seme-
jante se presenta en los eventos dañosos en los que el reclamante
de la indemnización ha padecido lesiones leves, ya que la tribu-
tación del 3% que exige la ley de tasas judiciales 23.898 no va a
arrojar una cifra demasiado elevada.
En cambio, a poco que se examinen los parámetros -la ex-
tensión y la finalidad de la reparación pecuniaria de perjuicios
tales como una importante incapacidad sobreviniente o el falleci-
miento de un componente de la familia y su proyección en la
pérdida de ingresos en el futuro que, en general, es de muchos
años- se comprende que el monto reclamado puede ser alto en
proporción al nivel patrimonial de los damnificados. Se suma a
este factor la eventualidad de que, al instaurarse el litigio, la parte
actora haya debido correr con gastos (médicos, de farmacia, te-
rapéuticos o de sepelio), con lo cual, salvo en los casos excepcio-
nales de personas con bienes de fortuna no originados en el tra-
bajo, en todos los demás el beneficio de litigar sin gastos viene
de la mano de las peticiones reparatorias.
b) Modalidades de evaluación y t~zotztos. En los fallos de la
Cámara Nacional en lo Civil se detectan tres modalidades distin-
tas de evaluar la forma de cancelación y el monto de la tasa.
1 ) Mayoritariamente se ha optado por la liquidación de la
tasa aplicando el porcentaje correspondiente sobre la cifra a la que
se llega en la sentencia o en la transacción, independientemente
de lo reclamado en el inicio.
Cualquiera que fuese la eventual pluspetición en que se pu-
diere haber incurrido al demandar, y sin perjuicio de la acción
que pudiese promover el fisco contra quien corresponda, la tasa
de justicia que debe integrar la demandada a cuyo cargo se en-
cuentra la obligación de solventar el referido tributo cuando el
actor litiga con carta de pobreza es la que resulta del monto
efectivamente percibido y no el que se reclamó en el escrito de
inicio, pues, en caso contrario, se llegaría a una imposición con-
fiscatoria por el cual el deudor del impuesto se vería obligado a
pagar por ese concepto un monto que trasciende la extensión de
su obligación, temperamento que se muestra como manifiesta-
mente inequitativo, si la demanda prosperó por un porcentaje
sustancialmente inferior al solicitado ab initio (conf. CNCiv, Sala
A, 28/12/93 y citas; íd., íd., 14/3/94, "Trappollini, Héctor R. c/Em-
presa Microómnibus Ciudad de Buenos Aires s/sumarioJJ).
Si se acciona con beneficio de litigar sin gastos en casos en
que se llega a una transacción, para determinar el importe de la
tasa de justicia resulta adecuado partir del monto del acuerdo y
no del emergente de la demanda, en razón de que, cuando el gra-
vamen debe pagarse, la entidad de la pretensión va a estar dada
no estrictamente por lo reclamado sino por los montos reconoci-
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 3
dos en dicho instrumento (CNCiv, Sala B, 14/6/94, "Mitta, Atilio
J. y otro cIForte, Eleonora sldaños. y perjuicios").
No hay razón para que la parte demandada tenga que sopor-
tar el eventual exceso en el reclamo por parte de la accionante,
que pleiteó con beneficio de litigar sin gastos, ya que lo contra-
rio implicaría extender el concepto de costas a rubros no com-
prendidos en ellas. Es que, si las costas son erogaciones necesa-
rias para que el actor pueda obtener el reconocimiento de su
derecho, no pueden abarcar más que aquello que le fue reconocido
en la sentencia; por lo tanto, el gasto por tasa de justicia que
debe soportar el accionado, debe ser proporcional al progreso del
reclamo (CNCiv, Sala B, 28/2/97, "Sanseverino de ~ a c i Ó ~Erme-
o,
linda c/Expreso Lomas SA y otros sldaños y perjuicios").
Como el actor no abonó el impuesto de justicia al plantear la
demanda, pues obtuvo el beneficio de litigar sin gastos, corres-
ponde que la tasa de justicia sea abonada de acuerdo con el
monto resultante de la sentencia, por cuanto, en esas condicio-
nes, la suma expresada en la pretensión inicial no es más que
una mera afirmación subjetiva. Ello, a su vez, armoniza con la
necesidad de que las costas no superen el tope del 25% de la ci-
fra por la cual prosperó la acción, conforme a lo establecido por
el art. lo de la ley 24.432 (CNCiv, Sala DI 20/12/95, "Echeverría,
Ermelinda R. c/Gómez, Héctor A. sldaños y perjuicios").
Si la demanda prospera por una suma menor a la reclamada,
sólo forma parte del pago de las costas la tasa de justicia calcu-
lada en proporción al importe por el cual se admitieron las pre-
tensiones. Y si en la sentencia, la totalidad de las costas causí-
dicas fueron impuestas a la demandada, el accionante que actuó
con beneficio de litigar sin gastos, no está obligado a pagar nin-
guna suma por impuesto de justicia (CNCiv, Sala F, 22/4/97, "Mar-
tino, Gustavo clcarriquiry, Armando G. sldaños y perjuicios").
El monto imponible no puede exceder el de la condena, ya
que no hay razón para que el (demandado tenga que soportar el
eventual exceso en el reclamo por parte del actor, sin perjuicio de
las acciones que pudiere promover el fisco contra quien corres-
ponda. Lo contrario importaría extender el concepto de costas
a rubros no comprendidos en él. Estas últimas son las erogacio-
nes necesarias para que el actor pueda obtener el reconocimiento
de su derecho y, en tal sentido, no pueden abarcar más de lo que
fue reconocido (CNCiv, Sala L, 25/2/94, "Laskarin Graber, Hugo y
otros c/Torres, Marcelo s/sumario").
Si se abonó tasa de justicia por monto indeterminado con
la primera presentación, y en forma previa a la ampliación de la
demanda y determinación del monto del reclamo se inició el be-
neficio de litigar sin gastos, no resulta razonable exigir el pago
de la referida tasa por la etapa cumplida en el principal, con an-
terioridad a la promoción del beneficio (CNCiv, Sala M, 9/3/94,
"Alassia, A. c1Instituto Cardiovascular slbeneficio").
PRÁCTICA DE ACCIDENTES D E TRÁNSITO

2) Otro criterio se atiene estrictamente al qua~ztuvlzde lo pe-


ticionado en la demanda, sin perjuicio de lo que en definitiva
reciba el damnificado y de que su estimación se hubiera instau-
rado dejando a salvo lo que en más o en menos resulta de la
prueba.
De la interpretación armónica de los arts. 4", inc. a , 10 y 13
de la ley 23.898 surge, como denominador común, el hecho de que
la tasa de justicia tiene que ser actualizada al momento del in-
greso, el cual se cristaliza, si la actora ha actuado con beneficio
de litigar sin gastos, una vez que queda firme la sentencia de
condena, o, en su caso, la transacción. Es que, en esa etapa
procesal, es el acto jurisdiccional el que determina el valor o
monto actualizado de la pretensión reclamada, sobre el cual ha
de recaer el pago del porcentual establecido en el art. 2O de dicha
norma legal (CNCiv, Sala H, 12/7/96, "Paz, R. R. c/Pasteur, R.
s/sumariol').
El hecho de que el accionado debe abonar la tasa de justicia
que le compete sobre el monto de la sentencia o transacción, no
resulta óbice para que sobre el exceso que resulte con relación a
la petición inicial no se oble la tasa correspondiente por quien
peticionó sin razón en demasía con respecto a lo que luego resul-
tó del monto de la condena, a lo cual no obsta la ausencia de
condena en costas o la obtención del beneficio de litigar sin gas-
tos, pues ambas situaciones resultan expresamente contempladas
por la normativa aplicable al caso (arts. 77 y 84, Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación) (CNCiv, Sala K, 18/3/96, "Fernández de
Stainberg, Celia 0 . c/Dolinsek, Daniel L. s/sumario").
Aun cuando el demandado sólo deba abonar la tasa de justi-
cia en proporción al monto de la condena, si ésta resulta inferior
al monto reclamado, es la actora quien se encuentra obligada al
pago de la diferencia, pues su obligación estaba determinada
al inicio de las actuaciones, transfiriéndola al accionado sólo en
la medida del progreso de su pretensión. La circunstancia de
que el accionante haya obtenido el beneficio de litigar sin gastos
no impide que, una vez que ha tenido acceso a la justicia y ha
obtenido la satisfacción de sus pretensiones, abone la tasa de
justicia correspondiente a la diferencia entre el monto de su de-
manda y el de la condena (CNCiv, Sala L, 14/12/94, "Gaddi de
Clouet, Ernestina c/Leonforte, Oscar s/daños y perjuicios").
Si el monto de la condena resulta inferior al reclamado en la
demanda, el accionante -titular de un beneficio de litigar sin gas-
tos- que ha obtenido la satisfacción de sus pretensiones con in-
tervención del órgano jurisdiccional, debe ingresar el tributo
correspondiente a la diferencia, siempre hasta la concurrencia
máxima de la tercera parte de los valores que reciba, confoi-me
prescribe el art. 84 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación
(CNCiv, Sala L, 11/9/96, "Duque de Davenda, Clotilde c/Ríos, Ru-
bén y otro slpago de la tasa de justicia").
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 5
3) En una posición intermedia respecto de las anteriores se
ubican algunas sentencias interlocutorias, que adoptan el tempe-
ramento de acotar la cuantía del tributo a la cifra que arroje la
sentencia o la transacción, cuando exista una considerable dife-
rencia con las sumas reclamadas.
El hecho de haberse admitido la tramitación de un segundo
beneficio de litigar sin gastos, de ninguna manera importa deci-
dir sobre el pago de la tasa judicial, cuyo requerimiento no es in-
compatible con una actuación que ha perimido. La exención de
art. 83 del Código Proc. Civil y Com. de la Nación no alcanza a
la tasa de justicia devengada en el acto de iniciación de las ac-
tuaciones, con anterioridad a la promoción del beneficio de liti-
gar sin gastos (arg. art. 9O, ley 23.898) (CNCiv, Sala G, 28/2/94,
"Almendra, Roberto c/Poma, José slbeneficio de litigar sin gastos").
Respecto a la posibilidad de que se reclame la intimación de
pago de la tasa de justicia, se ha dicho que corresponde el pago
de impuestos y sellados de actuación devengados con anteriori-
dad a la petición del beneficio de litigar sin gastos, pues dicha
solicitud no comprende las actuaciones alcanzadas por la preclu-
sión. No obsta a dicha conclusión el hecho de que se iniciara
un pedido de concesión de beneficio de litigar sin gastos anterior
en el que se operó la caducidad de la instancia, pues esta cir-
cunstancia quita todo efecto a dichas actuaciones, incluso el de
suspender el pago de la tasa de justicia hasta tanto recaiga reso-
lución (CNCiv, Sala L, 3/12/93, "Vignau, Rubén c/Robles, Valentín
s/daños y perjuicios").
Ante tal diferencia de criterios, la Cámara Nacional Civil re-
solvió que "si el actor obtiene un beneficio de litigar sin gastos y
son impuestas las costas a la contraria, la tasa de justicia debe
pagarse de conformidad con el monto resultante en la sentencia o
transacción. No puede reclamarse al accionante el pago de la di-
ferencia existente entre tal cantidad y la peticionada en la deman-
da" (CNCiv, en pleno, 2/11/98, "Rosón Fontán, Carlos H. y otros
c/Gar.cía Méndez, Ramiro y otros slbeneficio de litigar sin gastos").
c) Intir?zación de pago. No corresponde intimar a la actora,
que se encuentra con un pedido de beneficio de litigar sin gastos
en trámite, para que abone la tasa de justicia, aun cuando dicho
beneficio haya sido promovido con posterioridad a la interposición
de la demanda, si concurre. la particular circunstancia de que el
pedido ya había sido presentado al tiempo de incoarse la deman-
da, pero perimió antes de que se resolviese sobre su procedencia.
Lo contrario podría conducir a que se obligue al pago de la tasa
judicial a quien luego, resolución positiva mediante, haya en de-
finitiva acreditado que no lo podía soportar. La admisión provi-
sional de la franquicia prevista en el art. 83 del Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación tiende precisamente a evitar esta situación
(CNCiv, Sala F, 7/4/94, "Santos, Emilio A. c/Ubatec S A s/cobro de
sumas de dinero").
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

Si el beneficio de litigar sin gastos fue iniciado apenas un


día después de iniciado el principal, y antes de suscripto su pri-
mer auto por el titular del órgano jurisdiccional, la intimación al
pago de la tasa de justicia aparece como un exceso de rigor fiscal
(CNCiv, Sala F, 17/5/94, "Meis, Verónica P. c/Stabile, Miguel A.
sldaños y perjuicios").
Aun cuando el beneficio de litigar sin gastos se haya articu-
lado con posterioridad a la iniciación de los autos principales, si
se consideró acreditada la carencia de recursos o la imposibilidad
de obtenerlos a fin de solventar los gastos causídicos, de confor-
midad con la doctrina que emerge del art. 78 y concs. del Cód.
Proc. Civil y Com. de la Nación, no procede la intimación al pago
de la tasa de justicia. Arribar a una solución distinta importaría
una contradicción de tal relevancia que afectaría todo principio
de lógica fáctica y jurídica (CNCiv, Sala H, 14/4/94, "García Díaz
c/Gutman C. s/beneficio").
Cuando la pretensión en el juicio principal recién se concre-
ta con el escrito de ampliación de demanda, presentado el día si-
guiente al de iniciación del beneficio de litigar sin gastos, cabe
concluir que éste tiene la virtualidad de exceptuar a aquélla de
todos los gastos que demande el proceso -incluída la tasa de jus-
ticia- en forma provisoria, hasta tanto recaiga una resolución de-
finitiva al respecto (CNCiv, Sala L, 28/4/95, "Soto, Justo c/Ferro-
carriles Argentinos sldaños y perjuicios").
Si bien la exención dispuesta por el art. 83 del Cód. Proc.
Civil y Com. de la Nación respecto del pago de impuesto y sellados
de actuaciones, hasta tanto recaiga resolución en la solicitud de
beneficio de litigar sin gastos, sólo resulta aplicable cuando esta
última se hubiera peticionado anteriormente o contemporánea-
mente a la promoción de ambos procesos, no puede interpretarse
en forma tan rigurosa como para entender que indefectiblemen-
te deben efectuarse el mismo día, bastando con que el beneficio
se encuentre promovido antes de trabarse la litis. Si con inde-
pendencia de las constancias de los cargos en los escritos inicia-
les de cada uno, el beneficio de litigar sin gastos se inició antes
que se diligenciaran las cédulas de traslado de la demanda, de-
ben tenerse por cumplida la contemporaneidad exigida por el art.
83 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (CNCiv, Sala L,
22/4/97, "Alegre, Aída c/Roh Dga Hwan y otros s/sumariol').
Si el beneficio de litigar sin gastos fue iniciado antes de que
existiera decisión firme que obligara a efectuar el pago de tasa
de justicia, por cuanto se omitió notificar aquella providencia
por cédula, como lo exige el art. 11 de la ley 23.898, no corres-
ponde su pago (CNCiv, Sala M, 30/5/95, "Gallardo c/Transp. San-
ta Fe sldaños y perjuicios").
La deducción del beneficio de litigar sin gastos acarrea la
franquicia provisional prevista en el art. 83 del Cód, Proc. Civil y
Com. de la Nación, hasta tanto se dicte sentencia admitiendo o
' BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 7
rechazando el planteo, sin que resulte razonable, en ese estado,
cursar intimaciones de pago de la tasa de justicia (CNCiv, Sala M,
9/4/97, "Torre c/Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires
sldaños y perjuicios").

11. HECHOS.La demanda obedece a la circunstancia


de que el día ... de ... de ..., hora ..., fui atropellado por el
rodado de la empresa demandada, que era conducido en la
emergencia por ALBINOG Ó M E Z . El hecho mencionado me
produjo ingentes perjuicios físicos, psíquicos y económicos
cuya compensación tramitará en el principal. .
a) Suspetzsión del procedit7ziento. El trámite destinado a la
obtención del beneficio de litigar sin gastos sólo suspende el pro-
cedimiento principal cuando se haya solicitado en el escrito de
demanda (art. 83, párr. 2", Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación),
por consiguiente, cuando la petición se formula con posteriori-
dad carece de efectos suspensivos con respecto al proceso princi-
pal, del cual constituye un incidente y no tiene virtualidad, en
consecuencia, para suspender o interrumpir los plazos de cadu-
cidad aplicables a este último (CNCiv, Sala K, 20/12/93, "Rolón,
Analía Mabel cIMusladino, Daniel s/sumario"; en igual sentido,
íd., Sala L, 25/3/96, "Bonatti, Graciela c/Policaro, Daniel slconsig-
nación de alquileres"; íd., Sala M, 1615191, "Rubinstein c/Aguilera
de Farber s/sumario") .
En otros casos, además de la contemporaneidad del inciden-
te y la demanda se agregó como recaudo la expresa petición.
Así se dijo que el art. 83 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación
sólo autoriza la suspensión de la causa principal cuando el inte-
resado lo pidiera en forma expresa. Por tanto, no basta que el
beneficio de litigar sin gastos sea deducido juntamente con la de-
manda o en forma simultánea mediante incidente, sino que es
necesario que el demandante solicite que se suspenda el juicio
principal hasta tanto medie decisión respecto al beneficio (CNCiv,
Sala B, 28/2/94, "Abregú, Pedro A. c/Cía. Gral. de Fósforos Suda-
mericana sldaños y perjuicios").
De lo anterior se ha concluido en que el trámite para obtener
el beneficio no suspende el procedimiento, si se inicia en forma
simultánea pero independiente del proceso principal (CNCiv,
Sala H, 14/12/93, "Buszmycz, Miguel A. c/Alecci, N. s/daños").
Desde un criterio de temporalidad se ha resuelto que el he-
cho de que el pedido de beneficio de litigar sin gastos se haga
por vía incidental, en forma contemporánea a la presentación de
la demanda, no impide la suspensión prevista en el párr. 2" del
art. 83 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación. En nada influ-
ye que se haga en el mismo escrito o en incidente por separado;
en uno u otro caso, si la presentación se efectúa contemporánea-
mente, el trámite debe ser suspendido. Un criterio distinto lle-
8 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

varía a dejar librado a la voluntad del actor la suspensión del


procedimiento, lo que no parece justificado (CNCiv, Sala E, 24/3/94,
"Pafundi, Osvaldo y otro c/Enrique, Miguel sldaños y perjuicios";
en el mismo sentido, íd., Sala G, 29/12/93, "Andina, Horacio B.
c/Muscari, Hugo A. sldaños y perjuicios").
b) Ilzterrzrpción de la prescripciólz. La jurisprudencia ha eva-
luado los efectos del beneficio de litigar sin gastos y sus vincula-
ciones con las demandas que se inician al sólo efecto de inte-
rrumpir la prescripción: la palabra "demanda" contenida en el
art. 3986 del Cód. Civil no tiene el sentido estricto con que se
emplea en derecho procesal, sino que comprende todas aquellas
manifestaciones judiciales que importen una manifestación de
voluntad del titular del derecho de mantenerlo vivo. Debe consi-
derarse al beneficio de litigar sin gastos como interruptivo de
la prescripción en los términos del art. 3986 del Cód. Civil, en la
medida en que es una manifestación de voluntad del titular de
mantener vivo su derecho y de hacerlo valer en contra de su pre-
sunto deudor (CNCiv, Sala DI 27/12/94, "De Castro, Zulema B.
c/Microómnibus Quilmes SACyF SA sldaños y perjuicios"; en igual
sentido, íd., Sala E, 6/12/93, "Jacobsen de López, Ana Elvira
c/Corso, Ana M. sldaños y perjuicios"; íd., íd., 18/5/94, "Soria de
Barreto, Sofía c/El Cóndor Empresa de Transp. y otro slsuma-
rio"; íd., Sala J, 26/3/91, "Balbuena de Carabelli, Florencia V.
c/Pizzinato, Juan C. y otro s/sumario").
Si la demanda fue interpuesta al sólo efecto de interrumpir
la prescripción y el beneficio de litigar sin gastos fue iniciado en
forma conjunta con la ampliación de aquélla, demostrados los
extremos de procedencia de esa franquicia; sus efectos se retro-
traen al momento de la primera presentación. Esta solución se
irnpone con mayor fuerza cuando quien solicita el beneficio de
litigar sin gastos lo hace en representación de su hija menor
de edad, para demandar por daños y perjuicios al otro progeni-
tor, que resultó previamente vencido en el juicio de reclamación
de filiación (CNCiv, Sala B, 5/9/95, "Dellasanta, Claudia A. c/Bia-
ti, Gustavo R. sldaños y perjuicios").
Si se interpuso la demanda al sólo efecto interruptivo de la
prescripción, i e n la 17zist7zafeclza de su ampliación y determina-
ción del monto del reclamo, se inició el beneficio de litigar sin
gastos, no resulta razonable exigir el pago de la tasa de justicia
con posterioridad a la promoción del mencionado beneficio (CNCiv,
Sala M, 22/5/95, "Rabal clspiridonov sibeneficio de litigar sin
gastos"). Pero, dado que la demanda iniciada al sólo efecto de
interrumpir la prescripción está sujeta al tributo de la tasa de jus-
ticia, el beneficio de litigar sin gastos iniciado con posterioridad
carece de efectos retroactivos (CNCiv, Sala DI 27/12/94, "Rumi,
Inés N. c/Coop. de Trabajo Transp. Autom. de Cuyo Ltda. slinte-
rrupción de prescripción").
La interrupción de la prescripción producida por la inicia-
ción del pedido de litigar sin gastos subsiste hasta notificarse la
BENEFICIO DE LITIGAR S I N GASTOS 9
sentencia que recae sobre el beneficio (CNCiv, Sala F, 14/2/95,
"Pescio, Lucía M. cIMunicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,
sldaños y perjuicios").
Cuando la demanda fue iniciada al sólo efecto de interrum-
pir la prescripción, pero contemporáneamente con la iniciación
del beneficio de litigar sin gastos se determinaron los rubros re-
clamados, quedó allí establecido el monto imponible generador
del débito fiscal. En tales condiciones, y al haberse presentado
en la misma fecha la solicitud del beneficio de litigar sin gastos,
el peticionante goza así del beneficio provisional previsto en el
art. 83 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (CNCiv, Sala 1,
25/2/97, "Diéguez, Eloísa c/Lavalle, Oscar s/interrupci-ón de pres-
cripción").
Si al iniciarse la demanda, a efectos de interrumpir la pres-
cripción, el interesado ya había requerido el otorgamiento del
beneficio de litigar sin gastos, en razón de carecer de recursos,
no parece adecuado que se prive de efectos retroactivos a la soli-
citud incoada con posterioridad. Ello importaría desconocer la
carencia de recursos que podría haber existido al momento de
iniciarse la demanda, incurriéndose en un excesivo formalismo,
contrario al interés que el instituto tiende a proteger (CNCiv,
Sala 1, 25/2/97, "Martínez de Oviedo, Stella c/Agüero, Angel slbe-
neficio de litigar sin gastos").
En concordancia con lo antedicho, la Cámara Nacional Civil
sentó la siguiente doctrina: "Respecto de la demanda deducida al
solo fin de interrumpir la prescripción liberatoria, el beneficio
de litigar sin gastos iniciado con anterioridad o contemporánea-
mente a su perfeccionamiento resulta efectivo" (CNCiv, en pleno,
8/10/98, "Arboyan, Varturar c/Transportes Patricios SRL y otros
slbeneficio de litigar sin gastos").

Mi situación económica me impide afrontar los gastos


del juicio, especialmente porque el accidente determinó
una serie de erogaciones que consumieron los pocos aho-
rros que tenía. Además de ello, las secuelas de incapaci-
dad, la pérdida de mi trabajo y la dificultad para conseguir
otro tornan angustiosa mi subsistencia y la de mi familia,
compuesta de esposa y dos hijos en edad escolar.
Si bien poseo un inmueble, que es el departamento de
tres ambientes tipo estándar en el que vivimos, ello no pue-
de ser obstáculo a la concesión del beneficio de litigar sin
gastos, dado que éste no se limita sólo a las personas ca-
r e n t e ~de todo bien patrimonial.
a) Fuente y cuantía de ingresos. Aquel que manifiesta no
poder afrontar los gastos de u n pleito debe explicitar clararxente
cuál es su situación económica, indicando cuáles son sus medios
PRÁCTICA DE ACCIDENTES D E TRÁNSITO

de subsistencia, la h e n t e y cuantía de sus ingresos, ya que tales


explicaciones resultan necesarias para valorar si el peticionante
carece de recursos que le permitan atender la tasa de justicia y,
eventualmente, afrontar las costas del juicio (conf. CNCiv, Sala
K, 28/2/94, "Gómez, Horacio R. c/Francisco Riset e Hijos SRL
slbeneficio de litigar sin gastos").
Para considerar la capacidad económica del solicitante de-
ben valorarse los eventuales gastos que el proceso podría irrogar
y, a tal fin, cobra relevancia el monto reclamado en la demanda,
con independencia del resultado del pleito (CNCiv, Sala A, 21/5/96,
"Santa Clara, Ana M. c/Politi, Rolando A. A. slbeneficio de litigar
sin gastos").
b) Requisitos de fondo. No es necesario que quien hace la
petición de un beneficio de litigar sin gastos se encuentre en es-
tado de indigencia, dado que el caudal económico debe apreciar-
se con criterio amplio y según el prudente arbitrio del juzgador,
como forma de garantizar la adecuada prestación del servicio de
justicia. El carácter de militar retirado y profesional en medici-
na del peticionario impide ponerlo en un pie de igualdad con
otros litigantes a quienes se les otorga la totalidad del beneficio
por encontrarse en situación más gravosa que la del requirente,
o por tener que enfrentar acciones que suponen gastos superio-
res a los del proceso para el que se pide el beneficio, por lo que
ante la falta de otras pruebas que debió aportar el demandado,
demostrativas de capacidad económica, el beneficio debe ser
otorgado en un 50% (CNCiv, Sala G, 21/2/89, "Bondino, Marcelo
c/Balbuena, Pedro C. slbeneficio de litigar sin gastos").
El hecho de ser los peticionantes propietarios del inmueble
que habitan y de un automotor no es óbice para acordarles el be-
neficio de litigar sin gastos si no pueden soportar las erogaciones
de un juicio con sus ingresos ordinarios. El beneficio debe con-
cederse a aquellos que por tales gastos verían notoriamente me-
noscabado su patrimonio (CNCiv, Sala K, 29/5/91, "Vergara, Her-
nán A. y otro c/Leguizamón, Raúl y otro s/daños y perjuicios");
especialmente si el litigio versa sobre el inmueble del peticionante
(íd., Sala H, 17/7/95, "G., S.M. c/J., A. stbeneficio de litigar sin
gastos").
c) Beneficios a las personas jurídicas. El beneficio se conci-
be en favor de quienes, por insuficiencia de recursos económicos,
podrían verse privados de acudir a los estrados judiciales en de-
fensa de sus derechos, exigiéndose al respecto no sólo la carencia
de medios, sino la imposibilidad de obtenerlos, mediante el ejer-
cicio de la propia actividad (CNCiv, Sala A, 4/6/92, "Aerotan SA
c/Asoc. de Coop. Argentina Ltda. de Seguros sibeneficio de litigar
sin gastos"; ver, también, CNCom, Sala E, 15/9/89, ED, 135-444).
Se ha reconocido a las sociedades anónimas el beneficio de
litigar sin gastos aunque su insuficiencia patrimonial no configu-
re una cesación de pagos, so pretexto de resguardar la igualdad
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 11
de las partes; esto ha sido criticado con razón, no sólo por la fra-
gilidad del argumento, que impo,rta en sí mismo introducir una
desigualdad, sino que se convierte en un daño para quien se ha
visto constreñido a litigar contra el beneficiario y, no obstante
obtener un reconocimiento de su derecho y la sinrazón de su
contraria, está sujeto a soportar los desembolsos motivados por
la actuación judicial, sufriendo un desmedro patrimonial a causa
del pleito en el que fue ganancioso (CNCiv, Sala A, 4/6/92, "Aero-
tan SA c/Asoc. de Coop. Argentina Ltda. de Seguros slbeneficio
de litigar sin gastos").
El beneficio de litigar sin gastos persigue amparar a quien
no dispone de recursos para solventarlos, pero no a quien carece
de "liquidez", pues éste es un problema financiero que encuentra
remedio por caminos ajenos a la tutela de la defensa en juicio
(CNCiv, Sala A, 4/6/92, "Aerotan SA c/Asoc. de Coop. Argentina
Ltda. de Seguros slbeneficio de litigar sin gastos"; CNCom, Sala
C, 29/2/88, inédito).
No procede al beneficio de litigar sin gastos cuando quien lo
solicita es una sociedad cuyo desempeño comercial es la fabrica-
ción de tanques para agt~osevvice,estaciones de servicio e instalacio-
nes portuarias, tanques para puertos o cargas de buques, lo cual
lo coloca en una situación peculiar. Su actividad lleva a una
cosa concreta: presumir que posee una infraestructura básica y
giro comercial que se distingue del común denominador de los
litigantes (CNCiv, Sala A, 4/6/92, "Aerotan SA c/Asoc. de Coop.
Argentina Ltda. de Seguros slbeneficio de litigar sin gastos").
En el beneficio de litigar sin gastos, la ponderación de las
circunstancias para su otorgamiento requiere una amplitud de
criterio congruente con las motivaciones de justicia que inspira
el instituto, so riesgo de incurrir -por vía de hermenéutica for-
malista- en el desconocimiento de los propósitos perseguidos por
el legislador. Y cuando se trata de acciones derivadas de un he-
cho ilícito, el criterio de valoración debe ser aún más amplio,
pues cabe tender a facilitar el restablecimiento de una inespera-
da alteración patrimonial (CNCiv, Sala B, 29/5/95, "Ibáñez, Héc-
tor 0. c/Sanchis, Guillermo slbeneficio de litigar sin gastos"; en
igual sentido, íd., Sala 1, 2 1112/93, "Prelik c/Maidana slbeneficio
de litigar sin gastos").
La calidad de entidad sin fines de lucro que pueda revestir
una asociación y la exención impositiva de que pudo gozar no
impide efectuar la indagación de su capacidad económica para
afrontar eventuales erogaciones judiciales (CNCiv, Sala 1, 28/7/94,
"Círculo Yoga Swami Pravananda y otros cIAlcántara, Silvia y
otros slbeneficio de litigar sin gastos").
El objeto de la actividad probatoria desarrollada en el inci-
dente del beneficio de litigar sin gastos consiste en arrimar ele-
mentos que permitan al juzgador formar convicción acerca de la
posibilidad del peticionante de obtener o no recursos (art. 79,
12 PRÁCTICA D E ACCIDENTES DE TRÁNSITO

inc. 2", Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación). La apreciación


judicial debe efectuarse también sobre la base de la importancia
económica del pleito con respecto al cual se solicita la concesión
del beneficio (CNCiv, Sala L, 4/10/93, "González Arandia, Eduar-
do y otros c/Macio, José slbeneficio de litigar sin gastos").
d) Representantes de nzenores. Así, si los padres de un me-
nor, en su carácter de representantes legales de éste, solicitan el
beneficio, las condiciones para acceder al beneficio de litigar sin
gastos no deben probarse en cabeza de los progenitores, sino que
basta con acreditar la carencia de recursos del menor para afron-
tar los gastos del proceso (CNCiv, Sala DI 15111/95, "Lanzillotta,
Humberto J. y otros c/Escuela del Sol y otro slbeneficio de liti-
gar sin gastos").
Resulta alejado de la realidad entender que la actora se ha-
llaba en condiciones de afrontar el pago del tributo en razón de
que el pedido se formuló con posterioridad a la interposición
de la demanda. Ese criterio, importaría, en definitiva, requerir el
pago de la tasa de justicia a quien, en el supuesto de que se con-
cediera el beneficio, no puede afrontar el gasto a raíz de la falta de
recursos o de la imposibilidad de obtenerlos. La admisión pro-
visional de la petición prevista por el art. 83 del Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación tiende, precisamente, a evitar esta situa-
ción (CNCiv, Sala H, 26/12/95, "Natale, C. c/Tolosa, J. C. s/dafios").
El hecho de que quien peticiona el beneficio sea una estu-
diante universitaria cuya carrera es solventada por su padre, no
puede colocarla en una situación peor que la que padecen quie-
nes carecen absolutamente de recursos. Los ingresos de los pro-
genitores, para el caso, no obstan a la total concesión del benefi-
cio, siendo que no son aquéllos los que deben hacerse cargo de
los gastos derivados de la promoción de un pleito en el que no
han comparecido en carácter de parte (CNCiv, Sala H, 9/5/96,
"Baldi, C. c/Transp. Villa Adelina slbeneficio de litigar sin gastos").
e) Poder adquisitivo. La tenencia de un rodado por parte de
quien peticiona un beneficio de litigar sin gastos, no obstante su
escaso valor econsmico, importa la disponibilidad de fondos
para su manutención, así como también acreditan disponibilidad
la realización de un viaje al exterior y la existencia de una cober-
tura médica privada. Tales elementos ponen de manifiesto un
cierto poder adq~iisitivo,superior a la media normal de un asala-
riado (CNCiv, Sala K, 14111/96, "Váldez, César y otros c/Munici-
palidad de la Ciudad de Buenos Aires y otros slbeneficio de liti-
gar sin gastos").
Resulta relevante al tiempo de valorar la capacidad patrimo-
nial del actor, la condición de portador de sida, situación que,
sin duda, implica la realización de gastos médicos y farmacológi-
cos según la evolución de su enfermedad (CNCiv, Sala E, 13/5/97,
"Duarte, Ernesto B. c/Curt May e Hijo SRL y otro sibeneficio de
litigar sin gastos").
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 13
No cabe asimilar las posibilidades económicas de un menor
de edad a las que su representante necesario, en tanto es el re-
presentado el responsable económico de las obligaciones que el
ejercicio de sus derechos le impone. Por lo tanto, el que se trate
de un menor adulto, que vive en la casa familiar de sus progeni-
tores y no trabaja, lo hace acreedor de la franquicia solicitada
(CNCiv, Sala K, 14111/96, "Váldez, César y otros cIMunicipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires y otros slbeneficio de litigar sin
gastos").
Que el demandante sea o no propietario de un inmueble, no
resulta decisivo para determinar una situación patrimonial que
defina la posibilidad de obtener el beneficio de litigaf- sin gastos.
La institución no contempla exclusivamente a quien es indigente
o pobre de solemnidad, pues también abarca a todo aquel que
demuestre no estar en condiciones de sostener los gastos del pro-
ceso sin comprometer los gastos de su propia subsistencia, habi-
da cuenta la entidad del monto reclamado con relación a sus in-
gresos mensuales (CNCiv, Sala K, 7/4/97, "Kusziner, Silvia G. c/
Invel SA slbeneficio de litigar sin gastos").
La procedencia del beneficio de litigar sin gastos debe juz-
garse en relación directa con la importancia de la demanda en la
que intervendrá el peticionario, pues está destinado a asegurar
la defensa en juicio, que se vería frustrada si no se contara con
los medios necesarios para afrontar los gastos que comporta. De
allí que el legislador haya delegado en el prudente arbitrio judi-
cial la apreciación de la prueba, pudiendo el juez acordar el be-
neficio total o parcialmente o, en su caso, denegarlo, según la
cuantía de los ingresos, si los hay, y en función de la importan-
cia económica del juicio (CNCiv, Sala K, 28/4/97, "Larese de Rat-
to, Diana F. c/Krompewsky, Juan slbeneficio de litigar sin gastos").

111. PRUEBA. Ofrezco como prueba de lo antes expues-


to el testimonio de las siguientes personas:
a ) ENRIQUE LABORDE, médico, domiciliado en ..., no ..., de
la ciudad de ...
b) ALICIAGÓMEZ,empleada, domiciliada en avenida ...,
no ..., piso ..., dep. ..., de la ciudad de ...
c ) SILVINA GALPIÉRREZ, docente, domiciliada en ..., no ...,
en la ciudad de ...
Los testigos indicados responderán a tenor del siguien-
te interrogatorio:
1) Por las generales de la ley.
Para que diga el testigo como sabe y le consta ...
2) Que el Señor OSCAR GONZÁLEZ sufrió un accidente de
tránsito a fines de ...
14 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

3) Cuál es la situación económica del señor GONZALEZ.


4) Si posee propiedades, rentas u otros bienes mate-
riales.
5) Si vive en forma austera u opulenta, con la mención
de los indicios pertinentes.
6) Qué tipos de trabajo realizaba el señor GONZÁLEZ.
7) Cómo se compone su familia y dónde viven.
8) De público y notorio.
a) Prueba testinzonial. Diversos fallos permiten sopesar los
criterios de evaluación de la prueba testimonial en este tipo de
procedimientos: la relación cercana que vincula a los testigos con
el peticionario del beneficio de litigar sin gastos impone un ma-
yor rigor en el examen de sus respuestas, a la vez que un espe-
cial cotejo entre sus conclusiones y las que surjan de las demás
pruebas incorporadas a la causa (CNCiv, Sala H, 17/7/95, "G. S. M.
c/J. A. slbeneficio de litigar sin gastos"; íd., Sala M, 13/12/93,
"Schamis slbeneficio de litigar sin gastos").
b) Falsedad del testinzonio. La aceptación de lo declarado
por los testigos en el beneficio de litigar sin gastos, tiene que ser
menos rigurosa que su examen para desecharla. Esto ocurre por-
que, en definitiva, el juez está apoyado en la construcción jurídi-
ca de que aquéllos no pueden mentir, tanto por existir una puni-
ción legal sobre falso testimonio (art. 275, Cód. Penal, y art. 449,
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación), la que les es comunicada
al declarar y al jurar decir verdad (art. 440, Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación), cuanto porque ante el método de interroga-
ción judicial libre y de oficio por el juez (art. 442, Cód. citado)
es posible indagar la mendacidad en que pudiera incurrir el tes-
tigo o su falta de comprensión de los hechos (CNCiv, Sala C,
15/3/94, "De los Santos, José L. c/Marco, Luis A. sibeneficio de li-
tigar sin gastos").
c) Adnzisibilidad. Si bien la prueba testifical puede resultar
suficiente en algunos supuestos para acreditar los extremos que
autorizan la procedencia de la franquicia legal impetrada, cuan-
do ésta se limita a reiterar los dichos del pretensor, sin aportar
elementos de mayor convicción acerca de la alegada imposibili-
dad total de solventar los gastos que demande el pleito principal,
respecto de cuyos alcances ni siquiera fueron interrogados, no
cabe sino admitirla con prudencia y razonabilidad, puesto que
de lo contrario se vulneraría el principio de igualdad entre las
partes (CNCiv, Sala B, 17/2/97, "Degano, Carlos E. c/Fonticelli,
Alfredo slbeneficio de litigar sin gastos").

IV. DERECHO.Fundo mi derecho en lo dispuesto en los


arts. 78 a 86 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación.
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 15
V. PETITORIO.Por to'do lo expuesto, a VS solicito que:
a ) Me tenga por presentado,.parte y constituido el do-
micilio legal.
b) Se provea la prueba ofrecida.
c) Se me conceda el beneficio provisional de litigar sin
gastos (art. 83; Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación).
d) Oportunamente, se me otorgue el beneficio de liti-
gar sin gastos.

Proveer de conformidad, será justicia.

DR. ROBERTO
RAMÍREZ
CPA, to ..., fo ...

En la ciudad de ..., a la audiencia del día ... de ... de ...,


siendo la hora ..., comparece en Secretaría el actor junta-
mente con su letrado patrocinante, ambos con domicilio
constituído en autos. Seguidamente, se procede a tomar
declaración a uno de los testigos propuestos en el incidente
sobre beneficio de litigar sin gastos promovido por el ac-
cionante, quien dijo ser y llamarse ENRIQUE LABORDE, casado,
médico, domiciliado en la calle ..., no ..., de la ciudad de ...,
quien justifica su identidad con DNI no ... Previo juramen-
to de ley e interrogado a tenor del interrogatorio de fs. ...
A LA PRIMERA: que conoce al actor, dado que tienen amigos
comunes, y se han tratado en algunas ocasiones, desde a
hace diez años; que no conoce al demandado, ni le com- -
prenden las demás generales de la ley que le fueron expli-
cadas. A LA SEGUNDA: que oyó decir que el actor fue víctima
de un accidente de tránsito en la fecha aproximada que in-
dica la pregunta. A LA TERCERA: que considera que el de-
mandante pertenece a una clase media de no muchos re-
cursos. A LA CUARTA: que nunca oyó nada sobre ese punto,
pero siempre supo que el actor vivía de su trabajo y un
tanto ajustadamente. A LA QUINTA: de una manera interme-
dia más cercana a la austeridad. A LA SEXTA: que cree que
vivía de.. . A LA SÉPTIMA: que su familia se compone de ... y
16 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

que viven en el domicilio denunciado en autos como real.


Con lo que terminó el acto firmando los comparecientes
por ante mi, que doy fe, previa lectura.
En este estado comparece en Secretaría la segunda de
los testigos propuestos por el actor, quien dijo ser y llamar-
se ALICIAGÓMEZ, soltera, mayor de edad, empleada, domici-
liada en avenida ..., no ..., piso ..., dep. ..., de la ciudad de ...,
quien justifica identidad con DNI no ... Contestará a tenor
del interrogatorio obrante a fs. ... A LA PRIMERA: que conoce
al accionante pues su hermana, a la que visita con frecuen-
cia, es amiga y vecina de él, que no conoce al accionado, y
que no le comprenden las generales de la ley que le fueron
explicadas. A LA SEGUNDA: que eso le dijeron varias perso-
nas aproximadamente en la fecha que se consigna en el
cuestionario. A LA TERCERA: que debe ser más o menos como
la de su hermana, de no muy elevado poder adquisitivo. A
LA CUARTA: que muchas veces hablaron con su hermana del
actor, pero nunca le dijo que tuviera bienes de fortuna sino
que vivía de los ingresos que producía. A LA QUINTA: de una
manera aceptable, tirando a austera. A LA SEXTA: que sabe
que trabajaba en ... A LA ~ É P T I M A :que la familia del señor
GONZÁLEZ se compone de ... Con lo que terminó el acto,
firmando los comparecientes por ante mí, que doy fe, previa
lectura.

Señor Juez:

OSCAR
GONZÁLEZ,
por derecho propio, ...
1. OBJETO.Que viene a desistir de la testigo pendiente
por entender que están reunidos los extremos legales para
la concesión del beneficio de litigar sin gastos.
a) Sul7zariedad del t~ánzite. El art. 80 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación pone de resalto la sumariedad del trámite del
beneficio, sin perjuicio de respetar el contradictorio, al exigir la
citación del litigante contrario para que pueda fiscalizar la prue-
BENE~FICIODE LITIGAR SIN GASTOS 17
ba que se produzca. La facultad que la ley concede a la parte
contraria para intervenir en el procedimiento obedece al induda-
ble interés que le asiste en el resultado de la petición; dicha par-
te queda colocada en una situación de desventaja procesal con
respecto al beneficiario, al quedar éste exento del pago de las
costas que se le pudieran imponer (art. 84, Cód. citado). Esta
intervención no debe considerarse limitada al mero control de la
prueba producida por el peticionario, sino que comprende ade-
más la facultad de producir pruebas tendientes a desvirtuar la
producida por aquél, siempre que ello resulte compatible con
la sumariedad del procedimiento. Es preferible pronunciarse
por la amplitud de las probanzas, sin perjuicio de -que quede
sujeta al arbitrio judicial la necesidad de producción de las ofre-
cidas. Esto es así porque dichos medios probatorios posibilita-
rán desvirtuar los hechos invocados por el solicitante del benefi-
cio por quien mejor los conoce (CNCiv, Sala E, 29/12/94, "Inzúa,
Hugo 0. c/Mosaicos Assali SA slbeneficio de litigar sin gastos";
íd., Sala G, 27/2/89, "Melicovsky, Elsa F. c/Defilippi, Jorge s/be-
neficio de litigar sin gastos").
b) Caducidad del beneficio. La posibilidad de dejar sin efec-
to el beneficio de litigar sin gastos, a requerimiento de parte in-
teresada, exige la demostración de que la persona a cuyo favor se
dictó no tiene ya derecho a aquél (doctr. art. 82, Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación). Por consiguiente, la parte contraria a la
que obtuvo el beneficio deberá acreditar que han desaparecido o
se han modificado las circunstancias fácticas tenidas en cuenta
al concederse el mismo (CNCiv, Sala D, 18/9/89, "La Caria, José
c/Savastino, Pablo s/s~umario").
c) Prueba. El o n u s probarzdi en torno a la acreditación de
la falta de recursos suficientes para enfrentar la onerosidad del
proceso corresponde al solicitante, recayendo a su vez en la con-
traparte la carga de ofrecer la prueba en contrario que abone la
ineficacia argumenta1 de aquél (CNCiv, Sala M, 11/3/91, "Bares
Peralta de c/Proyco Construcciones slbeneficio de litigar sin gas-
tos").
d) Sustanciacióíz. El procedimiento establecido para obtener
el beneficio de litigar sin gastos tiene carácter bilateral y contra-
dictorio. Se trata, por lo demás, de un incidente autónomo (o
nominado). La intervención de la parte contraria no está limita-
da a cuestionar su procedencia cuando falta alguno de los requi-
sitos que prevé el art. 79, inc. lo, del ordenamiento procesal, y a
controlar la prueba ofrecida, sino que puede aportar elementos
de juicio para contrarrestar los ofrecidos por el peticionario,
sin desnaturalizar el carácter sumario del trámite (CNCiv, Sala H,
23/5/96, "Bagalio J. c/Padilla J. slbeneficio de litigar sin gastos").
El incidente de beneficio de litigar sin gastos ha sido objeto
de una específica regulación normativa en cuanto al modo en
que debe sustanciarse. La reglamentación autónoma a la que se
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

encuentra sometido obedece tanto a las peculiaridades que ofre-


ce como a la mayor frecuencia con que se suscita en la práctica
judicial. Tales características determinan su inclusión en la cla-
sificación de los incidentes en nominados o autónomos, no sien-
do éstos a los que se refiere el art. 318, párr. último, del Cód.
Proc. Civil y Com. de la Nación, en la medida en que la caduci-
dad de instancia del principal provoca la del incidente sólo si
éste es accesorio (CNCiv, Sala M, 6/9/91, "Castillo, Ramón c/Ve-
hículo patrullero PC 1286782, Comisaría 2" slbeneficio de litigar
sin gastos").
e) Vía incidelztal. No puede considerarse incidente en los
términos del art. 175 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, al
beneficio de litigar sin gastos, pues se trata de un juicio inciden-
tal, o sea un proceso completo que tramita por sus propias nor-
mas pero que es incidental en el sentido de la relación que tiene
con el principal. Al juicio incidental no se le aplican las reglas
propias de los incidentes. Por ello, la caducidad a que se refiere
el art. 318 del ordenamiento procesal no comprende al beneficio
de litigar sin gastos (CNCiv, Sala L, 17/10/91, "King, Débora
cIMunicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires slbeneficio de liti-
gar sin gastos").
El beneficio de litigar sin gastos es un juicio de naturaleza
incidental, aunque de dudosa filiación entre el contradictorio y
el voluntario. No hay contradicción a la petición, sino sólo con-
trol de la prueba (art. 78 y SS.,Cód. Proc. Civil y Com. de la Na-
ción), y puede haber caducidad de la instancia si el interesado
no urge su impulso (CNCiv, Sala A, 11/6/92, "Budur, Pedro c/
Treinta y dos SA slbeneficio de litigar sin gastos").
Se ha clasificado al beneficio de litigar sin gastos como un
incidente "autónomo o nominado", categoría que tiene una regu-
lación específica sin perjuicio de lo cual el codificador ha previs-
to que le sean aplicadas, con carácter supletorio, las normas es-
tablecidas para los incidentes genéricos o innominados, lo que
lleva a considerar como plazo para tener por operada la caduci-
dad de la instancia el de tres meses contemplado en el art. 310,
inc. 2") del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (CNCiv, Sala F,
28/10/94, "Montanaro, Pedro M. c/Femesa slbeneficio de litigar
sin gastos1').
f ) Intervención del lnilzisterio fiscal. Si bien la ley 1893, en
su art. 119, inc. 8", establece la intervención del ministerio fiscal
en las declaratorias de pobreza, existe beneficio de litigar sin
gastos, a partir del dictado de la ley 17.516 (art. 3", párr. 2")) di-
cho inciso, al igual que el primero perdieron vigencia, pues los
intereses patrimoniales del fisco que le corresponde tutelar en
estas causas se encuentran debidamente protegidos con la parti-
cipación de sus representantes (CNCiv, Sala E, 911 1/92,"Pantoja
de Ruiz Díaz, Carmen B. c/Simonelli, Gabriel M. slbeneficio de
litigar sin gastos").
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 19
g) Caducidad de la instancia. Para interrumpir los plazos
de caducidad de la instancia es preciso efectuar actos que, cum-
plidos por las partes, el órgano judicial o sus auxiliares, sean
particularmente aptos para hacer avanzar el proceso de una a
otra de las etapas que lo integran. Esa cualidad no la posee el
trámite seguido por vía incidental para la obtención del benefi-
cio de litigar sin gastos, por tratarse de una actividad desplegada
en exclusivo interés de una de las partes, y que no afecta el trá-
mite de la causa y, en consecuencia, carece de idoneidad para in-
terrumpir el curso de la caducidad (CNCiv, Sala A, 9/3/89, "Cha-
ves, Marta E. y otro c/Halfon, Samuel s/sucesión. Petición de
herencia"; íd., íd., 7/12/89, LL, 1990-B-463; íd., Sala K.:. 29/12/94,
"Llocra, Abraham R. cIFernández, Antonio A. s/sumario").
No enerva la prosecución del beneficio de litigar sin gastos
la circunstancia de haber caducado el proceso principal, en ra-
zón de haber concluido éste de un modo anormal que puede
traer aparejada al peticionario la responsabilidad de las costas
(CNCiv, Sala A, 1/7/96, "Fredes, Ramón A. c/Cardoni, Adrián D.
slbeneficio de litigar sin gastos").
El trámite para a obtener el beneficio de litigar sin gastos,
contemplado en el art. 78 y SS. del Código ritual, es un procedi-
miento contencioso expuesto a los términos de caducidad que
prevé el mismo Código, y su abandono por parte del peticionario
de la exención puede hacerlo perimir, siendo aplicable al respec-
to el plazo establecido por el art. 310, inc. 2") del ordenamiento
procesal (CNCiv, Sala B, 15/10/93, "Di Tolla, José clstrada Brenta,
José E. slbeneficio de litigar sin gastos").
Si bien durante la tramitación del beneficio de litigar sin
gastos, el accionante se encuentra exento del pago del impuesto
de justicia, declarada la caducidad de la instancia en dichas ac-
tuaciones y firme el decreto de perención, deja de operar la fran-
quicia provisional, cobrando plena virtualidad a partir de entonces
la normativa contenida en el art. 9O, párr. lo, de la ley de tasas
judiciales, que pone en cabeza del actor la obligación de abonar
la tasa, sin perjuicio de lo que finalmente se decida en materia
de costas (CNCiv, Sala B, 2/5/95, "Cánepa, Amílcar c/Deharbe,
Jorge A. s/pago de tasa de justicia").
Hasta tanto recaiga resolución en el beneficio de litigar sin
gastos, tanto el peticionante como la contraria gozan provisional-
mente de la franquicia. Por lo tanto, frente a la desidia o lenti-
tud en el trámite, el juzgador puede adoptar las decisiones que
correspondan, sea de oficio o a petición de parte, entre las
que no cabe excluir la perención de instancia. Ello es así, porque
cuando el beneficio en cuestión tramita por separado del principal
constituye un incidente susceptible de caducidad (CNCiv, Sala F,
6/9/95, "Méndez, Francisco J. c/Estado nacional, Dirección de Fa-
bricaciones Militares y otro slbeneficio de litigar sin gastos").
La circunstancia de que en el proceso principal haya habido
un gran despliegue de actividad, de ningún modo impide que,
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

transcurrido el plazo señalado en el art. 3 10, inc. 2", del Cód.


Proc. Civil y Com. de la Nación, se declare perimida la instancia
en el beneficio de litigar sin gastos. Es que lo actuado en el
principal no surte efecto impulsor en el beneficio, puesto que éste
constituye un incidente, contradictorio y autónomo, al que le son
aplicables las normas generales de la legislación de forma (CNCiv,
Sala H, 15/9/95, "Mahalla, J. c/Muñoz, M. S/ beneficio de litigar
sin gastos").
Por aplicación de lo dispuesto en el art. 313, inc. 3") del Cód.
Proc. Civil y Corn. de la Nación, en el trámite atinente al benefi-
cio de litigar sin gastos, una vez consentido el traslado previsto
por el art. 81 no corresponde decretar la caducidad de la instan-
cia, pues le incumbe al juzgador la carga de hacer avanzar el
proceso, dictando resolución sin más trámite (CNCiv, Sala 1,
28/9/95, "Bonavia, Patricia c/Emp. Transp. Automotor Parque SA
slbeneficio de litigar sin gastos").
El art. 310, inc. 2" i~zfilze, del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación establece que la caducidad de la instancia se producirá,
para los incidentes, en el término de tres meses, siempre que en
dicho lapso no se instare su curso. De tal categoría, por sus
particularidades y caracteres procesales, no puede excluirse al
beneficio de litigar sin gastos. El beneficio de litigar sin gastos
es una de las cuestiones cuya específica regulación normativa en
el modo de sustanciación, determina su inclusión en la clase de
incidentes denominados "autónomos" (CNCiv, Sala M, 24/5/93,
"Sacchi de Matos c/Hospital San Juan de Dios slbeneficio de liti-
gar sin gastos").
h) Recurso de apelación. Dado el carácter sumario del bene-
ficio de litigar sin gastos no son susceptibles de recurso de apela-
ción más resoluciones que las apelables conforme al art. 496 del
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (CNCiv, Sala C, 14/12/93,
"Luri de Rabufetti, María M. clsanatorio Quintana slbeneficio de
litigar sin gastos").
i) Honorarios. En cuanto a su trámite, el beneficio de liti-
gar sin gastos es Lin incidente autónomo. Pero, a los efectos de
la regulación de honorarios, debe considerarse que no posee una
cuantía propia que pueda independizar10 del principal (CNCiv,
Sala K, 9/6/95, "Cimino, María A. c/Mandraccio, Jorge A. slbene-
ficio de litigar sin gastos").
De conformidad con los lineamientos generales establecidos
por el art. 377 del ritual, corresponde al acreedor por honorarios
probar que el beneficiario del art. 84 del Cód. Proc. Civil y Com.
de la Nación mejoró de fortuna (CNCiv, Sala K, 21/10/91, "Fryc,
Elena B. c/Hack de Correa Luque, María s/sumario").
j) Petición de arraigo. La sola iniciación del trámite del be-
neficio de litigar sin gastos hace improcedente la petición de
arraigo. Lo contrario equivaldría a negar la jurisdicción a una
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 21
persona por el sólo hecho de no domiciliarse en el país ni tener
bienes en él, exigiéndole una gara,ntía que no procede ni aún en
el supuesto de una persona domiciliada en el país y que acciona
con aquel beneficio (CNCiv, Sala L, 2 1/12/95, "Portillo Rivis, Alci-
bíades c/Allas, Fernando sldaños y perjuicios").
k) Prueba. El art. 80 dispone la citación al contrario de
quien inicia el beneficio de litigar sin gastos, al ordenar las dili-
gencias necesarias para que se produzca la prueba ofrecida, lo
cual no implica que cada diligencia o audiencia debe serle anoti-
ciada por cédula, por cuanto no existe norma alguna que así lo
indique (CNCiv, Sala K, 18/9/96, "Segurotti, Andrea, c/Cervera,
Bernardo N. slbeneficio de litigar sin gastos").
Se puede operar la caducidad en el beneficio de litigar sin
gastos, por tratarse de un proceso contencioso en el cual la con-
traparte no sólo puede fiscalizar la prueba, sino también oponer-
se a la concesión por incumplimiento de los requisitos legales
(CNCiv, Sala H, 9/4/97, "Pérez, G. c/Lelso, H. slbeneficio de litigar
sin gastos").
Teniendo en cuenta el objetivo y la finalidad del beneficio de
litigar sin gastos, resulta prematura la resolución judicial que lo
rechaza in Zil.?zine,prescindiendo de su apertura a prueba (CNCiv,
Sala H, 9/4/97, "Heredia, Augusto H. c/Vergara, Claudio A. s/be-
neficio de litigar sin gastos"); ello, sin perjuicio de la valoración
de los elementos corroborantes que se arrimen al tiempo de dic-
tar la correspondiente sentencia (CNCiv, Sala 1, 17/6/97, "Sán-
chez, Manuel 1. c/Hei-nández, Laura E. slbeneficio de litigar sin
gastos").
1) Medidas precautorias. Se ha contemplado, asimismo, la
posibilidad de dictar medidas precautorias a solicitud de quien
promueva el beneficio de litigar sin gastos. Están eximidos de
la contracautela quienes gozan de tal beneficio. Así, aun cuan-
do el beneficio se encuentre en trámite, si no surgen presunciones
que inclinen a pensar que la petición será denegada, el relevo de
la contracautela debe otorgarse transitoriamente, antes de que se
resuelva sobre la procedencia de aquél (CNCiv, Sala 1, 3/6/92,
"Llano de Martínez c/Martínez slnulidad de convenio"; íd., Sala
B, 5/9/96, "Estévez, Carlos M. c/Sylvester, Ricardo slmedidas pre-
cautoriasl').
Para que opere la exención de la contracautela prevista en el
art. 200, inc. 2", el beneficio de litigar sin gastos debe encontrar-
se otorgado y no meramente solicitado o en trámite. Por lo tan-
to, en tales supuestos puede exigirse el cumplimiento de una
caución real con carácter previo a la traba de la medida precau-
toria que se solicite (CNCiv, Sala A, 3/6/96, "Mannella, Rosario
clSavino, Graciela s/resolución de contrato").
La regla contenida en el art. 200, inc. 2") se reserva para las
hipótesis en que el beneficio de litigar sin gastos esté concedido,
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

correspoiidiendo imponer la contracautela real en aquellos casos


en que no ha recaído resolución en torno a su procedencia (CNCiv,
Sala A, 1/4/97, "Vaccari de De Aubeyzon, Marthe R. c/Garófalo
de Piccinini, Liliana M. slmedidas precautorias"; íd., Sala E,
2/4/97, "Saliba, Osvaldo R. c/Fontana, Guillermo E. slart. 200,
Cód. Procesal"; íd., Sala M, 24/4/95, "Rodríguez Goyena c/Resta
slmedidas precautorias") .
La eventualidad de que el pedido de litigar sin gastos se en-
cuentre en trámite, no impide fijar a quien lo solicita una cau-
ción real como contracautela del embargo preventivo decretado a
su favor (CNCiv, Sala C, 28/12/93, "Habiñak, María A. c/Montana-
ri, Norberto s/sumario").
La circunstancia de que el pedido de litigar sin gastos se en-
cuentre en trámite no impide fijar una contracautela real, ya que
salvo en los casos previstos por los arts. 199, párr. 2") y 200 del
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, la caución debe ser real o
personal y no simplemente juratoria (CNCiv, Sala C, 26/9/95,
"Mortati Aguide, Renzo cIMeliga, Mario slcobro de sumas de di-
nero").

En función de las declaraciones testimoniales aporta-


das y lo dispuesto en el art. 81 del Cód. Proc. Civil y Com.
de la Nación, solicito se ordene dar vista a la contraria de
la prueba producida.

Proveer de conformidad, será justicia.

DR. ROBERTO
RAMÍREZ
CPA, to ..., f" ...

Señor Juez:

GONZALEZ,
OSCAR por derecho propio, ...
a) Beneficio de litigar sin gastos y pacto cuotalitis. Un capí-
tulo merece la jurisprudencia que ha computado, en el estudio
de la naturaleza del beneficio de litigar sin gastos, los supuestos
en que el incidentista hubiese concertado con sus abogados un
pacto de cuotalitis. En ese orden de ideas se ha dicho que el
art. 4") párr. 3") de la ley 21.839 impone al letrado el pago de los
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS

gastos necesarios para la defensa de su cliente, en los supuestos


de haber convenido con éste una participación en el resultado del
pleito que supere el 20%. A tales fines, el estado procesal del be-
neficio de litigar sin gastos adquiere un valor relativo, pues al no
haber formulado la letrada salvedad alguna en cuanto a los al-
cances del pacto de cuotalitis que denunció, quedó obligada, en
el sentido expuesto, al pago de las costas causídicas (CNCiv, Sala
A, 3 1/3/92, "González Candia, Crispina c/Ferrocarriles Argentinos
s/sumariofl). 9
Si la actora ha asumido en el convenio de honorarios, la
obligación de pagar la tasa de justicia y las costas, en el caso que
fuese condenada, cuadra presumir que tiene recursos suficientes
para solventar esas erogaciones (CNCiv, Sala 1, 30112/93, "Botta-
relli c/Fuchs s/sumario").
b) Solvencia. Corresponde desestimar el beneficio de litigar
sin gastos cuando quien lo solicita ha suscripto con su letrado
un pacto de cuotalitis cuya participación en el resultado del plei-
to es superior al máximo previsto por el arancel, y no se ha deja-
do a salvo la responsabilidad del cliente por las costas. Pues, en
ese caso, el actor suma a su poca o mucha solvencia para res-
ponder a la eventual condena en costas, el potencial económico
de su letrado, lo que revela que la importancia del patrimonio
esgrimida en este momento no sería tal (CNCiv, Sala 1, 29/12/95,
"Díaz, José c/Dezi, Raimundo slbeneficio de litigar sin gastos").
La cláusula del pacto de cuotalitis mediante el cual el cliente
se hace cargo de las costas, es una declaración de solvencia del
actor, que luego no puede dejarse de lado, en virtud de una doc-
trina de los actos propios, situación ésta que se da cuando, por
un lado, se asumen los gastos que irrogue el proceso, liberando
de ellos a los profesionales, y, a posteriori, se pretende el otorga-
miento de la franquicia legal, asumiendo un temperamento con-
tradictorio (CNCiv, Sala B, 2/7/96, "Bassi, Marcelo G. c/Forciniti,
Alejandro A. slbeneficio de litigar sin gastos").
El hecho de haber celebrado un convenio de honorarios con
su ex letrado por un porcentaje superior al autorizado por el art.
4") párr. 3", de la ley 21.839, no obsta a la concesión del benefi-
cio de litigar sin gastos a la parte que acreditó la carencia de re-
cursos y de medios propios para procurárselos (CNCiv, Sala C,
21/3/96, "Fernández, Nieves c/Gómez, Alicia N. slbeneficio de liti-
gar sin gastos").
La firma de un pacto de cuotalitis por un porcentaje elevado
no necesariamente indica la solvencia patrimonial de quien dis-
pone de un derecho que, a esa altura del proceso, es eventual.
Ello, puesto que dicho acto bien pudo obedecer a la implementa-
ción de un recurso técnico paralelo a éste, que posibilite a quien
carece de medios económicos el acceso a una mejor defensa, re-
curriendo, a tal efecto, al servicio de profesionales de su confian-
za, a los que, de otro modo, no hubiera podido contratar (CNCiv,
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Sala 1, 29/4/97, "Sarmiento, Eduardo c/Línea 247-Expreso 9 de


Julio slbeneficio de litigar sin gastos").

1. OBJETO. En atención al silencio guardado por la


parte demandada pido que se me otorgue el beneficio de li-
tigar sin gastos oportunamente requerido.
a) Incidentes y teeculpsos. Tanto la admisión como el rechazo
del beneficio de litigar sin gastos han determinado diferentes re-
soluciones judiciales que han decidido sus alcances, la posibilidad
del replanteo del incidente y los posibles recursos. Los honora-
rios de los peritos indudablemente integran los gastos y costas
del juicio, por lo que no corresponde la pretensión de cobro res-
pecto de quien se encuentra amparado por lo dispuesto en el art.
84 del ordenamiento procesal (CNCiv, Sala K, 2 111019 1, "Fryc,
Elena B. c/Hack de Correa Luque, María s/sumario").
Esta postura ha sido adoptada por la mayoría de los inte-
grantes de la Cámara Nacional Civil en reunión plenaria, con el
texto que se transcribe a continuación: "Si se decretó la caduci-
dad de la instancia en el beneficio de litigar sin gastos, los efec-
tos de una nueva petición del beneficio, deducida con posteriori-
dad, no comprenden los gastos devengados con carácter previo"
(CNCiv, en pleno, 8/4/99, "Lugones, Leopoldo G. c/SMATA y otro
slbeneficio de litigar sin gastos").
La interpretación literal de la norma del art. 83, inc. lo, del
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación no permite concluir que
puedan reclamarse las sumas que hubieran debido pagarse en
concepto de tasa antes de iniciarse el beneficio de litigar sin gas-
tos, pues no se distingue en qué momento debieron efectuarse
los gastos exentos, pudiéndose invocar o acreditar esta exención
tanto al comienzo como durante el trámite de las actuaciones
(CNCiv, Sala C, 8/2/94, "Cortés, Nélida O. c/Levy, Alfredo s/redar-
gución de falsedad"; íd., íd., 27/4/94, "Revoredo, Pedro c/Berczel
s/sumario").
El beneficio provisional de que gozan -en virtud de lo esta-
blecido en el art. 83 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación-
quienes interpusieran un pedido de concesión de beneficio de li-
tigar sin gastos, no opera retroactivamente. Cuando ha caducado
la instancia del beneficio iniciado en primer término, se verifica
respecto de la actora el hecho imponible contemplado en la ley
23.898, sin que la iniciación de un nuevo trámite pueda enervar
los efectos de tal circunstancia (CNCiv, Sala F, 10/8/94, "Ciampa,
Roque c/Sosa, Miguel A. s/beneficio de litigar sin gastos").
El beneficio de litigar sin gastos requerido con posterioridad
a la interposición de la demanda carece de virtualidad suficiente
para enervar la obligación de pago de la tasa judicial, puesto que
tal beneficio no puede alcanzar a los gastos devengados con an-
terioridad a su solicitud (CNCiv, Sala F, 28/10/93, "Vargas, Aure-
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 25
lio F. c/Cardelle, Antonio sldaños y perjuicios"; íd., Sala 1, 301121
93, "Herrero c/Galeno Previsión Médica SAC sldaños y perjui-
cios"; íd., íd., 15/2/94, "Carballo, Arturo clvalente, Osvaldo B.
sldaños y perjuicios").
Si bien el beneficio de litigar sin gastos puede pedirse en
cualquier estado de la causa, conforme surge del art. 78 del Cód.
Proc. Civil y Com. de la Nación, sus efectos retroactivos, previs-
tos en el art. 83, no comprenden los gastos devengados con ante-
rioridad a la petición (CNCiv, Sala 1, 29/5/92, "Soler, Antonio
cIKrasmik, Florentino s/ejecutivo").
Es cierto que los efectos retroactivos del benefici? de litigar
sin gastos no comprenden los gastos devengados con anteriori-
dad a la petición y que el pago de impuestos, sellados y costas
serán satisfechos en caso de denegación, pero no lo es menos
que la resolución que lo rechazare o acordare no causa estado,
pudiendo el interesado en el primer caso ofrecer otras pruebas y
solicitar una nueva resolución. Por ello, si ante la notificación
de la resolución que deniega el beneficio de litigar sin gastos el
interesado no apela y, en cambio, ofrece mejores pruebas que
tiendan a demostrar su postura habría que esperar hasta que se
dicte nueva resolución; luego, en caso de accederse al otorga-
miento, los efectos del beneficio de litigar sin gastos se retro-
traen a la fecha de la petición inicial (CNCiv, Sala 1, 4/8/93, "Sil-
va c/García slbeneficio de litigar sin gastos").
Si el beneficio iniciado contemporáneamente con la deman-
da feneció en virtud de haberse declarado la caducidad de ins-
tancia promoviéndose en consecuencia una nueva petición, esta
última no tiene efectos retroactivos eximitorios sobre la tasa ju-
dicial ya devengada totalmente en el momento de iniciación de
la demanda (art. 9O, inc. a, ley 23.898)) ya que se trata de un in-
cidente nuevo y no de la continuación del anterior (CNCiv, Sala
K, 15/12/93, "Foti, Miguel A. c/Chuichurro, Rodolfo J. slbeneficio
de litigar sin gastos"; íd., Sala L, 7/3/94, "Vilariño, Arnaldo y otro
c/Lizarralde, Héctor slbeneficio de litigar sin gastos").
Si iniciado el beneficio contemporáneamente a la acción, este
último fenece por inactividad procesal, sólo se debe imputar a
dicha actitud negligente las consecuencias que la situación irro-
ga, no pudiendo adjudicarse al nuevo incidente que fuera necesa-
rio promover una retroactividad que la ley no contempla (CNCiv,
Sala K, 16/8/94, "Valansi, José c/Iglesias, Mario D. slbeneficio de
litigar sin gastos").
El concepto de costas comprende tanto los honorarios de los
profesionales que defendieron al vencedor cuanto los gastos que
éste debió soportar, en la medida en que ellos hayan sido necesa-
rios para que pueda hacer triunfar su derecho. Por consiguien-
te, los honorarios del letrado interviniente en el beneficio de liti-
gar sin gastos quedan comprendidos en el concepto de costas y,
en consecuencia, pueden ser reclamado al vencido en el juicio
principal (CNCiv, Sala L, 1611219 1, "Galeano Vda. de Domínguez
y otro c/Trabucco, Guillermo y otros S/ beneficio de litigar sin
gastos").
No obsta a lo expuesto el hecho de que exista una petición
anterior de dicho beneficio, cuando el expediente en el que ésta
se materializó, finalizó por caducidad de la instancia (CNCiv, Sala
M, 13/12/93, "Bonfigli c/Martuccio sldivisión de condominio").
b) Pago de costas. El beneficio de litigar sin gastos no aca-
rrea la imposibilidad de imponer costas a quien lo ha promovi-
do, sino sólo la exención total o parcial del pago de aquellas que
se hubieren devengado, hasta que el peticionante mejore de for-
tuna (conf. arts. 83 y 84, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación)
(CNCiv, Sala H, 30/6/94, "Allende, Carlos A. c/Faerman, Raúl
slbeneficio de litigar sin gastos").
Concedido el beneficio de litigar sin gastos, no puede soste-
nerse válidamente que se encuentren exentas de los efectos de la
franquicia las actuaciones llevadas a cabo con anterioridad a su
promoción. La circunstancia de que se declare la caducidad de
la instancia en un incidente sobre beneficio de litigar sin gastos,
no habilita para que se ordene el pago de los gastos causídicos
devengados durante ese lapso, si se concede la franquicia en un
incidente posterior (CNCiv, Sala H, 30/12/94, "Cardozo c/Galbati
s/art. 250, Cód. Procesal").
Denegado el recurso extraordinario, y para la viabilidad de la
queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, resulta ad-
misible la promoción del beneficio de litigar sin gastos ante el
juez de la causa, en relación a la exigiencia del depósito estable-
cido en el art. 286 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación
(CNCiv, Sala 1, 16/5/95, "Halpern, Jacobo c/Consorcio Fragata Pte.
Sarmiento 1980 slbeneficio de litigar sin gastos").
c) Caducidad de la instancia. Otorgar el beneficio de litigar
sin gastos, a quien ha dejado caducar la instancia de la tramita-
ción de la causa principal, por no haber actuado con la debida
diligencia, importaría conceder indebidamente al peticionario una
franquicia que lo colocaría a resguardo de las consecuencias pro-
pias de la negligencia por él observada, lo que resulta notoria-
mente desvalioso y contrario a los principios que informan dicho
instituto (CNCiv, Sala F, 6/9/95, "Etulain, Carlos R. c/Diario Cla-
rín y otro slbeneficio de litigar sin gastos").
La exención del art. 83 no alcanza a la tasa de justicia de-
vengada en el acto de iniciación de las actuaciones, con anterio-
ridad a la promoción del nuevo beneficio por la perención del
anterior. Es que tal declaración de caducidad significó la extin-
ción del proceso respectivo (CNCiv, Sala G, 17/5/96, "Díaz, María
C. c/Toledo, Carmen sldaños y perjuicios").
d) Crédito del fisco. Cuando el art. 84 se refiere a "costas
causadas en su defensa" no quiere circunscribirse a los honora-
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 27

rios del letrado que patrocina al actor, sino que el concepto debe
ser entendido con mayor amplitud, comprensivo en el caso del
crédito del fisco por la tasa judicial (CNCiv, Sala L, 22/11/95,
"Laskarin Graber, Hugo y otros c/Torres, Marcelo s/sumario").
e) Efectos de la resolución. Atento el principio de especifici-
dad a que se halla sujeto el beneficio de litigar sin gastos (art. 86,
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación), tiene su alcance para un
proceso determinado, es personal e intransferible (CNCiv, Sala E,
1/4/97, "Romano, Pedro cíVillada, Néstor H. y otro sldaños y per-
juicios").
Cuando surge evidente de la prueba producida en el benefi-
cio de litigar sin gastos que la carencia de medios que se invoca
no puede considerarse actual, sino que la imposibilidad de hacer
frente a los gastos existía al momento en que se promovió la de-
manda principal a la cual el beneficio accede, no parece adecua-
do que se reclame el pago de la tasa de justicia con fundamento
en la circunstancia de que en la oportunidad de haberse produci-
do el hecho generador del tributo -iniciación de la demanda- la
actora no gozaba del beneficio provisional del art. 83.
El hecho imponible referente al pago del tributo, se genera
al postular el justiciable su demanda. Y si bien éste inició un
beneficio de litigar sin gastos, el que fue denegado, la tasa de
justicia debió serle exigida al menos antes de dictarse sentencia.
Precluidos tales momentos e impuestas las costas a la contraria,
que incluyen tal tributo, no corresponde exigírselo a quien no
cargó con aquéllas (conf. arts. 68, 77 y concs., Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación, y ley 23.898) (CNCiv, Sala G, 25/4/96, "Flores
Vega, Luis A. c1N.V. Optische Industrie de Oude Delft slregula-
ción de honorarios").
Denegado un primer beneficio de litigar sin gastos por no
encontrarse debidamente acreditada la situación económica del
peticionante, al no causar estado la decisión e iniciado un nuevo
pedido, el alcance provisional que le asigna el art. 83 del Código
ritual torna improcedente la intimación al pago de la tasa de jus-
ticia (CNCiv, Sala H, 15/7/96, "Méndez, Ramona T. y otro c/Fe-
rrocarriles Metropolitanos SA slbeneficio de litigar sin gastos").
Si los testigos que han declarado en el beneficio de litigar
sin gastos sobre las circunstancias particulares de la beneficiaria
dieron suficiente fundamento para acceder al pedido y éstos no
han aclarado que la pobreza señalada se haya producido por he-
chos sobrevinientes a la interposición de la demanda, sino que por
las características de la accionante es dable presumir que este es-
tado es el mismo que se presentaba al deducirse la acción, supe-
ditarla posteriormente a una contingencia procesal no sólo es
incongruente sino que parte de una premisa dogmática, reñida con
el principio de justicia y por ello mismo inadmisible (CNCiv, Sala
1, 8/4/97, "Serrano de Quinteros, Ana M. c/Transporte Ideal San
Justo SA slbeneficio de litigar sin gastos").
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Si, concedido el beneficio de litigar sin gastos al actor, las


actuaciones finalizan en virtud del desistimiento efectuado por
éste, quien denuncia la existencia de un acuerdo, a él le corres-
ponde pagar el tributo cuya integración se difirió, al haber mejo-
rado de fortuna por la percepción de las sumas que denuncia;
máxime si manifestó haber pactado las costas en el orden causa-
do, no surgiendo de la causa que la demandada se haya hecho
cargo del oblar la tasa (CNCiv, Sala K, 4/9/96, "Porte de Jorge,
Zulema A. c/Automación Argentina SA y otro s/sumario").
La tasa de justicia es una costa del proceso, generada por la
promoción de la demanda, que debe ser soportada por 1.a accio-
nante cuando el acuerdo que pone fin al pleito establece que las
referidas costas sean soportadas "en el orden causado". Y en
tales términos, no obsta a la obligación el haber obtenido el
beneficio de litigar sin gastos, por cuanto, al recibir el monto in-
demnizatorio acordado, el accionante ha mejorado de fortuna,
resultando aplicable la limitación determinada por el art. 84 del
Código ritual (CNCiv, Sala K, 28/2/97, "Erreforcho, Osvaldo c/Fi-
gueroa, Amadeo C. s/daños y perjuicios").
Si el actor litiga con beneficio de pobreza y el reclamo ini-
cial prosperó sólo en parte, el gasto por la tasa de justicia faltan-
te será soportado por la actora, cuando mejore de fortuna al per-
cibir la indemnización que le corresponde, hasta la concurrencia
máxima de la tercera parte de los valores que reciba, ya que, en-
tonces, se ha colocar en la situación prevista en el art. 84 (CNCiv,
Sala L, 22/4/97, "Jorge, Roberto L. c/Maciel, Eustaquio sldaños y
perjuicios").
f ) Mejora patrimonial. Aun cuando se considerase a quien
obtuvo el beneficio de litigar sin gastos vencedor en el pleito, se-
gún la terminología empleada por el art. 84 del Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación, lo cierto es que la aplicación de la solución
contemplada en dicha norma se halla condicionada a la efectiva
percepción de valores por parte del beneficiario, no siendo sufi-
ciente, por lo tanto, que la sentencia definitiva se haya limitado
a reconocer un crédito o derecho a favor de aquél. En tales tér-
minos, la percepción por el beneficiario de la suma reclamada, no
siempre importa per se una definitiva mejora patrimonial. De
este modo, la salvedad prevista en la referida norma, no equivale
a que el beneficio se pierda o quede sin efecto, pues su aplica-
ción subsistiría en la medida en que las costas y los gastos a car-
go del beneficiario excedan la fracción establecida, rigiendo con
relación al plus resultante, la exigibilidad diferida al mejora-
miento de fortuna (CNCiv, Sala H, 13/3/96, "Michel, E. c/De Fa-
britis s/daños y perjuicios").
Cuando la actora tiene otorgado el beneficio de litigar sin
gastos, en los términos del art. 84 del Cód. Proc. Civil y Com. de
la Nación, puesto que dicha norma limita el alcance de la exen-
ción al supuesto de que la beneficiaria mejore de fortuna, al ha-
BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS 29
ber percibido el importe de la transacción a la que arribó, vio
entrar a su patrimonio una suma que, aunque puede no consti-
tuir un enriquecimiento, modifica de hecho la situación patrimo-
nial en que se encontraba al solicitar el beneficio (CNCiv, Sala J,
26/3/96, "Gargolani, Eduardo R. cIMenescardi, Juan A. y otro S/
daños y perjuicios").
El art. 84 del Código limita la extensión del beneficio de liti-
gar sin gastos a que el beneficiario mejore su fortuna, por lo
que, al percibir el importe de la indemnizacióri concedida en la
sentencia, aunque ello no pueda constituir un enriquecimiento,
modifica de hecho la situación patrimonial en que se encontraba
al solicitar el beneficio. En tales condiciones, el interesado de-
berá afrontar las costas y gastos judiciales causados en su defen-
sa hasta la concurrencia máxima de la tercera parte de los valo-
res que reciba, regla a la que cabe atenerse respecto del pago de
la tasa de justicia por la cuantía del reclamo que no prosperó en
el litigio, mas aun cuando, en su oportunidad, consintió la sen-
tencia dictada (CNCiv, Sala J, 18/4/96, "Lederhos, Leonardo c/Bu-
ceta, Antonio A. sldaños y perjuicios").
g) Denegatoria del beneficio. Si ante la denegatoria del be-
neficio de litigar sin gastos el interesado solicita una nueva reso-
lución, conforme el art. 82 del Código ritual, la ulterior decisión,
si fuera favorable al peticionario, se limita a los gastos que se de-
venguen con posterioridad al nuevo pedido, por lo que no alcan-
zará al gravamen judicial que se encuentre ya devengado. La
modificación de la resolución denegatoria es inadmisible si el in-
teresado se limita a aportar elementos de juicio tendientes a re-
parar los defectos o la insuficiencia de la prueba producida. Es
que la circunstancia de que la decisión que desestima el beneficio
no cause estado (art. 82, párr. lo), no significa que ésta carezca
de eficacia de cosa juzgada, sino que la ley admite que la cues-
tión pueda volverse a proponer cuando se hubieren modificado
las circunstancias existentes al tiempo de dictarse la primera re-
solución (CNCiv, Sala B, 19/3/96, "Cardozo, María del Carmen
c/Empresa Antártida Argentina slbeneficio de litigar sin gastos").
h) Aulzplitttd del beneficio. Aun cuando el beneficio de litigar
sin gastos sea solicitado con posterioridad al inicio de la deman-
da, la decisión que se dicte concediéndolo abarca la totalidad de
los gastos que hubieren correspondido desde la promoción del
proceso. Esto no significa aplicar retroactivamente el beneficio
otorgado, sino atender a la finalidad específica del instituto, que
consiste en no cercenar el ejercicio del derecho de defensa por
razones de pobreza o de falta actual de medios para satisfacer
los gastos y costas que genera el juicio. No interesa que haya o
no tenido bienes la parte en el momento en que debió pagar,
sino el investigar si los tiene actualmente (CNCiv, Sala C, 19/3/96,
"Romano, Ernesto c/Empresa Copla Ltda. slbeneficio de litigar
sin gastosf1).
PRÁCTICA D E ACCIDENTES DE TRÁNSITO

i) Defensa en juicio. La resolución que, a pesar de la cadu-


cidad de la instancia decretada y firme en el proceso principal,
se pronuncia sobre la continuidad del beneficio, no prejuzga so-
bre el resultado de este último, garantizando, en cambio, en todas
las etapas procesales, el derecho de defensa en juicio del benefi-
ciario, fin último para el cual ha sido instrumentado ese derecho
adjetivo (CNCiv, Sala A, 1/7/96, "Fredes, Ramón A. clcardoni,
Adrián D. stbeneficio de litigar sin gastosJ1).
Si ante la notificación de la resolución que deniega el benefi-
cio de litigar sin gastos, el interesado no apela y, en cambio,
ofrece mejores pruebas que tiendan a demostrar su postura, cabe
esperar hasta que se dicte nueva resolución; luego, en caso de ac-
cederse al otorgamiento, los efectos del beneficio se retrotraen a
la fecha de la petición inicial (CNCiv, Sala A, 7/4/97, "Vargas,
Carlos A. y otros c/Municipalidad de la Ciudad de ~ u e n o sAires
sidaños y perjuiciosJ1).
j) Monto de los honorarios. Cuando se rechaza la demanda
interpuesta por quien obtuvo el beneficio de litigar sin gastos,
para regular los honorarios de los abogados y de los peritos
que debe afrontar el demandado vencedor, corresponde apartarse
del desmesurado monto reclamado y tener en cuenta el máximo
que habría representado la indemnización en caso de prosperar
la acción, debiendo acudirse no sólo a las pautas generales del
arancel (inc. b, art. 6O, ley 23.898), sino, de ser factible, a las
constancias objetivas de la causa que permitan mensurar la enti-
dad de los daños objeto del resarcimiento (CNCiv, Sala M, 14/10/
96, "Petcoff, María c/Transp. Gral. de Pasajeros Microómnibus
Línea 6 sidaños y perjuiciosJ1).
El beneficio de litigar sin gastos es un trámite con autono-
mía procesal propia, lo que lo diferencia de los incidentes con-
templados en el último párrafo del art. 3 18 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación, que sólo constituyen meras instancias acce-
sorias. Por lo tanto, a los fines de la regulación, deberán consi-
derarse la naturaleza del proceso, el resultado obtenido y la la-
bor profesional desarrollada, en cuanto a su calidad, extensión e
importancia (CNCiv, Sala H, 29/4/97, "Zurita Sainz, R. c/Femesa
slbeneficio de litigar sin gastos").
INICIA
DEMANDA POR COBRO DE DAROS

Señor Juez:

OSCAR GONZÁLEZ, por derecho propio, domiciliado en la


calle ..., no ..., piso ..., de la ciudad de ..., constituyendo do-
micilio legal en avenida ..., no ..., piso ..., of. ..., juntamente
con mi letrado patrocinante, doctor ROBERTO RAMÍREZ, a VS
me presento respetuosamente y digo:
a) Derecho propio. Apoderados. La presentación por dere-
cho propio, con patrocinio letrado, obligatorio en función de lo
previsto en el art. 56 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación es
una de las fórmulas posibles. Otras podrían ser la de letrado
apoderado y la de apoderados juntamente con la actuación de un
abogado, además de quienes actúan en causa propia en uno o en
ambos roles.
A los efectos de la legitimación para obrar basta que se cum-
pla alguno de los rubros que integran la indemnización solicitada
y que se tratará oportunamente.
b) Domicilio. Deberá constituirse domicilio legal a fin de evi-
tar que se lo tenga por constituido en los estrados del juzgado,
además de denunciarse el real.

1. OBJETO. Vengo a promover formal demanda por co-


bro de la suma de $ ..., o lo que en más o en menos resulte
32 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

de la prueba a producirse, con más sus intereses y costas,


contra ALBINOGÓMEZ,domiciliado en ..., de esta ciudad, y10
quien resulte propietario del automóvil marca ..., taxíme-
tro, del año ..., patente ..., el día en que ocurrió el acciden-
te por el que ahora me presento a VS.
a) Indeterminación cuantitativa de los daños. La presunta im-
precisión que surge de ese planteo se justifica en aquellos casos
en que el accionado no se encuentre en condiciones de hacer
una estimación precisa. Es una fórmula habitualmente emplea-
da en los cobros de indemnización de daños y perjuicios. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho al respecto que
la indeterminación cuantitativa de los daños y perjuicios no pue-
de dar lugar al progreso de la excepción de defecto legal, dado
que se trata de un tema acreditable durante el período de prueba
y cuya omisión no coloca al demandado en ninguna desventaja
procesal (Fallos, 3 11:1995). Impide, en principio, que el recla-
mante tenga que cargar con las consecuencias de una pluspeti-
ción, y es eficaz, salvo en el rubro del daño moral. La jurispru-
dencia ha resuelto, en diversas ocasiones, que por tratarse este
último de un ítem derivado de la esfera íntima del reclamante,
nadie mejor que él para valorarlo pecuniariamente, razón por la
cual la oportuna decisión judicial no puede superar la cifra peti-
cionada, por más probanzas que se hayan arrimado al respecto.
b) Intereses y costas. Para que en la condena se compren-
dan los intereses es imprescindible que sean peticionados antes de
la notificación del traslado de la demanda, última oportunidad
para solicitar su ampliación según el art. 331 del ordenamiento
ritual. Los intereses sobre la indemnización deben calcularse des-
de que se produjo cada perjuicio (CSJN, 8/3/88, "Crotto Posse de
Daireaux, Valeria y otro c/Buenos Aires, Prov. de s/cobro sumario
de pesos", Fallos, 3 11:233).
A partir del lo de abril de 1991, y hasta el efectivo pago, los
intereses deben liquidarse según la tasa pasiva promedio men-
sual que publica el Banco Central (CSJN, 13/8/92, "Rossi, Adhe-
mar J. c/Vertedor, José L. y otro -Prov. de Buenos Aires- sldaños
y perjuicios, Fallos, 3 15:1619).
No ocurre con los gastos del litigio lo mismo que con los in-
tereses que deben ser expresamente pedidos, ya que el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, en su art. 68, párr. lo,
admite que el juez en la sentencia incluya la condena en costas,
aunque no haya sido solicitada.
c) Desvalorizació~zt7zonetaria. En cuanto al incremento por
desvalorización de la moneda, la legislación que determina la de-
sindexación de nuestra economía torna innecesaria su petición
actual. De todas maneras, para el supuesto en que deba compu-
tarse la desvalorización de la moneda, la Corte Suprema ha sos-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 33
tenido la siguiente pauta: para dar una adecuada respuesta a la
cuestión relativa al punto inicial del reajuste por depreciación mo-
netaria no cabe soslayar el momento en el cual los demandantes
mensuraron la indemnización otorgada, bajo riesgo de fallar en
transgresión al principio procesal de congruencia, que tiene rai-
gambre constitucional (1318192, "Becerra, Cristóbal y otros c/Mon-
te, Delfor C. y otros sldaños y perjuicios", FaZZos, 3 15:1591).
d) Demandado. La elección de la persona a quien dirigir la
demanda dependerá de que en la realidad se produzcan o no
coincidencias entre las figuras de dueño, guardián y conductor
del vehículo. En los supuestos de coincidencia no cabría duda
alguna, pero ellas aparecerán cuando el titular del dominio del
vehículo y el guardián sean personas distintas, como suele ocu-
rrir en los traspasos de dominio no inscriptos en el Registro de
la Propiedad Automotor.
El tema, que dio origen a fallos encontrados, ha quedado re-
suelto por la ley 22.977 que modificó el decr. ley 6582158, cuyo
art. 27 dispone que "hasta tanto se inscriba la transferencia, el
transmitente será civilmente responsable por los daños y perjui-
cios que se produzcan con el automotor en su carácter de dueño
de la cosa". En el párrafo siguiente admite la exoneracióii de
aquél si con anterioridad al hecho "hubiere comunicado al Regis-
tro que hizo tradición del automotor", en cuyo caso "se reputará
que el adquirente o quienes de este último hubiesen recibido el
uso, la tenencia o la posesión de aquél, revisten con relación al
transmitente el carácter de terceros por quienes él no debe res-
ponder, y que el automotor fue usado en contra de su voluntad"
(CNCiv, en pleno, 9/9/93, "Morris de Sotham, N. c/Besuzzo, 0. P.").

11. HECHOS.El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ...
Conducía mi auto, patente no ..., por el carril izquierdo de
la avenida ..., cuando, al llegar al cruce con la calle ..., el
coche del demandado, que venía por esa calle, cruzó con
el semáforo en rojo. Su aparición resultó tan sorpresiva
que no pude evitar la colisión.
El art. 49 de la ley 13.893 disponía que todo conductor de
vehículo "que llega a una bocacalle o encrucijada debe ajustarse
a las indicaciones dadas por aparatos mecánicos de señales o se-
ñales fijas".
A su vez, el art. 41 de la ley 24.449, luego de referirse al régi-
men de prioridad de paso para cruces sin semáforo, establece
que ese derecho preferencial del que circula por la derecha cede
ante "la señalización específica en contrario". Por otro lado, el
art. 44 contempla detalladamente las distintas indicaciones lumi-
nosas con las que se puede encontrar quien guía un rodado.

3. Daray, Pixíctica
34 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Es importante, por ende, incluir en el escrito de demanda un


relato de las condiciones en que se encontraban las señales lumi-
nosas en el momento del choque. Implícitamente éstas funcio-
naban adecuadamente. En caso contrario resulta aplicable el cri-
terio jurisprudencia1 que ha entendido que al no funcionar en
debida forma los semáforos, es obligación de los conductores ex-
tremar las precauciones y conservar el pleno dominio de sus
vehículos (cosa riesgosa).

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que en la emer-
gencia guiaba mi rodado con sujeción a las reglamentacio-
nes de tránsito, a velocidad moderada, y él, en cambio,
cometió una infracción grave y decisiva para la suerte del
litigio, como es la de no detener su marcha, a pesar de que
así se lo indicaban las señales luminosas.
Mi vehículo sufrió daños en su parte lateral izquierda y
el del demandado en el frente, lo cual es demostrativo de
su condición de agente activo del choque, con toda la pre-
sunción de culpabilidad que esa circunstancia implica, con-
forme a pacífica y reiterada jurisprudencia.
a) De~eclzode paso. La jurisprudencia mayoritaria ha resuel-
to que cuando una encrucijada cuenta con semáforos instala-
dos debe prescindirse de las comunes presunciones de culpa de
los conductores, derivadas del derecho preferente de paso que
detenta quien aparece por la derecha del otro, o de la que recae
sobre el embistente, el lugar de localización del impacto, la falta
de licencia para conducir, la minoría de edad, etcétera. Tampo-
co se ha otorgado relevancia a otros factores, como iluminación,
densidad del tránsito o condiciones climáticas.
Sin embargo, la evaluación de la jurisprudencia más reciente
arroja la existencia de dos criterios de interpretación del cruce
con luz roja. Una de ellas le confiere carácter definitorio en
contra del infractor (CNCiv, Sala A, 27/9/93, "Cabrera, Hugs H.
c/Chimenti, Roque s/sumarion; íd., Sala C, 6/11/90, "Schaefer, Li-
bio L. c/Ruggiero de Ricci, Rosa M. s/sumarion; íd., Sala DI 24/41
91, "Kapiloff, José D. c/Ulloa, José A. y/u otros s/daños y perjui-
cios"; íd., Sala E, 31/10/90, "Lanzillota, Stella M. c/Brollo, Antonio
y otros s/daños y perj~~icios"; íd., íd., 11/2/93, "Castellani, Luis R.
c/Nielsen, Gregorio sldaños y perjuicios"; íd., Sala F, 28/6/90, "Cor-
dero, María L. c/Wybert, Mario A. s/sumarioU;íd., Sala F, 16/41
93, "Mengucci de Murillo, Hilda C. y otro c/Arregui, Jorge O. y
otro s/sumario"; íd., Sala 1, 12/2/94, "Gutiérrez, Oscar c/Hade, Ju-
lio 0. s/sumario"; íd., Sala K, 12/2/94, "Gancio, María C. c/De Mi-
chelis, Claudio s/sumario"; íd., Sala M, 811 1/90, "Cuevas, Bernabé
c/Lazo, Daniel B. y otros s/sumario"; íd., íd., 811 1/90, "Acuña, Car-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 35
los A. c/Dramiano, Fernando s/sumario". Ver, también, CNCiv,
Sala A, 20/12/68, LL, 135-512; íd., Sala E, 17/4/69, LL, 136-1083,
22.2233; íd., íd., 6/7/71, ED, 38-571).
En el segundo grupo se ubican los que consideran que la
sola luz verde del semáforo de ningún modo libera al damnifica-
do de adoptar razonables medidas de precaución (CNCiv, Sala E,
22/6/90, "Schwartz, Adrián G. c/Lezica, Aldo y otros s/sumario").
Las señales luminosas ordenan y regulan el tránsito, pero no con-
ceden un "bill de indemnidad" para que el conductor, sólo por
avanzar con luz verde, arrase con lo que encuentre a su paso
(CNCiv, Sala B, 27/10/89, "Dico Metal SACI clPizzaferri, J. Anto-
nio sldaños y perjuicios").
b) Violación de la señal lztrninosa. Si bien con respecto a
este tema, en principio carecen de relevancia las presunciones le-
gales y de otro tipo que habitualmente se emplean para determi-
nar si hay culpa en uno u otro conductor, pues lo decisivo es de-
terminar cuál de ellos violó la señal luminosa, ello no obsta a
que, en ausencia de prueba respecto del estado de la señal, en
ciertos casos pueda juzgarse sobre la base de otros elementos
que autoricen a considerar suficientemente demostrada la falta
de atención del conductor, o su no dominio del vehículo, o un
grado de alcoholemia que influya en su comportamiento, o el de-
ficiente mantenimiento del rodado, con influencia causal en la
producción del accidente (CNCiv, Sala 1, 25/9/89, "Mourrat, Ro-
dolfo c/Chávez, Carlos s/sumarioV).
La deficiente señalización lumínica de la intersección impi-
de considerar culpable exclusivo al vehículo embistente, cuando de
aquella circunstancia se infiere que ambos conductores tuvieron
la percepción de que la luz verde estaba a su favor. Si la pre-
sunción que pudiera inferirse de la prioridad que da la señal
luminosa no permite adjudicar responsabilidad a uno de los con-
ductores, por ser aquélla deficiente, recaen sobre ambos protago-
nistas del suceso los deberes de prudencia que pesan sobre todo
dueño o guardián de una cosa riesgosa de conformidad con el
art. 1113 del Cód. Civil (CNCiv, Sala M, 12/12/94, "Fernández,
Marta E. c/Saint Lari, Armando y otros sldaños y perjuicios").
Finalmente, sobre el cruce con luz amarilla se ha sostenido
que si bien el art. lo, inc. c, de la ordenanza 15.798159 establece
que las luces amarillas "tienen el carácter de prevención y ante
su aparición los conductores deberán acelerar su marcha o sus-
penderla", dicha norma, que no fija una conducta uniforme, deja
precisamente librada la decisión de cruzar al criterio del conduc-
tor, quien actuará según las circunstancias, pero siempre con cui-
dado y precaución, de modo tal que si decide hacer el cruce ello
no provoque una situación de riesgo o peligro para los demás au-
tomovilistas. En una avenida de tránsito ligero y de considera-
ble ancho, es muy riesgoso intentar el cruce con luz amarilla,
más aun si se conduce un vehículo de transporte público, por el
celo que exige preservar la seguridad del pasaje (art. 512, Cód.
Civil) (CNCiv, Sala E, 22/6/90, "Schwartz, Adrián G. cllezica, Aldo
y otros s/sumario").

IV. CITACIÓNEN GARANTÍA. A la fecha del accidente, el


automotor ... conducido por el demandado estaba asegura-
do en ... Cía. de Seguros §A, con domicilio en la avenida
..., de la ciudad de ..., bajo póliza no ...
Pido, en consecuencia, se cite en garantía a dicha ase-
guradora, en los términos y con los alcances previstos por
el art. 118 de la ley 17.418. Ofrezco desde ya como prue-
ba la pericia1 contable para demostrar la existencia de la
cobertura en cuestión.
a) Datos del asegurado. Para el supuesto de desconocimien-
to de los datos pertinentes de la aseguradora del demandado, po-
drá solicitarse que este último sea intimado judicialmente a fin
de que produzca ante el juzgado la información pertinente, ya
que la ley 17.418 admite que se concrete la citación en garantía
hasta antes de la apertura a prueba del juicio.
b) C o n t ~ ~ a de
t o seguro. Resulta de vital importancia para ob-
tener el cobro de la indemnización de la compañía de seguros ci-
tada, que se demuestre la existencia del contrato en cuestión,
dado que en varios fallos se ha decidido que el o n u s probandi in-
cumbe al demandante.

V. CONSECUENCIAS DAÑOSAS. A raíz del ilícito narrado, mi


parte sufrió los siguientes daños:
a) Valor de las reparaciones. Dada la forma en que su-
cedieron los hechos, mi automóvil sufrió los daños que se
describen en el presupuesto acompañado, de la firma ..., y
que se desprenden de las fotografías anexadas, estimándose
su reparación en la suma de $ ..., que se reclama por este
rubro.
a) Legitimación. En lo que atañe a la legitimación de la ac-
tora para reclarnar el rubro reparaciones del rodado, conforme a
la doctrina sentada por el plenario de la ex Cámara Nacional
Especial en lo Civil y Comercial, del 30 de diciembre de 1985, vi-
gente para la actual Cámara Nacional en lo Civil, puede ser es-
grimida, además de por el titular del dominio, por el poseedor, el
usufructuario o el usuario (art. 2348, Cód. Civil). No es obs-
táculo para ello que se hayan efectuado o no los arreglos o que
no los haya pagado el reclamante judicial (CNCiv, Sala G, 20/12/
91, "Word's Lab. §A c/Russillo, Claudio N. y otro, s/daños y per-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 3'7
juicios"). Tampoco lo es que no se haya acreditado la calidad
invocada en la demanda, si se acredita otra que dé derecho al re-
sarcimiento.
Los distintos costos de las reparaciones varían en función de
la calidad de los trabajos, costos de mano de obra, costos inter-
nos del taller, eficiencia, número de personal, factores climáticos,
etc.; pero si bien el dueño del rodado puede encomendar la repa-
ración a un tallerista de su elección, no cabe trasladar al obliga-
do el mayor costo de las reparaciones resultantes de la ineficiencia
o desmedido lucro del tallerista (CNCiv, Sala F, 14/7/92, "Guarne-
ri, José F. c/Grin, Roberto sldaños y perjuicios").
b) Detertnitzación de la cuantía del reclanzo. Si las sumas pre-
supuestadas para afrontar los gastos de reparación de la uni-
dad superan el valor de un vehículo similar, en cuanto a marca,
modelo y antigüedad, de admitirse ese monto como indemnización
se producirá un enriquecimiento injustificado. Como quien pa-
deció el perjuicio sólo tiene derecho a ser colocado en una situa-
ción semejante a la que se encontraba antes de producido el daño,
el resarcimiento por los deterioros en el automóvil no pueden su-
perar su valor (CNCiv, Sala C, 2018196, "Reissig, Pedro D. c/Hos-
pita1 Italiano slmedidas preliminares"; íd., Sala D, 2811019 1, "Mai-
dana, Ovidio c/Levino Zaccardi y Cía. Arg. sldaños y perjuicios";
íd., Sala E, 27/4/89, "García, Carlos A. y otra c/Griguelo, Hugo A.
s/sumario"; íd., Sala 1, 3013195, "Simeoni, Osvaldo F. c/Alarcón,
Eduardo sldaños y perjuicios").
Aunque no ha faltado algún precedente con un criterio más
flexible, por ejemplo: el principio de la reparación integral no se
puede quebrantar so pretexto de que el monto de determinadas
reparaciones a efectuar en un rodado de antigua data es despro-
porcionado a su valor de reventa, ya que existen automóviles vie-
jos que están en perfecto estado de conservación y, por ende,
prestan a sus usuarios análogos servicios a los de los modelos
más recientes. Unicamente cuando la actitud del damnificado
importa un abuso del derecho a perseguir la reparación del ve-
hículo, cabría retacearle la indemnización (art. 1071, Cód. Civil)
lo que se presentaría si el costo de los arreglos superase en de-
masía el valor de un automóvil viejo (CNCiv, Sala C, 15/8/89,
"Echaniz, Silvia T. c/Menéndez Gallo, Manuel s/sumarion).
Si no se prueba que el presupuesto de reparaciones por un
vehículo dañado en un accidente de tránsito, agregado a los au-
tos, ha sido aceptado por el propietario, y que éste encomendó el
trabajo a quien lo expidió, ello lleva al juzgador a determinar la
cuantía del ítem reparaciones del rodado, en función de lo pre-
visto en el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación
(CNCiv, Sala C, 16/12/92, "Tessio, Luis A. c/Ricarte, Juan D. slda-
ños y perjuicios").
La factura o el presupuesto de reparaciones debidamente au-
tenticados por el informe del taller que los otorgó, constituyen
38 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

prueba fidedigna del monto del daño causado al rodado, máxime


cuando no existe ninguna probanza arrimada por el demandado
que la desvirtúe o neutralice (CNCiv, Sala F, 13/5/93, "Espósito,
Juan C. y otros c/Ziegler, Eduardo y otro s/sumario"). .
Aun cuando los informes expedidos por la Dirección de Ta-
lleres de la Municipalidad de Buenos Aires sólo tengan una refe-
rencia general en cuanto a la localización de los daños sufridos
por el rodado de la comuna, careciendo también del detalle de
las reparaciones que fue necesario realizar, y ante la ausencia
de mayores elementos, aunque el perito arribe a una cifra infe-
rior a la que surge del comprobante del expediente administrati-
vo, cabe considerar que las constancias expedidas por los funcio-
narios de la comuna revisten el carácter de instrumento público
(art. 979, Cód. Civil) cuya validez no puede ser puesta en tela de
juicio sino mediante la correspondiente redargución de falsedad
(CNCiv, Sala K, 31/10/89, "Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires c/Coliello, Enzo y otros s/sumario").
Finalmente en cuanto a los intereses se ha sostenido que, en
el rubro reparaciones del rodado, los intereses se deben desde la
fecha del hecho, con total independencia de una efectiva inver-
sión de capital por parte del acreedor, pues si se la exigiera, se
obligaría al damnificado a recurrir a la plaza financiera en pro-
cura de crédito para afrontar las consecuencias patrimoniales del
hecho dañoso, mientras se beneficia al responsable, que podrá
lucrar con la renta que produce naturalmente el capital. No se
trata, entonces, de un beneficio injusto, ni puede hablarse de que
se le permita al accipiens, en algunos casos, retardar la inicia-
ción de la demanda para obtener mayores intereses sin haber
realizado gasto alguno, ya que la deducción de la acción no cons-
tituye una obligación, de modo que no puede forzarse al damni-
ficado a demandar (art. 1067, Cód. Civil) (CNCiv, Sala H, 24/81
95, "Actuaries §A c/Botinardi, Juan C. y otros sldaños y perjui-
cios''). Por otro lado, en numerosos fallos se han computado los
intereses desde la fecha en que el accionante efectuó el efectivo
desembolso, pagando los arreglos.
En 1984, la Corte dejó sin efecto una sentencia que no le re-
conoció legitimación al mero usuario que no demostró el pago
de los gastos de reparación y sostuvo que en ese pronunciamiento
no se había considerado el alcance de los derechos del poseedor no
propietario del automóvil dañado por culpa no discutida del con-
ductor del otro vehículo. Ello así, pues si bien la propiedad del
automotor no fue demostrada mediante la prueba del cumpli-
miento de los requisitos legales para la transferencia del domi-
nio de los automotores, se invocó y demostró la existencia de un
compromiso de venta, el pago total del precio pactado, y la en-
trega de la posesión al actor ("Toledo, Ramón R. c/Rodríguez,
Raúl O. y otro", Fallos, 306:1374).
Más recientemente, la Corte ha resuelto que, a pesar de que
la documentación acompañada para acreditar la condición de pro-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 39
pietario del vehículo es insuficiente, corresponde reconocer los
gastos de reparación derivados de un accidente de tránsito, a la
luz de lo dispuesto por el art. l i 10 del Cód. Civil, toda vez que
su realización ha sido comprobada y su monto justificado ("Ros-
si, Adhemar J. clvertedor, José L. y otro sldaños y perjuicios",
Fallos, 315:1619).
Cuando no surge del. expediente que se haya reparado el au-
tomotor, los daños ocasionados deben ser resarcidos según los
valores corrientes al tiempo de la sentencia, momento a partir
del cual correrán los intereses (en este sentido, se ha expedido
reiterada jurisprudencia).

b) Privación de uso. Para efectuar las reparaciones del


rodado de mi propiedad me veré privado de su uso por lap-
so aproximado de treinta días. Corresponde tener en cuen-
ta que ese daño lo experimentaré en un tiempo en que habrá
que incluir tanto lo necesario para la compra del material
para concretar las tareas pertinentes, como el que insuma
la búsqueda de taller, la espera del turno, etcétera.
a) Configuración. La compensación por la indisponibilidad
del vehículo se concede aunque no se pruebe que el automotor,
origen del reclamo, se utiliza en actividades lucrativas.
b) Caracterización. Respecto del lapso de privación que se
computará para fijar la indemnización respectiva, no correspon-
de incluir la demora en iniciar los arreglos, sino sólo el perjuicio
correspondiente al lapso razonable estimado para las reparaciones.
No cabrá, por ende, incrementar10 porque el actor no dispusiera
de dinero para pagar los trabajos, pues se presume que siendo el
propietario del automóvil puede obtener un crédito para ese fin.
La sola privación del uso del automóvil importa para su due-
ño un daño resarcible, sin que sea impedimento para establecer
la correlativa indemnización, la falta de elementos probatorios
que precisen su magnitud, puesto que el q u a n t u ~ zretributivo
puede ser determinado con sujeción a los parámetros del art.
165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, debiéndose tam-
bién tener presente que corresponde disminuir el monto de los
gastos lógicos y previsibles de mantenimiento del vehículo que
su dueño no soporta durante el tiempo de indisponibilidad del
rodado. La falta de precisión en cuanto a la prueba del lapso
que hubieran demandado las reparaciones en el automotor no
puede incidir en desmedro de la situación del deudor. Esta defi-
ciencia en la acreditación cabal del perjuicio debe gravitar en
contra de quien tenía la prueba a su cargo (CNCiv, Sala A, 251101
89, "Martínez, Adrián R. cILópez, Antonio R. slsumario").
La venta del automóvil dañado no exime a la emplazada del
pago del rubro privación del uso del automotor, pues si bien ha
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

pretendido que las reparaciones no se llevaron a cabo por haber-


se transferido el rodado en la condición en que se encontraba,
estaba a su cargo la prueba del caso (conf. art. 377, Cód. Proc.
Civil y Com. de la Nación) (CNCiv, Sala A, 3/10/89, "Hase, Eduar-
do 1. cIFernández, Ramón V. s/sumario, accidente de tránsito").
En cuanto a la privación de uso del rodado, lo que cabe in-
demnizar no es todo el lapso en que el damnificado dejó de utili-
zar su vehículo, sino aquel que pueda encontrarse en relación de
causalidad con el accidente, corno imputable al autor del hecho.
Debe tenerse en cuenta el tiempo razonable que demanda con-
cretar la reparación, resultando improcedente extender .el lapso
de resarcimiento al de la demora en efectuarla como consecuen-
cia de factores ajenos al evento dañoso, como pueden ser la ine-
ficiencia del taller, o demoras innecesarias en seleccionar pre-
supuesto, etc. (CNCiv, Sala 1, 19112/90, "Cucinde SAIC c/Estado
nacional s/sumario").
Con relación al derecho a percibir la reparación por la priva-
ción de uso de un rodado, cuando es el usuario quien lo reclama
debe acreditar que, además de usarlo en el momento del hecho,
lo iba a emplear también durante el período por el cual peticiona
(CNCiv, Sala L, 22/12/92, "Mata, José c/Jarea, Norma stdaños y
perjuicios").
Para determinar los daños por privación de uso del rodado
no sólo ha de computarse el tiempo de trabajo, sino también
debe tenerse en cuenta la disponibilidad de turnos en los talle-
res, además de su capacidad e importancia y el tiempo para con-
seguir presupuestos y repuestos (CNCiv, Sala J, 28/12/92, "Pifa-
rre, Néstor c/Empresa de Transp. Microómnibus Guaraní SACI
s/sumario").
La sola iiidisponibilidad del rodado a causa de un accidente
de tránsito configura un daño resarcible, sin necesidad de prue-
ba específica acerca del perjuicio. La razón de fondo que justi-
fica el reclamo es siempre la necesidad a que se ve constreñido
el usuario del bien afectado de recurrir a otros medios para su-
plantar el suyo, lo cual lo obliga a incurrir en mayores gastos de
traslado, que de lo contrario no realizaría, por lo que es lógico
presumir que mientras se llevaban a cabo las reparaciones el
damnificado incurrió en gastos para movilizarse en otros vehícu-
los. La indemnización por privación de uso del rodado corres-
ponde sólo por el tiempo razonablemente necesario para realizar
los arreglos. No puede reclamarse al demandado la demora en
iniciar los arreglos, ocasionada por circunstancias que no han
sido debidamente acreditadas (CNCiv, Sala D, 31/3/95, "Blasi, Fe-
lipe c/Redondo, Jorge L. y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala M,
13/5/93, "Faini, Alejandro V. y otro ~IMunicipalidadde la Ciudad
de Buenos Aires y otro s/daños y perjuicios").
c) CÓ17zpttto. Al establecer el monto correspondiente a la pri-
vación del uso del vehículo se deben tener presentes los gastos 1ó-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 41
gicos y previsibles inherentes al mantenimiento que no fueron
soportados durante el lapso en que no se utiliza el rodado (com-
bustible, lubricantes, neumáticos, etc.), los que se han cuantifica-
do en un porcentaje promedio del 30%. De no ser así, se ocasio-
naría al acreedor un enriquecimiento sin causa a expensas del
deudor (CNCiv, Sala A, 13/6/96, "Fernández, Enrique 0. c/Arte
Gráfico Argentino SA sldaños y perjuicios").
Si bien se presume la existencia del daño que irroga la priva-
ción del uso del rodado en sí misma, pues su uso debe ser supli-
do por otros medios de transporte, si el reclamante pretende una
suma necesaria para alquilar un vehículo similar, este gasto, de
fácil comprobación, debe ser acreditado fehacientemente. De no
ser así, cabe estimar una suma que prudencialmente satisfaga
los gastos de movilidad (CNCiv, Sala C, 3/10/96, "Alfonso, María
E. c/Acs, Nora 1. y otro stdaños y perjuicios").
Desde el momento en que no es factible reponer los deterio-
ros de la cosa dañada, resulta incompatible cualquier estimación
que apunte a resarcir su falta de disponibilidad, pues en tal con-
tingencia lo que se adeudará será el valor de reposición desde di-
cha destrucción, y la consecuente falta de disponibilidad que su-
fre el acreedor sólo puede ser enjugada mediante intereses que
están precisamente destinados a resarcir la morosidad en el pago
de una deuda de valor, la cual necesariamente sería cancelada
con dinero (CNCiv, Sala A, 14/2/90, "Spitalnik, Ismael c/Fernán-
dez, Oscar R. sldaños y perjuicios").
No es ajustado a derecho que el acreedor a la indemnización
sustituya la privación del rodado por contratos de alquiler del ve-
hículo, pues de tal modo se agrava innecesariamente la situación
del deudor (CNCiv, Sala C, 27/4/90, "Gutman, José C. c/Pérez,
Manuel R. s/sumarioJJ).
Es indemnizable la privación del uso del automotor en la
medida en que el tiempo de duración del impedimento de uso no
sea imputable al damnificado. A los días calculados por el peri-
to para la reparación de los daños corresponde agregar aquellos
durante los cuales el damnificado no pudo disponer de su roda-
do, porque éste debió permanecer a disposición del juez en lo
penal para el adecuado cumplimiento de la investigación respec-
tiva (CNCiv, Sala C, 9/4/92, "Soberal, Dora G. c/Alperovich, Pablo
A. y otros s/sumarioJ1).
La privación de uso de un rodado debe insumir el tiempo ne-
cesario y razonable para reparar las averías causadas por el hecho
ilícito, pero resultan ajenos a ello los trámites administrativos,
cuando no se ha probado que, como consecuencia, el vehículo
hubiera quedado inmovilizado. La circunstancia de que los arre-
glos se efectuaran por intermedio de la aseguradora resulta ajena
a los fines de incrementar el lapso de las reparaciones. No es
indemnizable el tiempo en que el vehículo permaneció en el ta-
ller, sino el lapso razonablemente necesario para efectuar las re-
42 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRANSITO

paraciones (CNCiv, Sala DI 3/9/91, "Perrin, Jorge L. y otro c/Mi-


nisterio del Interior, Policía Federal Argentina y otro s/sumarion).
El hecho de que, a raíz del accidente, quien reclama esté en-
yesado e imposibilitado de usar el rodado, no obsta al resarci-
miento de la privación de uso derivada del hecho. Ello es así
puesto que el perjuicio queda configurado cuando la víctima
no pueda disponer del vehículo siniestrado del modo en que lo ha-
cía antes del accidente. Las modalidades laborales del usuario,
el emplazamiento del lugar del trabajo y del domicilio, y toda otra
circunstancia que refleje la intensidad con que se usaba el rodado,
tienen relevancia para determinar la medida exacta del daño
resarcible. Cuando tales elementos no quedan acreditados, la
indemnización debe establecerse suponiendo su uso estándar o
medio, es decir, previendo un cierto número de traslados míni-
mos que no deja de llevar a cabo todo usuario (CNCiv, Sala DI
5/12/96, "Núñez, Daniel M. cIForgione, Uber E. y otro sldaños y
perjuicios").
Ni la circunstancia de que la víctima no haya procedido a
hacer reparar su rodado por falta de medios económicos, ni la de
que el arreglo no haya podido ser realizado por la prohibición
dispuesta en la causa penal o por otros motivos similares, justifi-
can que esta demora pueda hacerse pesar sobre el victimario o
responsable del ilícito, por no tratarse de consecuencias ni inme-
diatas, ni necesarias del hecho en los términos de los arts. 520,
901 y 903 del Cód. Civil, sino de consecuencias causales y remo-
tas del hecho no imputables a su autor (CNCiv, Sala F, 21/12/90,
"Sucari, Alberto J. c/Sosa, Miguel s/sumario").

Tendré que afrontar, asimismo, gastos derivados del em-


pleo de otros medios de transporte, especialmente en taxí-
metros, para poder cubrir todas las actividades indispensa-
bles que podía hacer con el auxilio de mi vehículo.
Reclamo por dicha privación la suma de $ ...
C) Desvalorización del rodado. Además del ítem repa-
raciones, los perjuicios experimentados en mi automotor
inciden desfavorablemente en su valor de reventa, ya que
se vieron afectadas sus partes vitales. Ni la sustitución de
las piezas dañadas, ni los arreglos, aunque se efectúen a la
perfección, podrán impedir la disminución de su precio,
con relación a los valores vigentes en plaza para otros co-
ches usados similares.
a) Legitimación. Según se desprende del fallo plenario de la
ex Cámara Nacional Especial en lo Civil y Comercial, vigente
para la actual Cámara Nacional en lo Civil ("Maccione, Juan C.
c/Reyes, Agustín sldaños y perjuicios", 23/9/85), podrán solicitar
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 43
la reparación por la pérdida del valor venal del vehículo, su pro-
pietario, poseedor o todo aquel que demuestre que por ese ítem
ha experimentado algún daño. Quedará fuera de esta posibilidad,
por tanto, el mero tenedor. Sin embargo, la Corte Suprema ha
sostenido que sólo puede ser solicitado por quien es su propieta-
rio ("Rossi, Adhemar J. c/Vertedor, José L. y otro -Prov. de Bs.
As.- s/daños y perjuicios", Fallos, 3 15:1619).
b) Tipificación del perjuicio. La jurisprudencia mayoritaria
ha especificado que no todo deterioro de un automotor le hace
perder su valor, sino aquel que, no obstante la mejor repara-
ción, persiste en alguna medida por estar localizad? en partes
sustanciales que no pueden ser reemplazadas, como, por ejem-
plo, el diferencial, el chasis, etcétera.
La disminución del valor de un vehículo chocado respecto del
que tenía antes, en principio se configura con independencia
de su posterior enajenación, que, en definitiva, se trata de un ne-
gocio que no tiene por qué incidir sobre el responsable del hecho
lesivo, salvo que se acreditara que esa manera de componer la
reparación se ajusta al daño efectivamente sufrido. En materia
de accidentes de tránsito, la reparación debe ser integral, por lo
que el responsable del hecho ilícito está obligado en la medida
del daño que causó, y éste se configura, entre otras hipótesis,
computando el menor valor del rodado (CNCiv, Sala E, 8/10/90,
"Savino, Francisco M. cITransporte Cárdenas SA s/sumario").
La antigüedad del vehículo no es un elemento obstativo para
que se produzca su desvalorización. Naturalmente -a no ser pie-
zas buscadas precisamente por su fecha de fabricación-, el roda-
do antiguo vale menos, pero tiene un precio que, a su vez, puede
ser disminuido por deterioros que tengan real envergadura (CNCiv,
Sala H, 16/9/92, "Seijas de Natalizio, Inés c/Décima, Rubén D. y
otro sldaños y perjuicios").
En ciertos fallos se ha exigido como presupuesto de repara-
ción del daño, que éste afecte a partes trascendentes del vehícu-
lo: corresponde la indemnización por disminución del valor ve-
nal del rodado afectado en un accidente, siempre que la misma
fuere real y no hipotética, cuestión que debe ser apreciada según
las particularidades de cada caso. Para que proceda la indemni-
zación, tiene que haber sido dañada una parte vital, que no pue-
da ser íntegramente reparada o sin dejar vestigios, en tanto que
no cabe cuando el perjuicio ha sido ocasionado en parte de chapa
o de carrocería (CNCiv, Sala A, 24/9/92, "Amoroso, José O. c/Mu-
nicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires s/daños y perjuicios").
Cualquier deterioro en el automotor no le hace perder su va-
lor, sino aquel que, no obstante la mejor reparación, continúa
existiendo, en alguna medida, por estar localizado en partes sus-
tanciales del vehículo, que no pueden ser reemplazadas, como el
chasis, el diferencial o el bloc pero no un guardabarros, paragol-
pes o radiador, que pueden ser cambiados sin dificultad. Si lue-
PRÁCTICA DE ACCIDENTES D E TRÁNSITO

go de los arreglos, el rodado presenta vestigios del choque, segu-


ramente será porque el trabajo fue deficientemente controlado
por el accionante con su conformidad tácitamente expresada al
retirar el coche del taller, por lo que no puede recaer sobre el
causante de los daños (CNCiv, Sala B, 9/10/95, "Rodríguez, Nor-
berto A. c/Novarin, Sergio sldaños y perjuiciosJJ).
No procede admitir la desvalorización del rodado, como con-
secuencia de un accidente de tránsito, si el perito designado no ha
podido inspeccionarlo y comprobar en qué medida el vehículo
ha quedado con secuelas -si los daños han sido vitales o estruc-
turales-; en caso contrario la opinión experta es meramente ge-
nérica y conjetural (CNCiv, Sala J, 22/3/94, "Pacheco, Gervasio
c/Arce, Francisco A. s/daños y perjuiciosJJ).
La circunstancia de que el taller no efectuara los arreglos
conforme a las reglas del arte, e hiciera un deficiente trabajo de
reparación del rodado, que se traduce en las secuelas que pudo
observar el perito mecánico, no puede serle imputado al respon-
sable del hecho, y no corresponde que se indemnice un daño que
tiene su origen en la mala elección del actor al seleccionar el ta-
ller que efectuó los arreglos (CNCiv, Sala M, 10/4/91, "Véliz, Alfre-
do N. clwagner, Ricardo 0. s/daños y perjuicios").
Para la procedencia de la indemnización por desvalorización
del rodado deben ser fehacientemente acreditadas las secuelas que
pudieron haber quedado luego de las reparaciones, o defectos es-
tructurales que disminuyan el valor de la unidad, para lo cual la
prueba idónea es la pericia mecánica (CNCiv, Sala M, 3/5/93, "Fai-
ni, Alejandro V. y otro c/Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires y otro sldaños y perjuiciosJ)).
Por el contrario, en otros precedentes se han adoptado crite-
rios más amplios de evaluación del perjuicio: no es necesario que
el accidente haya afectado partes vitales del rodado para que pro-
ceda el rubro sobre desvalorización del automotor; simplemente
basta que sean perceptibles los rastros de la reparación, circuns-
tancia que provoca una retracción de los eventuales compradores
-quienes desconocen la verdadera extensión del daño- y la consi-
guiente reducción del precio que pueda obtener el propietario
(CNCiv, Sala F, 28/2/90, "Lanfredi, Aldo E. c/Suarez Rey, Fernan-
do s/sumario").
Para conceder indemnización en concepto de desvalorización
del rodado se deberán tener en cuenta las circunstancias varia-
bles de cada caso, características del automóvil, antigüedad, estado
anterior y comparación con el que presenta después de reparado,
para determinar si muestra secuelas detectables a la percepción
de eventuales compradores que lo deprecien en el mercado de
usados (CNCiv, Sala G, 8/5/92, "Calzada, Carlos A. c/Chavez, Ju-
lio C. y otro sldaños y perjuiciosJJ).
c) Denzostvació?z del daño. Tratándose de arreglos de chapa
y pintura que no inciden sobre partes estructurales de la carro-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 45
cería, la desvalorización debe surgir, en principio, del dictamen
técnico efectuado sobre el rodado, pues existe una serie de cir-
cunstancias a considerar, como son el modelo y estado de con-
servación anterior que, de no computarse, convertirían a la esti-
mación parcial en una apreciación abstracta, carente de fuerza
probatoria que obligue al juez encontrándose a cargo de quien
reclama la indemnización la prueba de la efectiva producción del
daño (CNCiv, Sala E, 11/5/90, "Quercia de Curiel, Liliana 1. y
otro c/Tordomar, Mariano A. y otro sldaños y perjuicios").
Si el actor enajenó su vehículo debe demostrar la diferencia
que, a raíz del choque, hubo entre el precio de venta y el del mer-
cado. No corresponde acreditarse el daño concreto que invoca,
convirtiéndose la estimación del experto en una apreciación abs-
tracta que no encuentra sustento en la norma del art. 476 del or-
denamiento procesal, por lo cual no tiene fuerza probatoria que
obligue al sentenciante, tratándose de una mera opinión subjeti-
va (CNCiv, Sala B, 9/5/97, "Mayoraz, Carlos clstefano, Ulderico
sldaños y perjuicios"); además, el ocultamiento de la documenta-
ción de la operación de venta del automotor siniestrado hace
presumir que se consiguió un precio normal y no disminuido
(CNCiv, Sala M, 3/6/96, Botana Piñeiro, Jesús cITransporte Línea
304 SA sldaños y perjuicios").
Cuando las características de los deterioros o su generaliza-
da incidencia hacen presumir la desvalorización del rodado, pue-
de aceptarse ese capítulo de los daños aunque el experto no lo
hubiera inspeccionado (CNCiv, Sala C, 2 1112/95, "Manzanares, Sil-
via L. c1Autolíneas Argentinas SA sldaños y perjuicios").
Corresponde hacer lugar al rubro desvalorización del roda-
do, aun cuando el perito no pueda valerse de la observación di-
recta del rodado, si pudo contar con el valioso aporte de las
constancias fotográficas glosadas a la causa. Corresponde reco-
nocer la validez de las constancias documentales que muestran
las huellas que el impacto ha dejado en el automóvil, y que éstas
constituyen pruebas elocuentes para la reconstrucción del suceso
y, obviamente, para la evaluación de la desvalorización del roda-
do (CNCiv, Sala K, 201219 l , "Benedetto, Norberto c/Escalada, Ma-
rio H. s/sumario").
La desvalorización del rodado no está probada cuando no
hay en la causa prueba pericia1 pertinente que demuestre que,
luego de efectuadas las reparaciones, se advierten secuelas o de-
fectos estructurales que disminuyen el valor de la unidad y que
son fehacientemente comprobados por el experto (CNCiv, Sala
M, 12/6/96, "Rados, Lidia N. c/Riesgo, Mario E. slcobro de sumas
de dinero").
Ha resuelto la Corte Suprema nacional la viabilidad de la in-
demnización por desvalorización del automóvil derivada de un
accidente de tuáízsito, si a juicio del experto la naturaleza de las
reparaciones a las que se vio sometido por los daños que surgían
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

de las fotografías incorporadas a la causa, permitían razonable-


mente presumir la alegada pérdida del valor de venta (14110193,
"Pappier, Federico R. c1Gobierno de la provincia de Santa Fe slda-
ños y perjuicios").

Por ello es que solicito se incremente la condena in-


demnizatoria en $ ...

VI. L I Q U I D A C I ~ N , El monto de la condena en concepto


de capital se compondrá de la siguiente manera:
1 ) Valor de las reparaciones
2) Privación de uso
3) Desvalorización del rodado
Total

VII. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113,
párr. 2", del Cód. Civil; art. 49, párr. lo, de la ley 13.893
(art. 44, ley 24.449, según fecha del accidente) y art. 118
de la ley 17.418, así como en la abundante doctrina y ju-
risprudencia que reconocen como fuente dichas normas.
a) Novrna aplicable. La compulsa de la jurisprudencia de la
justicia nacional en materia de accidentes de tránsito arroja como
resultado la existencia de dos períodos, escindidos por el plena-
rio "Váldez, Estanislao F. clEl Puente SAC y otro", del 10111194.
Con anterioridad, la inmensa mayoría de los precedentes judicia-
les consideraban que en un choque entre rodados en movimiento
debía aplicarse el art. 1109 del Cód. Civil, rigiendo, por ende, la
carga de la prueba del art. 377 del Cód. Proc. Civil y Com. de
la Nación. Es decir que cada parte debía probar los presupues-
tos de hecho de la norma que invocaba como fundamento de su
pretensión.
En consecuencia, se sostenía que cuando el demandante afir-
maba que su adversario había violado las indicaciones del se-
máforo, tenía que demostrar en la causa la veracidad de dicha
afirmación. Tal principio, sin embargo, cedía cuando se habían
reunido presunciones fundadas y, a pesar de la falta de pruebas
contundentes, se condenaba al accionado por lo dificultoso que
resultaba probar ese hecho.
A partir del plenario mencionado el panorama tiene que cam-
biar, dado que allí se estableció que "la responsabilidad del ,due-
ño o guardián emergente de accidentes de tránsito producidos
como consecuencia de una colisión plural de automotores en
movimiento, no debe encuadrarse en la órbita del art. 1109 del
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 47
Cód. Civil". Esto explica por qué citamos, en el modelo, el art.
1113, párr. 2") del Cód. Civil.
El plenario concuerda con el criterio de la Corte Suprema al
entender que la mera eventualidad de la existencia de un riesgo
recíproco no excluye la aplicación de lo dispuesto en el art. 1113,
párr. 2", que regula lo atinente a la responsabilidad civil por el
hecho de las cosas. De tal suerte, en accidentes protagonizados
por dos o más automotores se crean presunciones concurrentes
como las que pesan sobre el dueño o guardián, quienes deben
afrontar los daños causados a otro, salvo que prueben la existen-
cia de circunstancias eximentes. Por lo demás, la invocación de
una naturalización de los riesgos no resulta de por sí-suficiente
para dejar de lado los factores de atribución de responsabilidad
que rigen en ese ámbito (22/12/87, "Empresa Nacional de Teleco-
municaciones c/Buenos Aires, Provincia de y otro s/cobro de pe-
sos", Fallos, 310:2804; 27/12/90, "Sarro, Antonio y. otros c/OCA
SRL y otros sldaños y perjuiciosJ1,Fallos, 3 13:1636). También
sostuvo la Corte que en la demanda por daños y perjuicios deri-
vados de un accidente de automotores resulta aplicable lo dis-
puesto en el art. 1113, párr. 2", del Cód. Civil, por lo que si el de-
mandado atribuye a la culpa de la contraparte la producción del
accidente, debe acreditar tal aserto (1/12/88, "Buenos Aires,, Pro-
vincia de c/Mustafá, Raúl y/o quien resulte propietario s/cobro de
pesos", Fallos, 31 1:2521)
b) Fundamentos. Empero, la teoría transcripta admite, para
el mismo tribunal, una salvedad que podría ser entendida como
debilitadora de sus fundamentos. Ello ocurre en los casos en
que el vehículo automotor que ocasiona el accidente de tránsito
es conducido por un dependiente de la propietaria del vehículo;
el marco jurídico respecto al conductor es el art. 1109 del Cód.
Civil, y, respecto a la propietaria, el art. 1113 del mismo Código
(CSJN, 11/5/93, "Fernández, Alba 0 . c/Ballejo, Julio A. y Buenos
Aires, Prov. de s/sumario, daños y perjuiciosJ1).
Con relación a las causales de exculpación del dueño o guar-
dián de la cosa riesgosa, la Corte Suprema de la Nación ha espe-
cificado que la culpa de la víctima con aptitud para cortar el
nexo de causalidad entre la actividad y el .perjuicio, a que alude
la última parte del art. 1113, debe aparecer como la única causa
del daño y revestir las características de imprevisibilidad e inevi-
tabilidad propias del caso fortuito o de la fuerza mayor (15/10/
87, "Prille de Nicolini, Graciela C. c/Servicios Eléctricos del Gran
Buenos Aires y Prov. de Buenos Aires", Fallos, 3 10:2103).
En los casos en que el daño ha sido causado por el riesgo o
vicio de la cosa, para que funcione la eximente de responsabili-
dad del dueño o guardián en virtud de la culpa de un tercero por
quien no se debe responder, debe tratarse de un tercero que ca-
rezca de vínculo con el demandado (2817187, "Giménez, José E.
clprefectura Naval Argentina", Fallos, 3 10:1449).
48 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

VIII. OFRECE PRUEBAS. Vengo a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de mi parte. Ellas son:
a) Confesional. Se cite personalmente a los demanda-
dos y al representante legal de la entidad aseguradora para
absolver posiciones a tenor del pliego que oportunamente
se acompañara, bajo apercibimiento de ley.
a) Importancia de la prueba. La jurisprudencia ha destaca-
do la importancia capital que reviste la confesión expresa formu-
lada judicialmente, que constituirá plena prueba en los términos
del art. 423 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación. En cam-
bio, la confesión ficta sólo otorga un valor presuncional, que debe
concordar con los demás elementos acumulados en el expediente
y que puede fundar una sentencia adversa al rebelde en las posi-
ciones, cuando no existen ni siquiera indicios que la invaliden.
De todas maneras recordamos la vigencia del plenario de la
ex Cámara Nacional Especial en lo Civil y Comercial, "Enríquez
c/WeberJ1(24/9/37), en donde se estableció que la rebeldía en la
prueba de posiciones es suficiente por sí sola para tener por cier-
tos los hechos aducidos y no desvirtuados, aunque hayan sido
negados en la demanda o contestación.
b) Viabilidad. La doctrina y la jurisprudencia han delimita-
do ciertos presupuestos para la viabilidad de la confesión ficta:
1 ) notificación en el domicilio real del absolvente en caso de que
actúe por apoderado, y en el constituido cuando lo hace por de-
recho propio; 2) acompañamiento del pliego respectivo firmado
por el ponente con la antelación que marca el ordenamiento ri-
tual; 3) que en la citación haya constado el apercibimiento de
aplicarse los efectos previstos en el art. 417 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación para la ausencia injustificada, y 4) que exista
un pedido expreso de quien se beneficia con la rebeldía en aná-
lisis.
Con referencia específica a las particulares características de
los procesos por accidentes de tránsito, se ha dicho que el crite-
rio según el cual la confesión ficta de uno de los litisconsortes
no obliga al resto, en el caso particular de los accidentes de trán-
sito debe ser dejado de lado cuando se trata de la producida en
forma expresa por ser el codemandado conductor del vehículo
involucrado en el accidente, quien lo guiaba como dependiente
(CNCiv, Sala 1, 31/5/89, "Lencina, Miriam L. c/Escudero, Juan M.
y otro s/sumario").
También se dijo que si bien el representante de la sociedad,
citado a absolver posiciones en el proceso iniciado por un acci-
dente de tránsito, no ha presenciado -verosímilmente- la produc-
ción del evento dañoso, no por eso las posiciones dejan de versar
sobre un hecho personal (arts. 413 y 417)) puesto que las pregun-
tas contenidas en el pliego, más que al conocimiento directo del
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 49
choque se refieren a la información que pudo y debió tener, como
ocurre de ordinario, el gerente o representante de una empresa.
Por lo demás el art. 406 del ordenamiento procesal faculta a
las sociedades a designar a la persona que deberá absolver, cuando
aleguen que el representante elegido por el ponente "no intervino
personalmente o no tuvo conocimiento directo de los hechos"; de
ahí que si la persona jurídica no utilizó tal prerrogativa no es vá-
lido que se intente restar eficacia a la confesión ficta, por un vir-
tual desconocimiento del representante que hubiese comparecido
con poder suficiente (CNCiv, Sala A, 25/9/89, "Iannicelli, Carlos
A. cITransporte Surnor SA sldaños y perjuicios"). .

b) Testimonial. Se cite a declarar en calidad de testi-


gos a:
1 ) JAIME JUNÍN, comerciante, domiciliado en ..., no ..., de
la ciudad de ...
2) SUSANA PAREDES, estudiante, domiciliada en ..., no ...,
piso ..., dep. ..., de la ciudad de ...
3) CAMILA CASADO, ama de casa, domiciliada en avenida
..., no ..., piso ..., dep. ..., de la ciudad de ...
4) LUDMILA GONZÁLEZ, docente, domiciliada en la calle
..., no ... de la ciudad de ...
Las personas indicadas atestiguarán de acuerdo al plie-
go de preguntas, y de viva voz.
a) Calidad de testigos. Únicamente pueden revestir la cali-
dad de testigos las personas físicas distintas de las partes y de
los integrantes del órgano judicial, siempre que sean mayores
de catorce años (art. 426, Cód. Procesal) y que no estén exclui-
dos por el art. 427 del mismo Código.
El juez deberá apreciar, de acuerdo con las reglas de la sana
crítica y en oportunidad de dictar sentencia definitiva, las cir-
cunstancias y motivos que corroboren o disminuyan la fuerza de
las declaraciones testimoniales prestadas a la causa (art. 458).
El testigo debe declarar las circunstancias por las cuales el he-
cho llegó a su conocimiento (la razón de sus dichos), y de ello
surgirá el poder de convicción de la prueba testimonial.
En materia de accidentes de tránsito, numerosos fallos han
postulado la credibilidad restringida, aunque no descartable, para
las deposiciones del testigo único, la del testigo que no figura en
el acta de choque, y la del testigo protagonista. En caso de que
en un solo testigo se sumen dos o más de estas cualidades el va-
lor de la prueba será casi nulo.
Con menor fi-ecuencia se ha valorado con suma estrictez a
los testigos dependientes de una de las partes; al testigo indirec-

4. Daray, Prbctica.
50 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

to, que sabe del accidente por referencia de otro; al que mani-
fieste que se encontraba a una distancia que impedía una ade-
cuada visión del accidente, o el que oyó un ruido pero no llegó a
ver la colisión.
b) Verosinzilitud de los testimonios. Las imprecisiones en
cuanto a los detalles de los rodados intervinientes (color, modelo,
etc.), son las que mejor hablan de la sinceridad y honradez de
los testimonios, si se tiene presente que los testigos declararon
dos años después de ocurrido el accidente de autos, circunstan-
cia que autoriza a concluir con pleno fundamento en que ellos
no pudiesen recordar determinados detalles. Lo sospechoso hu-
biera sido precisamente, el caso inverso, es decir, que a pesar del
tiempo transcurrido coincidieran con total precisión en las cir-
cunstancias de tiempo y de lugar en que la colisión se produjo,
lo que autorizaría a pensar que aquéllos habrían sido convenien-
temente instruidos acerca del modo de declarar (CNCiv, Sala K,
22/9/89, "Nieves, Héctor J. clSlettemark, Edgardo C. y otro slsu-
mario").
También se ha dicho que ante declaraciones contrapuestas, y
no resultando posible otorgar mayor credibilidad a unos testigos
que a otros, corresponde prescindir de este medio probatorio.
Por consiguiente, tratándose de un juicio sobre accidente de trán-
sito debe recurrirse a las presunciones (CNCiv, Sala E, 18/9/89,
"Mormandi, Roberto M. c/Milano, Claudia L. y otros slaccidente
de tránsito").
La circunstancia de que el testigo haya declarado sobre un
heclio no propuesto por las partes no constituye razón suficiente
para prescindir de sus dichos cuando su testimonio, analizado
con arreglo a las pautas de la sana crítica, no muestra indicio al-
guno de mendacidad, ambigüedad o contradicción, que puedan
desmerecerlo (CNCiv, Sala K, 112191, "Gil, Raúl A. cIBaremboin,
Leonardo s/sumario").
c) Inzpa~ecialidad. El natural interés en justificar su propio
proceder por parte de quien conduce un vehículo involucrado en
un accidente, aventando o menguando de tal modo responsabili-
dades no puede desconocerse; como tampoco es descartable que
sus acompañantes, máxime siendo amigos, se sientan inclinados
a respaldarlo, por lo que sus declaraciones testimoniales, dejan
serias dudas acerca de su imparcialidad, y deben aceptarse sólo
si se encuentran corroboradas con otros medios mayormente con-
fiables (CNCiv, Sala A, 25/8/92, "Contreras de Calo, Rosario c1Pu-
glisi, Héctor Eduardo y otro s/sumario").
Si el testigo resulta ser el conductor de uno de los rodados
intervinientes en el siniestro, en calidad de dependiente del pro-
pietario de dicho automotor, sus dichos deben ser apreciados con
estrictez; pero ello no significa prescindir de él totalmente, ya
que se trata de un testigo necesario, y debe analizarse su versión
en concordancia con los demás elementos de juicio que la causa
ofrezca, pues probanzas que aisladamente consideradas pueden
ser objeto de reparos, o ser débiles o. imprecisas, en muchos ca-
sos se complementan entre sí, de tal modo que juntas llevan al
ánimo del juez la convicción suficiente acerca de la existencia
del hecho de que se trata (CNCiv, Sala E, 7/10/92, "Transporte
Automotores Riachuelo SA c/López, Eduardo y otro sldaños y
perjuicios").
El hecho d e que el único testigo ocular del accidente no de-
clarara en sede policial ni ante el juez de instrucción no basta
por sí solo para invalidar su declaración, aunque lógicamente
obliga al juzgador a apreciar sus dichos con criterio restrictivo
(CNCiv, Sala K, 18/8/89, "Breyavi, Julio S. c/Da Silva ~ 6 n z á l e z ,
Oscar H. C. s/sumario").
La eventualidad de que la única persona presentada como
testigo presencial del choque no fuera oportunamente denuncia-
da como tal en el acta policial respectiva, no constituye impedi-
mento para la aceptación de sus dichos, porque siempre sus de-
claraciones serán valoradas según las reglas de la sana crítica, y
se tendrán en cuenta las circunstancias y motivos conducentes a
corroborar o disminuir la fuerza de su testimonio, de tal suerte
que de ello no puede derivarse agravio alguno, máxime cuando
la declaración prestada concreta los hechos con precisión, reve-
lando exacto conocimiento del accidente, y cuando fue también
ampliamente repreguntado por la contraparte (CNCiv, Sala A, 2.51
9/89, "Iannicelli, Carlos A. c/Transporte Surnor SA sldaños y per-
juicios"; íd., Sala D, 2/7/93, "Ruiz Díaz, Inocencio A. c/Forciniti,
Francisco A. sldaños y perjuicios"; íd., Sala E, 10/5/89, "Centu-
rión*SRL c/Martino, Claudio D. y otros sldaños y perjuicios").
Cuando se trata de un juicio por accidente en el que se de-
manda a la empresa Ferrocarriles Argentinos, las únicas declara-
ciones -del maquinista y del fogonero- no deben aprehenderse
como prueba fehaciente en la medida en que no vengan acompa-
ñadas de otras que corroboren sus dichos, puesto que tratándose
de personal dependiente de la accionada, directamente involucra-
da en el hecho, están evidentemente interesados en el resultado
del sumario penal para sostener que ellos no habrían sido siquie-
ra negligentes en la producción del accidente (CNCiv, Sala A,
7/7/89, "Barbarino de Montero, Lidia M. c/Empresa de Ferroca-
rriles Argentinos s/sumario, accidente de tránsito"; íd., Sala E,
13/9/89, "Carrasale, Luis C. c/Empresa de Ferrocarriles Argenti-
nos sldaños y perjuicios").
Concordantemente con los principios reseñados, la Corte Su-
prema invalidó una sentencia de cámara que estableció la culpa
concurrente de los intervinientes en un accidente de tránsito, en
función de un único testimonio, que no sólo contradice las res-
tantes declaraciones y demás probanzas acumuladas en la causa
penal, sino que es contrario a la versión del accidente suminis-
trada por ese mismo testigo en ella (26/10/89, "Nervi, Renato A.
52 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

y otros c/Delfino, Rafael y otros sldaños y perjuicios", Fallos,


3 12:1983).
d) Ctia~ztíade los dafios. La jurisprudencia ha dejado un
marco acotado para la prueba testimonial. Se ha decidido, en
efecto, que con respecto a los daños al automotor cabe señalar
en principio que, por referirse a cuestiones técnicas, el informe
pericia1 no puede ser enervado por medio de declaraciones de
testigos, debiendo prevalecer asimismo sobre el mero presupues-
to, el que aun debidamente reconocido sólo sirve para tener por
acreditado que los arreglos se efectivizaron, pero no para demos-
trar que los mismos correspondían ser efectuados (CNCiv, Sala
M, 27/2/91, "Díez, Héctor A. c/Grilli, Juan C. s/sumarioU).
En los casos en que se alega un lucro cesante, no puede exi-
gil-se tina certeza absoluta sobre la pérdida de ganancias; basta
con que exista la suficiente probabilidad de que la víctima las
hubiera percibido de no ocurrir el acto ilícito. El lucro cesante
debe ser incluido en la condena si los testigos citados prueban
que por cierto tiempo dejó el reclamante de realizar sus tareas
habituales luego del hecho (CNCiv, Sala M, 16/5/91, "González de
Pena, Nieves clAlonso, Aníbal y otro s/sumarion).
Tratándose de la explotación de taxímetro, la prueba testifi-
cal es insuficiente para acreditar el lucro cesante, ya que existen
medios de pruebas más contundentes para probar la actividad
desarrollada y las ganancias dejadas de percibir (CNCiv, Sala B,
13/2/92, "Rechimon, Delqui c/Álvarez, C. y otros staccidente de
tránsito").
Si el vehículo no está registrado como taxímetro, no es útil
la declaración testimonial para conceder el reclamo por lucro ce-
sante, ya que, existiendo un organismo estatal encargado de otor-
gar las licencias, constituyen pruebas convincentes los registros
llevados por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Ai-
res o bien la constancia que éste expide a quienes son titulares
de dicha licencia (CNCiv, Sala C, 3/12/96, "Piantanida de Arslán,
Delia c/Gómez, Eugenio R. y otro s/daños y perjuicios").
La prueba informativa debe surgir de documentación, archi-
vo o registros contables del informante (art. 396, Cód. Procesal)
y no puede sustituir otro medio de prueba que específicamente
corresponda por la naturaleza de los hechos controvertidos (art.
397). El presupuesto expedido por un taller mecánico debe au-
tenticarse mediante la declaración testifical de su firmante, cuan-
do el taller no constituya una entidad privada provista de libros
de comercio (CNCiv, Sala E, 29/5/89, "Barreto, Esteban H. c/Mar-
tinelli, Antonio y otro s/sumario, accidente de tránsito").

c) Doctcl?zelztal. Las que se adjuntan al escrito inicial


y que consisten en:
1 ) Copia de denuncia policial.
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

2) Presupuesto de reparaciones de la firma ...


3) Fotocopia de la cédula verde del automotor.
4) Cuatro fotografías de las partes de mi rodado afec-
tadas, autenticadas por escribano público.
Solicito que los originales sean reservados en la caja de
seguridad del Juzgado, dejándose copia en autos.
a) Presentación. La prueba documental debe ser acompaña-
da con los escritos de demanda y contestación, a diferencia de
los restantes medios probatorios, que tienen que ofrecerse en esas
oportunidades pero producirse en la etapa probatoria,' con poste-
rioridad al auto que decreta su apertura.
Las probanzas documentales más frecuentes en estos proce-
sos, cuando se reclaman indemnizaciones por daños materiales
exclusivamente, suelen ser las fotografías del vehículo, los presu-
puestos de los talleres y el acta de choque.
Las fotografías adquieren mayor valor cuando están autenti-
cadas por escribano público, y pueden servir como elemento de
convicción corroborante de la forma de ocurrencia de los hechos
o de los perjuicios efectivamente experimentados en el automotor.
Los presupuestos tienen que estar suscriptos por quienes los
emitieron, con todos los datos pertinentes, como lugar y fecha
de emisión. Requieren además que sean reconocidos por su emi-
sor mediante el pertinente oficio, dentro de la prueba informati-
va. Igual que las fotografías, son indicios de la mecánica del
choque y de la entidad de los deterioros del rodado, útiles para
la confección de la pericia y fundamentación de la sentencia,
pero inhábiles por sí solos, para lograr un pronunciamiento con-
denatorio.
b ) Actas de choqt~e. Corresponde distinguir las que hayan
sido firmadas por todos los intervinientes en el suceso, de las
que únicamente aparecen suscriptas por quien las arrima al ex-
pediente. En el primer caso, su valor probatorio es sumamente
importante, dado que equivale a la confesión extrajudicial; en el
segundo se limita a configurar una declaración unilateral ante
un oficial policial, que no presenció los hechos, por lo cual ten-
drá mero valor corroborante del resto de las pruebas arrimadas
al proceso.
El acta de choque es un documento de carácter unilateral,
por lo que debe ser evaluado en la medida del respaldo que halle
en otras probanzas de la causa; por ende, su utilidad, si bien no
decisiva, dependerá de la medida en que se vea corroborada por
otros medios de prueba (CNCiv, Sala C, 6/8/96, "Quintana, Edgar-
do N. c1Isalema S A sldaños y perjuicios").

d) Informativa. Se libren los siguientes oficios a fin


de que sus destinatarios informen al juzgado lo siguiente:
1 ) Al Departamento Central de Policía, para que indi-
que si la denuncia acompañada es auténtica.
La prueba de informes a la repartición policial permitirá, en
este caso judicialmente, demostrar la autenticidad del documeni
to en cuestión, cuando no haya sido reconocida tal calidad por la
parte contraria.

2) Al Registro de la Propiedad del Automotor, a fin de


que informe sobre la titularidad del dominio del automóvil
patente no ..., al ... de ... de ...
Según lo establece el art. 6O del decr. ley 6582158, a todo au-
tomotor inscripto en el registro que crea dicha norma se le asig-
nará un documento individualizante expedido por el registro per-
tinente, llamado "título del automotor", al que se le reconoce el
carácter de instrumento público. Así, la fotocopia certificada por
oficial público cumple con los requisitos dispuestos por el art.
979, inc. 2") del Cód. Civil [CNCiv, Sala L, 20111189, "Orgueira,
José M. c1Transp. Automotor Riachuelo (línea 100) slsumario].

3) Al taller ..., para que informe si el presupuesto que


se adjunta fue expedido por esa empresa.
e) Peuicial. Se nombre perito ingeniero mecánico úni-
co de oficio, a fin de que conteste las siguientes preguntas.
a) Eficacia pvobatoria. Entre los requisitos para la eficacia
probatoria del dictamen pericial, la doctrina señaló: 1 ) que sea
un medio conducente respecto del hecho por probar; 2) que el pe-
rito sea experto y competente para el desempeño de su encargo;
3) que no exista motivo serio para dudar de su desinterés, impar-
cialidad y sinceridad; 4) que el dictamen esté debidamente fun-
dado; 5) que las conclusiones sean claras y consecuencia lógica de
sus fundamentos, y 6) que los peritos no excedan los límites de su
encargo.
Por otra parte, el análisis de un número importante de pre-
cedentes judiciales sobre accidentes de tránsito nos enseña que
la fuerza probatoria de la pericia está en relación directamente
proporcional al rigor científico o profesional de los respectivos
informes. El vigor aumenta cuando no ha sido objetada por
los litigantes, o lo ha sido de una manera deficiente. Finalmen-
te, el puntal decisivo de la pericia se vincula con su coherencia
respecto del resto de los elementos de juicio obrantes en la causa.
De todos maneras, el informe del experto no tiene valor vincu-
lante para el juez, quien deberá apreciarlo de acuerdo con los
principios de la sana crítica (art. 477, Cód. Procesal); pero, cuan-
do el peritaje aparece sólidamente fundado, muy serias deben ser
las razones del sentenciante para dejarlo de lado.
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 55
b) Jurisprudencia aplicable. La jurisprudencia más reciente
ha mantenido esos principios, con algunas variantes, como vere-
mos en los fallos siguientes. La prueba más idónea para deter-
minar los daños en un rodado derivados de la colisión con otro
vehículo es la pericial, en relación con los presupuestos del taller
mecánico, cuando no existan otras pruebas que controviertan los
guarismos respectivos (CNCiv, Sala M, 24110189, "Lara, Domingo
M. c/Yaber, Julio S. s/daños y perjuicios").
Con respecto a los daños al automotor cabe señalar en prin-
cipio que, por referirse a cuestiones técnicas, el informe pericial
no puede ser enervado por medio de declaraciones de testigos,
debiendo prevalecer asimismo sobre el mero presupueSto, el que
aun debidamente reconocido sólo sirve para tener por acreditado
que los arreglos se efectivizaron, pero no para demostrar que los
mismos correspondían ser efectuados (CNCiv, Sala M, 271219 1,
"Díez, Héctor A. cIGrilli, Juan C. slsumario").
Entre un presupuesto y la pericia bien puede optarse por el
presupuesto cuando la diferencia es mínima y la verdad del pago
no ha sido objetada; a lo que se suma que la elección de la con-
cesionaria en lugar del taller independiente, resultan el primero
ajustado a la eficacia natural y lógica, y el segundo encuentra ca-
bal apoyatura en el informe pericial no impugnado (CNCiv, Sala
B, 26/6/89, "Valenti, Luis c/Luna, Alicia 2;. slsumario").
Si es cierto que la pericia reviste una importancia ostensible
para acreditar la relevancia de los daños y el costo de los repues-
tos y de la mano de obra invertida, ello no significa que su pro-
ducción sea obligada en todos los casos, ya que el actor conserva
la facultad de optar por el medio o medios de pruebas que estime
conducentes al indicado fin (fotografías, testigos, presupuestos,
prueba confesional, etc.) (CNCiv, Sala M, 23/5/90, "Amil, Guiller-
mo 0. c/Empresa de Transporte Los Patricios SRL s/sumario").
Respecto a la pérdida del valor de reventa del bien: para la
procedencia de la indemnización por desvalorización del rodado
deben ser fehacientemente acreditadas las secuelas que pudieron
haber quedado luego de las reparaciones, o los defectos estructu-
rales que disminuyan el valor de la unidad, para lo cual la prue-
ba idónea es la pericia mecánica (CNCiv, Sala M, 3/5/93, "Faini,
Alejandro V. y otro c1Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires
y otro sldaños y perjuicios").
Cuando se reclaman arreglos de chapa y pintura que no inci-
den sobre las partes estructurales de la carrocería, la desvalori-
zación debe surgir, en principio, del dictamen técnico efectuado
en el rodado, pues hay una serie de circunstancias a considerai;
como son el modelo y estado de conservación anterior que, de
no computarse, convertirían a la estimación pericial en una apre-
ciación abstracta, carente de fuerza probatoria que obligue al
juez (art. 477, Cód. Procesal), encontrándose a cargo de quien
reclame la indemnización la prueba de la efectiva producción del
56 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

daño (conf. art. 377, mismo Código) (CNCiv, Sala E, 3/10/90,


"Roman, Guillermo J. c/Humberto y otro sldaños y perjuicios").
Cuando no se trata de "daño estructural", o de "partes vita-
les", no habría en principio derecho a reparación por desvalori-
zación del automotor, a menos que se demostrara, venta me-
diante, la incidencia de la posible desmejora de cotización. Lo
indemnizable aquí es el daño futuro y cierto, por la incidencia
que tendrían los daños perceptibles en el precio razonable de
venta del rodado, pese a las reparaciones y aunque se reemplace
una pieza gastada por otra nueva, circunstancia que operaría
como indicadora de que el vehículo había sido chocado (CNCiv,
Sala B, 25/4/91, "Cabanne, Héctor A. y otra cIPrincipe, Eduardo
y otra s/sumarioJ1).
Con respecto a la demostración del daño "reparaciones del
rodado", se ha considerado que la circunstancia de que el accio-
nante hubiera acompañado un recibo de pago por los arreglos,
reconocida por el taller que los realizó, sólo acredita esos he-
chos, pero de ninguna manera implica que esa factura refleje el
real valor de la reparación, si el ingeniero mecánico estimó, en
pericia no impugnada, que el costo era sensiblemente inferior.
Debe darse prevalencia a la pericia, pues de lo que se trata es de
resarcir el daño sufrido sobre la base de los valores corrientes
de plaza, ya que de lo contrario se obligaría al deudor a pagar
una indemnización superior a la que resulta del daño causado y
que no tiene relación con éste (CNCiv, Sala E, 26/9/89, "Madia,
Juan C. cINobile, M. sldaños y perjuicios").
Corresponde rechazar el reclamo por disminución del valor
de reventa del automotor si no ha sido acreditado mediante la
correspondiente prueba pericia1 de ingeniería mecánica. Así como
todo daño debe ser comprobado, no puede presumirse que los
deterioros invocados produzcan desvalorización de un vehículo
con muchos años de uso, puesto que la reparación correctamen-
te realizada no deja secuelas que afecten el uso normal, ni su
estética. Los signos que para el ojo de un experto pudieran ad-
vertirse, y que debieron ser probados después de una revisación
exhaustiva, no justifican, en principio, reconocer el rubro en cues-
tión por no encontrarse deformadas o dañadas partes estructura-
les; por el contrario, los pequeños daños no inciden en el valor
de reventa, que se rige notoriamente por tablas según modelos
(CNCiv, Sala G, 1/9/89, "Petungaro, Carmelo c/Bellassai, Rubén
D. y otro slsumario, accid. de tránsito").
Si se demanda la reparación por pérdida del valor venal del
automotor ha de estarse a un concepto amplio y circunstanciado,
no dogmático de la cuestión. Todo dependerá de las pruebas y
de lo que surja de los dichos del perito y las fotografías. Porque
la prueba del daño puede resaltarse por otros medios que no
sea la inspección visual del automóvil, en tanto y en cuanto to-
dos los vehículos usados que hayan tenido choques graves suelen
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 57
perder apreciación de mercado (CNCiv, Sala C, 1/8/91, "Vozzi,
Raúl c/Arroyo, Héctor slsumario"),
c) Indisponibilidad del vehículo. Cuando al perito rnecánico
no le fue posible establecer el estado del vehículo, por habérselo
enajenado, no puede tenerse por existente una desvalorización, en
base a una hipótesis de probabilidades sobre lo que suele suce-
der (CNCiv, Sala E, 2/4/96, "Raymond & Roy SA c/ Romero, Eliar
C. y otros slilaños y perjuicios").
Si el perito no revisó el automotor por cuanto éste había
sido vendido por el actor, sin probarse la fecha de la enajena-
ción, ni tampoco cuándo se pagó el precio de las reparaciones, la
indemnización por privación de uso del mismo debe establecerse
de acuerdo con el prudente arbitrio judicial, partiendo de un 1í-
mite moderado a fin de impedir que la falta de prueba se con-
vierta en una ventaja para quien tenía a su cargo su producción
(CNCiv, Sala G, 18111191, "Diéguez, Pablo H. c/Nicastro, Bernar-
do sldaños y perjuicios").
Si bien el resarcimiento por privación del uso del automotor
se justifica en principio, sin necesidad de mayores demostracio-
nes, si la demanda no contiene precisión alguna respecto del des-
tino del automotor luego del accidente y no se han brindado ex-
plicaciones frente a los requerimientos del perito que no pudo
examinarlo, se generan serias dudas respecto de la procedencia
de dicho rubro (CNCiv, Sala A, 1/9/89, "Felice, Aldo H. c/Expre-
so del Sud SA (Línea 293) s/sumario").

1 ) A la luz de las fotografías acompañadas por mi par-


te y demás elementos del proceso, si es verosímil la versión
de los hechos dada en el escrito de iniciación.
2) Si los daños que se incluyen en el presupuesto acom-
pañado son coherentes con las fotografías anexadas, y si
aquéllos guardan relación con el accidente por el que re-
clamo.
3) Si los precios que se consignan en el presupuesto se-
ñalado eran los vigentes y reales al momento de su emisión,
y determine el costo de las reparaciones al momento de
efectuarse la pericia.
4) Si, debido al choque, el vehículo del actor sufrió da-
ños que determinen su depreciación en el mercado de co-
ches usados, y calcule su valor al tiempo del accidente y el
porcentaje de depreciación experimentado.
5 ) Determine el tiempo hábil que demanda la repara-
ción de la unidad.
58 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

6) Todo otro dato de interés que pueda esclarecer el li-


tigio.
Propongo como consultor técnico mecánico al ingenie-
ro JUAN PÉREZ,con domicilio en ..., n" ..., piso ..., de esta
ciudad de ..., quien deberá expedirse sobre los mismos pun-
tos propuestos para el perito que se designe de oficio.
La figura del consultor técnico se diferencia del perito en
que es un auxiliar de parte y no está obligado a exponer sus con-
clusiones cuando sean desfavorables para quien lo propuso.

I X . PETITORIO. Por todo lo expuesto, a VS solicito:


a ) Me tenga por presentado, por parte y por constitui-
do el domicilio legal.
b) Se corra traslado de la demanda por el plazo co-
rrespondiente y bajo apercibimiento legal.
c) Se cite en garantía a ... Cía. de Seguros SA, en los
términos del art. 118 de la ley 17.418.
d ) Se tengan presentes los medios probatorios ofreci-
dos, los que deberán ordenarse con la apertura a prueba
del juicio.
e) Oportunamente, se dicte sentencia haciéndose lugar
a la demanda en todas sus partes, con costas.
Proveer de conformidad, será justicia.

ROBERTO
RAM~REZ
CPA, t" ..., f" ...

Señor Juez:

ALBINOGÓMEZ,por derecho propio, con domicilio real


en la calle ..., no ... y constituyendo domicilio lega'l en la
calle ..., no ..., piso ..., dep. ..., estudio de mi letrado patro-
cinante, doctor AMILCARBARCA, en autos caratulados "Gonzá-
lez, Oscar cIGómez, Albino s/sumario", me presento a VS
respetuosamente y digo:
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 59

1. OBJETO. Vengo por el presente a contestar la de-


manda, solicitando desde ya su rechazo en todas sus partes
y a reconvenir a mi adversario, por las razones y monto
que más abajo detallaré. Todo ello con costas.

11. RESPONDE.Por un imperativo procesal niego expre-


samente t0dos.y cada uno de los hechos invocados en el es-
crito de inicio, salvo los que reconozca a lo largo de la si-
guiente exposición. Niego, por otra parte, la autenticidad
de toda la documental que se adjunta al promoverse el pro-
ceso.
La actitud del demandado de formular una negativa genérica
de lo sostenido por el demandante en su escrito de inicio es ya
una práctica reiterada. Es por ello que se incluye en el conteste,
a pesar de que la jurisprudencia ha destacado en incontables
ocasiones que esa negativa genérica carece de efectos procesa-
les.
No ocurre lo mismo con el desconocimiento de la prueba do-
cumental, especialmente si emana del propio emplazado, ya que
en tal caso el accionante se ve obligado a cumplir con la carga
de la prueba que estatuye el art. 377 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación. Claro está, siempre que no funcione en su
favor alguna de las presunciones establecidas por la ley o de la
copiosa elaboración jurisprudencia1 existente sobre el tema.

Debo admitir la existencia del hecho en que el demandan-


te funda sus pretensiones, pero sólo en lo que se refiere a
la materialidad de la colisión, no así en lo que se afirma
sobre la mecánica del evento, ni sobre sus presuntas conse-
cuencias dañosas.
Niego que el accionante sea propietario, poseedor o
usuario del vehículo descripto, aunque reconozco que lo
conducía en la emergencia, y es por ello que instaurar4 la
reconvención contra él.
Niego que mi aparición en la encrucijada fuera sorpre-
siva para el demandante, y que hubiese efectuado manio-
bras como para evitar el encontronazo. Asimismo, niego
que condujese su auto a velocidad moderada.
Tampoco admito haber tenido la calidad de embesti-
dor. Si los daños en el rodado del actor se localizan en el
lateral izquierdo es porque se interpuso en mi línea de mar-
cha, siendo el agente activo del accidente.
60 PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

Aunque corresponda reconocer que el accionante reci-


bió daños en su rodado, y para el hipotético caso de que se
haga lugar a la demanda, aunque sea parcialmente, vengo
a negar que los perjuicios sean los que se reclaman en au-
tos, así como su entidad pecuniaria.
Niego, por ende, que el rodado del actor tenga que ser
sometido a los arreglos que se detallan en el presupuesto
que acompaña al juicio, dado que gran parte de ellos ten-
drán probablemente su origen en otra colisión, por lo que
no guardan nexo causal con el accidente que alega en este
proceso.
También niego que el importe que por ese rubro se pe-
ticiona, se adecue a los valores corrientes en plaza a la fecha
de emisión del presupuesto y en realidad se trata de abul-
tamiento de las cifras pertinentes.
La improcedencia de los intereses resulta evidente, pues
no ha procedido a efectuar las reparaciones, o sea que no
ha desembolsado suma alguna.
Ocurre algo similar con la desvalorización del rodado,
ya que no ha experimentado merma de traducción econó-
mica al no haber disminuido su precio en el mercado de
automotores usados. No se afectaron sus partes vitales o
estructurales, y un trabajo eficiente borrará cualquier se-
cuela que quede en la chapa, es decir, en la carrocería del
auto. A esto se agrega la falta de legitimación del actor
para dicho pedido, por carecer de derechos reales sobre el
bien en cuestión.
Por otra parte, el reclamo por la privación de uso del
vehículo es inaceptable por lo excesivo, al ser injustificado
todo el tiempo que estima necesario para efectuar las repa-
raciones. Tampoco es una faceta a considerar la necesi-
dad de uso, dado que el demandante no lo empleaba para
el cumplimiento de sus actividades.
La negativa pormenorizada de cada uno de los hechos alega-
dos por el demandante al promover el proceso se impone como
una necesidad a tenor de lo que dispone el art. 356, inc. lo, del
ordenamiento ritual. En algunos fallos se ha dicho que esa ne-
gativa pormenorizada debe estar apoyada, además, por una ver-
sión de los hechos que se contraponga a la que vertiera el actor.
Su ausencia, en efecto, ha sido a veces evaluada como un indicio
desfavorable a las pretensiones de rechazo de la demanda.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 61

111. HECHOS. LOSacontecimientos ocurrieron de la si-


guiente forma: yo había iniciado la marcha lentamente, ha-
bilitado por el semáforo. Cuando iba a cruzar el carril
más rápido de la avenida ..., el accionante, que venía por
ella a toda velocidad, no tuvo en consideración que el se-
máforo ya se había puesto en rojo.
Tan excesiva era su velocidad que no pudo prestar aten-
ción a mi presencia sobre la intersección con la calle ..., ni
intentar ningún tipo de maniobra para evitar el choque.
En síntesis, no guardaba el más mínimo dominio' del auto-
móvil.

IV. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


culpable exclusivo del choque, por la violación de las indi-
caciones del semáforo; por ser su agente activo, por la ve-
locidad excesiva y por no conservar en la conducción del
automóvil su adecuado dominio, como lo exigen las regla-
mentaciones de tránsito (arts. 49, párr. lo, y 65, ley 13.893;
arts. 44 y 50, ley 24.449, según la fecha del accidente).
Como prueba contundente de mis aseveraciones debe
computarse la importancia de los daños materiales que ex-
perimentó mi vehículo, así como la posición en que queda-
ron ambos autos: el mío, en el lugar en que fue chocado y
el del demandante, a más de treinta metros de la encrucija-
da, donde recién logró detenerlo.

V. R E C O N V E N C IEn
~ Nvirtud
. de los hechos narrados
precedentemente, se desprende que la responsabilidad del
accidente motivo de este juicio es de la parte actora.
Planteo, por ende, demanda reconvencional en tiempo
y forma contra OSCAR GONZÁLEZ y10 quien resulte propieta-
rio en el día del accidente, del automóvil marca ..., patente
no ..., para que se los condene a pagarme la suma de $ ...,
o lo que en más o en menos resulte de la prueba a produ-
cirse, con intereses y costas.
El guarismo que pretendo surje de los perjuicios que
padeciera en mi rodado, marca ..., del año ..., patente no ...
Ellos son: a ) costo de las reparaciones por $ ...; b) depre-
ciación de su valor venal en $ ...; c) lucro cesante en $ ..., y
d ) privación de uso $ ...
62 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

a) Costo de las reparaciones. Conforme se lee en las


dos facturas acompañadas, de los talleres ... y ..., los daños
en el auto requirieron la realización de arreglos cuyo costo
fue de $ ..., según valores de mercado de las empresas más
confiables, en razón de los desperfectos que se incluyen en
esas piezas.
b) Lucro cesante. En la demanda se señala que mi au-
tomóvil está afectado al servicio de taxímetro, con la perti-
nente autorización municipal, para un turno de doce horas
diarias, de 6 a 18 horas.
Las reparaciones insumieron cuarenta y cinco días, pues
debí buscar presupuestos, elegir el taller adecuado, esperar
turSno y aguardar el tiempo que demandó el arreglo del
auto. Todo ello me produjo una pérdida de ganancias ne-
tas del orden de lo reclamado en esta reconvención.
a) Principios generales. Según los principios que rigen la in-
demnización por lucro cesante, o sea, las ganancias dejadas de
percibir en virtud del hecho por el que se acciona, la proceden-
cia de la reparación está subordinada a la prueba efectiva del lu-
cro perdido.
Tratándose de la explotación de taxímetro la prueba testifi-
cal es insuficiente para acreditar el lucro cesante, ya que existen
medios de prueba más contundentes para probar la actividad de-
sarrollada y las ganancias dejadas de percibir (CNCiv, Sala B,
13/2/92, "Rechimon, Delqui c/Álvarez, Ceferino y otros slacci-
dente de tránsito").
En el caso del taxímetro dañado, la jurisprudencia se ha pro-
nunciado en forma unámime por la afectación del vehículo, por
estar destinado a una actividad lucrativa. La discrepancia entre
los fallos radica en que mientras algunos exigen la acreditación,
mediante la prueba informativa, de que el automotor cuenta con
la habilitación municipal pertinente, otros, en cambio, han admi-
tido el reclamo aunque no se haya probado la existencia de dicha
habilitación.
Últimamente prevalece la primera tendencia. Se ha dicho,
en efecto, que la condición de taxímetro se debe hacer mediante
la correspondiente habilitación municipal, ya que el automotor
puede reunir las características exteriores de taxímetro (como
pintura, reloj), pero no por ello tener la legítima condición de
taxi. Cuando el lucro cesante consista en las ganancias dejadas
de percibir por la no explotación de un coche destinado a taxí-
metro, debe acreditarse que estaba autorizado por la autoridad
competente para ejercer dicha actividad, mediante el libramien-
to del respectivo oficio, requisito inexcusable para el nacimiento
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 63
del derecho a obtener dicho resarcimiento (CNCiv, Sala D, 14/11/
91, "Laster, Mario c/Microómnibus Norte SA sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala H, 18/6/91, "Passalacqua, Luis E. y otra c/Saint
Jean, Daniel H. s/sumario; en el mismo sentido, CNCiv, Sala C,
10/12/92, "Ferreyra, Horacio R. c/Díaz; Pablo y otro sldaños y
perjuicios"; íd., íd., 3/12/96, "Piantanida de Arslán, Delia c/Gó-
mez, Eugenio R. y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala F, 12/5/93,
"Expósito, Juan C. y otros c/Ziegler, Eduardo y otro s/sumarion).
Algunos fallos han adoptado una vía más flexible en lo que
se refiere a la prueba de la autorización. Por ejemplo, se ha di-
cho que la habilitación municipal no es la única prueba demos-
trativa de la explotación de un taxímetro. Aunque nó se haya
diligenciado el oficio a la Municipalidad de Buenos Aires, se puede
tener por acreditado que el vehículo estaba destinado al trans-
porte de pasajeros con taxímetro por la copia certificada por es-
cribano público de la cédula y licencia de taxímetro, más el in-
forme que surge de la Dirección General de Rentas (CNCiv, Sala
D, 15111191, "Sarni, Luis c/Bachour, José J. sldaños y perjuicios").
La explotación de un automóvil como taxímetro y la necesa-
ria habilitación municipal pueden acreditarse con prueba indi-
recta, cuando median circunstancias que permiten presumir ta-
les extremos (art. 163, inc. 5") Cód. Procesal) (CNCiv, Sala 1, 7/41
94, "Celis, Raúl A. c/Microómnibus Sur SA -Línea 160- y otro
sldaños y perjuicios").
b) Legitimados. Respecto a quiénes están legitimados a re-
clamar compensación pecuniaria y a quién corresponde la carga
de la prueba, se ha resuelto que si se reclaman las ganancias de-
jadas de percibir por la indisponibilidad de un vehículo destina-
do a la actividad lucrativa como taxímetro, incumbe al peticio-
nante acreditar el hecho de estar legítimamente autorizado para
ejercer dicha actividad, mediante la pertinente habilitación por
la autoridad competente (CNCiv, Sala 1, 7/4/94, "Celis, Raúl A.
c/Microómnibus Sur SA -Línea 160- y otro s/daños y perjui-
cios").
La enajenación de un rodado efectuado por el titular del do-
minio implica la cesión de los derechos respecto a la cosa. La
no inscripción de la transferencia del dominio y, asimismo, la de
la titularidad de la licencia que lo habilita como taxi, no perjudi-
ca el derecho de quien es su poseedor a ser indemnizado por
quien es responsable de la pérdida de ganancias (lucro cesante)
durante el lapso de inactividad forzosa requerida para la repara-
ción del automotor (CNCiv, Sala J, 7/6/90, "Masset, Juan C. c/Lí-
nea 168, Expreso San Isidro s/sumarion).
De lo dispuesto en el art. lo, inc. e, del reglamento de funcio-
namiento y control del servicio público de automóviles de alqui-
ler con taxímetro (ordenanza 38.653)) surge que para conducir
los vehículos que cuentan con licencia de taxímetros están habi-
litados tanto su titular como aquellos que, sin saberlo, se hallan
64 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

autorizados por él, no limitando la norma esta última posibilidad


a los dependientes ni excluyendo de ella, a quienes, contando
con dicha autorización, puedan explotarlo asociados con el titu-
lar o por su cuenta (CNCiv, Sala 1, 19/12/90, "Tomaselli, Luis
c/Seijo, Jorge y otro sldaños y perjuicios").
No se puede invocar como perjuicio resarcible por lucro ce-
sante la falta de explotación del automóvil taxímetro durante el
tiempo de las reparaciones, si dicha actividad desarrollada irre-
gularmente, por hallarse registrado el vehículo a nombre de otra
persona (CNCiv, Sala A, 9/4/92, "Martínez, Julio C. cIPiñero, Anto-
nio slsumario") .
Dentro de este rubro se ha destacado que corresponde in-
demnizar las ganancias netas durante el lapso de inmovilidad del
vehículo. Para ello habrá que descontar de los ingresos brutos
los gastos de mantenimiento del rodado, sueldos -en caso de que
fueran manejados por peones-, etcétera.
Cuando se reclama el lucro cesante para una jornada de más
de doce horas, ésta debe probarse. La falta de esa prueba ha
llevado a la reducción de ese lapso a un turno, así como la ca-
rencia absoluta de medios probatorios sobre el monto ha deter-
minado su fijación mediante el ejercicio del prudente arbitrio ju-
dicial, conforme a lo previsto en el art. 165 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación.
Cuando se trata de taxímetros, habiéndose acreditado su ex-
plotación como tal, pero no habiéndose probado cuántos turnos
trabajaba, ha de aceptarse que lo hacía en un solo turno (CNCiv,
Sala K, 11/9/90, "Torres, Juan cIGiménez, Hugo 0. slsumario").
Algunas sentencias han ido especificando la noción de la prue-
ba del lucro perdido: a efectos de determinar el lucro cesante no
tiene valor alguno la estimación efectuada por la parte en cuanto
al ingreso que obtiene de la explotación del taxímetro, mientras
no se produzca prueba que lo sustente. No puede olvidarse que,
hallándose probado el daño, la indeterminación de la cuantía del
perjuicio no trae consigo el desconocimiento del derecho, ya que
conlleva el sornetimiento al ejercicio del deber impuesto por la ley
al juzgador en el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación.
La tarifa del servicio de taxi es uniforme para todos los ro-
dados afectados a tal actividad, no incidiendo en ella la antigüe-
dad de los automotores, por lo que resulta similar la recaudación
de los taxímetros que son explotados con la misma intensidad,
pudiendo variar a lo sumo en una mínima diferencia que respon-
de al caudal de pasajeros, siendo razonable considerar que un
modelo más moderno puede recaudar un poco más, pero de nin-
guna manera puede tomarse el valor del vehículo como paráme-
tro para fijar la indemnización por lucro cesante (CNCiv, Sala 1,
30/4/91, "Cruz, Alfiedo C. c/Manliba SA y otro sldaños y perjui-
cios").
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 65
El informe expedido por la sociedad de propietarios de auto-
móviles con taxímetro sólo puede ser considerado como pauta o
elemento indicativo para establecer el monto del lucro cesante,
ya que no reúne las características para ser tenido como prueba
de informes (conf. art. 386 y concs. del Cód. Proc. Civil y Com de
la Nación) (CNCiv, Sala M, 16/5/91, "Joaquín, Oscar A. c/Cam-
bón, Héctor y otros s/sumarion).

d) Privación de uso. Además de la actividad lucrativa


que no pude desplegar, el actor ahora reconvenido deberá
indemnizarme la privación de uso de mi automotor, el que
suelo emplear para esparcimiento de toda mi familia los
domingos y feriados.
Se ha dicho reiteradamente que en caso de que un automo-
tor esté destinado a actividades lucrativas, sobre todo los taxíme-
tros, no es obstáculo para que se conceda además una indemni-
zación que compense la privación de uso del rodado los fines de
semana y los feriados. Ello se debe a que resulta habitual que
el propietario de un automóvil de esas características lo emplee
también para su esparcimiento y el de su familia.
La mera privación de uso de un rodado, perjuicio indemniza-
ble, contempla aquellos aspectos de la vida de quien lo utiliza y
que ninguna relación tienen con actividades pecuniarias o con la
explotación económica del vehículo, como ser las referidas al es-
parcimiento, paseos, etcétera. Así como el particular puede des-
tinar el automóvil para su trabajo y para paseo o distracción,
también puede hacerlo el propietario del taxímetro. Lucro ce-
sante y privación del vehículo constituyen dos conceptos que, no
obstante estar íntimamente relacionados, pueden diferenciarse y
prosperar ambos a pesar de tratarse de un vehículo de alquiler,
ya que ello no impide que pueda ser utilizado para realizar otro
tipo de actividades sin fines lucrativos (CNCiv, Sala H, 6/4/90,
"Greco c/Pombiño s/sumario"; en igual sentido, CNCiv, Sala A,
16111/89, "Camargo, Héctor T. c/Celiberto, Juan C. y/u otro s/da-
ños y perjuicios"; íd., Sala D, 17/2/92, "Zadjman, Jacobo c/Zava-
relli, Esteban A. y otros sldaños y perjuicios"; íd., Sala H, 30/4/91
"Cruz, Alfredo Claudio c/Manliba SA y otro sidaños y perjuicios").
No obstante, para los casos en que se concede indemniza-
ción por lucro cesante no corresponde otorgar otra en concepto *

de privación de uso del automotor, si el coche era manejado


diariamente en dos turnos por el dueño y su empleado, no ad-
virtiéndose qué otro empleo puede dársele a un rodado que prác-
ticamente trabaja siempre (CNCiv, Sala G, 21/2/92, "Garrote Ma-
rrero, Elbio Néstor c/López, Amalia y otros sldaños y perjuicios";
íd., Sala E, 28/6/89, "Olleros, Jorge A. c/Seoane, Marcelo slsu-
mario").

5. Daray, Prictica
66 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Que la sentencia haya rechazado el reclamo por lucro cesan-


te porque no se probó que el rodado estuviera habilitado para
funcionar como taxímetro no implica la improcedencia del re-
clamo por privación de uso, ya que la sola privación mientras
duran las composturas comporta un daño indemnizable por afec-
tar uno de los atributos del dominio (CNCiv, Sala G, 4/9/91,
"Biancucci, Marcelo M. cIMinisterio de Defensa sldaños y perjui-
cios").
Aun cuando no se haya acreditado el empleo del automóvil
como remise, cabe señalar que la sola privación de uso de un ro-
dado, aunque más no fuese como esparcimiento, constituye daño
resarcible (CNCiv, Sala E, 2/8/90, "Vitullo, Rubén A. c/Núñez,
Fernando A. s/sumario").

VI. DERECHO.Fundo mi derecho en la norma conteni-


da en el art 1113 del Código Civil, y las pertinentes de la
ley 13.893, vigente a la fecha en que ocurrió el choque.

VII. PRUEBA. Ofrezco como medios probatorios tendien-


tes a convalidar mi postura en el juicio, los que a continua-
ción detallaré.
a) Confesional. Solicito a VS se cite al demandante
reconvenido a absolver posiciones a tenor del pliego que en
su oportunidad será adjuntado, bajo apercibimiento de ley.
b) Testimonial. También se cite a declarar en calidad
de testigos a:
1) GABRIELA LOPAZO, empleada pública, domiciliada en
la calle ... no ..., piso ..., dep. ..., de la ciudad de ...
2) ANDRÉSTEJEIRA, chofer de taxímetro, domiciliado en
la calle ... no ..., de ..., provincia de ...
3) CARLOSFONTELA, chofer de taxímetro, domiciliado en
la calle ... no ..., de ..., provincia de ...
C) Pericia1 mecánica. Se designe perito mecánico úni-
co de oficio, quien previa aceptación ante el actuario debe-
rá solicitar una intimación al accionante para que permita
la inspección de su rodado y para que en esa fecha aproxi-
madamente haga lo propio con el mío.
También tendrá que informar al juzgado sobre las si-
guientes cuestiones:
1) Deterioros de ambos automotores.
DAEOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

2 ) Tareas necesarias para su reparación.


3 ) Reposición de piezas y s u costo.
4) Determinación del tiempo que demanden los traba-
jos correspondientes.
5) Probable mecánica del choque.
6) Cualquier otro dato que considere de interés para la
solución del litigio.
d) Documental. Se ordene la agregación de las factu-
ras acompañadas con este escrito.
e) Informativa. Se libren los siguientes oficios.
1 ) Al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que
informe si a la fecha del accidente mi automotor tenía li-
cencia para ser utilizado como taxímetro a mi nombre, du-
rante doce horas diarias.
2 ) Al Sindicato de Propietarios de Taxis para que in-
forme si en la fecha del choque se obtenía una ganancia
neta por unidad de $ 120 diarios.
3 ) A los talleres mecánicos ... y ... para que informen
sobre la autenticidad de las facturas que agrego y si perci-
bieron de mi parte el total de las sumas allí precisadas.

V I I I . PETITORIO. Por todo lo expuesto a VS solicito que:


a ) Me tenga por presentado, por parte, y por constitui-
do el domicilio legal.
b) Se tenga por contestada la demanda.
c ) Se ordene el traslado pertinente de la reconvención
instaurada.
d) Se tenga por ofrecida la prueba y oportunamente se
ordene su producción.
e) En definitiva, que se rechace la demanda en todas
sus partes y se haga lugar a la reconvención. Todo ello
con costas.

Proveer de conformidad, será justicia.

DR. AMÍLCARBARCA
CPA, to ..., P ...
68 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

c) CONTESTACI~N
DE R E C O N V E N C I ~ N . CITACIÓN EN GARANTÍA

Señor Juez:

OSCAR GONZÁLEZ,por derecho propio, con domicilio cons-


tituido en autos "González, Oscar cIGómez, Albino slsuma-
rio", se presenta a VS respetuosamente y dice:

1. OBJETO. Que viene a contestar el traslado de la re-


convención que interpusiera el demandado, reclamando, des-
de ya, que en su oportunidad se la rechace en todas sus
partes, con costas. También contesto el traslado de la do-
cumentación acompañada a la demanda reconvencional, ne-
gando por no constarme su autenticidad.

11. HECHOS.Mantengo la versión que di en el escrito


inicial de cómo se produjo el choque de autos, lo cual im-
plica una negativa de todo lo sostenido en materia de cul-
pabilidad por mi adversario, así como de cada uno de los
presupuestos fácticos en que se apoya (violación de mi par-
te de la luz roja, velocidad excesiva, falta de dominio del
automotor, etcétera).
Respecto de los daños que el reconviniente reclama,
desconozco la importancia y justiprecio que efectúa, así
como de que guarden nexo causal con el evento origen de
este pleito.
También niego que estuviese autorizado a funcionar
como taxímetro, lo cual deja carente de legitimidad la in-
demnización que pide como lucro cesante. No admito, por
otro lado, la veracidad de sus manifestaciones respecto de
la cantidad de horas de explotación y el monto de las ga-
nancias netas.
Lo injustificadamente abultado de los arreglos que se
peticionan confiere el mismo carácter de excesivo al plazo
de duración de los trabajos y a las sumas incluidas en to-
dos los ítem.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 69

Finalmente, la insignificancia de los perjuicios que ex-


perimentó el auto del accionado, que no afecta su estructu-
ra ni sus partes vitales, deja desprovista de razonabilidad a
la compensación por desvalorización del rodado.

111. PRUEBA. Consiste en la ampliación del dictamen


pericial, solicitando que el perito ingeniero se expida, ade-
más de lo pedido al promover el proceso, sobre los siguien-
tes puntos:
a ) Si inspeccionando el automóvil del demandado re-
conviniente a pesar de un buen trabajo se detectaran hue-
llas de las reparaciones que dice se le efectuaran.
b) En caso afirmativo, si ellas afectaran el valor venal
de dicho bien.
c) Cuánto pueden costar los arreglos pertinentes, y el
tiempo que demandarán.

IV. C I T A C I ~EN
N GARANTÍA. Dado que al momento del
accidente me encontraba asegurado en la ... Cía. de Se-
guros SA, con domicilio real en la calle ..., no ..., piso ...,
de la ciudad de ..., por responsabilidad civil, sin límites,
solicito que se la cite en garantía por la demanda recon-
vencional que se instaurara en mi contra (art. 118, ley
17.418).

V. PETITORIO. Por todo lo expuesto solicito a VS que:


a ) Se tengan por contestados en tiempo y forma los
traslados conferidos respecto de la reconvención y docu-
mentación.
b) Se tenga por ampliada la prueba pericial.
c) Se cite en garantía a ... Cía. de Seguros SA.
d) Oportunamente se rechace la reconvención, con
costas.

Proveer de conformidad, será justicia.

DR. ROBERTO
RAMÍREZ
CPA, to ..., fO ...
70 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

3 2 . ENCRUCIJADA
DE AVENIDA Y ARTERIA COMÚN SIN SEMIÁFORO

INICIA
DEMANDA POR COBRO DE DANOS

Señor Juez:

11. HECHOS.Al llegar a la intersección con la calle ...,


el coche del demandado, sin respetar la prioridad de paso
que me correspondía por circular por una avenida, se in-
trodujo en ella sin cerciorarse de que podía hacerlo fuera
de todo riesgo para terceros. Lo hizo además a velocidad
antirreglamentaria, por excesiva, embistiéndome en el late-
ral izquierdo, circunstancia que demuestra que mi vehículo
había arribado primero al cruce.
a) Prioridad de paso. La jurisprudencia dictada respecto de
accidentes de tránsito ocurridos durante la vigencia de la ley
13.893, en la Capital Federal, adscribió mayoritariamente al cri-
terio de que los vehículos que circularan por una avenida tenían
prioridad de paso sobre los que lo hacían por calles transversa-
les. Quedaba desplazada, de tal suerte, la prioridad de paso para
los que aparecían por la derecha de otro vehículo, en virtud
del art. 21 del Cód. de Tránsito para la Ciudad de Buenos Aires y
art. lo de la ordenanza municipal 34.173178.
Como puede verse, la prioridad de paso por circular a la de-
recha en una arteria común dependerá del régimen legal aplica-
ble, si el hecho ocurrió en la Capital (CNCiv, Sala G, 19111/91,
"Mobilia, María c/Transporte Sol de Mayo y otro sldaños y per-
juicios"), si fue durante la vigencia de la ley 13.893 (CNCiv,
Sala C, 19/10/89, "Fiochetti y Cía. SRL c1De Carlo, Héctor E. y
otros s/sumario"), o de la interpretación que obtenga la ley 24.449.
Pero si el demandado prueba que el choque se produjo en la mi-
tad de la avenida y que no conducía a velocidad excesiva, debe
colegirse que ha sido el primero en llegar a la encrucijada, des-
calificando cualquier otro derecho preferencial de paso.
El art. 41 de la ley 24.449, al establecer las prioridades de
paso, sienta el principio de que "todo conductor debe ceder siem-
pre el paso en las encrucijadas al que cruza desde su derecha".
Y agrega que esta prioridad es absoluta y sólo se pierde ante los
supuestos que enumera. No se refiere en ellos a los que condu-
cen por una avenida, aunque sí lo hace en su inc. d respecto de
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 71
los que lo hacen por una semiautopista, a la que define como
"un camino similar a la autopista pero con cruces a nivel con
otra calle o ferrocarril" (art. So, inc. 5).
b) Derecho preferencial. Sobre el punto, la nueva ley de trán-
sito no es clara, dado que al establecer en su art. 51 los límites
máximos de velocidad en zonas urbanas, fija allí distintos topes
para las calles (40 kmlh) y las avenidas (60 kmlh), razón por la
cual hubiera .sido coherente y preventivo de siniestros que se de-
cretara la prioridad de paso para aquellos a quienes se les permi-
te ir más rápido.
Así, la Corte Suprema sostiene que la presunción que, como
principio, crea la prioridad de paso, no es de caráctep absoluto;
sólo juega cuando ambos vehículos se han presentado en el cru-
ce en forma simultánea o casi simultánea, y no se la puede invo-
car si el conductor que no gozaba de ella estaba más adelante
porque ya había entrado en la bocacalle (Fallos, 306:1988).
Cabe destacar que la ley 24.449 confiere expresamente a la
prioridad de paso la calidad de absoluta, e incluso en su art. 64
"presume responsable de un accidente al que carecía de prioridad
de paso". De todas maneras, el presupuesto de arribo simultá-
neo no es una mera condición creada por la elaboración juris-
prudencial, sino que atañe a la esencia misma del funcionamien-
to del derecho preferencial en cuestión.
La sola circunstancia de la existencia de un riesgo recíproco
no excluiría la aplicación de lo dispuesto en el art. 1113, párr. 2")
del Cód. Civil. Sin embargo, otras normas que son las que regu-
lan el tránsito, concurren para extraer presunciones diversas que
agravan la situación del conductor del rodado, como cuando otor-
gan prioridad de paso al automotor que viene circulando por una
avenida (art. 2 1, Cód. de Tránsito) y, además, si quien intentó el
cruce resultó ser el embistente (CNCiv, Sala A, 13/12/90, "De la
Iglesia, Félix A. cICámpora, Ernesto C. s/sumario").
La prioridad de paso a favor de quien circula por una aveni-
da es aplicable cuando ambos vehículos han llegado simultánea-
mente a la bocacalle y siempre que el beneficiario no circule a
velocidad inadecuada a las circunstancias (CNCiv, Sala F, 3 1/81
89, "Pallares, José c/Orlando, Pascua1 y otros sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala G, 19111/91, "Mobilia, María c/Transporte Sol de
Mayo y otro sldaños y perjuicios").
c) Velocidad excesiva. En numerosos precedentes se alude a
que la localización de los daños en la parte lateral izquierda del
vehículo permite suponer que llegó al cruce antes que el otro ro-
dado, si éste los presenta en el frente. Esa forma de los deterio-
ros también ha sido determinante de las presunciones adversas
al rodado embestidor. Mas en ambos casos se pueden revertir
los efectos adversos de valor presuncional, demostrándose que
quien pareciera haber sido embestido asumió el rol contrario,
mediante el simple hecho de realizar una maniobra que lo hizo
interponer en la línea de marcha del otro automóvil.
72 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

111. FUNDA EN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria


se sustenta en las siguientes prescripciones legales: art.
1113 del Cód. Civil; art. 49, inc. b, de la ley 13.893 (art. 51,
inc. c, 1, ley 24.499, según la fecha del accidente); ordenan-
za municipal 34.173/78, y art. 118 de la ley 17.418, así como
en la abundante doctrina y jurisprudencia que reconocen
como fuente a dichas normas.

INICIA
DEMANDA POR COBRO D E DANOS

Señor Juez:

11. HECHOS. Al llegar a la intersección con la calle ...,


y luego de cerciorarme de que por ella no venía ningún ve-
hículo, crucé lentamente, cuando se interpuso en mi línea
de marcha el accionante, sin respetar las indicaciones del
cartel "pare", colocado en la arteria por la que él circulaba.
a) Principio general. El cartel con la indicación "pare", den-
tro del ámbito capitalino, modifica todo el sistema de las regla-
mentaciones de tránsito respecto del comportamiento adecuado
para atravesar una encrucijada.
Para aquel que circulaba por una arteria que poseía semejan-
te orden, no le bastaba con reducir la velocidad al llegar a la bo-
cacalle, perdiendo además significación el hecho de aparecer a la
derecha del otro vehículo, o sea, el derecho preferencial de paso
contemplado en el art. 49, inc. b, de la ley 13.893.
Según la ordenanza municipal 34.173178, cuando hay un car-
tel con la señal "pare", el móvil que lo enfrente debe detener la
marcha y reiniciarla una vez asegurado el cruce. En numerosos
fallos se decretó la culpabilidad exclusiva de quienes no habían
respetado la indicación, salvo que, a pesar de haberse detenido,
el choque se hubiese producido por la culpa de otro automotor o
de un tercero, lo que se deberá probar.
b) Importancia del cartel. Se ha sostenido que la existencia
del cartel con la leyenda de "pare" obsta a que pueda invocarse
en su favor la prioridad de paso contemplado en el art. 49, inc.
b, de la ley 13.893; prioridad que, según surge expresamente del
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 73

párrafo inicial de dicho art. 49 y del citado inc. b, sólo rige a fal-
ta de indicaciones del agente que dirige el tránsito o de las dadas
por aparatos mecánicos o señales fijas, como lo es aquel cartel,
que ordena detener el rodado antes de emprender el cruce. Se-
gún lo prescribe expresamente el art. lo,ap. 1, de la ordenanza
34.173178 (CNCiv, Sala G, 2/8/91, "Ciberti, Wéctor L. c/Bo de Ca-
ballero, Adriana s/sumario").
Todo automovilista que p r e t e ~ d aatravesar una ruta o ingre-
sar a ella desde una rotonda o boca de acceso, sólo debe intentar
la maniobra cuando tenga la vía expedita y no exista riesgo de
constituirse en un elemento que entorpezca el desplazamiento
de los rodados que circulan por dicha arteria El solo hecho de
llegar antes al cruce no le confiere la preferencia, máxime cuan-
do existen carteles que anuncian la rotonda y el cruce, y otros
que indican explícitamente "ceda el paso" y "pare" (CNCiv, Sala C,
13/6/95, "Musante, Ilda B. c/Cao, Luis y otro sldaños y perjui-
cios").
Es responsable el conductor de un vehículo que, en una in-
tersección de calles en la cual existe un cartel indicador que dice
"pare", sin detener totalmente la marcha, emprende el cruce sin
cerciorarse de la posibilidad de realizarlo sin peligro para él ni
para terceros (CNCiv, Sala H, 26/3/96, "Márquez, Marta c/Gabrie-
lli, Carlos sidaños y perjuicios")
C) Relatividad de la importancia del cartel. Se ha dicho que
la existencia o no de un cartel con la leyenda "pare" en la esqui-
na de una avenida carece de relevancia para eximir de culpa al
conductor embistente, máxime si intenta el cruce de una arteria
de profuso tránsito y que es de doble circulación, lo que obliga a
extremar los recaudos para efectuarlo sin inconvenientes (CNCiv,
Sala E, 26/4/89, "Castelli, Julio C. clcosentino, Ricardo J. slaccid.
de tránsito").
No resulta acertado sostener que no medió culpa del actor
porque su velocidad era normal y la de su contrario elevada, si
la existencia del cartel "pare" en su trayectoria lo obligaba no
sólo a disminuir la velocidad, como es de práctica al aproximar-
se a una intersección, sino a detener su marcha y a reanudarla
únicamente cuando estuviese seguro de poder cruzarla sin incon-
venientes para sí y para terceros. Tampoco el demandado puede
invocar que contaba con prioridad de paso, pues al avanzar, la
presencia del cartel "pare" sobre la otra arteria no es anunciada
ni evidente, por lo que debió, en principio, ceder espontánea-
mente el paso. Si además la prioridad no resultaba legítima,
por circular a una velocidad inapropiada para el cruce, cabe con-
cluir que existió concurrencia de culpas (CNCiv, Sala 1, 2/8/91,
"Cohen, Salvador c/Cohen, Carlos s/sumario").
El éxito de esta defensa dependerá de que el actor pruebe: a )
la existencia, el día del hecho, del cartel "pare') en la calle por la
que circulaba su adversario; b) el detenimiento de quien efectua-
ra la alegación respectiva, y c) la culpabilidad de la otra parte o
la de un tercero.

111. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113
del Código Civil; art. lo, ap. 1, de la ordenanza 34.173178 y
art. 118 de la ley 17.418, así como en la abundante doctri-
na y jurisprudencia que reconocen como h e n t e a dichas
normas.
IV. PRUEBA. Ofrezco los siguientes medios probatorios.
a) I n f o r m a t i v a . Se libre oficio al Gobierno de la Ciu-
dad de Buenos Aires para que informe si a la fecha del
accidente la calle por la que circulaba el accionante tenía
la indicación "pare" en la encrucijada donde se produjo el
choque.

Señor Juez:

11. HECHOS. Al llegar a la intersección con la calle ...,


el coche del codemandado, que venía por la última de las
nombradas a velocidad antirreglamentaria, por excesiva, me
embistió en el lateral derecho, recibiendo él sus daños en
el frente, lo que demuestra su calidad de agente activo de
la colisión.
a) Prioridad de paso. El art. 49, inc. b, de la ley 13.893 la fi-
jaba para el automotor que se presentaba por la derecha del otro
en un cruce de calles, y ese derecho preferencial es mantenido
por el art. 41 de la nueva ley 24.449, con las excepciones que ex-
presamente enuncia.
De todas maneras, una vez producido el choque y tramitada
la correspondiente causa civil por reparación de los daños, la so-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 75
lución que se adopte en la sentencia dependerá de la evaluación
que haga el juez, cuando ambos. litigantes se han endilgado la
comisión de imprudencias de tránsito.
Se ha entendido, en efecto, que ante infracciones encontra-
das debe buscarse la que subyace estructuralmente en los presu-
puestos fácticos y en las disposiciones de la ley que regulan los
accidentes de tránsito y la responsabilidad civil en general, con
lo cual la primacía debe concederse al ilícito que guarda mayor
gravedad y mayor relación de causalidad con respecto al daño
causado.
b) Encuadre legal. También puede observarse en una com-
pulsa amplia de los precedentes jurisprudenciales que la condena
de culpabilidad más que hacer una aplicación estricta de las nor-
mas reguladoras del tránsito, se ha orientado por enmarcarlas en
los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
Vemos, en efecto, las mencionadas pautas hermenéuticas en
los precedentes que siguen: la sola infracción a las normas de
tránsito no es suficiente para tener por probada la culpa de la
víctima, si no se demuestra que ella ha sido la causa eficiente del
accidente, exclusiva o concurrente (CNCiv, Sala F, 26/6/89, "Gui-
llén, Eduardo A. c/Belleza, Juan A. slaccid. de tránsito").
La inobservancia de los reglamentos de tránsito sirve de base
a presunciones, pero no implica, por sí sola, la culpa civil del in-
fractor, la que surgirá del examen de su conducta y de las cir-
cunstancias de modo, lugar y tiempo, requiriéndose una adecuada
relación de causalidad entre la citada violación y el daño (CNCiv,
Sala DI 7/2/94, "Iglesias de Rodríguez, Dora E c/Microómnibus
Norte SA, Monsa, Línea 60 sldaño y perjuicios").
Esa consideración ha alcanzado incluso a las infracciones
más severas, como, por ejemplo, la violación de la luz roja de un
semáforo constituye una falta grave en el orden administrativo,
pero no puede ser calificada por sí misma como culpa grave
equiparable al dolo. La distinta duración de los lapsos amari-
llos o un error de su apreciación producido por la interrupción
de la onda verde puede explicar este proceder, especialmente en
un tránsito desordenado y poco respetuoso de las normas, como
el que se comprueba constantemente en la Ciudad de Buenos Ai-
res. Ello no justifica la infracción administrativa, ni altera la
responsabilidad que emerge de la culpa o negligencia exigida por
el art. 1109 del Cód. Civil (CNCiv, Sala G, 7/7/89, "Rangel Recal-
de, Sergio cIJaime, Inés L. sldaños y perjuicios").
C) Velocidad excesiva. Ésta ha jugado un rol preponderante
a la hora de tomar decisiones. Asimismo, se ha especificado que
velocidad excesiva es aquella que no permite al conductor el ade-
cuado control del vehículo, tal como lo exige el art. 65 de la ley
13.893.
En un accidente de tránsito, se presume que la imposibilidad
de detener el vehículo en el momento oportuno demuestra la ve-
76 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

locidad excesiva, que origina el hecho dañoso (CNCiv, Sala E,


26/4/89, "Castelli, Julio C. c/Cosentino, Ricardo J. staccid. de trán-
sito").
A fin de determinar la culpa, existe una presunción en con-
tra del que embiste y también en contra de quien cruza a excesi-
va velocidad una bocacalle. En tal caso, si del expediente no
surgen otros elementos de juicio y concurren ambas presuncio-
nes, cabe concluir que el daño es el resultado de la conducta de
ambas partes, pues cada una de ellas fue condición indispensa-
ble para que se produzca el perjuicio (CNCiv, Sala E, 5/6/89, "Fe-
deración Agraria Argentina Soc. Coop. de Seguros Ltda. c/Ruiz,
Silvia N. y otra s/sumario").
Aunque el accidente se produjera por la interferencia de otro
vehículo en el itinerario del conductor, la culpa consiste en con-
ducir a una velocidad tal que cualquier posible contingencia en
el tránsito pueda redundar en un hecho dañoso para el prójimo.
La velocidad del vehículo no se determina por los kilómetros
por hora alcanzados, sino por el hecho de que permita o no al
conductor el control del rodado; si no lo permite, se reputa sin
duda velocidad imprudente (CNCiv, Sala B, 201919 1, "Sforza Hnos.
SRL c/Errecalte, Martín y10 quien resulte propietario staccid. de
tránsiton; íd., Sala J, 14/12/93, "Luca, Carmen y otro c/Paiva, Ra-
món A. sldaños y perjuicios").
Con un enfoque más casuístico, conviene recordar los si-
guientes fallos: es excesiva una velocidad de 40 a 45 km/h para el
vehículo que encara el cruce de una bocacalle, puesto que, según
10 dispuesto por los arts. 49, inc. b, y 65 de la ley 13.893, el con-
ductor, en esos casos, debe reducir sensiblemente la marcha de su
automotor, de modo de conservar el pleno dominio de él (CNCiv,
Sala E, 28/6/89, "Olleros, Jorge A. c/Seoane, Marcelo staccid. de
tránsito").
Una velocidad de 50 kmlh, si bien no excede a la reglamen-
tariamente permitida en las avenidas (ordenanza 34.713), corres-
ponde a una vía pública expedita, pero denota una notoria impru-
dencia cuando llueve y hay vehículos detenidos adelante esperando
el cambio de luces (arg. arts. 512 y 909, Cód. Civil); si este exce-
so fue lo que le impidió frenar a tiempo y evitar la colisión, cabe
concluir que no se conducía con la precaución exigible para
guardar el control del rodado (CNCiv, Sala G, 4/9/91, "Biancucci,
Marcelo M. c1Ministerio de Defensa sldaños y perjuicios").
La velocidad desarrollada debe estar en concordancia con las
condiciones de la hora y del lugar, debiendo destacarse que el
desplazamiento en horas de la noche por una arteria de escasa
iluminación exige mayor cuidado y prudencia en la conducción,
10 que no es compatible, indudablemente, con una velocidad pro-
medio de más de 100 km/h, que reduce considerablemente la po-
sibilidad de ejercer un correcto control sobre el rodado frente a
las contingencias que presente el tránsito (CNCiv, Sala H, 29/71
94, "Tabasco, Jorge M. c/Rois, Roberto J. sldaños y perjuicios").
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 77

d) Presunción de culpabilidad. En varios precedentes judi-


ciales se ha presumido la culpabilidad de quien aparecía como
embestidor en una colisión entre rodados. Por ejemplo, si luego
del choque uno de los vehículos presenta dañada su parte lateral
y el otro su parte frontal, hay fuertes indicios de que el iíltirno
embistió al primero.
Por ello se ha decidido que debe presumirse la culpabilidad
del conductor del rodado que embiste con su parte delantera el
costado de otro vehículo (CNCiv, Sala C, 2111 1/89, "Cacherini de
Capanegra, Lidia D. c/Mariano Moreno SA, Domínguez, Héctor y
Pasterizadora Platense SA sldaños y perjuicios").
Corresponde presumir la culpa del chofer que con la parte
delantera de su vehículo choca a otro en uno de sus costados, y
es de presumir que el rodado que tiene sus deterioros en la parte
delantera fue el que atropelló al que los tuvo en uno de sus lados
(CNCiv, Sala C, 25/7/91, "Compañía Microómnibus La Colorada
SACI clWarpachowicz, Waclaw sldaños y perjuicios").
Pero esa presunción adversa, que fue prácticamente decisiva
para la suerte del litigio durante mucho tiempo, hace ya varios
años que se ha visto relativizada por numerosos fallos funda-
dos en que muchas veces basta una maniobra desafortunada,
como es la de interponerse en la línea de marcha de otro vehícu-
lo, para pasar de la condición de embestido a la de agente activo
del evento dañoso.
, En consonancia se ha dicho que la presunción de culpabili-
dad de quien embiste con la parte delantera de su automotor
queda destruida si la conducta del embestido contribuyó, en gran
medida, mediante una maniobra imprudente, a la producción del
accidente (CNCiv, Sala F, 19/3/92, "Money, Rubén A. c1Mattiange-
li, Jorge E. y otro sldaños y perjuicios").

INICIA
DEMANDA. COBROD E DAÑOS

Señor Juez:

11. HECHOS.Al llegar a la intersección con la calle ...,


el colectivo de la demandada, conducido por el coacciona-
do ALBINOGOMEZ, se introdujo por la arteria por la que yo
circulaba, a una velocidad que no le permitió el adecuado
dominio del automotor y embistió el costado derecho de
mi vehículo.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, pues yo guiaba
mi rodado a velocidad moderada y con sujeción puntual a
las reglamentaciones de tránsito.
El chofer del colectivo accionado, en cambio, fue el
agente activo del choque por su descontrol. Agravan el com-
portamiento de dicho conductor, dos aspectos: a) que se
trataba de un automotor destinado al transporte de pasaje-
ros, de gran volumen y reducida maniobrabilidad, por lo
cual debió extremar los recaudos antes de iniciar el cruce
y mantener un ritmo de circulación especialmente pruden-
te, a fin de evitar perjuicios a terceros, y b) que la arteria
por la que yo circulaba es de tránsito intenso y rápido, a
diferencia de la transversal, que no reviste esas caracterís-
ticas.
a) Diversos suptrestos. Podrá clasificarse la jurisprudencia
existente sobre la materia en dos supuestos: 1 ) automotor y bici-
cleta, y 2) automóvil y vehículos de gran porte (p.ej., colectivos y
camiones).
En el primer caso, la mayoría de los precedentes judiciales
se ha inclinado por equiparar la situación del ciclista a la del
peatón. Tal equiparación tuvo por efecto la inversión del oízus
probandi, quedando a cargo del automovilista, como dueño o
guardián de la cosa riesgosa, demostrar la culpabilidad de la víc-
tima o la de un tercero por quien no debía responder, en función
de lo previsto en el art. 1113, párr. 2") del Cód. Civil.
Respecto del segundo supuesto, la diferencia de masa entre
los vehículos intervinientes en el choque no ha traído consecuen-
cia alguna respecto de la carga de la prueba. De tal suerte sólo
se incrementaba la responsabilidad de los conductores de camio-
nes o colectivos, en atención al juego armónico de los arts. 512 y
902 del Cód. Civil.
b) Normas de trá.á~zsito. Éstas regulaban también la determi-
nación o graduación de la responsabilidad en las encrucijadas de
calles con mayor o menor tránsito, cuando ninguna llegaba a al-
canzar la categoría de avenida, en las zonas urbanas, y de ruta
en las zonas rurales, por la vigencia del art. 49, inc. d, de la ley
13.893. En ese artículo se disponía asimismo que las reglas so-
bre prioridad de paso del art. 5O, por circular a la derecha, sólo
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 79
podían descartarse cuando una carretera era de mayor importan-
cia que la otra; en este caso, la prioridad pertenecía al vehículo
que transitara por la carretera o camino principal.
Dentro del régimen de prioridades de paso que contempla el
art. 41 de la nueva ley 24.449, únicamente se modifica el derecho
preferencial del que cruza desde la derecha del otro, frente a
quienes circulan por una semiautopista, o de los que lo hacen
por una vía pavimentada frente a los que guían por una vía de
tierra o de los que salen del paso a nivel que tendrán que ser res-
petados por los que van por el costado de las vías férreas.

Finalmente, la localización de los daños en ambos ve-


hículos, lateral en el mío y frontal en el de la demandada,
es demostrativa de su condición de embestidor, con toda la
presunción de culpabilidad que esa circunstancia implica,
conforme a pacífica y reiterada jurisprudencia.
IV. FUNDAEN DERECHO. Mis pretensiones indemnizato-
rias se sustentan en las siguientes prescripciones legales:
arts. 1113, 592 y 902 del Código Civil; art. 65 de la ley
13.893 (art. 50 de la ley 24.449, según la fecha del acciden-
te) y art. 118 de la ley 17.418, así como en la abundante
doctrina y jurisprudencia que reconocen como fuente a di-
chas normas.

Señor Juez:

111. CULPABILIDAD. Con relación a los aspectos que se-


ñala el demandante como agravantes de mi presunta res-
ponsabilidad, cabe destacar que ellos no están contempla-
dos en norma legal alguna y su efecto se desvanece frente
al incumplimiento de un deber claramente prescripto, como
es el de respetar el derecho preferencial de paso.
80 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

...
IV. RECONVENCI~N.
a) Costo de las reparaciones. ...
b ) Lucro cesante. Como las reparaciones insumieron
... días, miempresa tuvo la pérdida de ganancias netas que
reclamo en esta reconvención.
a) Indemnizaciones. Aunque no han faltado decisiones judi-
ciales que les han negado a las empresas de transporte la indem-
nización por lucro cesante, ya que deben prever la sustitución de
vehículos en el cumplimiento de sus actividades, la posición am-
pliamente mayoritaria se ha inclinado por concederla.
Esta tendencia jurisprudencia1 de criterios diversos se ha se-
guido manteniendo en las salas de la Cámara Nacional en lo Civil.
Se comprueba, en efecto, que algunas rechazan el ítem lucro
cesante para el transporte público: al estar organizada la recla-
mante como empresa de transporte, entre sus previsiones debe
figurar la necesaria sustitución de vehículos para atender las re-
paraciones propias de tal explotación (mecánica de carrocería),
por lo que nada debe indemnizarse en concepto de lucro cesan-
te por falta de utilización del rodado, al tratarse de una eventua-
lidad prevista en la organización del servicio prestado por la
actora. Según lo establecido por la Secretaría de Transportes
(res. MOSP 342167, inc. lo), las empresas del distrito federal y
suburbanas, grupos 1 y 11, deben prever una reserva del 15% en
la integración del parque móvil, para cubrir las bajas transitorias
que se operen por mantenimiento, accidentes, etc. (CNCiv, Sala
J, 27/12/90, "Empresa Don Bosco SRL c/Pantuso, Néstor slsuma-
rio"; íd., Sala F, 19/6/96, "Transportes Avenida Bernardo Ader SA
c/Microómnibus Quilmes SA stdaños y perjuicios").
Otras exigen la demostración del perjuicio en cuestión: el lu-
cro cesante proveniente de la falta de utilización de un rodado
por parte de una empresa comercial está constituido por la ga-
nancia que dejó de percibir dicha empresa en razón del hecho, y
no por la utilización que es dable esperar en abstracto del uso
de un vehículo en determinadas condiciones, puesto que representa
un elemento de la actividad comercial y no un bien productor de
renta en sí mismo. Por tal motivo, para lograr una reparación
por el concepto indicado se debe acreditar la medida en que real
y efectivamente, no hipotéticamente, se resintió el beneficio de
aquella actividad por no disponer de la unidad durante el lapso
que demandaron las reparaciones (CNCiv, Sala E, 23/8/93, "Trans-
porte Automotor La Estrella SA c/Baggio, Rufino P. sldaños y
perjuicios").
No faltan, asimismo, quienes lo conceden siempre. Así, se
sostuvo que el hecho de tratarse de una empresa de servicios pú-
blicos, y la posibilidad de que el transporte de los pasajeros pu-
diera ser absorbido por otros vehículos de la misma línea no son
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 81
motivos suficientes para desestimar la indemnización en concep-
to de lucro cesante generada por la imposibilidad dé explotar el
rodado por el lapso en que se extendieron las reparaciones (CNCiv,
Sala D, 12/4/91, "Empresa Rojas SAC c/Camera, Fabián E. slsu-
mario").
Cuando la explotación comercial del recorrido de una línea
de colectivos se realiza bajo el sistema de componentes, forma de
organización provista de un órgano de gestión y representación
con facultades que conciernen a la conducción y administración de
los intereses comunes, junto al cual funciona un sector multiin-
dividual o de primer grado, integrado por el conjunto de perso-
nas reunidas y agrupadas -pero no asociadas- que conservan la
administración y el manejo de los vehículos que integran la 1í-
nea, las ganancias y pérdidas de la unidad que presta el servicio
pertenecen a los componentes y son asumidas a su propio riesgo.
En consecuencia, el lucro cesante derivado de la indisponibilidad
del rodado a raíz de reparaciones no lo sufre la empresa sino el
explotante de la unidad, circunstancia ésta que desvirtúa el argu-
mento de que parte del pasaje es absorbido por otras unidades
(CNCiv, Sala L, 16/12/92, "Oyarbide Aramburu, José y otro c/Na-
varro, Néstor R. y otro s/sumario").
b) Cuantificación de la pérdida. Finalmente, se han especifi-
cado pautas para la cuantificación de la ganancia perdida: es
indemnizable el daño que produce restar un colectivo a una em-
presa de transportes, pues no es lo mismo contar con determina-
do número de unidades que verse privado del funcionamiento de
una de ellas, aunque sea, precisamente, una. Pero la medición
del daño no se debe basar en lo que produce cada unidad. Ra-
zonablemente está mitigado por el uso de otros vehículos, pues
es lógico admitir que el servicio se cumple con las demás unida-
des, las cuales equilibran, aunque no en forma absoluta, la falta de
una. Todo ello conduce a una apreciación en conjunto. Es de-
cir que no corresponde restar exactamente el valor económico
que produce un solo colectivo, ni tampoco considerar que la fal-
ta de una unidad no produce lucro cesante (CNCiv, Sala H, 241
12/92, "El Cóndor ETSA c/Fodor, Juan C. sldaños y perjuicios").
Cuando se trata de una unidad de colectivo prevista para el
transporte público de pasajeros, los ingresos brutos de esa uni-
dad no pueden jamás considerarse lucro cesante, o sea, ganancia
frustrada, pues es preciso descontar de aquéllos los gastos de
explotación, de mantenimiento y de amortización del vehículo
(CNCiv, Sala M, 24/4/95, "General Pueyrredón SATCI c/Transpor-
te Río SRL y otro sldaños y perjuicios").
Se ha dicho que la determinación del qt~anttrl~z pecuniario
del resarcimiento tiene que comprender las ganancias netas deja-
das de percibir por el perjuicio experimentado, durante el lapso
de duración de los arreglos. Es preciso, entonces, descontar de
lo que podría haber sido la recaudación bruta, todos los gastos
de explotación del automotor.
82 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Pero como los mentados cálculos conllevan alguna compleji-


dad, se ha recurrido a la vía de la pericial contable para demos-
trar la importancia del detrimento patrimonial experimentado.
La carencia de ese medio probatorio generó la estimación del
daño en función de lo establecido en el art. 165 del Cód. Proc.
Civil y Com. de la Nación, que tiende a ser menor que la que se
obtiene luego de una verificación fehaciente del perjuicio.

Lo injustificadamente abultado de los arreglos que se pe-


ticionan, resulta obvio dado que con seguridad se habrán
practicado en sus talleres, así como el hecho de que las
empresas de colectivos no pierden ganancias en el lapso de
reparaciones, pues recurren a otro automotor sustituto.
En algunos fallos se ha descontado de la indemnización por
refacciones en el vehículo lo que suele denominarse como "bene-
ficio industrial". Dicho ítem obedece a que cuando el rodado es
reparado en talleres de la empresa de transportes reclamante,
desde que no es su actividad económica específica, no tiene por
qué cobrar la "ganancia propia de un taller particular montado
con fines de lucro". La suma a deducir de la indemnización per-
tinente suele calcularse en un 25% del valor de materiales y
mano de obra directa e indirecta. El referente lo constituye el
dictamen pericial que evacua la consulta computando los valores
corrientes de plaza a la época en que se efectuaron los arreglos.

5 6. A U T O M ~ V
Y I L
VEHÍCULO DE POLICÍA, BOMBEROS
O AMBULANCIA

Señor Juez:

11. HECHOS. Al llegar a la intersección con la calle ...,


el vehículo de la demandada, conducido por el coaccionado
ALBINOGÓMEZ, se introdujo en la arteria por la que yo circu-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 83

laba, a una velocidad impresionante, violando las indicacio-


nes del semáforo y sin emplear la señal sonora que exigen
las reglamentaciones de tránsito en los casos de urgencia.
Desconozco, por otro lado, la veracidad de la mencionada
urgencia. Como resultado de semejante actitud fui embes-
tido por el chofer de la parte demandada en el lateral iz-
quierdo.
a) Antecedentes. El art. 49, inc. b, de la ley 13.893 disponía
que "todo conductor, en toda circunstancia, debe ceder el paso a
las ambulancias y a los vehículos de la policía y bomberos". A
su vez, los arts. 75 y 76 de la misma ley determinaban que los 1í-
mites de velocidad para automotores comunes no regían para los
que estaban prestando un servicio público.
Ello correspondía cuando se reunían los siguientes requisi-
tos: 1 ) que lo exigiese el cumplimiento de sus funciones ante una
urgencia real, y 2) que su paso fuera anunciado con bocinas o si-
renas, como para que pudieran ser distinguidos por el resto de
los automovilistas.
La jurisprudencia sobre el tema no aparece del todo unifor-
me respecto a las licencias que las normas indicadas otorgaban a
los vehículos en cuestión. En algunos casos se señalaba expre-
samente que no quedaban liberados de cumplir rigurosamente
con las demás reglamentaciones de tránsito, salvo la prioridad de
paso y la ausencia de límites de velocidad. Para otros, en cam-
bio, se daba primacía a la función que cumplían esos rodados,
tratando con menor estrictez las infracciones en que hubiesen
incurrido.
Pero en todos los precedentes jurisprudenciales se exigió que
el conductor de ambulancias, vehículos de policía y bomberos
conservaran el pleno dominio del rodado, que establecía el art.
65 de la ley 13.893.
Concordantemente la Cámara Nacional en lo Civil ha dicho
que la prioridad de paso de que gozan los vehículos policiales, de
bomberos y las ambulancias no los exime de observar las nor-
mas ordinarias de prudencia que sean compatibles con las fran-
quicias de los arts. 75 y 76 del reglamento general de tránsito.
b) Señales aczistica y lzlminosa. Si éstas funcionaron, ello
obligaba a los automovilistas que se desplazaban por las inme-
diaciones a acatar su preferencia de paso, sin continuar la mar-
cha. Quien se colocó en la situación de ser embestido, al infrin-
gir las disposiciones legales mencionadas, hace recaer sobre él la
responsabilidad por los daños ocasionados, de modo que fue sólo
su imprudencia la causa eficiente de la producción del hecho da-
ñoso. Las normas vulneradas no hacen sino elevar a la catego-
ría de precepto legal determinadas normas de prudencia, ya ca-
tegóricamente impuestas por los arts. 512 y 902 del Cód. Civil,
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

de modo que su violación, al mismo tiempo que configura la ili-


citud objetiva de la conducta, pone de manifiesto la culpa del
conductor que las infringió, que por tratarse de una culpa demos-
trada no requiere del auxilio de ninguna presunción legal (CNCiv,
Sala A, 19/9/91, "Doorn, Guillermo E. c/González, Juan C. y otro
sldaños y perjuicios").
No obstante las franquicias que las leyes o reglamentaciones
puedan conferirle a una ambulancia, ésta no está facultada para
apartarse de las reglas sobre circulación relativas al paso d e bo-
cacalles, ni de la observancia de las luces, de los límites de velo-
cidad o del adecuado anuncio de su paso, puesto que su raudo
accionar no excusa las actitudes temerarias en el manejo del ve-
hículo (CNCiv, Sala A, 18/12/89, "Korzin SACI y otro cIFuerza
Aérea Argentina y otro s/sumarion).
Si la ambulancia cruzó con luz roja y el furgón lo hizo con
luz verde, la voluntaria arbitrariedad de aquélla configura ilici-
tud (arg. art. 1066, Cód. Civil), que no se destituye por la natura-
leza médica de la actividad desarrollada, ni por la urgencia que
le signe, puesto que esos extremos no menguan el deber de actuar
con la cautela requerida según la complejidad del tránsito (art.
902, Cód. Civil). El auxilio a unos no puede convertirse en daño
grave para otros. Ni las sirenas, ni las luces concretadas sólo a
mostrar la presencia de la ambulancia, otorgan a la misma bill
de indemnidad para actuar en contra de la regulación del trán-
sito, desnaturalizado el paso excepcional, que puede ser rápido
pero que siempre debe ser prudente que se le conceda (art. 75,
ley 13.893) (CNCiv, Sala B, 2/5/91, "Muñoz, Teresa c/Medical Aid
SA sldaños y perjuicios").
A pesar de ser cierto que el traslado de un enfermo puede
conllevar una situación de emergencia y aun justificar, en algu-
nos supuestos, transgresiones a las normas vigentes de tránsito,
no lo es menos que al llegar a una bocacalle y atravesarla con
luz roja es posible prever que pueda venir un vehículo que no
haya escuchado la sirena, lo que obliga a una actitud prudente
por parte del conductor de la ambulancia, resultando temeraria
una actitud contraria (CNCiv, Sala M, 10111/94, "Tavernise, Pedro
D. c/González, Julio sldaños y perjuicios").
De acuerdo al art. 75 de la ley de tránsito, las velocidades no
rigen, entre otros supuestos, para las ambulancias públicas o pri-
vadas que concurran con urgencia a prestar los servicios a que
están destinadas, siendo obligación de sus conductores anunciarlo
con bocinas o aparatos sonoros de advertencia. En tal caso,
los conductores de otros vehículos, al oír los avisos prescritos,
deben desviar inmediatamente su propio vehículo lo más próxi-
mo posible al cordón o borde de la calzada o banquina y detener
la marcha hasta que aquéllos hayan pasado (art. 76).
Dada la urgencia que el servicio impone a la ambulancia, en
la medida en que se encuentra en cumplimiento de su misión es-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 85
pecífica anunciándolo con balizas y sirena, goza de prioridad de
paso, aun en la hipótesis de que mediara prohibición de paso
por el semáforo (CNCiv, Sala E, 2/7/93, "Mesa, Fernando M. y
otros clsarandria, Néstor G. y otros s/sumarion).
No puede inculparse al conductor de un móvil en emergen-
cia que, accionando las señales auditivas y luminosas reglamen-
tarias, embiste a otro rodado, porque ello implicaría la deroga-
ción de 1a.prioridad de paso de la cual gozan aquellos vehículos,
y que no resulta respetada por quien, ilegítimamente, intercepta
su marcha (CNCiv, Sala A, 3018195, "Frega, Mario c/Municipali-
dad de la Ciudad de Buenos Aires sldaños y perjuicios").
c) Violació~zde normas. La cuestión más dificultosa la plan-
teaba la posibilidad de que los choferes de estos automotores pu-
dieran atravesar las encrucijadas en contra de las indicaciones
del semáforo, o circular a contramano, por tratarse de conductas
que para los vehículos comunes eran castigados por la ley y la
jurisprudencia con extrema gravedad. Además de que podrían
generar falsas expectativas en los demás conductores que se en-
contraran en el lugar.
En la actualidad, el art. 61 de la ley 24.449 autoriza a los
vehículos de emergencias en forma excepcional, siempre que es-
tén en cumplimiento estricto de su función específica, a no res-
petar las normas referentes a circulación, velocidad y estaciona-
miento, pero tratando de no ocasionar un mal mayor que el que
pretenden evitar. Asimismo, prevé que tendrán que emplear ba-
lizas distintivas de emergencia en funcionamiento, y agregar el
sonido de una sirena si la urgencia fuese extraordinaria.

IV. FUNDAEN DERECHO. Mis pretensiones indemnizato-


rias se sustentan en las siguientes prescripciones legales:
art. 1113 del Cód. Civil; arts. 49, inc. b, y 65 de la ley
13.893 (arts. 61 y 50, ley 24.449, según la fecha del acci-
dente); así como en la abundante doctrina y jurisprudencia
que reconocen como fuente a dichas normas.
Ya sea que se entienda que en el supuesto del modelo se apli-
que como legislación de fondo el art. 1109, con la carga probato-
ria prevista en el art. 377 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Na-
ción para los hechos extintivos, o el art. 1113, párr. 2", del Cód.
Civil, lo cierto es que los vehículos del servicio público de emer-
gencia deberán demostrar la urgencia que llevan y anunciar su
paso mediante las señales pertinentes.
Ello es así, además, porque los derechos preferenciales que
les otorgan las reglamentaciones viales requieren el cumplimien-
to de ciertos recaudos que, por ser de excepción, sólo podrán ser
adecuadamente probados por los beneficiarios.

Señor Juez:

11. HECHOS.Una hora antes había estacionado mi ro-


dado, marca ..., patente n" ..., en la Av. ...., frente al n" ...
En el momento en que fui a buscarlo, presencié cómo el
vehículo del demandado, circulando a una velocidad exce-
siva, que no le permitía el dominio del mismo, embestía a
mi rodado, provocándole deterioros en todo el lateral de-
recho.

111. CULPABILIDAD.Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que mi auto-
móvil estaba correctamente estacionado, y el demandado,
infringiendo las reglamentaciones de tránsito en cuanto a
velocidad y control de la cosa riesgosa, colisionó al bien
por el cual reclamo, ocasionándole perjuicios materiales.
Desde que entraron en vigencia las reformas al Código Civil
introducidas por la ley 17.711, especialmente el art. 1113, párr.
2", la jurisprudencia ha hecho aplicación de dicha norma a las
colisiones entre vehículos en movimiento y otros estacionados, en
favor de quienes accionan por estos últimos.
La consecuencia ha sido invariablemente que quien deman-
dabz, beneficiado por la presunción legal, debía demostrar úni-
camente el contacto material entre los automotores. A su vez, la
contraria, para eximirse de responsabilidad tenía que demostrar
la culpa de la víctima o la de un tercero por quien no tenía'que
responder.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 87
Como fundamento del régimen mencionado, se sostenía que
el rodado estacionado en forma reglamentaria no era una cosa
riesgosa, equiparandósela al peatón.
A partir del plenario "Váldez, Estanislao c/El Puente SA" (101
11/94), la presunción que antes jugaba en apoyo del vehículo es-
tacionado frente al que se halla en movimiento juega también
cuando ambos están en movimiento.
De todas' maneras, ante el choque con un automotor adecua-
damente estacionado, es casi impensable que se le pueda atribuir
algún grado de responsabilidad al conductor, cualquiera que sea
el régimen legal que se considere aplicable. Por supuesto, siem-
pre que se demuestre el contacto entre los vehículos.

IV. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113
del Cód. Civil; art. 65 de la ley 13.893 (art. 50, ley 24.449,
según la fecha del accidente) y art. 118 de la ley 17.418, así
como en la abundante doctrina y jurisprudencia que reco-
nocen como fuente a dichas normas.

Señor Juez:

11. HECHOS. La realidad de los acontecimientos ocu-


rridos fue la siguiente: mi parte guiaba su automotor a
velocidad adecuada por la avenida ...; al llegar a la inter-
sección con la calle ..., la avenida tiene una curva, y justa-
mente allí el vehículo del actor estaba estacionado en for-
ma antirreglamentaria.
Se ha dicho reiteradamente que el estacionamiento en contra
de disposiciones reglamentarias del tránsito, en el contexto urba-
no, no genera responsabilidad civil, ni total ni parcial, salvo que
se pruebe adecuadamente la relación causal entre la violación y
el evento dañoso.
Dicha solución se adoptó en el mismo sentido, cualquiera
que fuese la gravedad de la infracción cometida en la forma de
estacionar el automotor, aunque fuese en la vereda de enfrente a
la permitida, de contramano, en doble fila, etcétera.
La jurisprudencia más reciente de la Cámara ha conservado
los criterios expuestos: el solo hecho de que el automotor afecta-
do se encontrara indebidamente estacionado, no implica que esa
circunstancia fuese necesariamente causa eficiente del evento. Al
margen de la posible infracción en que podría haberse incurrido,
en el ámbito de la responsabilidad a juzgar, sería menester pro-
bar la vinculación de causa a efecto para que ello diera origen a
una eximición parcial o total.
Todo conductor debe prever las contingencias del tránsito,
no configurando un vehículo mal estacionado un acontecimiento
imprevisible ni excepcional (CNCiv, Sala H, 12112/90, "Filippi, Jor-
ge E. y otros clMorel, Publio C. y otros slsumario").
La circunstancia de que el automóvil chocado hubiera estado
en infracción, sobre la vereda izquierda, no influye para dismi-
nuir la culpa del embestidor, a menos que esa infracción de ca-
rácter municipal fuera un elemento calificador de peligro para el
tránsito, como en una ruta con interferencia en el paso y vicio
de la cosa (CNCiv, Sala C, 21/8/90, "Carlos L. Segar y Cía. SA
clleiro, Norberto slsumario, daños y perjuicios").
Que el rodado del demandante se encontrara estacionado en
un lugar prohibido no constituye un eximente de responsabilidad
para el demandado, ya que la violación a las normas de estacio-
narniento sólo constituye una infracción a las normas municipa-
les, y es castigada como tal sin que dichas normas generen una
responsabilidad civil, si no resulta que ha mediado culpa del
agente en la producción del evento dañoso, apreciada conforme
a las disposiciones del Código Civil (CNCiv, Sala F, 1813191, "Men-
chaca, Roberto G. clzagaib, Rubén N. slsurnario").
Un vehículo mal estacionado no es portador de responsabili-
dad cuando asume un papel pasivo, pero si está mal estacionado
en una ruta, su papel es activo en la gestación del daño (CNCiv,
Sala C, 3011219 1, "Fernández, Laura M. c1Barcelo Petit, Hernán
J. A. y otro slsumario").
O sea que se ha juzgado la problemática de la culpabilidad a
tenor de lo dispuesto en los arts. 512 y 902 del Cód. Civil, especi-
ficándose que eventualmente cabrá atribuir responsabilidad en
virtud del estacionamiento antirreglamentario, cuando convirtie-
ra al vehículo en una presencia absolutamente inesperada y difí-
cilmente sorteable, a pesar de que el otro automotor hubiese sido
guiado con el pleno dominio que exige la legislación de tránsito
(art. 65, ley 13.893, y art. 39, ley 24.449).

111. PRUEBA.
Que ohezco la prueba de mi parte como
sigue.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 89

a) Infoumativa. Se libre oficio al Gobierno de la Ciu-


dad de Buenos Aires para que informe si en el día, hora y
lugar en que se produjo el encontronazo estaba permitido
el estacionamiento de vehículos en ...

A) AUTOMOTORES
QUE CIRCULAN
EN UN MISMO SENTIDO

INICIA
DEMANDA. COBRO
DE DANOS

Señor Juez:

11. HECHOS. Al llegar a la intersección con la calle ...


detuve mi vehículo siguiendo las indicaciones del semáforo.
Me encontraba detenido, cuando el coche del demandado,
fuera de control y a velocidad inadecuada, me embistió en
la parte trasera.

111. CULPABILIDAD.Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que no conser-
vaba en la emergencia el dominio del rodado que exigen
las reglamentaciones de tránsito.
El éxito total o parcial de la defensa del embestidor depende-
rá de los medios probatorios que arrime al juicio. Tendrá que
demostrar que la detención del vehículo que le precedía fue un
hecho tan excepcional e imprevisible que, a pesar de mantener el
dominio del rodado, no pudo evitar la colisión.
La circunstancia que puede computarse a su favor es que el
accidente haya ocurrido en una arteria de tránsito intenso y rá-
pido, en una autopista o en una ruta. Según este tipo de he-
chos, en las vías cargadas de vehículos que van rápido es mucho
más difícil conservar la distancia óptima con el rodado que cir-
90 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

cula adelante. A su vez, en esa situación se guía a mayor veloci- ;

dad y se necesita mayor distancia de frenado, como para evitar


el encontronazo con quien se detiene en forma imprevisible.
También favorece al aquí demandado que el evento se produ-
jese en la zona de funcionamiento de los semáforos. De no exis-
tir éstos, resulta más injustificado que el embestidor no contem-
ple la posibilidad de reducción de la velocidad al llegar al cruce
con el otro, pues eso lo exige la ley.

Mi vehículo sufrió desperfectos en su parte trasera y el


del demandado en el frente, lo cual es demostrativo de su
condición de embestidor, con toda la presunción de culpa-
bilidad que esa circunstancia implica, conforme a pacífica
y reiterada jurisprudencia.
La localización de los daños, tal como los describe el actor
en el modelo, o sea, en la parte trasera de uno de los rodados
y en el frente del otro, ha sido reconocida invariablemente por la
jurisprudencia como que pone en funcionamiento la presunción
de culpabilidad en el conductor del último de ellos; siempre y
cuando, claro está, ambos vehículos circulen en el mismo senti-
do, pues en los cruces de calles se ha requerido otro tipo de ubi-
cación de los deterioros. También conviene tener en cuenta que
la presunción de embestidor a la que nos referimos ha sido más
decisiva en los litigios entre automotores que van en la misma
dirección que entre los que chocan en una encrucijada, por el va-
lor que corresponde conceder al derecho preferencial de paso.
Como fundamento de los fallos apuntados que condenaban
al embistiente, se ha sostenido que la detención de un rodado
en la vía pública, en el contexto urbano, es una contingencia
muy frecuente en el tránsito automotor, por lo que, quien guía
detrás, si tiene dominio de su vehículo, podrá maniobrar dete-
niéndolo sin ocasionar perjuicios, dado que siempre tiene que
conservar en la conducción la prudente distancia con el que va
adelante.
Esos principios, reiterada y pacíficamente adoptados, han
dado primacía a la norma contenida en el art. 65 de la derogada
ley 13.893, que exigía a todo conductor mantener el dominio del
rodado, frente a lo que instauraba su art. 44 y que prohibía dis-
minuir bruscamente la velocidad y detener el automóvil sin reali-
zar las señales que describía su art. 53, inc. lo.
La actual ley 24.449 establece en el art. 48 toda una serie de
prohibiciones. Para el caso en análisis interesan las de los incs.
g e i. En el primero de ellos prohíbe "conducir a una distancia
del vehículo que lo precede, menor de la prudente, de acuerdo a
la velocidad de marcha". En el inc. i prohíbe la detención irre-
gular sobre la calzada.
' DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

Señor Juez:

11. HECHOS.Conducía mi rodado marca ..., patente


no ..., por la calle ..., por el carril de máxima velocidad, y
cuando estaba llegando a la intersección con la calle ..., el
accionado intentó girar hacia la izquierda, sin guardar las
precauciones del caso, o sea, ubicación del rodado en el
sector de la calzada sobre el que efectuaría el viraje, así
como anunciar con suficiente anticipación y en forma in-
dubitable la determinación de doblar.
a) Antecedentes. El art. 50, inc. a , de la ley 13.893 regulaba
la forma en que debían efectuarse los virajes; también contem-
plaba el viraje a la derecha, exigiendo su ejecución lo más cerca
posible del borde derecho de la calzada. Agregaba que "en las
zonas urbanas el viraje a la izquierda no debe hacerse si el ve-
hículo no ocupa ya la parte izquierda de la calzada de su mano,
por lo menos treinta metros antes de iniciar la maniobra y si
su conductor no lo ha anunciado tendiendo el brazo horizontal-
mente o por medio de una señal mecánica autorizada". Segui-
damente sancionaba la presunción de culpabilidad de quien no
respetaba esos recaudos.
Son numerosos los precedentes jurisprudenciales que han he-
cho estricta aplicación de las normas transcriptas. Algunos han
precisado que la gravedad de la infracción hacía ceder la presun-
ción que cabría sobre el embistiente, pues la aludida falta daba
lugar a una súbita e imprevista obstrucción de los vehículos que
circulaban detrás. También en este caso específico restaron im-
portancia al hecho de que estos últimos no guardaran la distan-
cia para con el rodado que los precedía en la marcha, dado que
esta última obligación juega entre automóviles que son guiados
por el mismo carril; el que inicie un giro incorrecto, sin adoptar
las precauciones pertinentes se interpone en la línea de marcha
de quien finalmente lo embiste. Es decir que el infractor del
92 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

art. 50 de la ley 13.893 burlaba las expectativas de su proceder


en los otros conductores.
En otras palabras, se especificó que ninguna norma de trán-
sito ni principio alguno de prudencia imponía a un conductor el
deber de guardar determinada distancia con otro automotor que
circulara en su mismo sentido, por un carril contiguo. La ma-
niobra imprudente la cometerá, entonces, quien sesga bruscamen-
te su marcha y se interpone en la línea de avance de otro rodado.
Respecto de la obligación de colocarse, treinta metros antes
de efectuar el giro, en el carril más cercano al cordón de la vere-
da, se menciona como excepción el que hubiese coches estacio-
nados en el lugar, pero siempre que esa circunstancia fuera debi-
damente acreditada en el expediente.
b) Maniobras riesgosas. En la jurisprudencia más actual de
la Cámara Nacional en lo Civil se han contemplado los riesgos
que implican las maniobras de viraje, incluso en los casos en que
no estuviesen prohibidas. El giro a la izquierda en avenida de
doble mano en la que no hay señalización luminosa con la flecha
que lo habilite, configura transgresión reglamentaria y revela en
el conductor ausencia de toda elemental precaución para evi-
tar el daño, puesto que no puede dejar de ver a quienes circulan
correctamente por su mano, a quienes -aun si se dejase de lado
la transgresión- debe cederles el paso (CNCiv, Sala G, 19/4/89,
"Dávalos, Marcelo A. clluppari, José s/sumario"; íd., Sala NI,
30111/90, "Bronstein, Pablo G. c/Rodríguez, Héctor E. s/sumario").
La prueba de la pérdida de vigencia de normas por desuetu-
do no ha de consistir en la manifestación de un perito ingeniero
en su dictamen sobre lo que observó en el lugar de los hechos
acerca del comportamiento de los automovilistas. La conocida
indisciplina vial de los habitantes de la Argentina no constituye
derogación de los preceptos reglamentarios de la circulación, en
tanto los jueces sancionan tales inconductas, o resuelven los liti-
gios con aplicación de aquéllos. Aun en el supuesto de que la
maniobra de giro a la izquierda en una avenida de doble mano
se hallase permitida (por no existir señalamiento de la prohibi-
ción -art. 99, ley 13.893-), debe realizarse con extrema cautela y
aguardando sobre la propia mano el paso de quien circula por la
mano contraria, pues si no se cuenta con el tiempo suficiente, se
crea de tal modo un obstáculo sorpresivo que obliga a los otros
conductores a efectuar maniobras o frenadas bruscas o aun, al
embestimiento. Si la aparición del vehículo del actor interrum-
pió la circulación sobre la mano por la que guiaba el demanda-
do, a éste no le resulta reprochable el embestimiento, dado que
no puede considerarse que haya sido su velocidad causa adecua-
da del evento, sino aquella interrupción (CNCiv, Sala H, 30/4/91,
"Chalouh, Salomón c/Genender, Guillermo s/sumario"; íd., Sala 1,
5/3/91, "Domingo, Isidoro c/Ogallar, Pablo A. s/daños y perjuicios").
No basta para eximirse de responsabilidad por la eventual
producción de un accidente alegar haber hecho señales con las
' DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 93
luces que habrían indicado su intención de girar a la izquierda,
puesto que el preaviso de una maniobra no autoriza a realizarla
si previamente no se aseguró que puede ser efectuada,sin peligro
(CNCiv, Sala C, 16/3/93, "Vjoli, Claudio A. c/Brenelli, Alvaro slda-
ños y perjuicios").
Si al doblar a la izquierda el conductor del vehículo irrumpe
en la línea de marcha de otro automotor, está a cargo de aquél
demostrar que ha realizado el giro cuando éste se encontraba a
distancia prudencial suficiente, para sostener que el hecho no
constituía peligro alguno de colisión (CNCiv, Sala F, 22/9/94,
"Vera, Luis A. c/Arellana, Luis E. y otro sldaños y perjuicios").
En arterias de doble mano, la maniobra de giro a-la izquier-
da es muy riesgosa, ya que se interfiere con ello la circulación de
vehículos que lo hacen por la mano contraria; quien dobla tiene
la obligación de permitir el paso de los automotores que se des-
plazan en dicho sentido, los que indudablemente tienen priori-
dad de paso, pues van por su mano.
La violación a las normas que regulan el giro a la izquierda,
por su gravedad e imprudencia genera la culpa civil del infrac-
tor en los términos de los arts. 512, 1109 y 1113 del Cód. Civil
(CNCiv, Sala K, 3011 1/94, "Barraza, Jorge c/Sario, Luis P. s/daños
y perjuicios").
La ley vigente 24.449 prescribe, en el art. 43, que para reali-
zar un giro debe respetarse la señalización y cumplir las siguien-
tes reglas: " a ) advertir la maniobra con suficiente antelación,
mediante la señal luminosa correspondiente; b) circular desde
treinta metros antes por el costado más próximo al giro a efec-
tuar; c) reducir la velocidad paulatinamente girando a una mar-
cha moderada; d) reforzar con la señal manual cuando el giro se
realice para ingresar en una vía de poca importancia o en un
predio frentista".

Sefior Juez:

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


culpable exclusivo del accidente, por conducir a una veloci-
94 PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

dad excesiva, no intentar reducirla en el cruce y, en defini-


tiva, por no guardar el adecuado dominio del rodado que
exige el art. 65 de la ley 13.893 (art. 50, ley 24.449, según
la fecha del accidente).
Ocioso resulta destacar la innumerable cantidad de fa-
llos en los que se señala la presunción de culpabilidad del
automóvil que presenta sus daños en la parte frontal sobre
el que los tiene en la parte trasera, cuando ambas circulan
en el mismo sentido.
El viraje a la izquierda, a pesar de tratarse de una maniobra
que se realiza con mucha frecuencia, constituye una forma de al-
teración del tránsito, razón por la cual quien la haya realizado
tendrá que demostrar en el juicio respectivo que cumplió en la
emergencia con los recaudos previstos en el art. 50 de la ley
13.893 o en el art. 43 de la ley 24.449, según cual haya sido el ré-
gimen aplicable.
Acudirán en su auxilio ciertos indicios como, por ejemplo,
que los daños experimentados en la parte trasera de su vehículo
sean producto del impacto oblicuo; que no se ocasionan en el
centro de la parte lateral, o que la importancia de los deterioros
sufridos sea tal que haga pensar en la velocidad excesiva y des-
controlada del conductor de la parte contraria.
Tendrá, por supuesto, decisiva influencia una confesional fa-
vorable, las deposiciones de dos o más testigos presenciales que
den adecuada razón de sus dichos o un dictamen pericia1 que co-
rrobore por vía de hipótesis su versión de los hechos, con feha-
ciente fundamentación científica.

0 . ~ N C O R R E C T OREINGRESO A LA CIRCULACIÓN

a) I N I C Z A C IDE
~ NDEMANDA
INICIA
DEMANDA. COBRODE DAÑOS

Señor Juez:

OSCARGONZÁLEZ ...

11. HECHOS. Había llegado yo a unos treinta metros de


la intersección con la calle ..., cuando el demandado salió
. . ' DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 95

con su automóvil del garaje del edificio allí situado, del


lado de la izquierda e ingresó en el carril de tránsito rápi-
do en el que yo circulaba. Dicha maniobra la realizó a
una velocidad inapropiada, sin evitar la posibilidad de cau-
sar daños a terceros. Su presencia en la vía pública fue
tan inesperada que lo convirtió en el agente activo del cho-
que, al interponerse en esas condiciones a mi línea de mar-
cha, impidiéndome eludirlo.
a) Antecedentes. Disponía el art. 42 de la ley 13.893: "El con-
ductor que se vea obligado a salir a la vía pública desde un in-
mueble o de cualquier sitio de estacionamiento deberá hacerlo a
paso de hombre, evitando inútiles molestias y alarmas".
En función de dichas prescripciones, la jurisprudencia sostu-
vo que la garantía de la seguridad de los participantes en el trán-
sito exige, a quien estando detenido se apresta a reingresar en la
circulación (salida del estacionamiento), adoptar las precaucio-
nes necesarias para evitar un infortunio que es seguramente pre-
visible y consecuencia de las alternativas normales del movimien-
to urbano.
Algunos fallos han precisado que el reingreso a la circulación
obliga a ceder el paso a los que transitan por la calle, no siendo
suficiente el anuncio con señales luminosas que generalmente no
son visibles en un automotor estacionado.
b) Velocidad. Los fallos han aclarado que hay que cercio-
rarse de que la velocidad reducida con que debe efectuarse la
maniobra no se convierta en una obstrucción para los demás ro-
dados. Y que si no se puede realizar sin entorpecer la marcha
de los demás corresponde cederles el paso y recién intentar el in-
greso cuando haya seguridad de no causar inconvenientes. En
definitiva, pues, se trata de una maniobra que obliga a extremar
la precaución.
La Cámara Nacional en lo Civil ha adoptado criterios análo-
gos, como surge del siguiente fallo. Quien ingresa a la línea de
circulación desde cualquier lugar de estacionamiento debe hacer-
lo a paso de hombre y evitando molestias, lo que le obliga a ce-
der el paso a los vehículos que normalmente transitan por la ca-
lle. Es necesario que se agote la prudencia al incorporarse al
tránsito, cerciorándose de que la calle esté libre de otros rodados
que tornen peligrosa la maniobra para sí o para terceros; y, en
caso de que a una cierta proximidad se advirtiese circulando a
otro vehículo, se ha de ceder el paso. No es previsible para quien
circula la súbita aparición de un vehículo que sale de su estacio-
namiento (CNCiv, Sala B, 30/9/91, "Vida1 de Prieta, Manuel c1Gar-
cía, Osvaldo A. sldaños y perjuicios").
Aclaremos que ello no alcanza a prever las apariciones sor-
prendentes, dado que la vigilancia razonablemente tiene que lle-
gar hasta los rodados que se encuentran en una prudente proxi-
midad.
La lectura de la actual ley 24.449 arroja como saldo la au-
sencia de normas que contemplen la salida del estacionamiento,
fijando sus recaudos, como lo hacía la anterior ley 13.893. De
todas maneras, puede esperarse que la interpretación jurispru-
dencial llene el vacío, aplicando los arts. 512 y 902 del Cód.
Civil, y muy probablemente manteniendo los criterios que hasta
ahora le sirvieron como orientación.

Señor Juez:

11. HECHOS.La realidad de los hechos ocurridos fue


la siguiente: mi parte ingresó en la calle ... a paso de hom-
bre y luego de cerciorarse que por ella no venía ningún ve-
hículo. Cuando estaba concluyendo el reingreso se produjo
un encontronazo con el coche del actor, quien lo guiaba a
una velocidad excesiva que no le permitía el adecuado do-
minio de él, como lo exigen las reglamentaciones de tránsito.
La localización de los daños en ambos rodados es de-
mostrativa de su calidad de embestidor, pues mi parte lo
sufrió en su lateral a la altura de la rueda trasera, y el ac-
cionante en todo el frente de su vehículo.

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


culpable exclusivo del accidente, por conducir a una veloci-
dad excesiva que no le permitía el pertinente control del
rodado (art. 65, ley 13.893, o art. 50, ley 24.449, según la
fecha del accidente).
Por otra parte, conocida es la presunción de culpabili-
dad que pesa sobre el automóvil que embiste a otro, que
sólo puede ser destruida por una contundente prueba en
contrario, tal como lo viene destacando una pacífica y pro-
fusa jurisprudencia.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 97
Si bien no cabe restar total incidencia a la calidad de embes-
tidor, los principios aplicados por la jurisprudencia han dado
preponderancia a la complejidad de la maniobra que implica el
reingreso a la circulación y el deber de ceder el paso a los otros
vehículos.
En función de ello es que se ha considerado que el ontis pro-
bandi corresponde a quien salió del estacionamiento, que podrá
exonerarse de las consecuencias dañosas siempre que demuestre
haber cumplido con todas las prescripciones contenidas en las re-
glamentaciones de tránsito.
Igualmente, si de los elementos arrimados a la ca-usa se des-
prende que el otro protagonista del choque actuó sin dominio
del rodado, ya sea por distracción, imprudencia o velocidad ex-
cesiva, la infracción al deber de conservar el control de la má-
quina muy probablemente generará responsabilidad total o par-
cial en este último.
Son indicios favorables a quien se incorporó al tránsito que
los daños se localicen más en su parte trasera que en la lateral,
así como la magnitud de los deterioros o el posterior trayecto de
los vehículos. Especialmente si esos indicios reciben algún tipo
de corroboración de la prueba confesional, testimonial o pericial.
En el caso del modelo, juega en contra que el reingreso a la
circulación se concrete en los carriles de máxima velocidad, pues
la aparición de quien sale del estacionamiento siempre tiene algo
de imprevisible, pudiendo convertirse en infranqueable para quien
guía a gran velocidad, autorizado por la ley.

Señor Juez:

11. HECHOS.El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ...
Conducía mi rodado marca ..., patente no ..., por el carril de
tránsito rápido de la av. ... Al llegar a mitad de cuadra entre
98 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

las intersecciones de ... y de ..., el demandado se interpuso


en mi línea de marcha, en una maniobra de retroceso in-
concebible dado que intentó estacionar luego de recorrer
((marcha atrás" una franja de acera de unos cincuenta me-
tros. Dicho retroceso lo hizo a una velocidad inapropiada
sin tomar precaución alguna respecto de la posibilidad de
causar daños a terceros. Su presencia en el carril por el
que yo circulaba a velocidad reglamentaria lo convirtió
en el agente activo del choque, puesto que me fue imposible
eludirlo.
a) Práctica judicial. La ley 13.893 no contenía ninguna nor-
ma que contemplara la maniobra de retroceso. No obstante, la
práctica judicial demostró que no eran pocos los casos en que el
vehículo que circulaba marcha atrás, entorpeciendo la marcha de
los otros automotores, se convertía en la causa o, al menos, en la
concausa del accidente.
En varios precedentes jurisprudenciales se cubrió el vacío re-
glamentario mediante las disposiciones de los arts. 5 12 y 902 del
Cód. Civil, piedra angular para la solución de este tipo de liti-
gios, con primacía, incluso, de las diversas prescripciones de las
reglamentaciones de tránsito.
Una evaluación de los fallos sobre el tema arrojó como resul-
tado los siguientes principios: 1 ) el carácter riesgoso de la ma-
niobra; 2) el deber de extremar las precauciones para evitar la
causación de daños, y 3) el retroceso sólo se justifica para el es-
tacionamiento del rodado.
A raíz de dichos principios, en diversos pronunciamientos
judiciales se ha especificado que debe hacerse el retroceso úni-
camente cuando se tiene la certeza de que la parte trasera del
vehículo se encuentra totalmente libre; también que sólo puede
practicarse en espacios reducidos, a velocidad mínima, con el
máximo de visibilidad, etcétera.
b) Peligrosidad potencial. Se ha dicho que si por esta peli-
grosidad que genera un rodado, el conductor debe normalmente
extremar las medidas de seguridad, tal actitud se multiplica cuan-
do se efectúa una maniobra de retroceso. La circulación mar-
cha atrás debe hacerse con todas las precauciones y seguridades
de no interferir en el paso de nadie. Si para efectuarla no se
tiene el ángulo de visibilidad común, ya sea por las característi-
cas del vehículo, por la posición del conductor que lo obliga a gi-
rar la cabeza, no obteniendo un ángulo llano de visión panorámi-
ca o por la visión a través de los espejos retrovisores, lograrlo
está a su cargo y no puede desentenderse de lo que queda fuera
de su visión en esa forma de transitar (CNCiv, Sala K, 17/12/93,
"Seygas, Norma 1. c/Troncoso, Sergio s/daños y perjuicios").
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 99
El cumplimiento de ' estos recaudos fue considerado con ma-
yor rigor cuando la marcha atrás se empleaba para entrar o salir
de un garaje o de un estacionamiento, o cuando se practicaba en
una avenida de varias manos y de mucho tránsito, sobre todo si
se lo hacía en el carril de mayor velocidad.
El art. 48, inc. h , de la actual ley 24.449 prohíbe "circular
marcha atrás, excepto para estacionar, egresar de un garaje o ca-
lle sin salidaJJ. Como puede observarse, la nueva ley coincide en
parte con los criterios jurisprudenciales elaborados durante la vi-
gencia de la ley 13.893.

111. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: arts. 1113,
512, 902 y concs. del Código Civil; art. 118 de la ley 17.418,
y art. 48 de la ley 24.449 (según la fecha del accidente), así
como en la abundante doctrina y jurisprudencia que reco-
nocen como fuente a dichas normas.

Señor Juez:

11. HECHOS. La realidad de los hechos ocurridos fue


la siguiente: yo intentaba estacionar a la altura en que se
produjo la colisión, sin efectuar mayor retroceso que el que
normalmente se necesita en esos casos. Cuando iba a em-
pezar la maniobra a una mínima velocidad, se produjo el
encontronazo con el coche del actor, quien lo guiaba a una
velocidad que no le permitía el adecuado dominio de él,
como lo exigen las reglamentaciones de tránsito.
Cuando ocurre, como en el modelo, que el demandado no
discute que en el momento de la colisión con el vehículo de la
contraria estaba circulando marcha atrás, o si se ha probado esta
circunstancia en el expediente, la jurisprudencia ha relativizado
los efectos adversos a quien aparece como embestidor. Por ende,
corresponde al embestido probar que efectuó el retroceso pre-
viendo de todas forrnas la causación de perjuicios, para que se
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

rechace la demanda. Si la maniobra apuntada fuese dudosa, co-


rresponderá al demandante demostrar que su adversario la esta-
ba realizando y, además, sin cubrir todos los recaudos que ese
movimiento tan riesgoso exige, a fin de obtener que se declare su
culpabilidad en el ilícito. Queda, en consecuencia, condicionado
a los medios probatorios que arrime al proceso, el éxito total o
parcial de sus pretensiones resarcitorias.

La localización de los daños en ambos rodados es de-


mostrativa de su calidad de embestidor, pues mi auto los
sufrió en la parte trasera derecha y el del accionante, en
todo su frente.

Señor Juez:

11. HECHOS. Al llegar a la mitad de la calle entre las


intersecciones de ... y de ..., el demandado, que venía reali-
zando movimientos sinuosos, cambiando permanentemente
de carril, se interpuso en mi línea de marcha, a una veloci-
dad inapropiada y sin tomar precaución alguna respecto de
la posibilidad de causar daños a terceros. Su presencia en
- el carril por el que circulaba con mi automotor a velocidad
reglamentaria, lo convirtió en el agente activo del choque,
dado que me fue imposible eludirlo.
a) Antecedentes. El art. 44, inc. a , de la ley 13.893 disponía
que todo conductor "en su marcha por la vía pública lo hará
conservando la derecha y sin efectuar movimientos sinuosos ...
Está prohibido cambiar de dirección, disminuir bruscamente la
velocidad o detener el vehículo antes de asegurarse de que es po-
sible hacerlo sin peligro para terceros y sin haber prevenido de
tal intención con las señales previstas en este reglamento. La
inobservancia de las precauciones indicadas en los párrafos ante-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 101
riores crea para el conductor la presunción de su culpabilidad en
caso de accidente".
Interpretando dichas disposiciones, la jurisprudencia fue pre-
cisando la configuración de la infracción. Así, se ha sostenido
que el cambio de carril en las avenidas de tránsito ligero es una
maniobra que implica gran riesgo para los otros vehículos. Es
por ello que debe realizarse después de tener la certeza de que
existe espacio suficiente para hacerlo, calculando muy bien las
distancias.
También se ha dicho que las normas reguladoras del tránsito
no obligan a un conductor a guardar determinada distancia con
otro automotor que circula en la misma dirección pbr el carril
contiguo, considerándose una falta generadora de responsabili-
dad el sesgar bruscamente y en forma imprudente la marcha, in-
terponiéndose en la línea de avance de otro rodado.
b) Nueva regulación. El art. 39 de la actual ley 24.449 in-
cluye, entre las obligaciones generales de los conductores, el ad-
vertir previamente a los otros vehículos de cualquier maniobra a
realizar, además de hacerla con precaución, sin crear riesgo ni
afectar la fluidez del tránsito.
A su vez, el art. 45 contempla el tránsito en vías multicarri-
les (más de dos por mano sin contar con el de estacionamiento).
El inc. b dice que se debe circular por un mismo carril y por el
centro de éste, y el inc. c ordena que se debe advertir anticipada-
mente con la luz de giro correspondiente la intención de cambiar
de carril.
Finalmente, el art. 48 prohíbe "realizar movimientos zigza-
gueantes o maniobras caprichosas o intempestivas" (inc. d).

Sefior Juez:

11. HECHOS. La realidad de los hechos ocurridos fue


la siguiente: conducía mi vehículo por el carril de tránsito
rápido de la avenida en que ocurrió la colisión motivo del
juicio. El. actor, que también transitaba por el mismo lu-
gar, detrás de mí, circulaba a una velocidad excesiva que
102 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

no le permitía el adecuado control de su automotor, como


lo exigen las reglamentaciones pertinentes. No guardaba,
asimismo, la distancia prudencial y no evaluó la razonable
reducción de velocidad que debía efectuar con mi coche,
por estar aproximándonos a una encrucijada, lo que lo con-
virtió en el agente activo del choque.
La localización de los daños en ambos rodados es de-
mostrativa de su calidad de embestidor, pues mi vehículo
sufrió los daños en la parte trasera y el del accionante en
todo su frente.

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


culpable exclusivo del accidente, por conducir a una veloci-
dad excesiva que no le permitía el pertinente control del
rodado.
a) Jurisprudencia aplicable. Durante la vigencia de la ley
13.893, la jurisprudencia en materia de accidentes de tránsito
confirió gran preponderancia al art. 65, que decía: "Todo conduc-
tor de vehículo o cabalgadura debe guiarlo en forma que tenga
pleno dominio sobre él de acuerdo con el ancho del camino o ca-
,lle, densidad del tránsito, señalamiento, estado del tiempo, visibi-
lidad y demás condiciones del camino o calle, así como también
la mayor o menor urbanización de la zona". Dicha disposición
se completaba con los arts. 66 y 67, que señalaban las precaucio-
nes generales y las especiales.
La obligación de los conductores de mantener un adecuado
control sobre sus vehículos adquirió un carácter de regulador es-
tructural que, entre otras cosas, permitía inferir si la velocidad a
la que circulaban los rodados participantes en una colisión había
resultado excesiva y causante del suceso.
Desde esa óptica, las normas que establecían los topes lega-
les de velocidad no se aplicaban automáticamente, sino en fun-
ción de que su violación hiciera perder al conductor el dominio
del vehículo.
Se ha sostenido en reiterados fallos que el hecho de superar
la velocidad autorizada por la ley sólo constituiría una presun-
ción de que quien había incurrido en esa infracción no conserva-
ba el control del automotor.
Por otro lado, y según las circunstancias del caso, se afirma-
ba que aun la velocidad permitida podía llegar a ser excesiva si
le impedía, a quien guiaba el vehículo, ejercer su control.
Asimismo, se fue precisando la noción de que mantener el
pleno dominio del automotor significaba poder reaccionar ade-
cuadamente y efectuar las maniobras exigidas por las cambiantes
- ' DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 103
condiciones del tránsito. El incumplimiento de ese deber califi-
caba la culpa del agente, especialmente si embestía a un peatón
o era chofer profesional a cargo dé un vehículo de pasajeros, por
aplicación de lo dispuesto en el art. 902 del Cód. Civil.
b) Relación entre velocidad y control. La ley 24.449 ha re-
ceptado esta relación al disponer en su art. 50 que "el conductor
debe circular siempre a una velocidad tal que, teniendo en cuen-
ta su salud, el estado del vehículo y su carga, la visibilidad exis-
tente, las condiciones de la vía y el tiempo y densidad del tránsi-
to, tenga siempre el total dominio de su vehículo y no entorpezca
la circulación".
A su vez, en el art. 39, inc. b, entre los recaudos para condu-
cir en la vía pública, exige "circular con cuidado y prevención,
conservando en todo momento el dominio efectivo del vehículo o
animal, teniendo en cuenta los riesgos propios de la circulación
y demás circunstancias del tránsito".

INICIA
DEMANDA.
COBRO
DE DANOS

Señor Juez:

11. HECHOS.Conducía mi rodado marca ..., patente no


..., por la avenida ... entre las intersecciones de ... y de ...,
cuando recibí un impacto en todo el lateral derecho, pro-
ducido por el automotor del demandado. quien pretendió
adelantarse a mi marcha por la derecha a velocidad excesi-
va y sin tomar precaución alguna para no causar daños a
terceros, sin toque de bocina ni señal luminosa.
a) Antecedentes. El art. 47 de la ley 13.893 prescribía la for-
ma en que un automotor podía adelantarse a otro: "Al adelantar-
se un vehículo a otro que marcha en la misma dirección lo hará
por la izquierda de éste con las debidas precauciones y toque de
bocina o señal luminosa de acuerdo con lo previsto en este regla-
104 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

mento. E1 adelantarse por la derecha o pedir paso constituyen


infracciones graves contra la seguridad de las personasJJ.
Por otro lado, estableció como infracciones graves los ade-
lantamientos a otro rodado en el momento en que éste efectúa la
misma maniobra con respecto a otro, hacerlo en los puentes y
túneles, al atravesar las líneas férreas, en las bocacalles, encruci-
jadas, curvas, camino de cuestas y, en general, cuando el adelan-
tamiento sea una maniobra que perturbe la marcha normal de
los otros vehículos.
La jurisprudencia que aplicó dichas disposiciones remarcó la
gravedad de la contravención cuando no se respetaban los pará-
metros aludidos, especialmente los adelantamientos por la dere-
cha o la ausencia de señales previas.
b) Réginzen actual. En la actualidad, el art. 42 de la ley
24.449 dispone que el adelantamiento a otro vehículo se debe ha-
cer por la izquierda según las siguientes reglas:
1 ) El que sobrepase debe constatar previamente que a su iz-
quierda la vía esté libre en una distancia suficiente para evitar
todo riesgo, y que ningún conductor que le sigue lo esté a su vez
sobrepasando.
2) Debe tener la visibilidad suficiente y no iniciar la manio-
bra si se aproxima a una encrucijada, curva, puente, cima de la
vía o lugar peligroso.
3) Debe advertir al que le precede su intención de sobrepa-
sarlo por medio de destellos de las luces frontales o la bocina en
zona rural En todos los casos, debe utilizar el indicador de giro
izquierdo hasta concluir su desplazamiento lateral.
4) Debe efectuarse el sobrepaso rápidamente de forma tal de
retornar su lugar a la derecha, sin interferir la marcha del ve-
hículo sobrepasado; esta última acción debe realizarse con el in-
dicador de giro derecho en funcionamiento.
5) El vehículo que ha de ser sobrepasado deberá, una vez
advertida la intención de sobrepaso, tomar las medidas necesa-
rias para posibilitarlo, circular por la derecha de la calzada y
mantenerse, y eventualmente reducir su velocidad.
6 ) Para indicar a los vehículos posteriores la inconveniencia
de adelantarse, se pondrá la luz de giro izquierda, ante la cual
los mismos se abstendrán del sobrepaso.
7) Los camiones y maquinaria especial facilitarán el adelan-
tamiento en caminos angostos, corriéndose a la banquina perió-
dicamente.
8 ) Excepcionalmente se puede adelantar por la derecha
cuando:
a ) El anterior ha indicado su intención de girar o de dete-
nerse a su izquierda.
b) En un en~botellamientola fila de la izquierda no avanza o
es más lenta.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

Señor Juez:

11. HECHOS. Los hechos ocurrieron de la siguiente for-


ma: mi parte inicia el adelantamiento al coche del accio-
nante a una velocidad razonable y avisándole mediante la
señal reglamentaria, que no fue atendida por mi adversa-
rio, quizá por una distracción injustificable. Tal circuns-
tancia se desprende del hecho de que pretendiera girar a la
derecha, casi llegando a la intersección con la calle ..., o
sea, sin ocupar la parte derecha de la calzada unos treinta
metros antes de iniciar la maniobra y sin efectuar indica-
ción alguna.
La compulsa de la jurisprudencia demuestra la especial im-
portancia que se le ha dado a la maniobra de girar sin respetar
las prescripciones legales.
Al respecto, el art. 50, inc. a, de la ley 13.893 disponía: "El
conductor que desee doblar hacia la derecha para tomar otra ca-
lle o camino, sólo debe hacerlo si su vehículo ocupa ya el lado
derecho de la calzada por lo menos treinta metros antes de ini-
ciar la maniobra. El viraje a la derecha debe ejecutarse lo más
cerca posible del borde derecho de la calzada. El viraje a la iz-
quierda debe ejecutarse, en todos los casos, conservando estricta-
mente la mano. En las zonas urbanas el viraje a la izquierda no
debe hacerse si el vehículo no ocupa ya la parte izquierda de la
calzada de su mano, por lo menos treinta metros antes de iniciar
la maniobra y si su conductor no lo ha anunciado tendiendo el
brazo horizontalmente fuera del vehículo, o por medio de una
señal mecánica autorizada".
Por su parte, el art. 43 de la ley 24.449 reglamenta de mane-
ra más minuciosa aún la realización adecuada de los giros. Exi-
ge, además de respetar la señalización, " a ) advertir la maniobra
con suficiente antelación, mediante la señal luminosa correspon-
diente, que se mantendrá hasta la salida de la encrucijada; b)
circular desde treinta metros antes por el costado más próximo
al giro a efectuar; c ) reducir la velocidad paulatinamente, giran-
do a una marcha moderada, y d) reforzar con la señal manual
cuando el giro se realice para ingresar en una vía de poca impor-
tancia o en un predio frentista".

Señor Juez:

11. HECHOS.Conducía mi rodado marca ..., patente no


..., por la av. ... de tránsito intenso y rápido. Al llegar a la
intersección con la calle ..., lo detuve respetando las indi-
caciones del semáforo. Mientras me encontraba detenido,
el coche del demandado, fuera de control y a velocidad
inadecuada, embistió la parte trasera de mi vehículo.
Ésta es la forma adecuada de dirigir la acción, en los cho-
ques múltiples, siempre que se tenga la certeza de que el deman-
dado fue culpable en forma parcial o total. Si existe alguna
duda, es recomendable enderezar la pretensión resarcitoria con-
tra todos los participantes, por la posibilidad de que el vehículo
que chocó a aquel por el cual se reclama haya sido un mero ele-
mento pasivo.
Ello es así por aplicación del principio general que rige la ju-
risprudencia en estos casos, de que el tercero víctima de un acci-
dente de tránsito no está obligado a investigar la mecánica del
choque: pudiendo demandar a todos los participantes. Claro
está que si durante la tramitación del proceso alguno de ellos re-
sulta inocente de forma absoluta será exonerado de responsabili-
dad, debiendo cargar con las costas de su actuación qiiienes sean
considerados culpables.
Pero también se ha resuelto en algunos precedentes judicia-
les que si el actor reclama contra alguien ostensiblemente ajeno
a la producción de los daños, y su citación a juicio fue innecesa-
ria e injustificada, los gastos del juicio respecto de ese codeman-
dado deben ser soportados por quien lo lleve al proceso de ma-
nera tan infundada.
Finalmente, cabe destacar que coaforme lo han aclarado in-
numerables fallos, la parte que afirma haber estado momentá-
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 107
neamente detenida por las contingencias del tránsito no goza de
la fuerte presunción de inocencia que recae en favor de los auto-
motores estacionados, aunque el estacionamiento sea antirregla-
mentario y siempre que no se hubiese convertido en una presen-
cia súbita e infranqueable.

Señor Juez:

11. HECHOS.La realidad fue la siguiente: guiaba mi au-


tomotor a velocidad correcta, guardando una prudente dis-
tancia con el vehículo del demandante que me precedía en
la marcha. Al llegar a la intersección del encontronazo, él
detuvo su vehículo en forma brusca cuando la indicación
del semáforo le permitía continuar circulando; maniobra
imposible de prever para quien venía detrás, por el carril
central, sin que se indicara la detención por algún medio
idóneo. A pesar de lo inesperado del comportamiento del
actor, logré frenar mi coche, pero en ese instante fui em-
bestido por el del señor ROBERTO GUTIÉRREZ,que no conser-
vaba la distancia prudencial respecto de mí y que venía a
una velocidad excesiva que no le permitió realizar ninguna
conducta elusiva del choque.
En los casos de choques en cadena, la localización de los da-
ños en la parte trasera que genera la presunción de culpabilidad
en quien los ocasiona, beneficia fundamentalmente a quien circu-
la en primer término.
A su vez, quien aparece como embestidor de este último, en
el supuesto de haber sido un elemento pasivo, tendrá a su cargo
la demostración de tales extremos, o sea, la responsabilidad en el
obrar del actor o del tercero, destruyendo la presunción que fun-
ciona en su contra.
En caso de que se produzca la mentada demostración, debe
quedar exento de las consecuencias dañosas, como lo ha precisa-
do la Cámara Nacional en lo Civil. Se ha declarado, en tal sen-
tido, que demandar la indemnización a quién fue un mero ele-
108 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

mento instrumental y pasivo del accidente constituye un error,


puesto que para individualizar la causa eficiente del daño no debe
tenerse en cuenta el antecedente inmediato de la cadena de suce-
sos que llevaron al accidente, sino que corresponde ponderar en
qué medida contribuyó cada participante a la producción del
daño, independientemente de quien haya sido el que en definiti-
va realizó el contacto material con el damnificado. Lo contrario
importaría consagrar como vigente en nuestro derecho la teoría
de la equivalencia de las condiciones o de la causa próxima, cu-
yas aplicaciones se encuentran desacreditadas por no atender el
nexo causal relevante o eficiente entre el daño provocado y el ac-
cionar de todos los partícipes del hecho (conf. art. 906, Cód.
Civil) (CNCiv, Sala A, 22/12/92, "Vetere, José c/Minella, Susana
T. sldaños y perjuicios1').
La jurisprudencia mayoritaria ha señalado que la detención
brusca de un rodado es una contingencia común del tránsito que
sólo disculpa a quien colisiona con quien va adelante, cuando su
frenada reviste caracteres sumamente imprevisibles.
En cuanto al tercero, para que su accionar pueda liberar al
demandado, en situaciones semejantes a las del modelo, es nece-
sario que se acredite no sólo que fue causante del choque, sino
además que no le dejó al accionado la posibilidad de evitar al
evento dañoso.

111. C I T A C I DE
~ N TERCERO. En virtud de las infracciones
cometidas por el señor GUTIERREZ que denuncio precedente-
mente, con domicilio en ..., y dado que mi automóvil resul-
tó un objeto pasivo de la colisión, peticiono su citación
como tercero, haya sido usuario, guardián o propietario del
vehículo marca ..., patente no ...
IV. CULPABILIDAD. Estimo que tanto el demandante corno
la persona cuya citación como tercero solicito fueron los
culpables del accidente. El actor, por la detención brusca
e imprevisible de su auto, lo cual está prohibido en el art.
44, inc. a , de la ley 13.893 (o art. 48, inc. i, ley 24.449, se-
gún la fecha del accidente), por constituirse en una obs-
trucción del tránsito. A su vez, el tercero no respetó los
más importantes deberes de todo conductor, guiando a una
velocidad excesiva que no le permitió el adecuado dominio
del automotor (art. 65, ley 13.893).
Asimismo, es dable destacar que la escasa magnitud de
los daños que reclama el accionante es claramente demos-
trativa de que yo no conducía a una velocidad excesiva, ya
que fue un impacto leve el que recibiera mi contrario.
DAhOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

c) CONTESTACI~N
DE C I T A C I ~ NDE TERCERO

CONTESTA
C I T A C I ~ NDE TERCERO

Señor Juez:

11. RESPONDE. En primer lugar, afirmo que tanto la


doctrina como la jurisprudencia mayoritaria se han pro-
nunciado en contra de la posibilidad de que el tercero sea
condenado en el juicio en el que se lo cite como tal por el
demandado.
Desde la incorporación a nuestro ordenamiento procesal del
instituto de la citación del tercero, la posición mayoritaria tanto
en doctrina como en jurisprudencia descartaba la posibilidad de
la condena del tercero, en supuestos en que fuera solicitada por
el demandado. Pero desde hace un tiempo se comenzó a propi-
ciar la inclusión del tercero en la condena, haciendo una inter-
pretación del art. 96 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación,
inspirada en razones de economía procesal.
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil adoptó en fa-
llo plenario la siguiente doctrina: "No es factible dictar condena
contra el tercero obligado que fuera citado a propuesta del de-
mandado y que constituye con éste un litisconsorcio pasivo fa-
cultativo"; es decir, el tercero que intervino en el proceso citado
por el demandado no puede ser condenado si el actor no lo de-
mandó, aunque hubiese podido hacerlo (413192, "Balobana, Ma-
nuel cl Storzi, Daniel sldaños y perjuicios").
De todas maneras queda por resolver la cuestión de la posi-
bilidad del actor de ampliar su demanda contra el tercero, a fin
de que sea codemandado en ocasión de contestar el traslado del
pedido de citación interpuesto por el accionado.
Para algunos criterios, esa ampliación, a pesar de lo dispuesto
por el art. 331 del ordenamiento ritual, que establece como lími-
te la notificación de la demandada, en ,forma excepcional podría
extenderse a la contestación del traslado aludido en el párrafo
anterior (ver disidencia de los doctores SALGADO y BUERES en el ci-
tado plenario).
No faltan, sin embargo, quienes afirman que se trata de una
problemática que debe quedar librada al prudente arbitrio judi-
cial, según las modalidades de cada caso, claro está que siempre
que el proceso no haya quedado definitivamente constituido (ver
fundamentos del doctor GRECO en ese mismo plenario).
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

B) AUTOMOTORES
QUE TRANSITAN
EN SENTIDO CONTRARIO

Cj 1 5 . GIROINADECUADO A LA IZQUIERDA

INICIA
DEMANDA. COBRO
DE DAÑOS

Señor Juez:

OSCAR ...
GONZÁLEZ

1. OBJETO. ...

11. HECHOS. Al llegar a la intersección con la calle ...,


el demandado que venía por la mano contraria se interpu-
so en mi línea de marcha, ya que para tomar por la última
de las arterias nombradas efectuó un giro a la izquierda en
forma inadecuada. Ello es así pues intentó la maniobra a
demasiada velocidad, invadiendo la mano contraria, por la
cual mi vehículo circulaba, sin cerciorarse previamente de
que nadie avanzaba por ese sector. Su presencia en el ca-
rril por el que yo circulaba a velocidad reglamentaria, lo
convirtió en agente activo del choque, dado que me fue im-
posible eludirlo.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado. No respetó las
más elementales normas de tránsito ni los deberes primor-
diales de todo conductor, pues dicha maniobra debió ha-
cerse a paso de hombre, con la certeza de que en ese mo-
mento la calle estuviera libre de rodados.
Como surge de la lectura del art. 50 de la ley 13.893, durante
su vigencia no estaba prohibido el giro a la izquierda en las ave-
nidas de doble mano sin semáforos ni carteles indicadores que lo
vedaran.
De todas maneras, la jurisprudencia destacó que esa manio-
bra, en tanto importaba atravesar la mano contraria, debía efec-
tuarse siempre que se produjera un claro, dado que los coches
que circulaban por la otra mano tenían prioridad de paso.
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 111
También se precisaba que esa espera tenía que ser mayor cuan-
to más intenso y rápido fuese el tránsito en la avenida en cuestión,
además de aplicar el onus probandi en cabeza de quien hubiese
realizado el giro, que estaba obligado a demostrar que lo había
intentado con toda la precaución que requería la emergencia.
El fundamento de la aludida presunción residía en que el
giro en esas circunstancias entorpecía el tránsito que circulaba
en sentido inverso, constituyéndose en un obstáculo para los de-
más vehículos.
Con posterioridad, la ordenanza 34.173 de la Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires prohibió el giro a la izquierda en
las avenidas con doble sentido de circulación, salvo que el szmá-
foro lo autorizara expresamente.
Hubo fallos que se atuvieron a esta prohibición y otros que
otorgaron preeminencia a las disposiciones de la ley 13.893, que,
como dijimos, no prohibía la maniobra de giro a la izquierda en
las avenidas de doble mano.
El art. 43 de la ley 24.449 no prohíbe esta maniobra. Si nos
atenemos a la prioridad de paso del otro rodado, por circular a
la derecha del que gira, como se afirmó en algunos precedentes
jurisprudenciales, cabrá declarar procedente la presunción gene-
ral de culpabilidad de quien no contaba con derecho preferencial
de paso (art. 64, ley 24.449).
A su vez, en el art. 44, inc. f, se indica que en las vías de do-
ble mano reguladas por semáforo no se debe girar a la izquierda,
salvo señal que lo permita.

Sefior Juez:

11. HECHOS.El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones indemnizatorias ocurrió el ... de ... de ..., a la
hora ... Conducía mi rodado, marca ..., patente no ..., por
mi mano, en la avenida ..., que tiene doble sentido de
circulación. Al llegar a la intersección con la calle ..., el
demandado, que venía por la mano contraria, se interpuso
112 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

en mi línea de marcha. Es decir que invadió la calzada


por la que yo circulaba, sin cerciorarse previamente de que
así podía ocasionar perjuicios a terceros. Su presencia, en
el carril por el que mi vehículo circulaba a velocidad regla-
mentaria, lo convirtió en agente activo del choque, dado
que me fue imposible eludirlo.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que no respetó
las más elementales normas de tránsito, violando los debe-
res primordiales de todo conductor.
Dicha maniobra, aun en caso de ser necesaria, debió
hacerse a paso de hombre, con la certeza de que la calle
estuviera libre de otros rodados.
El art. 48, párr. 4") de la ley 13.893 establecía: "El conductor
que transita por su mano y encuentra ante sí un obstáculo, debe-
rá siempre ceder el paso. Esta regla es constante, y en caso de
accidente la culpa corresponderá al conductor que no la haya
respetado1'.
La jurisprudencia dictada durante su vigencia hizo aplica-
ción literal de la prescripción transcrita, especialmente por la
circunstancia de que la invasión de la mano contraria constituye
una maniobra que entorpece la fluidez del tránsito, generando
riesgos hacia otros rodados. Se ha especificado, incluso, que la
existencia de un obstáculo no constituye un hecho imprevisible,
máxime en horas del día y con buena visibilidad.

Señor Juez:

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones indemnizatorias ocurrió el ... de ... de ..., a la
hora ... Conducía mi rodado, marca ..., patente no ..., por
mi mano en la avenida ..., que tiene doble sentido de circu-
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 113

lación. Cuando ya había pasado la intersección de la calle


..., unos treinta metros, el demandado, que venía por la
mano contraria, se interpuso en mi línea de marcha. Es
decir que invadió la mano por la que yo guiaba, sin cercio-
rarse previamente si podía hacerlo sin ocasionar perjuicios
a terceros. Su presencia, en el carril por el que yo circula-
ba a velocidad reglamentaria, lo convirtió en agente activo
del choque, dado que me fue imposible eludirlo.
Después de determinar la forma reglamentaria del adelanta-
miento a otro vehículo, el art. 4'7 de la ley 13.893 establecía lo
que calificaba de infracciones graves. Entre ellas mencionaba el
supuesto en que la maniobra implicara una perturbación en la
marcha normal de los demás vehículos y pudiera constituirse en
un peligro para terceros.
La compulsa de la jurisprudencia arroja como resultado que
se ha presumido la culpabilidad de quien se adelanta a otro
rodado invadiendo la mano contraria, sin tomar las debidas
precauciones a fin de evitar accidentes.
Sin perjuicio de ello, y sin dejar de considerar que invadir la
mano contraria es una contingencia no previsible para quien con-
duce por su carril, en algunos fallos se admitió un porcentaje de
culpa por circular a una velocidad que no permitía ningún tipo
de maniobra elusiva.
El art. 42 de la actual ley 24.449 regula el adelantamiento a
otro vehículo, el que debe efectuarse en todos los casos por la iz-
quierda. Asimismo, en el inc. a prescribe que "el que sobrepase
debe constatar previamente que a su izquierda la vía esté libre
en una distancia suficiente para evitar todo riesgo".

Señor Juez:
OSCAR ...
GONZÁLEZ

1. OBJETO. ...

11. HECHOS. Cuando estaba llegando a la intersección


con ..., el demandado se introdujo en la arteria a contra-

8. Daray, Prcíctica.
mano, en un acto de desatención e imprudencia. Ello es
así, pues intentó la maniobra a demasiada velocidad y sin
advertir que su comportamiento podía ocasionar perjuicios a
terceros, que razonablemente no podían preverlo. Su pre-
sencia en dicha calle, por la que mi parte circulaba a velo-
cidad reglamentaria, lo convirtió en agente activo del cho-
que, dado que me fue imposible eludirlo.
En numerosos precedentes judiciales, dictados durante la vi-
gencia de la ley 13.893, se estableció que conducir un vehículo
en dirección contraria al sentido asignado a una calle'constituye
una grave infracción, y crea una situación de peligro, que califi-
ca la culpa de su conductor.
La jurisprudencia más reciente de la Cámara Nacional en lo
Civil ha valorado con severidad la circulación a contramano,
como surge de los siguientes precedentes: la inobservancia del
sentido de circulación crea la presunción de responsabilidad en
caso de accidente; y no destruye esa presunción la marcha a con-
tramano hecha a una velocidad moderada, ni la imprudencia del
conductor del vehículo embestido.
No cabe exigirle al conductor de un rodado previsiones fuera
de lo normal o una destreza tan sofisticada como para eludir si-
tuaciones imprevisibles como la circulación a contramano de otro
vehículo en arterias con poco espacio y con condiciones climati-
cas adversas (CNCiv, Sala NI, 1113191, "Vázquez, José c/Dicicco,
Héctor y otro s/sumario").
No bastan para excusar a quien circulaba a contramano la
circunstancia de que una calle de mano única fuera utilizada por
los automovilistas en doble sentido, ni la presencia de otro con-
ductor incurriendo en igual infracción. El invocado desconoci-
miento de la circulación es un error no excusable, o sea, de
aquellos en que la ignorancia del verdadero estado de las cosas
proviene de una negligencia culpable (art. 929, Cód. Civil) (CNCiv,
Sala 1, 4/6/92, "Otero, Roberto c/Donoso, Víctor J. y otro s/su-
mario").
Ahora bien, el carácter decisivo de la mentada infracción se
convirtió en un hecho que debía ser probado por quien lo alega-
ba, sin perjuicio de que en algunas ocasiones se destacó la con-
currencia de culpa; por ejemplo, cuando el otro conductor había
incurrido en velocidad excesiva o cuando se podía comprobar
que no había controlado su vehículo.
El art. 48, inc. c, de la ley 24.449 prohíbe expresamente la
circulación a contramano.

I I I . OFRECE
PRUEBA. Vengo a ofrecer las pruebas que
hacen al derecho de mi parte. Ellas son: ...
- DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 115

d) Informativa. Se libre oficio al Gobierno de la Ciu-


dad de Buenos Aires, para que informe al Juzgado sobre el
sentido correcto de circulación que tenía la arteria por la
que mi parte circulaba en la fecha del accidente.

Señor Juez:

11. HECHOS. La realidad de los hechos fue la siguiente:


ingresé a contramano en la calle del encontronazo, pues
hacía pocos días que se había cambiado su sentido de circu-
lación. Al ingresar, como lo había hecho muchas veces, la
falta de autos estacionados me impidió advertir adecuada-
mente el error que estaba cometiendo. De todas maneras,
la ausencia de vehículos, así como el ancho de la arteria,
le hubieran permitido al accionante eludir el choque, que
se produjo exclusivamente por la velocidad a la que con-
ducía, por demás excesiva, pues estaba llegando a un cru-
ce, lo que no le permitió el adecuado dominio del auto-
móvil.
La jurisprudencia ha llegado a precisar que, con prescinden-
cia de las señales, un conductor atento y cuidadoso advierte in-
mediatamente cuál es el sentido de la circulación de la calle por
donde transita y que, si por cualquier motivo se ha equivocado,
extrema las precauciones para evitar daños a otros rodados o
peatones.

c) Infoumativa. Se libre oficio al Gobierno de la Ciu-


dad de Buenos Aires para que informe al Juzgado en qué
fecha la calle del accidente cambió de sentido de circu-
lación.
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

e ) OTRAS CIRCUNSTANCIAS

Señor Juez:

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el día ... de ... de ..., a la
hora ... Transitaba en mi automóvil, por la autopista ... en
dirección sudoeste a noroeste y al llegar a la intersección
con la calle ..., el coche del demandado, violando la priori-
dad de paso que me correspondía por circular por una au-
topista, intentó ingresar a ella por la arteria lateral, sin
cerciorarse de que podía causar daños a terceros. Su apa-
rición me resultó tan sorpresiva que no pude evitar la coli-
sión, a pesar de haber maniobrado a tales efectos.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que en la emer-
gencia conducía mi rodado a velocidad reglamentaria y
respetando las demás normas de tránsito. El demandado,
en cambio, cometió una infracción grave y decisiva para la
suerte del litigio, como es la de no detener su marcha y
reiniciarla para incorporarse a la circulación de la autopis-
ta cuando pudiese hacerlo sin generar riesgos.
He sufrido perjuicios corporales y también en mi ve-
hículo que justifican las indemnizaciones que más abajo de-
tallaré; Éstas tendrán que ser solventadas por el accionado
por haber sido el agente activo del choque al interponerse
incorrectamente en mi línea de marcha, en un lugar y a
una hora en que el tránsito es intenso y rápido, pues así lo
autorizan las normas que regulan la velocidad.
DAROS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 117
a) Conceptos y definiciones. El art. 4" de la ley 13.893 traía
una serie de definiciones de los vocablos que empleaba en su tex-
to. Hacia el final del artículo incluía en el concepto de vía pú-
blica a las carreteras, caminos, calles, callejones, pasajes y pasos.
No figuraba en esa enumeración la palabra "autopista".
A su vez, en el art. 49 fijaba su sistema de prioridades de
paso de peatones y conductores, disponiendo distintas reglas en
las zonas rurales y las urbanas. En el ámbito urbano, el dere-
cho preferencial correspondía al rodado que se presentaba por la
derecha (inc. b). Por su lado, en el inc. d establecía que esa re-
gla sólo sufría excepciones cuando una carretera era de mayor
importancia que la otra; en este caso la prioridad peytenecía al
vehículo que ocupaba ya el lado derecho de la calzada principal.
La ausencia del término "autopista" fue contemplada por la
jurisprudencia, que hizo aplicación de lo dispuesto en los arts.
512 y 902 del Cód. Civil, estimando que era mayor el cuidado
que debía prestar quien circulaba por una arteria común si in-
tentaba ingresar en el área de otra de mayor y más rápido tránsi-
to. Dicha rapidez estaba, por otra parte, contemplada en las re-
glamentaciones locales (municipales), que autorizan en algunas
vías el despliegue de una velocidad superior a la corriente.
Se procedía de tal suerte, como se hacía respecto de los
vehículos de distinto tamaño, ya que se juzgaba con mayor seve-
ridad a los de mayor volumen y peso o a los medios de transpor-
te como colectivos y micros.
O sea que no surgía de la ley la vigencia de presunciones espe-
ciales adversas, pero, en el caso concreto, la asimetría de situacio-
nes, ya sea por el contexto o el rodado en juego, se traducía en un
criterio más afinado para dirimir la culpabilidad en los choques.
En la actualidad, el art. 5" de la ley 24.449 también tiene de-
finiciones de la terminología que se emplea en todo ese cuerpo
legal; a diferencia de su antecesora, en el inc. b se lee "autopis-
ta", y en el inc. S "semiautopista" se define como un camino si-
milar a la autopista, pero con cruces a nivel con otra calle o fe-
rrocarril.
Dentro del régimen de prioridades de su art. 41, enuncia la
regla clásica del derecho preferencial para el automotor que vie-
ne a la derecha del otro en las encrucijadas, pero que se pierde
frente a los vehículos que circulan por una semiautopista, a lo
que agrega que antes de cruzarla se debe detener siempre la
marcha.
En el art. 51 se regulan los límites de velocidad máxima.
En las autopistas los automóviles y motocicletas podrán llegar a
130 kmlh y a 100 krnlh los microbús, ómnibus y casas rodantes
motorizadas. Para las semiautopistas, los vehículos menciona-
dos en los dos últimos topes que se reducen a 120 y 90 kmlh; asi-
mismo, el límite de 80 kmlh rige para camiones y casas rodantes
acopladas y para el transporte de sustancias peligrosas.
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Finalmente, en el art. 52 se enuncian los límites mínimos,


siendo de 40 kmlh en los caminos y semiautopistas, con excep-
ción de los que deban portar permiso y maquinarias especiales.
b) Derecho preferencial. La Cámara Nacional en lo Civil vie-
ne declarando el derecho preferencial de paso en este tipo de ar-
terias. En tal sentido ha sostenido que quien ya está circulando
por una autopista tiene prioridad sobre quien pretende ingresar
desde un acceso a ésta (CNCiv, Sala F, 25/3/97, "Luengo, Horacio
A. y otro c/Velázquez, Gerónimo s/daños y perjuicios").
Esa preferencia se agudiza cuando así lo indican las seriales
luminosas: no es aplicable actualmente la regla del art. 49, inc.
b, de la ley 13.893, de que todo conductor que llega a una boca-
calle debe reducir sensiblemente la velocidad cuando circula por
una avenida de tránsito rápido, y el automovilista encuentra ex-
pedita su marcha por la luz verde del distribuidor mecánico. Si
existen tales aparatos, basta ajustarse a las respectivas indicacio-
nes (art. 49, párr. lo).
El automovilista siempre tiene que manejar con el máximo de
atención y prudencia, dentro de los límites de velocidad permitidos
(art. 43, ley 13.893) y conservar el pleno dominio de la máquina
para evitar accidentes. Cruzar la intersección de una autopista
de circulación rápida con otra avenida que no tiene los mismos
caracteres, asistido por la luz verde, a 60 ó 70 km/h, no importa
violación a dichas normas (CNCiv, Sala C, 611 1/90, "Schaefer, Libio
L. c1Ruggiero de Ricci, Rosa María del Carmen slsumario").

a) ~ N Z C Z A C Z ÓDE
N DEMANDA P O R C O B R O D E DAÑOS

INICIA
DEMANDA POR COBRO DE DAÑOS

Señor Juez:

11. HECHOS. En ese momento me encontraba condu-


ciendo mi automóvil ... por la ruta ..., cuando al llegar a la
altura del km ..., a velocidad reglamentaria, no pude evitar
embestir el camión ... del demandado, que se hallaba dete-
nido. sin luces ni ningún tipo de indicaciones sobre su pre-
sencia en el lugar.
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 119

111. CULPABILIDAD. Considero que el demandado es res-


ponsable absoluto del accidente descripto, ya que la forma
en que se encontraba en una ruta con escasa iluminación)
a esa hora de la noche, lo tornaba un obstáculo sumamen-
te peligroso para la circulación de otros automotores.
a) Estacionamiento. El art. 77 de la ley 13.893 establecía que
en los camin.0~situados fuera de las zonas urbanas está prohibi-
do el estacionamiento dentro de la franja de pavimento o ca-
mino mejorado, y que éste debe hacerse en la banquina o zona
adyacente, salvo fuerza mayor, caso en el cual debía efectuarse la
iluminación que ordenaba el art. 74, inc. b.
A su vez, la norma mencionada en último término disponía
que se debían tomar las medidas necesarias para garantizar la
seguridad del tránsito, o sea que imponía el deber de adoptar los
resguardos pertinentes, que no eran otros que señalar la deten-
ción mediante las balizas o indicaciones correspondientes.
Veamos qué ha dicho la jurisprudencia interpretando las re-
glas señaladas. Por un lado, ha sostenido que la responsabili-
dad en un accidente de tránsito de las características del modelo
no se dirime exclusivamente por la presencia indebida de un ro-
dado detenido en la ruta o en una arteria de intenso tránsito, pues
no siempre es un acontecimiento imprevisible para otros roda-
dos. Pero sí tiene relevancia decisiva esta infracción en horas
de la noche y cuando no se adoptan de inmediato las medidas
precautorias adecuadas.
Por otro lado, los precedentes judiciales han precisado que
en los horarios nocturnos el automotor inmovilizado exige que su
conductor proceda a la iluminación del obstáculo, ya sea con las
luces propias del vehículo o con luces de emergencia. Se ha en-
tendido que las balizas son insuficientes cuando se colocan sin
destacar claramente la ubicación del rodado.
También se dijo que el hecho de que el demandado alegue
que el vehículo estaba casi totalmente en la banquina no impli-
ca que se haya garantizado la seguridad del tránsito, pues aun
así se ocupa parcialmente la senda transitable. Igual tempera-
mento se ha adoptado para los supuestos en que se han dejado
automóviles o camiones, en posiciones un tanto oblicuas, con su
trompa a metros del cordón.
La actual ley 24.449 dispone en su art. 59 que la detención
de todo vehículo o la presencia de carga u objetos sobre la calza-
da o banquina, debida a caso fortuito o fuerza mayor, debe ser
advertida a los usuarios de la vía pública al menos con la inme-
diata colocación de balizas reglamentarias.
La ley contiene una pormenorizada descripción de las exi-
gencias que deben cumplir los distintos medios de transporte,
nuevos o usados, de transporte o de carga, etc.; incluye los talle-
res de reparación a fin de que los rodados tengan también un
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

adecuado sistema de mantenimiento, que los tornen menos ries-


gosos o menos proclives a tener desperfectos.
b) I~zfYacciones. Ha puesto de relieve la Cámara Nacional
en lo Civil la importancia de la infracción que implica, en ciertas
condiciones, dejar detenido un automotor en la ruta. Por eso
dijo que un trozo de trapo rojo colgado de un camión detenido
no cumple la función de advertir a considerable distancia del ro-
dado su presencia y detención. La colocación de balizas móviles
hubiera contribuido a ese resultado, aun a plena luz del día. La
exigencia de asegurar la iluminación de los vehículos cuando os-
curece mediante balizas, entre otros medios, no excluye que du-
rante el día puedan ser usadas con el propósito antedicho para
cumplir con la obligación genérica de cuidado contenida en las
normas mencionadas (CNCiv, Sala 1, 21/8/89, "Blomberg, Marce-
lo c/Gómez, Carlos s/sumario").
Cuando un accidente acaece porque uno de los rodados que-
da inmovilizado en la vía pública, corresponde a su conductor
acreditar que adoptó las medidas necesarias para garantizar la
seguridad del tránsito, ya que es sabido que resulta altamente
peligroso detener un vehículo en una ruta de tránsito ligero, por-
que los automovilistas que circulan por ella pueden no apreciar
el detenimiento, sino sólo cuando se hallan a una distancia que
les impide, a su vez, frenar oportunamente. Aun cuando el con-
ductor haya colocado balizas, debe demostrar la efectiva imposi-
bilidad de llevar su vehículo a la banquina como es su obliga-
ción, según lo dispuesto por el art. 74 de la ley 13.893 (CNCiv,
Sala E, 17/8/89, "Villegas, Francisco c/Islas, Gustavo slsumario").
Aun cuando la inmovilización del rodado hubiera obedecido
a fallas en el vehículo, la responsabilidad del conductor queda
igualmente comprometida en los términos del art. 1113 del Cód.
Civil, por el vicio de la cosa de su propiedad, pudiendo eximirse
únicamente, total o parcialmente, acreditando la culpa de la víc-
tima o la de un tercero por la que no deba responder. Cualquier
desperfecto en el automóvil, a él incumbía su reparación y la
obligación de conservarlo en buen estado, acorde con las precau-
ciones que deben adoptarse para la conducción (CNCiv, Sala A,
12/3/90, "Morselli, Lidia y otro clMuñoz, Carlos S. s/sumario").
Si la embestida se produjo por la incorrecta detención del
camión, sin señalamiento alguno y en un lugar carente de lumi-
nosidad, como es la calzada de una ruta por donde se transita a
alta velocidad, ello constituyó una grave imprudencia que obsta
a atribuir, siquiera en parte, alguna culpa al embistente en la
producción del accidente, máxime si la excesiva velocidad, desa-
tención y falta de dominio del automóvil imputadas al acciona-
do, no fueron probadas (CNCiv, Sala A, 23/5/91, "Harwicz, Nysko
clAquerman, Javier y otro s/sumario").
No cabe endilgar responsabilidad al conductor de un vehícu-
lo por los daños que le produjo a otro, si este último se en-
contraba en un lugar que no era reglamentario, en doble mano, y
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 121
sin las luces balizas encendidas indicando que su detención era
para posibilitar el descenso de una .pasajera (CNCiv, Sala F, 18111/91,
"Paz de Peralta, Alicia N. c/SA La Razón sldaños y perjuicios").
Aun de haberse encontrado el vehículo detenido en forma no
reglamentaria por avanzar, en parte, sobre la calzada, dicho an-
tecedente, en principio, sólo podrá constituir una falta que origi-
ne una sanción administrativa, pero por sí mismo no determina
una responsabilidad civil, siendo menester para ello que entre el
accidente y la infracción exista relación de causalidad eficiente
(CNCiv, Sala C, 25/2/92, "Pereyra de Balmaceda, Lidia y otro
c/Transportes Martín s/sumario").
Es indudable la responsabilidad exclusiva en la' producción
del hecho ilícito que le corresponde a quien detiene su automóvil
a la vera del guard rail -ubicado en la autopista marcando la di-
visión de los sentidos de circulación de ésta y al lado de los ca-
rriles de circulación más rápidos de la autovía-, sin encender
balizas ni dar señal alguna de que su vehículo se encuentra dete-
nido, nada más ni nada menos que sobre el carril más rápido de
circulación, en una ruta donde la velocidad máxima permitida es
de 100 km/h (CNCiv, Sala C, 6/8/96, "Wais, David c/Irisarri, Elena
s/daños y- -perjuicios").
-
El rodado detenido en el carril de una autopista configura
una anomalía de tal magnitud e imprevisibilidad, que, en térmi-
nos de normalidad, no responsabilizaría al conductor que lo em-
bistiera (CNCiv, Sala B, 9/5/97, "Mayoraz, Carlos c/Stefano, Ulde-
rico sldaños y perjuicios").

IV. FUNDAE N DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113,
párr. 2". del Cód. Civil y arts. 76 y 77 de la ley 13.893 (o art.
59, ley 24.449, según la fecha del accidente), así como en
la abundante doctrina y jurisprudencia que reconoce como
fuente dichas normas.

Señor Juez:

OSCAR ...
GONZÁLEZ

1. OBJETO. ...
11. HECHOS. LOShechos ocurrieron de.la siguiente for-
ma: circulaba por la arteria en la que ocurrió el accidente
122 PRÁCTICA D E ACCIDENTES DE TRÁNSITO

cuando, sorpresivamente, mi vehículo dejó de funcionar.


Lo empujé hasta colocarlo en el carril de la derecha, dado
que en el lugar no había banquina.
Inmediatamente coloqué las balizas pertinentes para
señalar la presencia del rodado y que no se convirtiera en
un obstáculo peligroso para quienes por allí circulaban.
En esos momentos fui embestido por el vehículo del actor,
quien conducía sin tener un adecuado dominio de la cosa
riesgosa.

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


responsable exclusivo del accidente, pues no cumplió con
la velocidad reglamentaria ni tenía control del auto que
guiaba.
Por otra parte, el lugar de localización de los daños
-la parte frontal del suyo y la trasera del mío-, determinan
la calidad de embestidor en el accionante. Reiterada y pa-
cífica jurisprudencia ha señalado la presunción adversa al
agente activo del choque
Durante la vigencia de la ley 13.893, los precedentes juris-
prudenciales se orientaron por el principio de que la detención
de un vehículo en plena ruta constituye un riesgo, pues obstacu-
liza la circulación de los demás rodados, situación que se agrava
cuando aminora la luz diurna.
Se ha afirmado en algunos fallos que la detención de un ve-
hículo, además de contravenir expresas disposiciones legales (art.
77, ley 13.893), demuestra una evidente negligencia, determinan-
te del accidente. Se ha exigido al demandado, para eximirse de
responsabilidad, la demostración de que por fuerza mayor no
pudo estacionar el vehículo al costado de la calzada o banquina
y que había tomado todas las precauciones (colocar balizas, etc.),
sobre todo si era de noche.
Más concretamente, se ha considerado que la pinchadura de
un neumático de manera alguna imposibilita que el rodado pueda
ser estacionado totalmente en la banquina; aun a riesgo de dete-
riorar esa cubierta, su conductor debe evitar la obstrucción del
tránsito.
Finalmente, se ha resuelto que si el vehículo estaba detenido
en la ruta sin señalamiento, no se puede admitir la culpa del
conductor que lo embistió, si su velocidad era razonable y per-
mitida y no le era exigible una mayor previsión. Además, la pre-
sunción de culpa, en estos casos, juega con respecto a quien con-
duce el vehículo embestidor.
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE

3 2 1. C O L I S I ~FRONTAL
N

Señor Juez:

OSCAR ...
GONZÁLEZ

11. HECHOS. Cuando al llegar a la altura del km ..., a


velocidad adecuada intenté adelantarme al camión ... que
circulaba en mi mismo sentido, marca ..., que era guiado
por el señor GUILLERMO ESCALADA. Fue en ese momento en
que el accionado, que venía en dirección contraria, perdió
el dominio del automotor e invadió el carril por el que cir-
culaba mi vehículo, chocándolo frontalmente.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que la forma
en que perdió el control del rodado importó una clara vio-
lación a las obligaciones enumeradas en las reglamentacio-
nes de tránsito, así como una evidente negligencia tipifica-
dora de la culpa, presupuesto de la responsabilidad civil.
Tradicionalmente la jurisprudencia había establecido algunos
principios para la decisión de las causas que reconocían un cho-
que de frente entre dos automotores en una ruta, que es donde
generalmente se producen importantes daños múltiples.
Se ha sostenido reiteradamente que la maniobra de adelan-
tarse a otro vehículo en una ruta de doble mano o de varios ca-
rriles, cuando eso hace necesario invadir la mano contraria para
el adelantamiento, es una de las conductas viales que mayores
riesgos comportan y exige, por consiguiente, especial atención y
singular prudencia, así como la adopción de las precauciones
tendientes a asegurar el dominio del vehículo.
No se ha juzgado de la misma manera, por supuesto, el ade-
lantamiento que se practica sin pasar a la mano contraria, caso
en el cual el accidente puede ocurrir por la invasión de uno de
estos últimos de contramano.
En función de ello es que se ha resuelto que, tratándose de
una colisión entre vehículos que circulan por la misma arteria en
direcciones encontradas, resulta decisiva, para establecer la cul-
124 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

pabilidad, la demostración referida a la mano sobre la que ocu-


rrió el embestimiento.
Pero con frecuencia los rodados chocan de frente, sin que exis-
ta probanza concreta que permita dirimir cual de los dos vehícu-
los había invadido la mano contraria, resultando con ello culpable
de la colisión. Esa situación de duda ha generado dos tipos de
pronunciamiento.
a ) Algunos optaron por aplicar el criterio de que si el actor
afirmó que el vehículo del demandado circulaba de contramano
debe entenderse que asumió la carga de la prueba de ese hecho,
tal como lo establece el art. 377 del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación. La ausencia probatoria determinará, por ende, el re-
chazo de la demanda.
b) Otros, en cambio, estiman que la duda que se crea debe
resolverse en beneficio del accionado, habida cuenta de que éste
no reconoció al demandante, limitándose a oponer defensas que no
buscan otra cosa que lograr la desestimación de las pretensiones
esgrimidas.

IV. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se sus-


tenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113, párr.
zO,del Cód. Civil y art. 65 de la ley 13.893 (art. 50, ley
24.449, según la fecha del accidente), así como en la abun-
dante doctrina y jurisprudencia que reconoce como fuente
dichas normas.

Señor Juez:

11. HECHOS. Me encontraba conduciendo una moto de


mi propiedad por la ruta ...; marchaba por mi mano cuando
al llegar a la altura del km ..., el vehículo del demanda-
do, que venía en dirección contraria, luego de una curva
sale inesperadamente de su mano, invadiendo en forma inex-
plicable el carril contrario. La causa de tan infortunada
maniobra fue su intención de adelantarse a otro automóvil,
' DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 125

pero terminó embistiendo mi motocicleta con su parte de-


lantera.

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado por circular de
contramano, sin respetar las precauciones exigidas en la
reglamentación de tránsito para el adelantamiento a otro
automotor, máxime a la salida de una curva cerrada.
El no adoptar las diligencias del caso lo convirtió en el
vehículo embestidor, calidad que debe ser tenida en cuenta
para la decisión de la responsabilidad en el evento dañoso.
a) Diferelzciaciones. Tanto la motocicleta como la bicicleta
son medios de transporte que se diferencian considerablemente,
en cuanto a volumen y peso, de la entidad física de los automóvi-
les y aun más de los colectivos, micros y camiones.
Sin embargo y a los fines de que sean considerados cosas
riesgosas, en los términos del art. 1113 del Cód. Civil, la juris-
prudencia desde antiguo equiparó la bicicleta al peatón, y la mo-
tocicleta, al resto de los automotores.
La fundamentación residió en que la motocicleta es un me-
dio de transporte que crea riesgos a los componentes de la socie-
dad, si bien el riesgo no es igual al del automotor, pero la ve-
locidad que puede desarrollar en cortos espacios y la mayor
inestabilidad producen también diversos porcentajes de riesgo
que, en caso de colisión entre una motocicleta y un automotor,
impiden que sólo pueda valorarse el creado por este último.
b) Interpretación judicial. El encuadre jurídico que la juris-
prudencia ha otorgado a los accidentes de tránsito en los que
han intervenido motos, es el que sigue: dada la escasa estabili-
dad de las motocicletas y su mayor peligrosidad, sus conductores
están obligados a adoptar precauciones aun mayores que las de
los automovilistas.
El uso de la motoneta en forma antirreglamentaria, máxime
tratándose de un agente de la Policía Federal que, entre otras
funciones, se encarga de velar por el cumplimiento de las leyes
del tránsito, sumado a que la circulación en deficitarias condi-
ciones la realizaba en horario nocturno, persuaden de su respon-
sabilidad -en la producción del accidente (CNCiv, Sala A, 1/8/89,
"Carasi, Roberto c/Salas, Adolfo M. sldaños y perjuicios").
Si el motociclista circulaba muy próximo a los vehículos es-
tacionados, de modo que para eludir a uno que salía de su esta-
cionamiento hizo un giro brusco, cuya consecuencia fue su caída
al suelo, con las secuelas lógicas, lesiones y desperfectos en el ro-
dado, fue su obrar el que produjo el evento, al no haber ejercido
sobre su versátil rodado el máximo de atención y prudencia exi-
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

gido por el art. 43 de la ley 13.893, dentro de los límites de velo-


cidad y de las normas que regulan la marcha y estacionamiento,
lo que implica no haber mantenido pleno dominio sobre el mis-
mo, atendiendo precisamente a la urbanización de la zona por
donde marchaba (conf. art. 65, ley 13.893)) lo cual es demostrati-
vo de su impericia en la conducción (CNCiv, Sala A, 27/2/91,
"Cuenca, Agripina c/Durman de Kratsman, Sara L. s/sumario").
La motocicleta, dado su desarrollo técnico, su capacidad de
desplazamiento, potencia de cilindraje y versatilidad de manio-
bra, constituye una cosa generadora de riesgo, que obliga a su
conductor a extremar precauciones aun mayores que las de los
automovilistas (CNCiv, Sala D, 25/3/96, "Cruz, Alicia c/Cordasco,
José R. sldaños y perjuicios").
c) Principios generales de la pretensión. Concordantemente
con lo expuesto, se ha dicho que cuando el choque se materializa
entre un automóvil y una motocicleta corresponde resolver la
cuestión de conformidad con lo dispuesto en el art. 1109 del
Cód. Civil y, por consiguiente, en cuanto a la carga de la prueba
rige el art. 377 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación. Es de-
cir, se aplica el principio general de que quien pretende de otro
una indemnización debe probar los elementos constitutivos de la
relación jurídica correspondiente, que en el caso particular son
la culpa del autor del hecho, la ilicitud y el daño. Quien, por su
parte, contradice la pretensión actora debe acreditar los hechos
extintivos o las circunstancias impeditivas de aquélla.
Pero este enfoque de la cuestión puede esperarse que se mo-
difique a raíz del dictamen de la doctrina plenaria de la Cámara
Nacional en lo Civil (10/11/94, "Váldez, Estanislao c/El Puente
SA"), dado que allí se estableció que en los accidentes de tránsito
entre automotores en movimiento no se aplica el art. 1109 del
Cód. Civil.
En la práctica, tal como ha venido sucediendo, como los ma-
yores daños en los supuestos análogos al modelo los recibe la
motocicleta y su conductor, siendo mínimos los de los demás au-
tomotores que puedan chocar con ella, no ha ocurrido ni es muy
probable que ocurra, como regla general, que los responsables de
este último actúen en el proceso de indemnización de los perjui-
cios, como demandantes o reconvinientes.
Ello traerá aparejado que la presunción legal derivada de la
responsabilidad objetiva (art. 1113, párr. 2") Cód. Civil), indepen-
dientemente de las consideraciones teóricas, en los hechos jue-
gue en favor de quien guiaba en la emergencia la motocicleta.

IV. FUNDA EN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113,
párr. 2 O . ap. 2 O , del Cód. Civil y art. 65 de la ley 13.893 (art.
50, ley 24.449, según la fecha del accidente); asimismo, en
. ' DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 127

la abundante doctrina y jurisprudencia que reconoce como


fuente dichas normas.

INICIA
DEMANDA POR COBRO DE DAÑOS

Señor Juez:

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ...
En ese momento me encontraba conduciendo mi automóvil
... por la ruta ..., cuando al llegar al km ..., a velocidad
reglamentaria, tropecé con un obstáculo producto de la
ejecución de una obra a cargo de la demandada, Dirección
Nacional de Vialidad. La escasa iluminación del lugar tor-
nó ineficaz el cartel avisador del peligro, que es pequeño
como para ser visto por quienes circulan en una ruta den-
tro de los márgenes permitidos de velocidad. A ello se
agrega que el deficiente aviso se hallaba apoyado en el sue-
lo, lo que dificultaba aun más su visualización oportuna.
El impacto contra el obstáculo provocó que mi automotor
diera un vuelco, produciéndose los daños que ahora reclamo.
a) Casuística. Los repertorios de jurisprudencia revelan una
vasta casuística, a pesar de no ser numerosos los precedentes ju-
diciales en donde se han admitido las pretensiones indemnizato-
rias de quienes experimentaron un daño por la realización de una
obra pública. En algunos casos se ha demandado, por ejem-
plo, a la ex Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, a la Di-
rección Nacional de Vialidad o a la empresa encargada de la obra
en cuestión.
Respecto de la primera de ellas, se ha dicho que, dado el de-
ber de vigilancia y control que pesaba sobre la Municipalidad
mencionada, no podía trasladar su responsabilidad a otra repar-
tición, sin perjuicio de su eventual derecho de repetición, en la
medida en que hacía a su función propia el mantener las calles
comprendidas en zona urbana en buenas condiciones de transi-
tabilidad. Se agregaba que la omisión de sus agentes de cum-
128 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

plir con la mentada obligación hace nacer su responsabilidad


como principal (art. 1113, párr. lo, Cód. Civil). Lo mismo cabe
aplicar para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En cuanto a la responsabilidad que le cabe a la Dirección
Nacional de Vialidad, con respecto a estos daños, se ha conside-
rado que debe cargar con las consecuencias perjudiciales cuando
en la emergencia no ha existido una adecuada advertencia del
peligro en calles, caminos o rutas.
Asimismo, se ha destacado la presunción adversa a Vialidad,
que tiene a su cuidado las mentadas vías de circulación, cuando
se produce un perjuicio a algún conductor, quien podrá limitarse
a demostrar el nexo causal entre las deficiencias de la ruta por
la que guiaba y el detrimento cuya indemnización peticiona.
Finalmente, se ha condenado a las empresas constructoras
por no haber previsto la posibilidad de la ocurrencia de acciden-
tes, al no indicar claramente la existencia del peligro, generando
un riesgo que obligaba a quienes ejecutaban la obra pública, a
adoptar las previsiones contenidas en el respectivo contrato, a te-
nor de lo dispuesto en los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
b) Interpretación judicial. La extensión y límites de la res-
ponsabilidad de la repartición pública en cuestión puede colegir-
se en parte de los pronunciamientos de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación. Ha dicho que no puede responsabilizarse a
la Dirección Nacional de Vialidad por el accidente provocado por
el impacto de una fuerte masa de agua que, como consecuencia
de las lluvias caídas, avanzó por el cauce de un río e irrumpió en
una ruta nacional, arrastrando a un automotor, si no se ha pro-
bado la relación causal entre la conducta imputada a ese orga-
nismo y la producción del accidente, que aparece originado por
los efectos de los elementos naturales (30/8/88, "Torcivía de Na-
varro Nieto, Magna R. y otro cIDirección Nacional de Vialidad
sldaños y perjuicios", Fallos, 3 11:1708). Corresponde dejar sin
efecto la decisión que rechazó la demanda de daños y perjuicios
contra la citada Dirección, fundada en el accidente ocurrido en
una ruta, sin evaluar la responsabilidad por omisión de la deman-
dada, en tanto la existencia de una zanja profunda, ubicada des-
pués de una lomada y la falta de señalización de ese peligro,
conducen a crear un riesgo imprevisible para los conductores.
Además, por haberse fundado en el accidente ocurrido en una ruta,
poniendo énfasis sólo en la imprudencia de la conductora del
vehículo para descartar toda responsabilidad de quien tenía a
su cargo el cuidado, mantenimiento y conservación del camino,
prescindiendo así, sin dar razón plausible para ello, del criterio re-
gulador previsto en la última parte del art. 1113 del Cód. Civil, en
cuanto autoriza a graduar el factor de la imputación en función de
la posible eficiencia de la culpa de la víctima en conjunción con
el riesgo creado (CSJN, 2/7/91, "Lanati, Marta N. y otros c/Direc-
ción Nacional de Vialidad sldaños y perjuicios", Fallos, 3 14:661).
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 129
La ley de tránsito 24.449, en su art. 23, párr. 2", dice que
"toda obra en la vía pública destinada a reconstruir o mejorar la
misma o a la instalación o reparación de servicios, ya sea en
zona rural o urbana y en la calzada o acera, debe contar con la
autorización previa del ente competente, debiendo colocarse an-
tes del comienzo de las obras los dispositivos de advertencia es-
tablecidos en el sistema uniforme de señalamiento". A su vez, el
art. 22 dispone la reglamentación del citado régimen de señaliza-
ción y prevención de accidentes.

Señor Juez:

1. OBJETO. Que viene a promover formal demanda por


cobro de la suma de ..., o lo que en más o en menos resulte
de la prueba a producirse, con más sus intereses y costas,
contra ALBINOGÓMEZ, domiciliado en ..., y10 quien resulte pro-
pietario del automóvil marca ..., taxímetro, del año ..., pa-
tente n" ..., y contra ROBERTO GUTIERREZ y10 quien resulte
propietario del automóvil marca ..., del año ..., patente no ...,
el día en que ocurrió el accidente por el que ahora me pre-
sento a VS.
Ha señalado la jurisprudencia que el tercero víctima de un
accidente de tránsito no tiene por qué investigar la mecánica del
hecho producido por otros dos vehículos, pudiendo dirigir su ac-
cionar contra cualquiera o contra ambos intervinientes.
También ha precisado que esa dispensa de la investigación
alcanza al mayor o menor porcentaje de culpabilidad que le co-
rresponde a los partícipes, siendo éstos frente al demandante
responsables solidarios en virtud de lo previsto en el art. 1109,
párr. 2", del Cód. Civil.
En virtud de lo expuesto, se ha resuelto reiteradamente que
basta una culpa parcial en un accidente de tránsito par2 que
cualquiera de los conductores de los automotores protagonistas

9 . Daray, Práctica.
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

del evento dañoso deba responder por el todo frente al damnifi-


cado.
De todas maneras, el magistrado interviniente en un proceso
como el del modelo tendrá que dilucidar lo ocurrido y la inci-
dencia del comportamiento de cada uno de los partícipes, a fin'de
que se ejerzan las futuras pretensiones recursivas. Salvo que se
demuestre la responsabilidad exclusiva de uno de ellos, todos son
alcanzados por la condena en forma íntegra.
La solidaridad aludida se distingue de las responsabilidades
concurrentes, como, por ejemplo, la del dueño o guardián de
la cosa riesgosa y la del conductor del rodado, o del dependiente
(aunque los efectos sean análogos en cuanto todos responden por
el todo), por ser obligaciones distintas frente a la víctima, ya que
obedecen a distintas causas.
Finalmente, conviene destacar que el tercero víctima puede
demandar solamente a uno de los intervinientes; éste debe de-
mostrar la ausencia total de culpa para eximirse de responsabili-
dad. De lo contrario, en virtud de la solidaridad que establece
el art. 1109 del Cód. Civil, responde por todos los daños, aunque
luego tiene la acción de reintegro para hacer valer los derechos
que considere viables contra el otro participante que no intervi-
no en el proceso.

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ... Siendo la
hora ..., mi rodado marca ..., patente no ..., se encontraba
reglamentariamente estacionado sobre la avenida ..., a me-
tros de la intersección con la calle ..., en el cordón más pró-
ximo a la acera del lado de la izquierda y al cruce de la
senda peatonal, sin invadirla. Fue en ese momento en que
mi coche fue embestido por alguno de los que se invocó
como de los demandados en razón de un encontronazo en-
tre éstos, recibiendo daños de consideración cuya indemni-
zación peticiono.

111. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: arts. 1109
y 1113, párr. 2") ap. 2". del Cód. Civil y art. 118 de la ley
17.418, así como en la abundante doctrina y jurisprudencia
que reconocen como fuente a dichas normas.

IV. OFRECE PRUEBA. Vengo a ofrecer las pruebas que ha-


cen al derecho de mi parte. Ellas son: ...
DAÑOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 131

d) Infoumativa. Se libre oficio al Gobierno de la Ciu-


dad de Buenos Aires para que informe al Juzgado sobre la
reglamentación vigente en materia de estacionamiento de
vehículos en el momento y en el lugar en que mi auto fue
embestido.

Señor Juez:

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ... Siendo la
hora ..., el local de mi propiedad, situado en la calle ... es-
quina ..., fue embestido por uno de los vehículo de los aquí
demandados, en razón de un encontronazo entre éstos, y
recibió daños de consideración, cuya indemnización peti-
ciono.

111. CULPABILIDAD.Considero que alguno o ambos ac-


cionados son responsables del accidente relatado, ya que el
inmueble de mi parte fue un mero objeto pasivo que reci-
bió el impacto en todo el frente.
Ante un caso análogo al del modelo, la jurisprudencia ha
considerado que demandados los daños y perjuicios ocasiqnados
en el local del demandante destinado a la exposición y venta de
obras de arte por los daños que sufriera al introducirse un ve-
hículo que, a su vez, fue embestido por otro, al damnificado le
basta demostrar la realidad del daño y su origen en la colisión
múltiple. El propietario del edificio dañado como consecuencia
del choque de automotores, tiene derecho para reclamar contra
el causante directo del daño o contra ambos conductores aparen-
temente responsables de la colisión, quedando a cargo de éstos
deslindar la culpa de cada uno (CNCiv, Sala A, 6/9/89, "Kelekin
de Schemper, Berta c/Agüero, Guillermo F. sldaños y perjuicios").
132 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Dado que en esa intersección no existen semáforos, que


las dos arterias son similares, en mi condición de tercero
víctima del hecho no estoy obligado en este momento de
iniciación del proceso a indicar quién fue el culpable o si
hubo culpa concurrente, pudiendo dirigir mi accionar con-
tra ambos, como lo viene señalando reiteradísima jurispru-
dencia.
IV. CONSECUENCIAS DANOSAS. En lo que atañe al valor de
las reparaciones, dada la forma en que quedara el local
de mi propiedad luego de la colisión, resultó necesaria la
realización de los arreglos que se indican en el presupuesto
adjunto a esta presentación, cuyo monto fue el más razo-
nable que obtuve luego de evaluar los precios vigentes en
plaza, y que fue pagado a la empresa en cuestión.
Respecto del lucro cesante, durante el tiempo que de-
mandaron las reparaciones imprescindibles para la reaper-
tura del negocio, o sea, quince días, me he visto obligado a
mantenerlo cerrado con la consiguiente pérdida de ganan-
cias, cuyo monto asciende aproximadamente a $ ... y que
se puede comprobar en la compulsa de los libros que llevo
en legal forma.

V. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113
del Cód. Civil, las normas reguladoras del tránsito y el art.
118 de la ley 17.418, así como en la abundante doctrina y
jurisprudencia que reconocen como fuente a dichas leyes.

VI. OFRECE PRUEBA. Vengo a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de mi parte. Ellas son:

C) Documental. Las fotografías autenticadas por escri-


bano público que ilustran sobre el estado en que quedó el
inmueble.
d) Informativa. Se libren los siguientes oficios.
1 ) Al Registro de la Propiedad Inmueble para que in-
forme acerca de la titularidad de dominio del inmueble por
DANOS MATERIALES EXCLUSIVAMENTE 133

el que demando, tanto a la fecha del ilícito como en la ac-


tualidad.
2) A la empresa constructora ..., a fin de que informe
sobre la autenticidad del presupuesto acompañado a la de-
manda y todo lo concerniente a la cancelación de su im-
porte, es decir, quién lo hizo y cuándo.
e) Pericial. Se ordenan las siguientes pericias.
1 ) Contable. Se designe perito contador de oficio, para
que previa aceptación del cargo y posterior revisación de
mis libros, informe al Juzgado sobre las ganancias dejadas
de percibir durante los días de cierre del negocio, teniendo
como parámetros las ganancias inmediatamente anteriores
y posteriores a ese período.
2) Ingeniero. Se designe perito ingeniero de oficio, para
que informe al Juzgado acerca de la importancia y valor de
los daños materiales que invoco, así como el tiempo que
razonablemente debió demandar su reparación.
~APÍTULO

I)A&OS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS

Señor Juez:

11. HECHOS. El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el día ... de ... de ..., a la
hora ... Caminaba por la avenida ..., de la ciudad de ..., y
al llegar a la intersección con la calle ... intenté el cruce de
dicha avenida por la senda peatonal y conforme lo indica-
ban las luces del semáforo. Cuando ya estaba por finali-
zar mi cometido, fui embestido por el automóvil del de-
mandado, quien era además su conductor, que venía a una
velocidad excesiva tratando de aprovechar la onda verde de
las señales luminosas.
a) Prioridad de paso. El art. 49 de la ley 13.893 establecía
un régimen de prioridad de paso de la siguiente manera: "Todo
peatón o conductor que llega a una bocacalle o encrucijada debe
ajustarse a las indicaciones del agente que dirige el tránsito o a
las que sean dadas por aparatos mecánicos de señales o señales
fijas".
A su vez, la actual ley 24.449 en su art. 44 contempla la cir-
culación en las vías semaforizadas, disponiendo en el inc. b que
los peatones deberán cruzar la calzada cuando:
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

1 ) Tengan a su frente semáforo peatonal con luz verde o


blanca habilitante.
2) Sólo exista semáforo vehicular y éste da paso a los vehícu-
los que circulan en su misma dirección.
3) No teniendo sem'áforo a la vista, el tránsito de la vía a
cruzar esté detenido.
No deben cruzar con luz roja o amarilla a su frente.
p e r o más allá de estas reglamentaciones del tránsito, corres-
ponde recordar que, en forma casi unánime, la doctrina y la ju-
risprudencia han destacado que en las colisiones entre un auto-
motor y un peatón, es aplicable la teoría del riesgo creado (art.
1113, párr. 2") Cód. ~ i v i l ) J
[E* virtud de ello, en innumerables fallos se ha precisado que
al peatón le basta con demostrar la existencia del daño y el con-
tacto físico con el rodado contra el que accionara, ya que la norma
mencionada en el párrafo anterior implica la inversión de! o n u s
probandi en detrimento del conductor de la cosa riesgosal
[por lo tanto, el dueño o guardián de dicha cosa, en raión de
su calidad riesgosa, para eximirse de responsabilidad deberá de-
mostrar la culpabilidad de la víctima o la de un tercero por el
que no debe responder.]
Como es obvio, la Postura del demandado se verá perjudica-
da si se demuestra su condición de embestidor, pues la jurispru-
dencia ha señalado que esa condición, que ya es adversa en un
choque entre vehículos, resulta más rigurosa cuando el embesti-
do es un peatón.
[por último, cabe tener en cuenta que el art. 64 de la ley 24.449
establece que "el peatón goza del beneficio de la duda y presun-
ciones en su favor, en tanto no incurra en graves violaciones a
las reglas del tránsitoJ1.]
Empero, no debe colegirse de lo expuesto que, en nuestro or-
denamiento positivo, el peatón se ubica en un status de super-
protección. Se ha especificado, en efecto, que él debe preservar-
se de los peligros de la circulación, actuando con prudencia y
cuidado. También, que tiene que concientizarse de su propia
fragilidad, que el cruce de calles es un ámbito de potencial peli-
gro y que tiene que efectuarlo adecuándose a las ordenanzas del
tránsito.
b) Deberes recíprocos. Cabe destacar que la jurisprudencia
de la Cámara Nacional en lo Civil ha señalado la existencia de
deberes recíprocos entre rodados y peatones. Así, por ejemplo,
ha dicho que tanto el automovilista como el peatón tienen la
obligación de observar los reglamentos regulatorios del tránsito
a fin de evitar situaciones peligrosas, debiendo responder por la
más leve culpa en el cumplimiento de sus deberes. Claro está
que debe medirse el proceder de aquél desde una óptica obliga-
cional más exigente por conducir una cosa peligrosa, acorde con
DAÑOS A LA INTEGRIDAD D E LAS PERSONAS 137
lo preceptuado por el art. 902 del Cód. Civil. Esa exigencia
debe ser aun mayor, evidentemente, cuando el automotor sea un
transporte público de pasajeros, no sólo por su porte, sino por
tener menor posibilidad de maniobra y por la cautela que requie-
re la prestación del servicio (CNCiv, Sala M, 6/9/89, "Sánchez de
Poblete c/Corti, David s/sumario").
La desobediencia a las señales luminosas que ordenaban el
tránsito constituía una violación a lo señalado por el art. 49 de
la ley 13.893, deber que la norma imponía tanto a peatones
como a conductores, cuyo incumplimiento creaba para el au-
tor de esa contravención una presunción de responsabilidad en
caso de accidente (CNCiv, Sala G, 4/12/89, "Lagrafia, Rafaela
cIAlves, Eduardo s/sumario").
Aunque en numerosas ocasiones se ha juzgado con más seve-
ridad a las infracciones cometidas por los conductores de vehícu-
los (CNCiv, Sala f;, 18/8/92, "Mercado, Ricardo J. c/Sirera, Pedro
sldaños y perjuicios"; íd., Sala H, 2211 1/93, "Bonsenbiante, Obdu-
lia E. cIOrdas, José A. s/daños y perjuicios"; íd., íd., 13/8/96,
"Grossi, Alvio H. c/Virgini, Alberto sldaños y perjuicios"; íd., Sala
J, 2811 1/89, "Marzán de Carboni, Luisa c/Aguirre, Rubén C. sisu-
mario"; íd., Sala K, 31/10/89, "Carrizo, Raúl A. c/Neuman, Ante-
nor y otro s/sumarion;íd., íd., 15111/91, "Daniele de Cunsolo, Ca-
talina M. F. c/Celani, Ricardo N. slsumario"; íd., Sala M, 26/8/92,
"Llanos, Sara E. cIBertasio, Norberto sldaños y perjuicios").
c) Culpas concurrentes. ITambién abundan los casos en los
que se ha declarado la concurrencia de culpas. En ese sentido
se ha dicho que si bien el demandado probó que se desplazaba
habilitado por la luz verde y que lo hacía a una velocidad razo-
nable por una avenida urbana, ello no lo facultaba a desenten-
derse de las restantes contingencias habituales del tránsito, como
la presencia de un peatón imprudente, lo que acarrea su respon-
sabilidad en el accidente. Más aún si los peatones fueron vistos
por el conductor antes del embestimiento, y éste contaba con el
espacio y tiempo sufici nte para reducir su marcha o detenerla y
evitar así atropellarlos3 No obstante, la influencia causal de su
conducta resulta inferior (30%) a la que corresponde a la grave
imprudencia de la víctima (70%) si ésta no sólo cruzó por lugar
indebido, sino que al hacerlo violó las señales luminosas que ha-
bilitaban el paso de los vehículos (CNCiv, Sala 1, 19/4/91, "Gutié-
rrez, Matilde N. cIRolón, Gabriel A. s/sumario").
Cabe considerar un 90% de culpa en el chofer que circulaba
a una velocidad no aceptable en zona urbana, por calles que no
son avenidas de circulación rápida, más aún al pasar bocacalles,
y un 10% en el peatón que, aunque no inició el cruce en la senda
peatonal, estaba muy cerca de ella (CNCiv, Sala C, 5/5/92, "Gon-
zález, Manuel c/Quintana, José M. sldaños y perjuicios").
Entre el peatón que cruza mal la calzada y el automovilista
que conduce a excesiva velocidad, con frenos defectuosos o ina-
138 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

propiados, se adelanta a otros rodados apenas cambia la luz del


semáforo, invade la mano contraria y embiste al peatón, existe
una concurrencia de culpas. Aun aceptada la presunción de cul-
pa -en grado menor- en el peatón, ella no es suficiente para
eximir de mayor responsabilidad al propietario o guardián del
automotor embistente, si éste no prueba que la irrupción del pea-
tón fue de tal manera imprevisible que no le permitió ninguna
maniobra apta para evitar el embestimiento, dado el carácter de
cosa altamente riesgosa que tienen los vehículos automotores
(CNCiv, Sala L, 3/6/94, "Cutini, Jorge A. clsigmaringo, Eduardo y
otro s/sumario").

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, pues yo estaba
cruzando la calzada respetando las reglamentaciones de
tránsito, y él, en cambio, cometió una infracción tan decisiva
para la suerte del litigio como es la de no detener su marcha
a pesar de que así se lo indicaban las luces del semáforo.
A raíz de ello sufrí lesiones físicas, por las que ahora
reclamo compensación. A su vez, el vehículo del deman-
dado resultó dañado en su parte frontal, lo que demuestra
su condición de embestidor, con toda la presunción de cul-
pabilidad que esa circunstancia implica, conforme a pacífi-
ca y reiterada jurisprudencia.

IV. CONSECUENCIAS
DANOSAS. A raíz del ilícito, sufrí los
siguientes daños:
a) Incapacidad sobreviniente. Como consecuencia de
la embestida, quedé tirado sobre el pavimento, sin posibili-
dad de reincorporarme, por lo que algunas personas que
estaban en el lugar y que vieron lo ocurrido lograron mi
inmediata internación en el Hospital Fernández. Allí me
diagnosticaron fractura múltiple de la rótula de la pierna
izquierda, además de traumatismos y escoriaciones. Como
consecuencia de ello fui intervenido quirúrgicamente dos
días después, me colocaron clavos en la pierna herida y,
posteriormente, un yeso. Debí permanecer internado du-
rante una semana, luego de la cual me dieron de alta y me
trasladé a mi domicilio.
Tuve que soportar la pierna enyesada por el lapso de
treinta y cinco días; después me vi obligado a usar muletas
durante sesenta días más.
Aunque el grado de incapacidad sobreviniente será de-
terminado por peritos, el médico que me atendió la evaluó
en un 20% de la total obrera.
a) Caracterización. La Cámara Nacional en lo Civil ha espe-
cificado que si bien el art. 1086 del Cód. Civil, referido a las "he-
ridas u ofensas físicas" recibidas injustamente, establece que en
tal hipótesis' la indemnización consistirá en el pago de todos los
gastos de la curación y convalecencia del ofendido y de todas
las ganancias que éste dejó de percibir hasta el día de su comple-
to restablecimiento, sin aludir a la incapacidad sobreviniente, no
se duda, pese a ello, de que este último ítem debe ser resarcido
por el responsable. En efecto, en aquellos casos de déficit de
capacidad, parcial o total, que no desaparece por completo, sino
que continúa crónica o perpetuamente, la indemnización es posi-
ble por aplicación de los principios generales sobre reparación
integral (doctr. art. 1079, Cód. Civil), comunes a todos los actos
ilícitos, y cuyas normas no han sido derogadas por textos espe-
ciales como el mencionado art. 1068 (CNCiv, Sala H, 23/8/89,
"Casaffus de Dávalos, Aurora 0. c/Caporalle, Nicolás R. s/su-
mario").
Del mismo modo que el valor vida es en sí mismo indemni-
zable, también debe serlo todo déficit que gravite sobre el valor
igualmente jerarquizado de la plena capacidad, y todo ello sin
que obre necesariamente como condicionante su incidencia en el
nivel de ingresos de la víctima (CNCiv, Sala C, 21/12/89, "Arrien,
Enrique A. c/Transp. Sur-Nor Comercial e Industrial SA slsuma-
rio").
Son cosas distintas los detrimentos de la personalidad de la
víctima del accidente, que la afectarán de modo permanente para
el desenvolvimiento normal de la personalidad, y los dolores y
sufrimientos físicos y espirituales que ha debido padecer como
consecuencia del siniestro y durante el tratamiento a que fue so-
metida. Lo primero gravita sobre la capacidad definitiva y me-
rece un resarcimiento que no se superpone con el daño rnoral a
que se refiere lo segundo, a pesar de que éste tiene un carácter
también resarcitorio (CNCiv, Sala C, 8/10/92, "Castro de Castello,
María del Huerto c/Empresarios Transportes Automotor de Pasa-
jeros SACF sldaños y perjuicios").
b) Medida del resarcimiento. Sin embargo, en lo que se re-
fiere a la proyección de esas secuelas, podemos encontrar dos 1í-
neas de criterios para evaluar la discapacidad. Una de ellas, ba-
sándose en una interpretación restrictiva del art. 1068 del Cód.
Civil, entiende que la merma debe evaluarse dentro de la esfera
de la producción económica, o sea, en las facultades para obte-
ner ingresos. La otra corriente, que en este momento es mayo-
ritaria, se pronuncia por una visión más amplia y comprensiva
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

de la vida de relación de la víctima (práctica de deportes, dis-


tracciones, paseos, etcétera).
Por un lado, se afirmó que lo que se trata de resarcir bajo el
concepto "incapacidad sobreviniente" es el perjuicio de orden
patrimonial que indirectamente pueda derivar del daño a la per-
sona, que supone la disminución de las aptitudes psicofísicas,
determinante de la incapacidad, y que, si bien esto debe pon-
derarse atendiendo no sólo a la incidencia en las actividades la-
borales de la víctima, sino también en tanto se afecta su vida de
relación en general, ello es así con vistas a la apreciación del re-
ferido perjuicio patrimonial (art. 1068, Cód. Civil) (CNCiv, Sala A,
15/6/90, "Peralta, Oscar c/Ferreira, Roque s/sum?rio"; íd., Sala
B, 31/10/91, "Astilleros Mestrina SA c/Risculese, Angel sldaños y
perjuicios"; íd., Sala 1, 29/5/89, "DIAngelo de Garófalo, Catalina
c/Kobelinsky, Edgardo slaccidente de tránsito").
i~er-0 también se ha dicho, con una visión más amplia, que
dentro del concepto de incapacidad sobreviniente debe incluirse
cualquier disminución física o psíquica; tanto la que afecte la ca-
pacidad productiva de la víctima como la que se traduzca en un
menoscabo a cualquier actividad que ésta haya practicado antes
de sufrir el daño2
A fin de establecer el quanturn indemnizatorio, hay que ate-
nerse a la naturaleza de las lesiones sufridas, así como a la edad
del damnificado, su estado civil y demás condiciones personales,
y en cómo habrán aquéllas de influir en las posibilidades de vida
futura, e igualmente, la específica disminución de las aptitudes
para el trabajo (CNCiv, Sala A, 7/3/91, "Ordas de Pagano, Mirta
ctRodríguez, Justo s/sumario"; íd., Sala C, 2/12/93, "Villagra, Ma-
ría N. c/Autolíneas Argentinas SA -Línea 127 y otra- sldaños y
perjuicios"; íd., Sala DI 25/10/95, "Patsouris de Chronopoulos,
Cristina c/Basile, Francisco T. y otro sldaños y perjuicios"; íd.,
Sala E, 17/8/89, "Maidana, Armando E. c/Copla s/sumario, acci-
dente de tránsito"; íd., Sala 1, 30/12/93, "Broitman, Héctor c/Au-
tomóvil Club Argentino y otro sidaños y perjuicios"; íd., Sala K,
17/12/93, "Seygas, Norma 1. c/Troncoso, Sergio sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala M, 5/6/91, "Palacios de Lorenzi, Nélida c/Empresa
El Rápido SA sldaños y perjuicios").
A esta última postura debe entenderse que se ha adherido la
jurisprudencia de la Corte Suprema. En tal sentido, sostuvo en
1986, que no obstante lo que parece desprenderse del texto lite-
ral del art. 1086 del Cód. Civil, cuando la víctima resulta dismi-
nuida en sus aptitudes físicas o psíquicas en forma permanente,
esta incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de la
que pueda corresponder por el menoscabo de su actividad pro-
ductiva y por el daño moral, pues la integridad física en sí misma
tiene un valor indemnizable ("Luján, Honorio J. c/Nación Argen-
tina", Fallos, 308:1109). Igualmente, ha considerado, en 1992,
que si los antecedentes acompañados no permiten comprobar los
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 141
ingresos económicos del actor, corresponde hacer uso de la fa-
cultad conferida por el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación y ponderar no sólo la repercusión del accidente en el as-
pecto laboral, sino también las consecuencias que afectan a la
víctima, tanto desde el punto de vista individual como desde el
social, lo que otorga aljuzgador un marco de valorización más
amplio ("Dorallo Romero, Ramón cIMinisterio de Salud y Bue-
nos Aires, Prov. de sldaños y perjuicios", Fallos, 315:2911, y "Ris-
so, Claudio J. y otros c/Buenos Aires, Prov. de sldaños y perjui-
cios", Fallos, 315:2330).
Por otra parte, se ha especificado que el objeto de la indem-
nización no son las lesiones en sí mismas, sino las coilsecuencias
invalidantes que ellas provocan. Ha contemplado la jurispruden-
cia numerosos supuestos; por ejemplo, que es procedente el re-
clamo por incapacidad sobreviniente como consecuencia directa
de la pérdida de piezas dentales a raíz de un accidente de tránsi-
to, ya que dicho resarcimiento tiende a paliar las secuelas fun-
cionales que padece la damnificada; mientras que por el rubro
"lesión estética" lo que se pretende es de alguna forma compen-
sar el menoscabo, la pérdida de la belleza física de la actora, las
secuelas que afectan su aspecto externo (CNCiv, Sala M, 14/6/89,
"Leguizamón, Graciela c1Transportes Automotores Luján SACI
s/sumariol').
Aun cuando el perito informe que la víctima de un accidente
de tránsito, desde el punto de vista laboral no tiene incapacidad,
pero que con respecto a la capacidad funcional hay una pérdida
en la parte dentaria, acerca de este último supuesto cabe tener en
cuenta que la jurisprudencia se ha pronunciado en el sentido
de que debe resarcirse la incapacidad física parcial y permanente
que consiste en la pérdida, precisamente parcial y permanente, de
piezas dentales. Este hecho configura un daño resarcible distin-
to del costo de la prótesis, destinado a paliar la secuela del
accidente (CNCiv, Sala L, 15/8/78, "Luis de Magliano, Nélida c/
Cooperativa Obrera Playa Ltda. sldaños y perjuicios"; íd., Sala M,
14/6/89, "Leguizamón, Graciela c/Transportes Automotores Luján
SACI s/sumario").
c) Lesiones estéticas. No existe inconveniente para incluir,
dentro del rubro incapacidad sobreviniente, el resarcimiento que
pudiera corresponder por las lesiones estéticas, que también su-
ponen incidencias sobre las futuras posibilidades económicas de
la víctima y de su vida de relación (CNCiv, Sala DI 27/8/90, "Ni-
gro de García, B. c/Fuentes, Ricardo s/sumario").
En lo concerniente a la lesión estética, no cabe ponderar) a
los efectos de limitar el resarcimiento, el hecho de que se trate
de una persona de sexo masculino, pues si bien las cicatrices
sólo podrían ser advertidas por terceros (p.ej., en la temporada
estival), lo cierto es que resultan visibles y pueden provocar en
las situaciones previstas una perturbación del ánimo de la vícti-
142 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

ma que afectará su vida de relación, a la vez que genera una des-


ventaja para desempeñar determinadas tareas o ser seleccionado
para un empleo o cargo (CNCiv, Sala M, 6/9/89, "David de Iopas,
Zulema c/Emp. Microómnibus Norte SA Monsa s/sumario").
d) Causas psiquicas. Si se han formulado por separado el
reclamo de la incapacidad fundada en causas físicas y el fundado
en causas psíquicas, para integrar la indemnización por incapa-
cidad sobreviniente, al monto acordado debe completárselo con
la incapacidad que, cabe estimar, puede sufrir el damnificado
por causa psíquica; de otro modo, la indemnización por incapa-
cidad no sería integral (CNCiv, Sala F, 30/5/91, "Veltri, Antonio
c/Maldonado, José R. y otro sldaños y perjuicios").
Si la incapacidad producida por un accidente de tránsito es
psíquica en su casi totalidad, puesto que la única restricción
consiste en no tomar sol y no hacer ejercicios violentos, aunque
sin indicarse tampoco las razones que fundan tal afirmación, re-
sulta improcedente que por una incapacidad psíquica casi exclu-
sivamente se fije una retribución por la incapacidad laboral y
otra por daño psíquico, por cuanto ello implica una doble in-
demnización por un mismo perjuicio (CNCiv, Sala G, 23/8/91,
"Ayala, Armando c/Salvador, Rubén sldaños y perjuicios").
e) Secuelas permanentes y pérdidas por convalecencia. En
general se computan las secuelas de carácter permanente, una
vez que han quedado consolidadas, y la pérdida de ingresos de la
convalecencia es compensada a título de lucro cesante.
Se han distinguido en algunas ocasiones las pautas de deter-
minación de ambos ítem indemnizatorios: el damnificado re-
clama el menoscabo patrimonial que le produce la incapacidad
permanente del 100% en el tiempo probable de su vida útil, el
lucro cesante se encuentra subsumido en el concepto de incapa-
cidad sobreviniente, pues no corresponde la reparación de ambos
rubros, que implicaría indemnizar dos veces un mismo perjuicio.
Pero los ítem se encuentran perfectamente diferenciados si la
víctima reclama en concepto de lucro cesante la suma dejada de
percibir durante el tiempo de inactividad hasta que se curen sus
heridas, mientras que por incapacidad sobreviniente pretende el
resarcimiento de los daños que se derivan de las lesiones perma-
nentes, pero parciales, que afectan sus posibilidades laborales
(CNCiv, Sala F, 11/4/90, "García Silveira, J. M. c/Ferrocarriles Ar-
gentinos sldaños y perjuicios").
La indemnización por incapacidad sobreviniente no es com-
prensiva del lucro cesante. Ambos conceptos resultan autóno-
mos, relacionándose este último con las pérdidas experimentadas
exclusivamente durante el tiempo en que se prolongue la inacti-
vidad laboral de la víctima. Si la disfunción padecida por ésta
es permanente, el resarcimiento de la incapacidad sobrevinien-
te es excluyente del pretendido lucro cesante (CNCiv, Sala A,
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 143
11/3/96, "Martínez, Rodolfo H. y otro c/García, Abel y otro s/da-
ños y perjuicios").
El lucro cesante conjuga las pérdidas experimentadas duran-
,!
te e tiempo de inactividad o disminución de la actividad laboral,
es decir que responde a la incapacidad parcial o total, pero tran-
sitoria. Por el contrario, la incapacidad permanente debe ser
resarcida con independencia de lo que la víctima de un accidente
de tránsito haya dejado de ganar, pues atiende a la integridad fí-
sica como valor indemnizable (CNCiv, Sala E, 1/3/93, "Nehmad,
José y otro c/Imperale, Marcelo D. s / s u m a r i o "- ) ~
f) Ineptitud laboral. Reiteradamente se ha d i c h ~que los
porcentajes de ineptitud laboral que suelen fundar las pericias o
los cálculos actuariales no constituyen más que parámetros que
serán meritados por el juzgador, dentro del conjunto de circuns-
tancias que se hayan acreditado en el proceso (CNCiv, Sala A,
1511019 1, "Sueldo Guacci, Luis F. c/Maldonado, Daniel sidaños y
perjuicios"; íd., íd., 15/4/92, "Kurz, Eduardo c/Transportes El Mi-
rador SRL y otro sldaños y perjuicios"; íd., íd., 21/8/92, "Lezca-
no, Isidoro c/Agra, Adrián G. sldaños y perjuicios"; íd., Sala D,
8/2/91, "Barrios, Martiniana c/Pintos, Juan C. s/sumario"; íd.,
Sala E, 31/10/90, "Lanzillota, Stella M. c/Brollo, Antonio y otros
s/daños y perjuicios"; íd., Sala F, 30/4/90, "Agasi de Sachimelli,
Rosa c/Transporte Los Patricios SRL s/sumarioV;íd., íd., 1/10/92,
"Rivero, Alejandro, c/Martínez, Isidro O. y otros sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala 1, 7/12/93, "Gattinoni, José 0. c/Agüero, Juan C. S/
daños y perjuicios"; íd., Sala L, 15/12/93, "Constanzo, Hugo D.
c/Garella, Marco J. s/sumario"; íd., Sala M, 14111/94, "Roa Jimé-
nez, Luciana c/Juan B. Justo SAT sldaños y perjuicios").
i ~ Corte
a Suprema de Justicia de la Nación ha sentado algu-
nos parámetros para la evaluación de la discapacidad resultante
de un ilícito. Así, ha dicho que para determinar el monto de la
indemnización de los daños y perjuicios sufridos por el actor, los
porcentajes de incapacidad estimados por los peritos médicos
-aunque son elementos importantes que se deben considerar- no
conforman pautas estrictas que el juzgador deba seguir inevita-
blemente, ya que no sólo cabe justipreciar el aspecto laboral,
sino también las consecuencias que afecten a la víctima, tanto
desde el punto de vista individual como desde el social, lo que le
confiere un marco de valoración más amplio)(15/9/87, "Velazco
Ángulo, Isaac c/Buenos Aires, Prov. de", Fallos, 3 10:1826). Tam-
bién se ha dicho que en la evaluación del quantum para reparar
el daño por incapacidad física no cabe recurrir a criterios mate-
máticos, ni tampoco son aplicables los porcentajes fijados en la
ley de accidentes del trabajo, aunque puedan ser útiles como
pauta genérica de referencia, sino que corresponde tener en cuen-
ta las circunstancias personales del damnificado y la gravedad de
las secuelas que pueden extenderse no sólo al ámbito del trabajo,
sino a su vida de relación, incidiendo en las relaciones sociales,
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

deportivas, etc. (12112/89, "Ortiz, Eduardo A. -menor-, Ortiz, E,


A. c/Empresa Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios", Fa-
llos, 312:2412).
g) Estado previo del reclamante. El punto de referencia será
indudablemente el estado en que se encontraba el reclamante
previo a la concreción del evento dañoso. Y en tal sentido, el
rubro se configura incluso en aquellos supuestos en que el hecho
vino a agravar una incapacidad preexistente. Así, se ha decidido
que no corresponde asignar al damnificado el total de la incapa-
cidad, si de acuerdo con la prueba ya padecía de discapacidad
con anterioridad al accidente, habiendo operado éste como causa
de agravamiento (CNCiv, Sala F, 3014190, "Agasi de Sachimelli,
Rosa c1Transporte Los Patricios SRL slsumario").
Cabe entender, dentro del curso normal y ordinario de las
cosas, que un acontecimiento de la trascendencia de un acciden-
te de tránsito de cierta gravedad provoque en una persona que
padecía previamente una patología, un agravamiento en sus
condiciones, de donde ese daño configura una consecuencia in-
mediata del hecho dañoso. Corresponde descartar la noción de
consecuencia mediata, puesto que el art. 904 del Cód. Civil exige
la existencia de dos acontecimientos y, en el caso, es uno solo el
que incide sobre una realidad preexistente (CNCiv, Sala C, 11/71
96, "Saucedo, Dardo J. y otros cIRodríguez, Armando y otro slda-
ños y perjuicios").
Reiterados precedentes jurisprudenciales han destacado que
el goce de una jubilación por el reclamante no constituye un fac-
tor que determine la disminución de la indemnización que debe
acordarse por incapacidad, pues el haber jubilatorio responde a
razones de seguridad social y no funciona como sucedáneo de
aquélla, debiendo considerarse además la posibilidad de que en
un futuro la víctima necesite usar su capacidad de trabajo dismi-
nuida por el hecho dañoso (CNCiv, Sala M, 10/2/89, "Lagares,
Blanca L. c/Línea 76 SA de Transporte y/u otros slaccidente de
tránsito").
si as lesiones sufridas por una persona que a la época del ac-
cidente de tránsito contaba con más de setenta años de edad,
consistentes en traumatismo de cráneo y de cadera, constituyen
una agresión al esquema corporal, en una edad en la cual las po-
sibilidades de adaptación y readaptación a situaciones nuevas o
impedimentos, se torna más lenta y dificultosa, lo que hace más
significativo el valor traumático del accidente.]
Esta incapacidad parcial sufrida debe ser indemnizada, aun-
que -por tratarse de un jubilado- no se traduzca en una limita-
ción laboral actual de la víctima, pues no es seguro que no nece-
site en un futuro usar de la capacidad de trabajo -aunque sea
mínimamente-, disminuida por el hecho dañoso. Y aunque no
se vea obligado a trabajar, no debe descartarse que necesite asis-
tencia para efectuar determinados quehaceres de su vida domés-
D:ANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 145
tica, para lo cual deberá recurrir a servicios de terceros que se
los debe presumir onerosos (p.ej., compras, limpieza).
Se trata, como en todo daño futuro, de medir la entidad de
una "chance", que se configura mediante la probabilidad sufi-
ciente de que efectivamente exista un menoscabo patrimonial a
raíz de las lesiones sufridas, que si bien resultan bastante men-
guadas en el caso, no permiten descartar la posibilidad de que el
damnificado deba recurrir a su deteriorada capacidad laborativa
para mejorar un sustento que cada vez menos cubren los castiga-
dos haberes jubilatorios. El hecho de que aquél aparezca como
un hombre sin un continente familiar que lo rodee, delinea con
mayor nitidez la incidencia de los dolores y claudicaci-ones en el
deambular, ya que ello le impondrá una más inmediata y costosa
ayuda doméstica, que de otro modo, hubiese sido prescindible
(CNCiv, Sala A, 5/5/89, "Leiro Redondo, Manuel c/Castellano, Oscar
L. s/sumario") .
Resulta imperioso resarcir el perjuicio de orden patrimonial
que pueda derivar del daño provocado a la persona como conse-
cuencia de una disminución de sus aptitudes físicas, perjuicio
que existe aun en el supuesto de que la víctima del accidente sea
persona jubilada o pensionada y la incapacidad no le signifique
de modo directo una limitación de sus ingresos por tal concepto,
ya que indirectamente esa merma de las aptitudes físicas le per-
judica con incidencia patrimonial, tanto si se atiende a una even-
tual necesidad de acudir a su capacidad de trabajo para suplir
la insuficiencia de los haberes previsionales, como la de suplir la
merma de potencialidad vital mediante erogaciones más costosas
en el empleo de medios de transporte, el aporte de la ayuda de
terceros eventualmente remunerados, o la erogación que implica
la adquisición de analgésicos, etc. (CNCiv, Sala 1, 28/7/89, "Prieto
de Osorio, Nélida c/Coop. Obrera Playa Lastra Ltda. y otro s/su-
mario").
e L a circunstancia de que la víctima de un accidente de tránsi-
to esté jubilada y que inclusive desempeñe alguna ocupación la-
boral no bien definida, no es óbice para que la incapacidad sea
indemnizada, puesto que no es seguro que pueda descartarse que
aunque no se vea precisado a trabajar, necesite de asistencia
para efectuar determinados quehaceres domésticos, para lo cual
probablemente deberá recurrir a servicios de terceros, necesaria-
mente onerosos (CNCiv, Sala A, 10/11/89, "Ahumada, Carlos A.
c/Los Constituyentes SAT s/sumario").
[El evidente menoscabo anatómico y funcional justifica por sí
solo la indemnización del daño que tiene su fuente en el art.
1068 del Cód. Civil. La norma ha sido interpretada en el senti-
do de que comprende, con excepción del daño moral, todos los
supuestos susceptibles de reparación patrimonial, incluso daños
a la salud y a la integridad física. El resarcimiento debe otor-
garse con prescindencia de que la víctima ejercite o no actividad
146 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

lucrativa, aun cuando la incapacidad no incida en alguna tarea o


labor que desempeñe, careciendo por tanto de importancia deci-
siva para su procedencia también la circunstancia de que se frate
de una persona ya jubilada (CNCiv, Sala A, 22/3/90, "Trotta, Elida
c/Empresa de Transporte Atlántida SAC y otro s/sumario"). .

[E] hecho de que la víctima del ilícito fuera un jubilado no


constituye impedimento para reconocer el derecho a ser indem-
nizado por la incapacidad física, ya que la incapacidad no sólo
cuenta desde el punto de vista laboral sino también respecto de
las actividades vitales en general, sin perjuicio de tenerse en
cuenta el aspecto laboral para establecer la cuantía del daño
(CNCiv, Sala M, 9/11/92, "Fariña, Manuel A. c/Neme, Juan C. y
otro s/sumario") :]

Teniendo en cuenta que tengo cincuenta y dos años,


que soy casado, con tres hijos menores de edad, y que al
momento del accidente atendía un quiosco de mi propie-
dad, y que esa actividad se va a ver disminuida por la mi-
nusvalía que padezco, es que estimo como razonable una
indemnización de $ ...
Se ha dicho en numerosos precedentes jurisprudenciales que
la incapacidad sobreviniente debe apreciarse en función de pau-
tas razonablemente generales (edad, empleo, naturaleza de las le-
siones, incidencia potencial de las secuelas, etcétera). Hay que
evaluar las actividades dentro de la normalidad actual o presu-
miblemente futura de toda persona. O sea que hay que tener en
cuenta el quebrantamiento de la normalidad, lo que no se cir-
cunscribe a la tarea específica sino a otras actividades que previ-
siblemente hubiera podido llegar a desempeñar el perjudicado
(CNCiv, Sala A, 12/12/89, "Brizuela, Laura A. c/Maggiolo, Oscar y
otros s/sumario"; íd., íd., 4/10/89, "Segovia, Adelaida c/Empresa
Ferrocarriles Argentinos s/sumario"; íd., Sala E, 4/8/89, "Aguilar,
Francisco L. c/Ortiz de Fascetto s/sumario"; íd., íd., 18/5/90,
"Vera, César M. c/Ferrocarriles Argentinos s/sumario"; íd., Sala F,
29/5/86, "Gutiérrez Barthe, José c/Casado, Silvino y otros sldaños
y perjuicios"; íd., Sala G, 30/6/89, "Anit, Rosa c/Pacor, Ramón A.
y otra sldaños y perjuicios"; íd., íd., 11/10/89, "Ochoa, Liliana D.
c/Rodríguez, Ernesto sldaños y perjuicios"; íd., íd., 813191, "Pa-
bón, Homar H. c/DIAlessandro, Oscar M. s/sumarion).
En suma, para cuantificar el daño producido por lesiones su-
fridas a raíz de un accidente, deben tenerse presentes la's carac-
terísticas personales de la víctima (edad, sexo, estado civil, nivel
de capacitación) para el supuesto de que realizara tareas remu-
neradas, y si lo hacía o no en relación de dependencia; es decir,
debe ponderarse con estas pautas el perjuicio económico que la
víctima del hecho sufre por la incapacidad física que presenta.
A efectos de determinar el monto del resarcimiento por incapaci-
D A ~ J O SA LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 147
dad sobreviniente, los fallos precedentes pueden ofrecer una ayu-
da o pauta de cuantificación, cuando se trata de casos análogos
o casos próximos, es decir, cuando reúnan características simila-
res en las variables consideradas relevantes para la decisión judi-
cial. No puede compararse el valor vida con un porcentaje del
100% de incapacidad, dado que ante la muerte de un individuo,
quienes reclaman son aquellos que sufren un perjuicio patrimo-
nial por esa myerte; en tanto que frente a la incapacidad, el re-
clamante es la propia víctima, lo que presenta diferentes varia-
bles relevantes que obstaculizan la analogía o proximidad del
caso (CNCiv, Sala M, 10/4/91, "Zeballos de Soria, Francisca E.
c/Línea 2 13, Sade Transportes s/suniario"; en igual. sentido,
CNCiv, Sala A, 6/5/92, "Sateriano, Héctor c/Empresa de Transpor-
te América SACI sidaños y perjuicios"; íd., íd., 211 1/92, "Burgos,
Héctor A. y otro c/Procopio, Domingo sldaños y perjuicios"; íd.,
Sala C, 8/10/92, "Castro de Castello, María c1Empresarios Trans-
porte Automotor de Pasajeros sldaños y perjuicios"; íd., Sala H,
16/12/93, "Beliera, María E. y otro c/Frances, Néstor L. s/daños y
perjuicios"; íd., íd., 21/12/93, "Viladesau, Oscar E. c/Quaglia,
Osvaldo sldaños y perjuicios"; íd., Sala J, 28/12/93, "Rol, Rodolfo
J. c/Schiavoni, Hugo L. A. s/daños y perjuicios").
b) Gastos de atención médica y farmacéutica. El trata-
miento de las lesiones experimentadas produjo una serie de
gastos en atención médica y adquisición de medicamentos,
durante y después de la internación, pues al salir del hos-
pital debí reclamar visitas periódicas, particulares y a do-
micilio, dada la naturaleza de los daños recibidos y las di-
ficultades físicas que me acarrearon para movilizarme por
mis propios medios. No todas las erogaciones resultan
documentadas, por lo que adjuntaré comprobantes sólo de
aquéllas por las que obtuve recibos de pago.
a) Ivzpo~*taizciade las lesiones. La procedencia del rubro in-
demnizatorio correspondiente a erogaciones efectuadas por los
tratamientos médicos y farmacológicos está condicionada a la
existencia de una razonable relación con la importancia de las
lesiones padecidas.
6) Prueba de los gastos. En lo que respecta a la prueba de
dichos gastos, conviene destacar que el criterio jurisprudencia1
dominante distingue entre los lionorarios de los profesionales
y el costo de los medicamentos. Al primero de los ítem men-
cionados se le ha requerido generalmente el acompañamiento de
los recibos respectivos, sobre todo cuando se reclama la retribu-
ción de lo percibido por un especialista. Con relación al segun-
do, se ha dicho que no es imprescindible la agregación de factu-
ras, aunque la víctima se hubiese atendido en hospitales públicos
o instituciones dependientes de su obra social o de alguna cober-
148 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

tura en salud. Ello es así pues se presume que esas institucio-


nes no proveen todas las medicinas, y si el demandado lo discute
tiene que probarlo por aplicación de las reglas del olzus probandi
(art. 377, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación).
La jurisprudencia más reciente contiene algunos de los prin-
cipios generales y situaciones de una mayor especificidad. Se
ha dicho que a pesar de la gratuidad de los hospitales, hay gas-
tos de farmacia, traslados y hasta algunos tratamientos que de-
ben ser afrontados por los pacientes (CNCiv, Sala C, 28/4/92,
"Albornoz, Héctor R. c/Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires sldaños y perjuicios").
Desde hace unos años cada vez se ha hecho más necesario
que los pacientes de hospitales públicos deban solventar de su
peculio la adquisición de los medicamentos necesarios para
su atención, siendo esta cuestión notoria y públicamente conoci-
da. De tal manera deberá admitirse el reclamo por gastos médicos
aunque no esté documentadamente probado (art. 165, Cód. Proc.
Civil y Com. de la Nación) (CNCiv, Sala J, 11/6/92, "Maldona-
do, Cirilo y otro cIMunicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires
s/ordinarioV).
Aun cuando la víctima de un accidente de tránsito cuente
con la cobertura de una obra social, es facultad de los padres in-
ternarlo en el lugar que, según ellos, ofrezca las mayores garan-
tías para el tratamiento de las lesiones causadas por el accidente,
más aun si el tratamiento al que fue sometido no está respaldado
por la necesidad que resulta de las particularidades del caso
(CNCiv, Sala H, 9/3/90, "Colina, Marcelo c/Veltri, Miguel s/suma-
rio").
Si quien ha sido víctima de un accidente en el extranjero no
ha acreditado en debida forma la autenticidad de los instru-
mentos en los que intentó fundamentar el reclamo por "gastos
rnédi~os~ éstos,
~ , como intrumentos privados, carecen de validez
convictiva. No obstante, unidos a otros extremos fácticos, tales
como el que los testigos y el propio demandado hayan manifesta-
do que efectivamente el actor sufrió una fractura en su miembro
inferior izquierdo, permiten presuponer la necesidad de realizar,
cuanto más, un tratamiento de urgencia a efectos de paliar tal
consecuencia lesiva; y lógico es suponer que dicho tratamiento
fue realizado en forma urgente e inmediata en el país donde
acaeció el evento, ya que el actor no iba a volver a este país con
la fractura expuesta y sin que se le hubieran practicado siquiera
algunos "primeros auxilios" (CNCiv, Sala K, 1315191, "Blaser, Ale-
jandro c/Pol, Claudio H. s/sumario").
No es obstáculo para la procedencia del rubro gastos de me-
dicamentos y movilidad la asistencia médica brindada por la obra
social de la actora, ya que si bien la obra social suministra gra-
tuitamente las medicinas durante el período de internación, no
resulta frecuente que lo haga una vez cesada dicha internación.
DAROS A LA INTEGRIDAT) DE LAS PERSONAS 149
Lo que sí puede presumirse es que los medicamentos durante la
curación externa se obtuvieron. a un precio menor por el descuen-
to que suele realizarse a los afiliados a obras sociales, lo que no
significa que no se hubiera incurrido en gastos por medicamen-
tos. Si, previo al hecho ilícito, la víctima había contratado un
seguro médico, y si por las lesiones sufridas en el accidente ob-
tuvo la prestación médica y farmacéutica a través de este seguro
médico, .entonces nada cabe reparar por estos conceptos, por
cuanto el contrato de seguro ya existía, y aunque no se hubieran
producido lesiones en el hecho, igual se encontraba obligado al pa-
go de la cuota. Ello no significa desconocer la onerosidad del
contrato de seguro médico, al igual que los que reciben prestacio-
nes de las obras sociales, que no son prestaciones de beneficencia
ya que suponen un aporte mensual consistente en un porcentaje
del sueldo que se efectiviza siempre independientemente de que
se requieran los servicios médicos o no (CNCiv, Sala M, 17/3/91,
"Escales, Augusto S. cIBauleo, Natalio slsumario").
c) Deternzinación de la compensación. Resulta relevante, a
los fines de la determinación del quarzturn de la compensación,
el dictamen del perito médico que concluya acerca de la veraci-
dad del nexo causal entre gastos y lesiones, así como de la razo-
nabilidad del monto peticionado, en función de los precios de
plaza, y los requerimientos de una adecuada recuperación.
Las afirmaciones del experto se convierten en un elemento
de vital trascendencia para el juzgador, especialmente si son
coherentes y fundadas, aunque éste siempre conserva la facultad
de examinar el valor probatorio y convictivo de la pericia.
En caso de ausencia absoluta de pruebas sobre el punto, sólo
podrá llegar el juez a una condena en tal sentido cuando resulte
incontrovertible el daño, fijando su cuantía a tenor de lo que dis-
pone el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación.
La Corte Suprema ha dicho que aunque en el expediente se
detecte una deficiencia probatoria, razonablemente puede infe-
rirse la existencia de gastos por atención médica y farmacéutica,
habida cuenta la naturaleza de las lesiones y el tiempo que requi-
rió su tratamiento, por lo que corresponde que el tribunal, en
uso prudencial de la facultad conferida por el art. 165 del orde-
namiento procesal, fije la suma pertinente (31110189, "Bertoldi,
Claudia M. y otro c1Prov. de Bs. As. sldaños y perjuicios, acciden-
te de tránsito", Fallos, 3 12:2085).

Estimo justo que se me indemnice por este ítem con la


suma de $ ...
c) Lucro cesante. En el momento de padecer la agre-
sión causante del presente juicio atendía mi quiosco en for-
ma personal y exclusiva. Durante cuatro meses aproxima-
150 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

damente debí cerrar el negocio, ya que ése fue el tiempo


que demandó mi recuperación física.
De lo antedicho se desprende la configuración de un
gran perjuicio, no sólo por las ganancias efectivamente de-
jadas de percibir, sino también por la pérdida de clientes,
como ocurre generalmente con cualquier actividad comer-
cial que se ve suspendida.
En el momento de producirse las lesiones, mi ingreso
mensual aproximado era de $ ..., ya que acostumbraba
atender entre doce y catorce horas diarias, con un descan-
so dominical solamente. Se estima pertinente como in-
demnización de este rubro la suma de $ ...
a) Principios generales. La compulsa de la jurisprudencia
sobre el lucro cesante arroja como resultado la configuración de
ciertas nociones y principios generales, que funcionan como pre-
supuestos de la reparación.
Se lo define generalmente como aquellas ganancias dejadas
de percibir como consecuencia del hecho dañoso. Esa merma
se evalúa con criterio objetivo, según el curso normal y ordinario
de las cosas, por lo que queda fuera del campo de los perjuicios
indemnizables todo aquello que aparezca como mera suposición,
carente de certidumbre.
Corresponde,al demandante la demostración de su legitima-
ción para reclamar, amén de la extensión del detrimento patri-
monial. No se exige normalmente que esos medios probatorios
tengan un rigor matemático, ni se limita la acreditación a deter-
minadas pruebas específicas. Podría decirse que se regula en
forma directamente proporcional a la posibilidad de arrimar pro-
banzas, a la cuantía de los ingresos perdidos y a la dimensión de
la actividad frustrada.
Excepcionalmente se ha hecho jugar la normativa del art.
165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación ante la ausencia de
elementos probatorios y la indudable presumibilidad del perjui-
cio, pero con un criterio restrictivo a fin de no beneficiar a quien
observó una conducta poco diligente durante el proceso.
b) Ivlzposibilidad laboral e incapacidad sobreviniente. Se ha
dicho que con la incapacidad se indemniza a la víctima por las le-
siones que sufriera, es decir, se pondera la incidencia de las
secuelas que presenta en sus actividades lucrativas futuras y su
limitación a la capacidad vital que se ha visto disminuida por
ellas, mientras que el lucro cesante intenta la reparación de las
ganancias concretas que la víctima se vio privada de percibir. Por
ello parece justo que durante el tiempo que soportó el yeso en su
pierna y brazo, período durante el cual la incapacidad fue total,
se le indemnice el lucro cesante, en proporción a la responsabili-
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 151
dad que se le atribuye a la accionada (CNCiv, Sala F, 16/2/90,
"Rodríguez, Liliana C. c1Ferrocarriles Argentinos s/sumario").
Si el damnificado reclama el menoscabo patrimonial que le
produce la incapacidad permanente del 100% en el tiempo pro-
bable de su vida útil, el lucro cesante queda subsumido en el
concepto de incapacidad sobreviniente, pues no corresponde la
reparación de ambos rubros, ya que implicaría indemnizar dos
veces un mismo perjuicio. Pero los ítem se encuentran perfecta-
mente diferenciados si la víctima reclama en concepto de lucro
cesante la suma dejada de percibir durante el tiempo de in~ctivi-
dad hasta que se curen sus heridas, mientras que por la incapa-
cidad sobreviniente pretende el resarcimiento de los' daños que
derivan de las lesiones permanentes pero parciales que afectan
sus posibilidades laborales (CNCiv, Sala F, 11/4/90, "García Sil-
veira, J. M. c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios").
Si existió una total inmovilidad durante determinado lapso,
que impidió a la víctima desplegar actividad alguna, este perjui-
cio denominado "l~icrocesante" es independiente del otorgado
por incapacidad parcial -distinto podría ser si esta última fuese
total- dado que, por un lado se miden diferentes circunstancias,
y, por el otro, que aquí sí adquiere relevancia lo que pudo el
sujeto, aun medianamente incapacitado, desarrollar para obtener
ingresos de dinero (CNCiv, Sala E, 8/6/90, "Meozzi, Armando H.
c/Repetto, Martín J. y otros s/sumario").
La compensación por la incapacidad sobreviniente -daño
emergente- guarda estrecha relación con el rubro "lucro cesan-
te". No es que pierda carácter autónomo; lo que ocurre es que
una de las pautas susceptibles de emplear para la determinación
de la indemnización es aquella que toma en cuenta los ingresos
posibles del damnificado. Uno de los indicadores para evaluar
el demérito que la víctima ha sufrido, y traducirlo en el común
denominador compensatorio, es la incidencia que el daño físico
tiene sobre la aptitud de obtener ingresos (CNCiv, Sala B, 271121
90, "Simkim, David c/González, Juan C. slcobro de australes").
Aun cuando la curación de la víctima sin secuelas empece al
resarcimiento de una incapacidad permanente, ello no puede lle-
var al desconocimiento de su derecho a ser indemnizado del
daño probado, aunque su caracterización en el escrito de deman-
da no fiera adecuado, o no se compadeciera con lo que luego re-
sultó probado. En definitiva, no se trataría sino de arrimar al
caso la regla según la cual el tribunal aplica el derecho a los he-
chos invocados en la demanda y acreditados en la etapa proba-
toria.
Cuando no hay incapacidad actual permanente, pero hubo
incapacidad, durante la convalecencia, ella también es resarcible,
acordándose normalmente tal resarcimiento a título de lucro ce-
sante (CNCiv, Sala 1, 28/2/91, "Braga, Héctor c/Miranda, Héctor
s/sumariol').
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

Con la indemnización por el lucro cesante se tiende a resar-


cir las sumas concretamente dejadas de percibir a raíz del hecho
dañoso; la incapacidad sobreviniente evalúa, en cambio, la de la
víctima para producir en el futuro. El lucro cesante se refiere a
un término determinado de tiempo, desde el accidente hasta el
restablecimiento de la víctima o hasta el momento en que se dio
de alta al lesionado (CNCiv, Sala 1, 14/3/91, "Bolgiani, Hernando
c/Buera, Jorge sldaños y perjuicios").
El lucro cesante conjuga las pérdidas experimentadas duran-
te el tiempo de inactividad o disminución de la actividad laboral,
es decir que responde a la incapacidad, parcial o total, pero tran-
sitoria. Por el contrario, la incapacidad permanente debe ser
resarcida con independencia de que la víctima de un accidente
de tránsito no haya dejado de ganar, pues atiende a la integridad
física como valor indemnizable (CNCiv, Sala E, 1/3/93, "Nehmad,
José y otro c/Imperiale, Marcelo D. s/sumario").
El concepto de lucro cesante comprende estrictamente las
ganancias que dejó de hacer la víctima hasta el día de su com-
pleto restablecimiento (arg. art. 1086, Cód. Civil), lo que supone
que la víctima ha sufrido una invalidez transitoria, luego supera-
da por el restablecimiento definitivo. Mediante la incapacidad
sobreviniente se resarcen secuelas irreversibles, aunque con el al-
cance amplio de la separación integral (CNCiv, Sala C, 16/3/93,
"Violi, Claudio A. c/Brenelli, Álvaro sldaños y perjuicios").
Si bien el lucro cesante, considerado en sí mismo, difiere de
la incapacidad sobreviniente, ya que mientras el primero consis-
te en la frustración de concretar ganancias esperadas, la segunda
se vincula con la pérdida de la capacidad de generarlas -lo que
permite calificarla como una forma de daño emergente, cuando
dicha incapacidad resulta de hecho definitiva desde el momento
del ilícito-, la procedencia de ambos rubros sólo cabe en tanto el
lucro cesante corresponde a lapsos previos a la incapacidad como
definitiva, pero no cuando ésta se exterioriza ab initio con ese al-
cance (CNCiv, Sala 1, 30112193, "Broitman, Héctor c/Automóvil
Club Argentino y otro sldaños y perjuicios").
La procedencia del reclamo por lucro cesante está sujeta a
que la imposibilidad de realizar determinada actividad laboral -o
eventualmente su merma-, sea de carácter transitorio, total o par-
cial, durante el lapso de convalecencia de la víctima, porque de
lo contrario, de ahí en más opera el restablecimiento o queda
consagrada la incapacidad permanente. La indemnización por
incapacidad sobreviniente no es comprensiva del lucro cesante.
Ambos conceptos resultan autónomos, relacionándose este Últi-
mo con las pérdidas experimentadas exclusivamente durante el
tiempo en que se prolongue la inactividad laboral de la víctima.
Si la dishnción padecida por la víctima es permanente, el resar-
cimiento de la incapacidad excluye el pretendido lucro cesante
(CNCiv, Sala A, 11/3/96, "Martínez, Rodolfo H. y otro c/García,
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 153
Abel y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala H, 19/9/96, "Bugliaro
Calabró, Mónica Patricia c1Ferrocarriles Argentinos sldaños y per-
juicios").
Respecto de la pérdida de clientela, las exigencias de la acre-
ditación suelen ser mayores y fundadas en dictámenes periciales
que lleven al juzgador al convencimiento de que ese daño se con-
cretó, fundamentalmente por la comparación de los ingresos an-
teriores y posteriores al ilícito.
Finalmente, en caso de que el damnificado demuestre que
antes del evento dañoso llevaba a cabo una actividad comercial,
y que ésta se interrumpió durante la recuperación,. la condena
seguramente abarcará este rubro, con mayor extensión en caso
de que los medios aportados así lo denoten o lo hagan presumir.

d) Daño rnoval. En el caso que origina la presente de-


manda, el agravio moral resulta evidente, ya que al padeci-
miento de las lesiones recibidas se suma la angustia por la
intervención quirúrgica, el dolor físico durante el trata-
miento y un profundo malestar anímico por la imposibili-
dad de desarrollar tareas que provean al sustento de mi fa-
milia, así como por el grado de incapacidad que me ha
quedado como secuela. Estimo adecuado para este con-
cepto la suma de $ ...
a) Definición. Tanto la doctrina como la jurisprudencia apa-
recen contestes en algunos puntos de la interpretación de la
compensación prevista en el art. 1078 del Cód. Civil.
Así, por ejemplo, existen coincidencias acerca de su defini-
ción dado que, en general, se considera al daño moral como un
detrimento que se opera en la esfera extrapatrimonial. O sea
que puede resultar de la alteración del equilibrio espiritual que
la ley presupone en todo ser humano o también el agravamiento
de un quebranto anímico previo. Su configuración se manifies-
ta a través de dolor, padecimientos, angustias, inquietudes, et-
cétera.
b) Interpretación judicial. Es posible encontrar otros rasgos
definitorios del daño moral en la jurisprudencia de la Cámara
Nacional en lo Civil. Por ejemplo, se ha dicho que el daño mo-
ral está representado por el dolor espiritual de los reclamantes,
sin que -como en otros rubros- se tenga en consideración la si-
tuación económica de la occisa, puesto que el dolor no hace dis-
tingo de clases sociales, razas ni religiones (CNCiv, Sala L, 18/51
89, "Sosa, Norma B. c/Di Carlo, Enrique s/sumario").
El daño moral supone la privación o disminución de bienes
que tienen un valor precipuo en la vida del hombre, y que son la
paz, la tranquilidad de espíritu, la libertad individual, la integri-
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

dad física, los más sagrados afectos, etcétera. Para determinar


la cuantía por daño moral debe tenerse en cuenta la gravedad
de las lesiones sufridas, las secuelas que dejaron, el lapso de los
tratamientos, las condiciones personales de la víctima, las carac-
terísticas del hecho y las restantes circunstancias del caso (CNCiv,
Sala D, 29/3/90, "Chaparro, Alfredo c/Paccusse, Juan J. s/suma-
rio"; íd., íd., 15/4/90, "Rivas, Pedro y otros c/Martins, Horacio y/u
otros s/sumario"; íd., íd., 16/4/90, "Caden, Miguel A. c/Pianciola,
Mario E. s/daños y perjuicios"; íd., Sala L, 10/12/93, "Valleta,
Luis P. c/Expreso Gral. Sarmiento SA y otro stdaños y perjuicios").
Cuando las víctimas son personas mayores, sin una adecua-
da contención familiar, el sufrimiento y la angustia que padecen
como consecuencia de un accidente se multiplican debido a la
incertidumbre y a la conciencia de fragilidad que se tiene respec-
to del propio cuerpo y de su salud. Estas circunstancias hacen
que un hecho que, en apariencia, no revistió mayor gravedad,
pueda ser vivenciado de un modo muy intenso (CNCiv, Sala H,
2/7/96, "Villanueva de Morales, Ana C. c/Bernardino Rivadavia
SA de Transp. Automotor sldaños y perjuicios").
También hay concordancia respecto de que la procedencia
del daño moral no necesita que el reclamante haya padecido le-
siones graves o le queden secuelas físicas considerables. Bastan
las lesiones más leves, los tratamientos médicos o la suspensión
temporaria de las actividades para que la indemnización encuen-
tre una adecuada fundamentación y sea, por lo tanto, acogida en
la condena. Por supuesto que el grado de importancia de las le-
siones y sus secuelas tendrá incidencia en el quantum de la repa-
ración.
c) Procedencia. Para los supuestos en que del accidente de
tránsito no se deriven daños importantes, en diversos fallos se ha
delimitado su viabilidad o su improcedencia (ver, entre otros,
CNCiv, Sala DI 28/5/90, "Fernández, Pedro c/Montesano, Lionel
s/sumario"; íd., Sala E, 3/11/89, "Patz, Domingo L. c/Milei, Fer-
nando L. sldaños y perjuicios"; íd., Sala L, 26/2/91, "Starosta,
Eduardo D. y otro c/Citati, Eduardo s/sumario").
Si la actividad manual desarrollada por el actor, que consti-
tuía no sólo su medio de vida sino su especialidad, resultó impo-
sibilitada por el daño sufrido, aquél ha perdido la continuidad
del sistema de vida -proyectado en esa actividad- que él había
elegido desde los primeros tiempos de su edad laboral. Es ése
un daño que se agrega a los padecimientos de internaciones, tra-
tamientos, dolores, enojos y fastidios por la alteración de sus ac-
tos, y que constituye un factor, junto a los otros expuestos, que
debe ser contemplado al determinar el daño moral. Más aún si
el reclamante ya no tiene edad como para iniciar otro rumbo en
sus actividades habituales (CNCiv, Sala C, 28/4/92, "Albornoz,
Héctor R. c/Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires stdaños
y perjuicios").
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 155
En otro sentido, aunque las lesiones producto del accidente
no hayan dejado secuelas, resulta evidente la producción de un
daño moral, puesto que por su medio se tiende a resarcir el daño
espiritual inferido a la víctima, sus angustias, padecimientos y
dudas sobre su posible restablecimiento (CNCiv, Sala E, 4/9/91,
"Yáñez, Adrián c/Sosa, Antonio s/sumario"; en igual sentido, CNCiv,
Sala D, 3/9/91, "Perrin, Jorge L. y otros c1Ministerio del Interior,
Policía Federal Argentina y otro s/sumario").
A los efectos de determinar la procedencia del resarcimiento
por daño moral, hay que formular en ciertos casos una asimila-
ción entre "damnificado directo" y "protagonista paciente" (aun-
que fuere moralmente) de un evento dañoso. El menor que es-
tuvo en la unidad del acto del accidente en un protagonismo
junto a su madre y hermana, fue un "protagonista paciente" aun-
que no sufriera lesiones físicas (CNCiv, Sala H, 1614191, "Jáuregui
de Echeverry, María c/Expreso San Isidro s/sumario").
El estado de ánimo provocado por un accidente de tránsito
en el que no hubo lesiones forma parte de los riesgos inherentes
al uso de los vehículos de transporte, quedando descartada la
existencia de daño moral (CNCiv, Sala H, 4/9/92, "Golux SA y
otro c/Orella de Palazzo, Inés N. sldaños y perjuicios").
Cuando se trata de una trabajadora de servicio doméstico
que padece una incapacidad en su mano derecha, a efectos de
estimar cuantitativamente el daño moral debe tenerse en cuenta
el hecho de que haya debido sumar, a todos los padecimientos fí-
sicos y espirituales provocados por las secuelas del accidente, el
disvalor permanente de su propia estimación al verse impedida de
realizar el único trabajo con el que podía atender con dignidad a
su subsistencia (CNCiv, Sala 1, 3/9/91, "Portillo, Angélica c/Ba-
buin, Omar F. y otros s/sumario").
La circunstancia de que no hubiesen quedado secuelas inca-
pacitantes en el actor no es óbice para la procedencia del daño
moral, pues se trata de daños diferentes que pueden existir sepa-
radamente (CNCiv, Sala C, 7/12/93, "Franchino, Juan de Dios
c/Masri, Marcos R. sidaños y perjuicios").
El shock sufrido por el damnificado indirecto en el mismo
momento en que se produjo el accidente de tránsito, es decir, la
indudable conmoción espiritual derivada de participar en un
siniestro de importancia, con significativos daños para su auto-
motor y para su cónyuge, que lo acompañaba, explican una asig-
nación por reparación del daño moral destacándose la función
esencialmente resarcitoria que asume esta materia a tenor del
art. 1078 del Cód. Civil (CNCiv, Sala C, 9/12/93, "Eivers, Oscar A.
y otro c/Falcón, Rubén H. y otro sldaños y perjuicios").
Si a causa de un accidente automovilístico sólo se han pro-
ducido deterioros en los rodados, sin consecuencias físicas o psí-
quicas para sus ocupantes, no procede la indemnización por daño
moral, aun cuando el hecho les haya generado graves inconve-
nientes por estar de vacaciones y lejos de su hogar (CNCiv, Sala C,
6/12/94, "Liso, Ariel G. c/Lentini, Eduardo sldaños y perjuicios").
d) Prudente arbitrio judicial. Se ha destacado, asimismo, en
incontables oportunidades, que el agravio moral es de difícil apre-
ciación, puesto que no es medible el sufrimiento humano. Por
ello es que este reclamo, más que ningún otro, queda sujeto al
prudente arbitrio judicial, que debe objetivarse en mérito a las
constancias del caso concreto, limitado por la propia estimación
del afectado en su escrito inicial.
Para la determinación de la cuantía por daño moral corres-
ponde considerar, entre otros factores, la gravedad de la culpa,
las condiciones personales del autor del hecho y de la víctima,
así como la extensión de los daños materiales, si existieren (CNCiv,
Sala E, 24/4/91, "Marcucci, Jorge 0. c/Franchi, Darío M. C. s/da-
ños y perjuicios").
El daño moral provocado por un accidente de tránsito supo-
ne la privación o la disminución de los bienes que tienen un va-
lor fundamental en la vida del ser humano y que son la tranquili-
dad de espíritu, la libertad individual, los más sagrados afectos,
etcétera. Su importe es de difícil fijación, ya que no está sujeto
a cánones objetivos sino a la prudente ponderación del juez so-
bre la lesión a las afecciones íntimas de los damnificados, y a los
padecimientos que experimentan; es decir, que se configuran en
el ámbito espiritual de la víctima y que no siempre resultan cla-
ramente exteriorizados (CNCiv, Sala H, 16112/95, "Beliera, María
E. y otro c/Frances, Nestor L. sldaños y perjuicios").
El límite para fijar la indemnización por "daño moral" es la
suma solicitada en el escrito inicial, no siendo aplicable la cláu-
sula "o lo que en más o menos resulte de la prueba a producirse
en el juicio", o, para el caso, estimaciones provisorias, por no
ser necesario probar la existencia y extensión del daño moral,
ya que se trata de una lesión a los sentimientos de los damnifica-
dos demostrada por el sólo hecho de la acción antijurídica (CNCiv,
Sala M, 2014189, "DIAlesandro, Carlos c/Corda, Norberto slsu-
mario").
Aun cuando la parte, en su escrito de demanda, manifieste
que el reclamo por daño moral quedará sujeto a lo que en más o
en menos resulte de la determinación judicial, no cabe llevar los
valores más allá de lo que la propia parte damnificada justipre-
ció en su momento como daño moral, ya que precisamente este
rubro no está sujeto a prueba alguna, sino que intenta reconocer
la afectación que la parte manifiesta haber experimentado (CNCiv,
Sala M, 6/9/93, "Marino de Iglesias, Blanca 0. cISidelski, Silvia
L. y otro sldaños y perjuicios").
e) Naturaleza. Donde surgen las discrepancias teóricas es so-
bre su naturaleza jurídica. Un sector entiende que reviste carác-
ter de ejemplarizadora, con connotaciones punitivas para el res-
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 157
ponsable, por lo que la gravedad de su comportamiento incidirá
en el monto de la reparación. Para otra corriente, que en la ac-
tualidad puede estimarse como mayoritaria, el daño moral cum-
ple una función reparadora, con lo que el enfoque gira en torno
al damnificado y a la serie de circunstancias penosas que tiene
que soportar.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación se ha inclinado
por la última concepción, según lo ha expuesto expresamente en
autos "Badiali, María R. c/Nación Argentina", de 1986 (Fallos,
308:698). Además, ese mismo año ha sostenido que es obvio que
desde una especial -y respetable- concepción de la ética puede
mirarse a la reparación del daño moral como un apartamiento
de las rigurosas exigencias que tal ética formula a quienes de-
seen seguirla. Pero no cabe que los jueces se guíen, al determi-
nar el derecho, por patrones de moralidad que excedan los habi-
tuales admitidos por el sentimiento medio ("Santa Coloma, Luis
F. y otros", Fallos, 308:1160). Pero también como límite ha es-
pecificado que no procede la reparación del daño moral si no se
ha demostrado que el reclamante hubiera sufrido lesiones con
motivo del accidente (14110/93, "Pappier, Federico R. c/Gobierno
de la Prov. de Santa Fe sldaños y perjuicios").
No faltan precedentes jurisprudenciales que adoptan una so-
lución ecléctica sancionatoria al responsable y reparatoria al re-
clamante, con lo cual la evaluación del perjuicio se apoya en un
complejo entramado de factores, en donde alternan las pautas
referidas a lo actuado y producido por ambas partes.
f) Cuantificación del monto. La indemnización por este ítem,
en el ámbito civil, se ha declarado en forma unánime que no tie-
ne por qué guardar relación alguna con los daños patrimoniales
(conf. CSJN, 7/9/89, "Formi, Francisco c/Ferrocarriles Argentinos
sldaños y pei-juicios", Fallos, 312:1597). Ello implica que la can-
tidad a establecerse por el agravio moral no será, forzosa y mate-
máticamente, un porcentaje de lo que se conceda por otros rubros.
Resulta indudable que el daño moral se fundamenta en el
art. 1078 del Cód. Civil, y se tiene por acreditado con la sola co-
misión del acto antijurídico, pues se trata de una prueba i~zre
ipsa, esto es, que surge inmediatamente de los hechos mismos,
sin que tenga que guardar proporción con los demás perjuicios
admitidos (CNCiv, Sala A, 22/12/92, "Clerici de Hulshamp, Her-
melinda R. c/Carrero, Oscar y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala
G, 4/12/90, "Benítez de Chera, Olinda y otras c/Ferrocarriles
Argentinos s/sumario").
Así sostuvo que los padecimientos generados por las lesio-
nes, su tratamiento y ulterior evolución, al margen de las secue-
las incapacitantes producidas como consecuencia de un accidente
de tránsito, ubican inequívocamente el caso en el ámbito del art.
1078 del Cód. Civil. No es exacto que se trate de una medida de
carácter punitivo, sino que debe reconocérsele carácter preferen-
temente resarcitorio, y tampoco tiene por qué guardar relación
con el monto de los daños materiales (CNCiv, Sala G, 13/7/90,
"Saladino, Bruno R. c/Chicmanian, Juan A. s/sumario").
No existe ninguna pauta lógico-jurídica que obligue porcen-
tualmente a correlacionar las indemnizaciones correspondientes
al daño material con el moral, pues hay circunstancias que en
ciertos casos hacen que este último pueda ser de gran magnitud,
en tanto que aquél ni siquiera llega a existir (CNCiv, Sala M,
16/5/91, "González de Pena, Nieves c/Alonso, Aníbal y otro slsu-
mario").
g) Prueba. Finalmente, es dable observar que no se ha exi-
gido la producción de pruebas específicas para decretar su viabi-
lidad, e incluso se la ha otorgado en ausencia total de probanzas.
Se ha dicho, en concordancia, que la pérdida de un hijo en una
forma tan penosa como la de ser arrollado por un colectivo
constituye posiblemente el mayor daño que pueda sufrir una per-
sona, y el daño inmaterial se desprende de la sola existencia del
hecho, sin que sea necesaria otra prueba, puesto que su produc-
ción puede presumirse. Este perjuicio no se desvanece por el
hecho de que la progenitora tenga otro grupo familiar con otros
hijos. Para establecer la cuantía del resarcimiento debe contem-
plarse la situación económica de la madre del menor que la obli-
gó a litigar con el beneficio del art. 78 y SS. del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación, no porque el dolor sea distinto, sino porque
la significación de la suma a percibir debe ser valorada según la
condición de quien la cobra, ya que si bien no compensa la mag-
nitud del perjuicio, constituye la única forma de indemnizarlo
(CNCiv, Sala G, 20/3/91, "Masaro, Agueda c/Empresa San Vicente
slaccidente de tránsito").
El daño moral es la lesión a los sentimientos que determina
dolor o sufrimiento físico, inquietud espiritual o agravio a las
afecciones legítimas y, en general, toda clase de padecimientos;
comprende también las molestias en la seguridad personal de la
víctima o en el goce de sus bienes. Su reparación está determi-
nada por imperio del art. 1078 del Cód. Civil que, con indepen-
dencia de lo establecido por el art. 1068, impone al autor del
hecho ilícito la obligación de indemnización, sin exigir prueba
directa de su existencia (CNCiv, Sala K, 17/12/93, "Seygas, Nor-
ma 1. c/Troncoso, Sergio sldaños y perjuicios").
No se colige de lo expuesto que esos criterios impongan una
prohibición de la actividad probatoria del reclamante, quien in-
cluso podría esclarecer al juzgador sobre las dolencias experi-
mentadas.
La falta de probanzas siempre ha jugado en contra del res-
ponsable que niega la existencia del daño, a quien le incumbe la
demostración de los hechos impeditivos de la pretensión de su
adversario, por aplicación de lo previsto en el art. 377 del Cód.
Proc. Civil y Com. de la Nación.
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 159

V. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria se


sustenta en las siguientes prescripciones legales: art. 1113,
párr. 2O, del Cód. Civil; art. 49, párr. lo, de la ley 13.893 (o
arts. 38, inc. a, 2, y 44, inc. b, ley 24.449, según la fecha
del accidente), y art. 118 de la ley 17.418, así como en la
abundante doctrina y jurisprudencia que reconocen como
fuente a dichas normas.
VI. OFRECE PRUEBAS. Vengo a ofrecer las pruebas que
hacen al derecho de mi parte. Ellas son:

c) Documental. ...
1 ) Recibos de gastos de tratamiento médico y farma-
céutico.
2) Documentación que acredita que soy titular del ne-
gocio situado en ...
3) Constancias de la causa penal no ... caratulada "Albi-
no Gómez sllesiones leves", que tramita ante el Juzgado
Nacional de Instrucción no ..., a cargo del doctor ..., Secre-
taría no ..., a cargo del doctor ..., cuya remisión deberá soli-
citarse mediante el correspondiente oficio.
d) Informativa. Se disponga librar oficio al Hospital
Fernández, a los efectos de que envíe copia de la historia
clínica del señor OSCARGONZÁLEZ, quien fue atendido en di-
cho establecimiento a raíz de las lesiones sufridas el ... de
... de ...
e) Pericial. Se designe perito médico de oficio, a fin
de que, teniendo a la vista la causa penal y mis anteceden-
tes médicos, y luego de practicárseme el examen de rigor,
se expida sobre los siguientes puntos de pericia:
1) Si el que suscribe, OSCAR GONZÁLEZ, padece trastor-
nos orgánicos y funcionales.
2) En caso afirmativo, origen de éstos.
3) Evaluación del estado actual y pronóstico de las se-
cuelas de las lesiones recibidas.
4 ) Porcentaje de incapacidad total o parcial, permanen-
te o transitoria.
160 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

5) Posibilidades y limitaciones de atención de mi quios-


co y las de cumplir otras actividades lucrativas, así corno
las que se refieren a mi vida de relación.
6) Si los gastos reclamados como de tratamiento médi-
co y farmacéutico se ajustan al impacto sufrido y a los pre-
cios corrientes en plaza en la época de su realización.
7) Cualquier otro dato de interés para la solución del
litigio.

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

1. OBJETO. ...

11. HECHOS. ...

111. CULPABILIDAD. Considero que mi adversario es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, ya que en la emer-
gencia me hallaba sobre la acera, parado, o sea que de nin-
guna manera pude haber cometido una infracción a las
reglamentaciones de tránsito.
En cambio, él actuó olvidando que conducía una cosa
sumamente riesgosa y potencialmente muy dañina; inició
el giro cuando a esa hora y en ese lugar era prácticamente
seguro que podía lastimar o matar a algún peatón. Ade-
más, conducía distraído pues no vio mi presencia en esa es-
quina. Sufrí las lesiones físicas y espirituales por las que
ahora reclamo compensación, debiendo el accionado, para
exonerarse, demostrar fehacientemente mi culpabilidad o
la de un tercero por la que no tenga que responder.
a) Fundamentos. La presunción de culpabilidad adversa al
conductor del vehículo embestidor, que funcionaría en los cho-
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 161
ques entre rodados, se acentúa cuando el atropellado es un pea-
tón, conforme se desprende de los numerosísimos fallos habidos
en esta materia.
Si bien es cierto que las reglamentaciones de tránsito pres-
criben las conductas adecuadas tanto para automovilistas como
para transeúntes, no lo es menos que la jurisprudencia califica
con mayor gravedad las infracciones de quienes se encuentran al
mando de una cosa riesgosa.
b) Iv7zpr~tdeízcia del peatón. Desde hace tiempo se viene sos-
teniendo que el peatón distraído, e incluso el imprudente, cons-
tituyen una contingencia previsible en el tránsito, por lo cual los
conductores de vehículos tienen que hallarse en disposición de
efectuar la maniobra eficaz que evite la producción de este tipo
de eventos dañosos.
Esta mirada, que parece un tanto benevolente para juzgar los
comportamientos de los individuos que transitan a pie, es pro-
ducto del espíritu que informa la teoría de la responsabilidad ob-
jetiva, consignada por la reforma de la ley 17.711 y que se inte-
gra al Código Civil como párr. 2", parte 2") del art. 1113.
Se ha dicho en numerosas ocasiones que quien dirige su ve-
hículo tiene que estar atento a las actitudes que puedan adoptar
los peatones, hasta las antirreglamentarias, siempre que los ha-
yan visto y hayan podido calcular su evolución posterior.
Por otra parte, se ha recalcado que el hecho de no haber vis-
to a la persona embestida con suficiente antelación, cuando ello
se pudiera esperar de una esmerada diligencia, se convierte en
un elemento demostrativo de culpa para el automovilista, en los
términos previstos en los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
Si bien es cierto que incurre en imprudencia el peatón que
baja la calzada en lugares extraños a la senda peatonal, no lo es
menos que tal circunstancia no concede un bill de impunidad al
conductor del vehículo embestidoi-, ya que por sí misma no es
motivo suficiente para acreditar su inculpabilidad, y es por lo
mismo que en todos los supuestos deben analizarse las condicio-
nes en que ocurrió el hecho, con el objeto de dilucidar el grado
de responsabilidad que le atañe. La jurisprudencia de la Cámara
Nacional en lo Civil registra unos cuantos precedentes inspirados
en esos criterios (ver, entre otros, CNCiv, Sala K, 31/10/89, "Ca-
rrizo, Raúl A. c/Neuman, Antenor y otro s/sumario"; íd., íd., 22/61
90, Barletta de Giannattasio, Leonor c/Ferreyra, Marcelo E. y otro
s/sumario"; íd., Sala M, 6/9/89, "Sáncliez de Publeta c/Corti, Da-
vid s/sumario").
c) Ateízcióíz y prudeízcia de los colzdztctor.es. Es obligación de
todos 1os conductores, y más si lo hacen profesionalmente, guiar
con el máximo de atención y prudencia, manteniendo el pleno
dominio del rodado (art. 909, Cód. Civil, y arts. 43, 65, 67 y
concs., ley 13.893)) a fin de poder afrontar las contingencias del
tránsito, entre las que se encuentra el peatón distraído, e incluso
162 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

el imprudente (CNCiv, Sala H, 2211 1/93, "Bonsenbiante, Obdulia


E. c/Ordas, José A. sldaños y perjuicios"; íd., Sala K, 17/6/91,
"Suampa de la Cerra, Emilia c/Ascone, Marcelo E. s/sumario").
Esta responsabilidad del conductor se hace más evidente
cuando el peatón resultó visible con suficiente.anticipación. Si
el peatón tenía una actitud indecisa, propia sin duda de quien
encuentra ante el avance del tránsito, lo más aconsejable e
por parte del conductoi-, procurar la detención del vehículo y
confiar todo a la suerte de una maniobra de esquive, o en que se
podría efectuar el paso por detrás de quien cruzaba. Quien ad-
virtió a la distancia al que efectuaba el cruce pudo muy bien ha-
cerse cargo del peligro potencial que entrañaba la' situación, no
bien el peatón advirtiera la proximidad del tránsito, lo que obli-
gaba a aplicar los frenos con mayor intensidad (CNCiv, Sala 1,
1413191, "Bolgiani, Hernando c/Buera, Jorge sldaños y pei-juicios").
Si bien el demandado probó que se desplazaba habilitado
por la luz verde y que lo hacía a una velocidad razonable para
una avenida urbana, ello no lo facultaba a desentenderse de las
restantes contingencias habituales del tránsito, como lo es la pre-
sencia de un peatón imprudente, lo que acarrea su responsabili-
dad en el accidente. Más aun si los peatones fueron vistos por
el conductor antes del embestimiento, y éste contaba con el espa-
cio y tiempo suficiente para reducir aun más su marcha o dete-
nerla completamente y evitar así atropellarlos. No obstante, la
influencia causal de su conducta resulta inferior (30%) a la que
corresponde a la grave imprudencia de la víctima (70%), si ésta
no sólo cruzó po1- lugar indebido, sino que al hacerlo violó la
señales luminosas que habilitaban el paso de los vehículos (CNCiv,
Sala 1, 11/4/91, "Gutiérrez, Matilde N. c/Rolón, Gabriel A. s/su-
mario").
Para que el comportamiento culpable del peatón pueda con-
siderarse causa única del accidente, tiene que ser en extremo im-
previsible e inevitable (CNCiv, Sala G, 17/9/91, "Ortiz de Espósi-
to, Ramona D. cllespade, Raúl V. s/sumarion).

IV. CONSECUENCIAS DANOSAS. A raíz del ilícito narrado,


sufrí los siguientes daños:
a) Incapacidad sobrevilzie~zte. El día del accidente te-
nía cincuenta y un años, lo que tornó más lenta mi recupe-
ración. A su vez, las severas lesiones recibidas (heridas,
fracturas, contusiones) determinaron que en la actualidad
padezca de continuas jaquecas, pérdida de la memoria,
desnlayos y falta de estabilidad corpórea.
Pero lo que ha quedado como secuela más contundente
son las dificultades ambulatorias y los dolores en la cadera
y pierna izquierda, todo lo cual ha mermado mi capacidad
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 163

poductiva, mi vida de relación (paseos, reuniones, prácti-


ca de deportes), resultándome costoso incluso todo lo que
se refiere a mi atención personal, como vestirme, lavarme,
etcétera.
Como podrá evaluar VS, el daño sufrido ha deteriorado
mi calidad de vida y la de mi familia, compuesta por mi
esposa y dos hijos adolescentes.
Las minusvalías señaladas se alcanzan a comprender
en toda su magnitud si se tiene en cuenta que soy arquitec-
to y que la discapacidad física disminuyó mis posibilidades
laborales. En concreto, dificulta todo lo que se refiere a la
confección de planos, por lo que tiene de esfuerzo físico, y
especialmente, el control adecuado de las obras que me en-
cargan, ya que debo estar mucho tiempo parado y cami-
nando. Estimo este rubro en la suma de $ ...
a) Principios generales. En numerosas ocasiones, la jurispru-
dencia ha sostenido que la importancia del daño que provoca in-
capacidad sobreviniente no se computa por la discapacidad infe-
rida al reclamante para determinada actividad o trabajo, sino
por la disminución de sus posibilidades genéricas.
Pero este principio general se muestra adecuado para el cum-
plimiento de la reparación integral de los perjuicios, cuando las
tareas desempeñadas al ocurrir el accidente pueden ser sustitui-
das por otras de análoga retribución y posibilidades de progreso,
en razón de permanecer intactas ciertas facultades que permiten
esa mutación. Idéntica solución corresponde al caso en que el
perjudicado siga trabajando donde lo hacía antes del siniestro.
Ha resuelto, en efecto, la Cámara Nacional en lo Civil que la
indemnización por incapacidad sobreviniente no tiende solamen-
te a cubrir las mermas de ingresos de una actividad laboral o
profesional actual de la víctima, sino a compensar el demérito
patrimonial respecto de todas las manifestaciones vitales de la
persona humana (CNCiv, Sala C, 2 1111/89, "Cecherini de Capa-
negra, Lidia D. c/Mariano Moreno SA, Domínguez, Héctor y Pas-
terizadora Platense SA sldaños y perjuicios"; en igual sentido,
CNCiv, Sala C, 11/7/96, "Saucedo, Dardo J. y otros c/Rodríguez,
Armando y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala F, 11/4/90, "Gar-
cía Silveira, J. M. c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios";
íd., íd., 28/10/91, "Bourie Corneille, Ana M. c/Cía. de Transportes
Río de la Plata SA sldaños y perjuicios"; íd., íd., 23/12/96, "Gia-
chino de Binicki, María G. c/Blanco, Mario A. sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala H, 30/9/92, "Ricchiuti, José A. c/Arias Lescano,
Miguel A. y otro sldaños y perjuicios").
No ocurre lo mismo cuando la víctima se hallaba desempe-
ñando funciones remuneradas a las que había accedido luego de
164 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

un alto grado de capacitación. Es el supuesto del modelo que


utilizamos, pues se dificultó o impidió el ejercicio de una profe-
sión universitaria con título habilitante, y mayor será la merma
discapacitante cuanto más especialización tenga el damnificado.
En el otro extremo nos encontramos con accionantes que no
realizan tareas remuneradas, supuestos que no incrementan sino
que disminuyen la indemnización, según las constancias de la
causa a la luz del prudente arbitrio judicial.
Que la víctima de un accidente de tránsito no desempeñe
ninguna actividad remunerada no empece a que se establezca
una indemnización por el accidente acontecido durante un trans-
porte de pasajeros, puesto que ello no asegura que en el futuro
no necesite usar de la capacidad de trabajo disminuida por el
hecho dañoso (CNCiv, Sala A, 2/7/90, "Malviccini, Estela c/Mi-
croómnibus Norte SA sldaños y perjuicios"; íd., íd., 221419 1, "Cor-
tese de Cabero, María T. c/Otero Cortese, José s/sumarioJ'; íd.,
Sala G, 311 1/93, "Luna, Juan B. c/Delfino, Antonio M. sldaños y
perjuiciosJ1;íd., Sala 1, 1913191, "Morelli, Teodora c/Transporte
Pompeya sldaños y perjuiciosJ1).
Concordantemente se ha dicho que la indemnización por in-
capacidad sobreviniente debe ser fijada no sólo en función del
aspecto laborativo, sino de todas las actividades del sujeto y de
la proyección que la secuela tiene sobre la personalidad integral
de la víctima; por lo que la ausencia de específicas actividades
redituables en el momento del ilícito no obstan a la viabilidad
del rubro, sin perjuicio de valorar dicha circunstancia al ponde-
rar su cuantía (CNCiv, Sala D, 14/2/90, "Echeverry, Mercedes
c/Domínguez, Jorge s/sumario").
b) Pérdida de clza~zce. Ha llegado a sostener la Corte Supre-
ma de Justicia que corresponde indemnizar la pérdida de clzance
que ocasionó la lesión (art. 165, Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación) si resulta evidente que la pérdida de la posibilidad de de-
sempeñarse como jugador profesional de fútbol se presenta como
una probabilidad suficiente de beneficio económico que supera
la existencia de un daño eventual o hipotético para constituirse
en un perjuicio cierto y resarcible (art. 1067, Cód. Civil) (1219195,
"Scamarcia, Mabel y otro c/Buenos Aires, Prov. de y otro sldaños
y perjuicios").
En sentido concordante, la privación de la práctica de depor-
tes -sensible a la edad de veintitrés años a la fecha del accidelzte-
determina la procedencia del daño nzoraZ (CSJN, 7/2/95, "Tosca-
no, Gustavo C. c/Buenos Aires, Prov. de sldaños y perjuicios").
c) Stlpuesto cle atna de casa. Un ejemplo especial lo consti-
tuyen las amas de casa, sobre todo cuando los detrimentos expe-
rimentados determinan la necesidad de recurrir en el futuro a
personal doméstico que ayude al cuidado de su hogar y la aten-
ción de los componentes de su grupo familiar.
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 165
En ese orden de ideas, se ha decidido que el desempeño del
rol de ama de casa es una valiosa actividad doméstica que se tra-
duce en un costo de tipo patrimonial que debe ser indemnizado
como incapacidad sobreviniente (CNCiv, Sala C, 8/10/92, "Castro
de ~ a s t e l l o ,María c/Empresarios Transporte Automotor de Pasa-
jeros SACF s/daños y perjuicios").
d) Compensación nzonetaria. En definitiva, cualquiera que
sea el grado de incapacidad sobreviniente y la situación laboral
del afectado, siempre corresponderá una compensación moneta-
ria, sin perjuicio de que cada uno de los aspectos a considerar
tendrá incidencia en el quantum pecuniario que otorgue el juz-
gador.
También se tiene en cuenta generalmente que el resarcimien-
to se fijará ponderándose el rédito que producirá el capital resul-
tante del monto de la condena durante el lapso de vida probable
hasta su agotamiento, colocando a la víctima en similar situa-
ción económica a la que tenía antes del hecho.

b) Gastos de atención médica y farmacéutica. Luego de


la atención urgente en el Hospital ..., fui derivado a la ins-
titución privada ..., de mi elección, para que se practicaran
allí los tratamientos pertinentes.
Tuve que pagar en él la suma de $ ..., por un mes de
estadía y atención médica.
Con posterioridad debí pagar los medicamentos y la
atención de profesionales (médica y kinesiológica), que as-
cendieron a la suma de $ ..., como surge de los compro-
bantes que acompaño.
En el futuro tendré que realizar consultas periódicas y,
durante un año más, estar sometido al tratamiento de reha-
bilitación y al uso de fármacos. Estimo este ítem en la
suma de $ ...
a) Alcance. Hay ciertos principios generales que rigen toda
la materia de indemnización de daños y que se aplican en el
ítem "gastos de recuperación de las lesiones y sus secuelas".
Los fundamentos serían los que funcionan como umbrales de la
compensación pecuniaria, o sea que el tope mínimo es que se
preserve la reparación integral, y el máximo, que el accidente no
se convierta en una fuente de enriquecimiento indebido para el
accionante.
b) Prueba. También corresponde tener en cuenta que el per-
juicio objeto de indemnización debe ser cierto y demostrado en
las actuaciones pertinentes. En el rubro de gastos de atención
médica, auxiliares, intervenciones quirúrgicas y medicamentos,
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

cuando el monto de estos últimos es abultado, la jurisprudencia


ha exigido los siguientes recaudos: 1 ) que exista nexo causal con
el ilícito; 2) que la pretensión se encuentre avalada por el dicta-
men pericial, y 3) que las terapias cuyo costo se pide sean razo-
nables y conducentes a la superación de las secuelas.
La Corte Suprema ha invalidado un pronunciamiento en el
que no hizo lugar a los daños y perjuicios derivados de un acci-
dente de tránsito por considerar que no existía prueba alguna so-
bre la relación de causalidad entre las lesiones sufridas por el
actor y el accidente. El fallo recurrido no tuvo en cuenta el in-
forme del perito médico, incurriendo así en un excesivo rigor
crítico y desconociendo la existencia de elementos e indicios que
hacían verosímil la causalidad invocada (717192, "Sommer, Orlan-
do A. A. cIGonzález, Rubén H. y otro", Fallos, 315:1569).
Por otro lado, se ha dicho en numerosas ocasiones que la
víctima del evento dañoso tiene libertad para elegir los profesio-
nales y establecimientos sanitarios que le inspiren mayor con-
fianza, y que no está obligada a hacerse atender en lugares gra-
tuitos o pertenecientes a su obra social sólo para aligerar los
efectos económicos que tendrá que afrontar el responsable del
hecho.
Es dable observar, asimismo, que lo apuntado vale tanto para
las erogaciones ya efectuadas como para los tratamientos futu-
ros, y se ha llegado a reconocer, entre los gastos, desde los hono-
rarios de especialistas hasta las propinas dadas a las enfermeras,
etc., que son de uso normal en las internaciones, pero siempre
que el experto corrobore la necesidad de los pagos en cuestión.

c) Daño psicológico. He padecido, asimismo, como con-


secuencia del trauma por el accidente, las curaciones y la
discapacidad actual, de una perturbación espiritual que en-
tiendo debe ser resarcida como daño autónomo o, subsi-
diariamente, como acrecentando el porcentaje de incapaci-
dad sobreviniente.
a) Alcance. En este punto abordamos el rubro indemnizato-
rio conocido como "daño psicológico". Lo que aquí hace jurídi-
camente aplicable la reparación son los daños que afectan grave-
mente la integridad física del reclamante o producen la pérdida
de algún ser querido; es decir, los que causan un importante de-
trimento anímico en el sujeto, ocasionándole estados de tristeza
y una disminución en su calidad de vida.
Desde una perspectiva jurídica podría darse la siguiente defi-
nición de perjuicio psíquico: es la perturbación transitoria o per-
manente del equilibrio espiritual preexistente, de carácter patoló-
gico, producida por un hecho ilícito, que genera en quien la
padece la posibilidad de reclamar una indemnización por tal
concepto a quien la haya ocasionado o deba responder por ella.
La jurisprudencia viene exigiendo desde hace años, como
presupuesto de la compensación en este rubro, que quien lo soli-
cite demuestre la existencia del perjuicio. A su vez, los me-
dios probatorios que rigen la demostración positiva o negativa
del daño psicológico son los que prevé el ordenamiento ritual,
con algunas características especiales.
De los tipos de probanzas que pueden arrimarse al juicio,
hay uno que reviste findamental trascendencia: el dictamen peri-
cial (incluido en el modelo); hay otro que, por lo general, puede
tener poca incidencia, como es la confesional; finalmente, exis-
ten las intermedias, que serán todas las demás y que eventual-
mente accederían a una función corroborante del informe del ex-
perto.
b) Intelpuetaciórz. Una de las cuestiones que con más fre-
cuencia plantea esta corriente interpretativa sobre la relación en-
tre incapacidad sobreviniente y daño psicológico, es que le niega
existencia autónoma a este último, y sólo lo considera indemni-
zable cuando confluye con lesiones físicas productoras de inca-
pacidad.
En nuestra opinión, la inmensa variedad que presenta la se-
miología en el ámbito psíquico demuestra que algunos sujetos,
para resistir las pérdidas, implementan mecanismos negadores
de tipo maníaco o formaciones reactivas. Factores que tornarán
improcedente la reparación de la discapacidad. La apariencia
esconde, entonces, la intensidad del trauma psicológicó recibido,
que una evaluación científica adecuada puede detectar.
Si la conclusión del experto arroja resultado positivo, en al-
gún momento de la vida de esa persona el dolor se canalizará
por alguna vía perjudicial para su salud. Entre tanto, podría
ocurrir que los mecanismos psicológicos mentados tornen imper-
ceptible su influencia en la capacidad productiva o en la vida de
relación, o que incluso aumente esos registros de medición de ca-
pacidad. Hay quienes buscan evadir sus problemas trabajando
más o aturdiéndose con presuntas diversiones.
c) Cuantificación. Respecto de la cuantificación pecuniaria
del perjuicio en cuestión, si se lo reclama como integrando la in-
capacidad sobreviniente, la indemnización deberá cubrir la mer-
ma en la capacidad productiva y en la vida de relación, cuya
suma final será directamente proporcional a la medida de esa
disminución. Funcionarán como parámetros los que la jurispru-
dencia ha elaborado para la incapacidad sobreviniente, o sea,
edad, sexo, profesión, consecuencias futuras del daño, etcétera.
Ahora bien, cuando el perjuicio psicológico se plantea como
ítem autónomo nos encontramos, para su cuantificación, con
muchas de las dificultades que se vienen advirtiendo en innume-
rables y pacíficos fallos sobre la reparación del agravio moral.
Se trata de un campo en donde no queda otra alternativa que la
168 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

vigencia del prudente arbitrio judicial, a partir de los elementos


que surjan del expediente, entre ellos tendrían un rol decisivo,
tanto el diagnóstico como el pronóstico que emanen del dicta-
men pericial.

Su monto no puede ser menos de $ ..., a fin de cubrir


también el resto no asimilado después de una terapia.
Si se reclama el costo del tratamiento, queda sujeto a la de-
cisión y conciencia del reclamante que éste se lleve a cabo o no;
en cuanto a los resultados que se obtengan, lógicamente depen-
derán de la actitud de colaboración terapéutica.
El juzgador debe partir de la hipótesis positiva, en el sentido
de que la terapia reducirá el menoscabo que implica el daño psi-
cológico, salvo que el peticionario padezca deficiencias intelectua-
les muy serias, que tornen enormemente dudoso que ello suceda.
Lo cierto es que la suma que se concede para sufragar el
gasto del tratamiento tiene que asegurar lo que correspondería,
en caso contrario, para compensar el detrimento padecido en el
área psíquica. Pero también es cierto que las grandes pérdidas
que genera un proceso con connotaciones patológicas no son eli-
minados en su totalidad por una terapia. Siempre quedará un
resto que no podrá ser borrado de la vida anímica y que consti-
tuirá, a su vez, una plataforma donde los futuros conflictos pue-
den revestir mayor gravedad.
En el caso del modelo, el resto no asimilable, en caso de que
se haga una perspectiva en tal sentido en la pericia, se basará
más que en las secuelas físicas en la frustración de por vida en
el ejercicio de una profesión o en una limitación considerable de
sus posibilidades de realización personal, por todo lo que conlle-
va de vocacional y creativa una actividad corno la arquitectura.

Por otro lado, me han diagnosticado un cuadro de neu-


rosis postraumática, con manifestaciones depresivas y psi-
cosomáticas que requieren tratamiento psicológico de dos
años, con dos sesiones por semana, como mínimo, cuyo tos-
to aproximado sería de $ ...
Tanto en las sentencias en las que se reconoció la existencia
del perjuicio psíquico como integrando la incapacidad sobrevi-
niente, como en las que lo consideraron en forma autónoma, se
concedió una indemnización por el costo de un tratamiento des-
tinado a paliar los efectos del ilícito. El fundamento legal ha
sido consignado, en muchos casos, en el art. 1086 del Cód. Civil.
El costo de la terapia generalmente resulta de la multiplica-
ción de lo que estén costando razonablemente las sesiones psico-
terapéuticas en plaza en el momento del fallo, por la cantidad
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 169
que puedan pronosticarse como convenientes para la superación
o atención de los conflictos originados en el hecho antijurídico, a
tenor de lo que evalúe el perito.
No existe disposición legal que obligue al damnificado a ac-
ceder a una institución pública y gratuita para reducir la magnitud
económica de la responsabilidad. Ocurre lo mismo que con el
tratamiento de las lesiones físicas.

d) Daño moral. Lógico resulta suponer que también


deben ser objeto de resarcimiento los padecimientos aními-
cos derivados del hecho que motiva el juicio, de los sinsa-
bores propios del tratamiento físico y de la rehabilitación,
del dolor de verse con las facultades disminuidas y con per-
turbación psicológica.
Es por ello que reclamo en concepto de agravio moral
la suma de $ ...
En la actualidad puede decirse que la jurisprudencia mayori-
taria viene señalando la existencia de diferencias entre los rubros
indemnizatorios "daño psíquico" y "agravio moral", sin perjuicio
de que se observe la composición de un elemento común a am-
bos que se vincula con el interés jurídico protegido.
El elemento compartido es el equilibrio espiritual que, tanto
en un caso como en el otro, se vería alterado por los perjuicios en
cuestión. La confluencia en este aspecto justifica la compara-
ción y exige la búsqueda de la especificidad de cada uno de los
ítem indemnizables.
En ese orden de ideas, el deslinde de áreas en ese punto de
encuentro, o sea, la perturbación del equilibrio espiritual, asu-
me en el daño psicológico el nivel de las patologías.
La cualidad de patológico, empero, no se configura exclusi-
vamente a través de la hermeneútica de textos legales, dado que
esos estudios no pertenecen al ámbito jurídico, sino que requiere
del auxilio de las disciplinas que integran el campo de la salud
mental, fundamentalmente de la psiquiatría o de la teoría psicoa-
nalítica.
Además de la diferencia conceptual, corresponde señalar que
en el daño moral la legitimación activa está circunscripta por el
art. 1078 del Cód. Civil al incapacitado o a los herederos forzo-
sos de la persona fallecida. No existe similar limitación legal
para quienes pretenden la compensación del daño psicológico, ya
que el art. 1079 otorga acción a toda persona que acredite haber
sufrido el daño, aunque sea de una manera indirecta. El tema
de si debe acotarse el campo de la legitimación y, en caso afir-
mativo, hasta dónde, se convierte en una materia de interpreta-
ción sometida al prudente arbitrio judicial.
170 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Con relación a la necesidad de probar esta clase de daños, la


jurisprudencia en forma pacífica viene reconociendo la proce-
dencia del agravio moral sin exigir que se haya probado su exis-
tencia. Respecto del daño psicológico, la solución no es unívoca,
aunque el principio general es el de la necesidad de su acredita-
ción por vía pericial, aunque en ciertos casos límite pueda presu-
mirse por la intensidad de la pérdida.

V. OFRECE PRUEBAS. Vengo a ofrecer las pruebas que ha-


cen al derecho de mi parte. Ellas son:

d) Pericial. ...
1) Médica. ...
2 ) Psicológica. Se designe perito psicólogo de oficio a
fin de que, basándose en los tests que escoja, se expida so-
bre los siguientes puntos:
a ) Estado del equilibrio espiritual del actor como con-
secuencia del accidente experimentado y que origina estas
actuaciones.
b) Si a raíz de lo expuesto existe alguna perturbación
de índole ...
c ) Posibilidades de remisión, mediante una psicote-
rapia.
d ) Duración y costos del respectivo tratamiento, discri-
minándose a partir del mínimo de sesiones semanales y
duración integral.
e ) Si a pesar del éxito de la terapia puede preverse la
subsistencia de algún resto no asimilable por el aparato
psíquico, especialmente por las limitaciones en el ejercicio
de la profesión de arquitecto y su repercusión en la vida
afectiva y en la capacidad anímica para enfrentar contin-
gencias futuras.
f ) Eventualmente, se califique como de discapacidad el
estado actual de mi salud mental, para el caso en que VS
conceda el -daño psicológico como integrante de la incapa-
cidad sobreviniente.
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 171
g) Posibilidades y limitaciones en la práctica de mi pro-
fesión de arquitecto y en otras actividades lucrativas, así
como las que se refieren a mi vida de relación.
a) Informe del perito. Hasta el caso del modelo en que el re-
clamante ha padecido lesiones graves, la producción y la funda-
mentación de la pericia1 que evalúe las secuelas del accidente re-
sultan de vital trascendencia para la viabilidad de las pretensiones
indemnizatorias por incapacidad sobreviniente o por daño psico-
lógico. La Corte Suprema ha dicho que es descalificable el pro-
nunciamiento que privó de eficacia al informe del perito psiquia-
tra y rechazó la existencia de un daño psíquico por entender que
no se habían ponderado los antededentes de disritmia cerebral
que tenía el actor, y que eran anteriores al accidente, ya que tal
apreciación no se apoya en la opinión de un experto y resulta
irrazonable si se advierte que tales antecedentes no le habían ini-
pedido el desarrollo de su carrera docente y profesional (1312196,
"Mahdjoubian, Romualdo J. y otro cIAquino, Arturo y otroJJ).
De allí la importancia que corresponde conceder a la elección
del experto adecuado y los puntos de pericia que tendrá que res-
ponder, siendo sumamente conveniente la proposición de un con-
sultor técnico de parte.
Salvo en el supuesto de lesiones gravísimas, en que un sin
fin de elementos que puedan surgir de la causa permitan presu-
mir la existencia del perjuicio en los términos del art. 165 del
Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, en todos los demás la falta
o las deficiencias del peritaje pueden determinar el rechazo de
los ítem indemnizatorios en cuestión, como se ha sostenido en
numerosos precedentes jurisprudenciales.
b) Designación de perito. La problemática aludida se com-
plica a la hora de escoger el profesional pertinente, cuando se
trata de la demostración del perjuicio psíquico.
Ello es así, pues la práctica tribunalicia demuestra que en
muchas ocasiones se solicita la intervención de un psiquiatra y,
en otras, la de un psicólogo. Si bien ambas disciplinas integran
el campo de las ciencias de la salud mental, hay notables dife-
rencias en los marcos teóricos en que se fundan, así como en las
técnicas de medición de las patologías que observan.
Según el conocimiento corriente, incumben a la psiquiatría
aquellos trastornos que revisten tal gravedad que provocan una
seria dificultad para entender la realidad circundante o para
ejercer una razonable adaptación al mundo exterior. Los sínto-
mas pueden ser muy variables (p.ej., delirios, depresiones agu-
das, agresividad incontrolada).
Por la misma vía se entiende que los psicólogos se ocupan de
personas que padecen crisis emocionales que no afectan con tan-
ta intensidad su relación con los demás, pero que disminuyen la
calidad de vida y la posibilidad del disfrute de afectos y bienes.
Este enfoque, que podría calificarse de no científico, coinci-
de empero con las conceptualizaciones de ciertas corrientes epis-
temológicas y, sobre todo, con lo que ha sido el descubrimiento
de ambas áreas de la práctica clínica a través de la historia.
Por lo tanto, la elección de una u otra especialidad tendrá
que depender del cuadro que presente el damnificado y el tipo de
perturbación que se irrogue y se pretenda probar.
Resulta aconsejable que se tenga en cuenta que los profesio-
nales de la psicología, en su formación universitaria deben cum-
plir con el aprendizaje y la realización de tests, que son en defi-
nitiva el único medio con la suficiente objetividad como para
constituirse en fundamento válido de las conclusiones periciales
(art. 477, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación).
Un5 situación muy frecuente en la práctica es que el médico,
cualquiera que sea su especialidad, acompañe su informe con los
tests practicados por un psicólogo de su elección, no designado
por resolución judicial.
Estimamos que no es un cornportamiento acorde con el or-
denamiento ritual, no sólo por la falta de designación expresa en
autos, sino porque ello impide a las partes plantear alguna de las
causales de recusación, y tampoco permite excusarse al profesio-
nal en los casos en que esté obligado a hacerlo.
Finalmente, es dable destacar que la elección del profesional
que cuantifique el daño psicológico tiene que ser coherente con
los puntos de pericia que se propongan y con la propuesta del
consultor técnico. La congruencia tiene que ser mantenida aun
en los pedidos de explicaciones o impugnaciones que en tiempo
y forma se interpongan al informe presentado. No sería acepta-
ble que si un peritaje se admitió dentro de un encuadre psiquiá-
trico, sea cuestionado con principios propios del psicoanálisis, y
viceversa. De lo contrario sería sumamente factible descalificar
el mejor de los estudios que pudiera realizarse.

Señor Juez:

11. HECHOS. La realidad de los hechos ocurridos fue


la siguiente: intenté el giro por la calle ..., cuando ya el se-
máforo había vedado su cruce a los peatones. Al atravesar
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 173

la senda peatonal, el actor, en una forma harto incompren-


sible, descendió corriendo a la calzada y caminó un paso,
lo cual fue suficiente para que me embistiera y se golpeara
con la parte lateral derecha del vehículo.
a) Aplicación. Los repertorios de jurisprudencia demuestran
que nuestros tribunales han sido muy estrictos a la hora de juz-
gar la conducta de los automovilistas y han tratado con menor
rigor las infracciones de los peatones.
Tal tesitura condujo a la doctrina de que hasta el peatón dis-
traído o imprudente constituye una contingencia normal dentro
del enredado tránsito urbano, que el conductor de la cosa riesgo-
sa debe estar preparado para sortear.
A ello se agregaba la teoría de la responsabilidad objetiva
que consagró la reforma de la ley 17.711, y que se materializó en
el texto agregado al art. 1113 del Cód. Civil.
Como consecuencia de lo expuesto, el embestir a un peatón ge-
neraba responsabilidad, salvo que demostrara una conducta del
peatón seriamente transgresora de las reglamentaciones de trán-
sito o la culpabilidad de un tercero por quien no debía responder,
o que la prueba aportada fuera lo suficientemente concluyente
del desaprensivo obrar de la víctima.
Además de lo establecido en el art. 1113, correspondía tener
en cuenta durante la vigencia de la ley 13.893, que el art. 42 in
fine incluía el siguiente texto: "En los lugares reservados al trán-
sito de peatones, de ocurrir un accidente, se presume la culpa
del conductor".
La ley 24.449, en su art. 64 in fine, contempla la temática
aludida, prescribiendo que "el peatón goza del beneficio de la
duda y presunciones en su favor, en tanto no incurra en graves
violaciones a las reglas del tránsito".
Asimismo, puede colegirse de la inmensa cantidad de pre-
cedentes justiciados que el cruce del peatón por la senda de se-
guridad, aunque no respete puntillosamente las indicaciones del
semáforo, se ha considerado en muchas ocasiones insuficiente
como para liberar en forma total al chofer de las consecuencias
de la embestida.
La situación del conductor mejoraba si el atropellado circu-
laba por la calzada corriendo, pues el art. 56, inc. c, de la ley
13.893 expresamente disponía que en ningún caso debían los
peatones detenerse voluntariamente en la calzada, ni atravesarla
corriendo. Esto último se consideraba una infracción grave con-
tra el tránsito y creaba la presunción de su culpabilidad en los
accidentes que se producían como consecuencia de la infracción
a esta regla.
b) Inteípíetació~zjudicial. Además, la jurisprudencia ha se-
ñalado la trascendencia de la conducta reprochable de peatones
que cruzan a mitad de cuadra o a una distancia considerable de
la senda peatonal, o lo hacen iniciando el cruce entre dos vehícu-
los, pues en ambos casos se convierten en apariciones súbitas y
razonablemente ineludibles para los que guían automotores.
Veremos algunas características de los fallos de la Cámara
Nacional en lo Civil en los que se ha resuelto la culpabilidad'del
peatón. La beodez de la víctima, quien -con la lógica disminu-
ción de sus reacciones y de sus posibilidades de traslación- se
lanzó a atravesar una vía de tránsito rápido, de noche, cuando el
semáforo le negaba el paso y se lo concedía a los automotores
(CNCiv, Sala G, 4112/89, "Lagraña, Rafaela c/Alves, Eduardo slsu-
mario"); o si la víctima intentó cruzar una avenida por la senda
peatonal, pero cuando el semáforo habilitaba el paso de los
vehículos (CNCiv, Sala A, 7/6/90, "Gentile de Mazzola, María A. y
otra c/sumarioV);o si el damnificado cruzó una avenida de trán-
sito ligero e intenso por un lugar distinto de la senda peatonal
(CNCiv, Sala A, 8/5/91, "Ladaga, Susana 1. y otra c/Pascua, Eduar-
do s/sumario").
Para que concurra culpa de la víctima, es menester que se
reúnan circunstancias de tiempo y de lugar, y a quien toca pro-
barlas es al conductor del vehículo que participó en el acci-
dente. Porque está claro que el cruce de una avenida de doble
circulación, de intenso tránsito, en una hora pico, fuera de la línea
peatonal y cuando el semáforo indica que el peatón debe dete-
nerse, constituye prácticamente un suicidio que en la gran mayo-
ría de los casos exoneraría de responder al automovilista (CNCiv,
Sala B, 11/6/91, "Nigri, Elvira N. c/Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires y otro s/sumario"); en igual sentido, CNCiv, Sala
A, 2/3/92, "Flores, Mirta B. c/Mattulich, Juan C. s/daños y perjui-
cios"; íd., íd., 5/3/92) "Chmielnik, Greta B. c/Reyes, Ramón s/da-
ños y perjuicios"; íd., Sala K, 15/12/92, "Suárez, Selva c/Del Cam-
po, Ricardo H. s/sumarioJ1).
Asimismo, tratándose de una vía de tránsito rápido, la previ-
sibilidad de la aparición de un peatón en la línea de marcha de
un vehículo es muchísimo menor para su conductor que en el
tránsito del radio céntrico o periférico de una ciudad. De allí
que se exija al transeúnte que adopte las mayores diligencias para
intentar el cruce (CNCiv, Sala E, 21/6/93, "Fernández, Sara c/
Mayo SA sídaños y perjuicios").
Se encuentra claramente demostrada la culpa del peatón,
cuando éste circuló por la calzada de una autopista, máxime cuan-
do existen dos puentes peatonales en las inmediaciones, y ese modo
de obrar ha sido el único que ha determinado el daño (CNCiv,
Sala H, 6/9/95, "Scalice, Gabriela N. c/Knoll, Carlos A. s/sumarioJJ).
Está demostrada la exclusiva culpa del peatón, cuando éste
circuló por la noche en un lugar oscuro por la mitad de una au-
topista, existiendo en las cercanías un puente peatonal para su
cruce, ya que ese modo de obrar está fuera de lo normalmente
previsible, máxime cuando, conforme a los elementos de prueba
aportados, el modo de conducir del demandado se adecuaba a las
'DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 175
normas en rigor (CNCiv, Sala H, 18/12/95, "Bowman, Blanca F.
c/Serein, Carlos A. sldaños y perjuicios").
Si el accionado circulaba a uha velocidad normal, haciéndo-
lo por su mano e inmerso en el tránsito en una vía de gran volu-
men vehicular, circunstancias éstas que no le permiten detener
totalmente su rodado por las graves consecuencias de esa con-
ducta, que resulta irresistible para el conductor del vehículo
(CNCiv, Sala K, 26/12/96, "Lo Russo, Héctor R. c/Artusa, Daniel
sldaños y perjuicios").

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue sin


duda el culpable exclusivo del accidente por haber preten-
dido cruzar a la carrera una arteria céntrica, de tránsito
intenso a esas horas, en violación de las indicaciones lumi-
nosas que le prohibían avanzar y sin tener conciencia de
su fragilidad como para cerciorarse, que no iba a colisio-
nar con ningún rodado. Dicho evento era sumamente pre-
visible, por lo que al menos corresponde declarar la concu-
rrencia de culpas.
a) Distribución de culpabilidad. No faltan, por otra parte,
sentencias en las que se ha distribuido la culpabilidad en el acci-
dente de tránsito: hay culpa concurrente imputable en un 80% a
la víctima y en un 20% al conductor, si aquélla intentó cruzar
por detrás de un colectivo detenido y fue embestida por el ve-
hículo que circulaba por la mano contraria. Esa circunstancia
importa una necesaria responsabilidad, pues la víctima impidió
la visual del conductor del rodado, que a la distancia no podía
advertir la presencia del peatón, quien apareció sorpresivamente
por detrás del ómnibus invadiendo su mano de circulación, más
aun si se trata de una ruta de mucho tránsito y sumamente peli-
grosa por los continuos accidentes que se producen (CNCiv, Sala
E, 13/9/89, "Ramírez, Caledonia c/Kilian, Miguel R. s/sumario).
Si la víctima sabía que intentaba un cruce por un lugar alta-
mente riesgoso y prohibido (en el caso, una autopista), esperan-
do un "claro" en el intenso tránsito para hacerlo, su conducta no
puede llevar a responsabilizar al demandado en igual medida,
por cuanto fue mayor la responsabilidad de la víctima, ya que
asumió el riesgo y las consecuencias de iniciar el cruce sin adop-
tar las más elementales precauciones exigibles. Si bien se habla
del peatón distraído e imprudente como consecuencia previsi-
ble del tránsito automotor, tal previsión impuesta a los conduc-
tores tampoco puede llevársela a límites rígidos o absolutos,
cuando en el caso ha contribuido en mayor grado a la produc-
ción del hecho (CNCiv, Sala L, 9/5/90, "Soto Vega, Teófilo y otro
c/Borruso, Salvador J. s/sumario").
Si el colectivo circulaba muy cerca del cordón de la vereda y
tenía su parte trasera que se movía hacia ambos lados por sus
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

amortiguadores rotos, lo que evidentemente provocó que el dam-


nificado fuera apretado entre el colectivo y su propio rodado,
ello no exime totalmente a éste de responsabilidad si la víctima
al bajarse de su automotor utilizó la puerta que da hacia el mo-
vimiento vehicular en lugar de hacerlo por la que abre hacia la
vereda, contribuyendo al accidente, por lo que cabe atribuir el
80% de la responsabilidad al accionado y el 20% al accionante
(CNCiv, Sala B, 71819 1, "Melnik, Alberto c/Transporte Atlántida SA
s/sumarioJ1).
Si bien es cierto que cuando el embestimiento se produjo
más allá de la senda peatonal queda probada la imprudencia de
la víctima, si la velocidad desarrollada por el conductor no era
adecuada y prudente para cumplir con su obligación de mantener
el pleno dominio del rodado y evitar así el infortunio, queda asi-
mismo demostrado que ambos intervinientes en el hecho dañoso
son culpables. No existiendo motivo bastante para discriminar
cuál de las culpas en juego fue mayormente eficiente en su pro-
ducción, ha de considerarse que las dos lo son por partes iguales.
Además, se ha considerado un 90% de culpa en el chofer que
circulaba a una velocidad no aceptable en zona urbana, por calles
que no son avenidas de circulación rápida, más aún al pasar boca-
calles, y un 10% en el peatón que, aunque no inició el cruce en la
senda peatonal, estaba muy cerca de ella (CNCiv, Sala C, 5/5/92,
"González, Manuel c/Quintana, José M. stdaños y perjuicios").
Tanto el automovilista como el peatón tienen la obligación
de observar las normas reglamentarias para evitar situaciones de
peligro que puedan derivar en perjuicio de terceros, debiendo
responder por la más leve culpa en el cumplimiento de sus debe-
res (CNCiv, Sala H, 28/10/91, "Martínez Pérez, Josefa c/Ozan,
María del Rosario y otros s/daños y perjuicios").
b) Causas concurrentes. Es previsible que un peatón intente
el cruce en cualquier circunstancia o se detenga en el medio de
la calzada, o también pueden ocurrir sus eventuales perplejidades
e incoherencias de conducta, atemorizado ante la aparición del
vehículo. Conductas semejantes pueden ser causa concurrente
del evento dañoso (CNCiv, Sala G, 23/9/92, "Acevedo, Julio O.
c/Rivas, Alejandro E. s/sumario").
El hecho de que el conductor de un vehículo haya obrado
con desatención o imprudencia, y por tanto tenga que responder
por los daños que ese proceder indebido haya causado, no impli-
ca necesariamente que el otro interviniente en el hecho, sea con-
ductor o peatón, no tenga también que desarrollar su actividad
con cuidado; especialmente el peatón tiene la obligación de tener
conciencia de su propia debilidad y evitar todo caso en que su
humanidad pueda resultar afectada (CNCiv, Sala K, 17112/93,
"Seygas, Norma 1. c/Troncoso, Sergio s/daños y perjuicios"; íd.,
Sala H, 31/5/94, "Ifran, Elena B. c/Santomé, José M. y otros slda-
ños y perjuicios").
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 177
Entre el peatón que cruza mal la calzada y el automovilista
que conduce a excesiva velocidad, con frenos defectuosos o ina-
propiados, se adelanta a otros rodados apenas cambia el color
rojo del semáforo, invade la mano contraria y embiste al peatón,
existe una concurrencia de culpas. Aun aceptada la presunción
de culpa -en grado menor- en el peatón, ella no es suficiente
para eximir de mayor responsabilidad al propietario o guardián
del automotor embistente si éste no prueba que la interrup-
ción del peatón fue de tal manera imprevisible que no le permi-
tió ninguna maniobra apta para evitar el embestimiento, dado el
carácter de cosa altamente riesgosa que tienen los vehículos au-
tomotores (CNCiv, Sala L, 3/6/94, "Cutini, Jorge A. c/Si.gmaringo,
Eduardo y otro s/sumario").
Si el peatón -víctima de un accidente de tránsito- no respetó
la directiva que emana del art. 56, incs. n y d, de la ley 13.893, y
del art. 25, inc. a, del Código de Tránsito para la Ciudad de Bue-
nos Aires, al no realizar el cruce por la senda peatonal y preten-
der efectuarlo por el medio de la cuadra, máxime en una arteria
de intenso tránsito, existe culpa concurrente entre el transeúnte
y el conductor del rodado que lo embistió (CNCiv, Sala L, 2/6/95,
"Díaz, Rosa c/Marcovici, Sandra N. s/daños y perjuicios").
La aparición repentina de un peatón a la altura aproximada
de la mitad de cuadra, si la velocidad que se mantiene está en el
límite reglamentario, implica una circunstancia difícil de prever
y evitar, aunque se conserve un dominio relativamente cuidadoso
del vehículo. No obstante ello, si de las circunstancias del caso
resulta que el menor víctima estuvo o pudo estar durante un bre-
ve lapso dentro del campo visual del conductor, quien pudo ha-
ber aminorado la marcha, se impone la consideración de una
responsabilidad compartida, aunque en distintas proporciones
(CNCiv, Sala M, 24/5/95, "Pocovi, Carlos A. y otro c/Mattiuzzi, Ri-
cardo L. sldaños y perjuicios").

Señor Juez:

por derecho propio, ...


OSCARGONZÁLEZ,
IV. FUNDAEN DERECHO. ...
V. CONSECUENCIAS DANOSAS. A raíz del ilícito narrado su-
frí los siguientes daños:
a) Incapacidad sobreviniente. Ocioso pareciera resaltar
la discapacidad que me genera la falta de la pierna dere-
cha, especialmente si se tiene en cuenta que tengo treinta y
cinco años, mujer y dos hijos de doce y ocho años. Soy
contador público desde hace una década, y me desempe-
ñaba como tal en diversas empresas, las que me pagaban
sumas importantes que se acreditarán con la prueba perti-
nente. Dichos asesoramientos culminaron desde el lamen-
table accidente por el que acciono, debiendo conformarme
en la actualidad con llevar los libros a algunos pequeños
comercios, con lo cual disminuyeron notablemente mis in-
gresos y mis posibilidades futuras.
Además del área laboral, ha mermado toda mi vida de
relación. Ya no puedo practicar los deportes como lo ha-
cía antes, dado que era aficionado al fútbol, al tenis, al golf
y a la paleta. Concurría al Club Belgrano dos veces de lu-
nes a viernes y todos los fines de semana con mi familia.
También tengo dificultades para irme de vacaciones, ya
sea a una playa o a las sierras, como solía hacerlo, amén
de que se me ha imposibilitado la realización de viajes de
turismo al exterior, y ni pensar en recorridos largos.
Indudablemente, la pérdida de ingresos comprobada en la
causa, sobre todo si son elevados dentro de una determinada
área laboral, constituye una pauta de singular trascendencia a la
hora de determinar la cuantía de la indemnización.
Aunque no sea el único punto de referencia, pues correspon-
de computar también que con las facultades restantes se pueden
llevar a cabo otras actividades lucrativas, el descenso en el nivel
profesional deviene insoslayable, a pesar de que exista una peri-
cia que minimice el porcentaje de discapacidad.
Entiendo que en este caso, así como en todos los que se juz-
ga la incapacidad sobreviniente, corresponde tener en cuenta el
crecimiento sostenido de la desocupación como fenómeno social
universal, que obliga a evaluar cualquier déficit como de mayor
resonancia en las posibilidades de obtener ingresos por el resto
de la probable vida útil del damnificado.
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 179
De igual suerte, el otro aspecto de la compensación de mer-
mas, o sea, la vida de relación, que la jurisprudencia mayoritaria
incorpora como parámetro indemnizable, se puede manifestar en
diversos aspectos o pautas de la existencia humana que tienden a
incrementar la calidad de vida.
Es por ello que una visión que no sea puramente patrimonia-
lista y que abarque factibilidades que se suman a la de obtener
dinero, pero que se vinculan con la capacidad de disfrute de todo
ser humano, se encontrará más cerca de cumplir con el objetivo
de la reparación integral, que es el pivote que orienta el dere-
cho de daños, como lo admiten en forma unánime tanto la doc-
trina como la jurisprudencia.

b) Lucro cesante. La incapacidad sefíalada en el acá-


pite anterior deberá correr a partir del momento en que se
consolidaron las secuelas del ilícito, o sea dos meses des-
pués de éste.
Durante el lapso previo he dejado de percibir las ga-
nancias por asesoramiento de empresas que alcanzan a la
suma de $ ... y que también debe ser incluida en la indem-
nización que oportunamente se establezca.
a) Rubros indemnizatorios. En diversos pronunciamientos
judiciales se han ido delimitando las diferencias entre los rubros
indemnizatorios conocidos como incapacidad sobreviniente y lu-
cro cesante por incapacidad laboral.
Una de ellas apunta a la temporalidad, ya que el lucro cesan-
te comprende las ganancias efectivamente dejadas de percibir en-
tre el accidente y el día en que la víctima es dada de alta, por
restablecimiento total o por consolidación de las secuelas del im-
pacto recibido.
Dicha consolidación marca el límite a partir del cual la inca-
pacidad sobreviniente viene a sustituir al lucro cesante, dándolo
por concluido, rigiendo como objeto indemnizable la disminu-
ción de aptitudes para obtener ingresos y, según la jurispruden-
cia mayoritaria, la merma en la vida de relación.
En la compensación del lucro cesante no se repara en razón
de un enfoque integral de las facultades de la víctima, sino en
función de las tareas que habitualmente venía realizando antes
del ilícito.
b) Medios de prueba. Como en todos los supuestos en los
que se reclama la compensación por lucro cesante, el demandan-
te debe probar adecuadamente los beneficios económicos de los
que se vio privado como daño cierto, quedando, en principio,
fuera de ese campo las pérdidas de alcances genéricos o mera-
mente conjeturales.
Los medios probatorios que p r o d ~ ~ z cen
a tal sentido tienen
que ser eficaces y conducentes de llevar al ánimo del juzgador la
convicción de que se produjo el perjuicio.
Por ende, la ausencia de prueba o su insuficiencia respecto
de las ganancias dejadas de percibir, y su monto, pueden determi-
nar el rechazo del ítem en cuestión, salvo que se trate, como en
el modelo, de un profesional que acredite su título habilitante o
situaciones análogas. De esa manera, el juez está facultado a
presumir el daño y fijar su cuantía, en virtud de lo establecido
en el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación.
Se ha dicho concordantemente que aun cuando no se de-
muestre con una prueba adecuada lo que percibía e1 damnifica-
do antes del hecho, no por ello puede dejar de reconocerse el
menoscabo e incluírselo en la condena, en orden a una repara-
ción integral (CNCiv, Sala E, 11/12/89, "Pérez Araujo, José O.
c/Ávila Posse de Ferrer, Irma sldaños y perjuicios").

c) Lesión estética. Sabido es que las personas que,


como yo, pierden uno de sus miembros, no sólo quedan
con desagradables y antiestéticos efectos, sino también que
provocan un rechazo físico en muchas personas, para las
cuales resulta un espectáculo intolerable.
En virtud de ello es que solicito compensación por tal
ítem, ya sea en forma autónoma o subsidiariamente, inclu-
yendo la incapacidad sobreviniente, pues el déficit estético
se traduce en una merma de mis posibilidades de obtener
ingresos y de toda mi vida de relación.
a) Evolución del co~zcepto. Un recorrido analítico a través
de los diferentes fallos que desde antiguo se vienen pronunciando
sobre la lesión estética como ítem indemnizatorio, arroja las si-
guientes conclusiones: l ) que el concepto ha ido evolucionando;
2) que dicha evolución se caracteriza por una tendencia a la am-
plitud, y 3) que se ha generado una controversia entre los crite-
rios autonomistas y los que consideran al rubro como un aspecto
de la incapacidad sobreviniente o del agravio moral.
b) Precedentes jt~risprttdenciales. La compulsa de la jurispru-
dencia de la Cámara Nacional en lo Civil demuestra la existencia
de unos cuantos precedentes en donde se ha declarado la auto-
nomía de la lesión estética como rubro indemnizatorio (ver p.ej.,
CNCiv, Sala F, 19/6/90, "Lax, Jorge A. y otra c/DIAlterio, Edgar-
do R. s/sumario"; íd., Sala K, 13/5/91, "Blaser, Alejandro c/Pol,
Claudio H. s/sumario"; íd., Sala M, 7/6/89, "Ferreyra, Jorge c/Noy,
Oscar s/sumario"; íd., íd., 7/6/89, "Leguizamón, Graciela c/Noy, Os-
car s/sumario"; íd., íd., 6/9/89, David de Iopas, Zulema c/Empresa
Microómnibus Norte SA Monsa s/sumario"; íd., íd., 271219 1, "Be-
negas, Elida N. c/de Lacalle, Aldo 0 . sldaños y perjuicios").
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 181
En general, no obstante que la lesión estética puede ser teni-
da en cuenta para determinar el.qttantunz de la indemnización
por incapacidad sobreviniente, cuando ésta tenga implicancias
económicas o incidencia en la vida de relación, considerando el
daño estético como alteración del aspecto habitual que presenta-
ba la víctima antes del accidente, genera un perjuicio que debe
ser reparado como daño autónomo, por ser su naturaleza de dis-
tinta índole (CNCiv, Sala M, 15/3/93, "Giasona, Miguel A. c/Trans-
porte Automotor Callao SA s/sumario"; en igual sentido, CNCiv,
Sala B, 10/4/95, "Ramos, Gustavo c/Gámez, David A. sldaños y
perjuicios"; íd., Sala H, 21/11/94, "Suárez, Enrique C. y otros
c/Ledesma, Dante y otros sldaños y perjuicios"; íd., Sala K, 151
10196, "Cymbler, Guillermo A. c/Subterráneos de Buenos Aires
sldaños y perjuicios"; íd., Sala L, 4/3/94, "Ruiz Ferreyra de Car-
ballo, Marta P. c/Ferrocarriles Argentinos s/daños y perjuiciosJ1).
De igual suerte, hallamos varios precedentes en donde se ha
considerado que la lesión estética no constituye un rubro indem-
nizatorio autónomo. Sobre la naturaleza del daño estético, mien-
tras unos sostienen que se trata de un daño material, porque
incide sobre las posibilidades económicas y sobre la vida de rela-
ción de quien lo padece, siendo ambos conceptos acumulables,
otros aducen que sólo lesiona las afecciones legítimas del damni-
ficado, por lo que integra el concepto del daño moral.
En realidad, la lesión estética provoca intrínsecamente daño
a un bien extrapatrimonial: la integridad corporal, lesión que
siempre provocará un agravio de tipo moral y que puede, o no,
afectar el aspecto patrimonial del individuo. Si lo provoca, se
está en presencia de un daño patrimonial que puede abarcar tan-
to los daños emergentes (gastos insumidos 'en la curación de las
lesiones) cuanto el lucro cesante (pérdida de la fuente de trabajo
o su disminución) (CNCiv, Sala E, 18/4/89, "Maregatti, Mauro
S. c/Línea de colectivo 24 s/sumario, accidente de tránsito"; ver,
también, CNCiv, Sala A, 4/10/89, "Segovia, Adelaida c/Empresa
Ferrocarriles Argentinos s/sumario"; íd., íd., 3/6/91, "Rodríguez,
Carlos P. c/Pesek, Wenceslao sldaños y perjuicios"; íd., Sala B,
7/9/92, "Lynch, Eugene S. c/Carrion de Bellini, Patricia 1. slsuma-
rio"; íd., Sala C, 24/9/91, "Salva, Gregoria M. c/Bottassi, Elsa sl
sumario"; íd., íd., 15/9/92, "Blosich, Marcela B. c/Espósito, Omar
R. sldaños y perjuicios"; íd., íd., 7/3/95, "Oros, Daniel F. c/Nacud,
Carlos H. sldaños y perjuicios"; íd., Sala D, 31/10/95, "Paupin,
0,scar c/Brokowski, Juan C. s/sumarioJJ;íd., Sala E, 27/2/90,
"Avalos, Ricardo V. c/Tenzi, Héctor R. s/sumario"; íd., Sala G,
3/7/89, "Bedoya de Piriz, Irene G. c/Berazaluce de Tulliani, Néli-
da y otro s/sumarioJ1;íd., íd., 8/9/89, "Rodríguez, Félix C. c/Ferro-
carriles Argentinos s/sumario").
c) Denegación. En algunos precedentes se ha denegado la
compensación por la insignificancia del perjuicio, o porque se con-
cedía el costo de una cirugía reparadora y el perito afirmaba que
con la intervención aludida la víctima volvía a su estado ante-
182 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

rior, con lo cual sólo se otorgaba el costo de la operación.


cicatriz en la pierna de un hombre no puede estimarse def
dad que impida al ofendido continuar ejerciendo su oficio
fluya en su futuro, ya que para ser indemnizable la lesión estéti..
ca debe producir un daño patrimonial y ejercer influencia en las
actividades de la víctima. Distinto sería el supuesto en el que
las cicatrices afearan a la persona, o fueran desagradables o re-
pugnantes a tal extremo que limitaran considerablemente su vida
de relación, o le impidieran obtener una ocupación rentable
(CNCiv, Sala J, 8/3/90, "DIAmico,Víctor L. y otro c/Fama, Walter
y otro sldaños y perjuicios"; ver, también, CNCiv, Sala A, 6/12/94,
"Méndez, Alcira T. c/Ciarrochi, Eduardo sldaños y perjuicios"; íd.,
Sala DI 10/12/90, "Arias, Julia y otro c/Ocampo, Julio C. y otro
s/sumario"; íd., Sala"L, 9/10/91, "Javier, Pascua1 c/López, Antonio
J. s/sumario").
d) Cuantificación del daño. Al respecto se ha sostenido que
en los casos de la incapacidad sobreviniente y la lesión estética
no cabe adoptar sistemas matemáticos o de probabilidades, pues-
to que su aplicación no pasa del límite de lo puramente hipotéti-
co o conjetural, porque lo que corresponde es analizar las cir-
cunstancias específicas del caso concreto y la repercusión de las
lesiones en las posibilidades genéricas de la vida laboral y de
relación, en especial las referidas a la edad de la víctima, su pre-
paración intelectual o capacitación para el trabajo, el grado de
discapacidad física y su incidencia (CNCiv, Sala A, 211 1/92, "Bur-
gos, Héctor A. y otro c/Procopio, Domingo s/daños y perjuicios").
En cuanto a la tendencia a la amplitud, se manifiesta tanto
en el reconocimiento de los legitimados para reclamar como en
la entidad del perjuicio. Esa expansión del bien jurídico prote-
gido se ha producido en concordancia con todo un cambio socio-
cultural que paulatinamente ha ido otorgando mayor valor a la
apariencia física de las personas.
A partir de lo expuesto se puede comprender que la lesión
estética fue admitida en un principio dentro del universo jurídi-
co, cuando quien reclamaba la reparación pecuniaria era una mu-
jer que, a raíz del perjuicio aludido, veía reducidas sus posibili-
dades futuras de obtener ingresos.
O sea que se admitía la procedencia de la indemnización para
las artistas, modelos, etc., que necesitaban imperiosamente lucir
su belleza para cumplir con determinadas tareas, casos en donde
la lesión estética estaba asociada a la incapacidad sobreviniente,
por la merma en la aptitud de lograr determinadas ganancias,
luego en muy contados supuestos se admitió al sexo masculino
cuando estaba en juego su porvenir profesional.
Con el paso del tiempo se fue incorporando en el panorama
cultural la noción de la imagen de las empresas, siendo quienes
las representaban portadores de ese valor que permitía, en defi-
nitiva, incrementar las ganancias. Especialmente, este cuidado
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 183
por la apariencia externa se ha exigido en algunas actividades
como requisito insoslayable, como por ejemplo en las ventas, re-
laciones públicas, etcétera.
La proyección de esos fenómenos de la realidad social en el
discurso jurídico resultó forzosa e inevitable, aun para aquellos
que miraban con cierto recelo a este tipo de indemnización,
para que no se produjera en el patrimonio del damnificado un
enriquecimiento sin causa.
El balance en la actualidad es que toda disminución en las
facultades que se apoyan en los aspectos estéticos de las perso-
nas encuadran en lo previsto en el art. 1068 del Cód. Civil, para
hombres y mujeres, cualquiera que sea su edad. Claro está que
la cuantía de la compensación se eleva en el caso de las mujeres
jóvenes y decrece para el sexo opuesto y para quienes tengan
avanzada edad.
Podría hacerse incluso una hipótesis prospectiva, en función
de la evolución histórica del instituto en cuestión, en el sentido de
un incremento en el enfoque amplio, que irá disminuyendo, ade-
más, la diferencia entre los sexos. Ello es así pues la común-
mente llamada "buena presencia" se ha convertido cada vez más
en una condición para acceder a los más variados empleos, sobre
todo a partir del decrecimiento de la oferta de puestos de trabajo
y las consiguientes dificultades para insertarse laboralmente.
Las siguientes pautas han sido enunciadas por la Corte Su-
prema, al sostener que, en los casos en que la lesión afecte la
aptitud laboral de la víctima, para justipreciar el daño que efecti-
vamente ha sufrido, es menester computar sus circunstancias
personales -edad, sexo, salud, profesión- como, asimismo, los
efectos desfavorables sobre su ulterior actividad económica ("Be-
toldi, Claudia M. y otro c/Prov. de Bs. As. s/sumario, daños y per-
juicios, accidente de tránsito", Fallos, 3 12:2085). Y desde hace
tiempo ha destacado la viabilidad del resarcimiento por daño
moral, derivado de un accidente de tránsito, teniendo en cuenta
sus secuelas estéticas ("Gallegos, Evangelina M. c/Singh, Donald
y otro", Fallos, 297:122).

d) Daño psicológico. Difícil resulta incluir dentro de


este rubro indemnizatorio los desequilibrios espirituales
de índole patológica que experimentamos mi mujer, mis hi-
jos y yo.
Tenemos dos varones, para los cuales el padre es, a la
edad que ellos tienen, un modelo de identificación irreern-
plazable, pero que por causa del ilícito ha pasado a ser una
figura debilitada y plagada de limitaciones.
Se han quebrado todas las alegrías que antes había en
el seno familiar, nuestro hogar se ha ensombrecido y no
hallamos la forma de salir de ese clima, razón por la cual
nos han recomendado a todos la realización de terapias psi-
cológicas para paliar los efectos del trauma. Incluso el ren-
dimiento escolar de mis hijos y sus capacidades lúdicas, así
como su vida social en general se han visto seriamente da-
ñadas. Desde ya que los costos de los tratamientos serán
a mi cargo.
La asistencia terapéutica debe cubrir una terapia de
dos años, a razón de dos veces por semana para mi señora,
de igual duración para los niños y el doble para mí; en este
caso, hay que agregarle los costos de traslado en vehículos
de alquiler hasta el consultorio donde vaya a atenderme.
La reparación por daño psicológico la solicito en mi
caso en forma autónoma o, subsidiariamente, como elevan-
do la discapacidad laboral y social en general, especialmen-
te la metamorfosis que ha experimentado mi vida familiar.
Finalmente, al fijarse el quantum del perjuicio de ma-
rras, corresponde tener en cuenta que por más exitosa que
sea la terapia y inayor mi colaboración, el cambio en mi
esquema corporal y en el cuadro familiar y social han pro-
ducido y producirán huellas no asimilables por el aparato
psíquico y que afectará mi calidad de vida futura.
a) Existencia del daño. En el espectro de las ciencias de la
salud mental, tanto desde la psiquiatría como de la teoría psicoa-
nalítica, suele asociarse con las graves lesiones corporales el sur-
gimiento de un cuadro psíquico de índole patológica.
Tal circunstancia hace presumir, en casos como el del mode-
lo, en que la secuela del accidente es la pérdida de un miembro,
la existencia de daño psicológico como rubro indemnizable. Por
ende, a quien niega la existencia de ese perjuicio entendemos que
le corresponde la carga de la prueba que lo descarte.
Para el caso en que no se produzca la prueba pericia1 condu-
cente a la acreditación del detrimento en cuestión o su inexisten-
cia, el magistrado interviniente podrá fijar la reparación pecu-
niaria en función de lo previsto en el art. 165 del Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación, ya sea que lo considere como ítem autóno-
mo o integrando la incapacidad sobreviniente.
b) Perjuicio y agravio nzoral. Otra de las cuestiones que con-
viene tener en cuenta es la diferencia reconocida ampliamente
por la jurisprudencia entre ese perjuicio y el agravio moral.
En los casos más recientes se ha resuelto que el daño psíqui-
co debe ser indemnizado como diferenciado del estético y del
moral, si de la pericia surge la existencia de una alteración emo-
cional, como consecuencia del accidente padecido (CNCiv, Sala
D, 27/8/90, "Nigro de García, B. c/Fuentes, Ricardo s/sumario").
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 185
Si se encuentran acreditados los trastornos psicológicos que
padeció la esposa de quien falleció en un accidente ferroviario,
cuyo tratamiento psicoterapéutico requerirá una duración no me-
nor de tres años, con una frecuencia de dos sesiones semanales,
ante tal situación no puede hablarse de consecuencias remotas.
El daño psíquico no queda subsumido en el daño moral, a poco
que se repare en la diferente naturaleza que poseen ambas parti-
das, puesto que este último prevalece en el sentimiento, en tanto
que el daño psíquico afecta preponderantemente en la esfera del
razonamiento (CNCiv, Sala E, 2/10/90, "Yurrita de Cimapoli, An-
gela 1. c/Ferrocarriles Argentinos s/sumario"; en igual sentido,
CNCiv, Sala C, 27/11/92, "Vinaya, Felipe y otra c/Empresa Ferro-
carriles Argentinos Línea Gral. Belgrano s/daños y perjuicios";
íd., Sala F, 2/8/91, "Borysink Juan y otro c/Ibarra, Santiago M.
y otro"; íd., íd., 16/9/93, "Gramajo, Luz D. c/Soro, Marcelo C. y
otros sldaños y perjuicios"; íd., Sala K, 30/3/94, "Miretti, Ricardo
0. c/Silleta, Roberto F. sldaños y perjuicios").
Ello es así pues el agravio moral contiene, respecto de los le-
gitimados al reclamo, la distinción de que sólo puede concederse
al damnificado directo cuando el ilícito no concluyó en su falle-
cimiento, conforme lo dispuesto por el art. 1078 del Cód. Civil.
Dicha limitación no es procedente para el daño psicológico,
por no existir norma legal alguna que así lo disponga. Ninguna
restricción, en tal sentido, contiene al art. 1079 del Cód. Civil,
que extiende la responsabilidad por el ilícito como beneficiario
de la compensación pertinente a "toda persona que por él hubie-
se sufrido, aunque sea de una manera indirecta".
Pero en el supuesto de los damnificados indirectos es alta-
mente probable que la suerte de la viabilidad de la pretensión re-
sarcitoria por daños psicológicos, dependa de que se acredite el
perjuicio con el informe pericial, adecuadamente fundado.
c) Costo del tratamiento. Respecto de la indemnización co-
rrespondiente al costo de un tratamiento psicoterapéutico, expre-
samente contemplado en el art. 1086 del Cód. Civil, el tema ha
sido tratado en numerosos pronunciamientos de la Cámara Na-
cional en lo Civil. Se ha dicho que el daño psíquico o psicológi-
co ha de considerarse comprendido en el art. 1086 del Cód. Civil,
particularmente si se está persiguiendo el resarcimiento del cos-
to médico apropiado para lo que ha sido descripto como la alte-
ración de la personalidad, la perturbación del equilibrio emocio-
nal que entraña una descompensación significativa que perturba
su integración en el medio social (CNCiv, Sala 1, 23/5/88, "Banfi,
Argentino y otro c/Yedro, Raúl H. s/daños y perjuicios"; ver, tam-
bién, CNCiv, Sala A, 201.5193, "Marcelli de Villar, Isabel F. c/Hus-
sain, Alejandro H. s/daños y perjuicios"; íd., Sala B, 29/3/94, "Ba-
negas, Andrés A. y otro c/EFEA sldaños y perjuicios"; íd., Sala C,
23/2/95, "Giunta, Julio A. y otro c/Mendoza, Ricardo D. y otro
sldaños y perjuicios"; íd., Sala D, 2311 1/89, "Podgorny, Bernardo
y otro c/Empresa Argentina de Servicios Públicos SA"; íd., íd.,
"Rojas, Donato R. c/Settembrini, Rubén L. sidaños y perjuicios",
911 1/92; íd., íd., 22/4/94, "Fernández, Ramón A. y otros c/Ferroca-
rriles Argentinos s/daños y perjuicios"; íd., Sala 1, 11/4/95, "Sil-
va, Ramona c/García, José s/daños y perjuicios"; íd., Sala M, 141
6/89, "Leguizamón, Graciela c/Transportes Automotores Luján SA
y otro"; íd., íd., 2/12/92, "Cataldi, Rafael c/Pardo, Luis s/suma-
rio"; íd., íd., 22/12/93, "Rodríguez, Lidia c/Araujo, Daniel A. y
otros sldaños y perjuicios").

e) Agravio moral. Todos y cada uno de los ítem recla-


mados precedentemente constituyen asimismo pautas para
el establecimiento de una suma justa como indemnización
del lógico daño moral experimentado.
Se trataría en este caso del consecuente desequilibrio
espiritual proveniente de los irreparables efectos dañosos
en el área física y psíquica, y la enfermedad en esta última
faceta tiene que contribuir a la elevación del monto que se
conceda por daño moral, ya que pacíficamente la jurispru-
dencia ha señalado su naturaleza diversa.

VI. OFRECE PRUEBA. Vengo a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de mi parte. Ellas son: ...
f) Informativa: Se disponga librar los siguientes oficios.
1 ) A las empresas ..., que fueron mis empleadoras como
asesor contable, para que informen sobre las sumas que
percibía antes de la fecha del accidente, que cesaron desde
ese mismo día.
2) A los comercios ..., que en la actualidad son clientes
míos, para que informen qué tipo de tareas cumplo para
ellos y cuál es mi remuneración.

Señor Juez:

OSCAR
GONZÁLEZ,
por derecho propio, ...
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 18'7

111. CULPABILIDAD. Entiendo que el demandante fue el


culpable exclusivo del accidente, por no haber tenido con-
ciencia de su fragilidad. Si bien los automovilistas debe-
mos ser conscientes de lo que significa estar al comando
de una cosa riesgosa, ese principio no puede exagerarse y
declarársenos culpables, aun ante las actitudes suicidas de
los transeúntes.
Corrobora la tesitura que sostengo la circunstancia de
que fui sobreseído provisionalmente en sede penal, como
surgirá del expediente que oportunamente se agregue a es-
tos actuados.
a) Trámite procesal. En forma pacífica, la jurisprudencia ha
resuelto que el sobreseimiento provisorio no implica absolución
ni condena; la causa queda abierta porque desde el punto de vis-
ta penal existen dudas sobre la conducta del implicado. Las re-
ferencias y apreciaciones de las constancias del sumario hechas
en el respectivo auto, en nada coartan la libertad del juez llama-
do a pronunciarse sobre la responsabilidad civil del sobreseído,
valorando esas mismas constancias y las que se aporten al juicio,
con su propio criterio.
De igual suerte, se ha decidido que el sobreseimiento defini-
tivo en la causa criminal no hace cosa juzgada en sede civil, ya
sea que se haya producido por conversión del provisorio dado el
transcurso del tiempo, ya sea por prescripción de la acción penal
o por la irresponsabilidad criminal del acusado, aunque en algu-
nos fallos aislados se ha reconocido al sobreseimiento definitivo
como generador de una presunción favorable al demandado por
la reparación civil, que no impide su condena.
El fundamento, en definitiva, de las decisiones señaladas ha
sido la distinción entre la culpa penal que los jueces deben anali-
zar con criterio riguroso y exigente, aplicando el principio del i n
dubio pro reo en caso de duda, y otra muy diversa es la culpa
civil, que los jueces juzgan con una amplitud de criterio rnuy dis-
tinta, inclinándose en caso de duda por una afinación del con-
cepto de culpa.
Por otra parte, el art. 1113 del Cód. Civil consagra la respon-
sabilidad objetiva por el riesgo creado, lo que torna innecesario
evaluar la culpabilidad del dueño o guardián de la cosa riesgosa.
La liberación de las consecuencias del hecho dañoso sólo se pue-
de producir si el dueño o guardián demuestra la culpa de la víc-
tima o la de un tercero por quien no debe responder. A partir
de allí, el enfoque de la conducta reprochable para la legislación
penal se ubica en las antípodas del régimen del Código Civil.
b) Precedentes jztrisprudenciales. La jurisprudencia más re-
ciente de la Cámara Nacional en lo Civil registra los siguientes
188 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

precedentes: el sobreseimiento provisional, que importa la sus-


pensión del proceso penal por no haber motivo para sustanciar-
lo, aunque no se descarta la posibilidad de que pueda hacerlo
más adelante, no constituye un obstáculo para que pueda dic-
tar el juez civil la sentencia que defina la culpa del accionadoy
lo condene al resarcimiento sufrido por el damnificado (CNCiv,
Sala A, 30/9/88, "Rivadeo, Irma B. c/San Martín, Antonio sldaños
y perjuicios").
El sobreseimiento en sede penal del conductor de un rodado
que en un accidente de tránsito atropelló a una persona, no sólo
no hace cosa juzgada en lo civil, sino que menos aun incide en la
responsabilidad de la víctima (CNCiv, Sala C, 8/6/93, "Caffarena
de Iglesias, Blanca R. c/Scuderi, Claudio V. y otro sldaños y per-
juicios").
El sobreseimiento provisional no obliga al juez civil, quien
puede definir la culpa del demandado y condenarlo a resarcir los
perjuicios que ocasionara (CNCiv, Sala E, 8/9/89, "Alcalá de Fer-
nández, Petra c/Rodríguez de la Madrid, Edmundo F. s/sumario").
El sobreseimiento provisional recaído en la causa penal no
hace cosa juzgada en sede civil, de modo que las consideraciones
en que pueda fundarse no resultan vincillantes en los términos
del art. 1103 del Cód. Civil (CNCiv, Sala 1, 22/5/97, "Dominice,
Marcelo G. c/Nicolini, Santiago E. sldaños y perjuicios").

Señor Juez:

BEATRIZ GALVEZ, viuda de OSCAR GONZÁLEZ, por derecho


propio y en representación de sus dos hijos menores, EFRAÍN
y RAUL, domiciliados en la calle . .., piso ..., de la ciudad
de ..., y constituyendo domicilio legal en la avenida ..., piso
..., of. ..., donde también lo constituye nuestro letrado pa-
trocinante, doctor ROBERTO RAMÍREZ, a VS se presentan res-
petuosamente y dicen:
DANOS A LA INTEGRIDAD D E LAS PERSONAS

1. OBJETO. ...

11. HECHOS.El hecho ilícito que fundamenta nuestras


pretensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., siendo la
hora ... Mi esposo salía de casa en dirección a su trabajo.
En ese tiempo vivíamos en la calle ..., piso ..., dep. ... Al
intentar el cruce de dicha arteria en momentos en que los
semáforos no funcionaban, a muy pocos metros de la sen-
da peatonal fue embestido por el automóvil del demanda-
do, que circulaba de contramano. Además llevaba una ve-
locidad superior a la normal, razón por la que el golpe que
recibiera mi esposo en la cabeza, al pegar contra el cordón
de la vereda, produjo su deceso inmediato.
a) Prioridades para cruzar. Los repertorios de jurispruden-
cia contienen algunos casos de accidentes de tránsito, tanto en-
tre vehículos como entre un rodado y un peatón, que se produ-
cen en un cruce con señales mecánicas, pero que en el momento
de la colisión no funcionan o lo hacen inadecuadamente (p.ej.,
cuando están apagados o con luz intermitente amarilla que no
cambia).
Tal situación modifica el sistema de prioridades para atrave-
sar las encrucijadas dirigidas por los semáforos, e inmediata-
mente debe entenderse que renacen los derechos preferenciales
de paso para las arterias que no cuentan con las indicaciones lu-
minosas.
En el supuesto de la embestida al peatón, corresponderá te-
ner en cuenta que su prioridad en el cruce será permanente con
relación a los automotores, dentro de la senda de seguridad mar-
cada a tal efecto o la que puede trazarse imaginariamente.
b) Pt*esu~zcióna favor de los peatones. También conviene re-
cordar que, ya sea por la presunción a favor de los peatones, se
desprende de la responsabilidad objetiva (art. 1113, Cód. Civil),
o de los criterios jurisprudenciales predominantes sobre peato-
nes distraídos o imprudentes, o expresamente del art. 64 i n fine
de la ley 24.449, la infracción que tienen que cometer para ha-
cerse merecedores de un juicio de reproche debe tener una enti-
dad trascendente.
Se ha dicho en muchas ocasiones que la eventualidad de que
los transeúntes se encuentren en la calzada en un lugar prohibi-
do, por estar fuera de la senda peatonal, si se hallan a pocos me-
tros de ésta, es un aspecto que carece de relevancia para la solu-
ción del litigio.
Ese temperamento decisorio obedece al conjunto de obliga-
ciones que recaen sobre los conductores de cosas riesgosas, a la
exigencia que tienen de extremar los recaudos para evitar la pro-
ducción de daños a terceros y al deber de reducir la velocidad en
las encrucijadas, conservando en dicho espacio el más absoluto
dominio del rodado.
En el caso del modelo se agrega, para el accionado, la circu-
lación a contramano, no sólo por la gravedad de la falta cometi-
da, sino por lo imprevisible de su aparición, tanto para los que
circulan a pie como para otros automotores.

111. CULPABILIDAD.Consideramos que nuestro adversa-


rio es responsable absoluto del accidente relatado, ya que
actuó olvidando que estaba conduciendo una cosa sumamen-
te riesgosa y potencialmente muy dañina. La gravedad de
la circulación a contramano se acentúa por el lugar y hora
del evento y por la velocidad que se tornó excesiva, ya que
no le permitió el adecuado control del rodado a fin de evi-
tar el espantoso suceso por el que accionamos. Nuestra
parte sufrió daños materiales y espirituales por los que
ahora reclamamos compensación, debiendo el accionado
demostrar fehacientemente la culpa de la víctima o la de
un tercero por el que no deba responder.

IV. CONSECUENCIAS DANOSAS. A raíz del ilícito narrado


hemos sufrido los siguientes daños:
a) Valor vida h u m a n a . La víctima fatal del accidente
origen del proceso -tenía en ese momento cuarenta y un
años- se había graduado como ingeniero civil y poseía una
empresa constructora con la que obtenía los ingresos que
le permitían el mantenimiento de su familia en forma ex-
clusiva.
Frente a los debates doctrinales sobre la naturaleza jurídica
de la indemnización en caso de fallecimiento, la posición juris-
prudencial mayoritaria señaló reiteradamente que la vida huma-
na no constituye un valor económico en sí mismo, dado que no
es un objeto material o inmaterial susceptible de tener un valor
pecuniario, además de estar fuera del comercio.
a) Caracterización. Consecuencia de ello es que no puede
apreciárselo económicamente, sino sólo desde el punto de vista
de las ganancias que producía o podría producir en beneficio de
quienes eran ayudados o mantenidos por los aportes de la víctima.
Lo que se repara, por ende, es la potencialidad de producir
ingresos, para aquellas personas que percibían, o podrían perci-
bir en el futuro una parte de las ganancias, ya que es razonable
presumir que una cuota se consuma en los propios gastos.
I~ANOS
A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 191
Se ha precisado, asimismo, que la indemnización por pérdi-
da de la vida humana no se debe a título de lucro cesante, sino
de reparación del daño emergente. que el hecho produce al dam-
nificado, al privarlo del sostén material que proveía al cuidado
de su vida y remediaba sus necesidades de subsistencia.
b) Criterio jurisprudencial. Con algunas diferencias de crite-
rio, la jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo Civil ha veni-
do manteniendo esta postura. Por eso ha dicho que el llamado
elípticamente "valor de la vida humana" no es otra cosa que el
rédito que ella produce; se trata de la medición del daño que ex-
perimentan los herederos del causante. Es un perjuicio de índole
patrimonial, cuya resarcibilidad fluye, en lo básico, del conteni-
do de los arts. 1079, 1084 y 1085 del Cód. Civil. Independiente-
mente, el daño moral es la lesión a los intereses del espíritu que
sufren las personas físicas, sea por minoraciones propias o aje-
nas (muerte de un ser querido). Consiste en un perjuicio de na-
turaleza extrapatrimonial, y en la esfera aquiliana su fundamento
descansa en el precepto del art. 1078. No existe ningún princi-
pio legal que impida al juez establecer el monto de los daños -de
cualquiera de las dos especies mencionadas- en forma individual
para cada sujeto legitimado. Cada uno de éstos puede experi-
mentar menoscabos de entidades diferentes (CNCiv, Sala DI 15/41
90, "Rivas, Pedro y otros c/Martins, Horacio y/u ofros slsuma-
rio"; ver, también, CNCiv, Sala E, 9/2/94, "Cohen de Alvarez, Sera
N. c/Mancuello, Antonio G. y otro sldaños y perjuicios"; íd., Sala
1, 14/12/93, "Tolaba, Juan y otro clcabral, Celso sldaños y perjui-
cios"; íd., Sala J, 14/12/93, "Luca, Carmen y otro c/Paiva, Ramón
A. sldaños y perjuicios").
c) Cuantificación. Generalidades. En materia de responsa-
bilidad extracontractual, y para procurar que el resarcimiento sea
integral, pero que no se transforme en un enriquecimiento sin
causa, no se ha seguido un régimen de tarifas. Lo que se busca
es recomponer la situación patrimonial de los reclamantes antes
del ilícito. Se entiende, por lo tanto, a las circunstancias espe-
ciales, tanto de la víctima como las de las personas cuyo mante-
nimiento corría por su cuenta (arts. 1079 y 1084, Cód. Civil).
En este tema encontramos algunos precedentes de la Corte
Suprema que establecen pautas para fijar la compensación. Ellas
son: 1 ) para determinar el valor de la vida humana es menester
computar tanto las circunstancias particulares de la víctima (ca-
pacidad productiva, edad, profesión, ingresos, posición econó-
mica) como la de los damnificados (asistencia recibida, cultura,
edad, posición económica y social), que deben ser valoradas pru-
dencialmente por el tribunal (art. 1084, parte 2", Cód. Civil), y 2)
el valor de la vida humana no debe ser apreciado con criterios
exclusivamente económicos, sino mediante una comprensión in-
tegral de los valores materiales y espirituales, pues el valor vital
de los hombres no se agota con la sola consideración de aquellos
criterios (15/10/87, "Prille de Nicolini, Graciela C. c/Servicios Eléc-
192 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

tricos del Gran Buenos Aires y Prov. de Buenos Aires", Fallos,


3 10:2103).
Al interpretar el art. 1084 del Cód. Civil, si bien deben des-
cartarse los criterios estrictamente matemáticos, no por ello de-
ben desecharse totalmente los posibles ingresos de la víctima.
La idea de "subsistencia" que se menciona en este artículo debe
asemejarse a todo lo que la víctima ha podido representar para
las personas a que se refiere, es decir, a todo lo que la ley supone
que la víctima hubiera podido suministrar como sostén y efectiva
ayuda, lo cual, en definitiva, queda reservado a una adecuada y
prudente apreciación judicial. Al aplicar el art. 1084 es menes-
ter computar las circunstancias particulares de la víctima (capa-
cidad productiva, edad, profesión, ingresos, posición económica)
y también la de los damnificados (asistencia recibida, cultura,
edad, posición económica y social), todo lo cual debe ser apre-
ciado mediante una comprensión integral de los valores materia-
les y espirituales (CSJN, 16/8/88, "Bonadero Alberdi de Inaudi,
Martha A. y otros c1Empresa Ferrocarriles Argentinos slsuma-
rio", Fallos, 311:1018).
La petición en este rubro no se funda en el daño inferido a
la víctima que luego se transmite a los causahabientes, pues se
trata de un daño personal que puede ser reclamado por derecho
propio y no en calidad de herederos. No corresponde, por ende,
fijar la indemnización como lucro cesante entre el momento de
la muerte, según las ganancias que percibía el occiso, y multipli-
carlo por el probable lapso de vida útil, siempre que la desapari-
ción se produzca en el evento dañoso.
Ahora bien, si entre la fecha del ilícito y la del deceso la víc-
tima ha hecho gastos, o ha dejado de ganar dinero por imposibi-
lidad laboral, la acción de daños y perjuicios se transmite a sus
herederos, como todos los derechos y acciones, y en este supues-
to la indemnización podrá ser ejercida por los sucesores iwe he-
reditutis. Ello no es obstáculo para que se acumulen ambas ac-
ciones, si los herederos reclaman también itwe p~*oprio.
d) Arbitrio judicial. Invariablemente ha señalado la jurispru-
dencia que para la fijación de la cuantía indemnizatoria en
caso de fallecimiento no existen ni tarifas ni cálculos matemáti-
cos, quedando en definitiva la determinación del monto al pru-
dente arbitrio judicial.
Pero el ejercicio de esa facultad del juzgador debe estar fun-
dada en ciertas pautas que atiendan a las condiciones personales
y posibilidades de obtener ingresos, tanto de la víctima como de
las personas que reclaman resarcimientos.
Como en ningún otro ítem, las variables a computar en éste
son diversas, y su incidencia en la resolución final dependerá del
complejo entramado que se conforme en cada caso concreto.
e) Factores a consideíear. En diversos fallos, en efecto, se han
tenido en cuenta los siguientes factores: edad, sexo, profesión,
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 193
educación e ingresos, condición social, aptitudes para el trabajo,
capacidad laborativa, esperanza de vida, posibilidad de incremen-
tar las ganancias, etcétera. Lo que se mide en valores económi-
cos no es la vida misma, que ha cesado, sino las consecuencias
de la brusca interrupción de una actividad productora de bienes,
que incide sobre otros patrimonios.
Aspectos análogos pueden encontrarse en los fallos de más
reciente data. Por ejemplo, se dijo que para fijar el valor vida,
debe tenerse en cuenta, respecto de la víctima, su sexo, edad y
tiempo probable de vida útil, su educación, profesión u oficio,
caudal de sus ingresos a la época del deceso, sus probabilidades
de progreso y ahorro, aptitudes para el trabajo, nivel-de vida y
condición social; mientras que, desde el punto de vista de quien
reclama la indemnización, habrá de meritarse el grado de paren-
tesco con la víctima, la ayuda que recibía de ésta, número de
miembros de la familia, etc., factores todos que quedan sujetos
al prudente arbitrio judicial (CNCiv, Sala E, 26/6/89, "Benítez,
María L. c/Ferrocarriles Argentinos s/sumario"; en igual sentido,
CNCiv, Sala G, 11/10/89, "Ochoa, Liliana del Valle c/Rodríguez,
Ernesto sldaños y perjuicios"; íd., íd., 27/2/90, "Kerrey, Martín y
otra c1Empresa Ferrocarriles Argentinos s/sumario").
La vida es la fuente de la energía desplegada para lograr re-
sultados productivos. Quedarse sólo en estos resultados es su-
primir la estimación del núcleo de donde resultan. Son dos va-
loraciones económicas: la de lo que produce o puede producir la
persona, y la de lo que ella es para poder producir. Las ganan-
cias de una actividad específica no son i ~ l á sque un aspecto de la
cuestión contemplada en el art. 1084 del Cód. Civil. Pero de los
arts. 1068 y 1079 de dicho cuerpo legal surge que hay otros as-
pectos, el principal, humanamente hablando, es el de determinar
qué valor tiene esa vida como tal, fuente de todo tipo o clase de
actividades, aparte de la laboral y de la puramente productora
(CNCiv, Sala C, 5/5/92, "González, Manuel c/Quintana, José M.
sldaños y perjuicios"; íd., Sala J, 14/12/93, "Luca, Carmen y otro
cIPaiva, Ramón A. sldaños y perjuicios").
Para establecer el monto de la reparación prevista en los arts.
1084 y 1085 del Cód. Civil es necesario tener presente la situa-
ción patrimonial de la víctima, cuya valoración permitirá cuanti-
ficar el detrimento patrimonial experimentado, nivel de vida y
posibilidades de progreso, así como también aqi~ellasque atañen
a la situación personal de los reclamantes (CNCiv, Sala H, 30/12/
93, "Verón de Villalba, Pabla c1Ferrocarriles Argentinos sldaños y
perjuicios").
No obstante, bien se ha dicho que la pobreza encierra, en sí
misma, una injusticia relevante dentro de la sociedad, por lo que
no debe ser un parámetro inconmovible a partir del cual corres-
ponda evaluar el quantul7z indemnizatorio. Tal cometido debe
afrontarse ponderando la totalidad de los aspectos integrativos
de la personalidad, a la luz del principio liminar de la equidad y
194 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

teniendo en cuenta, asimismo, las razonables posibilidades poten-


ciales de cambio, propias de todo individuo (CNCiv, Sala L, 15/9/
95, "Piatti de Bentiboglio, Nelly J. c/Broitman, Carlos s/sumario";
íd., íd., 30/4/96, "Gamarra, Pilar y otro c/Transporte Automotor
Chevalier SA s/sumarioJ1).
La muerte de un familiar directo no constituye para los su-
yos un capital que se mide por la renta que pueda dar, ni cabe
tomar en cuenta la vida probable de la víctima, sino la de quienes
reclaman, como destinatarios del resarcimiento en cuestión (CNCiv,
Sala E, 18/7/96, "Lotenberg, Saúl cIAlmafuerte SA Transporte Au-
tomotor Comercial e Industrial y otros sidaños y perjuicios").
f) Pautas de detevmilzación. Asimismo, respecto de las pau-
tas para la determinación de la cuantía de la reparación pecunia-
ria, se ha precisado que no cabe parcializar el valor de la vida
humana hasta considerarla meramente como un elemento pro-
ductor de dinero. La vida humana es un bien complejo que se
prodiga; ella representa un cúmulo de energías espirituales y físi-
cas, las cuales, destruidas de cuajo, importan una pérdida global
para los deudos que va más allá de las meras entradas económi-
cas y de la posible aportación porcentual de tales salarios. Para
fijar el valor económico de la vida humana no existen normas fi-
jas, teniendo el prudente arbitrio judicial un amplio margen
(CNCiv, Sala F, 4/9/89, "Matelli, Vicente E. y otra c/Empresa Fe-
rrocarriles Argentinos y otros s/sumarion).
No es posible aplicar pautas matemáticas a los fines de cuan-
tificar la indemnización correspondiente al fallecimiento de la
víctima de un hecho ilícito, sino que es preciso valorar las cir-
cunstancias de la causa, sin olvidar el fin de la norma aplicable
que, por lo demás, deja librada "a la prudencia de los jueces fijar
el monto de la indemnizaciónJJ (art. 1084, Cód. Civil) (CNCiv,
Sala E, 18/7/96, "Lotenberg, Saúl c/Almafuerte SA sldaños y per-
juicios").
Puede ocurrir que el peticionante de la compensación haya
cobrado un seguro por el deceso o perciba una pensión. En al-
gunos fallos se ha sostenido que esas circunstancias ninguna re-
levancia tienen para el establecimiento de la reparación pecunia-
ria por el deceso de la víctima. Se ha dicho en otros casos que
el hecho de ser pensionado no es un obstáculo para demandar
por este perjuicio, pero a la hora de precisar el quantzrín debe
ser evaluada la suma mensual que ingresa por esa vía.
En donde existen coincidencias de los precedentes judiciales
es en el supuesto en que los demandantes hayan cobrado la in-
demnización por accidentes de trabajo, que tendrá que descon-
tarse de lo que se ventila en sede civil a fin de que no se produzca
un enriquecimiento sin causa para los damnificados, al duplicar-
se una reparación económica en función de un solo hecho.
Se sigue resolviendo en la actualidad que la circunstancia de
haberse percibido o estar por percibir sumas indemnizatorias
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 195
de acuerdo con las prescripciones de la ley de accidentes del tra-
bajo, en modo alguno impide que pueda, en sede civil, llegar a
determinarse otra en concepto de valor vida, pues una y otra res-
ponden a causas jurídicas diferentes, y distinta es la índole de
las acciones que en tal sentido pueden ejercerse. Sin embargo,
al resarcimiento que debe pagar el responsable civil del accidente
corresponde deducirle el importe que ha percibido la víctima en
virtud de la ley de accidentes de trabajo, ya que la superposición
de indemnizaciones es incompatible con los principios emanados
para la reparación de daños (CNCiv, Sala L, 3014196, "Gamarra,
Pilar y otro c1Transporte Automotor Chevalier SA slsumario").
La suma definitiva que arroja el examen de los factores emer-
gentes de la causa será independiente del número de legitimados
al reclamo, y tendrá que ser repartida entre ellos según el grado
de necesidad de sostenimiento que presenten (p.ej., será mayor
en los hijos menores que en la viuda, que alguna forma de ingre-
sos puede o podrá lograr).
Finalmente, es dable observar que el ítem indemnizatorio que
se origina en el fallecimiento de la víctima, en algunas situacio-
nes excepcionales ha sido rechazado. Se lo ha desestimado cuan-
do el occiso no aportaba ni alimentos ni recurso alguno, o por
tratarse de una persona de avanzada edad y enferma, o de un
discapacitado que vivía gracias al auxilio y cuidado de sus seres
queridos, etcétera.

Nuestro nivel de vida posibilitaba que la actora, esposa


de aquél, se desempeñara exclusivamente como ama de
casa, por lo que no estaba ni está preparada para hacerse
cargo de la empresa, con el consiguiente cese de ganancias
y recursos patrimoniales.
En lo que respecta a los menores, de doce y nueve años,
están terminando el año escolar en los colegios privados a
los que concurren gracias a la existencia de una casi mo-
desta cantidad de ahorros, los que tenemos que emplear
también para las erogaciones por medicina prepaga.
Todo el grupo debió reducir su nivel social, incluidas
las vacaciones y los gastos que antes podían realizarse para
esparcimiento, viajes, etcétera.
El art. 1079 del Cód. Civil extiende la obligación de reparar
el daño causado a los damnificados indirectos empleando una
fórmula muy amplia, dado que comprende a toda persona que
hubiese experimentado un perjuicio a raíz del ilícito.
a) Legitimación. No obstante ello, corresponde hacer una
distinción entre los damnificados indirectos, que surge del juego
armónico de lo dispuesto en los arts. 1084 y 1085 del citado Có-
196 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

digo. De esa diferenciación se desprenden dos grupos de legiti-


mados: 1 ) viuda e hijos menores, y 2) todos los demás (viudo,
padres, hijos mayores, hermanos, etc.), que tienen que demostrar
que el fallecimiento que invocan les ha ocasionado perjuicios.
Respecto de la viuda e hijos menores, la jurisprudencia en
forma invariable ha señalado que están beneficiados por la pre-
sunción legal del detrimento en caso de fallecimiento del padre
de familia. Ello es así, pues la ley considera que es insoslayable
el perjuicio por la pérdida de quien normalmente es el sostén
material y espiritual del hogar. Para el supuesto de que en el
caso concreto esto no sucediera, queda a cargo del responsable
del evento dañoso demostrar la inexistencia del detrimento. En
los fallos que siguen veremos cómo ha tratado esta cuestión últi-
mamente la Cámara Nacional en lo Civil.
De acuerdo con lo normado por los arts. 1084 y 1085 del
Cód. Civil, la viuda tiene derecho a reclamar la indemnización
por la pérdida de su marido en un accidente de tránsito, quedan-
do librado a la prudencia de los jueces la determinación del mon-
to respectivo. Se ha decidido que la vida humana se traduce en
un valor económico que debe ser resarcido aunque no se pruebe
el perjuicio concreto que su pérdida hubiera ocasionado. La in-
demnización no se debe a título de lucro cesante, sino como re-
paración del daño emergente que priva a la damnificada de la
compañía de quien contribuía no sólo a necesidades materiales
de la vida en común, sino además a las tareas cotidianas del liogar.
De allí que el monto no pueda ser identificado por un mero cálcu-
lo financiero o como un capital que se mide por la renta que
pueda proporcionar. Si de lo que se trata es de compensar por la
privación de la pérdida de quien contribuiría en las tareas coti-
dianas de la vida del matrimonio, no es imprescindible la prueba
del verdadero perjuicio material, que no se identifica con la pen-
sión que se hubiere otorgado a la viuda (CNCiv, Sala A, 12/6/89,
"González del Rey, Ermitas c/Veglio, José L. y otros s/sumario").
Los arts. 1084 y 1085 del Cód. Civil consagran un régimen a
favor del heredero forzoso de la víctima, mediante la presunción
de un perjuicio cierto que deja sólo librado a la prudencia de los
jueces la determinación del quanttiíyz. Tratándose de una madre
viuda, cabe presumir, ante la falta de prueba que lo desvirtúe,
que en el ejercicio de la patria potestad concurría a los gastos de
crianza, educación, alimentación y habilitación de su único hijo.
De cualquier manera, la "chanceo consistente en la probabilidad
suficiente de beneficio económico del hijo menor de obtener ali-
mentos de su progenitoral sería igualmente indemnizable por
aplicación de los principios generales consagrados en los arts.
1068, 1079 y concs. del Cód. Civil, puesto que en todo caso se ha
impedido en forma irreparable la eventualidad de procurarse los
alimentos exigibles, lo cual constituye de por sí un perjuicio in-
demnizable (CNCiv, Sala A, 22/8/89, "Carmelli, Ricardo J. c/Cons.
Prop. Larrea 1466 sldaños y perjuicios").
La vida no tiene de por sí un valor económico; la ley presu-
me que los hijos de la víctima de un accidente de tránsito sufren
con su muerte un perjuicio de orden patrimonial (arts. 1084 y
1085, Cód. Civil); tal presunción sólo comprende a los hijos me-
nores de edad, sin perjuicio de que los mayores puedan acreditar
el daño por todos los medios de prueba admisibles inclusive por
presunciones hominis (CNCiv, Sala 1, 9112/93, "Moreira, Félix R.
y otros c/Rivero, Horacio M. s/daños y perjuiciosJJ).
Con respecto a la indemnización por valor vida a favor de la
hija de la víctima, el monto a resarcir está en relación con la edad
de la niña al momento del hecho y el lapso por el cual habría re-
cibido los beneficios de los ingresos económicos que su madre
aportaba al hogar, y hasta un período que se extiende aun más
allá de la mayoría de edad, si tratándose de una familia de clase
media y padres profesionales, es ciertamente probable el ingreso
de la menor a una carrera universitaria y que sea mantenida por
los padres en ese tiempo (CNCiv, Sala M, 221819 1, "Sánchez Mon-
tero, Fernando c/Martínez Vivot, Luis M. s/sumarioJJ).
b) Hijo discapacitado. Se presume que un hijo discapacita-
do que vive con sus padres es sostenido por ellos, aunque no se
trate de un incapaz en el específico sentido del art. 54 del Cód.
Civil. En tales condiciones, fallecido uno de sus progenitores a
raíz de un hecho ilícito, sea cual fuere la interpretación que se
dé al alcance de la presunción establecida por los arts. 1084 y
1085 del mismo cuerpo legal, esto es, si comprende o no a los hi-
jos mayores de edad, resulta razonable la viabilidad del reclamo
indemnizatorio en concepto de valor vida (CNCiv, Sala D, 26/31
96, "Fabbricatore, Luis y otros c/Instituto Servicios Sociales Ban-
carios y otros s/ordinarion).
c) Separación de hecho y divorcio. Con relación al reclamo
de la viuda, en varias ocasiones se ha dispuesto que el derecho a
demandar el daño no se pierde por la circunstancia de que los
cónyuges hubiesen estado separados de hecho.
Se ha dicho en una época más reciente que la presunción le-
gal del art. 1084 del Cód. Civil juega siempre en favor de la viuda,
aun divorciada o separada de hecho, pese a tales circunstancias,
porque el divorcio o la separación no son hechos que impidan
suponer que la subsistencia de la viuda ha estado a cargo del es-
poso. Juega a su favor una presunción de daños iuris tantum, y
es al demandado a quien le corresponde destruir esa presunción,
probando que la viuda, de hecho, no vivía a expensas de su mari-
do muerto (CNCiv, Sala D, 14/10/91, "A., M. A. y otros c/G., R. B.
del V. s/daños y perjuiciosJ').
Si la víctima se había separado de su cónyuge y vivía con
otra persona en concubinato, tal circunstancia no releva a aqué-
lla de su deber alimentario hacia su consorte, por lo que la pér-
dida que represente su deceso importa un perjuicio indemnizable
para el autor del hecho. Es que la presunción del art. 1084 del
198 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

~ ó d Civil
. rige pese a la separación, sin perjuicio de que se la
desvirtúe mediante la prueba de que la esposa no era, en reali-
dad de los hechos, sostenida por el marido (CNCiv, Sala E, 28/51
93, "Antinori Dintino de Jesús, Gilda L. c/Tommasi, Eugenio H.
sldaños y perjuicios").
La sola circunstancia de la separación de hecho de ningún
modo torna improcedente la indemnización pretendida por un
cónyuge por la muerte del otro en un accidente de tránsito. Per-
a los fines de la fijación del quantum indemnizatorio habrá de
computarse, entre otras circunstancias, el lapso de la separación,
la mayor o menor independencia económica de los cónyuges, la
obligación alimentaria del otro esposo o la simple pérdida de
la chance de obtenerlos en caso de necesidad, la circunstancia
de que existan o no hijos, con la consiguiente incidencia en la de-
dicación que el otro cónyuge les brindaba, tanto en lo material
como en lo espiritual, aliviando de este modo la carga marital en
el mantenimiento del hogar, ello además de las pautas que en la
generalidad de los casos cuadra computar (CNCiv, Sala E, 15/6/96,
"Baldrati, Alberto M. clventura, Francisco J. sldaños y perjuicios").
Respecto de los hijos, la minoridad que se computa es a la
época del acontecimiento que da origen al proceso, por lo que
la presunción legal se mantiene a su favor aunque haya llegado
a la mayoría de edad cuando se inicia la causa o durante su tra-
mitación. Lo mismo ocurre con el menor emancipado, quien
no pierde por ese hecho su calidad de beneficiario. En algunos
pronunciamientos se ha equiparado al hijo adulto, pero incapaz,
con los menores.
De tal suerte, la falta de prueba del daño no impedirá el pro-
greso de la demanda, pudiendo el juzgador recurrir a las faculta-
des que le otorga el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Na-
ción. Pero, indudablemente, todos los medios probatorios que
aportan los reclamantes, referidos a la potencialidad económica
del occiso y del nivel de vida que llevaba el núcleo familiar, re-
dundarán en una elevación de la cuantía indemnizatoria.
d) Concubinato. Restaría ahora examinar la situación de la
concubina y la viabilidad de su reclamo por muerte del hom-
bre con el que compartía ese tipo de vínculo sentimental.
El tema generó, tanto en doctrina como en jurisprudencia,
posturas encontradas sobre las pretensiones indemnizatorias fun-
dadas en el concubinato. Pero poco a poco fue ganando terreno
la tesitura que le otorgaba legitimación para obrar a quienes vi-
vían en pareja, en función del criterio amplio contenido en el
art. 1079 del Cód. Civil; de lo contrario, se colocaba a la concu-
bina en peor situación que la de cualquier tercero.
Por otra parte, en ciertos precedentes judiciales se ha exigi-
do una demostración fehaciente de la relación alegada, desig-
nando como requisitos esenciales la notoriedad, o sea una acti-
tud típicamente matrimonial asumida por la pareja, y que ello
tome estado público.
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 199
En lo que siempre existió coincidencia de criterios es en que
la concubina, a diferencia de la esposa legítima, no se encuentra
beneficiada por la presunción legal de daños que emana de los
arts. 1084 y 1085 del Cód. Civil.
De tal suerte, e independientemente de la prueba de una con-
vivencia de una razonable duración, la concubina tiene necesi-
dad de acreditar el perjuicio, es decir, que vivía del auxilio y de
los recursos. del difunto.
Si la concubina estaba embarazada, habiendo fallecido su
compañero como consecuencia de un accidente, y el hijo nació a
poco menos de un mes de la muerte de la víctima, no cabe tener
al menor como hijo del fallecido al no darse ninguno de los su-
puestos del art. 247 del Cód. Civil, pero su derecho en cambio
encuentra amparo en el art. 1079 del Cód. Civil, pues es dable
inferir, a través del comportamiento del extinto con relación al
embarazo de quien era su concubina, que el fallecido le prestaba
apoyo, ayuda y sostén (CNCiv, Sala E, 26/12/90, "Palomino, Rosa
cITransporte Ideal San Justo SA y otros s/sumario").
Por eso se ha decidido que el art. 1079 del Cód. Civil permite
tener por legitimada a quien haya convivido con el causante en
calidad de compañera para reclamar por valor vida, siendo para
ello menester que pruebe que recibía de su compañero ayuda
económica y que, por la duración de su relación, su convivencia
con el difunto, existencia de hijos, etc., dichos aportes perdura-
rían en el tiempo, ya que no se halla amparada en la presunción
del art. 1085 del Cód. Civil (CNCiv, Sala J, 8/8/89, "Bistoco, Fa-
biana c/Forchi, Francisco s/sumario").
Frente a las diferentes posiciones en que se fundaban los fa-
llos de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, ésta deci-
dió convocar a una reunión plenaria a fin de uniformar la juris-
prudencia existente. El resultado fue el precedente en pleno,
caratulado "F.M.C. y otro cl El Puente SAT" (414195). Se estable-
ció allí la siguiente doctrina: "Se encuentran legitimados los con-
cubinos para reclamar la indemnización del daño patrimonial
ocasionado por la muerte de uno de ellos como consecuencia de
un hecho ilícito, en tanto no medie impedimento de ligamen".
Ahora bien, si la presunción legal de los arts. 1084 y 1085
del Cód. Civil no juega en favor de quienes formen el concubina-
to, sí alcanza, según se ha resuelto en algunos pronunciamientos,
a los hijos extramatrimoniales menores o incapaces.

Para no padecer el brusco descenso de nuestro nivel de


vida, tendremos que vender el automóvil y una quinta ubi-
cada en Moreno, provincia de Buenos Aires, que son nues-
tros únicos bienes, además del departamento en donde
vivimos, salvo que percibamos con urgencia la indemniza-
ción proveniente de este juicio.
200 PRÁCTICA DE ACCIDENTES D E TRÁNSITO

b) Daño psicológico. Difícil resulta definir el impacto


emocional que nos produjo la muerte violenta y sorpresiva
de nuestro esposo y padre, generándonos a todos un dese-
quilibrio espiritual de características patológicas, pues no
podemos superar el trauma padecido.
Conviene recordar que nuestro matrimonio constituía
una unión ampliamente satisfactoria y armónica, con ca-
torce años de vida matrimonial y un noviazgo previo de tres
años. La pérdida de mi marido equivalió a una mutila-
ción anímica que ha ensornbrecido enormemente mi calidad
de vida.
De distinta manera, pero con gran intensidad, han su-
frido nuestros dos hijos varones, ya que perdieron a su pro-
genitor cuando más lo necesitaban, o sea en esta etapa de
la existencia en que aquél podía cumplir su rol de modelo
identificatorio, guía moral y espiritual, tan necesario para
afrontar los conflictos propios de la adolescencia. Esa fal-
ta dejará huellas a lo largo de sus vidas influyendo negati-
vamente en los rasgos de sus personalidades, sobre todo
por las características del luctuoso hecho.
Hemos sido aconsejados por profesionales de la salud
mental para que acudamos todos a un tratamiento psicoló-
gico de una duración aproximada a los tres años, con dos
sesiones semanales.
Reclamamos que la indemnización no se limite al costo
del tratamiento, sino que trate de compensar las consecuen-
cias patológicas de la pérdida experimentada y al resto que
quedará sin asimilar por el aparato psíquico, por más exi-
tosas que resulten las terapias a realizar.
a) Definición. Con respecto a la pérdida de los seres queridos,
FREUD se ocupó también de ese tema, al que denominó "duelo",
comparándolo en sus manifestaciones con la melancolía. La di-
ferencia está en que el melancólico tiene añoranzas de un objeto
abstracto, dado que su existencia se despliega en lo inconsciente,
en cambio el doliente añora una persona que existió en la realidad.
Sostiene, en principio, que el duelo genera un trabajo psí-
quico a fin de superar el dolor padecido. Durante esa tarea se
producirían graves desviaciones de la conducta normal, de con-
notaciones patológicas, tal como hemos intentado definir al daño
psicológico.
En su transcurso, devendría un desinterés por el mundo ex-
terior, la imposibilidad de hallar sustitutos afectivos, el extraña-
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 201
miento respecto de cualquier trabajo productivo, es decir, como
lo expresa FREUD, ''una entrega incondicional al duelo que nada
deja para otros propósitos e intereses".
También afirma FREUD que los sentimientos hacia otros indi-
viduos siempre están teñidos de algún grado de ambivalencia.
Hay emociones tiernas y hostiles, simultáneamente, en los afec-
tos que experimentamos hacia los demás. Generalmente, la hos-
tilidad es la que se mueve en un plano inconsciente, dificultando
el trabajo del duelo.
Es por ello que podría hablarse de un duelo normal y de
otro patológico, en función de la relación que exista entre la cuo-
ta de amor y de odio oculto, ya que la patología estaría vincula-
da a los componentes hostiles. La terapia, en ciertos casos, per-
mitiría poner de manifiesto los obstáculos en la superación de la
pérdida y hacer menos intensos y duraderos sus efectos. Pero
la extensión del tratamiento dependerá del nivel de patología im-
plicado en el fenómeno.
Finalmente, la teoría psicoanalítica vincula la manía y la me-
lancolía como dos manifestaciones de una misma etiología. A
partir de este principio puede explicarse que una persona mues-
tre un nivel ficticio de euforia, en un intento por negar el dolor
que se experimenta desde lo más profundo. El pronóstico, en
estos casos, es que la tarea de duelo se diferirá a costa de un es-
fuerzo extra, que finalmente será fallido y que cuando la nega-
ción no pueda sostenerse más, es probable que se desate una cri-
sis más grave.
En función de lo expuesto es que puede situarse el daño psi-
cológico entre aquellos que tienen un umbral de presumibilidad
constituido por el duelo normal, y que sil período de elaboración
o de tratamiento varía según la relación que se haya tenido con
la persona querida y perdida.
b) Prueba. Mas la liberación de la carga de la prueba se de-
tendría allí, siguiendo el curso normal y ordinario de las cosas.
Si el menoscabo padecido es mayor, esa divergencia en la cuan-
tía requerirá de una prueba idónea que así lo acredite. O sea
que respecto del duelo patológico, en tanto es más intenso y de-
vastador -por lo que exige una terapia de mayor extensión y cos-
to- requiere de una adecuada acreditación.
Para fijar la indemnización por daño psicológico, en sus diver-
sas formas, debe computarse que en el período en que se impone
el desinterés por el mundo exterior el perjuicio superaría la lesión
a los sentimientos que implica el daño moral. Asimismo, la pérdi-
da de posibilidades vitales es de amplísimo espectro y resulta más
grave que la incapacidad sobreviniente, tal como la ha definido la
jurisprudencia, limitándola a la disminución en la capacidad de
producir ingresos y a las restricciones en la vida de relación.
En síntesis, puede afirmarse que, tanto los casos en que el
ilícito genera la muerte de una persona como los casos de dam-
PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

nificados directos con grave daño a su integridad física, conta-


rían a su favor con la presunción de la existencia del perjuicio
indemnizable, quedando el onus probandi en cabeza de quien
niega la viabilidad del daño. Respecto de si la presumibilidad
del daño psicológico funciona en los concubinatos, aunque no
existen precedentes sobre el tema, haciendo una prospectiva en
función de los criterios jurisprudenciales imperantes puede cal-
cularse que no les sería aplicable.
Pero ello no implica que, una vez demostrada la existencia
del menoscabo psíquico por la pertinente pericia, a la que siem-
pre conviene adosar otros medios probatorios corroborantes, se
pueda denegar la indemnización, pues no hay norma legal algu-
na que lo impida, como ocurre con el art. 1078 del Cód. Civil.
Los concubinos, en efecto, no revisten el carácter de herederos
forzosos.

c) Agravio moral. Amén de los trastornos patológicos


que padecemos y que fundamentan el pedido incluido en el
rubro anterior, obvio resulta colegir que el daño psicológi-
co no agota todo el espectro del detrimento espiritual, aun-
que se erige en una pauta que provoca su elevación.
Nos referimos al perjuicio tradicionalmente conocido
como agravio moral, y que está constituido por la lesión a
los sentimientos, a la vida afectiva, así como a todo un des-
censo del estado anímico que reduce la posibilidad de dis-
frutar de nuestros bienes materiales y espirituales.
Dado que la jurisprudencia ampliamente mayoritaria se ha
inclinado por la naturaleza resarcitoria del agravio moral, serán la
entidad de la pérdida experimentada y la calidad de los reclaman-
tes factores decisivos en la determinación del quantum de la in-
demnización.
a) Caracterización. En tal sentido, la muerte del esposo y
padre ha sido considerada en numerosos fallos como uno de los
hechos más claramente perjudiciales del equilibrio espiritual, con
sus manifestaciones anímicas y afectivas.
Expresamente ha sostenido principios semejantes la jurispru-
dencia de la Corte Suprema. Ya en 1986 afirmó que correspon-
día incrementar el monto del daño moral teniendo en cuenta su
carácter resarcitorio, la índole del hecho generador de la respon-
sabilidad, la entidad del sufrimiento causado a los familiares de
la víctima, que se ven privados de un esposo y padre, y que no
tiene necesariamente que guardar relación con el daño material,
pues no se trata de un daño accesorio a éste ("Badiali, María R.
c/Nación Argentina", Fallos, 308:698). Posteriormente, la Corte
dijo que para la determinación del daño moral ha de jugar de
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 203

manera fundamental la situación de los hijos menores, privados,


como consecuencia del fallecimiento del progenitor, de su asis-
tencia espiritual y material en edades en las que ese sostén asu-
me particular significación (15110187, "Prille de Nicolini, Graciela
C. c1Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires y Buenos Aires,
Prov. de", Fallos, 310:2103).
Con respecto a la viuda, la compensación pecuniaria depen-
derá de los años de matrimonio hasta al deceso de su marido, es-
pecialmente si surgen de la causa elementos que permitan con-
cluir que ambos vivían en armonía y disfrutaban de felicidad
conyugal.
Se ha especificado en tal sentido que si bien el-dolor por la
pérdida del esposo y del padre no requiere prueba ni es mensu-
rable económicamente, es necesario tener en cuenta ciertos as-
pectos de la relación que se da entre los cónyuges, entre padre e
hijo menor, y entre padre e hijos mayores, para determinar si co-
rresponde establecer un monto diferente de indemnización. Ade-
más del dolor sufrido por el hecho de la muerte, acerca del cual
no es posible efectuar análisis o distingos, en el caso de la viuda
se suma la lesión a bienes extrapatrimoniales consistentes en la
pérdida del interlocutor permanente, el compañero de vida, el
corresponsable de la dirección de un hijo menor, la persona con
quien se comparten dificultades y angustias, no sólo de la vida
propia sino de la de los hijos. Hay ciertos bienes de carácter ex-
trapatrimonial, vinculados con el sentimiento de seguridad, cer-
teza sobre el futuro y responsabilidad respecto del grupo fami-
liar que deben tenerse en cuenta en el momento de establecer la
indemnización por daño moral. Sin hacer distingos por el dolor
sufrido por cada hijo ante la muerte de! padre, corresponde a la
hija menor una indemnización por daño moral superior a la de
los hijos mayores, por el daño a los bienes extrapatrimoniales
como la protección y seguridad que durante la minoridad los in-
dividuos requieren, y que tornan tan necesaria la figura paterna,
con los graves perjuicios espirituales y psíquicos que padece un
niño que a corta edad, sufre la muerte de su padre (CNCiv, Sala
F, 31/10/90, "Quispe Martínez de Carnacho, Damiana y otros cl
Expreso Quilmes SA sldaños y perjuicios").
Se ha llegado a sostener en algunos pronunciamientos que
cuando la actora es una persona que en virtud del ilícito ha in-
gresado a la viudez a una edad avanzada, en que resulta suma-
mente difícil rehacer la vida sentimental, esa circunstancia debe
redundar en un aumento de la condena por daño moral.
Respecto de los hijos menores, se ha dicho que el hecho de
tratarse de un niño no es motivo bastante para denegarle la in-
demnización por agravio moral, ya que justamente se ha visto
privado de su progenitor en una etapa decisiva de la vida, duran-
te la cual la figura paterna ejerce marcada influencia en el desa-
rrollo de la personalidad.
También se dijo que la edad de las criaturas pequeñas no las
priva de tener sentimientos y de padecer íntimamente la ausen-
cia definitiva del padre. Asimismo, se ha sostenido que la afec-
ción que provoca el fallecimiento abrupto y dramático del proge-
nitor es proporcional a la mayor o menor edad de la víctima;
Finalmente, conviene recordar, aunque no se haya incluido
en el modelo, que la eventualidad de que el occiso tuviera des-
cendientes no excluye la posibilidad de que también reclamen
sus padres la reparación del agravio moral.
Tal solución, adoptada por gran parte de la jurisprudencia,
se encuentra reforzada en la actualidad por el pienario que sentó
la siguiente doctrina: entre los herederos forzosos istos en el art.
1078 del Cód. Civil no rigen las exclusiones del dpreverecho su-
cesorio y que deben comprenderse dentro de los herederos a los
eventuales y no a los existentes al momento del fallecimiento
(CNCiv, en pleno, 28/2/94, "Ruiz, Nicanor y otro c/Russo, Pas-
cualJJ,JA, 1994-11-678; LL, 1994-B-484, y ED, 157-594).
b) Legitimación. Con respecto a la legitimación para recla-
mar indemnización del agravio moral por fallecimiento de la víc-
tima, hallamos una interesante casuística. Corresponde hacer
lugar al daño moral de acuerdo con lo establecido por el art. 1078
del Cód. Civil, dada la magnitud de la pérdida en un accidente de
tránsito, de una hija adolescente para una madre, especialmente
si se tiene en cuenta su condición de soltera y que no ha resuelto
su situación familiar (CNCiv, Sala G, 31/7/89, "Schlund, Olga c/
Baldonedo, Eduardo s/dañosJJ).
El nuevo art. 1078 del Cód. Civil determina que la acción
por indemnización del daño moral, si del hecho hubiere resulta-
do la muerte de la víctima, únicamente corresponde a los here-
deros forzosos; y entre estos últimos se encueñtran el o la cón-
yuge de la víctima, sus hijos y demás descendientes, sus padres y
otros ascendientes (art. 3565 y siguientes). A la luz de esta norma
positiva es preferible atenerse a su letra sin hacer una limitación
que implique una restricción por vía interpretativa. No requiere
demasiada argumentación justificar fácticamente que se otorgue
reparación al dolor legítimo que produce en los padres la muerte
de un hijo, si la ley permite tenerlos por legitimados, en tanto
que la concurrencia de otros reclamantes deberá ser ponderada
al determinarse su cuantía pero no su procedencia (CNCiv, Sala
J, 8/8/89, "Bistoco, Fabiana c/Forchi, Francisco s/sumario").
La acción por daño moral al fallecer la víctima de un acci-
dente de tránsito sólo pueden ejercerla los herederos forzosos
(art. 1078, Cód. Civil), entre los que no se encuentran sus herma-
nos (conf. arts. 3567, 3592, 3714 y concs., Cód. Civil) (CNCiv,
Sala M, 27/2/91, "Gómez, Máximo R. y otros c/Clerici, Aníbal A.
y otro s/sumario").
c) Cónyuge separada. Se encuentra legitimada la cónyuge
separada de hecho para reclamar el daño moral sufrido con mo-
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 205
tivo de la muerte de su esposo, sin perjuicio de ponderar dicha
separación en la fijación de su monto. El juicio en el que se re-
claman los daños y perjuicios corho consecuencia del accidente
en el que murió el cónyuge no es el ámbito, ni el accionado el le-
gitimado para controvertir la condición de heredera forzosa de la
esposa. Por tanto, debe tenérsele como autorizada para impe-
trar el reclamo (CNCiv, Sala D, 14/10/91, "A., M. A. y otros c/G.,
R. B. del V. s/daños y perjuicios").
d) Herederos. El crédito se transmite al heredero testamen-
tario y universal desde el momento de la muerte del acreedor,
siendo innecesario esperar el dictado de una sentencia que lo re-
conozca. El principio sentado por el art. 3282 del Cod. Civil, en
cuanto dispone: "La sucesión o el derecho hereditario, se abre tan-
to en las sucesiones legítir7zas como en las testaulzentarias, desde la
muerte del autor de la sucesión", es inconcluso. Luego, fallecido
el actor, si su derecho reclamado por valor vida es procedente y
está acreditado, fue transmitido desde su fallecimiento al herede-
ro testamentario que continuó la acción procesal. Algo por el
estilo es lo que ocurre en caso de la procedencia del daño moral,
acogido en el art. 1078, cuando se trata del damnificado directo
que fallece durante el proceso que h a iniciado, conforme lo estable-
cido en el plenario "Canzillo, José A. c/Fernández Narvaja, Clau-
dio A." del 7/3/97 (LL, 1997-B-84;ver también, CNCiv, Sala C, 5/5/92,
"González, Manuel c/Quintana, José M. s/daños y perjuicios").
e) Congregación religiosa. Procede hacer lugar al daño mo-
ral reclamado por la congregación a la que pertenecía una reli-
giosa víctima de un accidente de tránsito, si la acción fue inicia-
da por la damnificada que fallece en el curso del proceso y es
continu-ada por la congregación, instituida heredera universal; el
reclamo es iure ízereditatis, es decir, en virtud del carácter de
heredera universal del que fue revestida la congregación (CNCiv,
Sala A, 23/12/92, "Delfabro, Adelina c/Municipalidad de la Ciu-
dad de Buenos Aires sldaños y perjuicios").
f ) Menores de edad. En el caso de un menor, que a la época
del accidente contaba con tan corta edad (un mes y días) que ni
siquiera conoció a su padre, es especialmente apreciable el dolor
que habrá sufrido durante los años posteriores al ilícito, el cual
se configura en la sensación de ausencia de protección y seguri-
dad que indudablemente otorga la figura paterna, con los graves
perjuicios espirituales y psíquicos que ello trae aparejado a lo
largo de su crecimiento (CNCiv, Sala F, 12/4/96, "Aguirre de Erre-
calde, Alicia M. c/Rupp-Koeli de Windrimer, Erika E. y otro sida-
ños y perjuicios").

V. OFRECEN PRUEBA. Venimos a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de nuestra parte. Ellas son:
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

d) Informativa. Se libren oficios a los colegios adon-


de concurren los menores demandantes, para que informen
si figuran allí inscriptos y si siguen cursando sus estudios;
asimismo, costo de la cuota mensual.
e) Pericial. Se designen peritos únicos de oficio para
que dictaminen sobre los siguientes aspectos:
1 ) Psicológico: para evaluación de todos los accio-
nantes.
2) Contable: a fin de que previa compulsa de los ins-
trumentos pertinentes informe al tribunal: a ) tipo de socie-
dad que se ha encargado de su explotación; b) ganancias
percibidas y contratos celebrados hasta la muerte del señor
GONZÁLEZ y desenvolvimiento posterior, y c) posibilidades de
continuación de la actividad ante la ausencia de quien la
dirigió.

Señor Juez:

111. CULPABILIDAD. La prueba irrefutable de mi inocen-


cia en los hechos sobre los que la parte actora reclama in-
demnización se desprende de la causa penal, que oportuna-
mente arrimaré a los presentes, en la que se dictaminó mi
absolución.
a) Acción penal y acción civil. Podría afirmarse, en un sen-
tido amplio, que nuestro ordenamiento jurídico determina la in-
dependencia de las acciones penal y civil emergentes de un hecho
ilícito. Dicha diferenciación resulta lógica, en principio, por
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 207
cuanto de dichas acciones una persigue el castigo del delincuen-
te, en tanto que la otra procura obtener la reparación de los da-
ños y perjuicios ocasionados; una se funda en el interés social y
la otra en el interés particular, tal como se ha precisado en algu-
nas resoluciones judiciales.
Lo cierto es que dicho principio general reconoce como ex-
cepciones las normas contenidas en el Código Civil acerca de los
efectos de la cosa juzgada en la causa criminal respecto de la de-
manda indemnizatoria que tramita en sede civil.
Para el supuesto de condena penal, el art. 1102 del Cód. Civil
señala los efectos en el proceso civil, en tanto que el art. 1103
evalúa los alcances y presupuestos de la absolución dé1 encarta-
do en el expediente penal.
b) DeZimitación. La jurisprudencia, haciendo aplicación de
la última de las normas mencionadas, ha delimitado en innume-
rables ocasiones que la absolución en sede criminal sólo hace
cosa juzgada en sede civil cuando se funda en la inexistencia del
hecho que se enrostra o en la ausencia de autoría.
Quedan, por ende, fuera de ese campo cualquiera de las ab-
soluciones que se basan en conceptos teóricos propios de la cien-
cia y el procedimiento criminal, como, por ejemplo, la falta de
prueba de la culpabilidad del imputado; el beneficio de la duda,
aunque éste se refiera a la existencia del hecho, o su autoría; de
falta de tipificación delictual; entre otros. En definitiva, puede
no existir delito y haber culpa, negligencia o imprudencia que
obliguen al agente a resarcir los daños causados.
De todas maneras, y aunque el juez civil declare la inexisten-
cia de cosa juzgada por la decisión recaída en lo criminal, ello
no le impide valorar los elementos probatorios que surjan de la
causa penal agregada al proceso civil, pero éstos deberán ser in-
terpretados conforme a los principios que surjan de la responsa-
bilidad civil.

5 5. AMA DE CASA

Señor Juez:
208 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

11. HÉCHOS. El hecho ilícito que fundamenta nuestras


pretensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora
... Mi esposa transitaba por la calle ... al ..., pero unos
metros antes de llegar a la esquina debió descender a la
calzada, pues en un edificio se estaban realizando obras
que ocupaban toda la vereda. Si bien descendió a la cal-
zada en un lugar no habilitado para los peatones, cualquier
vehículo que viniera por esa arteria podía prever un des-
censo obligado como el que hizo la víctima de este acci-
dente. Sin duda, la falta de precauciones del demandado
fue la causa del siniestro, pues guiaba a toda velocidad,
pese a que a unos metros había un establecimiento escolar.
Por eso fue que terminó embistiendo a mi cónyuge, que ca-
minaba pegada a la línea de rodados que allí estaban esta-
cionados. La reducción de la velocidad se imponía, ade-
más, pues se estaba acercando al sector en donde se ubica
la senda peatonal imaginaria, a pesar de la inexistencia de
demarcación. La aceleración inadecuada del automotor del
accionado queda demostrada por su falta de control, que
causó la muerte de la persona por quien accionamos.
Las circunstancias aludidas cobraron tal relevancia que
el demandado fue condenado en sede penal a prisión en
suspenso e inhabilitación como conductor, conforme surgi-
rá de la causa criminal, cuya remisión solicitamos en este
mismo escrito, en el ofrecimiento de prueba.
A pesar de que en el panorama urbano es sumamente fre-
cuente encontrarse con obstáculos en las aceras que dificultan la
circulación de los peatones, y que a veces interrumpen el paso
en forma absoluta, obligando a las personas a descender a la cal-
zada, no existen en los repertorios de jurisprudencia demasiados
casos de embestida de automotores en estas circunstancias.
Pero en los pocos que se encuentran se ha decidido la res-
ponsabilidad del conductor de la cosa riesgosa. Se ha declara-
do, en efecto, que no es negligente el comportamiento del peatón
en esas circunstancias; por el contrario, si el conductor del roda-
do lo vio e intentó continuar a la velocidad que llevaba, sin cer-
ciorarse previamente de que tenía espacio suficiente para pasar
sin poner en riesgo a los peatones detenidos, controlando ade-
cuadamente su vehículo, es indudable que civilmente es culpable.
Dicho temperamento se encuadra en la concepción del afi-
namiento del concepto de culpa en el juzgamiento de quienes
guían automotores, por la peligrosidad de la conducción de estos
vehículos. Se ha precisado que todo conductor con alguna expe-
riencia sabe que no es suficiente únicamente la observancia de la
vía de tránsito vehicular, como método idóneo para prevenir ac-
cidentes, sino que su atención debe fijarse en las zonas de circu-
lación peatonal, incluso las aceras, para prevenir la conducta de
circulantes negligentes y desaprensivos.
Hasta se ha llegado a sostener que la invasión a pie de la cal-
zada, fuera de la senda de seguridad de las personas, no implica
automáticamente la culpabilidad del peatón. Ello obedece a que
en nuestro desordenado tránsito callejero, que un individuo des-
cienda de la acera fuera de las zonas autorizadas para ello es
moneda corriente que a nadie sorprende demasiado. Por lo tan-
to, si bien no se exige adivinar, por lo menos se debe'casi intuir
cuándo el que circula por la vereda está a punto de invadir la
calzada. El menor gesto que anticipa la intención del peatón de
abandonar imprudentemente la acera es suficiente para que el
conductor avezado lo advierta y adopte los recaudos pertinentes.
De todas maneras, la culpabilidad del conductor del rodado
será menor o podrá desaparecer cuando se reúnan circunstancias
agravantes, como falta de iluminación del lugar, tránsito intensi-
vo y ligero, importancia de la arteria en cuestión (p.ej., una ave-
nida), etcétera.

IV. C O N S E C ~ E N CDANOSAS.
IAS A raíz del ilícito narrado,
hemos experimentado los siguientes daños:
a) Valor vida h u í n a n a . La víctima fatal del accidente
tenía treinta y seis años y estaba dedicada a las tareas de
la casa y al cuidado de sus hijos, aquí demandantes.
a) Antecedentes. Respecto del valor vida, varios precedentes
judiciales han acogido el rubro indemnizatorio por muerte de la
esposa y madre.
Dicho rubro se convierte así en una excepción al resto de los
supuestos de compensación pecuniaria por fallecimiento de la
víctima, dado que es el único en donde no se exige que la perso-
na desaparecida sea generadora de ingresos monetarios, necesa-
rios para la subsistencia de los reclamantes.
En efecto, se ha precisado que aunque se considere que la
vida no tiene de por sí un valor económico, el cónyuge e hijos no
necesitan demostrar que la esposa y madre muerta a raíz de un
accidente de tránsito realizaba otro tipo de trabajo remunerado,
además de la atención que dispensaba al hogar, para que sólo en
ese supuesto se estime que existe menoscabo patrimonial.
En algunas ocasiones, el criterio indemnizatorio amplio ha
llevado a sostener que no es necesario demostrar que la occisa

14. Daray, Prcíctica


210 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

hubo de ser sustituida por dependientes asalariadas para el cui-


dado de su hogar y de sus hijos, pues en el peor de los casos re-
presenta en la esfera económica un aumento de gastos por la de-
saparición de quien realiza la mayor parte de los quehaceres o
desempeña función de un ama de gobierno.
b) Interpretación juvispvudetzcial. La vida humana no es en
sí misma un valor económico cuya pérdida debe ser indemniza-
da, sino que lo que cabe reparar es el perjuicio patrimonial que
los damnificados pueden experimentar al quedar desprovistos
de los bienes de ese orden que producía la víctima del homicidio.
Siendo el esposo quien demanda, resulta necesario que acredite
el daño material que la muerte de su cónyuge le pudo haber cau-
sado, por cuanto él no se encuentra comprendido en la presun-
ción del art. 1084 del Cód. Civil (CNCiv, Sala J, 4/6/91, "Binstein,
Abrahan c/Bovino, Juan J. sldaños y perjuicios").
La madre, aun cuando no efectúe tareas remunerativas, apor-
ta con su esfuerzo, en las tareas que desarrolla en el hogar, un
valor pecuniario, cuya pérdida a raíz de su muerte en un acci-
dente de tránsito significa un perjuicio para los hijos, en tanto
no resulte demostrado que era innecesaria su asistencia (CNCiv,
Sala 1, 9/12/93, "Moreira, Félix R. y otros c/Rivero, Horacio M.
sldaños y perjuicios").
c) Fu~zdameíztaciótz. El principio rector de esta materia se-
ría entonces que, efectúe o no tareas remuneradas, la madre
aporta con su esfuerzo material, aunque sólo se concrete en las
tareas de la casa, un valor pecuniario cuya pérdida significa un
perjuicio para el cónyuge, mientras no se demuestre en la causa
que era innecesaria su asistencia. Ello es así, por cuanto no debe
exigirse la prueba de lo que está en el orden material, sino que
deberá demostrarse lo excepcional, para rechazar la pretensión.
Resultará muy frecuente en la actualidad que la esposa y ma-
dre desarrolle alguna otra actividad rentada. En ese caso, debe
establecerse la reparación según las normas del derecho civil, o
sea que se adecuará a las posibilidades genéricas de la víctima,
edad, tareas que desempeñaba y demás circunstancias concretas
de la causa, sin dejar de ponderar el lapso de vida útil y conside-
rando, asimismo, lo que significó para el grupo familiar la priva-
ción de quien contribuía a las necesidades materiales del hogar.
Finalmente, se ha afirmado que la circunstancia de que la
víctima dedicara la mayor parte de su tiempo a la atención de
sus hijos menores no va en desmedro de sus posibilidades gené-
ricas -que deben ser contempladas al fijar la indemnización com-
pensatoria- de ayuda económica que podría haber brindado a su
hogar en el futuro.

En lo que respecta a los menores, de diez y de siete años,


son atendidos en la actualidad por una señora que cumple
las veces de madre sustituta en todo lo que se vincula con
la satisfacción de las necesidades vitales del grupo familiar.
percibe por ese trabajo la suma de $ ..., mensuales, como
corresponde al personal de servicio con retiro. La impor-
tancia y magnitud de sus ocupaciones en nuestro hogar le
demandan aproximadamente más de doce horas diarias.
La situacibn de dependencia o de necesidad de una mu-
jer que se encargue de las tareas del hogar se prolongará
seguramente hasta la mayoría de edad de los niños, máxi-
me que su padre y coaccionante ocupa la gerencia de una
empresa de turismo que le lleva gran parte del día, para
poder afrontar los gastos de supervivencia suyos y de sus
hijos.
b ) Daño psicológico. Difícil resulta definir el impacto
emocional que nos produjo la muerte violenta y sorpresiva
de mi esposa y madre de mis hijos, generándonos a todos
un desequilibrio espiritual de características patológicas,
pues no podemos superar el trauma padecido.
Conviene recordar que el matrimonio GONZÁLEZ, como
era público, constituía una unión ampliamente satisfacto-
ria y armónica, con doce años de vida matrimonial y un
noviazgo de cuatro años. Para el cónyuge, la pérdida de
su esposa equivalió a una mutilación anímica que ha en-
sombrecido enormemente su calidad de vida.
De distinta manera, pero con gran intensidad han su-
frido los dos hijos menores, ya que perdieron a un ser tan
sagrado como es la madre, en una etapa de su crecimiento
en que todavía necesitaban de sus cuidados y de su ternu-
ra. Una pérdida como ésta, antes de la adolescencia, deja-
rá huellas a lo largo de sus vidas, influyendo negativamen-
te en su desenvolvimiento sentimental y en la integración
de sus personalidades, sobre todo por las características del
luctuoso hecho.
Hemos consultado a profesionales de la salud mental,
quienes aconsejaron un tratamiento psicológico de dos se-
siones semanales durante un año aproximadamente, en el
caso del padre, y cuatro años en el de los niños.
Reclamamos que la indemnización no se limite al costo
del tratamiento, sino que trate de compensar las conse-
212 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

cuencias patológicas de la pérdida experimentada hasta que


se produzcan los efectos de las terapias y al resto que que-
dará sin asimilar por el aparato psíquico, por más exitosas
que resulten las terapias a realizar.

b ) CONTESTACI~N
DE DEMANDA

CONTESTA

Señor Juez:

OSCAR ...
GONZÁLEZ

111. CULPABILIDAD. Si bien los automovilistas debemos


ser conscientes de lo que significa estar al comando de una
cosa riesgosa, ese principio no puede exagerarse y decla-
rársenos culpables, aun ante actitudes suicidas de los tran-
seúntes.
El art. 1102 del Cód. Civil establece que después de la conde-
nación del acusado en el juicio criminal, no se podrá contestar
en el juicio civil la existencia del hecho principal que constituya
el delito, ni impugnar la culpa del condenado.
Sin embargo, en innumerables resoluciones judiciales, hacien-
do aplicación de dicha norma, se ha establecido que, aunque
exista condena en sede penal contra el acusado, su valor de cosa
juzgada no impide examinar en sede civil la actuación de la vícti-
ma en el hecho ilícito, a los efectos de determinar si existió culpa
concurrente que permita atenuar la responsabilidad del deman-
dado con relación a la indemnización de los daños y perjuicios.
Tal conclusión obedece fundamentalmente a que si la justicia
criminal, que es más rigurosa en el examen de la culpabilidad,
sancionó la conducta del procesado, tanto mayor debe entender-
se la responsabilidad del ahora demandado en jurisdicción civil.
Pero ello no es óbice como para evaluar el comportamiento
del damnificado que acude a la acción civil, como para otorgarle
algún grado de culpa en la producción del evento dañoso, ya que '

su proceder, por no haber sido imputado, no ha sido examinado


por el juez penal, que sólo atiende lo referente al encartado y por-
que en materia penal no funciona la compensación de culpas.
' DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 213
Empero, la admisión de la genérica posibilidad de que se de-
clare en lo civil la culpa concurrente, no obstante la condena pe-
nal, no permite fundar válidamente una decisión en ese sentido
cuando no hay pruebas que acrediten alguna culpa a cargo de la
parte demandante de la reparación pecuniaria. Además, el ac-
cionado en la jurisdicción tiene que haber negado su culpa en la
contestación de demanda, invocando circunstancias que puedan
atenuarla o. disminuirla.
Finalmente, los elementos de juicio que permitan llegar a
la concurrencia de culpas pueden surgir de las actuaciones en la
causa penal o de las pruebas arrimadas al proceso civil. Pero
deben tener un alto grado de contundencia para eximir de respon-
sabilidad parcial al condenado penal y sin olvidar lo que estable-
ce sobre la carga de la prueba el art. 1113, párr. 2") del Cód.
Civil, rnáxime en los supuestos de embestida de un automotor a
un peatón.

B) PERDIDAS
DE CHANCE

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

IV. CONSECUENCIAS DANOSAS. A raíz del ilícito narrado,


nuestra parte sufrió los siguientes daños:
a) Valor vida. El fallecimiento de nuestro hijo mayor
truncó las expectativas que razonablemente teníamos de re-
cibir además de su afecto y valor espiritual, su ayuda eco-
214 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

nómica cuando llegáramos a la vejez, como suele ocurrir1


naturalmente a los padres.
El fallecimiento de los hijos significa para los padres un
pérdida espiritual insuperable, pero además les ha sido reconoci-
da por la jurisprudencia una indemnización en concepto de valor
vida, por el impacto patrimonial que semejante hecho puede im-
plicar en la edad avanzada.
Cuando el occiso es mayor de edad y contribuye al sosteni-
miento de los padres, la reparación se ha acordado tanto por la
actual como por la expectativa de recibir ayuda en la vejez, cuan-
do se produce el decrecimiento de las posibilidades productivas.
a) Acreditación del rubro. Claro está que los padres no cuen-
tan con la presunción legal de los arts. 1084 y 1085, como la viu-
da y sus hijos menores, razón por la cual deberán acreditar que
su situación económica genera la necesidad de colaboración con
el paso del tiempo.
Se ha sostenido en algunas ocasiones que a pesar de la au-
sencia de la presunción legal, en los padres ya mayores y de con-
dición humilde el daño por desaparición del hijo debe presumir-
se, ya que se adecua a lo que es el orden moral, corriente, en
nuestra realidad social.
En los supuestos en los que el hijo mayor no contribuya a
los gastos de sus padres, o fuese menor, sin ingresos, la aprecia-
ción de ayuda económica es resarcible como la pérdida de chan-
ce, cuando ésta configura no una mera posibilidad vaga y gene-
ral, sino una probabilidad suficiente de la procedencia de esta
ayuda.
b) Caracterización. Respecto de la pérdida de chance, la doc-
trina y la jurisprudencia han señalado que se caracteriza por
presentar algún grado de incertidumbre; de lo contrario, estaría-
mos en presencia de un daño resarcible, futuro pero cierto. En
esta chance frustrada, lo que se compensa en dinero es la priva-
ción de una esperanza legítima para los padres, de una posibili-
dad que el causante del perjuicio impide. Dicha conclusión se
refuerza legalmente en función de lo dispuesto en el art. 277 del
Cód. Civil, que impone a los hijos el deber de prestar servicios a
sus padres, y en los arts. 367 y 372 que agregan el deber de dar-
les alimentos.
En la determinación del quantum indemnizatorio, se han eva-
luado las siguientes pautas: edad (y consiguiente expectativa de
vida), sexo, estado físico e intelectual, relación existente entre las
víctimas y sus progenitores, necesidades, educación, capacidad
productiva, profesión o tareas remunerativas desarrolladas, et-
cétera.
c) Cómputo. Como principio general puede afirmarse que
el ítem "pérdida de la chance de recibir ayuda en la vejez" debe
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 215
computarse en una relación inversamente proporcional al caudal
pecuniario de los reclamantes y a las posibilidades de subvenir a
las propias necesidades. Es decir que será mayor la reparación
cuanto más humilde sea su condición social.
La jurisprudencia más reciente de la Cámara Nacional en lo
Civil muestra los siguientes criterios: la vida humana tiene por sí
sola un valor económico que debe ser resarcido, aun cuando no
se pruebe el perjuicio concreto que su pérdida, ocurrida a conse-
cuencia de un accidente de tránsito, haya ocasionado a los here-
deros forzosos. Procede la indemnización aun en el supuesto de
que nada produjera en el momento de su deceso, por lo que re-
sulta menester valorar la frustración de la legítima esperanza que
los progenitores, en el caso del deceso del hijo, podían abrigar de
la ayuda y sostén que en el futuro recibirían del fallecido, esto
es, la pérdida de una "chance" (CNCiv, Sala A, 29/5/89, "Leal, M.
A. y otra c/Ferrocarriles Argentinos, Línea Gral. Belgrano sida-
ños y perjuicios").
La vida humana de por sí carece de posible traducción dine-
raria. No obstante ello, lo resarcible sería la esperanza de con-
tenido económico, o, dicho en otros términos, la pérdida de chan-
ce u oportunidad de que en el futuro, de vivir la persona víctima
del hecho -en la especie, un menor-, se concretara una ayuda,
contribución o sostén económico de los padres. Ello se despren-
dería de los deberes que impone el parentesco (art. 367, Cód.
Civil), y aun de la ayuda que los progenitores pudieran requerir
de los hijos bajo patria potestad (art. 277, Cód. Civil) (CNCiv,
Sala B, 31110191, "More, Hugo A. y Paz, María N. clArmendáriz,
Alberto slsumario").
Que uno de los progenitores del hijo menor de edad fallecido
en un accidente cuente en el presente con sólidos medios de vida
no descarta la necesidad de una ayuda futura. Pues que deba
ponderarse la configuración de la expectativa de asistencia con
menor certeza, no implica que no existiera la probabilidad sufi-
ciente de ese apoyo por el hijo (CNCiv, Sala C, 19/10189, "Del
Roscio, Horacio A. y otros clcastro William, Horacio A. y otros
s1sumariof)).
Aunque la hija menor de edad, que falleció en un accidente a
los veinte años, se desempeñaba como empleada doméstica, no
deben menospreciarse sus posibilidades futuras de progreso en
alguna otra actividad más fructífera, pues las diferentes alterna-
tivas que ofrece la vida no llevan a desdeñar la incentivación de
los esfuerzos personales y las aptitudes naturales para obtener
éxitos futuros, que se vieron tronchados en plena juventud (CNCiv,
Sala C, 24110189, "Mouzo, Francisco y otra clPodestá, Norberto
E. s/sumario").
La indemnización en favor de un progenitor por el falleci-
miento del hijo no puede ser equivalente a la frustración de in-
gresos del muerto, ya que tal potencialidad de obtención de
frutos, interrumpida por el fallecimiento, no sería totalmente de-
rivada en su ayuda económica, pues solamente la pérdida de este
sostén, presente o futuro, configura el daño resarcible.
Con prescindencia de que el hijo fallecido contrajera o no
matrimonio en el futuro, de ordinario los hijos devuelven los es-
fuerzos y el cariño que los progenitores les brindan en la minori-
dad, con una positiva ayuda y sostén a la hora de la vejez de és-
tos. Es que los hijos no son eventuales sino concretos apoyos,
tanto en el orden económico como personal de asistencia, de cui-
dados y de consejos en el futuro de los padres, con tanta o mayor
razón si se trata de gente de humilde condición social (CNCiv,
Sala C, 21/12/90, "Paz, Rafael y otro c1Ferrocarriles Argentinos
sldaños y perjuicios").
La indemnización por pérdida de chance no puede identifi-
carse con el eventual beneficio perdido, sino que lo resarcible es
dicha chance, la que debe ser apreciada judicialmente, según el
mayor grado de probabilidad de convertirse en cierta (CNCiv,
Sala DI 10/9/92, "Cornejo Saravia, Emilio J. cIProsperi, Adolfo R.
y otros s/cobro de sumas de dinero").
La mayor proximidad del hijo menor fallecido como conse-
cuencia de un accidente de tránsito a una edad que le permite
cooperar económicamente con sus padres, otorgaría derecho a
un resarcimiento numéricamente superior en la medida en que
otorga máximas certezas a la ~ é r d i d ade la chance (CNCiv, Sala
F, 9112/92, "López, Cinensio c1Transporte Larrazábal Comercial
Industrial SA, Línea 117 y otro sldaños y perjuicios").
La indemnización por la muerte de una persona a raíz de un
accidente de tránsito sólo debe ser otorgada cuando le hubiere
producido un perjuicio económico al reclamante, que puede ser
actual o bien significar la privación de ayuda futura, pérdida de
chance, para subvenir a sus necesidades (CNCiv, Sala J, 14/12/93,
"Luca, Carmen y otro c/Paiva, Ramón A. sldaños y perjuicios").
El perjuicio patrimonial resultante del fallecimiento de un
hijo está dado por la frustración de la esperanza de que en el fu-
turo la víctima pudiera ayudar a sus padres, tanto como por la
ayuda actual si así lo hacía. Tratándose de un hogar modesto,
este daño debe ser considerado como la pérdida de una probabi-
lidad seria que constituye un perjuicio cierto y no hipotético
(CNCiv, Sala M, 27/2/91, "Gómez, Máximo R. y otros c/Clerici,
Aníbal A. y otro s/sumario").
d) Hijo vnenov de edad. Tratándose de la muerte de un hijo
menor, lo que debe resarcirse es el daño futuro cierto, que co-
rresponde a la esperanza con contenido económico que constitu-
ye para una familia modesta la vida de un hijo muerto a conse-
cuencia de un hecho ilícito; ese resarcimiento cabe, si no a título
de lucro cesante, por lo menos como una pérdida de una chance
u oportunidad de que, en el futuro, de vivir el menor, se hubiera
concretado la posibilidad de una ayuda o sostén económico para
OANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 217
sus padres (CNCiv, Sala L, 30/12/93, "Samaniego, Pedro E. y otro
c/Resinas Misioneras SA y otro s/sumario").
Cuando se trata de la muertede un hijo menor de edad, la
pérdida de la chance que implica el esperado apoyo que propor-
cionaría a sus padres en la vejez gravita más intensamente cuan-
do el grupo familiar es de escasos recursos (CNCiv, Sala H, 7/3/94,
"Ducant, Ernesto S. y otro c/Rojas, Isidoro y otro s/sumario").
La muerte del hijo concebido, al igual que la del nacido y de
corta edad, es indemnizable por el responsable del fallecimiento,
dentro del concepto de daño material y como frustración de la
chance de ayuda futura que los padres lógicamente podrían es-
perar, probabilidad que no es hipotética o conjetural; dado que
resulta verosímil en el curso ordinario de las cosas y la normal
estrechez de las relaciones familiares (CNCiv, Sala E, 16/6/94,
"Gómez, María T. y otros clschiviaz, Mario slsumario").
Si la víctima de un accidente de tránsito era una niña de
nueve años que cursaba escolaridad primaria y estudiaba dibujo
en forma particular no realizando tarea patrimonialmente com-
putable para sus padres, ni estaba en situación de efectuarla en
un tiempo más o menos próximo, las ganancias que pudo, even-
tualmente, llegar a destinar a esa ayuda en un futuro lejano reve-
lan que comportan una posibilidad sin llegar a la probabilidad,
de modo que la chance frustrada aparece como un daño hipotéti-
co o conjetural carente del requisito de certidumbre necesario
para su procedencia (CNCiv, Sala G, 4/5/94, "Vallejos, Osvaldo O.
c/Salomón, Juan C. s/daños y perjuicios").
e) Muerte del "nasciturus". Restará por examinar ahora la
problemática jurídica que se plantea cuando se produce el dece-
so del nascitt~rus,o sea, del vástago ya concebido pero aún en el
seno materno.
Los doctrinarios y las resoluciones judiciales se encuentran
divididos respecto de la procedencia de la pérdida de chance de
auxilio en los años postreros de sus padres. Quienes optan por
una solución negativa se fundan en lo previsto en el art. 70 del
Cód. Civil en tanto condiciona los derechos adquiridos desde la
concepción al nacimiento, aunque fuere por instantes. Los que
se inclinan por la viabilidad del reclamo consideran que la men-
tada disposición se limita a los derechos del concebido, que no
alcanza a las expectativas de sus progenitores y que el nacimien-
to con vida es un factor más de incertidumbre que se suma a los
demás respecto de la subsistencia posterior hasta llegar a la edad
productiva, lo cual reduce la traducción económica de la legíti-
ma esperanza de ayuda, pero no la elimina.

Al respecto, cabe destacar que somos gente de condi-


ción humilde y que la familia vive de los ingresos de su
jefe, que trabaja en relación de dependencia en un taller
mecánico y carece de otro oficio o forma de ganarse la
vida. Ese trabajo va decreciendo a medida que pasa el
tiempo con posterioridad al cumplimiento de los cuarenta
años. Su esposa cumple exclusivamente las funciones de
ama de casa y no tiene preparación ni experiencia en acti-
vidades laborales.
Actualmente tenemos treinta y cinco y treinta y cua-
tro años respectivamente y nuestro otro hijo, DIEGO,tiene
ocho años y va a la escuela primaria.
La víctima del accidente, RICARDO, era un niño muy edu-
cado y estudioso. Obtenía altas calificaciones en la escue-
la y se podía esperar de él que continuara sus estudios has-
ta concluir una carrera universitaria. Eso era también una
gran esperanza para la familia y estábamos dispuestos a
llevar a cabo todo tipo de sacrificios a fin de obtener el
cumplimiento del mencionado objetivo. Estimamos la re-
paración en $ ...
b) Gastos de sepelio. Como se desprende de la docu-
mental acompañada a este escrito, el entierro de nuestro
hijo nos insumió la suma de $ ..., o sea, un importante
porcentaje de los ahorros que con tanto esfuerzo habíamos
logrado juntar. Reclamamos que se incluya este ítem en la
condena.
Como principio general puede sostenerse que nuestros tribu-
nales han admitido el reintegro de las erogaciones por el entierro
de la víctima del accidente, pues son gastos de necesaria realiza-
ción.
Tal relación forzosa ha llevado a sostener la presunción de
que los reclamantes efectúan esos gastos cuando tienen un estre-
cho parentesco con la víctima (p.ej., la viuda, los padres). Por
lo tanto, la falta de prueba permite la aplicación de lo dispuesto
en el art. 165 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, pero
siempre puede implicar la reducción de la cuantía. Asimismo,
el onus pvobandi recae en el responsable del ilícito que alega la
inexistencia del perjuicio.
No es obstáculo para medir la procedencia de la demanda en
este punto que el recibo acompañado por los accionantes figure
a nombre de un tercero, pues es posible que se haya acudido a la
ayuda pecuniaria de éste. Por lo demás, el hecho de tener en su
poder un recibo de esta índole hace suponer fundadamente que
se abonaron los gastos. Tampoco puede dejarse de lado que es
lógico y comprensible que el recibo aparezca extendido a nombre
de un tercero y no de alguno de los deudos más próximos, que
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 219
en tales momentos no se encuentran en condiciones ni estado de
ánimo para realizar diligencias tan dolorosas para ellos.
Respecto de las pautas de admisibilidad del reclamo, se ha
dicho que los gastos de sepelio deben guardar relación con el ni-
vel de vida del sepultado, pues el responsable del ilícito no puede
pretender que se prescinda de lo que es habitual en una sociedad
determinada o se recurra a la gratuidad de un servicio municipal.
En algunos reclamos se ha accedido a subsidios de distintos
rubros que componen este daño. Así, se ha considerado proce-
dente el costo de un sepulcro razonable o el alquiler de un ni-
cho, mas no su mantenimiento. Con relación a lo insumido en
ofrendas florales, se ha admitido la compensación acorde a los
precios de plaza porque responden a la costumbre social que se
sigue reiterando, aunque en ciertos fallos se ha exigido la demos-
tración de lo pagado, pues la aludida práctica ha ido modificán-
dose con el tiempo y hay en la actualidad deudos que se resisten
a recibir dichas ofrendas. Soluciones semejantes encontramos
para los supuestos en que se peticiona la indemnización por el
luto.
Más restrictiva se ha mostrado la jurisprudencia en cuanto a
la admisión de los gastos para la construcción de un monumento
funerario o para el traslado de los restos al extranjero. En esos
casos se ha exigido, además de la demostración de lo gastado, la
justificación fáctica y espiritual de los rubros mentados.
En la última década hallamos precedentes de la Cámara Na-
cional en lo Civil sustentados en los principios que constan a
continuación: la compra de una parcela de tierra a perpetuidad
en un cementerio privado, más los consiguientes gastos por dere-
cho de lápida y conservación del cementerio, y los de construc-
ción y colocación de un monumento, no encuadran dentro de los
usos y costumbres de la población en general. Aun cuando se
invoquen exigencias religiosas, no por ello deja de ser un gasto
extraordinario que no guarda adecuada relación de causalidad
con el hecho ilícito (CNCiv, Sala M, 23/5/90, "Szlajche, Aaron L.
c/Garrido, Jorge G. s/sumario").
El art. 1084 del Cód. Civil, en concordancia con el art. 2307,
hace extensiva la indemnización a los gastos del funeral, no re-
putándose tales -conforme lo establece la última norma- los efec-
tuados en bien del alma después de sepultado el cadáver, ni el
luto de la familia, ni ningunos otros, aunque el difunto los hu-
biese determinado. En base a ello no se admitieron los gastos
de oficios religiosos posteriores al sepelio (CNCiv, Sala E, -26191
91, "Jordán, Ricardo M. y otros c/Transporte Ideal San Justo SA
sldaños y perjuicios").
Es procedente el rubro gastos de sepelio, aunque hayan sido
pagados por un tercero, pues la cónyuge está obligada a sopor-
tarlos (CNCiv, Sala DI 21/2/92, "Leiva de Chávez, Clara c/Sán-
chez, Félix M. y otro s/sumario").
220 PRÁCTICA D E ACCIDENTES D E TRÁNSITO

Autenticadas las facturas y dos recibos relativos a gastos de


sepelio, pese a la circunstancia de que aparezcan extendidos a
nombre de terceros con el mismo apellido del causante, autori-
zan a considerar legitimado al cónyuge supérstite para el recla-
mo, habida cuenta la posesión de dicha documentación por su
parte y el hecho de que generalmente el viudo no esté en condi-
ciones de ocuparse de los trámites relativos al sepelio del cónyu-
ge, encomendando esa tarea a otras personas (CNCiv, Sala A,
29/9/92, "Beltrami, Fabián c/Empresa Ferrocarriles del Estado
Argentino sldaños y perjuicios").
Acreditado el gasto de sepelio, aunque el monto de esta par-
tida no haya sido probado, por tratarse de gastos que necesaria-
mente debieron hacerse se admite su fijación prudencial por el
juez, conforme lo autoriza el art. 165 del ordenamiento procesal
(CNCiv, Sala A, 18111/93, "Gutiérrez, Alberto O. y otros c/Beri-
son, Claudia G. sldaños y perjuiciosJ1).
Producida la muerte de la víctima, los gastos de sepelio inte-
gran el daño a resarcir (art. 1084, Cód. Civil) y se deben aunque
la parte no haya aportado prueba de su efectivo pago, puesto
que se trata de gastos de necesaria realización, presumiendo que
ellos han sido afrontados por sus parientes más cercanos (CNCiv,
Sala D I 22/4/94, "Fernández, Ramón A. y otro cIFerrocarriles
Argentinos sldaños y perjuicios").
Al analizar la extensión del rubro relativo a los gastos de se-
pelio, el art. 1084 del Cód. Civil debe interpretarse en conexión
con el art. 2370, que exhibe una pauta orientadora al referirse a
los gastos funerarios, hechos con relación a la calidad de la per-
sona y usos del lugar. Por lo tanto no pueden obviarse las creen-
cias religiosas de la persona fallecida y se la debe inhumar de
acuerdo con sus convicciones en ese aspecto, dentro de lo nor-
mal y posible (CNCiv, Sala H, 20/10/94, "Bilik, Perla Y. y otro
c/Brey, Gustavo A. y otro sldaños y perjuicios").
La obligación, impuesta por el art. 1084 del Cód. Civil, de in-
demnizar los gastos hechos en el funeral del fallecido no debe
hacerse extensiva a reclamos de conservación de sepultura, visi-
tas al cementerio, flores, etc., porque se trata de gastos que no
son necesarios, ni existe verosimilitud de que en el futuro vayan
a concretarse, en tanto son erogaciones que están ligadas a varia-
bles sentimentales (CNCiv, Sala F, 18/6/96, "Otahal, Regina cNie-
ra, Pedro sldaños y perjuicios").
No corresponde incluir entre los gastos originados por la muer-
te de un menor el precio de una bóveda adquirida por la proge-
nitora, puesto que al margen de si ese sepulcro es suntuario o
bien de uso corriente, excede con mucho el depósito de los res-
tos del muerto, lo que revela una inversión que produce una en-
trada en el patrimonio, pues sabido es el valor que tienen esas
bóvedas para la familia y frente a su comercialización habitual
(CNCiv, Sala C, 9/6/88, "Aulet García, Ana M. c/Paladino de Bolli-
ni, M. sldaños y perjuicios").
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 22 1
Producida la muerte de la víctima, los gastos de sepelio inte-
gran el daño a resarcir (art. 1084, Cód. Civil) y se deben, aunque
la parte no haya aportado prueba de su efectivo pago, puesto
que se trata de gastos de necesaria realización, para cuya deter-
minación es necesario ponderar la situación económica del cau-
sante y su familia (CNCiv, Sala A, 17/3/97, "Díaz, Néstor E. c/Biz-
querra, Hugo N. sldaños y perjuicios").

c) Daño psicológico. El golpe experimentado en nues-


tro grupo familiar por la súbita desaparición de uno de sus
miembros tuvo repercusiones espirituales en el resto, con
desequilibrios de carácter patológico.
Sin duda la más afectada fue la madre, que aunque
trata de disimular su dolor, ha cambiado radicalmente sus
estados de ánimo, tiene pesadillas. ha envejecido y perdido
en gran parte su apetito. Rechaza cualquier tipo de dis-
tracciones y rompe en llanto ante el más mínimo tropiezo.
Casi no sonríe y se advierte su desinterés por arreglarse,
habiendo abandonado todos sus hábitos de coquetería fe-
menina. Los médicos que la han examinado diagnostica-
ron una fuerte depresión y aconsejaron un tratamiento psi-
coterapéutico (tres veces por semana durante, por lo menos,
cuatro años), aunque destacaron que difícilmente superará
esta pérdida en toda su vida.
El padre, en cambio, adoptó una actitud extremada-
mente opuesta. Ningún día se queda todo el tiempo en su
casa, ya que trabaja incluso los domingos, y cuando no lo
hace, va a encontrarse con sus amigos. Su comportamien-
to, que ha deteriorado enormemente la armonía de la pare-
ja, parece típicamente evasivo y ha determinado que con
frecuencia presente cuadros de hipertensión, trastornos
gástricos y otras manifestaciones psicosomáticas. Estas
patologías no existían antes de la muerte de su hijo, y han
sido calificadas por los médicos como resultado de una de-
presión reactiva que también requiere tratamiento (tres se-
siones semanales durante un mínimo de tres años) y que
cargará para siempre un resto no asimilable.
Finalmente, la desaparición del hermano mayor produ-
jo en DIEGO un estado de aislamiento de sus amigos, tanto
del colegio como de los que tenía en la vecindad, demos-
trando poco interés por cualquier tipo de juegos. Ha teni-
do una pronunciada declinación en su desempeño escolar y
222 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

debe repetir el año que estaba cursando al ocurrir el acci-


dente. De la misma manera que a sus padres, le fue reco-
mendada una terapia psicológica (dos veces por semana,
aproximadamente dos años).
La suma a la que se llega por este ítem sería discrimi-
nada de la siguiente forma:
1 ) Para la madre: a ) el daño $ ...; b) costo del trata-
miento $ ..., a razón de $ ... cada sesión, y c ) resto no asimi-
lado $ ...
2) Para el padre: a ) el daño $ ...; b) costo del trata-
miento $ ..., y c) resto no asimilado $ ...
3) Para el hermano: a ) el daño $ ..., y b) para la psico-
terapia $ ...
El total alcanzaría la cifra de $ ...
No hay duda de que la muerte de un hijo es el acontecimien-
to más doloroso que pueda padecer un ser humano.
En tales circunstancias consideramos que la existencia del
daño psicológico debe presumirse, por lo que será procedente la
indemnización, aunque no se produzca prueba al respecto, ha-
ciendo aplicación de lo previsto en el art. 165 del Cód. Proc.
Civil y Com. de la Nación.
También puede presumirse una mayor repercusión desequili-
brante en la madre que en el padre, sin perjuicio de que los me-
dios probatorios aportados demuestren lo contrario.
En el modelo se han descripto a grandes rasgos los dos tipos
de respuestas posibles frente a una pérdida de semejante trascen-
dencia: el comportamiento signado por la melancolía de conno-
taciones paralizantes y el maníaco, en donde la angustia se con-
vierte en un motor que aumenta las actividades que se venían
desempeñando.
Justamente, es este último supuesto el que pone de manifies-
to la necesidad deevaluar el perjuicio psíquico con la incapaci-
dad sobreviniente como rubros indemnizatorios, independientes,
pues quien asume una conducta negadora frente al duelo se en-
cuentra expuesto a trastornos de índole física o a un despliegue
traumático diferido, con consecuencias que pueden ser más gra-
vosas para la salud mental.
Por otra parte, y como se escucha con frecuencia, el falleci-
miento de un hijo genera un trauma que sus padres deben arras-
trar toda su vida. Se trata del resto no asimilable por el aparato
psíquico por mejores que sean los resultados que se obtengan en
los tratamientos posibles. En definitiva, se traduce en un debili-
tamiento de índole espiritual, que deja a quien lo padece en peores
condiciones para enfrentar las futuras pérdidas que la existencia
~ A Ñ O SA LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 223
normalmente se encarga de producir. Todo ello, independiente-
mente de un ensombrecimiento del espíritu, con connotaciones
patológicas que reducen las posibilidades de disfrutar de la vida.
Aunque en menor grado, también puede esperarse en un niño
menor que la muerte de su hermano en forma inesperada se con-
vierta en un acontecimiento que afecte su equilibrio mental, por
sus características intrínsecamente traumáticas.
El perjuicio aludido merece una compensación pecuniaria, a
nuestro juicio, con independencia del reclamo por los gastos que
demande una psicoterapia. No existe en este caso la limitación
que el art. 1078 establece para el agravio moral, ya que este últi-
mo sólo puede ser pedido por los herederos forzosos:

Señor Juez:
OSCAR por derecho propio, ...
GONZÁLEZ,

111. CULPABILIDAD. Párrafo aparte merece la considera-


ción acerca de la edad del hijo de mis adversarios, lo que
exigía que éstos tuvieran un control más eficiente del com-
portamiento del menor, una adecuada educación vial; lo
conveniente incluso habría sido que lo acompañaran a la
escuela, dada su corta edad.
Para que pueda funcionar la responsabilidad de los padres
por los hechos de sus hijos menores es necesario alegar y probar,
en principio, que estos últimos han cometido algún daño. En
materia de accidentes de tránsito hay que demostrar que su com-
portamiento hubiese merecido algún grado de reprochabilidad
en los términos de los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
Conforme lo han señalado tanto la doctrina como la juris-
prudencia, corresponde ubicar la responsabilidad paterna como
refleja o indirecta, es decir que existe sobre una persona y se
proyecta sobre otra, en el caso, el progenitor de aquélla. Por lo
tanto, el primer requisito de la responsabilidad aludida es que se
esté en presencia de un acto ilícito obrado por el hijo, a falta de
lo cual sería incongruente e ilógico intentar hacer valer la res-
ponsabilidad del padre.
224 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Ello es así, por otro lado, pues la presunción legal del art.
1114 del Cód. Civil reconoce su fundamento en los deberes de
guarda, de vigilancia y de educación de los menores, inherentes
a la patria potestad, según se ha señalado reiteradamente; como
también la necesidad de determinar un responsable económico
frente a quien ha sufrido un daño injusto, pues casi siempre los
menores carecen de bienes para responder por los perjuicios que
causan.
Entre los recaudos que permitan determinar la responsabili-
dad refleja de los padres, no basta que tengan el ejercicio de la
patria potestad del menor en cuestión, sino que además es nece-
sario que convivan con él para que pueda fundamentarse la falta
de educación y del ejercicio del deber de vigilancia, o que la fal-
ta de convivencia sea atribuible a culpa del padre a quien se in-
tenta responsabilizar. En otros términos, si el padre y el hijo no
conviven por algún motivo legítimo, no entrará en juego la res-
ponsabilidad indirecta.
Cuando concurren las circunstancias del modelo, a saber: co-
lisión entre un rodado y un peatón menor de edad, por aplica-
ción de lo dispuesto en el art. 1113, párr. 2") se requiere que el
dueño o guardián de la cosa riesgosa demuestre la culpabilidad
total o parcial de la víctima o la de un tercero por quien no deba
responder.
Una solución contraria importaría tanto como generar una
discriminación en contra de los menores de edad. No habría
andamiento para la responsabilidad de sus padres si el menor
deambulaba cumpliendo todas las exigencias de las reglamenta-
ciones de tránsito.
La jurisprudencia de la Cámara Nacional en lo Civil se ha
expedido últimamente sobre el punto de la siguiente forma: si
bien, en abstracto puede formularse un juicio negativo de valor
acerca de las circunstancias por las cuales los progenitores per-
miten que un menor de seis años vaya solo al colegio -pues a los
peligros del tránsito vehicular pueden añadirse otra serie de cir-
cunstancias eventualmente riesgosas para su integridad y salud,
física y moral-, en la valoración de los deberes y obligaciones
que incumben a los padres en materia de educación y vigilancia
de sus hijos, inherentes al instituto de la patria potestad, y en
orden al juzgamiento del cumplimiento de tales deberes, de ma-
nera de excluir o atenuar la responsabilidad que surge ante un
hecho ilícito, no se puede prescindir de las circunstancias con-
cretas del caso, relacionadas con la situación social y familiar
del grupo humano al que se refiere, debiendo añadírseles las
propias del hecho ilícito juzgado, a fin de no confundir ese repro-
che abstracto con la real incidencia causal que la conducta re-
probada pudiera haber tenido en la ocurrencia del accidente del
que derivaron lesiones al menor (CNCiv, Sala 1, 15/2/93, "Herre-
ra, Alberto C. c/Baleani, Carlos sldaños y perjuicios").
' DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 225
Aun admitiendo que el deber de vigilancia de los padres so-
bre los hijos menores no se limita a la responsabilidad de los da-
ños que éstos causaran a terceros, sino que también tiende a que
el menor no se cause daño a sí mismo, en manera,. alguna el
eventual incumplimiento de ese deber puede liberar de responsa-
bilidad a quienes la ley se la atribuye, sea por el acto propio del
conductor del colectivo o por la calidad de dueño o guardián de
la cosa con que se provocó el daño (CNCiv, Sala C, 12/3/96, "Ri-
moldi, Héctor R. y otro cIGranea, Enrique O. y otro sldaños y
perjuicios").
No cabe endilgar culpabilidad a los progenitores de un me-
nor que cursaba el tercer grado y que perdió la vida al ser arro-
llado por un automóvil, puesto que el "acompañamiento" de
chicos no disminuidos en sus facultades no se acostumbra, en
general, por la sencilla razón de que se les torna casi de cumpli-
miento imposible a la inmensa mayoría de los padres, debido,
por empezar, a causas económicas (CNCiv, Sala J, 24/5/93, "Díaz,
Jorge G. y otro c/Giuliano, Oscar 1. sidaños y perjuicios").
La responsabilidad refleja que imponen los arts. 1114 y 1116
del Cód. Civil a los padres, si bien se refiere a los eventuales da-
ños que los hijos puedan causar a terceros, reposa en el funda-
mento último de los deberes emergentes del recto ejercicio de la
patria potestad, razón por la cual también resultan aplicables
cuando del incumplimiento del deber de cuidado y vigilancia de
los progenitores deriven daños al menor por el hecho de un ter-
cero (CNCiv, Sala L, 17/11/95, "Blanco, Oscar L. c/Empresa Fu-
migadora Ítalo Argentina SRL s/sumario").
El art. 1114 del Cód. Civil contempla la responsabilidad re-
fleja de los padres sobre la base de una presunción de culpa, que
admite prueba en contrario, como resulta de su art. 1116, de-
biendo interpretarse este último no como una referencia al caso
fortuito, sino a la ausencia de culpa, en razón de no merecer su
conducta reproche alguno, en orden al cumplimiento de los de-
beres derivados de la patria potestad.
El deber de vigilancia derivado de la patria potestad, razona-
blemente entendido y aplicado, difícilmente podría conducir, con
la evolución actual de los patrones sociales, a una prohibición
lisa y llana de utilizar la motocicleta a un menor de veinte años,
que la ha adquirido y que cuenta con carné habilitante para guiar-
la (CNCiv, Sala 1, 19/6/97, "Imaz, Gloria S. c/Coso, Cristian J.
sldaños y perjuicios").

IV. OFRECE
PRUEBA. ...

b) Psicológica. Propongo como puntos de perito para


el experto en psicología que VS designe de oficio:
226 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

1 ) Si se puede determinar, vía psicodiagnóstico, el es-


tado psíquico y anímico de los demandantes antes y después
del accidente. En caso afirmativo, se indiquen los facto-
res y fundamentos científicos que lo justifiquen.
2) Si los demandantes tienen real disposición a la reali-
zación de una psicoterapia.
3) En caso de que las considere pertinentes, se especi-
fique duración y costo del tratamiento tendiente a superar.
el duelo que invocan.

Señor Juez:
OSCAR
GONZÁLEZ,
por derecho propio, ...

111. CULPABILIDAD. Consideramos que el demandado es


responsable absoluto del accidente relatado, ya que la ma-
niobra realizada para descender del automóvil es la típica-
mente usada por todos los conductores, razón por la cual
debe ser considerada una contingencia normal en el tránsi-
to ciudadano, que el accionado debió prever con un míni-
mo de diligencia.
Al no haberlo hecho así cabe concluir que no tenía el
adecuado dominio de la cosa riesgosa que guiaba. Ade-
más, su calidad de embestidor acarrea la presunción de
culpabilidad que implica esa circunstancia, conforme a pa-
cífica y reiterada jurisprudencia.
Asimismo, nos hemos enterado de que la licencia de
conducir del accionado estaba vencida en la fecha del acci-
dente, lo que genera en su contra otra presunción de cul-
pabilidad.
El art. 36, inc. b, de la ley 13.893 disponía que los conducto-
res de vehículos automotores debían tener por lo menos diecio-
'DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS

cho años y estar munidos de la licencia de conductor otorgada


por la autoridad competente del lugar del domicilio real del inte-
resado. A su vez, el art. 39 establecía la prohibición de conducir
vehículos sin la licencia respectiva o con licencia caduca.
Interpretando dichas disposiciones, la jurisprudencia ha se-
ñalado que la falta de licencia, aun en el supuesto de que quien
lo haga sea un menor de edad, constituye una presunción de im-
pericia, pero no es por sí sola suficiente como para considerar al
conductor responsable del accidente, y carecerá de relevancia si
se prueba adecuadamente la culpabilidad del otro interviniente
del hecho.
Respecto del conductor con el carné habilitante kencido, al-
gunos fallos han dado un valor presuncional muy desfavorable a
aquél, ya que pudo obedecer a una denegatoria de la autoridad
competente para renovarlo por razones de ineptitud.
Otros precedentes judiciales, en cambio, han relativizado la
trascendencia de que hubiese caducado la licencia para conducir,
especialmente si con posterioridad al accidente fue renovada,
puesto que ello revelaría la subsistencia de la aptitud psicofísica
que fuera constatada antes de entregarse el documento originario.
Por lo tanto, en el caso del modelo, la solución dependerá
fundamentalmente del juzgamiento de los protagonistas en el
evento. La culpabilidad total o parcial de la víctima será dirimi-
da en función del lugar en que invadió la calzada, de las indica-
ciones del semáforo, de la distancia de la senda de seguridad y
de las demás circunstancias obrantes en la causa.
La nueva ley de tránsito 24.449 contiene una serie de pres-
cripciones más específicas que la anterior ley 13.893, sobre todo
para el examen previo. Reduce el término de vigencia del regis-
tro habilitante a cinco años, y aun más después de los sesenta y
cinco años, no pudiendo obtenerse a esa edad un primer carné.

1 . CONSECUENCIAS
DANOSAS. A raíz del ilícito narrado ...
a) Valor vida. Por efecto del importante golpe recibi-
do en toda la parte izquierda del cuerpo de la codeman-
dante PÉREZDE LÓPEZes que tuvo que ser internada de ur-
gencia en el Hospital ... A pesar de ello, perdió el hijo,
que ya llevaba seis meses de gestación sin que hasta ese
momento hubiese tenido ningún inconveniente.
Esa pérdida destruyó la chance que teníamos de reci-
bir asistencia en la vejez. Esa ayuda nos iba a resultar de
gran utilidad, dado que nos desempeñamos como docente
y empleado público respectivamente. Y recibimos hasta el
presente reducidos salarios, sin que se vislumbre que esa
situación vaya a mejorar en el futuro.
228 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

b) Pérdida de la chance de concebir. Tanto para el in-


cremento del rubro anterior como para la fijación de éste,
deberá tenerse en cuenta que no tenemos otros hijos, y que
fue necesario que se sometiera a la coactora PÉREZ DE LÓPEZ
a una intervención quirúrgica que determinó una ligadura
de trompas y la consiguiente imposibilidad de procrear.
Para la fijación de la suma pertinente es dable destacar
que para una mujer de treinta años de edad, casada desde
hace cuatro años con el codemandante, constituye un per-
juicio espiritual de enorme magnitud su esterilidad actual.
Se frustraron de este modo las legítimas expectativas de
cumplir con la función materna.
Como compensación pecuniaria, demandamos la suma
de $ ..., correspondiente a un tratamiento psicológico de dos
años dos veces por semana, para la frustrada madre; y de
un año, con la misma frecuencia, para su esposo.
En la indemnización tienen que computarse los gastos
de traslado que estimamos en $ ..., ya que vivimos a treinta
kilómetros de la ciudad de ..., que es el lugar donde se en-
cuentran los consultorios de atención psicoterapéutica.
c) Daño psicológico. La pérdida del embarazo, a lo
que se suma la imposibilidad de procrear, ha determina-
do que ambos actores recibieran un fuerte impacto psíqui-
co, o sea, un desequilibrio espiritual de índole patológica.
Se manifiesta como frecuentes crisis depresivas, desinterés
por el mundo exterior y falta de incentivo para el cumpli-
miento de las tareas diarias y para la vida de relación.
Ambos han recibido la indicación médica de que deben
someterse a una terapia psicológica a fin de superar el es-
tado de duelo por el que atraviesan, o para que no se pro-
longue por más tiempo de lo tolerable o aparezcan enfer-
medades psicosomáticas u otras derivaciones del trauma
experimentado.
Es por ello que, además de solicitar indemnización del
daño psicológico en forma autónoma o subsidiariamente
como discapacidad, se peticiona la suma de $ ...
d) Agvavio moral. Finalmente, las pautas señaladas
para la evaluación de los rubros indemnizatorios hasta
aquí reclamados (pérdida de hijo gestado, de la chance de
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 229

concebir, del daño psicológico y la lesión estética), servirán


para cuantificar el daño moral experimentado por ambos
actores, como lógica consecuencia del lamentable hecho que
tanto los afectara espiritualmente.

V. OFRECEN PRUEBAS. Venimos a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de nuestra parte. Ellas son:
c) Documental. ...
1 ) Se tenga por adjuntada la partida que acredita el
matrimonio de los actores.
2) Constancias de la causa penal caratulada ...
3) Historia clínica de donde surge el tratamiento al que
fue sometida la coactora atropellada y la intervención que
determinó la ligadura de trompas, para lo cual deberá li-
brarse el oficio pertinente al Hospital ...
e) Pericial. ...
2) Médica. Se designe perito único de oficio, a fin de
que dictamine sobre el nexo causal entre el golpe recibido
por la codemandante y la pérdida del embarazo y de la
chance de concebir.
3 ) Psicológica. ...

Señor Juez:

a) Pérdida de la chance. La minusvalía señalada resul-


ta determinante, pues me ha hecho perder todas las posibi-
lidades de contraer matrimonio y formar una familia, am-
bición que tiene cualquier mujer que se precie de tal.
230 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Si bien, actualmente se observa en el sexo masculino


una tendencia generalizada a eludir los compromisos senti-
mentales, tal actitud se torna más evidente ante las repre-
sentantes del sexo femenino que son feas, deformes o de-
fectuosas, categoría a la que he entrado después del ilícito
de autos.
Si se revisan los repertorios de jurisprudencia no se encuen-
tran demasiados casos en los que la demandante haya solicitado
la indemnización de la pérdida de chance matrimonial.
Además, las soluciones adoptadas son contrapuestas. Se ha
denegado el mentado rubro basándose en que el matrimonio es
una institución de elevado carácter espiritual y moral; por ende,
no debe computarse ningún cálculo de valor patrimonial en el
acto de su celebración. Por consiguiente, no puede admitirse
que la frustración de unas nupcias esperadas pueda abrir un ca-
pítulo de resarcimiento por la invocación de un pretendido daño
material. Otra cosa es el daño moral, y allí sí la pérdida o dis-
minución de una chance matrimonial debe ser tenida en cuenta,
sin distinción entre el hombre y la mujer.
Un fallo de reciente data adopta la postura adversa a la pro-
cedencia de este rubro indemnizatorio. Así, se ha dicho que
dado que al indemnizarse la incapacidad sobreviniente se incluye e

no sólo la pérdida de la capacidad laborativa del damnificado,


sino de todas las actividades del sujeto y la proyección que las
secuelas del infortunio tiene sobre la personalidad integral de
quien la sufre, no cabe escindir la pérdida de chance de casarse,
pues pretender la reparación de algunas de las potencialidades
que no podrán actualizarse en forma independiente importaría
una doble reparación por un mismo perjuicio, puesto que éstas
se encuentran comprendidas en aquélla, y además se podría lle-
gar al absurdo de indemnizarse tantos rubros como la imagina-
ción hiciera aparecer (CNCiv, Sala F, 5/5/92, "Ojeda, Clementina
c/Manliba SA sldaños y perjuicios").
Frente a esta postura hallamos el criterio amplio, que afirma
que resulta procedente la indemnización en concepto de pérdida
de la chance matrimonial como distinta del daño moral, pues no
puede válidamente desconocerse la incidencia del aspecto sobre
la posibilidad de formalizar un matrimonio, y especialmente ha
de tenerse presente la influencia de la problemática espiritual de
la damnificada originado en su nuevo físico, sobre su seguridad
personal como obstáculo a la posibilidad de aquella concreción.
La aludida disyuntiva funciona en forma paralela a las diver-
gencias sobre el fundamento del daño resarcible. Quienes inter-
preten que en nuestro ordenamiento positivo únicamente se ad-
mite el perjuicio material directo o indirecto y el agravio moral
se verán poco dispuestos a admitir el ítem en análisis. En cam-
DA,~TOSA LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 23 1
bio, es más probable que auspicien la compensación pecuniaria
de la pérdida de chance matrimonial los que optan por un crite-
rio amplio en la fijación de 1á indemnización pretendida, con
menos connotación patrimonialista y mayor preocupación por
no menoscabar el principio de la reparación integral.

b) Daño psicológico. Las características de las lesio-


nes padecidas y sus rastros, así como las secuelas de la si-
tuación límite que experimenté en el momento de la em-
bestida, han desencadenado en mi espíritu todo un proceso
patológico que, lejos de ir disminuyendo, aumenta con el
paso del tiempo.
Tales padecimientos psíquicos configuran lo que suele
denominarse "neurosis traumática", que comienza con el
accidente, independientemente de que mi estructura men-
tal haya sido o no predisponente a la enfermedad.
Como efectos anímicos entiendo que debe indemnizar-
se el daño psicológico en la suma de $ ..., amén del costo
del tratamiento que me han indicado facultativos de la ma-
teria y que importarían una terapia de tres años, con dos
sesiones semanales.
Además, el tratamiento psicológico no eliminará total-
mente la patología adquirida, y ese resto constituirá un fac-
tor adverso a la hora de afrontar las posibles pérdidas que
contiene toda existencia.
Las indemnizaciones aquí incluidas tienen que evaluar-
se en forma autónoma. Sin perjuicio de ello, mi reclamo
por tales conceptos lo efectúo subsidiariamente, como inte-
grando la incapacidad sobreviniente.
c) Agravio moral. No hace falta agregar más a lo ex-
puesto para colegir que los daños sufridos y sus actuales
secuelas, que limitan mis funciones vitales, entendiéndose
por ellas la capacidad de trabajar, de casarme y constituir
una familia, así como la de disfrutar de la vida, fundarnen-
tan mi derecho a peticionar una compensación por el daño
moral.
Tampoco debe obviarse como parámetro para el esta-
blecimiento de la suma indemnizatoria por daño moral la
patología psicológica que experimento y los dolores físicos
y espirituales que tuve que soportar.
111. OFRECE PRUEBAS. Vengo a ofrecer la prueba que
hace al derecho de mi parte. Ellas son:
a) Pericial. ...
1 ) Médica. Se designe perito único de oficio, a fin de
que dictamine sobre el nexo causal entre el golpe recibido
por la actora y el acortamiento de una de sus piernas, la
marcha claudicante, las lesiones estéticas y los tratamientos
pasados, presentes y futuros que reconocen dicha causa.
2 ) Psicológica. ...

Señor Juez:

por derecho propio, ...


OSCARGONZÁLEZ,

IV. CONSECUENCIAS DANOSAS. A raíz del ilícito narrado,


mi parte sufrió los siguientes daños.
Se mencionan en el modelo exclusivamente los daños a la in-
tegridad de las personas, sin perjuicio de remitir al capítulo 11 en
lo que atañe a los daños materiales que corresponda incluir se-
gún las circunstancias.

Dada la forma en que sucedieron los hechos, mi roda-


do sufrió grandes daños, que se incluyen en el presupuesto
acompañado y que se describen con las fotografías anexa-
das, estimándose su reparación en una suma que supera
con creces el valor del rodado, razón por la cual mi peti-
ción se circunscribe a esta última cifra, entendiéndose que
hubo destrucción total del bien. La cantidad es de $ ...
a) I~zcapacidad sobreviniente. Como resultado del ac-
cidente por el que acciono me ha quedado como secuela
una renguera que me impide la marcha normal, con impo-
sibilidad de efectuar los movimientos de flexión y abduc-
ción del miembro inferior izquierdo, inestabilidad de la ro-
dilla e hipertrofias musculares en la pierna mencionada.
Por otro lado, tales deficiencias me ocasionan dolores en la
pierna afectada, en la cadera e incluso cefaleas. Todo este
cuadro puede verse agravado en el futuro.
Las minusvalías físicas que padezco como cansecuen-
cia del choque me impiden obtener un trabajo adecuado,
habiendo perdido el que anteriormente tenía como corre-
dor de seguros para la empresa ..., en virtud de los largos
tratamientos de rehabilitación que tuve que cumplir.
He subsistido hasta ahora por la ayuda de mis padres,
parientes y amigos, ya que la crisis ocupacional que viven
nuestro país y el mundo entero torna cada día más exigen-
te y discriminatorio el mercado laboral, máxime para una
persona de treinta y seis años.
Además de ello, se ha visto sumamente cercenada mi
vida de relación, ya que no puedo practicar ningún depor-
te, ni bailar y es dudoso que aun mejorando mi condición
económica pueda darme gustos, como, por ejemplo, el de
viajar por el mundo. Estimo el rubro en $ ..., que puede
aumentar según la prueba.
b) Lesión estética. También corresponde tener en cuen-
ta que la marcha claudicante ha ido deformando mi cuer-
po, lo que aumentará de aquí en más, además de tener un
efecto antiestético en sí misma.
Por otro lado, el cambio de mi estado espiritual se re-
fleja en mi rostro y en toda mi gestualidad, trayendo apa-
rejado un afeamiento general que considero debe ser in-
demnizado como ítem autónomo o, subsidiariamente, como
incapacidad sobreviniente, aumentando la indemnización por
esos motivos.
La circunstancia de pertenecer al sexo masculino no es
un obstáculo para la compensación que reclamo, dado que
en nuestra época puede observarse un paulatino pero ince-
sante incremento de la valoración de las personas segljln su
apariencia, a despecho de las cualidades del alma, incluso
234 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

para los varones, condicionando además todas sus posibili-


dades vitales, incluidas las de ingresos pecuniarios. Y ello
aunque no se ejerzan profesiones que, como las de modelo
o actor, exigen singulares condiciones físicas.
El perjuicio lo evalúo en este caso en la suma de $ ...
c) Daño psicológico. Las limitaciones hasta aquí rese-
ñadas y mi actual imagen corporal, amén del impacto emo-
cional producido por el accidente, la situación límite que
implica sentirse entre la vida y la muerte, ha generado en
mi vida interior un importante desequilibrio de índole pa-
tológica, que entiendo debe ser indemnizado en la cifra de
$ ..., por las razones que a continuación expongo, con sus
respectivos montos.
Dicho desequilibrio ha dañado la confianza que tenía
en mí mismo y que me permitía cumplir una tarea que,
como la de corredor de seguros, pertenece a un grupo com-
plejo del ramo que se conoce como ventas, y que requiere
para su éxito de un alto grado de autoestima, que lamenta-
blemente he perdido y que creo no voy a recuperar nunca
del todo. El daño alcanzaría a $ ... y a $ ... lo no recupe-
rable.
He visitado a un psicólogo que, aunque se mostró re-
miso a hacerme un diagnóstico preciso, por falta de ele-
mentos pues concurrí a su consultorio una sola vez, me in-
dicó que debía iniciar un tratamiento para poder retomar
mi vida anterior hasta donde pueda. Entendía, en princi-
pio, que no iba a ser menor que dos sesiones por semana
durante tres años. Su costo sería de $ ...
Es por ello que solicito a VS fije una cifra indemniza-
toria por daño psicológico en forma autónoma, o subsidia-
riamente pido se lo incluya como fuente de elevación de la
incapacidad sobreviniente. Cabe, asimismo, añadir el cos-
to de la terapia y el resto no asimilable que quedará cuan-
do concluya la indicada curación.
d) Gastos y tratamientos médicos. Aunque fui atendi-
do en una institución hospitalaria dependiente de mi obra
social, he tenido que solventar, con ahorros y dinero pres-
tado, gastos médicos y tratamientos. Entre ellos deben
computarse consultas, medicamentos, radiografías y análi-
DANOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 235

sis de diversas clases, de los cuales no he conservado reci-


bos, pero que creo que en la pericia se indicarán como
realizados. Debí alquilar una cama ortopédica y una silla
de ruedas y muletas por un lapso de tres meses.
A la fecha estoy aún bajo atención médica y rehabilita-
ción kinesiológica, sin que pueda determinarse hasta cuándo
va a durar cada tratamiento, por lo que tendrán que com-
prenderse en la indemnización las erogaciones presentes y
las futuras.
Entiendo, por otra parte, que es justo que el quantum
se incremente en función de los gastos de traslado en que
he incurrido y deberé incurrir, pues las secuelas del cho-
que me obligaron y me obligarán a asistir periódicamente
a hospitales y consultorios, no pudiendo hacerlo, por la en-
tidad de las lesiones padecidas, en medios de transporte
público, haciéndolo, por ende, en taxis y ambulancias pri-
vadas, aunque de esto no me hayan quedado los compro-
bantes escritos.
El guarismo total que solicito es de $ ...
e) Davio moral. En atención a lo dispuesto en el art.
1078 del Cód. Civil también es deber del responsable de
este ilícito pagar la suma que fije VS para la reparación del
agravio moral experimentado en el choque por el que de-
mando.
Serán parámetros para su determinación los dolores, la
angustia, las inseguridades, los largos y penosos tratamien-
tos, la intervención quirúrgica pasada y la posibilidad de
tener que padecer otra u otras en el futuro, el tiempo en
que estuve inmovilizado, el grado de discapacidad, la le-
sión estética y el daño psicológico. En función de ello y
demás circunstancias que VS sabrá apreciar es que lo esti-
mo en la suma de $ ...

V. L I Q U I D A C I ~ElN .monto de la condena en concepto


de capital se corresponderá de la siguiente manera:
1 ) Valor del automóvil $ ...
2) Privación de uso $ ...
3) Incapacidad sobreviniente $ ...
4) Lesión estética $ ...
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

5) Daño psicológico
Perjuicio $ ...
Tratamiento $ ...
Resto $ ...
$ ...
6) Gastos y tratamientos médicos $ ...
7) Daño moral $ ...
Total $ ....

VI. FUNDA EN DERECHO. Mi pretensión indemnizatoria


se sustenta en las siguientes prescripciones legales: art.
1113, párr. 2", ap. 2", del Cód. Civil y en el reglamento de
tránsito, así como en la abundante doctrina y jurispruden-
cia que reconoce como fuente dichas normas.

VII. OFRECE PRUEBAS. Vengo a ofrecer las pruebas que


hacen al derecho de mi petición. Ellas son:
a) C o n f e s i o n a l . Se cite personalmente a la demandada
y al representante legal de la empresa aseguradora, para
absolver posiciones a tenor del pliego que oportunamente
se acompañará bajo apercibimiento de ley.
b) Testimonial. Se cite a declarar en calidad de testi-
gos a: ... Las personas indicadas atestiguarán de acuer-
do con el pliego de preguntas y de viva voz.
c) Documental. Las que se adjuntan al escrito inicial y
que consisten en:
1) Presupuesto de reparaciones de la firma ...
2) Fotocopia de la cédula verde del automotor.
3) Cuatro fotografías autenticadas por escribano públi-
co del estado en que quedó mi rodado.
4) Diario ... de esta ciudad, hoja de avisos clasificados
en donde consta el valor de un automotor como el que se
me destruyó en el accidente.
d) I n f o r m a t i v a . Se libren los siguientes oficios, a fin
de que sus destinatarios informen al juzgado lo siguiente:
1) AI Registro de la Propiedad del Automotor a fin de
que informe sobre la titularidad de dominio del automóvil
patente no ... al ... de ... de ...
DAÑOS A LA INTEGRIDAD DE LAS PERSONAS 237

2 ) Al taller ..., a fin de que informe si el presupuesto


que se adjunta es auténtico y si éste fue expedido por su
empresa.
3) A la agencia ... de automóviles usados marca ..., para
que informe al Juzgado sobre el valor de un modelo ... del
año ...
4) Al Hospital de Clínicas José de San Martín a efectos
de que remita copias de la historia clínica del Señor OSCAR
GONZÁLEZ, quien fue atendido allí a raíz de las lesiones su-
fridas el ... de ... de ...
5) A la empresa ... Cía. de Seguros Generales para que
informe si me he desempeñado en esa institución, desde
cuándo y hasta cuándo, así como el trabajo que efectuaba,
remuneración y posibilidades de obtener ingresos y ascen-
sos en el futuro.
e) Pericial. ...
1 ) Se nombre perito mecánico de oficio a fin de que
conteste las siguiente preguntas:
a ) A la luz de las fotografías acompañadas por mi par-
te y demás elementos del proceso, si es verosímil la versión
de los hechos que diera en el escrito de iniciación.
b) Si los daños que se describen en el presupuesto
acompañado son coherentes con las fotografías anexadas, y
si éstas guardan relación con el accidente por el que reclamo.
c ) Si los precios que se consignan en el presupuesto
señalado era los vigentes y reales al momento de su emi-
sión, determinándose el costo de las reparaciones al mo-
mento de efectuarse la pericia.
d) Todo otro dato de interés que pueda esclarecer el li-
tigio.
Propongo como consultor técnico al ingeniero ..., con
domicilio en ..., de esta ciudad de ..., quien deberá expedir-
se sobre los mismos puntos propuestos para el perito de-
signado de oficio por el Juzgado.
2) Se designe perito médico, a fin de que dictamine so-
bre la relación causal entre el accidente de este litigio y los
daños corporales que experimenté, importancia de las se-
cuelas, limitaciones en la vida futura y razonabilidad de las
sumas indicadas para tratamientos y gastos de profesionales
238 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

de la salud y de la rehabilitación física, así como en medica-


mentos necesarios, todo ello en pasado, presente y futuro.
3) Se nombre a un perito psicólogo para que informe
si padezco algún daño psicológico, a raíz del ilícito motivo
de esta presentación. En caso afirmativo, qué detrimento
se puede esperar en mi vida en general y en mi capacidad
laborativa, teniendo en cuenta, asimismo, la lesión estética.
También deberá expedirse sobre la necesidad o convenien-
cia de algún tipo de terapia, su costo, duración y si queda-
rá algún resabio del desequilibrio psíquico existente en la
actualidad, y no asimilable en el futuro tratamiento.

VIII. PETITORIO. Por todo lo expuesto, a VS solicito:


1 ) Me tenga por presentado, parte, y constituido el do-
micilio legal.
2) Se curse traslado de la demanda por el plazo y bajo
apercibimiento legal.
3) Se cite en garantía a ... Cía. de Seguros SA en los
términos del art. 118 de la ley 17.418.
4) Se tengan presentes los medios probatorios ofreci-
dos, los que deberán ordenarse con la apertura a prueba
del juicio.
5) Oportunamente, se dicte sentencia haciéndose lugar
a la demanda en todas sus partes, con costas.
Proveer de conformidad, será justicia.

DR. ROBERTO
RAMÍREZ
CPA, t0 ..., fo ...
Señor Juez:

CARLOS PIETRO,en representación de la citada en garan-


tía, se presenta a VS y dice:
Que como lo acredito con el poder general que acom-
paño soy apoderado de ... Cía. de Seguros SA, y en tal ca-
rácter vengo a contestar la citación en garantía, condicio-
nada a la integración de la litis con el demandado. Mi
parte admite la calidad de asegurador del accionado a la
fecha del accidente, pero dado que no tiene el demandante
acción directa para accionar en nuestra contra, subordi-
namos la admisión a la integración de la litis con el ase-
gurado.
Respecto de la acción directa de la víctima de un hecho ilíci-
to contra el asegurador del responsable del perjuicio, aunque un
sector de la doctrina se pronunció por su viabilidad, no ha teni-
do la misma recepción en la jurisprudencia ni antes ni después de
la ley 17.418.
Los precedentes judiciales, en efecto, han sostenido que la
pretensión involucrada en la citación en garantía determina la exis-
tencia de una acción directa pero no autónoma, o sea que niegan
que pueda ser dirigida sin dar intervención en el proceso al ase-
gurado.
Otro de los cuestionamientos que se desprenden de los fallos
de cierta antigüedad ha sido si corresponde rechazar la citación
240 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

en garantía cuando no se ha emplazado al asegurador pero sí al


conductor del vehículo objeto del seguro. La polémica originó
el fallo plenario de la ex Cámara Nacional Especial en lo Civil y
Comercial, vigente para la actual Cámara Nacional en lo Civil, en
autos "Irago, Armando Ramón cl Cabrera, Antonio sldaños y per-
juicios" (1412184). Se sentó en esa ocasión la siguiente doctrina:
"Para condenar a la aseguradora en los términos del art. 118 de
la ley 17.418 no es menester integrar la litis con quien ha contra-
tado el seguro, pues basta haberlo hecho con quien conducía el
rodado con su autorización".
De todas maneras, lo que está fuera de discusión es la impo-
sibilidad de que se llegue a una sentencia de condena cuando la
acción se ha dirigido exclusivamente contra la aseguradora del
responsable del ilícito.
La citación en garantía de la aseguradora, prevista por el art.
118 de la ley 17.418, se encuadra como acción directa no autóno-
ma. La acreditación de la responsabilidad del asegurado es pre-
supuesto del éxito de la pretensión contra la aseguradora, razón
por la cual el desistimiento de la acción contra el primero impi-
de el progreso de la que intenta contra la segunda (CNCiv, Sala
C, 23/4/96, "Gutkind, Raque1 E. clSong, Jae Hyuk sldaños y per-
juicios").
Ese criterio se ha venido manteniendo hasta la actualidad,
pues recientemente se dijo que el art. 118 de la ley 17.418 sólo
otorga a la víctima la posibilidad de "citar en garantía" a la com-
pañía aseguradora, y tal citación no implica el ejercicio de ac-
ción directa autónoma, pues la ley obliga a la víctima del daño a
accionar contra el asegurado y el asegurador, mas no se permi-
te accionar únicamente contra este último, que no es deudor del
damnificado. Ya que la citación en garantía de la aseguradora
no implica el ejercicio de una acción autónoma, la acción contra
el asegurado debe subsistir, de modo que si se desiste contra el
asegurado no puede continuar la acción contra el asegurador
(CNCiv, Sala D, 20110193, "Rosas de Najmias, Esther clCía. Ase-
guradora Antorcha sldaños y perjuicios").

En virtud de lo antedicho, procedemos a contestar la


demanda solicitando su rechazo con expresa imposición de
costas, negando desde ya los presupuestos fácticos y
jurídicos invocados en el escrito inicial, salvo aquellos que
sean objeto de especial reconocimiento en esta presenta-
ción.
El art. 109 de la ley 17.418 establece que "el asegurador se
obliga a mantener incólume al asegurado por cuanto deba a un
tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato, a
consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido".
En función de lo expuesto, en la póliza debe establecerse qué
tipo de responsabilidad es la que asume el asegurador, que nor-
malmente afronta el campo de la responsabilidad civil derivada
de hechos ilícitos y deja de lado la responsabilidad contrac-
tual.
A su vez, el art. 118 de la ley 17.418 contempla la posibilidad
de que el tercero víctima de un hecho ilícito, como ocurre en los
accidentes .de tránsito, pueda traer al proceso al asegurador del
responsable, y el ejercicio de esta facultad recibe el nombre de
citación en garantía.
Dice este artículo que el damnificado puede citar en garantía
al asegurador hasta que se reciba la causa a prueba; en tal caso,
debe interponer la demanda ante el juez del lugar del hecho o del
domicilio del asegurador. La sentencia que se dicte hará cosa
juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él en
la medida del seguro. También el asegurado puede citar en
garantía al asegurador en el mismo plazo y con idénticos efec-
tos.
En algunos precedentes jurisprudenciales se ha destacado
que, independientemente de la relación que el seguro de respon-
sabilidad civil crea entre quienes lo suscriben, esa institución
cumple una función social, cual es la de proveer a la víctima de
un accidente de tránsito una institución responsable y solvente
que pueda hacerse cargo del pago de la indemnización de los da-
ños causados por el ilícito.
La compañía aseguradora debe resarcir al asegurado todo
perjuicio pecuniario que pueda sufrir con motivo de un acciden-
te de tránsito del que resulta responsable, sin diferenciar entre
daño patrimonial y daño moral, si ambos son consecuencia de
aquel evento.
Respecto de la hermenéutica del alcance de la cobertura, se-
gún lo estipularan los contratantes del seguro, la Corte Suprema
de Justicia de la Nación ha sostenido que, por tratarse de cláu-
sulas predispuestas, no corresponde efectuar una interpretación
analógica que restrinja el riesgo cubierto por la póliza (6112194,
"Berlari, Norma E. c1Omega Cooperativa de Seguros Limitada y
otros").
Por otro lado y con relación a los caracteres de la citación
en garantía, el alto tribunal ha resuelto que la citación en garan-
tía (art. 118, ley 17.418) no puede escindirse de los autos princi-
pales (71319.5, "Jordá, Abel J. y otros c1Policía de la Provincia de
Buenos Aires sldaños y perjuicios, accidente de tránsito con le-
siones o muertes s/sumario").
También resolvió que al reconocer al damnificado la facul-
tad de citar en garantía a la aseguradora del demandado, el
art. 118 de la ley 17.418 no se limitó a instituir un mero llamado
a la causa del asegurador, sino que legitimó al actor para acumu-
PRÁCTICA D E ACCIDENTES DE TRÁNSITO

lar a la pretensión deducida contra el responsable otro reclamo


de idéntico objeto contra el asegurador (615197, "Castillo de los
Santos, Rodolfo c/Manferro SAN).
Incluso ha llegado a dejar sin efecto una sentencia de segun-
da instancia en la que no se trató la extensión de la condena a la
aseguradora citada en garantía, no obstante haber sido una cues-
tión oportunamente propuesta y conducente para la correcta so-
lución del caso (3/6/96, "Berdejo, Idelfonso c/Godnic, Luis A.").
La Cámara Nacional en lo Civil registra los siguientes prece-
dentes sobre el tema.
Con respecto a las defensas que puede esgrimir la citada en
garantía, se ha resuelto que, aunque de conformidad con lo dis-
puesto en el art. 873 y SS. del Cód. Civil, la intención de renunciar
no se presume, y el silencio simple no podría acarrear la pérdida
de un derecho, en el supuesto de "silencio calificado", como el
que consagra la norma del art. 56 de la ley 17.418, se constit~iye
en verdadera manifestación de voluntad como reconocimiento de
los derechos que se reclaman (conf. art. 720, Cód. Civil). Se tra-
ta de la aplicación del principio general que establece el art. 919
del mismo Código, según el cual el silencio opuesto a actos debe
ser considerado como conformidad cuando media obligación de
explicarse por la ley. La inobservancia de esa carga de la asegu-
radora es requisito que puede ser ponderado, aun de oficio, por
el juez (CNCiv, Sala A, 25/8/93, "Prieto, Ofelia c/Scopel, Alberto y
otro sldaños y perjuicios").
La citación en garantía del asegurado no se limita a una
mera llamada a la causa al asegurador, sino que implica el ejerci-
cio de una acción contra este último por parte del demandado.
En consecuencia, reviste un verdadero carácter de parte en el
proceso con posibilidad amplia de ofrecer defensas (CNCiv, Sala
C, 15/6/89, "Guerrico de Orrilly, Angélica c/Amor, Gustavo y/u
otro slaccidente de tránsito").
La confesión expresa del causante del daño es oponible a su
aseguradora (CNCiv, Sala C, 22/9/92, "Cooperativa Patronal Limi-
tada de Seguros c/Jorge Noé Iracho y otro s/sumario").
La falta de denuncia del siniestro por parte del asegurado en
tiempo propio no exime al asegurador de la responsabilidad que
le corresponde, por cuanto el art. 118 de la ley 17.418 no admite
que se opongan al damnificado las defensas que pudieran nacer
con posterioridad al evento dañoso (CNCiv, Sala E, 24/2/94, "Fe-
deración Patronal Coop. de Seguros Ltda. c/Playa de estaciona-
miento Subterránea 9 de Julio s/sumario").
El plazo del art. 5' de la ley 17.418 debe computarse desde
que el asegurador tomó conocimiento de la reticencia o falsedad,
o desde el momento en que debió conocerla, de haber actuado
con un mínimo de diligencia, lo que le es exigible por aplicación
rigurosa de lo normado en el art. 902 del Cód. Civil. Si el ase-
gurado puso en conocimiento de su aseguradora la existencia del
accidente y las actuaciones labradas en la justicia penal correc-
cional, un mínimo de diligencia de su parte le imponía la obli-
gación de cerciorarse de su contenido, razón por la cual al haber
transcurrido el plazo de tres meses establecido por el art. 5O, a
partir de la comunicación, sin haber impugnado el contrato de
seguro, la defensa de nulidad de la póliza por reticencia del ase-
gurado opuesta recién al contestar la demanda deviene extempo-
ránea (CNCiv, Sala F, 14/7/97, "De la Fuente, Caferino L. y otro
c/Orange Renta Car SRL y otro sldaños y perjuicios").
Si la falta de denuncia no es alegable por el asegurado, tam-
poco podrían serlo las reticencias u omisiones que* la misma
contenga. El art. 114 de la ley 17.418 regula la responsabilidad
emergente del contrato entre asegurador y asegurado, que es res
inter alios acta frente a la víctima de un siniestro ocurrido du-
rante el lapso de vigencia de la póliza, por lo cual la defensa fun-
dada en dicha disposición no puede ser invocada por la asegura-
dora para eludir el pago de la indemnización reclamada por el
damnificado (art. 118, ley 17.418). Ello no obsta para que la
compañía de seguros intente, si se considera con derecho, la acción
de repetición contra su asegurado en la forma y ante quien co-
rresponda (CNCiv, Sala H, 12/8/94, "Cuevas, Inocencio S. c/Mer-
curi, Pedro A. sldaños y perjuicios"; ver, también, íd., Sala L,
23/5/83, "Vera c/Podestá s/sumario"; íd., Sala M, 6/3/80, "Genna-
relli c/Moretti s/sumario").
Dispone el art. 118 de la ley 17.418 que el damnificado y el
asegurado pueden citar en garantía al asegurador hasta que la
causa se reciba a prueba. Se entiende por recepción de la causa
a prueba el auto que ordena dicha apertura en los términos del
art. 360 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación (CNCiv, Sala 1,
41219 1, "Belloc c/Cáceres sldaños y perjuicios").
Negada por la aseguradora la existencia del contrato de se-
guro invocado por los accionados, la carga de la prueba pesa so-
bre aquéllos respecto de tal extremo, de acuerdo con la regla del
art. 377 del ritual, en tanto el mismo constituye el presupuesto
de hecho de la responsabilidad pretendida con la citación en ga-
rantía (CNCiv, Sala 1, 14/2/95, "Juana, Edgardo y otro c/Curia,
Claudio y otros s/sumario").
Nada impide que el tercero obligado solicite la citación en
garantía de su aseguradora. Más aun, la intervención de esta ú1-
tima permite que se haga efectiva la finalidad de preservar el pa-
trimonio del beneficiario desde el origen del conflicto, máxime si
se tiene en cuenta que, en virtud de la eventual imputación de
que el tomador pudiera ser objeto, las consecuencias de una fu-
tura acción regresiva tendrían directa repercusión en el patrimo-
nio que este seguro tiende a resguardar (CNCiv, Sala 1, 7/12/95,
"González, Leandro c/Frigorífico Tres Cruces s/daños y perjui-
cios").
244 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Señor Juez:

Mi parte niega la existencia, a la fecha del accidente de


autos, de un seguro con cobertura vigente de su empresa,
respecto del demandado como asegurado.
En numerosos precedentes jurisprudenciales se decidió acer-
ca de la carga de la prueba sobre la vigencia del seguro en que
se fundamenta la citación en garantía, quedando a cargo de quien
la impetra la demostración de los presupuestos fácticos. La fal-
ta de prueba conducente, como es la póliza respectiva o la peri-
cial contable que desvirtúe la negativa de la aseguradora de su
calidad de tal, ha tenido como corolario la exclusión de la citada
en garantía.
Respecto de las costas por la citación en garantía desesti-
mada, deben ser soportadas por quien injustificadamente llevó
al emplazamiento de la aseguradora. Ese principio reconoció
como excepción el supuesto en que la citación en garantía la
planteara la parte actora, en virtud de un error generado en el
comportamiento del demandado; en este caso, éste debió soportar
los gastos de las mentadas actuaciones de la empresa de seguros.
El asegurador debe resarcir el siniestro por los dependientes
o personas por las cuales el asegurado es civilmente responsable,
aun cuando lo fuere voluntariamente, y por los siniestros causa-
dos por el asegurado, con la sola exclusión de los actos dolosos o
con culpa grave del propio asegurado, conforme lo establece el
art. 114 de la ley 17.418. Esta disposición legal, que sólo puede
modificarse convencionalmente en beneficio del asegurado (art.
158, ley 17.418), determina que cualquier estipulación que viole
esos límites en perjuicio del asegurado, debe ser declarada inváli-
da, porque resulta violatoria de una norma legal imperativa
(CNCiv, Sala A, 7/12/93, "Di Paolo, Patricia c/Sayavedra, José S/
daños y perjuicios").
La finalidad del seguro de responsabilidad civil no se agota
en el interés particular de los contratantes, sino que tiende asi-
mismo a la protección de los derechos de los damnificados, lo que
impone una interpretación restrictiva de las defensas oponibles a
ellos con base en la ausencia de cobertura (CNCiv, Sala 1,
31/5/94, "Minaglia, Fernando c/Ditzend, Rodolfo A. sldaños y per-
juicios").
Ej 3. SEGUROSUSPENDIDO POR FALTA DE PAGO

CONTESTA
C I T A C I ~ NEN GARANTÍA

Señor Juez:

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en que en


el momento de producirse el accidente de autos el seguro
por el que se la cita estaba suspendido por falta de pago de
la prima.
Los repertorios jurisprudenciales contienen gran cantidad
de precedentes de los que se ha excluido a la citada en garan-
tía de la condena, en virtud de falta de pago de la prima por par-
te del asegurado.
En donde existen discrepancias es respecto del momento en
que se materializa el efecto suspensivo de la condena. Según al-
gunos fallos, ésta se produce en forma automática a partir del
incumplimiento del pago en la fecha correspondiente (art. 31,
párr. lo, ley 17.418), agregando que si existió una rehabilitación
posterior por el incumplimiento tardío, sus consecuencias se pro-
yectan hacia el futuro, careciendo de modalidades retroactivas.
El fundamento, además, se hallará en la circunstancia de que
el pago a término de la póliza es una condición indispensable
para el ejercicio normal del comercio asegurador, y los atrasos
son un peligro continuo en la explotación de la empresa.
Para otro sector de la jurisprudencia, no procede la suspen-
sión de la cobertura mientras la aseguradora no notifique la in-
tención de rescindir por el juego armónico de los arts. 30, incs.
lo y 3") y 31, párr. 3", de la ley de seguros. O sea que, en defecto
de convenio entre partes, el asegurador podrá rescindir el con-
trato con un plazo de denuncia de un mes. La rescisión no se
producirá si la prima es pagada antes del plazo de denuncia.
Esta interpretación ingeniosa del contrato se basaría en su natu-
raleza estrictamente resarcitoria y de previsión, a raíz de la fun-
ción social que cumple.
En cambio, existe unanimidad de criterios judiciales acerca del
o n u s probandi. Por aplicación de lo dispuesto en el art. 377
del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, la citada en garantía
que invocó la suspensión del seguro por falta de pago de la pri-
ma tendrá que demostrar, mediante las registraciones contables
llevadas en legal forma y evaluadas por un experto, los extremos
en los que se apoya. Si no cumple con esa carga, no puede exi-
mírsela de la responsabilidad derivada del accidente por el que
fue traída al juicio.
246 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Si no se obló el premio del seguro contratado ni a la asegura-


dora ni a persona alguna autorizada por ésta en los términos del
art. 54 de la ley 17.418, la citada en garantía no es responsable por
el siniestro ocurrido antes del pago (conf. art. 3 1, ley 17.418), pues
la suspensión del contrato desliga al asegurador de la garantía y es
oponible incluso a la víctima del accidente en el seguro voluntario
de responsabilidad civil, desde que se trata de una defensa nacida
con anterioridad al siniestro (CNCiv, Sala A, 7/3/91, "Ordas de
Pagano, Mirta N. cIRodríguez, Justo s/sumario"; íd., íd., 25/8/93,
"Prieto, Ofelia c/Scopel, Alberto y otro sldaños y perjuicios").
El pago en mora de la cuota del seguro deja en suspenso la
garantía mientras dura la mora, y la rehabilitación opera hacia
el futuro (ex nunc y no ex tunc). Se trata de una defensa nacida
antes del siniestro, por lo que es oponible al tercero damnificado
(CNCiv, Sala C, 23/3/95, "Citati de Lanzafame, Angela M. c/Strahl,
Juan E. sldaños y perjuicios").
El hecho de que la cobertura de la citada en garantía estu-
viera suspendida no es una circunstancia que pueda atenuar la
imposición de costas a cargo del accionante, pues éste pudo ha-
ber adoptado las medidas necesarias para determinar si el ve-
hículo estaba efectivamente asegurado por la compañía de segu-
ros, y si correspondía su citación; al no haber adoptado tales
recaudos, resulta ajustado a derecho que soporte las costas que
generó (art. 69 y SS., Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación)
(CNCiv, Sala DI 2 1112/93, "Vidal, Nélida G. c/Delgado, Margarita
M. sldaños y perjuicios").
Resulta un ejercicio antifuncional del derecho la pretensión
de la aseguradora de considerar que no había cobertura al mo-
mento del siniestro por invocación del art. 3 1 de la ley 17.418 y
la cláusula de la póliza respectiva, si la demora en el pago de la
cuota no le es imputable al asegurado sino al representante de
aquélla (CNCiv, Sala F, 2811019 1, "Amestica Martínez, Juan c/De
Vicente, Néstor A. s/sumario").
En la última década, la Cámara Nacional en lo Civil ha pre-
cisado algunos aspectos de esta defensa de falta de pago de la ase-
guradora. Ha dicho que si el siniestro ocurrió durante la suspen-
sión de la cobertura, por no haber abonado el asegurado el
premio correspondiente, la ausencia de responsabilidad de la ase-
guradora deriva de la ley 17.418 (art. 31)) y es un efecto reactivo
de tipo sancionatorio que se ubica en el amplio campo de la ex-
ceptio non adimpleti contvactus y lleva a la cesación temporaria
de la garantía contratada. Como configura una defensa nacida
con anterioridad al hecho fuente, resulta alegable frente a la víc-
tima (art. 118, ley 17.418), lo que la diferencia de la caducidad,
que no es oponible cuando resulta de inobservancia de cargas
con posterioridad al siniestro (CNCiv, Sala G, 15/9/89, "Mancuso,
José L. clstranieri, Adrián M. s/sumario, daños y perjuicios").
La defensa opuesta por la citada en garantía, vinculada con
la suspensión de la cobertura por falta de pago, hace que, frente
al tercero víctima del daño, a quien la ley le otorga preferencia y
especial legitimación para citar al deudor de su deudor (art. 118,
ley 17.418), sea necesario que el'asegurador, para excluir su res-
ponsabilidad, pruebe fehacientemente el incumplimiento que lo
liberaba. Ello así, por cuanto desde el punto de vista procesal,
la suspensión de que se trata se muestra como un hecho modifi-
catorio del derecho nacido del contrato de seguro, cuya prueba
estaba a cargo de quien lo adujo como base de su defensa o ex-
cepción (art. 377, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación) (CNCiv,
Sala 1, 30/3/90, "Latorre, Carlos A. c/Pirillo, Juan C. s/sumarioV).
La circunstancia de que la cobertura del seguro se encontra-
ba suspendida por la falta de pago al momento del .hecho no re-
sulta suficiente para liberar a la aseguradora de su obligación de
responder por los daños y perjuicios ocasionados a la actora, si
aquélla omitió pronunciarse acerca del derecho del asegurado
conforme los términos del art. 56 de la ley de seguros (CNCiv,
Sala L, 22/8/94, "Tort Valls SA c/Millar, José H. y otro s/sumario").
El principio recogido por los arts. 53 y 55 de la ley 17.418
no debe ser entendido de manera absoluta si, en razón de ha-
berse confeccionado el certificado de cobertura y los recibos de
pago por la compañía aseguradora, el asegurado fue inducido a
creer que el agente tenía tal calidad, máxime cuando hubo prin-
cipio de ejecución del contrato y no una simple propuesta, ya
que el primero efectuó pagos (CNCiv, Sala M, 25/10/89, "Lapadu-
la, Jorge c/Carpintero, Jorge s/sumario").
Según lo previsto por el art. 4' de la ley 17.418, el contrato
de seguro es consensual, naciendo los derechos y obligaciones
para ambas partes desde que se ha celebrado la convención, aun
antes de emitirse la póliza. Y si bien dicho instrumento es el
documento probatorio por excelencia del contrato de seguro, no-
es el único, puesto que la ley misma autoriza a probarlo, además
de por escrito, por otro medio si hay comienzo de prueba por es-
crito (art. 11, ley 17.418)) lo que es lógico, en tanto dicho acuer-
do no es formal ni solemne, dado que para perfeccionarlo basta
el simple acuerdo de voluntades, con prescindencia de la firma
de la póliza o de su entrega al asegurado, por lo que, a falta de
póliza, es admisible toda clase de pruebas.

Señor Juez:

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en la cau-


sal de exclusión de la cobertura en función de la culpa gra-
248 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

ve del asegurado, conforme lo disponen los arts. 70 y 114


de la ley 17.418.
Ello es así pues, como surgirá de la causa penal que
desde ya ofrecemos como prueba, para lo cual deberá reca-
barse la remisión del expte. no ... al Juzgado ... Secretaría
..., nuestro asegurado aquí demandado conducía en un es-
tado de alcoholemia que no le permitía el adecuado domi-
nio del vehículo.
Uno de los puntos que ha traído mayor debate doctrinal y ju-
risprudencial es el de la posibilidad de oponer a la víctima de un
accidente de tránsito la defensa basada en la culpa grave del ase-
gurado, en función de lo que prescriben los arts. 70 y 114 de la
ley 17.418.
El art. 70 dice: "El asegurador queda liberado si el tomador
o el beneficiario provoca el siniestro dolosamente o por culpa
grave"; y el art. 114 expresa: "El asegurado no tiene derecho a
ser indemnizado cuando provoque dolosamente o por culpa gra-
ve el hecho del que nace su responsabilidad".
La Cámara Nacional Especial en lo Civil y Comercial, que te-
nía competencia exclusiva en materia de accidentes de tránsito,
para unificar la jurisprudencia y evitar sentencias contradicto-
rias, convocó a una reunión plenaria, que se expidió en el caso
"Mustafá, Alicia c/Nuñez, José M." (1 1/5/82).
La doctrina sentada en dicha oportunidad, obligatoria para
la actual Cá.mara Nacional en lo Civil, es la siguiente: "La defen-
sa de culpa grave del asegurado es oponible por la aseguradora
citada en garantía frente al tercero damnificado que demanda los
daños causados en un accidente de tránsito".
En diversos fallos se ha ido precisando el concepto de culpa
grave, en el que no quedarían incluidas las meras infracciones
reglamentarias del tránsito, ni cualquier descuido o negligencia
en la conducción del vehículo. Tiene que tratarse de un incum-
plimiento inusitado y fuera de lo común, siendo de interpreta-
ción restrictiva los presupuestos de exención de responsabili-
dad.
Una de las conductas que ha sido considerada en ese grado
de culpabilidad intensa es el guiar automotores con un impor-
tante grado de embriaguez. No ocurre tal situación cuando el
conductor está levemente alcoholizado, de forma tal que no se
hubieran alterado ni sus reflejos ni sus facultades mentales.
Se ha dicho en reiteradas oportunidades que la velocidad ex-
cesiva no es la culpa grave que exime a la citada en garantía, sal-
vo que el responsable estuviere "corriendo picadas" en un radio
urbano no adecuado para ello, dado que en esos casos la conduc-
ta es asimilable al obrar doloso.
La demostración de la autenticidad de los hechos en que se
funda la defensa en análisis corresponde a la aseguradora que
intenta valerse de ellos, según lo ha sostenido la jurisprudencia.
La cláusula que libera al asegurador por siniestro provocado
por culpa grave del conductor que no se halle en relación de de-
pendencia laboral es ilegítima y abusiva, porque la culpa grave
es una hipótesis de delimitación causal subjetiva y, por tal, refe-
rida sólo al asegurado, lo que determina que en esos supuestos
la ilicitud se encuentra referida a una exclusión no admitida por
el art. 158 de la ley de seguros, pues empeora las condiciones de
contratación del asegurado. En esos términos, la póliza se apar-
ta de una regla de orden público, en razón de que el art. 114
-que es el que atañe al seguro de responsabilidad civil- sólo es
factible de ser modificado en favor del asegurado (CNCiv, Sala A,
7/12/93, "Di Paolo, Patricia c/Sayavedra, José sldaños y perjui-
cios").
Se ha dicho que quien intenta el cruce de un paso a nivel
que se encuentra con las barreras bajas y las señales fonolumi-
nosas accionando en perfecto estado, comete un acto de gravísi-
ma imprudencia que encuadra en la causal de exoneración a que
alude el art. 70 de la ley 17.418 (CNCiv, Sala E, 11/6/90, "Olmos,
Paula E. cIStarapoli, Antonio R. y otro s/sumario").
Es extemporáneo el planteo de exención de responsabilidad
que formula el asegurador por culpa grave del asegurado tras la
sentencia penal de segunda instancia, conocida por el asegurador
(CNCiv, Sala F, 11111191, "Estevarena Miganne de González, Ma-
ría c/Asisa SA y otros s/sumario").
La circunstancia de haberse dado a la fuga en oportunidad
de ocurrir el accidente no reviste ninguna entidad a los efectos de
establecer la culpa grave del asegurado que libere a la asegura-
dora en los términos del art. 114 de la ley 17.418, por tratarse de
un hecho sobreviniente al siniestro en sí, no es una conducta que
pueda haber incidido en su producción (CNCiv, Sala F, 28/12/94,
"Florencia Cía. Argentina de Seguros SA c/Paladino, Hugo L. y
otro s/sumario").
La sola violación de la luz roja de un semáforo no alcanza
para hacer aplicable las normas de excepción aludidas en la ley
17.418, que como tales deben ser apreciadas con criterio restric-
tivo, exigiéndose la demostración de la conducta gravemente cul-
pable, que no puede presumirse del sólo hecho de no respetar las
señales luminosas (CNCiv, Sala G, 7/7/89, "Rangel Recalde, Ser-
gio c/Jaime, Inés L. sldaños y perjuicios").
La exclusión de cobertura opera sólo con relación al sinies-
tro provocado por el asegurado (culpa personal), por lo que el
asegurador debe cubrir o garantizar los siniestros que se hayan
verificado aun por culpa grave del conductor. Esta conclusión
se basa en lo dispuesto por el art. 158 de la ley de seguros, de
acuerdo con el cual ciertas disposiciones, por su carácter impe-
rativo, no pueden ser modificadas en perjuicio del asegurado
(CNCiv, Sala H, 13/6/97, "Canteros, Magna y otros c/Martínez,
Marcelo y otro sldaños y perjuicios").
La culpa grave ha de ser personal del tomador del seguro y
no resulta invocable la defensa cuando aquélla es la del conductor
(pariente, empleado, etc.) por quien aquél ha de responder civil-
mente (CNCiv, Sala 1, 14/3/91, "Díaz, Héctor F. y otra cIGhibaudi,
Oscar E. s/sumarioU;íd., Sala J, 3/3/95, "Vida1 Tévez, Antonio
c/Pearson, Ricardo M. s/sumario").
Para que la culpa grave del asegurado dispense al asegurador
de su obligación de indemnizar a la víctima del accidente, debe
tratarse no de una culpa o negligencia ordinaria comprendida
como tal en las previsiones de los arts. 5 12 y 1109 del Cód. Civil,
sino de una conducta lindante con el dolo, o sea, una verdadera
culpa con representación (dolo eventual); su procedencia como
causal de exoneración de responsabilidad tiene que ser apreciada
con criterio restrictivo y severo, a fin de evitar abusos y tornar
ilusoria la garantía debida, tanto al asegurado como a la víctima
del accidente (CNCiv, Sala K, 20/2/91, "Pereyra de Barewthin, Le-
lia M. y otra clliñeiras, Ricardo J. s/sumario").
La información exigida al asegurado por la carga de denun-
ciar el acaecimiento del siniestro (art. 46, ley 17.418) es, básica-
mente, de tipo elemental y esquemática, sin demorar en detalles
excesivos ni apreciaciones complejas que son más bien a cargo
del asegurador en el posterior momento en el que, con sus me-
dios organizados y tecnificados, concurrirá a establecerlos.

3 5.. VEHÍCULO CONDUCIDO POR PERSONA SIN REGISTRO


HABILITANTE

Señor Juez:

s..

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en la cir-


cunstancia de que la persona autorizada por nuestro asegu-
rador, ambos demandados en este proceso, conducía en el
momento del choque sin registro habilitante, según se des-
prende de la causa penal que desde ya ofrecemos como
prueba, para lo cual deberá recabarse la remisión del expe-
diente no ... al Juzgado ..., Secretaría ...
Ha admitido la jurisprudencia que si la póliza en virtud de
la cual se aseguró un rodado incluyó en su redacción una cláusu-
la por la cual no correspondía indemnizar los siniestros produci-
dos mientras el vehículo fuera conducido por personas que no
estuviesen habilitadas para su manejo, la entidad aseguradora
puede oponerse válidamente al pago de las indemnizaciones re-
clamadas por la víctima de un accidente de tránsito, ante la ine-
xistencia del referido carné.
La Corte Suprema de Justicia la Nación ha resuelto de la
siguiente manera un caso de autorización especial para condu-
cir: "corresponde dejar sin efecto la sentencia que hizo extensiva
la condena de resarcimiento por un accidente de tránsito a la
aseguradora citada en garantía si conforme al contrato aquélla no
indemnizara los siniestros producidos por el vehículo si éste
era conducido por persona no habilitada por autoridad competente
para el manejo de esa categoría de automotores (pick up). En el
ordenamiento de la Capital Federal, la habilitación para condu-
cir automotores particulares no autoriza a hacerlo con una pick
up, puesto que ésta puede ser considerada como vehículo de car-
ga y requiere otro tipo de licencia, y la aptitud que pueda tener
el conductor para dominar un vehículo de esa característica no ha
sido el hecho al que las partes asignaron la consecuencia de exi-
mir la responsabilidad" (CSJN, 24/9/87, "Ruiz, Enrique 0. c/Gros-
si, Norberto y otros", Fallos, 3 10:1902).
El fundamento del citado criterio es el de evitar que el auto-
motor sea conducido por quien es inepto para ello, pues de lo
contrario se incrementaría anormalmente el riesgo. A raíz de
ello, dicho principio resulta indiscutible frente a la falta de regis-
tro, no siendo igual la solución cuando está vencido.
Se ha especificado que si al conductor se le otorga registro
habilitante es porque era apto psicofísicamente desde que obtuvo
el instrumento de marras; aunque los plazos estén regulados en
relación directa a las perspectivas de continuidad de esa apti-
tud, nada permite presumir que careciera de ella al transcurrir
el plazo de vigencia, pues la aseguradora debió demostrar que la
falta de renovación oportuna obedecía a una ineptitud circuns-
tancial.
También se ha decidido, con relación a la carga de la prue-
ba, que si lo que está en juego es la ineptitud psicofísica del con-
ductor al tiempo del hecho, que es lo que otorga fundabilidad a
la defensa frente al ajeno a la relación convencional, la asegura-
dora que intenta declinar responsabilidad debe aportar los ele-
mentos que demuestren de modo inequívoco el extremo que in-
voca y que autorice a considerar que el supuesto encuadra en la
individualización del riesgo por exclusión.
La falta de registro habilitante en el conductor causante del
daño se sigue aduciendo en los últimos precedentes de la Cáma-
ra Nacional en lo Civil: al tercero damnificado en un accidente
de tránsito por un vehículo asegurado -cuando la aseguradora ha
sido llamada a juicio, a su pedido- le son oponibles por ésta to-
das las cláusulas del seguro, aun aquellas que restrinjan o elimi-
nen la garantía, porque el art. 118 de la ley 17.418 determina
que los efectos de la sentencia respecto del asegurado se harán
extensivos a la aseguradora, significando que aquél se encuentra
enmarcado en las condiciones contractuales que hacen nacer la
responsabilidad del seguro, aun cuando la víctima resulta ajena a
la celebración contractual. Es decir que la responsabilidad del
asegurador no se extiende más allá de la convención por el he-
cho de que el perjuicio esté ubicado en el patrimonio de un ter-
cero. Es con ese fundamento que se ha admitido la defensa de
la aseguradora basada en la falta de registro habilitante en el
conductor a la fecha del siniestro, cuando la póliza contiene una
cláusula de exclusión de cobertura en las condiciones generales
(CNCiv, Sala H, 7/3/90, "Bordacahar, Osvaldo c/Battezzari, Rena-
to V. E. s/sumario"; íd., íd., 24/6/94, "Acosta, Félix R. c/Dellepia-
ne, Héctor y otro sldaños y perjuicios").

Seííor Juez:

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en la cir-


cunstancia de que VS no es competente para entender en
estos actuados, lo que determina nuestro pedido de archivo
de este expediente.
Ello es así, pues el seguro en que se basa el pedido de
citación en garantía de nuestra empresa fue concertado con
el demandado en una sucursal de otra jurisdicción, y tam-
bién es otra la jurisdicción correspondiente a la casa matriz.
El párr. 2" del art. 118 de la ley 17.418 vino a ampliar el es-
pectro contenido en el art. 5 O , inc. 4") del Cód. Proc. Civil y Com.
de la Nación, según el cual es competente para conocer en las
acciones personales derivadas de delitos o cuasidelitos el juez
del lugar del hecho o del domicilio del demandado, a elección del
actor.
A raíz de la mencionada ampliación de la ley de seguros, el
presunto damnificado, que trae a juicio al asegurador de quien
cree civilmente responsable del hecho dañoso, debe interponer la
acción respectiva ante el juez del lugar del ilícito o el del domici-
lio de la citada en garantía.
El criterio de la Corte Suprema acerca de la competencia,
cuando se incluye a la aseguradqra, es el que se transcribe a con-
tinuación: "en las acciones personales derivadas de delitos o cua-
sidelitos en que los eventuales damnificados requieren la citación
en garantía del asegurador (art. 118, ley 17.418) deben optar,
para interponer la demanda, entre el juez del lugar del hecho o
del domicilio del asegurador" (CSJN, 13/4/89, "Ranieri, Salvador y
otros s/cuestión de competencia por inhibitoria", Fallos, 312:477).
Interpretando las normas enunciadas, se van formando dos
corrientes jurisprudenciales. Una de ellas sostiene que el art.
118 de la ley 17.418 no hace distinción entre asiento principal,
agencia y sucursal; por lo tanto, si la aseguradora tiene radicada
alguna de las agencias donde h e interpuesta la demanda, corres-
ponde el rechazo de la incompetencia planteada. La otra exige
que la competencia esté determinada por una sucursal, siempre
y cuando haya sido concretado en esa sede el contrato de seguro
que motiva el emplazamiento de la aseguradora.
El proceso de liquidación de la compañía aseguradora citada
en garantía ejerce fuero de atracción respecto de las acciones ju-
diciales iniciadas contra el fallecido en las que se reclamen dere-
chos patrimoniales de conformidad con lo dispuesto por el art.
136 de la ley 19.551 (actual art. 132, ley 24.522)) no siendo posi-
ble hacer uso de la opción otorgada al actor por el art. 137, párr.
lo, de la misma ley (art. 133, ley 24.522), de desistir de aquélla y
continuar el trámite ante el tribunal de su radicación originaria, al
existir litisconsorcio necesario entre el demandado y ~ q u é l l a ,si
el accionado también requirió la citación de la fallida (art. 137,
párr, 2") ley 19.551; actual art. 133, ley 24.522) (CNCiv, Sala B,
16/7/92, "Federación Patronal c/Trebinc, Juan sldaños y perjui-
cios").
La problemática de la competencia en los litigios por acci-
dentes de tránsito a raíz de la citación en garantía es compleja,
como lo reflejan los precedentes que siguen: es norma general con-
tenida en el inc. 4" del art. 5O del Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación, que es competente para conocer en las acciones persona-
les derivadas de delitos o cuasidelitos el juez del lugar del hecho
o el del domicilio del demandado, a elección del actor, principio
que encuentra una excepción cuando se pretende la citación en
garantía del asegurador (art. 118, párr. 2", ley 17.418), caso en el
cual deberá interponerse la demanda ante el juez del lugar del he-
cho o del domicilio del asegurador. Tal disposición, de carácter
excepcional, ha de ser interpretada restrictivamente. Es carga
de la actora acreditar los extremos que hacen viable el desplaza-
miento de la competencia que aquella norma autoriza (CNCiv,
Sala K, "Menafra, Francisco c/Dell, Oscar A. s/sumario", 6/6/90).
Es necesario distinguir los supuestos en los cuales la citación
en garantía del asegurador h e solicitada por ambas partes (acto-
ra damnificada y demandada asegurada) o sólo por la demanda-
254 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

da, de aquellos en los que la citación sólo fue peticionada por la


actora. En el primero, resulta indudable que el fuero de atrac-
ción subsiste, no obstante el desistimiento de la actora, ya que la
demandada tiene derecho a traer al juicio a su aseguradora, a
efectos de que la sentencia que se dicte haga cosa juzgada res-
pecto del asegurador y sea ejecutable contra él en la medida del
seguro (art. 118, ley 17.418). Por ello, si la actora citó en garan-
tía a la aseguradora, haciendo lo propio la demandada, el desisti-
miento de la primera no puede impedir el desplazamiento de la
competencia que se origina en el art. 136 de la ley 19.551 (art.
132, ley 24.522), ya que la aseguradora ha sido traída a juicio
por su propia asegurada (art. 118, ley 17.418) (CNCiv, Sala L,
18110191, "Sowa Serikyaku c/Vicente, Daniel A. y otro slincidente").
Aunque la accionada no haya procedido a peticionar en for-
ma expresa la citación en garantía, el hecho de actuar con idéntica
representación profesional es una forma táctica de hacerlo. Por
lo tanto, y si bien la accionante podrá desistir de la citación opor-
tunamente solicitada, con ello no impedirá el desplazamiento de
la competencia que se origina en el art. 136 de la ley 19.551,
por cuanto la aseguradora también ha sido traída a juicio por
su propia asegurada (art. 118, ley 17.418) (CNCiv, Sala L, 2019195,
"Lapidoth, Carlos cIPirán, Alfonso sldaños y perjuicios").

Tales extremos surgirán de la pericia a realizarse en


nuestras registraciones contables, y que desde ya ofrece-
mos como prueba, debiendo el experto informar en autos
acerca del lugar de materialización del contrato de seguro
en juego.

Señor Juez:

..o

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en la cir-


cunstancia de haber transcurrido dos años desde la fecha
del accidente base de este proceso, plazo que establece el
art. 4037 del Cód. Civil, para que se opere la prescripción
liberatoria en materia de responsabilidad extracontractual.
Receptando la normativa contenida en la legislación de fondo,
la jurisprudencia ha adoptado el principio general de que el pla-
zo de la prescripción comienza a correr desde que sucedió el
delito o cuasidelito, y el damnificado sólo podrá postergarlo en
el tiempo si prueba haberse encontrado en alguna de las situa-
ciones que se contemplan en el art. 3980 del Cód. Civil.
Se ha sostenido, asimismo, que si bien en las obligaciones
nacidas de los hechos ilícitos la prescripción comienza a correr
desde el día en que el hecho y su autor llegan a conocimiento del
damnificado, esto debe entenderse no como la noticia subjetiva
en sentido riguroso, sino más bien como una razonable posibili-
dad de información por parte de la víctima.
Otra excepción al principio general la da el caso en que el
perjuicio se manifieste con posterioridad al ilícito. ' Pero se ha
especificado que si la realización de los daños constituye un pro-
ceso de duración prolongado o indefinido, no se puede poster-
gar el comienzo de la prescripción hasta la total terminación de
aquél, de modo tal que debe admitirse que su curso comienza
cuando sea cierto y susceptible de apreciación el daño futuro.
Finalmente, en numerosos juicios de indemnización deriva-
dos de accidentes de tránsito se ha admitido que, conforme el
art. 3982 bis del Cód. Civil, si la víctima del evento dañoso hu-
biera deducido querella criminal contra los responsables del he-
cho, su ejercicio suspende el término de la prescripción de la ac-
ción civil, aunque en sede penal no hubiese pedido resarcimiento
de los perjuicios. Cesa dicha suspensión por terminación del
proceso penal o por desistimiento de la querella.
También la Corte Suprema se ha pronunciado sobre el status
litigioso de la aseguradora traída al juicio. Lo ha delimitado en
los siguientes términos: el carácter personal del interés defendi-
do por la aseguradora, protegido dentro del sistema de la ley de
seguros, y el reconocimiento de que le asiste todo el conjunto
de cargas, deberes y facultades procesales contemplados por el
ordenamiento ritual para las partes, con autonomía de la actitud
seguida por el asegurado, importa admitir también su legitima-
ción procesal para oponer la excepción de prescripción, con el
fin de resistir la pretensión del tercero, en cumplimiento de su
obligación de garantía (CSJN, 6/5/97, "Castillo de los Santos, Ro-
dolfo c/Manferro SA").
Recientemente se ha sostenido que, reconocida por la asegu-
radora la cobertura del vehículo productor del evento por medio
de una póliza vigente a la fecha del accidente, en virtud del
carácter vinculante de la doctrina sentada en el fallo plenario
"Irago, Armando R. c/Cabrera, Antonio sldaños y perjuicios", la
condena deberá hacerse extensiva a la aseguradora, citada en ga-
rantía, en los términos del art. 118 de la ley 17.418, sin que a
ello obste la prescripción operada contra la transportista, si el
chofer, su dependiente, era quien conducía el vehículo de su pro-
piedad (CNCiv, Sala C, 24/4/97, "Gestal, Marta M. c/Expreso Lo-
mas SA sldaños y perjuicios").
5 8. COSAJUZGADA

Señor Juez:

Mi parte funda sus pretensiones de rechazo en la exis-


tencia de un juicio que inició otra de las víctimas del mis-
mo accidente de tránsito, en el cual ha recaído sentencia
definitiva que se encuentra firme. En ese fallo se declaró
la falta de responsabilidad de nuestro asegurado en este pro-
ceso. Es decir que aquella causa tiene efectos de cosa juz-
gada en ésta, razón por la cual recabamos su remisión. Para
ello tendrá que librarse oficio al Juzgado en lo Civil no ...
Para el hipotético caso en que se desestime la defensa
de prescripción, paso a contestar la demanda ...
La concepción clásica del derecho procesal era rigurosa en la
exigencia de los requisitos de procedencia del instituto de la cosa
juzgada, que giraban en torno a la triple identidad de sujeto,
objeto y causa de los procesos en cuestión.
Con posterioridad se fue abriendo camino una corriente que
tendió hacia una mayor amplitud en la interpretación de los re-
c a u d o ~necesarios, receptando la defensa cuando existió, entre
las distintas causas, identidad litigiosa.
La jurisprudencia en materia de accidentes de tránsito ads-
cribió a la moderna tesitura. De tal suerte podemos encontrar
numerosos pronunciamientos que han sostenido que la culpa del
conductor establecida en una causa anterior no puede ser reexa-
minada en un juicio posterior que promueva otra de las víctimas
del ilícito.
V
CAPÍTULO
TMNSPORTE DE PERSONAS

A) TRANSPORTE
POR AUTOMOTOR

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

11. HECHOS.El ilícito que fundamenta mis pretensio-


nes resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ... En
ese momento me encontraba como pasajero en el colectivo
de la empresa demandada ..., interno ... de la línea ..., al
cual había subido en ...
Viajaba parado y tomado del pasamanos en la parte
posterior del vehículo. Al llegar a la intersección de ... y
..., de la ciudad de ..., el colectivo chocó con un automóvil
que se hallaba estacionado. A raíz de la brusca detención
caí sobre el piso del colectivo, sufriendo las lesiones que se
detallarán más adelante.

111. CULPABILIDAD. Considero que el demandado es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, por circular a ve-

17. Daray, Prrictica.


258 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

locidad excesiva, no mantener el control del vehículo como


lo exigen las. reglamentaciones de tránsito, y, especialmen-
te, por lo imprevisto y brutal de la maniobra, que me oca-
sionó los perjuicios cuya indemnización ahora reclamo..
Que más allá del cumplimiento o no de las leyes de trán-
sito, la empresa demandada debe responder corno transpor-
tista que incumplió con el deber asumido de llevarme a
destino sano y salvo.
En los supuestos como el del modelo, en que el pasajero
damnificado dirige su accionar en forma exclusiva contra la em-
presa de transporte, el litigio se resuelve por aplicación del art.
184 del Cód. de Comercio.
a) Cauácteu de la uesponsabilidad. La norma citada establece
un sistema para dirimir la responsabilidad de los eventos daño-
sos semejante al que introdujo luego la ley 17.711 en el art. 1113
del Cód. Civil.
La obligación que se asume en el transporte oneroso es la de
llevar al pasajero a destino sano y salvo; si ello no ocurre, para
evitar el pago de la indemnización correspondiente, deberá acre-
ditarse la culpabilidad de la víctima o la de un tercero por quien
no se deba responder, o el caso fortuito, que un sector de la doc-
trina ha especificado asimilándolo al art. 1113, párr. 2") parte 2",
del Cód. Civil.
b) Caso fo~ptuito. La Cámara Nacional en lo Civil contiene
en sus registros de jurisprudencia toda una serie de supuestos de
caso fortuito, referidos al contrato de transporte (art. 184, Cód.
de Comercio) o a la responsabilidad objetiva en materia civil.
Por ejemplo, se dijo que la humedad en los frenos producida por
la lluvia que caía mientras circulaba el vehículo no reúne los ca-
racteres del caso fortuito, pues no se trata de la causa adecuada
del daño sino de la causa ocasional, no sólo por ser la lluvia un
fenómeno natural periódico, normal, sino porque
- - en las condi-
ciones actuales de l a técnica, lo que no es normal es que fallen
los frenos cada vez que llueve. N; se trata de un hecho imprevi-
sible e inevitable, que permita incluir su configuración en e1 art.
514 del Cód. Civil (CNCiv, Sala E, 29/9/89, "Mateos, Cristóbal
c/Nakonecznyj slsumario") .
No es un caso fortuito externo a la cosa el síncope o paro
cardíaco que se produce mientras el conductor maneja su auto-
móvil, lo cual autoriza a concluir que el caso no es externo en
absoluto a la cosa sino concomitante con ella, y en consecuencia
queda incluido en el vicio o riesgo de la cosa, con la consiguien-
te responsabilidad objetiva de su dueño o guardián por los daños
ocasionados a terceros (CNCiv, Sala K, 14/3/91, "Frank de Canó-
nico, Edith N. c/Herederos de Laureano Álvarez s/sumario").
TRANSPORTE DE PERSONAS 259
Configura caso fortuito el acontecimiento que, aunque la pre-
visión humana pueda anticiparlo, impide evitar sus consecuen-
cias. Puede concluirse que la presencia de un equino en una
ruta de abundante y fluido tránsito no resulta previsible para el
conductor de un rodado que transitaba de conformidad con las
exigencias previstas por la autoridad de aplicación. Más aún, si
el lugar donde se produce la colisión es una zona densamente
poblada, este solo aspecto hace incierta la eventual previsión de
una tropilla suelta en la banquina de una ruta (CNCiv, Sala K,
5/7/91, "Zaghi, Rennes D. clvaliante, Alberto y otro s/sumarioJ1).
La sola circunstancia de un riesgo recíproco no excluye la
aplicación de lo dispuesto en el art. 1113, párr. 2", del Cód. Civil,
que regula lo atinente a la responsabilidad objetiva por el hecho
de las cosas prescindiendo de la culpa del agente, de modo tal
que el damnificado sólo debe probar el daño sufrido y el contac-
to con la cosa de la cual provino. Una vez acreditados el daño y
la adecuada relación de causalidad, el dueño o guardián sólo se
exime de responsabilidad en forma parcial o total demostran-
do la existencia de circunstancias eximentes, esto es, la culpa de
la víctima o de un tercero por quien no deba responder o bien la
existencia de un caso fortuito que corte el nexo causal (CNCiv,
Sala L, 8/9/93, "Nania, Rosario c/Cícero, Héctor sldaños y perjui-
cios").
c) Ctrlpa de la víctima. Si se permite el acceso del pasajero
al vehículo colmado, el riesgo no es del viajero, sino de la empre-
sa porteadora, porque el público acepta de mal grado el servicio
de transporte que se le proporciona deficientemente, y no hay
culpa del pasajero por viajar en el estribo del vehículo, pues la
necesidad de trasladarse para cumplir con sus obligaciones labo-
rales o escolares es ineludible. La culpa del pasajero no puede
ser alegada por la empresa porteadora como eximente de res-
ponsabilidad, aduciendo que el pasajero viajó en condiciones o
en forma peligrosa, dado que éste debe viajar en las condicio-
nes en que le prestan el servicio, por las exigencias actuales del
transporte. El porteador está facultado para dirigir la conducta
del pasajero con el fin de concretar la garantía de seguridad de
que es deudor, por lo que, en general, es responsable por cual-
quier resultado a consecuencia del cual el pasajero sufra daños
en su integridad física, excepto que el porteador pruebe que el
resultado dañoso es imputable a un caso fortuito o de fuerza ma-
yor, hecho del pasajero o de un tercero por el cual no responda
civilmente el porteador (CNCiv, Sala F, 1/9/94, "Miño, Héctor L.
c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios").
La culpa de la víctima sólo sirve como eximente de la res-
ponsabilidad objetiva si es imprevisible e irresistible, o sea, si reú-
ne las características propias del caso fortuito o de fuerza mayor
(CNCiv, Sala DI 25/3/96, "Cruz, Alicia S. c/Cordasco, José R. slda-
ños y perjuicios").
260 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

La manifestación de la víctima, en su declaración en sede pe-


nal, considerando al hecho que le produjo las lesiones como "cau-
sal", no habilita al sentenciante a encuadrarlo dentro del caso
fortuito, máxime cuando esta defensa no fue introducida por el
accionado. Es tarea del juzgador calificar el hecho atendiéndo-
se al plexo de probanzas que resultan de la causa (CNCiv, Sala
M, 18/3/96, "Gómez, Osvaldo c/Empresa Bartolomé Mitre SA S/
daños y perjuicios").
Conforme a pacífica y reiterada jurisprudencia, el juzgamien-
to de la conducta de las partes en el evento origen del proceso, y
especialmente de las causales que puedan eximir de responsabili-
dad a la empresa de transporte, debe efectuarse con suma estric-
tez, en virtud de las características de servicio público que revis-
ten las mencionadas empresas.
d) Coí7zpetencia. Lo que sucede con mayor frecuencia es que
la pretensión resarcitoria se encare también contra otro automo-
tor con el que el transportista haya colisionado y que, además,
se incluya al conductor que guiare el vehículo con el que el pasa-
jero haya contratado.
Estas situaciones tornan más complejo el tratamiento de las
cuestiones planteadas, ya que implican otras relaciones jurídicas,
y comienzan con la determinación del juez competente para en-
tender en esas causas.
Si se pretende pasar revista a los repertorios jurisprudencia-
les, se hallará que este tipo de hechos ha generado pronuncia-
mientos de distintos fueros (civil comercial, federal en lo civil y
comercial), además de diversas contiendas negativas de compe-
tencia.
Hubo discrepancias hermenéuticas respecto de la normativa
contenida en el decr. ley 1285158, especialmente entre la justicia
federal y la civil, hasta que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación decidió que toda acción originada en un accidente de
tránsito debía tramitar ante el fuero civil, aunque derive de un
contrato de transporte terrestre (27/12/90, "Pérez, Elda A. c/Em-
presa de Transporte Los Andes SACEI s/sumario", Fallos, 3 13:1670).
e) Pt~escripción. Por otra parte, el reclamo del pasajero víc-
tima de un evento dañoso de este tipo suele dirigirse contra el
conductor del medio de transporte en que viajaba y contra la em-
presa a la cual pertenece.
Se trata, en el caso, de una acumulación de acciones que re-
conocen como fi~entede la obligación la existencia de un contra-
to de transporte y la comisión de un hecho ilícito. Es decir que
se tiende a hacer efectiva la responsabilidad contractual o extra-
contractual indirecta del principal con relación a la empresa, por
un lado, y la responsabilidad extracontractual respecto del que
condujo el automotor, por otro.
Ese distinto ámbito jurídico determina la aplicación de nor-
mas distintas cuando se plantea la problemática de la prescrip-
TRANSPORTE DE PERSONAS 261
ción liberatoria. En el primero de ellos regirá el plazo de un
año previsto en el art. 855, inc. lo,.del Cód. de Comercio, y en el
otro, el de dos años del art. 4037 del Cód. Civil.
La complejidad del extremo eil análisis, por la mentada di-
vergencia normativa, llevó a que algunos precedentes jurispru-
denciales, aunque minoritarios, entendiesen que el chofer reves-
tía ciertas particularidades que lo distanciaban de la figura del
auxiliar de comercio, pudiendo entenderse que se concretaba tam-
bién con él un contrato de transporte.
Pero, en definitiva, la Cámara Nacional en lo Civil resolvió
en un fallo plenario la siguiente doctrina: "No corresponde apli-
car la prescripción anual del art. 855, inc. lo, del Cód. 'de Comer-
cio (según ley 20.096) a la acción indemnizatoria deducida por el
pasajero contra el conductor del vehículo" (26/10/96, "Corsetti de
Patriguari c/Martínez Reguera y otro").
Por ende, quedaría entonces por resolver si la prescripción
de dos años se puede aplicar cuando se acciona en el campo de
la responsabilidad extracontractual, para lo cual debería dirigir-
se la demanda contra la empresa de transporte y su conductor,
fundándose la de aquélla en la responsabilidad indirecta por el
hecho del dependiente, contemplada en el art. 1113, párr. lo,
del Cód. Civil.
La circunstancia de haberse demandado al conductor del
transporte no impide admitir la excepción de prescripción res-
pecto de la empresa. Ello es así por cuanto se trata de concu-
rrencia de obligaciones por el hecho ilícito, por obedecer la res-
ponsabilidad de ambos codemandados a distintas causas (CNCiv,
Sala A, 9/9/96, "Campos de Irigaray, Elvira R. c/Transporte Pom-
peya CISA sldaños y perjuicios").
La opción prevista en el art. 1107 del Cód. Civil que autoriza
la invocación de la preceptiva contenida en el Título IX del Libro
11 de la Sección 11, "De las obligaciones que nacen de los hechos
ilícitos que no son delitos", resulta aplicable respecto de he-
chos u omisiones en el cumplimiento de las obligaciones con-
vencionales, sólo cuando éstos degeneren en delitos del derecho
criminal. Al respecto, es necesario que el hecho hubiera sido
calificado como delito penal por los jueces del fuero criminal.
Cuando el conflicto se encuentra dentro del régimen contractual
del art. 184 del Cód. de Comercio, en materia de prescripción li-
beratoria de la pretensión impetrada contra la empresa de trans-
porte se aplica la preceptiva del art. 855 del mismo Código, en
virtud del cual el plazo de prescripción es de un año, desde el
día en que concluyó o debió concluir el viaje (CNCiv, Sala B,
28/4/94, "Zwarycz, Olga c/Empresa de Transporte Línea 165 y
otros sldaños y perjuicios"; íd., Sala M, 23/11/94, "Caramés, Ri-
cardo A. c/Transporte Río Grande SACIF Línea 5 sldaños y per-
juicios").
Reconocida por la aseguradora la cobertura del vehículo pro-
ductor del evento por medio de una póliza vigente a la fecha del
accidente, en virtud del carácter vinculante de la doctrina senta-
da en el fallo plenario "Irago, Armando R. clcabrera, Antonio
sldaños y perjuicios", la condena deberá hacerse extensiva a la
aseguradora citada en garantía, en los términos del art. 118 del
la ley 17.418, sin que a ello obste la prescripción operada contra la
transportista, si el chofer, su dependiente, era quien conducía el
vehículo de su propiedad (CNCiv, Sala C, 24/4/97, "Gestal, Marta
M. c/Expreso Lomas SA sldaños y perjuicios").
El plazo prescripto por el art. 855 (texto según ley 22.096) es
aplicable únicamente a la acción de cumplimiento contractual
(p.ej., pago de precio), pero no cuando se pretende el resarci-
miento de daños y perjuicios por quebrantamiento del contrato y
por violarse el deber de seguridad, caso en el cual sería aplicable
el art. 846 del Cód. de Comercio. No resulta correcto distinguir
las acciones de "cumplimiento" de aquéllas nacidas de su inter-
pretación; no sólo no emana de norma jurídica concreta, sino
que tampoco es seguido por la doctrina mayoritaria receptada
por la jurisprudencia. Incluso ésta es contraria a doctrina ple-
naria, pues si en dicho fallo se dijo que "los plazos de prescrip-
ción previstos en el art. 855 del Cód. de Comercio, conforme a la
redacción establecida por la ley 11.718 no resultan aplicables a
las acciones derivadas del contrato de transporte con anterioridad
a la vigencia de la ley 22.096", contrario sensu surge que dicha
norma, con posterioridad a la ley 22.096, sí es aplicable a todas
las acciones que emergen de un contrato de transporte (CNCiv,
Sala DI 19110193, "Insaurralde de Lucchessi, Gumersinda c/Em-
presa Gral. Roca y otro s/sumario").
Cuando la cuestión debatida se limita a establecer el alcance
de la prescripción respecto de la empresa de transporte y su ase-
guradora, sin que se cuestione la responsabilidad del dependien-
te que conduce un vehículo de transporte, no resulta aplicable la
doctrina del plenario "Corsetti de Patrignani, Irene c/Martínez,
Regino y otro s/sumario" (CNCiv, Sala E, 3/5/96, "Baigorria, Ra-
món 0. c1Transportes Sur Nor y otros s/daños y perjuicios").
La denuncia penal formulada por el pasajero damnificado,
que finalizó ante la imposibilidad de individualizar al tercero au-
tor del hecho dañoso, no interrumpe la prescripción contra quien
se adjudica responsabilidad contractual (CNCiv, Sala F, 7/4/94,
"Gorosito, Alfredo R. C. clsubterráneos de Buenos Aires sldaños
y perjuicios").
Los daños que experimenta el viajero durante la ejecución de
un contrato de transporte oneroso encuadran -en lo que a la en-
tidad demandada se refiere- en la responsabilidad contractual
del transportador quedando desechada la idea de que si un de-
pendiente de este último -por caso, el conductor del automotor-
comete un acto ilícito (art. 1109, Cód. Civil) se pueda demandar
al deudor como principal extracontractualmente (art. 1113, párr.
lo, Cód. Civil), puesto que lo contrario vulneraría el principio del
TRANSPORTE DE PERSONAS 263
art. 1107, consagratorio en nuestro derecho del criterio de la op-
ción aquiliana restringida.
La opción entre demandar por la acción emergente del con-
trato de transporte o por la derivada del hecho ilícito, con funda-
mento, en este último caso, en los arts. 1109 y 1113 del Cód.
Civil, no resulta -en principio, y según lo establecido en el art.
1107- procedente. Por ello, el damnificado debe atenerse a uno
u otro régimen, según sea la causa determinante de la responsa-
bilidad del deudor, salvo si el hecho dañoso deriva de un delito
del derecho criminal, cuyo autor es el deudor (CNCiv, Sala F,
15/3/96, "González, Francisco E. y otros cIBogado, José A. y otro
sldaños y perjuicios").
Los daños que padece la persona transportada durante la eje-
cución de un transporte oneroso generan responsabilidad con-
tractual del transportador y, en consecuencia, resulta aplicable la
prescripción anual que establece el art. 855, inc. lo, del Cód. de
Comercio, salvo el supuesto del delito penal (art. 1107, Cód.
Civil). Constituye una cuestión previa a la opción por la acción
indemnizatoria por responsabilidad extracontractual la condena
en el juicio penal habida cuenta de que si ésta no ha tenido lu-
gar, no puede reputarse que el incumplimie,nto produzca la con-
secuencia indicada (CNCiv, Sala G, 6/3/92, "Alvarez de Fernández,
Carmen c/Transportes Automotores 12 de Octubre SAC slsuma-
rio").
Respecto de la prescripción de la acción emergente del in-
cumplimiento de un contrato de transporte, si no existe condena
de juez competente que califique la conducta como delito crimi-
nal la víctima no puede ejercer la opción que autoriza el art. 1107
del Cód. Civil, a efecto de invocar las reglas de la responsabili-
dad extracontractual en detrimento de la responsabilidad contrac-
tual, y por lo tanto resulta aplicable el plazo establecido en el
art. 855 del Cód. de Comercio (CNCiv, Sala H, 27/9/95, "Wich-
rowski, María D. c/Della Rosa, Luis 0 . s/sumario").
En las sentencias de la Cámara Nacional en lo Civil se han
aplicado criterios diversos para la variedad de supuestos que se
presentaron a resolución. Por ejemplo, se dijo que si bien la
existencia del contrato de transporte oneroso entre la empresa
accionada y la víctima es para el empleador de ésta res inter alios
acta, no constituye impedimento para que dicho empleador haga
valer contra aquélla las normas de la responsabilidad extracon-
tractual, pues si satisfizo a su empleado los salarios por enferme-
dad durante la licencia por accidente, es un damnificado indirecto
por el hecho del accidente. Por lo tanto, si el empleador deman-
da por los daños resultantes de los salarios que hubo de pagar,
sin haber obtenido la contraprestación de su empleado impedido
por las consecuencias del hecho culpable de un tercero, está ejer-
ciendo un derecho propio y no uno correspondiente a su emplea-
do resultante del contrato de transporte, por vía de subrogación,
y la acción no prescribe si no ha transcurrido al deducir el tér-
mino de dos años (art. 4037, Cód. Civil), no siendo aplicable lo
normado en el art. 855 del Cód. de Comercio (CNCiv, Sala J,
3/7/90, "Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires cIMonzón,
Pedro F. y otro slsumario").
Si el actor dirigió su demanda solamente contra la empresa
accionada sin hacerlo contra el conductor del colectivo en el que
viajaba como pasajero, corresponde encuadrar jurídicamente el
caso en la normativa aplicable al contrato de transporte onero-
so de personas (art. 184, Cód. de Comercio), siendo de aplica-
ción por consiguiente el régimen de prescripción anual consagra-
do por el art. 855 del citado cuerpo legal (CNCiv, Sala K, 21/2/91,
"Carabino, Lino A. c1Empresa Línea 74 SA slsumario").
Rechazada la demanda basada en el incumplimiento contrac-
tual, si el damnificado interpone una nueva demanda sobre la
base de la responsabilidad extracontractual, la sentencia desesti-
matoria no hará cosa juzgada, por tratarse de acciones diferentes.
Aunque no cuadre acumular las acciones contractual y aqui-
liana -con el objeto de obtener dos indemnizaciones- cabe que
se accione por una vía y, subsidiariamente, por la otra; así, la de-
claración de prescripción que pudiera recaer en cuanto a la pri-
mera no enervaría la acción basada en la otra, de prescripción más
larga (CNCiv, Sala L, 1816191, "Alvarez Rodríguez, Luis cNuelta
de Rocha SA slsumario").
No hay en nuestra legislación un sistema de responsabilidad
mixta que combine las normas sobre la responsabilidad contrac-
tual y extracontractual (art. 1107, Cód. Civil), o que autorice a
extraer de cada una de ellas lo más ventajoso para el perjudica-
do. El desplazamiento de una esfera de responsabilidad a la otra
no se realiza por vía de acumulación, sino por opción en bloque
y, únicamente, cuando el incumplimiento del contrato implica
un delito. Por ende, no puede usarse la vía aquiliana para resol-
ver la prescripción y acudir a una vía mixta -contractual y extra-
contractual- para adjudicar la responsabilidad del hecho. Si los
daños fueron experimentados durante el transcurso del transpor-
te y la víctima revestía la condición de pasajero, la cuestión en-
cuadra en la responsabilidad contractual del porteador, dado que
la acción reposa jurídicamente en las normas del contrato de
transporte, resultando irrelevante la invocación de preceptos re-
lativos a la responsabilidad aquiliana (CNCiv, Sala L, 3016195,
"Zampedri, Horacio R. c1Ferrocarrile.s Argentinos sldaños y per-
juicios").
El art. 1107 del Cód. Civil no ha tomado la palabra delito en
la acepción civil sino en la penal. Por eso, por ejemplo, las le-
siones sufridas por un pasajero durante el transporte le abren la
opción en tanto y en cuanto sean delito del derecho criminal
(art. 94, Cód. Penal). Considerando que delito es toda acción u
omisión prevista y castigada por la ley penal que está en ente-
TRANSPORTE DE PERSONAS 265
ra observancia y vigor, cabe concluir que se encuentra tipifica-
do el obrar del conductor del transporte dentro de lo normado
por el art. 94 del Cód. Penal cuando así ha sido determinado por
el juez de la causal penal que, si bien absolvió de culpa y cargo
al procesado por el delito de lesiones culposas previsto y reprimi-
do por el art. 94 del Cód. Penal, haciendo mérito del art. 13 del
mismo ordenamiento, considera acreditada la materialidad del
hecho (art. 207, Cód. ritual). Al haberse configurado, en conse-
cuencia, un delito criminal, resulta aplicable !a solución del art.
1107 del Cód. Civil y, por ende, el régimen de responsabilidad
extracontractual, lo que implica la aplicación del plazo de pres-
cripción bienal (art. 4037, Cód. Civil) (CNCiv, Sala' M, 19/5/93,
"Fragapane, Eduardo c/Transporte Río Grande SA s/daños y per-
juicios").

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

11. HECHOS.El hecho que fundamenta mis pretensio-


nes resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora .... En
ese momento me encontraba viajando a bordo del automó-
vil del demandado, con quien nos dirigíamos a la ciudad
de ..., como consecuencia de una invitación suya posterior
a una reunión de trabajo en donde nos habíamos conocido.
Al llegar al km ... de la ruta no ..., el accionado que venía a
gran velocidad, perdió el control del rodado en un viraje
hacia la banquina; al morderla, el vehículo dio varias vuel-
tas para terminar deteniéndose contra un árbol que estaba
al borde del camino. Como resultado del movimiento in-
dicado, sufrí las lesiones que se detallarán más adelante.

111. CULPABILIDAD. Considero que el demandado es res-


ponsable absoluto del episodio relatado por circular a velo-
cidad excesiva, no mantener el control del rodado como lo
exigen las reglamentaciones de tránsito y, especialmente,
por lo imprevisto y brutal de la maniobra que me ocasionó
los perjuicios cuya indemnización ahora reclamo.
Pero más allá del cumplimiento o no de las leyes de
tránsito, el transportista benévolo debe cumplir con el de-
ber asumido al ofrecer el viaje, de llevar al transportado a
destino, sano y salvo.
En el caso de que una persona sea transportada, correspon-
de distinguir dos situaciones claramente diferenciadas: cuando el
traslado que realiza una de las partes intervinientes no recibe
ninguna contraprestación, y cuando se pacta un precio por el
evento. Partimos de la idea de que haya consentimiento entre
el transportista y el transportado, y según haya o no contrapres-
tación, diremos que el transporte es, respectivamente, a título
oneroso o gratuito.
a) Caracterización. Suelen distinguirse también dentro del
transporte gratuito aquel en que no existe ningún interés del trans-
portista, que constituye un acto de mera cortesía o con la inten-
ción de hacer un favor al transportado, y aquel en el cual éste re-
cibe el servicio como consecuencia de otra relación jurídica que
vincula a las partes.
Transporte benévolo será, entonces, cuando la persona favo-
recida con el transporte no se obligue a prestación alguna. La
ocurrencia de un evento dañoso para el transportado en estos
supuestos nos enfrenta con la necesidad de enmarcar jurídica-
mente la figura en análisis.
La doctrina mayoritaria entiende que los casos derivados del
transporte benévolo deben ser enfocados desde el ángulo de la
responsabilidad extracontractual, y a idéntica posición han llega-
do nuestros tribunales, resolviendo los casos en virtud de la nor-
ma del art. 1109 del Cód. Civil. El efecto de esa tesitura es la
distribución de la carga de la prueba en los términos del art. 377
del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, por lo que la víctima
tendrá que probar la culpa de quien lo trasladó.
b) Encuadre de la responsabilidad. De fecha más reciente es
un importante conjunto de fallos de la Cámara Nacional en lo
Civil, en los que se evalúa el encuadramiento jurídico de este ins-
tituto, aunque las conclusiones no son siempre coincidentes: en
el transporte benévolo deben aplicarse las normas del Código
Civil que tratan la responsabilidad extracontractual (arts. 1109 y
1113), pudiendo invocarse la atenuación de la responsabilidad,
pero siempre que el acompañante lesionado tenga culpa concu-
rrente. En caso contrario, la aceptación de los riesgos efectuada
por la víctima al admitir que amistosamente se lo transporte, no
tiene eficacia por sí sola para exonerar o atenuar la responsabili-
dad (CNCiv, Sala C, 2711 1/89? "Ojunian, Víctor H. c/Kleiman, Ri-
cardo s/sumarioJJ).
TRANSPORTE DE PERSONAS 267
Al transporte benévolo no le son aplicables las normas ati-
n e n t e ~a la teoría del riesgo que compromete al dueño o guar-
dián, puesto que la víctima asume tal riesgo al dejarse conducir
en el vehículo accidentado, lo cual le veda la posibilidad de sus-
tentar dicha responsabilidad objetiva para obtener la reparación
(CNCiv, Sala A, 19/7/96, "Souto, Adolfo y otro c/Automotores Ur-
quiza Motors SA y otros sldaños y perjuicios").
Al tratarse de lesiones sufridas con motivo de un transporte
benévolo, si está absolutamente demostrado que existió culpa del
conductor, en virtud de la sentencia dictada en sede penal que
lo condenó por el delito de lesiones culposas causadas al trans-
portado y a otras personas, cualquiera que sea el encuadre que
la doctrina le atribuya al caso, sea el del art. 1109 o la del art.
11 13 del Cód. Civil, la obligación de responder será idéntica en
virtud del efecto que causa en sede civil la condena penal (arts.
1101 y 1102, Cód. Civil) (CNCiv, Sala B, 21/6/93, "Kjuder, Gabriel
c/De Biasi, Osvaldo y otro slbeneficio de litigar sin gastos").
En materia de transporte benévolo, la responsabilidad del
transportista desaparece si el accidente se produce por culpa
del dueño de un vehículo mal estacionado, y la transportada
efectuó declaraciones en sede penal tratando de descargar de
toda culpa al conductor que la llevaba, que se contradicen con
las manifestadas en sede civil, donde tiende a imputarle la total
culpabilidad (CNCiv, Sala C, 3011219 1, "Fernández, Laura M. c/Bar-
celo Petit, Hernán J. A. y otro s/sumario").
Quienes consienten ser transportados por quien conduce al-
coholizado su automóvil a una velocidad de aproximadamente
150 kilómetros por hora, tienen cierto grado de responsabilidad
al haber asumido parte del riesgo que implicaban tales circuns-
tancias. Puede considerarse que ha existido entre transportista
y transportados una culpa concurrente en la producción del daño
sufrido (CNCiv, Sala E, 11/6/93, "Coelho, Diego H., y Olaechea,
Graciela clcontreras, Juan A. sldaños y perjuicios").
Cuando se trata del transporte benévolo, la aceptación de
riesgos constituye uno de los elementos de la culpa concurrente
del viajero en la producción del daño sufrido, que se encontraría
configurada por no haber previsto tales riesgos o, habiéndolo he-
cho, por no haber adoptado las diligencias o cuidados que las
circunstancias exigían, tales como, por ejemplo, abstenerse de
realizar o proseguir el viaje en condiciones peligrosas o anorma-
les (CNCiv, Sala E, 20112194, "Parafita, Manuel clseñaris, Juan J.
sldaños y perjuicios"; íd., Sala H, 13/12/96, "Arana, Teodoro y
otros c/Rodríguez, Andrés A. y otros s/sumario").
En los casos de transporte benévolo, es decir, cuando la víc-
tima viaja gratuitamente transportada en un vehículo, no se trata
del cumplimiento de un contrato de transporte y, por ende, no
corresponde aplicar la presunción de causalidad contemplada por
el art. 1113 del Cód. Civil por el daño causado por las cosas ries-
gosas. La víctima deberá demostrar concretamente la culpa del
conductor del automóvil en la emergencia (conf. art. 1109), que
no es el titular de dominio de éste, si se pretende que se le ex-
tienda la responsabilidad (CNCiv, Sala F, 26/2/92, "Ferreyra, Clau-
dio M. c/Hauser, Carlos U. y otro s/daños y perjuicios").
Partiendo de la determinación de la responsabilidad con arre-
glo a las disposiciones de los arts. 1 109, 1113 y concs. del Cód.
Civil, el transporte benévolo no origina una responsabilidad me-
nos plena que en cualquier hipótesis, sino que lo que se atenúa
es la indemnización, no en función de la naturaleza del hecho
generador y de las circunstancias que lo rodearon, sino de la si-
tuación patrimonial del deudor (CNCiv, Sala H, 4/10/96, "Maria-
ni, Rafael L. y otro c/Irigaray, Javier E. y otro sldaños y perjui-
cios").
Es necesario, a fin de determinar la culpa del conductor en
el caso de transporte benévolo, no solamente si condujo adecua-
damente al rodado, sino también si obró diligentemente, toman-
do las precauciones y mayores cuidados para que el transportado
no sufriera daños. Realizado el transporte benévolo en un ca-
mión, no existe ninguna necesidad de que el transportado viaje
en su parte trasera, cuando pudo hacerlo en la cabina, de donde
cabe presumir la actitud negligente del conductor, quien lo trans-
portó en el lugar menos adecuado y más riesgoso, cuando pudo
haberlo evitado, si se tiene presente que en los supuestos de
transporte benévolo el viaje queda librado a la voluntad y deci-
sión del transportista (CNCiv, Sala H, 13112/96, "Aranda, Teodoro
y otros c/Rodríguez, Andrés A. y otros s/sumario").
El que asume el riesgo de ser transportado benévolamente
no asume el de perder la integridad física o la vida, a menos que,
debido a las particulares circunstancias de hecho del caso con-
creto, esa consecuencia hubiera podido habitual y razonablemen-
te sobrevenir, lo cual permitiría entonces una asimilación a la
culpa (CNCiv, Sala H, 13/12/96, "Aranda, Teodoro y otros c/Ro-
dríguez, Andrés A. y otros s/sumario"; íd., Sala 1, 31/5/94, "Mina-
glia, Fernando L. c/Ditzend, Rodolfo A. s/daños y perjuicios").
Ea circunstancia de que el transportado compartiera los gas-
tos de transporte con su transportador no convierte al transpor-
te benévolo en oneroso (CNCiv, Sala 1, 31/5/94, "Minaglia, Fer-
nando L. c/Ditzend, Rodolfo A. s/daños y perjuicios").
Cuando media transporte benévolo, la responsabilidad es de
naturaleza extracontractual y el caso debe juzgarse en los térmi-
nos del art. 1109 del Cód. Civil (CNCiv, Sala 1, 27/4/95, "Zeballos,
Andrés F. c/Guzmán, Héctor M. y otros s/sumario").
Cuando se trata de un transporte benévolo, la responsabili-
dad es de naturaleza extracontractual y debe juzgarse en los tér-
minos del art. 1109 del Cód. Civil, de modo que no puede neu-
tralizarse aduciendo la asunción del riesgo por el transportado.
Nada obsta, por otra parte, la concurrencia de culpas, si la con-
TRANSPORTE DE PERSONAS 269
ducta de la víctima puede serle imputada a este título (CNCiv,
Sala 1, 19/6/97, "Imaz, Gloria S. c/Coso, Cristian J. sldaños y per-
juicios").
La circunstancia de qUe la víctima viajara con dos personas
más en el asiento delantero de un automotor, cuando ello no era
posible en razón de su capacidad, lo que además imposibilitaba
el uso del cinturón de seguridad, constituye una imprudencia de
su parte que la hace pasible de cierto grado de culpa por los da-
ños sufridos. La responsabilidad del transportador benévolo se
encuadra en la órbita extracontractual, resultando aplicables las
presunciones que emanan del art. 1113 del Cód. Civil (CNCiv,
Sala J, 26/3/96, "González, Oscar A. y otro c/Momesso, Ricardo
L. y otro sldaños y perjuicios").
La responsabilidad civil que origina el transporte benévolo
se gobierna por los arts. 1109 y 1113 del Cód. Civil y no por los
que son propios de la responsabilidad contractual, puesto que la
invitación o conformidad del conductor del vehículo para trans-
portar desinteresadamente a otra persona no constituye una de-
claración de voluntad con significado jurídico, pues aquél entien-
de realizar un acto de mera cortesía, y si no hay intención de
obligarse, mal puede pretenderse que exista un acuerdo de volun-
tades destinado a reglar los derechos de las partes, que dé naci-
mientos a vínculos obligacionales (CNCiv, Sala K, 10112/93, "Váz-
quez Salazar, Cristina E. c/Kerner, Eduardo s/sumario").
Los daños derivados del transporte benévolo deben ser enfo-
cados desde el ángulo de la responsabilidad extracontractual, en-
cuadrando dichos casos dentro de la norma del art. 1109 del
Cód. Civil, debiendo la víctima o los reclamantes probar la culpa
de quien efectuó el traslado (CNCiv, Sala M, 22/3/95, "Avalo, Lau-
reano y otro c/Ferrero Águila, Oscar y otro sldaños y perjuicios").
En el caso de un transporte benévolo, el dueño o guardián
de la cosa riesgosa no logra liberarse de su responsabilidad obje-
tiva acreditando simplemente que existía prohibición de trans-
portar a otras personas, sino que debe probar la adopción de
medidas concretas orientadas a impedir ese empleo indebido
(CNCiv, Sala M, 4/7/95, "Reinoso, Antonia c/YPF s/sumario").
c) Atentiación de la 1-espo~zsabilidaddel transportador beízévo-
lo. Esta puede lograrse en nuestro ordenamiento positivo por
aplicación de las reglas que rigen la materia de la culpa concu-
rrente. Si, por ejemplo, el sujeto acepta ser transportado por
una persona completamente extraña, o si el vehículo estaba en
mal estado y el viajero pudo constatarlo fácilmente, o si la víc-
tima conocía la embriaguez o imprudencia del conductor. Tam-
bién cuando hubo negligencia en el obrar del transportado, como
ir dormido o contribuir con alguna acción u omisión a la pro-
ducción del accidente.
La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción ha sentado algunos principios respecto de la problemática
PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

del transporte benévolo. Por ejemplo, tratándose de un caso de


responsabilidad aquiliana, la aceptación de los riesgos normales
de un viaje por la víctima no es causal de supresión ni de dismi-
nución de la responsabilidad, por aplicación de los principios
que emanan de los arts. 1109 y 1111 del Cód. Civil. El riesgo que .
asume el transportado benévolamente no alcanza al de perder la
integridad o la vida a menos que, debido a las particulares cir-
cunstancias de hecho del caso concreto, esa consecuencia hubiera
podido habitual y razonablemente sobrevenir, lo cual permitiría
entonces una asimilación a la culpa (CSJN, 7/7/92, "Tomassetti
de Bonicelli, María y otra c/Ferrocarriles Argentinos", Fallos,
315:1570).
d) Prueba. Prestinción. Respecto de la prueba del carácter
benévolo del transporte particular, sin perjuicio de que puede de-
mostrarse lo contrario por quien lo alega, y viceversa, cuando el
automotor está decididamente dedicado a una actividad comer-
cial (taxi, camión, micro, etc.), la presunción que ello genera es
la de estar ante un contrato de transporte oneroso.

VII. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se


sustenta en el art. 1109 del Cód. Civil, así como en la
abundante doctrina y jurisprudencia que reconoce como
fuente a dicha norma.

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

11. HECHOS. El hecho que fundamenta mis pretensio-


nes indemnizatorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ....
En ese momento viajaba en el ferrocarril de la empresa de-
mandada. Viajaba de pie y tomado del pasamanos del es-
tribo del vagón. A raíz de que una gran cantidad de pasa-
TRANSPORTE DE PERSONAS 27 1

jeros decidió bajar casi llegando a la estación de ..., fui


empujado y caí de donde estaba. Si bien siempre com-
prendí que era peligroso viajar en el estribo, todas las ma-
ñanas me veía obligado a hacerlo para poder llegar a mi
trabajo, en razón de que los coches venían repletos. Como
consecuencia de lo ocurrido, padecí una serie de perjuicios
que detallaré más adelante. y por los que ahora reclamo.

111. CULPABILIDAD. Considero que el demandado es res-


ponsable absoluto del episodio relatado, por no brindar a
sus pasajeros el debido servicio, obligáiidolos a viajar en
condiciones deplorables.
Por otra parte, la empresa demandada debe responder
como transportista que incumplió con el deber asumido al
concretar el contrato, de llevarme a destino sano y salvo.
Sabido es que el vínculo que une a una empresa ferroviaria
con los pasajeros que adoptan sus servicios se ubica como con-
trato de transporte y, por lo tanto, deviene aplicable a los litigios
que se originan en él la norma contenida en el art. 184 del Cód.
de Comercio.
a) Carácter de la responsabilidad. Tal circunstancia tiene
como efecto la inversión del ontts probandi en aquellas causas
entabladas por los pasajeros que han recibido algún daño en la
ejecución de dicho contrato. En virtud de ello, la empresa fe-
rroviaria, para exonerarse de las consecuencias dañosas y de las
pertinentes indemnizaciones, debe demostrar la culpa de la vícti-
ma o la de un tercero por quien no tiene que responder.
La jurisprudencia ha entendido que hace a la explotación del
sistema ferroviario el tomar las medidas adecuadas de protec-
ción del derecho de los demás, por tratarse de una actividad ge-
neradora de riesgo. De lo expuesto se desprende la adopción de
la responsabilidad objetiva del art. 184 del Cód. de Comercio,
que, salvo los supuestos de excepción que contempla, impone la
condena de la empresa por ser la propietaria y guardadora del
tren y de sus dependientes.
Por otro lado, se ha afirmado que en este tipo de contratos
el transportista que incumplió con su obligación de resultado de
conducir sano y salvo al pasajero tiene que probar la eximente
de responsabilidad, constituida por fuerza mayor o la culpabili-
dad del demandante o de un tercero por quien la empresa no
responde.
En ese orden de ideas, la Corte Suprema ha invalidado un
pronunciamiento de Cámara que desestimó la demanda de in-
demnización de daños y perjuicios derivados de un accidente fe-
272 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

rroviario, omitiendo considerar que el convoy circulaba con las


puertas abiertas y que la víctima se preparó para bajar del tren
en el mismo coche y pasillo del que iba a descender el guarda
(CSJN, 26/7/88, "Díaz Estay de Salerno, Lucía c/Empresa Ferro-
carriles Argentinos", FalZos, 3 11:1227).
b) Culpa total o parcial de la víctima. Conviene destacar,
asimismo, en los diversos precedentes judiciales que se vienen
produciendo desde hace tiempo hasta la actualidad, una tenden-
cia a atenuar el rigor con que se ha juzgado la responsabilidad
de la empresa ferroviaria y la admisión parcial o total de la cul-
pa de las víctimas.
Se ha sostenido en general que el deber de seguridad de la
empresa portadora no puede extenderse hasta el límite de vigilar
e impedir que sus transportados, al adoptar actitudes impru-
dentes e intempestivas, terminen colocándose en situaciones
riesgosas y desencadenantes de accidentes. El deber de control
tiene que estar referido a las condiciones normales de seguridad
con que debe prestarse el servicio ferroviario, pero no puede am-
pliarse hasta el límite de asegurar indemnidad a personas que,
con comportamientos temerarios, se colocan en una situación tal
que el daño inevitablemente debe producirse.
De los fallos que se transcribirán a continuación puede cole-
girse el espectro de soluciones seguidas últimamente por la Cá-
mara Nacional en lo Civil, en una variada casuística que no ocul-
ta, por otro lado, la disparidad de enfoques sobre el tema.
Demandados daños y perjuicios por las lesiones que sufrió
un menor cuando viajaba fuera del ámbito del vagón, correspon-
de distribuir las responsabilidades por la mitad, ya que si bien la
empresa de ferrocarriles está obligada a velar por la seguridad
del pasaje, manteniendo cerradas las puertas del convoy desde el
inicio de la marcha y durante el desplazamiento, correspondién-
dole al guarda controlarlas, lo cierto es que no resulta menor el
reproche que merece la conducta de la víctima, quien no acató la
prohibición de viajar en contravención de normas expresas del
reglamento (art. 154, reglamento general de ferrocarriles), al lle-
var las piernas fuera del vagón. Dicha actitud fue también con-
dición indispensable para que se produjera el accidente (CNCiv,
Sala A, 28/3/90, "Chávez y Sosa, Claudio A. c/Ferrocarriles Argen-
tinos s/sumario").
Si la propia víctima contribuyó a impedir el sistema de cie-
rre automático de las puertas del tren al colocarse prácticamente
en el borde de la entrada del vagón, tomado de la guía, obstacu-
lizando así el cierre de la puerta, no cabe duda de que el hecho
que ha causado el daño deriva de la culpa concurrente de la víc-
tima y de la empresa ferroviaria, pues de haberse contado con
un sistema de vigilancia adecuado, indudablemente el tren no
se habría puesto en movimiento con pasajeros que cubrían prác-
ticamente las puertas de acceso a los vagones (CNCiv, Sala A,
TRANSPORTE DE PERSONAS 273
17/6/92, "Giordano, Julio A. cIFerrocarriles Argentinos, Línea Sar-
miento s/sumario").
La obligación de la empresa ferroviaria respecto de transpor-
tar ileso al usuario reclama, en contrapartida, que éste no vul-
nere, a conciencia y temerariamente, las disposiciones dictadas
precisamente para su seguridad, pues el alzamiento contra este
deber material y jurídico, primario y elemental además, no susci-
ta derechos para el infractor. La presencia y funciones del per-
sonal de guardia o vigilancia lo es fundamentalmente a efectos
del servicio, sin extenderse al cuidado subjetivo y obligatorio de
personas capaces que, a sabiendas, desnaturalizan o niegan las
condiciones del transporte. La aglomeración, más que agravar
atenúa la responsabilidad civil del transportista, dado que aqué-
lla no le es imputable por originarse en horarios o circunstan-
cias sociales o económicas que no gobierna ni le obliga legal-
mente a servicios mayores que la frecuencia, si ellos no resultan
de los contratos que reglamentan la prestación (CNCiv, Sala B,
1714191, "Simonit, Julio W. cIFerrocarriles Argentinos slsumario").
Si la víctima viajaba de manera peligrosa y en lugar prohibi-
do, como es el estribo superior de la escalinata que se encuentra
a nivel del piso del vagón, que tiene allí un corte con ángulo re-
forzado que hace las veces de canto de dicho estribo, la circuns-
tancia de que las puertas pudieren hallarse abiertas parece irre-
levante porque, por accionarse manualmente, cuadra presumir
que el pasajero las abrió para ubicarse donde lo hizo, por lo que
corresponde atribuir culpa exclusiva al damnificado (CNCiv, Sala
B, 1714191, "Simonit, Julio W. cIFerrocarriles Argentinos s/suma-
rio").
La ubicación peligrosa asumida sin necesidad por el pasajero
que se sitúa cerca de la puerta de ascenso y descenso del vagón
determina la exención de responsabilidad respecto de la empresa
ferroviaria al mediar culpa exclusiva del accidentado, de acuerdo
con los arts. 1111 y 1113, párr. 2" ilz filze, del Cód. Civil (CNCiv,
Sala B, 28/10/92, "Viera, Mario R. c/Ferrocarriles Argentinos
sldaños y perjuicios").
Si el menor, víctima fatal del accidente, cayó al vacío desde
un tren que lo transportaba, antes de llegar a la estación, es cla-
ro que las puertas del convoy se encontraban abiertas, lo que
pone de manifiesto que la empresa ferroviaria no cumplió con
el deber de seguridad que le impone el contrato de transporte,
sin que pueda encontrarse culpa por parte del niño muerto en el
hecho ilícito acaecido, que pueda eximir de responsabilidad a la
accionada (CNCiv, Sala C, 10/8/95, "Bordón, Nemesio y otro c1Fe-
rrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios").
Si la víctima reflejó una negligencia patente al ubicarse en el
estribo del vagón, de ningún modo puede oscurecerse su exclusi-
va responsabilidad con argumento en la obligación de seguridad
hacia sus pasajeros de la empresa ferroviaria, como tampoco en

18. Daray, Prricticri.


274 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

alguna responsabilidad del Estado por tratarse el occiso de un


conscripto. Si un pasajero adopta una actitud de tamaña culpa-
bilidad, mal puede pretenderse trasladar a terceros el deber de
custodia, cuando un instinto elemental de autoprotección de cual-
quier ciudadano lo hubiera llevado a no sentarse en lugar tan
riesgoso (CNCiv, Sala C, 20/2/97, "Sosa, Tomás c/Empresa Ferro-
carriles Argentinos s/daños y perjuicios").
Si se encuentra acreditado que la víctima se arrojó del tren
por propia decisión, probablemente con intención de suicidarse
o, al menos, con falta de conciencia de lo que hacía, en uno de
los episodios aislados de desorientación que padecía, su conduc-
ta fue la causa determinante de su muerte; por ende, no puede
responder la empresa ferroviaria por un hecho sólo reprochable
a la víctima (arts. 512, 902 y concs., Cód. Civil) (CNCiv, Sala E,
1614191, "Manem de Olmos, Pilar B. c/Ferrocarriles Argentinos
s/s~mario'~).
El transportista responde por su propia culpa o por la de sus
dependientes, en el contrato de transporte y en la medida en que
se vinculan al mismo. Pero el accionar temerario de la propia
víctima, quien por sil propia voluntad, y pese a tener asiento
asignado, se ubica en el escalón de un tren de larga distancia, re-
sulta extraño al cumplimiento del contrato y se muestra como
un hecho imprevisible e inevitable, que reúne las características
de los arts. 513 y 514 del Cód. Civil y que lo excusan de respon-
sabilidad por las consecuencias dañosas que sufra el pasajero
(CNCiv, Sala E, 3/8/93, "Páez, Aurelio c/Empresa Ferrocarriles
Argentinos slinterrupción de prescripción").
Así, se ha dicho que si el deceso de un pasajero se produce a
raíz de su caída desde la plataforma de acceso del vagón en el
que viajaba, las puertas eran de cerramiento manual y no se pro-
bó que el convoy partiera con todas las puertas cerradas, indi-
cando la experiencia que habitualmente los trenes circulan con
ellas abiertas, no puede pretenderse que existió culpabilidad de
la víctima ni de los demás pasajeros, si a nadie se atribuyó en
concreto la apertura de las puertas. La ausencia de probanzas
que permitan concluir que la empresa adoptó algún mínimo de
seguridad para los transportados, lo que no se cumple con la
mera redacción de los reglamentos, impide eximirla de responsa-
bilidad (CNCiv, Sala G, 27/4/89, "Franco, Silvia L. c/Ferrocarriles
Argentinos s/sumario").
La conducta culposa de la víctima, quien aceptó un riesgo de
altísima peligrosidad como es trasladarse en el techo de un vagón
del ferrocarril, excluye la responsabilidad de la empresa ferrovia-
ria. En estos casos, el deber de seguridad y control que pesa
sobre la empresa transportista no puede extenderse a aquellas si-
tuaciones que no son normales y previsibles (CNCiv, Sala G,
14/4/93, "Garita, Luis A. c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y per-
juicios").
TRANSPORTE DE PERSONAS

Si la víctima se encontraba ubicada en el pasillo, cerca de


los escalones del vagón cuando el. tren estaba en movimiento,
ello generaba una situación de peligro para el damnificado. La
circunstancia de que la puerta al cerrarse hiciera desplazar a la
víctima, se debió, en primer término, a la imprudencia de ésta,
sin perjuicio de las medidas de seguridad y precaución que debió
tomar la empresa demandada. Ante ello, corresponde establecer
las siguientes .proporciones de culpa: el 40% de la empresa de-
mandada y el 60% de la víctima (CNCiv, Sala H, 6/8/92, "Fernán-
dez, Cecilia c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjuicios").
Cuando se trata de un tren que hace un recorrido de larga
distancia, que no se detiene en estaciones intermedias y donde a
cada pasajero corresponde un asiento, la conducta esperable de
dichos pasajeros es que permanezcan en los lugares asignados
por la empresa, aun cuando por alguna circunstancia tengan que
abandonarlos. Por el contrario, viajar en el estribo no constitu-
ye una conducta permitida ni prudente, y permite imputar, en
parte, al comportamiento de la víctima la producción del acci-
dente. La obligación de la empresa ferroviaria respecto de trans-
portar ileso al usuario reclama en contrapartida que éste no vul-
nere, a conciencia y temerariamente, las disposiciones dictadas
justamente para su seguridad. El rebelarse a esta obligación ma-
terial y jurídica no genera derechos para el infractor. La presen-
cia y funciones del personal de guardia o vigilancia tiende h n d a -
mentalmente a los fines del servicio que preste la empresa de
ferrocarriles, sin extenderse al cuidado subjetivo y obligatorio
de personas capaces que, conscientemente, desnaturalizan o nie-
gan las condiciones de transporte (CNCiv, Sala 1, 16/6/95, Gérez
de Visconti, Nelli L. y otro c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y
perjuicios").
No obstante el reconocimiento efectuado en la demanda por
el actor, de haber sido empujado por pasajeros, si la empresa de
ferrocarriles incumplió su obligación de circular con las puertas
cerradas hasta la total detención en la estación para el descenso
de los pasajeros, ello comporta un acto de extrema peligrosidad
para la seguridad de las personas. En horas de mayor afluencia
de pasajeros, los trenes de retorno de la ciudad al conurbano se
encuentran sobrecargados, y al arribar a las distintas estaciones
se produce, como lógica consecuencia de lo descripto, el despla-
zamiento brusco de la gente que intenta descender sobre los que
se encuentran cerca o sobre la puerta de descenso. De allí que
la afirmación del actor sobre la acción ejercida por otras perso-
nas sobre él no es más que la descripción de las consecuencias
ordinarias que se producen al viajar en las condiciones mencio-
nadas. Por ello, estas circunstancias no pueden constituirse en
exoneradoras de la responsabilidad de la empresa por el hecho
de terceros por quien no debe responder, ya que para que dicho
eximente sea eficaz, esa culpa debe ser de carácter exclusivo
(CNCiv, Sala M, 81819 1, "Laura Choque, Gregorio c1Ferrocarriles
Argentinos, Línea Sarmiento sldaños y perjuicios").
El deber de seguridad de la empresa porteadora no puede
extenderse hasta el límite de vigilar e impedir que sus transpor-
tados, al adoptar actitudes intempestivas e imprudentes, termi-'
nen colocándose en situaciones riesgosas y desencadenantes de
accidentes. El deber de control debe estar referido a las condi-
ciones normales de seguridad con que debe prestarse el servicio
ferroviario, pero no puede ampliarse hasta el límite de asegurar
indemnidad de las personas que, con actitudes temerarias, se co-
locan en una situación tal que el daño inevitablemente debe pro-
ducirse (CNCiv, Sala M, 20110195, "Romero, Luis C. y otra c1Fe-
rrocarriles Argentinos slsumario").

INICIA
DEMANDA. COBRO
DE DANOS

Señor Juez:
OSCAR
GONZALEZ,
por derecho propio, ...

11. HECHOS. El hecho que fundamenta mis pretensio-


nes indemnizatorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ...
En ese momento viajaba como pasajero de la empresa de
ferrocarriles demandada. Iba sentado del lado de la ven-
tanilla, que estaba cerrada. Casi llegando a la estación de
..., un grupo de personas que estaban en el lugar, realizando
posiblemente alguna protesta, surgieron piedras que como
proyectiles fueron lanzadas al convoy en el que me hallaba.
Una de ellas rompió el vidrio y me golpeó en la cabeza,
produciéndome toda una serie de perjuicios, cuya repara-
ción ahora reclamo, y que detallaré más adelante.
111. CULPABILIDAD. Considero que el accionado es res-
ponsable absoluto del episodio relatado, por no brindar a
sus pasajeros el debido servicio, obligándolos a viajar en
condiciones deplorables.
Por otra parte, la empresa demandada debe respon-
der como transportista que incumplió con el deber asumido
al concretar el contrato de llevarme a destino sano y salvo.
TRANSPORTE DE PERSONAS 277
La regulación del transporte ferroviario a partir del art. 184
del Cód. de Comercio determina la responsabilidad de la empre-
sa de ferrocarriles cuando se ocasione un perjuicio a los pasaje-
ros, salvo que demuestre la culpa de la víctima o la de un tercero
por quien no deba responder, o el caso fortuito.
Vimos en la anotación del modelo anterior algunas de las ca-
racterísticas de esta responsabilidad objetiva respecto del prime-
ro de los eximentes mencionados, por lo que para este modelo
correspondería evaluar los hechos de los terceros, no ligados
al transportista por una relación de dependencia ni por otra si-
milar.
Nuestros tribunales han desarrollado una fuerte corriente ju-
risprudencial que, desde la óptica de la obligación de llevar al
pasajero sano y salvo a destino, ha responsabilizado a la empresa
ferroviaria incluso en los supuestos en que el daño se produjo
como consecuencia de actos vandálicos.
Se ha entendido, en efecto, que este tipo de comportamien-
tos antisociales y delictivos se registran con demasiada frecuen-
cia en nuestro medio, razón por la cual su ocurrencia no lo con-
vierte en imprevisible ni inevitable. El transportador estaría así
obligado a montar una policía especializada, que es el único me-
dio de prevenir tan lamentables acontecimientos. Esta postura
fue receptada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
los autos "Santamariña, María del C. c/Ferrocariles Argentinos"
(13111/90, JA, 1991-11-106; LL, 1991-B-526, y ED, 141-362).
Sin embargo, surgió una tendencia opuesta en parte de la
doctrina que consideró esa solución jurídica como un fenómeno
de inflación obligacional, que rebasa los límites del deber de se-
guridad de los pasajeros que asume la empresa ferroviaria.
Idéntico temperamento adoptaron otros precedentes judicia-
les que, sin descuidar la cuestión del desamparo de la víctima,
han entendido que hacerle pagar al transportador la indemniza-
ción pertinente es el producto de una conciencia social sobre la
desaprensión patrimonial con que se ha operado en el sector pú-
blico, o por el convencimiento de que si el Estado se hacía cargo
de estos hechos se alcanzaba una suerte de socialización del que-
branto.
Respecto de la posibilidad de que la empresa ferroviaria acu-
da a un servicio de tipo policial, deviene impracticable en nues-
tro país por la extensión del recorrido de los tramos, desarrolla-
dos tanto en lugares urbanos como en zonas despobladas.
Pero también pueden ubicarse algunos precedentes que con-
templan los hechos de terceros no dependientes de la empresa
ferroviaria, con posturas severas en el juzgamiento de ésta: en
caso de muerte o lesión de un pasajero, acaecida durante el trans-
porte del ferrocarril, la empresa está obligada al pleno resarci-
miento de los daños y perjuicios, no obstante cualquier pacto en
278 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

contrario, a menos que se pruebe que el accidente provino de la


fuerza mayor o sucedió por culpa de la víctima o de un tercero
por quien la empresa no sea civilmente responsable (conf. art.
184, Cód. de Comercio). Esta disposición consagra una respon-
sabilidad objetiva, impone la condena de la empresa por ser la
propietaria y guardadora del tren y de sus dependientes (CNCiv,
Sala C, 51319 1, "Berth de Kormilo, Rosa c/Ferrocarriles Argenti-
nos s/sumario").
Si el acto vandálico ocurrió durante el transporte ferrovia-
rio, y fue por culpa de un tercero, para que la empresa se libere
de responsabilidad deberá acreditar la culpa en la producción .del
resultado dañoso, y que ésta fue exclusiva del tercero. Es que
este tipo de acontecimientos no puede encuadrarse en el caso for-
tuito, pues la asiduidad con que ocurren los convierte en hechos
previsibles y evitables mediante una adecuada implementación
técnica. El servicio de transporte debe cumplir con el deber que
le corresponde de lograr que el pasajero llegue sano y salvo a
destino, no pudiendo deslindar su responsabilidad aduciendo el
deber de seguridad que le compete a la Policía Federal en esos
casos (CNCiv, Sala B, 5/11/96, "Cerioni, Martha N. c/Empresa Fe-
rrocarriles del Estado Argentino sidaños y perjuicios").
El art. 184 del Cód. de Comercio es una norma severa para
con la empresa de transporte y, por ello, un criterio semejante debe
presidir la interpretación de las causales de exculpación que di-
cha disposición contempla; rigor que se funda en la intención
del legislador de inducir a las empresas a extremar las precau-
ciones respecto de la buena calidad, perfecto estado y funciona-
miento del material, la capacitación y buen desempeño de su
personal y el estricto cumplimiento de las leyes y reglamentos en
amparo de posibles víctimas, para quienes el resarcimiento resul-
taría ilusorio, en la mayoría de los casos, si tuvieran que probar
la culpa del transportador. El supuesto de culpa de un tercero
por quien la empresa de transporte no sea civilmente responsa-
ble, previsto en el art. 184 del Cód. de Comercio, constituye en
sustancia un modo particular de caso fortuito, de suerte que su
admisión como eximente exige que tal hecho se muestre imprevi-
sible. Al resultar notoria la reiteración de conductas antisociales,
delictivas, en el medio ferroviario, que concluyen generalmente
provocando víctimas entre los pasajeros, no puede sostenerse
que tales hechos sean imprevisibles o inevitables, considerándo-
se que adecuadas medidas de prevención y vigilancia contribui-
rían, cuando menos, a reducir las posibilidades de su ocurrencia
(CNCiv, Sala 1, 7/10/92, "Oro, Pedro R. c/Empresa Ferrocarriles
del Estado Argentino sldaños y perjuicios").
A los efectos de determinar la responsabilidad por los daños
sufridos por un pasajero de ferrocarril a raíz de una piedra pro-
yectada desde el exterior del convoy, carece de importancia si di-
cha piedra fue arrojada por inadaptados sociales o provino del
TRANSPORTE DE PERSONAS 279
balastro, pues el pasajero sufrió el daño durante el curso del via-
je y sólo por ello queda compro.metida la responsabilidad del
transportista, sin necesidad de acreditar la culpa de éste, pues sa-
bido es que la culpa contractual se presume. No se pueden en-
cuadrar tales hechos en el caso fortuito, pues la asiduidad de
estos ataques los convierte en hechos previsibles y evitables me-
diante una adecuada implementación técnica (CNCiv, Sala K, 301
4/93, "Guevasa, Carlos D. c/Empresa Ferrocarriles del Estado Ar-
gentino sldaños y perjuiciosJ1).

VII. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se


sustenta en el art. 184 del Cód. de Comercio, así como en
la abundante doctrina y jurisprudencia que reconoce como
fuente a dicha norma.

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

11. HECHOS. El hecho que fundamenta 'mis pretensiones


indemnizatorias ocurrió el ... de ... de ..., siendo la hora ...
En ese momento intentaba cruzar el paso a nivel de ... Como
las barreras estaban levantadas, comencé a atravesar las
vías, después de haberme cerciorado de que no venía nin-
gún tren.
a) Prestttzciótz legal. Como principio general podrá afirmar-
se que la embestida a un peatón se rige por un sistema similar,
ya sea el embestidor un tren o cualquier otro vehículo. Ha en-
tendido la jurisprudencia que el litigio se resuelve por aplicación
280 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

del art. 1113, párr. 2") del Cód. Civil, que genera la presunción le-
gal adversa al dueño o guardián de una cosa riesgosa.
En virtud de ello, la empresa demandada deberá demostrar
la culpa de la víctima o la de un tercero por quien no tiene que .
responder, para librarse de las consecuencias del evento 'dañoso.
Sin embargo, no han faltado precedentes judiciales que han
señalado que los trenes circulan en un terreno que les es propio,
o sea, por un camino de vías férreas que es exclusivo, por lo que
no consideran aplicable la teoría del riesgo creado consagrada en
el art. 1113, párr. 2", del Cód. Civil.
En otros casos se ha especificado que el tránsito ferroviario
genera un peligro de modalidades distintas que el derivado del
automotor, ya que, a diferencia de éste, el ámbito de circulación
de los trenes se halla limitado por las vías sobre las cuales se
desplazan, y el área riesgosa queda circunscripta a este lugar y a
sus adyacencias. De ello se desprende que los trenes carecen de
aptitud de maniobra para eludir un obstáculo imprevisto. Por
otra parte, su capacidad de frenado es mucho menor que la de
los automotores, y aumenta, por consiguiente, la distancia que
debe recorrer antes de detenerse.
Concordantemente sostienen que estas características de los
ferrocarriles, de público y notorio conocimiento, imponen un
acrecentado grado de prudencia a los peatones que cruzan las
vías por un paso a nivel, puesto que conocen de antemano la im-
posibilidad de maniobra, y si se introducen en la delimitada
zona de peligro lo hacen asumiendo el riesgo con plena concien-
cia de él. En resumen, para esta postura, el cruce por un paso a
nivel exige del transeúnte el extremar las precauciones y no ini-
ciarlo sin haberse cerciorado de que no se aproxima ningún tren.
b) Barreras o gtrardaganados. Señales luminosas y sonoras.
Más precisamente, con relación a las obligaciones del ferrocarril,
en diversos fallos se ha tenido en cuenta el art. 5" de la ley gene-
ral de ferrocarriles 2873, que le ordena establecer barreras o
guardaganados en todos los puntos en que los ferrocarriles cru-
cen los caminos y calles públicas a nivel. Estas barreras debe-
rán cerrarse a la aproximación de cada tren, abriéndose después
de que haya pasado para dejar expedito el tránsito. Además, el
art. 91 dispone que las empresas de ferrocarriles "son responsa-
bles por los actos y omisiones contrarios a la presente ley y a los
reglamentos dictados en su consecuencia".
Si bien las barreras son las únicas medidas de seguridad men-
cionadas en el art. 5" de la ley 2873, las circunstancias económi-
cas han llevado a la doctrina y la jurisprudencia a admitir otras
señales de protección que puedan reemplazarlas, sobre todo .en
los pasos de menor peligrosidad. Esta dispensa en los lugares
apartados y su sustitución por otros sistemas de seguridad obe-
deció a que la colocación de barreras en áreas de poca circula-
TRANSPORTE DE PERSONAS 281
ción no tendría otro resultado que encarecer la explotación ferro-
viaria, en perjuicio directo del público.
Conviene destacar, asimismo, que existiría una verdadera je-
rarquía en cuanto a las señales: en primer lugar, las barreras; en
segundo término, las luces (o señales luminosas), timbres, cam-
panillas de alerta y otras señales semejantes de carácter acústico,
y, en tercer lugar, los carteles anunciando la proximidad de las
vías férreas, .la llamada "cruz de San Andrés", los "despertado-
res" o "serruchos", que son relieves en el pavimento destinados a
alertar a los conductores, etcétera.
Estas señales tienen que estar en óptimas condiciones, ya
que su mantenimiento no representa la misma onerosidad que la
colocación de un sistema de barreras. Obvio es, por otra parte,
que tiene que existir una adecuada relación entre el sistema de
protección que emplee la empresa de ferrocarriles como sustitu-
tos de las barreras y la densidad de población y tránsito en el cru-
ce respectivo. Se ha resuelto, en consecuencia, que corre a cargo
de la empresa ferroviaria la prueba de la falta de necesidad de
las barreras.
Ahora bien, las barreras no constituyen específicamente una
indicación para peatones, puesto que existen lugares de cruce
habilitados a esos efectos que no las poseen y que están en sitios
sin tránsito de automotores. Pero no por ello dejan de serlo en
caso de que exista en el lugar una manifestación clara de que
no se aproxima un tren si se hallan abiertas. De igual suerte,
cuando se encuentran bajas, constituyen un aviso también para
los transeúntes.
c) Acceso restringido. Otro deber de la empresa de ferroca-
rriles, amén de iluminar las estaciones y los pasos a nivel, es el de
cerrar el camino ferroviario. El acceso a las vías debe ser res-
tringido, y eso se consigue mediante la colocación de obstáculos
que lo impidan, como paredes o alambradas; también se pueden
colocar elementos que al obligar al peatón a realizar un esfuerzo
adicional lo alerten del potencial peligro. Es incuestionable la
responsabilidad de la empresa de marras, al no tener cerrados
todos los lugares por los que es presumible que puedan acceder
personas o vehículos.
Se ha decidido, en consecuencia, condenar a los ferrocarri-
les, pues no podrían ignorar el uso indebido pero generalizado
que se hacía de un pasaje para acceder al otro lado de las vías.
El fundamento fue que debi6 proceder al cierre de ese lugar o ins-
talar señales de prohibición o aviso de peligro.
En los últimos tiempos se observa en la jurisprudencia de la
Cámara Civil una relativa disparidad de posiciones; por ejemplo,
se dijo que si el cruce por el que la víctima intentó transponer
las vías era una senda prevista por la empresa de ferrocarriles
para el cruce de peatones, no modifica la responsabilidad de ésta
PRÁCTICA DE ACCIDENTES D E TRÁNSITO

la existencia o no de otros cruces peatonales, ya que en todos


ellos la empresa debe adoptar las medidas de seguridad que re-
quiera el cruce (CNCiv, Sala M, 27/4/89, "Maidana de Gómez,
Elba c/Ferrocarriles Argentinos s/sumarion).
Cuando no existe ningún indicio de imprudencia por parte
del personal ferroviario y no se ha demostrado la inexistencia de
barreras, ni que éstas no funcionasen normalmente, las conse-
cuencias dañosas causadas al peatón al haber sido embestido
por el tren no pueden ser cargadas a la empresa ferroviaria, por
cuanto debe juzgarse con rigor la conducta de quien penetra en
el terreno por donde transita el ferrocarril, aunque sea en un
paso habilitado para los peatones, donde el peligro no puede des-
conocerse y obliga a conducirse con especial prudencia (CNCiv,
Sala A, 18/3/93, "Cobeñas Rojas, María y otras cIFerrocarriles
Argentinos y otros sldaños y perjuicios").
Si de las constancias de la causa penal resulta que el mismo
día del accidente ferroviario, y cuando ya la víctima había sido
trasladada al hospital local, el personal policial comisionado com-
probó que las barreras automáticas existentes en el lugar y tam-
bién las señales sonoro-luminosas funcionaban correctamente,
dado que se trata de actuaciones que los funcionarios han com-
probado personalmente en ejercicio de sus funciones, es evidente
que representan un instrumento público en los términos del art.
979, inc. 2") del Cód. Civil y poseen, por consiguiente, la fuerza
probatoria de tales (art. 993 y SS.) (CNCiv, Sala E, 4/8/89, "Váz-
quez de Espíndola, Elsa c1Ferrocarriles Argentinos y otros sida-
ños y perjuicios").
Demandados daños y perjuicios como consecuencia de un ac-
cidente ferroviario, corresponde hacer lugar a la demanda y dis-
tribuir la responsabilidad entre la empresa accionada y la vícti-
ma, si ésta, de modo imprudente, cruzó las vías por una senda
clandestina desprovista de seguridad, a altas horas de la noche,
en lugar de hacerlo por los pasos habilitados para evitar ser em-
bestido por el convoy (CNCiv, Sala F, 30/10/89, "Centeno de Dioz-
quez, Teresa E. y otro c/Empresa Ferrocarriles Argentinos s/su-
mario").
Si bien el ferrocarril debe arbitrar todos los recaudos para
no producir daños (barreras, señales, silbatos, detenciones, pre-
cauciones de marcha), todo esto no conduce a aplicar el art.
1113 del Cód. Civil, en cuanto al riesgo creado. Las vías del fe-
rrocarril no están abiertas al tránsito del público. Además, la
posibilidad de maniobras se encuentra marcadamente limitada.
Los actos ilícitos pueden consistir en un hecho positivo o en uno
negativo, u omisión (art. 1073, Cód. Civil, aplicable a los cuasi-
delitos conforme lo dispuesto por el art. 1109); pero para que
una omisión que ocasiona un perjuicio a otro genere responsabi-
lidad civil es necesario que una disposición de la ley imponga la
obligación de cumplir el hecho omitido (art. 1074, Cód. Civil).
TRANSPORTE DE PERSONAS 283
Sin perjuicio del concepto general de razonabilidad del cuidado
de las cosas para que no produzcan daños, el reglamento interno
técnico-operativo de los ferrocarriles establece en su art. 474 que
los empleados "deben hacer todo lo posible y recurrir a todos los
medios a su alcance para evitar que se produzcan accidentes".
A este efecto, tienen el deber de informar en seguida las irregula-
ridades que notaren, como por ejemplo, rieles rotos, señales o
cambios en .mal estado, crecientes de río que hagan peligrar la
vía, barreras o portones abiertos indebidamente. Esta obligación
impuesta a los empleados tiene una finalidad indubitable: arre-
glar los inconvenientes mencionados para evitar accidentes. Es
decir, esta obligación de informar se transforma luego en obliga-
ción de arreglar los desperfectos, a cargo de la empresa.
Por eso se dijo que la falta de un cerramiento de envergadu-
ra suficiente como para impedir el paso de personas por una
zona de vía, donde no existe paso a nivel ni cruce peatonal habi-
litado, implica una situación negligente por omisión, configurada
continuamente al no cumplir con su reparación; más aún si la
habitualidad del paso de peatones por el lugar en forma clandes-
tina es conocida por la empresa de ferrocarriles (CNCiv, Sala H,
24/8/90, "López, Carlos A. cIFerrocarriles Argentinos s/sumario").
Si la víctima cruzó o intentó cruzar por una zona de vías no
habilitadas a tal fin, no cabe exigir a la empresa ferroviaria el
cumplimiento de medidas de seguridad. Lo contrario sería exi-
girle a la empresa demandada un deber de seguridad que excede-
ría el ámbito de su responsabilidad. No enerva dicha conclu-
sión la circunstancia de que dicho "paso" fuera utilizado por la
gente de la zona, ya que ello no lo torna un paso formal, ni lícito
ese proceder (CNCiv, Sala M, 5/5/93, "Ferreyra Olayo, G. c/Ferro-
carriles Argentinos sldaños y perjuicios").
Si bien es cierto que la empresa Ferrocarriles Argentinos te-
nía la obligación de proteger los lugares destinados al cruce y
pasos a nivel, como medidas acordes con su peligrosidad, y que
el personal de conducción de trenes debía cumplir con el máxi-
mo de prudencia y diligencia, no es menos cierto que pesa sobre
quien haya de cruzar las vías ferroviarias el deber de cerciorarse
por sí mismo si viene algún convoy, deteniéndose para darle paso
y no a la inversa, dado que se introduce en una zona de peligro y
lo hace asumiendo el riesgo con plena conciencia de él (CNCiv,
Sala K, 19/5/93, "Menéndez de Angio, María E. c1Ferrocarriles
Argentinos s/sumario").
El tránsito ferroviario genera un peligro de modalidades dis-
tintas del derivado del automotor, pues, a diferencia de éste, el
ámbito de circulación de los trenes se halla limitado por las vías
sobre las cuales éstos se desplazan, y el área riesgosa queda cir-
cunscripta a ese lugar y sus adyacencias; de ello se desprende la
carencia de aptitud de maniobra para eludir obstáculos imprevis-
tos. Por otra parte, su capacidad de frenado es mucho menor,
2214 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

en virtud de la masa, muy superior a la de los automotores, y au-


menta, por lo tanto, la distancia que deben recorrer antes de dete-
nerse. Estas características imponen un grado de suma prudencia
y exigen extremar las precauciones a quien pretende cruzar las '

vías, lugar reservado al ferrocarril, puesto que de antemano sa-


ben de la imposibilidad de maniobra y la dificultad del frenado,
de modo tal que si se introduce en la delimitada zona de peligro
sin haberse cerciorado previamente acerca de la presencia próxi-
ma de algún convoy sin darle el paso correspondiente, lo hace
asumiendo el riesgo con plena conciencia del mismo (CNCiv,
Sala L, 3/12/93, "Sar, Raúl 0. c/Bettati de Boggiano, Ana y otros
s/daños y perjuicios").

De repente oigo un silbato a mi derecha y haciendo el


cálculo para terminar el cruce no pude ver que, desde mi
izquierda venía otro tren, sin señal sonora, que alcanzó a
tocarme, lanzándome sobre los molinetes del lado al que
pretendía arribar. Señalo, asimismo, que la vía por donde
venía el tren que me embistió hace una curva, razón por la
cual las personas detectan el convoy con muy poco tiempo
para esquivarlo, a lo que se agregan los pastizales tan cre-
cidos que impiden la visibilidad de ese sector para quienes
intentan cruzar como yo lo hice.
Respecto de la denotación de la parte demandada en este
tipo de litigios, se ha dicho que si se trata de una demanda por
daños y perjuicios con motivo de un accidente ferroviario ocurri-
do el 28 de septiembre de 1991, dado que el art. 3O del decr.
502191 estableció que a partir de la hora cero del lo de abril de
1991 Ferrocarriles Metropolitanos SA tomaría a su cargo la ex-
plotación de los servicios urbanos y suburbanos de pasajeros, in-
cluyéndose dentro de éstos los servicios con destino al lugar del
accidente (art. 17, decr. 502/91), la sociedad anónima menciona-
da sería la legitimada para estar en juicio como demandada y no
Ferrocarriles Argentinos, ya que el decreto citado no establece
solidaridad pese a la escisión establecida (CNCiv, Sala C, 18/5/93,
"Gómez de Méndez, Silvia c/Ferrocarriles Argentinos sldaños y
perjuicios").

VII. FUNDA EN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se


sustenta en la siguiente prescripción legal: art. 1113, párr.
2", ap. 2", del Cód. Civil y en la reglamentación que rige la
actividad ferroviaria, así como en la abundante doctrina y
jurisprudencia que reconoce como fuente a dichas nor-
mas.
TRANSPORTE DE PERSONAS

CONTESTA
DEMANDA

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZALEZ,

1. OBJETO. ...

11. HECHOS. La realidad de los hechos ocurridos fue


la siguiente: el convoy de nuestra empresa que contactó
con el demandante venía circulando en forma adecuada, con
la pertinente señal sonora y por una zona de total visibili-
dad para los peatones que intentaran el cruce del paso a
nivel en el que ocurrió el accidente. Éste no se habría pro-
ducido si no hubiese sido por el propio actor, que intentó
el cruce de las vías luego de esquivar las barreras, que es-
taban bajas, porque debían pasar los trenes, funcionando
normalmente.
La jurisprudencia ha dicho que, no cabe duda de la negligencia
de la empresa ferroviaria por la falta de corte de pastos dado que
es factor de imputabilidad en orden a los principios generales de
las obligaciones cuasidelictuales, y que esa negligencia se ve agra-
vada si concurre con la falta de señalización en el paso a nivel,
en el que se obligaba a mantener en buenas condiciones de visi-
bilidad las adyacencias de las vías.
Pero la eficacia del sistema de protección, las condiciones de
visibilidad, la iluminación cuando es deficiente la luz natural, o
en horarios nocturnos, son presupuestos que deben ser probados
por la empresa de ferrocarriles demandada, ya sea que se apli-
que los arts. 1113, párr. 2") o por el juego del 1109 del Cód. Civil
y el art. 377 del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación.
En algunos precedentes judiciales se ha señalado que si el
cruce donde ocurrió el siniestro es de buena visibilidad y con su-
ficiente recorrido en línea recta, a lo que se agregan las condi-
ciones climáticas del momento del suceso, la víctima, al intentar
el cruce, omitió las adecuadas precauciones que hubieran preser-
vado su integridad física, lo que encuadra su comportamiento
dentro de las normas contenidas en los arts. 512 y 902 del Cód.
Civil, tipificadores de la culpabilidad.
Se ha sostenido en otras oportunidades que los peatones que
invaden la zona ferroviaria deben tomar todo tipo de previsiones
286 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

cuando intentan el cruce de las vías, estando obligados a "ver,


oír y esperar" el paso del tren como exigencia mínima y elemen-
tal requerida por las circunstancias de tiempo y lugar.
Igualmente, se ha declarado la culpabilidad del peatón si es-
taba parado al borde de la vía y no sólo no advirtió la presencia
del convoy, sino que tampoco escuchó el bocinazo o los bocina-
zos de la máquina, lo cual habla a las claras de un comporta-
miento desaprensivo, rayano en una actitud suicida.
También, si a unos metros del lugar donde los actores fueron
lesionados por un tren existe un paso a nivel dotado de barreras
por donde deben transitar las personas que tienen que cruzar las
vías, y no tenía ese destino, ni estaba habilitado para atravesar el
sendero por el que las víctimas intentaron hacerlo, ya que en eso
consistió su culpa.

Señor Juez:

OSCAR por derecho propio, ...


GONZÁLEZ,

11. HECHOS.El hecho ilícito que fundamenta mis pre-


tensiones resarcitorias ocurrió el ... de ... de ..., a la hora ...
En ese momento me encontraba conduciendo mi automóvil
... por la ruta no ..., cuando al llegar al km ..., a velocidad
reglamentaria, observé la presencia de un paso a nivel, sin
barreras y con la cruz de San Andrés. A raíz de ello detu-
ve mi marcha y la reinicié lentamente, cerciorándome de
que no viniera ningún tren, pero la curva existente en el
lugar me impidió ver con suficiente antelación a uno de
ellos, que enganchó el guardabarros trasero de mi automó-
vil, produciéndome los daños que ahora reclamo.

111. CULPABILIDAD. Considero que el demandado es res-


ponsable absoluto del accidente relatado, por no haber pro-
visto al citado paso a nivel de las protecciones pertinentes,
como son las barreras. Dada la cantidad de trenes y auto-
móviles que circulan en ese lugar, la indicación de la cruz
TRANSPORTE DE PERSONAS 287

de San Andrés era sumamente ineficiente para evitar he-


chos como el que origina las presentes actuaciones.
Por otra parte, la aplicación a este juicio de la respon-
sabilidad objetiva en cabeza de la demandada genera una
presunción en su contra que sólo podrá ceder ante la prue-
ba de la culpabilidad de mi parte o la de un tercero por
quien no deba responder.
a) Régimen legal aplicable. La primera cuestión que plantea
la decisión en los juicios de accidentes de tránsito, en donde la
colisión se produce entre un automotor y un convoy de ferroca-
rril es el del régimen aplicable.
Con anterioridad a la vigencia del fallo plenario "Váldez, Es-
tanislao c/El Puente SA" (10111/94), la jurisprudencia mayoritaria
resolvía el tema a tenor de lo dispuesto en el art. 1109 del
Cód. Civil, rigiéndose la carga de la prueba por el art. 377 del Cód.
Proc. Civil y Com. de la Nación.
En el plenario citado no se hace referencia expresa al acci-
dente ferroviario, lo que puede llevar a la existencia de algunos
fallos que mantengan el régimen anterior y a otros que, por ana-
logía, apliquen la responsabilidad objetiva del art. l 113 del Cód.
Civil, en beneficio del automotor.
Así lo ha sostenido nuestro más alto tribunal en forma ex-
presa, conforme al siguiente precedente, en el que expresó que
los daños causados por las máquinas del ferrocarril en rnovi-
miento deben regirse por las previsiones del párr. 2" in fine del
art. 1113 sobre daños causados por el "riesgo" de la cosa (CSJN,
"Bonadero Alberdi de Inaudi, Martha A. y otros c/Empresa Fe-
rrocarriles Argentinos s/sumario", Fallos, 3 11:1018).
De todas maneras, la contundencia de la presunción legal es
mayor ante la falta de pruebas sobre la ocurrencia del evento.
Por lo que, si se reúnen en el expediente elementos suficientes
como para llevar al juzgador a la convicción de la forma en que
se concretó el choque, habrá que evaluarla según las distintas
obligaciones que tenían los protagonistas, a la luz de lo previsto
en los arts. 512 y 902 del Cód. Civil.
Por ende, deberá examinarse lo ocurrido a tenor de lo esti-
pulado en la ley 2873 respecto de los deberes de seguridad de
los pasos a nivel (ver nota del modelo anterior), así como lo que
disponía el art. 51 de la ley 13.893, si el hecho hubiese acaecido
durante su vigencia. Esta última exigía a los conductores que
atravesaran las vías a una velocidad que no superase los 15 kmlh,
y previa comprobación de que no se aproximaba ningún tren o
locomotora.
Ahora bien, la actual ley 24.449 establece en su art. 41, inc.
b, la prioridad de paso de los vehículos ferroviarios. Por otro
lado, el art. 48, inc. k, prohíbe "cruzar un paso a nivel si se perci-
288 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

biera la proximidad de un vehículo ferroviario, o si desde el cru-


ce se estuvieran haciendo señales de advertencia o si las barreras
estuviesen bajas o en movimiento o la salida no estuviere expedi-
ta. También está prohibido detenerse sobre los rieles o a menos
de cinco metros de ellos cuando no hubiere barreras, o quedarse
en posición que pudiera obstaculizar el libre movimiento de las
barreras1'.
b) Antecedentes juuisprudenciales. En diversos precedentes ju-
risprudenciales se ha sostenido que, aunque en ciertos casos las
cruces de San Andrés han sido estimadas suficientes en atención
a la escasa frecuencia de trenes y el reducido paso de vehículos,
se destacó la necesidad de que el personal ferroviario acrecentara
sus obligaciones respecto de la utilización de las restantes medidas
de prevención con las que cuentan para anunciar la proximidad del
convoy. Es que tales cruces, que resultan insuficientes para un
paso muy transitado podrán prevenir de la existencia del paso a
nivel, pero no de la cercanía del convoy ferroviario.
Tal solución se ajusta a los principios generales sentados por
la jurisprudencia de que si por falta de elementos adecuados a la
intensidad del tránsito no se puede tener conocimiento fehacien-
te de la existencia del paso a nivel, la pretensión de exigir al con-
ductor que cumpla con las disposiciones relativas a cruces de
esas características resulta inadmisible, ya que la conducta sólo es
imputable a quien no puso en el lugar los medios adecuados a
fin de hacer bien visible la existencia del paso.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tratado en al-
gunos pronunciamientos la temática de la responsabilidad en
los accidentes del tipo tratado en el modelo. Ha fijado en ellos los
siguientes principios: la empresa de ferrocarriles resulta respon-
sable del accidente ocurrido en un paso a nivel si se ha demos-
trado que la zona es peligrosa, el tránsito por la ruta es intenso
y las condiciones de visibilidad y señalización no eran óptimas.
La inexistencia de barreras obliga a quien traspone las vías a
asumir mayores precauciones, ya que debe cerciorarse por sí mis-
mo de si se aproxima alguna locomotora, y detenerse para darle
paso (1616188, "Bonadero Alberdi de Inaudi, Martha A. y otros
c1Empresa Ferrocarriles Argentinos slsumario", Fallos, 3 11: 1018).
Respecto de las obligaciones del conductor del rodado, la Cor-
te ha dicho que incurrió en grave negligencia el conductor que,
circulando en horas de la tarde de un día claro y luminoso, por
una ruta correctamente señalizada, a través de un paraje rural
de topografía llana, con libre visibilidad del paso a nivel, y de los
convoyes, sabiendo que el cruce era peligroso y habiendo visto
los avisos indicadores de su proximidad instalados a distancia
prudencial, en lugar de reducir la velocidad o detener la marcha
para emprender el cruce -debiendo asumir mayores precaucio-
nes por la inexistencia de barreras-, intentó atravesar el paso a
nivel a una velocidad de por lo menos 70 kmlh, cegado por el sol
TRANSPORTE DE PERSONAS 289
y sordo por tener las ventanillas cerradas, sin comprobar que se
aproximaba el tren (719189, "Forni, Francisco; Forni, Alberto y
Forni, Raúl c1Ferrocarriles Argentinos s/indemnización, daños
y perjuicios", Fallos, 3 12:1597).
La circunstancia de que el accidente se debió al obrar im-
prudente del conductor del automóvil que embistió a una locomo-
tora actúa como eximente de la eventual responsabilidad objetiva
imputada por los recurrentes a la empresa Ferrocarriles Argenti-
nos (art. 1113, párr. 2" in filze, Cód. Civil) (2316192, "Soquet, Car-
los Enrique c/Empresa Ferrocarriles Argentinos sldaños y perjui-
cios", FalZos, 315:1324).
También arroja temperamentos dispares la evolución de los
fallos de la Cámara Nacional en lo Civil en los últimos años, para
los casos de colisiones entre un automotor y un tren. A esa con-
clusión se arriba por la lectura de los precedentes que veremos a
continuación.
Demandados daños y perjuicios por el accidente ocurrido en
un paso a nivel, donde resultaron víctimas los accionantes, si se
enchentra acreditado que en dicho paso a nivel había graves fa-
l e n c i a ~de seguridad que lo tornaron sumamente peligroso para
el tránsito vehicular o peatonal que intentara cruzarlo, sobre todo
tratándose de personas que no conocen la topografía del lugar,
debe atribuirse exclusiva culpa a la empresa ferroviaria, máxime
si se considera que las barreras levantadas significan que el paso
se encuentra expedito, constituyendo, aun para cualquier perso-
na cuidadosa y precavida, un factor de error (CNCiv, Sala E,
3/8/89, "Pérez, Eduardo R. y otra c/Ferrocarriles Argentinos slsu-
mario").
La sola existencia de un cartel indicador de la presencia del
ferrocarril y una cruz de San Andrés en modo alguno puede ser
considerada advertencia acorde para un paso a nivel situado en
una avenida de doble mano de circulación, localizada en zona
densamente poblada y urbanizada, la cual es atravesada en for-
ma diagonal por vía férrea. Ello así por cuanto la cruz de San
Andrés y los avisos previos indicadores del cruce de trenes son
advertencias generales y no concretas de la proximidad de un
convoy, en tanto que la existencia de barreras o señales acústicas
o fonolumínicas configuran una concreta advertencia de dicha
proximidad, siendo indudable que un cruce de la envergadura
del de marras debió contar con estas últimas (CNCiv, Sala K,
16/2/90, "Gabrielli de Barralla, Gabriela c/Ferrocarriles Argenti-
nos s/sumario").
La circunstancia de encontrarse levantada la barrera lleva al
ánimo del conductor que tiene que cruzar el paso a nivel la segu-
ra convicción de que el cruce se encuentra expedito, por lo cual
no es dable atribuirle culpabilidad alguna en la producción del
hecho ilícito (CNCiv, Sala J, 13/7/90, "Acosta Andrada, Julio C.
c1Ferrocarriles Argentinos slsumario") .
290 PRÁCTICA DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Acreditada la gravísima infracción de atravesar un paso a ni-


vel con las barreras bajas, esta circunstancia, sumada a la veloci-
dad con la que el rodado debió practicar el cruce para evitar ser
embestido por el tren, resulta determinante del hecho ilícito (CN
Civ, Sala 1, 14/9/90, "Salomone, Antonio D. c/Empresa 216 SAT
sldaños y perjuicios").
La existencia de un cruce ferroviario no es de por sí un ele-
mento extraño e imprevisible en el tránsito vehicular, y si el mis-
mo se encuentra suficientemente iluminado por el alumbrado pú-
blico, constituido reglamentariamente y advertida su proximidad
por señales fijas y cruz de San Andrés, a la que se suma la luz
que emiten los faros del automotor, forzoso es concluir que el
embestimiento de cualquiera de sus componentes no puede im-
putársele a vicio alguno de la cosa, sino por el contrario permite
inferir que el embistente o bien conducía distraídamente o bien
no guardaba la velocidad adecuada a las condiciones de tiempo y
lugar, precauciones que hacen a la elemental prudencia que debe
observar todo conductor manteniendo el dominio del rodado, a
fin de no crear situaciones de peligro para sí mismo y para terce-
ros (CNCiv, Sala M, 3/10/90, "Ga~.cía,María M. A. c/Empresa Fe-
rrocarriles Argentinos slsurnario").
La actividad ferroviaria configura una actuación riesgosa, que
torna aplicable la segunda parte del art. 1113 del Cód. Civil, en
cuanto dispone que el dueño o guardián sólo se eximirá total o
parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la vícti-
ma o de un tercero por quien no deba responder. Sin embargo,
las especiales características que reviste el transporte ferroviario
no impiden que dicho régimen legal sea aplicado en forma razo-
nable y adecuada, dado que la conducta de quienes cruzan o se
internan en las vías ferroviarias ha de ser juzgada con rigurosi-
dad, pues el peligro eminente del ferrocarril, que ellos no pue-
den desconocer, los obliga a obrar con especialísima prudencia
(CNCiv, Sala F, 2311 1/92, "Juárez, Omar E. c/Empresa Ferrocarri-
les Argentinos sldaños y perjuicios").
El ferrocarril transita por las vías que, en principio, le son
propias. El peligro aparece en los cruces para vehículos y pea-
tones, es decir, se expande en el medio por el cual circulan otros
vehículos (automóviles, camiones, ómnibus, motos, etc.) y sin duda
deben arbitrarse todos los recaudos para no producir daños (ba-
rreras, señales, silbatos, detenciones, precauciones de marcha).
Esto conduce a no aplicar el art. 1113 del Cód. Civil, en cuanto
al riesgo creado. Las vías del ferrocarril no están abiertas al
tránsito del público, y la posibilidad de maniobrar se encuentra
marcadamente limitada. La negligencia de la empresa ferrovia-
ria en el corte de los pastos en las adyacencias a las vías y sobre
los terrenos de su propiedad, en tanto que dificulta la visión de
las personas que, a pie o en un vehículo, tienen que cruzar las
vías, es factor de imputabilidad en orden a los principios genera-
les de las obligaciones cuasidelictuales. Dicha negligencia se ve
TRANSPORTE DE PERSONAS 291
agravada cuando la falta de señalización en el paso a nivel obli-
gaba a mantener en buenas condiciones la visibilidad lateral de
las vías (CNCiv, Sala H, 8/9/93; "Atencio, Juan C. c/Ferrocarriles
Argentinos sldaños y perjuicios").
El conductor que intenta cruzar una vía debe adoptar todas
las precauciones y cuidados necesarios para hacerlo sin riesgo,
puesto que la sola presencia de una zona reservada exclusivamen-
te a los trenes indica peligro en el cruce, a lo que deben agregar-
se las características especiales del transporte ferroviario (CNCiv,
Sala K, 15110193, "Stalanich, Rodolfo cIFerrocarriles Argentinos
sldaños y perjuicios").
Las obligaciones impuestas a los conductores *de automoto-
res antes de cruzar los pasos a nivel no exoneran a la empresa
de ferrocarriles de extremar medidas de todo tipo, aptas para
preservar la seguridad, considerando la naturaleza del transporte
ferroviario, caracteres del medio por el que circula con exclusivi-
dad, dificultad de detención inmediata e imposibilidad de manio-
bra, prioridad que le es propia en los cruces con las vías y calles
que atraviesa. Todo esto genera un riesgo potencial respecto de
quienes deben trasponer su medio de circulación (CNCiv, Sala F,
21/7/95, "Transportes El Trébol SAC Línea 179 c1Ferrocarriles
Argentinos s/sumario").
La instalación de barreras con posterioridad al accidente per-
mite presumir que la seguridad del paso a nivel así lo exigía. Si
bien la omisión del deber de colocar barreras en un paso a nivel
no es por sí sola causa bastante para responsabilizar a la empre-
sa de ferrocarriles, es menester que pruebe el haber suplido ade-
cuadamente ese elemento de control, para lo cual han de valorar-
se las circunstancias de hecho respecto de la necesidad de su
colocación, la eficacia de la señalización supletoria y, también, el
obrar de los partícipes para apreciar su grado de concurrencia
causal en el evento generador del daño. La peligrosidad de un
cruce ferroviario ha de ser apreciada tanto en relación con el mo-
vimiento de ferrocarriles como, en mayor medida, con la intensi-
dad de los restantes vehículos y el paso de peatones (CNCiv,
Sala 1, 9/11/95, "Chivari de Menescaldi, Elba c/Ferrocarriles
Argentinos sldaños y perjuicios").

IV. FUNDAEN DERECHO. Mi pretensión resarcitoria se sus-


tenta en la siguiente prescripción legal: art. 1113, párr. 2")
ap. 2". del Cód. Civil y la reglamentación legal del trans-
porte ferroviario, así como en la abundante doctrina y ju-
risprudencia que reconoce como fuente dichas normas.
Los ~zúmerosremiten a las páginas de la obra

culpa concurrente: 280.


deberes de los empleados del
Accesos no habilitados: 2 8 1. ferrocarril: 282 y SS.
Accidente ferroviario: 279. establecimiento de barreras: 280.
colisión entre automotor y tren hábito indebido de los luga-
antecedentes jurisprudencia- reños: 283.
les: 291. hechos, presunción legal: 279.
automotor embistente: 290. jerarquía de las señales: 280.
avisos previos insuficientes: omisión de precauciones: 28 1
289 y 290. y 282.
barreras levantadas: 289. otras señales de protección:
cruce con barreras bajas: 290. 280 y 281.
cruces de San Andrés: 289. privatización del servicio: 284.
culpabilidad: 286 y 289. reiteración de accidentes en el
daños causados: 287. lugar: 282.
demanda: 286. reparaciones no efectuadas: 28 1.
falta de elementos adecuados: responsabilidad objetiva: 28 1
290. y 282.
hechos: 286. Acción penal y acción civil
precaución de los automovilis- cosa juzgada: 256 y 261.
tas: 288 y 289. fallecimiento de la víctima: 206
prioridad de paso: 287. y 207.
reducción obligatoria de la ve- Actas de choque: 53.
locidad: 288. Adelantamiento antirreglamenta-
régimen legal aplicable: 287 a rio: 103.
288. adelantarse por la derecha: 104.
seguridad de los pasos a ni- buena visibilidad: 104.
vel: 289 y 291. cálculo de distancia: 104.
señalización supletoria: 289. culpa concurrente: 107 y 108.
visibilidad obstruída: 289. excepciones: 104.
peatón embestido: 279. imprudencia: 112.
acceso restringido: 28 1. lugares inadecuados: 104.
cruce nocturno: 282. maniobra correcta: 105.
cruces no habilitados: 280, 281 rapidez en el adelantamiento: 104.
y 283. señales previas: 104 y 105.

20. Daray, Prríctica.


Agravio moral estacionados: 86 y 87.
chance de concebir: 231. giro incorrecto: 91 a 93.
fallecimiento de la víctima: 202 movimiento sinuoso: 100 y 101.
a 205. peritajes: 54 a 57.
Amas de casa: 207 y SS. presupuestos de reparación: 36,
Ambulancias: 82. 37 y 62.
Apoderados: 3 1. privación de uso: 39 a 42, 57,
Apreciación de incapacidades: ver 65 y 66.
Incapacidades. propiedad: 33.
Arbitrio judicial reingreso a la circulación: 94 a 96.
beneficio de litigar sin gastos: taxímetros: 269.
1 y 29. vehículos de policía, bomberos
valor de la vida humana: 192 a y ambulancia: 82.
194. Autopistas, reingreso: 94, 116 a
Arraigo, petición de: 20. 118.
Arterias semejantes, sin semáfo- Avenida y arteria común: 70 a 72.
ros: 74 a 77.
Asegurado: 242 y SS.
Asistencia en la vejez: ver Pérdi-
da de chance. Barreras ferroviarias: 280 y SS.
Atención médica y farmacéutica Beneficio de litigar sin gastos
gastos: 147 y 165. ampliación de demanda: 6.
por lesiones: 147 a 149. amplitud: 1 y 29.
Audiencia de testigos: 15. audiencia de testigos: 15.
Automotores caducidad
adelantamiento antirreglamenta- de la instancia: 19.
rio: 103 a 105. concesión o rechazo: 26.
antigüedad: 37. desistimiento de testigo ofre-
choque: ver Choque. cido: 19.
daños: 32. del beneficio: 17.
desvalorización: 32 y 42 a 46. carta de pobreza: 2 y 10.
detención en ruta: 118 a 122. concesión o rechazo: 22.
detenidos en ruta: 118. costas, pagos
deterioro: 32 y 37. concepto: 3.
dueño, guardián y conductor: 33. crédito del fisco: 26.
embestidor: 89. cuantía del tributo: 5.
en servicio de urgencia: 82 a 86. defensa en juicio: 30.
derecho preferencial de paso: 83. denegatoria del beneficio: 29.
dominio del rodado: 83. desistimiento de testigo ofreci-
incidencia de la calidad de do: 16.
embestidor: 84. efectos de la resolución: 27.
límites de velocidad: 84. evaluación y montos: 2 a 5.
prueba de la emergencia, del fuente y cuantía de ingresos: 9.
uso de las señales: 84. hechos: 7.
señales acústicas y luminosas: honorarios, montos: 20.
83. concesión o rechazo: 30.
violación de las indicaciones desistimiento de testigo ofre-
del semáforo: 85. cido: 20.
impuestos sumariedad del trámite: 16.
de justicia: 3 y 5. suspensión del procedimiento: í
de sellos: 5. Y 7.
incidentes y recursos: 7 y 24. sustanciación: 17.
ingresos, fuente y cuantía: 9 y 12. tasa de justicia: 1 a 5.
integración de la tasa de justi- integración: 1.
cia: 1. liquidación: 2 a 5.
interrupción de .la prescripción: 8. transacción: 2.
intervención del ministerio fis- vía incidental: 18.
cal: 18. vista a la contraparte: 16.
intimación de pago: 5 y 6. Benévolo: ver Transporte benévo-
medidas precautorias: 2 1. lo.
mejora patrimonial: 28. Bombero, vehículo de: 82.
menores: 12.
montos: 2 a 5.
nivel patrimonial: 2.
objeto: 1.
pacto de cuotalitis: 22.
pago de costas Cartel "pare" o "ceda el pasoJJ:72.
concesión o rechazo: 26. Casamiento, pérdida de chance:
intimación: 5. 229 a 232.
tasa de justicia: 5. Chance: ver Pérdida de chance.
personas
con fortuna: 10 y SS. Choque
jurídicas: 10. accidente por ejecución de la
petición de arraigo: 20. obra pública: 127 a 129.
pluspetición: 2. casuística: 127.
poder adquisitivo: 12. demanda: 127.
prescripción, interrupción: 8. dispositivos de advertencia:
procedimiento, suspensión: 1 y 129.
7. interpretación judicial: 128.
prueba: 13, 14 y 17. adelantamiento
desistimiento de testigo ofre- antirreglamentario: 103 a 106.
cido: 21. antecedentes: 103.
sumariedad del trámite: 17. cobro de daños: 103.
testimonial: 14. contestación de demanda:
admisibilidad: 14. 105.
falsedad: 14. demanda: 103.
quantunz de lo peticionado: 4. régimen actual: 103.
recurso imprudente: 112.
de apelación: 20. automotor detenido en ruta: 119
e incidente: 7. y 120.
reparación pecuniaria: 2. culpabilidad: 119.
representantes de menores: 12. estacionamiento: 119.
requisitos de fondos: 10. falta de señalamiento: 119.
rubros no comprendidos: 3. fuerza mayor: 119.
sentencia: 2. infracciones: 120.
solicitud: 1. presunción de culpa: 120.
solvencia: 23. riesgos: 120.
automotores que circulan en culpabilidad: 78.
sentido contrario: 110 a 115. demanda: 77.
adelantamiento imprudente: diversos supuestos: 78.
112. indemnizaciones: 80.
circulación a contramano: 113 lucro cesante: 80.
a 115. normas de tránsito: 78.
gravedad de la infracción: reconvención: 80 y 82.
114. embestida a una motocicleta:
jurisprudencia: 114. 124 a 127.
giro inadecuado a la izquier- culpabilidad: 125.
da: 110. demanda: 124.
culpabilidad: 110 y 111. diferenciaciones: 125.
demanda: 110. interpretación judicial: 125.
existencia de un obstáculo: 111 principio de la pretensión: 126.
y 112. en una intersección con semá-
culpabilidad: 112. foros: 31.
automóvil y vehículos de poli- carencia de efectos procesales:
cía, bomberos o ambulancia: 33.
82 a 86. citación en garantía: 36.
antecedentes: 83. consecuencias dañosas: 36 a
carga probatoria: 84. 46.
demanda: 82. consultor técnico: 58.
señales acústicas y luminarias: contestación
83. de demanda: 58 y SS.
violación de normas: 85. de reconvención: 58 y SS.
colisión frontal: 123 y 124. contrato de seguro: 36.
circulación a contramano: 124. costos de las reparaciones: 37
culpabilidad: 123. y SS.
demanda: 123. cuantía de los daños: 32 y 37.
invasión de mano: 123. culpabilidad: 34.
situación de duda: 124. datos del asegurado: 36.
cruce regido por cartel "pare": demanda: 31.
72 a 74. demandado: 33.
demanda: 72. derecho de paso: 34.
importancia del cartel: 72. derecho propio: 31.
principio general: 72. desvalorización
prueba informativa: 73. del rodado: 42.
relatividad de la importancia demostración del daño: 44.
del cartel: 73. legitimación: 42.
culpabilidad: 34. tipificación: 43.
derecho de paso: 34. monetaria: 32.
detención en ruta: 118 a 122. domicilio: 3 1.
distinta entidad de los rodados: fundamentos: 46 y 47.
77 a 83. hecho
contestación en general: 39.
de demanda: 79. ilícito: 33.
de reconvención: 79. indisponibilidad del vehículo:
cuantificación de la pérdida: 57.
81. iniciación de demanda: 31.
intereses y costas: 32. demanda: 100.
legitimación de la actora: 36. . jurisprudencia aplicable: 102.
lucro cesante nueva regulación: 101.
legitimados: 63. relación entre velocidad y con-
principios generales: 62. trol: 103.
monto de la condena: 46. múltiple: 106.
norma aplicable: 46 y 47. citación de terceros: 107 y SS.
privación de uso: 65 y 66. contesta demanda: 107.
caracterización: 39. costa de la citación del ino-
cómputo: 40. cente: 109.
configuración: 39. demanda: 1.06.
indemnización: 4 1. detención brusca del rodado:
prueba 108.
confesional: 48 y 49. localización de los daños:
documental: 52 y 53. 107.
informativa: 53 y 54. modo de dirigir la acción:
pericial: 54 a 56. 107.
testimonial: 49 a 52. presunción de culpabilidad:
reconvención: 6 1. 106 y 107.
reparaciones tercero víctima: 106.
determinación de la cuantía: prueba
62. confesional: 48.
legitimación: 55 a 57. importancia: 48.
violación de la señal lumino- viabilidad: 48.
sa: 35. documental: 53.
encrucijada de arterias semejan- actas del choque: 53.
tes sin semáforos: 74 a 77. desconocimiento: 53.
culpabilidad: 77. presentación: 53.
encuadre legal: 75. informativa: 53 y 54.
iniciación de demanda: 74. pericial: 54 a 57.
presunción de culpa: 77. eficacia: 54.
prioridad de paso: 74. indisponibilidad del vehícu-
velocidad excesiva: 75. lo: 57.
encrucijada de avenida y arteria jurisprudencia aplicable: 55
común, sin semáforos: 70 a a 57.
72. testimonial: 49 a 52.
cobros de daños: 70 a 72. calidad de testigo: 49.
demanda: 70. cuantía de los daños: 52.
derecho preferencial: 7 1. imparcialidad: 50.
prioridad de paso: 70. verosimilitud de los testimo-
velocidad excesiva: 7 1. nios: 50.
ingreso a una autopista: 116 a retroceso imprudente: 97 a 98.
118. rodado estacionado y otro en
concepto y definiciones: 117. movimiento: 86 a 89.
derecho preferencial: 118. contesta demanda: 87.
movimientos sinuosos: 100 a 103. culpabilidad: 86.
antecedentes: 100. demanda: 86.
contestación de demanda: 101. prueba informativa: 88 y 89.
culpabilidad: 102. responsabilidad: 88.
tercero víctima Citación
inmueble dañado: 131 a 133. de la aseguradora: 239 y SS.
consecuencias dañosas: 132. prueba del seguro: 241 y SS.
culpabilidad: 131. de terceros: 240.
demanda: 131. oportunidad de ampliación de
prueba: 132 y 133. la demanda: 241.
vehículo estacionado: 129 y posibilidad de la condena: 242.
130. en garantía: 239 a 256.
culpabilidad: 129. acción del tercero víctima: 240.
demanda: 129. acción directa no autónoma:
solidaridad: 130. 239.
vehículos que circulan en el mis- acumulación de acciones: 24 1.
mo sentido alcance de la cobertura: 241.
embestidor: 89 y 90. carácter
culpabilidad: 89. de la acción: 231.
defensa: 89. de parte de la aseguradora:
demanda y cobro de daños: 240.
89. carga de la prueba: 242 y SS.
localización de los daños: 90. casuística: 242 y SS.
giro incorrecto: 91 a 94. citación planteada por el ter-
antecedentes: 9 1. cero: 244.
culpabilidad: 92. conducción sin registro: 250
incorrecto reingreso a la cir- a 252.
culación: 94 a 97. confesión expresa del asegu-
contestación de demanda: rado: 242, 246 a 248.
96. contestación de la citación:
culpabilidad: 95. 2 39.
demanda: 94. cosa juzgada
velocidad: 95. en sede civil: 241.
retroceso imprudente: 97 a procedencia: 256.
100. costas
contesta demanda: 99. al accionante: 244.
demanda: 97. por la desestimación de la
medios de prueba: 99. citación: 244.
peligrosidad potencial: 98. culpa grave del asegurado:
práctica judicial: 98. 247.
Circulación a contrarnano: 113 a daños
115. materiales: 36.
carga de la prueba: 114. resarcibles: 249 y 250.
concurrencia de culpas: 114. defensa oponible al tercero
conducción atenta: 114. víctima: 242.
demanda: 113. defensas que puede oponer la
en dirección contraria: 110. aseguradora: 242.
en un mismo sentido: 89. demanda
error inexcusable: 114. sólo contra la aseguradora:
gravedad de la infracción: 114. 242.
prohibición expresa de la ley: demostración de la responsa-
114. bilidad del asegurado: 242
reingreso incorrecto: 94. y SS.
descuidos y negligencias del Concepción, pérdida de chance:
asegurado: 240. 226.
desistimiento contra el asegu- Concubinato: 192.
rado: 253 y 254. Concurrencia de culpas
de la actora: 253 y 254. accidente ferroviario: 280.
efectos de la sentencia conde- adelantamiento antirreglamenta-
natoria: 255. rio: 107 y 108.
embriaguez: 248 y SS. circulación a contramano: 114.
estipulaciones inválidas: 244. peatón: 137.
excepción de incompetencia:
Conductor sin registro: 250.
240.
existencia del seguro: 244. Confesiones: ver Prueba confesio-
falta nal.
denuncia del siniestro: 256. Consecuencias dañosas: 36.
pago de la prima: 245. Contramano: 113 a 115.
fuero de atracción: 254. Contrato de transporte
función social: 241. acumulación de acciones: 263 y
incompetencia: 252 a 254. 264.
incumplimientos posteriores al carga de la prueba: 262 y 263.
siniestro: 256. caso fortuito: 258.
interpretación restrictiva de citación en garantía: 261 y 262.
las defensas: 241. competencia: 260.
juez competente: 252 y 253. obligaciones del transportista:
obligaciones de la asegurado- 258.
ra: 241. prescripción: 260.
pericia1 contable: 254. régimen legal: 264 y 265.
prescripción: 254 y 255. responsabilidad: 258 y 259.
prueba de la extracontractual: 25 8.
culpa grave: 249 y 250. objetiva: 258.
ineptitud: 248. servicio público: 259.
vigencia del seguro: 243. Convalescencia: 142.
prueba del contrato: 241 y SS. Cosa juzgada: 241 y 256.
rehabilitación del seguro: 245. Costos de las reparaciones: 62.
registro insuficiente: 250 a 252.
riesgo cubierto: 24 1. Crédito del fisco: 2 y 3.
seguro Cruce
de responsabilidad civil: 24 1. con cartel "pare": 72.
negativa sobre existencia: con cruz San Andrés: 280 y 28 1.
244. Cuantía
suspensión de la cobertura: de daños: 52.
245 a 247. de ingresos: 195 y SS.
valor de las cláusulas de ex- valor vida humana: 187, 188 y
clusión: 244. 213.
vencimiento del registro: 252. Culpa
Colisión frontal del asegurado: 242 y SS.
adelantamiento: 123. Culpa concurrente
principios: 123. accidente ferroviario: 280.
prueba: 124. peatón: 137.
Culpabilidad: 34. cuantificación de la terapia:
autopistas: 116. 167.
avenidas de intenso tránsito: 116. damnificados indirectos: 200
cruce corriendo: 161. y SS.
culpa concurrente: 137 y 280. definición: 166, 200.
estado de beodez: 248. demostración: 184 y SS.
uso de la calzada lejos de la dictamen pericial: 172.
senda: 232. elección de. profesional peri-
velocidad excesiva del automo- to: 171.
tor: 74. existencia del daño: 184 y SS.
violación del semáforo: 3 1 y SS. interpretación: 167.
lesiones estéticas: 141 y 142.
medios probatorios: 201 y 202.
pérdida
de los hijos: 202 y SS.
Daño de seres queridos: 200.
consecuencias del concubino: 202.
incapacidad sobreviniente: 138 del hermano menor: 202 y SS.
y 139. perjuicios presumibles: 184 y
moral: 153 y 169. 185.
aporte de medios probatorios: presumibilidad del perjuicio:
157. 171.
arbitrio judicial: 156. presupuestos: 168, 185.
conceptualización: 153. relación con la incapacidad:
difícil apreciación: 157. 201.
estimación en la demanda: trastornos anteriores: 167.
157. Daños
factores de evaluación repa- a las personas
ratoria: 155 y SS. fallecimiento de la víctima:
herederos forzosos no exclu- 188 a 213.
yente~:158. peatones: 135 a 188.
inexistencia de secuelas: 155. pérdidas de chance: 213 a 238.
innecesariedad de la demos- del automotor
tración: 15.7. demandado: 33.
muerte de la esposa y padre: desvalorización monetaria: 32.
155. indeterminación cuantitativa:
pautas de cuantificación: 154. 32.
producción de daños materia- intereses y costas
les exclusivamente: l 56. múltiples: 232 a 238.
reclamante de edad avanzada: consecuencias dañosas: 232.
154. fundamentos: 236.
relación con daños patrimo- gastos y tratamientos médi-
niales: 154. cos: 139 y 234.
situación de la viuda: 153. incapacidad sobreviniente: 233.
psicológico: 166. lesión estética: 233.
alteración ,de la personalidad: liquidación: 235.
166. moral: 235.
costo del tratamiento: 168, pruebas: 236 a 238.
185. psicológico: 234.
Datos del asegurado: 36.
Derecho de paso: 89 y SS.
Desvalorización Efectos procesales: 28.
de la moneda: 32.
Eficacia de la prueba pericial: 54.
estado actual: 32.
inicio del cómputo: 33. Ejecución de obra pública
del automotor accidente en ruta: 128.
antigüedad: 43. autorización previa de las obras:
daño presumible: 32. 129.
demostración de la venta con deberes del ente público: 127 y
pérdida: 39, 43 y SS. y 56. 128.
deterioro de partes vitales: 43 incumplimiento de clausulas con-
y 44. tractuales: 128.
eficacia de la prueba docu- mantenimiento de calles: 127.
mental: 53. presunción adversa: 128.
enajenación del bien: 56. responsabilidad por riesgo: 128.
falta de inspección del perito: zona inundada: 128.
54 a 56. Embestida
fotografías: 57. a una motocicleta: 124.
hechos que suponen la pose- al peatón: 125 y SS., 135, 160 y
sión: 36. SS.
mero tenedor: 36 y 38. Embestidor: 89.
poseedor: 36. localización de los daños: 90.
presupuestos del daño: 37 y SS. presunción adversa: 89.
propietario: 36.
reparaciones mal efectuadas: Embriaguez: 248 y SS.
44. Encrucijada
valor del dictamen pericial: 54 de arterias semejantes: 74.
a 56. de avenida y arteria común: 70.
del rodado: 42. derecho preferencial: 7 1.
Detención en ruta: 118. prioridad de paso: 70.
culpabilidad: 122. velocidad excesiva: 71 y 75.
estacionamiento: 119 y 122. Enriquecimiento sin causa: 191
infracciones: 120 y 121. y 194.
Diferencias de vehículos: 77 y SS. Entidad de los rodados: 77 y SS.
Distinta entidad de los rodados: Estacionamiento
77. antirreglamentario: 86 y SS., 129
automóvil: 77. y 130.
bicicleta: 77. estacionamiento en rutas: 188
camiones o colectivos: 77. Y SS.
Dominio del rodado: 83 y 84. nexo causal con el accidente:
calidad de la arteria de-circula- 86 y 88.
ción: 70. en ruta: 118.
detención del vehículo que pre- carga de la prueba: 122.
cede: 106. distintos horarios: 119.
distancia que se debe guardar: fuerza mayor: 122.
84. mantenimiento del automotor:
existencia de semáforos: 31 y SS. 119 y 120.
nexo causal con el accidente: daño psicológico: 200.
119. definición: 200.
señalización: 120 y 121. prueba: 201.
Exceso de velocidad: ver Veloci- jefe de familia: 188 a 207.
dad excesiva. contestación de demanda: 206
y 207.
Exclusión de cobertura: 247. acción penal y acción civil:
Existencia 206.
de cosa juzgada: 256. delimitación: 207.
de obstáculos: 111. culpabilidad: 190.
invasión de la mano contra- demanda: 189.
ria: 113. hechos: 189.
obligación de ceder el paso: prioridad para cruzar: 189.
113. presunción a favor de los
peatones: 189.
obligación de reparar: 195.
agravio moral: 202 a 205.
caracterización: 202.
Factores condicionantes del va- congregación religiosa:
lor de la vida humana: ver Pér- 205.
dida de chances. cónyuge separada: 204.
herederos: 205.
Fallecimiento de la víctima: 188 menores de edad: 203.
a 213. concubinato: 198.
ama de casa: 207. daño psicológico: 200 a 202.
consecuencias dañosas: 209. definición: 200 y 20 1.
contesta demanda: 2 12. hijo discapacitado: 197.
culpabilidad: 209. legitimación: 195.
daño psicológico: 2 11. separación de hecho y divor-
demanda: 207. cio: 197.
hechos: 208. prueba: 206.
valor vida humana: 209. valor de la vida humana: 190.
antecedentes: 209. arbitrio judicial: 192 a 194.
fundamentación: 2 10. caracterización: 190.
interpretación jurispruden- criterio jurisprudencial: 191.
cial: 210. cuantificación: 191.
tareas remuneradas o no re- factores a condenar: 1.
muneradas: 209 y SS. pautas de determinación: 194
acción penal y acción civil: 206. y 195.
delimitación: 207. Falta
agravio moral: 202. de pago del seguro: 245.
caracterización: 202. de registro habilitante: 250.
congregación religiosa: 205. carnet vencido: 250 y 25 1.
cónyuge separada: 204. examen previo: 251.
herederos: 205. exigencia legal: 251 y 252.
legitimación: 204. presunción de impericia: 25 1.
menores de edad: 205. vigencia de la autorización:
contesta demanda: 206. 251.
culpabilidad: 206. de señalamiento: 289 y 290.
Ferrocarril: ver TI-anspoute feruo- distinción con el lucro cesan-
viario. . te: 149.
enfoque amplio: 145.
estado previo de la víctima:
149 y 150.
incidencia de la lesión estéti-
Garantías: ver Citación de gauan- ca: 180 y SS.
tías. indemnización del daño: 145
Gastos y 146.
de atención médica y farmacéu- inexistencia de pautas fijas:
tica: 147, 165. 192 y SS.
de sepelio: 218 a 221. parámetros de la- compensa-
Giro ción pecuniaria: 190 y SS.
a la izquierda inadecuado: 110. pautas para su cuantificación:
incorrecto: 9 1. 191 y 192.
perjuicio patrimonial: 145.
porcentuales periciales: 20 1 y
202.
relación con el daño moral:
I-Iijo 138 y 139.
discapacitado: 197. reparación integral: 195 a 199.
menor de edad: 195 y 196. resarcimiento debido: 145.
Honorarios, montos de los: 20. situación de jubilados y pen-
sionados: 145.
Incidentes y recursos: 7 y 24.
Incompetencia: 252.
Imparcialidad de testigo: 50. Indemnización, principios gene-
Importancia de las lesiones: ver rales: 152 y SS.
Lesiones. Indisponibilidad del vehículo: 39
Imprudencia del peatón: 161. a 42.
Incapacidad Ineptitud laboral: 143.
caracterización: 139. Ingreso
causas psíquicas: 142. a una autopista: 116.
laboral: 143. incorrecto: 91 y SS.
lesión estética: 141. Inmueble dañado: 131.
medidas del resarcimiento: 139. calidad del tercero víctima: 129
sobreviviente: 138 y 139. y SS.
actividades previas al acciden- Interrupción de la prescripción:
te: 144. 254.
afectación de la calidad de
vida: 145. Intervención del ministerio fiscal:
amas de casa: 207 y SS. 18.
cómputo de la discapacidad Invasión de mano: 113 y SS.
psíquica: 200 y SS.
condiciones actuales del mer-
cado laboral: 192 y SS.
discrecionalidad del juzgador:
194 y 195. Jefe de familia, fallecimiento: 188.
diferencias con la incapacidad
sobreviniente: 150.
excepciones: 152.
Legitimación interrupción de la actividad
activa: 36. comercial: 183.
conductor: 33. necesidad de la demostración:
dominios no inscriptos: 83. 181.
dueño: 33. pérdida de la clientela: 153.
guardián: 33. perjuicio cierto: 179.
reparaciones: 36. principios generales: 150 y SS.
Lesión estética: 141. prueba de la autorización: 180
cirugía reparadora: 183. y 181.
daño autónomo: 180 y 181. rechazo del lucro cesante: 181
determinación de los daños: 182 y 182.
y 183. taxímetro dañado: 269.
distintos criterios: 141.
evolución del concepto: 180.
leve: 141.
parámetro de la cuantificación:
181 y 182. Maniobras riesgosas: 92.
perjuicio insignificante: 181. Matrimonio: ver Pérdida de chance.
reclamante masculino: 182. Medidas precautorias
vinculación con la incapacidad: en beneficio de litigar sin gas-
183. tos: 21.
Lesiones Menores: 205.
graves: 160 y SS. representantes: 12.
gravísimas: 177 y SS. Ministerio fiscal, intervención: 18.
leves: 135 y SS. Motobombas: 82.
Localización de los daños Motocicletas: 124.
frontales: 123. cosa riesgosa: 125.
laterales: 129. presunción favorable: 126.
traseros: 86. uso antirreglamentario: 125.
Lucro cesante: 62 y 149. Movimiento sinuoso: 100.
cómputo por la privación de uso: advertencias necesarias: 100.
39 a 42, 57, 65 y 66. cambio de carril: 101.
cuantificación de la pérdida: 81. culpabilidad: 102.
descuento de los gastos: 147 y prohibiciones reglamentarias:
165. 101.
diferenciación entre ambos ru- vías multicarriles: 101.
bros: 179. Muerte: ver Fallecimiento de la
evaluación del perjuicio: 182 y víctima.
183.
indemnizaciones: 80.
necesidad de la demostración:
181.
por imposibilidad laboral: 150. Negativa sobre existencia de cosa
carga de la prueba: 179 y 180. juzgada: 241 y 256.
concepto: 150. Normas de tránsito: ver Choque.
con lesiones gravísimas: 177 a
. 188.
agravio moral: 186.
Obligación de reparar: 36 y SS.
consecuencias dañosas: 178.
Obra pública como obstáculo a contestación de demanda: 186
la circulación: 127 y 128. a 188.
Obstáculo a la circulación: 11l . precedentes jurisprudencia-
les: 187.
trámites procesales: 187 y
188.
contra demanda
Pacto de cuotalitis: 22 y SS. daño psicológico: 183.
Pago de costas: 23. costo del tratamiento: 185.
existencia del daño: 184.
Patrulleros: 82. perjuicio y agravio moral:
Peatón 184.
con lesiones graves: 160. demanda: 177.
aplicación: 173. incapacidad sobreviniente: 178.
atención y prudencia de los lesión estética: 180.
conductores: 161. cuantificación del daño: 182.
consecuencias dañosas: 162. denegación: 181.
contestación de demanda: 172. evolución del concepto: 180.
culpabilidad: 175. precedentes jurisprudencia-
causas concurrentes: 176 y les: 180.
177. lucro cesante: 179.
distribución: 175. medios de prueba: 179.
daño moral: 169 y 170. rubros indemnizatorios: 179
daño psicológico: 166 a 169. y 180.
alcance: 166. precedentes jurisprudenciales:
cuantificación: 167. 180.
interpretación: 167. pruebas: 186.
demanda: 160. trámites procesales: 187.
fundamentos: 160. con lesiones leves: 135.
gastos de atención médica y consecuencias dañosas: 138.
farmacéutica: 165. culpabilidad: 138.
alcance: 165. culpa concurrente: 137.
prueba: 165. daño moral: 153 a 158.
imprudencia del peatón: 161.' cuantificación: 157.
definición: 153.
cimpensación monetaria: interpretación judicial: 153.
165. naturaleza: 156.
principios generales: 163. procedencia: 154.
pérdida de alcance: 164. prudente arbitrio judicial: 156.
supuesto de ama de casa: prueba: 158.
164. deberes recíprocos: 136.
interpretación judicial: 173. demanda: 135.
pruebas: 170 a 172. fallecimiento
designación de perito: 171. presunicón a favor: 189.
informe del perito: 171. prioridad para cruzar: 189.
fundamentos: 159. pruebas: 232.
incapacidad sobreviniente: 138. relación con la incapacidad:
apreciación: 142 y 143. 230.
caracerización: 139. soluciones contrapuestas: 230.
causas psíquicas: 142. de concebir: 226.
estado previo del reclamante: agravio moral: 228.
144. culpabilidad: 226.
ineptitud laboral: 143. daño psicológico: 228.
lesiones estéticas: 141. demanda: 226.
medidas del resarcimiento: 131. valor vida: 227.
pérdidas por convalecencia: por convalecencia: 142.
142. por secuelas permanentes-: 142.
secuelas permanentes: 142. Persona sin registro: 250.
gastos de atención médica y far- Personas jurídicas: 10.
macéutica: 147 a 149.
determinación de la compen- Petición de arraigo: 20.
sación: 149. Pluspetición: 154.
importancia de las lesiones: Poder adquisitivo: 32, 33 y 52
147. Prescripción, interrupción: 254.
prueba de los gastos: 147.
hechos: 135. Presunción de culpabilidad: ver
lucro cesante: 149 a 153. Culpabilidad.
imposibilidad laboral: 150. encrucijada: 77.
incapacidad sobreviniente: 150. Prioridad de paso
principios generales: 150. autopistas: 116.
prioridad de paso: 135. avenida de tránsito rápido: 75.
pruebas: 159. calidad de embestidor: 89.
Peligrosidad potencial cruce de avenidas: 31.
del peatón: 135.
Pérdidas de chance calidad de embestidor: 136.
asistencia en la vejez: 2 13. culpas concurrentes: 137.
contestación de demanda: 223. deberes de los transeúntes:
culpabilidad: 2 13. 136.
daño psicológico: 22 1. existencia del semáforo: 137.
demanda: 2 13. falta de indicación de la sen-
gastos de sepelio: 218. da: 137.
valor vida: 213. inversión del "onus probandi":
acreditación del rubro: 2 14. 137.
caracterización: 2 14. obligaciones recíprocas: 136.
cómputos: 2 14. peatón distraído o impruden-
hijo menor de edad: 216. te: 137.
muerte del "nasciturus": 217. posibilidad del cambio de lu-
daños múltiples: 232 a 238. ces: 137.
de casarse: 229. responsabilidad objetiva: 137.
agravio moral: 231. encrucijada de
daño psicológico: 23 1. arterias semejantes sin semá-
demanda: 229. foro: 74.
incidencia en el daño moral: avenida y arteria común sin
230. semáforo: 70.
existencia del cartel "pare": 72. cesión de paso: 95.
inobservancia de las leyes de . desplazamiento lento: 95.
tránsito: ver Choque. precauciones: 95 y 96.
límites máximos y mínimos de Relación entre velocidad y con-
velocidad: 74, 82, 100, 103 y trol: 83, 84 y 106.
112. Reparación del vehículo: 36 y 37.
prueba de la existencia del car- acreditación de la calidad invo-
tel "pare": 72. cada: 31.
semiautopista: 116. arreglos no efectuados: 39.
valor de las presunciones: ver cómputo de los intereses: 32.
Culpabilidad. costo admisible: 37 y SS.
vehículo que se presenta a la de- determinación de la cuantía del
recha: 103. reclamo: 37.
velocidad excesiva: 74 y 82. dominio no inscripto: 38.
zonas urbanas y rurales: 74. gastos de flete: 37 y SS.
Privación de uso del rodado: 39 incidencia de la pericia: 54 y SS.
y 65. informes oficiales: 54.
actor imposibilitado: 40. legitimación del reclamante: 33.
ahorro de gastos: 36 y SS. pago de las reparaciones: 37.
alquiler de otro vehículo: 41. poseedor: 33.
demora en los trabajos: 42. titular de dominio: 33.
destrucción total: 32 a 37. usuario: 33.
dueño: 33 y 47. usufructuario: 33.
falta de prueba del daño: 44 y SS. valor probatorio de la factura:
lapso indemnizable: 39 y 40. 37.
peticionario autorizado: 42. Reparaciones
prueba del uso intensivo: 43. valor de las: 36.
usuario: 33 y 47. Representantes de menores: 12.
venta del automotor: 32 y 42 a Retroceso
46. acto de estacionar: 97 y SS.
Prueba agravamiento de la imprudencia:
confesional: 48 y SS., 54 a 57 y 161.
236. calidad de embestidor: 89 y 90.
documental: 53 y SS., 132, 159, imprudente: 97.
229 y 236. principios que lo regulan: 97.
informativa: 53 y 54, 115, 131, Riesgo del trabajo: 194 y 195.
132, 206 y 236.
Rodado
pericial: 54, 133, 154, 170, 186,
estacionado en ruta: 118.
206, 225, 229 y 237. y otro estacionado: 86.
testimonial: 49 y SS. y 236.
viabilidad: 48.

R
Seguros: 36, 241 y 244.
Reingreso a la circulación: 94 a Sellado de actuación: 27.
96. Semáforos
carga de la prueba: 97. acatamiento obligatorio: 33.
carga de la prueba: 35. distinción con la responsabilidad
cruce con luz concurrente: 130.
amarilla: 35. facultad de accionar contra cual-
roja: 34 y SS. quiera: 131.
culpa concurrente: 35. responsabilidad del culpable par-
efectos de la violación: 35. cial: 130.
estado de las señales: 35. solidaridad de los responsables:
ineficacia de las presunciones: 129, 130.
34 y 35. vehículo estacionado: 129 a 131.
mal funcionamiento: 35. Testimonios: ver Prueba testirno-
precauciones: 35. nial.
presunción de culpa: 34. Transporte
prioridades de paso: 33 y 34. benévolo: 265.
reducción de la velocidad: 35. asunción de riesgos: 268.
señalización: 33 y 34. atenuación de la indemniza-
Seriales luminosas y sonoras: 83. ción: 268.
Solvencia: 23. caracterización: 266.
carga de la prueba: 270.
Sumariedad del trámite: 16. concurrencia de culpas: 267.
Suspensión del procedimiento: 7. culpabilidad: 265.
atenuación de la responsa-
bilidad del transportador:
269.
caracterización: 266.
Tasa de justicia encuadre de la responsabi-
actualización del importe: 9. lidad: 266.
beneficio de litigar sin gastos: prueba, presunción: 270.
1 a 22. demanda: 265.
entidad pecuniaria de la conde- gastos compartidos: 268.
na: 2 y 5. hechos: 265.
evaluación y montos: 2. responsabilidad extracontrac-
excepciones: 3. tual: 268.
integración: 1. vehículo afectado a activida-
interrupción des lucrativas: 269.
de la prescripción: 8. de personas: 257.
de pago: 5. culpabilidad: 257.
límites: 3. carácter de la responsabili-
menores: 12. dad: 258, 260.
monto del juicio: 4. caso fortuito: 258.
obligados al pago: 5. competencia: 260.
personas jurídicas: 10. culpa de la víctima: 259.
poder adquisitivo: 12. hechos: 257.
prueba: 14. ferroviario: 270 a 276.
suspensión del trámite: 7. accidente: 279.
colisión entre automotor y
Taxímetros: 269. tren: 286 a 291.
Tercero víctima: 129 a 133. culpabilidad: 286.
demanda contra uno de los in- antecedentes jurispru-
tervinientes: 131. denciales: 288 a 291.
régimen legal aplicable: costo de los medicamentos: 147.
287 y 288. facultades del juez: 149.
demanda: 286. honorarios de los profesionales
hechos: 286. importancia de las lesiones: 147.
peatón embestido: 279. prueba de las erogaciones: 147,
acceso restringido: 28 1. 149 y 165.
barreras o guardaganados: valor del dictamen pericial: 149.
280.
contestación de demanda:
285 y 286.
demanda: 279 a 284.
hechos: 279.
presunción legal: 279 y Uso del automotor
280. privación: 39 a 42, 57 y 62 a 66.
señales luminosas y sono- taxímetro: 269.
ras: 280.
caso fortuito: 283 y 284.
casuística: 283 y 284.
culpa contractual presunta:
282. Valor vida humana: 2 13.
hechos: 270. Vehículo estacionado: 86 a 88, 129
culpabilidad: 27 1. y 130.
carácter de la responsabi-
lidad: 271. Vejez, asistencia a la: 2 13 a 225.
culpa parcial o total de la Velocidad excesiva
víctima: 272 a 276. configuración: 71 y 74.
naturaleza jurídica: 284. dominio del rodado: 70.
pasajero dañado: 270. en los cruces: 71 y 74.
culpabilidad: 27 1. factores contextuales: 76 y 77.
carácter de la culpabili- prioridad de paso: 74.
dad: 271. Verosimilitud
culpa total o parcial de la de los testimonios: 50.
víctima: 272. Víctima
demanda: 270. fallecimiento: 188 a 213.
hechos: 270. ver Fallecimiento de la víctinza.
reiteración de conductas an-
Virajes antirreglamentarios
tisociales: 271 y 272.
avenida de doble mano: 103 a
responsabilidad objetiva: 282.
105.
terceros
calidad de embestidor: 89.
culpabilidad: 276 a 279.
existencia de autos estaciona-
demanda: 276. dos: 86 y 87.
hechos: 276. falta de autorización por la fle-
Tratamientos médicos y famaco- cha: 33.
lógicos gravedad de las infracciones: 34
accidentes en el extranjero: 148. a 36.
alcance: 165. precauciones antes del giro: 91
atención hospitalaria: 148. a 93.
cobertura de- salud: 148. presunción adversa: 7 1.

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