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Página 1
AÑO 2018
Ales Uría | Baca Paunero | Berbere Delgado | Cartabia Groba | Casali Rey |
Paraná 725, CABA (1017), Buenos Aires | Argentina Ciruzzi | Conti | Flah | Hopp | Ibarra | Mazzinghi | Monzón |
(011) 4370-2018 Rabinovich-Berkman | Rondina | Sambrizzi | Vázquez | Zabaleta |
contactenos@erreius.com
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TAPA.qxp_Maquetación 1 6/7/18 3:17 p.m. Página 2
Coordinación editorial
Agustín A. Peres
Guido A. Gallino
Anónimo
Interrupción voluntaria del embarazo : análisis interdisciplinario sobre la despenalización y legalización del aborto /
Anónimo ; compilado por Ricardo Antonio Parada ; José Daniel Errecaborde. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Erreius, 2018.
208 p. ; 26 x 19 cm.
ISBN 978-987-4405-53-1
1. Aborto. 2. Despenalización del Aborto. I. Parada, Ricardo Antonio, comp. II. Errecaborde, José Daniel, comp. III.
Título.
CDD 346
ERREIUS
INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA
DEL EMBARAZO
SUPLEMENTO ESPECIAL
♦
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Sumario
DOCTRIN AS
MARÍA S. CIRUZZI
“What’s law got to do with it?”. Breves apostillas jurídicas y bioéticas como fundamento
de la despenalización y legalización del aborto en Argentina …………………………… 83
ROBERTO A. CONTI
¿Por qué hablamos de la despenalización del aborto? …………………………………… 97
LILY R. FLAH
Interrupción voluntaria del embarazo ……………………………………………………… 105
CECILIA M. HOPP
Legalizar el aborto: imperativo de derechos humanos y deuda de la democracia … 109
MARCOS J. IBARRA
Procesos y protecciones con relación a la vida humana ………………………………… 121
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GABRIEL M. MAZZINGHI
La legitimación del aborto o el fin del derecho ……………………………………………… 131
RICARDO D. RABINOVICH-BERKMAN
Sobre la despenalización del aborto ………………………………………………………… 153
DOMINGO RONDINA
Aborto, nunca menos. La Constitución dispara su FAL (comentario a fallo) ……… 165
EDUARDO A. SAMBRIZZI
Reflexiones sobre la persona humana, el derecho a la vida y el aborto ……………… 169
MARÍA R. VÁZQUEZ
Lo clandestino del aborto ……………………………………………………………………… 179
DANIELA B. ZABALETA
Reflexiones en torno a la legalización del aborto para personas menores de edad … 185
PROYECTO DE LEY
Interrupción voluntaria del embarazo ………………………………………………………… 199
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D oc t r ina
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(*) Abogada. Doctora en Derecho (Universidad de Sevilla). Medalla de oro (Universidad Austral).
Profesora titular de la materia Derecho de Familia y Sucesiones (Universidad Austral). Jefa de Trabajos
Prácticos de la materia Filosofía del Derecho (UBA). Docente de grado y posgrado (Universidad de
Morón)
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(1) Rivero Hernández, Francisco: “¿Mater semper certa est? Problemas de la determinación de la
maternidad en el ordenamiento español” - Estudios Monográficos - Madrid - 1997 - págs. 6/12
(2) Rivero Hernández, Francisco: “¿Mater semper certa est? Problemas de la determinación de la
maternidad en el ordenamiento español” - Estudios Monográficos - Madrid - 1997 - págs. 13/22
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(3) Gómez Bengoechea, Blanca: “Derecho a la identidad y filiación” - Dykinson - Madrid - 2007 -
págs. 132/6
(4) Quesada González, María C.: “Algunas reflexiones sobre la maternidad a principios del siglo XXI”,
en González Porras, Juan M. y Méndez González, Fernando P. (Coords.): “Libro Homenaje al Profesor
Manuel Albaladejo García” - Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España -
Murcia - 2004 - T. II - págs. 4859/61. En el otro extremo en materia de filiación materna y derecho a
la intimidad de la mujer, podemos encontrar el sistema portugués que no solo no permite la omisión
voluntaria de datos relativos a la madre en el parte médico y asiento registral, sino que cuando no es
posible identificar a la madre de una criatura se consagra la investigación de oficio de la maternidad.
En el ordenamiento de Portugal, la filiación resulta del hecho del nacimiento (art. 1796, CC
portugués) puesto que no se contempla un derecho de la mujer a permanecer en el anonimato. Sin
embargo, si la declaración del nacimiento y maternidad se efectúa pasado un año del nacimiento y
por persona distinta a la madre, se necesita que esta confirme su maternidad en el plazo de 15 días.
Si no lo hace, se tendrá por no determinada. En caso de silencio, queda determinada la maternidad
(art. 1808, CC). Se entiende que la determinación forzosa de la maternidad y paternidad responde
al mejor interés de todo tipo del niño. Para el supuesto de maternidad desconocida existe una
averiguação oficiosa de la maternidad que se inicia de oficio y es tramitada por el juez a partir de la
recepción de un parte del Registro. El juez que encuentre datos identificativos de la madre remite los
documentos al Ministerio Fiscal para que proceda a accionar por el reconocimiento. Los límites al
ejercicio de esta acción son la posibilidad de ser el niño fruto del incesto o haber transcurrido más
de dos años del nacimiento del menor. El sistema prescinde casi absolutamente de la voluntad y parte
del derecho de todo menor a tener padres legalmente determinados
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(5) Magaldi, Nuria: “Derecho a saber, filiación biológica y Administración Pública” - Ed. Marcial Pons
- Madrid - 2004 - págs. 31/5
(6) El origen del parto anónimo francés puede trazarse al “torno” que en la Edad Media podía
encontrarse en la parte exterior de los orfanatos, remontándose al siglo XII. En 1638, San Vicente
de Paul creó los enfants trouvés con el fin de facilitar el abandono de los recién nacidos y evitar
abortos e infanticidios. El torno se extendió rápidamente por Francia y en 1833 se abandonaron
cerca de 130.000 niños con este método. La Revolución francesa no fue ajena a este fenómeno social
y la Convención votó en 1793 una norma que garantizaba el secreto del parto y la maternidad. Si
bien el uso del parto anónimo decreció en el siglo XX, junto con la paulatina erradicación de los
temores y reproches sociales que lo fomentaban, al momento de fallarse el caso Odièvre, se calculaban
en 400.000 las personas abandonadas tras el parto anónimo
(7) Quesada González, María C.: “Algunas reflexiones sobre la maternidad a principios del siglo XXI”,
en González Porras, Juan M. y Méndez González, Fernando P. (Coords.): “Libro Homenaje al Profesor
Manuel Albaladejo García” - Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España -
Murcia - 2004 - T. II - pág. 4863
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que el menor ha dejado de pertenecer a su familia de origen y ha roto todos los vínculos
jurídicos con esta(8). Tan solo el acta de nacimiento contiene los datos integrales del niño,
pero la regla es que el menor cuya madre se acogió al anonimato no pueda acceder a una
copia de este tipo.
Esta política pública con relación a la reticencia a que el adoptado o pupilo del
Estado conozca sus orígenes ha causado polémica y rechazo en algunos sectores(9). El
22/1/2002 se sancionó la ley 2002-93 de acceso a la información sobre los orígenes de
las personas adoptadas y pupilos del Estado, creando un Consejo Nacional para el acceso
a los orígenes personales. Este órgano debe, a través de la aplicación de un proceso que
busca equilibrar todos los intereses en juego, poner a disposición los datos relevantes
para que la persona adoptada conozca sus orígenes. Mediante su conformación se busca
que los miembros del Consejo representen todos los intereses en juego: magistrados,
asociaciones de defensa de los derechos de la mujer, asociaciones de familias adoptivas,
asociaciones de pupilos del Estado, asociaciones de defensa del derecho al conocimiento
del propio origen, especialistas médicos y psicólogos. Funciona en dos direcciones:
atendiendo las solicitudes del hijo biológico para conocer sus orígenes, y las de los padres
para conocer a su hijo biológico.
Si la mujer que ha dado a luz lo consiente, se entregará información concerniente
a su identidad. Caso contrario, solo se darán datos e informaciones relativos a la salud
de los progenitores y circunstancias de entrega al Servicio Social. Es de destacar que el
acceso de una persona a sus orígenes no afecta su filiación ni su estado civil(10). En ningún
caso este conocimiento genera derechos u obligaciones en beneficio o a cargo de cualquiera
de los implicados. No nace un status filii ni un status familiae a partir de este conoci-
miento, por ende no pesan obligaciones en cabeza de nadie ni existen derechos exigibles.
El proceso se inicia con la presentación por el adoptado de una demanda de acceso
al conocimiento de sus orígenes. Si la persona es aún menor de edad, su tutor tiene
potestad para presentarla en su nombre, y si el adoptado hubiera fallecido, podrán
presentarla sus descendientes mayores de edad. La demanda puede ser retirada por quien
la interpuso en cualquier instancia del proceso. A su vez, el Consejo puede recibir la
declaración de los progenitores biológicos, e incluso las de ascendientes, descendientes y
colaterales de los progenitores, solicitando que se levante el secreto sobre su propia
identidad. Estas declaraciones permanecen custodiadas por el Consejo hasta tanto el
adoptado presente una demanda para conocer sus orígenes.
El Consejo se encarga de pesquisar todos los documentos relativos a la identidad
de la madre que demandó el anonimato al dar a luz, de las personas que pidieron que se
mantuviera secreta su identidad cuando el niño fue admitido como pupilo del Estado y
de los padres que no declararon su identidad al inscribir al hijo en el Registro Civil. Una
(8) AA.VV.: “El derecho del adoptado a conocer sus orígenes en España y en el derecho comparado”
- Colección Observatorio de la Infancia - 2006 - pág. 50
(9) Rubellini-Devichi, Jacqueline: “Secret de l´accouchement et reivindications” - La Semaine
Juridique - N° 1 - 1999 - pág. 101, que se refiere a los diversos informes públicos (Informe del Consejo
de Estado “Statut et protection de l´enfant” de 1999) y académicos (Informes de Máttei, M.: “Enfant
d´ici, enfant d´ailleurs-l ádoptions sans frontiéres”, de Fabius, L.: “Droits de l´enfant, de noveaux
espaces á conquérir”, entre otros) que sugirieron formas de morigerar el secreto o abolirlo directa-
mente, teniendo en cuenta los derechos de los menores y adultos adoptados en relación a su identidad
(10) AA.VV.: “El derecho del adoptado a conocer sus orígenes en España y en el derecho comparado”
- Colección Observatorio de la Infancia - 2006 - págs. 22/8
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vez que se han recabado todos los datos, antes de comunicarlos al adoptado, deberá
verificarse nuevamente que existe y se mantiene la declaración de levantamiento de la
identidad. Cuando se ha comprobado la persistencia de la voluntad de levantar el secreto,
el Consejo designa a una persona para informar esta situación a los padres biológicos y
proponerles una vía para revelar su identidad al hijo dado en adopción.
La misma ley añadió al artículo 222-6 del Código de la Acción Social y de la Familia,
la necesidad de informar a toda mujer que solicita acogerse al parto anónimo sobre las
consecuencias jurídicas para sí y para el hijo que dé a luz y la importancia que reviste
para toda persona el conocer sus orígenes e historia. Se le sugiere que entregue todas las
informaciones sanitarias sobre ella, el padre de la criatura, la mayor cantidad de datos
relativos a la historia y circunstancias de la concepción y nacimiento, así como su
identidad en sobre cerrado. En todo momento podrá la madre entregar en un sobre
cerrado sus datos identificativos.
Uno de los problemas esenciales que plantea el parto anónimo es que, al ignorarse
la identidad de la madre, resulta muy difícil, o casi imposible, investigar y determinar
judicialmente la maternidad. En consecuencia, resulta muy difícil poder determinar en la
práctica la paternidad, pues existe una barrera para obtener información al respecto de
la mujer, y porque el hombre no podrá identificar al niño dado a luz en secreto. Si bien es
factible que el hombre reconozca a un hijo no matrimonial pues la filiación de esta clase
es divisible, y está previsto el reconocimiento prenatal, al acogerse la mujer al secreto será
tratada como si nunca hubiese dado a luz(11). Para evitar supuestos en los que el hombre
dispuesto a reconocer al hijo sea burlado la nueva redacción del artículo 62.1 del Code se
pretende facilitar las gestiones en este sentido mediante la actuación de un procureur de
la République que deberá averiguar respecto a la fecha y lugar donde se extendió la partida
de nacimiento del menor.
(11) Quesada González, María C.: “Algunas Reflexiones sobre la Maternidad a Principios del Siglo
XXI”, en González Porras, Juan M. y Méndez González, Fernando P. (Coords.): “Libro Homenaje al
Profesor Manuel Albaladejo García” - Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de
España - Murcia - 2004 - T. II - págs. 4864/6
(12) Rivero Hernández, Francisco: “De nuevo sobre el derecho a conocer el propio origen. El asunto
Odièvre (STEDH de 13 de febrero de 2003)” - Actualidad Civil - 2003-II - págs. 593/8
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(13) El primer caso versaba sobre el acceso del demandante a los archivos que contenían información
sobre su historial como niño sujeto a guarda, alegando que había sido objeto de malos tratos en esa
época de su vida. El TEDH consideró que había existido una violación del derecho a la vida privada
y familiar al negársele el acceso a esos registros. En Mikulic, el TEDH, ante la alegada violación del
derecho a la vida familiar a causa de la dilación excesiva en la resolución de una acción de filiación,
estimó que el art. 8 del CEDH protege no solo a las relaciones basadas en el matrimonio, sino también
las de facto. El derecho a la vida privada familiar consiste también en el derecho a establecer relaciones
con otros seres humanos, incluyendo el derecho del progenitor a establecer contacto con el hijo
habido fuera del matrimonio
(14) Rivero Hernández, Francisco: “De nuevo sobre el derecho a conocer el propio origen. El asunto
Odièvre (STEDH de 13 de febrero de 2003)” - Actualidad Civil - 2003-II - pág. 612
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Otra jurisdicción europea que reconoce -con mayor amplitud que la francesa- la
posibilidad de que la mujer parturienta se acoja al anonimato sobre su maternidad es
Italia. En la legislación de este país, la filiación aún se divide entre legítima e ilegítima,
recibiendo cada una de ellas un tratamiento diferente a la hora de poder ocultar la
maternidad. Mientras que la identidad de la mujer casada, en un principio, debe constar
junto con la de su marido en la inscripción del nacimiento, según la redacción del Código
Civil luego matizada por la jurisprudencia, la determinación de la maternidad no
matrimonial queda en manos de la mujer soltera(16). En este segundo supuesto, en la
(15) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - pág. 645
(16) A partir de 1994, por una sentencia de la Corte Constituzionale de 5 de mayo, también se le
permite a la madre casada ocultar su identidad en la inscripción de nacimiento del hijo
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inscripción se harán constar solo los datos que los progenitores que la realicen hayan
brindado por sí o por documento público: la madre debe reconocer voluntariamente su
maternidad para que esta conste.
En Italia sigue siendo una posibilidad que la madre niegue desde el parto el vínculo
con el hijo, que se convierte a todos los fines en figlio di ignoti o hijo de desconocidos,
entrando inmediatamente en estado de adoptabilidad. Al ser posible el parto anónimo toda
la construcción del derecho a la identidad de la persona queda condicionada pues no
podrá prosperar frente al límite objetivo del desconocimiento materno(17). En el derecho
italiano es de larga data la posibilidad de que la mujer dé a luz en completo anonimato,
sin que su identidad conste en el parte médico de asistencia al parto. Sin embargo, a partir
de comienzos del siglo XXI han aparecido ciertas previsiones como la introducida por el
decreto del 2001 que prevé que en el archivo de los certificados médicos de asistencia al
parto de mujeres que hayan optado por el anonimato, debe garantizarse siempre una
conexión entre el parte médico y la historia clínica de la mujer. Por otro lado, la última
norma sobre procreación asistida, ley 4/2004 de 19 de febrero ha estipulado que la madre
del niño que nace por aplicación de técnicas de reproducción asistida no puede acogerse
al parto anónimo.(18)
Cada jurisdicción dentro de la península itálica posee facultades para reglamentar
cómo habrá de llevarse a cabo el parto anónimo mediante la redacción de Protocolos que
regulen la actividad de los servicios sanitarios y de asistencia social de la Región. Luego,
cada distrito municipal redacta sus propias directivas administrativas al respecto. En el
Protocollo d´intesa del Sevizio Sanitario Regionale de la Región de la Emilia-Romagna(19) se
establece que los servicios hospitalarios son responsables de garantizar el derecho a la
información, autodeterminación e intimidad de la madre y de iniciar el proceso de guarda
y tutela con miras a la adopción del menor no reconocido. La información que deberá
brindarse habrá de incluir también las posibilidades de ayuda que el Estado otorga a las
madres.
En el Protocollo se establece la necesidad de que el personal sanitario esté pendiente
de cualquier manifestación que la mujer puede realizar con respecto a su maternidad
desde la primera consulta médica. Se indica la importancia de contener a la mujer con
todo tipo de asistencia, tanto psicológica como médica. Asimismo, se enumeran una serie
de situaciones que hacen verosímil creer que la mujer se encuentra en una situación de
dificultad o crisis durante la gestación que hace más necesario prestar asistencia e
información. Se recomienda mantener un ambiente neutral en cuanto a que la mujer no
sienta presión de ningún tipo al momento de decidir sobre su maternidad. Especial énfasis
recibe el recordatorio para todo el personal sanitario de que se encuentran bajo la
obligación de mantener el secreto sobre la identidad de la madre, sin que esto impida
recabar cuanta información sea posible sobre la mujer y el padre para la historia clínica
del menor. A la mujer que opta por el parto anónimo, se le reserva la facultad de solicitar
si así lo desea, ver al hijo e incluso elegir el nombre de la criatura.
(17) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - págs. 646/9.
(18) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - págs. 665/9
(19) www.saluter.it/
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Los motivos que se enumeran para sostener este tipo de alumbramiento son la
necesidad de prevenir el infanticidio y abandono de menores, además de asegurar a toda
mujer la posibilidad de parir de manera civilizada sin tener que recurrir a la clandes-
tinidad. El derecho al parto anónimo se reconoce tanto a la mujer soltera como a la
casada; ambas poseen igual facultad para reconocer o desconocer al hijo(20). Así, cuando
se den estos supuestos en el parte médico deberá inscribirse que el menor es hijo de mujer
que no consiente ser nombrada (figlio di donna che non consente di essere nominata). La
ley 184/1993 establece en su artículo 11 que los Tribunales de Menores pueden disponer
la suspensión del estado de adoptabilidad del menor por un período máximo de un mes
si así lo solicita quien se presenta como progenitor biológico del niño o como pariente de
sangre hasta el cuarto grado. Si con posterioridad al nacimiento y desconocimiento del
menor, algún hombre se presentara en el hospital declarando ser el progenitor del niño
alumbrado en el anonimato, el centro médico está obligado a derivarlo a los Servicios
Sociales que se han encargado del niño.
El derecho de acceso a los datos sobre la filiación en la ley 149/2001 (del 28/3/2001)
La última regulación de la materia fue realizada por la ley 149/2001 (del
28/3/2001), disciplinando la forma de llevarse a cabo el parto anónimo y modificando el
régimen de la adopción. En la tradición legislativa italiana se consideraba al secreto de la
adopción como una parte inescindible de la ruptura legal del menor con su familia de
origen, medio de tutela para la nuevo núcleo familiar y la estabilidad del estado civil
generado a partir de la adopción. La nueva normativa reconoce implícitamente el derecho
de las personas que han sido abandonadas o desamparadas por su familia de sangre a
conocer los datos fundamentales del cambio que la adopción supuso en su vida. Pero el
derecho de acceso de las partes involucradas no significa que puedan obtener esos datos
terceras personas.
El principio general es el secreto en la adopción para los terceros y el derecho del
adoptado de conocer el origen real de su filiación(21). El legislador ha confiado a los
adoptantes el criterio para valorar cuándo ha alcanzado el menor la madurez suficiente
para conocer y aceptar la verdad sobre su origen. Una vez que la persona conoce su
filiación adoptiva, en algunos supuestos la ley permite que el juez valore la oportunidad
de autorizarlo a acceder a la información completa sobre su origen incluyendo la identidad
y ubicación de la madre. Toda esta información se reconstruye a partir de documentos
sanitarios, registrales, administrativos y judiciales, desde aquellos en los que conste el
alumbramiento hasta el expediente de adopción.
La ley contempla tres posibilidades en cuanto al acceso por el adoptado a la
información sobre su origen: el libre acceso a la información sobre el origen, el acceso
condicionado a ciertos requisitos relacionados con edad y salud psicofísica, y aquellos
casos en que no se permite el acceso.(22)
(20) Sent. 171 de la Corte Constituzionale de 5/5/1994: “...qualunque donna parturiente, ancorché da
elementi informali risulti trattarsi di coniugata, puó dichiarare di non voler essere nominata nell´atto di nascita…”
(21) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - pág. 651
(22) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - págs. 651-657
18
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Los primeros párrafos del artículo 28 de la ley enumeran las tres situaciones en las
que se justifica plenamente la ruptura con el secreto de la adopción y se autoriza al
adoptado a acceder a los datos sobre su origen sin contrapesarlo con el posible impacto
que pudiera producirle. En primer lugar, cuando la información sea necesaria para tutelar
su salud, en segundo lugar cuando el adoptado sea persona mayor de 25 años, y por
último cuando, siendo menor de esa edad, las especiales circunstancias familiares del
adoptado lo aconsejaren (art. 28, L.). Se presume entonces que la simple mayoría de edad
no significa que posea la madurez suficiente para entender y aceptar los datos de su
realidad. Es decir que a partir de los 25 años se encuentra configurado en cabeza del
adoptado un auténtico derecho a la identidad puesto que puede acceder incondicio-
nalmente a los registros sobre su origen(23). En cuanto a las circunstancias familiares, se
trata de los supuestos de adoptados mayores de edad pero menores de 25 años cuya
relación afectiva con sus padres adoptivos haya cesado por muerte o ausencia de estos.
Un segundo conjunto de supuestos se refiere a aquellos casos en los que el
adoptado debe probar la existencia de motivos suficientes para acceder a la información,
estos casos de acceso condicionado son descritos en el párrafo cuarto del artículo 28 de
la ley. Los padres adoptivos del menor deberán solicitar conjuntamente que se le brinde
la información al hijo dentro del ejercicio de su patria potestad, ante el correspondiente
tribunal de menores, y alegando la existencia de graves y probados motivos. Entre estos
motivos, que han sido depurados por la jurisprudencia, pueden alegarse la tutela de la
salud del menor, la utilidad para el diagnóstico de ciertas enfermedades e incluso (aunque
muy aisladamente) la satisfacción del deseo incontenible del menor de reconstruir su
propio pasado y restablecer los lazos afectivos con hermanos de sangre. Cuando el
adoptado alcanza la mayoría de edad genérica -no los 25 años especialmente exigidos por
la norma- puede solicitar el acceso a los datos sobre su origen previo demostrar tanto su
necesidad de acceso como que su estabilidad mental y afectiva no será perturbada por el
conocimiento de los datos relativos a su origen. El apartado quinto del artículo 28
contempla que el adoptado pueda acceder a la información sobre su familia biológica
previa autorización del Tribunal de menores correspondientes luego de haberse probado
la existencia de motivos graves relacionados con su salud psicofísica.
Finalmente, el apartado séptimo del artículo 28 de la ley 149/2001 contempla un
derecho de veto a favor de la familia biológica que puede, sin alegar motivo alguno,
bloquear el acceso a la información a ellos referida. Este apartado fue modificado por el
decreto ley 196/2003 (del 30/6/2003) que redujo las imposibilidades de acceso a la
información a los supuestos en los que “la madre hubiera declarado en el momento del
nacimiento no querer ser identificada a los efectos del artículo 30.2 del decreto del Presidente
de la República, de 3/11/2000”. Es la opción del legislador italiano el otorgar prevalencia
al interés de la madre por encima del derecho a la identidad del menor(24). Esto es así
incluso cuando el tribunal hubiese verificado serios y graves motivos que justificasen el
acceso a la información sobre la identidad biológica.
(23) Marzucchi, Serena: “Dei rapporti tra l´identità dell´adottato e la riservatezza del genitore naturale
(in margine alla sent. n. 425 del 2005 della Corte Constituzionale)” - Giuriprudenza Italiana - 2006
- pág. 1
(24) Aguilar Ruiz, Leonor: “El derecho del adoptado a conocer su origen biológico en Italia” -
Actualidad Civil - 2006-I - págs. 663
19
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Sin embargo, más allá del reconocimiento legal del derecho a la identidad, la
práctica tribunalicia es la que determina su efectiva realización pues, en el sistema
italiano, será cada juez quien decida, en el caso particular y atento a lo probado en el
expediente, el acceso o lo deniegue, de acuerdo con el juicio que se forme sobre la utilidad
del conocimiento para el adoptado y la capacidad de este y su familia de asimilarlo. Sin
embargo, no se puede dejar de notar que, en el derecho italiano, la intimidad y el derecho
a conocer son tratadas como opuestos entre los cuales se intenta lograr un cierto equilibrio
cuyo el punto central oscila de acuerdo con la valoración de las circunstancias del
adoptado pero que encuentra un límite infranqueable en la decisión primera de la mujer
que quiso mantener su alumbramiento en el anonimato. El Tribunal Constitucional
italiano ha considerado que la opción del legislador de mantener la reserva a ultranza
cuando ha existido la voluntad de la mujer de acogerse al parto anónimo configura una
valoración “razonable que no se contradice con el artículo 2 de la Constitución”(25), aun
cuando ni siquiera prevé el levantamiento del secreto a instancia de la propia madre.(26)
IV - CONCLUSIONES
(25) Sentencia de la Corte Constituzionale N° 425 de 16/11/2005: “L´acceso alle informazione non é
consentito se l´adottato non sia stato riconosciuto alla nascita dalla madre naturale e qualora anche uno solo
dei genitorio biologici abbia dichiarato di non voler essere nominato o abbia manifestato il consenso all´adozione
a condizione di rimanere anonima”
(26) Marzucchi, Serena: “Dei rapporti tra l´identità dell´adottato e la riservatezza del genitore naturale
(in margine alla sent. n. 425 del 2005 della Corte Constituzionale)” - Giuriprudenza Italiana - 2006
- pág. 3
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LA CRIMINALIZACIÓN DE LA LIBERTAD
María V. Baca Paunero(*)
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Como gran parte de nuestra legislación deriva del derecho romano, es importante
referir que, por lo general, el aborto no fue castigado en los pueblos antiguos. En la Roma
pagana de los primeros siglos y hasta bien entrada la República, predominó el principio
estoico partus antequam edatur mulieris pars est vel viscerum (el fruto de la concepción es
parte de la entrañas de la madre). La represión recién apareció con el cristianismo, tanto
que, en tiempos de Adriano, Constantino y Teodosio, el aborto fue asimilado al homicidio(3).
Esto no es casual, ya que la moral religiosa ha tenido decisiva influencia en la punición
de ciertos actos relacionados con el rol de la mujer.
Durante el siglo XVIII se produjo el proceso de secularización de la vida social, que
implicó la crisis y caída de la teología y su reemplazo por la filosofía como método de
conocimiento. Dios fue reemplazado por los hombres, y los sacerdotes, reemplazados por
individuos especializados en un saber capaz de entender, explicar y predecir el mundo
natural. La ciencia quedó abocada al problema de la “verdad”(4). Así se arribó a principios
del siglo XX, llegando la codificación, etapa de conformación del discurso jurídico en
la cual se redactó el Código Penal argentino, que -si bien con cambios- rige aún en la
actualidad.
No es difícil entender la inclusión de la criminalización del aborto a partir de los
artículos 85 y siguientes del Código Penal, dentro del Título de “Delitos contra la vida”, en
el marco del contexto social y témporo-espacial que rodeaba la redacción de dicha ley de
fondo. Siguiendo los lineamientos de un Código Civil que no reconocía a las mujeres
igualdad respecto de los hombres en cuanto a derechos políticos, ni económicos, ni en
cuanto a su capacidad jurídica, por citar algunos de los más relevantes, la punición del
aborto se inscribió en una misma lógica que hoy juzgo patriarcal, pero que sin duda tenía
base en la moral religiosa de la época.
Sin embargo, a lo largo del siglo XX y a medida que se les fueron reconociendo esos
derechos básicos a las mujeres argentinas, la justificación del discurso punitivista sobre
la interrupción del embarazo fue complejizándose, llegando hasta nuestros días con la
defensa de la vida como eje fundamental de apoyo y la obligación del Estado de proteger
la vida humana desde la concepción. Se sostiene por otra banda, en la dogmática jurídica
aplicada a rajatabla e ineludible, por operadores judiciales que se consideran “objetivos”
y despojados de conceptos morales propios.
Es que ya no bastan los motivos de índole moral y religiosa, sino que la justificación
se sostiene a partir de una “verdad” científicamente determinada, con apoyatura en ideas
biologicistas, es decir, en bases científicas que han establecido como “verdad” que la vida
comienza desde el momento de la concepción, cualquiera que este fuere.
Así, quienes se expresan a favor de la penalización del aborto se han adueñado del
discurso de los derechos, refiriendo que corresponde proteger a la “persona por nacer”, es
decir, debe protegerse al feto y los derechos subjetivos que le son reconocidos por la ley
en tanto le asigna categoría de sujeto de derechos, en un plano de igualdad ficta respecto
de las personas ya nacidas; y en ese orden de ideas el derecho ulteriormente protegido
por la norma criminal es la vida, la vida de esa “persona por nacer”, que es reconocida
como la “víctima” del proceso.
(3) Buompadre, Jorge: “Aborto” - Revista Pensamiento Penal - Bs. As. - 2013
(4) Cárcova, Carlos M.: “Ficción y verdad en la escena del proceso”, en “Las teorías jurídicas post
positivistas” - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - 2009
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Entiendo que en este caso la explicación científica funciona como fundamento del
discurso jurídico, imponiéndose con fuerza irrefutable. Así, es difícil discutir, al menos
desde la doctrina penal, la verdad científica sobre el comienzo de la vida humana, por
cuanto esa respuesta el discurso jurídico penal la ha dejado solo en manos de la ciencia
y, una vez establecido por la ciencia dicho momento, la ley sencillamente lo toma, lo acepta
de manera indiscutible.
Mirando un poco más de cerca, se advierte que ese discurso científico no ha hecho
más que servir al fin político de la prohibición del aborto -cuyo objetivo ulterior no se
compadece en nada con la protección de la vida-, aun cuando su criminalización no es
analizada por el operador jurídico como una decisión política, sino como resultado
ineludible derivado del establecimiento científico del comienzo de la vida.
Dicho de otro modo, la vida es indudablemente el principal bien jurídico tutelado
por la ley penal y al establecerse de manera “irrefutable” para el derecho que la vida
humana comienza desde la concepción, no cabe otra solución que dar una respuesta
punitiva al acto de afectación de esa vida humana recién concebida y aún no nata.
Un primer cuestionamiento válido parte de advertir que el discurso científico, al
igual que el jurídico, importa también una decisión política. No existe la “verdad” absoluta
ni objetiva. A lo largo de la historia de la humanidad, muchas veces la verdad científi-
camente validada se ha modificado por otra verdad totalmente distinta, pero con igual
grado de validación.
Con ello, sostengo que decidir que la vida humana comienza desde la concepción
es una decisión política adoptada por el discurso jurídico con un fin concreto: el de
considerar a la mujer y al feto como dos entidades separadas, de modo tal de así
reconocerle categoría de sujeto de derechos a este último -en detrimento de los derechos
de la persona gestante-.
Es evidente que, materialmente, el feto es parte de la mujer o de la persona con
capacidad de gestar, en tanto se encuentra conectado y depende de ella, de tal manera
que desde la concepción, y aun siendo viable, aquel no puede sobrevivir fuera del útero
materno hasta que no hubiera alcanzado cierto desarrollo físico. Por lo tanto, la decisión
de considerarlo un ente separado de ella es ficcional y valorativa(5), o sea, es una decisión
política y de política criminal.
Lo personal es político, sostiene el feminismo, desdibujando la idea de que las
normas patriarcales solo rigen la vida pública, cuando en verdad se imponen en todos los
ámbitos, incluso los más íntimos y personales.(6)
A su vez, no deja de ser una decisión política este modo de construir el discurso
jurídico que, además, se ha construido primordialmente desde el ámbito del derecho
penal, es decir, desde el punitivismo. Y no es casual, dado que el fin es imponer como
mínimo la amenaza de la pena en expectativa y del impulso del proceso penal (que en sí
mismo ya constituye una pena en el caso del aborto, en tanto ventila cuestiones íntimas
y personales de la mujer bajo juzgamiento) a las personas con cuerpos con capacidad de
gestar, para disuadirlas de practicar y practicarse abortos.
(5) Hopp, Cecilia M.: “Política criminal sobre el aborto: la sexualidad femenina en debate” - Infojus
- Derecho Penal - N° 2 - Bs. As. - 2012 - año 1
(6) Angilletta, Florencia; D’Alessandro, Mercedes y Mariasch, Marina: “¿El futuro es feminista?” - Le
Monde Diplomatique - Bs. As. - 2017
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después de nacido su hijo(7). La mujer, una vez que es considerada madre, nunca más
podrá correrse de ese rol, que definirá su vida de ahí en más.
Presumir que la existencia de la norma penal amenazando con pena de prisión al
que realice un aborto implicará la reducción de aquellos es negar la realidad que en la
Argentina se traduce en la principal causa de muerte materna(8). Las mujeres abortan con
o sin punición, poniendo en riesgo su vida y generando peligro justamente al bien jurídico
que hipócritamente la ley penal dice proteger.
Y elijo el término “hipocresía” porque, justamente, la protección de la vida exige la
derogación del delito de aborto y la generación de dispositivos adecuados para que las
mujeres -y las personas con capacidad de gestar- no arriesguen más sus vidas. Es
hipócrita seguir sosteniendo lo contrario cuando las mujeres, especialmente las más
pobres, siguen muriendo a consecuencia de abortos.
Dice Cárcova con referencia a Enrique Marí que el discurso científico se forma con
un entramado de otros discursos (científicos, filosóficos, sociales, etc.) que a la vez se
influencian de las luchas de poder internas de cada uno. Así, lo importante radica en lo
que no se dice, lo que se excluye y atestigua con tal exclusión.(9)
En este caso, es la libertad sexual de la mujer, el derecho a la autodeterminación y
dominio de su cuerpo -incluyendo el de las personas con capacidad de gestar- en plano
de igualdad con los hombres, lo invisibilizado, lo silenciado. Derechos humanos básicos
que no pueden escindirse del concepto de dignidad humana.
Por otra parte, considero que debe tenerse en cuenta el otro eje lógico fundamental
que quienes integramos los estamentos judiciales conocemos bien, relacionado con el
dogmatismo que caracteriza a muchos operadores jurídicos en nuestro país y que los lleva
a sostener que están obligados a aplicar la ley penal en tanto esta rige actualmente y tal
y como se encuentra redactada.
Jueces y fiscales a menudo sustentan sus decisiones en “la letra fría de la ley”, en
el entendimiento de que en tanto la ley no sea modificada o derogada corresponde su
aplicación tal y como se encuentra redactada. Conciben ese discurso jurídico como
aséptico, impoluto, imparcial, despojado de intencionalidad política, y suponen que lo
aplican de la misma manera, sin interferencia de subjetividad alguna.
Se persigue muchas veces a la persona imputada por la mera comisión de la acción
prohibida, con fuerte dogmatismo jurídico, sin observar las circunstancias subjetivas que
rodean al hecho y a la acusada, considerando que ese es su rol: la aplicación de la fría
letra de la ley sin cuestionársela e independientemente de que esa aplicación colisione y
afecte otros derechos fundamentales tan relevantes como aquel que la ley penal pretende
proteger.
Se invisibiliza también la condición de pobreza, de exclusión socioeconómica, de
escasa edad y acceso a la educación de las personas criminalizadas bajo la figura de
aborto, así como su situación de vulnerabilidad, dado que son las mujeres pobres, jóvenes,
migrantes, etc., las que terminan en situaciones a partir de las cuales se generan las
denuncias penales -muchas veces en violación del secreto profesional médico- con las que
(7) Hopp, Cecilia M.: “Política criminal sobre el aborto: la sexualidad femenina en debate” - Infojus
- Derecho Penal - N° 2 - Bs. As. - 2012 - año 1
(8) Carbajal, Mariana: “El aborto en debate. Aportes para una discusión pendiente” - Ed. Paidós -
Bs. As. - 2009
(9) Cárcova, Carlos M.: “Ficción y verdad en la escena del proceso”, en “Las teorías jurídicas post
positivistas” - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - 2009
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se inician los procesos judiciales. El resto de las mujeres que abortan no lo hacen en
situación de vulnerabilidad ni desamparo.
Considero que para contrarrestar esta mirada debería reforzarse la exigencia al
operador jurídico de analizar en cada caso, por un lado, el grado de exigibilidad de otra
conducta a la persona imputada.
¿Es posible exigirle a una persona que decide abortar -con el grado de dificultad
que ello implica- que elija entre su salud psicofísica y su libertad?
¿Es posible exigirle a una persona en situación de extrema pobreza que elija entre
continuar un embarazo, sabiendo que no podrá alimentar a ese hijo una vez que nazca
-porque apenas puede alimentar a los que ya tiene-, y su libertad?
Es necesario contextualizar el hecho y las circunstancias de la persona imputada;
debe serle exigida esta mirada al juez y al fiscal, sabiendo que solo se criminaliza por
aborto a mujeres en estas condiciones: mujeres/personas gestantes pertenecientes a
sectores estructuralmente marginales al sistema de derechos, a quienes el mismo Estado
que las persigue no les brinda ninguna posibilidad de ejercer derechos humanos básicos
(acceso a salud, a educación, a vivienda digna, a trabajo digno, a no discriminación, etc.).
A su vez, entiendo que es indispensable que se analice si el hecho endilgado
efectivamente lesiona la norma penal aplicada (art. 85, CP) en relación con la normativa
constitucional, exigiendo poner en foco las tensiones que pudieran generarse entre la
normativa sobre derechos humanos de dicha jerarquía y la norma penal. Poner la mira
en esas tensiones no es más que ejercer el control de constitucionalidad(10) y de
convencionalidad(11) correspondiente, al que los magistrados se encuentran compelidos.
Mucho se ha discutido a nivel doctrinario en oportunidad del dictado del precedente
“F. A. L.” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sosteniendo que los tratados
internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional oponen “la vida
humana” como derecho fundamental, y que toda resolución que justifique la afectación
de esa vida colisiona con ese sistema jurídico primordial.
En el sentido expuesto, entiendo que el principal problema que debe visibilizarse
respecto de la figura penal de aborto es la tensión que presenta la norma de los artículos
85 y siguientes del Código Penal con relación a la normativa emergente de nuestra propia
Carta Magna y de los tratados de derechos humanos de jerarquía constitucional,
incorporados conforme al artículo 75, inciso 22).
Considero así que el derecho a la libertad y al autodominio del cuerpo se deriva del
concepto de salud y de las nociones de “bienestar general, beneficios de la libertad”
plasmadas en el Preámbulo, tanto como del principio de reserva del artículo 19. Como así
también que la noción de igualdad ante la ley del artículo 16 exige no aplicar normas que
importen generar desigualdad como discriminación negativa en perjuicio del género -en
este caso, de las mujeres/personas con capacidad de gestar-.
(10) Fallo “Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/Ejército Argentino s/daños y perjuicios” - CSJN -
27/11/2012
(11) Adler, Federico: “El deber jurídico internacional del Estado argentino de seguir los criterios
interpretativos de la Corte IDH” - infojus.gov.ar - 30/10/2013.
“...Desde el caso ‘Ekmekdjian’ (1992), la CSJN ha considerado que la interpretación de la CADH debe guiarse
por la jurisprudencia de la CIDH. Con la nueva integración, nuestro Máximo Tribunal ha otorgado un lugar
de privilegio a las normas internacionales de tutela de los derechos humanos y, consecuentemente, a la
jurisprudencia de la CIDH, como lo demuestran los fallos ‘Arancibia Clavel’, ‘Mazzeo’, ‘Simón’, ‘Verbitsky’,
‘Espósito’ y ‘Casal’, entre otros”
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(12) Figueroa, Francisco: “La Corte aclaró las viejas discusiones sobre los abortos no punibles” -
Infojus - Derecho Penal - N° 2 - Bs. As. - 2012 - año 1
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tutelar(13). A la vez, queda sujeta al poder punitivo del Estado; un poder que se hace fuerte
en este marco criminalizador en tanto ello encierra un importante simbolismo que afecta
subjetivamente, amedrenta cualquier intento de ejercicio de libertad sexual y reproductiva.
Esta desigualdad no solo es formal, en tanto plasmada jurídicamente, sino que
además es estructural, por cuanto la persecución penal por el delito de aborto
indefectiblemente recae sobre las mujeres pobres(14) y vulnerables que arriban al sector
de salud público, las que menos acceso tienen a educación y libertad sexual, a dispositivos
de prevención de embarazos no deseados y a la realización de un aborto en el ámbito
privado y discreto del mejor consultorio médico que el dinero permita adquirir.
No reconocer esta selectividad del sistema penal, suponer que el Estado aplica la
ley en forma equitativa para todos y es “ciego a las diferencias”, es ignorar la realidad de
los tribunales penales argentinos: cuando la ley es injusta con las mujeres, es mucho más
injusta con las mujeres vulnerables.
Aquellas merecen especial resguardo justamente por su condición de vulnerabilidad
estructural; los operadores del Estado están obligados a dirigir sus miradas a estas
mujeres y evitar seguir perpetuando su desigualdad y vulnerabilidad. Esto no se apoya
en razones de índole moral, sino simplemente en que la interpretación armoniosa y el
cumplimiento de los tratados internacionales de derechos humanos exigen la realización
de acciones positivas concretas tendientes a la equiparación de derechos.
En suma, siguiendo esta línea, considero el derecho a la interrupción del embarazo
como un derecho humano básico, sin el cual las mujeres y las personas con cuerpos
gestantes carecen de efectiva igualdad ante la ley, de derecho a decidir sobre sí mismas,
y encuentran menoscabada su salud y su dignidad, no pudiendo ejercer ningún otro
derecho libremente desde el momento en que tienen esa capacidad reproductiva.
La ley penal no solo resulta obsoleta a la luz de la concepción actual de los derechos
de las personas -en este caso, quienes tienen cuerpos con capacidad gestante-, sino que
a mi entender colisiona tanto con la CEDAW como con el resto de los tratados que
conforman el bloque federal del artículo 75, inciso 22), de la Constitución Nacional, y con
sus artículos 16 y 19, de manera tal que su aplicación a efectos de criminalizar mujeres
que hubiesen abortado no superaría el exigido control de constitucionalidad y de
convencionalidad en el ámbito de los tribunales.
Seguir sosteniendo el discurso punitivista, bajo la excusa de la protección de la
vida del feto -asignándosele categoría de sujeto de derechos de mayor jerarquía que la de
la persona que lo gesta- o bajo una lógica de dogmática jurídica ineludible, es hipócrita
conforme a mi análisis.
Aplaudo el arribo al Poder Legislativo de un proyecto de ley que incluye la
derogación del citado articulado del Código Penal, quitando definitivamente el enfoque
punitivista sobre un tema que debió siempre ser dejado en la órbita del derecho a la salud
y a la libre autodeterminación de los cuerpos. Corresponde reconocer y efectivizar con
legislación concreta los derechos humanos de las mujeres y personas con capacidad de
gestar, dejando así de criminalizar la libertad.
(13) Ohman, Luis: “En nombre de la ley. Acerca de la figura de infanticidio y la penalización del
aborto, dos asignaturas pendientes de la democracia” - Infojus - Derecho Penal - N° 2 - Bs. As. - 2012
- año 1
(14) Carbajal, Mariana: “El aborto en debate. Aportes para una discusión pendiente” - Ed. Paidós -
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I - INTRODUCCIÓN
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país y en el resto del mundo es una realidad, y que se han practicado a lo largo de la
historia y sin ninguna duda para aquellas que así lo decidan seguirán practicándose.
Claro está que, atendiendo a los parámetros actuales, la ley vigente, tal cual está
concebida, no produce ni ha producido un cambio en la forma de pensar de manera
directa en el individuo, de allí que pueda inferirse que nadie va a practicarse un aborto
porque está despenalizado ni nadie va a dejar de hacerlo por más que esté penalizado. En
función de ello, y a pesar de la postura que cada uno asuma de manera personal, el aborto
resulta ser una temática política y social que nos atañe a todos, y que pese a que
entendemos que el aborto es un fracaso de aquella que lo practica, tenemos la convicción
de la necesidad de que se profundice la conflictiva, a través de un debate serio e
interdisciplinario, que contemple las necesidades actuales de la sociedad en la que
vivimos.
Pretendemos, con este trabajo, plantear un análisis crítico de los diversos posiciona-
mientos, enfrentando los diferentes argumentos y aspectos a tener en cuenta para abordar
su estudio y comprensión. Para ello, haremos referencia al comienzo de la existencia de
la vida humana y las distintas posibilidades que existen desde lo normativo para el ingreso
como persona humana, desde la visión de las diferentes posturas que existen en torno a
ello. Seguidamente, se expondrá el tratamiento del aborto y el comienzo de la existencia
de la persona humana en el marco religioso. A continuación, se hará un análisis del
tratamiento del aborto en el derecho comparado para luego mencionar la manera en que
se encuentra diseñado en el derecho interno, desarrollando el pronunciamiento en torno
al tema por parte de la jurisprudencia a raíz del fallo “F.A.L s/medida autosatisfactiva”,
que dio lugar al surgimiento de protocolos facultativos y su adopción por parte de las
provincias de nuestro país. Haremos un sucinto abordaje al tratamiento del aborto en el
ámbito del derecho internacional y las estadísticas mundiales existentes en torno al tema.
Finalmente, se tratara el proyecto de ley de despenalización aprobado ante la
Cámara de Diputados, para concluir con reflexiones finales acerca de nuestra apreciación
en el marco social más allá de nuestra propia convicción.
a) Teoría de la fecundación
Esta resulta ser la más temprana, seguida por la Iglesia católica, considera que el
ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante mismo de la
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e) Actividad encefálica
La postura más extrema equipara el inicio de la vida con el comienzo de la actividad
eléctrica comprobable del cerebro, siendo idéntica el concepto de actividad encefálica, la
que científicamente se sitúa aproximadamente a partir de la octava semana posfecun-
dación.
Esta interpretación es compatible con la seguida por muchas legislaciones que
sitúan el fin de la actividad encefálica al momento del cese de la protección jurídica penal
de la vida, por lo que utilizan el comienzo de la actividad encefálica para determinar el
momento de inicio de su protección. Argumentos que pretenden desestimar esta alterna-
tiva señalan que se omite considerar que el fin de la actividad encefálica señala el
momento de la irreversibilidad, punto de no retorno, en tanto el inicio de la actividad
eléctrica del cerebro presupone la formación del surco neural o vena primigenia, siendo
un momento más del proceso ya iniciado.
Al momento de analizar el comienzo de la vida humana y por ende la protección
jurídico legal de la persona como sujeto de derecho, resulta de suma importancia el
estudio y la formación acerca de las diferentes teorías que han sido elaboradas,
desarrolladas y perfeccionadas con el correr de los años y los avances científicos y
tecnológicos. La postura a asumir será de crucial importancia y en función de ella se
estructurará el ordenamiento jurídico y la protección legal necesaria para la persona por
nacer, de allí la trascendencia de su mención y desarrollo en la presente investigación.
El derecho argentino, en sintonía con el derecho internacional(3), establece que la
existencia de la persona humana y por ende su protección como sujeto de derecho,
comienza desde el momento de la concepción, aunque sin pronunciarse en qué momento
se considera que existe concepción. En este sentido, el artículo 19 del Código Civil y
Comercial de la Nación establece que “La existencia de la persona humana comienza con
la concepción”.
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a) Los inicios
En la doctrina de los doce Apóstoles, si bien existe referencia a “no matarás con el
aborto el fruto del seno y no harás perecer al niño ya nacido”, no hay un único criterio
respecto del momento en el cual el ser humano debe ser considerado como tal en cuanto
al instante de llegada del alma al cuerpo o determinación de la animación.
Para Tertuliano, el comienzo de la vida se producía en el momento de la concepción,
juicio que sienta una clara postura respecto de la llegada del alma al cuerpo desde el
comienzo, considerándolo un ser vivo a partir de ese momento y sentenciando: “es un
homicidio anticipado el impedir el nacimiento, poco importa que se suprima la vida ya nacida
o que se la haga desaparecer al nacer. Es un hombre el que está en camino de serlo”.
El escritor eclesiástico Lactancia parece compartir los postulados de Tertuliano al
afirmar que “el alma no entra al cuerpo después del parto sino inmediatamente después
de la concepción, mientras la ley divina crea el feto en el útero ... y es una impiedad poner
manos criminales sobre la obra del Señor”.
También San Basilio rechaza formalmente la distinción entre feto animado e
inanimado, prescribiendo la misma pena para ambos al sostener que “en nosotros no existe
la discriminación entre formado y no formado” en armonía con los dichos de Gregorio
Niceno: “no puede decirse en verdad que sea el alma antes del cuerpo el cuerpo sin el alma,
sino que es preciso decir que único es el principio de ambos”.
En el extremo opuesto es posible ubicar a San Agustín, quién requería una
determinada formación biológica susceptible de manifestarse al exterior por movimientos
del feto que solo entonces dejaría de ser visera para transmutarse en hombre, e introduce
el criterio de la animación demorada que sostiene que la llegada del alma al cuerpo se
produce en algún momento posterior a la concepción. En sus palabras “no se puede hablar
de Alma Viva en un cuerpo que carece de sensación si su carne no está desarrollada y no
está dotada aún de sentidos”. En cuanto al plazo en el que ello se producía se postuló que
era a los cuarenta días de la concepción para los varones y a los ochenta días para las
hembras. A partir de esta visión, el binomio vida-alma se erigió como determinante para
el tratamiento que el cristianismo daría a la muerte provocada del feto.
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Muchos siglos continuarían influidos por este pensamiento, que sería recogido por
Santo Tomás para postular, en sintonía con Aristóteles, que el embrión comenzaba por
una vida vegetativa, pasaba luego a la vida sensitiva y de ella a la intelectual, siendo recién
este último estadio en el que se le dotaba de un alma.
El Concilio plenario de Elvira de los años 300-303 consideró que el aborto se
asimilaba al infanticidio sin distinción entre feto formado y no formado. El Concilio de
Lérida del año 546 disminuyó a siete años la pena de excomunión para quien hubiese
eliminado hijos adulterinos con infanticidio o aborto. El Concilio de Trulano del año 692,
por su parte, retomó la dureza inicial al asimilar el aborto al homicidio voluntario de un
adulto. Asimismo, el primer concilio de Maguncia del año 847 ratificó las penas decretadas
por los concilios anteriores determinando que se impusiera la penitencia más rigurosa a
las mujeres que provoquen la eliminación del fruto concebido en su seno.
La postura del Papa Gregorio IX se apartó del pensamiento reinante para equiparar
el aborto con el homicidio cualquiera fuera el estadio de la gestación en que aquel se
produjera.
Sin embargo, a pesar de la claridad de los postulados teológicos en cuanto a la
santidad de la vida humana, los primeros siglos del cristianismo no lograron dar una
respuesta unánime a la destrucción del embrión y su consideración en el ámbito de la fe.
b) La actualidad
- Conforme lo refleja “la declaración sobre el aborto emanada de la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe”, la posición de la Iglesia católica sobre el embrión y su
protección absoluta comienza desde el momento de la fecundación, recordando
inicialmente que la tradición de la iglesia ha sostenido siempre que la vida humana
debe ser protegida y favorecida desde su comienzo como el de las diversas etapas de
su desarrollo. El respeto a la vida humana se impone desde que comienza el proceso
de su generación. Desde el momento de la fecundación del óvulo queda inaugurada la
vida que no es ni la del padre ni de la madre sino la de un nuevo no ser humano que
se desarrolla por sí mismo. El fundamento de tal postura asumida por la Iglesia católica
se apoya en las evidencias que aporta la ciencia genética moderna, la que ha
demostrado que desde el primer instante queda fijado el programa de lo que será ese
ser viviente: un hombre individual con sus notas características ya bien determinadas.
Con la fecundación ha comenzado la aventura de una vida humana. Concluye que la
condena absoluta del aborto voluntario cualquiera sea la razón aducida para
justificarlo.
- El 22/2/1987, el documento conocido como instrucción “Donum vitae” sobre el respeto
de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación afirma que la inviolabilidad
del derecho a la vida existe desde la concepción hasta la muerte. Indaga en este sentido
sobre el respeto que debe tener el embrión humano en virtud de su naturaleza e
identidad respondiendo que debe ser respetado como persona desde el primer instante
de su existencia, doctrina que reputa válida y confirmada por los avances de la biología
humana que reconoce, en el cigoto resultante de la fecundación, la identidad biológica
del nuevo individuo humano. En el capítulo 3, este documento se ocupa de los valores
y obligaciones morales que la legislación civil debe respetar y sancionar en esta materia
para impedir que se atente contra la igualdad, la dignidad, los derechos fundamentales
de la persona y prescribe que la legislación debe recordar el derecho de todo ser
humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte. Su
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conclusión es la afirmación de que todo ser humano debe ser respetado como persona
desde la concepción, basando esta afirmación en tres argumentaciones: 1. la biológica
asentada en los datos que aporta la embriología y la genética, en el sentido de que en
los primeros estadios del desarrollo embrionario hay una individualidad biológica
humana; 2. la biográfica, en tanto destruir un embrión humano significa impedir el
nacimiento de un ser humano; y 3. la ética, ya que nunca es lícito obrar con conciencia
dudosa y ante la duda de si el embrión es una persona humana debe procederse como
si lo fuera, por lo que desde el punto de vista moral el simple hecho de estar frente a
un ser humano exige respeto de su integridad y dignidad; y todo comportamiento que
pudiera afectar su derecho a la vida es gravemente inmoral.
- Encíclica “Evangelium vitae”. El 25/3/1995, el Papa Juan Pablo II hace suyas las
palabras de la instrucción “Donum vitae” sobre el valor y el carácter inviolable de la
vida humana. En esta encíclica se afirma que reivindicar el derecho al aborto, al
infanticidio, a la eutanasia y reconocerlos legalmente significa atribuir a la libertad
humana un significado perverso e inicuo, tal como lo es el de un poder absoluto sobre
los demás y contra los demás. Resalta en este sentido que la eliminación directa y
voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. En cuanto al
aborto en particular lo equipara al homicidio calificado por tratarse de la muerte del
ser humano más inocente, débil e inerme, totalmente confiado a la protección y
cuidado de la mujer que lo lleva en su seno que a veces es quien pretende su
eliminación. El último capítulo resignifica la responsabilidad de todo el personal
sanitario ya sea médicos, farmacéuticos, enfermeros, religiosos, personal adminis-
trativo y voluntarios como custodios y servidores de la vida humana y asegura que al
hacer morir nunca puede ser considerado un tratamiento médico aun cuando fuere
pedido por la paciente. Esta postura abre la puerta a un nuevo cambio cultural que
consiste en la formación de la conciencia moral sobre el valor inconmensurable e
inviolable de toda vida humana.
- Instrucción “Dignitas personae”. La instrucción “Dignitas personae” sobre algunas
cuestiones de bioética manada de la congregación para la doctrina de la fe fue
publicada en Roma el 8/9/2008 y destaca el respeto incondicional al ser humano
desde los primeros instantes de la existencia con la unión de los cigotos, y conside-
rando al embrión humano dotado desde el principio de dignidad propia de la persona.
La instrucción concluye con la afirmación de que en virtud de la misión doctrinal
y pastoral de la iglesia, la congregación para la doctrina de la fe ha sentido el deber de
reafirmar la dignidad y los derechos fundamentales e inalienables de todo ser humano
Incluso en las primeras etapas de su existencia y de explicitar los requisitos de protección
y respeto el reconocimiento de tal dignidad exige a todos, lo que denota una posición
coherente con los postulados mantenidos desde los inicios del cristianismo.
En función de la referenciación realizada anteriormente respecto de la postura de
la Iglesia católica, cabe concluir acerca de una protección cerrada y firme sobre el embrión,
que debe ser preservado contra todo lo que representa una amenaza contra su vida en
cualquier estadio de su evolución y a partir del instante mismo de la unión de los gametos
masculinos y femeninos. El respeto de la vida embrionaria y fetal en el útero y el castigo
del aborto son los principios fundamentales del cristianismo.
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a) Los inicios
Según el Torah, más específicamente en el libro Éxodo, se menciona la acción de
abortar y su penalización, cuya interpretación se resume en que el aborto no merecía otro
reproche más que el pago de una multa a voluntad del marido con acuerdo de los sabios
o tribunal rabínico interviniente, en tanto solo la muerte de la mujer habilitada la
aplicación de la muerte del agresor. Es posible sostener entonces que, si bien la religión
judía contenía el precepto de “crecer y multiplicarse”, el aborto solo era castigado en el
supuesto de la muerte del embrión producida por un tercero y como consecuencia de la
lesión a la mujer encinta, marcando grandes diferencias entre la muerte de la madre y la
del feto aplicando la ley del talión solo en el primero de los casos.
La protección que se otorgaba al embrión entonces no tenía por fundamento su
propia existencia, sino que se lo amparaba por integrar los bienes del padre, concediéndole
a este último un verdadero derecho de desagravio, conocido en la antigüedad, por el que
podía matar al hijo del agresor.
Ni siquiera la convicción que tenían los hebreos respecto del comienzo de la vida
con anterioridad al nacimiento impidió que concedieran diferente tratamiento al embrión
en las distintas etapas de su desarrollo y aún más que marcarán profundas diferencias
con la persona ya nacida.
No obstante, la interpretación de estas cuestiones se fue modificando con el tiempo,
la influencia de la tradición griega y la práctica pagana del aborto, que derivaron en el
inicio de la diferenciación entre feto formado perfecto y no formado o imperfecto
compatible con la noción de feto con o sin alma. Según las fuentes talmúdicas, el momento
de la llegada de la condición humana al embrión no aparece con claridad, existiendo dudas
respecto de si el alma es conferida al hombre desde la fecundación o desde su formación.
Se produce así la asimilación por la que la muerte del feto formado equivale a un
homicidio.
b) La actualidad
Para la perspectiva judía, el estatus del embrión dentro del seno materno no tuvo
ni tiene igual consideración en los distintos estadios de la gestación. Surge del talmud
que los primeros 40 días de gestación no pueden dar lugar a la consideración como un
ser para algunos efectos. A partir de los tres meses de gestación se considera que el feto
es discernible o susceptible de apreciarse. Para esta postura, el nacimiento comienza
cuando cualquier parte del cuerpo del naciente asoma fuera del cuerpo de la madre,
transformándose entonces en un ser humano cuya muerte se castigará con la muerte del
agresor. Si existieran dificultades para parir que pusieron en riesgo la vida de la madre
siempre se deberá priorizar la vida de ella por sobre la del ser por nacer, pues la vida
consumada prevalece sobre la vida en potencia. En cambio, si ya ha comenzado a nacer
se trata de dos vidas de igual valor, por lo que no resulta posible para esta religión matarlo
en pos de salvar la vida de la madre, dado que no se niega la vida de una persona por
otra.
Si bien el estatus de persona solo se adquiere con el nacimiento y separación del
seno materno, no existen alusiones a su destrucción por motivos arbitrarios o de mera
voluntad.
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Para el cristianismo, la vida humana debe ser protegida de manera absoluta desde
la concepción, es decir desde el instante primero de la unión del gameto masculino con el
femenino, sea que se produzca en el seno materno o fuera de él.
El islam y el judaísmo con muchas mayores semejanzas que diferencias, separan
el momento biológico de la concepción del momento del inicio de la vida protegida. Para
el judaísmo los primeros 40 días contados de la unión de los gametos no contienen aún
la santidad de la vida. Se trata de un período de actividad meramente biológica en el que
únicamente han intervenido los padres terrenales faltando la participación del tercer
creador que debe insuflarle el alma al nuevo ser. Por ello, la protección comienza a partir
del momento en que con la llegada del alma el cuerpo se transforma en un ser humano
digno de la santidad divina.
El islam coincide en la separación entre la creación meramente biológica y la
creación divina. El período no resulta uniformemente claro pareciendo situarse a los ciento
veinte días desde la concepción.
Aunque una minoría, en consonancia con lo dispuesto por el talmud, lo fija
directamente en cuarenta días. De todas formas, lo relevante no es la duración del plazo,
sino, por el contrario, que este exista, lo que significa el diferimiento del momento del
inicio de la protección que opera solo cuando el alma llega al cuerpo por la intervención
del creador, pues la vida humana es un don sagrado de Dios y debe ser respetado por
ello.
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En este sentido, las leyes de plazos permiten el aborto a la mujer encinta durante
un inicial período del embarazo que llega hasta las 24 semanas en Holanda, y las leyes de
supuestos permiten y dejan impunes los abortos cuando concurren determinados factores
o circunstancias, sea en el feto o sea en la mujer, de muy variada catalogación.
En 1995, con el fin de reconciliar las leyes sobre aborto de las antiguas repúblicas
de Alemania del Este y del Oeste, Alemania adoptó una ley que ampliaba las circuns-
tancias bajo las cuales el mismo estaba permitido en lo que era Alemania Oriental; y en
1996, Albania liberalizó significativamente su ley nacional sobre el aborto, y la nueva ley
permite el mismo sin ninguna restricción durante las primeras doce semanas del
embarazo. Por el contrario, existe una manifiesta estabilidad de legislaciones tales como
las de Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Francia, Grecia, Eslovaquia, Hungría,
Letonia, Lituania y Chequia que vienen a admitir, desde hace tiempo, el aborto a petición
de la mujer durante las primeras semanas del embarazo. Entre algunos ejemplos pueden
citarse los siguientes: en Rumanía, el aborto es libre durante las 14 primeras semanas;
en Italia, el límite está en 90 días y en Portugal, en 10 semanas. Holanda, tal y como ya
hemos dicho, tiene la legislación más permisiva de la Unión Europea con una ley de
plazos, seguida de Suecia, donde está permitido hasta las 18 semanas.
Como puede apreciarse, la legislación de supuestos en Europa, es minoritaria frente
a la legislación de plazos. Sin embargo, encontramos algunos casos como Reino Unido,
que tiene una de las legislaciones relativas al aborto con más antigüedad de Europa, en
la que el aborto tan solo está permitido hasta la semana 24 de embarazo y siempre que
concurra cierto riesgo para la salud física o psíquica de la mujer o por causas socioeco-
nómicas y sin límite temporal en caso de grave riesgo o malformaciones del feto. Finlandia,
por su parte, permite el aborto dentro de las 12 primeras semanas en caso de riesgo para
la salud de la madre gestante, por razones económico-sociales o en caso de violación, y
en las 20 primeras semanas en caso de menores de 17 años si bien ha de estar sumado
a un riesgo para la salud psíquica de la mujer.
En el caso de América Latina, la legislación del aborto es en general restrictiva, pero
países que lo prohíben han abierto recientemente importantes precedentes que dan cuenta
de su tratamiento y debate.(6)
Existen diferentes contrastes en torno a esta temática. En el caso de México,
aunque cada Estado cuenta con su Código Penal y todos permiten el aborto en casos de
violación, desde 2007 la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó que las mujeres
aborten hasta la semana duodécima de gestación y accedan al servicio gratuito en
hospitales de la Secretaría de Salud capitalina.
En el caso de Colombia, el Congreso se ha mostrado dividido frente a la sentencia
de la Corte Suprema que en 2006 declaró no punibles los abortos, en el caso de que el
embarazo sea por violación, que el feto presente malformaciones o que la vida de la
embarazada o del feto corran peligro.
El Código Penal de Bolivia sanciona con cárcel de dos a seis años a quien practique
el aborto sin consentimiento de la mujer o a una menor de 16 años, y de uno a tres años
si existe la autorización. Sin embargo, las leyes bolivianas permiten que el embarazo sea
interrumpido en casos de violación, rapto no seguido de matrimonio, incesto o cuando la
vida de la mujer está en peligro, aunque en todos los casos hace falta una autorización
judicial.
En el caso de Uruguay, la ley despenaliza totalmente el aborto hasta la semana
duodécima de gestación. En Paraguay, Perú, Venezuela y Ecuador el aborto es ilegal a
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excepción de casos en los que el embarazo ponga en peligro la vida o la salud de la mujer,
mientras que en otras situaciones la ley castiga con prisión tanto a las mujeres como a
los médicos que incurran en esta práctica.
Chile y Surinam son los países más restrictivos en los cuales se castigan la
interrupción del embarazo en todos los casos. Durante el 2012, el senado chileno ha
rechazado tres proyectos de ley que buscaban reponer el aborto terapéutico, suprimido
en 1989. Sin embargo, este país acaba de dar un paso hacia adelante para garantizar el
derecho de las mujeres al libre acceso al aborto legal y seguro en tres causales: en caso
de inviabilidad fetal, peligro de vida para la mujer y embarazo por violación.(7)
En los países de Centroamérica y El Caribe: El Salvador, Haití, Honduras, Nica-
ragua y República Dominicana, que completan el grupo de 7 países, de los 34 del
continente, donde el aborto está totalmente prohibido.
Por último, Brasil ha tipificado el aborto como crimen por el Código Penal,
permitiéndolo solo en los supuestos de violación, riesgo para la madre y, desde 2012, en
el caso de un feto sin cerebro.
“El que causare un aborto será reprimido: 1. Con reclusión o prisión de tres a
diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse
hasta quince años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer. 2. Con
reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento de la
mujer. El máximum de la pena se elevará a seis años, si el hecho fuere seguido
de la muerte de la mujer” (art. 85).
“Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán,
además, inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los
médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte
para causar el aborto o cooperaren a causarlo” (art. 86, primera parte).
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“Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que con violencia
causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de
embarazo de la paciente fuere notorio o le constare” (art. 87).
“Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su
propio aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer
no es punible” (art. 88).
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acuerdo con la cual no es punible el aborto practicado sobre cualquier embarazo que sea
consecuencia de una violación con independencia de la capacidad mental de la víctima.
Tras fijar el alcance de la norma cuestionada, la Corte fijó distintas pautas de
implementación para asegurar el acceso efectivo a los abortos legales y la vigencia de los
derechos humanos de las mujeres. En este sentido, se refirió a la ilegalidad de ciertas
prácticas extendidas, que demoran o impiden el acceso a los abortos permitidos, y que
contrarían los estándares constitucionales e internacionales entre tales barreras ilegales.
Se refirió a la frecuente solicitud de una autorización judicial previa, a la exigencia de
denuncia o elementos probatorios en casos de violación, a la intervención de más de un
profesional de la salud, o la solicitud de consultas o dictámenes médicos o interdisci-
plinarios aclaró que, ante el pedido de la mujer embarazada, debe intervenir un único
médico diplomado y no cabe requerir autorización alguna.
Por otra parte, el tribunal consideró que el Estado, como garante del sistema de
salud pública, debe asegurar las condiciones necesarias para que los abortos no punibles
se lleven a cabo de manera rápida, segura y accesible, y exhortó a las autoridades
nacionales y locales a implementar y hacer operativos protocolos hospitalarios de atención
de los abortos no punible y la Corte extendió así su preocupación respecto del fenómeno
de inaccesibilidad a todos los supuestos de aborto legal contemplados, y no únicamente
al referido a la situación particular de la demandante en los términos referidos.
La decisión del máximo tribunal es especialmente importante en tanto refleja la
voluntad de saldar una disputa interpretativa y superar obstáculos de una práctica de
violación de derechos y de sistemática denegación de acceso a los abortos permitidos
desde 1921.
Sin embargo, aún se encuentran comprometidos el respeto a las decisiones
institucionales de la máxima magistratura y los derechos de igualdad, autonomía, salud
e integridad personal de todas las mujeres. Esos objetivos han sido alcanzados solo
parcialmente luego del fallo “F., A. L.”, dado que el paisaje federal nos muestra niveles de
respeto dispares, siendo varias las provincias que cuentan con protocolos de actuación;
sin embargo, no todas esas regulaciones cumplen con los estándares fijados por la Corte
Suprema.
Pocos días atrás los médicos de un hospital público de la Provincia de Tucumán
realizaron un aborto no punible a una niña de 11 años que había sido violada aunque la
interrupción del embarazo se enmarca dentro de los permisos legales para interrumpir el
embarazo y fue llevada a cabo de acuerdo a las pautas fijadas por la corte suprema, los
profesionales fueron denunciados en sede penal por la posible comisión de los delitos de
aborto, abuso de autoridad y mal desempeño de los deberes de funcionarios públicos.
Con el dictado del fallo “F., A. L.”, la Corte dio un gran paso para garantizar el
acceso a la interrupción del embarazo en los casos regulados legalmente. No obstante,
resulta preciso seguir avanzando en esa línea, a fin de asegurar la vigencia de los derechos
humanos de las mujeres y de cumplir con los mandatos internacionales asumidos en la
materia, evitando así que el estado incurra en responsabilidad internacional. Respecto a
ello, cabe recordar que el Estado argentino ya fue encontrado responsable interna-
cionalmente por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por no garantizar
el acceso efectivo al aborto no punibles. Además de esta condena, entre los años 2010 y
2011, cuatro organismos de monitoreo de instrumentos de derechos humanos que gozan
de rango constitucional manifestaron su preocupación por las dificultades que existen en
el país para obtener la interrupción del embarazo en los casos permitidos por la ley. Estos
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VIII - ESTADÍSTICAS
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debate en las comisiones de Legislación General; Legislación Penal; Familia, Mujer, Niñez
y Adolescencia; y de Acción Social y Salud Publica, se consensuó el 12/6/2018, un
dictamen único por la mayoría, obteniendo su aprobación con la firma de 64 diputados,
donde se legislaba definitivamente la despenalización del aborto, debiéndose tratar sobre
tablas tal proyecto en la sesión del 13 de junio.
A su vez, en la sesión de comisiones mencionada, se acordó un dictamen de
minoría, con la aprobación de 57 diputados, donde se postulaba el rechazo de la
propuesta, expresando que la sociedad toda se manifiesta concordante en dos hechos:
una enorme sensibilidad hacia la maternidad vulnerable y una valoración de la vida del
hijo por nacer, expresando que no se pueden conjugar esos dos valores si se acepta que
una madre elimine a su hijo por nacer. Junto con un legítimo derecho a ayuda para
superar esa vulnerabilidad, la autodeterminación de la madre encuentra freno ante la
individualidad del niño y el valor vida.
El proyecto que fue tratado por la Cámara de Diputados en la sesión del día
13/6/2018, que en definitiva fue aprobado en una votación muy ajustada, donde hasta
último momento no se tenía en claro cuáles iban a ser los legisladores que votarían a favor
o en contra, se logró la media sanción con el voto de 129 diputados por la aprobación y
125 por la negativa.
El texto aprobado consta 24 artículos distribuidos en cuatro títulos a saber:
- El primer título - “Modificación del Código Penal”. Reforma los artículos 85, 86 y 88 del
Código Penal y agrega el artículo 85 bis. Entendemos que la ubicación prioritaria en
los cuatro primeros artículos del proyectos aprobado, se enfocó en la reforma del
Código Penal de la Nación, donde se encuentra las normas represivas en materia de
aborto, significando esta sustancial reforma al código de fondo, la obligatoriedad del
acatamiento a nivel nacional, es decir que las provincias deberán acatar el mismo, lo
que no sucedió con el fallo “F., A. L.” donde algunas provincias no dictaron los
protocolos para su regulación y consecuente aplicación en su territorio, caso de Salta
que recientemente el gobernador Urtubey se vio obligado a dictar el correspondiente
protocolo en línea con el fallo mencionado.
- El segundo título - “Interrupción voluntaria del embarazo”. Comprende los artículos del
5 al 18. Cada uno de los cuales se oriente a los siguiente; al objeto de la ley (art. 5), los
derechos protegidos (art. 6), los supuestos de aborto legal (art. 7), el consentimiento
informado (art. 8), las personas menores de edad (art. 9), las personas con capacidad
restringida (art. 10), el plazo (art. 11), las consejerías (art. 12), la responsabilidad de
los establecimientos de salud (art. 13), el acceso al aborto (art. 14), la objeción de
conciencia (art. 15), la cobertura por el sistema de salud (art. 16), el registro estadístico
(art. 17) y las definiciones (art. 18).
- El tercer título - “Políticas de salud sexual y reproductiva y a la educación sexual
integral”. Este título, de fundamental importancia, como objetivo preventivo, fue
agregado en la discusión en particular, artículos 19 a 21. Comprende específicamente
sobre políticas de salud sexual y reproductiva y educación sexual integral (art. 19) y
la creación de una Comisión Bicameral de Seguimiento de la normativa sobre salud
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reproductiva y educación sexual (art. 20) y la composición de dicha comisión (art. 21).
- El cuarto título - “Disposiciones finales”. Artículos 22 a 24, sobre autoridad de
aplicación (art. 22), sobre carácter de orden público de la ley (art. 23) y de forma (24).
En un breve análisis del proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados de
la Nación, podemos mencionar como cuestiones destacables de la reforma legislativa a
las siguientes.
a) En primer término y como elemento central que se introduce, es el “aborto legal por plazo -
sin causales”
Se incorpora en el primer párrafo del artículo séptimo, el cual se refiere a la
posibilidad de la mujer o persona gestante -se introduce a las personas transgénero-, a
la autodeterminación individual, personalísima, a que se le practique médicamente la
interrupción del proceso gestacional. Tal decisión es considerada como un derecho
autónomo, que puede ejercerse libremente, de manera segura y gratuita, al solo
requerimiento de carácter legal hasta la semana catorce del embarazo y como política
pública. Asimismo se instaura como objetivo en el artículo 5 el de garantizar el derecho
de las mujeres o personas gestantes a acceder a la práctica abortiva al solo requerimiento
y en un plazo perentorio. En concordancia con esta facultad se reforman los artículos 85,
86 y 88 del Código Penal, siendo aplicable la nueva legislación de fondo en todo el territorio
de la Nación.
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g) Consejerías
Se crea con carácter voluntario a requerimiento de la mujer o persona gestante un
sistema de consejerías, previa y posterior al aborto, cuya finalidad prevista en la ley, es
brindar información adecuada, de carácter médico, social y psicológico, a fin de garantizar
un espacio de escucha y contención integral, también se prevé acompañamiento en el
cuidado de la salud e información adecuada y confiable sobre los distintos métodos
anticonceptivos disponibles, provisión de los métodos anticonceptivos previstos en el Plan
Médico Obligatorio. Toda la información y orientación brindada debe basarse en los
principios de autonomía, libertad, intimidad y confidencialidad, desde una perspectiva de
derechos que favorezca la autonomía en la toma de decisiones.
Creemos que además de los consejos y orientaciones establecidas como enunciados
en el artículo 12, se podría ofrecer explícitamente otras opciones, por ejemplo, el sistema
vigente en Francia denominado “pupilos del Estado” o “adopción bajo X”, donde el Estado
garantice a la mujer, además de brindarle contención, apoyo psicológico, patrimonial entre
otras cuestiones, ofreciéndole para su análisis otras opciones o alternativa frente al aborto,
que sin duda es un hecho traumático para la mujer o persona gestante, todo lo cual debe
significar un avasallamiento a su libertado o autonomía. También entendemos que el
sistema debería ser asumido como función por los Comité de Ética que cuente cada
establecimiento de salud, por ser sus miembros, la formación de sus integrantes y ser de
diferentes disciplinas, los más idóneos para este sistema de consejerías.
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i) Sistema de coberturas
Como rol fundamental ejercido por el estado en el marco de la salud pública es el
sistema de cobertura al disponer que la interrupción voluntaria del embarazo sea cubierta
por el Programa Médico Obligatorio que abarca a todo el sistema de salud -art. 16-.
La norma obliga al sector público de salud, las obras sociales enmarcadas en las
leyes 23660 y 23661, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensio-
nados creado por ley 19032, las entidades y agentes de salud comprendidas en la ley
26682 de marco regulatorio de medicina prepaga, las entidades que brinden atención
dentro de la reglamentación del decreto 1993/2011, las obras sociales de las Fuerzas
Armadas y de Seguridad, las obras sociales del Poder Legislativo y Judicial y las
comprendidas en la ley 24741 de obras sociales universitarias, y todos aquellos agentes
y organizaciones que brinden servicios médico-asistenciales a sus afiliadas o beneficiarios
independientemente de la figura jurídica que posean, deben incorporar la cobertura
integral de la interrupción voluntaria del embarazo prevista en la presente en todas las
formas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda.
j) Registro de estadísticas
Frente a la incertidumbre que ha generado la falta de verdaderas estadísticas sobre
las prácticas abortivas en nuestro país, donde se manipularon según la tendencia de la
despenalización o no, en el artículo 17 de la norma tratada en Diputados, se instrumenta
la creación de un registro de estadísticas, monitoreo y evaluación de las prácticas
abortivas voluntarias del embarazo, a efectos de generar información actualizada relativa
a la implementación de la normativa.
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l) Comisión de seguimiento
La norma, en su artículo 20, contempla la creación de una Comisión Bicameral de
Seguimiento de la normativa sobre salud reproductiva y educación sexual la que conlleva
una vigilancia de todas las instituciones educativas del país, solicitar información a las
autoridades nacionales, provinciales y municipales al respecto, con atribuciones para
“receptar denuncias y/o informes provenientes de miembros de la comunidad educativa
sobre la falta u obstrucción de la aplicación efectiva de la ley, promover reuniones científicas
que ofrezcan alternativas para la eficacia de la aplicación de la normativa en cuestión,
impulsar normas con el fin de remover obstáculos que se hayan presentado y favorezcan el
logro de los objetivos educacionales y preventivos propuestos y presentar informes anuales
sobre la evolución de la implementación de las políticas en cuanto a la aplicación de las
normas en la materia [art. 20, inc. b)]”. Este título fue incluido en el debate en particular.(10)
XI - REFLEXIONES FINALES
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NOTAS
(*) Profesor titular regular de la materia Derecho de Familia y Sucesiones (UBA). Director del Seminario Permanente
de Investigación en Bioética del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja. Vicedirector del
Programa de Actualización en Bioética de la carrera de posgrado de la Facultad de Derecho (UBA). Director de la
publicación Temas de Derecho de Familia, Sucesiones y Bioética de la Editorial Errepar
(1) Datos extractados de la investigación efectuada por la autora Goldsztern de Rempel, Noemí: “La protección jurídica
del embrión” - Ed. Ediar - Bs. As. - 2016 - Cap. 1 - págs. 29/53
(2) Proceso natural que se produce dentro de las 48 horas desde la unión del gameto femenino y masculino (células
haploides, con la información del 50% cromosómica), intercambian su ácido ribonucleico se fusionan los núcleos,
conformando un nuevo individuo con un genoma derivado de ambos progenitores, único y perpetuo
(3) Conf. art. 4, CIDH (derecho a la vida) - “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente...”
(4) A partir de Goldsztern de Rempel, Noemí: “La protección jurídica del embrión” - Ed. Ediar - Bs. As. - 2016 - Cap.
3 - págs. 79/135
(5) Maciá Gómez, Ramón: “Sistemas legales del aborto en Europa” - 20/11/2015, en legaltoday.com (consultada el
11/6/2018)
(6) “El aborto en América Latina: restricciones, contrastes y un debate creciente” - EFE - 24/10/2012. Ver más en:
20minutos.es
(7) “La situación del aborto en América Latina y en Argentina” - Infobae - 11/6/2018, en infobae.com
(8) “F., A. L. s/medida autosatisfactiva” - CSJN - 13/3/2012
(9) Para el análisis sobre los protocolos vigentes y su apego a las pautas fijadas por la Corte Suprema, véase “Aborto no
punible. Primer aniversario de ‘F., A. L. s/medida autosatisfactiva’. ¿Qué obtuvimos y qué nos queda por obtener?” -
Asociación por los Derechos Civiles (ADC), en http://www.adcpro.arlsw conteni-do_php?i&980 (página visitada el
11/4/2012)
(10) Proyecto de ley de aborto - Media sanción - Interrupción voluntaria del embarazo
Título I - Modificación del Código Penal
Art. 1 - “Sustituyese el artículo 85 del Código Penal el que quedará redactado de la siguiente forma:
‘Artículo 85 - El que causare un aborto será reprimido:
1. ... con prisión de tres (3) a diez (10) años si obrare sin consentimiento de la mujer o persona gestante. Esta pena podrá elevarse
hasta quince (15) años si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer o persona gestante. Los médicos, cirujanos, parteros,
farmacéuticos u otros profesionales de la salud que causaren el aborto o cooperaren a causarlo sin consentimiento de la mujer o
persona gestante sufrirán, además, inhabilitación especial por el doble del tiempo de la condena;
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2. ... con prisión de tres (3) meses a un (1) año si obrare con el consentimiento de la mujer o persona gestante y el aborto se produjere
a partir de la semana quince (15) del proceso gestacional, siempre que no mediaren los supuestos previstos en el artículo 86 del
presente Código’”.
Art. 2 - “Incorpórese como artículo 85 bis del Código Penal el que quedará redactado de la siguiente forma:
‘Artículo 85 bis - Será reprimida con prisión de tres (3) m eses a un (1) año e inha bilitación especial por el doble
del t iempo de la co ndena la a ut ori da d de un establecimiento de salud o profesional de la salud que dil a ta re
inj ustificadamente obst aculiza re o se negare a practica r un abo rto en los casos legalm ente auto rizados.
La pena se elevará de uno (1) a tres (3) años si, como resultado de la conducta descripta en el párrafo anterior, se hubiera generado
perj uicio en la vida o la salud de la m ujer o persona gest ante’”.
Art. 3 - “Sustitúyese el artícul o 86 del Código Penal el que quedará redactado de la siguiente forma:
‘Artículo 86 - No es delito el ab orto realizado con consentimiento de la mujer o persona gestante hasta la sem ana
cat orce (14), inclusive, del proceso gestacional.
En ningún caso será punible el abort o pra ctica do con el co nsentim iento de la mujer o persona gestante:
a) si el embarazo fuera product o de una vio lació n, con el sol o requerimiento y la decla ra ción j ura da de l a m ujer
o perso na gest ante ante el pro fesiona l de sa lud interviniente;
b) si estuviera en riesgo la vida o de la salud la m ujer o persona gest ante, considerada como derecho humano;
c) si se diagnosticara la inviabilidad de vida extrauterina del fet o’”.
Art. 4 - “Sustitúyese el artículo 88 del Código Penal el que quedará redactado de la siguiente forma:
‘Artículo 88 - Será reprimida con prisión de tres (3) m eses a un (1) año l a mujer o persona gestante que causare su
propio ab orto o consintiere en que otro se l o causa re cuando el mismo fuera realizado a pa rtir de la sem ana
quince (15) del proceso gestacional y no mediaren lo s supuestos previstos en el artículo 86 del presente Código.
La tentativa de la mujer o persona gestante no es punible.
El juez podrá disponer que la pena se deje en suspenso en atención a los motivos que impulsaron a la mujer o persona gestante a
cometer el delito, su actitud posterior, la naturaleza del hecho y la apreciación de otras circunstancias que pudieren acreditar la
inconveniencia de aplicar la pena privativa de la libertad en el caso’”.
Título II - Interrupción voluntaria del embarazo
Art. 5 - “Objeto. Esta ley tiene por objeto garantizar el derecho de la s mujeres o persona s gesta ntes a acceder a
la interrupción volunt aria del embarazo de conformidad con las disposiciones de esta”.
Art. 6 - “Derechos protegidos. Esta ley garantiza t odo s l os derech os reconocidos en la Constitució n Nacio nal y lo s
tra tados de derechos hum anos ratificados por la República Argentina, en especia l, l os derechos a la dignidad, la
vida , la au to no m ía , l a sa l ud, la int egrida d, l a di versi da d co rpo ra l, la in tim ida d, l a i gua lda d rea l de
oportunida des, la libert ad de creencia s y pensa miento y l a no discriminació n.
En ejercicio de estos derech os, toda muj er o perso na gest ante tiene derecho a decidir la interrupción vo luntaria
de su embarazo de conformidad a lo establecido en la presente ley”.
Art. 7 - “Supuestos. Se garantiza el derecho a acceder a la interrupción vo lunta ria del em barazo con el sol o
requerim iento de la m uj er o perso na gest a nt e h asta l a sema na ca to rce (14), incl usive, del pro ceso
gesta cional .
Fuera del plazo dispuesto, se garantiza el derecho de la mujer o persona gestante a acceder a la interrupción voluntaria del embarazo
en los siguientes casos:
a) si el embarazo fuera producto de una violación, con el solo requerimiento y la declaración jurada de la mujer o persona gestante
ante el/la profesional de la salud interviniente;
b) si estuviera en pel igro la vida o la salud de la m ujer o persona gestante, considerada como derecho humano;
c) si se diagnosticara la inviabilida d de vida extrauterina del fet o”.
Art. 8 - “Consentimiento informado. Previo a la realización de la interrupción voluntaria del embarazo en los casos previstos en la
presente ley, se requiere el consentimiento inform ado de la m ujer o persona gest ante expresado por escrito, de
conformidad con lo previsto en la ley 26529 y concordantes y el artículo 59 del Código Civil y Comercial. Ninguna mujer o persona
gestante puede ser sustituida en el ejercicio de este derecho”.
Art. 9 - “Personas menores de edad. Si se tratara de una adolescent e, niña o persona gestant e m enor de dieciséis (16)
años, la interrupción voluntaria del embarazo se deb e realizar con su co nsentim iento informado en los términos del
artículo anterio r y conform e l o dispuesto en el art ículo 26 del Có digo Civil y Co mercial, en conco rda ncia
con la Co nvenció n so bre los Derecho s del Niño, l a le y 26061 y el art ículo 7 de su decreto regl amentario
415/2006. En particular, debe respetarse el interés superior del/la niño/a o adolescente y su derecho a ser oído”.
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Art. 10 - “Personas con capacidad restringida. Si se trat ara de una mujer o persona gestant e con capacidad restringida
por sent encia j udicial y l a m isma no impidiere el ejercicio del derecho que oto rga l a presente ley, ella debe
prestar su consentimient o info rm ado sin ningún impedim ento ni necesidad de a utoriza ción prev ia alguna.
Si la sentencia de restricción a la capacidad impide el ejercicio del derecho previsto en la presente ley o la persona ha sido declarada
incapaz, el consentimiento informado debe ser prestado con la correspondiente asistencia prevista por el sistema de apoyos del artículo
32 del Código Civil y Comercial o con la asistencia del representante legal, según corresponda. En ambos supuestos, ante la falta
o ausencia de quien debe prestar el asentimiento, puede hacerlo un allegado de conformidad con lo dispuesto en el artículo 59 del
Código Civil y Comercial”.
Art. 11 - “Plazo. La mujer o persona gestante tiene derecho a a cceder a la interrupción volunt aria del embarazo en
el sist em a de salud en un plazo máxim o de cinco (5) días corridos desde su requerimiento y en las condiciones
que determina la presente ley, la ley 26529 y concordantes”.
Art. 12 - “Consejerías. Realizada la solicitud de interrupción voluntaria del embarazo, el establecimiento de salud debe garantizar
a aquellas mujeres o personas gestantes que lo requieran:
a) informació n adecua da;
b) atención previa y posterior a la interrupción voluntaria del embarazo de carácter médica, social y psicológica,
con el objeto de garantizar un espacio de escucha y contención integral; y
c) aco mpañamiento en el cuida do de la sa lud e información a decuada y confiable sobre los distintos m éto dos
a nticonceptivos disponibles, así como la provisión de los métodos anticonceptivos previstos en el Plan Médico Obligatorio y
en el P ro gra m a Na cio na l de Sa lu d S exu al y Pro creació n R espo nsa bl e est ab lecido s por l a l ey 2 5673 o la
normativa que en el futuro los reemplace.
La atención y acompañamiento previstos en este artículo deben ba sa rse en lo s principios de a uto no mía , lib erta d,
intimidad y co nfidencialidad, desde una perspectiva de derech os que favorezca la autono mía en la toma de
decisiones.
Cuando las condiciones del establecimiento de salud no permitiesen garantizar la atención prevista en el inciso b), la
respo nsabilidad de b rinda r la información co rresponde a l/l a profesional de la sal ud interviniente”.
Art. 13 - “Responsabilidad de los esta blecimiento s de salud. Las autoridades de cada esta blecimient o de salud
deben garant iza r la real ización de la int errupció n vol unta ria del em bara zo en los términos establecidos en la
presente ley y con los alcances del artículo 40 de la ley 17132 y el artículo 21 de la ley 26529 y concordantes.
La interrupción voluntaria del embarazo establecida en la presente ley se debe efectivizar sin ninguna a utoriza ción j udicia l
previa. No pueden imponerse requisitos de ningún tipo que dificulten el acceso a las prestaciones vinculadas con la interrupción
voluntaria del embarazo, debiendo garantizarse a la mujer o persona gestante la utilización de la mejor práctica disponible según
las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y una atención ágil e inmediata que respete su privacidad durante
todo el proceso y garantice la reserva de la información aportada.
En el caso excepcional de ser necesaria la derivación a otro establecimiento, la interrupción voluntaria del embarazo debe realizarse
en el plazo establecido en el artículo 7 y las demás disposiciones de la presente ley, siendo responsable de la efectiva realización el
establecimiento derivante”.
Art. 14 - “Acceso. La interrupción voluntaria del embarazo debe ser realizada o supervisada por un/una profesional de la salud.
El mismo día en el que la mujer o persona gestante solicite la interrupción voluntaria del embarazo, el/la profesional de la salud
interviniente debe suministrar información sobre los distint os métodos de int errupció n del em barazo, los alcances y
consecuencias de la pro secució n de la prá ctica y l os riesgo s de su po stergació n.
La información prevista debe ser clara, objetiva, comprensible y acorde a la capacidad de comprensión de la persona. En el caso de
las personas con discapacidad, se debe proporcionar en formatos y medios accesibles y adecuados a sus necesidades. En ningún caso
puede contener consideraciones personales, religiosas o axiológicas de los/as profesionales de la salud ni de terceros/as.
Se deben establecer mecanismos efectivos para garantizar el cumplimiento del plazo y condiciones establecidas en la presente ley a
las mujeres o personas gestantes privadas de su libertad.
Ningún profesional interviniente que haya obrado de acuerdo con las disposiciones de la presente ley está sujeto a responsabilidad
civil, penal o administrativa derivada de su cumplimiento, sin perjuicio de los casos de imprudencia, negligencia e impericia en su
profesión o arte de curar o inobservancia de los reglamentos y/o apartamiento de la normativa legal aplicable”.
Art. 15 - “Objeción de conciencia. El/la profesional de la salud que deba intervenir de manera directa en la interrupción voluntaria
del embarazo tiene la obligación de garantizar el acceso a la práctica y no puede negarse a su realización.
El/la profesional mencionado/a en el párrafo a nterior so lo pu ede ex im irse de esta obligació n cua ndo manifest are
su ob jeción prev ia ment e, de ma nera individual y por escrito , y la com unicare a la má xima auto rida d del
esta blecimient o de sa lud a l que pertenece.
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La objeción puede ser revocada en iguales términos, y debe mantenerse en todos los ámbitos, públicos o privados, en los que se
desempeñe el/la profesional.
El /la pro fesional no puede obj etar la int errupción volunt aria del em barazo en caso de que la v ida o la
salud de la mujer o persona gestante estén en peligro y requieran atención médica inmediata e impostergable.
Cada establecimiento de salud debe llevar un registro de los profesionales objetores, debiendo informar del mismo a la autoridad de
salud de su jurisdicción.
Queda prohibida la objeción de conciencia institucional y/o de ideario”.
Art. 16 - “Cobertura. El sector público de la salud, las obras sociales enmarcadas en las leyes 23660 y 23661, el Instituto Nacional
de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados creado por ley 19032, las entidades y agentes de salud comprendidas en la ley
26682 de marco regulatorio de medicina prepaga, las entidades que brinden atención dentro de la reglamentación del decreto
1993/2011, las obras sociales de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, las obras sociales del Poder Legislativo y Judicial y las
comprendidas en la ley 24741 de Obras Sociales Universitarias, y todos aquellos agentes y organizaciones que brinden servicios
médico-asistenciales a sus afiliadas o beneficiarios independientemente de la figura jurídica que posean, deben incorporar la cobertura
integral de la interrupción voluntaria del embarazo prevista en la presente en todas las formas que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) recomienda. Estas prest aciones quedan incluidas en el Pro grama Médico Obligatorio (PMO), com o
así t ambién las prestaciones de dia gnó stico, medicam ento s y terapia s de apo yo”.
Art. 17 - “Registro estadístico . Créase un registro de esta dísticas, monito reo y eval uación de la interrupción
volunta ria del embarazo , a efectos de generar info rma ción actualizada rela tiva a l a implementació n de la
presente ley.
La autoridad de aplicación, en articulación con las jurisdicciones provinciales, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios,
debe arbitrar los medios a fin de llevar un registro estadístico en todo el territorio nacional de:
a) las consul tas rea liza das a lo s fines de acceder a l o dispuesto po r la presente ley;
b) las int errupcio nes volunta rias del embarazo efectuadas, indicando el pl azo y cuá l de los supuestos del
artículo 3 de la presente ley hubiera sido invocado;
c) la inform ació n de los registros de obj etores previstos en el artículo 11 de la present e ley;
d) todo dato sociodemográfico que se estime pertinente para evaluar en forma anual los efectos de la presente ley, así como los
indicadores de seguimiento que pudieren realizarse.
En todos los casos se tomarán los recaudos necesarios para salvaguardar el anonimato y la confidencialidad de los datos recabados”.
Art. 18 - “Definiciones. A los efectos de la presente ley, interrupción voluntaria del embarazo y aborto son considerados términos
equivalentes y salud se entiende conforme a la definición que establece la Organización Mundial de la Salud”.
Título III - Políticas de salud sexual y reproductiva. Educación sexual integral
Art. 19 - “Políticas de salud sexual y reproductiva. Educación sexual integral. El Estado Nacional, las provincias, la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y los municipios tienen la responsabilidad de establecer políticas activas para la prevención
de emb ara zos no deseado s, y l a prom o ció n y el fo rta lecimient o de la sa lud sexu al y reproductiva de l a
població n. Estas políticas deberán estar enmarcadas en los objetivos y alcances establecidos en las leyes 25673 (Programa Nacional
de Salud Sexual y Reproductiva -año 2002-), 26150 (Programa Nacional de Educación Sexual y Reproductiva), 26485 (Violencia
de Género) y 26061, además de las leyes citadas anteriormente en la presente ley. Deberán además capacitar en perspectiva de
género a todos/as los/as profesionales y personal de la salud a fin de brindar una atención, contención y seguimiento adecuados a
las mujeres que deseen realizar una interrupción voluntaria del embarazo en los términos de la presente ley.
El Estado debe asegurar la educación sexual int egral, lo que incluye la procrea ción respo nsabl e, a través
de los progra mas creado s por las l eyes 25673 y 26150. En este último caso, deben incluirse los contenidos respectivos
en la currícula obligatoria de todos los niveles educativos, independientemente de la modalidad, entorno o ámbito de las distintas
instituciones educativas, sean éstas de gestión pública o privada, lo que deberá hacerse efectivo en todo el territorio nacional a partir
del próximo ciclo lectivo.
La educación sexual integral es un derecho y deberá impartirse en todo el sistema educativo sin excepción, y con especial referencia
y atención a las comunidades más vulnerables y a la diversidad e identidad de los pueblos originarios”.
Art. 20 - “Co misió n Bicamera l de Seguimiento de la normativa so bre salud reproductiva y educación sexua l.
Crease la Comisión Bicameral de Seguimiento de la normativa sobre salud reproductiva y educación sexual, la que tendrá las
siguientes funciones:
a) Solicitar informes de las autoridades de los ámbitos nacional, provincial y municipal referidos a la implementación de las medidas
contenidas en las leyes 25673, 26061, 26150 y 26485 y concordantes, así como de entidades privadas que trabajen en la materia.
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b) Receptar denuncias y/o informes provenientes de miembros de la comunidad educativa sobre la falta u obstrucción de la aplicación
efectiva de la ley.
c) Convocar a funcionarios encargados de la aplicación del Programa de Educación Sexual Integral para que informen acerca de la
implementación efectiva de la ley.
d) Promover reuniones científicas que ofrezcan alternativas para la más eficaz aplicación de la normativa en cuestión.
e) Impulsar, a partir de la evaluación que formule, la sanción de nuevas normas o reformas a las existentes con el fin de remover los
obstáculos que se hayan presentado y favorezcan el logro de los objetivos propuestos.
f) Presentar un informe anual circunstanciado del estado de aplicación de las normas en la materia.
La Comisión establecerá su estructura interna y dictará su propio reglamento de funcionamiento”.
Art. 21 - “Composición. La Comisión Bicameral prevista en el artículo anterior estará integrada por 7 diputados y 7 senadores
nacionales, respetando la proporcionalidad de cada representación legislativa y será presidida anualmente y en forma alternativa
por cada Cámara”.
Título IV - Disposiciones finales
Art. 22 - “Autoridad de aplicación. La autoridad de aplicación de la presente ley será establecida por el Poder Ejecutivo Nacional”.
Art. 23 - “Orden público. Las disposiciones de la presente ley son de orden público y de aplicación obligatoria en todo el territorio
de la República Argentina”.
Art. 24 - “Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional”
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I - INTRODUCCIÓN
(*) Abogada (UBA). Ha trabajado en el marco de la investigación socio jurídica feminista en temas
de salud y relación de las mujeres con la justicia en ELA y CEDES. Investigadora asociada del PIAF
(Programa de abogacía feminista de la UTDT). Presidenta de la Asociación Civil Red de Mujeres
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CN +
Tratados DDHH
Leyes federales +
Códigos de fondo (Penal, Civil)
Constituciones provinciales
Leyes provinciales
Otras normas
(1) Gelli, María A.: “Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada” - LL - Bs. As. -
2003 - pág. 284
(2) Gelli, María A.: “Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada” - LL - Bs. As. -
2003 - pág. 593
(3) Cartabia, Sabrina A.: “El derecho de niñas y adolescentes a acceder a una interrupción legal del
embarazo sin obstáculos” - ADA - Bs. As. - 2017 - disponible en adaciudad.org.ar - pág. 144
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Se entiende por niño/niña a “todo ser humano menor de 18 años de edad” (art. 1,
CDN). Es obligación de los Estados garantizarles el disfrute del más alto nivel posible de
salud (art. 24, CDN), otorgando una preparación adecuada para afrontar su vida adulta
y siempre debe primar el interés superior del/la niño/a en la toma de decisiones respecto
de estos (art. 3, CDN). A su vez, gozan de la protección de su intimidad y privacidad (art.
16, CDN). Estos derechos se encuentran fuertemente ligados al derecho a la salud, pues
son condición de posibilidad para su ejercicio. Su correlato es el derecho a la confiden-
cialidad que se articula con el deber de guardar secreto profesional. Médicos y médicas
están obligados a no revelar a terceros la información que se vea, oiga o descubra directa
o indirectamente en el contexto de la relación profesional. La información que surge de
una consulta médica se encuentra protegida y solo puede revelarse con el consentimiento
de la persona involucrada. Por lo tanto, NyA gozan de la protección de su intimidad al
igual que los/as adultos/as. El quebrar el secreto aleja a las personas del ejercicio del
derecho a la salud y a la privacidad. Ser NyA no es un límite al deber de confidencialidad
de los/as profesionales. Porque la intimidad y la privacidad son derechos personalísimos
que solo pueden ser ejercidos por sus titulares. A su vez, la violación de la confidencialidad
puede ser perjudicial para la vida o la salud del NyA y por lo tanto contraria al interés
superior del niño que funciona como criterio dirimente en caso de dudas.
Toda la actividad institucional se encuentra regulada por los principios y derechos
constitucionales y de derechos humanos. Las personas también nos encontramos
obligadas por estos. Allí se sostiene que NyA debe tener acceso a los servicios de salud sin
discriminación. Sin embargo, la responsabilidad parental (antes llamada patria potestad)
suele interpretarse como un obstáculo que aleja a NyA de sus derechos, porque se lleva
adelante sin ser enmarcada o leída a la luz de las obligaciones constitucionales y el interés
superior del/la niño/a. Esta institución del derecho es reconocida en el nuevo Código Civil
y Comercial como el “conjunto de deberes y derechos que corresponden a los progenitores
sobre la persona y bienes del hijo, para su protección, desarrollo y formación integral
mientras sea menor de edad y no se haya emancipado” (art. 638). Por otra parte, el artículo
639 enuncia las pautas para su ejercicio:
- El interés superior del/la niño/a obliga a que todas las acciones y decisiones que lleven
adelante los representantes de NyA deben ser realizadas en su beneficio.
- La autonomía progresiva del/la hijo/a conforme a sus características psicofísicas,
aptitudes y desarrollo. A mayor autonomía, disminuye la representación de los proge-
nitores o representantes legales en el ejercicio de los derechos de los/as hijos/as.
- El derecho del/la niño/a a ser oído/a y a que su opinión sea tenida en cuenta según su
edad y grado de madurez.
A esto debemos sumarle que la responsabilidad parental no es una finalidad en sí
misma, pues debe ejercerse en beneficio de NyA. Por lo tanto, no implica sujeción al
vínculo filial, ni es absoluta. Tiene límites, ya que se encuentra sujeta a normas sociales
y legales y se complementa con la acción del Estado, que también debe proteger y brindar
acceso a derechos a NyA. En consecuencia, no es legítimo supeditar el derecho a la salud
de los NyA al solo arbitrio de quien detenta la responsabilidad parental. Esto implicaría
sostener que los titulares del derecho a la salud integral son únicamente las personas
mayores de edad, mientras que los NyA deberían conformarse con un derecho más
restringido, según los progenitores o representantes legales que les toquen(4). La
(4) Cartabia, Sabrina A.: “El derecho de niñas y adolescentes a acceder a una interrupción legal del
embarazo sin obstáculos” - ADA - Bs. As. - 2017 - disponible en adaciudad.org.ar - pág. 145
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Los derechos sexuales y (no) reproductivos son esenciales para la realización de los
demás derechos humanos, pues forman parte del núcleo indivisible de derechos con los
que debe contar una persona. Estos incluyen una variedad de derechos civiles, políticos,
económicos y sociales, donde se incluyen el derecho a la salud, a la vida, a la igualdad y
no discriminación, a la intimidad, a la información, a la educación y a vivir una vida libre
de violencias, torturas o tratos crueles. A su vez, la equidad de género es un componente
esencial para el desarrollo de los derechos humanos.
Por mandato del artículo 5 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por su nombre en inglés) es obligación
de los Estados parte incorporar la perspectiva de género, es decir, tomar todas las medidas
apropiadas para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetu-
dinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o
superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y
mujeres. Esta cláusula también es aplicable a la protección de NyA, pues ellas también
sufren discriminación basada en su género(5). Por lo tanto, el Estado se encuentra obligado
a reformar las estructuras discriminatorias que ejercen poder en contra de NyA donde
el género y la edad juegan un rol preponderante en la obstaculización en el acceso a
derechos. En este sentido, el Estado se ve obligado a cambiar sus instituciones con el
objetivo de modificar las inequidades experimentadas por las mujeres, niñas y
adolescentes en lugar de exigirles a estas cambiar sus comportamientos para ajustarse a
las normas masculinas(6) y adultocéntricas.(7)
(5) En este sentido, diversos instrumentos y documentos del sistema internacional de derechos
humanos han afirmado que la equidad de género es esencial para la realización de los derechos
humanos: art. 1, CEDAW; Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos; Pacto Internacional
sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad y Convención de los Derechos del Niño
(6) Comité CEDAW, Recomendación General 25: art. 4, párr. 1, de la CEDAW, sobre medidas
especiales temporarias, (2004); Comité CEDAW, Recomendación General 28: aclarar el alcance y el
significado del art. 2 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, en el que se establecen medios para que los Estados partes apliquen a nivel nacional
las disposiciones sustantivas de la Convención (2010); Comité sobre Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, Recomendación General 20: la no discriminación y los derechos económicos, sociales
y culturales (art. 2, párr. 2, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales),
párrs. 8, 9 y 39 (2009)
(7) “El adultocentrismo destaca la superioridad de los adultos por sobre las generaciones jóvenes y señala el acceso
a ciertos privilegios por el solo hecho de ser adultos. Ser adulto es el modelo ideal de persona por el cual el sujeto
puede integrarse, ser productivo y alcanzar el respeto en la sociedad” (UNICEF: “Superando el
adultocentrismo” - Santiago de Chile - 2013 - disponible en unicef.cl - pág. 18)
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(8) Cartabia, Sabrina A.: “El derecho de niñas y adolescentes a acceder a una interrupción legal del
embarazo sin obstáculos” - ADA - Bs. As. - 2017 - disponible en adaciudad.org.ar - pág. 142
(9) Caso “Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica” - Corte IDH - párr. 147
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El Comité de Derechos del Niño expresó que las adolescentes deben acceder a los
abortos sin importar el estatus legal que tenga la práctica médica(22). En este sentido,
también estableció que NyA tienen derecho al acceso a prácticas médicas en forma
confidencial y sin la necesidad de contar con el consentimiento de sus representantes
legales según la evolución de sus capacidades cuando los profesionales que examinen el
caso determinen que ello corresponda en el interés superior de este. Los Estados deben
estudiar la posibilidad de permitir que los niños accedan a someterse a determinados
tratamientos e intervenciones médicos sin el permiso de un representante legal, como los
servicios de salud sexual y reproductiva, con inclusión de educación y orientación en
materia de salud sexual, métodos anticonceptivos y aborto en condiciones de seguridad(23).
Debe presumirse que las adolescentes son competentes para pedir y obtener todas las
prácticas de salud sexual y reproductiva, incluido el aborto.(24)
Estas recomendaciones son de suma importancia pues, según las estadísticas
vitales que publicó el Ministerio de Salud de la Nación en 2015 (últimos datos disponibles),
fueron madres 2.787 niñas menores de 15 años y 108.912 adolescentes de hasta 19
años.(25)
IV - DERECHOS INTERNOS
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médico muy seguro. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América (EE.UU.), la tasa de
letalidad es 0,7 cada 100.000 abortos legales”.(27)
El otorgamiento del consentimiento informado se encuentra regulado por el artículo
59 del Código Civil y Comercial. En el caso de NyA este debe darse en un espacio de
intimidad y confianza donde sea informada y sus opiniones y preguntas sean escuchadas,
siendo el objetivo la obtención del consentimiento de la gestante. Si el consentimiento de
la NyA entra en conflicto con el de quien es su representante legal, el interés superior del
niño se erige como pauta para dirimir el conflicto, debiéndose siempre privilegiar el
derecho o interés de la NyA. Para hacer esto se deben ponderar criterios prudenciales
respecto de los riesgos y beneficios, en función de la situación de cada paciente, teniendo
en cuenta su autonomía progresiva y su historia clínica.(28)
V - CONCLUSIÓN
(27) Organización Mundial de la Salud: “Aborto sin riesgos: guía técnica y de políticas para sistemas
de salud” - 2ª ed. - 2012 - disponible en apps.who.int
(28) Cartabia, Sabrina A.: “El derecho de niñas y adolescentes a acceder a una interrupción legal del
embarazo sin obstáculos” - ADA - Bs. As. - 2017 - disponible en adaciudad.org.ar - pág. 154
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(7) Cfr. Ekmekdjián, Miguel Á.: “Manual de la Constitución Argentina” - Ed. Depalma - Bs. As. -
1997 - pág. 88; Sagüés, Néstor P.: “Elementos de derecho constitucional” - Ed. Astrea - Bs. As. - 1999
- T. 2 - pág. 89
73
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superior del niño” (art. 3.1) y que “los Estados partes reconocen que todo niño tiene
derecho intrínseco a la vida” (art. 6.1), obligándose a garantizar su supervivencia y
desarrollo en la máxima medida posible (cfr. art. 6.2).
- La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, reafirmando “...la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad
y el valor de la persona humana y en la igualdad de los derechos del hombre y la mujer”
expresa que “...los Estados partes conscientes de que el papel de la mujer en la
procreación no debe ser causa de discriminación...” (párrs. 1 y 13 del preámbulo), en
virtud de lo cual y con el fin de tutelar efectivamente a las mujeres establece que la
adopción de “...medidas especiales, incluso las contenidas en la presente Convención,
encaminadas a proteger la maternidad no se considerará discriminatoria” (art. 4-2), que
los Estados parte deben “Garantizar que la educación familiar incluya una comprensión
adecuada de la maternidad como función social y el reconocimiento de la responsa-
bilidad común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus
hijos, en la inteligencia de que el interés de los hijos constituirá la consideración
primordial en todos los casos” (art. 5-b) y que esos Estados “...garantizarán a la mujer
servicios apropiados en relación con el embarazo, el parto y el período posterior al parto,
proporcionando servicios gratuitos cuando fuere necesario y le asegurarán una nutrición
adecuada durante el embarazo y la lactancia” (art. 12, 2-b).
- La Convención Americana de Derechos Humanos, “Reconociendo que los derechos
esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino
que tienen como fundamento los atributos de la persona humana” (preámbulo, tercer
párr.), estipula que “para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano”
(art. 1.2), que “toda persona tiene derecho a que se respete su vida” (art. 3) y, como
deber de los Estados parte, que este derecho “...estará protegido por la ley, y en general,
a partir del momento de la concepción” (art. 4.1).
- El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos “Reconociendo que estos derechos
se derivan de la dignidad inherente a la persona humana” (preámbulo, párr. 3),
establece que “el derecho a la vida es inherente a la persona humana ... estará protegido
por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente” (art. 6.1) y, con la
finalidad específica de proteger la vida del que está por nacer, prohíbe aplicar la pena
de muerte a mujeres en “...estado de gravidez” (art. 6.5).
- Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales Civiles y Políticos,
luego de admitir, expresamente, que todos los derechos derivan de la especial dignidad
propia de toda persona humana (cfr. preámbulo, primer y segundo párrs.), pone en
cabeza de los Estados partes el deber de “...conceder especial protección a las madres
durante un período de tiempo razonable antes y después del parto. Durante dicho
período, a las madres que trabajen se les debe conceder licencia con remuneración o con
prestaciones adecuadas de seguridad social” (art. 10.2) y de “...adoptar medidas
especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños y adolescentes, sin
discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición...” (art. 10. 3).
Así, pues, en el orden de los derechos humanos -en particular de los de primera
generación, a la que pertenece el derecho a la vida- no cabe hablar de un “derecho al
aborto”. Pero sí del derecho a la vida, sobre la base de una formulación positiva, que
manda proteger la vida y otra negativa que prohíbe matar al inocente, por lo que, aun en
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aquellos ordenamientos en los que existe la pena de muerte, esta se aplica en casos
excepcionales y solo después de haberse declarado la culpabilidad del reo.(8)
Un derecho no puede implicar la realización de una conducta que ofenda la moral
pública y menos de aquella que atenta directamente contra un derecho fundamental(9),
como lo hace el aborto al violentar el derecho a la vida, motivo por el que mal podría ser
considerado una conducta lícita ni como un derecho.
Ello no obstante, en favor de la legalización del aborto, se alega que su constitucio-
nalidad habría sido declarada por la Corte Suprema en la causa “F. A. L.”, en relación con
lo cual hay que recordar, en primer lugar, que las sentencias judiciales solo tienen efecto
para quienes han sido parte en el juicio, de donde no cabe derivar un alcance general y
abstracto -propio de la ley- del citado decisorio.
En otro orden de consideraciones cabe decir que, del análisis de la referida
sentencia (fallos 335:197), resulta que la misma ostenta ciertos déficits, de entidad tal,
que habilitan a relativizar su autoridad, de los cuales aludiremos aquí a unos pocos de
entre los que pueden considerarse más relevantes:
i. El primero, directamente vinculado con el ejercicio de la jurisdicción, puesto que, tal
como se reconoce desde el principio mismo del fallo, el juicio había tenido por objeto
inicial (año 2010) el pedido de autorización judicial para provocar el aborto del bebé
que gestaba la niña A. G.(10); a la fecha de la sentencia de la Corte (13/3/2012) la
muerte del bebé ya había ocurrido, con mucha antelación (11/3/2010), pese a lo que,
contraviniendo su propia jurisprudencia -más que centenaria- conforme a la cual los
jueces deben resolver con arreglo a las circunstancias imperantes al momento de
hacerlo, la Corte dictó sentencia, aun cuando la cuestión (autorización para abortar)
se había vuelto abstracta, por cuanto la vida de la persona por nacer ya se había
truncado. Para resolver así, la Corte arguyó que debían contemplarse y privilegiarse,
de cara al futuro, los derechos de las mujeres embarazadas, a la salud, a la
autodeterminación y a la libertad de decidir.
ii. Otro reparo que suscita la sentencia consiste en haber admitido, en forma explícita,
ser potencialmente útil para amparar y hasta para alentar la promoción de “casos
fabricados” de violación, como excusa para justificar el aborto, pese a lo cual optó por
exhortar “...a las autoridades nacionales, provinciales y de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires a implementar y hacer operativos, mediante normas del más alto nivel, en
los términos aquí sentados, protocolos hospitalarios para la concreta atención de los
abortos no punibles y para la asistencia integral de toda víctima de violencia sexual”.(11)
(8) Cabe recordar al respecto que el art. 6.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
prohíbe a los Estados miembros aplicar la pena capital a las mujeres en estado de gravidez
(9) El art. 19, CN, que consagra el principio de legalidad o libertad, solo ampara las acciones “...que
de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero...”, por lo cual el aborto
que sí la ofende y provoca la muerte del niño por nacer, no puede considerarse amparado por la
Constitución ni, por ende, un derecho; menos, aún, a partir de la reforma de 1994, mediante la cual
se ha han incorporado a la CN los tratados de derechos humanos todos los cuales reconocen que los
derechos fundamentales de las personas -incluida la vida, claro está- se originan en su dignidad
intrínseca y, por ello, son inalienables
(10) El embarazo, aparentemente, era fruto de la violación de la que había sido víctima la niña, a
manos de la pareja de su madre, quien estaba sometido a proceso por ese aberrante delito
(11) Sin embargo, en este puntual aspecto hay que destacar la sustancial diferencia que media entre
la decisión judicial de no punir una determinada conducta ya realizada y legalizar esa misma conducta,
puesto que lo propio de la ley es regir para el futuro, de manera general y abstracta
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iii. Asimismo cabe señalar que, para sustentar la aludida justificación, la CSJN argumentó
que la República Argentina podría ser sancionada a nivel internacional, por incum-
plimiento de tratados internacionales y de las decisiones de los órganos convencionales
a cuyo cargo está la resolución de casos regidos por esos tratados. Al respecto,
cabe decir que la misma Corte Suprema ha sostenido, en una clara mayoría de
oportunidades, una posición contraria, precisando “...que tanto de los términos
expresos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos como de su contexto se
desprende que cuando ese instrumento convencional ha querido asignar carácter
obligatorio de las decisiones emanadas de sus órganos de aplicación lo hizo en forma
explícita. En este sentido la Convención dispone que ‘...Los Estados Partes en la
Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en
que sean parte...’ (art. 68.1), por lo que la obligatoriedad del fallo no admite dudas en
la medida que el Estado Nacional ha reconocido explícitamente la competencia de ese
tribunal internacional al aprobar la citada convención (L. 23054)”(12), criterio luego
reiterado en Fallos: 334:1504 y sostenido por la Cámara Federal de Apelaciones de
Salta (cfr. sent. del 8/7/2013, causa 61000007/13). En el mismo sentido, el
Procurador General de la Nación, al dictaminar en la causa de Fallos: 335:533 había
dicho: “...según el derecho interamericano, las únicas decisiones de los órganos de
protección del sistema interamericano que son obligatorias para los Estados son las
sentencias contenciosas de la Corte Interamericana, y ello, por un lado, en los términos
del artículo 68.1 de la Convención Americana ... de este modo, la decisión de la Corte
Interamericana en un caso contencioso es obligatoria respecto de un Estado parte de la
Convención Americana que aceptó la competencia de la Corte Interamericana y fue parte
en el proceso internacional concreto en el cual esa decisión fue dictada y, además, lo es
exclusivamente en relación con ese proceso concreto. Las decisiones de la Corte
Interamericana no tienen efectos generales, erga omnes, sobre otros casos similares
existentes en el mismo u otro Estado”.
- Hace apenas poco más de un año (14/2/2017), la propia Corte Suprema ha reiterado
su constante doctrina, recordando que tal interpretación acerca de la validez y
obligatoriedad de los tratados internacionales, hace al respeto y salvaguarda de la
soberanía nacional, en los siguientes términos: “Que, en efecto, esta Corte no puede
desconocer que la CADH(13) fue incorporada con jerarquía constitucional a nuestro orden
jurídico sin que tal incorporación suponga derogar artículo alguno de la primera parte
de la Constitución Nacional [art. 75, inc. 22), CN], dentro de la cual destaca el artículo
27. El constituyente ha consagrado en el citado artículo 27 una esfera de reserva
soberana (margen de apreciación nacional) delimitada por ‘los principios de derecho
público establecidos en la Constitución Nacional’, a los cuales los tratados interna-
cionales -y con mayor razón aun la interpretación que de tales tratados se realice- deben
ajustarse y con los cuales deben guardar conformidad” (Fallos: 340:47); en ese
precedente, el Tribunal citó el discurso de Joaquín V. González en la sesión del día
26/8/1909, en el H. Senado de la Nación, cuando refiriéndose al tema que nos ocupa
sostuvo que un: “...tratado no puede alterar la supremacía de la Constitución Nacional,
cambiar la forma de gobierno, suprimir una provincia o incorporar otras nuevas, limitar
atribuciones expresamente conferidas a los poderes de gobierno, desintegrar social o
políticamente al territorio; restringir los derechos civiles, políticos y sociales reconocidos
(12) Fallos: 327:5668 (voto de los jueces Belluscio y Maqueda, Consid. 9; sin resaltado en el original)
(13) Convención Americana de Derechos Humanos
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por la Constitución a los habitantes del país, ni las prerrogativas acordadas a los
extranjeros ni suprimir o disminuir en forma alguna las garantías constitucionales
creadas para hacerlos efectivos ... En cuanto la Constitución Nacional sea lo que es, el
artículo 27 tiene para la Nación significado singular en el derecho internacional. La regla
invariable de conducta, el respeto a la integridad moral y política de las Naciones
contratantes”.
iv. Por último y, como se dijo, sin pretender agotar las dificultades que exhibe la sentencia
dictada en “F.A.L.”, es interesante traer a colación el decisorio de la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos en la causa “Fernández Ortega vs. México”, porque
fue citado por nuestro más Alto Tribunal -como argumento de autoridad- para fundar
el atribuido carácter obligatorio de la jurisprudencia de la CIDH, toda vez que de la
lectura de los dos decisorios resulta que la única similitud que presentan es que ambas
mujeres habían sido víctimas de violación, pues, en el caso mexicano la señora
Fernández Ortega no quedó embarazada como consecuencia de la violación, extremo
que surge evidente de la sentencia convencional.(14)
El valor de la jurisprudencia -sin ser absoluto- deriva de que, al habérsele confiado
al Poder Judicial “...el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos
regidos por la Constitución...” (art. 116, CN) ha quedado investido con la atribución de
ejercer el “control de constitucionalidad”, tarea que tiene cómo máximo exponente a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, por ser la “cabeza” de dicho poder y, por ello,
última o máxima intérprete de la Constitución (art. 108).
En ejercicio de tan eminente y delicada misión, como se dijo, el más Alto Tribunal
de la República tiene sentada una clara doctrina a favor del derecho a la vida, como el
primer y más importante derecho de las personas.(15)
De su lado, la Procuración General de la Nación, máxima autoridad del Ministerio
Público Fiscal, a cuyo cargo la Constitución y las leyes han puesto a promover la actuación
de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad y, en
especial, la misión de velar por la efectiva vigencia de la Constitución Nacional y los
instrumentos internacionales de derechos humanos en los que la República sea parte y
procurar el acceso a la justicia de todos los habitantes (cfr. arts. 120, CN; 1, ss. y concs.,
L. 27148), sostiene que “el derecho a la vida, más que un derecho no enumerado en los
términos del art. 33 de la Constitución Nacional, es un derecho implícito, ya que el ejercicio
de los derechos reconocidos expresamente requieren necesariamente de él”(16) y que “desde
esta perspectiva, no caben dudas que todo niño -siempre otorgando al vocablo la acepción
amplia contenida en la convención que tutela sus derechos- es merecedor de las garantías
y protecciones que se desprenden de la naturaleza humana y de su condición de tal, desde
su concepción, en la medida que el derecho del niño a la vida no se adscribe a una
entelequia (‘...desde la concepción...’) sino que responde -y debe responder, para no ser
totalmente desconocido- a una realidad concreta y dinámica (conf. dictamen citado). Es por
ello que su tutela legal para ser real y efectiva, debe empezar desde el momento en que el
individuo vive, es decir, desde la vida intrauterina, porque, siempre es claro también que
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(24) Conforme a los términos del proyecto, no parece que con el mismo se persiga la despenalización
del aborto puesto que despenalizar consiste en dejar de definir como delito una conducta
anteriormente sancionada por la legislación penal; para la despenalización alcanzaría con derogar los
arts. 85 a 88 del Código Penal vigente, en relación con lo que cabe señalar que, de hecho, el proyecto
propone la derogación del inc. 2) del art. 85 y del art. 86, CP
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Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza.
Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto.
Se nos mueren nenas en las villas y en sanatorios hacen fortunas
sacándoles la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin
de la familia y solo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales.
Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas.
El resto es educar, no legislar.
Dr. René Favaloro
I - INTRODUCCIÓN
(*) Doctora (UBA). Abogada y especialista en Derecho Penal (UBA). Especialista en Bioética
(FLACSO). Docente e investigadora (UBA). Miembro del Comité de Ética del Hospital de Pediatría
SAMIC Prof. Dr. Juan P. Garrahan. Miembro del Comité de Ética del Instituto de Investigaciones
Médicas Dr. Alfredo Lanari
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(1) Se estiman entre 370.000 y 520.000 abortos por año. Silvia, Mario y Pantelides, Edith A.:
“Estimación de la magnitud del aborto inducido en la Argentina. Notas de población” - CEPAL - N°
87 - Santiago de Chile - 2009 - año XXXV - disponible en archivo.cepal.org.
Algunos números: a) Muertes por abortos inseguros en la Argentina: 17% del total de las muertes
maternas (2014-2016). b) Mueren por abortos inseguros 47 mujeres al año. c) Desde la llegada de la
democracia, 3030 mujeres han muerto por abortos inseguros. d) La muerte por abortos inseguros es
la primera causa individual de muerte materna desde 1980 en la Argentina. e) En el año 2012
murieron 33 mujeres a causa de embarazos terminados en aborto. Dos de ellas eran adolescentes
menores de 20 años y 7 entre 15 y 19 años (DEIS - 2014)
(2) Adaptado de paho.org y de Revista Panamericana Salud Pública - Pan. Am. J. Public Health -
8(1/2) - 2000
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medios (v. gr.: homicidio doloso, homicidio agravado, homicidio culposo, homicidio en
emoción violenta, homicidio justificado, aborto, etc.). A tal punto es así que el aborto
con consentimiento de la mujer merece una pena de 1 a 4 años de prisión, o de 3 a 10
años si se ejecutó sin el consentimiento de la parturienta, escala penal sensiblemente
inferior a los 8 a 25 años de prisión que prevé el homicidio doloso del artículo 79 del
Código Penal. Ello, sin dejar de hacer notar que nuestra legislación penal no tipifica
como delito autónomo las lesiones provocadas al feto cuyo resultado muerte no puede
ser consumado, sino que estas quedan subsumidas en la figura penal de tentativa de
aborto, ni tampoco considera al homicidio de una mujer embarazada como agravado,
lo cual evidencia -una vez más- que la protección que la norma penal dispensa al feto
es de una menor intensidad y jerarquía que la que le corresponde a la persona ya
nacida.
9. Asimismo, en el fallo “Artavia Murillo y otros (fecundación ‘in vitro’) vs. Costa Rica”(5),
la Corte Interamericana de Derechos Humanos -cuya jurisprudencia resulta de
carácter vinculante para nuestro país- ha afirmado que el feto no es persona, no puede
considerarse como una persona ya nacida y merece una protección gradual y
diferenciada.
10.Es esta misma Corte Interamericana de Derechos Humanos la que ha sostenido que
de las normas pertinentes de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en particular, su
art. 4) no se deriva ningún mandato por el que corresponda interpretar, de manera
restrictiva, el alcance del artículo 86, inciso 2), del Código Penal, en tanto esas normas
fueron expresamente delimitadas en su formulación para que de ellas no se derivara
la invalidez de un aborto no punible.(6)
11.El Estado argentino ya fue hallado responsable internacionalmente por el Comité de
Derechos Humanos de Naciones Unidas, por no garantizar el acceso efectivo al aborto
no punible(7). Además de esta condena, entre el año 2010 y 2011, cuatro organismos
de monitoreo de instrumentos de derechos humanos que gozan de rango constitucional
manifestaron su preocupación por las dificultades que existen en el país para obtener
la interrupción del embarazo en los casos permitidos por la ley. Estos órganos
internacionales son el Comité de Derechos Humanos, el Comité sobre los Derechos del
Niño, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer y el Comité
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.(8)
12.Los mal llamados derechos del niño por nacer son derechos en expectativa sujetos a
una condición resolutoria: su nacimiento con vida. Esto quiere decir que si ese feto
muere antes de nacer es como si nunca hubiera existido. El nacimiento es el momento
en que adquiere personalidad jurídica y se convierte en sujeto de derechos, en niño,
(5) Caso “Artavia Murillo y otros (fecundación ‘in vitro’) vs. Costa Rica. Excepciones preliminares,
fondo, reparaciones y costas” - Corte IDH - 28/11/2012 - Cita digital IUSJU213190D
(6) “Baby boy” - Comisión IDH - Informe 23/1981 y discusión en torno a la redacción de los
mencionados artículos
(7) Caso “L. M. R. vs. Argentina” - Comité de Derechos Humanos - 29/3/2011 - CCPR/C/
101/D/1608/2007
(8) Comité de Derechos Humanos - Observaciones Finales - Argentina - CCPR/C/ARG/CO/4 -
22/3/2010; Comité sobre los Derechos del Niño - Observaciones Finales - Argentina -
CRC/C/ARG/CO/3-4 - 21/6/2010; Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer - Observaciones Finales - Argentina - 12 al 30/7/2010; Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales - Observaciones Finales - Argentina - E/C.12/ARG/CO/3 - 14/12/2011
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(9) Informe del Instituto Guttmacher: “Aborto a nivel mundial: una década de progreso desigual” -
2011
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de los Derechos del Niño recomendó a los Estados: “Permitir que los niños accedan
a someterse a determinados tratamientos e intervenciones médicas sin el permiso
de un progenitor, cuidador o tutor, como la prueba del VIH y servicios de salud sexual
y reproductiva, con inclusión de educación y orientación en materia de salud sexual,
métodos anticonceptivos y aborto en condiciones de seguridad”. Comité de Derechos
del Niño, Observación General 15 (2013).
b) El Comité de los Derechos del Niño también recomendó específicamente ampliar la
disponibilidad de los métodos anticonceptivos para niños sexualmente activos: “Los
métodos anticonceptivos a corto plazo, como los preservativos, los métodos hormo-
nales y los anticonceptivos de emergencia, deben estar a disposición inmediata de
los adolescentes sexualmente activos. También deben facilitarse métodos anticon-
ceptivos permanentes y a largo plazo. El Comité recomienda que los Estados
garanticen el acceso al aborto en condiciones de seguridad y a servicios posteriores
al aborto, independientemente de si el aborto es en sí legal”. Comité de Derechos
del Niño, Observación General 15 (2013).
c) Las normas vigentes sobre aborto legal en la Argentina incluyen el derecho de niñas
y adolescentes al acceso a la interrupción del embarazo en determinados casos.
El Ministerio de Salud de la Nación en su Protocolo para la Atención Integral de las
Personas con Derecho a la Interrupción Legal del Embarazo (2015) estableció que
se debe respetar, en todos los casos, en primer lugar el derecho de las niñas y
adolescentes a participar de forma significativa en la atención y en las decisiones
relacionadas con la práctica de los abortos legales.
19.En los casos en que se requiere acompañamiento y se presente un conflicto entre la
decisión de la niña y la opinión de su/s progenitor/es, de no ser posible el acuerdo o
en caso de negativa injustificada de quienes la asisten en el proceso de toma de
decisiones respecto a la práctica de un aborto legal, se debe proceder de acuerdo con
lo establecido en el artículo 26 del Código Civil y Comercial, que indica que “el conflicto
entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base de la
opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico”.
20.Los profesionales de la salud no somos jueces ni estamos llamados a coincidir con los
valores, preferencias y principios de nuestros pacientes. Pero nos debemos a ellos, de
manera de acompañarlos, aconsejarlos y permitirles tomar la mejor decisión (que es
solo de cada uno de ellos y de nadie más), que supone el amplio conocimiento de las
consecuencias y alternativas al curso elegido. El deber de atender a una persona que
está enfrentada a una decisión compleja lleva a que demos la ayuda adecuada de modo
que el sujeto se coloque en las mejores condiciones para decidir.
21.No puede olvidarse que el aborto clandestino es la primera causa de muerte materna
en edad fértil originada en las complicaciones de los abortos clandestinos, existiendo
además desigualdad en la distribución dentro de la población de esas muertes o
morbilidades, siendo más frecuentes entre las usuarias del hospital provenientes de
poblaciones carenciadas, económica y socialmente.(10)(11)
(10) Globalmente, se estima que 46 millones de embarazos finalizan en un aborto inducido cada año
y que casi 20 millones son inseguros. Asimismo, alrededor del 13% de todas las muertes maternas se
deben a complicaciones de abortos inseguros. Además de las 70.000 mujeres que mueren por año,
decenas de miles sufren consecuencias a largo plazo, incluyendo infertilidad (cfr. “Aborto sin riesgos.
Guía técnica y de políticas para sistemas de salud” - Organización Mundial de la Salud - 2011)
(11) En la Argentina, hasta el 2007 se registraban alrededor de 100 mujeres muertas por año a
consecuencia de complicaciones de abortos inseguros y estas complicaciones representan la primera
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22.En cuanto al principio del interés superior del niño debemos tener en cuenta que las
Naciones Unidas lo considera un principio rector-guía, así como nuestra jurispru-
dencia lo ha dotado del carácter de norma interpretativa y prevalente. Es, además,
una garantía de respeto a sus derechos y a su pleno desarrollo personal, y un
imperativo para el Estado y la concepción de políticas públicas que lo involucren. Es,
huelga decir, un principio constitucional, por reconocimiento expreso a la Convención
de los Derechos del Niño en los términos del artículo 75, inciso 22), de la Constitución
Nacional.
No quiero dejar pasar la oportunidad de destacar que el tema del aborto se da
dentro de un contexto eminentemente asistencial; por ello también debe ser observado
como parte de una política pública de salud. La función de la ley es ser un marco de
referencia, que establezca las condiciones mínimas e imprescindibles para el ejercicio
de los derechos individuales. Pero no reemplaza el saber médico ni lo impone. El proceso de
toma de decisiones debe siempre darse dentro de la relación asistencial, en un ámbito de
comprensión, entendimiento, confidencialidad y respeto mutuo, siempre con el objetivo
de garantizar los mejores intereses del paciente.
En la relación asistencial se presentan dilemas éticos que inciden en la toma de
decisiones, donde los límites entre lo posible, lo querido y lo debido son difusos y
conflictivos. Estos dilemas se cimientan en la interacción entre los avances científicos y
tecnológicos, por un lado, y los cambios sociales y culturales de una sociedad deter-
minada, por el otro. El mundo actual se caracteriza por un pluralismo de valores morales,
ideologías, creencias y principios, que imponen el respeto de la idiosincrasia y derechos
de cada uno con independencia de las preferencias y valoraciones personales.
Desde tiempos inmemoriales la cuestión del aborto convoca discusiones y pasiones
que plantean fundamentos diferentes y hasta opuestos, en tanto parten de perspectivas
morales, filosóficas, sociales, religiosas y culturales distintas.
La relación de confianza que debe existir entre los pacientes y el equipo de salud,
en la cuestión que nos convoca, no parece establecerse en forma satisfactoria. La
población femenina, en general, no parece encontrar en los médicos la oportunidad de
contar con una segura y respetuosa confianza cuando se trata de la decisión de interrup-
ción del embarazo. Las motivaciones por las cuales una mujer decide practicarse un
aborto pueden ser múltiples y variadas; podemos o no acordar con ellas, pero siempre
son y serán traumáticas y dolorosas, precisando en ese momento del apoyo profesional y
humano que se le puede y debe brindar desde la medicina. Sin embargo, los profesionales
suelen asumir una conducta paternalista que en forma explícita o implícita juzga la
conducta de la paciente, anteponiendo en muchas oportunidades sus propios valores
personales ante la situación planteada. Esta actitud repercute negativamente en los
derechos de la mujer, quien muchas veces es puesta en la encrucijada de decidir poner
en riesgo su vida o su salud realizándose la práctica en forma clandestina e insegura, o
acudir al sistema de salud público donde se buscará o bien disuadirla o bien obstacu-
lizarla en el ejercicio de su derecho.
causa de muerte materna. Las estimaciones recientes indican que ocurren 460.000 abortos inducidos
al año (cfr. “Información básica 2005” - Ministerio de Salud de la Nación - Dirección de Estadísticas
e Información de Salud - Bs. As. - 2006. Y Pantelides, Edith A. y Silvia, Mario: “Estimación de la
magnitud del aborto inducido, resumen ejecutivo” - 2007 - disponible en cedes.org. Ver nota 1
respecto del descenso de la tasa hasta el 2016
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II - CONCLUSIÓN
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(12) Diccionario de la Real Academia Española, definición de “servicio”: “utilidad o función que
desempeña un cosa”
(13) La frase se le atribute a Florynce R. Kennedy
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MARÍA S. CIRUZZI
- El 10% vive en lugares donde solo se permite el aborto cuando es necesario para
proteger la salud física de la mujer o para salvar su vida.
- El 4% reside en lugares donde se permite el aborto solamente por estas razones o para
proteger la salud mental de la mujer.
- El 61% de las mujeres viven en partes del mundo donde se permite el aborto para
proteger la vida de la mujer o su salud física o mental, por razones socioeconómicas o
por ninguna razón en particular (por lo menos durante los primeros meses del
embarazo).
- En los 55 países donde se permite el aborto a base de fundamentos legales amplios, la
ley usualmente estipula algunas condiciones como, por ejemplo, límites de gestación,
indicación, períodos de espera, requisitos de consentimiento, y restricciones en torno
a dónde y quién practicaría el aborto.
Referencias:
Legal en casos de riesgo para la vida de la madre y/o de salud física o mental.
No hay información.
94
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WHAT’S LAW GOT TO DO WITH IT? BREVES APOSTILLAS JURÍDICAS Y BIOÉTICAS COMO…
95
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¿P OR QUÉ HABLAMOS DE LA
DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO?
Roberto A. Conti(*)
(*) Abogado. Juez del Tribunal en lo Criminal N° 7 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora.
Docente universitario (UNLZ). Secretario del Instituto de Estudios Judiciales de la Suprema Corte
de Justicia de Buenos Aires del Consejo Departamental de Lomas de Zamora. Excodirector del área
académica de la Unión de Magistrados y Funcionarios de la misma departamental
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ROBERTO A. CONTI
El bien jurídico tutelado es la vida, la vida de la persona por nacer, pero se deja de
lado la decisión y voluntad que tiene la mujer de ser madre y llevar con la responsabilidad
necesaria el cuidado y la crianza de una persona. ¿Y por qué se deja de lado? Por los
estereotipos de género, y se tiende a reconocerla como mujer en tanto sea madre. Para
visibilizar las desigualdades sociales, tanto en el ámbito público como en el privado
(esencialmente el doméstico), es relevante observar que el trabajo reproductivo es exigido
a las mujeres, a partir de la división sexual del trabajo. Desde una perspectiva de género
se podría pensar que a través de la despenalización del aborto se abonaría la construcción
de un camino con igualdad de oportunidades para las mujeres, en tanto ciudadanas
ejerciendo sus derechos a través de políticas públicas del “cuidado”, y no estar con
proyectos coartados en torno a su autonomía por un embarazo no deseado o forzado y
sobrecargándose con la doble jornada laboral (ámbito público-privado).
Al sancionar penalmente a la mujer que comete un aborto ilegal -hoy es ilegal-, el
fin buscado pareciera que es evitar los abortos, política criminal que ampliamente fracasa
por donde se la observe, toda vez que resulta ser una cuestión de salud pública.
Produce un fracaso porque es amplísima la cantidad de mujeres que mueren a
causa de abortos caseros o por no tener los recursos económicos para poder llevarlo a
cabo en lugares adaptados para tal fin, y aparece la odiosa clandestinidad. ¿De qué
manera se quiere realizar una política de Estado? Hoy se discute y se divide la sociedad
en los que se encuentran a favor y en contra de la legalización del aborto; legalizarlo no
será una práctica anticonceptiva por parte de las mujeres, será salvaguardar sus vidas -
posteriormente vislumbraré datos al respecto-.
En dicho marco, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2012, emitió
las recomendaciones de la consulta técnica para la segunda edición de “Aborto sin
riesgos”; en lo esencial, se aprecia:
“El financiamiento de servicios de aborto debe tener en cuenta los costos para
el sistema de salud, a la vez que garantiza que los servicios sean accesibles y
fácilmente disponibles para todas las mujeres que los requieran. Es probable
que los costos de incorporar la atención para un aborto sin riesgos a
los servicios sanitarios existentes sean bajos respecto de los costos que
recaen en el sistema de salud por las complicaciones de tratar un
aborto inseguro”.
Desde el año 2003 la OMS hace hincapié en que los Estados, a través de sus “leyes
y políticas referidas al aborto, deben proteger la salud y los derechos humanos de las
mujeres. Es necesario eliminar las barreras regulatorias, políticas y programáticas que
obstaculizan el acceso a la atención para un aborto sin riesgos y su prestación oportuna.
Se requiere un entorno regulatorio y político propicio para garantizar que cada mujer elegible
desde el punto de vista legal tenga un acceso sencillo a la atención para un aborto sin
riesgos. Las políticas deben orientarse a respetar, proteger y cumplir los derechos humanos
de las mujeres para alcanzar resultados de salud positivos para las mujeres, para ofrecer
información y servicios relacionados con la anticoncepción de buena calidad y para satisfacer
las necesidades particulares de las mujeres de escasos recursos, las adolescentes, las
víctimas de violaciones y las mujeres con VIH”.
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“En casi todos los países, la ley permite el aborto para salvar la vida de la
mujer y en la mayoría de los países el aborto está permitido para preservar la
salud física o mental de la mujer. Por lo tanto, es necesario ofrecer servicios
para un aborto sin riesgos, según lo indicado por ley.
Además, ningún método es 100% eficaz en la prevención de los embarazos. A
partir de los datos sobre el predominio de los métodos anticonceptivos de 2007
y de las tasas de fracaso típico de los métodos anticonceptivos, se estima que,
cada año, aproximadamente 33 millones de mujeres de todo el mundo tienen
un embarazo accidental mientras usan un método anticonceptivo. Frente a la
falta de servicios para un aborto sin riesgos, algunas recurren a profesionales
no capacitados y otras tal vez tienen bebés no deseados. No se han estudiado
adecuadamente las implicancias de los nacimientos no deseados, pero los
efectos pueden ser dañinos y duraderos para las mujeres y para los bebés
que nacieron aunque no son deseados.
Las mujeres tienen el derecho de decidir libre y responsablemente si quieren
tener un hijo y cuándo, sin coerción, discriminación ni violencia ... El aborto es
un procedimiento muy seguro pero el riesgo de las complicaciones aumenta
cuando la edad gestacional es mayor”.
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ROBERTO A. CONTI
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ROBERTO A. CONTI
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Prevalece así el secreto profesional previsto en el artículo 156 del Código Penal; por
intermedio de dicho fallo, marca buscar una solución inmediata en casos similares al
tratado, y es por eso que exhorta a las autoridades nacionales, provinciales y de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires a implementar y hacer operativos, mediante normas del más
alto nivel, protocolos hospitalarios para la concreta atención de los abortos no punibles a
los efectos de remover todas las barreras administrativas o fácticas al acceso a los servicios
médicos, y a disponer un adecuado sistema que permita al personal sanitario ejercer su
derecho de objeción de conciencia sin que ello se traduzca en derivaciones o demoras que
comprometan la atención de la requirente del servicio.
Cabe mencionar que dicha “objeción”, en muchos casos, ha llegado a incurrir como
un tipo de violencia de género -la obstétrica- y ha operado como uno de los grandes
obstáculos para el cumplimiento efectivo del Protocolo Nacional para el Aborto no Punible.
Asimismo, subyace una doble moral, siendo que muchos de los que “objetan” no aplican
dicho Protocolo en las instituciones públicas donde se desempeñan, pero sí practican el
aborto a nivel privado de forma “clandestina”.
Todo lo antedicho se colige con lo estatuido en nuestra Carta Magna, que en su
artículo 16 nos menciona nuestro derecho a fundar una familia -entendida desde la
diversidad, diferentes tipos de familia y ya no patriarcales-, y resalto que manifiesta un
derecho y no una obligación, ello sumado a lo previsto en el artículo 75, inciso 22), que
da carácter constitucional a varios de los tratados de derechos humanos mencionados
supra; y por todo lo expresado, por la existencia de un Estado democrático de derecho, ya
no debería haber una discusión sobre el tema en tratamiento, sino un derecho de las
mujeres, que son dueñas de sus cuerpos y solo ellas son las que deciden qué hacer con
él. Y, ya finalizando, a modo de interrogante: ¿el artículo 86 del Código Penal podría
modificarse, en tanto prevalezca el derecho de las mujeres a decidir más allá de las
circunstancias actualmente contempladas en él?
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(*) Abogada. Profesora consulta (UBA). Vicepresidenta del Departamento de Derecho Privado II
(UBA). Titular de la maestría de Salud Pública (UBA). Directora del posgrado en Derecho de la Salud
(UBA). Autora de numerosas publicaciones (libros, artículos en revistas jurídicas nacionales e
internacionales). Expositora en congresos y jornadas
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LILY R. FLAH
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Cecilia M. Hopp(*)
I - INTRODUCCIÓN
(*) Abogada (UBA). Especialista en Derecho Penal (UTDT), Máster en Derecho (NYU, Estados
Unidos), doctoranda (UBA). Profesora de Derecho Penal de grado y posgrado (UBA y UTDT). Ex
becaria Fullbright (EE. UU.), DAAD (Alemania) y Santander - Universidad Autónoma de Madrid
(España)
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CECILIA M. HOPP
1. Sistema Universal
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Por otro lado, el Comité de Derechos Humanos emitió una Comunicación, en el que
declara la responsabilidad internacional del Estado argentino por la inaccesibilidad del
aborto no punible en el caso “L. M. R.”(5), ocurrido en el año 2006 en la Provincia de Buenos
Aires. Se trataba de una joven de 19 años que padecía una discapacidad mental y había
sido violada. L. M. R. y su madre solicitaron la interrupción del embarazo, con invocación
del artículo 86 del CP, pero debieron atravesar múltiples barreras burocráticas y judiciales
y soportar que su solicitud alcanzara estado público. Luego de un mes y medio de martirio
judicial y hostigamiento de sectores que deseaban impedir el aborto, la Corte Suprema
provincial ordenó la realización de la práctica, debido a que el caso se ajustaba a las
previsiones legales. Para ese entonces, L. M. R. llevaba una gestación de casi 21 semanas.
No obstante, los médicos del hospital público se negaron a realizar el aborto, debido a que
el embarazo se encontraba demasiado avanzado. En consecuencia, recién 27 días después
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CECILIA M. HOPP
(6) “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”
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También se ocupó del tema en sus observaciones finales sobre nuestro país, del
año 2010, donde afirmó:
“58. El Comité celebra los esfuerzos del Estado parte para reducir la
mortalidad infantil, así como la aprobación de un plan integral de acción en
materia de salud, que incluye el Plan Nacer y el programa de suministro
universal de medicamentos esenciales (Programa Remediar). Si bien celebra
el establecimiento de comisiones encargadas de analizar la mortalidad
materna e infantil y el reconocimiento por el Estado parte de las esferas que
necesitan mejora, en particular la prevención y promoción de la salud durante
el embarazo y el parto, el Comité expresa preocupación por la tasa
constantemente elevada de mortalidad materna y neonatal, en particular
en ciertas provincias. El Comité constata con preocupación las disparidades
(7) Comité de Derechos Humanos, Observaciones Finales sobre el quinto informe periódico de
Argentina, período N°117 de sesiones, 20 de junio a 15/7/2016
(8) Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño, Palau. 21/2/2001,
CRC/C/15/Add.149, párrs. 46 y 47
(9) Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño, Chad, 24/8/1999, CRC/C/15/
Add.107, párr. 30
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CECILIA M. HOPP
Como puede verse, el Comité de los Derechos del Niño manifestó su preocupación
por las tasas de mortalidad de mujeres vinculadas con el aborto clandestino; exigió
asimismo al Estado argentino que tome medidas tendentes a asegurar el acceso a la
práctica en los casos previstos legalmente y recomendó que, para evitar responsabilidad
internacional, dirija sus esfuerzos a reducir la mortalidad materna y a informar a los
médicos sobre la necesidad de garantizar el acceso al aborto no punible, más aún en los
casos en que los embarazos son producto de un delito.
Las citas precedentes dan cuenta de que en los casos en que una niña se encuentre
embarazada como producto de una violación, o cuando la gestación compromete su salud
o pone en peligro su vida, la Convención de los Derechos del Niño exige que se atienda al
interés superior de ella, garantizando el acceso a un aborto legal y en condiciones de
salubridad.
(10) Observaciones Finales del Comité de Derechos del Niño CRC/C/ARG/CO/3-4, del 21/6/2010
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Y destacó que:
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CECILIA M. HOPP
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CECILIA M. HOPP
(13) Sobre ello se pueden consultar las experiencias de muchos países en Cook, Rebecca J., Erdman,
Joanna N. y Dickens, Bernard M. (eds.): “El aborto en el derecho transnacional. Casos y controversias”
- Ed. Fondo de Cultura Económica - Ciudad de México - 2016
(14) Bergallo, Paola: “La lucha contra las normas informales que regulaban el aborto en la Argentina”,
en Cook, Rebecca J.; Erdman, N. y Dickens, Bernard M. (Coords.): “El aborto en el derecho
transnacional. Casos y controversias” - Ed. Fondo de Cultura Económica - Ciudad de México - 2016
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Es por estos motivos que las y los legisladores no pueden olvidar que en nuestro
país se realizan alrededor de medio millón de abortos por año -a pesar de la prohibición-,
que cada año mueren cerca de un centenar de mujeres y deben ser internadas unas
70.000 por complicaciones derivadas de abortos inseguros y que muchas mujeres sufren
por ello secuelas permanentes en su salud e incluso mutilaciones por no acceder a
métodos adecuados para interrumpir sus embarazos.(15)
La democracia nos debe oír a las mujeres y tomar en serio nuestras experiencias.
No es posible seguir sosteniendo una ley que se sancionó cuando las mujeres no teníamos
participación política, no votábamos y ni siquiera podíamos ser elegidas.
Una ley no puede proclamarse democrática si regula las consecuencias de la
sexualidad femenina sin tener en cuenta que en nuestra sociedad las relaciones de poder
entre varones y mujeres se encuentran fuertemente condicionadas en razón del género y
que muchas mujeres no eligen las condiciones en que acceden a tener sexo con
hombres(16). No es justa una ley que no tenga en cuenta las deficiencias con respecto a la
información sobre anticoncepción(17) y el desigual acceso que tienen varones y mujeres a
los medios que permiten prevenir embarazos. En este sentido, el embarazo no deseado es
una consecuencia de una larga cadena de injusticias reproductivas y dificultades
estructurales, y no se debe hacer cargar a las mujeres con las consecuencias.
Tampoco es aceptable la pretensión estatal de que las mujeres llevemos adelante
embarazos no planificados o no deseados si la responsabilidad por el cuidado de los niños
recae, en la mayoría de los casos, sobre las mujeres(18), y esa responsabilidad despro-
porcionada dificulta nuestra subsistencia económica, nuestra independencia, nuestras
oportunidades laborales o nuestra capacidad de determinar libremente un plan de vida.
Argentina ha avanzado enormemente en los últimos años en el reconocimiento de
derechos de diversa índole. Es motivo de especial orgullo ser el primer país latinoame-
ricano que reconoce el derecho de todas las personas, con independencia de su orientación
sexual, a contraer matrimonio. También hemos sancionado la ley más avanzada del
mundo en materia de identidad de género.
Estas importantes leyes demuestran que nuestra sociedad acepta la plena
ciudadanía de todas las personas y respeta la diversidad de sus elecciones personales. Es
en esta misma línea que se debe inscribir el debate sobre la legalización del aborto, para
permitir que todas las mujeres podamos elegir nuestros planes de vida y elegir cuándo el
embarazo y la maternidad forman parte de nuestros proyectos.
Es hora, por ello, de reconocer que las mujeres decidimos; la sociedad debe respetar
nuestra decisión y el Estado debe garantizar el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
(15) Mario, Silvia y Pantelides, Edith A.: “Estimación de la magnitud del aborto inducido en la
Argentina” - Notas de Población N° 87 - CEPAL - Santiago de Chile - 2009
(16) MacKinnon, Catharine: “Hacia una teoría feminista del estado” - Ed. Cátedra - Valencia - 1995
(17) Faúndez, Aníbal y Barzelatto, José: “El drama del aborto, en busca de un consenso” - Ed. Paidós
- Bs. As. - 2011
(18) Sobre ello v. Bergallo, Paola: “El derecho como modelador de las decisiones reproductivas y los
límites del giro procedimental” - Revista de Derecho Privado - Infojus - N° 1 - año 1 - 2012
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Marcos J. Ibarra(*)
Podemos llegar a discutir, con algunos reparos, puntos intermedios del ciclo vital
de los seres humanos, pero es evidente que los seres humanos somos un proceso.
Es ampliamente aceptado que los seres humanos nacemos, vivimos y morimos. A
continuación presentaremos algunos argumentos que nos estimulan a pensar que el ciclo
biológico vital del ser humano comienza en su concepción.
Intentaremos demostrar, también, que el derecho argentino está encaminado a
proteger la vida humana en todas sus etapas y que el proyecto de interrupción voluntaria
del embarazo, que está siendo debatido en el Congreso Nacional, presenta colisiones de
considerable magnitud con las normas que protegen la vida.
El proyecto de interrupción voluntaria del embarazo (en adelante Proyecto IVE), que
se discute por estos días, pretende trazar una línea, en la semana 14 del embarazo,
momento en el cual comenzaría la vida de la persona humana.
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MARCOS J. IBARRA
(1) Sadler, Thomas W.: “Langam: embriología médica” - Ed. Lippincott Williams & Wilkins. - Bs.
As. - 2016
(2) Proceso de formación de las células sexuales femeninas hasta adquirir capacidad procreacional.
Va desde la ovogonia hasta la formación de los óvulos
(3) Proceso por el cual los espermatogonios se transforman en espermatozoides y adquieren capacidad
procreacional
(4) Son procesos de interacción epitelial entre el espermatozoide y las mucosas superficiales de las
trompas de Falopio
(5) Proceso de liberación enzimático que colabora en el proceso de fecundación
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“En primer lugar, migran las células destinadas a formar los segmentos
craneales del corazón y el tracto de salida, y las células que forman las
porciones más caudales, el ventrículo derecho, el ventrículo izquierdo, y el seno
venoso, respectivamente, migran en orden secuencial”.
Las extremidades se dejan apreciar hacia la quinta semana: primero las del tronco
superior; un poco más tarde las del inferior. Como venimos describiendo, las caracte-
rísticas humanas no están ausentes, están desplegándose. Hasta la semana 8 del embarazo
este proceso continuará sin cesar otorgando a ese embrión de todas las características
humanas.
La cara adquiere -hacia el tercer mes de embarazo- aspecto humano, los ojos se
orientan al frente de la cara, las orejas terminan por situarse en su posición final, las
extremidades concluyen por tener tamaño y distancia más proporcional al cuerpo, se han
desarrollado los genitales, los huesos y finalmente se desencadena la actividad muscular
refleja, que, aunque imperceptible, existe.
En su cerebro siguen desarrollándose y organizándose las células neuronales, a
velocidades y en cantidades monumentales, preparándose para dotar a ese individuo de
su característica más notable: la racionalidad.
Es claro entonces, y así lo señala la evidencia biológica, que el embrión humano es
un individuo diferente al cuerpo donde está desarrollándose, a todas luces no constitutivo
de él.
Es claro también que el nacimiento no determina la naturaleza humana en un
individuo, nadie es persona humana por nacer, un hecho de relativa poca complejidad
como el nacimiento no podría quiméricamente convertir “algo” en persona humana.
(6) Sadler, Thomas W.: “Langam: embriología médica” - Ed. Lippincott Williams & Wilkins. - Bs.
As. - 2016
(7) Alsina, Ramón M. en el prólogo a Zambrano, David (h).: “Persona y derecho” - Ed. Valerio Abeledo
- Bs. As. - 1947
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MARCOS J. IBARRA
Años más tarde, la Corte IDH, en sentencia del 24/11/2011, en el “Caso Familia
Barrios”(10) agregaba: “… los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las
condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho inalie-
nable”, en referencia al derecho a la vida establecido en el artículo 4.1 de la Convención
Americana de los Derechos Humanos (en adelante CADH).
El desafío será, entonces, fortalecer la concepción que considere a la persona por
sí misma otorgándole aquel valor fundamental que antes resaltábamos.
Si considerásemos que “persona” es una construcción lógica-formal y permitimos
al derecho redefinir al ser humano, corremos el riesgo de poner el derecho por encima de
la persona o antes que esta. De otro modo, la determinación de lo que significa persona
queda en manos de aquellos encargados de la construcción lógica formal y terminaría por
ser un “conjunto de normas”(11). Con cierto humor recordemos que en la antigua Roma se
nombró en un cargo público al caballo Incitatus(12) porque la consideración del sujeto
estuvo a cargo de quien hacía las normas.
En nuestra valoración creemos que el Proyecto IVE genera un abismo entre la
humanidad y la personalidad jurídica. Para graficar podemos recordar el caso “Dred Scott
v. Sandford”, un caso paradigmático sobre la aplicación de la noción de discriminación
arbitraria, un caso decidido por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en el
año 1857.
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En “Dred Scott v. Sandford”(13) la Corte tuvo que decidir si una persona de raza
negra, cuyos antepasados no eran nacidos en los Estados Unidos y que fueron traídos
como esclavos, podía llegar a ser considerado un ciudadano y, como tal, gozar de los
derechos y garantías que para ellos tenía previsto la Constitución.
En el decisorio se dijo que Dred Scott no podía ser considerado un ciudadano de
manera equivalente a una persona nacida en Estados Unidos. Roger B. Taney (presidente
en ese entonces de la Corte Suprema de Estados Unidos) dijo: “La cuestión ante nosotros
es si la categoría de personas descripta (los afrodescendientes) … componen una porción
del pueblo y son miembros constitutivos de esta soberanía”.
Luego se juzgaría que definitivamente negros y blancos no eran una misma
categoría y por ello no tenían garantizados los mismos derechos. Aquí observamos
claramente un ejemplo de la construcción del concepto de persona desde una visión
formalista y sus graves implicancias.
El caso termina por plasmar el abismo entre humanidad y personalidad jurídica,
al negarle la titularidad de los derechos consagrados en la constitución por cuestiones
raciales. Del mismo modo, la historia se encargó luego de mostrarnos más ejemplo de
hechos que engendraron discriminación: lo fue la discapacidad, el sexo, la religión, etc.
Aquella definición de persona que hizo la Corte Americana permitió que las
personas de raza negra pudieran ser incorporadas al comercio en la misma categoría de
las cosas. La cultura jurídica internacional se ocupó, luego, de corregir ese error (o al
menos de intentarlo) construyendo sistemas jurídicos enderezados a proteger a todos los
seres humanos por igual.
Trazar arbitrariamente una línea (en donde es posible y legal interrumpir una vida),
creemos, no es propio de sistemas jurídicos que pretenden ser justos y humanos.
El Proyecto IVE niega expresamente la subjetividad jurídica del feto, que, por no
considerarlo persona, acaba por no ser protegido por las normas jurídicas que tutelan la
vida. Lo que hoy se debate es la aplicación de un sistema jurídico basado en la edad del
ser humano, pretendiendo redefinir la categoría ser humano.
Además, creemos que esta postura configura una discriminación arbitraria en razón
de la edad si permitimos que el sistema jurídico aplique soluciones diferentes para
proteger derecho de carácter fundamental como la vida.
Es razonable la facultad del Estado de restringir la facultad de disposición de bienes
de propiedad de un menor, respecto de quien se presume no tiene aún capacidad de
hacerlo, porque lo está haciendo en su beneficio. Aunque no hay razonabilidad alguna en
que el Estado pueda negar la titularidad del derecho a la vida, los riesgos no son jurídicos
sino humanos y de suma gravedad.
La Corte Suprema ha dicho respecto de la vida que “…es el primer derecho natural
de la persona humana, preexistente a toda legislación positiva, y que resulta admitido y
garantizado por la Constitución Nacional y las leyes”.(14)
A continuación presentaremos algunas consideraciones de normas pertenecientes
al plano jurídico internacional y atendiendo al extenso tratamiento que ha tenido, en
doctrina y jurisprudencia, la reconfiguración de nuestro ordenamiento a raíz de la
incorporación de instrumentos jurídicos internacionales a nuestro derecho interno a
125
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MARCOS J. IBARRA
consecuencia de la reforma constitucional del año 1994, nos eximiremos de más detalles
sobre ese tema, señalando precisamente algunos puntos que nos parecen de cardinal
importancia.
Si bien en la Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN) se reconoce
el derecho intrínseco a la vida de todo niño (art. 6.1), se dejó indeterminado el momento
en que se considera que hay principio de existencia de vida. No obstante, y para corregir
los defectos que pudieran originarse en interpretaciones literales, cabe recordar que
nuestro país, con buen tino, en la ley 23849 (ratificación de la CDN), mediante una
declaración interpretativa(15), expresó que el artículo 1 debe interpretarse en el sentido que
se entiende por niño a “Todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los
18 años”.
Vale precisar que estas declaraciones interpretativas son herramientas que utilizan
los Estados para mantener su soberanía y fijar su posición respecto a la interpretación
que deba darse a cláusulas de un tratado, a diferencia de las reservas que persigue la no
aplicación de una norma en el derecho interno, establecen cómo será interpretada al
interior del Estado.
Debemos insistir que la Corte Suprema de nuestro país, desacertadamente, en el
fallo “F., A. L. s/medida autosatisfactiva”(16) interpretó que nuestro país, en la ley 23849,
no había realizado una reserva respecto del artículo 1 de la Convención sino que se limitó
a plasmar una declaración interpretativa fundamentándose en lo expresado en normas
de las Naciones Unidas.(17)
Analizada la CDN, no se hallan prohibiciones respecto de la facultad de los estados
de realizar reservas o declaraciones interpretativas respecto de lo normado en su artículo
1, por lo tanto esto habilitó al estado argentino a realizarlas y es lo que ocurre en el artículo
2 de la ley 23849. Y como hemos dicho antes, el estado argentino no hace una reserva
porque no busca la no aplicación de esa norma; por el contrario, busca afirmar la
interpretación que tendrá al interior del sistema jurídico argentino la manda del dicho
tratado.
Es la misma Organización de las Naciones Unidas quien expresa que las declara-
ciones interpretativas, además de “precisar o aclarar” los alcances de una determinada
norma y, además, cuando proceda, constituirán “un elemento que se ha de tener en cuenta
en la interpretación del tratado de conformidad con la regla general de interpretación de los
tratados”.(18)
Recordemos que está prohibido realizar reservas que desnaturalicen el objeto o fin
de un determinado tratado o sus normas sustantivas. Por analogía, no podría ser válida
una declaración interpretativa que desnaturalice de ese modo dichas normas, pero en el
caso en cuestión nuestro estado está ampliando el objeto del artículo 1 del Tratado al
(15) Declaración unilateral, cualquiera que sea su enunciado o denominación, hecha por un estado
o por una organización internacional con objeto de precisar o aclarar el sentido o el alcance de un
tratado o de algunas de sus disposiciones
(16) “F., A. L. s/medida autosatisfactiva” - CSJN - 13/3/2012 - F. 259 - T. XLVI - Cita digital
IUSJU225544D
(17) Anuario de la Comisión de Derecho Internacional - Directrices aprobadas por la Comisión en
el período de sesiones 51 - 1999 - Vol. II - ptos. 1.2 y 1.3
(18) Informe de la Comisión de Derecho Internacional - Período de sesiones 63 - 26/4/2011 a
3/6/2011 y 4/7/2011 a 12/8/2011
126
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considerar el momento a partir del cual debe considerarse que existe un niño, puesto que
el tratado dice hasta cuándo pero no desde cuál momento.
Incluso algunos constitucionalistas argentinos dan cuenta de que la inclusión de
la locución “en las condiciones de su vigencia” del artículo 75, inciso 22), no tuvo otro fin
que reforzar por vía indirecta el derecho a la vida desde la concepción.(19)
En ese mismo trabajo, recuerda Rosatti, no se encontraba habilitado el tratamiento
del comienzo de la vida, por imposición de la propia ley de reforma(20), y que a pesar de
que un sector de los convencionales no estaba muy a gusto con la discusión, de todos
modos se logra su inclusión para dotar de jerarquía constitucional las reservas y
declaraciones del artículo 2 de la ley 23849.
De suyo que debemos entender que el derecho a la vida se protege, en nuestro
sistema jurídico, desde la concepción, por un lado, y por otro, no existe en la normativa
argentina un derecho constitucional a interrumpir un embarazo. Porque no olvidemos
que las mandas del artículo 86 del Código Penal no podrían jamás, por su origen y su
ubicación en la estructura jurídica, crear un derecho constitucional, potestad reservada
a la convención constituyente.
Por principio de progresividad implícito en toda norma de protección de los derechos
humanos y expresamente normado en el artículo 4 de la Convención Americana de
Derechos Humanos (en adelante CADH) se establece que es obligación de los estados
legislar progresivamente en función de la protección de la vida, en todos sus estados desde
la concepción hasta la muerte.
Se ha sostenido que “si el derecho a la vida es el centro desde el que se irradian
todos los derechos, su interpretación no puede ser restrictiva, y su protección obliga en
primer lugar al Estado a adoptar todas las medidas posibles, especialmente para aquellos
grupos más débiles o desaventajados”.(21)
Estamos convencidos de que el derecho a la vida no puede ser un derecho solo de
los nacidos, en el sentido que no se adquiere el derecho humano por el hecho de nacer,
sino que posee el derecho a nacer por el hecho de ser humano.
Incluso la cultura jurídica internacional se encuentra desarrollando el derecho a la
identidad genética y es posible actualmente reconocer derecho al patrimonio genético a
los individuos, evitando manipulaciones genéticas en las células germinales por fuera de
la ética, con lo cual se está reconociendo la importancia de la persona en sí misma.
Explayarnos sobre esta cuestión excedería en mucho el objeto del presente trabajo, pero
nos parece un punto importante a discutir en lo inmediato.
En la Declaración de Beijing surgida en la IV Conferencia Mundial sobre la mujer
se resuelve promover la salud reproductiva de la mujer y se aclara que debe estimarse
comprendida la salud sexual, que “incluye también la salud sexual, cuyo objetivo es el
desarrollo de la vida y de las relaciones personales”.(22)
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MARCOS J. IBARRA
(23) Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (PAB) - 1995- Cap. IV - Sec. C: “La mujer y la
salud” - pto. 106 - inc. k)
(24) Fernández Sessarego, Carlos: “Nuevas tendencias en el derecho de las personas” - Universidad
de Lima - Lima - 1990 - pág. 67
128
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(25) Savigny, Friedrich K. “Sistema del derecho romano actual” - J. Mesía, & M. Poley (Trads.) - 2ª
ed. - Ed. Góngora - Madrid - 1924 - pág. 305
(26) Fernández, Ana S.: “La tutela jurídica de la persona por nacer y la responsabilidad de la madre
por los daños prenatales derivados del consumo de alcohol” - Revista Persona - 2005 - Ver en:
revistapersona.com.ar
129
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MARCOS J. IBARRA
(27) Gelli, María A.: “El derecho a la vida en el constitucionalismo argentino: problemas y cuestiones”
- LL - A-1455 - 1996
(28) corteidh.or.cr
(29) deis.msal.gov.ar
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Gabriel M. Mazzinghi(*)
I - INTRODUCCIÓN
El tema del aborto, del que se viene hablando desde hace años en nuestro país, ha
sido arrojado sobre nuestra sociedad a principios del corriente año, generando una nueva
división o enfrentamiento entre los argentinos.
Un grupo de 71 diputados llevó a cabo un proyecto de “ley de interrupción del
embarazo” y a partir de allí se generó un amplio debate. A la vez, otros diputados han
presentado casi una decena de “proyectos” equivalentes, en los que, con mayor o menor
laxitud, se legitima (se pretende hacer lícito) el aborto llevado a cabo por la madre, y se
implanta un sistema de aborto voluntario, libre y gratuito.
Al mismo tiempo y a propósito del mismo tema, otros grupos de diputados han
presentado proyectos que no admiten el aborto, sino que ponen el foco de atención en la
atención, el cuidado y el acompañamiento que el Estado debería brindar a las madres que
se encuentran en la situación de estar esperando hijos no deseados, y que no pueden, o
no quieren, hacerse cargo de ellos.
La cuestión ha sido largamente tratada por los medios de comunicación, está en
boca de todo el mundo y ha dado lugar -acaso en forma un tanto precipitada- a una toma
de posición de todo tipo de personas:
1. De aquellas personas que tienen algún conocimiento medianamente ponderado del
tema, o de algunos aspectos relacionados con el tema (médicos, abogados, legisladores,
biólogos, sociólogos, moralistas), y
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GABRIEL M. MAZZINGHI
2. De muchas otras que, fieles a una cierta “inclinación nacional” a tomar partido frente
a cualquier problema, adoptan posturas muy claras y categóricas acerca del aborto,
en un sentido o en otro, movidos acaso por convicciones religiosas, morales, ideológicas
o meramente sentimentales.
Lo cierto es que casi nadie permanece “indiferente” frente al tema, o se abstiene de
dejar asentada su posición al respecto.
2.1. En efecto, para muchos el dictado de una ley que legitime el aborto y ampare la
decisión de la madre de “interrumpir el embarazo” (fórmula elíptica que, como se
verá, oculta en su cruda realidad lo que el aborto es) es considerado como una
“conquista de la civilización”, como una suerte de “batalla ganada” en aras de
transformar nuestra sociedad (atrasada, según los sostenedores de esta postura)
en una sociedad “moderna o progresista”, que ampare los (supuestos) derechos de
la mujer a “...ejercer libremente su sexualidad...” y a “...disponer sobre su propio
cuerpo...”.
2.2. Para muchos otros, en cambio, el aborto es lisa y llanamente un crimen que se
comete contra personas o seres humanos inocentes e indefensos (a los que se elimina
o se mata), lo que supone un fenomenal retroceso desde el punto de vista ético o
moral.
Esto no implica, para quienes condenan la legitimación del aborto, ninguna
“conquista” ni ningún “avance” en aras de una sociedad verdaderamente “progre-
sista”, si por progresismo entendemos algo que mejora la condición humana,
individual o colectivamente; sería todo lo contrario: un verdadero y grave retroceso.
En rigor, más allá de lo mucho que se ha hablado en los últimos meses del aborto,
el debate parece haber agotado los argumentos de uno y otro lado, y lo que vemos es una
interminable repetición de argumentos de distinta índole, que se entrecruzan pretendiendo
legitimar o deslegitimar el aborto.
II - EL PLANO DE LA DISCUSIÓN
Frente a ello, nos parece que lo más importante es situar el verdadero campo en el
que el debate se debe plantear, sin perjuicio de considerar luego otros enfoques comple-
mentarios que se puedan llegar a hacer.
Pues si al mismo tiempo discutimos el tema desde la perspectiva ética o moral,
religiosa, jurídica, médica, sociológica, sanitaria, estadística, hospitalaria, psicológica,
etc., corremos el riesgo de no entendernos y de no acercarnos a la verdad.
Si yo digo, en el marco de un debate, que está científicamente comprobado (como
en rigor lo está) que desde el momento de la concepción existe un ser humano con un
ADN propio y distinto del de sus padres, y mi interlocutor me contradice con una
estadística acerca del número de abortos en Holanda, o la merma de la mortalidad
materna en los hospitales del Uruguay, no tenemos ninguna posibilidad de llegar a
entendernos.
Esto es en buena medida lo que ocurre, dando lugar a una discusión entre sordos,
cuyas partes, con frecuencia, tienen a priori una postura ya tomada y no parecen
dispuestos, no digo ya a cambiarla, sino a escuchar siquiera, con un mínimo de atención
ni de interés, lo que dicen quienes pertenecen al “otro” sector.
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GABRIEL M. MAZZINGHI
Decíamos en el acápite III que la cuestión del aborto es -ante todo- una cuestión
moral, ética, que debe plantearse y discutirse en ese plano.
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GABRIEL M. MAZZINGHI
que no tienen esa posibilidad, para los alfabetizados y los analfabetos, para los ricos y
para los pobres, para los que están presos y para los que están en libertad, porque todos,
absolutamente todos, desde nuestra propia realidad, sea la que fuere, tenemos una
dignidad que nos debe ser siempre reconocida, y tenemos un derecho a vivir y a ser
capaces de amar y de alcanzar la plenitud a la que estamos llamados.
La vida es un bien para aquellos que están vivos, y nadie -nadie, insisto- puede
arrogarse el derecho de matar a un ser humano, de decidir si va a reconocerle, al otro, el
derecho a vivir.
No puede imaginarse una discriminación más odiosa, más injusta, más arbitraria,
que la de alguien que dispone que otra persona haya de morir.
Una discriminación terrible, inaceptable, injusta, en la que “alguien” (la madre)
dispone, por las razones que fuera -porque no quiere hacerse cargo del niño por nacer,
porque el niño no ha sido deseado, por dificultades económicas o psicológicas o sociales
o estéticas, o porque esta persona haya de nacer con alguna enfermedad-, que ese ser
humano deba morir. Y en eso consiste el aborto, ni más ni menos.
En ponerse delante de un ser humano, de una persona humana, de un “alguien”
que no es una cosa, sino una vida humana, y decir: “este, no”, “este tiene que morir”.
El aborto es una decisión que algunas personas adoptan para privar de vida, para
matar, a otras personas, que ya han sido traídas a la vida (¿o alguien podría negar que
están vivas?) y que son, obviamente, absolutamente inocentes.
Este es el meollo de la cuestión, el centro de lo que se discute en este plano, que es
el plano de lo que podríamos llamar la moral natural, la moral que se desprende de la
naturaleza de las cosas.
Es tan claro lo que afirmo, tan evidente, que no llega a entenderse cómo a algunas
personas (debería decir “muchas personas”) no les parece que el acto de abortar resulte
contrario a los principios morales más elementales y contrario al derecho a vivir que tienen
todos los seres humanos.
El enunciado de este capítulo toca uno de los temas más relevantes a la hora de
establecer qué es el derecho.
Lo esencial de la filosofía del derecho se reduce, en el fondo, a determinar si existe
-o no- un derecho natural, vale decir, un orden de valores y principios que fluyen de la
naturaleza humana, que son conformes con esa naturaleza, o si el hombre, a través de
distintos mecanismos, tiene una libertad irrestricta para legislar lo que le parezca, en un
determinado tiempo y en un determinado lugar.
La pregunta previa a contestar sería: ¿existe una naturaleza humana?
Si existe una naturaleza humana, si el hombre es “algo”, si tiene una estructura, un
orden, una finalidad, habrá forzosamente conductas que aparezcan acordes con esa
naturaleza, y otras que resulten contrarias a ella.
Y entonces podremos decir que determinadas conductas son intrínsecamente malas
-pues repugnan a la naturaleza-, mientras que otras resultan ser buenas en sí mismas
(p. ej., que una madre alimente a su hijo o que un hombre se enamore de una mujer).
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Y podremos decir también que las leyes que siguen los dictados de la naturaleza
son justas, en sí mismas, y que resultan injustas las que se apartan de ella.
Y que la injusticia de determinadas conductas no resulta de su disconformidad con
tales o cuales leyes positivas, sino de su disconformidad con las leyes naturales.
Y que determinadas cosas -matar, p. ej., o violar, o robar, o abusar sexualmente de
un menor de edad- no son malas “porque las leyes positivas lo digan”, sino que las leyes
lo dicen “porque son malas en sí mismas”, pues contrarían principios de orden natural.
Parece un juego de palabras, pero no lo es.
Y ello nos lleva a concluir que, en determinados campos del derecho estrechamente
ligados a la naturaleza, las mismas cosas no son justas o injustas según circunstancias
de tiempo o de lugar (son injustas en el 2014, pero pueden pasar a ser justas en el 2018;
son injustas en la Argentina, pero pueden ser justas en el Uruguay), sino que son, en sí
mismas, justas o injustas.
En el fondo, hay dos maneras de ver el derecho y la justicia que han dividido a los
juristas y filósofos desde la Antigüedad.
O existe un derecho natural que se deriva de la misma naturaleza humana, o tal
derecho y tal naturaleza no existen, sino que son meras “construcciones” culturales o
sociales, que no tienen por qué ser obedecidas en sí mismas.
Según esta última postura, nada resultaría bueno o malo en sí mismo; la violación
de una mujer o el robo, o la eliminación de ciertas personas por el hecho de pertenecer a
una raza, pueden ser algo malo, o bueno, prohibido, aconsejable o deseable, según
circunstancias de tiempo y de lugar.
De estas dos concepciones habrá de depender la consideración que se tenga acerca
de la legitimidad o ilegitimidad del aborto.
Nosotros participamos con convicción de la postura que reconoce la existencia de
un derecho natural y de una moral natural, conforme a los cuales la vida humana debe
ser siempre protegida y cuidada, pues es un bien naturalmente valioso y digno de ser
respetado.
Vienen a nuestra memoria las palabras de Cicerón, que es algo así como el “padre”
del derecho, quien, a propósito de este tema, escribía:
“Hay una ley verdadera, la recta razón, inscripta en todos los corazones,
inmutable, eterna, que llama a los hombres al bien, por medio de sus
mandamientos, y los aleja del mal por sus amenazas ... no se puede alterar
por otras leyes, ni derogar alguno de sus preceptos, ni abrogarla por entero.
Ni el Senado ni el pueblo pueden liberarnos de su imperio, no necesita
intérprete que la explique, es la misma en Roma que en Atenas, la misma hoy
que mañana, y siempre una misma ley inmutable y eterna que rige a la vez a
todos los pueblos y en todos los tiempos...” (“Tratado de la República” - Libro
III - XXII).
Palabras llenas de sabiduría y de verdad, que se aplican a este debate del aborto
como anillo al dedo.
De la existencia de esta moral natural, de este conjunto de principios conformes con
la naturaleza humana, se derivan principios de derecho natural o de orden jurídico, que
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GABRIEL M. MAZZINGHI
deben estar en armonía con aquel, pues, por encima de las normas jurídicas positivas que
cada Estado pueda dictar, predomina siempre la idea del acatamiento a las leyes naturales.
De modo que la necesidad de que la ley positiva -constitucional, penal, civil- prohíba
y condene el aborto como una conducta injusta, mala, violatoria de un derecho natural
elemental -el derecho a la vida- se impone por peso propio y por derivación de lo que
venimos explicando.
Dado que el debate que se ha planteado sobre el aborto implica, en rigor, que se lo
considere como un acto prohibido o permitido por la ley, parecería que el derecho tiene
algo que decir al respecto.
Un Estado que se precie de tener leyes justas no puede, bajo ningún concepto,
legislar o avalar una conducta tan estridentemente injusta como la de matar a seres
humanos inocentes.
Nos parece que si este derecho tan elemental (a la vida) no es reconocido y
salvaguardado, todo el edificio jurídico se derrumba, ningún derecho se tiene en pie y el
derecho, como construcción que dignifica la condición de los seres humanos, se vuelve
un sistema de disposiciones sin norte, vacío o neutro de valores, al servicio de los intereses
de turno.
De ahí el título de estas reflexiones: “La legitimación del aborto, o el fin del derecho”.
Y lo que decimos en general del derecho se aplica por igual al derecho constitucional
(hay normas de rango constitucional y tratados internacionales que defienden la vida
humana desde el momento de la concepción), al derecho civil [el nuevo Código Civil y
Comercial dice de manera explícita (art. 19) que la existencia de la persona humana
comienza con la concepción] y al derecho penal, que incrimina en general al aborto (vale
decir, lo considera un crimen) y solo exime de pena a quienes lo practicaran en
circunstancias muy extremas (p. ej., por haber sido violada la mujer).
Nos llevaría mucho espacio el análisis del plexo de normas jurídicas actualmente
vigentes que sin duda entrarían en una insalvable contradicción con la “ley de interrupción
del embarazo” que se está discutiendo en el Congreso.
Ello será objeto de algún otro artículo más técnico y jurídico, que queda para otra
oportunidad.
La cuestión del aborto, como decíamos al principio, ha sido abordada desde muy
distintos ángulos, y esa confusión de planos es, acaso, la razón por la que el diálogo se
haya convertido en un diálogo de sordos.
Dentro de esos planos, ha tenido considerable importancia el plano de lo religioso,
como si las razones esgrimidas por quienes defienden tenazmente el derecho a la vida
nacieran de una postura religiosa o se apoyaran en argumentos “de autoridad”, prove-
nientes de la Iglesia.
Si bien es cierto que la Iglesia Católica y muchas otras iglesias tienen una postura
clara y firme en defensa de la vida humana y condenan de manera absoluta la propuesta
de la legitimación del aborto (presentado como una conquista de la civilización y como un
triunfo de la libertad de las mujeres), lo cierto es que quienes formamos parte de la Iglesia
y defendemos el valor absoluto de la vida humana no lo defendemos por razones que
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tengan que ver con nuestra fe religiosa, sino por razones “laicas” -digamos-, ajenas a la
religión; por razones que tienen que ver con la ética, con la moral y con el bien común o
el bien de la sociedad.
Es verdad que la mirada religiosa refuerza los argumentos en favor de la vida y
cierra cualquier posibilidad de admitir el aborto como una conducta lícita.
Para los cristianos, la vida es siempre un don, es un bien, es algo sagrado, que
tiene que ver con Dios; y es siempre motivo de esperanza, de alegría y de gratitud.
Para los cristianos y los integrantes de otras religiones el aborto es una conducta
que viola elementales principios naturales, que se remontan a los tiempos de Moisés, que
recibe el mandato de Yahvé Dios en el Monte Tabor y baja con las Tablas de los Manda-
mientos: “No matarás...”.
Para los cristianos, el aborto y el homicidio, como el robo, el estupro o la violación,
son crímenes abominables, y son, vistos desde otro lado, graves transgresiones a la Ley
de Dios, es decir, pecados.
Pero nada de esto tiene que ver con lo que los cristianos sostenemos en el debate de
la legitimación del aborto, ya que de ninguna manera pretendemos, ni podríamos pretender,
que personas que no pertenecen a la religión cristiana, o a otras religiones, debieran
cumplir con normas que son propias de una religión en la que no creen, o de una iglesia
a la que no pertenecen.
Si las razones que quienes somos cristianos tenemos para oponernos al aborto
fueran de índole religiosa, tendrían razón los partidarios del aborto, al decir que ellos no
tienen por qué acatar normas y valores religiosos en los que no creen.
En un Estado democrático sería impensable que una parte de la población preten-
diera imponer sus criterios religiosos a la otra.
Pero no es así.
No es que los cristianos estemos en contra del aborto, o en contra del homicidio o
del robo, porque tales conductas contradicen la Ley de Dios o constituyen pecados, sino
que nuestra postura obedece estrictamente a cuestiones de bien común, a cuestiones que
se desprenden de la moral natural, cuyas directivas el derecho debe seguir, para contribuir
a la conformación de una sociedad justa, en la que se cuide a los más débiles, a los
vulnerables, a esas personas indefensas que, habiendo sido ya traídos a la vida, se
pretende eliminar o matar.
VIII - CONCLUSIÓN
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GABRIEL M. MAZZINGHI
que tiene un cuerpo distinto del de su madre y un ADN distinto del de sus padres),
argumentos médicos para intentar “justificar” la muerte del embrión hasta la semana 14,
o hasta la semana 12, experiencias de otros países, opiniones de científicos contrapuestas
con las de periodistas televisivos o cantantes, ataques a la Iglesia y propuestas de que no
se permita a los médicos invocar la “objeción de conciencia”, sino que se los obligue a
practicar abortos, aun cuando esto vaya en contra de sus convicciones éticas.
He llegado a escuchar a una mujer decir, en el marco de un debate, que su
interlocutor debía callarse y no opinar, ya que era “hombre” (varón), pues en su entender
solo las mujeres podían opinar al respecto.
Y a una alumna de la Facultad acusarme -con “simpatía”- de haber “usado” a mi
mujer -tenemos seis hijos- como si fuera una “incubadora” (textual).
Excedería en mucho la extensión de este artículo el poder abordar todos estos temas
y rebatir los argumentos formulados en cada plano, incluyendo el lingüístico, porque el
idioma mismo resulta, con frecuencia, distorsionado en el afán de algunos de no llamar a
las cosas por su nombre.
Así, deberíamos clarificar que cuando se habla del supuesto “derecho de la mujer a
interrumpir el embarazo”, lo que se pretende, en rigor, es reclamar “el derecho de la madre
a matar a su hijo”: porque el embarazo “interrumpido” ya nunca habrá de reanudarse,
sino que el niño por nacer no resultará “suspendido”, sino indefectiblemente muerto.
En este babel de opiniones, nos parece que es importante, y ayuda a clarificar el
tema, el que podamos distinguir los planos y sostener y mostrar que la cuestión del aborto
es una cuestión que, apoyada en realidades biológicas indiscutibles, pertenece estricta-
mente al campo de la moral natural o de la ética, y, en segundo plano y como consecuencia
de lo anterior, al plano del derecho, que debe respetar la naturaleza humana.
Definitivamente nos parece que el mejor enfoque acerca del tema del aborto es el
que propicia salvar la vida de la madre y también la del embrión o del niño por nacer,
cualquiera sea el punto de su desarrollo.
Nos parece indiferente que tenga 14 semanas, 18, 10 o 2, pues en todos los casos,
indudablemente, se trata de una vida humana llamada a desarrollarse y a nacer.
Nos sobrecoge la manera en la que está redactado el proyecto de ley suscripto por
71 diputados, en el que se propone la eliminación (la muerte, lisa y llana) de personas
que tuvieran enfermedades o malformaciones, por ejemplo, una criatura que va a nacer
con síndrome de Down. La muerte (permitida por la ley, según el proyecto) de estos niños
se nos presenta como una realidad monstruosa.
En tiempos en los que se insiste tanto en que el derecho debe proteger y resguardar
a los vulnerables, y debe evitar cualquier forma de discriminación entre las personas, esta
condena legal a la muerte de personas enfermas nos causa el más profundo de los
rechazos.
Termino estas líneas haciendo votos para que la infortunada iniciativa de un grupo
de diputados sea firmemente rechazada por nuestros legisladores, de manera que se
salvaguarde el derecho a la vida de todas las personas; y que, a la vez, se encuentren
caminos de prevención y de ayuda o asistencia eficaz para las madres que tienen emba-
razos no queridos, para que nadie haya de morir, y tanto ellas como sus hijos puedan
vivir en esta tierra de hermanos que es la Argentina.
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I - INTRODUCCIÓN
Quizás parezca extraño comenzar este trabajo con una pregunta cuya respuesta
parece que está dada en la realidad. Pero más allá de lo que la realidad expone, estimo
que existen razones para dudar de que realmente haya un debate en torno a la posibilidad
de sancionar un derecho irrestricto al aborto. ¿Qué es lo que vemos frecuentemente? Por
un lado, una exhibición de pañuelos verdes y, por el otro, un despliegue de muñecos que
representan embriones humanos. También observamos a los medios de comunicación
tomando posición y mostrando asimismo las posturas de artistas y de juristas, de médicos
y de mujeres que han abortado. A esto se añade lo que se difunde en las redes sociales. Y
por último, manifestaciones a favor y en contra. Quizás para algunas personas esto sea
un debate y estén convencidos de ello. Pero el uso de eslóganes y de argumentaciones que
parten de manera implícita del yo tengo razón ponen en duda que realmente haya una
discusión. Más bien, lo que se manifiesta es un choque de posiciones donde parece que o
bien se desconocen las argumentaciones contrarias o ellas no se toman en cuenta.
Sencillamente es como si se hablase por canales diferentes. Es lo que podría decir un
observador que se ubicase en un punto de vista externo. Y si lo menciono es porque este
es nuestro punto de partida en este trabajo.
Para comenzar conviene aclarar algunos puntos.
(*) Doctor en derecho, profesor de Teoría General del Derecho e investigador del Instituto de
Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja”, Facultad de Derecho (UBA)
141
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Hace 45 años -el 23/1/1973- la Suprema Corte de los Estados Unidos decidió con
el voto de los justices Blackmun (redactor del voto mayoritario), Burger, Douglas, Brennan,
Marshall, Powell y Stewart, con el disenso de los justices White y Rehnquist, uno de los
casos más controvertidos en los que hubo de entender esa Corte en el siglo XX: “Jane Roe
et al., v Henry Wade 410 U.S. 959, 93 S.Ct. 705”(4). En este fallo la Corte sostuvo que la
(1) El proyecto solicita la derogación de los arts. 85, inc. 2), 86 y 88, CP
(2) De acuerdo con Gelli: “El sistema normativo de la República Argentina consagra y protege de modo
decidido y expreso el derecho a la vida y el derecho a vivir de toda persona humana. Por ello resultan
inconstitucionales e inconvencionales los proyectos de ley de aborto libre, establecido como derecho subjetivo de
la mujer a obtenerlo a su sola petición” en Gelli, María A.: “Inconstitucionalidad e inconvencionalidad de los
proyectos de aborto libre” - ED - 277 - 11/5/2018. En igual sentido, Barra: “La norma de jerarquía superior
(Constitución, Tratados) no puede ser ni ignorada ni contradicha por el Código Penal; es decir, no se puede
despenalizar sin más el aborto, lo que generaría una desprotección absoluta del niño, salvo las situaciones de
atenuación o exclusión generales para todos los delitos, o algún otro caso especial considerado por el legislador”
en Barra, Rodolfo C.: “Constitución y tratados: protección integral del niño” - ED - 277 - 11/5/2018
(3) Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania, et al., Petitioners, v. Robert P. Casey, et al.,
505 U.S. 833, 112 S.Ct. 2882
(4) El nombre Jane Doe es un alias para ocultar a la mujer soltera que intentaba finalizar un embarazo
y buscaba que el mismo fuese practicado por un médico competente en condiciones clínicas seguras,
pero que no lo podía lograr porque se lo impedía la legislación de Texas, por cuanto ella no estaba
en condiciones de mostrar que el embarazo ponía en peligro su salud y además no tenía recursos
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ley de Texas, que prohibía el aborto en cualquier etapa del embarazo, excepto para salvar
la vida de la madre, era inconstitucional. Para decir esto halló el fundamento constitu-
cional en el derecho a la privacidad, el cual para la Corte incluye el derecho -o la libertad-
para abortar(5). Sin embargo, en casos posteriores la Corte no pudo mantener esa mayoría
y se fue dividiendo. Y es en el voto del justice Scalia -integrado posteriormente a la Corte-
en el caso “Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania, et al., Petitioners, v. Robert
P. Casey, et al., 505 U.S. 833, 112 S.Ct. 2791”, donde pone en duda si esta libertad está
protegida por la Constitución.(6)
Ahora bien, volviendo al caso Roe notemos cuáles son los puntos que no han
perdido actualidad. Ellos son: a) el requerimiento de que el aborto sea hecho en un lugar
clínicamente seguro(7), b) por un médico con licencia y competencia para ello, y c) que no
sea necesario mudarse de Estado para realizarlo(8). Empero, la controversia planteada no
quedó definitivamente resuelta, ya que el conflicto acerca de la constitucionalidad del
derecho a interrumpir el embarazo sigue existiendo hasta el momento de escribir este
trabajo(9). Y no solo eso: en ella ha incidido -y lo continúa haciendo- la política: por caso,
Reagan durante su presidencia buscó a través de la postulación de nuevos miembros a
para mudarse a otro estado para realizarse el aborto. En la misma demanda se presentó un
matrimonio sin hijos que pretendía que en el caso de que la mujer quedase embarazada, ella pudiese
solicitar un aborto realizado por un médico competente y en condiciones clínicas seguras, porque a
causa de un desorden neuroquímico que padecía, por consejo médico no debía quedar embarazada
hasta que sus condiciones mejorasen
(5) 93 S.Ct. 727
(6) Cassidy, Robert: “Scalia on abortion: originalism... but, why?” - Touro Law Review - N° 4 - 2016 -
vol. 32 - págs. 741/46; Raskin, Jamin B.: “Roe v. Wade and the Dred Scott Decision: Justice Scalia's
Peculiar Analogy in Planned Parenthood v. Casey” - American University Journal of Gender & the
Law, 1 - Spring - 1993 - págs. 61-84
(7) El proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo en los arts. 5, 6 y 7 dice lo siguiente:
“Art. 5 - El sector público de salud, las obras sociales enmarcadas en las leyes 23660 y 23661, las entidades de
medicina prepaga y todos aquellos agentes que brinden servicios médico-asistenciales independientemente de la
figura jurídica que posean, incorporarán como prestaciones médicas básicas obligatorias a brindar a sus afiliadas
o beneficiarias, la cobertura integral de la interrupción legal de embarazo prevista en los arts. 1 y 3 en todas las
formas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda”.
Art. 6 - “En todos los casos las Autoridades de cada Establecimiento Asistencial deberán garantizar la realización
de la interrupción del embarazo en los términos establecidos en la presente ley y con los alcances del art. 40 de
la ley 17132, art. 21 de la ley 26529 y concordantes”.
Art. 7 - “Las prácticas profesionales establecidas en la presente ley se efectivizarán sin ninguna autorización
judicial previa”.
Esto se fundamenta en el objetivo de “generar las condiciones de legalidad para que las mujeres que habitan
el territorio nacional, tengan acceso igualitario a las prácticas médicas que le garanticen la Interrupción
Voluntaria del Embarazo (IVE) de manera segura y gratuita”
(8) 93 S.Ct. 710. Cfr. los arts. 2, 5 y 6 del proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo.
En un caso reciente la jueza federal norteamericana Baker sostuvo que la dificultad para viajar a la
única clínica del Estado para realizar un aborto podría llevar a las mujeres a tomar medidas
desesperadas tales como causarse a sí mismas un aborto o buscar ayuda de personas inexpertas, en
Greenhouse, Linda: “The Supreme Court’s Next Abortion Chapter” - Contributing Opinion Writer
- The New York Times - 24/5/2018
(9) “Abortion rights being chipped away” - The Editorial Board - USA Today, Published 7:06 p.m.
ET - 22/1/2018 - Updated 7:21 p.m. ET - 22/1/2018
143
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(10) Korte, Gregory: “Trump pushes for Congress to restrict abortions as he addresses ‘March for
Life’ event” - USA Today, Published 1:07 p.m. ET - 19/1/2018 - Updated 2:56 p.m. ET - 19/1/2018
(11) McDowell, Linda: “La definición del género” en “El género en el derecho. Ensayos críticos” -
Ávila Santamaría, Ramiro; Salgado, Judith y Valladares, Lola (Compilador y compiladoras) -
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos - 1ª ed. - Quito, Ecuador - 2009 - pág. 25
144
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(12) Brumovsky, Pablo y Villar, Marcelo J.: “Lo que no se dice sobre el dolor fetal” - La Nación -
30/4/2018
(13) “Aborto. Cuatro especialistas ante la gran pregunta: cuándo empiezan la vida y la persona
humanas” - La Nación - 25/3/2018
(14) Santos Ruiz, Ángel: “Manipulación genética e intervención en embriones” en Manual de Bioética
General, Dirección editorial Dr. Aquilino Polaino-Lorente, Rialp - 2ª ed. - Madrid - 1994 - págs. 186/87
(15) Santos Ruiz, Ángel: “Manipulación genética e intervención en embriones” en Manual de Bioética
General, Dirección editorial Dr. Aquilino Polaino-Lorente, Rialp - 2ª ed. - Madrid - 1994 - págs. 186/87
(16) 93 S.Ct. 159
(17) 93 S.Ct. 737, entre paréntesis en el original
(18) 93 S.Ct. 730-731
(19) Kiessling, Ann A.: “Commentary, ‘What Is An Embryo?’” - Connecticut Law Review, 36 –
Summer/2004 - pág. 1053
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“La vida es la definición biológica de lo que es una célula viva. Una célula viva
es una célula que cumple con dos funciones: metabolismo y replicación. Son
las dos funciones esenciales de la vida. Los espermatozoides que un varón
eyacula en la pileta están vivos. Los óvulos que caen cada vez que hay una
menstruación están vivos. Si te amputan un brazo, sus células estarán vivas
durante un tiempo. Voy a ser un poco duro: un embrión en el vientre de una
madre se parece más a un órgano de la madre que a un ser independiente”.(26)
(26) “Aborto. Cuatro especialistas ante la gran pregunta: cuándo empiezan la vida y la persona
humanas” - La Nación - 25/3/2018
(27) Kiessling, Ann A.: “Commentary, ‘What Is An Embryo?’”, Connecticut Law Review, 36, Summer
- 2004 - págs. 1068-1072
(28) León XIII, Epístola Encíclica Aeterni Patris. Sobre la Restauración de la Filosofía Cristiana
Conforme a la Doctrina de Santo Tomás de Aquino, (4/8/1879). En ella se dice lo siguiente: “Por lo
demás procuren los maestros elegidos inteligentemente por vosotros, insinuar en los ánimos de sus discípulos la
doctrina de Tomás de Aquino, y pongan en evidencia su solidez y excelencia sobre todas las demás. Las Academias
fundadas por vosotros, o las que habéis de fundar, ilustren y defiendan la misma doctrina y la usen para la
refutación de los errores que circulan…”.
Pero la posición de los cristianos en este punto, como en otros, no es unánime. Según Bracken: si
bien muchos de quienes trabajan en este tema siguen las enseñanzas de Tomás de Aquino y la
definición de persona dada por Boecio -la persona es una sustancia individual de naturaleza racional-,
algunos teólogos como el jesuita Richard McCormick, sostienen que el embrión temprano no es una
persona, en W. Jerome Bracken, C.P.: “Is the Early Embryo a Person?” - The Linacre Quarterly - N°
1, Article 4 - february/2001 - vol. 68 - pág. 50
(29) Por ej., lo hace el expresidente de Uruguay en una nota del diario La Nación. Véase: Sanguinetti,
Julio M.: “Legislar sobre el aborto en la sociedad democrática” - La Nación - 28/4/2018
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para el desarrollo de aquellos órganos que puedan sostener todas las operaciones propias
del ser humano, lo que Tomás de Aquino creía que se daba después de los 40 o 90 días
desde la concepción(30). Sobre este texto de Tomás de Aquino lo que no se resalta es que
este no contaba con lo que la medicina y la biología han descubierto en las últimas décadas.
Empero, con respecto a esto, están quienes dicen -por caso, Peter Singer- que solo
se puede hablar de persona si esta es capaz de autoconcebirse como un ente distinto de
los demás, solo un ser que puede elegir entre morir y seguir viviendo puede autónoma-
mente decidir vivir, solamente este tiene el derecho(31). Por lo cual, según esta posición, el
feto no detenta un reclamo fuerte a la vida(32). Esto nos lleva al tercer punto: la identidad
y la continuidad.
c) Según ciertos investigadores la defensa del embrión debe partir de los argumentos
de la continuidad y de la identidad, dos elementos relevantes para sustentar la idea de
potencialidad(33). Al respecto, Stier y Schoene-Seifert dicen que conviene distinguir entre
quienes argumentan en favor de una potencialidad que considera que el embrión es un
ser humano potencial y debe ser tratado como tal, y quienes estiman que el embrión es
ya un ser humano y, del mismo modo, debe ser tratado como tal.
El primer argumento pareciera ser el más débil pues existen varios ejemplos que
no satisfacen la concepción de embrión como ser humano potencial. Por ejemplo, los
autores dicen que un príncipe no es un futuro rey(34). La historia ofrece varios ejemplos de
esto y les da la razón. Por eso, el primer argumento no es útil. En cuanto al segundo
argumento, cabe opinar que, si los embriones ya son personas, lo son teniendo la potencia
de: el embrión es una persona en una determinada fase de su vida, como lo es cuando es
joven o anciano. No es alguien distinto. En él hay continuidad e identidad. Además el
argumento del embrión como ser humano en potencia cede frente a los recientes avances
en biología celular y en genética, los que quitan fundamento a esta posición(35). En este
sentido, afirma Ernesto Beruti (obstetra y jefe de obstetricia del Hospital Austral): “un
embrión de ocho semanas en el ciento por ciento de los casos, salvo que haya una patología,
llegará a ser un bebé”(36). Con esto pareciera despejarse la duda sobre el status del embrión
humano. Pero ¿cuál es la perspectiva de la mujer y, en particular, la de la mujer
embarazada?
(30) Haldane, John & Lee, Patrick: “Rational Souls and the Beginning of Life (A Reply to Robert
Pasnau)” - Philosophy - N° 306 - octubre/2003 - vol. 78 - págs. 533/34
Para Tomás de Aquino “En los animales perfectos, que son engendrados por unión carnal de sexos, la virtud
activa está en la sustancia seminal del género masculino, según el Filósofo en el libro De Generat. Animal.
Mientras que la materia del feto es lo suministrado por la hembra” en Summa Theologiae, Ia, q. 118, a. 1, ad 4
(31) Singer, Peter: “Practical Ethics” - Cambridge University Press, reprinted - New York - 1992 - págs. 82/3
(32) Singer, Peter: “Practical Ethics” - Cambridge University Press, reprinted - New York - 1992 - págs. 120
(33) Stier, Marco y Schoene-Seifert, Bettina: “The Argument from Potentiality in the Embryo
Protection Debate: Finally ‘Depotentialized’?” - Preprints and Working Papers of the Centre for
Advanced Study in Bioethics - Münster, 40, 2012 - págs. 2-16
(34) Stier, Marco y Schoene-Seifert, Bettina: “The Argument from Potentiality in the Embryo
Protection Debate: Finally ‘Depotentialized’?” - Preprints and Working Papers of the Centre for
Advanced Study in Bioethics - Münster, 40, 2012 - pág. 4
(35) Stier, Marco y Schoene-Seifert, Bettina: “The Argument from Potentiality in the Embryo Protection
Debate: Finally ‘Depotentialized’?” - Preprints and Working Papers of the Centre for Advanced Study in
Bioethics - Münster, 40, 2012 - pág. 14. En igual sentido la Academia Nacional de Medicina argentina
(36) “Aborto. Cuatro especialistas ante la gran pregunta: cuándo empiezan la vida y la persona
humanas” - La Nación - 25/3/2018
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Y en el punto siguiente que trata del aborto expresa que “El aborto en condiciones
peligrosas pone en peligro la vida de un gran número de mujeres y representa un grave
problema de salud pública, puesto que son las mujeres más pobres y jóvenes las que corren
más riesgos”. Resaltando que:
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(39) Facio, Alda: “Metodología para el análisis de género del fenómeno legal” en “El género en el
derecho. Ensayos críticos” - Ávila Santamaría, Ramiro; Salgado, Judith y Valladares, Lola (Compilador
y compiladoras) - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos - 1ª ed. - Quito, Ecuador - 2009 - págs.
189/90
(40) Facio, Alda: “Metodología para el análisis de género del fenómeno legal” en “El género en el
derecho. Ensayos críticos” - Ávila Santamaría, Ramiro; Salgado, Judith y Valladares, Lola (Compilador
y compiladoras) - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos - 1ª ed. - Quito, Ecuador - 2009 - pág. 190
(41) Esta nota de dominación del hombre sobre la mujer también ha sido manifestada en la Biblia,
pues como recuerda Juan Pablo II: “Desde el momento en que el hombre la ‘domina’ (a la mujer), a la
comunión de las personas -hecha de plena unidad espiritual de los dos sujetos que se donan recíprocamente- sucede
una diversa relación mutua, esto es, una relación de posesión del otro a modo de objeto del propio deseo” en
Teología del cuerpo - Ágape - Bs. As. - 2014 - T. 1: La redención del cuerpo - pág. 170
(42) “El juicio sobre lo que es y lo que no es un modo de vida intolerable, la vara para medir las necesidades
básicas, es de forma manifiesta un juicio sobre valores…” en Warnock, Mary: “Fabricando bebés. ¿Existe
un derecho a tener hijos?” – Gedisa - Barcelona - 2004 - pág. 34
(43) Spaemann, Robert: “Ética. Cuestiones fundamentales” - 7ª ed. - EUNSA - Pamplona - 2005 -
pág. 25
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Hasta este punto hemos expuesto las condiciones para que exista un debate real,
y porque entendemos que actualmente esto no se da. Por eso, estimo que estamos ante
una confrontación que no se soluciona con un acuerdo ni con una nueva legislación.
Entonces ¿cómo se resuelve el problema planteado actualmente en la sociedad argentina?
Scalia opina en “Planned Parenthood v. Casey” que los estados pueden, si lo desean,
permitir el aborto que se solicita, pero la Constitución no los obliga a hacerlo; y destaca
que la permisibilidad del aborto y sus limitaciones se resuelven como todas las cuestiones
importantes en nuestra democracia, por medio de los ciudadanos persuadiendo unos a
otros, y luego votando(47). Pero agregaría que existe un elemento fundamental: lo que la
ciencia médica y biológica han descubierto sobre el embrión humano. Y si bien no hay
consenso unánime en la comunidad científica acerca de que el embrión humano es ya un
ser humano, si hay dudas sobre el status del embrión humano es mejor proteger que
abandonar a quien aún no puede reclamar por su derecho a vivir, lo que reclama
igualmente un cuidado particular y amplio sobre la mujer embarazada y sobre quien se
encuentra en una situación post aborto. Empero, el debate actual tal como se presenta
¿lo permite?
(44) Zubía Guinea, Marta: “Mujer y derechos humanos, una desigualdad institucionalizada” en
AA.VV.: “Mujer, mujeres y bioética”, De la Torre Díaz, Javier (ed.) - Universidad Pontificia Comillas
- Madrid - 2010 - pág. 183
(45) Para Scalia es ambas: es libertad y es poder, en 112 S.Ct. 2874
(46) Batliwala, Srilatha: “El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos conceptos desde
la acción” en León, Magdalena: “Poder y empoderamiento de las mujeres” - T/M Editores - Santa Fe
de Bogotá - 1997 - pág. 188
(47) 112 S.Ct. 2873. Para Jaramillo “debemos guardarnos del peligro de confundir lo que es apasionadamente
deseado y querido con lo que es un derecho. Es bueno conceder, en lo posible, lo que la gente tanto desea si otros no
resultan dañados” en Jaramillo, Isabel C.: “La crítica feminista al derecho” en “El género en el derecho.
Ensayos críticos” - Ávila Santamaría, Ramiro; Salgado, Judith y Valladares, Lola (Compilador y
compiladoras) - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos - 1ª ed. - Quito, Ecuador - 2009 - pág. 130
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años, y en la medida en que la revolución se iba afianzando, cedía la guerra civil y era
derrotada la oposición, la postura de 1920 fue cerrándose. En noviembre/1924, se
estableció que, para requerir el aborto gratuito, estarían: en primer lugar, las mujeres
solteras desempleadas; segundo, las solteras con trabajo e hijos; luego, las obreras
industriales con muchos hijos; en cuarto lugar, las esposas de obreros manuales con
muchos hijos; en quinto, otras mujeres con seguro social; y finalmente, las restantes
mujeres. El problema concreto, al parecer, era la carencia de recursos hospitalarios.(7)
Sin embargo, nos preguntamos si no habrá incidido también una posición natalista
por parte de las autoridades soviéticas. Esta postura, solapada durante la primera década
revolucionaria, se haría cada vez más notoria en la siguiente, con un pico sobre 1935.
Así, el 28 de mayo de ese año, el diario Pravda, vocero del oficialismo, decía: “En nuestro
país, la figura de la madre es una de las más respetadas(8). Reservamos las mejores condi-
ciones para nuestras madres, nuestras koljozianas(9), para parir... mientras los bárbaros
capitalistas privan a sus mujeres de lo que les es más querido: su derecho a tener hijos”(10).
Finalmente, en 1936, la política liberal fue revertida y se regresó a un sistema prohibitivo,
con manifiesto apoyo del Partido Comunista de Francia, mientras se incrementaban las
camas de hospital destinadas a partos.(11)
No parecían preverse ese giro Eisenstein y Alexandrov cuando realizaron su película
Frauennot, Frauengluck, en 1929. Igualmente, no se mencionan en el film a la Federación
Soviética ni al comunismo. Sustancialmente, se compone de dos partes. En la primera, a
su vez subdividida en dos historias, se apunta a las motivaciones del aborto. A grandes
rasgos, la pobreza y la soledad. En ambos supuestos, un Estado ausente y unas mujeres
desamparadas. En el segundo segmento, se comparan, con tomas sucesivas, las condi-
ciones del aborto efectuado en su casa por una comadrona (tétrica y sucia) y en una clínica
de última generación. La mujer que recurre a la abortista clandestina muere, y entonces
el cortometraje cierra con la escena de un entierro, y estas palabras (únicas habladas en
toda la obra) en alemán: “Cada año, cientos y miles de mujeres corren el riesgo de perder
la vida o la salud, debido a un aborto clandestino. De esa forma entran en conflicto con la
ley, que somete a una severa pena de prisión no solo a quien realiza el aborto, sino además
a la madre. Pero el mayor riesgo para la madre es el daño a su salud, que es el resultado”.
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aborto como delito (en el caso, por parte del Estado de Texas) sería declarada incons-
titucional.
El nada sencillo asidero de este decisorio, pergeñado por el ministro Harry
Blackmun, fue la idea de “privacidad” (privacy). Esta, de raigambre británica, fue interpre-
tada, a la luz de la doctrina Schloendorff, como una potestad autónoma sobre el propio
cuerpo. Además, habiendo sido planteado el punto en el expediente, el alto tribunal dejó
asentada su interpretación en el sentido de no considerar persona al concebido. Vayamos
a ese aspecto.
Desde los inicios del debate acerca de la despenalización del aborto y el reconoci-
miento del derecho de la mujer encinta de optar por la terminación del embarazo, el mayor
argumento opositor había sido el de la “personalidad” del concebido. Esta postura, muy
seguida en ámbitos católicos, parece dar por sentada la separación entre los conceptos
de “persona” y “ser humano”, particularmente desarrollada por la escuela de las Pandectas
alemana (Karl Friedrich Savigny, Georg Puchta, Bernard Windscheid).
No deja de ser notable que no se trabajase, directamente, sobre la “humanidad” del
concebido en vez de hacerlo alrededor de su “personalidad”. En realidad, cabría
preguntarse (retóricamente) si la teoría de la personalidad, o su gemela, la teoría de la
“capacidad de derecho” (Rechtsfähigkeit), tan interesantes desde su construcción final
germánica, conservan sentido y razón de ser en la era posterior al reconocimiento de los
derechos humanos.
Actualmente se tiende a reconocer una serie de derechos, considerados funda-
mentales, a todo ente con características humanas, por el mero hecho de tenerlas. En esa
línea, se asume que todo humano posee Rechtsfähigkeit. El resultado es idéntico al de la
famosa fórmula de Teixeira de Freitas “para nosotros, para la civilización actual, todo el
hombre es persona”(30). Pero ya no necesitamos pasar por la noción de “personalidad”. Ya
no se precisa armar ese alambicado silogismo según el cual todo humano es persona y
por eso tiene derechos. Puede sostenerse, directamente, que todo humano tiene aquellos
derechos.
De esta manera, la idea de “persona” recupera, en gran medida, su sentido romano
clásico, equivalente al de homo. Pero, paralelamente, pierde toda su razón de ser, y puede
perfectamente ser sustituida por la noción de “ser humano”. Entonces, la pregunta no
sería si el concebido “es persona”, sino si “es humano”. La respuesta es necesariamente
biológica. Y parece que solo podría ser positiva, porque sería un despropósito científico
sostener que un embrión o un feto humanos no pertenecen a la misma especie del
individuo adulto.
Sin embargo, con todo lo certera que esa respuesta puede ser, ¿constituirá un
argumento decisivo contra el derecho de la mujer encinta de solicitar y obtener el aborto?
Parece que sí, si aceptásemos como un principio absoluto e incontestable la inviolabilidad
de la vida humana en cualquier circunstancia. En otras palabras: si a través del
ordenamiento criminal, toda muerte de un ser humano fuese penalizada. Pero sucede que
no es así. Porque se presentan varios supuestos en los cuales no existe castigo alguno.
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Esto es inmediatamente evidente para el caso de los numerosos países del mundo
en que rige y se aplica la pena de muerte. Entre ellos se cuentan dos de las mayores
potencias del orbe: China (campeón de las ejecuciones capitales) y los Estados Unidos,
especializados en ajusticiar pobres (negros y latinos en particular) y deficientes mentales.
Arabia Saudita e Irán (que mantiene la lapidación para casos de adulterio) les siguen en
tan triste podio.(31)
Sin embargo, en esos estados, podría aducirse, se extermina a personas “culpables”,
delincuentes convictos y graves (según los criterios locales, claro, como se observa con el
adulterio iraní). Eso es verdad, y volveremos sobre ese punto. Pero igualmente, el ser un
criminal declarado, en aquellos países, no hace perder la humanidad.
De modo que, en los Estados Unidos por ejemplo, el condenado a muerte es un ser
humano. Esto quiere decir que sigue teniendo derechos humanos, aunque se lo ultime de
todos modos. Prueba de ello son los cuidados religiosos que se le ofrecen hasta el último
momento. Eso, por no recordar la innumerable cantidad de personas ejecutadas que
resultaron ser inocentes del delito que se les imputaba.
Pero es verdad, con el aborto, por definición, se mata a un “inocente”. Porque el
concebido no ha podido cometer delito alguno. Sin embargo, no es el único caso. Hay, por
lo menos, otros cuatro. Ante todo, el de la guerra. Si en un país realmente se consagrase
la vida humana, lo primero que se debería hacer sería abolir el ejército. Porque es
indiscutible que la misión fundamental de una fuerza armada es vencer en la guerra. Y
normalmente las guerras se ganan matando enemigos. Para eso los soldados cargan
fusiles y no ramos de flores. Y los cañones lanzan proyectiles y no hogazas de pan caliente.
Por supuesto, los soldados enemigos son inocentes, tan inocentes como los propios.
Estar alistado en un ejército nacional, por lo general, no es un delito. Sin embargo, no
solo las muertes de estos soldados no se castigan, sino que suelen incentivarse y
premiarse. Y, con ellas en la mira, se invierten presupuestos considerables. No seamos
hipócritas.
En segundo lugar, está la represión policial y de seguridad. El guardia de un negocio
o el agente de policía están a menudo armados. Si se produce un atraco, extraen el arma
y disparan. La protección de los bienes materiales, de las ganancias, del dinero, parecen
justificar el empleo de la pistola. Claro que en el tiroteo consecuente no es raro que queden
involucradas otras personas, ya sean clientes, transeúntes, rehenes... es decir,
“inocentes”. Sus vidas son arriesgadas por la balacera. A menudo mueren de resultas de
ella, o quedan con gravísimas secuelas. ¿Para qué? Para salvar billetes, joyas, aparatos
electrónicos, etc.
El ya referido estado de necesidad, en todas sus formas, es otro supuesto a
considerar. Recordemos el clásico ejemplo de la famosa “tabula unius capax”, la madera
que solo puede mantener a flote a una persona. Si, después del naufragio, uno de los
marineros se la arrebata a otro (que es completamente “inocente”), lo está condenando de
hecho a morir en las olas bravías. Sin embargo, como se asume que no es exigible una
conducta heroica (la de cederle la tabla al prójimo, en este caso), el que se queda con el
madero, y así se salva, no recibe pena alguna.
(31) www.amnesty.org
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VI - EL OTRO DEBATE
Semejaría, pues, que habría tres debates que se deberían considerar superados. El
de la “personalidad” del concebido, porque es irrelevante. El de su “humanidad”, porque
es obvia. El del derecho de la mujer embarazada de optar por la continuidad o no de la
gestación, por la inexigibilidad jurídica de una u otra de tales conductas, más allá de las
consideraciones morales o religiosas que puedan generar.
Así las cosas, el campo de acción se desplazaría para enfocar otra cuestión: la de
que la opción de la mujer encinta sea verdadera. Es decir que pueda escoger entre llevar
adelante la gestación o no hacerlo, no entre abortar o morirse de hambre. Desde esta
óptica, el problema fundamental deja de ser estrictamente jurídico, y pasa a ser mucho
más general. Porque ese problema es el de la pobreza.
La gran cuestión atrás del aborto parece ser la de la pobreza en todas sus formas
y corolarios. La escasez de trabajo, la indignidad de la vivienda, la ausencia de servicios
esenciales, la falta de estabilidad laboral, la carencia de una medicina pública que sea
gratuita, eficaz e inmediata, la mala alimentación. El desinterés de aquellos estados que
parecen limitarse a castigar a la mujer que aborta, pero poco o nada hacen para ayudarla
a tener su bebé en paz y felicidad.
La pobreza y la hipocresía son características típicas de una sociedad capitalista
estructurada sobra la base de la exclusión y el aprovechamiento, la explotación y la
cosificación del ser humano. El capitalismo no es ni podrá ser nunca humanista. Y solo
una cultura del humanismo integral podría valorizar la vida de toda persona al margen
de los fríos cálculos económicos.
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RICARDO D. RABINOVICH-BERKMAN
Debe considerarse que el aborto es un delito exclusivo para pobres. Las mujeres de
las clases dominantes de los países donde esa figura subsiste pueden viajar para abortar
a aquellos donde está despenalizado. Ni siquiera se necesita tanto dinero. Y no se comete
ningún delito. El aborto que se castiga es el de la mujer proletaria o lumpen.
A su vez, esos hijos de las clases y sectores desposeídos son los que inspiran temor
a los dueños de la riqueza y del poder. Si el número de estos parias creciera, se podrían
volver peligrosos, inquietos, quizás hasta revolucionarios. El proletariado solo se supone
que crezca o se mantenga en la estricta medida en que sea necesario para las dos
funciones que el mundo de las megacorporaciones internacionales le reserva: la de obrero
y la de consumidor.
Eso es lo que más parece preocupante del aborto lícito, si la despenalización se
concreta así sin más. Porque puede tornarse en la más eficaz y sucia de las herramientas
de autorregulación de las dimensiones de los grupos explotados. Casi al nivel de la “mano
invisible” de Adam Smith, las necesidades del mercado de trabajo impondrán las cuotas
de aborto. Lo que en realidad es una maquiavélica política de sujeción, sería vivenciado
por la sociedad como una conquista de los propios sometidos. Toda una sublimación.
El aborto implica la muerte de un ser humano y eso nunca puede ser bueno.
Entonces, no es posible que se lo considere un remedio ni una solución para el problema
del embarazo no deseado. Otra cosa muy distinta es que no se castigue a la mujer que
interrumpe su propia gestación. Pero de allí a una estimación positiva, favorable, o incluso
aséptica, neutral, del aborto como fenómeno, hay mucho trecho.
VII - CONCLUSIÓN
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Se mantiene la resolución que hizo lugar al pedido de interrupción del embarazo de la hija
de la actora, pues los principios de estricta legalidad y pro homine obligan a adoptar la
interpretación amplia del artículo 86, inciso 2), del Código Penal, que establece la no
punibilidad del aborto practicado respecto de un embarazo que sea la consecuencia de
una violación.
❚F., A. L. s/MEDIDA AUTOSATISFACTIVA - CORTE SUP. JUST. NAC. - 13/3/2012 - CITA DIGITAL
IUSJU225544D(*)
NOTA AL FALLO
Domingo Rondina(**)
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DOMINGO RONDINA
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Por nuestra parte hubiésemos preferido que la Corte diga algo al respecto, y no que
intente inmunizar la norma ya que eso dejará lugar a otros planteos.
Creo que aquí prevalecen el penalista, y el judicial que gambetea, frente al consti-
tucionalista.
- Con respecto al Pacto de San José de Costa Rica la Corte sí enfrenta claramente el
punto e interpreta lo que venimos diciendo desde hace años: el Pacto da una protección
“en general” con lo que se admiten muchas excepciones, y la Corte hace suyo lo que
se dijo en “Baby Boy”, admitiendo la violación como una excepción a la prohibición de
abortar.
- Y con la Convención sobre los Derechos del Niño opta por una interpretación muy
arriesgada pero muy fuerte: manifiesta que la reserva argentina fue sólo una
“declaración interpretativa” y que por lo tanto no tiene ninguna aplicación concreta.
Es muy jugado, porque le está quitando todo valor a una declaración del Congreso, lo
cual nunca es de buena hermenéutica, y traerá nuevos dilemas.
- Así, en síntesis, resuelve que cuando el artículo 86, inciso 2) del Código Penal dice que
no es punible el aborto de mujer violada si ella era “idiota o demente”, resulta
inconstitucional la limitación a las deficientes mentales y que debe darse el mismo
derecho a todas las mujeres.
Luego hace un esforzado análisis del artículo 86 del Código Penal, donde básicamente
transcribe lo que hace años viene escribiendo Raúl Zaffaroni.
Pero en el fondo lo que la Corte está haciendo, sin animarse a decirlo claramente,
es declarar inconstitucional la distinción establecida en casos de violación a favor de las
discapacitadas mentales. Ello es asumido con mayor claridad en el voto de Argibay.
VI - Nino sonríe
Para satisfacción de quienes admiramos al extinto maestro Carlos Santiago Nino,
la Corte hace una cita que la honra: pedirle a una mujer violada, que sufrió una agresión
tan contundente a sus derechos, que siga adelante con el embarazo sólo para beneficiar
a un tercero (el “nasciturus”) resulta inconstitucional porque implica ver a la mujer como
un medio y no como un ser humano fin en sí misma. Es lo que en filosofía se conoce como
“actos supererogatorios”, heroicos, de aniquilación personal, que no pueden ser válida-
mente requeridos a nadie.
Y, honrando también a Nino sin mencionarlo, Argibay en su voto deja en claro que
exigir la continuidad del embarazo a una mujer violada implica que el Estado imponga
un plan de vida a un ser humano, lo que es constitucionalmente insostenible.
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DOMINGO RONDINA
Ahora el aborto por motivos de violación sólo requiere que la mujer le cuente la
causa a su médico y que él realice la práctica.
Y amenaza a los médicos y funcionarios con que si requieren cualquier otra exi-
gencia serán responsables penalmente de ello.
También establece claramente que el Estado debe asegurar la realización de los
abortos de este tipo en los hospitales con carácter gratuito e inmediato. Y que si hubiese
médicos que no quieren realizar la práctica por objeciones de conciencia los hospitales
deben asegurar suficientes médicos no objetores.
Obviamente deja en claro que si la mujer es menor o incapaz, el consentimiento
requerido es el de su representante legal.
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Eduardo A. Sambrizzi(*)
Creo necesario, antes de entrar al tema del aborto, poner el acento en el momento
en que comienza la vida humana, debiendo al respecto recordar que el artículo 19 del
Código Civil y Comercial (CCyCo.) establece que la existencia de la persona humana
comienza con la concepción, no habiendo dicha disposición efectuado distinción alguna
sobre si la misma se produce dentro o fuera del seno materno. Seguidamente expondré
algunas ideas sobre la persona humana, el derecho a la vida que la misma tiene y le
corresponde, y sobre el aborto.
La concepción ocurre desde la fecundación del óvulo por el espermatozoide, en que
se conjugan -produciéndose la denominada “singamia”- los 23 cromosomas paternos con
los 23 cromosomas maternos, creándose de tal manera un nuevo ser, irrepetible, con una
autonomía y una identidad genética propia, distinta a la de sus padres, el cual posee la
potencialidad suficiente como para, a partir de allí, desarrollarse hasta su nacimiento
mediante un proceso irreversible y continuo, y luego continuar su vida hasta la muerte.
Y es desde ese momento de la concepción, precisamente, que la vida humana merece
protección jurídica, resultando indiferente a ese efecto el hecho de que el embrión todavía
no se haya anidado en la pared del útero materno; de la misma manera, infundadamente
se sostiene que el inicio de la condición humana se produce con la aparición de la cresta
neural, o teorías semejantes, las cuales olvidan considerar, entre otros irrefutables
argumentos, que desde la concepción no se produce en el ser humano ningún cambio
(*) Abogado (UBA). Doctor en Derecho Civil. Miembro del Instituto de Derecho Civil de la Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Vicepresidente de la Corporación de
Abogados Católicos
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EDUARDO A. SAMBRIZZI
ontológico. El ser humano continúa siendo el mismo desde la concepción, aunque más
desarrollado en los diferentes pasos que necesita hasta llegar al nacimiento.
Cada etapa del desarrollo del embrión exige la anterior, ya que se trata de la misma
realidad, del mismo ser que tiene una estructura exclusivamente humana y estrictamente
suya(1). Desde el momento de la fecundación del óvulo, queda inaugurada la vida de un
nuevo ser, que no llegará a ser nunca humano si no lo es ya entonces, siendo en el
momento de la fecundación cuando se fija el programa de lo que será: un hombre,
individual, con sus notas características ya bien determinadas. Con la fecundación ha
comenzado la aventura de una vida humana, cada una de cuyas grandes capacidades
exige tiempo, un largo tiempo, para ponerse a punto y estar en condiciones de actuar.
Como afirma Alberto Rodríguez Varela(2), hablar de persona sin nacer significa
hablar del hombre, porque si el no nacido no es humano desde un principio, o sea, desde
la concepción, jamás podrá llegar a serlo. Carece de sentido sostener que comenzamos
nuestra vida siendo un ser que todavía no es humano, por lo cual, resulta claro que el
respeto a la vida humana se impone desde que comienza el proceso de la generación. Y al
ser el embrión un ser humano, no puede negársele el elemental derecho a vivir, consa-
grado por nuestra Constitución.
(1) Chomali, Fernando G.: “La píldora del día después. Consideraciones antropológicas y éticas” en
“Vida y ética” - Instituto de Bioética de la Facultad de Posgrado en Ciencias de la Salud - UCA - año
2 - Nº 2 - pág. 179
(2) Rodríguez Varela, Alberto: “Aproximación a la persona por nacer” - 2ª ed. - EDUCA - 2006
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Si, como recién recordé, para nuestro país se es niño desde la concepción, y si como
resulta de la Convención sobre los Derechos del Niño, los Estados parte -entre ellos, la
Argentina- reconocen que todo niño tiene derecho a la vida; debiendo garantizar ese
derecho, la Argentina no puede dictar una ley permitiendo el aborto.
Cabe por otra parte señalar que el derecho a la vida no existe únicamente en favor
de aquellas personas que pueden valerse por sí mismas, o que van a poder hacerlo en el
futuro -como ocurre en el caso de las personas de corta edad-, sino de todas, inclusive,
por ejemplo, de aquellas que no tienen conciencia de su propio ser, o que carecen de
raciocinio o de capacidades propiamente humanas, o que tienen una minusvalía o
deficiencia física grave, o que constituyen una carga para la comunidad o para su familia.
(3) Recordamos asimismo, que el art. 12, inc. 1), de la Constitución (Prov. Bs. As.) reconoce que
todas las personas en la provincia gozan del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte
natural, y que el art. 36, inc. 2), de dicha Constitución dispone que “todo niño tiene derecho a la
protección y formación integral, al cuidado preventivo y supletorio del Estado en situaciones de desamparo y a la
asistencia tutelar y jurídica en todos los casos”. A su vez, en el art. 2 de la L. 13298 de promoción y
protección integral de los derechos de los niños de esa provincia, se establece que quedan
comprendidas en la misma las personas desde su concepción hasta los 18 años de edad
(4) De Martini, Siro: “El derecho penal y la protección de la vida de las personas por nacer” - ED -
8/9/2005
(5) CSJN - P.709.XXXVI - 5/3/2002
(6) CSJN - S.1091.XLI - 28/2/2006
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EDUARDO A. SAMBRIZZI
Resulta suficiente, para el reconocimiento del derecho a la vida, que exista un proceso
vital en el ser humano, con independencia de si ese proceso es viable, o si la persona tiene
posibilidad de valerse por sí misma en el futuro.
Gregorio Badeni ha sostenido que la libertad de vivir, entendida en un sentido
conceptual amplio, es un bien fundamental cuya valoración supera holgadamente a los
restantes derechos y libertades, dada la circunstancia de que ninguno de ellos puede ser
considerado en forma separada de la vida, que es el presupuesto condicionante de las
restantes especies del género libertad. “Sin vida -afirma Badeni- no hay libertad, ni
posibilidad alguna de ejercer los derechos naturales que conforman la esencia de la
personalidad, ni tampoco la amplia gama de potestades que, en su consecuencia, le
reconoce al individuo la ley positiva”.(7)
Debo asimismo recordar la existencia de distintas declaraciones o convenciones
internacionales en las cuales se reconoce la existencia del derecho a la vida, comenzando
por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, del año 1948, en cuyo artículo 3
se establece que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de
su persona, habiéndose destacado en el Preámbulo la necesidad, para el logro de la
libertad, la justicia y la paz en el mundo, de que se reconozca la dignidad intrínseca y los
derechos de todos los hombres. Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el mes de
diciembre de 1966, dispone en su artículo 6 que el derecho a la vida es inherente a la
persona humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la
vida arbitrariamente. Recordamos asimismo el contenido del artículo 4.1. de la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos -más conocida en nuestro país como Pacto de
San José de Costa Rica-, acordada por la Organización de Estados Americanos el
22/11/1969, en el cual se afirma que toda persona tiene el derecho a que se respete su
vida. Este derecho será protegido por la ley y, en general, desde el momento de la
concepción. Nadie será privado de la vida arbitrariamente. Además, en el artículo 11.1.
de dicha Convención se dispone que toda persona tiene derecho al respeto de su honra y
al reconocimiento de su dignidad.
Ese derecho a la vida y su consiguiente protección, que resulta tanto de dichas
Declaraciones y Convenciones como de nuestra Constitución, resulta de la circunstancia
de que la vida es un valor primario en el que se fundamentan los otros valores de la
persona, y sin el cual los demás derechos no tendrían existencia posible.
La persona humana tiene una dignidad intrínseca, objetiva, poseída por todos, que
es inherente a su carácter de persona, y que deriva del hecho de constituir un ser que ha
sido creado a imagen y semejanza de Dios, así como por tener un fin trascendente(8). Por
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la dignidad que esas circunstancias le confieren, tiene una serie de derechos funda-
mentales, de carácter inviolable y que no pueden ser impunemente conculcados, entre
otros, a que se respete su vida desde el comienzo de su existencia, hasta su conclusión
en forma natural, por oposición a provocada; lo cual es así con independencia de su
condición, de su estado de salud, de su raza y de cualquier otra circunstancia. Y ese
derecho es patrimonio de todo hombre, por el solo hecho de serlo, por lo que no puede
encontrarse a disposición de la voluntad mayoritaria o no de las demás personas.
La dignidad es ínsita a toda persona por el hecho de ser un ser humano, y no
porque tenga conciencia, libertad, autonomía o racionalidad, ni porque goce de una
determinada calidad mínima de vida. La vida no tiene distintos grados de dignidad, siendo
errónea la afirmación de que la misma es digna únicamente si tiene ciertas y determinadas
características. La ley 26061, reglamentaria de la Convención sobre los Derechos del Niño,
establece que todo niño tiene derecho a la vida y a la dignidad como sujetos de derechos
(arts. 8 y 9).
El respeto que merece la vida humana por la dignidad que tiene todo ser humano
implica el derecho de defenderla de ataques ilegítimos efectuados por terceras personas,
como también la necesidad de su reconocimiento por los demás, y asimismo el deber de
respetarla, omitiendo toda acción u omisión que pudiera conducir a la muerte, debiendo
el Estado poner en ejercicio todos los mecanismos que fueran necesarios para protegerla.
Cualquiera que sea la situación física o psíquica en la que se encuentre la persona,
esta conserva siempre su dignidad -desde la concepción hasta la muerte-, la cual no es
susceptible de grados: no podemos ni perderla ni ganarla, incrementarla o disminuirla,
ni está sujeta a la calidad de la vida, por lo que no varía por la enfermedad o el sufrimiento,
la malformación o la demencia. Etienne Montero, profesor de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Namur, en Bélgica, ha dicho que “la persona tiene siempre la misma
dignidad ontológica, intangible e inviolable, enclavada en su ser mismo y apoyada en el
hecho simple y esencial de existir y de pertenecer al género humano: la vida humana
fundamenta la dignidad”.(9)
La dignidad de la vida humana hace que la misma constituya algo indisponible
para la persona, por lo que la voluntad no tiene efecto alguno para decidir sobre su
conclusión en forma voluntaria, debiendo señalar al respecto que la inviolabilidad e
indisponibilidad de la vida humana ha sido establecida por multitud de filósofos, desde
Aristóteles hasta Kant, en cuyo pensamiento -según se ha puntualizado- no interfieren
consideraciones de orden religioso.(10)
(9) Montero, Etienne: “¿Hacia una legislación de eutanasia voluntaria? Reflexiones acerca de la tesis
de la autonomía” - Disponible en www.udep.edu.pe. Conf., Castañeda, Adolfo J.: “Cómo defender
la vida ante los argumentos a favor de la eutanasia y el suicidio asistido” - Disponible en
www.aciprensa.com
(10) De Prada, Juan M.: “Eutanasia” - Disponible en www.muertedigna.org, quien recuerda la
afirmación de Kant en el sentido de que el hombre no es libre para decidir sobre su propia vida,
porque no se puede utilizar un principio como fundamento de la destrucción del mismo. Así, por
ejemplo, un hombre no puede utilizar su libertad decisoria para abdicar de ella y convertirse
voluntariamente en esclavo, pues, al hacerlo, dejaría de ser libre y, por consiguiente, no podría hacer
uso del fundamento capital por el que disponía de su persona. Del mismo modo, agrega, la autonomía
personal no justifica que renunciemos en forma voluntaria a la vida, pues dicha elección implicaría
la destrucción de nuestra autonomía. Conf. en que la vida tiene un valor eminente en sí misma, que
no depende de las personas y que no puede ser aniquilada por la autonomía humana, entre otros,
Tobías, José W.: “Derecho de las personas” - Nº 14 - págs. 533 y ss.
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EDUARDO A. SAMBRIZZI
Es usual escuchar como uno de los argumentos en favor del aborto que la mujer
tiene derecho a disponer de su cuerpo, como si la persona por nacer -en cualquier estadio
de desarrollo en el que se halle- fuera una parte de la madre, o como si no tuviera un
código genético único e irrepetible, que lo hace distinto a esta. Pareciera de tal manera
olvidarse que el ser que está en el vientre de la mujer no es una parte de su cuerpo, sino
un cuerpo distinto, el cuerpo de un ser humano que puede ser de distinto sexo que la
gestante, y que además del ADN, hasta también puede tener una sangre incompatible con
la de su madre. Por otra parte, la mujer no es la única protagonista en el tema del aborto,
puesto que también existen al menos otros dos protagonistas: el padre (varón) cuyo
derecho a proteger su paternidad y la existencia de su hijo no puede ser desconocido, y
el niño bajo el plan de exterminación, que se encuentra indefenso, sin voz y a merced del
arbitrio de su progenitora, siendo su derecho más esencial -a la vida- ahogado en aras de
un protagonismo egoísta de esa madre, que reclama para sí toda la atención.
(11) Lapalma, Juan C.: “Fin de la existencia de la persona. Límites a los actos de disposición de la
propia vida” - JA - T. 2004-I - pág. 815
(12) Sgreccia, Elio: “La bioética personalista” en “Vida y ética” - N° 2 - año 2 - diciembre/2001 -
pág. 14. Véase asimismo, Raez, Luis E.: “El derecho de morir y el matar por misericordia”
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Pero aunque la persona por nacer fuera una parte del cuerpo de su madre -que no
lo es-, aun así la gestante no tendría derecho de disponer del mismo, no debiendo olvidarse
que la libertad de las personas tiene variados límites que son ampliamente reconocidos
en las sociedades civilizadas, entre los cuales puede destacarse -con relación al procla-
mado derecho de disponer del propio cuerpo- el de no permitir la mutilación corporal (aun
con el consentimiento de la persona que así lo requiriera), o el de no admitir que sea
vendido como esclavo, pues esas conductas atentan contra la dignidad del ser humano,
que es de carácter inalienable.(13)
En ninguna Constitución existe el derecho de poder disponer del cuerpo o de partes
no renovables del mismo como si fueran una propiedad. No es posible admitir que el
individuo pueda renunciar a valores tan altos, pues una conducta de esa naturaleza,
fundada en un erróneo enfoque de la autonomía de la voluntad, atentaría contra valores
indisponibles, y, en definitiva, contra la propia libertad que se proclama defender. La
autonomía personal no es un absoluto, no pudiendo dejarse de lado que la convivencia
democrática nos obliga a someternos a leyes que no son cuestionadas como límites a la
libertad personal, entre otros, a respetar la vida desde la concepción, que, como se vio,
consiste en un derecho constitucionalmente consagrado.
Por otra parte, “pensar la vida como un objeto de uso por parte de su propietario es
llevar a un extremo el sentido burgués de la propiedad privada. El hombre no es dueño o
propietario de la vida humana como si se tratase de un bien material. Si asimilamos el vivir
a los objetos de propiedad, estamos privando a la vida del sentido de incondicionalidad e
inviolabilidad que le confiere su dignidad ... más que propietario, el hombre ha de entenderse
como un administrador de la vida humana”.(14)
(13) Como también atenta contra esa dignidad el abominable crimen del aborto, debiendo destacar
no obstante que aun las legislaciones que lo permiten, lo hacen -salvo supuestos de excepción, como
el de la existencia de malformaciones en el feto- solo hasta una determinada etapa del desarrollo del
nuevo ser
(14) García, José J.: “Muerte y eutanasia” - Instituto de Bioética de la Facultad de Posgrado - UCA -
N° 2 - año 3 - diciembre/2002 - pág. 141
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EDUARDO A. SAMBRIZZI
vida el primero de los derechos personalísimos, toda legislación que autorice el aborto
es una negación de estos derechos y por lo tanto de la medicina misma...”. Y con fecha
30/9/2010, dicha Academia declaró lo siguiente: “Que el niño por nacer, científica y
biológicamente es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción.
Desde el punto de vista jurídico es un sujeto de derecho como lo reconoce la CN, los tratados
internacionales y los distintos códigos nacionales y provinciales de nuestro país. Que
destruir a un embrión humano significa impedir el nacimiento de un ser humano. Que el
pensamiento médico a partir de la época hipocrática ha defendido la vida humana como
condición inalienable desde la concepción”.
No desconozco sino, por el contrario, las difíciles situaciones en las que pueden
encontrarse muchas mujeres con motivo de su embarazo, con respecto a lo cual debe
actuar el Estado, como en parte ya lo hace con el actual subsidio a las mujeres embara-
zadas que lo necesitan.
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Claro que allí no debe terminar la ayuda estatal, que debe continuar en forma activa
después del nacimiento, lo que de hecho ya se hace con la Asignación Universal por Hijo
(AUH), debiendo esa ayuda ampliarse con los aportes materiales de lo que la mujer
necesite para criar debidamente a su hijo. El Estado debe también actuar en la prevención,
con campañas de salud sexual y reproductiva en distintos ámbitos, como también prestar
atención médica, farmacológica y psicológica a la mujer que procedió a abortar, dado el
tremendo impacto y la angustia indefinida que ese acto le causa, como he podido constatar
en mi actuación como abogado. Es conocido el síndrome postaborto, derivado del conflicto
que provoca en la mujer el sentimiento maternal frente al papel de partícipe de la muerte
de su hijo.
También existe la posibilidad de dar al niño en adopción, existiendo en nuestro país
miles de personas ansiosas de adoptar, que no pueden hacerlo porque son más los
requirentes que los niños en condiciones de adoptabilidad, debiendo modificarse la ley
para hacer más accesible dicho instituto.
X - CONCLUSIONES
En primer lugar, me parece bien que exista un amplio y respetuoso debate sobre el
aborto, sin fanatismos y con la mente abierta a todas las opiniones. Por mi parte, creo que
se deben prevenir los embarazos no deseados, y respetar, ayudar y atender a las madres
que no quieren o no pueden criar a sus hijos, pero ello -que es ciertamente relevante- se
halla muy alejado de aprobar una legislación que permita matar al ser humano cuando
se halla en el vientre de su madre, cosa que, en todo caso, no legitimaría dicha práctica,
en el sentido verdadero de la palabra. Y aunque existiera “conflicto entre los derechos e
intereses de los niños ... frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevale-
cerán los primeros”, como establece expresamente el artículo 3 de la ley 26061.
El Estado nunca debe involucrarse en la eliminación de seres humanos inocentes,
ya que su verdadera obligación es la de garantizar su interés superior y supervivencia.
Pongo de relieve que resulta indudable que las normas que se sancionen a nivel
nacional o provincial que autoricen la muerte provocada de modo directo de una persona
inocente carecen de validez constitucional, lo que es así mientras no sea reformada la
Constitución Nacional, resultando irrelevante que los afectados tengan unas horas, una
semana o tres meses de gestación, un año u ochenta años de vida, pues todas las
personas, desde su concepción, tienen el mismo derecho a la vida.
La aprobación del aborto implica el desconocimiento de la dignidad que tiene toda
persona humana y, tal como se ha dicho, “no puede haber verdadera democracia si no se
reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos”.
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I - INTRODUCCIÓN
(*) Licenciada en psicología (UBA). Realizó el Diplomado Superior en Ciencias Sociales con Mención
en Género y Políticas Públicas en PRIGEPP-FLACSO. Actualmente se desempeña como Perito III
del Área de Violencia de Género del Centro de Asistencia a la Víctima del Ministerio Público del
Departamento Judicial de Lomas de Zamora - Prov. Bs. As.
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MARÍA R. VÁZQUEZ
(1) Dato extraído en el artículo titulado “La economía del aborto clandestino”, sección “Sociedad” -
12/3/2018
(2) Ver: “Un emblema contra la criminalización del aborto. Absolvieron a Belén” - Diario Página/12
- Sección “Sociedad” - 27/3/2017
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podría inferir que la decisión de la mujer que decide abortar tampoco lo constituye, siendo
que su costo acarrea la pérdida de su vida, su salud y en muchos casos, injustamente,
su libertad, padeciendo violencia de género de tipo simbólica por el solo hecho de ser mujer
que opta por no ser madre en un sistema patriarcal.
En cuanto a los efectos en la salud física, podemos mencionar que son graves, con
riesgo de vida, y que, cuando ellas acuden a una institución hospitalaria/sanitaria, son
maltratadas, pues las hacen esperar horas y horas, padeciendo violencia institucional-
obstétrica, con sintomatología, entre otras afecciones: peritonitis, abdomen agudo,
hemorragias, infecciones, extirpaciones uterinas, esterilidad, incontinencia urinaria y
fecal, y en muchos casos encontrando la muerte. Desde la Campaña Nacional por el Aborto
Legal Seguro y Gratuito, se informa que cada año mueren en Argentina muchísimas
mujeres por prácticas de abortos clandestinos e inseguros, y que las mismas son pobres
y jóvenes. Esto da cuenta de que lo clandestino del aborto es la principal causa de muerte
en mujeres embarazadas. Estas muertes pueden ser evitables y que el Estado no vulnere
los derechos humanos de las mujeres, que son ciudadanas que votan en los cuartos
oscuros y paradojalmente muchas mueren en los cuartos clandestinos abortando.
La penalización del aborto, en vez de disminuir la incidencia de la práctica en sí,
en realidad está impidiendo el acceso a la salud en cuanto a los procedimientos seguros,
con lo cual se generan riesgos para la vida y la salud de las mujeres. La Organización
Mundial de la Salud (OMS), desde el año pasado, está alertando que, a nivel mundial, se
realizan 25 millones de abortos inseguros, prácticas que las mujeres recurren por las
restricciones legales y económicas.
Los obstáculos para acceder a un aborto seguro son: legislación restrictiva; poca
disponibilidad de servicios; escaso presupuesto para políticas públicas; costos elevados;
estigmatización; objeción de la conciencia del personal sanitario; y pobreza.(3)
Para poder pensar en los efectos en la salud psíquica de mujeres que abortan en
contextos de penalización por embarazos no deseados, es necesario poner foco en el
concepto de “imaginario social” que nos brinda Castoriadis y también en que, dentro de
una sociedad patriarcal, la mujer será valorizada como tal solo si es madre, es decir, a
partir de su capacidad reproductiva. No todos los embarazos son deseados, ni todas las
mujeres reciben la noticia de la misma manera, ni reaccionan emocionalmente de acuerdo
con lo que socialmente se espera, respondiendo a los estereotipos de género. El tiempo de
toma de decisiones es corto, situación crítica donde muchas mujeres lo vivencian con
ansiedad, angustia, culpa y en soledad.
Hay mujeres que experimentan sentimientos ambivalentes frente al embarazo no
deseado, con un intenso malestar psíquico que las vulnera emocionalmente, como
también la ausencia o debilidad de apoyo social y familiar.
En el posaborto, muchas mujeres manifiestan sentirse aliviadas de la angustia
intensa que sufrieron previamente, salvo las que tienen creencias religiosas muy intensas
y/o reciben una presión social y estigmatización.
Es importante mencionar que, a nivel de salud mental, es más probable la aparición
de sus síntomas (clasificados en CIE 10 y en el DSM V) ante abortos no deseados, en
muchas mujeres se sienten vulnerables emocionalmente por el hecho de estar embarazada
siendo que no lo deseaban.
(3) Ver: “Prevención del aborto peligroso” - Organización Mundial de la Salud - 19/2/2018, en
www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/preventing-unsafe-abortion
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MARÍA R. VÁZQUEZ
de segunda (pobres). En este sentido, esta injusta realidad e iniquidad llevan a pensar en
el concepto de feminicidio(7), pues la despenalización del mismo permite, además de que
las mujeres tengan la libertad de elegir, evitar sus muertes por medio de procedimientos
para abortar en condiciones salubres, seguras y gratuitas en hospitales públicos, con
implementación de políticas públicas afines y presupuesto necesario.
A su vez, es relevante mencionar que dicha violencia simbólica ejercida sobre los
cuerpos de las mujeres está normalizada, fundamentada desde el propio contexto legal
que con un discurso de protección a la vida, lo que las lleva a morir en clandestinidad,
reproduciendo desigualdad de género y reafirmando al cuerpo físico como el espacio por
excelencia de la violencia.
El aborto clandestino es también violencia género ya que por las altas cifras de
muertes podría considéraselo como “feminicidio”, como ya se mencionó. Un camino
diferentes sería la interrupción voluntaria del embarazo y por ende la despenalización del
aborto, que no obliga a nadie a practicarlo, sino que garantiza que sea seguro y gratuito
para todas las ciudadanas mujeres que decidan realizarlo y no padecer un embarazo no
deseado y estar obligadas a una maternidad forzada pudiendo tener altos costos psíquicos
y físicos para la salud de esas mujeres y sus hijos/as.
IV - A MODO DE CONCLUSIÓN
(7) Marcela Lagarde ha sido la creadora del concepto “feminicidio” y dice: “El feminicidio pondera la
responsabilidad del Estado y plantea como en toda violencia contra las mujeres la necesidad de una política de
Estado para erradicarla, así como, de manera paradójica y contradictoria, la transformación de género de ese
Estado y sus instituciones como parte de la solución del problema” (“La Real Academia aceptó ponerle
nombre” - Diario Página/12 - Sección “Sociedad” - 7/4/2014)
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REFLEXIONES EN TORNO A LA
LEGALIZACIÓN DEL ABORTO PARA PERSONAS
MENORES DE EDAD (*)
Daniela B. Zabaleta(**)
I - INTROITO
(*) Fundamentos para la exposición efectuada el 24 de mayo de 2018 en las reuniones informativas
sobre los proyectos de ley de legalización del aborto en debate ante las Comisiones de Legislación
General, Legislación Penal, Acción Social y Salud Pública y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de
la Cámara de Diputados de la Nación Argentina
(**) Abogada. Maestranda en Derecho Civil Patrimonial. Docente Universitaria. Miembro del Centro
de Bioética Persona y Familia
(1) En total, los proyectos legislativos que se encuentran en el Congreso de la Nación y que
contemplan políticas para la mujer en cinta son 14; 4 de ellos prevén políticas públicas para protección
de la maternidad y el niño por nacer (expedientes legislativos 324-D-2018, 459-D-2018, 539-D-2018,
2452-D-2018); 1 contempla la despenalización del delito de aborto hasta la semana 14 (expediente
legislativo 443-D-2018); otro estipula la cobertura del medicamento Misoprostol para el tratamiento
en mujeres o personas gestantes que necesiten intervención ante un aborto incompleto, huevo
anembrionado, hemorragia postparto, inducción del aborto cuando lo permitiera la ley, feto muerto
y retenido o cualquier otra utilización que la indicación del/a médico/a tratante determine
(expediente legislativo 5853-D-2017);finalmente, los restantes 8 legalizan el delito de aborto a través
de la creación de un derecho de la madre embarazada a abortar
(2) Se omitió incluir en el listado el expediente legislativo 0444-D-2018, dado que el mismo no
contempla la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo sino que su objeto consiste
simplemente “en establecer el procedimiento para la interrupción legal del embarazo en los casos enunciados
en el artículo 86 del Código Penal, que se realicen en la República Argentina” (conf. art. 1). No obstante,
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DANIELA B. ZABALETA
específicamente los recaudos que deben cumplirse cuando sean mujeres menores de edad
las que decidan acceder a la mencionada práctica conforme se trate de: 1) niñas menores
de 13 años; 2) adolescentes de entre 13 y 16 años; y 3) adolescentes mayores de 16 años.
La presente ponencia tiene por objeto analizar la regulación que los distintos
proyectos de ley aludidos realizan en torno a la legalización del aborto para personas
menores de edad a la luz de la legislación nacional vigente, especialmente el artículo 26
del Código Civil y Comercial Unificado (CCyCo.).
cabe destacar que este proyecto legislativo remite al art. 26, CCyCo. para el caso en que el aborto
deba ser realizado en menores de edad (conf. art. 5)
(3) Se excluye la iniciativa 0443-D-2018, dado que la misma se limita a modificar la redacción del art.
86, CP, autorizando el aborto sin necesidad de expresión de causa con consentimiento de la mujer
encinta -o de su representante legal- hasta la semana 14
(4) Art. 8 - “Si la interrupción voluntaria del embarazo debe practicarse a una persona adolescente, entre los
13 y los 16 años de edad, se presume que cuenta con aptitud y madurez suficiente para decidir la práctica y
prestar el debido consentimiento.
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Si la interrupción voluntaria del embarazo debe practicarse en una persona menor de 13 años de edad se requerirá
su consentimiento informado con la asistencia de al menos uno de sus progenitores o representante legal. En
ausencia o falta de ellos se requerirá la asistencia de las personas indicadas en el artículo 4 del decreto
reglamentario del Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, el art. 7 del decreto 415/2006
reglamentario de la ley 26061 y el artículo 59 del Código Civil y Comercial de la Nación.
En todos los supuestos contemplados en los artículos que anteceden serán de aplicación la Convención de los
Derechos del Niño, la ley 26061 y los artículos pertinentes del Código Civil y Comercial de la Nación, en especial
en lo que hace a su interés superior y el derecho a ser oído”
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DANIELA B. ZABALETA
c) Las que enuncia el artículo 59 del CCyCO., es decir: el representante legal, el apoyo,
el cónyuge, el conviviente, el pariente o el allegado que la acompañe.
Difiere, en cambio, el tratamiento que los proyectos de ley mencionados hasta el
momento brindan a las adolescentes de entre 13 y 16 años que quieran abortar. En tal
caso, se establece que debe presumirse la aptitud y madurez suficiente de la menor para
decidir la práctica y prestar el debido consentimiento.
En lo que respecta a las adolescentes mayores de aquella edad, solamente los
expedientes legislativos 230-D-2018 y 1115-D-2018 hacen referencia a ellas. Concreta-
mente, establecen que debe reconocérseles su plena capacidad, lo que implica que, de
aprobarse algunos de estos proyectos de ley, las adolescentes mayores de 16 años de edad
se encontrarían facultadas para poder decidir la realización de un aborto al igual que
cualquier mujer mayor de edad.
Por último, los tres proyectos legislativos hasta aquí aludidos establecen que la
Convención de los Derechos del Niño, la ley 26061 y los artículos pertinentes del CCyCO.
-en especial en los que hacen al interés superior del niño y el derecho a ser oído- serán de
aplicación para los demás artículos que se prevén en cada uno de los respectivos
proyectos, determinando así una pauta interpretativa que deberá ser tenida en cuenta
por el juzgador, especialmente en caso de conflicto de intereses.
Una vez más, este Proyecto, al igual que lo hacen los expedientes legislativos 230-
D-2018, 0569-D-2018 y 1115-D-2018, distingue los recaudos que deben cumplirse
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(5) Igualmente, el Proyecto determina que siempre, y sin importar la edad de la menor, ella debe ser
oída
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DANIELA B. ZABALETA
No obstante, prescribe que “en caso de existir controversia entre la persona menor
de 13 años o la persona con restricción judicial de su capacidad para tomar decisiones sobre
su propio cuerpo, con la totalidad de sus representantes legales, el/la directivo/a del
establecimiento debe requerir la intervención de aquel organismo que, en cada jurisdicción,
tenga asignada la función de promover su acceso a la Justicia y la protección y promoción
de sus derechos y garantías. De persistir la controversia, deberá resolverse mediante el tipo
de procedimiento administrativo o judicial más expeditivo, atento a que el Estado debe
garantizar una atención ágil e inmediata ante la solicitud de la interrupción voluntaria del
embarazo”.
Finalmente, prevé que “el Estado debe garantizar a los/as niños, niñas y adolescentes
el acceso a asesoría letrada especializada en niñez en los procedimientos judiciales y
administrativos que los/as incluya y a participar activamente en tales procesos” en atención
a lo dispuesto por la ley 26061.
De la lectura del artículo 6 transcripto surge que, a diferencia de los expedientes
legislativos 230-D-2018, 0569-D-2018 y 1115-D-2018, las personas menores de 13 años
de edad no pueden prestar consentimiento válido en la práctica interruptiva del embarazo
que pudieran estar cursando, y son sus representantes legales los únicos autorizados a
consentir el procedimiento(6). Igual suerte tiene toda persona mayor de aquella edad que
tenga restringida su capacidad para tomar decisiones sobre su propio cuerpo.
A influjo de lo expuesto, determina el Proyecto que no es necesario el consenti-
miento de todos los representantes legales de la menor -o persona con capacidad
restringida- cuando estos fueran varios. Simplemente basta con que uno de ellos consienta
la práctica, y no puede configurar un impedimento la falta de consentimiento del otro
representante. Cabe notar igualmente que nada se regula para el caso en que en vez de
ausencia de consentimiento del otro representante legal haya oposición.
Sí se contempla, sin embargo, el supuesto de que las menores de edad -o la persona
con capacidad restringida- y la totalidad de los representantes legales tengan diferencias
en cuanto a si proceder o no con el aborto, y pone en cabeza de los directivos del
establecimiento sanitario la obligación de requerir la intervención judicial para dirimir el
conflicto; debe además el Estado garantizar la asesoría letrada en los términos de la ley
26061, lo que se erige como una novedad.
Por otra parte, y también a diferencia de los expedientes legislativos 230-D-2018,
0569-D-2018 y 1115-D-2018, nada dice el proyecto aquí bajo análisis en torno a cómo
habrá de procederse en caso de que quien solicite la práctica abortiva sea una persona
mayor de 13 años de edad sin ninguna restricción judicial de su capacidad para tomar
decisiones sobre su propio cuerpo. Ello, claro está, más allá de la regla general establecida
en la primera parte del artículo 6 del proyecto, esto es, que “es válido el consentimiento de
la persona a partir de los 13 años”. De lo expuesto se sigue entonces que, para el
expediente legislativo Nº 2492-D-2017, cualquier persona mayor de 13 años de edad
plenamente capaz puede acceder a la práctica abortiva con su solo consentimiento.
(6) Sin perjuicio de ello, se establece como pauta para tener presente el derecho que tienen tales
menores a ser oídas y su opinión considerada al momento de tomar tal decisión
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DANIELA B. ZABALETA
precisando además que deben contar necesariamente con el asentimiento del repre-
sentante legal o allegado.
La situación no varía en el caso de menores de entre 13 y 16 años. Mientras que
los proyectos de ley 230-D-2018, 569-D-2018, 1115-D-2018 son contestes en presumir
iuris tantum su capacidad de ejercicio para prestar consentimiento válido, el proyecto de
ley 897-D-2018 no presume dicha capacidad sino que simplemente distingue según si la
práctica es invasiva o no y, en caso de no serlo, equipara a las personas mayores de 13
años con cualquier adulto, puesto que su solo consentimiento es suficiente para acceder
a la práctica. Similar es la regulación que brinda el expediente legislativo 569-D-2018,
aunque no diferencia si la interrupción del embarazo es realizada mediante una práctica
invasiva o no, sino que directamente se limita a reconocer que toda persona mayor de 13
años de edad puede prestar consentimiento válido para realizarse un aborto.
El recuadro que a continuación se presenta servirá al lector para comprender lo
dicho hasta aquí.
1082-D-2018 y
230-D-2018 2492-D-2017 0569-D-2018 0897-D-2018 1115-D-2018
1817-D-2018
Consentimiento Consentimiento Consentimiento Si no tiene grado y Remite a la Consentimiento
informado de la de un de la menor madurez suficiente: regulación del informado de la
menor representante + debe ser oída. artículo 26, menor
+ legal Asistencia de al Si tiene grado y CCyCo. +
Menores Asistencia de al + menos un madurez suficiente: Asistencia de al
de 13 años menos un La menor debe progenitor o consentimiento de menos un
progenitor o ser oída y su representante la menor + progenitor o
representante opinión tenida legal asentimiento de un representante
legal en cuenta progenitor o legal
allegado
Presume iuris Estipula la Presume iuris Si el aborto se Remite a la Presumeiuris
tantum su plena tantum su realiza a través de regulación del tantum su
capacidad para capacidad para capacidad para una práctica no artículo 26, capacidad para
consentir un consentir de la consentir un invasiva: plena CCyCo. consentir un
aborto menor de edad aborto capacidad para aborto
consentir de la
menor de edad.
Adolescentes Si el aborto se
de entre 13 realiza a través de
y 16 años una práctica
invasiva:
consentimiento de
la menor +
asentimiento de un
progenitor o
allegado
Estipula la Estipula la Estipula la Estipula la plena Remite a la No contempla
plena plena plena capacidad para regulación del el supuesto, por
capacidad para capacidad para capacidad para consentir de la artículo 26, lo que bien
consentir de la consentir de la consentir de la menor de edad CCyCo. puede
menor de edad menor de edad menor de edad interpretarse
que se aplica la
Mayores regla general
de 16 años del artículo 4,
que requiere el
consentimiento
informado de la
mujer
expresado por
escrito
192
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Una de las grandes novedades introducidas por la sanción del CCyCo. en materia
de capacidad de las personas humanas fue el artículo 26 que “regula expresamente la
capacidad de ejercicio de la persona menor de edad en lo relativo al cuidado de su propio
cuerpo” sobre el principio de capacidad progresiva, el que supone que los menores de edad
ejercen gradualmente ciertos derechos conforme a su desarrollo y madurez.
Bastos son los análisis y críticas pormenorizadas que esta disposición normativa
suscitó. No obstante, no constituye el objeto del presente apartado incurrir en tal tarea(7),
sino simplemente evaluar si efectivamente las directivas emanadas de este artículo fueron
respetadas en las diferentes iniciativas legislativas presentadas en el Congreso Nacional
para legalizar el aborto, máxime teniendo presente que en todas se aprecia de manera
explícita o implícita que este artículo fue el fundamento para regular el tema del aborto
en personas menores de edad.
Aclarado este punto, y bajo el rótulo de “Ejercicio de los derechos por la persona
menor de edad”, el artículo 26, CCyCo. comienza por reproducir la regla que se encontraba
vigente en el sistema del código velezano, esto es, que “la persona menor de edad ejerce
sus derechos a través de sus representantes” (conf. primer párr.). Esta disposición
constituye, a su vez, la aplicación de otra regla prevista en el artículo 100, CCyCo. (“las
personas incapaces ejercen por medio de sus representantes los derechos que no pueden
ejercer por sí”), y se complementa con la prevista en el artículo 101, incisos a) y b) de igual
cuerpo normativo, por cuanto señala que los representantes legales de las personas por
nacer y de los menores de edad no emancipados son sus padres o, en su defecto, el tutor
que se les designe, y con la prevista en el artículo 103, CCyCo. que prevé, de forma
subsidiaria, la injerencia estatal por medio de la intervención del Ministerio Público.
No obstante, acto seguido, y por aplicación del principio de capacidad progresiva
antes mencionado, el artículo 26, CCyCo. establece otra regla general que consiste en
autorizar a todo aquel menor de edad que cuenta con “edad y grado de madurez suficiente”
a realizar por sí mismo aquellos actos que le sean permitidos por el ordenamiento jurídico,
encontrándose facultado, en caso de conflicto de intereses con sus representante legales,
a “intervenir con asistencia letrada” (conf. párr. 2). Asimismo, le reconoce el derecho a ser
oído “en todo proceso judicial que le concierne” y a “participar en las decisiones sobre su
persona” (conf. párr. 3).
Luego, en los párrafos 4 y 5, el artículo 26, CCyCo. se ocupa de los tratamientos
médicos que deban realizarse los adolescentes(8). Concretamente, se estipula que:
(7) Al respecto, recomiendo la lectura de Lafferriere, Jorge N.: “¿Solos con su cuerpo? Capacidad de
los adolescentes para actos médicos en Argentina” - 2ª época - Revista de Derecho (UCUDAL) - N°
16 - diciembre/2017 - año 13. ISSN 1510-3714. ISSN online 2393-6193, págs. 67/100; Tobías, José
W.: “Comentario a los artículos 1 a 224”, en Alterini, Jorge H. (Dir.): “Código Civil y Comercial
comentado. Tratado exegético” - LL - Bs. As. - 2015 - T. I; Muñíz, Carlos: “Régimen de capacidad de
los menores en el nuevo Código Civil y Comercial Unificado”, en “Derecho y Persona Humana en
el Código Civil y Comercial”, edición a cargo de Gabriel Limodio -Ed. Educa - Bs. As. - 2016
(8) Recuérdese que el Código denominó “adolescente” a toda “persona menor de edad que cumplió
los trece años” (conf. art. 25, CCyCo.)
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DANIELA B. ZABALETA
“Se presume que el adolescente de entre trece y dieciséis años tiene aptitud para
decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni
comprometen su estado de salud o provocan un riesgo grave en su vida o
integridad física. Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado
de salud o está en riesgo la integridad o la vida, el adolescente debe prestar su
consentimiento con la asistencia de sus progenitores; el conflicto entre ambos se
resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base de la opinión médica
respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico”.
“A partir de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto
para las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo”.
(9) A excepción, claro está, de los expedientes legislativos 1082-D-2018 y 1817-D-2018 que no prevén
una regulación específica para el aborto de las mujeres menores de edad, sino que simplemente cita
y/o remiten al art. 26, CCyCo. para resolver estos casos
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los proyectos autorizan a la niña menor de 13 años a consentir su propio aborto, cuando
el artículo 26 del CCyCo. ni siquiera le da prerrogativas para realizar actos tendientes al
cuidado de su propio cuerpo. Es más, el CCyCo., en su artículo 261, estipula que “es
involuntario por falta de discernimiento: c) el acto lícito de la persona menor de edad que no
ha cumplido trece años…”, por lo que no solo los proyectos de legalización del aborto
contravienen el artículo 26 del CCyCo. sino también la teoría general de los actos jurídicos.
Dicho de otro modo, de aprobarse alguno de estos proyectos, una menor de edad podrá
válidamente consentir su aborto (que según los proyectos será un acto lícito) pero no
comprarse un caramelo en un kiosco.(10)
Otro tanto sucede con la legitimación activa que se reconoce en la mayoría de los
proyectos legislativos a personas que no son los representantes legales de la menor de
edad que desea abortar para “asistirla” en su decisión. Palabras como “adulto de
referencia”, “adulto responsable”, parientes “por consanguinidad o por afinidad”, “miembros
de la familia ampliada”, “miembros de la comunidad que representen para la niña, niño o
adolescente, vínculos significativos y afectivos en su historia personal como así también en
su desarrollo, asistencia y protección”, o “el allegado que la acompañe” denotan una
amplitud tal que dista de ser la que surge de los artículos 26, 100, 101 y 103, CCyCo.
cuando refiere a los representantes de la menor como las personas autorizadas por ley
para realizar tal función. Por ello, y de aprobarse alguna de las iniciativas que contemplan
tan amplia legitimación, una niña de 12 años podrá ir a abortar acompañada de su
maestra, vecino o amiga, pero para hacerse un tatuaje o un piercing, para celebrar un
contrato de trabajo, donar sangre, o realizarse una cirugía, sus representantes legales
serán los únicos que podrán asistirla o autorizarle la realización de tales prácticas, al
menos hasta que cumpla los 16 años de edad(11). Todo ello dejando de lado los casos en
que esa niña quedó embarazada producto de una violación en donde el propio violador
podría llegar a “asistirla” en esa decisión.
En lo que respecta a las adolescentes de entre 13 y 16 años, el expediente 0897-D-
2018 es el único que parece aproximarse a lo normado por el artículo 26, CCyCo. No
obstante, la diferencia entre uno y otro texto es palmaria. Nótese, por ejemplo, que en el
expediente legislativo mencionado se estipula que el solo consentimiento de la adolescente
que tiene entre 13 y 16 años alcanza para abortar, si ello se realiza a través de una práctica
no invasiva. Mientras, el artículo 26, CCyCo. no solo presume la aptitud para decidir de
la menor de edad (es decir, admite prueba en contrario de esa aptitud) sino que requiere
que la práctica no invasiva además no comprometa el estado de salud de la menor que
consiente o le provoque un riesgo grave a su vida o integridad física. Y, si se toma en
cuenta que la salud “es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, el aborto practicado a una mujer
menor de edad, por más que no sea mediante una intervención quirúrgica(12), compromete
(10) Utilizamos este ejemplo extremo para ilustrar nuestra posición, a pesar de que el art. 684, CCyCo.
estipula que “Los contratos de escasa cuantía de la vida cotidiana celebrados por el hijo, se presumen realizados
con la conformidad de los progenitores”
(11) Kemelmajer de Carlucci, Aída; Herrera, Marisa; Lamm, Eleonora y Fernández, Silvia E.: “El
principio de autonomía progresiva en el Código Civil y Comercial. Algunas reglas para su aplicación”
- Cita online: AP/DOC/939/2015
(12) Utilizamos el término “intervención quirúrgica” porque entendemos que es este el sentido que
el proyecto legislativo mencionado atribuye a la expresión “no invasivo” del art. 26, CCyCo., lo que
a razón de verdad es inexacto puesto que es invasivo todo aquel procedimiento en el cual el cuerpo
es “invadido” o penetrado con una aguja, una sonda, un dispositivo o un endoscopio (conf.
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002384.htm)
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DANIELA B. ZABALETA
su estado de salud en algún punto, por lo que de aplicarse el artículo 26, CCyCo. la
adolescente que tiene entre 13 y 16 años tendría que contar con la asistencia de sus
representantes legales. Es más, arriba a idéntica conclusión -aunque se trata de un
trabajo previo a los debates actuales y desconocemos las causas de su posición- una de
las redactoras del Anteproyecto de Código Civil y Comercial, la Dra. Kemelmajer de
Carlucci. Todo ello, claro está, al margen de la interpretación que con anterioridad hicimos
de las palabras utilizadas por el legislador para redactar el párrafo 4 y 5 del artículo 26,
CCyCo.
Por último, y en lo que hace a las mayores de 16 años de edad pero menores de 18,
entiendo que nuevamente los proyectos legislativos se apartan del artículo 26, CCyCo.
dado que, como se explicó, este artículo regula el principio de capacidad progresiva solo
para lo concerniente al cuidado del propio cuerpo de las menores de edad, y no respecto
del cuidado del cuerpo de terceros o de otras cuestiones ajenas a esta materia, en donde
se mantiene la regla de la incapacidad de ejercicio. El aborto excede al “cuidado” del propio
cuerpo, pues refiere a una situación que no es puramente médica y abarca a la gestación
y a la maternidad: ello implica una complejidad mayor. Además, el embarazo involucra
a un niño por nacer, que si bien se encuentra dentro del cuerpo materno, posee
individualidad que sobrada experiencia científica demuestra. Por eso, creemos que la
menor no se encontraría facultada para decidir por sí sola un aborto sino que debería
hacerlo a través de sus representantes.
IV - CONCLUSIÓN
El desarrollo realizado a lo largo del presente trabajo muestra a las claras que las
pautas del artículo 26, CCyCo. no fueron respetadas por los proyectos que prevén la
legalización del delito de aborto para menores de edad.
Así las cosas, el interrogante que surgió en quien escribe estas páginas -y, tal vez,
en muchos de los que las leen- es saber si los proyectos legislativos se encuentran
constreñidos a respetar lo normado por el artículo 26, CCyCo. cuando, en virtud de
verdad, la máxima dicta que “ley especial deroga ley general”. En principio, la respuesta
negativa se impone. No obstante, atento a la ubicación metodológica de este precepto
normativo (Parte General del Libro I), las normativas internacionales que guiaron la
redacción del CCyCo. -especialmente del artículo 26-, el sistema de fuentes previsto en el
artículo 1 y la pauta de interpretación de las leyes que surge del artículo 2, CCyCo., me
permiten sostener que el artículo 26 establece reglas generales que deben ser respetadas
por las leyes que en adelante se sancionen, para así brindar coherencia y armonía al
derecho nacional.
Ahora bien, más allá de que eventualmente se adapte la refacción de los proyectos
legislativos -o del proyecto legislativo que se vote en el Recinto- a lo normado por el artículo
26, CCyCo., lo cierto es que ello será un tema meramente de técnica legislativa. Lo
importante, en definitiva, será previamente reflexionar acerca de la materia sobre la cual
se está legislando, que involucra ni más ni menos que la posibilidad de considerar
amparada por el ordenamiento jurídico argentino a la conducta de una mujer que decide
terminar con la vida inocente que lleva en su vientre, sin expresar ninguna causa más
allá de su propia voluntad. Lejos se encuentra mi intención de juzgar a estas mujeres.
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Por el contrario, entiendo que quienes se enfrentan a tan trascendente decisión son
mujeres que en algún punto se encuentran en una situación de vulnerabilidad que, en el
caso de ser menores de edad, se ve extremada. Se pretende legalizar el aborto como
solución, pero lo cierto es que hacerlo supone, entre otras tantas cosas, dejar desam-
parada a las mujeres cuando más lo necesitan. Las políticas públicas deben acompañar
a las mujeres que se encuentran en estado de vulnerabilidad, no abandonarlas. Es mi
más profundo deseo que el próximo 13 de junio, cuando se voten los proyectos legislativos
que pretenden legalizar el aborto, nuestro representantes tengan en cuenta que la muerte
nunca puede ser la respuesta.
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P roye c t o de le y
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TÍTULO I
Modificación del Código Penal
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PROYECTO DE LEY
Art. 2 - Incorpórase como artículo 85 bis del Código Penal el que quedará redactado de la
siguiente forma:
Artículo 85 bis: Será reprimida con prisión de tres (3) meses a un (1) año e
inhabilitación especial por el doble del tiempo de la condena la autoridad de
un establecimiento de salud o profesional de la salud que dilatare
injustificadamente, obstaculizare o se negare a practicar un aborto en los casos
legalmente autorizados.
La pena se elevará de uno (1) a tres (3) años si, como resultado de la conducta
descripta en el párrafo anterior, se hubiera generado perjuicio en la vida o la
salud de la mujer o persona gestante.
TÍTULO II
Interrupción voluntaria del embarazo
Art. 5 - Objeto. Esta ley tiene por objeto garantizar el derecho de las mujeres o personas
gestantes a acceder a la interrupción voluntaria del embarazo de conformidad con las
disposiciones de la misma.
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PROYECTO DE LEY
Art. 6 - Derechos protegidos. Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos en la
Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos ratificados por la República
Argentina, en especial, los derechos a la dignidad, la vida, la autonomía, la salud, la
integridad, la diversidad corporal, la intimidad, la igualdad real de oportunidades, la
libertad de creencias y pensamiento y la no discriminación. En ejercicio de estos derechos,
toda mujer o persona gestante tiene derecho a decidir la interrupción voluntaria de su
embarazo de conformidad a lo establecido en la presente ley.
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PROYECTO DE LEY
Art. 14 - Acceso. La interrupción voluntaria del embarazo debe ser realizada o supervi-
sada por un/a profesional de la salud.
El mismo día en el que la mujer o persona gestante solicite la interrupción
voluntaria del embarazo, el/la profesional de la salud interviniente debe suministrar
información sobre los distintos métodos de interrupción del embarazo, los alcances y
consecuencias de la prosecución de la práctica y los riesgos de su postergación.
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PROYECTO DE LEY
Art. 16 - Cobertura. El sector público de la salud, las obras sociales enmarcadas en las
leyes 23660 y 23661, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensio-
nados creado por ley 19032, las entidades y agentes de salud comprendidas en la ley
26.682 de marco regulatorio de medicina prepaga, las entidades que brinden atención
dentro de la reglamentación del decreto 1993/2011, las obras sociales de las Fuerzas
Armadas y de Seguridad, las obras sociales del Poder Legislativo y Judicial y las compren-
didas en la ley 24741 de Obras Sociales Universitarias, y todos aquellos agentes y
organizaciones que brinden servicios médico-asistenciales a sus afiliadas o beneficiarios
independientemente de la figura jurídica que posean, deben incorporar la cobertura
integral de la interrupción voluntaria del embarazo prevista en la presente en todas las
formas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda. Estas prestaciones
quedan incluidas en el Programa Médico Obligatorio (PMO), así como también las
prestaciones de diagnóstico, medicamentos y terapias de apoyo.
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PROYECTO DE LEY
Art. 18 - Definiciones. A los efectos de la presente ley, interrupción voluntaria del emba-
razo y aborto son considerados términos equivalentes y salud se entiende conforme a la
definición que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).
TÍTULO III
Políticas de salud sexual y reproductiva. Educación sexual integral
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PROYECTO DE LEY
TÍTULO IV
Disposiciones finales
Art. 23 - Orden público. Las disposiciones de la presente ley son de orden público y de
aplicación obligatoria en todo el territorio de la República Argentina.
Art. 24 - De forma.
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TAPA.qxp_Maquetación 1 6/7/18 3:17 p.m. Página 2
Coordinación editorial
Agustín A. Peres
Guido A. Gallino
Anónimo
Interrupción voluntaria del embarazo : análisis interdisciplinario sobre la despenalización y legalización del aborto /
Anónimo ; compilado por Ricardo Antonio Parada ; José Daniel Errecaborde. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Erreius, 2018.
208 p. ; 26 x 19 cm.
ISBN 978-987-4405-53-1
1. Aborto. 2. Despenalización del Aborto. I. Parada, Ricardo Antonio, comp. II. Errecaborde, José Daniel, comp. III.
Título.
CDD 346
ERREIUS
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