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PARE NTAL
MAURICIO LUIS MIZRAHI
Responsabilidad
parental
Cuidado personal y comunicación con los hijos
ISBN 978-987-706-091-1
1. Derecho Civil. 1. Título
CDD 346
O EDITORIAL
ASTREA
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A Susana, mi mujer;
g a m i s hijos Rominu, Luciana y Dario.
3 1 Antecedentes .................................................................
$ 2. Terminologia. Niño y menor .........................................
3 3. Criterio rector del interds superior del niño. Caracteri-
zación ............................................................................
4. Contenido del interés superior del niño. Su mayor be-
neficio, el principio de efectividad y la protección espe-
cial. La actividad oficiosa ............................................
a) El principio de efectividad ........................................
b) La protección especial ..............................................
c) La actividad oficiosa del tribunal ..............................
5. Alcance del interés superior del niño. Pronunciamien-
tos judiciales .................................................................
6. Interés superior del niño e interés familiar ...................
7. Aplicaciones del interés superior del niño y el familiar.
Jurisprudencia. ..............................................................
a) El caso del viaje al exterior de los hijos por una beca
conferida ..................................................................
b) Pedido de traslado de cuatro hijos al Uruguay ........
c) Requerimiento de una prueba genética para acreditar
el adulterio ..............................................................
ÍNDICE GENERAL
SEGUNDA
PARTE
ASPECTOS PROCESALES
LA A U D I C I ~ NDEL N I ~ O
Y SU PARTICIPACI~N EN EL PROCESO
LA M E D I A C I ~ NFAMILIAR OBLIGATORIA
PREVIA AL PROCESO JUDICIAL
EL PROCESO DE FAMILIA
QUE INVOLUCRA A LOS NIÑOS
Y LA COMPETENCIA
A) PROCESO
DE FAMiLIA QUE ATA& A LOS NIÑOS
RESPONSABILIDAD PARENTAL
Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
C) DESA~UERDOS
CORRIENTES ENTRE LOS PROGENITORES
EN EL EJERCICIO DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
E) REPRESENTACI~N
Y DELEGACI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
F) PROGENITORES
ADOLESCENTES
G ) DEBERES
DE LOS PROGENITORES. PROHIBICI~N
DE MALOS TRATOS Y ALIMENTOS
H) ALIMENTOS
Y AUTOCOMPOSICI~N
EN LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
1) PROGEMITORES
E HIJOS AFINES
B) CONCEPTO
DEL CUIDADO PERSONAL,
CLASIFICACIONES Y SU R E L A C I ~ NCON EL EJERCICIO
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
C) CRITERIOS
PAFtA ATRIBUIR
EL CUIDADO PERSONAL DEL HIJO
C) OTORGAMIENTO DE LA GUARDA
A UN PARIENTE O TERCERO
EXTINCI~N,PRIVACIÓN,REHABILITACIÓN
Y SUSPENSI~NDEL EJERCICIO
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
A) EXTINCI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PAFtENTAL
C) REHABILITACI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
R ~ ~ G I M EDE
N COMUNICACI~N MATERNO
O PATERNO-FILIAL
A) MEDIDASPOSIBLES
EN LA JUBISDICCI~N C M L PARA LA EFECTMDAD
DE LA COMUNICACI~NFILIAL
CAP~TULO
XII
INTERWNCI~N DE OTROS SUJETOS
EN EL R ~ G I M E NDE COMUNICACI~N
A) C o m l c ~ c 1 PEDIDA
6~ POR PADRES B I O L ~ G I C O S
RESPECTO DE HIJOS QUE ESTAN AL CUIDADO DE TERCEROS
C) R~GIMEN
DE COMUNICACI~NDE PARIENTES
Y ALLEGADOS CON NIÑOS QUE ESTAN
AL CUIDADO DE TERCEBOS
5 Ver DOLTO, La causa d& los nzfios, p. 111, 125, 133, 197,226, 267 y 335, y
La causa de los adolescentes, p. 163; COOPEU,La muerte de lafamilia, p. 6 , 7 , 17,
18, 27 a 30, 43, 48, 81, 105, 133, 175 y 176.
6 Ver DOLTO, La cuma de los niños, p. 292, y Los niños y su derecho a la
vedud, p. 7, 32 y 153.
Ver LAURENT, P r i n ~ i p w sde derecho civil, t. N,p. 397.
EL INTERÉS SUPERIOR DEL ~180.DERECHOS Y DEBERES DE LOS NIROS
d sentido, BELLUSCIO,
'3 Ver, en i Una leg en parte inzitil en parte peligro-
sa: la 26.061,LL, 2006-B-701.
14 CNCiv, Sala B, 19/3/09, LL, 2009-B-709, y LL, 2009-(3-408; MAGLIANO, La
concrecidn del supremo interés del menor m la separación cmJlictzva; &mito
o realidad?, ED, 252-774.
l5 Corte IDH, 28/8/02, "Opini6n consultiva OC-17/02,solicitada por la Corni-
sidn Interamericana de Derechos Humanos", LL , 2003-B-312.
La directiva del "interés superior del niño", al ser plasmada
en un ordenamiento jurídico, viene a conformar lo que se deno-
minan "normas abiertas", como tantas otras del derecho de
familia; asi, verbigracia, el párr. 2" del art. 206 del C6d. Civil
derogado, cuando establecía el criterio del padre "más idóneo"
para atribuirle el cuidado personal del hijo, a diferencia de otros
preceptos legales, como el art. 653 del Cód. Civil y Comercial,
que establece de manera mhs concreta los aspectos que el juez
debe ponderar para decidir la misma cuestión (ver 3 144 y si-
guientes).
Las normas indicadas en primer término se caMcan de "abier-
tas", porque no establecen linearnientos concretos y cerrados para
que el judicante pueda identificar cuál es el "interés del niño" o,
en el ejemplo dado, quién es el "cónyuge mas idóneo". Por el
contrario, lo que hace el articulo en estos supuestos es s61o
brindar una directiva amplia y general, delegando entonces en
el juez la facultad de dar contenido a dicha fórmula.
Sin duda, la gran ventaja que presenta el sistema de las
normas abiertas es que permite abarcar un cúmulo de situacio-
nes que difícilmente podrían ser previstas en el ordenamiento,
si se acudiera a una enumeracion casuistica; enumeración que,
como vimos, es la que hace el ya citado art. 653 del Cód. Civil
y Comercial de la Nacidn. Y esta observación es vdida en par-
ticular para lo que estamos analizando. En efecto, es verdad
que, si una ley pretendiera precisar qué debe entenderse por
"interés superior del niño", no podría hacerlo de manera satis-
factoria, habida cuenta de que toda previsión a priori pecaria,
muy probablemente, por exceso o por defecto. Bien se dijo que
este interes, globalmente considerado, es en esencia relativo,
pues se trata de una síntesis lógica de una amplia gama de com-
ponentes, objetivos y subjetivos, variables según las más diver-
sas modalidades y eircunstan~ias~~.
También se postuló que constituye un principio de naturale-
za histórico-cultural que simboliza la idea de que el niño o ado-
lescente ocupa un lugar importante en la familia. Seria una suer-
te de mandato dirigido a los padres, a los diversos drganos del
Estado y a la comunidad en generai17.
l8 Ver ILUNDAIN, -
El inteigs superior &l nifio, en ~ M E L M A J E RDE CARLUGGI
"La familia en el nuevo derecho", 11, p. 197.
HEBEIERA,
19 TS España,Sala de lo Civil, pleno, 612114, "D.Ram6n y D.César c1Adrrunis-
tracidn General del Estado", LL,2014-C-1.
20 Ver R m ~ HERNANDEZ,
o El derecho de visita, p. 163.
2' CSJN, 29/4/08, Fallos, 331 :941.
quienes han de transmitir al tribunal las comprobaciones y re-
sultados de su actividad. Se destacó, asimismo, que "el perito
es un intermediario en el conocimiento judicial, y si en los sabe-
res no jurídicos dicha mediación resulta fundamental, es induda-
ble que la opinión profesional coadyuva eminentemente en la
configuración regular de las decisiones judiciales", y de ahí que
se concluya que "el deber tutelar del Poder Judicial no puede
desarrollarse sin la concurrencia de personas calificadas en las
disciplinas de la salud, como tampoco sin la investigación de
los datos de la realidad que, parca su comprensión, requieren
de dichos auxilia re^"^^.
Ponemos de relieve que los mencionados conceptos coinci-
den con las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las
Personas en Condiciones de Vulnerabilidad. En ellas se desta-
ca "la importancia de la actuación de los equipos multidisciplina-
rios, conformados por los profesionales de distintas áreas, para
mejorar la respuesta del sistema judicial ante la demanda de
justicia de una persona en condición de vulnerabilidad"23.
Por supuesto que los dictarnenes de los especialistas no son
vinculantes para el juez, ya que los principios de la sana crítica
(art. 386, CPCCN) lo han de constreñir a valorar si las conclu-
siones periciaIes están acordes con los principios lógicos, m k i -
mas de experiencia y los demás elementos colectados en la cau-
sa. Empero, es obvio que taI labor no lo autoriza a desechar
sin más dichos estudios tras la aplicación de sus propios prejui-
cios y limitados conocimientos en esas áreas específicasz4;y por
eso la atinada jurisprudencia que recordamos de la Corte federal.
Sin embargo, bueno es destacar que el art. 472 del CPCCN
dispone que las experticias deben contener "la explicación deta-
llada de las operaciones técnicas realizadas y de los principios
cientificos en que se funde". Es que un estudio que se dga cien-
4 . CONTENIDO
DEL INTE&S SUPERIOR DEL NZÑO. SU MAYOR
BENEFICIO, EL PRINCIPIO DE EFECTMDAD Y LA PROTECCIÓN ESPECiAiL
LA ACTIVIDAD OFICIOSA. - Tal como lo precis6 la Corte Suprema
de Justicia, el contenido indudable del interés superior del niño
pasa por tener en cuenta lo que resulta más beneficioso para
l . Esta directiva requiere, a su vez, del cabal cumplimiento
de determinadas premisas indispensables (el principio de efecti-
vidad, la protección especial y la actuacidn de oficio de la judi-
catura).
a) EL PRINCIPIO DE EFECTIVIDAD. En cuanto a éste, se halla
regulado en el art. 4' de la Convención sobre los Derechos del
Niño, que establece el criterio de que se "adoptarun todas las
medidas administrativas, legislativas y de otra indole para
d a r efectividad a los derechos reconocidos en la presente
Convención", y de que "en lo que respecta a los derechos
económicos, sociales g culturales, los Estados partes adop-
tarán esas medidas hasta el máxinao de los recursos de que
dispongan g, cuando sea necesario, dentro del marco de la
cooperación internacional".
Un importante avance en materia de efectividad de los de-
rechos del niño, a nivel internacional, se ha dado con la sanción
del Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del
Niño aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en la 8ga sesión plenaria, el 19 de diciembre de 201 1 (res. 66/
168), y que ya cuenta con la adhesi6n de la Argentina conforme
a la ley 27.005 de 2014.
Al respecto, adviértase que -hasta el dictado del apuntado
Protocolo- la Convenci6n sobre los Derechos del Niño no conta-
ba con un procedimiento de comunicaciones individuales que
permitiera a los niños presentar sus reclamos. Es verdad que la
vigencia de este Protocolo refuerza la complementariedad de los
40 CNCiv, Sala B, 1013109, "K.,M.,y otro c K . , M.D", LL, 2009-B-709; id., id.,
29/2/12, "C. V. S., L. c/S., R. D. síregimen de visitas", R. 590.131; id., id., 28í2/12,
"M., A. E. dG.,S. D.slart. 250, CPCCN. Incidente de familia", R. 502.724; id., id.,
25/4/12, T,L. E. do.,P., y otro slregirnen de visitas",LL,2012-E-555,con comen-
tario aprobatorio de AZPIW- RATO,Negativa al régimen de comunicac~nentre
abuelos y nietos. El interés superior del nifio. Ver, tambikn, CApel Trelew,
Sala A, 24/2/11, "B., D. E. dC., M. G.","Revista de Derecho de Familia y las Perso-
nas", oct. 2011, p. 77; id., id., 10/3/10, "S.,E. B. cm., J. de la C.", Uonlim, AR/
JUW95785í2010.
4iCSJN, 2/12/08, Fallos, 331:2691; id., 29/4/08, Fallos, 331;941, entre tan-
tos otros.
42 Ver K I E ~ O V I C Sistema
H, inquisitivo derechos del nim, "Revista de
Derecho de Familia y las Personas", no 9, oct. 2011, p. 73.
das que estimen necesarias para la defensa de los derechos de
los niños; aun cuando pudiere entenderse afectado algún dere-
cho invocado por los adultos, y ello a mérito del antes citado
art. 3' .ilz fine de la ley 26.061.
En el marco referido, se ha resuelto que "los jueces no pue-
den cerrar los ojos ante la realidad y mirar para otro lado cuando
se les exhibe una grave conflictiva familiar, por lo que deben
desempeñar un rol activo y comprometido en la causa"43. Ese
lineamiento, con toda claridad, es el que contiene el art. 706 del
C6d. Civil y Comercial de la Naci6n. El precepto establece que
en los procesos de familia uno de los principios a respetar es el
de "oficiosidad"; criterio que se reitera en el art. 709 cuando pre-
cisa que en "los procesos de familia el impulso procesal está
a cargo del juez, quien puede ordenar pruebas oficiosamen-
te". Por supuesto, la segunda parte de este artículo aclara que
tal criterio no ha de regir "en los asuntos de naturaleza esclw
sivamente sconúmica en los que las partes sean personas
capaces".
Obsérvese, asimismo, que el último párrafo del citado art.
706 del apuntado Código Civil y Comercial dispone que "la de-
cisión que se dicte m un proceso e n que estlirt involucrados
niños, nzñas o adolescentes, debe tener en cuenta el interés
superior de esas personas". Se trata, ni más ni menos, que
la doctrina de la Corte federal, que ha destacado en reiteradas
sentencias que el interés primordial de los niños y adolescentes
ha de orientar y condicionar la decisión de los tribunales de
todas las instancias llamados al juzgamiento de los casos44.
Una vez analizadas las premisas indicadas que hacen al con-
tenido del interés superior del niño, podría decirse que este in-
ter& se satisface cuando al nifio de lo reconoce en todos los
Arnbitos -incluso en el farniliar- como sujeto de derecho pleno;
si es oído y su opinión se tiene en cuenta; si se respeta su vida
privada e intimidad; cuando puede expresar y practicar sus pro-
pias ideas y creencias; si está habilitado a participar activamen-
te en el proceso judicial que lo involucra; si no se le impide
ejercer por si sus derechos personalisirnos; cuando se le brindan
6 5. ALCANCE
DEL INTERgS SUPERIOB DEL N I m . PRONUNCIA-
MIENTOS JUDICIALES. - Es cierto, como se sostuvo, que el interes
superior del niño se presenta como un instrumento rnultzfuncio-
nal que acttía como principio rector en numerosos supuestos
Asi, a esa directiva la veremos
en que aquel esta invol~crado~~.
operar decisivamente en materia de responsabilidad parental;
tutela; filiaci6n; declaraci6n judicial de abandono; adopcidn;
guarda o cuidado personal; el régimen de comunicación; causas
en las que se reclama la excIusión o reintegro al hogar de algu-
no de los padres; denuncias de violencia familiar; la restituci6n
internacional de niños; en materia de mediación familiar obliga-
toria; en la aplicación de las normas procesales en general y
en las cuestiones de competencia en particuIar, etcétera. Esto
es, el principio en estudio jugará entonces un rol esencial en to-
dos los conflictos que acontezcan en el seno del propio núcleo
familiar de cada niño, como también en los problemas que se
plantean entre los miembros de dos familias y donde la acci6n
se refiere de modo preciso a la persona del niño.
Sobre el tema, cabe acotar que las XVI Jornadas Nacionales
de Derecho Civil, celebradas en Buenos Aires, en 1997, resolvie-
ron que "el interes superior del niño debe ser considerado en
todo litigio, salvo en aquellos contra terceros sin vínculos de pa-
1 l . DISTINCI~N
ENTRE EL DERECHO A SER O ~ D OY LA INTER-
NIHO EN EL PROCESO. - El tema de la participación
V E N C I ~ NDEL
del niño en el proceso en el que está involucrado tiene una im-
portancia de primer orden. Es que, como bien se ha destaca-
do, una preocupación central para el adulto en estos casos de-
bería orientarse a hablar a los niños; antes que hablar de ellos,
prescindiendo de su intervención" Ya vimos en el 5 3 que el
Comité de los Derechos de Niño ha señalado que el derecho del
niño a ser escuchado, dada su condici6n de valor fundamental,
es uno de los cuatro principios generales de la Convención, jun-
to con el interés superior del niño (art. 3 O ) , el derecho a la no
discriminación (art. So) y el derecho a la vida y el desarrollo
(art. 6"; ver obsemación general 5 de 2003, párr. 12, y obser-
vación geneml 12 de 2009, párr. 2").
Sobre la referida cuestión, resulta necesario diferenciar entre
el derecho del niño a ser escuchado, por un lado, y su actuación
procesal en el juicio, por el otro. Si bien esta última incluye
aquel derecho -ya que, obviamente, si interviene en el proceso
en principio es oído- a la inversa no es necesariamente así. En
otros términos, un niño puede ser escuchado en una causa judi-
cial -digamos, en una audiencia que convoque el juez- sin que
ello implique que se lo admita a intervenir con representación
propia en el proceso, con independencia de sus padres. Por
eso conviene tratar ambos temas de un modo separado.
Ver CornitC de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, observacidn
geneml 12, párrs. 20 y 21, quincuag6simo primer periodo de sesiones, 2009.
58 ASPECTOS PROCESALES
Ver recomendaciones del Comite de los Derechos del Nilio en el Dia de De-
bate General sobre el Derecho del Niño a ser Escuchado, 29/9/00.
Ver GROSMAN, El derecho &l nim a ser oido m los procesos de familia,
en DA ROCHA,"La balanza de la justicia", p. 130 y siguientes. KEMELMAJER DE CAR-
tucc~- HERRERA, C w n d o .!.u Corte Intemmericana de Derechos Humanos habla,
hay que escucharla, U ,2011-F-366.
ASPECTOS PROCESALES
17 CUESTIONAWIENTO~
A LA INTERVENCI~NDE LOS N I ~ S .
L~MITES EN SU A U D I C I ~ N .- De lo hasta aquí analizado se des-
prende que la audición de los niños resulta en principio inelw
dible para el debido respeto a sus derechos personalisirnos y la
buena marcha del procesog. En este aspecto, entendemos equi-
vocada la orientación que -animada de buenas intenciones- pro-
cura no incluir a los niños en el debate y mantenerlos qfuera,
para no exponerlos a vivencias difíciles; orientación seguramen-
te impulsada por una actitud protectoralo. Incluso, se sostuvo
que es poco aceptable indagarlos en los despachos públicos y
hacerlo transitar por los pasillos del tribunal; a lo que se agregó
que resulta negativo para la fomnacion psiquica de los hijos te-
nerlos como partícipes de la contienda y erigirlos en jueces de
SUS padres".
Al criterio referido se le replico acertadamente que el ma-
yor daño se ocasiona cuando se experimenta una situación de la
que no se puede hablar y se intenta ocultar12. Es que en gran
parte de las cuestiones familiares, si bien la controversia se plan-
tea lineal e inicialmente entre los padres, los hijos son una parte
sustancial en el conflicto; pues constituyen los destinatarios
de lo que se acuerde o decida en el juicio. Diríamos que el
asunto les atañe muy intimamente; lo que significa decir que se
afectará su dignidad como personas si -de un modo u otro- ter-
minan quedando totalmente al margen de la contienda. En de-
finitiva, se trata de una realidad que le toca vivir al niño y es un
error la pretensión de marginarlo en aras de su presunta "pro-
te cción".
hijo, será formativa para el. Con agudeza se señaló que "no se
trata de que el niño sea feliz, sino de que pueda continuar su di-
námica de estructura", en la inteligencia de que "lo que asegura
dramas futuros es lo que no supuso ningún drama cuando se era
un niño: cuando no se pudo decir ni asumir". Lo definitorio, en
sintesis, no es apartar a los niños del problema judicial, sino en-
frentados ante él y lograr, como ya se dijo, su humanización con
la mediacidn del lenguaje17.
Sin embargo, la comparecencia del niño al tribunal para es-
cucharlo debe tener sus l h i t e s . Esta situación fue advertida
por el mismo Comité de los Derechos del Niño que, en las ya va-
rias veces citada observación general 12, destacó que "el niño
no debe ser entrevistado con más frecuencia de la necesaria, en
particular cuando se investiguen acontecimientos dañinos. El
proceso de escuchar a un niño es difícil y puede causar efectos
traumáticos en el niño" (párr. 24).
La Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las perso-
nas en condición de vulnerabilidad se expresaron en una orien-
taci6n similar18. La regla 69 establece que "es aconsejable evi-
tar comparecencias innecesarias, de tal manera que solamente
deberán comparecer cuando resulte estrictamente necesario con-
forme a la normativa juridica. Se procurará asimismo la concen-
tración en el mismo dia de la práctica de las diversas actuacio-
nes en las que debe participar la misma persona".
En la inteligencia indicada, se ha decidido que el deber de
oír al niño se lo puede tener por debidamente satisfecho cuando
ya fue escuchado en una determinada instancia del proceso; lo
que significa decir que -en principio- no se verifica el compro-
miso judicial de audición ante la alzada en los supuestos en que
en primera instancia se cumplió acabadamente con dicho recau-
do. Conforme a ese lineamiento, se ha denegado el pedido de
una parte adulta involucrada en el proceso para que la Cámara
oiga al niño en cuestión. Para así decidir, se sostuvo que el
mentado niño habia sido escuchado en tres oportunidades; en
el caso, con la asistente social interviniente; con la defensora de
Cuando
17 DOLTO, bs pudres se separan, p. 132.
l8 Las Reglas de Brasilia, mencionadas en el texto, fueron aprobadas por la
Asamblea Plenaria de las X i V Edici6n de la Cumbre Judicial Iberoamericana cele-
brada en mano de 2008 en Brasilia, Reptíblica Federativa de Brasil. Nuestra Corte
federal decidid adherirse a las mentadas Reglas según la acord. 5/2009.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
23 Ver ALVAREZ,
El Elrecho del nirlo a s w esczu:hddo en los procesos civi-
les, "CuadernoJuridico Familia", no40,p. 7; PETTIGIANI,
;Por qUé escuchar al ni%
o adolescente y c d m escucharlo?, "Derecho de Familia", no 62, p. 14; PAGANO,
Particzpacidn de los nims en los procesos de régimen de comunicacidn pro-
movidos por sus progenitores Mines,"Derecho de Famüian, no 62, p. 106.
Corte IDH, 29/11/11, "Atala Raffo e hijas c/Chilen.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
9 19. RECEPGI~N
JURISPRUDENGIAL Y DOGTHNAL DEL DERECHO
DEL NI#O A SER ESCUCHADO. - El derecho del niño a ser oido ha
tenido una amplia recepción jurisprudencial. Se sentenció así
que no puede soslayarse su intervención en los procesos que lo
afectan; aunque se estimd que la opinión que emita no es vincu-
lante para la resoluci6n que se ha de dictar, pues aquella requie-
re ser armonizada con los restantes elementos de la causa. Lo
indicado es sin perjuicio de que la voluntad del niño, expresada
sin la presencia de los progenitores, reviste particular importan-
cia y deba ser especialmente tenida en cuenta; salvo que se ve-
rifique que se está en presencia de vínculos patológicos o de
una evidente manipulación de los adultos. En definitiva, se en-
tendi6 que las aspiraciones del hijo no deben ser desmerecidas
pero tampoco sobrevaloradas. Se resalt6, asimismo, que la es-
cucha a los niños no es para que desempeñen el papel de jueces
o Arbitras, sino a los fines que intervengan como sujetos de de-
recho interesados en cumplir algdn rol en los procesos judicia-
les que afectan aspectos esenciales de su vida26.
nencia de hijos1';id., Sala F, 27/2/91, JA, 1991-m-14%id., id., 7/11/95, LL, 1997-E-690,
con nota aprobatoria de X A N T H ~L,& interven.&& de kos menores y la e5hbil.i-
dad en el r d g i m de la t e de las hijos; id., Sala G , 29/12/96, "Y. de 1. di.,
J. 0.slrégimen de visitas", expte. G1327.20; id. id., 1013110, "L. L., P. F., y otro cm.,
R. A. s/autorizaci6n",expte. G534012; id., Sala H, 20/10/97, ED, 176-93; id., Sala J,
7/7/94, "B., M. G. clM. A. dtenencia de hijos y régimen de visitas", expte. 5092939;
id., Sala K, 29/11/95, ED, 170-239; id., Sala L, 2 W M , "F., N. S. clG., J. A. s/tenencian,
expte. L049795; id., Sala M, l a 1 1/05, "A. D., J. dA., 1. E.slreintegro de i-ijjos", expte.
M439215; id., id., 29/9/06; "C., J. c/R.,G. dart. 250, C6d. Procesal"; SCBA, 2/5/02,
"S. de R., S. R. clR.,J. A,", LL, 2003-A-425; id., 20/9/06, "O., N. L.", LLBA, 2006-
1324 y Al, 2007-1-43; CCivCom y Garantias Zhate-Campana, 19112/02, LLBA,
2003-518; CCivCorn Necochea, 14/5/09, "R., M. E. cMedifé SA", U A , 2009-908;
TFam no 1 BAnñeld, 3/3/06, "F., E. E. c/R., B. S.", LLBA,2006-1075; CCiv Com Co-
rrientes,Sala N,2318106, "S.,M. M. y B., M.B.y L., B.", U t o m l , 2007-305; CCiv
Com y Minería San Juan, Sala 1, 4/9/00, "A., M. dG.,F., LLGC, 2001-719.
27 K E ~ W E R DE C ~ U G CPrificipws
I, procesales 2, tribunales de fumiliu,
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vivhztes, LL, 1991-D-913; STILERMAN, Mmores. Tmm~cZa. R d g i m d e visitas,
p. 71 y SS.; MOLINA,El ni& victzma en y de los procesos judiciales, ED, 20 1- 915;
GUAHNON, El debido proceso y la concreczdn del derecho del menor a ser oido en
un pmceso de familia,JA, 2004-1-826; ARAoz, El defensor de menoyes como
d e f m o r de los niñas, niñas y adolescmtes, LLActualidad, 2811 1/02, p. 3;B m -
LLOBRES, El juez c m garantizador del derecho del niño a sw sscucPlada, LL
Actualidad, 17/9/98, p. 1; H o u w ~ -cMEDWA,
~ Importante precedente que Glcepta
el régimen de tenencia compartida como una alternativafrente a detemina-
dos cowictos familiares, LLBA, 2001-1434; CARDENAS,La escucha dsl nim en el
pmceso judicial de familia, Umline.
CCivCom CdelUruguay, 5/9/13, "L., L. V. cm., 1.".
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
9 20. ESCUC~A
AL NZ#O. DISTINCIONESEN CUANTO A LA EDAD
Y MADUREZ. - LOS niños
y adolescentes deben ser escuchados cual-
quiera que sea su edad. En tal sentido, vale la pena reiterar que
el Comité de los Derechos del Niño -en la observación general
12 de 2009- resaltó "que el art. 12 [de la Convencidn] no impu-
ne ningún limite de edad al derecho del niño a ser escuchado",
y ello porque "la edad en sí misma no puede determinar la tras-
cendencia de las opiniones del niño. Los niveles de compren-
si6n de los niños no van ligados de manera uniforme a su edad
biológica" (párrs. 21 y 29). Es verdad que el contacto del tri-
bunal con el niño o adolescente es un mecanismo institucional
que permite reconocer y admitir la subjetividad de éste; cono-
cerlo, y por eso aquél debe procurar su participación activa en
la cuestión que lo i n v o l ~ c r a ~ ~ .
A pesar de lo dicho, desde Iuego que la intervención del
niño tendrá -en principio- distintos niveles conforme a su edad
y grado de su desarrollo. Al respecto, téngase presente que el
art. 2" de la ley 26.061 dispone que "las niñas, niños o adoles-
centes tendrán derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea
la forma en que se manifiesten". Esto significa que las expre-
siones del niño no tendrán que ser necesariamente palabras.
De ahi que no es casual que la ley emplee el término "atender"
que, sin hesitación, va más allá que la mera audición; pues se
traduce en una acción que implica aplicar nuestro entendimien-
to hacia otro en su condición de ser espiritual y sensible30.
En el orden de ideas referido, corresponde distinguir en-
tre los niños de corta edad, con escaso nivel de maduracidn, y
aquellos que han alcanzado el dominio del lenguaje oral y que,
por lo tanto, se los puede considerar como que están en condi-
ciones de formarse un juicio propio. No obstante, cabe desta-
car que este juicio propio no debe ser considerado de modo
absoluto, sino que será por esencia relativo, en el sentido de
que aquel podrá existir respecto de una cuesti6n y no en rela-
ción a otra.
En lo atinente a la diferencia de edades, la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos, cuyos fallos y opiniones consulti-
2 l . N I ~ ~ DE
O SCORTA EDAD Y CON ESCASO NIVEL d6ADUBATI-
vo. - Uno de los planos a considerar es cuando en procesos judi-
ciales se afecta a niños de muy corta edad, incluso lactantes.
Esta circunstancia, como ya lo dijimos, no invalida lo hasta aquí
estudiado relativo a la necesaria intervenci6n de estos pequeños
en los conflictos judiciales que se susciten. Es que, más allá de
las palabras, han de tener cabida otro tipo de manifestaciones
que importen una suerte de comunicaci6n no verbal tales como
miradas, gestos, posturas, mímica, juegos, movimientos del cuer-
po, sensibilidad facial, articulaciones, e t ~ e t e r a ~ ~ .
Por otro lado, es un error estimar que el hecho de que el
niño -o el bebé- no posea una técnica expresiva gramatical oral
determina su inhabilitación para entender lo que se pretende
transmitir mediante la palabra. E s decir que el n i ñ o , aunque
incapaz de expresarse por medio de un lenguaje inteligible para
el adulto, oye y comprende lo que éste está dispuesto a comuni-
carS4. Con acierto se señal6 que al niño hay que hablarle con la
convicción, con el sentimiento de que va a comprender. Es que
el pequeño dice sus sentimientos con el cuerpo, con la mímica,
mente significa que puede expresar sus opiniones sin presión. ..";
"significa también que el niño no puede ser manipulado ni estar
sujeto a una influencia o presidn indebidas" (párr. 22). Puntua-
lizó asimismo que "permitir la manipulación de los niños por los
adultos, poner a los niños en situaciones en que se les indica
lo que pueden decir o exponer, no constituyen practicas éti-
cas y no se pueden entender como aplicación del art. 12 de la
Convención" Cpárr. 132).
- F& - HERRERA,
DOM~NGUEZ Derecho c m t i t u d m d de familia, t. 1. p. 583;~ V A R E Z ,
escuchado en los procesos civiles, "CuadernoJurídi-
El derecho del niño a ser
co Familia", no 40.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
64 Corte IDH, decisión de trámite del 29/11/11, recaida en el caso "Ataia Raffo
e hijas clchile".
55 Ver Gomit6 de Ministros del Consejo de Europa, directrices del Consejo de
Europa sobre Justicia Adaptada a los Niños, 17111/10.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
58 WALLERSTEIN- BLAKESLEE,
P d m s e hijos despds del divorcio, p. 36, 37,
263,264,240 y 412; CARDENAS,Ld.faX=Zili~~
y el judkiul, p. 54 y 98; GIBERTI
- CHAVWAUDE GORE- OPPENHEIM, El di~loTCiO lafamilia, p. 169 y 171; MAKIMCH
El divorcio en escorzo, LLActualidad, 1419í95, p. 2; GOGGI- MORTARA,
DE BASSET, La
niñez ante el divorcw destructivo, LLActudidad, 20/7/95, p. 2; CARDENAS,La es-
cucha del niño en el proceso judicial de familia, LLonlilze.
ASPECTOS PROCESALES
B) INTERYENCI~N
DEL MIRO EN EL PROCESO
3 27. INTERVENCI~N
DEL NINO EN EL JUICIO Y DISTINCIONES
EN CUANTO A SU CAPACIDAD PROCESAL. INTEBVENCI~N DIRECTA E
INDIRECTA. TUTOR ESPECLAL. - El art. 27 de la ley 26.06 1 habili-
ta la intervención del niño en el proceso cualquiera fuese su
edad. Esta conclusi6n surge nitidamente de la mencionada ley,
pues los preceptos referidos no condicionan la mentada inter-
venci6n al suficiente juicio, madurez o desarrollo del niño. Por
lo tanto, no corresponde efectuar diferenciaciones que el propio
ordenamiento no realiza.
Ahora bien, para que la citada prescripcidn tenga sentido,
corresponde advertir que, cuando la ley alude a que el niño
puede intervenir en el juicio que lo involucra, lo que quiere
significar es que se lo autoriza a una intervención autdnoma
respecto de sus progenitores. Esto lo resaltamos porque, en
verdad, en todos los pleitos que atañen a los niños, éstos son
necesariamente parte de ellos. Asi, verbigracia, cuando se re-
claman alimentos para la manutención del niño, es éste (y no
sus padres) el que viene a pretender una concreta tutela juris-
diccionalG4. En el ejemplo dado, la madre que se presenta en el
pleito para reclamar la pensión alimentaria a favor del hijo será
sólo su representante; de manera que será siempre el propio
n i ñ o -y no su progenitora- quien ostentará el título de parte
78 BASSET, Abogado del niño,ED, 232-222; BEDROSSIAN, Abogado d.el migo: re-
j%xiones m t o m al cuándo, quién y cdmo, "Revista de Derecho de Familia",
2011-111-44.
79 CSJN, 26/6/12, "M.,G . cR, C. A.", U ,2012-D-601, L L o n l k , AWJUW
27892112; id., 27/11/12, "P., G. M. y F,C. 1.") "Derecho de Familia,2013-11-1.
LA A U D I C I ~ NDEL N I ~ OY SU PARTICIPACI~NEN EL PROCESO
32. L~MITES
EN LA DIFE-
A C T U A C I ~ NPROCESAL DE NINOS.
RENCIAS CON EL DERECHO A SER ESCUCHADO. - L O hasta aquí
expuesto no implica que todo niño o adolescente tenga necesa-
riamente que intervenir en el juicio que lo afecta, realizando au-
tónomarnente actos procesales. En este sentido, tal como lo di-
jimos en los $ 11 y 26, tiene que deslindarse cuidadosamente el
derecho a ser escuchado de su participacidn procesai propia-
mente dicha. El primero es de indispensable cumplimiento
por los jueces, de modo tal que ese recaudo ha de constituir el
principio gelzeral, el que s610 no ha de tener lugar cuando se
presenten situaciones excepcionales o que trascienden al propio
niño, como sucede en los casos que hemos analizado en los 17,
24 y 25. En cambio, no acontece lo mismo con la intervención
procesal. La Corte Suprema, tras la adhesi6n que tuvo al dicta-
men de la procuradora general de la Nación, destac6 que la au-
diencia con los niños y adolescentes es una "obligación estatal
ineludible", pero no asi su investidura procesal inmediata, que
no tiene imperativo constitucional. Es decir que, el hecho de
que aquéllos tengan que ser escuchados, no significa que, de ma-
nera autom&tica,deban realizar una actuación procesal por si o
bien con la intervención de un tutor especial.
Lo referido tiene su debida justificación, precisamente, en
el interés superior del niño. En el fallo mencionado anterior-
mente se puntualiz6 que debe prevenirse el riesgo de involucrar
a los hijos en situaciones que corresponden a sus progenitores,
"depositando el peso de ellas sobre una psiquis en plena forma-
ción" y dando por tierra el derecho a ser niño o adolescente,
con lo que se los despojariu del lugar que les corresponde ha-
bida cuenta la condición que re~isten*~. Con acierto sostuvo la
Corte Interarnericana de Derechos Humanos, en la opinión con-
sultiva 17, del 2012 (OC-17/2002), que la circunstancia de que
el niño es un sujeto de derecho pleno no es óbice para recono-
cer que es un ser que transita todavía un inacabado proceso na-
tural de constitución de su aparato psíquico. Por lo tanto, el
34. AUTONORI~A
PROGRESTVA Y COMPETENCL~EN LA LEY DE
LOS DERECHOS DEL PACIENTE. - La autonomía progresiva de los
niños y adolescentes, que da lugar a que se admita la compe-
tencia de éstos para ejecutar por si determinados actos, y que
ya vimos que está recogida en la Convención sobre los Derechos
sea vivir los valores que uno quiera trasmitirg0;he aquí la gran
falencia del mundo contemporáneo. Por eso, la envergadura de
primer orden que tiene promover, desde el ordenamiento y tarn-
bién en el ámbito del desempeño judicial, que los niños puedan
alcanzar un desarrollo autónomo; y ello con el objeto de otor-
garles, al menos, la posibilidad de que puedan llevar a cabo una
vida mejor de la que nos trasmite hoy el mundo adulto.
40. NATURALEZA
DE LOS ASUNTOS QUE AMERITAN LA DESIG-
N UN ABOGADO AL
N A ~ I ~DE ~lmo.-Conforme al mencionado art.
27, inc. c , de la ley 26.061, el derecho del niño a contar con un
abogado comprenderá a todas los procesos "que lo incluya". Sin
embargo, no obstante la amplitud de la f6rmula legal, no cree-
mos indispensable que se le designe asistencia letrada propia en
destacado que la figura del abogado del niño tiene perfiles pro-
pios y diferenciados; aserto que coadyuva a sostener que los cri-
terios que rigen sobre el patrocinio de los adultos no pueden ser
trasvasados automáticamente cuando se trata del patrocinio de
un niñog4. Es que -vale la pena remarcarlo- un niño o adoles-
niños, en tanto aqukllos integran uno de los órganos del Estado, ha sido resaltado
por la Corte Suprema (Fallos, 331:2691).
'O0 Del dictamen de la Procuraci6n Gener- de la Naci6n, que la Corte Supre-
ma hace en suyo, en CSJN,26/6/12, "M., G. cm., C. A,", LL, 2012-D-601.
ASPECTOS PROCESALES
car al abogado del niño con el abogado del adulto. En este ú1-
timo caso se ingresa en el ámbito de la pl-iuacidad de2 cliente,
quien libremente decidirá lo que entiende es más conveniente
para sus intereses y dará a su letrado las instrucciones que esti-
me menester; instrucciones que el abogado deberá cumplir es-
trictamente, so pena de incurrir en responsabilidad profesional.
Diametralmente diferente es la labor del letrado del niño,
pues aquí esta en juego el orden pziblico, cuales son los dere-
chos de los niños que -como dijimos- tienen que ser cuidadosa-
mente custodiados por el Ministerio Público y el propio juez.
En tal sentido, es un error sostener que el abogado del niño
s61o debe limitarse a reproducir -como si éste fuera un adulto-
la voluntad que exprese su patrocinado, coincida o no con su in-
ter& superior106. Consideramos que no es así. Es que el pro-
fesional de marras, tras su asunción en el cargo, tiene que tener
como objetivo central que se cumpla en el proceso la Conven-
ción sobre los Derechos del Niño y la ley 26.061; por lo que ésa
ha de ser, insistimos, su principal misión. En consecuencia,
el abogado del niño deberá realizar una serie de tareas adiciona-
les que son, claro está, lo que distinguirá su labor de la que de-
sempeñen los letrados de los adultos. Veamos.
En primer lugar, el abogado debe tratar -en la medida que
lo permita el crecimiento de su asistido- de desentrañar cuales
son los reales objetivos que persigue el niño, el razonamiento
que subyace en ellos, tras la decodificación de sus palabras.
106 Con relaci6n a la posici6n, que criticamos, de que el abogado del niño
debe desentenderse del inter&ssuperior de su defendido y limitarse a cumplir su
volmtad, ver CCivCom MdelPlata, 19/4/12, "R., J. M."; "G.N.","C., S. L.", expte.
146.389; GILDOM~GUEZ - FAMA- HERRERA,Ley de proteccidn integral de niños, ni-
ñas y adolescentes, leg 26.061, p. 476; RATTERO, La participaciún activa del
niño: un m d e b para a m r y otro para desarmar, "Revista de Derecho de la
Familia", 20 13-11-11; DI LEUA- MOUREUEDE TAMBORENEA - C~RDOBA, IrrnL-pcidn rke 10s
menores en el proceso. Andlisis de la Gmv&n sobre los Derecbs del
Niño,la ley 26.061 y el Progecto del Reforma del Cddigo Civil", "Revistad e De-
recho de la Familia y de las Personas",no8,2012, p. 52; RODR~GUEZ, AdmtsibdMud,
rol g f m l t u d e s del abogado de nifios, nhias g adalescentes, "Revista de Dere-
cho de la Familia y de h Personas", no 10, 2011, p. 24;ITALIANI, El abogado del
niño y el rol del Minist- Público de la Defensa, p. 157, "Derecho de Familia",
no 62, p. 157; GRANICA - MAGGIO,El ahoga& del ?zimy la actuacz&lz j u d k l .
Cudncb, c d m y d h & , "Derecho de Familia", no 62, p. 189. En contra a los au-
tores mencionados, y apoyando la tesis que esgrimimos en el texto, ver Goz~íNr,El
niño el adolescente en el proceso, LL, 2012-D-600.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO 125
Para tal fin, tendrá que tener reuniones periódicas con su patro-
cinado y cumplir con el deber de informaci6n (ver el 5 23), en-
tender cuáles son sus reales necesidades, tratar en lo posible de
coordinar los deseos del niño con su interes superior, entrevis-
tarse con todas las personas que tengan un conocimiento signifi-
cativo acerca de su historia personal (v.gr., padres, tutores, pa-
rientes cercanos, personas de su relación, asistentes sociales,
médicos de cabecera, psicólogos y terapeutas que Rayan tratado
al niño); todo ello para recabar la información que le resulte ne-
cesaria para lograr un eficaz desempeño.
En segundo lugar, una vez cumplida esa primera etapa, el
letrado deber& plasmar en los escritos judiciales -que tendran
que ser firmados también por el mismo niño o adolescente si
tiene capacidad procesal, y por su padre, madre o tutor especial
si carece de dicha capacidad- cuál es la visión que se tiene de
la situación y proponer al tribunal las medidas que estime perti-
nentes para que, en ese caso concreto, se dé cumplimiento efec-
tivo de las ya citadas Convenci6n del niño y ley 26.061. Será
fundamental que e1 profesional redacte los escritos exponiendo
criterios objetivos, de forma tal que lo que se proponga no se
encuentre contaminado con sus propios perjuicios y opiniones
subjetivas.
El abogado del niño, además, ten&& que explicitar en sus
planteos ante la justicia si existe o no concordancia entre patro-
cinante y patrocinado; para lo cual se deberá volcar en la pre-
sentación la voz s/ los deseos que verbalice el niño sobre el
asunto, rn8s allá de que el abogado considere -y así lo haga sa-
ber al tribunal- que esa voz y esos deseos están distorsionados
y que no coinciden con lo que entiende es el interés superior de
su defendido; instando -si se lo estima prudente- al contacto di-
recto de éste con el juez. Reflejar en la causa los datos men-
cionados ser5 muy importante para el magistrado, quien podrá
adoptar sus propios recaudos. En esa dirección, no s61o estara
habilitado para citar al niño a su despacho -sobre todo si no hay
coincidencias entre la voluntad que exprese el niño y la pro-
puesta de su letrado- sino también a convocar a otros especia-
listas a los fines de adoptar la solución mCts justa para la resolu-
ci6n del asunto.
Parece interesante resaltar que la Corte Suprema de Justi-
cia, en la oportunidad en que dispuso en una causa que el juez
interviniente designe un abogado a los niñas, no establecid como
ASPECTOS PROCESALES
44. ABOGADO
DEL NImO INTERNADO POR RAZONES DE SALUD
MENTAL. - El art. 26 de la ley 26.657, relativa al derecho a la
protección de la salud mental, dispone que en los casos de in-
ternaciones de personas menores de edad se aplicarán determi-
nadas normas que allí se especifican, entre las cuales se en-
cuentra el art. 22. Ello sin perjuicio de aclararse que en esos
supuestos "se procederá de acuerdo a la normativa nacional e
internacional de protección integral de derechos". Y bien, el
citado art . 22 regula los casos de internaciones inuolunta~as,
disponiendo que en tales eventos "la persona internada involun-
tariamente o su representante legal, tiene derecho a designar
un abogado".
De lo dicho se desprende, en suma, que la figura del aboga-
do del niño juega un papel importante cuando, por razones de
salud mental, se internan a niños o adolescentes; y ello dado
que estas internaciones se juzgan involuntarias. Sobre el pun-
to, cabe aclarar que no es dable interpretar como "involuntaria"
la internación de un adolescente que ha cumplido los dieciséis
años y presta conformidad con su internación; y ello en aten-
ci6n a que el art. 26, parr. dltimo, del C6d. Civil y Comercial
de la Nación prescribe que "a partir de los dieciséis años el
adolescente es considerado como un adulto para las decisio-
nes atinentes al cuidado de s u propio cuerpo".
La reglamentación del art. 26 de la ley 26.657, ordenada
por el decr. 603113, especifica que en las internaciones de per-
sonas menores de edad se deberán ofrecer alternativas terapeu-
ticas de manera comprensible, recabar su opinión, y dejar cons-
tancia de ello en la historia clínica. También dispone que, de
existir impedimentos para el cumplimiento de estos requisitos,
se debe dejar constancia mediante un informe fundado, y lo mis-
mo cabrá hacer respecto de la opinión de los padres o represen-
tantes legales. Asimismo, se exige que "el abogado defensor
previsto en el art. 22 de la ley 26.657 deber&estar preferente-
mente especializado en los términos del art. 27, inc. c, de Ia ley
26.061".
lo7 M. S. cfJ. V., L.", LL, 201 1-A-215, y JA, 201 1-1-447.
CSJN, 26/10/10, "G.,
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
106 Sobre el tema referido en el texto, ver ITALLANI, El abogado del ni* el
rol del Ministwio Públ.lco de la Defensa, "Derecho de Familia", no 62, p. 157;
OLMO,ImternacZOms p o sal& ~ m t u l y adiccbnes: el rol de la unidad de k-
trudos de pmrmas menores de edad (a?-$.22, leu 26.657),"Derecho de Farni-
lia", no 62, p. 203.
ASPECTOS PROCESALES
109 CNCiv, Sala B, 17/12/12, "R.. D.H. c/R., R.", R. 611.671; id., id., 27/41
12, "U.,D. F. c/c., E. A,", R. 594.675; id., id., 28/2/12, "M., A. E. c/G., S. D.", R.
482.818.
LA AUDICI~N
DEL N I ~ YO SU PARTICIPACI~N
EN EL PROCESO
9 47. M ~ T E R IPZ~BLICO
O Y ABOCIADO DEL m o . RE~PZSIONES,
Ya vimos cuáles son las funciones del Ministerio Público de la
Defensa (ver 35 y 46) y basta, pues, que reparemos en ellas
para que se advierta la clara distinci6n con las labores del abo-
gado del niño (ver 9 43 y 45). Es que a éste, ni por asomo, le
corresponde asumir las funciones de actuar de un modo colec-
tivo, complementaria ni de control; como, por el contrario, si la
tiene el Ministerio Público como organismo del Estado. Asi-
mismo, tal como sucede con el tutor especial, el magistrado del
Ministerio Pirblico de la Defensa tiene que cumplir con su
deber de controlar cómo desempeña su trabajo el abogado del
niño.
48. M I S I ~ N
C O d f o ~DEL MINISTERIO
JUEZ, P~BLICO ,
TUTOR
ESPECIAL Y ABOGADO DEL NISO. REMISIONES. - La circunstancia
de que el juez, el Ministerio Público, el tutor especiai y el abo-
gado del niño curnplanfunciones diferentes (ver 5 45 a 47) no
empece a que todos ellos tengan una misión e n común; y ésta
es, nada más ni nada menos, que velar por e1 interés superior
del niño, el cumplimiento estricto de la Convención sobre los
Derechos del Niño, la ley 26.061, y las prescripciones del Código
Civil y Comercial de la Nación respecto de los niños y adoles-
centes. Es que estando en juego &tos, y rigiendo los princi-
pios de orden público, indisponibilidad e irrenunciabilidad de
sus derechos, cabe descartar de plano la aplicación de las reglas
vigentes respecto a las relaciones entre los adultos y al carácter
dispositivo del proceso.
8 50. OBLIGATORIEDAD
DE LA art. 1" de la
MEDIAGIdN. - El
ley 26.589 establece "con carácter obligatorio la mediaci6n pre-
via a todo proceso judicial"; de modo tal que se ha convertido
en la jurisdicción nacional en un requisito de admisibilidad de la
pretensi6n5.
No obstante, la ley proclama como principio la "libertad y
voluntariedad de las partes en conflicto para participar en la
mediaci6nn (art. 7O, inc. b). Una correcta hermenéutica del or-
denamiento en comentario permite encontrar la debida cohe-
rencia a los preceptos mencionados. Es que la obligatoriedad
es para c o n c u r ~ ral espacio propuesto, sin que se elimine la
"libertad y voluntariedad" del requirente y requerido -también
llamados reclamante y reclamado-e para decidir si interviene o
no activamente en la mediación.
Para decirlo en palabras m8s claras y directas: ambas partes
deben concurrir al acto, pero ya ubicadas en él puede uno u
otro manifestar al mediador su firme decisión de no participar
en mediación alguna, sin aceptar las razones que a la sazón se
le expongan en el intento de mudar la voluntad del compare-
ciente que se resiste. Dadas esas circunstancias, entendemos
que se deberá dar estricto cumplimiento al art. 27 de la ley; o sea,
labrar un acta que suscribirán todos los intervinientes donde se
hara constar el resultado negativo del procedimiento. Esta con-
clusi6n se ve ratificada por el art. 19 de la reglamentaci6n de la
ley 26.589 (aprobada como anexo 1 por decr. 1467/11) en cuan-
to dispone que "habiendo comparecido personalmente y previa
intervenci6n del mediador, las partes podrán dar por terminado
el procedimiento de mediaci6nV. Cuando la norma dice "las par-
tes" quiere hacer referencia, obviamente, a cualquiera de ellas,
pues sería inconcebible que se requiera el "acuerdo" para poner
fin a la mediacidn,
Ver G ~ M E ZLa
, ieg 26.589 la mediamínfamil.iar, JA, 2010-TV-953.
8 Ver ZANNONI, La mdiacidn obl.igatoria p~ejwiicial y el servicio de
justiciu m la Capital Fedeml (A propdsito de la leu 24.5731,LL, 1996-C-
1314.
ASPECTOS PROCESALES
10 CNCiv, Sala B, 21/2/07, "C., V.,y otro clG., C. H., y otro", R. 460.069.
fl CNCiv, Sala B, 2017107, "L.,S. N., y otro C / G . ~ G.
, M.", R. 482.887.
ASPECTOS PROCESALES
5 55. N O T I F ~ C A AL
C ~REQUERIDO
~N DOMICILIADO FUERA DEL
PAIS. - El art. 24 de la ley 26.589 dispone que "si el requerido se
domiciliase en otro país, se consideraran prorrogados los plazos
LA MEDIACI~NFAMILIAR OBLIGATORIA PREVIA AL PROCESO JUDICIAL 147
l5 Ver L E ~ U I W M ~Refle-s
N, sobre la nueva leg de mediac& en el d m
bito nacfmal (.@y 26.5891,E W . DC-1384.
ASPECTOS PROCESALES
9 56. MEDIACI~N
DISPUESTA POR EL JUEZ DURANTE EL T u -
MrTE DE LA CAUSA. - LOS arts. 16, inc. d, y 17 de la ley 26.589,
regulan la posibilidad de que el juez ordene la mediacion du-
rante el trClmite de la causa. El citado inc. d, de la norma re-
ferida, dice -en lo que aqui nos interesa- que "durante la trami-
tación del proceso, por única vez, el juez actuante podrá en un
proceso judicial derivar el expediente al procedimiento de me-
diaci6n7'; supuesto en que, conforme lo precisa el art. 17, se
produce la suspensión del juicio por treinta días. Asimismo,
por la mencionada ley, los arts. 34 y 360 del Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nación reciben una nueva redacci6n a Ia luz de las
disposiciones de los arts. 52 y 55 de aquel cuerpo normativo.
El inc. lo,del art. 34 del ritual, dispone ahora en su segundo pA-
rrafo que en el acto de la audiencia preliminar "o cuando el
juez lo considere pertinente, si las circunstancias lo justifi-
can, podríí derivar a las partes a mediación", también con
una suspensidn de treinta dias del proceso. A su turno, el art.
360 del Cod. Procesal reitera esa facultad de la judicatura. Se
señala así en el inc. loque en la audiencia preliminar "iavitará
a las partes a una conciliación o a encontrar otra forma de
solución de c o ~ i c t o sque acordarán e n la audiencia. El
juez podrá, s i la naturaleza s/ el estado del conflicto lo justi-
fican, derivar a las partes a mediacidn";reiterándose que en
tal caso se verificara la suspensi6n del juicio por el plazo ya
mencionado.
LA MEDIACI~NFAMILIAR OBLIGATORIA PREVIA AL PROCESO JUDICIAL 149
De la lectura de todas las nuevas disposiciones sancionadas
se arriba a la conclusi6n de que un juez de la jurisdicción nacio-
nal podrá ejercer su facultad de derivar el expediente a media-
ción en cualquier estado del proceso; y ello es as1 pues si bien
el art. 360 de la ley de rito hace referencia a la audiencia preli-
minar (e indicada que s61o en ese acto el juez lo podria dispo-
ner), el citado art. 34 del C6d. Proc. Civil y Com. de la Nacidn,
y e1 art. 16, inc. d, de la ley 26.589 parecen no contener ningu-
na restricción sobre este punto; de modo que podría ordenarse
la mediación en otra oportunidad del juicio que no sea la de la
audiencia preluninax:
Otras cuestiones son en que tipo de procesos juega la apun-
tada facultad jurisdiccional y en qué clase de conflictos. Res-
pecto de lo primero, aparece claro que la mediación se podrá
disponer en tanto se trate de un proceso de conocimiento; lo
que significa decir que, en los casos de los procesos de ejecución,
se extraiimitaría el juez en sus atribuciones si la impone con ca-
rácter obligatorio. Por supuesto que -en cualquier ejecución-
siempre el magistrado interviniente podrá hacer uso de la facul-
tad que le confiere el art. 36, inc. So, del ritual y, de ese modo,
"intentary'una conciliación y "proponer y promover que las
partes deriven el litigio a otros medios alternativos d e reso-
lución de coqfZictos", entre los que se halla precisamente la
mediación; pero lo que entendemos claro es que el juez no esta-
ría facultado a imponerla si no existe conformidad de todas las
partes.
Ni el art. 16, inc. d, de la ley 26.589, como tampoco los
arts. 34 y 360 del C6d. Proc., contienen limitaciones o exclusio-
nes acerca de los conflictos que el juez puede derivar a me-
diación.
Sin embargo, todo indica que al juez no le competerla ir
más allá de las controversias que se entienden mediables a te-
nor de la ley que las regula, y en relación a las cuales se le im-
pone la mediación con carácter de oblzgatorio. Quiere de-
cir que entendemos improcedente una decisión que imponga la
mediación en las controversias excluidas que detalla el art. 5"
de la ley, como también comportaria una extralimitación dispo-
nerla obligatoriamente en los casos de aplicación optativa del
procedimiento (los supuestos de ejecución, al que antes nos re-
ferimos, y de desalojos; ambos contemplados en el art. 6' del
ordenamiento en estudio).
ASPECTOS PROCESALES
5 58. C I T A C I ~DE
N TERCEROS AL PROCEDIMIENTO DE ME-
D I A C I ~ N .- El art. 22 de la ley 26.589 instituye que "cuando el
mediador advirtiere que es necesaria la intervención de un ter-
cero, de oficio, o a solicitud de cualquiera de las partes, o por el
tercero, en todos los casos con acuerdo de las partes, podrg ci-
tarlo a fin de que comparezca a la instancia mediadora. El ter-
cero cuya intervención se requiera debe ser citado en la forma y
con los recaudos establecidos para la citación de las partes. Si
el tercero incurriere en incomparecencia injustificada no podrá
intervenir en la mediaci6n posteriormente".
Es de gran utilidad esta disposición; sobre todo en asuntos
de familia. Resulta muy positivo -particularmente cuando se
discute el cuidado personal de los hijos y el régimen de comuni-
caci6n- citar y escuchar a otros sujetos intimamente vinculados
a las partes a los fines de obtener acuerdos exitosos que con-
templen todos los intereses en juego. Así, muchas veces será
ventajoso para la solución del diferendo citar al nuevo cónyuge
o compañero o compañera del progenitor reclamante o reclama-
do; a los abuelos de los niños, a sus hermanos mayores; etcéte
ra16. En cuanto a la última parte de la noma, también tiene
que merecer una aplicación relativa; por ejemplo, en el caso de
mediar acuerdo de todos los participantes, no advertimos incon-
venientes en que vuelva a ser citado el tercero que injustificada-
mente no comparecio a la primera convocatoria.
5 59. ACTUACI~N
DE LOS AL-
P B O F E S I O N ~ SASISTENTES.
CANCE DE LA CONFIDENCIALIDAD. - El art. 10 de la ley 26.589
prescribe que "los mediadores podrCtn actuar, previo consenti-
miento de la totalidad de las partes, en colaboración con profe-
sionales formados en disciplinas afines con el conflicto que sea
materia de la mediacidn, y cuyas especialidades se establecerán
por via reglamentaria". La reglamentacion de la ley (como diji-
mos, incorporada en el anexo 1, decr. 1467111) establece en el
art. 7" que "tanto el mediador como cualquiera de las partes po-
drán proponer la intervención de profesionales asistentes si ad-
virtieren que es conveniente para la solución del conflicto. La
ASPECTOS PROCESALES
nido de los papeles ylo cualquier otro material de trabajo que las
partes hayan confeccionado o evalúen a los Fines de la mediación";
aclarhdose al final que aquella "no requiere acuerdo expreso de las
partes". El art. g0 de la ley se ocupa del cese de la conñdenciali-
dad; la que se admite por dispensa expresa de las partes o en los
casos de comisión de un delito; pero el último párrafo del precep-
to aclara que dicho cese se debe interpretar "con caracter res-
trictivo y los supuestos de excepción surgir de manera evidente".
Como se sostuvo con acierto, en referencia a las mediacio-
nes en general, tiene que admitirse que el material probatorio
colectado en la instancia de mediación, y ante el fracaso de esta,
pueda ser utilizado en el proceso judicial que después se enta-
ble. Se ha invocado el principio del mimimo rendimiento pro-
cesal, de modo que se aproveche -en toda la extensión posible-
las potencialidades probatorias de las actuaciones cumplidas por
los profesionales asistentes en la etapa extrajudicial. Es verdad
que resulta inadmisible que la mediación -si no ha dado resulta-
do en el caso concreto- se traduzca "en un tiempo perdido e
ineficaz para todos", poniendo en crisis la economía que debe
regir en estos trámites17. De darse esta situación -1amentable-
mente- volvería a asomar el efecto perverso de la ley, la que se
transformaría en una dúctil herramienta para la "chicana" y, con
ella, la dilación injustificada de los procesos.
Lo que se acaba de concluir, aunque quisiera admitirse que es
discutible en otras áreas del derecho, se torna para nuestro con-
cepto imperativo en el ámbito de las relaciones familiares. Re-
paremos, por ejemplo, que cuando se debate un tema de cuidado
personal del hijo o de regimen de comunicacidn, en el que esta
comprometida nada menos que la integridad y salud de los niños,
no puede hablarse ya de disponibles intereses privados; y por eso
en nuestro ordenamiento -como lo puntualizarnos- se hace men-
ción al "orden ptíblico" y al carhcter irrenunciable de los derechos
y garantias que asisten a aquéllos (m.ZO, párr. ZO, ley 26.061).
Lo señalado importa decir que el valor de la confidenciali-
dad, por reglas elementales que hacen a la buena fe y al recto
proceder de las partes en el trfimite judicial posterior, tiene que
alcanzar a los dichos de requirente y requerido, a sus anotacio-
A) PROCESO
DE FAMILIA QUE ATAÑE A LOS NIÑOS
5 61. REGLAS
QUE RIGEN EL PROCESO Y EL ROL DEL JUEZ DE
FUIWA. - Al estar en juego los intereses de los niños, parece
obvio que el proceso de familia que los involucra revestirá ca-
racterísticas particulares que, en gran medida, lo diferenciarán
de otros tipos de procesos. Tal es la envergadura del tema
que el Código Civil y Comercial de la Nación dedica el titulo
VI11 a los "Procesos de familia", y ello a pesar de que se trata
de una ley de fondo que regula las instituciones familiares que,
consecuentemente, sólo puede llevar a cabo el gobierno fe-
deral.
Lo expuesto nos indica la importancia de primer orden que
tiene la regulación procesal en el derecho sustancial de familia.
Se trataria de un recaudo que ha tomado el legislador nacional
-con el dictado de normas procesales que regirán por igual en
todo el país- con el objeto de que los institutos regulados tengan
real efectividad; esto es, que realidad y derecho marchen jun-
tos, y no que éste comporte un mero discurso lírico vacío de
contenido. Se apunta, entonces, a lograr la homogeneidad in-
dispensable en la aplicaci6n del derecho de familia, neutralizando
la lógica disparidad que pudiera existir entre los distintos orde-
namiento~procesales existentes en cada una de las provincias.
En definitiva, se quiso evitar el riesgo de que se desnaturalicen
las instituciones familiares; lo cual debe ser entendido como un
ASPECTOS PROCESALES
CNCiv, Saia B, 10/3/09, "K., M., y otro cm., M. D , LL,2009-B-709; id., id.,
29/2/12, "C. V. S, L. m.,R. D. $/regimen de visitas", R. 590.131; íd., id., 281 2/12,
"M., A. E. c/G., S. D.dart. 250 CPCCN incidente de famüia", R. 592.724; id., id.,
25/4/12, "P., L. E. do., P., y otro drkgirnen de visitas",U , 20R-E-555, con comen-
tario aprobatorio de AZPIRIy YTO, NNegiva al rd~imende cmunicac.ibn entre
abuelos 9 nietos. El i n W s superior del ni3.o. Ver, también, CApel Trelew,
Sala A, 24/2íll, "B., D. E. C/C., M. G.", "Revista de Derecho de Familia y de las
Personas*, no 9, oct. 2011, p. 77; id., id., 10í3110, "S., E. B. cM.,J. de la C.",LL07Er
line, AWJUW95785nO10.
22 CSJN, 2/12/08, Falkos, 331:2691;id., 29/4/08, Fallos, 331:941, entre tantos
otros. En igual sentido, SCBA, 1017/13, "N. N. o S., V.", c. 110.887.
En la inteligencia apuntada se sostuvo que en los casos en
que intervienen niños "la indisponibilidad del derecho sustancial
debatido supone que tales procesos civiles son, por necesaria
consecuencia, plenamente inquisitivos, con la virtualidad que
ello apareja"; o sea, que acontece "la supresión del carácter dis-
positivo del proceso en todas sus manifestaci~nes"~~. El activis-
mo judicial que se impone faculta a los jueces a precisar, acudir
o a adoptar las medidas que estimen pertinentes para la defensa
de los derechos de los niños; aun cuando pudiere entenderse
afectado algún derecho invocado por los adultos. Adviértase que
' in fine de la ley 26.061, ordena que "cuando exista
el art. 3
conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y
adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente le-
gitimo~,prevalecerán los primeros".
En el marco referido, precisamente, se ha resuelto que "los
jueces no pueden cerrar los ojos ante la realidad y mirar para
otro lado cuando se les exhibe una grave conflictiva familiar, por
lo que deben desempeñar un rol activo y comprometido en la
causa"24. Ya vimos que ese lineamiento es el que establece el
antes mencionado art. 709 del Cód. Civil y Comercial de la Na-
ción. Dicha norma nos indica que en "los procesos de familia
el impulso está a cargo del juez; quien puede ordenar prue-
bas oficiosaments".
Dado que al intervenir niños estamos ante materias absolu-
tamente indisponibles, no ha de tener aplicación -en tanto no
se afecte el derecho de defensa de las partes uiteminientes- el
llamado principio de congruencia o correspondencia previsto en
los arts. 34, inc. 4O, y 163, inc. 6O, del C6d. Procesal. De ahí
que no tendrá lugar en estos casos el deber del juez de someter
su pronunciamiento al contenido de las concretas peticiones, pre-
tensiones y defensas esgrimidas por los litigantes25.
Es sabido que, como directiva general en el proceso civil,
las facultades instructorias de los jueces (art. 36, CPCCN) no
los autorizaría a suplir directa o indirectamente la negligencia
de las partes a mérito de la carga procesal que éstas tienen
en relacidn al punto. Sin embargo, observaremos que tampoco
esta regla se aplicará a los procesos de los que nos estamos ocu-
pando; de manera que el juez podrá disponer de oficio tal o cual
medida sin que interese si con ello se suple o no la eventual ne-
gligencia en que pudieron haber incurrido las partes adultasz6.
No obstante, no cabe duda de que todos estos impulsos judicia-
les oficiosos deberán adoptarse teniendo especial cuidado de no
afectar una garantla legal y constitucional de envergadura, como
la es el ya referido derecho de defensa de cada uno de los parti-
cipantes en el juicio.
Otro dato a tener en cuenta es que, en atención al orden
público en juego por la participación de niños o adolescentes,
los adultos que llevan adelante el pleito no tendrán a su favor la
disposición del juicio con efecto vincuIante; esto es, que carece-
rcin de la facultad de concluir el proceso, o conciliarlo o tran-
sarlo sin brindar explicación algunaz7. Para decirlo con mCls pre-
cisión, si bien nada le va a impedir a una parte adulta desistir,
por ejemplo, de un juicio de cuidado personal o de régimen de
comunicación entablado en relación a sus hijos, esta decisión
que eventualmente adoptara un progenitor n o obligar8 al juez,
quien podrá dictar todas las disposiciones que estime pertinen-
tes para resguardar los derechos de aquéllos28.
La prevalencia de lo inquisitivo por sobre el sistema dispo-
sitivo de los juicios civiles, queda palmariamente demostrada a
la luz de diversas resoluciones judiciales relativas a la llamada
"desjudicializaci6n" y su punto de tensión con la tutela judicial
efectiva a los niños. También, la naturaleza inquisitiva del pro-
ceso se puede verificar respecto a la relativizacidn de la pe-
rentoriedad de los plazos legales o judiciales; en la no observa-
ci6n del principio de congruencia; las medidas oficiosas dictadas
para lograr la efectiva ejecución de las órdenes judiciales o para
evitar el mantenimiento sine díe de medidas cautelares; la no
declaración de la deserción del recurso de apelación no obs-
tante no cumplirse con los recaudos del art. 265 del C6d. Pro-
cesal; y, en fin, la orientación que apunta a no declarar la ca-
ducidad de la instancia, a pesar de haber transcurrido el plazo
legal; al menos si no hubo una intervención previa del Ministe-
rio Público.
37 Ver ~ R O Thm&
, rdgimen de v . i s W , p. 318.
38 CApel Trelew, Sala A, 1013110, "S., E. B. m.,J. de la C.",LLoniim.
En el sentido mencionado, se destacó que hacía al interés
familiar que se cumpla la orden de restitución de manera inme-
diata, de modo que no siga prevaleciendo lo fáctico, lo irnpuesto
por las vías de hecho, frente a lo que por derecho corresponde.
Es que se consideró que el tribunal no tiene que admitir que la
resistencia a cumplir con las órdenes judiciales se transforme en
un vehículo para emplazarse en estados de derecho. La ilegali-
dad no puede ser fuente de legalidadsg.
Con relaci6n a la permanencia en el tiempo de medidas que
podrian llegar a resultar perjudiciales para los niños, en una cau-
sa en la que se había dispuesto como decisión cautelar un cam-
bio de cuidado personal del niño, la Cámara resolvió de oficio
que dicha cautela sólo tendría valor, en principio, por seis m-
ses para que -a su término- se procediera a la reevaluución de
la medida, tras la realización de un nuevo estudio pericia1 que
comprendiera tanto el aspecto social como el psicológico. Tam-
bien, ante el riesgo de que la madre de la niña sea privada de su
libertad en una causa penal que estaba en trámite, fue enco-
mendado un amplio psicodiagnóstico de la tía materna, a los
efectos de valorar su potencial aptitud para hacerse cargo de
la joven. Se ordenó, en fin, que, durante el periodo indicado,
el caso tenia que ser supervisado en forma conjunta por la ins-
tancia de grado y el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes40.
En el mismo orden de ideas, en un juicio donde sin límite
de tiempo se habia ordenado en primera instancia la prohibi-
ción de acercamiento de ambos padres hacia sus hijos ante una
grave conflictiva familiar, la alzada discrepó oficiosamente con
el alcance de la medida, pues se disponía sirte díe, con lo que en
la práctica la proyección y duración de la privación de contacto
podría quedar sometida a una eventual actividad procesal de las
partes adultas interesadas. Por ello, se entendio que la menta-
da prohibición debia ser limitada a noventa dius, a cuyo ter-
mino correspondía efectuar una reevaluaci6n de la medida; una
vez realizado un profundo psicodiagnóstico de las personas in-
volucradas41.
42 CNCiv, Sala B, 3/1a10, "B., N.S. cP., F. D. s/art. 250, CPC", R. 565.949. La
aplicacidn de la regla inquisitiva surge también de otros pronunciamientos de
@su Sala (1913109, "K., M . , y otro c/K., M. D.", LL, 2009-B-709; id., íd., 281
2/12, "M., A. E. clG., S. D.",R. 592.724; id., id., 16/4/12, "R., R. M. clP., L. V.",
R. 594.906; id., id., 6/12/13, "Z., M. c/G., R.", expte. 72.318/2012, entre tantos
otros).
m CNCiv, Sala B, 23/12/11, "F.,A. M. dS.,B. R. dincidente de familia", R.
590.882;id., id., 20/5/13,"M., K. P. c P . , C. A,", R. 617.330; id., id., 16/4/12, "R., R.
M. c/P., L. V.", R. 594.906; id., id., 21/6/12, "R., F. O. y M.,E. L.", R. 600.592.
te, se han revocado resoluciones de jueces de grado en las que
se había declarado la perención del juicio -en procesos en la
que estaban afectados niños- sin haber dado intervención previa
al Ministerio Público de la D e f e n ~ a intervenci6n
~~; que resultaba
obligada (ver art. 59 del derogado C6d. Civil; art. 103, inc. a,
C6d. Civil y Comercial de la Nación; art. 54, ley 24.946, reem-
plazado por el art. 43 de la ley 27.149; ver 35). Se argumentó
que la ausencia de la participación del Ministerio Pupilar había
afectado directamente el derecho de defensa del niño en cues-
tión amparado por diversas normas vigentes en nuestro ordena-
miento (art. 18, Const. nacional; art. 19, Convenci6n Americana
sobre Derechos Humanos; art. 24.1, Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Politicos; arts. 3 O . 1 y 12.2, Convención sobre los
Derechos del Niño, y art. 27, inc. c, ley 26.061).
La caducidad de los juicios entablados reposa en la presun-
ci6n de renuncia a la instancia emergente de una voluntaria
inactividad procesal prolongada, por lo que se Libera a los 6rga-
nos jurisdiccionales de la sustanciacidn y resolución de los pro-
cesos. Ahora bien, sin perjuicio de la interpretación restrictiva
que merece el instituto regulado por el art. 310 y siguientes del
Codigo Procesal Civil y Comercial de la Nación -por el principio
de conservación procesal en razdn de que se aniquilan dere-
chos de naturaleza constitucional-46, la situacidn tiene un matiz
claramente diferencial cuando intervienen niños pues, como lo
ha dicho la Corte Suprema, su interés primordial orienta y con-
diciona las decisiones judiciales4~.
Acerca del punto, téngase en cuenta la situación de vulne-
rabilidad en la que se encuentran los niños o adolescentes in-
volucrados por la imposibilidad o severas dificultades -según los
casos- de valerse por si mismos; por lo que se tornan en princi-
pio inoponibles a aqu6llos la eventual caída de derechos o ac-
ciones por el deficiente o mal manejo procesal de sus repre-
sentantes legales. Parece indudable que los hijos no pueden
resultar perjudicados por la desventajosa posición en el proceso
en el que queden ubicados sus progenitores.
3 65. AMPLITUD
PROBATORIA Y CARGAS DINAMICAS. PROCESO
ME^ FORMALISTA. PRIORIDAD DEL DERECHO SUSTANCIAL. - Otra
de las reglas de los procesos que estudiamos, es que corres-
ponde adoptar un c d e r i o amplio a favor de la producción, adrni-
si6n y eficacia de las pruebas; y, a la par, tendra particular apli-
caci6n el principio de las cargas dindmicas. En esa dirección
se encamina el art. 710 del Cod. Civil y Comercial de la Na-
ción, que prescribe que "los procesos de familia se rigen por los
principios de libertad, amplitud y flexibilidad de la prueba.
La carga de la prueba recae, fznalmente, en quien esta en
mejores condiciones de probar". Esto significa que el peso
mayor lo tendrá aquella parte que pueda aportar la prueba con
menos dilaciones y gastos48.
Más allá de la aplicación de ese linearniento, de todos mo-
dos resulta indiscutible el deber d e cooperacidn que tienen
todas las partes para el buen resultado de la jurisdicci6n. Es
que el proceso -y, en particular, el de familia- es un obrar com-
partido y se traduce, consecuentemente, en un esfuerzo común,
por lo que no se puede avalar a quien se limita a una cómoda
9 67. I N ~ P E D I AYGPROCESO
I~N A T R A V ~ SDE AUDIENCIAS. - El
art. 706 del C6d. Proc. C i d y Com. de la Naci6n establece como
otra de las reglas de procedimiento en asuntos de familia la de
la "oratidad". Nos apresuramos a sostener que, a pesar de la
vigencia de nuestro tradicional proceso civil escrito, la mentada
indicación es susceptible de ser cumplimentada por nuestros jue-
ces acudiendo a la herramienta de las audiencias. Es que lo
que el Código pretende -al hacer referencia a la oralidad- es a
la revalorización de las audiencias con los involucrados por so-
bre el principio escriturariom-
Lo que se persigue, en suma, es que los tribunales de fami-
lia acudan a la inmediación, a la justicia de acompañumien-
to, lo que les permitirá conocer acabadamente el juicio mientras
se va desarrollando, y no en la oportunidad de dictar sentencia.
Los jueces asi se acercar6.n a la verdad real; la virulencia del
proceso quedará neutralizada; se tendrá mayor probabilidad de
arribar a una soluci6n justa; y, en fin, se ganar6 en celeridad.
DE ms SANTOS,
m Ver LOSprocesos de familia en el Progecto de Cddigo Ci-
vil Comercid, "Revista de Derecho Privado", no 6, p. 28 y 29.
plano de entrecruzamiento, de tal modo que actualmente no pa-
rece plausible abordar con seriedad ninguna de las disciplinas
humanas y sociales si se las enfoca como campos epistemológi-
cos aut6nornos. Es el fenómeno de la interpenetración8'.
En tal sentido, se han tornado insuficientes las fórmulas
abstractas y el puro anaclisis I6gico-formal. Se exige, adernfis,
una correlación concreta con las disciplinas extrajurídicas, pues
el excesivo formalismo del derecho lo aparta de la realidad a la
que se aplica. Es indispensable, como claramente se graficó,
"abrir ventanas" hacia las demás cienciass2. Por supuesto que
no existe en esta actitud un intento de extrapolar categorías,
sino que -antes bien- se trata de utilizar los recursos que los
avances del pensamiento ponen a disposición de todas las per-
sona@, en la inteligencia de que la soberbia del saber específico
conduce a reducciones empobrecedorass4. En suma, deviene in-
soslayable un trabajo colectivo y multidisciplinario: tomar con-
tacto con los conocimientos y conclusiones que ofrece la psico-
logia, el psicoanCilisis, la sociologia, la antropologia, la etnología,
los estudios sistémicos familiares, etcétera.
Por lo pronto, no creemos adecuado que, en el proceso de
familia, el juez cumpla su función aisladamente, sino que tiene
que presidir un equipo integrado por profesionales especializa-
dos, como ser asistentes sociales, psiquiatras, psic6logos, tera-
peutas familiares y psicoanalistas en niños. Ello permitir&inda-
gar -tras el pedido metafórico- la naturaleza de los verdaderos
conflictos, con una comprensión mAs abarcadora de los proble-
mas sometidos a su conocimiento, lo que conllevará a la adop-
ción de resoluciones más justas y que se compadezcan con la
realidadg6.
Para decirlo en pocas palabras, no es dable ignorar la di-
mension psicoldgica que hay tras los conflictos familiares. Por
5 72. ALCANCE
DE LA LABOR INTERDISCIPLINARIA, CUESTIO-
NAMIEIVTOS. -Ya puntualizamos que el auge de la interdisciplina
responde al proceso posmoderno de la interpenetración;por el
cuaI se quiebran los parárnetros rígidos entre las ciencias huma-
nas y sociales, habilitando un intensivo enriquecimiento entre
ellas. Sin embargo, a pesar de la pertinencia de la labor inter-
disciplinaria, se han formulado algunas objeciones en lo relativo
mos decir, que no sería extraño que una medida de esta natura-
leza dispuesta a título de cautelar se convierta -por la fuerza
de los hechos- en un decisum prscticamente irreversible. He
aqui lo delicado del panorama que constriñe al juez a realizar un
estudio muy pormenorizado de la causa.
5 74. GRATUIDAD
Y DISTlZIBUCI6N DE LAS COSTAS DEL PROCE-
so. - El principio de gratuidad es esencial en las causas de dere-
cho de familia extrapatrimoniales en las que participan niños, a
fin de no provocar discriminaciones fácticas injustas. Este con-
cepto se manifiesta, por una parte, por medio del proceso de litis
expensas y, por la otra, por la eliminación de las cargas impositi-
vas de la tasa de justicia. Esta última cuestión, en el orden de
la justicia nacional, está prevista en el art. 13, inc. i, de la ley
23.898, sobre tasas judiciales; en el cual se dispone que están
exentas del pago de la tasa de justicia "las actuaciones d e h a -
das de las relaciones de familia que no tengan caracter p&
trimonial". Al respecto, seria muy positivo que el principio se
estableciera en la ley de fondo, de modo de asegurarnos que
se aplique en todas las jurisdicciones del paísg4.
En lo que se refiere a las costas del proceso, fundamental-
mente en relación con causas que atañen a niños de índole no
patrimonial (como las cuestiones de cuidado personal del hijo y
régimen de comunicacidn), no rige como regla el principio obje-
tivo de la derrota previsto en el art. 68, parte lo, del C6d. Proc.
Civil y Com. de la Nación. Se ha entendido que es lógico y has-
ta plausible que el progenitor aspire a tener el cuidado personal
de su hijo, o a lograr un mejor regimen de comunicación; como
tambien que el tercero pariente -por ejemplo- impulse una cau-
sa para obtener un mCts eficaz contacto con el niño. Por otro
lado, también se sostuvo con acierto que la intervencidn del juez
en estos casos es una carga común necesaria para recompensar
las diferencias entre los padres e impuesta en resguardo de los
intereses de los hijos menores.
Lo expuesto tiene plena justificación. Es que, como se ha
decidido, en estos procesos no se estiman adecuadas las nocio-
nes de vencedor y vencido, ya que los juicios no deberian ser
9 75. RELATIVIDAD
DE LA COSA JUZGADA. - Otra nota carac-
terística de estos procesos es que las resoluciones que se dictan
no causan estado, por lo que s61o revisten el carhcter de cosa
juzgada formal. La explicaci6n es que al intervenir como valor
superior el mejor interés del niño, es inadmisible que la cosa
juzgada constituya un impedimento para adoptar el temperamen-
to que resulte para aquél más conveniente; a pesar de mediar
una sentencia anterior que decide las cosas de una manera dis-
tinta. Asi, advertido un eventual perjuicio para los niños o, sin
9 76. TRIAVGUL~CI~N
DE LA R E L A C I ~ N JUR~DICA PROCESAL.
REMISIONES. - Finalmente, otra clara particularidad del proceso
de familia cuando intervienen niños es que se deja de lado el es-
0 77. INTRODUCCI~N.
CUESTIONES
GENERALES EN MATERLA DE
COMPETENCIA. - Corno lo señala la doctrina autorizada, la compe-
tencia es el ámbito funcional en el cual una determinada autori-
dad ejerce su cometido. Al respecto, bien se dijo que la división
y distribución de la competencia se centra en la imposibilidad
de que una sola persona absorba todas las cuestiones judiciales del
Estado; y es así entonces que aparece diagramada la eompeten-
cia por el territorio y por el fuero. Más allá de las excepciones,
debe resaltarse que la competencia -por ser materia de orden
público- es improrrogable e indelegable; y precisamente a rnéri-
to de estas reglas no es posible que los justiciables sometan las
cuestiones que corresponden a un determinado fuero a otro, ni
tampoco que obtengan el traslado geográfico de la causa (art.
lo, C6d. Proc. Civil y Com. de la Nación). Del mismo modo,
tampoco resulta admisible que un magistrado delegue su compe-
tencia a otro; y ello porque cada juez, en el ejercicio de sus fun-
ciones, tiene la totalidad de la jurisdicción para realizar las ta-
reas que la ley le asigna; sin perjuicio de la posibilidad que le
asiste de encomendar a jueces de otras localidades la realiza-
ción de diligencias determinadas (art . 3 O , C6d. citado)QQ.
Asi las cosas, conforme a los criterios tradicionales -sustan-
cialrnente alterados a tenor de lo que se dira en el g 78- cuando
se ejerciten acciones personales, ha de ser competente el del lu-
gar donde debe cumplirse la obligacidn y, en su defecto, a elec-
ción del actor, "el del domicilio del demandado o el del lugar
de2 contrato, siempre que el demandado se encuentre m él,
aunque sea accidentalmente, en el momento de la notifica
ción" (art. 5", inc. 3", Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación).
Sin embargo, en los temas reIativos al cuidado personal de los
hijos y régimen de comunicacidn, existiendo matrimonio entre
los padres, el actor también podrá optar -para entablar la ac-
ción- por el juez del último domicilio conyugal efectivo (art. 5O,
incs. 3" y $O, C6d. Proc. Civil y Com. de la Naci6n).
Otra de las directivas que tradicionalmente tuvieron y tie-
nen vigencia en este campo es la conocida con el nombre de
Tratado, t. 1, p. 92 y siguientes.
Ver FALC~N,
EL PROCESO DE FAMILIA QUE WOLUCRA A LOS N ~ O Y
S LA COMPETENCIA 211
E Zevaluación
'02 Ver F E ~ N D LO , de la competencia jurisdiccional m
el sistema de proteccidn integral de derechos de la infancia, LL, 2011-
C-523.
9 79. COMPETENCM POR TERRITORIO. LA RESIDENCIA HABI-
TUAL DEL NIÑO Y SU CENTRO DE VIDA. - En materia de competen-
cia por territorio, una de las directivas fundamentales a tener en
cuenta es la regla atributiva forum personue; la cual hace refe-
rencia a la residencia efectiva y habitual del niño, cualquiera
que sea el tribunal que haya prevenido. El objetivo es priorizar
el citado principio de la tutela judicial efectiva, y para ello re-
sulta imperioso la inmediación y el contacto directo de los ope-
radores de la justicia con los niños, de modo de garantizar que
las medidas o decisiones que se adopten realmente sean con-
templativas de su interés superior. Como se resaltó con clari-
dad, no puede concebirse la actividad tutelar que no este ínti-
mamente ligada al principio de inmediatez en resguardo de los
derechos fundamentales de los niños; puesto que la eficiencia de
la actividad judicial est6 dada por el acercamiento permanente
del juez con su asistido1O5.
Precisamente, como ya lo dijimos, el art. 706 del Cód. Civil
y Comercial prescribe que uno de los principios de los procesos
de familia es el de la referida tutela judicial efectiva; a la par que
el art. 716, del mismo ordenamiento, ordena que "en los proce-
sos referidos a responsabilidad parental, guarda, cuidado,
régimen de comunicación, alimntos, adopción y otros que
deciden en forma principal o que rnodifzcan lo resuelto e n
otra jurisdiccidn del territorio nacional sobre derechos de
nieos, niñus y adolescentes, es competente el juez del lugar
donde la personu menor de edad tiene s u centro de vida";
criterio que coincide con lo dispuesto en el art. 3 O , inc. f, de la
ley 26.061.
Conforme a los mencionados lineamientos, un juzgado de
la Capital Federal que oportunamente había dispuesto la entre-
ga en guarda de una niña a un matrimonio, se declaró incompe-
tente para seguir interviniendo en el asunto porque dicha niña
-desde hacía cuatro años- residia junto a sus guardadores en la
ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. En esa oportunidad,
evaluó el judicante que aquélla se hallaba adaptada correcta-
mente a su nuevo hogar en extraña jurisdicción y que el matri-
monio que la acogi6 habia desempeñado correctamente su rol.
103 CSJN, 20/8108,"F.,M. G.", LLmdim; id, 2412109, Fallos, 332:238; Id.,
2/8/00, Fallos, 323:2021; id., 27/3/01, Fallos, 324908; id., 16/3/04, "B., R. E.", U
~nl.ine; id, 23/4/13, "B. F. C/C;. S.", JA, 2013-III-106.
ASPECTOS PROCESALES
8 80. PRIORIDAD
DE LA ACTUAL RESIDENCIA EFECTWA DEL NIÑO
POR SOBRE EL LUGAR DE C E L E B R A C I ~ NDEL ACUERDO. VALORACX~N
DE LAS CIRCUNSTANCIAS SOBREVINIAWTES. - A pesar de que 10s acuer-
dos entre los progenitores (asignación de la vivienda familiar,
cuidado personal de los hijos, régimen de comunicación, etcéte-
ra) se hayan celebrado, por ejemplo, ante un juzgado de la pro-
vincia de Buenos Aires, corresponde admitir la competencia de los
tribunales capitalinos si se verificó un traslado posterior de la
niña con su madre a esta ciudad; criterio que incluso quedaría
avalado si tramitara aquí otra causa ventilada entre las partes.
Efectivamente, en un caso el juez de grado de la Capital Fe-
deral no había admitido su competencia para homologar un con-
venio celebrado en el ámbito del Juzgado de Paz Letrado de Mo-
reno, provincia de Buenos Aires; donde se había acordado la
asignacidn de la vivienda familiar que involucraba a una hija co-
mún, el cuidado personal de los hijos, régimen de comunicación
paterno-filial y alimentos. La Cámara interviniente, en la men-
cionada causa, revocó la decisión y dispuso la competencia del
tribunal de la Ciudad de Buenos Aires, lugar donde se había
presentado el convenio para su homologacion. La resoluci6n se
sustentó en los siguientes fundamentos.
a ) Que los jueces deben fallar atendiendo a las circunstan-
cias existentes al momento de la decisión, aunque fueran sobre-
vinientes. Y en el caso se acredito que si bien -cuando se cele-
bró el acuerdo- la demandante vivía con su hija en la antes
mencionada localidad de Moreno, se trasladó después a un in-
mueble de la Capital Federal.
b ) Que si se adoptaba un temperamento opuesto se obliga-
ba a la quejosa a litigar ante los tribunales de Mercedes, ubica-
dos a ciento veinte kilómetros de su residencia actual, con los
perjuicios que la situación ocasionaría y la obstacuIizaci6n que
se generaba para la niña para su acceso a la justicia.
c ) Que, además, se planteaba en la causa una conexidad
con otro proceso para la fijación de alimentos provisorios que se
encontraba tramitando por ante el juzgado en el que se originó
la cuestión de competencia. Se adujeron entonces razones de
economía y celeridad procesal, como así tambibn la convenien-
cia que se ventilen ante un solo magistrado las cuestiones que
afectaban al mismo núcleo familiarloR.
5 83. J U R I ~ D ~ CINTERNACIONAL.
CI~N RESIDENCIA HABITUAL
DE NINOS EN LUGARES DIFERENTES COMO ACTORES Y DEna4NDADOS.
DISTINTOS EXTREMOS A EVALUAR. - Ya anticipamos en el 82 la 5
previsión del art. 3' del Convenio de La Haya sobre los Aspectos
Civiles de la Sustracción Internacional de Menores, en cuanto se
asigna particular relevancia a la residencia habitual del niño in-
mediatamente antes de su traslado o retenci6n. Ahora bien, se
plantea una cuesti6n interesante cuando unos niños, que tienen
su residencia habitual en un país, requieren a través del Minis-
terio Público de la Defensa un régimen de comunicación con
otros niños (familiares de ellos), que tienen su vivienda regular
en otro Estado y respecto de los cuales la progenitora persigue
su restitución, por haber sido los últimos nombrados trasladados
ilicitmente por el padre a un tercer pais.
El conflicto se produjo porque el Ministerio Público de la
Ciudad de Buenos Aires, en representación de ocho menores
de edad, demand6 un regimen de comunicación con otros niños
-sus primos- residentes en la República de Guatemala; y ello a
los fines de resguardar los vínculos entre ellos, preservando su
identidad. La declaración de incompetencia del juzgado local
determino el planteo de los recursos por parte del representan-
te tutelar. Se invocaron varias razones para requerir se manten-
ga la competencia del tribunal argentino; una de ellas fue de
que estos niños residentes en nuestro pais no podrían ser repre-
sentados por el Ministerio Público en extraña jurisdicción; de
manera que se los colocaria en estado de indefensih, pues ca-
recerían de la posibilidad de ejercer la acción ante el juez de su
domicilio; y no se hailarian en condiciones fácticas, juridicas y
econ6micas de litigar en el extranjero.
En el caso que analizamos, dicho Ministerio Ptíblico argu-
mentó ademas que, de no accederse a su petición, se violaría los
derechos de los niños a contar con una familia ampliada, priván-
3 84. CAMBIQS
DE RESIDENCLP DEL NIRO. CRITERIOS
PA&A
LA ASIGNACI~N DEL JUEZ COMPETENTE. -Ya hemos visto que los
cambios en la residencia del niño a distintas jurisdicciones no
generará automáticamente -tras la invocación de la regla forum
persom- la asignación de un nuevo juez competente, dejándose
de lado otros principios fundamentales que se estiman muy po-
sitivos, como los de perpetuatio iurvisdictionis y de concentra-
ci6n. Por lo pronto, esa mutación de competencia no se ha de
producir cuanto estemos ante traslados ilegales dispuestos de
manera unilateral y sorpresiva por uno de los progenitores (sal-
vo excepciones que ya analizamos); o si la nueva residencia es
muy cercana a la anterior, supuesto en que se tendera, a favore-
cer el mantenimiento de la jurisdicción originaria en la medida
que no se afecte otro principio medular, como es el de inm-
diacidn (ver 78 a 82).
Asimismo, en el 5 79 se analizó otra situación en que tam-
poco corresponderá la asignación de un nuevo juez a pesar del
cambio de residencia y aunque ésta se encuentre muy distante
(incluso en otro país) del lugar primigenio donde el niño tenía
su centro de vida. Se trata del supuesto en el cual la primera
residencia se mantenga "Wzwa", no obstante haber acontecido
materialmente el traslado. Y se daría este caso cuando el cam-
bio de luefar se produzca por un tiempo deteminado (p.ej., un
116 CNCiv, Sala A, 5/7/12,"M.,S. M.,y otros C/C., J. M.", JA, 2012-111-87
ASPECTOS PROCESALES
- FAMA- HERRERA,
117 Ver GIL DOM~NGUEZ L . q de protecc.ió7z integral de ni.rias,
ni*s y adolescentes, p. 585 y 594;FERN~DEZ, La mal- & la competencia
jur2sdiccWl en el sistema de proteccidn integml de derechos de la infan-
cia, U , 2011-C-523.
ASPECTOS PROCESALES
118 CNCiv, Sala B, 17/2/11, LL, 201 1-C-523; id., id., 21/10/11, "V., N. A. c/B.,
M. J. sirégimen de visitas", R. 585.201; id., id., 18/11/10, "A., J. dcontrol de le-
galidad", R. 563.688; F E R N ~ ELaZ ,evuluaciún & la competenciu ju*diccio-
nal en el sistema & proteccidn integml de derechos de la i n f a d ,U ,2011-
C-523.
una cuestión compleja que presenta una importante variedad
de matices; por lo que se requiere, como lo anticipamos en el
Q 85, un análisis particularizado caso por caso para decidir
el correcto camino a seguir. Tambien hemos advertido sobre la
necesidad de la prudencia, cautela y recaudos que tienen que
tener y adoptar los jueces para que estos problemas no demo-
ren el amparo necesario para lograr la plena operatividad del
derecho sustancial. Se deberá tener presente que a los niños
no s61o les asisten los mismos derechos y garantias que a los
adultos, sino que aquéllos son titulares de un plus de derechos;
lo que exige que respecto de ellos se adopten medidas de com-
pensaci6n para neutralizar su situación de vulnerabilidad (remi-
timos al 5 4, apdo. b ) .
En lo que atañe a la competencia por territorio, ya analiza-
mos que una guia medular para la determinación del juez com-
petente es la regla forum persone, que hace referencia al lugar
donde el niño vive efectivamente. Es decir, hay que desentra-
ñar cu61 es la residencia habitual y efectiva de 61, para que ten-
ga virtualidad el principio de inmediatez y el contacto directo
juez-niño. Sin embargo, tras el estudio particularizado de cada
causa, se verá que muchas veces la directiva apuntada tendrá
que compatibilizarse con otros principios de no menor impor-
tancia; como son el de pe?petuatio iurisdictionis, de concen-
traci6n y de continuidad, para que -si fuera posible- se pueda
mantener el mismo criterio del tribunal en la valoración de los
hechos y el derecho y, a la par, que no se interrumpa la labor
que vienen desempeñando en el caso los distintos auxiliares de
la justicia, de manera que no acontezcan desdoblarnientos perni-
ciosos que terminen por afectar al niño. A su vez, el respeto al
principio de legalidad tampoco será un dato menor, por lo que
se tenderá a evitar que mediante las vías de hecho se termine
avalando por el sistema judicial actos contrarios al ordenamien-
to juridico.
En lo atinente a la competencia por el fuero, la antes se-
ñalada equiparación de las garantias que asisten a los adultos
con las que corresponden a los niños, vedará la intervención de
la justicia criminal cuando los supuestos "actos de inconducta"
que se imputen a dichos niños no constituyan delitos penales;
criterio que ahora se ratifica con la sanci6n del nuevo Código
Procesal Penal (ley 27.063). En las situaciones referidas, y
por aplicación de los arts. 33, 39 a 41 y concordantes de la ley
ASPECTOS PROCESALES
A) CUESTIONES
DIVERSAS
~ U R E N T Principws
, de dmecho civil, t. IV,p. 388 y 389. En sentido con-
cordante, ver k m , Derecho de familuir, vol. IV, p. 304.
Ver LURENT, Principios ds derecha civil, t. W, p. 396.
5 Ver JOSSERAND, Derecho civil, t. 1, vol. 11, p. 259.
6 Ver I#BORA,IlZStituCiOm dg la familia, t. N,p. 206.
Diversos autores han destacado que la denominaci6n "patriapotestad" no res-
ponde al concepto actual que se tiene del instituto: ver LAFAILLE,Curso. Familid,
p. 409;BELLUSCIO, Derecho de familia, t. 2, p. 353; ~ G DE BASCET,
H Mamo nor-
WZVO dBl & vZsZtas y m h o @M,ED, 143-903; km, P&% p
t e d y f l h i d n , p. 144. En contra, defendiendo la terminología de marras, P m
P E h , Fmmb de derecho civü español, t. U, vol. Ii, p. 146; B m , Cddigo C M anota-
do,t. 11, p. 535; GOWLAND, P W potestad Notm a la IBiy 23.364,LL, 1986-ü-1156.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
do. Una, es el art. 639, inc. b , el cual dispone que a mayor au-
tonomía del niño "disminuye la representación de los progenito-
res en el ejercicio de los derechos de los hijos" (ver 89). La
otra, es el art. 646, inc. c , que especifica que los padres deben
respetar "el derecho del niño y adolescente a ser oído y a parti-
cipar en su proceso educativo, así como en todo lo referente a
sus derechos personalísimos".
8 89. CONCEPTO
w PRINCIPIOS DE LA I R E S P O N S ~ W D A DPWZEN-
TAL. REMISI~N. - El art. 638 del Cód. Civil y Comercial se ocu-
pa del concepto de la responsabilidad parental. Indica que "es
el conjunto de deberes y derechos que corresponden a los
progenitores sobre la persona g bienes del hijo, para s u pro-
teccidn, desarrollo 21 formacidn integral mientras sea m n o r
de edad 3 no se haya emancipado". Vale decir, que se la
conceptualiza de manera similar a la llamada patria potestad en
el art. 264 de1 Cód. Civil. En todo caso, la diferencia -en lo
que aqui interesa- es que se adiciona la palabra "desarrollo";de
modo a que mientras para este último articulo la institucion es
el conjunto de deberes y derechos que corresponden a los pa-
dres para la "protección y formaci6n integral" de los hijos, en el
art. 638 del C6d. Civil y Comercial es para la "protección, desa-
rrollo y fomzaci6n integral".
El citado art. 638, como se observar& mantiene en su texto
la expresión "derechos" de los padres. Seguramente, lo ha he-
cho siguiendo el rumbo de la Convenci6n sobre los Derechos del
Niño, con jerarquía constitucional en la Argentina, que acude a
estos terminos en varias de sus disposiciones (ver los arts. 3O,
inc. 2'; 5O, y 14, inc. So). Sin embargo, el reconocimiento o no
de "derechos" en cabeza del titular de la responsabilidad paren-
tal ha sido una cuesti6n largamente debatida en doctrinal4. No-
5 90. TITULMIDAD
Y EJERCICIO DE LA RESPONSABILIDAD PA-
RENTAL. - Tal como sucedía con el Código Civil, el nuevo Código
Civil y Comercial de la Nacibn, en el capitulo 2 (del titulo VII),
se ocupa de la "Titularidad y ejercicio de la responsabilidad pa-
rental". La titularidad hace referencia al conjunto de deberes y
funciones (y "derechos",según indica la normativa; ver el 5 89)
que la ley reconoce a ambos progenitores por su condición de
tales. Ahora bien, esta titularidad puede estar acompañada o
no del ejercicio de la responsabilidad parental, el que supone la
facultad de actuar concretamente; o sea, una suerte de puesta
e n prdctica de aquellos deberes y funciones. De aquí se des-
prende que la " t i t u l a ~ d a d "podria presentarse bajo dos modali-
dades; una, es la de estar acompañada por el ejercicio actual de
la responsabilidad parental; la otra, por carecer de éste, ya que
s61o se tendrían facultades potenciales de actuaci6n17.
Una novedad harto relevante que nos trae el nuevo Código
sancionado es en el ejercicio de la responsabilidad parental en
3 91. CLASIFICACI~N
DEL EJERCICIO DE LA RESPONSABILIDAD
PARENTAL EN EL C ~ D I GCIVIL
O Y COMERCIAL. - Está contemplado
en los arts. 638, 639, 641, 645 y 700 a 703 del Cód. Civil y Co-
mercial.
GENERAL. El ejercicio corresponde a ambos pro-
a) PRINCIPIO
genitores, sea que medie convivencia o que se haya producido la
ruptura de la unión de la pareja (art. 641, incs. a y b ) .
Como regla a aplicar,se presume que los actos realizados
por uno de los progenitores cuentan con la conformidad del
23 Ver CSJN, 19/2/08, Fallos, 331:147; Id., 6/2/01, Fallos, 324:122; id., 2/8/05,
Fallos, 328:2870; id., 2/12/08, Fallos, 331:2691; id., 29/4/08, FaUos,331:941.
250 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
B) ATRIBUCIONES
DE LOS PADRES
E INTERYENCI~NJURISDICCIONAL
31 Ver DOLM,La causa de los niños,p. 57, 74, 75, 101, 153, 174, 175, 199,
228, 248, 255,263,291, 304,305,331,365,384 y 385; La causa de los adolescm-
tgs, p. 26, y LOS niños y su h c P l a a la verdad, p. 12.
32 Ver WALLERSTEIN - BWSLEE, Padres e huos despuds del divorcia, p. 36,
37, 263, 264, 240 y 412; CARDENAS, La familia 21 el sktemd jud-l, p. S4 y 98;
-
GIBERT~ CHAVANNEAU DE &RE - OPPENHEIM, El d z u m w Ea familia, p. 169 y 171;
MAKIANICHDE BASSET,El divorcid m escorzo, LMctualidad, 14/9/95,p. 2; GOGGI-
MORTARA, La nirZez ami% el divorcio &stmtli.uo, LLActu.al.idad, 2017/95, p. 2.
33 CARDENAS, La furniliu y el sistema j u d W , p. 100.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
lando "a ciegas" lo que los padres ejecuten con relación a sus
hijos, sin que estos tengan el debido conocimiento e interven-
ción. Insistir en su marginación no hará más que reforzar aquel
criterio pediátrico-psicoanalítico que destacó esa suerte de re-
chazo inconsciente del adulto a tratar al niño como pers0na3~.
Evitemos caer en aquella sentencia de LAURENT cuando en su
hora preciso que "el derecho del hijo se reconoce en teoría,
pues de hecho está a merced de la ignorancia y la ceguedad de
los padres. Hay en esto una repugnante contradicción: lejos
de quedar garantizado el derecho del hijo, se le sacrifica, y por
eso la garantía debería estar en la intervención del Estado"35.
En la inteIigencia mencionada, interpretamos que es un de-
ber de los jueces acercarse a los hijos, escuchar su voz y asegu-
rarse de que estan al tanto de los acuerdos pertinentes que les
atañen. El empleo de esa actitud renovadora, por un lado, per-
mitirá que la justicia cumpla un papel preventivo y orientador,
recorriendo caminos intermedios que eviten, quizá con posterio-
ridad, la adopción de soluciones m8s dr8sticas3% Mas, por el
otro, el acercamiento del juez a los niños nos prevendrá contra
las eventuales actuaciones de éstos cuando se encuentren atra-
vesando un malestar profundo, de orden existencial, producto
de la crisis que padece el núcleo familiarg7.
Desde otro ángulo, configura un yerro conceptual afirmar
que, ante la ausencia de una conflictiva concreta, segun las cons-
tancias judiciales, la intervención de los jueces sería un diri-
gismo familiar vulneratorio de garantias constitucionales38. Lo
equivocado de este análisis se desprender6 tan pronto compro-
bemos que, en la especie, no estamos exclusivamente ante per-
sonas mayores y capaces que, sin afectar a terceros, deciden li-
bremente y con autonomia las cuestiones familiares habidas de
los vínculos que los unen. El meollo, a la inversa, se visualiza
42 Ver D
o-, Corte S u p m y vacunac& o b . J . i g m , Umdim,ARI
DOC/4883/2012; CAE~RANZATORRES,ikvchos a% los hijos y prerrogativas de los
padres respecto del derecha a la salud, ED, 250-53.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
45 Recuérdese que el art. 2" 2%fim, de la ley 26.061, dispone que los dere-
chos y garantías de los niños son de "orden público", "irrenunciables" e "intransigi-
bles", y que los arts. 706 y 709, del C6d. Civil y Comercial, establecen el principio
de oficiosidad.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
familiares (art. BO), y de velar para que los niños no sean sepa-
rados de sus padres (art. 9 '
). Y lo mismo sucede con la ley
26.061 (arts. 7", 10, 11, 33 y 34, entre otros) y el Código Civil y
Comercial de la Naci6n (art. 646).
Por lo precisado, sin hesitacibn, resulta acertada la senten-
cia de la Corte. Es bueno resaltar que el pronunciamiento afir-
mó, también, que si se aceptara el criterio del fallo anterior se
produciría una sustitución en las funciones de educación de los
hijos, que pasarian sin justificacibn de los padres al Estado; lo
cual -como bien se dice- "situaria al ordenamiento en una pen-
diente peligrosa". Es que, tal como se desprende de lo que an-
tes dijimos, una cosa es que los organismos sociales (sean judi-
ciales o administrativos) realicen el debido control en la gestión
parental para asegurarse de que no se vulneran los derechos de
los niños; y otra muy diferente se presenta cuando el Estado, no
mediando incumplimientos ni transgresiones de los progenito-
res, desplaza a estos y se arroga funciones que s61o le comge-
ten subsidiariarnente.
En un tercer caso, tal como sucede con los últimos dos ya
analizados, estamos también ante un supuesto de exceso juris-
diccional, que fue igualmente remediado con la intervención
oportuna de la Corte federal. Véase que la CAmara a quo, por
mayoría, dict6 una resoluci6n insólita; denegando la autoriza-
ción para que dos niñas se radicaran en el exterior junto a su
madre, a pesar de haberse encontrado una solucidn pacifica y
negociada al conflicto planteado entre los pr~genitores~~. gstos,
en una audiencia convocada por la Sala interviniente , habian lo-
grado un acuerdo integral mediante el cual la progenitora se
trasladaba con sus hijas a la Repiíblica del Perd; lugar donde
residía su compañero y con el cual había tenido un hijo en
común.
En el acuerdo celebrado entre los padres en sede judicial,
se aseguraba una vinculación estable de las niñas con su pro-
genitor; programándose traslados no s61o de éste al Perú, sino
tarnbien de las pequeñas a la Argentina para pasar largos perío-
dos junto a él; pactándose además una adecuada cuota alimen-
taria a favor de las hijas. El convenio celebrado por los gro-
genitores contó con el aval de la Defensorfa de Menores de
C) DESACUERDOS
CORRIENTES ENTRE LOS PROGENITORES
EN EL EJERCICIO DE LA RESPONSABILIDAD PMENTAL
51 CSJN, 29/4/08, F&s, 331:941; id., 14/9/10, "V., M. N. c/S., W. F." (V.
777.XLII).
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
Derecb defamilb, t. 2,
52 LO que se critica en el texto lo sostiene ZANNONI,
p. 773, 9 1333.
272 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
Como vimos, el art. 642 del Cód. Civil y Comercial hace alu-
sión a que "cualquiera" de los progenitores podrA realizar el
planteo previsto en esta norma. No obstante, por lo ya dicho,
el precepto corresponde que se interprete con la debida ampli-
tud. Por eso, entendemos que se abre una variada gama de go-
sibilidades. Así, la presentación la podría concretar uno u otro
padre; el propio hijo afectado; las progenitores de manera con-
junta (manifestando al juez su desacuerdo o la no conformidad
del hijo en el punto debatido); ambos padres juntamente con el
niño (para que la justicia decida la cuestión); y uno de los pro-
genitores (con o sin doble vínculo filial) acompañado por el hijo.
Asimismo, por lo que se dirá en el 3 97, también entende-
mos que se halla leatimado para promover el trámite del art.
642 del Código el progenitor que no tiene el ejercicio de la res-
ponsabilidad parental ni, por ende, el cuidado personal del hijo.
8 97. ALCANCE
DEL PRECEPTO QUE REGULA LOS CONFLICTOS
E E PROGENITORES.
~ LOS - El tema del alcance del art, 642 del
C6d. Civil y Comercial debe ser considerado desde varias pers-
pectivas. Una, es la relativa a si comprende también a los de-
sacuerdos existentes cuando los progenitores no conviven. La
respuesta es sin vacilación afirmativa, porque en el esquema
del Código Civil y Comercial ya no se presentan las discre-
pancias que surgieron con la aplicaci6n del art. 264 ter del C6d.
Civil anterior. En efecto, en el ámbito de esta dltima norma al-
guna doctrina postuló que el dispositivo sólo regía para padres
convivientes, ya que si la unión estaba quebrada carecía de lógi-
ca acudir a él en razón de que en tal supuesto el progenitor no
conviviente no tenia, en principio, el ejercicio de la patria potes-
tad (art. 264, inc. 2", del derogado C6d.
El referido argumento (que tampoco lo considerAbamos vá-
lido aún con la vigencia del C6digo Civil anterior) es inaplicable
para el examen del art, 642 del C6d. Civil y Comercial porque,
aún con la separación, ambos progenitores mantienen el ejerci-
cio de la responsabilidad parental (art. 641, inc. b ) . De todos
modos, y tal como se propuso desde otro sector de autores al
analizar el art. 264 ter del Cód. Civil derogado, la prioridad del
mejor interés del niño impone tener habilitada la vía del art. 642
CNCiv, Sala B, "G.Z., P. clD. R. y D., P.", 13/4/11, R. 574.059. Ver tam-
bién MIZRAHI,Familiu, wz.alrimon.lo y divorcio, p. 624, $! 277; FLEPPAS ORTIZDE
ROZAS,El ejewi& de la patrzh potestad en caso de s ~ LL, 1997-A-127;
~ ,
FLEITAS ORTIZDE ROZAS- %VEDA, Manual de d.erecho de familid, p. 409.
CNCiv, Sala B, 5/6/97, U, 1997-F-335; id., Sala D, 19/6/86, U ,1986-E-
364; id., Sala F, 161üí90, JA, 1990-N-596; B ~ E R- TZANNONI, Rdgimen le@ de fi
12ckcidn y put& potestad, p. 282; M E m z COGTA,Patrh potestad del pogenitor
~ZXC~U de~ la
~O l a hijo, LL, 1990-E-166.
g ~ ~ m &l
282 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
m BOGSERT - ZANNOPII,
R d g i m legal de filiacidn 3 patriu potestud, p. 282;
M$NDEZ C D ~ APatria
, potestad del pmgmitor excluido de la gm&a del hijo,
U, 1990-E-166; LMVERAS,Patria potestad y filiacidn, p. 164 y 165; D'ANTONIO,
N m o n9giwm-x legal de la patria potestad, p. 107.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
74 CNCiv, Sala B, 20/5/54, JA, 1954-111-25; id., id., 31/5/54, JA, 1954-111-397
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS 295
12 ~ M I N I S T ~ L P CDE
I~NLOS BIENES DE LOS HIJOS* ACTOS
Y CONTRATOS. -En lo relativo a la administración de los bienes
de los hijos, el art. 645, inc. e, de1 C6d. Civil y Comercial, re-
quiere el consentimiento de ambos progenitores, excepto que se
haya delegado la mentada administración.
Cabe destacar que la exigencia del consentimiento expreso
de los progenitores ha de regir en tanto los dos padres tengan
el ejercicio de la responsabilidad parental; tal cual lo prevé el
art. 685, el que establece que dicha administración es ejercida
en común cuando ambos estén en el ejercicio de la responsabili-
dad parental, y aunque el cuidado de los hijos sea unipersonal
o compartido. S610 se excluyen de esa administración conjunta
-conforme al artículo citado- los actos conservatorios, que pue-
den ser otorgados indistintamente por cualquiera de los proge-
nitores.
El requerimiento del acuerdo expreso de los padres para
ejercer actos de administración de los hijos, previsto taxnbien
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
por el art. 264 quáter, inc. 7O, del anterior Cód. Civil, ha sido cri-
ticado por cierta doctrina; la que entendi6 que la medida puede
entorpecer la normal administración y, en tal inteligencia, se con-
sideró que para estos casos bastaba con hacer jugar la regla ge-
neral; esto es, que los actos de un padre se presumen que cuen-
ta con la conformidad del otro, salvo expresa oposición. Esta
solucion se evaluó adecuada en tanto no se tratara propiamente
de actos de disposici611, al menos de bienes raíces o muebles re-
gistrablesT5.
De todos modos, en el Código Civil y Comercial no se plan-
tearán ya las dubitaciones que se generaban en el ámbito del
Código Civil con la administración de los bienes de los hijos cuan-
do mediaba separación de los padres. Sucede que en el régimen
del derogado Código la regla para estos casos era el ejercicio
unilateral de la llamada patria potestad; y entonces se sostuvo
que sólo el progenitor que tenía dicho ejercicio contaba con la
atribución de administrar los bienes de los hijos (a pesar de lo
indicado en el art. 264 quáter, inc. 7O), y ello porque el art. 294
del mismo ordenamiento señalaba como requisito para que arn-
bos padres tengan la administración de esos bienes que "estén
en el ejercicio de la patria potestad"76.
Cualquiera sea la postura que se haya adoptado en relación
al Código Civil, lo cierto es que en el Código Civil y Comercial
se eliminan aquellas disirniles interpretaciones porque, por lo
regular, el ejercicio de la responsabilidad parental corresponde-
r&a los dos progenitores (art. 641, incs. a y b ) . Desde luego,
en la hipótesis excepcional en que uno solo de los padres tenga
el mentado ejercicio (art. 641, inc. b in fzne), únicamente a
éste le corresponderá, la administración de los bienes de los hi-
jos comunes; y ello en atención a la previsión del art. 685 del
mismo Código.
Con respecto a la exclusi6n de los actos conservatorios dis-
puesto por el mencionado art. 685 del C6d. Civil y Comercial,
desde luego que resulta adecuada. Bien se sostuvo que esos
75 Ver ZANNONI,B r e c h . ~
defamilia, t. 2, p. 813 a 817; BORDA,
Tmtadu.
miliu, t. 11, p. 164 a 166; CIFUENTES - SAGARNA, C6dig0 Civil cMnentado anotado,
t. 1, p. 240.
76 Acerca de las posturas que se comentan en el texto, ver BONZANO, Imp1.G
cancicks patrimoniales de l a responsabilidad parental, "Derecho de Famüia",
no 60, p. 161.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
9 115. ELIMINACI~N
DEL USUFRUCTO DE LOS PADRES SOBRE
LOS BIENES DE SUS HIJOS+ - El art. 287 del derogado C6d. Civil,
con las salvedades que allí se indican, dispone que los padres
tienen el usufructo de los bienes de sus hijos. Pues bien, esta
prescripci6n legal fue eliminada del C6digo Civil y Comercial.
En efecto, su art. 697 establece que "las rentas de los bienes
del h q o corresponden a &te. Los progenitores estdn o b l i g ~
dos a preservarlas cuidando que no se coqfundan con sus
propios bienes". Por lo tanto, tales rentas estarán incorpora-
das a la administración de los padres, conforme al art. 685; ad-
ministración que, en principio, tendrán que ejercer en conjunto
a la luz del art. 645, inc. e , del Cód. Civil y Comercial.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
3 117. O ~ m SENTENCIAS
s QUE HAN CONFERIDO LA AUTORIZA-
C I ~ NDE TRASLADO DE LOS HIJOS. - En
diversas sentencias, para
conceder la autorización de viaje, se ha hecho hincapié en la ne-
cesidad de no frustrar los proyectos personales y profesionales
de quien pretende emprender el cambio de residencia; en la in-
teligencia de que al satisfacer esas aspiraciones, de ser legíti-
mas, se beneficiaba indirectamente al niño, pues se mejoraba de
modo sustancial el estado emocional de ese progenitor. Se de-
cidió así, por ejemplo, autorizar a la madre a radicarse con sus
hijos en otro país a donde se trasladaba para establecerse allí y
contraer matrimonio; estando debidamente resguardado el vínculo
pat erno-filials8.
En similares t4rrninos, se autorizaron traslados al exterior
-en los casos a España y al Perú- tras la acreditacidn que en el
nuevo país la progenitora tenia "mejores horizontes profesiona-
les y económicos", y también porque en el lugar de destino po-
dia estar junto a su nueva pareja e hijos; manteniendose un flui-
do contacto con el padre, con amplias estadias vacacionales en
la Argentina en los recesos escolares, y además establecieron
otras vías de comunicaci6n; como ser telefónica, epistolar y
92 JUZgNCiv no 88, 2311111,y CNCiv, Sala D,2W12, "R., M. C., y otros CIT.
P.,M. s/autorizaci6nW,"Revista de Derecho de Familia", 2012-VI-77.
93 CCivComLab Rafaela, 12111104, "P. A., P.", U i t o r a l , 2005-4 12.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
8 118. RESOLUCIONES
DENEGATORiAS DE LA AUTORIZACI~N
DE
VTAJE. - En oposición s lo antes relacionado, diversas resolu-
ciones no han autorizado los traslados requeridos. Asf, en un
decisum se trataba de un hijo de once años que, en los prime-
ros cuatro años de vida, estuvo residiendo con su madre en los
Estados Unidos de América; y ahora, luego de haber permaneci-
do con su padre en la Argentina durante cuatro años, la madre
aspiraba a que su hijo retornara a aquel país. Los estudios rea-
lizados en la causa acreditaban que el padre le brindaba al niño
una vida equilibrada, con una rutina estable y ordenada. La
opinión del niño no pudo determinarse de modo cabal, pues los
exámenes demostraban que dicho hijo, desde lo emocional, ex-
presaba no tener en claro lo que estaba viviendo; culpabilizán-
dose de lo que venía sucediendo. No obstante, el dictamen psi-
cológico fue terminante en el sentido de considerar imprudente
cualquier cambio que vuelva a desestabilizar emocionalmente al
niño. La resolución fue, entonces, denegatoriags.
También, una sentencia de la Cámara de Apelaciones de Mar
del Plata revocó una decisi6n de primera instancia que habia au-
95 CCivCom MdelPlata, Sala 11, 916105, "G.,L. E. dC., M.", LLBA, 2006-1021,
y LLonline, ARíJUR1880212005.
97 CNCiv, Sala K, 29/5/06, "P.,M. E. c/S., J. C.", LLonlhe, AWJURI
248412006.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
CNCiv, Sala G, 10/3/10, "L. L., P. F., y otro cN., R. A.", Umlzne,AlU
JUEU363212010.
99 CApel CdelUruguay, Sala CCom, 18/9/03, "C., M. D., y otra", Uonline,
AR/JüFU5770/2003.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
102 CSJN, 29/4/08, Fatios, 331:941 Cpunto WII); id., 30/9/08, Fallos, 331:2109
@unto m;id., 14/9/10, ED,240-635 (punto IV).
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
120. TRASLWOS
DENTRO REMISI~N
DEL PAÍS. A LOS CASOS
DE TRASLADOS AL EXTRANJERO. - Tal como lo anticipamos en el
5 106, nos pareció atinando tratar en este lugar todo lo referido
a los traslados de los niños dentro del país; y ello en razón de
que se aplican a estas situaciones gran parte de las directivas que
hemos esbozado precedentemente en relaci6n a las mudanzas
para vivir en el extranjero; de manera que cabe tener por repro-
ducido aquí los comentarios efectuados oportunamente; incluso,
nuestras reflexiones relativas a los casos de exceso jurisdiccio-
nal (ver 119). Lo indicado es, por supuesto, sin perjuicio de
las diferencias que ya hemos mercado en el citado 3 106. Es
que, en una u otra situaci6n (dentro o fuera del país), pueden
producirse cambios sustanciales en la vida del hijo por alterarse
de un modo muy sensible el contacto del niño con el otro padre.
Sucede que, desde la perspectiva de uno de los padres, las
decisiones personales del otro progenitor que impulsa el cam-
bio de residencia no tienen por qué alterar el régimen de comu-
nicación que mantiene con su hijo. Claro está que los casos no
son exactamente iguales. Se verá asi que, si los cambios son
dentro de la Argentina, en principio el padre o la madre que
tiene el cuidado personal del niño -o permanece con e1 el tiem-
po principal- podria llevar a cabo la medida -sin recabar auto-
rizaci6n previa- en tanto no cuente con la oposición expresa del
otro progenitor; ya que, en el esquema del Código Civil y Co-
mercial, ambos padres ejercen la responsabilidad parental (art.
lo6 Ver DOLTO, Cuando los padres se separan, p. 39, 40, 56, 59, 62 y 66;
- BLAKESLEE,
WALLERSTEIN , 3% y 329.
P ~ T e ~h Vs0 ~dBSjXl.ds del ~ Z W O T C Wp.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
108 CApel Trelew, Sala A, 8/7/11, "D.S., A. L. C/C., H. E.", "Revista de Dere-
cho de Familia y de las Personas", no 10, nov. 2011, p. 65.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
E) REPRESENTACI~N
Y DELEGACI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
5 122. DELEGACI~N
DEL EJERCICIO DE LA RESPONSABII*~DAD
PARENTAL. - El art. 643 del C6d. Civil y Comercial dispone que
"en el interés del hijo s/ por ruzones suficientemente justifg
cadas, los progenitores pueden convenir que el ejercicio de
la responsabilidad parental sea otorgado a un pariente, sin
perjuicio d e lo establecido e n el art. 674. El acuerdo con la
persona que acepta la delegaciorz debe ser homologado ju-
dicialmente, debiendo oirse necesariamente al hzjo. Tiene
un plazo mdxirno d e un año, pudiendo renovarse judicial-
mente por rcnzones debidamente fundadas,por un periodo
más con participación de las partes inuolucradas. Los pro-
genitores conservan la titulal-idad de la responsabilidad p a
rental, y mantienen el derecho de supervisar la crianza s/
educación del hijo e n funci6-x de sus posibilidades. Igual
rdgirnen es aplicable al hijo que s61o tiene un vinculo fi-
lial establecido".
Como podrá observarse, en primer lugar, el texto sanciona-
do eliminó del articulo la posibilidad de que la delegaci6n reca-
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS 323
yera en un "tercero idóneo" (no pariente), que contenía el Pro-
yecto de Código Civil y Comercial; supresión que ha sido enten-
dida como respuesta a la necesidad de eliminar el riesgo de que
se utilice la institución para el tráfico de niños1"'. En los Fun-
damentos del Anteproyecto (que dio origen a la ley sancionada)
se dice que "estas situaciones no han sido previstas expresa-
mente por el ordenamiento jurfdico que s61o aporta soluciones
drásticas para aquellos supuestos en que la separación del niño
de la familia nuclear tiene visos de permanencia, como son la
adopcidn o la tutela. El Anteproyecto cubre este vacio al reco-
nocer efectos juridicos a las relaciones entre el niño y los adul-
tos temporalmente responsables de su cuidado".
Desde la perspectiva indicada por los citados Fundamentos,
no cabe duda que resulta positiva la inserción de esta figura in-
termedia, no prevista por el Código Civil. Es que asi se capta
lo que muchas veces acontece en la realidad social; y enton-
ces, lo bueno de la previsidn, es que se evita -al menos en esa
instancia- soluciones definitivas que aparten definitivamente al
padre o madre de su hijo; alentando la posibilidad de su recu-
peración efectiva por sus progenitores. De ahí que también es
acertado que la delegación no pueda exceder de dos años; pre-
via intervención judicial una vez cumplido el primer año. Es
que, si transcurre m á s de aquel período de tiempo, ya habría que
pensar en otras soluciones más estables; concretamente, acudir a
la tutela o a la adopción, segBn sea el caso y las circunstancia^^^^.
Es verdad que la responsabilidad parental es en principio
indelegable, pues el instituto lo que tiene en mira es el ca-
rgcter personalisirno de la función a la que están llamados a
cumplir los progenitores. En tal sentido, coincidimos en que
la norma del art. 643 del C6d. Civil y Comercial tiene que ser
aplicada con mucho cuidado y prudencia por los jueces1l5. No
es casual, por ende, que -dentro del ámbito de vigencia del C6-
digo Civil- se haya decidido que s61o "excepcionalmente" la
guarda no debe ser confiada a ninguno de los padres; y ello
119 -
Ver MEDINA,en RIVEM MEDINA(&s.), CddigO Civil y C o m M de la
Na&n, t. 11, p. 498 y 499.
120 Ver MEDINA,en Rmm - MEDMA (m.),
Cddigo Civil C o m m de la
Na&khz, t. 11, p. 499.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
3 125. CUADRO
C ~ S I F I G A T O R I O-
P
LA APUCACI~N DEL AR-
T ~ C U L O644 DEL C ~ D I GCIVIL
O - Conforme a lo ex-
Y COMERCIAL.
puesto, en relaci6n al art. 644 del Código en estudio, se podria
realizar el siguiente cuadro clasificatorio.
a) PRINCIPIOGENERAL. Se presume que los actos del progeni-
tor adolescente (o de aquél que tuvo un hijo con un progenitor
adolescente) que ejecutan respecto de su hijo, cuenta con la
conformidad del otro progenitor (adolescente o no) y de los pa-
dres de los adolescentes que ejercen sobre ellos la responsabili-
dad parental. En todos los casos, la presunción s61o rige si no
media expresa oposicidn.
1 ) Sistema extrajudicial. El otro progenitor (adolescen-
te o no) que también ejerce la responsabilidad parental sobre el
hijo, y los padres de los adolescentes, que igualmente tengan
sobre éstos el citado ejercicio, pueden limitarse s61o a hacer sa-
ber su oposición de modo extrajudicial; esto es, cursar una no-
tificación fehaciente para poner en conocimiento dicha oposi-
ción. En tal caso, el progenitor adolescente (o el mayor de
edad que tuvo un hijo con un adolescente) no podrá llevar a
cabo extrajudicialmente el acto en cuestión.
Respecto de la situación del progenitor adolescente que
quiera llevar adelante el acto, de mediar alguna de las oposicio-
nes extrajudiciales mencionadas, tendrá, que emprender el trá-
mite judicial del art. 644 del C6d. Civil y Comercial.
2) Sistema judicial. El progenitor adolescente (o mayor
de edad que tuvo un hijo con un progenitor adolescente), que
no tiene el ejercicio de la responsabilidad parental sobre su hijo,
y los padres de los adolescentes que no tengan sobre éstos el
referido ejercicio, pueden deducir oposición, pero necesaria-
mente tienen que materializarla interponiendo el juicio previsto
en el art. 644 del Cód. Civil y Comercial.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
G ) DEBERES
DE LOS PROGENITORES, PROHIBICI~N
DE MALOS TRATOS Y ALIMENTOS
Ver WNOW,
La msponsaMidad parental en el A n t e p g e c t o de Cddi-
go Civil, JA, 2012-11-1380.
lZ5 Ver A u t o m h , p a r t i c i p w ~21 capacMud progresiva
M o ~ m oRIVERO,
de niñas, niños y adolesmtes, "Derecho de Familia", no 51, p. S81 y siguientes.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
Como vimos, el citado art. 646, inc. a,del Código que es-
tamos estudiando, establece como deberes de los progenitores
"cuidar del hijo" y "educarlo"; lo cual significa, obviamente,
que éste no puede ser víctima del abandono por sus padres.
Sobre la cuestión, merece resaltarse que el abandono resulta
posible concebirlo desde tres perspectivas distintas. Una, diria-
mos, es como se lo considera en el lenguaje común de la comu-
nidad; vale decir, cuando el niño aparece con las necesidades
bhsicas insatisfechas; o sea, sin la adecuada vivienda, insuficien-
te alimentación, desatendida su salud, falta de educación regu-
lar elemental, etcétera.
La segunda acepci6n de abandono sería una suerte de polo
opuesto; pues estaríamos en el fenomeno de la sobreprotección,
típico de la era moderna, propio de las familias con ciertos re-
cursos económicos, y que constituye una de las etapas por las
que transitó el niño en su consideración social a lo largo de los
siglos126. Se trata de los habituales casos de padres castradores
que se apropian de sus hijos, como si fueran su objeto de per-
tenencia, con lo cual el proceso de crecimiento de los niños se
puede ver seriamente afectado. Este tipo de abandono, larnen-
tablemente, se puede observar muy a menudo en la realidad de
los tribunales.
La tercera perspectiva de abandono de los hijos por sus pa-
dres, en fin, se refiere más al mundo posmoderno que nos toca
vivir. Se presenta cuando los progenitores, no obstante cubrir
en exceso las necesidades materiales de sus hijos, los educan en
un dañino estado de pemisivismo que acarrea consecuencias
nefastas. Es la "educacidn" del hijo en un ambiente sin límites
en el que todo vate,porque da lo mismo cumplir o no cumplir
con la ley; respetar o no al otro; ser o no solidario con los seme-
jantes; admitir o rechazar los propios deberes que corresponden
a cada uno. Es la política -consciente o inconsciente- de alen-
tar conductas transgresoras, donde no existe la transmisión de
valores ni ideales y se arroja a los niños -adultos del mañana- a
un mundo sin normas, tras una crianza donde está ausente lo
más rico de las aspiraciones humanas1"-
132 -
Ver MEDINA,en Rmu MEDINA(dirs.), CddigO Civil y C o m M de la
Na&n, t. 11, p. 512.
Ver Cornit6 de los Derechos del Niño, 54' periodo de sesiones, Observa-
ciones finales a la Argentina, pám, 46, año 2010.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
134 Ver ComitR de los Derechos del Niño, 42" período de sesiones, obsma-
ci&n general 8, 2006, párrs. 7, 11, 13 y 18.
1% Ver Corte IDH, Opini6n Consultiva sobre h ConcIici6n Jurídica y Dere-
chos Humanos del Niño, año 2002.
Apuntes preliminares sobre h responcaMW p a m t a l
136 Ver UGARTE,
m el Progeclo", "Revista de Derecho de Familia y de las Personas", no 6, jul. 2012,
p. 228.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
interés superior del niño; interes que los jueces tienen el com-
promiso de garantizar137.
En el aspecto referido, consideramos equivocada la posición
de cierta doctrina que alerta sobre la posibilidad del Estado de
inmiscuirse "en la vida intima de la familian138. Sobre el tema,
nos remitimos a lo que expusimos en el 9 92 acerca del error
que encierra esta concepción; en el sentido de que, en la reali-
dad, de lo que se trata fundamentalmente es de preservar la in-
timidad de cada uno de los integrantes de la agrupación fami-
liar; y, entre ellos, estan los niños; respecto de los cuales los
organismos estatales cumplen una función de garante para que
no se lesiones sus derechos. Insistimos, no hay modo de con-
trolar si el hijo menor de edad no es objeto de padecimientos
injustos e ilegítimos sin la intervención de la comunidad a tra-
vés de sus entidades especializadas.
En síntesis, creemos que son acertadas las disposiciones de
los arts. 646 y 647 del C6d. Civil y Comercial, dado que estan en
concordancia con la Convención sobre los Derechos del Niño y
la ley 26.061. Es que el niño, como sujeto, no puede ser victi-
ma de la manipulación de los adultos, aunque dichos actos los
ejecuten los propios progenitores. Por lo tanto, a raíz de los pre-
ceptos mencionados, les estará vedado a los padres ejercer sus
atribuciones para someter a los hijos a un universo de símbolos
previamente asignados, tampoco podrán imponer una crianza coer-
citiva o discrecional, ni ser6 admisible que implanten forzada-
mente a los hijos el modelo ~ a r e n t a l l ~ ~ .
En virtud de lo consignado, entonces, la intervención de los
padres en la educación de sus hijos se inscribirá en el orden del
deber y la responsabilidad, y su principal misión ha de ser velar
por el desarrollo autónomo y equilibrado del niño. En otras
palabras, la labor de los adultos necesariamente se tiene que
orientar a que los niños ejerzan los derechos que se le recono-
cen, y no a conculcarlos (ver arts. 3", 5" y 14 de la Convención
que les atañe y el citado art. 646, inc. d, del Cód. Civil y Comer-
cial), y aquí hallaremos el límite preciso a las facultades de los
que el tema tenía que estar tratado junto con el analisis del in-
terés superior del niño.
H) ALIMENTOS Y AUTOCOMPOSICI~N
EN LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
$ 130. A v ~ o c o w ~ o s ~ cREMISI~N.
~d~, - En materia de ejer-
cicio de la responsabilidad parental, como en otras cuestiones
de derecho de familia, el Código Civil y Comercial ha privilegia-
do la autocomposicidn; es decir, "la resolución pacvica de los
conflictos"; tal como lo señala el art. 706, inc. a. El criterio
reinante, pues, es que resulta mas conveniente y positivo que
los progenitores acuerden antes que el juez haga valer su imps-
1..ium. Ya nos hemos referido a este punto en el 68, al que
remitimos. Sin embargo, debemos nuevamente aclarar que el
amplio margen de libertad que deben tener los padres cuando
crían y educan a sus hijos no debe confundirse con el ejercicio
de una supuesta autonomía de la voluntad; la que no existe en
la especie (remitimos al $ 92). Por otro lado, no habrá posibili-
dad de que los acuerdos de los padres tengan efectividad si no
se compadecen con el interes superior del niño (art. 3 O , Conven-
ción Sobre los Derechos del Niño, y art. 706, inc. c , Cód. Civil y
Comercial).
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
- BLAKESLEE,
147 Ver WALLEMTEIN P d r e s B h.ijos &qm4 del diuorcb, p. 332;
FRANcKE,LOS hijos frente al divorcio, p. 192, 198, 199 y 209; CARDENAS, La fa-
??'A&!?% 21 el s~~~ p. 209; COHANDE URRI~ARRI
j%ld&3!.U1, - URRIBARRI,
Considera-
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
G R O ~ WFarnilh
, ensambl& o ~ e c m t i i u i d u"Enciclopecim
, de dere-
cho de familia", t. 11, p. 237; GROSMAN - MARTÍNEz ALCORTA,Vinculo entre un cWw
ge 21 los hwos del otro en la familiu mumblada, JA, 1995-HI-874.
152 GROSMAN - M A R ~ Az ~ I R T AFamilias
, ensambladas, p. 39 y SS., y Vinculo
entre un c h w e y 10s hwos &l otro en la familia mamblada, JA, 1995-111-
874; G m w - MESTERMAN, @-ganiwciún y estructurm de lm familicls mam
b h d a , "Derecho de Familia", no 2, p. 29.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
'58 -
Ver IGNACIO,en RNERA MEDINA(dirs.), Cddigo Civil 21 Comsrciad de la
Na&n, t. 11, p. 586.
15g Ver IQMAMO, - MEDINA(dirs.), Cddigo Civil y Comercial de la
en RIVERA
N-, t. 11, p. 587.
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL Y LOS HIJOS
en BUERES
Ver AZPIRI, (dir.), C6dzgo Civil y Comerczal de la Nacidn,
t. 1, p. 446. En contra, CAZZANI- S ~ C H ELa
Z ,fzgum del progmibr afzn y su
obligacidn alimtu?+.u,"Revista de Derecho de Familia y de las Personas", no 5,
jun.2015, p. 6 y 7.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
A) UBICACI~N,
TERMINOLOG~A
Y ORIGEN DE LAS CUESTIONES
8 134. ELIMINACI~N
DE LA PALABRA "TENENCIA". LA CUES-
T I ~ NDE LA GUARDA. SIGNIFICADOS. - El Código Civil y Comer-
cial, en el art. 640, inc. b , nos indica que "el cuidado personal
del hijo por los progenitores)' es una figura legal derivada de
la responsabilidad parental. Comencemos por decir que resulta
muy acertada la decisión de tratar todas las cuestiones relati-
vas a los padres separados y sus hijos en el Titulo VI1 dedicado
a la "Responsabilidad parental'". A esta altura de la evoluci6n
de nuestras costumbres, aparece como ajeno a la realidad social
-y agregaríamos discriminatorio- incluir estos temas como efec-
tos del divorcio (asf lo hacia el C6digo Civil), como si no existie-
ran las uniones convivenciales. Es que el tema de los vincu-
los entre padres e hijos n a d a tiene que v e r con que exista
o no entre los progenitores una relación matrimonial.
Tras un repaso en este punto sobre las normas del Código
Civil y Comercial, se advertirá enseguida que su texto elimina el
vocablo "tenencia" y lo reemplaza por las palabras "cuidado
personal" (ver art. 648). En tal sentido, es bueno señalar de
entrada esta sustitución -una por otra- para que se tenga claro
B) CONCEPTO
DEL CUIDADO PERSONAL,
CLASIFICACIONES Y SU EELACIÓN CON EL EJERCICIO
DE LA BESPONSABILIDAD PARENTAL
0 136. CARACTERIZACI~N
DEL EJERCICIO DE LA RESPONSABI-
LIDAD PARENTAL Y EL CUIDADO PERSONAL. RELACI~N
DE G ~ N E R OA
ESPECIE. - Para que no se produzcan interpretaciones ambiguas
y distorsiones innecesarias, vale la pena reiterar lo referido en
el 5 134, en el sentido de que el cuidado personal del hijo, en la
economía del Código Civil y Comercial, significa -ni más ni me-
nos- que el o los progenitores tienen al hijo consigo; lo que
importa decir que entraña la convrivmciu de uno (o unos) y otro.
Es que la inmediatez física entre padres e hijos, resulta necesG
ria para que se pueda aicanzar la finalidad perseguida por esa
f ~ u r juridicalO.
a Por lo demás, el mismo Código apunta a la re-
sidencia del niño con los padres, pues el art. 650 dice que el
cuidado personal es indistinto cuando "el hijo reside de ma-
nera principal en el domicilio de uno de los progenitores".
La mentada caracterización, precisamente, es la que permi-
te d i s t i q u i r (como se especifica en los Fundamentos del Ante-
proyecto) el ejercicio de la responsabilidad parental del cuidado
personal. El primero, como lo dijimos en el 5 89, es el eonjun-
to de facultades y responsabilidades que se tienen respecto de
la persona y bienes de los hijos (art. 638), y la funci6n es sus-
ceptible de ejercerse aunque no se conviva propiamente con el
hijo; más allá de que no sería la situación ideal. El segundo, en
cambio, y según lo preceptúa el art. 648, son "los deberes y fa-
cultades de los progenitores referidos a la vida cotidiana
del hijo". Ya dijimos (ver 5 134) que no es del todo claro este
precepto; pero no debe quedar dubitación que la convzvencia
hace a la sustancia del cuidado personal.
El cuidado personal del hijo, conforme lo indica el art. 640,
inc. b, del Cód. Civil y Comercial es -como ya lo anticipamos-
una derivación de la responsabilidad parental; y este dato es irn-
portante para determinar el tipo de relación que hay entre uno
y otra. En este aspecto, podríamos decir que aquél es un ejer-
cicio de la responsabilidad parental acotado a la vida cotidia-
na del hijo; lo que vendría a significar que constituye una suerte
de ejercicio de la responsabilidad parental restringido. Desde
esta perspectiva, entonces, es posible que un progenitor ejerza
la responsabilidad parent al compartida (no exclusiva) sin tener
el cuidado personal del hijo (ya que aquélla no es derivación de
éste), pero sería dificil entender que a un padre se le asigne
3 140. FACULTADES
PARENTALES, LA A UTOCOMPOSICI~NY LA
N ~ M DEL
A ART~CULO 651 DEL C ~ D I G OREMISIONES.
. - El art. 651
del Cód. Civil y Comercial dice textualmente que "a pedido de
uno o ambos progenitores o de oficio, el juez debe otorgar,
como primera alternativa, el cuidado compartido del hijo
con la modalidad indistinta, excepto que n o sea posible o
resulte perjudicial para el h2jo".
El precepto merece un par de aclaraciones. La primera es
que, obviamente, el pedido de los progenitores de ningún modo
ser& vinculante para el juez. &te libremente deber6 decidir
-teniendo a la vista el material existencia1 de la causa- cuál es
el sistema que mejor convenga al niño, cuyo interés superior
tiene que preservar por encima de todas las cosas. De ahi que,
aunque sin duda debe privilegiarse la autocomposición (ver 8 68
y 130), tengamos presente que en esta materia están en juego
los derechos de los niños, que son indisponibles. Es por ello
que entendemos equivocada la tesis que postula cierta doctrina
cuando afirma que la función judicial en este terreno es "suple-
toria"; en el sentido de que el tribunal decidirá sólo en caso de
conflictoz0. Al tratarse de intereses de otros (los hijos) y no
de los propios progenitores, estimamos que el rol del juez
9 143. APLICACI~N
DE LOS CRITERIOS PARA LA D E C I S I ~ N DE
LAS MEDIDAS PROVISIONALES. . criterios a aplicar
R E M I S I ~-NLOS
a los fines de determinar como se ha de distribuir (o a quien se
ha de otorgar) el cuidado personal del hijo, no sólo se han de
tener en cuenta por el juez en la oportunidad de dictar senten-
cia definitiva, sino tambien cuando se resuelvan medidas provi-
sionales. Al respecto, e1 art. 721, inc. d, del Cód. Civil y Co-
mercial, hace referencia a los casos en que el judicante puede
tomar tales medidas una vez "deducida la acción de nulidad
o de divorcio, o antes en caso de urgencia",situaciones en
las cuales tendra la facultad de disponer el "cuidado d e los hi-
jos conforme con lo establecido en el Titulo VI1 d e este Li-
bro"; vale decir, los mismos criterios que se considerarán para el
dictado de la resolución de fondo; y que enseguida se analiza-
rán. Si bien el precepto alude a la nulidad o al divorcio, idénti-
cos lineamientos se deberán seguir aunque no medie matrimo-
nio entre los progenitores.
La cuestidn a la que nos estamos refiriendo es, ni mas ni
menos, el agudo tema de las "medidas cautelares" que el juez
puede decidir a petici6n de las partes y aun de oficio (arts. 706
y 709). Sin perjuicio de remitimos a los lineamientos expues-
tos en los 3 53 y 73, nos permitimos destacar aquí algunas
conclusiones. Ellas son que esas medidas provisionales que
disponga el magistrado no exigirftn de contracautela; tampoco
deberán ser resueltas por la justicia sin la audición de la otra
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
N HIJO. REMISI~N.
146. O P I N I ~DEL - La opinión del hijo
como elemento de ponderación para atribuir el cuidado personal
de él está establecido en el art. 653, inc. c, del C6d. Civil y Co-
mercial; y en verdad esta opini6n tiene que ser evaluada obliga-
toriamente por el juez aunque este inciso no se hubiera incluido
en el listado del precepto mencionado. Es que ya otras normas
de tal cuerpo normativo hacen referencia también a la participa-
ci6n del niño en los juicios que le atañen; como por ejemplo el
art. 26. Obsérvese que este precepto, por un lado, dispone
que la persona menor de edad "en situaciones de conflicto de
intereses con sus representantes legales, puede intervenir
con asistencia letrada". Por el otro, el párrafo siguiente de la
disposición expresa que "la persona menor de edad tiene de-
recho a ser oida e n todo proceso judicial que le concierne
asi como a participar e n las decisiones sobre su persona".
A su vez, el art. 639 se ocupa de los principios por los
cuales se rige la responsabilidad parental. El inc. b, de ese
articulo, hace referencia a "la a u t o n o m ~ aprogresiva del hijo
coqfome a sus caracteristicas psicofisicus, aptitudes y desu-
vollo. A magor autonomiu, disminuye la representacidn de
los progenitores m el ejercicio de los derechos del los hzjos".
El inc. c, de la misma disposicibn, establece otros de los princi-
pios de la responsabilidad parental, y es "el derecho del niño a
ser oido y a que su opinión sea tenida en cuenta según su
edad grado de madurez".
El art. 707, también, señala que "los niños, niñas y ado-
lescentes con edad s/ grado de madures suficiente para for-
marse un juicio propio, y las personas mayores con c a p a
cidad restringida, tienen derecho a ser oidos 3 a que su
opinión sea tenida m cuenta en todos los procesos que los
qfecten directamente. Deben ser oidos de manera personal,
segun las circunstancias del caso". Otras nomas, en fin, se
ocupan de la audición del niño; como los art. 643, 646, inc. c y
655, último párrafo.
Ya hemos mencionado que la participacidn del niño en el
juicio que le atañe (que torna tmangular a la relación jurídica
procesal -ver 5 76-) se puede dar en dos niveles; uno es que
$610 sea escuchado Cy tenida en cuenta su opini6n) en el pleito
que lo afecte; el otro, es cuando interviene personalmente en
el proceso o que, al menos, actúa con representacidn propia,
independientemente de sus progenitores (remitimos a los Q 11
y SS., 26 y siguientes). De todos modos, es indudable que la
opinidn del niño no será vinculante para el juez; aunque las as-
piraciones de aquél no tienen que ser desmerecidas pero tarnpo-
co sobrevaloradas. Sobre esta cuestión, un punto que tendrh
que desentrañar el judicante es si la opinión del hijo es gsnui-
m o, por el contrario, se está ante evidentes manipulaciones de
los adultos; tal vez vínculos enfermizos reveladores de la pre-
sencia en el caso de un sindrorne de alienaci6n arent tal^^ (remi-
timos al 22 y 243).
Más alIA del Código Civil y Comercial, el niño tiene que ser
escuchado a mérito del art. 12 de la Convención sobre los Dere-
chos de Niño, y los arts. 3", 24 y 27, de la ley 26.061.
En lo que hace a determinar cuáles son los niños que deben
ser oidos en el proceso, las precauciones que hay que adoptar
en la escucha, su capacidad procesal y, en fin, el alcance de la
figura del abogado del niño, nos remitimos a lo que se expone
en el 11 y siguientes.
5 147. PREFERENCIA
DEL PROGENITOR QUE FACILJTA EL COhTAC-
TO DEL HIJO CON EL OTRO P ~ R E -El
. art. 653, inc. a , del C6d.
Civil y Comercial, determina que (con el objeto de conferir el
cuidado personal a un padre -o de otorgarle la posibilidad de
pasar con el hijo el tiempo principal de convivencia-) el juez
tendr6 que tener en cuenta "la p ~ o r i d a ddel progenitor que
facilita el derecho a mantener trato regular con el otro".
Resulta harto positiva esta disposición ya que, en la prClctica ju-
dicial, lamentablemente se observa a menudo que -producto de
las rivalidades y rencores que quedaron como saldo de la pare-
ja- con total injusticia se utiliza a los hijos comunes como una
herramienta de venganza personal.
El referido lineamiento del C6d. Civil y Comercial no hace
otra cosa que plasmar lo que venia decidiendo la jurisprudencia.
Se dijo así que en el caso de que uno de los padres empuja a
sus hijos a rechazar al otro, la custodia directa de los niños
debe ser acordada al padre que mejor garantice el acceso de 4s-
5 148. PRINCIPIO
DE prin-
ESTABILIDAD O CONTINUIDAD. - El
cipio de estabilidad o continuidad, también conocido como el
mantenimiento del statu quo o el centro de vida del niño, figura
inserto en el art. 653, inc. d, del C6d. Civil y Comercial, median-
te el cual se establece que para discernir a qué padre el juez
otorgará el cuidado personal o la atribución de permanecer con
el h j o "de manera principal" (art. 650), tendra que ponderar
"el mantenimiento de la situación existente g respeto del
centro de vida del hijo". Se repite aquí lo consignado en el art.
3", inc. f,de la ley 26.061.
El parámetro de la estabilidad desempeñará un papel pri-
mordial para decidir a cuAI de los progenitores se ha de conferir
el cuidado de los hijos. El estándar apunta a que con la asigna-
ción respectiva no se quiebre la continuidad afectiva, espacial y
social del niño. Para ello será conveniente, en principio, no va-
riar su lugar de residencia, la escuela a la cuai concurre, los lu-
gares de encuentro, donde desarrolla su vida regular, etcétera.
De lo que se trata, en concreto, es de mantener el entorno so-
cial y cultural del hijo, sin que en lo posible se modifiquen las
costumbres y hábitos cotidianos ni sobrevengan desplazamien-
tos bruscos de un medio a otro, ya que la continuidad es nece-
31 Ver CSJN, 29/4/08, LL, 2008-C-694; CNCiv, Sala E, 7/11/95, "L., P. A. clB.,
C. J.". Ver, tambien, DOLTO, LOS ni7Zos g su daecho u Ed verdad, p. 145, y
Cuundo los padres se sepuran, p. 21, 22 y 44; LUNASERRANO, en LACRUZBERDEJO,
El nuevo régimen de la familia, p. 262; S T I L EMsnores.
~, Tbwncia. Mgi-
mon de visitas, p. 126 a 128; VIDALTAQUINI, Mat&mn.io civil, p. 435, 9 6.
32 Ver CSJN, 5\9/89, "Incidente tutelar de R. P. S.", ED, 134-750; CNCiv, Sala
B, 26/9/89, JA, 1990-11-206; id., Sala D, 30/11/82, JA, 1983-W-295; id., Sala E,
7/11/95, U, 1997-E-690, con nota aprobatoria de XANTHOS,La intervo1~~i6n de los
m m m e s g la estabilidd en el rdgimen de la tenench de los huos; Id., Id.,
25/4/85, LL, 1985-C-588; id., Sala F,24/9/82, U, 19838-160; id., Sala H, 20/10/97,
ED, 176-93; id., Sala K, 14-11-2013, "B., R. A. @., expte. 15.878/2009; CJ
SJuan, Sala 1, 1/4/98, LL, 1998-F-64, con nota aprobatoria de B A Z ~El, interés SU-
perior del nifhjmnte al contmpunto entre los derechos de los padws bwl6gG
cos y los del matrimo?z.io que ejerce la guarda pedoptivu del menor; CCiv
Com Azul, Sala 11, 22/9/98, LLBA,1999-218; CCivCom y Garantias Zhte-Campana,
19/12102,LLBA, 2003-518; CCivCom MdelPlata, 9/6/05, "G.L. E. dC. M. dtenencia
de hilo", SupED, 18111/05,p. 6; C F m Mendoza, 7W14, "D. M., E. A. elB., A. G.",
"Revista de Derecho de Familia y de las Personas", no 4, may. 2014, p. 86, y nota
aprobatoria de FARAONI - SQUIZZATO,La escucha del n.iño a la homr ds otorgar su
guarda o custodia y f i a ~dirnentos a su favor.
33 LOS faiios, acerca de lo señalado en el texto, son numerosos y muy con-
cordante~. Ver, entre ellos, CNCiv, Sala A, 20/4/98, LL, 1998-D-242; id., Sala B,
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
28/11/07, LL, 2008-B-29; id., íd., 7/9/06, LL, 2007-D-461; id., Sala C, 21/5/04, "K.,
N. W m.,R. N.", LLmJine; id., Id., 30/3188, ED, 128-334; Id., id., 4i4i95, "P., S. L. c(
G., R. J."; id., id., 13/9/07, "S., C. C. y S., M . N.", LLo.nl.ine, AWJUW8354i2007;
id., Sala E, 13110194, JA, 1994-IV-172, secc. indice, no O; id., id., 7111195, "L., P. A.
cm., C. J."; id., Sala F, 27/2/91, "Derecho de Familia", no 5, p. 129; id., id.,
25-6-1996, ED, 172-75; id., id., 22/9/98, LL, 2000-A-552; id., Sala H, 20/10/97, LL,
1998-D-261;id., id., 19/3/97, "G. de P., M. D., y otros cP., A. A.", expte. H193476;
id., Sala K, 1015196, ED, 171-407; id., id., 21/11/07, "F., P. A. C/C., Y. A.", DJ,
14/5/08, 109 y LLonlim AR/JUW9380/2007; Id., id., 10í5í94, "B. de S.,L. M. M.,C.
M.", expte. 144350; id., id., 21/12/06, U, 2007-B-588; id., Sala L, 24/8/05, LL,2005-
F-183; id., id., 30/11/99, U ,2OO(FD-866; íd, id, 134392, 'C.de B., E. N.clB., G.", expte.
044287; id., id., 21/4/97, "F., N. S. c/G., J.A.", expte. L049795; id., id., 1319111, LL,
2012-A-21; id., Sala D, 25/4/85, ED, 117-622;id., Sala 1, 19/12/96, LL, 1997-(3-558;
id., Sala M., 16/11/98, "B., C. B., y otro C/C., C. A.", expte. M202020; id., id., 2/10/
08, "A., M. C. c/K. A.", expte. M513339; CCivCom Azul,Sala 11, 2 W 98, LMA,1999-
217; CCivCom y Garantías Zárate-Campana, 19112/02, LLBA, 2003-518; CCivCom
MdelPlata, Sala 11, 3/6/03, UBA, 2003-886; JuzgPazLetr VGeseii, 5/5/03, LLBA,
2003-1071; CCivCom San Nicolás, 24/4/03, L U A ,2003-776; CCivCom Resistencia,
Sala W, 10/2/09, LLL,2009-432 y Limalime AiUJUW14712009; JuzgFam 4" norni-
nación Córdoba, 6/8/03, LLC, 2003-1064 y LL, 2004-B-419; CCivCom Gral. Roca,
5/5/09, LLPutagonZa, 2009-1133; CS San Juan, 25111/96, LL, 1997-(3-659.
34 Ver CSJN, 29/4/08, U, 2008-C-694.
FIGURAS LEGALES DERIVADAS DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL 395
49 Ver CSJN, 14/9/10, ED, 240-635; punto VI1 del dictamen de la procuradora
fiscal, que la Corte hizo suyo; SCBA, 5/12/07, "B., G. S. CM.G., R. A.", LLBA,
2008-50, LLmline, AR/JUR18025/2007; CNCiv, Sala B, 28/11/07, LL,2008-B-29.
50 Ver CNCiv, Sala H,31/5/10, "V. Q., M. E. cK., N. A.", LLonlim A R f W
28227/201O.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
151. INTERVENCI~N
DE LA INTERDISCIPLINA PARA DECIDIR
LOS CAMBIOS EN EL CUIDADO DE LOS HIJOS. - ES sabido que el Zn-
ter& superior del niño orienta y condiciona las decisiones de
los jueces en todas las cuestiones que a él lo involucran, tal
como lo ha fallado reiteradamente la Corte federal62 (remitimos
al 5 3 y siguientes).
Por supuesto, que esta directiva general tiene aplicación en
los casos en que se controvierte cual de los progenitores tendrft
el cuidado personal del hijo o, al menos, cuando hay que resol-
ver quien de los padres va permanecer con el niño durante el
denominado tiempo principal. En este sentido, ese alto tribu-
nal estableció que el interés superior del niño "define la consis-
tencia de cualquier litis en la que se discuta la guarda de una
persona"63.
Dado que el interés superior del niño es un concepto abier-
to, la Corte también se ha encargado de puntualizar que la de-
terminación de ese interés "hará necesaria la intervención de
especialistas, quienes ha de trasmitir al tribunal las comproba-
ciones y resultados de su actividad. Y, al hacerlo, le suminis-
trarán elementos para la formacidn de su convencimiento con
relación a temas cuya aprehensión va más allá de la ciencia jurí-
dica. El perito es un intermediario en el conocimiento judicial,
y si en los saberes no jurídicos esa mediación resulta fundamen-
tal, es indudable que la opinión profesional coadyuva eminente-
mente en la configuracidn reguIar de las decisiones judiciales.
Tanto m&, en Ambitos donde la complejidad de los nexos huma-
nos reclama a menudo el apoyo técnico, a punto tal que se ha
llegado a decir que el deber tutelar del Poder Judicial no puede
desarrollarse sin la concurrencia de personas calificadas en las
disciplinas de la salud, como tampoco sin la investigación de
CSJN, 6/2/01, Fallos, 324:122; id., 2/12/08, Fallos, 331-2691; id., 29/4/08,
Fallos, 331941.
m CSJN, 29/4/08, F ~ ~ o331:941
s, y U ,2008-C-694; CSJN, 13/3/07, U ,2007-
B-686.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
3 152. CONSTRUCCIONES
JUR~DICAS Y DE LAS DISCIPLINAS
AFINES. -Sin perjuicio de las cuatro pautas que merecieron
expresa referencia en el Cddigo Civil y Comercial (art. 653) y
que el juez debe ponderar para decidir a quién atribuirá el
cuidado personal del hijo, o resolver cuál de los progenito-
res tomar6 a su cargo el estar con él durante el tiempo princi-
pal, existen otros estándares elaborados por la doctrina y ju-
risprudencia, y construidos también por las disciplinas afines,
que el judicante tendrg que tener en cuenta a la hora de sen-
tenciar.
Los mentados estándares son la posibilidad de que el niño
pueda vivenciar una relación triangular; el principio de unidad
filial o de inseparabilidad de los hermanos; la residencia inde-
pendiente del progenitor que se hará cargo del niño; los alcan-
ces que tendrá la enfermedad de un padre a los fines de su ido-
neidad para atribuirle el cuidado personal o el supuesto de que
quien padezca la dolencia sea el propio hijo; el eventual incum-
plimiento alimentario de uno de los padres; la evaluación de la
pertenencia de algunos de ellos a sectas relgiosas para la des-
calificaci6n como progenitor cuidador del niño; y, en fin, el buen
desempeño del padre en las tareas cotidianas relativas a la edu-
cación, formación y mantenimiento del niño.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
5 153. VIVENCIA
DEL NINO EN LaA R E L A C I ~ N TRIANGULAR. -
Un punto interesante, y que motiv6 diversos pronunciamientos
judiciales, es el papel que jugar& en las decisiones sobre el cui-
dado personal del hijo el hecho de que alguno de los padres
mantenga relaciones íntimas con otro adulto; se trate o no de
parejas consolidadas o de uniones momentáneas e inestables.
Una primera corriente de fallos entendió que estos vínculos
eran elementos descalificantes, y sostuvo que generaban en los
hijos conflictos de mayor gravedad, pues afectaban la formación
de su conciencia moral2. Sentencias posteriores se encarga-
ron de revisar estos conceptos; diríamos que ubicaron a dichas
relaciones de pareja en un factor neutro: se entendi6 que la
acreditación de su existencia no importaba, en si, una circuns-
tancia negativa, y que era necesario, ademh, acreditar el perjui-
cio a la salud psiquica del niño3.
Nos parece que en estos temas, como en tantos otros, nues-
tros jueces tienen que acudir a la ayuda de otras disciplinas4.
LOS miños
DOLTO, su derecho a la verdad, p. 132 y 137, y Cuando los
padres se sepuran, p. 44, 56, 78, 101,102, 104 y 126; WALLERSTEIN
- BLAKESLEE,
Pa-
dres e hijos &spuds &1 d i v m w , p. 135, 152 y 154, CARDENAS,La familia el
sistema judicial, p. 168 y 206;COHANDE URRIBARRI - URRIBARRI,
Conszdwmimws
sobre el divorcia y la nueva familia del divorciado,"Terapia Familiar", no 15,
p. 213.
Ver G- V$mulo mre un c d n w e y los h.ijos del
- hilAñTfNEzALCORTA,
otro m la familia ensamblada, JA, 1995-111-874.
EL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS Y EL OTORGAMIENTO DE LA GUARDA 42 1
los hijos con ambos progenitores. En emergencias como éstas,
dados los sentimientos negativos de hostilidad, celos, competen-
cia y rechazo que circulaban en el ambiente familiar, no queda-
ba otra alternativa que disponer el reintegro a la madre bioló-
gica de los hijos más pequeños, quienes por sus condiciones
de vulnerabilidad resultaban ser los principales afectadosg. Son
supuestos en los que, como lo ha dictaminado en otras causas el
defensor de menores ante la Cámara, "no ha mediado ensamble
alguno, los hijos han quedado situados en riberas distintas de
las procelosas aguas del duro torrente de la vida"lO.
Asimismo, tampoco tendrá preferencia la relación triangular
(no correspondiendo la reincorporaci6n del niño en una familia
completa) si para ello hay que apartarse del principio de estabi-
lidad afectiva y ambiental. O sea, cuando disponer el despIaza-
miento del cuidado personal conlleve el riesgo de causar al niño
un daño en su salud psicoñsica. La medida, en efecto, ha sido
considerada inadmisible, en razón de que implicaría retirar al pe-
queño de un contexto en el que se ha criado y formado sus pro-
pios habitos de vida, circunstancias éstas que hacen a la propia
estructuración de su personalidadll.
5 155. SUPUESTOS
EN QUE CEDE EL PRINCIPIO DE UNIDAD
FILIAL. CASOSJURISPRUDENCIALES. - El principio de unidad fi-
lial o de inseparabilidad de los hermanos está lejos de ser abso-
luto. Ello es asi porque se exige una aplicacidn cautelosa a los
supuestos concretos, debido a que su imposición comporta el
riesgo de adoptar "soluciones" perjudiciales para el niño;
por ejemplo, si sobre la base de proclamar la unión fraternal se
mantiene a un hijo en un medio hostil y altamente conflictivo o,
l3 E1 arl. 92, inc. 5" in fzne,del C6d. Civil español (iey 15/2005), dispone
que el juez procuras "no separar a los hermanos". Por su parte, el art. 371-5 del
C6digo ñances (reformado el 30/12/96) ordena que "el menor no debe ser separa-
do de sus hermanos y hermanas, salvo si ello no es posible o si su interés exige
otra soluci6n. Dado el caso, el juez resuelve sobre las relaciones personales entre
los hermanos y hermanas".
14 Ver CNCiv, Sala B, 13/9/97, U, 1978-A-334; id., Sala D, 30/W69, ED, 28-62;
id., Sala E, 7/10174, LL, 1975-A-131; id., Sala H, 20/10/97, LL, 1998-D-261; Id., Sala
L, 1313192, "C. de B., E. N. m.,G.",expte. 044287;CCivCom San Nicolás, 26/10/06,
UBA,2007-114; LLOVERAS, 5%wn& de menores, "Enciclopedia de derecho de fa-
milia", t. 111, p. 719; ZANNONI,DerechO de famila, t. 2, p. 206.
EL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS Y EL OTORGAMIENTO DE LA GUARDA 423
a la inversa, cuando la aplicación del principio de inseparabili-
dad de los hermanos conlleva a un desarraigo del niño, apartán-
dolo de su medio habitual, También puede suceder que, tras
un desmesurado aferramiento a la mencionada directiva, no se
tengan en cuenta las necesidades de cada hijo, sus opiniones o
deseos.
En el úitimo sentido indicado, se ha fallado que, si bien el
cuidado personal debe ser otorgado en principio a uno u otro de
los cónyuges sin que los hijos se dividan como si fueran "ganan-
ciales", corresponde dejar de lado la unidad filial si media una
justa causa y circunstancias especiales. Pongamos el ejemplo
de un caso resuelto por los tribunales, en que un hijo varón ya
adolescente prefiere vivir con su padre, y los informes obrantes
en la causa son concordantes en este aspecto. En cambio, exis-
te otra hija, mujer, que apenas habia superado los cinco años.
En tal situación se estimó que era más conveniente apartarse
del principio en estudio y conferir a los padres el cuidado perso-
nal dividido de los hijos15. En síntesis, el principio de unidad
filial no es absoluto, pues de lo contrario se puede caer en una
lamentable dogmatización, con su secuela probable de derivar
en soluciones inequitativasl6.
En una sentencia de la Suprema Corte de la provincia de
Buenos Aires se dispuso separar a los hermanos, manteniendo
con su progenitor a la hija mayor, y junto a su madre a los hijos
m8s pequeños, a pesar de que todos convivian con el padre.
En el caso, la presencia de la nueva pareja del padre, conforme
a los dictámenes de autos, había provocado un profundo males-
tar a los dos hijos varones de menor edad, habiendose generado
sentimientos negativos de hostilidad y rechazo; por lo que se
demandaba un cambio al respecto. Por el contrario, la hija rna-
yor, de diecinueve años, no deseaba introducir variantes, y habla
manifestado su deseo de permanecer con su padre.
La Suprema Corte provincial, si bien admitió la vigencia del
principio de unidad filial, sostuvo -recordando a D f ~ zDE GUIJA-
RRO- que s61o el interes de cada hijo debe decidir en definitiva
la implementación de regímenes de guarda personales, plurales
fin, que el alejamiento era mhs aparente que real, dado los es-
trechos contactos y medios de comunicación existentes entre
Uruguay y nuestro pais.
Arribado el caso a la Corte federal, ésta descalificó por arbi-
trario el fallo de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Ai-
res. Se pronuncid sobre el fondo del asunto y concedid la au-
torización para el traslado, pero sólo respecto de los dos hijos
varones más pequeños; mientras que la denegó con relación a
las hijas mujeres adolescentes. Sus fundamentos, a nuestro jui-
cio acertados, han sido los siguientes.
a) Que no es posible tratar igualitariamente la situación de
los niños que las de las adolescentes. Respecto de éstas cabe
presumir que se han cimentado vinculos de relaci6n afectivos y
sociales, además de hábitos deportivos, culturales y hasta de
esparcimiento en el medio en que se desenvolvieron desde su
temprana infancia.
b) Que resultaba fundamental consultar la voluntad y los
deseos de los hijos, circunstancia que el tribunal habia corrobo-
rado al escucharlos en la audiencia celebrada a tal efecto.
c ) Que para la denegación de la autorización en lo atinente
a las hijas mujeres adolescentes se tuvo en cuenta su edad, el
grado de avance de los estudios secundarios, y los vinculos de
amistad y afectivos que tienen formados.
d) Que para otorgar la autorización de traslado de los hijos
varones (de más corta edad) se evaluó la inseguridad y necesi-
dad del contacto pr6ximo con la madre que se ha trasuntado en
la entrevista realizada, y que dichos hijos recién han comenzado
sus estudios secundarios; lo que implica entonces que no han
formado aún el compIejo de vinculaciones que, por el contrario,
ya tienen anudado sus hermanas.
e) Que no obstante que la decisión del tribunal significaba
un desmembramiento transitorio del grupo familiar, la proximi-
dad del lugar de residencia de la madre no dificultaria una co-
municación fluida de los hijos con el padre y con el resto de sus
her~nanos~~.
5 156. LUGAR
INDEPENDIENTE DE RESIDENCIA DEL PROGENI-
TOR CON EL NINO. - La consideración del lugar donde en definiti-
va ha de residir el niño, junto a su progenitor, es un antecedente
importante en la evaluación del juez y en la tarea comparati-
va que realice. Por ejemplo, se estima perjudicial para el hijo
que el padre que aspira al cuidado personal de él haya vuelto a
convivir con sus propios padres. Es una regresión no s61o para
el padre que adopta tal decision, sino también para el niño.
Éste sentiría que su padre, artificialmente, ha pasado a ser su
"hermano mayor", configurando entonces el riesgo de conside-
rar como "padre" a su abuelo. Todo ello no representa para el
niño modelos adultos válidos e influirá negativamente en su evo-
luci611~~.
47 Ver SCBA, 5/12/07, "B., G . S. c/M. G., R. A.", LLBA, 2008-50,y Uonline
AWJCTW802512007; CNCiv, Sala B, 28/11/07, U ,2008-B-29.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
con los niños que conlleva ese régimen haria que ambos padres
se encuentren más al tanto de las diarias necesidades de sus hi-
jos, obteniendo así una mayor consustanciación con éstos. Por
otra parte, el sistema permitiría una actuación más pareja y
equitativa de cada padre, al aligerar las cargas que pesan sobre
el cuidador, a la par que se correlacionaria m& con el intercam-
bio de roles propio de la época actual49.
En defensa del cuidado alternado se adujo, también, que no
es requisito indispensable la unidad de dirección y consignas que,
por otro lado, tampoco se verfica siempre durante la convivencia
de los progenitores. No se estima necesario un código común de
educación porque "crecer es descubrir que en la vida no hay un
solo código de relación con los otros". En este sentido, el niño
debe admitir que el padre y la madre pueden tener criterios dis-
tintos en cuanto a su educaci6n y que, en tal supuesto, habría que
buscar la compatibilidad entre ambos en los puntos esenciales50.
En cuanto al argumento de que el cuidado alternado afecta el
principio de estabilidad, se contrarrest6 afirmando que el precio
de tal directiva no puede ser la perdida paulatina del padre no
conviviente, y que hay que propender a lograr la estabilidad "emc-
cional" del hijo, la cual se obtiene con la presencia y cuidado de
los dos padres5'. Es que en el mundo de hoy, se dijo, correspon-
de plantear un cambio de paradigma en la llamada familia incom-
pleta, la que debe ser sustituida por la "familia binuclear", donde
los hijos tienen dos hogares: el de la madre y el del padre5z.
55 DOLTO, Cuando 10s padres se sepamn, p. 72. Respecto a que para ad-
mitir o no el cuidado personal alternado no es posible acudir a parámetros o crite-
rios generalizados, ver CNCiv, Sala F, 14/2/02, ED, 200-279; B~SCARO, 2%zencia
compartida (una d e d n acertada), JA, 2002-Ii-668;HOLLWECK - MEDI~A,Impor-
tante precedmte que acepta el rdgimn de t m h cmpamickd como una a&
t e m i v a @n& a determimdm cm$lictos familhres, LLR4, 2001-1434.
55 LUNASERRANO, en LACRUZ BERDEJO, El nuevo &gwnm d9 lafamilia, p. 263.
57 CCass, Sala 11 Civil, 2/5/84, "Rewe Tnmestrielle de Droit Cid", 1984-691.
Ver, tambiGn, B ~ ~ ~ u s cNzkevcls
ro, reformas del derecho civil y pmal fiancds, LL,
2002-D-1251.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
59 WAUERSTEIN- B ~ S L E E Padres
, e huos después &l d i v m w , p. 352,
353, 366, 359, 366,371 y 373;FRANCKE, LOS hijosfrente al divorcio, p. 272 y 274.
60 Ver CHECHILE, Inciden% de la s e p a m ú h dg hecho m el ejerc- y
conten& de la p t r i u potestad, JA, 1999-11-796, y Patriu potestad y &nm&
compartidas l w g o d.e Ea separac% a% los pudws: & s i g m W s entre la fa-
milfa intacta el hogar mmmparmtal, JA, 2002- 111-1308; HOLLWECK - MEDINA,
446 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
9 165. EVOLUCI~N
DE NUESTRO DERECHO HACIA LA A D M I S I ~ N
DEL CUIDADO ALTERNADO DE LOS HIJOS. - Si bien se registran an-
tecedentes de varias décadas atrás, en los cuales nuestros tribu-
nales homologaron o determinaron un régimen de cuidado alter-
nadoG3,lo ha sido por situaciones específicas que planteaba el
caso concreto. Ello es así porque lo tradicional fue considerar
inconveniente el sistema que nos ocupa, en razón de juzgarse
indispensable para la educación de los hijos la unidad de crite-
rio en la dirección, y en la inteligencia de que esta uniformidad
se desvirtuaba cuando los niños "pasan continuamente de mano
en mano", alterando sus hábitos de vida, costumbres, criterios
que se les inculcan, etcéterae4.
Sala D, 31/8/82, LL, 1983-C-256; id., Sala E, 23/12/80, c. 266.167; id., id., 9/12/83,
LL, 1984-D-679, 36.704-S,y JA, 1984-11-142, secc. indice, no 8; id., id., 315184,
ED, 110-635; id., Sala G , 27/4/89, ED, 133-535, y "Derecho de Familia", no 2,
p. 118; CCivCap S8, 6/5/41, LL, 22-957, 11.603-S.
CNCiv, Sala B, 22/11/89, U , 1999-E-173; id., Sala H, 28/4/03, LL, 2003-C-
648; íd., Sala 1, 19/12/96,LL, 1997-C-558; id., Sala J, 24111198, LL, 1999-D-479;
GREGORINI CLUSELLAS,El interds de los hijos como valor superior en los
sobre te?zgncia y patria potestad, LL, 1997-E-425; BASLE,El ejercicio de la
autoridad de bs padres: dmlidud o unitariww, LL, 2005-B-1065.
66 CNCiv, Sala J, 24/11/98, LL, 1999-D-479, y "Derecho de Familia", no 15,
p. 209. En igual sentido, ver CNCiv, Sala H, 28/4/03, LL, 2003-C-648.
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
168. D E C I S I ~
DEN OTORGAR EL CUIDADO PERSONAL ALTER-
NADO Y LA INXPLICAWLLDAD DEL PRINCIPIO DE COhWRUENGL4. REMI-
. Tradicionalmente
S I ~ N- fue materia de discusidn si, cuando el
juez decide oficiosamente conferir un regimen de cuidado alter-
nado del hijo, se afectaba o no el principio de congruencia (art.
163, inc. 6 O , CPCCN); y ello a mérito de que el referido principio
comportaria un límite especifico a la potestad de decidir de los
jueces, en la medida en que éstos no podrian excederse de que
lo que ha sido pedido por los litigantes. Varias resoluciones ju-
diciales entendieron que, en tales casos, aquella directiva proce-
sal no era conculcada, ya que -al reclamar cada padre el cuidado
personal exclusivo, o si éste lo requirió una parte y la resistió la
otra- el cuidado personal alternado dispuesto en la sentencia se
encuadraria en los hechos litigiosos y en la facultad del 6rgano
jurisdiccional de aplicar el derecho83.
Sin perjuicio de lo expuesto, y más allá del razonamiento
efectuado, y aunque no se coincida con aquel esquema de anali-
sis, en las cuestiones como las que estamos estudiando el prin-
cipio de congruencia -como directa emanacidn del sistema dis-
positivo- no resulta aplicable en la especie. En este sentido,
cabe remitirse a lo estudiado en los 3 63 y 64 donde explicamos
que en este tipo de procesos, ante la indisponibilidad del dere-
cho sustancial (art. 2 ' in fine, ley 26.0611, no rige la regla dis-
C ) OTORGAMIENTO
DE LA GUARDA
A UN PARIENTE O TERCERO
88 LOPES - F ~ c o Gzcarda.
, Aduer&mius sobw la utilkacih & u m f i
.. regulada en el Cddigo Civil, "Derecho de Famiüa", 2013-
gum
N-134, punto ITI.
458 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
171. CONTENIDO
Y ALCANCES DEL ARTfCULO 637 DEL CdDI-
GO CIVIL
Y COMERCIAL.
-El art. 657 del Cod. Civil y Comercial
dispone que " e n supuestos d e especial gravedad, el juez pue-
d e otorgar la guarda a un pariente por un ptmo de un año,
prorrogable por rmones fundadas por otro periodo igual.
Vencido el plazo, el juez debe resolver la situación del n i ñ o ,
niña o adolescente mediante otras figuras que se regulan
en este Código. El guardador tiene el cuidado personal del
n f i o , niña o adolescente estu facultado para tomar las de-
460 RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURASLEGALES DERIVADAS
9 172. JUHSPR~ENCLA
APUCABLE EN LO RELATIVO A U ENTRE-
GA DE NIROS A TERCEROS. - En el marco de las decisiones judi-
ciales que dispusieron que el cuidado personal del niño quede
en manos de un tercero que no son sus padres, podemos distin-
guir aquellas en que la entrega es a un pariente, y las otras en
la que interviene un tercero sin vinculo de parentesco; inclusive
una institución dedicada a estos menesteres. Asimismo, con la
lectura de los pronunciamientos, fácilmente se comprobará que
muchas de las resoluciones estarán teñidas por la provisorie-
d a d , a la par de que otro grupo de falios parecen tener visos de
definitivos; lo cual -se@ sea el caso- es presumible que se-
guir&aconteciendo no obstante la limitación que impone el art.
657 del C6d. Civil y Comercial. Respecto de esta dltima clasifi-
cación -situaciones provisorias o definitivas- se advertirá que
en las primeras, el objetivo es restituir al niño en sus derechos
vulnerados, teniendo en miras el futuro reintegro de aquél en el
m Ver KIELMANOVICH,
La dimsnszdn procesal en la ley 26.061,en GARC~A
M$NDEZ(comp.), "Protecci6nintegral de derechos de niños y adolescentes",p. 93 y
SS.; GIL DOM~NQUEZ
- F
AMÁ - HERRERA, Leg de proteccidion integral de n i W , ni#ios
g adokscmtes, p. 549 y 550.
EL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS Y EL OTORGAMIENTO DE LA GUARDA 463
seno de su familia biologica. En las segundas, de algun modo se
legalizan situaciones de hecho; de modo que el fundamento esen-
cial de la medida que se dispone en esos casos es dar prioridad
al principio de estabilidad o continuidad.
A pesar de lo que se acaba de decir, corresponde advertir
que no existen propiamente entregas de "guardas" o de cuidado
personal de niños a terceros (que no son los progenitores) con
el carClcter de "definitivas", como lo habremos de aclarar cuando
analicemos un fallo; y ello es asi porque un tercero que no es el
padre puede tener definitivamente a un niño tras las institucio-
nes de la tuteIa o la adopci6n. No obstante, el empleo de la pa-
labra "definitiva" se debe a que en esos casos no se estima via-
ble que el niño se reintegre a sus progenitores; mas allá de que
el tercero, con el transcurso de tiempo, se transforme en un tu-
tor o adoptante.
Seguidamente veremos los supuestos de entrega de niños a
parientes, y los otros casos en los cuales el receptor del niño es
un tercero no pariente. Asimismo, en cada especie, se especifi-
cará si a la entrega se la deba prima facie considerar provisoria
o, por el contrario, definitiva; con el alcance ya dado a esta últi-
ma expresi6n.
a) ENTREGA DE NINOS A PARIENTES. En algunos fallos, como
ya se mencionó, se convaiidaron situaciones de hecho; en las
que el niño no convivía ya con sus progenitores sino con un ter-
cero pariente; y por eso decimos que en estos supuestos las me-
didas adoptadas, lejos de ser provisorias, tienden más bien a ser
permanentes. Así, en uno de los precedentes, se trataba de
una tía que tenia a su sobrina bajo su cuidado personal desde su
nacimiento y ya habia pasado más de una década en ese estado
de cosas, La Suprema Corte de Buenos Aires, que intervino en
la causa, avaló esta situación afirmando que el niño había sido
entregado voluntariamente por sus padres a la tía, quien recibió
el cuidado y los cariños de un lujo. Se agregó en el decisum
que correspondía priorizar los vínculos de éste con el grupo fa-
miliar en el cual estaba inserto y los nuevos lazos que fueron
creados; y que, además, se debla tener en cuenta la opini6n del
propio niño, favorable a permanecer en el lugar donde estaba
integrado, que era su centro de vida".
97 Ver CNCiv, Sala B, 3/12/10, "B., N. S. clP., F. D.",R. 565.949. Ver, tam-
bien, CNCiv, Sala B, 16/3/11, "R. G., M. N-", R. 565.445.
98 Ver CNCiv, Sala F, 18/12/13, "A., L. B.", R. 627.680.
EL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS Y EL OTORGAMIENTO DE LA GUARDA 469
das9. La pequeña habia sufrido severos daños; los que, pri-
mero, fueron imputables a su madre biológica; y, después, al
matrimonio apropiador que le habia suprimido su identidad. La
Cámara, en definitiva, termina declarando el estado de abando-
no y adoptabilidad de la niña. En esta causa, regirá la proviso-
riedad hasta que la niña encuentre una familia adoptiva.
Veamos tres casos más, bastante parecidos entre ellos, en
los cuales se rechazan los requerimientos de la madre biológica
para que se le restituyan los hijos menores. En una de las cau-
sas, la progenitora se retird del hospital el mismo dia del parto,
dejando a su bebé, incurriendo entonces en la denominada "fuga
materna". En tal inteligencia, cuando se presenta después aqué-
lla a reclamar el reintegro del niño, tal pedido -como se dijo- es
desestimado. Ello en atención a que la madre había incurrido
en una situacidn de abandono respecto de su hija; incluso ha-
biendo afirmado a sus conocidos que su beba había fallecido.
Por lo tanto, se declara por la justicia el estado de abandono de
la niña, requiriéndose la remisión de los legajos admitidos -en
relación a los solicitantes de adopción- que estuvieren en condi-
ciones de adoptar a una pequeña de seis meses de edadloO.
En las dos restantes causas, también se desestima el pedido
materno para que se le reintegre a sus hijos; los cuales se en-
contraban institucionalizados; por lo que se mantiene la decisi6n
de decretar el estado de abandono material y moral de dichos
niños. Se pudo comprobar las severas falencias de la progeni-
tora, la que tampoco contaba con un mínimo de contexto fa-
miliar que le sirviera de apoyo. A pesar de los esfuerzos rea-
lizados, no se logró que la madre biológica lograra realmente
involucrarse en el cuidado de su hijo; que tuviera algún apego
hacia él; y que mantuviera un ritmo regular de contacto con
este. Todas las probanzas acumuladas demostraban que aqué-
lla no estaba en condiciones de brindar al niño estabilidad y sos-
tén que asegurara su salud psiquica. Se concluye, entonces, que
no queda otra alternativa que ubicar una familia sustituta que tuvie-
ra al niño en guarda con miras a su adopción, dado que la pre-
tensora no tenía las condiciones minimas para asumir eficazmente
el rol materno. En los citados casos, la connotación definitiva
101 Ver CNCiv, Sala B, 15/7/14, "I., J. B. s/protecci6n especial", expte. 37609/
2012; id., id., 16/12/14, "R., D. H., y otros s/control de legalidad.
EL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS Y EL OTORGAMIENTO DE LA GUARDA 471
103 Ver CNCiv, Sala G , 22/12114, "D. S., L. A. slguarda", expte. 68.06612012.
lo4 Ver CSJN, 27/5/15,"M,M. S. slguarda", CiV 9003212013/CSl.
EXTINCIÓN, PRIVACI~N,REHABILITACI~N
Y SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
A) EXTINCI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
rj 173. CASOS
LEGALES DE EXTIWN
DE LA TITULARIDAD DE
LA RESPONSABILIDAD PARENTAL. - El art. 699 del Cód. Civil y Co-
mercial, tal como lo hacia el art. 306 del anterior C6d. Civil, re-
gula en cinco incisos los casos de extinción de la responsabili-
dad parental. Ellos son la "muerte del progenitor o del hijo";
la "profesión del progenitor en instituto monustico";"alcan-
zar sl hzjo la rnayoria de edad"; la "emancipació.n, excepto
lo dispuesto e n el art. 644" (norma que se refiere a los proge-
nitores adolescentes; ver el 9 123 y SS.), y "adopción del hijo
por un tercero, s i n perjuicio d e la posibilidad d e que se la
restituya en caso de revocación y nulidad de la adopción;
la extinción n o se produce cuando se adopta el hzjo del con-
yuge o del conviviente".
Más allá de que el precepto del citado art. 699 contiene una
redaccidn más adecuada que el art. 306 del derogado C6digo
Civil, los cambios se observan en los dos últimos incisos, relati-
vos a los casos de emancipación y en materia de adopción.
Haremos referencia a cada una de las situaciones previstas por
la norma en análisis.
1 Ver BORDA,
Tmtado. Familia, t. 11, p. 211.
Ver ZANNONI,Derecho de familid, t. 2, p. 841.
S Ver D'ANTONIO, en MÉNDEZCOSTA- D'ANTONIO, Derecho de familia, t. 111,
Tra$ado de dsrecho de familia, t. VI, p. 486 y 486.
p. 331; SAMBRIZZI,
EXTIN~I~N ,
PRIVACIÓN, REHABILITACI~NY SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO 475
B) PRIVACI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
5 179. CASOSDE
PRIVACIdN DE LA RESPONSABILIDAD PAREN-
TAL. GENERALES. - El art . 700 del C6d. Civil y
CONSIDERACIONES
Comercial regula en cuatro incisos los casos de privación de la
responsabilidad parental. Ellos son: la condena por un delito
doloso contra la persona o bienes del hijo; su abandono; poner
en peligro su seguridad o salud; y haberse decretado el estado
de adaptabilidad del hijo.
A nuestro juicio, no era estrictamente indispensable acudir
a una enumeración casuística, pues hubiera bastado una directi-
va general que autorizara al juez a decretar la privación de la
responsabilidad parental en supuestos graves que, aconteci-
dos, resultaran incompatibIes con esta importante función que
ejercen los progenitores. De hecho, los primeros tres incisos de
la norma podrían superponerse entre sí, lo que es susceptible
de generar confusiones; en el sentido que un mismo hecho podria
estar encuadrado en una y otra causal. Concretamente, un de-
lito doloso contra la persona o bienes del hijo (hc. a), en lo ha-
bitual constituirá un caso de abandono de este Cinc. b), habida
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
7 Ver ~ O M Derecho
, de fanzilzb, t. 2, p. 843, 5 1421; BORDA, Datado. Fu-
'mila,t. 11, p. 213; P E ~ oDWechO
, de familia, t. 111, p. 2314; SAMBRIZZI,TT&
E X T I N ~ I ~ PRIVACIÓN,
N, REHABILITACI~NY SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO 481
lado & derecho d e familiu, t. VI, p. 488; Omo, Nuevas tendencius en materia
de privac& de la resp0nsab.üW ~ ~Uonlim; l SC Mendoza, , 21/11/07,
"C., A. L. C/D. D.", CCivCom Posadas, Sala 1, 4/6/09, "P. M. M. P. c/S. S.", LLL,
2009-1033, "Revista de Derecho de Familia y de las Personas", 2010-89; CCivCom
SdelEstero, 22/11/12, "R. F. G. dG. J. A.", LLNOA, 2013-453, y LLonline, ARJJUW
7373412012, entre tantos otros pronunciamientos.
8 Ver S o w , I n t e 7 * U m h del ni% en los pmcesos j u d i c i a k s sobre pTG
vacidn y mspenMn del ejercicio de ¿upatm potestad, "Revista de Derecho de
Familia y de las Personas", mar. 2011, p. 9.
9 Ver SC Mendoza, 21/11/07, " C., A. L. C/D. D."
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
3 180.
PRIVACIÓN DE lal RESPONSABILIDAD PARENTAL POR LA
CONDENA PENAL AL PROGENITOR. - El art. 700, inc. a, del C6d. Ci-
vil y Comercial expresa que el progenitor "queda privado de
la responsabilidad parental" por "ser condenado como aw
tor, coautor, instigador o cómplice de un delito doloso con-
tra la persona o los bienes del hijo de que se trata". Dos di-
ferencias claras se observan con respecto a la previsión del art.
307, inc. lo, del derogado C6d. Civil; ambas destinadas a restrin-
gir su alcance.
La primera diferencia es que de ahora en más ya no se dis-
cute que la privacidn de la responsabilidad parental se refiere
únicamente al hijo contra el cual se perpetró el delito (en su
persona o bienes); de forma tal que no se altera el vínculo exis-
tente entre ese padre y los hermanos del niño o adolescente
afectado. Por eso en la norma se hace expresa rnenci6n al "hijo
de que se trata". En los Fundamentos del Anteproyecto se
dice que "se restringen los supuestos de privación de la respon-
sabilidad parental, derogándose la posibilidad de que se extinga
ipso iure por las consecuencias o situaciones negativas que ha-
yan acontecido con otros mo~, siendo necesario indagar en cada
caso si se observan o no las causales de privacidn con cada hijo,
con independencia de lo sucedido con el resto de los hijos".
Nos parece acertada la apuntada limitación, ya que guarda
coherencia con el ámbito restrictivo en el cual operan estas me-
didas. Esta afirmación no empece a que, en lo atinente a los
otros hermanos, la responsabilidad parental pueda también ser
privada; lo cual no seria extraño en atenci6n a que un padre
que delinque contra un hijo tal vez también coloque a aqu4-
110s en una situación de abandono o de peligro (art. 700, incs. b
Y 6).
La otra restriccion que contiene la nueva norma es más dis-
cutible. El art. 307, inc, lo, del derogado C6d. Civil, incluia en
la causal al padre que es "coautor, instigador o cómplice de
un delito cometido por el hijo". Esta disposici6n se eliminó
E X T I N C I ~ N PRIVACIÓN,
, REHABILITACI~NY SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO 485
5 181. CONDENA
PENAL AL PROGENITOR: DOCTRINA DE FALLOS
. Tal
QUE CORRESPONDE R E V I S ~ - como lo dijimos en el parágrafo
anterior, diversos fallos han incurrido, a nuestro juicio con error,
en una extensión desmesurada de la prejudicialidad -diríamos
una distorsión del instituto- dejando de lado el principio funda-
mental del interes superior del niño, consagrado por el art. 3"
de la Convención sobre los Derechos del Niño (remitimos al 3
y siguientes). No nos estarnos refiriendo a las soluciones dadas
en cada caso -debido que desconocemos el contenido concreto
de las causas- sino a los argumentos vertidos para disponer la
privación de la responsabilidad parental; argumentos que enten-
demos no podrán seguir enarbolándose a la luz de la más moder-
na normativa existente en la materia y, en particular, en razón
de la vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación.
S610 a titulo de ejemplo, haremos alusión a un conocido
caso en el que se dispuso la privación de la responsabilidad pa-
rental; y los comentarios que se vertirán al respecto resultarán
aplicables a otros precedentes similares que siguieron igual orien-
E X T I N ~ I ~ PRIVACIÓN,
N, REHABILITACI~NY SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO 487
tación. En la causa mencionada, se trató de un progenitor que
había sido condenado en el fuero penal (dejando en suspenso la
aplicación de la pena) por el delito de incumplimiento a los de-
beres de asistencia familiar. Se sostuvo en el pronunciamiento
que, al operar la prejudicialidad, no era posible cuestionar en
sede civil la existencia del hecho principal, ni impugnar la culpa
del condenado. Se estimó, en consecuencia, que el dictado del
fallo por la justicia criminal comportaba la privación ipso iure de
la responsabilidad parental.
Es interesante destacar que en el decisum que estamos co-
mentando se precisa que aunque no se compartiera la tesitura
de que el fallo penal provoca de pleno derecho la privaci6n de
la responsabilidad parental (exigiéndose, por ende, una senten-
cia civil), la solución del caso no variaría precisamente por el
tema de la prejudicialidad. Elio es así, se dice, porque de to-
das maneras la solución no puede ser otra que la condena dis-
poniendo la referida privación, ya que el juez civil está "a priori
limitado por la mentada condena penal". De ahi que se entien-
de inútil toda la labor probatoria desplegada en el juicio; ello
dicho en el sentido de que la prueba que se lograra colectar,
cualquiera que fuere, no podia cambiar el resultado del pleito14.
En un difundido comentario reprobatorio al fallo recién apun-
tado, se resaltó con razón que, en funcion de la prejudicialidad,
el fuero civil no está forzado a privar automáticamente de la
responsabilidad parental si, al adoptar esa decisión, se contraría
el interés del hijo. Se agregó que, a diferencia de la justicia pe-
nal, en la civil no alcanza con evaluar el peligro abstracto, sino
que lo que hay que tener en cuenta es el peligro concreto. Y
asl, en un caso dado, no es posible descartar que un padre -a
pesar de su declinación alimentaria que dio lugar a la condena
en sede criminal- brinde al niño apoyo, orientación y afecto,
que torne beneficioso no privarlo de la responsabilidad parental.
Es que, como ya lo dijimos en el 179, dicha privación sólo
tiene que ser decretada como una medida de protección al hijo,
183. PAVKACI~N
DE LA RESPONSAWUDAD PAREIYTAL POR M -
DONO Y LA JURISPRUDENCIA APLICABLE. - Veremos primero casos
en que se decreta la privación de Ia responsabilidad por abandono
y después otros donde se rechaza la articulación de esta causal.
a) FALLOS QUE DECRETARON LA PRIVACI~NPOR EL ABANDONO ARTICU-
LADO. En una de las tantas causas el tema tiene cierto interés
porque, de algún modo, se percibe cierta preocupación del pro-
genitor en evitar la sentencia civil que disponga la privación de
la responsabilidad parental. Debe señalarse que en el caso
medió una sentencia de condena en sede penal por incumpli-
miento de los deberes de asistencia familiar; aunque se trat6 de
un juicio abreviado donde el demandado renunci6 a su derecho
a ser juzgado en un juicio oral (acuerdo entre el imputado y el
fiscal) obteniendo a cambio una pena mhs leve. Pero el exclu-
sivo fundamento de la condena civil es el abandono, y no la
existencia de un fallo condenatorio en la justicia represiva.
La alzada argumenta que, a pesar de tener el accionado la
sentencia de condena por incumplimiento de los deberes de asis-
tencia familiar, no realizó voluntariamente aporte alirnentario al-
guno. Cuando se lograron pagos, son porque se obtienen coac-
tivamente mediante la intervención judicial. Por lo tanto, se
entendió que se daba en el caso -por parte del padre- el des-
prendimiento de sus deberes en la crianza, alimentacion y edu-
cación que impone la ley en relacion con los hijos.
27 Ver CNCiv, Sala J, 3019105, "C., E. L.,y otro m.,R. D.",JA, 2006-1-707.
28 Ver CBTivCom Minas y Trib 2" Mendoza, 1/10/08, "P., M. E. C/C., W.",
LLGC, 2009-63, LLOTL!~W,A W ~ 1 1 3 1 2 I 2 0 0 8 .
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
5 186. P~rv~crdh'
DE LA RESPONSABIIJDAD PAIZENTAL POR LA
DECURACIÓN DE ADOPTABILIDAD DEL HIJO. - El art. 700, inc. d,
del Cód. Civil y Comercial determina que el progenitor "queda
privado de la responsabilidad parental" por "haberse decla-
rado el estado de adaptabilidad del hijo", causal que no esta-
ba prevista en el art. 307 del derogado C6d. Civil. El precepto
del Código Civil y Comercial guarda coherencia con lo que se
dispone en materia de extinción de la responsabilidad parental.
Es que si la adopción del hijo por un tercero ocasiona la apunta-
5 187. ALIMENTOS
Y LA Y S U S P E N S I ~ NDE LA RES-
PB~VACI~N
PONSABILIDAD PARENTAL. - ElCódigo Civil y Comercial, en su art.
704, dispone que "los alimwntos a cargo de los progenitores
subsisten durante la privacidn s, la suspensi6n del ejercicio
(ver 3 189 y SS.) de la responsabilidad parentat". Se trata de
una medida a todas luces justa, dado que el deber de alimentar
a los hijos va mucho más alIá de que se tenga o no la titularidad
y el ejercicio de la responsabilidad parentai sobre los hijos.
C) REHABILITACI~N
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
D) S u s a ~ ~ s DEL
1 6 ~EJERCICIO
DE LA RESPONSABILIDAD PARENTAL
43 Ver SA~IIBRIZZI,
TTatadO de derechd de familia,t. VI,p. 497;BORDA,l h t ( G
do. Familid, t. 11, p. 221, no 966; D'AWTOMIO, en MÉNDEZCOBTA- D'ANTONIO, Dere-
cho de famdiu, t. 111, p. 340.
Ver SOLARI,Interuenciólz del niño m los procesos judickles sobre prG
va%n y s m p m s i h del ej- de la patr;ia potestad, "Revista de Derecho de
Familia y de las Personas", 2011-9; TAZZA, La incapcxidad civil de los pena-
dos. Su constitucional.idad, M ,2009-35-2425; SAMBRIZZI,Ra$a& de derecPLo de
RESPONSABILIDAD PARENTAL Y FIGURAS LEGALES DERIVADAS
Z -
familia, t. VI, p. 497;D'ANTONIO, en M ~ N D E COSTA D'ANTONIO, Derecho ds famG
lh,t. 111, p. 342; F'ERRINO, Derech de familia,t. 111, p. 2321.
45 D ' h ~ o en , MANDEZCOCTA - D'ANTOMO, Derecho de familia, t. 111, p. 342
y 343.
E X T I N ~ I ~ PRIVACIÓN,
N, REHABILITACI~NY SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO 511
3 193. R~GIMEN
DE COMUNICACI~N. IMPORTAIVCL~,
CONCEPTO
supuesto que el regimen de comunicación y
Y ALCANCES. - Por
5 194. C U E S T I TERMINOLdGICA.
~N EL DEBER DE COMUNICA-
. La
CI~N- palabra visitas, que proviene del latin visitatio, es la
COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
195. ENCUADRE
JUR~DICODE LA COMUNICACI~NMATERNO o
PATERNO-FILIAL.- El desmembramiento del cuidado personal del
niño como consecuencia del divorcio o de la separación de
la pareja, puede comportar que uno de los padres quede exclui-
do de dicho cuidado personal o, por lo regular, del tiempo princi-
pal que aquél conlleva, salvo que se pactara o se determinara ju-
dicialmente el cuidado alternado de los hijos denominado -en la
terminologia del Código Civil y Comercial-, el cuidado personal
compartido alternado (art. 650; ver 8 162 y siguientes).
El art. 264, inc. 2" in fine, del C6d. Civil anterior, hacía re-
ferencia expresa a la "adecuada comunicacidn" con el hijo y a
la facultad del progenitor en cuestión de "supervisar la edu-
cación". Por otro lado, si se trataba de una unión matrimonial,
el art. 236, del mismo Código, habilitaba a celebrar acuerdos so-
bre este punto en los divorcios por presentaci6n conjunta. E n
cuanto al art. 376 bis de ese Código, la doctrina y jurisprudencia
de modo pacifico ya hablan reconocido que correspondia su
l2 Ver CNCiv, Sala A, 21/2/94, ED, 157-543; íd., id., 1017/92, LL, 1994-B-679;
BOSSERT - ZANNONI,Manual de h r e c h &familia, p. 395, $ 458; ALLESMONASTERIO
DE C Derecho de v W a los hijos por el padre no convivWe,
E CERNADAS,
~
LL, 1994-3-679.
los hijos les asiste el derecho de "crecer y desarrollarse en su
familia de origen, a mantener en forma regular y permanente el
vínculo personal y directo con sus padres, aun cuando éstos es-
tuvieran separados o divorciados".
d) El art. 35, atingente a las medidas de protección integra1
de derechos, ordena que éstas se orientarán a "la preservaci6n y
el fortalecimiento de los vfnculos familiares con relaci6n a las
niñas, niños y adolescentes".
e ) El art. 65, inc. b, en fin, relativo a las obligaciones de las
organizaciones no gubernamentales, impone que sera su deber
"respetar y preservar los vínculos familiares o de crianza de las
niñas, niños y adolescentes".
Dentro del encuadre jurídico del régimen de comunicación
materno o paterno-filial, corresponde citar a la ley 24.270 relati-
va al "impedimento de contacto de menores con sus padres no
convivientes" (sic). Mas al16 de las penas que determinan los
arts. lo y 2" de la ley, es importante destacar que -conforme a
su art. 3"- se regula que "en un pIazo no mayor de diez dias" se
dispondrán los medios necesarios para restablecer el contacto
del menor con sus padres" (inc. lo); y que, de ser procedente,
se fijará "un régimen de visitas provisorio por un término no su-
perior a 3 meses o, de existir, hara cumplir el establecido". Se
aclara, ademAs, que en "todos los casos el tribunal deberá remitir
los antecedentes a la justicia civil" Cinc. 2"). Sobre esta ley, y
la cuestionada facultad de los magistrados penales para disponer
regimenes de comunicación, remitimos a los 260 y siguientes.
No cabe duda acerca de la raigambre constitucional de la
comunicación materna o paterno-filial pues, además de la arriba
citada Convención sobre los Derechos del Niño -de esa jerar-
quía-, corresponde mencionar el art. 14 bis de nuestra carta
magna que obliga al Estado a la "proteccidn integral de la f&
mzlia". También se debe recordar la vigencia de la ley 22.516
que aprobó el Convenio sobre Protección Internacional de Me-
nores entre la República Argentina y la República Oriental del
Uruguay, firmado en Montevideo, el 31 de julio de 1981, el cual
habilita a un eficaz funcionamiento de los regimenes de comuni-
caci6n entre padres e hijos, toda vez que sus normas tienen por
objeto asegurar la pronta restitución de niños que, indebida-
mente, se encuentren fuera del Estado de su residencia habi-
tual y en el territorio de otro Estado parte.
COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
5 196. FUNDAMENTO,
FINALIDAD, CARACTERES Y NATURALEZA
JURfDICA DE LA COMUNIGAGIÓN MATERNA O PATERNO-FILIAL. -Vale
la pena reiterar, como ya fue señalado en el 3 194, que la comu-
nicacidn entre el padre o la madre y su hijo -es decir, la posibi-
lidad de relacionarse y mantener trato g relación entre ellos-
constituye, desde la perspectiva de los primeros, un deber pclr
t e m l o maternal d e interes y atención; y, respecto del hijo,
un deber fzlial de ver y comunicarse con sus padres. Cumplir
con ese deber, en definitiva, comporta el ejercicio de una fum
ción familiar. Consiste en mantener el contacto personal -en-
tre unos y otro- de la manera más fecunda posible, de acuerdo
a las circunstancias de cada caso. El objeto es que el lazo bio-
16gico y lo formal del emplazamiento que significa el vínculo se
traduzca a la vida real; es decir, que sea efectivo y eficuz, para
lo cual debe procurarse el mayor acercamiento entre ambos.
La idea basica que trasunta la comunicación que estudia-
mos es neutralzzar -en tanto resulte posible- las consecuen-
cias del desmembramiento del cuidado personal del niño que,
con la pareja unida, ésta llevaba a cabo en conjunto. Claro está
que la mencionada idea supone otra, cual es considerar que el
equilibrio emocional de aquél requiere de la presencia de am-
bos progenitores; en la inteligencia que la activa intervención
del padre y de la madre propende a una más sólida y equilibrada
estabilidad emocional del hijo común. Este aserto tiene espe-
cial relevancia durante los primeros años de vida del niño, que
es la etapa principal en su desarrollo como sujeto, en atención a
que en este estadio se construyen las bases que formarán su fu-
COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 529
tura personalidad; aspecto clave en el orden afectivo y en los
vinculos que desplegará con el mundo externo.
Tengamos presente que la UNICEF, en el informe brindado
en 2001, señal6 que el cuidado físico y afectivo temprano reper-
cute en f o m decisiva en la evolucidn del niño hasta la edad
adulta. Es que aquella neutralización a la que recién nos refe-
riamos persigue precisamente evitar cortes abruptos; que en todo
caso, si no puede lograrse la continuidad propia de la conviven-
cia de los padres, al menos se produzca cierto mantenimiento
de los espacios y tiempos de contacto; que nos acerquemos, pues,
a sostener de algún modo la red afectiva y social que rodeada al
niño antes de la ruptura de la unión. El hijo, entonces, podrá
continuar elaborando su propia historia y, con ella, su propia
identidad;dejando incólumes los respectivos modelos de iden-
tificacidn que, sin hesitación, representan sus progenitores.
Es más que obvio que la permanencia del conflicto entre los
padres -esto es, la ruptura de la pareja parental tras el quiebre
de la unión afectiva que existía entre ellos- no dejará indemnes
a los niños, pues éstos no viven en un mundo aislado sino que,
lamentablemente, se hallan ubicados en el centro mismo de la
disputa. La judicatura tiene que emplear todos los medios a su
alcance para que no tengan cabida los intentos de un progenitor
-conscientes o inconscientes- de apartar al otro del contacto
con el hijo común. Las falencias del padre y de la madre no
tienen que servir de excusa para quebrar los vinculos con arn-
bos; y, en todo caso, un saldo saludable de la comunicación será
que el niño pueda identificarse con los aspectos positivos de
cada uno y elaborar el déficit que éstos presentan como tales.
Este ernprendimiento, a no dudarlo, tendrá superlativas ventajas
que superará con creces al corte de la relación; corte que, si
acontece, sera susceptible de instalar en la psiquis del niño la fi-
gura del fantasma atroz (el progenitor ausente), seguramente
alejada de 10 que el sujeto en cuestión exhibe en la realidad.
Las características sustanciales de la comunicación materna
o paterno-filial es que constituye -como ya lo dijimos- un deber
reciproco existente en uno y otro extremo del vínculo. Se lo
califica además como de carhcter personalisirno, indelegable, ina-
lienable, indisponible e irrenunciable; por lo que no se aplicará
en ningún caso la prescripción ni la caducidad. Por supuesto
que el adulto que disfruta de un régimen de contacto tiene que
tener un Zirnite a su natural libertad de movimientos, sin desna-
turalizar la relaci6n; como sería el caso de un padre que retira
al niño para que, acto seguido, lo traslade a la casa de los abue-
los y se despreocupe luego de su hijo hasta la oportunidad en
que corresponda reintegrarlo al otro progenitor. Es que cabe
exigir un nivel adecuado en el trato entre ellos, dado que la re-
laciones personales se establecen para que padre e hijo puedan
conocerse m8s y cultivar cada vez con mayor intensidad el afec-
to mutuo (ver 5 212).
No se discute que el régimen de comunicación, en relación
a lo que se haya decidido o acordado, será en esencia modifica-
ble de acuerdo a las nuevas circunstancias que se presenten.
Por eso, a lo que se convenga o se establezca judicialmente se
lo califica como prouisisional, en el sentido que no hace cosa
juzgada material. En otras palabras, todo régimen de contacto
y de relaciones personales tiene -corno máximo- una vigencia
rebus sic stantibus, pues variada la plataforma práctica en vir-
tud de la cual se determin6 la modalidad de la relación, ésta
debe también modificarse. Más aun, ni siquiera es necesario
que se presenten nuevas situaciones, ya que -aunque el esque-
ma fáctico no se haya alterado- un nuevo anAlisis de la cuesti6n
puede justificar un cambio del régirnenl5.
En toda comunicacidn materna o paterno-filial, en lugar de
hablar de "derechos subjetivos" (como vimos, muy cuestionada su
existencia ya que aquí no deben tolerarse la operatividad de in-
tereses egoístas -ver 9 194-) en verdad lo que realmente está
insito en ella -como ya se especificó- es una funcidn familiar,
en atención a que su objetivo apunta en esencia a atender las
necesidades afectivas, educacionales y el desarrollo armónico y
equilibrado de la personalidad del niño, resguardando su mundo
psicol6gico y espiritual. Precisamente, una buena instrumenta-
ción del vínculo hace a la correcta formación y educación de los
hijos; y en esta tarea se verifica un indiscutible interds social.
Por eso, todas las actuaciones del adulto para llevar a cabo el
contacto con ellos son funcionales;de manera que sólo pueden
ejercitarse teniendo a la vista el fin perseguido, sin que se admi-
ta apartarse de 61.
8 199. PROYECCIONES
DEL R ~ E I M E NDE COMUNICACI~N Y SU
C O I V E X I ~ NCON EL CUIDADO PERSONAL. MEDIOSDE CONTACTO. -
Las proyecciones del régimen de comunicación deben analizarse
desde dos perspectivas; vale decir, en cuanto a su extensión y
en lo que se refiere a los medios de contacto materno o paterno-
filiales. En lo atinente al primer aspecto, ya anticipamos en el
8 198 que estaremos ante un régimen de contacto por mas
extensión temporal que tenga la comunicaci6n. En tal virtud,
desde hace tiempo nuestros tribunales vienen sosteniendo que
el objetivo es lograr que los encuentros entre padres e hijos
sean lo mas amplios posibles, de manera que es parte integran-
te de la comunicación que el niño pernocte varios días a la se-
mana con el progenitor y pase con éste periodos de vacaciones18.
Lo apuntado significa que el régimen de comunicación sólo
operará como único instituto en los casos en que estemos ante
un cuidado personal unilateral por parte de un progenitor; su-
puesto en que aquel régimen Únicamente se aplicar& respecto
del otro padre. A su vez, en los casos de cuidado personal
compartido indistinto, el progenitor discontinuo tendrá, por un
lado, un cuidado personal parcial y secundario del hijo común;
pero, por el otro, ese cuidado personal se ha de traducir también
en un régimen de comunicación.
Sintetizando, y en relación a la interconexión que se produ-
cirá entre el cuidado personal y el r6gimen de comunicaci6n, se
podria realizar la siguiente clasificación: a ) cuidado personal uni-
lateral: un progenitor tiene solo el cuidado personal íntegro del
niño; y el otro únicamente un régimen de comunicación; b ) cui-
dado personal compartido indistinto: el progenitor continuo (el
que está el tiempo principal con el hijo) tendria sólo un cuidado
personal parcial y preponderante; y el otro padre un cuidado per-
sonal parcial secundario, pero también un régimen de comunica-
18 Ver CNCiv, Saia E, 26/12/97, "B. de D., A. C. cm., J. H.", LLmlirte, AlV
JUFUZ38311997; id., Sda F, 1012194, LL, 1994-C-141; id., Sala K, 3/11/00, "P. E. 1.
dA., P. A.", R. 6562; id., id., 27/2/02, "C.,S. A. CID., M. F.", LL, 2002-B-445; id., íd.,
26/12/01, "A,, M. cm.,V. L.",LL, 2002-A-565; id., Sala L, 10/11/06, "P., R. J. c/H., R.
M.", DJ,2007-1-1018.
COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 537
cion, y c) cuidado personal compartido alternado: cada uno de
los progenitores tiene el cuidado personal del niño parcial y prin-
cipal; pero este sistema ha de comportar además tener un regi-
men de comunicación con él.
En lo que hace a los medios de contacto, no hay un límite
al alcance de la comunicacidn pues no cabe excluir a ninguno;
los que podrán ser utilizados acumulativa o alternativamente.
Es que no existen pautas objetivas que permitan, apriorística-
mente, restringir o impedir que el vínculo se adapte a las cir-
cunstancias y peculiaridades de cada caso y grupo familiar; de
modo que -además de la relación personal y directa- el contac-
to se puede desplegar mediante el empleo de distintas varian-
tes. En efecto, por un lado, se mantienen vigentes los rnecanis-
mos tradicionales de comunicación, como lo son la vía telefónica
y postal. Empero, por el otro, la posmodernidad ha incorpora-
do nuevos medios de relacidn; y sobre el tema es sabido que
hoy d a Internet ofrece diferentes formas para entablar el con-
tacto; las que deben de ser bienvenidas.
A traves de la referida conexión mediatizada, resulta posi-
ble una práctica comunicación por medio de los e-mails (el de-
nominado correo electrónico) y redes sociales. También, es
factible dialogar con irnhgenes en forma interactiva, de modo
que ambos -padre o madre e hijo- puedan visualizarse y con-
versar; todo ello sin estar sometidos al control ni a las interfe-
rencia~del otro progenitor. En suma, estas nuevas tecnologías
que habilitan el contacto virtual constituyen -muy especial-
mente cuando los protagonistas residen en lugares distantes-
un nuevo paradigma de comunicación que contiene innegables
ventajas, como ser el referido chat con videocámara, el antes
mencionado correo electrónico, mensajes de texto, whatsapp,
etcétera; todo lo cual, sin duda, ha de permitir que los interesa-
dos puedan sentirse uno más cerca del otro, neutralizando así la
lejanía geográfica.
Por supuesto que, como se indicar&también en el 5 212, los
referidos medios indirectos de comunicación (decimos indirec-
tos por cuanto no se verificará aqui el contacto fisico; la nota
es la ausencia del cuerpo), han de generar deberes en ambos
progenitores. Desde una óptica, quien tiene a su cargo el cui-
dado personal del hijo, tendrá que tener un rol activo ya que
-según las circunstancias- muchas veces no s61o cargara con el
compromiso de permitir las relaciones por esos medios, sino que
incluso deberá ser él mismo quien tenga que acudir a estas he-
rramientas para anoticiar al otro las novedades acerca del niño
(p.ej., si este es muy pequeño, se halla enfermo).
Desde el otro ángulo, el padre beneficiario del contacto ten-
drá que usar los mencionados instrumentos con la debida mesu-
ra; vale decir, no incurrir en conductas abusivas, como serian
pretender utilizar las llamadas telefónicas, o acudir al chut o
whatsapp, en forma muy constante y perturbadora, en horas in-
tempestivas, o de un modo que decididamente afecte la intimi-
dad familiar. En este sentido, no pocas veces (en casos de se-
veros conflictos) se tornará necesario que el juez determine la
frecuencia, duración y horarios en que ese trato tendrá lugar; y
tambi6n decida quién proveer6 los equipos y atender&los gastos
que se ocasionenlg (remitimos al 5 212).
200. SUJETOS
IMPLICADOS Y LEGITIMACI~NPARA IMPULSAR
. LOS sujetos
LA C O M U N I C A C I ~ N- que están implicados en un régi-
men de comunicación y de relaciones personales -en el ámbito
materno o paterno-filial- son habitualmente tres; esto es, e1 pro-
genitor discontinuo (que no tiene el cuidado personal del Rijo
durante el tiempo principal), el otro padre que lo tiene a su
cuidado, y el propio niño; y lo mismo sucederá en los casos de cui-
dado alternado. Mas allá de la cuestión estrictamente procesal
(quien demanda y quien resulta demandado), la realidad es que
tanto el padre que reclama los encuentros, como el niño con el
cual aquél se quiere conectar, son a la vez -reciprocamente- su-
jetos activos s/ pasivos; ello dicho en el sentido de que hace a
los intereses de ambos que se concrete la comunicación requeri-
da. En todo caso, si queremos hablar de un rol exclusivo de
sujeto pasivo, este seria el del padre a cargo del cuidado perso-
nal del hijo (de modo exclusivo o durante el tiempo principal),
pues es el que debe posibilitar por todos los medios a su dcan-
ce la relación del niño con el otro progenitor; sin que ello signifi-
que -como se verá en el apartado siguiente- que no pueda en-
tablar un reclamo en representación del hijo para que esa relación
25 Ver CNCiv, Saia E, 9/11/99, "L. M. D. y otros cíM., C. E.", Uonline, AR/
JUEU12511999.
24 Ver WALLERSTEIN - BLAKESLEE,P d w s e hvos después del divorcio, p. 254
y 325; CARDEMAS, La familia y el siskma judicial, p. 26, 33, 120 y 138;ZANNONI,
Contimdu y divorcio, "Derecho de Famüia", no 1, p. 9; GROSMAN,¿ES l ampen-
si& del r d g i m de visitas una medida convm.iente ante la falta de los alz
mentos?, LL, 1983-B-1055;P~REZ, PrepamMn del abogado en el terna de fami-
lia, "Derecho de Familia", no 1, p. 110.
E Ver CNCiv, Saia K, 29111A5,ED,170-239,dictamen del asesor de meno-
res; DI LELLA,La! b g i t i m i h en los denornimdos reginwxes de v&m, JA,
2003-3111-422; CAMFS- NOLFI,El MinzSteW Público y la efectividad del derecho de
los menores cuyos padres es& separados a mantener c m a c t o con ambos
progenitores, JA, 2000-1-654; GARCÍADE GHILINO, Derech~ak visitus, "Derecho de
Familia", no 12,p. 225.
COMUNICAGI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
45 Ver CNCiv, Sala F, 23/2/93, "V., A. R . , y otro e/G., F. V.", JA, 1994-
1-372.
46 Ver CNCiv, Sala B, 2618155, U, 81-72; id., Sala C, 26/3/75, LL, 1976-A-474
(33.104-S);id., Sala E, 23/6/81, ED, 97-698; CCivZTap, 16/12/41, JA, 1942-1- 497;
MAUANICH de BASSET, &R?c~o de v&Yisit&c,p. 113.
tendimiento en la pareja separada, los padres se encuentran en
condiciones de acordar entre sí cómo han de ser los encuentros
con los hijos comunes, sin necesidad alguna de auxilio del tribu-
nal. Es que el establecimiento de un régimen de contacto a
través de los jueces, y la consecuente necesidad de acudir a 6s-
tos para obtener su cumplimiento, contraria el devenir normal
de la convivencia; dentro de cuyo contexto la comunicación de-
bería formar parte de la rutina diaria, sin necesidad de la inter-
vención de otras personas4?.
Como una indicación general, tal vez más teórica que prác-
tica, podría decirse que no es 10 mejor una estipulacidn previa y
detallada de los encuentros, por lo que seria bueno tender a que
los progenitores no acudan a fijaciones rígidas. Las estrictas
reglamentaciones no son muy recomendables, ya que tal vez
quitarfin naturalidad a la cornunicaci6n, se corre el riesgo de
tornarla superficial y -al quedar trabada su fluidez- el efecto
bien podría ser la consiguiente pérdida de espontaneidad en el
contacto. Una parte importante de la doctrina, aun fuera del
ámbito jurídico y más en el terreno interdisciplinario, ha dicho
que si la relación entre padres e hijos obedece a un programa
rigurosamente establecido, bien podrfa acontecer una deshuma-
nización de los vínculos48. De ahí que, con acierto, se sostuvo
que el tema tiene dos respuestas, la ideal y la real; debido a que
-por lo regular- se llega a las reglamentaciones cuando han fra-
casado los convenios donde se estableció un "régimen amplio"
de comunicaci6n y los problemas presentados generaron un cli-
ma de desconfianza entre los progenitores.
No puede negarse que un pacto de "amplitud" en los en-
cuentros, sin otras especificaciones, puede dar origen a com-
plicaciones de orden práctico a la hora de denunciar los incum-
plimientos y exigir la ejecución de lo acordado; precisamente
6
' Ver CNCiv, Sala B, 15/9/09, "B., H. R. C/D.B., A.", R. 530.857.
lado, el padre que pretendía una mayor y cotidiana comunica-
ción directa con el hijo; por el otro, una madre que vivía como
invasiva esa permanente intromisión paterna en la esfera de cui-
dado personal que ejercia ella sobre el hijo; lo que se vio incre-
mentado por su condición de trabajadora que pasaba largas jor-
nadas fuera del hogar, en comparación con un padre con mayor
flexibilidad horaria.
En el fallo en comentario, se entendió que la solución pre-
vista -una hora diaria para celebrar la comunicaci6n telefónica-
era suficiente, ya que se percibia que esa aspiraci6n del padre a
ampliar los horarios respondía más a una exigencia de él que al
propio interés del niño. Sin embargo, a los fines de atender a
los intereses de éste, fue estimado oportuno y l6gico que el hijo,
cuando así lo desee fuera del horario antes mencionado, podía
tomar contacto con los números telefónicos del progenitor; por
lo que de ese modo se respondía más acabadamente a los de-
seos y necesidades de aquélS2.
205. ACTIVIDADES
DEL N&O Y EL &GIMEN DE COMUNICA-
crónr Los TIEMPOS DE LOS PROGENITORES. - ES bueno, como prin-
cipio, que la instauración de un régimen de contacto entre el
hijo y el padre que no tiene sobre aquél el cuidado personal (ni
permanezca con el niño el tiempo principal), no conduzca a
la interrupcidn de las actividades que venia desarrollando el
hijo. Pero este criterio no tiene que ser extremado, al punto
de descargar sobre las espaldas de éste numerosos compromisos
extraescolares, de suerte que -en los hechos- se entorpezca la
comunicación que se pretende mantener. Lamentablemente, es-
tas situaciones se suelen presentar; en las cuales puede aconte-
cer que quien tiene el cuidado principal del Rijo se oponga a la
extensión de los encuentros con el pretexto de que dificultaría
las labores que desempeña el niño, utilizando entonces dicho
"argumento" como una herramienta solapada para entorpecer
el vínculo. Sobre el punto, tres son las directivas que se po-
drían establecer. Veamos.
En primer lugar, como surge de lo expuesto, no parece po-
sitivo un exceso de actividades del niño que erosione su volun-
tad -por el cansancio inevitable que le ocasionan- y que a la
9 206. DURAGI~N
Y FRECUENCIA DE U COMUNICACIÓN MATER-
NA O PATERNO-FILIAL. REG~MENES
ORDINARIO Y EXTRAORDINARIO
DE CONTACTOS. INCIDENCIAS.
- Por razones didácticas, analizare-
mos por separado el tema de la duración y frecuencia de los
contactos, y la cuestidn de los regimenes ordinario y extraordi-
nario y sus incidencias.
a) DURACI~N Y FRECUENCIA DE LOS CONTACTOS. De manera ge-
neral, y sobre todo cuando la comunicación se entabla con el
padre, y dada la funci6n simbólica que éste ejerce, se ha dicho
desde el psicoanálisis que interesa menos la frecuencia que la
regularidad, no siendo en principio necesario que los contactos
se efectivicen de manera intermitente. Entonces, de acuerdo a
las circunstancias, puede resultar al niño menos doloroso y trau-
57 Ver DOLTO, Cm& los padres se sepuran, p. 39, 40, 56, 59, 64 y 66;
- BWSLEE,Padres s hvos deqmds dsl divorcia,p. 324 y 329.
WALLERT~EIN
68 Ver CNCiv, Sala A, 12/3/96, LL, 1996-D-332.
en el mismo inmueble donde habita el padre con el cual se
contacta es de superlativa importancia para lograr los mencio-
nados efectos p sicol6gicos y emocionales, pues aumentarán los
espacios para compartir y se conseguirá una comunicación más
trascendente69.
Si ya se mgresa en la adolescencia, habrA que analizar las
caracteristicas personales del hijo, saber cuáles son sus deseos
y necesidades; y, por supuesto, no sería atinado establecer lími-
tes a priori para los encuentros; vale decir, que sobre la cues-
tión no se pueden determinar reglas generales de antemano y
en abstracto. En unos casos, el vínculo quizá llegue a tener
una duraci6n y frecuencia que comporte prácticamente un siste-
ma de cuidado personal compartido alternado (en la terminolo-
gía del art. 650, Cód. Civil y Comercial), equivalente a lo que se
denomina en nuestro medio "guarda o tenencia compartida o
alternada" (ver 199); aunque en otros supuestos la situaci6n
puede tal vez no presentarse de esa manera, sino más bien a la
inversa.
En todo caso, con hijos ya adolescentes, hay dos lineamientos
que parecen adecuados respetar. Uno, que el régimen de en-
cuentros no sería plausible imponérselo, pero -más allá de ello-
el "deber de comunicaci6n" no debiera perturbar el devenir nomial
de la vida del hijo, afecthndose negativamente las actividades
que desempeña o en las cuales tiene particular interés. El otro
lineamiento es que, de cualquier manera, tampoco sería saluda-
ble que el adolescente este sujeto a un programa de contactos
demasiado estricto; esto es, un régimen encorsetado, monolítico
y prefijado de antemano. Tal aserto no impide sostener, de to-
dos modos, que tendria que seguir vigente el criterio general
antes expuesto, en el sentido de que el vínculo del hijo con
sus dos padres debe ser lo m& intenso posible. Ya hoy se
encuentra superada aquella vieja premisa que centraba toda la
atención en un solo progenitor, desatendiendo al otro. Precisa-
mente por eso, resulta caduca la concepción de considerar al
padre como un ser periférico, desconectado de las reales necesi-
dades del niño.
64 Ver CNCiv, Sala B, 15/9/09, "B.,H. R. cíD. B., A.", R. 530.857;id., Sala C,
24/3/81, LL, 1983-A-565. Ver, también, CNCiv, Sala B, 20112113, "R., F. J. d A . P.,
M. E.", R. 629.172.
66 Ver RNEROHERNANDEZ, El derecho de visita, p. 201.
pasar con él todo el verano o dos meses) ; el total de las vacacio-
nes de invierno; algo similar en Semana Santa; etcetera.
Otro caso en que no regir6 un régimen ordinario de comuni-
caci6n es cuando se esta ante niños de escasa edad; y el10 por
la severa dificultad que podría acontecer si éstos -digamos
bebés- pasen períodos prolongados con el otro progenitor. El
juez, en estos supuestos, y si no hay posibilidad de arribarse a
acuerdos por la controversia existente entre los padres, podrá
fijar regimenes escalonados e n el tiempo, de forma tal que
los contactos aumenten en su duraci6n a medida que los hijos
vayan creciendo; y esta herramienta merece ser tenida en cuen-
ta debido a las demoras que se producen en los tramites judi-
ciales. También habrá que acudir a estos regimenes especia-
les en los casos de enfermedades (de los mos o del progenitor);
internaciones; detenciones en establecimientos carcelarios , et-
cétera.
También, una situacion que requerir6 una atención especial
(excluyendo un regimen ordinario de encuentros) es cuando el
progenitor que requiere la comunicaci6n con su hijo trabaja los
fines de semana; como sucede con las personas que desempe-
ñan tareas de seguridad, o llevan a cabo labores en restauran-
tes, bares y hoteles. Esta ausencia forzada del padre o madre
durante ese tiempo es dable de ser suplida por familiares de es-
tos -como los abuelos- los que podrian tomar a su cargo ocu-
parse de su nieto hasta que el progenitor regrese al hogar des-
pués de haber cumplido la jornada de trabajo. También aqui
el hijo, en lo posible, deberá adoptarse a las posibilidades de su
padre; y así estar disponible para juntarse con él en los dias
francos que éste disponga. Lo mismo ha de suceder cuando el
progenitor beneficiario de los encuentros se halle en prisi6n (ver
3 203 y 229).
En referencia al tema que nos estamos ocupando, cabe ha-
cer alguna alusi6n a las ropas y objetos del niño. El progenitor,
con quien el hijo convive el tiempo principal, es el que habitual-
mente se ocupa de las mentadas compras dado que es el que
mejor conoce las necesidades de éste. Desde el mencionado
enfoque, será ese padre el que debe facilitar al otro, cuando
venga a recogerlo, el bolso respectivo con las ropas y objetos
necesarios; con el compromiso del padre discontinuo de reinte-
grar esos elementos. Desde luego, que lo referido no impedirá
COMUNICAGI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
5 207. CAMBIOS
UNILATERALES DE RESIDENCLI DECIDIDOS POR
EL PROGENITOR. REMISI~N. - El tema en estudio -el régimen de
comunicación- se vincula a los casos en que uno de los progeni-
tores, a cargo del cuidado personal principal del hijo, decide
unilateralmente un cambio de residencia; por ejemplo, trasla-
dándose con el niño de una provincia a otra; dado que puede
llegar a afectar seriamente el mecanismo de contactos interper-
sonales establecido con el otro padre. El asunto, tal como lo
hemos analizado en el 9 120, al que remitimos, se agudiza en los
supuestos en que ese progenitor tiene el ejercicio exclusivo de
la responsabilidad parental; hipótesis en que quizá podría
sostenerse que la referida mudanza la puede ejecutar por su
cuenta, y que es el otro progenitor quien tendría que acudir a
la vía judicial para revertir la situación (art. 642, C6d. Civil y
Comercial).
Dejando de lado los casos más comunes donde ambos pa-
dres tienen el ejercicio de la responsabilidad parental, supues-
tos en los que, indiscutiblemente, la mudanza de domicilio no se
podrá efectuar si no media el acuerdo entre ellos, la cuestión no
autoriza a concluir que la decisión podrá ser unilateral en las si-
tuaciones donde un solo padre tiene el ejercicio exclusivo de la
responsabilidad parental. Es que el tema no corresponde ser
analizado de modo tan lineal. Sucede que las decisiones per-
sonales del progenitor que impulsa el cambio de residencia no
tienen por que alterar el regimen de comunicacidn que el
68 Ver B ~ u u s c ~ o ,
Traslado del h$jo menor de edad e impedimento de
contacto, "Revista d e Derecho de Familia y de las Personas", año VI, 2014,
p. 32.
69 CNCiv, Trib. de Feria, 19/1/54, LL, 74-101.
m Ver CNCiv, Sala K, 6/12/99, U , 2007-E-877.
71 Ver BELLUSCIO, T ~ u s l a d odel hijo menor d e edad e i m p e d i m m t o de
contacto, "Revista de Derecho de Familia y de las Personas", año VI, 2014,
p. 32.
2 08. ESTABLECIMIENTO O REANUDACI~N DE LOS V~NCULOS
MATERNO O PATERNO-FILIALES. - E S tr echament e vinculado con la
duración y frecuencia del régimen de comunicación (ver el 206),
se hallan los casos en que se busca establecer en los hechos,
por primera vez, un vínculo entre el progenitor y su hijo (rela-
ci6n que, por circunstancias diversas, no pudo concretarse en la
realidad), o bien los supuestos -más frecuentes- en que se trata
de la reanudación de los vínculos interrumpidos; como sucede
con la pareja unida con hijos, que se quiebra, y que -a conse-
cuencia de este corte- se opera un lamentable distanciamiento
entre los niños y uno de sus padres.
Desde luego que, en las hipótesis que se acaban de mencio-
nar, esas circunstancias facticas que se presentan (la falta total
de contacto por tiempos prolongados), condiciona severamrzr
te la duración y frecuencia de los encuentros; pues es pacifica la
jurisprudencia al decidir que en estas situaciones el régimen de
comunicación se debe llevar a cabo "en forma paulatina y pro-
gresiva", pues hay que dar "los pasos necesarios para ir camino
al restablecimiento del vínculo paterno-filial"72;expresándose si-
milares conceptos al señalarse que la reanudación "deberá ha-
cerse en forma gradual y progresiva, debiéndose evaluar la evo-
lucion del vínculo paterno-filial"7s.
Debe prevenirse, no obstante, que muchas veces no alcan-
zará con la conducta prudente de restablecer el vínculo paulati-
namente, sino que además -debido a lo agudo de la ruptura- va
a resultar necesario contar con el auxilio de los asistentes so-
ciales nombrados por el juez (ver $ 209), de los espacios ins-
titucionales (ver 5 210), o bien -si fuere el caso- valerse del
acompañamiento terapéutico (ver S 11). A estas cuestiones
nos referiremos seguidamente.
209. INTERVENCI~N
DE LOS ASISTENTES SOCIALES EN LA
REVINCULACIdiV MATERNA O PATERNO-FILM. REMISIONES. - La pro-
fesión relativa al "servicio social" o "trabajo social" esta regula-
da -en el ámbito de la Capital Federal- por la ley 23.377. Se la
2 10. TRABAJADORES
SOCIALES Y u REVINCUUCI~N MATE&-
N A O PATERIVO-FILLAL EN LOS ESPACIOS INSTITUCIONALES. - E n 10
atinente a la revinculación materna o paterno filial, los trabaja-
2 13. R ~ G I M DE
E NCOMUNICACI~NY EL PRINCIPIO DE ESTA-
BILIDAD. REMISI~N. - El principio de estabilidad o continuidad
es central para la vida del niño; y en relación a su contenido,
alcances y límites, nos hemos referido en los 9 148 y siguientes,
a los que remitimos. El tema también se vincula a los casos en
que los traslados unilaterales de un progenitor puede afectar el
régimen de comunicación habitual con el otro padre y, consecuen-
temente, lesionar la estabilidad del niño; por lo que corresponde
que, igualmente, nos remitamos a lo desarrollado en el 4 207.
Desde luego que, en lo que aquí nos interesa, el principio
de estabilidad o continuidad ejerce su influencia en las fijacio-
o E R N ~ EElZ &rechO
Ver R m ~ H , de v W , p. 151, 195 a 207, 263, 277 y
278;SERRANOCASTRO,Relaciones patem-filiales, p. 110, 139, 154 y 156.
COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 591
ne S, modificaciones, ampliaciones, reducciones y modalidades de
la comunicación entre padres e hijos. Véase que, en un caso, se
habia presentado una delicada situaci6n familiar que detemnin6
que el cuidado personal del hijo se trasmitiera de la madre al pa-
dre. El servicio de terapia familiar de un hospital de Buenos Ai-
res, con carácter provisorio y teniendo en cuenta las necesidades
del niño, había sugerido que el contacto con la progenitora se
produjera todos los fines de semana (con excepcidn del primero
de cada mes), donde la madre retiraria al hijo a las 18.30 horas
del día sábado y lo reintegraria a las 20 horas del día siguiente.
Sin embargo, el juez de la instancia anterior se apartó de ese dic-
tamen e incorporó un día mhs a los encuentros; con lo que la co-
municación tenía comienzo los días viernes, y no el sábado.
En el caso que comentamos, el otro progenitor deduce ape-
lacidn -se agravia porque el juez no siguió el dictamen pericial-
y el expediente arriba a la CAmara cuando habían transcurrido
cinco meses, en los que el mecanismo de contacto se venía cum-
pliendo como lo había ordenado el magistrado de la primera ins-
tancia. La alzada, al decidir el recurso, admitió que hubiera
sido m8s acertado fijar el régimen de comunicaci6n con la mo-
dalidad propuesta por el servicio de terapia familiar del hospital
interviniente. Sin embargo, tuvo en cuenta que durante los men-
cionados cinco meses venía cumpliéndose el contacto materno-
filial "sin que se hayan evidenciado dificultades al respecto".
Desde esa perspectiva, se propicio la confirmación del régimen
que se venía desarrollando; para lo cual fue considerado rele-
vante que ya se había afectado el principio de estabilidad cuan-
do el cuidado del niño pasó de la madre al padre; lo que trajo
aparejado el cambio de barrio (muy distante del anterior), y la
intervención de otro terapeuta, otra escuela, otro odont6logo y
otro pediatra. En tal virtud, se evaluó que resultaría inconve-
niente disponer nuevos cambios -de cualquier naturaleza que
fueren- susceptibles de generar, por segunda vez, conflictos de
adaptación y alterar el entorno espacial, social y afectivo del
niño; con perjuicios para él94.
He aquí, entonces, como a veces el principio de estabilidad
tiene un rol decisivo en las resoluciones judiciales referentes a
los regímenes de comunicaci6n.
3 2 15. PROCEDIMIENTO
APLICABLE A LOS REG~MENESDE COMU-
N I C A ~ I O N . REMISIONES.
- El Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación no establece especificamente qué trámite deben te-
ner estos procesos. En el derecho de fondo, cuando regía el C6-
digo Civil anterior, su art. 376 bis hacia referencia al 'Ijuicio su-
mario", y la norma se consideraba aplicable analógicamente, en
lo que corresponda, a las relaciones entre padres e hijos. En la
actualidad, el art. 555 del Cód. Civil y Comercial expresa que se
aplicar&-para estas cuestiones- "el procedimiento más breve
que prevea la leg local". De todos modos, esas indicaciones
de la ley sustantiva no parecieran señalar que debe disponerse
un trámite específico -que es materia de las leyes procesales lo-
cales- sino que lo que se pretende y exige es que se acuda a la
v i u mds rápida posible para la solución del diferendoM".
Conforme a lo explicitado, constituye un error ordenar -como
lo hacen no pocos jueces- el procedimiento del juicio ordinario,
en atención a la lentitud que conllevan. De ahí que se haya
propuesto que los conflictos en estudio deban ventilarse como
zrzcidentes (art. 175 y SS., CPCCN)97.
9 218. INAPLICABILIDAD
DEL PRINCIPIO DE I*A COSA JUZGADA.
&?MISI~N. - La cosa juzgada no rige como principio en las reso-
luciones que se dicten en los procesos de regímenes de comuni-
cación. Sobre los alcances de esta afirmación, remitimos a lo
que exponemos en los 6 75 y 219.
VICISITUDES EN EL REGIMEN DE COMUNICACI~N
MATERNO O PATERNO-FILIAL
9 2 19. AMPLIACIONES
Y REDUCCIONES DEL &GIMEN DE COMU-
lo que hace a las ampliaciones y reducciones
N I C A C I ~ N .- Todo
del regimen de comunicación, obviamente que está guiado por
el principio del interés del niño; y es ese interés lo que detemi-
na que en el referido ámbito no pueda hablarse de cosa juzgada,
y por eso una directiva básica en la materia es que el r6gimen
es esencialmente modificable de acuerdo a las circunstancias
que se presenten. Sin embargo, la liviana mutabilidad tampoco
tiene que ser admitida derechamente, pues de lo contrario se
afectaría el principio de estabilidad o continuidad, que no es da-
ble dejarlo de lado sin razones que lo justifiquen (ver $ 148 y
siguientes)'.
Es bueno denotar, no obstante, que el enfoque ha de ser ra-
dicalmente dzferente según que se pida una ampliación del con-
tacto o, en sentido opuesto, una reduccion de el. En relación a
las ampliaciones del régimen se ha de aplicar un criterio amplio
y favorable a su concesión; más aún, ni siquiera sería necesario
en principio que el pretensor colecte una prueba específica que
certifique la conveniencia de la ampliación de la comunicaci6n;
y ello debido a que cabe presumir -salvo acreditación en con-
trario- que un mayor contacto y estrechamiento del vinculo
entre padre (o madre) e hijo ser6 beneficioso para este. E s
que la tendencia apunta a que en las relaciones materno o pa-
terno-filiales se logre cada vez más intensamente un contacto
fluido y libre y, en lo posible, sin restricciones.
11 Ver CNCiv, Sala A, 10/7/92, LL, 1994-B-679; id., Sala B, 3/8/89, ED, 137-
562; id., Sala C, 1/11/90,ED, 141-796;id., Sala F, 10/2í94,JA, 1994-TV-173,secc.
indice, no 14; C2" La Plata, Sala 1, 519196,U B A , 1998-150;Boss~wr- ZMONI, Ma-
nual de derecho de familia, p. 396, 9 458; Attss M O N ~ R IDE O CEW CER-
N ~ M Derecho
, dg v*tm a los hvos por el pudre m c m v i w k n h , LL, 1994-
B-679;h h m u a c ~DE BASSET,Derecha de ?ris.itas, p. 159; GIL, El incumplimiento
del dphwn de visitas u las mtreintes, LLBA, 1998-149; BLANCO, VZSitm. Dere-
cho de, "Enciclopedia de Derecho de Familia", t. IiI, p. 922;BORDA, Tratado. Fu-
milia, t. 1, p. 486 y 487.
12 Ver B-RT - ZANNONI,Manual de derecko de familia, p. 396, 8 458;
BELLUSCIO, R d g i m de visitus, p. 124; SAB~BRIZW,TTatado de &echo d.e familhz,
t. V, p. 83; OTERO,Tmmciu y r é g z m de vfsisitas, p. 263.
VICISITUDES EN EL &GIMEN DE COMUNICACI~N
l8 Ver CNCiv, Sala K, 29/11/95, ED, 170-239, dictamen del asesor de meno-
res; en sentido contrario, CCivCom San Isidro, Sala 1, 5/4/97, LLBA, 1997-1060.
'9 G o m , V i d a s dg l
a abuela a la ngta, ED, 170-236;W c a DE B m ,
Derecho de v&ita.s, p. 93. Ver, tanbien, BORDA,Tratado. Familia, t. 1,p. 491.
20 Ver CNCiv, Sala B, 3/8/89,ED, 137-561, con nota aprobatoria de BIDART
CWOS - HERREMWRF, El r é g i m de visitas de los hijos con m padres, el de-
ber constitucional de pmtecMn a la famzliu.
21 DI bu, La legktimwh5n de los dewminados regirnenes de vWtas,
JA , 2003-111-422.
que no cabe una sujeción del modo que se plantea y que, al
menos, no corresponde computar s61o una edad cronológica
determinada, pues influirá también la madurez intelectual y psi-
cológica del niño o adolescente. Este criterio, por lo demás, es
el de la Convenci6n sobre los Derechos del Niño, que incorpo-
ra el concepto de la autonomía progresiva y la capacidad de
ejercicio; como lo es, igualmente, el de la ley 26.061 (arts. 19,
inc. a, y 24, inc. b ) .
Claro está que cada causa merecera un estudio particulari-
zado. Podrá surgir, por ejemplo, que la cerrada oposición de
los hijos a reunirse con su padre o madre tenga plena justifica-
ci6n en actitudes asumidas por éstos, de las que se evidencia "la
falta de un efectivo interes en rectificar sustancialmente graves
conductas anterioresMz2.Sin embargo, la experiencia indica que
muchas veces la resistencia del niño obedecerá a una suerte de
"complicidad" con el progenitor que esta a cargo de su cuidado
personal principal; o sea, que el discurso real pertenecerá a
éste, aunque se verbalice por aquél. Ello determina, por lo tan-
to, que en esos casos la negativa del hijo no responderá a su
deseo y, consecuentemente, tampoco a su legitimo interés. Es
que, en puridad, no se presenta aquí una verdadera oposición
del niño; este está capturado por su progenitor, quien es el que
en la realidad plantea (aunque solapadamente) la resistencia al
contacto (ver 9 243).
En concreto, aunque exista un fuerte rechazo del hijo, en-
tendemos que el tribunal tiene que poner todos los medios a su
alcance para restablecer una adecuada relación, obrando con sumo
cuidado y cautela; y dejando a salvo hip6tesis excepcionales (p.ej.,
cuando la denuncia de abuso sexual tiene una altisima probabili-
dad de ser cierta) en las cuales seria contraproducente realizar
-al menos por el momento- intentos de revinculación.
Pero dejando de lado los mentados casos muy particulares y
excepcionales, el juez deberá adoptar una conducta activa enca-
minada hacia la revinculación. Asl, disponer el tratamiento psi-
cológico individual de los padres e hijo, un proceso terapeutico
de tipo relaciona1 que incluya a ambos; e, incluso, un tratamien-
t o de coparentalidad de los progenitores (remitimos al 5 2 11). No
obstante, no hay que ignorar las severas dificultades que se
24 Ver CNCiv, Sala B, 19/3/09, "K., M. cK.,M. D.", U, 2009-B-709, con nota
de G o W , y LL, 2009-C-408.
Ver CNCiv,Sala C, 1/11/90, "1. de V., C.cm., M. J.", LL, 1992-B-2.
Ver CNCiv,Sala D,25/4/85, "G., A. E. fl.,S.",LL, 1985-C-588,y LLonline,
AR/JUR/131/1985.
VICISITUDES EN EL &GIMEN DE COMUNICACI~N
55 J. O.", R. 132.720.
Ver CNCiv, Sala G, 29/12/95, "Y. de 1. d.,
Ver CNCiv, Sala B, 1014197, "O.,C. H. O.,A.", R. 199.001.
VICISITUDES EN EL RÉGIMEN DE COMUNICACI~N
hacia cuatro años que las hijas no tenían vinculacion con su pa-
dre y, ante el requerimiento de éste, en la instancia de grado se
dispuso que los contactos se realicen por intermedio de una ins-
tituci6n especializada, "siempre y cuando las hijas así lo deseen
y de acuerdo a la oportunidad y modo que aconsejen los tera-
peutas". El progenitor interpone el pertinente recurso requi-
riendo que el régimen de comunicaci6n se reanude "en forma
coactiva"; lo cual es denegado por la Camara.
La alzada, en el juicio de marras, evaluó que las adolescen-
tes interesadas tenían ya diecisiete y once años de edad, por lo
que no resultaba aconsejable utilizar el imperium judicial para
la concrecidn de los encuentro^^^. Lo así decidido resulta al
menos opinable, mas allá de que, obviamente, se descarte e1 uso
de la fuerza pública. Por de pronto hubiera sido necesario inda-
gar un poco mhs con estudios especializados para definir la situa-
ción; aI menos respecto de la niña de once años. Era necesario
conocer cuál era la voluntad de las hijas y si se la podía consi-
derar genuina, y no inducida por la madre. En todo caso, insis-
timos, no se trata de imponer coactivarnente un sistema de co-
municación sino -lo que es distinto- establecer el compromiso de
la progenitora de conducir a sus hijas (o, al menos, a la que tenía
bastante menor edad) a un espacio terapéutico y que sean los
profesionales interwiientes los que propongan el camino a seguir.
Más cuestionable todavía es otro fallo que se atuvo seca-
mente a la constancia obrante en la causa donde se certificaba
que los niños -que se los consideraba con el discernimiento ne-
cesario para hacer valer su decisión- no querian por el momen-
to mantener encuentros con su padre, ni siquiera asistidos o
controlados por un trabajador sociaP8. Volvemos a lo señalado
anteriormente, en el sentido de que no estimamos acertado to-
mar la expresión negativa de los hijos para decidir sin antes rea-
lizar comprobaciones para determinar en qué medida las even-
tuales oposiciones se las puede considerar realmente autbnticas,
genuinas y razonables.
225. OTROS
CASOS JUDICIALES DE PROHIBiCI6N DE ACERCA-
MIENTO. DENUNCIAS DE MALOS TRATOS O DE ABUSO SEXUAL. CA-
MARA GESELL. En una causa, transcurrido un tiempo de dispo-
-
53 Ver CNCiv, Sala B, 27/11/14, "D.P. de M.e 1. dZ., C.J.", expte. 5660í2014.
interesados en desvalorizar y denigrar la figura paterna, y no en
recuerdos o experiencias vividas personalmente".
Ante el panorama que exhibía el caso de marras, el máximo
tribunal de Mendoza no mantiene la prohibicidn de acercamien-
to (ordenada en primera instancia), pero tambikn suspende el
régimen de comunicación que habia dispuesto la Cámara intervi-
niente. En lugar de las citadas medidas, se resuelve que la fa-
milia afectada concurra a un proceso de revinculacion terapéu-
tico de manera compulsiva (la llamada terapia bajo mandato
judicial, ver § 247), disponiendo la aplicación de severas sancio-
nes para el caso de in~umplimiento~~.
Es muy importante precisar que la circunstancia de que un
progenitor haya sido absuelto en una causa criminal incoada
contra él por un supuesto abuso sexual contra su hija no signifi-
ca que, automi~ticamente,se deje sin efecto la prohibición de
acercamiento y se restablezca el régimen de comunicación entre
ambos. Aqui podrá advertirse la distinta mirada que tiene la
jurisdicción penal de la civil.
Sobre el punto en análisis, observemos en un particular
caso en que la juez de familia rechazó el pedido del padre de to-
mar contacto con su hija de dos años; a pesar de que, como lo
dijimos, aquél habia sido absuelto por la justicia represiva. En
la sentencia emitida en esa causa, y abordando primero la cues-
tión formal, la magistrada especifica que la resolución absoluto-
ria en el juicio criminal por abuso sexual infantil no tiene carác-
ter de cosa juzgada para la esfera del derecho de familia. Se
aclara en el fallo que "el ámbito penal es meramente punitivo,
mientras que el civil reviste la condición de tutelar".
Al ingresarse más concretamente en la cuestion de fondo, la
sentencia que describimos se sustenta en esencia -para denegar
la revinculación reclarnada- en las experticias que tuvo a la vis-
ta. En ellas se decía que se hallaban "altos indicadores especí-
228. REQUERIR~IENTOS
DE S U S P E N S I ~ NDEL CONTACTO TRAS
LA I N V O C A C I ~ N DE EFECTOS PERJUDICIALES EN LOS HIJOS. - LOS
tribunales reciben a menudo pedidos de suspensión del régimen
de comunicación que se desarrolla con uno de los padres; re-
querimientos que suelen estar fundamentados en los eventuales
perjuicios que esos encuentros provocarían en el hijo.
El órgano judicial tiene que obrar con la debida precauci6n
ante las denuncias en las que se sostenga los malestares físicos
o psíquicos que se producen en el niño a causa de los contactos
materno o paterno-filiales; sobre todo porque muchas veces se
estará ante reacciones que no tienen su origen en un rechazo
del hijo a su progenitor. Es común que los fenómenos contem-
plados no sean atribuibles a personas en concreto, sino a la
peculiaridad de la situación; y por ello tales síntomas podrían
constituir una forma particular de lenguaje de que se vale el
niño; el que habrá que descifrar mediante la pertinente inter-
venci6n terapéutica60.
Hubo pronunciamientos que dispusieron la suspensión pro-
visoria del régimen de comunicación, a raíz de la "traumatiza-
ción psíquica" que padecía el pequeño al entablarse la comuni-
caci6n con el padree1; pero es bueno recalcar que el criterio
m Ver CNCiv, Sala A, 1017t92, LL, 1994-B-679, con nota aprobatoria de ALLES
MONASTERIODE CEE~IAMCERNADAS, Derecho de v.is2tas a los hijos por el padre no
convivimzte.
m Ver CNCiv, Sala M, 13/3/00,"G. de A., G. G. m.",expte. M268684; íd.,
Sala B, 1014197, "O., C. H. cm.,A."; id., 2016/89, "B. A. C. J. y otro cm. R. A. A-";
id., Sala F, 22/12/03, "C., L. B. c/B., C. A. T.",LLonLine; id., id., 29/6/79,LL,
1979-D-274; id., Sala 5, 14/12/04,"M.,M. N. CM., M. F. y otro", Umline;id. Sala
L, 26/12/97, "A., G. P. dM.,C. T.'',U , 199&D-245; id., Sala D, 25/4/85, ED,117-622;
id., id., 31/12/58, LL, 94-80; id., Sala C, 13/5/82, T, M. A."; id., id., 13/4/83, "Ch. de
N,, S. cm., R."; id., id., 2/6/82, LL, 1982-D-261;id., Sala A, 18/3/54, JA, 1954-iII-31.
VICISITUDES EN EL RÉGIMENDE COMUNICACI~N 635
9 229. JURISPRUDENCL~
CONCORDANTE QUE HA DENEGADO LAS
SUSPENSIONES. DIVERSAS SITUACIONES. - En línea con lo explici-
tado, se ha denegado la suspensi6n del régimen de comunica-
ción cuando se advirtió que los cuestionarnientos efectuados por
la apelante "parecen responder más a una puja de intereses de
los adultos que a una actitud motivada en lo que resulta el mejor
interés del niño involucrado". Por supuesto, no ha de impedir el
contacto la circunstancia de que los estudios realizados compme-
ben que en el caso los progenitores del citado niño conforman
"una pareja de padres altamente disfuncional y conflictiva, con
dificultades para revertir la situación"; y que el hijo "se encuentra
inmerso en el entrampe vínculo familiar, llegando a ocupar el lu-
gar de objeto de disputa entre los progenitoreswB4.Ello es así
porque no importa una solución aceptable el corte de los víncu-
los cuando se está ante familias con claros rasgos patológicos.
En otro precedente, la que tenía a su cargo el cuidado per-
sonal de la hija, denunció una situación de abuso sexual cuyo
presunto victimario seria el padre. Tras un tiempo donde no
hubo relaci6n entre éste y la niña (de cuatro años de edad), y
luego de producirse el sobreseimiento del imputado en sede pe-
nal, el juez de grado decide la revinculación paterno-filial en un
ámbito supervisado; situación que motiva el recurso de la proge-
nitora, la que se opone a la reanudación de los contactos. El
argumento central de ésta residía en que, a raíz de los encuen-
tros asistidos con su padre, la niña se vería afectada por una
supuesta agudizacidn de la enurecic, encopresis y actos mastur-
batorios. Sin embargo, con los análisis especializados efectua-
dos, se comprobó que los problemas que presentaba la hija
eran mas bien una consecuencia de la frustración derivada de la
separación de sus padres, y que aqublla estaria siendo someti-
da a una fuerte presión emocional. Se aclaró por los expertos
que la ansiedad descripta en los juegos, la encopresis, enuresis
y ciertas reacciones masturbatorias estaban presente en dicha
hija mucho antes de que se dispusiera la revinculación con su
padre.
Vale decir, que en los citados actuados se verificó, con los
informes técnicos colectados, que no habría una asociación ne-
cesaria entre esas reacciones de la niña y la imagen paterna;
Ver CNCiv, Sala L, 410199, "G., M.C. a,, M. F.", expte. 55.208.
81Ver CNCiv, Sala J, 14/IW04, "M., M. N. CM.,M. F., y otro", Uonline;
JuzgPazLetr VGesell, 14/8/06, "B., G. c/R., M. N,",LLBA, 2006-1393.
VICISITUDES EN EL RÉGIMEN DE COMUNICACI~N
tas, resultaría que en toda denuncia que efectúa uno de los pa-
dres habría que suspender automáticamente el contacto con los
hijos ante el riesgo de que se acreditaran los hechos articulados;
actitud que evaluamos inadmisible. En definitiva, estimamos
que decisiones como las comentadas solo pueden considerarse
prudentes si el magistrado arribó a la convicción moral de que
el abuso -u otro severo daño- pudo realmente haber aconteci-
do; es decir, cuando objetivamente ha llegado a su manos cons-
tancias de la causa criminal de las cuales se desprenderia la
fuerte verosimilitud de que el hecho denunciado ha tenido efec-
tivamente lugar. De lo contrario, cabe insistir que -en el inte-
rregno- lo que se manifiesta como lo menos perjudicial es ins-
trurnentar un sistema de comunicacion asistido por trabajadores
sociales o, si correspondiere, ordenar la concurrencia de los afec-
tados a un dispositivo terapéutico (ver 209 a 211).
3 232. SUSPENSIONES
JUSTWICADAS AL-
DE LA COMLNICACI~N.
CANCE DE LAS MEDIDAS. - Más alla de las situaciones en que la
naturaleza de los hechos ejecutados por uno de los padres con-
tra su hijo -y debidamente probados- revisten una gravedad de
tal magnitud que torna insostenible mantener un rdgimen de co-
municación (y que no merecen consideración especial por lo ob-
vio del caso), la jurisprudencia nos muestra otras circunstancias
donde también surgiría tal vez como entendible el corte tran-
sitorio del contacto. Verbigracia, son los supuestos en que el
progenitor que peticiona los encuentros no exhibe voluntad al-
guna en modificar sus actitudes, a pesar de haber sido intimado
a cesar con su conducta; asi, la hipótesis en que el padre en
cuestión se resiste a acreditar en la causa el tratamiento psico-
terapéutico que se le encomendó expresamentes3.
El tema en análisis es harto complejo porque, si prescindi-
mos de los estudios encomendados (ante la resistencia a practi-
carlos), será muy difícil remover la difícil trama que se presenta
en una determinada familia, y precisamente por ello se justifica
que aparezca en escena la llamada terapia bajo mandato (ver
4 247). En otros casos, de igual manera, el mantenimiento de la
suspensi6n deviene necesaria cuando la madre, a quien se le ha-
bia cortado la comunicación por haber generado escenas de vio-
lencia familiar, no evidencia la voluntad de producir un genuino
cambio de actitud respecto de la situación vivenciada por sus
hijosB4. A la misma conclusión se arriba en el supuesto -similar
al arriba comentado- en que el progenitor no demuestra inten-
ción de colaborar ni de rectificar su conducta, obstruyendo rna-
nifiestamente las posibilidades de reencontrarse con sus hijosa5;
o, en fin, el caso en que el padre que exhibió un evidente des-
control emocional, persiste en él generando un ambiente de gran
tensioP.
233. PROHIBICI~N
DE ACERCAMIENTO, CORTE DE V~NCULOS
Y EL RESTABLECIMIENTO DEL CONTACTO: EL DEBER DE INFORMAR AL
NINO. REMISI~N. - Ya hemos hecho alusión en el 5 23 (al que
remitimos), al deber d e información que tiene el tribunal, res-
pecto del niño, a los fines de comunicarle a éste formalmente
las decisiones que se adopten en las cuestiones que le atañen.
En lo que se refiere al asunto que ahora estamos abordando, en-
tendemos que la justicia tiene el compromiso de transmitir
directamente al n M o tanto cuando se dispone una prohibi-
ci6n de acercamiento que lo afectar&, como en los supuestos en
que se procede a levantar las medidas restrictivas oportunamen-
te ordenadas. Los niños, en efecto, tienen que ser cowecta-
mente informados; y esta labor no puede ser suplida por los
progenitores o sus letrados. La comunicación al niño, desde
luego, no corresponde que sea sólo de la parte resolutiva, sino
que el tribunal tiene que explicarle a aquel las razones de
su decisibn; sea la imposición de la restriccidn; sea el levanta-
miento de ella8*. Con acierto se dijo que "el niño debe escu-
char al juez; tal vez uno de los referentes confiables que le que-
dan"89.
9 234. ENFERMEDAB
DEL PROGENITOR NO CONVWIENTE. RE-
MISI~N. ENFERMEDADDEL HIJO. - El tema ha sido tratado en el
3 157, al que remitimos. No obstante, veremos aquí los as-
pectos vinculados con el régimen de contacto materno o pater-
no-filiai.
Lbm FAURA, El derecho del niño cugos @.res estdm sepamdos, a man-
tener cmtacio c m ambos progaitores, JA, 1996-1-683; CAMPS- NOLFI, El Minis-
Público y la flectividad del derecha & los menores cugos paüres est4n
sepa~adosa mantener conmcto con ambos progenitores, JA, 2000-1-654.
91 Ver BOSSERT- ZANNONI, R @ m @al & $ L M e potestad, p. 278
a 279, en particular notas 33 y 37.
m Ver OTERO,%m& régimen de v ~ i t a sp., 217 y 218, y jurisprudencia
allí citada; SERRANOCASTRO,Relacioms puterm-filZales, p. 141.
VICISITUDES EN EL RÉGIMEN DE COMUNICACI~N
8 237. S U S P E N S ~ N ES
TRANSITORIAS O CAMBIO DE MODALIDAD
DEL RX~GIMEN.- Sin duda que pueden presentarse situaciones
susceptibles de generar la suspensión transitoria de los contac-
tos; asi, un traslado lejano del progenitor que obedece a cuestio-
nes laborales u otras circunstancias; o del mismo hijo por razones
de estudios u otros motivos justificados. Muchas veces, aun da-
dos estos eventos, no acontecerA propiamente una suspensión del
régimen de comunicación, sino el cambio de su modalidad;
tras la necesidad de que los protagonistas se adapten a los nuevos
hechos acontecidos; como ser -lo dijimos ya en el 206- pasar
de un régimen ordinario de comunicación a otro extraordinario.
Lo mismo ha de suceder -esto es, el cambio de modalidad y no
la suspensidn- cuando tengan lugar hechos sobrevinientes que
98 Ver CCivZTap, 21/4/42, LL, 26-401; CNCiv, Saia A, 31/7/56, LL, 84-258;
id., Sala C, 10/10/52, LL, 68-616; id., id., 1/7/80, LL, 1981-B-144; id., Sala D, 28/8/
53, LL, 72-694; id., id., 31/12/58, U, 04-81; id., Sala E, 23/7/81, LL, 1081-D-481;
CCivCom MdelPlah, Sala 1, 2/3/72, JA, reseñas 1972-590;Df~zDE GUIJARRO, Suspm
S& del h c i w a2 visitas a los huus ante la falta de cumplimiento de ka
obligacidn alimentarid, JA, 28-361; M~~MATTA, Suspm& judicial del régimen
ds visitas por zncump1imimto de la obligandn alimmtaria d.el progenitor,
JA, 1950-111-672; BORDA, IPrCGtCldO. Familia, t. 1, p. 422; MENDEZCOSTA,La presta-
c h alimenta&: su protecciún, JA, 1991-11-686;SAMBRIZZI, Tratado de derecho
de famzlia, t. V, p. 88.
Ver CCivZCap, 23/5/27', JA, 24-910; id., 16/12/44, JA, 1945-11-4; CNCiv,
Sala A, 27/6/85, LL, 1985-E-15; id., Sala B, 30111190, ED, 141-141; id., Sala C,
26/12/85, U, 1986-B-333;CSaCivCom LPlata, Sala 1, 7/7/50,JA, 1950-III-678;CCiv
Com San Isidro, Sala 1, 5/4/97, U B A , 1997-1060; SANCHEZ L a patriu
DE BUSTAMANTE,
potestad dumnte el juicio a2 dhorcw 9 una vez demtado el mism, LL,
88-955; G R ~¿ES, Id suspensidn del d d m de visitas una medida conve-
niente ank la fdta de los alimentos?,U , 1983-B-1055, F m m , en BUERES (dir.) -
HIGHTON (coord.),Código Civil,t. 1, p. 953. Este autor también reprueba la juris-
prudencia orientada a denegar al incumplidor alimentano la posibilidad de solicitar
la protecci6n compulsiva de su "derecho" de visita (ver CNCiv, Sala A, 27/6/85, LL,
1985-E-151).
generaría al hijo una carencia espiritual de variadas consecuen-
cias. Por otra parte, "la madre cuenta con otras medidas destina-
das a obligar al alimentante al cumplimiento de la p r e s t a ~ i 6 n " ~ ~ ~ .
Asimismo, se ha propuesto jurisprudencialmente un criterio
intermedio entre la tesis afirmativa y negativa. En este senti-
do, en un caso se dijo que nada impide al padre que no pasa ali-
mentos que frecuente a SU hija, ya que el derecho de comunica-
ci6n es también un deber de tener trato con ella. Empero, si el
actor pretende que el órgano judicial imponga el respeto a los
contactos, exigiendo que haga efectivo el rkgimen, tendrh que
acreditar al mismo tiempo su adecuado cumplimiento a la pres-
tación alirnentaria. Ello sería así porque "es contradictorio que
se recurra a los jueces para pedir garantías al ejercicio de los
derechos, y a la vez, sustraerse de sus decisiones para el cum-
plimiento de sus deberes"101. O sea, que no se ordena formal-
mente la suspensidn del régimen, mas paraielamente se le niega
al padre en cuestión el recurso jurisdiccional para hacer efecti-
vo su contacto con el hijo, en tanto no acredite haber cumplido
con sus compromisos alimentarios.
Para nosotros, la incorporación del regimen de comunica-
cidn en la categoría del deber en ambos extremos de la relaci6n
padre (o madre) e hijo veda disponer suspensiones por la falta
de pago de los alimentos. Tampoco estimamos acertada la tesis
que niega el auxilio de la justicia al progenitor que reclama es-
tar en comunicación con su hijo. En la práctica significarla una
virtual suspensión y traerá consigo la posibilidad de robustecer
la eventual patología que exhiben los adultos en este tipo de
procesos. En la realidad, si el tribunal no garantiza el manteni-
miento del vínculo, las consecuencias irán en detrimento del equi-
librio psiquico del niño, no obstante que estemos ante un padre
irresponsable y culpable. De lo que se trata es de no adicionar
otro daño al hijo, que se le sumaría al que le provoca el conflic-
to existente.
De todos modos, estimamos que el incumplimiento alimen-
tario no es indiferente para el hijo. Es verdad que éste se re-
siente psicológicamente por dicha acción de su progenitor, y que
102 Ver DOLTO, Cuando los padres se separun, p. 67; CARDENAS,La familia
3 sl sistema j&.IcW, p. 204.
S s m p m i d n &1 ré~imends visztds u m medida c m
lo3 G R O ~ W~, E ICE
venimte ante la falta de los alimentos?, U , 1983-B-1055.
104 Ver DOLTO, Cuando los padres se separan, p. 66.
239. OTROSP R O ~ C L 4 M I E N T O SJLDICL4LES EN R E L A C I ~ NA LA
COMUNICACI~N Y EL DEBER ALIMENTARIO. INFLUENCIA INVERSA. -
Diversas resoluciones judiciales han insistido en que no resulta
procedente introducir la cuestión alimentaria para enervar el re-
gular desarrollo del régimen de comunicación. Aquella situa-
ción, en todo caso, tendría que ser planteada por la vía y forma
que corresponda. Se ha recalcado que el contacto paterno o
materno-filial favorece y nutre la relación, por lo que resulta
inadmisible que, con la suspensión, se castigue al hijo; el que
debe permanecer ajeno a los problemas de los adultos105.
En otros casos, los jueces no descartaron por completo la
interrupción del contacto, pero han dejado esa posibilidad reser-
vada para hipótesis de incumplimientos recalcitrantes; afirmán-
dose que no se debía acudir a la mencionada herramienta cuando,
si bien no se cumplía estrictamente con el pago de las cuotas,
se hablan efectuado diversos depdsitos en el proceso de ejecu-
ción de sentencia o, de algún modo, se comprobaba que mediaba
una satisfacci6n parcial de la deudalo% Por nuestra parte reite-
ramos que, ni aun en casos excepcionales de graves renuencias
a satisfacer los alimentos, es dable la lisa y llana suspensi6n de
la comunicaci6n; aunque -como lo señalamos- en tales eventos
el contacto no tendría que llevarse a cabo con la misma modali-
dad dado que esa grave falencia no puede ser indiferente al
vínculo entre padre (o madre) e hijo (ver 3 238).
Desde otra perspectiva, se presentan supuestos inversos en
que el incumplimiento del régimen de comunicación ejerce in-
fluencia en la percepción de los alimentos. En una causa se ac-
cedid al directo aumento de la cuota alimentaria reclamado por
la madre ante la comprobación de que el progenitor beneficiario
del régimen -por su propia voluntad- no cumplía con lo acordado
respecto a los tiempos en que tenía que permanecer con su hijo.
Se adujo en el fallo que, en el panorama que se presentaba, la
progenitora se veia constreñida a solventar claramente mayores
gastos porque el niño, en los hechos, se hallaba con la madre en
106 Ver CNCiv, Sala K, 16/4/02, "C., M.H.cN. B.", N,2002-2-904, y LLonline,
ARiJüR/4321/2002; id., Sala J, 30111195, expte. 5195848.
lo6 Ver CNCiv, Sala C, 24/3/81, "D.de K. cm., R. F.", LL, 1983-A-565, y
LLonlim, ARíJLJR/561811981;id., id., 1/7/80,"Q.,E. J. &., J. A,", LL, 1981-B-144,
y LLonline, AR/JüW296811980.
VICISITUDES EN EL &GIMEN DE COMUNICACI~N
bilidad parental por las causales previstas en el art. 700 del Cod.
Civil y Comercial, no necesariamente ha de acontecer la suspen-
sión del régimen de comunicación entre el hijo y el padre objeto
de esa medida extrema; y a este punto también hicimos referen-
cia en el § 179, al que remitimos. Bien se dijo que la responsa-
bilidad parental y la posibilidad del padre de mantener relacio-
nes con sus hijos son cosas distintas. Sin embargo, la realidad
112 Ver CCivCom San Nicolás, 7/11/00, "0. de R., M. D. d., G. A.", LLBA,
2001-843;CCiKbm Posadas,Sala 1, 4/6/09,"P. M. M. P. cdS. S.", L h l i n e , AWJURJ
1892612009.
113 Ver GMIGNI, L a p?%vaeidnde la putria potestad el derecho del mi%
a mantgnsr 2i.inculanólz firkiica con el progmitor, JA, 2009-1-68. Ver, también,
SOLARI,CriteriOs para .!a pri.ua&n de la pat* potestad, DJ,14/6/06, 472.
114 Ver, entre otros, CNCiv, Sala D, 31/12/58, LL, 94-81; id., Sala F, 29/6/79,
LL, 1979-D-273; id., id., 6/9/79, LL,1979-D-b82; id., Sala C, 1/11/90, LL, 1992-B-1.
caso, el cese del régimen de comunicación sólo podría justificar-
se cuando la situación planteada se estima irreversible; o tal vez
en supuestos en que la suspensidn temporaria antes decretada
resultó inútil o insuficiente.
No obstante lo relacionado, aun cuando se ordene la cesa-
ción de la comunicación, nada impide que -evaluadas nuevas cir-
cunstancias- el vínculo se pueda volver a restablecer; lo que nos
está indicando, de algún modo, la relatividad de la distinci6n
entre ambas figuras. Es que, sin hesitación, puede concluirse
que, si la privación de la responsabilidad parental se puede de-
jar sin efecto (art. 701, Cód. Civil y Comercial), con mayor ra-
zón resulta susceptible que acontezca lo mismo con la cesación
del contacto paterno o materno-filial. De aM que la cesación o
supresión de los encuentros materno o paterno-filiales, si bien
es definitiva por definición, también se la debe estimar recupe-
rable, en el sentido de que no cabe considerar irreversible la
decisi6nll6.
Finalmente, podrirnos hablar de casos de extinción del re-
gimen de comunicación; y ello se debe a que el instituto no es
perpetuo. En estos supuestos específicos se produce ipso iure
la cesación y termina la vida jurídica de dicha figura. Así suce-
derá cuando el hijo alcanza la mayoría de edad; en las hipótesis
en que el cuidado personal unilateral o principal del hijo se
transfiera al padre que venia cumpliendo un regimen de comu-
nicación (situaci6n en que este quedara a favor del otro progeni-
tor); si se reanuda la convivencia entre los progenitores que,
estando separados, tenían establecido un mecanismo de encuen-
tros materno o paterno-filiales; y cuando se produce el falleci-
miento del padre o del hijo entre quienes se mantenía el contacto.
Fuera de los vinculos entre padres e hijos, también aconteceria
la extinci6n del regimen cuando un abuelo, que por ejemplo te-
nía establecido un dispositivo de comunicaci6n, se convierte en
tutor del niño"6.
Podria decirse que la extinción del régimen de comunica-
ci6n es tarnbien recuperable pues, no obstante que se produjo
su fin ipso iure, es posible que se restablezca; por lo que aqui es
242. I~VTRODUCCI~N*
COMPLEJIDAD
DEL NO es
PROBLEHA. -
A) MEDIDASPOSIBLES
EN LA JU&ISDICCI~N
C M L PARA LA EFEC'MWDAD
DE LA COMUNICACI~NFILIAL
hZjo, ED, 193-960; HUSNI- RIVAS, Algunas reflexiones respecto de los impedir
mentas de contacto con el progexitor no conviviente, "Derecho de Familia",
no 17, p. 2 19; SERRANOCASTRO, Relaciones patemo-fzliales, p. 158 y SS.; CASALS,
U n anúlisis desde la teoría 9 una propuesta desde la prdctica en un caso
d e obstruccidn del &gimen & comunicacidn y cambw de tenenciu, "Dere-
cho de Famiüa", 2013-11-118; CACILIERO, El SZndrome d e a l i d n parental,
"Revista de Derecho de Familia y de las Personas", no 2, año V, p. 44; MEDINA,
Cambio de tenencia y siindrome de a l i W n parental, "Revista de Derecho
de Familia y de las Personas", no 2, año V, p. 51; ENRIGH BALADA - F E R N- ~ MAR-
Z
*Z - NICOLINI - VARELA- PENA- %VI, Rdgimelz de visitas asistido: laberinto szn
salida o znterumzdn en La m m c i j a d a , "Derecho de Farniiia", no 41,p. 211;
~ O N E L L A S ,El delito de obstmcciún del v.lnculo, LL, 2008-E-1012; AROCENA,
Impedimento de contacto de menores con sus padres m convivientes, p. 7 ,
8 y 39; QUINTANA,Afectación de la relacidn padre-hijo debida al otro padre
o familiar a cargo, LLActualidad, 26/6/14, p. 1; TANZI ~ , derecho
- P A P I L L El
9 deber d e comunicaci6n e iMomzacidn en las relaciones de familia 3
los daños causados por s u incumplimiento. La responsabilidad derivada
d e la falta de denuncia de situaciones de abuso o maltrato, "Derecho de
Familia", no 65, p. 138; CApelCiv Neuquen, Sala 1, 211 4109, "0.M. C. c/A. M. G.",
LLonline, AlUJUR/14470/2009.
'3 C i t a de BORDA, Tratado. Familia,t. 1, p. 491 y 492.
brá que evaluar que los daños que podrían ocasionar generen
perjuicios de menor entidad que los que se intentan evitar.
También cabe considerar cada caso en particular para que no
acontezcan efectos contraproducentes, como serian que el em-
pleo de la violencia estatal termine reforzando la postura de ogo-
sición al contacto que se pretende efectivizar14.
Se podría decir que, en general, la medida de ejecución
manu rnilitari del régimen de comunicaci6n resulta desaconse-
jada; principio que, como tal, admite excepciones. E s que a
ese accionar forzado se lo considera. un procedimiento despro-
porcionado; precisamente ante la posibilidad de que produzca al
niño traumas psiquicos y perjuicios.
Repárese que, en determinadas situaciones, se corren ries-
gos de romper los últimos lazos espirituales entre el hijo y el
padre que reclama los contactos y afectar de un modo muy
severo la corriente afectiva que precisamente se pretende
salvar.
Con todo, se ha dicho que si el medio se usa con cierta ha-
bilidad y cuidado, y teniendo en cuenta que la orden se dirige a
los adultos, y no al niño, no debe estimarse que este instrurnen-
to judicial es inconveniente en todos los casos y que presenta
una dificultad insuperable15. De hecho, no es extraño en nues-
tros tribunales que, por ejemplo, se disponga compulsivamente
el cambio del cuidado personal del niño de un progenitor a otro
(remitimos al 8 258, ap. b ) .
Veamos un caso. El cuidado personal de un niño de siete
años lo tenía su madre, quien actuaba con una clara actitud obs-
truccionista, no llevando a su hijo a los encuentros programados
para tomar contacto con su padre; dificultando también la co-
municación entre los hermanos, dado que el otro hijo permane-
cía con el progenitor. Así las cosas, el tribunal ordena la con-
currencia materna junto con el niño, cuyo cuidado detenta, a los
encuentros programados en la Sala de Trabajo Social, bajo aper-
20 Ver CNCiv, Sala B, 27/10/93, JA, 1994-W-415; id., Sala D, 5/8/61, ED,
2-775; CCivCom 2" La Plata, Sala 1, 519D6, LLBA, 1998-150; id., Sala 11, 21/12/60,
ED, 2-759. En contra de la aplicaci6n de astreintes, ver CNCiv, Sala A, 4/8/52,
LL, 67-537; id., Sala C, 11/4/61, LL, 103-263.
Los presupuestos para la aplicación de estas sanciones son
que el deber juridico que se incumple sea de realización pos6
ble y que, a la par, el sujeto se sustraiga voluntaria delibera-
damente a su satisfacción. Merece destacarse, asimismo, que
las sanciones conrninatorias transitan por dos etapas. En la pri-
mera, en la cual se impone un deber bajo apercibimiento de
aplicar la sancidn, es evidente que el instituto cumple una
función fundamentalmente conminatoria. Es en este estadio
donde resulta posible distinguir con claridad las astreintes de
la pena civil, sin confusión posible. Se advertirá así que ésta
-la penal civil- tiene como notas caracteristicas que se dirige al
pasado, en el sentido de que se refiere a una situación ya acae-
cida; se establece ante el incumplimiento de un deber; se deter-
mina en una suma definitiva; no tiene carActer precario; y, en
fin, cuando se dispone su aplicación, el juez -al menos en prin-
cipio- no tiene facultades de modificarla.
Muy diferente es la configuración de las astreintes en la
primera etapa, pues se observará que miran para elfuturo -en
tanto constituye una amenaza de sanción-, se fijan ante el in-
cumplimiento de un mandato judicial con el objeto de obtener
que éste se cumpla, su monto no es definitivo, y $610 alcanza al
sujeto que después de dictada la orden judicial persiste en su
actitud recalcitrante. De ahí entonces que las sanciones con-
rninatorias son por esencia provisorias, pues ya señalamos su
mero carácter instrumental, dado que su utilización tiende a ob-
tener la realizaci6n de una prestación. Por lo tanto, logrado
despues el objetivo buscado (el cumplimiento), pueden ser gra-
duadas, reducidas, y también -como dijimos- dejadas sin efecto;
todo ello en funci6n de la discrecionalidad judicial que impera
en la materia.
La segunda etapa de las astreintes es de naturaleza sancio-
natoria. Opera cuando persiste el incumplimiento a pesar de la
conminación, motivo por el cual se dispone su aplicación. En
este segundo tramo -que es cuando se hace efectivo el apercibi-
miento- comienzan a borrarse las diferencias entre las sancio-
nes conminatorias y la pena civil. Es que ya no se mirar&hacia
el futuro; no se tratará de una coacción psicológica ni de una
amenaza, sino que se impondra derechamente la sanción (si es
que el juez decide aplicarla y en qué medida); por último, desa-
parecerá como regla su condici6n de provisorias, dado que el
magistrado ya adoptó la decisión final sobre el punto.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 685
21 Ver PUCIO, Derecho procesal civil, t. 11, p. 241 y SS.; AMEAL, en BELLUCCIO
(m)- ZANNOM(coord.), Código Civil, t. 3, comentario al art. 666 y 666 bis, p. 241
y SS.; LLAMBfAS, C4digO Civil anotado, t. 11-A, p. 455 y SS.; Cddtgo Froce-
FALC~N,
sd,t. 1, p. 310 y SS.; K E ~ L A ~ A DE en BUERES
J E RCARLUCCI, (&) - HIGTHON (coord.), Cd-
digo Civil, t. 2A, p. 578 y SS.; GOMIMBO- K ~ RCddigo , Procesal, t. 1, p. 316 y cs.;
KIELMANOVIGH, Cúdtgo Procesal, t. 1, p. 81 y SS.; CIFUENTES - SAGARNA, C6dig.o Civil
c o m t a d o p anotado, t. 1, p. 484 y 485. Ver, tambien, CNCiv, Sala 1, 31/5/07,
"Jatib de Villanueva, Blanca Irma c/Consorcio de Prop. Avda. Santa Fe 2729";
R. 114.777/95, &VER0 H E R N ~ E El Z , derecho de v ~ & U ,p. 296 y 297; SAMBRIZZI, TrCk
tado dB derecho de familia, t. 1, p. 81.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
37 Ver CNCiv, Sala B, 20/6/89, "B. A-, C. J., y otro cm. R.A. A. sitenencia de
Nos", expte. 46.523; id., Sala G,3/9/99,"S.,A. M.dP.,A siincidente", res. 271.980;
id., Sala 1, 2512193, expte. 24.889; id., Sala K, 13/3/00,ED,195-543,y dictamen del
defensor de menores; id., id., 26/10/00, ED, 192-496, y dictamen del defensor de
menores. En sentido concordante, ver OLAZ~BAL, Represent~k~idn de los menores
en juicios & alimentos, tenenc.la y rdgirnen de vkitm, U , 2000-C-1317; Mo-
LINA, El n.iño v b t z m m y de los procesos j u d i r h l e s , ED,201-915.
38 Ver CNCiv, Sala K, 13/3/00,ED, 195-543,dictamen del defensor de menores.
La designación a una misma persona p a a que cumpla las funciones de tu-
tor especial y abogado del niño lo realiza regularmente la Caimara Nacional Civil,
Sala B, cuando los supuestos lo ameritan (ver, de esta Sala, los siguientes pronun-
ciamientos que s i lo han decidido: 29/2/12, "C. V. S.,L. c/S., R. D.",R. 590.131;
28/2í12, "M.,A. E. c/G., S. D.",R. 592.724; 16/4/12, "R., R. M. cP., L. V.", expte.
18.587/2009;27/4/12,"U.,D.F. C/C., G. A,", R. 594.675;6/12/13,"Z., M. dG.,R.",
expte. 72.318/20 12; entre tantos otros).
Ello en atención a que había transcurrido diez meses desde la
fijación del régimen de comunicación, que no se obtuvieron re-
sultados positivos, y, en fin, que el otro progenitor no tenia una
actitud proclive para que se materializaran los encuentros. Asi,
entre las conductas de la madre conviviente, se destacó su ina-
sistencia injustificada (de ella y sus hijas), a la audiencia convo-
cada para que concurra el grupo familiar, a lo que se le sumo
sus ausencias a los encuentros impulsados por la trabajadora so-
cial oportunamente designada40.
En consecuencia, se observar6 que no en todos los casos
marcharfin juntos la designación de un tutor especial y la pre-
sencia en la familia de un supuesto de sindrome de alienación
parental. Es que, por un lado, estan los supuestos ya señala-
dos donde se procede al nombramiento del tutor especial con la
mera verificación de la falta de colaboración de un padre. Sin
embargo, por el otro, a veces la realidad exhibe situaciones dife-
renciadas dignas de mencionar. Veamos.
En efecto, es sabido que -por lo regular- la designación de
un tutor especial estar&ligada al mantenimiento del cuidado per-
sonal del hijo en cabeza del llamado progenitor alienante o, al
menos, perturbador; y de ahf la necesidad de tal nombramiento
para neutralizar sus maniobras. Ahora bien, en las hip6tesis de
sindrome de alienación parental graves (ver 5 243), y cuando e1
juez percibe que no hay otra solución posible, podrg disponer
como remedio el cambio definitivo o transitorio de dicho cuida-
do del hijo de un progenitor al otro; supuesto en el cual quizás
ya no resulte indispensable la designación del mencionado tutor,
precisamente porque el padre obstaculizador ha sido despojado
de su herramienta clave, que es el cuidado del niño.
De lo expuesto se desprende, en suma, que puede haber tu-
tor ad litem sin comprobarse el sindrome de alienación parental
y, a la inversa, detectarse éste y no ser necesaria la mentada de-
signación41.
3 250. PROHIBICIONES
DE SALIDA DEL P A ~ SY DE NO INNOVAR
RESPECTO DE LA RESIDENCIA DE LOS NINOS. - En casos donde se
comprueba la obstrucción de uno de los padres a concretar el
5 251. GRADUACI~N
DE LA CUOTA ALIMENTARIA COMO IIVSTRU-
MENTO PARA LOGRAR EL CUMPLIMIENTO DEL MGIWEN DE COMUNICA-
. Si
CI~N- bien en principio no es admisible suspender totalrnen-
te el régimen de comunicaci6n por falta de cumplimiento de la
cuota alirnentaria (ver 238 y 239), es muy diferente el encua-
dre cuando se utiliza la pensi6n de alimentos como medio para
lograr el mejor desarrollo del régimen de contacto y de rela-
ciones personales. Sobre este tema, dos son las hipótesis que
pueden presentarse. Una, cuando es el progenitor a cargo del
cuidado principal del hijo el que obstaculiza los encuentros ma-
terno o paterno-filiales; la otra, en los casos en que es el mismo
padre beneficiario de la comunicación el que tiene una actitud
renuente para llevar a cabo los contactos. Por supuesto, en
ambas situaciones nos estamos refiriendo a posibles resolucio-
nes judiciales, y no a actitudes unilaterales que pudiere adoptar,
sin autorizacibn del juez, el padre que se sienta perjudicado.
Con relación al primer caso -cuando quien incumple es el
padre que tiene el cuidado del hijo- se ha señalado que los jue-
ces podrian disponer la suspensión total o parcial de los alirnen-
tos que viene recibiendo aquel progenitor como un medio para
forzarlo a facilitar la comunicación. Alguna doctrina lo ha en-
tendido admisible, al menos cuando se comprueba que dicho pa-
dre dolosamente interfiere en el buen desarrollo del vínculo.
Se afirma que, en más de una ocasión, esa decisión podría ser
un importante medio juridico disuasivo ante conductas ilícitas
que aquel despliega; aunque presenta el inconveniente que po-
dría llegar a perjudicar al propio niño al dejar de percibir los ali-
mentos suspendido^^^.
Por nuestra parte, consideramos que la referida suspensión
(total o parcial) puede constituir una medida de utilidad que,
sumada a otras, ayude a una regular comunicación paterno o
materno-filial. No obstante, creemos que su aplicación tiene que
estar sujeta a dos condiciones, y ellas son: a ) que el progeni-
t or que incurnple tenga los suficientes recursos económicos, de
5 253. S M C I ~DE
N ARRESTO. -El art. 18 del decr. ley 1285/
58, de Organización de la justicia nacional, a la luz de la redac-
ci6n impuesta por el art. 2 ' de la ley 24.289, dispone que "los
tribunales colegiados y jueces podrftn sancionar con prevención,
apercibimiento, multa y arresto de hasta cinco días, a los aboga-
dos, procuradores, litigantes y otras personas que obstruyeren el
curso de la justicia o que cometieren faltas en las audiencias,
escritos o comunicaciones de cualquier índole, contra su auto-
ridad, dignidad y decoro"; y en el pftrr. 2' del precepto, en lo
que hace al arresto, se dispone que "ser8 cumplido en una de-
pendencia del propio tribunal o juzgado o en el domicilio del
afectado".
Aunque reconocemos que la medida de arresto tiene una
muy escasa utilizaci6n en nuestro medio, he aqui otra valiosa
herramienta a disposición del juez cuando -como sucede con el
litigante que de un modo reiterado, recalcitrante e intolerable
se resiste a cumplir un régimen de comunicación materno o pa-
terno-filial- se "obstruye el curso de la justicia", para emplear
las palabras de la ley. Quiere decir, pues, que estamos ante
una alternativa válida susceptible de aplicar por los magistra-
dos; en particular, cuando se violan groseramente derechos fun-
damentales que asisten a los niños.
En lo atinente al alcance de las atribuciones judiciales, que-
da claro que si bien el arresto dispuesto por el tribunal civil no
podrá ser mayor a cinco días, nada impide que el juez vuelva a
aplicar la sanción al rnismo sujeto cuantas veces lo estime nece-
sario, en la medida que se reitere la conducta incumplidora del
sancionado. Por otro lado, y dado que el arresto es una san-
ción que tiene carácter autónomo, el afectado con la medida
no tendra la posibilidad de exigir que se la sustituya por el pago
de una multa; más allá de su derecho a peticionar que así lo
ordene el tribunal que conozca en el eventual recurso de apela-
ci6n que se interponga.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
Ver ~ N O F Lzmitac.iolzes
, a la rqparmidn del daño en el divorcio.
Una tmdmxiu qw crece, RCS, 2010-X-72; TAW - PAPILL~,El d s r e c b s, deber de
cwmun.iCaci6n e ivfommcidn en kas relaciones G% familiu g los daños caum
dos por su incumplimiento. La responsabilidad derivada de la falta de
dmuncia ckS&& G% abuso o maltrato, "Derecho de Familia", no 65,p. 127.
4 posici6n denegatoria h sostiene S ~ Z Irnpmcede72Cia
I , del reclamo
& daños por incumplimiento del pugo de la cuota divnentaria g por la fa.!-
ta de comunicmxdn c m IOS hjos o su obstruccih, U , 2003-A-1014.
Ver CNCiv, Sala F, 19/10/89,LL, 1990-A-1,y nota aprobatoria de ZANNONI,
ResponsaBi1i.d.d civ3 por el m mcmcimzento espontúneo del bao. Ver, tam-
bien, CNCiv, Sala E, l2lW98,U , 1999-F-7.
ta la doble función que cumplen las reparaciones pecuniaras.
Una, volver las cosas al estado anterior a la configuración del
perjuicio; la otra, el aspecto preventivo, que tiende a evitar la
repetici6n de futuras conductas similares. En cuanto a los legi-
timados para accionar, es el hijo -para nuestro concepto- el le-
gitimado por excelencia; sin descartarse que también reclame el
progenitor no conviviente o discontinuo, afectado moral y psico-
lógi~amente~~.
Las jornadas y congresos jurídicos se han pronunciado posi-
tivamente acerca del asunto que estamos considerando. En tal
sentido señalamos:
a) Las Jornadas de Derecho Civil, Familia y Sucesiones en
Homenaje a la doctora María Josefa Mendez Costa, celebradas
en Santa Fe en 1990, concluyeron que "la responsabilidad civil en
las relaciones de familia está sometida a las reglas generales del
sistema. Los criterios de aplicaci6n deben tomar en cuenta las
características del mismo, vinculándolas con los intereses supe-
riores en la construcción de una familia y en su estabilidad".
b ) El 111 Congreso Internacional de Derechos de Daños, reali-
zado en Buenos Aires en 1993, sostuvo que "la privación de la
adecuada comunicación con los hijos por el progenitor tenedor
a quien no detenta la tenencia, es una conducta antijuridica, en
tanto ella implica el incumplimiento de los deberes jurídicos es-
tablecidos. Como acto ilícito hace nacer la responsabilidad civil
del autor de indemnizar el daño que produce al otro progenitor.
El daño puede ser tanto moral como material y para su aprecia-
ci6n deber6 tenerse en cuenta la especialidad de las relaciones de
familia. La responsabilidad estará en todos los casos basada
exclusivamente en la imputabilidad subjetiva. La indemnizaci6n
propiciada tiene una finalidad preventiva, resarcitoria y sancio-
natoria. El monto de la indemnización debe ser fijado pruden-
cialrnente por el a quo con un criterio de equidad considerando
67 Ver CCivCom la BBlanca, Sala 11, 29/9/06, "B., G. M. CIA., M. E.", LLBA,
2006-1454.
meses la madre "evitaba" los contactos del otro padre con el
niño; autorizando solo "encuentros breves y traumáticos que se
sucedian en la puerta del domicilio o de la escuela"68.
Entendemos muy positivos, desde el ángulo social, los pro-
nunciamientos referidos. Cumplen, como ya lo dijimos, no sólo
la función de otorgar el resarcimiento a la víctima injusta de un
daño, sino también la de tener un claro efecto preventivo y di-
suasivo de estas conductas6g.
En síntesis, pensamos que, como principio, deben admitirse
las acciones de daños en nuestra materia y en tanto se den los
presupuestos de la responsabilidad civil. No obstante, tal aser-
to no significa que tales demandas funcionen directamente y sin
objeción alguna como sucede fuera del derecho de familia. E n
este sentido, resulta necesario analizar en cada caso su oportu-
nidad y conveniencia y -a la vez- evaluar el peso que estos re-
clamos puedan significar en el plano afectivo. Ello hace, como
se dijo, que el impacto positivo o negativo de la habilitación de
los daños y perjuicios requiera su análisis desde una perspectiva
interdisciplinaria70.
3 256. APERCIBIMIENTO
DE SUSPENDER EL RlfGIMEiV DE COYU-
- Cuando quien se resiste a cumplir
N I C A C I ~ N O DE REDUCIBLO.
como corresponde el régimen de comunicación es el propio pro-
genitor beneficiario, una medida posible indicada por la doctrina
es suspender o reducir el mecanismo de contactos establecido7'.
Cabe decir, sin embargo, que la eficacia de esta disposición podría
ser muy reIativa, dado que, si el incumplimiento de quien debe
llevar a cabo los encuentros es más bien deliberado, tal vez poco
le importe la cuestión y desobligarse del régimen de comunica-
ción es a lo que probablemente aspira72(ver § 219 y 258, apdo. d).
79 Ver CNCiv, Sala B, 19/3/09, "K., M.,y otro &., M. D.", LL,2009-B-709 y
2009-C-408 con nota de GOWNI,La representacidn procesal de los menores.
puestos de no acatarse las órdenes judiciales; la imposición de
un tratamiento psicológico a los padres (con informes que den
cuenta de sus resultados), y la designación de un tutor especial
y abogado al niños0 (ver 5 246, 247 y 249).
Otro caso presenta también ribetes interesantes. Tras la
denuncia de abuso sexual que se imputa al padre en perjuicio
de su pequeña hija, el juez dispuso la prohibición de contacto y
comunicación entre ambos. Empero, al ser el progenitor sobre-
seido en sede penal, el magistrado civil ordena la reanudación
de los encuentros en un ftmbito supervisado. La madre, al poco
tiempo, se opone a esta comunicacion; afirma que -a raiz del
inicio de los contactos- la niña padecería una supuesta agudiza-
ción de la enuresis-encopresis y actos masturbatorios.
El tribunal de apelación, al analizar la causa, advierte que
de los informes obrantes en el expediente surge que esos males-
tares que presentaba la niña no necesariamente tenían vincula-
ción con la cuestión oportunamente denunciada (el supuesto abu-
so), sino con "dificultades en su desarrollo psicoevolutivo que
pueden estar vinculadas con la frustraci6n derivada de la sepa-
ración de los padres", y que tampoco de los estudios surgian
signos especificas atribuibles a padecimientos traum5ticos de in-
dole sexual. Se percibe, a su vez, que la encopresis y enuresis,
como ciertas reacciones masturbatorias, estaban presentes en la
niña mucho antes de que se dispusiera su revinculacion con el
padre; de modo que podrían deberse a que la pequeña estaría
siendo sometida a una fuerte presión emocional, sin que se des-
prenda una asociación necesaria con la imagen paterna o que
tenga vinculaciones con posibles experiencias traumaticas refe-
ridas al progenitor.
La Cámara detectó también en la mentada causa "el gran
enojo de la madre" por la nueva pareja formada por el padre,
dando origen a un significativo "nivel de angustia y despecho"
en ella, lo que represent6 una fuerte carga emocional para la
niña; a la par que se advirti6 que "no es un dato menor que re-
cién después del fracaso de la unión es cuando para la progeni-
tora sobrevienen los indicios que hacen pensar un posible abu-
so". El fallo de la alzada también recoge estudios realizados
en los autos donde se alertaba acerca de la necesidad de reali-
B) SANCIONES
DE ORDEN PENAL
'O7 Sobre el tema, ver AROCENA, Imwdtnwm & ContCECto & m r e con ~
sus padres no conviv.iGntes, p. 33 y cs.; G ~ I C E El, m r , p. 22 y SS.; MANONE-
LLAS, El delito de o b s t m c i d n del v.tncub, U ,2008-E-1012; CORBO,I m p e d i m -
to de contacto cm el hwo m r al padre no conviviente, "Revista de Derecho
de Familia y de las Personas", no 4, año V, p. 85 y SS.; TARABORRELLI,Mgimenjud
dko del derecho g &ber de adecwda cmunicacZ&n entre padres e hgos, JA,
1997-1-869.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 747
Uonline,
"M.C.F. M.",LL, 2008-F-271,
109 Ver JuzgNCrim no 25, 15/7/08,
AR/JüFU6815/2008.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL 755
acercamiento familiar, y que la demora allí incurrida se debió ex-
clusivamente a la inactividad del denunciante, quien no había
comparecido a las citaciones cursadas por el juzgado de familia.
En la sentencia que estamos relatando, los jueces de C h a -
ra destacaron que "el fuero penal es la u l t W ratio y que, por
lo tanto, no puede ser utilizado como un medio para obtener
una resolución favorable en desmedro del juez natural de la cau-
sa que se encuentra analizando la viabilidad del régimen de visi-
tas". Se recalcó que no resulta posible "otorgar al denunciante
la posibilidad de obtener aquello que no logra en otro fuero por
exclusiva responsabilidad suya". Asimismo, con énfasis se dijo
también que es el juez civil el que tiene que expedirse en torno
al regimen de comunicaci6n r e c l m d o ; "máxime cuando dicho
magistrado, atento su especialidad, se encuentra en mejores con-
diciones de realizar los estudios necesarios, de vaiorarlos y de
adoptar una decisi6n adecuada para el caso"110.
En otro precedente, la Cámara resolvi6 confirmar la deci-
si6n de la instancia anterior que habla dispuesto sobreseer a la
denunciada en orden al delito previsto por el art. lo de la ley
24.270. Señal6 la alzada que en el caso se advertian desinteli-
gencias entre las partes en torno a la materialización y cum-
plimiento de los encuentros acordados en relación al hijo co-
mún, pero no un obrar doloso por parte de la imputada tendiente
a impedir u obstruir el contacto paterno-filial. No obstante, lo
importante a destacar del pronunciamiento es que ponderó que
se encontraba en t r h i t e una causa ante la justicia civil en don-
de el juez había intimado a la madre a1 cumplimiento del regi-
men de comunicación establecido, habiéndose fijado además allí
una audiencia a fin de resolver las discrepancias respecto de ese
régimen.
El pronunciamiento citado señaló que no cualquier inconve-
niente autoriza a imputar el delito en análisis, más alla que las
conductas desplegadas puedan ser merecedoras de sanciones en
el ámbito civil. En definitiva, el tribunal confirmó el sobresei-
miento con sustento en que s61o situaciones graves autorizaban
la intervención de la justicia criminal. En todo caso, se recordó
que el derecho penal tiene una función subsidia~a, por lo que
su actuación solo podría justificarse cuando han fracasado todas
llD Ver CNCrimCom, Sala W, 9/2/09, "M., M. F.", LL, 2010-B-91, y ED, 237-254.
las medidas dictadas en el ámbito civil para resolver los conflic-
tos planteadoslll.
Con orientación similar, otra causa trat6 el tema que nos
ocupa. Se insistid en el decisum que el delito investigado (im-
pedimento de contacto) reclama un dolo directo, y que ese as-
pecto subjetivo no se presenta cuando se está ante un panora-
ma de constantes conflictos entre los progenitores, donde se
observa una severa e irresuelta crisis que está en manos de la
justicia civil. Manifiesta la resolución que el ius puniendi en
estos casos debe ser la. ultima rafio en función del interés su-
perior del niño que debe preservarse; y que hace a ese interés
respetar el juez natural que aquél tiene, y que no es otro que
el magistrado de familia, ámbito donde incluso ya había sido de-
signada una asistente social. Merece resaltarse la afirmación de1
tribunal referida a que no tienen que producirse una duplica-
ci6n de intervenciones, y que no corresponde que a través del
juez penal se impongan nuevas modalidades de comunicación
distintas a las acordadas en sede civi1112.
En el marco de esta decidida jurisprudencia, fue sentencia-
do que ante la evidente complejidad del conflicto entre los pa-
dres no se podia deducir una actitud dolosa del imputado, y que
la cuesti6n tiene una adecuada respuesta en el terreno civil.
Se entendió inconveniente que siga actuando la sede correccio-
nal, que puede dar lugar a sentencias contrapuestas, generando
mayores desavenencias entre las partes y el riesgo de causar
más perjuicios al niño involucrado; todo ello en la inteligencia
de que es el fuero de familia el que cuenta con las herramientas
y el conocimiento respectivo para resolver estos conflictos.
La sentencia que estamos comentando dejo establecido que
el estándar para resolver dichas cuestiones es el interés supe-
rior del niño -bien jurídico protegido con las figuras penales en
estudio- y que, sin dejar de reconocer el margen de discrecio-
nalidad en la integración de ese concepto, tal interés empieza a
ser precisado con la intervención de los especialistas que ope-
ran en la esfera de los juzgado de familia; y por ello la función
subsidiaria de la justicia penal. Los apuntados parámetros nos
indican que la necesidad prioritaria es "preservar la integridad
116 Ver JuzgCorr 2" nominación Catamarca, 5/5/07,"S., R. A.", causa 06/97.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
119 Ver CNCasPen, Sala 11, 2'7109, "V. D.B.,G.",causa no 8436,e M AA5792
120 Ver CNCrimCorr, Sala 1, 8M12, LL,2012-F-48, fallo 116.625.
121 Ver CCrimCorrec 2" norninaci6n SdelEstero, 18/9/02, "M. E. G. de D. di,.
A., J. V.", U O A , 2003-162.
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
122 Ver CNCrimCorr, Sala V, 6/12/12, "H.,M. R.", "Revista de Derecho de Fa-
miiia y de las Personas", no 9, oct. 2013, p. 59.
del juez civil. En tal virtud, la negativa al sobreseimiento se
basd en que el art. So, de la ley 24.270, ha tipificado la conducta
de quien mudare de domicilio al niño sin autorizacidn judiciallZ3.
Por último, en otro juicio, la Cámara revocó el sobresei-
miento dispuesto por el delito de impedimento de contacto con
hijos menores de edad. Se consideró que "el hecho de que el
querellante no haya perdido contacto con sus hijos, con los cua-
les mantenía comunicaciones telefdnicas, no resulta elemento su-
ficiente para neutralizar la imputación formulada, cuando, con-
forme fuera acreditado, el padre habla comunicado a la encausada
con la suficiente antelación su arribo al país para pasar unas va-
caciones con sus hijos, y ésta le impidió verlos"124.
lZ5 Ver POLVERMI, Derecho penal m$niww y juez natural & famQia: dos
p7-incip.iOs f u n d a m k s en la a p l i c e de la Ley 24.270,ED,237-255.
de cznco a guznce anos, el que sustrajere a un menor de
diez años del poder d e sus padres, tutor o persona encar-
gada de él, s/ el que lo retuviere u ocultare".
A los fines del estudio de la citada figura, habría que reali-
zar una distinción entre "sustraer", "retener" y "ocultar", pues
cometiendo cualquiera de esas tres acciones se incurre en el de-
lito. Se podría decir que se sustrae al niño cuando se lo des-
poja de quien lo tenia a su cuidado; se lo retiene si deliberada-
mente aquél permanece en esas circunstancias junto al adulto
en cuesti6n; y se lo oculta cuando se lo esconde, impidiendo
que el progenitor conviviente conozca su ubicacidn. El delito
en análisis es instantáneo y de resultado, que se consuma cuan-
do se obtuvo el despojo; lo que no impide que se vuelva perma-
nente si la sustracción, ejecutada por una misma persona, se
prolonga con la retenci6n u ocultamiento del niño. En tal sen-
tido, se perfecciona el tipo penal cuando a un pequeño se lo
toma con violencia y se lo oculta por varias horas, y la acción de
la fuerza pública permite recuperarlo con posterioridadE6.
Diremos que la conexión de los delitos de impedimento de
contacto y de sustracción de menores resulta interesante para
nuestro análisis si interpretarnos que los padres pueden ser au-
tores del último delito mencionado. Sobre la cuestión, dos son
las orientaciones de la jurisprudencia y doctrina, Una de ellas
afirma que el bien jurídico protegido por el precepto -art. 146 del
C6d. Penal- es la llamada patria potestad (la responsabilidad pa-
rental), de manera que tal tipificación impide que uno de los
padres pueda ser el autor de la infracción. Es decir, se argumen-
ta que en cualquier supuesto quedaría liberado el progenitor que
sustrae al hijo en cuanto al delito de sustracción de menoreslZ7.
Otra corriente, a la que adherimos, concluye que cualquiera
de los padres, cuenten o no con el ejercicio de la responsabili-
dad parental o el cuidado personal del hijo, pueden ser sujetos
activos del delito, dado que la norma reprime la sustracci6n del
128 Ver CNCrimCorr, Sala 1, 15/7/03, "O., B. J.", causa 20.244; id., id., 6/12/02,
LL,2004-B-570;id., Sala V, 2110102,"Carrasca Ríos, Victor", causa 19.910;CAcus
C6rdoba, 24/3/86, ''A. R ; C m LIBARONA,El &lito & m t m c i d n ck menores
versus el de impedimento de contacto de los hQos menores con sus @res m
convivisntes, L L d i w .
129 CÚNEo LIBARONA, El h l i t o de sustraccih de mgnores versus el h im
pedimento de contacto de los hijos menores con sus pudres no convivbtes,
LLGnLine.
Vale decir, que el criterio que excluye la aplicacion del deli-
to cuando estamos entre progenitores en nada ayuda al interés
del niño; lo cual nos parece znjustqzcado cuando del texto del
art. 146 del Cód. Penal no se desprende, directa o indirectarnen-
te, que aquellos estarían excluidos de la comisi6n de la infrac-
ci6n penal.
Agregaremos, finalmente, que un falio de la Cámara Nacio-
nal de Casación Penal revocó una resolución de la Cdmara Na-
cional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional por el que
se habia sobreseldo al padre del delito de sustracci6n de meno-
res. Dispuso, de esa manera, que aquel tribunal debía remitir
las actuaciones al juzgado de origen a fin de que continúe el trá-
mite. En el caso, el progenitor imputado habia legítimamente
retirado a su hijo de cinco años de edad, pero no sdlo no lo res-
tituyó al hogar materno, sino que incluso se trasladó con 61 a
Brasil. Así las cosas, la madre querellante -que ignoraba el pa-
radero de su hijo- recién pudo tomar contacto con el niño des-
pués de haber transcurrido m8s de cuatro años.
El tribunal de Casación, en su excelente sentencia, destacó
que el cuidado circunstancial que tenía el padre del hijo -al reti-
rarlo en funcidn del cumplimiento de un regimen de comunica-
ción- "de ninguna forma puede justificar la libertad plena de de-
cisión individual sobre los destinos del niño, ni funcionar como
causal de impunidad; sobre todo en esos actuados donde la
progenitora había perdido los rastros de su hijo, sin saber cuál
era su real paradero. Se entendió entonces que la acci6n lleva-
da a cabo por el padre significó una "sustracción" del niño, ya
que sustituy6 a la madre en el ejercicio de los deberes-derechos
que le confería la ley civil.
Asimismo, la Cámara de Casación -en el caso que estamos
examinando- reflexion6 que cualquiera de los padres puede ser
sujeto activo del delito de sustracción de menores; haciendo la
salvedad de que, a los fines de decidir, correspondia analizar
cada situación concreta. En tal sentido, el quid era dilucidar si
el accionar desplegado por el padre revestía la entidad suficien-
te como para poner en juego aquellos intereses protegidos por
la norma; que son la libertad individual del niño y el libre ejerci-
cio de los deberes-derechos que emanan de la responsabilidad
parental por parte del progenitor afectado por la sustracción.
La respuesta en el caso fue afirmativa, porque los jueces enten-
dieron que tales requisitos se hallaban presentes en la causa,
EFECTIVIDAD DE LA COMUNICACI~NMATERNO O PATERNO-FILIAL
5 267. DISTINTAS
SITUACIONES PLANTEADAS. - En los capítu-
los anteriores hemos analizado las cuestiones relativas al regimen
de comunicación cuando el problema se suscita entre dos pmgenito-
res; uno que tiene el cuidado personal del hijo (o permanece con él
el tiempo principal) y el otro -e1 padre discontinuo o no convivien-
te- que reclama el contacto con el niño (ver los caps. IX, X y XI).
Sin embargo, resulta posible que se planteen otras situacio-
nes, tales como las siguientes: que quien reclama la comunica-
ción es uno de los progenitores, pero el hijo no se halla al cuida-
do del otro, sino de un tercero; que los encuentros los reclame
algBn pariente o allegado del niño, y este se halle con uno o am-
bos padres (biológicos o adoptivos); y, también, que los contac-
tos lo reclamen parientes (no sus progenitores), pero el niño se
encuentra no bajo la guarda de sus padres (o de uno de ellos)
sino de terceros. Por último, se plantea el tema de la plurali-
dad y simultaneidad de contactos y la cuestión del alcance de
las medidas judiciales para lograr la efectividad de las comuni-
caciones ordenadas con parientes y allegados.
Seguidamente nos ocuparemos de las distintas posibilidades
que precedentemente hemos enunciado.
ños -de diez y doce años de edad-, estos expresaron "su deci-
sión infranqueable de mantener la actual situación" (la convi-
vencia con los abuelos); y que ese estado de cosas llevaba ya
dos años.
La decisi6n que comentamos, empero, se presentaba como
más compleja, pues los hijos también manifestaron no querer te-
ner "ningún contacto" con su madre. Sobre el punto, es muy
interesante destacar lo que precisa el tribunal en lo atinente a
que "la revinculación con la progenitora no debe quedar librada
a la sola opinión de los niños". Nos parece muy acertado este
enfoque porque los jueces, a mérito de los informes de los espe-
cialistas, advirtieron que el discurso de los hijos no era del todo
genuino. Implícitamente se percibió la "labor" negativa que ve-
nía desarrollando el padre; a tal punto que podriamos calificar a
esta familia como que padecía el "síndrome de alienación pa-
rental" o el proceso de exclusión de un progenitor (remitimos al
3 243, donde estudiamos esta cuestión; y también al 5 221 y SS.,
en los cuales se analiza el tema de la oposición filial al régimen
de comunicación).
Se verá que en la sentencia en análisis se pone de reIieve,
por un lado, que "el padre no ha intentado de modo adecuado
cumplir con la revinculaci6n materno-filial aconsejada por los
profesionales intervinientes, pues su preocupación encuentra
como todo limite la manifestación verbal negativa expresada por
sus hijos". Mas, por el otro, los informes terapéuticos eran ter-
minantes acerca de la alienación (dicho esto en el sentido de
exclusión y no de enfermedad mental) que se verificaba en ese
núcleo familiar. Se dictamina, así, que los mencionados niños
"se expresan bajo un discurso expropiado, ajeno a su ser infan-
til. De este modo, el lenguaje pierde espontaneidad, frescura,
fluidez, tornándose monótono y predecible. Existen numerosas
frases y palabras vacías de sentido. Es decir, al indagar un po-
quito m8s en profundidad sobre ciertas respuestas de tipo auto-
máticas se advierte sobre la imposibilidad de explicar o dar sen-
tido a sus enunciados".
En función de lo expuesto, entonces, el tribunal a quo seña-
la que todavía no se habían hecho los esfuerzos necesarios, ni
por los organismos técnicos ni tampoco por las partes adultas
intervinientes en el asunto, para favorecer la revinculación de
los niños con su progenitora y la familia materna; a pesar de que
constituía un derecho inalienable de los hijos pequeños a tener
la mentada comunicación. Y es por eso que los citados adultos
"deben agudizar su ingenio para que ello prospere en aras del
bienestar final de los infantes involucrados"; en la inteligencia
de evitar "que los padres contaminen la libertad de sus hijos".
En su mérito, se entiende por la Cámara que se debía proceder
a concretar rLtpidamente "el plan estratégico de revinculaci6nM.
En lo sustancial, lo que se confirma es que los abuelos paternos
(con quienes estaban los niños) continúen con su concurrencia
al espacio terapéutico establecido para elaborar lo sucedido. Asi-
mismo, se ordena trabajar en la revinculación de los niños con su
madre y la familia materna; al par que también se dispone que
ambos progenitores realicen un tratamiento terap6utico1. Sobre
el tema de las terapias bajo mandato judicial remitimos al 5 247.
5 CNCiv, Sala B, 15/7/14, "I., J. M."; id., id., 16/12/14, "R., D. H.".
TS España, Sala en lo Civil, 9/11/13, "R.dproteccidn de menores", LLonlzne,
ESíJUR/5/2013, y "Revista de Derecho de Familia y de las Personas", no 3, abr.
2014, p. 92, con comentario aprobatorio de SOUTULLO, R é g i a% ~ vbitas m d k
das cautelares: cm0 español.
ellas, un pequeño niño -luego de permanecer internado en di-
versos hospitales- fue alojado en un hogar que era un centro de
rehabilitación para niños con problemas de salud mental y dis-
capacidad. El infante padecia una enfermedad crónica de na-
turaleza evolutiva, que lo mantenia desconectado con el me-
dio, y que lo obligaba a usar mochila de oxígeno. Los padres
visitaban a su hijo de manera irregular y cada vez mas espacia-
damente.
En el caso en análisis, el juez de grado accede a la suspen-
sión de los encuentros -solicitado por el Ministerio Publico de la
Defensa-, ya que el contacto esporádico que tenían aquéllos con
su hijo -de pocos minutos- se lo estimó que no resultaba positi-
vo para el desarrollo psicofísico de éste. Se destaca por el ma-
gistrado la conducta abandónica de los padres, que en los en-
cuentros que tuvieron no podían conectarse con su hijo y no
avanzaban para lograr la vinculación con él. Se entendió, así,
que dichos progenitores carecían de posibilidades y recursos
para registrar las necesidades de su hijo y comprender la grave-
dad de su cuadro, pues la madre presentaba signos de retraso
mental y el padre trastornos en su personalidad.
En la otra causa, de similares características como se dijo,
los niños estaban internados en un hogar convivencial. El juz-
gado interviniente ordena la suspensión de los contactos de la
madre con ellos; y no s61o el personal, sino también por otros
medios, como el telefdnico o por correo electr6nico. Sucedia
que la progenitora estaba detenida y procesada, ya que se la
consideraba autora presunta de la muerte de otro hijo por asfi-
xia. La desatencion de esta madre era extrema; y se advirtió
que cada contacto que tenia con los niños internados generaba
en éstos un profundo malestar; amenazando aquélla incluso con
suicidarse si los pequeños no la atendian o no le prestaban aten-
ción. En cuanto a los niños, se comprobó que estaban inmer-
sos en un proceso de desafectivización, con abandono emocional
y maltrato psicológico; exhibiendo un estado de desorganización
psíquica.
Cuando le tocó intervenir a la Cámara, en ambos procesos,
destacó que las constancias obrantes en ellas brindaban un ex-
ceso de verosimilitud que justificaba confirmar las decisiones
que ordenaban la suspensión de la comunicación entre padres e
hijos; aunque, sin embargo, termina limitando su alcance. Al
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
7 CNCiv, Sala B, 23/11/11, "A. D., J. M.", R. 587.642; id., id., 13/9/11, "Z., 1. y
Z., I.", R. 584.215.
Una nueva causa también se encuadra en la tercera variante
de fallos; en el sentido de que se niega la comunicación mater-
no-filial, pero de ningún modo se da a entender que ese corte
tendría que ser definitivo. Los niños se hallaban de igual modo
alojados en un hogar convivencial. Ante el pedido de la madre
de revincularse con sus hijos, los tribunales se deciden por el
rechazo al entender que la revinculación reclamada "resultaba
por ahora prematura". E S que los profesionales intervinien-
tes en el caso concluyeron que, por el momento, la reanudaci6n
del contacto con la madre biológica podría implicar para los ni-
ños una "situación de riesgo", ya que ellos no estarían prega-
rados para enfrentar la figura materna. Adviertase que los in-
formes hacen hincapié en que los niños reconocían al hogar con
un "lugar de pertenencia"; empero, al mismo tiempo, tampoco
se encontraban en condiciones "de egresar con una familia
adoptivam8.
Las sentencias comentadas parecen atinadas; en particular
en cuanto se ajusta al prioritario dictamen de los especialistas
para poder así el juez discernir cuál es el verdadero interés del
niño, libre de eventuales prejuicios ideológicos y sociales. Sin
embargo, estos prejuicios tampoco tienen que contaminar la efi-
caz labor de los peritos. Por eso, el art. 472, del Cód. Proc. Ci-
vil y Com. de la Nación prescribe que el dictamen contendrá "la
explicacidn detallada de las operaciones técnicas realizadas
y de los principios cient~icose n que se funde". En tal vir-
tud, se ajusta a la verdad lo precisado en un pronunciamiento
cuando sostuvo que las experticias deben detallar los elementos
de juicio puntuales que han sido tenidos en cuenta por el profe-
sional; analizando los aspectos que se relacionan con la temática
sometida a análisis. Vale decir, que tiene que verificarse en los
informes periciales "un desarrollo lógico y cientvico"; en la
que se debe citar la pertinente bibliografía que sustente el dic-
tamen (en el caso de existir); de manera que toda esa labor
pueda ser debidamente controlada por el magistrado. Claro
está, en consecuencia, que si los estudios encomendados no reú-
nen esos mínimos requisitos "los dictámenes no pueden conside-
rarse tales, sino meras opini~nes"~.
11 Ver h m ~ ,
Adopcih simple, "Enciclopedia de Derecho de Fan,IW"' t. 1,
R d g i m & visitw en el derecho de familiu, JA, 1976-1-654;
p. 151; GUASTAVINO,
Tratado de derecim d.e familia, t. V, p. 89;ARIAS DE R O N C ~L a, f l f h
SAMBRIZZI,
por aidopci&n plena 3 el derecho a la idmtidd, LL, 2006-B-347.
12 Ver MRO H E I W ~ EElZ ,derecho de vbita, p. 99 y SS.; HAMUDE, R6gim.m
& visitas y ctdoptXh&,JA, 1990-11-709; CHAVANNEAU DE (%RE, en GIBERTI- CHAVANNEAU
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
5 2 72. JURISPRUDENCIA
APLICABLE A LA COMUNICACI~NDE
- En el ámbito
LOS PROGENITORES CON HIJOS DADOS EN A D O P C I ~ N .
de la jurisprudencia se reproduce la dicotomia existente en
la doctrina; esto es, que algunos pronunciamientos rechazan de
plano otorgar a los padres biológicos contactos con niños entre-
l9 CCivCom Azul, Sala 11, 10110113, "S. R.", JA, 2014-1-91, y los precedentes
que aüí se citan en el mismo sentido.
MIZRAHI,1dentMu.d fliutol-ia 21 p m b a s bioldgicus, p. 63.
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
ta todas las relaciones que podía mantener el niño con sus pa-
rientes biológicos; y ello porque termina admitiendo la factibili-
dad del vínculo si "preexiste" la relación afectiva. El segundo
comentario, es que aqui tal vez hubiese sido muy recomendable
contar con un estudio de especialistas (que no lo hubo, con la
salvedad del dictamen coincidente del Ministerio Público) que
indicara claramente, tras las entrevistas con la progenitora y la
niña, si podría ser o no beneficioso para ésta favorecer los con-
tactos entre ellos; por supuesto, evaluando incluso el grado de
sinceridad del requerimiento de la madre biológica.
Finalmente, otro fallo de la CAmara Nacional de Apelacio-
nes en lo Civil pareciera comportar -al menos si nos guiamos
por el tenor del pronunciamiento- un caso tipico de sentencia
arbitraria por lo dognzcEtico de las argumentaciones que esgri-
me; lo cual se puntualiza sin descartar que el análisis del expe-
diente respectivo podría conducir a arribar a una diferente con-
clusión. A la luz de lo que se señala en tal decisum, se trata
de dos niños respecto de los cuales se otorgó la adopci6n plena,
y la madre biológica requiere un régimen de comunicación. Ve-
remos que las particularidades que se presentan en el caso tor-
nan más decididamente injusto la resolución que deniega los
encuentros.
Por un lado, al planteo de la progenitora se lo rechaza in
limine, con lo cual se la inserta en un verdadero estado de iw
defensión. Ya hemos destacado que la anticipación del cono-
cimiento -que es lo que se ha hecho en estos autos- opera s61o
en supuestos muy excepcionales; digamos cuando la infundabili-
dad de la demanda aparezca manifiesta o harto evidente, lo que
no era en esta situación, pues quien requería los encuentros era
nada menos que la progenitora del niño; y por tal motivo cree-
mos que, al resolverse de esa manera, se afectó su derecho
constitucional de Además, al rechazar in limhs
la pretensidn, se hizo caso omiso al art. 27 de la ley 26.061 que
dispone la necesaria participaci6n del niño en los procesos que le
incumben; de modo que éste fue tratado como un tercero ajeno
a la cuestión deducida, cuando en verdad no lo era (remitirnos
al 201).
Por otro lado, resulta todavia m6s inexplicable la decisi6n
en el juicio en análisis porque la pretensora manifestó que su si-
B) R ~ G I M EDE
N COMUNICACI~N DE PARIENTES Y ALLEGADOS
CON NIÑOS QUE CONVIVEN CON AMBOS O ALGUNO
DE SUS PADRES BIOL~GICOSO ADOPTIVOS
9 274. C O M U N I C A DE
C ~ NINOS
~N CON PARIENTES Y ALLEGA-
DOS. D I S T I N C ICON
~ N u C O M U N I C A C I ~ NMATERNA O PATERNO-
FILIAL.- Si bien la doctrina, durante la vigencia del Código Civil
anterior, sostenia la aplicaci6n analógica del art. 376 bis a los
casos de comunicaci6n entre el padre o la madre no conviviente
o discontinuo y su hijo, está claro que no se trata de situaciones
idénticas. En lo concerniente a las relaciones materno o pater-
48 SERRANO
CASTRO, Rel- patem-f21i&s, p. 167;Rmm H E R N ~ EEl
Z,
derecho de vism, p. 119.
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
miliar, del que se deriva la formación del niño en todos los as-
pectos de la vida y, especialmente, en el orden de sus afectos.
De modo diferente, "con los abuelos no ocurre lo mismo porque
es bien sabido que cualquier niño puede crecer y desarrollarse
normalmente aunque nunca hubiera tenido abuelos"47.
el procedimiento (art. 27, inc. d, ley 26.061; y arts. 26, 31, inc. e,
639, incs. b y c , 661, inc. b, 677 y 680, entre otros, C6d. Civil y
Comercial). Por el contrario, admitir la excepción como mani-
fiesta, es susceptible de provocar una afectación a los derechos
del niño, tan pronto se repare que se le puede privar de estre-
char vinculos con sujetos que tal vez resulten muy positivos
para su formación.
Por lo hasta aquí desarrollado, no cabía admitir cierta juris-
prudencia -que se pretendía aplicar durante la vigencia del C6-
digo Civil- que no advirtió la profunda transformación que se
había producido en nuestro derecho interno con la Convención
sobre los Derechos del Niño y, después, con el dictado de la ley
26.06 157. Entendemos que la interesante elaboracidn de GUAS-
TAVINO, hace varias dkcadas -derecho subjetivo o interés legiti-
mo, según que el actor se halle o no incluido en el art. 376 bis,
C6d. Civil-, no puede sostenerse en nuestros tiempos, por haber
sufrido un viraje radical la concepcidn reinante acerca del niño,
que de "objeto espectador" pasó a ser un "sujeto actuante".
Por lo tanto, sobre todo ahora con la vigencia del Código
Civil y Comercial, ante el reclamo de un tercero que quiere
contactarse con el hijo, tendrá escaso peso el parentesco más
o menos próximo y la cuestión alimentaria; más allá que no será
lo mismo -por obvias razones- que el contacto lo pida un abuelo
que, por ejemplo, un lejano primo segundo del niño. Es que
lo medular será el interés de éste y, en función exclusiva de él
-y no el del adulto-, el juez decidirá (art. 3" zn fine, ley 26.061 y,
con la aplicaci6n del C6d. Civil y Comercial, su art. 639, inc. a).
También se incurre en otro error cuando se utiliza el argu-
mento -para acoger la oposición paterna o materna a los en-
cuentros- de la necesidad de preservar la "intimidad de la f m i -
lia". Ya dijimos que es dificil de entender esa tesis que tiende a
considerar a la familia como ente abstracto, y que en la realidad
lo que muchas veces se pretende resguardar con tal expresi6n
es la privacidad de los padres en las decisiones que adoptan res-
pecto de sus hijos. Sin embargo, ese discurso conlleva en los
hechos a anular la Convención sobre los Derechos del Niño, las
normas terminantes de una ley posterior, como es la 26.061; y
las disposiciones ya citadas del Código Civil y Comercial.
CNCiv, Sala 1, 2318105, "G.de V., M.,y otro fl.,P. C.", LL, 2006- A-801, y
LLonline, ARIJUR/384312005.
713 CCivComFarn y Trab MJuárez, 11/11/04, LLC, 2005-108, y RepLL, 2005-
1839, no 25.
de que la comunicación se pueda llevar a cabo mediante la asis-
tencia de un trabajador social, como de algún modo era sugeri-
do por los informes obrantes en la causa. Es que se consideró
que realizar la terapia vincular entre abuela y nietos -como se
proponía- no resgondia al interés de los niños, que era necesa-
rio preservar.
El tribunal, para así decidir en el juicio de marras, tuvo en
cuenta elementos que consideró esenciales: a) que la abuela
s61o acredit6 haber realizado tres entrevistas con un medico
psiquiatra, sin que haya implementado la terapia psicológica
aconsejada por el perito inteirviniente, y b) el alto grado de con-
flictividad existente entre la peticionante de los encuentros y
los padres de los niños en cuestión; lo que tornaba harto com-
plicado en ese estado el intento de reanudar los vínculos77.
A la luz de lo narrado, bien se observara aquí la diferencia
con el fallo que lfneas atrás porque en este caso
-a diferencia del referido- se explican fundadamente las razo-
nes por las cuales se apartan los jueces del dictamen pericial.
En otro precedente, relativo a una niña de diez años, no se
hizo lugar a la comunicaci6n requerida por su abuela. Esen-
cialmente, aquí también dos fueron los argumentos articulados
en el fallo. Uno, que la nieta había expresado ante el tribunal
su deseo no entrevistarse con tal ascendiente. Se valoró que
esa voluntad habia sido libremente expresada en entrevistas de-
sarrolladas sin la presencia de sus progenitores; lo cual revestía
particular importancia para la decisidn. El segundo fundamen-
to fue las opiniones contradictoras volcadas por los especialis-
tas actuantes acerca de la aptitud psíquica de la abuela para en-
tablar dicha reIaci6n personal. Entonces, ante la eventualidad de
que el contacto podría perjudicar a la niña -y como su interés
cabe priorizarlo por sobre los deseos de los adultos-, la soluci6n
más aceptable era no admitir por ahora el vínculo p e t i c i ~ n a d o ~ ~ .
Se verá ahora, en lo que hace a la cuestión que abordamos,
una sentencia de los tribunales nacionales en la que tambien se
82 CNCiv, Sala D,9/3/53, "Gaceta del Foro", 207-450; id., Sala E, 17/3/81, LL,
1981-B-509.
genitor que de ambos. En este último caso, para desoír la ne-
gativa de los padres, tendrán que existir "poderosas razones" en
el juez; entre ellas, serios dictámenes que aconsejen los contac-
tos y terminantes elementos de la causa que hagan vislumbrar
que la oposicidn de los progenitores tiene visos de arbitraria
(ver 3 274 y 276).
6 ) Otro dato que no debe dejar de evaluar el magistrado,
es determinar -con el auxilio interdisciplinario si fuere el caso-
si la pretensión del abuelo que pide la comunicaci6n con su nie-
to responde a un deseo genuino y sincero o si, por el contrario,
intervienen en esas articulaciones otros objetivos subalternos,
como ser realizar el mentado pedido impulsado por las rivalida-
des y enconos que se mantienen entre los adultos.
7) Por último, la opinión y deseos del niño han de jugar un
rol prácticamente dirimente para decidirse a favor o en contra
de la comunicaci6n solicitada; desde luego, en tanto a esa opi-
ni6n se la considere genuina. Y aqui se advertirá una marca-
d a dzferencia con los vínculos materno o paterno-filiales, don-
de la oposición del niño desempeñará un papel que podriamos
estimar relativo (ver 221 y SS.); de manera que lo habitual,
cuando las dificultades son entre padres e hijos, es que la resis-
tencia de &tos al contacto se trabaje en un espacio terapéutico
(remitimos al 258, a).
Como ya lo dijimos, bien diferente es cuando el nieto no
quiere tomar contacto con su abuelo; situación en que -salvo
supuestos muy excepcionales- no parece atinado constreñirlo
a concurrir obligatoriamente a una terapia vincular; al menos
cuando se puede vislumbrar que su oposición tiene visos de ra-
zonabilidad. De modo diferente, y segdn cu61 sea la situaci6n
familiar, podria pensarse en arbitrarse un auxilio terapéutico
para el niño cuando se esté ante un grave caso de shdrorne de
alienación parental (ver 3 243). Es que en estos últimos su-
puestos la opinión negativa vertida por aquél dista mucho de
estimarse genuina; de modo que en tales hipótesis la labor de los
terapeutas especializados se ha de considerar prioritaria para la
salud psíquica de los hijos. Más todavía puede ser indispensa-
ble acudir al auxilio interdisciplinario cuando el tribunal advier-
ta que los supuestos argumentos esgrimidos por el progenitor,
para resistirse a los encuentros abuelo-nieto, no tienen sustento
alguno y si se trata, más bien, de una oposici6n arbitraria.
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS 83 1
9 278. R ~ G I M E
DENCOMUNICACI~NDE LOS NINOS CON OTROS
PARIENTES. - NO puede cuestionarse que existe un legítimo dere-
cho del niño a comunicarse con otros parientes que no son sus
abuelos; y así se desprende también de los arts. 555 y 556 del
C6d. Civil y Comercial. Entendemos que tiene una trascenden-
cia menor que el pariente en cuestión se encuentre o no inclui-
do en la primera de las normas citadas; o, dicho de otra manera,
que el reclamo de contacto se fundamente en el art. 555 o en el
art. 556 del referido C6digo carece de una importancia relevan-
te. Es que, en verdad, mas allá de lo que pudiere surgir de la
literaIidad de los textos, creemos que en los hechos no debiera
realizarse una distincidn de peso entre uno y otro dispositivo.
El v$nculo afectivo es necesario que se verifique invoquemos
el art. 555 o el art. 556; lo que significa decir que no le vemos
andamiaje a una acción que reclame un regimen de comunica-
ción efectuada por un abuelo o un hermano (incluidos en el cita-
do art. 555) con el cual el niño no tiene vinculo afectivo alguno
(remitimos al 5 275).
Por lo expuesto, estimamos que la norma medular es el
art. 646, inc. e , del mentado Código: el derecho del hijo a man-
tener relaciones personales con aquel que "tenga un vgnculo
afectivo". Sí cabe admitir que el juego de las presunciones ju-
diciales no será igual si la comunicaci6n la reclama un abuelo (o
un hermano) y un pariente más lejano (digamos un primo se-
gundo) o un no pariente (ver $ 279). Es que, en los primeros
supuestos, lo naturai y corriente es estimar que tal vínculo afec-
tivo tiene lugar en el caso; lo que no hay que presumir en las
otras hipótesis. De ahí que los elementos colectados tendrían
que ser bastante mAs contundentes en esta segunda situación;
lo que no importa llegar al límite de hablar de una inversi6n de
la carga probatoria, ni tampoco sostener que no juegue el prin-
cipio de las cargas dinámicas de la prueba (art. 710, C6d. Civil y
Comercial).
Claro está que la finalidad perseguida por las normas lega-
les mencionadas es fomentar la relacion humana y la corriente
afectiva que de aquélla emerge; y, con ello, coadyuvar al m8s
integro desarrollo de la personalidad del niño y atender a sus
necesidades psiquicas y espirituales. Como lo precisamos en
el phrrafo precedente, importa menos el grado de parentesco
que los afectos surgidos de la cercanía y proximidad física que
se pudo haber verificado entre el niño y el pariente en cues-
tións3. En el derecho comparado, la posibilidad de estos en-
cuentros está prevista -entre otras legislaciones- en el art. 160,
p8rr. ZO, del C6d. Civil español y en el art. 371-4, par. último,
del C6d. Civil francés.
En lo que se refiere a los hermanos -salvo la inexistencia
de un vínculo afectivo, como arriba dijimos- el derecho que les
asiste de comunicarse entre ellos es indiscutible; sin que los pa-
dres, o el cuidador que los sustituya, pueda interferir en esos
contactos. En este sentido, pues, se resolvió que es proceden-
te la solicitud efectuada por un adolescente que vive con uno de
sus progenitores para que se le conceda un régimen de comuni-
cación que le permita tomar contacto con su hermano, también
menor de edad, que convive con el otro padres4. Con igual orien-
taci6nj se fail6 que debe establecerse un regimen de encuentros
amplio entre los hermanos que no conviven a fin de obtener que
éstos tengan la adecuada comunicación consagrada por el grin-
cipio de unidad filial85. E s que, con relación a los hermanos,
bien se dijo que hay entre ellos una comunidad de sangre y un
parentesco legal muy pr6ximo; a lo que se agrega que ambos
pertenecen a una familia común y que, por razones que les re-
sultaron ajenas, fueron impedidos de convivir y compartir un ca-
riño que seguramente los dos quieren cultivarsB.
Respecto de los tíos, se ha admitido un régimen de comuni-
caci6n con su sobrino, aun como medida cautelar. La resolu-
ci6n señaló que devenia fundamental preservar y fortalecer la
relación vincular del niño con sus familiares. En el caso, fue
considerado que se reunía el requisito de la verosimilitud del
derecho, pues otros parientes -como el tío- pueden tener una
legítima aspiración, basada precisamente en el interés familiar,
de reclamar la posibilidad de los contactos; todo ello dentro de
un concepto amplio de familia y de los intereses legítimos, y
que -por lo tanto- merecen la protección legal y judicial.
En el caso que comentamos, el tribunal -a su vez- estimo
que también se verificaba en la causa el peligro en la demora;
93 ~ R HERNANDEZ,
O El &recho de visita, p. 125.
94CNCiv, Sala B, 3/8/82, "F. A., E? c/S., E. N,",ED,100-529; id., íd., 29/9/09,
"R.,F.O.e/M.yM.,E.,L.D.".
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
o E R N ~ EElZ derecho
95 Ver R m ~ H , de v W , p. 128 y 129; SERRANO
CASTRO,
Reimimxs paterrw-fiI.lales, p. 174.
INTERVENCI~NDE OTROS SUJETOS
Q 281. COMUNICACI~N
DE PARIENTES O ALLEGADOS CON NINOS
IMTiTUCIONAWZADOS. REMISI~N. - También aquí corresponde que
116 RIVEROHERNANDEZ,
El d e m c h de visita, p. 130 y 135; SERRANO Re-
CASTRO,
l a c i o n a putem-fliaks, p. 169.
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