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EL lenguaje de las emociones

Para entender cómo funcionan las emociones, debemos entender cómo funciona nuestro cerebro
que es el motor de nuestro cuerpo. Durante mucho tiempo el cuerpo ha sido visto desde el punto
de vista cartesiano en el que el cuerpo se divide en dos: res extensa que es la materia, el cuerpo
físico, el que se ve, el que se toca, y la res cogitans que es la cosa pensante, es decir, la mente.

Por ello, hemos sido criados en una perspectiva cartesiana, es decir, como no podemos ver el
cerebro y mucho menos cómo está compuesto y cómo funciona, entonces prevalece esa idea de
ignorar o pasar por alto lo que pasa dentro de nuestro cuerpo.

Y como todo lo que pasa dentro del cuerpo no lo vemos pero sí existe, hoy les traigo un ejercicio
con el que pueden comprender por qué pasamos por ciertas emociones y qué es lo que pasa en el
cerebro en términos de movimiento.

El cerebro tiene muchas partes, pero hoy para entender el sistema que funciona dentro de
nuestro cuerpo voy a nombrar el cerebro triúnico/triuno, que el médico y neurocientífico Paul
MacLean propone para entenderlo.

Según MacLean, el ser humano tiene 3 cerebros en 1:

El cerebro reptiliano, está compuesto por el tallo cerebral que es el encargado de regular las
funciones del organismo que son vitales para la sobrevivencia: por ej, la respiración, la frecuencia
cardiaca, y la respuesta de parálisis, pelear o huir.

El sistema límbico: Integra la memoria y las emociones.

La neocorteza es la encargada de regular las emociones, las relaciones interpersonales, la


flexibilidad en la respuesta, la intuición, la cognición social, la conciencia, la moral.

El cerebro en la palma de tu mano

Vamos a hacer el siguiente ejercicio: Cierren los ojos y váyanse a una situación donde la ira se ha
salido de su control, ya sea con estudiantes, con sus hijos o con alguien más. Y responde a la
siguiente pregunta:

¿Qué expresión utilizas cuando estás desbordado emocionalmente?

Mi mamá, por ejemplo, cuando mis hermanos y yo hacíamos travesuras que se salían de control
decía: ¡Es que me sacan de quicio!

Usamos muchas expresiones, pero lo que realmente pasa es que nos desbordamos
emocionalmente. Entonces vamos a ver qué pasa en nuestro cerebro de una manera fácil y
sencilla. También es una estrategia para explicarle a los niños qué sucede y es uno de los pasos
para enseñar sobre emociones.

Esta demostración es basada en el trabajo de Daniel Siegel, médico psiquiatra estadounidense y


escritor del libro: Crianza de adentro hacia afuera.

Voy a representar las partes del cerebro con la ayuda de la mano.


Instrucciones:

1. Señalar la palma de la mano hasta la muñeca: representa el tallo cerebral, responsable de


la respuesta de huida, del ataque o de la paralización. Es la parte del cerebro más
primitiva, llamada también cerebro reptiliano.
2. Doblamos el dedo pulgar sobre la palma. El pulgar representa el cerebro medio (la
amígdala), que colabora estrechamente con el tronco cerebral para crear nuestras
emociones.
3. A continuación, doblamos los demás dedos sobre el dedo pulgar (y, por lo tanto, ahora
mostramos un puño). Esto representa la corteza. En la corteza prefrontal (y apuntamos
hacia la parte frontal del puño) se encuentran el pensamiento racional y el control
emocional.
4. ¿Qué sucede cuando perdemos el control? Destapamos nuestra tapa, es decir, abrimos la
mano bien abierta y mantenemos el pulgar en su sitio, con los demás dedos hacia arriba.
5. Ahora, nuestra corteza prefrontal no funciona. En este estado no podemos pensar y no
nos comportamos racionalmente.

SABÍAS QUE…
La corteza prefrontal logra su proceso de cierre completo a los 25 años de edad.

Por eso es importante educar a los niños y niñas en inteligencia emocional. Este ejercicio
lo podemos replicar con los estudiantes en el aula. Si los niños saben qué es lo que pasa en
su cuerpo y les enseñamos a gestionar sus emociones podemos tener ambientes
armoniosos y seguros. ¡Es anticipación!

¿Qué podemos hacer para tapar de nuevo el cerebro y volver a la calma?

Les voy a contar una anécdota que refleja este proceso de desborde emocional en el que no es
solamente la ira la que hace que entremos en ese estado de descontrol.

Un día soleado de enero en Bogotá, las calles solitarias y el clima cálido, iba por la calle 153
hacia el occidente…

Máscaras: La leyenda de las emociones

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