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En esta segunda sección nos introducimos en la comprensión del estrés y las distintas

formas en las que se manifiesta.

En el año 1936, el endocrinólogo Hans Selye, describió un síndrome al que llamó

“Síndrome General de Adaptación”

y que se producía en respuesta a diferentes situaciones o experiencias estresantes.

Se trata de una respuesta que implica la activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal

del organismo, y que consta de tres etapas.

La primera es la reacción de alarma, en la que el organismo se prepara para su defensa

invirtiendo su energía atacando o alejándose del peligro.

Si el estímulo persiste se pasa a una segunda etapa de resistencia, en la que la energía

del organismo esta focalizada en el mantenimiento de la respuesta.

Y si el estímulo continúa aún más ejerciendo su efecto, se pasaría a un estado de agotamiento.

Se trata de una respuesta inespecífica, es decir,

una respuesta que se produce ante diferentes situaciones estresantes.

Otros autores sugieren que la respuesta al estrés tiene que ver con la percepción de

control del sujeto sobre la experiencia.

De esta manera la impredictibilidad o la falta de control sobre las cosas que nos suceden,

son las que determinan que cataloguemos una experiencia como estresante.

En contraposición con aquellas que somos capaces de afrontar y de manejar.

Ante una misma situación, los seres humanos podemos responder de diferentes formas.

Lazarus, otro teórico del estrés, propone un modelo explicativo basado en la interacción

entre la experiencia y cómo nos relacionamos con eso que nos sucede.

El foco está puesto aquí en cómo vivimos esa experiencia, en nuestra relación con

la experiencia, en como afrontamos una situación determinada.

No es tan importante lo que nos ocurre si no cómo respondemos

frente a eso que nos está ocurriendo.

Para Ekart Tolle el estrés surge de querer estar en un lugar diferente al que se está,

querer prolongar aquello que me gusta o querer que cese aquello que no me gusta.

El estrés se relaciona con la resistencia a que las cosas sean tal y como son.
¿Te suena esto?

¿Lo reconoces en tu vida?

El psicólogo Hayes dice que “Los seres humanos luchamos con las distintas formas

de dolor psicológico que tenemos, con emociones y pensamientos difíciles, con recuerdos
desagradables,

sensaciones e impulsos no queridos.

Pensamos sobre ellos, nos preocupamos, nos arrepentimos, anticipamos y los tememos”

Las experiencias dolorosas formas parte de la vida, la preocupación, la anticipación,

el miedo, la rumiación, son formas de resistirnos a aquello que no nos gusta.

La resistencia es una forma de estrés.

Cuanto más nos resistimos, más aumentamos el sufrimiento frente a algo que nos resulta
doloroso.

La fórmula dice que el Sufrimiento es igual a Dolor por Resistencia.

Groucho Marx decía:

“Cada mañana cuando abro los ojos, me digo a mí mismo:

Yo, no los acontecimientos, tengo el poder de hacerme feliz o desgraciado hoy.

Puedo elegir lo que podría ser.

El Ayer está muerto, el Mañana no ha llegado todavía.

Solo tengo un día, hoy, y voy a ser feliz en él”.

¿Cómo vas a vivir tu vida?

Mary Oliver la poetisa americana, te interpela directamente en e final de uno de sus poemas y
dice:

"Dime ¿cómo vas a vivir esa única, preciosa y salvaje vida tuya?"

Antes de pasar a explicar cómo funciona la mente o el cerebro ante el estrés,

vamos a explicar el funcionamiento de la mente y lo vamos a hacer de una forma simplificada.

Nos vamos a basar en el cerebro triuno, de McLean.

McLean, propuso que existen restos evolutivos de nuestra propia especie en el cerebro humano.

Así tendríamos a nivel del tallo cerebral lo que sería el cerebro reptiliano, que es

el encargado de la homeostasis, de los instintos y de las funciones básicas de supervivencia.

Es el cerebro que busca la seguridad.


Este cerebro funciona de forma estereotipada y autónoma y se asocia

a pautas de comportamiento reflejas e inflexibles.

El segundo nivel o cerebro mamífero, abarca una serie de estructuras llamadas sistema

límbico y en él se sostienen todos los fenómenos emocionales.

La función de supervivencia a este cerebro es menos autónoma que la reptiliana aunque

sigue siendo automática y se activa por estímulos externos.

Es el que nos permite la interacción con el mundo exterior.

Este cerebro basándose en valores emocionales es el que va buscando la satisfacción.

El tercer nivel o cerebro neo mamífero es el que corresponde con las zonas neo corticales

filogenéticamente más recientes.

Este cerebro se encarga de regular las emociones que se generan a partir de percepciones e

interpretaciones del ambiente en función de los objetivos del organismo.

Es decir, regula las emociones, con lo que permite un funcionamiento mucho más flexible.

Es el cerebro que tiene el lenguaje y que permite la conexión con otros seres.

Nos vamos a centrar en el sistema límbico, que compartimos con los mamíferos y que es

el responsable de la reactividad, de las respuestas automáticas y no conscientes.

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Antes de pasar a explicar cómo funciona la mente o el cerebro ante el estrés,

vamos a explicar el funcionamiento de la mente y lo vamos a hacer de una forma simplificada.

Nos vamos a basar en el cerebro triuno, de McLean.

McLean, propuso que existen restos evolutivos de nuestra propia especie en el cerebro humano.

Así tendríamos a nivel del tallo cerebral lo que sería el cerebro reptiliano, que es

el encargado de la homeostasis, de los instintos y de las funciones básicas de supervivencia.

Es el cerebro que busca la seguridad.

Este cerebro funciona de forma estereotipada y autónoma y se asocia

a pautas de comportamiento reflejas e inflexibles.

El segundo nivel o cerebro mamífero, abarca una serie de estructuras llamadas sistema

límbico y en él se sostienen todos los fenómenos emocionales.

La función de supervivencia a este cerebro es menos autónoma que la reptiliana aunque


sigue siendo automática y se activa por estímulos externos.

Es el que nos permite la interacción con el mundo exterior.

Este cerebro basándose en valores emocionales es el que va buscando la satisfacción.

El tercer nivel o cerebro neo mamífero es el que corresponde con las zonas neo corticales

filogenéticamente más recientes.

Este cerebro se encarga de regular las emociones que se generan a partir de percepciones e

interpretaciones del ambiente en función de los objetivos del organismo.

Es decir, regula las emociones, con lo que permite un funcionamiento mucho más flexible.

Es el cerebro que tiene el lenguaje y que permite la conexión con otros seres.

Nos vamos a centrar en el sistema límbico, que compartimos con los mamíferos y que es

el responsable de la reactividad, de las respuestas automáticas y no conscientes.

La reacción al estrés se inicia con la percepción de un estímulo amenazante que activa una

pequeña estructura cerebral, llamada la amígdala cerebral.

La amígdala actúa como si fuera un sistema de detección de incendios

y cuando nota que hay humo, activa lo que ha llamado la respuesta general de alarma.

Esta es unarespuesta muy rápida pero muy inespecífica

y que se produce de una forma automática. Mucho antes de que los centros corticales,

la corteza cerebral, haya podido percibir, analizar, evaluar, lo que está sucediendo,

es decir, que es una respuesta no consciente.

La amígdala cerebral está estrechamente relacionada con el Sistema Nervioso Autonómico.

Y en un primer momento lo que hace es activar el Sistema Simpático

y ahí se produce la suelta de sustancias como la adrenalina, la noradrenalina, cortisol,

sustancias relacionadas con la respuesta al estrés

y con la respuesta de escapar o pelear.

Pero si la amenaza persiste se va a activar una rama más antigua, del

nervio vago, la rama dorsal, que es la que facilita una tercera respuesta, que es la

respuesta de parálisis o de bloqueo.

Como cada uno de nosotros vayamos a responder pues


a va depender de nuestras experiencias pasadas y de lo que sintamos que es amenazante y
tememos

por lo tanto, o lo que nos sintamos que nos protege y nos da seguridad.

El Sistema General de Alarma es una respuesta que tenemos los humanos desde hace miles de

años y que compartimos con otros mamíferos y suponen estrategias que nos llevan a la
supervivencia.

Pero los estímulos amenazantes hoy en día no tienen que ver con el león que aparece

en medio de la selva, si no con otro tipo de situaciones como, por ejemplo, estar en medio

de una situación interpersonal conflictiva, con que tenemos que entregar un trabajo a tiempo,

con sentirnos incluidos en un grupo social.

Pero de cualquier forma esta respuesta

como es inespecífica, lo hace de la misma manera y entonces llegamos a tener respuestas

automáticas no conscientes que llamamos reactividad.

La reactividad es una respuesta no consciente

y como dice Rick Hanson, “vivimos en un mundo en el siglo XXI pero nuestro cerebro

sigue siendo un cerebro de la edad de piedra para el siglo XXI”.

También estamos diseñados para catalogar cada parte de nuestra experiencia, ya sean

sonidos, ya sean olores, ya sean pensamientos, imágenes, planes, cualquier cosa.

Lo importante de esto es que la reacción automática

tiene una respuesta dicotómica, una respuesta de sí o no,

basado en el placer de forma que nos acercamos a lo que nos gusta, a lo que

nos es agradable o placentero y queremos mantenerlo y prolongarlo en el tiempo mientras que


rechazamos

aquello que no nos gusta, lo que nos resulta desagradable o que nos causa dolor

queriendo apartarlo de nuestra vida.

Ante la percepción de unas situación que se vive como amenaza,

la misma información que ha desencadenado la respuesta general de alarma,

se envía también por un camino más lento a la corteza prefrontal.

Y esta corteza prefrontal, evalúa, analiza la alarma,

de forma que si el peligro ha pasado, va a desactivar el Sistema Simpático


y a calmar la amígdala. Se activa entonces el Sistema

Parasimpático de forma que se calma, se tranquiliza la reacción de alarma y se puede entonces

dar una respuesta, pero una respuesta que ya no es una reacción automática o no consciente.

En ocasiones la corteza prefrontal se puede convertir en un potente enemigo porque esta parte
más

reciente del cerebro que también se llama neo córtex y que se ha desarrollado en paralelo

a la emergencia del lenguaje, nos permite imaginar futuros, nos permite crear escenarios
inexistentes,

pero esta misma capacidad que ha sido tan beneficiosa para muchas cosas,

puede convertirse en un enemigo si esos mismos pensamientos, esos mismos sentimientos,

esas imágenes, resulta que nos hacen anticipar un futuro catastrófico o nos hacen rumiar

continuamente un pasado que ha sido doloroso.

Los pensamientos, las imágenes se convierten

en desencadenantes internos de ese sistema de alarma, de esa respuesta a alarma aunque

no haya un peligro externo. El cerebro actúa como una máquina de anticipar el futuro basado

en lo que nos ha sucedido en el pasado. Los recuerdos, las memorias, moldean nuestra percepción

actual y crean un filtro a través del cual, anticipamos de forma automática lo que va a ocurrir.

La repetición de estas pautas de acción, nos llevan a vivir en el modo de piloto automático

de forma que se producen una serie de pautas reactivas que se van constituyendo como hábitos

es decir, como conductas que se repiten de la misma manera.

Y estos hábitos nos llevan a no tener libertad muchas veces para elegir

una respuesta ante situaciones diferentes que se sucedan en el futuro.

Algunos de estos hábitos están débilmente fijados, como por ejemplo, la estela que deja una
mano que se

mueve en el agua. Otros están un poquito más fuertemente fijados, como las huellas

de un carro que va caminando insistentemente por el mismo camino, mientras que otros están

grabados tan fuertemente grabados en nuestra biología, que se pueden comparar a la imagen

que graba un cincel sobre la roca. Estos son más difíciles de desarreglar,

pero siempre son factibles de suavizar.


Cultivando Mindfulness comenzamos a ser más consciente de cuando estamos inmersos en
estados

no saludables de la mente, arrastrados por patrones reactivos.

Aprendemos a ser conscientes, a aceptar y a tolerar la reactividad y el malestar.

No hay intentos por analizar de dónde viene el malestar o por qué surge.

Cultivando la mente de principiante comenzamos

a ser más conscientes de las posibilidades que se abren ante nosotros.

Traer la mente al presente, sin juicio, sin crítica, sin lucha, para liberar en el presente

información fresca, que permita desprendernos de la lentes del pasado y de la anticipación

del futuro, liberarnos de viejos hábitos que nos esclavizan, para poner en marcha hábitos nuevos.

Se trata de salir de la zona de confort, de la seguridad de lo que nos es familiar

para entrar en la zona de aprendizaje.

Victor Frankl dice: "Entre el estímulo y la

respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta.

En nuestra respuesta está nuestro crecimiento y nuestra libertad."

La propuesta es entrenar y llevar a la actividad diaria el STOP.

El STOP es el acrónimo de las iniciales "S" de Para,

STOP.

"T" de toma una o varias respiraciones,

"O" de observa la mente,

observa qué sucede en el pensamiento, qué emociones hay, qué sensaciones corporales,

¿qué está surgiendo ahora? ¿Cuál es mi clima interno?

Y P de procede, de da una respuesta consciente.

Actúa en base a ese conocimiento de lo que está presente en este momento.

La emoción es una señal que nos informa de que algo está sucediendo a mi o a otros

en el momento presente.

La emoción nos lleva a una actuación rápida sin necesidad de analizar.

La emoción se podría definir más como un verbo que como un sustantivo,

ya que lleva a la acción,


y es un mecanismo de supervivencia, así tendríamos que tendería

a huir o a paralizarme cunado tengo miedo a luchar cuando estoy enfadado o rabioso,

o a buscar confort y compañía cuando estoy triste.

Esta forma de actuar no necesariamente precisa de la conciencia de darnos cuenta.

Así podríamos estar huyendo, marchándonos de una situación que nos genera asco,

sin saber muy bien por qué se ha generado esta emoción.

Como decía Pascal: “El corazón tiene razones que la razón ignora”.

Se dice que el 90% de nuestras decisiones están basadas en las emociones.

La mayor parte de los autores comparten que existen seis emociones básicas que son

comunes y reconocibles a cualquier época, edad y cultura.

Estas seis emociones básicas serian:

la rabia, la tristeza, la alegría, el miedo, el asco y la sorpresa.

Cada emoción cumple una función específica.

La rabia indica la existencia de una molestia acumulada que es importante gestionar.

Nos ayuda a poner límites, es un NO.

Nos da fuerza, nos impulsa hacia fuera.

Nos da energía necesaria para cambiar algo que haya que cambiar

Predispone a una conducta de lucha, de defensa.

Al mismo tiempo, la rabia nos puede alejar de nosotros

mismos y alejar a los que están alrededor.

El miedo facilita la gestión de peligros externos o internos.

Nos invita a escapar.

La tristeza está relacionada con añorar el pasado.

Nos informa de lo que nos duele o hace daño y nos ayuda a tomar conciencia

de que las cosas cambian y a buscar ayuda.

La alegría se manifiesta como energía,

y se expresa a través del impulso a compartir dicha energía con los demás.

Las emociones se manifiestan en el cuerpo, son estados corporales, somato sensoriales.

Las emociones surgen de respuestas a estímulos externos o internos.


La emoción se acompaña de un correlato biológico.

Tiene respuestas autonómicas como serían la taquicardia o

la sudoración, respuesta neuroendocrina que llevaría la liberación de cortisol, de oxitocina,

de adrenalina y motoras que llevan a la paralización y a la acción.

Todas ellas para mantener un estado de homeostasis o equilibrio.

Las emociones no son ni buenas ni malas.

Nos pueden resultar agradables o desagradables y llevarnos a conductas saludables o no


saludables.

Hay emociones que son deseadas por nosotros y otras que son rechazadas o difíciles de gestionar.

¿Qué pasaría si en tu día habitual surge una emoción difícil y en lugar de rechazarla

o de quitarla, la observas, le haces espacio y le preguntas:

Si, te veo.

De forma amable.

Observas todo lo que surge en ese momento.

¿Qué son las emociones y cómo funcionan?

Las emociones con frecuencia son temidas y evitadas porque son dolorosas.

Entonces, ¿por qué centrarnos en las emociones?

Porque las emociones te dan información importante y te dicen si las cosas están ocurriendo como
te gustaría.

Las emociones ayudan a la supervivencia facilitando una forma automática y eficiente de


respuesta rápida ante situaciones importantes.

Las emociones te ayudan a relacionarte con otras personas y con las expectativas y demandas de
la vida.

Las emociones te dicen qué necesitas y cuando sabes lo que necesitas,

te ayudan a ponerte en marcha para satisfacer esas necesidades.

Las emociones también te comunican lo que sientes.

Aprendes de tus reacciones emocionales a través de la experiencia.

Todas tus experiencias negativas pueden convertirse en un agujero negro y temible dentro de ti.

Muchas de tus reacciones emocionales las has aprendido hace mucho tiempo.

Tu sombra negra parece a veces una persona que te dañó en el pasado.


Pero tanto tu experiencia emocional como tus reacciones pueden siempre cambiarse o alterarse.

Primero necesitas conocer algo acerca de lo que son las emociones.

Tienes diferentes emociones básicas algunas de las cuales te activan y algunas te tranquilizan.

Estas son la vergüenza, el miedo,

la tristeza,

la rabia,

el asco,

la felicidad

y la sorpresa o el interés.

Tienes más emociones desagradables que agradables,

lo que significa que con frecuencia se sufre bastante más, pero esto es porque las emociones
desagradables ayudan a la supervivencia.

Los sentimientos tienden a ser también más desagradables sí peleas contra ellos.

Si les permites estar ahí, van volviéndose menos desagradables.

Puedes experimentar y expresar muchos sentimientos diferentes,

como sentirte desesperanzado, irritado, ansioso, nervioso, solo, avergonzado, desconfiado,


conforme y muchos más.

Todos estos sentimientos se originan desde esas emociones básicas.

Por ejemplo, el sentimiento de desconfianza se origina en el miedo y el sentimiento de la soledad


se origina en la tristeza.

Y entonces la cosa se complica.

Las emociones no siempre te facilitan a ti y a tu entorno buena información.

A veces finges emociones para conseguir lo que quieres y otras veces escondes tus emociones
verdaderas con otras emociones.

Si actúas así...

...cuando realmente te sientes de esta forma...

y realmente necesitas compasión y confort, conseguirás que las personas se alejen de ti.

Si tú o alguien cercano a ti es una persona paciente, acogedora y lo suficientemente curiosa para


intentar entenderte,

tal vez te des cuenta de que estás triste, y entonces busques lo que necesitas para sanar tu
emoción dolorosa.
Otras veces, tus verdaderas emociones están echas un lío y esto se vuelve problemático.

Si pasaste mucho miedo cuando eras un niño,

puedes haber crecido teniendo un sentimiento profundo de estar aterrorizado

y quizá te protejas en exceso con el fin de que nadie te vuelva a hacer daño.

Cualquiera a quien hayan hecho mucho daño cuando era un niño tiene una profunda necesidad de
sentirse seguro y un deseo de que alguien le quiera y conecte con él.

Sin embargo, una protección excesiva no te va a permitir contactar con el otro.

Puedes decir o mostrar a alguien en quien confías que estás asustado.

Puedes dar la bienvenida al miedo y escucharlo en vez de ignorarlo o esconderlo.

De esta forma, el miedo se hace más manejable.

También puedes cambiar el miedo a través de la autocompasión y del enfado asertivo.

Puedes defenderte a ti mismo sin alejar a nadie.

Puedes manejar el criticismo incluso si este te daña.

Puedes aprovechar la oportunidad y permitir que los otros se acerquen a ti, incluso si tienes miedo
de volver a ser dañado.

Te sientes y funcionas mejor cuando eres consciente de tus verdaderas emociones y te atreves a
lidiar con ellas, incluso cuando son dolorosas.

Tus emociones reales te ayudarán a conseguir lo que realmente necesitas, tanto de ti como de los
demás.

Te sientes y funcionas mejor cuando tus verdaderas emociones son originales y nuevas,

en vez de estar estancado en sentimientos antiguos.

Puedes confiar en tus emociones y, si lo haces, te darán lo que necesitas.

Las emociones encalladas y engañosas pueden cambiar si:

aprendes a prestar atención a tus emociones,

eres curioso y paciente con tus propias emociones,

expresas y muestras tus emociones verdaderas,

aprendes a aceptar que tenemos diferentes emociones

y que las emociones se cambian con emociones.

Y todo esto será mucho más fácil si cuentas con el apoyo y la empatía de otra persona.

Leslie Greenberg, psicólogo que ha desarrollado la terapia centrada en la emoción, comenta


que la proporción de emociones desagradables frente a las emociones agradables en la lista

de emociones básicas es de 2 a 1 siendo el enfado, la tristeza, el miedo y la indignación

muy superiores frente a la alegría, o la sorpresa.

El detectar un peligro o una amenaza por encima y mucho más intensamente que el poder
detectar

experiencias positivas es lo que ha permitido que la especie humana llegue hasta nuestros días.

Hemos ido evolucionando que forma que somos más capaces de pensar y de sentir de forma
negativa.

Rick Hanson, neurocientífico lo dice así “el cerebro es como un teflón para experiencias

positivas y como un velcro para experiencias negativas.”

Sin embargo cuando las emociones son demasiado intensas, no son capaces o no nos
proporcionan

información útil, pierdan esa capacidad.

Lo que ocurre entonces es que no somos capaces de pensar con claridad ni de ver las situaciones

o el contexto con la claridad.

Daniel Siegel en su libro “La mente en desarrollo” nos describe la imagen de la “ventana de
tolerancia."

La venta de tolerancia es un rango en el que podemos o somos capaces de experimentar


emociones

de una forma que no nos lleve a no pensar con claridad o de una forma que nos lleve

a pensar con claridad y donde podemos integrar toda la información proveniente de lo cognitivo,

de lo emocional y de lo sensorio motor.

Dentro de la ventana de tolerancia hay un equilibrio entre el sistema simpático y el

sistema parasimpático que son ramas del sistema nervioso autonómico.

Cuando hay un estímulo amenazante se produce una emoción intensa y cuando esta emoción

es demasiado intensa se activa el sistema simpático, se produce digamos un estado de

hiperactivación, estamos por encima del límite de la ventana de tolerancia y en ese estado

o ese estado de hiperactivación se asocia con conductas de lucha o huida.

Si el estímulo amenazante persiste en el tiempo el sistema simpático permanece activado,

pero aquí surge la activación de la rama dorsal del nervio vago

que forma parte del sistema parasimpático.


Digamos que hay una activación simultánea del simpático y del parasimpático y se asocia

con las conductas de parálisis, de muerte fingida y de desconexión.

Tanto cuando nos encontramos en un estado de híper como de hipoativación, podemos

hablar de desbordamiento emocional.

En esos momentos o en esos estados no somos capaces de pensar con claridad.

No se puede responder de forma equilibrada y calmada.

Lo que se producen son reacciones automáticas, rápidas y no conscientes.

Cuando lo que estamos experimentando son sentimientos de malestar intensos,

la respuesta inmediata fruto de nuestra naturaleza humana,

es deshacernos de ellos, rechazarlos y a empujarlos fuera de nuestra conciencia.

Como dijo Frank Kafka:

"Quizás esa misma resistencia, es el único dolor que hubiéramos podido evitar”.

El siguiente cuento nos puede ayudar a entenderlo mejor:

“Había un rey que tenía 3 hijos.

El mayor era apuesto y muy popular,

y cuando cumplió los 21 años su padre le construyó un palacio en la ciudad.

El segundo era inteligente y muy querido.

Cuando cumplió los 21, su padre le construyó otro palacio en la ciudad.

El tercer hijo no era inteligente ni atractivo,

sino todo lo contrario, desagradable e impopular y cuando cumplió los 21, los asesores del rey le
dijeron:

“Como ya no queda más sitio en la ciudad, debes construir un palacio fuera

de la ciudad, con muros suficientemente fuertes para que soporten las embestidas de los
bandidos”.

Así fue como el rey construyó el palaciofuera de los muros,

y envió a sus mejores soldados para que lo defendieran.

Al cabo de un año, el rey recibió el siguiente mensaje de este hijo:

“No puedo seguir viviendo aquí, los bandidos son demasiado fuertes”.

Entonces los consejeros le dijeron al rey:


“Construyamos otro palacio a 30 km de la ciudad.

En un sitio alejado de los bandidos,

y enviemos un mayor número de soldados para defenderse de las tribus nómadas."

El rey les hizo caso de nuevo,

y construyó el nuevo palacio y envió a más de 100 soldados para defenderse.

Un año más tarde recibió un nuevo mensaje de su hijo:

“Ya no puedo resistir más aquí,

las tribus son demasiado fuertes”.

Entonces, los asesores recomendaron:

“Construyamos un castillo,

una enorme fortaleza a 160 km de distancia.

Tendrá que ser lo suficientemente grande como para albergar a 500 soldados

y lo suficientemente fuerte como para poder

soportar el ataque de los enemigos de la frontera”.

Volviendo a hacerles caso, el rey construyó

ese castillo y envió a 500 soldados para protegerlo.

Pasado otro año, el hijo envió un nuevo mensaje al rey que decía.

"Padre, los ataques de las tribus vecinas son demasiado fuertes.

Ya nos han atacado un par de veces y si lo hacen una tercera,

temo por mi vida y por la vida de mis soldados”.

Entonces el rey dijo a sus consejeros:

“Dejémosle volver a casa para que viva en palacio conmigo.

Es mejor aprender a amarle que desperdiciar energía y recursos para mantenerle a distancia”.

No es fácil conectar con las emociones difíciles y enfrentarnos al estrés, al dolor, la ansiedad.

La tendencia en todos los seres humanos es escapar, es alejar aquello que

no consideramos como agradable.

Sin embargo cuanto más tendemos a rechazar la emoción,

más intensa tienda a hacerse esta e incluso puede manifestarse como síntomas somáticos.

La propuesta que hacemos con Mindfulness es justo el movimiento contrario, es acercarnos


a esas experiencias difíciles, poder estar con esas experiencias tal y como son.

Al fin y al cabo es

reconocer la emoción difícil, aceptar la emoción difícil y poder estar con ella tal y como es.

Con la práctica de Mindfulness entrenamos la regulación emocional y la regulación

emocional se refiere a la capacidad de reconocer, de sentir, y tolerar emociones que hemos


considerador

difíciles o emociones negativas, poder estar con ellas dentro de la ventana de tolerancia

lo cual permite el dar respuestas adaptativas. Pero no solo se refiere a poder experienciar

y poder estar con emociones negativas si no también se refiere a la capacidad de poder

ampliar el rango de emociones positivas y no solo el rango si no intensificar aquellas

emociones positivas tales como la gratitud, la bondad, la generosidad, el asombro, la curiosidad.

Con mindulness lo que se ha visto es que ampliamos los límites de la ventana de tolerancia,

de forma que somos capaces de poder estar con una emoción sea esta agradable o sea
desagradable,

dentro de ese espacio en el cual podemos dar respuestas equilibradas, respuestas adaptativas

que al final son respuestas beneficiosas tanto para el entorno como para ti mismo.

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