Enero de 1974

Volumen 5 No. 4

EL FORO
ROSACRUZ
Una Publicación
Privada Para
Miembros de AMORC

SOLEMNIDAD Y BELLEZA
La consciencia espiritual surgida
por la devoción religiosa lia sido un
fuerte estímulo en el desarollo de
las artes. Las hermosas mezquitas
que se encuentran en el Cercano y
en el Lejano Este, son representan­
tes de esta influencia religiosa. Se
muestra aquí una de las varias
magníficas mezquitas que pueden
verse en El Cairo, Egipto. Su
reluciente alabastro, sus mosaicos
coloreados y sus graciosos minaretes
sugieren una belleza celestial. Ellas
tienen, además, una influencia
inspiradora para el estado dé ánimo
del espectador.
(Fotografía de AMORC)
 ¡Saludos!
V △
¿DEBERIA SER FOMENTADA LA MUERTE SIN DOLOR?
Queridos Fratres y Sórores:
Un Frater, dirigiéndose a
nuestro Foro, pregunta acerca
de nuestro punto de vista sobre
el tema de la eutanasia, es de­
cir, la muerte sin dolor. In­
forma que han habido muchos ar­
tículos estimulantes sobre el
tema. Nos dice: "Específicamen­
te, mientras el suicidio es ge­
neralmente considerado como re­
firiéndose a la destrucción vo­
luntaria del cuerpo para el
propósito de efectuar la tran­
sición, ¿es, en realidad, sui­
cidio —o crimen— permitir la
deterioración del cuerpo como
un curso natural; es decir, no
permitir la intervención médica
cuando para el mejor saber y
entender humano serviría sola­
mente para prolongar la vida un
determinado período de tiempo?
Entre algunas culturas avan­
zadas, en sus doctrinas reli­
giosas y en los códigos mora­
les, la vida ha sido considera­
da una dote divina. Por lo tan­
V
to, tomar la vida, excepto bajo
ciertas condiciones estipula­
das, se pensó que era no sola­
mente un crimen sino un pecado
de gran magnitud. Sin embargo,
las excepciones a esta aura sa­
grada que rodea al significado
de la vida, han sido numerosas.
La violación de algo sacrosanto
tal como un relicario, los tem­
plos, las estatuas de los dio­
ses o diosas, o el quitarle la
vida a ciertos personajes, re­
sultaba en la ejecución de los
culpables. Además, todas las
civilizaciones antiguas, como
las de hoy día, se ocupaban en
guerras tanto ofensivas como
defensivas. Tal estrago en la
vida era y es justificado sobre
varias bases. IE1 individuo no
quitará la vida, pero el estado
se permite hacerlo bajo ciertas
circunstancias!
Con esta santidad atribuida
a la vida, el suicidio ha sido
denunciado por muchas de las
naciones avanzadas del mundo
como un crimen capital. Lenta­ Pero, ¿le da crédito al dios
mente, el suicidio, el quitarse del hombre el permitir conceder
la vida personalmente, aunque a los humanos sufrir de una en­
prohibido, ha sido considerado fermedad incurable que aunque
de una manera más inteligente. no les inmovilice completamente
El suicida es aquel que está les tenga en pena constante?
bajo una tensión emocional ex­ Aunque no fuera en pena cons­
trema. El no es racional, como tante, el sufriente puede estar
lo es uno a quien podría lla­ incapacitado para el resto de
mársele un individuo normal. su existencia hasta el punto de
Es, por lo tanto, refrenado y no ser capaz de participar en
le es suministrado un trata­ las actividades de la vida. En
miento mental. realidad, hasta puede no estar
En uno de sus diálogos, un consciente de sus alrededores.
antiguo filósofo griego, cree­ Existen muchos individuos que
mos que era Sócrates, prorrumpe virtualmente vegetan; sus men­
en contra del suicidio. En ge­ tes están idas y son de edad ex­
neral, la razón para su pros­ tremadamente avanzada —no hay
cripción del acto era que la esperanza, excepto un deterioro
vida era un regalo de los dio­ lastimoso adicional. Lo más que
ses para el hombre. Por consi­ la técnica y el conocimiento
guiente, el hombre no tenía el médicos pueden hacer por estas
derecho de destruir aquello que víctimas, es sólo continuar la
era de los dioses y que él no vida del individuo. Por lo tan­
poseía enteramente. Este tema, to, en tales casos, la persona
en particular con respecto al angustiada no es más que una
hombre y la terminación preme­ masa inanimada.
ditada de su propia vida, es En muchos casos, si a esos
uno de los más exhortados por individuos se les preguntara,
las religiones principales del escogerían la eutanasia, una
mundo. Simplemente, se afirma transición sin dolor para po­
que es un gran pecado mortal nerle fin a su existencia pre­
para el hombre quitarse su pro­ sente; es decir, si ellos fue­
pia vida. No obstante, en la ran capaces de estar conscien­
Biblia encontramos que el hom­ tes de sus circunstancias pre­
bre, en varias partes, es inci­ sentes. También existe otro as­
tado a quitarle la vida a otros pecto que ha sido a menudo dis­
hombres, en batalla o de otra cutido por otros en conexión
forma, que se pensaba que no con este tema. Es el uso conti­
eran divinamente aprobados. Co­ nuado de médicos, equipos médi­
mo por ejemplo, los Números, cos, hospitales y sus facili­
25:5 "y Moisés dijo a los jue­ dades en estos fútiles casos,
ces de Israel: Mate cada cual a cuando éstos serían más benefi­
sus allegados que se han consa­ ciosamente aplicados en salvar
grado a Belfegor". vidas que pudieran ser resta­

El FORO ROSACRUZ se publica cuatro veces al año (un número cada tres meses) por el
Departamento de Publicaciones del Consejo Supremo de AMORC, Parque Rosacruz, San José,
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PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: $2.00 PARA MIEMBROS SOLAMENTE
blecidas a la normalidad o al
menos para el goce de la vida.
Existen por supuesto, muchos
tecnicismos legales que tienen
que ser superados. ¿Quién va a
asumir la responsabilidad pa­
ra autorizar la eutanasia —la
terminación de la vida de otro?
Permitirle a los parientes ha­
cerlo podría resultar en situa­
ciones que podrían fomentar, en
algunos casos, actos crimina­
les. Los médicos no desearían
hacer la decisión final sin
asegurarse de una protección en
contra de la responsabilidad.
Ahora bien ¿qué de los prin­
cipios místicos implicados? El
místico considera la vida y la
consciencia que él recibe como
un gran regalo. Por consiguien­
te, le permite en este breve
interludio reflejar mucho del
Cósmico en su consciencia y ser
llevado más cerca de lo Absolu­
to. Perder tal oportunidad, ne­
gar tener esa oportunidad, el
místico lo consideraría moral­
mente erróneo.
Sin embargo, el filósofo
místico puede comprender otros
efectos mitigadores del proble­
ma. El karma no es intencional­
mente punitivo. No busca casti­
gar por una violación de sus
leyes. No es una retribución
por un acto equivocado. Es me­
ramente la ley de causa y efec­
to siendo impersonal en su fun­
ción. Por lo tanto, el karma
no impondría un castigo en un
acto de eutanasia.
La filosofía mística consi­
dera la pérdida de la salud, la
degeneración del cuerpo por las
enfermedades como el resultado
de un fenómeno natural. Tenemos
como humanos los medios para
combatir estas cosas cuando es­
tamos en conocimiento de la
forma de hacerlo. Esto es parte
de la ley natural del Cósmico.
No existe un decreto cósmico
que uno deba vegetar o estar
paralizado por un ataque y pa­
decer por años siendo inútil
para el mismo y para los demás.
No existe en forma semejante
ninguna razón cósmica para que
uno deba sufrir por años las
grandes penas de una enfermedad
incurable. ¿Qué clase de justi­
cia cósmica fuera un mandato
cósmico en el que hombres y mu­
jeres deberían tolerar tal su­
frimiento?
Todos debemos pasar por la
transición, cruzar el Gran Um­
bral algún día. La vida lucha
por hacer su duración tan larga
como sea posible. Pero el hom­
bre es más que una entidad vi­
viente. Él es un ser pensante,
activo y creativo. Cuando estas
facultades y poderes son qui­
tados al hombre, él retrocede.
Su ciclo como humano está com­
pleto. Si, entonces, bajo ta­
les circunstancias él desea la
transición, ¿por qué ha de ne­
gársele?
Si el alma personalidad so­
brevive —lo que cada místico
cree— su transición por medio
de la eutanasia no tendrá de
ninguna manera efecto alguno
para la continuación del alma
en otra parte. El hombre, en­
tonces, al recurrir a la euta­
nasia, no se ha quitado erró­
neamente la vida al pedir su
cese. La vida misma ha funcio­
nado mal para él y el presente
capítulo del libro está cerra­
do. ¿Por qué esperar hasta que
las páginas del libro se hayan
ajado y no sean ya más legibles
y así se burle de su previa
virtud?
Concluimos admitiendo fran­
camente que este es un tema
extremadamente sensitivo y po­
lémico, no importa qué posi­
ción uno tome. Habrá aquellos
que estarán descontentos con el
pensamiento de la transición
por medio de la eutanasia; sin­
tiéndose moral y emocionalmente
escandalizados por ello. Con­
trariamente, habrá otros que
encontrarán justificación huma­
na en la eutanasia.
Fraternalmente,
Ralph M. Lewis
Imperatoi‘
;QUE ES UN AVATAR?
O
Un Frater de Japón se dirige
a nuestro Foro y pregunta en
substancia: "Específicamente,
¿qué es un avatar? ¿Aceptan los
Rosacruces el significado tra­
dicional de la palabra? ¿Quié­
nes eran los avatares y existe
alguno que viva ahora?"
La palabra avatar es de ori­
gen hindú y posiblemente sáns­
crito. En la religión hindú el
término se refería a cualquiera
de las divinidades que encarna­
ban en forma humana. El que ha­
ya logrado iluminación espiri­
tual y sea, en realidad, una
divinidad, o el equivalente en
logro, y que vuelva a la exis­
tencia mortal a servir a la hu­
manidad, se considera que es un
avatar, de acuerdo con la reli­
gión hindú. Hablando mística­
mente, un avatar es el que ha
alcanzado Consciencia Cósmica,
o sea, que su consciencia está
en perfecta armonía con la Men­
te Universal y no está obligado
Cósmicamente a encarnar en for­
ma física, pues la personalidad
del alma ha aprendido sus lec­
ciones específicas y ha comple­
tado, en realidad su ciclo ne­
cesario. Este ciclo empieza con
la extensión de la fuerza del
alma hacia afuera por medio de
la forma humana hacia un estado
eventual de plena realización
de la unidad Cósmica del Hom­
bre. Cuando se ha logrado esta
realización, el alma ha vuelto
entonces, en consciencia, a su
fuente.
Sobre tal premisa tradicio­
nal mística, se han fundado mu­
chas filosofías, religiones y
conceptos metafísicos y la ma­
nera de explicar los principios
y leyes involucradas en tal
proceso varía algo, con cada
sistema. Se ha aceptado y se
acepta generalmente, que un in­
dividuo que haya expuesto gran
verdad espiritual y que haya
demostrado poderes transcenden­
tales, no adquirió ese conoci­
miento y poder en una sola vi­
da. Se puede discutir que él es
una personalidad de alma alta­
mente evolucionada y quizás se
proclamará que tal persona está
en el último plano de conscien­
cia que debe experimentarse en
forma humana y que debido a eso
ha adquirido una visión psíqui­
ca y un poder personal que ex­
cede al de otros mortales. Las
conquistas teúrgicas de seme­
jante individuo se explican en
los terrenos de una teofanía
enaltecida o experiencia espi­
ritual .
En el misticismo del Este,
no se pensaba que ningún avatar
en particular, era el único hi­
jo de Dios. En las religiones
panteístas, el avatar era el
que se hacía más completamente
consciente de la Inteligencia
Universal, la mente de Dios que
todo lo penetra y a través del
cual podía fluir el exceso de
Luz Divina. Para la mayoría de
los místicos, habían otros ade­
más de los de las sectas cris­
tianas, así que se pensaba que
Zoroastro, Moisés, Vishnú, Buda
y Cristo, eran sólo unos pocos
de los avatares. Había otros,
que habían logrado del mismo
modo la perfección de la per­
sonalidad de alma, incluyendo
también aquellos que a través
de toda la historia habían lo­
grado un gran influjo de luz
espiritual. Sin embargo, el re­
ligioso particular, el devoto
de una secta distinta, como por
ejemplo, la ortodoxa cristiana,
probablemente se resentiría de
que se considerara a la cabeza
de su fe un avatar, pues le pa­
recería que su guía espiritual
o mesías estaba siendo relegado
a un orden inferior.
Para los místicos cuya ense­
ñanza es panteísmo místico todo
ser humano tiene la potencia­
lidad de convertirse en un ava­
tar igual a los líderes espi­
rituales más grandes conocidos
por el hombre. El sendero para
tal logro está sembrado de se­
veros obstáculos. El camino es
difícil y las tentaciones y de­
bilidades humanas existen por
todos lados. Es en extremo ár-
duo para la voluntad humana do­
minar y disciplinar al hombre
físico para poder lograr la
perfección deseada. Como resul­
tado, en la historia del mundo,
los verdaderamente grandes ava­
lares, de manera figurada, pue­
den ser contados con los dedos.
La mayoría de los mortales fra­
casan en alguna parte en las
pruebas y tribulaciones de la
vida, y aún en muchas existen­
cias fracasan en hacer los sa­
crificios exigidos que les ha­
rían ganar esa gran iluminación
que los constituiría en avala­
res .
Desde el punto de vista en­
teramente objetivo y racional,
se debe preguntar si todo gran
Mesías o fundador de una reli­
gión es elegible para ser con­
siderado un avatar. Algunos han
tenido experiencias teúrgicas
de las que en verdad no se pue­
de decir que hayan sido induci­
das por la elevación mística de
la consciencia, sino más bien
que han sido solamente expe­
riencias de éxtasis emocional.
Aunque el éxtasis emocional es
parte de la naturaleza psicoló­
gica de la experiencia religio­
sa, también se puede originar
por otras causas bien distintas
a la espiritual. Por ejemplo,
personas con desórdenes nervio­
sos pueden tener alucinaciones
que encierran, para ellos, la
realidad de una experiencia re­
ligiosa, en la que la línea de
demarcación no sería la que el
individuo sostenía que le era
revelada durante tal estado,
sino los poderes que desplegaba
subsiguientemente como resulta­
do de la experiencia.
A la mayoría de los avatares
de las religiones existentes,
les han atribuido grandes mani­
festaciones de poder espiritual
que les han acreditado por la
exhibición de fenómenos extra­
ños y raros, equivalentes a la
dirección y control de la ley
natural. "Milagro" es la pala­
bra que por lo general está
asociada a tal fenómeno. El
verdadero avatar sería capaz de
actos y hazañas al parecer mis­
teriosas y sobrenaturales para
el no esclarecido. Realmente,
la comprensión y el dominio de
la ley Cósmica y natural del
avataf le harían posible lograr
cosas que para otros parecerían
milagrosas.
Sin embargo, dudaríamos se­
riamente, del derecho de ser
proclamado un avatar meramente
porque ha logrado la dirección
de una secta y expuesto que lo
que profesaban eran verdades
espirituales. El verdadero ava­
tar debe ser capaz de demostrar
en su propia vida algunos de
los preceptos que postula y de­
bía enseñar y revelar tal cono­
cimiento como ha sido estudiado
seriamente y aplicado por otros
lo que les daría algún dominio
sobre los asuntos de sus vidas.
En otras palabras, los avatares
serán conocidos por sus traba­
jos .
¿Existen avatares que vi­
ven ahora? Indudablemente, hay
muchas mentes iluminadas que
tienen las calificaciones para
convertirse con el tiempo en
avatares. Grandes místicos de
hoy, filósofos morales y éticos
y maestros espirituales están
adquiriendo ese desenvolvimien­
to de la personalidad de alma,
que hará de ellos avatares en
el mañana. El que alguno de los
que ahora viven sean denomina­
dos justamente avatares signi­
fica que deben tener ese domi­
nio Cósmico atribuido a las lu­
ces espirituales del pasado.
Aunque existen numerosas fábu­
las y leyendas acerca de tales
personajes, no existe alguno
que por ahora en nuestra opi­
nión, esté en la misma catego­
ría de los tradicionales avata­
res aunque, indudablemente hay
muchos que como hemos dicho, en
tiempos relativamente recientes
y al presente, están evolucio­
nando hacia ese punto.
Todo místico no es necesa­
riamente un avatar. Hay un or­
den jerárquico para la evolu­
ción mística o espiritual. Por
ejemplo, existe el Neófito, el
entusiasta, de consciencia evo­
lucionante, intelectual y espi­
ritual que, al fin empieza a
tener una serie de experiencias
místicas. Su discernimiento y
respectivo comportamiento ga­
rantiza que con el tiempo reci­
birá la apelación de místico
aspirante y quizás, por último,
la de místico. Entonces, debe
crecer en experiencia e ilumi­
nación para ser capaz de ese
logro que es el ápice constitu­
yéndolo en un avatar. Como una
pirámide, la aspiración mística
es amplia como su base pero se
va estrechando hacia la cúspide
para conseguir la meta.-- X
¿EMIGRAN LAS
ALMAS REENCARNADAS?
Un Frater de Canadá se diri­
ge a nuestro Foro: "Suponga que
este planeta fuera destruido
por el hombre a tal grado de no
poder más sostener vida. Me
pregunto qué le pasaría a todas
las alma personalidades que se
encuentran ahora en proceso de
evolución. El alma personali­
dad sobrevive la muerte física
y, por lo tanto, lo que ahora
reconocemos como los Maestros
Cósmicos, Karma, evolución per­
sonal, encarnación, etc., se
volverían bastante insignifi­
cantes al menos que existieran
otros lugares para esa evolu­
ción" .
La destrucción del planeta
Tierra en nuestro universo so­
lar no constituiría en el gran
universo una catástrofe de es­
tremecimiento cósmico. Mundos
aun más grandes que el nuestro,
de acuerdo con astrónomos mo­
dernos, aparentemente existie­
ron en un espacio intereste­
lar. Ellos permanecen ahora co­
mo áreas gaseosas obscuras. En
realidad, por medio de grandes
telescopios, algunas estrellas
cuyas dimensiones son muchas
veces la de la Tierra son vis­
tas que estallan. La luz creada
por la explosión está siendo
recibida ahora en la Tierra,
pero el evento pudo haber suce­
dido hace muchos miles de años.
Si sostenemos la presunción
que la reencarnación y la so­
brevivencia de las almas-perso­
nalidad son fenómenos que tie­
nen una causación inteligente
detrás de ellos, tal inteligen­
cia realizaría que el nacimien­
to y la muerte de los cuerpos
celestiales sería un aconteci­
miento natural. Esta inteligen­
cia, podemos además suponer,
también realizaría que la des­
trucción de la Tierra, así como
la de otros planetas y estre­
llas, sería inevitable, y que
no habría excepciones.
Por lo tanto, todas las le­
yes naturales cósmicas directa­
mente relacionadas con la con­
tinuación del alma-personali­
dad no terminarían de repente.
Puestos sucintamente, si estos
conceptos tradicionales están
basados en leyes cósmicas, lue­
go ninguna catástrofe terrenal
podría perturbarlas. Un salva­
vidas sería provisto. Nosotros,
por supuesto, no tenemos el de­
recho de suponer, aunque al ego
humano le gustaría hacerlo, que
todas las almas reencarnadas se
manifiestan exclusivamente en
la Tierra. Podemos además supo­
ner que por alguna causación de
la que no tenemos conocimiento,
un alma personalidad puede en­
carnar no sobre la Tierra sino
en otro planeta existente en el
universo de una galaxia remota.
De igual forma, en teoría,
sería plausible asumir que las
almas-personalidad de las inte­
ligencias de otros mundos pue­
den reencarnar sobre la Tierra.
Dejando esta suposición asumir
aun más grandes latitudes, po­
demos decir, tal vez, que esa
es la razón por la cual tene­
mos genios en la Tierra para
los cuales no existe explica­
ción genética o hereditaria.
Los grandes artistas, filósofos
e inventores cuya base mortal
no parece proveer ninguna cau­
sa que contribuya a su grande­
za, sugeriría la posibilidad de
que estas almas personalidades
reencarnadas pueden previamente
haber existido en algún otro
mundo interestelar.
Podemos solamente hacer con­
jeturas acerca del por qué ellos
necesitarían venir a la Tierra
con sus potenciales aun mayo­
res , con sus talentos innatos y
sus altamente desarrolladas fa­
cultades. Tal vez debido a que
la humanidad necesitaba la ilu­
minación particular que ellos
emitirían justo en ese tiempo.
Por consiguiente, podemos tener
un sentido de certeza en igual
grado del que tenemos acerca de
la reencarnación, de que la
evolución del alma-personalidad
de un individuo, o el logro que
ha sido alcanzado por un gran
maestro, no estará perdido para
siempre sólo porque este peque­
ño satélite Tierra no existiera
más . --- X
HACIENDO TRATOS CON EL FUTURO
Muchas personas que solici­
tan ser miembros de la Orden
Rosacruz, han leído bastante
acerca de la predicción del fu­
turo. Existe un sin fin de li­
bros, numerosos artículos y pe­
riódicos regulares que tratan
este tema y es solamente natu­
ral que estas personas se pre­
gunten acerca de la posición
Rosacruz sobre esta materia, o
acerca de la habilidad Rosacruz
en investigar el futuro. Una
Soror hace la típica pregunta:
"¿Aprenden los Rosacruces algo
acerca del futuro? ¿Desarrollan
facultades clarividentes? Natu­
ralmente a cualquiera le gusta­
ría conocer el futuro y cómo
evitar desastres, ¿pero, es de­
seable o posible?"
Un miembro del personal del
Departamento de la Editorial
Rosacruz, Soror Evelyn Pierce,
ha sido estudiante de la Orden
la mayor parte de su vida, ha­
biendo crecido en una familia
Rosacruz, y servido como Colum­
ba y finalmente asumió la cali­
dad de miembro adulto por su
propio deseo. Se le pidió su
punto de vista sobre el tema y
sus respuestas a la pregunta de
la Soror fueron como sigue:
"Desde que el hombre por
primera vez realizó que él era
una entidad única, capaz de au-
toconocer y de analizar su vida
tanto como su ambiente, se ha
preguntado probablemente acer­
ca del futuro, particularmente
cuando las ocurrencias futuras
tenían un efecto directo sobre
él. Su deseo por conocer el fu­
turo está, en realidad, rela­
cionado con la pregunta mayor
de su deseo de saber su propó­
sito en el Universo, pues sus
teorías con respecto a este
propósito son 'verificadas' o intuición es clarividencia en
'refutadas' dependiendo del re­
sultado de este futuro.
"Los Rosacruces aprenden mu­
cho acerca del futuro cuando
estudian las enseñanzas en las
monografías. Uno de los prime­
ros conceptos básicos con los
que un estudiante se encuentra
es que el tiempo consiste de la
duración de la consciencia. En
el sentido cósmico mayor, no
existe tiempo como lo conocemos
en nuestro mundo objetivo. El
movimiento de las manecillas de
un reloj, el uso de la termino­
logía como ayer, hoy y mañana,
y todas las diferentes maneras
en que es designado el pasar
del tiempo, son exclusivamente
hechas por el hombre. Estas de­
signaciones ayudan al hombre
a ordenar su mundo —poniendo
eventos en su perspectiva ade­
cuada .
"Una de las formas en que
los Rosacruces tanto como otros
individuos pueden llegar a sa­
ber algo acerca del futuro es
por medio del desarrollo de sus
facultades de la intuición. En
el Glosario Rosacruz sabemos
que '...es aquel conocimiento
que parece autoevidente y que
de repente brilla en la cons­
ciencia y acerca del cual no
abrigamos ninguna duda. Es la
Inteligencia de la Mente Cósmi­
ca, que reside en el subcons­
ciente que periódicamente en­
tra en la mente objetiva co­
mo un ideal comúnmente llama­
do corazonada. La intuición es
una expresión de la consciencia
cósmica en el hombre a través
de la armonía que el Ser Inter­
no tiene con la Mente Univer­
sal'. Cuando el pensar racio­
nal y objetivo y la observación
perceptiva fracasan en proveer­
nos con las respuestas que ne­
cesitamos, la meditación a me­
nudo producirá una 'corazonada'
intuitiva que ofrece la verda­
dera solución que buscamos. La
cuanto que nos provee con una
habilidad para 'ver' eso que no
es fácilmente evidente a nues­
tros sentidos objetivos.
"El futuro no es una mani­
festación separada de lo que
está ocurriendo ahora y lo que
ocurrió ayer. Es meramente una
continuación de los eventos pa­
sados y presentes. La prognos-
ticación —o sea la práctica
de predecir el futuro— puede
guiarnos a creer que los even­
tos futuros son incambiables
y ocurrirán sin importar las
acciones del hombre. Esto es
equivalente a creer en la pre­
destinación en un sentido si el
hombre no tiene la oportuni­
dad de cambiar el curso de los
eventos. Pero el futuro puede
ser alterado.
"Mucha de esta habilidad pa­
ra predecir el futuro depende
del conocimiento de la ley de
causación que expresa la idea
muy simplemente. Siempre que
haya una causa, un efecto debe
seguir. Lo contrario también
es cierto. Siempre que hay un
efecto, debe haber una causa o
causas que ayudaron a producir
ese efecto.
"Alguien que desea predecir
el futuro a menudo escoge pre­
decir aquellas cosas que, dado
un patrón conocido de causa-y-
efecto en el pasado, tendrá
con mucha probabilidad ese mis­
mo patrón conocido de causa-
y-efecto en el futuro. Sería
estúpido para alguien predecir
 que el 'Oíd Faithful', el fa­
moso geiser localizado en el
Parque Nacional de Yellowstone,
hará erupción aproximadamente
veinticuatro veces en un día
señalado el próximo año. Esta
predicción sería virtualmente
una certidumbre. Aun así muchas
predicciones tienden a centrar­
se alrededor de aquellas proba­
bilidades que tienen un factor
alto de posibilidad •—tal como
terremotos, accidentes aéreos,
etc. Por ejemplo, aquellos que
no siguen las reglas de la sa­
lud están más propensos a en­
fermarse que aquellos que se
adhieren estrictamente a estas
reglas. Existe una relación de
causa-y-efecto aquí que hace
que un resultado sea más proba­
ble que otro bajo ciertas con­
diciones .
"Nuestro Imperator ha dicho
del futuro: 'Nuestros pensa­
mientos y actos son principal­
mente las causas de los eventos
del mañana, combinados con los
pensamientos de otros y con las
leyes ubicuas de la naturale­
za'. Estos pensamientos pue­
den a veces ser transferidos
a otros de tal modo que ellos
también pueden tener una premo­
nición de un cierto evento por­
que ellos son conocedores de la
ley de la causación y saben ya
la causa determinante.
"Puesto que nosotros a veces
estamos conscientes del futuro,
¿deberíamos tratar de alterarlo
si lo encontramos menos que de­
seable? La ley de la causación
es una ley natural, universal y
debido a que una acción dada
resultará en un efecto particu­
lar, si cambiamos esa acción,
podemos cambiar el efecto. Te­
nemos dentro de nuestro poder,
por lo tanto, la habilidad de
afectar el futuro. Si encontra­
mos que el futuro no puede ser
cambiado por alguna razón, tal
vez exista una lección aquí que
nos adelantará grandemente en
la Senda que estamos viajando.
Nuestro fin último es la unión
completa con el Cósmico y con
el tiempo superaremos todos los
obstáculos para alcanzarlo".
Este análisis del punto de
vista Rosacruz en lo que res­
pecta al futuro está de acuerdo
con el dogma básico Rosacruz
—que el hombre puede trazar su
propio destino— de moldear los
materiales crudos de la vida en
formas siempre cambiantes para
su gozo y realización última.
Aunque es posible ocasionalmen­
te capturar un vistazo de lo
que podría ser, como predicho
sobre las causas puestas ya en
movimiento, el énfasis de la
vida no sería buscar un futuro
ya hecho que encontraríamos sin
ningún esfuerzo, que tomamos si
nos gusta o no, sino más bien
hacer el futuro como lo desea­
mos. No toda la gente, tal vez,
desea saber el futuro y en eso
yace la clave para los cons­
tructores de nuestra época.—B
EL ALMA SELECCIONA SU CUERPO
Un Frater de Washington, D.
C., expone: "En una edición
primitiva de El Foro se hizo el
siguiente planteamiento: 'Otro
punto interesante en que muchos
miembros buscan luz y conoci­
miento, está en relación a la
selección de un cuerpo de parte
del alma personalidad como lu­
gar para su residencia. Si ca­
da cuerpo físico es una mansión
para un alma temporalmente aquí
en la Tierra, ¿por medio de qué
ley y qué sistema son seleccio­
nadas estas mansiones?'"
El Frater expone luego que
según su leal saber y entender,
este tema no se continuó y que
le gustaría saber más acerca
de él. Sin embargo, en la ex­
plicación mística de este prin­
cipio la frase, "selección de
un cuerpo" usada, es realmente
una frase inadecuada. El alma
personalidad no selecciona las
mansiones, es decir, los orga­
nismos físicos, en los que de
nuevo residirá. Es algo más que
una función impersonal una con­
formidad a la ley más bien que
el ejercicio de la volición o
voluntad. La unidad del cuerpo
con el alma personalidad es tan
impersonal como las limaduras
de hierro respondiendo a la im­
pulsora atracción de un magne­
to .
Miremos también este asunto
en este sentido. Si el alma
personalidad ha evolucionado lo
suficiente para ser capaz de
determinar aquel cuerpo, ¡aque­
lla conducta o vida que mejor
contribuiría a su desarrollo no
habría hecho el error de su vi­
da previa! Por consiguiente, el
status del alma personalidad,
lo que es en su desarrollo cós­
mico, es el único factor que
determina en justamente cuál
cuerpo se revestirá durante su
próxima encarnación.
Podemos usar otra analogía
doméstica y podríamos decir me­
cánica, para comprender la ley
cósmica. En muchas industrias
de procesamiento de alimentos
—como por ejemplo, el enlata-
miento de frutas— el primer
requisito es que la fruta sea
seleccionada en cuanto a tama­
ño. La fruta se saca de los
envases en que es traída de las
plantaciones. Luego se coloca
en una correa transportadora,
larga y en movimiento. De ahí
se mueve hacia unas planchas
grandes y vibrantes que contie­
nen aberturas de diferente ta­
maño. La fruta es empujada sua­
vemente por el aparato para
así moverse a lo largo de es­
tas planchas. Los tamaños dife­
rentes caen a través de estas
aberturas lo suficientemente
amplias para acomodarlas; así,
la fruta más pequeña e indesea­
ble es rechazada y no es proce­
sada de la misma manera que las
escogidas.
También, podemos decir, el
alma personalidad gravita en
ese embrión que tendrá un orga­
nismo, padres y un ambiente po­
tencial mejor adecuado a la ex­
periencia particular que nece­
sita .
El principio cósmico no es
inconsistente con los procesos
biológicos. Los padres enfer­
mos, es cierto, a menudo trans­
miten sus males a sus hijos y,
por consiguiente, esto resulta
en una deformidad física y men­
tal. Por supuesto, padres per­
fectamente saludables pueden te­
ner hijos deformes y no debido
a una negligencia o una acción
inadecuada de su parte. Tal
cuerpo, tal deformidad, es a
menudo un requisito esencial
para el alma personalidad ya
sea del niño o de los padres.
Si el niño vive, con el tiem­
po tendrá el conocimiento de su
enfermedad. Luego con toda pro­
babilidad, las lecciones impor­
tantes de provecho de tal de­
formidad estaban destinadas pa­
ra ello. Si el niño pasa por
la transición como infante o es
incapaz de estar consciente de
su condición, es plausible pre­
sumir que el principio cósmico
propuso la experiencia para los
padres.
No hay modo durante esta en­
carnación por el cual podamos
estar seguros del cuerpo en el
que nuestra alma personalidad
pueda residir en una vida futu­
ra. Es posible, no obstante,
prepararnos para la próxima vi­
da. Toda nuestra alma perso­
nalidad progresa al despertar
nuestro ser interno, al volver­
nos más conscientes de la inte­
ligencia cósmica dentro de no­
sotros. El alma es la inteli­
gencia cósmica que reside den­
tro de nosotros. Hasta el punto
que respondemos objetivamente a
sus dictados, conforme a sus
impulsos referidos como a in­
clinaciones morales y conoci­
miento profundo de la relación
con nuestra vida, hasta este
punto hemos evolucionado. Pues­
to que nunca retrocedemos, sa­
bemos que tal desarrollo místi­
co nos atraerá hacia ese cuer­
po, hacia aquellas asociaciones
y oportunidades que están de
acuerdo con nuestros logros.
Para el Cósmico, la descen­
dencia de familia, la raza, el
status económico o social y las
afiliaciones religiosas no son
de consecuencia especial. Es el
estado de consciencia, el co­
nocimiento personal y la expre­
sión del ser del individuo lo
que importa. Algunos individuos
creen, tal vez, que ellos ten­
drían un retroceso si nacieran
de un color diferente al que
tienen ahora. Otros se senti­
rían inferiores si supieran que
iban a nacer de padres pobres o
sin distinción social. Tales
personas desprecian completa­
mente o ignoran que tal vida y
sus viscisitudes pueden actual­
mente contribuir a su entendi­
miento de las relaciones y va­
lores cósmicos.
Estoy seguro que muchos de
ustedes se dan cuenta que sería
muy desafortunado si el indivi­
duo pudiera escoger el cuerpo y
la vida que el prefiriera. En
la mayoría de tales casos la
selección sería discriminato­
ria. Las ventajas serían eva­
luadas en términos de egoísmo,
intereses materiales inmedia­
tos. Muy pocas personas harían
selecciones únicamente sobre
las bases de las lecciones que
pudieran tener o de los reme­
dios en el carácter y la per­
sonalidad que puedan ser nece­
sitados. Aun otras personas
desearían una vida en la que
pudieran aumentar su prestigio
o logro material presente, aun­
que sacrificaran la evolución
de su alma personalidad. Es de
veras beneficioso que no yace
dentro del alcance del hombre
seleccionar su vida próxima.
¿No podemos escapar a las
consecuencias de nuestras vidas
pasadas? ¿Debemos soportar las
asperezas, las cargas, las ex­
periencias a menudo dolorosas
que la ley cósmica ordena tener
en el cuerpo? Supongan que des­
pués de alcanzar la edad de la
razón o de la madurez, llegamos
a estar conscientes de las fal­
tas en nuestra personalidad y
deseamos sinceramente luchar
por rectificarlas, ¿Debemos no
obstante soportar lo que ha si­
do ordenado?
Si fuéramos obligados a ha­
cer sacrificios, aun cuando es­
tuviéramos listos para recom­
pensar y sinceramente ajustar
nuestras vidas a los principios
cósmicos, luego, ciertamente,
seríamos esclavos del destino.
Sin embargo, esto no se hace.
La ley cósmica nos puede llevar
a un cuerpo, donde, si no cam­
biamos voluntariamente nuestro
pensar y nuestra conducta, la
compensación puede ser por la
fuerza exigida de nosotros. No
obstante, si realizamos de los
cambios que tienen que hacer­
se, y sinceramente hacemos el
esfuerzo de introducirlos en
nuestras vidas, entonces co­
mienza el proceso del desplie­
gue creativo. Encontramos, en­
tonces que no estamos sujetos a
un destino inexorable. Si co­
menzamos a alterar nuestro am­
biente establecemos nuevas cau­
sas a las que le siguen efectos
beneficiosos. Lo que ordinaria­
mente nos hubiera acontecido
debido a nuestra vida y ambien­
te previos en el que hubiéramos
sido puestos, no sucede.
¿No se ha preguntado usted
cómo ciertos caracteres dignos
y nobles, individuos obviamen­
te iluminados, encontraron po­
sible surgir de una familia de
cultura y asociación deplora­
ble? Usted conoce tales perso­
nas por experiencia propia. Tal
vez usted estuvo perplejo y se
preguntó qué elementos en tal
ambiente negativo y destructi­
vo podrían influir cambios tan
asombrosos en el individuo.
Los factores para estos cambios
surgieron dentro del indivi­
duo. Por consiguiente, él fue
capaz de surgir por encima de
la "mansión", es decir, el cuer­
po hacia el que él fue atraído
cósmicamente. Después de to­
do, la voluntad humana ha si­
do asignada al hombre para que
así él pueda dirigir las fuer­
zas cósmicas constructivamente
para su ventaja espiritual, si
él aspira a hacer eso.--X
CULTIVANDO EL SENTIDO DEL HUMOR
Un Frater de Sud Africa se
dirige a nuestro Foro y pregun­
ta: "¿Cómo podemos cultivar el
sentido del humor?"
Se aboga a menudo que debe­
ríamos "reír para estar saluda­
bles". La risa alivia la ten­
sión, y es, por lo general, la
indicación de un estado mental
feliz. Como expresión emocional
tiene un efecto salutífero so­
bre la mente y el cuerpo, pero
la risa para que sea beneficio­
sa, debe ser sincera, espontá­
nea y no afectada.
El temperamento natural o
disposición de una persona, tie­
ne considerablemente qué ver
con su sentido del humor y la
risa consiguiente. El que ha
sido frustrado por ciertas ex­
periencias, ya sea de niño, o
más tarde como adulto y adquie­
re una neurosis, no puede reír
con facilidad. La ansiedad aso­
ciada con su estado emocional,
lo inclina hacia la depresión.
Sus problemas, ya sean imagi­
narios o reales, son exagera­
dos más allá de toda importan­
cia, pues dominan su conscien­
cia siempre que no esté preocu­
pado con otra cosa, pero como
su pensamiento no está sufi­
cientemente libre, no se fija en
circunstancias que no le atañen
y que pudieran ser humorísti­
cas . El cultivo del humor con
semejantes infortunadas perso­
nas, es algo menos que imposible
mientras su aflicción, que es
el obstáculo, no sea eliminada.
A algunas personas que tie­
nen una incapacidad emocional,
como un agotamiento nervioso,
les falta el sentido del humor,
debido a su escasez de imagina­
ción. ¿Qué es lo chistoso? se
han escrito muchos volúmenes en
muchos idiomas, sobre esta ma­
teria. Unos son meras opiniones
personales. Otros han intentado
definir el humor después de un
análisis de las que parecen ser
sus causas psicológicas. Ade­
lantamos aquí una teoría plau­
sible sobre la causa del humor
como que es un elemento de dis­
cordancia en una situación que
llega al absurdo. En donde una
condición está, evidentemente
bien establecida y se hace un
intento extremadamente inade­
cuado, o sin sentido para alte­
rarla, entonces surgen los ele­
mentos de incongruidad (discor­
dancia) y disparate. Supongamos
por ejemplo, que vemos que al­
guien pretende abrir una caja
de caudales casi inexpugnable,
con un abridor de botellas. Ese
intento es tan cómico, tan ab­
surdo, que resulta humorístico.
Si a uno que es excesivamente
digno y reservado en su manera
de ser, repentinamente le cortan
el saco, tenemos una situación
humorística, pues el contraste
entre la apariencia presentada
por la rotura, y el comporta­
miento digno del individuo, es
un absurdo del cual surge el
humor.
Aunque los convencionalismos
sociales frunzan el ceño ante
semejantes bromas, la gente se­
guirá riéndose de lo que puede
ser la desgracia de otra perso­
na, si ello ocasiona ridiculez.
Si alguien resbala y se cae en
una posición desairada, provo­
cará la risa. Las acciones que
perturban, o hagan absurda la
actuación práctica, corriente,
de una persona, son discordan­
tes y, por lo tanto humorísti­
cas. Por ejemplo, pantalones
anchos, sombrero exageradamente
adornado con grandes plumas o
flores, una marcha con tropie­
zos o vacilante, una boca o na­
riz especialmente grande, des­
pertarán el regocijo. Casi to­
dos los payasos y comediantes
recurren a tales medidas debido
a los principios psicológicos
de la discordancia y el ridícu­
lo.
Existen desde luego, distin­
tos grados del humor, muchos de
los cuales son grotescos y co­
rrientes. Estos se llaman po­
pularmente payasadas. Algunos
de los ejemplos dados son de
este tipo. Mientras más simple
y primitiva sea la mentalidad
de un individuo, más bajo será
el grado del humor al cual res­
ponderá, pues la discordancia
o el absurdo son naturales para
él ya que están dentro del rei­
no de su experiencia. Mientras
mayor sea la inteligencia y so­
fisticación de una persona, más
difícilmente responderá a la
comedia o al payaso de circo.
Encontrará gracia en situacio­
nes cuyos elementos sean más
sutiles, así que, en realidad,
aquello que distrae como gracia
a unos, puede no ser apreciado
por otros. Algunos de los ce­
rebros más grandes del mundo,
cuyos trabajos son valorizados
por los de mente literaria, no
resultarían atractivos en lo
más mínimo para aquellos que se
ríen de las ridiculeces de los
comediantes populares.
Para cultivar el sentido del
humor, hay que tratar de ver en
muchas situaciones que surgen
en la vida, no solo su trage­
dia, o circunstancias manifies­
tas inmediatas, sino igualmente
sus desatinos. Se debe tener
imaginación para ser capaz de
comparar los incidentes experi­
mentados con lo que pudiera ha­
ber sido, razonar claramente y
ser un buen observador.
Por ejemplo adicional; a uno
que puede llamarle la atención
ver un enorme hombre musculoso
que está trabajando como cama­
rero en una casa de té. Este
hombre, con el físico de un lu­
chador, cuyas grandes y podero­
sas manos están llevando peque­
ñas bandejas con tazas delica­
das , divierte al que tenga ima­
ginación. En sus acciones, di­
cho hombre no es un excéntrico
y efectúa sus deberes propia­
mente y bien pero la discordan­
cia de la aparente mala aplica­
ción de su presencia y fuerzas
inadecuadas a los deberes de su
empleo, provocan una situación
humorística.
La costumbre y el ambiente
juegan una parte predominante
en lo que constituye para noso­
tros el sentido del humor. El
que esté familiarizado con los
usos de un país notará, en una
obra o ejecución de cine, algún
error ridículo en conexión con
un incidente conocido, pues es­
tando bien versado en la histo­
ria de esa nación se sentirá
muy divertido con un drama que
tergiversa seriamente una época
y que hace notorias equivoca­
ciones en los disfraces, arqui­
tecturas y manera de hablar.
Los que no tengan ese fondo am­
biental o educacional ignoran
la discordancia por lo que, pa­
ra ellos, no es humorístico.
A menos que uno, repetimos,
haya sufrido una pena física o
mental que ocasione un desequi­
librio emocional, será capaz de
apreciar el humor de muchas de
las vicisitudes de la vida. Al
vivir nos hacemos más observa­
dores y analíticos, y como con­
secuencia, nuestro sentido del
humor se desarrolla por nuestra
habilidad para recordar expe­
riencias y hacer comparaciones.
Lo mismo que algunas personas
están inclinadas a estar tris­
tes, irritables o malhumoradas,
así la emoción de felicidad
puede dominar a otras. Esta es
una característica personal.
Estas últimas reirán fácilmente
y con frecuencia, pues su feli­
cidad es innata y su libertad
de expresión es alegre y explo­
siva, encontrando alivio para
cualquier situación en la risa.
El más ligero estímulo la suel­
ta. El que esté en compañía de
tal individuo podrá pensar muy
bien que su propio sentido del
humor está bien poco desarro­
llado. Solo es después de un
tiempo que llega a descubrir la
diferencia emocional entre su
personalidad y de la otra per­
sona.
Lo mismo que toda nube tiene
un fondo plateado, así la ma­
yoría de las situaciones en la
vida tienen algún elemento hu­
morístico si lo buscamos y esta
búsqueda constituye el cultivo
del humor. Si somos el factor
principal en un disgusto, de
momento no podemos apreciar su
gracia como, por ejemplo, cuan­
do alguien tira agua por una
ventana en el momento de pasar
nosotros por la acera, vesti­
dos con nuestras mejores ropas.
En tales circunstancias nuestra
reacción es sentir una emoción
intensa opuesta a la de alegría
pero como es lógico, este per­
cance puede ser humorístico pa­
ra un expectador, pero no para
el que está envuelto en el mis­
mo. -- X
EL BIEN Y EL MAL
Sin duda alguna, una de las
lecciones más grandes que el
hombre tiene que aprender en su
breve existencia es la toleran­
cia, dándole a este término un
sentido definido de comprensión
absoluta —esta comprensión im­
plicando ir más allá de las no­
ciones de bien y mal como son
generalmente conocidas.
El bien y el mal son,en ver­
dad, la expresión de una inter­
pretación sujeta a condiciones
determinadaszasí el bien de uno
no es necesariamente el bien de
otro y de este modo es como ca­
lificamos demasiado pronto algo
como malo. Ciertamente, desde
un punto de vista colectivo,las
reglas tienen que ser estable­
cidas para favorecer la vida en
la sociedad y siempre se ha he­
cho un esfuerzo para distinguir
lo que es o no socialmente ad­
misible. Pero estas reglas no
representan los principios fun­
damentales como ellos evolucio­
naron y se modificaron en el
tiempo y el espacio. A lo sumo
ellos constituyen un esfuerzo
humano de un momento o una edad
para vestir estos principios
con elementos aceptables para
la mayoría, aunque cada uno in­
mediatamente interprete estos,
elementos de una manera indivi­
dual .
En el último análisis, el
bien y el mal están definidos
por una reacción simple del in­
dividuo afrontando las acciones
de las circunstancias presenta­
das a él, y tal reacción, natu­
ralmente, es una función del
grado de entendimiento de cada
uno y de su temperamento. El
bien y el mal, a nivel del hom­
bre, son esencialmente nocio­
nes individuales variables de
acuerdo con el tiempo y el lu­
gar .
En ciertos países,escupir es
un signo de bendición, mientras
que en otras partes es un signo
de desprecio o simplemente ma­
las maneras. Este ejemplo en sí
mismo demuestra que una acción
considerada como buena aquí po­
dría, al mismo tiempo, ser con­
siderada el opuesto completo en
otra parte. El bien y el mal
también difieren de acuerdo con
las circunstancias. Matar es un
crimen castigado por las leyes
humanas; no obstante las mismas
leyes castigan a aquel que en
tiempo de guerra rehúsa parti­
cipar en un combate sanguina­
rio. Parece imposible definir
con precisión y exactitud lo
que significan el bien y el mal
y un examen profundo siempre
nos lleva a la conclusión que
en esencia sólo el bien existe,
aunque grados juzgados desde el
exterior como malos, sin ser
malos en ellos mismos, sean ne­
cesarios para que cada uno de
nosotros arribemos a lo que
en definitiva representará el
summum bonum de uno.
Bajo estas condiciones, juz­
gar los pensamientos o las ac­
ciones de otro es la peor falta
que el hombre puede cometer, y
esta falta se añade a un carác­
ter abominable y sacrilego si
el que la comete pretende estar
más informado que otros debido
a su interés supuesto en los
grandes principios universales,
y su esfuerzo confesado hacia
el automejoramiento y la evolu­
ción interna, ya sea dentro
del cuadro de una organización
tradicional o independiente de
cualquiera organización. Nadie
tiene el derecho de juzgar a su
vecino y cualquiera que lo haga
debe esperar ser juzgado con la
misma medida con que él ha juz­
gado .
No existe ningún ser en el
mundo que no tenga alguna debi­
lidad; así, por lo tanto, tra­
tar de evaluar la personalidad,
las acciones o lo que concierne
a las vidas privadas de otros,
antes de tratar de dar alguna
lección a quienquiera que sea
—joven o no muy joven— y an­
tes de tratar de ofrecer conse­
jos supuestamente útiles, debe­
mos primero considerar nuestras
propias imperfecciones, limita­
ciones y malos juicios. Esto
nos lleva a una humildad mayor,
en muchos casos al silencio.
Cada cual en este mundo tiene
su misión que cumplir y si esta
misión no es necesariamente ex­
cepcional, si no es más que dar
lo mejor hacia el cumplimiento
de nuestra tarea diaria, ello
es, no obstante, muy importante
y útil para la manifestación
del plan universal. Puede ser
evaluado solamente lo que es
realizado para el beneficio de
la humanidad aun bajo las más
comunes circunstancias.
Un juicio es aceptable so­
lamente en este único dominio.
Evaluar lo que pueda ser la
función del temperamento o la
conducta externa de otro es la
acción de un individuo débil y
corto de mente con una persona­
lidad pobremente desarrollada.
Juzgar a alguien por los éxitos
obtenidos, ya sean pequeños o
grandes en un amplio contexto
social o por su contribución al
progreso de la humanidad es por
el contrario, consistente con
una apreciación verdadera del
bien y del mal, y denota un al­
ma desarrollada y segura de sí
misma. Criticar la personalidad
de otro es mezquino y vil. Pre­
sentar lo que él ha logrado con
una vista imparcial es una ac­
ción noble, constructiva y ho­
norable .
Si Leonardo da Vinci, Miguel
ángel y muchos otros, incluyen­
do a Francis Bacon, fueran juz­
gados por sus vidas privadas,
algunas veces escandalosas de
acuerdo con los estándares hu­
manos limitados y estrechos,
ellos seguramente serían juzga­
dos erróneamente por nuestros
tiempos críticos y vanidosos
así como lo fueron en su época
por fingidos defensores de la
moralidad cuyas existencias va­
cías e inefectivas no han deja­
do ninguna huella en la histo­
ria que la que fuera notada en
sus propios tiempos. Pero la
historia, con su justicia des­
piadada, descuidó, con buena
razón, lo pertinente a la exis­
tencia personal de estos genios
enfatizando y perpetuando sola­
mente sus logros, y el mundo ha
recibido solamente sus obras
con justicia y equidad y los ha
colocado para siempre entre los
más grandes benefactores de la
humanidad.
El bien y el mal, por consi­
guiente, como son considerados
generalmente son a lo sumo tér­
minos relativos de los que el
hombre iluminado debe librarse
para reconocer en su ser más
profundo la única fuente autén­
tica de conocimiento e inicia­
ciones. Su razón y su juicio
definirán mejor lo que es el
bien para él en cada etapa de
su evolución. Es solamente así
como el hombre puede dar toda
su disposición y vivir correc­
tamente, no en una agitación
constante de criticismo basado
en nociones falsas del bien y
del mal.-- C
¿TIENEN NUESTROS
NOMBRES PODER OCULTO?
Un Frater se dirige a noso­
tros y dice: "Quisiera que el
Foro discutiera la pregunta si­
guiente: ¿El nombre que lleva
cada persona tiene que ver algo
con lo que es realmente? Por
ejemplo, el nombre femenino de
Martha contiene el sonido vocal
mar. Rodman, un nombre masculi­
no, contiene los sonidos voca­
les básicos ra y ma. La prime­
ra inicial del difunto Dr. H.
Spencer Lewis es de un nombre
que contiene eh de ehm, pronun­
ciado eim. Hay otros ejemplos,
pero los que he mencionado se­
rán suficientes. A lo que quie­
ro llegar, es si nuestros nom­
bres tienen algo que ver o no
con nuestro éxito o fracaso. El
sonido de nuestro nombre ya sea
al darlo nosotros mismos a otra
persona o al pronunciar este
para llamarnos, ¿tiene algo que
ver con nuestro éxito?
En los tiempos modernos se
ha popularizado ampliamente un
sistema de números relacionado
con el alfabeto y la formación
de palabras, llamado numerolo-
gía. Estos sistemas, porque hay
variaciones de ellos, profesan
que toda letra o combinación de
letras, tiene correspondencia
con un número. Estos números, a
su vez, se dice, que tienen un
contenido vibratorio que puede
afectar a los seres humanos de
varias formas. De modo que usar
una combinación de letras en el
nombre de una persona, es una
seguridad para producir efectos
específicos, ya sean provecho­
sos o perjudiciales. Por su
"autoridad", la mayoría de es­
tos sistemas, se refieren a Pi-
tágoras, filósofo griego del
siglo 52. A.C.
Realmente, un análisis del
sistema de números de Pitágoras
revela que tiene poco en común
con estos sistemas modernos que
proveen en general a los crédu­
los y supersticiosos. Al discu­
tir con algunos de estos estu­
diantes de numerología el ori­
gen de su sistema, encontramos
que ellos ni siquiera han hecho
un estudio de los principios de
Pitágoras.
La filosofía matemática de
Pitágoras, puede ser resumida,
por la doctrina de que "las co­
sas son números". Si pensamos
en estos, en el sentido moder­
no científico, parecería que la
filosofía de Pitágoras estaba
anticipando en realidad el con­
cepto científico de esta mate­
ria. En la ciencia moderna una
substancia, como un elemento
químico, tiene un número atómi­
co y peso. El número atómico es
el total de las cargas positi­
vas del átomo. Por ejemplo, el
hidrógeno tiene un número ató­
mico de 1; carbón, 6; oxígeno,
8; hierro, 26; oro, 79; etc. El
peso atómico, por otra parte,
consiste en el número combinado
de cargas positivas y neutrones
en un átomo. Para ejemplo adi­
cional, "el peso atómico del
oxígeno se toma como 16".
Aunque muchos historiadores
modernos no están inclinados a
atribuir a Pitágoras tan sutil
visión de la Física, con toda
probabilidad él quiso decir que
las cosas están compuestas de
partículas, y su naturaleza vi­
bratoria es lo que hace que
ellas manifiesten sus cualida­
des o forma.
Saber el número de algo, en
este sentido, es conocer su po­
der para materializarse como
una realidad. Esto no quiere
decir sin embargo, que la cifra
abstracta tiene un poder poten­
cial en sí misma. Por analogía,
el elemento carbón tiene como
se ha dicho, un número atómico
de 6. Son las 6 cargas positi­
vas y sus opuestas negativas lo
que da la propiedad química del
carbón. La cifra 6 no es un po­
der en sí misma, excepto en su
relación con las cargas positi­
vas , los protones o como los
Rosacruces denominamos, "elec­
trones positivos".
Pitágoras enseñó en su filo­
sofía que "las unidades numéri­
cas son consideradas como pun­
tos físicos". En otras palabras
relacionó una cualidad espacial
a los números. Así la figura 1,
era el comienzo; 2 la dualidad;
4 era el cuadrado y así sucesi­
vamente. Usó números para sim­
bolizar ciertas nociones abs­
tractas lo mismo que circuns­
tancias reales. Pitágoras sim­
bolizó la justicia por el cua­
drado y la cifra 4 representaba
tanto el cuadrado como la jus­
ticia. Esto ha sido denominado
como un disparate por los mo­
dernos. Sin embargo, no lo es
si solo pensamos en él en tér­
minos de simbolismo. Ciertamen­
te, la cifra abstracta 4, inhe­
rentemente, no es más justa que
cualquier otra cifra. Además un
cuadrado que tiene cuatro es­
quinas no contiene más justicia
que un triángulo o un círculo.
Sin embargo, cuando miramos el
asunto simbólicamente, encon­
tramos que la sugerencia en la
idea fundamenta tanto la forma
geométrica del cuadrado como la
cifra 4.
Todos los lados de un cua­
drado son iguales. La igualdad
es una expresión de justicia.
Para ser justa, una persona de­
be considerar igualmente todos
los aspectos. No se le debe dar
mayor preferencia a un lado que
a otro. La igualdad de los la­
dos es la justicia. Debemos
usar el termino de jerigonza
con relación a la honradez di­
ciendo que alguien está "en el
cuadrado". Un mero juego de pa­
labras, sí, pero las palabras y
los signos son usados para ex­
presar un principio abstracto,
el de justicia. Ciertamente es­
to no es más exagerado que la
connotación religiosa atribuida
al símbolo del crucifijo o al
idealismo nacional que repre­
senta la bandera de una nación.
Pitágoras se esforzó en su
filosofía en mostrar la genera­
ción de la realidad, el llegar
a ser, por el simbolismo de nú­
meros. Empezó con un punto como
principio y entonces continuó
en la progresión de las cifras
para mostrar un desarrollo en
el universo físico. Algunos te­
nían contenido positivo, otros,
negativo. No obstante, no pode­
mos suponer que él quiso decir
que había una propiedad o poder
positivo en ciertos números.
Más bien él significó que cier­
tas cantidades de propiedades,
en relación a otros grupos de
substancias o cosas, actuarían
de una manera positiva. Se dice
que, al ilustrar su proposición
de que las cosas son números,
Pitágoras dibujó la figura de
un objeto. Entonces llenó el
contorno del mismo con china­
tas. Esto era para indicar que
un número particular de una
clase de partículas-átomos, por
decirlo así, se requieren para
dar a un objeto su naturaleza
perceptible para nuestros sen­
tidos .
Los nombres contienen voca­
les que cuando se entonan como
sonidos tienen una cualidad vi­
bratoria. Las vibraciones sono­
ras nos pueden afectar directa­
mente por medio del sentido au­
ditivo. Esta es una experiencia
común. También, ciertas vibra­
ciones de esta naturaleza, cho­
cando sobre nuestros sistemas
nerviosos simpático y autónomo,
pueden afectar las emociones y
excitar los centros psíquicos.
Estas sensaciones, a su vez,
producen un cambio de ideas,
pensamientos, imágenes menta­
les, estados psíquicos y emo­
cionales. La música, desde lue­
go, es el ejemplo corriente de
este último efecto; combinacio­
nes de vibraciones percibidas
como sonido y produciendo den­
tro. de nosotros distintas dis­
posiciones de ánimo.
En relación a los nombres,
la calidad tonal del sonido
puede ser suavizante o irritan­
te, como cada uno de nosotros
ha tenido ocasión de experimen­
tar. Sin embargo, lo que es sa­
tisfactorio a una persona en un
nombre, o sea, su sonido, puede
no serlo para otra. En otras
palabras, todas las vibraciones
no son universalmente benéficas
o perjudiciales. Este mismo he­
cho es suficiente para hacer
ineficaz el precepto de la teo­
ría de la numerología como es
presentada en la mayoría de los
sistemas populares. Aun la com­
binación de sonidos, tales como
ra y ma, los cuales tienen ge­
neralmente ciertos efectos psí­
quicos , deben ser entonados en
una cierta nota musical. No es
solo la entonación de la vocal,
sino su vibración exacta lo que
es importante. Se hace énfasis
sobre este hecho en las ense­
ñanzas Rosacruces.
Bien cándidas son aquellas
personas que creen que el cam­
biar sus nombres para incluir
ciertas vocales significará el
obtener vibraciones armoniosas
que alterarán su personalidad y
mentalidad para su beneficio.
Todo lo que necesitan hacer es
una ligera investigación y se
encontrarán con nombres que in­
cluyen las mismas vocales y
combinaciones que quieren adop­
tar, comprobando que esas per­
sonas necesariamente no han te­
nido vidas maravillosas y han
experimentado también la adver­
sidad, amargura y desengaño, no
obstante la naturaleza de su
nombre.
La vida no es tan simple co­
mo para que podamos evadir sus
responsabilidades y el ejerci­
cio de nuestras facultades men­
tales y físicas, obteniendo
éxito por el mero acto de cam­
biar nuestros nombres.
En conexión con este pensa­
miento, los pequeños versos ci­
tados por el Frater que formuló
esta pregunta son bien signifi­
cativos :
La verbena no tiene frijoles,
La gatera no puede maullar,
El diente de león no ruge
Porque no sabe hacerlo.
No existe cosa alguna en el
nombre
Como claramente se puede ver;
 Una rosa con cualquier otro
nombre
Me olería tan suave.
Viajar sólo en su nombre
No lo llevará lejos
Su nombre no tiene nada que
ver
Con lo que realmente es usted.
-- X
LA HIPERACTIVIDAD
Ciertos miembros ocasional­
mente preguntan nuestra posi­
ción con respecto a la recrea­
ción. ¿Hasta qué grado divide
el hombre su tiempo entre el
trabajo, el descanso y el jue­
go? ¿Puede él trabajar dema­
siado? ¿Descansar demasiado?
¿Jugar demasiado? ¿Necesita los
tres?
Mucho depende de las metas
del individuo y también de su
constitución física básica. Mu­
cha gente cae en una categoría
"promedio" de descanso, juego y
rutinas de trabajo, y la ocupa­
ción del hiperactivo se vuelve
un elemento de frustración en su
vida. La falta de actividad de
la persona indolente también a
veces frustra pero no al extre­
mo en que el hiperactivo se
afecta.
El tipo hiperactivo tiene
una manera de hacer sentir cul­
pable a la persona promedio,
porque no está llevando el mis­
mo paso con los esfuerzos apa­
rentemente infatigable de la
persona ocupada. Por supuesto
que la persona promedio es tam­
bién una fuente de frustración
para el hiperactivo. Ellos son
una traba constante en sus es­
fuerzos por seguir —por condu­
cir hacia adelante— día y no­
che, un año sí y un año no.
Si el hombre hiperactivo
puede hacer sentir a la gente
promedio culpable, ¿es debido,
entonces, a que él tiene la ra­
zón y nosotros estamos equivo­
cados? Es más probable que la
gente promedio no esté solamen­
te preocupada del hecho de que
no están haciendo su parte o
que no les es aun permitido
ofrecer su parte en el esquema
total de las cosas. Casi todos
tenemos un sentido innato de
juego limpio, y mucha gente es­
tá consciente de lo que es jus­
to y de lo que no lo es. Mucha
gente desea hacer su parte y la
harían si se les diera la opor­
tunidad. Sin embargo, cada per­
sona tiene una orientación del
tiempo ligeramente diferente.
Dos personas no desearán siem­
pre hacer la misma cosa a exac­
tamente el mismo momento, ni en
el mismo período específico de
tiempo. Así cuando un hiperac­
tivo insiste en arrastrar a
otros a seguir su ritmo, o a
dejarlos atrás, ellos quedan en
una posición de no haber jugado
su parte, no debido a la indo­
lencia o incapacidad, sino sim­
plemente debido a que sus cons­
ciencias están en un marco de
moción de tiempo diferente.
La persona hiperactiva hace
que las cosas se hagan —tal
vez dos veces más que la perso­
na promedio; pero la persona
promedio también hace que las
cosas se hagan. La persona hi­
peractiva es menos probable que
tenga consideración de las ne­
cesidades de otros y menos pro­
bable que sea tolerante de su
modo de ser con respecto a la
moción del tiempo, en tanto que
la persona promedio inadverti­
damente permite este patrón en
las vidas de sus amigos y aso­
ciados .
La hiperactividad no es erró­
nea ni es correcta. Es un pa­
trón constitucional en ciertos
individuos, el que surge de
ciertos factores físicos y men­
tales. La hiperactividad no es
necesariamente dañina. La gen­
te que trabaja rápido, fuerte
y por largas horas, no tiene
una longevidad mayor o menor o
menos problemas de salud que
aquellos que no lo hacen. Físi­
camente, el cuerpo humano es
generalmente capaz de mucho más
de lo que le pide la persona
promedio. Por consiguiente, al
excedernos físicamente no sería
dañino en sí mismo. Mentalmen­
te, el hiperactivo gana en lon­
gevidad al ocuparse hasta tal
extremo que existe poca oportu­
nidad para impedimentos menta­
les, tales como el aburrimien­
to, las preocupaciones o las
distracciones de un propósito.
La hiperactividad es a veces
desarrollada, conscientemente,
por esta misma razón —para bo­
rrar o aliviar la tensión men­
tal. La tensión mental es por
supuesto un contribuyente a la
incapacidad física.
Sin embargo, más a menudo,
nuestros patrones constitucio­
nales son heredados. La hipe­
ractividad en muchos casos es
un resultado de patrones menta­
les heredados o instilados por
la experiencia y la instrucción
a una edad temprana, y de ras­
gos físicos asociados con un
desarrollo glandular no prome­
dio. Como la fuerza, la buena
apariencia y otros rasgos posi­
tivos, la hiperactividad viene
a ser una ventaja para su due­
ño. Cómo usa la persona este
rasgo, es la cruz del problema,
si hay uno.
Una persona que nace con una
ventaja física o mental sobre
los demás y la usa para su ga­
nancia, para provecho personal
o poder sobre sus compañeros,
está en el sentido moral y éti­
co, abusando de un don natural
y sufrirá un karma adverso como
resultado. Su ventaja es un don
por el que debería estar agra­
decido. Es una condición que,
debido a que lo coloca a un la­
do de sus compañeros como ser
único que posee ciertos pode­
res, debería ser llevado con
humildad. El hiperactivo que no
puede ver que es simplemente
diferente, que no es tolerante
con aquellos menos privilegia­
dos, que espera que otros sean
como él cuando no pueden serlo,
se coloca él mismo —y aquellos
que le rodean— en condiciones
inconfortables y represivas.
En la sociedad, donde el hi­
peractivo es una fuerza impul­
sora, para ser efectivo dentro
del marco del concepto de grupo
él debe aflojar el paso a fin
de hacer que el grupo responda
plena y responsablemente. Un
hiperactivo que no espera in­
crementará su frustración po­
tencial cuando el grupo del
cual él es parte simplemente va
más despacio y reacciona en
contra de su impulso implaca­
ble. Los hiperactivos pueden a
menudo hacer más cosas ellos
mismos, ya sea que el grupo es­
té o no con ellos, que ellos no
tienden a disminuir el paso a
pesar de la resistencia de la
persona promedio. Muy a menudo
ellos arrastran a la gente a
mayores cosas y metas superio­
res a pesar de ellos mismos,
pero la gente tiene muy poca
apreciación de ello cuando lle­
gan ahí debido a que ellos fue­
ron arrastrados por otro.
Los hiperactivos generalmen­
te rigen el mundo simplemente
debido a que son dínamos incan­
sables que dirigen y obtienen
que se hagan cosas más allá de
su competencia o de la de aque­
llos que trabajan con ellos.
Ellos son una especie, no exac­
tamente cualquier cosa en que
la persona promedio pueda desa­
rrollar dentro, ni algo que
pueda ponerse fácilmente a un
lado. Es más que algo para ex­
plorar y comprender como sien­
do un tipo físico-mental, para
que así pueda ser ajustado a y
apreciado por la persona prome­
dio y por el hiperactivo mismo,
con el fin que una mejor com­
prensión de ello aliviará cual­
quiera tensión que exista entre
ambos.
La hiperactividad no es ne­
cesariamente un ideal que de­
beríamos luchar por alcanzar,
pues la vida puede ser igual­
mente bella y productiva con
tasas de actividad promedio.
Ser productivo es el elemento
esencial en una vida armoniosa,
pero la velocidad en que usted
es productivo o la cantidad de
productividad que desea alcan­
zar es relativa a las necesida­
des individuales y de grupo.
El descanso y el juego tie­
nen su lugar en una vida prome­
dio. Ellos ofrecen también mu­
chas ventajas. El descanso es
esencial para el cuerpo físico
promedio que tiene límites de
estamina. Si la persona prome­
dio desea mantener la buena sa­
lud y gozar de sus momentos ac­
tivos, debe tener períodos pro­
medios de descanso y recupera­
ción. El juego, tal vez, refle­
ja la habilidad última del hom­
bre de sentarse y disfrutar de
los frutos de su trabajo. El
estímulo y el triunfo que se de­
riva del juego es casi directa­
mente proporcional a los es­
fuerzos en hacer el juego posi­
ble. Trabajar fuerte y luego no
encontrar gozo en lo que usted
ha hecho o de lo que usted ha
hecho, es simplemente una pér­
dida del potencial humano. Es
como cultivar frutas y vegeta­
les que no se comerán nunca,
sino que se dejarán podrir en
las plantas. De nuevo, no es
una cuestión de bien o mal, si­
no que gozar de los frutos del
trabajo es un ejercicio natural
y normal del vivir.-- B
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