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furo
Julio de 1972
Volumen IV No. 2-

ROSKRFZ

LA PIRÁMID1E DEL SOL

En San Juan Teotihuacán, no muy lejos de la ciudad de México, hay una serie de
montículos y dos de las pirámides más grandes del continente americano. En la fotografía
aparece aquella a la que comúnmente se le llama la Pirámide del Sol. La tradición azteca
relata que estas pirámides fueron construidas por los toltecas de una cultura anterior.
Los aztecas eran de un período más reciente y recurrían a los sacrificios humanos al
dedicar sus pirámides, las que eran similares a aquellas de los toltecas.
(Fotografía de AMORC)
 ¡Saludos!
■ V
¿ES NECESARIO EL HOMBRE?
La importancia mayor del
hombre es para sí mismo. Es su
autoconsciencia , su realización
que él es, lo que causa que
tenga un sentido de necesidad.
El hecho que él tiene una exis­
tencia ha causado al Homo sa­
piens , el ser pensante, encon­
trar una razón para ello. El
entonces piensa en términos del
determinismo —que debe haber
un plan preconcebido, un propó­
sito para la humanidad. Si hay
un propósito para la existencia
del hombre, él está aquí, en­
tonces, por necesidad. Sucin­
tamente, cualquier cosa que
llene un propósito es, en rela­
ción a ese propósito, una nece­
sidad. Si, por analogía, una
herramienta ha de llevar a cabo
un cierto tipo de trabajo, en­
tonces es necesaria o si no no
habría sido inventada y creada.
Este tipo de pensar, que ha
sido reflejado en la religión a
través de los siglos y poste­
riormente en la metafísica y la
filosofía, es el resultado de
△ V
dos nociones básicas. Primero,
el concepto de la causalidad.
Es la presunción que existe una
causa subyacente para todos los
fenómenos de los cuales está
consciente el hombre. Sin em­
bargo, el hombre no se ha con­
tentado con pensar de esa causa
como siendo solamente materia­
lista, es decir, un proceso me­
cánico -—en otras palabras, que
el hombre simplemente no emer­
gió de un arroyo de cambio y
evolución biológicos. Aunque
la persona inteligente y educa­
da quizás acepte la teoría de
la evolución y que el hombre no
es el resultado de una creación
espontánea ■—eso es precisamen­
te como aparece—■ sin embargo,
está más inclinado a agarrarse
a la creencia en una causa pri­
maria que existe tras de todo
desarrollo.
Esta noción de causa será
teleológica, vale decir, una
causa pensante o de mente. Es
difícil para la persona común
deshacerse de la idea de una
causa determinativa, una con
propósito. Más simplemente el actúa sin una razón para hacer­
hombre encuentra más comparable lo. ¿Cuál entonces, debe ser
con su propia experiencia el el propósito primario, básico,
pensar que detrás de las causas tras de la serie entera de cau­
físicas de la naturaleza o el sas que son manifiestas en la
cosmos, existe un propósito. naturaleza? El hecho que tal
El hombre en sí tiene propó­ propósito podría ser inescruta­
sitos, es causativo. La gran ble para la mente humana no ha
mayoría de sus actos son cons­ detenido ni a la especulación
cientemente determinados. En ni a las creencias que sobre el
otras palabras, tiene una razón mismo tiene el hombre. En sus
para ellos. Fueron engendrados trabajos sagrados, las compila­
para un resultado específico, ciones de revelaciones de me-
de manera de servir un fin. El sías y fundadores religiosos,
piensa de tal objetivo o resul­ Está delineado en modos varia­
tado como siendo necesario de dos que se dice es este propó­
alguna manera, o si no no ac­ sito cósmico o divino.
tuaría para ocasiónalo. En general vemos, levantán­
Si el hombre mortal es así dose de estos trabajos sagrados
creativo y planea, concibe e y disertaciones filosóficas,
inicia causas con propósito, él ciertos principios comunes. Se
razona que ciertamente la fuer­ declara que una mente transcen­
za generativa de todo el cosmos dental como ser divino debe ser
no puede estar falta de la mis­ perfecta en su substancia. Por
ma inteligencia constructiva. perfecta se desea significar
Tiene que haber, también, una que su naturaleza es plenaria,
mente que ha traído a toda la completa, autosuficiente, y no
realidad a existencia, y de la es posible de negación —es de­
cual el hombre en si es una cir, de deteriorarse o volverse
parte. Esta mente es atribuida menos. Este estado de perfec­
a un ser teísta, un dios o a ción divina se denomina el bien
una inteligencia universal in­ —el bien absoluto.
corpórea. Más simplemente, es El hombre contrasta con este
difícil para la mayoría de los bien absoluto que visualiza.
hombres mantener la noción de En su opinión se queda corto;
la realidad cósmica, de todo él experimenta las vicisitudes
ser, sin que haya un pensamien­ de la vida: la fragilidad de
to determinativo tras de su su propio ser —el odio, dolor,
existencia. placer, lucha, paz. El concibe
La segunda de las dos nocio­ que la perfección o bien divino
nes básicas es la substancia no consiste en estas variacio­
inherente del propósito. Si nes y que de una manera se ha
hay una causa mente, ¿cuál es desviado de la perfección que
su naturaleza final? ¿Qué bus­ él debería tener como creación
ca conseguir? El hombre nunca divina. Entonces él se somete

EL FORO ROSACRUZ se publica cuatro veces al año (un número cada tres meses) por el
Departamento de Publicaciones del Consejo Supremo de AMORC, Parque Rosacruz, San José,
California 95114, E. U. A.
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of the U. S. Postal Act “f Oct. 3, 1917. Second Class postage paid at San Jos**- California.

PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: Sl»75 PARA MIEMBROS SOLAMENTE

a una disección personal de su
propia naturaleza. ¿Qué de él
es una emanación de la perfec­
ción divina y por lo tanto bien
absoluto? Pero, también, ¿qué
de él parece imperfecto y con­
trario a lo bueno y, por consi­
guiente, malo?
¿Es suficiente que el hombre
simplemente sea bueno? En al­
gunas teologías se le concibe
como siendo originalmente per­
fecto y divinamente bueno, pero
habiendo ido atrás a ser dual.
Parte de su naturaleza es mal­
vada y debe ser purgada. Sin
embargo, ciertas filosofías mo­
rales han opinado que para ser
verdaderamente bueno el hombre
debe tener una realización de
su perfección. Tal realización
solamente puede tenerse al ex­
perimentar personalmente una
concepción de lo divino y luego
emulándola. Uno puede conocer
el bien experimentando aquello
que se dice es similar.
En esto vemos resaltar un
principio importante que ha te­
nido una parte prominente en la
religión y en las doctrinas me­
tafísicas. Es el principio que
el bien debe conocerse para que
verdaderamente exista. La bon­
dad divina solamente puede rea­
lizarse a través de la cons­
ciencia humana si ha de tener
realidad. El hombre, entonces,
es el instrumento que registra
y refleja el bien divino a tra­
vés de su noción del mismo. La
idea común en este pensar es
que el hombre es, por lo tanto,
necesario como un medio para la
expresión, o más bien la inter­
pretación del bien divino. Más
simplemente, la bondad divina o
cósmica se conoce a sí misma a
través de la consciencia humana
de un bien supremo absoluto,
como un dios o ser divino.
Alrededor de estas especula­
ciones, doctrinas y creencias,
el hombre se ha hecho a sí mis­
mo un ser elegido. En su expe­
riencia finita y terrena, él es
el único ser capaz de tal con­
cepción, tal ideación. El hom­
bre por lo tanto cree que el
Divino lo concibió o creó como
el único instrumento para con­
seguir esta necesidad. Con la
exploración espacial y la dis­
minución de la importancia de
la Tierra en el reino astronó­
mico, esta absoluta necesidad
del hombre es reducida. La
creciente probabilidad de nume­
rosos otros mundos con seres
inteligentes, hace al hombre no
solo uno de muchos sino que po­
siblemente una creación mucho
más reciente que otras.
Se origina entonces la pre­
gunta, desde un punto de vista
metafísico: ¿Es cualquier ser
exclusivamente una necesidad o
es todo lo que es una necesidad
a causa de su propia naturaleza
interna? En otras palabras,
todo debe ser porque es parte
de todo lo que es. Por lo tan­
to, si nosotros como humanos
vamos a conferirle valores a la
realidad, entonces aquello que
debería recibir verdaderamente
el mayor mérito, de todo lo que
tenemos conocimiento, es la
consciencia. La consciencia,
como parte de la realidad, re­
fleja algo de la esencia de la
que es. La meta mayor de ser
buscada por seres inteligentes
(donde quiera) es la expansión
y aumento de la consciencia.
ES solamente a través de ese
medio que un ser inteligente se
vuelve consciente, a sabiendas,
de una realidad en aumento.
Uno podría decir, también, que
la consciencia evolucionada de
una forma viviente le da al
cosmos su propia autoconscien-
cia.
Fraternalmente,
Ralph M. Lewis
Imperator
Un Vistazo a Fundamentos
Durante un buen número de
años he observado con interés
las ideas y principios que son
presentados a menudo como nue­
vas revelaciones. Muchos de
ellos son viejos y conocidos,
pero los presentan de una mane­
ra diferente. Esa nueva vesti­
dura atrae una cierta cantidad
de individuos que creen que es­
ta nueva presentación constitu­
ye no solo una manera distinta
de mirar un hecho o idea, sino
un concepto enteramente nuevo.
Muchas veces semejantes prin­
cipios aparecen meramente con
un nombre nuevo o bajo una
atracción que no se había he­
cho anteriormente.
En la Orden Rosacruz revi­
samos constantemente los prin­
cipios básicos que componen
nuestra filosofía, así que
cuando recibimos un libro o li­
teratura con respecto a lo que
se reporta como un nuevo acer­
camiento, o un nuevo sistema
de pensamiento, es fácil com­
probar que estos llamados nue­
vos acercamientos son las mis­
mas ideas que han sido expresa­
das repetidamente en otras for­
mas . Lo que ha ocurrido muchas
veces. Hay individuos que fre­
cuentemente se indignan bastan­
te cuando me traen un nuevo li­
bro o folleto y creen que no
aprecio la importancia de su
contenido.
Hace algunos años un nuevo
libro atrajo mucho la atención
en este país durante algunos
meses. Un individuo llegó tan
lejos en su apreciación que de­
claró que todas las enseñanzas
de AMORC debían ser modificadas
para que se conformaran con los
principios presentados en él,
porque estaba reputado como una
nueva filosofía de vida.
Desde luego, este punto de
vista es un ejemplo de falta de
perspicacia, pues el individuo
que está tan entusiasmado con
la lectura de un libro o un fo­
lleto y pierde la perspectiva
de las ideas o principios fun­
damentales sobre los cuales es­
tá sostenida una filosofía bá­
sica es porque ha sido influen­
ciado en sus conceptos por la
emoción más bien que por la ra­
zón. Frecuentemente, la atrac­
ción hacia libros, discursos y
conferencias es más bien emo­
cional que razonada.
Una crítica adversa o una
negativa a aceptar algunas de
estas presentaciones que se ha­
cen de tiempo en tiempo, hace
que algunos crean que tal fra­
caso de aceptación es debido a
falta de progreso. Por ejem­
plo, cuando una idea impresio­
na a un cierto tipo de indivi­
duos produciéndole un choíjue
emocional, él cree que solamen­
te Jos que carecen de un senti­
do progresista dejan ver el va­
lor y el mensaje contenido en
la nueva presentación. Hemos
visto y observado por un perío­
do de más de veinte años, a or­
ganizaciones e individuos que
han impresionado a gente pen­
sante y que más tarde han desa­
parecido de la existencia, así
que es desalentador tener que
señalar repetidamente el hecho
de que lo que se piensa que es
nuevo no es más que una vieja
idea revestida de una nueva
forma. Existe una gran dife­
rencia entre el progreso y la
mera adopción de un principio
conocido que ha cambiado su
apariencia.
Este hecho es ilustrado en
la industria moderna. Frecuen­
temente, el nuevo modelo de má­
quina que viene al mercado, con
una gran cantidad de propagan­
da, no es más que un cambio ex­
terno en la apariencia de la
misma máquina que puede haber
sido fabricada unos meses an­
tes. Un concepto completamente
nuevo en el mundo de la mecáni­
ca, por ejemplo, sería la uti­
lización de nuevos principios
o de una idea enteramente nue­
va. La mayoría de las innova­
ciones son simplemente los mis­
mos principios que hemos cono­
cido en el pasado, pero con
nueva vestidura. Así en la in­
dustria automovilística han ha­
bido muy pocos cambios en la
máquina de combustión, pues el
principio por el que funciona
esta de hoy es semejante al de
la primera que fue fabricada.
Con todo, por algunas exhibi­
ciones que se hacen del automó­
vil actual se pensaría que era
una máquina radicalmente dife­
rente de la que existía hace
unos pocos años.
Si se va a progresar de
verdad, el individuo no solo
debe ser receptivo a la presen­
tación de ideas razonables, si­
no que debe tener también un
punto de vista creador e imagi­
nativo que le permita hacer
nuevas aplicaciones de viejas
ideas. En el proceso de apli­
cación en la investigación pa­
ra efectuar mejoras debe exis­
tir una tendencia racional ha­
cia el desarrollo de una verda­
dera base de progreso.
Por lo tanto, esta es una
materia de aplicación como lo
es de conocimiento, pues pro­
greso es la utilización de
principios conocidos libres de
las atracciones emocionales del
ambiente que debe descansar so­
bre un fundamento. La base de
una filosofía de vida debe ser
adaptable y debe incluir aque­
llos principios que encajen en
un individuo sin tomar en cuen­
ta las circunstancias en que se
encuentre o la edad en que vi­
va. Por consiguiente, las no­
vedades que pueden ocurrir en
el así llamado nuevo pensamien­
to, o conceptos modernos son,
por lo general, situaciones en
que se dá más énfasis a una in­
terpretación particular, más
bien que a una aplicación que
pudiera ser utilizada en la vi­
da individual.
La filosofía Rosacruz esta­
blece una norma para el desa­
rrollo de los principios que
hacen frente al criterio, o
sea, que está basada sobre con­
ceptos que fueron utilizados
hace muchos siglos y que toda­
vía pueden serlo hoy. Actual­
mente hay pocas cosas en el
mundo que hayan cambiado aun
ligeramente de lo que fueron
hace cuatro o cinco mil años.
Y lo mismo algunos de los prin­
cipios que son impartidos en
las enseñanzas Rosacruces y
que sirven como base fundamen­
tal para la guía de nuestra vi­
da no son diferentes de lo que
fueron en el tiempo de los an­
tiguos filósofos.
El que estos principios
puedan ser aplicados en una
edad mecánica compleja demues­
tra que tienen un valor perdu­
rable y permanente. Como miem­
bros de AMORC hoy vivimos en
un ambiente moderno y, con to­
do, podemos seguir aplicando
esos principios y encontrarlos
útiles para nuestro modo de vi­
vir. Esto es una indicación de
la verdadera naturaleza progre­
sista de las ideas racionales
que pueden perdurar a través
del tiempo y ser usadas aun
tanto en la práctica como en
principio.
Con el objeto de familiari­
zarse con los principios Rosa-
cruces , es importante que oca­
sionalmente se repasen de nue­
vo la base y los propósitos de
los mismos. Vale la pena que
concedamos periódicamente un
poco de tiempo a hacer un in­
ventario, bien sea de nuestras
posesiones físicas como de
nuestras realizaciones y habi­
lidades mentales, pues debemos
conocer aquello con lo que va­
mos a trabajar. Frecuentemen­
te, una situación que se pre­
sente de momento puede tener la
clave de su solución en un co­
nocimiento que anteriormente
fue traído hacia nuestra aten­
ción pero que, por falta de re­
visión, no nos es asequible fá­
cilmente. Por esta razón es
importante repasar, no solo los
principios ’ fundamentales que
enseña la filosofía Rosacruz,
para que podamos recordarlos
cuando los necesitamos, sino
también que sigamos practican­
do los ejercicios y principios
que harán posible hacernos ex­
pertos en su aplicación y poder
traer a manifestación su utili­
dad en cualquier ocasión que
sea necesario. Esto nos permi­
tirá resumir brevemente la ba­
se sobre la cual tiene su fun­
damento. Creo que estos prin­
cipios pueden ser reducidos di­
vidiéndolos en tres clasifica­
ciones generales pues la filo­
sofía Rosacruz está basada so­
bre un sistema de pensamiento
que es esencialmente psicológi­
co, metafísico y místico.
La aplicación psicológica
de los principios de las ense­
ñanzas Rosacruces tienen que
ver con el comportamiento y la
técnica. Estos dos factores
están estrechamente relaciona­
dos y para que el miembro ten­
ga éxito al utilizarla en be­
neficio de su desarrollo es
fundamental tener la habilidad
que se adquiere mediante las
enseñanzas de AMORC, que desde
sus primeras lecciones después
de la afiliación a la Orden, se
ocupa de ellas en primer lugar.
Lo primero que un miembro
desea conocer es lo que puede
hacer con ciertos principios y
conocimientos elementales. Por
lo tanto, muy temprano en los
Grados preliminares de las en­
señanzas Rosacruces son recal­
cados los ejercicios de con­
centración, meditación, armoni­
zación y otros factores rela­
cionados. Casi al principio
son introducidos experimentos
y ejercicios para facilitar el
desarrollo de las habilidades
latentes que están dentro de la
consciencia y del ser interno.
Esta es la fase psicológica de
las enseñanzas de la Orden: el
desarrollo de técnicas que a su
vez modificarán el comporta­
miento del individuo y cuya im­
portancia es la misma que se
aplica a cualquier sistema de
pensamiento.
Frecuentemente se ha usado
la música como una ilustración.
Un individuo puede leer o estu­
diar un libro sobre teoría de
la música, pero si no practica
realmente las técnicas presen­
tadas no será un músico. Por
lo tanto, para ganar la habili­
dad de usar el conocimiento que
se estudia es de vital impor­
tancia el desarrollo de las
técnicas que le permitirán
aplicar tales procesos a los
problemas de la vida diaria,
por medio de la concentración
y meditación.
La próxima clasificación
de las enseñanzas Rosacruces es
la metafísica. Algunos pudie­
ran pensar que ésta debía ser
la primera más bien que la se­
gunda, pero realmente, ella es­
tá debajo de la psicológica.
El aspecto metafísico de la fi­
losofía Rosacruz se ocupa de
los valores y propósitos funda­
mentales de sus principios. La
metafísica, como una discipli­
na, tiene que ver con el estu­
dio de las cosas que son rea­
les, las que enseña al indivi­
duo que puede no haberlas com­
prendido con anterioridad en
términos de valor y verdad.
Nosotros usamos el término me­
tafísica a la ligera, pero este
tiene a menudo más significado
que el que uno puede compren­
der .
Por ejemplo, nos referimos
a muchos de los principios de
curación impartidos en las en­
señanzas Rosacruces como que
son curaciones metafísicas.
Esto es cierto en el sentido
literal porque en los princi­
pios de curación enseñados en
el Sexto Grado, por ejemplo,
el estudiante Rosacruz tiene
que llegar a comprender cómo
se mantiene la armonía en el
cuerpo humano o sea, a poner
aparte las superficialidades.
Se dirige la atención hacia
aquellos factores que capacita­
rán al cuerpo y a la entidad
viviente, al ser humano, a fun­
cionar como fue ordenado a tra­
vés de la plena manifestación
de los poderes del ser interno
y a tener la habilidad de atra­
er aquellas fuerzas que perma­
necen fuera de la inmediata
comprensión.
La base metafísica de las
enseñanzas Rosacruces, por lo
tanto, muestra a la mente del
individuo que la vida tiene un
propósito y le aclara pensa­
mientos anteriores confusos,
efectuando un cambio en sus
ideas. Hace que el estudian­
te entienda mejor al situarse
en una posición que le permi­
te distinguir entre los valores
del mundo objetivo a los que
conoció primariamente en el pa­
sado, capacitándolo para selec­
cionar aquellos que perduran,
sin hacer caso de cualquier
inestabilidad del mundo físico,
haciéndolo apreciar el concep­
to de una realidad que altera­
rá su pensamiento y será su ba­
se para el desarrollo de una
filosofía de vida.
La tercera clasificación ge­
neral de los fundamentos Rosa-
cruces, la mística, hara pensar
también en el por qué fue pues­
ta en lista en el tercer lugar
en vez del primero. Alguien
podría aducir que la Orden Ro­
sacruz es fundamentalmente una
organización mística y que el
concepto místico debe ser el
primer principio a considerar.
Esto es verdad y, por lo tanto,
la palabra mística es usada pa­
ra indicar la naturaleza y pro­
pósitos de la Orden. Pero el
misticismo, en sí no puede ser
introducido o presentado fácil­
mente en toda su extensión para
evitar el choque completo sobre
la mente del individuo mientras
éste no tenga un fundamento so­
bre el cual construir.
La fase psicológica, como ya
he señalado, se ocupa del desa­
rrollo y de la habilidad del
individuo para utilizar princi­
pios que no ha tenido en el pa­
sado. La fase metafísica de
las enseñanzas de AMORC hace
que el estudiante expansione su
horizonte y aprecie los valores
descubriendo las profundidades
de la realidad, que permanecen
fuera de su anterior concepto
de la existencia. La fase mís­
tica es una culminación de todo
este conocimiento y verdadera­
mente es lo esencial de la fi­
losofía Rosacruz. Por medio
del misticismo se llega a un
punto final en donde solo que­
dan dos elementos: nosotros y
Dios. En otras palabras, mis­
ticismo es el sistema de pensa­
miento, o la disciplina si us­
tedes prefieren el término, por
el que el hombre puede aprender
a conectarse con lo Divino, o
con aquellas fuerzas que supe­
ran a las que se manifiestan
objetivamente en el mundo mate­
rial .
Este parentesco individual,
que cada uno tiene derecho a
establecer entre sí y aquellas
fuerzas que yacen más allá de
él, es el propósito y el estado
final de perfección. Hablamos
a menudo acerca de la adquisi­
ción de la maestría. Maestría
es ni más ni menos que el al­
cance de aquel punto en que el
individuo siente que está en
comunicación y en asociación
estrecha con fuerzas que exis­
ten más allá del nivel de la
existencia ordinaria, objetiva
y material.
El misticismo es una combi­
nación de todas las filosofías
que podamos haber estudiado,
incluyendo el elemento de cono­
cimiento personal y de convic­
ción. Sin menoscabo de lo bien
que desarrollemos nuestras téc­
nicas o la amplitud del concep­
to que hayamos ganado en el
mundo metafísico, estos no va­
len nada a excepción de la ha­
bilidad que nos proporcionan
para usar eventualmente como
medios los principios aprendi­
dos , tales como la concentra­
ción, la meditación, la eurit­
mia. Este proceso nos hace
posible alcanzar ése estado de
armonización que nos relaciona­
rá con nuestra fuente final.
Es por medio del misticis­
mo que el hombre aprende a
aplicar la intuición y aunque
ha tenido siempre la habilidad
de apelar al conocimiento in­
tuitivo, es solo por medio del
concepto místico que comprende
como utilizarlo, pues es un
sexto sentido, por así decirlo,
y cómo relacionarse con fuerzas
que lo prepararán para una fu­
tura norma de vida que lo lle­
vará al umbral de la verdadera
maestría.
Por medio de la metafísica
aprendemos que la parte real
del hombre es algo más que ma­
terial y a la cual, generalmen­
te se le llama alma. Cierta
vez escribí que el alma es la
más directa de las manifesta­
ciones de Dios, de la cual po­
demos estar conscientes, por lo
tanto, debe ser tratada con la
dignidad apropiada y como una
expresión Divina más íntima de
que se puede tener conocimien­
to. Por consiguiente el mis­
ticismo es la defensa máxima de
la dignidad del individuo.
Casi todos los principios
en filosofía y sociología tie­
nen tendencia a ser interpreta­
dos materialmente, lo que dis­
minuye el valor del individuo.
La individualidad, el verdadero
ser, es frecuentemente opacado
por el concepto erróneo de que
muchas creencias logradas por
el hombre son para beneficio de
muchos individuos. En reali­
dad, toda creencia al ser con­
siderada solo en el campo de
aplicación física, tiende a
denigrar el adelanto del indi­
viduo. El materialismo coloca
a la individualidad al mismo
nivel de otras cosas físicas,
o sea, es la filosofía que con­
sidera al hombre como un meca­
nismo. Por consiguiente, si
el hombre va a ser dignificado
como una entidad que tiene la
potencialidad del desarrollo,
es solo el misticismo el que
puede mantener esta dignidad
innata del alma del hombre y
le permite evolucionar hacia
la comprensión de esa fuerza
de la cual vino, lo Absoluto.
-- A
¿Qué Determina una Encarnación?
Una de las preguntas intere­
santes hechas por un Frater
trata con el proceso de^encar-
nar de una vida a otra. Él pre­
gunta: "¿Qué determina una re­
encarnación (localidad, posi­
ción , etc.)?"
La respuesta a esta pregunta
es, por supuesto, de valor para
todos, pero los Rosacruces tie­
nen una consideración especial
por ella, ya que como regla ge­
neral se adhieren a una doctri­
na de reencarnación. Además, se
le-s exhorta a que se preparen
para su próxima encarnación vi­
sualizando lo que quisieran ha­
cer, donde quisieran vivir, y
así por el estilo.
Una vez que el alma-persona­
lidad es liberada en la transi­
ción, está establecido su curso
para su próxima encarnación.
Hasta el momento de la transi­
ción, sin embargo, el destino
de su próxima encarnación puede
ser grandemente modificado y
canalizado por su pensar y com­
portamiento. En la transición,
cualesquiera características de
carácter que usted haya intro­
ducido a la norma vibratoria de
su aura le atraerán precisa e
inevitablemente a la localidad
y personas que y quienes com­
plementan aquella norma en par­
ticular. Allí usted continuará
su crecimiento en un medio
ambiente nuevo pero complemen­
tario, recientemente adornado
en una nueva forma física. De
este modo, lo que determina
dónde usted va o qué es lo que
hará, es la norma vibratoria de
su aura en busca de su comple­
mento en el plano físico. Es un
simple principio metafísico,
una función de la propiedad
electromagnética total de la
naturaleza.
De mayor interés para noso­
tros es qué debemos o podemos
hacer para trabajar con esta
ley de manera que funcione en
ventaja nuestra. Cómo pensamos
y actuamos afecta a nuestras
auras, y nuestras auras deter­
minan dónde y cómo encarnaremos
nuevamente. Por lo tanto, nues­
tros pensamientos y actos son
los determinantes indirectos
pero no obstante vitales de
nuestro futuro.
Otra encarnación no es muy
diferente de otro día, excepto
que se nos da un comienzo nuevo
con un nuevo vehículo y un nue­
vo medio ambiente. Mucho de lo
viejo y negativo de una vida
pasada es purgado con cada re­
nacimiento, pero el crecimiento
y desarrollo del alma-persona­
lidad es otro factor. Continúa
donde se detuvo, indiferente de
un nuevo medio ambiente. Pero
esto también sucede en cada ma­
ñana. Cada día es un nuevo co­
mienzo, y el proceso de apren­
dizaje simplemente continúa.
Podríamos comparar este creci­
miento con la disciplina de
cualquier curso en la escuela.
Digamos que una persona está
estudiando matemáticas en una
cierta localidad. La localidad
puede estar arruinada, ser ne­
gativa en su naturaleza, rígida
y difícil. En un día particular
esa persona está completando el
ejercicio número 71 sw la pági­
na 59 de su libro de texto. Al
día siguiente se ve forzada a
mudarse a un nuevo ambiente en
el que el tiempo, los edificios
y la gente y la atmósfera se
parecen más a su ideal del pa­
raíso. Es ella una persona que
se ha transformado —en cuerpo.
¿Y qué de sus matemáticas, las
lecciones que aún tiene por
aprender —los problemas que
aún le quedan por dominar?
Al día siguiente entra a una
nueva aula, va a la página 60 y
continúa donde se detuvo. El
entrenamiento y desarrollo de
su intelecto simplemente conti­
núa en una secuencia no inte­
rrumpida. Ahora le podrá ser
más fácil crecer, ser más ale­
gre en el camino, y todo será
más satisfactorio en este medio
ambiente, pero el crecimiento
aún requiere la misma cantidad
de concentración, trabajo y es­
fuerzo .
Al pensar en términos de
nuestros mañanas, sean ellos la
próxima semana, el próximo año,
o la próxima encarnación, debe­
mos recordar que la tarea de
crecer y aprender siempre está
con nosotros; que no debemos
buscar de pasarla por alto o
ignorarla. Lo que queremos es
crecer en un medio ambiente que
sea lo más conducente posible a
la felicidad y paz mentales.
Queremos trabajar en el viñedo,
pero queremos que ese viñedo
sea un lugar de felicidad y be­
lleza.
Estos son los propósitos a
mantener en la mente mientras
nos preparamos para el mañana.
Debido a que el mañana "aquí"
es tan importante como en maña­
na "allá", y en vista de que
nunca sabemos cuando vendrá la
transición, debemos inclinarnos
ahora, sin atrasos, hacia la
tarea de regeneración. Dejarlo
para después puede ser desas­
troso, y podemos tener que su­
frir a través de otra encarna­
ción antes de aprender esa lec­
ción.
Si, por otra parte, conse­
guimos nuestra regeneración,
estamos preparados para cual­
quier eventualidad, y si en es­
ta encarnación nos hemos vuelto
tan enredados en presiones so­
ciales y enfermedades físicas
que no existen medios de esca­
pe, el alma-personalidad rege­
nerada puede hasta acercar la
transición, porque se ha prepa­
rado y está lista para el nuevo
manto que trae consigo el rena­
cimiento .
Como se ha indicado arriba,
la correcta preparación puede
sumarse en esa sola palabra,
regeneración. Es una limpieza
del ser de todo pensamiento im­
puro. Está en vivir una vida en
armonía con la ley cósmica. En
las lecciones Rosacruces, y es­
pecialmente en las iniciaciones
Rosacruces, se dan los métodos
para este proceso de limpieza.
Si usted se ha deshecho en­
tonces de todos los pensamien­
tos de venganza, de ambición,
de vanidad, de lujuria, intole­
rancia y desprecio, su aura vi­
brará de acuerdo, y solamente
podrá ser atraída hacia aque­
llos elementos que vibren en
simpatía con ella.
Solamente p'bdemos advertir­
les una y otra vez que estén
preparados. "No dejen para la
noche lo que puede conseguir la
mañana". No sean como las vír­
genes necias de la Biblia cris­
tiana. Sean como las vírgenes
sabias que consideraron el mo­
mento siguiente. Siempre habrá
un mañana. Nuestras vidas nunca
pueden ser mejor utilizadas que
preparándonos siempre para el
mañana. En la preparación exis­
te un goce singular, pues uno
trabaja con el conocimiento
certero que mañana será hermoso
y fructífero.
Aquellos de ustedes que han
entrado a cualquier cosa bien
preparada, ya están conscientes
de la sensación de bienestar y
maestría que requiere. No hay
nada tan satisfactorio en la
vida como aquella sensación de
estar correctamente y bien pre­
parados. Puede ser simplemente
un tanque lleno de gasolina,
cuentas pagadas, un discurso
ensayado, combustible para el
invierno, comida en la despen­
sa, amor en el corazón o perdón
en "la mente.
E indudablemente todos han
experimentado lo opuesto —la
preocupación, alarma y frustra­
ción que acompañan al atraso.
Siempre están los efectos dañi­
nos de cosas que fueron dejadas
sin atención. Y lo que es peor
de todo, está la espantosa car­
ga de una mente llena de odio y
envidia. Una mente ocupada así
nunca está preparada para las
cosas bellas o alegres que po­
drían cruzar su camino. Está
cerrada al amor o a compartir,
y no afecta a nada excepto a sí
misma. La obscuridad de tal
mente no es compartida por
otros, y solamente socava la
vitalidad y bienestar de su
propio dominio.
Hoy en día la gente está de­
masiado preocupada con el odio
y la envidia. Es increíble ver
el número de personas que toman
tiempo para volcar su resenti­
miento y envidia en contra de
otros —gente que aparece en la
televisión o en la prensa-
gente que nos escribe acerca de
nuestros esfuerzos en forma
despreciativa. La gente que ha­
bla o escribe así también pien­
sa así, y cuán desafortunado es
que contaminen sus mentes con
ese tipo de pensar. Si llegaran
a pasar por la transición en
ese estado de mente, serían
atraídos a esa misma condición
negativa en su próxima vida.
Debemos recordar que no he­
mos de medir el éxito o fracaso
de nuestra próxima encarnación
en térmimos de fortuna o posi­
ción, sino en términos de la
armonía que experimentaremos en
nuestro medio ambiente. No po­
demos pedir nada más.——B
El Místico del Siglo XX
Una vida difícil, en un mun­
do perpetuamente inquieto, es
aparentemente el destino del
género humano. Desde tiempo
inmemorial, el hombre parece
expuesto a los mismos obstácu­
los y, en cada centuria, él
cree que esos obstáculos son
diferentes, cuando en realidad
son idénticos, quizás con unas
pocas variaciones en su forma
exterior. Una persona pensante
conoce, sin embargo, que tras
la irrealidad de un mundo dema­
siado real, tanto como concier­
ne a nuestros sentidos objeti­
vos, hay un reino siempre ver­
dadero para sí mismo, una rea­
lidad permanente, en perpetuo
movimiento, en la que participa
cada ser humano, sea consciente
o inconscientemente.
Es el reino de la paz, la
realidad de ser y, sobre todo,
es el reino de vida, donde la
luz y el amor se sumergen en la
poderosa y onmipresente unidad
de Consciencia Cósmica. ¿Cómo
podemos vivir conscientemente
en este reino? ¿Cómo podemos
conformar a tal realidad nues­
tra existencia terrena? ¿Cómo
podemos radiar, en nuestra vida
diaria, los principios de vida,
luz y amor, la tríplice unidad
en nuestro plano físico? En
una frase, ¿cómo podemos llegar
a ser, aquí y ahora, la expre­
sión viviente de la Consciencia
Cósmica? Esta -es la pregunta
que los místicos han intentado
responder a través de las cen­
turias. Esta es, en tiempos
modernos, la justificación para
nuestra hermandad tradicional.
El acelerado desarrollo de
la civilización material en
ninguna forma implica que el
hombre se haya llevado a sí
mismo más cerca del propósito
que debe alcanzar, de acuerdo
con el plan cósmico. Obviamen­
te, no podemos considerar el
progreso material como desaten­
dible e inútil. No debemos re­
chazar los descubrimientos
científicos, o presumir que
sean perjudiciales para el hom­
bre. Mientras ellos sean cons­
tructivos, tienen su lugar en
nuestro mundo. El hombre, sin
embargo, debe rehabilitarse a
sí mismo y cesar de adaptarse a
sí mismo a las fases cambiantes
de su naturaleza material. Él
debe primero dominarse para
después dominar eso que el Pri­
mer Principio ha colocado a su
disposición•
En otras palabras, él debe
transformarse en el maestro y
no más en el esclavo. Él debe
en todo momento controlar sus
creaciones y para alcanzar este
propósito, es necesario concen­
trarse en investigación inter­
na. Esto es lo que usted hace
cuando estudia seriamente sus
monografías Rosacruces. No
existe sendero rápido. No
existe especial urgencia en
nuestra era, y los Maestros no
están más apurados de lo que lo
estuvieran en tiempos pasados.
Nadie respira en nuestros días
más rápido que en el pasado y
la respiración regular todavía
permanece como el fundamento de
una existencia saludable y
constructiva. Lo mismo es ver­
dad en misticismo y evolución
interna.
Usted realizó un día que ha­
bía llegado para usted el tiem­
po de terminar el caos y esta­
blecer verdad dentro de usted
mismo y dejarla de manifiesto
en sus pensamientos, en sus ac­
ciones y en su conducta, cono­
ciendo que usted habría así
acelerado las condiciones nece­
sarias para una vida más feliz
y afortunada. Usted realizó
esto porque escuchó el llamado
de la acallada pequeña voz in­
terior, pero también porque us­
ted había sido preparado para
ello por un previo desarrollo,
del cual pudo o no pudo estar
consciente.
Sea cual fueren las causas,
no significa mucho. La cosa
principal es que usted ha co­
menzado en lo que desde hace
mucho ha sido llamado el Sende­
ro. Lentamente, progresivamen­
te, usted aprende por una parte
a aquietar su intelecto apaci­
guando su sed de conocimiento
y, por otra parte, usted des­
pertó, dentro de usted mismo,
aquellas facultades latentes
que Ib capacitarán para vivir
como debería, siendo el instru­
mento de su ser interno, y de
este modo, en el análisis fi­
nal, de la voluntad suprema del
Cósmico. Es obviamente difícil
silenciar eso que pertenece al
reino objetivo, y el discípulo
a veces vuelve atrás a una vida
extremadamente objetiva o huma­
na .
En vez de aprovechar los
tiempos difíciles para aplicar
lo que él conoce, algunas veces
él permite que los esfuerzos lo
sojuzguen. Quiere ser^ tanto
actor como espectador. El ter­
mina permitiendo ser arrastrado
por la corriente cambiante de
una existencia puramente humana
y olvida su investigación vi­
tal. Asido por la angustia se
rinde a su ser objetivo y se
convierte en esclavo del reino
manifiesto. Él permite a su
cerebro humano y a su imagina­
ción amplificar todos los pro­
blemas que encuentra, hasta que
sucumbe, exhausto, al desalien­
to. En todo momento permanece
dentro de su poder silenciar su
ser consciente y permitir al
Cósmico restablecer la armonía
por medio de las facultades
despertadas dentro de él por el
trabajo místico.
Jamás repetiremos lo sufi­
ciente que debemos ser, que so­
mos, místicos prácticos ■—en
otras palabras, que hemos deci­
dido aplicar nuestro conoci­
miento de la vida diaria para
dominar sus diferentes aspec­
tos. Como un ejemplo, es el
eslabón que une el mundo exte­
rior a la realidad invisible, y
nuestro cerebro debe ser el
elemento por medio del cual da­
mos forma a las impresiones y
direcciones recibidas, para que
así puedan manifestarse en el
plano creado. El incesante in­
tercambio entre el mundo supe­
rior y el mundo exterior ya
existe dentro de nosotros y a
través nuestro, pero general­
mente no estamos conscientes de
él. Nos oponemos a él por me­
dio de actos de nuestra propia
creación, resultando de ello
error y sufrimiento. ¡Realmen­
te, el hombre es el creador de
su propia desgracia!
Sin embargo, jamás existe
conflicto alguno entre nuestras
dos naturalezas. Ya sea que
una o la otra es la que domina
de acuerdo, ya sea que sigamos
las direcciones de nuestro ser
interno o sigamos los instintos
físicos. No hay curso interme­
dio. Con el iniciado, esta ma­
nifestación de las dos natura­
lezas esenciales del hombre
tienen lugar cada minuto. A
veces, él expresa los más no­
bles ideales y, unos pocos se­
gundos más tarde, se engolfará
en los más obscuros pensamien­
tos. Por consiguiente, la mis­
ma dualidad será fácilmente ob­
servada en sus acciones.
Para el místico, y para el
Rosacruz en particular, pueden
no existir manifestaciones de
dualidad, por lo menos en lo
que concierne con sus pensa­
mientos y acciones. Cuando ha
sido tomado el buen camino con
un paso decisivo, pueden exis­
tir debilidades, paradas y ten­
taciones. Jamás existirá una
caída definida. Habrán expe­
riencias y el dominio de estas
experiencias además enriquecerá
el conocimiento y facilitará
aún más los nuevos pasos para
trepar. Existirá, sobre todo,
una manifestación de profunda
bondad, tolerancia y amor fra­
ternal hacia todos, cualidades
que materializan la unidad de
la naturaleza humana cuando
ella es absorbida por la cons­
ciencia divina, cuando ella se
sumerge en el Todo original y
está eternamente presente.
Esta absorción no es total
al punto donde desaparecen las
características personales. ¡No.!
El Total está expresado en cada
uno en una manera individual.
Podríamos decir que, en el es­
tado místico, nuestro corazón
late al mismo ritmo, al mismo
latido, como el corazón univer­
sal, y allí es donde es recono­
cida la maestría. i Qué impor­
tan los pensamientos, las pala­
bras y las acciones! Sólo el
silencio, en toda su poderosa
fortaleza, nos atrae.
Jugamos el juego del mundo,
pero somos una célula vibrante
del Cosmos. Podemos estar ais­
lados en la sociedad humana,
pero participamos en la vida
universal y en la creación.
Desempeñamos nuestro rol de
hombres y nuestra función de
hijos de Dios. Todo es así de
simple para el hombre que puede
ver y comprender. Todo es a^í
de hermoso para el que puede
maravillarse y regocijarse.
Debemos, se nos ha dicho, ser
una vez más como niños peque­
ños. Indudablemente, esto im­
plica pureza, confianza y la
belleza fundamental de la ni­
ñez. Sin embargo, yo estoy
convencido que esto también im­
plica el intenso deseo de cono­
cer y admirar, como es la ca­
racterística de los jóvenes.
Miren a su alrededor y vivan
abundantemente. Cada momento
de su existencia consciente de­
bería ser la oportunidad para
una nueva observación y para la
expresión de gratitud hacia lo
divino. Aprendan no solamente
a pedir, sino más que todo a
dar las gracias.
Uno de nuestros miembros más
recientes, en la decena de los
setenta años, se ha disciplina­
do a sí mismo para llegar a los
terrenos de la Orden en bici­
cleta, para rápidas visitas.
Paz y felicidad radian de él
Sus más frecuentes frases son:
"¡Qué hermoso es todo para mí!"
y, cuando está molesto: "Dios
arreglará esto". Se expresa a
sí mismo con fe y convicción.
Una vez me dijo: "Quisiera 'sa­
ber cómo puedo agradecerle a
todos los seres humanos. ¡Son
ellos tan buenos!"
El no necesita molestarse
porque es la manifestación vi­
viente de la divinidad que,
como todos nosotros, él tiene
en sí mismo. Él constantemente
atrae hacia sí las mismas vi­
braciones positivas que él ra­
dia. Él estudia sus monogra­
fías Rosacruces regularmente, y
se maravilla de lo que aprende.
Él siente bajo las palabras y,
sin saberlo, obtiene extraordi­
narios resultados. Todas sus
pasadas experiencias han forma­
do la base de su evolución, y
ahora él está construyendo rá­
pidamente. Realmente, el ha
sido renacido y es ya, poten­
cialmente, un maestro. Les he
dado a ustedes este ejemplo
porque denota el poder del pen­
sar constructivo —-un poder que
viene directamente del Cósmico
y es creativo y eficiente.
Cuando surge algún obstácu­
lo, refúgiese dentro de los se­
cretos aislamientos de su ser.
Cierre sus ojos y realice su
unidad con el Cósmico. Sienta
su presencia y el poderoso
fluir que viene a usted en
estos momentos. Renueve, en esa
forma, la experiencia de amor
divino. Transfiera el problema-
de su ser objetivo a la divina
chispa dentro de usted, y olví­
delo. Así usted confía su di­
ficultad a una fuerza más acti­
va que puede prever y que cono­
ce la real situación. Abandó­
nese a sí mismo con confianza a
esta comunión; un poco más tar­
de, cuando usted una vez más se
envuelva con la ventura humana,
no serán sus limitados pensa­
mientos los que enfrenten la
vida. Será el Dios de su cora­
zón, a través suyo, quien ac­
tuará y manifestará Su poder de
armonía y paz.
Parece difícil, por supues­
to, encontrar paz en este mun­
do, para ganar armonía interior
y unidad. El problema que en­
frenta a la mayoría de la gente
es sintetizado en esta pregun­
ta: "¿Dónde puedo yo ir a en­
contrar los medios capaces de
despertar mi espiritualidad y
mis más nobles sentimientos?"
Las influencias que nos rodean
tienden mucho a despertar las
pasiones para favorecer al ma­
terialismo y para presentar,
exclusivamente, el orden econó­
mico al costo de todo idealismo
humanitario.
Es triste notar que los pre­
gones de muchas iglesias y tem­
plos de diferentes religiones
no proporcionan el santuario de
paz interior que buscan sus
fieles seguidores. Frecuente­
mente, por política o razones
de propaganda, un verdadero
volcán de inamistosas y a veces
hostiles palabras viene del
pulpito y de los altares de
esos lugares sagrados. A ve­
ces, somos sorprendidos al ver
destrucción justificada o ab­
solvida de una gente o nación
cuyos propósitos fueron preser­
var un derecho, un privilegio,
un prestigio o una denominación
religiosa .
Qomo Rosacruces podemos,
consciente y fielmente, mante­
ner un lugar reservado para la
meditación en la intimidad de
nuestros hogares. Allí reali­
zaremos que este constituye,
rápidamente, el santuario de
nuestra propia rehabilitación.
Dedicando unos pocos minutos
cada noche, solos con nosotros
mismos, podemos confrontar
nuestras impresiones y motivos
espirituales con la multitud de
experiencias objetivas encon­
tradas durante el día.
Durante los cortos períodos
de relajamiento, siempre sere­
mos sorprendidos al notar la
luz proyectada en los eventos
que ocurrieron unas pocas horas
antes. La verdad fácilmente
será distinguida de lo falso, y
lo falso será precisamente fá­
cil de hacer huir de nuestros
pensamientos. Lo que más nece-
citamos, en realidad lo que más
de todo falta al mundo, es la
oportunidad de pensar imperso­
nalmente. Tal falta resulta en
una excesiva expresión del ser.
Carecemos hoy, más que nada,
del silencio del ser, la soli­
taria comunión con nuestra na­
turaleza tríplice.
Aquellos que desgraciadamen­
te son incapaces de tener un
lugar consagrado a la medita­
ción —no importa lo humilde
que sea— en la intimidad de
sus hogares, deben encontrar
soledad en una forma diferente.
La naturaleza fue el primer
templo del hombre y aún hoy día
no existe uno mejor. Un paseo
por el bosque, aún en invierno,
en la nieve, es inspirador.
Esto es igualmente cierto en un
lento y meditativo caminar a
través de los campos o de soli­
tario relajamiento sobre una
roca escarpada con el azul del
cielo encima y abajo el mar
calmado o una bahía empapada de
sol. Todas estas condiciones
pueden producir un válido con­
tacto con el Cósmico y pueden
ser la. fuente de esa paz inte­
rior, tan largamente buscada.
Aquellos que viven en una
gran ciudad y que son incapaces
de tener un lugar para la medi­
tación no deben sentirse priva­
dos de todas las posibilidades
de estar solos. i Si se usa de
la iniciativa y de la atención
para buscar un punto favorable
para tales períodos de medita­
ción uno puede estar cierto de
obtenerlo! No es imposible en­
contrar un punto solitario en
un parque público, un banco más
o menos lejano, por ejemplo.
Uno puede hasta elegir caminar
por un muelle o por un malecón.
Tales lugares proporcionan la
requerida atmósfera con el
agregado del efecto apaciguador
del susurro del agua.
Importa a cada uno usar
cuanta iniciativa sea posible
para entrar dentro de sí mismo,
para conocer los sentimientos y
pensamientos de su ser interno
y alcanzar la paz que surge de
dentro, la paz profunda de los
Rosacruces. Esta es la tarea.
Este es el sendero que compar­
timos, con nuestras buenas cua­
lidades y nuestros defectos,
con nuestros éxitos y nuestras
faltas.
Estamos en un sendero idén­
tico hacia un propósito común.
Juntos, olvidemos nuestras di­
ferencias objetivas. Olvidemos
este reflejo de bondad que lla­
mamos el mal. Desechemos la
obscuridad, como escribió el
Maestro Eckart: "El estado
mental que tenemos en el secre­
to de nuestro ser, llevémoslo
con nosotros a través del mun­
do, a través de su agitación e
inconstancia".
Profundamente dentro de cada
uno de nosotros existe un mara­
villoso santuario del alma, un
centro divino, una voz que pue­
de escucharse y a la que pode­
mos siempre volver. La eterni­
dad golpea a la puerta de nues­
tros corazones y busca entrar
vidas desgarradas por el tiem­
po. Nos conforta dejándonos
atrapar una vislumbre de un
destino magnífico. Nos empuja
a encontrar en él nuestra ver­
dadera mansión. Obedecer sus
llamados, confiarnos alegremen­
te, con nuestras almas y cuer­
pos a la luz interna, es el co­
mienzo de la verdadera vida.
La luz interna ilumina la faz
de lo divino y proyecta nuevas
sombras en los rostros de los
hombres, como así mismo nuevos
reflejos de gloria. Si no los
extinguimos, son para siempre
semillas vibrantes de vida.
Son el punto focal del alma, la
presencia de nuestro centro, la
unidad a la que todos debemos
abandonarnos.
La luz puede brillar para
siempre a través de ustedes.
Entonces, en el particular cam­
po de sus esfuerzos, llevarán
ustedes a cabo el trabajo de
los maestros. En medio de la
visible fraternidad, ustedes
trabajarán por la fraternidad
invisible para la que se están
preparando, a la que serán in­
vitados, cuando el tiempo lle­
gue, por el Maestro, para así
poder continuar, mañana como
hoy, la eterna tarea de vida,
luz y amor.-- C
¿Deberíamos Posponer la Transición?
Una soror hace la siguiente
pregunta: "¿Hacemos bien al
posponer la transición? La
ética médica requiere que pre­
servemos a una persona senil
aun cuando casi todas las fun­
ciones de la vida estén dormi­
das. Cuál es nuestra llamada
de deber: ¿permitir que ocurra
la transición o ceder a la éti­
ca médica? Yo le he adminis­
trado oxígeno a una dama de 90
años que había estado sufriendo
de la enfermedad de Parkinson.
Ella, creo, estaba pasando por
la transición —el pulso era
imperceptible. Ella reaccionó
y la vida continuó por dos se­
manas aunque nunca recobró la
consciencia".
Esto nuevamente nos trae al
tema de la eutanasia o muerte
indolora. ¿Se les dará tal li­
beración indolora a los incura­
blemente locos y a aquellos que
nunca podrán recobrarse y hasta
ruegan por la muerte como una
liberación de terrible sufri­
miento? Este es un tema alta­
mente controversia!. De cual­
quier manera que se conteste
sincera y lógicamente, de todas
formas encontrará oposición.
Existe un conflicto entre la
convención y la humanidad. La
doctrina religiosa y la costum­
bre consideran a la vida sagra­
da y como un regalo divino.
Dicen que el atributo de la vi­
da es otorgado por un poder que
transciende al hombre. Igual­
mente se mantiene —en círculos
religiosos— que la terminación
de la vida no es una decisión
que deba hacer el hombre.
En realidad, sin embargo, el
hombre viola en práctica estos
preceptos morales e ideales de
muchas maneras. Precipita gue­
rras en las que millones pueden
morir como resultado de condi­
ciones que ha establecido.
Ejecuta criminales; comete ase­
sinato; toma vidas por acciden­
te o descuido en la aplicación
de sus aparatos mecánicos.
Puede ser propuesto por el
fatalista —y muchas religiones
en sus enseñanzas corren para­
lelas al fatalismo — que Dios
ha dispuesto que una vida expi­
re en un momento específico, no
importe como pueda ocurrir el
evento de la transición. Así,
si uno es muerto en la guerra,
el hombre, por su razonamiento,
no causó la muerte, sino que
fue Dios que permitió el esta­
blecimiento de las condiciones
bajo las cuales la vida fue to­
mada .
En un sentido, el hombre es
excusado por tal doctrina al
causar la muerte de otro ser
humano excepto en caso de ase­
sinato. La responsabilidad en­
tera es transferida a una causa
divina consciente —Dios. Ex­
trañamente, cuando el hombre
quiere tomar sin dolor para
ella la vida de alguna desafor­
tunada persona, por razones es­
trictamente humanitarias tal
como el alivio del sufrimiento,
el acto se considera como inhu­
mano y bárbaro. Es duro recon­
ciliar esta inconsistencia con
la guerra y la pena de muerte.
El humanitario filósofo con­
sidera la vida como un poder,
vital que hace posible que el
hombre sea autoconsciente y
consciente de su existencia.
El piensa de la vida no sola­
mente como animación sino como
una acción con propósito de
mente y cuerpo, por lo menos
hasta cierto grado. Piensa,
además de ella como una oportu­
nidad para proveer felicidad.
Pero donde cada momento cons­
ciente es dolor intolerable o
donde la cosa viviente simple­
mente vegeta, sin ninguna rea­
lización de su existencia, y en
donde no hay esperanza de mejo­
ría alguna, ¿qué se gana de tal
vivir? ¿Torturarán los hombres
a víctimas sufrientes aun más,
causando que mantengan la vida
en angustia simplemente por un
ideal moral que satisface el
ego?
Por leyes hechas por el hom­
bre, es un crimen el fallar in­
tencionadamente en administrar
medios terapéuticos para mante­
ner la vida. ¿Es, sin embargo,
un verdadero crimen moral o
místico? Si uno le trae tran­
sición a otro que sufre y no
puede ser curado, permitiendo
la bendición del escape y desa­
parición de esta vida, ¿es ver­
daderamente un criminal en el
sentido cósmico? Quitamos la
vida a animales severamente he­
ridos que sufren y para los que
no hay esperanza. Anunciamos
tales acciones como humanas.
¿Cuál es la distinción entre
los animales inferiores y el
hombre? ¿Por qué ha de sufrir
indefinidamente el hombre sin
alivio, por alguna concepción o
interpretación humana?
Los hombres tratan de justi­
ficar la diferencia entre los
animales inferiores y ellos,
arguyendo que ellos son "almas
vivientes" —y no los animales.
Dicen que no tenemos el derecho
de originar un cese a las expe­
riencias de ese elemento divi­
namente infundido, el alma.
Pero, repetimos, este mismo
idealismo elevado no los detie­
ne de participar en la guerra o
de rodear de un aura de recti­
tud la toma de la vida de un
criminal.
Las antiguas civilizaciones
—al igual que la sociedad pri­
mitiva— muchas veces tomaban
las vidas de los ancianos, tu­
llidos incurables y enfermos.
La mayoría de sus métodos son
escandalosos para la sensibili­
dad de nuestra sociedad "avan­
zada". Los antiguos griegos
recurrían a la práctica de la
exposición. Los viejos, al
igual que los niños deformes y
los adultos, eran llevados a un
punto en un territorio salvaje
y abandonados a ser expuestos' a
los elementos y morirse de ina­
nición .
El motivo tras de estas pri­
meras sociedades de ciudad-es­
tados de Grecia era la conser­
vación de la comida. La poca
tierra agrícola hacia imposible
el mantenimiento de cualquier
porción creciente de población
que no fuese capaz de mantener­
se a sí misma. Según la histo­
ria, los ancianos, por ejemplo,
estaban resignados a lo crue no­
sotros’ llamaríamos una costum­
bre brutal y salvaje.
No hay, sin embargo, parale­
lo entre la práctica de la ex­
posición y aquella de la pro­
puesta eutanasia. En primer
lugar, la eutanasia nunca toma­
ría la vida de aquellos deseo­
sos de vivir, indiferente de su
condición mental o física.
Además, no propone, que se tome
la vida de aquellos que desean
la transición, a no ser que to­
dos los recursos médicos y
otros para aliviarlos de su su­
frimiento no obtengan resulta­
dos .
¿Cuáles son las doctrinas
tradicionales del karma? ¿Es
necesario que suframos por un
tiempo indeterminado en esta
vida sin alivio, según la ley
kármica de la compensación? Lo
que es más, ¿estaría interfi­
riendo. con los principios kár-
micos quien causara la transi­
ción del sufriente? Nuevamen­
te, debemos entender que el
karma es la ley de causa y
efecto, o compensación. Por
cada causa, sigue un efecto.
Cuando un platillo de la balan­
za se mueve, el otro sube.
Consideremos la ley de cau­
salidad, o de causa y efecto.
Primero, como sabemos, toda
causa no produce- necesariamente
un efecto adverso. Hay causas
y efectos meritorios y no meri­
torios. Además, el karma no es
una filosofía de represalias o
retribuyante. El Cósmico no
nos impone el karma encima. Es
una ley tan natural e imperso­
nal como lo es la gravedad o
las leyes de movimiento de New-
ton. Solos como seres humanos
y colectivamente como una so­
ciedad, ocasionamos sobre noso­
tros, por nuestros actos, karma
meritorio y no meritorio.
Es muy posible, consciente o
inconscientemente, cambiar el
karma por pensamientos y actos
subsiguientes. Lo que es más,
la misma palabra karma, que es
de origen Sánscrito, traducida
literalmente significa "hecho."
o "hacer". Así, si por nues­
tras acciones hemos invocado
una causa por la cual puedan
seguir circunstancias adversas
subsiguientes, esto puede miti­
garse —por lo menos hasta un
cierto punto— induciendo nue­
vos efectos por otros, en con­
tra causas.
Simplemente, el karma no es
inviolable. Puede cambiarse.
En consecuencia, si uno ha cau­
sado sufrimiento físico sobre
sí, o ha heredado ciertos efec­
tos de sus padres, nuevas cau­
sas pueden y deberían ser pues­
tas en movimiento para equili­
brar tal karma. No es necesa­
rio que uno se resigne a un
karma adverso.
Si hubiera un karma perma­
nente que uno debe sufrir en­
fermedad y gran dolor, entonces
¿por qué ofrece tratamiento pa­
ra la víctima nuestro sistema
moral y humanitario? ¿Por qué
trata de curarlo? ¿No sería la
curación médica o sin drogas,
según tal premisa, una interfe­
rencia con el karma del indivi­
duo? Si la consciencia de uno
no le molesta cuando busca ayu­
dar a alguien que esté sufrien­
do, si no piensa en ese enton­
ces que está violando un propó­
sito kármico, ¿por qué ha de
molestarle la eutanasia? El
principio es el mismo —el
bienestar de la humanidad— en
ambas instancias.
No estamos, en esta diserta­
ción, defendiendo la práctica
de la eutanasia. Estamos pre­
sentando los argumentos que el
humanitario ofrece al esforzar­
la. Se reconoce, por supuesto,
que hay muchos problemas prác­
ticos que entran en el asunto,
indiferentes del elemento mo­
ral. Por ejemplo, ¿quién de­
terminará cuando ha de llevarse
a cabo la transición y la vida
no ha de continuar en un cuerpo
azotado por el dolor? ¿Cómo
podría evitarse que tal prácti­
ca no se deteriore en llevar
adelante los propósitos de per­
sonas egoístas? Es muy posible
que la eutanasia, pese a su al­
to motivo, no tenga sanción pú­
blica durante muchos años por
venir.-- X
El Tiempo es una Isla
Puede que sea innecesario
repetir que en los conceptos
básicos de la filosofía Rosa-
cruz el tiempo se define como
la medida de la duración de la
consciencia. Esta definición
se da muy pronto en las ense­
ñanzas Rosacruces, de manera
de tratar de quitarle al indi­
viduo que comienza los estu­
dios Rosacruces el concepto
que el tiempo es una entidad
física o material. El hecho es
que el tiempo existe solamente
en la consciencia del hombre.
Es simplemente un método que
usamos para medir cuanto dura
la consciencia, sea en una ac­
tividad perceptiva o en el
proceso de recordar. De todas
maneras, las demandas del mun­
do material en el que vivimos
causan que ajustemos nuestras
actividades y nuestra vida no
solamente al tiempo como una
duración de nuestra conscien­
cia individual sino que además
al tiempo como una duración de
la consciencia de otras perso­
nas .
Algún tiempo atrás escribí
en estas páginas un artículo
intitulado "Tiempo Privado y
Público", el cual elaboraba
acerca de este tema. Si yo
fuera la única entidad humana
viviendo en el mundo, entonces
el tiempo no sería un factor,
excepto en cuanto a la dura­
ción de mi propia consciencia,
pero en vista del hecho que el
tiempo es un factor en la me­
dida de la duración de la
consciencia, de todo ser huma­
no viviente, y tengo que vivir
con otros seres humanos, nece­
sariamente debo ajustar mi vi­
da para estar, en alguna for­
ma, en acuerdo y armonía con
estos otros. Estoy siendo con­
tinuamente influido por el
concepto de tiempo que es ex­
terno a mi mente, al igual que
por aquel que es interno —es
decir, dentro de mi propia
consciencia.
En este sentido, el tiempo
público, como lo he distingui­
do en el pasado, podríamos de­
cir que es una isla. En un
sentido geográfico, una. isla
es un pedazo de tierra rodeado
por agua. Si la isla es peque­
ña y hay poco sobre ella de
interés que contribuya al
bienestar o el mantenimiento
de la vida, y si un individuo
queda atrapado en esa isla, su
única idea y su sola preocupa­
ción sería escapar de ella.
Una isla, en el sentido de un
pequeño pedazo de tierra ro­
deado por agua y teniendo poco
sobre ella que valga la pena o
sea útil, es algo que limita y
le niega al individuo, atrapa­
do allí, la oportunidad de la
auto expansión o el goce de la
actividad en la que desea par­
ticipar. Por lo tanto, dedica­
rá mucha de su atención a un
medio de escape.
El tiempo también es una
isla. Si vivimos por un hora­
rio, si nuestra vida entera es
tan rutinaria que la regulamos
por el reloj, entonces el
tiempo se convierte en una is­
la que nos encierra y nos es­
tamos restringiendo —a noso­
tros mismos y a nuestra expre­
sión— a. las limitaciones de
otros. Por lo tanto, el tiem­
po, en ese sentido, es una
condición que puede restrin­
girnos y de la cual podemos
buscar liberarnos. Como ya lo
he mencionado, debemos tomar
en consideración no solamente
al tiempo como la duración de
nuestra consciencia sino que
el hecho que hay otras cons­
ciencias que existen a nuestro
alrededor. También tenemos que
llevarnos bien con otros seres
humanos y vivir en armonía con
ellos lo mejor que podamos.
Pese a que estamos forzados
por la presión social a ajus­
tarnos a horarios y al reloj,
hay mucho en la vida que no
necesita estar restringido al
tiempo público. Podemos esca­
par de la influencia obligato­
ria del tiempo en cuanto a
nuestro propio crecimiento in­
dividual concierne. Podemos
estudiar. Podemos sacar de
nuestras propias experiencias.
Podemos cultivar nuestras pro­
pias potencialidades y habili­
dades, y al así hacerlo esta­
mos escapando de la isla del
tiempo que nos ataría a tal
rutina o a tal vida de manera
que nunca tendríamos una opor­
tunidad de evolucionar nuestra
propia habilidad creativa ima­
ginativa .
El materialismo, desgracia­
damente, con sus muchos gran­
des productos de los cuales
gozamos y encontramos útiles y
provechosos en la vida, tam­
bién tiene una tendencia a ha­
cer que la gente se conforme.
Vivimos en una edad donde se
espera que hagamos lo que hace
alguien más, Ha habido indica­
ción, en recientes años, de
una sublevación en contra del
conformismo. La gente joven
está descubriendo que no es
necesario vestirse de etiqueta
para comer, por ejemplo. Algu­
nos están exhibiendo otras
formas de disconformidad, mu­
chas de las cuales van más
allá de las fronteras de la
razón. Tal es, usualmente, el
caso cuando tiene lugar la
reacción eñ contra de la con­
formidad. Las fronteras de la
razón también se quiebran, y
resultan los extremos. Cierta­
mente, que hay un paso interme­
dio, o moderado.
El hombre puede vivir a lo
mayor de su habilidad y tratar
de crecer dentro de su propia
naturaleza sin confinarse a las
limitaciones de otra gente.
Hasta ese punto, deberíamos
tratar de escapar de la isla
del tiempo —del tiempo de la
otra gente— y darnos cuenta
que el tiempo que es importante
para nosotros es el propio, es
la duración de nuestra cons­
ciencia dirigida hacia la acti­
vidad constructiva —para tra­
tar de construir nuevas reali­
zaciones, buscar nuevos hori­
zontes, adquirir nuevo conoci­
miento y experiencia.
Ser un disconforme por el
puro gusto de no conformarse,
produce muy poco, pero ser un
disconforme de manera de alcan­
zar más allá del horizonte de
aquellos que se conforman es
ser un líder, un explorador, un
aventurero. Hoy hay más oportu­
nidad para el explorador y el
aventurero de la que hubo en
cualquier momento del pasado.
Los horizontes del futuro son
los horizontes de la mente. Po­
demos alcanzar en esa área has­
ta que sea tocada la Mente In­
finita en sí, y hasta cierto
grado comprendida.
Por lo tanto, sea un discan-
forme, pero sea uno con un pro­
pósito. Escape de los límites
de lo material y de los hora­
rios de la otra gente. Sea us­
ted mismo, pero al mismo tiempo
realice que este ser es un re­
galo de lo Divino y que tiene
que usarlo de manera de mejorar
su conocimiento de él, desarro­
llarlo, volverse consciente de
su significado divino y sus po­
sibilidades .-- A
¿Existe la Verdad Absoluta?
Un frater del Canadá, a
quien creemos nuevo en nuestro
Foro, hace esta pregunta:
"¿Existe tal cosa como la ver­
dad absoluta en la lógica y el
conocimiento humano? Si todas
las cosas están siempre cam­
biando en un proceso de evolu­
ción y devolución, ¿puede nues­
tro pensamiento objetivo en
cualquier tiempo llegar a ' la
verdad' y asegurar lo que es
válido? Si nuestro pensamiento
está limitado al total de nues­
tro conocimiento presente, no
es lo que asumimos como 'váli­
do' relativo al conocimiento
ulterior de la verdad de la
cual no somos conocedores".
Esta es una cuestión que
aparece periódicamente ante es­
te Foro. A causa del interés
mostrado en ello y su importan­
cia hacia lo que se acepta co­
mo conocimiento y verdad, jus­
tifica nuevas consideraciones,
aun cuando la explicación pue­
da parecer tediosa. Antes de
que uno pueda concebir algunas
nociones respecto a las clases
de verdades, tales como absolu­
ta y relativa, debiera hacerse
una aceptable definición de la
verdad. Tal vez no hay palabra
que se ponga más en juego que
la palabra verdad, aunque la
mayor parte de los que la usan
no tienen un concepto real de
su significado.
La verdad puede identificar­
se con la "realidad". Sin em­
bargo, esto no debe expresarse
para significar únicamente lo
que tiene substancia de una na­
turaleza externa o material.
Antes bien, usamos aquí la pa­
labra "realidad" para signifi­
car "existencia", siendo real
lo que asumimos que existe o
tiene, si usted prefiere la pa­
labra, actualidad.
Alguien pudiera preguntar:
¿Existe la realidad indepen­
diente? ¿Tienen las cosas una
naturaleza como las percibimos?
La realidad, como la experimen­
ta la consciencia humana, está
condicionada por la categoría
de nuestros sentidos, como ex­
plicó Kant. Conocemos por los
medios científicos a nuestra
disposición, que muchas así
llamadas realidades no son más
que nociones y no tienen un ar­
quetipo exacto más allá de
nuestra mente. Para el propó­
sito de definir la verdad, bas­
tará decir que la realidad es
lo que tiene existencia para
nosotros. Es aquello que acep­
tamos como algo que tiene una
naturaleza específica. Así, al
decir que algo es rojo, otros
pueden percibirlo también y,
por consiguiente, confirmar
nuestra experiencia sensitiva.
Realmente, para todos los pro­
pósitos prácticos es rojo, no
obstante su actual naturaleza
causal y su relación con las
ondas de luz y a la estructura
de nuestros ojos.
La realidad, en esta consi­
deración, no ha de limitarse a
las impresiones recibidas por
nuestros sentidos periféricos.
Nuestros pensamientos, como
consecuencia del razonamiento y
juicio, pueden, de igual modo,
tener esta actualidad de reali­
dad. Los guarismos dos y dos
parecen sumar cuatro. El silo­
gismo siguiente: "Ningún ser
finito está exento de error;
todos los hombres son finitos,
por tanto, ningún hombre está
exento de error"; eso también
me parece "real". Tiene la
cualidad de existencia, de ser.
No es tangible; es en verdad
abstracta. No obstante, esto
tiene algo definido que, razo­
nando, contiene substancia
igual a una experiencia acepta­
da, algo que veo, oigo y sien­
to .
Es obvio, entonces, que el
significado que confiero a la
verdad es el equivalente de lo
que me es real. Cuando decimos
con convicción a otro que tal y
tal cosa es verdad, ¿no preten­
demos con esto que es real?
Tiene una existencia actual pa­
ra nosotros, es positiva; tiene
un ser o naturaleza correspon­
diente a la idea asociada a
ella. Sucintamente, entonces,
"la verdad es lo que es real".
Por supuesto, significamos por
esto lo que "a nosotros" parece
real.
¿Cuáles son las verdades ab­
solutas? Se presume que sean
los conocimientos o realidades
que permanecen inalterables.
Ellas son eternas, acerca de
las cuales no puede haber duda,
no pueden ser refutadas. Hay
conocimientos que cada uno de
nosotros pudiera traer a la luz
y decir que están de acuerdo
con la naturaleza absoluta.
Actualmente, sin embargo, esto
es relativo a nuestra capacidad
limitada del momento para ver
su variable naturaleza. Para
que algo fuese absoluto, nece­
sitaría tener una cualidad per­
manente, que se apartara del
flujo universal de la existen­
cia. Necesitaría ser inerte
eternamente, ni añadiendo ni
disminuyendo sus característi­
cas. Tales realidades serían
contrarias a lo que pensamos en
el presente de la masa y ener­
gía o las leyes que las gobier­
nan .
¡Aún Dios no es absoluto!
Esto puede provocar protestas e
incitar discusiones. Creemos,
sin embargo, que un momento de
reflexión traerá la aceptación
del postulado. Las definicio­
nes de Dios, emitidas por un
conjunto de personas, revelará
que ellos no conciben ninguna
noción "absoluta" de Dios. Co­
mo individuos tienen una idea
de Dios, pero no coinciden en
las realidades de Su naturale­
za. Además, no hay acuerdo ab­
soluto entre los seres humanos
de que hay un Dios. Podemos
llamar "ateos" a ese grupo de
hombres que no cree. Sin em­
bargo, el hecho de que todos
los hombres no creen, sin con­
siderar sus creencias, prueba
que ésta no es absoluta.
La noción de la realidad no
es de naturaleza general. Todo
lo que sostenemos como real
tiene que ser de naturaleza es­
pecífica, concreta. Por consi­
guiente, no bastará decir que
la noción de la existencia de
la realidad es universal y ne­
cesariamente absoluta. Nadie
tiene una noción de la realidad
sin una idea asociada de su
contenido o consistencia. Por
lo tanto, ¿qué significa para
usted la realidad? Si no tiene
significado, no existe para us­
ted. Si tiene un significado
puede no tener aceptación uni­
versal; habrán otros que dife­
rirán de usted. Por consi­
guiente, su "realidad" no será
absoluta.
El hecho de que no hay "ver­
dades absolutas" no debiera
alarmar a nadie. Para los pro­
pósitos prácticos de la vida,
lo que nos parece constante y
real y, por tanto, una verdad
aparente, es suficiente. Por
el momento, dentro de los lími­
tes de nuestro entendimiento ya
sea por un día o por una vida,
tales verdades tienen la vali­
dez de lo absoluto.-- X

Cuando Camble Su Vitecelen . . .

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