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HONORlO DELGADO

Contribuciones
a · 1a. Psicología y · a la
Psicopatología

PE.RI PSYCHES EDICIONES

LIMA - PERU
1
. Impreso en '~¡ Perú, 1~62''

Tcdos Ios derechos re~'ervados


li
'ste libro o parte de él no podrá ser reproducido en cualquier forma
sin el permiso escrito del autor.

Distribución exclusiva:
LIBRERIA GARCILASO
Jirón de la Unión 1083
LIMA - PERU
NOTA PRELIMINAR

De la obra multifacética de Honorio Delgado sobresalen


sus contribuciones a lo: Psicología y a la Psicopatotoqia, dis­
ciplinas en las que gravitan no sólo su ocupación científica
preferente =cuurenta y cinco años de dedicación ejemplar
e incesante­: si no la totalidad de su . . personalidad sólida. de
humanista, investigador científico, educador y médico. Se­
ría imposible reunir en un solo volumen la totalidad de la
obrq_ psicológica y psicopatológica de Delgado que cuenta
con cerca de trescientos trabajos. Por ello los editores han
considerado oportuno publicar un libro que bajo el título
"Contribuciones a la Psicoloqia y a la Psicopaioloqio", resu­
ma lo esencial de una manera orgánica y representativa.
Honorio Delgado, a diferencia de quienes quieren com­
prender el psiquismo y las f armas normales y superiores de
la vida anímica, bajo la luz de los conceptos extraídos de· la
anomalía y la perversión, utiliza el método de preceder al
estudio de los fenómenos psicopatológicos, la referencia de
una descripción de !a estructura correspondiente del psiquis­
mo normal.
El presente libro trata de esa conexión estructural que
lleva dé las manif esiaciones de la vida psíquica normal a! sus
correlativas desviaciones anormales, tanto en el campo de la
vida instintiva, af ectioa, volitiva e intelectual cuanto en el
conjunto de la personalidad nornull y anormal;
El libro se enriquece por la trascripción documental de
. l historias clínicas ilustrativas, cuyo interé~ desborda la preo­
-··--·-----·-·····-·---.----------····· ----·· ·-·----------~------- ~------~--·---·

,.

En Torno al Alma Ajena

El tema de la persona preocupa: de manera principal


a los hombres de hoy. El inmenso despliegue de, la psicología
en el curso del presente siglo, con el creciente realce de -la
. caracterología, así como el auge de la antropología filosófi-
ca y del existencialismo, son síntomas significativos de tal
- preocupación en el campo de la filosofía.
Entre los factores que pueden invocarse para explicar
el hecho parece ser importante la condición de desamparo
en_ que ha caído el hombre con la desubstanciación de la vj-
-da transitiva anexa a la .ídeología del progreso. Conmovida
'la fe· en un orden trascendental por obra de las generaliza-
ciones desmesuradas del saber científico, y frustradas 13.s
.promesas de la técnica acerca de un orden terrenal satisfac-
torio, el espíritu humano vuelve sobre sí mismo. Busca en
su propio seno la seguridad que le niegan la civilización y el
dominio de la naturaleza.
En la historia de la ideas, el ingreso pleno de la persona
en la arena filosófica se debe al idealismo alemán. Fichte co-
loca el yo en el centro de todo lo existente, como sujeto es-
piritual vivo, C?mo espontaneidad primaria y acción creado-
ra, como sustentáculo de los fenómenos de la conciencia en
general y entidad de la cual deriva la conciencia de sí. Su;
perando la concepción kantiana de la dualidad natural-ra-
cional de la persona humana, que no deja lugar a la pecu-
liaridad individual, Fichte sostiene que en todos los impul- ·
sos naturales, en los que la razón está ligada aún, se halla
2 Honorio Delgado­

el impulso primordial del yo, y que el verdadero mundo ~s


un mundo de individuos. "No hay obrar sino en forma· In-
dividua!". "Yo soy aquello que me. hago", por tanto, ser libre,
.que lucha interiormente y tiende a concebir posibilidades, a
realizar proyectos y planes, a plasmarse a sí mismo.
En el presente ensayo no intentamos analizar el proceso
histórico que así comienza, sino considerar de manera gene-
ral algunos aspectos de la persona ajena, de su peculiari-
dad y de su vida.
Todo hombre, por disposición de su naturaleza, enfrenta
a los demás de modo que forma idea de lo que le- interesa sa-
ber acerca de sus particularidades. Este conocimiento, más
.o menos ingenuo, más o menos crítico, que se produce desde
el primer encuentro, se organiza principalmente 'Gil relación
con los fines que el sujeto persigue respecto a las otras per_
sonas. Pero, además, se ejercita allende las necesidades cir-
cunstanciales, en parte obedeciendo a sentimientos- y tenden-
cias de aprehensión de lo significativo para la propia vida,
en parte siguiendo impulsos más desinteresados y objetivos,
entre los cuales entra en juego la simple curiosidad. Puede
surgir incluso de disposiciones ~enerosas, como la simpatía
y la admiración, que en cierto modo garantizan la amplitud
.del intento. No se trata, pues. de una intencionalidad pura-
mente vital, de instinto-senderezados a la defensa o la lucha,
como postula el persouaj e de Mateo Alemán al afirmar que
"todos vivimos en asechanza, ios unos de los otros, como el
gato para el ratón".
Esta forma espontánea
- del conocimiento de~ los. otros es-
tá sujeta a la ilusión y al engaño en medida mayor quz la
forma reflexiva. En lo que respecta al observador, el discer-
nimiento falla sobre todo por el egoc·entrismode la estima-
tiva y por el influjo ele la fama, buena o mala, que - precede
a la relación. directa con d sujeto observado. Y en lo que ata-
0

ñe a éste, aparte - la innata prop·ensión del hombre a exhibir


sólo los mejores aspectos de su ser, interviene siempre una
- circunstancia psicológica fundamental: .en cada situación la
persona no se muestra sino parcialmente y ,en forma muy
En Torno at Alma Ajena

determinada. No es, como sostienen algunos ilustres analís-


tas del alma humana, que haya en cada uno de nosotros in-
finidad de persónulas diferentes, sino que la adecuación fun-
cional de nuestra vida de relación nos obliga en cada mo-
mento y ante cada interlocutor a poner en acción lo especí-
. ficamente pertinente a la coyuntura.
El margen de error en la apreciación corriente de lo dis-
tintivo de las personas varía con respecto a incontables fac-
tores, entre los cuales son notorios, en igualdad de condicio-
nes nativas. y de cultura, la edad y el sexo.
Acerca de la ' edad, eri la niñez es típica la tendencia a
juzgar .a los individuos de acuerdo con su función, mirand'o
más a lo que deben o deberían ser que a lo que son en rea-
lidad; en la juventud domina la propensión· a sobrevalorar,
positiva o negativamente, los aspectos más impresionantes ;
en la edad media de la vida los problemas del momento y
las pasiones. enturbian la visión del conjunto; en la senectud
falta Ja lozanía para la percepción de los matices, lo que
lleva a esquematizar la imagen del ser ajeno. No hay duda que
la madurez es la edad de oro para percatarse de la riqueza
y la peculiaridad de las personas, por influjo de doble incli-
nación: al análisis crítico de la realidad fugitiva y al examen
panorámico de la experiencia.
En lo tocante a los sexos, el femenino aventaja al mas-
culino en el acierto de la impresión sintética de lo que son
capaces los individuos, particularmente en materia de cuali-
. dades morales. Es un hecho verificado por muchos. matri-
monios que después de años de trato con terceras personas se
confirma más a menudo· la convicción de· la mujer que la del
-hombre, Si· bien es cierto que en la consideración del aspee-
. to intelectual de -Ios individuos, el hombre acierta más y de
inmediato.
El conocimiento metódico de las personas supone una
formación científica especial, tanto para el escrutinio del
individuo cuanto para la· compulsa de .la información indirec-
ta acerca del mismo. Gracias a eila Sé reúne, verifica, coteja
y enjuicia los datos y testimonios, a la vez con' Imparciali-
4 Honorio Delgado

dad y con amor, tratando.de precisar la significación real de


los hechos. El investigador de almas reflexivo se cuida de no
violentar con sus métodos o con ideas preconcebidas la filí- ,
grana de la vida cuyas manifestaciones concretas aquilata.
Se afana en seguir con la imaginación los posibles caminos
interiores del tú, interrogando cautamente en una y otra di-
rección, en un proceso que avanza gradualmente de las ve-
rificaciones empíricas a las suposiciones plausibles, hasta
llegar a formarse una representación completa de la perso-
na, de esa determinada persona. La empresa no se corona
cumplidamente si a la competencia psicológica no va apare-
jada una cierta delicadeza de espíritu, respetuosa de la sin-
gularida d y la majestad del ser del hombre.
La capacidad innata es decisiva para acertar lo más po- ·
sible ·en materia tan espinosa. El saber y la técnica la ayudan
en mucho, pero nunca la reemplazan. Como todos los dones
naturales, el· de calar almas es susceptible de perfección, no
sólo con las luces de la ciencia y la experiencia, sino con
la habilidad de la ejercitación y del arte. Por ·eso es menester
adquirir un considerable arsenal de información en el contac-
to activo y alerta con gente interesante de las condiciones
y los caracteres más diversos. ·
Pero todo eso no siempre basta. Suele ser esencial para
profundizar en el conocimiento de una persona cierta afini,
dad de vocación. Esto lo ilustra de manera impresionante
el caso de César, cuya figura, casi sobrehumana, sólo después
de dos milenios es comprendida primorosamente por un his-
toriador genial, penetrado de vocación política hasta la raíz
de su ser. Nos referimos a Mommsen, cuya identificación con
las necesidades de. su propia patria y su dominio de la esen-
cia histórica de Roma le permitieron ver al emperador por
excelencia a una luz más real que nadie.
. La profundidad de nuestro conocimiento de un hombre
depende en gran parte de la amplitud de la observación y de la
información concernientes, La presencia momentánea, la ac-
tuación en el ambiente -propio y la continuidad de la vida
son como el punto, el círculo y el cono de la geometría del
En Torno al' Alma Ajena 5

alma en acción. Así consideraremos las líneas generales de


la manifestación de la persona en la entrevista, en la fami-
liaridad y ·en el devenir histórico.
La entrevista, por breve que sea, da, oportunidad al ob-
servador para percatarse de circunstancias que le permitan
descubrir algunos aspectos de fa realidad personal. Este es-
crutinio: se funda en la posible revelación del agente en sus
actos, lo cual no quiere decir que el modo de ser del sujeto
se franquee al observador en una operación elemental y sim-
ple. Por el contrario, se trata de un proceso a la vez total y
complejo. Lo primero porque corresponde a actos de apre-
hensión fisonómica, en el más amplio sentido del término,
actos que entrañan el reconocimiento instintivo de la expre-
sión global por la impresión global. Se llega así a la activi-
dad interna de quien se exterioriza a través de la exteriori-
zación. Ciertamente que, analizando. s-e determinan actitu-
des, gestos, palabras, acciones, que son' de la persona pero que
no son la persona. Mas el quid de la aprehensión fisonómica,
cuando es certera, está en alcanzar la actualidad viva de la
persona en su manifestación expresiva.
En lo que atañe a la naturaleza compleja del proceso que
discutimos, hay que distinguir dos polaridades: la del fe-
nómeno individual y la de la relación interindividual. El
primero, individual sólo en cierto modo, es un fenómeno en
el sentido más relevante del concepto, que Heidegger define en
toda su hondura, oponiéndolo al concepto vulgar: "Es ma-
nifiesto algo que precisamente no se muestra de inmediato
y las más veces, algo que, ·en contraste con lo que se muestra
de inmediato y las más veces, está oculto, pero al mismo
tiempo es algo que pertenece de una manera esencial a lo ·
que se muestra de inmediato y_ las más veces, precisamente
-de tal manera que constituye su. sentido y su fundamento".
De tan exacta definición resulta claro que la fenomeno-
logía propia del hecho psicológico corrí-ente-estados de con-
ciencia, actividades, funciones-se ejercita más con la mira
puesta en prender viva y deslindar la manifestación aními-
ca, que con el propósito de descubrir el sentido y elfunda, ·
6 Hotiorio Delgado

mento de la misma. En cambio, la fenomenología correspon-


diente al estudio de la persona se endereza a desentrañar ese
sentido y ese fundamento, tomando la manifestación como in-
dicio y producto. Además, hay otra . diferencia: mientras que
la fenomenología del primer tipo tiene por fin multiplicar
los datos psicológicos en momentos independientes, la del se-
gundo. tipo se orienta a la búsqueda de la unidad anterior a
los datos y a los momentos, clave de la peculiaridad arquitec-
tónica del ser personal,
La complejidad de la relación ínterindividual, inheren-
te a la entrevista, dimana de la situción del sujeto escrutado.
No es la de un objeto que se sitúa pasivamente ·en el campo
de observación, sino la de un mundo original de. actividad
espontánea y reactiva. en Ia que surgen disposiciones e inten-
ciones en consonancia y sutil trabazón con las incitaciones
procedentes del mundo similar del observador. La situación
de la entrevista comienza informe o ceñida a un motivo que
apenas atañe a la intimidad del sujeto; pero, poco a poco, o
de pronto, cobra determinación, estructura y desarrollo, mo-
viéndose la intencionalidad en direcciones que cambian por
instantes, hasta que llega a su término el coloquio.

En cierto modo es una palestra. en la cual cada individuo


se produc·e según lo manifiesto en el otro, según lo que per-
sigue y lo que logra en el conocimiento del otro, y según, en
fin, lo que presume que el otro presume. La trascendencia de
los incidentes del complejo darse, recibir y hurtarse, y hasta
la misma significación del enf'rontamiento de las intenciones.
y resistencias no son necesariamente percibidas por los suj e-
tos; a veces lo son con extrema agudeza por una o por ambas.
partes; pero de ordinario las situaciones transcurren con una
conciencia apenas vigilante, incluso respecto alos frutos inme-
diatos del conocimiento personal logrado. Sin embargo, una,
cosa es cierta en estas diversas eventualidades: que cualquier-
entrevista, .excepto fa trivial, tiene como resultado la forma-
ción, la confirmación o el enriquecimiento de la imagen que:
un hombre concibe de otro hombre. .
En Torno, af Alma Ajena 7

Ambito de información mayor que la entrevista en la fa.


miliaridad. La actuación del sujeto en el ambiente propio o
que se constituye eventualmente es asunto cuya consideración
amplía y precisa el conocimiento. del alma ajena. Nicola1
Hartmann ha llamado la atención acerca de su significado
para fundamentar la personalidad como categoría real. Lo de-
nomina "círculo de vida de la persona". y lo reconoce consti-
tuído por los actos trascendentes con los que la persona su-
pera la interioridad de su conciencia en una relación viva
con un trozo del mundo, del cual a la vez que se adueña, a él
' .
se entrega. Este arraigo comienza en las cosas inanimadas y
se extiende a todo el ambiente de la vida cotidiana, en el cual
las otras personas son lo principal, pues con ellas la relación
es recíproca de manera activa. Los círculos de vida se cruzan,
se fusionan, producen conjuntos de orden superior: de la a-
mistad, del amor, de la familia, de la profesión, de las aspi-
raciones y hasta de la lucha.
No nos interesa aquí seguir a Hartmann en su exposición
de los hilos y estructuras espirituales vinculadores de la per-
sona a las personas. Pues lo pertinente a nuestro asunto no
son las influencias recíprocas en la vida de relación, sino la
manera distintiva como cada cual es objeto de influeucia en
la perenne objetivación social de la intencionalidad Indívi-
dual, a fin de distinguir el ser obj etivante de la figura ob-
jetivada.
Con la perspectiva de la socioesfera de una persona se
amplía, se matiza, se condena y se completa lo verificado PU
entrevistas bipersonales aisladas. La observación directa y
las referencias acerca del sujeto en el comercio con los de-
más proyectan nueva luz sobre su idiosincrasia, ya que cada
individuo manifiesta asp·ectos muy .distintos según los inter-
locutores y las situaciones, siendo frecuente el caso que un
observador-interlocutor, por alguna circunstancia, provoque
reacciones que· no sean las más apropiadas para poner de
manifiesto lo genuino de una persona, por numerosas que
sean las entrevistas exclusivas.
Entre las muchas direcciones en que se encamina el co-
nocimiento de los demás podemos señalar tres principales,
8, Hotiorio Delgado

que tienen por objeto aprehender, · respectivamente, la fiso-


nomía anímica del sujeto frente al conjunto de su círculo de
vida, sus peculiaridades en relación con cada una de las con-
figuracíoncs en que se diferencia el círculo, y el modo de ser
que· revela ante las personas más relevantes de su· traba] o.
Así ·es posible ahondar, primero, en la amplitud, la calidad,
el modo y la integración de la persona considerada panorámi-
camente; segundo, en lo que es propio de su ser frente a ór-
denes determinados de valores y de situaciones especiales: y,
por último, en lo que atañe a la suprema manifestación de la
estimativa personal concreta, reveladora por excelencia del
fuste propio.
La existencia nos pone de continuo en condición de ad-
quirir impresiones acerca de nuestros semejantes, incluso en
las esferas más circunscritas de la acción, como, por ejemplo,
el deporte o la vida académica, y con mayor razón en aque-
llas a las cual-es consagramos preferentemente nuestros afa-
nes, como la profesión o el amor. Hasta sin quererlo acaba-
mos por concebir una imagen más o menos substancial de
cada uno de nuestros compañeros, clientes o allegados. Así
eu ser. se nos hace transparente en mayor o menor grado en
lo. que respecta al sistema concreto de los móviles de su com-
pcrtamiento, a la calidad y fuerza de sus pasiones, a su vi-
sfi>n d~ la vida y de los hombres, a los puntos débiles y fuer-
tes
1::··
de. su' moral.
; ('La .pérspicacia del observador revela sus quilates parti-
ctrlarrnente al apreciar la autenticidad de las manifestaciones
personales en la compleja relación de' las propensiones y el
demin;o de las. mismas, y 'al distinguir los actos que corres-
ponden al ser real respecto a los que le sirven como instru-
men tos para el logro· de los fines o el disimulo de las flaque-
zas.: El conocimiento es entonces a fondo si desentraña el
sentido de las. eontradicciones, a menudo desconcertantes.
Con. eso se tiene tal vez el secreto del estilo propio de la per-
sona o por lo menos el sentido de su acción en· general. La
piedra -de toque de la justeza del discernimiento en esta ma-
tería es la predicción de lo que hará o no hará fulano en
En Torno al Alma Ajena
1 9

.circunstancias extraordinarias, las que ponen a prueba lo


.más consistente y original de la substancia propia.
El máximo ámbito para. el conocimiento de la persona es
.el curso total de su vida. Na die puede abarcarlo con sólo los
datos de la observación directa. Pero, en todo caso, esta es
110 sólo la fu ente más preciosa, sino el único acceso para el
.contacto realmente vivo, susceptible .de dar .vislumbres aoer-
.ca del misterio de la mismidad de una persona. Toda otra
referencia, sea la que ofrece el propio sujeto en sus escritos
y en sus obras -incluso en su autobiografía-, sea la debida
.a testigos, es materia más cuestionable, dato refractado. Cier-
tamenk~ que· 1a penetración de una existencia no depende só-
Jo de la proximidad del observador, sino de la calidad de és-
te. Por/ eso las mejores biografías no siempre son escritas por
los autores que trataron al biografiado. A pesar de todo, la
impresión de la presencia es un elemento primario, un fenó-
.meno original, cuya maravilla nada substituye, y sin el cual
resulta de segundo orden el conocimiento, por equivocados
que sean los juicios que se formen acerca de él. No hay du-
da de que con Mommsen comprendemos mejor a César, pero
es innegable que Bruto o Cicerón conocieron lo inefable de su
presencia tangible, actuante, generadora y mágica, que nin -
gún historiador es capaz de resucitar.
En la continuidad de su vida la persona nos revela el de-
senvolvimiento, ora dramático, ora vicisitudinario, de su de-
venir particular con la concatenación de sus actos, en los que
cada vez se realiza a sí misma en el sentido de expresar tan-
to su. idiosincrasia
.
cuanto
.
las posibilidades creadoras de su li-.., '
bertad, influyendo en el curso de los acontecimientos y en el 1
de la configuración de su mundo interior. Frente a los ac,on:':·
tecimientos y también frente a su mundo privado madura :y'':
crece su experiencia a la par que, secundariamente, se estruc-
tura su modo de ser, ora sometiéndose a las resistencias, exí-
gencias y limitaciones de lo nuevo, ora sometiéndolas al im-
perio del propio porte.
El conocimíeuto de una· persona cuyo paso por Ja: escena
del mundo nos es dado recapitular, como acontece, por ejem-
10 Honorio Delgada

plo, a la muerte de un amigo de siempre, puede ser más o.


menos grande y preciso o meramente sinóptico. Ello depende
tanto del grado de la participación de· su círculo de vida con
el nuestro, que nos ofrece mayor o menor información y pun-:
to de vista más o menos próximo, cuanto de nuestra sensibi-
lidad para percibir sus manifestaciones y de nuestra aptitud
para enjuiciarlas.
En el caso de personas menos allegadas, -la extensión y la
exactitud del conocímíento -en igualdad de condiciones
por parte del observador -son forzosamente menores.
Pero, en todo caso, el escrutinio no es realmente pro-
fundo en el ámbito máximo de la vida si no cumple ciertos.
requisitos. Además de los que hemos indicado en todo lo que
llevamos dicho, son esenciales los siguientes: una visión que
abarque en perspectiva temporal el despliegue de las disposi-
ciones más características; un sentimiento inequívoco del rit-
mo y el tono singular del alma, que denuncian su identidad a
lo largo de la existencia; una imagen viva 'de las peculiarí-
dades de la relación del hombre con su mundo concreto y con
el mundo de sus ideales; y, en fin, una medida de la energía
manifiesta en la manera de ser autónomo o heterónomo en las.
situaciones más significativas para el destino personal.
Después de revisar los modos y los ámbitos de la averi-
guación de la persona, es hora de preguntar por el fundamen-
to y la fidelidad del conocimiento resultante.
Cada individuo es un ente radicalmente cerrado e impe-
netrable desde el punto de vista <loe la particularidad de la con-
ciencia, dentro de ·la cual él mismo se conoce imperfectamen-
te. Sin embargo; como quiera que todos los individuos hu-
manos tienen en común la vida anímica y espiritual, les es
posible percatarse. de alguna manera de la persona ajena.
El problema consiste en determinar cuál es la trascenden-
cia de semejante comunidad de constitución de los seres hu-.
manos para su recíproco conocimiento. Según Scheler, el in- .
dividuo vive de inmediato más en los otros que en sí mismo;
más en la comunidad que en su interioridad. Y así como a -
prebendemos nuestro yo actual primariamente en el fondo de
En Torno af Alma Ajena 11

nuestra vida psíquica en marcha -Y no como una síntesis del


yo actual con el recuerdo de estados. anteriores-, así también
aprehendemos el yo y la vida psíquica de todos los demás
como dados o contenidos en principio "en la gran corriente
de la vida anímica universal". Scheler cree que el proceso re-
cíproco de comprenderse
.
a. sí y comprender a los demás es el
que expresa Schiller en estos versos:

Willts du die Anderen uerstehen, blick in dein eiqenes


[ Herz,
vVillst du dich selber verstehen, sieh, wie die Atidereti
[ es treiben.

(Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio


corazón; si quieres comprenderte a tí mismo, mira cómo se con-
ducen los otros).
Scheler va más lejos con su concepción de la Einsfühlung.
Piensa que el yo propio puede identificarse con el ajeno, uni-
mismarse, no ilusoriamente, sino por la facultad de simpatía,
en un acto de "telepatía relativa"; si bien opina que esta ca-
pacidad adivinatoria o de conexión supraempírica de los seres
se atrofia en el hombre adulto normal, menos en la mujer,
que conserva algo de ella en la relación de la madre con los
hijos.
A nuestro entender, ni el ser anímico común ni el exa-
men de sí pueden fundar el conocimiento del alma ajena,
pues lo que importa es acertar con lo singular y distinto de
ésta. Lo único que fundamentan es la comprensión de la ex-
periencia vivida en general y también la comprensión del con-
tenido de actos expresivos determinados, siempre que estos
sean auténticos y de naturaleza emocional. En lo que respec-
ta al conocimiento por simpatía en la Einsfühlung, sólo puede
aceptarse que sea una operación traslativa del sentir de un
individuo a otro, tan misteriosa, tan real y tan excepcional
como la telepatía. De ningún modo podemos invocarlo como.
evidente en nuestros juicios o impresiones acerca del modo
de ser efectivo de un individuo.
12 Honorio Delgado

En lo que respecta al espíritu objetivo, es patente que


condiciona y relaciona la vida de las personas. Tanto
las virtudes ·y potencias vincula doras trascendentes al in-
dividuo y a la sociedad, cuanto las variedades concre-
tas de manifestación en la cultura, influyen corno suhs-
taricia en la que participa el espíritu personal. De modo
que para apreciar la experiencia y la calidad espiritual de
un individuo sirve el conocimiento de lo que es significativo
para él en esta materia. Así como el mirar .al propio corazón
ofrece vislumbres acerca del ajeno, la visión del espíritu uni-
versal las ofrece para la comprensión individual. Pero ni por
el común denominador psíquico ni por la común participa-
ción en el reino del espíritu se llega al penetra! del ser ajeno.
Ahí cada persona es solitaria, obscura, impenetrable, -una
verdadera mónada-., por mucho que aproximen a los hom-
bres la simpatía y la vida del espíritu.
Si ni la una ni el otro nos allanan el camino a la raíz de
la subjetividad, queda la promesa de. un secreto poder adivi-
natorio: la intuición interindividual. Resulta tanto más ten-
tadora cuanto que es imposible avanzar con sólo los datos de
la percepción y los recursos del pensamiento discursivo. La
percepción, inclusive la más jugosa, si b~en puede hacer trans-
parentes los actos humanos, apenas discierne la trama sutil
del sentir íntimo y nunca nos da la certeza de franquear la
opacidad abismal del alma ajena.
Los recursos del pensamiento discursivo no son más efi-
cientes para aprehender al hombre verdadero en su singular·,
compleja y cambiante manifestación; pues su aplicación sis-
temática forzosamente aborta en concepto abstracto einter-
pretación doctrinaria. La verdad del ser individual no es ase-
quíble a saber sistemático alguno, pues no se reconstruye con
la suma: -inagotable por infinita- de las pequeñas verdades
comprobables.
· La intuición interindividual, la única que parece ofrecer-
nos el tan anhelado acceso, es problemática. Poetas e histo-
riadores creen en ella y defienden ·su legitimidad con argu-
mentos que prueban la necesidad . que tenemos de verdades
En Torno ai Alma Ajena 13

absolutas acerca del, ser concreto de los hombres, y no la efec-


tividad del poder cognoscitivo de tal intuición. Ciertamente,
un gran poeta o un historiador genial avanza en la visión de
un personaje más allá de lo que nos dicen los hechos averi-
guados; pero, aparte el eventual descubrimiento de relacio-
nes nuevas y la iluminación de valores inadvertidos, nada nos
garantiza que su imaginación -a la cual debemos una figu-
ra rica, interesante, encantadora y hasta convincente- acier-
te en revelar la realidad recóndita, y que lo más original de
su obra no sea pura creación fabulosa.
En conclusión, todo esfuerzo encaminado a conocer a
nuestros semejantes es fructuoso, y tanto más cuanto mayo-
res son nuestra información, nuestra imparcialidad y nuestra
perspicacia. Pero la visión que logramos no está libre de in-
certidumbres, de Ilusiones y prejuicios; nunca abarca todos
los aspectos ni todos los rriomentos 'de nadie. La esencia de
la peculiaridad, incluso del más comprendido de los nuestros,
es inescrutable. Así, irremediablemente, tanteamos en torno
al alma ajena, como tanteamos mundo adentro.
Psicología General - y

Psicopatología de la Voluntad

1. Voluntario es el acto de gobierno de las propias posibi-


.lídades de acción o abstención según un fin presente a la con-
.ciencia, acto que el sujeto concibe y realiza como potestativo
de su yo. Por tanto, el ej ercicio de la voluntad presupone la
capacidad del sujeto para disponer y regir las tendencias ins-
:tintivas en servicio del comercio con el mundo y de la propia
.realizacíón como persona. En la experiencia vivida el acto
voluntario se impone como cualitativamente distinto de toda
.otra forma de actividad. La psicología experimental, que ha
.negado más de una vez la originalidad y aun la existencia
de la voluntad, no permite precisar su índole, ni siquiera io-
.grar una descripción fenomenológica satisfactoria. Esto lo a-
ceptan hoy incluso los cultivadores de la psicología de labora-
. torio. Así, Giese declara que "la comparación -libre de ideas
preconcebidas-de una reacción que se produce en condicio-
mes artificiales fácilmente observables y rigurosamente de-
terminadas y una acción voluntaria situada en la vida real
muestra cuán poco legítima es la transferencia directa de
los datos de la una a la otra.". Tratándose de la acción vo-
luntaria, "su investigación precisa no es fructuosa en condí-
-ciones artificiales, sino solamente el análisis de los hechos que
se producen de manera natural". Stern, por su parte, re-
.conoce que los experimentadores "no sé 'sirven de · acciones
:voluntarias reales; sino de · representaciones y hasta de evi-
16 Honorio Delgado·

dentes ficciones de actos voluntarios ... Mas tales exper'imen-


tos-agrega-no carecen completamente de valor; sólo que
no se les debe considerar como investigaciones de motivos o·
pruebas de aptitud". Por último, Simoneit, Kreipe y Zilian,
psicólogos formados en el laboratorio de Ach -·el más pro-
ficuo de los investigadores en este campo de la vida aní--
mica-, recalcan la dificultad y hasta la imposibilidad de
formular en la práctica ún pronóstico de la voluntad con sólo
experimentos de reacción, sin el estudio de la vida real del
sujeto.
El análisis de un acto voluntario muestra los siguientes.
· aspectos, que no deben tomarse como si significasen siempre·
momentos sucesivos, y menos aun partes o piezas desmonta--
bles: lo. la motivación, 2o. la deliberación, 3o. la decisión, 4o.
la ejecución.
19 La motivación se caracteriza por manifestarse a la
conciencia incentivos eficaces para promover la actividad·
personal: fines y medios. En la situación particular del su--
jeto real, el querer se relaciona con el conjunto de la vida
anímica en dos sentidos: por una parte, es una función des--
tacada entre otras funciones de las cuales se sirve y, por otra
parte, surge del fondo de la personalidad, vinculado con to-
das las disposiciones y aptitudes, incluso con la historia de·
sus vicisitudes. La mera consideración de esta circunstancia
hace pensar en la complejidad de la motivación y en la ne-
cesidad del conflicto anexo -a ella. Los incentivos de la volun-
tad pueden ser inmedíatos o léj'ahos;· superficiales o profun-
dos, subjetivos u objetivos; aparentes o· reales en grado varia--
ble. Se considera, como motivos las condiciones internas de la
voluntad que son de naturaleza intelectual y como. móviles las
de orden afectivo; los motivos se presentan al yo y excitan la
voluntad, los móviles tienden a polarizar al yo y a inclinar con
imperio la voluntad; aunque los móviles dependen directa-
mente de la disposición instintiva y los motivos son del do-
minio de la razón, todo querer normal conecta ambas esferas,
pues en él no hay móvil sin motivo y viceversa. Como para·
toda actividad anímica, para la volitiva hay actitudes perso-
nales durables, en parte espontáneas, en parte adquiridas. Así.,
La Voluntad 17

mismo, el propio ejercicio de la voluntad puede constituir un


motivo, querer el querer, con replegamientos sucesivos sobre
sí mismo. Por último, motivos y móviles en veces no son ex-
plícitos, aunque eficaces, esto es, que obran sin que el) suje-
to se percate de su influencia. Todo esto complica la motiva-
ción y dificultad su análisis, el cual apareja un margen de
conjetura, por cuya razón nos parece plausible la manera
como Ach define la motivación: "El conjunto de aquellos
factores psiconomos, conscientes y subconscientes, con cuyo
fundamento se manifiesta nuestro querer y actuar".
29 Aunque el yo tenga en Jos motivos y los móviles base
y punto de partida para el querer, se halla ante ellos en cier-
to modo como árbitro, los· sopeza, examina su entidad y las
consecuencias de seguir las direcciones que apuntan. Tal es la
deliberación, actividad esencialmente valorativa y analítica,.
inseparable del pensamiento e íntegramente ligada a la con-
ciencia moral en los actos volitivos más importantes para el
sujeto. En efecto, el acto voluntario de algún momento impli-
ca reflexión y responsabilidad que se dirigen tanto a la situa-
ción presente cuanto a los antecedentes y a las posibilidades.
y fines personales, de alcance temporal y jerárquico de ma-
yor aliento mientras más diferenciada, profunda y rica es la
personalidad del sujeto. El discernimiento, la intuición, la
fantasía y el sentimiento se ocupan en la tarea de apreciar
los bienes y males que aparejan las diversas eventualidades
desde .los tres puntos de vista correspondientes. al querer mis-
mo, al poder personal y al deber que implica la ley inrnanen-
te y normativa del ser humano. Así, in mente, se forja inten-
tos, se considera, se descarta y se concerta posibilidades; se
esboza, se perfecciona o invalida proyectos, .se les contrasta
o complementa con otros, se justifica o se acepta con reser-
vas o con pesar un recurso necesario o una consecuencia ine-
vitable. A veces el exceso de elaboración paraliza el resorte
de la decisión. Otras veces las exigencias de la vida activa
obligan a deliberaciones sumarias y ágiles, en consonancia
con el desarrollo de los acontecimientos que no permite pre-
visión minuciosa ni de largo aliento sino creación circunstan-
cial. Esto nos pone frente al tercer aspecto del acto voluntario.
18 H onorio Delgado

3<:• La motivación entraña un proceso dialéctico propio,


que o queda en suspenso, sin efecto-acto del querer abortado,
mero deseo, simple intención-, 6 culmina en una elección
eficiente, con lo cual adelanta el proceso volitivo .. Tal es la
fase de la decisión, acto intencional por excelencia en que el
yo incorpora en su reíno y hace suyo determinado fin, ter-
.nándose reflexivo lo espontáneo, fuerza viva la virtual. En la
decisión el espíritu asume un designio claro con cuya pro-
.secucíón el yo afirma su dominium poliiicum. Esta maníf esta.
cíón de soberanía que pone término a las posibilidades, a lo
problemático, determina una resolución autógena. En cierto
modo el yo pasa de la condición de espectador a la de actor
gracias a una diferenciación y a una inhibición en el Fue: o in-
terno, sirviéndose de las fuerzas que le ofrece el móvil asumi-
do. Puede considerarse como dos aspectos diferentes la elec-
ción y la resolución: la primera correspondería al escueto
optar en un sentido preciso, la segunda a la entrega del yo
a este sentido ya como determinación tomada. En to.lo c.iso. la
elección y lo que a ella sigue no es meramente la resultante
"energética" o el vector de un sistema de móviles, sino un acto
original y una relación del yo consigo mismo. "Es una auto-
conciencia en la cual no me veo contemplativamente, ., sino
en la cual me comporto conmigo activamente" (Jaspers).
Esta etapa de Ia decisión, aunque es el preludio de la acción
misma, implica cierto reposo y alivio relativos, inherentes al
. cesar de lá tensión anexa a Iasmúltíples posibilidades y con-
flictos propios de la motivación, y el comienzo de una nueva
tensión, ejecutiva.
41? Se consuma la intensión volitiva con una obra o un modo
d·~ comportamiento, sea en forma de acción exterior sea como
mero cambio íntimo. Esta es la fase de ejecución, cuyo sentido
no debe confundirse con una de sus variedades: en la mayor
parte de los casos es un obrar psicofísico; en otros es un renun-
ciar a determinada acción o una operación del p·ensamiento. De
modo que es ejecución voluntaria tanto realizar una hazaña
o emprender un negocio,· cuanto vencer una tentación o resol-
.ver in mente un problema. La acción exterior más sencilla en-
.traña una irradiación de lo mental en lo físico y presupone el
La Voluntad 19

concurso de la materia cuya organización conspira a favor de


realizaciones del espíritu. En efecto, la conversión del querer
en movimiento de nuestro cuerpo es un acontecimiento origi-
nal, incomprensible e inexplicable. Constituye _uno de los as-
p·ectos del problema metafísico . de la relación ·entre el alma
y el cuerpo, que hemos considerado en otra oportunidad. * Re.-
firiéndose a la inserción de la voluntad en el movimiento cor-
poral, J aspers observa que entraña el único caso en el mun-
do donde lo "mágico" es real, donde lo espiritual se trueca
de manera inmediata en realidad física .y psíquica y con ello
el sujeto opera un cambio de su propia existencia. Por otra
parte, en la persona humana convergen y se concertan dos
mundos: el de la naturaleza y el del espíritu. La organización
emergente y jerárquica del primero, que alcanza su mayor
díf erenciación en el hombre, dispone sus virtualidades de mo-
do que el espíritu halla conexión con el orden temporal y es-
pecial.La diferenciación de la actividad adaptativa del hom-
bre dentro de la bioesfera de la cual forma parte, prepara la
vida consciente. Su insercción en la realidad, a la vez que
obliga al ser humano a asimilar la regularidad del acontecer
exterior y sufrirlo como destino, le permite servirse de él se-
gún el orden de los valores espirituales y limitar el imperio de
las fuerzas ciegas: así el móvil movido, el sujeto heterónomo,
se hace capaz de convertirse en móvil que se mueve a sí pro-
pio. en sujeto autónomo. Lo que Ach llama "ley de la dificul-
tad", o sea que la dificultad de una tarea o de un fin es el
factor principal para la mayor fuerza de la tensión volitiva,
nos parece estar en relación con el vencimiento del acontecer
puramente causal; principio rector de la ejecución.

2. En el individuo normal el desarrollo de la volun­


tad, en el tránsito de la heteronomía a la autonomía. ee opera-
·condicionado por la disposición ingénita y las influencias del
ambiente humano. A pesar de la variedad anexa a los sexos,
a los individuos y a· las épocas y formas de la cultura, hay
cierta regularidad genética de la aptitud volitiva. La activi-

· * "Introducción al estudio de la psicop~tol~gí~", Actualidad MJdiéa


-Pe.rue.na, 1935, N9 6~
20 Honorio Delgado

dad del recien nacido se compone de reflejos y reacciones.


instintivas. En el niño de pecho éstas se diferencian gradual-
mente, de modo que al fin del primer año, y aun antes, son tan
diferenciadas y elásticas que hacen posible la emergencia de
actos espontáneos·de autodirección: el -niño entonces se pro-
pone determinada conducta y trata de realizar las acciones.
correspondientes. Al fin del segundo año da claras muestras
de elegir,. de concebir planes y de esforzarse por lograr ej ecu-
tarlos por sí solo. Por cierto que entonces la desharmonía del
querer y el poder es grande; sólo gradualmente se reduce·
hasta llegar al mínimum en el.adulto. Como todas las funciones
psíquicas, la voluntad se ejercita durante la niñez sobre todo
bajo la forma de juego, en el cual colaboran la fantasía
creadora y la imitativa. Pero no todo es juego para el menor;
ya a los 2 años se muestran vislumbres de conciencia moral: en
la lucha de motivos aparecen eventualmente sentimientos <le·
compasión, de deber, de honor, anhelo de saber. Naturalmen-
te, los ojos del espíritu se abren a los valores morales -con la
prohibición, los preceptos y el ejemplo de los demás. Mas esto
no quiere decir que se trate de imposición exterior o domes-
ticaéión sino de estímulos, pues las mismas influencias cultu-
rales en sujetos de disposición diferente producen efectos muy
diferentes; por otra parte ciertos niños con una influencia
educativa ·mínima adquieren precoz, rápida y duradera ele-
vación en los incentivos de la conducta, y otros con excelen-
te ejemplo y cuidado cultural óptimo no pasan de un nivel su-
balterno. Que . el resorte interior es es·enciallo demuestra tam-
bién la normal metamorfosis de los motivos y la alternancia de·
fases a lo largo· del desarrollo individual, -como veremos en
seguida. . .
Conforme. la dirección manifiesta a Jos 2 años P.l ejercicio
de la voluntad se enriquece y progresa en franca expansión
y ascenso hasta los 4 años más o menos. Entonces se produce
una crisis en el alma del niño, convulsión caótica con extrema
habilidad que corresponde a la primera. pubertad y. en lo,
que se refiere a la vida activa, se caracteriza por la obstináción
anárquica, afán de hacer la propia voluntad, de prepotencia
y d·e emancipación personal, además de la exaltación de la ne-
La Voluntad 21

eesidad de ternura, de la curiosidad .acerca de los misterios


de la generación y propensión a jugar papeles de orden sexual.
La adquisición positiva lograda con esta crisis para la etapa
siguiente es un avance en la conciencia del yo y la actividad de
]a tendencia promotora de la vida reflexiva: Después de la
primera pubertad hasta los 8 años el menor muestra plastici-
dad notable para incorporar las normas, sentido de los. fines
objetivos, sentimiento del deber, con sus consecuencias para
la acción. Entonces el sujeto se Inclina a los fines prácticos:
ya no vive sólo estados sino! que trata de entregarse a algo, lo
que implica la actividad de la tendencia transitiva de rendi-
miento. Al principio, el mundo de lo serio se confunde con el
del juego, después se independizan uno de otro. La atención
voluntaria y el esfuerzo por dominar los impulsos adaptan
cada vez mejor al niño. A los 9 años la conciencia del deber
adquiere más consistencia y la valoración del sujeto, aunque
vacilante, se articula en círculos cada vez más vastos del es-
. píritu objetivo. Si un año más tarde la motivación es fun-
damentalmente egocéntrica, debe temerse un desarrollo anor-
mal de Ja voluntad, En la fase prepuberal (de los 10 a los 13
años) medra la disposición a la fantasía orientada a lo remoto
y quimérico a la vez que el sentido de la realidad conecta al
sujeto con el ambiente inmediato y amplía la. esfera de su ac-
ción voluntaria, y la curiosidad intelectual preponderante da
fundamento lógico a los motivos y su lucha.
. En la pubertad (de los 13 a los. 16 años) se repite la cri-
sis de obstinación, más acentuada que la de la primera puber-
tad: obstinación, primero reactiva a la influencia ajena, des-
pués en contra de la propia espontaneidad personal, sinto-
mática de una reagudización de la conciencia del yo.' También
se reactiva la tendencia de vida reflexiva con detracción de
la realidad, a cuya fase sigue una de imperio de la tenden-
cia transitiva de actividad, con cierto grado de desorienta-
ción espiritual, inestabilidad ·y perplej ídad. Es un período
de baja de nivel para la vida activa, al que sigue una etapa
de alivio, tras la cual, con el conocimiento logrado del propio
ser, vienen años en los cuales se precisa la orientación de la
voluntad al servicio de una forma definida de modo de vivir
22 Honorio Delgado

productivo, no sin episodios de fanatismo y dudas acerca del


propio destino. Entonces florecen los planes de largo aliente
y se producen las decisiones de grandes consecuencias. Según .
las investigaciones de Ruppert, la experiencia de los valo-
res en la fase prepuberal es "integrada" :valor y persona
(ajena) ·son ingenuamente vividos de manera unívoca, con
predominio de la admiración hacia los hombres que se toma·
como modelo; en la pubertad la experiencia timética es "dife-
rencia": se distingue _y opone lo ideal y lo real, los valores son
vividos como estados significativos del yo, con propensión a
crearse problemas a juzgar y a rechazar valores, tomando a los
demás como ejemplos o casos; en la última fase se impone la
tendencia a la "autoformación" deliberada, se tiende a encar-
nar el ideal intuído : la persona humana. aparece más o me-
nos implícitamente como una estructura de valores, los perso-
najes o seres favoritos obran con el carácter de suscitadores,
con el prestigio de cánones reales.
El ejercicio de la voluntad en el adulto bien dotado se en-
cauza dentro de lo factible. Aunque el sistema de fines perso-
nales es relativamente estable, la experiencia vivida enrique-
ce la perspectiva de posibilidades y motivos; enseña a delibe-
rar con detenimiento las consecuencias de las decisiones; a
pensar realístamente en los factores dependientes de los' de-
más; a decidir y actuar con oportunidad y conciliando los
propios deseos o anhelos con la medida de lo que puede es-
perar de sí mismo; a concertar los medios con economía de
esfuerzo y máxima y durable eficacia, evitando ser víctima
tan fácilmente como el niño o el joven de deslumbramientos
y quimeras, pero con atrevimiento en empresas esenciales al
despliegue y expresión de la virtualidad más original, elevada
) fecunda del propio ser.

3. Hemos descrito los grandes lineamientos del desarro-


llo de la voluntad, después de ·exponer la fenomenología del ac-
to completo y maduro de esta actividad. Complemento nece-
sario es' el estudio de la dinamiea del querer, que permitirá
considerar la relación· genética de los actos aislados en-
tre ellos y con el 'conjunto de lavida psíquica, así como la va-
La Vohmtad 28.

riedad de sus formas concretas. La dinámica de la voluntad


tiene su propulsor fundamental en la esfera del instinto. Ya
hemos dicho que no hay actividad volitiva normal sin la in-
tervención de motivos y móviles, y éstos no son sino tendén-
cias instintivas. La esfera instintiva no sólo constituye lo que
puede llamarse figuradamente la fuente generadora de ener-
gía, sino la arquitectura potencial de fines, de posibilidades
de acción. Mas no debe entenderse por instinto en el hombre
sólo el conjunto de" propensiones meramente vitales. Al estu-
diar la psicología de las tendencias instintivas * hemos visto
que el instinto fundamental del hombre, que corona· y orienta·
la estructura monárquica de su actividad, no puede ser otro
que la aspiración al pleno desarrollo del germen personal, di-
namismo íntimo que mueve a la realización de la by inmanen-
te y normativa de la persona. A las inteligencias formadas én
el fanatsmo positivista puede parecer poco psicológico este cri-
terio; pero sin él sería incomprensible el conjunto de la con-
ducta y la experiencia intima del hombre : corresponde a la
índole de SÜ ser propender a identificarse con lo que tiene
de mejor. Surge, ·sín embargo, una objeción, que podría for-
mularse así: si la dinámica de Ja vida instintiva entraña la
orientación de la actividad anímica en el sentido de los bie-
nes posibles y con la correspondiente aprehensión de su j erar-
quía, ¿qué papel juega la voluntad, para qué sírve r Sin consi-
derar todavía la cuestión del querer libre y de la conciencia
moral, y refiriéndonos únicamente a lo propio de la dinámica _
de que se trata, contestamos que en la voluntad además de los
móviles intervienen siempre motivos, cuya consideración por
parte del y~ da al· acto voluntario otra fuente de incentivos
que sólo indirectamente se vincula con la esfera instintiva.
Los motivos forman parte de la esfera intelectual, con cuy a
función aprehendemos los objetos, los aislamos de su 'mera
contingencia gracias a la formación· de conceptos, y nos fe-
montamos al conocimiento de ,sti valor y de su esencia, así
como aprehende~1os nuestro ser, superamos su inmanencia y

- *: . "Psicología general y psiccpatologíade las tendencias instintiva~•'•~


Revist~' de' N~uro~Psiquiai:ría, 1938, N<? 3.' · · , · - · · >
24 Honorio Delgado·

columbramos su significación espiritual. En el acto de volun-


tad el yo es quien decide y no los motivos ni los móviles, pues
Ja volición consiste en emplear motu proprio la casualidad
del instinto según la determinación de la idea. Por eso no pue-
de reducirse el imperio de la voluntad a 1 de la vida instintiva,
como tapmoco es legítimo identificarlo con la capacidad in-
telectual. Pero gracias a las tendencias instintivas su dinámi-
ca tiene la substancia y la dirección de las fuerzas y fines
propios de la naturaleza humana, y gracias al pensamiento
logra la forma y el orden racional de los principios universa-
les; con las tendencras promueve y diferencia la espontanei-
dad contingente del ser humano, con el pensamiento transfi-
gura esa espontaneidad insertándola en el reino del espíritu;
y así, gracias al cultivo y al desarrollo de la inteligencia, la
razón no sirve sólo para facilitar y regular el comercio ma-
terial con el mundo sino que hace posible lograr d conocimien-
to de los fines más altos para las posibilidades del instinto
que de otro modo permanecería ciego e incapaz de elevación,
con un ordo amoris nunca actual. Apenas cabe agregar que
todo lo que se diga sobre esta materia es forzosamente esque-
mático, pues en 1a compleja vida psíquica del hombre la ac-
eíón, el pensamiento, el sentimiento, el yo etc., sólo son sepa-
rables por abstracción, sínérgicos en realidad .
. La dinámica de la voluntad tiene pues dos órdenes funda-
mentales de condicionamiento : el de las tendencias instintivas
y.. el de las ideas. Por consiguiente, la amplitud, el vigor, la di-
fei¡enciación y el tipo de sus manifestaciones dependen con-
síderablemente de la herencia, de la educación y de la experien-
cía previa del sujeto. El estudio de la variedad de este orden
general corresponde a la psicología del carácter. Aquí consi-
deramos solamente 1 Q la constelación de los fines, 29 la adqui-
síción de resortes de eficacia duradera, 39 d efecto de la repe-
tición, 49 la influencia de las pasiones y 5.9 1a sugestión.
19 La constelación de los fines, en lo que interesa desde
~l punto de vista dinámico, ofrece dos aspectos importantes:
a) la riqueza de incentivos y b) la posibilidad de que parte
de ellos no sean conscientes. a) De ordinario se piensa que la
e iccucíón de un acto voluntario implica simplemente la rea-
La Voluntad 25:

Iización de un fin. Esto es efectivo sólo de manera excepcional


en una personalidad medianamente diferenciada. La vida prác-
tica real entraña riqueza de incentivos, articulación ininte-
rrumpida de infinidad de intenciones que se despliegan en un
tiempo virtual amplio : : la acción presente se relaciona con
fas realizadas y con las venideras, incluso aunque correspon-
dan a motivos y móviles muy diferentes. En efecto, lo que
ahora ejecuto cumple un fin inmediato que es escribir deter-
minada idea; pero con este fin están relacionados; otros fines : ·
el fin más amplio.vque da unidad al conjunto del escrito mis-
mo, lo oue me propongo con esa exposición de mi manera de
pensar acerca del asunto tratado etc.; el fin de aprovechar el
tiempo de que dispongo, posponiendo otros propósitos o de-
seos; el fin de hacerlo hoy porque otros fines de antemano
tienen su ubicación en mi actividad del día de mañana etc.
Podríamos extender muy largamente la enumeración. Lo im-
portante no es sólo la multiplicidad sino principalmente la
trabazón, el sistema, y su pugna con otros sistemas de iines,
todos los cuales tienen sentido ·en mi actitud respecto de mi si-
tuación y los antecedentes y tendencias de la totalidad de mi vi-
da, incluso-mi vocación, en parte condicionada por mi mundo,
.en parte libremente configurada. Semejante consideración,
de apariencia trivial y en todo caso muy esquemática, tiene por
objeto mostrar que un hecho de la conducta no puede ser com-
prendido y mucho menos explicado con sólo reconocer el mó-
vil evidente al observador objetivo. La dificultad se agrava,
incluso para el propio sujeto, si consideramos el otro aspecto:
b) No todos los fines son conscientes en el funciouamien-
to preparatorio de la operación voluntaria ni en el proceso ac-
tual de ésta. En efecto, el hecho de ocurrírsele a uno hacer
·O pensar algo se debe a menudo a una actitud latente, esto es,
.a una dirección que se ha constituí do o mantenido fu era del
campo de la conciencia. Tal- actitud puede ser preparada por
-el ejercicio previo de la voluntad, como veremos después, o en-
traña una propensión espontánea. En este caso se trata de
tendencias instintivas que obran como móviles sin que el su-
jeto se percate del fin. Así, si un hombre· aficionado a la bue-
na mesa acepta por razones de higiene practicar un deporté
26 Hotiorio Delqado­

y se dedica a la caza convencido de que es el ej erecicio más


apropiado a su salud, semejante opción pone de manifiesto--
su apetito; igualmente, si una mujer después de varios años-
de vida conyugal estéril adopta un niño determinado con la
única intención aparente de asegurarle la educación Y: el por--
venir, es evidente que en esa voluntad interviene .subconscien--
. temente el instinto maternal, frustrado en el matrimonio. En
uno y otro ejemplo no es consciente uno de los fines importan-
tes (el subjetivo) eclipsado por el motivo en apariencia efi--
ciente (el objetivo). De esto no es legítimo deducir que el mó--
vil oculto es reprimido o rechazado de la conciencia ni que _
el motivo manifiesto es producto artificioso de un proceso de
racionalización, mera pantalla o máscara. Ciertamente en al-
gunos casos ocurre tal psicomaquia y tal sustitución-el yo se
resiste a aceptar que obra movido por apetitos-, pero es fe-
nómeno psicológico igualmente real la simple falta de con-·
ciencia, sin conflicto, transposición ni sustitución. Más a un,
nunca hay una transposición verdaderamente gratuita, sólo de·
tapada: lo que se presenta a la conciencia como motivo o mó,
vil es un motivo o móvil efectivo. Los psicoanalistas están en
lo cierto al afirmar que en los actos voluntarios suelen infil--
trarse fuerzas excluidas, enemigos enmascarados etc., pero;
por una parte, no reconocen sino excepcionalmente que tam--
bién se incorporan en la acción tendencias superiores a las·
del contenido consciente y, por otra parte, desvaloran de ma-
nera sistemática y arbitraria lo aparente: lo identifican con
lo falso y lo nimio.
La intervención de factores o momentos ~ubconsciente-s:
en el mismo acto volitivo es hecho de los más frecuentes. El
sujeto consciente no advierte diversos aspectos de la conste--
Iación de fines - acaso por economía estructural-que son -
eficaces en la labor mental promovida por la "tendencia de--
terminante", en el sentido de Ach. Por ejemplo, mientras·
estoy en camino para hacer una visita no tengo presente el
fin de este acto. Pongo en práctica todos los medíos necesa-,
rios y, sin desviarme de mi camino, recorro una serie de calles':
pensando en· diversas cosas-que tal vez nada tienen que vei·
con el motivo de mis pasos-, tomo un vehículo y leo 'hasta que·
La Voluntad 27
me aproximo a la meta, incluso suspendo la lectura en el mo-
mento preciso para abandonar el vehículo : subconscientemen-
te he calculado el tiempo para cesar la lectura, corno subcons-
cientemente he ejecutado el preciso conjunto necesario para
cumplir mi propósito.
Ciertamente la dinámica profunda del acto voluntario
puede tener por consecuencia una desviación de la intencio-
nalidad : un acto fallido. Decir una palabra incongruente, te-
ner un olvido inexplicable, hacer una cosa por otra, etc. Si se
examina con detenimiento el hecho puede encontrarse fun-
damento al acto fallido : se ha actualizado de manera sorpre-
siva un móvil subconsciente. Asimismo, ciertas acciones vo-
luntarias con escasa motivación se realizan como espontáneas,
cuya poca congruencia con la situación salta a la vista. Aquí
también el análisis puede revelar un sentido profundo, sub-.
consciente, corno se patentiza en esta observaci'ón. Casi todos
los años la señora N. recuerda el aniversario de la muerte
de su padre -acaecida cuando ella estaba en la adolescencia
-gracias a los sueños de la víspera, en que la imagen de él
se presenta en: forma más o menos impresionante. El resto del
año generalmente no sueña con su padre. El último aniversá-
rio no f'ué anunciado por el consabido sueño y N. pasó el día
sin recordarlo; pero desde la mañana hasta la tarde s.e sintió
dominada por el deseo de cantar canciones de la infancia.
Cantó y cantó, preguntándose varias veces y en vano qué po-
dría significar eete querer desusado y perseverante. Sólo al día .
siguiente tuvo la clave al ver la fecha en el diario: "Ayer' fué
aniversario de Ja muerte de papá-s-exclamó->. Con razón· re-
petía sin cansarme los mismos cantos que cuando chica ento-
naba en coro con mi padre y mis hermanos". De hechos de esta
clase se deduce que intervienen en el ejercicio de la voluntad
influencias ajenas a la actividad consciente o, mej or, que la ac-.
tívidad consciente no abarca todos los fines de la prosecución
voluntaria: Mas es equivocado sostener que sistemáticamente
la actividad subconsciente actualiza intenciones que esperan
la· oportunidad· de .incorporarse a la acción, jugando pasadas·
"premeditadas" · al yo conciente. Es asimismo· equivocado
atribuir un sentido oculto a todo acto fallido o de exigua mo-
28 Honorio Delgado

tivación. A menudo se producen equívocos o acciones cuya


deterrrrinacíón es puramente deficitaria. A muchas personas
sobre todo después de una labor fatigante, les ocurre que no
saben lo que iban a efectuar: va de una habitación a otra con
el determinado propósito de sacar un objeto de una gaveta,
llega a abrir la gaveta o se queda delante del mueble, o sim-
plemente transpone la puerta, y ya no recuerda qué cosa bus-
caba, adónde iba. LÜ efectivo es; que; hechos de esta clase tan 4

to pueden ser debidos a un móvil subconsciente como a una


falla de vigor de la tendencia determinante del ñrr-o a am-
bas cosas. Por otra parte, el hallazgo del sentido profundo en
la primera eventualidad, a su vez, puede ser ora un acierto
psicológico -una interpretación justa- ora una explicación
ad hoc -un engaño herm.enéutico-, tanto más fácil de produ-
cirse cuanto más dominado está el intérprete por ideas sobre-
valoradas. Así se explica que al mismo acto fallido le encuen-
tre génesis erótico un fanático de Freud, sentimiento de in-
f.erioridad un secuaz d·e Adler, simbolismo de la mentalidad
arcaica colectiva un discípulo de Jung. Sólo una investiga-
ción psicológica imparcial, penetrante y crítica, es capaz de
acierto -o de reconocimiento de arcanidad incomprensible,
pues todavía estamos muy lejos de poseer medios 'infalibles
para reconocer la psicodinámica profunda de la mayor parte
de los actos humanos.
2~ La adquisición de resortes de eficacia duradera gra-
cias al ejercicio de la voluntad misma se manifiesta en dos
formas principales: como repercusión de los motivos. uria vez
aparentemente eficaces y como actividad volitiva. La primera
es en cierto modo pasiva, un acto repercute sobre Ios venideros
afines; la segunda ·es activa, suscitadora de nuevos actos a los
que impone su sello. La repercusión de los motivos aparente-
mente eficaces consiste en que una decisión tomada en vista
de un incentivo que por sí solo habría sido imponente, por el
hecho de haberse cumplido una vez. en la ejecución, al pre-
sentarse nuevamente' en aus·encia de los incentivos cuya cons-
telación (no repetida) fué lo verdaderamente eficaz la prime.
ra vez, es suficiente para promover el acto. En la terminolo-
gía de Stern este proceso consiste en la transformación de
La Voluntad 29

un "fenomotivo" en "genomotivo". Así en un niño que por ca-


pricho una vez se niega a comer determinado guiso que en an-
teriores ocasiones ha gustado, diciendo -y creyendo- que el,
potaje sabe mal, el fenomotivo es el mal sabor y el genomotivo
actual el .afán de imponerse; si más tarde, cuando ya ha cesa-
do la fase de obstinación, se le presenta el mismo guiso, es po-
sible que el niño sienta repugnancia y no lo· coma: el que fué
f enomotivo accidental se ha convertido en genomotivo per se.
Algo semejante ocurre en el recuerdo volitivo: el evocar úna
decisión en un caso análogo puede favorecer la reproducción
del acto.
La actitud volitiva de eficacia duradera depende del ejer,
cicio de la voluntad que plasma disposiciones adquiridas. A
una voluntad tenaz orientada por fines precisos le es asequi-
ble una realización práctica ilimitada, mayormente si el suj e-
to es apto para conocer y aprovechar las fuerzas utilizables
del conjunto de su vida anímica y los límites efectivos de su
poder personal. Esto no significa, empero, que la fuerza de vo-
luntad se adquiere por el ejercicio, de manera análoga al per-
feccionamiento de la habilidad en los movimientos corporales.
Lindworsky -que niega la existencia de la fuerza -de vo-
luntad en el sentido psicológico- ha demostrado que el incre-
mento de la voluntad no depende de la mera repetición de ac-
tos deliberados sino del enriquecimiento o agudización de los
motivos: la "fuerza de la voluntad" reside en los valores; el
valor mueve la voluntad. Si la disciplina es puramente for -
mal poco o nada consigue. Lo que hace fecundo el ejercicio
del querer logrado es que, en primer lugar, se conoce mejor
los valores experimentándolos personalmente, reconquistando
los bienes correspondientes y, en segundo lugar, que forma
nuevos valores de motivación actual. Otro tanto se puede de-
cir del aparato psicofisíológíco del esfuerzo o · tensión de la
voluntad expresada en la inervación periférica, que, pese a
Ach, en sí no tiene nada de dinamogénico para la decisión:
es útil para facilitar actos ulteriores siempre que el sujeto le
atribuya un valor especial. El deporte, por ejemplo, no es un
antídoto de la indecisión sino en la medida que el sujeto que
lo practica cree en la eficacia de su ejercitación sobre la. vo-
30 Honorio Delgado

Juntad o en la medida de su incorporación efectiva dentro de


un sistema de valores educativos, en un ideal -siempre, na-
turalmente, que la valoración del.sujeto sea receptiva para el
complejo de valores de tal sistema. Todo esto presupone de-
sarrollo de la capacidad de aprehensión de los valores obj eti-
vos, aptitud · Y enriquecimiento del pensar y un ascenso gra-
dual y trabado en el curso de la educación, de los bienes vita-
les más comunes a los espirituales más altos, los religiosos, que
dan sentido y j erarauía a todos los demás. Por eso, .como ob-
serva Lindworsky y como lo demuestra la historia, con los
ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola se transfor-
man los hombres en pocos días y su voluntad realiza prodigios.
39 Al considerar la fenomenología del acto voluntario nos
hemos ocupado de su forma primaria y cabal. En realidad,
las manifestaciones del querer tienen otras formas por efecto
'de la repetición. Estas formas secundarias son tres, según la
antigua nomenclatura de Ach: a) "querer abreviado", en que
alguno de los aspectos (motivación, deliberación, etc.): es rudi-
mentario; b) "querer débil", en el cual la intervención del yo
tiene poca actividad, no requiere vencer resistencias de im-,
portancia, aunque hay verdadera decisión: e) "querer ejerci-
tado", que se caracteriza por una atenuación progresiva de ca-
rácter de acto voluntario, hasta, convertirse en meramente au-
tomático. El último no es mas que el hábito psicoloqico o sea
una disposición adquirida y durable para reproducir los mis-
mos actos ron creciente facilidad y perfección. La facilidad no
presupone forzosamente numerosas repeticiones para consti-
tuirse v 1.:.:1 perfección entraña de ordinario el ejercicio de la
voluntad, no siendo en ningún caso efecto de la mera repetí-
ción. Cuando el hábito ha perdido el carácter de querer ej er-
citado es simple automatismo, despertado ordinariamente nor
una autorización o consentimiento de la voluntad. Sin ernbar-
go, esto no quiere decir que se trate de un automatismo fisio-
lógico o reflejo condicionado-ni en el caso de los hábitos mo-
tores. Siempre es una acción personal con sentido y estructu-
'ra psicológicos. El siguiente acto de automatismo fallido lo de-
muestra mejor que una larga argumentación. Estoy en mi ca-
sa de campo recién construida, sin instalación eléctrica; pene-
.La Voluntad 31

tro en el baáio, cuya puerta se abre girando hacia la derecha,


.está a obscuras; irreflexivamente, con la mano izquierda bus-
co la U ave -de la luz (que no hay), de la misma manera que lo
bago en el baño de mi casa de la ciudad, donde la puerta se
. abre hacia al izquierda y yo estoy-acostumbrado a encender la
luz, de noche, con la mano derecha (conservando o abandonado
.el tirador de la cerradura con fa izquierda) . Lo que me ha pa-
sado por distracción es que he realizado un acto' automático,
que no corresponde a una repetición sino en cuanto al esquema
-dinámico general, pues el aparato muscular usado es distinto,
opuesto, con simetría conforme la imagen del espejo.
49 El dinamismo de la voluntad, según hemos visto, se
apoya tanto en lo instintivo cuanto en lo racional, en los mó-
viles y en los motivos. La influencia de la pasión sobre la ac-
tividad volitiva corresponde a una forma de juego de las ten-
dencias instintivas. Mas obre con o contra el fin voluntario,
.siempre está penetrada de consecuencia en cierto modo racio-
nal -esa es una de las notas que diferencian la pasión del me-
ro impulso animal. Opuesta a la voluntad, se destaca como
una potencia anubla dora del juicio que fuerza a la acción
persiguiendo propósitos a los. que se subordina o resiste el yo;
incorporada al querer, exalta y sistematiza todas las fuerzas
y facultades útiles a su logro en una unidad cuyo centro es el
núcleo dinámico de la personalidad misma. Según esto, la pa-
sión no siempre entraña derrota de la voluntad ni querer con-
trario al querer normal: es un querer o un realizar lo· que no
se quiso o no se debe sólo cuando el fin de la pasión 'queda
meramente dentro de lo arbitrario, subjetivo e impugnable;
por el contrario, es voluntad, y eminente, cuando dentro de
' '
una constelación de fines legítimos, la pasión persigue valores
objetivos, ideas superiores, aunque el logro comporte también
satisfacciones de escala subjetiva (esto diferencia el eudemo-,
nismo del puro egoismo) . El primer caso-el yo sojuzgado por
la nasión- suscita en la práctica problemas que no pueden re-
solverse desde el punto de vista psicológico sino con un cono-
cimiento cabal tanto de la situación crítica cuanto de las con-
diciones de la formación de la personalidad, señaladamente su
modo de inserción en el ordo amoris objetivo. En la génesis de
32 Honorio Delgado

la pasión inferior obra, con la predisposición hereditaria, la


disposícíón adquirida en forma de lagunas valorativas y otras
deformaciones espirituales producidas por el egocentrismo ti-
mético. Las lagunas valorativas corresponden a condiciones
estables de la personalidad que· implican déficit en la percep-
ción de los valores superiores, sobre todo morales y religiosos.
a menudo con incapacidad de. compensación. La fuerte o de-
ficiente repercusión actual del temor de la censura ajena y del
castigo dificulta o facilita, respectivamente: la comisión de ac-
tos en que Ja pasión vence a la voluntad. Por tanto, para que
falle la voluntad no basta la ceguera valorativa, que deja sin
contenido la motivación del deber; se requiere además que el
incentivo del momento no encuentre una tendencia opuesta,
ligada a la representación de las consecuencias desfavorables.
El individuo en este caso no s·e abstiene de las actos viles a
causa de su vileza sino por temor del castigo, pues, como ob-
serva Aristóteles, "en' general, parece que la pasión se
doblegue a la fuerza pero no al razonamiento". Aquí se evi-
dencia cómo las condiciones de la vida social pueden preparar
la conducta individual: una colectividad dominada por el hu-
manitarismo miope y tolerante para los que proceden mal fa-
vorece el desenfreno de los daltónicos de espíritu y de los dé-
biles de voluntad. En efecto, es bien conocido el hecho que au-
menta la frecuencia del delito en los países donde se atenúan
las penas. Se justifica psicológicamente la intimidación por el
castigo y no el tout comprendre c'esi toui pardonner. Entre las
otras condiciones del egocentrismo timético favorables a la
. conducta pasional debemos señalar el resentimiento y la de-
sorientación valorativa por la pérdida de la fe, cuya génesis y
.· cuyos efectos hemos tratado de precisar en otro lugar ».
5? En la dinámica de la voluntad opera también otra
suerte de influencia, a menudo más restrictiva que excitante:
la sugestión. La influencia de la pasión sobre las decisiones y
ejecuciones corresponde en parte a la ·esfera de la sugestión:
se trata entonces de una motivación autosugestiva. Aquí con-
sideramos, sólo la heterosugestión , Según lo ha demostrado el

:* Loe. cit.
La Voluntad 38'

riguroso análisis fenomenológico de Straus, ésta se basa en


Ia formación, fugaz o duradera, de la experiencia del "noso-.
tros": el sujeto que recibe la sugestión y el que la imparte for-
man una unidad en la experiencia vivida del primero, en cu-
ya estructura él se halla colocado implícita o explícitamente
en el polo inferior, en el del ser dependiente, conducido. "En
la experiencia del nosotros -dice Straus- la persona extra-
ña es afirmada, su mundo se hace nuestro. Én la aceptación
sugestiva de un contenido determinado, en la coej ecucíón de
un juicio, de una valoración, nos apropiamos paso a paso los.
contenidos, según cuya potencia ya se habían hecho nuestros
gracias a la formación del nosotros. Se acepta principalmen-
te los contenidos que, de acuerdo con la averiguación de lo
transmitido, con el estilo y la comprensión de los aspectos pre-
sentados, son reconocidos como partes esenciales de ese am-
biente ajeno, que también es propio nuestro". En lugar
del acto voluntario que surge del centro de la propia per-
sona, con la suscepción sugestiva se mediatiza la actividad
personal deacuerdo con el contenido de la manifestación aje-
na. Sin que medie el deliberar ni el elegir, a la suscepción si-
gue una conducta impuesta (aunque casi siempre con apa -
riencia de espontánea), menos flexible y plástica que la nací-
da de propia iniciativa. Esto entraña el peligro de autoenga-
ño relativo a la motivación de lo recibido en sí mismo e inclu-
so la posibilidad de coexistencia o sucesión de actos incon -
gruentes y hasta inconciliables, con apariencia de libre de-
terminación. Con la suscepción se impone al yo la apariencia
de una motivación real, con fundamento legítimo, pues se cap-
ta el contenido de la expresión ajena bajo fa. €'speciede su sig-·
uificación objetiva. Esto requiere una aclaración:· el fenóme-
no sugestivo apareja la necesidad o la actualidad de un me-
diador cuya persona toda se halla implicada en la experiencia
del sujeto pasivo; la materia de la sugestión concreta es una
parte de esa totalidad personal a la cual se entrega el sujeto·
como si efectivamente la suscepción se refiriese a un motivo
insertado en el orden de la necesidad real o de la cousecuen-
da objetivo - espiritual. La condición genética de esta entrega
de persona a persona está constituida por la disposición pri -
,31¡. Honorio Delgado

.maría del ser a captar en la expresión ajena un mundoíndiví-


.so: existe ya en la percepción, constituyendo su aspecto páti-
·CO. A esto se agrega una ingenua buena fe -que inhibe la crí-
tica-, persistencia de la -actitud natural inherente al comercio
entre los hombres. Por eso el contenido de la incitación ajena
no es examinado de inmediato desde el punto de vista de su
significación objetiva, sino aprehendido como manifestación
expresiva, como comunicación inmediatamente vivida. El cri.
ferio conforme los hechos reales, el juicio objetivo, el aisla -
miento de la persona que expresa y la consistencia abstracta
'de lo expresado por ella sólo gradualmete se diferencian y
acaso nunca del todo. En este sentido, "la sugestión se da co-
mo un aspecto universal de toda relación interhumana. La re-
lación unitaria subsistente entre quien se exterioriza y la par.
ticular exteriorización tiene el efecto de que quien habla en lo
que comunica, se comunica" (Straus). Lo que expresa o hace el
prójimo tiene poder dinamogénico imponderable en nuestra vi-
da mental, tanto mayor cuanto más transitivamente nos. halla-
mos sumergidos en esa simbiosis social que podría llamarse
psícoesfera, a semejanza de la bioesf'era: esto ··.:s, mientras me-
nos nos apercibimos de la influencia de los demás mayor es su
ascendiente. Pero, para bien comprender el juego de las induc-
ciones humanas, no debe olvidarse que las palabras, los adema-
nes y las acciones son más y eon menos que lo que quiere y
-cree .expresar el sujeto activo, y son en alguna forma distintas
de lo que capta en ellas el espectador o coactor ; ·m~s en e]
primero se exteriorizan en parte aspectos de su ser que él ig-
nora y en la aprehensión del segundo intervienen constelacio.
nes subjetivas, proyecciones objetivan tes. Es evidente, a pe-
sar de esto, que no toda sugestión implica engaño y que no to.
do lo que ~·3 comunica ·es capaz de engendrar sugestión. Sólo
puede llegar a' la suscepción sugestiva lo que es susceptible de
incorporarse-en el orden de lo posible. Naturalmente, esto va-
ría hasta ftÍerto punto con la mentalidad y cultura de las per-
sonas. Además en igualdad de condiciones personales. varía
con la cl~se y el grado de la unión interindividual, así corno
con la medida de la importancia y la autenticidad (real o ana-
rente) de locexpresado en su doble aspecto subjetivo: de quien
·:~"
La Voluntad 35

da y de quien recibe, además de la estructura objetiva -con


validez universal del contenido expresado. En términos gene,
rales, más posibilidad de efecto sugestivo tiene la valoración
política o artística que la moral y ésta más que la lógica; asi-
mismo, lo propio de los hechos concretos se presta más a la
sugestión que la esfera de lo abstracto; lo afectivo más. que lo
intelectual, etc. Por otra parte, la sugestión entra en conflicto
con los motivos y con los móviles, pues no siempre la rletermi,
nación sugerida descarta del campo de la conciencia las razo-
nes opuestas y las tendencias antagónicas. Esto varía, por últi-
mo, con el grado de sugestibilidad de cada individuo. La fun-
ción normal -en el sentido teleológico- de la sugestihilídad
sería ejercitar y enriquecer la vida anímica del sujeto con in-
centivos y formas de acción colectiva fácilmente asimilables
mientras desarrolla la personalidad; fomentar y diferenciar la
capacidad reproductiva durante la época de la existencia for-
zosamente dependiente, hasta que medra el espíritu autónomo,
reflexivo y responsable, capaz de regirse por principios, de
comprender y valerse por sí en el comercio con el mundo.
4. Quienes no aceptamos que la psicología pueda ser con-
siderada con rigor dentro de las ciencias naturales * conside-
ramos legítimo esclarecer sus problemas no sólo desde el pun-
to de vista biológico sino también desde el filosófico. Con este
criterio abordamos el problema de la libertad, que sólo con ar-
tificio y violencia se puede separar del ejercicio de la volun-
tad. Mejor dicho: no considerarlo al estudiar la realidad viva
del querer es mutilar el conjunto de sus manifestaciones, es
privarla de algo esencial. Esto no quiere decir que todo acto
voluntario sea libre ni que la voluntad misma sea la manif es-
tación inmediata de la libertad. Por el contrario, la decisión
que sigue al elegir ·entre dos o más motivos es causal si no in-
terviene la idea de infinito, el pensamiento de la legalidad mo-
ral. Y este pensamiento lo incorpora como deber, no la volun-
tad abstracta ni el querer actual, sino el yo que se determina.
De otro modo sería absurdo hacer responsable de sus actos al
sujeto como persona.

* Vide "La nouvelle psychologie spirituelle", Scientia, 1933, t. 54,


N9 260.
36 Honorio Delgado

, La actividad psíquica del hombre apareja la conciencia


moral, un "órgano nomológico" (Pf aender) que permita
al yo inteligir las incitaciones de la 1'ey moral, ditamen
rationis. No se trata de una regulación extrínseca, sino de una
indicación del dinamismo interior del espíritu, a la vez inma-
nente y normativa. Gracias a ella reconocemos en cada situa-
ción, con sus precisas circunstancias, lo que debemos hacer o
evitar; no sin trabajo en ocasiones, ya que. la relación entre
el problema de Ja acción y la voz de la conciencia requiere la
aptitud y el esfuerzo del pensamiento. Por eso mismo, sobre
todo en situaciones complicadas, los dictados. de la conciencia
moral no sonrectamente interpretados: no se trata entonces de
falla o relativismo de la función del órgano nomológico, sino
de mal servido de la inteligencia o de otro aspecto de la acti-
vidad mental.
Lo que Nachmansohn llama formas de la conciencia
moral no son en realidad sino manifestaciones de la misma
adhesión íntima al orden moral: la buena conciencia -tran-
quila, liberada o pura, según los casos~; la mala conciencia
o sea ·el sentimiento de culpa, los remordimientos; la conciencia
previsora, que pone sobre aviso; la dubitativa y, por último, el
arrepentimiento. Se trata aquí de manifestaciones de la vida
anímica concreta, no de diferentes esencias. De igual modo,
son características de la variedad psicológíca de las manifes-
taciones de la conciencia moral, susceptibles de gradación: la
pureza, la Impetuosidad, la vigilancia, la fuerza y la eficacia.
La conciencia moral entraña una disposición innata que,
ciertamente, requiere el concurso de las influencias exteriores,
como la educación, la opinión pública, etc., para desarrollarse
y diferenciarse. Lo que es inaceptable -y que Nachmansohn
confuta aC'ertadamente-· es identificar la influencia a-
jena con la virtualidad esencial. Aquí, como en los otros do-
minios de la actividad psíquica, la experiencia contingente o
impuesta favorece la tonia de la conciencia-y el fomento de la
aptitud, cuyo contenido -en este caso la ley moral- acaba por
trascender los hechos que condicionan la emergencia y el ro-
bustecímíento del órgano de captación y realización. Para. con-
vencerse de la autonomía del sentido moral basta ocurrir al
La Voluntad 37

testimonio de los niños. Antes de que el espíritu objetivo co-


bre en el alma el imperio que le corresponde, el individuo es
capaz de distinguir, a veces muy claramente, lo que sólo es
prohibido por los mayores de lo que es malo. Por otra parte,
en los enfermos. de la mente con perturbaciones que compro-
meten seriamente el aparato de inserción en la realidad y en
el mundo espiritual es posible suscitar una 'conducta de abs-
tención voluntaria. Así como el castigo intimida y contiene al
apasionado, el tratamiento de los sujetos con psicosis apelan-
do a su capacidad de dominio de sí mismos tiene por efecto
que modifiquen su conducta. Antes de que la psicoterapia por
el trabajo se hubiese incorporado en la práctica psiquiátrica
los enfermos consideraban que todo les era permitido y, sien-
do "irresponsables", se permitían toda suerte de desmanes.
Simón ha probado cómo a los más recalcitrantes los disciplina
en ocasiones un tratamiento sagaz y, en caso extremo, incluso
una represión enérgica (P· e., una inyección de apomorfina) .
Además, como es sabido este psiquiatra ha puesto de manifies-
to que tales pacientes benefician inmensamente de un trato que
fomente el ejercicio de la voluntad en el trabajo, unido alma-
nejo de la persona enferma como ente moral. En el hospital
de Gütersloh hemos tenídó oportunidad de admirar la labor
de Simón, verificando el trabajo eficaz de hombres y muje-
res con psicosis agudas o crónicas; la libertad en el trabajo
(con instrumentos cortantes) de aquellos que antes fueron es-
trechamente vigilados por sú extrema peligrosidad; el funcio-
namiento de pabellones habitados exclusivamente por aliena-
dos que se gobiernan por sí solos, etc. "Ya no buscamos prin- ,
cipalmente lo enfermo, lo que falta, aquello de que ya no dis-
pone _,escrih2 Simón refiriéndose a los alienados- sino lo
que se conserva del hombre normal, sus energías y aptitudes
sanas todavía, intentando establecer una nueva harmonía en-
tre este resto y los requerimientos de la existencia; volvemos a
asignarle deberes, ciertamente no deberes construidos arbitra-
riamente por nosotros, sino los que por mqdo 'inmediato deri-
van de los derechos. y aspiraciones que tenga el enfermo para
con la vida ... La es·encia del cambio consiste en que rechaza-
mos radicalmente en su generalidad la tesis -de que los locos
38 H onorio Delgado

J.?.O son responsables de sus actos; y la rechazamos en interés


de los enfermos mismos".
Volvamos al problema de . la libertad. No vamos a
tratar sólo de la conciencia de actuar libremente, que inclu-
so puede ser engañosa, como lo demuestran las experiencias
acerca de los efectos post- hipnóticos de la sugestión. Estos.
hechos han servido de argumento para negar la libertad. Le-
jos de nosotros la superstición pseudo - científica de que la
existencia humana tiene los límites que le impone el concepto
de caualidad de a sciencias positivas, aceptamos que éstas son
producto de la acción humana, la cual, guiada por la razón, las
desborda en todo sentido . Con este criterio, y deseosos de com-
pensar el efecto de los mitos positivistas, todavía populares en
el planteamiento del problema, nos proponemos exponer en
síntesis uno de los modos más certeros como se encara la liber-
tad en la filosofía actual: las ideas de Jaspers. Así verifica-
remos por el camino de la reflexión filosófica lo mismo que
hoy llegan a aceptar los propios psicólogos de laboratorio y
que Ach puntualiza en estos términos: "Esta conciencia de li-
bertad -escribe- no es sólo una apariencia, un error un "cü-
mo", sino una realidad anímica· de la más alta potencia. . . Y
de la realidad de la: libertad resulta la realidad de la respon-
sabilidad, y con ella la ley moral general: "actúa siempre con,
forme tu responsabilidad".
A tres se pueden reducir las concepcion€s clásicas de la libertad :·
19 como carencia de causa, liibieru:m arhitrium, indiierencia en que de·
dos poaihilidades igualmente fuertes una· es vigorizada por la elección..
El asno de Buridan en medio de dos haces de .heno, iguales y a la misma
distancia, muere por carecer de voluntad libre. Argumento puro, que no·
prueba sino la posibilidad de decisión por casualidad' o capricho. 29 Libertad'
en . el sentido de manifestación del propio ser siempre que no ocurran
perturbaciones. de ·fuera. En este sentido trivial la voluntad es libre de·
la misma manera que el árbol crece libremente. Todo, así, es libre y de-
pendiente. No se niega que la libertad de acción y la d,e elección son rea-
lidades psicológicas limitadas, la primera en la misma medida del poder-
de voluntad de cada persona y la segunda por el temor ante poderes.
amenazadores, por premios a· determinadas acciones, cansancio y alteracio-.
nes del ánimo, la brevedad del tiempo, etc.-y fomentada por la medita-
ción y el acicate de todos los motivos posibles. En esta concepción, como
en la· primera, no se trata de una respuesta a la cuestión de la libertad
La Voluntad 39

del querer, pues no interviene la consideración del "yo mismo lo quiero".


En la elección y en la ejecución "ya" deben haber "ahí" motivos y mó-
viles entre los cuales se elige: todo, o es de antemano objetivado (redu-
cido a la categoría de cosa), de modo que resulta la tautología "yo quiero
lo que yo quiero", o queda en suspenso en forma de alternativas, lo que
equivale a la negación de la libertad por no ser objetiva (como si la li-
bertad pudiese, existir como cosa). 39 Una tercera concepción, también
empírica, se formula respecto de Ja relación de poderes entre los hombres
en sociedad y en el Estado. Se' distingue estas libertades : personal, civil
y política, que sociológicamente son situaciones y para el individuo opor-
tunidades. Estas libertades sociológicas; como· las psicológicas antes consi-
deradas, no entrañan la libertad misma, aunque no son indiferentes a
ella. Tales libertades objetivas se colman de contenido· con la libertad
original; se convierte en ilusión si no logran semejante contenido. Esto
se muestra en la ambigüedad de la palabra libertad. No es libertad la
obstinación, la preocupación por la seguridad personal, la conciencia de
los propios recursos, el orgullo del vacío auto existir. La independencia exís-
tencial no puede consistir en una firme permanencia : no busca la segu-
ridad por el cálculo sino, precisamente, el no ser dominado por la ficción
de seguridad. "La verdadera independencia ve a su ser en la polaridad:
la vida es substancia común ,de• la. especie en el decurso del mundo y en
la ley-y el saber personal de la existencia como un particular ; el estar
protegido en una totalidad-y el precipitarse a los límites; el ser rotundo
en sí-y el ser en el tiempo; el contemplar un mundo· dado en su orden.
"!Y [erarquia-c-y el aventurarse en un existir cuestionable".
~i se niega la libertad en el querer, algo se refuta en una objetiva-
ción que IlO es aquello que en la autocertidumhre de Ia libertad constituye
su esencia. Se dice que la Iíbertad no es posible porque todo lo que acon-
tece es originado causalmente, sin escapatoria; en la lucha de motivos
triunfa el más fuerte, etc. Esto implica identificar elección con decer-
m inismo. Contra el acto libre de la voluntad se invoca el resultado de las
estadísticas de moralidad, no advirtiendo que la estadística no aprehende
el caso particular ni como libre ni como necesario. Con tales argumentos
no· se puede decidir el ser de la libertad, y en ese terreno perdurará la lu-
cha entre determinismo e indeterminismo, pues pierden de vista la verda-
dera libertad. El ser objetivo no es todo el se¡r, y la Iíbertad que no ce, ·
rresponde a lo objetivado no se puede ni demostrar ni refutar. Así piensa
KANT que la libertad es inconceptible. Tranquilizadora ilusión para los
débiles es que todo· sea causal : .economiza responsabilidad, culpa y re-
mordimientos. El consuelo de los deterministas. es sospechoso, como la in-
dignación de los indeterministas que creen amenazada la moral : los pri-
meros adormecen su verdadera libertad de trascendencia, los últimos con-
funden la responsabilidad con la creencia en una autoridad. En todo caso,
indeterminismo y determinismo conducen a un plano falso: hacen depen-
diente el origen existencial. Uno hace la libertad, falsamente objetiva y
40 . Honorio Delgado

con eso, precisamente, la elimina, a pesar de considerarla operante : una


defensa de libertades que propiamente no son libertad, al triu.nfar, .se con-
vierte -en negación implícita de la libertad. El otro la niega, pero no la
alcanza, la confunde con un fantasma objetivo. Ambos están en el error
de creer que el ser mismo es cosa. "La libertad o no es nada o es ya al
preguntar por -ella, Si ella, empero, pregunta como original voluntad de
ser libre, anticipa este ser libre en el hecho de interrogar. No se puede
demostrar primero y entonces también querer, sino la libertad se quiere
porque en ella ya es presente un sentido de su posibilidad".
"En el saber no soy todavía libre, pero no hay libertad sin saber ...
;Sin contenido el albedrío no es todavía libertad; pero el contenido sin
.albedrío no es libertad". Si me decido según una ley que reconozco como
obligatoria soy libre mientras yo me .someto a ella, presente en mí mismo,
.aunque podía no someterme. Experimento la norma porque, idéntica con-
migo mismo, vale como evidente. Lo decisivo es que yo soy que opto por se-
~uír la ley, yo elijo. Esta elección implica no, sólo que actúo en el mundo
~sino que como agente creo la continuidad histórica de· mi propio ser. La li-
J3rtad formal es. saber y albedrío; la trascendental es certidumbre de ::.,
mismo en la obediencia a una ley evidente; la libertad como idea es la
vida en un todo; la libertad existencial es certidumbre de sí mismo en b
decisión generadora de historia .. Esta última por su origen, se afirma
contra la superficialidad de lo casual; por el deber se afirma contra el
mero antojo del momento; por la lealtad y continuidad, contra el olvido
.Y la desaparición. Toda suerte de libertad tiene sentido frente a una ata-
.dura- es la eterna armonía de los polos-, atadura que como necesidad
''\ una resistencia, es su ley o es su origen. La conciencia de Iibertad SE>
despliega, pues en oposición a la necesidad o en unidad con· ella. Liber-
tad que ha triunfado de toda oposición es un trampantojo. La existencial
:se enfrenta a dos necesidades, entre las cuales peligra : la legalidad na-
.tura!, como irrefragable resistencia de lo real, y la legalidad del 'deber,
-como forma fija de la regla. Si en vez de moverse dentro 'de la proximí-
.dad más íntima de ambas, quiere' substraerse a ellas, se pierde en fantas-
.magorías. La necesidad natural y el deber se dejan aprehender objetiva y
legítimamente, mas no la necesidad existencial : de ahí el riesgo de la to-
tal inserción de la línea más alta de la decisión; de ahí la imposibilidad de
poder llegar a decidir de fuera y por principios; pero de ahí también la
_profundidad y la firmeza de la lucidez 'de existencia original en esa eje-
-cución. lo absoluto del ser auténtico y activo que alcanza la trascendencia.

Se acepte o no la filosofía de la existencia de Jaspers, su


-díreccíón muestra que-e-según las palabras de su condigno
metafísico Maurice Blondel- "tengamos o no clara con-
ciencia de ello, pertenecemos a un mundo superior a los fe­
nómenos sensibles y a la ciencia de los hechos".
La Voluntad 41

5. Las anormalidades de la voluntad son incontables y


.en muchos casos difíciles de separar de desórdenes autócto-
nos de otras funciones de la mente, sobre todo de aquellas ac-
tividades de fondo, como son la conciencia, la inteligencia y
la personalidad. Por eso aquí consideraremos principalmente
las anormalidades del acto volitivo más susceptibles de ser
aisladas, sin curarnos d·;; una clasificación basada en distin-
ciones sistemáticas. En los capítulos correspondientes a las
otras funciones nos ocupamos de las manifestaciones anor-
males secundarias de la voluntad que no consideramos aquí
y de la variedad de vigor o debilidad dependiente del carác-
ter. Ahora comenzaremos por describir las perturbaciones que,
grosso modo, pueden ser ·definidas como desviaciones por de-
fecto, para terminar con las preponderantemente cualitativas,
que suelen llamarse disbulias.
La abulia se caracteriza por la carencia de iniciativa y
de poder de realización voluntaria. Pueden faltar las tenden-
das instintivas y todo incentivo, como también puede llegar
el sujeto a la decisión. sin capacidad para emprender la últi-
.ma etapa, la ejecución del acto. La abulia se manifiesta en
forma de acontecimiento fugaz o de estado que se prolonga.
Se presenta en el individuo normal corno episodio en la con-
dición de fatiga. Rara vez. pura, suele mostrarse en la fase
inicial de la depresión melancólica o psicógena, en la neu-
rastenia y en estados de intoxicación crónica. Unida a sínto-
mas diferentes ocurre en el período agudo de las psicosis, y,.
correlacionada con otras perturbaciones de la voluntad, el
pensamiento y el sentimiento, en diversas etapas del proceso
esquizofrénico. Aquí, en la esquizofrenia, la abulia suele tener
-este carácter: el sujeto pierde la dirección de su querer, se es-
fuma la tendencia directriz y la meta prefijada.
THOMAS DE QUINCE,Ypinta la abulia en sus Confe·ssfons of an
English opium-eater : "Rara vez pude contar conmigo para escribir una
carta ; lo más que hube de realizar fue una respuesta de pocas palabras
a algunas de las que recibía; y esto a menudo sólo después de semana y
aun meses que la carta por contestar permanecía sobre mi escritorio. Sin
1a ayuda de ~. toda mi economía doméstica, como sucedió con la eco-
n.r.mía política (la obra que DE QUINCEY escribió sobre Ricardo, que
no llegó a publicarse sólo por falta de dedicatoria, consecuencia de la mis-
42 Honorio Delgado

ma abulia), hubiese caído en una confusión inextricable. Es esa una parte


del caso de la que no hablaré más; la cual, sin embargo, todo masticador
de opio hallará al fin que es la más opresiva y atormentadora; 'del sen-
timiento de incapacidad y de debilidad, de los embarazos anexos a la
negligencia o postergación perpetua de los deberes de cada día, y de
los remordimientos que a menudo exasperan las .torturas del espíritu.
El masticador de opio (DE QUINCEY) no pierde su sentido moral
ni sus aspiraciones; tan vivamente como siempre anhela y desea ejecutar
io' que cree posible y lo que siente que el deber le exige; pues su apre-
hensión "intelectual supera infinitamente su poder no sólo de ejecutar sino
también de intentar y querer".

6. Cuando el ejercicio de la voluntad se limita a las for-


mas secundarias, o sea de querer abreviado, débil y ejerci-
tado, con imposibilidad o gran dificultad para realizar actos
primarios o cabales, entone-esdecimos que se trata de mani-
festaciones de hipobulia, presentes en las condiciones a-
normales más variadas. Lo característico aquí es el predomi-
nio del automatismo sobre la libre determinación, de las ne-
cesidades y de las tendencias vitales en general sobre las as-
piraciones y los incentivos ideales o simplemente de los es-
fuerzos de voluntad cabal. Ejemplo característico de acción
marcadamente hipobúlica es el que nos ofrece el siguiente
relato de uno de nuestros esquizofrénicos, curado:

"En cuanto a la realización de ciertos actos, deliberaba demasiado


sin llegar a la ej eeución, pues se presentaban ciertas cuestiones acceso-
rias que obstaculizaban la concepción primera. Pero al principio (de la
psicosis) me dominaban los actos que llamaré inconscientes : los ejecu-
taba sin analizar las consecuencias, como levantarme de mi cama durante
las noches o ir al comedor a recoger los residuos de la comida".

En ciertas circunstancias la hipobulia se complica con·


un consentimiento más o menos voluntario del predominio
del automatismo. Así, se observa en sujetos histéricos la pro-
ducción intencional o semi-intencional, autosugestiva, de un
estado crepuscular de la conciencia, de una crisis psíco-mo-
triz u otra reacción somática, gracias a una proclividad es-
pecial. Kretschmer llama a esto acoplamiento hipobúlico, Con
su ejercicio, el histérico. dispone de medios para desahogar
sus tendencias. "En un estado hipobúlico de esta clase, el hís-
La Voluntad 43

téríco puede ser presa de temblores, de vómitos, de cianosis,


de palidez, todo con una facilidad y una rapidez que no con-
cibe un hombre de empuje volitivo superior y especificado.
Aparte de estos acoplamientos hipobúlicos -agrega Kretsch-
mer en su terminología psicofisiológica- existen todavía otras
vías de acceso a los mecanismos reflejos, cuyo conocimiento
es indispensable al médico. Así, por caso, un acceso de espan-
to puede dejar 'durante un tiempo cierta propensión a los
temblores de índole refleja. A favor de una tensión muscular
difusa y voluntaria y de una acumulación afectiva intencio-
nal, un simulador astuto es capaz de alimentar este resto de
reflejo y de reforzarlo al extremo de hacerlo automático des-
pués de unos días. Cuanto más se acentúa este automatismo y
se sustrae a la conciencia la autocrítica de la propia parti-
cipación activa en el proceso en cuestión, tanto más se exa-
gera el modo histérico, se facilita la producción de disocia-
ciones hipobúlicas secundarias, etc. en lo que al comienzo fué
mera reacción de espanto o simple simulación".

7. Otra anormalidad caracterizada por el triunfo de ten-


dencias ajenas al yo libre son los Impulsos Irresistibles.
Según que la acción carezca o no de sentido tenemos
dos géneros: impulsos disparatados e impulsos sistemáticos.
1 Q Son impulsos irresistibles disparatados o insensatos aque-
llos a los cuales se entrega el sujeto de manera pasiva y cie-
ga, como un autómata que, literalmente, no sabe lo que hace,
ignora el fin objetivo. Estos impulsos se presentan, tanto en
fases agudas de psicosis cuanto en neurosis, acompañados de
perturbación de la conciencia, así como en la epilepsia. Sólo
en la esquizofrenia suelen presentarse en plena lucidez. Se
rata de tendencias violentas que entran en acción brusca-
nente, moviendo al sujeto de la misma suerte que las fuer-
zas elementales disponen de las cosas. A continuación repro-
"lucimos el relato que nos hizo, al sanar, un esquizofrénico
acerca del impulso con que se inició su psicosis.

"Pero fo más extraño que. me ha pasado a mí es lo que voy a contar


ahora. Estaba una mañana durmiendo muy bien en mi cama, cuando me
desperté por no sé qué ruido que oí, eran más o menosIas 6. En lugar de
44. Honorio Delgado

hacer lo que ordinariamente hacía, tomar un ducha, vestirme, salí de mi


habitación en pijama, pero con la velocidad de un rayo. Corriendo atra-
vesé toda la casa y me salí de ella; una vez en la calle corrí, corrí con fa
misma velocidad de antes, sin darme cuenta de los obstáculos, sin repa-
rar en nada; no sentía cansancio ni escuchaba a nadie. Así corrí muchas
. cuadras-hasta que me alcanzaron unos amigos y me detuvieron. Recién
allí fue donde sentí agotamiento, pero estaba como inconsciente· sin dar-
me perfecta cuenta de las cosas. Después que me aconteció todo lo que
acabo de contar, mi familia decidió internarme aquí. Yo nunca llegaría
~ explicarme cómo procedí así esa mañana. F'ue a un impulso que obedecí
sin reparar ni medir las consecuencias que· podía tener; no tuve un solo
instante para pensar en lo que hacía. Sólo sé que corría, corría como· un
rayo, sin saber adónde me dirigía, por dónde andaba ni con qué fin lo
hacía. Me porté como un verdadero autómata, como un inconsciente",

Entre los impulsos de esta clase y los motivados, la con-


ducta de los esquizofrénicos muestra todas las transiciones,
con la consiguiente participación de los desórdenes funda-
mentales propios de la psicosis. Así, uno de nuestros catató-
nicos nos refiere, en la convalecencia, que se metía al baño
completamente vestido "para eliminar la impulsividad" que
por momentos le dominaba. El mismo paciente explica sus
episodios de bulimia revelando que entonces "el acto de co-
mer con abundancia y rapidez significaba una manera de
dar curso a ciertos estados de cólera, odio, rencor, cuando no
de pena; significaba también la necesidad de eliminar la im-
potencia en que me hallaba para cumplir mi ideal" (que nun-
ca .se le presentó con claridad en que consistía). En este caso
los impulsos, objetivamente incomprensibles, se asemejan por
su fenomenología a los que estudiamos a continuación, aun-
que no coinciden con ellos.
2<> Los impulsos irresistibles sistemáticos, o manías, son
también actos propiamente inmotivados, pero con móvil que
puede presentarse a la conciencia, sea como mero impulso
directo y avasallador hacia una acción precisa, específica,
sea como deseo apremiante de desahogar un destemple inte-
rior y creciente en forma de una ejecución determinada. En
el primer caso prepondera la intención objetiva, en el segun-
do el estado subjetivo. En ambos casos interviene la dispo-
sición de la personalidad, el desequilibrio de la actitud ínti-
ma. Además de las anormalidades sexuales que tienen este
La Voluntad

carácter y de las cuales nos hemos ocupado antes, * se des-


tacan entre las de mayor momento las siguientes variedades:
a) toxicomanía b} cleptomanía, e) dromomanía, d) piroma-
nía, e) impulso homicida. Indicaremos lo esencial de cada
una, agregando algunas observaciones acerca de otros impul-
sos anormales.

a) En la toxicomanía la falla de la voluntad del sujeto


pone de manifiesto su dependencia respecto de un agente (al-
cohol, morfina, cocaína, veronal, aspirina, etc.), dependencia
que se agrava a causa del penoso estado de carencia que en-
gendra el hábito y la adaptación orgánica, manifiesto cuando
no se renueva el consumo del tóxico. Así se forma un círculo
vicioso que exacerba la avidez y a menudo la necesidad de
aumentar las dosis para lograr efecto semejante, cuyo apre-
mio, por regla, no se mitiga a pesar de la convicción del daño
sufrido en forma de decadencia somática y moral. El toxicó-
mano, vencido por el hedonismo, se entrega a la simple con-
dición del momento; la meta. perseguida es el fugaz estado
afectivo vital con euforia, aturdimiento, excitación de la fan-
tasía o del ánimo, apaciguamiento interior, embriaguez, alu-
cinación o sueño. Las condiciones genéticas de la toxicoma-
nía son múltiples, con frecuencia varias consteladas en el
mismo sujeto: en primer lugar, inferioridad constitucional,
somática y anímica, que predispone a la flaqueza del carác-
ter, la inmadurez de la voluntad, la pasividad, la cobardía
frente al dolor físico y las durezas de la vida etc. En segun-
do lugar, condiciones del ambiente que favorecen insatisfac-
ciones instintivas, la superficialidad, la desorientación espi-
ritual; seducciones, tentaciones, exposición profesional, etc. A-
demás, como entre las consecuencias del uso o abuso del tó-
xico está la mengua de la voluntad y del sentido de la reali-
dad, la insuficiencia primaria -hereditaria y a menudo fo-
mentada por la mala educación-lleva a apreciar un bien fac,
ticio cuyo disfrute rebaja la resistencia frente al hábito ad-
quirido.

* "Psicología general y psicopatología de las tendencias instintivas",


Revista de Neuro-Psiquiatría, 1938, N9 3.
46 Honorio Delgado

Merece indicación especial la dipsomatiia, pues en su ma-


nifestación no interviene el hábito. Consiste en la propensión
al abuso de bebidas alcohólicas por cortos períodos -algunos
días-entre los cuales el sujeto puede vivir satísfactoríamen-
te en abstinemia. El dipsómano se entrega al alcohol movi-
do y forzado por un estado de ánimo muy penoso que cesa
con la intoxicación alcohólica, durante la cual su conciencia
se anubla en grado que varía con las personas. El período mór-
bido termina bruscamente, a menudo después de un sueño
prolongado, con subsecuente amnesia, de grado también va-
riable. La recaída es fatal, a despecho de los propósitos del
sujeto durante la etapa normal, que puede durar años.
b) La cleptomanía es la propensión a gozar con el acto.
de apoderarse de objetos ajenos, sin dar importancia princi-
pal al valor de los objetos miamos. Se trata de una reacción
psíquica condicionada por la estructura de la personalidad
misma y eventualmente por factores somáticos. Esto último
ocurre eri diversos casos de enfermedades con lesión cerebral.
El factor somático interviene subsidiariamente bajo la forma
de predisposición periódica debida al ciclo menstrual, como
lo demuestra la gran frecuencia de la cleptomanía de la mu-
jer en los días correspondientes. Por lo demás, este impulso
es casi propio del sexo femenino, y las características de la
personalidad del cleptómano puro (no sintomático de enfer-
medad cerebral o mental) es el natural pasivo, la sensibilidad
más o menos afinada y la propensión al juego con el peligro.
El acto mismo es la caída en una tentación en que se mezcla
el placer del envilecimiento con apariencia engañosa de ha-
zaña.

Ilustra la variedad condicionada por influencia somática el caso de


una epilépt'ica de nuestra observación, hija de familia acaudalada, en la
cual abundan las personaliddes anormales. ,,.A la aproximación de la re-
gla-nos comunica la madre-su carácter adquiere marcada acritud, ten-
dencia a la tristeza, al pleito, a la desesperación. Mluchasveces tiene im-
pulsos sexuales que se manifiestan sin distinción ni de sexos ni de clase
social. Entonces, apasionada e insensatamente sustrae, die quien sean, las
cosas, las esconde o las arroja en paquetes, como ocurrió últimamente
con dos anillos. Tendencia a ver enemigos en nosotros, cuando tratamos
de evitar estos actos inconvenientes ...
La Voluntad 47
El tipo de la cleptomanía genuina se realiza en el caso observado por
GABRIEL y KRATZMANN, que reproducimos : "B. F., mujer, soltera,
de 18 años, estudiante judía de familia adinerada, pícnica. De inteligen-
~ia mediana, sin interés por nada. Hermano sumiso para el trabajo, men-
tiroso, tipo acentuado de negación. ·B. F. es muy sociable, goza con las
conversaciones superficiales, especialmente cuando tienen un tono erótico
marcado. Desprovista de espíritu de compañerismo. Desde los 14 años está
en estrechas relaciones con el otro sexo, coquetea mucho. Más o menos
-desde los 15 bebe y fuma mucho, pero sólo en compañía. Es vanidosa, se
- acicala mucho, ociosa, gusta de hacerse interesante. De pequeña mostró
propensión a la mentira fantástica y al engaño. Así, p. e., durante sema-
nas llevó flores a su preceptora de la escuela pública para conseguir su
amistad. Despus se puso en claro que todas esas flores las había pedido
a nombre y a cuenta de la preceptora. Sus vecinas. en la escuela a me-
nudo perdían algo que "por casualidad" B. F, encontraba y devolvía.
Esto último sucedía sólo cuando ella no podía hacer otra cosa. Si no se
daban cuenta de sus sustracciones, ella cargaba con 01 'despojo. Gradual-
mente aumentaron los hurtos, tanto en frecuencia cuanto en valor -d.e los
objetos. Pronto su propensión fue conocida en el círculo· de sus amista-
-des, y cuando a uno se le había perdido algo, ocurría directamente a ella
para reclamarlo. Con frecuencia lo devolvía diciendo que lo había encon-
trado "por casualidad" y sin dar más razones. Así, p. e., a los 16· años
fue de visita a casa de una amiga donde la profesora había olvidado un
.anillo, Lo vió B. F. y se apoderó de él, ocultándolo sin que la observasen.
Apenas se advirtió la desaparición del anillo (al día siguiente) fue la ami-
:ga a casa de B. F. y con gran sorpresa ésta lo halló en su bolsa de mano
y lo devolvió.sin embarazo, admirándose de cómo pudo llegar la joya a su
bolsa. En otra ocasión, hallándose en el campo de tennis, vió una bicicleta
y en ella se fue a su casa. Ahí la colocó, como si fuese propia. Al ser
buscada y hallada, aparentó no poder explicarse-cómo podía haber llegado
la bicicleta a ese lugar. B. F. sufre con frecuencia de alteraciones del
estado de ánimo, durante las. cuales se aleja de sus. amigas y está maní-
.fiestamente irritable. Encuentra intolerablemente aburrida su manera de
vivir. Entonces aprovecha todas las ocasiones para robar.

e) La dromomanía, poriomanía, automatismo ambulato-


rio o fugas, es la tendencia a caminar, a cambiar de lugar, a
alejarse, con lo cual se logra apaciguar un desequilibrio aní-
mico endógeno a la vez que -condicionado por la situación per-
sonal, en proporción que varía de un caso a otro, lo mismo
·que su calidad de hecha periódico o circunstancial. Como los
otros impulsos anormales, la dromomanía puede ser sinto-
mática (sobre todo· en la epilepsia, la histeria, la psicosis
maníaco-depresiva y la esquizofrenia) o genuina, que en mu-
48 Honorio Delgado

chos casos implica carácter histérico-sobre todo· los casos


más acentuados y complicados de otras propensiones mór-
bidas. En ambas formas suele acompañarse de estado cre-
puscular, lo que constituye la regla en la epiléptica y en la
histérica. La condición antecedente al acto de automatismo
ambulatorio es una marcada íntranquilidad'jhterior, con .irri-
tabilidad y vulnerabilidad frente a .las condiciones exterio-
res que aumenta hasta hacerse intolerable. Este estado sólo
encuentra alivio con el <'-'.~rnbio de lugar, con la fuga. Mien-
tras vaga el poriómano se libra de la presión gravosa, de la
tensión interior, sin que le importe mayormente los lugares
que atraviesa. La dromornanía puede constituir una reacción
aguda frente a una situación límite; en este caso las condi-
.cíones externas actuales juegan un papel considerable, aun-
que nunca exclusivo. A continuación resumimos un caso de
Gabriel y Kratzrnann correspondiente a una poriómana, a la
vez que dipsómana y mesalina, y después reproducimos la
historia de unR fuga histérica típica, observación de McDou-
gall, llevada a cabo durante la Guerra Europea- en la que·
se produjeron muchos casos semejantes.
W. M., mujer de 34 años, asténica, con dos tíos paternos alcohólicos
y una tía materna histérica. Poco después de la pubertad sufre una en-
cefalitis y cuatro años más tarde comienza a beber, a raíz de un fuerte
desengaño (descubre que su novio, con quien acabará por casarse, es un
estafador) ; a los excesos alcohólicos se unen los sexuales con varios hom-
bres. Después. sobrevienen las. crisis de dipsomanía y ai fin se presenta.
la poricmanía. A veces una y otra van unidas, a veces la poriomanía ocu-
rre en plena abstinencia. El esposo es un hombre brutal que la deses-
pera. Se queja de una inquietud interior, que precede a sus fugas.En los.
últimos años siente, la necesidad de comunicar a los demás su desazón,
habiendo sido antes muy reservada. Desahogándose verbalmente se tran-
quiliza y cesa el afán de ambular. En cambio, toda limitación forzada.
refuerza su impulso anormal. En sus fugas sólo tiene un sentimiento:
"¡Lejos, lejos!" No piensa adonde!va; sólo se preocupa de no ver a nadie
con quien deba hablar, sobre t()\1.9 n9: quiere encontrarse con ningún co-
nocido. Si ocasionalmente. toma un tranvía para alejarse le parece que
éste marcha muy le~tam.ent~.' En una oportunidad, movida por la falta.
de dinero ocurre a soli~itarlo· pr~stado a una conocida; sin lograrlo, se·
encuentra casualmente con su hermano, que le da una moneda a fin de
que coma algo. Esto ocurre a las 2 de la tarde. No recuerda lo que¡ ha
hecho desde esa hora hasta las 11 de la noche. Horas después, en la ma-
La Voluntad 49

drugada, es examinada por el médico del asilo para bebedores, que ella
frecuenta, quien verifica, incluso por el análisis químico de la sangre,
que W. M. no ha bebido. Momentos antes de este acceso de dromomanía
se presentó el período menstrual y, en la fase que recuerda &e el, tuvo
1

excitación sexual.-
"Un sargento de raza negra, largo tiempo en servicio, es comisionado
para llevar un despacho· de un lugar a otro del frente de guerra, mon-
tado en una motocicleta. Súbitamente se encuentra, algunas horas des-
pués de su partida, conduciendo la motocicleta a través de las calles de
un puerto de mar, ciudad ubicada a algunos cientos de millas del frente
de guerra. Se sintió profundamente desconcertado y, con el fin de evi-
tar la sospecha de deserción, se entrega a la policía militar. Permaneció
incapaz de dar ninguna información acerca de su largo viaje a partir de
un punto próximo al de salida. Después de pasar por varios hospitales llegó
a mi cuidado. No tenía más sintoma que la amnesia relativa al consabido
lapso de pocas horas y cierta depresión y falta de confianza en sí, como
resultado natural de las circunstancias en un hombre de sus buenos an-
tecedentes y .de posición responsable. Habiendo fallado Ia investigación
en estado de vigilia, para vencer la amnesia .ensayé el hipnotismo y la
amnesia cedió de golpe; la barrera de disociación .fue dominada, y el pa-
ciente hasta en vigilia pudo recordar y describir todo el incidente : cómo
explosionó una granada cerca de él, arrojándole a tierra; cómo montó de
nuevo en la motocicleta y huyó hacia el puerto; cómo halló el camino estu,
diando las indicaciones de los postes y pidiendo información, etc. Resultó
claro que, aunque sus acciones habían sido conscientes, inteligentes e in-
tencionadas, su actividad consciente fue, de una especie restring·ida; pa-
rece no haber pensado acerca de las consecuencias de su acción, sino
haber sido guiado por el solo -y potente impulso de temor, tomando la for-
ma de un deseo de alejarse de la zona de, peligro".

d) La piromania o impulso violento de producir íncen,


dios, se presenta en personalidades de natural activo y agre-
sivo-psicópatas impulsivos, hipertímicos y explosivos-, pro-
pensos a la aniquilación y toda suerte de desenfrenos. Con
frecuencia entre los antecedentes de los pirómanos figuran
homicidios, tentativas de homicidio, tentativas de suicidio, tra-
to brutal a hombres y otros seres, poriomanía, etc. Moenke-
moeller ha verificado tal correlación en 74 de los 240 ca-
sos estudiados por él. Este mismo investigador considera
que el placer de contemplar el fuego no interviene sino ex-
cepcionalmente (en 13 de sus 240 casos) . Además de la pre-
disposición psícopátíca, intervienen como causas auxiliares de
la piromanía, los golpes del destino, la nostalgia, los fracasos
50 Honorio Delgado

amorosos, etc. La piromanía es afortunademente muy rara,


tanto la sintomática (epiléptica sobre todo) cuanto la genui-
na. Por 1o demás, no es pirómano todo incendiario, enfermo
de la mente o no. El pirómano experimenta una desazón in­
terior creciente que sólo se descarga con la realización del
impulso que lo neva a prender fuego. El sentimisnto de su
desequilibrio anímico a veces se atenúa con la embriaguez
alcohólica, que actuaría como agente de compensación; más
comúnmente el alcohol sirve para relajar los frenos de la in-
hibición normal.
Como ejemplo típico de piromanía resumimos· un caso de HANS
SCHMIDT (que tomamos de la obra de GABRIEL y KRATZMANN) : Un
joven de 23 años, inteligente, que durante 4 años tiene relaciones ínti-
mas con una mujer, casada con otro hace 2 años. Se compromete con una
joven, quien rompe el noviazgo por las maquinaciones de la. querida. A
causa de esto el sujeto cae en un estado de intensa excitación, que trata
de calmar entregándose a una vida disoluta, con excesos alcohólicos y
sexuales; intenta suicidarse. Al día ·siguiente de una crápula concurre,
como suboficial de bomberos, a apagar un incendio producido en la aldea.
Al medio día cohabita con la querida; en la noche, después de embriagarse
nuevamente y de regreso a su casa, prende fuego al granero de su padre.
14 días más tarde, también borracho y después de estar con la querida,
incendia el granero de su abuelo. Habiendo reparado que el impulso in-
cendiario se presenta y es irresistible cuando se halla alcoholizado, se pro-
pone abstenerce de la bebida. A la muerte del padre reanuda las liba-
cion es. Una tarde de visita nuevamente a la querida y habla y habla sin
cesar de la que fue su novia, inconsolable por la ruptura ·del compromiso
matrimonial; de regreso a su hogar se embriaga e intenta incendiar la
casa vecina a la suya, lo que no consigue, y se dirige al granero de su
mejor amigo, reduciéndolo a cenizas. Según su propia declaración, la ne-
·C€Sidadde producir incendios es en él avasalladora e incoercible.

· e) El imtnilso homicida se diferencia ele toda otra cla-


se de tendencia homicida por no tener motivo alguno, ni real
ni basado en una alucinación, un juicio anormal o cualquie-
ra otra clase de operación psíquica mórbida. Sin embargo,
hay casos en que el impulso homicida tiene la apariencia de
una venganza, como simple máscara o racionalización, capaz
de engañar al propio victimario. Sin constituir un verdadero
motivo, suele intervenir en la actitud del homicida por im-
pulso ciego cierto sentimiento de opresión o molestia frente
',______,-

La Voluntad 51

a los demás, sufrido a veces como un peso intolerable. Los


factores genéticos de este impulso-tan raro o más que la
piromanía- son de igual naturaleza que los de ésta, aunque
más acentuados: Ja misma violencia de carácter y hostilidad
frente al mundo, la misma debilidad de freno en la concien-
cia moral, pero con la tendencia a la aniquilación más direc-
ta, al ser humano mismo. Si interviene la ,cobardía, que ra-
ra vez falta en algún grado, mayormente en sujetos de débil
complexión física, entonces el medio usado para cumplir el
impulso es indirecto. De ahí que los envenenadores por im-
pulso irresistible pertenezcan en mayor proporción al sexo
femenino que al masculino. El impulso homicida puede ir
unido al placer sexual-no forzosamente sino como asocia-
ción de perversiones del instinto. Entonces el goce venéreo se
manifiesta sobre todo en la lucha con la víctima.
El caso estudiado por STRANSKY, que resumimos. en seguida, según
los datos de GABRIEL y KRATZMANN, es de los más típicos: S. G.,
hombre, de 34 años, asténico, de mediana inteligencia, impulsivo y de
temple lábil, que ha tenido dos episodios de estado crepuscular, sin motivo
reconocible secciona el cuello de su amigo P. mientras éste duerme. Am-
bos, el aesino y su víctima, pasan juntos la noche del hecho bebiendo en
varias cantinas hasta las 2 de la mañana; pasean juntos conversando apa-
ciblemente de cosas sin importancia, y al fin se detienen para echarse a
dormir junto a una pared. Duerme el compañero y G. no puede conciliar
el sueño. Súbitamente es "presa de una intranquilidad interior" y se apo-
<lera de él la idea de victimar al durmiente. Cuando se hubo convencido
de que no se vería importunado, todavía piensa : "Pobre diablo, debo
degollarte ahora". Aparte: "Ahora degüellas a P. y después te presentas
.a la policía". A estos pensamientos sigue de inm sdlato el hecho: introduce
-el cuchillo en el cuello del durmiente hiriendo la carótida. A las 3 y 30
<le la madrugada, en seguida del hecho sangriento, G. se entrega a la gen-
darmería. Nada llama la atención en su persona, completamente tranquilo,
asequible, afable y despejado. No demuestra el menor arrepentimiento. Le
parecía "como si en realidad eso no hubiera sucedido". Contra el impulso
homicida había luchado, inquieto e, impotente, algunos minutos antes de
cometer el delito. Fue como si se hubiese apoderado de él una fuerza su-
praterr ena, No obró la menor animadversión contra P., ni pseudopercep-
cienes ni ningún otro sentimiento o idea. En prisión, una vez puso sobre
aviso a un compañero nocturno, pues volvió a experimentar en sí la mis-
ma tentación. En dos ocasiones más, siempre de: noche, fue, acometido de
',''un sentimiento· de inquietud interior, como si debiese matar a un dur-
miente", en ausencia de toda alucinación. 2 años después dsl degüello de ,
52 Honorio Delgado

P., estando ya en libertad, se presenta a la policía de seguridad a causa


de "experimentar una vez más angustia vaga y una gana imprecisa de
tener que matar a alguien", hallándose bajo los efectos del alcohol. En
este caso los únicos antecedentes patológicos, aparte de los indicados al
principio son inhabituales descarríos, como expresión de fallas momen-
táneas del dominio de la razón sobre la vida instintiva facilitados por
efecto del alcohol, a cuyo consumo se eñtrega de manera periódica. No se
verifica ningún antecedente hereditario, A raíz del hecho los peritos sos-
pecharon una esquizofrenia incipiente, pero 3 años de observación ulte-
rior permiten a STRANSKYexcluir este diagnóstico, así como el de epi-
lepsia.

f) Los impulsos anormales que hemos estudiado en los:


acápites anteriores corresponden a modalidades que .se des-
tacan en la infinita variedad de maneras de ser personales
y de fenómenos anímicos que ofrece la humanidad al análi-
sis del psicopatólogo. Naturalmente ninguno puede ser con-
siderado como una entidad mórbida, sino como una reacción
más o menos típica dentro· de la dinámica de los desórdenes
de la voluntad: cada uno es un impulso desorbitado que se
destaca en el juego de las tendencias. De ahí- que no sea ex-
cepcional que en el mismo sujeto coexistan o se sucedan dos
o más manías diferentes. De ahí también que haya otras mu-
chas cuya manifestación s·ea menos típica que las estudia-
das. Así existen ciertos actos que caen dentro del grupo aun-
que se observe manif estaciones objetivas similares ora entre
los mpulsos disparatados ora entre las acciones compulsivas,
En efecto, de ordinario, el impulso a destruir los vestidos, se
presenta en los esquizofrénicos sin que haya el menor pro-
pósito consciente y mucho menos el deseo de realizarlo; sin
embargo, en algunos casos el impulso, sin dejar de ser in-
contenible, es consciente, se presenta con un móvil inmedia-
to y avasallador, como demuestra el testimonio de uno de
nuestros pacientes de personalidad anormal:

Al interrogarlo acerca de la propensión a desgarrar su ropa, el sujeto-


responde: "No lo puedo evitar, lucho mucho por contenerme".-Cuando·
viene el impulso ¿trata Ud. de contenerse?-"Cuando viene, viene no-
más".-¿Ha logrado· Ud. alguna vez no llegar a romper?-"Nunca".-
¿Es decir que rompe siempre?-"Siempre, doctor".-¿Y Ud. no puede de-
morar la realización del impulso?-"No puedo demorar; después me vie-
La Voluntad 53

ne un sudor por todo el cuerpo, los pies los siento fríos y a veces hay tem-
blores" .-¿Antes qué siente Ud?-"En el cerebro parece que me halara
algo; eso es antes, viene el impulso y después me quedo han quilo".-Ade-
más del tiramiento no hay otro impulso.-"No, doctor".-¿No hay cóle-
ra-"No".-¿No experimenta Ud, ninguna emoción?-"Sin emoción, doc-
tor".-De modo que Ud. es impotente para evitar la rotura; es como· si
Ud. viera caerse un hombre de una torre y por mucho que quisiera con-
tenerlo, no podría, ¿sí o· no?-"Sí doctor, así doctor". (Cuando recién
ingresó este enfermo al servicio a causa de sus impulsos destructores fue
instalado en la sección de clinoterapía, donde rompía hasta el colchón y,
cuando alguien se le acercaba, intentaba desgarrarle los vestidos; además
era agresivo, mejor dicho, tenía impulsos de agresividad y cuando se tran-
quilizaba pedía disculpas diciendo : "Perdóneme, señorcito, son mis ner-
vios").

Ejemplo de impulsos sistemáticos con móvil consciente,


que se asemejan objetivamente a los actos compulsivos sin
tener su esencia, es el que a continuación exponemos. Se tra-
ta de una neurópata (histérica con acentuados rasgos asté-
nícos), dotada de apreciable capacidad de auto - observación,
que además del impulso incontenible expone sus temores in-
sensatos a base de una experiencia que linda entre la con-
vicción corporal sin sensación y la delusión conviccional pu-
ra:

La paciente en tono desesperado· relata lo siguiente : "No sé lo que


me pasa, tengo miedo de morirme o volverme· loca, me dan ganas de salir
corriendo y lo que más me preocupa es que, me rompo la ropa y después
tengo que gastar en reponer lo que rompo y como soy pobre no me es
fácil. Es como si no estuviera en mí ; teniendo yo mi conocimiento parece
que otra persona actuara en mí por lo que no puedo contenerme, siendo
yo misma la que rompe no soy yo la que quiere romper. Yo no tengo lavo-
Iuntad, el deseo de romper puesto que no me· conviene; es una cosa rara
una fuerza extraña que estando en mí no depende d.e mí. Procedo como
testigo de· lo que yo misma hago y luego me increpo, y en una nueva
falta, teniendo la experiencia del perjuicio que me hice la vez anterior,
vuelvo a caer en lo mismo; por más que quiero y lucho por evitar y con-
tenerme la fuerza que. me obliga romper es más poderosa. Siento la de-
sesperación que causan ciertas escenas del cinema, por ejemplo, cuando la
niña o el joven (la heroína y el héroe de las películas policiales) van a ser
cogidos o se van a volcar cuando están. escapando· del enemigo ya los va
a coger en una emboscada, cuando el joven está. luchando en un castillo
e lo arrojan desde la altura; esa sensación de desagrado, .de pena que se
54 H onorio Delgado

siente ante lo que quisiéramos evitar, por ejemplo, que el joven no se ca-
yera o que el coche no .se volcara.; Ia sensación que se sucede no es igual
a la que queda después que asistimos al fracaso de nuestros favoritos del
cinema porque al fin y al cabo sabemos que eso es mentira, yo me quedo
desconsolada, verdad más tranquila porque ya no siento esa tensión, pero
con remordimiento', con cólera ante mi falta de voluntad para. contener
aquellos arranques que me perjudican. Esos ataques de· nerviosidad me
duran 3 ó 4 horas y en ese. tiempo a veces estoy luchando por no des-
pedazar mi ropa, hasta que me vence esa fuerza, que me hace pensar que
hay alguien en mí que contra mi voluntad me hace perjudicarme, claro
que no voy a aceptar. que otra persona se va a meter dentro :de mí para
proceder en contra de lo que yo quiero conservar, Casi siempre 'rompo
lo que está más cerca de mí aunque nunca he roto más que mi ropa, a
veces he querido romper las sábanas pero he podido contenerme'; he roto
solamente mis trajes, una sola vez mi camisa de dormir. Otras veces he
mordido a mi marido, no muy fuerte,y le he dejado o he, suavizado 'esos
impulsos cuando me ha hablado y se ha defendido, parecía que me hacía
volver a mi juicio. En otras ocasiones me muerdo y me araño, también
me he mesado los pelos.
"Otras veces se me pone que alguien se ha metido a mi cuarto y que
me va a matar o que me está espiando para aprovechar de que estoy sola
y matarme; no temo la fornicación sino el que me maten. Se me pone tan
fijo en la cabeza, que siento que alguien se ha escondido y a veces trato
de no voltear la cara por temor de verlo, y así con gran miedo salgo hasta
la puerta despacito, corno que quisiera que no me sienta salir, para correr
cuando he llegado a la puerta. Otras veces, cuando estoy acostada. y sien-
to esa sensación, comienzo a hacer mis planes para salvarme o defen-
derme por medio de la fuga a tiempo; una noche que me puse así hice
que mi marido se levantara y fuera a buscar a la persona que yo creía
que se había escondido para matarnos: él buscó en los sitios en quei yo .
creía que estaba escondido· el individuo para matarnos a los dos; hubo
un momento en que me quedé sola y sentí como que se me acercó para
agarrarme y hasta creí verlo e involuntariamente me volví para defen-
derme, pues sentí como que ya se acercaba sin hacer ruido para victi-
marme. Otras veces, cuando siento esa sensación, a pesar de que mi ma-
rido ha tratado de convencerme de que eso que siento no es sino efecto
de mis nervios, trato de hacerme la desentendida pero poco a poco voy
poniéndome más nerviosa y teniendo más convencimiento de· que eso· es
realmente cierto (el que hay un hombre, nunca una mujer ni un animal,
escondido en algún rincón de su casa, hombre· que casi siempre cambia
de sitio), así es que como he demorado en salirme de la casa, por unos
instantes más me hago la desentendida, pero ya no con el fin de . <lesa.
char la idea, sino para despistar al que me asecha y escaparme en la me-
jor oportunidad. Varias veces también lo he sentido debajo de la cama;
aunque nunca he visto nada ni he encontrado ningún rastro, no puedo
La Voluntad 55

acostarme ni quedarme sola en la casa sin antes haberme cerciorado de


que las ventanas y las puertas están seguras y sobre todo de que no hay
nadie en los sitios que creo que se esconde esa persona que me quier s,
matar. No la conozco, sé que no tengo enemigos ni quién me quiera mal;
muchas veces momentáneamente me he convencido de que son mis ner-
vios los que me hacen sentir esas sensaciones, pero en el momento que las
siento no puedo' creer que eso se, deba a mis nervios solamente, siento
claro como si estuviera en determinado sitio y espiándome; no lo veo ni
en la imaginación, pero siento como que estuviera ahí ocupando un sitio".

8. El Estupor ·'3S· un estado que a la ·:;xtrospección se ca-


racteriza por la falta de movimientos; una inactividad espon-
tánea cuyo término no se puede provocar, como si el pacien-
te se aislara del mundo exterior. Incluso estímulos dolorífí-
cos muy fuertes (pinchazos, descargas eléctricas, de.) apcnus
si provocan movimientos casi imperceptibles. El paciente, mu,
.do y sin expresión mímica alguna, salvo algunas veces cierto
pliegue de la frente, casi no da señales de vida mental. Es
excepcional el caso de que esta inmovilidad coexista con la
expresión verbal, hasta los gritos. Corno veremos después, no
en todos los casos la apariencia corresponde a la realidad in-
terior. Cuando el estupor es la consecuencia de un avanzado
apagamiento de las tendencias instintivas, corno ocurre a ve-
ces en la encefalitis letárgica, en la parálisis general y los
tumores cerebrales, o externo trasunta la condición subj eti-
va. En el estupor melancólico la vida mental está inhibida:
son muy débiles o no llegan a surgir los motivos, y todos los
factores de la voluntad-tal vez la decisión más que los o-
tros-están dificultados; pero el impedimento de la acción
se diferencia sólo por grados de la simple depresión. Se com-
para la inhibición depresiva con una rueda de movimiento
dificultado por una presión y el estupor catatónico con una
rueda dentada cuyo movimiento fuese interrumpido por la
Introducción de una barra en el engrana] e. En el melancólí-
co se produce el estupor cuando la inhibición llega al extre-
mo, cuando se alcanza el grado máximo de improductividad.
Muy distinto del estupor melancólico es lo que ocurre en la.
rara forma de la fuga de ideas y exaltación afectiva con mu,
tismo y quietud absolutos. o sea el estupor maníaco. En este
caso-además de lo que hemos indicado en otro lugar *- in- .
.56 H onorio Delgado

.terviene la falta de atención, que da al paciente el aspecto


de que tuviese la conciencia anublada. "Aquí, -obs·2rva H(JS··
troem-> como en el ensueño los pensamientos van y vienen,
sin que puedan ser elaborados voluntariamente y sin que ten-
gan la menor expresión motriz". En el estupor psicoqeno o
histérico, según la situación del sujeto, puede haber una vi-
da interior más o menos activa, pero muy probablemente
menos activa que en condiciones normales, por la misma al-
teracíón de Ia conciencia en que se presenta tal estado. Ade-
más, en el estupor histérico, que puede comenzar de manera
brusca o gradual, prolongándose o repitiéndose de tiempo en
tiempo, el sujeto cambia de posturas y permanece siempre
con los ojos cerrados.
Mas el estupor por excelencia, el "verdadero", es el es­
tupor catatónico, en el cual parece que la inactividad no es
intencional sino primariamente dada, aunque la observación
muestra que en algunos casos se presenta como reacción a
una influencia exterior- como respuesta negativista. El es-
tupor catatónico termina bruscamente, con o sin un episodio
de agitación. En lo que atañe al aparato motor, se presentan
dos formas: con contracción muscular y con flaccidez. En la
forma flaccida bastante rara, por Io regular el paciente no
conserva Ia actitud que pasivamente se da a su cuerpo y los
movimientos pasivos no encuentran la menor resistencia. En
la forma tónica o, si se puede decir, espástica, la actitud
provocada suscita una reacción consistente en el aumento del
tono. Si se pone en pié al sujeto con estupor fláccido se dc:s-
ploma por flexión de los miembros; en la forma tónica se
mantiene en pie, inmóvil y, como sucede en otras posicio -
nes, en actitud a veces muy incómoda; si se introduce ali-
mento en Ja boca, éste permanece indefinidamente sin ser
deglutido .. si no cae al exterior. Cuando hay hipertonía mus-
cular- lo frecuente en el estupor catatónico -su presencia es
espontánea o reactiva y alterna con momentos de tono nor-
mal o hipotonía . Rara vez se trata de una hipertonía ge -

* "Psicología general y psicopatología del pensamiento y la imagi-


nación", Actualidad Médica Peruana, 1936, N9 l.
La Voluntad 57

neralizada. Lo frecuente es que comprometa más los fle-


xores que los extensores, y que se localice en determinada re-
gión; particularmente, en. algunos músculos. de la cara o del
cuello y en la extremidad proximal de los miembros. En
la mayor parte de los casos no es posible diferenciar la ten-
eión muscular catatónica de la inervación activa normal. La
duración de la hipertonía en general es prolongada, pudiendo
interrumpirse y reanudarse bruscamente después de un in-
íervalo variable. Ls más tenaces son las de los maestros, según
Bostroem , Este mismo observador ha verificado en raros ca-
sos la hipertensión de las extremidades superiores con simul-
tánea hipotensión de los inferiores y Kleist señala la manifes-
tación del aumento de tono en un lado del cuerpo con hipoto-
nía del otro. En lo que respecta al estado mental del catató-
nico estuporoso, lo esencial es el estorbo o detención que su-
fre el ejercicio de la voluntad. Una observación cuidadosa
permite verificar ~n muchos estuporosos reacciones que no se
manifiestan en el caso del sueño y del llamado estupor letár­
gico. En efecto, a las preguntas y exigencias del médico se
puede advertir una veleidad de reacción en forma de expre-
sión mímica, de tensiones musculares o cambios circulatorios
de la cara-testimonio del esfuerzo voluntario que se frustra.
Son tentativas de inervación que no logran exteriorizar el co-
nato subjetivo, 'como si se interpusiera un imp·edimento in-
salvable a la producción del acto volitivo. Por otra parte, en
veces el paciente es capaz de algunas acciones e impotente pa-
ra lograr otras, sin que haya relación de las primeras con el
carácter de simplicidad, facilidad o hábito, pues incluso los
movimientos involuntarios no se realizan: el enfermo puede
hablar, p e., y le es imposible espantar las moscas que le ca-
minan por los ojos. Asimismo, suele observarse que el pacien-
te, como si fuese consciente del obstáculo, cuando tiene la vía
libre para una acción la realiza precipitadamente, temeroso
de que sobrevenga la interrupción. Al estorbo que sufre la
voluntad -como se comprende- van unidas o. no otras per-
turbaciones, lo cual varía con los casos. Así, durante el estu-
por algunos pacientes son capaces de aprender y elaborar lo
que pasa en torno suyo y lo rememoran después con detalles.
58 H onorio Delqado

En cambio, otros son incapaces de recordar nada de lo acon-


cído en los momentos de estupor; a pesar de esforzarse, no
recuerdan qué pasó en su mente en tal condición, como si su
experiencia hubiese estado vacante. Por último, en otros pa-
cientes es posible verificar a posteriori penuria relativa de
experiencias vividas, sin ninguna perturbación de la concien-
cia o, por el contrario, con embotamiento y aun con estado li-
geramente oniroideo y hasta con alucinaciones más o menos
simples y perseverantes. Por causa de la psicosis misma es.
difícil averiguar la verdadera condición íntima del sujeto,
pues las ideas sobrevaloradas y los falsos juicios hacen ínter-
pretar lo vivido de manera deformante. Según C. Schneider
los estados estuporosos con riqueza de vida interior se presen-
tan a menudo en individuos de natural activo, de inteligencia
y cultura elevadas. Las experiencias de interrupción del estu
por con inyecciones de cocaína, a pesar de las verificaciones
de Berger y Fleck, no aclaran el problema de la vida mental
del estuporoso. Respecto de la génesis del mismo, todavía
nada preciso conocemos. Sin embargo, parece evidente que
en muchos casos el estupor catatónico, frecuentemente con
perturbaciones circulatorias y de la motilidad pupilar, es ex-
presión del compromiso del aparato cerebral de los movi-
mientos. C. Schneider considera como factores accesorios y
eventuales los estados emotivos (angustia, espanto)' el tempe-
ramento individual, proceso neurológico localizado en los nú-
cleos de la base (probablemente favorecido por la constitu-
ción), la índole del proceso psicósico. Naturalmente, la cau-
sa esencial es la psicosis misma, cuya génesis somática hoy
no se puede negar. Pero el problema es explicar por qué se
presenta eJ estupor en un reducido número de casos y por qué
se hace más raro con la ergoterapia y las influencias de orden
anímico anexas a la terapéutica activa de las psicosis. De
la misma suerte que el estupor se manifiesta tanto en las psi-
cosis sintomáticas (por lesión, infección o intoxicación del ce-
rebro) cuanto en la histeria, esto es, por vía somática y por
vía psicógena, en ciertos casos_o condiciones del proceso es~·
quizofrénico lo psíquico puede ser de algún momento para la;
actualización del estado estu poroso.
La Voluntad 59

Un ejemplo demostrativo de la riqueza de vida Interior en el estupor


nos ofrece uno de nuestros catatónicos, que durante toda su enfermedad,
con mutismo rar_a vez interrumpido, no expresó nada que permitiera con-
jeturar vida anímica, y quien al convalecer nos obsequió dos gruesos cua-
dernos llenos de recuerdos, bien pergeñados, de la experiencia mórbida.
En lo que atañe al estupor viene al caso lo que anota al fin del relato
siguiente: "Las visitas médicas tenían para mí un carácter religioso, pues
constantemente creía oír decir al doctor "Yo amé a mi Eva". A menudo
me fijaba en la camisa del doctor, a ver si tenía rayas verdes-color de
mí simpatía-, y en el terno, si era obscuro; otras veces dirigía la mirada
al paño que tenía en el mandil, el cual significaba para mí el producto de
un ahorro de leche'. Quizá esto se debía a que se descuidaban de proveer-
me de pañuelos. Otras veces detenía mis miradas- en el anillo que: tiene.
Cuando una vez me levantó los párpados (se hallaba en estado estupo-
roso) creí que me hacía pecar por la luz, lo cual me molestó interiormente".

9. La repetición inmotivada, rítmica o episódica, de ac-


tos, sean puramente mentales, sean psícomotores, se manifies-
ta con variados caracteres en el individuo normal y en el en-
fermo. Los nombres con los cuales se designa tales manifes-
taciones son múltiples y discordes en la psicopatologia actual.
En nuestro empeño de precisar el significado de los términos
técnicos, con la delimitación más rigurosa que sea posible
tanto en lo que denotan cuanto en lo que connotan, tratare-
mos de seguir en cada caso el criterio más lógico, sin descui-
dar el prestigio anexo al uso de las palabras. Llamamos I te­
ieraeiáti toda repetición con los caracteres antes indicados. Por
tanto en los niños y en el adulto fatigado o preocupado con
una idea -con más frecuencia los introvertidos y leptosomos
que los extravertidos y pícnicos, según lo ha verificado Ach.
Comprende asimismo los movimientos y expresiones monóto-
nas que repiten sin variación los enfermos con las mas diver-
sas lesiones cerebrales, incluso la palilalia y la logoclonia. A-
cerca de estas últimas se ignora si son iteraciones meramente
somatógenas o si se originan con el concurso de factores psí-
quicos. Sin embargo, Roenau incluye la palilalia entre las
perseveraciones que él llama clónicas o motoras, con un con-
cepto que no concuerda con nuestra definición de estas anor=-
malidades. La palilalia, característica de los estados post-en-
cefalíticos, consiste en la repetición múltiple de la misma pa-
60 Honorio Delgado

labra o frase. La logoclonia, síntoma casi patognomónico de


la demencia presenil tipo enfermedad de Alzheimer, es la rei-
teración de la última sílaba de las palabras, v. g., "Comida-
da-". Otra forma especial de iteración es la monotipia, aís-
lada por Klaesi de la estereotipia. Comprende los movimientos
repetidos que realizan los idiotas, como mecerse bambolearse,
etc., mera manifestación de una tendencia primitiva, faltos de
sentido tanto actual cuanto retrospectivo. Por último, tene-
mos la perseveración y la estereotipia, las dos formas más di-
f erenciadas de la iteración.

Caso de monotipia es e.l que nos ofrece la observación de un imbécil


de. 10 años, mudo y erético. Da gritos estridentes, con expresión de dis-
gusto, que alternan con otros gritos durante los cuales· la expresión es pla-
centera. En tales circunstancias hay exaltación de la actividad motriz en
forma torpe, desordenada, modosa, con maníflesta energía de los movi-
mientos, pero sin finalidad apreihensible : flexiones, extensiones, saltos,
desplazamientos y carreras incoherentes, sin verosimilitud de efecto, sin
concordancia con las contingencias exteriores. En los intervalos de las
crisis anotadas-que se suceden con notable similitud- su estado ofrece
estas características: indiferencia, posición en finta hacia adelante, la
mano izquierda hacia atrás, colocando el puño ·en la región lumbar o coxo-
femoral, la mano derecha cogiendo· el cabello, y movimiento de vaivén,
con elevación leve de las piernas, de atrás hacia adelante (como si estu-
viera en una mecedora). El ritmo y la oscilación del movimiento de este
enfermo son uniformes. Ningún motivo exterior, intencional o cir-
cunstancial, ni la pluralidad de· las suscitaciones del ambiente que· le ro-
dea (juegos de los niños, individuales y colectivos, obsequio de alimentos,
dulces, invitaciones, agresiones, etc) logra modificar en lo menor esta
monotipia, que en veces se prolonga durante una hora o más, También
se ha notado, esporádicamente, que acompaña una entonación musical con
las siguientes expresiones : "Chíqui-chaca, chiqui-chaca", Es importante
también su irrefrenable tendencia a oler todo lo que se le da o encuentra
en su camino: objetos y personas: se le hace oler amoníaco· más de· 20·
veces en una sola sesión; reiteró su tendencia, pese a los notorios estra-
gos que le causaba tal elemento (Ios niños curiosos que se acercaron no
intentaron oler una segunda vez). No pasa un solo día en que no pre-
sente el cuadro descrito.
Entendemos por perseoeracioti la repetición debida a la
persistencia de un dinamismo psíquico de efecto motor, ver-
bal o sólo psíquico, más allá de su fin logrado, de suerte que
una intención que debió fenecer se sustituye a una intención
La Voluntad 61

presente, frustrándola, o subsiste activa sin motivo, sin verda-


dadera determinación voluntaria. Los movimientos, las pala-
bras, las representaciones o los conceptos se reiteran en
todas las formas y conexiones imaginables. Nuestra defini -
ción incluye las iteraciones producidas por mecanismo ex-
clusivamente somático, como ocurre en las simples repeticio-
nes mioclónicas y fij aciones mio tónicas. A este propósito con-
viene dar lugar aparte a la catalepsia o [lexibiliias cerea, por
ignorarse ·si tiene un fundamento anímico o sólo somático. Es
la condición en la cual el cuerpo del enfermo -particular -
mente las extremidades- conserva durante largo tiempo la
postura que se le da o la que el sujeto mismo asumió, sin po-
der salir de ella. Siguiendo a W ernicke, Bumke separa la
flexibilitas cerea de la pseudo] lexibilitas cerea; la primera,
que pertenecería sólo al síndrome estriado de la encefalitis,
sería de origen puramente orgánico e independiente por com-
pleto de las circunstancias exteriores; mientras que la segun-
da, propia del síndrome catatónico, implicaría siempre el con-
curso de factores psíquicos. Volviendo a la perseveración, te-
nemos que aunque entraña un dinamismo psicológico -la
impotencia de la voluntad para renovar el objeto desu ejer-
cicio-, su proceso genético surge de una deficiencia, sea or-
gánica, sea funcional, lo cual contribuye a que sea sufrida de
modo 'pasivo por el sujeto. De ahí que se presente tanto en
los desórdenes por lesión focal o difusa del cerebro, como en
la afasia, la ceguera psíquica, la parálisis general, Ia arterio-
esclerosis cerebral, la epilepsia, etc., cuanto en los desórdenes
mentales sintomáticos de intoxicación, infección, agotamien-
to o traumatismo, y en las psicosis endógenas (esquizofrenia)
y en las neurosis (con estado crepuscular u otra perturbación
de la conciencia) . De ahí también que pueda observarse en el
hombre normal bajo la influencia de la fatiga o del sueño. A
continuación reproducimos el diálogo con un demente prese-
nil en ·estado de hípomanía, que tiene perseveracíón :
-¿Desde cuándo está aquí?-"Yo vine aquí. .. ¿hace? Yo he estado·
en el Country Club. Espere Ud. Hace 9 días!"-¿Qué es Ud. ?-"¡Hom-
bre ! Pero no me masturbo como ese M. (Momentos antes había hecho una
referencia a esto). Yo soy hombre no mujer como ese C., a quien Ud. ha
62 Honorio Delgado

traído aquí"-¿Quién es Ud?-"El Benvenuto Cellini. Yo soy (canta) el


del Mantón de· Manila, etc."-¿ Qué hace Ud. de día acá-'~¿Acá? El se-
ñor D. me hizo quitar la ropa (acontecimiento de días pasados). Yo soy
el de las Tapaditas, el de los Carnavales alegres".-¿ Cuántas veces ha
estado· Ud. aquí?-,-"¿Aquí? ¡Qué cosa es esto! ¿Esto es una clínica? ¡Mal
hicieron de ponerle el nombre de hospital "Víctor Larco Herrera". Esto
es un cuartel. Yo estuve haciendo el retrato de C. P. Yo soy el que ... "
-¿Qué edad tiene Ud?-"¿Yo? Mi historia es muy buena. Yo aparecí en
el Lago Titicaca. Yo he tenido, he sido buen poeta ... "-Desde la prime-
ra vez que vino Ud. hasta la fecha, ¿cuánto tiempo ha pasado?-" ¿Aquí?
''¿Aquí?" ¡Cómo!Pero qué cosa es esto. Esto es un cuartel. Yo hice el Co-
rreo. Yo hice maravillas .. Esto es un cuartel que hizo P. A. Yo hice el Co-
rreo".__.¿Cuándo quisiera Ud. salir?-" ¿De acá? Yo fui el de los. Carna-
vales alegres ... "-Dígame Ud. ¿Qué tal es la alimentación aquí?-"¿La
alimentación? Hoy no me han dado desayuno. Yo estuve en el Hotel
Maury. A Ud. le he conocido en el Country Club".-¿Está Ud. contento
acá?-"¿Acá? Yo he estado en el Club 9e la Unión. En el Club Nacional.
Yo he sido el de· los Carnavales alegres".

La estereotipia, uno de los signos más característicos de


la catatonía, es aquella especie de iteración en que los actos
o expresiones recurren con frecuencia variable, a menudo du-
rante un tiempo prolongado, cuyo contenido no tiene nexo
con la situación actual del sujeto y cuya realización no de-
pende de la libre iniciativa del yo ni del estado afectivo per-
sonal. Son acciones, actitudes, expresiones o pensamientos de
estructura que varía al infinito, de ubicación fenomenológica
dif'ícil : ni de actos voluntarios ni simple impulso o reacción,
se aproximan a las acciones habituales, sin tener la adecua-
ción objetiva o subjetiva de éstas. Pueden originarse en acciones
pr-evias con finalidad determinada, en relación con la vida psí-
quica normal o con la experiencia y la acción mórbidas, pero
sin conexión actual. Entonces se trata de residuos. abreviaturas
o deformaciones de cuyo origen no tiene conciencia el enfer-
mo. Incluso en los casos en los cuales se revela al sujeto el
por qué o la historia de su estereotipia, cambia inmediata -
mente o cesa ésta. Con Bostroem, eliminarnos fuera del cam-
po de la estereotipia las manifestaciones defensivas o relacio-
nadas en otra forma eón pseudopercepciones, falsos juicios y
estados de, ánimo actuales, así como reputamos inaceptable
el concepto de "alucinaciones estereotípícas" (Bleuler) . La
La Voluntad 63

actitud del paciente frente a sus estereotipias depende de las


particularidades de la psicosis misma. En el enfermo apático
no produce eco alguno, como si el yo fu ese ajeno a los actos
estereotipados ; en otros pacientes parece que éstos producen
perplejidad y en veces son sufridos penosamente, sobre todo
~i su. realización demanda esfuerzo corporal considerable.
Bleuler cree haber observado sujetos que tratan infructuosa-
mente de suprimir las manifestaciones de estereotipia. El tra-
tamiento activo y en general la concentración del interés del
paciente en algo real atenúa o hace desaparecer, a veces pron-
to, las estereotipias, como acontece con la mayor parte de los
síntomas de las psicosis =-hecho que justifica el concepto de
que muchos de los desórdenes de la acción en los enfermos
de la mente son en parte producto artificial de las condiciones
del ambiente. Esto mismo confirma que la estereotipia no es
mera perturbación neurológica- pese a los esfuerzos de Kleíst
para propugnarlo. Sin embargo, cabe hacer una excepción
para los casos con gran deterioro mental, en que lo que fue
estereotipia se empobrece de substancia psíquica hasta dejar
de ser al fin estereotipia. Pues, corno ha mostrado Leonhard
(en la clínica de Kleist), la estereotipia se simplifica notable-
mente en los catatónicos deficitarios, constituyendo la estereo­
tipia. monótona -qu~ mucho se asemeja a la monotipia-, de
la misma suerte que los movimientos expresivos de estos en-
fermos degeneran en mera intranquilidad paraquinética , Ba-
rahona Fernándes explica este hecho, común a las fases avan-
zadas de catatonia crónica, diciendo que la estereotipia decae
<lel plano psicornotor al de la simple motilidad, el acto aními-
co se transforma por grados en quinesia neurológica, parale-
lamente con el apagamiento de la actitud interna (del yo).
La esterotipia ofrece diversas formas : de movimiento, de
posición, de lugar, verbal, gráfica etc. La esterotipia verbal se
conoce con el nombre de nerbiqeracián, Se llama esterotipia
de lugar aquella relacionada estrechamente con los sitios. Y
se designa con el nombre de esterotipia de actitud la postura
que asume el enfermo en ciertas circunstancias. En casos de
esta última forma, cuando se prolonga durante mucho tiempo,
suelen producirse atrofias musculares o contracturas. Hemos
¡4 Honorio Delgado

verífcado este hecho sólo en el caso de un paciente : acorta-


niento definitivo de uno de los esternocleidomastoideos. En
rtro enfermo hemos verificado la producción de una callosi ·
Iad en el dorso de 1a mano izquierda a causa de que durante
varios años escribe en ella ho:ras, con objetos duros, palos de.
fósforos,vidrio etc. A continuación presentamos tres ejemplos
de estereotipia múltiple.

Las estereotipias que· presenta uno de nuestros enfermos son de dos


.lases, según que se encuentre tranquilo· o agitado. Sus períodos de exci-
.ación duran 60 o más días, Entonces reza incesantemente, persignándose
le instante en instante; nunca tiene las manos abiertas, siempre está
iacíendo la señal de la cruz con el pulgar y el índic~ de ambas manos ;y
ion un pedazo de lona o sábana entre los puños. Horas íntegras perma-
rece arrodillado en el filo del catre en verdadera actitud de equilibrio
r tortura para sus rodillas, orando, l"6'1?itie:ndo el mismo·rezo con ínva-
:iable analogía en la expresión, tono y timbre de voz, posición y aspecto
~eneral. Pasan los meses, las inyecciones de nucleínato de soda se repí-
sen por temporadas, y el paciente no cambia en un solo punto el cuadro
~eneral de su agitación. Permanece, completamente desnudo y a la es-
pectatíva de todo lo que acontece a su alrededor : cuando ingresa a la sala
alguna enfermera, sin cambiar de actitud general, orando con notable
aspecto místico, la galantea floridamente a la par que se persigna e hil-
zana la verbigeración de su rezo sin ·perder la hilación: rezo fragrnen-
.ado y con lagunas de galanterías. preñadas de simbolismo erótico. Cuando
se le insta a permanecer en su cama, con gran disimulo y habilidad des.
troza desde el colchón hasta la funda de la ·almoha·da, sin dejar de rezar
y persignarse, procurando estar siempre arrodillado. Cuando está tranquilo
(2 ó 3 meses), después. de trabajar en la imprenta o en algunos menes-
teres del servicio, se pone a dibujar un pajarillo o, según las tem:poradas,
cm obelisco : dibuja en grandes cantidades de papel sin desperdiciar es-
pacios, repitiendo la misma figura que después, mientras no· tiene papel,
recorta con toda prolijidad. Importa anotar que, cuando el paciente, está
completamente calmado y en condiciones de abandonar el hospital, di-
buja y escribe variadamente : la estereotipia es uno de los primeros .s;;ig-
nos de la agitación.
Un segundo ejemplo nos ofrece una catatónica, como síntoma sal-
tante de su cuadro clínico, invariable. desde hace cinco años. La enferma
coge un pedazo de papel (sólo un pedazo· y siempre de forma rectangu-
lar) y lo pliza indefinidamente, con gran agilidad y destreza, mientras
su mirada vacua y 13u rostro de pobrísima expresión permanecen como
ausentes de tal actividad, que sólo tiene variación cuando se le presenta
a la vista algún orificio, sobre todo las cerraduras de las puertas, los
pliegues de los biombos y las desgarraduras da sus vestidos, que al pa-
La Voluntad 65

recer los rompe intencionalmente. Por ejemplo; introduce el papel con


gran melindre, acomodándolo· meticulosamente, por el escote y lo saca
por una desgarradura que tiene a-nivel del muslo (siempre tiene el traje
roto en dicho sitio), lo vuelve a introducir por allí mismo para sacarlo .
por la parte inferior, ejecutando los mismos movimientos, con igual ac-
titud, sin que ninguna circunstancia· del exterior logre modificar en lo
menor su tendencia a realizar de manera intermitente o, lo que está en
relación con su estado de excitación, ininterrumpida ...
Como estereotipia de lugar es característica la conducta .de un ter- ·
cer esquizofrénico. Acostumbra levantarse muy temprano para dirigirse al
jardín en donde camina por un pasadizo determinado, siguiendo las lineas
de un rombo (imaginario), girando en los cuatro ángulos, exactamente,
todas las veces. Cerca de una hora está caminando, ora con las manos
metidas dentro de los bolsillos de los pantalones o en jarras, ora con las
manos levantadas a la altura de la cara, formando con ambas un círculo,
ora con los brazos abiertos en cruz .. La mirada está fija, como si hubiese
una parálisis de los músculos motores del ojo. En seguida toma un pa-
quete de periódicos y va a sentarse en una de las bancas que hay allí,
siempre en la misma. Después del desayuno se sienta en determinado si-
llón. Cuando se abre· la puerta principal va a caminar por el jardín del
lado derecho del pabellón y haciendo un cuarto de círculo,. de tres me-
tros de radio, carnina durante más de una hora llevando los brazos como
lo hace en el jardín interior. Después de almuerzo sale a caminar por
uno de los extremos del pabellón. Las actitudes son las mismas que en
sus paseos anteriores. Vuelve ,.. pabellón a sentarse por espacio de dos
horas en una silla que coloca al centro del hall, orientada hacia una ven-
tana, a la cual dirige su mirada como en éxtsis. En años pasados hacía en
sus paseos movimientos de torero, Le llamamos la atención sobre esos ac-
tos, preguntándole su significación. Esto bastó para que no volviera a eje-
cutarlos. Lo propio· ocurrió cuando le mostramos nuestra curiosidad por
saber qué significaba un complicado "ritual" que realizaba después del
baño con todas y cada una de las piezas de su vestido.

10. En la actividad anímica normal es frecuente la re-


sistencia, la discordancia, el contraste, el antagonismo, la aso-
ciación adversa, el espíritu de oposición y aun el de contradic- ·
ción. Todo esto se manifiesta en forma explícita en la anorma-
lidad de la volición que nos proponemos describir aquí: el
nega.tivismo. Lo que diferencia este fenómeno psicopatológico
de los hechos normales mencionadós es que ·éntraña ·una re-
sístcncia inmotivada y no deliberada contra el influjo ajeno y
aun contra 103 propios impulsos, que sin mediar la decisión,
se incorpora en actos motores, verbales ·o sólo: de pensamien-
­66 Honorio Delgado

to. Estas particularidades diferencian también el negativismo


del mero capricho, de la actitud simplemente refractaria a la
sugestión o a la persuación, del rechazo como reacción defen-
siva, que tienen motivos o condiciones en la experiencia vivi-
da delsuj eto, En el negativismo la tendencia a la oposición es
primaria y gratuita, no derivada ni comprensible, aunque en
su génesis -desconocida- puedan influir otros desórdenes
mentales. En la que respecta al modo como se manifiesta el ne-
gativismo tenemos dos variedades: el que consiste en la simple
abstención y el que se expresa con la realización de lo contra-
rio. Kraep elin llama pasivo al primero y activo al segundo.
Por su dirección, transitiva o reflexiva, se divide, con la no-
mencla tura de Bleuler, en negativismo externo y negati-
vismo interno, según que la influencia provocadora proceda
de otra persona o de la propia actividad interior. En relación
con el fenómeno psíquico desencadenante, el negatívismo ín-
terno puede ser intelectual {una imagen o un pensamiento
suscita su negación o su contrario) o volitivo (el paciente no
puede hacer precisamente lo que quisiera o hace abortar su
querer con la acción antagónica). Atendiendo a su extensión,
puede ser general o electivo (Mager): en el primer caso no
hay distinción de sujetos provocadores, en el segundo sí, se
manifiesta sólo con cierta clase de personas-en particular
los médicos y el personal de asistencia, mayormente si se em-
peñan en combatirlo de manera directa. C. Schneíder se re-
fiere a un negativismo interno que se manifiesta en forma de
voces negadoras. Esto sería ya un fenómeno más complicado
o distinto del verdadero negativismo y dependiente de pertur-
bacíones definidas en funciones extrañas a la voluntad. Es ver.
dad que-como., observa Bostroem=- el negativismo interno
(descrito por Roche. antes que por Bleuler) implica ya cierta
disociación de la personalidad, si no se le asimila a los actos
compulsivos. Así como puede complicarse por efecto de otras
perturbaciones mentales, el negativismo es susceptible de fi-
jarse por la repetición en una forma secundaria, convirtién-
dose en un hábito .
.. , El negativismo es otro de los componentes del síndrome
catatónico. Sobre todo en la forma activa, es característico de
La Voluntad 67

la esquizofrenia, con o sin otros síntomas catatónicos. Se pre-


senta también-el pasivo-en las psicosis sintomáticas y en
todas las que pueden asumir un cuadro catatoniforme. Sin esto
último puede presentarse en los oligofrénicos y en procesos
avanzados de demencia senil y paralítica seguramente en
todos estos casos con génesis muy diferente a la del negativis-
mo del esquizofrénico. El mutismo es una de. las modalida-
des más corrientes del negativismo pasivo de los esquizofré-
nicos. En ellos también las pararrespuestas constituyen . ex. .
presión de negativismo.
Interrogado en la convalecencia acerca de su mutismo obstinado, uno
de nuestros pacientes, dotado de apreciable capacidad de introspección y
~vocación, nos refiere lo siguiente: •'No me es posible afirmar desde cuán-
do perdí el uso de la palabra ni tampoco cuáles fueron los motivos. Es
cierto que la "afasia" en mí ha '!Ontribuído a agravar mi situación, pues
no podía expresar mis deseos ni sentimientos, dedicándome más bien a.
una serie de elucubraciones mentales. Quizás si gradual y met6dicamente
se me hubiera hecho preguntas, habrían logrado arrancarme algunas pa-
labras". En realidad durante varias semanas tratamos, por todos los me-
dios, de hacer hablar al enfermo, sin conseguirlo. Cuando llegó a hablar
usaba casi exclusivamente el "sí" y el "no". A este propósito nos revela
lo que sigue: "Es interesante consignar que los primeros vocablos con
los cuales recomencé a comunicarme fueron "'sí" y "no", palabras que,
como en los niños, envuelven oraciones enteras. Por lo demás estas vo-
ces las veía adecuadas, pues debía mostrarme poco hablador a fin de no
descubrir lo que consideraba mis secretos. Otras veces fo hacía por temor
o porque no podía, y además me parecía que cuando hablaba, otras per-
sonas recogían parte de mi aliento, que lo veía en forma de hilos. Cuando
me llevaban a la fisioterapia nada me era más adecuado que ser conciso :
"sí" y "no", respuestas que me hacían recordar unos tests pedagógicos".
En esta frase vemos cómo al negativismo se agregan o sustituyen facto-
res dependientes de la enfermedad con efecto semejante al negativismo
original.-Otro de nuestros esquizofrénicos manifiesta ·su negativismo ac-
tivo en esta forma : cuando está en cama pide insistentemente· la ropa
para abandonar el lecho que dice molestarle; una vez Ievantado, se. in-
troduce inmediatamente en la cama.- En un tercer esquizofrénico (cata-
tónico con catalepsia prolongada) el negativismo tiene esta forma : cuan-
do da muestras de disponerse a satisfacer una necesidad corporal, el en-
fermero le lleva al W. C., le mantiene ahí, a veces hasta dos horas : no
defeca. Apenas le lleva a la cama, ahí lo hace.-Ejemplo ·de negativismo
interno intelectual: "Cuando se manifiesta un pensamiento se presenta
siempre un pensamiento opuesto, que se produce y refuerza tan rápida-
mente que no se sabe ya cuál fue el primero (enfermo d'e BLEULER).
68 Honorio Delgado

Puede considerarse como una variedad del negativísmo


la reacción de último momento. El sujeto.se muestra refracta-
rio -a los estímulos, indicaciones u órdenes mientras el inter-
locutor se dirige a él o está presente; mas en el momento que
éste desiste de su empeño o se retira, el paciente acaba por
realizar aquello que hasta entonces se le pedía en vano. Por
ejemplo, hablamos a un esquizofrénico : no responde a nin-
guna de nuestras preguntas: a continuación nos dirigimos
a su vecino o nos retiramos, lo que tiene por consecuencia in-
mediata que el enfermo rompa su mutismo y nos hable. Otro
esquizofrénico a menudo no abre la puerta de su habitación
a nuestras llamadas y sí cuando escucha nuestros- pasos al ale-
jarnos. Un tercer paciente se resiste a abrir la boca aunque
se queja de fuerte dolor a la faringe; todos nuestros esfuerzos
para examinarle fracasan, y sólo al abandonar el intento, fa
boca está abierta ante nosotros. La reacción de último momen-
to es más rara que el negativismo, como éste forma par-te del
síndrome catatónico y puede presentarse en forma aislada en
'esquizofrénícos no precisamente catatónicos.

11. Al grupo de los síntomas catatónicos pertenecen tam-


bién dos clases de manifestaciones que son lo opuesto al riega-
tivismo y que, paradógicamente, suelen coexistir con éste : la
obediencia automática y las reacciones de eco. En la obedien­
. cia automática el sujeto realiza de manera pasiva ·e inme-
diata las indicaciones u órdenes que se le comunica; su vo-
luntad carece de toda autonomía y elaboración, como si el
querer ajeno encontrase incondicionalmente expeditos el ca-
mino y el mecanismo de acción, y como si no se estableciese
la organización de un "nosotros" entre la persona activa y la
pasiva', según ocurre en la sugestión. Por otra parte, la detrac-
ción del yo llega al extremo de que la orden se cumple incluso
cuando tiene consecuencias penosas para el sujeto, previsi-
bles por repetirse idéntica la sucesión de actos. Esto· se por:ie
facilmente en evidencia con la prueba de Kraepelin : cada
vez que por obediencia automática el enfermo saca la lengua.
se le pincha con un alfiler-el dolor. manifiesto, no impide que
a una nueva orden y frente al alfiler, el sujeto vuelva a sacar
La Voluntad 69

la lengua. En nuestro servicio hospitalario tenemos un esquizo-


frénico que muestra extrema y durable propensión a la obe-
. diencia automática, acerca del cual consignamos en seguida
algunos datos pertinentes al asunto.

Es el caso de un esquizofrénicc., diligentisimo : trabaja desde las 5 a.m.


hasta las 8 p.m., con muy cortos descansos. M\uchosenfermos lúcidos y a
veces algún empleado abusan de su obediencia y su honradez. Tiene ap-
titud para trabajar todo servicio manual, incluso para cuidar enfermos
delicados; la calidad y complicación de trabajos que realiza demuestran
una buena memoria de fijación y· evocación : reconoce a todos por sus
nombres, distingue las categorías, comprende las bromas y hasta intuye
la peligrosidad de algunos enfermos para protegerse. con gran precisión.
Está por completo desorientado cronológicamente. Lo más saltante de su
cuadro patológico se refiere a su obediencia automática : repite todo lo
que se le dice, las ofensas más graves para las personas que más respeta
y quiere, injurias contra él mismo, mencionando su nombre; ataca a quien
se le manda agredir-e-aunque sea enfermo peligroso reconocido por él,
p. e. a L., quien varias veces le ha pegado; se autoagrede y hace todo lo.
que se le mande, las cosas más difíciles considerando· su edad, como pa-
rarse de cabeza, saltar, correr, meterse a la ducha vestido, meter la mano
a la cubeta de· agua hirviendo : repite la prueba con pasmosa pasividad;
se le ordena que saque la lengua; se le pincha, recibe varios pinchazos y
obedece siempre. En otro de nuestros es. quizofrénicos se verifica la coexis-
tencia de negativismo y la obediencia automática. Obedece invariablemen-
te nuestras órdenes y no responde a ninguna de nuestras preguntas. Pero
si le mandamos que repita una palabra o una frase, la pronuncia. Le· de-
cimos, p. e., '"diga Ud. "Buenos días". Obedece repitiendo: ''Buenos días",
a pesar de su mutismo en lo demás.

Como la obediencia automática, las reacciones de eco


revelan una dependencia extrema e impersonal de la influen-
cia exterior. En la ecopraxia el sujeto realiza las acciones que
ve ejecutar a otro, lo imita servilmente, en una especie de mi-
metismo dinámico incondicional. Lo propio acontece con la
-expresión mímica en la ecomimia. En la ecolalia el pacien-
te repite lo que oye, tanto las palabras que le son dirigidas
cuanto las que meramente llegan a sus oídos, sea o no sea- co-
nocida su significación. Los síntomas de eco se dif erencian
de la obediencia automática por la circustancia de que los pr! ..
meros no requieren una situación intersubj etiva ·de autoridad
y subordinación : la pasividad y suscepción del individuo eco
70 Honorio Delgado

es por decirlo así menos social y más mecánica que la del


obediente automático. Sin embargo, en Ia psicología. del hom-
bre normal tenemos esbozos de ambas manifestaciones o al-
. go parecido a ellas por causa de la sugestión, fenómeno esen-
cialmente social, como hemos visto (§ 3). Por ejemplo, en los
espectadores de ejercicios militares, deportivos o de escenas
teatrales se puede observar cambios de actitud y comienzos.
de acción por efecto de las órdenes del comando, o la mimesis.
de los movimientos de los actores. Del grado que pueden al-
canzar las reacciones de eco dan idea los siguientes datos co-
rrespondientes a uno de nuestros catatónicos.

F. pasa todo el día en compañía de C. (otro catatónico), imitando-


sus más mínimos movimientos. F. prescinde por completo de todo lo que
le rodea, salvo la persona de C. Si éste se acuesta, si se levanta, si inclina
la cabeza, si bosteza, si espanta una mosca, escupe o guiña un ojo, 'F.
ejecuta Io mismo al instante, como un espejo; No se le ha visto fumar
antes, pero desde el día que toma por "modelo" a C., fuma cuando éste
lo hace, consiguiendo cigarrillos por cualquier medio. Por lo demás, cam-
bia a veces de modelo. En una ocasión imita a M., incluso tratando de
realizar la estereotipia del mismo, que consiste en inclinar la cabeza so-
bre la acequia del jardín hasta muy cerca de la superfic1e del agua. F.
no observa bien y, creyendo que el otro bebe el agua inmunda, él lo hace
sin asco. Se observa también que en ocasiones.su afán de mimesis cambia
de modelo con fa veleidad de las circuns+ancias : imita a las personas más
próximas a él. Así, una mañana se le ve sentado cerca de otro enfermo·
de quien remeda movimientos, actitudes, expresiones y visajes. Pasa en-
tre ambos otro paciente con los brazos en jarra; al instante '.F. se pone de
pie y coloca los brazos en igual forma. Se aproxima un enfermero con
las manos en los bolsillos, él hace lo mismo con las suyas. Por vía de
prueba, el enfermero· realiza con celeridad una serie de piruetas extra-
vagantes, con la réplica fiel de F. Así puede pasar el día entero entregado
a su pasividad de eco, aparentemente satisfecho. Si se le prohibe o im-
pide la imitación, F. se pone intranquilo, llora, muestra miedo y hasta
tiene una crisis violenta de desesperación. Por lo demás, niega que imi-
ta. Al llamarle la atención acerca del síntoma, responde : "Pero si no re-
medo a nadie. Precisamente me estoy fijando en él (el modelo eventual)
para no imitarlo". Un instante después. se le sorprende despeinándose por
simulacro, y al preguntársele por qué hace lo mismo que Fulano, replica :
"No, no lo imito".-Pero si su cabello está desarreglado en la misma for-
ma que el de Fulano.--<"No. Tengo•así el cabello porque· el peluquero me
lo cortó demasiado corto". Agregaremos, para completar el cuadro, que
la falta de autonomía de F. se manifiesta en muchas otras formas; así,
t:« Voluntad 71

cuando no está entregado a la mimesis, a menudo pregunta si hace bien


en hablar con determinadas personas, en mirar ciertos cuadros o en pasar
por tal p cual lugar; si debe comer, si puede continuar paseándose, etc.

12. Es imposible demarcar fronteras entre la sugestión


normal, tal como la hemos definido (ver 3), y la anormal.
Dejando de lado en esta ocasión lo relativo a la hipnosis,
que estudiamos entre las anormalidades de la conciencia, se
reputa como sugestión anormal o mórbida aquellas que por sus
efectos se desvía apreciablemente de la susceptibilidad media
para ser influido, teniendo en consideración las circunstancias
en que se desarrolla el fenómeno. Lo decisivo es, pues, la pre-
disposición especial del individuo, su grado de sugestihilí-
dad. La sugestibilidad mórbida entraña Ja aparición .de sen-
saciones, juicios, estados afectivos, perturbaciones psícoso-
máticas y hasta cuadros clínicos completos por influjo exte-
rior directo y por efecto de una elaboración autosugestíva
concomitante o subsecuente. Un sujeto predispuesto se sugestio-
na con las quejas de un familiar presa de cólico. al instante
se siente con el mismo dolor .. Una mujer en el climaterio tie-
ne molestias en el bajo vientre, sabe que su vecina sufre de
cáncer uterino, se le presenta metrorragia- como a la veci-
na-, poco después siente todos los síntomas del cáncer, igua-
les a los de su modelo (reacción hipocondríaca). En un cho-
que de vehículos la hija de un hemipléjico sufre un golpe en
la espalda y queda con una parálisis sine materia (neurosis
de accidente). En el hospital una psicópata escucha el relato
de una paciente acerca de su desfloramiento y su preñez, al
poco tiempo se le dilata el vientre y se considera encinta. En.
una colectividad se presenta en circunstancias especiales
un caso de corea o de ataques convulsivos que se contagia a
todos o a buena parte del grupo (epidemia psíquica). Se ini-
cia un proceso paranoide en un sujeto y otro u otros miem-
bros de la familia exhiben la misma psicosis: aislado el pri-
mero cesan los síntomas en el o los otros (psicosis inducida,
"lq)cura a dos" en el primer caso) . En todos estos casos se
trata de sujetos histéricos o con rasgos histéricos -que son
los neurópatas sugestionables por excelencia-, como histérí-
cos por lo común son los individuos que desarrollan una "psi-
72 H onorio Delgado

cosis de prisión" o una "neurosis de renta". En el caso de psi-


cosis de prisión interviene el deseo, a veces después <le :rn-
berse realizado la simulación de la psicosis, de· modo que el
cuadro clínípo autosugestivo representa un medio de evasión
de la realidad; penosa. En la neurosis de renta la aulosuge-s-
tión obra en el sentido de la ventaja que soporta el cobro del
; seguro o la indemnización. En el caso del desarrollo hipo -
condríaco * la sugestión es favorecida por el temor; por eso
a menudo son víctimas fáciles de esta enfermedad imaginaria
los sujetas inseguros, propensos al temor o a la angustia.
Aparte de la histeria y de las persoualidades v. psicosis
con rasgos histéricos, la sugestíbílidad anormal ocurre parti-
cularmente en los. dementes paralíticos y seniles, en los pa-
\cientes con tumor cerebral, en los maniacodepresívos y uun
en ciertos epilépticos y esquizofrénicos. En determinados cua-
dros clínicos, cualquiera que sea su origen, son eficaces las
sugestiones favorables a la producción o incremento de sínto-
mas: señaladamente cuando hay alguna perturbación de la
conciertcia o. debilitamiento de la inteligencia.
Como ilustración de 1a sugestíbilidad mórbida presenta-
mos en seguida los pasajes pertinentes de la vida de un hom-
bre. particularmente sugestionable, el cual incluso en la psico-
sis presenta una forma rara de sugestión, una verdadera cura­
ción inducida por efecto de los ataques producidos con Car-
diazol en aquellos de sus amigos que tienen síntomas muy se-
j antes a los de su enfermedad mental. Es de advertirse que
:;e trata de un caso de esquizofrenia paranoide, forma de psi-
cosis en la cual la sugestibilidad se presenta por lo i::omún dis-
minuída (respecto del término medio del hombre normal),
salvo en lo que favorece . a los desórdenes
.
del. juicio.

, Se trata de un hombre que en la actualidad tiene 32 años, constitu-


ción muscular, más que pícnica. El tipo psicológico de su personalidad
premórbida _se aproxima al del. introvertido por la sensación. Siempre sen-
sible a las influencias exteriores : los días nublados o lluviosos le entriste-
cen; los de sol "le' '.!bren ei espíritu", fas noches de luna Il-nan su alma de

* Vide "Psicología general y psicopatología del pensamiento ,y la


imaginación", 'loe. cit. § 14.
La Voluntad 73

"'romantkismo"; la sonrisa de una mujer o la .ateneión de un amigo o


conocido trocaban su aburrimiento y su reserva en alegría y afabilidad; en
cambio, una mala cara helaba su entusiasmo o le producía enfado. Exce-
,sivamente confiado, Ha influido con facílidad por la opinión ajena; cré-
dulo en veces hasta para las supersticiones más absurdas. A los 20 años,
-en el servicio militar, sufre una caída al montar un caballo que tenía fama
-de pelig'roso. Es recogido y, a la orden de su jefe, camina en seguida. El
hecho· de haber presenciado el mismo día la caída de .un compañero, arro-
jado en un abismo por el caballo que él montaba, y l~s comentarios de sus
.compañe.ros al recogerlo tienen por efecto que se sienta presa de violen,
tos dolores que se prolongan varios días. Al fin se le lleva al gabinete ·.de
rayos X para tomarle una radiografía. Le causa impresión el aparato y
'las maniobras del radiólogo durante el examen. "Encendidas las luces
--refiero-, el médico se acercó y me dijo: "Le felicito por su muscula-
·tura de atleta. Lo que cree Ud. tener no es fractura, son sólo nervios.
Olvídese de la caída y no· sufrirá más". Como un bálsamo, en ese mismo
momento empezó a desaparecer, con el dolor, el miedo que tenía de ha-
'berme malogrado algo interior. Al segundo día había desaparecido todo
como por encanto y al tercero lo tenía olvidado".
Algún tiempo después tiene ocasión de conversar con un compañero
sobre espiritismo. Maravillado con los relatos, inquiere acerca de los. pro-
cedimientos para invocar los espíritus. Pasados tres meses de esto, du-
.rante los cuales no pensara en el asunto, se le ocurre verificar los aser-
tos de su iniciador. A media noche piensa con tenacidad en un amigo
muerto, hasta que percibe la imagen de éste frente a. sí. "Su aparición f'ue
Tápida, y como vino también se fue. "Creo poder lograr algo"--me dije, y
me dormí. En el sueño sentí una presión que me hacía sobresaltar, por fin
ví un bulto que se aventó sobre mí. ¡Oh, qué noche! Sentía la sombra,
sentía algo del otro mundo· que no me dejaba, que me apretaba el cuello
y me ahogaba, y yo, horripilado por el miedo, temblaba como un niño,
pero atinaba a defenderme. Así empezó la lucha de fuerza a fuerza,
hasta vencerlo. Pero no paró ahí. El fantasma intentó nuevamente acer-
.carse y yo con las manos listas a repelerlo me mantuve por largo rato,
basta que desapareció. Al día siguiente no me acordé de semejante pesa-
dilla; todo había terminado. Sin embargo, al concluir mi estudio, me dirigí
como de costumbre a recogerme, cuando a eso de las 12 d'e la noche y
estando semidormido. sentí un fuerte temblor de nerv'os, y entre mí dije:
"'¿Otra vez?'' Sí, efectivamente, era el mismo ; lo he visto aventarse so-
1 bre mí, y yo sólo atinaba a defenderme, a defenderme hasta desasirme de
·él. Al día siguiente muy temprano me desperté pensando lo que había
ocurrido. Por la noche y al acostarme, sentí nuevamente cierto miedo,
y al dormirme, la misma pesadilla. Entonces, "¡Vamos! -me dije- es
necesario que busque a este muchacho, porque de quedarme callado no
'podré nunc,a sacar nada en claro". Y así fue, lo encontré sonriente ~· la
enfermería; donde tantas veces lo había visto. Se hacía el enfermo y de-
74 Honorio Delgado

mostraba ante los médicos sufrir muchas anomalías. "Bueno -le dije-
acabo de recibir un fantasma que no me deja dormir", y le conté todo.
"Lo que debes hacer -me· dijo- es llamarlo a tu lado y preguntarle qué
cosa es lo que quiere contigo. Si te· respondiera una sola voz, será, te lo
aseguro, un espíritu bueno, y si te respondieran muchas, serán los que
persiguen exclusivamente con el objeto de hacer el mal. Estos andan va-
gando sin haberse purificado todavía. Pues en este caso evita sugestio-
narte, sacude la cabeza y grita llamando al imaginaria ... ". Llegó la no-
che y pensando· a la misma hora, como de costumbre, empecé a d(esnu-
darme; terminé y ya acostado sentí los. nervios con fuerza, pues había
algo desconocido en mí. No recuerdo si estaba dormido o despierto·, lo
cierto es que saltaba como un peje. Miré hacia e1 foco que se encontraba
a unos quince metros de la cuadra y me encontré con un. fantasma blan-
co que se. levantaba hasta una altura considerable : su cara obscura no
dejaba distinguir sus facciones y con su mirada fija en mí esperaba que:
yo le hablara. Como repito, presa de un exceso de nervios, sentía miedo;
mi cuerpo y mis músculos temblaban sin cesar y no atinaba a llamar hasta
que, haciendo un esfuerzo sobrehumano, alcancé por fin a decir: "Oye,
¿qué cosa quieres? ¿por qué me persigues tanto?". Los nervios, lejos .de
disminuir fueron cada vez aumentando más y más hasta que no sé si perdí
el sentido o llegué solamente a cerrar los ojos. Pero lo cierto es que al
tenerlos abiertos, me encontré que aquél se encontraba tendido sobre una
tarima con el codo en ella y la mano sosteniendo la cabeza, y su mirada
fija en mí. Entonces ya no me quedaba sino volver a preguntar qué es lo,
quería, y así fue. En lugar de responderme, escuché a larga distancia y
del piso infinidad de voces que no pude comprender. Acordándome de lo
que me había dicho O. hice un movimiento enérgico de cabeza cerré los
ojos, los abrí en seguida y saltando de la cama quedé parado' fuera de
ella : llamé al imaginaria y todo quedó en silencio, pues el fantasma ha-
bía desaparecido. Las noches pasaron siempre con esta clase de pesadi-
llas, pero ya en pleno sueño, hasta que terminé mis exámenes. El' último
día, en un cuarto, ya no en la cuadra, a eso de las 12 del día sentí, dor-
mido, casi la misma pesadilla. El catre se encontraba al centro del cuarto
y pegado de la cabecera. a la pared, y el piso de cemento se extendía en
rectángulo de 12 metros por 5 de ancho. Al extremo derecho escuché
un crujir como. si levantaran algún metal; al sentir eso, levanté la ca-
beza, miré y me encontré que una tapa de hierro se Ievantaba sobre sus
goznes : apareció una cabeza sin facciones, la cara obscura y la parte
de 1a cabellera totalmente tapada hasta el suelo. El o ella fue saliendo
paulatinamente y se destacó a una altura regular, mediría un metro se-
tentiséis. Cerró la tapa y después de mirarme· dió vuelta sobre sí misma
recorriendo de un lado de la cabecera al otro, casi rozando el catre. Yo
con la vista fija en él no perdí sus movimientos, pues esperaba que me
dirigiera la palabra; pero- lejos d'e hacerlo seguía su recorrido en torno
al catre. Por fin se paró, se inclinó, abrió la tapa y me dirigi'ó una últi-
La Voluntad 75
roa mirada, Y fuEi bajando poco a poco, como si descendiera una escalera ,
hasta que al desaparecer la cabeza cerró la tapa y todo quedó e111 silencio.
Al despertar me encontré bañado en sudor temblando de miedo; busqué
la tapa y no había, el piso era el mismo. Esta última aparíción, en la for-
ma que la he explicado, fue la que cerró con la tapa todo lo que se rela-
ciona con espiritismo', pues desde entonces. no me ocupé más en fomentar
curiosidad sobre lo que es un verdadero espíritu".
La última manifestación de sugestionabilidad .de nuestro sujeto ocu-
rre diez años después. Hallándose en pleno proceso· de esquizofrenia pa-
ranoide, de más· de tres años de duración, cuyos síntomas principales son
las d'elusiones de influencia persecución atribuídas al rayo y al radio, con
abundantes alucinaciones sobre todo verbales, cenestésicas y quinesté-
síeas, se reúne a menudo' con tres pacientes que tienen delusiones muy
parecidas a las suyas. Cuando esos enfermos son sometidos a la cura
convulsívante, no sólo hablan al sujeto' de sus impresiones e ideas mórbi-
das sino del efecto de las inyecciones. Refiere que una tarde se le ocu-
rrió suponer que se aplicaba el nuevo sistema curativo. "Desde esa tarde
que me puse a pensar en eso y supuse el posible bien que podía hacerme
para curarme el sistema nervioso, me propuse· no hacer resistencia cuando
comenzara a sentir sus efectos. Desde ese día me interesé por ver bien
(burlando la vigilancia) cómo eran y cómo comenzaban los remezones
del ataque; también me puse a averiguarles qué era lo que sentían en su .
cuerpo, en su cabeza. Casi todos los síntomas que me decían los sentía yi),
pero no juntos como· ellos; a mí se me presentaban indistintamente, uno
después de otro, en veces faltaban algunos aspectos, según la distancia
del rayo y mi estado de preparación del c~erpo. Realmente lo que yo
venía sufriendo desde hacía mucho tiempo' era ese sistema de tratamiento
que me trastornaba por completo, poniéndome en la condición de un ena-
jenado mental. Fue de noche el primer ataque que sufrí, en idéntica for-
ma, con los remezones y la borrachera que les produce a los otros. La
primera sensación :fue la de aproximación del radio y según se iba acer-
cando sentía la compresión de la cabeza, después vinieron las convulsio-
nes que me quitaron el habla. Por un momento me asusté, pero después
comprendí que era el tratamiento que tal vez me iba a salvar la salud.
Momentos después me levanté y no podía andar, estaba como embriagado.
Al día siguiente me sentí adolorido, como si realmente hubiera recibido
el hincón de la aguja. Antes de haber visto los ataques yo' pensaba que
mi enfermedad era la más terrible que pudiera imaginarse, pues cuando
me tomaba el rayo, yo me sentía en un infierno eléctrico y pensaba en
los que morían por electrocución, y luchaba por aminorar los efectos del
terrible rayo. Al primero que ví cuando le daba el ataque fue a R. y no
pude resistir la visión espeluznante del ataque que le arrancaba la vida,
desde el grito que dió me suspendió el corazón· y se me erizaron los ca-
bellos, Me parecía sentir que ya me' llamaban para aplicarme las mismas
inyecciones y por fin me vino el ataque idéntico a los q.ue había visto,
76 Honorio Delgado

pero provocado por el radio que, como siempre, me cogió por la cabeza
y me remeció hasta el último músculo del cuerpo. Desde entonces me
comenzaron los ataques curativos : me dieron varios hasta que. de re-
. pente ya no sentí ni el rayo ni la nerviosidad general. Yo mismo me sentí
. completamente curado y estoy deseando probarle que ya no tengo nin-
guna enajenación mental". En otra ocasión declara : "Por mi estado du-
rante el tiempo que había sufrido la enfermedad, esperaba con valentía
que me pusiesen las inyecciones, casi con agrado, porque tenía fe en ellas.
Todos aquí les tenemos miedo. Yo escribí una carta a mi esposa. . . Yo
veía el efecto· que tenían las inyecciones en los otros enfermos y lo sen-
tía como si a mí me las pusiesen ... 'Formábamos un grupo con R., F'. y C.
Conversábamos mucho sobre el. radio, que también ellos sentían y cuando
les fue desapareciendo la idea, a mí también se me fue borrando". Lo
sorprendente es que el enfermo mejoró de modo progresivo hasta com-
portarse' como persona del todo normal. Después de muchas pruebas. que
acreditaban su bienestar, salió del hospital. Es de advertirse. que antes
de la remisión fue imposible someterla a prueba psicológica alguna, pues
el menor esfuerzo de concentración le producía un desasosiego y un ma-
lestar que el paciente no' podía resistir. Desde que salió del hospital ha
pasado más de un año, tiempo durante el cual ha permanecido en la sie-
rra trabajando en minas con plena eficacia, según lo certifica su suegro
dueño de las minas. Ultimamente ha visitado Lima; confirma a nuestro
asistente su curación por los ataques ficticios, agregando· : "Valgan ver-
dades, ya no tenía esos ruidos del radio tan fastidiosos. como cuando fui
internado. Los oía poco y a veces nada. Pero tenía que decir que ya no
los sentía absolutamente para que el Dr. D. no me pusiera obstáculos a la
salida. He estado muy bien, y hasta ahora sólo siento el radio en el cere-
bro. Pero de eso· no hago caso, ni me impide trabajar, y por último creo
. que no tiene importancia : no es sino una anomalía".

13. Existen dos anormalidades de la voluntad que a pe-


sar ele presentarse generalmente unidas a otros desórdenes,
tienen individualidad fenomenológica propia: el sentimiento
de falta de voluntad y los actos de querer influídos. El sen­
timiento de falta de uotutitad corresponde a la conciencia o
convicción engañosa de carencia de poder volitivo. El sujeto
en realidad es 'capaz de ejercitar su querer de manera ef ec-
tiva, de determinaciones eficaces, pero con la impresión de
que no es asi, de que no tiene la fuerza positiva necesaria, sin
que haya una verdadera anormalidad de la conciencia del
yo. Trátase de algo en la vida activa semejante al sentimien-
to de anafectividad *. Se presenta especialmente en la psi-
La Voluntad 77

castenia, en la depresión psicógena y en la fase inicial o ter-


minal de la melancólica.

Los actos aparentemente influidos, impuestos o hechos


tienen un origen común y corresponden a grados del despo-
seimiento o enajenación del albedrío, propio de la esquizo-
frenia y cuyas manifestaciones principales hemos señalado al
tratar de las anormalidades del pensamiento y de la concien-
cia del yo. Aquí el enfermo tiene la impresión de que alguien
interviene en la propia mente, se apodera del gobierno de la
voluntad, que en parte deja de ser propia.

"Todos mis actos -dice un esquizofrénico-e- se realizan por obra


del colombiano. En algunas oportunidades no me deja caminar; otras ve-
ces no deja que me lleve la cuchara a la boca cuando estoy comien-
do; me contiene la mano cuando estoy escribiendo, me desvía las
líneas; me hace voltear la cara cuando se le antoja".-Pero Ud. lucha
contra esa intromisión.-"Sí, mi ser lucha, pero mis facultades nada pue-
den contra él y obedecen lo que manda el colombiano".-Otro esquizo-
frénico describe su experiencia de los actes influídos por medio de apa-
ratos en estos términos : "Así como con instrumentos le ven al hombre
los huesos, los intestinos, con eso' que· llaman rayos X, hay microscopios,
telescopios y para todo; así también hay aparatos que le conectan a uno
y con esa forma lo hacen comer, vomitar, defecar, lo hacen hablar. Así
tiene Ud. que me han puesto esta tos y me hacen escupir (el paciente tese
y escupe) y así quieren acabar conmigo. Cuando me ven solo obligan a
que me agarre el miembro para hacerme votar (eyacular)".

14. Al tratar del pensamiento hemos estudiado las obse-


siones considerando sus caracteres psicológicos y la variedad
de formas que ofrece desde el punto de vista fenomenológico
y los problemas genéticos que plantea cada caso clínico. Re-
capitularemos aquí nuestra descripción y trataremos de com-
pletar la interpretación de los hechos de acuerdo con las a-
portaciones ulteriores más convincentes. En efecto, corres-
ponde a la psicopatología de la voluntad no sólo el estudio de
las acciones icompulsivas, sino el de la obsesión en general,
pues hasta en las compulsiones de la percepción, del recuer-

* "Psicología general y psicopatología del sentimiento", Actualidad ·


Peruana, 1935, N9 5.
78 H onorio Delgado

do o de la imaginación, lo que falla fundamentalmente es la


motivación y la capacidad de inhibición. En todo acto com-
pulsivo hay una rebeldía incongruente e invencible de deter-
minado contenido de la conciencia. En lugar del orden mo-
nárquico de la vida psíquica normal, en la obsesión insurge
una imagen, una idea, un temor o un impulso, ocupando, te-
naz, el foco de la conciencia; y en lugar de la totalización con
que termina o fluye el esfuerzo del espíritu en cada una de
sus operaciones aquí queda en suspenso, discordante y triun-
fante, el móvil anormal, sin motivo racional que le imponga
medida, ubicación y término. Esto implica .un estacionamien-
to penoso del curso de la vida consciente, una falta de síntesis
entre lo vital y lo espiritual, con una psicomaquia fecunda en
círculos viciosos. Sin embargo, el contenido, tan falto de duc-
tilidad cuanto inadmisible al yo y ·enemigo de su reposo no
es experimentado como extraño, como venido de fuera -pese
a la afirmación de muchos investigadores-, sino como una
fuerza interior desatada, demoníaca, que obliga al yo- preso
y a la vez promotor de su· influencia-· a ocuparse de ella. Si
hay sentimiento de extrañeza no es porque se introduzca en
la mente algo ajeno sino por lo absurdo de la escena interior
y por la misma actitud subjetiva incongruente. Binder es -
quematiza la psicología de la compulsión distinguiendo el
'psiquismo perturbador" del "psiquismo defensivo". El pri-
mero corresponde al contenido incongruente primario y a la
participación del yo en la beligerancia de éste -el obsesiona-
do se siente responsable de su obsesión-, el segundo está
;onstituido por la reacción del yo contra el psiquismo pertur-
oador, con el que lucha infructuosamente. La dinámica de la
)bsesión es la resultante del juego de estos psiquismos. Straus
r. Von Gebsattel completan el cuadro refiriéndose al mundo
lel obsesionado, del cual son excluidos sistemáticamente lo
apacible, lo natural y lo inocente. Este mundo engañoso -lle-
10 de descomposición, que contamina a la vez que suscita un
isco fundamental, diríamos metafísjco->, ese mundo o con-
ramundo falaz posee una estructura mágica; en ella seño-
·ean las potencias amenazadoras, repugnantes y destructivas,
~ontra las cuales se frustra todo esfuerzo defensivo, en que
La Voluntad 79

los actos. del obsesionado se repiten sin logro ni avance hacia


la perspectiva, la paz y la liquidación de la mente normal. El
obsesionado se defiende infructuosamente con procedimien-
tos técnicos y supersticiosos contra los símbolos de la propia
pérdida de base de sustentación en la existencia; su ser ca-
rece del ritmo propio de quien puede comenzar y concluir, de
quien es capaz de rotundidad y perfección, pues al obsesiona-
do le falta el aliento y el tempo adecuados a la articulación
histórica.
En lo que atañe a su manifestación temporal, las obse-
sienes pueden s·er episódicas, periódicas, habituales o perma-
nentes, invariables o progresivas. Por su génesis, psícógenas
·O sornatógenas. Las psícógenas constituyen la neurosis com-
pulsiva (reacción obsesiva) y la personalidad anancástíca
(obsesión autóctona). Como veremos al tratar de la psicopa-
iología del carácter, la relación entre la neurosis compulsiva
·y la personalidad anancástica es muy estrecha, lo cual no ex-
cluye la posibilidad de tal neurosis, en individuos de persona-
lidad diferente, Tanto como para la neurosis, para el desarrollo
.compulsivo en el anacástico tienen consecuencias la educación,
el medio y los acontecimientos especiales de la vida del su-
jeto. Las obsesiones soma tógenas se presentan en las diver-
sas perturbaciones orgánicas, siendo particularmente dignas
de señalarse: las sintomáticas de la fatiga y el agotamiento,
la fiebre, las intoxicaciones, etc.; la melancolía, la esquizofre-
nia, la encefalitis epidémica, la parálisis agitante, la esclero-
-sis múltiple, los tumores cerebrales, la arterioesclerosís cere-
bral, la epilepsia. Aun en estos casos la predisposición perso-
nal parece que juega un papel importante. En las manífesta,
dones de enfermedad orgánica, la obsesión no tiene ubica-
. ción central en· 1a vida psíquica del sujeto y compromete po-
-co su afectividad. Esto no ocurre siempre en la esquízofr=-
nia, en la cual a veces las obsesiones tienen carácter grave,
aparte de ser muy tenaces; la melancolía también ofrece ex-
cepciones a la regla de la superficialidad sintomática.
El caso de un proceso obsesivo permanente que progresa en el curso
-de 12 años es el de A. S., de 27 años, leptosómico, enf ermo de nuestro
-servicio. De familia psicopática, en cuya rama paterna predominan los
80 Hotiorio Delgado,

irritables y en la materna los deprimidos. S. tiene enuresis nocturna has-


ta los 7 años. Durante la niñez y la adolescencia es preferido y mimado por-
la madre y castigado a menudo por el padre, quien en general le. trata ..
con mayor dureza que a los hermanos, sobre todo· durante sus frecuen--
tes embriagueces, a pesar de que S. es dócil, tranquilo y conciliador. Ado,...
raba cuando niño a su madre, sin aparentarlo y temía a su padre, Para
los demás parientes sólo tuvo· tibios sentimientos, si no indiferencia. Siem--
pre tímido, se aterrorizaba con los relatos de sucesos sobrenaturales y
tenía miedo de los lugares obscuros y solitarios. A los 10 años su carác--
ter experimenta cambios apreciables: pierde la alegría y la vivacidad; se·
vuelve taciturno, reflexivo, introvertido; concentra su interés en el es-
tudio y la lectura. Por esa época las escenas domésticas provocadas por el'
alcoholismo del padre y por las explosiones. de su carácter, cada vez fre-
cuentes, hacen muy penosa la vida en el hogar, en el que comienza a de-
jarse sentir la estrechez económica. Hasta entonces su inteligencia y su-
rendimiento escolar son superiores, Muy tranquilo y reservado, evita
juegos y deportes y no tiene ningún amigo íntimo. Su distracción favo-
rita es el cinema, prefiriendo las películas en que se exalta Ia fuerza
física y Ia destreza en la lucha, y la lectura de informaciones acerca del'
box : se identifica con el triunfador: En materia moral tiene un concepto
elevado i<le la honradez; nunca se apodera de dinero u objetos ajenos y·
condena los pequeños hurtos que realizan sus hermanos; se aparta de
quienes no se comportan como él. Jamás se burla de sus condiscípulos,..
pero no es ni cariñoso ni compasivo con ellos. A los 13 años sufre ure-
tritis purulenta sin hab er tenido contacto sexual, A los 14 se manifiesta
cierta deficiencia intelectual, por la cual su rendmíento escolar baja -el'
alumno brillante, a pesar de todo su celo en el estudio, se torna mediocre ..
La causa, de tal transformación puede ser una caída con conmoción cere-.
bral que sufre ese año.
A raíz del fracaso en los exámenes, con ocasión de la fiesta de Navi--
dad, ve en la iglesia a una joven de la que queda prendado, la señorita
C. No trata de "aproximarse a ella, contento sólo con poder contemplarla.
en la calle y con hacer de ella el motivo de sus sueños diurnos. Al año
siguiente la mengua intelectual se acentúa : incapacidad de concentrar
la atención", sensación de atontamieto y de vacío metal. Se considera de-
rrotado y fracasa de hecho en los exámenes, renunciando para siempre a
la prosecución escolar. A comienaos de ese mismo año se· inicia la mas-
turbación, que practica dos o tres veces diarias durante ocho o nueve·
meses, lo que le produce debilidad y abatimiento. Logra reprimir el ona-
nismo porque se siente avergonzado ·de presentarse a C., encarnación
idealizada de la pureza y la perfección, después de practicarlo, Cuando-
S. tiene 16 años muere el padre, a quien había llegado a odiar de manera
abierta. Por entonces, suprimida ya la masturbación, comienza la tortura
de las poluciones nocturnas. Se producen con frecuencia accmpañadas de-
sueños eróticos y tienen el mismo efecto que la masturbación : vergüenza.
·_,...__:·.:.;.:: .. : ·.;.l .,::.,._¡:.::_··

La Volimtad 81

respecto de C. y en general de los demás. Le llega a producir desespera-


ción el hecho de no poder evitarlas. Lava los órganos genitales y las ma-
nos, cada vez con mayor escrupulosidad, usando al efecto tres distintos
jabones; después esto no le basta : siente la necesidad imperiosa de ba-
ñarse "para recobrar la pureza". El semen es objeto de horror¡ su. con-
tacto es insoportable. Hace al acostarse una atadura en el glande con ob-
jeto de evitar que manche las sábanas. Después el temor de contamina-
ción avanza : para no "ensuciarse" evita tocar los genitales, las prendas
de vestir que los cubren, el suelo y los objetos situados por debajo de la
cintura. Aunque reconoce la falta de motivo de sus temores y lo insensato
de sus maniobras, es impotente para descartarlos. Para "evitar contactos
desagradables" y con objeto de que no se descubra su anormalidad, 'se
aisla más y más y vive relativamente inactivo, presa de angustiosos sen-
timientos de invalidez y vergüenza. Con todo, no· deja de· trabajar en
ocupaciones que no tienen relación con la mitad inferior del cuerpo :
empleado de Imprenta y de pastelería, hasta cuando viene a Lima, hace
dos años. El simple contacto· con libros y periódicos. le produce el senti-
miento de impureza y aversión. Después de algunos años ya no le inte-
resan ni la propaganda marxista, . que en un tiempo le entusiasmara como
a todos sus familiares. Sin fe ni cultura y dominado por un sentimiento
de inferioridad frente a sus hermanos a uno 'de los cuales odia al extre-
mo de pasar años sin dirigirle la palabra y conocidos, abandona su hogar
y su Ciudad natal, sintiéndose menos mal en Lima por no ser conocido. Se
abstiene, sin embargo, de concurrir a espectáculos por imaginar peligros
anexos a su fobia. Piensa con frecuencia en el suicidio (y en la manera
de consumarlo) como medio de librarse de la esclavitud de su obsesión.
sólo· le detiene una leve esperanza de mejorar.
La fobia, en el curso' de los años, se ha extendido hacia todo lo que
puede tener alguna relación con la sexualidad. Confiesa que si se viera
obligado a practicar el coito, tal vez llegaría a agredir a la mujer con
quien hubiese de realizarlo. Las mujeres no le suscitan ningún sentimiento
ni deseo, las observa "como si fueran animales raros". Sus nociones acer-
. ca de la" vida genital fueron adquiridas principalmente en las publicacio-
nes sobre "educación sexual" ( !) . Es pertinente anotar el cambio que se
opera en los sentimientos de S. respecto de su única hermana, dos años
mayor que él. Cuando se enamora de C. comienza a tener respeto hacia
las mujeres, inclusive hacia su hermana, cuyo trato esquiva desde en-
tonces. Ella se burla de él al percatarse de algunas de sus manifesta-
ciones anormales. Tal hecho suscita rencor en S., rencor que se convierte
en odio invencible cuando ella contrae matrimonio con un. sujeto des-
preciable.
El estado presente de S. corresponde a lo siguiente. Han cesado los
ensueños voluptuosos, en que era espectador de escenas en las cuales fi-
guraban mujeres desnudas bañándose en un paraje dé río que le recuerda
el frecuentado por él en la niñez. Producida la eyaculación sin sueños
82 Honorio Delgado

voluptuosos S. no puede evitarla despertando a tiempo. Precautoriamente,


liga el glande con un cordón, pues la fobia relativa al semen se conserva
en, todo su vigor : preferiría estar en: contacto con los objetos más inmun-
dos antes que sentir la humedad del esperma o verificar la mancha en
su ropa. El contacto ecn el suelo y los objetos que tiene relación con el
mismo le es igualmente intolerable, por participar de la "impureza del
semen". A menudo tiene la obsesión imaginativa de que eyacula sin sen-
tirlo. Aun en ausencia de polu cienes, le parece que con el tra,.nscurri:r de
los días se va "impurificando moralmente. Desde hace tiempo requiere
baño caliente porque el frío rio basta para purificarle. Si toca alguna
parte in_ferior de su cuerpo o del vestido que lo· cubre se lava las manos
.durante 10 o 15 minutos, sin secarlas (no usa toalla y cierra la llave del
caño con el codo). Por eso se abstiene sistemáticamente de llevar sus ma-
nos por debajo de -Ia cintura; las tiene de ordinario juntas en alto o co-
locadas en las axilas. No utiliza los bolsillos de los pantalones, y si dis-
traídamente coloca algún objeto en ellos Io deja ahí abandonado· definí-
tivamente. No usa pañuelo por no tener que colocarlo en los bolsillos. La
fobia de la contaminación se extiende al contacto con otras personas; por
1o cual se priva de dar la mano y restringe- celosamente su comercio con
los demás. Desde hace dos años tiene pavor respecto del panteón, las
.agencias funerarias, Ios hospitales, las calles y los lugares sucios. Lo único
que le permite vivir es el deseo de recuperar la salud. A veces sueña que
está sano, que no experimnta asco y goza al sntirse libre de su esclavitud
mórbida y de poder vivir tranquilo. En la actualidad no· alienta ningún
sentimiento hacia C., cuya idealización jugara un papel tan importante
en. la génesis de su proceso compulsivo.
La hermenéutica lícita de- este caso confirma el criterio antropoló-
-gíco-existencial. En nuestro paciente el asco es una reacción desmesurada,
'informe contra la contaminación que se hace ubicua, reacción que a su
vez suscita reacciónes defensivas. Después. de la veleidad amorosa inicial,
~Í mundo de s. y su estar en el mundó=se hallan radicalmente deforma-
dos por falta de toda relación simpática y de toda perspectiva. con la ubí-
cación - de cada virtualidad en su sitio y en su objeto particular : ya no
es repulsivo sólo lo repulsivo (todo lo que puede tener alguna relación
-cón lo sexual expresa la esencia asquerosa. En la lucha- de S. con su
mal s-é sirve de' una' técnica meticulosa, natural y mágica. Lo hecho no se
presenta como acontacido y liquidádo ; no hay para nada el sentimiento
dé 'seguridad; el sujeto duda de todas sus medidas y precauciones; todo
fo;· ·re:p'ite y sistematiza en una suerte de existencia con programa pe-
reni:ie 'y tésültado' incierto, sin avance ni historia. . -

. Í5.' - Lá anormalidad que nos queda por exponer es la


.sqbfehg)orad(jn. ilusoria de ta propia voluntad. Con criterio
,ge-nético: puede. 'considerarse como no autóctona, pero f enome-
La Voluntad 83

nológicamente entraña alteración de un momento propio del


acto de querer. Por el sentimiento falaz de ser dueño de una
voluntad extraordinaria, el sujeto cree que de su arbitrio de-
penden acontecimientos en realidad ajenos a su acción posi-
ble, o atribuye una hiperbólica responsabilidad a sus decisio-
nes. La exaltación afectiva, las ideas sobrevaloradas, el pen-
sumíento delusíonal y el precategorial juegan aquí papel de-
cisivo, pero eso no compromete menos el ejercicio de la vo-
luntad. Hasta en el hombre normal, la discrepancia entre el
poder volitivo real y la conciencia del mísmo af eeta la eco-
nomía de la acción personal.

Un. demente presenil en estado hipomaníaco se considera autor de


-toda obra humana que suscita su admiración. Se cree capaz de realizar
-prodigios en el orden artístico y técnico. Está convencido de que puede
-volar sin aparato alguno, con sólo proponérselo; intenta hacerlo y no
acepta el fracaso. Asimismo, se considera adivino y cree demostrarlo in-
terpretando a despecho del mentís de la realidad -incólume siempre el
sentimiento de su suficiencia. Ha descubierto el valor real del oro y por
-eso le corresponde buena parte del circulante del mundo entero, del cual
puede disponer a su antojo. Superior a todos, nos amenaza con destituir-
.nos si no le complacemos, y la existencia misma de la Sociedad de Bene-
ficencia depende <le él, pues de un papirotazo podría destruirla.-Un ex-
esquizofrénico nos revela sus experiencias pertinentes al tema en estos
términos : "A menudo uno se siente poseedor de cierto flúido magnético
.que uno trata de reconcentrar en las personas que nos rodean, con el
objeto de dominarlas. Aun durante los sueños veía a ciertas personas que
'no me eran gratas, y empezaba po,r pretender sugestionarlas. Estos es-
tados me venían acompañados de cierta cantidad de saliva, y algunas
veces de gritos; rara vez me he visto dominado por espíritus : siempre
.confiaba para salir vencedor en la pureza de mis sentimientos. . . Es in-
teresante consignar la creencia que yo tenía de ser poseedor de alguna
.ínfluencia en la mirada y de poseer un lunar en los ojos. Recuerdo que
un día el empleado C. me impidió que me bañase .~ por toda respuesta yo
-evadí mirarlo, pues así no le comunicaba la influencia que yo guardaba
en mis ofos, la cual debía servirme para cosas superiores. Añadiendo· algo
-más, asociaba esta creencia al tratamiento que· me daba mi madre de "Lu,
narcito" ... Yo trabajaba en favor de la humanidad y el mundo ingrato no
-reconocía mi labor. Conste que consideraba como radio de mi acción el
.mundc",
84 Honorio D.elgado

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WOLTRING : "Folie a deux. Beitrag zur Kennitnis induzierten Psychosen",
Sohnoeizer Archiv für Neuroiosjie und Psychiatrie, 1951,t. 68, N9 1.
Psicología General y Psicopatología

de las Tendencias Instintivas

1. Definimos el Instinto, setisú stricto, como la potencia


anímica espontánea por cuya virtud el animal aprehende la
realidad, ambiente y actúa sobre ella de modo oportuno, a-
decuado y específico, conforme a determinados fines, en ser.,
vicio propio, de la especie o de otros seres vivos, general=
mente sin conocimiento de las consecuencias. Es potencia a-
nímica espontánea en el sentido que constituye un principio
rector innato o fuerza .cualitatívamente original que desplie-
ga y dirige una estructura psíquica, sin necesidad de expe;
riencia previa, sin tanteos ni rectificaciones, y que no se pue-
de explicar por las influencias externas 'ni por· las particula-
ridades anatomo - fisiológicas del animal. Entraña aprehen..
sión de la realidad ambiente ·y actividad oportuna y adecua-
da sobre ella, esto es, comercio organizado con lo externo, en
tanto que campo de expresión panfisonómico y de posibilida-
des vitales para el ser: atracciones, resistencias y repulsiones
inmediatas. El instinto capta las exteriorizaciones e inten-
ciones ajenas, en la medida que la situación de cada momen-
to constituye un panorama completo de incitaciones para la
acción naciente o actuar· Los objetos de la diligencia -del a-
nimal constituyen el complemento necesario para sus "actos
industriales" (Fabre) , de suerte que se inserta en su mundo
como si ambos -sujeto y objeto- fuesen los dos miembros dé·
una unidad con sentido. Dicho de otro modo, por el instinto.
88 H onorio Delgado

la acción del animal se endereza en servicio de fines vitales,


logra bienes para sí, para su especie o para seres de especie
distinta, incluso para seres del reino vegetal, realizando ac-
ciones llenas de "sabiduría", que el hombre no es capaz de
explicar, como, por ejemplo, paralizar a la víctima empozo-
ñando los ganglios motores, alcanzados por la única vía ade-
cuada, según lo practican muchas especies de insectos, corno
si canecieran la anatomía interna de su víctima - eón obj e-
to de que la prole disfrute prolongadamente de alimento in-
corruptible. ¿Conoce el. animal las consecuencias de su con-
ducta instintiva? Se puede afirmar que sí, tratándose sólo de
los actos inmediatos, por ejemplo, la sucesión de maniobras
en una contienda, y que no, respecto de lo principal y último.
Nada precisamos diciendo que se trata de un "comienzo de
conocimiento". El esquema de vida, plan orgánico o idea di-
rectriz está en la naturaleza -como un todo y se revela no sólo
en los instintos, sino en la arquitectura y el funcionamiento
de los seres vivos, así corno en las precisas conexiones de la
hioesfera . Por eso se puede hablar de un sentido lato del íns-
tinto, corno entelequia, a la vez vis direcirix, vis sculptrix y
vis creairix .
Nuestra definición del instinto en sentido estricto corres-
ponde con todo rigor sólo al comportamiento de cierta clase
de animales, típicamente los insectos solitarios, cuyo· género
de vida implica el mínimum de condiciones para el desa-
rrollo de actividades tales como la imitación, la formación de
hábitos, la asociación de recuerdos, la adquisición de expe-
riencia, el aprovechamiento de las mismas, etc. En los demás
animales. incluso los insectos sociales, el desarrollo de otras
'[-¡abff dades, sobre todo la inteligencia, influye sobre. el ins-
tinto relajando su estructura. D~ mayor momento es la mo-
dificación de la vida instintiva en el hombre. El imperio de
la inteligencia humana, con su particular aptitud para las
ideas generales, así .como el ejercicio de la voluntad, el go-
bierno de la conciencia del yo y la relación con el mundo de.
los valeres espirituales, modifican profundamente la virtuali-
dad instintiva. La inteligencia y la voluntad obran en tal sen-
tído de des maneras: por inserción de la libertad, que crea
Tendencias Instintivas 89

nuevos fines, y de Ja arbitrariedad que, entre otras cosas, se-


ñala a la conducta fines facticios o erige lo que, en el orden
natural, no son sino medios .. La espontaneidad del instinto
es propuesta o transfigurada por las incitaciones y exigencias
de la cultura, cuando- no es trocada en hábito o capricho; la
oportunidad y la adecuación a fines vitales, que en los. anima-
les da al instinto el carácter de actividad con "calendario"
propio ("les insiincis ont leur calendrier", dice Fabre), deja
el puesto ora al orden moral o racional, ora al refinamiento
artístico, ora al desenfreno o la veleidad hedónícos , en fin, la
.ignorancia de las consecuencias casi desa parece. Por eso en
psicología humana no es posible hablar de instintos especiali-
zados y de una pieza, sino de tendencias instintivas, más o
menos holgadas. De esto no se debe deducir que la experien-
cia humana sustituye al instinto, sino simplemente que las
tendencias instintivas no se constituyen o configuran sin la
experiencia personal. La economía de la vida anímica del
hombre, por diferenciada, elástica, compleja y fecunda en je-
rarquías y constrastes, no se sustrae a una interpretación des-
de el punto de vista del instinto como potencia -ya anímica
y espiritual- que contribuye a dar dirección, movimiento,
variedad y, hasta cierto punto, unidad al conjunto, según ve-
remos después.

2. Es muy difícil de lograr una descripción fenomeno­


lógica que delimite las tendencias instintivas pues éstas se ha-
llan en estrecha relación con las demás actividades anímicas,
cuya dinámica 1c-ondicionan.En efecto, -Ia orientación de la
mente en todo instante no es pasiva respecto de su contenido:
percibe objetos, reconoce relaciones, descubre valores y, por
.consiguiente, experimenta sentimientos e impulsos según la
disposición y las circunstancias reales del momento. Por otra
parte, no se trata sólo de direcciones aisladas, como si el ob-
jeto percibido despertase una tendencia perfectamente deter-
.minada por el valor manifiesto, sino de estructuras con lími-
tes tan imprecisos como los de la personalidad en función.
Ciertamente, toda tendencia implica la dirección hacia un fin
-valioso y la búsqueda, la entrega o el recouocimicnto de ésle
90 Honorio Delgado

en un objeto. Pero la experiencia anterior, el hábito, el ej er-


cicio de la atención, etc., matizan. la composición de la expe-
riencia vivida en forma cada vez original, pues ·21 mismo ob-
jeto es distinto para la misma persona en diversos momentos
por efecto de las relaciones previamente establecidas, que re-
percuten reflexivamente sobre la actitud íntima del sujeto.
Esto influye incluso condicionando el aspecto de lo percibi-
do. Así, si un· individuo aficionado a determinada clase de
flores, por ejemplo, se dedica a cultivarlas en un ambiente
donde abundan parásitos destructores de las. boj as de la plan ,
ta correspondiente v se entrega a la caza de los mismos, des-
pués de un tiempo .sus ojos percibirán más las hojas que Ias
flores en otro tiempo .contempladas con abstracción del resto.
Se comprende que en las relaciones interindividuales Intervie ...
nen factores innumerables de mayor importancia y compli-
cación en este sentido, pues cada hombre concreto es para el
prójimo todo un mundo de valores más o menos heterogéneos,
cuya manifestación o relieve parcial varía con las icircunstan.,
cias.
La dificultad de delimitar la experiencia concreta de las·
tendencias instintivas no obsta para caracterizarlas de mane-
ra general y distinguir sus variedades fenomenológicas más-
saltantes. La tendencia instintiva se puede definir icorno una
disposición directa, manifiesta a la conciencia en forma de
sentimiento, que incita a la preparación y al logro de fines:
valiosos para el sujeto, cuya conversión en actos -tanto en el
sentido de realización o no realización en el momento dado-
cuanto en el del modo de comportamiento con el cual se ma-
nifieste- depende de la aptitud innata, de la formación per-
sonal y de las condiciones del ambiente actual. Examinemos
ordenadamente los diversos aspectos de nuestra definición.
10 Gracias a un sentimiento específico se manifiesta en
la experiencia vivida la particularidad de la tendencia instin., ·
tíva que distinguimos como disposición incitadora en una di-
rección. La emergencia de· 10 antes potencial modifica nues-
tro estado de alma matizándolo con eI sentimiento correspon-
diente, cuyo análisis es el mejor camino para penetrar en el.
juego de fuerzas que nos agitan y descubrir (cuando no es
Tendencias Instintivas 91

manifiesto de inmediato) adonde apunta precisamente la in-


citación: Pues, aunque se trata siempre de perseguir fines va-
liosos para el sujeto, a menudo no se revela claramente si se
prepara evitando un obstáculo real o supuesto, fomentando
requisitos auxiliares, acumulando posibilidades interiores de
disfrute, etc. Además, la falta de estímulo o clima interior y
exterior propicio a la emergencia de tendencias poco exigen-
tes o no reconocidas conscientemente, tiene por ·.consecuencia
la producción de vagos sentimientos de desagrado o insatisfac-
ción que pueden llegar a constituir el fedium vitae, incluso
cuando se logran fines que se esperaban venturosos. Tal ocurre
hoy a menudo con individuos que colman todos sus apetitos
ñsícos de. manera óptima y sin embargo, alejados de la na-
turaleza y de los nobles incentivos de la vida espiritual, lle-
van una vida interior miserable. En tales casos, sobre todo
en individuos bien dotados, el análisis del sentimiento de in-
satisfacción da la clave de la falla de las tendencias y permi-
te promover la vigencia y la satisfacción de las estructuras
valorables excluidas. En resumen, la tendencia instintiva se
hace comprensible gracias al sentimiento con que se maní;
fiesta. Este sentimiento es agradable cuando el sujeto se cree
en camino de lograr . el fin correspondiente, desagradable en
el caso contrario, así como cuando la tendencia no se satisfa-
ce aunque de ello no tenga conciencia el sujeto.
29 Como queda dicho, es común a todas las tendencias
instintivas enderezarse hacia algo valioso, hacia un bien. Pe-
ro los valores no sólo asientan en objetos materiales sino en
objetos ideales, en producciones y en posibilidades de realt- ·
zación personales. Por otra parte, el hombre no tiende a bus-
car o a· realizar cualquier valor en cualquier situación, según
su dictamen puramente intelectual. No conviene tampoco con-
fundir la tendencia que mueve hacia el valor con el sentimien-
to valorativo, que es una suerte de percepción afectiva: el va-
lor de algo es independiente de la satisfacción o no satisfac;
ción de un suj eto determinado. Por último, "el efecto de los
objetos o actos percibidos depende considerablemente de las
determinaciones de valor imperante en el alma del sujeto
en el momento respecto del objeto o el acto en referencia. Ló
92 Honorio Delgado

decisivo, desde el punto de vista psicológico, es la especie o


constelación de valores que implica un bien para el sujeto
movido por la tendencia o estructura de tendencias corres -
pon dientes que se actualiza en su alma.

3Q La conversión de la tendencia en actos o acciones es


sin duda su carácter más esencial: por e·SO se le ha definido
como movimiento virtual o naciente y .como causa vital del
movimiento. La conciencia de un apremio a la acción exte-
rior o a la inhibición de la acción es inseparable de Ia expe-
riencia vivida de las tendencias instintivas. Mas no puede a-
firmarse que en todo momento las tendencias tratan de incor-
porarse en la acción; de ordinario se intercalan fases inter-
mediarias, en que nos podemos dar cuenta de su existencia no
por su exteriorización sino por su correlato afectivo. A me-
nudo también el aspecto dinamogénico de la tendencia es im,
preciso para el sujeto; se manifiesta sólo como tensión inte-
rior o desasosiego, como apremio a un cambio, como impul-
so obscuro a buscar desahogo, como vaga insatisfacción, sin
apuntar un fin determinado, según hemos 'visto anteriormente.
49 La conversión de la tendencia en acto exterior de-
pende de dos suertes de factores: internos y externos. Aunque
hay tendencias que se manifiestan sin experiencia previa al-
guna respecto del objeto que las: satisface, como ocurre con la
mayor parte de los apetitos corporales, todas, en alguna for-
ma, por lo menos en lo que respecta a la manera como se ac-
tualizan, son influidas por las -circunstancias actuales; y mu-
chas, en fin, las más diferenciadas y selectivas de objetos, im-
plican el desarrollo de una determinada constelación de apti-
tudes personales. Por tanto, se especifican y estructuran gra-
cias a la experiencia de la vida. En toda edad la actividad
anímica del ser humano está sujeta a limitaciones que impli-
can inhibición de la descarga de algunas tendencias instinti-
vas. En el curso del desarrollo se establece un sistema de res-
tricciones y prohibiciones, en parte espontáneo, en parte im-
puesto, gracias a la maduración del propio instinto y a la in-
fluencia del pensamiento, la voluntad y el hábito, la conduc-
ta de los demás, etc., que aunque nuncallega a tener el poder
Tendencias Instintivas 93

de aniquilar las fuerzas instintivas innatas, sí es capaz de re-


gular su ju ego, de distribuirlas y transfigurarlas, no sin quie-
bras posibles en situaciones extremas o anormales. Así se
elabora, ramifica y estructura la trama dinámica total de la
vida instintiva. El ambiente de un hombre no está sólo for-
mado por las series de cosas y cambios que percibe y piensa,
sino también y más primariamente por el conjunto, más o
menos coherente y jerárquico de finalidades' y satisfacciones,
donde forzosamente el disfrute de unos bienes. apareja la pri-
vación de otros, la denegación de una satisfacción, la búsque-
da de otra que la compense, a veces de manera sutil y hasta
aparentemente paradójica, como la satisfacción en no satis-
facer las tendencias más apremiantes. En la persona normal-
mente forinada y en ambiente óptimo, la economía de la vida
anímica se regula por la percepción espiritual de lo que pue-
de y debe hacer en cada situación -esto es lo que Pfaender
llama acertadamente "el órgano nomológico" del alma hu-
mana-, de suerte que el yo dispone no sólo de medios de ac-
ción e información dif erenciados y enriquecidos con la expe-
riencia, sino de un orden de direcciones espirituales que le
permite administrar orgánicamente sus tendencias instintivas.
Después de caracterizar lo que tienen de común las ten-
dencias instintivas -aunque sus diversos aspectos se mani -
fiesten en grado variable de intensidad y claridad-, debemos
considerar ciertas modalidades fenomenológicas relativas. al
curso de la experiencia de las mismas. Se puede distinguir
tres grupos: 1<:> tendencias episódicas: deseos, impulsos, ne-
cesidades; 2<:> tendencias. habituales: ·intereses; 3:J. tendencias
duraderas: inclinaciones y pasiones.
1 o El deseo se distingue por manifestarse claramente a
la conciencia la acción apropiada para satisfacer la tenden-
cia, con capacidad de discernir la independencia y la. distan-
cia existentes entre la atracción del fin y la probabilidad o im-
posibilidad de su consumación real. El impulso es una ten-
dencia dominante espontánea, poco selectiva respecto de los
medios de su exteríorizacíón, intempestiva en manifestarse y
difícil de reprimir. Mientras que el deseo se alimenta y des-
vía fácilmente con la actividad de la imaginación, el impulso
94 H onorio Delgado

con dificultad .se apacigua si no es en la acción. Si el "impul-


so tiene por objeto inmediato y último el cumplimiento de
una función corporal lo llamamos necesidad.

29 Los intereses son tendencias que se establecen, dif e-


rencían y sustituyen con marcada influencia externa y con el
ejercicio de la atención; no comprometen forzosamente lo ín-
timo de la personalidad, por Jo cual la falta de logro de sus
fines no es mayormente penosa. Los intereses están· ligados
sobre todo a los objetos de la esfera espiritual. Se usa tam-
bién en psicología elrnísmo término para designar toda suer-
te de objetos que suscitan nuestras tendencias. En el primer
caso nos referimos a la experiencia vivida, en el segundo a
las condiciones exteriores de la misma.
39 La inclinación y la pasión, además de ser tendencias
duraderas, se caracterizan por corresponder a las disposicio-
nes instintivas más fundamentales y vigorosas del sujeto. Una
vez desarrolladas estas tendencias, las condiciones exteriores,
sean favorables, sean adversas a su satisfacción, no logran
amenguar su vigor y pertinacia sino de modo limitado y ex-
cepcional. Se: las puede definir como las dominantes instinti-
vas de la conducta del sujeto en toda circunstancia, salvo aca;
so en las situaciones límite. Las pasiones se diferencian de las
inclinaciones por su mayor profundidad, intensidad y dura-
ción. Sobre todo lo último no debe considerarse como criterio
siempre válido. También se ha señalado una serie de diferen-
cias cualitativas entre las cuales las menos inconsistentes son:
a) que la pasión desorbita el yo y lo somete al objeto. mien-
tras que la inclinación sólo ofrece vías a sus posibilidades y
manif estaciones: b) la pasión se concentra de un modo ex-
clusivo en un objeto determinado, la inclinación es una ten-
dencia genérica, que se dirige a especies de objetos igualmen-
te valiosos; e) la plástica de la pasión depende en buena par-
te de las condiciones exteriores, mientras que la de la inclina-
ción es espontánea. En otro lugar hemos puesto de manifiesto
la poca consistencia de estas distinciones.
La dinámica de las tendencias instintivas ya ha sido e11
parte considerada en relación con su fenomenología, pues
1'endencias Instintivas 95

por definición aquí se trata no sólo de algo dinámico sino


también dinamogénico. En el parágrafo siguiente considera-
.rernos también otros ju egos de fuerzas, que desbordan el ám-
bito de la vida consciente. Lo que consideramos en seguida
es una serie limitada de casos típicos de la experiencia vivi-
da: 19 múltiples tendencias convergentes, 29 una avasalladora,
39 múltiples .discordantes, 49 tendencias que alternan, 59 equilí-
bríos estacionarios dominantes.
19 El concierto de varias tendencias afines o complemen-
taria~. es de manifestación muy frecuente en la vida normal.
Puede decirse que casi toda nuestra actividad no es otra cosa
que la colaboración de tendencias propulsoras al fin principal
con tendencias derivadas que orientan la mente, hacia los me-
dios y tendencias inhibitorias de lo que puede oponerse o des-
viar la estructura dinámica reinante. Piénsese, por ejemplo,
en la constelación de deseos, intereses, afanes, entusiasmos y
temores del devoto, del viajero, del deportista o de la coqueta.
29 El caso de la tendencia predominante implica la ex-
clusión de la supuestas o de semejantes y la confluencia de las
conexas. o aprovechables para el fin. Las pasiones represen-
tan de modo característíco esta falta de harmonía. Una ten-
dencia desenfrenada genera y fomenta la actividad anímica
polarizada hacia un objeto privilegiado y excluye o somete
todo lo distinto, mayormente lo capaz de paralizar o desper-
tar dudas respecto del fin de la pasión. La vehemencia en es-
te caso es capaz no sólo de mantener una acción vigilante,
aguda, tenaz, sino también de despertar aptitudes creadoras
hasta entonces secretas. Este señorío unilateral de una ten -
dencia apareja también inconsistencia de Ja crítica, ligere-
za en los juicios, propensión a las ideas sobrevaloradas, insen-
sibilidad para lo objetivo, ceguera para lo evidente en todo lo
que disuena respecto de su movimiento rector.
39 Cuando dos o más tendencias divergentes, simultáneas
y de intensidad semejante se disputan la actualidad o la in-
corporación en la conducta, se produce un estado de perple-
j ídad que dura mientras no cesa el equilibrio indeciso. Si no
se trata de un episodio fugaz y el sujeto es incapaz de modi-
car la situación con un esfuerzo de la voluntad, entonces pue-
96 Honorio Delgado

de producirse una disgregación de la vida anímica. En todo


caso, esta bi o multitendencia implica una predisposición mor-
bígena o un ·estado anormal de la mente. Ciertos desórdenes de
la· conciencia del yo pueden iniciarse con tal psicomaquia.

49 Que dos o más tendencias alternen o se sucedan en e~


predominio de la vida psíquica es una eventualidad frecuente.
incluso inherente a la actividad instintiva. Jung, incorporan-
do a la psicología el término de Heráclito, llama ley de la
enantiodrornía aquella según la cual el exceso de un estado u
orientaciónsuscíta el antagónico. Se verifica en todos los pla-
nos, desde aquel de las necesidades fisiológicas hasta el de los
estados espirituales más elevados. Así, el maximum de ana-
bolismo entraña la necesidad de catabolismo; el extremo del
miedo, si no consigue sus fines con la .autoprotección pasiva,
acaba por engendrar la reacción animosa, y viceversa; el sen-
timiento de inferioridad personal condiciona el afán de vali-
miento y dominio; el orgullo insuperable puede conducir a la
modestia, lo mismo que dela humildad sin límites no es sor-
prenden te que surja la infatuación enorm·e; nadie está más
próximo a las demasías. del odio que el enamorado vulgar en
el colmo de la adoración, así como en las naturalezas de po-
cos quilates la plenitud de la felicídad oculta en el germen del
aburrimiento.
5<> Otra manifestación típica frecuente de la dinámica de
las tendencias e.s el predominio del equilibrio estacionario de
la vida anímica sobre la emergencia renovadora, la falta de
flexibilidad y la resistencia al cambio de contenido de los ac-
tos conscientes. En los casos anteriores hemos señalado la ac-
tualización simultánea o sucesiva de tendencias militantes que
convergen o no a un fin. En el presente se trata/de la imposi-
ción de tendencias consolidades -sobre todo ínclínacíones-'-
que actúan de una manera formal y negativa: formal, en e!
sentido de estructurar la experiencia instintiva según· el jue-
go de fuerzas establecido por las acciones y reacciones previas;
negativo, en tanto que impide la actualización de nuevas y di-
ferentes direcciones. Es un empobrecimiento de la esponta-
neidad, variedad y frecuencia de tendencias. debido a la esta-
Tendencias lnstintioas 97

hilizáción eh un plano de orientaciones valoralívas ~onsue-


tudinarias. La privación 1~-e satisf acciones. anexa a éste es ~
t~do de ahná es. comparable a la del nostálgico -~que no ve
bienes donde faltan los perdidos-« aunque lacausa es opues-
l~: en la nostalgia falta1~ las condiciones habituales de dis -
frute
- . ' en la estabi]ÚacÍón formal de las inclinaciones falta~ Ú1
'

promoción de tendencias diferentes de las habituales, impe-


dida por éstas. Érí un .caso' el alma experimenta elvacío de
f9 que'f~1é,.erí-el otr0,.:eJ.va~ío. de lo _que no llega a ser. Jtlft~~
r

las"condfoiories genéticas _qu'e hacen comprensible el caso: ü~


pico que ']).os ocupa las dos más simples y frecuentes son l~s
siguientes: a') laInfluencia de u~ ambiente inmediato .y du-
radero donde impera la actividad mental monótona y poco di-
Iercnciada o muy especíaliaada, de suerte que el individuo
cái~.ét{de in¿éi1Üv.os' para Ici ~onducta que 110 corresponde al
~·~rcui'o esfrecho cl~.h~enes y actividades de la colectividad que
~ét imita; h) la influencia. de Una actitud d;: inseguridad fue-
:1~a ·aé' ~ln~ Iimitada constelación "dé di~·Ócciones ~ficaces y ~a-
tisf'actorias en. el campo de acción que ha permitido el desa-
ri!iJoüo intensivo .más que extensivo de la personalidad, de ma-
néra que fuera de los caminos trillados el sujeto se siente en
·\~rr-enopeUgroso, que .trata de evitar. Se comprende que am-
has ccndicíones pueden juntarse, as] como que la debilidad
de alma originaria sea factor respecto .del cual la pobreza ,
bajo tono vital v cultural del ambiente jugariau sólo un p~-
pel meramente coadyuvante. En la época actual parece im
.poner~e una. tabla de valores unilateral, reducida y de nivel
inferior-el nivel muerto de la masa incapaz de amor a Dios,
a la familia, a la patria, a la naturaleza y a todo lo noble,
g:I'ande y bello-"- que fomentan· directamente. los demagogos,
.nrovidos a su vez por. el despecho resentido, y de modo indi-
recto los hombres de élite que olvidan su acción constructív.,
v· Iieroíca. En tal situación -hístórica de la humanidad· la di-
~~);á~nic3: de tendencias que nos - ocupa forma círculos víciosos
.coleetivos, que complican y refuerzan- los efectos de lo positi-
: vo ,y. de lo. negativo en la. configuración- y' actuación del- alma
.individual, s,i,einpr~, con la: vrofunda insatisfacción consiguien-
.te a-su descaha:lgt?rminación. ,
98 • Honorio Delgado

3. Para determinar la participación de las tendencias


instintivas en la actividad mental concreta se requiere. preci-
sar qué finalidades la dirigen efectivamente y entre éstas.cuá.
les son principales, cuáles auxiliares o accesorias; se requiere
asimismo desentrañar la organización del conjunto y el grado
de conciencia y comprensión del sentido de la misma por par-
te del sujeto en quien se estudia. Tales requerimientos impli-
can forzosamente una clasificación de las tendencias instin­
tivas. La psicología no nos ofrece ninguna completamente
satisfactoria, aunque sí algunas utilizables. Entre las que más
se aproximan a la realidad asequible y que ofrecen puntos de
vista fructuosos para el análisis y la interpretación preferi-
mos la de Pfaender, que tratamos de resumir a nuestra ma-
nera, completándola en algunos aspectos.
Pfaender divide las tendencias en transitivas y reflexivas,
según que los fines se hallen fuera o dentro de la propia alma
o vida anímica del sujeto. En cada uno de estos grupos dis..
tíngue las siguientes tendencias instintivas fundamentales: 1 'l
de posesión y defensa, 29 de rendimiento, 3Q de actividad, 4Q
de poderío, 5Q de vida transitiva o reflexiva. Los bienes y los
males que encarnan los fines respectivamente perseguidos y
evitados por las tendencias transitivas, se reducen a los si-
guientes: a) del cuerpo, b) del vestido, la vivienda y la pro-
.piedad, c) de la naturaleza subhumana, a) de los otros hom-
bres, e) de la comunidad social, f) de las formaciones cultu-
rales, g) de la esfera religiosa.

19 La tendencia transitiva de posesión y defensa es la


que mueve al sujeto a tener lo que considera como bienes y a
librarse de lo que se le presenta como males. La intensidad
del efecto no es proporcional al grado ni a la altura de los
valores positivos o negativos que efectivamente encarnan los
bienes o males concernientes, pues la repercusión de éstos es-
tá sujeta a condiciones temporales y permanentes de la dis-
posición personal. Por otra parte, la expresión de cada ten-
dencia varía según la persona, el conjunto de la situación o
alguna particularidad accidentai del objeto, y consiste ora en
percibirlo o contemplarlo, ora en disfrutarlo o amarlo, ora en
utilizarlo -si se trata de un bien; en eliminarlo del campo de
Tendencias Instintivas 99

la percepción, no sufrirlo u odiarlo, destruírlo-> si se trata de


un mal. Igualmente, varía con los sujetos la preponderancia
de Ias tendencias a. tener o a asegurar lo habido sobre la ten-
dencia a librarse de males actuales y. a precaverse de los ve-
nideros, o la inversa. La. defensa -que no debe tomarse en un
sentido puramente biológico, como lo hacen casi todos los psi-
cólogos,-· incluye el pudor, con su infinita .variedad de for-
mas, muchas de ellas de ex trema delicadeza. Respecto de la
naturaleza específica de los bienes (no mencionamos los ma-
les porque se deducen como opuestos de los bienes) relaciona-
dos con estas tendencias, ,!enemos que considerar las siete va-
riedades antes enumeradas. a) Los más importantes entre los
relativos al cuerpo son: la salud, el bienestar, el vigor, la a-
gilidad y la belleza corporales; los alimentos y bebidas, el
comercio sexual, el descanso y el sueño, el dima y la tempe-
ratura apropiados; los bienes derivados o auxiliares en esta
esfera son el dinero, las medidas higiénicas, etc. b) Los bie-
nes del vestido, la vivienda y la propiedad, bienes hacia los
cuales tiende el individuo porque según su naturaleza le son
necesarios, y no sólo para condicionar cualitativamente las
tendencias exclusivamente corporales. e) Los bienes que ape-
tece el alma en el dominio de la naturaleza son innumera,
bles -objetos inanimados, seres vivos, conjuntos complejos=-,
cuya presencia no sólo es úitl a la satisfacción de otras ten-
dencias sino que por sí misma da encanto a la vida humana ;
de ahí lo grato de los paseos, excursiones y viajes, de las co- -
lecciones de cosas, de la crianza de animales inútiles, etc. d)
Los bienes. que representa el hombre para el hombre son la
compañía, la comprensión, el. comercio espiritual, la amabi-
lidad, la simpatía, la benevolencia, la estima, el respeto, el
amor, la amistad,etc .. ·2) Los hombres en su realidad colectí-
va ofrecen otros bienes, que no se derivan de los anteriores y
que para cada individuo consisten en formar parte de una
familia, de una iglesia, de un gremio, de sociedades, . de la
patria, etc. f) Las obras de actividad humana, tanto las que
tienen como materia elementos de la naturaleza cuanto .}as
puramente espirituales, constituyen las formaciones cultura ,
les, que a su vez entrañan otra esfera de bienes, cuyos terri-
100 · :. · H onorio Delgado

torids 'principales- son los - síguíentes: el económico y de la


técnica,' el j uridíco y el político, el artístico; literario, cientí-
fico y filosófico .-·todo-individuo adulto normal tiene-necesi-
dad de determinados bienes. .culturales, · dependientes d~l ·'í1L
vel moral de la tradición dentro elela cual se ha des~ú·rolla-
do su personalidad, g) El alina humana tiende por su propia
espontaneidad hacia un orden sagrado que. se funda en la
ley de Dios, en el cual Iacriatura .se dirige a s-li er eador : esto
implica una serie de bienes específicamente .religiosos;' no
susceptibles de reducción a valores de distinta· índole, ni in-
terpretables como. mero espejismo o producto de la falta de
saber-- según pensó la inteligencia. deformada · por- el escep-
ticismo y el materialismo de - una civilización indigente, -de-
sarraigada de la· cúltrir_a por. la· secularización de las institu-
ciones.

· 3. La tendencia transiiioa de rendimiento ·implica eje-


cutar o producir obras, configurarb crear algo en las diver-
sas esferas de objetos reales e 'ideales. Gran parte de tales
prosecuciones están al servicio de las tendencias de posesión
y defensa. En este caso las tendencias de rendimiento· son
derivadas, se manífiestan en la manera determinada como s~
actualizan las principales. Pero existen además tendencias
transitivas de rendimiento completamente independientes - de
las otras, ef ectivas en todos 'los órdenes _de bienes y mal e~.
Así, en el campo de nuestro cuerpo; no nos contentamos con
tenerlo, sino que hay impulsos específicos que nos mueven
a que produzca efectos tangibles y demostrativos de nuestro
ser real en el mundo· -el deporte es hasta cierto punto pro-
ducto de esta tendencia-; en el del 'vestido, su . resistencia:
su duración; su comodidad etc.; en el de la vivienda, su.con-
fort, su intimidad, etc.; en el de la propiedad, sus frutos; en
el de la naturaleza, ~u .ínterpretación y ordenación según ~I
punto de vista y ei estilo · personales: en. los del, alma 'Iiúm~'~
ha, ia sociedad y la cultura, realizaciones de todo oi·deií que,
constituyendo o no medios de satisfaccióri de otras - tenderi,
cías instintivas, son- ;por ;sí. productos valiosos (positivo~-ó rte"
gativos) de la vida espiritual propia'. De un modo absoluto,
Tendendas .lnstintioas ~01
se puede afírmar que sin esta clase de tendencias es incom-
prensible. el conjunto de la. vida mental. Én efecto, sin pro-
secu.ciones instintivas de rendimiento no se puede concebir la
percepción,Ja atepción, el; recuerdo, el pensamiento, la fan,
u;sía, el .sabcr, la.expresión (verbal o no), etc.

39 .A fa tendencia transiiioa. ele actioidad corresponde to-


da suerte ele prosecuciones no dirigidas a obtener UD; bien
o librarse de.un mal, ni a promover una realización exterior
valiosa, sino, meramente a ocuparse de lo externo y a actuar
sobre el mismov-Aquí están comprendidos desde los movi-
mientos inútiles-de nuestro cuerpo hasta las prácticas. reli-
giosas destinadas a evitar los males que ocasiona la pereza.
A primera -vist~ parece que la· tendencia a. la actividad i;ÓJ<)
debería servir de medio a las tendencias antes consideradas,
pero una breve observación de la conducta ajena o propia
evi<Jenciafa. frecuente manifestación de esta tendencia CI\ for,
ma autónoma, además de Ia propia del cuerpo y la de orden
religioso antes mencionadas. Los bolsillos de nuestro vestido,
por ejemplo, son ocupados -por las manos aunque nada ten-
gamos en ellos; el· bastón se usa solamente de modo- excep-
cional con una finalidad de defensa; . de rendimiento o de
estética: las. ventanas que dan a la calle, aparte de su utili ..
dad higiénica, sirven para mirar a. través de ellas sin más
objeto que "entretener la vista" en contemplar las. cosas. y
los seres humanos y subhumanos: la conversación es· en su
mayor parte una actividad gratuita, "para matar el tiempo":
otro tanto ocurre: con la lectura. y diversos espectáculos. El
holgazán ~sobre todo el de tipo erético o de mentalidad de
a:rdiJJa-. nos. ofrece la demostración más patente de la ten-
dencia en cuestión: la curiosidad y el desasosiego. le tienen
en .actívidad improductiva casi _perennemente.

.: '·. 4'1 La tendencia transitiua de poderío nos mueve a seño,


. rear toda suerte 'de objetos y situaciones por· el hecho mismo
de imponernos a. ellos. Es verdad que esta tendencia s.e maní-
fiesta en.servicio de .las .de posesión o defensa; de .rendimíen-
to, etc., así como· utiliza- estas y otras -tend(>uciaspara conse-
102 Honorio Delgado

guir sus fines propios, y, en fin,· es suscitada-por ellas, como


reacción· antagónica, de compromiso -o de compensación. Mas
la actividad anímica del hombre no es comprensible sin aeep,
tar una tendencia primaria de poderío, Esto Iio implica acep-
tar la concepción de Nietzsche {y la elaborada por Ad1er),
que pretende reducir toda la vida instintiva del ' hom-
bre a esta "voluntad" de prepotencia sobre lo externo. Tan
real y tan parcial como esta tendencia son las· demás, y ella
no sólo está limitada en la psicodinámica del hombre normal
por las otras tendencias sino que coexiste con una opuesta,
la. de sometimiento al poder ajeno superior -de la misma
suerte que la tendencia a la actividad tiene como comple-
mentaria la de pasividad y reposo;. la de rendimiento en pro-
vecho propio, la de servicio a los demás; la de posesión y de-
fensa, la de entrega y abandono.

59 La tendencia ele vida iransitioa 110 corresponde a lo


que se conoce con el nombre de instinto de conservación. La
conservación y la expansión de la vida corporal quedan iiI-.
cluídas entre las tendencias de que nos hemos ocupado an-
teriormente. La conservación y el fomento de la vida aními-
ca pertenece a las tendencias reflexivas. La tendencia de vi-
da transitiva es el fundamento de todos los órdenes de ten;
dencias transitivas, condiciona 'la intencionalidad de nuestra
conciencia y en general toda actitud de extra tensión y extra-
versión.:

6º La tendencia egotímica o de la valorización reflexiva


se refiere a la tenencia de los bienes y al rechazo o afán de
librarse de los males· de la propia alma como un todo .y de
aquellos parciales de su actividad, de sus actos y productos,
tanto presentes cuanto pasados y futuros. Entre los inconta-
bles bienes de que aquí se trata de destacan la belleza, la
delicadeza, la elegancia, la pureza, 1a bondad, la grandeza
moral, y los males contrapuestos son: la fealdad, la grosería;
la crudeza, la suciedad, la maldad y la pequeñez moral. En
está esfera la prosecución práctica del sujeto, regulada nor-
malmente por el pudor, respeto a. preservación de ·sí -más o
Tendencias 1 nstinti vas 10J

menos subconscíente->, propende no sólo a la adquisición de


los bienes personales íntimos sino a conservarlos e incremen-
a
tarlos, así como reducir, .eliminar y evitar los males. Estas
prosecuciones se relacionan en grado variable con la tenden-
cia a granjearse .la estima, la consideración, -el respeto etc.
de otros hombres, pero su manifestación más espontánea y
pura es independiente de la valoración ajena e incluso de la
complacencia en la autovaloración. Por otra parte, el afán de
lograr autovalores fomentado con la intención ele despertar la
admiración ajena es extremo que cae en el campo de las
anormalidades de la personalidad. No lo consideraremos aquí
---como tampoco consideramos las frecuentísimas "ilusiones
naturales" de la autovalorización, que Pf'aender analiza con
finura en su obra. Sólo indicaremos, para terminar, que cuan-
do la tendencia egotímica desorbita las realidades y posibili-
dades auténticas del valer personal es capaz de producir las
deformaciones ele mayores consecuencias para la economía de
vida individual y colectiva.

79 La. tendencia reflexiva de rendimiento, independien-


temente o al servicio de otras tendencias reflexivas, logra
bienes y evita males al yo. Su fin es enriquecerlo con adquisi-
ciones, definitivas o crecientes. Muchos de las prosecuciones
concretas dependientes de la tendencia transitiva de rendimien-
to dependen al mismo tiempo de la tendencia reflexiva que nos
ocupa; así por ejemplo, la fantasía y el saber no sólo implican
logros objetivos sino también adquisiciones constructivas de
nuestro yo.

89 La tendencia de actividad reflexiva dirige la vida aní-


mica, la impulsa, la modifica y complica en el sentido de ha-
cerla en cierto modo centrípeta respecto del sujeto anímico.
Gracias a esta tendencia -como a las otras de naturaleza re-
flexiva- la experiencia anímica se personaliza. Además de
esto, la tendencia de actividad reflexiva puede entrar en ac-
ción sin que participe en ello de manera . primaria ninguna
otra tendencia, como ocurre, dentro de la normalidad, en el
caso 'del cultivo de la vida interior por sí misma. Constituye
Honorio Delgado

un aspecto. psicológico de la meditación filosófica existencial


este promover actos en el mismo yo; descartando todo conte-
nido objetivo.

99 La tendencia reflexiva de poderío se muestra enIn-


Iinidad de formas unida a otras tendencias transitivas .Y re,
flexivas, así como con manifestaciones autónomas. Sin . e,Jla
es incomprensible particularmente el dominio de sí mismo )r
toda suerte de ascetismo y heroísmo -al igual que muchos
actos de egoísmo.
·' ~ .· , .. . ".
lO"f Po1' último, la tendencia de vida reflexiva es la con-
dición de todo movimiento del alma sobre sí misma. La vida
psíquica no está continua y exclusivamente orientada a las
~osas._ Por momentos se detrae, de lo externo y, con o' sin a~fi~
vidad o ej é~dcio de ot~~-as tendencias reflexivas, se intedo:d-
~z~·,. la·
vuelve a su .fnente. E1~ general, introversión es. una de
las.,dos direcdorie.s fm:Ídan1~ntales. de la· experienciahmnan~:
Toda clasificación de las manifestaciones de la vida aní-
mica no es más que tina abstracción metódica de lo que efec-
tivamente: es indiviso. En .este sentido, y sólo en este, tiene ra-
zón Freud -después de estudiar los instintos toda su vida....,,,..
al sostener en su última obra que "la doctrina del instinto es
nuestra mitología. Los. instintos sop entidades míticas, gran-
diosas en su imprecisión"; Así todas las tendencias que aisla
el análisis son manifestaciones del instinto .y este mismo ma.,
.uif'estación del alma entera. Por consiguiente, tan convenien-
te como desarticular y agrupar las tendencias instintivas :.~~s
investigar su unidad en un instinto fundamental, origen
de. todas ellas, - regulador , de sus· HmH~s y de su interacción,
cuya satisfacción será Ja más profunda y Ja. última en la ac-
ti:vidad anímica total, órgano, en -fin, de la 'unidad del ser: y
. del devenir· personales. Por la misma . multiformidad de sus
manifestaciones, el instinto fundamental no· puede ser eviden;
te de Inmediatocomo dirección avasalladora. Antes bien, será
comprensible como obscura .entelequia .individual, .que'se ·rea.
liza en· el sujeto empírico-de manera imperfecta." y.se muestra
e~i, la -vida consciente -de éste con grados 'vauiables alInñníte.
105

Según esto, no es posible aceptar.~como instinto fundamental


ninguno de· los. que por. definición · son tendencias parcia-
Ies o instrumentales: -Ilámense instinto de conservación, ·egoís-
mo, libido sexual, voluntad de dominio, agresividad o instin-
to. de· muerte; Et-instinto de conservación como el de muerte
en el sentido· que le. da. Freud no pueden explicar la ·evo-
lución de. la vida anímica, pues si fuese fundamental el .de
conservación, la vida anímica no pasaría del .estado de esbo- ·
zo, : "se contentaría" con conservarse . en su mínima . manífes-
tación; si fuese fundamental --y por ende exclusívo-> el de
jnuerte, la materia no podría pasar de la condición de mate;
;ria anorgánica, muerte: el ejercicio de la voluntad de domí-
_pio y la agresividad· (según la concepción ulterior de Freucl)
aparejan insatisfacciones incompatibles con el pleno disfrute
.que-implica el logro de un fín considerado como .últímo: el
Qgoísmono puede _ser tampoco; pues corresponde a la esencia
9e la naturaleza humana el aspirar por encima de.sí ; .por .úl-
timo, el libido sexual y en general los placeres corporales no
constituyen el objeto de un instinto fundamental, pues, según
el orden natural y normal de .las cosas, son consecuencia .del
disfrute _de un bien parcial, limitado, no son el bien mismo y
.mucho menos el supremo bien. A todas estas concepciones que
tornan pars­ pro loto se puede . oponer la definición. de San
Agustín: "Llamamos fi11 del hombre no lo que se consume en
no ser ya, sino lo que se perfecciona en pleno ser".'
· •: Si el instinto fundamental -no es ninguno de los que pro-
pugna la especulación psicológica popular, ¿cuál puede ser?
Es -innegable que a los fines y ~bienes que promueven las ten-
dencias del alma humana corresponde una organización jerár-
quica.. de modo que ha.y un bien supremo .. Concordando eón
la gran tradición filosófica· arístotélico-tomista, Pfaender conr
sidera que la vida 'anímica humana concreta .tíende a .ao-
tualizar lo mejor de su ser potencial en toda suerte de valores
.a -realízar su-relativa perfección, como ser a la vez .Hbre y
.condicíonado ·µ01~su cuerpo y por todas las. influencias - del
mundo. "Lá -vida .animica humana es manifestación;' medíocy
camino de uh alma humana que tiende a· cumplirse en 'este
mundo, dentro de 10· posible,. en el acomodamiento .óptírno a
106 Honorio Delgado

su situación vital durable y transitoria, con los acontecimíen-


tos. de_ su destino y con lo que ya ha llega-do a ser, de manera
en parte estacionaría, en parte progresiva, .con la creciente
colaboración de su yo espontáneo, evolucionando de un ger-
men determinado a una alma - determinada, transitiva, re-
flexiva, personal, ética, social y religiosa. La aprehensión de
este sentido permite la comprensión última· de toda la vida
anímica humana". La cifra del instinto fundamental de cada
persona sería: "Quiero llegar a ser lo que ya soy en germen".

4. En Ja dinámica de la vida psíquica son eficaces movi;


vimientos y resortes que no se manifiestan directamente, ni
siquiera .a la auto-observación del sujeto. La 'interpretación
de - los hechos correspondientes nos obliga a considerar las
tendencias subconscientes. El· instinto es por naturaleza
fuerza anímica profunda,_ potencia de origen imperceptible,
como la raíz de . las plantas, de ahí que a menudo sólo una
parte de sus manifestaciones sea asequible a la reflexión en el
campo de la conciencia. Además, los productos del instinto, o
sea las tendencias instintivas tanto actuales cuanto potenciales,
son formas de actividad múltiples, diferenciadas y hasta anta-
gónicas - cada cual se dirige a su cumplimiento ;r lucha por
- actualizar colaborando con otras tendencias u oponiéndose a
ellas, o ambas cosas a la vez. Por último, la - vida anímica no
consiste sólo en tendencias instintivas, sino en una complej i-
dad de funciones con perenne totalización orgánica frente a la
variedad eventual de-estímulos del medio y del propio cuerpo
e incentivos del mundo espiritual. Por tanto, la experiencia
vivida en cada instante y situación apareja un esfuerzo espon,
táneo de síntesis que mueve a excluír del campo de la concien-
cia lo que no es directamente eficaz para la configuración de
la conducta y esencial para la la existencia auténtica de la per-
sona humana .
- No es posible formarse una idea aproximada de ia actívi-
dad de las tendencias subconscientes sin considerar el aspec.í
to genético de su formación. La corriente de la vida anímica
individual - está sujeta desde temprano a condiciones que fo..:.
mentan .tanto la actualización cuanto la inhibición o represión
Tendencias Instintivas

de las tendencias.instintivas, de suerte que la actívidadpsíqui-


ca se. configura de acuerdo. con las víscisitudes del destino per-
sonal dentro del orden formal de la disposición instintiva. Di-
cho de otro modo, la espontaneidad y las reacciones posibles
de cada sujeto en cierta medida -aparte de sus dotes conna-
tas- están predeterminadas por el nexo histórico de su inte-
racción con la realidad. En semejante condicionamiento es po-
sible distinguir, entre otras, las siguientes constelaciones car-
gadas de consecuencias prospectivas: 10 diferencias personales
en la aprehensión de valores según los bienes y males concre-
tos del contenido de la experiencia previa; 29 ·esquemas de
acción y modos de conducta preferentes o privilegiados eh
consonancia con las posibilidades fomentadas - habitualmente
(sobre todo en el círculo de la familia) ;-3<> latencia y descono-
cimiento de posibilidades de vida correspondientes a tenden,
'cías instintivas que no encontraron ambiente favorable a su
maduración en la oportunidad de su emergencia. Ciertamente,
esto no justifica la tesís de que en materia de tendencias seu
ley lo subjetivo y su consecuencia moral de que cada cual debe
"vivir su vida". En realidad, el individuo se desenvuelve en lo
fundamental según los principios inherentes a la naturaleza hu-
mana, aunque con las variantes accidentales -no sin conse ,
cuencias prospectivas- anexas en parte a Jo distintivo de su
pasado: perspectiva de valores unilateral en mayor o m·enor
medida, conjunto variado o .monótono de modos de compor-
tamiento favoritos, - desenvolvimiento acompasado o no de las
tendencias instintivas, según la constelación propia de los a-
contecimientos decisivos del destino personal. Estos· y otros
accidentes de consecuencias ofrecen un sistema subconsciente
de selección para la vida activa y para la contemplatíva.. sis-
tema tan propio de cada persona como la expresión de su
semblante ..
La actividad instintiva del hombre necesita, pues, para su
desenvolvimiento infinitamente más de las influencias exter-
nas que la del .animal. Las tendencias instintivas vitales, de
desarrollo espontáneo, 110 cumplen a su fin de fraguar Ja vía
a las más delicadas, las esph-ituales, genuinamente humanas,
si no obra en. tal sentido la educación. Aquí es - oportuno en,
Honorio Delgado

carar el · problema de Ia ­sublimacián, La actividad educati-


va, según Freud.. es reductible a un proceso de represión de
las tendencias espontáneas con imposición .de reacciones san,
donadas por la cultura colectiva. Así, los objetos que exci-
.tan la actividad psicofisiológica son sustituidos por los de ín-
dole psicosocial; el placer de las exoneraciones .corporales,
por ejemplo, acaba por ser· sustituido por el goce de la esti;
.rna de los padres. Esto no significa, empero, que ·los instin-
tos .vitales se convierten en modos de conducta impuestos, ni
que la "energía libidinosa" se canalice artificialmente, con,
servando siempre subconscientemente su índole "sexual". La
sublimación no corresponde a una economía de elementos psí,
quicos. sino a procesos de conjunto: la denegación de satis,
facciones instintivas de oi·den animal suscita en la actividad
anímica ·ael sujeto la necesidad de expresarse según otras di-
recciones,· de esencia diferente y de . plano más alto. La re;
presión· obstaculiza, ciertamente, · la actividad de tendencias
instintivas determinadas, pero no crea por sí misma nuevas
y superiores tendencias con la "energía'' de las obstaculizadas.
La disposición de las tendencias· "sublimes" existe en el· al-
ma humana tan positivamente corno la disposición de las que
-se reprime. Si no fuese así, la sublimación sería inconcebible.
Y también sería incomprensible la pervivencia de -las tenden,
das suprimidas. En· efecto, si la sublimación transformase lo
reprimido·-·como impulso o -energía=- dejada de ser virtua,
Iídad específíca. La ·observación muestra que así coma· hay
tendencias que tienen una oportunidad o una· edad en que
se manifiestan para después cesar definitivamente, hay otras
qÚe'persisten de modo indefinido o se hacen activas. después
de haber permanecido -con o sin represión previa- en
completa latencia. Estas mismas tendencias pueden incorpo.,
rase en la conducta de un modo velado, como dirección. sub-
consciente <eficazen Ia' conducta, según hemos visfo ante~.
Para que las tendencias. instintivas actúen sin que· nos demos.
cuenta de ello no se requiere forzosamnte que hayan sido -o
sean. actualmente reprítnidas, ni ·_siquiera 'que 'se: trate ele ten;
dendas dé orden -puramerite -vitaJ./Iriéluso;-iristintos sublimes
pueden · 'cOnfigurar nuestra acción· sin qué ·tengamos eóncíen;
Tendencias· Instintivas 109

cia de su actualidad En la ·vida mental normal 'Y · en la mór-


bida la experiencia. intima· y la acción son susceptibles· de·'
múltiples y plausiblcs.Interpretacíones, 'pues dependen de 'rli-
versas tendencias, ora concordantes, ora en conflicto. El pro;
hlema -lleno de incógnitas- para. el psicólogo es saber de
qué tendencias surgen efectivamente los estados de conscien-
cia y los . designios "eficaces, y qué condiciones éxternas e Ü)-
ternas -presentes y pasadas- han hecho posible su naci,
miento y su estructura en la situación concreta.' ·· .H
En :otros capítulos nos hemos ocupado de los diversos
"mecanismos" de· 1a actividad subconsciente, ésquematizndos
por los psicoanalistas. Ahora consideraremos una reacción a,
nímica de base subconsciente, f'recuentísima y de· rnaníf ~sta..
eiones ·que varían al infinito, tanto en el hombre normal,
cuanto en el de personalidad anormal y en el enfennÓ. de In
mente: el Resentimiento. Se trata de una de Ias · adquísicio-
nes más apreciables de la psicología moderna, cuyo descuhri,
miento debemos al filósofo Nietzsche y cuyo análisis f enome,
nológico y sociológico ha realizado Scheler, quien rectifica el
error en que incurre Nietzsche al incluír la moral y el cris.
tianísmo entre las consecuencias del resentimiento judío, al
mismo título ·qlte la reforma luterana y la decadencia den~o;
crática ,
El resentimiento, en el sentido que le da Ni~tzsche ~
quien usa la palabra francesa ressentiment­, corresponde ·~ú
parte. a lo que designa. el término castellano despecho _·mal-
querencia ·nacida en el ánimo por desengaños sufridos en la
COI1S'CCUCÍÓil de nuestros deseos O en los empeños de nuesf¡•~
vanidad=-. Mas "despecho' no agota la significación profun.,
da de resentimiento. A nuestro entender loscaracteres esen:
ciales del resentimiento pueden definirse en: su aspecto feno-
menológico como sígue.: 11' hostilidad reacti~a ~~n" vehemen,
y
ciá enconada recelosa pero sin objeto individual exclusivo;
2a· orientación en que fas 'tendencias reflexivas; sobre todo la
egófimiCa' y la 'de p"ocl.erfo; aunque exciladas, -rit sé'''~cti{~Ú-
zán" de manera adecuada a la naturalezade las' cosas y <fo"'fr¡
pfüpih .réálldád · personal," 'sino. ·indi~edaÍnén.t«=;; · ·con.·"trá~spO,-
síciónes, ·y. 60.mü quíen ·:se siente" Incómodh sin sali~'F por' 'qúé
110 Honorio Delgado

Y •. · "con la .mírada venenosa" (Nietzsche), actúa con agresívi,


dad difusa, envidia velada o rencor sordo; cuando no cree
hallar motivos patentes de censura, indignación, odio, etc.;
3.c;i gran resonancia egocéntrica -·estado de "autointoxicación
psíquica" (Scheler)-, con las consiguientes desviaciones y
· cegueras en el orden valorativo: el resentido sufre en su pro-
pia valoración y trata de derrocar Jos valores ajenos autén-
ticos- herido en su amor propio por el 'supuesto o efectivo
menosprecio recibido, es incapaz de simpatía,· de amor, de
lealtad, de respeto, de admiración, etc., ante lo digno, de tales
sentimientos, que; por el contrario, calumnia y denigra; y la
conciencia obscura de los propios y efectivos males, unida a
la insatisfacción del instinto fundamental, le mueve a. la
"falsífícaoíón de la tabla de valores" y al rechazo de toda
autoridad y poder o "misarquismo" (Nietzsche), en cuya pro,
secucíón puede . llegar hasta el sacrificio personal. Con los
falsos .bíenes que propugna y las ficciones anexas a ellos ·-
ídolos con título de "ideales" -el resentido, ser pequeño, dé-
bil, impotente, incapaz, pobre, vulgar o desgraciado, se cree
igual o superior a los grandes, fuertes, poderosos, ricos, no-
bles y felices- lo cual le hace. tolerable la existencia. Lo que
La Rochefoucauld dice de los cortesanos despechados es vá-
lido, mutatis muiandis, para todos los resentidos: "El odio a
los favoritos no es otra cosa que el amor al favor. El despe,
cho de no poseerlo se consuela. y endulza con el menosprecio
de los que lo poseen; y les rehusan sus homenajes, no pu-
diendo quitarles lo que les atrae los de todo el mundo" (Ré­
flexions ou seniences et. maximes morales, 55).
Esta malformación o deformación de las ·tendencias ins-
tintivas que constituye el resentimiento no se puede asegurar
que sea exclusiva de una clase determinada de hombres, pe-
ro sus modalidades y su intensidad si implican factores cons,
titucionales, hereditarios, como Jos del tipo humano domi-
nante que, contribuye a condicionar la estructura social pro,
pícia al "fenómeno de vida descendente" de que nos ocupamos.
Desde el punto de vista genético son especialmente importan-
tes dos factores en la, vida del sujeto: 19 experiencias humí;
llantas, generalmente en situaciones .típicas, repetidas o dura-
Tendencias Instintivas 111

bles, y, 29, un desarrollo subconsciente, de suerte que, por


una parte, el individuo no tiene conciencia del nexo de las
causas con los efectos y, por otra, es laxa la relación entre· él
y los objetos suscita dores y aquellos contra los cuales se ej er-
cita la reacción. Por lo común hay, pues, un período de in-
cubación, en que el resentimiento se desarrolla insidiosamen-
te; rara vez se trata ele una actitud permanente definida y
militante a partir de la humillación original. El rescntímí-n.
to surge de condiciones en que el sujeto siente su irnpoten ._
cía para descargar de inmediato la cólera o la emoción hós,
til que lo embarga, y queda, potente y sorda, la sed dé ven,
ganza. "El sentimiento de venganza,· la envidia, la oj eriza, la
perfidia, la alegría del mal ajeno y la maldad '-precisa Sche-
ler -, no entran en la formación del resentimiento, sino allí
donde no tiene lugar ni una victoria moral (en la venganza,
por ejemplo, un verdadero perdón), ni una acción o -res-
pectivamente- expresión adecuada de la emoción en maní-
f estaciones externas; por ejemplo: insultos, movimientos de
los puños, etc.; y si no tienen lugar, es porque una concien-
cia, todavía mal acusada de la propia impotencia, refrena se-
mej ante acción o expresión. El que, ávido de venganza, es
arrastrado a la acción por su sentimiento, y se venga; el que
odia e infiere un daño al adversa rio, o, al menos,· le dice "su
opinión", o le denigra ante otros; el envidioso que trata de
adquirir el bien que envidia, mediante el trabajo, él trueque
o el crimen y la violencia, no incurren en resentimiento. La
condición necesaria para que este surja. Re da tan sólo allí
donde una especial vehemencia de estos afectos va acompa-
ñada por el sentimiento de la: impotencia para traducirlos en
actividad; y entonces se "enconan", ya sea por debilidad cor-
poral o espiritual, ya· por temor y pánico a aquel a quien se
refieren dichas emociones. El resentimiento queda circuns-
crito por su base -a los. siervos y dominados, a los que se a-
rrastran y suplican; vanamente, contra el aguijón de una au,
toridad. Cuando se presenta en otros, o existe una transmi-
sión por contagio psíquico -especialmente fácil para el ve-
neno psíquico del resentimiento, extraordinariamente conta. ·
gioso-, o hay en la persona un impulso violentamente reprí;
1~~~01,.del cualel resentimiento toma su punto de partida y
q11C. se revuelve en .esta forma de -una personalidad "amar,
ezada" o . "envenenada":
. ,
Condiciones propias para suscitar o . avivar el resentimien-
to son todas aquellas que ponen de manifiesto la inferioridad
del sujeto, tanto en el ambiente doméstico; educativo o profe-
sional ,cuanto en el más amplio de la vida social, económica,
política y espiritual. Se comprende que personalidades anor.
males .particularmente predispuestas manifiesten el resentí-
miento con un mínimum de motivos externos o que en "ellas
adquieran proporciones y consecuencias extremas tales con-
c:Ü~i~nes.Esto se observa particularmente en histéricos y,
sobre todo, en paranoides y paranoiacos ,
·.· · SCHELER 'considera que NIETZSCHÉ ha formulado su concepción
del resentimiento en su obra'. La g:en¡ealogía:-d~ í~ ~or!al ( 1887). Nos
parece que ya en La gaya ciencia (1886) está implícito el descubrímiento
psicológico en la.dnterpretación que hace de -la conducta' del morl'lUsta
francés Chamfort, hijo ilegítimo de un gentilhombre y una plebeya·.; ,~~Que
un conocedor del hombre y d.e la multitud como Chamfort --::. . esc;Íbe
Nietzsche - se pusiera precisamente de parte de ia mufütrtq ;,~~ véz
de·. permanecer apartado en filosófica prescindencia y a la defensiv·á';
no me lo explico s, sino de la manera siguiente : .un instinto era en éf más
poderoso que su sabiduría, _un instinto jamás satisfecho, el odio contra
toda nobleza de sangre': tal vez á.l antiguo odio,· sobrado explicable pe
su madre, odio sagrado para él por amor a su madre, - un instinto de
venganza: conservado d'esde los años 'de 'la niñez, que acechaba ~el ins-
tante de vindicar a la madre. Y en cambio, la vida, su genio y segu-
ramente . más que ninguna otra .cosa la sangre paterna que corría por
sus venas, llevaron a alistarse .en aquella. nobleza y .. a. considerarse .su
igual a lo largo de muchos, muchos años. Mas acabó 'poi· no poder so-
portar su propio aspecto, la ext~ri0r1a'ad del ¡'hombre· "V'iejo" dn. el::ail-
tiguo régimen; le entró 'la. pasión' violenta de' 'hacer penibencia, y- '··c:ori
ella vistió el· traje del populacho · eqm.o sü .propia · das-e - de · éilicio. '. Su
mala conciencia fue la . negligencia en. la. venganza; Suponiendo que
Chamfort hubiera conservado un poco más de filosofía, . lá Revolución·
s~'bbtía visto privada de lo más trágico :d'e. su· espíritu y d~· su aguú6n
más agudo : habría ~idó, considerada coino u''n aco:rit~cimiei:J.fo"; rfiu~lfo
más sandia y no' habría' ejercido tamaña seducción -sobre los espinitus.
Peroiel odio y la venganza de Chamfort educaron una.genera'Ciów.:-y
los hombres más. ilustres pasaron por aquella .. escuela; -~? __ .Cha.mfo~t,. un
hombre tan ricó en honduras y trasfo~d.ós. del ·a1111a,, soinbrío; · eriférrno,
ardiente, ~-· un pensador que consideró 'necesarla 'la risá :¿om'o' úi\:•:¡:er~
niedio . contra lá" vida.'. ~" (Nietzsche : Werke,·' t:·· 'v: '§ · ~f5'5 )•:i ·· ·
Tendencias Instintivas 113

Si Nietzsche puede equivocarse al interpretar las conse-


cuencias políticas del resentimiento de Chamfort, acierta con
el determinismo psicológico _<J.el fenómeno. No cabe duda de
que tiene mayor responsabilidad en el desencadenamiento de
la decadencia de Occidente· otro escritor ilustre: Juan Jaco-
bo Housseau, uno de los casos más típicos de resentimiento
que nos ofrece la patografía, quien motu proprio brinda al psi-
cólogo todos los datos necesarios en sus confesiones. (John
Charpentier las resume y rectifica en su libro J ean= J acques
Rousseau oú le démocraie par dépit, París, 1934). Este caso es
particularmente ilustrativo de la falsificación de las tablas
de valores por causa de las desviaciones del carácter. La doc-
trina es aquí inseparable de la psicopatía, las construcciones
de filosofía social tienen la misma raíz que el sistema desíht-
sional de persecución. Lo que nos interesa ahora es contras.
tar brevemente nuestra definición del resentimiento con el
caso Rousseau, documentado por él mismo.
La hostilidad reactiva, etc. sin objeto individual exclusivo se mues-
tra a torrentes en Juan Jacobo, contra todo poder establecido : la Igle-
sía Católica, a cuyo credo aparenta convertirse por interés, adicto en
el fondo al calvinismo y propugnando en la vejez un cristianismo sin
Cristo; la Monarquía y la nobleza, ante cuyos representantes siempre
se sintió incómodo y receloso, aunque de ellos sólo recibió mercedes,
a pesar de sus ruindades; las instituciones, la tradición, la cultura, a
cuyas garantías se acoge siempre· que media su interés, y a las cuales
su sensibilidad y su imaginación oponen un amor a la naturaleza ro-
mántico y tendencioso. La orientación inadecuada de las tendencias
instintivas respecto de la realidad externa y personal se muestra a lo
largo de tod'a la existencia de Rousseau : vivió dominado por quimeras,
engañando a los demás y a sí propio, huyendo de la realidad y sin re-
conocer sus verdaderas aptitudes. hasta los 40 años. Sin verdadero
talento para la música, arte en que cosecha repetidos y ruidosos fra-
casos, se empeña en cultivarlo como objeto de. vocación durante toda
su juventud, a pesar de su dificultad: incluso para reconocer las notas.
En una de sus últimas obras confiesa que jamás estudió el mundo y la
vida objetivamente. Una actitud habitual en él es. la inseguridad agre-
siva, creyéndose objeto de burla y comportándose en consecuencia, hasta
cuando se le admira y se le ama.. mucho ·antes de que se inicie el delirio
persecutorio : ejemplo paradigmático de ello es la actitud frente a. Mme,
de Larnage y el marqués lie Taulignan. ·:La resonancia egocéntrica .eon
desviaciones y cegueras .. en el· orden timético asume magnitudes caríca-
turales en este "apóstol", hombre de inteligencia y sensibilidad muy agu-
114 . Honorio Delgado

das, . pero débil, egoísta, ·muy tímido, vulnerable y humillado; que con-
funde. el trasoñar y las buenas intenciones con el bien efectivo, la com-
placencia solitaria con el amor militante. Parásito durante muchos años,
en ménage á trois, de Mme. de Warims, sustrae objetos suyos para
poder viajar; seductor y padre, pone en la inclusa sus cinco hijos, con-
tra la voluntad de la madre, Teresa Le Vasseus; protegido . de .. M. .de
Mably, cuyos hijos es incapaz de educar, abusa de su confianza y co-
mete en su hogar actos de vulgar ladronzuelo, etc., etc. · Este hombre
se cree víctima de la maldad de los demás, modelo de virtud, educador
del género humano y, confesando sus faltas, cínicamente, las da por
no realizadas. Sin embargo, no es. simpre un farsante, no vive cons-
cientemente su duplicidad : lo .que concuerda con la evolución subcons-
ciente d'el proceso del resentimiento. A· toda su obra - en que trans-
pone a .una "humanidad" abstracta los atributos de la Divinidad y
trasueña con una "naturaleza" y una "sociedad" concebidas oblicua-
euamente para desacreditar la cultura real . .:.____ es aplicable el juicio que
GUNDOLF formula acerca de su actitud frente a César : "El odio que
Rousseau descarga contra César revela su· origen, que es el resentí-
miento de una alma enfermiza, . oprimida, consumida por la ambición,
que envenena todo lo que le es inalcanzable : la holgura y la libertad
en la conducta, el alto estilo en la acción y en el ejercicio del poderío
terrenal ~ todo lo que César encarna ... Rousseau descubrió en este
soñador (Bruto) y en sus semejantes el amor a la ''virtud", as decir el
odio a la alegr ía ; el amor a la "humanidad", esto es el odio al hombre
y a los hombres; el amor a la ''libertad", o sea el odio a los grandes
poderosos" (FRIEDRIGH GUNDOLF Caíesar. Ges·t:hich.tle s eines
Ruhms, Ber'lín, 1825, p. 224-5). Fara terminar la confrontación del
caso con nuestra fórmula nos falta referirnos a las experiencias humi-
llantes (ya señalamos la índole subconsciente de la duplicidad de
Rousseau). La más cruel, con repercusión en la suerte del ginebrino
y acaso la única injusta -entr e las numerosas humillac'cnes que sufrió,
es la que le infiriera el inepto conde de Montaigu, embajador de Fran-
cia en la República de Venecia. Rousseau le sirvió de secretario con
talento y eficacia y él, en lugar de retenerlo y fomentar su ambición
dentro de lo plausible, le despidió vergonzosamente, peor que a un mal
lacayo, sin pagarle na-da de lo estipulado. Todos los esfuerzos de Rous-
seau resultaron inútiles para que se le hiciese justicia, incluso en París.
JULES LE:MAITRE considera que· esta ruptura con el embajador de
Francia es un accidente decisivo en la existencia de Rousseau, Pero
su predisposición al resentimiento era muy grande, de . me.do . que
éste se habría manifestado con un mínimum ·de condiciones exteriores.
Esta declaración de él mismo lo demuestra : "Mi timidez, tonta y ma-
zorra', qJ.1 ') no podía vencer, tenía su origen en el temor de faltar a las
buenas maneras; para alentarme tomé el partido de pisotear éstas. Me
hice cínico y cáustico por venganza; .afectaba despreciar la cortesía que
no sabía practicar".
Tendencias Instintivas 115
Hay condiciones anímicas que tienen alguna semejanza
con el resentimiento. Mencionaremos una, que aun no ha so-
licitado el interés de los psicólogos, a pesar de ser fácilmente
comprensible, de manifestación frecuente y de mucho mo-
mento en el destino individual. Nos referimos a la desorien­
tación timética por pérdida de la fe en alguna superioridad,
que equivale como actitud durable a lo que en lenguaje f'arni,
liar se llama "desmoralizarse" o "perder la moral". El re-
sentimiento implica suplantación de la jerarquía de los va-
lores, perversión de los instintos espirituales. En la descríen,
tación valoratíva por pérdida de la fe, el sujeto, que hasta
entonces vive la tabla de valores como norma objetiva, co,
mo naturaleza de las cosas, como ley incuestionable, comien-
za a considerarla falible, relativa o ficticia, sea en parte, sea
en su totalidad.
La causa de la actitud que tratamos de describir es lo
que ordinariamente se llama una gran desilusión o desenga,
ño, esto es, una experiencia afectiva y espirítual intensa que
rompe en la vida anímica del sujeto el molde estimativo per,
sonal por la incompatibilidad entre el contenido antiguo y el
de la experiencia reciente. El objeto que hasta entonces en-
carnó un bien, sobre todo un bien ejemplar - a la vez ser
concreto y canon o medida - se desacredita, al par que con-
mueve y desbarata la tabla de valores en el género corres,
pondiente o toda ella. Esto, por cierto, rara vez ocurre corno
ef ecto de una sola experiencia aguda; lo frecuente es una se.,
rie de brechas en el andamiaje de la valoración concreta. Ade-
más, la actitud durable se produce de preferencia en indivi-
duos cuyapersonalídad no es consistente, los mismos 'que se
mantienen - salvo el caso de labilidad congénita extrema -
en el eihos normal si no sufren influencias extrañas a la tra-
dición y las costumbres en que se forma su personalidad, si
no cambia la atmósfera espirítual en que se. han constituido
las objetivaciones de sufe, .sobre todo de la· religíosa, que
da sentido y elevación a todas las demás. Apenas. es necesario
agregar. que en ciertas naturalezas, por deficiencia ingénita,
por falta de ambiente doméstico con'sentido moral y religioso,
o por ambas · circunstancias, la' desorientación timética · es ori- ·
116 H onorio Delgado

ginaria, ya que la adquirida implica una exigencia interior,


un "debe ser", que es defraudado por un mero "ser" empíri-
co descaminado espiritualmente. Pues para el hombre normal
y culto (incluso de los pueblos primitivos) " en el cosmos del
espíritu cada ser espiritual lleva en sí, inmediato, su sentido
y su valor: lo real es a la vez sensato (en un sentido super-
racionalista)" (Hans Freyer).
Las condiciones genéticas de la desorientación valora-
tiva por pérdida de la fe son innumerables, sobre todo en
épocas de crisis de la cultura, como la que atraviesa hoy la
humanidad. Sin embargo, se puede señalar las. principales
en los tres círculos de influencia formativa (o deformadora)
de la personalidad: el hogar, las instituciones de enseñanza y la
vida pública. En el hogar - que implica unidad moral e his-
tórica - tiene importancia sobre todo la conducta de los pa,
dres frente a los hijos y la de los cónyuges uno respecto
del otro. Con razón se ha dicho que para el niño los padres
constituyen la encarnación del ideal, así como que el padre
es la ley y la madre el evangelio. Esto quiere decir que el
menor no sólo ve en sus padres: seres concretos o lo que le. pa-
rece tal sino que ·les adscribe una entidad moral es.pera de
ellos una conducta correspondiente a ésta. Por otra parte, en
la mente infantil se manifiesta tanto una sensibilidad para la
injusticia, a veces viva, hasta en los juegos, cuanto una propen-
sión a· concebir y confiarse a los mayores como si f uesen más
perfectos de lo que son y absolutamente consecuentes con ese
arquetipo elevado. "El mundo de los niños se asemej a al de la
Díada, donde incluso los cocineros y los palafreneros son ilus-
tres. Es una jerarquía leal y espléndida donde todos los empleos
no son iguales, pero donde ninguno de ellos es vil, y a la cual
debía asemejarse el mundo de los hombres" (Abel Bonnard)
Con las crisis de crecimiento, señaladamente la puberal,
cuando el individuo deviene más realista y menos olvidadizo
de, las desiluciones, es frecuente, casi normal, una crisis de
las creencias al tomar conciencia de la. responsabilidad aj e-
na y de la propia. Entonces es particularmente peligrosa la
influencia desorientadora de los padres y, en general, de los
mayores, si en el espíritu de éstos sólo reinan los apetitos y
Tendencias Instintivas 117

la vanidad y si no proceden con el tino que requiere su fun-


ción ejemplar. Después, sobre todo para la mujer, las even-
tualidades de la elección del cónyuge pueden ser causa de
Ja quiebra de la fe en lo que éste y el matrimonio represen-
tan de entidad espiritual.
Desde la escuela hasta la universidad secularizada la en-
.sefianza, generalmente divorciada ya de la educación, cons,
tituye un peligro tanto mayor cuanto más ingenuo es el •estu-'
<liante, a causa de aquellos "pedagogos" que no tienen idea
-ds su función o no están a la altura de ella -a veces por
causas extrañas a ellos mismos- precisamente por desorien;
tación valorativa, por "barbarie académica", cuando no por
resentimiento. De ahí que con ellos ·el "educando", 'si conserva
todavía sana su espontaneidad espiritual, en vez de ordenar só-
lidamente su inteligencia y su personalidad s·e perderá en el
caos de nociones, a menudo tendenciosas, inculcadas con faL
sa autoridad magistral y si carece de hogar culto que com -
pense tallahor devastadorrv, será víctima f ácíl de la descríen,
'tación de que tratamos.
Después de haberse revelado el trampantojo y los estragos
del sufragio popular, fetiche divinizado por Rousseau y sus se-
cuaces, tiende a generalizarse en la vida pública la deseen,
fianza y el desconcierto respecto de las instituciones que, en
lugar de entrañar órganos de un cosmos espiritual, donde ca,
da cual encuentra su lugar, su función y su dignidad, sígnifi-
-can para la mayoría piezas artificiales de un mecanismo ca,
duco. Los hombres se desarraigan cada vez más de su suelo
natal y olvidan sus usos y costumbres; el trabajo se realiza
-de ordinario sólo por necesidad material, sin amor a la obra
'rri Iealtad con Ios fines de la empresa común, sin vocación
verdadera, sin espíritu de gremio o profesión y sin buenas
formas en las relaciones jerárquicas; las creencias y la fe
dejan de ser principios- originales, irreductibles, radiaciones
del arcano, potencias de vida fecunda v honda, para ser ·to~
mados como "mentiras convencionales" o sustituidas pof
"'doctrinas secretas", mezcla incongruente de nociones semi.
filosóficas y burdas supersticiones orientales; escritores siti
mesura ni responsabilidad moral, epígonos de los Ingenlosfim-
11.8 Hotiorio Delgado

perfectos del siglo XVIII, e "intelectuales" cuya insípíencía


carece de la frescura y espontaneidad propias del analfabeto
de buena cepa, víctimas todos del ejercicio de una falsa Ií-
bertad, propugnan por doquier especiosas y ruines compen-
saciones de la luz que ellos han perdido o que no alcanzaron
Se comprende sin más que en este ambiente· pútrido de pú-
blico - masa se hallan reunidas todas las condiciones. para
·producir la desorientación timética y la quiebra de la fe -
que requiere atmósfera de cultura viva y de culto fervoroso.
Hemos tratado: de la fe en forma que con justicia puede
considerarse ambigua : fe en Jas personas, las instituciones,
etc, y fe en Dios. La ambigüedad es _sólo aparente. En reali _
_dad, el estudio desapasionado de la cultura, de todas las cul-
turas, revela que todo acatamiento, toda confianza, toda obe-
diencia y lealtad tienen su centro de vida en el culto. En la
fe suprema -como dice Romano Guardini-· "se afirma el
bien, se Ilumina la verdad, se hace posible el amor, el orden
domina el caos, la realidad halla asegurado su cumplimiento
-- cuyo último fin no es de este mundo. Viene de otra pan,
te, de Dios" (Guardini: Vom Leben des Glaubens, Mainz, 1935>
p. 117-8). Por eso, cuando declina la fe religiosa, sufre lEJ.
estabilidad de las instituciones, sobre todo la familia -al per-
der el matrimonio su rigor y dignidad sacramentales=-, las
obligaciones se tornan incómodas, el respeto a la autoridad.
deviene pesado (peor si sus representantes no están penetra-
dos de su responsabilidad incluso como ejemplo de correc-
ción en la vida privada), las desigualdades naturales y esen-
ciales resultan irritantes, etc. Y como la concepción del mun.,
do y las costumbres a la vez que tienen su fuste en la val o~
ración religiosa, repercuten sobre ésta; se comprende que to~
da influencia esencialmente espuria a la tradición de un pue-
blo ponga su cultura en peligro de corromperse. De ahí que
se justifique la adhesión a arraigados instintos de raza y de·
patria que a menudo con superficialidad se llama "prejui-
cios''. De, ahí.Lambién la legitimidad de-cierta xenofobia; eI
considerar indeseable o peligroso a todo extranjero que no·
respeta-los "prejuicios" de una colectividad. De ·ahí, por úl-
T endeticias 1 nstinii vas 119

timo,. que 110 .haya ninguna gran cultura sin su Santa Inqui-
sición qu~ impida o .retarde .su ·dP.cadcncia. Lo malo es. la in-
diferencia y peor la tolerancia frente a los peligros de deso,
rientacíón colectiva .. Sin duda mortificará a algunos lectores
que se propugne esta intolerancia, que efectivamente es in-
tolerancia para el error. Se nos, dirá que la vida superior,
las altas manifestaciones del ingenio humno, etc., requieren
absoluta libertad de pensar y de publicar. ¡Sofisma que des-
miente la historia! ·Lo cierto es que la más delicada diferen-
ciación del espíritu, el desarrollo magnífico de las personali-
dades, el heroísmo y la grandeza de toda forma requieren la
disciplina de los límites, la vigencia de las reglas del juego.
Las consecuencias de la desorientación valoratíva no son
sólo del dominio de la patología social. El individuo las su-
fre y a menudo de manara tan ·seria que requiere la atención
del médico. Una íntima insatisfacción que envenena la vida:
un descorazonamiento capaz de llevar hasta el suicidio; un
hedonismo desenfrenado, que exalta, la parte animal del ser
humano y lo desvía a la incontinencia y la vida irregular;
una alteración de la conducta en el sentido de la perversión
de los instintos espirituales, como en el resentimiento, etc.,
no son sino las consecuencias menores. Sobre todo en perso-
nalidades predispuestas, las neurosis pueden ser efecto de es-
ta· actitud adquirida o ella, constelada con notros factores, es
capaz de contribuir a la producción de una neurosis o a la es-
tructura de un cuadro clínico en parte· somático. No son po-
cos los médicos que hoy consideran que el mayor número de
las perturbaciones neurósicas y de las que no parecen serlo
se debe a la pérdida del orden espiritual y sobre todo de la
fe religiosa. Muchos de los síntomas en que se cree discernir
un complejo de Edipo, una sexualidad reprimida o un senti-
miento de inferioridad se deben al desengaño (o a la lucha
para no confesárselo) respecto de la autoridad moral de los
padres o de· otros modelos: la nobleza del ídolo que se palpa
como barro, el prestigio del ideal que se trueca en debilidad
o en torpe concupiscencia. .
5. · No existe una da.sificación de las anormalidades de·
'las tendencias instintivas que satisfaga por completo; ni si:
120 H onorio Delgado

quiera posible intentarla a causa .de la misma ubicuidad del


resorte instintivo en todos los .procesos mentales. En efecto,
es innegable que no hay manifestación psíquica, normal o
anormal, que no entrañe la participación de las tendencias
Instintivas.. Más aun, es difícil concebir un desorden de la
mente cuyo origen, no sea una perturbación instintiva. Así,
el tema de los diversos capítulos de la psicopatología, direc.
ta o indirectamente, es tributario - del que estudiamos espe-
cialmente aquí. Una exigencia- legítima de método justifica
la distribución de la materia de estudio según las manifesta-
ciones que más se destacan desde· el punto de vista f enome-
nológico. De otra suerte se incurriría en construcciones arti-
ficiosas, como ocurre en las obras dominadas por el pre] ui-
cío de escuela de la psicopatología popular (psicoanálisis, psi-
cología individual, etc.). El vasto campo de nuestra Ignoran-
cia en esta materia se reducirá gradualmente sólo gracias a
la multiplicación de descubrimientos importantes en forma
de comprensión certera y de explicación plausible de las ma-
nifestaciones mentales cuyo nexo o sentido todavía no se nos
alcanza. Mientras tanto debemos contentarnos con aplicar
los conocimientos adquiridos y - nuestra crítica a la inteligen-
cia de las fuerzas operantes en el alma de cada uno de nues-
tros pacientes a lo largo de su vida. Esta es la razón de que
hayamos dad~ considerable desarrollo a los acápites prece-
dentes relativos a la psicología de las tendencias instintivas,
cuyas nociones se aplican tanto al sujeto normal cuanto al
anormal. _
Para evitar repeticiones, no consideraremos entre las a-
normalidades de la -vida instintiva aquellas manifestaciones
.que se estudia en 'otros capítulos; señaladamente los del sen-
timiento v y de la voluntad. Como ;va hemos dicho, el senti-
miento es inseparable del instinto, es uno de sus aspectos en
la - experiencia vivida. La voluntad, por otra parte, tiene por
materia o contenido· tendencias: instintivas. Los desórdenes
gen-erales de , las- tendencias instintivas se pueden clasificar

*: "Psicologia general ·:y psicopatofogíá- del sentimiento", Actualidad


Médita Peruana; 1-936. N9 5. - - ·
Tendencias Instintivas 121
en cuatro grupos: cuantitativos, cualitativos, de regulación y
.de curso. Sólo consideraremos aqui los dos cuantitativos de
mayor amplitud: la agitación y la depresión. Como quiera
que existen anormalidades muy importantes de t·endencias
instintivas particulares, les dedicaremos secciones especiales
después de las dos generales mencionadas. Ahí tendremos
oportunidad de considerar la exageración. y la inactividad
de una tendencia, así como la perversión instintiva (de orden
cualitativo}, típica y r.camente representada en el instinto
sexual. Las tendencias anormales que consideraremos de ma,
nera especial son: la propensión al suicidio, las de defensa y
posesión del cuerpo y de objetos, las del hambre y el apetito,
las del sueño y las sexuales. Les demás desórdenes ( cualita-
tivos, de regulación y de curso) han sido estudiados en el ca-
pítulo anterior o lo serán en el siguiente.

6. Agitación ·es el exceso de espontaneidad y de excita-


bilidad de las tendencias instintivas, unas más otras menos.
La agitación puede ser informe o estructurada: en el primer
caso se manifiesta la tendencia transitiva de actividad en for-
ma desorbitada, en ·21 segundo, por lo común, la tendencia ego-
tímíca, igualmente desorbitada pero promoviendo y configu-
rando la productividad general superabundante. El agitado
no conoce el cansancio, ni el sentimiento de esfuerzo o difi-
cultad y es incapaz de dominio de sí mismo -toda su activi-
dad es desenfrenada, multiforme o monótona, voluble y a me-
nudo frustrada o abortada. Sin embargo, cuando la agitación
no es de grado muy alto se compadece con la acción eficaz y
con cierto grado c'e ejercicio de la voluntad. La agitación se
presenta de manera típica en la manía, con la füga de ideas
y los otros síntomas que hemos señalado en otro lugar.'
* Se presenta también con cierta frecuencia en la parálisis
general de forma expansiva, y, con caracteres ,menos pre-
cisos y unida a otros síntomas, en la esquizofrenia, en las
psicosis tóxicas (sobre todo en el alcoholismo agudo) y en las

* "Psicología general y psicopatología del pensamiento y la imagi-


nación", § 6, Actuali-dad Mlédica Peruana, 1936, N9 l.
l22 ·Honorio Delga­do

psicosis sintomáticas, en 'la epilepsia y en la: J:listeriá. En la


esquizofrenia suele asumir caracteres· de 'violencia· extrema
-agitación catatónica=-, sea con tendencias instintivas deter-
minadas y alucinaciones, sea- con actividad motriz completa-
mente disparatada. En fas psicosis tóxicas y sintomáticas, en
la epilepsia y en la histeria se manifiesta· comúnmente sólo
a
como episodios o crisis, m. enudo dominada: por una tenden-
cía particular precisa: fuga con terror, agresividad, erotis~10
etc.
•'1

A continuación resumimos un caso de nuestra observación. Se trata


de un hipomaníaco, cuya agitación, por. tanto, no es extrema, Por lo mis-
mo, ofrece una apreciable .ríqueza de manifestaciones comprensibles, ti-
.picas de la agitación, y acción relativamente coherente, rara en la manía
completa, La repercusión del estado sobre todos los aspectos de la vida
mental y orgánica del sujeto aparece de manera típica. Según la infor-
mación de los familiares, N. N. es impresionable, de corazón abierto al
afecto y a la comunicación, activo en el trabajo y ambicioso· de fortuna,
optimista. audaz en sus iniciativas prácticas y confiado en las posibili-
dades constructivas de su voluntad, que es firme y perseverante. Desde
mediados de febrero del' presente año se ha notado anormalidad en su
conducta : aumento de la estima de sí; excitabilidad marcada que desen-
cadenaba reacciones intensas por motivos insignificantes; propensión a
domina+ a los . demás, tratando de probar a las personas de su ambiente
(en la pensión en que. vivía y en su negocio) su libertad y el poder su-
perior de sus fuerzas físicas y de sus facultades intelectuales; disminución
del sentido deIa realidad, manifiesta en· la ·sobrevaioración de las posi-
bilidades que surgían: -de su imaginación, que, como su actividad, adquí-
rió un tempo 'ni.ás·rápido• que el .habitual, Después de algunos días, su es-
tado, de ánimo excitado y expansivo tomó un giro francamente megaloma-
niaco, Afanado por tener la tienda más grande y mejor surtida de Lima,
donde · se v~nd'iese. "de·sde alfileres hasta automóviles", trató de ensanchar
su negocie, alquilando y dotando una tienda y buscando otras. para alquí-
lar. con cuyo fin pedía mercaderías y préstamos a su . amigos. Consíde-
raba que su capacidad en la empresa mercantil era máxima y se creía
llamado a poner en práctica el modo norte-americano de hacerse mi110-
narlo audaz y rápidamente: Al encontrar dificultades, consejos y, por
último, resistencia para llevar a término sus ideas desorbitadas, comenzó
a sentirse hostilizado y perseguido. Sospechaba de sus amigos y paisanos,
de~confiabá de ellos ·y cre'í~ que lo envidiaban por su suerte extraordi-
naria y que por eso trataban de vengarse haciéndole daño, considerándolo
iluso y en!er:rno. No comía cualquier alimento, .temiendo; que isus·enemigos
quisieran envenenarle. -~n::.~.si~
·e~tadÓ, .Y.. de~pqé~.d~ haber .i-eilizaQ:p. actos
desatinados, fue internad~. en el áo~pitaf' "Víctor' Larco Herrera';. se
Tendencias Instintivas

descontento· por hallarse en ese lugar y su exigencia para que se le sa-


cara, obligaron a su' abogado a pedir su .salidaral día: siguiente, para ser
ínternado nuevamente por la policía. Al examen del paciente encontrae
mos el cuadro clínico cuyos síntomas exponemos a _ continuación. Indiví-
duo grueso, de constitución física. vigorosa, correspondiente al tipo inter1'l
medio entre el pícnico y el muscular, algo adiposo, con un peso de 78:.
kilogramos y una talla de 167 centímetros, presenta como único estigma
digno de mención la asimetría del iris en lo· que respecta al color y: al
tamaño de la pupila. En la esfera de la percepción no se ha podido veri-
ficar ninguna anomalía de los sentidos externos : ni ilusiones ni aluci-
naciones.. La atención es móvil : se constituye 'con facilidad pero se man-
tiene difícilmente, si no es estimulando o -fomentando las tendencias de-r
minantes en su espíritu.' Se distrae muy fácilmente y cambia ·de objeto
éon volubilidad. En la sensibilidad. profunda se manifiesta exageración de
las sensaciones y sentimientos, vitales, particularmente en lo que respecta
al. sistema motor. El pensamiento del paciente ofrece una asociación de
ideas rápida y superficial. El pensamiento es abundante, vivo, tumultuoso;
a veces de apariencia brillante, pero, PC)r lo general, pobre de substancia,
Inoportuno, versátil, pueril, desatinado y falto de crítica. Los juicios son
de poca altura y por lo· común falsos o torcidos. A esto contribuyen las
ideas sobrevaloradas y delusivas que dominan en su espíritu. La más acen-
tuada y tenaz eis la megalomaníaca : "Yo soy médico -dice en .una oca-
sión- y sé más: que todos los médicos del mundo. . . Soy un gran ase,.
sino, un gran malvado, mejor dicho, un bandido sanguinario. Mi negocio
es robar, y para mí, matar a un hombre me da menos lástima que matar
una mosca". En otra oportunidad manifiesta que es cónsul, príncipe; y
agrega: "A mí no me puede hacer callar ni Dios". Otra idea delusíva per-
sistente es la de que tiene muchos enemigos que quieren hacerle daño:.
"Yo, doctor, ~e·xclama- estoy aquí por esos bandidos ladrones, que me
están chupando la sangre hace diez años". Con frecuencia trata de oblí-
gar al personal de asistencia a que beba y coma de la porción que le está
destinada, antes de decidirse a hacerlo él mismo. Una vez, el temor de
ser victimado llega al extremo de manifestar lo siguiente a un enfermero :
"Necesito que Ud. cambie la posición del catre a fin de que no esté frente
a Ja ventana, que sería una ocasión propicia para que me maten a bala-
zos". Igualmente arraigada es la fantasía erótica de que la hija de un
diplomático extranjero está perdidamente enamorada de él y que ha que,.
dado en -aguardarlo para casarse, a cuyo efecto piensa hacerse también
diplomático. La vida afectiva e instintiva del enfermo es la más funda-
mentalmente alterada. Las tendencias y los sentimientos vitales y reacti-
vos se hallan exaltados : la euforia muestra un yo· exultante de vida, des-
bordante de afecto, ávido de toda suerte de placeres, sobre todo los de
la
.
mesa.. La.
.
voracidad: es
·'' -·
excesiva,
.
como
.
desmesurada
. ·' ·intempestiva . y
redundante su vanida.d. Su largueza con frecuencia llega a la prodigalidad
mostrando unoaltrtrismo tan incongruente, falto de previsión y de cense-
124 Honorio Delgado

cuencia como su irritabilidad cuando no se le complace. Esta irritabilidad se


manifiesta más que con hechos, con expresiones irónicas, desdeñosas y
sarcásticas, con amenazas, calumnias e insultos, En concordancia con la
alteración del ánimo, el enfermo muestra en todo momento una activi-
dad febril y voluble. Apenas duerme pocas horas. A las 4 de la madru-
gada, si no antes, comienza su desasosiego. Impaciente y ávido de mo-
verse, actuar y comunicarse con los. demás, apenas se le puede contener
hasta el momento apropiado para que se levante. Entonces da rienda
suelta a su actividad incoercible : se viste y lava con premura y se dedica
a abrir puertas y ventanas, a regar el jardín. etc. y cuando le falta ocu-
pación, a entrar y salir, a cambiar las cosas de sitio, a molestar a los. de-
más, sin dar nunca la menor muestra de fatiga. Su locuacidad corre pareja
con su actividad motriz, dando salida a su :feraz imaginación, que le lleva
a confundir realidad y deseo, verdad y :::neritira.Cuando no tiene con
quien hablar, entonces canta intermitentemente, en voz alta, considerán-
dose un tenor de calidad. Bien orientado en el tiempo y en el espacio,
aunque con una memoria no siempre fiel y precisa, las únicas anormali-
dades que nos quedan por señalar en la mente de nuestro enfermo son
las de la voluntad. Muy propenso .a prometer cualquier esfuerzo ·de con-
trol de sí mismo. siempre es vencido por el hervor de su espontaneidad
del momento. Son innumerables, por ejemplo, las veces que ha empeñado
su palabra de honor para no hablar ni una sola palabra durante una se·
mana íntegra, para así demostrar que es capaz de hacer lo que quiere y
se propone. No ha pasado un minuto de la promesa solemne, y ya está
gritando, La mengua de la voluntad es. manifiesta igualmente en la no-
table sugestibilidad del paciente, a pesar de sus jactancias de autonomía
personal, Después .de afirmar enfáticamente que no dará el paso que se
le indica, una ligera sugestión activa es suficiente para que lo dé sin
vacilar. Así, estando decidido su viaje en el vapor "Orduña", sostuvo· con
juramentos altisonantes que no se embarcaría mientras tuviera vida. Se
le 1levó al Callao y, expresando esa su inquebrantable determinación, no
hizo la menor resistencia para entrar en la lancha que a tal le conducía.

7. La depresián entraña, por una parte, falto. de ener-


g.a, de espontaneidad y de reacción de las tendencias ínstín-
ti vas, propensión a la tristeza y la inquietud, y en menor gra ·
do o con menor frecuencia al miedo. en todas sus formas. a la
angustia y, por otra parte, subvaloracíón propia así como au;
toinculpación y autoacusación con motivos triviales o sin cau-
sa alguna. La depresión, como consecuencia de una impro-
ductividad prmria, entraña asimismo dificultad, indecisión
y lentitud para los actos inevitables, aunque sean habituales;
sentimiento de impotencia y conciéncia de insensibilidad mo.,
Tendencias Instintivas 125

ral. Suele presentarse en diversas enfermedades mentales, so-


bre todo en la esquizofrenia, la epilepsia y las psicosis sinto-
máticas por lesión cerebral, y en ciertas enfermedades cor.
porales, como la tuberculosis, la enfermedad de Addison, la
arter.oesclerosis, la úlcera duodenal. la enteroptosis, la angi-
na pectoris etc. Igualmente se manifiesta en cuadros clínicos
de psiconeurosis, neuros's orgánicas, neurastenia etc. - tales
son los "equivalentes depresivos" (Bonhoeffer), · neurósicos,
· cuyos síntomas corporales desorientan ocasionalmente al
médico si descuida la explorac.ón psicológica, concibiendo un
diagnóstico errado de enfermedad orgánica (del aparato dí;
gestivo, por ejemplo, a causa de la inapetencia, la constipación,
etc. o del circulatorio, por la hipotensión, la inestabilidad del
pulso, etc.). Estos equivalentes depresivos son verdaderas de-
presiones anímicas. reactivas, psicógenas - lo que no excluye
la predisposición constitucional, incluso con menor resisten.
cía de determinados órganos. Más la variedad principal de es-
te desorden es la "depresión vital" (K. Schneider), endó-
gena, propia de la melancolía, una de las formas de la psico,
sis maníaco-depresiva. No se puede decir que la depresión
corresponda meramente a la inactividad o inhibición de la;
tendencias instintivas de rendimiento y actividad ·-ya hemos
visto que el pensamiento inhibido * es inherente a la depre-
sión melancólica-, pues se trata también de la actualización
de impulsos anormales hostiles a los valores positivos de la
existencia incluso y principalmente de la propia vida, cuya
consumación es el suicidio (véase § 8), con signos más o me-
nos marcados de despersonalización *, estados afectivos sen-
soriales desagradables y, no de manera constante, ideas hipo-
condríacas y otros síntomas secundarios. AJ deprimido casi
nada positivo le interesa ni satisface, los bienes 'Ie son indife...
rentes o aborrecibles, sobre todo los personales, desde el ali,
mento hasta la salvación de su alma - sin embargo, no es
raro que el melancólico se preocupe por ·el bien ajeno, tanto
en forma realista cuanto de sobrevaloración del ser ajeno.

* (Psícología y psicopatología de la conciencia del yo", § 5, Actua-


Jidla·d Médica Peruana. 1938, NC? 11.
'í/..2.6 . Hotiorio Delgada,

-además del aprecio de éste implícito en· la <le tracción de sí


-rnísmo como autor de daño (imagínarío) ·a otras personas.
-Por último, la autosubvaloración y la ·hostilidad de. sí no en-
.ti-añan forzosamente la .inhihición del instinto de actividad,
como le patentizan los casos de melancolía agitada.

Complementaremos. estos conceptos con una observación. N. N., caso


de psicosis maníaco-depresiva, con varios in~esos 'al hospital psiquiá-
.ti:ico, escribe algunas notas de su experiencia acerca de la depresión,
que no ha pasado del todo. En la a:ctualidad su estado es de relativo· equi-
librio, completamente lúcido y casi sensato, orientado y consciente de su
·enfermedad. Se le interroga acerca del contenido de sus escritos y pro-
porcíona los. datos que en seguida reproducimos : "Es una ola de pena,
de incomprensión, de desharmonía, de impotencia; una extraña sensación,
.:inuy. íntima, ·de ausencia de voluntad para actuar, hay el estado sin que
haya deseo ae· hacer nada; hay una ausencia total de querer, ausencia de
las decisiones; hay carencia casi absoluta de esa fuerza espiritual que
nos alcanza las ideas para poder pensar en algo, las ideas se escabullen.
Por ejemplo, yo no tenía la facultad de captar el sentido de las pregun-
.tas que se me hacía, las preguntas me parecían kilómétricas, cuyas últi-
mas palabras no lograban penetrar a mi conciencia. Parece que mi re-
ceptor mental, que normalmente tiene cierta dotación de flúido genera-
dor de ·fuerza, tenía muy escasa' carga, por lo que el auxilio de la aten-
ción requerida para captar' toda- la :Pregm,J.taera corto, diríamos como la
luz amarillenta de un carro con acumulador descargado· que sólo alum-
bra un metro del camino, no hace posible la visión de la perspectiva. Así
es la mente del deprimido, y no es que uno no quiera contestar, no es eso
al menos en mi caso·, sólo que falta energía, impulso del intelecto". Otro
melancólico, irritable en un estado de moderada agitación, que ha escu-
chado parte de lo referido, agrega : "Es una rara forma de vivir en las
propias sombras, helándose el alma por el perenne fluir de una pena in-
comparable r no cabe la apreciación de· las variaciones del día; el sol o
Ia luna, o la noche obscura, la bulla de los enfermos, fa insolencia de!
'Ios enfermos o el dolor de algún desgraciado frente a la pasmosa incle-
mencia del médico, nada altera el ritmo· sflencíoso de aquel sufrimiento
.centrífugo que ~es como que diluye toda idea, frenara todo impulso de
protesta, todo deseo de acción". N. N., afirmando todo· lo que acaba de
.escuchar, prosigue : "Es un estado en que se apaga tanto el interés pro-
pío, que hay largas horas en qua uno no siente la vida, no se siente vivir.
{Yo he tenida' una experiencia de no 'haberme percibido! Fuí un signo ne-
.gatívo, como una máquina que. se paró por falta de gasolina. Las. noches
de insomnio, que en otras condiciones son pesadas, no se sienten .Y no
hay la menor noción del correr del tiempo, es deeir que uno no se preocu-
pa de esas cosas. Con decir que hay. grandes temporadas en que se vive
Tendencias Instintivas 127

.sin pensar, no le digo mucho. Le· que .más se experimenta es una ola enor-
me de algo que "es más que pena e importancia juntos, que - a~-fixia el es-
píritu. Actualmente fo ·que ·sieritó· es un agotamiento espantoso, una sen-
sación de vacío. No dejan de inquietarme muchas ideas, como también
muchas veces me pasa . en el estado d;e depresión: -las de hoy son ideas ale-
gres y tristes, se alternan, las de alegría son de esperanza y las de tris-
teza de arrepentimiento por lo que he hecho sufrir a los míos. En mi caso
me parece que soy un hombre vencido,· veo una serie de puntitos negros,
los veo en perspectiva y en constante movimiento: eh el ojo derecho for~
man una especie de nubes y en el izquierdo están dispersos, unidos por
unos filamentos. Siento un enorme peso de arrepentimiento y pesar por
'haber hecho sufrir a los míos, pues yo maté a mi madre de pena con todas
mis locuras. Todo eso me hace desear la muerte, pienso que por qué no·
'me moriré; debería hacer lo del avestruz, aunque aquí ·es muy asqueroso
-dejarse morir, nada hay más patético que el manicomio - ¿todos los ma-
nicomios serán así? - esperaré salir a la calle y procuraré reaccionar
"bien".
8. Comenzaremos la exposición de las anormalidades es;
peciales con la propensión al suicidio. Los datos de la
estadística indican que ·el suicidio se realiza en proporción
que varía con la raza, los países, el sexo, la edad, la clase so-
dal y la época del año. Respecto de la raza y los países, te-
nemos las cifras siguientes, que corresponden al número de
.suicidios al año por cada millón de habitantes (en el último
decenio del siglo pasado): Finlandia 48, Italia y Noruega 60,
Suecia 147, Dinamarca 234. En Alemania la proporción varía,
.siendo mayor en las provincias del norte; Sajonia tiene la cí.,
fra más alta, tal vez de Europa, o sea 313. En los países ca-
-tólicoses menor que en los protestantes. Con relación al sexo,
el masculino es el más propenso : ·entre los adultos la propor .
.ción es aproximadamente de tres hombres por una mujer. Se
ha sostenido que la mujer se halla muy particularmente pre;
dispuesta al suicidio durante el período menstrual. Pero los
datos de Saeker no confirman esta aseveración: el de 131
mujeres que intentan .suicidarss sólo 19 lo hacen- durante la
menstruación. Con respecto a la -edad, .la frecuencia del sui-
eidio durante el período de crecimiento· es pequeña .. aumenta
bruscamente en -Ia pubertad, tiene un. ascenso mayor al fin
pe Ja· juventud (alrededor de .los 25. años),. para,. después, de
un moderado descenso, .subi- aún .más en .Ia vejez : fa mayor
128 Honorio Delgado

frecuencia progresa notablemente a partir de los 60 años. En


los muívrduos que pasan de los 70 la proporción de suicidios.
es tres veces mayor que el término medio. Parece que es más
frecuente entre ras gentes de fas clases superiores; así, en el
ejército y la marina norteamericanos, proporcionalmente, se
suicidan más Jefes que oficiales y más oficiales que soldados ..
Además intervienen otros factores a favor de la muerte volun.,
raria, como la civilización y el ateísmo, el celibato y la falta
de hijos numerosos, el medio urbano, etc. Por lo que atañe a
las influencias nsicas está comprobado en Europa que u! fin
de la primavera y al principio del verano (mayo y junio) cul,
mina la curva anual de suicidios.
No tenernos aquí por qué considerar Ios medios de que se
sirven los suicidas para conseguir su objeto, Son en parte uni-
versales (iguales en los pueblos primitivos y en los cívilizac.:
dos), en parte variables con el ambiente (medios que ofrece
la técnica) y el individuo. Debemos sí s·eñalar que la mujer se:
sirve más frecuentemente que el hombre de medios que f'a-
Han, probablemente porque en el sexo femenino - aparte del
menor conocimiento de los recursos -. el intento de suicidio
más que buscar término a la vida es a menudo un acto demos-
trativo, para impresionar a los otros. Por otra parte, los re,
sultados de la investigación de Weíchbrodt, reveladores'
de la mayor frecuencia de los suicidios frustrados (en ambos
sexos) respecto de los logrados. han sido confirmados por-
Hopkins y otros investigadores. Es considerable la cuantía
de sujetos hospitalizados por intento de suicidio : constituye
el 8% en el material de Schneider (82 casos en 1038 in-
gresos de clínica psiquiátrica) y el 6,7% en el de Saeker·
(220 casos en 3252 ingresos de clínica de enfermedades ner-
viosas). Debernos indicar :igualmente que el procedimiento
empleado con objeto de matarse tiene, a menudo caracteres-
especiales en el . alienado. Griesínger había observado ya
que "cuanto más raro y bárbaro es el medio de ejecución
tanto mayor es el motivo que se tiene para _considerar el he.,
cho corno consecuencia de una desazón morbosa". Los esqui-
zofrénicos son Jos que ponen en práctica los procedimientos-
más originales y absurdos, así como revelan los motivos más-
Tendencias Instintivas 129

peregrinos. Esto nos lleva a tratar de lo que más interesa des-


de el punto de vista psicopatológico : la relación-con los de-
sórdenes mentales. Se ha defendido el -extremo de que todos
los suicidas son enfermos de la mente o, como sostuviera Es-
quirol, el suicidio es un síntoma de alienación mental. La
investigación sobre todo de los suicidios frustrados no justi-
fica este aserto. Considerando los datos recientes más dignos
de fo, no se 'confirman los cálculos -de Kraepelín, según
los cuales las psicosis condicionarían una tercera' parte de los
suicidios. En efecto, las verificaciones de Schneíder y de
Saeker indican una proporción todavía menor de psícósi-
cos : 1 por 8 no psicósicos, La psicosis que ofrece mayor por ..
centaj e es,. como puede comprenderse, la maníaco-depresiva
(en la fase melancólica) y los cuadros afines (melancolía de
involución, parálisis general y arterioesclerosis de forma de-
presiva) ; sigue la esquizofrenia y después vienen las demás.
Las personalidades anormales y sus reacciones (neurosis)
también predisponen al suicidio. Está todavía por averiguar-
se el valor de la personalidad anormal en el condicionamiento
de la,_ muerte voluntaria de los. no alienados. Pero puede afír,
marse con certeza que el suicidio es susceptible de consumar-
se fuera de toda psicopatía o neuropatía . De suerte que es
exagerado considerar, con Gaupp, a los suicidas no aliena-
dos sujetos de personalidad anormal, sin excepción. Respec-
to de los móviles, sólo se puede hacer conjeturas : la situación
intolerable es relativa a la resistencia individual, 'pr en nin-
gún caso puede reputarse como causa suficiente. Los datos
que sirven para las estadísticas y los estudios sociológicos
son de un superficialidad tal que no resisten a la crítica. Las
mismas "causas" exteriores que parecen aumentar la cifra
de suicidios en un país, parecen disminuírla en otro. Esto
varía incluso con los autores, así, mientras que para Walds-
tein la escasez y la falta de trabajo aumentarían el número
de suicidios, para Durkheim esto· se debería al vivir de
rentas, ·e incluso llega este sociólogo a decir que la miseria
protege. Gruhle, en trabajo muy concienzudo· (que cita-
mos en la bibliografía), considera que existe, además de las
influencias de la cultura local, "una predisposición determi,
130 !f onorio Delgado·

nada y general para el suicidio como fundamento endógeno


durable", que no excluye oscilaciones, la cual explicaría la
distribución de su frecuencia según los territorios (recuér-
dese la desigualdad entre Suecia y Noruega, entre Finlandia
y Sajonia). Esta predisposición biológica no debe entenderse
como algo semejante al "instinto de muerte" de Freud: aun
como impulso derivado del "instinto de agresión" es insos-
tenible, incluso según la definición de instinto dada por el
propio .Freud: "exigencia de trabajo impuesta por lo somá-
tico al aparato psíquico". Por lo demás, los psicoanalistas más
adictos a Freud están divididos en lo que respecta al. "me-
canismo" del suicidio. No son pocos los que siguen la prime-
ra fórmula del maestro : el suicidio corre_sponde a la agre-
sión homicida contra e] objeto introyectado : el suicida des,
truye en sí a_ otra persona, en una tentativa del yo para al-
canzar un inalcanzable alivio de la tensión interior y una re-
conciliación con el irreconciliable super yo. En realidad el
problema del suicidio es insoluble con fórmulas como éstas.
Más cerca de lo efectivo está Jaspers con su análisis exis-
tencial de esta forma de situación límite (Ieanse las páginas
ínabreviables que le dedica en el t. Il <le su Philosophie, pp.
300-314). Considerarnos que ni el estudio más prolijo de la
personalidad de muchos suicidas con confesiones minucio-
sas y fidedignas permitirá determinar con certeza la causa
o las causas del suicidio en cada caso. Esto no imnide clasi;
ficar los suicidios con criterio psicológico, como la hace Sche-'
neider, quien distingue tres tipos : suicidio como fuga
(después de un balance de la situación intolerable), 'como
cortocircuito (por ofuscamiento o reacción afectiva), como
teatro (demostrativo). Naturalmente, hay transiciones entre
estos tipos y también cabe la superposición.

Aquí nos contentaremos con reproducir el relato de dos suicidios frus-.


trados. El primero es de un maníaco-depresivo, cuya madre se suicidara
también en una fase melancólica. Nuestro enfermo, en la transición de
la manía a la melancolía, intenta qu.itarse la vida sin lograrlo. Algún tiem-
po· después escribe el documento cuyo texto reproducimos: "El 15 de octu-
bre a instancias mías pude· abandonar el hospital, creyendo que unica-
mente a mi tristeza tenía q'U~,..combatir.Mis amigos trataron de convén-
Tendencias Instintivas 131

cerme y convencerse de que estaba ya sano y bueno y como tal era lógico
que me abandonasen a mi propia responsabilidad. El fracaso de los pocos
intentos para conseguir un empleo, la falta de un afecto sincero de ma-
dre o hermana no pudieron evitar ni atenuar el choque de mi pobre ser
roto y maltrecho con la fría realidad y el hastío de una vida miserable y
el deseo de dejar de ser un problema para nadie me· llevaron a los ocho
días de mi salida a la playa abandonada del mar de M. Esperé la noche y
desvistiéndome llené los vestidos con piedras y amarrándomelos alrede-
dor del cuello me aventé al mar. Avancé un largo trecho en la seguridad
de perder el terreno bajo los pies y ser arrastrado por una ola piadosa.
Mas no· fué así, pues el mar me volvía a vomitar y a pesar de todos mis
esfuerzos llegué a rodar con mi pesada carga al cuello hacia tierra. Mu-
cho rato duró mi estéril lucha contra las olas hasta desfallecer por com-
pleto. Entonces volví a ponerme los vestidos mojados y zapatos rotos y
caminando lentamente durante horas por la avenida me presenté a la
casa de mi primo a las 12 de la noche, a quien ya tenía preocupado mi
tardanza. No me dirigió ningún reproche, la pulmonía que esperaba tam-
poco se presentó; y creyendo que un empleo fuera de Lima era la solu-
ción, acepté la propuesta de ir a O. en calidad de empleado en una casa
comercial de un paisano, Dió la casualidad que su nombre era. . . y su
pronunciación idéntica a mi miserable socio del año 1934. Por una aso-
ciación comprensible, el contacto· con él· me producía un dolor casi físico:
además comparando mi vida en las condiciones antihigiénicas de un cuar-
to obscuro sin luz, agua ni reservado, en un callejón, comida en una ehín-
gana japonesa en un clima frío, detestable por el humo, teniendo que tra-
bajar desde las siete de la mañana hasta las once de la noche, comparan-
do todo· esto con la paz doméstica dell patrón, me sumía en la desespera-
ción y el puente, donde en tiempo de avenidas de agua son frecuentes. los
suicidios, comenzó a ejercer sobre mí una atracción fatal. Sudaba de día
y de noche. En los testículos se, desarrollaba un calor excesivo, y armán-
dome de valor, renuncié el empleo y el 10 de noviembre sin consultar con
mis amigos y paisanos me presenté en el hospital. Porque yo sabía que el
único sitio en el mundo donde estaría resguardado de mí mismo era el
manicomio. Para mis amigos, mi reingreso fué una sorpresa desagradable.
Me creyeron sano y las gotas para seguir el tratamiento llegaron a fal-
tar. Las visitas, ni que hablar, no se presentaron. Entonces me ví perdido
completamente. Con más persistencia comencé a pensar en la muerte y
en el jardín hice enterrar un alfiler para que enmohecido pudiera servir-
me para mis propósitos. de infectarme a muerte. Dejé de quejarme al mé-
dico. Mi pena no disminuía. Los sudores tampoco, ni el calor que seguía
desarrollándose en los testículos a los cinco o diez minutos de sentado o
durante la noche, mortificando mi sueño. Al doctor le decía que mi pena
obedecía al hecho de haberme dado cuenta que estaba desequilibrado en
el pasado. No podía decirle que .me había condenado yo mismo a muerte
por considerarme incurable".
132 Honorio Delgado

El segundo caso de suicidio frustrado es de otro deprimido, que sana


con la cura convulsivante por el Cardiazol. El relato es hecho por el pa-
ciente en pleno estado depresivo. "Mi estado ·de ánimo era inconsolable
-refiere-, una pena terrible me envolvía en sombras tenebrosas y un
dolor infinito· me aprisionaba el alma. El mundo me parecía vacío y yo era
su único poblador que contemplaba aterrado la soledad conmovedora de
mi alrededor. Ni una sola esperanza asomaba en mi imaginación, todo lo
sentía perdido, irremediable, y me espantaba ante la imposibilidad de dar
un nuevo rumbo a mi vida. Estaba condenado a sufrir la funda más ho-
rrible de la hipocresía y a; sonreír ante los que me despreciaban ... ·Me ha-
bían arrojado en un cuarto viejo y allí estaba meditando. Sólo pensamien-
tos tétricos me enturbiaban la imaginación. . . Tenía conciencia cabal de
mi desgracia, todos se alejaban de mí, se burlaban y me reprochaban:
"j Por qué no reaccionas ! " Antes muchas veces había pensado en matar-
me porque no encontraba el sentido· lógico de mi existencia insulsa: una
vida extraviada, torva, llena de pecados de inocencia, de anhelos perdi-
dos, de ansia de verdad: estaba retíenido·en el más inmundo lodo de menti-
ras. Ante tamaña miseria, con toda calma me dirigí a un depósito· y ahí,
maldiciendo la última hora que vivía y despreciando la existencia entera
decidí terminar conmigo para terminar con todo. . . Tenía una hoja de
Gillette, y pensé cómo actuar para no tener otro fracaso· (anteriormente
había tratado de envenenarse}. Comencé a cortarme (el vientre) de arri-
ba hacia abajo. [Varíos, varios cortes! ¡Ni un dolor! Un poco de sangre
que cesaba de correr y me angustiaba ante un posible fracaso que recha-
zaba con toda mi alma (se había dado un corte profundo desde el epigas-
trio hasta el pubis, pero sin perforación del peritoneo). Me bajé la ropa
y esperé la muerte con toda firmeza en mi decisión. Pasaron algunos mi-
nutos, muy largos, y me examiné: un poco de sangre, ningún dolor, ningún
signo de muerte. Intencionalmente había ensuciado y hecho oxidar la hoja
para infectarme; hice nuevos cortes con gran trabajo, se doblaba la ho-
ja, hasta que se rompió; con todo, me di tres o cuatro cortes más, pro-
fundizando .. En esos momentos sentí pasos, y era que me buscaban. Di-
ciéndome mil injurias me llevaron al comedor; no se daban cuenta de mí,
de cómo estaba y me. decían que fuera a enterrarme vivo en los arenales
de las ruinas de Chanchán. La herida la descubrieron por la sangre y me
llevaron a; curar ... Hoy, convencido hasta la saciedad de mi nulidad y lo
terrible que es vivir como yo, sin ningún amparo, sin una esperanza, pre-
:t;ierovolver al no ser para librarme de esto que es peor que el infierno
que pinta: la ficción de los libros. He perdido la fe en Dios, en los nobles
atributos -de la humanidad toda, en mí mismo, en la vida y en la muerte:
no voy a morir nunca, ese es mi destino, si es que tengo destino ... "'
Estos casos nos traen a la memoria el suicidio de otros. dos pacientes
en que nada permitía pronosticarlo (como el intento frustrado de una his-
térica que consignamos .en otro lugar * ) . Sin embargo en uno hubo pre-

* loe. cit., § 7, 39, Actualidlad Médica Peruana, 1938. N9 6.


Tendencias Instintivas 133
meditación y prolongado disimulo. Este, sujeto de carácter reservado, con
hermanas de personalidad anormal (una querellante y una hipertímica ) ,
es }levado ~l ·hospital a pe.elido suyo, porque ''se teme". El cuadro clínico
es de una depresión poco acentuada, con síntomas escasos y poco caracte-
rísticos de la melancolía, entre los que se destacan ideas sobrevaloradas
de refrrencia y episodios de perturbación de la conciencia, que por mo-
mentos parecen delirio. Después de pocos días desaparecen estos síntomas,
quedando sólo la tristeza con ideas acerca de la inutilidad de la vida y
.deseo de ponerle fin. Nos pide con frecuencia que le demos un veneno
ya que él es cobarde y débil para hacerlo por sí; nos da la seguridad de
que con privarlo de su inútil existencia no cometeríamos una falta sino
que realizaríamos una buena obra, cuya ejecución sería fácil disimular
bajo la apariencia de un accidente o de. una complicación natural, para evi-
tar juicios de responsabilidad etc. Otro tanto propone a los enfermeros y
a los mismos enfermos (busca sobre todo a los fuertes e impulsivos): les
ruega e insta para que ·10 victimen, les ofrece paga y les sugiere diversos
procedimientos. Una vez intenta arrojarse de cierta altura. Poco a poco
mejora Y, después de dos años y diez.meses de reclusión, acaba por tener
Ia apariencia de hombre sano. Es activo, sonriente, muestra bastante en-
tusiasmo por salir a gozar de la compañía de sus familiares, a quienes
desea evitar el peso de su sostenimiento en el pensionado del hospital,
hace proyectos de trabajo etc. Al fin, después de observarlo seis meses
más, con toda la desconfianza que la experiencia .nos enseña respecto de
los melancólicos incluso en la convalecencia, le permitimos salir algunas
veces del hospital, acompañado, comportándose de manera satisfactoria.
Con esta prueba, autorizamos su retorno al hogar, después de más de
tres años y cuatro meses de permanencia en el hospital: transcurridos
siete. días se lanzaba debajo de las ruedas del tranvía.
El otro caso es de una joven de 23 años, sin antecedentes heredita-
rios significativos, de temple lábil, que a los 19 tiene un episodio de agi-
tación con caracteres que parecen justificar el diagnóstico de histeria. Sa-
na pronto. Después de cuatro años volvemos a verla por presentar ner-
viosidad e insuficiencia ovárica. Al examen verificamos signos de hiper-
tiroidismo. Después de ensayar durante cuatro meses diversos tratamien-
tos que sólo producen mejoría, aconsejamos la aplicación de rayos X. El
resultado es excelente: los síntomas nerviosos desaparecen, el peso au-
menta considerablemente, la tiroides se reduce; el período, sin embargo,
es todavía escaso, pero regular, cada 28 días. Al sexto mes de haber ini-
ciado el tratamiento, el día que esperaba el período, amanece, como ya
era de costumbre, alegre; conversa de diversas cosas con sus familiares,
incluso hace planes para el día, sube "a tomar aire al techo", lo que está
dentro de su rutina diaria; pero esta vez sale de los límites habituales
de sus pasaos, sube al frontispicio de la casa y se arroja a la cafle; de
diez metros más o menos de altura. Así en el caso anterior no se puede
invocar sino el disimulo, excepcionalmente prolongado, en éste _es eviden-
te lo contrario, la decisión súbita, sin el menor antecedente de tendencia
.al suicidio, como un verdadero rapto.
134 Honorio Delgado

9. Entre la propensión al suicidio, que puede consíde.,


rarse como una perversión de la tendencia instintiva de pose-
sión y defensa (de la propia vida) y la normal actividad de
esta tendencia tenemos una serie de anormalidades de las
tendencias relacionadas con la defensa y la posesión del cuer­
po: indiferencia a los rigores de la intemperie y a las agresio-
nes, desapego y aversión al vestido y otros objetos, propen-
sión a lesionarse y mutilarse. 19 La indiferencia a los rigores
de la intemperie y a las aqresiones de toda clase se manifies-
, ;-ta de manera comprensible tanto en las personas cuya defí-
"ciencia mental es muy considerable, como acontece en los
idiotas y en los dementes avanzados, ·cuanto en aquellos
enfermos deprimidos, para los cuales no son un bien su
cuerpo y su vida, con más razón si a la depresión
del ánimo se agrega cierta ins·ensibilidad - lo que ocu-
rre de manera típica en la, melancolía de forma anes-
tésica. Pero se manifiesta también en otros enfermos, coexis-
tiendo incluso con la capacidad de reacción defensiva y vo.,
Juntaría frente a otro género de estímulos, en ausencia de
depresión y anestesia : tal es lo que se observa a veces en
los esquizofrénicos, que pueden sufrir prolongadamente y en
exceso tanto el calor, el frío, la lluvia, el viento, etc., cuanto
ruidos desapacibles, malos olores y hasta agresiones de otros
enfermos sin dar la menor muestra de fastidio y sin inten-
tar ovitar-lo cuando ello depende de su voluntad. En ocasio;
nes la entidad de los rigores sufridos, v. gr. el enfriamiento,
es tal que sorprende que los pacientes lo resistan sin enf er-
mar corporalmente.
2Q El desapagego y la aversión al vestido y otros objetos
de uso personal o simplemente de valor, pued- ser síntoma
derivado de los desórdenes mentales más diferentes, como
delusíones, fobias, impulsos sexuales perversos, etc. así un
paranoide rechaza y destroza toda prenda de vestir por ser
incompatible con un auténtico hijo de Adán; un psicasté.,
nico antiguo tiene la fobia de las formas que corresponden
a su cuerpo, por causarle el mismo ef ecto que un sudario, y-
cuesta mucho esfuerzo para que no permanezca descubierto ;
Tendencias Instintivas 135

un maníaco con impulsos exhibicionistas lucha por mante-


nerse desnudo. Pero también se presenta el desapego y la
aversión al vestido de manera más directa. Esto ocurre en
los esquizofrénicos, aparte de los casos en que es una maní,
festacíón particular de negativismo o expresión de la ten-
dencia destructiva, o, en fin, por otras condiciones, a veces
muy estructuradas, como la aversión a determinados colores
del vestido, o el hecho de ser nuevo o viejo, o de ser propio
o del establecimiento, etc. La tendencia a desprenderse o a-
rrojar objetos propios, dinero, etc. se presenta también como "
una manifestación - simbólica en ocasiones -· derivadas o
autóctona en las diversas enfermedades. La prodigalidad ex-
cesiva es característica más que de la hipomanía, de la pa,
rálisis general de forma expansiva (en otras formas de pa-
rálisis general y aun, paradógicamente, en ésta, se suele pre-
sentar lo contrario : el afán de adquirir, guardar, coleccio-
nar, incluso objetos sin ningún valor). La propensión a des-
prenderse, a inutilizar, a arrojar los objetos y dinero se pre-
senta con alguna frecuencia en la esquizofrenia, sobre todo
en el período agudo. ain motivación aparente.
39 La propensión a lesionar el propio cuerpo se muestra
como una tendencia infantil exagerada, sobre todo en oligo-
frénicos y, en sujetos de personalidad anormal, bajo la forma
de· afán de morderse las uñas y la piel del contorno, de hur;
garse las fosas nasales, de rascar y restregar la piel hasta que
mana sangre, etc. El anormal y también el normal se mesa
los cabellos, se araña el rostro o se golpea la cabeza en la
desesperación o la cólera, se tatúa por espíritu de imitación
o siguiendo los impulsos de un modo primitivo de expresión
amorosa. El perverso sexual puede inferirse lesiones por pla-
cer en el dolor (algolagnia). Mas la lesión del propio cuerpo
se presenta en la clínica con otros motivos aparentes: por el
deseo de autocastigo, tanto por expiación o martirio - por
faltas cometidas o supuestas - cuanto directamente por aver-
sión a la parte corporal de sí mismo. Ello ocurre en las di;
versas psicosis, sobre todo con estados depresivos o con rap-
tos de cólera o despecho. En la esquizofrenia se manifiesta,
-y marcado, hasta en ausencia de depresión y cólera.
136 Honorio Delgado

Hemos observado un catatónico el cual renovaba y ampliaba, duran-


te años, una herida inicialmente causada por un absceso de fijación. .Otro,
paranoide, se quema con el fuego del cigarrillo toda la superficie de la
nariz y parte· de la frente, por orden de un primo suyo en cierto modo
alojado en su cabeza o influyendo a distancia, el cual trata de curarle en
esa forma, que el paciente declara ser indolera. Un tercer esquizofrénico,
hebefreno-paranoíde por temporadas es propenso a golpearse la cabeza
contra las paredes hast21 producirse una herida sangrante en el occipucio,
por despecho, siempre que le negamos algo que considera muy importan-
te para él. Por último, otro esquizofrénico en el período inicial, de la psi-
cosis se quema tenazmente la palma de la mano y en ocasión ulterior los
dedos, hechos que explica algunas semanas más tarde en estos . términos:
"Me vino un gran deseo y se me ocurrió instintivamente. Esta quemadu-
ra (de 1a palma, de la mano) me la hice por experimentar lai sensación de
dolor, porque mi cuerpo estaba frío. Quise probar mi voluntad e inter-
pretar mi dolor. Entonces, agudizando ésta facultad, hice experimento en
mi-mismo y ahí tiene Ud. la experiencia en mi propio cuerpo: Esto de los
dedos lo hice porque me encontraba inquieto, intranquilo. . . Me quemé
los dedos en actitud valerosa, por probar mi fuerza de voluntad, por sa-
crificarme por los demás. Creí que así todos se iban a salvar. - ¿Con
alguna otra intención se quemó Ud. los dedos? ~ "Por matar la materia
viva, considerándola una inferioridad perturbadora. No tenía por qué so-
brevivir en mi organismo vivo la substancia de un hombre peligroso para
la humanidad". - ¿Por qué peligroso para la humanidad? - "Por la
energía viva que radicaba en mi cabeza ·O no sé en qué parte de mi orga-
nismo. Esta me obligaba a desaparecer, 'a morir. Me consideraba un hom-
bre perjudicial para el mundo. Por eso me quemé para dejar constancia
de que era el redentor. He tenido varios deseos de morir, y lo haré si el
ceso lo requiere". - ¿Qué conseguía U d. perdiendo, como dice, la mate-
ria viva? - "¿.Qué ganaba? La revelación de que yo era. objeto, y esto
era precisamente lo que pasaba en mí. El organismo humano es un ins-
trumento perfecto, y el hombre de organismo perfecto era yo que iba
a ser peligroso para el mundo, para la humanidad". - ¿Por qué habría
de ser peligroso para la humanidad ~ "Por la obsesión de que iba a ser
dios ... "

49 El impulso a la automutilación se relaciona en parte


con la anormalidad anterior. Puede presentarse en individuos
de personalidad anormal y aun en sujetos normales: tal .ocu,
rre cuando la automutilación es consumada con el objeto de ' '

evitar 'el servicio militar o de producir una lesión o elimina,


ción con algún fin utilitario o idealista (como en la secta rusa
de los skoptzi). Fuera de estos casos, la automutilación se oh,
serva como síntoma 9ei idiotismo, las demencias, la epilepsia,
Tendencias Instintivas 137

la melancolía y la esquizofrenia. La cólera suele acompañar


o promover el acto, sobre todo en los epilépticos, los idiotas y
los dementes, la tristeza en los deprimidos; mas con cierta
frecuencia se realiza en estado de indiferencia emocional,
sobre todo en Ja esquizofrenia. En seguida exponemos dos oh.

servaciones de automutilacíón considerable y una de deseo


tortuoso de mutilación que debería ser efectuado por otra
persona.
La primera corresponde a un sujeto que ha llegado a nuestro servicio
138 Honorio Delgado­

en condiciones de aparente normalidad mental y reserva cortés, cuyos


antecedentes objetivos nos son inaccesibles por tratarse de un extranjero
que vive aislado. Esto hace incierto el diagnóstico - nos inclinamos. a
creer que se trata de un episodio de esquizofxenía paranoide - pero gra-
cias a los amigos que han visto al paciente a raíz de su mutilación cono-
cemos el modo. cómo la explicó entonces; Declaró que la noche de la ... ac-
ción se encontraba como sonámbulo dominado por una fuerza misteriosa,
la cual lo obligó a preparar una cocinilla a carbón, a encender el fuego
y a colocar ambas manos encima, manteniéndolas .hasta que se carbo-
nizaron las extremidades d.e los dedos y parte· 'die la piel y tejidos blandos
de la palma. "Aun cuando sentía algún dolor - no muy fuerte - y que-
ría retirar Jos brazos, no lograrlo, porque, había .algo inexplicable que
aferraba los brazos; por más que hacía esfuerzos por zafar, no podía lo-
grarlo, Cuando en la mañana me· dí clara cuenta, me/parecía sólo un sue-
ño". Después quedó varios días en estado estuporoso, . del que · s~lió ma-
nifestando que hablaba con el espíritu de un tío suyo; muerto hace mucho
tiempo. Poco· después de su ingreso intentó ahorcarse. La figura adjunta
corresponde a la fotografía de las manos tomada dos meses después de
la quemadura. Al ingreso del paciente al hospital se verificó las lesiones
siguientes: en la mano derecha los cuatro dedos largos carecen de falan-
gina y falangeta y el meñique sólo conserva· media falange; en la mano
izquierda el índice conserva un pequeño resto de falangeta, el medio y
anular carecen de falangeta; en la muñeca y en la. parte próxima de la
eminencia hipotenar ambas manos muestran señales de quemadura de
tercer grado.
El segundo· caso de automutilación es de un melancólico del servicio
del Dr. J. F. Valega. Se trata de un sujeto de. 45 años, viudo con dos hijos
ya adultos, constitución de tipo mascular, introvertido, receloso, soñador,
económico. De joven ha tenido excesos alcohólicos y períodos de gran exal-
tación erótica, poligámica. Infección brenorrágica en tres ocasiones con
estrechez uretral como secuela. La psicosis' comienza un año antes de la
automutilación, con ideas hipocondríacas y tristeza. La preocupa mucho· su
aparato digestivo: la constipación intestinal, que combate con toda suer-
te de medicinas y procedimientos primitivos; se acompaña de bulimia.
Cree haber sentido· que se invertían los movimientos del intestino, en las
noches, cuando pensaba más en su dolencia. La tristeza le obligaba a
llorar inconteniblemente casi de continuo, sobre todo en presencia de
otras personas, incluso cuando hablaba de cosas no tristes. Esto lo aver-
gonzaba e indignaba. _Sólo cesaba el llanto cuando lograba recogerse en
sí y "cuando se le despejaba la cabeza". Además del aparato digestivo,
fomentaban su hipocondría la vejiga, por la polaquiuria, y las extremida-
des, por sentirlas pesadas y sin sensibilidad a la temperatura, "mi cuer-
po - dice - era de piedra". Se autoacusaba de ser un ser inútil, "como
un animal que rio puede presentarse a nadie por la deshonestidad de su
condición, que sólo degrada y estorba a sus semejantes". Se siente en la
vida como "una tierna 'oveja perdida, que anda llorando, asustada de ha-
Tendencias Instintivas 139

ber oído el canto de un pájaro de mal agüero". La automutilación se con-


suma al día siguiente! de haber sufrido vejámenes. Insomne, como de cos-
tumbre, madruga y se introduce en un reservado· provisto de un vidrio como
instrumento quirúrgico y, ,de pie, realiza la operación. Temeroso de ser
castigado por la justicia, se resiste en un principio a explicar claramente y
de manera fidedigna los móviles de su acción; acaba, sin embargo por
espontanearse: "Mi vida. se turbaba cada día más con el aumento· de mi
pena, me estaba poniendo insoportable, como algo que sobra; mi martirio
aumentaba y me parecía interminable, hasta que me vino la gana de mo-
rir. El velador no estaba presenta, ya me había fijado que no estaba en
la sala. . . Sentía una rara incomodidad en esa parte -refiere- y tuve

k"

un impulso invencible de extraerme los. testículos y el pene; tenía un


deseo raro, algo que no podría explicar porque es sólo de Dios; tal vez
pensaba que· así mejoraría mi situación. Yo lo hice porque pensé que me-
jor era matarse, abandonar la vida que· tanto hace· sufrir, todos me odian,
mi llanto y! mi pena ya no podía ocultar; no podía dormir, no podía defe-
car, no podía ocultar los lloros que me venían, no podía dominarlos; cuan-
do lo intentaba, aumentaban y peor me ponía a llorar casi gritando; mien-
tras tanto yo sufría lo que no se puede imaginar. Los demás se mofaban
de mí o se molestaban, nadie había en el mundo· para mi consuelo. Mi des-
140 H onorio Delgado

gracia era tanta que, aun teniendo· un dolor, una fatalidad que debía ser
comprendida, nadie se condolía de mí y servía de juguete, de, irrisión; acá
no hay consuelo 'para nadie". Llora y se lamenta clamando al cielo por una
muerte pronta, así como se reprocha no haber tenido "paciencia para es-
perar la ocasión de tener un cu.chillo, una navaja, algo seguro y fuerte
para haber acabado de-. una vez, en lugar de haber quedado vivo· y sin es-
peranza: de morir con la enfermedad ... No sentía el menor dolor, estuve
turbado, fué un instante que me creí curado, entonces me decidí y me
dí el primer corte de abajo hacia arriba, una vez que se abrió bien la
bolsa, después de haber tasa] eado varias veces, quedaron al aire los dos
testículos de color blanquizco, primero corté el izquierdo y después el
otro; el vidrio no tenía buen .filo y me demoraba mucho, no me dolía ni
me salía cosa de sangre, entonces comencé a cortarme el .pene pero el
vidrio ya no cortaba y me encontraron; al poco rato vinieron los dolores

y sólo entonces me dí cuenta que estaba grave; toda la operación la hice


parado, apoyado en la pared del reservado. Si hubiera sabido que no iba
a morir ni hubiera pensado siquiera, ahora si que ya no sirvo, peor que
antes: ya estaba hueso y pellejo, huhíera esperado para morirme; ahora,
peor, estoy engordando. Si Ud. me pudiera salvar, curándome o matán-
Tendencias Instintiuas 141
dome, Dios le premiaría; hágame Ud. esa caridad ... " En resumen, se tra-
ta de un caso de castración complicada con una sección transversal del
pene en su base, que compromete la uretra. En las fotografías que aquí
reproducimos aparecen las heridas ya cicatrizadas.

En estos dos casos se ve que la automutilación correspon,


de a un suicidio parcial o focal: en el primero, el sujeto in-
tenta ahorcarse días después de quemarse las manos, en el
segundo, la castración es hecha con intención de hallar la
muerte. A continuación reproducimos un trozo de la carta
que nos dirige un esquizofrénico paranoide en cuyo sistema
persecutorio figura la idea de ser acusado de una falta por
la cual está sentenciado a muerte y pide como conmutación
que le corlemos ambas manos. Aquí no se trata estrictamente
de automutilación sino del deseo de la propia mutilación
que debe realizar otra persona - algo comparable de lejos
al pedido de muerte del melancólico que acabó por suicL
darse (v. 8).

"Como Ud. comprenderá - nos escribe el paciente deseoso de la auto-


heteromutilación - yo no puedo morirme ·de hambre a la fuerza y creyén-
dome bajo el amparo de las Leyes de la República estando enfermo cuan-
do cometí el delito que me ha llevado a perder mis dos estimadas manos,
razón, ésta que también perdí o Ud. una pomada por la cual se burló Ud.
de mí y me dejó malogrado, cuando su deber fué el haberme mandado mu-
tilar mis dos manos en cumplimiento de buenos deberes de Médico hon-
rado y no vendido a la policía ni a una pobre gente de mis hermanas y
que sólo pretenden el viaje al sur. Creo y sigo creyendo que el delito que
cometí fue cuando no tuve uso de razón por el cual tengo según las Leyes
de la tierra y las de Dios en los cielos perfectos derechos al perdón defini-
tivo de mi delito mandándome mutilar mis manos para acabar con la pena
de muerte que se me ha implantado en este maldito pabellón".

10. Siguiendo el criterio de Cannon, Sternberg, Lau ter,


etc., distinguimos el hambre del apetito: el primero corres...
ponde a la necesidad de alimento en lo que respecta a la
cantidad; el segundo, a la preferencia o selección cualitatí;
va de los alimentos. Uno y otro no sólo dependen de la nu,
trición que requieren los tejidos y que el instinto trata de a,
segurar, sino de la costumbre y la experiencia. Varían de
un individuo a otro los hábitos alimenticios y las nociones
142 Honorio Delgado

gastronómicas, pero· dentro de un grado supraíndividual,


rnesológíco e histórico: la tradición sintrófica, por la cual ca,
da pueblo tiene formas sociales de mesa y cocina propias.
En la cultura técnica de hoy esta variedad llena de s·entido
tiende a ser debilitada por un afán de nivelación ecuménica
y por la divulgación de los conocimientos médicos, no siem-
pre libres de ideas sobrevaloradas. En materia de anorma­
lidades del hambre y del apetito, la clínica ofrece conside-
rable variedad de manifestaciones, tanto en las enf ermeda;
des orgánicas cuanto en las mentales -· ·neurosis y psicosis-
N o consideramos aquí los desórdenes especiales de la pato-
logía somática (la polifagia v. g., de la diabetes) que carecen
de interés desde el punto de vista psicopatológico, pero sí
trataremos de llamar la atención acerca del papel de los fac-
tores psicológicos en la génesis· y estructura de los desórde-
nes de la nutrición relacionados con la tendencia instintiva
de que tratamos. Esto nos parece más instructivo que repe-
tir las conocidas trivialidades en torno de la errada fórmula
de que el hambre y el sexo son los últimos resortes de la vi-
da humana.
Los desórdenes extremos del hambre son la anorexia y
la bulimia. La anorexia o falta total de deseo de comer y
hasta repugnancia frente a los alimentos, se muestra ·en la
neurosis, sobre todo en la histeria, la neurastenia y la hipo-
condría, así como en los componentes neurósicos de las en -
fermedades somáticas, unida o no a manifestaciones dispép-
ticas: es lo que clásicamente se conoce como anorexia ner-
viosa o mental. También es síntoma de la melancolía, como
manifestación parcial de la depresión de las tendencias ins-
tintivas; eventualmente, de la manía por efecto de la excita-
ción, como en los estados de estupor, a causa de la suspen-
sión de toda actividad. No debe confundirse la anorexia con
la sitiojobia, pues ésta apareja temor de los alimentos: sin-
tiendo hambre, el sitiofóbico se priva de satisfacerlo por pre-
dominar la consideración de las supuestas consecuencias o
simplemente por imponerse un miedo primario e insensato.
Esto ocurre en diversas neurosis. Pero también se llama si-
Tendencias Instintivas 143

tiofobia al rechazo de alimentos, como manifestación de ne-


ga tivismo, síntoma de psicosis, sobre todo de esquizofrenia.
La bulimia, aumento desordenado, insaciable, del ham-
bre, se presenta corno parte constitutiva de la agitación, en la
manía y los estados maniformes de la parálisis general, etc.,
e independientemente de ella, en los idiotas, en los dementes,
en los esquizofrénicos y en neurópatas y psicópatas. Su ma-
nifestación como· síntoma persistente o aislado, se suele de -
signar con el nombre de sitiomanía.
El médico encuentra a cada paso desórdenes del hambre
y su averiguación constituye el tema de una de sus pregun-
tas de la rutina cotidiana. Semejantes desórdenes no llegan
con frecuencia a los extremos de la anorexia o de la' bulimia,
y cuando ello ocurre suelen alternar el positivo con el nega-
tivo. Por otra parte, la alteración del hambre puede ser tan-
tq la causa de otras perturbaciones cuanto la consecuencia de
proceso psicofisiológicos y psicopatológicos variados y en ve-
ces muy complejos. Entre las muchas eventualidades que
ofrece la clínica en esta materia nos parecen particularmen.
te significa tivos los hechos señalados a propósito de la flacu,
ra, considerada en general como puramente somatógena o
endógena. Grote y Meng han iniciado el estudio y el trata -
miento psicológicos de semejantes casos. v. W eizsaecker hn
logrado verificar de modo convincente en dos enfermas. que
un ideal ascético mal cimentado es causa de tal condición fí-
sica y de otros síntomas orgánicos y mentales. Trataremos
de hilvanar los puntos salientes de estas historias fehacientes.

El primer caso corresponde a una mujer de talla muy elevada que: al


'iniciarse el tratamiento pesa sólo 55;5 kgr., sufre de anorexia desde va-
rios años antes y cuyos pies crecen apreciablemente en longitud en el cur-
so de los dos últimos años, el mismo tiempo durante el cual presenta po-
liuria - síntomas hipofisiartos. El desgano es de ordinario casi invencible.
Para comer algo es necesario que la enferma se haga considerable violen-
da. Este estado experimenta breves interrupciones enantiodrómicas, crisis
de bulimia, de periodicidad casi mensual. Los excesos de tales crisis pro-
ducen malestar acentuado y además en ambas extremidades inferiores. La
paciente no duda de que esta periodicidad corresponde al ciclo menstrual.
Durante el tiempo de anorexia se siente contenta, como en condición su-
_per2or:la felicidad de vivir sin pábulo constituye el logro de su ideal as-
144 Honorio Delgado.

cáticc, Este se muestra también en la esfera sexual (amenorrea), en la


amorosa, en la social y del vestido ~ domina la vida de la enferma en su
aspecto físico y psíquico. Medio año después la paciente sana, su peso se·
eleva a 67 kgr., el 'período; menstrual retorna, come con gusto y .se 'Siente
bien. EI único medicamento empleado fué el extracto tiroideo, . para com-
batir el' edema. Lo eficaz en la transformación del cuadro psicosomático,
en la curación de la enfermedad crónica, ha sido el tratamiento anímico,
el análisis psicológico. Los. sueños· de la paciente al principiar la cura han
tenido un solo tema: la salvación; su sentido es también el mismo: de-
línean el proceso de transformación de la actitud· de la enferma, de la in-
hibición neurósica - con un ideal ascético •d'efo~mante - hacia la vida
espontánea y harmónica.
El segundo" caso corresponde a una joven de talla mediana que cuan-
do ingresa a la clínica pesa sólo 32 kgr., después de haber sido gorda,
ágil y alegre en la pubertad (a los 16 años pesa 60 kgr.) , Desde los 19 co-·
mienza a adelgazar, lo que no impresiona a la sujeto por sentirse sana,
pero a los 24 la flacura progresiva llega al extremo y produce alarma, tan-
to directamente cuanto por que se acompaña de· [aquecacftélmica, edema.
considerable de las piernas y persistente amenorrea. Un internista diag-
nostica por entonces gastrastenia, un ginecólogo hipogenitalismo y un irí-
dólogo "presión del útero sobre el estómago". La cura con extractos de
hipófísis, de tiroides y con insulina,· unida a una asistencia atenta y a un
asiduo trabajo psicológico, tiene por efecto la reabsorción del edema y <:>I
aumento de peso de 32 a 351 kgrv'Este oscila después entre 36 y 40 kgr.,
en parte por hidrolabi.idad dependiente de conflictos anímicos en el cur-
so del análisis psicológico; es persistente el ritmo anormal del hambre, los
vómitos provocados y la aversión a ciertos alimentos, sobre todo la man-
tequilla; asimismo, persiste la placidez en el ayuno (el cual alterna con.
episodios de hambre canina). El análisis psicológico evidencia que los sue-
ños que preceden a estos epísodíos son paradójicamente característicos, de·
ellos, de la misma suerte que los de los demás días corresponden, también
paradójicamente, a la anorexia. Temas de los primeros son la madre, el.
desposeimiento corporal y la muerte; de los precursores del ayuno son:
Dios-padre, el conocimiento, el sentimiento de beatitud. Así, a las tenden-
cias adversas a la vida corporal que se expresan en sueños sucede en la vi-
gilia la crisis de bulimia, mientras que a los sentimientos de elevación y
alegría de las manifestaciones oníricas siguen los días de privación de ali-
mento. Ei análisis revela más tarde repulsa de la concepción, de. la preñez;
y de los hijos, así como la relación de esto con la nutrición; revela igual-
mente relación entre el deseo de morir y la aversión hacia los parientes.

En estos dos casos se opera un cambio con la psicotera.,


pia : una transformación completa eh 'el primero, un nuevo·
equilibrio sin mutacíónradíéafen ·el segundo. Ambos mues..
tran que los. desórdene~·' del h;~b~e y Ja flacura no son pro-
Tendencias Instintivas 145 .

cesos aislados ni puramente orgánicos y que su presencia s·e


explica como efecto de la formación de un ideal dominador.
En ambos las construcciones subconscientes de la imagina ,
ción onírica se revelan como intermediarias entre los proce-
sos corporales y la vida consciente. La lección que de esto se
desprende es que tanto y más que las indicaciones de la balan-
za sirven las de la vida subconsciente del enfermo de la nutri-
ción, siempre que se interpreten y apliquen ambos órdenes
de datos de manera correcta. El engordar no es, pues, cues...
tíón únicamente de dieta, ni en los 'magros ni en los corpu-
lentos. "Si la "nutrición" sólo puede integrarse en general
con el aspecto subjetivo -observa v. Weízsaecker-c-, se com-
prende que es imposible dominar el estado de la nutrición
con sólo aumentar y disminuír el número de calorías sumi -
nistradas al organismo en los alimentos. Si designamos ese
conjunto subjetivo de juicios, ideales, sentimientos, deseos y
tendencias con la expresión "euforia", entonces no podremos
considerar esa euforia como una causa sino, simplemente, co...
mo un aspecto componente de Ia nutrición normal". Para
completar agregaremos que así como en algunos casos el de-
sorden endocrino puede ser causa de inapetencia y de flacu ...
ra, en otros la determinación es a la inversa. "Es justificada
la cuestión -dice Lauter- de si un enflaquecimiento avan-
zado no produce siempre perturbaciones endocrinas. Son co-
nocidos los casos en que se ha logrado curar completamente
con tratamiento psíquico las llamadas flacuras endógenas".
Las anormalidades del apetito se conocen con el nombre
de pica o alotrioioqia. Consisten en el hábito de comer subs-
tancias insusceptibles de digestión y, por ende, .de ser asimi,
ladas. Se designan también como perversiones, en la ínteli,
gencia de que significan una falla de los fines ele la tenden,
dencia instintiva que dirige la alimentación del organismo.
No en todas las manifestaciones etiquetadas. como perver ...
siones del apetito se trata realmente de inadecuación del ob-
jeto a la finalidad del instinto. La malacia, por ejemplo, no
siempre carece de sentido trófico: comer manjares especiados
~· ácidos puede .servir para estimular el . hambre o para corre-
146 H onorio Delgado,

gir· una hipoclorhidria o ,una aquilia gástrica (más frecuen-


tes de lo que supone el común de los médicos). La arsenojc­
gta,, observada en pueblos de montañeses del Tírol y Hungría,
parece servir al género de vida de quienes la practican - si
.hien' es cierto que suele convertirse en un hábito facticio. En
muchos casos se impone, pues, investigar a fondo el estado de
eosas para poder distinguir una perversión verdadera de una
aparente. Esto es particularmente válido para los "antojos",
<le Ias muj eres encinta, y de las niñas cloróticas.
En la clínica se verifica la manifestación de formas muy
variadas de alotriof agia : comer tierra (geofagia), ceniza,
madera, jabón, parafina, papel, insectos, gusanos y otros ani-
males vivos, substancias orgánicas en descomposición, excre-
mentos ( coprof'agía ) etc. Esto se observa sobre todo en los
··.e.iotas, ·en los paralíticos generales, en los dementes seniles,
de modo más raro en esquizofrénicos y maníacos, excepcio-
nalmente en histéricos, epilépticos y sujetos de personalidad
anormal. Bostroem duda de que estos hechos se puedan ex-
plicar como anomalías de los fines del instinto. Cree que la
pérdida del control y la ins·ensibilidad e indiferencia de estos
enfermos favorece el desencadenamiento de fuertes ganas de
devorar lo que se les presenta : lo sostiene particularmente
en el caso de los idiotas y los paralíticos; tratándose de los
esquizofrénicos, "ocasionalmente pueden jugar un papel cier-
tas representaciones sexuales". También se observa, sobre
todo ·en esquizofrénicos, el impulso a engullir objetos que por
su naturaleza pueden constituir ~rave peligro para la salud
y la vida del sujeto : piedras, monedas, clavos, etc. hasta agu,
] as y cuchillos. Por último, aunque es una rareza, se pr.esen-
fa la rumiaciáti y la remanducación de lo vomitado.
Para interpretar hechos tan heteróclitos desde un punto
de vista más satisfactorio nos parece pertinente recordar lo
que se observa con apariencia de alotríofagía en el hombre
-de cultura primitiva y en los animales. La geofagía, que
tal vez es la forma más corriente de "perversión del apetito"
en los enfermos y anormales, constituye uso muy difundido
·en los pueblos salvajes.o bárbaros de todos los continentes. No
sólo la practican a falta de alimento, sino incluso después de
Tendencias Instintivas 147·

comidas muy abundantes. Las tierras preferidas son las sua-


ves y grasosas, especialmente las arcillas (hidrosilicatos te-
rrosos y álcalis terrosos de aluminio, hierro, calcio, magne-
sio): Estas tierras. contienen substancias procedentes de te-
rrenos vecinos que les dan color y sabor. El campesino egipcio
come desde hace milenios el limo del Nilo, al que atribuye
un poder fructificante no sólo del organismo vegetal (tal vez
real, por contener vitaminas del humus y acaso hormona
sexual procedente de terrenos bituminosos). Por eso las mu-
jeres encinta lo consumen de manera regular, con lo cual
evitan la hyperemesis grauidarum. Antiguamente en Escandi,
navia, Finlandia y Alemania se usaba untar el pan con una
tierra grasosa que contiene talco (hidrosilicato de magnesia)
en gran proporción, a la que llamaban "mantequilla mine-
.ral" (Steinbutter). Wacker, quien ha estudiado estas formas
tradicionales de geofagia, considera que tales tierras tienen
la propiedad de fijar las substancias tóxicas exógenas, así co-
mo las producidas por la putrefacción en el intestino grueso
y las toxinas bacterianas. Ha comprobado de modo concluyente
tal efecto en animales de laboratorio, con el silicato de mag-
nesia frente a la estricnina, la nicotina, la cafeína y el indol.
Concluye que "justifican la amplia difusión de la geofagia
en el hombre y los animales, además del sentimiento de lle-
riura que produce, una serie de otras razones, como el hecho
-de que estimule la defecación, evite los dolores de las úlceras
del estómago el intestino, mejore y acreciente el bienestar
por la desintoxicación de toda clase en el tubo digestivo".
En el reino animal se ha observado hechos corno los si-
gtüentes: las gallinas buscan materias calcáreas en la época
que ponen huevos, las mismas que les son indif erentes cuan-
do están cluecas; las ovejas se comen mutuamente la lana
cuando escasean en su alimento las vitaminas y las sales ne-
cesarias a su sustento; los ratones subnutridos, en experímen,
to, escogen correctamente la alimentación rriás rica en vita-
minas, etc. Por nuestra parte hemos tenido ocasión de obser-
var· unos· perros que adquirieron la costumbre de comer el
estuco de las paredes, la que abandonaron · definitivamente
desde que 'se agregó huesos a su -alimentaclón. Todos estos
148 Honorio Delgado

hechos demuestran Ia especificidad certera del. apetito res-


pecto del requerimiento material del organismo o de la ca-
rencia alimenticia. Pero el caso que mejor apoya nuestra
manera de considerar la alotríofagia en el hombre es el de la
osteofagia bovina. Verificada primero en Sudáfrica, donde el
terreno en escaso en fosfatos, se presenta como avidez por
.los huesos y la masticación de los mismos y sus residuos uní-
da o otros síntomas, que desaparecen, como la misma osteo-
f agia, con la administración. de fósforo asimilable. Cuando
los animales no encuentran huesos, el mal se agrava y la alo-
triofagia se amplía : entonces comen tierra y objetos de toda
clase, incluso Ia ropa y las cajas de hojalata. "Experimental-
mente se ha demostrado (véase el trabajo de Hopkins citado
en la bibliografía) que terneros jóvenes no iniciados por el
rebaño en la osteofagia, al producirse la afosforosis, comen
espontáneamente los primeros restos óseos que logran en-
contrar. Se ha comprabo asimismo que los bóvidos nutridos
experimentalmente con una dieta rica en fósforo, al cesar
esta alimentación no adquieren el hábito de la osteofuain.
De suerte que no es ni adquirida por la imitación ni forma
hábito (salvo excepciones raras, que las hay, así como res-
pecto a la falta de osteofagia a pesar de marcada afosforosis).
El enfermo mental que come tierra y substancias semejan-
tes, tal vez obedece a una apetencia parecida a la del hom.,
bre primitivo (que llega a ingerir diariamente hasta libra
y media de arcilla durante largas temporadas), y el alienado·
que engulle velas, piedras o clavos, se comporta probahlemen-
te como las vacas afosforósicas que manducan trapos y cai as
de hojalata. Nos parece, pues, verosímil - y susceptible de·
investigación - que la alotriofagia tenga por causa· princi-
pal en muchos enfermos la carencia de ciertas substancias·
nutritivas. Esto es, que, como otras manifestaciones psicopa,
tológícas de esta clase de pacientes, la alotriofagia sea un
producto artificial derivado de la falta de atención y asis-
tencia individual. No afirmamos esto para todos los casos.
Creemos que las causas que invoca .Bostroem deben también
tomarse en consideración. Incluso consideramos que en veces
intervengan factores totalmente distintos; así lo demostraría
Tendencias Tnstiniioas 149

el hecho de la coprofagia que más de una vez hemos observa-


do entre los primeros síntomas de una manía.

11. El sueño reparador es uno de los bienes corporales


más apreciados y su pérdida constituye síntoma muy frecuen-
te en los desórdenes nerviosos y mentales. Como el hambre
y el apetito, está regulado por factores fisiológicos y psicoló-
gicos. El cansancio y la falta de energías potenciales no son
condiciones indispensables para dormir, como lo demuestra
el sueño después de una comida copiosa y la falta del mis-
mo por exceso de fatiga. Más importante acaso es "el desin-
terés por la situación presente" (Claparede), que tanto cons-
tituye condición preparatoria cuanto fenómeno componente
<lel hecho de comenzar a dormir, de la somnolencia. El sueño
normal varía en lo que respecta a su duración, a la manera
como se desarrolla y a su relación con el estado mental en la vi-
gilia. La duración disminuye con la edad; el curso del sueño en
el recién nacido es periódico, éste despierta con frecuencia; con
el progreso en edad se hace monofásico o difásico. En rela-
.ción con la vigilia, unos individuos despiertan bruscamente
y tienen la mayor lucidez en la mañana, otros despiertan
lentamente y la mañana representa una transición entre el
sueño y la perfecta vigilia. Michelson ha investigado la pro-
fundidad del sueño en ·el laboratorio de Kraepelin ; distingue
dos tipos: el "tipo nocturno" es el del sujeto que siente can-
sancio al comenzar la noche, duerme temprano, pronto y pro-
fundamente -la máxima profundidad entre la primera y
la segunda hora-, despierta de madrugada, fresco y bien
dispuesto; en el "tipo matinal" de durmiente - reputado co-
mo psicopático - la actividad mental se aviva a medida que
avanza la noche y hay dificultad para conciliar el sueño, la
profundidad máxima de éste es mucho menor que en ·el tipo
precedente y menos precoz, el sueño se prolonga hasta tarde
en la mañana, el sujeto demora para despabilarse y la pri-
mer parte del día no es de vigilia óptima. A éstos hay que
agregar el "tipo difásico", de Schultz.- frecuente entre los
neurópatas - con dos máximas de. profundidad y la fase in-
termedia de sueño superficial, con una manera de ser seme-
15() H onorio Delgado1

j ante al segundo de los tipos kraepelínianos, como éste, ac-


tivo en la noche : es el, hombre nictófilo de .Helpach.
Los desordenes del sueño son de pos clases : cuantitati-
vos y cualitativos. Los cuantitativos son el insomnio y la hi-
persomnia, El insomnio o agripnia, el más frecuente de to..
dos, es originado por las siguientes causas : lesiones cerebra-
les que comprometen la región mesodiencefálica; donde
Mautner y después Von Economo han podido localizar los
centros reguladores correspondientes (v. g., la -encefnlitis) ,
por enfermedades. tóxicas del cerebro (p. e., delirium tremens
y alcoholismo crónico), por psicosis endógenas (psicosis ma-
níaco-depresiva, esquizofrenia;' demencia senil) de las que
puede ser síntoma prodrómico, por enfermedades extracere-
brales (infecciosas, hipertiroidismo, enfermedad de Addison),
por intoxicaciones exógenas (café) o endógenas (período de
privación de la morfina), por desórdenes neurósicos. Este úl-
timo grupo,d.gripnia .psicoqena, es el más importante tanto
por su frecuencia cuanto por la variedad de sus formas. Se
confunde con el insomnio del hombre normal en los casos
que las causas inmediatas son semejantes -excitaciones de
todo género-, -pero mientras que en el normal la causa re-
quiere ser de alguna entidad y el insomnio es más o menos
proporcionado a ella, en el neurópata pequeñas causas pro-
ducen grandes efectos : no sólo motivos insignificantes deter-
minan insomnio prolongado, sino que éste a menudo se, acom-
paña de cansancio y de deseo de dormir o es intranquilo, en
grado que puede llegar al terror o a la desesperación. En sus
formas más simples el tipo del insomnio es comparable y tal
vez correspondiente al tipo de durmiente normal : se presenta
después de un breve sueño (cuya duración el durmiente a me-
nudo sobre-estima) o precede al dormir tardío, despertando
con gran desagrado, o, en fin, tiene múltiples fases como el
sueño infantil, pero en que las de· sueño pueden ser breves
y las de vigilia. prolongadas ( y al paciente le parecen más
de lo que son en realidad).
v. Hattingberg distingue dos clases de insomnio con re-
Jación a .la neurosis :. es un síntoma entre otros o es un de,
Tendencias ltistiniioas

sorden relevante con fundamento especial, En arribos grupos,


como se comprende, cabe ·una variedad infinita de manifes-
taciones inclasificables. Por tanto, lo más apropiado para dar
una idea de esa multiplicidad· es enumerar algunos casos de
observación personal. Entre los que el insomnio corresponde
a un síntoma entre otros podemos mencionar los siguientes.:

Una· histérica, cuya neurosis comienza con uná agresión sexual,. se


acuesta vestiQ.a y no puede dormir sino en la habitación cerrada , y acom-
pañada de íÍiujeres, el insomnio la mortifica. incluso en estas condiciones,
toma narcóticos a dosis creciente sin lograr mejoría, al fin los usa a esa
dcs's durante El día para estar lúcida y sin nerviosidad. Un ansioso· no
logra dormir sino inicial el sueño en un cinema o en largos recorrtdos · en
tranvía -· en estas circunstancias, por otra parte, el sueño le resulta par-
ticularmente agradable. Un tercer neurópata necesita que un pariente
consanguíneo, de preferencia la madre, duerma en su casa para no sufrir
la agripnia. Un psicasténico, a quien episodios de homosexualidad .pube-
ral han dejado la propensión a sentir marcado enervamiento y vergüenza
al hallarse en sociedad, cuando su padre enferma con una psicosis, ha''Ián.,
dose agotado por excesos heterosexuales (compensatorios aparentemente
de la · hornos exualidad eventual) tiene una fase de neurosis: se vuelve
misántropo, ersutofóbico, rompe su compromiso matrimonial, pierde .~I
sueño y teme volverse loco; mejor notablemente c_n la curación del padre,
y sólo después de mucho tiempo está en aptitud .de recuperar su antiguo·
género de vida, con el que retorna la normalidad del sueño, Por último,
un hombre· .laborioso, de temple lábil, enamorado de sµ profesión, por P.~i~
mera vez -después de muchos años durante los cuales. no ha conocido ~:a~
caciones, .es sometido a la inacción forzada en una clínica quirúrgica ; jo~
primeros días duerme sólo con inyecciones y al darse c,µenti¡;,.que puede
habituarse a la morfina, renuncia a las inyecciones; los nardóúc;s p~.- ,os-
no alivian su insomnio, aun en cantidades apreciables, la fisioterapia .no
puede aplicarse por la índole de su lesión, la dieta y la psicoterapia acaban
por mejorar su _condición, la que cesa con el retorno al hogar. .

·En la mayoría de estos casos, marcadamente en los dos


últimos, se presenta una circunstancia de gran momento en
la génesis del insominio : la alteración del ~itmo. El sueñ~-
se relaciona con el ciclo nicterneral, está colocado dentro de
la rutina de costumbres de acción y descanso y se halla con-
dicionado por la protección del ambiente : el hogar y la ma-
dre ,s0:n los factores que condicionan el dormir del niño' y la
persona . -constitucionalmente nerviosa ti-ende a buscar las
condiciones primarias del reposo, el refugio familiar. Si estas
152 H onorio Delqado

circunstancias ordenadas se quebrantan.. el ritmo del sueño


está en peligro sobre todo entre los· predispuestos.
Los insomnios . que tienen significación fundamental en
la neurosis entrañan una situación en que la estructura de
la vida instintiva se halla amenazada como un todo, y la
falta de sueño indica la tendencia principalmente compro-
metida y reveladora del peligro. La normal manifestación de
esta tendencia reparadora depende de la harmonía de la
inserción del sujeto en la realidad y en el orden espiritual.
"No se duerme -·escribe v. Hattingberg - como un tronco ol-
vidado en . su lugar solitario; nos dormimos, más bien, en el
refugio de aquella grande y acogedora totalidad que nos pro-
tege y sostiene ... nos dormimos en las manos de Dios".. La
observación. que en seguida resumimos, recogida en nuestra
práctica es un buen ejemplo de esta clase de insomnio.
Una mujer, con algunos rasgos neuropáticos, sufre desengaños provo-
cados por el egoísmo de sus. parientes consaguíneos, cree que su -esposo ha
dejado de quererla, y por efecto de malas compañías y malas lecturas sus
creencias religiosas se han debilitado. En tal estado espiritual, pierde por
descuido un objeto valioso, que simbolizaba muchas cosas para su corazón,
un resto ·de los días :felices. Desde el momento de la pérdida se produce
una mutación en su modo de ser, como si el accidente provocase una crisis
que venía incubándose. Se presenta el insomnio, aparentemente ligado a
la desazón causada por la pérdida y la propia inculpación anexa al inexcu-
sabl s descuido. El objeto se le presenta en la obscuridad nocturna con los
caracteres y la importunidad de una alucinación. El desgano· para las la-
bores y el tedium vitae acaban por dominar su vigilia diurna y nocturna.
De noche, con el ánimo siempre en zozobra, la paciente t iene crisis de de-
sesperación, reproches desaforados contra sí misma y contra las personas
de su ambiente- e impulsos de suicidio. Por fin, cobra horror a la noche y
al lecho; trata de aturdirse hasta tarde con el radio y con lecturas fan-
tásticas ; y cuando, ya agotada por el cansancio, se acuesta y apaga las
luces, Se alarma con todos los ruidos y llega a tener alucinaciones pavo-
rosas, que culminan con crisis histeríformes. Hace esfuerzos por dormir,
los cuales - como slempre -- son contraproducentes y su voluntad acaba
por ser impotente incluso para cerrar los ojos. Sólo una lenta ordenación
de su vida espiritual, que la conduce de nuevo a la fe, y una vida activa
en ambiente rural Ilegan a producir la paz interior y. el sueño natural.
Con-todo, pr.r largo tiempo la sujeto se preocupa de su sueño; sobrevalora
sus eventuales deficiencias, trata de prolongar su duración y repara con
prolijidad en las causas que pueden perturbarlo: es transitoriamente lo
que SCHULTZ llamaría una "hipocondríaca del sueño".
Tendencias Instintivas 153,

El otro desorden cuantitativo, opuesto al insomnio es la


hipersomnia o letarqia. Causada por condiciones de 'índole
.semej ante a las que provocan el insomnio -. de ahí que am-
bos extremos alternen en algunos casos - es mucho menos
frecuente que la agripnia. Se presenta sobre todo en la en-
cefalitis (llamada por ·eso letárgica), en los traumatismos
.craneanos que comprometen la zona de l\!Iautner-von Economo
en la hemorragía cerebral y en la meníngea, en las intoxica-'
ciones por narcóticos o soporíferos. y por alcohol (en· el alco-
holismo crónico como fase que sucede al insomnio), en ciertas
infecciones (tifus, abceso cerebral, meningitis), en algunas
'perturbaciones endocrinas (hiposiaria, tiroidea) y, por últi-
.mo; en los desórdenes psícógenos: letargia neroiosd: Basta
con esta enumeración.
De ordinario s·e reputa el sonambulismo como la única
:forma de anormalidad cualiiaiioa del sueño. Pero en realí-
-dad deben considerarse en este grupo otras mariifestaciones,
-que señalaremos aquí. El sonambulismo consiste en una diso,
ciación del sueño : se manifiesta una actividad motriz, a ve-
-ces compleja y bien coordinada, con acciones y eventualmen-
te con expresiones verbales ( somniloquia). El sujeto se adap-
ta a las condiciones reales del ambiente inmediato, con am-
.nesía completa ulterior. No se trata - corno sostiene L. R.
'Múller - de que sólo el sistema motor piramidal y extrapi,
'ramídal se manifiesta activo sin. que haya vigilia. El sonám-
bulo siente y ve, y actúa con intenciones, como lo prueba el
'hecho de que con frecuencia sortea bien los obstáculos.

Así, una joven, aparentemente normal ---, como son algunos sonám-
'bulos - periódicamente a media noche se levanta sin despertar, baja las
escaleras, sale de su casa, abre la puerta de la calle, da una vuelta a toda
"la manzana y regresa a acostarse. Esto lo han verificado varias personas
· en L'ma ; el policía del puesto próximo conoce el hecho y se abstiene de
-despertar a la sonámbula. En un caso de nuestra observación, un sujeto
,de temple lábil acostumbra- levantarse en sueños y recorrer las habitacio-
-nes. Esta costumbre deja de manifestarse durante un largo período, en el
cual se opera casualmente un cambio en la distribución de los muebles
-de uno de los cuartos. Al reanudarse el sonambulismo del sujeto y al tra-
-tar de hacer éste el recorrido habitual, encuentra que su camino está obs-
-.taculizado: una puerta es inaccesible por haberse co.ocado un inmenso
154 H onorio Delgado.

ropero delante de ella. Haciendo un esfuerzo considerable por retirar el


impedimento, el sonámbulo derriba ·el mueble, con gran estrépito, que des-
pierta a todo el vecindario y al propio causante, sorprendido de hallarse en,
esa situación, sin recuerdo de sus pasos. 'Otro sujeto nos consulta por una.
manifestación de sonambulismo peligrosa y circunscrita. De manera que
se repite muy espaciadamente -una vez al año más o ·menos---, despierta
alarmado por los ·gritos angustiosos y sofocados de su esposa: a la cual.
verifica .qu e está estrangulando con ambas manos. Todas nuestras pes-
quisas, en la única oportunidad que nos ofrece el consultante, no descu-
bren ningún dato positivo respecto a anormalidad en otros aspectos de su.
vida ni de discordia conyugal. ·

La disociación contraria a la del sonambulismo es la


constituida por la cataplexia de! despertc . lr (Lhermíttc), o sea
la falta de dominio de la movilidad 'voluntarín con plena lu-
cidez ele la conciencia durante los primeros instantes de la
vigilia. Esta disociación tiene algún parecido con las Ilusio-
nes acerca de la. posición de Jos miembros al despertar, así
como con las alucinaciones hipnopámpicas, o sea visiones que.
persisten después de cesar el sueño, estando el sujeto · com-
pletamente despabilado.
La nárcolepsia se debe considerar entre las anormalida-
des cualitativas- no entre las cuantitativas - del. sueño.
Descrita por Westphal, (antes que por ·Gelineau, a quien .se
debe el nombre}; se caracteriza por crisis de sueño, que casi
siempre sobrevienen y terminan de manera súbita, sin causa
aparente, aunque generalmente precipitadas por emociones..
Estos accesos, a: menudo invencibles, muy breves y repetidos,
se acompañan unas veces de relajación muscular completa.
e instantánea· (cataplexia) y otras de cierta aptitud motriz
(el sujeto continúa caminando, accionando o hablando, esto
sin sentido). Asimismo, puede alternar con crisis de cataplexia
sola o de catalepsia (inmovilidad). El carácter más Importan..
te - que diferencia cualitativamente este fenómeno del sue,
ño normal - es que en tales circunstancias el sujeto no pierde·
la ¿onciencia de la realidad ya que después puede descr2bir
los hechos ocurridos durante el episodio narcoléptico. Gelíneau
reputaba la narcolepsia como un síndrome neurósico. Hoy se·
considcr a que además de la forma idíopátíca, existen las de
Tendencias Instintivas 15q

etiología traumática, toxí.dnfecciosa, circulatoria, endocrina


y epiléptica.

Hemos tenido ocasion de· observar el Cl:l.SO de una nma (mucho más
frecuente es entre los varones) de 11 años, sin ctro antecedente que una
caída con coma prolongado durante 8 horas, más de un año antes :de la
aparición de la narcolepsia. Esta se presenta inopinadamente (raras veces
la de tiempo para buscar donde Echarse), de 'manera repetida todos los
días, sobre todo cuando se ríe y cuando come. La crisis siempre comienza
en esta paciente con una mueca: desviación de la boca hacia la derecha
y risa nerviosa. Si la niña tiene algún objeto entre las manos, lo deja
caer, y si ella está de pie, se desploma suavemente por efecto de la rela-
jación antes indicada. Al despertar recuerda todo lo que ha oído durante
los pocos segundos de sueño o estado como de trance. Los fenómenos cata-
plécticos se presentaron aislados, sin narcolepsia, después de un tiempo
de manifestarse ésta, siempre acompañados ·de una sensación de mareo, ·

Consideramos también entre las anormalidades cualita-


tivas del sueño : el pavor nocturnus, la pesadilla y condicio;
nes afines, que suelen unirse a otras perturbaciones de la mis-
ma tendencia instintiva. El pavor tiociurnus se presenta en
los niños en forma de un espanto con la expresión facial co;
rrespondiente (con los ojos abiertos), grito y disnea. A ve_
ces el niño se conduce como alucinado, desconoce la situa.,
ción e incluso puede arrojarse de la cama; a menudo, sin
llegar a despertar, pasa del estado anormal de la concien-
cia, dominado por la angustia, al sueño, y no guarda recuer-
do del hecho al despertar o sólo tiene evocaciones imperfec,
tas. Es un signo de neuropatía tan digno de consideración ·r-'.n
la anamnesia como la enuresis nocturna, con la cual suele
coexistir. Constituye antecedente casi habitual" del sonambu-
lismo. Sin embargo, sería exagerado considerar como neuró-
pata a toda persona que ha sufrido de terrores nocturnos en
la infancia. Las pesadillas tiene algún parecido con la anor-
malidad mencionada. Prácticamente, todos la conocen por ex-
periencia propia. Para terminar, referiremos lacónicamen-
te dos ejemplos de perturbación del sueño, que tratamos.

Una psicasténica en la edad crítica experimenta la necesidad, a me-


nudo invencible, de dormir a medie día, aunque haya descansado satisfac-
toriamente con el sueño nocturno. Si se deja dominar por la somnolencia
156 H otiorio Delgado:

el sueño diurno es siempre angustioso: quiere despertar y no puede lo.•


grarlo sino después de una lucha que la deja exhausta. Esta misma enfer-
ma sufrió de obsesiones. en la adolescencia, entre las cuales era dominante
la tanatofobia con impulsos de suicidio: no· podía ver un cuchillo sin que
la asaltase el temor de matarse. Después, durante seis años, ha sufrido
de crisis caracterizadas por calambres, disnea, náusea y angustia, con pér-
dida de la conciencia la primera vez, y "las ulteriores con obnubilación de
la conciencia. El grado de ésta ha ido en disminución. El sueño diurno
de difícil despertar tiene Cierta afinidad con las manifestaciones compul-
sivas de la adolescencia: lucha interior con impotencia de la voluntad y
angustia.
El otro caso, también de una psicasténica, de la misma familia que la
anterior -cepa neuropática-, muestra complejos desórdenes del sueño.
Se trata de una mujer de 30 años, que desde niña hasta el presente sufre
de sueños agitados al comenzar a dormir, con sensación de presión en el
cuello o de .atragantamíento, ahogo, taquicardia y grito, todas las noches.
Además, cuando ha dormido algún tiempo, la mortifican sueños angustio-
sos, pesadillas y, en veces, alucinaciones hipnopómpicas muy vivas después
de despertar. Por último, la paciente ha sido sonámbula de los 18 a los 20
años; después ha tenido crisis de alteración de la conciencia, estados cre-
pusculares que desaparecieron, pero cuyos recuerdos alimenta la noso-
fobia (unida a otras fobias e ideas. obsesivas) : siempre teme "perder la
razón". Es digno de mencionarse el hecho de que la paciente en una oca-
sión, de día y en plena vigilia, ha tenido la misma crisis de sofocación que
se le produce al principiar a dormir, incluso con grito, pero la angustia
fue mayor y acompañada de la impresión de muerte inminente.

12. La actividad sexual en el hombre está condicionada


por una serie de factores, cuyo concierto es inseparable de la
estructura de la personalidad. Como en la constitución de
ésta, en la génesis de la aptitud para el amor sexual obran
virtualidades y circunstancias de índole y de plano díf eren.
tes : anatómicas, fisiológicas, psicológicas y espirituales. No
obstante, antes de entrar en el campo de las anormalidades,
que son muchas precisamente por causa de esta complejidad,
trataremos de exponer los conocimientos positivos más pre;
cisos acerca de lo esencial. El goce venéreo corresponde a es.
tados afectivos sensoriales, vitales o anímico-espirituales.
Esto es, que depende de excitaciones en determinadas partes
· del cuerpo o de cambios del tnismo, como un todo, o de fac-
tores psíquicos (percepciones, repres·entaciones, ideas, etc.);
tanto en el primer caso cuanto en el último lo fundamental, lo
Tendencias Instintivas 157

que constituye la índole sexual de la experiencia es la inten-


cionalidad, no la sensación ni la representación. Un contacto
cualquiera de las partes pudendas carece de significación ge-
nital, incluso siendo placentera, como la presión fortuita con
otro cuerpo o el goce provocado al rascar los órganos genita-
les cuando se siente escozor. Tales hechos demuestran clara-
mente la especificidad del placer sexual en la propia zona gie-
nital, y también lo ilegítimo de reputar de manera absoluta
toda sensación corporal agradable como de naturaleza sexual
(error fundamental de Freud. Esto no obsta para reconocer
que la esfera sexual, o sea la fuente periférica de estados
afectivos sensoriales de naturaleza venérea, 'desborda los
órganos genitales : comprende diversas zonas erógenas, unas
vinculadas fisiológicamente con la principal (p. e., los pe;
zones), otras relacionadas por vía psicofisiológica, por con-
comitancia de excitaciones y hábito (p. e., la boca). Conside,
ramos atinada la fórmula de Gruhle : "La experiencia espe-
cíficamente sexual no es una sensación corporal, sino una
experiencia afectiva". Esto implica que la calidad de sexual
es vivida, es subjetiva; por tanto: es ilógico sostener - como
lo hace Freud - que el niño de pecho tiene experiencias
sexuales, así como que el cosquillo de los órganos genitales
las provoca en él y en el niño de po9os años. Los órganos "
sexuales tienen una sensibilidad como la de otros órganos y
más aguda, sin que ello apareje que sea sexual, de la misma
manera que el glande tiene una exquisita sensibilidad al frío
y que el calor algo por encima de la temperatura del cuer-
po produce en él sensación de dolor - y nadie pretenderá
que tales impresiones tienen algo de específicamente sexual.
Lo que Ch. Bühler considera una primera pubertad, alrede-
dor de los 4 años, y la apariencia de placer específicamente
sexual, es dudoso interpretarlo como fundado. Tal vez seme-
jantes sentimientos tengan caracteres análogos a los estados
afectivos vitales de la pubertad, de ciertas épocas de la vida
sexual de la mujer y del hombre en continencia no habitual.
Semej antes· estados son sobre todo de tensión y deseo, más o
menos vagos, poco específicos. Incluso los casos de efectiva
masturbación infantil no pueden tomarse como una prueba,
158 Honorio Delqado

púes a esa edad es imposible lograr datos que demuestren


igualdad de naturaleza entre el placer inherente al orgasmo
del adulto y el placer del niño que se masturba (cuyo placer
puede asimilarse al del adulto con prurito en los órganos ge-
nitales que los restrega. y aun en la erección experimenta sólo
el placer del alivio del escozor, comoen cualquiera otra parte
de la piel). Esto mismo se verifica en los menores que practi-
can el coito (posteriormente, al tratar de la paidofília, ex-
pondremos el testimonio -de una muchacha que aunque se
masturba y cohabita desde los cuatro años, sólo a los trece
conoce el placer venéreo). Aquí también nos parece justo el
criterio de Gruhle : "Escasamente en la infancia, pero sí des-
de la temprana niñez el aparato sexual apareja sensaciones
especiales acompañadas de intenso placer que no es específico.
A partir de la edad en que se presentan las erecciones las ex-
periencias placenteras se hacen más y más específicamente
sexuales hasta que Jlegan a madurar como experiencia sexual
propiamente dicha en la cohabitación del adulto ... Aunque
los actos de masturbación del niño en la edad escolar puedan
tener aspecto sexuales, el acrecentamiento genuina y especí-
ficamente sexual, se opera sólo en la pubertad".
El criterio de Gruhle es legítimo, pero incompleto : no
toda la "vida sexual" del menor se reduce a los sentimientos
referidos; no considera el interés y la fantasía relacionados
con la sexualidad y no reconoce ésta como independiente del
eros o amor platónico. Es innegable que el niño - sobre todo
en la crisis de la primera pubertad - experimenta tina exal-
tación de la necesidad de ternura a la vez que curiosidad en
ocasiones viva acerca de los misterios de la vida genital y que
su imaginación se acupa en interpretarlos, en jugar papeles
de ~rden sexual, mezclando las apariencias con lo maravilloso
y acaso con "lo terrible, Además, el conocimiento de la vida
mental del niño permite asegurar que tantos su curiosidad co-
rrió su imaginación trabal an a obscuras, por tanteos en lo in-
cierto de la relación de los sexos, pero con alguna intencio-
nalidad, de la misma· manera que los animales i óvenes, los
perros por ejemplo, mucho antes de llegar a . la madurez
sexual realizan acciones específicamente correspondientes.
Tendencias Instintivas 159,
\

Mas en el hombre 1us cosas tienen una complicación de gran


momento : al mismo tiempo que apunta el interés por las cosas
s·éxuales, se maníf'íesta la tendencia a encarar éstas con re-
serva y vergüenza y hasta con cierto temor, como si fuesen
misterios profundos a la vez de la vida en general y del reino
interior. Hay, pues, una represión espontánea, seguramente
más directa y eficaz que la que Freud atribuye, con carácter
exclusivo, al ambiente familiar y social. Por otra parte -y en
esto parece que tienen razón los psicoanalistas-, las personas
de la familia contribuyen a la formación, de una imagen pri-
vilegiada, "ímago", para la elección sexual ulterior, así como
influyen de manera durable, en tanto que fijaciones, sobre el
destino del snj eto en materia genital las experiencias sexua,
les prematuras con carácter de traumatismo psíquico, como
seducción o atropello, como observación de -. actos sexuales
entre otras personas o simplemente como revelaciones brus-
cas, inculpaciones o reprensiones injustas y otras referencias
. impresionantes acerca de la vida genital. Es difícil determi-
nar si la influencia del imago es por su- origen específ'icamen,
te sexual o si corresponde a un condicionamiento de estruc ,
tura diferente que desborda el instinto sexual y precede a su
aparición. Pero es real, incluso entre los animales, como lo
prueba el hecho de la generación de las mulas, del que no
hemos hallado mención -en la literatura psicoanalítica para que
el caballo (llamado romo) copule con la burra se requiere
que haya sido exclusivamente adoptado y amamantado por
una burra, y viceversa respecto del asno (garañón).
La cuestión del eros o amor platónico como manifestación
relevante de la mentalidad del adolescente, es de capital ím,
portancia para la interpretación de la vida amorosa en gene-
ral y de sus desviaciones mórbidas en particular. Eros es una
manifestación primigenia, una suerte de amor sin apetito
que, dirigiéndose a lo noble e incorruptible, surge con fre-
cuencia de la contemplación sensible de un cuerpo humano
bello, como figura y expresión de la vida; del . alma y del es-
espíritu. Se le llama amor platónico porque Platón precisó
su sentido de manera insuperable en El banquete y en Fedro,
donde también encuentra su expresión perf e eta como poten-
160 Honorio Delgado

cia educadora de héroes, ya propugnada por Teognis, codi,


ficador de la tradición pedagógico - aristocrática de origen dó.,
rico (por eso se llama también "eros dórico" a esta especie
de amor). En el adolescente despierta independientemente
del instinto sexual, obrando cada -uno por su parte: el prime-
ro dirigido al ideal bajo la especie de una persona concreta,
adorada y respetada, el otro en forma de anhelos - o tanteos
más o menos vagos, como libido flotante, sin interferir nor-
malmente el uno con el otro. El eros se orienta hacia indivi-
duo del mismo sexo o de sexo distinto, de igual edad .o de
edad diferente, incluso muy diferente. El criterio vulgar o=-
hoy lo es casi el de todo el mundo- confunde estas manifes-
taciones de intencionalidad espiritual con las sexuales, y las
considera de pederastia cuando se dirigen de varón a varón,
y de safismo, cuando los amantes son mujeres. En el último
caso la designación es equívoca, pues Safo fué para la joven
griega lo que Platón para el joven, ambos soberanos peda,
gogos- del eros. En el campo de la psicología de hoy, Sprangcr ·
tiene el mérito ·de haber rehabilitado -a nuestro entender
siguiendo la dirección pedagógica del círculo de Stefan Geor,
ge- la disparidad de lo sexual y lo erótico en el estudio del
alma juvenil. "Para nuestra psicología de la juventud -es ..
cribe Spranger- la verificación más importante es que la na-
turaleza mantiene separados ambos aspectos de la experien-
cia durante los años de desarrollo, y que madurez significa
que ambos en completa pureza pueden harmonizarse en una
gran experiencia vivida y acto de generación. En el alma del
púber eros y sexualidad están en un principio radicalmente
separados para la conciencia. Esta es la proposición más
esencial que se puede formular a este respecto. . . En esta
edad la sexualización de lo erótico destruiría el amor ideal;
a la inversa, la plena erotización de lo sexual fracasaría. Es-
to constituye una prueba de qué precisamente el aspecto
sexual no ha llegado todavía a su completa madurez. La per,
severación de esa independencia en la edad madura signifi-
ca un impedimento del desarrollo de la personalidad total,
entonces es una solución de continuidad que ya no puede Ila,
marse sana". La dualidad primaria de eros e instinto sexual
Tendencias Instintivas 161

representa, pues, sólo una etapa preliminar, que, en el desa-


rrollo normal, termina con la coadunación de ambas en una
aptitud para el amor heterosexual completo, no sin complejas.
diferenciaciones complementarias. Por otra parte, iniciado el
corazón en el amor a los valores espirituales; se realiza otra
síntesis durable entre eros y legos, que nada tiene ya que ver
con la vida sexual. La adolescencia resulta una edad crítica
a causa de las nuevas estructuras anímicas promovidas tanto
por la emergencia del instinto sexual y del eros, cuanto por
Ja ulterior fusión de una de las vlrtualidades de éste con la
sexualidad y la multiplicación y maduración de disposiciones
especiales en dos esferas diferentes: l9 con los cambios psíco,
fisiológicos de la preparación para la actividad genital se de-
fine una serie de tendencias complementarias que después
enumeraremos; 20 gracias al despertar del amor platónico ~1
reino del espíritu se revela al alma e inserta sus normas, co-
mo ordo amoris, ·en el núcleo viviente de la existencia perso-
nal. Se comprende que el período de formación de este corn-
plicado juego de fuerzas y finalidades se caracterice por su
Iabilidad, con el consiguiente peligro de extravíos -transito-
rios o definitivos-e- tanto para el destino de la sexualidad
cuanto para el de la personalidad en su conjunto.
La vida sexual normal del adulto no se reduce, pues, á
estados afectivos sensorial·es, vitales y anímicos. Estos corres-
ponden sólo a parte del aspecto fenomenológico de una astruc-
tura mayor de la vida del hombre y la mujer. El conjunto
real es una constelación orgánica de instintos cuya realiza-
ción se conforma, más allá del mero apetito, según la índole
espiritual de la existencia culta. "Lo principal aquí -escribe
. Scheler, gran conocedor de la materia, - es partir de ideas
Justas acerca del número y clase de las tendencias ínstinti.
vas, así como de su efecto de conjunto con los actos espiritua-
les y vitales elevados que reglan de modo durable la elección
del partner y todo el asunto de la generación. Tales son: 19
el­ impulso libidinoso, es decir, la tendencia periféricosensual
querige el cosquilleo de la voluptuosidad; 2<:> diferente del an-
terior, el "instinto sexual" con todas sus posibilidades de abe-
rración" (perversiones); este instinto ciertamente es propio de
162 Honorio Delgado
ambos sexos pero de modo que en la mujer está supeditado
al siguiente: 39 instinto de reproducción y en el caso normal
todo impulso del anterior se funda en uno de éste (en la mu-
jer) -. lo contrario del hombre , que no posee un instinto ele
reproducción tan central, sino que para él la generación de-
pende de un especial "deseo" y "voluntad" de tener un hijo,
que sólo se inserta en un impulso del precedente· instinto
sexual; 49 el instinto de solicitud hacia los hijos, que en la es.
pecie humana es propio de la mujer y representa sólo una
modificación de su instinto de reproducción, una simple pro-
longación del efecto que se inicia en la concepción y se sigue
en la prosecución del embarazo hasta el fin del proceso del
puerperio: 5'? la simpatía sexual, que sólo es una variedad de
la aptitud (de simpatía) que se manifiesta respecto de todo
ivient e : en primer
l o que es vrvien . 1 ugar, " comprender
.,, y ".covi.
vir" (nachzuleben) de manera inmediata, más allá de ios li-
mites de la propia vida,· 1a vida de otros seres, y, en segundo
lugar, acompañarlos con 'una forma cie la llamada "participe.
ción", co-alegría, compasión y sus subclases: 69 el amor
sexual ... El amor, aun como. amor sexual, no es, pues, sólo
"bondad", jamás simple "instinto sexual refinado" y menos,
como cree Freud, una'f'orma de "libido", ni, según dicen otros
con imprecisión no menor, "impulso sexual individualizado"
-· esto es como decir "acero leñoso". El amor sexual, incluso
independientemente del conocimiento empírico de la existen-
cia de otro sexo y su constitución, es una cualidad específica y
una dirección particular del movimiento del amor mismo, que,
a su vez, es un acto de nuestro espíritu, más elemental y 'más
inderivable." A esto debemos agregar otro componente : el
pudor que, según el propio Scheler, no sólo es suma auto-def en-
sa de la vida de la persona frente a un excesivo imperio de
los instintos vitales, sino que es ante todo una autoprotección
de la vida noble contra Ja vulgar. Por último, el juego de to-
das estas fuerzas se objetiva en el orden de la cultura, en cali-
dad de fenómeno primario del ser del hombre : el matrimonie
. como estado civil y cómo sacramento, con su carácter de uni-
dad superindívídual gracias al vínculo indisoluble libremente
aceptado para constituir un hogar y una f amílía. Así, con ~l
Tendencias Instintivas 163

desarrollo de dos personalidades en una intención común, las


potencias de la naturaleza se transfiguran sin aniquilarse en
un orden colectivo superior, c011 las garantías y deberes de la
comunidad humana históricamente constituida y las perf ec,
ciones de la ley divina. De este modo, .el criterio teleológico
o ideal de la normalidad en esta materia ·es el que formula
Schwarz : "La única forma de actividad· sexual normal es el
coito fecundante dentro del matrimonio".
Las anormalidades del instinto sexual pueden ser clasi-
ficadas en tres grupos: l 9 de orden cuantitativo, 29 de orden
evolutivo, 39 de orden cualitativo (perversiones). En esta dis-
tribución incluiremos las- manifestaciones fugaces o veniales
que tienen apariencia -de anormalidades verdaderas, y las
condícionadas . y complicadas - por - otros desórdenes mentales,
neurosis y psicosis.
1 Q Las anormalidades cuantitativas corresponden por
una parte al anerotísmo y al hipoerotismo y, por otra, al hí.
pererotismo: a) El aneroiismo consiste en la incapacidad de
apetito y sensibilidad sexuales. .Puede ser durable o tempo-
·raL En el primer caso, raro, ya unido sea a lesiones del sis-
tema nervioso, a falta de desarrollo de los órganos genitales
o a vitalidad general reducida, sea a una personalidad anor-
mal con formaciones neurósicas profundas; en . el se-
gundo, temporal, a una· personalidad anormal, con o sin
reacciones neurósícas, y a intoxicaiones. Más frecuente
es el hipoerotismo, con fase anerotismo : se presenta sobre
todo con persistencia de deseó - y falta temporal o debili-
tamiento de "la aptitnd para el 'acto - )T el .gcce venéreos,
principalmente en sujetos con "rasgos anormales ·de constitu-
ción (sobre todo asténicos Y· esquizoídes): El anerotismo y el
hipoerotismo en la mujer se conocen"con el nombre de frigL
dez y en el hombre con el de impotencia. La frigidez. consti-
tuye con gran frecuencia· una fase de transición, a veces pro-
longada, al establecerse la actividad genital, incluso en muje-
res normalmente constituidas en lo - corporal y en 10· psíquico.
Laimpoiencia absoluta, como queda dicho, es de origen orgá-
nico o neurósíco ; en - el individuo de constitución normal y
enamorado (no se puede hablar de verdadera ímpotenciá en
164 Honorio Delgado
los intentos estúpidos de coito por "higiene" sexual) es exclu-
sivamente relativa, y depende, primero, de una diferenciación
acentuada respecto del objeto, segundo, de falta de experien-
cia, tercero, de la formación de actitudes inad·ecuadas acerca
de la situación. En el primer caso - incomprensible en el
matrimonio por amor - la impotencia se manifiesta cuando
el partner no corresponde al tipo especial que apetece el su-
jeto: en el segundo, no raro P.U la luna de miel, la misma si-
tuación del comercio sexual resulta inhibitoria por falta de
madurez en lo que respecta al contacto amoroso con perso-
nas del otro sexo; en el tercer caso, la falta de espontaneidad
dimana de la educación o el carácter del sujeto, conspirando
en el sentido de despertar sentimientos que se oponen a los
efectos del impulso sexual: temor, timidez, exceso de respeto
al partner, exceso de amor propio con inseguridad, etc. Los
límites entre re! fiasco normal y la neurosis sexual se confun-
den en muchos casos. La psicogenia neurósica del anerotismo
y del hipoerotismo, además de la predisposición constitucio-
nal, puede depender de muchos y. complicados factores; entre
los más accesibles y típicos podemos mencionar los grupos
siguientes : 1Q ideas sobrevaloradas relativas a una anomalía
anatómica insignificante (fimosis, ectopia testicular, hiper-
trofia del clítoris, etc.) o a una perturbación funcional de poco
momento (fosfaturia, poluciones nocturnas, dismenorrea, etc.),
con o sin otras ideas sobrevaloradas relativas al "desgaste"
vital o nervioso por causa de la pérdida de semen o por la
conmoción del orgasmo, etc.: 29 el pudor transformado en sen-
tímiento de incapacidad, de humillación (sobre todo en la mu-
jer), de culpa etc., o desorbitado y promoviendo escrúpulos
mórbidos, sifilofobía, ideas hipocondríacas, o suscitando eya-
culación precoz o vaginismo; 39 una represión más difusa por
falta de concierto y madurez de la personalidad frente al pa-
norama de posibilidades sensuales y espirituales, con predo-
minio de la propensión a denigrar el acto de la generación,
identificándolo de una manera absolutista con "lo malo", o
del temor egoísta frente a la responsabilidad de tener prole
(con o sin la limitación : "antes de haber vivido la vida")
Todo esto es poco claro en la merite del neurópata, si no com-
Tendencias Instintivas 165_

pletamente subconsciente. A continuación reproducimos el do-


cumento - instructivo acerca de la vulgaridad y desenfreno
de nuestra época -- propio de UI) caso de impotencia neuró-
síca en parte, en que se manifiesta además la mala influencia
de la literatur~ psicoanalítica en la vida del profano.

"Hace algún tiempo me dediqué a leer las obras de Sigmund Freud,


y la descripción de los casos patológicos qua allí relata me han impresio-
nado tan profundamente que a cada instante me he estado sintiendo un
tipo de los descritos. Ultimamente al mes de estar trabajando sentí deseos
de comprobar que era un tipo potente, normal desde el punto de vista
sexual. La persona que elegí para la satisfacción de mis instintos. era una
muchacha sirvienta de mi casa, quien se resistió; yo procedí a romper su
vestimenta a la fuerza pero cuando logré tenerla a mi disposición mi miem-
bro estaba en momentos de eyacular el líquido seminal, cosa que se pro-
dujo inmediatamente quedando yo por consecuencia completamente insa-
tisfecho. Este hecho me ha perturbado y no puedo trabajar san que me
asalte el sentimiento de impotencia. Toda mi vida he estado dedicado al
estudio con ardor, me inicié sexualmente a los 14 años, también
con una sirvienta, practicando mis coitos voluntariamente y con
toda normalidad hasta los dieciocho años; en esta época un día
en que fuí a practicar el coito con una muchacha que ya lo había
practicado en anterior oportunidad conmigo, me fue imposible verificarlo
por falta de erección. No consulté esto fatalmente a ningún médico y quise
investigar por mi propia cuenta estos actos y entonces caí en los libros de
Freud, en los cuales creí encontrar remedio sin haberlo logrado hasta ahora
como notará por el caso que le relato anteriormente. De aquel primer
caso de importancia hace cinco años; después de ese accidente me puse ner-
vioso y a pesar ·de- tener erección por nervios no practiqué el coito en una
segunda oportunidad con otra muchacha. Pasado unos meses fuí a Lima
a una casa de tolerancia; las prostitutas. a las que nunca había recurrido
sólo me causaron repugnancia sin conseguir ninguna excitación. Posterior-
mente trabé relaciones sexuales con otra mujer durante seis meses con-
secutivos, mujer de la que, posteriormente a esos seis meses, tuve que
ausentarme dejando en una ciudad del sur a la mujer que quería. Poste-
riormente he tenido relaciones normales con dos mujeres pero al cabo de
cierto tiempo de vida marital se ha presentado con ellas alguna noche la
impotencia, 'generalmente cuando en el día correspondiente había tenido
sobrado trabajo· intelectual. Con algunos conocimientos psicológicos y con
el· deseo .de formarme algún plan de vida, he sacado la conclusión de que
no debo cohabitar para hacerlo normalmente sino con una mujer a quien
de veras. yo quiera y que mientras no consiga esa mujer, en' mérito de Ios
diversos ensayos negativos que he hecho, a fin de temer tranquilidad inte-
lectual, debo suprimir toda cohabitación· hasta que mi situación económica
rúe 'permita casarme". -
166 · Honorio Delgado

h) El hípererotismo implica tanto la exaltación - dura-


dera o periódica - del impulso sexual cuanto la falta de freno
1

para Ia consumación del acto. En el hombre ee llama satiriasis,


en la mujer ninfomanía, y como tipo de vida personal llevan
íos nombres de donjuanismo y mesalinismo, respectivamente.
El hípererotísmo, casi siempre unido a otros rasgos psicopáti-
cos, se manifiesta sobre . todo en sujetos en quienes predomi-
nan las tendencias instintivas ligadas al cuerpo. Según Mar-
cuse, existe cierta afinidad entre la ninfomanía y la persona-
lidad esquizoide y la histeria, y entre Ja satiriasis y la perso-
nalidad cicloide y la hipomanía. Apenas es necesario agregar
que estas anormalidades, · co1110 casi todas las sexual-es, se
muestran a menudo con el carácter de hereditarias; así como
que el desenfreno a menudo va unido a un 'déficit moral, por
lo que el hiperótico en su afán de goce llega· a la violación,
al estupro y al .íncesto.

E~ el consultorio externo de nuestro servicio se atiende una mucha-


cha de 16 años en cuya familia se manifiesta la herencia del hipererotísmo
con las demasías anotadas. A los 5 años de edad la muchacha era Óbjeto
de los excesos del abuelo. paterno; tan ·frecuente fue el comercio inces-
tuoso que la chica lo creía natur~l. Poco después, un tío, paterno también,
de 18 años, abusaba con frecuencia de la menor en la misma forma. Por
último, y hasta el presente, el padre mismo ha sido sorprendido varias ve-
ces con la paciente en igual falta. Para completar .el cuadro, agrega.remos
que el abuelo últimamente ha -pretendido
. . estuprar a la hermana menor
de la paciente, que con esfuerzo ha evitado la consumación. Y la hermana
del abuelo ha buscado un amante, porque su e~posotiene relaciones sexuales
con sus propias hijas .. Esta misma mesalina se dedida al proxenetismo,
buscando mujeres de ocasión a sus sobrinos, incluso a los casados.

El hipererotismo se manifiesta también como síntoma de


neurosis y psicosis, con una duración que varía con la índole
de la enfermedad y Ias particulai-idades personales. ·Por ·r-
j emplo, en la parálisis general corresponde a una fase a me-
nudo efímera, a la que sigue generalmente la· impotencia; en
Ja .hípomania y en la manía suele prolongarse mientras dura·
la· psicosis: cuando se presenta en. la demencia senil arte-o
rioesclerosa, generalmente disociado -.· 'exaltación _del ·de.seo
incluso con perversiones múltiples e impotencia o anestesia
Tendencias Instintivas 167

sexual-, a veces es efímero a Veces durable; en persona-


lidades psicopáticas suele constituir un desarrollo paranoide
que se extiende a lo largo de buena parte de la vida del su-
jeto, con ideas sobrevaloradas y aun con ideas delusívas de
ser amado, llamándose entonces erotomanía. En algunos ca-
sos la génesis del hipererotismo temporal es comprensible
por las condiciones de la; existencia del sujeto, en otros es ex-
plicable por los factores endógenos de la enfermedad en que
se presenta. A continuación resumimos dos observaciones que
corresponden a estas eventualidades.

El primer caso es el de una mujer de 59 años, picnica, de temple


lábil, con. enuresis diurna hasta después ·de los 7 años, dismenorrea eró-
n.ca, hipoplasia uterina y vaginal, masturbación frecuente al aproximarse
el período menstrual, a partir de los 18 años. Desde joven tiene vivo de-
seo 'de casarse, y no le faltan oportunidades para lograrlo. Como obser-
vara el sufrimiento de su madre con motivo del matrimonio y alejamiento
de sus hermanas y considerándose la hija predilecta, rompe sus r-elaeio-
nes con los enamorados antes de que llegue el noviazgo. Al fin, a los 35
años se casa, virg en, ron un hombre de 55. Durante el primer año de vida
conyugal, a causa d 3 la dispareunia anexa a su hipoplasia vaginal, no llega
a consumarse el coito, y después, iniciada la menopausia a los 36 años de
edad, resulta muy doloroso. Por enfermedad del esposo se impone la con-
tinencia. Con todo, poco antes de la muerte del cónyuge, logra encontrar
el medio de evitar el dolor debido a la dispareunia y disfruta unas pocas
veces del pleno goce venereo. Con la viudez, el apetito sexual se exalta
en forma aguda y penosísima, agravado con la imposibilidad de apaci-
guarlo adecuada y moralmente. La angustia produce este estado y la ne-
cesidad de aplacar el deseo son los motivos de la consulta en el dispen-
sario de nuestro servicio.

El otro caso, cuya abigarrada historia lamentamos no poder desarro-


llar, corresponde a un maniaco-depresivo, de 56 años, de constitución atlé-
tica. Pubertad precoz : masturbación ,desde les 10 años, actividad genital
considerable a los 11. A los 12 se presenta una fase de moderada depresión,·
a los 14 y a los 15 hípererotismo : el onanismo alterna con relaciones
sexuelas frecuentes - con temporadas de 3 y 4 coitos diarios. A esta fase
sucede otra de depresión angustiosa, que cesa gradualmente a los 18 años,
y a la cual sigue una de manía típica, entre cuyos síntomas iniciales figu-
ran excesos alcohólicos y sexuales. Así se suceden en la vída del sujeto
cinco fases más de agitación, que alternan con otras tantas de depresión.
En. todas el desenfreno de la sexualidad¡produce a la manía, a ve~es como
síntoma prodrómíco exclusivo y con una anticipación de varios meses
168 Honorio Delgado

(como· suele ocurrtr con el insomnio én esta misma clase de enfermos).


El hiper erotismo del sujeto se caracteriza en tales períodos por su bruta-
lidad e incluso por la perversión : múltiples intentos de violación de me-
nores, coitus per anum, cu.nnilinctis, mordedura de la vulva, complacen-
cia en probar la sangre que con sus agresiones derraman las muchachas
cJ3 menor edad que trata de violar, y, en una ocasión, llega .a la necrofi-
lia. En efecto, durante la antepenúltima fase maníaca, en 1917, hallándose
internado en €1 antiguo manicomio, fue sorprendido en el mortuorio en
pleno acto ·de profanación sexual del cadáver de una mujer, cuya ropa
había desgarrado para lograr su objeto y para cubrjr la cara, ya en vía
el e descomposición,

,iPAnormalidades del instinto sexual en el orden tempo­


ral son aquellas que se caracterizan por aparecer disociadas
del desarrollo normal, esto es, manifestaciones .que no co-
rresponden a la etapa de evolución o involución de la perso-
na. 'Se distingue tres variedades: la madurez sexual precoz,
la pubertad tardía y la sexualidad en la edad de la involu-
ción. Agregaremos la masturbación fu era de la pubertad, que
Úo siempre es una mera anormalidad de orden temporal.

. a) La madurez sexual precoz se presenta en algunos


casos durante los primeros meses de· la vida como síntoma
de graves perturbaciones orgánicas (endocrinas y del sis te-
nia nervioso central). La que aparece más tarde se debe a una
personalidad anormal; no sin perturbaciones de orden somáti-
co. Así, hemos tenido ocasión de observar dos niños que desde
antes de los 4 años tienen erecciones tenaces, verdadero pria-
pismo, e impulsos de excitación sexual. Uno de ellos, epilépti-
co (sin hidrocefalia _:_ la cual parece condicio;nar en algu-
. nos casos la sexualidad· prematura), se abraza a los objetos
que tiene a su alcance y con . ellos se fricciona los genitales.
Ei otro, de familia de psicópatas, cuya madre y cuya abue-
la materna son mujeres con propensiones de mesalina, duer-
me en la cama de· la abuela e intenta con ella agresiones
sexuales.
b) Lo contrario ocurre en la pubertad tardía, que con-
siste s·ea en el retardo de la .apar ición de los cambios somá-
ticos sea el retardo de'la aptitud genital, sea en la lentitud de
Tendencias Instintivas 169·

las transformaciones que caracterizan esta fase del desarro-


llo, prolongándose incluso después de los 30 años; Se com-
prende que sean malas y a veces definitivas,_· las consecuen-
cias de este anacronismo sobre la personalidad del sujeto,
casi siempre con taras psicopáticas, aunque a menudo la tar-
danza de la madurez se compensa con el retardo de la decli-
nación de las mismas funciones.
e) La sexualidad en el periodo de la involución com-
porta las manifestaciones de activación de los deseos y aun
de la aptitud genital en el climaterio y en la vejez. Durante
el climaterio es frecuente en la mujer por fallas del estable-
cimiento del equilibrio endocrino. En la vejez indica una
perturbación del ritmo de la transformación del conjunto de
las funciones psicosomáticas, cuando no el comienzo de una
enf ermedad mental, como lo hemos indicado a· propósito del
hipererotismo. Estos "amores crepusculares" son, particular-
mente alarmantes cuando los precede una fase de apaga-
miento del instinto. Naturalmente, la clínica ofrece todas las
gradaciones entre una prolongación del apetito sexual más
o menos harmónica con el resto de la vida· del sujeto, sin pre-
via fase de declinación, y una verdadera reactivación íncon-
gruente de algunos aspectos del instinto sexual. El caso de
la viuda con hipererotismo, que hemos consignado anterior-
mente, correspondería a una de las variedades intermedias.
d) Onanismo en sentido estricto es la excitación volun-
taria con satisfacción genital sin ayuda de partner: en sen-
tido amplio, incluye la masturbación infantil, la larvada o
parcial, la imaginativa y la realizada por otra persona. Des-
de el punto de vista temporal, es legítimo distinguir una for-
ma oportuna ~' normal de las formas extemporáneas. L~ pri-
mera tiene lugar entre los 10 y 16 años, esto es, •en la pu-
bertad y en el período postpuberal dentro de la adolescen-
cia. Se trata de una masturbación preparatoria de la función
genital, antes de que se defina la orientación hacia el obj e-
to de amór, Siempre que no· comporte una frecuencia exce-
siva, es adecuada al desarrollo normal de la aptitud sexual.
Sin aceptar como· dogma ·la sentencia de Sadgers "las gen-
170 Honorio Delgado

tes qu~ no han pasado por un onanismo puberal no son las


más sanas", la experiencia en gran escala enseña que sólo
excepcionalmente falta la masturbación como etapa de tran-
sición hacia la madurez sexual, como lo es el eros desligado
de la vida genital. La forma extemporánea o sea del adulto
(ya nos hemos ocupado de la infantil al tratar de la ontoge-
nia de la sexualidad), tiene las variedades siguientes: ona-
nismo por necesidad, por infantilismo psíco-sexual, neurósico
y sintomático de psicosis. La masturbación por necesidad o-
curre a causa de la interrupción más o menos brusca de una
vida genital activa o por circunstancias análogas; no produ-
ce en el individuo normal sino una satisfacción imperfecta,
no sin mezcla de estados afectivos penosos, desde el mero
desengaño respecto del . resultado hedónico hasta el sentí-
miento de. culpa. Si esta experiencia consecutiva no tiene la
virtud de impedir o alejar la repetición, surge el peligro -·
mayor en los sujetos predispuestos- de que se establezca el
hábito que, complicado con ideas hipocondríacas. u otros fac-
tores neurósicos, puede determinar una neurastenia sexual.
Schwarz señala otra variedad de o~anismo por necesidad-:
el practicado por algunos sujetos con el fin de conciliar el
sueño, como simple medio casi mecánico, sin intención sexual,
La masturbación por infantilismo entraña una falta de de-
sarrollo psicosexual, una personalidad inmadura; el sujeta
en este caso no es todavía capaz de amor fuera de sí, carece
de holgura para el contacto personal, es autoerótico por per-
sistencia
. . de la desorientación puberal respecto del objeto
de amor. Ello se debe principalmente a las condiciones de la
vida familiar; y a la educación, no siempre distintas a las que
favorecen la homosexualidad. El onanismo neurósico es un
medio para configurar situaciones de desahogo· de diversas
tendencias, teniendo por base una iuga de la finalidad nor-
mal del instinto; la forma compulsiva o manía de la .mastur-
-bación-es la 'neurosis. más definida de reste grupo. Todas se
constituyen. con estructuras dependientes de las vicisitudes
de la existencia personal, en que. la influencia del carácter
de .Ios padres -ji1ega un papel importante: el conflicto más
Tendencias Instintioas 171
frecuente en esta génesis es el anexo a la discordancia entre
lo. que la mente infantil. espera de cada uno de sus padres
y lo que ellos son en realidad, con desmedro de la conciencia
de la generación y de la estima del sexo opuesto al del suje-
to. No es tampoco factor de poco momento en la génesis de
la masturbación neurósica la represión violenta de los ac-
tos normales de masturbación puberal ; incluso muchas ve-
ces la represión ínconsulta provoca por sí sola un onanismo·
secundario de naturaleza neurósica. A ello contribuye la a-
bundante literatura acerca de los peligros de la masturba-
ción, buena por su intención pero errada en sus fundamen-
tos. Poseemos un libro intitulado Enfermedades de los ner­
vios producidas por elobuso de los placeres del amor y exce­
sos de[ otiamismo por Tissot, traducido del francés por José
Ramón Senra y Parada, 2" ed., Madrid, 1807. El tono de toda
la obra se sintetiza en estas líneas: "Hemos visto ya que los
accidentes, que experimentan todos aquellos que. se disipan
con el otro sexo, son terribles; mas los que acarrean. las .po-
luciones voluntarias, o vicio solitario, son tan espantosos, que
no podernos hallar colores con que pintarlos". La literatura
contemporánea que Uega. a manos de los adolescentes en su
inmensa mayoría es de este tipo; por eso, en vez de servir a
la profilaxia, constituye factor morbígeno. Además de deseo-
nocer la función normal del onanismo en la pubertad, esta li-
teratura popular atribuye al placer solitario una influencia
patógena de que carece en realidad: como causa de impo-
tencia, real, de idiotisnio,_ de parálisis, de enfermedades men-
tales etc. Cuando no se trata de estragos meramente fantás-
..ticos1 se confunde síntomas de causa diferente . o se toma co-
mo causa lo que es efecto, -Esto nos conduce a tratar del ona-
nismo como síntoma de la psicosis. A veces síntoma inicial,
a veces síntoma destacado por su tenacidad, nunca factor
causal, la masturbación se presenta en la esquizofrenia, en la
manía, en la parálisis general ·y con menos frecuencia en los
desórdenes psíquicos de los epilépticos. más raramente en
otras formas de enfermedad mental. A continuación extrac-
tamos· los datos pertinentes de. dos casos: uno ·de masturba-
Honorio Delgado1

cion imaginativa condicionada en parte por infantilismo psi-


cosexual complicado con desorientación valorativa, otro de
onanismo neurósico.

N. N., varón de 50 años, pícnico, en cuya familia hay varios casos de


personalidad psicopática. De los once hermanos cinco mueren en la pri-
mera infancia. El padre se entrega en la juventud a los excesos sexuales,
pero una vez casado es un buen esposo y jefe de familia comprensivo e
indulgente. La madre,· de carácter anormal, con manifestaciones hipocon-
dríacas crónicas, no sabe educar a sus hijos; poco cariñosa con ellos, les
pega 'por motivos fútiles. El paciente la caracteriza así : "es de las mamás
que no dejan pasar nada y que todo lo. exigen a su capricho ... descon-
fiada, de temperamento notoriamente nervioso". N. N. pasa dos años, de
los 2 a los 4, en casa de su abuelo, alejado de sus hermanos. Al retor-
nar al hogar no se adapta sino muy lenta y penosamente. Después es
perfecta la comunión de intereses en la vida con sus hermanos, mayores
que él, y busca también la compañía de niños de más edad para vagar
por el campo, huyendo de la disciplina escolar que le es odiosa. Desde
entonces hasta la pubertad su modo·de ser se caracteriza por un desen-
frenado anhelo de libertad y holganza. Además es caprichoso, rebelde a
toda autoridad, irritable e impulsivo. A los 14 años, interno en un cole-
gio, lejos de la familia, cambia de voz y de conducta : se convierte en
alumno ejemplar. Desde los 16 hasta los 23 años, lucha tenaz y eficaz-
mente contra los impulsos sexuales. Desde el comienzo del internado, lleno
de ambición, se decide a seguir una carrera de ascetismo, contra [a vo-
luntad de su padre; a los 16 años, cuando comienza a tener poluciones
nocturnas, se da cuenta de la seriedad del camino que ha escogido Y, no
sin luchas íntimas, persevera en él, sabiendo que es "verdugo de sus más
íntimas aspiraciones". A los. 23 años, desengañado de su vocación y da
los hombres, su voluntad decae y se entrega a la masturbación. Desde
entonces ésta es desenfrenada. La imaginación viva de escenas lúbricas con
amigas de la infancia y con mujeres inquietantes que ve en la calle pro-
vocan a menudo la eyaculación. Algunas, veces siente angustia por su falta
de voluntad, pero se consuela juzgando que en el celibato el onanismo es
un desahogo normal de "la madre naturaleza". Muchas veces el trabajo
intelectual intensifica las ansias autoeróticas y se producen poluciones
hasta sin pensar nada relacionado con el sexo. Hubo épocas, particular-
mente entre los 35 y los 40· años, enque es absolutamente imposible a N.
N. reprimir la masturbación. Con todo, siempre hay fases en que la lucha·
es con ·éxito, menos largas que las de "derrota". En épocas, tras cada
acto -varias veces ál día si el sujeto se halla solo-, siente profunda
tristeza. Sólo con la decadencia de la virillidad, iniciada al aproximarse los
50 años, decae el impulso autoerótico. El cambio de la actitud: espiritual
de N. N. al iniciarse el onanismo lo significan bÍen estos juicios amargos
del sujeto : "Don.de hay hombres hay malquerencia, intriga, envidia, en-
Tendencias Instintivas 173

cono, una mezcla deplorable de todas las flaquezas del corazón humano,
· que hacen ingrata la existencia". En resumen, un ambiente familiar in-
tolerable por el carácter de la madre, cuya figura no hace amable el ideal
de la mujer y del matrimonio, aleja definitivamente al niño de su hogar;
obra en seguida el retardo de las manifestaciones sexuales, que comien-
zan a los 16 años, cuando el sujeto ha abrazado una forma de vida sin ho-
gar y sin contacto con las mujeres, y después, al llegar a los 23 años, la
desorientación timética por pérdida de la fe, le entregan indefenso, du-
rante toda la edad viril, al onanismo, principalmente en forma imagi.
nativa.
El otro caso es de una mujer, leptosómica, de cepa neuropáttca, con
un padre brutalmente hipererótico y celoso, y una madre frígida y pro ..
pensa al asco en el comercio sexual. La paciente es de temple lábH, ma-
nifiesto desde pequeña, y de sexualidad precoz. A los 4 años le produce
gran· impresión la vista de los órganos genitales masculinos. Poco después,
varias veces tiene relaciones sexuales con Un joven· de la casa, las cuales
ella cultiva gozosa y más tarde considera equivocadamente como verda-
deros coitos. Desde antes de los 8 años comienza a practicar la mastur-
bación, unas veces de manera física, otras con sólo la imaginación, esto
último en conversaciones de tema sexual, con una sirvienta de la casa
que se complace en esa suerte de entretenimiento verbal. El orgasmo se
produce ya, pero poco intenso. El onanismo sigue a veces promovido por
el recuerdo de las relaciones heterosexuales de la. niñez, el cual en otros
momentos le produce espanto creyendo haber perdido la virginidad. El pe-
ríodo menstrual comienza a los 12 años, cuando ya se ha mitigado el im,
pulso autoerótico. A los 25 años se casa y tiene goce en las relaciones ge-
nitales con el esposo,, a quien ama. Pero de nuevo se masturba, aun es-
tando cerca del esposo, "impelida por la imaginación". El esposo es de
carácter violento, 'aunque un buen hombre". Inmediatamente después del
matrimonio la nervjos.dad de la paciente se agrava : tiene parestesias,
episodios de despersonalización, teme perder la razón, "nostalgia indes-
criptible, necesidad de confesarse, opresión al pecho, mucha, mucha pe-
na". El cuadro persiste hasta un año después, cuando la paciente ocu,
rre al consultorio externo de nuestro servicio. No se necesita más para
advertir que la situación del matrimonio no. satisface las íntimas tenden-
cias de la sujeto, en cuya mentalidad mal constituída el autoerotismo no
ha cedido el puesto a una heterosexualidad perfecta, sino que se ha com-
plicado con otros síntomas neurósicos. Típicamente, aquí la masturbación
neurósica no es una compensación del coito, sino una iuga no inhibida de
la finalidad sexual normal.

3. . Son anormalidades cualiiatioas o perversiones. sex:ua­


les, en sentido amplio. todas las manifestaciones del instinto
con carácter específicamente venéreo que tienden a la consu-
mación del orgasmo con un partner apartándose de la fina-
174­ Hotiorio Delgado

lidad y de los medios de la fecundación. Mas en sentido es-


.tr~cto son perversiones, o mejor, son verdaderos perversos
aquellos individuos que por anomalía constitucional perseve-
ran en la aberración. El concepto se definirá más claramen-
te por exclusión. Son sólo aparentemente perversos aquellos
suj dos que por curiosidad, arrebato del momento, sugestión,
compromiso o seducción realizan eventualmente una prácti-
ca que materialmente corresponde a la perversión: son los Ha-
.mados ..juegos de 2111or", formalmente normales, sobre todo
cuando, como .íngredíente fugaz y venial, se realizan con ob-
jeto de sedar la concupiscencia del partner o de fom·entar
·ei. amor recíproco -. aunque no dejan de ser imprudentes
e .ínsensatos, cual la embriaguez. Semej antes prácticas des-
bordan la normalidad formal, esto es se aproximan a la ver-
dadera perversión e incluso ia originan en algunos casos --
sobre todo en individuos de constitución psicosexual lábil (la
adolescencia es una fase normal de esta labilidad) y, mayor-
. mente, predispuesta - si llegan a convertirse en hábito. Ya
Aristóteles había visto claro esto en el caso de la horno-
. sexualidad: "porque· . surge en algunos por naturaleza, y en
otros debido al hábito, como los que han sido víctimas de
lascivia desde su infancia" (Etica a Nicomaco, VII, 5). Tam-
. poco se puede considerar como perversiones en sentido es-
tricto las manifestaciones sintomáticas de neurosis y psico-
sis. En este caso también son posibles las transiciones: la
estructura profunda de la vida anímica y la constitución
pueden jugar un papel preponderante-generador, trans-
formador o generador y transformador de la índole psico-
sexual de] sujeto-, convirtiéndose la conducta perversa en
personalidad perversa. La verdadera y simple perversión es
autóctona, depende fundamentalmente de la constitución psi.
cosexual, es endógena por modo primario; mientras que los
extravíos fortuitos y corregibles y las reacciones sintomáti-
cas. con materia sexual cualitativamente anormal dependen
.por modo principal del medio y de factores mentales hete-
. rogéneos - que no excluyen cierta predisposición, y menos
un grado de Iahllidad, suficiente para ser perversoplástica,
Tendencias Instintivas 175

sín llegar a ser perversogenética. Esto no quiere decir que ca-


rezcan de importancia las condiciones externas en la per-
versión genuina. Por lo menos dentro de ciertos límites, la
manifestación de ésta requiere acontecimientos favorables:
estimulas, tentaciones, oportunidades, que habrán de ser tan-
to más específicos y poderosos cuanto menos franca sea la
constitución correspondiente. Dicho de otro, modo, las causas
anexas al destino exterior serán meramente precipitantes o
adyuvantes •en el caso de una enérgica inclinación. endógena,
codeterminantes o decisivas cuando se trata de una débil
predisposición o de simple labilidad. En cierto número. cJ.:3
casos la constitución perversa se muestra en el . aspecto cor-
poral con estigmas degenerativos o deficiente desarrollo de
los caracteres sexuales primarios y secundarios asi como en
lo psíquico bajo la forma de falta de apetito sexual. Pero esto
está muy lejos de constituir la regla; así, por ejemplo, mu-
chos homosexuales tienen una constitución física perfecta,
mente adecuada a su sexo y también son afectos a las rela-
ciones he tero sexuales, y hasta donjuanescos algunos. Menos
infrecuente es la herencia homóloga, o sea Ja existencia. de
idéntica perversión ·en la familia. Por último, la aberración
constitucional definitiva no es un rasgo o lineamento autó-
nomo, sino que corresponde a una personalidad también a-
normal en grado variable; muestra de ello es que el sujeto
se .complace de alguna manera en el propio envilecimiento.
En este sentido es acertada la designación de "psicopatía se-
xual" debida a v. Kraff't-Ehíng.
La variedad de las perversiones sexuales es inmensa;
aunque todas se refieren a la actividad sexual en l~ forma
genérica que hemos indicado, el modo de referencia y de
. ejecución divergen en la realidad efectiva al extremo de con-
fundirse su distribución, por un lado, con la multitud de
modos y cornplicaciones de la personalidad, por otro lado,
·con la normalidad psícosexual. Con todo, es fácil distinguir
una serie limitada de tipos más o menos definidos por un
común denominador objetivo, dentro de la cual cabe la ma-
yoría de las manifestaciones empíricas, en lo que tienen de
176 Hotiorio Delgado

menos personal. Señalaremos los tipos más simples de per-


versión: a): homosexualidad y formas afines, b) algolagnia,
e) paidofilia .Y gerontofilia, d). exhibicionismo, escoptofflia y
narcisismo, 'e) fetichismo y coprofilia, f) zoofilia y necrofi-
. lia, g) prácticas anticoncepcionales.
a) Hotnosexudlidad es la perversión que consiste en la
búsqueda del placer venéreo •en el acceso carnal con indíví-
duos del propio sexo, con desinterés erótico hacia el sexo o-
puesto y a menudo con la actitud, vivida como si el propio sexo
li
fuera el opuesto. En cada sexo hay dos variedades (que ño
siempre se excluyen) : activa y pasiva. En la activa el sujeto
actúa como varón, en la pasiva se someto como hembra. Aun
que la génesis de la homosexualidad es compleja, cabe una dis-
tinción preliminar esquemática, como la propuesta por Freud,
con tres factores fundamentales: primero, los caracteres sexua-
les somáticos o sea el hermafroditismo físico; segundo, los ca-
racteres sexuales psíquicos o sea la actitud femenina en el va-
. ron y la masculina en la mujer; tercero, la clase de elección
del 'objeto sexual o sea optar por sujetos del propio sexo. Es-
tos factores son hasta cierto punto i~deP'endientes y su enti-
dad así cmo la concordancia o discordancia 'entre ellos varían
al infinito' en la realidad empírica de los individuos. El her-
mafroditismo, con las investigaciones iniciadas por Goldsch-
mídt, es muy probablemente expresión de intersexualidad
condicionada por los cromosomas, independiente de las glán-
dulas sexuales: el desarrollo hermafrodítico de las gónadas
y vías genitales, derivadas es consecuencia y no causa de in-
ters·exualidad. Goldschmidt sostiene que en el soma no hay una
sola célula asexual, po'Í~ contener todas los heterocromosomas,
cuya cuantía determina la feminidad (2 cromosomas X), la
masculinidad (l cromosoma X) y la intersexualidad (varia-
ciones cuantitativas de la proporción entre X y XX cromoso-
mas). Así, la intersexualidad sería siempre originada por la
cigota, esto es, desde el momento de la fecundación. Como
quiera que é~1.la sexología popular se incurre en extrema
valoración ele la influencia de las· hormonas sexuales, es o-
portuno precisar la índole de las diversas substancias ·que
Tendencias Instintivas 177

probablemente intervienen en la organogénesis de los carac-


teres sexuales primarios y secundarios, según los resultados
de estas investigaciones experimentales que, iniciadas en las
mariposas, se han extendido a los vertebrados: substancias
primarias generadas por las genas de los cromosomas que de-
terminan el sexo y cuyos efectos no se transmiten a distan-
cias; substancias determinantes \de segundo orden, producidas
en las gónadas baj o la influencia de las primarias, órganofor-
mativas y asimilables a las fi~rmozonas; substancias de tercer
orden, o sea las verdaderas hormonas sexuales, conocidas v
usadas en medicina, que salvo los cambios tardíos de la puber-
tad y del celo, carecen en absoluto de efecto tanto en la dife-
renciación de las gónadas, cuanto en la diferenciación de las
estructuras derivadas de los tubos de Müller y de Wolff ; su
campo de influencia, al fin del desarrollo, son sólo los geni-
tales externos y lo que tiene relación con ellos, así como la
manifestación periódica del celo, la menstruación y la necesi-
dad o gana sexual. Hay que agregar que la intersexualídad
en los mamíferos, según la última. exposición de Goldsch-
midt, sólo se presenta e"n los individuos originariamente fe-
meninos, cuyos órganos sexuales siguen una evolución mas-
culina en una etapa no muy precoz del desarrollo. Considera
que incluso por razones de orden morfogenético es imposible
entre los mamíferos la intersexualidad en individuos ini-
cialmente masculinos. Respecto de la homosexualidad, este'
investigador declara: "en un principio yo mismo creí que re-
presentaba un grado de intersexualídad. Esta concepción, no
es sostenible, pues en ninguna parte de las series de inter.
sexualidad hay lugar para la homosexualidad. Si ésta es un
puro fenómeno hormonal o algo muy distinto, es cosa que
debe decidirlo el especialista". Sin embargo, éste no es. el.
criterio. de Lang, quien siguiendo las primeras teorías de
Goldschmidt sobre la intersexualidad (publicadas en
1912), cree recientemente haber hallado la determinación ero-
mosómica de la homosexualidad. Según resta manera de ver
las cosas, entre los hermanos de homosexuales masculinos
debe encontrarse mayor número de hombres que entre los
hermanos varones no homosexuales, pues tales homosexua-
178 H onorio Delgado.

les .serían genéticamente de sexo femenino, invertido en una


fase precoz dél desarrollo; y a la inversa tratándose de horno-
sexuaíes ce sexo físico femenino. Las Investigaciones esta-
dísticas de Lang entre los hermanos de homosexuales reco-
nocidos una o más veces por la policía a causa de sus hechos
perversos, parecen confirmar su suposición; pero tales casos
de inversión, "verdaderos homosexuales", sólo representa-
rían del 10 a 20 % de la población total de homosexuales apa-
rentes y manifiestos Schultz cree posible que la mayor
frecuencia de varones .entre los hermanos de hombres homo-
sexuales sea causa psicológica y no efecto biológico de la des-
viación. Sin embargo, ulteriores Investigaciones de Lang,
con material más abundante,' dan mayor peso a la interpre-
tación cromosómica. Respecto de la hipótesis poco probable
del origen hormonal de algunos casos de homosexualidad,
hoy se está en el camino de lograr medios técnicos para veri-
ficarla, corno lo propone Meyer, con el dosaje de las hormo-
nas correspondientes en los humores y la prueba de la apli-
cación" terapéutica de las mismas. La herencia de la horno.
sexualidad se presenta del 23,2% (Hirschfeld) al 30%
(H. W olff) bajo la forma de casos repetidos en la familia.
El factor constitucional, basado o no en la desharmonía cuan-
titativa o cualitativa de las genas determinantes del sexo, S'{:
manifiesta bajo la forma de una estructura corporal equívo-
ca en un limitado número de sujetos que realizan o apete.
cen el. acto . homosexual. Así Hirschf eld ha podido veri-
ficar los siguientes datos: entre 500 hombres homosexuales
dé más de 20 años observa en 14 la ausencia completa de
barba. en 98 falta de pelos en el cuerpo y en 78 anormal esca
sez del mismo, en 128 falta la manzana de Adán, en el 16o/c
la voz es atiplada. Las investigaciones de A. \Veil en 370 hom
bres homosexuales muestran 'el tjpo más o menos eunucoide er
el 26,2% y rasgos y proporciones más femeninos que· mascu
linos 'én el°26,4%:En la mujer homosexual los caracteres mas
culínos parecen ºtan poco frecuentes o menos frecuentes qui
Iosfemeninoeen los hombres homosexuales. Por otra parte
·•entre' Ios heterosexuales de ambos sexos, con heteroséxuali
dad franca, IiÓ 'son raros "los tipos corporales equívocos, tal
Tendencias Instintivas 179
equívocos como los extremos del grupo de los invertidos. Es-
to demuestra que el hermafroditismo ni es condición nece-
saria de homosexualidad ni excluya la heterosexualidad. Por
tanto, podemos concluir con Schwarz, que con el factor
somático primariamente "no se desvía el instinto sexual, sino
que la corporalidad fenomenal conduce al desvío".
Respecto del segundo factor, la actitud íntima -f emení-
ua en 'el hombre y masculina en la mujer=-, es difícil asegu-
rar si realmente entraña una disposición simple y primaria,
esto es, independiente, por una parte, de la influencia de los
sentimientos que suscitan los rasgos equívocos de la constitu-
ción física, efectivos o supuestos, y, por otra parte, de las
repercusiones de la anormal eleccíón de objeto: Tal vez la
verdad está ·en distinguir las dos posibilidades extremas: en
unos casos existiría una verdadera sensibilidad de sexo in-
verso, endógena, como manifestación directa de la constitu-
ción psícosexual - anima muliebris in corpore virile, el' vice
versa­; en otros casos se trataría de un seritimiento reacti-
vo, puramente psicógeno. En el condicionamiento de todos
Jos casos intervienen, sin duda, influencias adversas a la di-
ferenciación de la actitud prepuberal y aun .puberal, que es
más o menos indeterminada en este respecto. Dicho de otro
modo, la actitud en cuestión revela fundamental inmadurez
psícosexual. En los casos en que la actitud íntima depende
Rxclusiva o principalmente de condiciones externas, se forma
una falsa conciencia sexual por virtud de las más variadas
circunstancias y constelaciones psíquicas. Por ejemplo, el
individuo de sexo masculino que se reconoce cobarde frente
a las durezas de la existencia, débil de carácter, con una afec-
tividad inmadura y lábil: el que se siente lleno de nostalgia
respecto de la. vida infantil y experimenta la necesidad de.
,ser mimado y protegido corno lo fue por sus mayores: el
que ha adquirido sensihilídad, aficiones o hábitos de 1::1s mu-
jeres de su ambiente familiar; el que por estas. u otras can-
sas es tildado desde niño de marica etc. desarrolla un sentí-
miento de feminidad que puede llegar a afirmar por auto-
-sugestión o por ideas sobrevaloradas una profunda convic-
180 Honorio Delgado

ción de poseer un alma de mujer en su cuerpo de varón. Mu­


latís mutatulis, lo mismo ocurre en la mujer. La cosa se agra-
va por la sugestión externa incluso procedente de la sexolo-
gía popular y de la que se considera científica. Cuando un
sujeto que teme ser homosexual lee, por ejemplo, las obras
de Hirschfeld, considera:' que por naturaleza es lo que
terne y adquiere además, encarnación del "tercer sexo". De
modo que aquí ocurre algo idéntico a lo que hemos señalado-
en la formación de la hipocondría * : creerse enfermo u
homosexual es ya conspirar en la dirección de · devenir tal.
En este sentido tiene razón Stekel cuando afirma que los,
homosexuales reprimen su heterosexualidad y aunque se que-
jen inconsolablemente de su destino, "la experiencia prueba
que ellos mismos dirigen este destino y suprimen el naci-
miento del (normal) impulso amoroso".

El tercer factor, la elección de objeto entre las personas.


del propio sexo, ·es sin duda el de mayor momento, por lo
menos en la inmensa mayoría de los casos. Esta inversión
del objeto de atracción sexual puede ser precondicionada, sin
precisar especificidad, por el ambiente familiar durante el de-
sarrollo del individuo. EJ. modo de ser de los padres intervie-
ne de modo principal: padre violento y cruel, madre tierna
en exceso; padre débil y madre rigurosa, temible, odiosa ;
padre disipado, incontinente, donjuanesco o polígamo y ma-
dre víctima, quejumbrosa, difamadora de las mujeres y deI
amor -tales son las constelaciones familiares más simples
en la preformación infantil de la homosexualidad en lo que
atañe al objeto de amor. Pero tienen influencia mayor las ví-
cisitudes de la pubertad, con verdadero carácter específico,
Hemos visto las complejidades e incertidumbres del desarro-
Iio psicosexual en la pubertad; la manifestación independien-
te de eros y sexualidad, así 'como la ulterior diferenciación de·
cada uno y su convergencia y síntesis. La adolescencia -es,
. pues, una etapa· crítica del desarrollo personal, en que la

* "Psícólogfa general y psicopatología del pensamiento y la Ima-


~inación", § 14, Actualidad M;;dica Peruana, 1936, No. l.
Tendencias Instintivas 181­

mente tantea en busca de una salida conforme con el Instín-


to fundamental de devenir lo que se es en germen. Las. con-
-dícíones exteriores pueden favorecer u obstaculizar resta evo-
lución: conspirar en el sentido de la heterosexualidad o de
Ja homosexualidad. Nos parece particularmente importante
para el destino del sujeto en lo que atafie a la opción por el
objeto de amor y de goce sexual la contaminación del eros
por el libido, la intromisión y predominio del apetito en la
.adoración o admiración platónicas. Reconocernos,con Schwarz,
que 'las relaciones de individuos del mismo sexo en-
tre los adolescentes no tienen que ver ni lo más mínimo con
la verdadera homosexualidad: corresponden propiamente a
primeros grados de la sexualidad normal y no a formas a-
bortivas de homosexualidad". Pero la adhesión erótica a in-
dividuos del mismo sexo y la falta de interés por los del O-
puesto, caracteres esenciales de la intencionalidad homose-
xual no son inteligibles sin tomar en consideración lo genui-
no de esos primeros grados. El análisis de varios homosexua-
les y su curación nos autoriza para interpretar los. hechos en
la siguiente forma. Además de las facilidades, oportunidades
y tentaciones que ofrece la intimidad del contacto entre suj e-
tos del mismo sexo para desahogar la concupiscencia todavía
difusa y no orientada del instinto sexual, obran en contra de
la diferenciación normal de la personalidad en lo que se
refiere a los efectos y al deseo sexual todas las experiencias
que, directa o indirectamente, promueven en el alma
del adolescente la confusión del amor platónico (cuando es
"homosexual") con el amor sexual, como si éste fuese inca-
paz de constituirse fuera de las personas (del mismo sexo
que el sujeto) hacia las cuales se dirige aquel o como si el
amor platónico fuese de naturaleza sexual y, por tanto, ahor-
mal, perverso, inmoral. Muchas veces la preferencia, homo-
sexual no cristaliza en actos corporales, sino a base de meros
deseos o fantasías y nunca pasa a los hechos. Lo esencial es
la aberración valorativa tanto del objeto de amor cuanto del
sujeto: creer que lo . tierno, frágil, femenil o lo rudo, fuerte,
viril que se busca en el amado no se encuentra sino entre
182 H onorio Delqado

los .sujetos del propio sexo, así corno aceptar. explícita o im-
plícitamente que. el yo es homosexual.
Hemos considerado separadamente los tres aspectos prin-
cipales de la génesis de la homosexualidad: la ánomalía de
la constitución física (hermafroditismo), la actitud íntima
(autovaloración homosexual) y la íntencíonalidad fallida (e~
lección aberrante). La entidad de estas condiciones varía al
infinito: la perturbación del desarrollo psícosexual en cada
caso implica la intervención de uno o más factores en pro-
porción que va del esbozo al extremo, con repercusión, en
círculo vicioso, de cada uno sobre los demás, particularmen-
te el de la elección de objeto. En 1&1 .verdadera homosexuali-
dad el factor endógeno es esencial, en la homosexualidad
reactiva las circunstancias exteriores estructuran la conduc-
ta. suscitan la actitud íntima y deciden de la elección, con' un
mínimum de· predisposición o labilidad, que en otras circuns-
tancias carecería de consecuencia.
Algunas de las manifestaciones de la homosexualidad
pueden hallarse aisladas en ausencia de tal perversión, cons-
tituyendo por sí una anormalidad cualitativa. Tal ocurre con
el metatropismo, que consiste, dentro de la heterosexualidad,
· en la pref erencia por parte del varón por mujeres de tipo
masculinoide y en la actitud pasiva del sujeto, de someti-
miento femenil, en el comercio sexual; lo contrario en la
mujer. Otro tanto se verifica en el transuestismo: goce con el
uso del vestido del sexo opuesto, particularmente con fin
sexual.
Con objeto de ilustrar esta exposición reproducimos en
seguida la historia, llena de detalles importantes, de dos ca-
sos de homosexualidad, de un varón (uranismo) y de una
mujer '(tribddismo),
El primero, de homosexualidad pasiva, endógena, completa, incluso
sin el menor sentimiento de tragedia. Se trata de un sujeto d:e 24 años,
de raza negra, leptosómico y personalidad psjcopática, cuyos padres mue-
ren alienados en nuestro hospital (no ha sido posible verificar el díag.
nóstico) . La conformación física, la expresión verbal y mímica y el ca·
rácter del sujeto son francamente femeninos. El mismo, hombre inteli-
gente, informa sin embarazo acerca de su conducta lo siguiente : "He lle-
Tendencias Instintivas 183
vado una vida de diversas actividades y en todas ellas he· buscado mi .
satisfacción personal, un vivir lleno de diversiones; he tomado con ;;.fre-
cuencia mis copitas, me he mareado algunas veces; soy especialmente
amiguero, mis amigos y especialmente mis amigas son numerosos; me
gusta sobre todo el baile y el canto. En lo referente a mi persona siem-
pre me ha gustado estar limpio y decentemente vestido, he usado polvos
finos, cremas, pinturas y buenos jabones ,el colorete, las lociones, las
medias de seda largas y el zapato de taco aperillado son mis inquietudes
perennes; mi ropa interior, siempre que he podido, la he preferido de
seda y de mujer, me ha gustado ponerme paños para simular, ante mí
mismo, ?l período menstrual, y cuando niño ardientemente aprovechaba.
toda oportunidad de vestirme de mujer. Mi carácter es particularmente
alegre, me gusta tratar a las gentes con todo el afecto de mi corazón y
nunca he tenido discusiones violentas con amigos o conocidos. Mi defecto,
si así puede calificarse a -lo que me ha dado Dios, es el ser afemeninado ; nun-
ca he tenido relaciones con mujeres a pesar de tener muchas amigas; desde
niño mis relaciones sexuales han sido con hombres, amo a los hombres,
me gusta coquetear y cohabitar con ellos; yo he nacido así, no puedo cam-
biar, tengo el alma d'e mujer aunque mi cuerpo es. de hombre; amo todo·
lo que se relaciona a las modas de la mujer, sus costumbres, su modo de
vida, sus obligaciones, sus antojos, sus aficiones. Sinceramente tengo sen-
timientos de mujer, de niño he jugado a las muñecas y siempre he anhe-
lado un hijo de mis entrañas. Desde muy niño me he entregado a esa vida,
no podría precisar la edad en que se me declaró esa costumbre, todo lo
que podría decirle es que he nacido mujer. Mi temperamento de mujer
ardiente me ha arrastrado a un grupo de mujeres malas, de vida alegre;
aunque ocultamente he pasado junto a el-las horas de placer inolvidable
(se refiere a cohabitaciones colectivas en lupanares clandestinos). Asi-
mismo, pertenezco a un grupo de jóvenes que son de mi condición, pede-
rasta como la llaman también. Nos reuníamos varios amigos .que. nos co-
nocíamos íntimamente por nuestro afecto por los hombres, la mayor parte
de las veces nos vestíamos de mujer en la casa de uno de ellos y así pre-
parados con una faja interior para ocultar lo que tenemos adelante, nos
arreglábamos convenientemente depilándonos las cejas, poniéndonos rimel
a las pestañas, colorete a los labios y la cara y lociones al pelo; senos
postizos, el traje ajustado para lucir las nalgas, aretes de presión, orqui-
llas, pulceras y demás adornos de mujer; en una casa que hay en Lince
nos reuníamos con otros amigos que nos conocían, a veces también iban
mujeres alegres y así comenzábamos a bailar y cantar tomando algunas
copitas,' hasta que llegada determinada hora en que ya cada uno tenía
su marchante que le había enamorado desde· el principio, se iba a dormir
o se quedaba ahí para hacerlo en reunión ... El gusto es en la vagina (se
refiere al recto), adentro, donde sentimos las contracturas. Cuando se
produce el orgasmo no siento ordinariamente ninguna sensación en el pene,
tampoco hay eyaculación. Sin embargo, algunas 'veces cuando he estado
con mi marido cumpliendo con la unión carnal, he sentido gusto en el
184 Honorio Delgado­

pene y me ha salido naturaleza como a él. Nunca me he masturbado por


adelante, algunas veces lo he intentado hacer por atrás pero me ha pa-
recido muy cochino y me he bañado para calmarme mientras llegaba la
ocasión de estar con alguien ... Concurren a las fiestas mujeres y con ellas
nos saludamos y tratamos como mujeres, como iguales. Nos preguntamos
entre nosotras cómo estamos, contándonos, por ejemplo, que estamos con
el período y demás dolencias de las mujeres; ocurren que, cuando una
de las mujeres reales o de los que hacen de mujeres, le pregunta qué tie-
ne que está pálida y ojerosa,. dice que cree· estar embarazada porque está
con mareos, náuseas y no se· ha enfermado en la fecha, que es todos los
primeros. En el curso de las fiestas tienen sus escenas de celos con sus
"maridos" - particularmente él cela a uno de sus amantes diciéndole que
está con otra -esto aludiendo a otro homosexual-, entonces comienza a
llorar y se desmaya ; el amante corre donde está "ella" y con cariños. y
atenciones "la" vuelve e nsí y entonces se hace jurar que a ella" sola la
ama, luego viene \la reconciliación .que se sella en el hecho ... " Una tem-
porada vivió n el barrio de las prostitutas donde servía como cocinero a
un grupo de éstas; muchas veces se ponía en la ventana. "Cuando alguien
se enamoraba de mí, sabía ser sincero y Jie decía que era hombre para que
no fuera a hacerme bulla. En esto ya tengo experiencia, porque una vez -
me pasó que casi me privan a golpes por no haber avisado que: era hom-
bre. En mi grupo de amigos son muy codiciado,. me llaman la J osefina
Baker y tengo muchos enamorados, pero mi hombre es uno solo desde hace
tiempo. A pesar de que tenía oportunidades para estar con mujeres, y mu-
chísimas veces a insinuación d'e ellas, nunca he podido hacerlo; tengo
amigas íntimas con quienes he dormido_ y me he bañado completamente
desnudos y nunca he sentido ningún deseo. En cambio, cuando estoy cerca
de un hombre que tenga buen cuerpo, buena planta, con bigotes bien
arreglados, entonces me excito con sólo pensar en su afecto, en su viri-
lidad, en las posibilidades de estar con él". Nunca ha intentado siquiera
modificar y menos reprimir su perversión. Sin embargo, el problema del
hogar y la reproducción le inquietan varios años ha y cree que la única
solución, para conformarse en parte, sería adoptar un hijo para criarlo
como una madre y ·más tarde oír con encanto que le diga "mamá".

El otro caso es de desenfrenado tribadjsmo reactivo, zoofilia y otras


manif sstaciones exógenas de sodomía en una .muíer de 44 años, mestiza,
de tipo pícnco, hija Ilegítima, con ambiente familiar inmoral. "Cuando yo
tenía 11 años -d2clara- había en mi. casa una muchacha muy rica y
un día me propuso que le enseñara mi cuerpo desnudándome y yo como
era una bebé me dejaba manosear, y así, poco a poco, me iba excitando
hasta que m e gustó; vivimos así más o menos seis meses. Era una mu-
chacha lindísima, en el barrio no había quien se le igualara, tenía más o
menos 17 años. ·de edad, los jóvenes la admiraban r nadie podía acercarse
a ella porque era muy despreciativa, sumamente orgullosa de su hermo-
sura. Mie decía que nunca se casaría con un hombre así fuera el más rico
Tendencias Instintivas 185

de la tierra, me prometía no olvidarme nunca y siempre me llenaba de


halagos y regalos. Mi madre nos había notado y como no podía enjuiciarla,
me mandó al poder de mi padre. Alejada de ella, mi vida era un continuo
tormento, sin embargo, cuando yo tenía ocasión me desnudaba como ella
-queria cuando estábamos juntas y me miraba el cuerpo; poco a poco· me
olvidé de esto y a los dos años más o menos me comenzó a salir el monte
de venus y comencé a inquietarme más que antes y deseaba que me sa-
liera de una vez todo porque creía que. así iba a gozar más. Como estaba
1ejos de mi amiga querida comencé a masturbarme ... Un día otra mu-
chacha me pilló masturbándome y entonces me propuso una cosa (cunni-
linctio) que al principio· le negué; pero ella tenía poder de sugestión y
me llevó a convencer y Ilegué a aceptar y era algo extraordinario cómo
me excitaba. Así vivimos como diez años y durante todo ese tiempo nos
enviciamos en extremo . . . Ella era como mi marido, me celaba atrozmente
y me cuidaba como un hombre, cuando estábamos solas ella se ponía pan-
talón de hombre y gorra, fumaba y me decía que le llamara con el nombre
de Pepe. Me quería dominar como a su mujer legítima, por eso a veces
·peleábamos, pero no podíamos estar separadas porque nos echábamos de
menos. A pesar de que eUa fue quien me hizo perder la virginidad ama-
'rrándome una vela en la cintura y metiéndose una parte ella, después que
·me· prometió que nunca me dejaría, ocultamente tenía un enamorado con
-quien se casó y se fue a Chile. Antes de. irse me hizo nuevas promesas y
me decía que se· había casado por necesidad y que siempre iba a ver por
'mi ; antes de irse me dio la receta de usar perritos tiernos para satisfa-
cerme cuando estuviera excitada, hasta que ella volviera o me fuera yo
-donde ella. Mucho me recomendaba que no les hiciera caso a .los hombres y
'me contaba cosas que espantaban, y yo francamente les agarre temor
a todos. Después que se fue, siguiendo su consejo, me busqué unos pe-
rritos con los que me hacía mamar los senos y el clítoris, porque ella
también me mamaba los senos ... Los perros me hacían gozar, pero no era
1o mismo; cada vez me sentía más desesperada al estar excitada y no
poder satisfacerme. Una tarde agarré! a uno de los perritos y como no me
·satisfacía lamiéndome, me llegué a excitar tanto que me metía el hocico
del perro agarrándolo con las dos manos, lo ajuste bien con las piernas y
no lo solté hasta que me vino el gusto; el perro se murió después de ha-
'berme arañado en las piernas, por lo que hasta hoy tengo las cicatrices.
Después de esto, a pesar de que yo no quería ser infiel con mi amiga ya
no podía vivir sola y me buscaba. alguna amiga. que fuera como la que se
fue a Chile. En las noches tenía insomnio y me masturbaba pensando en
'la muchacha que había tenido cuando estuve niña y después en la otra,
'hasta que en una fiesta me comenzó a enamorar el hombre con quien me
-casé. El hombre no me dijo nada por encontrarme medio abierta; estaba
muchas veces. con él, en el día y la noche y por más que me esforzaba no
encontraba gusto; pronto quedé embarazada y entonces le agarré miedo
a mi marido, que resultó un corrompido de cuentas ... (paedicatio mulí e-
:rum, feUatio, etc.). Lo único que me satisfacía de él era ... (cunnilingus).
186 Honorio Delqado

Cuando me separé de mi marido al año siguiente tuve un amigo y cuando


estuve con él la primera noche me hizo sufrir tanto como cuando me ma-
logré con el perro; me sobrevino hemorragia y desde entonces tengo odio
a todos los hombres. Bastante tiempo estuve en pos de una mujer ... Pa-
sado un tiempo me hice mujer de mala vida, 'ocultándome de mis conu-
cidos; yo .no lo hacía por necesidad de dinero como dicen que lo hacen
algunas, yo tenía relativamente mis como.didlad(es po·rquJe nunca me falta-
ba trabajo (costuras y tejid.os) sino porque quería definir mi situación,
quería encontrar un hombre que diera lo que no encontré en mi esposo y·
en mis amantes. Entre tantos .que conocí hubo uno que me .ímpresionó-
muchísimo, pero era un caballero. Una tarde me entregué a él y me sor-
prendió diciéndome qúe lo pensara bien antes ·d'e hacer lo que me propo-
nía; sus visitas a mi taller se hicieron más frecuentes desde entonces y
me hablaba .d,e cultivar un amor puramente espiritual antes de ir a lo
material. Después de muchas visitas que me hizo me pidió que desnudara
completamente para hacerme un dibujo al natural. Para mí fue una gran:
satisfacción desvestirme mientras él me miraba. Entonces yo esaba mu-
chachona y tenía un cuerpo bien formado y las carnes duras, así es que no
tenía vergüenza mostrarme desnuda; y mucho menos a un hombre que me
inspiraba amor. Muchas. veces me desvestí para servirle de modelo : él
dibujaba divinamente y me sacaba en posiciones artísticas, y como mi
cuerpo se prestaba, él quedaba muy contento (actualmente todavía es una
mujer ·de buena apariencia). Pasamos mucho tiempo y nunca quiso po-
seerme sino cuando, como él esperaba, hubiera amor entre los dos. El ig-
noraba completamente mi vida pasada, creía que era niña y me respetaba
mucho; hablaba de amor con gran sentimiento. Nos paseábamos en las
noches de luna y hacía proyectos para casarse conmigo : yo le llegué a
tener verdadero amor y deseo irresistible. ¡Cuántas veces le dí la ocasión
de poseerme! Me masturbaba incesantemente pensando en él. Muchas ve-
ces me bastaba que estuviera cerca de mí o besándome para sentir gusto ..
Cuando creí que todo el problema de mi rechazo a los hombres iba a ter-
minar y pensaba en la felicidad del hogar que me ofrecía este hombre tan
sano, quiso la suerte, mi fatalidad, que conociera a una mujer que, si es:
verdad, me hizo gozar en el pecado, me ha malogrado todo el porvenir.
En esos días, cuando ya íbamos a unirnos, como él quería, para siempre,.
conocía la que fue mí compañera desde entonces y no pude resistirme a
la tentación de vivir con ella como lo hice con otras en mi niñez. . . No·
puede Ud. imaginar la pena que me dio y lo que sufrí cuando comencé a.
mentirle (al enamorado) y hacerle· detalles para que se alejara, en contra.
de lo que yo sentía en mi corazón, por lo bueno y caballeroso que se·
había portado conmigo. Me disculpé de estar muy enferma y mi novio me-
quería ayudar en todo. Con intención de salir de él, de desanimarlo, le·
conté que era mal casada y que en Lima tenía un hijo ... Por fin, para
apartarlo de mi lado le hice creer que mi marido me reclamaba desde·
Lima y, como tenía un hijo, debía volver a su lado, y así," bruscamente,·
me separé de él. Mi nueva amiga ya dormía conmigo. . . Era costurera.
Tendencias Instintivas 187.
como yo, tenía muchos enamorados a quienes despreciaba por mí; nos
conocimos de pura casualidad y no sé como se dio cuenta ella que yo
quería más a las mujeres en ese entonces. Ella se dio cuenta desde el pri-
mer día que yo le tenía afecto; yo misma no sé como ni por qué me ena-
moré de ella. He olvidado decir que el joven enamorado o novio, como
él quería que le dijera, se parecía mucho a la amiga que tuve en Lima. Qui-
zá por eso es que le tuve simpatía ... ¡Si él hubiera sido más vido, mi vida
hubiera cambiado! Mli última amiga.tenía los ojos prometedores, ahora está
más acabada que yo y me da asco, le he tomado cierta antipatía y hay veces
que no quisiera ni verla ... Cuando recién la conocí~ era muy buena, te-
nía un carácter muy amable, le gustaba halagarme y hacer mis caprichos:
juntas vivíamos y paseábamos alegremente, trabajábamos alegres; hicimos
ahorros para venirnos a Lima y cuando llegamos. acá nos divertíamos a
nuestro gusto, íbamos al cinema y a todas partes. Ella tenía sus obliga-
ciones en la casa y yo las mías, ella era el marido aunque ante nuestras
amistades pasaba como mi prima hermana. Ella estaba más corrompida
que yo, a pesar de no haber tenido marido, sola se había perjudicado me-
tiéndose mil cochinadas ; ella me traficaba hasta por donde no se usa
(per rectum), muchas veces me exigió que la imitara. . . tomábamos licor
y nos rociábamos olores para excitarnos más. Ultimamente le he agarrado
un asco y un odio·que no me puedo explicar, es algo horroroso, me parece
el mismo diablo. Hace más de un año que tengo un gringo que es un per-
vertido y gozo con él solo cuando me. hace con la boca; de otro modo me
es imposible sentir nada. Hago esfuerzos por acordarme que soy mujer
y que no· debo ser así, pero en el momento del acto no estoy en mí, y soy
como un animal. Tengo temporadas .en que sólo con pensar en alguna per-
sona que me haya impresionado siento que me palpita el corazón y esa
palpitación me baja hasta las partes hasta que me viene el gusto sin que
empiece a tocarme siquiera. Muchas veces también he sentido el gusto con
sólo oler una loción rica o el olor ·de una persona que me ha gustado en
la calle o en alguna fiesta. También me vienen sueños sumamente. raros,
sueño las cosas más disparatadas que pueda Ud. creer y siempre haciendo
cochinadas con hombres y con animales : varias veces he soñado viviendo·
con un burro y he sentido un gusto tal que me he despertado creyendo
que era eralidad. . . Estos sueños son muy repetidos útjmamente y me·
dejan sumamente decaída y malgeniada, me pongo imposible conmigo
misma. Tengo impulsos -d"e cortarme las partes, meterme fuego o eliminar
mi vida. Quisiera destrozarme, arrojarme de alguna altura o tomar algún
veneno; y -de repente lo hago, porque no soy mujer completa y me siento
sumamente nerviosa y descontenta. Además, tengo el temor de quedarme
muerta de un momento a otro, siento unas cosas raras en la cabeza, todos
los días estoy con los nervios de punta, fastidiada como Ud. no se puede
figurar. Se me adormece el brazo derecho, tengo mareos, pesadillas, dolor
de cabeza, angustia, falta de apetito, insomnio, miedo no sé a qué, ner-
viosidad y muchísima cólera".
188 Hotiorio Delgado

La homosexualidad neurósica es expresión de tendencias


que frustran y falsifican la opción y la decisión del sujeto
en materia erótica, forzando la voluntad y desnaturalizando
el amor por vía subconsciente: en la neurosis la inversión
sexual es un medio para lograr fines no sexuales o es vía de
menor resistencia para aliviar con hedonismo tensiones hete-
rogéneas, ciertamente, no sin una labilidad de la constitución
psicosexual misma. Por eso toda neurosis sexual es, como
afirma Schwarz, un "sabotage" del matrimonio. La ho-
mosexualidad neurósica puede ser meramente contemplati-
va y hasta inhibida por el yo, como se observa en el caso que
reseñamos a continuación.

El enfermo relata sus sueños en los que el. factor sexual es un in-
grediente de primer orden. En muchos de ellos hace el papel de mujer y
como tal verifica el coito con individuos del sexo masculino. Este tema do-
mina en el proceso onírico con un carácter casi obsesivo. Al despertar ex-
perimenta una angustia y un miedo intensos, vacila sobre cuál es su ver-
dadero sexo y lleva, presuroso, las manos a los órganos genitales, que to-
ca y explora para, convencerse de que se ha tratado tan sólo de un sueño
y de que en realidad es hombre. Estos sueños frecuentes- le obligan a pre-
venirse, cubriéndose con la ropa la región glútea, pues teme que alguien
pueda forzarlo mientras duerme. El acento dominante de los sueños pue-
de vincularse con la idea obsesionante del enfermo referente a que su
mal proviene de su estado de celibato y de que necesita una mujer.

La inversión sintomática. de psicosis es particularmente


frecuente en los esquizofrénicos. Esta proclividad así como
el onanismo, las tendencias incestuosas, etc. son explicables
en la esquizofrenia por el hecho de manifestarse en ella desa-
tadas y confundidas todas las tendencias instintivas -inclu-
so eros y sexo-, a la vez que s·e disgrega y subjetivíza el es-
píritu objetivo y se deforma la inserción del yo en el mundo
real. con pérdida de la j er.arquía y organización de la expe-
ríencia vivida, de las relaciones y actitudes valorativas y su
orden histórico personal. Además de los actos, impulsos, de-
lusiones y pánicos homosexuales, es relativamente frecuente
la erogenización del recto, el erótísmo anal, como lo demues-
tran las observaciones siguientes.
Tendencias Instintivas 189

Un esquizofrénico en convalecencia nos declara que a veces defecaba


"experimentando cierto placer o dando curso a una emoción de cólera o
cuando me sentía deprimido por falta de libertad". - Otro·paciente expo-
ne espontáneamente su experiencia al respecto en estos términos: "Al lim-
piarme con un papel ten¡gouna sensación de gusto en el ano, que me extra-
ña sobremanera, e inmediatamente se me ocurre que podría volverme un
maricón". Al preguntarle por qué tuvo un tiempo la costumbre de apretar-
se la región del periné, contesta: "Por instinto de defensa, pues tenía la
sensación de haberme transformado en rosquete (homosexual), y yo, na-
turalmente no lo soy ... Me apretaba para no ser un invertido y porque
aquí (toca' el escroto) tenía la sensación de que existía una comunicación
· entre los testes y el ano". En otra oportunidad confiesa lo siguiente, que
es complementario: "Tení~ terror enorme de ser un invertido, porque no-
taba la disminución de la sexualidad; temía que acentuándose esto en vez
de practicar el coito por el pene iba a hacerlo por atrás; porque yo oía ha-
blar de maricones". También manifiesta haberse creído mujer, expresán-
dose así en una conversación conf'idencial: "Tenía la sensación ·de ser mu-
jer ... Yo tenía exactamente la sensación de que esta mitad de mi cuerpo
{la izquierda) era de mi madre, y esta otra mitad (derecha) era yo".-
Por último, un tercer esquizofrénico fomenta su erotismo anal en forma
extravagante. La desconexión en que vive con relación al mundo exterior
se rompe cuando logra percibir un insecto en su camino, o en el trabajo
de limpieza del hospital, orientación sintomática de su sensual tendencia
a la coprofilia. Va juntando arañas, grillos, mariposas y cuanto insecto en-
cuentra, hasta llegar a un sitio donde puede "hacer un recreo", retoza unos
instantes en la grama, contemplando a sus bichos con gran deleite y se in-
troduce en una acequia poniéndose en postura quadruprediumque, con las
posaderas completamente descubiertas y, sin cuidarse de ser advertido, co-
mienza a introducirse dichos insectos en el ano; en "cada introducción sien-
te "un gusto de paja" (masturbación) y un gusto de "matar con el cu .. ".)
Si es ínterrogado en esos instantes, sus respuestas son muy parcas y se
irrita si se· insiste.
b) Alqolaqnia es la anormalidad que corresponde a la
satisfacción sexual sufriendo u ocasionando tormento. La
forma activa o de goce venéreo con el dolor del partner es el
sadismo, la pasiva o de complacencia sexual soportando el
tormento se llama masoquismo. En ninguno de los dos casos
se trata meramente de crueldad sino de crueldad con un fin
específicamente ligado a la sexualidad. Dentro de ciertos lí-
mites se puede aceptar que el impulso sexual masculino tiene
rasgos que se confunden por grados con el sadismo y la su-
misión femenina con el masoquismo. Esta aproximación fe,
nomenológíca es, sin duda, el punto de partida de estructuras
19() H onorio Delgado

neurósícas en que la agresividad y la tendencia a la sumisión


o autohumillación pueden revelarse en la vida genital, e in-
cluso que en sujetos impulsivos domine la propensión a su-
frir por el riesgo anexo a la comisión de 'faltas o delitos
(cleptomanía, etc}, o en psicópatas violentos, causando daño
a otro, la sevicia, hasta el homicidio con placer venéreo. Al-
go de esto se transparenta en el caso de masoquismo, muy
bien analizado por Ellis, que sintetizamos a continuación.

Se trata de una mujer de 37 años, bien constituída, sin taras, muy in-
teligente, que durante tres años se presta a la investigación de su caso. De
pequeña su padre la golpeaba frecuentemente en las posaderas con un lá-
tigo y en veces 'ella provocaba casi deliberadamente esos rigores. Amaba y
respetaba a su padre, incluso mientras era castigada. En tales oportunida-
des experimentaba la necesidad de orinar y sentía una mezcla de dolor, de
vergüenza y de placer, Aparte de eso fantaseaba mucho con la micción y
era para ella un gran placer observarla en otras personas. Por su parte.
gozaba con retener la orina y mojarse al fin. Los primeros. sueños diurnos
que recuerda tienen por tema la flagelación y la micción; la humillación
de sí misma era placentera en esas fantasías, lo mismo que la vergüenza,
que sólo al presente cree reconocer vinculada con la sexualidad. En la pu-
bertad tuvo preferencia por la lectura de escenas de azotamiento .. Antes
de los 15 años no intervenían en sus sueños diurnos de martirio sino seres
semifabulosos, después es el hombre, con atributos de la autoridad paterna.
Durante la adolescencia el interés de la sujeto . se orienta hacia el arte y
la cultura. A los 21 años· despierta de nuevo la complacencia en la micción.
En circunstancias peligrosas para su decoro, se orina de pie en lugares
donde puede ser sorprendida. Una vez que comienza, no puede detener el
curso del líquido, y los temores nacidos de su refinada educación intensi-
fícan el placer temerario, la "urolagnia". Hay manifestaciones de un disi-
mulado Exhibicionismo en esta proclividad. Más tarde siente _tal atracción
por sus posaderas, que las fotografía. A los 30 años se casa con un profe-
sional de 60 (g.erontofília t ), con quien no tiene relaciones sexuales al prín-
cipjo y, al iniciarse éstas, fracasan por su frigidez, pues ella no piensa en
los hombres como sí fuesen seres con sexo. Por entonces tiene accesos de
cólera, al cesar los cuales retornan los sueños diurnos de flagelación, más
intensos, variados y absorbentes que antes. Se dedica a escribir artícu-
los defendiendo. la necesidad del rigor y el castigo del hombre para la
mujer. Este afán de propaganda cesa a poco de iniciarse el análisis. An-
tes de esto siente la necesédad de flagelarse ella misma en las nalgas.
Después de un tiempo ·de esta práctica la vulva se humedece cada vez.
Con motivo de sus publjcacíonses se pone en contacto cen un sadista con
el cual; venciendo muchas dificultades, llega a tener una sesión de casti-
·go, la cual apacigua por un tiempo el deseo de autoflagelación. El látigo
Tendencias Instintivas 191
es como el que usaba el padre para pegarle de pequeña, es todo un feti-
che: muchas veces por sólo contemplar un· escaparate donde se exhibe los
látigos de su afición hace largos y penosos recorridos. Después de un
tiempo de labor analítica, cesan los impulsos y la curiosidad se dirige al
acto sexual normal, acabando por perder la significación sexual el látigo
y la flagelación. Por primera vez en su vida llega a experimentar el or-
gasmo, primero masturbándose, después en un sueño de contenido hetero-
sexual. La urolagnia no desaparece sino después de un segundo encuentro
con el sadista: con relativo esfuerzo refrena entonces los deseos: de ser fla-
gelada. Esta victoria es decisiva. En algunos sueños nocturnos se muestra
todavía la urolagnia. Después la sujeto. se orienta franca y def'initjva-.
mente hacia la heterosexualidad.

e) La paidofilia se. caracteriza por la búsqueda de obje-


·to sexual entre los niños y menores, sobre todo del propio
sexo, con práctica de paedicatio, Al mismo tiempo que la ·
búsqueda de la lascivia se manifiesta con frecuencia un afán
erótico de dispensar protección a 'los menores a la vez que ti-
midez e inseguridad para el comercio amoroso con personas
mayores. En seguida reproducimos el testimonio de una víc-
tima.
"Exactamente no recuerdo a qué edad comencé a sentir deseos de
hombre; a los 5 años ya me procuraba placer (no específicamente sexual)
introduciéndome los dedos en la vagina, más o menos una vez al día por
el espacio de once años; entonces ya estaba desflorada. No podría preci-
sar a qué edad perdí la virginidad, recuerdo que cuando tenía cuatro años
de edad, más o menos, ya cohabitaba con mi tío paterno que tenía más
de 20 años de edad; cumplía con él sin ningún fastidio y nunca me opo-
nía a ello a pesar de que no hallaba placer, pues más sentía cuando me
hacía sola. No recuerdo haber sentido ningún dolor en la desfloración
por lo que creo que mi tío me perjudicó antes de que yo tuviera cuatro
·años. Mi tío tenía esa costumbre, le gustaba acariciar e inquietaba a las
criaturas para esas cosas, aparentaba tener gran compasión por las huér-
. fanas a fin de que se las dieran para después lograrlas; esto no lo sabe
nadie y antes bien lo creen un buen hombre. Cuando yo estaba niña creía
que eso era normal y por eso nunca me opuse ni conté a nadie". Debemos
agregar que a los 13 años sintió orgasmo en el coito, época en que toda-
vía tenía relaciones con su tío; la menarquia se presentó a los 14 años.
El hecho de que no conociera el orgasmo venéreo antes de la pubertad a
pesar de la masturbación y el coito repetidos, confirma lo que expresamos
acerca de la pretendida sexualidad del niño.

En cierto modo opuesto a la paidofilia es la gerontof ilia.


En esta anormalidad el objeto de la afición es una persona
192 H onorio Delgado

de edad avanzada. En algunos casos parece justificarse en


parte la interpretación psicoanalítica a base de una fijación
condicionada por experiencias infantil-es muy especiales, de
suerte que d sujeto busca en la relación amorosa y en el
matrimonio mismo la condición propia del niño frente a su
padre o su madre. En otros casos se manifiesta la influen-
cia del eros descarriado, que en la pubertad se orientara ha-
cia personas maduras (sobre todo los maestros).
d) El exhibicionismo, la escoptof'ilia y el narcisismo
tienen como denominador común el goce sexual con la expo-
sición del cuerpo desnudo, especialmente las partes puden,
das. En el exhibicionismo lo esencial es que la desnudez del
sujeto sea vista por otra u otras personas. Así, un psicópata
busca la ocasión en las salas de espectáculos o en los coches ·
del tren para sentarse al lado de una muchacha y descubrir
su miembro; otro más impúdico, casado y con hijos, concu-
rre frente a un colegio de señoritas y a la hora de la salida se·
para con los órganos sexuales a la vista (lo repite hasta que
la policía lo castiga). La escoptofilid es el negativo del exhi-
bicionismo: el placer del perverso es ver la desnudez ajena;
cuando se trata de una propensión perseverante en el adul-
to, esto es, una verdadera perversión, se llama voyeur al su-
jeto que la practica. El narcisismo, en sentido estricto, corres-
ponde a la necesidad de mirarse el propio cuerpo desnudo o
con vestidos especiales, directamente o en imagen especular,
con goce sexual. En sentido amplio, el narcisismo incluiría,
por una parte, la masturbación, por otra, todas las formas de
vanidad relativas al propio físico. El narcicismo en la prL
mera acepción verdadera perversión, se presenta casi exclu-
sivamente en personalidades esquízoídes.
e) Un factor, de atracción sexual en la vida galante, cul-
tivado consciente o subconscientemente por la mujer, es la
elegancia del vestido y el adorno directo del cu~rpo; esto for-
ma parte de los artificios de la coquetería. Quizá sea legítimo
compararlo con la decoración natural que se presenta en las
aves durante el celo, en ciertos peces en la época del desove
y en otros animales en circunstancia semejante. Una exage,
Tendencias Instintivas 193

ración unilateral, tiránica y durable dél aprecio del vestido,


sobre todo de prendas aisladas del mismo, de los cabellos, de
las mamas, de las uñas etc., por parte del partner, constituye
la perversión Jlamada fetichismo. En el caso extremo, el fe-
tichista prescinde del partner y su lascivia es condicionada
exclusivamente por el objeto particular : viéndolo, tocándolo
o masturbándose con él. Von Gebsattel ha ahondado en la
estructura psicológica de la actitud fe ti chista de manera que
parece revelar un aspecto esencial de las perversiones en ge-
neral. Según él, lo que el fetichista ve y codicia es lo f emeni-
no (o lo masculino) bajo la especie de la pieza de vestido
que lo excita; no lo femenino (o masculino) en la figura per-
sonal concreta sino en una expresión imaginaria, en que la
parte (el fetiche) se eleva a la categoría de todo, con exclu-
sión de la encarnación real del todo (la mujer o fl hombre).
Objeto de intención del eros mal ubicado, el fetiche puede ser
tanto femenino o masculino cuanto ni uno ni otro : representa
un grado indiferenciado, en el cuaJ se encuentra ·el fetichista
mismo. "Cuanto más exagerado y aislado es el carácter sexual
del interés por la otra persona, tanto más se aproxima a la
actitud fetichista". Por su parte, Schwarz, siguiendo esta di-
rección hermenéutica, sostiene que la relación del homosexual
con el cuerpo de su partner es una manifestación parcial de
fetichismo. Nos parece legítimo extender aun más el argu-
mento de Von Gebsattel y Schwarz para mejor comprender
las perversiones. Según nuestra experiencia, basada en el
análisis de casos de perversión en personalidades bastante
diferenciadas y bien dotadas, las desviaciones sexuales son
siempre múltiples, de estructura compleja, en la cual in ter,
viene como componente importante y activo, .hasta avasalla-
dor, el pensamiento precategorial y la fantasía. La actitud fe_
tichista, sea respecto del objeto sexual, sea respecto a la fun-
ción sexual, implica que la intención concupiscente se dirige
a algo representado, a algó que no se da directamente en el
objeto o en el acto. El perverso procede corno' el bruj o con-
vencido de que producirá lluvia rociando unas cuantas gotas
de agua y corno el niño que ve una criatura viva y expresiva
194 H onorio Delgada

en un inerte trozo de madera. El objeto se transfigura en una


realidad mágica, atrayente y amable, por virtud de la volup-
tuosidad misma; lo femenino (o masculino) y lo sexual en
general se concretizan o reífícan en una cosa, en una parte
del cuerpo, en una manera de actividad; lo sensible se reve-
la como expresión de algo misterioso en que se confunde el
propio estado psicofisiológico con el ser del objeto -predo-
minando el aspecto pático de la relación con el objeto - o
asoma en el acto una relación de tú y yo. * "Las aherracío-
nes - dice el conocedor lVIarcelProust - son corno amores
donde la tara morbosa lo ha recubierto todo, se ha apo-
derado de todo. Incluso en la más, insensa ta, el amor se re-
conoce todavía". Refiriéndose al masoquismo de Charlus, a-
grega: "En suma, su deseo de ser encadenado, de ser golpea-
do, revelaba ·en su fealdad un sueño tan poético como en o-
tros el deseo de ir a Venecia o de entretener- bailarinas". Es-
tas manifestaciones de la sexualidad perversa ya establecida
tienen sus condiciones inicales en el eros naciente, puberal
o prepuberal, en forma tal que la concretización de lo eróti.
co ocurre en una experiencia que se hace decisiva para el
destino sexual del sujeto: el despertar de la virtualidad eró-
tica en una situación -especial, cargada de emoción, o en una
serie de situacion es repetidas, que vinculan intensamente
eros y sexo, gracias a la totalización operada por la fantasía.
Tal seria ·~l esquema, reducido al rnínimun, que creemos ha-
ber verificado una y otra vez en el análisis de diversos casos
de perversión, Incomprensibles, por lo demás, sin el contexto
de una minuciosa biografía penosamente reconstituida. Esto
se comprenderá mejor si recordamos el hecho bien conocido
de que la embriaguez sexual, aun eu sus formas más grose-
ras y extraviadas, manifiesta algo místico, un fondo de mis-
terio y también de nostalgia del recto modo de amar frustra-
do, así corno riqueza de creaciones y relaciones simbólicas.
Lo mismo ocurre, ciertamente, con la exper'iencia religiosa,
pero es absurdo vincular por sólo esto una y otra esfera, y

* "Ps'cología general y psicopatología de la percepción", § 2,


Actualidad Miédica Peruana,, 19i35, N9 4.
Tendencias Instintivas 195

sostener, como hacen los freudianos, que lo sexual se trans-


forma en religiosidad, o lo contrario.
Una variedad de fetichismo es la coprojilia, enla cual el
goce sexual está asociado a los excrementos. Ejemplo: para
un psicópata, polimorfamente perverso, la situación más ex-
citante y apetecible es la de ser sustituto del W. C., esto es,
recibir en el pecho los excrementos de la querida.
f) La, búsqueda del placer sexual en la unión con ani-
males constituye la zoo/ ilia. Como sucedáneo de las relacio-
nes normales, se manifiesta en los pastores privados de co-
mercio humano durante mucho tiempo y en contacto fami-
liar con el ganado. Ocurre también como posibilidad Iibian,
dosa de menor resistencia en los oligofrénicos. Además, se
observa bajo la forma de refinamiento hedónico en hombres
decadentes, producto de la vida alejada de la naturaleza y
de la cultura viril, propia de las granes ciudades. Por últi-
mo, la zoofilia puede ejercitarse por influencia de la suges-
tión en situaciones especiales, como lo acredita nuestra ob-
servación .referida al tratar de la homosexualidad: una mu-
jer es inducida por otra (su partner que se aleja) en esa a-
berración y después de cesar de practicarla tiene sueños vo-
luptuosos con animales. Este caso demuestra la inmensa re-
percusión prospectiva de una experiencia aberrante, incluso
de adopción circunstancial, sin ninguna espontaneidad per-
sonal originaria.
La necrofilia comporta el uso de un cadáver como objeto
sexual. Se presenta sólo en personalidades psicopáticas pro-
fundamente desnaturalizadas o como síntoma de psicosis. A
propósito del hipererotismo hemos referido el caso de un ma,
níaco-depresivo que tuvo un episodio de necrofilia en una oe
sus fases de; agitación.
g) No comprendemos por qué no se considera como
perversión sexual las prácticas aniiconcepcionales. Ciertamen-
te, el coitus inierruptus es reputado como onanismus conju­
ga/is; pero el coiius condomoius y otras maneras de evitar la
fecundación son anormalidades de esencia perversa, preci-
samente porque con el acto sexual se persigue el placer sin
196 Honorio Delgado,

consecuencias, aunque el móvil proceda de otra esfera (ex-


cepcionalmente corresponde a una indicación de orden mé-
dico moral). Esta perversión es tal vez la más frecuente en
nuestra época, débil en materia de responsabilidad y amor
fati. Los datos siguientes son bastantes elocuentes acerca de
este signo de los tiempos: en los Estados Unidos de Norte-
américa, la producción controlada de preservativos de goma
para hombres asciende en 1937 a 375 millones de piezas y el
número de preventivos para el hocico de tenca a 75 mil. A
este propósito es pertinente recordar que no carece ele ef ec-
tos morbígenos la práctica del coitas reserooius. Las recién-
tes investigadores de Stemmer prueban que la substancia
seminal tienen los siguientes efectos en el organismo femeni-
no : 1 Q un útero insuficientemente desarrollado madura, se
desarrolla, 29 sanan algunos desórdenes nerviosos, sobre todo
del sistema vegetativo, y diversas perturbaciones endocrinas.
3. la administración de extractos harmónicos masculinos libran
de estados de debilidad etc, a mujeres que ponen en práctica
medios anticoncepcionales y a solteras de edad. Esto último
-lo recalca Stemmer- no implica que toda mujer deba tener
comercio sexual. "Hay bastantes solteras -agrega-que son
sanas en todos los aspectos. No sana es sólo la virgen a me-
dias, que busca la excitación sexual que no llega al fin: natu-
ral. Quien quiere vivir continente debe abstenerse de las ex-
citaciones innecesarias". Así vemos que el varón con la actí,
vidad genital normal da a la mujer no sólo la posibilidad
de tener hijos, sino elementos para completar su desarollo y
mantener su salud.

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Psicología y Psicopatología

de la Conciencia del Yo

1. Forma parte integrante de la vida mental del hom-


bre la intencionalidad reflexiva, la capacidad que tiene la
conciencia de orientarse hacia el propio sujeto anímico. Para
comprender el aspecto genético de tal fenómeno, conviene re-
cordar su vinculación con las demás actividades psíquicas y
distinguir las formas fundamentales del yo. En la manif esta-
ción mental de todo momento, reactiva o espontánea, el su-
jeto aprende y vive los f.enómenosen una polaridad constan-
te del sujeto y objeto. Todo acto del espíritu es una realidad
en que participa el yo, trátese: de un mero dato o una produc-
ción activa de la vida interior. La corriente de la conciencia
no es un transcurrir o un acontecer local, sino 'una experien-
cia mía, tanto si re! objeto es mi propio yo cuanto si es mi
cuerpo o el mundo exterior. Por lo demás, la totalidad de mi
experiencia en cada instante entraña la participación de da-
tos·del ser, del devenir, del valer, etc., del mundo, de mi al-
ma y de mi cuerpo, ligados íntimamente. En el curso de la
existencia de cada sujeto se correlacionan a la vez que se di-
ferencian las experiencias cognoscitivas, afectivas y activas de
estas tres esferas de la realidad.
En la mentalidad del adulto cultivado se distingue, más 0
menos claramente un yo social, un yo personal y un yo inme-
diato. El primero es determinado directamente por y para las
200 H onorio Delgado

relaciones ín.erindíviduales, con un nombre propio y otros da-


[os distintivos; 'el yo personal depende de las cualidad-es más
estables y distintivas. de la vida psíquica individual, gracias a
las cuales se manifiesta en la acción con una contextura par-
ticular que llamamos el carácter; el yo inmediato es el que
da consistencia y unidad a todos los actos del sujeto anímico.
Como yo social tengo una situación en el complejo colectivo,
soy miembro de una familia, tengo estado civil determinado,
ejerzo una profesión, etc.; como yo personal soy propenso a
la alegría o a la tristeza, despreocupado o previsor, etc.; como
yo inmediato experimento el amor a mis padres, estoy alegre,
preveo ésto o aquéllo, etc. El yo social y el yo personal, pre-
suponen el yo inmediato; asimismo, en la conciencia del yo
inmediato es el relevante. Sin él no habría la polaridad de
sujeto y objeto, efectiva -·aunque con intensidad variable-
'en toda experiencia vivida, señaladamente en los actos vo-
luntarios. Pero en la formación de la conciencia del yo, con-
siderada en el desarrollo del individuo, colaboran las influen-
cias ·eficacespara despertar y fomentar la actividad reflexiva
del sujeto en los tres aspectos señalados.
El yo no es actual en el infante y despierta y se organiza
lentamente, no sin cambios bruscos, a partir de la niñez. Aun-
que muy temprano atribuye yo hasta a los objetos inertes, e]
niño no llega a distinguir sino muy penosamente su yo del im ..
personal "ello", del no - yo, del "tú", del "nosotros" y del "él".
Su yo se delimita gradualmente respecto de su ambiente, con
el cual se confunde primitivamente; se estabiliza después <le
una larga etapa en que alterna la conciencia difusa y sin vin-
culación histórica de su ser con las p·ersonalizaciones capri-
chosas impuestas por su fantasía; se precisa como unidad
constante después de fluctuar entre el vago e inorgánico exis-
tir, con ·episodios de disgregación; por último, se hace cargo
de sí, reflexiva y plenamente sólo tras tanteos frustráneos,
cuando el desarrollo del juicio y del lenguaje hacen posible la
observación condicionada específicamente y el análisis cons-
ciente. En ·el proceso de discernimiento y organización que va
del transcurrir autístico, sin ilación y sin centro personal, a
la explícita conciencia del yo juegan, a nuestro entender, el
Conciencia del yo 201

papel más importante los factores siguientes: 19• la reitera-


ción de impresiones del propio cuerpo -esquema corporal ..:.
imagen externa (visual y tactil)- condiciona un conjunto
coherente u2 s'~nsaciones privilegiadas, que acaba por opo-
nerse, como percepción y conciencia del cuerpo, a las demás
sensaciones -las del mundo exterior- cuyas cualidades y re-
gularidad son diferentes (percepción y conciencia de lo ex-
terno y ajeno) 29• la alternancia de satisfacción •e insatisfac-
ción de los deseos, que obliga tanto al reconocimiento de me-
dios extraños y heterónomos, con la consiguiente aprehensión
simpática de complacencias y resistencias, cuanto a la con-
ciencia de conflictos interiores, ambos requisitos eficaces para
hacer surgir el conocimiento de los propios límites y de la in-
fluencia d·e otros seres: 39• la tendencia que mueve al menor
a imitar a una persona determinada del ambiente (general-
mente uno de los padres) y la que lo lleva a identificarse con
la misma persona, unidas o no con la disposición a granj earse
su estima por la obediencia y la adhesión -cuyo ejercicio
abre ·el camino a la conciencia del deber y a la autonomía
moral, plasmando ·el yo ideal: 49• el ejercicio de la voluntad
manifiesto €n un principio con la realización de movímientos
espontáneos.: no automáticos, que surgiendo de lo íntimo y
más g·enuino de la persona humana incipiente, fomenta su
despertar reflexivo: llegamos a darnos cuenta de nuestro yo
libre porque efectuamos actos originales -no a la inversa,
como puede suceder en la mentalidad madura; 5?~21 diálogo
interior, ·el preguntarse a sí mismo, última etapa de esa dua-
lidad obscura de lo potencial y lo actual del ser humano, cu-
ya tensión alimentan y estimulan los choques y situaciones de
la existencia personal, convirtiendo lo posible en definido, lo
problemático en comprensión. En resumen, la conciencia del
yo tiene como antecedente una larga historia de actuación del
sujete. que culmina con la efigie y la idea del yo.
2. La fenornenologia de la conciencia del yo tiene as -
pectas innumerables. A los cuatro caracteres formales seña-
lados p01~ Jaspers -oposición a la candencia de lo externo v
lo otro, actividad, identidad y simplicidad (o unidad)- se
puede agregar otros. Ampliando y modificando un análisis
202 Honorio Delgad0>

anterior (véase nuestro libro citado en la bibliografía), dís- .


tinguimos los siguientes aspectos fenomenológicos constantes:
19 la distinción de la conciencia del yo respecto de la concien-
cia del mundo exterior en general y de las. otras personas; 29·
la convicción de la existencia personal; 3~ la impresión de·
plenitud presente; 49 el sentimiento de constancia potencial;
59 ei sentimiento de actividad; f!9 la conciencia de autonomía;.
7'1 la conciencia de unidad; t}9 la conciencia de identidad.
1'1 La 'distinciári de la conciencia del yo respecto ele la
conciencia del mundo exterior y de las otras personas es pa-
tente si consideramos por una parte los sentimientos y, por
otra, las percepciones. Un estado afectivo no s·ensorial, la tris-
teza, por ejemplo, lo vivimos como nuestro, yo me siento tris-
te; lo mismo podemos decir de los actos voluntarios. Aun sin
una dirección reflexiva de nuestra intencionalidad, vivimos y
nos vivimos, y con la autoperoepción tenemos la intuición de
la pertenencia de nuestro ser y de nuestros estados y actos.
En cambio, el objeto que veo, la voz que oigo, el dolor que
siento, etc., se me dan como procedentes de fuera, como dis-
tintos de mí mismo; otro tanto me ocurre respecto de los sen-
timíentos, actos y demás experiencias que aprendo en la ex-
presión de las otras personas : las distingo como suyas, no co-
mo mías.
• ~9
1 en La convicción de la existencia personal, la certeza de
vivir cuerpo y alma es un dato primario e inefable. No se
deriva, como pretende Descartes, del acto de pensar, pues en
condiciones anormales-incluso de gran concentración del
pensar- cabe el olvido de la propia realidad del sujeto aní-
mico, precisamente s·e puede pensar que uno no existe, como
ocurre en sueños y en condiciones patológicas que señalare-
mos después.
39 La impresión de plenitud presente vivida es la nota de
la conciencia del yo por la cual nuestro ser anímico actual y
todas nuestras experiencias, del propio cuerpo y del mundo
exterior tienen el carácter de materia psíquica que llena nues-
tro ámbito interno: vivimos la presencia de nuestro yo y con
ella el tono de realidad de lo corpóreo . "La experiencia de
las sensaciones -escribe Straus- se despliega en dos direc-
Conciencia del yo· 203

ciones: hacia el mundo y hacia el yo. El sentir es una expe-


riencia simpática, esto es, en el sentir ·experimento yo trans-
formaciones de mi relación con el mundo". Así como en la
percepción exterior y en la de nuestro cuerpo siempre es un
yo quien percibe, en la conciencia de sí mismo nunca falta un
mundo circundante- orden de situaciones personales- en el
cual y con el cual estamos en comunicación; aunque no pen-
sernos en él. Acaso se relaciona con este aspecto de la con-
ciencia del yo, la valoración privativa de la entidad personal,
cuyo estudio está aún por precisarse. ,
49 Por sentimiento de constancia potencial entendemos
el que se refiere a la conservación de nuestro ser como el mis-
mo que fué. A la autopercepción nos encontramos con la mis-
ma cualidad fundamental que recordamos. haber tenido, a pe-
sar de las variaciones inherentes a la evolución de nuestra
personalidad, a la formación de nuestro carácter, a la díf e -
renciación o empobrecimiento en materia de disposieiones,ap-
titudes, actitudes, convicciones, etc. Dicho de otro modo, ca-
da cual tiene conciencia de su personalidad actual y en cierto
modo de la historia de la misma.
5f El sentimiento de actividad revela la dinámica y es-
pontánea autorealización del yo. Cada hombre tiene concien-
cia -seiñaladamente si reflexiona- de que, como ser concre-
to, dispone de energías que emplea en el actuar positivo y efi-
caz. El sentimiento de actividad propia es particularmente
definido en los actos. de voluntad.
69 Ligada con el sentimiento de actividad tenemos la con­
ciencia de autonomía. La actividad subjetiva es ora de espon-
taneidad unívoca ora de movimientos íntimos encontrados,
en que ·el yo se opone a la dinamogenia de algunas tenden-
cias. En todos los casos, incluso los de agudo conflicto íntes-
tino, el yo es señor en su reino, por lo menos de manera vir-
tual, y se vive como tal. Entre el mundo del espíritu, donde
aprehende valores e incorpora normas, y el aparato de su ser
psicofísico, y el yo libre es capaz de det·erminarse conforme
las más altas direcciones del primero o según la inercia o vio-
lencia del segundo, con rozamientos internos, realizando com-
promisos de una manera holgada. Lo normal es que el suj e-
204 H onorio Delgado

to. tiene conciencia de los límites de su esfuerzo y de la per ·


tenencia de las direcciones encontradas.
7~ La conciencia de unidad del yo es inseparable de la
unidad de la conciencia. De manera ingenua vive cada cual
su experiencia referida a su yo, que le da centro, dirección y
rangos. Esto es lo que se conoce como unidad de la concien-
cia. Respecto de la conciencia reflexiva, apenas es posible
decir más que el y-0, que de modo figurado consideramos co-
mo un punto, normalmente es indivisible. A pesar de la mul-
tiplicidad y heterogeneidad del contenido de la conciencia,
con sus planos de claridad diversa, yo percibo, pienso, siento,
experimento la totalidad como propia de mi yo único y yo
me vivo a mí mismo como tal y sólo con sumo esfuerzo pue-
do concebir abstractamente la posibilidad de yos coactuales.
E'{'Tenemos conciencia de nuestro yo como unidad con-
tínua, a despecho de la variedad y renovación del contenido
de nuestra experiencia, precisamente examinando esa varie-
dad en su manifestación objetiva, en su realidad histórica.
Esta constancia vivida y comprobada se designa como con­
ciencia de la identidad dél yo .. Podemos decir que la conti -
unidad de la vida personal, en que se articula con .ilacíón el
contenido de los momentos sucesivos, es como una sinfonía
cuyas m·elodías cambian constantemente y, sin embargo, es
una y la misma: mi yo efectivamente es uno en todos los ins-
tantes, sin intermitencias, desde mi infancia hasta el presen-
te, a pesar de todas las vicisitudes, mutaciones, despertares y
decadencias, en una especie de síntesis· de renovación diná-
mica y de perseveración formal, según me evidencia lo cohe-
rente de mi conducta. Semejante continuidad esencial e his-
tórica no debe confundirse con otra de las notas de la con-
ciencia del yo: el sentimiento de constancia potencial. Esta
última es una cualidad fundamental que verificamos con só
lo evocar nuestro pasado, sin ·examinar si guarda relación la
vida interior recordada con la sucesión de nuestros hechos
reales. De lo expuesto resulta que la designación de "con-
ciencia" de la identidad del yo es inapropiada, pues cabe la:
ilusión de constancia si se apela exclusivamente al testimo-
nio subjetivo. Con sólo la introspección no es posible soste-
Conciencia del yo 205

· ner la continuidad de la conciencia de sí mismo como ser con


biografía, según veremos al considerar las manifestaciones
anormales.
A la desaparición de los caracteres de la conciencia del yo
descritos en las líneas anteriores, corresponden especiales a-
normalidades que estudiaremos a continuación, en el mismo
orden. Con tal criterio quedan comprendidas algunas anorma-
lidades que hasta hoy no es costumbre inchÍir entre los desór-
denes de la conciencia del yo o "enfermedades de la persona-
lidad", como impropiamente se las llama. Consideramos fruc,
. tuosa nuestra discriminación de los ocho aspectos señalados,
pues, permite diferenciar la efectiva variedad de manifesta-
ciones que nos ofrece la clínica, cuyo análisis se enriquece con
la multiplicación· de los puntos de vista (en lugar de llamar
"despersonalización" a los fenómenos más dispares). Cierta-
mente no todas las anormalidades cuya descripción aislamos
se presentan siempre separadas con normalidades de los res-
tantes caracteres de la conciencia del yo: algunas se manifies-
tan asociadas en el caso concreto, de manera más o menos obli-
gada y más o menos correlativa. Además, el grado de l()s desór-
denes asociados es variable, como el de todas las anormalida-
des de que tratamos, desde el inaparente a la observación or-
dinaria.
39 Comenzamos con las anormalidades por falta de dis-
tinción del yo respecto al mundo exterior y las otras personas.
En el éxtasis desaparecen los linderos entre lo externo y lo in-
terno. El rompimiento de la dualidad de yo y no -yo es desig-
nado por los místicos en muy diversa sformas: como "coincí-
. q~npia de los centros", como esfera "cuyo centro es por do -
quier y la circunferencia en ninguna parte", como "el fin de
º:·l~,Alu~ión de la individualidad", como "ignorar el yo uuiver-
sal ;y .el yo humano", como· "anulación de] yo, del mío, de ser
y qe, .no ser", como "el alma hecha una cosa con Dios", como
"confundirse con el todo", etc.
Diversas manifestaciones de los esquizofrénicos, sobre to-
. do el autismo, Ia. participación en el alma ajena y en el ser de
las cosos, la publicación y la substracción del pensamiento,
que hemos caracterizado al estudiar el pensamíento y la ima,
206 H onorio Delgado
gínacíón (1) implican la confusión.de la esfera de la concien-
cia del yo con la de lo externo Muestras típicas de esta falta
de límite son las siguientes expresiones de un enfermo: "Pro-
curaba dirigir al chauffeur con el cerebro, de tal manera que
él caminase influido por la fuerza de mi cerebro". "Yo, in-·
geníero -de minas, especializado en minerales
. ' me creían una
piedra. Las piedras no tienen vida, son seres inertes, muer-
tos; y yo me sentía ser la muerte. . . Otras veces me sentía el
bacilo de Koch ... , pensaba como si yo lo fuera, y me sentía
serlo y me daba pena serlo. Pensaba en la vacuna de Cal-
mette y Guerin . Por momentos era un sólo bacilo y por mo-
mentos la plaga de la tuberculosis. . . Después me sentía el
afiche de la tuberculosis. Después que me sentía tísico he
expectorado. Había momentos en que tenía cólera y tragaba
la saliva con la idea de suicidio ... Yo creía· tener el rayo cós-
mico en mi cerebro. . . yo lo sen tía en mi cuerpo". Otro es-
quizofrénico revela la comunicación de su mente con la del
médico, cuyas preguntas se resiste a contestar, alegando: "Us-
tedes ven lo que yo pienso y hasta antes que yo piense ya lo
saben". Explicando ei fenómeno en su manifestación general,
dice: "Las personas que intervienen en esto saben todo lo que
hay grabado en mi mente o .en mi espíritu y con mucha más
claridad que yo, que soy quien lo ha
adquirido. Porque ellos
lo estudian y lo aprenden bien, me inducen una idea. Mien-
tras ellos lo saben todo, todo el problema, yo sólo tengo un
número (un factor). Y ahora mismo usted quiere que yo pien-
se mal de usted. Yo no puedo pensar mal de usted porque no
lo conozco". La confusión del yo propio con el ajeno está re-
pres·entada con característica ambivalencia en este dicho de
otro esquizofrénico: "Había un joven, señor. que tenía la ca-
beza sin sesos y ese j oven parece que fuera yo. Y o quisiera
defenderme de ese joven". Este mismo paciente cree tan vin-
culado su ser con el universo, que afirma: "El suicidio debe
ser general. Cuando yo me suicide se apagarán las estrellas=-
ellas viven por mí. Si yo muero, mueren ellas, muere todo el
mundo: mueren las inyecciones malditas".
Una forma particular de la confusión del yo propio con el
ajeno es el transiiioismo, desorden que consiste en atribuir a

(1) Actualidad Médica Peruana, 1936, W' 1.


Conciencia del yo 207

una o varias personas normales los síntomas de la propia psi-


cosis, con absoluta falta de conciencia de la enfermedad d,:!
sí mismo, o simplemente en proyectar a los demás los propios
.estados subjetivos y proceder en consecuencia. Frecuente so.
bre todo en los esquizofrénicos, particularmente en los de tipo
paranoide, puede manifestarse en otras psicosis. Ejemplo de
la forma simple y episódica es la de un paralítico general que
'llora en ·el curso de una conversación y se esfuerza al mismo
-tiempo en consolar al interlocutor, como si éste fuera quien
llorase, diciéndole: "No llores. Sé hombre valiente como yo".
·El mismo paciente atribuye mala vida a su esposa, habiendo
-sido él libertino y quien la infectara. A continuación. extrac-
tando la historia de un caso arquetípico de transitívismo sis-
tematizado, que hemos tenido ocasión de observar últimamen,
te. Se trata de una mujer de 60 años (tiene una hermana ma-
·yor esquizof'rénica) , de carácter esquizoide : desde pequeña tí-
mida e introvertida, muy susceptible y propensa a los celos
-en sus relaciones sociales y familiares, sobre todo con la her-
mana menor con notable capacidad de disimulo dentro de las
formas más distinguidas de la buena educación. Tan penosa
le era la vida social, muy activa en su hogar, que la madre
la dejó . en libertad desde la juventud para que. llevara una
-existencia limitada al ambiente doméstico. Prácticamente, no
salia sino los días de fiesta con el objeto de concurrir a misa.
Durante varios años vivía con un hermano y una hermana
.menor, ambos solteros . A pesar de sus finos modales, siem-
pre tuvo un marcado espíritu de contradicción frente a su
hermana -persona sociable y activa-, al extremo que basta-
ba que ésta indicara algo en su presencia para que ella or-
-denara enérgicamente lo contrario. Tan sistemática era la
-oposicíón, que la hermana, para conseguir su objeto acabó
_por decir lo contrario de -Io que deseaba. Hace tres años el
hermano se casa y quedan solas las dos hermanas. Desde
.entonces s·e acentúan los rasgos anormales del carácter de la
.sujeto y después aparecen los síntomas. Poco antes o por en-
tonces se suspende el período menstrual, que hasta edad tan
.avanzada se prolongara. Comienza los desórdenes mentales
seon molestias nocturnas, a las que se refiere con reticencias
208 H onorio Delqodo

en su trato doméstico. Poco tiempo después cierra en la no-


che la puerta de comunicación de su dormitorio con 'el de la
hermana y declara a, la servidumbre que todas las noches
entra aquélla en su habitación con ·el objeto de hacerle daño.
Más tarde agrega que la hermana coloca substancias dañinas.
en supolvera, por lo cual su cara 'está desfigurada. Con esta
idea doblemente infundada se desinfecta y refriega el rostro·
sin reposo. Por último acusa a la hermana de poner veneno
en su comida. La hermana se ve obligada a cambiar de de-
partamento, primero en la misma casa, después fuera de ella ,
El último cambio es motivado por una escena violenta, en
que la enferma la coge de las manos apretándoselas hasta
causarle daño, mientras le increpa su persecución. A pesar
de que desde entonces la hermana no, ha vuelto a la casa sino
en raras ocasiones y por breves momentos durante el día, la
enferma, que se protege con toda clase de cerraduras y me--
dios de oclusión hasta de la menor rendija de su dormitorio.
se queja de que sigue penetrando todas las noches, que la nar--
cotiza con cloroformo (en realidad la paciente pasa la noche
sin acostarse y casi sin dormir, bebiendo café). Al fin, su or-
ganismo da señales de mal funcionamiento -trastornos cir-
culatorios, edemas, disnea, etc.-, que la enferma atribuye a.
los venenos. de su perseguidora. Llama pm.· entonces al médi-
co de la familia, no para .que la cure, sino para que ponga en
seguridad y someta a tratamiento a su hermana, que, según
ella, está loca, con una locura llena de disimulo y refinamíen-
to de maldad. Ella, por su parte, se considera absolutamente
sana de la mente y se resiste a seguir las indicaciones del
médico para tratar los síntomas corporales que aqueja, por
ser simple consecuencia de los venenos de la hermana. Con--
sidera que el único remedio es la internación y vigilancia con-
tínua de la hermana. Aparentando estar de acuerdo con estas.
ideas, el médico de la casa nos pone en relación con la en-
ferma. La visitamos para pedirle informes acerca de su her-
mana y en varias sesiones no conseguimos modificar en un_
ápic·e su convicción de que la hermana tiene un "delirio de·
persecución" en contra de ella, de cuya rigidez no tiene la:
menor duda. A veces, sin embargo, llega 'a. decirnos: "Esto
Conciencia del yo 209

parece una cosa extraordinaria, inverosímil, pues mi herma-


na ha sido la persona más normal y tiene fama de ecuánime
e inteligente; en apariencia lo es, debido a su gran disimulo.
Yo que creo que no se llevará Ud. de las apariencias y que
no dudará de lo que le digo. ¿O cree Ud. que yo me equivoco
y no digo la verdad? Si es así, será porque no me conoce Ud.
Averigüe a mi hermano y se convencerá d~ la locura de la
desgraciada".
4. Anormalidad correspondiente al segundo carácter de
de los señalados como propios de la conciencia del yo es
la convicción de inexistencia personal, de carencia de vi-
da, de que ·el propio cuerpo y la propia alma no tienen
realidad. Se trata de una certeza inconmovible a despecho
de conservarse la capacidad de distinguir lo propio de lo
ajeno y el sentimiento de la personalidad pasada, de la
unidad actual y la continuidad histórica. En un caso que
hemos tenido ocasión de observar en el servicio del Doc-
tor Fernando Loayza, se presentan claramente estas carac-
terísticas. La paciente sostiene continuamente, en el curso
de cinco meses, que no existe desde hace diez años; que el
cuerpo que se le reconoce es un cadáver; que carece de al-
ma; y sin embargo se refiere a sí propia, a menudo en tercera
persona: jamás expresa nada que pueda interpretarse como
desconocimiento o irrealidad del mundo exterior como su
ambiente, al cual enfrenta su propia unidad actual: habla de
su pasado, de lo que .fué, estableciendo el contraste con su
estado presente. De manera comprensible, carece de la im-
presión de plenitud presente vivida respecto de la experien-
cia de su ser real, asimismo está privada del sentimiento de
la propia actividad y de la conciencia de autonomía -todo
ello en el sentido determinado por la convícíón de estar muer-
ta. La conciencia de la identidad se conserva implícita y ex-
plícitamente. Reproducimos sus expresiones más caracterís-
ticas: "Estoy muerta. Me han traído para encerrarme entre
los vivos. No tengo ojos, no tengo nariz, no tengo boca. Ya
no hay circulación en mí. Todo esto es apariencia. Pobre
mi madre sin saber que su hija ha muerto"-. "No puedo
más. Este cuerpo es un esqueleto humano, sin vida, sin ac-
210 Honorio Delgado

.ción para nada. Esta carne es un forro".- "Soy muerta ...


Ti-ene que comer ·porque se lo exigen. Ya no s·e pinta, no
_puede mover los brazos, no tiene acción para nada".-''¡ Qué
.desgracia vivir sin¡tener vida!. .. ¡Con qué vida voy a vivir!"
-"No tengo alma ... Esta no tiene ni alma ni cuerpo''.-
Si ya no exist·e N. N. (su nombre). Estas personas que ven
aquí es otra. Está muerta para toda la vida". - Cuando se
le interroga replica: "Para qué preguntar a una muerta, si
no tiene sesos para raciocinar, ni formarse juicios sobre na-
-O.a".- En una oportunidad, presa de viva emoción, increpa
.a. las enfermeras: "¡.Canallas! ¿Por qué me quieren envene-
nar? Yo siento algo muy raro, siento una gran desesperación.
Quieren envenenarme, matarme. ¿Qué les he hecho ? Lléven-
.me a mi casa". Demostrativa de la conservación de la con-
-ciencia del yo personal es la frase siguiente: "Si fuera la que
-en un tiempo fuí, no sería tan tonta de dejarme mandar:
porque yo tenía un geniecito de los diablos". Se consigue en
·una ocasión que llegue a bailar, y al llamarle la atención so-
bre sus manifestaciones de vida, contesta: "Si baila es la que
'no es. Si1 espíritu se. hace o se figura un espíritu humano".-
·••¡Ay, Dios! No me creen que estoy muerta. i.Cómo les haré
comprender que no existo!" - Insistimos en observan que en
este caso se trata de una firme convicción de no existencia
del sujeto anímico- no de una apariencia, de un "como sí",
de una ilusión, que el propio juicio desmiente, según .aconte-
'ce en la anormalidad que considerames en seguida .
· 5. La falta o la mengua del carácter de la conciencia
-del- yo que hemos aislado corno impresión de plenitud pre-
-sente ' vivida da origen 'ª la despersonalización y desórdenes
-afines , La despersonalización es un estado ·en que el sujeto
·tiene conciencia de su vida anímica como si no fuera propia
-sin ser ·a.i ena, indiferente, vacía de realidad. Los datos d·e la
-experíencia -del mundo exterior, del propio cuerpo y del
propio ser anímico- más que aprehendidos o vividos· en su
plenitud· existencial, son registrados pasivamente, -sin reper-
-cusión sobre el yo. Más aún, el sujeto en lugar del sentimíén-
lo 'particular de la· potencialidad· y actualidad del yo y de su
.relaoión inmediata con el propio cuerpo y con. el mundo, tie-
Conciencia del yo

ne, más o menos definido, el sentimiento de extrañeza de va-


cancia, de desconexión correspondiente a estas tres esferas .
Según esto, debe considerarse tres aspectos, no siempre co-
rrelativos, en los estados de despersonalización: el autopsí-
quíco, el somatopsíquico (o "despersonalización", de Mayer-
Gross) . Conviene agregar una nota complementaria de la
despersonalización: el afán que tiene el sujeto de auto - ob-
servarse. A continuación .reproducímos literalmente la infor-
mación de un psicasténico con alguna cultura. "El síntoma
más notable es que mi vista no se dirige hacia el mundo ex-
terior sino hacia el mundo interior. Parece que estuviese
mirando imágenes e ideas y no las cosas que me rodean. Por
.más esfuerzo que haga para salir de ese estado subjetivo, la
impresión rápida e inconexa de las ideas me domina en for-
.ma que no puedo percibir lo objetivo: No tengo conciencia
.de la realidad, ni que estoy en forma corpórea entre las co-
-sas. No puedo distinguir fas características físicas de las per-
sonas con quienes hablo. La conversación de una persona
me parece que no saliese de su boca, sino que cayese del es-
pacio a mi oído. No puedo fijar absolutamente ni una frase,
ni una idea que oigo hablar, por mucho esfuerzo que haga.
Hablen e11 'mi favor o en contra, no hay idea que se grabe en
mi memoria. A veces por las calles paso ·2n clarobscuro,
viendo a personas que tienen cierta envoltura gris; cuando
fijo la mirada en sus vestidos, veo como si mirase a través
de lentes de diferentes colores. Por las noches sueño diver-
sas cosas, y me parece que he dormido toda la noche; al des-
pertarme siento que mi cerebro está ardiendo; cuando me fijo
en el reloj, veo que apenas ha transcurrido una o dos horas,
y el resto paso en vigilia y amanezco con decaimiento físico ;-
Otras veces, insensiblemente, se me tapan los oídos, y no per-
cibo en ese momento ni el menor ruido; cuando se abren sú-
'bítarnente, me encuentro entre bullas y ruidos. No oigo el so-
nido de mi· voz, y la voz de las personas que hablan oigo to-
mo si hablaran por lo bajo ... Al regresar a la ciudad veo.
sólo la. forma· de las personas, los -vehículos "Y las cosas que
'pasan como películas profiriendo sonidos inarticulados. Otras
-Vecestengo deseos' de hacer alguna- cosa .que .las personas que
212 Honorio Delgado

me rodean quisieran que haga o diga. Parece que no pienso


ni tengo recuerdos por mí mismos, ni tengo ninguna idea ma-
la o buena; que surja de mí mismo. Casi siempre estoy _,como
·si no tuviera corazón; percibo múltiples ideas y no las expre-
so con las mismas palabras con que las pienso; cuando hablo
pierdo la conexión de las ideas y me olvido de expresar lo
que quería decir".
Otro paciente, también psicasténico, ti-ene crisis de des­
personalizá.ción .. Nos dice que continuamente y desde niño
piensa en sí mismo. A partir de los 9 años, de tarde en tarde
experimenta por momentos (media hora más o menos) un
estado de "alejamiento de la realidad". "Algo extraño -di-
ce-, como si perdiera la noción de mí mismo, con angustia".
Después de la pubertad las crisis se hacen más frecuentes por
temporadas y se acompañan de un modo muy penoso: "un
sentimiento de que estuviese perdido y sin ayuda posible".
Por último, "el alejamiento de la realidad" es un estado casi
continuo aunque vago, no sin exacerbaciones, en que el suje-
to siente "como si fuera a perder la razón, como si se operase
una transformación". En esos casos su atención s·e concentra
en su interior, pero si s·e dirige a la realidad, a otras personas,
éstas se le aparecen vagamente, aunque conserva la concíen-
cia de que son las mismas que conoce. En este caso el com-
ponente somatopsíquico no se muestra claramente a la au-
to . c~)s·ervación.
En otro enfermo, melancólico con el síndrome de Cotard
(ideas delusivas de negación y nihilistas) encontramos mani-
festaciones tanto de despersonalización cuanto de inexisten-
cia personal, íntimamente unidas, como lo demuestran los .
fragmentos siguientes: "Yo no existo. (Se le dij o que si no·
existe, cómo puede hablar). Hablo porque Dios es muy gran-
de. : . Estoy destruido, yo no tengo cuerpo, yo •estoymuerto" -
"¡Es un misterio! Ya no hay sol, ya no hay estrellas. Todo·
está obscuro. Todo es una sombra . El mundo se acabó. To-
dos están muertos, nadie existe ... '" Un <lía dije al japonés
que me afeitaba: "¿Cómo me afeitas cuando estás muerto? ...
(Apretando el brazo del médico que trata de convencerle de
la realidad fehaciente de su cuerpo). "No tiene cuerpo. t Qué
Conciencia del yo 213

maravilloso! Esto no es cuerpo. Los cuerpos han desapareci-


do". - "El mundo no existe, yo no existo, yo no tengo cuerpo,
todo s•e ha acabado, no existe nadie ni nada". A parte de la
forma corriente de desrealización -que nuestro paciente com-
pendia muy bien en la frase citada: "todo es una sombra" -
asume también otra muy particular en relación con el acto
de percibir. Además de que todo le resulta más pálido, más
pequeño, más pobre que antes. de enfermar, cree percibir que
los objetos se deshacen, desaparecen. "Aquí había bonitos
cuadros -afirma el ·enfermo-. Había cosas mejores. Eran
los mismos cuadros, pero ahora se han achicado ... (Palpa un
billete) . Este billete se ha achicado un poco. ·Antes ... el pa-
pel era mejor, las firmas y las letras eran más claras, los co-
lores eran mucho más vivos, la cabeza de la figura era bien
marcada. (Palpa una moneda de plata). Esto era más grue-
so, el relieve más marcado ... ·Al ver un avión que daba vuel-
tas a pequeña altura he notado claramente que se achicaba
poco a poco. Primero se presentó grande, y lentamente se
convirtió en un juguete ... Estando en el balcón <le mi casa y
viendo revoletear en alto algunos gallinazos, ví que se desha-
cían en el aire ... Los cigarrillos se evaporan de mi mano y
desaparecen de mi bolsillo ... Estando en mis manos se han
desaparecido, como por encanto, unos plátanos, mirándolos
yo". Este tránsito de las cosas del ser al no ser podría inter-
pretarse como una modalidad de la experiencia del vacío,
que von Gebsattel considera inherente a la despersonalización,
señaladamente de los melancólicos. "El despersonalizado -
dice von Gebsattel- realiza la forma vacía del ·existir, es
consciente de ello tanto como estado de vacío cuanto como
vacío objetivo. . . El vacío como estado propio y como mane-
ra de manifestarse el mundo, sólo puede presentarse porque
el vacío •en general, ·es posible. . . El vacío no se deja actua-
. lizar de otro modo que transfiriéndose a todos los temas· po-
sibles del ser, y ahí donde se cumple más. o menos claramen-
te. Esto es: aparece corno desrealización del mundo en todas
sus dimensiones y como despersonalización en todos los sen-
tidos de la palabra". Volvi·endo a nuestro enfermo, la cede-
pendencia de yo y mundo, de lo autopsíquico y lo alopsíqui-
214 Honorio Delgado,

co, se compendia en estas expresiones suyas, cargadas de pa­


thos: "¿Cómo es posible que yo represente a todo el mundo?'
Mira que el mundo está destruido ... [Yo he muerto al mun-
do!".
Los fenómenos de despersonalízación.. cuya frecuencia
variedad es hoy evidente, Haug los clasifica de la manera si-
guiente: 1.9. según el curso: a) crisis (en la epilepsia, las
perturbaciones circulatorias del cerebro, ocasionalmente en
esquizofrénicos e individuos normales), b) estados y períodos
(en la gran mayoría de casos) ; 49 según el contenido: a) au-
. topsíquica, b) soma topsíquica, e) ala psíquica; 3" según al cua-
. lidad: agradable o desagradable (es mucho más frecuente la
· última) : 49 según la intensidad: la exp-eriencia clásica de des-
personalización y las rnaníf estaciones afines, con todas las.
transiciones hasta el límite de la normal candencia del yo;
5Q según la dependencia respecto de las enfermedades que la
· condicionan: a) orgánica o por deterioro ( enfermedades ce-
. rebrales y ciertas psicosis), b) funcional, a causa de un esta-
do anímico excepcional, transitorio y reversible (por ejemplo,
conmoción cerebral, neurastenia, psícastenia, intoxicaciones,
_ 'psicosis maníaco - depresiva, epilepsia, histeria y en los suj e-
. tos normales) .
6. El sentimiento de constancia potencial, por el que ca-
da cual se siente en sí la misma personalidad que fué, puede
ser sustituído por el de transjoruiacioti de la personalidad.
Esto ocurre tanto en condiciones normales cuanto en estados
mórbidos. Caso típico de lo primero es el cambio que se ope,
ra en la pubertad -comparable al corporal, aunque no siem-
pre paralelo ni correlativo-, ora como reorganización lenta,
ora como eclosión crítica. El joven se siente distinto, no es
más el que fué: nuevos sentimientos, nuevos valores, nuevas
perspectivas, nuevas actitudes y posibilidades anímicas nacen
·.nacer una estructura personal desconocida, de la cual torna
conciencia el sujeto. Algo semejante ocurre, aunque menos
marcado, en otras etapas de la vida, no siendo raro que <h
ello no tenga conciencia el sujeto y que su conducta -al me
nos en parte- persevere en consonancia con el modo de sei
personal pasado y en discordancia, por ende, con el actual.
Conciencia del yo 215

En las enfermedades mentales se presentan, dos clases de sen-


timiento de transformación personal: una relacionada direc-
tamente con los cambios efectivos de la personalidad, otra
dependiente de una alteración formal de la conciencia del yo.
~<? En el primer caso tenemos los frecuentes cambios que

preceden a la· iniciación y acompañan la curación de la psi-


cosis,- así como a las viscisitudes de la evolución de la enf er-
m·2dad misma. Cosa análoga ocurre en la evolución de las.
neurosis, pudiendo observarse, sobre todo en el curso del tra-
tamiento. psicoanalítico, cambios esenciales en el modo de ser
del paciente con la toma de conciencia correspondiente. Al-
guos pacientes viven la mutación como un verdadero renaci-.
miento o como una métarnorfosís .
2. La alteración formal de la conciencia del yo como-
pérdida de Ia constancia potencial de la personalidad se pre-
senta particularmente en los esquizofrénicos: el enfermo no-
sólo cree tener otra personalidad sino que la vida anterior a-
la psicosis ha sido vivida por otro. Jaspers cita la declara-
ción siguiente de un esquizofrénico observado por Schwab:
Relatando mi historia tengo conciencia de que no ha sido una
parte de mi yo actual' qui-en ha vivido todo eso. Hasta el 23-
de Diciembre de ·1901 no puedo designarme con el yo de hoy.
El yo pasado me parece ahora como un pequeño enano que-
está en mí. Resulta desagradable para mi sensibilidad y mor-
tifican para mi sentimiento de existencia servirme de la pri-
mera persona al describir tales acontecimientos anteriores.
Puedo hacerlo empleando contrarrepresentaciones y teniendo·
conciencia de que el "enano" reinaba hasta el día menciona-
do, y que desde entonces ha cesado de jugar su papel".
Podernos agregar un ejemplo más, en que tiene lugar
tanto el cambio material de la personalidad cuanto •21 formal
de la conciencia: del yo. Se trata de un paciente en el curso-
de la cura de su proceso esquizofrénico con altas dosis de In-
- sulina . Describe su estado actual en los siguientes términos:
- "Estoy cambiado, apagado, completamente anulado, en unas
transformaciones que conmueven el corazón y hacen sufrir-
horriblemente. Yo soy joven y me siento decaído, viejo y sin-
fuerzas; ·estoy sometido a un tratamiento inexplicable, con
216 Honorio Delgado

sensaciones raras que no comprendo". Estas sensaciones pa-


rece como que sirvieran de esquema o concausa al transtor-
no de la conciencia del yo que trata de significar a continua-
ción : "Yo he sido un hombre bueno y de camaradería, nunca
he sido perjudicial, mi carácter era alegre, cariñoso y abier-
to para todos. Ahora me siento alterado, como si no fuera yo.
Quieren hacerme peligroso, intratable y antipático. Yo no he
sido tan obscuro, he sido claro y de sentimientos caballero-
sos. Ahora me han. rebaj ado a la categoría de un negro
cualquiera. Eso que han hecho conmigo es muy fatal, pues
ya no puedo ser lo que he sido. Los deseos están apagados,
como si estuviesen amarrados por algo que no comprendo.
Hasta Ias ilusiones me las· han desviado. Yo no quiero ser
perverso, Esto debe terminar ya. Yo siempre he querido ser
útil a los míos y a todos los que han necesitado de mis servi-
dos. Ya no quieren que boxee (es boxeador profesional) y
pretenden ponerme sin fuerzas, para no poder ganarme la
vida como yo quiero. Me hacen comportarme como yo mis-
mo rechazo. Siempre me han gustado los buenos tratos, la
educación y ahora me hacen portarme como un rústico cual-
quiera. Yo nunca he sido de ponerle la mano a nadie y, mi-
re usted, el otro día pegué a un pobre enfermo, que apenas
rne había mirado. No pude contenerme y, casi sin darme
cuenta, lo golpeé. Después tuve remordimíentos y cólera con-
tra mí porque ya no soy hombre que s·e domina. Aunque yo
sé dominarme, lo que pasa ahora es algo raro: narece rrue
no estoy en mí; parece que fuera un títere movido por pitas
que me hacen actuar - precisamente en las cosas que detes-
to ... Aplican a las cosas un tratamiento para hacerme peli-
groso, :~uapo. i.,

7. Los estados en que falta el sentimiento de actividad


propia se caracterizan porque la vida subjetiva fluye como si
uno mismo no obrara en tanto que agente. La experiencia
transcurre como acontecer automático, pero sin sentimiento
de ilusión, de irrealidad o lejanía (según ocurre en la des -
personalización) . Tales estados de sentimiento de inactividad
del yo son relativamente frecuentes en el hombre normal: en
el estado de distracción, en algunos sueños diurnos.y de dar-
Conciencia del yo 217

mido. En condiciones patológicas acompaña diversas pertur-


baciones de la conciencia en general y otras anormalidades
de la conciencia del yo, señaladamente las relativas a la de
autonomía. Esta última asociación ­pérdida del sentimiento
de actividad propia y pérdida de la conciencia de autonomía­
se realiza en la parálisis el yo, en la posesión y en otros esta-
dos semejantes.
19 Como hemos visto (párrafo 39), es característico de la
esquizofrenia el desorden que consiste en que el sujeto no
tienen conciencia de los límit·es de su mundo interior. A esto
.se agrega una relaj ación del contenido de la conciencia en el
sentido de que lo experimentado se desliga deJ yo, sobre to-
-do las imágenes y el pensamiento, al punto que se da un ver-
dadero desapropiamiento o enajenación de las ideas {pensa-
mientos hechos, substracción y publicación del pensamiento) :
el yo pierde la soberanía de su propio reino -tal es lo que
los psiquiatras franceses llaman "automatismo mórbido'" y
"'desposesión'' y que, como anormalidad de la conciencia que
estudiamos, Grühle designa como parálisis del yo. Esta pue-
te tener como nota dominante la falta de sentimiento de la
actividad propia- ·entonces los enfermos hablan de sus sín-
tomas en forma impersonal: "se me vino a la mente", .. se
presentó el recuerdo", "se me escapó la idea", etc. Pero lo
-corriente es que predomine el carácter de pérdida de auto.
nomía con la convicción de una influencia extraña, que go-
bierna la actividad mental, donde ha desaparecido el albe-
drío. El enfermo en este caso tiene la certeza de que ciertas
experiencias .-casi siempre se trata de pensamientos- no le
pertenecen y le son impuestas a su pesar, y las interpreta
con ideas delusivas: generalmente se trata de enemigos que
lo persiguen, lo debilitan, lo martirizan con encarnizamiento,
-etc, A menudo concibe un aparato de influencia y tortura.
Menos frecuente, el sujeto se cree favorecido, protegido, guía-
do por seres .adíctos . Por otra parte, el enfermo diferencia
claramente los pensamientos propios de los impuestos, aun-
<JUe ambos puedan presentarse simultáneamente o casi si-
multáneamente. Por último, tales esquizofrénicos están con-
vencidos de que ellos no son los únicos que experimentan se-
218 Honorio Delgado

mej antes influencias: determinadas personas, colectividades


o todo el mundo está en el secreto.
A continuación reproducimos el diálogo con una. pacien-
te, cuya parálisis del yo se manifiesta cou abundancia de alu-
cinaciones e ideas delusivas: "No me dejan hablar, hablan
otros por mí ·en la boca, me fastidian mucho, no me dejan to-
rnar ni agua, veo sombras en mi delante y cuando las miro
hablo sin que yo hable y esas sombras me entran por la boca
y me sacuden la lengua, cuando tosen me entra la saliva de
otras' bocas. Esas sombras me siguen hasta en la cama con
. las bocas abiertas, y cuando abro la boca se me llena com-
pletamente de aire. Hablan todo por mi. sin quo yo hable, y
· miran otros por mí sin que yo mire, comen por mí sin que yo
coma, cantan en mi cabeza sin que yo cante; cuando como,
. tosen dentro de mi boca, me entra viento y las sombras me
ven los labios y siento el olor del cristiano, de una boca he-
dionda. En la noche me ·entran las palabras al estómago y
·hablan dentro de mí, me entran bultos y siento que me sale
lo que hablan de mis ojos, de mi nariz, de mis orejas". -
¿Son voces humanas?- "Sí, señor, hablan así como estarnos
hablando". -¿Son voces conocidas para Ud.?- "Son cono-
cidas y no conocidas, son voces de hombres y mujeres, oigo·
que me hablan de mis hermanos, me dicen que han muerto a
mi hermano. Esas voc·es que hablan dentro de mí están pe-
leando conmigo, pero se me pierden las palabras y no me a-
cuerdo. Cuando me hablan adentro me duele el estómago'.
Veo ·en las sombras caras conocidas, pero no en personas sino
en sombras. Estas sombras que veo me entran por la boca y
me duele desde la boca hasta el vientre y siento una cosa re-
donda que pasa por mi garganta. Yo me veo abierta desde
la cabeza hasta los pies; me veo como partida y siento dolor
y frío en mi interior ... Hablan dentro de mí otras personas;
cuando quiero decir algo y voy a hablar, rne doy con que mi
boca ya está hablando lo que iba a decir: se me adelantan
las palabras. Las sombras me aprietan la lengua, se me me-
ten por arriba y por abajo, me sujetan cuando quiero ha-
blar. Toda mi familia ha muerto de experimentaciones de
hechizos. Mi padre tenía animales en la barriga, que no le
Conciencia del yo 219

dejaban caminar; mi madre toda la vida gritaha porque


también se le metían dentro de ella. Las sombras me dicen
que no debo comer, que me van a envenenar, que siempre
me hechizan; por esta razón a veces cuando quiero hablar
no puedo porque se me paraliza la lengua, siento como si al-
guien me hablara".
Otro esquizofrénico muestra la parálisis del yo de la ma-
nera cabal y pura. Fuera de los síntomas' que corresponden
a esta anormalidad, el sujeto no presenta ningún desorden.
En nuestro servicio ha pasado varias semanas como si fuera
persona normal. Sus confidencias con nuestro asistente nos
permitieron conocer detalladamente su disimulada morbosi-
dad. Se trata de un sujeto de carácter tímido y sensitivo en
las relaciones sociales. "Me asaltaban escrúpulos -declara-
al mirar de frente a las personas. Cuando iba a visitar a mi
hermano casado, tenía miedo de mirar a su esposa, creyendo
que al hacerlo se pudiera interpretar que abrigaba propósitos
amorosos respecto de ella y, como consecuencia, resentir a
mi hermano. Además, tenía miedo de mirar de frente a otras
personas, pues sospechaba que en mis ojos podrían notar al-
go anormal de mi mente". En el extranjero, trabajando co-
mo aprendiz en una fábrica, cree notar que los obreros se
ocupan mal de. él. Se queja al jefe y, arrepentido de haberlo
hecho, abandona la ocupación y emprende inmediatamente
viaje al Perú, sin haber aprendido la labor que motivó la ex-
patriación. De regreso, evita· mostrarse en público por el te-
mor del contacto penoso con las gentes. Después de algunas
vicisitudes, se reune con su esposa -de situación social muy
inferior a la-suya- y en un viaje intenta suicidarse. Más tar-
de se entrega a excesos alcohólicos y realiza actos insensatos
que lo ponen en contacto con la policía. El padre, conside-
rando el desequilibrio del sujeto como debido al alcoholismo,
opta por internarlo. El elemento patoplástico de la perturba-
ción actual ti-enesu antecedente en una experiencia de la pu-
bertad: "Hace 19 años, más o menos -refiere el pacienbe->,
pasó por mi casa, en viaje a M-, un pariente mío muy afi-
cionado al hipnotismo ... Una noche, estando de visita en ca-
sa, realizó algunos juegos de salón muy divertidos y pruebas
220 H onorio Delqado

de hipnotismo, como Ja de dejar a un sirviente con la mano


pegada a la pared. A instancias de mi madre, yo me presté
a ser hipnotizado, pero no pudo nevarse a efecto la operación,
pues interiormente yo no tenía deseo de cumplir las órde-
nes que me impartía mi pariente, fracasando el intento. Años
después, en 1934,una noche presentí la presencia de mi pa-
riente, que había regresado. Sentí una extraña sensación, al-
go raro pasaba por mi cerebro. Creí que iba a morir. Me le-
vanté y salí al jardín, echándome en el césped para esperar
la muerte. Desde ese momento tuve la convicción de que ha-
bía iniciado un contacto mental con mi pariente. Por las no-
ches sentía como golpecitos en los nervios de mi frente, como
si vibraran. Cada una de estas vibraciones referidas a un
nervio de mi frente correspondía a una vocal. Poco a poco
noté que podía comunicarme en esta forma con él. Actual-
mente, puedo mantener una conversación con mi pariente
con·este sistema de transmisión del pensamiento. De este mo-
do me fuí dando cuenta que mi pariente intervenía con su
poder hipnótico con el fin de curarme de mi mal. . . e inicié
un tratamiento que creía más conveniente y que consistió en
fumar más de lo que bahía acostumbrado y tomar licor; en
esta forma creía que iba a reaccionar mi organismo". - ¿En
qué forma le ordenaba su pariente que efectuara este trata . .
miento? ¿Directamente?- "Directamente, no. Yo interpreta-
ba lo que él quería decirme. Por ejemplo, cuando veía a un
compañero de oficina que iba a tomar una copa, eso signifi-
caba para mí el deseo de mi pariente de que yo efectuara ac-
to semejante. . . Mi mente perdía poco a poco su fuerza, la
que simultáneamente era reemplazada por el poder mental
de mi pariente". ¿Quiso usted suicidarse en otra oportunidad
mientras viajaban en un buque? -"Sí, sentí esa vez como un
sudor frío por todo el cuerpo y la necesidad imperiosa de qui- ·
tarme la vida. Fuí donde el médico de abordo, el que me di-
j o unas cuantas palabras y me dió tres cápsulas que tomé".
·-¿Sentía usted que su pariente le ordenara que se suicidase?
-"Cuando intenté suicidarme por segunda vez y me dirigí a
un barranco.·. . sentí claramente la respiración de mi parien-
. te, una respiración que denotaba un gran esfuerzo ·que él rea-
Conciencia del yo 221

Iizaba en esos momentos. . . Luego fui a M ... , estuve senta-


do en una banca con unos amigos y noté nuevos ánimos para
quitarme la vida. Me dirigí al malecón. Después no recuer-
do nada, sino que me daban unos puntos en la mano, en una
clínica. . . Lo que esa persona hace. por mí es conocido pú-
blicamente. , Es del conocimiento público el que un hombre
pueda sostenerle la vida a otro. Me hace suponer que él ha-
bla a través de mí. El tiene el control de mi cerebro. Para
mí es un misterio, pero yo sé que a él le oyen a través- de mí,
pero yo no puedo oírlo a él. No conversa íntimamente conmi-
go porque no quiere desilusionarme". -;_,Cómo se comunica
con usted ?-'·'Yo creo que es por el oído. El oído recibe el so-
nido y lo transmite al cerebro. El oído funciona al revés, ha-
ce el efecto de un altoparlante. El pensamiento de él se intro-
duce por medio de palabras a través del oído y sale a otras
personas sin que yo lo oiga ... El gesto de una persona me ha
dado a comprender como si él estuviera hablando. Puedo re-
chazar las ideas que me transmite, pero las acepto porque son
bien para mí".-¿ Algunas veces le daba órdenes directamen-
te-''Sí, en algunos casos hablaba directamente. Me parece que
no, no recuerdo bien. Me ha dicho solamente "no fumes". Lo
veo en forma de pensamiento, en forma de voz. Nunca he oído
la voz de él. En forma de palabra es como lo oigo siempre, pe-
ro lo que yo hago es su pensamiento. He hecho cosas que no
son mías, él me mueve. De tal modo él controla mi organismo
que a ratos yo he hecho pruebas como la siguiente: he ido a
un barranco y me ha arrojado a él, y a, pesar de estar en una
postura en que inévitablemente debería ir al abismo, he per-
manecido en pie porque él me sostenía. Hemos seguido mu-
chos tratamientos: el alcohol y el tabaco para desexcitar los
nervios. Hasta cuando me sentía mal he sido feliz. En ·el barco
hubo días en que estuve mal mentalmente. Veía turbias las
cosas. El contenía la locura. Estos mom·entos eran cortos, no
sé si porque sus fuerzas estaban exhaustas".-¿ Cómo explica
el intento de cortarse las venas ?-"El estaba muy agotado y
no podía sostenerme y me dió a comprender por Intermedio de
las personas que me instara a buscarme yo mismo una solu-
ción ... En T ... había un hombre que echaba tomates malogra-
222 H onorio Delgado

dos al mar y por eso intuí, reflexioné que yo debía terminar


con mi existencia. Eso era una invitación. Preferí antes de ser
loco una muerte honrosa y decente, porque mi defensor esta-
ba agotado .. , De regreso a Lima, en el "Órbita" iniciamos el
tratamiento por medio del cigarro: tragando humo por naríz y
boca. El piensa que lo yo puedo creer es mi propio pensamien.
to. Con esta tratamiento de tragar humo lo efectuaba hasta
que yenía el vértigo. Era atroz. Sin embargo, comencé a ob-
tener la nerviatura de la vista, pues, todos mis nervios habían
quedado paralizados. No obedecían a mi voluntad, pero él po-
día manejar los y sólo a algunos cuantos que quedaban, los de
más importancia, Esta parálisis duró como seis meses: él me
dejaba como a un autómata ... Mientras trabajaba me puse a
hacer una crítica del personal mentalmente pero con la sen-
sación de que todos oían lo que yo pensaba. Mi pensamiento
era expresado por sonrisas, gestos (de los demás). He pensado
mucho sobre este asunto: yo repetía lo que él pensaba; al prin-
cipio no me explicaba, después vine a darme cuenta de que la
palabra d·e él salía por el oído y la oían los demás .era como una
caja de resonancia. Después que estuve mal en el vapor y que
comencé a sentir la mejoría, noté que parte de mis nervios:
los que estaban excitados, se habían encogido y luego se fue-
ron desencogiendo y que él, poco a poco, se ha apoderado de
mí y que el moviliza mi cuerpo completamente, como si una·
persona se introdujera en mi ser y tomara posesión. No estoy
bien seguro si puedo realizar movimientos; creo que sólo ten-
go de sensación de que muevo, pero mi estado es malo. Yo ha-
go cc>,sas que no las he pensado. Lo que yo hago es hecho pcr
él, solamente recibo la sensación de que lo que se realiza son
movimientos voluntarios. Tenía la sensación de tener dentro de
mí otro yo que se apoderaba de mí. Yo he tratado de desasirme
fumando cigarrillos y tragando humo y d-e ese modo tenía la
sensación de que él dejaba. El me movía sin mi voluntad, c_o-
mo a un animal; si pensaba o actuaba era por él, sin él yo ·~ra
una cosa informe, como una malagua que es movida por las
olas- Estoy convencido de que todo lo que me ha pasado, lo
creo cierto, lo he constatado quemando los nervios de mi nariz.
Me he quemado los nervios de mi nariz para desexcitarme".
Conciencia del yo 223
~:· La posesión, considerada por Gruhle como la varíedao
histérica de la parálisis del yo, se asemeja en muchos puntos
a la anormalidad esquizofrénica antes descrita, pero hay tan-
ta diferencia entre una y otra, como la hay entre la incon-
gruencia esquizofrénica y la motivación histérica. En la pose-
sión el yo normal se retira en cierto modo para dejar lugar
al invasor. Un espíritu diferente y vigoroso toma posesión de
la actividad anímica del sujeto y gobierna el organismo, sin
que el yo puedahacer más que presenciar y sufrir µasivam.cn-
te la intromisión. El yo carece de toda actividad, salvo la del
espectador impotente; los impulsos reinantes y los movimien-
tos de su cuerpo no le pertenecen. Las manifestaciones del po-
seído tienen un sentido, el correspondiente a la entidad pará-
sita. La índole de ésta varía con las épocas y con la cultura del
sujeto: son demonios, dioses, almas de hombres muertos o de
los vivos. La cre·encia y la superstición juegan un papel capi-
tal: el civilizado moderno ya no cree en brujas, como en síg-
glos pasados, pero acepta las ideas de los espiritistas y esta
dispuesto-a veces sólo subconscientemente -a servir de me­
dium para transmitir mensajes de ultratumba en exhibiciones
espectaculares. Es muy discutible que en la posesión se reali-
ce una verdadera división de la personalidad: lo que ocurre es
que en ésto· como en lo demás, se autosugestiona el histérico.
La posesión tiene dos formas en lo que respecta al estado <loe
la conciencia general-la sonambúlica y la lúcida-y origen de
de dos clases: espontáneo y provocado. En la obra de Oeste-
rreich que' citamos en Ia bibliografía hallará el lector una
casuística abundante que abarca desde los pueblos primitivos
hasta el movimiento espiritista de nuestro siglo. El modo de
producción del fenómeno es el característico de los síntomas
histéricos.
3". En la práctica la histeria ofrece hoy una sintomatolo-
gía mucho menos teatral que hac·e veinte años, En especial la
posesión, salvo el caso de los mediums y de gentes de menta-
lidad poco diferenciada, ti-ene caracteres rudimentarios y de
ordinario forma parte de cuadros complicados con otros ele-
mentos o es sustituída por anormalidades que sólo tienen un
parecido más o menos lejano con la forma clásica. A continua-
224 H onorio Delgado

ción presentamos dos •cj emplos de estados semejantes a la po-


sesión. El primero es el caso de una histérica, en cuya mente
aparece "una harpía", de aspecto horible, desgreñada, gesti-
culante y expresando maldad. Esta imagen, que no es alucina-
toria sino meramente fantástica, aparece y persiste mientras
dominan a la enferma tendencias censurables: odio, rencor,
a.f án de crítica y detracción de los demás, deseos de venganza,
de libertinaje, irreligiosidad, etc. En las crisis más fuertes, la
harpía se presenta como un ser demoníaco que rompe, destru-
ye y arroja con violencia todos los objetos que la paciente tie-
ne a la vista. En una de estas crisis la enferma resuelve suici-
darse y arregla su persona dominada por el deseo-siempre
presente, por lo demás,-de no tener el menor parecido con la
harpía ni después de la muerte. En el estado de ánimo más
tranquilo ingiere el veneno (una cantidad considerable de di-
versos narcóticos) y se dispone, satisfecha, a terminar su pe-
noso vivir. Fuertes vómitos ·eliminan la pócima. Desde este ins-
tante no se vuelve a presentar la imagen repulsiva y retornan·
los buenos sentimientos aunque no de manera constante. De
inmediato la enferma se siente otra, con un vacío satisfactorio,
"como si una serpiente, arrojada ya, hubiera dejado ese espa-
cio en el alma, feliz de sentirse libre y buena". Más tarde, aun-
que reaparecen episódicamente los malos impulsos, no se pre-
senta ya la imagen que antes los acompañara. Avanzando la
cura psicoterápica, la enferma suele ver en sueños, de tarde
en tarde, una imagen de belleza y serenidad sobrenaturales,
que le sonríe de manera dulce y pura; no puede decir de qué
sexo es, aunqus en una ocasión le parece el Corazón de Jesús.
En otro caso, en que el sentimiento de actividad propia y
la conciencia de autonomía se hallan muy reducidos, tiene pa-
recido con la posesión provocada voluntariamente. Se trata de
de un joven de temperamento algo nervioso, inteligente, culto
y con apreciable capacidad para la introspección. He aquí su
informe: "Es un estado psicológico especial, producido espon-
tánea o voluntariamente, en el que uno deja de ser uno y se
siente otro. Podría pensarse si reste sentirse otro-que no es si
no un sentirse, porque bien sabe mio €n el fondo que uno es
uno mismo (no pierdo la memoria de la propia historia en nin-
Conciencia del yo 225·

gún momento, aunque toda mi continuidad experiencial an-


terior aparezca como desligada de mi actual estado existen-
cial, sobre todo por lo que se refiere a sentimientos y volun-
tad)-podría pensarse si este sentirse otro, digo, corresponde·
al otro y que haya, por tanto, un verdadero unimismizamiento,.
o si lo que del otro sentimos, es decir, la nueva personalidad
que adquirimos es debida a una mera idea subj etiva de la per-
sonalidad del otro. En otras palabras, el estado psicológico ad-
quirido es del otro es el que le suponemos. Producido el uni-
rnismizamiento, el alma se llena de sentimientos desacostum-
brados, que son precisamente los que ella supone haber en
la otra alma (o que hay en realidad) y estos sentimientos tien-
den a sus respectivas exteriorizacíones. Las personas con quie-
nes me ha pasado esto son muchas, de todas clas·es sociales y
culturales, morales e inmorales, aunque generalmente más con
personas bien que con gente ruin. (Muchas veces que cometían
acciones indignas me he imaginado de repugnante aspecto Ií-
sico). A veces me confundía también con personalidades pro-
ducto de mi propia imaginación. Las actitudes todas corres-
ponden a las que asumiría la otra alma. Las relaciones entre
las diversas personas y yo son las correspondientes a las de esas
personas, más esa alma que ahora obra en mí. Sin embargo,
todas las expresiones afloran de mí con tanta fineza que nadir-
rn.alicia lo que me pasa. Entre los innumerables ejemplos que
podría presentar para explicar bien esto sólo voy a tomar- uno,
He sido un ferviente admirador de María Guerrero, en su arte
dramático. En una ocasión en que tuve que hacer una defensa
verbal, el concurso de público y la maj estad del recinto hizo
que se transformase por completo mi actitud y adquiriese un
deseo vehemente de representar una comedia con la misma
perfección y arte que hubiera logrado la Guerrero. ¡Yo era el
acusado que iba a demostrar mi inocencia <-l. unos jueces cul-
pables a quienes les tenía que arrojar en cara toda la verdad r
Al oír que me llamaban, dije a un amigo: ¡Voy a representar!
Al estar frente al jurado me sentía un actor de la Compañía
Guerrero, que representaba como la maravillosa M. Guerrero,
y de este feliz unimismizamiento resultó la brillante forma de·
mi alegato, que fué •2xt.·aordinariomente comentado. Algunas.
226 H onorio Delgado­

veces no me es posible producir estos estados por más quo lo


pretenda. Algunas veces los sentimientos y voliciones-que ·es
precisamente lo que adquiero-de otra persona, no entran to-
talmente en mí, sino en intensidad leve y así se fusionan con
los propiamente míos en un todo unitario".
89• La pérdida de la unidad del yo se presenta como ex-
periencia de desdoblamiento o escisión de la personalidad. No
se trata en este caso de mera discordancia intestina, ni de sim-
ple sentimiento de dualidad, ni de personajes interiores pura-
mente imaginaos por el sujeto, como· ocurre a menudo en his-
téricos corrientes y en peicasténicos.'Son dos organizaciones que
coexisten sin armonía ni correlación posible. Cada una de las
personalidades ti-ene una historia, una actuación y un mundo
de pensamientos que incluso puede desconocer el otro. Este do-
ble yo ·es, sin embargo, vivido por el propio sujeto, verdadera
división subjetiva. El paciente tiene conciencia de ser uno v
doble simultáneamente: esto justifica ·el nombre de "persona-
Iidades coconscietiies" (Morton Prince): Distinguimos tres cla-
ses de síndromes relacionados con la pérdida de la unidad del
yo; lP. verdadera experiencia de desdoblamiento del yo (psi-
cógena) ;_2'). episodios de desdoblamiento con autoscopia; y 39•
disociaciones y disgregaciones complicadas con ideas delusi-
vas y otros componentes.
1Q. Una verdadera experiencia de desdoblamiento del 'yo,
corno proceso que s·!.; elabora en el curso de la vida del sujeto,
con organizaciones psicogenética de personalidades cocons­
cientes, nos lo ofrece el caso "B. C. A.". estudiado por Morton
Prince. Lo resumímos a continuación. Se trata <le una mujer,
cuya vida se puede dividir en cinco ¡wr1n<in'3. El primero, de
catorce años de duración, se inicia cor ·el matrimonio. Hasta
entonces C. ha sido normal. Con el matrimonio sobreviene un
conflicto entre las tendencias morales (sistema A.) y un deseo
de libertad con rechazo de las obligaciones impuestas por el
estado conyugal (sistema B.) Al principio esta propensión es
reprimida, pero después s·e hace consciente de manera episó-
dica. C. vive relativamente feliz y tiene un hijo. Enfermo el
esposo con un mal incurable, C. lo asiste con abnegación. En-
tonces se acentúa el conflicto intestino, iniciándose el segundo
Conciencia del yo 227

período. Muere el esposo y C. parece que encuentra una per-


sona, X, a quien dedica su ternura y su obediencia, no sin que
persista acentuado el conflicto. Durante el tiempo transcurri-
do del segundo período-cinco años-la salud de C. ha desme
j orado: tristeza y angustia la dominan, así como vergüenza
de sí frente a los impulsos de rebelión propios de B. que re-
chaza. C. comienza a tener "un sentimiento d·e ser doble" y su
propia vida se disocia, predominando episódicamente las ten-
dencias B. con estados de ánimo alegre despreocupado, 'exal-
tado, si se renovara la juventud. Un año después de la muerte
del esposo comienza el tercer período de la vida de C. por cau-
sa de X. que vulnera agudamente su vida afectiva. Desde ese
momento el complejo B. se independiza y hace francamente
preponderante durante un mes, sin conflicto: la viuda seria
se ha convertido en una viuda alegre e irresponsable, Cierta-
mente, recuerda toda su pasada vida, pero sin el sentimiento
ni las tendencias correspondientes: los grandes eventos de su
destino no los revive como propios: •el haber sido casada y
madre no cuentan en su .registro afectivo. "Reconozco todo lo
suyo ( de C.)-dice B.--, pero esas son sus experiencias, no
otra fuerte impresión causada nuevamente por el comporta-
miento de X., que suscita un cambio brusco y un estado, des-
conocido antes en la personalidad de la sujeto. En este perío-
do de un mes de duración, señorea la personalidad. A sin am-
nesia de las personalidades C. y B. y sus respectivas experien-
cias: la sujeta recuerda perfectamente su vida durante el pe-
ríodo anterior, pero como algo no puede comprender; la mane-
ra de ser de B. le provoca extrañeza, desagrado y repulsa. La
conducta. empero atestigua que B. sigue vigente en la acción,
aunque no en forma exclusiva. La paciente misma precisa Ia
diferencia en estos términos: "Lo que yo he hecho como B, era
un placer, en cambio como A. lo rechazaba con un sentimiento
de horror por mis propias acciones, sintiendo que me vía o-
bligada a actuar así en ese tiempo por'' deber" ... , era obligada
a hacer cosas que m·e parecen, como A., repelentes e inaudi-
tas ... Ahora me parece a la luz de nuestro conocimiento actual
de B., que cuando estuve en la fase A. me hallaba en una es-
pecie de estado sonambúlico, gobernada por lo que he apren-
228 . Honorio Delgado

dido a reconocer corno ideas conscientes de B., que los impul-


sos del complejo B. eran demasiado fuertes para resistirlos ...
En materia de estado de ánimo, puntos de vista e ideales yo
era A, pero ejecutaba las cosas que B. hubiese hecho, aunque
con incentivo diferente". A esta fase sucede el quinto y último
período, en que alternan en el dominio de la actualidad vivida
A, y B. Por último, el tratamiento ·hipnótico instituido por
Morton Prince, suscita en A. la amnesia de lo referente a B.
Persiste, sin embargo, la alternancia de A. y B.. durante años.
A. no recuerda nada de B, pero cuando se actualiza B. conoce
y recuerda las vicisitudes de A., aunque no revive sus senti-
mientos: en tal fase hay coconciencia. La cura por medio de la
sugestión hipnótica termina por restaurar la personalidad C.,
con recuerdo y en cierto modo síntesis de A. y B. que antes
constituyeran el desdoblamiento de la personalidad originaria
(C.).
29. Se describen episodios de desdoblamiento con auiosco­
pía en las dos. observaciones de Baelz, que tomarn.os de Grüh-
le: "Un diplomático ruso, algo neurasténico, cae enfermo
de grave tifus en la guerra ruso-turca (1878). Al comienzo de
la convalecencia-según me relataba- tuvo repetidas veces
una rara experiencia. Le sucedía como si su yo se separase
en dos partes, Sentía claramente como ~i algo se desprendiese
de él, como si saliese de sí mismo y se encarase con su propio
yo. Este nuevo yo era, por decirlo así, su parte elevada; era
más espiritual, tenía, sin embargo, forma corporal. Cada uno
de ambos yo era consciente del extraordinario fenómeno. Am-
bos permanecían en relación, conversando muchas veces en-
tre ellos. Después de algunos minutos desaparecía la alucina-
ción, dejando un estado de agotamiento y confusión. Con el
progreso de la convalecencia desaparecieron las crisis".- El
segundo caso corresponde a un malárico, que después de al-
gunos minutos de adminístrársele quinina, experimenta el
cambio característico: se divide en dos. "El está frente a sí
mismo y cada yo tiene conciencia de sí propio y se sorprende
de la presencia del otro, hasta que ambos encuentran cómica
la situación y tienen explosiones de alegría. Esto dura a veces
varias horas, después palidece y acaba el otro yo por desapa-
Conciencia del yo 229
recer, pero queda por largo tiempo un sentimiento desagrada-
ble".
39• Aunque desnaturalizadas por efecto del desorden de
la psicosis, se observa en los esquizofrénicos muy variadas a-
normalidades de la conciencia del yo. Además de las señala-
das en las páginas precedentes, indicaremos acá algunas for-
mas de disociación y desagregación complicadas con ideas delu-
sivas y otros componentes: a) pseudopersonalidades múltiples;
b) creencia ·en la bilocación; y e) personificaciones. ·
a) Las pseudopersonáliaades múltiples de los esquizo-
frénicos, aunque implica una pérdida de ia unidad del yo, pri-
maria o secundaria, se relacionan estrechamente con la disgre-
gación fundamental del pensamiento de estos enfermos, con sus
construcciones delusionales y con sus pseudopercepciones (so-
bre todo en la esfera del esquema corporal). Ejemplo de un
desorden que suscita la idea de una efectiva disociación es el
siguiente: Camina un esquizofrénico lúcido por el jardín del
hospital recientemente sembrado, y sin saber que es observa-
do, se dice a sí mismo: "No pases, no pases, no pases por ahí,
¡tuerto imbécil! Ves que estás malogrando lo que han sem-
brado". Fuera yo del jardín, agrega: "Este tuerto es un im-
bécil", y se dirige donde el enfermo pidiendo un castigo para
"el tuerto", por haber malogrado el jardín. El sujeto, que e-
Iectivamente carece de un ojo, en diferentes oportunidades ha
solicitado su castigo, después de delatar sus faltas. Siempre
manifiesta aversión a su otro yo, que llama "el tuerto", y por
el contrario; pide dulces, cigarrillos y ·en general premios pa-
ra su yo principal, al que siempre llama por su apeflido ''P ... "-
Otro paciente, a quien se le pregunta por qué habla a solas,
replica: "En mi misma persona siente varias personas que me
hablan: unas que me dicen sí, otras. que me dicen no".- "Un
tercer esquizofrénico, lleno de gozo y con la vez trémula, dice:
"Yo a pesar de todo, soy el hombre más feliz de la tierra". Su
compañero de habitación inicia el diálogo.- ¿Con quién con-
versas?- "Tú sabes quien". ­¿. Con la princesa?- "Es una
mujer lindísima ... ".- z La ves tú ?-"Yo lo creo ... "- ;. Sientes
sus besos? -"Ella también siente los míos".-¡, Siente el calor
de tu cuerpo ?-"La tengo en mí. Su espíritu me acompaña
230 H onorio Delgado

desde niño, y yo recién . a los diecinueve años, me di cuenta


que había alguien en mí y que me ama ... sintiéndola y sintién-
dome en ella". Este mismo paciente dice en otra ocasión, ere-
yéndose solo: "Tú no eres Ingrid.; Un hombre que toma mi
cabeza, mi cerebro".- Un cuarto esquizofrénico explica las
incongruencias de su conducta en estos términas: "Entiendo
por introspección la disposición. de desdoblar dentro de mi in-
terior dos personalidades: una que lo emupja a uno a matar-
se y la otra que lo impide. La primera le obliga a uno a que-
brarse, a morir, a terminar en esta vida, y la otra que se lo
impide con una fuerza misteriosa". El mismo habla de un espí-
ritu desconocido y ·ejecuta, movido por él, actos incomprensi-
bles. Además, cree durante un tiempo que en él están fusio-
nadas dos personalidades, la de un médico y la suya. "Mi cuer-
po no es mío sino el del Dr. M., que esta grave. Me han foto-
gráfiado el cerebro, me han sacado una película del cerebro.
Voy a hacer un servicio a la ciencia. Soy autómata".- AI
mejorar, explica esta creencia así: "La idea que se me presen-
tó entonces fué mi cabeza se había cambiado con fa del Dr.
M., a quien se había sacrificado y que a mí también me sacri-
ficaba a fin de dar con el punto donde radica el alma; tenía
la sensación de que el Dr. M. había muerto en la operación y
que yo también debía ser operado en el mismo sitio" .-Por úl-
mo, mencionaremos simplemente el caso de un paralítico ge-
neral cuyo proceso s·e estaciona con la rnalorioterapia y da
origen a un síndrome genuinamente esquizofrénico, do-
minado por la persuación de la pseudopersonalidad múltiple ..
Durante tres años el paciente considera que el cuerpo que tie-
ne no es suyo. Los ojos; la naríz, la lengua y los pies pertene-
een a su personalidad primitiva, que considera viva y libre en
un hotel de Lima. El resto de 'su cuerpo, lleno de cavidades, te-
jidos extraños e "injertos", es en cierto modo artificial. Cree
que en ese cuerpo viven tres, cuatro, siete, ocho, quince perso-
nas, a quienes llama sus. hermanos, susceptibles de independi-
zarse "como los granos de una granada al abrirse ésta". Con-
sidera que de él han salido los cuerpos de sus muchos herma-
nos-unas veces son caatrocientos otras ochocientos-y que
una de las personalídndes es la suya actual, de cuatro años de
Conciencia del yo 231

edad. "Este cuerpo, esta persona que le habla no tiene sino


cuatro años y esos cuatro años los ha pasado acá (en realidad
entonces el enfermo se halla internado cuatro años), Los prí-
meros días de su vida los ha pasado en Lima, junto. con sus
otros hermanos. Sólo hace ocho meses que lo han transportado
a este lugar en reemplazo del "doce", que estuvo antes. Ahora
yo soy el trece; además, en este cuerpo están el dieciséis; el
quince y el veintidós y fuera de eso, en los oj ós hay siete perso-
nas más, que tienen sus cuerpos afuera. Por acá· han pasado casi
los ochocientos hermanos que somos en total". Hecho curioso,
es que aplicando a este enfermo el tratamiento de los ataques
provocados por el Cardiazol, la inmensa construcción delusio-
nal acerca de su yo se ha reducido a lo siguiente. Cree que él,
como espíritu, es un niño de tres años que vive en ese cuerpo
preexistente y gracias al cual conoce al historia de la personalí-
dád real. De este ·enfermo son las manifestaciones de autosco-
pia que hemos descrito en otro lugar (2) .
b) La literatura religiosa y espiritista se ocupa de los fe-
nómenos de bilocación, o sea, el desdoblamiento de la per-
sonalidad psicofísica, de suerte que el mismo sujeto se halla
simultáneamente en dos lugares diferentes. Se menciona mu,
cho el caso de Alfonso de Liguori que, encerrado en su celda
en Arezzo, es visto en Roma cerca del Papa Clemente XIV. A-
quí nos interesa sólo considerar los hechos a la creencia en la
bilocación como síntoma de desorden mental. Una enferma
mística sostiene con la mayor firmeza que se halla a la vez
peregrinanado en Tierra Santa y sufriendo en el hospital de
Lima. El esquizofrénico que cree tener ·en su ser la presencia
de una princesa amante- lo cual hemos indicado anterior-
mente-considera que al mismo tiempo vive en el ·Perú y en
Africa, donde realiza investigaciones de ciencia secreta. Otro
esquizofrénico vive "simultáneamente" no sólo en dos lugares
distantes, sino en dos épocas diferentes: mientras toca piano
en el hospital siente hallarse peleando en la batalla de Ayacu-
cho. En remisión, gracias al tratamiento por el Cardiazol, este
paciente interpreta así sus ·experiencias: "Posiblemente yo he

(2) Actualidad Médica Peruana, 1935, W' 4.


232 Honorio Delgado

vivido en aquellos tiempos. Ustedes saben mejor que yo eso,


porque conocen cómo es eso de la reencarnación, lo que lla-
man la reencarnación de los antepasados. Posiblemente el es-
prrítu de mi abuelo (soldado efectivamente en la batalla dt
.Ayacucho) , lo he heredado y por eso es que recuerdo yo to-
das esas batallas. Posiblemente. mi espíritu ha luchado en esos
campos".- Cuando creía usted hallarse en los campos deba-
talla, ¿dejaba de sentirse tocando el piano?- "No. Me sentía
tocando el piano. Precisamente, me parece mi mente viajaba
con las notas. Mi mente, el recuerdo, mejor dicho, estaba vi-
viendo por esos mundos".
e) La "producción de síntomas, especialmente en la esqui-
zofrenia, se presenta •en ocasiones a la conciencia del enf er-
mo como parte de la propia actividad subconsciente, indepen-
diente y con cierta consecuencia, de modo que el sujeto la vive
-de algún modo como escisiones de su personalidad. El ejemplo
-clásico es la auto-observación del químico Prof. Staudenmaíer
a quien se debe también el nombre de personificaciones. "Pau-
latinamente se destacan ciertas alucinaciones aisladas, hacién-
dose más o menos claras y determinadas y retornan a menu-
do. Finalmente, se constituyen personificaiones formales en
.Ias cuales, _por ejemplo, aparecen conexas las imágenes visua-
.les con sus correspondientes representaciones auditivas, de
modo que las figuras que s·e manifiestan comienzan a hablar
-conmigo, a darme consejos, a criticarme mis acciones,
-etc. Un defecto de lo más característico y general de
estas personificaciones es que siempre se afirman real­
mente, por lo que ellas sólo representan o imitan y que
por ende, también hablan y actúan en serio. Me ocupé lar-
-pués tuve claramente alucinaciones, como si de nuevo oyese
hablar al mismo personaje. Al principio no presté gran aten-
ción a las voces que oía a menudo las cuales acabaron por reti-
rarse después de un tiempo prolongado. Pinalmente, empero,
se desarrolló también en mí un sentimiento cada vez más fre,
cuente y claro, como si la correspondiente personalidad se halla-
-se· ·en .mi proximidad y también la representación visual s·e tornó
más clara. sin que al principio fuese alucinatoria, ímuonién-
-doseella misma, por decirlo así, en compañía de la voz interior.
Conciencia del yo 233

Mástarde se formaron de modo an~logo personificaciones de


otras personahdades. principescas o reinantes, principalmente
del emperador de Alemania; además personificaciones de di-
funtos, por ejemplo, Napoleón I. De manera gradual se me
despertó simultáneamente un sentimiento especial de eleva-
ción, de ser el señor y soberano de un gran pueblo; se elevaba
-e hinchaba mi pecho casi sin mi participac.ón, toda la actitud
de mi cuerpo se hizo rígida y militar-una prueba de que la
personificación correspondiente ejercía una importante in-
fluencia sobre mí-y oía, por ejemplo, que la voz interior de-
cía con mayestática sublimidad: "¡Soy el Kaiser alemán! ... ".
Después se manifiesta en el proceso esquizofrénico de Stau-
denmaier, otras personificaciones, como la de un niño, dia-
blos, etc., que nunca torna él corno espíritu o seres extraños a
su mente-carácter típico de esta anormalidad-y se producen
conflictos. Las personificaciones obran con relativa indepen-
dencia respecto del yo, y cada una de ellas trata de dominar
la otra y lo que les es propio; y 49 una de las, personalidades
real cuanto entre las mismas personificaciones. A veces, en el
conflicto, algunas personificaciones ayudan a la p ersonalidad
real, en cierto modo se alían con ella.
9. Tenemos, por último las anormalidades de la concien-
cia de identidad o continuidad del yo, conocidas con el non»
hre de personalidad alternante. Se trata de dos organizaciones
psíquicas con conciencia personal, con modo de ser y con his-
toria distintas. Aquí pasa algo análogo a lo que ocurre en el
desdoblarniento, salvo que en vez de coexistencia hay sucesión,
Existe dos clases de personalidad alternante: 19• con amnesia
recíproca, en que cada una de las "personalidades" ignora a
la otra y lo que les es propio; y 29• una de las personalidades
está en cierto modo incluída en la otra o por lo menos en el
recuerdo de la otra. Caso de personalidades múltiples es aquel
en que son más de dos personalidades que se.suceden en la ac-
tualidad de la vida consciente del sujeto. Este nombre es am-
biguo, como el de personalidad doble, pues se aplican también
a las normalidades de la unidad, con las cuales, por Jo. demás,
existe una efectiva relación. El caso de Morton Prince, que he-
mos citado, en párrafo 8, tiene realmente manifestaciones tern-
234 H onorio Delgada

porales que corresponden a la personalidad alternante. A con-


tinuación reproducimos un ejemplo clásico en la escasa litera--
tura psiquiátrica sobre anormalidad, muy rara en efecto, pero
de gran interés psicológico. Se trata de la observación publi-
cada en 1860 por W. S. Plumer, resumida por Mac Dougall.
"A Mary Reynolds, hija de un baptista prominente se le
ha considerado de capacidad normal; "aunque no brillante en
ningún aspecto parece haber sido dotada de una organización
notablemente bien balanceada en lo físico, en lo mental y en
lo moral". En resumen, no ha desplegado peculiaridades ex-
traordinarias, mostrándose como muchacha mediocre, sin in-
trepidez hasta los díecíocho años de edad, que "comenzó a su-
frir ataques convulsivos". Al año siguiente, un día coge un
libro y se va a leerlo en la pradera, donde se la encuentra pri-
vada de conocimiento. Al recobrar la conciencia se hallaba
ciega y sorda. Después de cinco semanas recobra súbitamente
el oído; en más tiempo y gradualmente recupera la vista, por
completo, Estos hechos bastan para mostrar que era una his-
térica, susceptible de presentar síntomas de disociación. Tres
meses después. de este episodio, cuando parecía haber recupe-.
rado casi su salud habitual, una mañana permanece en cama
con un sueño profundo, del cual no se puede hacerla desper-
tar. Despierta espontáneamente después de algunas horas y
entonces, "tanto como se puede averiguar, su condición es la
de un niño recién nacido", excepto que pronunciaba algunas
palabras. Pero "difería de un niño en que su facultad de ad-
quirir conocimientos era la de una persona en posesión de in-
telecto maduro, completamente capaz de tratar de inmediato
los hechos de la ·existencia. Por tanto, adquirió rápidamente un
conocimiento del mundo". Después de cinco semanas en esta
condición, despierta nuevamente a su estado anterior, ignoran-
do todo lo ocurrido en el intervalo de las cinco semanas. Des-
pués de algunas semanas más, tras un sueño extraordinaria-
mente profundo y prolongado, despierta de nuevo en su segun-
do estado y asume su segunda vida y el proceso de aprendiza-
je en el punto en que se interrumpió. Durante muchos años, si-
gue alternando entre los dos estados; en cada uno de ellos tie-
ne amnesia de los acontecimientos del otro estado, pero tiene
Conciencia del yo1 235
una memoria normalmente buena para los acontecimientos de
los períodos previos del mismo estado; es decir, había amnesia
recíproca entre los estados alternantes. Si los dos estados hu-
biesen diferido sólo en lo respectivo a sus recuerdos, habría
sido inapropiado describir el caso como de personalidades al-
ternantes. Más hubo otra gran diferencia entre ellos, a saber:
una diferencia de caracteres y de disc·ernimiento. En el esta-
do primario, Mary era, como hemos visto, una persona algo
mediocre. En el estado secundario ella era extremadamente a-
nimosa; hacía sola largos paseos a caballo a través de las fo-
restas, y en muchos aspectos era más viva y emprendedora. El
segundo estado aumenta gradualmente de duración relativa-
mente al primero, y, hacía el fin de una vida moderadamente
larga, el primer estado permanece latente o ausente. En este
postrer período a veces Mary parecía tener obscuros recuerdos
a manera de ensueños, de su vida en estado primario. Y una
J

vez hallándose en el segundo estado, soñó con una hermana


que había muerto antes que apareciera el primer estado. La
hermana así soñada, según su descripción, fué identificada por
los parientes".

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Psicología General y

Psicopatología de la Inteligencia

1. Por inteligencia entendemos la capacidad personal que


tiene el hombre de servirse del pensamiento en forma produc-
tiva, según la experiencia adquirida y conforme los requeri-
mientos e incitaciones de cada situacón. Analicemos esta de-
finición, que proponemos con un fin meramente descriptivo,
ya que la inteligencia no puede abarcarse de manera cabal y
definitiva en conceptos, exclusivamente psicológicos. 19 Deci-
mos que es capacidad personal ·en el sentido que entraña apti-
tudes - a las cuales se puede reconocer gradación ·2n diversas
direcciones - que varían con los individuos. En efecto, la in-
teligencia ordena las actos del sujeto frente a su mundo perso-
nal de acuerdo con sus múltiples posibilidad·es particulares de
penetración de las significaciones, de altura de la abstracción,
de amplitud del panorama de datos abarcable y de vigor de la
síntesis de ideas. Personal es también la inteligencia en el sen-
tido que sirve a la configuración del propio modo de ser espiri-
tual. Cada persona tiene una constelación de dotes propia y
una estructura dinámica peculiar con relación al modo como
revela su pensamiento en las circunstancias concretas.
29 La inteligencia es capacidad de servirse del nensamien-
to en forma productiva, de manera análoga como la voluntad
gobierna las tendencias instintivas. Hemos definido el pensa-
:i38 H otiorio Delgado

miento como la actividad mental que ·elabora y organiza los


datos de la experiencia en consonancia con la razón." Esta ac-
tividad sería la materia que la inteligencia utiliza productiva-
mente, esto es de manera original y fructuosa. El pensamiento
meramente receptivo o de actos sin consecuencias prácticas,
ni teóricas, ni autoformativas, no cumple tal requisito. Esto no
quiere decir que la actividad inteligente haya de ser siempre
creadora de p·ensamientos originales. Es tan propio de la inte
ligencia alcanzar el sentido de una sentencia, apropiarse ade-
cuadamente unjuícioola idea directriz de un discurso, incluso
el mero asimilar con comprensión los conocimientos mat·eria
de la enseñanza, como concebir una hipótesis o un procedi-
miento singular. En general, lo propio de la inteligencia es
comprender ideas universales, formar conceptos abstractos, a-
prehender relaciones y todo lo que pone en juego Ia intuición,
el razonamiento y la reflexión, Con todo, hay manifestaciones
del pensamiento productivo por excelencia, con análisis perso-
nal y síntesis inventiva, a las cuales se les puede denominar co-
mo propias de la inteligencia en sentido ·estricto. Son las que
Max Scheler caracteriza así: "Inteligencia es la evidencia
súbita de un nexo objetivo o de valor en el mundo circundan-
te, nexo que ni está dado; directamente en la percepción ni ha
sido percibido nunca, esto es; que no puede conseguirse por re-
producción. Expresado positivamente: es la evidencia de un
nexo objetivo sobre la base de una trama de relaciones cuyos
fundamentos están en parte dados en la experiencia y en parte
completados por anticipación en la representación, por ejem-
plo, sobre un estadio determinado de la intuíción óptica. Este
pensamiento no reproductivo, sino productivo, se caracteriza,
pues, siempre por la anticipación de un hecho nuevo, nunca vi-
vido (prudentia, prooidentia, sagacidad, astucia)''. ·
3·9 A diferencia del instinto, el intelecto opera defínidamen-
te conforme la experiencia adquirida. Los planes o ·esquemas
y la actitud singular con que se manifiesta la inteligencia po-
nen a contribución el saber y la ordenación de medios y fines

* Vide "Psicología general y psicopatología del pensamiento y la


imaginación, Actualidod Médica Peeuana, 1936, N9 l.
Lnieliqencia 239

personales históricamente adquiridos. Romanes la definía co-


mo el poder de sacar partido de la experiencia. Es evidente
que las direcciones eficaces de nuestra actividad pensante y los
.medíos o instrumentos de acción espiritual, ambos despertados
en nuestra disposición por la realidad natural y cultural, y e-
jercitados en el comercio con ella, sirven para enriquecer de
recursos y dar forma a nuestra vida intelectual. Pero semejan-
tes adquisiciones, por sí solas, no son siempre garantía de nue-
vas posibilidades de verdadera actividad intelectual. Obra la
.inteligencía sólo en la medida que utiliza el saber de modo ac-
tivo, penetrante y constructivo. La mera evocación de expe-
riencias previas o de nociones; incorporadas no es fruto espe-
.cificamente intelectual.
4r:> Por último, nuestra definición de la inteligencia apare-
ja que el pensamiento se conforme a cada situación. La activi-
-dad intelectual, esencialmente, -es enfrontamíento con una resis-
tencia que se vence o se mitiga; obra en la dirección transitiva
o en la reflexión; por ende, rendimiento en forma de ilumina-
ción o mudanza de algo dado en una situación. No sirve única-
mente para regular la inserción de la propia conducta en las
.circunstancias, con la posibilidad de que disfrute de los bienes
-qu·e la naturaleza y la cultura ofrecen al hombre, sino también,
modificando las cosas y la existencia personal, nos sirve para
preservar el propio ser y acrecentar su valor. Así, el mundo a-
parece como campo de asimilación y de exteriorización per-
·sonal,·y la inteligencia, en el perpetuo movimiento de su ope-
raéión organizadora, realizando la diferenciación y el escla-
-recimiento de lo objetivo y lo subjetivo, contribuye a elevarnos
por encima de lo contingente. Según esto, sería empobrecer la
-entídad de la inteligencia el querer limitarla a una función
reactiva frente a las circunstancias biológicas y sociales, así
como ·explicarla como mero dinamismo utilitario, sin que mar-
que un avance hacia la aprehensión de algo esencial. Concuer-
da con nuestra definición del pensamiento el criterio- que De""'.
'Iacroix ha formulado posteriormente acerca de la inteligencia.
"''La naturaleza de la inteligencia -escribe- es inexplicable
por el medio ambiente: a pesar de todas las formas del ern-
'pir'ismo, el espíritu tiene su estructura propia, que no resulta
240 H onorio Delgado­

de Ja impresión del medio. La inteligencia ·es un hecho prima-


rio. La mtelígencía es adaptación, poder de adaptarse al me . .
dio porque es inteligencia, es decir, porque es capaz de entcn-
medio mucho más que por la presión del medio ... Es el ar-
der y de inventar: por la ampliación y la construcción del
quitecto de otro mundo, del espíritu ... es la vida en su emer-
gencia, en su poder eerador de un mundo mental. Es menes-
ter afirmar la independencia y la autonomía de la inteligen-
cia, su autoridad".
2. El desarrollo y el ejercicio de la inteligencia requíe-
ren una serie de condiciones, que a menudo se confunden con
la inteligencia misma. Se pueden separar en dos grupos: con-
diciones instrumentales y condiciones promotoras. Las ins-
trumentales son 1a actividad sensorial, la memoria, la resis-
tencia a la fatiga , la habilidad psicomotriz, la habilidad ver-
bal y Ia prontitud de las asociaciones. Deficiencias anatómi-
cas de los órganos de los sentidos y de la agudeza sensorial
puede influir dtsfavorablemnete sobre el desarrollo de la inte-
ligencia; pero no existe una verdadera. correlación entre am-
bos órdenes de fenómenos, como lo demuestra -el rendimiento
de los ciegos y sordos de nacimiento cuando son conveniente-
mente educados. La memoria, como los sentidos, pronorciona
datos al ejercicio de la inteligencia; una buena memoria fa-
cilita •el trabajo de ésta, más no la hace cualitativamente me-
j or. En efecto, hay sujetos con memoria prodigiosa ·e inteligen-
cia exigua. Sin embargo, para ciertas clases de talentos es 2-
sencial una ·elevada capacidad de fijación y evocación. Otro·
tanto puede decirse en lo que atañe a· la prontitud de las aso-
ciaciones y a la habilidad verbal, las cuales, sobre todo la úl-
tima, tienen una relación con la inteligencia mayor que la
memoria. La fórmula de Abelardo Sermo qeneraiur ab inie­
llectti et general intellectum ·es en parte legítima. La capaci-
dad verbal y el pensamiento se influyen mutuamente - no se·
confunden ni se sustituyen. La palabra es esencial para la
expresión de la inteligencia pero ésta no cesa a pesar de la
invalidez de aquélla, según se observa en los afásicos. La re-,
sístencía a la fatiga tiene relación con la. cantidad del trabajo·
intelectual, no propiamente con su calidad, salvo círcunstan-
Inteligencia 241
cías especiales, que examinaremos después. ( §7 ) . La habili-
dad psicomotriz, como veremos, guarda alguna afinidad con
la inteligencia infantil. Sin embargo, no se puede hablar de
una dependencia efectiva de parte de la inteligencia: por el
contrario, la perfección del juego en el aparato locomotor re-
quiere la diferenciación de la mentalidad.
Respecto de las condiciones promotoras dela inteligencia,
apenas necesitamos más que recordar lo expuesto al tratar de
las funciones de la vida activa. * Las tendencias instintivas,
la atención, los sentimientos y la voluntad son, indudablemen-
te, actívidades que fomentan y avivan la inteligencia. En g·e~
neral, ésta es realmente ins·eparable de las tendencias instin-
tivas y la voluntad. Los sentimientos son manifestaciones del
instinto, fenomelológicamente los actos de la inteligencia no
se confunden con ninguna de esas funciones, ni el grado o la
forma particular de las mismas tiene consecuencia sobre su
aspecto formal del momento - aunque repercuta sobre sus
productos e incluso sobre su desarrollo. No se puede negar,
por ejemplo, que requiere vigor de la voluntad la asimilación
activa de conocimientos con la correspondiente diferenciación
de la ínteligenoia, y sobre todo el logro de grandes obras del
espíritu. Por último el desarrollo y la conservación de la inteli-
gencia implica condiciones somáticas: la integridad y el buen
funcionamiento del cerebro. El desarrollo de éste, a su ·vez,
deprende de otros factores somáticos, entre los cuales se desta-
ca corno realmente específico la normalidad de la glándula ti-
roides.
Las verdaderas condiciones genéticas de la inteligencia
son la herencia y la educación. Es difícil precisar la influen
cia relativa de uno y otro de estos factores. Con todo, corno ve-
remos en seguida, se ha hecho grandes progresos ·en esta ma-
tería gracias a la aplicación sistemática de procedimientos nue-
vos. Consideraremos separadamente la influencia de las con-
diciones endógenas y la de las exógenas. Después de lo cual
plantearemos Ia cuestión de si la autodeterminación es un

* Vide "Psicología general y psicopatología de las tendencias instin-


tivas", Revista die Neur'o-Paiqula.tefa, 1938, N9 3; "Psicología general y
psicopatología de la voluntad", Revista de Neuro-Psiquiatría, 1939, N9 l.
H onorio Delgado

factor gcnétco. 1 Q La investigación de la herencia ha dado re-


sultados en este campo siguiendo tres procedimientos dif eren-
tes: el estudio de Ia familia de los hombres particularmente
dotados, la investigación d:~l rendimiento escolar en grupos fa-
miliares no seleccionados y la comparación de la aptitud de
los hermanos gemelos. a) La averiguación metódica de la he-
rencia de la capacidad intelectual se inicia con los trabajos de
Francis Galioti. Le sirven de punto de partida los jueces ingle-
ses de elevada categoría de. 1660 a 1865. Se trata de personas
cuya capacidad es públicamente reconocida como superior al
término medio. De los 286 jueces (39%) tienen uno o más pa-
rientes que se destacan por su ingenio, proporción que es ex-
traordinariamente elevada si se compara con la frecuencia de
tales hombres en la población general. Se trata de hijos en el
36% de los casos, de hermanos en •21 35%, padres en -el 26%,
nietos 19%, sobrinos 19%, tíos 18%, abuelos 15%, primos
11 %, tío-abuelos 4 % y bisabuelos 2 % . En otro traba] o Galtón
estudia 300 familias con cerca de 1000 hombres sobresalientes.
Encuentra proporciones parecidas en la distribución del paren-
tesco: hijos 48'%, hermanos 41%, padres 31%, abuelos 17%,
nietos 14% Alfonse de Candolle estudia después la parentela
de Jos miembros de las academias de ciencias de París, Lon-
dres y Berlín, .veríf'icando igualmente la frecuencia de los al-
tamente dotados; Esta suerte de investigación retrospectiva. en
que el margen de árbitrariedad es grande, no ofrece más que
pruebas groseras de :ra: herencia de la capacidad intelectual,
sin permitir precisar el alcance de la influ·encia del ambiente.
b) Datos más precisos y empíricos ofrece la averiguación
110 selectiva de la aptitud intelectual •en grupos considerables,
comparando el rendimiento escolar de 'padres 'e hijos o' el ·de
los hermanos. El análisis estadístico realzado con este crtter-ío,
que Iniciaron Hayrnanns · y Wiersrna proporciona · informa-
ción demostratrva-del alcance ·de· la' herencia' y del papel que
·juega él sexo.. A ··este. propósito mericionarernos 'en primer fo-
gar el resultado a qúeIlegó Peters. En uncorrtingente de.1200
ni.ños, comr.ara el. rendimiento según el sexo .de taches •e hijos.
D~ frienor seme] anza se: presnta entre. padre. e hijo, la mayor
entre' madre e 'pija, de acuerdo con, la siguiente gradación:
Lnieliqencia 24.l

Padre - hijo 100 Madre - hijo 130


-- Padre - hija 112 Madre - hija 170

Se ve que la semejanza entre madre e hija es 70% ma-


yor que entre padre e hijo. Este hecho se explicaría según
.Peters por la intervención del cromosoma X -- determinante
del sexo - doble en la mujer, simple en el hombre. En ~ste
cromosoma se localizaría parte del patrimonio hereditario
que Interviene en el condicionamiento de la capacidad intelec-
tual. Ahora bien, se sabe que la madre transmite siempre un
cromosoma X a la hija, nunca ·21 padre al hijo. Lá mayor se-
mejanza entre madre e hijo que entre padre e hija se debería
farnbíén a la intervención del cromosoma sexual (el hijo reci-
he un cromosoma X de la madre, la hija uno del padre y uno
de la madre). Probablamento acontece en la transmisión de
Ja aptituld algo semejante a Jo que se ha verificado en el pro-
-ceso hereditario de ciertas f ormas <loe deficiencia intelectual
relacionada con el sexo, de manera que sólo la manifiesta la
rnuj er cuando hereda la predisposición de ambos padres y la
.manif'iesta el hombre siempre que la hereda de la madre; esto
es, que para manifestarse en la mujer requiere que el mismo
factor exista en ambos cromosomas X, y aparee-e en el hombre
.al existir el factor en SU único cromosotna X - procedente· de
la madre (la cual puede transmitir la predisposición a la de-
f iciencia intelectual en referencia sin manifestarla eila 'misma
- es el caso en que uno de sus cromosomas X es vehículo del
factor y el otro no). Beinoehl ha investigado' un grupo consí-
derable de familias (2675 matrimonios y 10000 niños) eh lo
que respecta al rendímienfo ~sr.olar. Resulta que cuando am-
bos padres son bien dotados, los hijos lo son también en la pro-
porción del 71% y mal dotados sólo el 3%; cuando ambos pa.
dres son mal dotados únicamente el 4,5% de los hijos son bien
dotados y el 60,1 % mal dotados; cuando ambos padres son de
inteligencia mediocre el porcentaj e dé hijos también medio-
eres es notablemente mayor que cuando uno de los padres es
bien o mal dotado. Reinoehl deduce de sus investigaciones que
ia aptitud intelectual _ está sujeta a Ia. transmisíón hereditaria
y es concebible como un carácter mendeliano de tipo polímero;
- ·- • - - - - - • - - - • • - • ~ ' ' - ' -¡ '. .
244 Honorio Delgado

esto, res que requiere varias genas o factores. Respecto de la


influencia del sexo este investigador no confirma. las conclu-
siones de Peters.
e) Aunque las investigaciones conform·e los métodos que aca-
bamos de considerar sean hechas con la mayor crítica, siempre
hay causas de error de no .poca monta. En efecto, los métodos.
clásicos no permiten la observación y la investigación direc-
ta de los individuos en condiciones semejantes: de una gene-
ración a otra cambian las circunstancias de ambiente y hasta
la manera de valorar los rendimientos. Por eso representa un
gran avance en este género de indagaciones el método basado·
en la comparación de la inteligencia d·e los dos hermanos de
los pares de gemelos, teniendo en cuenta que el patrimonio·
hereditario es idéntico ·en los unívitelinos y diferentes en los
divitelinos. En la misma generación y en el presente es posi-
ble hacer verificaciones y computacones ·estadísticns simples
y de apreciable exactitud, También se puede hacer investiga-
ciones de psicología experimental en diversas etapas del desa-
rrollo. Por desgracia. los gemelos univítelinos no son f'recuen-
tes: de cada 80 partos 1 ·es de gemelo y de éstos sólo Ia sexta
o 1a séptima parte es de univitelinos. Un hecho evidente es el
paralelismo del desarrollo intelectual de los gemelos univíte-
linos, incluso cuando crecen en ambiente distinto. Otro hecho
es la mayor concordancia de. la capacidad de los uuivitelinos
respecto de los divitelinos, lo cual demuestra que es heredita-
ria y no por influencia del ambiente, aunque ésta es innega-
ble. Koehen, basándose en abundante material de diversos in-
vestigadores, Ilega a la siguientes proporciones respecto de la
concordancia de la aptitud intelectual:

Entre hermanos 0,46


Entre hermanas 0,47
Entre hermanos y hermanas - 0,50
Entre gemelos divífelínos 0,59
Entre gemelos. univitelinos 0,90

Por su parte, Gra·ewe verifica que el rendimiento escolar


difiere en 50% entre los gemelos dívitelínos y sólo 15% entre
Inteligencia 245.

los univitelinos , A conclusiones semejantes llega Lehtovaara


investigando 58 unívitelinos, Merecen señalarse sus datos res-
pecto de 17 univitelinos, 17 dívitelínos del mismo sexo y 16
divitelinos de ambos seros, de la edad de, 3 meses a 6 años.
Apreciada su inteligencia con los reactivos de Ch. Bühler y
Hetzer dan las diferencias medias siguientes: entre los univi
telinos como 3 (O - 4), entre los divitclinos de mismo sexo· 6
(2 - 8) y entre los de sexo diferente 9 ( - 21). El análisis de
las manifestaciones de la inteligencia dependientes principal-
. mente de la transmisión hereditaria y poco susceptible de ser
influídas por la educacíón serían, según las verificaciones ex-
. perimentales de Meumann, la elaboración constructiva de
contenidos sensibles, el pensamiento ligado a situaciones con-
cretas, el pensamiento lógico abstracto, el aislamiento y la in-
tegración de funciones. K. Wilde encuentra que en los ge-
melos univitelinos lo más concordante =-o sea lo más depen-
diente de la herencia- e11> la disciplina del pensamiento, el
orden en el curso de la ideación y el tiempo en el trabajo es-
. piritual . En fin, Lehtovaara verifica una concordancia sor-
prendente en el rendimiento escolar de los univitelinos en
materia de religión, de historia natural y dibujo.
20. La influencia de la educación, o sea del conjunto de
los factores del ambiente, no es desdeñable. Ciertamente la
capacidad intelectual tiene límites nativos que no puede fran-
quear a pesar de los estímulos más favorables del medio. Pe-
ro éste repercute en general provocando de alguna manera
el pasaje de la disposición latente al estado actual, promo-
viendo la elasticidad y la diferenciación de las; funciones in-
telectuales. Ya el hecho verificado por Koehn de no ser abso-
luta la concordancia del rendimiento intelectual de los ge-
melos univitelinos, sino igual a nueve décimos, indica que
hay diferencias inclusive con una limitada dispariedad dEl
perístasis. Por otra parte, casi todos los investigadores de la
herencia en los gemelos están de acuerdo acerca de que la
concordancia de aptitudes ·es. menor entre los univítelinos _,
cuando los hermanos son separados desde muy pequeños y
se forman en ambiente social muy diferente. Sin embargo, la
influencia externa sólo puede obstaculizar de· manera deci
246 H onorio Delgado

siva la disposición hereditaria . cuando las. circunstancias SOIJ.


extremadamente adversas, como tendremos ocasióil ·el~ indi-
car a propósito de la torpeza de 'origen social. Si las circuns-
tancias no son desfavorables en demasía; se manifiesta la. va-
riedad de las disposiciones endógenas. Así Wingfield ha· ve-
rificado que los niños de las casas de expósitos muestran des-
de el principio diferencias ele capacidad intelectual, que se
mantienen: a despecho de pasar varios años sometidos a igual
'~duc:;i.eión y·ª idénticos ejercicios, que podrían considerarse
. niveladoras. Paetzold ha tratado de precisar experimental-
. mente en 25 gemelos univitelinos y 30 divitelinos •el diverso
grado· en que las aptitudes pueden ser influidas por el am-
biente. El orden sería •el siguiente, a partir. de las menos su-
jetas a la acción educativa: atención, memoria para números,
memoria para formas, descubrimiento de lo esencial, capaci-
dad. crítica, habilidad para formar frases, observación, con-
centración, disposición para representar díbuj os, discerní -
miento moral, vocabulario, fatig,abilidad. La nomenclatura
de esta· serie no es inobj etable; otros investigadores la criti-
. can como contradictoria -en todo -caso _prueba la dífícultad
que existe para aislar las funciones mentales,
N adie puede negar que la instrucción pública de mala ley
a menudo deforma los espíritus y atrofia las mejores díspo-
.sicíones naturales. j Cuántas gentes que podrían servirse hol-
gadamente de su pensamiento Intuitivo para acomodarse de
manera óptima. a su situación, por efecto de las letras apren-
didas sólo pierdenesa sagacidad natural que hace de la igno-
rancia bren ubicada una suerte de sabiduría! Juan de Dios
Huarte dice muy atinadamente en su, libro famoso: "Y por
lo que toca a este examen de ingenios, de que vamos tratan-
do, es cierto que las letras y la sabiduría, tanto, cuanto facili-
tan al hombre ingenioso para discurrir y filosofar, tanto y
"mucho más entorpecen al necio. Mucho mejor pasa el hom-
bre inepto sin letras que con ellas, porque no estando obliga-
do a saber, con poco discurso vive entre los hombres; y el ar-
. te y· letras, -como dij o Salomón, son grillos y cadenas para
-atar a los necios y no para desembarazarlos, como se ve en
los. 'que estudian en tas universidades, -entre los cuales halla-
Inteligencia 247

remos algunos que el primer año saben más que el segundo, y


el segundo más que el .tereero, de los que suele; decir que el
-prímer año .son doctores, el segundo licenciados, el tercero
bachilleres, y el cuarto no saben nada".
Tampoco se puede negar que cierta disciplina educativa,
aplicada a quien conviene, es capaz de perfeccionar el ej er-
cicio de la inteligencia en grado y calidad que de otra suerte
no se alcanzaría. Así, las humanidades afinan y dan' preci-
sión y plasticidad al espiritu, tanto para las tareas del dis-
cernimiento discursivo cuanto para las de la práctica del co-
mercio de los hombres y las cosas. A este propósito es opor-
tuno señalar un verdadero experimento 'del químico Líebíg.
Enemigo de la educación clásica, que consideraba retrógrada
y anticientífica, durante muchos años prefirió que sus alum-
nos procediesen de la Realschule, con buena preparación en
matemáticas· y ciencias naturales y no iniciados en latín ni
griego. Más tarde s11 espíritu de observación le permitió ad-
vertir su error' y rectificar su criterio. Cuatro años antes de
morir declaraba : "He dicho que la educación por sólo las co-
sas na tura les convenia a Ios jóvenes que se dedican a la cien-
cia. La exper.iencia me ha enseñado esto: los alumnos que.in-
gresan a mi laboratorio procedentes de las escuelas realistas,
durante el primer año son superiores a los que vienen a él de
los gimnasios; el segundo año son iguales; el tercer año les
son inferiores". Cosa análoga se verificó después en Francia
por los [ef es de fundaciones. Estas gentes prácticas, ajenas a
las querellas de la instrucción pública y sí interesadas viva-
mente en la, utilidad de los hombres a su servicio, llamaron
la atención de los poderes públicos sobre la diferencia consi-
derable que existía en su personal de ingenieros. Habían no':'
tado que los que hicieron estudios clásicos normales conducían
mejor sus asuntos, redactaban mej or sus informes, sabían me-
jor sacar conclusiones particulares y generales de los hechos.
que los profesionales formados según los nuevos métodos pe-
dagógicos. Y pedían que se restaurasen los estudios greco -
latinos .
. Tal vez sea impugnable reducir los factores genéticos de
la inteligencia a la herencia y a la educ1ción,. y no conside-
24~ Honorio Delgado

.rai la auto - determinación. En efecto, si Ia libertad personal


influye en la constitución del carácter -estrechamente liga-
do con la inteligencia- por encima de· la disposición congé-
nita y la influencia del ambi·ente, cabe preguntar si también
no ejerce· influencia ·sobre el desarrollo del intelecto. Por
otra parte, sabemos que el ejercicio de la voluntad es inse-
parable del albedrío y que no se puede negar que el querer
pu·ede influir .sobre el curso de la inteligencia. A este propó-
sito es pertinente recordar una observación de vV. Stern : "De
dos niños .igualmerite sanos y fuertes, y en los cuales las dis
posiciones intelectuales instintivas estén desarrolladas por
igual, aquel que posea la voluntad más fuerte aprenderá an-
tes a ejercitar estas disposiciones". Se comprende que la con-
secuencia del ejército oportuno de las facultades intelectuales
puede marcar no sólo un adelanto temporal sino un logro de-
finitivo en el desarrollo, lo que equivale a una diferencia po-
sítiva respecto de la falta de intervención de la voluntad a
favor de la· inteligencia.
3. El desarrollo de la inteligencia es inseparable del cur-
so general de la vida psíquica del individuo humano en· creci-
miento. Lo cierto es que la psicología del niño y del joven
todavía no ha llegado a precisar el verdadero sentido del pro-
ceso evolutivo de la mente en términos de estructura, de tal
suerte que sea comprensible cómo surgen y se diferencian las
configuraciones, en qué relaciones. se muestra la inteligencia
con el conjunto del devenir personal, qué orden y qué fases
sigue la germinación y el perfeccionamiento de sus funciones.
Todo esto será tarea de la psicología del porvenir. Ciertamen-
te, habrá que vencer graves dificultades para sorprender en
ia conducta y la expresión del menor el nacimiento y la com-
posición gradual o súbita de las aptitudes así como los nexos
y sinergias inherentes al despliegue sutilísimo de la actividad
psíquica total. Es ya grande el embarazo que suscita al pro-
blema de la determinación de los límites que corresponden en
las emergencias de la vida anímica a lo espontáneo y a lo con-
dicionado más o menos específicamente por la experiencia
vivida. 'Con decir que las fuerzas. inmanentes de la mentalí-
dad humana en desarrollo y las operaciones personales conver-
Inteligencia 249

gen en una unidad actual, no se avanza nada. Por otra parte,


los resultados o rendimientos que el investigador verifica o
provoca -como ocurre en la apreciación con las pruebas pa-
ra la "medida" de la inteligencia- no son sino productos, úl-
timos términos o residuos de procesos en los cuales lo esen-
cíal es la manera como han sido alcanzados y vividos íntima-
mente. Este juego interior de las facultades o fuerzas sub] e-
tivas no es asequible casi nunca a causa de la. índole misma
de la mentalidad inmadura, móvil y ambigua en extremo, in-
capaz de ofrecer el testimonio preciso de un examen fenome-
nolózico . Es claro que el proceso del aprendizaje puede ofre-
cer cierta información si se logra un método que permita es-
timar el conjunto de las disposiciones hereditarias y el de las
influencias dependientes de la educación, o sea lo adquirido
a lo largo de la vida del sujeto. Para esto ofrece un punto de
partida el análisis del progreso de la inteligencia de los ge-
melos univitelinos •en ambientes bien determinados. Pobre to.
davía es el fruto 'que en estas condiciones nos ofrece la in-
vestigación. Así, Kurt Wilde señala como resultado de sus
investigaciones de 21 univitelinos y 18 divitelínos, de edad
alrededor de 12 años, que no sólo el proceso de la maduración
sino también el proceso del ejercicio son determinados en
forma y medida por la disposición.
A falta de una morfología del desarrollo de la inteligen-
da, hemos de contentarnos con señalar algunos datos típicos
del incremento ontogénico de las aptitudes. Es inevitable la
referencia a meses y años de edad, la cual debe' ser tornada
en cuenta en un sentido holgado, con cierto margen de: fluc-
tuación individual. Lo importante es el orden de la sucesión
.de las manifestaciones mismas, las cuales, según el esquema
general de Claparede, que también debe tomarse cum grano
salis, evolucionan de lo simple a lo complejo, de lo concreto a
abstracto, de la receptividad pasiva a la espontaneidad, de Ia
'indeterminación a la especializacíón, d·e la subjetividad a la
-objetividad, de lo inmediato a lo mediato .. El primer año de
1a vida del niño se caracteriza por la intención dirigida a las
posibilidades motrices y a la actividad de los sentidos. La
~rnnifestación más precoz de conocimiento tiene lugar en for-
25() H onorio Delgado·

ma de aptitud para identificar a la madre y reaccionar en


conformidad con la expresión del semblante de ésta: tiene
lugar desde el segundo mes. Hacia el fin del primer año el
niño es capaz de comprender algunas relaciones mecánicas
de las cosas y de buscar medios que sirvan para determina--
dos fines mecánicos, inclusive con cierto grado de generaliza-
ción de las soluciones descubiertas a otros casos fu era del ini-
cial. K. Bühler, que ha verificado el desarrollo de tal apti-
tud en un niño entre los 10 y los 12 meses, llama a esta la
"edad del chimpancé", a causa de la similitud de la conduc-
ta del niño entonces con la de los antropoides estudiados por
Koehler (1) . Demostrativo de que a esta edad el ej ercicio
tiene menos importancia que la disposición hereditaria en la
maduración de las aptitudes psícomotrices de Gesell y Thomp-
son: adiestran a uno de los gemelos univitelinos durante las
seis últimas semanas del primer año ,en trepar escaleras y en
realizar construcciones con tablitas; el adiestrado acaba por
cumplir la tarea con rapidez, en 26 segundos; más el gernelo
no ejercitado la realiza en el mismo tiempo al cumplir un
año y gana al primero un mes después.
Aunque ya durante el primer año el niño comienza a dar·
sentido a- algunas palabras, el segundo constituye Ja· fase· ini-
cial de franco ejercicio de fa. inteligencia con la expresión
verbal, "el Rubicón que no franqueará animal alguno". Es-
particularmente importante la segunda mitad de este año,
pues entonces se acrecienta muy rápidamente el vocabulario·
y abundan las preguntas del niño acerca de lbs nombres de
los objetos. La facultad de juzgar comienza a adueñarse del
lenguaje como un sistema de signos, naturalmente, con. jui-
cios que se expresan de manera denominativa o enunciativa.
En el niño de 2 años la comprensión supera a la acción, en el
sentido de que .no se. traduce en actos explícitos todo lo que-
el sujeta es capaz de inteligir. Ciertamente que son promo-
toras las tendencias instintivas, la curiosidad, Iaínclínación ar
juego, la obscura orientación hacia la realidad del porvenir,
pero ya apunta .clara y dominante la disposición para el co-
mercio inteligente con la. realidad, la aprehensión de las cua-
lidades y diferencias de las cosas, a cuyo fin el lenguaje ofre-
Inteligencia 251

ce al espíritu infantil un instrumento insustituíble de objeti-


vación. El interés por Ias palabras implica cierta intuición
del valor de éstas como mundo de símbolos ventajoso por su
eficacia práctica, no sin atribuirle un rico prestigio mágico.
A los 3 años, y ami antes, la idea de la causalidad se incor-
pora en el pensamiento del niño, quien no sólo la aplica a los
acontecimientos corrientes. y que se repiten sino a los extraor-
dinarios: todo tiene un origen determinado, es hecho por al-
guien. Desde esta edad el niño comienza a tener idea de que
real no es sólo lo que .corresponde a su deseo y a sus juegos,
sino que también hay otra realidad. Entonces es capaz de
hacer ocasionalmente verificaciones circunstanciadas, de mo-
. do que los descubrimientos que realiza le permiten aplicar
sus conocimientos con cierta adecuación a casos semejantes.
A.. los 4 años la idea de la . causalidad -egocéntrica y finalis-
ta-. se hace más explícita y reflexiva; el niño pregunta el
por qué de todo y cuando y quien lo ha hecho. Por eso mis-
mo las· explicaciones que satisfacen la comprensión del niño
son las que relacionan los hechos con su finalidad. En esta
fase, que se prolonga hasta después de los 5 años, "el espíritu
del niño está organizado de manera análoga el procedimien-
to del explorador, que empieza por descubrir en el nuevo
país una extensión limitada, y a partir de ella dirige sus in-
vestigaciones en todos sentidos" (K. Bühler) . Esto no quiere
decir que con eso el . sujeto no incurra a menudo en simplífi-
.

cacíones, arbitrarias y convicciones mágicas. Así, según Pía-


get, los niños de 6 años con frecuencia razonan de este mo-
do: la piedra va al fondo del agua porque es lo suficientemen-
te fuerte para abrirse camino y llegar ahí.
Entre los 5 y los 8 años el espíritu del niño se propon€'
tareas y trata de cumplirlas por su cuenta, dando valor al
éxito de su esfuerzo; se hace más y más consciente ce la re-
.lación que hay entre Ios medios que emplea y los fines que
persigue. A los 7 u 8 años comienza a definirse una ordena -
cíón [erárquíca de tos mundos objetivo y subjetivo. el de la
realidad y el de la ficción, cuyo proceso dura hasta el comien-
zo de la pubertad; Ja nropensíón l'l_ fas In+ P.rprefaciODeS, a~
causalidad final simplista y egocéntrica disminuyen progresí
252 H onorio Delqado

vamente a partir de los G años, lo mismo que las imperfeccio ..


nes del pensamiento Iogico , También desde los 7 años -edad
que el sentido común ha denominado muy expresivamente de]
"uso de la razón"- principia a dominar la actitud gnóstica
sobre la pática y el sujeto tiende a dar valores al punto de
vista ajeno y a contrastar las opiniones propias con las <le los
demás. La imitación pasiva ha sido hasta entonces la regla:
ahora el niño aprende a comprend·er tanto lo que imita cuanto
lo meramente ajeno. En esta etapa la abstracción tiende a
entrar en juego de una. manera algo sistemática, pero, según
muestras investigaciones de Vogel, "el niño no parece pene-
trar •en el mundo de .las abstracciones a partir de las especies
y en sentido progresivo, sino que, a la inversa, comienza por
los conceptos más generales; no alcanza los géneros interme-
dios por ·el camino de la abstracción, tomada de abajo arriba,
sino por ·el de la determinación en sentido inverso". Desde
los 11 o 12 años el pensamiento discursivo toma más y más
valor principal y se ejercita con creciente rigor e indepen-
dencia; "entonces brota en él la idea de lo necesario, el pen-
sar formal, el discurrir sobre suposiciones; aunque no se crea
en ellas" (Froebes) . En la pubertad se opera un cambio
considerable con la agudización de la conciencia del yo y la
reflexión sobre los propios actos y sobre el mundo en general.
Las experiencias de uno mismo, el análisis de lo que ofrece la
vida y la aprehensión de las ideas universales y del mundo
de la teoría y de los valores, afinan y enriquecen los hori-
zontes de la inteligencia, cuyo contenido sólo con la madurez
se podrá elaborar en profundidad d·e manera autónoma, con
crítica y método, en los espíritus bien dotados realmente cul-
tos.
El desarrollo normal de fa inteligencia se cumple con un
ritmo determinado y su término tiene lugar en la adolescen-
cia. Si se representa por ~na línea, ella se eleva en el varón
de manera abrupta de los 6 a los 10 años de edad, después
sube más, oblícuamente hasta los .14, 15 o 16 años; en la mu-
jer el ascenso mayor es entre los 10 y los 14 años. Esto CO·
rresponde a amplias verificaciones ·en los niños al-emanes. En
general en las razas y pueblos tropicales y subtropicales el
Inteligencia 253

desarrollo es menos prolongado o más precoz que en las ra-


zas nórdicas. Tratándose de las variaciones individuales, los
sujetos cuyo tiempo no concuerda con la regla, por acelera-
ción o por lentitud del proceso evolutivo, constituyen los gru-
pos de los precoces y de los tardíos. La precocidad del desa­
rrollo intelectual se manifiesta a menudo en relación con un
desarrollo que a la postre no llega muy alto, pero también
suele ser el preludio del resultado contrario. En efecto, así
como hay niños prodigios que se frustran, la precocidad es
en otros nuncio de superiores alcances, como. en los casos fa-
mosos de Pascal, Goethe y Mozart , El hecho estadístico veri-
ficado en California por Terman con "medidas" de la inteli-
gencia, es que losi niños de capacidad extraordinaria se pre-
sentan en las ciudades en proporción de 1 por cada 250 índí,
viduos. Lo importante es que· tales "supernormales", diez
años después, no son los más distinguidos de su generación.
Esta verificación en gran escala (sobre' 250,000 escolares) no
se puede interpretar de manera unívoca en el sentido que los
(1400) niños de desarrollo intelectual precoz pasan con el
tiempo al nivel de la mediocridad y una. porción' de los que
fueron mediocres en la escuela logran un nivel superior por
prolongarse en ellos el desenvolvimiento de sus facultades,
pues interviene ·el factor de la manera de apreciar la mag-
nitud de la inteligencia: mientras que Terman aplica las·
pruebas de la psicología experimental en los niños, la vida
selecciona con las pruebas de la realidad, revelando en el a-
dulto el verdadero talento.
La madurez intelectual tardía es tal vez relativamente
más frecuente que la prec?z. Los hechos parecen en efecto
dar en parte la razón a Huarte, quien sostenía en su Examen
de ingenios, que "los niños de precoz capacidad, que luego
comienzan a raciocinar, vienen a ser por lo general hombres
necios, mientras que los muchachos rudos cuando niños, ar-
guyen mayor ingenio en otra edad". Newton, Lineo, Liebig,
Swift de niños parecieron mal dotados, y de W alter Scott hu-
bo quien asegurara: "es tonto y tonto se quedará". · Edíson
fue expulsado de la escuela a causa de su marcada torpeza,
Pasteur tuvo fama de mal· alumno hasta los 10 años. y. Koch
'
';(,;y.¡. H onorto Delgado

1:ue escorar mediocre. Podría alargarse "más la lista de los


eJ empres uustres ( vveyganct y Stempiínger citan varios en
8US trabajos sobre el tema). LJe mayorJmportancía práctica
es el hecno ae que con cierta frecuencia pasan durante años
como débiles de inteligencia menores en Jos cuales el desa-
rrruío ue sus facuilaues es lento pero· proiongauo, u.crusrve,
hasta los ;¿o anos, 10 que compensa el tiempo perdido por la
inhibición retardatoria con un extemporáneo avance restau-
rador de la normalidad. Así O. Schneider ha verificado con
sorpresa en una población de 595 exalumnos de escuelas pa-
ra débiles de inteligencia que el 23% mostraban una capaci-
dad normal, esto es, que habían dejado de ser insuficientes
por obra de los años. Parece que este desarrollo aparec·e co-
mo ·manifestación hereditaria en algunas familias. Weygandt
cree que la epilepsia, -Ia encefalitis, la atetosis, la heredosífi
lis y ·el infantilismo (de origen ·endocrino) pueden retardar ·el
desarrollo de la· inteligencia de modo compensable ulterior-
mente ·por la intervención de circunstancias favorables A.
Juda considera que la madurez intelectual tardía es posible a
causa de enfermedades crónicas, en especial raquitismo ce-
rebral, al extremo que la falta de desarrollo de la mente pue-
de simular una oligofrenia. Por su parte; las investigaciones
clírricas de Stemplinger le han permitido justificar la inter-
pretación de Juda, señalando el hecho de que existen familias
en que se presentan tanto los falsos oligofrénicos por desarro
llo tardío cuanto '
los verdaderos olisofrénícos.
~ .

4. La idea de la unidad de la inteligencia es cuestiona-


ble si se pretende que sea algo más que una manera de con"
siderar los hechos. En psicología y en psicopatología aisla-
mos metódicamente del conjunto de la- vida psíquica del su-
jeto aspectos particulares que en realidad son inseparables
del resto y carentes 'de verdadera autonomía unitaria. Son uni-
dades o conjuntos relativos a nuestro punto 'd. e vista descriptivo
o .interpretativo, a nuestra necesidad de conocimiento analítico.
Sin.embargo, hay investigadores que plantean la cuestión de si
en.símismos determinados de esos aspectoscorresnonden a un
qu.id·-único;Tratándose de la inteligencia existe dos criterios
bien definidos y opuestos. Según uno de ellos la in~eligenc~ a
Inteligencia· 255.

es el conjunto no .uniforme de "todas las aptitudes, todos los


talentos, todos los instrumentos utuizables para la varíenau
de rendimientos en la adaptación a las tareas que protJone.
la vida" (vaspers). Según el otro criterio, a pesar de 10 vano
de las maniiestaciones, hay una realidad fundamental mu-
taria de la inteligencia. Se trata aquí propiamente de una
hipótesis de trabajo, que busca su fecundidad en las "me -
di das" de la inteligencia. Spearrnan la propugna con la ma-
yor uecísíón, admitiendo que todas las aptitudes intelectua-
les de un sujeto tienen un "factor general" común ("G") y
cada t.na de ellas el suyo particular o "factor específico". El
factor ''G" entraría en toda clase de actividades mentales, en
grado tanto mayor cuanto la habilidad dependa más del pro-
caso mental que Spearman llama "educación", y que consti-
tuye el núcleo de la inteligencia y de todo conocimiento. "Po-
demos decir -escribe Spearman.L que la «educación» ·es de
dos clases distintas, una de las cuales consiste en pasar de
dos objetos a su relación, como cuando la concepción de las
ideas de «bueno» y «malo» lleva a concluir que son «opues-
tas». La otra clase consiste en pasar de un objeto y una rela-
ción al objeto correlativo; como cuando la idea de «bueno»
junto con la de «opuesto» conduce a la concepción de «malo»",
Además del factor universal "G", Spearman considera los
componentes suplementarios y específicos (que llama «S») :
el factor verbal (V), el de actividad mecánica o manual (M),
de computación aritmética (N), de la rapidez de las respuestas
(X), de la inercia mental (P), de la tendencia de la actividad
mental a oscilar (O), del poder de 1::1 voluntad (W).
No estamos de acuerdo con \'f\T. Stern cuando afirma que
la cuestión de si la inteligencia corresponde a una función
unitaria o a la intervención de múltiples funciones parciales
se resuelve considerando que cada persona -enfrontada,
hasta donde es nosible, en su totalidad- tiene "un nivel men-
tal" determinado. Esta no es ~ma solución del problema que
para nosotros no existe, pues, en general, los elementos nsí-
cuicos no .son reales y la unidad efectiva es la persona. Pero
como esquema descriptiyo, el . nivel intelectual constituye
plausible referencia, a la vez unificadora de los datos indi-
;¿56 Honorio Delgado

viduales y de comparacion interindividual, siempre que no


se tome como una superficie plana, como si las facultades
tuviesen ia misma altura, sino a la manera de un "perfil"
-.según sugiere el propio Stern-, en el que se puede reco-
nocer aproximadamente la altura media característica de ca-
da persona. Naturalmente, dos personas de nivel intelectual
semejante no tienen idéntica constelación de dotes, lo que ex-
presa su diverso perfil. De este modo se respeta las corr-ela-
ciones posibles entre las diferentes aptitudes; comprobadas
estadísticamente, y.Ias particularidades individuales, que pue-
den ser tanto de grado cuanto de calidad.
Esto nos lleva a considerar Ios diversos tipos. de inteli­
gencia, o sea las constelaciones de dotes que muestran dif e-
rencias apreciables en el modo de manifestarse. Se trata de
referencias simples que permiten .una aproximación al cono-
cimiento -en realidad 'inagotaule-> de las variedades y cla-
ses de la conducta intelectua] concreta, inseparable de la to-
talidad de la vida anímica personal. Reunimos al efecto ocho
pares de tipos, tratando de caracterizarlos de manera incon-
fundible.
t-. La imitación interviene poderosamente en el desarro-
llo de la inteligencia. Se ha · dicho por una parte que de ni-
ños imitarnos todo sin comprender, gracias a cuya imitación
aprendernos después a comprender; y por otra, que seguir
una enseñanza es en gran parte rehacerla por cuenta propia.
El sentido de estas sentencias permiten distinguir dos tipos
de inteligencia, según que predomine la sujeción a la influen-
cia ajena o la producción propia. La inteligencia dependien­
te es la menos inteligencia de las inteligencias, pues en tanto
que imitativa sólo reproduce saber, no realiza elaboraciones
que pongan de manifiesto la capacidad personal sino en la
medida que selecciona y ordena las nociones adquiridas, o
me] or dicho recibidas, y, por ende, en la medida que es ca-
paz de reflexionar sobre su fundamento, sin apoyo en la au-
toridad. El tipo opuesto, de inteligencia independiente, es ac-
tivo 'resp•ecto a la materia del pensar, en el sentido de no con-
tentarse con la suscepción sin examen, y es fecundo en 'tan-
Inteligencia 257

to que logra verificaciones, relaciones y configuraciones en el


contenido de la experiencia, con mayor o merior originalidad
personal. Se comprende que el pensamiento intuitivo y la
imaginación son esenciales a la manifestación de este tipo.
,Z9 El ejercicio del pensamiento se efectúa en todo caso
por uno mismo, pero puede depender también en mayor o
menor medida de condiciones exteri~res. Las modalidades
extremas de esta posibilidad corresponden a dos nuevos tipos.
El de· inteligencia reactiva requiere la promoción externa :
su rendimiento, grande o pequeño, superior o trivial, se ma-
nifiesta sólo bajo la presión exterior, el comando, la mera
incitación o simplemente la oportunidad. tentadora. Los sujetos
correspondientes dan el mejor rendimiento en codiciones re-
gladas y que obligan a producir. El tipo de inteligencia es­
pontánea, por el contrario, funciona motu proprio; sin nece-
sidad de influencia; inclusive si se le constriñe puede no pro-
ducirse con igual facilidad o buen resultado· que libremente,
aunque lo frecuente sea que con la promoción exógana pro-
duzca más de lo que hubiese de esperarse de él.
39. El conjunto de la actividad intelectual implica una
relación del sujeto con los: objetos, un punto de vista del yo
sobre las cosas. Que predomine marcadamente uno u otro
de los polos de esta dualidad, y tenemos dos tipos más. El
de inteligencia objetiva se caracteriza por ser abierto al pen-
samiento ajeno y por guiarse dominan temen te por los prin ..
cipios y requerimientos correspondientes a la regularidad
del mundo. Adicto a lo empírico y a la objetividad espiritual,
el sujeto de este tipo aprehende la realidad de manera sobú::i
y exacta, sin mucha fantasía ni resonancia propia. El tipo
de inteliqenci« subjetiva es cerrado, realiza sus operacionos
estrechamente influido por los estados y tendencias perso-
nales: la I'calidad sirve en cierto modo de pretexto para la
diligencia ·en el pensar, a menudo cargado de sentimiento y
de dogmatismo. "Esta conducta subjetivista sólo es inteli-
gente cuando respeta la relación necesaria entre objeto y su--
jeto" (W. Stern). Se comprende que estos tipos se relacionan,
258 H onorio Delgado

respectivamente, con los del carácter : de extraversión y de


.introversión.
49 Una cualidad de la elaboración intelectual es el order
que puede incorporarse en gran medida o de manera mu~
defectuosa. El tipo de inteligencia ordenada representa e
primer extremo : el pensamiento se desarrolla en sentid:
apreciablemente sistemático, con consecuencia rigurosa hast:
lograr los fines que se señala el sujeto. Esto no quiere deci:
que fa inteligencia funcione como una máquina de razona
mi entos, ya que el orden no excluye la fecundidad de la in
tuición, la aptitud comprensiva y menos la configuració:
orgánica. El tipo correspondiente al otro extremo es el de inie
ligencia desordenada, en que la eventualidad sustituye al pre
e-esoharmónico, a la ilación segura. Una inteligencia desorde
nada no es forzosamente infecunda ni superficial, aunqu
a menudo errátil. El desorden es compatible inclusive co
el talento superior. Pero si faltan aptitudes, los resultadc
pueden ser negativos inclusive tratándose de la mera verif
cación de los hechos sensibles.
5Q Constituye ideal para el ejercicio del pensamien1
aislar y unir lo más posible los datos de la experiencia, an
plitud de análisis y profundidad de concentracíón.. La distr
.bución de las actitudes de la mente a este respecto frene nu
dalídades opuestas a la integración ideal, que son el predi
minio del espíritu de análisis o del afán de síntesis. el tij
de inteligencia analítica se dirige a lo aislado, a lo parcir
al aspecto, a la particularidad; tiene dificultad para la lab.
íntegrativa, para la visión de conjunto. A sus ojos el munc
se muestra como suma de manifestciones especiales; su men
funciona frente a la vida como el prisma respecto de la 11
que lo atraviesa. La inteligencia sintética obra de manera i
versa : tiende a introducir unidad y coherencia en la much
dumhre heterogénea de los datos de la experiencia; sin a:
nidad por lo descabal, busca. el sentido que lo integre en
harmonía del cosmos o por lo menos en los miembro~ de u:
ordenación cualquiera. Mientras que el analítico corre el r
1igro de perderse en la especialización sin base fundament
1 nte ligencia 259

al sintético le amenaza el de la idea válida para mucho y


para nada.
fr.> Algo relacionado con el par de tipos anteriores es el
del crítico y el constructivo. La inteligencia crítica tiene al-
_gunas cualidades de la analítica y algunas también de la or-
denada; se trata de la incorporación de propensiones ahí do-
mínantes: pero que en la mente crítica se. orientan en una
dirección especial: la aprehensión de las inconsecuencias y
de las faltas de conformidad, así como la' aceptación de re-
paros, procedan de donde procedan. En realidad· el crítico
requiere ·Ja síntesis tanto como el análisis, sólo que la sínte-
sis le sirve principalmente de manera contemplativa, para
ubicar lo impugnable. La inteligencia constructiva, a su ve¿
se asemeja a la sintética, pero lo que le da independencia
tipológica es su fecundidad: mientras que el sintético se con-
tenta con relacionar, unificar o comprender lo dado, el cons-
tructivo tiende a remontarse con la fantasía hacia nuevas or-
denaciones. Es activo y creador -sea de concepciones real-
'mente valiosas, sea de engendros desaforados.
79 La ·int•eligencia se traduce directamente en hechos ex-
teriores, en acciones, o se limita a actos puramente psíqui-
cos; sus operaciones forman parte de la vida activa o de la
contemplativa. Una y otra, como actitud dominante, constí-
tuyen sendos tipos especiales de inteligencia. La inteligencia
práctica se muestra como elaboración que se produce según
-el principio de la eficacia inmediata, empírica, sin prepara
ción sístemá tica. El sujeto resuelve con s·entido los proble-
mas que le va planteando la realidad; concreta en las situa-
dones sucesivas, y así avanza, casi como movido por un ins-
tinto seguro, que le permitiera optar por la posibilidad ópti-
'ma y los medios más adecuados en cada dificultad. La inie­
liqencia teórica entraña el predominio de la aptitud y la pro-
pensión anexa a la .actividad del pensamiento, para definir,
diferenciar, relacionar, interpretar, meditar y acaso sutilizar
.ahincadamente los datos de la experiencia y sobre todo los
del conocimiento adquirido por vocación. El interés dirigido
hacia lo problemático, el comercio desinteresado con las ideas
260 H onorio Delgado·

y el amor al saber constituyen la razón de ser última de esta


actitud, que no es extraña a la creación de grandes obras del
ingenio humano.
8P Hemos visto cuán íntimamente se relaciona el pensa-
miento y el lenguaje. El último par de ti pos se vincula en
parte con este maridaje. La inteligencia brillante es ma ni-
festación de la facilidad y rapidez con que se formula el
pensamiento en palabras, de la abundancia de ocurrencias>
de la fluidez y riqueza de matices en la improvisación, de la
habilidad con que el sujeto aprovecha todos los recursos de
su mente (en veces con el propósito .deliberado de deslum-
brar a auditorio). La inteligencia brillante, que no se iden-
tifica simplemente con la facundia, puede corresponder a
aptitudes de entidad variable, entre los extremos del talento
superior, lleno de enjundia, y la tri validad más superficial.
En este último caso -frecuente- se cumple el dicho volte-
riano: "un diluvio de palabras en un desierto de ideas". La
inieliqencia reposada revela dificultad para la elaboración o
para la expresión en· palabras. Si va unida a dotes relevan-
tes, entonces el sujeto, con tiempo y reflexión, es capaz de
resolver problemas difíciles, de lograr descubrimientos ori-
. ginales, pensamientos profundos o finos trabajos de síntesis.
Pero si al modo reposado se une una capacidad no sobresa-
liente, los. resultados son pobres. En todo caso, la impresión
prima f acie del reposado es desfavorable, de subvaloración,
lo contrario del brillante, que inclusive cuando es débil de
facultades suscita admiración en el alma del observador des-
prevenido.
La multiplicidad e independencia de las aptitudes se
manifiesta claramente en los talentos. Son las dotes espe .
dales, relativas al rendimiento posible en campos más o me-
nos restringidos de la vida espiritual, por ejemplo, las ma-
temáticas, la estrategia, la filosofía, la pintura, la poesía, etc.
Ni en el lenguaje vulgar se habla de inteligencia en seme-
j antes casos, sino de talentos. En efecto, lo propio de éstos
es que entraña orientación específica hacia faces limitadas:
de la cultura, con las cuales 'se vincula el sujeto tanto por la:
inteligencia 261

uu acción cuanto por la producción. Esto no quiere decir


que uaya siempre correspoudeucia cabal entre la afición y fa
.aptituo, mciusrve pueue exisur una ausencia de la otra. E-
ventuandad, sin ouda frecuente, es que algunos talentos no
.Ilegan a manifestarse por falta de incentivos en las condicio-
nes üe existencia cel sujeto. Esto ·explicaría por qué muchos
.hombres se revelan eminentes tardíamente y otros salen die
Ja aparente mediocridad sólo con ocasión de cambios consí-
-derables en las condiciones de su existencia o de mutaciones
del destino de la colectividad a que pertenecen. Aparte de
.esto, se sabe que los talentos tienen períodos óptimos para su
.manif estación. Asimismo, siguen en general cierto orden: los
más precoces son el de expresión imitativa, el musical, el ma-
temático, los del trabajo manual, que comienzan a manifes-
tarse en la níñez ; después, en la adolescencia, surgen las ap-
titudes especiales de orden técnico y artístico, en seguida las
dotes para la investigación m·ecánica, y, al último, los talen-
-tos propios - del pensamiento científico, del filosófico y del
histórico. Por otra parte, gracias a las influencias del am-
biente (intereses y modas) y a las particularidades de la per-
.sonalidad, el mismo talento puede manifestarse de manera
diferente en diversos sujetos.
Cada talento =-creador o reproductivo- no constituye
'una unidad Irreductible, sino que, a su vez, está compuesto
de diversas aptitudes más simples, lo cual no quiere decir
que el talento es sólo· la suma de las funciones particulares
-que requiere. Sólo respecto del talento musical tenernos un
analisis psicológico suficiente para inteligir su complejidad.
'Gracias a las investigaciones de Haecker y Ziehen sabemos
que cabe aquí distinguir, por lo menos, los siguientes facto-
res: sensihilidad para diferenciar los diapasones, para ·el tim-
bre de los sonidos y para la intensidad de los mismos; sensi-
bilidad diferencial para los tiempos Henos y vacíos: sen ti..:
miento de consonancia y disonancia; memoria especializada
para los sonidos en particular, para el timbre de cada instru-
mento, para los tonos, inclusive acordes V melodías; memo-
Tia para los ritmos; sentido para Ja complexión y la abstrae-
::l62 Honorio Delgado­

cion acústica; facultad con~iguradora_ y de ordenación rítmi-


ca; facilidad para ejecutar los sonidos en un instrumento de-
terminado; aptitud para reproducir correctamente, silbando,
o cantando, tonos, melodías, ets., así como para transportar;
don del acento afectivo de harmonías y melodías; disposición
para captar con rapidez el estilo de diversas composiciones
ajenas don de relacionar mentalmente una idea y una for-
mación sonora que la exprese -combinación creadora o fan-
tasía musical. Si se pudiera analizar con discernimiento se-
mejante los factores de lo que en el médico de vocación lla-
mamos talento clínico, seguramente que el catálogo sería ma-
yor que el de los requisitos mentales del músico.
Para terminar con los talentos, mencionemos el hecho
muy importante de que, si bien de manera excepcional, ellos
pueden presentarse con caracteres marcados en inteligencias.
muy deficientes. Este hecho -sobre todo el caso rarísimo de-
un talento superior en un imbécil o en un idiota- constitu-
ye el mejor argumento contra la teoría de la unidad real de
la inteligencia. Han sido estudiados no pocos casos de es l--
culadores prodigiosos, de hábiles coleccionistas, de buenos di-_
buj antes con mentalidad oligofréníca . Más sorprendentes fon
los pocos casos de talento verdaderamente creador. Es re-
nombrado el de Gottfried Mind, oligofrénico de quien el pro-
pio Pestalozzi no pudo conseguir que hiciera progreso alguno
eD; materia de lectura y escritura, y que, sin embargo, se dis-
tinguió, desde los 9 años, en la pintura (de memoria), sobre
todo de animales, al extremo que la famosa pintora Vígée Le-
brun i.e· llamó "el Rafael de los gatos". Otro caso tan extra-
ordinario como el de Mind es el que refiere F. Zabugin: se
trata de un idiota indudable, que a los 4 años muestra incli-
nación- musical, Ilega después de poco a eejcutar piezas de
Beethoven y de Chopin, y finalmente compone. A los 9 años
comienza a declinar el talento y a los. 15 ya no puede ni lo-
car. (Weygandt ha reunido una interesante casuística en su
trabajo sobre los oligofrénicos de talento).-
El concepto de talento s·e usa también en el sentido de
capacidad Intelectual por encima o muy por encima del tér-
Inteligencia 263:

mino medio, tanto para la comprensión y reproducción cuan-


to para la creación. Con esta aceptación representa un grado.
de superioridad en tránsito hacia la máxima altura posible.
de las facultades intelectual-es, que es el Genio. Kant define
el genio como talento que no se deja dar reglas, sino que las
produce; como ser original, ejemplar,. independiente respec-
to de los instintos vitales. Podemos agregar que la creación
del genio tampoco es alcanzable por reglas, leyes o métodos,
en tanto que esencialmente espontánea, individual y esp.iri«
tual. El genio (como persona) -s·egúnprecisa Scheler- "no·
';\ . se adapta al mundo, sino que lo ensancha. Es para el mun-
do lo que el héroe para el espacio vital, lo que d santo para
Dios" .. Pero no hay genio sin la profunda concordancia con
la realidad del mundo, sin la penetración reveladora de lo
efectivo en la naturaleza o en el espíritu. El genio no puede
explicarse (según pretende Lange.>Eichbaum en su popnlar-
obra Getiie, Irrsiiui und Ruhm, München, 1935) como simple·
abundancia de disposiciones o complejos de· aptitudes super-
normente desarrollados. Más plausible ·es el criterio opuesto·
de Jaspers, al reputarlo como "manifestación del espíritu ab-
soluto". Por lo demás, ningún psiquiatra objetivo toma ya en
serio la conocida sentencia que se atribuye a Aristóteles:
"Nullum magnum ingenium nisi mixtura quedan stuliitiae,
origen de incontables desvaríos pseudocientíficos en el siglo
XIX. Hoy sabemos que ni la psicología ni la psiquiatría pue-
den resolver los problemas que plantea la índole del genio.
5. La exploración ele la inteligencia constituye una de
de las ramas más frondosas de la psicotecnia, con anteceden-
tes múltiples, sobre todo a fines del siglo pasado, y con una
expansión y un crédito realmente descomunales al presente.
'La misma abundancia de literatura científica y popular sobre
el tema, en gran parte. falta de mesura, nos releva de expo-
ner aquí los procedimientos particulares y nos obliga a. con-
siderar los fundamentos y la crítica del método. S.e trata de
bosquejar la manera cómo se llega a constituir un sistema
seriado de pruebas psicológicas adecuadas para suscitar reac-
ciones que entrañen típicamente la aptitud intelectual del su-
:i64 Honorio Delgado

Jeto, y de puntualizar las fallas inherentes a iodo sistema <.Le


esta mdoie , Aunque Ia "escala" de Bmet y Simón •..;s uno l.e
tales sistemas entre otros, su prestigio histórico y la errcíen-
e.. a y universalidad de su apucacíón justítrcan que lo torne-
mos corno arquetipo para s·emejante exposición.
El procecímíento seguido para obtener la escala Binet-
Simón f ué, en primer; lugar, idear una serie de preguntas
o tareas representativas, breves y precisas, y aplicarla a un
número considerable de niños de diferentes ·edades, en con-
diciones apropiadas al efecto de conseguir respuestas .genui-
nas. El criterio para apreciar obj·etivamente la relativa faci-
lidad de cada pregunta es el porcentaje de niños que la ab-
suelve. De este modo se determina la gradación de la serie
y se establece el orden de las pruebas s·egún su dificultad. Con
el mismo criterio de verificación estadística se ordena las
series de pruebas correspondientes a cada año de edad
cronológica (EC) de los niños normales capaces de superar-
las. Después de ·eliminar las tareas que dan resultados dudo-
sos y de agregar otras más viables, con nuevas y extensas
verificaciones, se obtiene una escala definitiva que compren-
de varias pruebas para cada año de edad. Entonces se dispo-
ne de un patrón o escala métrica de la inteligencia, aplicable
a los niños con el objeto de comparar los resultados así obte-
nidos en cada caso con la norma establecida, y saber si la in-
teligencia del sujeto de examen es de grado normal, o si está
por encima o por debajo, y en qué proporción. Dicho de otro
modo, con la aplicación de las pruebas se aprecia la concor-
dancia o discrepancia, en cada S!1}2to, y en qué proporción.
Dicho de otro modo, con la aplicación de las pruebas se apre-
cia la concordancia o discrepancia, en cada sujeto, entre su
da, de qué monta es el retraso o adelanto en el desarrollo in-
telectual. La diferencia entre uno y otro es la cuantía de la
.dlscrepancia. Según esto, teóricamente el niño normal debe
absolver todas las pruebas que corresponden a sus años de
edad, sí como las propias de los inferiores, y es incapaz de
·superar las de mayores años. En la práctica rara vez sucede
-eso ; generalmente el niño falla en algunas pruebas que están
Inteligencia 265
por debajo de su edad y tiene éxito en otras sup·eriores. Por
eso, se califica la edad mental considerando ei afio más alto
en que el sujeto supera todas las pruebas, a cuya cifra se
agrega Ja fracción d·e año apropiada a las pruebas absueltas
en edades mayores y se resta la fracción correspondiente a
las pruebas fallidas en edades menores. En lugar de seguir
a Binet en la forma de comparación por diferencia entre la
edad cronológica y la mental, se ha impuesto la relación de
los valores d·2 ambas, introducida por ,V. Stern, y que se co-
noce con el nombre de cociente de inteligencia (CI). De
EM
modo que tenemos CI=--. En los niños normales el cocíen-
E C
te de inteligencia es igual a 1, en los supernormales es mayor
y en los subnormales menor. (Se acostumbra también mul-
EM
plicar por 100 el producto de -·-, en cuyo caso lo normal
EC
es un C I = 100.) La ·experiencia confirma que cuando Pn
niño es sometido nuevamente a las pruebas después de cierto
tiempo, los resultados son bastante concordantes : el cociente
de inteligencia se mantiene aunque varían la edad cronoló-
gica y la mental. Así un niño con un C I de 1,126 a los 6 años,
a los 8 conserva el mismo, teniendo una edad mental corres-
pondiente a los 9; mientras que su edad mental se acrecienta,
su nivel de inteligencia permanece el mismo. En general, de
acuerdo con lo que hemos dicho a propósito del desarrollo de
la inteligencia, el incremento de la edad mental continúa
basta que el sujeto alcanza la 'edad de 14 a 16 años, tanto más
lentameute cuanto más se aproxima a este término. Aunque
después progrese la experiencia, la habilidad v los conocí.
mientos, entonces se detiene -el crecimiento <le la capacidad
intelectual. Para calcular el cociente de inteligencia en un
adulto, la cifra de su edad mental no se. divide nor su edad
actual, sino nor la edad a la cual se sunone que ocurre la
detención del desarrollo intelectual. El criterio <le los nsico-
técnicos discrepa en ·esto. Algunos preconizan los 16, otros
los 14 años, como edad Iírníte para el adulto - que viene
~66 H onorio Deiqado

a ser la edad mental media de éste. Conviene agregar que


la escala Binet-Simón no es muy satisfactoria en su apli-
cación al adulto, tanto por el número reducido de las
pruebas para los grados altos, cuanto por la manera como
se formulan las preguntas, que s•e presta a · que el hom-
bre hecho las tome en ridículo y reaccione en consecuencia.
Como es sabido, las pruebas de la escala Binet-Simón -
que aprecian más la inteligencia lógica y verbal que la prác-
tica o natural - se aplican en todo el mundo. Para que ré-
sulten plausibles las versiones en los diversos idiomas no
basta un conocimiento preciso de la equivalencia de los tér-
minos, sino que se requiere una revisión que adapte el siste-
ma a las condiciones de la nueva población a que se aplica.
En efecto, la dificultad o facilidad relativa de las pruebas
puede ser. distinta en un idioma que en otro, y hasta de un
país a otro. La única manera de evitar esta causa de error
en la tasa de la inteligencia es elaborar una nueva gradación
de las pruebas. Para eso debe procederse en forma análoga
a Binet cuando probara sus preguntas, pero ya con sus ele-
mentos y en una amplia población de niños normales del
país donde se implanta la escala.
La escala Binet-Simón se practica individualmente, lo
que tiene ventajas e inconvenientes especiales. Hay otros sis-
temas de exploración con pruebas que se aplican por grupos,
dándose las instrucciones total o parcialmente por escrito,
también con ventajas e inconvenientes peculiares. Se entre-
ga al sujeto un pliego o cuaderno que contiene impreso el
texto de >diferentes pruebas, Incluyendo en algunos casos
ejemplos para indicar el procedimiento. El examinando tiene
que escribir poco o nada. : por regla, sólo se requiere de él
que subraye la palabra correspondiente a la solución del pro-
blema que reputa correcta, entre tres o cuatro respuestas
posibles - con esta forma de elección se elimina la ambi-
güedad susceptible de manifestarse en las respuestas inven-
tadas. Ejemplos de este tipo de pruebas son los siguientes: lc:>
de analogía : "negro es a blanco como grande es a pesado,
brillante, pequeño, hombre"; 2c:> de sinónimo y antónimos :
Inteligencia 267

"malo es lo mismo o casi lo mismo que bello, fino, brillante,


odioso"; 39 de sentencias en desorden : "bueno comer es ma-
dera : verdadera, falsa; dinero hombres trabajan conseguir
por : verdadera, falsa"; 49 de clasificación : "subrayar la pa-
labra que es de diferente categoría que las otras : silla, mesa,
trigo, felpudo, cortina"; 59 de series de números : "elegir los
dos números que continúan las series siguientes : 1, 3, 5, 7, 9 .
. . . 10, 11 12, 13, 14"; 61.> de inferencia : "Juan es más rubio
que Pedro, pero no tanto como Pablo. ¿Cuál es el más rubio?
Juan, Pedro, Pablo"; 79 de interpretación de proverbios' :
¿Qué quiere decir : en casa del herrero cuchillo de palo?
Que los herreros ponen cabos de madera a los cuchillos. Que
lo que más directamente nos corresponde hacer lo olvidamos.
Que en las casas de los herreros pueden faltar cuchillos de
hierro".
Cualquiera que sea la clase de pruebas - las hay tam-
bién con sólo imágenes u objetos - que se aplica para apre-
ciar la inteligencia, el procedimiento debe sujetarse a las re-
glas siguientes, que formula E. Stern, de acuerdo con los
principios generales de la psicología experimental : 19 Las
condiciones en que se realice la exploración deben depender
del director de la misma, que vigilará sus- efectos. 2i? Debe
poderse variar las condiciones parciales, de suerte que se
logre determinarla influencia de cada factor particular sobre
el curso del proceso. 39 Debe ser posible realizar la explora-
ción bajo las mismas condiciones para todas las personas a
prueba. 49 Debe poderse repetir la exploración de la misma
persona las veces necesarias, en idénticas condiciones. 5P
Debe ser observable el curso de los acontecimientos, de modo
que el investigador se percate de todo lo que acontece mien-
tras dura la prueba. 69 En lo posible, el resultado de la
exploración debe ser formulado en cifras, de modo que 'sean
cómparables y favorables. a la aprehensión de regularídades
generales. Estas reglas tropiezan acá con serias dificultades,
como en general en la psicología de. laboratorio. S·e puede vi-
gilar las condiciones externas; mas no las del fuero interno
del sujeto, que son las más importantes. Estas últimas condi-
268 H onorio Delgado
ciones implican que ·el resultado no depende sólo de la apti-
tud intelectual, sino también (además de los conocimientos
y la experiencia previa) del estado afectivo, sobre todo el te-
mor de ser sometido a pruebas en que es posible quedar mal
-mayor en el adulto que en el niño->, que en algunos suj e-
tos no se logra eliminar con palabras de aliento ni con ex-
plicaciones suasorias: el conocimiento que ·el sujeto tiene
del lenguaje y su habilidad para manejarlo, quedan a me-
nudo inciertos a pesar de los afanes del director del examen:
otro tanto vale para la falta de voluntad, de interés etc. Por
otra parte, la repetición de Ia prueba diaria _resultados dis-
cordantes según la capacidad del sujeto ·en materia de me-
moria y aprendizaje, y si se aplicase pruebas de la misma
clase con diverso contenido, ya no se trataría de idéntica
prueba. En lo que atañe a la observación del curso de los
acontecimientos, no ·es posible contar con· el testimonio del
sujeto para mas que una reconstrucción a posteriori de los
hechos más impresionantes - cuando el sujeto tiene dispo-
sición para la auto-observación - y no del conjunto, ni de lo
·esencial. Por último. la reducción de la inteligencia a ·cifras
es contraria a la naturaleza de lo anímico. Toda medida pre-
supone la posibilidad de delimitar lo que se mide y una me-
dida, con divisiones y grados, a la que corresponde una uni-
dad siempre y por doquier idéntica. Esto en realidad no cabe
en el dominio de lo psíquico : los fenómenos mentales pue-
den compararse sin precisión, nunca son susceptibles de
mensura . con ·escalas númericas. Lo que se mide en reali-
dad, es a veces el estímulo empleado y sobre todo el rendí-
miento. mas nunca el rendimiento es s·eñal unívoca de la
ínteliaencia, jamás excluye la intervención de otros factores.
Con respecto a los requisitos de un buen sistema de prue-
bas para la exnloracíón de la inteligencia, Clanaredo señala
las cualidades ideales, en vista de que la realidad práctica
estará siempre muy lejos de este desiderátum. "Un buen test
- dice - debe ser: 1Q Interesante, hasta el extremo de atraer
el máximum <lP atención; la atención máxima se convierte
así en el denominador común de todas las pruebas, y éstas
Inteligencia .269

no podrán falsear los resultados. 2i-i Objetivo en la aplicación.


es decir, que su modo de administración no esté influido por
la personalidad del experimentador. 3'-' Con una instrucción
inequívoca : que el sujeto sepa bien lo que se espera ~e él,
y que el test sea ejecutado de igual modo por todos los su-
jetos. 4/1 Objetivo en la apreciación. Que los resultados del
test no ·dep•endan de una apreciación subjetiva del experi-
mentador. 5P. Excluyent·e de la intervención del azar. Que el
éxito dependa siempre de la aptitud, y que no pueda ser
fortuito. 69 Graduable (capaz de apreciar grados de desarro-
llo de la aptitud correspondiente -· lo que implica diversidad
de soluciones de valor diferente o posibilidad de dificultades
progresivas). 7Q Contrastado (en un gran número de sujetos,
de modo que se sepa qué aptitudes concierne) . 8¡Q De suerte
que presente una gran dispersión (si es un test de aptitud) o
varíe grandemente de una a otra edad (si es un test de de-
sarrollo). 99 De aplicación rápida. lOQ Unívoco, es decir, de
significación precisa. Conviene saber lo que el test mide, y
no debe medir varias cosas a la vez. 1 lt' Susceptible de ser
repetido y, en otros términos, no influído por el ejercicio.
12Q Inédito, es decir, nuevo para el sujeto. 139 No apelando
a los conocimienots escolares, no dependiendo de la expe-
riencia adquirida, singularmente si está destinado a determi-
nar una aptitud natural. 14f9 Constante (en el sentido de que
si se aplica bajo las mismas condiciones dé iguales resulta-
dos). 159 Aplicable a todas las edades. 16Q De modo que dé
lugar a tests (tareas) equivalentes. 17Q En lo posible siµ exigir
aparatos: en caso contrario aparatos poco costosos, suscepti-
bles de ser maneja dos por todos en las mismas condiciones.
18Q Apto para no medir más que una sola variable, es decir,
dando resultados de una sola especie, cantidad (o rapidez)
o cualidad, pero no a la vez cantidad y cualidad. zSerá ne-
cesario añadir que ningún test podrá reunir todas estas cua-
lidades, por ser algunas contradictorias? (v. gr.: 11 y 12: si
un test nuede ser repetido. no hay posibilidad de <TU"' sea íné-
dito). Sezún su destino, test de edad. tests de aptitud, test de
orientación, tests de selección, tests de aptitud escolar, un test
270 Honorio Delgado

tiene exigencias diversas, No por ello es de menos utilidad


conservar in mente estas diversas exigencias al confeccionar
pruebas psicológicas".
E1 hecho de que sean irrealizables tanto los requisitos
para la confección de las pruebas cuanto los relativos a su
aplicación, demuestra ya que en este campo no se puede
pretender resultados rigurosos e incontestables. Por eso el
criterio de los psicólogos y de los psicotécnicos que logran
sustraerse a la unilateralidad y a la sobrevaloración de su
aparato es que las escalas de pruebas no ofrecen sino una
primera aproximación. En el caso individual la apreciación
simplemente cuantitativa adquiere valor si se complementa
con ·el <liganóstico cualitativo; cuando a la labor del técnico
acompaña y sigue la del conocedor de almas, a la del calcu-
lador mecánico, la del psicólogo; al experimento, la obser-
vación y el análisis a fondo. Es obvio que ciertas causas de
error disminuyen en grandes grupos; por eso, aunque cada
caso medido ofrezca dudas, los resultados de la aplicación de
las pruebas a una serie ingente de individuos son dignos de
tomarse en consideración, como proporciones relativas, vá-
lidas para el conjunto. Así, por ejemplo, no se puede tomar
como caprichosa la distribuición de los menores hecha por
Burt en ocho grupos según el cociente de inteligencia : l" de
1,50 el 1/10%; 29 de 1,30 a 1,50 el 1-2%; 3" de 1,15 a 1,30 e]
10%; 49 de 1 a 1,15 el 28-39%; 5" de 0,85 a 1 el 38~39%; 6~
de 0,70 a 0,85 el 10%; 7" de menos de 0,70 el 1 % ; 8Q los im-
béciles e idiotas, incapaces de educación escolar (cuya pro-
porción indicaremos a propósito de la oligofrenia). Sin em-
bargo, si se estudia cuidadosamente cada caso se verificará
que sujetos. mal situados en la serie pueden revelar una ·ca-
pacidad superior a la del grupo en que se encuentran y vice·
versa. De modo que los resultados valen para el conjunto ~
no para los individuos. Por lo demás, tales investigaciones co.
lectivas nada dicen de la causa de la diferencia, que nueds
depender de la listeza o de' la timidez y no de la verdaders
aptitud o insuficiencia innatas. Examinando en detalle la:
pruebas se puede rencontrar incluso que soluciones califica
inieaqencta 271

das mal como Ia.sas, correspondan a un procedimiento in-


teligente, orrgmai, con sennco cnsnnto al concenído para la
prueba, y a la ínversa, otras, calificadas bien, revelarse co-
mo casuales, sin que el examinando comprendiera la signifi-
cación del problema propuesto. Aparte de esto, se impone
como evidente una consideración general, y es que igualdad
de edad mental y cociente de inteligencia no implica, ni mu-
cho menos, identidad cualitativa de aptitud. Por último, res-
pecto del valor pronóstico de las pruebas experimentales de
Ja aptitud intelectual, la observación demuestra que con fre-
cuencia se cometen errores, hasta el extremo que los sujetos
reputados psicotécnicamente como incapaces, a la postre
resultan ser precisamente los más inteligentes del grupo, los
que en la realidad demuestran poseer las cualidades mejores
y más originales, las del hombre de élite. Con plena :razón
afirma Jaspers lo siguient·e: "Una exploración de la inte-
.igencia que en los años juveniles permita formular un juicio
acerca de qué vocación y rendimientos sea capaz un hombre,
si no se trata de rendimientos técnicos simples y meras cuali-
dades del aparato psicofísico, es una pretensión utópica. Sólo
los éxitos y los fracasos que se producen en el curso del de.:.
sarrollo de la vida, a menudo inesperados, pueden más tarde
permitir un juicio. Sin embargo, en casos extremos de malas
disposiciones, se puede restringir el círculo de las posibilída
des para el porvenir". A propósito de la falibilidad de las
pruebas psícométricas no viene mal una anécdota de Stanley
Hall, el esclarecido promotor de la psicología experimental
y aplicada en la América del Norte. Refiere en su biografía
haberse entregado con pasión a ser sujeto de medidas de la
inteligencia, recibiendo diagnósticos tan heteróclitos como
estos: "Juzgado por los ejercicios de Edíson resultaba yo próxi-
mo al débil mental, con las series de Stenquíst, muy por de-
bajo del término medio, y respecto ·a las de Royce Ring, ni
'siquiera pude entenderlas. Alzunos tests para el ingreso a los
'Colegiosme hubieran impedido el acceso a las primeras cla-
ses, mientras rrue en muchos otros, entre Jos, m~~ <lmnl=s. mi
índice de inteligencia indicaba una edad psicológica nor lo
272 Honorio Delgado

menos de cien años. En el test de Harman para los procesos


mentales superiores y en el test de razonamientos de Bonser,
por ejemplo, fui sobrepasado por una niña de 11 afilos". Se-
mejantes experíencías, y más aun la vida entera del eminen-
te. psicólogo y educador, justifican ·esta advertencia suya :
"Tales tests ( de la Inteligencia). algunos de los cuales han en ..
centrado amplia aplicación, son todos de gran valor siempre
que aquellos que los usan comprenden que todos son parcia-
les, que muchas de las. cualidades humanas más esenciales
no son aún ni tocadas por ninguno de ellos , y que el ámbito
de la variación individual es tan inmenso que un niño puede
desplegar un alto grado de inteligencia en ciertas direcciones
y permanecer muv retrasado en otras. De suerte que es fatuo·
el ideal que se fija en un definido cuerpo de conocimientos
o de habilidades considerándolo corno normativo y como real-
mente calibrador de las mentalidades de todos". (G. Stanley
Hall : Life and conjessions of a psychologist, New York, 1923,
pp. 449 y 502).
Para entrar a fondo en la cuestión de la inconsistencia
del método de las pruebas experimentales a que nos referi-
mos es necesario examinar la doctrina de su fundamento. En
primer lugar debernos recordar que lo inmediatamente acce-
sible a las medidas no es la inteligencia sino determinados
aspectos significativos de la conducta, considerados como
sintomáticos de la capacidad, y las cifras con que se califica
los rendimientos s·e refieren a una variable, jamás suscepti-
ble de ser determinada de manera exacta con sólo las prue-
bas. En efecto, el significado de tal variable psíquica y los
factores que condicionan su manifestación únicamente nue-
den alcanzarse con el auxilio de la introspección o conj etu-
rarse por razonamiento - no aprehenders·e como si se tra-
tase de cosa con dimensiones u otra clase de cuantía. En
principio. los datos concretos del examen psicotécnico deben
representar reacciones correlacionadas de alguna manera
con Jos procesos mentales del sujeto, activos durante la prue-·
ha, y estos procesos. a FU vez, deben tener correlación con
disposiciones durables oe la persona. Lo cual implica que·
Inteligencia 273

la interpretación de los resultados no s·e puede fundar en un


criterio puramente "objetivo, sino principalmente en un
análisis subjetivo. Mas al psicoténico, por regla general, no
le preocupa saber que realidad psicológica ponen de mani-
fiesto sus reactivos; se contenta con comparar y calcular re-
sultados, lo cual priva de base suficiente al método y a la
psicología. de un avance en el conocimiento de la naturaleza
de la· inteligencia. De todos modos, aunque sea sólo de mane-
ra implícita, el psícoténico creador de escalas y el práctico
que las aplica tienen alguna idea, alguna definición de la
inteligencia; de otra suerte no podría concebirse la confec-
ción ni la aplicación de un sistema de pruebas, como no pue-
de tampoco concebirse una y otra actividad sin la introspec-
ción, única vía para aprehender e identificar lo que se trata
de medir. Por tanto, hay razón para exigirles que justifiquen
la confianza que depositan en los resultados que obtienen -
con lo cual evitarán los errores evitables anexos al método.
Examinemos cuál es el término de comparación que sirve
de criterio de validez al procedimiento de las pruebas. (Nos
referimos en especial a las de desarrollo.) Como hemos visto,
éstas adquieren la dignidad de media o norma del hecho que
la población de sujetos a la cual se aplican originalment-
está constituida de ejemplares de desarrollo normal en di-
versos grados (niños seriados según al edad). La cuestión
esencial ·es saber qué- crtterío es el que ha permitido juzgar
de la normalidad del desarrollo de esos sujetos que resultan
cánones encarnados. En realidad no es otro que el dictamen
de pedagogos u otras p·ersonas. Ahora bien, el juicio de los
pedagogos es cuestionable porque es inherente a su ministerio
exagerar la capacidad de los menores más dóciles y acostum-
brados a su género particular de enseñanza y, en general,
porque la clase de manifestaciones intelectuales que sirven
de base a su juicio son las reactivas, anexas a los conoci-
mientos de orden escolar - no las de la capacidad que se
exterioriza de modo espontáneo y en relación con la vida
real. El juicio de los padres merece todavía menos crédito,
pues la inmensa mayoría muestran una ceguera extrema
.274 Honorio Delgadc

respecto de los defectos de sus hijos y exageración de la:


cualidades valiosas de los mismos. Fuera de los padres, otra:
personas sólo pueden observar a los menores de manera epi
sódica y en relación con géneros parciales de actividad. E
ideal es que el psicólogo estudie a los menores para escoge:
los ejemplares de normalidad intelectual; con ello - qu-
constituye el desiderátum -- se reduciría al mínimum la po
sibilidad de error, pero ni así se lograría una medida abso
luta, ya que el psicólogo hará la selección según su idea de 1:
normalidad, siempre más o menos personal, arbitraria, v
por otra parte, ya que es muy difícil agotar el conoc.imíenf
de todas las aptitudes intelectuales de un sujeto y muclu
más de una serie considerable de -sujetos de diversas edad es
De esta manera resulta que las medidas de la inteligenci.
se fundan ·en otras medidas sospechosas de error, no en ui
criterio objetivo. El otro procedimiento usado para estable
cer la validez de un sistema de pruebas es ordenar sus pre
guntas aplicándolas a sujetos cuya tasa intelectual se ere.
conocer por haberla verificado con otro sistema de pruebas
La correlación de ambas escalas no garantiza la equivalenci:
de las mismas, y si la garntiza, hace superflua una de ellas
ya que .las dos miden las mismas facultades con los mismo
grados. Además, con semejante procedimiento no se obvia e
ó3fecto original inherente al patrón de medida tomado com-
medida o "control". No hay, pues, un escantillón riguros
para aforar las. inteligencias, . pero cabe perfeccionar el rné
todo meramente aproximativo de los asequibles y la COIIJ
prensión de sus limitaciones. Esto no depende tanto del re
finamiento del análisis estadístico. de los resultados de I
aplicación de las pruebas a grandes masas, cuanto. del estudí.
amplio y profundo de los sujetos que se escoge como .ej em
piares, y del análisis crítico de las. operaciones que. realiza 1
mente del propio investigador. De la misma manera, un es
tu dio semejante será siempre complemento necesario de L
apreciación de todo caso cuya mentalidad se explore con la
pruebas psicoténicas, .sua)1do se quiera algo más que un
mera aproximación cuestionable
--· . . . ·- ·.
.. Con.<l.razón hace Hamilto:
inteligencia 275

este reparo acerca de .laparadójíca situación actual de la psi-


cotecnia frente a la psicología : "Los tests mentales - die-e -
fueron bien recibidos por los psicólogos a causa de que for-
maban parte de aquel movimiento hacia el método "objetivo"
que basaba sus pretensiones principalmente en la aserción de
que los métodos introspectivos no son dignos de confianza;
y ahora verificamos que la introspección, es esencial tanto a
la confección de los tests mentales como a la interpretación
.de sus resultados".
Con lo dicho sólo nos queda por hacer algunas indica-
ciones sobre la manera de llevar a cabo la exploración de la
inteligencia en la práctica psiquiátrica. Aquí; como siempre,
-es necesaria la historia clínica, el conocimiento de toda la
vida del paciente, de BUS diversas manifestaciones espontá-
.neas y las que se relacionan con las influencias de su ambien-
te particular, S!.I rendimiento escolar etc. Con esta base se
orientará eJ examen del estado presente, indagando el haber
de nociones y el modo de desempeñarse en la solución de
_probI·emas que dan indicios acerca de los recursos y el modo
de usarlos. Aunque en clínica, como repara Jaspers, las ob-
.servaciones accidentales en el curso de la conversación ofre-
ccn datos a menudo más profundos que el examen sistemáti-
co, tratándose de la inteligencia conviene sondar la capaci-
dad del sujeto. planteándole cuestiones en materia de des-
-cripciones, enumeraciones, definiciones, diferencias y analó-
_gías, abstracción y generalización, problemas de cáculo, enu-
.meración al revés de series familiares, formación de frases
-con tres palabras, integración de textos descabalados, ínter-
- pretación de escenas gráficas y de refranes, reproducción de
relatos etc. Una exploración bien conducida con estos medios
simples permite, por lo general, un diagnóstico acertado del
estado de la inteligencia. Naturalmente, en ciertos casos con-
-viene hacer la aplicación de pruebas •en serie determinada,
sobre todo cuando se trata de evacuar un dictamen médico-
'legal, tratando siempre de dar valor tanto al resultado como
al camino que conduce a él. A este propósito recuérdese lo
dicho respecto a la aplicación de tales pruebas a los adultos.
Honorio Delgado­

Además, según el tipo de deficiencia intelectual del caso, de-


berá considerarse lo que indicamos en seguida respecto <.le
la psicopa tología de Ja inteligencia.
6. Las anormalidades de la inteligencia sólo pueden
ser por déficit, no por exceso, si seguimos el criterio teleoló-
gico de normalidad y no el estadístico. Las desviaciones hacia
arriba, Ia "supernormalidad", y sobre todo su cima, el genio,
corresponden teleológicamente a · 10 óptimo o normal por ex-
celencia. Según esto, la forma más pura de anormalidad in-
telectual es la Oligofrenia, insuficiencia mental congénita o
tempranamente adquirida por falta de desarrollo del cere-
bro. Las aptitudes intelectuales varían y se distribuyen, como
los caracteres físicos del cuerpo, según la curva binomial de
frecuencia de Gauss, en que las desviaciones son tanto menos
numerosas cuanto mayor es su entidad. La máxima frecuen-
cia de individuos, representada por la parte alta de la curva,
corresponde a los valores medios - la inteligencia normal
en el sentido estadístico - y la mínima frecuencia, señalada
por los extremos de la curva (en ángulo agudo con la horizon-
tal), corresponde a la constelación de los valores máximos --
supernormalidad - y mínimos - subnormalidad - resp·ec-
tivamente. En este esquema los valores mínimos representan
al grupo de los oligofrénicos, o sea la variación cuantitativa.
de la inteligencia por debajo del término medio. Según esto,.
no puede concebirse una delimitación precisa entre la me-
diocridad intelectual y el grado leve de oligofrenia - esta-
tuirla en el caso concreto está sujeto al arbitrio del encarga-
do de la apreciación. La psicotecnia. cree resolver el proble..
ma con el cociente de inteligencia : el limite inferior de la
inteligenca plenamente normal correspondería al CI=0,85·
Burt ó 0,90 (W. Stern), Pero, aunque se elíminara la dis--
crepancia de opiniones entre 0,85 y 0,90, queda una porción
de casos por debajo de este límite, que no pueden incluirse
en el diagnóstico de oligofrenia : los que tienen un cociente
de inteligencia entre· 0,70 y 0,85, según Burt, o entre 0,80 y
0,90, según vV. Stern y Terman, propio de los fronterizos de-
la subnormalídad y de la normalidad. El diagnóstico de estos;
Inieliqencia 277

casos de transición, según un término de nomenclatura anti-


cuada (debido a Moebius), sería "torpeza fisiológica": es
mejor el de torpeza corriente. Segun Terman, los torpes
pueden considerarse como normales entre los trabajadores
analfabetos, y constituyen el 15% de la niñez escolar. A pesar
de todo, el problema del diagnóstico no se resuelve con sólo
la apreciación de la inteligencia del sujeto: se requiere ade-
más la averiguación genética y otras verificaciones. En efec-
to, la clínica ofrece casos de indiscutible oligofrenia de gra-
do ligero con un cociente de inteligencia, pongamos como
-ej emplo, de 0.75. Se formará entonces el diagnóstico de oli-
gofrenia si el sujeto tíena deficiencias de la personalidad,
sobre todo en el" orden moral, y se descubre que pertenece a
una cepa de oligofrénicos. En cambio, menores con el mis-
mo cociente o menor aún podrán resultar falsos oligofrénicos
por retardo de la maduración o por intervenir factores ex-
trínsecos, que señalaremos al tratar de la pseudo - oligofre ..
nia. En suma, la confusión de la torpeza corriente con la oli-
gofrenia ligera no se puede evitar con sólo la medida de la
inteligencia, sin el estudio de la personalidad del sujeto, de
su historia y los datos biológicos, sociológicos y culturales de
su ambiente. La deficiencia inteJectual es en casos semejan-
tes un síntoma parcial y no siempre el más fuerte y claro.
Las características generales de Ía inteligencia oligofré-
nica son las mismas que las del pensamiento correspondien-
te, que hemos descrito en otro lugar. * Para no repetir, con-
sideraremos aquí las de sus grados que, son tres: el idiotis-
mo, la imbecilidad y la debilidad mental. En rigor, no se
puede referir estos grados a fases determinadas del desarro-
llo, como si en ellas se produjese una detención, esto es, como
si la inteligencia del idiota. fuese idéntica a la del niño de 2, 3,
4 ó 5 años, la del imbécil a la normal de 6, 7, etc. En lo, que
se refiere a las pruebas experimentales de la inteligencia,
W. Stern considera como.CI de los imbéciles adultos entre
0,60 y 0,70 y de los débiles entre 0,70 y 0,80; los primeros ti-e-

* "Psicología general y psícopatolcgía del pensamiento y la imagi-


nación", Actualidad Médica Peruana, 1936, N<? l.
278 Honorio Delgado

nen dos tercios y los últimos tres cuartos de inteligencia. Ter-


man s·eñala como límites para los imbéciles CI 0,25 - 0,50 y
para los débiles mentales 0,50 "" 0,70. En realidad la oligofre-
nia no ofrece un retardo harmónico del desarrollo ni una
simple deficiencia evolutiva de la inteligencia, sino anorma-
lidades más o menos complejas de toda la mentalidad del su-
jeto, entre las cuales resalta la carencia o la debilidad de
dotes. Sólo de manera esquemática puede caracterizarse prác-
ticamente el idiotismo como incapacidad escolar, la imbeci-
lidad como capacidad limitada, que no permite cursar con
éxito la instrucción primaria, y la debilidad como capacidad
cuya mínima se confunde con el límite superior de la imbe-
cilidad y cuya máxima es fronteriza con la torpeza. 19. El
idiota, cuya anormalidad ·es originada en la mayor parte de
los casos por daño cerebral adquirido (traumatismo, hemo-
rragia, encefalitis, herodisífilis, etc.), desde el punto de vis-
ta psicológico manifiesta ineptitud parcial o absoluta para
concebir conceptos, inclusive de los objetos familiares más
corrientes (madre, padre, leche, mesa, mano, cabeza, zapa-
to, etc.) : Los idiotas de grado máximo no aprenden a hablar,
los otros tienen un lenguaje pobre, casi siempre agramático
y con fallas en la articulación. No aprenden a comer por sí,
a vestirse, a dar la mano. Los tórpidos no muestran interés
para nada ni atención a lo que les rodea. Los erétícos des-
pliegan una actividad insensata, tumultuosa y destructora.
2(> Los imbéciles, en gran mayoría de causa endógena,
disponen de conceptos ·en numero variable, predominando
considerablemente los relativos a objetos sensibles; identífí-
can más o menos bien cosas y personas. Los conceptos abs-
tractos les son difíciles o inalcanzables _,esto varía con el
grado de la deficiencia-, dándose el caso que no logran di-
ferenciar los colores, las dimensiones, las distancias y las
proporciones de los objetos en el espacio; aunque pueden a~
prender a contar mecánicamente centenares o millares, a me-
nudo no lo hacen con sentido más allá de 10; no llegan a
aprender bien la cuenta del tiempo, no comprenden el reloj
ni el calendario: el pasado para ellos no tiene más concepto
Inteligencia 279·

que el de "antes" o "ayer" y su perspectiva del futuro no es


más que el "mañana". Sus asociaciones son lentas, escasas,
dominantemente mecánicas, verbales y con iteraciones. Su PS-
píritu permanece pegado a las puras experiencias de la per-
cepción y por poco que varíe la combinación de las particu-
Iaridades conocidas es incapaz rl'C reconocerlas. Los juid0s
del imbécil son aprendidos, pensados por los demás, salvo
los muy elementales. Sus descripciones. son de tipo utilitario
y egocéntrico; no capta el sentido de las situaciones ni abar-
'>·. ca con el pensamiento la conexión efectiva de los hechos;
percibe lo manifiesto sin percatarse de sus causas o motivos,
o reduce el conjunto ele las relaciones a una determinación
en realidad insuficiente, si no accidental. La expresión ver-
bal no va más lejos; aunque el imbécil puede disponer de
muchas palabras, comprendiendo apenas· su valor simbólico,
las aplica sin justeza. La poca diferenciación y acierto en el
pensar de estos oligofrénicos se pone a descubierto también
en la vida práctica'. no se les ocurre procedimientos perso-
nales cuando los meramente habituales y simples no bastan
en la ocasión. A esto también contribuye ciertamente, la po-
breza de la imaginación del oligofrénico, manifiesta incluso
en el juego, donde la falta de iniciativa y espontaneidad se
compensa con gritos y despliegues de fuerza física, sobre to-
do en el tipo erético . Este es un rasgo distintivo precioso en-
tre la mentalidad del niño normal y la del imbécil. Otro ras-
go igualmente diferencial ·es la vacuidad de lo aprendido, que
queda en la mente como mera forma; mientras que el niño
normal dispone del caudal de nociones, aplicándolo con sol-
tura y deduciendo reglas generales o esquemas de acción, el
imbécil se fija a lo concreto inmediato y consuetudinario. En
la conducta del imbécil se buscará en vano el saber eficaz y
vivo que, asentando ·en la experiencia y la intuición, se in-
serte en cada nuevo orden de cosas, lo abarque y prevea el
efecto de las propias acciones. En lugar de esto, verificamos
la opción casual, la pertinacia sin base, la respuesta afectiva
o el mero paso en falso. De esta limitación del juicio, unida
con frecuencia a debilidad de la memoria, depende la ínedu,
280 Hotiorio Delgado

cabilidad, en el sentido de no lograr Ia comprensión de lo


racional y· de lo típico, sin lo que no se puede mejorar los
procedimientos, a pesar de los fracasos repetidos: de esa Ii-
mitación también procede la impotencia para colocarse en el
hilo del pensamiento del interlocutor para captar sus argu-
mentos y oponerle los propios .. Sugestionable, egoísta y a me-
nudo impulsivo, el imbécil incurre fácilmente en faltas y fra-
casa en la vida, si no se le coloca en una vía fácil, regular y
aoecuada a sus deficiencias. Los imbéciles de cierto grado
son incapaces de aprender un oficio, constituyen "existencias
de lastre" para la familia o las instituciones públicas,. cuando
éstas no tienen que sufrir algo peor -las cons·ecuencias de
su conducta inmoral o antisocial. Esto no mriere decir que la
falta de juicio en materia ética sea la regla absoluta en los
olígofrénícos. Así como hay imbéciles ariscos, fríos, vengati-
vos, crueles y falsos, no faltan del todo los dóciles, respetuo-
sos, humildes y serviciales. Como hemos visto al tratar de
los talentos o capacidades parciales, la oligofrenia no exclu-
ye la posibilidad -remota-- <le ciertas aptitudes superiores.
Debemos agregar que;' sobre todo en el llamado idiotismo
mongoloide no es raro cierto· talento para el arte imitativo,
para el chiste y aún para Ia música; los cretinos ( eligofréni-
cos por deficiencia del desarrollo de la glándula tiroides),
que son generalmente de buen carácter, afectuosos y servi -
dales, pueden mostrar gracias y hasta vena humorística. Por
1o demás, cualquier imbécil ocasionalmente da sorpresas con
destellos de ingenio o astucia. Así, mi imbécil del hospital,
próximo al idiotismo, adulto que según la escala Binet Si-
món tendría una edad mental de 5 años escasos ( CI de 0,32),
adiestrado en la distribución de medicinas, llega a practicar
un negocio clandestino: roba alcohol en la f armada y lo ven-
de. por cigarrillos. Para evitar Ja vigilancia de los enferme-
ros coloca su mercancía en forma de cucharadas. Su ímnre-
visión, ernpero, hace que el fraude sea descubierto pronto.
Refiriéndose a estas muestras de inteligencia en los oligofré-
nicos, Strohmayer recuerda la frase de Scholz: "Hasta el pe-
rro desarrolla premeditación cuando se propone robar una
salchicha".
Inteligencia 281
3¡9 La insuficiencia del débil mental aparece en materia
de conceptos cuando se trata de los más abstractos, como pro-
piedad, patria, deber, legalidad, envidia, etc. Asimismo, sur-
ge la limitación de la aptitud discursiva cuando el débil se
ve en la necesidad de concebir juicios nuevos, aunque no
propiamente originales, como poner ejemplos de cálculo a
base de una proporción, discernir diferencias, sobre todo de
entidades espirituales (como error y mentira, economía y u
varicia), formar analogías, restablecer el contenido de textos
sencillos a los que se deja en blanco el espacio de algunas
palabras o definir el sentido de algunos refranes. El espíri-
tu crítico se revela con frecuencia inseguro o <lesatinado, 1 e
.cual se patentiza rápidamente con las pruebas de absurdos,
sea en forma de imágenes, sea como relatos. Respecto al len-
guaje, el débil puede servirse de muchas palabras, sohre to-
do si tiene buena memoria y es objeto de una educación e::s-
m·erada, pero a la mayor parte de ellas no corresponden ideas
-claras , A un examen atento, ·el sentido de los términos resul-
ta ser precario, superficial, vago o nulo. También se da el
caso que el sujeto llegue a comprender la significación de las
palabras, incluso cuando no sabe pronunciarlas. En genera l.
-en la mente del oligofrénico las palabras son vacías de con.
cepto, ·el lenguaje no es realmente pensado por el sujeto.
'"La adhesión a simples designaciones simbólicas de la pala-
bra, sin penetrar en la composición conceptual concreta es
·causa de que el oligofrénico permanezca si-empre poco o na-
da práctico e incapaz de valerse por sí" (Strohmayer) . El
débil mental avanza penosamente en ·el aprendizaje, siempre
rezagado en la escuela, repitiendo los años de estudio o pa-
·sando gracias a la condescendencia o fa falta de entereza de
los preceptores. Por eso, en ambiente escolar poco díscíplí-
.nado, incluso pueden avanzar hasta Ja instrucción media y
'llegar a la supcrior , En el trabajo y en la vida práctica sólo
pueden ocupar situaciones subalternas, salvo influencia de
·algunos rasgos del carácter favorables a la capilaridad so-
-cial. No rara vez el empuje <loe la ambición y la falta de pu-
-dor pueden llegar a encumbrar a estos deficitarios a posicio-
nes para las cuales carecen de aptitud en lo Intelectual, en lo
!82 H onorio Delgado­

técnico y en lo moral. Ya nos hemos referido a la dificultad


y a la importancia del diagnóstico diferencial de la debilidad
mental respecto de la simple torpeza. Debemos insistir acer-
ca de que en la familia de los débiles se verifica a menudo-
muchos oligofrénicos y anormales del carácter, incluso cri-
minales. Esto no obsta para que haya familias o individuos
con ligera insuficiencia, que se mantienen intachables ,en eI
orden social. La debilidad, en contraste con el idiotismo, es
casi exclusivamente condicionada por la herencia.
, Esto tie-
ne tanta más importancia social cuanto que la proporción de
débiles mentales es mucho mayor que la de los otros grados
de la oligofrenia. En efecto, mientras que los idiotas consti-
tuyen 1/4% de la población general Y. los imbéciles el 1/2%,
los débiles están representados en la proporción del 2 al 3%
por ciento.
A continuación exponemos. in extenso la exploración de. un caso de·
oligofrenia, lleno de particularidades interesantes. La señorita N. N. tiene
la apariencia de una persona de unos 65 años de edad (ella declara 71) ,.
de constitución robusta, porte distinguido, expresión animada y agrada--
ble. Es sorda desde pequeña, a causa de un proceso supurativo bilateral,
sobrevenido a los ocho meses de edad. Este defecto sensorial establecido·
así, cuando la expresión verbal no se había iniciado aún, ha tenido por
consecuencia determinar la mudez. Las condiciones de su desarrollo men-
tal, con estas deficiencias tan tempranamente determinadas, difieren poco
de las de un sordo-mudo de nacimiento. Hasta los 9 años de edad creció
falta de una educación especialisada, por carencia de instituciones apru-
piadas en el país. Entonces fue llevada a Nueva York, donde recibió una.
educación óptima en el Colegio de Sordo-mudos de la Séptima Avenida.
Allá aprendió a leer y escribir en inglés, conoció los nombres y signifi-
cación de las cosas, se le inició en el mundo de. los conceptos y adquirió
habilidad en el arte de comunicarse por medio del movimiento de los la-·
bios, del alfabeto de mano y otros. signos. Al presente se expresa verbal-
mente con cierta dificultad, pero después de habituarse a su lenguaje,.
es fácil comprenderlo ordinariamente. Su letra es correcta. Tanto la
expresión verbal como la escrita acusan defectos de construcción, que·
sólo en parte pueden explicarse con el hecho de que el lenguaje que ad-
quiriera en su educación enmendativa haya sido el inglés y no el espa-
ñol, aprendido posteriormente. En el año 1899 ingresó, por su propio·
querer, a un convento como seglar, donde permanece. Esta reclusión vo--
luntaria ha sido interrumpida por un viaje a Europa, donde permaneció,:
según informa ella misma, más de un año. Encuentra este ambiente el
más apropiado para su forma de vida, lejos del mundo, dominada por la
Inteligencia 283

devoción y el deseo de tranquilidad, en la monotonía de sus hábitos sen-


cillos y ordenados. A la ins.pección de su organismo no se verifica de
anormal más que el mal estado de su dentadura. A la exploración de los
órganos internos sólo se encuentra alterada la presión arterial : tensión
máxima de 22, tensión media de 15 y mínima de 12, con una amplitud
oscilatoria de 2 (con el oscilómetro de Pachon).
Hemos puesto en práctica tres clases de pruebas para apreciar la
capacidad intelectual de la señorita N. N. : 19 las preguntas de la con-
versación ordinaria, 29 la escala Binet-Simon y 3'? las pruebas de Porteus.
19 Hemos empleado en primer lugar el sistema ·de cuestiones de sentido
común. Se le hace por. escrito una serie de preguntas, una por una, re-
posadamente, rogándole que conteste también por escrito. Comenzamos
con cuestiones sencillas, que sólo ponen a prueba la memoria, y prose-
guimos la exploración con preguntas de complejidad creciente, siempre
dentro de la capacidad de comprensión ordinaria. l. A la pregunta he-
cha en nuestra segunda visita : Puede Ud. decirnos. cuánto tiempo hace
que hemos venido : _¿días? ¿semanas? ¿meses? ¿años? - contesta :"A
veces salir". 2. Habiendo encontrado en su- printator, que usa habitual-
mente, un apunte escrito por ella (probablemente ese mismo día) que
decía que el 10 de junio es aniversario de la muerte de su hermano X
y que debe oir una misa por la salvación de su alma, le escribimos : Sír-
vase Ud. decir cuándo murió su hermano X. Responde : "No Señor". 3.
Pregunta : Cuándo ha estado Ud. en Europa, ¿permaneció Ud. sola e>
acompañada. Respuesta: "Mi hermana Z". 4. P. ¿Tendría Ud. inconve-
niente en salir sola a la calle? R. "No señor no puedo sola porque y<Y
soy sordera". 5. P. Tenga la bondad de decirme por qué razón vino Ud.
a este convento. R. "Mi voluntad". 6. P. Dígame Ud. si sabe cuánto di-
nero tiene en los bancos. R. "Nunca jamás". 7. P. Puede U d. decirme
cuánto le producen mensualmente sus propiedades. R. "Si Señor. Cua-
trocientos mensualmente". 8. P. ¿Se encuentra capacitada para manejar
sus rentas? R. "No Señor". 9. P. Si un miembro de su familia, que vive
en París en la Avenue A., Hotel R., le aconteciera una enfermedad gra-
ve, cómo investigaría Ud. el estado de su salud rápidamente? R. "golpe
fuerte con mucha sangre en el suelo en cuarto de baño". Ante esta res-
puesta incongruente, y después de escuchar el relato verbal de un acci-
dente que tuvo cuando vivía en París, se le hace leer lo siguiente : Fíjese
bien que yo le pregunto qué medíos pondría Ud. en práctica para ente-
rarse de la salud de un miembro de su familia que estuviera en París.
Conteste una vez que le he hecho esta aclaración. Pregunta el signifi-
cado ~·la palabra enterarse, y contesta : "No he hecho". Nuevamente,
adaptando la frase a su modo da expresarse, se le escri.be lo siguiente :
Fíjese bien que yo no le digo que Ud. haya hecho nada; ;sino si Ud. po-
dría ya sea por una carta o por otro medio, saber del estado de la salud
de una persona que estuviera en Paris. R. "No he hecho nada". 10. Ve-
hemente y afanosa de comunicarse, come suele ponerse cuando se excita
por el tema de la conversación o por la situación en que se hal.a, escribe
H onorio Delgado

lo siguiente : "Yo sé ahora juicio para que Z. devuelva a mi algunos


valores y dinero". Se le pregunta : ¿Por qué razón le debe dinero su
hermana X.? R. "Porque ella no quiere apoderado K. y S.';. Después,
ante nuestra interrogación mímica, agrega : ";Ella no quiere que sea
apoderado y ella quiere que mi tutora no quiero".- La interpretación
de este material de reacciones' suscitadas por diez cuestiones sencillas nos
orienta acerca del nivel mental y la forma particular de la inteligencia
de N. N. l. La respuesta a la pregunta 1 revela que· no la ha compren-
dído. No ha discernido a quien ni a qué se refiere. Ha aprehendido que
se trata de tiempo y del lugar y, produciéndose en su espíritu un, corto
. circuito de asociación de ideas, determinado por tendencias egocéntricas,
se refiere a sus propias salidas del convento. 2. La segunda indica, o que
no ha comprendido la pregunta o - lo más probable - que ha contestado
suprimiendo la palabra "sé" (No sé Señor). En este caso, evidencia mala
memoria, ya que se trata de algo fácil de recordar por estar dentro de los
sentimientos familiares y piadosos, predominantes en el alma de N. N.
3, 4 y 5. Salvo la forma, que es deficiente, las. respuestas a estas tres
preguntas son buenas. 6. La sexta respuesta indica, en su sinceridad, que·
N. N. no se ha ocupado absolutamente de sus intereses, sea por desde-
ñar los bienes terrenales y tener absoluta confianza en sus guardadores,
sea por considerarse, incapaz para ello; La respuesta a la octava pregunta
indica que esto último tiene lugar, sea como factor exclusivo, sea como
condición constelada. 7. Esta respuesta es equivocada si confunde su
renta con el dinero que le es entregado mensualmente. Faltos de infor-
mación acerca de este punto, no podemos sacar una conclusión. 8. La
declaración de su propia incapacidad para manejar sus rentas es sensata
por su adecuación a sus posibilidades, pero entraña el reconocimiento de
la limitación de sus facultades intelectuales, ya que la sordo-mudez no
es incompatible con tal ocupación directiva. 9. La pregunta novena, sin
estar fuera de las posibilidades concretas de la vida cotidiana más que
por el hecho de implicar una suposición o hipótesis, pone a prueba la
capacidad de comprender una situación que no se puede llamar compleja.
Tiene de común con la respuesta a la primera pregunta, el hecho de no
suscitar en su mente más que una referencia espacial positiva, siendo
aquí desacertada la referencia temporal. Como en la primera también,
f5rmase en este caso un corto circuito en la asociación de ideas, igual-
mente de determinación egocéntrica. Su mente no llega a abarcar con
la abstracción las pocas ideas de la pregunta, ni siquiera las imágenes,
y sin comprender ni lo esencial ni lo accesorio, se prende a dos. elemen-
tos -Paris y Hotel'--, que le despiertan la evocación de un accidente
de su vida. Se trata de una mera asociación mecánica, automática, sin
inteligencia de la unidad, sin relación lógica. Después de aclarársela .la
pregunta y el significado de una de las palabras que dice que no conoce,
se muestra igualmente impermeable a los conceptos. Responde que ella
no ha hecho. Se le explica que no se le d:ce que haya hecho nada, y se
le plantea la pregunta de manera precisa, reduciéndola a una mera alter-
Inteligencia 285
nativa concreta. Impenetrable a todo razonamiento, sigue obstinada en
no haber hecho nada. 10. Lo ocurrido con la décima pregunta, que surge
en relación con una expresión espontánea de N. N., nos demuestra la
incapacidad que tiene su espíritu para poder pensar de manera conse-
cuente y lógica : por causalidad o por motivación objetiva. Se le pre-
gunta por qué razón le debe dinero su hermana, y ella contesta que por-
que la hermana no quiere apoderado, etc. Se ve claramente una impo-
tencia para comprender el sentido y una incapacidad' de razonamiento :
en lugar de enfocar el contenido de la pregunta y de inferir, expresar
qué le debe la hermana, su imaginación indisciplinada la lleva en la dí-
rección de sus inclinaciones. El rechazo que siente respecto de la tutela
de su hermana la hace pensar en la voluntad de ésta para ser su tutora,
lo cual nada tiene que ver con el tenor de nuestra pregunta. El conjunto
de las respuestas, incluyendo las; que hemos clasificado de buenas, nos
muestra que N. N. sólo acierta cuando se trata de una pregunta simple
que pone a prueba únicamente la memoria de lo repetido o de situacio-
nes que se han prolongado en su existencia. Cuando se sale de aquello
que ha tenido que aprender por habérselo preguntado muchas veces o
que corresponde a los hábitos arraigados de su forma de vida, entonces
no puede darse cuenta de lo que se le dice. El espíritu de N. N., movido
por los resortes de la rutina y del egocentrismo inmaduro, está muy in-
suficientemente dotado para colocar su pensamiento en consonancia con
las exigencias del momento; su actividad se muestra adaptada en lo que
tiene de puramente reacciona! y consuetudinario. Cuando se trata de
un problema que desborda el estrecho círculo de sus intereses estereoti-
pados, su espíritu no sólo no se adapta al problema nuevo, no sólo no
puede discernir, sino que es incapaz de percibirlo ni siquiera eh sus
partes componentes : no logra representarse los acontecimientos ni efec-
tuar ímaginativamente el proceso de su realización. Confundiendo lo que
·es aplicable al repertorio de conocimientos con la inteligencia propia-
mente dicha, se puede argüir que mucha gente considerada normal tiene
también un mundo de intereses limitados. a sus necesidades. Pero entre
estas personas, las. que no son realmente débiles mentales, son capaces
de darse cuenta de lo que se les pregunta, siempre que no se trate de
cuestiones técnicas ni de abstracciones especulativas; son capaces de co-
ger el sentido de una suposición r~erente a situaciones. humanas comu-
nes; saben distinguir cuándo habla Uno en primera, en segunda o en
tercera persona, y no identifican el hecho de ser visitadas con el de sus
propias salidas; diferencian, por ejemplo, el sentido ·die la frase "cuánto
tiempo", y no lo confunden con el sentido de "cuántas' veces" o "con qué
frecuencia". La persona en cuestión no sólo incurre en todos estos erro-
res sino que su .entendimiento confunde los elementos y las relaciones de
la situación que se le plantea y cogiendo una o dos imágenes, reacciona sin
dirección en el pensamiento, al impulso de tendencias irracionales.
29 Después de haber explorado de una manera libre y no sistemática
la consistencia del intelecto de N. N., procedimos a la aplicación de las
286 Honorio Delgado

medidas de la inteligencia.. Hemos escogido a este propósito la escala


Binet-Simón. Hemos tratado de eliminar las causas de error que se de-
rivan de su aplicación precipitada, mecánica y sin la atención debida de
la persona a prueba y sus reacciones afectivas. Si el resultado puede
ofrecer causas de error, éstas sólo serán a favor de la interesada, pu-s
derivarían de la eliminación de toda restricción temporal. En efecto, va-
r ias de las pruebas Binet-Simón sólo son consideradas+corno buenas cuan-
do se ejecutan dentro de determinado lapso 'de tiempo - número de
segundos. No hemos tomado en cuenta la duración, ni hemos apurado a
N. N. mientras respondía a las cuestiones. Hemos descartado la compu-
tación de este dato porque estos tests son elaborados para respuestas
verbales y carecíamos, por ende, de una referencia o patrón para las res-
puestas escritas. Esto mismo nos ha obligado a elaborar y nreparar las
pruebas en forma apropiada para esta suerte heteróclita de aplicación.
Además, para evitar la fatiga y la excitación, hemos aplicado las pruebas
en sesiones cortas y con descansos, en varios días. En una exploración
de tanteo aplicamos primero las pruebas correspondientes a la inteligen-
cia de los niños de. nueve años, considerando ésta la edad mental pro-
bable en el caso. Pero tuvimos que descender, año por año, hasta las
pruebas de los. cuatro de edad mental. Para que: se comprenda fácilmente
el análisis y los cálculos que comporta el establecimiento del cociente
de inteligencia, reproducimos a contínuación el detalle de las pruebas.
Las d:e los 4 años : l. ¿Es Ud. mujer u hombre? - "Yo soy mujer". 2.
a) ¿Qué es esto? (una libreta de apuntes) -"libro de cuenta". b) ¿Y
esto? -"llaves". c) ¿Y esto? (una cartera, no billetera) - "libro con
c)billetes". 3.1 a) Repita Ud. por escrito estos número : 5, 9, 2. ·- "592".
b) Repita Ud. por escrito estos números: 8, 1, 7. - "817". e) Repita
Ud. por escrito estos números : O, 6, 4. - "064". 4. ¿Cuál es la más
grande de estas líneas?' (dos paralelas de 5 y 6 cm.) - Señala la mayor.
Las de los 5 años : l. ¿Cuál de estas dos cajitas pesa más? (una de
6 y otra de 15 gr.) - Indica la más pesada. 2. Haga Ud. cpn la pluma
una figura igual· a. esto (Un cuadrado) - Dibuja un rectángulo acep-
table, no un cuadrado. 3. Fíjese Ud. bien en estas palabras para que las
ponga por escrito después : "En invierno no hace calor". Escrfbalas aho-
ra. - "El invierno hace frfo". 4. Cuente Ud. estas monedas y escriba
cuántas son. (Cuatro medios soles) - "dos soles". 5. Ponga Ud. juntos
estos dos pedazos para hacer una f:gura igual a esta. (Las dos partes
de una tarjeta dividida diagonalmente y una tarjeta íntegra) - Ejecuta
bien lo indicado.
Las de los 6 años : l. a), ¿Es, de mañana o de tarde? - "De la ma-
ñana y de la tarde". b) ¿Ahora estamos en la tarde o en la mañana? -
"Ahora estamos en la tarde". 2. a) ¿Qué cosa es un cuchillo'! - "Cu-
chillo para cortar". ·b) ¿Qué cosa es un zapato? - "Un zapato· de ca-
britilla". e) ¿Qué cosa es una mamá? - "Una mamá mujer". d) ¿Qué
. cosa es un caballo? - "Un caballo trotado". e) ¿Qué cosa es una llave?
- "Una Ilavs con cerrado". 3. Dibuje Ud. con la pluma una figura igual
Inteligencia 287

a esta (Un rombo) - Dibuja un rectángulo. 4. Cuente Ud. estas mo-


nedas, señalándolas con el dedo. Escriba cuántas son. (13 piezas de 5
cts.), - "G5 centavos". 5. a) De estas dos cabezas ¿cuál es 'la más bo-
nita? - Buena respuesta. b ) ¿Y de estas? - Buena respuesta. e) ¿Y
·de estas? - Buena respuesta.
Las de los 7 años : l. a) ¿Cuál es su mano derecna? Enséñela, levan-
tándola.- Bien. b ) ¿Cuál es su oreja izquierda? Señale Ud. con. 'el dedo.
- bien. c) Toque Ud. su oreja izquierda con su -rnano derechas-« Coge
la oreja derecha con la mano derecha. 2. ¿Qué cosas ve Ud. en este gra-
bado? - "Señora está sentado con silla. Una niñita está llorando con
mano y está parada en el suelo. Esta mesa sobre plato, pan, servilleta
y vaso· grande, Armario grande con floreros. Dos ventanas abierto y dos
cortinas" (E"- una sola ventana de dos hojas). 3. Ponga Ud. este plato
sobre aquella mesa, d)espués abra la puerta que tiene a su espalda y trái-
game mi sombrero. ¿Ha comprendido Ud.? - Coge el sombrero y lo lle-
va sobre la mesa, se sienta y señala el plato. 4. Cuente Ud. este. dinero
y dígame cuánto es. ( 45 cts. en 3 real es, y 3 medios) - "cuarenta cinco
centavos". (Repite la cuenta, por haber dicho cuarenta al señalar el pri-
mer medio después de los reales). 5. a) ¿Qué color es este? Escriba Ud.
- "verde claro". b) ¿Y este? .' - "verde oscuro". (Es azul). e) ·¿Y este?
- "amarillo". d) ¿Y este? - "colorado claro".
'Las di'! los 8 años : l. a) ¿Son diferentes las mariposas y los pája-
ros? - "Si". b) ¿En qué se diferencian? - "Si en qué diferencian las
mariposas de los pájaros". e) ¿En qué se diferencia el papel del cartón?
- "El papel del cartón que se en diferente". d ) ¿En qué se diferencia
el agua del hielo? - "El agua del hielo lo mismo agua de hielo". 2. Es-
criba los números de 20 a O, o sea, en orden descendente. - Sólo sa-
tisface la prueba después que se le explica y se le escribe en un pape1 :
20, 19, 18. 3. a) ¿Qué es lo que le falta a esta figura? "falta ojos". b)
¡,Y a esta? - "falta boca". c) ¿Y a esta? - "falta nariz". d) ¿Y a
esta? - "falta brazos". 4. ¿Qué día S hoy? Escriba Ud. la fecha com-
é

pleta, ~ "26 de junio Martes y l934" (Escribió "y 1934" sólo cuando
se le preguntó: ¿Año?). 5. a) Fíjese Ud'. bien en estos números y cópie-
los cuando yo retire esta hoja, de memoria : 52 94 16. - "56". b) Fí-
jese Ud'. en éstos, para que los copie : 73 80 :'15. ­ "70". c) Lo mismo
éstos : 10 79 86. - "70".
Las de los 9 años : l. Vamos a hacer como que le compramos esta
libreta, que cuesta 80 centavos. Aquí tiene Ud.. un sol. De ese dinero que
ahí t5ene, denos Ud. el vuelto. - Entrega una moneda de 20 cts.. 2. a)
¿Qué es un, tenedor? - "tenedor para comer". b) ¡,Qué es una silla? -
"sentada". c) ¿Qué es un árbol? - "planta". 3. Escriba Ud. el nombre
de estas monedas, de una en una y señalándolas con el d"G•do. - No es-
'. cribe, pero dice bien el nombre de las diversas monedas : "sol, 50, 20
centavos, medio un centavo". 4. Escriba Ud. los meses del año, en orden
y lo más rápidamente que le sea posible. - "Enero Febrero Marzo Abril
Mayo Junio Julio Agosto Setiembre Octubre Noviembre Diciembre". 5.
288 H onorio Delgado

a) ¿Qué se debe hacer cuando uno rompe algo que no le pertenece? -


"pagar'' (tras larga vacilación). b) ¿Qué se debe hacer si se golpea a una
persona sin quererlo? --'- "causalidad". e) ¿Qué haría Ud. si se produjera
un incendio en esta casa? "Segura encendio".
»­­r­«

De todas las series de pruebas, sólo a la de los 4 años ha respondido


N. N. de manera aceptable en todas sus partes. Decimos "aceptable", y
no "satisfactoria" porque a la libreta de apuntes. la llama "libro: de cuen-
tas" y a la cartera, que no es billetera ni contiene billetes la designa :
"libro con billetes". A la serie correspondiente a los cinco años, superó
satisfactoriamente las pruebas 1 y 5 : diferenciar pesos e integrar una
tarjeta dividida en dos partes; de modo tolerable a la 2 (dibuja. un rec-
tángulo en vez de un cuadrado}, y se desempeñó .de modo inadmisible
con las pruebas 3 y 4 : en lugar de repetir la frase de diez sílabas que
se indica, escribe. una expresión equivalente y en vez de contar las mo-
nedas y decir cuántas son, formula la suma. En lo que respecta a las
pruebas de los 6 años, respondió bien sólo a la número 5 - compara-
ción estética de caras humanas - en sus tres partes. La respuesta a la
prueba 1 es mala, porque no se da cuenta del sentido de la primera pre-
gunta. Si contesta bien la segunda es porque ella no deja lugar a dudas
y sólo figura para excluir la posibilidad de la influencia sugestiva de ~a
última palabra. De las cinco preguntas de la prueba 2 sólo contesta de
modo satisfactorio a la primera : define ·el objeto por el uso. Ninguna
de las otras cuatro representa una definición por el uso. Aunque se
aceptara cerno buena la respuesta e, ("Una mama mujer''), el conjunto
siempre sería calificado negativamente. En la prueba 3, en lugar de
reproducir un rombo dibuja una figura casi rectangular. Con la prueba
4 de esta serie incurre en el mismo error que· en la 4 de los cinco años :
dice la cantidad en lugar del número de monedas. De las pruebas pro-
pias de los 7 años reacciona de modo aceptable a la 4 : decir qué canti-
dad representan 3 monedas de 5 cts. y .3 ,de 10 cts, No es capaz de un
acto tan simple como tocarse. la oreja izquierda con la mano derecha;
ni de hacer una verdadera descripción de un grabado - pues sólo enu-
mera y designa algunos objetos (como lo hacen con la misma prueba los
niños de 3 años), con nombres inapropiados y expresión disparatada ("me-
sa sobre el plato")-; ni de ejecutar una orden que implica tres acciones
sencillas (poner un plato sobre una mesa, abrir una puerta y entregar
un sombrero) ; ni d'e diferenciar el color verde del azul. Tal vez si esto
último no se deba a deficiencia intelectual sino visual, pues corresponde
a un. conocimiento elemental." De las pruebas de los 8 años, resultan acep-
tables las respuestas a la segunda, a la 'tercera y a la cuarta prueba, o
sea contar de 20· a O, indicar los órganos que faltan a unas figuras hu-
manas, e indicar la fecha. En cambio no es capaz de formular, ni inten-
tar formular en qué se diferencian las mariposas de los pájaros, el papel
del cartón, el agua del hielo. No puede repetir sino la primera cifra de
números de seis en dos de las pruebas ·y en la. tercera no retiene ni la
primera, a pesar de que se le deja todo el tiempo que quiere. En la serle
Inteligencia 289

correspondiente a los 9 años, acierta únicamente en los pequeños proble-


mas de cambio : dar como vuelto 20 cts. al darle un sol por un objeto
que cuesta 80 cts.: en la designación de las monedas de un centavo has-
ta un sol y en los nombres de los meses. Falla en la definición de obje-
tos usuales : tenedor, silla y árbol. A esta edad no basta la indicación del
uso, sino que se requiere algo de descripción. De los tres problemas de
la 5a. prueba sólo resuelve uno satisfactoriamente. Si examinamos de
qué índole son las pruebas que han sido superadas en las series de los 5
a los 9 afros,' de las 10 respuestas buenas tenemos que una. es a~e· dife-
renciación de pesos, una de indicación de la fecha, una de enumeración
de los meses, cuatro son de conocimiento del valor de moneda pequeña,
quedando sólo tres pruebas de categoría menos elemental : apreciación
estética, integración de una tarjeta dividida diagonalmente e indicación
de los órganos que faltan a figuras humanas. Sólo estas tres últimas prue-
bas no son de mere conocimiento rutmario, sino de aptitud y desarrolle,
De las 14 respuestas malas o inadmisibles, 3 corresponden a la esfera del
conocimiento rutinario, del ejercicio de la memoria : repetición de una
frase, repetición de cifras, distinción de los colores comunes, y 11 sen
reveladoras de deficencia del desarrollo y la capacidad : designar el nú-
mero de monedas. ( en 2 pruebas confunde el valor con el número), com-
prensión de la pregunta "es ·d•e mañana o de tarde", reproducción de un
rombc, tocar la oreja con la mano contralteral ,ejecución de una orden
en tres momentos, decir la diferencia de objetos de conocimiento fami-
liar, descripción de un grabado, def inición de objetos usuales (2 pruebas),
pequeños problemas de la conducta, La prueba tolerable es tributaria,
por lo que tiene de negativo (la falta de reconocimiento de .la diferen-
cia entre un cuadrado y un rectángulo), de la capacidad. La proporción
dominante de pruebas buenas en las cuestiones que ponen a contribución
la experiencia. y no la disposición intelectual misma muestra una reserva
de recuerdos y conocimientos derivados. de sus años de adiestramiento en
la práctica cotidiana, Con los datos que quedan expuestos, es posible de-
terminar la. edad mental de N. N. Para esto basta precisar e•l cociente de
inteligencia, el que se obtiene, según hemos visto, agregando a la edad
de la cual ha superado todas Iae pruebas, tantas quintas partes como
pruebas ha pasado positivamente de los años superiores, cuya suma se
divide por la edad cronológica -número de años- en los niños, o por
16 (o por 14) en el caso de los adultos, que representa la edad límite
para el objeto. En el caso estudiado, todas las pruebas de los 4 años han
sido superadas y en las series correspondientes, a los años superiores,
hasta los nueve inclusive, ha superado diez pruebas. Así es que la edad
mental de la señorita es la de· una persona de seis años. Su cociente de
inteligenc'a es de 0.37 (o 0.43). Según esto, N. N. tiene una capacidad
intelectual, aprecia da con la esca.a Binet-Simón, igual aproximadamente
a dos quintos de· la normal de un adulto,
39 El tercer grupo de pruebas que hemos aplicado en la apreciación
del grado de retraso mental de la persona en estudio son las pruebas. de
290 Honorio Delgado

Porteus, particularmente recomendadas en el caso de sordomudos y per-


sonas de lenguaje defectuoso. Estas pruebas consisten en una serie de
laberintos de complicación variable, que aumenta gradualmente. Cada
-dibujo corresponde a las posibilidades de una edad determinada, en lo
-que respecta a las dotes, del' sujeto en materia de poder sacar partido de
la experiencia, capacidad de previsión y prudencia, agilidad mental y
visuomotora. Se presenta las· láminas al sujeto de prueba indicándole io
que debe hacer. Si se equivoca; inmediatamente se suspende la experien-
cia sin permitirle que corrija, y se procede a un nuevo ensayo con otra
lámina igual. Después de dos, tentativas fallidas se pasa a la prueba del
año siguiente superior, y si la realiza, se cuenta la edad mental por esta
última. Las instrucciones que dimos a N.N., cuidando más de la claridad
'del texto que de la corrección en la forma, son las siguientes: Para las
tres. primeras (correspondientes a los 3, 4 y 5 años de edad) : "Lea Ud.
con atención lo que· sigue : Le vamos a presentar una serie ·de figuras ~
Ud. va a trazar una línea partiendo de un punto marcado· con una letra
S y siguiendo la dirección de la flecha hasta volver a la S. F'í] ese U d. bien
en que. la línea que Ud. hace con el lápiz quede entre las dos líneas que
le marcan el camino. No debe Ud., pues, tocar ni la de un lado. ni la del
otro", Para las pruebas s:guientes : "En las figuras, que siguen, Ud. deb s
fijarse bien antes de trazar la línea con lápiz, teniendo presente que le
que debe fijarse bien antes de· trazar la Iin ea con lápiz, teniendo pre.
sente que lo que debe buscar es la próxima salida v abertura o la única
abertura que haya en el grabado. Aquí también la línea que Ud. hags
será al me·dio de las dos Iíneas, La línea: que Ud. haga debe dirigirse: a la
salida, de la manera más directa. De modo que no puede entrar en lo!
caminos que no tienen sclida. Eíjes a bien en esto y tenga presente que
por un mismo carrrinc no puede pasar dos veces. Vuelva Ud. a leer ,es:tc
las veces que quiera ants s de comenzar e: ju ego ", Sólo superó las prue-
bas correspondientes a los 3, 4 y 5 años de edad. Repitió con ruor las de
los 6 y de los 7 años. En Ja última de estas pru.sbas comenzó el •traz0.
partiendo de la encrucijada o dicotomía por donde d sb erí a terminar pan
safir : no part'ó de la S, sino que terminó en e-la. En conclusión, el re.
sultado de la aplicación de las, pruebas gráficas de Pcrt.eus es que el gra-
do de desarrollo intel€ctual de N. N. corresponde al de un niño normal
de 5 años cb edad. L'l diacrepancía de Jos resultados con los métodos
Binet-Simón y Port eus -pequ~ña por lo demás- se explica por la cir
cunstancia de que este último mide só.o el grado de desarrolle' de !las do·
tes naturales y no las adquisiciones por la educación y el aprendizaj l
con todas las influ encías. y oportunidades de una vida dilatada. Esta:
pruebas sólo ponen de manifiesto el medo cómo usa la persona sus f'acul
tades intelectuales. Mientras que, como hemos anotado anteriormente, la
pruebas. Binet-Simón -en parte son orientadas a explorar los conocimien
.tos, Y precisamente la mayoría de las respuestas buenas por encima di
los 4 años con dichas pruebas han sido de este tipo en el caso que ncs
ocupa.
.1 nte liqenci a 291
El caso de N. N. corresponde a una cons.iderable deficiencia del! de-
sarrollo mental u oligofrenia. Su subnormalídad intelectual corresponde a
un retraso equivalente a los 6 años de edad mental con un cociente de
.inteligencia igual a 0.37 o a 0.43. A su deficiencia intelectual correspon-
-de, en la vida afectiva y volitiva, una deficiencia del dominio de, sí, ma-
. nifiesta en la facilidad con que se excita y reacciona desproporcionada,
.mente respecto de las 'causas y también en el grado notorio de su sugesti-
. bilidad. Con relación a la causa de esta su deficiencia de desarrollo, con
.los datos que nos han sido suministrados no nos es posible determinar
.sí ella se debe a una condición biológica congénita, a fa influencia de la
.sordera precoz y la falta ·de una educación especial para¡ sordomudos has-
'ta los nueve años, o si han operado ambos factores. Si es cierto que cada
individuo nace con una potencialidad definida para el desarrollo de su
inteligencia, es imposible medirla cuando intervienen causas actuales de
.gran momento como obstáculos a este desarrollo, por falta de estímulos
para su paso del estado potencial al actual, como de medios de ejercita-
-eión a Ias facultades. Si no interviniesen estos factores y la avanzada
edad de N. N., no vacilaríamos en diagnosticarla; de imbécil, por oligofre-
nia endógena; con todo, nos parece· el más probable.

7. El diagnóstico de la oligofrenia requiere, según he-


mos visto, la averiguación de la herencia y los antecedentes
<le aprendizaje y rendimiento intelectual, así como de las par-
ticularidades de orden caracterológico, moral y social; re -
quiere también la aplicación de pruebas de la conducta prác-
tica, del conjunto d·e la actividad comprensiva, de la aptitud
para sacar partido de la experiencia vivida y de los conoci-
mientos adquiridos, dando importancia a la manera como el
individuo resuelve los problemas, cómo encuentran los medios
para desempeñarse, más que al simple contenido de los re-
sultados. Esto presupone establecer contacto con el sujeto,
eliminar toda reacción afectiva de. índole inhibitoria, enten-
,diendo como corresponde las expresiones y modos propios de
la clase social y del ambiente a que pertenece el individuo.
Tales procedimientos sirven igualmente para el reconoci-
miento de la falsa oligofrenia, debida a la carencia de
estímulo para el ejercicio de la inteligencia y para su
despliegue, no faltando las disposiciones primarias, que
quedan latentes. La falsa oligofrenia es menos frecuente que
la verdadera: los casos están en la proporción aproximada
de 2 a 3 en los países de alta cultura. Las causas prínclpales.
292 Honorio Delgado

pueden reducirse a cuatro: defectos de los órganos de los


sentidos, maduración tardía, anomalías del carácter y condi-
ciones sociales adversas al cultivo de la inteligencia. 19 La
falsa oligofrenia debida a defectos de los órganos dé· los sen­
tidos, en especial la sordomudez y la ceguera, sólo se mani-
fiestan cuado falta una educación enmendadora oportuna y
adecuada. Según nuestra . información, faltan datos precisos .
acerca del límite de edad en que cesa de ser eficaz tal suerte
de educación. Pero está probado que el desenvolvimiento
tardío de las aptitudes se manifiesta con rapidez al recibir
los estímulos apropiados. Así, Helen Keller, la ciega sordo-:
muda famosa por su inteligencia y su voluntad, aprende el
lenguaje sólo a los 7 años y por medio del tacto, avanzado
·en 7 meses Jo que eÍ ñi.fio ·demorn 2 años en recorrer. Se com-
prende que deficiencias de la vista y el oído que no llegan al
extremo pueden originar falsas olígofrenias, de grado varia-
ble, si no s·e las corrige o compensa de modo que el niño
pueda recibir ·el pábulo necesario para la diferenciación de
su espíritu.
29 La maduración tardía, como hemos visto (§ 3), con
cierta frecuencia da lugar a diagnósticos equivocados de. oli-
gofrenia. Lo que pasa aquí ·es que el ritmo del desenvolví -
miento intelectual es lento, pero la prolongación del proceso
evolutivo, a veoes hasta los 20 años, compensa a la postre el
retraso. Hay, sin embargo, casos de infantilismo psíquico que
persiste, sin que s-e restablezca la harmonía de la maduración
mental con la corporal.
39 En todo caso de deficiencia intelectual se impone ave-
riguar las anomalias del carácter del sujeto con objeto de ve-
rificar si se trata de una simple "debilidad, de rendimiento"
(Cimbal) a causa de un impedimento de la utilización de las
aptitudes latentes originado en la p·ersonalidad. En efecto,
de las maneras más variadas el carácter puede interferir el
rentimiento y el m·edrar de la inteligencia. Siguiendo a Bür-
ger - Prinz, señalaremos las formas más típicas. de tal influen-
cia .. El niño hipomaniaco, que no puede concentrar su pen-
samiento en el aprendizaje; el fisasténico o el psícasténico
Inteligencia 293

.que, por la facilidad con que se agotan sus energías, falla en


la asimilación que requiere esfuerzo; el lento, que no puede
.seguir el ritmo ordinario del progreso escolar; el erético, in-
tranquilo, incapáz de atención prolongada; el tímido e inse-
_guro, que no avanza por la cadena de_ reacciones y cavilacio-
nes en que se enreda su vida interior; el caprichoso que, por
-el mimo excesivo, se hace incapaz. de insertarse en el mundo
del deber, de la diligencia obediente, reacio al orden de la
.labor obligatoria; el pobre de afectividad, sin interés para lo
-obj etivo. A esta serie hay que agregar los casos de neurosis
infantil, como reacción condicionada por la personalidad, cu-
ya mala adaptación puede producir un retardo consid·erable
en la instrucción, con la consiguiente debilidad de rendimien-
to intelectual. Afortunadamente, con el crecimiento suden
.atenuarse o compensarse las desviaciones de la personalidad,
cuando los efectos de la falta de ejercicio intelectual aún son
.reparables. De ahí que algunos individuos que pasaron por
incapaces en la niñez sorprendan más tarde con la normali
I

dad y aun por la firmeza o profundidad de su talento. En


-otros casos el cambio del carácter no se produce o sobrevie-
. ne demasiado tarde, prolongándose entonces los efectos opre
sores de la inteligencia, la cual queda, por decirlo así, atro-
fiada.
4'1 Es innegable que el ambiente familiar tiene importan ..
cia para el fomento del desarrollo intelectual. Los investiga-
-dores están prácticamente de acuerdo a este respecto : el tér-
.mino medio de; los niños de las clases sociales elevadas mues-
tran una inteligencia notablemente más diferenciada que el
término medio de las clases humildes. En lo que hay dife-
rencia de parecer es en la explicación del hecho: para unos
'lo decisivo es la herencia, para otros no se trata principal-
mente de este factor biológico sino espiritual de la educación
'Por otra parte, los niños del campo son menos listos, menos
'hábiles y menos amañados que los de las grandes ciudades,
pero -como observa Weygandt- un examen detenido pone
-en cJ aro que detrás de la cortedad, la torpeza en la expresión
-y la falta de malicia del campesino se puede encontrar un
294 Honorio Delgado­

juicio más certero y una conducta más sensata que en los ni-
ños despeja dos, avispados y hasta descarados de los medios.
donde influye la prensa, el cine, el radio, etc. Adem.ás,y esto.
condiciona ya falsas oligofrenias de origen social, el medio.
influye promoviendo y agravando factores de la personalidad.
anormal y los círculos viciosos de sus reacciones neuró-
sicas. Los conflictos familiares y escolares pueden sus-
citar en la mente del niño un rechazo más o menos,
durable de la disciplina y del aprendizaje, y así el menor-
no ejercita su inteligencia a pesar de tener disposiciones.
A veces por. influencia de la familia a veces Po+ la del pre-
ceptor o la del médico mismo, a consecuencia de una enfer-·
medad nerviosa o mental, durante años se impide al niño que·
estudie, "para que no se le debilite el cerebro" - con el mis-
mo resultado. Mas el caso de mayores consecuencias en el
condicionamiento de la falsa oligofrenia es el debido a Io.
influencia prolongada de un ambiente muy anormal, en que·
faltan las incitaciones para fa vida del espíritu. S-e. trata. en-
tonces de la reunión de un serie de circunstancias negativas.
que conspiran en el sentido de la esterilidad del pensamiento
un nivel cultural nulo o un círculo de vida extremadamente·
monótono, sin estímulos, sin interés allende lo meramente
vital. "Se observa diversas formas de deficiencia mental re-
ferible al medio ambiente •en holgazanes de toda laya, pros-
titutos, rentistas que ·desde la niñez nada han hecho ni vivido;
hombres empobrecidos en dilatada permanencia en sanatorios:
a causa de enf ermedades corporales o dolencias nerviosas;
en toda clase de sujetos hospitalizados durante muchos años"·
(Jaspers). Conviene, sin embargo, no exagerar el alcance de· -
las influencias exteriores cuando se trata de una disposición
individual realmente bien dotada, como lo demuestra de una
manera ejemplar el caso. de Peter Anich, gran matemático·
y astrónomo tirolés, del siglo XVIII, quien vivió dedicado a
modestas labores agrícolas hasta los 28 años, edad en que le·
fué posible dejar el arado para dedicarse al estudio.
8. Al tratar de los talentos nos hemos referido a la posi-
bilidad· de que no concuerde la aptitud con la inclinación o
Inteligencia 295,

afición. Aquí es pertinente recordar el caso de la afición do-


minante en ausencia de dotes para su cultivo. La psicología
individual de Adler, propensa a exaltar el alcance ele las ten-
dencias con desmedro de las aptitudes originarias, cree posi--
ble que el dinamismo de la sup·ercompensasión de las inf e-
ríorídades baste para vencer la penuria de una aptitud y hasta-
para hacer surgir de la misma mengua orgánica el desarrollo·
de un gran tal·ento : según ella, Demóstenes se hace un gran
orador por causa de su tartamudez y Beethoven, músico egre--
gio como supercompensación de Ja deficiencia de sus oídos.
Como observa W. Stern a este propósito, "Demóstenes fué un
gran orador, no por ser tartamudo, sino por haber tenido el
talento oratorio cuya fuerza le permitió vencer los impedi-
mentos orgánicos". En general, puede haber una lucha pro-
movida por el amor propio, la diligencia y la disciplina para
vencer la carencia de aptitud, no por causa de la inf eriori-
ridad sino a presar o ·en ausencia de ella, activando otras dis-
posiciones positivas útiles para el logro de la dedicación co-
i ;
rrespondiente. Esta compensación feliz no ocurre siempre
que falta el talento específico. El caso típico de discordancia
entre la aptitud y la inclinación en psicopatología es el de la
estupidez relativa (Verhealtnisbloedsinn - de Bleuler): La ma-
nifiestan aquellos sujetos con buena memoria para repro-
ducir de manera mecánica lo aprendido, que exponen con
facundia y como si se tratase de ideas personales, pues en
ellos predomina la sobrevaloración propia, la ambición des-
mesurada y el prurito de notoriedad. A la observación super-
ficial, sus manifestaciones pueden parecer muestras de ta-
lento, pero examinados de cerca, revelan pronto una cultura
no auténtica y pretensiones desaforadas. Su vivacidad men-
tal, el brillo de su verbalismo y la ciega confianza en sí ocul-
tan imperfectamente la incapacidad para juzgar con criterio
propio y hasta para comprender el sentido de las expresiones
que emplean, así como la vaguedad de sus conceptos y la fal-
ta de claridad y rigor en la dirección de su pensamiento: No
falta, empero, quien estimule los extravíos del estúpido, en-
gañado con las máscaras que cubren la inepcia de éste, pues,
296 Honorio Delgado

conforme el epigrama de Moliere, un sot trouoe ioujours


un .plus sot qui l'admire. La estupidez relativa no apareja
siempre inteligencia subnormal, lo ·esencial es la despropor-
ción entre los medios y los fines personales. Cabe una inte-
ligencia mediana que resulta demasiado corta frente a la
magnitud de las tareas que entraña ·el objeto a que se dedica
el empeño. Puede presentarse como una manera de ser cró-
nica, en sujetos de personalidad anormal, o como síndrome
acompañado de otros desórdenes mentales, según ocurre en fa
esquizofrenia y la hípomanía.
Ejemplo característico de estupidez relativa patentiza el siguiente
documento textual de un autodidacta adulto, que todo lo critica y que se
propone llegar a jugar un papel en la historia. "Vdsite Universidades :\
me decidí a matricularme en la Escuela de N egocios de la de X. entonces
comenze a estudiar cursos en Finanza Pública y Privada - En Banco -
Contabilidad - Mercados: - Stocks Exchange. 'La lucha en un pequeñc
cuarto fué terr'.bl.e con grandes momentos de depreción hasta que llegue
a poder estudiar doce horas al día. Sólo con mis Iibros y ayuda de cierto:
filósofos me presenté a examen y escribí en cinco cursos 3 horas. exáme-
nes en cada uno. Fracase en todos. por faltar a clases. Entonces repetí
otro Semestre toda la pt-imavera y pase cursos. Pero esto trabajo isola
do y el contacto, con esta jerrte, injusta me ha convencido de muchas rea·
Iidades, La más seria es mi inteligencia. Nunca creie, mucho en ella, perr
ahora me preocupa intensamente este problema. Así como mi falta <lE
preparación en mi cultura general a pesar de que leo bastante ahora e:
mucho aun lo que- hay por hacer. Pienso hacer un plan de cinco años. de
estudios muy serios: en problemas afectan al mundo; e iniciarme en lo:
más importantes ramas del saber desde el origen de la. Vida sobre la tie-
rra hasta nuestros días; también estoy interesado por conocer como si
desenvuelve Ja Vida y las Institucicnes en los diferentes países del mun
do. Fuera de mis estudios prosiga en la Universidad busco en este mo-
m snto dos o tres profesores autoridades y hombres de espíritu con quie
n es quiero tener conversaciones y guíen mis lecturas y me comuníquiei
los secretos de la Vida. Quien sabe esto me ayude a realizar mi [deal.
Pero como confiar del hombre. Aquella gran idea .de Mussolini inspirad:
por su favorito filósofo alemán es tan evidente que cuando este pueble
ríe de ella me irrita grandemente. Ese famoso filósofo alemán de quiei
Ud., no gusta cada día que vivo y lo leo me f'asina y lo admiro más. Ye
aun· no puedo comprender como esta cosa que se llama hombre no com-
pre y entiende su pequeñez -su estúpido orgullo- su estupidez y nr
comienza a trabajar por crear una nueva organización económica, social
y una nueva estructura espiritual en el individuo. Todos los hombres de
variarnos trabajar eliminando todo lo seperbo, -con la seriedad de. 1:
Itiieliqeticia 297

Vida- y bajo la dirección de un plan por la creaclón de un Mundo per-


fecto que persigá el conocimiento de la Unica Real preocupación del Hom-
bre. Dios; descubrir el mister!o de la Vida. Cuando veo que tanto tiem-
po, energías, dinero son gastados para convertirse en rey son un mito,
ridículo a un hombre en rey -gasto de tiempo, inteligencia de material
.hombre en arreglar un coche- vestidos -etc, para esa ridícula corona-
-ción con el histerico arzobispo de Canterburry. Cuando toda esa gente
-deber ia trabajar en la creación de un mundo donde existe la Vida huma-
na durante 1000 años y todo esta por hacerse. Por eso cuando todos. los
curas y viejos de los Estados Unidos usan los radios sacrilegamente gri-
tando '.PC-1' el pasifismo me antxistesco pensando en la maldad de esa gen-
,te. No entienden que el hombre necesita sufr ir para que comprendan la
eminente necesidad de una mejora radical en el aspecto espiritual. Si se
pudiera convínar Freud y Marx Revolución espiritual- Revolución so-
cial -si nada nuevo viene- al Mundo la nueva sociedad tendra que organí-
.zarse dentro de estas, dos doctrinas".

9. Jung ha denominado estupidez emocional la condi-


.ción aguda de impotencia para el ejercicio de la aptitud in-
telectual debida a la repercusión del estado afectivo en suje-
tos propensos . a la labilidad. Esta condición episódica tiene
_gran importancia práctica, dadas las circunstancias en que
se presenta, como exámenes, concursos, diligencias judiciales
y reconocimientos médicos. Su identificación permite evitar
un diagnóstico falso de oligofrenia o de demencia en sujetos
cuyos antecedentes se ignora. La estupidez emocional debe
distinguirse también del sentimiento de estupidez, que puede
ser sólo subjetivo o capaz de determinar secundaríamente,
por autosugestión, una verdadera incapacidad para el traba
jo intelectual. Se trata de un síntoma neurósico, histérico o
psicasténico, que ·en algunos sujetos se manifiesta sólo· en
'Situaciones muy determinadas, por ejemplo, cuando leen
para si o cuando son informados de asuntos de su profesión,
-están obligados a hablar ·en público, ante personas superio-
res etc. Al sentimiento de estupidez puede compañar o no
1a impresión de que los demás lo perciben de inmediato y el
temor correspondiente al juicio ajno. A menudo el sujeto no
deja de esforzarse en ejercitar su inteligencia, lográndolo
efectivamente. Tanto la estupidez emocional como el senti-
miento de estupidez se confunden por grados con la mengua'
de la fecundidad intelectual, que se observa casi exclusiva-
298 H onorio Delgado

mente en las personas que se dedican a labores espirituales


de manera exclusiva, sobre todo en sujetos propensos a la
depresión o a la psicastenia. Se trata de fases fugaces o du-
raderas de una efectiva incapacidad para concentrar la aten-
ción y producir obra intelectual asequible en otras condicio-
nes.
Uno de estos casos nos muestra la transición a que nos hemos refe-
rido, según se desprende de este fragmento: "Por hoy sufro de una agu-
da incapacidad en todos los planos.. Aunque resulte increíble, no puedo
poner los ojos en un libro, por. muy interesante que. fuere, sin que inme-
diatamente se desencadene una aguda crisis de desesperación con fatiga
intelectual extrema. Me ocurre algo así como si Ia vida intelectual estu-
viera sensibilizada para las más, pequeñas dosis die esfuerzo; sensibiliza-
ción que se manifiesta particularmente cuando media el imperio de .una
obligación moral o de otro orden".

10. Bajo la denominación genérica de déficit de. rendi­


miento por perturbaciones extrínsecas comprendemos los es-
tados en que la inteligencia no puede funcionar por efecto
de desórdenes de la mente que no la afectan de manera pri-
maria. Se trata de un grupo bastante heterogéneo en el cual
entran tanto -las perturbaciones mentales sintomáticas de le-
sión, intoxicación •e infección del cerebro que no producen
verdaderas demencias, cuanto las psicosis endógenas. De to-
dos estos casos el más Interesante es la llamada debilidad de
juicio de los esquizofrénicos, que en veces aparece como to-
da una demencia - de ahí el nombre de "demencia precoz".
Alfons Maeder ha sido el primero en rechazar categóricamen-
te tal concepto, afirmando que "la llamada demencia no es
más que una apariencia". Salvo casos de una "catástrofe" es-
quizofrénica (sobre todo catatónica con fuertes síntomas or-
gánicos), la inteligencia, como disposición formal o facultad,
permanece intacta aunque el sujeto no pueda servirse de ella
o no tenga interés en utilizarla a causa de las tendencias q1_:lie
dominan en su menté. Así lo patentizan las frecuentes sor-
presas que dan al psiquiatra pacientes en apariencia total -
mente deteriorados durante años y hasta decenios que, con
motivo de una enfermedad íntercurrente u otra circunstan-
cia, muestran una capacidad cabal. Según esto, la inmensa
Inteligencia 299

mayoría de los esquizofrénicos manifiestan un déficit de ren-


dimiento con inteligencia potencial conservada, y sólo en un
número limitado de casos llega a producirse secundariamen-
te una efectiva demencia por lesión cerebral. Al tratar del
pensamiento hemos desarrollado las particulridades del mis-
mo tanto en la esquizofrenia como en la melancolía y la ma-
nía, así como la forma embrollada o confusa, que se presenta
en diversos cuadros clínicos. Corresponde aí ·estudio de las
anormalidades de la conciencia, de la memoria etc. señalar
las otras enfermedades •en que se manifiesta el déficit de ren-
dimento secundario a fenómenos psicopatológicos de tales
funciones.
11. El d·ebilitamiento progresivo e irreversible de la' in-
teligencia por deterioro del cefebro constituye la demencia,
cuyos síntomas debernos distinguir de la mera decadencia in-
telectual, achaque de la vejez. De la misma suerte que hemos
considerado ·el desarrollo normal de la inteligencia previa-
mente a estudio de la oligofrenia, antes de ocuparnos de la
demencia debemos examinar las características de la invo-
lución del intelecto con la edad. Así, comenzaremos por este
proceso, que sólo en algunos casos asume caracteres de verda-
dera anormalidad. La mentalidd senil comienza a edad que
varía con los individuos y las familias (herencia), como la
decadencia corporal, y se manifiesta, también como ésta, con
la mengua ora de una función ora de otra, resistiendo princi-
palmente las intelectuales más ejercitadas por el género de
vida y la profesión. Los signos más frecuentes y carasteris-
ticos son el misoneísmo, la lentitud, la ínteración, la mengua
del rendimiento y el cambio del mundo interior. El misoneís-
mo de la mentalidad provecta tiene diversos matices, según
los individuos, que se extienden entre el espíritu que trata de,
conservar lo que en la vida ha probado ser valioso y se resiste
a la influencia de lo nuevo superfluo, que la juventud acoge
sin. mayor examen, y la verdadera aversión frente a las ideas
no habituales, que torna al sujeto absolutamente ímpermea-
ble . a SlJ significación, aunque sea positiva; en, ambos extre-
mos es clara la tendencia a la economía de) esfuerzo mental.
3UU Honorio Delgado
.La lentitud a.t los procesos intelectuales se na comprobado
con los experimentos ue asociacion , auemas, conexo con esto,
se observa la mita ue rrexmnídaa y el emponrecrmiento ueí
contenido de reprcse.nacioues, as, como ia te11u·~nciaa la ire-
ración. Lentítuo, monotonía y repetición tienen como deno-
minador común la falta· de rrescura y vivacidad del senti-
miento y la imagmacíón, que en algunos ancianos es total y en
otros sólo relativa a uetermínados aspectos de la experiencia.
La mengua del rendimíenro compromete la memoria, dénil
princialm·ente para Jo no importante; la atención, menos es-
pontánea y amplia que antes; el aprendizaje, más difícil; la
espontaneidad espiritual, menos pronta y fecunda en íntui-
cienes y aprehensión de relaciones. En las pruebas de cálculo
y otras semejantes los ancianos incurren ·en faltas con más
frecuencia que los jóvenes, pero las operaciones íntelectua-
les propias de su competencia pueden realizarlas con mayor
maestría que nunca. En lo que atañe al cambio del mundo in-
terior hay, ora un estrechamiento egocéntrico con conciencia
del descenso del propio valer o con exaltación engañosa de
éste -lo que se manifiesta con reacciones correspondientes
del sujeto frente al ambi·ente-, ora una simple disminución
de la frescura vital, con espiritualización de la actitud frente
a las cosas de fuera y respecto del propio ser. Las tendencias
instintivas se ·embotan en general -con excepción del autori-
tarismo, del instinto de propiedad y del espíritu de economía,
que de ordinario se exaltan,- y pierden su imperio las pa-
siones que en la juventud enturblan o falsean la visión de la
realidad. Lo que la mente pierde en vivacidad, colorido y em-
puj e frente al mundo, no siempre carece de compensación,
a veces gana en claridad, exactitud y orden. La atenuación
de la lucha con la realidad exterior puede ampliar el espacio
íntimo, permitiendo una visión elevada y serena de la exis..
tencia. "Reglas y leyes, forma y figura, sentido y valor, co-
munidad y eternidad devienen sabiduría creciente en la trans-
formación natural de los intereses de Ja auténtica involución
de quien envejece. . . La transformación del mundo circun-
dante del anciano es un acontecimiento fecundo en el sujeto
sano" (Schultz). Daríamos una imagen falsa del espíritu pro-
Inteligencia 301

pio de la senectud si no hiciésemos una distinción entre la


anormalidad estadística y la teleológica, con la cual creemos
esclarecer la discordia de opiniones, existente incluso entre
los psicopatólogos. A juzgar por la frecuencia, lo que predo-
mina es el aspecto sombrío, la decrepitud, dando la razón al
criterio pesimista de la vejez, que Gruhle representa de ma-
nera típica. En efecto, en gran número de ancianos se verifi-
ca impotencia para remontarse de la percepción a la idea,
infecundidad, estrechez de criterio, predominio de los recuer-
dos del pasado y de los actos habituales. Más aún, verdade-
ro deterioro de la mente se observa en una proporción apre-
ble. De cien ancianos de 70 años o más, estudiados por Freí-
sel en un hospital de Munich, en orden de ingreso, 14 son
destinados al. departamento psiquiátrico, 27 muestran consi,
derahles alteraciones mentales (la mayor parte de tipo de-
mencial, aunque destinados a s·ervicios de medicina y ciru-
gía), 26 más tienen claras deficiencias mentales; sólo 33 pue-
den ser considerados con la mente en estado normal. El cri-
terio teleológico de normalidad para la mente senil, que pro-
pugna Betzendahl, entre otros, corresponde a la minoría de
ancianos, en que no rige la decadencia sino la madurez, con
la plenitud interior, con la riqueza de la experiencia, el tem-
ple de la cordura y la sazón de la sabiduría. A esta minoría
magnífica pertenecen aquellos casos de senectud óptima de
los cuales ha dicho Gracian "que al paso que van perdiendo
los sentidos, van ganando el entendimiento, tienen el corazón
sin pasiones y la cabeza sin ignorancias". Como quiera que
aun entre los médicos predomina la convicción de que con
los años sólo pierde la mente, no es demás recordar algunos
casos ilustres de ancianos que realizan tareas difíciles y has-
ta labor creadora de primera clase. Catón el Censor apren-
dió el griego a los 70 años y a los 86 defendió él mismo su
causa al ser acusado; Miguel Angel concibió y dibujó los
planos de grandes obras de la arquitectura romana hasta
los 89, que murió; Lepe de Vega produjo s·eis magníficas co-
medias entre los 70 y 73 años; Ranke escribió su gran Histo-
ria Universal después de los 85; Teofrasto compuso su obra
302 Honorio Delgado

"Los caracteres" a los 99 años, ·etc. ( G. Stanley Hall refiere


varios casos tan impresionantes como estos en su obra Senes­
cence, the last half o] life, New York, 1922, en especial pp.
419 -420). Para terminar este punto mencionaremos el resul-
tado de las prolongadas investigaciones de Widmer en 97
personas de más de 90 años. Lo característico de estos no-
ventones es la fuerza de su individualidad, el vigor, el arrai-
go en lo esencial de la vida, la laboriosidad y la autonomía,
generalmente huraña y a veces excéntrica. Todos son adic-
tos a la tierra y a la vida natural, no urbana, enemigos de
los refinamientos de la civilización y de las diversiones de
ociosos. "Esta relación con el ambiente, segura y regulada,
biológicamente significa: inmunidad. Un sinnúmero de pro-
cesos de voluntad y de conciencia son eliminados, y en su
lugar avanza un rico registro de defensa inconsciente y con-
su·etudinaria, de habilidad automática e intuitiva" (Charles
Widmer: "Die Neunzigjaerigen", Münchener medizinische
1Vochenschrift, 1929,. pp. 840- 2) .
La demencia senil entraña grave deterioro de la memo-
ria, fallas groseras de la comprensión, del juicio y del len-
guaje, y una Iimitación de la actividad mental en todos los
aspectos. A esto suelen agregarse falsas percepciones, pen-
samiento delusíonal, confusión mntal, delirio, agitación y
otros desórdenes de la mente. Aquí nos. interesa precisar los
síntomas que atañen a la inteligencia y que se verifican en
la demencia típica. La percepción, las representaciones y
los conceptos se tornan impr~dsos, descoloridos, mal adap-
tados a la realidad. El contenido de la percepción es domi-
nado sólo fragmentariamente por el pensamiento y en pro-
porción. reducida. El sujeto pierde el contacto con la reali-
dad ·en el sentido de ser poco capaz para distinguir lo que
corresponde a la percepción y lo propio de la representación
y la fantasía. Se desintegran estructuras fundamentales de
la elaboración del pensamiento, tales como el sistema de uni-
dades y divisiones, medidas del espacio, del tiempo y las or-
denaciones numéricas. Falta la continuidad en el curso de
la experiencia temporal, con poca o ninguna aptitud para
Inieliqencia 303

orientarse hacia el futuro, y falta también la continuidad en


la ordenación de las direcciones espaciales, que se refieren
más que todo al propio cuerpo. A pesar de que el juicio fa-
1la a menudo, en ciertas condiciones o respecto de determi-
nados hechos puede ser bueno. En esto, como en otros as-
pectos de la decadencia del demente senil, incluso el deterio-
ro de la memoria, la apariencia engañosa: a primera vista
.las pérdidas parecen con frecuencia mayores de lo que son
.en realidad. Por eso es importante un análisis psicológico
-detallado y proseguido con la mayor naturalidad posible.
Así se verificará que más que verdaderas pérdidas totales
· se dan dificultades, como si las lesiones del cerebro obsta-
enlizaran la actualización del alma. El mundo del demente
senil está reducido y en él predominan los fenómenos estre-
.chamente relacionados con el yo y sus necesidades, de modo
·que la experiencia es tanto menos mal estructurada cuanto
más de cerca atañe al yo. Los hechos que no lo afectan se
dan más o menos desligados, sin relación unos con otros.
El acto intencional nunca llega a la aprehensión cabal de la
perspectiva de los hechos de un conjunto determinado; sólo
.alcanza objetos aislados, significativos para -el estrecho cam-
po de intereses del sujeto. Todo ocurre en el mundo del de-
mente senil como si se exaltase la referencia subjetiva con
desmedro de lo objetivo. cuyo contenido pierde el carácter
-de hecho particular, determinado, con consistencia propia,
significativo por sí mismo y con grados de separación natu-
Tal respecto del yo. De modo que en lo percibido el demen-
'te capta sólo lo conocido, lo demás, borroso, es sustituido por
.recuerdos, cargados de sentimiento: lo que fué real en otro
tiempo pugna por reactualizarse en el presente, más por la
vacuidad de la inserción actual que por la fuerza de los re-
-cuerdos o sentimientos. Esto no quiere decir que ·en cualquier
demente o en cualquier grado de demencia sea imposible
conseguir del enf ermo la realización de operaciones desliga-
-das de su experiencia anterior y de su saber. Efectivamente,
puede mostrar el demente cierta aptitud, inclusive para re-
.solver pequeños problemas abstractos. Y tal vez si 'fracasa
304, H onorio Delgado:

más la inteligencia demencial frente a tareas de compren-


sión que se relacionan directamente con la experiencia y lo.
aprendido que con las de solución lógica. El registro de las.
operaciones mentales se empobrece gradualmente, predomi-·
nando al fin actitudes rígidas y mal adaptadas, a veces has-·
ta para la solución de los problemas más sencillos. Por cau-
sa de estas deficiencias, que agravan la amnesia de fijación.
y se agravan con ella, el sujeto no puede sacar partido de lo.
aprendido ni asimilar ni concebir lo nuevo. Sin embargo, la.
vaguedad y la superficialidad del pensamiento, así .como la
pérdida de la crítíc preceden ordinariamente a la aparición.
del síndrome amnésico. Con el progreso de la demencia se
borra lo distintivo del espíritu personal y las manif estacio -·
nes eficaces de la iniciativa. El lenguaje funciona cada vez-
m.ás como aparato vacío, desligado del pensamiento, el cual.
depende más y más del mero automatismo de las asociacio-
nes. En general, la intuición decae progresivamente, y con
la mengua de las tendencias instintivas promotoras de la es--
pontaneidad eficaz de la inteligencia, crece la pasividad, la
inercia, la rigid::·z. de las actitudes. En muchos casos es j us--
tificado invocar alteraciones desintegrativas del fondo vital,
"pasividad y parálisis de las capas vitales" (Bürger - Prinz y
Kaíla) . Con las aptitudes, se pierden los rasgos del carácter,
sobre todo aquellos que entrañan fuerzas rectoras o inhibito--
rias, de modo que perdidos los frenos antes en vigor, deter--
minadas propensiones psicopáticas preexistentes o simples
tendencias instintivas antes cohibidas se tornan dominantes.
La exploración de la inteligencia de los dementes con
pruebas experimentales da en general resultados poco satis--
factorios. Con todo, consideramos útil resumir los resultados
de la investigación penetrante pacticada por Pritzkat, que se
orienta en el sentido de alcanzar lo característico del con-
junto con pruebas relativas a designación y ordenación de
objetos y figuras, etc. Verifica restos esquemáticos de for-
mas simples de actividad dirigida a las cosas y al ambiente .:
"La conciencia del (demente) senil baja al nivel de la com-
prensión difusa, de los complejos de cualidades no diferen--
Inteligencia 305

ciados", nivel que no es comparable con una etapa determi-


nada del desarrollo. Aunque el sujeto conserve la concien -
cia, la unidad ingenua del yo y la conciencia ingenua de sí,
tiene lugar un cambio de la relación del polo del yo con la
correspondiente función unitiva de los datos de la concien-
cia. Del lado del yo se produce como una parálisis y flaci-
dez de la organización del conjunto üt la función unitivn u
operante. El polo del yo, organizador, pierde la dirección de
las funciones y acaba por: hacerse dependiente de tal giro de
... ;';;;,.· las. funciones. En cambio, el polo del yo y la emotividad
permanecen en relación no perturbada, lo que se explica
porque las impresiones afectivas requieren menos actividad
y espontaneidad y ninguna inserción creadora de parte dél
yo. Precisamente, por requerirse esto 'en las operaciones· in-
telectuales se presentan las siguientes perturbaciones, carac-
terísticas de la demencia: 1;o Desintegración de la totalidad
del contenido de la comprensión tan pronto como debe dife-
renciarse una impresión que se ha tenido difusa, por lo cual
se dificulta la articulación del contenido de la comprensión
en los aspectos estático y dinámico, y se hace imposible apre-
hender las motivaciones internas de los procesos. 2~ Pertur-
baciones del proceso de comprensión por debilitamiento de
la actividad, la intención y la espontaneidad del yo, en el
sentido de una rigidez de la actitud, de una imposibilidad
de cumplir el acto del pensamiento (que fracasa en meras
asociaciones), de una discordancia entre intenciones y per-
s·everaciones, resultando vencido el yo por las asociaciones
y las perseveraciones. 39 Perturbaciones de la acción confi-
guratíva -monotonía- a causa también de la rigidez de la
actitud, de la fijación en el espíritu de las que fueron una
vez funciones fluidas y movimientos (repeticiones y confabu-
laciones) y por último perturbaciones de la acción a -causa
de alteraciones de la comprensión.
La descripción de la demencia senil simple da una idea
general de la psicopatología de toda 'demencia orqánica, en
cuyo proceso pueden predominar deficiencias respecto a 'la
atención, la memoria o el pensamiento mismo, por lo cual
Honorio Delgado

se ursnngue tres formas: aperceptíva, amnésica y noética .


. .Pe~:o aparte de la senil simple hay otras vartedaues seniles
_y prese . . nies (muy raras)), así como especies no relacionadas
con edad sino con enf ermedades determinadas, como ía de-
.mencia .arterícesclerosa, la epiléptica, la paralítica y la trau-
mática (algunos niegan la existencia de ésta) . La arterioes ·
cleros a y la senil tienen muchos rasgos comunes; en ambas
.hay conciencia de la enfermedad, sobre todo al comienzo, y
más frecuentemente y de manera más definida en la arte-
.ríoesclerosa ; en la arterioesclerosa s·e presentan además sín-
tomas neurológicos dependientes de las lesiones vasculares
del -cerebro , En la arterioesclerósica, en la paralítica y sobre
todo en la epiléptica y en las preseniles (enfermedad de Alz-
__heímer, enfermedad de Pick, etc.) el proceso cerebral e~
tan destructivo que la inteligencia llega a extinguirse en ab-
soluto; sólo sobreviven las funciones vegetativas, mientras el
proceso mórbido no da fin a la existencia misma del sujeto.
Como hay falsas oligofrenias, así también hay pseudo­
demenciae (o síndrome de Ganser). Se trata de cuadros clí-
nicos psicógenos que surgen en d·eterminadas situaciones. Al
examen se revelan prontamente corn.o 'fraguados, con mani-
festaciones impresionantes y respuestas de las más insensatas
·y como calculadas para producir la impresión de desvarío
extremo. En la pseudodemencia suele presentarse una con-
-ducta infantil (puerilismo) o propensión al chiste y actítu ,
-des de payaso ( clownismo) .

L\. e0nt'nuación resumimos la observación de un caso de demencia


h<>"t-:>nt0 avanzado, La señorita X. X. tiene 89 años d:e edad, según
·<1""';1
Ta información recibida. Su pres=ntación es relativamente buena gracias
a lea cuidados de los fam'liares. Su aspecto es el de una persona en que
'la edad ha operado dsterioro, sin que a primera vista se la pued.a consi-
-darar alienada Arco senil en los ojos, actitud insegura, no muy confiada,
tiende a evitar el· contacto con los visitantes, retirándose con pasos cortos
a su dormitorio. Rogándole que no se retire, accede a quedarse y f'.,intra
-en conversación, la que es difícil sostener, a causa -en lo físico- de su
-deficiencia auditiva. X.X., que ha sido persona bien dotada, distinguién-
dose incluso por su buen sentido y la calidad de. sus gustos, desde hace
diez años, más o menos, da muestras d'e decrepitud,. la que, comenzó a ha-
cerse, francamente manifiesta desde hace seis años, aproximadamente.· L~
Inteliqencia 307

memoria se halla casi totalmente anulada para la adquisíción de expe-


riencias o fijación de recuerdos -amnes!a anterógrada-, y muy dismi-
nuída para la evocación de hechos del pasado -amnes.ia retrógrada-s-, al
punto que no conserva recuerdo de acontecimientos importantes de la
vida de la señorita A. y de otras personas que han tenido significación
en su existencia cuando joven y en la madurez. l\11uestra además falsos
recuerdos, al ser interrogada acerca de determinados hechos, presentan-
do como verdades sus fantasías -confabulación-; así, a la pregunta
acerca de adónde oye misa, responde con dificultades de expresión, que
·"en la iglesia de la esquina, les. domingos", siendo así que ni hay iglesia
en la esquina ni sale nunca de la casa. Aparte de algunas reacciones auto-
máticas, expresiones del lenguaje habitual, fórmulas y modales arraigados
_por la antigüedad de su adquisición y lo reiterado de su práctica, la con-
ducta d'e X. X. podría compararse grosso modo a la correspondiente a una
.niña de edad menor de la que a veces ella dice tener: "tres años". Su
juicio y su crítica escán tan perturbados que no se da cuenta die las más
groseras contradicciones. Desorientada en, absoluto acerca del tiempo, del
espacio, de las personas y d.e la mayoría de las cosas usuales, al pregun-
·tarle, en la segunda visdta que le hiciéramos por la edad de su hermana,
respondió: "Cinco teníamos ayer" -¿Y hoy? - '''N. de cuatro yo de cin-
·CO". Paralela a la decadencia, de las funciones mentales. se presenta la del
lenguaje ,el cual es paupérrimo y en veces pueril. Su repertorio de pala-
.bras es de tal exigüidad, que con frecuencia- no tiene material léxico para
construir frases con qué expresar el pensamiento más simple. Aun al re-
petir versos aprendidos en la niñez -siempre los mismos-. -, suele no ha-
llar una palabra u olvidarse toda la continuación, no obstante de haberlos
recitado completos pocos minutos antes. Respecto a la vida afectiva de
Ja anc 'ana, se actualiza en su espíritu impulsos y sentimientos. que acusan
el crepúsculo de. la j crarquía de los valores de la personalidad : el ham-
.br e, afán ·de coleccionar objetos, hasta los; más inútiles, impulsos de fu-
.ga, temor de ser robada, desconfianza, irascibilidad, a ve-ces ante las más
pequeñas y razonables contradicciones, pérdida del decoro al referirse al
físico de personas del sexr. opuesto, exhibicionismo etc., son otras. tantas
manifestaciones de la emergencia del egoísmo crudo y del auge del Iibi-
-do, dominados antes por las normas de una sducación muy vigilada. En
el plano orgánico, además de los signos de la senilidad normal, X. X. exhi-
be algunos. signos d'e anterioesderosis; presenta los reflejos pupilares pe-
.rezosos, temblor y debilidad musculares; reflejos tendinosos ligeramente
aumentados en los miembros inferiores; el control de la vejiga y del in-
testino en quiebra -gatismo-, lo que constituye punto muy signífíeati ,
vo en la disolución de las funciones nerviosas, pues la capacidad id€( ;tal
-dominio se incorpora a la organización de esas funciones en el segundo
.año de la vida.
:os H onorio Delqado

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Nos. 1 & 2.
La Personalidad Anormal

1Q Antecedentes

El campo de la psiquiatría se ha ampliado gradualmente;


Su contenido imcral fué poco más que el alienado peligroso y
el idiota. Sólo posteriormente ha comprendido los desordenes
meritales menos graves. La personalidad anormal es una _d,e.
sus· últimas adquisiciones, cuyo conocimiento ·es todavía muy ·
impreciso. Pese al interés con que se investiga desde hace. ·
años todo lo tocante a ella, nuestro saber se halla en la etapa
de las tentativas para determinar sus características esencia-
les, las formas cómo se manifiesta y los límites de su domi-
nio con respecto al de otros desórdenes y frente al de la per-
sonalidad normal. Por consiguiente, casi toda aserción acer-
ca de puntos importantes de su estudio tiene más de opinión:
que de cienci~. Esto. no se debe sólo a la novdad del asunto,
sino a las dificultades inherentes a la naturaleza misma de
la realidad humaria correspondiente. ·Lo, que no ofrece dudas.
es que su inmensa importancia práctica, pues se trata de irre-·
gularídades del carácter que comprometen directa ,Y desfavo-
rablemente el destino de un número considerable de perso--
nas -tal vez rnás del 10 por 100 de la población general de
adultos- e indirectamente el de una porción todavía mayor ,
En la evolución histórica del pensamiento psiquiátrico a-
cerca de la personalidad anormal, cuya consideración es útil
para determinar el concepto actual, pueden distinguirse cua<
tro aciertos culminantes, que marcan otras tantas etapas a.
'
312 H onorio Delgado

saber: la primera descripción de un caso, la primera deter-


minación de un tipo, el primer intento de sistematizar el. con-
junto, y la primera definición decisiva para el criterio más
plausible al presente. El primero de tales aciertos se 'debe a
·Pinel, quien al tratar de la "manía, o del delirio general", en
su Traite médico­philosophique sur T aliénatioti mentale, pu-
hlicado en 1809, expone la historia de un hombre, hijo único,
muy mimado, que desde niño satisface, sin freno, todos sus
caprichos, y cuando encuentra resistencia trata de imponer-
se por la fuerza, con crueldad para los débiles; vive continua-
mente en pendencia, hasta que precipita .a una mujer en un
pozo, con lo que pierde definitivamente su libertad. Sin em-
bargo, cuando -está tranquilo, es perfectamente razonable y
capaz de manej ar sus negocios y de cumplir sus deberes.
La segunda etapa de la historia de. la personalidad anor-
mal comienza con la exposición del concepto de moral_ insa­
nity, hecha por J. C. Prichard, el año 1835, en su obra A irea­
tise on insanity and oiher disorders of the m'nd . "Hay mu-
chas personas -·escribe Prichard- que sufren una forma de
desarreglo mental, en que los principios moral y activo del
espíritu están fuertemente pervertidos; el poder de gobernar-
se a sí mismo está perdido o grandemente debilitado, y _se ve-
rifica que el individuo es incapaz, no de hablar o razonar so-
bre cualquier tema que se le proponga, sino de conducirse
con decencia y decoro en los asuntos de la vida". PRICH.\.HD
pene así en claro la existencia de irregularidades de la mente
en que se compromete el sentimiento, las inclinaciones, la con-
ducta, en suma, el carácter, pero sin mengua de las operacio-
nes intelectuales. Este es un acierto. En lo que no logra li-
brarse de la influencia del pensamiento reinante es. al llamar
"insania" o "imbecilidad moral"* al desorden. Y no se trata
sólo de la palabra., sino del concepto, pues, para él, insano
* Según BURT, parece que PRICHARD ha sido el primero en usar inci-
dentalmente en inglés "la frase "moral imbecility", para traducir "morali-
sche Blodsinn" de ios €Scritores alemanes antiguos; pero la distinción en-
tre imbécil moral y moralmente insano aparece claramente establecida
primero por LAYCOCK", en 1862.
Personalidad Anormal 313
moral es un enfermo, en qui-en se puede verificar una serie
de factores consid·erados por entonces esenciales a la locura:
"Hay a menudo una fuerte tendencia hereditaria a la insania;
el individuo ha sufrido previamente de un ataque fran-
co de locura ; ha habido. algún gran golpe moral, corno la
pérdida de fortuna; o tuvo una conmoción física severa, co-
.mo un ataque de parálisis o epilepsia, o algún desorden fe-
bril u i.nflamatorio, que ha producido un cambio perceptible
en el estado habitual de la constitución. En todos estos casos
ha habido una alteración. del temperamento y los hábitos".
Según Kraepelin, el concepto original de moral insanity era
semejante al de folie raisonnanie <le los franceses, y agrega:
..Sólo después adquirió el significado especial de incapacidad
moral a causa de una interpretación equivocada de la pala-
bra inglesa "moral"; Los mismos autores· ingleses reconocen
que Prichard emplea la palabra moral en un sentido amplio,
que incluye el aspecto afectivo de la mente. Sin embargo, se
.refíere exprsamente a la incapacidad de conducirse con de-
cencia y decoro (decency 'and propriety). En todo caso, lo
positivo es que hasta hoy, locura moral o imbecilidad moral
-corresponden a un tipo de personalidad psicopática. Lo que
se discute es el nombre, no el hecho.
Pese a los adelantos de la psiquiatría en la época posterior
a 1835, en que se insinúan apreciables aunque confusas apro-
ximaciones al concepto de la personalidad anormal, sobre to-
do de parte de Magnan, sólo a fines del siglo pasado se for-
mula una concepción sistemática. Esta se debe a J. L. A.
Koch, quien en 1888 * la formula en toda su amplitud, y poco
después dedica al tema la monografía Die psychopathischen
.Minderwertigkt­iten (Ravensburg, 1891 -18.93), la cual según
Roback, probablemente contiene en germ·en la doctrina del
sentimiento de inferioridad, aunque Adler no la menciona s=.
Lo nue nos interesa aquí es señalar el hecho de que Koch, por
primera vez, aplica el criterio de la psicología del carácter al
* En su libro Kurzgefa.sster Leifaden der Psychiatrie.
** ROBACK observa también que Kocn, "en sus descripciones de innu-
merables síntomas del neurópata, de ningún modo queda a: la zaga de la
'habilidad de las escuelas freudianas de nuestros días".
314 H onorio Delgado·

estudio de aquellos casos de la práctica psiquiátrica cuyos de-


sórdenes tuvo la perspicacia de no confundir con las enfer-
medades mentales. Con esta innovación de método, define la
naturaleza de las anomalías psíquicas situadas entre lo nor-
mal y lo genuinamente patológico. Sus descripciones de los
casos, a base de psicología práctica. constituyen asimismo un
repertorio de ejemplares de Io que llama "inferioridades psi-
copáticas". Distingue dos formas reconociendo qué .pueden
co - existir en el mismo sujeto: la ' de los hombres que son un
peso para ellos mismos y la de los que son un peso para los
demás. Distingue también dos clases en lo que respecta al
tiempo: la inf eríoridad psicopática fugaz y la permanente,
que a su vez puede ser congénita o adquirida. A la permanen-
te congénita le da importancia principal, y la considera sus-
ceptible de asumir formas diferentes, que en grado progresi-
vo son: la disposición, la tara y la. degeneración. Koch hizo
también un estudio especial de la cuestión del criminal nato,
y, enemigo de que se, vean por doquier inferioridades psico-
pá ticas, su última obra, dedicada a la variedad de las perso-
nalidades situadas entre lo normal y lo morboso, la denomina
Abnorme Charaktere (Wiesbaden, 1900). Todo esto, como ve-
remos después. tiene interés desde el punto de vista predomi-
nante en la actualidad.
El acierto inaugural de la etapa presente del progreso de
nuestros conocimientos acerca de la personalidad anormal es
la clara determinación lograda por Kurt Schneider •:;n su obra
Die psychopathischen Personlickeiien, cuya primera edición
fué publcada en 1923. Ciertamente que a principios de este
siglo no faltan trabajos originales sobre la materia, entre los
cuales sobresalen las descripciones y ·distinciones· debidas a
Kraep·e1in. Pero Schneider rehabilitando lo que tenía de fe-
cundo el sistema de Koch, logra un esclarecimiento del asun-
to que se singulariza por el espíritu científico en que s·e inspi-
ra y por el valor práctico de sus conceptos. Schneider define
las personalidades anormales como "variaciones o desviado-··
nes respecto a un amplitud media de las personalidades hu-
manas, amplitud media que tenemos presente, pero que n<t
Personalidad Anormal 315

podemos determinar con mayor precisión". Se trata de des-


viaciones en más o menos, por encima o por debajo de la am-
plitud media, desviaciones que se consideran sólo en su aspec-
to psicológico, no en el moral ni en el social. Se sujetan a
juicios científicos, no a juicios de valor, de mérito o demé-
rito. Aquí la personalidad normal que sirve de referencia es
concebida según el criterio de la "norma dél término medio",
pero no a base de medidas empíricas, no de manera suscep-
tible de revelarse en valores cuantitativos, sino como "un pen-
samiento rector", presente en todo espíritu un buen sentido pa-
ra las cosas humanas, con crítica suficiente para eliminar las
limitaciones inherentes a las influencias de un término medio
sujeto a los acontecimientos transitorios, si bien tiene en cuen-
ta las propensiones propias de la época y del círculo de cul-
tura pertinentes.
"La personalidad anormal" es el concepto amplio de las
desviaciones fuera de la medida del hombre corriente. El con-
cepto restringido de esas desviaciones es el de "personalidad
psicopática", que Schneider define así: "Personalidades psi-
copáticas son aquellas personalidades que sufren por su anor-
malidad o que por causa de su anormalidad sufre la sociedad".
Más explícitamente, "los psicópatas son. personalidades anor-
males que por efecto- de. lo anormal de su personalidad caen
en conflictos interiores y exteriores más ,o menos "en cada si-
tuación vital, bajo todas las circunstancias. Los psicópatas
son hombres que en sí, aún sin referencia a las consecuencias
sociales, son personalidades raras, desviadas del término me-
dio. Son psicópatas sólo en cuanto son perturbadores por ser
personalidades anormales. Lo perturbador, lo socialmente ne-
gativo, es algo secundario", En lo que atañe al origen de la
personalidad psicopática, Schneider sostiene el criterio de que
es una anormalidad innata. Según su dictamen, lo exógeno no
desempeña un papel esencial, ni en cuanto concausa. "Sin
mucha contradicción -afirma- se deben considerar sus fun-
damentos como algo principalmente dependiente de la predis-
posición". El medio puede influir sobre el desarrollo de fas
direcciones y. propiedades fundamentales de la personalidad,
316 H onorio Delgado

tanto como acción inmediata, cuanto en forma de educación,


de acontecimientos vividos y de experiencia. De las clases de
psicopatía del sistema de Koch, la que corresponde a este con-
cepto es sólo la "inferioridad psícopática permanente conge-
nita". Las demás son para Schneider meras "seudopsicopa-
tías". De los otros aspectos de esta concepción nos ocupare·
rnos después, a propósito de los respectivos problemas.

29 Circunscripción del concepto

. Todo planteamiento del concepto de personalidad anor-


mal es inevitable que parta de las aserciones de Schneider.
Así lo creemos, y lo seguimos en nuestra exposición. La par- .
te menos fuerte de su definición es la que él considera más
científica, o sea la correspondiente a lo que llama personali-
dad anormal, el término lato. Apela en último análisis a la
impresión, al buen sentido, cuando declara que tenemos pre-
sente como idea directriz la amplitud media de la personali-
dad normal, no pudiendo determinarla con mayor precisión.
Ciertamente que con la aplicación de la psicometría y la es-
dística no se logra un criterio ni más científico ni más prác-
tico, pues, si fuese factible así alguna determinación, siempre
sería arbitrario señalar el límite que separa lo normal de lo
anormal. No negamos, por tanto, que la ciencia carece en ab-
soluto de medida para la amplitud de las variaciones de la
personalidad normal. Pero sí nos parece que sería más conse-
cuente con el .buen sentido no incluir entre las personalida-
des anormales aquellas que no son frecuentes debido a su po-
der creador o a su calidad ejemplar. Para Schneider es a-
normal no sólo el individuo que se devía del modo de ser or-
dinario por propiedades de valor negativo, como el vagabun-
do o el criminal, sino el que sobresale por encarnar propieda-
des de valor positivo, como el poeta o el santo. Al discerni-
miento del hombre sensato repugna esta aparente objetivi -
dad que mezcla cosas opuestas en la misma categoría. Lo pro-
pio del buen sentido para juzgar la normalidad de la índole
Personalidad Anormal 317

personal es un criterio en que se hermanan el punto de vista


cuantitativo con el cualitativo la normalidad de lo frecuente
. '
o común con la normalidad teleológica de lo valioso o exce-
1 ente. La misma sabiduría del lenguaje lo evidencia: la pa-
. labra normal, en latín normalis, ,deriva de norma la cual pro-
cede del término griego gnarimos que tiene dos significacio-
. nes principales: familiar o conocido (por .frecuente), y noble
. o aristócrata (en cuanto excelente) . Lo que 'sostenemos es que
. si se aplica el criterio del buen sentido para determinar. la
amplitud de la variedad normal de. las personalidades, debe
ser de manera cabal, no desnaturalizándolo. Por fo demás no
se puede argüir a favor de la tesis de Schneider que evita' la
. valoración, pues su determinación de lo propio de la perso-
nalidad psicopática no está libre de juicio de valor; se funda
en una valoración del aspecto biológico y, como repara Mauz,
esto es lo más sólido y fecundo de su doctrina si se le sigue de
modo consecuente. En efecto, precisamente a consecuencia
del valor biológico negativo, de anormalidad por predisposi-
ción, el psicópata halla dificultades y conflictos en situaciones
frente a las cuales el hombre normal encuentra soluciones a-
propiadas a la naturaleza de las cosas y.al logro de los fines de
su existencia. Si se quiere realzar el tono científico de una de
finicíón, ello se logra incluyendo la causa del hecho. El he-
cho que se propone determinar Schneider es la personalidad
psicopática y lo hace de manera psicológica semíteórica (en
lo tocante a la "personalidad anormal"), semi ' práctica (en lo
que respecta a la psicopatía). Es cierto que, aparte de la defi-
nición, expresa claramente que son innatas las personalidades
anormales incluidas en el concepto de psicopatía.
De acuerdo con nuestro argumento, eliminemos del ám-
bito de la personalidad anormal aquellas variedades del mo-
do de ser del hombre que. por su valor positivo se aproximan
a la norma teleológíca : entonces queda como contenido del
concepto lo que para Schneider es propio de la personalidad
psicopática , Después veremos que dentro del concepto de per-
sonalidad anormal asi restringido, entran dos formas: la per-
sonalidad psicopática y la personalidad neuropática. Lo per-
318 II onorio Delgado

tinente ahora es indicar que, según nuestra limitación del


concepto, las desviaciones que Schneider sitúa dentro de la
personalidad anormal, pero fuera de la psícopátíca, se redu-
cen a las representadas por aquellas personalidades que sien-
do normales en lo esencial, en su núcleo, tienen sin embar-
'
go, propiedades o rasgos que son anormales (psicopáticos o
neuropáticos) más o menos aislados y periféricos. Estas for-
mas parciales o menores ocupan la zona intermedia, inevita-
ble, entre lo normal y lo anormal. Así, por ejemplo, las per-
versiones sexuales son anormalidades teleológicas del instin-
to correspondiente y se presentan con cierta frecuencia en
personalidades. también anormales; pero se observan casos en
que con una perversión sexual sólo se comprueba la existen-
da de algunos rasgos anormales del carácter; de la misma
manera que se verifica la perversión en una personalidad
normal, como anormalidad circunscrita al instinto sexual.

3° Aspecto descriptivo y estructural

Las características de la personalidad anormal son incon-


tables, y difieren de un individuo a otro. En su mayor parte
consisten en la exageración o la mengua de rasgos del carác-
ter normal. Sólo señalaremos las principales y más. comunes.
Sin duda la realmente general es la poca capacidad del suje-
to para ajustarse satisfactoriamente al medio, sobre todo el
humano, y para conformar su conducta a la disciplina de la
convivencia. Lo que él hombre normal acepta como cosa na-
tural, las asperezas de la vida que tolera animosa o resigna-
dnrnen.c y los problemas y reveses que enfrenta con decisión
y con sentido de la realidad, para el hombre anormal- poco
dispuesto a variar de actitud en relación con el sentido de las
circunstancias y a determinar su conducta según las normas-
ccnctituyen dificultades que lo desacomodan o perturban y
provocan de su parte reacciones discordantes con la situación
y a menudo contraproducentes. Otra característica, bastante
común, es la volubilidad, Ía carencia de fines últimos o si
estos existen en la intención, la falta de persistencia en el' e·s-
Personalidad A normal 319

fuerzo para alcanzarlos. La acción ·es precaria también debi-


do a la escasa disposición para sacar provecho de la experien-
cia con plasticidad sensata. Tanto por esto y por la imprevi-
sión cuanto a consecuencia de las características que indica-
mos en seguida, la mayor parte de los individuos de perso-
nlidad anormal pueden ser consideraos como dependiente más
de los estímulos del momento que de la -perspectiva de los
incentivos duraderos y permanentes. Tal vez una de las ca-
ractertstícas de mayores consecuencias es la mengua del im-
perio de la voluntad sobre las tendencias, la cual el sujeto
casi siempre confunde con su prop·ensión a satisfacer de in-
mediato los apetitos y los caprichos, con desmedro de las as-
piraciones y los principios. En efecto, la personalidad anor-
mal, en casi toda!'; sus variedades, presenta un orden de valo-
ración en el cual se impone el logro del bien inmediato, el va-
lor subalterno, sin consideración de las consecuencias. La
falta de freno o inhibición proporcionada y el afán de goce
inmediato explican muchas de las reacciones de "corto cir-
cuito", frecuentísimas en las personas de carácter anormal.
Otro par de propiedades importantes aquí, unidas a menudo
en forma comprensible, está constituído por el egocentrismo
y la sed de dominio. El egocentrismo, sea primario, sea deri-
vado del sentimiento de la propia debilidad o de la penuria
interior, induce fácilmente al sujeto mal dotado para la vida
c;·2 relación a referir todos los sucesos a la valoración de sí
mismo y contribuye a avivar el deseo de someter a los demás
al propio dominio. En otros casos, estimulado por. una incapa-
cidad nativa para la alegría o provocado por el sentimiento
~Je desamparo, el egocentrismo se exacerba a causa ·de la mis-
ma inutilidad de sus pretensiones formando un verdadero
círculo vicioso en la dinámica de 'la vida anímica personal.
Una característica más-a la cual Klages equivocadamente
reputa esencial y absoluta-es el conflicto entre la apariencia
y el ser, condicionado por una inextirpable propensión al en-
gaño de sí mismo otorgando importancia a lo ilusorio. El ~n-
gaño propio, engaño que en el fondo se refiere al valer per-
sonal, es una necesidad vital para el sujeto. Incapaz de enti-
.32_0 .H onorio ­Delqado

. dad auténtica, se contenta con la de relumbrón y, travestido,


"lo que afecta y quiere. parecer, eso es. menos" (Gracián).
Por último, tenemos la ·deficiente disposición o la nulidad
para amar, defecto que en algunos individuos es original y en
otros depende de diversas propiedades negativas de la perso-
nalidad, relacionadas con la carencia de intuición del. valor
ideal ajeno, de la comprensión del tú, o con 1a falta de sen-
timientos como· el desinterés, la lealtad, la abnegación, etc;
La precedente enumeracíón de las características princi-
pales de la personalidad anormal permite comprender que
ésta. se estructura en forma variable de acuerdo con la constela-
ción individual de las disposiciones dominantes y el vigor rela-
tivo de cada una de ellas. Es tarea de la tipología distinguir las
variedades más frecuentes y comprensibles del modo cómo se
correlacionan las propiedades. No se puede tratar de una es-
rructura genérica o de una dinámica unívoca de 'la persona-
lidad anormal sin caer en el · peligro de las construcciones
hipotéticas lindantes con lo ·fantástico, ·como ocurre ·en la
psicopatología popular anexa al psicoanálisis y a la psicolo-
gía individual de Adler , Pero· es innegable que ciertas carac-
terísticas, por su 'naturaleza, se relacionan directamente unas
con otras, según hemos visto que sucede con algunas de las
que · describimos más arriba. Es también innegable que de
.la combinación de determinados rasgos nacen nuevas · estruc-
turas complejas dependientes además de otros factores, sea
.de las condiciones ' del desarrollo de la personalidad, sea de
las.vicisítudes de la relación el sujeto con su medio: así por
ejemplo, el egocentrismo y la incapacidad para amar condi-
cionan un modo de ser propenso a la actitud del resentimien-
to, que nace y se desenvuelve con un mínimum de influen-
·cias circunstanciales. Asimismo, es evidente que uno de los
aspectos más genuinos de la personalidad anormal es la falta
de armonía entre las propiedades. De manera inversa al he-
. cho de que unas disposiciones se vinculan ,con otras por su
afinidad recíproca o por la proclividad del conjunto, otras
son opuestas entre ellas y su única relación posible es el an-
tagonismo. A causa del predominio de estas discordancias la
Personalidad Anormal 321
vida anímica de la mayor parte de los hombres anormales ofre-
ce conflictos internos más graves e irreductibles que los. del in-
dividuo normal, en quien, ciertamente, no todo es ajuste, ar-
monía e integración. ·
Aparte de todo principio de-psicología general, la conside-
cíón de esta clase de hechos basta para justificar el análisis
estructural de cada caso, tarea cuya meta es distinguir con
la máxima precisión posible las propiedades y estructuras
dominantes a través de sus manifestaciones concretas, y de-
terminar la situación de .cada una en el conjunto y sus rela-
ciones respectivas. El esquema que Kahn ha propuesto con
objeto de estudiar la personalidad anormal en su aspecto ca-
sual y en su aspecto final, puede ser fecundo' si se aplica con
un crlterio metódico de comprensión fenomenológica y gené-
tica, reduciendo al mínimum plausible las suposiciones expli-
cativas. Kahn considera las particularidades de la personali-
dad anormal como distribuidas en tres planos correspondíen-
tes a las tendencias instintivas, al tempermento' y al carácter.
Por carácter entiende la "dirección de las intenciones de la
personalidad"; esto es lo que llamamos "ethos", constituido
por el conjunto de la voluntad y la estimativa. Su actividad,
unitaria y orientada por fines, puede desviarse de lo normal
tanto en lo que respecta a la valoración de sí mismo cuanto
en lo atañed-eta a la valoración de lo ajeno. En Uno y en otro
caso Kahn distingue tres formas posibles, a saber: de sobre-
valoración de subvaloración y de actitud ambitend·ente. La
sobrevaloración y la subvaloración del yo pueden ser en unos
casos activas y en otros pasivas. Movido más por el deseo de
elaborar una tipología que por el propósito de orientar la a-:-
prehensión de la idiosincracia, este 'autor relaciona en pro-
porción inversa la auto y la heterovaloración descarriadas, y
las vincula con propensiones dirigidas a fines falaces de pre-
potencia y seguridad personal. Una· comprensión más amplia
y más profunda de las personalidades anormales requería un
verdadero análisis del complejo mundo subjetivo de las pre-
ferencias eficaces, de la perspectiva personal de los valores,
de las correlaciones y las discordancias de la valoración efec-
322 H onorio Delgado

tívay ·espeeialmente de las falsificaciones y perversiones ti-


méticas. Frente 'a 'esto; el hecho de distinguir y· relacionar la
auto y la héterovaloración, como si fuesen :tneras cantidades,
resulta sólo una primera aproximación, muy simple y enga-
ñosa.

49 Variedades de formas

Aunque la clasificación de las personalidades anormal-es


no es parte obligada del tema que tratamos, el desarrollo de
algunos aspectos de éste se facilita precisando nuestro punte
de vista sobre el particular. Como no consideramos persona-
lidad anormal propiamente dicha sino la que es innata y re-
putamos personalidades falsas o sintomáticas las adquiridas a
consecuencia de situciones perturbadoras, de irregularidades
endocrinas, de traumatismos craneanos o de infecciones tales
como encefalitis, corea o. sífilis, la primera gran división que
se presenta es la entrevista por Koch, en dos grupos: uno de
personalidades psicopáticas o psicópatas y otro de persona-
lidades, neuropáticas o neurópatas. Esta separación, que nos
parece conveniente, puede fundarse en la disyuntiva que
contiene la definición de Schneider (quien no sigue a Koch
en esta división) : las personalidades die los sujetos que sufren
por su anormalidad o que por causa de ésta hacen. sufrir a la
sociedad. Llamamos neuropáticas a las que corresponde la
primera eventualidad y psicopáticas a las d·e la última. Como
quiera que en la práctica se presentan individuos que a la
vez sufren y hacen sufrir por su modo de ser, se les puede de-
signar de acuerdo con el aspecto principal en cada caso, neu-
rópatas o psicópatas, o con la denominación común: perso-
nalidades anormales. Este no es el criterio reinante. Muchos
psiquiatras, entre los más autorizados, consideran que lo pro-
pio de l~ neuropatía es la fragilidad de las funciones corpo-
rales y la repercusión sobre las mismas de las dificultades y
conflictos psíquicos, a causa de una constitución imperfecta,
sobre todo en lo tocante a la actividad vegetativa y endocrina:
Personalidad Anormal 323­

en cambio, reputan que la psicopatía se manifiesta sólo en


la esfera de las funciones psíquicas. En este modo de enjui-
ciar las diferencias hay un fondo de verdad, que no está
en contradicción con el criterio que propugnamos, según se
verá. En efecto, el neurópata, falto de vitalidad saludable y con
una espontaneidad transitiva torturada, es propenso al dolor
al padecimiento y a exagerar subjetivamente su fracaso. Por'
eso es comprensible en él una conciencia vigilante de su ser
psicofísico, que lo incline a prestar atención - a Ias funciones
orgánicas (mayormente si éstas carecen de regularidad uor-
mal), a perturbar la exteriorización de sus tendencias instin- -
tivas y por último, cuando la situación pone al límite su re-
sistencia, a huir de la realidad buscando refugio travestido
en la condición ele doliente; de enfermo. Pero es asimismo evi-
dente que muchos nurópatas no muestran desequilíbrio de sus
funciones corporales ni sufrimientos relacionados con ellas y-
sí desórdenes penosos en la esfera de la vida anímica. Un
ejemplo de este caso lo ofrece el escrupuloso, y en general el
tipo anancástico, que no se puede íncluir entre los psicópatas
pues las más de las veces el sujeto no hace sufrir a los otros.
Ei1 lo que respecta al psicópata, de espontaneidad transitiva
más bien suelta, es esencialmente un perturbador para los
demás, y aunque Ilegue a sufrir por su anormalidad, esto por
regla no se vincula de manera especial con sus funciones cor-
porales. Sin embargo, no se puede afirmar que su anorrnali-
dad se manifieste exclusivamente en la esfera psíquica, pues
hay psicópatas con "estigmas vegetativos" y, sobre todo, en
diversas formas de psicopatía lo somático es condición osten-
sible de la manera de ser anormal y de las exteriorizaciones
correspondientes. Baste recordar a este propósito los· estados
afectivos vitales y las emociones de los hipertímicos, de los
deprimidos y de los explosivos. Tanto para los psicópatas cuan-
to para los neurópatas es válida la declaración de Bumke: "No
creemos más en los tipos· psíquico y físico, creemos en. la uní-
dad del' alma y el cuerpo, y sostenemos que lo .que hay ·son
reacciones psicofísicas y constituciones· psicofísicas." Adap..,
tando la nomenclatura de Werníckc a la materia, resumire.
324 Honorio Delgado

mos estas dístinciones diciendo que en toda personalidad a-


normal la autopsíque es defectuosa y que mientras en la neu-
ropátíca el sujeto sufre las más de las veces no: sólo por eso
sino por las anormalidades de su somatopsíque, en la psico-
pática, -hace sufrir a los-demás .principalmente a causa de su
alopsique anormal. Así no se desconoce lo común a todas las
personalidades anormales, o sea que los sujetos que las en-
carnan desde la niñez constituyen una fuente cÍ·e preocupa-
ciones y problemas.

La segunda división qup. debemos señalar es la tipológica.


En la práctica una tipología de las personalidades anormales
sirve como medio de orientación para el estudio de cada caso,
estudio que en último término no debe. ser sólo tipológico sino
inrli.vidual y caracterográfico. En el trabajo científico la tipo-
logía sirve para agrupar los casos semejantes de una manera
fecunda a la investigación, la cual secundariamente puede
medir el valor de· la misma tipología en conjunto o justificar
tipos determinados, como veremos al estudiar la herencia de
las personalidades anormales. De las varias tipologías de la
personalidad anormal, la propuesta por Kurt Schneider es la
más aceptable y la más aceptada entré los entendidos. Esto
se debe, sin duda, a la precisión de sus lineamientos y al acen-
tuado carácter comprensible de casi todos los tipos, que son
de una estructura coherente y con diferencias bien definidas.
Sin embargo, esta tipología resulta más adecuada a los casos
de psicópatas graves, necesitados de asistencia hospitalaria,
que a los otros, más numerosos, que permanecen en libertad.
Consta de diez tipos, que sólo enumeraremos: el hipertímico,
el deprimido, el inseguro, el fanático, el maniático de la no-
toriedad, el inestable, el explosivo, el anético (insensible o de-
salmado), el abúlico (y el débil de voluntad), el asténico . La
naturaleza no sistemática, sino empírica, de la· tipología de
Schneid·er, permite agregar nuevos tipos diferentes de los que
contiene o que, a base de la intuición psicológica unida a la
experiencia de una rica casuística, se puedan desintegrar al-
gunos de sus tipos. ·
Personalidad Anormal 325.
59 Predisposición hereditaria

Aceptada la naturaleza congénita de la personalidad a-


normal, se impone averiguar si la condición genética, en to-
dos los casos o al menos en la gran mayoría, es la predísp«-
sición hereditaria. La convicción afirmativa de la herencia
como causa primaria ha dominado entre los psiquiatras que
se ocupan en el asunto, desde Koch, influido por la doctrina
de la degeneración. Hoy son pocos los investigadores que no
consideran indispensable el fundamento heredo - constitucio-
nal de las personalidades anormales. Refiriéndose a éstas,
Kahn refleja la actitud más prudente cuando dice que "se
puede afirmar con la mayor probabilidad que las predisposi-
ciones hereditarias corresponden a los factores genéticos que
les son más esenciales ... aceptando que en la constitución.
del individuo haya factores determinantes del correspondien-
te modo de ser psicopático. Aquí se abre, en verdad que a
una visión muy. lejana, la posibilidad de distribuir los grupos
e psicópatas según la constitución". Parecer semejante ex-
presa Henderson: "La ciencia de la genética, todavía en su
infancia, puede contribuir mucho a nuestro conocimiento, y
podemos esperar con confianza la mayor información deriva-
da del estudio de los gemelos unívitelinos, y del beneficio que
se seguirá del progreso de la eugenesia". Pero no todos pien-
san de la misma manera. Una de las voces discordantes de
mayor autoridad es la de Gruhle, quien, incluso en un traba-
jo de 1940, sostiene que el concepto de psicopatía no tiene na-
da que ver co la herencia, pues está por probarse si efectiva-
mente la psicopatía es hereditaria. Según su opinión, el ge-
notipo carece de existencia: "todo lo que existe es el fenotipo";
y las. características de la personalidad anormal sólo son re-
acciones ante situaciones. Sin embargo, acepta que "si la
constitución es una estructura y un conjunto conexo de dis-
posiciones. . . el medio, el ámbito vital, la situación influyen
permanentemente sobre esa constitución en el sentido de que
una disposición es estimulada •. otra reprimida".
Lo único capaz de dar fundamento a una u otra mane-
326 Honorio Delgado

ra de pensar son los hechos comprobados .metódicamente. Por


fortuna, hay una serie de investigaciones, a algunas de las
cuales nos referimos en seguida, que esclarecen el asunto. En
verdad es poco lo que se sabe en materia tan difícil, pero es
suficiente para no dej ar dudas sobre la positiva y fundamen-
tal importancia del factor herediatrio. Asimismo es verdad
que todavía no se puede asegurar qué proporción 'de casos -
probablemente pequeña-s- de personalidad anormal es debi-
da a lesiones del cerebro durante la gestación, el parto y en
los primeros t~·empos de la vida extrauterina. Tampoco se
ruede determinar la cuantía de los que surgen por la sola co-
existencia de disposiciones hereditarias discordantes, que ais-
ladamente o en .otras asociaciones constituirían patrimonio
biológico de. rasgos normales o de personalidades normales.
Para discernir fa. influencio de los factores hereditarios
en la génesis de la personalidad anormal se investiga el gra-
do de concordancia entre los gemelos. y el, de frecuencia de
lamisma entre los. familiares .de .series de "probandos". * A
.
continuación señalamos algunos de los resultados
Jos especialistas más competentes.
.. a que llegan
-

El método de los gemelos ?a sido aplicado de manera ri-


gurosa por Stumpfl en. dos series relativamente numerosas de
psicópatas: una de delincuentes y otra de no' delincuentes ..
En-la primera de- estas series, parte de 6~ psicópatas delin-
euentes y encuentra que el otro gemelo es también delincuen-
te en la siguente proporción: 11 del grupo de 18 pares
de gemelos unívitelinos.. 9 del grupo de 47 pares de geme-
los . dívitelínos, y separando aquí los gemelos del mismo
sexo se tiene (19 probandos), de los de sexo diferente (28
prohandos), se tiene 7. y 2 ·respectivamente. La concordan-
cia es pues igual al 61 % entre los univítelinos y al 19% en-
tre los dívítelinos (37%· para los del mismo sexo y 7% para
los de sexo diferente}. Aparte de esta concordancia respec-
to. a la criminalidad, semej ante a la encontrada por Kranz en
125. pares (concordantes el 66% de los univitelinos y el 32 de
.

"' Vide "Herencia de los desórdenes mentales", Anales de la. Facultad


de Ciencias Médicas, 1935, t. 18. N<? l. · ·
Personalidad Anormal 327

los divitelinos), Stumpfl, distingue otras cuatro concordancias


relativas a la igualdad del grado de delincuencia, de la ma-
nera de cometer el delito, de la conducta social cotidiana y,
por último, a la igualdd del carácter y la forma de la psico-
patía. Esta última concordancia, la que nos importa princi-
palmente, resulta absoluta, 100%, en los univitelinos y nula,
0%, en divitelinos, comprobación que tiene valor equivalen-
te a un experimentum crucis. Además, en los criminales gra-
ves pertenecientes a pares de gemelos univitelinos la concor-
dancia completa en todos los aspectos; asimismo todos los
. '
pares de gemelos univitelinos en que hay criminales no gra-
ves, incluso los discordantes en el primer aspecto, concuer-
dan sin excepción en los dos últimos; en fin, entre los divi-
telínos todos los pares son discondantes en los dos últimos
aspectos.
En la segunda serie de gemelos de personalidad psicopá-
tica estudiada por Stumpfl, compuesta de 70 pares, 20 univi-
telinos y 50 divitelinos (20 de sexo igual y 30 de sexo opues-
to) los resultados son asimismo concluyentes. Los univiteli-
nos son cordantes, sin excepción, en lo que atañe a las anor-
malidades durables de la personalidad, y no respecto a las
reacciones anormales. Stumpfl no ha publicado, que sepamos
los datos correspondientes. a los divitelinos.
Con respecto a la frecuencia de la personalidad anormal
en la parentela consanguínea de los probandos; indicaremos
algunos resultados concernientes a las diversas clases de fa-
miliares. EnIo que atañe a los descendientes, el trabajo de
Híedel es ·el más instructivo. Parte de 104 casos de personali-
dad psicopática grave 55 hombres y 49 mujeres, con un pro-
'
medio de edad. igual a 56 años. Todos por lo menos una vez,
•'

han sido hospitalizados en la Clínica psiquiátrica de Munich


(en total 2o4 ~ugresos). Tienen 431 hijos (49 fuera de matri-
monio, 54 antes del matrimonio y 328 legítimos), de los cua-
les 258 son de más de 18 años. De ·estos 258 son de persona-:
lidad anormal no acentuada (raros, excéntricos) 112 (43,4%),
psicópatas 78 (30,3%) y normales 'Sólo.37 (14·,3%) /
Investigaciones de Leiter y de von Baeyer conciernen,' res-
328 Honorio Delgado

pectívamente a ascendientes y colaterales y a descendientes


y colaterales; ' ambas confirman la herencia similar de ciertos
tipos de personalidad anormal. Leiter expone el resultado de
observaciones hechas en la Clínica de Leípzíg., dirigida por
Schrüder , La investigación proseguida durante 12 afios, com-
prende una población de 800 niños de personalidad anormal,
de la cual fueron excluidos aquellos cuya conducta irregular
se podía atribuir a la influencia del medio. En todas las fami-
lias se descubren sujetos de personalidad anormal en propor-
ción superior al término medio de la población general, y de
300 niños de tipo anético (insensibles), el 40% proceden de
padres también anéticos (el 19,3% criminales), además de
tener una proporción muy grande de parientes egoístas y de
afectividad defectuosa. von Baeyer estudia los parient·es de 67
psicópatas mentirosos y embusteros, verificando el mismo ti-
po. de personalidad en el 28,4% de los. hermanos y en el 18%
. de los hijos. Otras investigaciones de Stumpfl revelan tam-
bién la herencia similar en linajes de psicópatas anéticos, a-
búlicos e hipertímicos.

69 Constitucián

Al distinguir fa neuropatía de la psicopatía, hemos deja-


do en claro· que la personalidad anormal es inseparable de la
complexión. Es problema propio de la psicología especulativa
y de la antropología filosófica discutir si se trata de una ver-
dadera unidad o sólo de una correspondencia psicofísíca. Lo
pertinente aquí es recalcar que el destino de ·la constitución
y el destino de la personalidad están ligados a lo largo de to-
. da la¡ vida, .Y que .la raíz de la constitución es hereditaria. Es-
to no significa que la constitución y la personalidad sean in-
_
variables ' pues es evidente que' en ambas se) suceden cambios:...
fluctuaciones; crisis, desenvolvimientos, involuciones. Y la
constitución obra sobre la personalidad anormal no sólo a
causa' de las propiedades dé su condición nativa, hereditaria,
sino por lis' "hio'dificacio:ó.esque 'adquiere" ;~ii su relación con
clvambienté ·y, así determinada, "obra tanto como origen de
Personalidad Anormal 329

estímulos y de estados, temporales o durables (especialmente


en lo que respecta ·al temperamento), cuanto como condición
de transformaciones de la personalidad.
Salvo ciertas correlaciones frecuentes entre lo somático y
lo psíquico, particularmente manifiestas en determinados ti-
pos de neuropatla, carecemos de conocimientos positivos ca-
paces de permitir el diagnóstico de la personalidad anormal
a base de datos propios de la constitución. Tal vez la electro-
encefalografía permitirá reducir nuestra ignorancia en este
aspecto del asunto. En todo caso, ofrece indicios de desvía=
cienes del funcionamiento cerebral en una porción aprecia-
ble de individuos, como lo revelan las verificaciones de Gibbs
Lennox, Jasper, Solomón y Bradley, Strauss, Rahm y Barre-
ra, Lindsley y Cutts, Secunda y Finley, Hill y Watterson,
Los traba] os de los dos últimos grupos de investigadores,
sobre todo del último, comprenden un número apreciable de
casos, seleccionados y analizados con crítica. Secunda y Fin-
Ley obtienen el trazo electroenceíalográñco de 143 niños hos-
pitalizados por presentar serios desórdenes de la conducta, y
lo comparan con el de 76 niños normales. De los 143 niños en
cuestión, el 26% tienen electroencefalograma normal, el 23%
lo tienen fronterizo con la normalidad Y. el 51.% anormal, mien-
tras que de los 76 niños normales, el 68% es de trazo normal,
el 17%, fronterizo y el 15% anormal. Hill y Watterson estu-
dian 151 psicópatas, entre 15 y 51 años de edad (el 95% en-
tre 20 y 30), y se sirven de 52 individuos normales para fa
comparación. El electroencefalograma es anormal en el 48%
de los psicópatas (13% sólo en reposo, 15% sólo después de la
hiperventilación y 20% en ambas condiciones) y en el 15%
los sujetos normales (sólo 2 en reposo y 'después de la hiper-
ventilación) . Siguiendo la clasificación de Henderson, los au-
tores dviden a los psicópatas en dos grupos, según que en sus
manifestaciones predomine la agresividad o la inadecuación:
de los 93 individuos del primer ;grupo, el 65<_7ó es de trazo a-
normal, y de los 58 del segundo el 32% . Es demostrativa la
. . '
comparación de estos resultados con los logrados investigan-
do un grupo. selecto de individuos .normales. Al efecto, Wi-
330 . Honorio Delgado

lliams (citado por Hill y Watterson) verifica en el per -


sonal de aviadores altamente seleccionados que el electroeu-
cefalograma es anormal sólo en el 5 por 100.

79 Influencia del medio

Como se sabe, las predisposiciones hereditarias y la ac-


ción del medio son inseparables, al extremo de que las prime-
ras son definidas como factores "determinantes" y la consti-
-tución hereditaria; como "orden de disposiciones para el pro-
ceso reactivo" (Luxenburger) . Así la personalidad anormal
manifiesta frente a los estímulos del medio las propensiones
inherentes al patrimonio biológico que condiciona su entidad.
En este sentido es fundada la aserción de Klages: "Más fácil
sería hacer de un viejo un joven que, de un psicópata, un no
psicópata. . . la predisposición psicopática no se cura". Sin
embargo, cabe una limitación teórica a este criterio, válido
para los psicópatas y neurópatas adultos, y es la relativa a
quellos casos que, en principio, por sólo sus predisposiciones
hereditarias caen en una zona intermedia entre la personali-
dad. normal y la anormal. El influjo del medio durante la
época del desarrollo puede estimular, en los individuos co-
rrespondientes, la expansión de las propiedades capuces de
formar una personalidad dentro d·e lo normal y de inhibir las
otras, que, al contrario, en un medio diferente formarían una
personalidad francamente anormal. El mismo argumento pue-
de generalizarse diciendo que el medio, según su naturaleza,
promueve o dificulta la formación de la personalidad anor-
mal. Es claro que una predisposición vigorosa, psicopática o
neuropática, es de consecuencias inevitables, cualesquiera que
sean las condiciones externas en que crezca el individuo. Es-
to es lo que prueban las investigaciones de Stumpfl relativas
a los gemelos: todos los pares univitelinos son· concordantes
respecto a la psicopatía, mientras. que todos los divitelinos
\
son discordantes. '
, En la práctica es .muy difícil apreciar el alcance real de
las condiciones externas frente a las internas, pues como ob-
Personalidad Anormal 331

serva Allers, el mundo circundante actúa sobre el individuo


de una manera.compleja e irreductible a la pura causalidad:
actúa tal como es y ectúa según sea la magen que de él
concibe el sujeto. "Y esta imagen depende a su vez de la es-
tructura dada al individuo y de la manera cómo él se repre-
senta el mundo circundante o cómo se da a éste. Además, la
estructura dada no depende sólo de las predisposiciones he-
reditarias, sino de la vida, y la experiencia. de todos los .mo-
mentos,
.
hasta el· presente, con
. el concurso de las influencias
eficaces del medio". A pesar de todas las dificultades, es po-
sible la verificación metódica del alcance que tiene la in -
fluencia del medio en algunos casos. Entre los pocos fidedig-
dignos que se señalan como prueba -incuesdonable para
Schultz- tenemos los estudiados por Franz Kramer y Ruth
V'. D.. Leyen, en la Clínica psiquiátrica y en. el Consultoríopa-
ra jóvenes psicópatas, de Berlín. Se trata de una serie de ni-
ños . "anéticos, anafectivos" que, .salvo uno, cambian de modo
de ser convirtiéndose en suj etos de afectividad y conducta
normales. Las viscisítudes de .estos .Individuos son vigiladas
durante largo tiempo, mínimum 12 años. Su estado psicopá-
tíco se interpreta como consecuencia. de un ambiente falto de
cariño, descuidado, en que es frecuente el mal trato; a estas
influencias se deberían los rasgos transitorios de insensibili-
dad, egoísmo brutal, embotamiento, pasividad, falta de sanos
intereses, crueldad con los animales, etc., que aparecen como
reacción comprensible en el sentido de una "coraza protecto-
ra contra el mundo exterior". Schróder pone en duda que la
mayor parte de estos casos sean de verdadera personalidad
anética. Por otra parte, Oseretzky recomienda, en general,
mucho cuidado y reserva para formular ·el diagnóstico de per-
sonalidad psicopática en los niños pues muy a menudo en-
'
gaña un "desarrollo patológico" transitorio. En realidad, el
problema de la importancia de la acción del medio sólo podrá
resolverse de manera satisfactoria para el espíritu científico
con una considerable serie de investigaciones muy cuidadosas
y prolongadas de individuos. en quienes se pueda verificar la
predísposición hereditaria (lo que no ocurre con los casos de
332 Honorio Delgado

Kramer y v. d. Leyen), como sucede con los gemelos univite-


linos separados precozmente y en situaciones muy diferentes.
Lo que hoy casi no se discute es la posibilidad de educar,
en medida pequeña o grande., a los individuos de personali-
dad anormal en el sentido de mejorar su carácter. -Hasta
'
hace poco tiempo la mayoría de los especialistas identifica-
ban la psicopatía con la incapacidad del sujeto para ser mo-
dificado por la educación y el tratamiento. Principalmente
gracias al progreso de la "psicagogía" se ha robustecido la
nueva actitud, adoptada por el propio Klages al reconocer que
"ciertamente, los síntomas pueden ser tratados, y lo son: si se
quiere, incluso pueden ser "curables". Siempre que se entien-
da por esto su desplazamiento a otro campo de la vida aní-
mica, con el fin de vencer o aminorar tanto su efecto pertur-
bador subjetivo cuanto, sobre todo, su efecto de impedimento
de ciertas formas de ocupación". Empero, esto no justifica
el optimismo ilimitado de algunos psicoterapeutas, que creen
curar no sólo todas las neurosis -lo cual ya es demasiado-
sino la misma personalidad anormal, neuropática o psicopá-
tica. No son muchos los que, como el psicoanalista Otto Rank,
aprenden con la experiencia que frente a la personalidad
anormal lo único que pueden hacer es adaptar de la mejor
manera posible la realidad íntima del sujeto a la realidad ex-
terior. Rank declara en su Technik der Psuclioanaluse que
"el psicoanálisis comete un error al ofrecer la normalidad al
neurópata, pues éste no puede ni quiere alcanzarla ... e l pa-
ciente debe aprender a vivir con su escisión, su conflicto, su
ambivalencia, que ninguna terapéutica puede eliminar, por-
que· si pudiera, con ·eso le privaría de la fuente misma de la
vida". · '

89 Porte Personal

Desde un punto de vista antropológica integral es inade-


cuada ta consideración· :genética de la personalidad limitada
a la ·¡J'redisposicíón· hereditaria y a 'la acción del mundo ex-
terior, La priva de una "de las condiciones esenciales de su
Personalidad Anormal 333

formación y de su actualidad: el porte de persona; el modo


original de conducirse. A este hecho fundamental se refiere
sin duda Busemann al declarar que "el hombre, merced a su
conciencia de los objetos y sus consecuencias, adquiere una
actitud frente al mundo que no puede absolutamente expre-
sarse con sólo la categoría de la causalidad". En efecto, la
personalidad humana, incluso considerada desde el punto de
vista puramente psicológico, no es un mosaico de factores ni
un paralelogramo de fuerzas, sino unidad orgánica e históri-
ca, a cuya determinación contribuye poco, o mucho, la pro-
pia iniciativa. * Ciertamente, los límites y la forma del de-
senvolvimiento de la capacidad de realizar actos autónomos
dependen, respectivamente, del patrimonio biológico y de la
educación recibida. Mas el ejercicio mismo de tal capacidad
rebasa las condiciones que hacen posible su emergencia. Ade-
más, esas condiciones, la herencia y el medio, ofrecen al su-
jeto la materia de la cual se sirve como fuerzas eficaces al
determinarse según el orden transfigurador de la vida, pro-
pio de los valores y las ideas que incorpora como direcciones
superiores de su porte.
En cuanto a la personalidad anormal, lo importante es
reconocer las limitaciones que impone al porte la condición
nativa, el desarrollo que puede alcanzar por influencia de la
educación y el modo cómo el sujeto afronta su mengua. En-
tre las caracteristicas más · generales de la personalidad anor-
mal tenemos la escasa disposición para la aprehensión eficaz
de valores superiores, de incentivos permanentes, de normas,
lo que equivale a estar deficientemente dotado para lograr un
alto· grado de autonomía en el porte. Sin embargo. no puede
decirse que los neurópatas y los psicópatas sean absolutamen-
te incapaces de ejercitar la voluntad. Sus manifestaciones jus-
tifican la sent·encia que Wagner von J aureg aplicaba a las· de-
* Ya TOMÁS DE AQUINO expresó claramente esto: "La elección del
espíritu es influida por los sentimientos que proceden del apetito sensitivo.
Pero éste es disposición corporal y está determinado por la complexión.
Pero de esto no nace una necesidad para la elección: está en el poder del
espíritu aceptar o rechazar los sentimientos originados" (Q. d. verita'be,
p, 24. a 1, ad 19).
331¡. Honorio Delgado·

mostraciones histéricas: no se sabe cuánto depende de que el


sujeto no pueda querer y cuánto de que no quiera poder. En
lo que respecta al desarrollo que sea capaz de alcanzar el
porte del individuo de personalidad anormal por influencia
de la educación, de una manera general sólo puede afirmar-
marse que depende en parte de las propiedades . formables
que posea su estimativa y su voluntad, y de la calidad de la
de la educación, tanto más eficaz cuanto más precoz y pro-
lorigada. Un hecho demostrativo de esta influencia de la edu-
cación es la relativa rareza de los delitos entre los explosivos
eirritbles de la clase cultivada y la frecuencia de los mismos en-
tre los 'sujetos de ese tipo de personalidad entre gentes incul-
tas. Otro hecho, éste señalado por Tylor, es la exageración de
la extravagancia de los anormales por efecto de la "glorifica-
ción" de la neurosis", fruto popular de la psicopatología freu-
diana. Por último, el modo cómo el sujeto se sitúa íntimamen-
te frente a la mengua de su personalidad, depende del sentido
que dé a la propia condición como un todo y a la fe. que ten-
ga en las mejores posibilidades, de su ser, imperfecto pero en
la mayoría de los casos capaz de ciertos logros. Si el psicópata
identifica la intención de su porte con el efecto perturbador
ejercido sobre los demás por las exteriorízacíoues de su anor-
malidad, entonces agrava su condición, lo que no sucede si
íntimamente toma el partido de sus mejores disposiciones.
Algo parecido ocurre con ·el neurópata si se vive motu propio
como víctima de sí mismo o si se. adhiere a la virtualidad sa-
na de su ser o de la vida.

9P Relacián con las enfermedades tnenicdes

Hoy se ve con claridad la diferencia que separa la perso-


nalidad anormal de las psicosis endógenas, de la epilepsia y. de
la oligofrenia, lo cual fué difícil durante mucho tiempo, sobre
todo a causa de las :especulaciones.--ace~·ca de la degeneración.
Raros son los autores bien enterados que todavía llaman en-
fermo al psicópata _o_ al neurópata y, olvidando la índole ca-
. racterológica del desorden, confunden sus propiedades .con
Personalidad Anormal 335

los síntomas .morbosos; :y más .raros .todavia son los que supo-
nen que la psicopatía: sólo es un grado . . menor de psicosis. -PeJ
ro lo. cierto es que la distinción clara forma· parte del criterio-
psicopatológico actual. Esto no significa. que en la práctica
sea siempre fácil el diagnóstico diferencial, sobre todo si
sólo se dispone de una anamnesis. .íncompleta. Bonhoeffer
está en lo cierto al reconocer que apenas hay.algo más dificil,
en materia de diagnóstico, que la diferencia entre una esqui-
zofrenia ligera o incipiente y algunas psicopatías graves; Por
otra parte, la diferencia de que. tratamos no se opone a admi-
tir la importancia de la personalidad premorbosa en la deter-
minación. de ciertos aspectos del contenido de las dolencias
mentales y hasta en la génesis del desorden mismo (esto úl-
timo cuando se trata de neurosis o de psicosis sintomáticas).
Con respecto a la relación biológica que pueda existir
entre las psicosis endógenas y las personalidades anormales,
las investigaciones genealógicas todavía no ofrecen resultados
concluyentes. Parece no confirmarse la suposición de Kretsch.
mer acerca de la gran frecuencia de psicópatas anéticos ·e hí-
pertímicos entre los parientes· consanguíneos de esquizofré-
nicos y maníaco-depresivos, respectivamente . En cambio,
concuerdan los datos relativos a la vinculación hereditaria de
los psicópatas inestables y los evplosivos con la epilepsia. R-2s-
pecto a la oligofrenia, lo notorio es que cuando co-existe con
la psicopatía, agrava las manifestaciones de ésta. La escasez de
inteligencia reduce las posibilidades de la educación y del por-
te personal, lo que repercute en la conducta haciendo al suje-
to más perturbador de lo que seria si su inteligencia fuese nor-
mal. Aquí sucede lo contrario que en la neuropatía, pues en
ésta, generalmente, el sujeto sufre tanto más con sus defectos
y fracasos cuanto mayor es su inteligencia.
La relación existente entre personalidad anormal y neu-
rosis también es clara. Las neurosis son reacciones o desarro-
llos anímicos anormales que se presentan tanto en sujetos de
personalidad normal cuanto en sujetos de personalidad anor-
mal. Los últimos están mucho más predispuestos, por su na-
turaleza, a sufrirlas. y hay cierto grado de afinidad entre
336 Honorio Delgado

determinados tipos de personalidad anormal y determinados


tipos de neurosis. Por efecto de la propensión caracterológíca,
el hombre anormal ·es más frágil que el normal frente a las
vulneraciones y los conflictos. Por eso en el primero pueden
desencadenarse neurosis con estímulos frente a los cuales
el sujeto normal reacciona de manera proporcionada y ade-
cuada. Algunos psicopatólogos que dan importancia o exclu-
siva a las influencias del m·edio, reputan que la neuropatía y
la psicopatía son verdaderas neurosis. "neurosis del carác-
ter". Este extremo, si no es puramente especulativo, se fun-
da, sin duda, en la observación de raros casos de neurosis
precoses y crónicas manifiestas en personalidades _que sólo
aparentemente son normales; pero como criterio general, en-
traña, o una extensión sui qeneris del concepto de neurosis,
o desconocimiento de la condición genética fundamental de
las personalidades anormales.
Por último, está bien establecida la relación que ofrece la
personalidad anormal con el alcoholismo y la toxicomanía. No
se trata de una conexión esencial ni necesaria. La fragilidad
frente a los tóxicos y la propensión a abusar de los mismos
es mucho más frecuente entre los neurópatas y psicópatas que
entre los. individuos normales. Se trata de una menor resisten-
cia del carácter, perfectamente comprensible, ni más ni me-
nos que respecto al suicidio, la criminalidad, la vagancia, la
prostitución, el divorcio, el abandono, las uniones ilegítimas,
la restricción voluntaria de la natalidad. Aunque el valor so-
cial negativo, en igualdad de circunstancias se asocie con mu-
cha mayor frecuencia a la. personalidad anormal (mayormen-
te a la psicopática) que a la normal, no es manifestación pro-
pia de aquélla.

10. Resumen:

El estudio de la personalidad anormal está en sus comien-


zos, no obstante su importancia práctica, dado el número con-
siderable ele individuos. en que se manifiesta. El concepto
actual se basa en las definiciones de Kurt Schneíder , Por
Personalidad Anormal 337

nuestra .parte, llamamos anormal la personalidad . que por


predisposición nativa se aparta del término medio y que, a
causa de su condición, constituye origen de sufrimiento para
el individuo mismo o para la sociedad. La llamamos neuropá-
tica en eLprimer caso y psicopática en el último. Las caracte-
rísticas de la personalidad anormal consisten principalmente
en la exageración o la mengua de rasgos presentes en el hom-
bre normal. La característica general es la poca capacidad
del sujeto para aj ustarse satisfactoriamente al ambiente y
conformar de manera auténtica su conduela a la disciplina
de la convivencia. La estructura del conjunto en cada caso
depende de la constelación, neculiar o típica, de las disposi-
ciones dominante y del vigor de cada una de ellas. El análisis
estructural de neurópatas y psicópatas dehe fundarse en la
atención de lo propio del temperamento y las tendencias instin-
tivas, de la voluntad y la ·estimativa (tanto en el aspecto de
la valoración transitiva como en el de la reflexiva). Así se cons-
tituyen también las tipologías, que no son sino aproximacio-
nes para la clasificación de los casos, los cuales ·deben estu-
diarse individualmente, según los métodos de la curactero-
grafía. La tipología de Kurt Schneider es la que· se ha mos-
trado más apropiada para la práctica clínica y para la invo.: ~s-
tigación. La herencia de la personalidad anormal es innegable.
Aunque todavía mucho queda por precisar, el estudio de los
gemelos ofrece 1 a importante prueba de la. concordancia com-
pleta de los univitelinos y la discordancia también completa
de los divitelinos como no ocurre ni con las psicosis endóge-
nas. Hoy puede hablarse sin vacilación de una base heredo-
constitucional de la personalidad anormal. La electroencefa-
lografía ofrece datos confirmatorios en una porción conside-
rable de casos. El medio influye sobre la personalidad anor-
mal; puede suavizarla en cierto grado, sobre todo en la niñez
y la adolescencia, pero no convertirla en normal, El port:
del sujeto es capaz de agravar o suavizar el carácter anormal,
de acuerdo con las limitaciones impuestas por la constitución,
la calidad de la· educación recibida y el modo íntimo cómo el
sujeto hace frente a su anormalidad. De ahí que en todos los
~
338·
\ : '

­ ­no noria Delgado .

países Ias leyes consideren responsables de sus actos .delíctuo-


sos a los sujetas. de personalidad anormal, La - relación de la
personalidad a~ormal con la psicosis endógenas, la epilepsia
y'. la -olígofrenia sólo es accidental y probablemente heredohio-
lógica respecto a - la - epilepsia y ·las psicosis endógenas. Las
neurosis el alcoholismo y la tóxícomanía son mucho más· fre-
- -' . - . .
cuentes entre los .hombres, anormales que entre Jos· normales,
lo mismo que la conducta opuesta a las normas morales.

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psychopathis tenth", The Lo­neet, 8. III. 1941.
-.-·-....-

La Psicopatología . Fundamental
de la Esquizofrenia
desde el Punto de Vista Funcional

Aunque hasta ahora han fracasado las tentativas de pro-


bar experimentalmente q;ue la esquizofrenia es originada -por
perturbaciones del metabolismo cerebral, no hay duda .acerca
de la naturaleza endógena y hereditaria de esta psicosis, Y no
-se puede negar que son promisorias las investigaciones enca-
minadas a descubrir el fundamento neuróquímico ·de la pato-
genia del proceso esquizofrénico, trabajo inspirado en muy
diversas hipótesis y proseguido en numerosos laboratorios vin-
culando la clínica psiquiátrica y la psicopatología experímen-
tal con la bioquímica y la farmacología. Aparte tales empefios
científicos, son el dominio de la práctica del psiquiatra:' tres
clases de hechos significativos de la somatogenia deldesorden
esquisofrénico: a) la producción de psicosis en ciertos sujetos
por causa del abuso de la Anfetamina, psicosis cuyos sínto-
mas no Se diferencian en absoluto de una esquizofrenia para-
noide; b): la reactivación de la esquizofrenia en pacientes-con
remisión incompleta o reciente, reactivación provocada por el
empleo imprudente de diversos fármacos estimulantes, p. e.
el Meratran o la misma' Anf etamina: e) 'el buen efecto de di-
versos agentes químicos así como del electrochoque en \~l: tra-
tamiento de la psicosis de -qué tratamos.' · · -"· , ·' ·
La duda acerca de launidad 'nosológicade la .z·stt_Ui'Zdfre-.
nia, fundada en. diversas consideraciones, carece fdtatm.e·nte
342 Honorio Delgado

de razón según nuestro criterio. En contra de tal duda están


los hechos siguientes: a) la frecuente presentación d·~:fdti!l~s
mixtas en el cuadro clínico actual; b) · la no rara transición
de una forma clínica a otra ·en el mismo paciente; e) la ma-
nifestación de diferentes formas en la misma familia; d) la
gran frecuencia del mismo síntoma, la delusión, p.e., en las
distintas form~.~t;P:.e.:'J:~~t~,LP~i.2p~is (J~,?l!l~.ik..119ff Ja 'verifica : en
86% de todos los esquizofrénicos, y l{olle_ sostiene que existe
en la totalidad). La concepción da '.l\iluller-Suur de qi1e Iaca-
tatonía es somatógena )' la paranoia psícógena nos parece más
que cuestionable. -Gracias -a ·estudios catamnésicos eri esqui-
zofrénicos catatónicos verificamos que muchos síntomas que no
se manifiestan de inmediato a causa de estupor, mutismo o
negativismo, concuerdan fundamentalmente con los notorios
... d.~ la. esquizofrenia, paranoide .. P9r .. otra parte, .Gruhla -·un ·
:. testigo de excepción delcaso más conocido.. con el diagnóstico
.. d~/~p~~~;;tl}QÜ.l'~ -:-::: reconoce qu_e ésta en realidad es esquízofre-
. nia paranoide, · .. .. . . . . . . . . . :·
. Naturalmente •. la . aceptación .: µ~ _la unidad de. Ia psi~osis
no excluye la investigación de laspeculiarídades de cada en-
fermo. Esta debe - ser~ conducida'
concienzudamente
. y _c;on. todos
~.
los medios.. tratando de co~pi:en~er el .s~r. de cada paciente
con su biografía y su mundo. Incluso está justificada la .aplí-
. cación ~le los métodos y ~J artedel análisis .exü1tencial (Dasein­
, sanaluse), Ciertamente .que en este encaminamíentorro -se de-
. be llegar al. extremo -de la .interpretacíón psícogenética fan-
tástica, como sucede. a algunos autores que practican el' 3:náli-
·'" ·_sis existencial. Tampoco se debe halagarJadesaforada espe-
.ra~za, como dice von Baeyer, de m1.~ s_ólo el análisis . existen-
- _ cíal pueda Ilenar con un contenido fenomenológico original
. .el ámbito vacío de. nuestra falta de conocimiento de lo endó-
.: {{eno. .
. :· ... .Con la . exposición de nuestra manera de ver ·-el, origen ce-
i.cbral. de la esquizofrenia 'y su. unidad nosológica . ofrecemos
c-l fundamento parala consideración de la correspondiente psi
•~'-1!?~:tplogía_·:desde · e,1 :·punto d~:· vista funcional. -El -~oncepto de
f~1n~~Q~fl:l110: eS; em.plea:c}p aqni-err el sentido .de la- .pura actíví
Psicopatologia .de la. Esquizofrenia 34.3
"r- ~: ,_.

dad cerebral, sino en. el de la anímíca, si bien es absurdo ne-


gar la conexión .de las perturbaciones psíquicas con, las fun-
ciones cerebrales, pues ambas son interdependientes . y: am- ., .

nas expresión de la vida. El hombre nunc~ •es reducible a un


Iragmento.: frente a las funciones alteradas siempre .actúan_. o
son latentes las no alteradas, sujeta la totalidad fisiopsicoló-
. gica de unas y otras al gobierno de la vis directrix, De ahí que
las perturbaciones no .sean siempre definitivas o. absolutas, y
que en los diversos momentos de la enfermedad no estén p,~se-
. tes todas· ni se manifiesten en, la misma fogp_~., ·. ·
Bespecto .al conocímíento de la psicopatología .de, la esgl!i-
zofrenia deben evitarse dos extremos. igualmente infecundos
para la investigación: uno es contentarse con defíniry catalo-
gar los síntomas, el otro consiste en querer .deseubrir el origen
principal de los mismos en lo psíquico. El primero sólo con-
. duce a una colección de fenómenos, una suma de datos más o
menos incoherente, sin. duda indispensable para. elcreconocí-
miento y el deslinde clínico de Ia enfermedad. Por el .segundo
se cae en .el mundo 'fabuloso de las interpretaciones.psícogené-
. ticas .. Para· superar la pura descripción semiológica. de Ia .es-
-quízofrenía, sin incurrir en construcciones doctrinarias, .es .in-
dispensable profundizar .el conocímíento .acerca de la: psicopa-
tología de esta enfermedad ·en sus límites y' tratar ele descu-
brir la específica perturbación funcional Por lo. demás, tal es
· la enseñanza que se saca del estudio hístórdco de este _proble:..
.ma, como lo muestra Spoerrí. En lugar de conjeturar Jo .ca-
racterístíco de la enfermedad .en el substrato queestá detrás
· de. lo patente, .debe buscarse, según SPOERRI, en. "el conjunto
de.Ias manifestaciones esquizofrénicas y.' en $Q.S.· cornelacíones
·verificadas fenomenológicamente'.'. ,_; .1 / /,,_, ';:•·,'
Desde comienzos de este sigío.se empeñan.díverscs.Inves-
tigadores en acertar con semejante perturbación funcional
primara. Las principales -fórmulas., propuestas ~o.µ.,Jfts si-
guíentes: "Discordancia" ·. (Chaslín}: ,.''ataxia íntrapsíquica"
· (Stransky}; "trastorno· de. Ja. -íntegración". :(J;1: •.• ;eleuler);; "hí-
:potonía .de -la .concíeneía" .. .- (B·~:r,ze) ;_.,c~'qireQpiqn:,f].~f'..estµps~"
(Gruhle) ·; "pérdida .del: .contacto .vita);! .·\161\1Jnki;:i;ws~i) . ; .¡:.,':f ~l, ta
344 Honorio' Delgado

de actividad propia" o "alteración cualitativa de Ia determi


nación d-2 fines del yo" (Kronfeld); "estrechamiento del arco
intencional" (Berínger) ; "trastorno general de la ejecución"
( Carl Schneider) .
Hoy considera Wyrsch la alteración del yo como funda
mental en la esquizofrenia, y observa que en todos los casos
agudos y en muchos crónicos se puede verifcar la hipotonía
d·;; la conciencia. Por su parte, Winkler y Hafner ahondan el
conocimiento del desorden esquizofrénico del yo y formulan
el concepto de ego anajoresi, que no sólo hace comprensibles
algunos síntomas, sino descubre un aspecto esencial de la psi-
copatología de la esquizofrenia. Este concepto significa Ja dis-
yunción del yo respecto de ciertos contenidos de la conciencia.
En .contraposicíón del autismo, que entraña la pérdida del con-
tacto con el mundo circundante, la ego-anaj oresi es un proceso
intrapsíquico por el cual las vivencias pierden sus normales
cualidades activas y directas respecto al yo. Winkler sostiene
que es un caso especial de disgregación y supone que el conte-
nido de la conciencia no es asimilado por el yo a causa de su
incompatibilidad. No compartimos esta opinión, como tampo-
co la hipótesis de Haf'ner, según la cual la ego - anaj oresis se
explica como una falta de represión de contenidos de la con-
ciencia por parte del yo, por lo cual aparecen extraños a éste,
desligados· de él.
La observación pasiva, dirigida sólo a la espontaneidad
del enfermo, no nos ofrece un esclarecimiento revelador de la
índole y de la manera como se producen los procesos en la
mente perturbada del esquizofrénico. En cambio.· el diálogo
· bien conducido, en el curso del cual se proponen de manera
naturla cuestiones o problmas sencillos que pongan a prueba
las funciones mentales, copio, p.e., la interpretación de refra-
nes, a menudo evidencia fallas en la aprehensión de algunos
elementos de la materia de que se trata ·o de la situación en
su· conjunto. Así se pone de manifiesto una estructura imper-
fecta · de los actos: la función conf'íguradora del peusamiento
'es débil o· tropieza con dificultades en el ejercicio d·e la capa-
cidad de discernir y entender. El resultado consiste finalmen-
Psicopatoloqia de la Esquizofrenia 345

te en la repetición del tema, en substituciones inadecuadas de


conceptos, en tomar la parte por el todo, o ien circunloquios
sin sentido. Esto ocurre incluso en pacientes lúcidos que dis-
curren generalmente die manera razonable. Para poner a
prueba la capacidad de rendimiento de éstos se debe recurrir
a cuestiones más difíciles que para los esquizofrénicos comu-
nes.
Zucker y Hubert aplican un métdo, al que hasta hoy no
se le toma en consideración, método que permite aprehender
las fallas del pensamiento esquizofrénico, cuyos resultados he-
mos podido confirmar con la información concienzuda de pa-
cientes expertos en la introspección y la clara descripción de
la experiencia vivida de su enfermedad. El método de los au-
tores mencionados consiste en plantear a los esquizofrénicos
capaces de pensar con representaciones plásticas vivas, deter-
minadas tareas que los obligan a representarse diversos obj e-
tos y proseguir escenas, principalmente con imágenes visuales
y auditivas. El propósito de la investigación es comprobar có-
mo funcionan las tendencias determinantes de los actos, cuyo
objeto es el material de datos transitivos (Intencionalídad pri-
maria), así como aquellos cuyo objeto es el propio yo (ínten-
cionalidad secundaria).
En el sujeto normal la configuración imaginativa se cons-
tituye con los elementos representativos apropiados, siendo
excluidos los inapropiados. En los esquizofrénicos está per-
turbado ese proceso de exclusión de los elementos represen-
tativos. Con las pruebas del experimento ele Zucker y Hubert
s·e observa en los pacientes una transformación de imágenes
con extrañas desviaciones de las tendencias determinantes del
acto, alejándose de la meta propuesta: se presentan desgrega-
ciones e interrupciones que dejan lagunas, las cuales o que-
dan vacías o son rellenadas con elementos extraños. Con otras
· palabras: la intencionalidad, en vez de avanzar y cumplir di-
rectamente su fin, vacila y se descamina en -grado variable,
de suerte que en el ·momento de la elección y la exclusión a-
"horta el acto nbjetivante desatinadamente respecto al plan
inductor.
3­46 . Honorio D,elgado

: .. Eri eoncordancia con los hechos conocidos en la clínica, se


: explíca.eldesorden.de las tendecias determínantespor la dis-
locación o el .descamíno: del pensamiento, Ja , pérdida del hilo
· ccnductor, . y la creación de neologismos. y. pararrespuestas
·más .omenos ínadecuadoaLasustracción del.pensamíénto con
todas sus consecuencias se observa principalmente en esquizo-
frénicos con fuerte menoscabo de la actividad mental, pero
-tambfén en loaotros: mientras que el curso del pensamiento
sin lagunas llenadas con material extraño, se observa sólo en
aquelíos pacientes cuya. -actividad psíquica está. poco . difícul-
:u;i.da: y que son-claramente: conscientes de sus lagunas. vacías 's
de las -desvíaeiones correspondientes. .... . .
·; _._· .i Los datos obtenidos en.Ia investigación ·con -el ·diálogo, y

. -Ios resultados que ofrece Ja aplicación del método de Zucker


y.Hubert concuerdan con.la información catamnésica que he-
- mos obtenido · de algunos .enf erm,os . en los· cuales . se logró la
remisión con. pleno.recuerdo de las: incidencias de su psicosis.
Ti pica.es la .forni~cc01;rioun catatónico caracteriza retrospec-
. tivamente la. falta de actividad eficaz <ínherente a. la. pertur-
bación· mental: 'Carencia absoluta -de. ideas centrales; .vale
decir, de un sendero -definido que recorrer. . . A menudo me
veía '. ·acechado (importunado) por una serie de digresiones,
· conceptos parciales, que si bien. contribuían a dar forma ( ?)
al· pensamiento, en cambio- retardaban la. esquematización en
'Ia · mente 'de la ruta. a 'seguir. . . Me era· difícil formular j ui-
eios.. y· muy 'raras veces me daba' cuenta .. de lo absurdo de
. ciertos silogismos ... : Todaa-Ias preguntas -que se me hacían
· eran-incógnitas. que me confundían más. y más". Sería falso
· objetan que -la mente ..del .enfermo estaba. inactiva; .tode lo
. contrario, pues él aduce: .:'Mi actividad era. tanta que no me
.dejaba tiempo para distraerme, y por: eso comía siempre a-
purado" .
. '.·.,/Si: buscamos. la particularidad psíquica elemental de los
esquizofrénicos .más .en contraste .con la delhombre normal,
a nuestro.entenderj-será.lo que J.Jamamos quiebra de las cate­
';gorfo.s:.' Las· categoríasz formas· fundamentales Indispensables
para la -normalídad de -las eperacioaes. del ·pensamiento y.del
­Psicopatotoqía de la Esquizofrenia :-34.7
juste de. Iamente a la .realídad, no sólorigen. los.juicios sino
ra apropiada aptitud para el logro. de .Ia percepcíón., de} ry-
cuerdo, -de la imaginación y hasta de la valoración, :E:! _e:iq,1-
men de los esquizofrénicos nos. revela .que ahí donde la. men-
te falla, su contenido aparece más o menos desprendido, de
las estructuras formales del espíritu. Entonces· lo que en la
-concíencia es materia de la intencionalidad no depende ya
de categorías, sean de las especiales de tiempo, cantidad, ·espa-
cío, causalidad; sean, mayormente, de, las. generales de posi-
bilidad, realidad.o necesidad. Así, Ja quiebra de las categorias
puedeser verificada directamente sólo en las funciones per-
. ceptivas e intelectuales, como también en las expresiones ver-
bales; es claro que ello basta para caracterizar .lo.fuudamen-
. tal del desorden. Pero un análisis fino revela.Ja .posíbilidad
,_de· su extensión a-todos los -aspectos -de la .vida psíquica,» ·:
De ningún modo descartamos .quaIanto.Ia pérdida d~.,la
· conexión eon · el medio - circundante 'Y - la Interna del y<t.;e_on
contenido de la conciencia, cuanto la quiebra .de las, catego-
rías· puedan; presentarse igualmente en: otras . enfermedades;
·pero en éstas sólo en forma eventual - y limitada, exceptúan-
do aquellos en los cuales existe una perturbaeión de la con-
- ciencia. A nuestro entender esta- verificación es extraordina-
riamente significativa por las razones siguientes:
La psicopatología del esquizofrénico no puede. ser escla-
recida si no se reconoce que lo fundamental en ella es una
impotencia funcional de la conciencia, que hace incapazi.al
paciente para adueñarse adecuadamente de las formas de lo
real así como del espíritu objetivo: el órgano de .lo psíquico
'sufre un desmedro que dificulta la estructura' de SU actividad
causando una ineficacia· de la tensión -intencíonal ·y del poder
central que entraña el yo en Ia-eonstitución-mouárquíca de.la
persona. · ·· ··-· ,.,,.
- . ·. · Es pertinente reeordar 'elclaro [uíeio que.formula Nico-
lai Hartmann acerca de la perfecta . calidad -Integral .de« la
conciencia normal: "A pesande laexpansívidad desu contenido
- la· conciencia es la totalidad más -cerrada -que -conocemos.vno
· sólo como «mundo Interiors- según.. su -manera.: de-ser, sepa-
348 Honorio Delgado

rado de todo lo demás, que constituye el «mundo», sino se-


gún la manera de determinación de sus actos particulares y
·de su contenido particular". Esto significa qu·e la .íntegridad
completiva de la conciencia es ·especialmente propia de la vi-
da mental que estudia Ia filosofía y la psicología, y _que con
la pérdida de esa integridad, integrantes, incluso cuando .no
sea contínua ni se preesnte en los diversos .fenómenos, de su
actividad, la función de la conciencia falla en lo esencial.
Hemos visto que en las manifestaciones del esquizofréni-
co ---en la medida que son-esquizofrénicas y no dependientes
de las aptitudes normales que el paciente posee .aún-. se com-
. prueban disyunciones de muy diverso sentido: 19 del propio
mundo interior con-respecto al mundo exterior, 29 del yo con
respecto al contenido de la conciencia, y 39 del contenido mis-
mo respecto a sus formas categoriales. En el primer caso, el
autismo, el mundo interior pierde de alguna manera su aber-
tura al mundo exterior y al mismo tiempo su consonancia
con él;' con lo cual se produce una confusión, mayor o menor,
·de lo subjetivo. En -el segundo caso, por la eqo> anaj oresis
el yo pierde contacto eficaz, ordenador, con los contenidos de
la conciencia, no porque se de una mutua incompatibilidad
como cree Wínkler -ésta es la consecuencia de hecho, no la
causa=-, y tampoco porque fracase la represión del conteni-
do, como supone Hafner, sino como resultado de la funda-
mental disgregación de la conciencia, -en cuyo campo los ele-
mentos incompatibles aparecen con la misma "naturalidad"
que los compatibles, sin que el yo muestre la .menor tendencia
eríminat-los. En el tercer caso la disyunción va más lejos, tie-
ne lugar dentro del contenido mismo de la vivencia, en la
· forma de quiebra de las. categorías .. No se puede dar ninguna
pérdida más elemental de la congruencia del espíritu con los
datos representativos de la realidad, pues aquí se pierden. las
relaciones forzosas y las diferencias esencíales de la experíen-
. cia normal.
Lo que en último análisis distingue la anormalidad de la
· conciencia de la esquizofrenia respecto a la de otras enfer-
,medades es el hecho de que no se trata de ;un· estrechamíen-
Psicopatoioqia de • la Esquizofrenia 349:

to, ni de un entorpecimiento, ni de una forma de anubla-


miento de la conciencia, sino de un fino desorden de su fun-
ción configura dora de la vivencia. Aquí, aparte la presenta-
ción -de otros síntomas de Ja psicosis que comprometen de dis-
tinta manera el estado de la conciencia, ésta preserva el am- ·
plio escenario, y a menudo la capacidad de orientación, la
lucidez y la claridad que le son características. Sin embargo,
no cumple de manera completa y constante su función ele -
mental de mantener la vida anímica en la .cerrada y unita-
ria conexión del conjunto de su desempeño y de sus actos
particulares. La alteración compromete su actividad misma,
respecto a todo lo concerniente al ajuste del sujeto .al mun-
do exterior, al gobierno monárquico del yo sobr_e su mundo
propio y a la conformidad de las formas categoriales con lo
dado directamente a la vivencia como objeto o contenido.
Nos parece que es insuficiente la nomenclatura propuesta
hasta hoy para las manifestaciones de e~ta manera abortiva
o frustránea de funcionar la mente, pues ninguna de las de-
signaciones propuestas incluye lo relativo a la quiebra de las
categorías. Para el desorden en su conjunto, con los tres as-
pectos se~alados, proponemos el nombre de alelesis, derivado
de teles (fin, logro, poder pleno) y completado con la partí-
cula negativa ·a.

Resumen
Si bien la esquizofrenia es determinada por un desorden
somático, nuestro conocimiento de ella está fundado esencial-
merite en los datos psícopatológicos con que· se manifiesta.
Tres ·disyunciones caracterizan la alteración funcional de la
candencia que fo es propia: la disyunción de la vida interior
con el mundo externo (autismo), la disyunción del yo res-
pecto al contenido de Ta conciencia (ego - anaj oresis), y la ·
disyunción de la conciencia frente a las formas primarias del
·entendimiento (quiebra de las categorías). Estas dísyuncio-
nes son la consecuencia de la desintegración funcional de la
conciencia, a la que caracterizamos con el nombre de eielesis
350'. · Honorio Delgado

Zusammenf assung
vy ennauch die Schizophrenic grundsátzlích durch eíne
somatische Stñrung verursacht wird, so baut sích doch unser-c
Kenntnis über sie aus den psychopathologischen Gegehenheí-
ten ~uf..' Aus ·diesen geht her~<:>r,. daB drei Disjunktionerr
charakteristisch sind: die der Innenwelt gegenüber der 'Au-
Benwalt (Autismus}, die des Ichs gegenüber den Bewusstsein
sinhalten (Ich> Anachorese) und die der Inhalte des Erlebens
gegenüber d·en elernentaren Formen des géístígeri Erfasseus
(Zerfall der Kategorien). Diese Dísjunktionen sind di-e Folge
des· fimktionellen
. Bewulstseinszerfalls:
. der Autor charakterí- ·
siert sie ·und bezeichnet si-e als 'Atelese'.

Sunimary

It .is considered as a principie that schizophrenia rests 011


a somatosis, However, what we know about it derives from:
psychópathologícal _da~a. From these one can conclude that
three disj unctíons are characteristic of the diseasc : the dis-
j unctíon of the inner fro~ the outer worid (autísm), the di~~
j_tni~.t~o~ .o~the Egp f_r~D.1. _the contents of consciousness (~go_-:
anachoresís) and the dísjunetíon of experimental contents
from the elementary pa tterns of mental comprehension (de- ·
cay of categories}. Thesa .disjunctions are the result of a func-
tional decay of consciousness; the author wishes to call them
atelesis . . < e . •

Résumé

Notre connaissance de la schizophrénié ést bátie essentie-


Ilement sur 'des connaissances psychopathologiques bien qiie
la sehizophrénie soit provoquée par undérangement somatique,
Trois dísjonctíons caractérísent ces connaíssanceá:
Une disj onction de la vie intéríeure avec le monde exté-
rieure, une dísjonctíon du moi par rapport au contenu de la.
conscienc·e et une disjonction de la conscíence á l'égard des
formes 'primaíres de I'activité mental e.·· ·
Psicopaioloqia ·de la Esquizofrenia .351­

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