Está en la página 1de 63

ES MARITAIN

JACOU
LOSHOS
DERHEOCMBRLE
A
NATUR
JACQUES MARITAIN

LOS DERECHOS
DEL HOMBRE
Y LA LEY NATURAL

EDITORIAL LEVIA TAN


BUENOS AIRES
Titulo del original
LES DROIT DE L'HOMME ET LA LOI NATURELLE

Traducción de
HECTOR F. MIRI

Este es un ensayo de filosofía política. En una


guerra donde se juega la suerte de la civilización 1
y en la paz que habrá que ganar después de haber
ganado la guerra, importa mucho tener una filoso-
fía justa y bien fundada. Las reflexiones que pro-
pongo aquí tienen por objeto incitar a quien.es lean
estas páginas a poner en punto sus ideas sobre una
cuestión fundamental de filosofía política: la que
concierne a las relaciones de la persona y la socie-
dad, y los derechos de la persona humana.

LIBRO DF. EDICIO:,.; ARGENTI...-A


Qunla h.-d,o .-1 dqlósnu qut" pr.-
,·irn,• la l,·y 11.72!1. Copyrit:hl
by EDITORIAi. LEVIATAN
Mua li7 Bl:ENOS AIRES
IMPRESO EN LA ARGENTINA • Este ensayo fue escrito durante la guen-a mundial de 1939-
. PRINTED IN ARGENTl:>.E 1945, en momentos en que el porvenir del mundo pendía del triun-
fo de la coalición nazi.-f&SCUta o del de la alianza democrática.

7
CAPÍTULO PRIMERO

LA SOCIEDAD DE LAS
PERSONAS HUMANAS
LA PERSONA HUMANA

Dejaré de lado muchos problemas filosóficos


presupuestos por la cuestión, en especial el proble-
ma de estos dos aspectos metafísicos: individuali-
dad y paso1ialidad, que son distintos en cada uno
de nnsotrns y crean, en cada uno de nosotros, dos
atracciones en conflicto la una con la otra 1 • Es, sin
cmba:-go. indispensable traer a la luz la noción
misma de persona, a fin de caracterizar brevemente
las relaciones entre la persona humana y la so-•
cicdad.
La personalidad humana es un gran misterio que
reside en cada uno de nosotros. Sabemos que un
rasgo esencial de una ci,·ilización que merezéa ~ila-
marsc tal es el sentido y el respeto hacia la dignidad
de la persona humana; sabemos que para defender
los derechos de la persona humana, como para
defender la libertad, hay que estar pronto a dar la
vida. ¿ Cuál es, pues, para merecer tal sacrificio,
el valor involucrado en la personalidad del hombre?
¿ Qué designamos con exactitud cuando hablamos
de la persona humana?
' Cfr. nuestro estudio Du Régimt Ttmportl et de la Libutl,
y Ca]:>Ítulo Tht Human Person and Society, en Schola.siidsm and
Polit,cs.

11
Cuando decimos que un hombre es una persona, La noción de personalidad implica así las de to-
queremos decir que no es solamente un trozo de talidad e independencia. Por indigente y aplastada
materia, un elemento individual en la naturaleza, que esté una persona es, como tal, un todo, y en
como un átomo, una espiga de trigo, una mosca o tanto que persona subsiste de manera independien-
un elefante son elementos individuales en la natu- te. Decir que el hombre es una persona, es decir
r~leza. ¿ Dónde está la libertad, dónde está la dig- que en el fondo de su ser es un todo, más que una
rudad, dónde están los derechos de un trozo indivi- parte, y más independiente que siervo. Este ~iste-
dual de materia? No tiene sentido que una mosca rio de nuestra naturaleza es el que el pensanuento
o un elefante den su vida por la libertad, la digni• religioso designa diciendo que la persona humana
dad, los derechos de la mosca o del elefante. El es la imagen de Dios. El valor de la persona, su
hombre es un animal y un individuo, pero no como libertad, sus derechos, surgen d_el orden de las cosas
los otros. El hombre es un individuo que se sostiene naturalmente sagradas que llevan la señal del Padre
a ~ mismo por la inteligencia y la voluntad; no de los seres y tienen en sí el término de su movi-
existe ~olam~nte _de _una manera física; hay en él miento. La persona tiene una dignidad absoluta
un~ ~tenc,a mas nea y más elevada, sobreexiste porque está en relación directa con lo absoluto,
esp1!'1tualmente en conocimiento y en amor. Es así, único medio en que puede hallar su plena realiza-
en cierta forma, un todo, y no solamente una parte¡ ción¡ su patria espiritual es todo el universo de los
es un universo en sí mismo, 1,Ul microcosmos en el bienes que tienen valor absoluto, y que reflejan, en
cual el gran universo íntegro puede ser con~enido cierto modo, un absoluto superior al mundo, hacia
~or el conocimiento, y que por el amor puede darse el cual tienden.
libremente a seres que son para él como otros 11éJ No olvido que hombres extranjeros a la filosofía
mi~o" -relación a la cual es imposible encontrar cristiana pueden tener un sentido profundo y autén-
equ_1valente en todo el universo física. Esto quiere tico de la persona humana y de su dignidad, y hasta
decir, en términos filosóficos, que en la carne y los mostrar a veces en su conducta un respeto práctico
huesos del hombre hay un alma que es un espíritu de esa dignidad que muy pocos sabrían igualar.
Y vale más que todo el universo material. La per- Pero la descripción que he esbozado aquí de la
sona human_a, por mucho que dependa de los persona es, creo, la única que, sin que tengan con-
m~nor~ ªt«:1dentes de la materia, existe con la ciencia de ello, da una completa justificación
CXJStenaa ffllSDla de su alma, que domina al tiempo ra~ional de sus convicciones prácticas. Por otra
Y a !,a muerte. La raíz de la personalidad es el parte, esa descripción no es monopolio de la filo-
espintu. sofía cristiana ( bien que la filosofía cristiana la

12 13
lleve a un punto superior de realización). Es común
a todas las filosofías que, de una u otra manera,
reconocen la existencia de un Absoluto superior al PERSONA Y SOCIEDAD
orden todo del uninrso, y el valor supratemporal
del alma humana.
La personalidad es un todo, pero no es un todo
cerrado, es un todo abierto, no es un pequeño dios
sin puertas ni ventanas como la mónada de Leib-
nitz, o un ídolo que no ve, no oye, no habla. Tiende,
por naturaleza, a la vida social y a la comunión.
Ello es así, no solamente a causa de las necesi-
dades e indigencias de la naturaleza humana, en
razón de las cuales cada uno tiene necesidad de los
otros para su vida material, intelectual y moral,
sino, asimismo, a causa de la generosidad radical
inscrita en el ser mismo de la persona, a causa de
esa apertura a las comunicaciones de la inteligen-
cia y el amor, propias del espíritu, y que exige que
se entre en relación con otras personas. Hablando
en términos absolutos, la persona no puede estar
sola. Lo que sabe, quiere decirlo; y ella misma
quiere decirse: ¿ a quién, sino a otras personas? Se
puede decir, con Juan Jacobo Rousseau, que el
aliento del hombre es mortal para el hombre; se
puede decir con Séneca: cada vez que he andado
entre los hombres, he regresado disminuido. Es
verdad, y, por una paradoja fundamental, no pode-
mos, empero, ser hombres, y volvemos hombres,
si~ andar entre los hombres; no podemos hacer
crecer en nosotros la vida y la actividad sin respirar
con nuestros semejantes.
14 15
Así, la sociedad se forma como wia cosa exigida
por la naturaleza, y (porque esa naturaleza es la
naturaleza humana), como wia obra Cumplida
por un trabajo de razón y voluntad, y libremente EL BIEN COMUN
con~entida. El hombre es un animal político, es
decir, que la persona humana reclama la vida polí-
tica, la vida en sociedad, no solamente con respecto Importa precisar estas nociones lo más clara-
a la sociedad familiar, sino con respecto a la socie- mente posible.
dad civil. Y la sociedad, en tanto cuanto merece su No digamos que el fin de la sociedad es el bien
nombre, es una sociedad de personas humanas. Es individual o la simple reunión de los bienes indivi-
decir, es un todo de todos; porque la persona, como duales de cada una de las personas que la coruti-
tal, es un todo. Y es un todo de libertades, porque tuyen. Semejante fórmula disolveria la sociedad
la persona como tal significa gobierno de sí, o inde- como tal en beneficio de sus partes, y conduciría a
pendencia ( no digo independencia absoluta, la cual la "anarquía de los átomos"; llevaría, bien a una
es propia ele Dios). La sociedad es un todo cuyas -concepción francamente anarquista, bien a la vieja
partes son, a su \·cz, tocloS, y es un organismo hecho concepción anarquista enmascarada del materialis-
d~ libcrtad~s, no de simples células vegetativas. mo burgués, según la cual toda la función de la
~'c?e un bien propio y una obra propia, que son ciudad consiste en velar por el respeto de la libertad
chstmtos del bien y de la obra de los individuos que de cada uno, mediante lo cual los fuertes oprimen
la componen. Pero ese bien y esa obra son, y deben libremente a los débiles.
s:r, por :scncia, h~manos, y en consecuencia•se per- El fin de la sociedad es el bien común de la mis-
\"J~rtcn s1 no contribuyen al desarrollo y al mcjora- ma, el bien del cuerpo social Pero si no se com-
m1cnto de las personas humanas. prendiese que ese bien del cuerpo social es un bien
común de personas humanas, como el cuerpo !ocial
es un todo de personas humanas, esta fórmula, a su
vez, conducirá a otros errores, del tipo estatista o
colectivista. El bien común de la ciudad no es ni
la simple reunión de los bienes privados, ni el bien
propio de un todo que ( como la especie, por ejem-
plo, con relación a los individuos, o como la col-
mena con relación a las abejas) se relaciona c.on él

16 17
y sacrifica las partes en beneficio colectivo; es la lar 1 se encarguen de esa cond~~ción y que las
buena vida humana de la multitud, de Wla multitud direcciones que impriman, las dec1s1ones que tomen
de personas, es decir, de totalidades a la vez car- a este respecto, sean seguidas u obedecidas po~ los
nales y espirituales, y principalmente espirituales, otros miembros de la comunidad. Una aut?~1dad
aunque les acontezca vivir más a menudo en la tal, que guía hacia el bien del tod?, se dmge .ª-
carne que en el espíritu. El bien común de la ciudad hombres libres, totalmente al contrano de la domi-
es la comunión de esas personas en el bien vivir; nación ejercida por un señor sobre serd humanos,
es, pues, común al todo y a las partes, digo a las para el bien particular de ese mismo señor. .
partes como si fuesen todos, porque la noción misma Un tercer carácter concierne a la moralidad
de persona significa totalidad; es común al todo y intrínseca del bien común, que no es solamente un
a las partes, sobre las cuales aquél se vuelca, y que conjunto de ventajas y utilidades, si~o esencial-
deben beneficiarse con él. Bajo pena de desnatura- mente rectitud de vida, buena y recta vida humana
lizarse, el bien común-implica y exige el reconoci- de la multitud. La justicia y la rectitud moral son,
miento de los derechos fundamentales de las perso- así esenciales al bien común. Por eso el bien común
nas ( y el de los derechos de la sociedad familiar, exi'ge el desarrollo de las virtudes en la masa de los
donde las personas están vinculadas más primitiva- ciudadanos, y por eso todo acto político injusto e
mente que en la sociedad política) ; y comporta inmoral es,_en sí mismo, injurioso al bien común y
como valor principal el mayor acceso posible ( es políticamente malo. Ahí vemos cuál es el error
decir, compartible con el bien del todo) de las per- radical del maquiavelismo. Vemos también cómo,
sonas a su vida de persona y a su libertad de ex- por el hecho mismo de que el bien común es el
pansión, y a las comunicaciones de bondad que a fundamento de la autoridad, ésta falta a su propia
su vez proceden de ahí. esencia política si es injusta. Una ley injusta no es
Así, nos aparece Wl primer carácter esencial del ley.
bien común: implica una redistribución, debe re-
distribuirse a las personas y debe ayudar a su des-
arrollo.
Un segundo carácter concierne a la autoridad en
la sociedad. El bien común es el fundamento de la
autoridad, pues para conducir una comunidad de
personas hacia su bien común, hacia el bie.n del por I l;uc:~r~~s p~%0 \ 1~r:~~ºd~:~!~~?Ja~:: ~:t~:c~ir;::;r:~:
y que llevan una vida muy simple, o de dec1s1ones particulares a
todo como tal, es necesario que algunos en particu- adoptarse por vía del "referendum".

18 19
indigente y llena de necesidades. Cuando entra en
sociedad con sus semejantes, sucede entonces que
en razón de esas profundas indigencias, y según
TOTALITARISMO Y PERSONALIDAD todos los complementos de ser que le vienen de la
sociedad, y sin los cuales permanecería, por así
decir en estado de vida latente, la pr.rsona humana
En razón de que la sociedad es un todo com- se co~vierte en parte de nn todoffiayor y mejor que
puesto de personas, resulta que la relación mutua sus partes y el cual trasciende a la persona en
entre individuo y sociedad es compleja y difícil de tanto ésta es parte del tod~, y cuyo bien común
percibir y describir en su verdad completa. ~ es d1sunto al bien de cada uño"y a la suma de los
como tal vale más que las partes; es nn principio bienes de cada uno.Ysifi embargo, es ei'f"'rai6ffde
que Anstóteles se complacía en recalcar y que toda la personalidad como tal, y de las perfecciones que
filosofía política más o menos anarquista se com- comporta como un todo independiente y abierto,
place en desconocer. Pero la persona humana no es que exige entrar en sociedad; de suerte que es esen-
solamente parte con relación a la sociedad¡ es éste cial para el bien del todo social, como hemos dicho,
otro principio que el cristianismo ha traído a la luz volcarse en cierta manera sobre la persona de cada
y que toda filosofía absolutista y totalitaria arroja uno.
hacia la sombra. Por otra parte, en virtud de su relación con lo
Comprendamos bien cómo se plantea la cuestión. absoluto, y puesto que está llamada a una vida y
La persona como tal es un todo, un todo abierto y a un destino superiores al tiempo, o, dicho de (!tro
generoso. A decir verdad, si la sociedad humana modo, en razón de las exigencias más elevadas de
fuese una sociedad de puras personas, el bien de la la personalidad como tal, la persona humana tras-
sociedad y el bien de cada persona no serían sino ciende todas las sociedades temporales y les es supe-
un solo y mismo bien. Pero el hombre está muy rior; y desde este punto de vista, o, si se prefiere,
lejos de ser pura persona; la persona humana es la con relación a las cosas que interesan a lo absoluto
de un p_obre ind_ividuo material, de un animal que en el hombre, la sociedad y su bien común están
nace mas desvaltdo que todos los otros animales. Si indirectamente subordinadas a la realización per-
la persona como tal es un todo independiente lo fecta de la persona y de sus aspiraciones supra-
más elevado que hay en la naturaleza, la pers~na temp~rales, como a Wl fin de otro orden, que les
humana se halla en el grado más bajo de persona- trasciende. Una sola alma humana vale más que
lidad, está desnuda y miserable: es una persona todo el universo de los cuerpos y los bienes mate-

20 21
riales. Nada hay por encima del alma humana, sino Hay una diferencia enorme entre esta aser~ión:
Dios. Con respecto al valor eterno y a -la dignidad "El hombre, por ciertas cosas que so~ en el, ~e
absoluta del alma, la sociedad existe para cada per- empeña íntegro como parte de la sóc1edad po.h-
'SOna y le está subordinada. tica", y esta otra: "El hombre es parte de la socie-
Es éste un punto de importancia capital sobre el dad política con su )'º íntegro y con todo lo que es
cual volveré en el próximo capítulo. Por el momen- en él". La primera es verdadera, la segunda falsa.
to, me contentaré con' recordar, para uso de los Aquí reside la dificultad del pr~blem~, y su solu-
amantes de las precisiones filosóficas, dos aserciones ción. El indi,·idualismo anárquico mega q~1e el
clásicas que, me parece, esclarecen el fondo de la hombre se empeñe íntegro, en virtud .de C1ert~s
cuestión. "Cada persona individual escribe Santo cosas que son en él, como parte de la snc1edad poh-
Tomás de A--.umo,1 es a la comunidad entera como tica; el totalitarismo afirma que el hombre es parte
la parte a to o . Desde este punto de vista y bajo de la sociedad política con su yo íntegro y con todo
esta rclac1on, es decir, puesto que en virtud de lo que es en él ("todo en el Estado, nada contra el
algunas de sus condiciones propias la persona es Estado, nada fuera del Estado"). La verdad es que
parte de la sociedad, ella se empeña íntegra y se el hombre se empeña íntegro -pero no con su yo
ordena íntegramente para el bien común de la so- íntegro-, como parte de la sociedad política, orde-
ciedad. nada hacia el bien de ésta. De igual modo, un buen
Pero agreguemos inmediatamente que, si el hom- filósofo se empeña íntegro en la filosofía, pero no
bre se empeña íntegro como parte de la sociedad con todas las funciones ni con todas las finalidades
política ( ya que puede tener que dar su vida por de su ser· se empeña íntegro en la filosofía de
ella), no es, empero, parte de la sociedad política acuerdo c~n la función especial y la finalidad espe-
en virtud de su yo íntegro, ni en virtud de todo lo cial de su inteligencia. Un buen corredor se empe~a
que hay en él. Al contrario, en virtud de ciertas íntegro en la carrera, pero no con todas las func:,o-
cosas que hay en él, el hombre se eleva íntegro por nes ni con todas las finalidades de su ser; se empena
encima de la sociedad política. Aquí viene la se- íntegro en la carrera, pero con la maquina!ia_ neu-
gunda aserción, que completa y equilibra la prime- ro-muscular que hay en él, no con el conoc1rmento,
ra: "El hombre no está ordenado en la sociedad digamos, que tiene de la Biblia o de la astronomía.
política, segun su ~e:r ll1_tegr(!__y ~ tod_o lci-cíue es La persona humana se empeña íntegra como parte
~ - de la sociedad política, mas no en virtud de todo lo
que es en ella ni de todo lo que le pertenece. En
' S~mma Thtol., 11-II, 64, 2.
1 lbid., 1-11, 21, 4, ad. 3. virtud de otras cosas que son en ella, está también,

22 23
y conciernen a la realización -supra~temporal-
íntegra, por encima de la sociedad política. Hay en
ella cosas -y las más importantes, las más sagra- de la persona en tanto que persona. As1, las ve_rda-
das-- que trascienden la sociedad política y atraen des matemáticas no dependen de la comurudad
hacia encima de la sociedad política al hombre social y conciernen al orden de los bienes absolutos
lll.tegro, ese mismo hombre íntegro que es parte de de la Persona corno tal. Y la comunidad jamás ten-
la sociedad política en virtud de otra categoría de drá derecho de exigir a un matemático que tenga
por verdadero tal sistema matemático antes que tal
cosas. Soy parte del Estado en razón de ciertas rela-
ciones de la vida común que interesan a mi ser otro, que enseñe tales matemáticas juzgadas más
conformes con la ley del grupo (porque son mate-
íntegro; pero en razón de otras relaciones ( que
~mbién interesan a mi ser íntegro) con cosas más máticas arias, por ejemplo, o matemáticas marxis-
importantes que la vida común, hay en mí bienes tas-leninistas ... ) .
y valores que no son para el Estado ni del Estado
y están por encima del Estado. '
El homQre es parte de la comunidad política
e in!erior a ésta en cuanto a las cosas que, en él ;
de el, dependen, con respecto a su esencia de la
comunidad política, y pueden, en consecuencia, ser
llamadas a servir de medios para el bien -tempo-
r~l- de esta úl~. Así, un matemático ha apren-
dido las matemáticas gracias a las institúciones
educativas que solamente la vida social hace posi-
ble; , esta formación progresiva, recibida de los
<lemas, Y que atestigua las indigencias del individuo
hwnano, depende de la comunidad; y la comuni-
da~ podrá _exigir al matemático que sirva al grupo
social ensenando las matemáticas.
Y por otra parte, el hombre traJciende la comu-
nidad políti_ca en cuanto a las cosas que, en él y de
él, por surgir del ordenamiento de la persona como
tal e~ lo absoluto, dependen, con respecto a su
esencia, de más alto que la comunidad política,

24 25
al cual se constituye como parte de la comunidad
social, es el de las comunicaciones temporales. Así,
EL MOVIMIENTO DE LAS PERSONAS la persona reclama la sociedad, y tiende siempre
EN EL SENO DE LA VfDA SOCIAL a trascenderla, hasta que, al fin, entra en la socie-
dad de Dios. De la sociedad familiar (más funda-
mental porque concierne a la perpetuación de la
El hombre y el grupo están, pues, mezclados especie), pasa a la sociedad civil o política (más
uno en otro, y se trascienden uno a otro según elevada porque concierne a la vida racional), y
relaciones diferentes. El hombre se halla a sí mis- en el seno de la sociedad civil experimenta la ne-
mo al subordinarse al grupo, y el grupo no alean- cesidad de sociedades o amistades más restringi-
Za su objetivo sino al servir al hombre y al saber das, que interesen la vida intelectual o moral, que
que el homb_r~ tiene secretos gue escapan al grupo, la persona escoge a su gusto, y ayudan su movi-
y una vocac1on que el grupo no contiene. miento ascensional hacia un nivel más elevado, que
S1 se comprenden Oien estas cosas, se comprende sin embargo la hará sufrir, y que deberán trascen-
asimismo que, por una parte, la vida en sociedac,I der. Y por encima de la sociedad civil entra, fran-
es natural a la persona humana, y que, por otra queando los umbrales de un reino que no es de este
parte, habrá siempre -porque la persona como tal mundo, en una sociedad su¡jra-nacional, supra-ra-
es una raíz de independencia- una tensión entre cial, supra-temporal, que se llama la Iglesia, y que
la persona y la sociedad. Esta paradoja, esta ten- .concierne a las cosas que no son del César.
sión, este conflicto son, también, algo natural e in-
evitable. Su solución no es estática, sino din.árnica;
provoca un movimiento y se ejecuta en un movi-
miento .
. Hay también un movimiento, por así decir,
vertical de las personas mismas en el seno de la
sociedad, porque la raíz primera de la persona no

l
es la sociedad, sino Dios; y porque el fin último
de la persona no es la sociedad, sino Dios; y por-
que el hogar en el cual 1a persona constituye, cada
vez _más perfectamente, su vida de persona, está
al nivel de las cosas eternas, en tanto que el nivel

26 27
tales de la naturaleza ( como la comunidad fami-
liar) , o bien de la voluntad de las p~rson:1s que
CUATRO CARACTERISTICAS DE UNA se asocian libremente en grupos vana dos, otras
SOCIEDAD DE HOMBRES LIBRES son de jerarquía superior al Estado, c~m? lo es
ante todo la Iglesia con respecto a los cnstlanos, Y
como lo sería asimismo, en el plano temporal, la
Vemos que la concepción de la sociedad que comunidad internacional organizada a que hoy
acabo d_e ~sbozar puede ser caracterizada por los
rasgos s1gmentes: es personalista, porque conside- as~~~~~!~ la concepción de la sociedad ~e que
r~ a. la sociedad como un todo de personas, cuya hablamos es teísta o cristiana, no en el sentido ?e
d!gmdad es anterior a la sociedad, y que, por in- exigir que cada uno de l~s _miem~ros de la so~1e-
digentes que sean, envuelven en su ser una raíz de dad crea en Dios o sea cnstiano, smo en el sent~do
independencia y aspiran a pasar a grados cada de reconocer que en la realidad de las cosas, J?ios,
vez m~s elevados. ~e independencia, hasta la per- principio y fin de la persona hum31;~, y pr~mer
fecta libertad espmtual que ninguna sociedad hu- principio del derecho natural, es tamb1en el pn_mer
mana es capaz de dar. principio de la sociedad política y de la autoridad
~sta concepción es en segundo lugar comuni- entre nosotros, y en este sentido reconoce que las
taria, porque reconoce que la persona tiende corrientes de libertad y fraternidad abiertas por el
natt~ralmente a la sociedad y a la comunión, en Evangelio, las virtudes de justicia y amistad que
particular a la comunidad política, y porque consi- él sanciona, el respeto práctico de la persona hu-
dera: en el orden propiamente político, y en la mana que proclama, el sentimiento de r~spo~sa-
medida en que el hombre es parte de la sociedad bilidad hacia Dios que exige, tanto de qmen ejer-
política, al bien común como superior al de los in- ce la autoridad como de quien la acata, son la
dividuos. energía interna que necesita la sociedad par~ al-
Esta concepción es en tercer lugar pluralista, canzar su realización. Quienes no creen en Dios o
porque comprende que el desarrollo de la perso- no profesan el cristianismo, pueden, empero, si
na humana reclama normalmente una pluralidad creen en la dignidad de la persona humana, en la
~e comunidades autónomas, con sus derechos, sus justicia, en la libertad, en el amor al prójimo, co-
hbe~ades y su autoridad propios; entre esas co- operar a la realización de tal concepción de la so-
munidades, unas son de jerarquía inferior al Es- ciedad, y cooperar al bien común, aunque no sep~n
tado y provienen, o bien de exigencias fundamen- llegar hasta los primeros principios de sus connc-

28 29
ciones prácticas, o procuren fundarlas sobre prin-
cipios deficientes. En esta concepción, la sociedad
civil está orgánicamente ligada a la religión y no UNA SOCIEDAD VITALMENTE
hace sino volverse conscientemente hacia la fuente CRISTIANA
de su ser, al invocar la asistencia divina y el nom-
bre divino, tal como sus miembros los conocen. In-
dependientemente en su propia esfera temporal, La presente guerra nos advierte que en el mun-
tiene por encima de sí el reino de las cosas que do ha concluido la neutralidad. De grado o por
no penenecen al César, y debe cooperar con la re- fuerza, los Estados estarán obligados a escoger en
ligión, no por ninguna suene de teocracia o cleri- pro o en contra del Evangelio, es~arán formados por
calismo, ni ejerciendo ninguna presión en materia el espíritu totalitario o por el espíritu cristiano.
religiosa, sino respetando y facilitando, sobre la La que aquí importa e.s distinguir lo apócrifo de
base de los derechos y las libertades de cada uno, lo auténtico, un Estado clerical o decorativamente
la actividad espiritual de la Iglesia y de las diversas cristiano de una sociedad política, vital y realmen-
familias religiosas que se encuentran agrupadas en te cristiana. Toda tentativa de Estado clerical o
el seno de la comunidad temporal. decorativamente cristiano, que ensaye resl!citar el
tipo de "Estado cristiano" de que se disfrazaban
1?5 menos realmente cristianos en la época absolu-
bsta, donde el Estado era considerado como una
entidad separada (de hecho, el mundo guberna-
mental y su política) que se imponía a la comu-
nidad, por un sistema de privilegio y por la su-
premacía de los medios de constreñimiento de las
formas exteriores o de las apariencias cristianas
destina~as ante todo a fortalecer el poder y el or-
den existentes, toda tentativa de Estado farisaica-
mente cristiano está condenada, en el mundo de
hoy, a convertirse en víctima, presa o instrumento
del totalitarismo anticristiano.
. Una sociedad política, vital y realmente cris-
tiana, sería cristiana en virtud del espíritu que la
30 31
anima e informa sus estructuras, es decir, sería saría públicamente. En la realidad, resulta claro
cristiana evangélicamente. Y porque el objeto in- que para un pueblo dado, esta expresión pública
mediato de la ciudad temporal es la vida humana de la fe común tomaría con preferencia las for-
con sus actividades y sus virtudes naturales, y el mas de la confesión cristiana a la cual están más
bien común humano, no la vida divina y los mis- vitalmente ligadas la historia y las tradiciones de
terios de la gracia, tal sociedad no requeriría de ese pueblo. Pero las otras confesiones religiosas po-
sus miembros un credo religioso común y no pon- drían también tener parte en esta expresión públi-
dría en situación de inferioridad o de disminución ca, y estarían también representadas, para defen-
política a quienes son extranjeros a la fe que la der sus derechos y sus libertades, y para ayudar a
anima; y todos, católicos y no católicos, y cristia- la obra común, en los consejos de la nación.
nos y no cristianos, desde el instante que recono- La Iglesia católica insiste sobre el principio de
ciesen, cada uno dentro de su propia perspectiva, que la verdad debe imponerse sobre el error, y que
los valores humanos ele los cuales nos ha dado con- la religión verdadera, como es conocida, debe ser
ciencia el Evangelio, la dignidad y los derechos de ayudada en su misión espiritual, con preferencia
la persona, el carácter de obligación moral inhe- a las religiones cuyo mensaje es más o menos va-
rente a la autoridad, la ley del amor fraternal y cilante y donde el error se mezcla con la verdad.
la santidad del derecho natural, se hallarían, por Es una simple coruecuencia de lo que el hombre
eso mismo, llevados por el dinamismo de aquélla debe a la verdad. Sería, empero, sumamente falso
y serían capaces de cooperar a su bien común. No concluir que ese principio no puede aplicarse sino
es en virtud de un sistema de privilegios y de me- reclamando para la verdadera religión los favores
dios de constreñimiento externo y de presión, sino de un poder absolutista o la ayuda de las drago-
en virtud de fuerzas internas desarrolladas en el nadas, o que la Iglesia católica reivindique de las
seno del pueblo y que emanan de él, en virtud de sociedades modernas los privilegios de que gozaba
la dedicación y entrega de sí de los hombres que en una civilización de tipo sacral, como la de la
se pondrían al setvicio de la obra común y cuya Edad Media. Lo que debe ayudarse es la misión
autoridad moral sería libremente aceptada, en vir- espiritual de la Iglesia, no la potencia política o
tud de las instituciones, de las costumbres, que tal los beneficios temporales que algunos de sus miem-
sociedad podría llamarse cristiana, no en sus apa- bros podrían pretender en su nombre. Y en el es-
riencias, sino en su substancia. tado de evolución y de conciencia de sí a que han
Sería consciente de su doctrina y de su moral. llegado las sociedades modernas, una discrimina-
Seria consciente de la fe que la inspira y la expre- ción social o política en favor de la Iglesia, o el

32 33
otorgamiento de privilegios te~p_orales a su_s ~i- propiamente} "teocrática" de la época sacral, la
nistros o a sus fieles, o una polltlca de clencabs- concepción clerical de la época josefista y la con-
mo serían precisamente de naturaleza de com- cepción "liberal" de la época burguesa, y a ar-
prdmeter, no de ayudar, esta misión. ~piritual. De monizar los intereses de lo espiritual y de lo tem-
igual modo la corrupción de la religión desde el poral en lo que concierne a las cuestiones mixtas
interior, en la que trabajan hoy las dictaduras_ de (civiles-religiosas}, en especial la de la escuela.
tipo totalitario-clerical, e~ peor qu~ ~a perse~uc1ón. En un país de estructura religiosa católica como
Por lo mismo que la sociedad poht1ca ha ~hferen- Francia, la Iglesia católica obtendría de semejante
ciado más perfectamente su esfera propia Y . su organización, una particular fuerza de irradiación
objeto temporal, y reúne en el hecho, en su bien espiritual, por el hecho de la preponderancia de
común temporal, a hombres que pertenecen a f~- su autoridad moral y su dinamismo religioso. No
milias religiosas diferentes, se ha vuelto necesario es en una situación jurídica privilegiada, sino en
que sobre el plano temporal el principi? de la ~ ~erecho cristiano igual, en un derecho igual
igualdad de derechos se aplique a esas diferentes mspirado por su propio espíritu, y en una igual
equidad cristiana, que aquélla hallaría una ayuda
familias. especialmente apropiada para su obrar. 1 No es
No hay más que un bien común te1!1poral, el
de la sociedad política, como no hay mas que un ' Es muy interesante señalar en cuanto a eSle punto de vista
bien común sobrenatural, el del Reino de Dios, que que el reciente concordato concluido entre la Santa Sede y Por~
es supra-político. Introducir en la socied,ad pol~ti- tugal, ~o comporta ninguna ventaja .ª recibirse del Estado por el
clero. Condena al clero a una glonosa pobrei.a" escribía a eslf'
ca un bien común particular, el cual sena el bien ~specto ~\ cardenal patriarca de Lisboa, a1 subrafar la importan-
común temporal de los fieles de una religión, ª'?-°- c.ia del e¡emplo asi dado, y la necesidad para el clero de consa-
grarse única )' libremente a la misión divina de la Iglesia. El Esta-
que fuese la verdadera religión, y que reclamanan do P?rtugu6, ~dm!te la libertad de cultos y no reconoce a ninguna
para sí una situación privilegiada en el Estado, ~e- Iglesia el pnv1leg10 de ser Iglesia del Estado; y esto sin que el
~stado adopte una actitud de neutralidad, pues los principios cat6-
ría introducir un principio de división e!1 la soc1,e- licw son "los principios de doctrina y de moral en que se inspira"
dad política y faltar, por lo tanto, al bien comun (The Catholic Regüler, Toronto, 22 de enero de 1942). Una vez
mil:, _el cardenal Cerej~ifa ha mostrado el camino y esclarecido los
temporal. Una concepción pluralista, que ase_gure esp1ntus en la coofus1ón de los tiempos presentes. Hecho tanto
sobre la base de la igualdad de derechos las liber- más notable cuanto que, en el orden político, el Estado 'portugués
atá .por el contrario sometido a un n!gimen cuyo ejemplo no debe
tades propias de las div~rsas familias religiosas ~- ~gu1rse (dictadura sistemática que para más, aunque sea totalita•
titucionalmente reconocidas y el estatuto de su in- na, es, por _su amistad con el totalitarismo español, amigo, a su
vu, del fascismo y del nazismo, un cebo ideal para hacer morder
clusión en la vida civil, es la que está destinada, el aru:uelo del totalitarismo internacional a los espíritus carentes
creemos, a reemplazar la concepción llamada ( im- de experiencia política).

34 35
acordando a la Iglesia un tratamiento de favor,
procurando ganársela media1~te ventaj:15 tem_P'?ra-
les pagadas al precio de su libertad, smo exigién- EL MOVIMIENTO DE LAS SOCIEDADES
dole más, exigiendo a los sacerdotes que vayan a EN EL TIEMPO
las masas y se unan a la vida de éstas para difun-
dir en su seno el fermento del Evangelio, y para
abrir los tesoros de la liturgia al mundo del tra- He hablado de un movimiento, por así decir,
bajo y a sus fiestas, exigiendo a las órdenes reli- vertical de la persona humana en el seno de la so-
giosas que cooperen con las obras de asistencia so- ciedad. La tensión dinámica entre persona y socie-
cial y de educación de la comwtldad civil, a sus dad provoca aún una segunda suene de movimien-
militantes laicos y a sus organizaciones juveniles to, en cierta forma horizontal, quiero decir, un
que ayuden al trabajo moral de la nación y des- movimiento de progresión de las sociedades al evo-
arrollen en la vida social el sentido de la libertad lucionar en el tiempo. Este movimiento depende
y la fraternidad. de una gran ley que podría llamarse la doble ley de
la degradación y la sobreelevación de la energía
de la historia, o de la masa de actividad humana,
de la cual depende el movimiento de la historia. En
tanto que la usura del tiempo y la pasividad de la
materia disipan y degradan naturalmente las cosas
de este mundo y la energía de la tíistoria, las fuerzas
creadoras propias de~ espíritu y de la libertad, que
normalmente tienen su punto de aplicación en el
esfuerzo de algunos --consagrados por ello al sacri-
ficio--- elevan cada vez más la calidad de esa ener-
gía. La vida de las sociedades humanas avanza y
progresa así al precio de muchas pérdidas; avanza
y progresa gracias a esa sobreelevación de la ener-
gía de la historia debida al espíritu y a la libertad,
y gracias a los perfeccionamientos técnicos que es-
tán a veces adelantados con relación al espíritu ( de
donde surgen las catástrofes) pero que por su natu-

36 37
raleza exigen ser instrumentos del espíritu. Tal e~, conduce a mayor unidad mediante mayor organi-
en mi opinión, la idea del progreso que debe susti- zación, pasa normalmente de la esfera del progreso
tuir a la vez a la noción ilusoria del progreso nece- biológico a la del progreso social y la evolución de
sario concebido a la manera de Condorcet, Y a esa la comunidad civilizada. La cuestión crucial que se
negación o aversión del progreso que prevalece_ hoy plantea aquí ante la libertad humana, concierne al
entre quienes desesperan del hombre y de la hber- camino a adoptar para esa unificación progresiva:
tad, y la cual es de por sí un principio de suicidio ¿ unificación por fuerzas externas y compulsión?
histórico. He tenido el placer de encontrar expues- ¿ Unificación por fuerzas internas, es decir, por el
tas, desde el punto de vista científico de su autor, progreso de la conciencia moral, por el desarrollo
concepciones parecidas en una conferencia recien- de las relaciones de derecho y amistad, por la libe-
temente pronunciada en Pekín por el célebre pa- ración de las energías espirituales? La ciencia ates-
leontólogo T eilhard de Chardin; 1 en ella indica tigua al respecto que "la unificación por coerción
que "por vieja que la prehistoria parezca hacerla a no hace aparecer más que una seudo-unidad, super-
nuestros ojos, la Humanidad es aún muy joven"; y ficial. Puede montar un mecanismo; pero no opera
muestra que la evolución de la Humanidad debe ninguna síntesis de fondo, y, en consecuencia, no
ser encarada como la continuación de la evolución engendra ningún acrecimiento de conciencia. Ma-
de la vida íntegra, donde progreso significa ascen- terializa, en lugar de espiritualizar". La coerción
sión de la conciencia y donde la ascensión de la tendrá siempre un papel que jugar en las sociedades
conciencia está ligada a un grado superior de orga- humanas; no hay que pedirle la ley del progreso.
nización. "Si el progreso debe continuar, no se hará Sólo la unificación pot fuerzas internas "es bioló-
por sí solo; la Evolución, por mecanismo de sus sín- gi~a". Sólo e!la realiza el prodigio de hacer surgir
tesis, Se carga cada vez más de libertad". mas personalidad en las fuerzas de la colectividad.
Si nos colocamos en las perspectivas de la historia Sólo ella representa la prolongación auténtica de la
entera de la vida de la humanidad, donde es preciso Psicogénesis, al término de la cual apareció la
emplear una escala de duración incomparablemen- Humanidad. En definitiva, es "en la atracción co-
te más grande que aquella a que estamos habitua- mún" ejercida por un centro trascendente que es
dos en nuestra experiencia ordinaria, readquirimos Espíritu y Persona, y en el cual los hombre; pueden

i
confianza en la marcha hacia adelante de nuestra realmente amarse los unos a los otros, que el desa-
especie, y comprendemos que la ley de la vida, que rrollo de la humanidad, así animado y sobreelevado
• Rtf/u:ions sur lt prog,ts, por Pierre Teilhard de Chardin, en el orden de la historia temporal, halla su ley
Pekín, 1941. suprema.

38 39
Se puede aún señalar, con el mismo sabio, que
cualquiera sea su creencia o falta de creencias reli-
giosas, los hombres que admiten y los que niegan la
marcha hacia adelante de la Humanidad, toman, LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD
de ese modo, posición sobre lo que es prácticamente
decisivo desde el punto de vista de la vida de las
sociedades humanas. Con respecto al reino de Dios Esta digresión sobre el progreso nos hace com-
y la vida eterna,. la aceptación o el rechazo del prender mejor lo que llamaba hace un momento el
dogma religioso, señalan la diferencia esencial entre movimiento horizontal de la vida de las sociedades.
los espíritw. Con respecto a la vida temporal y la Para retomar a consideraciones más estrictamente
ciudad terrena, la aceptación o el rechazo de la polít_ic~s, se debe señalar que en el origen de ese
vocación histórica de la humanidad. 1 A decir ver- mov1m1ento de progresión se hallan las aspiraciones
dad, haya permanecido cristiana o se haya laiciza- naturales de la persona humana hacia su libertad
do, esta idea de la vocación histórica de la humani- de ~pansión, y hacia una emancipación política y
dad es de origen cristiano y surge de la inspiración ~1al que la hbere, cada vez más, de las compul-
cristiana; lo que es singular, es que muchos cristia- siones de la naturaleza material. El movimiento de
nos la hayan perdido y, mientras permanecen adhe- q~e hab~o tiende a realizar, progresivamente, en la
ridos a los dogmas de la fe, dejan de lado la inspi- vida social, la aspiración del hombre a ser tratado
ración de la fe, cuando se trata de juzgar cosas coi:no persona, es decir, como un todo. ¡ Qué para-
humanas. doja! En el todo social, las partes exigen ser trata-
da~ como todo, no como partes. Semejante para-
doja puede ser resuelta por el carácter moral de las
relaciones sociales. El ideal al cual tiende de ese
modo la pers?na, y cuya realización perfecta supone
q~e la h1stona humana ha alcanzado su término, 0
dicho de otro modo que la Humanidad ha pasado
más allá .de}ª historia, es un límite superior que
atrae hacia s1 la parte ascendente de la historia hu-
mana; exige el clima de una filosofía heroica de la
' Pierre Teilhard de Chardin, · Sur les b(l.Ses possibles d'un
v~da que descanse en lo absoluto y los valores espi-
credo humain eommun. Pekín, 30 de marzo de 1941. rituales. No es realizable progresivamente sino

10 41
Se puede aún señalar, con el mismo sabio, que
cualquiera sea su creencia o falta de creencias reli-
giosas, los hombres que admiten y los que niegan la
marcha hacia adelante de la Humanidad, toman, LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD
de ese modo, posición sobre lo que es prácticamente
decisivo desde el punto de vista de la vida de las
sociedades humanas. Con respecto al reino de Dios Esta digresión sobre el progreso nos hace com-
y la vida eterna,, la aceptación O el rechazo del prender mejor lo que llamaba hace un momento el
dogma religioso, señalan la diferencia esencial entre movimiento horizontal de la vida de las sociedades.
los espiritus. Con respecto a la vida temporal y la Para retomar a consideraciones más estrictamente
ciudad terrena, la aceptación o el rechazo de la políticas, se debe señalar que en el origen de ese
vocación histórica de la humanidad. 1 A decir ver- movimiento de progresión se hallan las aspiraciones
dad, haya permanecido cristiana o se haya laiciza- naturales de la persona humana hacia su libertad
do, esta idea de la vocación histórica de la humani- de expansión, y hacia una emancipación política y
dad es de origen cristiano y surge de la inspiración social que la libere, cada vez más, de las compul-
cristiana; lo que es singular, es que muchos cristia- siones de la naturaleza material. El movimiento de
nos la hayan perdido y, mientras permanecen adhe- que hablo tiende a realizar, progresivamente, en la
ridos a los dogmas de la fe, dejan de lado la inspi- vida social, la aspiración del hombre a ser tratado
ración de la fe, cuando se trata de juzgar cosas coi:n,o persona, es decir, como un todo. ¡ Qué para-
humanas. doJa ! En el todo social, las partes exigen ser trata-
das como todo, no como partes. Semejante para-
doja puede ser resuelta por el carácter moral de las
relaciones sociales. El ideal al cual tiende de ese
modo la persona, y cuya realización perfecta supone
que la historia humana ha alcanzado su término o
dicho de otro modo que la Humanidad ha pasado
más allá de la historia, es un límite superior que
atrae hacia sí la parte ascendente de la historia hu-
mana; exige el clima de una filosofía heroica de la
' Pierre Teilhard de Chardin, · Sur les bu.ses possibles d'un
v~da que descanse en lo absoluto y los valores espi-
credo humain commun. Pekín, 30 de marao de 1941. rituales. No es realizable progresivamente sino-

40 41
mediante el desarrollo del derecho, y de un sentido la amistad cívica, encamada también ella en insti-
en cierto modo sagrado de la justicia y el honor, y tuciones, representan ese principio de unificación
por el desarrollo de la amistad cívica. Pues la jus- por las fuerzas internas de que hablábamos hace
ticia y el derecho, al imponer su ley al hombre poco, y constituye el único camino para que la hu-
como agente moral, y al dirigirse a la razón y al manidad pase a grados más elevados de organiza-
libre albedrío, concernientes como tales a la perso- ción y unificación, correspondientes a grados más
nalidad, y transformar en una relación entre dos elevados de conciencia colectiva.
todos -el todo de la persona individual y el todo Por fin, este mismo desarrollo de la justicia y la
social- lo que de otro modo no sería sino una pura amistad, está ligado a un progreso de la igualdad
subordinación de la parte al todo; y el amor, al asu- entre los hombres; no pienso al respecto en una
mir voluntariamente lo que sería constreñimiento, igualdad aritmética, que excluya toda diferencia-
lo transfigura en libertad y en libre dación. ción y toda desigualdad, que reduciría "'· todas las
Si la estructura de la sociedad surge ante todo de personas humanas al mismo nivel. Pienso en el pro-
la justicia, el dinamismo vital y la fuerza creadora greso de la conciencia, en cada uno de nosotros, de
interna de la sociedad surgen de la amistad cívica. nuestra igualdad fundamental y de nuestra comu-
La amistad crea el consentimiento de las volunta- nión en la naturaleza humana; y pienso en el pro-
des, exigido por la naturaleza, pero libremente cum- greso de esa igualdad de proporción que realiza la
plido, que se encuentra en el origen de la comuni- justicia, al tratar a cada uno según lo que le es
dad social. La amistad es la causa propia de la paz debido, y ante todo, a todo hoffibre como hombre.
civil. Es la fuerza animadora de la sociedad, bien lo Los antiguos señalaban a este respecto que la "amis-
sabía Aristóteles, que distinguía las especies:de co- tad, es d~ci:, la unión o sociedad de los amigos, no
munidad según los tipos de amistad. La justicia y puede existtr entre seres demasiado distantes unos
el derecho no bastan; son condiciones prerrequeri- de otros. La amistad supone que los seres se han
das, indispensables. La sociedad no puede vivir sin acercado, y han llegado a la igualdad entre ellos.
la perpetua dación y el perpetuo acrecimiento que Corresponde a la amistad usar de una manera igual
provienen de las personas, sin la fuente de genero- la igualdad que ya existe entre los hombres. Y a la
sidad, escondida en lo más profundo de la vida y justicia. corresponde llevar a la igualdad a quienes
de la libertad de las personas, que el amor hace son desiguales: cuando se ha alcanzado esta igual-
brotar. ?ad, la obra de la justicia está cumplida. Y así Ia
Al mismo tiempo la justicia, las instituciones de 1g~al~a.d se halla al término de la justicia, y en el
<lerccho, el desarrollo de las estructuras jurídicas y prmc1p10 y en el origen de la amistad". Así habla

42 43
Santo Tomás de Aquino, comentando a Aristóteles. 1
Nos revela, de esa manera, la necesidad profunda
del fermento de igualdad que trabaja la sociedad
humana --en realidad, desde el advenimiento del LA OBRA COMUN
Evangelio- y que no tiende a reducir a todos los
hombres al mismo nivel, sino a establecer entre ellos
-por medio de relaciones de justicia, y por el reco- Debe aún ser presentada una tercera serie de
nocimiento de los derechos propios de cada uno, y consideraciones, para concluir de caracterizar la
por una participación cada vez mayor de todos en verdadera naturaleza de la sociedad política.
los bienes materiales y espirituales del capital co- El fin de la sociedad política, como el de toda
mún- esa igualdad y esa proximidad que se hallan sociedad humana, implica una cierta obra a hacer
en el principio de la amistad. en común. Es ésta una propiedad unida al carácter
Las consideraciones que acabo de desarrollar humano y racional de la sociedad propiamente di-
arrojan luz sobre una segunda serie de característi- cha: esta obra a hacer es la razón objetiva de la
cas propias de una concepción verdaderamente hu- asociación y del consentimiento ( implícito o explí-
manista de la sociedad. Esta concepción afirma el cito) a la vida en común. La gente se reúne para
movimiento progresivo de la humanidad, no como algo, para un objetivo, para una obra a realizar.
un movimiento automático y necesario, sino como En la sociedad de tipo individualista-burgués no
un movimiento contrariado, logrado al precio de hay obra común a hacer; y tampoco hay comunión.
una tensión heroica de las energías espirituales y Cada uno exige solamente del Estado que proteja
de las energías físicas. Reconoce a la justicia y a la su libertad individual de lucro contra los obstáculos
amistad cívica como fundamentos esenciales de esta eventuales de la libertad de los demás.
comunidad de personas humanas que es la sociedad En la comunidad de tipo racial ( a la cual se
política; y en coruecuencia insiste también sobre el prestan muy bien ciertas disposiciones del tempe-
papel fundamental de la igualdad, no solamente la ramento germánico), tampoco hay objeto, obra a
igualdad de naturaleza, que se halla en 13. raíz, sino realizar en común, pero en desquite hay una pasión
la igualdad a conquistar como un fmto de la justi- de comtm..ión. La gente no se reúne para una fina-
cia y como un fruto del bien común volcado sobre lidad objetiva, sino por el placer subjetivo de estar
todos. juntos, o de zusammenmarchieren. La noción ger-
1 Santo Tomás de Aquino, Comentario sobre la Etica, libro
mánica ~e comunidad descansa sobre la nostalgia
VIII, lec. 7. de estar Juntos, sobre la necesidad afectiva de la

44 45
cierne a una sección paYticular de la actividad hu-
comunión por la comunión misma. La fusión en la
mana, como es el caso, por ejemplo, para la obra
comunidad se convierte, entonces, ,en una compen-
-el progreso de las ciencias biológica s- que se
sación a un sentimiento anormal de aislamiento Y
propone una sociedad de biólogos. No; lo que con-
angustia. Nada más peligroso 9ue serrtejM1:te noción
cierne a la obra política, es la vida humana del todo
de comunidad; privada de obJeto de~enmn_an~e! la social; y cada uno, como hemos ,·isto, está empe,
comunión política llevará sus exigencias al 1~hmto,
ñado íntegro en esa obra común, por más que no
absorberá y uniformará las personas, tomara para
esté empeñado en ella coñ su yo íntegro y con todo
sí las energías religiosas del ser humano., Co~o. no
lo que es en él, y por más que la trascienda desde
la definirá una obra a hacer, no podra defirurse otros puntos ele vista.
sino por su oposición a otros grupos humanos; t~-
drá, de ese modo, necesidad esencial de un enemigo Es; desnaturalizar la sociedad política asignarle
contra el cual alzarse; el cuerpo político realizará su p'or objeto una obra de Jerarquía inferior a la vida
propia conciencia común al reconocer y ?diar a sus h~man~ misma, y a las actividades de perfecciona-
enemigos. Y finalmente, como será por cierto nece- miento mtemo que le son propias. He señalado hace
sario hacer algo y tender hacia algo, ese algo, que un instante que en la concepción individualista-
no es un objeto determinado, ni un·fin propiamente b~rgucsa no hay_ obra común, para hablar con pro-
dicho, no será más el sentido de un movimiento, o piedad; la func1on del Estado consiste solamente en
el sentido de un sueño, una marcha indefinida hacia asegurar las comodidades materiales de individuos
no se sabe qué conquistas. ocupados cada uno en lograr su bienestar y enrique-
En realidad, los hombres no comulgan verdade- cerse. En la concepción totalitario-comunista, la
ramente sino en un objeto. Por eso la suprema co- obra esencial y primordial del todo social es la do-
munión se cumple para ellos en el conocimiento y n:i!nación. ind_ustria_l de la naturaleza. En la concep-
el amor de Alguien, que es la Verdad y el Amor c1on totahtano-rac1sta, la obra esencial y primordial
mismos. Y por eso la comunidad política se reali7:a, del todo social o más bien el sentido en el cual se
sobre el plano terrestre de nuestra naturaleza racio- afirma fatalmente la "comunión", es la dominación
nal, en razón de un objeto que es una obra-a hacer política de los demás hombres.
en común. En estas tres concepciones --de las cuales la ter-
Una vez comprendido esto, la cuestión consiste cer,a es segura~en te la peor- la sociedad Política
en determina r convenientemente esa obra. ¿ Cuál es esta desnaturahzada, y la persona humana sacrifi-
la obra para cuya realización los hombres constitu- cada; en la concepción individualista-burguesa, que
yen juntos una sociedad política? Esa obra no con- confundía la verdadera dignidad de la persona con

46 47
la ilusoria divinidad de un Individuo abstracto que
se bastaría a sí mismo, la persona humana era de- EL PROGRESO INTERNO DE LA
jada sola y desarmada; especialmente la persona de VIDA HUMANA
q'-;lienes no poseen era dejada sola y desarmada ~ie
los poseedores, que la explotaban. En la con~ep_c1 n La libertad de cada uno debe ser protegida; el
comunista y en la concepción racista, la d1grudad hombre elche trabajar para someter la naturaleza
de la persona es desconocida, y_ la pe~na humana material por medio de su industria; la ciudad debe
sacrificada al titanismo de la mdustna, que ~s el ser fuerte y defenderse eficazmente contra las accio-
dios de la comunidad económica,. o al demomo ~e nes disol\'entes y contra sus enemigos eventuales.
la raza y de la sangre; que es el dios de la comuru- Tocias estas cosas son necesarias, pero no definen el
dad racial. y en ninguno de estos casos hay obra objeto esencial y primordial de la reunión política.
.propiamente política. La obra política hacia la cual debe tender todo 1
aquello es la buena vida humana de la multitud,
el mejoramiento de las condiciones de la vida hu-
mana, el perfeccionamiento interno y el progreso
-material sin eluda, pero también, y principal-
mente, moral y espiritual-, gracias al cual los atri-
butos del Hombre pueden realizarse y manifestarse
en la historia: el objeto esencial y primordial, para
el cual los hombres se reúnen en la comunidad
política, es procurar el bien común de la multitud 1
de tal suerte que la penona concreta no sólo en una¡'
categoría de privilegiados, sino en la masa íntegra,¡
acceda realmente a la medida de independencia
que conviene a la vida civilizada, asegurada a la
vez por las garantías económicas del trabajo y de la
propiedad, los derechos políticos, las virtudes civiles
y la cultura del espíritu.
En una palabra, la obra política es esencialmente
una obra de civilización y de cultura. Las aspira-

49
48
ciones profundas de la persona humana iluminan Y vida humana y la conciencia de la humanidad pro-
descubren la naturaleza de esa obra; y la aspiración gresarán.
más profunda de la persona humana es la aspira- Esta concepción de la sociedad política y de su
ción a la libertad de expansión. La sociedad política obra primordial es la concepción de Aristóteles,
está destinada a desarrollar condiciones de \''.da pero depurada ele sus escorias esclavistas, así como
común que, mientras procuran en primer lug_a! el del estatismo al cual estaba sometido en general
bien, el vigor y la paz del todo, ayudan positiva- el pensamiento griego, y vuelta dinámica por la
mente a cada persona a la conquista progresiva de rc\·clación del movimiento de la historia, de las
esa libertad de expansión, la cual consiste ante todo aspiraciones infinitas de la persona, y del potencial
en el florecimiento de la vida moral y racional, y evoluti,·o de la humanidad, que nos trajo el adve-
de esas actividades interiores ("inmanentes" ) que nimiento del Evangelio.
son la,; virtudes intelectuales y morales. La obra política así definida es la más difícil de
El movimiento así determinado, que es el movi- todas. No solamente puede realizarse sólo gracias
miento propio de la comunidad politica, es un al progreso de las técnicas materiales y de las téc-
movimiento hacia la lit,eración o emancipación nicas de organización¡ no solamente supone socie-
conforme a las verdaderas aspiraciones de nuestro dades tanto más potentemente equipadas y defen-
ser: liberación progresiva de las servidumbres de la didas cuanto que quieren ser justas¡ no solamente
naturaleza material, no solamente para nuestro bien reclama un desarroUo de la inteligencia y del cono-
material, sino ante todo para el desarrollo en nos- cimiento de las cosas humanas del cual estamos aún
otros de la vida del espíritu; liberación progresiva sumamente lejos (porque el conocimiento del hom-
de las diversas formas de sen·idumbre poUtica {por- ~re nos es mucho más difícil que el de la materia) ;
que como el hombre es un "an!mal político", es smo que también exige una tensi6n heroica de la
vocación de nuestra naturaleza que cada uno par- vida moral y de las energías creadoras, gracias a la
ticipe activa y libremente en la vida política) ; libe- cual la potencia de la máquina, en lugar de ser
ración progresi\'a de las diversas formas de setvi- e?Ipleada salvajemente por el instinto de explota-
dumbre económica y social (porque es también ción en subyugar a la humanidad, sea empleada
vocación de nuestra naturaleza que ningún hombre por la razón colecti\'a en liberarla¡ exige la libera-
sea dominado por otro hombre como órgano al ser- ción, en un número creciente de seres humanos de
vicio del bien particular de este último) . Puede ser !as fuerzas de abnegación y generosidad que em'pu-
que el hombre no se vuelva mejor. Por lo menos su Jan al hombre a sacrificarse por. una vida mejor
estado de vida será mejor. Las estructuras de la para sus hermanos y sus descendientes. No hay que

50 51
asombrarse de que, con relación a las posibilidades de la c}.~ilizaci~n, }~ refiere a la historia y represen-
y exigencias que el EYangelio nos presenta en el ta un ideal h1stonco concreto". La ciudad debe
ordC'n social-temporal, estemos aún en una época ser fuerte para avanzar hacia tal ideal. El adveni-
prehistórica. miento de una vida común, que responda a la ver-
Pero en medio de las dificultades, conflictos y dad de ~uestra _naturaleza, la libertad a conquistar
miserias de un estado todavía primiti,·o de la hu- y la amistad a mstaurar en el seno de una civiliza-
manidad, la obra política debe realizar lo que pueda ción ~i~ificada por virtudes más altas que las virtu-
de sus exigencias esenciales y primordiales. Y esto des civiles, definen el ideal histórico en nombre del
mismo no es posible sino si aquélla conoce tales exi- cual se puede exigir a los hombres que trabajen,
gencias y si }a guía un ideal histórico difícil y ele- combatan y mueran. Contra el mito del siglo xx tal
t·ado, capaz de levantar y arrastrar todas las ener- como lo conciben los nazis, contra el milenio de
gías de bondad y progreso escondidas en las profun- do,m~nación brutal que los profetas del racismo ger-
didades del hombre, abominablemente reprimidas mamco prometen a su pueblo, deben surgir una
o pervertidas hoy. La obra ·política en la cual pue- esperanza más ~asta y más grande, debe hacerse
den verdaderamente comulgar las personas huma- un~ promesa mas audaz a la raza humana. La ve-
nas, y a la cual deben aplicarse normalmente, a lo racidad de la imagen de Dios naturalmente impresa
largo de los siglos, la esperanza terrestre de nuestra en nosotr~s, la libertad y la fraternidad, no han
raza y la energía de la historia humana, es la ins- muerto. 81 nuestra civilización agoniza no es por-
tauración de una ciudad fraternal, donde el hombre que ose demasiado, ni porque propong; demasiado
se halle liberado de la miseria y de la servidumbre. a los hombres. Es porque no osa lo bastante, ni les
Tal ideal constituye un límite superior, y debe p_r:1Pº?e. '? bastante. Revivirá; una nueva civiliza-
tenderse a él tanto más vigorosamente cuanto que CIOn v1v1ra, a condici6n de esperar, y querer y amar
su realización no puede ser sino imperfecta aquí verdaderamente y heroicamente la verdad, la liber-
abajo. Si se lo comprende por una conducta frater- tad y la fraternidad.
nal de todos, unos con rdación a otros, y por la
victoria del "Hombre Nuevo" que ello supone, se
refiere al más allá de la historia, y representa para
ésta un "mito", el "mito" de que tiene necesidad la
historia temporal. Si se lo comprende por estados
donde la existencia humana esté progresivamente
corutituida por las estructuras de la vida común y
53
52
CAPÍTULO SEGUNDO

LOS DERECHOS DE LA
PERSONA
EL HUMANISMO POLITICO

La concepción de la sociedad política esbozada


en el capítulo precedente está, creemos, fundada
sobre la realidad de la naturaleza humana y de la
persona humana, y procede de sus principios por
vía necesaria. Representa la filosofía política que
tenemos por verdadera, por la única verdadera.
¿Buscaremos un nombre para designarla? Digamos
que es una filosofía política humanista, o un huma-
nismo político.
Semejante filosofía política es algo mucho más
amplio y profundo que una forma particular de
gobierno, que un "régimen" en el sentido que da-
mos a esta palabra desde la famosa clasificación
aristotélica. En la medida en que las exigencias
esenciales del humanismo político son realizadas
bajo los diversos regímenes, encuentran éstos un
fundamento y una justificación; es el caso, señala-
damente, de los tres regímenes típicos definidos
por Aristóteles: el régimen monárquico, que en su
concepción del bien común tiende ante todo al
vigor y a la unidad; el régimen aristocrático, que
tiende ante todo a la diferenciación de los valores
y· a la producción de los valores más elevad05 y
raros; el régimen democrático ( digamos, para ser
fieles a la terminología de Aristóteles, el régimen

57
"republicano"), que tiende ante todo a la libert~d. moral y social --de la multitud un rey holgazán
Resulta claro con esto, que si se hace abstracción que 'no obedecía a nadie pero enteramente librada
de las circuns~ancias y necesidades históricas p~rti: al Estado que la encamaba-, de todos los valores
culares que comprometen a un pueblo cualquiera humanos, y en particular del trabajo una mercan-
en un momento cualquiera, el régimen que el hu- cía a ser cambiada contra la espera~za de poseer
manismo politico considera como mejor ~n ~í m~.º en paz la materia --de la Democarcia o de la Re-
es un régimen mixto, donde las caractensttcas ttp1-, volución una Jerusalén celeste del hombre sin
cas de los tres regímenes clásicos, o más bien de los ~¡~. esta falsa filosofía ha alterado tanto el prin-
tres principios abstractos, de las tres f~rmas pur~ cipt? vttal de las democracias modernas, que se ha
separadas por Aristóteles, se hallen umdos orgáni- podido, a veces, confundirla con la misma Demo-
camente. cracia trocada en Democratismo.
Pero esto no es decir lo suficiente. Las tres for- ,Y sin embargo, lo que nuestros padres amaban
mas clásicas de gobierno no realizan igual y univo- ~s verdaderamente en la Democracia, compren-
camente, las exigencias de la filosofía politica dida como una marcha hacia la justicia y el dere-
humanista. Las realizan analógicamente, de una cho y ha~ia la liberación del ser humano, la brotado
manera más o menos perfecta. La importancia cen- de una !dosofía muy diferente, cuyas fuentes son
tral reconocida por esta filosofia a la persona hu- evangéhcas. En la terrible confusióñ de nuestra
mana y a la conquista progresiva de la libertad, edad, los pueblos están empeñados, de grado o por
conduce a pensar que el régimen monárquico y el !uerza, en una lucha sin piedad por las verdades
régimen aristocrático son, normalmente, etapas msepa~abl~ de los principios auténticos de la
hacia un régimen mixto fundamentalmente repu- emancipación humana. Y todavía perciben, a me-
blicano, que se mantenga en su forma republicana nudo a través de los errores de la falsa filosofía de
y asimile a sus propios rasgos dominantes -que son la Emancipación, las verdades de la verdadera filo-
la libertad de expansión de las personas y la libera- sofía de la Emancipación por las cuales vierten su
ción progresiva del ser human~ las cualidades de sangre; y solamente a fuerza de sufrimiento van
vigor y unidad, y de diferenciación de los valores, abriéndose sus ojos.
que son los rasgos dominantes propios del régimen La pala~ra democracia ha dado lugar así a tan-
monárquico y del régimen aristocrático, superados tas confus10nes y malentendidos que, a veces, pa-
en adelante. ~ría desea_ble encontrar una palabra nueva para
Una falsa filosofía de la vida, que hacía de la ~esignar el ideal de una comunidad de hombres
libertad humana la regla soberana de todo el orden hbres. Pero no son \os filósofos, ·sino el uso de los
58 59
hombres y la conciencia común quienes fijan el
empleo de las palabras en el orden práctico. Y lo
que importa, ante todo, es reencontrar el valor inte-
::~i:~ se halle liberado de la servidumbre y de la

Hgible auténtico de las palabras cargadas de grañ.- Sería fá~il mostrar que todas estas características
des esperanzas humanas, y el tono con que las pro- de ~na sociedad política sana son negadas o desco-
nuncia una convicción fundada sobre la verdad. n0c1d~s, desde puntos de vista opuestos a la vez por
Digamos que la filosofía política cuyos rasgos he, el ~nuguo individualismo burgués y p~r los totali-
procurado esbozar, la filosofía política humanista, tan_smos de_ hoy, ~e los cuales la peor forma es el
y el régimen de que he hablado·, wi régimen repu- racismo na~1. Es, sm duda, algo nuevo que los hom-
blicano conforme al espíritu de esa filosofía, que bres te~dran que construir después de esta guerra
realice sus exigencias de una manera proporcionada fn me?10 de las ruinas, si prevalecen en ellos la inte~
a las condiciones y posibilidades de nuestro tiempo, 1genc1a, la buena voluntad y las energías creadoras.
definen, según nosotros, la "nueva democracia",
que se prepara en el seno de la presente agoIÚa.
Resumamos las notas características de una so-
ciedad política sana que hemos encontrado en el
curso de nuestros análisis precedentes: Bien común
volcado sobre las personas; autoridad política que
dirija a hombres libres hacia ese bien común; mo-
ralidad intrínseca del bien común y de la vida polí-
tica. Inspiración personalista, comunitaria y plura-
lista de la organización social; vinculación orgánica
de la sociedad civil con la religión, sin compulsión
religiosa ni clericalismo, dicho de otro modo socie-
dad real, no decorativamente cristiana. El derecho
y la justicia, la amistad cívica, y la igualdad que
el1a comporta, como principios esenciales de la es-
tructura, de la vida y de la paz de la sociedad. Obra
común inspirad.a por el ideal de libertad y frater-
nidad, que tienda, como a su límite superior, a la
instauración de una sociedad fraternal donde el

60 61
Por otra parte, es normal que en la comunidad
política las costumbres, las tradiciones establecidas,
los instintos hereditarios desarrollados, el capital de
ANIMALIDAD Y PERSONALIDAD experiencia acumulado en el inconscient.e, cooperen
con el juego regular de las instituciones para orien-
Antes de pasar a consideraciones más partic~la- tar y estabilizar el traba jo de la conciencia y de la
res querría aún señalar que si una sana concepc161J razón, y librar a los hombres de las fluctuaciones y
poÚtica depende ante todo de la consideración de extravíos a los cuales está expuesta su inteligencia
la persona humana, debe al mismo tiempo tener en cuando no se halla arraigada en tendencias sólida-
cuenta el hecho de que esta persona es la de un mente fijadas. Es también natural que los grandes
animal dotado de razón, y que en tal mezcla la cambios y las grandes crisis históricas se acompañen
parte de animalidad es inmensa .. El ~apel de los de una explosión de las fuerzas irracionales. Sabien-
instintos de los sentimientos, de lo irracional es I?ª· do esto, algunos revolucionarios están tentados de
yor aún' en la vida social y política que en la vida desatar deliberadamente esas fuerzas irracionales
individual. Se sigue de ello que una labor de educa- y las malas pasiones, para disponer dC suficiente
ción, que domestique lo irracional a la r~zón,_ Y energía colectiva. La revolución nazi ha llegado al
desarrolle las virtudes morales, debe cumplirse in- extremo por este camino, y cuenta, para alcanzar
cesantemente en el cuerpo político¡ que éste debe sus fines, con la potencia, aparentemente sin límites,
hallarse en estado de tensión y defensa contra per- del mal y de la corrupción. Es hacer la desgracia
petuas amenazas, internas y exter?as, de desinte- de los hombres y hacer de sí mismo el instrumento
gración y destrucción; que la au.t~n_dad fuera de s_u del demonio. ·Toda revolución fecunda y creadora
función esencial que es la de dmgtr a hombres li- se ~ealiza mediante el llamado a lo que hay de
bres hacia el bien común, debe ejercer funciones meJor en el hombre y la excitación de las pasiones
subsidiarias no solamente de sanción penal con res- ·rectas y los instintos generosos: las fuerzas perversas
pecto a quienes violen las leyes de la ciu?ad,. sino y la potencia de los malos instintos se unen por sí
también de dirección moral y de encarnlam1ento mismas, y rápidamente; no es necesario provocar-
con respecto a quienes se conducen aún como osos; las, sino combatirlas.
y que deben tolerane muchos males, así como senti- Por fin, emergemos aún tan poco de la animali-
mientos colectivos e instintos de grupos más o me- dad, y la parte de la maldad, de la barbarie latente
nos impuros, que no se podría intentar abolir desde y de la perversión es aún tan grande en nosotros,
afuera y jurídicamente, sin provocar males mayores. que es apenas demasiado cierto decir que las candi-

62 63
ciones históricas y el estado todavía inferior del
desarrollo de la hwnanidad toman difícil a la vida
social alcanzar plenamente su fin. P.ara que el ideal EL DERECHO NATURAL
histórico de que tratábamos en el capítulo anterior
halle realiz.ación, para que la marcha de la huma- El bosquejo que hemos trazado durante el curso
nidad hacia la emancipación alcance su término, no de las precedentes reflexiones, es muy general. Ha-
hay que tomar en consideración solamente muchos h_ría que discutir de lU1a manera más profunda
siglos, sino toda lá extensión de la historia hwnan~. c~ertos punto~ esenciales, sobre todo los que con-
De cada etapa -sin hablar de los retornos ofensi- ciernen a la igualdad humana, a la autoridad en
vos de la barbarie- podemos esperar solamente una comunidad de hombres libres y a la organiza-
una realización un poco mejor, pero todavía parcial ción pluralista.
y precaria. Para tratar en forma filosófica la cuestión de
Con relación a los puntos que acabo de señalar, los derechos del ser hwnano, a la cual está consa-
parece que una filosofía política fundal:a sobre la grado el presente ensayo, conviene examinar ante
realidad, debe luchar a la vez contra dos errores todo, la cuestión de lo que se llama derecho 'natu-
opuestos: de una parte, un seudoidealismo optimis- ral. Hay personas que se imaginan que el derecho
ta, que va de Rousseau a Lenin, y nutre a los hom- ~atural es una invención de la independencia ame-
bres de falsas esperanzas, al pretender acelerar y ncana Y de la Revolución Francesa. Los reacciona-
desnaturalizar la emancipación a que aspiran; por rios de toda categoría han hecho mucho por
otra un seudorrealismo pesimista que va de Ma- propagar esta tontería: la desgracia es que para
quia,velo a Hitler, que dobla al hombre bajo la desacreditar la idea del derecho natural han en-
violencia, no reteniendo de él sino la animalidad cont~ado aliados, por una parte, en el pesimismo
que lo esclaviza. de ciertos pensadores religiosos de tradición lute-
rana o j~enista, y por la otra, en la mayor pane
de los Junstas contemporáneos (sobre todo los de
la escuela positivista) , los cuales, a decir verdad,
~ abalanzan contra una falsa idea del derecho na-
tural, y al exterminarlo no exterminan sino a un
fantasma salido de algunos malos manuales
L~ idea d~I _derecho natural es un legado d~l pen-
samiento cnstiano y del pensamiento clásico. No
64 65
remonta a la filosofía del siglo XVIII, que la ha )' determina sus fines por sí mismo, debe acordar-
deformado más o menos, sino a Grocio, y antes de se, por sí mismo, a los fines necesariamente exigidos
éste a Suárez y a Francisco de Vitoria; y más lejos ~r su naturaleza. Esto quiere decir que hay, en
a Santo Tomás de Aquino; y más lejos a San Agus- virtud de la propia naturaleza humana un orden
tín; y a los Padres de la Iglesia, y_a San Pablo; Y o una disposición que la razón humana i,uede deJ-
más lejos aún a Cicerón, a los estoicos, a los gran- cubrir, )' srgún la cual debe obrar la voluntad hu-
des moralistas de la antigüedad, y a sus grandes mana para acordarse a los fines necesarios del ser
poetas, Sófocles en particular. Antígona es 1~ he- humano. La le)' no escrita, o el derecho natural no
roína eterna del derecho natural, que los antiguos es otra cosa que esto. ' ·
llamaban la ley no escrita, y el cual es el nombre Los grandes filósofos de la antigüedad sabían
que mejor le cuadra. los pensadores _cristianos saben mejor aún, que J~
Como no tengo tiempo para discutir tonterías nat~rale-,,.a dcnva de Dios, y que la ley no escrita
(que siempre encuentran filósofos muy inteligentes denva de la ley eterna, que es la Sabiduría crea-
para defenderlas brillantemente), supongo que ad- dora. Por eso la idea de la ley natural o no escrita
mitís que existe una naturaleza humana, y que esa estaba ,·inculacla en ellos a un sentimiento de pie-
naturaleza humana es la misma en todos los hom- dad natural, a ese profundo respeto sagrado, inolvi-
bres. Supongo que admitís también que el hombre da_ble~~te expresado por Antígona. Conociendo el
es un ser dotado de inteligencia, y que, en tanto tal, pnnc!pm_ real de esta ley, la creencia en la misma
obra comprendiendo lo que hace, teniendo por lo es mas fm?c y más inquebrantable entre quienes
tanto el poder de determinarse por sí mismo a los creen en D10s que entre los demás. Basta, empero,
fines que persigue. creer en la naturaleza humana y en la libertad del
Por otra parte, por tener una naturaleza, por es- ser human? para estar persuadido de que hay una
tar constituido en una forma determinada, el hom- ley no escrita, para saber que el derecho natural es
bre tir.ne evidentemente fines que responden a su algo_ t~ real en el orden moral como las leyes del
constitución natural y que son los mismos para to- crec1m1ento y la senilidad en el orden físico.
dos -como todos los _pianos, por ejemplo, cual- . La ley y el conocimiento de la ley son dos cosas
quiera sea su tipo particular y estén en el lugar en ~hferente~. El hombre que no conoce la ley (si esta
que estén, tienen por fin producir sonidos jwt05--. 1gnoranc1a no proviene de alguna falta) no es res-
Si no producen sonidos justos, son malos, hay que ~n~~ble ante la ley. Y saber que hay una ley no
afinarlos, o deshacerse de ellos por no valer nada. s1gmfica necesa.~iamente conocer qué es esa ley.
Pero como el hombre está dotado de inteligencia Muchas perple11dades han nacido con relación al
66 67
tema de la ley no escrita por olvido de esta dis- partido, el asesinato de los ,·iejos o de los enfermos
tinción tan simple. Está escrita, se dice, en el co- sean considerados acciones virtuosas por los jóvene¡
razón del hombre. Sí; pero en profundidades es- educados según los métodos nazis. Todo esto nada
condidas, tan escondidas como nuestro propio co- prueba contra la ley natural, del mismo modo que
razón. Esta metáfora ha causado muchos trastor- una falta en una suma nada prueba contra la arit-
nos, porque conduce a representarse la ley natural m~tica, o que los errores de los primitirns, para
como un código concluido, encerrado en la con- qmene; las estrellas eran agujeros en la carpa que
ciencia de cada uno, y d cu~I no hay más que abrir, recu?na el mundo, nada prueba contra la astro-
y del cual todos los hombres deberían tener, por nom1a.
naturaleza, un conocimiento igual. _La Jey natural es una ley no escrita. El conoci-
La ley natural no es una ley escrita. Los hombres miento que de ella tiene el hombre ha crecido poco
la conocen con mayor o menor dificultad, y en gra- a poco co_n los progresos de la conciencia moral.
dos diversos, y con riesgo de error en ella como en Esta ha sido, _al principio, crepuscular. 1 Los etnó-
otra cosa. El único conocimiento práctico que todos logos nos ensenan en qué estructuras de vida tribal
los hombres tienen natural e infaliblemente en co- Y en el seno de qué magia de soñadores despiertos
mún, es que es preciso hacer el bien y evitar el mal. se ha formado primitivamente aquélJa. Esto prue-
Este es el preámbulo y el principio de la ley na- b~ solan:iente que la idea de la ley natural, al co-
tural; pero no es la ley misma. La ley natural es el m1enz~ mmersa en ritos y mitologías, no se ha di-
conjunto de cosas que deben hacerse y no hacerse, ferenc1~do sin? tardíamente, tan tardíamente co-
que surgen de una manera necesaria del solo hecho n:1º. la tdea misma de natura!e1.a; y que el cono-
de que el hombre es hombre, en ausencia de toda c1m!ento que los hombres han tenido de la ley no
otra consideración. escnta ha pasado p~r más formas y estados diver-
El hecho de que todos los errores y todas las abe- so~ que Jo que hubieran creído ciertos filósofos o
rraciones sean posibles en la determinación de esas teologos .. El ~onocimiento que de esa ley tiene nues-
cosas, sólo prueba que nuestra visión es débil y que tra conc1enc1a moral es, sin duda, aún imperfecto,
accidentes sin cuento pueden corromper nuestro y es probable que se desarrolle y afirme en tanto
juicio. Montaigne señala maliciosamente que el in- dure la humanidad. El derecho aparecerá en su
cesto y el robo han sido considerados acciones vir- flor y su perfección cuando el Evangelio haya pe
tuosas por ciertos pueblos; Pascal se escandalizaba, netrado hasta el fondo de la substancia humana. -
y nosotros nos escandalizamos, de que la crueldad,
la denuncia de los padres, la mentira al servicio del tur:, ~~R;~;:, 1t9
a:~'.ain, La Consdence MorQ/e et /'EtGt de NQ-

68 69
moral hacia ellas ( aunque se debe a sí mismo el
darla, lo que es requerido por la naturaleza de
aquéllas).
LA LEY NATURAL Y LOS DERECHOS La n•rdaclera filosofía de los derechos de la per-
HUMANOS sona humana descansa, pues, sobre la idea de la ley
natural. La misma ley natural que nos prescribe
Hay que considerar ahora que la ley natural Y1~ nuestros d~bercs más fundamentales, y en \'irtud de
luz de la conciencia moral en nosotros no prescn- la cual obhga toda ley, es también la que nos asigna
bcn solamente hacer o no hacer ciertas cosas; reco- nuest~os derechos fundamentales. Porque estamos
nocen asimismo derechos, en particular derechos empenados en el orden uni\·crsal, en las leyes y las
vinculados a la misma naturaleza del hombre. La regulaciones del cnsmns y de la inmensa familia de
persona humana tiene derechos por el hecho de ser las naturalezas creadas (y en dcfiniti\'a en el orden
una persona, un todo dueño ¿e sí y de s~s a~tos, y ele la sabiduría creadora). y porque al mismo tiem-
que por consiguiente no es solo un medio, sm~ u!1 ~o tenemos el pri\'ilcgio de ser espíritus, poseemos
fin; un fin que debe ser tratado como tal. La d1ru- ~,c-rechos frente a los otros hombres v a todo el con-
dad de la persona humana: esta frase no quiere JU?to de las criaturas. En último an~lisis, como toda
decir nada si no significa por la ley natural qu7 la cnatura no obra sino en \'irtud de su Principio, que
persona tiene el derecho de ser respetada y, suJeto es el Acto pur~; ~orno toda autoridad digna de ese
de derecho, posee derechos. nom?re, es decir, Justa, no obliga en conciencia sino
Cosas hay que son debidas al hombre por el solo en ~·utud del Principio ele los seres, que es la Sabi-
hecho de ser hombre. La noción de derecho Y la duna pura, de igual modo todo derecho poseído
noción de obligación moral son correlativas; ambas por el hombre no es poseído sino en \'irtud del dere-
descansan sobre la libertad propia de los agentes cho poseído por Dios, que es la Justicia pura de ver
espirituales; si el hombre está obligado moralmente r~!petado, obedecido y amado con toda co~pren-
a las cosas necesarias para la realización de su des- s1on el orden de su sabiduría en los seres.
tino, es porque tiene el derecho de _realizar su ~es- Otra filosofía, totalmente contraria, ha intentado
tino; y si tiene el derecho de re~hzar su destmo, fundar los derechos de la persona humana sobre la
tiene derecho a las cosas necesarias para ello. La p:etensión de que el hombre no está sometido a
noción de derecho es aún más profunda que la de nmguna ley más que a la de su \'oluntad y su liber-
obligación moral, porque Dios tie?e un ~ere~~o tad, Y que no debe "obedecer más que a sí mismo"
soberano sobre las criaturas y no tiene obhgac1on como decía Juan Jacobo Rousseau, porque tod~

70 71
medida o regulación que proviniese del mWldo de antigüedad pagana, sobre la cual extendió su som-
la naturaleza ( y en definitiva de la sabiduría crea- bra la ley de la esclavitud. El mensaje evangélico
dora) haría perecer a la \'CZ su autonomía y su dig- despertó, de súbito, esa conciencia bajo una forma
nidad. divina y trascendente, al revelar a'1os hombres que
Esta filosofía no ha fundado los derechos de la son llamados a ser hijos y herederos de Dios en el
persona humana, porque nada se funda sobre la reino de Dios. Bajo el impulso evangélico, es~ mis-
ilusión; ha comprometido y disipado esos derechos, mo despertar debía expandirse poco a poco en lo
porque ha lle\'ado a los hombres a concebirlos co~o que concierne a Jas exigencias del derecho n~tural
derechos propiamente di\'inos, y en consecuencia
infinitos, que escapan a toda medida objetiva, que
ª! dominio de la vida del hombre acá abajo, y a I¡
cmdad terrestre.
rechazan toda limitación impuesta a las reivindica-
ciones del yo, y expresan en definitiva la indepen-
dencia absoluta del sujeto humano y un sedicente
derecho absoluto, anejo a cuanto hay en él, por el
solo hecho de estar en él, de levantarse contra todo
el resto de los seres.
Cuando los hombres educados de este modo cho-
caron por todas partes con el imposible, creyeron
en la quiebra de los derechos de la persona huma-
na. Unos se volvieron contra esos derechos con furor
csclaü~ta; otros continuaron in\'ocándolos, pero
sufriendo con respeto a ello, en lo íntimo de su
conciencia, una tentación de escepticismo, que es
uno de los síntomas más alarmantes de la actual
crisis. Para restablecer en una filosofía verdadera
nuestra fe en la dignidad del hombre y en sus dere-
chos, y para reencontrar las fuentes auténticas de
esa fe, nos es exigida una especie de revolución inte-
lectual y moral.
La conciencia de la dignidad de la persona y los
derechos de la persona perma~eció implícita en la

72 73
cida esa definición, el ténnino common law, pri-
vado de su significación específicamente romana,
DERECHO NATURAL, DERECHO DE pueden ser tomados como sinónimos.
Los pensadores cristianos de la Edad Media ela-
GENTES, DERECHO POSITIVO
boraron con cuidado la noción de derecho de gen-
tes. El derecho de gentes, o ley común de la civiliza-
Conviene recordar aquí la distinción clásica, cen- ción, concierne, como el derecho natural, a los
tral pará la tradición civilizada, entre el dc~e~ho d~rechos y deberes que se siguen del primer princi-
natural, el derecho de gentes y el derecho pos1uvo. pio ~e una manera necesaria, pero esta vez supues-
Como lo he indicado más arriba, el derecho natural tas c1erfás condiciones de hecho, como por ejemplo
concierne a los derechos y deberes que se siguen del el estado de sociedad civil o las relaciones entre los
primer principio: hacer el bien y evitar el mal, de pueblos. Es, pues, también universal, al menos en
una manera necesaria, del solo hecho de que ~l tanto esas condiciones de hecho son requisitos uni-
hombre es hombre, en ausencia de tocia otra con_s1- versales de la vida civilizada.
deración. Por eso los preceptos de la ley no escnta El derecho positivo, o conjunto de leyes en vigor:
son de por sí, o en la naturaleza de l~s cosas (no en. una ciudad dada, concierne a los derechos y
digo en el conocimiento que de ellos ucne el hom- deberes que se siguen del primer principio, pero de
bre) universales e invariables. una manera contingente, en razón de detennina-
El derecho de gentes es difícil de definir exac~a- ciones planteadas por la razón y la voluntad del
mente, al menos para los juristas, porque _e~ el nt- hombre, que establecen las leyes o dan nacimiento
tcrmediario entre la ley natural y la ley positiva. La a las costumbres de una comunidad particular.
noción de common law, se ha desarrollado en Pero es en virtud del derecho natural que el dere-
Inglaterra poco más o merios de la r:nisma ~anera cho de gentes y el derecho positivo tienen fuerza de
que la noción de derecho de gentes, JUS gentium, se le~ y se imponen a la conciencia. Son un prolonga-
desarrolló en Roma. Por más que esas dos nociones miento o u_na_ extensión de la ley natural, que pasa
sean muy diferentes para el historiador y para el a zonas obJct1vas que la sola constitución intrínseca
jurista, el filósofo, empero, puede aproximarlas de la natu~aleza humana es ~ada vez menos capaz
para separar de ellas la noción de ley natural o no ele dctcrmmar. Porque la nusma ley natural exige
escrita en tanto la misma pasa más allá de la esfera que lo que ella deja indeterminado sea ulterior-
de la ~aturaleza, donde se halla particularizada por mente determinado, sea como un derecho O un
las condiciones de la vida social. Una_ vez estable- deber existentes para todos los hombres en razón de

74 75
un estado de hecho dado, sea como Wl derecho o
un deber existentes para algtmos en razón de las ducción ( la cual varía, por otra parte se , 1
regulaciones humanas propias de la comunidad de formas ,de sociedad y el estado de evol~ci6~e ::
que ellos forman parte. Hay, de ese modo, transi- ~cononua) ; y las modalidades particulares de ese
ciones insensibles ( por lo menos con relación a la _erecho, son determinadas por la ley positiva La
experiencia histórica), entre el derecho natural, el ~berad par_a las naciones, de vivir exentas del;.ugo
derecho de gentes y el derecho positivo; hay Wl e ~. neceSid~d o de la miseria ( "freedom from
dinamismo que impulsa a la ley no escrita a expan- want ) ' y la libertad para ellas de vivir exentas del
dirse en la ley humana, y a volverla progresivamen- yugo del temor o del terror ( "freedom from fea ")
te más perfecta y más justa en el campo de tal como el presidente Roosevelt las ha definid~ ~
sus Cuatro Puntos,1 corresponden a deseos del de
sus determinaciones contingentes. De acuerdo con
este dinamismo, los derechos de la persona humana
toman forma política y social en la comunidad.
rec~~ de gentes que exigen ser realizados por la
~os1t1va y por una organización económica
1;ll
El derecho del hombre a la existencia, a la liber- t1ca del_ mundo civilizado. El derecho de sufr;º. -
tad personal y a la búsqueda de la perfección de la reconocido a cada uno en la elección d 1 di . gto,
vida moral, surgen, por ejemplo, del derecho natu- tes del Estado, surge del derecho posit~v~s ngen-
ral estrictamente dicho. El derecho a la propiedad
privada de los bienes materiales, que tiene raíces
en el derecho natural, 1 surge del derecho de gentes,
o de la ley común de la civilización, por cuanto el
derecho de apropiación privada de los medios de
producción supone las condiciones normalmente
requeridas para el trabajo humano y para su con-
' Cí. nuestra obra Du Régimt Temporel d de la Liberté,
Anexo l. El derecho a la propiedad prh·ada de los bienes materiales
se reíiere a la penona humana como una extensión de !Esta, pues
empeñada en la materia y sin protección natural de su existencia
y de su libertad, tiene necesidad del poder de adquirir y poseer
para suplir esta protección de que la naturaleza no la provee. Por
otra parte, el uso de la propiedad privada debe siempre ser tal que,
de una u otra manera, sirva al bien común y sea provechosa a
todos, pues los bienes naturales han sido coníiados por su natura-
leza, ante todo, al Hombre, a la especie humana en general.

76
77
la gracia a la adopción divina;
pero
te, y con el mism1.1 golpe, afirm implícitamen-
LOS DERECHOS DE LA PERS aban también la
ONA trascendencia de la persona huma
na en el orden
HUMANA natura l, en tanto ella es una
totalidad espiritual
hecha para lo absoluto.
Después de estas explicaciones La trascendencia de la persona,
filosóficas con res- que aparece de
pecto al derecho natura l, de.5earía la mane ra más manifiesta en las
insistir sobr~ los perspectivas de la
derechos de la persona huma na fe y de la redención, se afirm a así,
y completar as1 las ante todo, en las
consideraciones propuestas en el perspectivas filosóficas y concie
capítulo prec~den- rne, en prime r lu-
te, sobre la person a en sus relacio gar, al orden de la naturaleza. Esto
nes co1! la soc1eda~ está además, en
política, donde la persona huma completo acuerdo con la teolog
~a mtegr a esta ía cristiana, que
empe ñada como parte, en tanto enseña que la gracia corona la
cmdadano, Y que naturaleza y no la
la persona huma na íntegra trascie destruye. Es impor tante insistir
nde, empero, en sobre el hecho de
razón de los valores absolutos a que, ya en el mismo orden natura
los cuales se vincula l, la persona hu-
y en razón de lo que en ella intere mana trasciende el Estado, por
sa, un destino cuanto el hombre
tiene un destino superior al tiemp
superi or al tiemp o. o y pone en juego
Ya hemos señalado que esta dignid . . lo que en él interesa ese destino.
ad trasce~- Esto aparece en prime r lugar en
dcnte de la persona huma na se las aspiraciones
ha puesto de mam- natura les del hombre a la vida
fiesto ante todo en el orden religio espiritual. Aristó-
so, y por la repen- t~les y los sabios de la antigüedad
tina irrupción del mensaje evang sabían que las
élico. Pero, de allí, VIrtudes morales están ordenadas
la conciencia de esa dignid ad hacia una con-
ha ganado poco a templación de la verdad que trascie
poco la esfera del orden natura l, nde la interco-
al penet rar y reno- municación política. Se sigue de
var nuestra conciencia de la ley allí que si la huma -
de la naturaleza Y nidad estuviese en lo que los teólog
el derecho natura l. os llaman estado
Cuand o los apóstoles respondían de naturaleza pura, un reino de
al Sanhedrín, los espíritus empa -
que quería impedirles predic ar el rentad o a aquel del cual Leibn
nombre de Jesús: itz gustaba ·de ha-
"Es mejor para nosotros obedecer bla~, habría ocupado norma hnent
a Dios que a los e un lugar por
hombres", afirm aban a la vez encima de la vida política.
la libertad de la -
palab ra divina y la trascendenc ~os es placentero ver, en la red
ia de la persona reune en todas partes del mund espiritual que
huma na, salvada y redimida por o a los artistas los
ella, y llama da por sabios, los poetas, los verdaderos
humanistas', a
78
79
principios sobre los cuales está constituida). 1 Lo
todos aquellos que exaltan las obr~s del p~amien- observamos en el capítulo precedente: el matCmáti-
to los vagos lineamientos de seme1ante remo de los co que enseñe matemática, o un filósofo que enseña
es' íritus; tal red es como el bosquejo de una sola filosofía; éstas son funciones del cuerpo social. Pero
fa~ilia, por encima de las fro~teras natu:ales. _Es el Estado no puede obligar a un filósofo o a un ma-
verdad que es sólo un bosqueJO, y el rem_o le1~- temático a adoptar una doctrina filosófica o una
nitziano de los espíritus es solamente u?a hipótesis doctrina matemática, porque estas cosas dependen
ra un mundo posible, porque en realidad_, por la sola y exclusivamente de la verdad.
pa c. a de Dios se ha establecido por encima del El secreto de los corazones y el acto libre como
;;:~do de los 'emperador~s, de los. reyes y ?e los tal, el universo de las leyes morales, el derecho de
arlamentos un re.ino me1or, el remo de Dios, !ª la conciencia de escuchar a Dios y hacer su canúno
~ran ciudad' del siglo por venir• del cua! la Iglesia hacia él; todas esas cosas, en el orden natural como
es ya a los ojos de los cristianos, su conuen:z.o sobre en el orden sobrenatural, no pueden ser tocadas por
la ti:rra. Este reino de la vida eterna correspond?, el Estado ,ni caer bajo su poder. Sin duda la ley
en virtud de un don que ultrapasa todas las me!~ obliga en conciencia, pero es porque no es ley sino
das de la naturaleza, a una aspiración natural cuando es justa y promulgada por la autoridad legí-
tima, no porque el Estado o la mayoría sean la regJa
espíritu en nosotros. . de la conciencia. .
El hecho de que la persona humana tr~sciende
Sin duda alguna, el Estado tiene una función
naturalmente el Estado, por cuanto en_c~erra un moral y no solamente material; la ley tiene una
destino superior al tiempo, puede ser venf1cado de función pedagógica y tiende a desarrollar las vir-
muchas maneras. . tudes morales; el Estado tiene el derecho de casti-
El universo de las verdades -de ciencia, de sah1: gar si, por estar enceguecida mi conciencia cometo,
duría y de poesía- hacia el cual tiende por Sl al seguir a mi conciencia, un acto criminal o delic-
misma la inteligencia, surge, por su naturalez~, de tuoso. Pero en iguales circwutancias, el Estado no
un dominio más elevado que el de la comunidad tiene autoridad para obligarme a reformar el juicio
política. El poder del Estado y dt: los intereses so- de mi conciencia, como tampoco tiene el poder e.le
ciales no puede ejercerse sobre este universo (por imponer a los espiritus su criterio sobre el bien y el
mucho que pueda y deba oponerse a la propaga-
' Cf. Y- Simon, Lih1rt1 411d Autliorii1, en "Prooeedi.np ol
ción en el cuerpo social, de errores que amenaza- the Ameri~ Catholic Philosophieal M3Qciation", Sixteenth Annual
rían' la ética fundamental de la vida común y los Meetu,¡, 1940, Catholie UEUvenity of America, Wuhingtiu1, D. C.

80
mal ni de legislar sobre las cosas divinas, ni de ~- el cual existe la familia, es el de producir y educar
pon~r creencia religiosa alguna, sea cual se~: B_1en las personas humanas y prepararlas a su destino
lo sabe. y por eso, cada vez que sale de sus _1~1~1:5 total. Y si el Estado tiene, por su parte, una función
naturales para penetrar, en nombr~ de las re1vu:i 1- educativa, y si la educación no se halla fuera de su
caciones totalitarias, en el santuano de 13: concien- esfera, es para ayudar a la familia a realizar su
cia, se esfueri:a en violar a és~a ~º1: medios m~ns- misión y completarla, no para borrar del niño su
truosos de envenenamiento ps1colog1co, de memtra vocación de persona humana y reemplazarla por la
organizada y de terror. . de herramienta viviente y material del Estado.
Cada persona humana tiene el derecho de d~ct- En definitiva, los derechos fundaméntales como
dirse por sí misma en lo que concierne a su. destino el derecho a la existencia y a la vida, --el derecho
personal, ya se trate de escoger un t~~baJº: ~ de a la libertad personal o derecho de conducir la vida
fundar un hogar, o de seguir una vocac1on rel!~10sa. como dueño de si mismo y de sus actos, responsable
En caso de extremo peligro, y para la sal~ac1on ~e de éstos ante Dios y ante la ley de la ciudad; el
la comunidad, el Estado puede requerir por .ª derecho a la búsqueda de la perfección de la vida
fuerza los servicios de cada uno de nosotros y exi- humana, moral y racional 1 ; el derecho a la bús-
gimos que expongamos nuestras vidas en una gue- queda del bien eterno ( sin la cual no hay verdadera
rra justa; puede asimismo privar de al~un~s de sus búsqueda de la felicidad)-, el derecho a la integri-
derechos a individuos criminales ( o mas bien, san- dad corporal, el derecho a la propiedad privada de
cionar el hecho de que ellos mismos se han des~o- los bienes materiales, que es una salvaguardia de
jado de esos derechos) ; por :'jemJ?lo, a hombres in- las libertades de la persona, el derecho de casarse
dignos de ejercer la autoridad paterna. Pero se según Ja propia elección, y de fundar una familia
vt;clve inicuo y tiránico si pretende ft~ndar el fun- con la seguridad de las libertades que le son pro-
cionamiento de la vida sobre el trabajo forzado, o pias, el derecho de asociación, el respeto a la liber-
si cnsava violar los derechos de la familia para con- tad humana en cada uno, represente o no un valor
vertirs~ en dueño de las almas de los hombres. P01:- económico para la sociedad-, todos estos derechos
quc de igual modo que el hombre ha sido con~tl- arraigan en la vocación de la persona, agente espi-
tuicÍo pc;sona, hecha para Dios y para una_ \·'.da ritual y libre, al orden de los valores absolutos y a
superior al tiempo, antes de haber si.do const~tu~do
• 1 ,La "punuit of happineu" consiste ante todo en esto; la bús•
parte de la comunidad política, ha sido const1tu~do queda de la felicidad aqui abajo es la búsqueda, no de las ventajas
parte de la socicda<l fam~liar, antss. de hab~r sido materiales, sino de la rectitud moral, el vigor y perfecci6n del alma,
constituido parte <le la snCJe<la<l pohtica. El fm para con las condiciones materiales que ello implica.

R2 83
un destino superior al tiempo .. La declaración fran- dad su origen. en la concepción del hombre y del
cc.sa <le los Derechos <lcl Hombre ha presentado a derecho natUfal establecida por siglos de filosofía
éstos (llevando, por tanto, al equívoco) bajo la cristiana.
pcrspecti,·a racionalista de la filoso~í,a de las_ luces El primero de esos derechos es el de la persona
v de la Enciclopedia. La Dcclarac1on amcncana, human~ a encaminarse hacia su destino eterno por
Por marcadas que en ella sean las influencias de el canuno trazado por Dios. Frente a Dios y a la
Locke y de la "religión naturaf', penna~eció más verdad, aquélla no tiene el derecho de escoger a su
próxima al carácter originariamente cristiano de los antojo cualquier camino; debe escoger ei camino
derechos humanos. verdadero, por cuanto está en su poder conocerlo.
Al hacer <le la lry natural, no ya una derivación Pero frente al Estado, a la comunidad temporal y
de la sabiduría creadora, sino una revelación de la al poder temporal, es libre de escoger su vía religio-
razón a sí misma, el racionalismo de los Enciclope- sa, sus riesgos y peligros 2 ; su libertad de concien-
distas transformaba la ley natural en un código de cia es un derecho natural inviolable.ª
justicia absoluta y universal, inscripto en la natura- He hablado del derecho de la persona humana
leza y descifrado por la razón como un conjun~o de a fundar una familia, y de los derechos de la comu-
teoremas geométricos o de evidencias especulativas; nidad familiar. Aquí la persona no es considerada
y toda ley, en adelante tan necesaria y universal co~o persona individual; es en tanto que está em-
como la misma naturaleza, era absorbida en ese penada en un grupo que le son reconocidos algunos
código de la naturaleza. Fue sin duda a causa de dere~hos particulares, a la vez a ella y al grupo en
esta falsa perspectiva racionalista, pero también a cuestión. Los derechos de la familia, los derechos
causa de la corrupción de los principios cristianos de la persona, como padre o madre de familia, sur-
en la vida social y política del antiguo régimen, que gen del derecho natural estrictamente dicho.
la afirmación de derechos fundados, empero, por sí Hay que decir lo mismo de los derechos y liber-
mismos, en principios cristianos, apareció como re- tades de las familias espirituales y religiosas, que
volucionaria con respecto a la tradición cristiana.
1
"Los Pifgrim Fathcrs, al instaurar sus constituciones En el 1upue.1to de que e.i:ta via relie:iosa sea de tal modo
aberr~te que conduzca a acto. contrario, a la ley natural y a la
en Nuc,·a Inglaterra en el siglo xvu, tenían concien- segun~ad del Estado, .!:ste tiene el derecho de dictar interdicciones
cia del origen cristiano de esos dcrcchos". 1 La con- Y sane1?Il:es contra esos act09, DWI no por ello tiene autoridad sobre
el d1onumo de la con~iencia.
ciencia ele los derechos de la persona tiene en reali- . Es en e.11e sentido. que hay que entender el derecho que el
pre:11dente ~oosevelt desig.na como "la libertad de toda persona de
' 01.>ispo de Chichcstcr, Ch11"Jlirmil:, and World Order, Penguin adorar a D101 en su propia forma en cualquier parte del mundo".
Books, 1940.

84 85
son al mismo tiempo los derechos y libertades de la
persona en el orden espiritual y religioso. Estos d~-
LOS DERECHOS DE LA PERSONA
rechos y libertades surgen del derecho natural, sm
hablar del derecho superior que la Iglesia invoca CIVICA
en razón de su fwtdación divina.
Si se trata ahora de los derechos de la persona
ch-ica, o dicho de otro modo de los derechos polí-
ticos, éstos surgen directamente de la ley positiva
y de la constitución fundamental de la comunidad
política. Y dependen indirectamente del derecho
natural, no sólo porque, de una manera general, las
regulaciones de la ley humana realizan un deseo de
la ley natural al concluir aquello que la ley natural
deja inconcluso, sino además porque la manera
como se cumple esta realización se conforma, en el
caso de los derechos políticos, a wta aspiración ins-
cripta en la naturaleza del hombre. Nos hallamos
aquí ante el dinamismo de que hablaba poco más
arriba, en virtud del cual el derecho positivo tiende
a expresar en su esfera propia exigencias que, en
un nivel más profundo, son las de la misma ley
natural, de tal modo que esas exigencias se expan-
den de más en más en la esfera propia de la ley
humana. La ley humana asciende a grados más
elevados de justicia y perfección por un acuerdo
más perfecto con las exigencias fundamentales de
la ley natural.
La frase célebre de Aristóteles, que dice que el
hombre es W1 animal político, no significa sólo que
d hombre está naturalmente hecho para vivir en

86 87
sociedad; significa también que el hombre reclama Estado, tiene un va!or político y humano absoluta-
naturalmente llevar una vida política, y participar mente fundamental, y es uno de los derechos a los
activamente en la vida de la comunidad política. cuales no podría renunciar en ningún caso una co-
Las libertades políticas y los derechos políticos, y munidad de hombres libres.
especialmente el derecho de sufragio, reposan sobre Se ve al mismo tiempo que por el solo hecho de
este postulado de la naturaleza humana. Quizá sea que cada persona como tal deba normalmente po-
más fácil a los hombres renunciar a participar acti- der hacer escuchar su pensamiento y su voluntad en
\'amente en la vida política; ha podido suceder que materia política, es normal asimismo que los miem-
en ciertos casos hayan vivido más despreocupados br?s. de la socieda_d política se agrupen según las
y más felices al ser como esclavos políticos en la ahmdades de sus ideas en partidos políticos o en
ciudad, o al abandonar pasivamente a sus jefes todo escuelas políticas. Mucho se ha hablado mal de los
el cuidado de dirigir la vida de la comunidad. Pero partidos políticos, y estos reproches están justifica-
abandonan entonces un privilegio que conviene a dos por todos los abusos que han viciado su funcio-
su naturaleza, uno de esos privilegios que, en un nam_iento, ~ 9ue han paralizado y hecho degenerar
sentido, hacen más dura la vida y traen consigo más l~ ~·ida poht1ca de las democracias europeas. Esos
o menos trabajo, tensión y sufrimiento, pero que v1c10s no son, empero, esenciales a la noción misma
corresponden a la humana dignidad. de tal:s ag_rupaciones, cuya diversidad corresponde
Un estado de civilización en el cual los hombres, a la _d1vers1~a~ natural de las concepciones y pers-
en tanto personas individuales, designan por libre pectivas practicas entre los miembros de la comu-
elección a los encargados de la autoridad, es de por nidad política. Se ha destacado además con razón 1
sí un estado más perfecto. Pues si es verdad que la que el régimen de un solo partido insta~rado en I~s
autoridad política tiene por función esencial la de Estad~s totalita_ri?s lleva al extremo, en lugar de
dirigir hombres libres hacia el bien común, es nor- r~ed1ar, los v1c10s y la tiranía que los adversa-
mal que esos hombres libres escojan por sí mismos nos . de la d_e~ocracia reprochan al régimen de
quiénes tendrán la función de dirigirlos: es ésta la partidos. El reg1men totalitario de un solo partido
Í&nna más elemental de la participación activa en es la peor forma, y la catástrofe, del régimen de
la vida política. Por eso el sufragio universal, por el partidos. Lo que se reclama de una nueva demo-
cual cada persona humana adulta tiene, como tal, cracia, ~o e! _abolir los partidos políticos, sino reglar
el derecho de pronunciarse sobre los asuntos de la la const1tuc1on y forma de gobierno de su agrado:
comunidad, al expresar su voto en la elección de los
representantes del pueblo y de los dirigentes del ' Cfr. Yves Simon, Thomism and Democra,y en "Conference
011 Science, Philosophy and Religion", vol. II, Ne~ York.

88 89
es el primero y más fundamental de los derechos país están relacionadas, de manera general, a su
políticos. Está sometido solamente a las exigencias estatuto propiamente político y a su participación
de la justicia y de la ley natural. Además, la forma (por el derecho de voto, por ejemplo) en la direc-
constitucional del Estado político es necesaria para ción del Estado. Por lo demás, los derechos de la
que esos derechos del pueblo estén garantizados en persona cívica so_n privilegio de todo hombre, ciu-
forma estable. Todos los pueblos civilizados han te- dadano o extranJero, que por su residencia en un
nido una constitución fundamental, pero ésta fue país respetuoso del derecho de gente es llamado a
en el pasado, a menudo, consentimiento y tradición compartir la vida civilizada. 1
antes que institución jurídica. Una constitución ju- En todos los análisis que preceden me he limita-
rídicamente formulada e instituida por la voluntad do a lo esencial. Quería solamente proponer toda-
del pueblo que decide libremente vivir bajo las for- vía dos obscn·acioncs concernientes al derecho de
mas políticas así determinadas, responde a un pro- asociación y a la libertad de expresión. El derecho
greso adquirido en la formación de la conciencia de asociación es un derecho natural que toma for-
política y en la organización política: éste es un ma política en tanto es sancionado por el Estado
rasgo característico de toda verdadera democracia. Y se halla sometido a las regulaciones del Estado
La constitución establecida por el pueblo es el de- concernientes al bien común (el Estado tiene el de-
recho del pueblo, como los derechos y libertades del recho de prohibir y disolver -no arbitrariamente
ciudadano son el derecho de la persona cívica. s!n? conforme a la decisión de las instituciones ju~
Existen otros derechos de la persona cívica, en nd1cas adecuadas- una asociación de malhechor~
particular los que resumen las tres igualdades: o una asociaci~n de enemigos del bien público). Lo
igualdad política, que asegura a cada ciudadano que se Barna hbertad de expresión, libertad de in-
su estatuto, su seguridad y sus libertades en el Es- vestigación y discusión. Tal libertad tiene un valor
tado; igualdad de todos ante la ley, que implica propiamente político, porque es necesaria al esfuer-
un poder judicial independiente que asegure a ca- zo común para acrecentar y divulgar la verdad y el
da uno el derecho de recurrir a la ley y de no ser bien en la comunidad.
reprimido sino cuando la ha infringido; igual ad- La libertad de investigación es un derecho natu-
misibilidad de todos los ciudadanos a los empleos ral fundamental, porque la naturaleza misma del
públicos conforme a su capacidad y libre acceso hombre consiste en buscar la verdad. La libertad
para todos a las diversas profesiones, sin discrimi- de propagar las ideas que se cree verdaderas res-
nación racial o social. Observemos aquí que las
prerrogativas de que gozan los ciudadanos de un
1 Ver más adelante, pág. 155, Anexo.

90 91
ponde a una aspiración de la naturaleza, pero, co- tructoras no se realiza, en una sociedad de hombres
mo la libertad de asociación, está sometida a las libres, sino con las garantías institucionales de la
regulaciones del derecho positivo. Porque no es justicia y el derecho.
verdad que todo pensamiento, con:io t~l, y por el En mi criterio, este problema de la defensa efec-
solo hecho de haber nacido en una mtehgenc1a hu- tiva de la libertad contra quienes se prevalen de ella
mana, tenga el derecho de ser propagado en la co- para destruirla, no puede ser convenientemente re-
munidad política. Esta tiene el derecho de opone~e suelto sino por una reforma de la sociedad sobre
a la propagación de la mentira y de la calumma; una base orgánica y pluralista. Y esto supone asi-
a las actividádes que tienen por objeto la depra- mismo que debemos tratar con un régimen funda-
vación de las costumbres; a las que tienen por ob- do, no ya sobre la fecundidad del dinero y de los
jeto la destrucción del Estado y de los fund~mentos signos de posesión, sino sobre el valor y la finali-
de la vida común. La censura y las medidas de dad humana del traba jo, tn la cual el conflicto de
policía son, en mi opinión, el medio más malo -al clases introducido por la econonúa capitalista haya
menos en tiempo de paz- de asegurar esta repr~- sido superado con esta misma economía, y la cual
sión ¡ pero hay muchos medios mejores posibI:s, s~ tenga en su base los derechos sociales de la persona
hablar de la presión espontánea de la conc1enc1a ~~~:~ así como los derechos políticos de la persona
común y de la opinión pública, que brota de las
costumbres y hábitos cuando éstos se hallan fuei:te-
mente arraigados. En todo caso, estoy persuad1?0
de que una sociedad democrática no es necesa_na-
mente una sociedad desarmada, que los enemigos
de la libertad pueden conducir tranquilamente al
matadero en nombre de la libertad. Precisamente
porque es una comunidad de hombres libres, debe
defenderse con particular energía de quienes re-
husan por principio y trabajan CI; destruir _los_ fun-
damentos de l;r vida común baJO tal reg1m1ento,
que son la libertad, la cooperación, el mutuo res-
peto cívico. Lo que distingue en este ~especto una
sociedad de hombres libres de una sociedad despó-
tica, es que esta restricción de las libertades des-

92 93
libertad y la personalidad, tomadas en su realidad
interior y en su expresión social, de una comunidad
LOS DERECHOS DE LA PERSONA de personas, de la comunidad a la ,·ez más próxima
OBRERA a las bases materiales de la vida humana y más
sacrificada, la comunidad del trabajo manual, la
comunidad de las personas humanas afectadas a ese
Llegamos así a una tercera categoria de dere- trabajo.
chos: los derechos de la persona social, y más en En una palabra, la adquisición histórica de que
particular de la persona obrera. De una manera hablamos, es la adquisición de conciencia de la dig-
general, una nueva época de civilización deberá nidad del trabajo y de la dignidad obrera, de la
reconocer y definir los derechos del ser humano en dignidad de la persona humana en el trabajador
sus funciones sociales, económicas y culturales --de- como tal.
rechos de los productores y de los consumidores, Observemos al mismo tiempo una de las conse-
derechos de los técnicos, derechos de quienes se cuencias de esa adquisición de conciencia. Si el pro-
entregan a las obras del espíritu-. Pero los pro- letariado reclama ser tratado como persona mayor,
blemas más urgentes se plantean con respecto a los por eso mismo no debe ser socorrido, mejorado o
derechos del ser humano, en tanto empeñado en la salvado por otra clase social. Por el contrario, el
función del trabajo. papel principal en la próxima fase de la c,·olución
Progreso en la organización y progreso en la con- recae sobre el proletariado y su movimiento de
ciencia; estos dos progresos son simultáneos. Que- ascensión histórica. 1 No es sin embargo alejándose
rria repetir aquí lo que ya indiqué en otra obra; el del resto de la comunidad para ejercer una dicta-
fenómeno capital que se produjo a este respecto dura de clase, que el pueblo obrero y campesino se
durante el siglo XIX fue la adquisición de conciencia hallará en condiciones de desarrollar ese papel ins-
de sí efectuada por la persona obrera y la comuni- pirador y renovador. Lo hará organizándose y edu-
dad ~brera. A la vez que afecta la vida económica cándose, tomando conciencia de sus responsabili-
y el orden temporal, tal adquisición es ante todo el dades en la comunidad, y uniendo a su obra sw
orden espiritual y moral, y ello hace su importan- elementos, cualquiera sea la clase a que pertenez-
cia. Es la adquisición de conciencia de una digni- can, decididos a trabajar con él por la libertad hu-
dad humana ofendida y humillada, y la adquisición mana.
de conciencia de la misión del mundo obrero en la
historia moderna. Significa la ascensión hacia la 1 Cfr. Hurnanimie ln1l1ral, págs. 248-250.

94 95
Al mismo tiempo _advertimos mejor cómo los ritu totalitario. La dificultad para el pensamiento
derechos del trabajo se han destacado para la con- es de ser tan audaz para comprender, como el
ciencia común y continúan tomando forma. En suceso lo es para golpear.
primer término, el derecho al salario justo, porque Pero volvamos a nuestro discurso, que es la con-
el trabajo del hombre no es una mercancía someti- sideración de los derechos de la persona obrera. Los
da a la simple ley de la oferta y la demanda; el derechos del obrero como individuo están ligados a
salario que aporta debe poder hacer vivir al obrero los derechos del grupo obrero, de los sindicatos y
y su familia en un standard de vida suficientemente otros grupos profesionales, y el primero de esos
humano, con relación a las condiciones normales de derechos es la libertad sindical. La libertad sindical
una sociedad dada. Otros derechos serán sin duda -la libertad de los trabajadores de agruparse en
reconocidos al traba jo por la ley humana, a medida los sindicatos de su elección, la autonomía de los
que el régimen económico se transforme. Hay mo- sindicatos, libres de federarse como,lo deseen sin
tivos para pensar que en los tipos de empresa en que el Estado pueda unificarlos por la fuerza o regi-
que sea posible, un sistema de copropiedad y de mentarlos, su libertad de emplear las armas natu-
cogestión obrera, reemplazará al sistema del sala- rales que la ley les reconoce, en particular el de-
rio, y ·que con los progresos de la organización recho de huelga ( en tanto la salud pública no
económica se formará un nuevo derecho para el peligre)- surge del derecho natural de asociación
obrero, técnica y socialmente calificado: el derecho sancionado por el derecho positivo, y es la condi-
a lo que puede llamarse el título de trabajo, que ción normal del movimiento de transformación de
asegure al hombre que su empleo le pertenece donde saldrá una nueva nueva organización econó-
vinculado a su persona por un lazo jurídico, y que mica.
en él podrá progresar su actividad operativa. Este- En todo esto, lo primordial es ese sentido de la
mos bien seguros que después de la guerra actual, dignidad obrera de que hacíamos cuestión más
que representa una crisis revolucionaria mundial, arriba, el sentimiento de los derechos de la persona
las condiciones sociales y económicas de la vida hu- humana en el trabajador, en nombre de los cuales
mana, el régimen de la propiedad y el régimen de éste se coloca ante quien lo emplea en relaciones
la producción serán cambiados profunda e irrevo- de justicia, y como una persona adulta, no como un
cablemente, y que los privilegios actuales de la ri- niño o un sirviente. Hay allí un dato esencial, que
queza cederán su lugar en todo caso a un nuevo sobrepasa sobradamente todo problema de téc-
sistema de vida, mejor o peor según que su princi- nica _económica o social, porque es un dato moral,
pio animador sea el espíritu personalista o el espí- que mteresa al hombre en sus profundidades espi-

96 97
rituales. Si no estuviese construida sobre este fun- tensión recíproca de los órganos autónomos que
damento de los derechos de la dignidad de la per- agrupen, a partir de la base, a productores y consu-
sona obrera, la organización sindical o cooperativa midores; mejor valdría decir entonces economía
correría a su vez.el riesgo de convertirse en tiranía. ajustada que economía planificada. De igual modo,
la noción de wlectivización debería ceder su lugar
En lo que concierne a los acontecimientos de a la propiedad societaria de los medios de produc-
hoy, hay que observar que en medio de las ruinas ción, o de copropiedad de la empresa. Excepción
acumuladas por la guerra, Wl fehómeno nuevo se hecha de ciertos sectores de interés plenamente ge-
produce, sobre todo en Inglaterra y entre los fran- neral, cuya transformación en servicios públicos es
ceses que, en Francia y fuera de ella, continúan la normal, es un régimen societario que substituya, en
lucha por la libertad. Parece que muchos socialistas cuanto sea posible, el salario por la copropiedad,
y muchos cristianos han emprendido la tarea de que dentro de tal concepción, y sobre todo en
revisar y renovar sus concepciones sociales, y al cuanto concierne al plan industrial, debería suceder
mismo tiempo acercarse wios a otros. Cada wio al régimen capitalista; el personal obrero partici-
tiene aquí que ponerse en guardia contra ciertas paría así en la gestión de la empresa, para la cual,
tentaciones que vienen de los hábitos del pensa- por otra parte, los progresos técnicos modernos per-
miento de antaño. miten esperar cierta descentralización. Cuando ha-
La tentaci6n que viene de las antiguas concep- blamos en la forma societaria de la propiedad
ciones socialistas es la de acordar la primacía a la industrial, hablamos de una sociedad de personas
técnica econ6mica, y al mismo tiempo someterlo ( técnicos de la dirección, obreros, proveedores de
todo a la autoridad del Estado, administrador del fondos) enteramente diferente de las sociedades de
bienestar de todos, y a su maquinaria científica y capital en las cuales podría hacer pensar, en las
burocrática; lo que marcha de por sí, se lo quiera condiciones del régimen actual, la noción de copro-
o no; en wi sentido de totalitarismo de base técnica. piedad; y se trata de wia sociedad de personas en
No es esta especie de racionalismo de la organiza- que la copropiedad de la empresa privada, com-
ción matemática, sino wia sabiduría práctica y prometida en una "comunidad de trabajo" organi-
experimental atenta a los fines y medios hwnanos, zada, sería la garantía del "título de trabajo" a que
que deberla inspirar la obra de la reconstrucción. nos referíamos más arriba, y tendría por fruto la
La noción de economía planiÍicada debería así constitución y desarrollo de W1 patrimonio común. 1
dejar su lugar a wia noción nueva, fwidada sobre
el ajustamiento progresivo debido a la actividad y ' Cfr. Humanisme lnllgral, p:l.gs. 200-201. En el plazo de la
oroducci6n agrlcola se plantean otros problemas. Sea cual ÍUl!re la

98 99
La tentación que deviene de las antiguas concep- que de ella han.hecho los Estados fascistas, los cua-
ciones en otro tiempo favorecidas en ciertos círculos les la han convertido en sinónima de órgano del
cristianos, es la del patemalismo, que tiende a Estado\ -á1 servicio de los intereses totalitarios, que
hacer depender el mejoramiento de la suerte de la conviene reemplazarla por otra palabra, por ejem-
clase obrera, de las iniciativas de los patrones, y de plo, comunidad de trabajo o de grupo de produc-
su autoridad de padre de familia consciente de sus ción. Lo que en todo caso es esencial, es compren-
deberes para con sus hijos. Tal concepción tiende der que toda organización de la economía sobre un
a tratar al obrero como menor, y se opone de la principio estructural y cooperativo, debe ser conce-
manera más radical a esa conciencia de la dignidad bido estableciéndose de bajo en alto, según los prin-
social y de los derechos de la persona obrera sobre cipios de la democracia personalista, con sufragio y
la cual hemos insistido tanto. Otra tentación es la participación personal activa de todos los interesa-
del corporativismo considerado como medio de dos en la base, que emane de ello y de sus uniones.
abolir la lucha de clases sin salir de los cuadros de Contra toda dictadura de un Estado corporativista,
la economía capitalista. Quienes ceden a esta ten- paternalista o colectivista, la libertad de los grupos
tación son arrastrados del lado de un corporativis- y asociaciones de jerarquía inferior al Estado, su
mo de Estado absolutamente opuesto a los princi- calidad de personas jurídicas institucionalmente re-
pios católicos y que, se lo quiera o no, abre el conocidas y hasta un cierto poder de jurisdicción
camino al fascismo, a un totalitarismo político apli- acordado a ca~a uno dentro de sus límites propio'!:,
cado a conservar para las clases llamadas posee- deben ser considerados como una etapa primordial
doras, no su libertad ni aun sus posesiones, sino al del pasaje a un régimen auténticamente humanista.
menos sus privilegios de autoridad. La noción de . }.-fochas hombres de buena voluntad, ya sea
corporación, o más bien de cuerpo profesional, tal nnculados a las escuelas socialistas o a las escuelas
como es presentada por el Papa Pío XI en una de cristianas, están a punto, ante el ejemplo de la es-
sus encíclicas, es en un todo indemne a estas conno- p~ntosa pruc.ba, de arrojar de su espíritu los prejui-
taciones. Pero la misma palabra corporación ha sido cios y tentaciones de que acabo de hablar. Nuevas
deformada y corrompida de tal modo por el uso concepciones deben elaborarse desde ese instante.
Creemos que deberán someter a una crítica severa
la noción clásica de la soberanía del Estado, no sólo
parle que la indu~trializaci6n sea llamada a representar, debe per-
~anecer s~cundano. En el ~tatuto a encarar para aqu1Hla, la pro- en el orden internacional, donde los Estados, para
piedad. privada de los medios ele producci6n debería permanecer entrar en una federación de pueblos libres deberán
c~ntral1zada en la economía familiar, en beneficio de la cual debe-
nan volverse la organizaci6n cooperativa y hasta el maquinismo. renunciar a los prh·ilegios de una soberanía abso-

100 101
luta, sino asimismo en el orden nacional, en el cual, rial, sino principalmente moral y propiamente hu-
con relación a ese dominio particular que es el mano. Es normal que los grupos, los sindicatos, las
dominio económico, con relación, sobre todo, a una instituciones económicas, los cuerpos profesionales,
organización económica y social, fundada sobr~ la tengan medios regulares de hacer escuchar su opi-
libertad de las personas y los grupos, el Estado tiene nión a este respecto, o, dicho de otro modo, de
una simpl~ función de coordinación y control. Debe representar un papel consultivo. No les corresponde
salvaguardarse aquí una verdad fundamental, la de conducir la vida política ni constituir la estructura
la distinción entre el orden político y el orden eco- política de la nación.
nómico, entre la estructura política del Estado Y la Por oposición al principio totalitario y a todas las
organización económica de la sociedad. La idea de perversiones que entraña, las nuevas concepciones
un Estado económico es una monstruosidad. Los de que hablo deberán poner de relieve el valor fun-
grupos económicos y profesionales, con las estruc- damental del principio pluralista. Este principio se
turas jerarquizadas que comportan, deben ser con- extiende a todo el campo de la vida social y polí-
siderados como órganos de la comunidad civil, no tica; de él puede esperarse en particular una solu-
como órganos del Estado. La vida y organización ción razonable del problema de la escuela y del
políticas del Estado conciernen a la vida común de problema de la cohabitación armoniosa de las
las personas humanas y su dirección hacia una ~b~~ diversas familias espirituales, con sus concepciones
común, que supone la fuerza, la paz y la armorua morales' específicas, en el seno de la comunidad
del cuerpo social, y que debe tender, como a su temporal. En el orden económico sirve de funda-
ideal supremo, a la conquista de la libertad y a la mento no solamente a esa autonomía de los grupos
instauración de una ciudad fraternal, son de un y asociaciones a que acabamos de referimos, sino
orden superior a la vida y organización de los gru- también a la diversidad de régimen o de organiza-
pos económicos. La organización política del Es- ción que conviene a las diferentes estructuras de la
tado implica en su base, como lo indicábamos en economía industrial y a las de la economía agrícola.
la sección precedente, el reconocimiento de los de-
rechos de la persona humana a la vida política. ¿ A qué responde, en fin, el bosquejo que hemos
Debe asentarse sobre los derechos y libertades polí- trazado -muy imperfectamente -de los derechos
ticos de los ciudadanos. La vida política del Estado de la persona obrera y de los derechos de los grupos
debe expresar el pensamiento y voluntad de los y comunidades en que aquélla está empeñada, sino
ciudadanos con relación al bien común y a la obra a la idea de una c,·olución democrática de las con-
común, que son de un orden, no solamente mate- diciones del trabajo, no calcada sobre los métodos
102 103
de conflicto dialéctico y de irresponsabilidad para- do, por la otra los obstáculos sufridos por las ener-
lizante de antes de la guerra, sino inspirada por las gías espirituales en la vida colectiva- contrarían
ideas directivas de una nueva democracia, orgánica dolorosamente, y a modo de castigo, el desarrollo
y pluralista? normal del derecho fundamental en cuestión. Este
Para concluir este estudio conviene volver, a fin no solamente se opone a la esclavitud propiamente
de examinarlo más de cerca, sobre uno de los dere- dicha; comporta asimismo una aspiración o un
chos fundamentales mencionados en este capítulo, deseo opuesto a la servidumbre, entP.ndida en el
el derecho de cada ser humano a la libertad perso- sentido más general, es decir, a esa forma de auto-
nal, o derecho de conducir su propia vida como ridad del hombre sobre el hombre en la cual quien
dueño de sí mismo, responsable ante Dios y la ley es dirigido no es dirigido hacia el bien común por
de ]a ciudad. Tal derecho es un derecho natural, el jefe encargado de esa función, sino que está al
pero concierne tan profundamente a las aspiracio- ser\'icio del bien particular de quien le dirige, ena-
nes radicales de la persona y el dinamismo que jenando así su actividad y cediendo a otro el bien
ellas entrañan, que toda la historia humana no es ( el fruto de su actividad) que debería ser suyo, o
bastante para que pueda desarrollarse completa- volviéndose, para decirlo de otro modo, órgano de
mente. Implica la condenación de la escla\·itud y otra persona.
del trabajo forzado, en particular según que el Resulta claro que la servidumbre así entendida
derecho a la libertad personal tome la forma, más puede tomar otras formas que la de la esclavitud
especial de ese derecho al escoger libremente una propiamente dicha, por ejemplo la forma de ser-
ocupación que corresponde a la obligación de cada vidumbre feudal o la de proletariado, y muchas
cual de tomar su parte en las cargas de la comuni- formas más. Estas diversas formas de servidumbre,
dad. Sin embargo, los más grandes pensadores de vinculadas a las condiciones del trabajo humano,
la antigüedad no pensaron en condenar la esclavi- no fueron y no serán eliminadas sino progresiva-
tud, y los teólogos mcdic,·aks consideraban como mente, a medida que las técnicas de la producción
absolutamente contraria al derecho natural sola- Yde la ,·ida social se perfeccionen y que las energías
mente la cscla\'itud bajo su forma absoluta, en la espirituales se liberen en la vida colectiva, Los cam-
cual el cuerpo y la ,·ida del csclan, y sus bienes bios técnicos introducidos por la máquina en la
humanos primordiak-s, como la libertad de- matri- economía moderna, pueden representar aquí un
monio, se hallan a merced del amo. papel más importante y más decisivo que el repre-
Es que dos factores -p0r una parte las condicio- sentado antaño por la substitución de la tracción
nes materiales y técnicas cid trabajo en este mun- animal a la tracción humana. Si la razón del hom-

104 105
bre es lo bastante fuerte para sobrepasar la formi- de suceder, además, que los individuos que por una
dable crisis provocada en la historia humana por la u otra razón permanezcan fuera de las uniones sin-
potencia desmesurada de las técnicas del maquinis- dicales y comunidades de trabajo, o no puedan
mo, podrá hacer salir de ella una nueva liberación, tener acceso a las garantías y ventajas que ellas
un régimen mejor que marcará el fin de ciertas for- ofrecen, constituyan una masa expuesta al paupe-
mas de servidumbre, pero ese •régimen nuevo estará rismo. Será necesario que reciban asistencia y pro-
aún lejos de liberar el trabajo humano <le tocia for- tección, y se organicen para defender su derecho
ma de servidumbre. al trabajo.
Con relación al derecho natural, la servidumbre Por fin, la ley que conduce al trabajo humano a
absoluta aparece así como contraria al derecho na- emanciparse de la servidumbre, no es la única a
tural tomado en sus exigencias primarias, y las otras considerar. La emancipación de las miserias físicas
formas de servidumbre más o menos atenuadas, de la vida humana corresponde a otros derechos de
. como contrarias al derecho natural tomado en exi- la persona social, a la cual las múltiples formas de
, gencias o aspiraciones más o menos secundarias, y asistencia social y la organización de la seguridad
en el dinamismo que entraña. Este dinamismo no para los ancianos, están destinadas a garantizar, y
set4 plenamente satisfecho sino cuando haya des- garantizarán sin duda mejor si esas instituciones son
aparecido toda forma de servidumbre, bajo los de tipo pluralista ( que reduce, no excluye el papel
"cielos nuevos" de la resurrección. · del Estado) y no de tipo estatista. Y un derecho
Mientras esperamos, no solamente debemos con- aún más profundo reclama que todos, en tanto co-
siderar como conforme al derecho natural todo herederos del bien común, tengan gratuitamente
progreso en la disminución de la servidumbre, sino acceso a los bienes clrmcntales, materiales y espiri-
que los hombres cuyas condiciones de trabajo los tuales, de la civilización, en la medida en que la
mantienen aún sometidos a una forma cualquiera comunidad y sus grupos orgánicos puedan dar por
de servidumbre, deben tener un medio compensa- nada I el uso de los mismos a las personas humanas
dor dé proteger sus derechos de personas humanas. que la constituyen, ayudándolas así a liberarse de
Esa es una de las funciones de la organización obre- las necesidades de la materia y a avanzar en la vida
ra en el régimen capitalista. Sea cual sea la forma de la razón y de las virtudes.
del nuevo régimen, esta función deberá continuar Así, pue~, este capítulo concluye con las mismas
ejerciéndose, en particular en los sectores económi- corui<leracioncs que el precedente. El progreso con-
cos donde el sistema del salario siga todavía en
vigencia. En un sistema de economía orgánica pue- 1 Cfr. Humanimu: ln:,'gra/. pág. 206.

106 107
trariado de la-humanidad marcha en el sentido de
la emam;ipación humana, no solamente en el orden
político, sino asimismo en el orden económico y RESUMEN DE LOS DERECHOS
social, de tal suerte que las diversas formas de ser- ENUMERADOS
vidumbre, por las cuales un hombre está al servicio
de otro hombre para el bien particular de éste, y
como órgano de éste, sean poco a poco abolidas a No hemos tratado en este estudio los derechos
medida que la historia humana se aproxime a su con_cernientes al orden internacional, cuya conside-
término. Lo cual supone no solamente el paso a rac16n surge de un dominio especial, y entre los
estados de organización mejores, sino asimismo el cuales los más importantes son el derecho de cada
paso a una conciencia mejor de la dignidad de la Estado grande o pequeño a la libertad y al respecto
persona humana en cada uno de nosotros, y de la de su autonomía, el derecho al respeto, a la fe ju-
primacía del amor fraternal entre todos los \·alores rada y la santidad de los tratados, el derecho a un
de nuestra \"ida. De ese modo a\"anzarnos hacia la desarrollo pacífico ( derecho que, por ser valedero
conquista de la libertad. para todos, exige para afirmarse el establecimiento
En la medida que una reconstrucción auténtica de una comunidad internacional con poder jurídico
pueda salir de la prueba mortal porque hoy pasa el y el desarrollo de formas de organización federati-
mundo, ella deberá establecerse sohrc la afirma- vas) . Quizá no sea inútil dar aquí una lista sumaria
ción, el recnnocimic-nto y la \·ictnria de toc.b." las de los derechos de que todos hemos hablado.
libcrtade!--, libertades espirituales. 1ibcrtades políti- Derechos de la persona humana como tal. Dere-
cas, libertades socialc~ v obreras. Y es t('nir-ndo wr- cho a la existencia. Derecho a la libertad personal
dadcra y realmente co'nfianza c-n d pueblo, en ese o derecho de dirigir su propia vida como dueño de
pueblo que da m masa su trabajn ~ su sufrimiento sí mismo y de sus actos, responsable de éstos ante
y en caso m·cc.._a.-io sn ~arn;;-c, r¡11c se puede c-:pcrar Dios y ante la ley de la ciudad. Derecho a la bús-
Hr surgir de l.1> rninas una rcconstrncció11 aut(!n- queda de la perfección de la vida humana, racional
tica; en la C(,m1111iún cnn el p~1<"blo tiene la ci\·iliza- y moral. Derecho a la búsqueda de la vida eterna
ci6n su última íl[ll\:-ttmidad. según el camino que la conciencia ha reconocido
como el camino trazado por Dios. Derecho de la
l?I:sia y de las otras familias religiosas al libre ejer-
c1c10 de su actividad espiritual. Derecho de seguir
una vocación religiosa; libertad de las órdenes y

108 109
agrupaciones religiosas. Derecho de contraer ma- Derechos de la persona social, y más especial-
trimonio según su elección y de fundar una familia, mente de la persona obrera. Derecho de escoger
garantizada por las libertades que le son propias; libremente su trabajo. Derecho de agruparse en
derecho de la sociedad familiar al respeto a su cons- uniones profesionales o sindicatos. Derecho del tra-
titución, que está fundada sobre la ley natural, no bajador a ser tratado socialmente como persona
sobre la ley del Estado, y que empeña fundamen- mayor. Derecho de las agrupaciones económicas
talmente la moralidad del ser humano. Derecho a (sindicatos y comunidades de trabajo) y de las otras
la integridad corporal. Derecho de propiedad. En agrupaciones sociales a la libertad y a la autonomía.
definitiva, derecho de cada ser humano a ser tra- Derecho al justo salario; y, donde un régimen socie-
tado como una persona, no como una cosa. tario pueda sustituir al régimen del salariado, de-
recho a la copropiedad y a la cogestión de la
Derechos de la persona cÍl·ica. Derecho de cada empresa, y al "título de trabajo". Derecho a la asis-
ciudadano a participar activamente en la vida- po- tencia ele la comunidad en la miseria y la desocupa-
lítica, y especialmente derecho de sufragio igual ción, en la enfermedad y en la \'Cjez. Derecho a
para todos. Derecho del pueblo de establecer la tener acceso gratuitamente, según las posibilidades
Constitución del Estado y de decidir sobre su forma de la comunidad, a los bienes elementales, mate-
de gobierno. Derecho de asociación, limitado sola- riales y espirituales de la ci\'ilización.
mente por las necesidades jurídicamente reconoci-
das del bien común, y especialmente derecho de
agruparse en un partido político o en una escuela
política. Derecho de libre investigación y de discu-
sión (libertad de expresión). 1 Igualdad política, y
derecho igual de cada ciudadano a su seguridad y
a sus libertades en el Estado. Derecho igual de cada Señalemos aquí el siguiente despacho, publicado en el Ntw J'o,k
uno a las garantías de un poder judicial indepen- Timts el 13 de abril de 1942: "Londres, 12 de abril. La conferencia
de la New Education Fellowship reunida hoy en ésta adoptó una
diente. Igual admisibilidad a los empleos públicos carta que establt>ce derechos básicos, mínimos, para todos lo~ oii,o~
y libre acceso a las diversas profesiones. ~~:etc~
~7a?n;~dt::~~ 6;u:t:s •¡::i•uyi::ª!as n:~il7:~1::t~·,e~·:~!:e~:
recho de todo niño a alimentacicin, "e,tido y habitación adecuados
' El derecho de asociación y el derecho de libre investigación debe ser en adelante asegurado por el Estado como responsabilidad
y de discusicin interesan ya a la persona humana tomada simple- propia; el tratamiento médico debe estar al alcance de todos· todo,
mente como tal, pero se manifiestan de manera especialmente im- deben tener iguales oportunidades de dedicar todo su tie:Opo a
portante en el orden de la vida política. aprender; y debe haber enseñanza religiosa universal".

110 111
ANEXO
DECLARACION INTERNACIONAL DE LOS
DERECHOS DEL HOMBRE

El Instituto de Derecho Internacional, en su se-


sión de Nueva York, el I 2 de octubre de 1929,
adoptó una Declaración Internacional de los Dere-
chos del Hombre, cu)'o texto es particulamente
i11ter€sante releer hoy. Reproducimos aquí dicho
texto.

115
El Instituto de Derecho Internacional, conside-
rando que la conciencia jurídica del mundo civili-
zado exige el reconocimiento al individuo de dere-
chos que se sustraigan a toda intromisión de parte
del Estado;
Que las Declaraciones de Derechos, inscriptas
en gran número de constituciones y especialmente
en las constituciones americana y francesa de fines
de siglo xvm, no se estatuyeron solamente para el
ciudadano, sino también para el hombre;
Que la enmienda XIV de la Constitución de los
Estados Unidos dispone que "ningún Estado pri-
vará a persona alguna de su vida, su libertad o su
propiedad sin un debido procedimiento legal, ni
denegará a persona alguna en su jurisdicción la
protección igual de las leyes";
Que la Corte Suprema de los Estados Unidos ha
decidido por unanimidad que de los términos de
dicha enmienda resulta que se aplica en la juris-
dicción <le los Estados Unidos "a toda persona sin
distinción de raza, de color o nacionalidad, y que
la protección igual de las leyes es una garantía de
la protección de las leyes iguales";
Que, por otra parte, cierto número de tratados
estipulan el reconocimiento de los derechos del
hombre;

117
Que es importante extender al mundo entero el cimientos de enseñanza pública y el ejercicio de las
reconocimiento internacional de los derechos del diferentes acti\·icladcs eco1,1ómicas, profesiones e
hombre. industrias.
Proclama: ARTICULO QUINTO

ARTICULO PRIMERO La igualdad prc\'ista no deberá ser nominal, sino


Es deber de todo Estado reconocer a todo indi- cfccti,·a. Ella excluye toda discriminación directa
viduo el derecho igual a la vida, a ]a libertad y a o indirecta.
la propiedad, y acordar a tocios, en su territorio, ,\RTICULO SEXTO
plena y entera protección de ese derecho, sin dis- Ningún Estado tendrá el derecho de retirar,
tinción de nacionalidad, de sexo, de raza, de idio- salvo por moti\·os basados en su legislación general,
ma o de religión. la nacionalidad a quienes, por razones de sexo, raza,
idioma o religión, no podría pri,·ar de las garantías
ARTICULO SEGUJ\'DO
previstas en los artículos precedentes.
Es deber de todo Estado reconocer a todo indi-
viduo el derecho al libre ejercicio, tanto público
como pri\'ado, de tocia fe. rcli.~ión o crcmcia, cuya
práctica no sea incompatible con el orden público
y las buenas costumbres .
.\RTJClJLO TERCERO
Es deber ele todo Est:-iclo reconocer a todo indi-
\·icluo el derecho al libre empico del idioma de su
clecCl5n y a la ens,ñama del mi'·m10.
ARTICCI.0 Ct:.\RTO

N"in.~ún mqti,·o basacl,,, directa o indirectamen-


te, en (ijfc,·cncias ele sexo, ra1.a, idioma o religión,
autoriza a Jo.; Estachs a rd111s;ar a n¡n_,~uno de sm
súlxliti:s lo.; derecho.~ pri,·ac!os o lo-; derechos pl!-
blicos, en csp,:cia I la aclmisibilic\ac\ en los estable-

118 119
INDICB
CAPÍTULO J>n1MERO

LA SOCIEDAD DE LAS PERSONAS HUMANAS


Pág.
La person,.1 hum,ma . . 11

1
Pt-rson,1 y sociedad . 15
El bil'n l-omlm.. . . . . . . . 17
Tntalit,uismo y pcrson.'llismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
El rnuvimi,•nto tlt• las person.1s en el seno de la vida social . . 28
Cuatro carnckristkas de una sociedad de hombres libres . 28
l'n,1 soci,·dad vitalmente cristialtl . . . . . . . . 31
El movimic·nto de l:1s sociedades en el tiempo 37

1
L,1 t·o11<¡uista de la libe1 t.1d . 41
La ohr:1 común . . . . . . . . . . . . . . 45
El pmgrt'SO iuterno de la vida h11m.'lna 49

CAPÍTULO SEGUNDO

LOS DERECHOS DE LA PERSONA


E. humanismo político . . . . 57
Anim,1H(fod y personalidad . 62
El dr·rn:ho n-1turnl . . . . . . . . . . . . 65
L,t ley n,1tnral y los derechos humanos . 70
ü,•rccho natur:.11, derechos de ~entes, derecho positivo . 74
Los 1lnel-hl1~ de la persona humana . . 78
Los d('rrdms de la person:1 cívica . • 87
Los ckrechos dt' la pc-rsona obrera . . . . 94
fü•~nml•n 1lc los d..,rechos f'llumf'rndos . 109

A'.'l'EXO

Ded.iradtln inkrn:tcional de los <ll·red10s del hombre . l 15

123
Estr libro.,. irnninó dr imprimir d
15 dr onubrrdr 1982, rn los Tallr•
rn dr lmprnionrs Gráficas Tabaré
S.A.I.C. Erézcano 31~8. Bs. Aires

También podría gustarte