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PRÓLOGO
La Filosofía se origina en el esplendor del mundo grecorromano. Aparece
formalmente en la Grecia del siglo VI a.C. y se extiende hasta la decadencia del
Imperio Romano en el siglo IV de nuestra era. Es una filosofía que abarca una
gran variedad de tesis y argumentaciones, cuyo intento principal fue tratar de
encontrar el fundamento último de todas las cosas. A través de un lenguaje crítico
y reflexivo los filósofos de este periodo lograron trascender entre las
cosmovisiones y mitologías que imperaban en su época.
El paso del mito al logos se dio por un proceso de secularización y por un proceso
de abstracción del pensamiento. Rompía así el pensamiento griego las estructuras
propias del pensamiento mítico y los sustituyó por el lógico dando lugar a la
filosofía y el pensamiento histórico ya que la filosofía y la historia comparten esa
racionalidad, son discursos racionales.
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LA FILOSOFÍA
Los sofistas fueron los primeros filósofos en hacer de los problemas humanos el
objeto principal de su reflexión, aseverando con Protágoras que el hombre era el
centro de todas las cosas. Sócrates enunció que la esencia del hombre radicaba
en su alma, mostrando con ello que la racionalidad era el rasgo distintivo de lo
humano, por lo que alma y cuerpo comenzaron a diferenciarse como elementos
integrantes de toda vida humana. Siguiendo a su maestro, Platón reconoció la
primacía del alma sobre el cuerpo, entendiendo que éste no era más que un
obstáculo o cárcel para el alma que preexiste y lo sobrevive. Para el filósofo
griego, el hombre era esencialmente su alma –o un alma que se puede hacer
servir de un cuerpo-, por ello encaminó su filosofía a enseñar cómo liberar al alma
de la prisión del cuerpo mediante la acción purificadora del conocimiento.
Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del
hombre, es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad. En ellos,
interviene primero el entendimiento o sea la inteligencia, porque no se puede
querer o desear lo que no se conoce: con el entendimiento el hombre advierte el
objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no. Una vez conocido el objeto, la
voluntad se inclina hacia él porque lo desea, o se aparta de él, rechazándolo. Sólo
en este caso cuando intervienen inteligencia y voluntad el hombre es dueño de
sus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo en los actos
humanos puede darse valoración moral. No todos los actos que realiza el hombre
son propiamente humanos, ya que como hemos señalado antes, pueden ser
también:
• Actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia
(niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por coacción física, por
ejemplo), ya ambas (por ejemplo, en el que duerme).
Los actos humanos son actos morales, porque expresan y deciden la bondad o
malicia del hombre mismo que realiza esos actos. Éstos no producen sólo un
cambio en el estado de cosas externas al hombre, sino que, encuanto decisiones
deliberadas, califican moralmente a la persona misma que los realiza y determinan
su profunda fisonomía espiritual.
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Las emociones no sólo son el estado desde y según el cual percibimos al mundo.
Nos emocionamos con algo y eso luego se nos pasa esa emoción, pero las
consecuencias de lo que hacemos durante nuestra emoción las enfrentamos aún
después de que éstas han terminado y nos vemos en situaciones en las que ya no
vale decir cosas como “no sabía lo que hacía”, “no fui yo, fue mi enojo el que dijo
eso” o “es que lo hice porque estaba deprimido”; y no cabe decir cosas como esas
ya que efectivamente aunque la emoción es pasajera, nuestros actos tienen
consecuencias que llegan después.
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RELACIÓN HOMBRE-SOCIEDAD
Dice Aristóteles: "El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por
naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano. La sociedad es por
naturaleza anterior al individuo el que no puede vivir en sociedad, o no necesita
nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o
un dios".
Aristóteles explicó que nosotros los humanos nacemos con esa característica
social y la vamos desarrollando a lo largo de la vida. El hombre necesita vivir en
sociedad ya que él es racional e individual, no es autosuficiente, requiere de la
ayuda y protección de los demás de su especie; formando lo que llamamos
comunidades. El hombre está dotado por naturaleza de facultades y tendencias
que lo llevan a vivir en sociedad y lo hacen apto para ello. Ejemplos son el
lenguaje, como medio de intercambiar sentimientos y pensamientos;
la diversidad de sexos y su atracción mutua, etc. Un hombre aislado no puede
desarrollarse como persona y de ahí nuestra tendencia a agruparnos en vez de
aislarnos. La teoría del pacto o contrato social afirma que la sociedad humana
tiene su origen y fundamento en un pacto o libre acuerdo entre los individuos. Esta
teoría, que está en la base del liberalismo clásico, ha sido defendida por autores
como Hobbes, Locke y Rousseau. Así, Hobbes considera que la naturaleza
humana es esencialmente egoísta y antisocial. En esa situación de inseguridad y
temor en la que el hombre es un lobo para el hombre, los hombres renuncian al
interés personal y a su derecho absoluto sobre los bienes materiales mediante un
pacto en el que se constituye el Leviathan: un poder fuerte, absoluto, pero más
amable que el poder del hombre, capaz de formar las voluntades, y que surge del
pacto de cada uno con todos los demás. Por su parte, Rousseau supone que el
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Tomás de Aquino apunta tres razones por las cuales se constata que el hombre
tiende naturalmente a vivir en sociedad: el hombre no se basta a sí mismo para
atender a las necesidades de la vida; precisa de la ayuda de los otros para
conocer lo que necesita para su subsistencia y procurárselo; es esencialmente
comunicativo, como lo demuestra el hecho del lenguaje.
EL SER Y LA EXISTENCIA
Ser es el más general de los términos. Con la palabra «Ser» se intenta abarcar el
ámbito de lo real en sentido ontológico general, esto es la realidad por
antonomasia, en su sentido más amplio: «realidad radical».
El Ser es, por lo tanto, un trascendental, aquello que trasciende y rebasa todos los
entes sin ser él mismo un ente, es decir, sin que ningún ente, por muy amplio que
sea y se presente, lo agote. Dicho de otro modo: el Ser desborda y
supera dialécticamente el mundo de las formas, el mundus asdpectabilis,
trasladándose en otro contexto, «más allá del horizonte de las formas», más allá
de toda la "morfología cósmica".
GLOSARIO
Escepticismo: Doctrina filosófica que considera que no hay ningún saber firme, ni
puede encontrarse ninguna opinión segura
Entelequia: Cierto estado o tipo de existencia en el que una cosa está trabajando
activamente en sí misma, en oposición al concepto de potencialidad
ANEXOS
PLATÓN ARISTÓTELES
DESCARTES
PARMÉNIDES