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PRÓLOGO
La Filosofía se origina en el esplendor del mundo grecorromano. Aparece
formalmente en la Grecia del siglo VI a.C. y se extiende hasta la decadencia del
Imperio Romano en el siglo IV de nuestra era. Es una filosofía que abarca una
gran variedad de tesis y argumentaciones, cuyo intento principal fue tratar de
encontrar el fundamento último de todas las cosas. A través de un lenguaje crítico
y reflexivo los filósofos de este periodo lograron trascender entre las
cosmovisiones y mitologías que imperaban en su época.

La filosofía es aquella ciencia que tiene como fin responder a grandes


interrogantes que cautivan al hombre (como por ejemplo el origen del universo; el
origen del hombre) para alcanzar la sabiduría. Es por esto, que se debe poner en
marcha un análisis coherente, así como racional para alcanzar un planteo y una
respuesta (sobre cualquier cuestión).

La filosofía nace en Grecia en las colonias griegas de Asia Menor (Jonia)


como Éfeso, Mileto, etc. Estas ciudades gozaban de un nivel económico y social
superior al de la Hélade. El comercio de estas ciudades, más cercanas a oriente,
hacían que estuvieran en contacto con distintas civilizaciones, ya que las distintas
versiones explicatorias de las cuestiones clave chocaban entre sí. Cuestiones
como la creación del universo o la aparición del ser humano eran explicadas de
forma mitológica. Ante este hecho se buscó otra vía para dar contestación a estos
problemas. Esta vía no podía ser otra que la razón, ya que la vía mitológica había
quedado obsoleta y los jónicos entendieron que ese no era el camino. De este
modo empezaron a buscar explicaciones razonables para contestar a las distintas
cuestiones, dándose así el paso del mito al logos y dando origen a la filosofía.

El paso del mito al logos se dio por un proceso de secularización y por un proceso
de abstracción del pensamiento. Rompía así el pensamiento griego las estructuras
propias del pensamiento mítico y los sustituyó por el lógico dando lugar a la
filosofía y el pensamiento histórico ya que la filosofía y la historia comparten esa
racionalidad, son discursos racionales.
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La lógica mítica era ambigua porque se movía en dos planos: el natural y el


sobrenatural de manera que el mito explicaba los fenómenos naturales con
argumentos donde intervenían elementos sobrenaturales. Como los rayos
(elemento natural) argumentado como que era la cólera de Zeus.

Los estudios de Mircea Eliade han puesto de manifiesto que el pensamiento mítico


arcaico hacía imposible que el hombre pudiera asumir la historicidad y, por ende,
impedía el nacimiento de la historia. Una de las razones es porque el pensamiento
mítico solo daba importancia a los dioses y no a los hombres y era imposible
desarrollar la historia sin tener en cuenta los aspectos mundanos.

Si hubiera que buscar un rasgo distintivo de la filosofía tendríamos que señalar,


probablemente, la preeminencia del objeto. En el punto de partida de la reflexión
filosófica se encuentra, desde Tales de Mileto, la aceptación de que existe algún
tipo de realidad "objetiva" a la cual ha de ceñirse el conocimiento. Dicha realidad
puede consistir en un elemento físico, material, como ocurre en la Escuela de
Mileto y, en general, entre todos los filósofos presocráticos, (incluyendo el
"número" de los pitagóricos, quienes al parecer lo concebían como una entidad
material); o puede consistir en un elemento inmaterial, como las Ideas de Platón.
Pero sea como fuere, la búsqueda del "arjé", de la primera causa objetiva de la
realidad, determinará las subsiguientes interpretaciones de lo real. Todos los
demás problemas filosóficos estarán, de alguna manera, subordinados a este.
El cambio de orientación en la investigación filosófica que impondrán los sofistas,
dirigiendo sus investigaciones hacia al lenguaje, el ser humano y la sociedad, no
altera la predisposición a aceptar "ingenuamente", como se ha señalado en
numerosas ocasiones, la existencia de una realidad objetiva, independiente del ser
humano que la piensa, y a la que ha de ceñirse todo lo existente, incluido
el pensamiento mismo.
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LA FILOSOFÍA

La admiración o asombro comienza como una sensación que posibilita la reflexión


filosófica. Sin este asombro ¿Cómo sería posible que nos cuestionáramos sobre
las cosas del mundo y del hombre? Al respecto Descartes dice que la admiración
es: “una súbita sorpresa del alma, que hace que sea llevada a considerar con
atención los objetos que le parecen más raros y extraordinarios”.

Se denomina cuestionamiento a los procedimientos que tienen como finalidad


poner en duda saberes, tradiciones o creencias.

La argumentación es una actividad a través de la cual se expresan nuestros


razonamientos, es decir, en una acción por medio de la cual se exponen las
razones adecuadas o suficientes para justificar una postura, una posición frente a
alguna problemática en específico.

La racionalidad en términos generales se entiende como el ejercicio u aplicación


de la razón,  la cual, a su vez suele entenderse como una facultad humana cuyo
funcionamiento ha permitido establecer pautas generales para indagar, investigar,
o generar conocimiento.

La razonabilidad es una propiedad que se atribuye a muchas cosas diferentes: se


puede hablar de personas razonables, de actos razonables, creencias, juicios,
hipótesis, etc.

La reflexión como autopresencia activa de un ser a sí mismo (aspecto metafísico),


está íntimamente ligada a la conciencia. La conciencia, como hecho psicológico
que produce conocimiento de sí mismo, es propia de los seres dotados de la
facultad espiritual denominada entendimiento.

Se entiende por Filosofía Práctica un reciente movimiento internacional que


pretende aplicar la filosofía a distintos ámbitos de la sociedad contemporánea,
retornando a los orígenes socráticos de la disciplina, creando espacios -con
diversas metodologías y enfoques- para que el ciudadano de a pie filosofe, y sobre
todo filosofe mejor.
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VIDA HUMANA Y ACTOS HUMANOS


La vida humana es la existencia del ser humano. Si nos centramos en un único
individuo, dicha vida humana comenzaría con su nacimiento y se extendería hasta
el momento de su deceso.

La vida humana es parte de la vida en general, es una forma de su manifestación,


la más desarrollada de las conocidas. Desde los albores mismos de la civilización
el hombre inicia el interminable camino hacia el descubrimiento y explicación de la
verdad sobre la razón de ser de su existencia, pues cada individuo humano a lo
largo de su vida va adquiriendo una visión muy particular y específica sobre este
fenómeno de acuerdo a lo vivido. 

El conocimiento sobre el hombre y su vida son aspectos que tienden a fundirse, de


ahí la enorme importancia de revelar la esencia de éste como ser genérico para
poder desentrañar su singular modalidad de existencia: la existencia humana.

Los sofistas fueron los primeros filósofos en hacer de los problemas humanos el
objeto principal de su reflexión, aseverando con Protágoras que el hombre era el
centro de todas las cosas. Sócrates enunció que la esencia del hombre radicaba
en su alma, mostrando con ello que la racionalidad era el rasgo distintivo de lo
humano, por lo que alma y cuerpo comenzaron a diferenciarse como elementos
integrantes de toda vida humana. Siguiendo a su maestro, Platón reconoció la
primacía del alma sobre el cuerpo, entendiendo que éste no era más que un
obstáculo o cárcel para el alma que preexiste y lo sobrevive. Para el filósofo
griego, el hombre era esencialmente su alma –o un alma que se puede hacer
servir de un cuerpo-, por ello encaminó su filosofía a enseñar cómo liberar al alma
de la prisión del cuerpo mediante la acción purificadora del conocimiento.

A diferencia de Platón, que veía la relación entre el alma y el cuerpo como


accidental en la vida humana, Aristóteles consideraba al hombre como una
sustancia compuesta de cuerpo y alma, en la que el alma era la sustancia formal o
“la entelequia primera de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia”.
Reconocía que ambos elementos eran inseparables, pero estimaba que lo que
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realmente distinguía a la vida humana era la presencia en ella de la razón o alma


racional. Por ello planteaba en la Política que “los hombres llegan a ser buenos y
virtuosos por tres cosas, que son la naturaleza, el hábito y la razón”, pero que
encontrándose las dos primeras también en los demás animales, “el hombre vive
por la razón que sólo él posee, por lo que es preciso que en él guarden aquellas
tres cosas una armonía recíproca” 

Los actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del
hombre, es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad. En ellos,
interviene primero el entendimiento o sea la inteligencia, porque no se puede
querer o desear lo que no se conoce: con el entendimiento el hombre advierte el
objeto y delibera si puede y debe tender a él, o no. Una vez conocido el objeto, la
voluntad se inclina hacia él porque lo desea, o se aparta de él, rechazándolo. Sólo
en este caso cuando intervienen inteligencia y voluntad el hombre es dueño de
sus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo en los actos
humanos puede darse valoración moral. No todos los actos que realiza el hombre
son propiamente humanos, ya que como hemos señalado antes, pueden ser
también:

• Meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y


sensitivas, sobre las que el hombre no tiene control voluntario alguno, y son
comunes con los animales: por ejemplo, la nutrición, circulación de la sangre,
respiración, la percepción visual o auditiva, el sentir dolor o placer, etc.

• Actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia
(niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por coacción física, por
ejemplo), ya ambas (por ejemplo, en el que duerme).

Los actos humanos son actos morales, porque expresan y deciden la bondad o
malicia del hombre mismo que realiza esos actos. Éstos no producen sólo un
cambio en el estado de cosas externas al hombre, sino que, encuanto decisiones
deliberadas, califican moralmente a la persona misma que los realiza y determinan
su profunda fisonomía espiritual.
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NATURALEZ HUMANA, AMOR Y EMOCION

La naturaleza humana es el concepto filosófico, según el cual los seres


humanos tienden a compartir una serie de características distintivas inherentes,
que incluyen formas de pensar, sentir y actuar en el medio en el cual se
desenvuelven.

La naturaleza humana es la parte de la mente y comportamiento humanos que


viene dada por la genética, es decir, que es consecuencia biológica de la
evolución por selección natural. 

La cuestión de qué origina estas características distintivas de humanidad y cuán


fija es la naturaleza humana tiene importantes implicaciones en la ética,
la política y la teleología debido a que pueden proveer normas o estándares para
que los humanos juzguen cuál es la mejor forma de vivir. Las ramas de la ciencia
asociadas con el estudio de la naturaleza humana incluyen a
la sociología, sociobiología y psicología, en particular, la psicología evolucionista,
que estudia la selección sexual en la evolución del ser humano, y la psicología del
desarrollo.

Cada filósofo, a lo largo de la historia, ha desarrollado una definición de amor que


se ajusta a su pensamiento. Hay quienes han pensado que amamos porque eso
nos produce una enorme alegría, con la salvedad de que amamos sólo en la
medida en que buscamos ser reconocidos por el otro —caso de Spinoza—;
algunos más pensarán que el amor es algo que debemos evitar, pues nos distrae
de las cosas que son importantes para la vida, los estoicos y el caso radical de
los cínicos son claros ejemplos; otros que el amor es algo que nos hace siervos.

Para Platón, por ejemplo, el amor, o el Eros, es un daimon, un hibrido que se


encuentra entre dioses y hombres, cuya función es la de guiar —como una
especie de conciencia— a los hombres para que estos se acercaran, lo más
posible, a la contemplación de la divinidad. Para Platón el amor forma parte
fundamental de un todo y, como parte de un todo, está relacionado,
estrechamente, con otros conceptos, como el de la Belleza y el Bien, pues es el
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amor lo que nos impulsa al conocimiento de las Ideas. En el diálogo platónico El


banquete, se expone la visión platónica del amor (el amor platónico), visión que se
confunde, comúnmente, con un amor imposible. Sin embargo, el amor no se
encuentra sólo en las relaciones de pareja; tampoco es necesario que forme parte
de un sistema tan complejo como el de Platón.

Una emoción es un modo en el que percibo las cosas y en que me ubico durante


un lapso de tiempo determinado. Se distingue del sentimiento en el siguiente
sentido: el sentimiento llamado amor puede producir varias emociones, como
alegría, temor, ansiedad, euforia, enojo; al amar uno se pone alegre, teme la
pérdida, ansía la reunión, se entusiasma eufóricamente con la sorpresa y se enoja
con la frustración o los celos. René Descartes tiene un estudio sobre las
emociones en Las pasiones del alma, donde nos describe cómo funcionan y qué
producen en los seres humanos.

Las emociones nos hacen percibir  las cosas de un modo específico, si estamos


enojados nos parecen irritantes cosas que podrían parecer chuscas estando
alegres. El estado de ánimo es el modo según el cual percibimos lo que nos
rodea, una persona ecuánime podrá percibir las cosas de un modo más calmo que
alguien irascible, aunque el mundo que estén percibiendo sea el mismo, será
distinto para quien lo perciba desde una emoción diferente.

Las emociones no sólo son el estado desde y según el cual percibimos al mundo.
Nos emocionamos con algo y eso luego se nos pasa esa emoción, pero las
consecuencias de lo que hacemos durante nuestra emoción las enfrentamos aún
después de que éstas han terminado y nos vemos en situaciones en las que ya no
vale decir cosas como “no sabía lo que hacía”, “no fui yo, fue mi enojo el que dijo
eso” o “es que lo hice porque estaba deprimido”; y no cabe decir cosas como esas
ya que efectivamente aunque la emoción es pasajera, nuestros actos tienen
consecuencias que llegan después. 
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RELACIÓN HOMBRE-SOCIEDAD

El hombre es un ser social y biológicamente es imposible un ser humano fuera de


la sociedad. Desde que nacemos entramos a un mundo peculiar, a un ámbito
humano. Significa que vivimos compartiendo hábitos, costumbres, tradiciones,
lenguas y sobre todo normas, valores y leyes con otros seres humanos,
llamándolo sociedad. El ser humano tiene la necesidad de coexistir con los demás.

Dice Aristóteles: "El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por
naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano. La sociedad es por
naturaleza anterior al individuo el que no puede vivir en sociedad, o no necesita
nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o
un dios".

Aristóteles explicó que nosotros los humanos nacemos con esa característica
social y la vamos desarrollando a lo largo de la vida. El hombre necesita vivir en
sociedad ya que él es racional e individual, no es autosuficiente, requiere de la
ayuda y protección de los demás de su especie; formando lo que llamamos
comunidades. El hombre está dotado por naturaleza de facultades y tendencias
que lo llevan a vivir en sociedad y lo hacen apto para ello. Ejemplos son el
lenguaje, como medio de intercambiar sentimientos y pensamientos;
la diversidad de sexos y su atracción mutua, etc. Un hombre aislado no puede
desarrollarse como persona y de ahí nuestra tendencia a agruparnos en vez de
aislarnos. La teoría del pacto o contrato social afirma que la sociedad humana
tiene su origen y fundamento en un pacto o libre acuerdo entre los individuos. Esta
teoría, que está en la base del liberalismo clásico, ha sido defendida por autores
como Hobbes, Locke y Rousseau. Así, Hobbes considera que la naturaleza
humana es esencialmente egoísta y antisocial. En esa situación de inseguridad y
temor en la que el hombre es un lobo para el hombre, los hombres renuncian al
interés personal y a su derecho absoluto sobre los bienes materiales mediante un
pacto en el que se constituye el Leviathan: un poder fuerte, absoluto, pero más
amable que el poder del hombre, capaz de formar las voluntades, y que surge del
pacto de cada uno con todos los demás. Por su parte, Rousseau supone que el
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estado primitivo del hombre era asocial y que, en aras de un mayor


perfeccionamiento, la sociedad se constituye gracias a un contrato social por el
que los individuos ceden sus derechos en favor de la comunidad y del poder civil
que representará la voluntad general.

En lo que se refiere a la teoría naturalista, que tiene en Hegel a uno de sus


máximos exponentes, considera la sociedad como un todo orgánico que se
constituye como la última fase conocida de un proceso evolutivo de la realidad
(materia o espíritu), que se rige por las rígidas e inflexibles leyes del
determinismo universal. Esta tesis está en el substrato de los planteamientos
políticos totalitarios.

Por último, la tercera respuesta -sostenida por Aristóteles y Tomás de Aquino,


entre otros- afirma que el hombre es social por naturaleza; es decir, que el
origen, causa eficiente o fundamento de la sociedad radica en la propia
naturaleza humana que tiene en la sociabilidad una de sus características
esenciales. Existe, pues, una inclinación natural del hombre a vivir en sociedad.

Tomás de Aquino apunta tres razones por las cuales se constata que el hombre
tiende naturalmente a vivir en sociedad: el hombre no se basta a sí mismo para
atender a las necesidades de la vida; precisa de la ayuda de los otros para
conocer lo que necesita para su subsistencia y procurárselo; es esencialmente
comunicativo, como lo demuestra el hecho del lenguaje.

El origen de la sociedad es, pues, natural. Además, el hombre no sólo necesita


recibir de los demás, sino también dar, comunicar, compartir. La propia condición
del ser humano hace de él un ser naturalmente social y nacido para la
convivencia. La persona es un ser que siente la necesidad de relacionarse con
los otros hombres, de mantener con ellos relaciones interpersonales. De este
modo, la sociedad es una exigencia de la persona no sólo en razón de sus
necesidades materiales y espirituales, que no podría satisfacer en soledad, sino,
más profundamente, en razón de su propia perfección y plenitud, que se
comunica y expande en la mutua comprensión y amistad.
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EL SER Y LA EXISTENCIA

Ser es el más general de los términos. Con la palabra «Ser» se intenta abarcar el
ámbito de lo real en sentido ontológico general, esto es la realidad por
antonomasia, en su sentido más amplio: «realidad radical».

El Ser es, por lo tanto, un trascendental, aquello que trasciende y rebasa todos los
entes sin ser él mismo un ente, es decir, sin que ningún ente, por muy amplio que
sea y se presente, lo agote. Dicho de otro modo: el Ser desborda y
supera dialécticamente el mundo de las formas, el mundus asdpectabilis,
trasladándose en otro contexto, «más allá del horizonte de las formas», más allá
de toda la "morfología cósmica".

En filosofía es aún común llamar ser a un sujeto que, en realidad, es un ente.

 Parménides lo describe como lo que hay o existe, en general. Todo lo opuesto


a la nada
 Según Platón es propiamente la idea, siendo ésta: inmaterial, absoluta,
perfecta, eterna e inmutable.
 Según Aristóteles el ser como sustancia, compuesta de materia y forma; las
cuales están unidas inseparablemente.
 Según Martin Heidegger, esto es uno de los mayores errores en la historia de
la Filosofía. En efecto, este filósofo define a la Metafísica como el olvido del
ser.

Considerando los distintos puntos filosóficos, se puede observar cómo Aristóteles


establece la base en el propio conocimiento, que al ser expresado, se organizan
por predicados que se divulgan desde un sujeto con su significado propio
como concepto por intuición de lo real, como un atributo del sujeto de la oración.
Otras ideas entienden esto como que el ser se predica por analogía, siendo su
predicación propia lo que le corresponde a la sustancia primera que únicamente
puede realizar la función de sujeto de la oración y, secundariamente
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por analogía puede predicarse a los accidentes. Sustancia y accidentes


constituyen los contenidos que se pueden predicar del ser, según las categorías.

Desde los comienzos los griegos distinguieron la existencia verdadera de la


apariencia sensible, cambiante, lo fenoménico. Consideraron y estudiaron la
existencia real o esencia de todas las cosas como αρχη, principio, origen y causa
de todas las cosas.

A los presocráticos les preocupó más qué era lo existente que la existencia


concreta de cada cosa. Pero considerar que “lo que hay”, lo que realmente existe
es el agua, o el aire, apeiron o los números, como creyeron los pitagóricos, no es
todavía explicar el “qué es el haber algo” frente a la nada, es decir la existencia
como tal, el ser. Así lo plantearon Heráclito y Parménides.

Heráclito plantea no haber esencias, no existir las cosas, lo que verdaderamente


existe es el movimiento, el cambio o devenir.

Con Parménides el problema adquiere un nuevo sentido en cuanto a la


inteligibilidad como Idea del ser.

Platón, Aristóteles, y los filósofos cristianos trataron el tema con referencia a


la realidad de las ideas, entendidas como formas de la materia en su relación con
el mundo. Consideraron, pues dos modos fundamentales de existencia: la materia
y la forma.

Platón supone que la realidad, propiamente dicha, son las ideas que,


como géneros lógicos universales, existen en un mundo ordenado y jerarquizado
más allá del mundo material, presidida por la Idea de las Ideas.

Aristóteles es verdaderamente el primero que desarrolló una teoría elaborada de


la existencia mundana; sólo existen las cosas individuales como "sustancias
primeras", que únicamente pueden realizar la función de sujeto y nunca
de predicado; es la única realidad que tiene existencia propiamente dicha y por sí
misma. El único término lingüístico que puede aplicarse a ella es el nombre propio.
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GLOSARIO

Arjé: Es un concepto fundamental en la filosofía de la Antigua Grecia que


significaba el comienzo del universo o el primer elemento de todas las cosas

Mayéutica: En la filosofía socrática, diálogo metódico por el que el interlocutor


interpelado descubre las verdades por sí mismo.

Escepticismo: Doctrina filosófica que considera que no hay ningún saber firme, ni
puede encontrarse ninguna opinión segura

Gnoseológico: Rama de la filosofía que estudia la naturaleza, el origen y los


límites del conocimiento.

Lúdico: Actividades muy profundas dignas de su aprehensión por parte


del alumno, pero disfrazadas a través del juego.

Entelequia: Cierto estado o tipo de existencia en el que una cosa está trabajando
activamente en sí misma, en oposición al concepto de potencialidad

Sociobiología: Parte de la sociología que estudia los aspectos biológicos del


comportamiento social.

Estoicismo: Doctrina filosófica que practicaba el dominio de las pasiones que


perturban la vida valiéndose de la virtud y la razón.

Inmutable: Que no puede ser cambiado o alterado.

Apeiron: Es un término usado en filosofía, por Anaximandro de Mileto, para


referirse al principio u origen (arché) de todas las cosas, identificando este primer
principio con lo «indefinido» o «ilimitado».
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ANEXOS

PLATÓN ARISTÓTELES

HEIDEGGER TOMÁS DE AQUINO

DESCARTES
PARMÉNIDES

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