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Protocolo de

Intervención en
Duelo

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UNIVERSIDAD ANTONIO NARIÑO
FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN EN DUELO

ELABORADO POR:
ALEJANDRA VILLALBA
PRACTICANTE CAP – X SEMESTRE

SEMESTRE B 2016

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Contenido

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4

JUSTIFICACIÓN ................................................................................................................... 5

OBJETIVOS ........................................................................................................................... 6

Objetivo general .................................................................................................................. 6

Objetivos específicos .......................................................................................................... 6

MARCO TEÓRICO ............................................................................................................... 6

Definición de duelo ............................................................................................................. 6

Factores que facilitan u obstruyen un proceso de duelo ..................................................... 7

Etapas del duelo .................................................................................................................. 8

El duelo en los niños ......................................................................................................... 10

El duelo patológico ........................................................................................................... 13

PROPUESTA INTERVENTIVA ......................................................................................... 15

Objetivos del tratamiento .................................................................................................. 15

Estrategias de intervención ............................................................................................... 15

TECNICAS ........................................................................................................................... 16

PRUEBAS O TEST RECOMENDADOS............................................................................ 19

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 20

ANEXOS .............................................................................................................................. 21

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INTRODUCCIÓN

El duelo es una reacción normal y necesaria ante la pérdida, que cumple una función
adaptativa. La pérdida puede ser vivida como un acontecimiento que pone a prueba, a veces
de manera traumática, las concepciones que el individuo tiene de la vida y del mundo, este
proceso es a la vez personal, familiar, social y cultural.

El duelo, es decir, el proceso psicológico que se pone en marcha a causa de la pérdida


de una persona amada, es un proceso que afecta de manera fundamental a la red de relaciones
de la persona que muere y a cada individuo que forma parte de ella. El proceso de duelo
depende básicamente de factores culturales, de pertenencia social, de género y del grado de
espiritualidad del sujeto.

Estudios recientes han hallado que una cuarta parte de las consultas psicológicas
tienen su base en algún tipo de pérdida, y si adicional a ello consideramos que Colombia es
un país con altos índices de mortalidad, que se enfrenta día a día con la muerte, se hace
necesario crear un protocolo de intervención que contenga los lineamientos bases para su
abordaje clínico desde el Centro de Atención Psicológico CAP de la Universidad Antonio
Nariño, un centro que demanda idoneidad y compromiso en el servicio ofrecido a la
comunidad Tolimense.

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JUSTIFICACIÓN

Como un niño que cuando aparecen en el cine las escenas de terror cierra fuertemente
los ojos para no ver esa realidad que lo incomoda, una gran mayoría de las personas aún
cierran los ojos ante la realidad de morir o sufrir la perdida de algún ser querido, normalmente
optamos por jugar a un mundo de inmortalidad.

Así se vive y con frecuencia así se muere, con los ojos cerrados, inconscientes ante la
realidad de la muerte. Por esta razón acercarse a este tema suele ser un desafío que incomoda,
que perturba y sobre todo que da miedo.

Sumado a esto, la nuestra es una cultura negadora de la muerte, que la trivializa. El


luto tiende a desaparecer y aquel recogimiento familiar que expresaba socialmente el duelo
ha sido reemplazado por una actitud “natural”. El doliente pronto debe reanudar sus
actividades normales y mientras menos señales de dolor manifieste, mas admiración
despierta. Nuestra sociedad enaltece la valentía y entereza así no sea real.

La muerte mejor ni nombrarla, se prefieren los eufemismos para hablar de ella: “se
fue”, “perdimos a…”, “ya descanso”, “se fue al cielo”, “Dios l@ quiere a su lado”, entre
muchos otros. Sin contar que a los niños se les margina de las experiencias familiares de
muerte y tristeza, desde muy pequeños tratamos de ocultarles el dolor, la enfermedad, la
soledad y la muerte. Subestimamos no solo su capacidad para enfrentar el dolor, sino también
el valioso valor que la tristeza y las pérdidas tienen en la vida emocional.

Es por esto, que se crea este protocolo de intervención como una base para el abordaje
clínico en adultos y niños, entendiendo que el manejo adecuado del duelo abre la puerta a la
aceptación de la perdida, a salir de la sensación de dolor retomando nuevos objetivos y
dándole al doliente la llave de la esperanza y de la reparación.

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OBJETIVOS

Objetivo general
Diseñar un protocolo de intervención clínica que brinde las herramientas básicas y
necesarias a los terapeutas del Centro de Atención Psicológico CAP, para el abordaje de
duelo en adultos y niños, que se pueda adaptar a cada caso específico, marcando pautas de
actuación que contribuyan a la eficacia del proceso.

Objetivos específicos
 Describir el concepto de duelo, sus fases, factores que facilitan o dificultan su
elaboración, entre otros aspectos importantes para lograr un eficaz abordaje terapéutico.

 Establecer un plan psicoterapéutico para la intervención de casos de duelo.

MARCO TEÓRICO

Definición de duelo
El duelo, del latín dolus: dolor, puede ser definido como: el proceso por el que
atraviesa una persona ante la muerte de un ser querido. Existen otras muchas definiciones
(Freud, 1917; Bowlby, 1980; Carpenito, 1987; Calvet, 1996; Lafuente, 1996; Valdés y
Blanco, 1997) y para algunos autores el duelo puede ser experimentado ante cualquier
pérdida y no necesariamente implica la muerte de un ser querido.

El duelo es un proceso, y no un estado, natural en el que el doliente atraviesa una serie


de fases o tareas que conducen a la superación de dicho proceso. Como señalan Pérez et al.
(2000), gráficamente se podría representar por el paso de un huracán o las olas de una gran
marea que alternan embates violentos, con periodos de descanso aparente y nuevas
embestidas, cada vez, generalmente, de menor intensidad.

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Indicadores de duelo (Worden, 1997)

Sentimientos Sensaciones Cogniciones Conductas


físicas
Tristeza Vacío de estómago Incredulidad Trastornos del sueño
Enfado Opresión de pecho Confusión Trastorno de alimentación
Culpa y Opresión de Preocupación Conducta distraída
autorreproche garganta Sentimiento Aislamiento social
Ansiedad Hipersensibilidad de presencia Soñar con el fallecido
Soledad al ruido Alucinaciones Evitar recordatorios del fallecido
Fatiga Sensación de Buscar y llamar en voz alta
Impotencia despersonalización Suspirar
Shock Falta de aire Hiperactividad desasosegada
Anhelo Debilidad Llorar
Emancipación muscular Visitar lugares o llevar consigo
Alivio Falta de energía objetos que recuerdan al fallecido
Insensibilidad Sequedad de boca Atesorar objetos del fallecido.

Factores que facilitan u obstruyen un proceso de duelo

Superar un duelo requiere tiempo y un gran esfuerzo personal. El esfuerzo que debe
hacer el doliente para superar la pérdida de forma “normal” es lo que varios autores han
denominado “trabajo de duelo” (Freud, 1917; Lindeman, 1944; Kübler Ross, 1974; Wordon,
1983; Osterweis et al. 1984; Rando, 1988; Wright, 1991; Ripoll, 1997). El trabajo de duelo
incluye: estar activo, expresar los sentimientos, construirse una nueva identidad y rehacer la
vida.

La duración del duelo es siempre variable y depende de distintos factores, que


posteriormente expondré, pero, en general, los sentimientos más intensos y agudos empiezan
a remitir entre los seis meses (Casanueva y Rallo 1985) y uno (Bowlby, 1983a; Filgueira,
1995) o dos años (Bourgeois y Verdoux 1994; Espina et al., 1993; Espina, 1995; Lafuente,
1996; Valdés y Blanco, 1997). Después de la pérdida, algunas personas, continúan
experimentando sentimientos de duelo durante un periodo aún más largo. Este largo proceso

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no se considerará anómalo, a no ser que sea de tal intensidad que le impida al superviviente
adaptarse, reorganizando su vida y reintegrándose al mundo real.

En la elaboración de duelo, es fundamental identificar en cada caso los factores que


pueden ayudar o dificultar el proceso.

Factores protectores: Son aquellos que facilitan la elaboración del duelo, algunos de ellos
son: redes de apoyo, sentido del humor, recursos de afrontamiento, creencias religiosas o
espirituales, actitud positiva de sí mismo, control emocional, estilos de vida, capacidad de
autoevaluación, satisfacción personal y/o laboral.

Factores de riesgo/perjudiciales: Son aquellos que dificultan la elaboración del duelo,


algunos de ellos son: carencias emocionales, falta de compromiso, poco control interno, falta
de introyección de normas, dificultades de adaptación, tendencia a considerar el cambio
como negativo e indeseable, rigidez.

En la resolución normal de un duelo influyen una serie de factores (Novel y Lluch, 1991;
Espina, 1995; Ripoll, 1997; Valdés y Blanco, 1997) como:
 Recursos personales de afrontamiento y adaptación a las crisis
 Circunstancias específicas de la muerte.
 Vínculos y significado de la pérdida.
 Recursos de apoyo disponibles.
 Estado físico y emocional.
 Personalidad del doliente
 Pautas culturales

Etapas del duelo

El modelo Kübler-Ross, comúnmente conocido como las cinco etapas del duelo abarca:

Negación: “Me siento bien», «esto no me puede estar pasando, no a mí».


La negación es solamente una defensa temporal para el individuo. Este sentimiento es

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generalmente reemplazado con una sensibilidad aumentada de las situaciones e individuos
que son dejados atrás después de la muerte.

Ira: «¿Por qué a mí? ¡No es justo!», «¿cómo me puede estar pasando esto a mí?».
Una vez en la segunda etapa, el individuo reconoce que la negación no puede continuar.
Debido a la ira, esta persona es difícil de ser cuidada debido a sus sentimientos de ira y
envidia. Cualquier individuo que simboliza vida o energía es sujeto a ser proyectado
resentimiento y envidia.

Negociación: «Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier
cosa por un par de años más», la tercera etapa involucra la esperanza de que el individuo
puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte. Usualmente, la negociación por una
vida extendida es realizada con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada.
Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente
pudiera tener más tiempo...».

Depresión: «Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»;
«extraño a mis seres queridos, ¿por qué seguir?», durante la cuarta etapa, la persona que está
muriendo empieza a entender la seguridad de la muerte. Debido a esto, el individuo puede
volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. Este
proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y cariño.
No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento
importante que debe ser procesado.

Aceptación: «Esto tiene que pasar, no hay solución, no puedo luchar contra la realidad,
debería prepararme para esto». La etapa final llega con la paz y la comprensión de que la
muerte está acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere ser dejada sola.
Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. Esta etapa también ha sido
descrita como el fin de la lucha contra la muerte.

Kübler-Ross originalmente aplicó estas etapas a las personas que sufren


enfermedades terminales, y luego a cualquier pérdida catastrófica (empleo, ingresos,

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libertad). Esto puede incluir eventos significativos en la vida tales como la muerte de un ser
querido, divorcio, drogodependencia, un diagnóstico de infertilidad, etc.

Kübler-Ross afirmó que estas etapas no necesariamente suceden en el orden descrito


arriba, ni todas estas son experimentadas por todos los pacientes, aunque afirmó que una
persona al menos sufrirá dos de estas etapas. A menudo, las personas atravesarán varias de
estas etapas en un efecto «montaña rusa», pasando entre dos o más etapas, y volviendo a
hacerlo una o varias veces antes de finalizar.

Las personas que estén atravesando estas etapas no deben forzar el proceso. El
proceso de duelo es altamente personal y no debe ser acelerado, ni alargado, por motivos de
opinión de un individuo. Uno debe ser meramente consciente de que las etapas van a ser
dejadas atrás y que el estado final de aceptación va a llegar. Sin embargo, hay individuos que
luchan con la muerte hasta el final. Algunos psicólogos creen que cuanto más luche una
persona ante la muerte, más tiempo permanecerá en la etapa de negación. Si este es el caso,
es posible que la persona enferma tenga más dificultades para tener una muerte digna. Otros
psicólogos afirman que no confrontar la muerte hasta el final es una adaptación para algunas
personas.1 Aquellos que experimentan problemas lidiando con las distintas etapas, deben
considerar grupos de ayuda o tratamiento profesional de duelo.

El duelo en los niños


Bastantes adultos consideran que los niños pequeños no comprenden la muerte ni se
sienten afectados por ella, pero no es así. Esta falsa idea se desprende de su forma de
comportarse muchas veces como si no hubiera pasado nada. El niño tiende a vivir más en el
presente, tiene lapsos de atención más cortos y se distrae con facilidad, por lo que son más
las ocasiones en las que puede olvidarse de su aflicción, actuando como si nada hubiera
pasado. Eso no quiere decir que haya olvidado al difunto o que no lo eche de menos
(Lafuente, 1996).

Diversas investigaciones comprueban que los niños son conscientes de la muerte y


pueden sentir una gran aflicción por la de un ser querido. Los niños alcanzan un

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entendimiento de ambos, enfermedad y muerte, en diferentes etapas, a través de un proceso
que depende de su nivel evolutivo y madurez cognitiva, más que de su edad cronológica (Die
Trill, 1996).

Generalmente a partir de los nueve años los niños poseen una noción madura de lo
que significa morir, aunque esta edad puede verse considerablemente disminuida, y así se ha
demostrado que algunos niños muestran conciencia de la universalidad de la muerte tan
pronto como a los cuatro años. Estudios realizados con niños que padecen una enfermedad
terminal han revelado por ejemplo que, como consecuencia de su experiencia directa y
cotidiana con ella, tienen de la muerte un conocimiento más exacto, completo y profundo,
que niños saludables de su misma edad (Abengózar y Zacarés, 1994; Die Trill, 1996;
Lafuente, 1996). Otras experiencias personales (muertes de parientes cercanos, de animales
domésticos, ideas transmitidas en la familia y en la escuela, etc.) también pueden favorecer
el que los niños de corta edad consideren la muerte como universal e inevitable.

En general, el desarrollo del concepto de muerte va a depender de tres factores


(Abengózar y Zacarés, 1994): su nivel de maduración, su experiencia y el conocimiento del
tema a través de la información aportada por otras personas (ej: padres, abuelos, profesores,
etc.). Nagy definió tres etapas principales en la adquisición del concepto de muerte: la muerte
como partida o sueño, la muerte como hecho negativo inevitable que es consecuencia de
malos comportamientos, y la muerte como una experiencia universal que representa el final
de la vida corpórea. Algunos autores, posteriormente, han corroborado estos hallazgos
aunque otros no.

Actualmente, más que el establecimiento de una serie de etapas, los estudiosos del
tema indican una serie de ideas asociadas a la muerte relacionadas con un rango de edad (Die
trill, 1996, Lafuente, 1996). Estas son las siguientes:

Hacia los cuatro o cinco años los niños empiezan a desarrollar algunas nociones
acerca de la muerte por ejemplo, el niño observa que la ausencia de movilidad es una

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característica de los organismos muertos. Piensa que la muerte es algo temporal causado por
una fuerza externa de la cual no es imposible el rescate, y que los muertos comen, oyen,
respiran, ven y piensan.

Durante esta etapa rige el pensamiento mágico. Es por ello que con frecuencia la
enfermedad y la muerte se perciben como un castigo por mal los pensamientos o acciones.
Se asocia la muerte a la vejez y no se relaciona con las personas próximas, ni consigo mismo.
A medida que el niño crece, su experiencia le lleva a conocer otras cosas que pueden provocar
la muerte además de la vejez: accidente, enfermedad y violencia.

Entre el quinto y el noveno año (etapa escolar) el niño comprende que los organismos
muertos no sólo permanecen inmóviles sino que también desaparecen. Fantasías y realidad
se siguen confundiendo en la mente del niño, de modo que no es sorprendente que relacione
la muerte con el sueño o con un ser sobrenatural. A partir de los nueve años, la mayor parte
de los niños, poseen un concepto maduro, abstracto de la muerte que implica: universalidad,
irreversibilidad y permanencia (Die Trill, 1996).

En cuanto al proceso de duelo, los niños suelen pasar en su duelo por etapas similares
a las descritas en los adultos (Lafuente, 1996). Los síntomas más comunes del duelo infantil
son conducta regresiva superdependiente, miedos, ansiedad de separación, trastornos del
sueño, problemas de disciplina, impaciencia y desasosiego, dificultades de aprendizaje,
trastornos de la alimentación, enuresis, conducta agresiva, conducta inhibida, aislamiento
social tristeza, depresión, fantasías de muerte, quejas somáticas, sentimientos de
culpabilidad, de desamparo y de rechazo, rabietas, y explosiones emocionales (Lafuente,
1996). Cuanto más pequeños son los niños más probable es que muestren síntomas
conductuales (Lafuente, 1996).

No existe una manera apropiada o correcta de hablar sobre la muerte con un niño. Si
existen términos que facilitan el diálogo y maneras de comunicarse que favorecerán la
aceptación de la información por parte del niño, y la expresión de sus ansiedades. El tono de

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voz y el comportamiento no verbal frecuentemente transmitirán tanta información como la
conversación misma. De ahí la importancia del contacto físico durante la discusión. Se debe
hablar con sencillez y ser consistentes en la información que se transmite. Se deben evitar,
asimismo, las explicaciones demasiado detalladas que puedan confundir al niño, y los
conceptos que se transmitan deben traducirse al lenguaje y nivel de comprensión del niño
(Die Trill, 1996).

Se debe evitar el uso de eufemismos o palabras que pueden crear confusión o tener
significados diferentes para el niño, utilizándose los términos “muerte” o “morir” cuando sea
necesario. Así, es más adecuado decir “Juan se ha muerto” que “hemos perdido a Juan” o
que “Juan está haciendo un viaje del que nunca va a regresar”. Se debe aclarar, asimismo,
que la muerte no es el resultado de malas acciones o pensamientos, así como se deben
observar las reacciones del niño y responder a sus preguntas honesta y sencillamente (Die
Trill, 1996).

El duelo patológico
El duelo no se considera como un trastorno psíquico, sino como una reacción normal
ante una situación de pérdida (Lindeman, 1944; Macías et al., 1996; Allué, 1998). En este
sentido, no sería normal la ausencia de esta respuesta. La diferencia entre un duelo normal y
uno patológico estriba en la intensidad y duración de las reacciones emocionales (Pancrazzi,
1993; Filgueira, 1995). La incidencia y prevalencia de duelo patológico oscilan según
diferentes autores entre el 5‐20% de las reacciones de duelo.

Además de la presencia intensa o duradera de este tipo de conductas, también se


consideran duelos patológicos los siguientes (Abengózar y Zacarés, 1994; Lafuente, 1996):

 Duelo reprimido. El sujeto no se aflige por la pérdida e incluso a veces se vanagloria de


su autocontrol, como si rehusara sentir dolor por el fallecimiento de un ser querido. Sin
embargo, aunque no manifiesta sus emociones, como suele ser habitual en el duelo

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normal, presenta diversos síntomas físicos, producto de su represión, como jaquecas,
trastornos gastrointestinales, etc.

 Duelo aplazado. El sujeto no exterioriza ningún tipo de sentimiento relativo a su pérdida,


pero al cabo de cierto tiempo, con motivo de una pérdida diferente e incluso menos
importante, la muerte de un animal de compañía, por ejemplo, reacciona con
manifestaciones de aflicción bastante exageradas, que están motivadas realmente por la
primera pérdida.

 Duelo crónico. El sujeto manifiesta un duelo intenso, durante un tiempo más prolongado
de lo que se considera normal. La aflicción es tal, que no le permite reorganizar su vida.
Es posible que se combine con la “momificación” (Gorer, 1965), que consiste en dejar
las cosas del difunto tal y como estaban cuando vivía. También puede aparecer la
“conmemoración”, hacer algún tipo de homenaje o ritual diario en relación con el difunto.

 Idealización. El sujeto recuerda únicamente las características positivas del difunto y, a


veces, establece comparaciones continuas entre aquél y otras personas, saliendo éstas
siempre en desventaja de esta confrontación. Esta desvalorización de toda persona,
distinta del fallecido puede acarrear serios problemas en las relaciones con ellas, e
impedir que el superviviente entable otras relaciones, porque piensa que la “perfección”
sólo se alcanza una vez.

 Identificación. El sujeto manifiesta comportamientos, síntomas, actitudes, calcadas a las


del difunto, como si así pretendiera mantenerlo “vivo”.

 Euforia. Este es el menos frecuente. Se pueden presentar en dos maneras diferentes: en


la primera de ellas, la euforia va acompañada de un no reconocimiento de que la pérdida
ha ocurrido de hecho, así como de sentimientos persistentes de que el difunto se halla
presente. En la segunda modalidad, se acepta la muerte como gratificante para el que ha
vivido la pérdida.

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PROPUESTA INTERVENTIVA

Objetivos del tratamiento


 Diseñar un plan de tratamiento de forma jerarquizada que se adapte a las necesidades
específicas del paciente (riesgo de suicidio, problemas de sueño, ansiedad, depresión,
re experimentación del acontecimiento traumático, evitación, perdida de la capacidad
funcional).
 Abordar primero la situación actual, evaluar las condiciones adversas, evitando la
reactivación de la experiencia.
 Facilitar al paciente la expresión de sentimientos para ayudar a vencer los obstáculos
que evitan el reajuste después de la pérdida.
 Identificar su hay patologías relacionadas que intervengan en la elaboración del
duelo.

Estrategias de intervención
 Desarrollar la capacidad de escucha empática, la cual va a consistir en una actitud de
escucha activa centrada en lo que dice el doliente y en identificar correctamente la
emoción que está expresando, así como dar a entender al mismo que no es criticado ni
juzgado.

 Estar atento a las señales verbales y no verbales que acompañan la expresión del duelo.

 Facilitar la manifestación del duelo a todos los niveles (cognitivo, emocional y


comportamental).

 Prestar máxima atención a los pensamientos expuestos y las conductas que se manifiesten
en torno a la vivencia del duelo con el fin de ofrecer un feedback para que el superviviente
reflexione sobre ellos y saque conclusiones acerca de cómo participa estos aspectos en el
desarrollo o mantenimiento de un estado emocional.

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 Facilitar la modificación de los pensamientos, conductas y emociones inadecuadas.

 Reforzar los aspectos sanos y positivos del doliente que puedan ayudarle en la situación
de duelo.

 Explicar al superviviente cómo es el proceso de duelo, destacando que se caracteriza por


ser un proceso individual, es decir, cada persona va a necesitar un tiempo y un ritmo
diferente para elaborar la pérdida de la persona querida. Dejando claro que los dos
primeros años suelen ser los más duros, para posteriormente pasar del dolor intenso a los
recuerdos más preciados y a una pena más calmada.

 Explorar la historia de duelos anteriores con el fin de orientarnos sobre las estrategias de
afrontamiento que utilizó el doliente en otras ocasiones y/o duelos no resueltos que nos
pongan en alerta sobre un factor de riesgo de volver a desarrollar un nuevo duelo
complicado.

 Identificar la fase de duelo en que se encuentra el doliente, la normalidad de sus


reacciones y la evolución de las mismas.

TECNICAS

 Técnicas exploratorias:
Para la evaluación de la persona en duelo se pueden emplear técnicas exploratorias
(recogida de datos básicos para la intervención). Con esto se pretende conocer todos los
datos que pueden ser determinantes en la evolución del duelo. Proporcionan un perfil del
duelo, que servirá para orientar la intervención priorizando en los problemas detectados.

 Psicoeducación:
Explicarle lo que hoy se define como duelo, siempre enfatizando en que el suyo es único
y que tiene total libertad para sentir lo que quiera, cuando lo quiera. Aclararle que la

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evolución teórica del proceso es hacia el ajuste, que todos los seres vivos se adaptan a las
nuevas situaciones.

 Anticipación de fechas y situaciones:


Algunas fechas (aniversario de la muerte, cumpleaños, navidad, entre otros), son
especiales y con ellas llegaran nuevas situaciones de dolor profundo que desmoralizan al
doliente. Por esta razón, conviene tener en cuenta esas fechas para adelantarse,
imaginando como se vivirán o averiguando el impacto y generando una fortaleza.

 Toma de decisiones:
Solución de problemas y adquisición de habilidades, ayudar a concretar los problemas,
generando alternativas, elegir opciones y ponerlas en marcha evaluando los resultados.

 Narración repetitiva del evento traumático:


La narración de un hecho trágico lo desdramatiza en parte. La descripción del drama de
la perdida será espontaneo y repetitivo, permitiendo aflorar las emociones y dando la
sensación de liberación, lo que posteriormente permitirá la reestructuración del
pensamiento.

 Prescripción de tareas y rituales:


La prescripción es una orden concreta e individualizada, negociada y pactada previene
entre paciente – terapeuta que compromete a las dos partes hacia su consecución.

 Hablar de los sueños y la sensación de presencias:


Facilitar la expresión de sueños o presencias visuales, auditivas y/o táctiles. Hablar de
ello puede en ocasiones asustar o inquietar sin embargo, cumplen una función de aliviar
o producir tranquilidad, es conveniente hablar de ellos y el significado que tiene para el
doliente.

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 Sondas emocionales y preguntas terapéuticas:
Son preguntan generadas para rastrear las emociones del paciente, dependiendo las
habilidades propias del paciente relacionadas con el conocimiento de la situación del
doliente y los aspectos propios de su personalidad.

 Biblioterapia:
Se pueden recomendar lecturas acordes a las necesidades del paciente.

 Rituales:
La elaboración de rituales como entierro del dolor, elaboración de cartas, entre otras
estrategias resulta útil en la facilitación de la expresión emocional, así como también es
útil para casos en los que el paciente no tuvo la oportunidad de despedirse de su ser
querido y por ello se siente intranquilo.

 Elaboración de un álbum de fotos o atesoramiento de una caja con recuerdos: Esta


técnica tiene como propósito de que el paciente pueda redimensionar su nueva relación
con la persona fallecida, desde la aceptación de su pérdida.

 Reestructuración cognitiva: La reestructuración cognitiva en el duelo es muy útil,


ayudando al doliente a identificar los inevitables pensamientos automáticos disparadores
de sentimientos negativos asociados a la perdida, del tipo “no poder conseguirlo, me
pondré a llorar y lo arruinare todo, nada tiene sentido, ya no sirvo para nada”, y enseñarles
a parar esos pensamientos mediante la detención e inoculación de ideas positivas como:
“seguro que voy a poder, voy a poder enfrentarlo”, entre otros, y con ello lograr que se
sientan francamente mejor y desde luego capaces.

 Metáforas: Es una analogía que identifica de forma imaginativa un elemento con otro,
adscribiendo al primero cualidades del segundo. El hecho de plantear en una sola imagen
(metáfora simple) o en una narración completa (en semi-cuento) que contenga la esencia

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del proceso de la persona, aporta imágenes que permitirán, elaborar emociones, transmitir
mensajes y crear imágenes que acompañan y orientan de una forma sencilla.

 El lenguaje evocador: Uso de palabras duras que evoquen sentimientos. Por ejemplo,
”Tu hijo murió”, versus “Perdiste a tu hijo”.

 Dibujar. Dibujos que reflejen los propios sentimientos y experiencias con el fallecido.

 Herramientas como Role playing, El libro de recuerdos, Imaginación guiada, silla vacía.

PRUEBAS O TEST RECOMENDADOS

 Taller de recomendación emocional. DR. GILBERT BRENSON L. y DRA. MA.


MERCEDES SARMIENTO D.

 Entrevista individual / pareja / familiar.

 Genograma completo

 Historia de pérdidas y modo de afrontamiento

 Cuestionarios de duelo: Inventario Texas revisado de duelo, Test emocional de las caras
(TEC), Cuestionario General de Salud de Goldberg, Cuestionario general de calidad de
vida EUROQL.

 Cuestionarios de personalidad

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BIBLIOGRAFÍA

 Gutiérrez Catalina. Protocolo general de Intervención en Duelo.

 Bowen, M. Family reactions to Death. in P. Guerin (eds.), Family Therapy. Theory


and Practice. Lakeworth, Florida: Gardner Press; 1976.

 Bowlby, J. Process of mourning. Internat J of Psychoan. 1961;42:317-40.

 Bowlby, J. El Apego y la Pérdida. Vol. II, Separación. Barcelona: Paidós; 1973.

 Bowlby, J. El Apego y la Pérdida. Vol. III, Pérdida. Barcelona: Paidós; 1980.

 Pereira, R. Duelo: desde el punto de vista individual al familiar. Sistemas Familiares.


2002;18:1-2, 48-61.

 AJA ESLAVA, L.; Pontificia Universidad Javeriana: “Intervención en Crisis”


(Bogotá) (2009).

 Fonegra de Jaramillo Isa. De cara a la muerte. Como afrontar las penas, el dolor u la
muerte para vivir más plenamente.

 Fonegra de Jaramillo Isa. El duelo en los niños. Un manual para los adultos.

 Intervención Psicosocial en Situaciones de Crisis, Emergencias y Catástrofes”


Posgrado de la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con Cruz Roja
Española de Madrid.

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ANEXOS

BREVE INVENTARIO DEL DUELO. Montoya

Nombre:
Edad:
Relación con el fallecido:
Tipo de muerte:
Fecha del fallecimiento:
Teléfono:
Aflicción anticipatoria (en días, meses o años):
Fecha realización:

Coloque el número correspondiente a lo que usted sienta o piense según la clasificación


siguiente: 0=En absoluto, nada o todo lo contrario; 1=Un poco; 2=Bastante; 3=Mucho

( ) 1. Me siento confuso/a y aturdido/a


( ) 2. Estoy nervioso/a e inquieto/a
( ) 3. Me dan crisis de angustia, como en "oleadas"
( ) 4. Tengo temblor y las manos frías y sudorosas
( ) 5. Tengo pensamientos que no puedo quitarme de la cabeza
( ) 6. Siento que estoy al borde de una "crisis nerviosa"
( ) 7. Me cuesta mucho "estar bien" ante otros
( ) 8. Le busco por todas partes
( ) 9. Tengo sentimientos de culpa que me molestan mucho y me agobian
( ) 10. Estoy más irritable de lo normal
( ) 11. Duermo mal
( ) 12. Me siento muy deprimido/a
( ) 13. Siento que ya debería haber retomado la actividad normal
( ) 14. Necesito dormir más
( ) 15. Creo que no estoy haciendo lo necesario o correcto para recuperarme
( ) 16. Necesito cambiar mi actitud actual
( ) 17. Quiero hacer otras cosas además de las que ya hago
( ) 18. Duermo normal, como antes
( ) 19. Me cuesta mucho tomar decisiones para mi futuro
( ) 20. Ya me he recuperado
( ) 21. Ahora soy más sensible y compasivo con otros
( ) 22. Mi vida es ahora otra vez agradable

(*) Nota: Esta escala es un diseño personal del autor; no ha sido validada ni homologada.
Su aplicación es útil para evaluar la fase predominante del duelo en la que la persona se

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encuentra en el momento de la evaluación, así como para el seguimiento del proceso del
duelo hasta su resolución. Las preguntas 1 a 5 corresponden a la primera fase del duelo; las
preguntas 6 a 11 a la segunda fase; las preguntas 12 a 15 a la tercera fase; las preguntas 16 a
19 a la cuarta fase y las preguntas 20 a 22 a la quinta fase del duelo; la puntuación mayor
obtenida orienta sobre la fase del duelo respectiva predominante.

INVENTARIO DE PÉRDIDAS. Montoya Carrasquilla, J. (2003)

Nombre:
Edad:
Escolaridad:
Barrio:
Estado Civil:
Fecha:

¿Ha sufrido usted alguna de estas pérdidas significativas?


Responda Si o No

1. Muerte del papá ( )


2. Muerte de la mamá ( )
3. Divorcio o separación de los padres ( )
4. Encarcelamiento de uno o ambos padres ( )
5. Muerte de un familiar que vivía en la misma casa ( )
6. Enfermedad/incapacidad grave en papá, mamá o hermano ( )
7. Matrimonio de un hermano siendo usted muy joven ( )
8. Pérdida del empleo por parte del que sostenía la casa ( )
9. Jubilación del papá ( )
10. Enfermedad grave de un familiar que vivía en la casa ( )
11. Abusos sexuales en la infancia ( )
12. Llegada de un nuevo miembro a la familia ( )
13. Traslado a otra ciudad del que sostenía la casa ( )
14. Cambios importantes a nivel económico ( )
15. Muerte de un amigo íntimo ( )
16. Cambio de trabajo a otro diferente ( )
17. Discusiones frecuentes de los padres ( )
18. Hermano/a que abandonó el hogar por matrimonio o estudio ( )
19. Problemas con la justicia en la familia ( )
20. Cambio de residencia (mudanza) ( )
21. Cambio a una escuela nueva ( )
22. Amigos que se mudaron ( )
23. Muerte de una mascota ( )
22
24. Pérdida de objetos amados por robo ( )
25. Pérdida de objetos amados por incendio ( )
26. Pérdida amorosa ( )
27. Pérdida de año escolar ( )
28. Drogadicción/alcoholismo en un familiar con el que convive ( )
29. Violencia intrafamiliar ( )
30. Violencia en el barrio, ciudad o pueblo ( )
31. Miseria económica ( )
32. Desplazado de otro pueblo o dentro de la misma ciudad ( )
33. Haber sufrido amputaciones de alguna extremidad ( )
34. Haber sufrido quemaduras visibles (p.ej., en cara) ( )
35. Haber sufrido cirugías visibles (p.ej., en cara) ( )
36. Otras (especifique):

Si ha sufrido alguna de estas pérdidas, y considera que ese hecho aún influye en su vida
actual, cuéntenos lo siguiente:

1. ¿Cómo sucedió?
2. ¿Cómo se enteró de lo sucedido?
3. ¿Cómo se lo dijeron?
4. ¿Quién le acompañaba en ese momento?
5. ¿Qué fue lo que usted hizo en ese momento?
6. ¿Recibió acompañamiento u otro tipo de ayuda durante esta pérdida/dolor?
7. ¿Cómo logró recuperarse de este dolor-pérdida?
8. ¿Qué fue lo que más le ayudó a recuperarse?
9. ¿En qué cree usted que aún no se ha recuperado respecto a esa pérdida-dolor?

El Inventario de Pérdidas es un diseño personal del autor; no ha sido validado ni


homologado. Su aplicación solo es útil para evaluar pérdidas previas y su impacto en la
pérdida actual.

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ESCALA DE LAS TRES ESFERAS. Montoya Carrasquilla, 2003

Nombre:
Edad:
Fecha:
Relación con el fallecido:
Fecha del fallecimiento:
Causa:
Lugar de residencia:
Estrato social (nivel socio-económico):
Teléfono:

1. Mi rutina diaria ha cambiado mucho


2. Mis conversaciones con otras personas se han deteriorado
3. Mi forma de reaccionar a las cosas ya no es la misma
4. Mis proyectos ya no tienen sentido
5. Mis ilusiones se han perdido
6. El caos se ha apoderado de mi vida
7. Mi vida se ha vuelto insegura
8. Mi mundo se ha vuelto caótico
9. Mi mundo es ahora peligroso
10. Ahora las personas me parecen extrañas
11. Ya no entiendo a la gente
12. Mi mundo ha dejado de ser confiable y seguro
13. Mis actividades diarias no tienen sentido
14. Mis conversaciones con otros ya no valen la pena
15. Mis propósitos del presente se han perdido
16. Mis planes para el futuro ya no tienen sentido
17. Mi vida ha dejado de tener sentido
18. Siento que he perdido parte de mí mismo/a

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19. Me siento vacío/a
20. Me siento extraño/a
21. Me siento irreal
22. Me siento incompleto/a
23. Siento que ya no soy el/la mismo/a

Puntuación
En absoluto = 0
Un poco = 1
Bastante = 2
Mucho = 3

Puntuación (La puntuación mayor señala el área más afectada)


Mi Realidad (1-12): Promedio _____
Mi Sentido de la Vida (13-17): Promedio _____
Mi Personalidad (18-23): Promedio _____

Recuperar nuestra realidad, nuestro sentido de la vida, nuestra personalidad íntegra y la


confianza en el mundo puede llegar a ser una de las tareas más difíciles de la recuperación.
Esto significa, entre otras cosas, enfrentarse con la desorganización y la adaptación a un
entorno sin el ser querido. Debido a que cada ser humano participa en mayor o menor
intensidad de nuestra realidad, de nuestro sentido de la vida, de nuestra personalidad íntegra
y de nuestra confianza en el mundo, un primer paso es establecer qué tanto de cada uno de
estos elementos (realidad, sentido de la vida, personalidad y confianza) estaba absorbido
por o dependía de nuestro ser querido perdido y, por ende, qué tanto estará afectado por la
pérdida. Una vez alcanzado este objetivo, debemos entonces utilizar "lo que queda" como
elemento o base para su reconstrucción. Más énfasis deberemos poner en aquellos aspectos
que más seriamente se vean afectados por su dependencia del ser querido; es decir, nuestra
prioridad será retomar el trabajo de reconstruir aquello que primeramente esté más
afectado.

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Cartilla para Manejo del duelo en
niños. Isa Fonnegra de Jaramillo

26
PARA RECORDAR
a alguien amado que ha muerto

Quien murió era mi ………………………………………………………………….

Se llamaba………………………………………………tenia…………años ..……

Murió el día……………………………………….. Por: …………………………

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