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Intervención en
Duelo
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UNIVERSIDAD ANTONIO NARIÑO
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
ELABORADO POR:
ALEJANDRA VILLALBA
PRACTICANTE CAP – X SEMESTRE
SEMESTRE B 2016
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Contenido
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4
JUSTIFICACIÓN ................................................................................................................... 5
OBJETIVOS ........................................................................................................................... 6
TECNICAS ........................................................................................................................... 16
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 20
ANEXOS .............................................................................................................................. 21
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INTRODUCCIÓN
El duelo es una reacción normal y necesaria ante la pérdida, que cumple una función
adaptativa. La pérdida puede ser vivida como un acontecimiento que pone a prueba, a veces
de manera traumática, las concepciones que el individuo tiene de la vida y del mundo, este
proceso es a la vez personal, familiar, social y cultural.
Estudios recientes han hallado que una cuarta parte de las consultas psicológicas
tienen su base en algún tipo de pérdida, y si adicional a ello consideramos que Colombia es
un país con altos índices de mortalidad, que se enfrenta día a día con la muerte, se hace
necesario crear un protocolo de intervención que contenga los lineamientos bases para su
abordaje clínico desde el Centro de Atención Psicológico CAP de la Universidad Antonio
Nariño, un centro que demanda idoneidad y compromiso en el servicio ofrecido a la
comunidad Tolimense.
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JUSTIFICACIÓN
Como un niño que cuando aparecen en el cine las escenas de terror cierra fuertemente
los ojos para no ver esa realidad que lo incomoda, una gran mayoría de las personas aún
cierran los ojos ante la realidad de morir o sufrir la perdida de algún ser querido, normalmente
optamos por jugar a un mundo de inmortalidad.
Así se vive y con frecuencia así se muere, con los ojos cerrados, inconscientes ante la
realidad de la muerte. Por esta razón acercarse a este tema suele ser un desafío que incomoda,
que perturba y sobre todo que da miedo.
La muerte mejor ni nombrarla, se prefieren los eufemismos para hablar de ella: “se
fue”, “perdimos a…”, “ya descanso”, “se fue al cielo”, “Dios l@ quiere a su lado”, entre
muchos otros. Sin contar que a los niños se les margina de las experiencias familiares de
muerte y tristeza, desde muy pequeños tratamos de ocultarles el dolor, la enfermedad, la
soledad y la muerte. Subestimamos no solo su capacidad para enfrentar el dolor, sino también
el valioso valor que la tristeza y las pérdidas tienen en la vida emocional.
Es por esto, que se crea este protocolo de intervención como una base para el abordaje
clínico en adultos y niños, entendiendo que el manejo adecuado del duelo abre la puerta a la
aceptación de la perdida, a salir de la sensación de dolor retomando nuevos objetivos y
dándole al doliente la llave de la esperanza y de la reparación.
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OBJETIVOS
Objetivo general
Diseñar un protocolo de intervención clínica que brinde las herramientas básicas y
necesarias a los terapeutas del Centro de Atención Psicológico CAP, para el abordaje de
duelo en adultos y niños, que se pueda adaptar a cada caso específico, marcando pautas de
actuación que contribuyan a la eficacia del proceso.
Objetivos específicos
Describir el concepto de duelo, sus fases, factores que facilitan o dificultan su
elaboración, entre otros aspectos importantes para lograr un eficaz abordaje terapéutico.
MARCO TEÓRICO
Definición de duelo
El duelo, del latín dolus: dolor, puede ser definido como: el proceso por el que
atraviesa una persona ante la muerte de un ser querido. Existen otras muchas definiciones
(Freud, 1917; Bowlby, 1980; Carpenito, 1987; Calvet, 1996; Lafuente, 1996; Valdés y
Blanco, 1997) y para algunos autores el duelo puede ser experimentado ante cualquier
pérdida y no necesariamente implica la muerte de un ser querido.
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Indicadores de duelo (Worden, 1997)
Superar un duelo requiere tiempo y un gran esfuerzo personal. El esfuerzo que debe
hacer el doliente para superar la pérdida de forma “normal” es lo que varios autores han
denominado “trabajo de duelo” (Freud, 1917; Lindeman, 1944; Kübler Ross, 1974; Wordon,
1983; Osterweis et al. 1984; Rando, 1988; Wright, 1991; Ripoll, 1997). El trabajo de duelo
incluye: estar activo, expresar los sentimientos, construirse una nueva identidad y rehacer la
vida.
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no se considerará anómalo, a no ser que sea de tal intensidad que le impida al superviviente
adaptarse, reorganizando su vida y reintegrándose al mundo real.
Factores protectores: Son aquellos que facilitan la elaboración del duelo, algunos de ellos
son: redes de apoyo, sentido del humor, recursos de afrontamiento, creencias religiosas o
espirituales, actitud positiva de sí mismo, control emocional, estilos de vida, capacidad de
autoevaluación, satisfacción personal y/o laboral.
En la resolución normal de un duelo influyen una serie de factores (Novel y Lluch, 1991;
Espina, 1995; Ripoll, 1997; Valdés y Blanco, 1997) como:
Recursos personales de afrontamiento y adaptación a las crisis
Circunstancias específicas de la muerte.
Vínculos y significado de la pérdida.
Recursos de apoyo disponibles.
Estado físico y emocional.
Personalidad del doliente
Pautas culturales
El modelo Kübler-Ross, comúnmente conocido como las cinco etapas del duelo abarca:
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generalmente reemplazado con una sensibilidad aumentada de las situaciones e individuos
que son dejados atrás después de la muerte.
Ira: «¿Por qué a mí? ¡No es justo!», «¿cómo me puede estar pasando esto a mí?».
Una vez en la segunda etapa, el individuo reconoce que la negación no puede continuar.
Debido a la ira, esta persona es difícil de ser cuidada debido a sus sentimientos de ira y
envidia. Cualquier individuo que simboliza vida o energía es sujeto a ser proyectado
resentimiento y envidia.
Negociación: «Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier
cosa por un par de años más», la tercera etapa involucra la esperanza de que el individuo
puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte. Usualmente, la negociación por una
vida extendida es realizada con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada.
Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente
pudiera tener más tiempo...».
Depresión: «Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»;
«extraño a mis seres queridos, ¿por qué seguir?», durante la cuarta etapa, la persona que está
muriendo empieza a entender la seguridad de la muerte. Debido a esto, el individuo puede
volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. Este
proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y cariño.
No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento
importante que debe ser procesado.
Aceptación: «Esto tiene que pasar, no hay solución, no puedo luchar contra la realidad,
debería prepararme para esto». La etapa final llega con la paz y la comprensión de que la
muerte está acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere ser dejada sola.
Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. Esta etapa también ha sido
descrita como el fin de la lucha contra la muerte.
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libertad). Esto puede incluir eventos significativos en la vida tales como la muerte de un ser
querido, divorcio, drogodependencia, un diagnóstico de infertilidad, etc.
Las personas que estén atravesando estas etapas no deben forzar el proceso. El
proceso de duelo es altamente personal y no debe ser acelerado, ni alargado, por motivos de
opinión de un individuo. Uno debe ser meramente consciente de que las etapas van a ser
dejadas atrás y que el estado final de aceptación va a llegar. Sin embargo, hay individuos que
luchan con la muerte hasta el final. Algunos psicólogos creen que cuanto más luche una
persona ante la muerte, más tiempo permanecerá en la etapa de negación. Si este es el caso,
es posible que la persona enferma tenga más dificultades para tener una muerte digna. Otros
psicólogos afirman que no confrontar la muerte hasta el final es una adaptación para algunas
personas.1 Aquellos que experimentan problemas lidiando con las distintas etapas, deben
considerar grupos de ayuda o tratamiento profesional de duelo.
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entendimiento de ambos, enfermedad y muerte, en diferentes etapas, a través de un proceso
que depende de su nivel evolutivo y madurez cognitiva, más que de su edad cronológica (Die
Trill, 1996).
Generalmente a partir de los nueve años los niños poseen una noción madura de lo
que significa morir, aunque esta edad puede verse considerablemente disminuida, y así se ha
demostrado que algunos niños muestran conciencia de la universalidad de la muerte tan
pronto como a los cuatro años. Estudios realizados con niños que padecen una enfermedad
terminal han revelado por ejemplo que, como consecuencia de su experiencia directa y
cotidiana con ella, tienen de la muerte un conocimiento más exacto, completo y profundo,
que niños saludables de su misma edad (Abengózar y Zacarés, 1994; Die Trill, 1996;
Lafuente, 1996). Otras experiencias personales (muertes de parientes cercanos, de animales
domésticos, ideas transmitidas en la familia y en la escuela, etc.) también pueden favorecer
el que los niños de corta edad consideren la muerte como universal e inevitable.
Actualmente, más que el establecimiento de una serie de etapas, los estudiosos del
tema indican una serie de ideas asociadas a la muerte relacionadas con un rango de edad (Die
trill, 1996, Lafuente, 1996). Estas son las siguientes:
Hacia los cuatro o cinco años los niños empiezan a desarrollar algunas nociones
acerca de la muerte por ejemplo, el niño observa que la ausencia de movilidad es una
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característica de los organismos muertos. Piensa que la muerte es algo temporal causado por
una fuerza externa de la cual no es imposible el rescate, y que los muertos comen, oyen,
respiran, ven y piensan.
Durante esta etapa rige el pensamiento mágico. Es por ello que con frecuencia la
enfermedad y la muerte se perciben como un castigo por mal los pensamientos o acciones.
Se asocia la muerte a la vejez y no se relaciona con las personas próximas, ni consigo mismo.
A medida que el niño crece, su experiencia le lleva a conocer otras cosas que pueden provocar
la muerte además de la vejez: accidente, enfermedad y violencia.
Entre el quinto y el noveno año (etapa escolar) el niño comprende que los organismos
muertos no sólo permanecen inmóviles sino que también desaparecen. Fantasías y realidad
se siguen confundiendo en la mente del niño, de modo que no es sorprendente que relacione
la muerte con el sueño o con un ser sobrenatural. A partir de los nueve años, la mayor parte
de los niños, poseen un concepto maduro, abstracto de la muerte que implica: universalidad,
irreversibilidad y permanencia (Die Trill, 1996).
En cuanto al proceso de duelo, los niños suelen pasar en su duelo por etapas similares
a las descritas en los adultos (Lafuente, 1996). Los síntomas más comunes del duelo infantil
son conducta regresiva superdependiente, miedos, ansiedad de separación, trastornos del
sueño, problemas de disciplina, impaciencia y desasosiego, dificultades de aprendizaje,
trastornos de la alimentación, enuresis, conducta agresiva, conducta inhibida, aislamiento
social tristeza, depresión, fantasías de muerte, quejas somáticas, sentimientos de
culpabilidad, de desamparo y de rechazo, rabietas, y explosiones emocionales (Lafuente,
1996). Cuanto más pequeños son los niños más probable es que muestren síntomas
conductuales (Lafuente, 1996).
No existe una manera apropiada o correcta de hablar sobre la muerte con un niño. Si
existen términos que facilitan el diálogo y maneras de comunicarse que favorecerán la
aceptación de la información por parte del niño, y la expresión de sus ansiedades. El tono de
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voz y el comportamiento no verbal frecuentemente transmitirán tanta información como la
conversación misma. De ahí la importancia del contacto físico durante la discusión. Se debe
hablar con sencillez y ser consistentes en la información que se transmite. Se deben evitar,
asimismo, las explicaciones demasiado detalladas que puedan confundir al niño, y los
conceptos que se transmitan deben traducirse al lenguaje y nivel de comprensión del niño
(Die Trill, 1996).
Se debe evitar el uso de eufemismos o palabras que pueden crear confusión o tener
significados diferentes para el niño, utilizándose los términos “muerte” o “morir” cuando sea
necesario. Así, es más adecuado decir “Juan se ha muerto” que “hemos perdido a Juan” o
que “Juan está haciendo un viaje del que nunca va a regresar”. Se debe aclarar, asimismo,
que la muerte no es el resultado de malas acciones o pensamientos, así como se deben
observar las reacciones del niño y responder a sus preguntas honesta y sencillamente (Die
Trill, 1996).
El duelo patológico
El duelo no se considera como un trastorno psíquico, sino como una reacción normal
ante una situación de pérdida (Lindeman, 1944; Macías et al., 1996; Allué, 1998). En este
sentido, no sería normal la ausencia de esta respuesta. La diferencia entre un duelo normal y
uno patológico estriba en la intensidad y duración de las reacciones emocionales (Pancrazzi,
1993; Filgueira, 1995). La incidencia y prevalencia de duelo patológico oscilan según
diferentes autores entre el 5‐20% de las reacciones de duelo.
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normal, presenta diversos síntomas físicos, producto de su represión, como jaquecas,
trastornos gastrointestinales, etc.
Duelo crónico. El sujeto manifiesta un duelo intenso, durante un tiempo más prolongado
de lo que se considera normal. La aflicción es tal, que no le permite reorganizar su vida.
Es posible que se combine con la “momificación” (Gorer, 1965), que consiste en dejar
las cosas del difunto tal y como estaban cuando vivía. También puede aparecer la
“conmemoración”, hacer algún tipo de homenaje o ritual diario en relación con el difunto.
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PROPUESTA INTERVENTIVA
Estrategias de intervención
Desarrollar la capacidad de escucha empática, la cual va a consistir en una actitud de
escucha activa centrada en lo que dice el doliente y en identificar correctamente la
emoción que está expresando, así como dar a entender al mismo que no es criticado ni
juzgado.
Estar atento a las señales verbales y no verbales que acompañan la expresión del duelo.
Prestar máxima atención a los pensamientos expuestos y las conductas que se manifiesten
en torno a la vivencia del duelo con el fin de ofrecer un feedback para que el superviviente
reflexione sobre ellos y saque conclusiones acerca de cómo participa estos aspectos en el
desarrollo o mantenimiento de un estado emocional.
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Facilitar la modificación de los pensamientos, conductas y emociones inadecuadas.
Reforzar los aspectos sanos y positivos del doliente que puedan ayudarle en la situación
de duelo.
Explorar la historia de duelos anteriores con el fin de orientarnos sobre las estrategias de
afrontamiento que utilizó el doliente en otras ocasiones y/o duelos no resueltos que nos
pongan en alerta sobre un factor de riesgo de volver a desarrollar un nuevo duelo
complicado.
TECNICAS
Técnicas exploratorias:
Para la evaluación de la persona en duelo se pueden emplear técnicas exploratorias
(recogida de datos básicos para la intervención). Con esto se pretende conocer todos los
datos que pueden ser determinantes en la evolución del duelo. Proporcionan un perfil del
duelo, que servirá para orientar la intervención priorizando en los problemas detectados.
Psicoeducación:
Explicarle lo que hoy se define como duelo, siempre enfatizando en que el suyo es único
y que tiene total libertad para sentir lo que quiera, cuando lo quiera. Aclararle que la
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evolución teórica del proceso es hacia el ajuste, que todos los seres vivos se adaptan a las
nuevas situaciones.
Toma de decisiones:
Solución de problemas y adquisición de habilidades, ayudar a concretar los problemas,
generando alternativas, elegir opciones y ponerlas en marcha evaluando los resultados.
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Sondas emocionales y preguntas terapéuticas:
Son preguntan generadas para rastrear las emociones del paciente, dependiendo las
habilidades propias del paciente relacionadas con el conocimiento de la situación del
doliente y los aspectos propios de su personalidad.
Biblioterapia:
Se pueden recomendar lecturas acordes a las necesidades del paciente.
Rituales:
La elaboración de rituales como entierro del dolor, elaboración de cartas, entre otras
estrategias resulta útil en la facilitación de la expresión emocional, así como también es
útil para casos en los que el paciente no tuvo la oportunidad de despedirse de su ser
querido y por ello se siente intranquilo.
Metáforas: Es una analogía que identifica de forma imaginativa un elemento con otro,
adscribiendo al primero cualidades del segundo. El hecho de plantear en una sola imagen
(metáfora simple) o en una narración completa (en semi-cuento) que contenga la esencia
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del proceso de la persona, aporta imágenes que permitirán, elaborar emociones, transmitir
mensajes y crear imágenes que acompañan y orientan de una forma sencilla.
El lenguaje evocador: Uso de palabras duras que evoquen sentimientos. Por ejemplo,
”Tu hijo murió”, versus “Perdiste a tu hijo”.
Dibujar. Dibujos que reflejen los propios sentimientos y experiencias con el fallecido.
Herramientas como Role playing, El libro de recuerdos, Imaginación guiada, silla vacía.
Genograma completo
Cuestionarios de duelo: Inventario Texas revisado de duelo, Test emocional de las caras
(TEC), Cuestionario General de Salud de Goldberg, Cuestionario general de calidad de
vida EUROQL.
Cuestionarios de personalidad
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BIBLIOGRAFÍA
Fonegra de Jaramillo Isa. De cara a la muerte. Como afrontar las penas, el dolor u la
muerte para vivir más plenamente.
Fonegra de Jaramillo Isa. El duelo en los niños. Un manual para los adultos.
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ANEXOS
Nombre:
Edad:
Relación con el fallecido:
Tipo de muerte:
Fecha del fallecimiento:
Teléfono:
Aflicción anticipatoria (en días, meses o años):
Fecha realización:
(*) Nota: Esta escala es un diseño personal del autor; no ha sido validada ni homologada.
Su aplicación es útil para evaluar la fase predominante del duelo en la que la persona se
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encuentra en el momento de la evaluación, así como para el seguimiento del proceso del
duelo hasta su resolución. Las preguntas 1 a 5 corresponden a la primera fase del duelo; las
preguntas 6 a 11 a la segunda fase; las preguntas 12 a 15 a la tercera fase; las preguntas 16 a
19 a la cuarta fase y las preguntas 20 a 22 a la quinta fase del duelo; la puntuación mayor
obtenida orienta sobre la fase del duelo respectiva predominante.
Nombre:
Edad:
Escolaridad:
Barrio:
Estado Civil:
Fecha:
Si ha sufrido alguna de estas pérdidas, y considera que ese hecho aún influye en su vida
actual, cuéntenos lo siguiente:
1. ¿Cómo sucedió?
2. ¿Cómo se enteró de lo sucedido?
3. ¿Cómo se lo dijeron?
4. ¿Quién le acompañaba en ese momento?
5. ¿Qué fue lo que usted hizo en ese momento?
6. ¿Recibió acompañamiento u otro tipo de ayuda durante esta pérdida/dolor?
7. ¿Cómo logró recuperarse de este dolor-pérdida?
8. ¿Qué fue lo que más le ayudó a recuperarse?
9. ¿En qué cree usted que aún no se ha recuperado respecto a esa pérdida-dolor?
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ESCALA DE LAS TRES ESFERAS. Montoya Carrasquilla, 2003
Nombre:
Edad:
Fecha:
Relación con el fallecido:
Fecha del fallecimiento:
Causa:
Lugar de residencia:
Estrato social (nivel socio-económico):
Teléfono:
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19. Me siento vacío/a
20. Me siento extraño/a
21. Me siento irreal
22. Me siento incompleto/a
23. Siento que ya no soy el/la mismo/a
Puntuación
En absoluto = 0
Un poco = 1
Bastante = 2
Mucho = 3
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Cartilla para Manejo del duelo en
niños. Isa Fonnegra de Jaramillo
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PARA RECORDAR
a alguien amado que ha muerto
Se llamaba………………………………………………tenia…………años ..……
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