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Capítulo I

Conceptos fundamentales de la psicología y la vida espiritual


En este primer capítulo Goya nos introduce en una descripción de la psicología científica y la
madurez de la psicología. Además, el apartado de la vida espiritual y condiciones psicológicas.
Finalmente, una exposición de los principios que regulan las relaciones entre naturaleza y gracia.

1. Inicios de la psicología científica


Es importante, para Goya, tener una referencia sobre el crecimiento que ha tenido la psicología
su aporte a la vida espiritual ante a la desconfianza y poca aceptación frente a las realidades de la
fe y de la existencia humana. Sin embargo, el tiempo que tiene la psicología científica es apenas de
un siglo de vida, pero ha contribuido positivamente introduciendo elementos de investigación que
permitan comprobar, mediante la observación y la experimentación, un mejor conocimiento de la
condición humana (cfr. PVE 13-15)1.

Es un esfuerzo de la psicología inicial delimitar su campo de estudio y separarse de lo filosófico


o especulativo con el fin de no quedarse en análisis subjetivos de cada investigador, sino establecer
métodos de investigación de carácter científico. Anterior a estas iniciativas, la psicología se reducía
al estudio de fenómenos humanos a nivel biológico e instintivo, como el único campo de estudio y
de actuación. Pero más tarde empiezan a aparecer importantes movimientos psicológicos de
investigación como el funcionalismo, el psicoanálisis y estudios sobre el temperamento y
caracteres que ofrecen un esquema general del conocimiento de la personalidad (cfr. PVE 16-23).

2. Madurez de la psicología
Además, van surgiendo teorías más complejas que permite un estudio de la personalidad más
sistemático centrado en la descripción del sujeto observando sus actitudes, sus éxitos y fracasos. Se
pueden determinar tres momentos principales en el desarrollo o madurez de la psicología:
psicología humanista, psicología transpersonal y ontopsicología (cfr. PVE 23-31).

1
En el presente trabajo se colocarán las notas de la obra Psicología y vida espiritual de Benito Goya con las siglas
PVE y las páginas según corresponda.

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En primer lugar, aparece la psicología humanista, la cual en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial aparecen las primeras obras sobre la personalidad sana. Entre los representantes más
importantes de esta escuela psicológica se pueden mencionar: Allport, Rogers, Maslow, Thomae,
Nuttin y V. Frankl. Buscaban un servicio al individuo concreto y la explicación de la compleja
conducta humana en su conjunto (cfr. PVE 24-25).

Algunos principios de esta escuela psicológica son: la autorrealización entendida como la


necesidad interior de llegar a ser plenamente todo aquello que uno es y el desarrollo gradual de las
potencialidades. La concepción positiva de la personalidad, la cual ve los valores y las necesidades
básicas del ser humano como buenas y positivas las cuales se deben cultivar. La integración-
organización son las funciones y las actividades del ser humano que están ordenadas una meta
superior con el fin de integrar la propia existencia (cfr. PVE 25-26).

Por otra parte, conviene señalar que los autores Allport y Frankl han realizado aportaciones
importantes en el campo de lo religioso. Ellos han presentado elementos decisivos para la reflexión
sobre la religiosidad y la espiritualidad. Allport afirma que la experiencia cristiana funciona como
un principio integrador de la existencia humana. Igualmente, Frankl añade que la auténtica
religiosidad es una fuente primordial de la salud mental (cfr. PVE 26).

En segundo lugar, está la psicología transpersonal, la cual surge en los Estados Unidos en 1969
y uno de sus principales fundadores es Maslow. Uno de los aportes de la psicología transpersonal
consiste en que el ser humano está llamado a descubrir las dimensiones superiores de la psique, es
decir, alcanzar un desarrollo integral de la potencialidad y la creatividad de su personalidad (cfr.
PVE 27-28).

De esta escuela psicológica se pueden mencionar algunas características elementales: la


experiencia de las cimas, que consiste en que el ser humano alcanza experiencias superiores que lo
impulsan al pleno desarrollo de las potencialidades superiores que le permiten llegar a valores
humanos altos como el amor, el arte, el ingenio, lo místico o lo santo. El inconsciente espiritual
plantea que la persona tiene la posibilidad inconsciente de los más altos niveles de conciencia, es
decir, la autotrascendencia en el ámbito de lo cósmico y lo divino (cfr. PVE 28-29).

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La liberación de dicho nivel espiritual consiste en sacar a la luz los niveles de espiritualidad y
potencialidades para liberar al ser humano de la realidad de su existencia. El sentido de creatividad
es el cumplimiento de actividades en la esfera del ámbito universal de la existencia, es decir, el
desarrollo integral de las potencialidades humanas con una actitud de mejorar constante.
Finalmente, los métodos de meditación que gracias a los estudios de las meditaciones orientales la
psicología considera que el ser humano puede llegar a alcanzar niveles superiores de iluminación y
liberación interior del inconsciente espiritual (cfr. PVE 29-30).

En tercer lugar y finalmente en la década de 1970 aparece un movimiento psicológico que


miraba al ser humano como una totalidad el cual se denomina psicología u ontología del ser. Este
movimiento, concibe la existencia de toda persona entre ser-vocación y un actuar-misión como
algo muy singular e irrepetible. Sin embargo, la persona puede no estar en sintonía con esas
realidades de la existencia e ir en otra dirección, pero ello lo conduciría a una no realización e
identificación existencial sin poder resolver preguntas fundamentales como: ¿quién soy? ¿de dónde
vengo? ¿a dónde voy? entre otras (cfr. PVE 30-31).

3. Vida espiritual y condiciones psicológicas


Al mismo tiempo de describir el surgimiento y crecimiento de algunas escuelas psicológicas
anteriormente, Goya afirma que “todos los elementos psicológicos -temperamento, sentimientos,
capacidades cognoscitivas, motivos y valores-, así como los diversos ámbitos sociales, culturales y
comunitarios, influyen en la actitud espiritual del individuo”. Desde este punto de vista se puede
decir que el itinerario espiritual no es ajeno a la realidad en la que está inmersa la persona, así como
su referencia espacial y temporal. Son muchas las circunstancias y motivaciones que rigen o
influyen en el proceso de la adquisición de una vida espiritual (PVE 63).

Asimismo, el autor considera que en el estudio del desarrollo de la vida espiritual es necesario
tener en cuenta los condicionamientos psíquicos del individuo, pero sin llegar a caer en un
psicologismo, porque en primer plano está siempre la referencia de la acción divina y en este sentido
las ciencias humanas pueden brindar una aportación teórico-práctica de la vida espiritual, pero
teniendo presente que en todo acompañamiento espiritual siempre le atañe una visión antropológica
de base, con el fin de favorecer una formación más eficaz en el itinerario del crecimiento espiritual
de las personas (cfr. PVE 64).
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Por eso, en preciso desarrollar una antropología que conduzca al ser humano a realizarse
plenamente. Pero inspirada en Cristo “Hombre perfecto” como presencia del Creador en el mundo
que permite y posibilita a la vez, ponerse en camino a través de la gracia hacia un perfeccionamiento
de la persona según el proyecto particular y la misión concreta a realizar en la vida (cfr. PVE 68).

4. Principios que regulan las relaciones entre naturaleza y gracia


Además de describir sobre la relación existente entre vida espiritual y las condiciones
psicológicas es importante ahondar los temas sobre la naturaleza y gracia que supone dos realidades
distintas, pero no están separadas en el plano operativo. Es un camino de interdependencia de la
actividad cuerpo y espíritu fusionados en la realidad existencial del ser humano (cfr. PVE 79).

Según Goya, la naturaleza es requerida por la gracia como condición, como referente sobre el
cual se apoya, pero la gracia no actúa en el vacío, sino que se inserta en el ser bio-socio-racional
afectado por sus raíces y formación de la persona. Es decir, hay condiciones humanas, ambientales
y también psicofísicas que indicen en su condición vital. Se puede decir entonces que la realidad
del ser humano es como una preparación básica para la actividad divina, sin embargo, la persona
puede negarse a ser partícipe del influjo divino (cfr. PVE 79-80).

En la realidad humana deben existir unas condiciones para la recepción y la eficacia de la gracia.
La vida psíquica de alguna manera puede condicionar la vida espiritual. Es necesario que se tenga
claro que naturaleza y gracia no son dos realidades independientes, sino que constituyen una
continuidad y concordancia. Existen elementos psíquicos que pueden afectar la vivencia de una
espiritualidad sana e integrada en la experiencia de fe de las personas ya que no permiten un
crecimiento de los dones y la gracia recibida (cfr. PVE 80).

Así, como lo que se “introduce en un recipiente se adapta a las dimensiones de dicho recipiente”
también se puede aplicar en ámbito religioso respecto a la gracia en cuanto que se inserta en las
facultades humanas y sus limitaciones respectivamente. En este sentido, hay condiciones humanas
que van a favorecer la expresión de la obra divina y otras que le van entorpecer su acción dinámica.

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Ciertamente, Dios ofrece su gracia como don gratuito, pero el ser humano puede poner obstáculos
y no dar lo frutos según los carismas de cada individuo. Como dice Lucas 13,6, “un hombre tenía
una higuera plantada en su viña y fue a buscar en ella fruto y no lo encontró” (cfr. PVE 82).

La personalidad se va configurando a lo largo de la existencia humana, por tanto, no es estática,


sino dinámica. Se ajusta a las circunstancias y experiencias de la vida, es decir, las personas se ven
afectadas en lo positivo y negativo de los acontecimientos que ocurren en el entorno inmediato. En
este mismo sentido, se puede decir que existe una relación esencial entre la naturaleza humana y el
modo de comportarse, porque permite situarlo en un contexto el cual permite actuar en determinada
dirección (cfr. PVE 83).

Como consecuencia de todo esto, la persona desarrollará sus carismas con peculiaridades que
le son propias. “No solo por su diferencia de edad y sexo, de ambiente y de educación, sino también
por la peculiaridad de su temperamento y de su carácter”. De allí que es necesario considerar que
la plena madurez en el ámbito humano y el ámbito espiritual requieren de una formación armoniosa
y adecuada para alcanzar una realización de uno mismo y la perfección de la personalidad cristiana
(PVE 84).
En conclusión, el presente capítulo hace un breve recorrido de la evolución de la psicología
como ciencia y su reciente incursión en la espiritualidad. Ciertamente, la psicología a través del
análisis y estudio de la persona humana puede ayudar a descubrir que elementos afectan el
desarrollo de una buena salud mental e integrarlos adecuadamente, pero la espiritualidad en la vida
de las personas es determinante ya que tiene un impacto positivo en el desarrollo de la personalidad
de los individuos, porque permite un desarrollo más pleno de sus capacidades y habilidades, así
como de la gracia recibida. Sin duda, la psicología y la vida espiritual tienen una incidencia en el
crecimiento de los dones y la gracia divina porque permite un perfeccionamiento de la propia
existencia.

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