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Espiritualidad a lo largo de la vida: Implicaciones para la psicología

Chapter · May 2019

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Juan Aníbal González-Rivera


Ponce School of Medicine and Health Sciences
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291

Capitulo 15

Espiritualidad a lo largo de la vida:


Implicaciones para la psicología
Juan Aníbal González-Rivera1

Resumen
El desarrollo espiritual es un proceso de búsqueda,
autoconocimiento, conectividad, significado, maduración,
y contribución social, que favorece el crecimiento personal.
Este proceso, usualmente es dirigido por una fuerte creencia
en el poder de la humanidad o por elementos sagrados. El
objetivo de este capítulo es establecer un espacio de interés
investigativo en la isla, que nos permita explorar distintos
temas claves de la espiritualidad en Puerto Rico con miras
a desarrollar una agenda multifacética de teoría e
investigación. Con esta intención, presento dos modelos del
desarrollo espiritual y algunas implicaciones que tiene el
estudio del desarrollo espiritual para la investigación, los
programas graduados de psicología, y la práctica clínica.

El crecimiento es desde dentro hacia afuera.


Nadie puede enseñarte, nadie puede hacerte espiritual.
No hay otro maestro, sino tu propia alma.
S. Vivekananada

El camino para que el ser humano llegue a la plenitud


psicológica es complejo y refleja, de algún modo, un desarrollo
constante y significativo en diferentes dimensiones de la propia
naturaleza humana. Autores como Frankl (1984), han
conceptualizado al ser humano desde una perspectiva
tridimensional – somática, mental, y espiritual –, donde cada una
de estas áreas tiene un potencial de desarrollo, expansión y
crecimiento. Tradicionalmente, cuando hablamos de desarrollo
humano nos referimos a los cambios psicológicos y físicos, tanto

1
Puede comunicarse con el autor a dr.juananibalgonzalez@gmail.com o
visitar www.juananibalgonzalez.com.
292

cualitativos como cuantitativos, que acontecen a lo largo de la


vida. Estos cambios están asociados a: (a) la etapa de la vida en
que la persona se encuentre; (b) las circunstancias culturales,
históricas y sociales en las que su existencia transcurre; y (c) las
experiencias particulares e individuales de cada persona
(Hidalgo, Sánchez, & Lorence, 2008).
Ahora bien, así como hay etapas perceptibles en el
crecimiento físico y psicológico de los seres humanos, varios
autores y autoras argumentaron a favor de la existencia de etapas
en el desarrollo espiritual de las personas (Fowler, 1981, 1994;
Helminiak, 1987; Oser & Gmünder, 1991; Reich, 1993; Sperry,
2011). No obstante, es un tema poco tratado en la academia, con
escasa presencia en la literatura científica, y raramente
investigado en Puerto Rico (González-Rivera, 2015). Aun así, la
espiritualidad es considerada por un número significativo de
investigadores e investigadoras como una de las dimensiones
centrales de la experiencia humana (Ebstyne & Boyatzis, 2004).
Asimismo, en la psicología del desarrollo parece que se está
redescubriendo la importancia de considerar la espiritualidad
como un elemento importante en el crecimiento humano
(Sinnott, 2001).
En un número considerable de investigaciones se muestra
que, tanto personas jóvenes como adultas, exhiben altos niveles
de espiritualidad y suelen considerarse a sí mismas como seres
espirituales. Por ejemplo, en una encuesta internacional realizada
por Gallup International Association (1999), donde se
entrevistaron a más de 50,000 personas en 60 países, se encontró
que el 87% de la muestra se identificó con una organización
religiosa, el 63% indicó que Dios es muy importante en sus
vidas, y el 75% reportó creer en un dios personal o algún tipo de
espíritu o fuerza vital. En el caso de Puerto Rico, González-
Rivera (2016) encontró que el 87% de quienes participaron de su
estudio se consideraban personas espirituales, mientras que el
55% participa de actividades religiosas. A su vez, en un estudio
reciente del Pew Research Center’s Forum on Religion & Public
Life (2011) titulado “Global Christianity: A Report on the Size
and Distribution of the World’s Christian Population” se reveló
293

que el 97% de la población puertorriqueña se identifica con la fe


cristiana (2,620,000 católicos y 940,000 protestantes).
En este contexto, como investigador puertorriqueño,
formulo los mismos cuestionamientos que hiciera Cole (1990) a
finales del siglo pasado: ¿Es el desarrollo espiritual un elemento
integral y único de la experiencia humana que se ha pasado por
alto o ignorado, particularmente en la psicología del desarrollo?
De ser así, ¿se ha limitado la psicología del desarrollo al no tener
un dominio bien definido y documentado del desarrollo
espiritual que nos permita interpretar y comprender más el
desarrollo humano? Con estas preguntas y los temas discutidos
en este capítulo, pretendo establecer un espacio de interés
investigativo en la isla, que nos permita explorar distintos temas
claves en la espiritualidad puertorriqueña con miras a desarrollar
una agenda multifacética de teoría e investigación. Con esta
intención, presentaré críticamente algunas implicaciones que
tiene el estudio del desarrollo espiritual para investigadores e
investigadoras, los programas graduados de psicología y la
práctica clínica.

Hacia una definición del desarrollo espiritual


Durante las últimas décadas, investigadores e
investigadoras, así como psicólogos y psicólogas de la religión
han tratado de definir y conceptualizar, tanto la espiritualidad,
como la religiosidad. Dicha tarea es compleja y está cargada de
un sinnúmero de dificultades taxonómicas. No obstante, la
mayoría de la comunidad científica converge en que la
religiosidad está ligada al aspecto institucional y formal de la
práctica de la religión, mientras que la espiritualidad está
asociada a la experiencia individual y subjetiva de la persona.
Por mi parte, defino la espiritualidad como la facultad
multidimensional de búsqueda de sentido, trascendencia y
conexión en las relaciones con uno mismo, con las demás
personas, con la naturaleza o lo sagrado. Esta puede incluir o no
incluir enfoques teístas y religiosos.
En cuanto al desarrollo espiritual, sería difícil proponer
una sola definición que capte adecuadamente la riqueza
294

multidimensional de este concepto. Sin embargo, propongo la


siguiente definición que nos permitirá adentrarnos a la reflexión
académica sobre este particular:
El desarrollo espiritual es el proceso de madurar la
capacidad humana intrínseca para la autotrascendencia,
en el cual el yo se integra en algo mayor que el yo,
incluyendo lo sagrado. Es el motor evolutivo que empuja
la búsqueda de la conectividad, del significado, del
propósito, y de la contribución. Se forma tanto, dentro
como fuera de las tradiciones, creencias y prácticas
religiosas (Benson, Roehlkepartain, & Rude, 2003, p.
205).
Por su parte, Love y Talbot (1999) desarrollaron cinco
principios relacionados al desarrollo espiritual de las personas,
que superan los aspectos asociados a la religión organizada.
Estos supuestos teóricos se fundamentan en la conexión del
individuo consigo mismo y los demás; y pretenden
complementar los postulados psicosociales y cognitivos de las
teorías tradicionales del desarrollo humano. Estos principios son
los siguientes:
1. El desarrollo espiritual implica un proceso interno de
búsqueda de autenticidad personal, que favorece el
desarrollo de la identidad.
2. El desarrollo espiritual implica un proceso continuo
de auto-trascendencia.
3. El desarrollo espiritual implica el desarrollo de una
mayor conexión con uno mismo y los demás.
4. El desarrollo espiritual implica la búsqueda de
sentido, propósito y dirección en la vida.
5. El desarrollo espiritual implica una relación o
conexión creciente con un poder o fuerza superior.
Basado en estos cinco postulados y la definición de
Benson, Roehlkepartain, y Rude (2003), puedo concluir que el
desarrollo espiritual es un proceso de búsqueda,
autoconocimiento, conectividad, significado, maduración, y
contribución social, que favorecen el crecimiento personal. Este
proceso, usualmente es dirigido por una fuerte creencia
295

en el poder de la humanidad (espíritu humano) o por elementos


sagrados (espirituales o religiosos).

Modelos del desarrollo espiritual


A continuación, describo brevemente los dos modelos
más utilizados para explicar los procesos del desarrollo espiritual
de las personas; estos son: Etapas del Desarrollo de la Fe
(Fowler, 1981) y las Etapas del Desarrollo Espiritual
(Helminiak, 1987). Para conocer otros modelos del desarrollo
espiritual, véase González-Rivera (2015). En la Tabla 1 presento,

Tabla 1. Etapas del desarrollo espiritual y psicosocial


Erikson Fowler Helminiak
Desarrollo Desarrollo Desarrollo
psicosocial de la fe espiritual
Infancia Confianza vs.
(0-1½) desconfianza
-Autonomía vs.
Niñez
vergüenza y duda Intuitiva
temprana
-Iniciativa vs. proyectiva
(2-6)
culpa
Niñez Laboriosidad vs. Etapa
Mítica literal
(7-12) inferioridad conformista
Adolesce Sintética- Etapa
Identidad vs.
ncia convenciona conformista-
confusión
(13-21) l consciente
Adultez
Intimidad vs. Individualiz Etapa
joven
aislamiento ada reflexiva consciente
(21-35)
Adultez Paradójica
Generatividad vs. Etapa
consolidativ
(35-60) estancamiento compasiva
a
Madurez Integridad vs. Universaliza
Etapa cósmica
(65 +) desesperación ción
296

de forma paralela, los modelos del desarrollo espiritual que


estaré discutiendo a continuación, junto a las etapas del
desarrollo psicosocial de Erickson. La sinopsis de estos tres
modelos, nos permite observar el avance secuencial de las etapas
psicosociales y espirituales de las personas en la medida que
aumenta su edad cronológica.

Modelo del desarrollo de la fe. Fowler (1981) describió


el desarrollo evolutivo de la fe como un componente universal
del ser humano, anterior a la religión o al rechazo de la misma.
Este autor elaboró un modelo que trata el desarrollo humano de
la fe, tomando como base teórica las ocho etapas del desarrollo
psicosocial de Erikson, las cuatro etapas de las operaciones
lógico cognitivas de Piaget), y las seis etapas del razonamiento
moral de Kohlberg. A continuación, describo estas seis etapas.
Etapa intuitiva-proyectiva (3 a 7 años). Este autor
explicó que desde el nacimiento hasta los 3 años
aproximadamente, la persona es incapaz de formular conceptos
relativos al “yo” o su entorno. Por esta razón, la primera etapa
para el autor es la intuitiva-proyectiva. Durante esta etapa, los
niños y niñas tienen una combinación de imágenes y creencias
que han recibido de las personas de confianza que los rodean. La
imaginación adquiere un papel fundamental en esta etapa y no
está sujeta a operaciones lógicas consistentes. Responde a las
historias, a los símbolos, a los sueños y a las experiencias.
Ejemplo: Puede imaginar un mundo lleno de ángeles que le
protegen y desarrollar confianza en la realidad, o un Dios
castigador-punitivo que lo vigila y desarrollar culpas y miedos.
Los hechos no se distinguen con claridad de la fantasía o de los
juegos. La fe se comienza a construir a partir de símbolos e
imágenes visibles y sin ambigüedad. Según este autor, los
sentimientos de miedo, de culpa, así como los de amor y
compasión se desarrollan en esta etapa.

Etapa mítica-literal (7 a 12 años). En esta etapa, los


niños y las niñas crean un mundo privado de fantasía y asombro.
297

Los símbolos hacen referencia a cosas concretas y utilizan los


mitos o historias espectaculares para comunicar significados
espirituales o entender el contenido de la fe. Los niños y las niñas
creen en un patrón de justicia cósmica, la bondad se recompensa
y la maldad se castiga. En esta etapa, se construyen significados
mediante una narrativa sobre la cual los niños y las niñas no
reflexionan. Se suele pensar en Dios como un padre o una
autoridad firme, protectora y justa.

Etapa sintética-convencional (12 a 18 años). En esta


etapa, los y las adolescentes utilizan conceptos abstractos, que
les permiten reflexionar sobre sus propios pensamientos, sus
narraciones y sus significados. Esto los hace sensibles a lo que
significan para otras personas y a los juicios de los otros. El
mundo está estructurado por las experiencias y los juicios de los
demás. Su fijación se centra en el aspecto interpersonal. Los
valores se sienten profundamente, pero no suelen ser
reexaminados. La identidad, las creencias y los valores son
fuertemente sentidos, aunque puedan ser contradictorios. Se
representa a Dios según cualidades personales como la capacidad
de amar, la comprensión, la lealtad y el apoyo en momentos de
crisis.
Etapa individualizada-reflexiva (18 a 30 años). Durante
esta etapa, la persona adulta joven adquiere un mayor
conocimiento de sí misma, que le permite generar su propio
sistema de creencias. A su vez, la fe se desarrolla de manera
única e individual. Se puede reflexionar críticamente sobre los
valores, creencias y compromisos. Se desarrolla la identidad
personal y el sentido de la propia valía, siendo capaz de tener un
juicio independiente hacia otras personas o instituciones y una
visión del mundo. Usualmente, en esta etapa la persona lucha por
obtener un crecimiento y un entendimiento mayor a nivel
espiritual. Se caracteriza por la auto-examinación y la reflexión
crítica.

Etapa paradójica-consolidativa (30 años o más).


Durante esta etapa, la persona adulta es capaz de integrar
298

distintos puntos de vista, que le permiten desarrollar su propio


conjunto de creencias. Este proceso involucra una relación de
dinamismo y de confianza en Dios. Esta etapa se caracteriza por
la integración, la adaptación y un pensamiento maduro que
reconoce que las verdades pueden ser aproximadas desde varias
perspectivas, y que la fe debe equilibrar y sostener las tensiones
entre dichas perspectivas.

Etapa de universalización (60 años o más, aunque


puede comenzar antes). En esta etapa, la persona de edad
avanzada logra sentirse una con Dios y la espiritualidad se
fundamenta en una preocupación por la creación y el ser como
un todo, sin consideraciones como la nacionalidad, la clase
social, la tradición religiosa, etc. Esta etapa se caracteriza por
altos niveles de espiritualidad y misticismo.
Limitaciones del modelo de Fowler. Varios autores han
argumentado que el modelo de Fowler, a pesar de ser el más
utilizado y discutido en los temas relacionados al desarrollo
espiritual, tiene algunas limitaciones que valen la pena discutir.
De hecho, estas críticas pueden aplicarse a la mayoría de los
modelos espirituales existentes. La primera, y la más
fundamental, es que el modelo tiene un fuerte enfoque cognitivo
que, para bien o para mal, excluye aspectos emocionales,
experienciales y conductuales asociados comúnmente a la
dimensión espiritual del ser humano (Wink & Dillon, 2002;
Levenson, Aldwyn & D’Mello, 2005; Piedmont & Wilkins,
2013). La religiosidad y la espiritualidad son constructos muy
complejos que involucran mucho más que cogniciones
(Paloutzian, 2017).
La segunda limitación es que algunas investigaciones
asocian las etapas de Fowler más a estilos de fe, que a cambios
evolutivos asociados al crecimiento humano (Streib, 2001).
Estos estilos pueden expresarse en distintos momentos de la vida
sin estar asociados necesariamente a una etapa de la vida en
particular. Asumir que una etapa espiritual se limita
estrictamente a un momento histórico o linealidad cronológica
sería un error. Sin embargo, desentenderlo del desarrollo físico y
299

evolutivo del ser humano, también sería otro error. En síntesis,


la edad nos sugiere en cual etapa del desarrollo espiritual la
persona debe estar, pero sus características y descripciones nos
confirman en cual etapa verdaderamente se encuentra.

Etapas del desarrollo espiritual. Helminiak (1987)


presentó la espiritualidad como un fenómeno mental universal
con una normatividad inherente que puede ser legítimamente
abordada como un aspecto que atañe a la psicología y no
solamente a la teología y la religión. Según explicó, el desarrollo
espiritual no surge de forma independiente al desarrollo físico,
emocional, intelectual, moral o de la fe. Sperry (2011) indicó que
este modelo es la mejor conceptualización del desarrollo
espiritual, ya que se concentra en cuatro factores primordiales:
integridad, apertura, autorresponsabilidad y autotrascendencia.
Helminiak (1987) describió cinco etapas del desarrollo
espiritual, las cuales explico a continuación.

Etapa conformista. La persona en esta primera etapa se


caracteriza por tener una visión de mundo muy racionalista,
conservadora y fundamentada en la autoridad externa. Esta
visión de mundo se fortalece con la aprobación de personas
significativas.

Etapa conformista-consciente. Durante esta etapa, la


persona comienza a tomar responsabilidad y conciencia de que
ha aceptado una visión de mundo heredada. Es aquí donde la
persona toma conciencia de que es dueño de su propia vida y
aprenden que sus vidas serán lo que ellos decidan
(responsabilidad).

Etapa consciente. Esta etapa se caracteriza por la


estructuración de la vida de acuerdo con los propios significados
de la persona y con su propia interpretación de la realidad. Este
cambio de mentalidad es motivado por el sentido recién
aceptado, y por el compromiso con sus principios y valores.
Suele ser considerada como la verdadera primera etapa
espiritual.
300

Etapa compasiva. Durante esta etapa las personas


aprenden a renunciar a una parte del mundo que han construido
con tanto esfuerzo por sí mismos. Sus compromisos no son
menos intensos, pero son más realistas. Las personas se hacen
más compasivas y gentiles con ellas mismos y los demás. La
espiritualidad adquiere un fuerte componente altruista (darse a
los demás desinteresadamente).

Etapa cósmica. En esta etapa las personas, fortalecidas


con los beneficios adquiridos en etapas anteriores, se abren
totalmente a las experiencias vividas sin juzgarlas. Están
dispuestas a cambiar y hacer cambios según las circunstancias lo
requieran, y son sensibles al momento presente, en contacto con
lo más profundo de sí mismos. Se tornan conscientes de las
implicaciones de su naturaleza espiritual, estando en armonía
con ellos y con todas las cosas. La espiritualidad se convierte en
su estilo de vida.

Limitaciones del modelo de Helminiak. A pesar que este


modelo es defendido por autores reconocidos en el tema de la
espiritualidad (e.g. Sperry, 2011), debo señalar que la principal
limitación del modelo es que podría interpretarse que trabaja el
desarrollo de la espiritualidad independiente al desarrollo físico
y psicológico. Incluso, como reseñé en la Tabla 1, es muy difícil
ubicar las primeras etapas del modelo de Helminiak en la
infancia y la niñez temprana. La segunda limitación es que las
etapas de Helminiak parecen estar asociadas, principalmente, a
los procesos de maduración y flexibilidad psicológica. Por esta
razón, se podrían encontrar personas de 40 y 50 años de edad en
la etapa conformista del modelo. No obstante, precisamente por
estar atada a procesos de maduración y flexibilidad psicológica,
es un excelente modelo para conceptuar casos clínicos e integrar
la espiritualidad en la psicoterapia.

Implicaciones para la psicología

¿Qué importancia o pertinencia tiene el estudio del


desarrollo espiritual y la espiritualidad para la psicología? ¿Qué
301

implicaciones prácticas y académicas tiene este tema para la


profesión en Puerto Rico? Para responder estas preguntas,
presentaré, críticamente, algunas ideas que he elaborado a través
de mis investigaciones y revisiones de literatura. Para facilitar la
reflexión crítica categoricé las ideas de la siguiente forma:
implicaciones para investigadores e investigadoras,
implicaciones en la práctica clínica, e implicaciones para los
programas graduados de psicología.

Implicaciones para investigadores e investigadoras.


Para entender, lo mejor posible, el desarrollo de cualquier
fenómeno, particularmente aquellos relacionados al ser humano
y su evolución, es necesario estudiar detenidamente los procesos
en el momento presente. Esto requiere el diseño de estudios de
investigación longitudinales que examinen los procesos
espirituales y religiosos que ocurren a lo largo de la vida. Los
mismos deben ser acompañados con estudios cualitativos que
permitan tener una mayor compresión de la experiencia subjetiva
de la espiritualidad y facilite la elaboración de hipótesis y teorías
concretas sobre el desarrollo espiritual de los seres humanos.
Para esto, deben considerarse los aspectos multiculturales y
ambientales que podrían tener algún efecto sobre el desarrollo
espiritual de las personas. A pesar que existen algunas
investigaciones que examinan estos procesos, las mismas han
sido realizadas en contextos anglosajones que no se ajustan a la
realidad de la cultura puertorriqueña. Por esta razón, urge la
necesidad de elaborar este tipo de investigación en la isla.
Además, todavía existen muchas preguntas respecto al
desarrollo espiritual y la espiritualidad misma que necesitan ser
trabajadas científica y académicamente en Puerto Rico. Por
ejemplo, se requiere mayor información que nos ayude a
entender por qué la espiritualidad y la religiosidad, en ocasiones
tienen efectos positivos y en otras, efectos negativos. A su vez,
es necesario comprender cuáles son aquellos estilos de
personalidad que favorecen un desarrollo espiritual saludable y
cuáles un desarrollo espiritual tóxico. De tener estas respuestas,
podría concluirse si existe alguna relación entre el desarrollo
302

espiritual, la salud mental positiva, y los procesos de sanación.


Por su parte, se necesitan investigaciones clínicas que
documenten la efectividad de los acercamientos espirituales en
la psicoterapia, particularmente aquellos acercamientos teístas.
Además de estos puntos, existen un número considerable de
temas y cuestionamientos que tienen soporte en la literatura
académica, pero carecen de investigación científica en el
contexto puertorriqueño. Estos son:

1. Relación entre las etapas del desarrollo espiritual y


el bienestar psicológico.
2. Descripción específica de un desarrollo
espiritual/religioso saludable y un desarrollo
espiritual/religioso tóxico.
3. Identificación de las necesidades espirituales de los
individuos en las distintas etapas del desarrollo
humano.
4. Relación entre los estilos de apego en la niñez y el
desarrollo espiritual.
5. Desarrollo espiritual y práctica de conductas de alto
riesgo en las personas adolescentes.
6. ¿La espiritualidad puede desarrollarse
intencionalmente?
7. La interacción entre las etapas de la fe, el desarrollo
espiritual, psicosocial, cognitivo, y moral.
8. Diferencias multiculturales en el desarrollo
espiritual.

Implicaciones en la práctica clínica. ¿Cuál es la actitud


de las psicólogas y psicólogos en Puerto Rico hacia la
integración de la espiritualidad en la práctica clínica?
Investigaciones realizadas en la isla confirman que la mayoría de
las psicólogas y psicólogos tienen una actitud positiva y
favorable hacia la integración de la dimensión espiritual de los
clientes en la psicoterapia (Camacho-Capó, 2005; Colón-
Collazo, 2008; González-Rivera, Veray, & Rosario, 2016;
303

Valencia-Miranda, 2001). Sin embargo, González-Rivera,


Verany, & Rosario (2016) encontraron que los psicólogos/as en
Puerto Rico están integrando la espiritualidad en los procesos
terapéuticos sin haber recibido una formación sistemática de
cómo manejar asuntos espirituales, ni cómo realizar
intervenciones psicoespirituales.
Por esta razón, la primera implicación para las personas
que practican la psicoterapia en Puerto Rico es que necesitan
adiestrarse formalmente en temas de diversidad religiosa y
desarrollo espiritual humano. Las psicólogas y psicólogos de
Puerto Rico deben conocer los distintos modelos del desarrollo
espiritual y tomarlos en cuenta al momento de conceptualizar los
casos de sus clientes; no para elaborar un juicio sobre la validez
o bondad de su espiritualidad, sino para describir patrones de
desarrollo y explicar posibles conductas. Según explicó
González-Rivera (2016), la integración de estos modelos ofrece
una visión holística de la problemática contextual de las personas
y facilita la elaboración de planes de tratamientos efectivos y
culturalmente sensibles.
En este contexto, debemos plantearnos la siguiente
pregunta: ¿tienen los psicólogos y psicólogas de Puerto Rico las
competencias necesarias para trabajar asuntos espirituales en la
práctica clínica e integrar las etapas del desarrollo espiritual en
las conceptuaciones de casos? Pensando en esto, desarrollé una
lista de competencias asociadas al desarrollo espiritual que deben
tener aquellos psicólogos y psicólogas que deseen integrar la
espiritualidad en sus prácticas profesionales:
1. Diferenciar claramente los constructos religiosidad y
espiritualidad.
2. Conocer los principales modelos del desarrollo
espiritual (véase González-Rivera, 2015, capítulo 3).
3. Observar los aspectos éticos relacionados a la
integración de la espiritualidad propuestos por la
Asociación Americana de Psicología (véase
González-Rivera, 2015, capítulo 4; Hathaway, 2005;
Hathaway & Ripley, 2009).
304

4. Evaluar y diagnosticar tomando en consideración el


desarrollo espiritual de los y las pacientes. (véase
González-Rivera, 2015, capítulo 5).
5. Contemplar las etapas del desarrollo espiritual en las
conceptuaciones de casos clínicos y planes de
tratamientos que así lo ameriten.
6. Conocer las principales estrategias de intervención
psicoespiritual que tienen apoyo en la literatura
académica (véase González-Rivera, 2015, capítulo
6).

Implicaciones para los programas graduados de psicología


González-Rivera, Veray, y Rosario (2016) encontraron
que, únicamente, el 11% de los profesionales de la conducta en
Puerto Rico han recibido adiestramiento mediante estudios
graduados en el área de espiritualidad y diversidad religiosa.
Probablemente, este adiestramiento fue de manera informal,
entiéndase, con talleres y actividades extracurriculares, no
contempladas en los currículos regulares. De igual forma, la
mayoría de los psicólogos y psicólogas en Estados Unidos no
reciben adiestramiento formal y sistemático en esta área durante
su formación académica en las universidades (Hage, 2006). Esto
quiere decir que las escuelas graduadas de psicología en la isla
no están integrando el componente de diversidad religiosa y
espiritualidad en sus currículos y programas de adiestramiento
clínico, descuidando, de alguna manera, una dimensión
fundamental en la idiosincrasia del pueblo puertorriqueño. Lo
interesante de este asunto es que el 90% de los y las profesionales
de la conducta en Puerto Rico entienden que las universidades
del país deben incluir en sus currículos temas relacionados a la
espiritualidad (González-Rivera, Veray, & Rosario, 2016).
A continuación, presentaré algunas recomendaciones que
los programas graduados de psicología y consejería pueden
seguir para incluir el tema del desarrollo espiritual en sus
currículos académicos. Estas ideas están fundamentadas en las
Guías Prácticas Preliminares para Trabajar Asuntos
Espirituales y Religiosos publicadas originalmente por la
305

Asociación Americana de Psicología (Hathaway & Ripley,


2009) y traducidas al español por González-Rivera (2015):

1. Que las directoras y directores de los programas


graduados, la facultad universitaria y las supervisoras
y supervisores clínicos reconozcan la importancia del
componente de diversidad religiosa y desarrollo
espiritual, y abran el espacio para la discusión de
estos temas en sus cursos y supervisiones.
2. Que los cursos de desarrollo humano dediquen una
unidad curricular al tema del desarrollo espiritual,
donde se discutan los principales modelos teóricos y
sus implicaciones a lo largo de la vida.
3. Que los programas graduados de psicología ofrezcan
un curso completo, por lo menos electivo, sobre cómo
integrar la espiritualidad en la psicoterapia. A su vez,
los cursos de psicoterapia deben dedicar una unidad
curricular a este tema. De esta forma, todo el
estudiantado tendrá contacto con el tema.
4. Que todos los cursos donde se discutan temas
relacionados al desarrollo espiritual, clarifiquen la
diferencia entre religión, religiosidad y espiritualidad.
5. Que el estudiantado desarrolle un conocimiento
profundo de su trasfondo religioso y espiritual, y
cómo el mismo influye en sus actitudes profesionales
y relaciones interpersonales.
6. Que se discutan con el estudiantado las 26 Guías
Prácticas Preliminares para Trabajar Asuntos
Espirituales y Religiosos de la Asociación Americana
de Psicología (Hathaway, 2005).
7. Que los cursos de evaluación y técnicas de entrevista
formen al estudiantado en cómo evaluar en un cliente
su espiritualidad y la etapa del desarrollo espiritual en
que se encuentra.
306

Conclusión

En este capítulo discutí dos modelos del desarrollo


humano que tratan directamente la dimensión espiritual y
presenté algunas implicaciones que tiene el estudio del desarrollo
espiritual para investigadoras e investigadores, la práctica
clínica, y los programas graduados de psicología. Es imposible
tratar en un capítulo la complejidad y amplitud de este tema. Sin
embargo, en el mismo planteé algunos puntos fundamentales que
valen la pena resaltar. Primero, así como hay etapas perceptibles
en el crecimiento físico y psicológico de los seres humanos,
existen etapas en el desarrollo espiritual de los individuos.
Segundo, el desarrollo espiritual es un proceso de búsqueda,
autoconocimiento, conectividad, significado, maduración y
contribución social, que favorecen el crecimiento personal.
Tercero, los modelos sobre el desarrollo espiritual deben ser
tomados en consideración en conceptuación de casos clínicos.
Cuarto, el desarrollo espiritual nos ofrece una visión holística del
crecimiento y desarrollo humano a lo largo de la vida. Quinto, se
requieren mayores investigaciones y estudios científicos en
Puerto Rico, relacionados al desarrollo espiritual. Sexto, las
psicólogas y psicólogos necesitan formarse para obtener las
competencias necesarias para trabajar asuntos espirituales en la
práctica clínica. Por último, los programas graduados de
psicología necesitan desarrollar adiestramientos formales y
sistemáticos sobre el desarrollo espiritual y la diversidad
religiosa.

Referencias

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Toward a field of inquiry. Applied Developmental Science,
7, 204-212.
Camacho-Capó, L. (2005). Construcción y validación de la
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307

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