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Resumen
La presente investigación tuvo como objetivo explorar y analizar las prácticas y
estrategias desarrolladas por profesionales de la psicología y líderes espiritua les
para el abordaje de la dimensión espiritual en aras de aportar desde esta
dimensión a la atención clínica en Colombia. Para tal fin se realizó una revisió n
de la literatura desarrollada en torno a la relación entre terapia y espiritualidad,
que permitió definir algunas categorías de análisis, a partir de las cuales se
elaboró un modelo de entrevista a profundidad. Se adelantaron 11 entrevistas a
cinco líderes espirituales de diferentes tradiciones, cinco psicoterapeutas y un
médico que tiene formación como terapeuta, quienes incluyen en su consulta el
abordaje de la espiritualidad, de manera intencionada. Con el material resultado
de las entrevistas se desarrolló un análisis de contenido, de donde emergiero n
nuevas categorías de análisis. Por medio de este proceso se identificaron algunas
definiciones de la espiritualidad en el ámbito de la psicoterapia, así como la
descripción de prácticas para el abordaje de este constructo en el ámbito clínico.
De este mismo proceso, emergen algunas consideraciones éticas a ser tenidas en
cuenta.
Capítulo primero
Introducción
La psicología como disciplina tiende a tener una perspectiva cada vez más cercana al
desarrollo del potencial humano que a la mirada centrada en la falencia (Aspinwall y
Staudinger, 2007) lo que exige una comprensión cada vez más integral e integradora de la
realidad humana; en esta búsqueda, la disciplina ha ido ampliando su espectro de
comprensión, incluyendo más dimensiones en las explicaciones concernientes a lo que
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
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egoísta y generalmente representa los estereotipos negativos que tiene sobre la religión. Más
adelante, esta diferencia se define como “religión intrínseca” (fe genuina, sentida, devota) y
“religión extrínseca” (asistencia a la iglesia para obtener el estatus social) . Este autor
restringe su mirada a las prácticas de fe o religiosidad, lo que aun siendo una mirada limitada
de la espiritualidad, es un aporte importante para que la psicología tenga en cuenta este tema
como determinante en la vida humana y no se le adjudique a una fantasía que empobrece o
limita el desarrollo del potencial racional.
May (como se citó en Henao, 2012), psicólogo frecuentemente relacionado con el
humanismo, la diferencia en sus planteamientos tiene que ver con una perspectiva más
tendiente hacia dimensiones trágicas de la vida. Mantuvo la tendencia de equiparar
espiritualidad y religiosidad y llegó a aseverar que el ateísmo tenía una relación casi
inequívoca con la neurosis. Aportó de manera importante al estudio empírico de la relación
entre una práctica religiosa y el desarrollo humano.
Batson (1943, como se citó en Quiceno y Vinaccia, 2009), amplía la relación entre
religión y espiritualidad desde la perspectiva de la psicología, planteando tres orientaciones
que puede tener el ser humano es su búsqueda espiritual: la religión como medio, la religión
como final y la religión como búsqueda. Uno de los aportes más significativos de este
psicólogo social estadounidense, fue el surgimiento de la Teoría de la Empatía y del
Altruismo, a partir de la cual explica que es posible un altruismo genuino en el que tanto los
procesos motivacionales como lo de comportamiento, están orientados hacia la búsqueda del
bien del otro; lo significativo de este aporte es que la motivación por el bien de otra persona
deja de estar centrada en obtener algún beneficio propio.
Psicología Humanista: Surge en Estados Unidos al término de la segunda Guerra Mundial,
en las décadas de los 50 y 60; más tarde, en la década de los 70, este enfoque llegó a
Alemania y a otros países de Europa. También llamada tercera fuerza de la psicología junto a
la primera fuerza (el psicoanálisis) y la segunda (el conductismo). Sus raíces se hunden en
diferentes psicologías existencialistas que inmigraron a los Estados Unidos de América
durante el dominio nazi, los cuales hicieron importantes aportes a la creación de esta tercera
fuerza, que posteriormente se difundió por Europa y otras partes del mundo (Henao, 2012).
La psicología humanista otorga un lugar central a la experiencia espiritual por su potencial
emancipador; de acuerdo a sus diferencias conceptuales y aún en técnicas de intervención, el
humanismo tiene diferentes corrientes entre las que se cuentan: “Psicoterapia centrada en la
persona de Carl Rogers (Norteamérica); la terapia gestáltica, de Fritz Perls (Europa); la
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mediante una vinculación significativa con Dios (según la concepción que se tenga de él) y/o
con los demás, dentro o fuera de las instituciones religiosas” (p. 43).
Este brevísimo recorrido histórico, acerca de los diversos acercamientos que ha tenido la
disciplina a la dimensión espiritual, exige tener presente que la psicología no es una sola,
pues sus fundamentos epistemológicos varían de acuerdo a la perspectiva desde la que se
ubique. En palabras de Duque et al. (2011) “Cuando cada psicología propone, por ejemplo,
una metodología particular, ésta se corresponde a su vez con unos principios teóricos, unas
nociones sobre la naturaleza de la realidad psicológicas del ser humano e incluso con la
manera como concibe la realidad misma, entre otras cosas” (p. 41). El abordaje de temáticas
o problemáticas específicas, aportará a la construcción de campos disciplinarios, pero que no
están exentos de responder a intereses de diversa índole (personales, políticos, económicos,
académicos, religiosos, entre otros). Por ello se ha mencionado el tiempo y lugar de los
diferentes autores y escuelas, pues ello hace más claro comprender porque se pone énfasis en
algunos aspectos y otros se dejan de lado en cada postulado.
Todo lo anterior va delineando así el interés específico de las autoras, cual es el de
conocer las estrategias y técnicas empleadas por profesionales de la psicología que tienen, de
manera intencional, una mirada sobre la espiritualidad.
Sin embargo, el interés no se limita a reconocer la práctica de profesionales de la
psicología, pues, como se ha mencionado, hay reciprocidad entre las tradiciones sagradas y la
psicología, en tanto el acercamiento de estos dos campos de actuación ha permitido abrir
escenarios de investigación.
De acuerdo con un documento de circulación interna de la Fundación de Estudios
Transpersonales, en el cual se lee que: “En general las Tradiciones Sagradas en su dimensión
externa (Religión) tienen sus divergencias, pero en su dimensión interna
(espiritualidad/mística) presenta rasgos convergentes, unos denominadores fundamentales
semejantes a la luz que es incolora, pero que sin dejar de ser luz, proyecta los colores del arco
iris” (Zatman, 2015, p. 6). Se reconoce en esta definición una coincidencia con el abordaje
que hasta el momento ha desarrollado la psicología, que lentamente ha ido comprendiendo
que si bien la religiosidad tiene que ver con la espiritualidad, no son sinónimos.
Más adelante el texto aclara cuales son los denominadores fundamentales a que se hace
referencia en la cita anterior: Visión intrapersonal/ Con relación al ser humano: referida a
esclarecer la pregunta ¿quién soy?; Visión interpersonal/ Con relación a lo social: apunta a
construir el deber ser y el reconocimiento de la sacralidad de la existencia de otros seres
humanos; Visión transpersonal/ Con relación a lo Universal, la naturaleza, la vida: relativa a
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Justificación
La Espiritualidad es un tema que ha sido abordado por múltiples disciplinas a lo largo del
desarrollo de la Humanidad. En el campo de la psicología la espiritualidad ha sido un
constructo de estudio a través del tiempo con distintas miradas y perspectivas. Hoy en día
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Objetivo general
Explorar y analizar las prácticas y estrategias desarrolladas por profesionales de la
psicología y líderes espirituales para el abordaje de la dimensión espiritual en aras de aportar
al desde esta dimensión a la atención clínica en Colombia.
Objetivos específicos
Identificar las prácticas desarrolladas para el abordaje de la dimensión espiritual en
Colombia.
Indagar por los enfoques, estrategias y técnicas de las prácticas.
Delinear elementos metodológicos que aporten al desarrollo de la dimensión espiritual en
el ejercicio de la atención clínica terapéutica en Colombia.
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Capítulo Segundo
Aproximaciones de la psicología al abordaje de la espiritualidad
“Espiritualidad es trascender. Una buena estrategia, mejor aún, la única para encontrarle
un sentido a la vida. Eso pide ir más allá de lo aparente y percibir una intención divina en el
universo, un plan de amor en el que todo está bien ordenado, incluso eso que ves como
trágico o absurdo” (Morale, 2006).
El ser humano es un ente integral y holístico compuesto por diferentes dimensiones como
la social, biológica, psicológica, cognitiva, cultural y espiritual. Ésta última, cuando es
concebida como dimensión se considera importante e innata en el individuo, pero en
ocasiones restringida (Lukas, 2008). Aunque la espiritual es un constructo amplio, dinámico
y expansivo, en la presente investigación se parte de la base de que es viable para el ser
humano acercase a su comprensión y abordaje, y que ello puede aportar de manera
significativa en la posibilidad de trascender la inmediatez de sus actos y a la vez encontrarle
sentido o significado más profundo a las experiencias más concretas.
Considerando el interés que la psicología ha mostrado en la vivencia de la espiritualidad,
resulta necesario preguntarse, cuál puede ser el papel del psicólogo clínico respecto al
abordaje de la dimensión espiritual en el ser humano. La tarea del psicólogo no es solo
diagnosticar, evaluar e intervenir; también se espera que pueda ser es un guía y orientador
que pueda ayudar a la persona a enfrentar sus dificultades, a explorar sus fortalezas, a
construir o encontrar herramientas que mejoren su calidad de vida y, sobre todo, a impulsar la
valiosa tarea de dotar de sentido su vida (Lukas, 2008).
Para alcanzar este objetivo, la disciplina ha desarrollado estrategias, terapias y técnicas
para ayudar al ser humano a resolver los desajustes en las diferentes áreas de vida, sin
embargo, en relación con la espiritualidad no resultan tan evidentes como frente a otras áreas,
dimensiones o temáticas (Oblitas, 2008); así en el presente capítulo se presentan
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comprensión del constructo que nos ocupa y de lo que la disciplina ha avanzado en formas
para su abordaje en el campo de la psicología clínica.
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Según un estudio realizado en los Estados Unidos por Pargament (Como se citó en
Worthington & Steven, 2016) aproximadamente el 74% de la muestra se definía como un ser
“espiritual y religioso”, el 19 % como “espiritual pero no religioso”, el 4% como “religioso y
no espiritual” y el 3% refirieron que no se consideraban “ni espiritual ni religioso”; de
acuerdo con el autor, los contextos religiosos influyen en la auto definición del 81% de los
encuestados, además concluye que la experiencia religiosa ha influido (positiva o
negativamente) en quienes dicen no ser religiosos. Lo que lleva a pensar que la relación entre
religiosidad y espiritualidad es muy estrecha, pero también que se trata de experiencias
significativas, más que de conceptos estáticos a los que las personas se acogen.
Se hace necesario entonces acercarse a reconocer de qué manera se ha definido la
espiritualidad como un intento por comprenderla.
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un sentido muy cercano pero sin dar protagonismo a la religión, Nolan, Saltmarsh & Leget
(2011) consideran que la espiritualidad es la dimensión dinámica que relaciona la forma en
que las personas experimentan, expresan y/o buscan un significado, propósito y
transcendencia, con la forma en que conectan con el momento, consigo mismos, con los
demás, con la naturaleza y/o con lo sagrado.
La espiritualidad es un constructo dinámico que involucra también el concepto de “lo
sagrado”, en tanto implica el reconocimiento de algo profundo, existencial y personal. En el
Manual de psicología positiva, la espiritualidad es definida como “la búsqueda de lo sagrado”
Pargament & Mahoney (2004) presentan dos elementos clave; en primer lugar búsqueda, que
lleva a pensar la espiritualidad como un proceso que involucra el esfuerzo de descubrir
aquello considerado sagrado; este es justamente el segundo elemento, lo sagrado, que
involucra el concepto de un ser superior, de lo divino y lo trascendente. En esta perspectiva
una persona espiritual es aquella que busca conocer y experimentar lo que percibe como
trascendente.
A partir del planteamiento anterior, se hace posible comprender que para algunos seres
humanos la espiritualidad envuelve la idea de una búsqueda individual, personal e íntima,
búsqueda que está sujeta a aquello que la persona entiende e interpreta como sagrado.
Sosteniendo lo anterior, King (1992) argumenta que la espiritualidad se trata de un sistema
integral, holístico y dinámico, a partir del cual el individuo pone en práctica aspectos de su
religión o su filosofía para llevar a la plenitud su ideal de desarrollo espiritual.
De otro lado, emerge desde una perspectiva más cognitiva que experiencial, el concepto
de inteligencia espiritual. Gardner (2001) ha sido uno de los expertos en la teoría de las
inteligencias múltiples, argumentando que no solo un CI (coeficiente intelectual) determina la
inteligencia, sino que el ser humano puede desarrollarla en diferentes direcciones y de
distintas formas. Desde esta teoría, Gardner (2001) argumenta que existe una inteligencia
espiritual, a partir de la cual el ser humano es capaz de trascender, experimentar estados
elevados de conciencia, influir en las actividades cotidianas y relacionarlas con un sentido de
lo sagrado, y desde donde tiene la posibilidad de utilizar recursos espirituales para resolver
problemas de la vida.
Adicionalmente, Zohar y Marshall (2001) rescatan que ni el CI ni la inteligencia
emocional son suficientes para explicar la complejidad de la inteligencia del hombre, la
riqueza e imaginación humana. Para los autores la inteligencia espiritual (IES) difiere del CI
y la inteligencia emocional (IE) porque tiene el poder de transformación y facilita el
crecimiento personal del individuo; además, la IES brinda al ser humano un centro activo y
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unificador que da sentido a las cosas, ayudando a forjar nuevos rumbos y guiando su
expresión de lo interior. En resumen, “La IES es la inteligencia que descansa en esa parte
profunda del ser que está conectada con la sabiduría más allá del ego o de la mente
consciente” (Zohar y Marshall, 2001, p. 24).
De acuerdo con Wigglesworth (2013) la inteligencia espiritual es la capacidad de actuar
con sabiduría y compasión manteniendo la paz interior y exterior independientemente de las
circunstancias en que se encuentre la persona. Además, éste tipo de inteligencia es un
potencial individual y requiere ser desarrollada. En la actualidad se sigue estudiando y
ampliando el concepto de inteligencia espiritual, pues se considera de competencia de la
psicología y especialmente del campo clínico, entendiendo que los terapeutas pueden ayudar
a sus consultantes en la potenciación de su inteligencia espiritual para favorecer sus
habilidades de autoeficacia.
Necesidades espirituales. El ser humano nace con algunas necesidades frente a las
cuales desarrolla estrategias y destrezas para poder suplirlas; desde este planteamiento, el
psicólogo Abraham Maslow plantea la idea de la pirámide de necesidades, ubicando desde la
base hacia arriba respectivamente las fisiológicas, de seguridad, de filiación, de
reconocimiento y de autorrealización (Maslow, 1991). En la misma lógica, se considera que
se tienen necesidades de tipo espiritual, por ejemplo, la de ser reconocido como persona, la
de tener esperanza, la de poder identificar la trascendencia de los propios actos y de re
significar la propia vida.
De acuerdo con Benito, Barbero, Dones y Gómez (2014) el ser humano tiene ciertos
recursos/necesidades espirituales que están divididos en tres niveles: nivel intrapersonal
(consigo mismo), nivel interpersonal (relación de la persona y con los otros) y nivel
transpersonal (relación de la persona con lo trascendente). El nivel intrapersonal, es la
coherencia que experimenta la persona entre los propios valores y lo que piensa, siente, dice
y hace. El nivel interpersonal, describe la vivencia de amar y ser amado, y la necesidad de
perdón y de reconciliación. El último nivel, transpersonal, es el sentido de pertenencia con un
ser superior y la capacidad de la persona de expandir el ser más allá de las experiencias
cotidianas, a lo sublime o a lo sagrado, no necesariamente con un contenido religioso.
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bienestar espiritual se refiere al estado positivo que contribuye a dar sentido y significado al
propósito de vida, reduciendo los efectos psicológicos de eventos traumáticos en la vida,
crisis del ciclo vital, enfermedades y factores estresores.
Justamente por estar tan íntimamente asociada la espiritualidad al bienestar, uno de los
ámbitos en que más se ha trabajado con el abordaje de esta dimensión es en el de la salud y la
enfermedad, de manera particular en los cuidados paliativos. En éste campo, han sido
diversos los estudios desarrollados por múltiples áreas de la medicina y la psicología. Los
hallazgos indican que la espiritualidad favorece estilos de vida y comportamientos más sanos,
lo que se asocia a un menor riesgo de enfermedades y a una actitud diferente cuando se
pierde la salud, lo que justifica plenamente su uso en los programas de apoyo psicosocial
dirigidos al tratamiento de enfermedades crónicas y de alto riesgo (Navas y Villegas, 2006).
Existen momentos o situaciones límite en la vida que, en ocasiones pueden implicar una
disminución o pérdida de bienestar subjetivo, de sentido de vida, de direccionamiento de la
existencia, constituyéndose estas ocasiones en oportunidades para reflexionar, cuestionarse y
buscar diversas formas de afrontamiento. La espiritualidad puede ser una vital herramienta,
no solo para mejorar la salud física y mental, sino también para enfrentar situaciones críticas,
tal como como una enfermedad significativa, la pérdida de un ser querido u otras formas de
sufrimiento humano. De hecho, Benito et al. (2014), mencionan que la espiritualidad es un
poderoso recurso para trascender el sufrimiento y los obstáculos en el proceso de morir y
encontrar la paz, pues la persona puede desprenderse de sus creencias y aceptar la
incertidumbre en el proceso de morir.
Para la persona que ha perdido el gozo de una buena salud y que posiblemente debe
realizar un proceso de cierre en su vida, la espiritualidad se convierte en el estilo de
afrontamiento más adaptativo y valioso, tanto para los pacientes como para sus familiares. La
espiritualidad no solo mitiga los sentimientos de vacío y sufrimiento, sino que además mejora
la comprensión de su existencia, sentido de vida y concepto de muerte. Por ejemplo, para
Bernal, Meiss y Giordano (2015), la espiritualidad en el paciente con cáncer es tan
importante como el estado físico y psicosocial en cuanto al aporte que hacer a su calidad de
vida y a la evolución de la enfermedad, sobre todo en las etapas finales de la enfermedad
terminal.
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espiritualidad, gracias a los cuales es posible evidenciar que las prácticas espirituales y la
conexión del ser humano con su dimensión espiritual está directamente relacionado con
cambios cerebrales y neurobiológicos. De acuerdo con Newberg & Waldmanm (2009) se han
documentado los procesos neurobiológicos de diversas experiencias espirituales y religiosas,
incluido el perdón. Esto ha permitido encontrar en las neuroimágenes tomadas del flujo
cerebral sanguíneo de practicantes budistas y cristianos, que la espiritualidad está mediada
por las estructuras pre frontales, que están asociadas a diferentes procesos cognitivos. Esto ha
llevado a pensar que las experiencias de tipo espiritual están involucradas con la generación
de cambios positivos en el procesamiento de la información.
Paralelamente, Williamson & Hood (2016), refieren que las prácticas espirituales y
religiosas como la meditación, la oración y algunos cultos demostrativos, cambian el
funcionamiento del cerebro y los niveles de neurotransmisores como dopamina, serotonina y
GABA. También, se ha evidenciado que durante las practicas espirituales existe una
disminución en la actividad del lóbulo frontal y un incremento en la actividad de tálamo y los
lóbulos parietal y temporal, en donde se ubica el sistema límbico, encargado de regular las
emociones.
Autores como Fukuyama et al (2014), proponen que el desarrollo del sentido de identidad
se da a través del hemisferio izquierdo, mientras que en el derecho se presenta el proceso de
imaginación, lo que han podido relacionar con las prácticas que proponen “estar en el
momento presente”, ya que se activa el mismo hemisferio; sucede igual con el monitoreo de
la actividad cerebral frente al sentimiento de unidad, el silencio, el fluir, la sensación de
atemporalidad y amplitud, los estado meditativos y la vivencia de paz interior, estados y
prácticas desarrollados por diversas corrientes religiosas y psicológicas para abordar la
espiritualidad.
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Perdón. El perdón ha sido una práctica base para diversas religiones y esto ha llevado a
algunos investigadores a interesarse en sus efectos, comprobando los impactos que tiene en la
vida de las personas, por ejemplo han encontrado que ayuda a personas con depresión, abuso
de sustancias, ansiedad y desórdenes alimenticios, además incrementa los niveles de salud
física (Harris & Thoresen, como se citó en Fukuyama et al., 2014).
El perdón puede ser una puerta a tener conexión con la dimensión espiritual y genera
cambios positivos en el ser; “Cuando los sujetos perdonan, sus pensamientos, sentimientos y
acciones hacia quien es objeto del perdón se transforman en más positivos” (Casullo, 2005, p.
67).
Oración. La Oración es la practica más antigua y comúnmente utilizada por las personas
para conectarse con su dimensión espiritual. Ésta práctica ha aportado en: los procesos de
alivio de enfermedad, en el incremento en la calidad de vida, reducción del estrés, en el
afrontamiento de eventos estresantes y en el manejo de dolor. (Barnes, Powell-Griner,
McFann, & Nahin, como se citó en Barnett et al, 2014).
Una encuesta realizada al personal sanitario de una unidad de cuidados intensivos
determinó que el 73% de los pacientes integraban su práctica de oración, el 81% del personal
de salud recomendaba a sus pacientes orar y al 79% la familia le solicitaba orar por la
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la India desde el siglo XX y ha sido develada por el físico Maharishi Mahesh Yogi de la
tradición védica. La MT es una técnica que permite a quien la practica mejorar su calidad de
vida, disminuir niveles de estrés y desarrollar su pleno potencial; además, permite entrar en
un estado de paz interior y favorecer el crecimiento personal (Chapman, 1976).
Según Broome, Orme-Johnson & Schmidt-Wilk (2005), la MT produce un estado
psicofisiológico de descanso total, reducción de los niveles de ansiedad de rasgo, mejorar la
salud psicológica y es coadyuvante en la disminución significativa del consumo de sustancias
como cigarrillo, alcohol y SPA. De hecho, en un estudio de Alexander, Swanson, Rainforth,
Carlisle, Todd & Oates (1993), desarrollado con una población de trabajadores que
practicaban la MT, encontraron altos niveles de cambios psico-fisiológicos tales como:
disminución de la ansiedad, de la tensión laboral, del insomnio, de niveles de fatiga, así como
en el consumo de cigarrillo, al tiempo que se daba un aumento en la efectividad de los
empleados, mejores niveles de satisfacción laboral y mejoría en la relaciones interpersonales.
En resumen, la MT es un tipo de meditación diseñado y adaptado para personas de
occidente, donde su práctica diaria por 20 minutos puede generar efectos positivos en la salud
mental, generar bienestar y dar un descanso profundo físico y mental (Chapman, 1976).
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haciendo en el mismo instante y mitigar las distracciones; (d) Actuar espontáneamente, que
es estar motivado por el momento en vez de la costumbre; (e) Acoger el vació de la mejor
manera, es decir liberar el estrés, dejar ir el miedo y la ansiedad a través de la risa, por
ejemplo.
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diversas investigaciones por medio de las que ha difundido la importancia que tiene atender a
la espiritualidad y otorgar un lugar significativo a su exploración y desarrollo dentro de la
consulta psicológica. Como principales razones se identifican: en primer lugar, la espiritualidad
es un hecho cultural, en segunda instancia, el desarrollo de esta dimensión tiene efectos en
varios aspectos de la salud mental y física, y, finalmente, la espiritualidad ha sido uno de los
constructos con menos atención psicológica según lo reporta la APA (Pargament & Mahoney,
2004), a pesar de la evidencia antropológica de su existencia a lo largo de toda la historia de la
humanidad.
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Capítulo Tercero
Método
Tipo de investigación
La presente investigación se inscribe en el paradigma hermenéutico, que de acuerdo con
Mardones y Ursua (1994) es entendido como un modo de aproximación que se centra en el
reconocimiento de las particularidad de un ámbito de estudio determinado. Se caracteriza por
desarrollar un método ideográfico, que permite ahondar en la descripción de objetos,
identificando las características que les hacen individuales y únicos, de manera que la
manifestación de la singularidad del sujeto que investiga tanto como la del objeto de estudio
son comprendidas como manifestaciones de lo interior, y esas dos interioridades se ponen en
juego al momento de la investigación, creando contexto específicos para comprensiones
específicas.
Desde la perspectiva de la hermenéutica, la separación entre hombre y entorno social
resulta imposible, pues es en esta interacción en la que emergen las explicaciones y, en
últimas, la realidad. En este sentido, “Los sujetos a cuya investigación se compromete la
psicología no están simplemente sujetos a la influencia de la sociedad, como suele llamársela,
sino que vienen configurados por ella basta la más profundo” (Mardones y Ursua, 1994, p.
16).
De acuerdo con el paradigma y con el objeto de investigación, esta investigación se
suscribe al enfoque cualitativo, entendido como un proceso que “apunta a la comprensión de
la realidad como un proceso histórico de construcción a partir de la lógica de los diversos
actores sociales, con una mirada “desde adentro”, y rescatando la singularidad y las
particularidades propias de los procesos sociales” (Galeano, 2012, p. 20).
La investigación cualitativa es la que “produce datos descriptivos: las propias palabras de
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las personas, habladas o escritas, y la conducta observable” (Taylor y Bogdan, 1998, p. 20).
Los autores señalan que se trata de una forma de acercarse al mundo empírico lo cual es
interés central de las investigadoras, que buscaron en todo momento acceder desde una
perspectiva holística, tanto a los entrevistados como a los contextos en que desarrollan sus
abordajes, considerándolos como un todo, incluyendo su pasado, es decir la manera en que
han construido sus comprensiones acerca de la espiritualidad, y su momento presente, esto es
la forma en que adelantan las prácticas para el abordaje.
Participantes
Se definieron criterios de selección para definir los participantes de la investigación, a
partir de los cuales se extendió invitación a 15 persona y finalmente se realizaron 11
entrevistas. El primer criterio fue contar con igual número de participantes en ambos grupos
de análisis: líderes espirituales y terapeutas; en relación con la experiencia específica en el
tema se decidió que fuera de mínimo de cinco años, con diversidad en campos de aplicación,
esto con el fin de dar diversidad en los perfiles y estrategias de intervención diversas.
También se buscó contar con participación equitativa de hombres y mujeres, buscando tener
en cuenta la perspectiva diferencial de género, así como un rango de edad por encima de los
35 años, con el fin de tener también un cierto nivel de experiencia vital.
De otro lado, en el caso de los terapeutas, se buscó que tuvieran por lo menos un artículo
publicado, que hubiesen participado en eventos o charlas o que tuvieran un desarrollo
específico frente a la temática central de la investigación.
Los participantes que finalmente hicieron parte de la investigación cuentan con los
perfiles enunciados a continuación.
Líderes espirituales.
Participante 2. Formación profesional como fisioterapeuta de la Universidad El Rosario,
especialista en columna y mano. Se ha desempeñado como docente de esta área del
conocimiento en las Universidades El Rosario, Javeriana y Manuela Beltrán; fue
coordinadora de prácticas de quemados de mano en El Rosario. Hace 18 años tuvo un
proceso de acercamiento, iniciación y formación con tradiciones indígenas Mexicanas y
Colombianas, desde donde inicia su trabajo espiritual que define como “una suma de dos
tradiciones que, es una sola, no nos difiere de nada. Nos difiere la forma en que nos vestimos,
qué cantamos, pero todos volvemos nuevamente a re-conectarnos nuevamente con qué, con
los cuatro elementos, con que somos aire, agua, fuego y tierra. Rezamos a un dios que nos
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nutre que es un elemento, que es el sol y volvemos a la madre tierra, y nos sentamos en la
madre tierra porque es nuestra madre y la que nos da todo para vivir. Entonces uno vuelve a
reconectarse con todo eso y de ahí́ sale el trabajo espiritual que yo sigo hace 18 años”
(Entrevista 2, realizada el 7 de marzo de 2016). Durante este tiempo ha tenido que pasar por
diversos procesos de iniciación y rituales en los que líderes indígenas le han ido dando
instrucción para avanzar en el desarrollo de diferentes formas de sanación. Actualmente,
realiza procesos grupales y colectivos de sanación espiritual y reconexión con medicinas y
tradiciones indígenas y hace parte del Consejo de Abuelas de Colombia, que es un organismo
de mujeres mayores de 52 años representantes de diferentes tradiciones; representa a la
comunidad Fuego Sagrado de Itzachilatlan, Bakatá.
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árabe e israelí. Propone una reforma universal de la academia para construir la paz en
Colombia y la cooperación Islam-Occidente.
Participante 10. Entre los años 96 y 98 tiene contacto formal con el budismo, después
viaja a la India, en donde se queda cinco años y medio realizando su formación y
entrenamiento en budismo tibetano. Regresa a Colombia en el 2006 y a mediados del 2007 es
nombrada directora del Centro de Meditación Budista Tibetana de la Tradición Luppa, hasta
el 2015, momento en que deja la dirección. Ha dictado clases de Budismo Tibetano en la
Universidad. Durante algún tiempo estuvo trabajando con el CERT –el Centro de Estudios de
las Religiones y la Teología. Dicta cursos libres de meditación y Budismo y es invitada por
diferentes universidades para desarrollar espacios de conversación y formación en el tema.
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Terapeutas.
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Instrumentos
Procedimiento
Para el desarrollo de la investigación se dio inicio con la revisión documental acerca de la
la relación espiritualidad – psicología – práctica clínica terapéutica, a partir de la cual se
identificaron prácticas desarrolladas en esa relación, de donde emergieron las categorías
iniciales con base en las cuales se elaboró la entrevista a profundidad. Posteriormente se
definieron los criterios de selección de perfiles para los participantes, que incluían líderes
espirituales y terapeutas que abordaran la dimensión espiritual de manera intencionada. Una
vez establecidos y definidos los contactos con los participantes se desarrollaron las
entrevistas a profundidad que dieron como resultado un material al que se le realizó el
proceso de análisis de la información, tanto intra-discurso como inter-discurso; esto es que
cada entrevista permitió establecer un nivel de análisis en sí misma y otro nivel que estuvo
relacionado con la comparación de los diferentes discursos, entre unidades de análisis (líderes
y terapeutas) y entre los diversos actores. Durante esta parte del proceso emergieron nuevas
categorías que permitieron enriquecer y complejizar las comprensiones frente al tema y el
acercamiento a los objetivos de la investigación. Finalmente se procedió a la elaboración del
documento final.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Consideraciones éticas
Se han tenido en cuenta varios elementos éticos para el desarrollo de la investigación. En
primer lugar los-as participantes contaron con información precisa acerca del objetivo y
alcance de la investigación, para decidir desde allí su participación. Durante el desarrollo de
los diferentes momentos de contacto, así como de las entrevistas nunca se juzgaron ni
calificaron las ideas, posturas, creencias u orientaciones de fe. El manejo de datos personales
ha sido cuidadoso, incluyendo la entrega y firma de consentimientos informados, sin cuya
lectura y firma no se dio inicio a ninguna entrevista. Las referencias de las citas textuales
extractadas de las entrevistas y referidas en el documento de la investigación, son claras y
dan crédito a todas las ideas expuestas por los-as participantes. Finalmente, se compartirá con
todos-as los-as participantes el documento final de investigación.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Capítulo Cuarto
Resultados
En este apartado se presentan los resultados del análisis de contenido realizado con base
en las entrevistas realizadas a los 11 participantes, cinco de ellos líderes espirituales de
diferentes tradiciones (catolicismo, budismo, islamismo, tradición indígena) y la directora del
centro Mharishi Yoga que desarrolla el abordaje desde la perspectiva de la meditación
trascendental, que aunque no está inscrita dentro del hinduismo, está más cercana a las
características de los abordajes que se incluyen en la unidad de análisis de los líderes
espirituales, otros cinco son psicoterapeutas que tiene enfoques psicológicos diversos y cuya
práctica clínica se desarrolla en diferentes campos (terapia individual y de pareja, procesos
colectivos, acompañamiento en duelo, cuidado paliativos) y un médico que por su formación
de posgrado y de acuerdo a su modelo de intervención adelanta procesos con intencionalidad
terapéutica en su consulta, éste último participante hace parte de la unidad de análisis de los
terapeutas por el rol que desempeña.
Sobre la base de una categorización basada en el marco teórico se da inicio al análisis de
las entrevistas, en donde se evidencian nuevas categorías no planteadas inicialmente.
La categorización final permitió evidenciar nuevas categorías y relaciones entre ellas; así,
una categoría central fue la espiritualidad que incluyó cuatro elementos constitutivos:
religiosidad, trascendencia, sentido de vida y conciencia. Como parte de la espiritualidad
emerge la categoría abordaje, que permite explicar las formas de acercamiento desarrolladas
por los entrevistados en sus diferentes contextos de relación con quienes acuden a ellos; para
poder organizar la información de estos abordajes, en primer lugar de establecieron las
diferencias entre los líderes y los terapeutas y posteriormente se identificaron las estrategias
desarrolladas por ellos. Estas estrategias permitieron evidenciar enfoques y técnicas
específicas, estas últimas terminaron siendo organizadas como prácticas por su amplitud y
diversidad. Finalmente, como parte de las estrategias se identificaron en el campo específico
del quehacer de los terapeutas, los elementos que son propios del ámbito de la psicoterapia.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Tabla 1
Categorías iniciales
Categoría Sub-categoría
Estrategias Técnicas
Enfoques
Espiritualidad Religiosidad
Trascendencia
Sentido de vida
Espiritualidad
A criterio de las investigadoras, poder hacer un acercamiento a las formas de abordaje y
las diversas técnicas de intervención realizadas por líderes espirituales y terapeutas
participantes de la investigación, parte de entender cómo es concebido el objeto sobre el que
se pretende hacer dicho abordaje; Por esta razón, se ha decidido dar inicio a la presentación
de los resultados con esta categoría de análisis: espiritualidad. Incluye tanto un acercamiento
a las comprensiones y definiciones construidas por los entrevistados, como los elementos
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
constitutivos que ellos y ellas identifican como principales para tener un mayor
entendimiento del constructo.
Es posible distinguir tres aspectos centrales dentro de las diversas definiciones dadas de
espiritualidad por parte de los entrevistados. En primer lugar definida por la presencia o
relación con un ser superior, en segundo comprenderla como dimensión del ser humano o
como contenedor de las demás dimensiones y, finalmente, la espiritualidad como lugar de
encuentro consigo, con los otros y lo otro, entendido esto último como el entorno, la
naturaleza, el cosmos. Se abordan cada uno a continuación.
La espiritualidad como relación con un ser superior. Si bien hay una diferencia
significativa entre las concepciones de espiritualidad de los terapeutas frente a las de los
líderes espirituales, en relación con la necesidad o no de la conexión con un ser superior o
divinidad para hablar de espiritualidad, en ambos casos se considera que es un aspecto que
puede estar presente cuando la definición de lo espiritual implica la relación o presencia de
un ser superior suele estar cercana a las ideas de la religiosidad, es decir que este aspecto se
hace presente en la mayoría de los líderes espirituales, y aunque no es el aspecto más
relevante dentro de las concepciones de los terapeutas, si ocupa un lugar significativo para
algunos.
Dado que el ejercicio de los líderes espirituales se enmarca en una tradición espiritual,
entendida como una forma de religiosidad determinada, y que a la base de los principios que
las rigen se encuentra la identificación con la imagen de un ser supremo, así como diferentes
formas de acercamiento a la divinidad, la espiritualidad se tiende a relacionar con la búsqueda
del conocimiento interno -de sí mismo- fundamentada en el conocimiento de una fuerza
externa o superior que se refleja en la imagen o forma humana. Tanto las vías para ese
conocimiento como las características de la divinidad estarán determinadas por los preceptos
y principios de cada tradición. Para el líder de la tradición Islámica, la espiritualidad es una
misma fuerza que se particulariza de acuerdo con las condiciones culturales e históricas de
los grupos humanos que reciben un mensaje o establecen una relación con determinadas
formas de manifestación de lo divino: “Es decir, las espiritualidades han tomado las formas
del recipiente donde llegan, cultural o civilizacional. Entonces, esa agua toma el color del
recipiente donde llega y a través de la historia, ese primer motor originador de todo es el
Creador: Dios, Alá, Jehová, Yahvéh, no importa el nombre que se le dé. Él se ha manifestado
y esos mensajes que ha enviado son múltiples, y el corazón y el núcleo atómico de todo ese
mensaje es lo espiritual” (Participante 8, Comunicación personal, 23 de marzo de 2016).
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Al planteamiento anterior habría que sumar que no solo se considera que lo divino se
manifiesta en las formas humanas llamadas religión o tradiciones espirituales, sino que se
considera que hay un papel activo de lo humano, en la medida que la persona debe hacer
conciencia de aquello divino que le habita y reconocer así su propia sacralidad y
potencialidad de hacerlo evidente y presente; en palabras del líder católico , la espiritualidad
es “aprender a vivir nuestra condición humana integralmente y saber que el papel de Dios es
el que trabaja permanentemente en tu interior creándote y recreándote a ti, como la mujer que
tienes que ser” (Participante 11, Comunicación personal, 8 de abril de 2016). Esta forma de
hacer presente lo divino en cada quien, invita a hacer presente otro elemento significativo en
las entrevistas y es la importancia de reconocer la espiritualidad como acto que exige la
coherencia entre aquello en lo que se cree y la manera en que se actúa.
Se conciben entonces dos órdenes en los que la espiritualidad se hace palpable desde la
relación con un ser superior. En palabras de un psicólogo entrevistado “una concepción a la
vez mundana y como transmundana de lo espiritual, como que hacían eco de lo que dice el
evangelio de que “el que dice que cree en dios al que no ve y no ama a su hermano, a quien si
ve, miente” (Participante 3, Comunicación personal, realizada 9 de marzo de 2016); en el
orden que este entrevistado concibe como mundano se ubica lo que otros participantes, en
especial los líderes espirituales ubican como el cumplimiento de unas normas externas que
determinan la forma en que se da esa relación con un ser superior, pero en el orden más
espiritual o profundo se da la reafirmación de que esa búsqueda no solo se ubica en un
recorrido interno y etéreo, sino que configura en formas particulares de acción y relación con
lo humano, con lo concreto.
De acuerdo con los entrevistados, es fundamental, evidenciar la multiplicidad de formas
tanto de entender como de acercarse a la espiritualidad, y de manera especial cuando se basa
en la relación con un ser superior, pues la idea que se establezca de ese ser determinará las
formas para construir la relación con él, así como la concepción de sí mismo y de los otros.
Entonces, de una parte es necesario entender esas particularidades en las concepciones y
prácticas en torno a la espiritualidad:
“Pero hay unas prácticas de humanidad que trascienden las condiciones particulares de
cualquier persona, o sea que son como “trans-persona”, que de alguna manera nos habla de
condiciones mucho más universales sin desconocer las singulares, por un lado eso se vuelve
profundamente práctico porque es reconocer una de las fuerzas fundamentales que animan a
cada individuo y es la búsqueda de un más allá́ de donde está ahorita, o sea un sentido de
“trans-formarse”, de ir más allá́ de la forma que en un momento dado tiene su existencia, su
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
mente, su comprensión, sus relaciones, pero también en el sentido de una apertura a unidades
mayores, que es una dimensión esencialmente trascendente” (Participante 3, Comunicación
personal, 9 de marzo de 2016).
Esta concepción que vincula la particularidad de las relaciones con un ser superior, con
un aspecto que va más allá de las singularidades para enriquecer la vivencia de la
espiritualidad con un sentido de unicidad muy profundo, se complementa con lo mencionado
en la entrevista 1 realizada el 7 de marzo de 2016 , quien en su entrevista se refería a la
espiritualidad como la búsqueda de un principio superior al hombre mismo, que le permite
asirse a la idea de que hay algo más allá de él, no necesariamente una deidad, pero si
relacionado con el concepto de lo bueno, que no se limita a los acuerdos éticos, porque las
normas que sustentan la religiosidad pueden ser construidas de forma consensuada aun sin
que alimenten un encuentro más ético o más enriquecedor, “Entonces, lo espiritual busca
trascender el concepto de la simple norma como tal” . Lo cual resulta concordante con la
distinción que los líderes espirituales hacen entre la religión en su forma externa o normativa
y su forma interna o trascedente y más cercana a lo espiritual, que será presentado de manera
más clara en el apartado referido a la religiosidad como elemento constitutivo de la
espiritualidad.
Aunque en los dos grupos, tanto líderes espirituales como terapeutas, se considera que no
son determinantes creencias de este tipo para hablar de espiritualidad, si se identifican tanto
unas ventajas como desventajas de cualquiera de las posibilidades (tener o no tener la
relación con un ser superior al hablar de espiritualidad).
Uno de los riesgos más significativos que se encuentran en el hecho de centrar el
desarrollo espiritual en la relación con un ser superior es el dogmatismo, entendido como la
consideración de que los propios preceptos, ideas y valores tienen condición de verdad única
y absoluta y no admiten discusión; tanto líderes espirituales como por terapeutas consideran
peligroso para el desarrollo espiritual, centrarse en el cumplimiento de las leyes externas de
una religión, basados en la idea de que son los preceptos y leyes de una única tradición,
determinados por su dios, lo que define cuál es la vía de salvación y verdad espiritual. El
problema radica en que la espiritualidad, aún en la forma de una relación con un ser superior
–sea cual sea- trasciende por mucho la norma establecida, pues se vincula con la forma en
que esa relación se construye y va más allá de las condiciones y características que las reglas
pueden imprimir a esa divinidad y a la relación que con ella se establece; en palabras de un
participante de la investigación: “tu puedes decir que la divinidad es compasiva o que la
divinidad es amor, o que la divinidad es el dios del ejércitos como en el antiguo testamento,
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
pero todo eso pone contenidos, cualidades, entonces las cualidades siempre chocan la mente
porque si tu afirmas esto estás negando aquello. Pero los procesos del desarrollo espiritual
son tales que pueden llevar al individuo humano a niveles que son inherentes a su condición
humana” (Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
Así, el riesgo que el dogmatismo imprime para el acercamiento a la espiritualidad es el
de limitar la búsqueda que lleva la relación con el ser superior, a su realización trascendente,
es decir más allá de la norma; además de llevar a extremismos en los que se niega la
posibilidad de que cada quien decida y encuentre su propia ruta de contacto con ese ser
superior.
Uno de los entrevistados considera que la espiritualidad “es la comprensión de que la
vida tiene un propósito y un sentido” cual es básicamente entender la presencia de Dios y su
funcionamiento en la propia existencia; menciona que su concepción se fundamenta en que
esa presencia debe ser una certeza y no una creencia, lo cual hace que se trate de un ejercicio
que define como científico: “Es muy sencillo: la espiritualidad medida científicamente se
hace a través de los resultados, o sea que cuando tú apliques algo que tú comprendiste de la
vida, que entendiste el sentido y el propósito y desde ahí́ tú piensas y hablas y actúas, el
resultado tiene que ser tu felicidad. O sea, si es correcto, este es el resultado” (Participante 5,
comunicación personal, 10 de marzo de 2016). Encontramos en sus afirmaciones un punto en
conexión con otros entrevistados, cual es la coherencia entre los principios y la manera en
que se actúa, en este caso, los resultados evidenciados manifiestan la intenc ión de la acción,
que en concordancia con otras posturas, no depende de la forma que adopte la creencia (es
decir no depende del dios, de la tradición espiritual, de la religión…).
Es quizá la coherencia el elemento más significativo en que concuerdan líderes
espirituales y terapeutas, que en últimas son acciones por medio de las cuales la persona va
encontrando formas de volver acto sus creencias, de hacer concreta su relación con un ser
superior y lo que este le invita o exige hacer en el mundo.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Cuando la espiritualidad se define como una dimensión del ser humano lo que implica es
tener una mirada más integral de la persona con quien se interactúa. La mayoría de los
entrevistados asumen que es la forma en que se ha venido asumiendo y encuentran como muy
positivo el que la psicología se interese cada vez más en el abordaje de un aspecto que
consideran constitutivo de la persona, ya que ha estado presente en las búsquedas de la
humanidad durante toda su historia y en todas las culturas; sin embargo, consideran que es
una forma poco precisa y algo limitada de referirse a este constructo.
Para la mayoría de los líderes espirituales la espiritualidad es un todo que implica otras
dimensiones de la persona, pero que toca íntimamente con la posibilidad de reconocer la
integralidad de esas dimensiones en un ser que encarna o que es manifestación de lo divino.
La espiritualidad comprendida como contendedora, permite saberse más que las dimensiones
separadas o aún más que la suma de las dimensiones, es la conciencia de la posibilidad que
tiene la persona de trascender las limitaciones que tiene en las diferentes dimensiones a través
del desarrollo de la vida interior para el pleno reconocimiento de esa integralidad.
(Participante 11, comunicación personal, 8 de abril de 2016).
En consonancia con lo anterior, una de las psicoterapeutas entrevistadas menciona: “la
espiritualidad o lo espiritual, es lo que siempre ha estado y lo que siempre será́ en todo ser
humano, entonces desde ahí́ no lo siento como una dimensión más, como un dedo más de la
mano, no. Es la totalidad. O sea, la espiritualidad es, y el cuerpo, la dimensión corporal, la
dimensión emocional, la dimensión mental, están impregnadas de eso o ciegas a eso, como
algo así́” (Participante 7, comunicación personal, 14 de marzo de 2016). La última parte de la
cita, lleva a considerar un planteamiento interesante, que establece la relación de la
espiritualidad con las dimensiones humanas reconocidas por la psicología; cuando la
psicóloga habla de la ceguera de las otras dimensiones, lleva a pensar en las vías de acceso a
lo espiritual o las vías por las que lo espiritual se hace manifiesto. Muchos de los
entrevistados consideran que lo espiritual trasciende lo que es visible y evidente, lo cual
implica que no se puede acceder a ella solamente desde la información que permite tener el
cuerpo o el intelecto; sin embargo no se trata de una relación de contradicción o negación del
cuerpo y la mente, es más bien una relación de colaboración, ya que por la vía del trabajo con
estos, es posible acercarse al reconocimiento y a la vivencia de lo espiritual.
La capacidad o condición de contener se vuelve acto y se hace concreta, “en la capacidad
de darse cuenta de su proceso interno, de lo que está sintiendo, en qué tan capaz es el
paciente de darse cuenta de lo que le está ocurriendo. Entre más puede darse cuenta de lo que
está ocurriendo, menos ciego es. La dimensión o eso espiritual que está, más permea lo que
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
pasa en el cuerpo, lo que pasa en la mente, lo que pasa en lo emocional, entonces lo espiritual
siempre está en las sesiones pero se manifiesta distinto en cada paciente (…) esa posibilidad
de observar lo que le está pasando, desde un lugar, desde esa instancia, que es capaz de
observar, eso es lo espiritual” (Participante 7, comunicación personal, 14 de marzo de 2016).
Según la entrevistada, en la medida que se agudiza la capacidad de observar se es más capaz
contener cualquier experiencia por la que esté atravesando la persona, pues el lugar desde
donde se observa está constituido por las creencias y estas se vuelven más flexibles, más
amplias para explicar lo que sucede. Entonces, se da una transformación del lugar desde el
que se gestan los entendimientos que tienen, según la cita de la psicoterapeuta, un carácter
mucho más amoroso al que la persona está acostumbrada a pensar su situación.
Para tener más luces en esta comprensión que se va tejiendo, en las afirmaciones de un
psicoterapeuta participante, explica en su perspectiva, que para hablar de espiritualidad, es
necesario hablar de la doble condición de Ser y de Humano, en la segunda se encuentran las
dimensiones que define como “del orden de la forma” que pueden ser esquematizadas y que
efectivamente han sido descritas y estudiadas desde las diferentes escuelas de la psicología,
mientras que en el “orden de la no forma” se ubica la dimensión del Ser que es “justamente
es la dimensión de la existencia misma, que está más allá́ de las palabras que usemos para
definirla. Entonces, digamos que cualquier afirmación que uno haga es un poco imprecisa.
(…) más que ser un orden abstracto, es un orden más sutil” (Participante 9, comunicación
personal, 29 de marzo de 2016).
Dar a la espiritualidad un lugar de contenedor de otras dimensiones de la existencia
humana implica que las trasciende, en términos sistémicos el todo es mayor que la suma de
las partes, pues lo espiritual no se limitaría a ser un compendio de otras dimensiones sino que
les imprime un carácter de trascendencia e interrelación del individuo con otros individuos,
con su entorno, con aquello incluso que va más allá de lo humano, pero que tiene que ver al
tiempo con lo más inmanente de la humanidad; lo cual lleva al tercer aspecto de la definición.
La espiritualidad como encuentro consigo, con los otros y lo otro. Este es el tercer
elemento que es posible distinguir en el acercamiento a la concepción de la espiritualidad, en
el que el aspecto central es que su desarrollo no puede limitarse a un proceso exclusivamente
interno, pero que de manera simultánea no puede prescindir del proceso íntimo de
reconocimiento del mismo.
De acuerdo con uno de los terapeutas, poder acercarse a una comprensión de lo espiritual
que resulte mucho más práctica y cercana a la vivencia cotidiana, requiere desligarla del
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
asunto de la creencia en dios “Creer o no creer puede hacer muy poca diferencia; en primer
lugar en la práctica, hay gente que le importa un bledo el problema de dios, enfermeras, por
ejemplo, que no se preocupan por ese problema y hay que ver la compasión, la abnegación
con la que sirven a la gente en el dolor; o la gente que está haciendo reforestación, por
ejemplo, y que son al ir de las causas del ecosistema y de la protección ambiental”
(Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo del 2016). Desde esta perspectiva, una
práctica espiritual tiene que ver con la conciencia del otro mencionada por la líder espiritual
de tradición indígena, “una manera de llenarse con todo, ¿no? De ver que hay aire y es para
mí, pero es para todos. No hay ningún tipo de restricción en toda la gente que está sentada en
la montaña conmigo, con P es para todos igual; cae el agua, es para todos igual; cae el sol, es
para todos igual” (Participante 2, comunicación personal, 7 de marzo de 2016); pero va más
allá al considerar la conciencia de hacer parte de un todo mayor a sí mismo.
Esta comprensión, permite delinear un énfasis en la acción en el que convergen muchos
de los entrevistados: generar prácticas de reconocimiento de unos a otros, “es como una ética
del vivir, del actuar, del sentir, que sea de alguna manera “pro”, “pro-nosotros”, no
simplemente “pro-yo” (participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de 2016). En
consonancia, un psicólogo participante refiere: “Por eso creo que quien acompaña en la vía
espiritual tiene que caminar en el profundo respeto al otro. Ser espiritual no es leerse un libro,
incluso no es tener un rito; ser espiritual es entender que más allá́ de eso todos somos iguales,
todos compartimos una realidad humana, todos nos vemos enfrentados al hecho del dolor y
del sufrimiento, y todos estamos obligados a ayudarnos en virtud de la supervivencia”.
(Participante 1, comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
En el encuentro consigo, con otros y en el reconocimiento de esas relaciones como parte
de un todo mayor, se logra identificar un elemento que ya ha surgido: el sentido de
trascendencia; relacionado con la posibilidad de comprender a otros y a sí mismos como más
que su manifestación corporal, lo cual implica entonces que la relación puede darse también
en otras esferas que van más allá. Por ejemplo, para el psicólogo participante, cuyo trabajo
está centrado en el duelo, plantea entonces la necesidad de sensibilizarse a las diferentes
formas de presencia de los seres que fallecen, en el recuerdo, en las acciones que los hacen
presentes, en los ejercicios de memoria y de homenaje e invita a pensar la trascendencia
como la posibilidad de ir más allá de lo inmediato y de lo palpable (Participante 6,
comunicación personal, 10 de marzo del 2016).
Al respecto el psicólogo participante especialista en salud y enfermedad menciona: “la
espiritualidad es una dimensión del ser humano que tiene que ver con el hecho de que el
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
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elementos que posteriormente pueden ser profundizados para reconocer factores en los que se
concreta el desarrollo espiritual.
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segundo caso por la falta de una guía que permita identificar los principios que rigen el actuar
externo en coherencia con los principios de crecimiento interno.
Para los terapeutas, lo fundamental es reconocer que la religión es secundaria a la
espiritualidad, ya que como se ha mencionado esta es esencia de la existencia humana; lo que
ocurre es que la espiritualidad toma la forma de las prácticas rituales de los diferentes pueblos
para hacerse acto y concretarse. La religión tiene unos niveles de manifestación que lo
permiten: la búsqueda interna, el encuentro con la propia sacralidad, el encuentro con la
sacralidad en los otros, el ejercicio de hacer comunidad y finalmente el encuentro con la
sacralidad del entorno. Se trata de lo divino manifestándose en algo más cercano a las
posibilidades de evidencia para la percepción humana.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Sentido de vida. En este caso aparece más dentro del discurso de los terapeutas que de
los líderes espirituales y es considerado como un fin al que el trabajo sobre la espiritualidad
aporta. Se trata de poder dar un lugar a las experiencias vitales que lleve al crecimiento y al
desarrollo de una perspectiva más enriquecedora de sí mismo y de la experiencia vital en
relación con otros. Según el médico y terapeuta participante se trata de poder identificar el
propósito de lo que sucede como parte de un proceso de sanación y desarrollo del ser que se
encuentra en coherencia con leyes que son a-temporales y transculturales, en últimas
“universales” (entrevista 5, realizada el 10 de marzo de 2016). Buscar un sentido de vida va
más allá del concepto de vida, pues lo que suele suceder con situaciones críticas es que
confronta esas conceptos construidos y si se da un buen proceso de introspección puede
favorecer un re direccionamiento o ampliación del sentido de la existencia a través del
establecimiento de nuevos objetivos, nuevos principios o quizá el afianzamiento de ellos
(Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2016). En palabras de un líder
espiritual es una búsqueda hacia las tendencias más naturales y poderosas de la persona, “es
una experiencia más profunda de satisfacción de estar vivo” (Participante 11, comunicación
personal, 8 de abril de 2016).
Abordaje
En este apartado se empieza por establecer las que los entrevistados y entrevistadas
consideran diferencias y límites en el abordaje de la espiritualidad, esto es, lo que compete a
líderes espirituales específicamente y lo que es de competencia de los terapeutas.
Posteriormente se presentan los enfoques identificados, y las técnicas desarrolladas.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
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“bueno, qué tipo de tratamiento le hago a esta persona”, entonces le dice: “usted tiene que
hacer esto o lo otro”, si necesita medicarlo -bueno el psicólogo no da medicación- pero
digamos el psiquiatra, si usted está muy angustiado tómese este Prozac; si no puede dormir,
tómese tal cosa. Y si es el psicólogo, pues le hará́ una terapia. Ya sea que la persona va y
habla, entonces el psicólogo le dice: “no mire que es por acá́ ”, le hace identificar puntos que
no ve, pero es del intelecto, y ahí́ se queda” (Participante 4, comunicación personal, 10 de
marzo de 2016).
En la misma línea, la manera en que se define el abordaje determinará qué tan abarcador
resulta, pues permitirá acceder a diferentes tipos de información de los consultantes.
“(…) Lo que pasa es que la parte espiritual lo abarca todo, entonces me costaría difícil
poderte hacer una separación entre una cosa y otra. Porque por decir llega un paciente y
empieza el psicólogo o el terapeuta a hablarle de que hable de su parte emocional, pues creo
que el papel del terapeuta es trabajar la parte emocional. ¿Entonces cómo tú lo vas a separar
de la parte espiritual, si eso es lo que él quiere transformar? Y según nuestro punto de vista,
esas emociones están en nuestra mente y eso es lo que tenemos que transformar.
Yo creo que no se puede separar. De hecho creo que un padre o un pastor tiene que ser
un poco psicólogo para poder estar con las personas, para poder entenderlas. Yo creo que
indudablemente el papel del psicólogo, desde mi punto de vista, tiene que ser completamente
espiritual. Porque de otra forma ¿cómo?, ¿sólo pastillitas? Yo no podría decir que no”.
(Participante 10, comunicación personal, 19 de marzo de 2016).
Las diferencias entre unos y otros están dadas sobre todo en el sentido de la acción, el
enfoque y los alcances de comprensión de la dimensión espiritual que pueden tener. Estas
diferencias de abordaje se dan en términos comparativos, de acuerdo a lo que le interesa a
cada actor, así a la psicología le interesará el comportamiento humano, o el desarrollo de la
conciencia, mientras que a las tradiciones espirituales pueden tener su foco de interés en la
conexión trascedente con un ser superior; de acuerdo con un psicólogo participante “Más que
puntos totalmente divergentes, realmente hay unos puntos que se cruzan y esos puntos
permiten la interlocución con el otro” (Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de
2016), y esto puede aplicar tanto a la comparación entre líderes y terapeutas, como a la que se
da entre terapeutas que tienen diferentes enfoques epistemológicos.
Al respecto, algunos terapeutas consideran que la relación de la psicología con el
abordaje de la espiritualidad en el mundo académico ha tenido un distanciamiento, unas
barreras o límites, no tan claramente establecidos, pero que paulatinamente se han ido
problematizando, dando cabida a nuevos cuestionamientos y propuestas frente a la necesidad
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
de abordarla como foco de estudio y de tener una mirada mucho más integradora de la
realidad humana:
“[…] entro a estudiar psicología y lo primero que encuentro en información es que
espiritualidad fuera, no venga a hablar aquí de esa vaina, y eso me lo dijo un cura en la
primera semana de estudios; un cura lituano de los fundadores de la psicología aquí en
Colombia […] Entonces eso me sorprendió́ mucho, porque yo le dije, “¿cómo así, la ciencia
tiene que ser necesariamente materialista, y tiene que ser una ciencia alejada de la búsqueda
profunda de relación del hombre con lo divino?” y la verdad es que los 5 años de universidad
fueron poner entre paréntesis, pero nunca olvidado, sino sencillamente a aprender a no hablar
de ciertas cosas, por ejemplo, incluso con mis compañeros más cercanos” (Participante 3,
comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
El tipo de acompañamiento que se desarrolla, es otra de las diferencias que se hacen
evidentes en los discursos de los entrevistados. En general puede leerse que en los
argumentos de motivación de los y las líderes espirituales, hay una búsqueda por alejarse de
lo económico y de las lógicas de mercado a las que se encuentra sujeto el actual sistema de
salud. Esto se refleja en el tipo de recursos usados en los acompañamientos, la intensidad y
duración de los mismos.
“Yo en cinco sesiones saco un paciente, mientras en una EPS, con una niña recién
egresada, duran veinticinco sesiones de fisioterapia para poder sacar a un paciente, que se ha
podido sacar en cinco sesiones. Pero teniendo en cuenta a la persona, no teniendo en cuenta
al bono, no teniendo en cuenta si me van a pagar los siete mil pesos, a ustedes les pagaban lo
mismo, doce mil pesos sesión de psicología, o catorce mil pesos una EPS; donde tú te puedes
sentar con un paciente dos horas, tres horas, sin afán y sacarle todo lo que tenga que salir, en
una sesión. Se va a mejorar en cinco sesiones, va a sacar todas las cosas sin medicaciones y
sin nada” (Participante 2, comunicación personal, 19 de marzo de 2016).
De la aseveración anterior es posible inferir que hay una lectura sobre el quehacer del
terapeuta en la que se considera que su centro no es el interés por la persona sino que se
enmarca en una relación de transacción monetaria que limita un encuentro tendiente al mejor
desarrollo y bienestar de quien consulta; si bien es cierto que no es la perspectiva común, es
posible dejar el cuestionamiento abierto acerca del lugar desde el que se está construyendo la
relación terapéutica, pues uno de los terapeutas hacía énfasis en el tiempo que se dedica a ese
encuentro como una limitante, dado que hay un cierto afán en el cumplimiento del horario
estipulado para la sesión y que entra en tensión con las necesidades específicas que plantea el
encuentro genuinamente centrado en las necesidades de quien consulta.
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Por su parte, los terapeutas también hacen referencia a las distintas motivaciones que los
llevaron a acercarse a la dimensión espiritual, que tiene tanto que ver con su vida personal
como con su práctica profesional, en ningún caso se trata solamente de un interés teórico o
metodológico, pues para todos ellos hubo eventos, situaciones límite, experiencias
significativas o personas que les llevaron a preguntarse por la espiritualidad; una pregunta
que con la práctica profesional se fue ampliando, de su propia vida a la de aquellos que
acompañaban. Desde su experiencia laboral, analizan la relación entre la dimensión espiritual
y la práctica terapéutica, y las dificultades que establecer esta relación conlleva en tanto es un
campo en construcción. En palabras del psicólogo con enfoque transpersonal “(…) pero yo
persisto y ahoritica me asombra ver que digamos, eso mismo, lo que en cierto sentido me
posiciona, como que fue un ir creando un campo, legitimando una serie de dimensiones
humanas para la psicología que en realidad no estábamos viendo y seguimos aún sin ver; es
por nuestra torpeza o un poco de etnocentrismo, porque hay otras partes en donde ese trabajo
ha sido absolutamente fomentado, con buenos recursos económicos, con comunidades de
saber bastante elaboradas; entonces hubo como una necesidad de identidad profesional y la
vez hubo también una oportunidad de ir practicando ese tipo de cosas, que afortunadamente
en mi caso han sido ininterrumpidas” (Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de
2016).
Se evidencia entonces que si hay un interés de acercarse a la espiritualidad desde la
racionalidad, pero que no se pretende de ninguna manera negar el carácter trascendente que la
determina.
Los recursos utilizados para el acompañamiento también difieren, en tanto responden a
diferentes formas de conocimiento y, para el caso de los líderes espirituales, se sustentan en
lógicas que se relacionan con un saber de tipo más ancestral, pero que, en algunos casos
también buscan complementar con el saber académico, como ejemplos se pueden mencionar
prácticas de medicina étnica o la llamada medicina ancestral, y la meditación. Es importante
mencionar que la meditación, especialmente la de corte trascendental ha tenido significativos
desarrollos teóricos y científicos, que son base fundamental para la manera en que es
enseñada a nuevos practicantes que decidan acercarse no solamente a la práctica para sí
mismos sino a la formación para el acompañamiento a otros.
Los terapeutas han tenido que acudir al reconocimiento y acercamiento a estas formas de
saber, no necesariamente para replicarlas en el escenario terapéutico pero si para su propio
proceso de autoexploración espiritual y más que nada para el reconocimiento de la amplia
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espiritual: caminar en las mismas preguntas que le hace al otro, pero que se está haciendo a sí
mismo, o que se ha hecho, o que por lo menos está en la disposición de hacerse”
(Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2016).
Los terapeutas consideran que el abordaje de la espiritualidad es de absoluta competencia
en el ámbito terapéutico (sin que ello implique que se desconoce el rol de los líderes
espirituales en ese abordaje), de manera independiente a las creencias del psicólogo o a que
considere que es importante o no, en tanto sí es parte esencial de la vida de muchos de sus
pacientes.
“Creo que es algo que compete hasta la médula a cualquier psicólogo clínico, porque
aunque muchos psicólogos puedan ser agnósticos o escépticos, de hecho si miramos los
mismos lineamientos de la APA o ahoritica todo lo de DSM-4 y DSM-5, la categoría sobre lo
espiritual está cada vez más fuerte, más evidente, lo mismo sobre los relativismos culturales.
Lo que tenemos que entender como psicólogos, como profesionales de la psicología ahí, es
que nuestro mundo particular no puede ser el modelo desde el cual yo me monto para tratar
de trabajar con el mundo de otros, yo tengo que expandir más hacia pensar lo humano aunque
yo no sea el ejemplo de esos rasgos humanos. Yo puedo no practicar la espiritualidad pero
resulta que los humanos si practican la espiritualidad como especie, y mi obligación como
profesional de la psicología es entender más allá de un ego-centrismo qué es el psiquismo
humano, o entenderlo más allá́ de un etno-centrismo; porque por ejemplo, una de las cosas
que tenemos acá es que sentimos, a veces, que todo el mundo tiene que ser como somos aquí
en esta cultura, y no nos damos cuenta de la cantidad de reducciones o de cegueras que eso
genera” (Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
A esta perspectiva, los terapeutas ponen una limitante, cual es la necesidad imperiosa de
que quien se decida por hacer este abordaje debe haber atravesado el proceso de los
cuestionamientos, búsquedas, experiencias y preguntas que sobre la propia existencia pone
este tema. Pues, como lo menciona un psicólogo entrevistado se trata de un tema que al no
limitarse a la comprensión teórica, se encuentra íntimamente ligado a la experiencia vital, no
solamente la que se reconoce en el consultante sino la del propio terapeuta, que para dar un
lugar significativo a determinada información tendrá que haberla reconocido en su propia
vida; “o sea el psicólogo puede tener información sobre la dimensión más sutil, pero si su
propia experiencia de vida no se ha visto estremecida por la necesidad de compenetrarse, de
darle un lugar, de reconocer eso en tu propia vida, muy difícilmente puedes ser un aliado para
que otro se conecte o reconozca esa dimensión. La primera objeción es porque ni siquiera la
ve” (Participante 9, comunicación personal, 29 de marzo de 2016).
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Sin embargo, los entrevistados también identifican unos puntos de encuentro que se dan
en especial en el trabajo conjunto tanto de la psicoterapia como de estas prácticas
espirituales; consideran que sus técnicas pueden servir como una herramienta para que los
tratamientos sean más efectivos. Por otro lado también se da una perspectiva de cuál debería
ser el perfil de quien hace este tipo de acompañamientos.
“A mí a veces me llama una señora “que mire que mi hija se cortó́ las venas”, pues
tráigala acá́ yo le enseño meditación, pero llévela también a la psicóloga. Nosotros no
invadimos terrenos profesionales. Digamos, que somos como una herramienta más que
ayudaría a que un tratamiento psiquiátrico, psicológico, la persona vaya mejorando más. Y
son bien diferentes, porque nosotros no entramos como en muchas cosas intelectuales, como
una persona que aprende a meditar” (Participante 4, comunicación personal, 10 de marzo de
2016).
Los terapeutas establecen relaciones entre su labor y la del líder espiritual, y en general
con el abordaje de la espiritualidad en la psicoterapia. Analizan cómo debería ser la relación
entre ellas y señalan algunas justificaciones para abordar la dimensión espiritual en su terapia
puntualizando los aspectos que esta relación posibilita.
“(…) Entonces qué hacia uno, uno hacia la parte psicológica y “vaya para donde los
Camilos haga la parte espiritual”. Pero no funcionaba muy bien porque o la gente no iba o no
obtenía lo que ellos buscaban. Entonces, eso hizo que yo dijera: ´yo tengo que profundizarme
el asunto porque en cualquier momento del proceso de duelo va a salir inevitablemente esa
parte y yo si quiero tener una respuesta útil a la persona, porque yo ya soy confiable para ella
si lo acompañé́ en un momento fuerte del dolor, me va a atender´” (participante 6,
comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
Un aspecto que identifican como lugar de convergencia tiene que ver con los temas que
llevan a las personas de manera más contundente a preguntarse por la espiritualidad:
experiencias de enfermedad y pérdida, en especial la muerte; a algunos les lleva a acercarse a
las tradiciones espirituales para resolver preguntas, a otros les exige que en sus procesos de
elaboración emocional tengan que enfrentar cuestionamientos que emergen con la fuerza de
la desconfianza, la incertidumbre y el descreimiento; en ambos casos se requiere el actuar de
líderes y terapeutas. Los entrevistados consideran que independientemente del lugar en el que
se encuentren es necesario generar un espacio abierto y respetuoso para las preguntas y
cuestionamientos que las diferentes experiencias vitales van abriendo frente a la vivencia de
la espiritualidad, y para ello se requiere una disposición centrada en quien está atravesando su
propio drama y no en las creencias de quien acompaña.
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Líderes espirituales. Cada uno de los líderes espirituales trae consigo un tipo de
conocimiento y una interpretación distinta de la dimensión espiritual y de las prácticas que
ofrecen a sus consultantes, que se nutre de los principios que rigen la tradición espiritual en la
que se encuentra inscrito, y que atraviesa sus creencias. Estas interpretaciones están
sustentadas en diferentes paradigmas de conocimiento; algunas de ellas responden a saberes
étnicos y ancestrales, a creencias de tipo cultural y religioso, y en particular una – la
meditación trascendental- se sustenta en la ciencia y verdades que considera universales. En
general, aunque desde cada una de las tradiciones se reconozca la pluralidad de saberes, de
creencias y de caminos para acceder a la espiritualidad, el enfoque estará determinado por los
preceptos religioso propios y por ello, los abordajes se dirigirán hacia aquello que se
considera importante desde el conocimiento del líder espiritual.
Cuando los entrevistados describen algunas de sus doctrinas y bases teóricas, las
reconocen íntimamente ligadas a la cultura en la que se han desarrollado sus tradiciones así
como transformadas por la cultura en la que ellos mismos se encuentran inmersos, es decir en
la latinoamericana y particularmente la Colombiana, pero que encuentran su base sustancial
en la inspiración divina. Cuando la líder de la tradición indígena se refiere a uno de los
aspectos centrales en que basa su abordaje, menciona: “Entonces, todo maneja todos los
cuerpos, que de alguna manera es lo que ustedes conocen y que es más conocido
curiosamente con los siete chacras del individuo, que es más conocido ahora que lo que
tenemos nosotros acá́ en nuestros sitios de América del sur, entonces se ha impregnado
también” (Participante 2, comunicación personal, 7 de marzo de 2016). Así mismo, el líder
desde la tradición musulmana reconoce que el diálogo de saberes determina de manera muy
significativa la vivencia de la espiritualidad y que por lo mismo no puede ser dejado de lado
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en el abordaje de la misma, aún que los preceptos religiosos que le fundamenten sean
universales:
“(…) Porque eso permite mirar lo que decía, cómo una cultura es un recipiente.
Entonces claro, los temas culturales excluyen, nos determinan. No es lo mismo nacer en una
ciudad, una selva de cemento, que nacer en el bosque o en la selva o sí en contacto con otro
escenario, ver grandes ríos, ver el mar, que no ver eso. Es evidente que eso nos influye y nos
determina y por supuesto, el tema de los antepasados” (Participante 8, comunicación
personal, 23 de marzo de 2016).
Estas interpretaciones y el tipo de saber o conocimiento en el que se sustentan, también
determinan la relación que se establece con otro tipo de saberes y en particular con la
psicología, que puede ser de sinergia, de negación o anulación. Para el caso de la meditación
trascendental el interés fundamental es alejarse de ser considerada cercana a la religión, pero
si mantiene como principio base el contacto y conocimiento profundo consigo mismo: “Cada
religión tiene su diferente concepto, pero en últimas es un solo Dios, llamémoslo así́; es una
sola energía, es una sola inteligencia de donde surge todo lo que existe en la creación.
Entonces, debido a que Maharishi tenía mente científica porque era un físico y matemático,
no enseñó́ nunca meditación trascendental en términos, digamos, espirituales. ” (Participante
4, comunicación personal, 10 de marzo de 2016). Esta es una perspectiva muy particular,
porque en general los líderes espirituales esperan que quienes acuden a ellos tengan claridad
acerca de la tradición a la cual pertenecen, independientemente de que tengan dudas acerca
de sus preceptos o conceptos de divinidad.
Como se mencionó, se evidencia que el enfoque de los líderes también delinea elementos
desde los cuales construyen un tipo de relacionamiento determinado con la psicología u otros
saberes que están a la base del ejercicio terapéutico. Para algunos hay una pérdida de sentido
cuando en la terapia no se reconoce la espiritualidad como elementos significativo:
“(…) es obvio que aunque la palabra terapéutico tiene que ver con curar el espíritu y
originalmente esa era la idea, pues de la psiquis, del espíritu, curarlo. Esa idea original se fue
perdiendo en el mundo occidental, cuando divorció el mundo espiritual del mundo físico.
Como es que el mundo occidental separó todas las ciencias […] estamos muy multi-
determinados, pero eso requiere un esfuerzo de estudio, de nosotros mismos, de la sociedad.
Eso requiere un esfuerzo multidisciplinario, en el cual nuestros profesionales formados
buscando título no más, no están muy interesados muchas veces” (Participante 8,
comunicación personal, 23 de marzo de 2016).
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familia desde varias dimensiones; primero, en cómo se establece la relación con los grupos
familiares de los consultantes, particularmente en prácticas rituales que culturalmente son
más ajenas que otras; segundo, en prácticas que están enfocadas principalmente en la familia
como eje de trabajo, en indagar por su origen, su composición, su relacionamiento, esto bajo
la idea de que no es posible avanzar en los procesos de desarrollo espiritual si no se reconoce
el linaje; y tercero, en la familia y su posible crisis como una de las causas principales de una
sociedad que consideran se encuentra en decadencia.
Aunque algunos de ellos reconocen que hay ciertas necesidades diferentes con niños y
con mujeres, no se identifica una perspectiva de género o de generación, lo cual resulta
llamativo porque en ningún momento se nombra el lugar que de las personas mayores, que se
esperaría que tuvieran un reconocimiento de sabiduría especial que es mencionado por los
preceptos de las diferentes tradiciones. Solamente la líder de la tradición indígena refiere que
hay condiciones particulares de las mujeres que requieren un abordaje diferenciado:
(…) tenemos también trabajo para las mujeres, sólo para mujeres, y porque ha llegado
también que las mujeres hemos perdido la feminidad, lo femenino, no lo feminista, lo
femenino. […] Las feministas hicieron súper buen trabajo en los años setenta, el mejor trabajo
del mundo para igualdad de derechos y de deberes de la mujer. Pero se quedaron también en
un rechazo total a lo masculino y nosotras queremos volver a ser femeninas sin rechazar a los
varones, sin rechazar a lo masculino porque no podemos vivir sin lo masculino. Entonces, esa
integración de lo femenino y lo masculino de este momento es bien importante. […] La única
diferencia, es que las mujeres en luna si tienen otro tipo de trato, pero no como lo dicen: no
que esa mujer es enferma, no porque esa mujer es maldita, no porque esa mujer es terrible
cuando está con su menstruación, sino todo lo contrario, que tiene todo el derecho a estar
guardada y quieta, para poder estar en ese momento de luna” (Participante 2, comunicac ió n
personal, 7 de marzo de 2016).
Resulta llamativo que sea esta la única perspectiva que proponga un trabajo con un enfoque
diferencial claramente establecido, puede tener que ver con la cosmogonía y el lugar que tiene
la mujer dentro de las concepciones indígenas, pero vale la pena también preguntarse de qué
manera los terapeutas tienen en cuenta este tipo de diferencias en sus abordajes, de manera
específica en torno a la espiritualidad será necesario poner en diálogo las concepciones
culturales que acercan, determinan o ponen en tensión la vivencia del género y de la
espiritualidad.
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ejemplifican cómo se da la relación con ellos. Para el psicólogo entrevistado , cuyo trabajo
está principalmente centrado en el acompañamiento al duelo, es justamente esa indagación
por la mirada que el paciente tiene lo que da sentido a la mirada por lo espiritual, es decir que
desborda cualquier concepto previo que se tenga al respecto:
“(…) cada vez que me encuentro con agnósticos o ateos, la percepción que a uno mismo
como psicólogo le queda, es que el proceso es más largo, más tortuoso; porque se remite en
muchos casos, por ejemplo, a ser un proceso que se asimile desde lo racional. E insisto, uno
va descubriendo y se les comparte a ellos, qué hace falta para trabajar la trascendencia,
acercarse a un concepto de espiritualidad. Y lo que les decía ahorita, fíjense que en muchos
casos, esa ha sido una oportunidad que esas personas tienen, para repensar su concepto acerca
de la espiritualidad.” (Participante 6, comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
Más aún, un elemento que es posible encontrar tanto en lo evidente como en lo más sutil
de las reflexiones de los terapeutas tiene que ver con el carácter integrador de la
espiritualidad frente a las experiencias humanas, es un lugar desde el cual se comprenden y se
explican esas experiencias; por lo mismo, como es expresado por varios de los entrevistados,
no es necesario considerar que solamente si se habla de temas que aludan abiertamente a lo
espiritual se hace un abordaje de ello, sino más bien se trata de esa mirada integradora y
trascendente con la que se acerca el terapeuta y a la que invita al consultante para asumir su
situación particular. En palabras de un terapeuta entrevistado , se trata de acompañar lo que
denomina despertar interior (y que se equipara a lo que otros entrevistados definen como la
experiencia espiritual o el camino de desarrollo o ampliación de la conciencia):
“(…) en primera instancia hay un poco como del conocimiento, el bagaje previo; a qué
me refiero, de todas maneras mi mente almacena información acerca de lo que es el
despertar, y yo puedo en mi mente estar escuchando el drama personal de un consultante o la
situación de quien tengo ahí́ al frente, y escuchar su relato personalizado acerca del suceso.
Pero, al mismo tiempo, como tengo la otra información la contrasto con esa otra información
de fondo que me dice, que también hay algo que va más allá́ de esa identidad personal y que
está sucediendo allí́. Y cuando yo logro compenetrarme con ese otro lugar, con esa otra
dimensión del ser, entonces procuro evidenciarlo ante la persona, siempre de una manera
respetuosa. Pero cuando yo digo sacudo, es porque yo no soy un ser despierto, un ser
despierto seguramente podría más fácilmente acompañar el despertar, pero yo por lo menos
le pego un sustico al yo para que se dé cuenta que él no es lo último que existe”.
Se trata entonces de estar al lado del consultante con una perspectiva que permita ampliar
las posibilidades de comprensión frente a lo que está viviendo, a partir de una mayor
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conciencia de sí mismo, integrando el reconocimiento de ser parte de algo más grande que
también le habla de su esencia y que relativiza la identificación con la emoción o el
pensamiento, es decir que no es solamente eso lo que lo define. (Participante 9, comunicación
personal, 10 de marzo de 2016).
Líderes espirituales. Al indagar por estrategias casi todos hacen referencia al uso de
técnicas y herramientas dentro del acompañamiento que realizan; son variadas y algunas
complementarias entre sí, ya que se emplean algunas en simultaneo y otras como
seguimiento. Los entrevistados realizan una descripción de las técnicas que emplean en el
acompañamiento espiritual, su origen, su objetivo, quiénes participan, cada cuánto deben
practicarse; sin embargo, no se evidencia ningún criterio uniforme en esos elementos,
dependen en gran medida del líder y su criterio personal, que en últimas está guiado por los
preceptos que dispone la tradición espiritual inspirados en un origen divino o en un ser
superior.
Establecen relaciones entre las distintas técnicas que manejan; en la mayoría de casos
estas técnicas son complementarias entre sí, y sólo en uno de ellos se considera que hay una
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técnica principal y las demás son accesorias, es el caso de la meditación trascendental. Por
otro lado, en el caso de los líderes pertenecientes al islam y religión católica, hacen referencia
a la forma como se realiza el acercamiento a sus consultantes y aspectos más de contexto que
una descripción como tal de sus propios ritos, pues aunque estos tienen un lugar significativo
no son la principal vía para el acompañamiento en el desarrollo espiritual de las personas.
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normalmente nosotros siempre estamos con nuestra mente hacía afuera, de aquí́ para allá́ .
Esta línea representa en la mente objeto referente, ¿referente a qué? a situaciones, a personas,
objetos, siempre estamos hacia afuera y estamos conectados hacia afuera, ¿a través de qué?
de los sentidos. Los sentidos son los canales que llevan nuestra interioridad hacia afuera y
trasteamos toda la información hacia adentro. […] En la meditación trascendental lo que
hacemos es experimentar poco a poco niveles menos activos del proceso del pensamiento.
Vamos llevando la mente a un nivel más calmado como las olas en el océano, que en la
superficie son muy agitadas y luego vamos encontrando mayor calma y mayor quietud”
(Participante 4, comunicación personal, 10 de Marzo 2016).
Dentro de la meditación trascendental se identifica el uso de mantras como un elemento
central, que permite emplear las ondas de los sonidos como un vía para la quietud de la menta
a través de la cual será posible llegar a niveles de conciencia más profundos cada vez.
Reconocimiento del linaje familiar. se hace uso de las constelaciones familiares como
parte de acciones más amplias, especialmente referidas por la líder de la tradición indígena
que refiere una especie de sincretismo al describir como en algunos de los rituales que se
desarrollan ella puede identificar antepasados de las personas que no han resuelto situaciones
emocionales y que aunque no estén vivos pueden afectar la vida actual de su descendencia; a
partir de este reconocimientos, posteriormente se hace un abordaje que es descrito como
poner en orden el linaje familiar y que lleva a la persona a avanzar en la solución de
determinadas problemáticas. Otra manera de hacer este reconocimiento es a través de
conversaciones en las que el líder pregunta e invita al reconocimiento de la ascendencia de la
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persona que consulta, como parte de un proceso de conciencia que les permite tanto al líder
como a quien busca la ayuda, saber quién es y sobre qué se sustentan sus creencias, valores,
principios; este acercamiento también se relaciona con la identificación de problemas físicos,
emocionales y mentales que no se circunscriben al individuo sino que se relacionan con la
historia familiar, en donde también reside parte de la sanación, de manera que se evidencia el
carácter interpersonal de la espiritualidad. El líder espiritual Islámico lo menciona de la
siguiente forma:
“Lo primero que le preguntan es quiénes son sus padres. Entonces le dicen: “J Z, hijo de
Arturo” en el caso de nosotros, entonces lo obliga a repetir hijo de tal, de tal, ahí nombra su
genealogía. Claro, eso me obliga a repensar quienes son mis antepasados. De paso sirve para
saber qué enfermedad tuvieron. Por eso ahora, una de las preguntas médicas es: “bueno y de
qué sufrieron sus padres”, o sea, si es importante los antepasados, no es un tema solamente
religioso. O sea, si influye el conocer eso en la ciencia, en los médicos, porque hay gente que
operan y es hipertenso, si es diabético, si tuvo cáncer, o sea que problemas tuvo, he ahí́ la
importancia de los antepasados. Nosotros no queremos, y de ahí que uno debe tratar de conocer
con exactitud quiénes son los antepasados. (Participante 8, comunicación personal, 7 de Marzo
2016).
Entonces, volviendo al tema de los antepasados, yo debo reencontrarme con ellos porque
es una forma de reencontrarme conmigo mismo, porque es una forma de dialogar con ellos.
De hecho dialogo con ellos, cuando no están presentemente, es una terapia. A mucha gente le
digo, le pregunto, de esa gente que viene aquí, amigos o musulmanes, “bueno y como fue tu
relación con tus padres”. Uno encuentra que muchas de esas relaciones fueron traumáticas, ni
siquiera se curaron. Les recriminamos muchas cosas a nuestros padres, porque todos tenemos
algo que recriminarles a nuestros padres, porque no son perfectos, ni más faltaba. Pero uno
tiene que sanar muchos temas y decir: “bueno”, dialogar con los padres como si estuvieran,
porque están aquí e ir a su tumba” (Participante 8, comunicación personal, 23 de Marzo
2016).
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intención de no ser relacionados con una religión. Según líder especialista en meditación
trascendental explica: “esta conferencia es parte del curso [risas]. Así que hará parte del curso
porque es una conferencia informativa, general. Y ya el curso si toma cuatro días, dos horas
cada vez, donde aprendemos toda la técnica”. (Participante 4, comunicación personal, 7 de
Marzo 2016).
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que cierra, no es una pregunta que abre: Si, No. Pero si yo pregunto ¿cómo has vivido
durante la vida ese concepto de Dios? Pero si yo me muevo desde mi necesidad, entonces yo
voy a pensar qué está haciendo él de bien y que está haciendo él de mal. (…) Cuando yo
empiezo hacer esas preguntas él me va diciendo qué es lo que necesita” (Participante 1,
comunicación personal, 7 de marzo de 2016).
Es posible evidenciar que esta forma de preguntar, acerca de las necesidades del paciente
se puede ampliar al todo el ámbito psicoterapéutico, en donde la pregunta por el dolor del
otro y lo que requiere de la relación terapéutica debe primar por sobre la intención de
direccionamiento del terapeuta, máxime cuando se ponen en juego preguntas sobre las
creencias, que se encuentran a la base de la forma en que la persona ha definido su vida. Al
respecto (entrevista 1, realizada el 7 de marzo de 2016) insiste en que para poder preguntar
se requiere escuchar y observar desde un lugar empático, empatía que no se puede desarrollar
sin la disposición básica del tiempo, no es desde el afán por hacer el proceso rápido y
efectivo que se logra el establecimiento de una relación de reconocimiento. Esto significa que
es necesario el establecimiento de una relación de profundo respeto y afirmación del otro
como conocedor de sí mismo y del terapeuta como un acompañante que tiene por principal
intención acercarse a ese conocimiento, no definirlo. Todo esto permitirá que posteriormente
se llegue a la posibilidad de la acción en el acompañamiento, que también puede estar
centrada en la pregunta, pero que estará dotada de un sentido diferente al tener un nuevo
conocimiento de la situación más íntima del paciente:
“Cuando yo logro adentrarme, entonces, en esas preguntas puedo ser empático con el
otro y entonces no me siento a preguntar “que cómo estás”, no, sino que hoy te puedo
preguntar “¿te llamó tu hija, tu hijo?, ¿vino a visitarte tu amigo?, ¿quieres que busquemos a
alguien en especial para conversar?” Si ves, entonces, me adelanto a la pregunta, no es de mi
necesidad, sino desde la necesidad del otro. Y eso es espiritualidad, esas son las acciones
concretas de la espiritualidad, no son otras, eso es” (Participante 1, comunicación personal, 7
de marzo de 2016).
En relación con el abordaje de temas específicamente de corte espiritual, el psicólogo
especialista en enfermedad y salud hace referencia a un aspecto relevante que fue
mencionado por los terapeutas en diversas ocasiones, especialmente en relación con una
perspectiva ética. La pregunta como vía para aproximarse a las creencias de la persona o por
la vía en que los consultantes plantean sus inquietudes, del tipo “¿vale la pena creer en
Dios?”, pueden ser la puerta para un diálogo abierto en el que la persona logra exponer sus,
ideas, creencias y contradicciones, “la pregunta lo que hace es develar cosas, pero el hecho de
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
que yo pregunté no significa que yo creería en eso. Si yo me pregunto por la vida, con la
pregunta yo no creé la vida, la vida era anterior a mi pregunta y el hecho de que yo no me lo
preguntara no significa que la vida no existiera. Entonces, la pregunta es: ¿yo tengo la
necesidad de imponerle semejante peso a este ser humano, al final de su vida o de cara a su
enfermedad porque yo considero que debe creer en algo? Si yo respeto la dignidad como un
elemento de unicidad, un elemento de particularidad, entonces yo sé que soy yo quien debe
estar preparado para entender que finalmente de lo que vamos hablar es de dignidad y de
sentido de vida, y que ese sentido de vida yo lo puedo alcanzar por diferentes vías; en
últimas en función de lo bueno y del justo. Lo puedo hacer en virtud de lo trascendente y de
lo espiritual también” (Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2016).
Aquí el tema ético está centrado, de nuevo, en la no imposición del terapeuta al paciente,
tanto de las creencias como de las necesidades. Son las del paciente las que son centrales, no
para cuestionarlas o direccionarlas, sino para acompañarle en la exploración de ellas como
vía para su propio crecimiento.
El trabajo consigo mismo. es una de las prácticas que los profesionales evidencian como
fundamentales y mencionan que la herramienta principal de trabajo para un abordaje de la
espiritualidad en el ámbito terapéutico es el terapeuta mismo. Para la gran mayoría el trabajo
con este tema ha significado un proceso de constantes cuestionamientos, de enfrentarse con
las propias creencias y de hacer un trabajo de exploración profundo, tanto de la vida interior
como de diferentes perspectivas, tradiciones, prácticas, en el que cada vez hay una menor
tendencia al juzgamiento y una mayor disposición a la comprensión.
En esos procesos de búsqueda y reconocimiento, tanto hacia dentro como hacia fuera,
han logrado desarrollar una capacidad de auto indagación y auto observación que les permite,
ahora con sus pacientes, acompañar procesos también de búsqueda. Para la psicóloga con
enfoque transpersonal los proceso de crecimiento y de trabajo con ella misma son la
herramienta más concreta:
“Si y los días en que estoy digamos atascada o desconectada, este tema de la
espiritualidad que nos atraviesa y que está allí, hay días que está a flor de piel y hay días que
estamos enceguecidos. Entonces cuando estoy más ciega, esas sesiones de terapia [risas] pues
no me hacen muy feliz y me vuelvo torpe de pronto e irrespetuosa también, no sé. Entonces,
por eso sí siento que definitivamente uno es la primera herramienta del trabajo terapéutico, es
mi estado, mi estado interno, mi disposición al encuentro con el otro, porque de ahí depende
todo lo que sigue, todo lo que yo puedo evocar en mí, hacer presente en mí para el otro, pero
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
además lo que puedo invitar al otro a que evoque de sí mismo ” (Participante 7, comunicación
personal, 14 de marzo de 2016).
En ese descubrimiento y reconocimiento de los propios procesos, los terapeutas refieren
que han tenido que cuestionar sus propias creencias y encontrarse con posturas o tendencias
que no resultan coherentes con la comprensión que van construyendo de lo espiritual, de
manera que se van gestando situaciones de encuentro y desencuentro que van fortaleciendo
su mirada sobre el ser humano, una en la que la espiritualidad es elemento integrador y
definitivo para los procesos de cambio; todo ello es lo que finalmente se pone en juego en el
encuentro terapéutico. El reto generalmente está en mantener la coherencia entre esa mirada y
la forma en que se construye la relación.
“Creo que hay que desarrollar también una competencia y es la de la escucha y del
silencio. En consulta tendemos a hablar mucho, con un paciente debemos es escuchar más y
hablar menos, porque de allá viene la serenidad. Mira que cuando se está́ en consulta el
excesivo silencio del otro incómoda, además, tenemos el prejuicio de que debemos tener la
respuesta, pero con el paciente no. Yo le puedo decir no sé, pero me estás dejando una gran
pregunta y esa puede ser la ocasión para poder conversar con el otro, para caminar con el
otro. Sobre todo, porque con el paciente yo no tengo la última verdad ni la última respuesta,
es decir, que yo no soy la medida y el otro ha caminado la vida, yo no lo puedo embolatar,
porque mientras no haya perdido la conciencia, es decir, mientras esta persona todavía tenga
la posibilidad de la lucidez, de preguntar y resolver, pues él sabe cuando estoy haciendo
preguntas estúpidas o cuando yo estoy queriendo decirle que es lo bueno y lo malo. A esta
altura cómo le voy yo a cambiar eso, es irrespetuoso, es no respeto por la dignidad ”
(Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2016).
Al hablar del trabajo con ellos mismos y cómo se constituye en un pilar fundamental para
el abordaje de la espiritualidad, mencionan diversas formas en que se hace. Describen
espacios de formación que trascienden lo formal; prácticas continuas con ellos mismos en las
que han encontrado una alternativa que les resulta útil, pero insisten en la necesidad de que se
trate de un trabajo continuo; trabajo de tipo corporal que alimenten la integración de las
diferentes áreas de la vida; prácticas específicas relacionadas con sus creencias; prácticas de
meditación y de silencio. Frente a este trabajo, resulta interesante que aunque las consideran
para sí mismos no suelen decir a sus pacientes que las practiquen, a menos que aquellos
consulten directamente por algún tipo de prácticas o que ya las tengan como parte de sus
repertorios de exploración, tiene que ver con la distinción que todos ellos hacen entre su rol y
el de los líderes espirituales.
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Para finalizar este apartado debe insistirse en que las prácticas para el abordaje espiritual
desarrolladas y empeladas por los terapeutas pueden listarse, identificarse y profundizar en su
análisis, pero que como lo refiere uno de los entrevistados: “(…) esto no puede ser de simple
técnica porque el ser humano no responde solamente a eso, es mucho más complejo”
(Participante 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2016), y por lo mismo el trabajo
consigo mismo resulta central, de lo contrario cualquier herramienta quedara falta de
sustento.
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corta camino, está oscuro y al final hay un tipo como sospechoso. Entonces ella se pone,
invoca a Dios y se pone en las manos de Dios y pasa, pero al día siguiente oye una noticia de
que al día siguiente, después de ella pasó una muchacha y el tipo la violó. El tipo está
detenido y que ella fue a la cárcel y habló con él: “oiga yo pasé ayer por ahí y usted por qué
no me hizo nada”, y le dice -el tipo- “porque usted iba acompañada”. ¡Qué belleza la oración!
Dios como pidió́ le dijo que la acompañara. Pero la gente no se da cuenta que la otra que no
rezó ni nada, Dios como quien dice, le dijo: “mijita, no pidió pues tome”. Y la gente no se da
cuenta de lo que está diciendo, es decir, que si yo no oro y no pido Dios no me da. Es como
que si el niño se cayó al río y no le pidió a la mamá que lo sacara, que se ahogue. Por eso el
tema de los mapas, así pensamos de Dios, él no nos da sino lo que le pedimos, sino cuando le
pedimos, y yo digo la oración no es para moverle el corazón a Dios, es para abrir el nuestro y
recibir, tal vez no todo lo que pidamos, pero si lo que nos conviene, pero no somos capaces,
entonces la relación de Dios con nosotros es puro negocio, yo doy él me da” (Participante 11,
comunicación personal, 8 de Abril 2016).
Junto con la oración, son referidas otras prácticas propias de cada tradición que son
recomendadas por los líderes espirituales como fuente de trabajo espiritual, ya que conectan
con las diversas formas de la tradición en el reconocimiento del componente más
trascendental que constituye los preceptos propios de cada una. Aquí se encuentran las
peregrinaciones, la visita a los lugares sagrados, tiempos especiales y dedicados a rememorar
y celebrar aspectos o maestros significativos, rituales de paso.
Algunos de los terapeutas hacen mención a la oración como práctica que dispone a las
personas para experimentar el mundo de una forma diferente, tiene que ver con una
disposición similar a la que permite la meditación y empleada en el espacio terapéutico desde
el reconocimiento de sus formas de interacción con lo divino, en muchos casos una vez se
hace esa identificación se invita al paciente a mantener esa práctica en tanto le resulte útil y
coherente con sus creencias.
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“(…) yo de mi ser querido, de mi papá guardé unos anteojos, de mi mamá guardé este
escapulario o este anillo y la gente lo porta y eso es como una forma de evocar la presencia
del ser querido. Entonces, cuando tienen momentos difíciles o etcétera, sacan miran, incluso
una fotografía, le dicen cosas y eso espiritualidad. Esa trascendencia va contigo a todos lados,
esa es una forma inmanente de presencia. Es como esos cuatro aspectos. Son elementos que
no pueden faltar para decirle a la gente: “uno puede seguir conectado con el ser querido” y
eso es espiritualidad” (Participante 6, comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
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mayor uso de de prácticas y técnica interconectadas, Líder espiritual describe este caso en el
acompañamiento que hacen desde su fundación a los hogares Claret, en donde llegan niños
en situación de vida en calle y fuertes condiciones de maltrato, menciona incluso el trabajo
interdisciplinario:
“A los chicos les hacemos de todo, porque ellos viven en situaciones muy lamentables.
Sistemas nerviosos muy alterados de muchos años o de vivir en la calle. Tener unos niños
que han estado en la guerrilla, niños que han sido delincuentes allí́ no más en el cartucho,
tenemos niños que están ahí porque se robaron un celular en Transmilenio, los cogió la
policía, entonces Bienestar los manda para allá. Entonces a esos niños si se les da todo, se les
da yoga, meditación, pranayama, el modelo védico, aromaterapia. Nosotros hemos ido
entrenando personal de ellos. En este momento, la estructura de ellos es que ya tienen todos
los profesores, de todas las áreas ahí́” (Participante 4, comunicación personal, 10 de marzo de
2016).
En varias de las entrevistas los terapeutas refieren la importancia del vínculo que se
establece con los consultantes, que consideran en sí mismo como una estrategia o
herramienta. Esta relación se caracteriza por tres aspectos fundamentales: el vínculo es
contendedor y firme para que la persona sienta que es seguro acercarse a espacios de
indagación que antes no había contemplado; hay autenticidad en el terapeuta para
comprometerse con el reconocimiento de la realidad del paciente desde la manera en que este
la percibe; y, finalmente, reconocer que la capacidad de transformación reside en el
consultante y que el terapeuta es capaz de hacerse a un lado en las ocasiones en que es más
evidente el cambio, con el fin de que el paciente reconozca en sí mismo esa capacidad.
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acerca de lo espiritual pero que a través del abordaje que hace de las dificultades que
presentan, busca llevarlas a hacerse el cuestionamiento, como una forma de promover la
espiritualidad como forma de entender la existencia. Para psicoterapeuta entrevistada la falta
de acciones de promoción tiene que ver con un sesgo sobre la disciplina, tanto en los
consultantes como en los psicólogos:
“Si, nosotros los psicólogos tenemos esta perversión [risas] de siempre de mirar, bueno
¿cuál es el problema? o sea si no tienes un problema no tenemos nada que hablar. Entonces
claro, nosotros estamos sesgados porque no estamos relacionándonos con la totalidad de la
realidad. Aunque de todas maneras, pues lo que llega qué es, lo real también. Por lo menos,
en mi consulta pues yo no veo casos patológicos de enfermedades mentales complejas, no.
Yo lo que atiendo es como lo cotidiano, lo que pasa en la vida, cotidiano, entonces digo
también: “pues sí yo busco el problema”, pero lo que llega aquí́ es lo que pasa en la vida,
entonces no creo que sea tan sesgada la muestra. Y de todas maneras, hay cierto espacio
también en la consulta para hablar de lo positivo que está pasando. Claro, la gente no viene a
consulta porque “mira, quiero contarte como” (…) Vengo a consulta para poder poner en
palabras esta maravilla que me está pasando”. No, no, no, no suele ser así́, no sé, pero sabes,
que eso que dices sí me hace pensar que nosotros, me refiero en general los seres humanos,
podemos fácilmente caer en ver más lo negativo, medio vaso vacío y no puntuar en lo
positivo” (Participante 7, comunicación personal, 14 de marzo de 2016).
Frente a esa actitud que la entrevistada identifica como tendencia en la mirada sobre lo
negativo, ella misma refiere que los cursos de mindfulness son un espacio propicio para la
promoción de una perspectiva diferente sobre la vida, desde la que las personas puedan
ampliar el foco de valoración, de manera que se está permeando la cotidianidad con una
perspectiva del mundo y de sí mismo que es distinta a la usual.
En relación con la psicoterapia como lugar para el abordaje de la espiritualidad, los
terapeutas entrevistados establecen dos aspectos centrales: las perspectivas y y el lugar de la
espiritualidad en la psicoterapia.
Para todos ellos, comprender la psicoterapia como un escenario en que se considere la
espiritualidad como eje central de comprensión y actuación lo que otorga un carácter
diferenciador de su abordaje y de sus prácticas; lo que se busca es que avanzar en una mirada
integradora acerca de los diferentes aspectos, áreas y frentes de la vida humana, que lleve a
que las personas logren integrar cada vez más sus propias experiencias a procesos de
crecimiento y trascendencia, que tiene mucho con ver con el significado que se atribuye a
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esas vivencias, significado que se sustenta en el lugar desde el que se perciben y el marco
desde el que se construyen las interpretaciones.
“(…) Es como un gran enunciado, cuando estamos conflictuados por lo que sea, porque
yo quiero que esa persona me reconozca en mi trabajo o en mis méritos, pero no me siento
visto como yo quiero ser visto, entonces yo veo que hay conflictos, que hay fragmentación; y
es posible que bajo ciertas formas de funcionamiento, eso que aparece como fragmentado y
disperso, se pueda ir integrando dentro de unidades de significado mayor. En líneas
generales, ese es el principio que yo veo como esencial a lo que es la practica espiritual en
psicoterapia y en la vida” (Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
Esta apuesta por la capacidad integradora, tiene una condición importante que ha sido
mencionada anteriormente y está relacionada con el lugar de comprensión del terapeuta. De
acuerdo con los participantes, es necesario asumir que la forma particular en que el terapeuta
comprende y define el mundo no puede limitar su acercamiento a diferentes esferas de la vida
humana o a maneras diversas de comprender cada una de esas esferas. Hay dos propuestas
que se complementan y que evidencian el lugar central de la espiritualidad que no depende de
la forma en que se pone en juego sino de la comprensión que se tiene de ella. De una parte se
encuentra la creciente mirada de la espiritualidad como campo o tema de investigación, que
poco a poco va despojándose de ese carácter no-científico o poco académico:
“Y pues hay una cantidad de documentación, si ustedes leen por ejemplo las guías para el
trabajo espiritual de la Asociación Americana de Counceling, ellos insisten en que todo
consejero o todo psicólogo que trabaje dentro de la psicoterapia tienen que tener por lo menos
ciertas habilidades culturales y ciertas habilidades de indagación espiritual especiales, pero a
veces nosotros creemos que eso es algo anticientífico, en nuestra academia en cierto sentido
es muy (se superponen voces). Pero yo creo que eso ha cambiado, por ejemplo, dentro del
mismo discurso de las terapias de tercera generación, y todo el esfuerzo grande que ha hecho
la psicología positiva para generar por ejemplo ese mapeo de las virtudes positivas y de lo
que es el florecer humano y eso va ligado absolutamente de prácticas espirituales”
(Participante 3, comunicación personal, 9 de marzo de 2016).
Y, de otro lado, ya que no se pueden desconocer los marcos restringidos sobre los que se
han construido algunas miradas acerca de la espiritualidad, se hace un abordaje de la misma
sin que se le mencione directamente; en esta postura lo significativo es que no porque no sea
oportuno nombrarlo, todos los entrevistados coinciden en que aun así debe dársele un lugar
claro, por lo menos desde la perspectiva del terapeuta:
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ESTRATEGIAS PARA ABORDAR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
“(…) habría que decirte que no es que no toque lo espiritual, lo que pasa es que no lo
nombro, que es diferente. Yo sí toco lo espiritual en todos los espacios en donde trabajo,
porque pues eso para mí́ es como constitutivo de lo que me gusta, de lo que le apuesto.
(…) Exacto, no le doy un nombre propio porque el escenario no resistiría ese nombre,
porque ese nombre puede estar asociado a cosas desde cristianos vendiendo biblias en
adelante, entonces yo no uso la denominación, pero claro que el trabajo por supuesto tiene un
foco espiritual y eso es lo primero” (Participante 9, comunicación personal, 29 de marzo de
2016).
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Capítulo Quinto
Discusión
La espiritualidad emerge como tema explícito de interés para la psicología desde diversas
perspectivas, no se debe perder de vista que un campo disciplinar es una construcción social,
pues evidencia y sintetiza un momento histórico, unas condiciones específicas en que los
intereses convergen para dar voz a temas que resultan relevantes.
Es de interés para las investigadoras aportar a la facultad de psicología conocimiento
sobre las estrategias que profesionales de psicología y líderes espirituales están utilizando
actualmente para el abordaje de la dimensión espiritual en el campo de lo terapéutico.
Retomando la pregunta de investigación, -¿cuáles son las estrategias desarrolladas por
profesionales de la psicología y líderes espirituales para abordar la dimensión espiritual?-, es
necesario mencionar que la información recabada permitió dar respuesta ampliamente a la
pregunta planteada, y más aún llevó a un replanteamiento de algunos de los conceptos
empleados en su formulación, tal es el caso de las estrategias y de la espiritualidad como
dimensión. En ambos casos se presentan en los resultados los sustentos suficientes para poner
en discusión los dos conceptos.
Respecto de las estrategias debe mencionarse inicialmente que fue necesario hablar de
prácticas, puesto que se consideró que este es un concepto mucho más abarcador dada la
amplitud encontrada, relacionada no solo con la cantidad sino con la fundamentación, medios
y alcances evidenciados. De acuerdo con De Moreno (s.f.) una práctica es una actividad que
implica elementos de construcción social, tiene una intención determinada y un objetivo y en
ella intervienen no solo las acciones sino también las percepciones de todos los que
participan en su desarrollo, actuando en calidad de agentes activos, así, esta perspectiva
permite incluir de manera mucho más completa lo que se encontró como formas de abordaje
desarrolladas por los entrevistados y además dispuso más claramente las bases para la
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organización y análisis de los hallazgos de acuerdo a la acción central que permitía condensar
varias de las prácticas.
En relación con la concepción de la espiritualidad como dimensión, se encuentra una
importante riqueza en los resultados, ya que fue posible aportar en la ampliación de la mirada
sobre el constructo, que deja ver la importancia de no asumirlo desde una mirada
reduccionista que exija establecer una única forma de concebirlo, ya que el carácter
experiencial resulta determinante en su comprensión, por lo que la vivencia particular incidirá
de manera significativa y en ello reside mucho de la riqueza que debe tenerse en cuenta para
desarrollar formas de abordaje que resulten útiles.
Para dar respuesta a la pregunta de investigación se plantearon objetivos específicos
tendientes a identificar las prácticas, indagar por los enfoques, estrategias y técnicas y
delinear elementos metodológicos; todo ello buscando abonar al cumplimiento del objetivo
macro, cual era explorar y analizar las prácticas y estrategias desarrolladas por los dos grupos
de entrevistados claramente definidos: líderes espirituales y profesionales de la psicología.
Al respecto, los hallazgos dan cuenta de las comprensiones desarrolladas por los
entrevistados, que van más allá de la descripción de los enfoques o las técnicas, de hecho las
engloba y plantea elementos de mayor profundidad que presentan una oportunidad
interesante para avanzar en su análisis en futuras investigaciones.
Frente al interés por hacer aportes a la disciplina, es posible delinear elementos
metodológicos en cuatro sentidos: la perspectiva epistemológica, desde dónde comprender la
espiritualidad; desafíos éticos para el abordaje; el diálogo entre los enfoques y las prácticas; y
finalmente la reflexión profunda sobre el aporte del abordaje clínico de la espiritualidad.
Para el desarrollo de estos elementos se presentan a continuación puntos de discusión que
permiten poner en diálogo los resultados con los aspectos teóricos que dan sustento a la
investigación.
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religioso claro puede significar una falta de claridad en las reglas externas que permitan
claridad en la concreción cotidiana de dicha práctica.
En últimas, lo que se hace evidente es que debe existir una coherencia clara entre las
acciones más concretas, las formas de relación, el comportamiento y las creencias más
profundas que sustentan y encausan el desarrollo espiritual, y si es que este está de la mano
con una religión será fundamental preguntarse qué tan alineados se encuentran los preceptos
y las acciones.
Espiritualidad y su relación con la consciencia, la coherencia y la trascendencia : Estos
tres elementos surgen de manera significativa tanto en las comprensiones que se han
desarrollado alrededor de la espiritualidad como en los efectos o fines que se buscan alcanzar
con su abordaje. En los tres casos se enfatiza en la capacidad creciente del ser humano de
darse cuenta y comprender, que en ninguna circunstancia se da sin el desarrollo de un trabajo
activo de su parte.
En relación con la coherencia se mencionó anteriormente la importancia de mantener
consistencia entre lo que se cree y lo que se hace, pero tiene que ver también con el hecho de
encarnar y hacer acto lo que se considera sagrado. Esto implica las otras dos capacidades, la
posibilidad de asumir que la existencia humana va más allá del acto concreto y entra en
conexión con algo más que la persona misma, esto es la trascendencia; y la conciencia como
capacidad de darse cuenta en un sentido muy amplio y muy profundo, al poder verse a sí
mismo y al mundo desde lugares que antes no fueron contemplados, minimizando el juicio
que se hace sobre la experiencia, es decir viviéndola en plenitud tal como es y recibiendo de
ella todo lo que es posible recibir.
Vale aquí mencionar que lo sagrado como concepto aparece de manera muy aislada en
las entrevistas realizadas, pero es mencionado por algunos autores como Pargament &
Mahoney (2004) quienes mencionan que la espiritualidad es un proceso que involucra el
esfuerzo de descubrir lo sagrado. Desde esta perspectiva una persona espiritual es aquella que
busca conocer y experimentar lo que percibe como sagrado.
¿Espiritualidad como dimensión? En la mayoría de la literatura consultada y aún en las
primeras comprensiones que guiaron este trabajo de grado, se da por sentado que la
espiritualidad es una dimensión más de todas las que han sido objeto de estudio de la
psicología pero que invita a tener una mirada mucho más integral de la experiencia humana,
sin embargo, es necesario poner en discusión esta mirada e invitar a futuras investigaciones a
desarrollar nuevos aportes que la profundicen.
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Tabla 2
Comparativos de las estrategias abordadas de la dimensión espiritual
Estrategias y técnicas Prácticas desarrolladas Prácticas desarrolladas Prácticas compartidas
según la revisión por los líderes por los terapeutas por líderes espirituales y
documental espirituales terapeutas
Perdón
Oración Oración y prácticas
propias de cada tradición
Meditación Meditación
Mindfulness
Logoterapia
Expansión de la Distinción entre lo
consciencia percibido y lo
interpretado.
Diálogo socrático Prácticas a través del
lenguaje.
Uso de medicinas
tradicionales
Reconocimiento del
linaje familiar
Espacios de información
Acercamiento individual
Utilización de metáforas
El trabajo consigo
mismo
Técnicas corporales.
Ceremonias y rituales
Espacios de tipo grupal o
colectivo
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subjetivamente captadas de la realidad” (p. 34); en este sentido, nos ubica la autora en el
lugar de lo particular que es posible poner en diálogo con lo expuesto por Larrosa (2003): “es
siempre de alguien, subjetiva, es siempre de aquí y de ahora, contextual, finita, provisional,
sensible, mortal, de carne y hueso, como la vida misma” (p. 3).
Si uno de los elementos que fundamentan la manera en que los terapeutas conciben la
espiritualidad es la experiencia, será necesario entonces asumir responsablemente esa
vivencia, tanto la propia como la de los consultantes, pues la experiencia no puede ser
encapsulada en un concepto, no puede ser determinada por un forma estática, sino que es
dinámica, es devenir que se vuelve narración en la consulta psicológica y allí mismo es
susceptible de ser comprendida, observada, transformada o incluso trasgredida si no se le
permite ser presentada en su particular esencia.
Así, en el momento que la espiritualidad busca ser conceptualizada se despoja de su
esencia experiencial pierde entonces el potencial de dotar de sentido la propia vivencia, pues
tendrá simplemente que acomodarse a la forma establecida en que el terapeuta (o quien
acompañe) tenga determinado que debe ser y esto no se limita a la religiosidad, sino que se
extiende a cualquier forma de determinismo que quiera imponerse.
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