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GESTION DEL TALENTO HUMANO: COMPETENCIAS DURAS Y BLANDAS/ ACTITUD Y

APTITUD EN LA GESTIÓN DEL TALENTO HUMANO


Cindy Roxana Pérez Herrera
La gestión del talento humano en las organizaciones es un proceso complejo que requiere una
cuidadosa evaluación de las competencias de los empleados. Sin embargo, no solo es importante
considerar las competencias duras y blandas, sino también la actitud y aptitud de los individuos.

Esta gestión ha evolucionado hacia un enfoque mas holístico, reconociendo la importancia de las
competencias, la actitud y la aptitud en el desarrollo y desempeño de los colaboradores. Por ello,
exploraré la interrelación de estas dimensiones, destacando la contribución de la integración
efectiva al éxito organizacional.

Las competencias duras se refieren a las habilidades técnicas y específicas necesarias para realizar
un trabajo o una función determinada. Estas competencias son fácilmente medibles y evaluables,
ya que se pueden adquirir a través de la formación y la experiencia laboral. Por ejemplo, en un
puesto de programador, se esperaría que el empleado posea competencias duras en lenguajes de
programación específicos y conocimientos en el manejo de software y hardware.

Por otro lado, están las competencias blandas, que se refieren a las habilidades interpersonales y
sociales que posee un individuo. Estas competencias son fundamentales para el éxito de cualquier
empleado en un ambiente laboral. La capacidad de comunicarse eficazmente, trabajar en equipo,
mostrar empatía y adaptarse a situaciones cambiantes son solo algunas de las habilidades blandas
importantes en la gestión del talento humano. Estas habilidades pueden ser más difíciles de medir
y evaluar, pero son igualmente importantes para el desarrollo y el ambiente de trabajo.

En la gestión del talento humano es crucial lograr un equilibrio entre ambas. Sin embargo, además
de las competencias duras y blandas, la actitud y la aptitud de los individuos también juegan un
papel crucial en la gestión del talento humano. La actitud refleja la disposición y la mentalidad de
una persona hacia su trabajo y hacia los demás. Una actitud positiva, motivada y comprometida
puede resultar en un mejor rendimiento y en un ambiente laboral más saludable. Por otro lado,
una actitud negativa puede afectar la moral de todo el equipo y disminuir la eficiencia y la
productividad. Los equipos que tienen un buen equilibrio entre habilidades técnicas sólidas y
habilidades blandas tienden a ser más creativos, colaborativos y capaces de enfrentar desafíos con
resiliencia. La integración de estos aspectos en la gestión del talento mejora el rendimiento actual
de los empleados y prepara a la organización para adaptarse a los cambios en el entorno
empresarial.

Por su parte, la aptitud se refiere a la capacidad o aptitud de un individuo para realizar una tarea o
función específica. Es importante adecuadamente la aptitud de un empleado para asegurarse de
que tiene el conocimiento y las habilidades necesarias para desempeñarse en su rol. Esto implica
considerar la formación académica, la experiencia laboral previa y las habilidades técnicas
requeridas para el puesto.

La gestión del talento humano efectiva implica evaluar y desarrollar competencias, actitudes y
aptitudes de manera integral. La identificación de las competencias necesarias para cada puesto,
junto con la evaluación de la actitud y aptitud de los colaboradores, permite construir equipos
equilibrados y altamente funcionales.

Los programas de desarrollo profesional deben abordar tanto las habilidades técnicas como las
habilidades blandas, fomentando un enfoque integral en el crecimiento individual y organizacional.
La evaluación continua de la actitud y la aptitud también ayuda a identificar posibles brechas de
rendimiento y crear soluciones.

En conclusión, la gestión del talento humano efectiva requiere considerar tanto las competencias
duras como las blandas, así como la actitud y la aptitud de los individuos. Evaluando y
desarrollando estas áreas, una organización puede asegurarse de tener un equipo de trabajo
eficiente y productivo. Las competencias duras proporcionan el conocimiento técnico específico,
mientras que las competencias blandas fomentan el trabajo en equipo y la comunicación efectiva.
La actitud positiva y la aptitud adecuada aseguran el compromiso y la capacidad de los empleados
para realizar sus funciones. Todos estos elementos son indispensables para alcanzar el éxito en la
gestión del talento humano en cualquier empresa.

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