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Modelos de Escritos Judiciales

MODELOS DE ESCRITOS JUDICIALES. Daños y perjuicios. INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y


PERJUICIOS. RESERVA DE CASO FEDERAL

MODELO DE ESCRITO JUDICIAL. DAÑOS Y PERJUICIOS. Personería. Accionantes que residen en España y
que confieren al letrado PODER GENERAL para juicios con cláusula especial para querellar y promover esta
demanda por accidente ocurrido en la República Argentina. Muerte de ciclista que impactó contra un camión
mientras participaba de una carrera en ruta nacional. Reserva del caso federal. Demanda contra conductor y
Citación en garantía al organizador del evento

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MODELOS DE ESCRITOS JUDICIALES. Daños y perjuicios. INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS.


RESERVA DE CASO FEDERAL

Indemnización de daños y perjuicios. Tempestiva reserva de caso federal(*)

SEÑOR JUEZ:

MARTIN DIEGO PIROTA, IVA Responsable Inscripto CUIT N° 23-22002694-9, abogado de la matrícula Nº.....,
constituyendo domicilio legal en el Estudio Jurídico sito en .......................................... (Telefax: 0362 4421983 /
4423616 - martindiegopirota@gmail.com), a V.S. nos presentamos y respetuosamente DECIMOS:

I.- PERSONERÍA

Conforme resulta de las escrituras Nº ..., pasadas ante el Notario del Ilustre Colegio de Madrid Javier López-Polín
Méndez de Vigo, debidamente colegiadas y autenticadas por el Colegio de Notarios de Madrid y por el Consejo
General del Notariado Español, que en copias simples de su primer testimonio acompaño, los señores F. M. M., con
domicilio en la calle G., Nº 45 Bajo 1, T., Madrid, reino de España, con D.N.I./N.I.F. número .... y C. C. R., con domicilio en la c
N., Nº 2, Fuenlabrada, Madrid, reino de España, con D.N.I./N.I.F. número 1333022B, me han conferido PODER GENERAL pa
juicios con cláusula especial para querellar e instruido para que promueva esta demanda. Reservo los originales del
apoderamiento por tratarse de poder general, prestando juramento sobre la vigencia del mandato y la autenticidad de
las copias. En su mérito, pido a S.S. me acuerde la participación que por derecho me corresponde, teniendo presente
el patrocinio letrado.

II.- EXORDIO

A mérito de las instrucciones recibidas de mis comitentes vengo en legal tiempo y forma a promover demanda de
indemnización de daños y perjuicios, materiales y morales, acaecidos a mis mandantes con motivo de la injusta e
inesperada muerte de su hijo S. M. C., a fin de que en la sentencia S.S. condene al señor J. R. A., con domicilio real
en calle Alemania 628 de la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires, en concepto de autor material, en contra de
su empleador Empresa de Transportes T. y titular registral del vehículo embistente, camión marca Fiat Iveco, dominio ...,
señor H. R. T., con domicilio real en A. 242 de la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires y de los propietarios
titulares registrales del semiremolque marca Montenegro, dominio ..., señores A. H. T., G. A. T., domiciliados en A.
242 de la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires y M. R. A., con domicilio real en R. C. 134 de la localidad de
Villa Cura Brochero, provincia de Córdoba; a citar en garantía a las compañías aseguradoras de los vehículos
indicados, al Creador, Organizador y Director General de la competencia ciclística "VUELTA A LA ARGENTINA 2ª
EDICIÓN", señor A. C. D., con último domicilio real registrado en Calle 27 entre 16 y 18, Alfar, de la ciudad de Mar
del Plata, provincia de Buenos Aires, y a citar en garantía a su compañía aseguradora, a pagar a mis mandantes en
forma solidaria e in solidum respecto de las aseguradoras, dentro de los diez días de firme o consentida la sentencia,
la suma de Pesos Tres millones ($ 3.000.000.-), o lo que en más o en menos resulte de la prueba, con más los
intereses a la tasa activa que cobre el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones ordinarias de descuento a 30
días, capitalizables por iguales períodos (CNCiv., sala H, 14.7.2003, B. J. A. c/ S. A. H. s/ Alimentos), por ser la que
mejor se adecua a las fluctuaciones del mercado a partir de la ley de emergencia económica, que se computarán
desde el día del hecho hasta la del pago efectivo y completo de la indemnización. Con costas, más los gastos
irrogados que acredite, sin perjuicio de los que S.S. se sirva estimar como razonables, surgidos de las circunstancias
de autos. Todo ello, a mérito de los hechos y del derecho que seguidamente expreso e invoco.

III.- HECHOS

A fin de ordenar adecuadamente la exposición dividiré el objeto de este apartado en los acápites siguientes, en los
que habré de consignar las circunstancias fácticas que fundan la obligación de responder de los citados y los
argumentos de derecho que los instalan en autos en tal carácter. Sin perjuicio de ello, de modo general abordaré
luego las cuestiones jurídicas implicadas, con arreglo a la legislación común y a la especial, a la doctrina y a la
jurisprudencia.

1. Legitimación activa. Mis poderdantes, los señores F. M. M. y C. C. R., son padres legítimos de S. M. C., español,
de 25 años de edad al momento del hecho, nacido en L., Madrid, el 3 de mayo de 1974, lo que he acreditado con el
certificado de matrimonio y el de nacimiento, que se encuentran agregados a los autos "Sumario Nº 9381/15 c/ A., J.
R. por Homicidio art. 84 CP en perj. de S. M. (español)". Conforme a la normativa legal vigente, sustancial y procesal,
su condición de progenitores del fallecido les confiere legitimación suficiente para reclamar de los autores y
responsables de su fallecimiento los daños que aquella injusta muerte les ocasiona pues, más allá del dolor moral que
los inunda, las pérdidas materiales se concretan en el daño actual y cierto, con indefinible extensión hacia el futuro, de
la supresión de todo aporte material del mucho que recibían de su hijo (arts. 1716, 1739, CCC).

Debo precisar que la legitimación de los citados es de dos cauces: extracontracual, a iure proprio, respecto del autor
material del hecho, su principal y los propietarios registrales de los vehículos, como también del mismo orden contra
el propietario de la prueba deportiva e función de la actividad riesgosa por él organizada. Es también contractual, a
iure hereditatis, en contra de este propietario de la prueba ciclística, pues él asumió frente a S. M. C. todas las
consecuencias económicas y jurídicas, valiosas y disvaliosas, del resultado de la misma. La relación contractual y las
obligaciones que le son inherentes no se han extinguido con la vida de S.; más bien, se han sustituido en la asunción
de las consecuencias del incumplimiento del contrato en materia de seguridad, cuyas acciones se trasmiten a los
herederos forzosos, pues los efectos de los contratos se transmiten activa y pasivamente a los sucesores universales
y singulares de las partes. La actio iure hereditatis ha sido reconocida en nuestro medio y opera de modo claro en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ciertamente, esta acción queda sometida al
régimen de la prescripción ordinaria (art. 2560, CCC).
2. El hecho fatídico. El citado hijo de mis mandantes, que en algunas diligencias de la causa penal mencionada es
mencionado como S. y en otras como Samuel, falleció como consecuencia de haber sido embestido por el camión
Fiat IVECO, dominio SBX-862, que tiraba el semiremolque de propiedad de los restantes demandados, conducido por
el señor A., mientras se desenvolvía una carrera ciclística sobre la ruta nacional nº 20, denominada II Vuelta a la
Argentina (fs. 24, testimonio de Enrique GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Comisario Internacional Deportivo designado por la
Unión Ciclista Internacional, según sus dichos, causa citada), en su Séptima etapa, desde Encón a la ciudad de San
Juan, el día 28 de agosto de 2015, aproximadamente a las 15,25 horas. La materialidad del hecho y el cuerpo del
delito están sobradamente acreditados en los autos referenciados, así como la autoría imputada de la que da cuenta
el procesamiento y la elevación a juicio.

Según constancias de la prevención sobre el aparente lugar del suceso (fs. 13), habría ocurrido a unos 18 Kms. del
puesto policial de Encón, a unos 400 metros al SE del indicador del Km. 483 que, en realidad, marca el lugar de
estacionamiento del camión, pues el lugar exacto del impacto no se pudo establecer (testimonio de Omar Héctor
SÁNCHEZ, policía, fs. 3), no obstante que según dichos de testigos, el ciclista luego del impacto quedó tendido al
medio de la calzada, en posición fetal "y del mismo emanaba sangre" (fs. 24, Enrique GONZÁLEZ MARTÍNEZ; en
igual sentido se expresa A. C. D., fs. 23), con lo que habrían quedado rastros; cabe suponer que la inspección del
lugar se efectuó en donde quedó el camión luego de la aparente fuga del conductor y no en el lugar del
embestimiento; el camión habría quedado a 80 metros de distancia en el sentido de circulación que llevaba (fs. 23). El
acta de fs. 13 hace constar que no se observa ningún tipo de huella o indicio.

En otrosi digo se menciona que, hacia el costado Oeste de la ruta, entre los arbustos es encontrada una caramañola
cuya propiedad no ha sido, tampoco, determinada en autos.

Según la declaración de C.

D., organizador del evento, observó que el camión "venía en dirección contraria a la de los competidores con dos
ruedas sobre la ruta"; el término usado por el testigo, venía, indica a todas luces que el móvil conducido por el
querellado marchaba, se movía, en dirección opuesta a la que llevaban los ciclistas. Es más, el testigo agrega que lo
hacía "desobedeciendo la orden de la patrulla policial y de las motos y vehículos de la organización que cuidan el
pelotón" (sic, fs. 23). La marcha del camión es confirmada por el testigo Enrique GONZÁLEZ MARTÍNEZ, que
expresa tras el paso del camión, ve al ciclista yacer al medio de la calzada; en ese momento miraba hacia otro lado.

Otros elementos probatorios permiten afirmar que el camión se desplazaba sobre la ruta; así consta a fs. 7: "al ser
embestida la bicicleta que guiaba"; la testimonial de SÁNCHEZ hace referencia a la afirmación del testigo agente V.
de que el camión había embestido a unos ciclistas. En igual sentido, el testigo P. relaciona la afirmación de M.,
Comisario de la prueba, de que el camión "había embestido a dos ciclistas" (última línea de fs. 17). A fs. 18, Bartol
César RUBENS, Oficial Ayudante, encargado del control policial de Encón, refiere que el camión se había dado a la
fuga rumbo al puesto.

Pido a S.S. sean tenidos en consideración por la fuerte convicción probatoria que de ellos surge y la proximidad a la
época de los hechos, lo que permite presumir su mayor exactitud y no existe razón que aconseje apartarse de sus
constancias, en lo que prueban con relación a la mecánica del evento y, ciertamente, a la responsabilidad material y
moral del imputado. Y desde la óptica civil no podrá haber discusión acerca de cómo esa actuación responsable,
imputable también en su condición de guardián jurídico de la cosa peligrosa, liga su conducta con la del empleador
(que se sirve de él y de la cosa, art. 1757, CCC), surgiendo la responsabilidad objetiva de éste y del titular registral,
aunque con distintos fundamentos (garantía y riesgo, que en el caso coinciden por tratarse de la misma persona).
3. Responsables. El joven S. M. C., de promisoria carrera profesional en el ciclismo internacional, falleció como
consecuencia del impacto contra el camión. Este hecho genera responsabilidades diversas que debieron ser
atendidas en el proceso penal con arreglo al principio general de movilidad aceptado por la doctrina y que la Corte
Suprema de Mendoza patentiza en el caso Exprinter, conforme al cual "Los sujetos procesales no pueden ser vistos
solamente desde una perspectiva estática, sino fundamentalmente, desde la óptica dinámica, y en cuanto se mueven
para promover la litis o resistirla" (SC, Mendoza en pleno, 2.12.1996, Exprinter Banco S.A., JA 1997 - IV - 48).

3.1. El conductor. El antes citado testigo y demandado A. C. D. dijo concretamente que "observó que un ciclista
impacta contra el camión antes citado no pudiendo precisar que ciclista era"; a consecuencia del impacto quedó tirado
al medio de la ruta (fs. 23). En el informe de fs. 35 se hace constar que el imputado es detenido y que "había
continuado la marcha, luego de que el móvil policial se había alejado del lugar". A fs. 48, P. dice que "le avisaron que
se tenía que detener", y en cumplimiento de esa orden "estacionó el mismo al costado de la calzada" (sic, fs. 17 vta.).
Para la seguridad de la prueba y la vida e integridad física de los ciclistas, era primordial que la ruta estuviera libre de
tránsito; pero el desaprensivo conductor no se detuvo. Que hechos similares hayan ocurrido antes, una y otra vez, no
desincrimina la conducta; en todo caso, esa repetición de hechos similares prueba su previsibilidad y, de consiguiente,
impone el deber de actuar conforme a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar (art. 1724, CCC). No
sorprendió al conductor la prueba en la vía pública, desde que acató la orden policial y se detuvo, para evadirla luego
continuando desaprensivamente la marcha; es claro que la circunstancia obligaba a extremar los recaudos de
seguridad, cuestión que compete al organizador que debe poner en movimiento a las fuerzas del orden pues
constituye su deber primordial. Pero advierta el tribunal, que quien desobedeciendo una orden concreta y concisa
-detenerse- continúa la marcha interfiriendo con ese desplazamiento la realización de una prueba deportiva,
autorizada en la vía pública, tiene la misma responsabilidad que quien acomete el paso con el semáforo en rojo; debió
prever -o previó- el resultado y, no obstante, siguió adelante con la acción. Por ello, como indica Bueres, si previó el
resultado y quiso la acción, quiso el resultado; demasiado generoso resulta imputarle el homicidio a título de culpa
cuando aparece evidente la posibilidad de prever y la previsión del resultado define el dolo eventual. Más allá de que
los hechos ilícitos cometidos con culpa autorizan la imputación de las consecuencias inmediatas y las mediatas, hasta
las casuales si las hubiere querido el autor, el poder de previsión indica como necesario que el tribunal sea riguroso
en la imputación de las consecuencias, porque no aparecen motivos para la aminoración de la responsabilidad.

En su declaración indagatoria el autor material del homicidio admite una primera trasgresión al deber de seguridad
que le imponían las circunstancias y la ley de tránsito. Reconoce allí que "luego que pasa el patrullero..., retoma su
carril" y como a trescientos metros se encuentra con otros ciclistas.

Dije al tiempo de la constitución en parte querellante que la conducta desplegada es rayana con el dolo, pues se
pone en evidencia en su propia declaración ya que "ve que viene un pelotón, como en forma de flecha, abarcando el
total de la ruta" (sic). Dice que circula lentamente por la banquina, pero admite que "no quería parar" con lo que viola
su deber de obrar con arreglo a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar (art. 1724, CCC); se alza
contra el mandato de la autoridad que le impuso detenerse y sigue su marcha, causando el daño irreparable que, de
otro modo, no habría acontecido, con lo que se hace evidente el proceso de causación. Insisto, previó o debió prever
(vio a los ciclistas acercarse en forma de flecha), pero siguió la marcha, no quiso detenerse.

No parece tampoco verdad que el imputado detuviera el vehículo en el lugar del impacto, pues según el testigo C. D.,
también demandado aquí, quedó, esto es, se detuvo, a unos 80 metros del lugar.

Menos creíble es la versión acerca del lugar del impacto (guardabarro de la rueda trasera del tractor), desde que al
parecer y según la certificación médica, el occiso presenta una herida contuso cortante de 3 por 0,6 cm, "en región
frontal mitad izquierda sobre extremo de ceja izquierda" (fs. 45 vta., informe del médico legista de la Policía); hace
constar también un "enfisema subcutáneo toráxico derecho" (sic). La causa de la muerte no ha sido determinada o,
cuando menos, no se ha agregado a los autos el resultado de la autopsia que se habría practicado (oficio del
03-09-15, providencia fs. 97/98 y oficio de fecha 27-12-15), según ese certificado, sin perjuicio de ello, consta en el
certificado de defunción que la muerte se produjo por "shock hipovolémico por hemorragia interna". No obstante que
la pericia practicada sobre el camión no permitió identificar rastros, es probable que el impacto haya sido de frente y
con la cabeza, contra la parte delantera del camión, en razón del modo como los ciclistas conducen con la cabeza
gacha. Tampoco se secuestraron las bicicletas y, por tanto, no se les realizó peritaje alguno lo que podía haber
determinado la mecánica del hecho. Pero esta deficiencia de la instrucción en nada empaña la fuerza de convicción
de las declaraciones referenciadas pues la materialidad del hecho ha sido suficientemente constatada, así como que
los elementos subjetivos que caracterizan la autoría de los hechos humanos se dan sin ambages. Ya lo he dicho, es
generosa la imputación de homicidio culposo.

Ya nada devolverá a la vida a S. M. pero el autor material y moral del hecho -que se ha librado de la sanción penal por
la morosidad del sistema judicial- deberá, junto con su principal, los titulares registrales y el organizador de la prueba
y sus aseguradoras, responder ante sus padres por los daños y perjuicios a ellos acaecido.

3.2. El empleador. Según el relato del propio imputado, conducía el camión cargado con destino a la provincia de
San Luis, informando de una relación laboral con el titular registral del rodado (Empresa de Transportes Taro, fs. 40 y
vta.). Es sabido que, por imperio del art. 1757 del Código Civil y Comercial, el acto ilícito culposo del dependiente,
agente material del hecho, compromete la responsabilidad del principal con sustento en la responsabilidad indirecta,
de naturaleza objetiva y fundada en la garantía, que nace de la circunstancia de valerse el principal de la actuación de
terceros en su provecho. Quiero precisar aquí que la norma implicada (art. 1757, CCC) no se refiere a una relación de
dependencia de modo permanente o perdurable, sino que habla de las cosas y de las personas de que se sirve el
principal, lo que atrapa de modo suficiente una vinculación de hecho del autor con la cosa, bastante para constituir la
guarda jurídica y la de hecho que lo instala en el concepto de guardián que la misma prevé. De allí que yo no deba
probar una relación de dependencia laboral, al modo propio de la que resulta del contrato del trabajo, sino que basta
la anteriormente expuesta. Respecto de la víctima o de sus legitimados a iure proprio, en el caso, les basta con
acreditar el contacto material del cuerpo con la cosa riesgosa o peligrosa y, en todo caso, la relación causal entre ese
contacto y el daño resultante; la legitimación de mis mandantes deviene de la relación paterno filial y del principio
general contenido en el art. 1739, CCC. La del empleador, en el sentido expresado, por virtud de su responsabilidad
indirecta o vicaria; para exonerarse le cabe demostrar el hecho o culpa de la víctima o la de un tercero por quien no
deba responder. Esta prueba exculpatoria es inexistente en la causa penal y no advierto cómo podría ahora lograrse,
desde que no aparece el más mínimo indicio que permita si quiera sospecharla; es sabido que el caso fortuito, cuando
no es ajeno a la actividad, no excusa y, aún, tampoco puede el empleador o el titular registral prevalerse de un
supuesto de fuerza mayor -como la necesidad de continuar la marcha o las imperfecciones de la ruta- pues, además
de no haber sido comprobadas, es la conducta desplegada por el autor material la que ha dado exclusiva causa y
condición al resultado. Insisto, de haber obedecido la orden de detenerse en la banquina y mantenerse quieto, el
accidente no se habría producido. La relación de causalidad está, de este modo, acabadamente comprobada.

3.3. El semiremolque. Pido al tribunal que se sirva considerar la composición de la cosa peligrosa que vino a
producir el daño siguiendo el impulso de la conducta del imputado; es claro para mí, conforme a una doctrina
unánime, que coincide en el caso la culpa del conductor 'con' la cosa que obedece el designio de su voluntad, y el
'riesgo o vicio' que la caracteriza. Esa 'cosa' está constituida por un tractor, con un propietario registral y por un
semiremolque, por añadidura cargado, que aumenta la potencialidad dañosa de la cosa ya de por sí riesgosa; están
igualmente identificados los titulares registrales de ese componente. Así, tractor y acoplado, constituyen una unidad
conceptual, denominada 'cosa', que por su riesgo ínsito generan el daño que debe imputarse en relación adecuada de
causalidad al riesgo o vicio. Esa responsabilidad, que pesa sobre el guardián de hecho -el conductor- y sus dueños
atrapa la unidad de la acción que nace de la puesta en movimiento ilícita de la cosa potenciando el daño. Baste
considerar las propias palabras del imputado en cuanto a las razones de su negativa a detenerse: el peso del equipo
de transporte y la supuestamente floja banquina; por tanto, es muy clara la incidencia del remolque 'en' el equipo de
transporte.

La responsabilidad de los titulares registrales del semirremolque o acoplado se extiende a los hechos causados por
las personas de las que se sirve o por las cosas que tiene a su cuidado (art. 1757, CCC); tal el caso del demandado
A. a quien autorizaron, de modo implícito o expreso, para la conducción del rodado de su propiedad, generando una
relación jurídica de dependencia indirecta -según doctrina francesa de la que habla Kemelmajer de Carlucci- al
transferir la guarda -de hecho y de derecho- del rodado. Sea que deba responder por el dependiente que manejaba el
tractor o como propietaria de la cosa en su propio provecho, su responsabilidad es evidente en ambos supuestos, no
dándose a su respecto la excusa del hecho del tercero por el que no deba responder. Es así que el hecho de las
personas que ejecutan su voluntad compromete su responsabilidad indirecta (CS, 19.06.2003, 'Acuña Zaragoza,
Adelfa Olga c/ Vuelta de Rocha S.A.T.C.I. Línea 64 y otros'); dijo la Corte que "De la letra de los Arts. 1113 y 1122 del Código
Civil, surge que la obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que están bajo su
dependencia, y que las personas damnificadas (la actora) por los dependientes (el chofer), pueden perseguir
directamente ante los tribunales civiles a los que son civilmente responsables del daño (en autos, la accionada), sin
estar obligadas a llevar a juicio a los autores del hecho"; este criterio fue sostenido antes por la Corte Suprema, en
Fallos 310:1449, en que atribuyó al damnificado la posibilidad de "demandar a cualquiera de ellos o conjuntamente
por el todo, con abstracción de la responsabilidad que corresponda atribuirles".

Es de utilidad citar aquí el ajustado fallo de la Cámara de Mercedes que, siguiendo la doctrina de la Corte Suprema de
Buenos Aires, en supuesto en que intervienen en el hecho propietarios distintos de tractor y acoplado, que "Si la
propietaria del acoplado ha prolongado su propia acción mediante la implementación de la actividad ajena para sus
propios fines, no se puede hablar ...de un tercero por quien no deba responder (conf. art. 1113, párr. 2º in fine CC.)"
(C. Civ. y Com. Mercedes, sala 2ª, 02.12.1997, Octavio Falasco e Hijos S.A. c. Glucovil S.A. y otro, JA 1998-II-244).
Por tanto, propietarios y guardián de la cosa peligrosa (tractor y acoplado) responden ante la víctima por el todo, cada
uno de ellos (Kemelmajer de Carlucci, Aída, Código Civil Argentino comentado, anotado y concordado", de
Belluscio-Zannoni, Astrea, Buenos Aires, 1984, t. 5, pág. 476/480, cit. en el fallo relacionado).

Así las cosas, va de suyo que los titulares del remolque deben responder por las consecuencias de los hechos
dañosos a que de lugar su utilización y, en tanto han transferido al conductor voluntariamente la guarda del remolque
para satisfacer sus intereses en la explotación del mismo, deben cargar con las consecuencias dañosas de su
accionar. El modo en que hubieren de participar los obligados solidarios en el pago de la indemnización, no es
cuestión que deba tramitarse con mis mandantes desde que hace a la relación interna entre ellos.

3.4. Las aseguradoras. Las compañías con las que los titulares registrales concertaron los seguros obligatorios
contra la responsabilidad civil deben responder en la medida del seguro que en cada caso se haya celebrado.
Conforme obra en las pólizas tipo, la aseguradora cubre los daños producidos a terceros hasta un monto, por cada
acontecimiento motivo del riesgo, de Tres millones de pesos, con lo que el importe reclamado en la demanda
contempla la cuantía posible del siniestro, de modo que una sola de las aseguradoras puede cubrir el riesgo
asegurado sin invocar imprevisión o ausencia del álea contractual actuarial propia del seguro. El seguro de
responsabilidad civil obliga a mantener indemne al asegurado respecto de las reclamaciones que efectúe la víctima,
con lo que nada tiene que hacer hasta que el reclamo haya sido efectuado, a salvo las cargas propias del contrato, al
que la parte que represento es extraña. Las compañías deben ser citadas al juicio de conformidad a lo previsto en el
art. 118 y correlativos de la ley de seguros, lo que dejo expresamente solicitado, sin que sea menester entrar en la
discusión doctrinaria acerca de la naturaleza de la acción -directa no autónoma- o mera citación a cargo del tribunal
de juicio. La aseguradora responde in solidum del daño causado, en la medida del seguro, y debe sufragar del mismo
modo los gastos y costas del juicio. Ante la ignorancia de mi parte acerca del nombre y domicilio de las compañías,
que debieron denunciar en la causa penal los dueños de las cosas implicadas en el hecho dañoso, nada impide que
cada uno de ellos las cite en garantía. En su defecto, pido al tribunal que en la condena haga constar que la misma es
extensiva a las compañías aseguradoras una vez que mi parte, por vía de ejecución de la sentencia, pueda identificar
el nombre de cada una de ellas, lo que no ha logrado hasta la fecha.

3.5. El titular registral. A partir del plenario dictado en el caso 'Morris de Sotham' de la Cámara Nacional Civil de la
Capital (en adelante CNCiv.), del 9 de septiembre de 1993 y que dejó sin efecto un plenario anterior, dictado en
'Morrazo', del 18 de agosto de 1980, el titular registral asume la totalidad de las consecuencias dañosas producidas
con intervención de la cosa riesgosa registrada a su nombre (art. 27, ley 22.927); sólo el uso de ella en contra de su
voluntad expresa o presunta (art. 1113, segundo párrafo, segunda parte, in fine, CC) puede desobligarlo, cuestión que
cabe acreditar a las demandadas respectivas, sin que exista en autos indicio alguno que permita sospechar aquel
supuesto. Debo consignar, de consuno con la casi totalidad de la doctrina, que la transferencia de la guarda a un
tercero, dependiente o no, no exonera la responsabilidad del dueño, por lo que los propietarios registrales de las
cosas que constituían el 'equipo' de transporte con el que el imputado embistió al ciclista, responden solidariamente
con el conductor de los rodados.

3.6. La responsabilidad del organizador. El demandado A. C. D., que ha declarado como testigo en las etapas
iniciales de la instrucción, es responsable de las consecuencias dañosas como organizador de la prueba, en un todo
de conformidad a las disposiciones de la ley nacional de tránsito, que la provincia de San Juan ha admitido en su
jurisdicción sin modificación alguna. De acuerdo al contenido del Reglamento de la prueba ciclística, el citado
demandado asume la condición de "director general" de la prueba, la que "es propiedad exclusiva de la organización
de la misma" (sic, Reglamento de la prueba, que se adecua al previsto por la Unión Ciclista Internacional -UCI- para
carreras de ruta). Esta responsabilidad surge de las propias circunstancias del evento dañoso y es de naturaleza
contractual. De tal modo, la relación que une a los partícipes de la prueba -en el caso los ciclistas convocados- con su
organizador están reguladas por los principios de los contratos (art. 957 y correlativos, CCC); entre sus cláusulas,
regidas a su vez por el reglamento de la actividad, el organizador asume la responsabilidad civil -contractual- por
todas las consecuencias que se deriven de la ejecución de la prueba. Entre las obligaciones a su cargo está la de
contratar un seguro que cubra todas las circunstancias dañosas de la prueba.

Las previsiones del Reglamento de la Unión Ciclista Internacional responsabilizan al organizador de la prueba -de la
que es propietario, insisto- de todos los problemas que puedan surgir, especialmente en los artículos 1.2.031 y
siguientes, y 2.2.015 y siguientes. En el ámbito del derecho civil argentino, media una relación contractual entre el
organizador y cada uno de los partícipes de la prueba, que deben ajustarse a las indicaciones, vías de circulación,
horarios y demás circunstancias de la prueba concertada. El organizador asume una obligación expresa de seguridad
respecto de la incolumidad de las cosas y de las personas que han de intervenir en el evento, al punto que la propia
ley especial le impone la contratación de un seguro para atender a todas las contingencias disvaliosas que acaecieren
durante su desarrollo (art. 68, ley nacional de tránsito). Por lo demás, la calidad de propietario de la prueba de este
demandado se evidencia en la redacción del art. 2 del Reglamento antes citado.

Por tanto, este demandado como organizador del espectáculo deportivo autorizado a desenvolverse en la vía pública,
es responsable in solidum de las consecuencias dañosas cuya reparación reclamo en autos; pongo de resalto a la
consideración del tribunal que la falta de indicación de la compañía aseguradora que, inexorablemente, debió
contratar para asegurar la indemnidad de todos los partícipes, es una carga que pesa sobre él y cuya ausencia -si es
que fuera tal- pone a su exclusivo cargo esas consecuencias patrimoniales. Nada obsta a que al recibir el traslado de
esta demanda la cite en garantía, a lo que mi parte presta acuerdo, ampliándose de ese modo el abanico de
responsables de tan magno como desgraciado suceso.

Insisto en que la vinculación del organizador de la prueba a los hechos que allí se producen no se limitan a los
aspectos puramente deportivos; aún así, la responsabilidad civil que le atribuyo nace de la relación particular que lo
liga con los partícipes de la prueba y si bien mis mandantes no celebraron contrato alguno con él, sí lo hizo con su
hijo a quien le debía la garantía de seguridad durante todo el desarrollo de la prueba; esa obligación de seguridad, de
naturaleza objetiva, ha sido considerada de modo expreso por la ley de tránsito para imponerle la contratación de un
seguro contra la responsabilidad civil que ponga a todos los partícipes del evento a cubierto de siniestros que, como
el acaecido, son previsibles precisamente, porque han ocurrido con anterioridad. El acaecimiento de un suceso
dañoso hace previsibles a los restantes que, por lo demás, nada de extraordinario tienen y, menos, por el hecho de
que se lleven a cabo en la vía pública, para lo que deben contar con autorización expresa, lo que así se ha acreditado
en la causa penal referenciada.

Por fin, cabe consignar que la exoneración que postula el art. 4 del citado Reglamento no tiene operatividad alguna,
no sólo dentro de nuestro derecho vigente sino en el derecho universal desde que establecería una causal de
dispensa que, en general, la ley no admite.

Esta responsabilidad que pesa sobre este codemandado, aunque nace de un delito de un tercero, no lo excusa de
reparar las consecuencias dañosas de su acto, tanto las inmediatas como las mediatas previsibles (arts. 1724, 1726,
1727, CCC), con lo que está en juego el principio constitucional de la reparación integral. No sólo con fundamento en
el art. 76, ley 24.449, pues la responsabilidad se presume en quien "cometió una infracción relacionada con la causa"
del accidente (art. 64, segundo párrafo, ley 24.449), sino porque como único propietario de la prueba debe asumir las
consecuencias dañosas del riesgo provecho puesto por él en movimiento, desde que ha obtenido un lucro económico
con su realización.

A todo evento, la ocurrencia del hecho tal como ha constatado la instrucción penal preparatoria evidencia que el
mismo se desarrolló en la forma relatada en esta demanda; la prueba allí producida que se reproducirá con su
agregación en esta instancia, surte el efecto probatorio suficiente para imputar la responsabilidad civil en la forma
antes efectuada, tanto al conductor, cuanto por su empleador, los titulares registrales de los vehículos implicados y el
organizador de la prueba, así como sus respectivas aseguradoras.

El simple hecho de que, según los dichos del conductor del rodado, hubiera pasado el puesto caminero Los Refugios,
minutos antes del accidente, sin que nadie le haya advertido de la realización de la prueba ciclística -más allá de su
ausente veracidad- constituye una omisión que le es imputable al organizador pues en él pesa dar cumplimiento a
todos los recaudos de seguridad que han de observarse durante todo el desarrollo de la prueba (arg. art. 5 del
Reglamento).

En fin, S. M. C. falleció luego de ser embestido por un camión con acoplado, cuyos propietarios han sido informados
por el Registro del Automotor respectivo; se ha acreditado que era conducido por el señor A. y se ha demostrado que
éste violó de modo temerario, voluntario y libre las órdenes impartidas por los agentes de policía, lo que no releva de
responsabilidad al organizador pues debió asegurarse la ausencia de vehículos potencialmente dañosos en la vía
pública y sobre la calzada donde se había autorizado la prueba.
La ley nacional de tránsito, adoptada como régimen vigente en la Provincia, regula todo lo relativo al tránsito y, en
orden al juzgamiento de sus infracciones (arts. 1 y 2), debe ser aplicada "con prioridad sobre cualquier otra norma que
pretenda regular la misma materia" (art. 70, b, 1, ley 24.449). Ciertamente que esta norma auxilia a la imputatio iuris al
tiempo de determinar las normas que han de aplicarse, pues la responsabilidad civil, contractual y aquiliana, puesta
en juego por el hecho, recibe el auxilio de la norma especial al definir las conductas reprochables.

A propósito, señala el autor uruguayo Carlos Tabasso (Tab


B de F, Buenos Aires, 1997, págs. 46/49), que el breve texto del art. 70 -ya citado-,
genética de vastísimas consecuencias teórico-prácticas, como ser:

· La disposición no estatuye una tesis más o menos original o inédita, sino que recoge a texto expreso y a título de
principio general aplicable a toda la materia, una regla metodológica emergente del mecanismo remis
la estructura del tipo culposo.

· Lo que resulta críticamente importante radica en que, cualquier juzgamiento que no se encuadre primeramente
dentro del sistema normativo regulador del campo de conductas específico en que acaeció el hecho s
ajustado a derecho; por ende, tal juicio habrá incurrido en el vicio de ilegalidad, determina
anulabilidad. Debe observarse en tal sentido que la normativa en cuestión no
sino que se aplica: "con prioridad" a otras, esto es, antes y por en

· Otro aspecto sumamente remarcable consiste en que la norma del caso proclama, o declara, quizá sin proponér
la identidad y la autonomía didáctica, técnica y funcional -o descentralización conceptual- del Derecho
dentro del ordenamiento por cuanto, al reconocérsele explícitamente la titularidad de un s
conductas humanas para su juzgamiento prioritario, se le separa y distingue o
del Derecho.

· A partir del art. 70 de la Ley de Tránsito, el Derecho y su práctica en Argentina -ciertamente también en los demá
países de la región por flujo radial- deberán dejar de considerar los actos y hechos de circulación bajo
administrativista, civilística o penalística para entenderlos como lo que son antes que nad
, sin que por ello dejen de ser, en su caso, inescindiblemente, manifestacione
torpe, descuidada, desviada o antisocial del hombre. Esta perspe
judicial propiamente dicha,...inaugura otra era en
imputación subjetiva deberá efectuarse
Circulación, pues es jurídic
que pretenda reg
áreas

En este sentido, quiero también puntualizar que el art. 33 de la ley 23.184, establece la responsabilidad objetiva del
agente organizador del espectáculo deportivo, sin admitir otra excusa que la culpa propia de la víctima. Aunque el
dispositivo se juzgare inaplicable al caso, he de recordar -como lo hace la Corte federal al fallar en el caso- que con
anterioridad al dictado de la norma la doctrina y la jurisprudencia venían admitiendo la existencia de una obligación de
seguridad en cabeza del organizador, de clara naturaleza contractual, que -aunque obvio- reconocía dos vertientes:
frente a los partícipes del espectáculo y frente a los asistentes o espectadores (CS, 24.03.1994, Di Prisco, Rosana
Miriam Edith c. Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, Fallos 317:226, considerando 7). Destaca también la Corte, con
cita de la CNCiv. y de la Suprema Corte de Buenos Aires, que esa responsabilidad objetiva era aplicable por el hecho
de terceros no ligados a ninguna de las partes (considerando 8). En rigor, la obligación principal del organizador,
frente a los partícipes, no se limita a su mera incolumidad, aunque en el caso resulta suficiente para sostener la del
demandado con relación al hecho de la muerte de S. M. C.. La Corte, en ese ya antiguo fallo, encontró adecuado al
desarrollo del Derecho Civil y al plexo constitucional, que funcionara una obligación de seguridad de naturaleza
objetiva, que no admitía excusas en los hechos ajenos, y que permitía -lo dijo expresamente- la contratación de
seguros suficientes y el ejercicio de acciones de regreso contra los restantes obligados (considerando 14).

Al resolver en la causa Zacarías quedó en claro la responsabilidad del organizador respecto de los miembros de su
equipo, entendiendo por tales, aquellos con los que ha celebrado un contrato para el espectáculo deportivo. Dijo la
Corte: "Igualmente, es de naturaleza contractual, en razón de la relación de dependencia existente, la responsabilidad
del organizador respecto de los jugadores de su propio equipo" (CS, 28.04.1998, Zacarías, Claudio H. c. Provincia de
Córdoba y otros, Fallos 321:1124, considerando 10).

No es de menos decisivo interés consignar la que le cabe al organizar respecto de los actos ilícitos de terceros, los
que son posibles merced a la falta de control suficiente por el organizador a los lugares en que se desarrolla el
espectáculo. En el citado caso, dijo la Corte que "Aunque no pueda hablarse de una relación de dependencia entre
los asistentes cuyo ingreso se ha admitido y la empresa organizadora del encuentro deportivo, existe un vínculo
jurídico y una obligación: la de impedir el ingreso de inadaptados, y la de exigir a los concurrentes el cumplimiento de
las leyes y reglamentos, extremando las medidas de seguridad a la entrada de los estadios" (considerando 14,
segundo párrafo). De modo tal, no existe posibilidad alguna que el codemandado A. C. D. pueda verse exonerado por
el hecho dañoso de un tercero a quien, por ineficiente control, se le permitió introducirse en la ruta ocupada por la
competencia ciclística, debidamente autorizada, ocasionando el daño consiguiente. Y he de insistir en que muy lejos
se está de considerar esa situación como un caso fortuito, desde que la propia actuación de los policías contratados
al efecto determinaban su existencia posible.

También es de interés consignar, otro de los votos que concurrieron con la mayoría a formar la decisión, en orden a la
supuesta limitación a la condición de espectadores a que se refiere la citada ley, sosteniendo con razón la necesidad
de efectuar una interpretación analógica integradora del sistema jurídico de la responsabilidad civil. Así, los votos de
los jueces Moliné OConnor y Vázquez es elocuente (considerando 10 de su voto). Se recordó allí que la Corte federal
"ha expresado reiteradamente que debe preferirse la interpretación que favorece y no la que dificulta los fines
perseguidos por la norma, ya que, por encima de lo que las leyes parecen decir literalmente, es propio considerar su
sentido jurídico, lo que, sin prescindir de la letra de la ley, permite no atenerse rigurosamente a ella cuando la
hermenéutica razonable y sistemática así lo requiera (Fallos 303-612, entre muchos otros)". Debo expresar que, en el
caso, S. M. C. tenía una relación contractual directa con el organizador de la prueba, que no era el caso de Zacarías
con el club en que había sido colocado el artefacto explosivo del que devino el daño. Dejo, pues, suficientemente
fundado la responsabilidad contractual del demandado a quien ha de aplicarse la letra de la ley, la doctrina y
jurisprudencia antes relacionada.

IV.- LA CUANTIFICACIÓN DEL DAÑO

Es menester, según la práctica procesal, establecer con la mayor precisión y prolijidad la identificación de los daños y
su cuantificación, a fin de requerir con adecuado ajuste a la realidad, a la equidad y a las circunstancias particulares
de las personas, del tiempo y del lugar (arts. 1724, 1725, 1737, 1739, 1741, 1749, 1757, CCC), su reparación
económica. Se ha dicho, así, que "debe rechazarse in limine la demanda civil entablada en un proceso penal por el
delito de lesiones si el monto reclamado lo es en forma global sin precisarse el correspondiente a cada uno de los
rubros que lo componen (art. 337 CPr.)" (CNCrim. y Corr., sala 4ª, 4/5/1999, 'Bernatan, César A.', JA 1999 - IV - 669).
Aunque con mayor amplitud y en el sentido de la garantía del debido proceso y del efecto útil que éste debe tener
para la defensa de los derechos de toda índole, tal como lo postula la Corte Interamericana de Derechos Humanos
por aplicación de los arts. 8 y 25 de la Convención ADH, la CNCrim. y Corr. de la Capital ha sostenido que "en
materia penal, el reclamo resarcitorio no necesita adecuarse a las exigencias del art. 330 del C.P.C.C.N., pues la petición
por parte del damnificado, con individualización de sumas de dinero conforme los diversos rubros, es suficiente para
permitir a la defensa responder a los reclamos indemnizatorios y producir la prueba de descargo que hubiese
estimado conducente".

Una primera consideración deseo efectuar al tribunal con miras a propiciar una especial atención a las circunstancias
particulares de las personas, tanto de la víctima como de los civilmente responsables y sus respectivas aseguradoras.
Tanto el art. 1724, CCC, relativo a la culpa como el art. 1725 relativo a las consecuencias de los actos ilícitos, apuntan
a que discierna su alcance con apego a sus respectivas particularidades. La referencia que, en síntesis, se extraiga
para la consideración del responsable sobre la base del hombre medio en orden a la apreciación de la culpa, difiere
de modo sustancial de la que debe hacerse respecto de la víctima; la primera apunta a una generalidad; las
consecuencias, a la particular condición de la víctima del daño, que es a quien se le deben reparar sus daños con
apego al principio, de base constitucional, de la reparación integral. El hecho penoso de la muerte de un joven
deportista de quienes todos esperaban sucesivos triunfos, debe ser analizado desde la óptica de los padecimientos,
reales, ciertos actuales y con proyección futura, que acaecieron a partir de su deceso. Sus padres, mis mandantes,
tienen derecho a título propio, a obtener una indemnización integral de sus perjuicios materiales y extrapatrimoniales
en consonancia a la realidad de sus padecimientos. Pido al tribunal considere que han de aplicarse las leyes
argentinas en la determinación de las cuantías indemnizatorias; pero que, a un tiempo, han de juzgarse y tenerse
presente los valores y parámetros que en el Viejo Mundo rigen las condiciones y modalidades en que se desenvuelve
la actividad de los deportistas. Como recuerdan Trigo Represas y López Mesa, un torero de cierta fama puede
recaudar entre setenta mil y cien mil euros en una sola tarde de faena (cf., Trigo Represas, Félix A. y López Mesa,
Marcelo J., Tratado de la Responsabilidad, La Ley, Buenos Aires, 2004, t. II, p. 778).

Como ha dicho tantas veces la Corte federal, deben analizarse las condiciones personales de la víctima y de sus
familiares dañados; el sexo, edad, profesión, méritos y expectativas de éxito y de progreso material son,
rigurosamente también, parámetros para determinar el valor pecuniario de los daños, materiales y M. que influyen en
el patrimonio y en el espíritu de los afectados (cf., CNCiv., sala H, 12.7.00, 'Ramírez, Andrea c. Vaisman, Diego y
otro', DUJ 2001-I-856; sala H, 14.11.97, 'L. de A., M. M. c. Brizuela, Carlos y otro', LL 1998-B-609). Un deportista 'en
ascenso' joven y talentoso en el ejercicio de su deporte amerita una consideración particular a la hora de la
determinación cuantitativa del daño patrimonial de modo que su muerte súbita, no frustre con el sello de lo definitivo e
inexorable, la suerte de un reclamo que termine por agotarse en una simple pérdida de chance. Es que, como se
sostiene y repite con razón en la doctrina civilista, el deporte es característica singular de nuestro tiempo; sólo que a
la simple pertenencia de antaño y al honor por la gloria de la camiseta y el equipo, se añadió por influencias del
'mercado' los intereses económicos que lo aprovechan y explotan; aunque todavía en modesta medida participaba de
sus beneficios el hijo de mis mandantes, con la contundencia de la certeza que exige la conceptuación del daño (arts.
1737, 1739, CCC), como resulta con absoluta claridad de las certificaciones acompañadas, una de las cuales (Nº
4P9887683, del 19 de diciembre de 2002), acredita que S. tenía un contrato vigente con el Grupo Deportivo
Fuenlabrada, con salario anual de PESETAS TRES MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA MIL (Ptas. 3.250.000.-).
Debo consignar que la cotización de la peseta con relación al euro es de 166,386 pesetas por cada euro, ello significa
que traducido a pesos, el joven y principiante S. percibía por contrato anualmente la suma de PESOS SETENTA MIL
TRESCIENTOS DIECIOCHO C/ 41 ($ 70.318,41.-), equivalentes a un sueldo mensual de PESOS CINCO MIL
OCHOCIENTOS CINCUENTA Y NUEVE C/ 86 ($ 5.859,86.-), a la fecha de la certificación. La actividad y profesión
deportiva de S. MORALES C. ponen en evidencia que era un joven con aquilatadas condiciones, que ya había
acreditado en la realidad de las pruebas en que había participado (véase la certificación de la Real Federación
Española de Ciclismo, Nº 4M0728776, del 19 de diciembre de 2002); su dedicación y esmerada preparación física lo
predisponían para el éxito y si bien recién comenzaba a percibir los primeros ingresos económicos, del orden de los
þÿVEINTE MIL EUROS ( ¬ 20.000.-) anuales, en poco tiempo multiplicaría esos ingresos; a la incipiente fama se suman
las percibidas por publicidad y otros con que se gratifica el éxito, que las 'escuadras' cotizan para contar con los
mejores deportistas. Esto, que es notorio, como tal no debe ser probado; el tribunal conoce de ello porque es una
representación cultural vigente en la sociedad general y debe apreciarse y considerarse porque no hace a las
convicciones íntimas, sino -como es obvio- campea en todo el proceso judicial en curso. No obstante ello, acompaño
copia de la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid (España), Nº 115/2001, del 24 de abril de 2001,
por la que se confirmó el reclamo de lucro cesante promovido por el ciclista Germán Nieto Fernández, perteneciente
al mismo equipo de S., al que le fue reconocida una indemnización por el expresado concepto de 4.000.000.- de
pesetas, por el lucro perdido entre el día del accidente (que sólo le produjo una incapacidad parcial de sesenta días),
20 de mayo de 2000 y el 31 de diciembre del mismo año. Se dice allí, en términos que conviene transcribir, que "Nos
encontramos con que el perjudicado por el accidente de tráfico es un ciclista profesional, que participa en pruebas
deportivas, impidiéndole el hecho de la circulación en que se vio involucrado como víctima su participación en
determinadas pruebas...". Seguidamente se expresa que "ello le ha impedido al recurrente obtener unos beneficios
económicos que deben ser calculados" que pudieron corresponderle por la participación de su equipo en pruebas
disputadas en el reino de España que allí se consignan.

Al solo título explicativo consigno que por ser el hecho dañoso investigado el resultado de una actuación culposa de la
parte demandada, la cuestión fue resuelta fuera de la aplicación de los baremos que caracteriza el sistema español
por los riesgos de la circulación (ley 30, de 1995) y dentro de un parámetro establecido por el juzgador. Debo
consignar que el sistema argentino admite el principio de la reparación integral y, por consiguiente, quedan excluidos
los topes indemnizatorios fijos.

Es habitual, como modo de cálculo de una indemnización por pérdida de la vida -para no recurrir a una fórmula de
matemática financiera- que se tome en consideración los ingresos reales y probados y se multiplique por el número
de años que a la víctima le restaría por vivir. Sin modificar la cuantía inicial y tomando en consideración una vida
deportiva de treinta años, el ingreso probable no sería inferior en ese período a la suma de PESOS DOS MILLONES
DOSCIENTOS OCHENTA Y CINCO MIL TRESCIENTOS CUARENTA Y CINCO ($ 2.285.345.-). Cualquier deportista
de mediano renombre percibe, en tenis, fútbol, básquet y también en el ciclismo internacional, una suma aproximada
en un solo año de actividad; entre ellos estaría, sin dudas, en breve, S. M. C.. Aún suponiendo que durante largos
períodos este joven deportista usara en su exclusivo beneficio un treinta por ciento de sus ingresos, sus padres -en
quienes depositaba sus triunfos y sus logros económicos- habrían dejado de percibir aproximadamente PESOS UN
MILLON QUINIENTOS VEINTITRÉS MIL QUINIENTOS SESENTA Y CUATRO ($ 1.523.564.-). No hay razón para
suponer que S. M. C. no habría de tomar los consejos necesarios para incrementar sus ingresos del modo que fuera,
con lo que no es justo consignar un ingreso fijo sin tener en cuenta las mejoras que supone el progreso profesional y
el éxito que cabe esperar del mismo, así como de la suerte de los negocios.

No se me escapa que cualquier cálculo que se efectúe está sujeto a las contingencias a menudo inasibles del alea de
la vida y de la fortuna. Pero desde que es menester precisar un reclamo sobre bases serias y ciertas, de fácil y actual
comprobación, postulo que el daño patrimonial de los actores sea establecido, con arreglo a los parámetros
apuntados, en la suma de PESOS DOS MILLONES TRESCIENTOS MIL ($ 2.300.000.-) que se dividirán en partes
iguales y que representan poco más de TRESCIENTOS MIL EUROS para cada uno de ellos. Recuérdese, lo que en
una tarde de faena podría embolsar un torero de cierta fama y el logro particular del ciclista Lance AMSTRONG, que
con su bicicleta pudo vencer la adversidad de la muerte de manos de un cáncer que se creía incurable.

En concepto de reparación del daño moral, de carácter esencialmente resarcitorio, que no ha menester guardar
relación de proporción con el daño material (CS, 1986, 'Santa Coloma'), postulo que le sea reconocida a los actores
una reparación de PESOS SETECIENTOS MIL ($ 700.000.-), que repartirán entre ellos en partes iguales. En orden a
la procedencia de esta cuantía apunto a la observación del tribunal que, muy posiblemente sea en la edad de la
madurez, cuando mayor se precise de la presencia -más que del auxilio económico o material- de los hijos; ellos son,
como era S. para los actores, el regalo más preciado de su vida; en él habían puesto toda alegría y complacencia;
disfrutaban de él como de toda persona amada pero, además, con el orgullo de cada triunfo, con la alegría de cada
éxito, con la seguridad de su permanente compañía, con la esperanzada sensación de perpetuarse en todos sus
afanes y merecimientos. Con el aditamento de que se trataba de un hijo único. La frustración de todo ello no tiene
precio; en algo se mitigará su dolor con el uso del dinero que perciban, pero no será sino un remedo. Su tránsito en
los últimos tramos de la vida estará signado por la soledad, angustiado por el recuerdo de su hijo fallecido, al que
despidieron en su viaje en busca de glorias lejanas en nuestra tierra y recogieron luego, con el estupor de lo absurdo,
en un simple féretro, impedidos y privados de un último abrazo, de un postrer beso.

De este modo y con arreglo a lo resuelto por la Cámara en lo Criminal de la Capital, dejo concretada la cuantificación
del daño derivado del fallecimiento de S. M. C. y la cuantía de la indemnización pretendida por daño patrimonial y
moral (CNCrim. y Corr., sala 7ª, 18.2.1987, 'González, Tiburcia': "La indemnización por daño material y moral procede
solamente cuando se precisa el monto de la reparación, y si de alguna manera se aportan pautas para determinar el
monto dinerario del reclamo"). Y no puedo menos que reclamar del tribunal que se sirva considerar acreditada no sólo
la condición de ciclista 'profesional', sino que los méritos aquilatados en su corta vida le valieron el reconocimiento del
Rey de España, otorgándosele a S. M. C. su admisión a la Real Orden del Mérito Deportivo, con la Medalla de Plata.

V.- PRUEBA

Ofrezco la siguiente de la que habré de valerme, consiste en:

a. Instrumental. Ofrezco la siguiente: 1. La documental agregada a la causa penal referenciada y, de entre ella, las
escrituras de apoderamiento, los certificados de matrimonio, de nacimiento y de defunción, como la restante
colectada de utilidad para sostener la pretensión articulada; 2. Las actas de declaración testimonial producidas en la
causa penal, las que revisten el carácter de instrumentos públicos; 3. La que agrego a esta demanda y que consiste
en: * Reglamento del Deporte Ciclista de la Unión Ciclista Internacional (UCI), en caso de que se desconociera la
autenticidad de la copia se obtendrá por Secretaría un ejemplar ingresando al sitio web de la Federación Española de
Ciclismo: www.rfec.com; * Reglamento de la "VUELTA A LA ARGENTINA 2ª EDICIÓN", en caso de que se
cuestionara la autenticidad de la copia se obtendrá por Secretaría un ejemplar ingresando al sitio web de la Vuelta a
la Argentina: www.lavuelta.com.ar (ver ediciones anteriores año 2000); * Certificación de la Real Federación Española
de Ciclismo (original), documento Nº 4M0728776, intervenido por el Notariado Español, con Apostilla de La Haya Nº
37.526, del 27 de noviembre de 2002; * Constancia del otorgamiento de la Medalla de Plata al Mérito Deportivo
(original), con certificación notarial y Apostilla de La Haya Nº 37.523, del 27 de noviembre de 2002; * Diploma que
acredita el otorgamiento de la distinción mencionada con intervención notarial, documento Nº 4M0728764, Apostilla
de La Haya Nº 37.524, del 27 de noviembre de 2002; * Certificación del Presidente de la Asociación de Ciclistas
Profesionales (original), en que consta la atribución de premios otorgados por la Asociación al equipo Relax
Fuenlabrada, al que pertenecía S. M. C., documento Nº 4P9887682, Apostilla de La Haya Nº 40.197, del 23 de
diciembre de 2002; * Certificación del Secretario General del Grupo Deportivo Ciclismo Fuenlabrada (original), en que
consta que a la fecha del fallecimiento S. poseía un contrato vigente con dicho grupo, con una retribución anual de
PESETAS TRES MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA MIL (Ptas. 3.250.000.-), documento Nº 4P9887683,
Apostilla de La Haya Nº 40.196, del 23 de diciembre de 2002; * Selección de Recortes de prensa argentina a través
de Internet (diarios Clarín y Deportivo Olé), relativos a la "VUELTA A LA ARGENTINA 2ª EDICIÓN". * A fin de
acreditar las condiciones como organizador y propietario de la Vuelta que exhibía el codemandado A. C. D. agrego la
Selección de recortes de prensa argentina a través de Internet (diario Clarín), referentes a la "VUELTA A LA
ARGENTINA 1ª EDICIÓN"; la incapacidad organizativa de este demandado se evidencia, también en los recortes de
prensa española (diarios Marca y El País) que acompaño; en caso de que se desconociera la autenticidad de las
copias se obtendrá por Secretaría ejemplares a través de la edición digital de los citados periódicos:
www.clarin.com.ar - www.diario-ole.com.ar - www.marca.es - www.elpais.es (buscando la edición del día de
publicación que corresponda); * Nota periodística titulada La Vuelta se tiñó de luto, obtenida del sitio web
www.lavuelta.com.ar, en caso de que se impugnara la autenticidad de la copia se obtendrá por Secretaría un ejemplar
ingresando al sitio web de la Vuelta a la Argentina: www.lavuelta.com.ar (ver ediciones anteriores año 2000); 4.
Sentencia Nº 115/2001, dictada por la Audiencia Provincial de Madrid (España), del 24 de abril de 2001; 5. Un
ejemplar de póliza tipo de seguro contra la responsabilidad civil;

b. Reconocimiento de documentos y firmas y/o pericial caligráfica y/o cotejo: en subsidio para el caso de que
las documentales agregadas a esta demanda, sean objeto de impugnación, desconocimiento y/o tacha de falsedad,
desde ya ofrezco el reconocimiento por los profesionales, organismos e instituciones a las cuales se les atribuyen,
quienes serán citados a audiencia de reconocimiento que a tal fin se señalará. También en caso de ser necesario se
producirá prueba pericial caligráfica que se practicará por perito documentólogo o calígrafo de la especialidad,
designado por sorteo de la lista de peritos oficiales, a fin de determinar si las copias de los documentos presentados
son fieles a los originales, y si las firmas insertas al pie de las mismas se corresponde con las obrantes en el original.

c. De expediente: Los autos "Sumario Nº 9381/15 c/ A., J. R. por Homicidio art. 84 CP en perj. de S. M. (español)",
que tramita por ante el Segundo Juzgado Correccional de San Juan, y que será solicitado mediante oficio de estilo y
se agregará por cuerda a estas actuaciones.

d. Testimonial: se citará a declarar a las siguientes personas a tenor del pliego de preguntas que oportunamente
agregaré, debiendo librarse el correspondiente exhorto internacional vía Cancillería Argentina a los fines de su
oportuna notificación, autorizándose al retiro y diligenciamiento del mismo a los Dres. J. Hernando Pirota, Martín
Diego Pirota, Valeria Lorena Pirota, Roberto Castro Baños, Gustavo Carranza Latrubesse, J. María García, Norberto
Borrajo, Martín Castro Gabaldo, Valentina Abdala, Sr. Manuel Martínez y/o personas que estos indiquen con amplias
facultades de ley: 1.- Martín Garrido Mayorga, domiciliado en calle Rivera, n° 9, 45217 Ugena (Toledo, España); 2.-
Carlos Alberto Ortiz Triana, domiciliado en calle Cuartel, n° 5, 3° D, 28944 Fuenlabrada (Madrid, España) y 3.-
Imanol-Iosu Ayestaran Odriozola, domiciliado en calle Luis Pradera, n° 1, 2° A, 20015 (San Sebastián, España).

e. Pericial psicológica: Que requerirá S.S. mediante exhorto diplomático, como perito único, a fin de que luego de un
minucioso estudio de las personalidades de los actores, y realizando los tests y/o pruebas y/o procedimientos que
estime corresponder según su arte, informará al tribunal, respecto de ellos sobre los siguientes puntos de pericia: 1)
Personalidad base; 2) Diagnóstico psicológico de las secuelas que presentan; 3) Diagnosticará y explicará
detalladamente las secuelas psicológicas que exhibe cada uno, y la existencia o no de daño psíquico, traumas y/o
fobias, etc., su origen y evolución; 4) Tabulará dichas afecciones en relación a la total obrera y a la total vida; 5)
Determinará si necesita asistencia psicoterapéutica, tiempo de dicho tratamiento, cantidad de sesiones semanales, y
costo estimativo de las mismas y de un psicodiagnóstico; 6) Si es posible constatar modificaciones en el carácter o en
el psiquismo de los actores, derivados de la existencia del fallecimiento de su hijo; 7) Todo otro dato de interés para la
litis;

f. Informativa: 1. De la Unión Ciclista Internacional (UCI), a fin de que informe si el demandado A. C. D., ha actuado
en otras ocasiones como organizador de pruebas ciclísticas, dentro o fuera de la Argentina; en su caso, indicará de
cuáles se trata; así como si en alguna de ellas ocurrió algún accidente que pusiera en peligro la integridad física o
psíquica de algún participante; informará si es obligación de los organizadores la contratación de seguros para cubrir
las contingencias de las pruebas; 2. De la Superintendencia de Seguros de la Nación, a fin de que informe si ha
elaborado pólizas tipo para cubrir los riesgos en competencias deportivas en rutas abiertas. Indicará si el demandado
A. C. D., aparece como tomador de seguros del tipo indicado; en su caso, informará sobre la compañía contratante,
su domicilio, número de póliza y/o cualquier otro dato de interés para la causa. En los oficios y exhortos hará constar
la actuación con beneficio de litigar sin gastos.

VI.- CASO FEDERAL

Hago expresa reserva del caso federal para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, para la hipótesis de que
no fuera admitida en todas sus partes esta demanda.

VII.- DERECHO

Fundo el derecho de mi parte en los arts. arts. 726, 1092, 1094, 1095, 1724, 1725, 1726, 1727, 1729, 1730, 1731,
1740, 1741, 1757 y concordantes del Código Civil y Comercial, arts. 33 y correlativos de la ley 23.184, arts. 64, 70, 76
y correlativos de la ley 24.449, art. 118 de la ley de seguros, doctrina y jurisprudencia citadas.

Quiero destacar a la atenta consideración de S.S. que cuando se compromete responsabilidad objetiva, la relación
causal permite determinar no sólo la autoría sino también la extensión del resarcimiento pues, como dice Brebbia, la
causalidad vincula el daño inmediatamente con el hecho de la persona o cosa y mediatamente con el factor de
atribución (R. Brebbia, Hechos y actos jurídicos, Buenos Aires, 1979, p. 82). Con mayor razón cuando, como en el
caso, el demandado, como organizador de pruebas deportivas, tenía aquilatada experiencia, lo que se probará.

En materia de responsabilidad objetiva, la causalidad apunta a definir la previsibilidad en abstracto, en tanto la culpa,
que es también ausencia de previsión, se define en un cartabón abstracto-concreto; lo primero, en cuanto en la mente
del juez se define el comportamiento que debía observarse en la emergencia (abstracto) y se compara con el
desarrollado por el autor (en concreto). La comparación de ambos determina el grado de responsabilidad del autor en
el evento.

En cuanto a la extensión del resarcimiento, la CNCiv. por su sala H, ha dicho con razón que "en relación a la edad del
damnificado, corresponde enfatizar que cada persona, sin que importe su edad, tiene derecho a vivir en plenitud todas
y cada una de las etapas biológicas de su existencia". Se agrega, con alto grado de agudeza, que "La merma de esa
pleni-tud -en cualquiera de sus múltiples aspectos y manifestacio-nes vitales, juzgada en cada caso conforme al
equilibrio del que gozaba el sujeto antes del infortu-nio-, cons-tituye un daño resarcible a tenor de los arts. 1739,
1740, 1741 y cctes. del Código Civil y Comercial". Ello apunta a poner de manifiesto la incidencia que el hecho tiene
en la llamada "vida de relación" de los actores que, a partir del hecho, deben sufrir el mayor dolor que implica para los
seres humanos la pérdida de un hijo; intento poner de relieve una comprensión integral de la proyección existencial
humana (CNCiv., sala H, 27.6.2001, 'Alice c. Empresa de Transportes Alberti S.R.L.').

En orden a la consideración jurídica de guardián traigo la ajustada apreciación de Llambías: "El guardián es la
persona que tiene, de hecho, un poder efectivo de vigilancia, gobierno y contralor sobre la cosa que ha resultado
dañosa" (Llambías, Jorge J., Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, Perrot, Buenos Aires, 1976, t. IV-A), aunque en rigor
participo del criterio según el cual lo define el poder de hecho que se hace efectivo sobre la cosa con prescindencia
del título o derecho que se tenga. Con apego a ella debe responder en el carácter apuntado el demandado, conductor
de los vehículos (tractor y remolque) implícitamente autorizado a usar del acoplado y, en forma expresa, del tractor
que lo arrastraba. Con relación a esa autorización, cabe considerarla genérica y amplia, sin limitación del poder de
dirección sobre la cosa (conf. CNCiv., sala F, 15.6.1999, Risso de Musto, Amalia c. Veira, Corina, JA 2000-II-280).

La conducción temeraria del demandado, luego de haber sido advertido y conminado a detenerse en la banquina,
determina su responsabilidad de naturaleza objetiva que resulta a él mismo y a su principal, en calidad de propietarios
registrales que se aprovechan del uso económico de la cosa, a lo que suma la ausencia de previsión que hace nacer
la responsabilidad por culpa. Factor objetivo y subjetivo se aúnan para incrementar el deber de reparar por todas las
consecuencias dañosas del hecho acaecido.

En cuanto al daño moral, he de recordar con cita de la juez Highton de Nolasco, que "El dolor humano es apreciable y
la tarea del juez es realizar la justicia humana; no se trata de una especula-ción ilícita con los sentimientos sino de
darle a la víctima la posi-bilidad de procurarse satisfacciones equivalentes a lo que ha perdido. Aun cuando el dinero
sea un factor muy inadecuado de reparación, puede procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en
cierto grado, de reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se trata de compen-sar,
en la medida posible, un daño consumado. El dinero es un medio de obtener contentamientos, goces y distrac-ciones
para restablecer el equilibrio en los bienes extrapatrimoniales"; y agrega: "El dinero no cumple una función valorativa
exacta, el dolor no puede medirse o tasarse, sino que se trata solamente de dar algunos medios de satisfacción, lo
cual no es igual a la equivalencia" (CNCiv., sala F, 8.9.2003, Ferreyra c. Pereyra, voto de Highton de Nolasco).

VIII.- INTERESES

Tratándose de un acto ilícito, corresponde que al capital de condena sea añadida la suma que corresponda por los intereses
tasa a aplicar debe ser la activa para descuento de documentos a treinta días, capitalizables -o no- por iguales
períodos, que establezca el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones ordinarias de descuento.

IX.- BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS

Informo a S.S. que por separado he promovido en la representación de mis mandantes un trámite de beneficio de
litigar sin gastos, el que será agregado por cuerda a los presentes actuados.

X.- PETITUM

Por lo expuesto a V.S. PIDO:

1.-) Me tenga por presentado, por parte en la representación invocada, con el domicilio constituido y con patrocinio
letrado. Tenga presente la actuación beneficiaria.

2.-) Por promovida demanda de indemnización de daños y perjuicios, y por ofrecida la prueba; tratándose de
documental acompañada en original la reservará en secretaría, a cuyo fin agrego copia para los autos. De la misma
dará traslado a los demandados por el término y bajo apercibimiento de ley y citará en garantía a las aseguradoras en
la medida del seguro. Se exima a mi parte de la obligación de acompañar copia de la documentación ofrecida habida
cuenta del número de partes y cuantía de ejemplares, conforme a lo normado por el art. 121 del C.P.C.C.N.

3.-) Al dictar sentencia, condene a los demandados a pagar a mis mandantes, en el término de diez días, la suma
reclamada en el exordio o lo que en más o en menos resulte de la prueba, con más los intereses en la forma y
tasa pedida, y los gastos y costas del juicio.
4.-) Hará extensiva a las compañías aseguradoras la sentencia de condena, a fin de que mi parte pueda ejecutarla en
contra de las mismas.

5.-) Tenga presente la reserva del caso federal, por afectación al debido proceso legal y derecho al acceso de la
jurisdicción para la defensa de los derechos de mis representados (arts. 8 y 25, Pacto de San J. de Costa Rica y arts.
18, 31 y 75, inc. 22, Constitución Nacional), y del derecho de propiedad.

6.-) Al regular honorarios tendrá en cuenta la actuación con poder general y que el monto del juicio se integra con los
intereses.

Provea V.S. de conformidad. Es JUSTICIA.-

(*) Por el Dr. Martín Diego Pirota. Abogado Especialista en Derecho de Daños (Universidad de Belgrano - Argentina y Universidad
de Salamanca - España) y Derecho de Seguros (Pontificia Universidad Católica Argentina). Web site del autor:
www.martindiegopirota.com.ar

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