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2.1.2. Paráfrasis......................................................................................................... 7
Resumen ...................................................................................................................... 30
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UD 2. Habilidades básicas de comunicación
En la unidad didáctica anterior veíamos que, dentro de la complejidad del proceso de ayuda
profesional, un factor importante son las habilidades de comunicación. No basta con ser
competente, sino que hay que comunicar competencia; no basta ser empático, sino que hay que
lograr transmitir esa empatía. Así, las habilidades de comunicación son un factor de fondo en el
que se operativizan o traducen muchos de los factores de los que hablábamos en la Unidad
didáctica 1.
En esta segunda unidad didáctica vamos a tratar algunas habilidades generales que son
fundamentales en el trabajo como psicólogo/a sanitario/a y que se relacionan con unos cuantos
de esos factores que veíamos en la unidad didáctica anterior. Vamos a hablar de las distintas
respuestas de escucha y de las respuestas de acción, así como de la validación en mayor
profundidad.
Todo pasa por la comunicación, por lo que las habilidades comunicativas van a ser la pieza
central de todo el proceso de ayuda. Como dice Orfelio León: «De poco sirve haber compuesto la
Sinfonía fantástica si nadie la puede escuchar. De la misma forma, de nada sirve haber hecho
una buena investigación si no se comunica bien» (León, 2005, p. 5). Lo mismo ocurre con la
práctica de la psicología sanitaria, de nada sirve conocer todas las técnicas de intervención si no
somos capaces de transmitirlas adecuadamente a nuestros/as consultantes.
¿Quién dijo…?
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La comunicación, por tanto, es un eje central en el que nos vamos a centrar en esta unidad
didáctica. Hemos mencionado en la unidad didáctica anterior en varias ocasiones que la forma de
transmitir esto o aquello era mediante la sonrisa, el contacto ocular, la orientación del cuerpo o
las respuestas de escucha. Dichas acciones son formas de comunicación: son la forma concreta,
el vehículo, mediante el que comunicamos actitudes como la empatía o la aceptación incondicional
y características como la cercanía, la confianza la competencia o el dinamismo. Algunas forman
parte de la comunicación verbal y otras de la comunicación no verbal. Ambas formas de
comunicación juegan un papel muy importante, y aunque mencionaremos la comunicación no
verbal, en esta unidad didáctica nos vamos a centrar sobre todo en las habilidades de
comunicación verbal, tanto de escucha y acción como de validación.
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2.1. Las respuestas de escucha
¿Quién dijo…?
Figura 1. Ernest Hemingway (1899-1961), escritor estadounidense. Autor: Lloyd Arnold. Fuente: Wikimedia.
Las respuestas de escucha constituyen conductas mediante las cuales podemos realizar la
validación, de la que hablaremos más adelante, y comunicar las actitudes básicas de las que
hablábamos en la Unidad didáctica 1, en especial la empatía y la aceptación incondicional. Son
uno de los componentes más importantes de la escucha activa y permiten mostrar interés,
pericia, confianza y deseos de comprender, a la par que suponen una actitud no valorativa.
El objetivo principal es transmitir comprensión y asegurarnos de que estamos extrayendo el
significado que la persona quiere comunicar realmente y no otro.
A, B, C…
Empatía: capacidad para comprender a las personas desde su propio marco de referencia y
para saber comunicar a la persona dicha comprensión.
Vamos a ver, a continuación, las cuatro respuestas de escucha principales, que son la
clarificación, la paráfrasis, el reflejo y la síntesis.
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2.1.1. Clarificación
La clarificación consiste en realizar una pregunta seguida de la repetición del mensaje que
nos ha transmitido la persona. La clarificación sirve para lo siguiente:
Algunas formas muy habituales de realizar una pregunta clarificadora son las siguientes:
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Ejemplo:
C: Pues que esta situación es inaguantable para mí y no me veo capaz de salir de ella.
Muchas veces siento que estaría muy bien desaparecer y ya está…
C: Bueno, unas vacaciones de la vida… ya me entiendes. A veces pienso que estaría mejor
muerto. Tengo un amigo que tuvo dos aneurismas y estuvo muerto un rato y dice que no ha
estado más tranquilo nunca y eso es lo que necesito, tranquilidad, que se acabe este
sufrimiento.
P: Si te entiendo bien, ¿lo que más desearías en este momento es dejar de sufrir?
C: Sí, eso es, que este dolor termine es lo que más me gustaría.
En el ejemplo anterior vemos cómo la psicóloga realiza tres preguntas de clarificación, ayudando
a la persona a delimitar más precisamente a lo que se refiere con «ya no puedo más».
Descubriendo mediante la clarificación el fin verdadero podemos adoptarlo juntamente con la
persona y valorar los medios que se pudieran utilizar para llegar al objetivo.
2.1.2. Paráfrasis
La paráfrasis consiste en expresar con las propias palabras el contenido central de lo que
ha dicho la persona. Implica una atención selectiva al contenido del mensaje y cumple las
siguientes funciones:
Aunque existen infinitas maneras de llevar a cabo una paráfrasis, algunas formas de comenzar la
frase son las siguientes:
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Por ejemplo, en la interacción presentada para ejemplificar la clarificación, en lugar de la tercera
pregunta de clarificación podría realizarse una paráfrasis:
Ejemplo 1:
C: Bueno, unas vacaciones de la vida… ya me entiendes. A veces pienso que estaría mejor
muerto. Tengo un amigo que tuvo dos aneurismas y estuvo muerto un rato y dice que no ha
estado más tranquilo nunca y eso es lo que necesito, tranquilidad, que se acabe este
sufrimiento.
P: Si te estoy entendiendo bien, creo que lo que más desearías es dejar de sufrir y a veces
ves la muerte como una forma de lograrlo, ¿es así?
C: Sí, eso es, que este dolor termine es lo que más me gustaría.
En este ejemplo vemos cómo se trasladan las ideas centrales expresadas por el consultante,
organizándolas además de forma que permitan diferenciar medios y fines: el fin sería dejar de
sufrir, no la muerte; la muerte sería el medio que está viendo para alcanzar ese fin. Realizar esa
distinción puede ser un primer paso importante para la persona, de forma que tome conciencia
de que el fin no es morir sino dejar de sufrir y de que quizá merezca la pena explorar otras
opciones menos irreversibles.
Nota
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Veamos otro ejemplo de paráfrasis:
Ejemplo 2:
C: ¿Cómo voy a decirle a mi mujer que he tenido un desmayo? Va a volverse loca y querer
que me vean veinte médicos, y eso acaba en la residencia seguro.
P: Por lo que me dices, no sabes de qué manera decirle a tu mujer lo que te ha pasado,
por la reacción que pueda tener, ¿no?
2.1.3. Reflejo
El reflejo, como la paráfrasis, también supone la atención selectiva al mensaje, pero en este caso
no al contenido sino a la parte afectiva, al tono emocional de este. El reflejo supone observar a
nivel verbal, corporal, gestual y paralingüístico y devolver la información afectiva que
percibamos, es decir, expresar cómo percibimos que se siente la persona.
• Se sienta comprendida.
• Exprese más sentimientos.
• Tome conciencia de sus propios sentimientos y emociones.
• Comprenda sus estados emocionales.
• Discrimine con mayor precisión lo que siente.
• Corrija la percepción del psicólogo/a si es errónea.
Muchas veces, llevar a cabo un reflejo conlleva realizar a la vez una paráfrasis, de forma que no
son excluyentes. Por tanto, la forma de realizar el reflejo es muy similar a la de la paráfrasis.
Veamos cómo sería una posible forma de realizar un reflejo en los dos ejemplos anteriores:
Ejemplo 1:
C: Bueno, unas vacaciones de la vida… ya me entiendes. A veces pienso que estaría mejor
muerto. Tengo un amigo que tuvo dos aneurismas y estuvo muerto un rato y dice que no ha
estado más tranquilo nunca y eso es lo que necesito, tranquilidad, que se acabe este
sufrimiento.
P: Por cómo me estás diciendo todo esto, Ramón, te noto muy cansado de la situación y
desesperanzado respecto del futuro.
Ejemplo 2:
C: ¿Cómo voy a decirle a mi mujer que he tenido un desmayo? Va a volverse loca y querer
que me vean veinte médicos, y eso acaba en la residencia seguro.
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P: Por lo que me dices, tienes miedo de decirle a tu mujer lo que te ha pasado, por la
reacción que pueda tener, ¿es así?
Es importante, al llevar a cabo el reflejo, escoger con cuidado nuestras palabras, ya que lo que
digamos debe corresponder al tipo de sentimiento y al nivel de intensidad que hemos percibido.
Por ejemplo, si la persona está enfadada, convendrá reflejar dicho enfado («noto que te ha
sentado mal y estás enfadado»), no minimizarlo («te noto un pelín molesto») ni tampoco
magnificarlo («estás furioso con él y quieres vengarte»).
2.1.4. Síntesis
En último lugar, la síntesis consiste en el uso de varias paráfrasis y/o reflejos para resumir lo que
la persona ha comunicado durante la sesión o durante varias sesiones. La síntesis cumple
diferentes funciones:
• Unir los diferentes elementos de los mensajes (p. ej., emocionales, cognitivos,
conductuales, interpersonales) y darles una estructura, clarificando la información.
• Identificar temas o patrones comunes que han ido surgiendo en varias ocasiones durante
una o más sesiones.
• Resumir el progreso.
• Permitir que la persona corrija la percepción del psicólogo/a si es errónea.
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Veamos dos ejemplos de síntesis relacionados con los ejemplos que veíamos en apartados
anteriores:
Ejemplo 1:
P: Por lo que me has ido contando, Ramón, llevas unos meses con problemas tanto en el
trabajo, con tu jefe inmediato, como en casa con la adolescencia de tu hijo, que está
presentando bastantes desafíos que es complicado resolver. Todo esto te ha llevado a estar
con el ánimo muy bajito, no solo por los problemas en sí sino porque no ves en ninguno de
los dos casos la «luz al final del túnel», el momento en que desaparezcan, y tras haber
probado varias cosas te sientes incapaz de afrontarlos.
Ejemplo 2:
P: Jaime, por lo que hemos ido hablando en las últimas sesiones que hemos tenido juntos,
parece que los problemas médicos que tienes están siendo más frecuentes y, aunque te
gustaría poder confiar y tener el apoyo de tu mujer en este tema, temes la reacción en
cadena que eso pueda suponer, especialmente la posibilidad de tener que vivir en una
residencia.
Además de la escucha activa, también hay otras habilidades comunicativas que están en la base
del trabajo psicológico y que llamamos respuestas de acción. Estas habilidades suponen un estilo
algo más directivo que las respuestas de escucha: mientras que estas últimas consisten, sobre
todo, en reaccionar a lo que dice la persona, las respuestas de escucha consisten más bien en
generar una reacción por parte de la persona. Es muy importante que las respuestas de acción
estén basadas en la escucha activa: para que las respuestas de acción que llevemos a cabo
sean oportunas y relevantes, tendremos que haber prestado atención a todo lo que la persona
nos ha estado diciendo, verbal y no verbalmente.
Nota
Aunque veamos por separado las respuestas de escucha y de acción, muchas veces una
misma acción comunicativa puede implicar ambas a la vez.
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Vamos a ver, a continuación, las cuatro respuestas de acción principales, que son las
preguntas, la confrontación, la interpretación y la información (Bados López y García Grau, 2011;
Cormier y Cormier, 2000).
2.2.1. Preguntas
Como ya sabes, hay dos tipos de preguntas, abiertas y cerradas. Las cerradas son aquellas que
se pueden contestar con un «sí» o un «no» u otra respuesta concreta y corta. Las abiertas, por
el contrario, no se pueden responder de forma tan breve. Ambos tipos de preguntas son útiles y
cumplen importantes funciones:
Preguntas abiertas
Sirven para obtener información amplia sobre un asunto. Son útiles para comenzar la
entrevista, sacar a colación temas nuevos, profundizar en algún tema, pedir ejemplos concretos
y motivar a la persona a expresarse. Pueden hacerse de forma interrogativa (ej., «¿cómo te
las has arreglado todo este tiempo para salir adelante?») o de forma no interrogativa (ej., «me
gustaría que me hablaras sobre cómo has logrado salir adelante con toda esta situación que
me planteas»).
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Preguntas cerradas
Sirven para precisar información y obtener datos muy concretos y, por tanto, es
adecuado utilizarlas después de que la persona nos haya dado un panorama general
respondiendo a nuestras preguntas abiertas (ej., «en un día normal, ¿cuántos cigarrillos
fumas?», «¿qué edad tenías cuando tuviste el infarto?»). Además, cuando el/la consultante
divaga mucho, habla demasiado o, por el contrario, parece que le cuesta expresarse, también
resultan de utilidad, ya que ayudan a centrar la conversación sobre aspectos concretos.
Algo importante al realizar preguntas es evitar sugerir la respuesta dentro de la propia pregunta.
Por ejemplo, en vez de preguntar «¿te ha ido bien usar la relajación?» es mejor preguntar «¿qué
tal te ha ido con la relajación?».
Sabías que:
Usar a menudo preguntas cerradas puede dar la sensación de interrogatorio, lo que puede
generar resistencias y falta de cooperación, por lo que es importante balancear el tipo de
preguntas que hacemos.
Para terminar con las preguntas, vamos a repasar algunas pautas aconsejables sobre la
realización de estas:
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• Usar las preguntas tipo «¿por qué…?» con moderación, ya que muchas veces pueden
ser interpretadas como que ponemos en duda sus motivos más que como un interés por
conocerlos, tienen una connotación acusatoria. En algunas ocasiones se pueden sustituir
por «¿para qué…?» sin cambiar su significado y en otras se pueden emplear formas
alternativas del tipo «¿qué te ha llevado a…?», «¿qué te hizo pensar…?», «¿a qué crees
que se debe…?». Este tipo de preguntas son importantes porque permiten identificar lo
que, desde la perspectiva del consultante, mantiene o propicia que ocurra una conducta.
• Evitar interrumpir a la persona para realizar una pregunta que se nos ha ocurrido.
• Usar un lenguaje comprensible, poco técnico pero concreto y preciso.
• Realizar una sola pregunta cada vez, no encadenar varias preguntas, ya que la persona
no sabe a qué responder y algunas de dichas preguntas se quedarán sin respuesta.
• Dejar tiempo para pensar y para responder.
• Evitar saltar de tema en tema, organizar las preguntas por temas.
• Evitar las preguntas acusatorias, tanto en contenido como en la entonación usada al
realizarlas (ej., «¿y no te sentiste mal al decirle eso a tu padre?» podría preguntarse mejor
así: «¿Cómo te sentiste cuando le dijiste eso a tu padre?»).
2.2.2. Confrontación
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Un mensaje verbal y una acción
En este caso, esta discrepancia ocurre cuando la persona ha expresado verbalmente una
cosa y sus conductas son contrarias a esto. Por ejemplo: «Rocío, llevas tiempo diciendo
que tenías que hablar con Vanessa del daño que te hizo lo que te dijo y todavía no lo has hecho.
Me pregunto cómo ves este tema».
Esta discrepancia es quizá la más delicada de confrontar y ocurre cuando la persona expresa
verbalmente una cosa y otras personas dicen que tal cosa ocurre de otra manera. Por
ejemplo, un adolescente que nos dice que va a clase y sus profesores dicen, por otro lado, que
falta muchos días, o una persona que dice que no necesita que le cuiden y cada vez puede
hacer menos cosas por sí misma, como muestran los últimos informes médicos.
Al realizar una confrontación, especialmente de los dos últimos tipos descritos, es fundamental
haber realizado previamente la validación de la perspectiva de la persona, ya que, de lo
contrario, la persona se sentirá probablemente atacada y su respuesta consistirá en ponerse a la
defensiva, lo cual no permite compartir el mismo marco de trabajo ni explorar la discrepancia.
Recuerda
En este sentido, para evitar que se convierta en un ataque, conviene evitar el uso de palabras
como «pero» o «sin embargo», las cuales se pueden sustituir por «y» o por expresiones como
«por un lado…; por otro…». También resulta muy positivo realizar una pregunta después de
señalar la discrepancia, buscando precisamente la perspectiva del consultante y favoreciendo que
se explore dicha discrepancia, por ejemplo «¿cómo lo ves?» o «¿cómo relacionas estas dos
cosas?» o «me gustaría que me comentaras algo sobre esto».
Figura 2. Cuando se confronta sin una validación previa, se convierte en un pulso en el que nadie cede, sino que
defiende su posición inicial.
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Por tanto, para realizar la confrontación, sobre todo de los dos últimos tipos, es útil:
Ejemplo:
Para realizar la confrontación es importante haber establecido una buena relación con la
persona; por tanto, la primera sesión no va a ser un momento adecuado para confrontaciones.
Asimismo, es también importante evitar realizar confrontaciones contiguas en el tiempo; es
mejor espaciarlas para que la persona no las perciba como una crítica.
2.2.3. Interpretación
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También es útil realizarla de forma tentativa para suavizar las resistencias (ej., «quizás»,
«tengo la impresión de que»). Como siempre, tendremos que mostrar cercanía y evitar el
lenguaje técnico y no adoptar una postura de «lucha» en la que cada persona defiende una
postura, y es importante promover que la persona haga preguntas y escuchar y respetar sus
resistencias.
Ejemplo:
2.2.4. Información
Para informar, es necesario primero saber qué sabe ya la persona sobre el tema, pensar qué
información es relevante y útil transmitir (hay que evitar sobrecargar de información, ya que
va a dificultar la comprensión) y decidir cuándo es apropiado hacerlo. Nuevamente, es necesario
usar un lenguaje comprensible y explicar los términos que tengamos que utilizar, así como
enfatizar las ideas importantes, poner ejemplos, usar metáforas y dedicar el tiempo necesario.
Va a ser importante también comprobar que la persona realmente lo ha entendido, pidiéndole
que lo explique con sus propias palabras o haciéndole preguntas al respecto. Si la información es
compleja, es buena idea proporcionar un resumen por escrito de lo más importante.
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Nota
Podemos decir que, a lo largo del proceso de ayuda, tenderemos a utilizar más las
respuestas de escucha al inicio y mitad de este y las respuestas de acción más hacia la mitad
y el final (aunque no de forma exclusiva en ninguno de los dos casos).
Son ejemplos de informar el hecho de indicar las consecuencias de no tomar una medicación,
explicar las indicaciones de una técnica (ej., autorregistro), indicar los efectos negativos con los
que se asocia el consumo de alcohol o tabaco o explicar en qué consiste la respuesta de estrés
en el organismo y qué efectos tiene a corto y largo plazo. A continuación, vemos un ejemplo de
información en el marco de la psicología de la salud, concretamente de la infección por VIH.
Ejemplo:
C: … y como mi pareja también tiene VIH, no hace falta que usemos condón así que hemos
dejado de usarlo.
P: Ya veo, Juan. Es verdad que ambos tenéis VIH, así que entiendo que no hay miedo a
infectaros. Aun así, no estoy segura de si tienes toda la información sobre este tema y me
gustaría que la tuvieras. ¿Cuánto sabes de la reinfección y la indetectabilidad?
P: Vale, te explico. Aunque el virus del VIH es uno, dentro de ese uno hay un montón de
variantes llamadas cepas. Tú tienes una cepa concreta, una variante, y es muy posible que
tu pareja tenga otra diferente. Lo que ocurre es que, aunque el virus ya lo tienes, puedes
reinfectarte con otra cepa diferente, lo que complica el tratamiento antirretroviral y hace que
este funcione peor, poniendo en riesgo la salud. Además, aparte de VIH, existen otras
infecciones de transmisión sexual como herpes o clamidia a las que somos vulnerables, y
especialmente cuando se tiene VIH, porque el sistema inmunitario no está en su mejor forma
para luchar contra ellas.
C: Ya veo. Entonces sería mejor que siguiéramos usándolo, por nuestra salud, ¿no?
P: Eso sería vuestra decisión, pero sí que creo importante que tengáis toda la información
antes de tomarla. También quería hablarte de la indetectabilidad. Cuando una persona con
VIH toma el tratamiento antirretroviral adecuadamente, es normal que, con el tiempo, unos
cuantos meses por lo general, la presencia del virus en la sangre se reduzca tanto que no
sea posible detectarlo. En ese estado, se pueden tener relaciones sexuales con otra persona
sin preservativo y no hay riesgo de infección o reinfección, o ese riesgo es muy muy bajo.
Esta podría ser otra opción, que comprobarais antes en qué estado tenéis la carga viral, el
nivel del virus.
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C: Pues esa podría ser también una buena opción, sí. Lo hablaré con mi pareja, que tampoco
tiene ni idea de todo esto. ¿Tienes un folleto o algo donde venga explicado?
Recuerda
Ahora que hemos recordado las cuestiones básicas de la aceptación incondicional, podremos
entender mejor qué es la validación. Mientras que la aceptación incondicional se refiere a
una actitud básica que guía nuestra conducta a través de las diferentes situaciones, la
validación hace referencia a las conductas o acciones concretas por nuestra parte y que
están guiadas por la aceptación incondicional. Cuando una persona percibe consistentemente
acciones de validación por parte de su psicólogo/a, inferirá en este/a una actitud estable de fondo
de aceptación incondicional.
Podríamos decir que «una piedra no hace el camino», en el sentido de que, para que haya camino
(aceptación incondicional), tiene que haber muchas piedras (validación), ya que una sola piedra
es más bien un elemento aislado que no ayuda a allanar el terreno. Si la persona A recibe diez
críticas de la persona B y una sonrisa, no pensará que la persona B le acepta; es decir, no solo
hace falta que haya validación de por medio para que se genere aceptación incondicional, sino
que también es necesario que esta sea frecuente y que no se den o se den de forma
infrecuente y poco intensa conductas de invalidación.
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2.3.1. Diferencia entre validación y normalización
Muchos terapeutas confunden la validación con la normalización, pero hay diferencias. Según
Pederson (2015), la validación está relacionada con conectar con la experiencia única del
individuo, mientras que la normalización está relacionada con comunicar que otras personas
tienen la misma experiencia.
A veces, la normalización puede ser muy beneficiosa. El conocimiento de que otros comparten
una experiencia puede hacerles sentir que su experiencia no es tan patológica o sentirse
menos solos, es decir, hacerles sentir que son seres humanos con emociones y pensamientos,
como el resto de los mortales. Por ejemplo, cualquiera que haya sentido que iba más retrasado
en clase o menos preparado para un examen y descubra que no es el único con esa sensación
(ej., otros compañeros dicen que lo llevan mal) puede que sienta una disminución de esa
sensación. De manera similar, ir a terapia y conocer gente con los mismos problemas permite
normalizar la experiencia y reducir también su necesidad de rumiar o «pelearse» con ella.
Sin embargo, uno de los problemas de la normalización es que puede causar invalidación
cuando un cliente siente que su experiencia no se reconoce adecuadamente. En algunos casos,
esta normalización puede menospreciar la experiencia individual con mensajes inadvertidos de
que el dolor o el sufrimiento que siente son compartidos, cuando en realidad son
extraordinariamente individuales. Veámoslo con algunos ejemplos.
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El siguiente ejemplo muestra una interacción dirigida a normalizar la experiencia del consultante.
Ejemplo:
C: … Me siento muy culpable. Quiero decir ¿qué clase de madre no tiene ganas de dedicarle
tiempo a sus hijos? No tengo ganas de atender a sus prácticas, ni a sus juegos, y esto me
lleva pasando durante semanas. Me resulta complicado hasta prepararles la cena…
P: Trabajo con muchas personas con problemas similares al tuyo. La tristeza absorbe su
energía e interés. No estás sola. Esto es lo que hace esa sensación de depresión. [Normaliza
la experiencia].
Ejemplo:
C: … Me siento muy culpable. Quiero decir ¿qué clase de madre no tiene ganas de dedicarle
tiempo a sus hijos? No tengo ganas de atender a sus prácticas, ni a sus juegos, y esto me
lleva pasando durante semanas. Me resulta complicado hasta prepararles la cena…
P: Por lo que dices, siento que está siendo difícil para ti moverte, y la mayor parte del tiempo
sientes que no tienes ganas. Puedo sentir cómo de presente está esa sensación en ti,
invitándote a desistir en todo. Y como si no fuese suficiente, también aparece la sensación
de culpa con relación a cómo puede estar esto afectando a tus hijos. [Valida la experiencia].
Aunque el primer ejemplo puede funcionar, este también puede provocar una respuesta en la que
el consultante no se siente comprendido o como si sus preocupaciones no fuesen escuchadas
adecuadamente. El cliente puede pensar «¿y qué más da que otras personas sientan esto
también? Eso no tiene que ver nada conmigo, ni con lo que quiero». El segundo ejemplo, en
cambio, intenta conectar con la experiencia de los clientes. Sí, otras personas pueden tener la
misma experiencia, pero la interacción es sobre la experiencia que afecta al consultante, no a
otros.
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2.3.2. Funciones de la validación
Favorece la autoaceptación
Las interacciones de validación pueden facilitar que la persona aprenda a identificar y describir
sus propias emociones, sin juzgarlas o evitarlas; esto es: autovalidar su historia y su
identidad personal.
Esto puede ser particularmente importante para aquellos clientes que han vivido en contextos
invalidantes, puesto que esos ambientes pueden haberle enseñado a rechazar las partes más
negativas de su propia historia y no darse permiso para sentir ciertas emociones o
pensamientos, lo cual suele ser parte del problema.
Cuando la persona se siente comprendida y valorada (es decir, validada), se refuerza su deseo
y derecho de ser importante y significativa para los demás, de que no se la ignore y se dé
importancia a su persona. La persona aprende que tiene defectos y debilidades, pero que eso
no es óbice para que los demás y ella misma la tengan en cuenta y le den valor a sus
capacidades.
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Favorece la definición y redefinición de la identidad
Incrementa la permeabilidad
Cuando las personas se ven validadas, aprenden a su vez a realizar esa validación y es
más probable que la generalicen a los contextos de la vida diaria, validando a otras personas y
recibiendo la validación de estas. Por tanto, favorece también la empatía y las habilidades
de comunicación de las personas, mejorando el afrontamiento de conflictos cotidianos.
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Hay diferentes áreas o cuestiones que es necesario validar, de forma que se cumplan las
funciones recién descritas y se pueda avanzar en el proceso de ayuda (López y Costa, 2014).
La biografía personal
Recuerda
¿Recuerdas cuando decíamos en la unidad didáctica anterior que era muy necesario para ser
psicólogo/a sanitario/a sentir un interés sincero por las personas y respetarlas? Esta es una
de las principales razones.
Validar la biografía personal implica mostrar curiosidad, apertura y fascinación por la historia
y forma de ser de cada persona, tratar de comprender su mundo personal y cómo la persona
construye sus propios significados, es decir, tratar de ver las cosas desde su marco de referencia.
Se trata de sentir un interés genuino por las personas y de respetar absolutamente su historia
y lo que significa para ellas. Esto implica reconocer que cada persona ha tenido experiencias
distintas y que la manera de ver las cosas es, por tanto, distinta: ni mejor ni peor, ni más correcta
ni más incorrecta.
Además de la escucha activa, de la que hablaremos más adelante, es muy útil dejar claro
siempre que lo que expresamos es nuestro punto de vista nada más, la impresión o
sensación que tenemos, una conclusión a la que hemos llegado pero que quizá no tenga por qué
ser cierta. Algo que ayuda a validar la biografía de otra persona es, también, la autorrevelación:
revelar aquellos aspectos y experiencias de vida que compartimos, lo cual ayuda a expresar
aceptación y normalizar experiencias que la persona puede considerar extrañas y atípicas.
Ejemplo:
La autorrevelación no tiene por qué ser sobre cuestiones muy íntimas, por ejemplo:
• Creo que entiendo bien lo que quieres decir cuando dices que la música supone una
gran ayuda para ti en los momentos bajos; a mí me ocurre algo similar con las
novelas. Muchas veces las personas tenemos un «algo» que nos calma en nuestra
vida.
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Por supuesto, es necesario también evitar los mensajes invalidantes y el colocar etiquetas
diagnósticas. Finalmente, como el objetivo, decíamos, es dar poder y control, fomentar la
autonomía, es necesario respetar plenamente su capacidad de decidir y las decisiones que tome
la persona, si bien obviamente podemos deliberar con ella al respecto.
Sabías que:
Las etiquetas diagnósticas son un recurso fácil, pero no ayudan a fortalecer las
competencias y habilidades de afrontamiento, sino que enfatizan la incapacidad y promueven
la visión de sí mismas como víctimas pasivas de patologías, disminuyendo la implicación
activa y generando peores expectativas.
Figura 3. Los mensajes invalidantes y las etiquetas sitúan a la persona en el punto de mira y se siente juzgada y
catalogada.
Estos puntos fuertes pueden ir desde las habilidades emocionales hasta la perseverancia y
capacidad de esfuerzo, la creatividad en la solución de problemas, la tolerancia a la frustración,
la capacidad de encargarse de numerosas cosas a la vez… La forma en que podemos desvelarlos
puede ser realizando preguntas sobre experiencias pasadas de problemas o sobre aquello
que está bien en el presente.
Ejemplo:
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• ¿Cómo hiciste para solucionar ese problema / salir de esa situación / superar aquel
bache?
• ¿Cómo te las has arreglado para seguir adelante en medio de tanta dificultad?
• Si la situación hubiera sido X, ¿qué hubieras hecho?
• De tu vida actual, ¿qué es lo que no quieres que cambie?
Las respuestas a dichas preguntas ayudarán a establecer algunos puntos fuertes de la persona
que, además de contribuir a la autoimagen positiva, podrán ser de ayuda en el afrontamiento
de la situación actual.
Hay que reconocer que la forma de ver y sentir de la persona y el impacto que el problema
tiene para ella es real, y no conseguir transmitírselo puede resultar invalidante y ser perjudicial
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para el proceso de ayuda. A veces, dichas invalidaciones se producen de forma bienintencionada,
buscando el consuelo o la ayuda, pero pueden frecuentemente contribuir a que la persona piense
que minimizamos el problema, que no lo comprendemos realmente, que pensamos que está
exagerando.
Ejemplo:
En este punto, va a ser muy importante comunicar empatía. Validar las emociones de la persona
va a contribuir a reforzar el clima de trabajo y va a permitir que la persona comprenda mejor
sus emociones y las de los demás, identifique qué las genera y pueda prepararse para afrontar
experiencias vitales adversas que conllevarán experiencias emocionales desagradables. Además,
actuamos como modelo al respetar y no juzgar ni rechazar dichas emociones, lo que va a
facilitar que la persona comience a hacer lo mismo.
Aunque resulte complicado, porque la idea de la ayuda es ir hacia delante, va a ser fundamental
no caer en la invalidación cuando nos encontremos ante sentimientos de desesperanza por parte
de la persona. Esa sensación de que no hay luz al final del túnel ni se puede hacer nada por
solucionar el problema debe ser reconocida y validada por nosotros/as igualmente y reconducida
en la medida de lo posible, sin caer en la invalidación. Es un buen momento para mencionar
algunas de las competencias y puntos fuertes de la persona que pensamos que pueden ayudarle
a afrontar el problema que tiene entre manos.
Ejemplo:
• Con todo lo que me dices que ha ocurrido en tu vida en los últimos dos años y con
los pocos frutos que han dado tus esfuerzos para que las cosas fueran bien, la verdad
es que no me extraña que sientas desesperanza ahora mismo y estés
desganada. Todo lo que te ha pasado te ha tenido que dejar una huella y esta
desesperanza creo que nos está indicando lo importante que ha sido para ti todo esto.
La desesperanza nos habla de lo que ha ocurrido y permite que reconozcamos
aquellas cosas que ya no tienen vuelta atrás, pero también nos invita a mirar hacia
delante con las cosas más claras, sabiendo mejor hacia dónde queremos ir o, por lo
menos, hacia dónde no queremos ir, qué cosas son importantes. Me hablabas hace
un rato de que durante la hospitalización de tu madre aprendiste a priorizar lo
verdaderamente importante y a relativizar la mayoría de los problemas del día a día,
y creo que eso es un punto fuerte tuyo que puede ayudarnos ahora.
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pareja, es normal sentir apego a la otra persona y miedo o enfado al mismo tiempo. Es importante
entender y normalizar esto, con todo lo desconcertante que puede resultar para la persona que
lo siente, comprendiendo que nada tiene que ver con la inteligencia, la fuerza de voluntad o la
hipocresía. La validación de la vulnerabilidad de la persona, es decir, de los puntos débiles
que la sitúan ante ciertos riesgos, también es fundamental, ya que reconocer las debilidades como
algo inherente al ser humano con lo que hay que recorrer el camino va a permitir en efecto
recorrer ese camino.
De forma muy habitual, tanto las personas consultantes como nosotros/as mismos/as
anticiparemos ciertas dificultades en el proceso de ayuda. No hay motivo para no validar
igualmente estas circunstancias.
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Ejemplo:
• Tienes razón, es posible, incluso probable diría yo, que esto no resulte fácil. Desde
luego que el problema no se va a resolver por arte de magia, pero, aunque puede ser
costoso y llevarnos un tiempo, yo creo que merece la pena intentarlo y veo que
tenemos muchas posibilidades de conseguirlo.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la persona probablemente tiene algunas ganancias
o ventajas secundarias derivadas del problema y que perderá al solucionarlo. Asimismo, es
posible que haya desventajas a corto plazo (ej., estados de elevada ansiedad al dejar de fumar
o presiones sociales al intentar cortar una relación). Es importante comentarlo en las sesiones,
ya que hablar de las posibles pérdidas o perjuicios permite afrontarlo, mirar de forma realista al
proceso de cambio y comprobar en qué medida la persona se encuentra dispuesta para realmente
trabajar en una dirección.
La apertura al cambio
Sabías que:
Muchas veces podemos estar tan preocupados por validar lo «negativo» que damos las cosas
positivas, como la apertura al cambio o las fortalezas, por sentado y nos olvidamos de
validarlas. Tan importante es validar unas como las otras.
Aunque es importante validar todas las emociones desagradables y formas de pensar de las
personas, no es menos importante validar igualmente la apertura al cambio, es decir, la decisión
de afrontar el problema, de buscar una solución, de seguir adelante con su vida.
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Resumen
En esta unidad didáctica, nos hemos centrado en las habilidades básicas de comunicación del
psicólogo/a sanitario/a, que son un eje central en todo el proceso de ayuda profesional.
En primer lugar, hemos profundizado en las respuestas de escucha, útiles para validar y
comunicar empatía, aceptación, interés, confianza, etc., así como para extraer información sobre
la persona y su situación problemática. Dentro de estas habilidades encontramos:
Por otro lado, hemos visto las respuestas de acción, que han de estar basadas en la escucha
activa e implican un estilo algo más directivo que estas últimas:
• Las preguntas, que buscan clarificar aspectos, obtener nueva información y hacer
reflexionar y pueden ser abiertas o cerradas.
• La confrontación, que consiste en señalar la discrepancia entre dos aspectos relativos al
problema de la persona, y que es necesario validar previamente.
• La interpretación, que implica comunicar a la persona una explicación sobre su problema.
• La información, que consiste en comunicar datos o hechos que la persona no conoce y
son relevantes.
Finalmente, hemos trabajado en más profundidad la validación como método para comunicar
aceptación incondicional. Hemos visto que la validación es diferente a la normalización y
que cumple importantes funciones como favorecer la autoaceptación de la persona e
incrementar la disposición al cambio. Es importante validar aspectos de la persona relativos a lo
siguiente:
• Su biografía personal.
• Sus puntos fuertes y competencias.
• Sus experiencias privadas.
• Sus desacuerdos y resistencias.
• Las dificultades anticipadas.
• La apertura al cambio.
En la siguiente unidad didáctica nos vamos a centrar en habilidades específicas que también
conviene entrenar, como la autorrevelación, el autocuidado y el manejo de las emociones
negativas del consultante.
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Mapa de contenidos
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Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
Bibliografía complementaria
García Llana, H., Leiva Santos, J. y Sánchez Hernández, R. (coord.). Cuidados paliativos en
enfermedad renal crónica avanzada (pp. 107-126). Pulso Ediciones. Sociedad Española de
Nefrología (SEN) y Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL).
http://www.secpal.com/Documentos/Blog/AAFF_cuidados_paliativos_color_A.pdf
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