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Principios generales del Derecho o espíritu general de la legislación.

Introducción.
Hay consenso en la doctrina en la dificultad para precisar un concepto respeto a
los principios generales del derecho, por lo que para comprenderlos mejor es
necesario determinar primero su naturaleza jurídica.

Naturaleza Jurídica:
A este respecto podemos distinguir tres doctrinas:
- Doctrina romanista: los principios generales del derecho serán ciertas
máximas o principios de justicia propios del derecho romano, en cuanto
este alcanza soluciones ejemplares desde un punto de vista técnico y
desde el punto de vista de la justicia, proporcionaría los principios generales
del derecho. Estos principios se expresarían en máximas o aforismos
jurídicos como por ejemplo, “donde la ley no distingue, tampoco el hombre
debe distinguir”, “al que le esta permitido lo mas, le esta también permitido
lo menos” o, “ a lo imposible nadie esta obligado”.
No obstante, el profesor Legas y Calabra critica esta teoría, sostiene que
los principios generales del derecho que emanan del derecho romano, son
meras reglas prácticas que tienen una validez relativa y una importancias
meramente histórica, a lo sumo, se les podría dar importancia pedagógica.

- Doctrina iusnaturalista: los principios generales del derecho corresponden a


los primeros principios del derecho natural; son ciertos principios de justicia
anteriores y superiores al ordenamiento jurídico. Para parte de la doctrina
para que estos derechos tengan validez en el ordenamiento jurídico deben
ser reconocidos en él, pues su título de “ideal” no sería suficiente para tener
fuerza vinculante.

- Doctrina positivista: los principios generales del derecho son ciertos


principios inmanentes al ordenamiento jurídico positivo y nos trascendentes
a él, son principios intrasistemáticos y no extra sistemáticos, están dentro y
no fuera del ordenamiento jurídico. Para esta doctrina los principios
generales del derecho informan la labor del legislador, y podemos acceder
a su conocimiento a través de un proceso inductivo de creciente
generalizaciones a partir de normas particulares.

Para el Profesor Jaime Williams los principios generales del derecho son
principios de derecho natural, pero incorporados al ordenamiento jurídico
históricamente vigente.
Situación en nuestro derecho: como ya se dijo, la legislación chilena no usa la
expresión principios generales del derecho sino que se refiere al “espíritu general
de la legislación”. Por otro lado, hay coincidencia en la doctrina nacional en orden
a que los referidos principios tienen un papel más bien reducido en el ámbito del
Derecho Civil y uno mucho más relevante en el campo del Derecho Procesal.
En efecto, el artículo 24 del Código Civil autoriza a valerse de los principios para
interpretar pasajes oscuros o contradictorios de la legislación, pero sólo cuando al
interpretar la ley “no pudieran aplicarse las reglas de interpretación precedentes”,
esto es, las contenidas en los artículos 19 a 23 del citado Código. En
consecuencia en materia civil su mayor relevancia aparece en materia de
interpretación legal, cuando no pueden aplicarse las demás reglas que contempló
el legislador.
En cambio, la legislación procesal permite acudir a los principios generales para
integrar la ley. El artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, que señala los
requisitos que deben cumplir las sentencias definitivas, establece que ellas deben
contener la enunciación de las leyes conforme a las cuales se pronuncia el fallo o,
en su defecto, los “principios de equidad con arreglo a los cuales se ha fallado”.
Así, la norma procesal mejora la situación de los principios generales del derecho,
puesto que a la función interpretativa que le asigna el Código Civil, suma una
función integrativa. La jurisprudencia de nuestros tribunales ha precisado que la
expresión “principios de equidad”, incluye tanto a los principios generales del
derecho como a la equidad propiamente tal.
Hablando en sentido estricto, los principios generales del derecho, no serían
Fuente Formal del derecho, puesto que no constituyen, por sí mismos, métodos de
producción de normas jurídicas. En todo caso, no se puede desconocer que los
legisladores invocan a menudo dichos principios y hay una fuerte presencia de
éstos en todo el ordenamiento jurídico como también los jueces pueden acudir a
ellos para fundar sus fallos por facultarlos expresamente la ley.

Clasificación de los principios generales del derecho:


Los principios fundamentales del Derecho Civil y del Código Civil chileno se
pueden ordenar, de conformidad a cuatro categorías: la primera tiene un carácter
general (pues se refiere a principios que operan sobre todo el Derecho Civil) y las
otras tres conciernen, de manera más específica, a los diversos ámbitos de que se
ocupa, esencialmente, esta rama del Derecho, a saber: las personas y la familia,
los bienes y los contratos.
1) Principios de carácter general.

a) La omnipotencia de la ley:
Este principio es consecuencia de la recepción de A. Bello a las ideas
vigentes en su época, que daban preeminencia a la ley, por sobre los
postulados de la llamada escuela historicista. Ello implica que la ley,
desplaza a un lugar secundario a la costumbre, entre las fuentes
formales del derecho. El derecho escrito, cobra absoluta preeminencia,
por sobre el derecho consuetudinario72. Este principio es una directa
consecuencia de la codificación y “estatalización” del Derecho a la que
hacíamos referencia.
Tal principio se refleja en diversas disposiciones del Código Civil:
i.- En el art. 2, que rechaza la costumbre, salvo según la ley;
ii.- En el art. 3, en cuanto sólo el legislador puede interpretar una ley de
un modo generalmente obligatorio; las sentencias judiciales no sientan
precedente, tienen efecto relativo;
iii.- En el art. 5: el Código Civil deja una puerta “entreabierta” a los
jueces, en cuanto señalar al Presidente de la República las dudas y
dificultades en la inteligencia y aplicación de las leyes, y de sus vacíos,
pero sólo a modo de sugerencia;
iv.- En el art. 8: consecuencia fundamental del principio, en cuanto nadie
puede alegar ignorancia de la ley, después que ha entrado en vigencia;
v.- En el art. 10: los actos jurídicos que contravienen la ley, serán, por
regla general, nulos o carentes de valor (en relación a los arts. 1466 y
1682).

b) La buena fe:
Concepto de buena fe.
Este principio se encuentra en el trasfondo de todas las instituciones, sin
estar expresado en una fórmula o definición general. El Diccionario de la
Lengua Española define la buena fe como el “criterio de conducta al que
ha de adaptarse el comportamiento honesto de los sujetos de derecho”.
La mala fe, por el contrario, es una conducta reñida con el imperativo de
obrar ética y lealmente.

Normas fundamentales en el Código Civil acerca de la buena fe.


Tres son las normas más generales en el Código Civil:
i.- La norma más directa, interpretada a contrario sensu, es el inciso final
del art. 44, que define el dolo como elemento del delito civil: “El dolo
consiste en la intención positiva de inferir injuria73 a la persona o
propiedad de otro”.
ii.- La segunda la encontramos en el art. 1546, en el campo contractual,
en cuanto exige ejecutar los contratos de buena fe: “Los contratos
deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo
que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la
costumbre pertenecen a ella”.74
iii.- La tercera la encontramos en el art. 707, en la posesión, en cuanto
establece que la buena fe se presume. A pesar de que esta presunción
se encuentra en el título de la posesión, se ha entendido por la mayoría
de la doctrina que tiene alcance general. Dispone el precepto: “La buena
fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la
presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse”.

Relación entre mala fe y dolo.


A propósito de este principio, resulta pertinente preguntarse acerca de la
relación entre la mala fe y el dolo. Aunque en principio puede estimarse
que apuntan a la misma idea, es posible formular algunos alcances,
siguiendo a Carlos Ducci:
i.- Desde ya, la mala fe no siempre consiste en una intención positiva,
pudiendo estar también subyacente en una actitud negligente. La mala
fe puede vincularse entonces, en algunos casos, a la culpa.
ii.- Se dice que la mala fe sólo tiene por objeto el beneficio propio, es
decir no necesariamente se dirige contra otra persona. Puede estar
motivada por el simple deseo de beneficio personal o por tratar de eludir
requisitos o prohibiciones legales.75 El dolo, en cambio, busca el
beneficio a consecuencia del daño que ineludiblemente experimenta
otro. El dolo supone una voluntad que resulta determinante para obtener
la aceptación del otro contratante o de quien declara su voluntad. El dolo
siempre contiene la intención de causar daño. En cambio, quien actúa
de mala fe, si bien tiene conocimiento que su conducta no se ajusta a la
ley, no tiene la conciencia ni la intención de dañar a otro.

Se podría afirmar, a nuestro juicio, que la relación entre mala fe y dolo


es de género a especie, siendo la mala fe el género y el dolo una
especie de mala fe. Por ende, todo dolo supone mala fe, pero no toda
mala fe supone estar ante el dolo. Otra especie de mala fe es el fraude,
que tampoco debe confundirse con el dolo. También es posible
identificar casos que podríamos calificar “de simple mala fe”, en los que
no hay dolo ni fraude. Cuando estudiemos el dolo en la Teoría del Acto
Jurídico, ahondaremos en estos conceptos.
El distingo entre simple mala fe, dolo y fraude interesa, según se irá
estudiando, al menos en los siguientes aspectos: por los distintos
requisitos que se deben cumplir para estar ante cada una de estas
figuras; en cuanto a la manera en que se responde; en lo concerniente a
la interrupción de la prescripción; en cuanto a los perjuicios de que se
responde; por las diversas sanciones que la ley prevé para cada caso; y
en cuanto a quienes pueden incurrir en cada una de ellas. Revisaremos
estos puntos en el estudio de la “Teoría del Acto Jurídico”, al tratar ahí
del dolo como vicio de la voluntad.

Presunción general de buena fe.


La legislación privada parte del supuesto de que los particulares están y
actúan de buena fe en sus relaciones jurídicas. El art. 707 establece al
respecto un principio general. Es decir, existe una presunción general de
buena fe en el ámbito del Derecho privado.
Las presunciones de mala fe o de dolo, por el contrario, son escasas:
por ejemplo, la del último inciso del art. 706, que por lo demás
desaparece en el art. 2510 números 2 y 3; la del art. 968 Nº 5; en el giro
doloso de cheques; en el ámbito del Código de Procedimiento Civil, art.
280.
A su vez, en diversas normas se sanciona la mala fe o el dolo, por
ejemplo: arts. 94 Nº 6; 658; 662; 663; 897; 1468 (norma que establece la
sanción de la mala fe en forma más amplia); 1814, etc.
e) Estar de buena fe y actuar de buena fe. Buena fe subjetiva y buena fe
objetiva.
Bajo la denominación de buena fe, distinguimos dos situaciones:

1º Estar de buena fe: aquí, la buena fe aparece como una actitud


mental, actitud que consiste en ignorar que se perjudica ilegítimamente
un interés ajeno o no tener conciencia de obrar contra derecho. En esta
primera acepción, “buena fe significa honradez subjetiva de una
persona, o lo que es lo mismo, la creencia, nacida de un error
excusable, de que la conducta que realiza o ha realizado no va contra
derecho”. La norma más general en este sentido en nuestro Código es
la ya citada del art. 707, en la posesión.

2º Actuar de buena fe: consiste en la fidelidad a un acuerdo, observar la


conducta necesaria para que se cumpla en la forma prometida la
expectativa ajena. Esta segunda acepción “alude a una serie o conjunto
de reglas objetivas de la honradez en el comercio o en el tráfico
jurídico”.77 La norma más general en este sentido en el Código Civil
chileno es la ya mencionada del art. 1546, en materia de efectos de las
obligaciones.
Se ha distinguido en la doctrina entre la buena fe “subjetiva” (que se
vincula con estar de buena fe) y la buena fe “objetiva” (que se relaciona
con el actuar de buena fe). La primera, apunta a la conciencia del
individuo: en tal sentido, la definición de buena fe en materia posesoria
del art. 706; la segunda, dice relación con establecer ciertos “estándares
jurídicos” (el buen padre de familia, el buen comerciante) o conductas-
tipos, exigiéndose a los individuos que desplieguen una conducta
asimilable a dichos patrones predeterminados, de carácter objetivo.

Algunos artículos donde se manifiesta la buena fe:


- Estar de buena fe: buena fe subejtiva:
En materia posesoria:

 706: buena fe en materia posesoria.


 707: presunción de buena fe en el poseedor.

En el pago: 1576: pago hecho de buena fe al poseedor del crédito.

En el arrendamiento: 1916: arrendatario de cosa ajena.


En el contrato de mutuo: 2022: mutuo de cosa ajena.
En el cuasi contrato del pago de lo no debido:
 2295: el acreedor suprime o cancela el título en que constaba su crédito.
 2297: pago de lo no debido por error de derecho.

- Actuar de buena fe: buena fe objetiva

Efecto de las obligaciones:


 Art. 1546 (los contratos deben ejecutarse de buena fe).
 Art. 1548 (conservación de la especie o cuerpo cierto que se debe).
 Art. 1549 (el “debido cuidado” en la conservación de la especie que se
debe).
En el pago:
 Art. 1590 (deudor responde por daños en la cosa que debe, si acaecen
por su hecho o culpa).
 Art. 1591 (el pago ha de ser íntegro).

En el contrato de compraventa:
 Art. 1827 (mora del comprador en su obligación de recibir la cosa
comprada).
 Art. 1858 (vicios redhibitorios).
 Art. 1861 (vendedor que conocía los vicios redhibitorios).
Presunciones de mala fe:
 Art. 706, inciso final (en la posesión, presunción de mala fe).
 Art. 968 N° 5 (indignidad para suceder por causa de muerte, presunción
de dolo).
 Art. 2510 (prescripción extraordinaria, presunción de mala fe).
 Art. 280 Código de Procedimiento Civil (medidas precautorias,
presunción de dolo).

c) La reparación del enriquecimiento sin causa:


Se entiende por enriquecimiento sin causa la utilidad o enriquecimiento que
obtiene una persona, sin que una causa legal lo justifique. De ahí que la ley
arbitre los medios para subsanar esta situación, cuando ella se materializa.
Algunas expresiones de este principio en nuestro código civil.
1.3.1. En la accesión:
i.- Art. 658 (accesión de mueble a mueble, en el caso de la adjunción);
ii.- Art. 663 (accesión de mueble a mueble, en el caso de la mezcla);
iii.- Art. 668 (accesión de mueble a inmueble, en el caso de aquel que
edifica, planta o siembra con materiales ajenos en suelo propio);
iv.- Art. 669 (accesión de mueble a inmueble, en el caso de aquel que
edifica, planta o siembra con materiales propios en suelo ajeno).
1.3.2. En las prestaciones mutuas:
i.- Art. 908 (abono de las mejoras necesarias);
ii.- Art. 909 (abono de las mejoras útiles);
iii.- Art. 910 (posibilidad de separar los materiales empleados en una mejora
útil);
iv.- Art. 911 (mejoras voluptuarias);
v.- Art. 912 (separación de los materiales empleados en una mejora);
vi.- Art. 913 (buena o mala fe en la percepción de frutos y en la realización
de mejoras);
vii.- Art. 914 (derecho de retención en favor del poseedor vencido);
viii.- Art. 915 (aplicación de las reglas de las prestaciones mutuas al mero
tenedor de un inmueble).
1.3.3. En el pago y en la nulidad:
i.- Art. 1578 (pago hecho a quien no tiene la administración de sus bienes);
ii.- Art. 1688 (contrato celebrado con un incapaz).
1.3.4. En la lesión enorme de una compraventa:
i.- Art. 1889 (cuándo sufre lesión enorme el vendedor y cuándo el
comprador);
ii.- Art. 1890 (opciones del comprador y del vendedor contra quienes se
pronuncia la rescisión por lesión enorme);
iii.- Art. 1893 (acción del vendedor que sufrió lesión enorme para demandar
una suma de dinero).
1.3.5. En el cuasicontrato de comunidad.
Art. 2307 (contribución de los comuneros al pago de las deudas).
1.3.6. En el cuasicontrato de pago de lo no debido.
i.- Art. 2295 (derecho para repetir lo pagado indebidamente);
ii.- Art. 2297 (se tiene el derecho a repetir lo pagado, aún cuando el pago se
hiciere por error de derecho);
iii.- Art. 2299 (quien da lo que no debe, no se presume que lo dona).
Es tan amplia la recepción en nuestro Derecho Civil del principio de la
reparación del enriquecimiento sin causa, que se ha creído ver en ella, una
fuente adicional de obligación, más allá de las cinco fuentes clásicas que
señalan los arts. 1437, 2284 y 2314 (contrato, cuasicontrato, delito,
cuasidelito y la ley).

d) La responsabilidad:
Es otro principio general, que no sólo abarca el Derecho privado, sino que
es común a todo el ordenamiento jurídico.
La ley, como precepto emanado del Estado, lleva aparejada una sanción
por su infracción. La más general de las sanciones es la responsabilidad, la
que puede implicar una pena (cuando se ha cometido un delito o cuasidelito
penal) o el resarcir los perjuicios, como sucede con la responsabilidad civil.
En materia civil, se distinguen dos campos fundamentales de
responsabilidad:
i.- La responsabilidad de aquellas personas que no han cumplido
oportunamente la obligación derivada de un contrato: responsabilidad
contractual; ésta, en todo caso, es más amplia, pues comienza en la fase
precontractual (por ejemplo, la responsabilidad que la ley eventualmente
impone al oferente, aunque se retracte oportunamente) y se prolonga en la
fase postcontractual (por ejemplo, tratándose de la obligación de
saneamiento de la evicción);
ii.- La responsabilidad de aquellas personas que por culpa o dolo, han
cometido un hecho ilícito que causa daños a terceros: responsabilidad
extracontractual.
Cabe distinguir dos subprincipios en esta materia:
i.- No debe dañarse a otro.
ii.- Si se daña a otro, la reparación debe ser integral, esto es, comprenderá,
por regla general:
i) La reparación del daño material:
- Daño emergente. (el perjuicio o la pérdida que proviene de no haberse
cumplido la obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de
haberse retardado su cumplimiento)
- Lucro cesante. (es un daño patrimonial que consiste en la ganancia que se
ha dejado de obtener como consecuencia de un acto ilegal, el
incumplimiento de un contrato o un daño ocasionado por un tercero.)
- La reparación del daño moral.

Revisemos a continuación diversas disposiciones del Código Civil que


constituyen una manifestación del principio de la responsabilidad, tanto en
el ámbito contractual como extracontractual.

1.4.1. Responsabilidad contractual.


Algunas normas en que se manifiesta:
i.- Art. 1547 (grados de culpa de los que se responde por los deudores);
ii.- Art. 1548 (cuidado de la especie o cuerpo cierto que se debe);
iii.- Art. 1553 (opciones del acreedor, cuando el deudor de una obligación
de hacer se encuentra en mora);
iv.- Art. 1555 (opciones del acreedor, cuando el deudor de una obligación
de no hacer se encuentra en mora);
v.- Art. 1556 (qué comprende la indemnización de perjuicios);
vi.- Art. 1557 (desde cuándo se debe indemnización de perjuicios);
vii.- Art. 1558 (perjuicios de que se responde en caso de culpa o de dolo);
viii.- Art. 1559 (indemnización en caso de una obligación de dinero).
Todas estas normas forman parte del Título XII del Libro IV del Código Civil,
“Del efecto de las obligaciones”.
1.4.2. Responsabilidad extracontractual.
Algunas normas en que se manifiesta:
i.- Art. 2314 (quién infiere daño a otro por un delito o cuasidelito, debe
responder);
ii.- Art. 2315 (quiénes pueden exigir la reparación del daño);
iii.- Art. 2316 (quiénes están obligados a reparar el daño);
iv.- Art. 2317 (responsabilidad solidaria en la reparación del daño causado
por dos o más personas);
v.- Art. 2318 (el ebrio es responsable del daño que causa);
vi.- Art. 2319 (capacidad en materia extracontractual);
vii.- Art. 2320 (terceros civilmente responsables);
viii.- Art. 2321 (responsabilidad de los padres por los delitos o cuasidelitos
de sus hijos menores);
ix.- Art. 2322 (responsabilidad de los patrones por los delitos o cuasidelitos
de sus criados);
x.- Art. 2323 (responsabilidad de los dueños por el daño causado por un
edificio ruinoso);
xi.- Art. 2324 (daño causado por la ruina de un edificio proviene de un vicio
de construcción);
xii.- Art. 2326 (responsabilidad del dueño o tenedor de un animal);
xiii.- Art. 2327 (responsabilidad del que tenga un animal fiero);
xiv.- Art. 2328 (daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte
superior de un edificio);
xv.- Art. 2329 (reparación integral del daño).
Todas estas normas forman parte del Título XXXV del Libro IV del Código
Civil, “De los delitos y cuasidelitos”.

4. principios en materia contractual.


4.1) autonomía de la voluntad.
El principio de autonomía de la voluntad es la doctrina filosófica jurídica según la
cual toda obligación reposa esencialmente sobre la voluntad de las partes, esta es
a la vez, la fuente y la medida de las obligaciones que el contrato produce. El
autor del acto jurídico o las partes de la convención podrán en consecuencia dar el
contenido negocial que deseen a sus actos jurídicos, modificar las normas
establecidas para determinados actos o contratos, o contratar incluso sobre
materias no contenidas en el Código Civil.
Si bien este principio ah sido piedra angular de los sistemas jurídicos de occidente,
especialmente aquellos influenciados por el derecho romano, no es si no, hasta
los siglos XVIII y XIX, donde alcanza su mayor desarrollo producto de las ideas
filosóficas del racionalismo y del liberalismo económico.
Para el racionalismo la libertad del hombre es tan fundamental que incluso
explican la formación de la sociedad como una acuerdo de voluntades de hombres
libres (teorías contractualistas). Siguiendo esta lógica, nada podía limitar la libertad
de la voluntad del hombre, de forma que solo podría verse obligado a lo que libre y
voluntariamente consintiera, cualquier limitación a la autonomía de la voluntad se
considera un atentado a las garantías individuales, de la misma forma se
consideraba una vulneración a la libertad las obligaciones del hombre que no
nacen de su voluntad. En definitiva, la autonomía de la voluntad, como expresión
de la voluntad, no reconocía ninguna limitación, ni siquiera en miras de un interés
social prevalente.
Por su parte el liberalismo económico pretendió darle un sustento más práctico y
económico que filosófico a la autonomía de la voluntad, sosteniendo que el libre
acuerdo de voluntades en los contratos es siempre necesariamente justo, solo el
contrato garantiza la justicia y la utilidad social pues el libre juego de iniciativas
individuales asegura espontáneamente la prosperidad y el equilibrio económico.
Ambas posturas fueron criticadas y superadas en el siglo XX, ya fuera por
concepciones filosóficas o bien por situaciones prácticas. Siguiendo la concepción
de que hombre es un ser social, parece evidente que la principal limitación que se
debe establecer a la autonomía de la voluntad es la sociedad misma. Desde el
punto de vista práctico, fue evidente que los individuos en sus contratos
comerciales no buscan la utilidad social, solo y únicamente, la situación que les
genere mas réditos, tampoco se encaminan por celebrar los contratos mas justos,
en el juego de las negociaciones comúnmente los hombres no están en una
situación de igualdad, de forma que los más fuertes o más astutos siempre
imponen sus condiciones en el contrato a los mas débiles o mas cándidos.
De esta forma es que se hace necesario limitar la autonomía de la voluntad, el
mejor ejemplo de esta limitación son los contratos dirigidos, donde la ley estable
en todo o parte las clausulas del contrato, no siendo licito a las partes renunciar a
ciertos derechos establecidos en su favor, así se puede ver, por ejemplo, en los
contratos de trabajo.
Este principio se descompone en cuatro subprincipios:
a) Principio del consensualismo.
b) Principio de la libertad contractual.
c) Principio de la fuerza obligatoria del contrato.
d) Principio del efecto relativo de los contratos.
El consensualismo y libertad contractual dicen relación con la formación, génesis o
nacimiento del contrato, es decir, con el acto de constitución de la relación jurídica
contractual.
La fuerza obligatoria y el efecto relativo conciernen en cambio a los efectos de los
contratos, es decir, regulan la relación jurídica contractual ya formada.
Aplicaciones del principio de autonomía de la voluntad:
 El hombre es libre para obligarse o no; y si lo hace es por su propia
voluntad. Existen numerosas disposiciones en el Código que indican
que el hombre se obliga a otro porque así lo quiere: ej, “acepta” art
1386; “concurso real de voluntades de dos o mas personas” art 1437;
“convención” art1560; voluntad art 1563; etc.
 El hombre es libre para renunciar por su propia voluntad a un derecho
establecido en su beneficio, con tal de que mire el interés individual de
renunciante y que la ley no prohíba su renuncia art 12 CC.
 El hombre es libre para determinar el contenido de los actos jurídicos
que celebre. Así lo establece el art 1545, tomado del cod civil francés,
señalando “todo contrato válidamente celebrado es una ley para los
contratantes”
 Respecto a la interpretación de los contratos, en virtud del art 1560, el
intérprete debe retroceder en el tiempo a la época de celebración del
contrato, para dirimir alguna controversia, a la luz de lo que en ese
momento quisieron los contratantes.
 En virtud del principio de autonomía de la voluntad, la doctrina ha
estimado que el contrato celebrado entre ausentes se entiende
perfeccionado cuando el destinatario de la oferta “acepta”, aunque esta
aceptación aun no sea conocida por el oferente o, siquiera la haya
recibido.
 La autonomía de la voluntad solo encuentra limitación en las leyes, las
buenas costumbres, el orden público y el derecho ajeno.

a) Principio de Consensualismo contractual:


De acuerdo a esta tesis, los contratos quedarían perfectos por la sola
manifestación de las voluntades internas de las partes, ya que cualquiera
exigencia de formalidades externas, vendría a contradecir la premisa según
la cual la voluntad todopoderosa y autosuficiente es la fuente y medida de
los derechos y de las obligaciones contractuales. (en oposición esta la
teoría del contrato vestido, que propone que para que los contratos sean
perfecto necesitan de cierta solemnidades o ritualidades externas al acto
mismo)

Esta proclama, de la tesis consensualista, es históricamente falsa. A través


de los siglos, casi siempre los contratos han sido formales. En Grecia,
Roma y los pueblos germánicos, los contratos fueron esencialmente
formales. Dicha formalidad no implicaba que el contrato fuere
necesariamente escrito: en Roma, las formalidades más importantes no
consistieron en escriturar los actos, sino que en pronunciar palabras
sacramentales y rígidas o en entregar materialmente un objeto. Más tarde
durante la Edad Media no existe el contrato consensual, salvo en España.
(lopez santa maría)

El consensualismo sólo surge en los Tiempos Modernos, por lo que la idea


del contrato como simple acuerdo verbal de voluntades es reciente.

Clases.

En nuestro derecho encontramos dos grupos de contratos


consensuales:
Aquellos consensuales propiamente tal, como la compraventa de bienes
muebles o el contrato de transporte en el que basta con la sola voluntad de
las partes para perfeccionarlo, sin ninguna formalidad de por medio.
Aquellos consensuales formales, (o atenuados) que para tener plena
eficacia requieren de ciertas formalidades habilitantes, de prueba, de
publicidad o convencionales. Por ejemplo: artículo 9º del Código del
Trabajo, que establece que el contrato de trabajo es consensual, pero que
no obstante lo anterior, deberá constar por escrito; tratándose del
arrendamiento de predios urbanos, cuando el contrato no consta por
escrito, “se presumirá que la renta será la que declare el arrendatario”
(artículo 20 de la Ley número 18.101)

Habilitante: destinada a proteger al incapaz relativo o absoluto. Respecto al


relativo generalmente se requiere autorización de su representante para
actuar por si mismo; si es su representante quien actúa (sea del relativo o
del absoluto) y pretende celebrar un contrato de trascendencia patrimonial,
se le exige autorización judicial. (255, 393 y 1754? CC)

De prueba: necesaria para probar en juicio la existencia de ciertos actos, la


sanción mas común es que no se podrán probar luego por testigos. 1708 y
1709.

Da publicidad, exigidas para dar noticias a terceros o interesados de


haberse celebrado un acto jurídico, les confieren protección en caso de
verse alcanzados por un acto jurídico. Ej art 1707, respecto a las
contraescrituras públicas. Disolución de sociedad 2114 CC.

Como excepciones al Consensualismo se debe mencionar a los


contratos solemnes y reales, reconocidos expresamente en el artículo 1443
de nuestro CC.
Los contratos solemnes son aquellos en que es imprescindible, para
celebrarlos, que las partes respeten o den cumplimiento a algún formulismo
establecido por el legislador en atención a la naturaleza del contrato (ad
solemnitaten), así por ejemplo la exigencia de escritura pública en el
contrato de compraventa de un bien inmueble. La sanción a la falta de la
solemnidad la encontramos en el inciso primero del artículo 1682, que nos
dice que será susceptible de nulidad absoluta. (algunas teorías proponen
que en realidad estaríamos ante una inexistencia, ya que si no se cumple
con la formalidad requerida el contrato no nace a la vida del derecho). Por
su parte los contratos reales son aquellos que requieren la entrega de la
cosa sobre la cual recaen (datio) que debe producirse en el instante mismo
en que nace el contrato.
El reconocimiento del consensualismo en nuestro Código Civil encontramos
el art 1443, al admitir que los contratos nazcan por el solo acuerdo de
voluntades: tratándose de los contratos consensuales, “el solo
consentimiento d los interesados puede generarlos”.

b) Principio de libertad contractual.


La libertad contractual es la expresión más característica del ppio de
autonomía de la voluntad; comprende la libertad de CONCLUSION y la libertad
de CONFIGURACION INTERNA de los contratos. En base a la libertad de
conclusión, las partes son libres para contratar o no contratar, y en caso
afirmativo, para escoger con quien contratar. En base a la libertad de
configuración interna, las partes pueden fijar las cláusulas o contenido del
contrato como mejor les parezca.
Una expresión de este principio en nuestro Código Civil es el art 1444, relativo
a los elementos de los actos jurídicos: las partes contratantes pueden modificar
o excluir los elementos de la naturaleza del acto jurídico, o incorporar
elementos accidentales.

Limites a la libertad contractual.


Hoy en día el legislador ve necesario limitar la libertad contractual de los
individuos, ya pudiendo ser por razones de orden económico o bien de orden
público social; esta limitación se ve materializada en los contratos de adhesión
(donde una de las partes estipula las clausulas del contrato mientras que la
otra solo puede concurrir con su voluntad a celebrarlo), los contratos forzosos y
los contratos dirigidos (aquellos en que alguna de las clausulas están
determinadas en la ley no pudiendo las partes pactar en contrario o renunciar a
ellas, por ej el contrato de trabajo)

c) Principio de fuerza obligatoria del contrato.

El principio de la fuerza obligatoria de los contratos se expresa en el


aforismo “pacta sunt servanda”: los pactos deben observarse, deben
cumplirse estrictamente. Está consagrado enfáticamente en el art. 1545:
Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no
puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas
legales.
Consecuencias de este principio:
Colin y Capitant señalan dos consecuencias fundamentales del principio,
una aplicable a las partes y la otra al juez:
1. Desde el momento en que un contrato no contiene nada contrario a las
leyes, ni al orden público ni a las buenas costumbres, las partes están
obligadas a respetarlo, a observarlo, como están obligadas a observar la
ley. El acuerdo que se ha formado entre ellas las obliga como la ley obliga a
los individuos. Dos aspectos derivan de esta primera consecuencia:
● Los contratos sólo pueden ser revocados por el consentimiento
mutuo de los contratantes (distractus o resciliación) o por las causas
que la ley autoriza. Sólo de manera excepcional, el contrato podrá
terminar por la voluntad de una sola de las partes; una expresión de esto es
la condición resolutoria ´tacita contenida en el artículo 1489 de nuestro
código civil.
● Los contratos deben ser cumplidos de buena fe. Las partes deben,
en el cumplimiento de la convención, portarse honestamente,
lealmente. Así lo recoge nuestro Código Civil en su art 1546 Los contratos
deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que
en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a
ella.

2 Por otra parte, el respeto a esta ley creada por la voluntad de los
interesados se impone a los jueces encargados de interpretarla. Estos
últimos no pueden modificar los términos de la convención ni cambiar sus
elementos, como no podrían cambiar el texto de la ley, cuyo cumplimiento
tienen por misión asegurar. De esta segunda consecuencia, derivan tres
aspectos, según Colin y Capitant:
● Cuando una ley nueva, dictada después de la celebración del contrato,
modifica una disposición jurídica que las partes han adoptado como regla
de su vínculo contractual, el juez no debe aplicar la ley nueva al contrato
anteriormente celebrado, pues, al hacerlo, modificaría los términos del
acuerdo celebrado entre los interesados (artículo 22 de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes, operará ultra actividad de la ley).
● El juez encargado de interpretar los términos de una convención debe
inspirarse, ante todo en la voluntad de las partes para determinar su sentido
exacto. Así lo recoge nuestro Código civil en su art 1560
● Cuando el juez se halla colocado frente a los términos de una
convención, no puede modificar sus elementos a pretexto de que las
condiciones impuestas a una de las partes son contrarias a la equidad. No
tiene el derecho de atenuar el rigor de las obligaciones impuestas a las
partes.

Limitaciones:
El legislador es quien principalmente limita la fuerza obligatoria de los
contratos, encontramos algunos ejemplos en el Código Civil:
- Artículo 1879, en relación al pacto comisorio calificado por no pago del
precio: “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido, se
resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo,
hacerlo subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas
subsiguientes a la notificación judicial de la demanda
- Artículo 2180, número 2, en el comodato: “El comodatario es obligado a
restituir la cosa prestada en el tiempo convenido; o a falta de convención,
después del uso para que ha sido prestada. / Pero podrá exigirse la
restitución aun antes del tiempo estipulado, en tres casos: (…) 2º Si
sobreviene al comodante una necesidad imprevista y urgente de la cosa.”;
- Artículo 2396, inciso 2°, en la prenda, derecho del constituyente para
solicitar que se sustituya la cosa pignorada: “El deudor no podrá reclamar la
restitución de la prenda en todo o parte, mientras no haya pagado la
totalidad de la deuda en capital e intereses, los gastos necesarios en que
haya incurrido el acreedor para la conservación de la prenda, y los
perjuicios que le hubiere ocasionado la tenencia. / Con todo, si el deudor
pidiere que se le permita reemplazar la prenda por otra sin perjuicio del
acreedor, será oído”

d) efecto relativo de los contratos:


Los contratos sólo generan derechos y obligaciones para las partes contratantes
que concurren a su celebración, sin beneficiar ni perjudicar a los terceros. Para
estos últimos los contratos ajenos son indiferentes. No les empecen, no los hacen
ni deudores ni acreedores. Para los terceros, los contratos son res inter allios acta.
Este principio es otra consecuencia lógica y necesaria del dogma de la autonomía
de la voluntad. Si se predica de la voluntad el poder de ser la fuente y la medida
de los derechos y obligaciones contractuales, eso sólo puede concretarse a
condición que haya voluntad; por ende, quienes nada dicen, no pueden verse
afectados por contratos ajenos.
Sin embargo, la tesis tradicional sobre el efecto relativo de los contratos ha
declinado, desde dos vías diversas:
 Se comprueba, por una parte, el surgimiento de casos en que un contrato crea
derechos y obligaciones para un penitus extranei o tercero absoluto;
 Comienza a decantarse en la actualidad el llamado efecto expansivo o efecto
absoluto de los contratos, conforme al cual, indirectamente, los contratos pueden
beneficiar o perjudicar a muchas personas que no revisten el carácter de partes.

Sujetos concernidos por el efecto relativo de los contratos.


Las partes:
Son partes en un contrato, aquellos que concurren a su celebración,
personalmente o representados (legal o convencionalmente).
Como lo señala la ley, una parte puede estar conformada por una o más personas,
que articulan un solo centro de interés (artículo 1438 del Código Civil).
1438: Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con
otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas
personas.
uno de los contratantes, sus herederos a título universal (representan a los
contratantes, según dice el art. 1097 en el inciso primero, para sucederles en
todos sus derechos y obligaciones transmisibles).
1097 inc 1°: Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que se
les llame, y aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos:
representan la persona del testador para sucederle en todos sus derechos y
obligaciones transmisibles.
En otros términos, la muerte del contratante no modifica los efectos jurídicos del
contrato, salvo que se haya estipulado lo contrario.

Respeto a terceros:
se entiende por tercero toda persona, que no ha participado ni ha sido válidamente
representada en la generación del acto.
Respecto de los terceros, debemos distinguir: entre los terceros absolutos y los
terceros relativos.
* Terceros absolutos o penitus extranei: son aquellos que fuera de no participar
en el contrato ni personalmente ni representados, no están ligados jurídicamente
con las partes por vínculo alguno.
* Terceros relativos: también llamados “interesados”, son aquéllos que si bien no
han generado con sus voluntades el acto jurídico, están o estarán en relaciones
jurídicas con las partes, sea por su propia voluntad o por disposición de la ley.
A su vez, entre los terceros relativos o interesados distinguimos dos categorías:
los causahabientes a título singular (por acto entre vivos tenemos al comprador,
mutuario, el donatario y por actos mortis causa tenemos al legatario a título
singular), a juicio de una parte de la doctrina, los acreedores comunes del deudor,
cuando éste es una de las partes del contrato.
El contrato en perjuicio de terceros y el contrato sobre el patrimonio del
tercero.
Se entiende por contrato en perjuicio de terceros aquel que, de reflejo, produce
perjuicio a los terceros, aunque no haya sido destinado a tal fin; tales son, por
ejemplo, los pactos que prohíben a los productores hacerse competencia el uno al
otro y que se resuelven en daño a los consumidores, al impedir la rebaja del precio
de los productos o servicios; o el contrato con un tercero a pesar de la existencia
de una cláusula de exclusividad que prohíba a uno de los contratantes tal
estipulación; o el compromiso de un empresario de no tomar el personal
despedido por otro, etc.
La figura de contrato sobre el patrimonio del tercero corresponde a la venta,
permuta, arrendamiento, etc, de cosa ajena (1815 CC). El contrato sobre el
patrimonio del tercero se vincula al concepto de falta de poder de disposición, de
modo que falta la identidad entre el sujeto del contrato (por ejemplo, quien vende)
y el sujeto sobre el que deben verificarse los efectos del mismo (por ejemplo, el
dueño de la cosa). contrato sobre el patrimonio del tercero (que también llama
contrato sobre cosa ajena), no perjudica nunca al tercero, por cuanto, si se trata
por ejemplo de una venta de cosa ajena, el acto en el cual no interviene el dueño
no afecta su propiedad. Con todo, no es menos cierto que al operar la prescripción
adquisitiva, dicho contrato, a la postre, si perjudicará al tercero.
1815: La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la
cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo.
el caso del heredero aparente que enajena bienes hereditarios y el caso del
poseedor aparente de un crédito a quien el deudor paga de buena fe. En ambos
casos, el verdadero heredero o el verdadero acreedor podrán verse afectados: el
primero, porque el adquirente de buena fe de los bienes hereditarios, estará en
condiciones de alegar posesión regular y por ende prescripción adquisitiva
ordinaria; el segundo, atendido lo dispuesto en el artículo 1578 del Código Civil,
que protege a quien de buena fe hizo el pago.
Excepciones al principio de efecto relativo de los contratos.
a) Estipulación en favor de otro.
Nuestro Código Civil, consagra en términos amplios la figura. La institución
se recoge en el art. 1449 de nuestro CC., que dispone: “Cualquiera puede
estipular a favor de una tercera persona, aunque no tenga derecho a
representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar lo estipulado;
y mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita, es revocable el
contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él. /
Constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse
en virtud del contrato.”
no hay que confundir la estipulación por otro con el mandato. El que obra a
nombre de otro como mandatario es un representante, y los efectos del
contrato se producen directamente en el representado, como si éste último
hubiese sido parte en el contrato.
el seguro de vida, en que se pacta que al fallecimiento del asegurado se
paga una indemnización al tercero que se designa; el contrato de transporte
de mercaderías celebrado entre el expedidor y el porteador que obliga al
último a entregar la cosa en el lugar de destino al tercero destinatario o
consignatario; el contrato de donación con carga en favor de un tercero.

b) La promesa de hecho ajeno.


1450 CC “Siempre que uno de los contratantes se compromete a que por
una tercera persona, de quien no es legítimo representante, ha de darse,
hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá
obligación alguna, sino en virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el
otro contratante tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa.”

La doctrina nacional concluye que esta figura no es excepción al principio


del efecto relativo de los contratos, ya que no crea ningún derecho y menos
una obligación a cargo de un tercero absoluto. El único que resulta obligado
es el prometiente, quien se compromete a obtener que otra persona acepte
efectuar una prestación en favor del acreedor. En verdad, como se precisa
por la doctrina, lo que el deudor promete es su hecho propio, a saber: lograr
que otro consienta en dar, hacer o no hacer algo en favor del acreedor.

c) Efecto absoluto o expansivo de los contratos.


a veces un contrato puede ser invocado por un tercero a su favor o también
oponerse a un tercero en su detrimento. En alguna medida, en cuanto el
contrato es un hecho que como tal existe para todos, en sus efectos reflejos
puede alcanzar a terceros absolutos. No hay propiamente en esta situación
una excepción al principio del efecto relativo de los contratos. En el caso del
efecto expansivo, no surge un derecho u obligación directamente para el
tercero, sino que éste puede invocar un contrato ajeno o puede oponérsele.
El contrato, como hecho, tiene vigencia erga omnes.
Algunas manifestaciones concretas del efecto absoluto de los contratos:
* En el procedimiento concursal de liquidación, cuando un acreedor verifica
su crédito contra el deudor, los restantes acreedores no podrían
desconocerlo o impugnarlo alegando que deriva de un contrato que no les
empece.

* Al regular los efectos civiles de las ventas sucesivas de una misma cosa a
dos o más personas, mediante contratos diversos, la ley protege a un
comprador sobre otro en base a los criterios que indica el art. 1817. El
comprador que no es preferido por la ley resulta perjudicado por el efecto
reflejo o expansivo de la compraventa en que no fue parte.

* Al conferir a los acreedores una acción directa, que les permite demandar,
en sede contractual, a quienes contrataron con sus deudores. Dicho de otro
modo, el demandante puede oponer al demandado un contrato en el que
sólo el segundo fue parte. En nuestra legislación, el caso más importante lo
encontramos en la Ley Nº 18.490, en materia de seguro obligatorio contra
riesgos personales derivados de la circulación de vehículos motorizados. La
víctima de un accidente del tránsito puede accionar directamente contra el
asegurador, a pesar de que la primera sea un tercero absoluto en el
contrato de seguro.

En los casos de convenciones en perjuicio de terceros: los contratos


fraudulentos celebrados por el deudor, pueden ser atacados por sus
acreedores, como ocurre con la acción pauliana.

En general, en los contratos de Derecho de Familia, que producen efectos


erga omnes.

d) Inoponibilidad de los contratos.


Abeliuk, “es la sanción de ineficacia jurídica respecto de terceros ajenos al
acto o contrato, y en cuya virtud se les permite desconocer los derechos
emanados de ellos”
La inoponibilidad busca cumplir dos finalidades:
* La protección de los terceros ante los efectos de un acto válido;
* La protección de los terceros ante los efectos de la declaración de nulidad
de un acto.

Clases:
 Inoponibilidad por incumplimiento de las formalidades de publicidad
sustanciales. Ej, 225 cc, cuidado personal, inciso final Mientras una
nueva subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por
otra posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible a
terceros.
 Inoponibilidad por fecha cierta, rg general los actos privados son
inoponibles a terceros respecto a la fecha en que aparecen suscritos,
exp, 1703
1703: La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de
terceros sino desde el fallecimiento de alguno de los que le han firmado,
o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que
conste haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él
o le haya inventariado un funcionario competente, en el carácter de tal.

 Inoponibilidad por falta de consentimiento.


Observamos una hipótesis en el art. 1815, a propósito de la venta de
cosa ajena. El contrato es inoponible al dueño de la cosa, ya que este
no consintió en la venta. Igual ocurre con el arrendamiento de cosa
ajena: art. 1916, inc. 2º; y en la prenda de cosa ajena, art. 2390.

 Inoponibilidad por fraude.


En cualquier relación jurídica, el deudor mantiene la libertad de seguir
actuando con su patrimonio en el mundo de los negocios jurídicos. El
acreedor debe soportar en consecuencia, la posible disminución del
patrimonio de su deudor, y de tal punto de vista, los actos del último le
son oponibles. Afectarán el derecho de prenda general del acreedor.
Pero éste no está obligado a tolerar actos que supongan una
disminución del patrimonio del deudor, en los cuales éste ha actuado
fraudulentamente. Recurrirá entonces el acreedor a uno de sus
derechos auxiliares: la acción pauliana o revocatoria.
Esta es una acción de inoponibilidad, ya que el contrato que se revoca
no tiene eficacia frente al acreedor perjudicado por el fraude.

 Inoponibilidad derivada de la nulidad del acto jurídico.


De conformidad a lo dispuesto en el art. 1689, la nulidad judicialmente
declarada confiere acción reivindicatoria contra terceros poseedores,
aunque se hallen de buena fe (a diferencia de la resolución del contrato,
que exige mala fe, arts. 1490 y 1491).

En algunos casos, sin embargo, la nulidad será inoponible a los


terceros:

* Caso del art. 1895, en el ámbito de la rescisión por lesión enorme:


subsisten las hipotecas u otros derechos reales constituidos en favor de
terceros.
* Caso del tercero que adquiere por prescripción, que a su vez extingue
la acción reivindicatoria.

* Caso del art. 2058 del CC.: para los terceros la sociedad de hecho es
válida y sólo los socios pueden invocar la nulidad, entre sí.
* En el Derecho de Familia, el matrimonio nulo, es inoponible a los hijos:
estos conservarán su filiación matrimonial (art. 51 de la Ley de
Matrimonio Civil).

2 la buena fe contractual.
En términos generales la buena fe alude a una persuasión subjetiva, interna, de
carácter ético, de estar actuando o haber actuado correctamente.
Se puede clasificar de dos formas, buena fe subjetiva (que ya fue tratada con
anterioridad) y buena objetiva, que es la que genera mas interés desde el putno de
vista del contrato.

Buena fe objetiva: A ella se remite el art. 1546, cuando establece que los
contratos deben ejecutarse de buena fe, ya que, naturalmente, en el ámbito
contractual no toda situación puede estar prevista por el legislador.
Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a
lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.
1546.
Funciones de la buena fe contractual:
- Como un canon o criterio para la interpretación de los contratos: la
interpretación ha de hacerse de tal manera que el sentido que se atribuya a
los contratos, sea el más apropiado para llegar a un desenvolvimiento leal
de las relaciones contractuales. La aplicación de este principio en la
interpretación de aquellos deriva del propio tenor del artículo 1546. Es decir,
la interpretación de un contrato contraria a la buena fe, afecta los alcances
de las obligaciones contractuales, y con ello, viola el artículo 1546. Nuestros
tribunales así lo han entendido, sosteniendo que “La buena fe es un
principio primario en la interpretación de los contratos”

- Como un canon o criterio para limitar el ejercicio abusivo de derechos


subjetivos: el profesor Fernando Fueyo, expresaba al respecto que de los
contratos “nacen obligaciones que admiten adecuación razonable por
intervención de factores extraños al tenor literal y rígido del contrato. En tal
virtud, se debe todo lo explícitamente acordado que luego, sin embargo,
pasará por el tamiz de la buena fe y la lealtad que se deben los
contratantes.”, agrega Mereminskaya a modo de ejemplo, “el deudor no
puede esperar que se considere que ha entregado la mercadería a su
debido tiempo si llega al establecimiento del acreedor el día previsto, pero a
las 12 de la noche.

- Como un criterio de conducta, conforme al cual deben ser cumplidas las


obligaciones: “en la buena fe puede basarse –refiere Mereminskaya- una
ampliación del deber de prestación, más allá de los términos resultantes del
contexto del contrato o de la ley. Así, se reconoce en la doctrina chilena que
‘se deberá lo que no figura explícitamente y que resulta de aplicar los
módulos buena fe y lealtad’”. Esta ampliación de deberes la realizará el
juez, a través de una interpretación supletoria o integradora, mediante la
que el juez añade, a lo estipulado por las partes, aquello que resulta
necesario, para alcanzar los fines del convenio. Se afirma que esta
interpretación supletoria del contrato, se sitúa en una zona gris, intermedia
entre la interpretación propiamente tal y la determinación de los términos
implícitos del contrato. Así, interpretar el contrato para dirigirlo a su
ejecución leal, implica, muchas veces, dar lugar a obligaciones que no se
pactaron expresamente, pero que las partes, sin embargo, asumieron
implícitamente. Se sobrepasa de esta manera, la “literalidad
contractual.”372
Conforme a esta función, la buena fe opera ampliando lo estipulado por las
partes.

Manifestaciones del principio:


 En los tratos preliminares: cada uno de los negociadores debe presentar
las cosas conforme a la realidad. Deben expresarse con claridad,
absteniéndose de afirmaciones falsas o inexactas o de un silencio o
reticencia que puede llevar a una equivocada representación de los
elementos subjetivos y objetivos del contrato que se pretende celebrar.
toda vez que se violan negligentemente los deberes de información, ha
de remediarse lo hecho indemnizando por “culpa in contrahendo” (caso
de responsabilidad civil precontractual)
Francisco Saavedra elabora una lista de ejemplos de conducta que
inflinjen el deber de buena fe:
 Participar en las negociaciones estando debidamente facultado para
ello
 Que una de las partes no sea inducida a contratar mediante la
entrega de informaciones falsas, erróneas, simuladas o incompletas.
 Que para la seguridad de las negociaciones se respeten los
acuerdos de confidencialidad que se hubieren adoptado y se
custodien diligentemente los documentos entregados.
 No haber ocultado hechos que podrían acarrear luego la nulidad o la
ineficacia de lo acordado
 Que las negociaciones no se prolonguen deliberadamente para
luego contratar con otro.
 Que no se realicen actos disfuncionales que entorpezcan o que
encarezcan inútilmente las negociaciones.
 Que una de las partes no se sustraiga o retire arbitraria o
injustificadamente de las negociaciones.
 Que no se revoquen propuestas que se había prometido que no
serían retiradas

 En la celebración del contrato. En nuestro Código, algunos ven un


ejemplo en el art. 1815, venta de cosa ajena: las indemnizaciones a que
tiene derecho el comprador en caso de ser evicta la cosa, se vinculan
con la buena fe objetiva.
1815 La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de
tiempo.
La buena fe también impone el deber de redactar la convención con la
claridad necesaria. Si se infringe este deber, podría tener aplicación la
regla subsidiaria del art. 1566, en el ámbito de la interpretación de los
contratos. De esta forma, se castigaría indirectamente la mala fe de la
parte que redactó la cláusula oscura o ambigua.

Art 1566 No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de


interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del
deudor.
Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas
por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra
ella, siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación
que haya debido darse por ella.

Los artículos 1468 y 1683 del Código Civil, se vinculan con la mala fe al
momento de otorgar o celebrar un acto o contrato. Conforme al primero,
“No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícitas a sabiendas”. De esta manera, quien contrató de mala fe, y ésta
consistía en haber conocido la ilicitud del objeto o de la causa, no podrá
obtener que se le restituya su prestación, tras la declaración de nulidad
del contrato. Conforme al segundo, “La nulidad absoluta (…) puede
alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha
ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba”: así las cosas, se castiga la mala fe, impidiendo
que aquél que incurrió en ella, demande la nulidad del contrato.

- En el cumplimiento del contrato:


El mas importante es el art 1546: Los contratos deben ejecutarse de buena
fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a
todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.

Agregamos también el art 1558, en cuanto si la deslealtad llega a ser


constitutiva de dolo

Art 1558: Si no se puede imputar dolo al deudor, sólo es responsable de los


perjuicios que se previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato; pero
si hay dolo, es responsable de todos los perjuicios que fueron una
consecuencia inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o
de haberse demorado su cumplimiento.

- En las relaciones postcontractuales: durante la fase de liquidación del


contrato, la buena fe objetiva también impone deberes específicos. Así, por
ejemplo, terminado el contrato de arrendamiento de oficinas o locales
comerciales, el propietario debe permitir al antiguo arrendatario colocar un
aviso anunciando el lugar al que se ha trasladado. También en lo que
respecta al deber de secreto o reserva. Aquellas cuestiones que uno de los
contratantes hubiere conocido con motivo o con ocasión del contrato
celebrado y ejecutado, y cuya difusión o conocimiento por terceros pueda
dañar a la contraparte, deben permanecer en el secreto o reserva.

Bibliografia.
- Revista de Derecho y Jurisprudencia LXXVVIII, año 1981, número 2; Revista de Derecho y
Jurisprudencia, XCVI, año 1999, número 2; Repertorio de Legislación y Jurisprudencia chilenas.
Código Civil y Leyes complementarias, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, año 1997,
tercera edición, Tomo V, artículo 1546, casos números 1 y 9, pp. 245 a 247: todos citados por
Mereminskaya, Elina, ob. cit., nota en p. 259.

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