Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción.
Hay consenso en la doctrina en la dificultad para precisar un concepto respeto a
los principios generales del derecho, por lo que para comprenderlos mejor es
necesario determinar primero su naturaleza jurídica.
Naturaleza Jurídica:
A este respecto podemos distinguir tres doctrinas:
- Doctrina romanista: los principios generales del derecho serán ciertas
máximas o principios de justicia propios del derecho romano, en cuanto
este alcanza soluciones ejemplares desde un punto de vista técnico y
desde el punto de vista de la justicia, proporcionaría los principios generales
del derecho. Estos principios se expresarían en máximas o aforismos
jurídicos como por ejemplo, “donde la ley no distingue, tampoco el hombre
debe distinguir”, “al que le esta permitido lo mas, le esta también permitido
lo menos” o, “ a lo imposible nadie esta obligado”.
No obstante, el profesor Legas y Calabra critica esta teoría, sostiene que
los principios generales del derecho que emanan del derecho romano, son
meras reglas prácticas que tienen una validez relativa y una importancias
meramente histórica, a lo sumo, se les podría dar importancia pedagógica.
Para el Profesor Jaime Williams los principios generales del derecho son
principios de derecho natural, pero incorporados al ordenamiento jurídico
históricamente vigente.
Situación en nuestro derecho: como ya se dijo, la legislación chilena no usa la
expresión principios generales del derecho sino que se refiere al “espíritu general
de la legislación”. Por otro lado, hay coincidencia en la doctrina nacional en orden
a que los referidos principios tienen un papel más bien reducido en el ámbito del
Derecho Civil y uno mucho más relevante en el campo del Derecho Procesal.
En efecto, el artículo 24 del Código Civil autoriza a valerse de los principios para
interpretar pasajes oscuros o contradictorios de la legislación, pero sólo cuando al
interpretar la ley “no pudieran aplicarse las reglas de interpretación precedentes”,
esto es, las contenidas en los artículos 19 a 23 del citado Código. En
consecuencia en materia civil su mayor relevancia aparece en materia de
interpretación legal, cuando no pueden aplicarse las demás reglas que contempló
el legislador.
En cambio, la legislación procesal permite acudir a los principios generales para
integrar la ley. El artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, que señala los
requisitos que deben cumplir las sentencias definitivas, establece que ellas deben
contener la enunciación de las leyes conforme a las cuales se pronuncia el fallo o,
en su defecto, los “principios de equidad con arreglo a los cuales se ha fallado”.
Así, la norma procesal mejora la situación de los principios generales del derecho,
puesto que a la función interpretativa que le asigna el Código Civil, suma una
función integrativa. La jurisprudencia de nuestros tribunales ha precisado que la
expresión “principios de equidad”, incluye tanto a los principios generales del
derecho como a la equidad propiamente tal.
Hablando en sentido estricto, los principios generales del derecho, no serían
Fuente Formal del derecho, puesto que no constituyen, por sí mismos, métodos de
producción de normas jurídicas. En todo caso, no se puede desconocer que los
legisladores invocan a menudo dichos principios y hay una fuerte presencia de
éstos en todo el ordenamiento jurídico como también los jueces pueden acudir a
ellos para fundar sus fallos por facultarlos expresamente la ley.
a) La omnipotencia de la ley:
Este principio es consecuencia de la recepción de A. Bello a las ideas
vigentes en su época, que daban preeminencia a la ley, por sobre los
postulados de la llamada escuela historicista. Ello implica que la ley,
desplaza a un lugar secundario a la costumbre, entre las fuentes
formales del derecho. El derecho escrito, cobra absoluta preeminencia,
por sobre el derecho consuetudinario72. Este principio es una directa
consecuencia de la codificación y “estatalización” del Derecho a la que
hacíamos referencia.
Tal principio se refleja en diversas disposiciones del Código Civil:
i.- En el art. 2, que rechaza la costumbre, salvo según la ley;
ii.- En el art. 3, en cuanto sólo el legislador puede interpretar una ley de
un modo generalmente obligatorio; las sentencias judiciales no sientan
precedente, tienen efecto relativo;
iii.- En el art. 5: el Código Civil deja una puerta “entreabierta” a los
jueces, en cuanto señalar al Presidente de la República las dudas y
dificultades en la inteligencia y aplicación de las leyes, y de sus vacíos,
pero sólo a modo de sugerencia;
iv.- En el art. 8: consecuencia fundamental del principio, en cuanto nadie
puede alegar ignorancia de la ley, después que ha entrado en vigencia;
v.- En el art. 10: los actos jurídicos que contravienen la ley, serán, por
regla general, nulos o carentes de valor (en relación a los arts. 1466 y
1682).
b) La buena fe:
Concepto de buena fe.
Este principio se encuentra en el trasfondo de todas las instituciones, sin
estar expresado en una fórmula o definición general. El Diccionario de la
Lengua Española define la buena fe como el “criterio de conducta al que
ha de adaptarse el comportamiento honesto de los sujetos de derecho”.
La mala fe, por el contrario, es una conducta reñida con el imperativo de
obrar ética y lealmente.
En el contrato de compraventa:
Art. 1827 (mora del comprador en su obligación de recibir la cosa
comprada).
Art. 1858 (vicios redhibitorios).
Art. 1861 (vendedor que conocía los vicios redhibitorios).
Presunciones de mala fe:
Art. 706, inciso final (en la posesión, presunción de mala fe).
Art. 968 N° 5 (indignidad para suceder por causa de muerte, presunción
de dolo).
Art. 2510 (prescripción extraordinaria, presunción de mala fe).
Art. 280 Código de Procedimiento Civil (medidas precautorias,
presunción de dolo).
d) La responsabilidad:
Es otro principio general, que no sólo abarca el Derecho privado, sino que
es común a todo el ordenamiento jurídico.
La ley, como precepto emanado del Estado, lleva aparejada una sanción
por su infracción. La más general de las sanciones es la responsabilidad, la
que puede implicar una pena (cuando se ha cometido un delito o cuasidelito
penal) o el resarcir los perjuicios, como sucede con la responsabilidad civil.
En materia civil, se distinguen dos campos fundamentales de
responsabilidad:
i.- La responsabilidad de aquellas personas que no han cumplido
oportunamente la obligación derivada de un contrato: responsabilidad
contractual; ésta, en todo caso, es más amplia, pues comienza en la fase
precontractual (por ejemplo, la responsabilidad que la ley eventualmente
impone al oferente, aunque se retracte oportunamente) y se prolonga en la
fase postcontractual (por ejemplo, tratándose de la obligación de
saneamiento de la evicción);
ii.- La responsabilidad de aquellas personas que por culpa o dolo, han
cometido un hecho ilícito que causa daños a terceros: responsabilidad
extracontractual.
Cabe distinguir dos subprincipios en esta materia:
i.- No debe dañarse a otro.
ii.- Si se daña a otro, la reparación debe ser integral, esto es, comprenderá,
por regla general:
i) La reparación del daño material:
- Daño emergente. (el perjuicio o la pérdida que proviene de no haberse
cumplido la obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de
haberse retardado su cumplimiento)
- Lucro cesante. (es un daño patrimonial que consiste en la ganancia que se
ha dejado de obtener como consecuencia de un acto ilegal, el
incumplimiento de un contrato o un daño ocasionado por un tercero.)
- La reparación del daño moral.
Clases.
2 Por otra parte, el respeto a esta ley creada por la voluntad de los
interesados se impone a los jueces encargados de interpretarla. Estos
últimos no pueden modificar los términos de la convención ni cambiar sus
elementos, como no podrían cambiar el texto de la ley, cuyo cumplimiento
tienen por misión asegurar. De esta segunda consecuencia, derivan tres
aspectos, según Colin y Capitant:
● Cuando una ley nueva, dictada después de la celebración del contrato,
modifica una disposición jurídica que las partes han adoptado como regla
de su vínculo contractual, el juez no debe aplicar la ley nueva al contrato
anteriormente celebrado, pues, al hacerlo, modificaría los términos del
acuerdo celebrado entre los interesados (artículo 22 de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes, operará ultra actividad de la ley).
● El juez encargado de interpretar los términos de una convención debe
inspirarse, ante todo en la voluntad de las partes para determinar su sentido
exacto. Así lo recoge nuestro Código civil en su art 1560
● Cuando el juez se halla colocado frente a los términos de una
convención, no puede modificar sus elementos a pretexto de que las
condiciones impuestas a una de las partes son contrarias a la equidad. No
tiene el derecho de atenuar el rigor de las obligaciones impuestas a las
partes.
Limitaciones:
El legislador es quien principalmente limita la fuerza obligatoria de los
contratos, encontramos algunos ejemplos en el Código Civil:
- Artículo 1879, en relación al pacto comisorio calificado por no pago del
precio: “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido, se
resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo,
hacerlo subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas
subsiguientes a la notificación judicial de la demanda
- Artículo 2180, número 2, en el comodato: “El comodatario es obligado a
restituir la cosa prestada en el tiempo convenido; o a falta de convención,
después del uso para que ha sido prestada. / Pero podrá exigirse la
restitución aun antes del tiempo estipulado, en tres casos: (…) 2º Si
sobreviene al comodante una necesidad imprevista y urgente de la cosa.”;
- Artículo 2396, inciso 2°, en la prenda, derecho del constituyente para
solicitar que se sustituya la cosa pignorada: “El deudor no podrá reclamar la
restitución de la prenda en todo o parte, mientras no haya pagado la
totalidad de la deuda en capital e intereses, los gastos necesarios en que
haya incurrido el acreedor para la conservación de la prenda, y los
perjuicios que le hubiere ocasionado la tenencia. / Con todo, si el deudor
pidiere que se le permita reemplazar la prenda por otra sin perjuicio del
acreedor, será oído”
Respeto a terceros:
se entiende por tercero toda persona, que no ha participado ni ha sido válidamente
representada en la generación del acto.
Respecto de los terceros, debemos distinguir: entre los terceros absolutos y los
terceros relativos.
* Terceros absolutos o penitus extranei: son aquellos que fuera de no participar
en el contrato ni personalmente ni representados, no están ligados jurídicamente
con las partes por vínculo alguno.
* Terceros relativos: también llamados “interesados”, son aquéllos que si bien no
han generado con sus voluntades el acto jurídico, están o estarán en relaciones
jurídicas con las partes, sea por su propia voluntad o por disposición de la ley.
A su vez, entre los terceros relativos o interesados distinguimos dos categorías:
los causahabientes a título singular (por acto entre vivos tenemos al comprador,
mutuario, el donatario y por actos mortis causa tenemos al legatario a título
singular), a juicio de una parte de la doctrina, los acreedores comunes del deudor,
cuando éste es una de las partes del contrato.
El contrato en perjuicio de terceros y el contrato sobre el patrimonio del
tercero.
Se entiende por contrato en perjuicio de terceros aquel que, de reflejo, produce
perjuicio a los terceros, aunque no haya sido destinado a tal fin; tales son, por
ejemplo, los pactos que prohíben a los productores hacerse competencia el uno al
otro y que se resuelven en daño a los consumidores, al impedir la rebaja del precio
de los productos o servicios; o el contrato con un tercero a pesar de la existencia
de una cláusula de exclusividad que prohíba a uno de los contratantes tal
estipulación; o el compromiso de un empresario de no tomar el personal
despedido por otro, etc.
La figura de contrato sobre el patrimonio del tercero corresponde a la venta,
permuta, arrendamiento, etc, de cosa ajena (1815 CC). El contrato sobre el
patrimonio del tercero se vincula al concepto de falta de poder de disposición, de
modo que falta la identidad entre el sujeto del contrato (por ejemplo, quien vende)
y el sujeto sobre el que deben verificarse los efectos del mismo (por ejemplo, el
dueño de la cosa). contrato sobre el patrimonio del tercero (que también llama
contrato sobre cosa ajena), no perjudica nunca al tercero, por cuanto, si se trata
por ejemplo de una venta de cosa ajena, el acto en el cual no interviene el dueño
no afecta su propiedad. Con todo, no es menos cierto que al operar la prescripción
adquisitiva, dicho contrato, a la postre, si perjudicará al tercero.
1815: La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la
cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo.
el caso del heredero aparente que enajena bienes hereditarios y el caso del
poseedor aparente de un crédito a quien el deudor paga de buena fe. En ambos
casos, el verdadero heredero o el verdadero acreedor podrán verse afectados: el
primero, porque el adquirente de buena fe de los bienes hereditarios, estará en
condiciones de alegar posesión regular y por ende prescripción adquisitiva
ordinaria; el segundo, atendido lo dispuesto en el artículo 1578 del Código Civil,
que protege a quien de buena fe hizo el pago.
Excepciones al principio de efecto relativo de los contratos.
a) Estipulación en favor de otro.
Nuestro Código Civil, consagra en términos amplios la figura. La institución
se recoge en el art. 1449 de nuestro CC., que dispone: “Cualquiera puede
estipular a favor de una tercera persona, aunque no tenga derecho a
representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar lo estipulado;
y mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita, es revocable el
contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él. /
Constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse
en virtud del contrato.”
no hay que confundir la estipulación por otro con el mandato. El que obra a
nombre de otro como mandatario es un representante, y los efectos del
contrato se producen directamente en el representado, como si éste último
hubiese sido parte en el contrato.
el seguro de vida, en que se pacta que al fallecimiento del asegurado se
paga una indemnización al tercero que se designa; el contrato de transporte
de mercaderías celebrado entre el expedidor y el porteador que obliga al
último a entregar la cosa en el lugar de destino al tercero destinatario o
consignatario; el contrato de donación con carga en favor de un tercero.
* Al regular los efectos civiles de las ventas sucesivas de una misma cosa a
dos o más personas, mediante contratos diversos, la ley protege a un
comprador sobre otro en base a los criterios que indica el art. 1817. El
comprador que no es preferido por la ley resulta perjudicado por el efecto
reflejo o expansivo de la compraventa en que no fue parte.
* Al conferir a los acreedores una acción directa, que les permite demandar,
en sede contractual, a quienes contrataron con sus deudores. Dicho de otro
modo, el demandante puede oponer al demandado un contrato en el que
sólo el segundo fue parte. En nuestra legislación, el caso más importante lo
encontramos en la Ley Nº 18.490, en materia de seguro obligatorio contra
riesgos personales derivados de la circulación de vehículos motorizados. La
víctima de un accidente del tránsito puede accionar directamente contra el
asegurador, a pesar de que la primera sea un tercero absoluto en el
contrato de seguro.
Clases:
Inoponibilidad por incumplimiento de las formalidades de publicidad
sustanciales. Ej, 225 cc, cuidado personal, inciso final Mientras una
nueva subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por
otra posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible a
terceros.
Inoponibilidad por fecha cierta, rg general los actos privados son
inoponibles a terceros respecto a la fecha en que aparecen suscritos,
exp, 1703
1703: La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de
terceros sino desde el fallecimiento de alguno de los que le han firmado,
o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que
conste haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él
o le haya inventariado un funcionario competente, en el carácter de tal.
* Caso del art. 2058 del CC.: para los terceros la sociedad de hecho es
válida y sólo los socios pueden invocar la nulidad, entre sí.
* En el Derecho de Familia, el matrimonio nulo, es inoponible a los hijos:
estos conservarán su filiación matrimonial (art. 51 de la Ley de
Matrimonio Civil).
2 la buena fe contractual.
En términos generales la buena fe alude a una persuasión subjetiva, interna, de
carácter ético, de estar actuando o haber actuado correctamente.
Se puede clasificar de dos formas, buena fe subjetiva (que ya fue tratada con
anterioridad) y buena objetiva, que es la que genera mas interés desde el putno de
vista del contrato.
Buena fe objetiva: A ella se remite el art. 1546, cuando establece que los
contratos deben ejecutarse de buena fe, ya que, naturalmente, en el ámbito
contractual no toda situación puede estar prevista por el legislador.
Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a
lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.
1546.
Funciones de la buena fe contractual:
- Como un canon o criterio para la interpretación de los contratos: la
interpretación ha de hacerse de tal manera que el sentido que se atribuya a
los contratos, sea el más apropiado para llegar a un desenvolvimiento leal
de las relaciones contractuales. La aplicación de este principio en la
interpretación de aquellos deriva del propio tenor del artículo 1546. Es decir,
la interpretación de un contrato contraria a la buena fe, afecta los alcances
de las obligaciones contractuales, y con ello, viola el artículo 1546. Nuestros
tribunales así lo han entendido, sosteniendo que “La buena fe es un
principio primario en la interpretación de los contratos”
Los artículos 1468 y 1683 del Código Civil, se vinculan con la mala fe al
momento de otorgar o celebrar un acto o contrato. Conforme al primero,
“No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícitas a sabiendas”. De esta manera, quien contrató de mala fe, y ésta
consistía en haber conocido la ilicitud del objeto o de la causa, no podrá
obtener que se le restituya su prestación, tras la declaración de nulidad
del contrato. Conforme al segundo, “La nulidad absoluta (…) puede
alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha
ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el
vicio que lo invalidaba”: así las cosas, se castiga la mala fe, impidiendo
que aquél que incurrió en ella, demande la nulidad del contrato.
Bibliografia.
- Revista de Derecho y Jurisprudencia LXXVVIII, año 1981, número 2; Revista de Derecho y
Jurisprudencia, XCVI, año 1999, número 2; Repertorio de Legislación y Jurisprudencia chilenas.
Código Civil y Leyes complementarias, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, año 1997,
tercera edición, Tomo V, artículo 1546, casos números 1 y 9, pp. 245 a 247: todos citados por
Mereminskaya, Elina, ob. cit., nota en p. 259.