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Las principales características del derecho procesal son: derecho público, formal e instrumental.
Derecho público
Es un Derecho público porque regula las relaciones entre un órgano del Estado que se halla en
una situación de supremacía y que está investido de una potestad jurídica pública y otras personas
que se hallan sujetas a esa potestad en una relación de subordinación.
No obstante ser esta la opinión de la mayoría en el campo doctrinario, hay ciertos autores que
creen que el derecho procesal participa no sólo de las características de Derecho público sino que
también de las de Derecho privado y así dicen que el derecho procesal tendría el rango de
Derecho público en cuanto se refiere a la organización, atribuciones y competencias del órgano
jurisdiccional y que, por el contrario, estaría inserto en el campo del Derecho privado en todo
aquello relativo a las normas de procedimiento. En esta tesis está Carnelutti, su mejor exponente,
quien reconoce que si bien la mayoría de las normas procesales pertenece al Derecho público,
esta adscripción no es absoluta puesto que hay normas procesales de carácter privado.
De la mayoría doctrinaria, en orden a que el derecho procesal es un Derecho público, surgen
algunas consecuencias:
Las normas procesales son de orden público y por investir esta naturaleza las partes no
pueden derogarlas por un simple acuerdo de voluntades, y
Aún más, estas normas de índole procesal prevalecen en cada país sobre el derecho de
un país extranjero.
Derecho formal
Es un Derecho formal porque regula la forma, es decir, el modo de realizar la actividad
jurisdiccional y al lado de este Derecho formal está el Derecho material, que determina el contenido
y la materia. Ese Derecho material, que importa el contenido del derecho procesal, puede ser de
índole civil, comercial, constitucional, etc.
Derecho instrumental
Tiene normas instrumentales porque son el instrumento para la realización del derecho material, lo
que se logra a través del proceso. Ahora bien, no toda norma instrumental es procesal, puesto que
en el derecho material también hay normas instrumentales, pero cuando ellas regulan el ejercicio
de la actividad jurisdiccional para la realización del derecho, no cabe duda que se está en
presencia de una norma procesal. Además, no es la ubicación de una norma en un determinado
Código la atributiva de su naturaleza. En los Códigos Procesales pueden encontrarse normas
materiales o sustantivas como también es posible encontrar normas procesales en los Códigos de
fondo como, por ejemplo, en el Código Civil todo lo relativo al pago por consignación o lo referente
a la muerte presunta.
Fuentes del derecho procesal
Son fuentes del derecho procesal los antecedentes de donde brota, emana o se genera. Esas
fuentes pueden ser:
Código Civil
Artículo 24.
En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán
los pasajes obscuros o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de
la legislación y a la equidad natural.
Orgánica.
Funcional.
Según el punto de vista en relación con el derecho material se distingue entre:
Procedimiento civil.
Procedimiento penal.
De Familia.
Laboral.
De justicia militar.
De policía local.
Desde el punto de vista de su extensión, se clasifican en:
Común. Esto es, que recibe aplicación cualquiera que sea la relación jurídico-material
comprometida en el proceso. Ejemplo: Ley de Comparecencia en juicio.
Leyes ordinarias o normativas. Por ejemplo, la Ley que crea los tribunales de Familia,
organiza la judicatura de familia y señala las normas de procedimiento que son aplicables.
Interpretación judicial. Es la que hacen los tribunales al fallar los casos concretos de que
conocen. Esta interpretación sólo tiene obligatoriedad respecto de los casos en que
actualmente se pronuncian las sentencias.
Elemento ideológico. Se refiere a las causas finales que se tuvieron en vista para dictar la
ley, complementa la regla anterior y tiene cabida en el caso que la ley emplee una
expresión oscura. En tal situación se permite recurrir, para desentrañar su significado, a su
intención o espíritu. Las fuentes de este elemento son la propia ley que se trata de
interpretar y la historia fidedigna de su establecimiento.
Dictada una ley procesal ella rige de inmediato para todos los juicios que van a iniciarse y
también para los que ya están en tramitación. Se dice, al efecto, que la ley procesal rige
inmediatamente o in actum y así lo ha reconocido la jurisprudencia de los tribunales.
Nunca una ley procesal puede afectar un juicio ya terminado y en el cual se ha dictado
sentencia que se encuentre firme o ejecutoriada. Así, el principio de la irretroactividad se
extiende a las normas procesales.
Artículo 174 CPC
Resulta conveniente destacar, desde ya, que de acuerdo al artículo 174 del Código de
Procedimiento Civil, "Se entenderá firme o ejecutoriada una resolución desde que se haya
notificado a las partes, si no procede recurso alguno en contra de ella; y, en caso contrario, desde
que se notifique el decreto que la mande cumplir, una vez que terminen los recursos deducidos, o
desde que transcurran todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos
recursos, sin que se hayan hecho valer por las partes. En este último caso tratándose de
sentencias definitivas, certifica el hecho el secretario del tribunal a continuación del fallo, el cual se
considerará firme desde este momento, sin más trámites".
Principio de solución
Si un asunto ha sido fallado por sentencia ejecutoriada, entonces no es posible discutir
nuevamente ese asunto en razón de haberse establecido un nuevo procedimiento por la nueva ley
para el nuevo juicio de que se trata. Esa nueva ley, que puede introducir modificaciones al proceso,
rige respecto de los juicios que están por realizarse y también en los juicios que están tramitándose
y no por la ley anterior, como lo resuelven los artículos 22 N° 1 y 24 de la Ley de efecto retroactivo
de las leyes del 7 de octubre de 1861.
Excepciones
Los términos que hubiesen empezado a correr y las actuaciones y diligencias que ya
estuvieren iniciadas se rigen por la ley vigente al tiempo de su iniciación, y
Los actos o contratos válidamente celebrados bajo el imperio de una nueva ley pueden
probarse bajo el imperio de otra con los medios que aquéllas establecen para su
justificación, pero la forma en que se va a rendir la prueba estará subordinada a la ley
vigente en el tiempo en que se rinda.
Cambios en la competencia
Si una nueva ley modifica la competencia de los tribunales, implica que ella priva a un tribunal del
conocimiento de determinados asuntos, los que se entregan a otro tribunal. Frente a este
problema, cabe preguntarse si los juicios que ya están en tramitación ante el tribunal antiguo deben
continuar ante él o por el contrario si esas causas deben pasar de inmediato a los nuevos
tribunales.
Posibles soluciones
No hay una respuesta unánime a esta interrogante, sino que, por el contrario, hay opiniones
divididas. Por ende, distinguimos entre dos posturas doctrinarias y la solución pragmática
propuesta por el legislador.
Primera opinión. Algunos opinan que el juicio ya iniciado ante un tribunal debe seguir ante
ese tribunal y se basan para ello en lo que establece el artículo 19, Nº 3, inciso cuarto de la
Constitución Política: el tribunal debe estar establecido por ley y con anterioridad al juicio y
debe tener competencia para realizar el proceso.El artículo 109 del Código Orgánico, a su
turno, dispone que "Radicado con arreglo a la ley el conocimiento de un asunto ante un
tribunal competente no se alterará esta competencia por causa sobreviniente".
Segunda opinión. La doctrina contraria se funda, principalmente, en que una ley puede
ser derogada por otra y sostiene que si bien el artículo 19, Nº 3, inciso cuarto de la
Constitución se refiere o establece una garantía constitucional, esta garantía no se ve
afectada por las disposiciones de una nueva ley que altera la competencia del tribunal,
toda vez que será siempre un tribunal establecido por ley y con anterioridad al juicio el que
resuelva el asunto. El artículo 109 citado, por su parte, cuando se refiere a que la
competencia no se altera por causa sobreviniente, se está refiriendo a causas
sobrevinientes en los litigantes, pero de ninguna manera se refiere a las decisiones que
puede tomar el legislador y por eso el texto de la nueva ley no puede estimarse como una
causa sobreviniente.
Aquellas que se refieren a la ejecución de las resoluciones dictadas por los tribunales
nacionales.
Todo ello constituye el llamado principio de territorialidad, principio que es una aplicación del
aforismo latino lex locus regit actum, es decir, la ley del lugar rige el acto.
A este respecto, el ejercicio de la jurisdicción está íntimamente ligado a la idea de territorio del
Estado, toda vez que la función jurisdiccional es un atributo de la soberanía y su ejercicio sólo es
posible dentro de los límites del territorio nacional.
Extraterritorialidad
Sin embargo, este principio no tiene actualmente un carácter absoluto. En efecto, el tráfico
internacional ha motivado que las legislaciones establezcan mecanismos de interrelación que
facilitan una adecuada reglamentación de esa materia, lo que ha dado origen a normas procesales
internacionales y por ello existen normas especiales para la tramitación de exhortos
internacionales; disposiciones de índole internacional que se refieren al cumplimiento en un Estado
de sentencias judiciales dictadas por los tribunales de otros Estados y han surgido asimismo en el
aspecto procesal penal tratados sobre extradición, todo lo cual está inspirado en el principio que
proclaman los Estados de cooperación judicial internacional.
Otras excepciones
Hay, además, otras materias que también hacen excepción a este principio de la territorialidad de
la ley procesal. Algunas de esas materias son:
Los artículos 242 y siguientes del Código de Procedimiento Civil reconocen y dan validez y
fuerza ejecutiva, dentro de nuestro país, a resoluciones judiciales dictadas por los
tribunales extranjeros, previa autorización de la Corte Suprema.
Vigencia en cuanto a las personas
La regla general es que la ley procesal no tome en cuenta la calidad de las personas para
determinar la jerarquía del tribunal llamado a intervenir en un asunto litigioso. Así lo indica el
artículo 5° del Código Orgánico cuando manifiesta que "a los tribunales mencionados en este
artículo corresponderá el conocimiento de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro
del territorio de la República cualquiera que sea su naturaleza y la calidad de las personas que en
ellos intervengan".
Los tribunales de justicia son aquellos órganos públicos cuya función consiste en resolver litigios
con eficacia de cosa juzgada y eventual posibilidad de ejecución, sin perjuicio de cumplir actos de
otra índole que las leyes que los organizan les puedan atribuir.
Principio de igualdad
En este sentido, este principio de la igualdad de las personas frente a la actividad de los tribunales,
hace que no haya diferencia entre los nacionales y los extranjeros, sino que ambos son iguales
ante la ley. Llevado este principio al terreno procesal, significa que toda persona litiga ante los
mismos jueces, con iguales formalidades, con iguales obligaciones, con iguales derechos y aquel
que, por cualquier circunstancia, carezca de los medios económicos para comparecer en un pie de
igualdad ante el órgano jurisdiccional, tiene los mecanismos relativos a la obtención del privilegio
de pobreza.
Excepciones. No obstante esta igualdad, que se trata en la Constitución y que se insiste en
el Código Orgánico de Tribunales, en su artículo 5°, en algunas ocasiones en un juicio pueden
participar ciertas personas que están constituidas en dignidad y, en este caso, la ley dispone que
esos casos deben ser conocidos por un tribunal distinto al que naturalmente le correspondía su
conocimiento. Esas personas gozan de fuero y en virtud de él son juzgadas por un tribunal de
mayor jerarquía, pero el fuero no se encuentra establecido para la persona que goza de él sino que
en virtud de la contraparte que no lo posee.