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JUICIO DE HACIENDA

Arts. 748 a 752

Concepto de Juicio de Hacienda.

Es aquel juicio en que tiene interés el Fisco y cuyo conocimiento corresponde a los
tribunales ordinarios de justicia.

Tribunal competente.

Podemos distinguir tres situaciones en materia de competencia:

1) Cuando el Fisco es demandado, el demandante debe interponer su demanda ante un juez


de letras asiento de Corte, cualquiera sea su cuantía. Su razón radica en que en cada ciudad asiento
de Corte debe haber un abogado Procurador Fiscal del CDE.

2) Cuando el Fisco es demandante, puede optar por demandar ante un juez de letras asiento
de Corte o ante el juez del domicilio del demandado.

3) Cuando se trate de un asunto no contencioso, se aplica la misma regla anterior.

Tramitación.

De acuerdo al art. 748 CPC, se substancia siempre por escrito, por las normas del juicio
ordinario de mayor cuantía, con las siguientes modificaciones:

a) Se omiten los escritos de réplica y dúplica, siempre que la cuantía del negocio no
exceda de las 500 UTM.
b) Notificaciones. El Presidente de CDE puede conferir la calidad de receptores judiciales
a funcionarios de las Plantas Directivas, Profesionales y Técnicas para que practiquen
las actuaciones inherentes a ese cargo. Esos receptores se sujetan a las mismas normas
establecidas para dichos funcionarios en el COT.
c) Mandato Judicial. El patrocinio y poder conferido no requiere la concurrencia personal
de los poderdantes (Presidente CDE y Abogados Procuradores Fiscales). Basta la
exhibición de una credencial.
d) Absolución de posiciones. El Presidente del CDE, los Abogados Procuradores y
Apoderados del Fisco, no tendrán la facultad de absolver posiciones en representación
del Fisco, salvo sean llamados para absolver posiciones sobre hechos propios (art. 43
DFL 1).
e) Deben ser consultadas las sentencias definitivas de primera instancia que se dicten en
los juicios de hacienda que sean desfavorables al interés fiscal, cuando de ellas no se
apelare (art. 751).
La Consulta no constituye una instancia ni un recurso, sino que es un trámite
procesal de orden público establecido por el legislador, en virtud del cual se vela por el
resguardo de los intereses públicos o sociales que pueden verse comprometidos en un
proceso, consagrado para permitir que se revise el fallo de un tribunal de primera
instancia por el superior para el evento que no se haya revisado por la vía del recurso de
apelación. Se aplica este trámite cuando la sentencia es desfavorable al Fisco,
entendiéndose por tal:
 Cuando no acoge totalmente la demanda del Fisco;
 Cuando no acoge totalmente la reconvención del Fisco;
 Cuando no rechaza totalmente la demanda deducida contra el Fisco; y
 Cuando no rechaza totalmente la reconvención deducida contra el Fisco.

Una vez que el tribunal de alzada reciba la sentencia la revisará en cuenta para ver
si se ajusta o no a derecho.

 Si la sentencia no le mereciere reparos, ordenará cumplirla


 Si estima dudosa la legalidad del fallo, dictará una resolución en la cual señalará los
puntos que le merezcan dudosos y ordenará traer los autos en relación. La vista de
la causa se radicará en la misma sala que conoció la consulta.

Cumplimiento de las sentencias condenatorias contra el Fisco en los Juicios de


Hacienda.

Las sentencias deben cumplirse dentro de los 60 días siguientes a la recepción del oficio del
tribunal dirigido al Ministerio respectivo, mediante la dictación del correspondiente decreto por éste
(art. 752). Los trámites que se contemplan son los siguientes:

a) Certificado de ejecutoriedad de la sentencia.

b) Remisión de oficios al Ministerio respectivo y al CDE junto a los cuales irá una
copia o fotocopia autorizada de la sentencia y con certificado de ejecutoria. El Presidente del CDE
deberá informar a quién debe hacerse el pago y remitirá el informe al Ministerio dentro de 30 días.

c) Dictación del decreto que ordene el pago respectivo dentro de 60 días, el cual
dispondrá el pago con reajustes e intereses que se devenguen hasta el día del pago.

d) Pago por Tesorería.

El Consejo de Defensa del Estado.


El CDE es un organismo público, descentralizado, dotado de personalidad jurídica y
compuesto por abogados consejeros y de planta, regido por ley y con sede en Santiago. Le
corresponde la defensa judicial de los intereses del Estado. Su Presidente es un cargo de la
exclusiva confianza del Presidente de la República. Son representantes del Fisco:

a) Presidente del Consejo de Defensa del Estado

b) Abogados Procuradores Fiscales, en cada ciudad asiento de Corte.

JUICIO ESPECIALES

SEGUIDOS ANTE ÁRBITROS


Los árbitros.

Concepto:

Es aquel nombrado por las partes, o por la autoridad judicial en subsidio, para la resolución
de un asunto litigioso (art. 222 COT).

Clasificación.

Se clasifican en árbitros de derecho, árbitros arbitradores o amigables componedores y


árbitros mixtos (art. 223 COT)

Árbitro de derecho. Es aquel que falla con acuerdo a la ley y se somete, tanto a la
tramitación como en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a las reglas establecidas para los
jueces ordinarios, según la naturaleza de la acción deducida.

Árbitro arbitrador. Es aquel que falla obedeciendo a lo que su prudencia y la equidad le


dictaren, y no estará obligado a guardar en sus procedimientos o en su fallo sujeción a otras reglas
distintas a aquellas que las partes le hayan expresado en el acto constitutivo del compromiso, y si
estás nada hubieren expresado, a las que se establecen para este caso en el CPC.

Árbitro mixto. Es aquel árbitro de derecho a quien se conceden facultades de arbitrador en


cuanto al procedimiento, debiendo limitarse en el pronunciamiento de la sentencia definitiva a la
aplicación estricta de la ley.

El procedimiento antes los árbitros de derecho:

Regla general.

Los árbitros de derecho deben someterse tanto en la tramitación como en el


pronunciamiento de la sentencia, a las reglas que establece la ley para los jueces ordinarios, según la
naturaleza de la acción deducida (art. 628 inc. 1°)

Reglas especiales. Los árbitros, además, deben cumplir con las siguientes reglas:

1. Deben nombrar un ministro de fe o actuario (art. 632).

2. Notificaciones. Deben hacerse de la forma que unánimemente acuerden las partes.


A falta de acuerdo, personalmente o por cédula (art. 629).

3. Apremio de testigos. El juez árbitro no puede compeler a ningún testigo para que
comparezca. Sólo puede tomar declaraciones de los que voluntariamente se presenten a darlas.
Cuando un testigo se niegue a declarar, el árbitro podrá pedir al tribunal ordinario correspondiente
que practique la diligencia. Los tribunales podrán cometer esta diligencia al árbitro mismo asistido
por un ministro de fe (art. 633).

4. Diligencias fuera del lugar del juicio. Para llevarlas a cabo el árbitro podrá pedir al
tribunal ordinario correspondiente que practique la diligencia, dirigiéndole la comunicación que
corresponda al tribunal que deba conocer dichas diligencias (art. 634).

5. Dictación de sentencia en caso de pluralidad de árbitros. Todos deben concurrir a


dictarla, así como a cualquier acto de substanciación, a menos que las partes acuerden otra cosa.

En caso de no haber acuerdo, se reunirá con ellos el tercero si lo hay y la mayoría dictará la
resolución. Si no hay mayoría en la dictación de cualquier resolución, siempre y cuando no sean
apelables, quedará sin efecto el compromiso si éste es voluntario. Si es forzoso, se designarán
nuevos árbitros.

Cuando pueda deducirse apelación, cada opinión se estimará como resolución distinta, y se
elevarán los antecedentes al tribunal de alzada, para que resuelva como sea de derecho sobre el
punto que haya motivado el desacuerdo de los árbitros (arts. 630 y 631).

6. Recursos. En contra de sentencias arbitrales se pueden interponer los recursos de


apelación y casación en la forma, para ser resueltos por el tribunal que habría conocido de él si el
proceso no se hubiera sometido a compromiso (art. 239 COT).

Tratándose de casación en el fondo, éste procede en contra de sentencias definitivas


inapelables pronunciadas por un tribunal arbitral de segunda instancia constituido por árbitros de
derecho (art. 767 CPC).

Además, procede el recurso de queja, si en las resoluciones se incurre en falta o abuso y


conocerá la Corte de Apelaciones respectiva (art. 63 N°2, letra b) COT).

7. Cumplimiento de la sentencia dictada por un árbitro de derecho. Para la ejecución


de sentencias definitivas, se podrá ocurrir al árbitro que la dictó o al tribunal ordinario
correspondiente, a elección del interesado. Tratándose de otras resoluciones, corresponde al árbitro
ordenar su ejecución.

Sin embargo, cuando el cumplimiento exija procedimientos de apremio o al empleo de otras


medidas compulsivas, o cuando haya de afectar a terceros que no sean parte en el compromiso,
deberá ocurrirse a la justicia ordinaria para la ejecución de lo resuelto. (Art. 635)

El procedimiento ante árbitros arbitradores:

1. Procedimiento. Al regir el principio del orden consecutivo convencional, el árbitro


está obligado a guardar en su procedimiento y fallo las normas que las partes hayan expresado en el
acto constitutivo del compromiso (art. 636 inc. 1°). Ante falta de esas normas, regirán las normas
mínimas de procedimiento establecidas en el Párrafo 2° del Título VIII del Libro III del CPC, que
puede resumirse en lo siguiente:
a) El árbitro arbitrador debe oír a todas las partes

b) El árbitro arbitrador debe recibir y agregar al proceso los instrumentos que las
partes le presenten (art. 637). Además, puede practicar las diligencias necesarias para conocer los
hechos (art. 637 y 638).

2. Para los árbitros arbitradores es facultativo designar un actuario. Art. 639: “según lo
estime conveniente…”

3. La sentencia del árbitro arbitrador. El árbitro arbitrador puede dictar su fallo en el


sentido que la prudencia y equidad le dicten (art. 637). Los requisitos de la sentencia son:

1°. La designación de las partes litigantes.

2°. La enunciación breve de las peticiones sometidas por el demandante.

3°. La misma enunciación de la defensa alegada por el demandado.

4°. Las razones de prudencia o de equidad que le sirven de fundamento a la


sentencia; y

5°. La decisión del asunto controvertido.

Además, debe indicar la fecha y el lugar en que se expide, la firma del arbitrador y debe ser
autorizada por un ministro de fe o por dos testigos, en su defecto.

4. Dictación de la sentencia en caso de existir pluralidad de árbitros. Todos deben


concurrir a dictarla, así como a cualquier acto de substanciación, a menos que las partes acuerden
otra cosa.

No poniéndose de acuerdo los árbitros, se reunirá con ellos el tercero si lo hay y la mayoría
pronunciará resolución.

No pudiéndose obtener mayoría en el pronunciamiento de la sentencia definitiva o de otra


clase de resoluciones, quedará sin efecto si no puede deducirse apelación. Habiendo lugar a este
recurso, se elevarán los antecedentes a los arbitradores de segunda instancia para que resuelvan
como estimen conveniente sobre la cuestión que motiva el desacuerdo (art 642).

5. Recursos. Contra una sentencia del árbitro arbitrador sólo habrá lugar a recurso de
apelación cuando las partes, en el compromiso, expresan que se reservan ese recurso ante árbitros
del mismo carácter y designen las personas que han de desempeñar el encargo (arts. 239 COT y 642
CPC).

El recurso de casación en la forma, procede en contra de la sentencia dictada por árbitros


arbitradores (art. 239 COT), aplicándose a su respecto las reglas generales contenidas en el Libro III
del CPC.

El recurso de casación en el fondo no procederá en caso alguno en contra de las sentencias


de los arbitradores de acuerdo a lo establecido en el inciso 2° del art. 239 COT.
También procede recurso de queja, si se ha incurrido en flagrante falta o abuso, siendo
competente la Corte de Apelaciones respectiva (art. 63 N°2, letra b) COT).

6. Cumplimiento de la sentencia dictada por un árbitro arbitrador. Se aplica lo ya


señalado respecto a los árbitros de derecho.

El procedimiento de partición de bienes:

Estado de Indivisión

Con motivo de la muerte del causante, si son varios los herederos, surge entre ellos un
estado de comunidad o indivisión.

La comunidad se caracteriza por la idéntica naturaleza jurídica de los partícipes. Por este
motivo, no son comuneros el nudo propietario con el usufructuario. La muerte de una persona no es
la única fuente posible de comunidad en nuestro derecho. La indivisión puede producirse por la
adquisición de una cosa en común, como consecuencia de la disolución de una Sociedad Conyugal,
etc.

La partición tiene por objeto poner fin al estado de indivisión que se presenta cuando dos o
más personas tienen derecho de cuota sobre una misma cosa, en tanto dichos derechos sean de la
misma naturaleza.

Fin de la indivisión

El estado de indivisión termina por diversas causas (art. 2.312 CC):

1. Por la reunión de las cuotas de todos los comuneros en una sola persona;

2. Por la destrucción de la cosa común; debe ser total. Si es parcial subsiste sobre lo
que reste.

3. Por la división del haber común.

Concepto de Partición

La partición, según una definición de la Corte Suprema (RDJ T.23, S 1a, p.256), es

“El conjunto complejo de actos encaminados a poner fin al estado de indivisión mediante
la liquidación y distribución entre los copartícipes del causal poseído proindiviso en partes o lotes
que guarden proporción con los derechos cuotativos de cada uno de ellos.”

Las reglas de la partición de bienes son de aplicación general


El Código Civil formula las reglas de la partición de bienes a propósito de la división de la
comunidad de origen hereditario. Pero estas reglas son aplicables a la división de toda comunidad.

Facultad de pedir la partición

La ley considera a la comunidad una fuente de disensiones, reduce las iniciativas de los
partícipes y entraba la circulación de los bienes. Luego, establece que ninguno de los coasignatarios
de una cosa universal o singular será obligado a permanecer en la indivisión (art. 1.317).

Este principio tiene dos importantes limitaciones. Cesa el derecho de pedir la división de la
comunidad cuando media un pacto de indivisión y en los casos de indivisión forzada que establece
la ley (casos cuyo estudio compete a la asignatura de derecho civil).

Acción de partición:

La acción de partición no es otra cosa que el derecho de provocarla. La denominación no es


afortunada porque la partición no supone necesariamente un juicio. Pueden hacerla el causante o los
interesados amigablemente.

El Código Civil no conoce la expresión. Habla de “pedir la partición” (artículos 1.317,


1.319), de “proceder a la partición” (artículos 1.322, inciso 1°), de “provocar la partición” (artículo
1.322, inciso 2).

Por ello es más propio hablar de “derecho de pedir la partición”

Quiénes Pueden Entablar la Acción

1. Los comuneros: en materia sucesoria son los herederos, no los legatarios.

2. Los herederos de los consignatorios (artículo 1.321).

3. El cesionario de los derechos de cualquiera de los consignatorios (artículo 1.320).


Esta es una aplicación del principio de que el cesionario ocupa el mismo lugar jurídico que el
cedente, pasa a reemplazarlo en todos sus derechos y obligaciones.

Modos de efectuar la partición:

Partición hecha por el causante

Maneras de efectuar el causante la partición

El artículo 1.318 establece que el difunto puede hacer la partición “por acto entre vivos o
por testamento” La partición hecha por testamento deberá sujetarse a todas las solemnidades del
acto testamentario. Conservará el testador, mientras viva, la facultad de revocar el testamento y, por
ende, la partición efectuada.
Ha omitido el legislador expresar las formalidades a que debe sujetarse la partición por acto
entre vivos; y puesto que las solemnidades son de derecho estricto, es forzoso concluir que no está
sometida a ninguna formalidad. Sin embargo, algunos autores, fundándose en el artículo 1.324, que
exige escritura pública para que el causante nombre partidor por acto entre vivos, estiman que
también debe otorgarse por escritura pública la partición hecha por el causante.

Partición hecha por los interesados.

Los coasignatarios podrán hacer la partición por sí mismos si todos concurren al acto,
aunque entre ellos haya personas que no tengan la libre disposición de sus bienes, siempre que no se
presenten cuestiones que resolver y todos estén de acuerdo sobre la manera de hacer la división.
Serán, sin embargo, necesarias en este caso la tasación de los bienes por peritos y la aprobación de
la partición por la justicia ordinaria del mismo modo que lo serían si se procediere ante un partidor.
Artículo 1.325 incisos 1° y 2°. En consecuencia:

1. Que todos los partícipes concurran al acto. Se comprende que sin la concurrencia
unánime de los indivisarios no es viable la partición.

2. Que no se presenten cuestiones que resolver. Ha de haber acuerdo entre los


coasignatarios acerca de los bienes que van a partirse, de quiénes son los partícipes cuáles son sus
respectivos derechos.

3. Que haya acuerdo sobre la manera de hacer la división.

4. Que se tasen los bienes por peritos. La tasación pericial, sin embargo, no es
indefectible y puede omitirse aunque haya incapaces entre los partícipes. No se requerirá:

a) Cuando se trata de bienes muebles.

b) Cuando se trata de inmuebles, pero siempre que se trate de fijar un mínimo


para la subasta de los mismos.

c) Cuando tratándose de inmuebles exista en los autos antecedentes que


justifiquen la apreciación hecha por las partes (más de un antecedente). La exigencia que
formula el artículo 657 del Código de Procedimiento Civil de que haya “en los autos
antecedentes que justifiquen la apreciación hecho por las partes” se cumplirá insertando en
la escritura de partición tales antecedentes.

5. Que se apruebe la partición judicialmente del mismo modo que si se procediera ante
un partidor. Tal aprobación es necesaria cuando tengan interés personas ausentes que no han
designado apoderados o personas sujetas a guarda.

Forma de esta partición

La ley ha omitido indicar, de un modo directo, las formas de esta partición, las
solemnidades a que debe someterse. Solamente el artículo 48, letra d) de la Ley N° 16.271 sugiere
que debe hacerse por escritura pública. Según tal disposición, la fijación definitiva del monto
imponible para el cálculo de la contribución a las herencias, asignaciones y donaciones puede
hacerse “por escritura pública de partición”, aludiendo a la que hagan los partícipes de común
acuerdo.

Prácticamente, una partición que no cumpla esta exigencia resultará la mayoría de las veces
inoperante porque no servirá para inscribir las adjudicaciones de bienes raíces que contenga, para
cursar las adjudicaciones de acciones de sociedades anónimas, etc.

Partición ante un partidor

Por último, la partición puede hacerse por un partidor. Tal será la única forma de efectuar la
partición si no la ha hecho el causante (cosa rarísima) o no media entre los interesados el cabal
acuerdo que se requiere para efectuarla por sí mismos.

La partición, en tal caso, es materia de un juicio arbitral. El artículo 227 del Código
Orgánico de Tribunales señala entre las cuestiones de arbitraje forzoso “la partición de bienes”

El partidor:

El partidor es generalmente un árbitro de derecho.

Es la regla general. Sin embargo, las partes mayores de edad y libres administradores de sus
bienes podrán darle el carácter de arbitrador (artículos 648 del Código de Procedimiento Civil y 224
del Código Orgánico de Tribunales).

El partidor podrá, por último, ser un árbitro mixto, esto es, arbitro arbitrador en cuanto al
procedimiento, aunque alguno de los interesados sea incapaz, con autorización judicial dada “por
motivos de manifiesta conveniencia” (artículos 648 del Código de Procedimiento Civil y 224 del
Código Orgánico de Tribunales).

El partidor nombrado por el causante o por el juez debe necesariamente ser un árbitro de
derecho. Si hay incapaces no podrá nunca ser árbitro arbitrador.

Requisitos para ser partidor

El artículo 225 del Código Orgánico de Tribunales, señala los requisitos para ser designado
árbitro, dispone, en su inciso final: “En cuanto al nombramiento de partidor, se estará a lo dispuesto
en los artículos 1323, 1324 y 1325 del Código Civil.”

1. El partidor debe ser abogado. Artículo 1.323 inciso 1°. El partidor debe ser
abogado, aunque sea un árbitro arbitrador.

2. El partidor debe tener la libre disposición de sus bienes. Artículo 1.323


inciso 1°.
3. El Código Orgánico de Tribunales veda ser partidores a diversos
funcionarios del orden judicial, como consecuencia de la prohibición de ejercer la abogacía:

a) Les está prohibido a los jueces, ministros y fiscales de los tribunales


superiores de justicia desempeñar el cargo de compromiso, salvo que tuvieren con las partes
originariamente interesadas algún vínculo de parentesco que autorice su implicancia o recusación
(artículos 317 y 480 del Código Orgánico de Tribunales).

b) El partidor no puede ser notario. Artículo 480 inciso 2° del Código


Orgánico de Tribunales.

c) Los Auxiliares de la Administración de Justicia, no pueden ser partidores.


Se exceptúan los defensores públicos y los procuradores del número, que sólo pueden ejercer la
profesión de abogado “ante las Cortes de Apelaciones en que actúan”, artículo 479 del Código
Orgánico de Tribunales.

Implicancia y recusación del partidor

El artículo 1.323 inciso 2° establece como principio general que a los partidores se les
aplican las causales del Código Orgánico de Tribunales, para los jueces. Esta regla rige plenamente
cuando la designación del partidor compete a la justicia ordinaria; cuando la designación la hace el
causante o los copartícipes, rigen las reglas especiales, contenidas en el art. 1325.

Nombramiento del partidor

De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 1.324 y 1.325, el partidor puede ser nombrado:

1. Por el causante (por instrumento público o acto testamentario).

2. Por los coasignatarios de común acuerdo (unánime).

3. Por el juez.

La primera forma de nombramiento sólo tiene cabida, por cierto, en las indivisiones que
tienen un origen hereditario.

En esto hay un verdadero orden de prelación, porque corresponde en primer lugar el


nombramiento del partidor al causante; si éste no lo hace, deben hacerlo de común acuerdo los
comuneros; y si no hubiese acuerdo, lo hará la justicia ordinaria.

Nombramiento hecho por el juez

Forma de provocar el nombramiento


El artículo 1.325 inciso 5° dispone que si no se acuerdan en la designación, el juez, a
petición de cualquiera de ellos, procederá a nombrar un partidor que reúna los requisitos legales,
con sujeción a las reglas del Código de Procedimiento Civil.

Cuando haya de nombrarse partidor, cualquiera de los comuneros ocurrirá al tribunal que
corresponda, pidiéndole que cite a todos los interesados a fin de hacer la designación, y se
procederá a ella en la forma establecida para el nombramiento de peritos. Artículo 646 del Código
de Procedimiento Civil.

Reglas aplicables al nombramiento

En el referido nombramiento se deliberará sobre la designación de partidor, a falta de


acuerdo de las partes, el nombramiento se hará por el juez. El desacuerdo que autoriza al juez para
efectuar el nombramiento puede ser real o presunto. Se entiende que no hay acuerdo cuando las
partes discuerdan en la designación y cuando no concurran todas a la audiencia, artículo 415 del
Código de Procedimiento Civil.

El nombramiento que haga el juez no podrá recaer en ninguna de las dos primeras personas
propuestas por cada uno de los interesados. Artículo 414 del Código de Procedimiento Civil. El
derecho de proponer supone la asistencia de todos los partícipes; si no concurren todos, la
designación debe hacerla el juez, con la única limitación de que el nombramiento reúna los
requisitos legales.

El partidor que el juez designe ha de ser un solo, que tendrá la calidad de árbitro de derecho.

Juez Competente

Si la comunidad que se trata de dividir es de origen hereditario, es juez competente el del


lugar en que se abrió la sucesión, o sea, el del ultimo domicilio del causante. Artículo 148 del
Código Orgánico de Tribunales.

Cuando la comunidad tenga otro origen, será competente el juez del domicilio de cualquiera
de los interesados (artículos 134 y 141 del COT).

Aceptación del cargo y plazo para su desempeño

Aceptación del cargo

El partidor debe aceptar el cargo para proceder a su desempeño. Esta aceptación debe ser
expresa; el partidor que acepta el cargo deberá declararlo así. (art. 1.328 y 1.327).

Juramento

Junto con aceptar el cargo, el partidor debe prestar juramento de que lo desempeñará
fielmente. Artículo 1.328.
No ha establecido la ley la forma de prestar la aceptación y juramento. En la práctica se
prestarán concurriendo el partidor a la escritura en que se le designa o ante el ministro de fe que le
notifique el nombramiento.

Plazo para el desempeño del cargo

La ley señala al partidor, para efectuar la partición, un plazo de 2 años, contados desde la
aceptación del cargo. Artículo 1.332 inciso 1°.

El testador no puede ampliar este plazo (artículo 1.322 inciso 2°). En cambio los
coasignatarios podrán ampliarlo o restringirlo, como mejor les parezca, aun contra la voluntad del
testador. Inciso 3° del artículo 1.322.

El artículo 647 del Código de Procedimiento Civil, establece una importante regla sobre el
particular. El plazo fijado por la ley, por el causante o por las partes se cuenta desde la aceptación
del cargo, deduciendo el tiempo durante el cual, por la interposición de recursos o por otra causa,
haya estado totalmente interrumpida la jurisdicción del partidor.

El juicio de partición:

Competencia del partidor

1. Cuestiones que son de exclusiva competencia del partidor. Artículo 651 inciso 1°
del Código de Procedimiento Civil.

Entenderá de todas las cuestiones que, debiendo servir de base para la repartición, no
someta la ley de un modo expreso al conocimiento de la justicia ordinaria.

El partidor tiene como misión liquidar la herencia para determinar lo que a cada
coasignatario corresponde, y distribuir los bienes entre ellos en proporción a sus derechos. Es
natural que sea competente para conocer de todas las cuestiones que tiendan a estos fines.

2. Cuestiones de que jamás puede conocer el partidor.

a) Determinación de quiénes son los comuneros y cuáles son sus respectivos derechos
(art. 1.330). Antes de proceder a la partición, se decidirán por la justicia ordinaria las controversias
sobre derechos a la sucesión por testamento o abintestato, desheredamiento, incapacidad o
indignidad de los asignatarios.

b) Determinación de los bienes partibles (art. 1.331). Las cuestiones sobre la


propiedad de objetos en que alguien alegue un derecho exclusivo y que en consecuencia no deban
entrar en la masa partible, serán decididas por la justicia ordinaria; y no se retardará la partición por
ellas. Decididas a favor de la masa partible, se procederá como en el caso del artículo 1349.

3. Cuestiones de que puede conocer, según las circunstancias, el partidor o la justicia


ordinaria. Dependerán de las circunstancias:
a) El partidor es competente para conocer de las cuestiones sobre formación e
impugnación de inventarios y tasaciones, cuentas de albaceas, comuneros o administradores de
bienes comunes (art. 651 CPC). Pero conocerá la justicia ordinaria si no están en el compromiso o
este ha caducado o no se ha constituido aún.

b) Las cuestiones sobre administración proindiviso son, alternativamente, de la


competencia del partidor y de la justicia ordinaria (art. 653 CPC).

c) Los terceros que tengan derechos que hacer valer sobre los bienes comprendidos en
la partición, podrán ocurrir al partidor o a la justicia ordinaria, a su elección (art. 656 CPC).

d) Para la ejecución de la sentencia definitiva se podrá recurrir al partidor o al tribunal


ordinario correspondiente, a elección del que pida su cumplimiento (art. 636 inciso 1 CPC). Sin
embargo, si el cumplimiento de la resolución exige procedimientos de apremio o el empleo de otras
medidas compulsivas, o ha de afectar a terceros que no sean parte en el compromiso, deberá
recurrirse a la justicia ordinaria para la ejecución de los resuelto.

Tramitación del juicio particional:

Aceptado el cargo y prestado el juramento, el partidor está en situación de desempeñar su


cometido. Habitualmente el partidor dicta una resolución que manda tener por constituido el
compromiso, designa un actuario y cita a las partes a comparendo para un día determinado.

La designación del actuario es de rigor por el artículo 648 del Código de Procedimiento
Civil, que dispone que los actos de los partidores serán en todo caso autorizados por un notario o
secretario de juzgado o de los tribunales superiores de justicia.

La citación a comparendo es consecuencia de que el juicio particional se tramita en


audiencias verbales, sin perjuicio de presentarse solicitudes escritas cuando la naturaleza e
importancia de las materias debatidas lo exijan. Artículo 649 del Código de Procedimiento Civil.

En el primer comparendo se acostumbra dejar sentadas las bases fundamentales de la


partición. Se expresará, por ejemplo, el nombre de todos los partícipes y de sus representantes; el
objeto de la partición; se aprobará el inventario si lo hay; se dará cuenta de haberse concedido e
inscrito la posesión efectiva; se acordará la forma como habrán de notificarse las resoluciones del
partidor; se fijarán día y hora para los comparendos ordinarios, etc.

De lo obrado se levantará acta que firmarán el partidor, los partícipes asistentes y el


actuario.

Comparendos ordinarios y extraordinarios


1. Comparendos Ordinarios. Son aquellos que se celebran periódicamente, en fechas
prefijadas. No es necesario que se notifique especialmente a las partes para su realización y pueden
adoptarse válidamente acuerdos sobre cualquier asunto comprendido en la partición, aunque no
estén presentes todos los interesados, con dos salvedades:

a) Que se trate de revocar acuerdos ya celebrados.

b) Que sea necesario el consentimiento unánime de los partícipes, en virtud de la ley o


de acuerdos anteriores. Artículo 650 del Código de Procedimiento Civil.

2. Comparendos extraordinarios. Son aquellos a que se convoca, a petición de las


partes o por iniciativa del partidor, para determinados asuntos. Es indispensable para su celebración
que previamente se notifique a los interesados.

Cuadernos de partición

La partición se desarrolla en audiencias verbales de que se levanta acta. Estos actos forman
parte del cuaderno o expediente principal de la partición o cuaderno de acta. Si la abundancia de la
documentación lo requiere se formará también, un cuaderno de documentos.

Finalmente, se formarán cuadernos de incidentes (art. 652 CPC)

Operaciones previas a la partición

La partición requiere diversas operaciones o tramitaciones previas. Si se trata de una


sucesión testamentaria, por ejemplo, habrá de preceder a la partición, la apertura del testamento
cerrado del difunto, la publicación del testamento ante testigos, será preciso poner por escrito el
testamento verbal. Será necesario pedir la posesión efectiva de la herencia del causante. Por último,
es de rigor practicar inventario de los bienes que se trata de partir y proceder a su tasación.

Gastos de la partición

Los gastos o costas comunes de la partición (honorarios del partidor y del actuario, avisos
de remate, etc.) serán de cargo de los interesados en ella, a prorrata de sus respectivos derechos.
Artículo 1.333.

Liquidación y Distribución

La partición de los bienes comprende dos operaciones sustanciales: liquidar y distribuir


(Art. 1.337). La liquidación consiste pues en establecer el valor en dinero del derecho de cada uno
de los partícipes. La distribución es la distribución entre los comuneros de bienes que satisfagan su
derecho.
Liquidación.

Operaciones que comprende

El partidor primero, debe determinar el derecho de los comuneros. Para esto, si el


patrimonio hereditario se encuentra confundido con otro patrimonio, es previo efectuar la
separación. Deberá el partidor precisar cuáles son los bienes que se trata de partir y establecer, de
este modo, el acervo ilíquido hereditario. Determinará, asimismo, cuál es el pasivo de la sucesión,
cuáles son las bajas generales de la herencia, para formar el acervo líquido de que dispone el
testador o la ley.

Si es necesario, dispondrá el partidor que se forme el acervo imaginario de los artículos


1.185, 1.186 y 1.187.

Separación de patrimonios

Es previa a la partición de los bienes del difunto la separación de su patrimonio de otros con
que se encuentre confundido. Artículo 1.341. Debe recordarse que el partidor de los bienes del
causante no es competente para liquidar la Sociedad Conyugal o partir las comunidades en que haya
sido partícipe el difunto, si no consientes las personas que correspondan.

Distribución.

Regla fundamental

El acuerdo unánime de las partes es la regla. Solo a falta de este acuerdo el partidor deberá
sujetarse a las normas supletorias de la ley. Artículo 1.334.

Principios inspiradores de las reglas legales

Las reglas legales se inspiran en el propósito de que la distribución se haga repartiendo los
mismos bienes indivisos. Cada partícipe tiene derecho para pedir que se le dé una parte
proporcional de tales bienes. Para este fin, se formarán entre los partícipes lotes o hijuelas.

Estas normas serán inaplicables únicamente cuando los bienes no sean susceptibles de
división, entendiéndose que no lo son cuando la división los hiciere desmerecer. No se dividirán, en
tal caso: bien se adjudicarán a un partícipe bien se venderán a terceros y será su valor en dinero el
que se distribuya entre los interesados.

Reglas aplicables cuando los bienes son susceptibles de división

En el supuesto que los bienes admitan división, la ley ha querido que a cada uno de los
partícipes corresponda una parte proporcional a sus derechos en los bienes comunes. El partidor
deberá formar lotes o hijuelas. Cada lote debe, en lo posible, estar integrado por bienes de la misma
naturaleza y calidad. Tales son las ideas que consignan las reglas 7° y 8° del artículo 1.337.

Formados los lotes se distribuirán en la forma que acuerden los partícipes y, a falta de
acuerdo se procederá a su sorteo. Así resulta de la regla 9° que autoriza a cada uno de los
interesados para reclamar de la composición de los lotes antes de efectuarse el sorteo.

Reglas aplicables cuando los bienes no admiten cómoda división

Si los bienes no son susceptibles de cómoda división, no se dividirán. Se adjudicarán


totalmente a un comunero o se procederá a su venta entre los coasignatarios o con admisión de
extraños. El precio de venta o adjudicación (no ya las cosas mismas) se dividirá entre los partícipes.
Artículo 1.337 regla 1°.

La especie, pues, se subastará privadamente entre los comuneros o con admisión de


extraños. En toda circunstancia tienen los comuneros derecho para exigir la participación de
extraños, forma como la ley garantiza a los interesados de escasos recursos que los más caudalosos
no obtendrán los bienes a vil precio.

La regla 2° del artículo 1.337 supone que un bien se subasta privadamente entre los
partícipes, siempre que no se ofrezca más que la tasación o el convencional del artículo 1.335.

Subasta de bienes comunes

Junto con acordarse la subasta, habrán de señalarse las condiciones en que se llevará a
efecto: generalmente las menciones del Juicio Ejecutivo. La subasta debe anunciarse por avisos,
según el artículo 658 del Código de Procedimiento Civil. Pero si hay incapaces entre los
comuneros, deberán ser 4 avisos, mediando entre la primera publicación y el remate un espacio de
tiempo no inferior a 15 días.

Las adjudicaciones de bienes raíces deben reducirse a escritura pública.

Así lo indícale inciso 3° del artículo 687. En general, todo acuerdo de las partes o decisión
del partidor que contenga adjudicación de bienes raíces debe reducirse a escritura pública, y sin esta
formalidad no podrá efectuarse su inscripción en el conservador. Artículo 659 inciso 2°

Representación legal del partidor

En las enajenaciones que se hagan por medio del partidor, se considerará a éste como
representante legal de los vendedores (art. 659 CPC)
Laudo y Ordenata

Los resultados de la partición se consignarán en un laudo o sentencia final, que resuelva o


establezca todos los puntos de hecho y de derecho que deben servir de base para la distribución de
los bienes comunes, y en una ordenata o liquidación, en que se hagan los cálculos numéricos
necesarios para dicha distribución. Artículo 663 del Código de Procedimiento Civil.

Aprobación de la partición

La ley vela de diversas maneras por los derechos de los incapaces en la partición. Artículo
1.342:

1. La partición deberá aprobarse judicialmente cuando ha sido parte un ausente que ha


intervenido representado por un curador de ausentes.

2. Deberá aprobarse, asimismo, cuando han sido partes personas sujetas a guarda.

INTERDICTOS POSESORIOS:

Fuentes legales.

Los interdictos se hallan reglamentados en el Título IV del Libro III del Código de
Procedimiento Civil, o sea, en los artículos 549 al 583. Sin embargo, estos preceptos no constituyen
la única fuente legal de los interdictos, por cuanto es necesario relacionarlos con los artículos 916 al
950 del Código Civil, Títulos XIII y XIV, del Libro II, los que versan, respectivamente, sobre las
acciones posesorias y algunas acciones posesorias especiales.

Su objeto:

Las acciones posesorias sólo tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes
raíces o de derechos reales constituidos en ellos; o bien, ejercer otros derechos especiales sobre esta
misma clase de bienes (arts. 916 y siguientes, y 930 y siguientes, CC).

Etimología:
No hay consenso en la doctrina acerca de la etimología de la palabra interdicto. Unos
piensan que deriva de “interdictus”, vocablo con que se distinguía en Roma las órdenes especiales
del pretor; otros estiman que deriva de “interdicere”, que significa prohibir, porque este carácter
presentaban los primeros edictos; y otros, por fin, creen que proviene de la palabra “interino”,
puesto que es innegable que los interdictos también presentan este carácter de transitoriedad.

Clases y objeto de los interdictos.

Los interdictos se clasifican en: querella de amparo, querella de restitución, querella de


restablecimiento, denuncia de obra nueva, denuncia de obra ruinosa e interdicto especial.

Cada uno de estos interdictos tiene un objeto diverso. Así la querella de amparo se intenta
para conservar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; la querella de
restitución, para recuperar esta misma posesión; la querella de restablecimiento, para obtener el
restablecimiento en la posesión o mera tenencia de los mismos bienes, cuando dicha posesión o
mera tenencia ha sido violentamente arrebatada; la denuncia de obra nueva, para impedir una obra
nueva; la denuncia de obra ruinosa, para impedir que una obra ruinosa o peligrosa cause daño; y el
interdicto especial, para hacer efectiva cualquiera de las acciones posesorias especiales que enumera
el Título XIV, Libro II, del Código Civil (art. 549 CPC).

Características de las acciones posesorias.

Las características más sobresalientes que presentan las acciones posesorias en la


legislación civil son las siguientes:

a) Tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (art. 916 CC). En consecuencia, no hay acciones posesorias para conservar
o recuperar la posesión de bienes muebles;

b) Para poder instaurar una acción posesoria se requiere haber estado en posesión tranquila
y no interrumpida un año completo en el bien o derecho de que se trata (art. 918 CC);

c) Por regla general prescriben en un año contado según la clase de acción posesoria. Así,
en la acción posesoria que tiene por objeto conservar la posesión, el año se cuenta desde el acto de
molestia o embarazo inferido a ella; en la acción posesoria que tiene por objeto recuperar la
posesión, desde que el poseedor anterior la ha perdido (art. 920, incs. 1° y 2°, CC); y en la acción
posesoria que tiene por objeto impedir una obra nueva, desde que la obra queda terminada (art. 950,
inc. 3°, CC). Por excepción la acción posesoria de restablecimiento prescribe en seis meses (art.
928, inc. 2°, CC); y la acción posesoria de obra ruinosa no prescribe mientras haya justo motivo de
temer el daño (art. 950, inc. 2°, CC);

d) Por regla general amparan al poseedor de bienes raíces o de derechos reales constituidos
en ellos; pero, por excepción, también protegen al mero tenedor (art. 928, inc. 1°, CC); y
e) En ellas no se tomará en cuenta el dominio que por una o por otra parte se alegue. Con
todo, podrán exhibirse títulos de dominio por comprobar la posesión, pero sólo aquellos cuya
existencia pueda probarse sumariamente; ni valdrá objetar contra ellos otros vicios o defectos, que
los que puedan probarse de la misma manera (art. 923 CC).

Características de los interdictos.

a) No se tomará en cuenta el fuero de que gocen las partes para determinar la jerarquía,
clase o categoría del tribunal llamado a conocer de ellos (art. 133 COT);

b) Será juez competente para conocer de ellos el juez de letras del territorio jurisdiccional
en que estuvieren situados los bienes a que se refieren. Si ellos, por su situación, pertenecen a varios
territorios jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de éstos (art. 143 COT).

c) Son juicios posesorios sumarios, vale decir, breves y concentrados, porque su tramitación
se reduce a la presentación de la querella, a la celebración de un comparendo de contestación y de
prueba y al pronunciamiento de la sentencia;

d) Son juicios declarativos, especiales y de aplicación particular. Declarativos, porque la


sentencia se limita a declarar derechos; especiales, porque en su estructura difieren sensiblemente
de los ordinarios; y de aplicación particular, porque su campo de actuación está restringido a los
casos expresamente señalados en la ley;

e) La apelación se halla sometida a régimen especial, porque se concede, por regla general,
sólo en el efecto devolutivo, y, por excepción, en ambos (art. 550 CPC); y

f) Cualquiera que sea la sentencia que en ellos recaiga, deja siempre a salvo a los que
resulten condenados el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, salvo
las excepciones legales (arts. 563, 564, 569, 570, 576 y 581 CPC).

La indemnización de perjuicios y los interdictos.

Los hechos que perturban la posesión de los bienes raíces o de los derechos reales
constituidos en ellos, a veces, embarazan dicha posesión; otras veces, hacen que se pierda o que se
nos despoje de ella; pero, en la mayoría de los casos, también esos hechos causan daños o perjuicios
al poseedor. El derecho del poseedor a exigir que se le indemnice por aquellos daños o perjuicios se
halla claramente establecido en la legislación civil. Así, el artículo 921 del Código Civil dice: “El
poseedor tiene derecho para pedir que no se le turbe o embarace su posesión o se le despoje de
ella, que se le indemnice del daño que ha recibido, y que se le dé seguridad contra el que
fundadamente teme”. El artículo 926 de ese Código agrega: “El que injustamente ha sido privado
de la posesión, tendrá derecho para pedir que se le restituya, con indemnización de perjuicios”. El
artículo 950, inciso 1°, de ese mismo cuerpo de leyes, termina estableciendo: “Las acciones
concedidas en este Título para la indemnización de un daño sufrido, prescriben para siempre al
cabo de un año completo”.
Cabe, ahora, preguntarse ¿puede el querellante deducir en el interdicto, fuera de la acción
posesoria que le competa, la de indemnización de perjuicios por los daños sufridos en razón de la
conducta del querellado? El problema no es de fácil solución; y, al respecto, dos doctrinas se han
diseñado en nuestra jurisprudencia.

Según unos, la respuesta debe ser afirmativa. Se fundan, en primer término, en los preceptos
del Código Civil antes transcritos y, en seguida, en el artículo 563 del Código de Procedimiento
Civil, que deja a salvo en favor del condenado por la sentencia que recaiga en una querella
posesoria el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda, pudiendo comprenderse en dicha
acción el resarcimiento de las costas y de los perjuicios que haya pagado o que se le haya causado
con la querella en referencia.

Según otros, la acción de indemnización de perjuicios debe ser de lato conocimiento,


porque la diversa redacción experimentada por el actual artículo 551 del Código de Procedimiento
Civil, demuestra que los interdictos no pueden servir para intentar una acción semejante. En efecto,
en un comienzo, en dicho precepto se señaló, como requisitos de la querella, el que si el querellante
pedía indemnización por el daño sufrido, lo especificara; en seguida, se agregó que el querellante
podía además pedir la fijación del monto o cuantía del daño; y, terminándose, por último, con
suprimir toda referencia a esta indemnización de perjuicios. Esta conducta del legislador, pues, se
concluye, comprueba que su intención fue eliminar el problema de los daños o perjuicios
experimentados por el poseedor de entre los objetivos de los interdictos.

La prueba de la posesión.

Dentro de las características más sobresalientes de las acciones posesorias señalábamos la


de que, para poder entablarlas, se requiere haber estado en posesión tranquila y no interrumpida un
año completo (art. 918 CC). Y tanto es así que, como más adelante tendremos oportunidad de verlo,
esta circunstancia deberá ser expresada por el querellante en su libelo como requisito formal del
mismo. Es del caso preguntarse ¿cómo prueba el querellante esta posesión?; o sea ¿de qué medios
se valdrá para acreditar esta fundamental circunstancia?.

Éste es otro de los problemas que presentan los interdictos y que ha dividido la opinión de
nuestros autores y la jurisprudencia nacional. Los artículos 924 y 925 del Código Civil contienen la
clave del asunto. En efecto: El primero de estos preceptos dispone: “La posesión de los derechos
inscritos se prueba por la inscripción, y mientras ésta subsista, y con tal que haya durado un año
completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se pretenda impugnarla”. El
segundo agrega: “Se deberá probar la posesión del suelo por hechos positivos, de aquellos a que
sólo da derecho el dominio, como el corte de maderas, la construcción de edificios, la de
cerramientos, las plantaciones o sementeras, y otros de igual significación, ejecutados sin el
consentimiento del que disputa la posesión”.

Frente a estas disposiciones legales, las opiniones de los autores y de la jurisprudencia se


dividen, lo mismo que ante el problema del papel que desempeña la posesión en relación con el
régimen de la propiedad inscrita. Así, según unos, la posesión de los derechos reales constituidos
sobre inmuebles se acredita por medio de la correspondiente inscripción; exceptuando el dominio
(art. 924 CC), que se prueba mediante hechos positivos de posesión del suelo a que sólo él da
derecho, como ser, el corte de maderas, la construcción de edificios, etc. (art. 925 CC).

Otros estiman que la posesión de los derechos reales constituidos sobre inmuebles, incluido
el dominio, se acredita por medio de la correspondiente inscripción (art. 924 CC); y que la prueba
de los hechos positivos, a que sólo da derecho el dominio, sirve únicamente para acreditar la
posesión del suelo no inscrito y los demás derechos reales también no inscritos (art. 925 CC).

Por último, una tercera opinión sostiene que es exacto afirmar que la posesión de los bienes
raíces y de los derechos reales constituidos en ellos que se hallen inscritos, se prueba mediante la
correspondiente inscripción (art. 924 CC), y que la posesión de los bienes raíces y de los derechos
reales constituidos en ellos no inscritos, se acredita mediante actos materiales de posesión (art. 925
CC); pero, se agrega, hay que probar también posesión material, cuando la inscrita tiene menos de
un año, cuando para poseer se invoca un título no traslaticio de dominio, cuando los títulos de
dominio se sobreponen, etc.

En resumen, en presencia de esta ardua discusión doctrinaria y jurisprudencial, la práctica


aconseja acreditar en los interdictos posesión inscrita y material del derecho en que pretendemos ser
protegidos, so pena de correr el riesgo del rechazo del interdicto, según sea el criterio del juzgador.

Régimen de las apelaciones.

El artículo 550 del Código de Procedimiento Civil dispone: “Las apelaciones en los juicios
posesorios se concederán sólo en el efecto devolutivo, salvo que la ley expresamente las mande
otorgar en ambos efectos o que el fallo apelado no dé lugar al interdicto; y en todo caso, su
tramitación se ajustará a las reglas establecidas para los incidentes”. En consecuencia, las
apelaciones en los juicios posesorios tienen reglas propias en cuanto a sus efectos y a su
tramitación.

En relación a sus efectos, la regla general es que las apelaciones se concedan sólo en el
efecto devolutivo; y ello, en razón de la celeridad que debe informar la tramitación de los
interdictos. La regla general anterior, a su vez, sufre dos excepciones, o sea, que en dos casos las
apelaciones se conceden en ambos efectos:

a) Cuando la ley expresamente las mande otorgar en ambos. Ejemplo: en la denuncia de


obra nueva, cuando la sentencia ordena la demolición (art. 569, inc. 4°, CPC); y en la denuncia de
obra ruinosa, sin perjuicio de las medidas de precaución y en igual evento (art. 575 CPC); y

b) Cuando el fallo apelado no dé lugar al interdicto.

El fundamento de estas excepciones consiste, en el primer caso, en que, de concederse sólo


en el efecto devolutivo la apelación, se haría después imposible poder cumplir la sentencia que
acogiera dicho recurso; y en el segundo, en que si la sentencia niega lugar al interdicto, nada hay
que cumplir.
En cuanto a la tramitación de la apelación, en todo caso, se ajustará a las reglas de los
incidentes.

QUERELLA DE AMPARO

Es el interdicto posesorio que se intenta para conservar la posesión de bienes raíces o de


derechos reales constituidos en ellos (art. 549, N° 1°, CPC).

Su objeto, pues, es preciso y determinado; conservar la posesión, indistintamente, de dos


clases de cosas: de los bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.

Requisitos formales de la querella.

El que intente una querella de amparo debe expresar en su demanda un doble grupo de
formalidades legales:

a) las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y

b) las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código (art. 551, inc. 1°,
CPC).

Las primeras han sido ya objeto de nuestro estudio, y las damos por reproducidas.

Las segundas, en cambio, son las siguientes:

1ª Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado el querellante en


posesión tranquila y no interrumpida durante un año completo del derecho en que pretende ser
amparado (art. 551, N° 1°, CPC);

2ª Que se le ha tratado de turbar o molestar su posesión o que en el hecho se le ha turbado o


molestado por medio de actos que expresará circunstancialmente (art. 551, N° 2°, CPC);

3ª Que si pide seguridades contra el daño que fundadamente teme, especifique las medidas
o garantías que solicita contra el perturbador (art. 551, inc. 2°, CPC); y

4ª Cuáles son los medios probatorios de que intenta valerse el querellante, expresándolos
concretamente; y, si son declaraciones de testigos, el nombre, profesión u oficio y residencia de
éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).

La primera exigencia es una formalidad habilitante para el ejercicio de la acción posesoria


consagrada por el derecho de fondo (art. 918 CC); la segunda, constituye el fundamento de hecho
de la querella y, como tal, debe expresarse circunstanciadamente y tenerse especial cuidado en
probarlo; la tercera, queda al arbitrio del querellante incluirla o no, pero, en caso afirmativo, ha de
preocuparse de especificar debidamente las tales seguridades; ejemplos: multas, arrestos, etc.; y, por
fin, la exigencia de indicar los medios de prueba y, si se trata de testigos, su correspondiente
individualización, es de tal trascendencia, que su omisión implica la pérdida total del derecho a
rendirla.
En resumen, en la querella de amparo se terminará pidiendo que en definitiva se la acoja,
ordenando hacer cesar las turbaciones o molestias de que somos víctima, y señalando, al mismo
tiempo, las medidas de seguridad que tendrá que otorgar el perturbador en caso que incurra
nuevamente en semejantes atentados.

Resolución que recae en la querella y su notificación.

Presentada la querella, señalará el tribunal el quinto día hábil después de la notificación al


querellado, para una audiencia, a la cual deberán concurrir las partes con sus testigos y demás
medios probatorios (art. 552, inc. 1°, CPC).

En consecuencia, la primera providencia deberá ser: “Temuco, 30 de julio de 2019. Por


interpuesta la querella de amparo, vengan las partes a comparendo de contestación y prueba, con
sus testigos y demás medios probatorios, a la audiencia del quinto día hábil después de la última
notificación, a las 09:00 horas. Juez. Secretario”.

Desde el momento en que se trata de la primera resolución recaída en un negocio judicial,


debe notificarse personalmente al querellado; pero, en el caso del artículo 44, se hará la notificación
en la forma indicada en el inciso 2° de dicho artículo, aunque el querellado no se encuentre en el
lugar del juicio (art. 553, inc. 1°, CPC). En otras palabras, esta primera resolución se notifica al
querellado personalmente, sea en forma personal propiamente dicha, sea personal de conformidad al
artículo 44, sea personal por avisos. Sin embargo, para la práctica de la notificación personal en
conformidad a lo preceptuado en el artículo 44, basta acreditar cuál es la morada del querellado, sin
necesidad de probar, además, que se encuentra en el lugar del juicio, todo ello como manera de
evitar que, mediante la fuga de aquél, pudiere entorpecer su pronto y legal emplazamiento.

El comparendo.

Como se ha expresado, debe celebrarse el quinto día hábil a contar desde la notificación del
querellado. Este plazo no sufre variación alguna, cualquiera que sea el lugar en donde haya sido
notificado el querellado, o sea, que no existe el aumento del término de emplazamiento a que aluden
los artículos 258 y 259 del Código de Procedimiento Civil.

Tres razones, a nuestro juicio, abonan esta última afirmación:

a) El artículo 552 del Código de Procedimiento Civil es perfectamente claro en orden a que
la audiencia, a la cual deben concurrir las partes con sus testigos y demás medios probatorios, debe
efectuarse el quinto día hábil después de la notificación del querellado; y es sabido que cuando el
sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu;

b) En los casos en que el legislador ha querido que el término de emplazamiento sufra


aumento, lo ha establecido expresamente; ejemplo: art. 683 del Código de Procedimiento Civil; y

c) La historia fidedigna del establecimiento de la ley así también lo demuestra, porque, al


establecer como fecha de la audiencia el quinto día hábil después de la notificación del querellado,
lo hizo con la intención de que aquella tuviere una fecha cierta y el juicio no sufriere
prolongaciones innecesarias.

Ahora bien, el comparendo tendrá lugar con sólo la parte que asista (art. 552, inc. 2°, CPC);
lo cual significa que se llevará a efecto en rebeldía del querellante o del querellado, según el caso,
pues la ausencia de uno u otro, en caso alguno frustra la audiencia a la cual fueron oportunamente
citados. En ella, cada parte expondrá lo conveniente a su derecho; o sea, el querellante ratificará su
querella y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones que creyera convenirle y pidiendo
su rechazo.

En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes deseen proporcionar, pues no hay
que olvidar que la audiencia es de contestación y prueba (art. 552, inc. 1°, CPC). Por consiguiente,
no existe el trámite de recepción de la causa a prueba, con señalamiento de los hechos substanciales
y pertinentes controvertidos al tenor de los cuales aquélla deba ser rendida, como acontece de
acuerdo con las reglas generales. La oportunidad, pues, que tienen las partes para rendir pruebas, no
es otra que en la audiencia respectiva, con lo cual se modifican fundamentalmente las reglas
generales que, sobre estos particulares, estudiamos en el juicio ordinario de mayor cuantía. Claro
está que si el medio probatorio, por su naturaleza, no permite llevarlo a cabo de inmediato bastará
con que la parte lo solicite, y el tribunal decretará lo que corresponda. Ejemplo: el querellado pide
que el querellante preste confesión judicial y éste no se encuentra en la audiencia. Será suficiente
que entregue el pliego conteniendo las posiciones y el tribunal fijará un nuevo comparendo para
absolverlas.

Entre los medios probatorios de que pueden valerse las partes en los interdictos sobresale la
prueba testifical; la cual, en atención a que está sometida a importantes reglas especiales, será
objeto de estudio particular más adelante. De todo lo obrado en la audiencia se levantará acta,
expresándose con claridad y precisión lo expuesto por las partes y las pruebas presentadas (art. 560
CPC).

La prueba testimonial.

Las reglas establecidas para el examen de los testigos y para sus tachas en el párrafo 3°,
Título XI, del Libro II del Código de Procedimiento Civil, son aplicables a la querella de amparo,
en cuanto no aparezcan modificadas por los artículos precedentes (art. 559, parte 1ª, CPC).

En consecuencia, nos interesa conocer cuáles son las reglas especiales consignadas por el
legislador en la querella de amparo acerca de los testigos y de sus tachas. Estas reglas, a nuestro
juicio, son las siguientes:

a) En cuanto a la oportunidad para presentar las listas de testigos: mientras el querellante


debe incluirla en su escrito de querella (art. 551, inc. 3°, CPC), el querellado deberá entregarla en
secretaría y se agregará al proceso, por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado
para la audiencia (art. 554, inc. 1°, CPC);
b) En cuanto a los testigos que pueden ser examinados: no solamente podrán ser
interrogados los testigos que figuren en dichas listas; sino, además, aquellos que las partes de
común acuerdo determinen (art. 554, inc. 2°, CPC);

c) En cuanto al número de testigos: cada parte sólo puede presentar hasta cuatro testigos
sobre cada uno de los hechos que deben ser acreditados (art. 555 CPC);

d) En cuanto al interrogatorio de los testigos: se les examinará acerca de los hechos


mencionados en la demanda; y de los que indiquen las partes en la audiencia, si el tribunal los
estima pertinentes (art. 556 CPC);

e) En cuanto al examen de los testigos: no se podrá en ningún caso hacer el examen de los
testigos por otro tribunal que el que conozca de la querella, vale decir, que aquí no entra en juego la
jurisdicción delegada, cualquiera que sea el lugar de la residencia de los testigos (art. 559, parte 2ª,
CPC);

f) En cuanto a las tachas: deberán oponerse a los testigos antes de su examen; y si no puede
rendirse en la misma audiencia la prueba para justificarlas y el tribunal lo estima necesario para
resolver el juicio, señalará una nueva audiencia con tal objeto, la que deberá verificarse dentro de
los tres días subsiguientes a la terminación del examen de los testigos de la querella (art. 557 CPC);
y

g) En cuanto a las audiencias: cuando no alcance a rendirse toda la prueba en una sola
audiencia, continuará el tribunal recibiéndola en los días hábiles inmediatos hasta concluir; con lo
cual se hace innecesario reclamar de entorpecimiento y pedir la fijación de nuevas audiencias,
puesto que éstas se hallan señaladas por el solo ministerio de la ley (art. 558 CPC).

La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva.

Concluida la audiencia de prueba, el tribunal en el mismo acto citará a las partes para oír
sentencia, la que deberá dictar de inmediato, o, a lo más, en el plazo de los tres días subsiguientes
(artículo 561 CPC).

Si se da lugar a la querella, se condenará en costas al demandado. En el caso contrario, al


actor (art. 562 CPC). Se establece así una clara excepción a los principios generales sobre la
condenación en costas; puesto que sabemos que, en conformidad a ellos, aun cuando una parte haya
sido totalmente vencida en el juicio, puede, con todo, el tribunal eximirla del pago de las costas,
cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles para litigar, sobre lo cual debe hacer declaración
expresa en la resolución (art. 144 CPC). En la querella de amparo, en cambio, la suerte de las costas
está sellada con los resultados de la querella: si obtuvo el actor, se condenará en las costas al
demandado; a la inversa, si obtiene el demandado, se condenará en costas al actor.

Los recursos.

La sentencia definitiva de primera instancia recaída en la querella de amparo será


susceptible de casación en la forma y de apelación. La casación en la forma no suspende el
cumplimiento de la sentencia; y si el demandado es el recurrente, no podrá exigir del querellante el
otorgamiento de fianza de resultas para entrabar dicho cumplimiento (art. 773, inc. 2°, del CPC). En
cuanto a los efectos de la apelación, dependerán de los resultados de la querella: si la sentencia
acoge el interdicto, la apelación se concederá sólo en el efecto devolutivo, o sea, siempre se cumple;
a la inversa, si la sentencia rechaza el interdicto, la apelación se concederá en ambos efectos, pues
nada hay que ejecutar o cumplir (art. 550, parte 1ª, CPC). No olvidemos que, en todo caso, la
tramitación del recurso de apelación se ajustará a las reglas establecidas para los incidentes (art.
550, parte 2ª, CPC).

La sentencia definitiva de segunda instancia recaída en la querella de amparo, por el


contrario, será susceptible de casación en la forma y de casación en el fondo. Ambos recursos,
como sabemos, no suspenden la ejecución de la sentencia recurrida; y si el recurrente es el
querellado, no podrá exigir del querellante el otorgamiento de fianza de resultas, pues este derecho
le está expresamente vedado por el legislador (art. 773, inc. 2°, del CPC).

En resumen, observemos que los efectos de los recursos que pueden interponerse en contra
de la sentencia definitiva pronunciada en las querellas posesorias de amparo están dirigidos a
obtener su pronto cumplimiento, no obstante, la existencia de recursos pendientes, como manera
también de conseguir una pronta protección en la posesión que pretendemos conservar.

Reserva de la acción ordinaria.

Esta materia se halla consagrada en el artículo 563 del Código de Procedimiento Civil,
cuando dice: “Cualquiera que sea la sentencia, queda siempre a salvo a los que resulten
condenados el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, pudiendo
comprenderse en dicha acción el resarcimiento de las costas y perjuicios que hayan pagado o que
se les hayan causado con la querella. No será admisible ninguna otra demanda que tienda a
enervar lo resuelto en el interdicto”.

Cualesquiera que sean los resultados a que se haya llegado en la sentencia recaída en el
interdicto de amparo, deja el camino abierto al condenado para que pueda deducir por la vía
ordinaria la acción que, en conformidad a derecho, crea convenirle, aun a riesgo de llegar a
contrariar lo resuelto en la primitiva sentencia. Todavía más: en la nueva demanda puede también
solicitarse la devolución de las costas y perjuicios que se hayan pagado con motivo de la querella de
amparo o que se hayan causado con tal motivo. Se trata, como se ve, de una reserva de derecho para
accionar por la vía ordinaria sin el temor de que se pueda oponer la excepción de cosa juzgada;
reserva que no requiere de petición de parte ni de declaración judicial alguna, o sea, que se halla
establecida sólo por el ministerio de la ley.

Sin embargo, lo resuelto en la sentencia definitiva recaída en una querella de amparo, no


podríamos pretender alterarlo mediante el ejercicio de una nueva querella fundada en iguales
hechos. A ella se opondría la excepción de cosa juzgada, en conformidad a las reglas generales; y,
además, lo prescrito en el inciso final del precepto que comentamos, o sea, que “ no será admisible
ninguna otra demanda que tienda a enervar lo resuelto en el interdicto”.

Por consiguiente, las sentencias pronunciadas en las querellas de amparo, por regla general,
como ocurre con toda clase de sentencias, producen cosa juzgada; salvo frente a una nueva
demanda deducida por vía ordinaria, en cuyo caso, por expresa disposición del legislador, se ha
dejado campo abierto para ejercer la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho. Nos
hallamos, pues, ante un caso similar al de la reserva de derechos del juicio ejecutivo; pero con la
gran diferencia que, mientras este último requiere de petición de parte y de resolución del tribunal,
la reserva de la acción ordinaria en los interdictos opera de pleno derecho, o sea, sólo por el
ministerio de la ley.

QUERELLA DE RESTITUCIÓN:

Es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para recuperar la posesión de


bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos (art. 549, N° 2°, CPC).

Su objeto es también preciso y determinado; recuperar la posesión, indistintamente, de dos


clases de cosas: de los bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.

Requisitos formales de la querella.

El que intente una querella de restitución debe expresar en la demanda un doble grupo de
formalidades legales:

a) las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y

b) las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Las primeras han
sido ya objeto de nuestro estudio, y las damos por reproducidas. Las segundas, en cambio, son las
siguientes:

1ª Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado en posesión tranquila y


no interrumpida durante un año completo del derecho en que pretende ser restituido (art. 551, N° 1°,
CPC);

2ª Que ha sido despojado de la posesión por medio de actos que indicará clara y
precisamente (art. 551, inc. 4°, CPC); y

3ª Que piensa valerse de tales y cuales medios probatorios; y si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).

La querella de restitución contendrá, pues, como petición consignada a la conclusión, que


en definitiva se la acoja, condenando al demandado a restituir la posesión del bien raíz o del
derecho real en él constituido, según el caso.

Procedimiento.

Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la
prueba testifical, la sentencia definitiva, sus recursos, y la reserva de derecho para la vía ordinaria,
se aplican a la querella de restitución.
QUERELLA DE RESTABLECIMENTO:

Es el interdicto posesorio que se intenta para obtener el restablecimiento en la posesión o en


la mera tenencia de los bienes raíces o de los derechos reales constituidos en ellos, cuando dicha
posesión o mera tenencia hayan sido violentamente arrebatadas (art. 549, N° 3°, CPC).

Esta querella, por consiguiente, protege tanto la posesión como la mera tenencia, cuando
ellas han sido violentamente arrebatadas, ya de los bienes raíces, ya de los derechos reales
constituidos en ellos.

Difiere, pues, fundamentalmente de las anteriores, que sólo estaban destinadas a proteger la
posesión, en que también vela por la mera tenencia y en que la pérdida de la posesión o de la mera
tenencia debe haberse producido por actos de violencia del perturbador.

Requisitos formales de la querella.

El que intente una querella de restablecimiento debe expresar en la demanda un doble grupo
de formalidades legales:

a) las circunstancias enumeradas en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil; y

b) las enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Las primeras han sido ya objeto
de nuestro estudio, y las damos por reproducidas. Las segundas, en cambio, son las siguientes:

1ª Que personalmente es poseedor o mero tenedor del bien o derecho real en que pretende
ser restablecido (art. 551, inc. 1°, CPC);

2ª Que se le ha arrebatado por medio de la violencia dicha posesión o mera tenencia (art.
551, inc. 5°, CPC); y

3ª Que piensa valerse de tales o cuales medios de prueba; y, si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).

Procedimiento.

Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la
prueba testifical, la sentencia definitiva y sus recursos, se aplican a la querella de restablecimiento.

Reserva de derechos.

La sentencia pronunciada en la querella de restablecimiento deja a salvo a las partes, no


sólo el ejercicio de la acción ordinaria en conformidad al artículo 563, sino también el de las
acciones posesorias que les correspondan (art. 564 CPC). Se trata, en consecuencia, de una doble
reserva de derechos: a) Para poder ejercitar la acción posesoria que le competa; ejemplo: una
querella posesoria de restitución; y b) Para poder ejercitar la acción ordinaria que, con arreglo a
derecho, pudiere corresponderle; ejemplo: una acción reivindicatoria.

DENUNCIA DE OBRA NUEVA:


Es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para impedir la ejecución de una
obra de semejante naturaleza (art. 549, N° 4, CPC). No cualquiera obra nueva es susceptible de ser
denunciada. En efecto, según la ley civil, hay obras nuevas denunciables y no denunciables. Estas
últimas constituyen la regla general. Luego, es del caso señalar qué obras nuevas presentan el
carácter de denunciables y, por consiguiente, cuáles pueden ser objeto de una denuncia tendiente a
impedir su ejecución.

Son obras nuevas denunciables:

a) Las que se tratan de construir sobre el suelo de que se está en posesión (art. 930, inc. 1°,
CC);

b) Las que construidas en el predio sirviente embarazan el goce de una servidumbre


constituida en él (art. 931, inc. 1°, CC);

c) Las construcciones que se tratan de sustentar en edificio ajeno, no estando sujeto a tal
servidumbre (art. 931, inc. 2°, CC); y

d) Las obras voladizas que atraviesan el plano vertical de la línea divisoria de dos predios,
aunque no se apoyen sobre el predio ajeno, ni den vista, ni viertan aguas lluvias sobre él (art. 931,
inc. 3°, CC).

En consecuencia, solamente esta última clase de obras dan origen al interdicto de obra
nueva. Así también lo demuestra la frase: “Presentada la demanda para la suspensión de una obra
nueva denunciable...” (art. 565 CPC).

Requisitos formales de la denuncia.

A diferencia de lo acontecido con las querellas de amparo, de restitución y de


restablecimiento, nada ha estatuido la ley sobre el particular. En consecuencia, en la redacción de la
denuncia de obra nueva, no habrá más remedio que ajustarse a las prescripciones generales, o sea, a
los requisitos contenidos en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil, aplicables en virtud
de lo preceptuado en el artículo 3° de este Código. Normalmente, el denunciante en su parte
petitoria solicitará que desde luego se ordene la suspensión provisional de la obra denunciada y que,
en definitiva, se acoja la denuncia, condenando al demandado a que suspenda indefinidamente la
construcción de la obra nueva en referencia. Decimos normalmente, por cuanto el denunciante
también puede pedir, junto con lo anterior, que se ordene la demolición de la obra; pero a este
derecho nos referiremos más adelante.

Resolución que recae en la denuncia y su notificación.

Se trata de una resolución compleja, pues consta de diversas partes. En efecto, presentada la
demanda para la suspensión de una obra nueva denunciable, el juez decretará:

a) La suspensión provisional de dicha obra;

b) La toma de razón del estado y circunstancias de la misma;


c) El apercibimiento al que la esté ejecutando con la demolición o destrucción, a su costa,
de lo que en adelante se haga; y

d) La citación de denunciante y denunciado a una audiencia que deberá llevarse a efecto


dentro del quinto día hábil a contar desde la notificación de este último, debiendo en ella
presentarse los documentos y demás medios probatorios en que las partes funden sus pretensiones
(art. 565 CPC).

La suspensión provisional de la obra nueva tiene por objeto impedir que el denunciado
continúe en su ejecución, mientras no se resuelva en el interdicto si tiene o no derecho a ello.

La toma de razón del estado y circunstancias de la misma se efectuará por medio de un


Ministro de fe –en este caso, por el Receptor– y permite constatar esta diligencia si el denunciado
ha violado o no la orden de suspensión provisional.

El apercibimiento al que está ejecutando la obra con la demolición o destrucción, a su costa,


de lo que en adelante se haga, es una medida de coerción para que la orden de suspensión
provisional sea respetada.

Y, por fin, la citación a comparendo tiene por objeto escuchar la defensa del denunciado y
recibir las pruebas, de cualquiera especie que sean, y que quieran suministrar las partes en apoyo de
sus derechos.

Esta primera resolución debe ser notificada a las siguientes personas: a) Al denunciado, a
fin de emplazarlo al juicio; y, desde el momento en que la ley no tiene regla especial al respecto,
deberá practicársele esta notificación personalmente (art. 40 CPC); y b) Al que esté dirigiendo o
ejecutando la obra; y, como se trata de un tercero, la notificación podrá efectuársele personalmente
o por cédula (art. 56 CPC). Esta notificación tiene por objeto dar cumplimiento a la orden de
suspensión provisional de la obra, la que se respetará aun cuando todavía no se haya notificado al
denunciado. Estimamos que si el denunciado mismo es el que está dirigiendo o ejecutando la obra,
la segunda notificación es enteramente superflua (art. 566 CPC).

El comparendo.

Hemos dicho que se celebra dentro del quinto día hábil después de la notificación del
denunciado sin que intervenga la tabla de emplazamiento, por las mismas razones que expresamos
al referirnos a igual audiencia en la querella de amparo. El juez tampoco podría fijar una audiencia
determinada, puesto que la ley le señala una fórmula enteramente diversa, cual es, el quinto día
hábil después de la notificación del demandado (art. 565, parte final, CPC). Aunque la ley no lo
dice, este comparendo se llevará a efecto con sólo la parte que asista, en conformidad a las reglas
generales; y en él cada parte expondrá lo conveniente a su derecho, o sea, el demandante ratificará
su denuncia y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones o defensas que creyere
convenirle, pidiendo el rechazo de aquélla. En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes
deseen producir en apoyo de sus derechos, pues la audiencia es de contestación y prueba; y la
oportunidad para suministrarlas, no es otra que el comparendo mismo.
Sin embargo, el legislador ha hecho especial referencia; en este caso de la denuncia de obra
nueva, a tres clases de medios probatorios y en los sentidos que pasan a expresarse:

a) Documentos: establece que deben presentarse por las partes en la audiencia ya referida
(art. 565, parte final, CPC);

b) Testigos: dispone que si las partes quieren rendir prueba testimonial se sujetarán a lo
prevenido a este respecto en el párrafo 2° de este Título (art. 568, inc. 1°, CPC). En otras palabras,
la prueba testimonial se regirá por todo cuanto hemos dicho dentro de la querella de amparo, en
especial, en cuanto a la oportunidad para presentar las correspondientes listas, o sea, el denunciante
en la denuncia y el denunciado por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado para
la audiencia (arts. 551 y 554 CPC); y

c) Informe pericial: ordena que si alguna de las partes lo pide, y en concepto del tribunal
son necesarios conocimientos periciales, se oirá el dictamen de “un perito”, que se expedirá dentro
de un “breve plazo” que aquél señalará (art. 568, inc. 2° CPC).

La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva.

“Concluida la audiencia de prueba o presentado que sea el dictamen del perito, en su caso,
el tribunal citará a las partes a oír sentencia, la que deberá dictar en el plazo de los tres días
subsiguientes (artículo 569, inc. 1°, CPC).

En la sentencia, el tribunal fatalmente tendrá que decidirse por una u otra de estas
conclusiones:

a) Acoger la denuncia de obra nueva, ratificando la suspensión provisional de la misma que


oportunamente había decretado, vale decir, transformando la suspensión de provisional en
definitiva; o

b) Rechazar la denuncia de obra nueva, mandando alzar la suspensión provisional de la


misma que oportunamente había decretado, o sea, haciendo desaparecer el obstáculo legal que
impidió al denunciado continuar con la ejecución de su obra (art. 569, inc. 2°, parte 1ª, CPC).

En todo caso, la sentencia llevará condenación de costas (art. 569, inc. 5°, CPC). Quiere
decir esto que si se acoge la denuncia, se condenará en costas al denunciado; y, a la inversa, si se
rechaza la denuncia, se condenará en costas al actor.

Los recursos.

La sentencia definitiva de primera instancia que se pronuncie en la denuncia de obra nueva


será susceptible de los recursos de casación en la forma y de apelación.

La casación en la forma sabemos que no suspende la ejecución de la sentencia recurrida; y


que si el recurrente es el denunciado, no podrá exigir del denunciante el otorgamiento de fianza de
resultas para que éste pueda hacer ejecutar la sentencia (art. 773, inc. 2°, del CPC).

En cuanto a los efectos de la apelación, estarán condicionados a los resultados de la


denuncia: si la sentencia la acoge, el recurso se concederá sólo en el efecto devolutivo, o sea, se
cumple, no obstante estar pendiente la apelación; y si la sentencia la rechaza, el recurso se
concederá en ambos efectos, o sea, aquélla no puede cumplirse pendiente la apelación y, por
consiguiente, la suspensión provisional de la obra continuará en plena vigencia (art. 550 CPC).

No olvidemos que, en todo caso, la tramitación del recurso de apelación se ajustará a las
reglas establecidas para los incidentes (art. 550 CPC).

La sentencia definitiva de segunda instancia, en cambio, sólo será susceptible de los


recursos de casación en la forma y en el fondo, los que no suspenden la ejecución de la sentencia e
impiden al demandado solicitar del demandante fianza de resultas si éste deseare llevar a efecto
dicho cumplimiento (art. 773, inc. 2°, del CPC).

Reserva de la acción ordinaria.

Cualesquiera que sean los resultados de la sentencia definitiva, lo cierto es que, en todo
caso, dejan a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa, para que se declare
el derecho de continuar la obra o de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°, parte 2ª, CPC).

En otras palabras, si el vencido es el denunciante, siempre podrá ejercer, por la vía


ordinaria, la acción tendiente a obtener la demolición de la obra ejecutada por el denunciado, sin
que este último pueda oponerle la excepción de cosa juzgada emanada del fallo definitivo recaído
en el interdicto. A la inversa, si el vencido es el denunciado, siempre podrá también ejercer, por la
vía ordinaria, la acción tendiente a obtener que se declare su derecho de continuar la obra, no
pudiendo el denunciante, en este nuevo juicio, oponerle la excepción de cosa juzgada emanada de la
sentencia recaída en el interdicto, que ordenaba precisamente la suspensión definitiva de aquélla. Se
trata, por consiguiente, de una reserva de derecho establecida sólo por el ministerio de la ley, o sea,
que no requiere de petición de parte interesada, ni de resolución judicial expresa al respecto.

Derechos del denunciante en relación a la obra nueva.

Son varios y a manera de recapitulación podemos señalar los siguientes:

a) Pedir la suspensión provisional de la obra nueva denunciada: esta petición la formulará


en la parte petitoria de su denuncia o en un otrosí de la misma, y el tribunal la decreta desde luego,
con sólo constatar que se trata de una obra nueva denunciable (art. 565 CPC);

b) Pedir la suspensión definitiva de la obra nueva denunciada: este derecho lo ejercerá en la


parte petitoria de su denuncia y constituirá, por consiguiente, el objeto mismo del interdicto, ya que
éste, en tal caso, tiende a impedir una obra nueva. El tribunal se pronunciará acerca de esta petición
de suspensión definitiva en la sentencia y, en caso de aceptarla, expresará su decisión manifestando
que ratifica la suspensión provisional decretada (art. 569, inc. 2°, CPC);

c) Pedir la demolición de la obra nueva denunciada: este derecho se halla consagrado en el


inciso 3° del artículo 569 del Código de Procedimiento Civil. La forma dubitativa empleada en
dicho precepto, para señalar la oportunidad en que semejante derecho puede ser ejercido por el
denunciante, ha hecho pensar a algunos que dicha oportunidad es durante todo el curso del juicio.
No compartimos esta opinión, y estimamos que si el denunciante desea que se ordene además la
demolición de la obra, deberá pedirlo en su correspondiente denuncia. Esta petición de demolición,
por consiguiente, pasará a formar parte del asunto controvertido en la denuncia; y, para que pueda
ser acogida, se requiere que el denunciante demuestre al tribunal que el mantenimiento aun
temporal de la obra le ocasiona grave perjuicio y que dé suficiente caución para responder por los
resultados del juicio ordinario (art. 569, inc. 3°, CPC). En este caso, si la sentencia ordena la
demolición, será apelable en ambos efectos (arts. 550 y 569, inc. 4°, CPC); y

d) Pedir la demolición de la obra nueva en vía ordinaria: este derecho lo ejercerá el


denunciante en el evento que su denuncia sea rechazada; pues, como ya hemos visto, en todo caso
la sentencia recaída en la denuncia de obra nueva deja a salvo al vencido el ejercicio de la acción
ordinaria que le competa para que se declare su derecho de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°, CPC).

Derechos del denunciado en relación a la obra nueva.

La posición del denunciado será diametralmente opuesta a la del denunciante y, por


consiguiente, todos sus esfuerzos tenderán a que a la obra nueva se le dé pronta y total terminación.
Al respecto, el legislador le ha conferido los siguientes derechos:

a) Pedir autorización para hacer en la obra lo que sea absolutamente indispensable a fin de
que no se destruya lo edificado: este derecho lo ejercerá, como se comprende, una vez suspendida
provisionalmente la obra y mientras esté pendiente el interdicto. Para que el denunciado pueda
ejecutar semejantes trabajos es necesaria la autorización previa del tribunal que está conociendo de
la denuncia. Éste procederá de plano, o, en caso de duda, y para mejor proveer, oyendo el dictamen
de un perito nombrado por él, el cual no podrá ser recusado, y se pronunciará sobre la autorización
con la urgencia que el caso requiera (art. 567 CPC);

b) Pedir autorización para continuar la obra nueva denunciada: este otro derecho lo ejercerá
el denunciado en caso que la sentencia recaída en el interdicto lo acoja, o sea, ratifique la
suspensión provisional de la obra oportunamente decretada. Dada su excepcional importancia, su
ejercicio está condicionado a la concurrencia de las siguientes circunstancias:

1ª Que el denunciado acredite que de la suspensión de la obra se le siguen graves perjuicios;

2ª Que dé caución suficiente para responder de la demolición de la obra y de la


indemnización de los perjuicios que de continuarla pueden seguirse al contendor, en caso que a ello
sea condenado por sentencia firme; y

3ª Que al mismo tiempo de pedir dicha autorización deduzca demanda ordinaria para que se
declare su derecho a continuar la obra (art. 570, inc. 1°, CPC).

En consecuencia, esta autorización se solicitará del juez que conozca de la demanda


ordinaria tendiente a que se declare el derecho del denunciado a continuar con la obra; y constituirá
un incidente dentro del nuevo juicio (art. 570, inc. 2°, CPC); y

c) Pedir por vía ordinaria, que se declare su derecho a continuar la obra: este derecho lo
ejercerá el denunciado en el evento que la denuncia sea acogida, o, que ratifique la suspensión
provisional de la obra; pues, sabemos que en todo caso la sentencia recaída en la denuncia de obra
nueva deja a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa (art. 569, inc. 2°,
CPC).
DENUNCIA DE OBRA RUINOSA:

Es el interdicto posesorio que se intenta para impedir que una obra ruinosa o peligrosa
cause daño (art. 549, N° 5°, CPC).

Su origen arranca de los artículos 932, 933, 934 y 935 del Código Civil. El primero de estos
preceptos dispone: “El que tema que la ruina de un edificio vecino le depare perjuicio, tiene
derecho de querellarse al juez para que se mande al dueño de tal edificio derribarlo, si estuviere
tan deteriorado que no admita reparación; o para que, si la admite, se le ordene hacerla
inmediatamente; y si el querellado no procediere a cumplir el fallo judicial, se derribará el edificio
o se hará la reparación a su costa. Si el daño que se teme del edificio no fuere grave, bastará que
el querellado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del edificio
sobrevenga”. Y el último de ellos agrega: “Las disposiciones precedentes se extenderán al peligro
que se tema de cualesquiera construcciones; o de árboles mal arraigados, o expuestos a ser
derribados por casos de ordinaria ocurrencia”.

En resumen, la denuncia de obra ruinosa puede tener por objeto pedir:

a) La demolición o enmienda de una obra ruinosa o peligrosa;

b) El afianzamiento o la extracción de árboles mal arraigados o expuestos a ser derribados


por casos de ordinaria ocurrencia; y

c) El otorgamiento de una caución por parte del querellado para resarcir todo perjuicio que
por el mal estado del edificio sobrevenga, si el daño que se teme del mismo no fuere grave. Empero,
algunos piensan que esto último escapa al objetivo o finalidad del interdicto que vamos a tratar, por
ser materia de juicio de lato conocimiento; opinión que muchos no comparten, en razón de que no
hay inconveniente de orden legal alguno que impida solicitar la caución, como subsidiaria de las
peticiones sobre demolición o enmienda de una obra ruinosa o peligrosa.

Titulares de la denuncia de obra ruinosa.

En atención a que el ejercicio de este interdicto no sólo interesa a los particulares


amenazados por el daño que causen los edificios ruinosos o peligrosos o los árboles mal arraigados
o expuestos a ser derribados, sino también a la sociedad en general, el legislador autorizó a las
municipalidades y a cualquiera persona del pueblo para interponer denuncia de obra ruinosa en
favor de los caminos, plazas u otros lugares de uso público, y para la seguridad de los que transitan
por ellos (art. 948, inc. 1°, CC). Y para dar un mayor aliciente al ejercicio de esta acción popular,
agregó que siempre que a consecuencia de ella “haya de demolerse o enmendarse una
construcción, o de resarcirse un daño sufrido, se recompensará al actor, a costa del querellado,
con una suma que no baje de la décima, ni exceda a la tercera parte de lo que cueste la demolición
o enmienda, o el resarcimiento del daño; sin perjuicio de que si se castiga el delito o negligencia
con una pena pecuniaria, se adjudique al actor la mitad” (art. 948, inc. 2°, CC).

Requisitos formales de la denuncia.


A diferencia de lo acontecido con las querellas de amparo, restitución y restablecimiento,
nada ha estatuido la ley sobre estos requisitos. En consecuencia, en la redacción de la denuncia de
obra ruinosa, no habrá otro camino que ajustarse a los requisitos formales de toda demanda
señalados en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil, aplicable en este caso a virtud de lo
preceptuado en el artículo 3° del mismo Código. Normalmente, el denunciante en la parte petitoria
de su denuncia solicitará que, en definitiva, se acoja, ordenando ya la demolición o enmienda de la
obra ruinosa o peligrosa de que se trate, o bien la extracción o afianzamiento de los árboles, según
el caso, y, en subsidio, para el caso de obras ruinosas o peligrosas, que el querellado otorgue una
caución para responder de todo perjuicio, si el daño que se teme no fuere estimado grave por el
juez.

No olvidemos que si la denuncia es puesta en actividad, a virtud de acción popular, también


deberá pedirse en ella que se declare el derecho a recompensa, reservando la facultad de discutir
acerca de su cuantía después de la ejecución del fallo (art. 582 CPC).

Resolución que recae en la denuncia y su notificación.

Presentada la denuncia de obra ruinosa, el tribunal la proveerá ordenando la práctica de una


inspección personal, a la mayor brevedad, de la construcción o árboles denunciados, con la ayuda
de un perito nombrado también por él mismo (art. 571 CPC).

Esta resolución deberá ser notificada al denunciado en conformidad a lo que dispone el


Título VI del Libro I, o sea, personalmente, y en cualesquiera de sus formas; pero, en el caso del
artículo 44, se hará la notificación en la forma indicada en el inciso 2° de dicho artículo, aunque el
querellado no se encuentre en el lugar del juicio (arts. 553 y 573 CPC).

Si el denunciado no se ha hecho parte en primera instancia antes del pronunciamiento de la


sentencia definitiva, se pondrá ésta en conocimiento del defensor de ausentes, quien podrá deducir y
seguir los recursos a que haya lugar (arts. 553 y 573 CPC).

Ahora bien, la inspección personal del tribunal se llevará a efecto con la asistencia de las
partes que concurran, pudiendo incluso, cada una de ellas, si lo estiman conveniente, asociarse para
este acto de un perito (art. 571 CPC).

De todo lo obrado se levantará acta, en la que se harán constar las opiniones o informes
periciales, las observaciones conducentes que hagan los interesados y lo que acerca de ello note el
juez que practica la diligencia. Empero, cuando el reconocimiento haya de practicarse a más de
cinco kilómetros de distancia de los límites urbanos de la población en que funciona el tribunal,
podrá éste cometer la diligencia al juez inferior que corresponda o a otro ministro de fe, quienes
procederán asociados del perito que el tribunal designe y en la forma anteriormente señalada (art.
571, inc. 2°, CPC). En este último caso podrá el tribunal que conoce de la causa, antes de dictar
sentencia, disponer que la diligencia de reconocimiento se rectifique o amplíe en los puntos que
estime necesario (art. 572, inc. 2°, CPC).

La citación para oír sentencia y la sentencia definitiva.


Con el solo mérito de la inspección personal del tribunal practicada a la construcción o a los
árboles denunciados, el tribunal en el acto citará a las partes a oír sentencia, la que deberá dictar de
inmediato o en el plazo de los tres días subsiguientes (art. 572, inc. 1°, CPC).

En la sentencia definitiva el juez tendrá forzosamente que optar entre estas dos soluciones:

a) Denegar lo pedido por el querellante; o

b) Decretar la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción a que haya lugar (art. 572,
inc. 1°, CPC).

Al decidir lo controvertido, deberá también considerar el tribunal si hay alguna petición


subsidiaria sobre caución del querellado o alguna petición de derecho a recompensa y de reserva en
lo que se refiere a su cuantía, a fin de no incurrir en ninguna omisión a este respecto.

A falta de disposiciones especiales acerca de condenación en costas, habrá que ceñirse a las
reglas generales.

Medidas urgentes de precaución.

En la misma sentencia que ordena la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción,


puede el tribunal decretar desde luego las medidas urgentes de precaución que considere necesarias,
y además que se ejecuten dichas medidas, sin que de ello pueda apelarse (art. 574 CPC).

Los recursos.

La sentencia definitiva de primera instancia pronunciada en la denuncia de obra ruinosa es


susceptible de los recursos de casación en la forma y de apelación. La apelación se concederá en
ambos efectos, sea que se deniegue lugar al interdicto (art. 550 CPC), sea que se acoja (art. 575
CPC); y, en todo caso, se tramitará como los incidentes (art. 550 CPC).

Por su parte, la sentencia definitiva de segunda instancia será susceptible de ser atacada por
medio de los recursos de casación en la forma y en el fondo.

Es de advertir que los recursos de casación interpuestos ya contra la sentencia de primera


instancia, ya contra la de segunda, si bien en principio no debieran suspender la ejecución de estos
fallos, lo cierto es que impiden la ejecución de lo resuelto, cuando se acoge el interdicto, en razón
de que su cumplimiento haría imposible llevar a efecto la sentencia que se dicte de acogerse el
recurso, o sea, la sentencia que en tal caso desecharía el interdicto (art. 773, inc. 2°, del CPC)
¿Cómo podríamos volver a construir un edificio demolido, o bien, a plantar nuevamente árboles
que ya fueron arrancados...?

Reserva de la acción ordinaria.

Cuando se dé lugar al interdicto, no se entenderá reservado el derecho de ejercer en vía


ordinaria ninguna acción que tienda a dejar sin efecto lo resuelto (art. 576 CPC). A contrario sensu,
la sentencia que rechace la denuncia de obra ruinosa, deja a salvo a la parte vencida el derecho de
ejercer en vía ordinaria la acción que crea convenirle.
Ejecución de la sentencia que acoge el interdicto. Dispone el inciso 1°, parte final, del
artículo 932 del Código Civil: “Si el querellado no procediere a cumplir el fallo judicial, se
derribará el edificio o se hará la reparación a su costa”. Se trata, por consiguiente, de una
prestación de hacer y, aun en el silencio de la ley civil, la sentencia se habría ejecutado en idéntica
forma frente a lo que prescribe el artículo 235, N° 5° del Código de Procedimiento Civil acerca del
cumplimiento de las sentencias que ordenan la ejecución o destrucción de una obra material.
También, una vez ejecutado el fallo, habrá que determinar prudencialmente la cuantía de la
recompensa que pudiere corresponderle al actor popular, dentro de los límites señalados por el
artículo 948 del Código Civil, oyendo en audiencia verbal a los interesados (art. 582 CPC).

Medidas administrativas o de policía.

Todo cuanto hemos dicho respecto de la denuncia de obra ruinosa es sin perjuicio de las
medidas administrativas o de policía a que haya lugar según las leyes (art. 583 CPC).

JUICIO RELATIVO A LOS CONTRATOS DE ARRENDAMIENTO DE BIENES


RAÍCES URBANOS
Fuentes legales.

Tanto el Decreto Ley N° 964, de 12 de abril de 1975, como la Ley N° 18.101, de 7 de enero
de 1982, contienen normas de derecho sustantivo o de fondo acerca del contrato de arrendamiento
de bienes raíces urbanos; igualmente establecen reglas de competencia sobre los tribunales llamados
a conocer de los juicios que se deriven de dichos contratos y del procedimiento a observar en esos
mismos juicios.

Al respecto, es necesario dejar en claro que, si bien el artículo 25 de la Ley N° 18.101


deroga el Decreto Ley N° 964, de 1975, sobre arrendamiento de bienes raíces urbanos, es necesario
citarlo como fuente legal en esta materia, ya que el artículo primero transitorio de la citada ley, hace
aplicables las disposiciones del Decreto Ley N° 964, de 1975, a los contratos de arrendamiento de
bienes raíces urbanos celebrados con anterioridad a la vigencia de dicha ley, vale decir, al 29 de
enero de 1982, entendiéndose subsistente en todas sus partes para tal fin.

Ámbito de aplicación de la Ley N° 18.101.

La Ley N° 18.101 contiene una normativa de carácter especial que rige el contrato de
arrendamiento de bienes raíces urbanos y que, supletoriamente, en lo contenido en ella, hace jugar
las disposiciones del Código Civil (Libro IV, Título XXVI, Arts. 1916 a 1977).

Lo anterior se desprende del artículo 1° de la Ley N° 18.101 que establece: “ El contrato de


arrendamiento de bienes raíces urbanos, entendiéndose por tales los ubicados dentro del radio
urbano respectivo, se regirá por las disposiciones especiales de esta ley y, en lo no previsto en ella,
por el Código Civil. La misma norma se aplicará a los arrendamientos de viviendas situadas fuera
del radio urbano, aunque incluyan terreno, siempre que su superficie no exceda de una hectárea”.

Aplicación de las leyes de procedimiento.

Dentro de las disposiciones transitorias de la Ley N° 18.101, en especial en el inciso 2° del


artículo 1°, se establece la aplicación de las leyes de procedimiento, para lo cual es necesario
distinguir entre:

a) Juicios en tramitación al 29 de enero de 1982, los que se rigen por el Decreto Ley N° 964
(hoy sin importancia);

b) Juicios posteriores al 29 de enero de 1982, pero relativos a contratos de arrendamiento


anteriores a esa fecha, se rigen por el Decreto Ley N° 964; y

c) Juicios de arrendamientos posteriores al 29 de enero de 1982 y relativos a contratos de


arrendamiento posteriores a esa fecha, se rigen por la Ley N° 18.101.
Arrendamiento a los cuales no se aplica la Ley N° 18.101.

Esta materia se encuentra reglamentada en el artículo 2° de la Ley N° 18.101 que establece:


“Esta ley no se aplicará a los siguientes bienes raíces urbanos:

1. Predio de cabida superior a una hectárea y que tenga aptitud agrícola, ganadera o
forestal o estén destinados a ese tipo de explotación;

2. Inmuebles fiscales;

3. Viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses, por periodos
continuos o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo;

4. Hoteles, residenciales y establecimientos similares, en las relaciones derivadas del


hospedaje;

5. Estacionamiento de automóviles y vehículos;

6. Las viviendas regidas por la Ley N° 19.281.

Todos estos inmuebles, no obstante tener el carácter de urbanos, no se rigen por la Ley N°
18.101, sino por lo que pacten las partes libremente y en silencio de éstas se aplican en forma
supletoria las disposiciones contenidas en el Código Civil; y

Sin perjuicio de lo expuesto anteriormente, es necesario tener presente la norma del inciso
2° del artículo 2° de la Ley N° 18.101, la que hace aplicables las normas de procedimiento
establecidas en el Título III de la Ley N° 18.101 a los juicios que se originen en relación con los
contratos de:

a) viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses, por periodos
continuos o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo; y

b) estacionamientos de automóviles y vehículos.

Competencia.

Para saber con exactitud cuál es el tribunal llamado a conocer de esta clase de juicios, es
necesario remitirnos al artículo 17 de la Ley N° 18.101, que dispone: “Los jueces letrados de
mayor cuantía serán competentes, conforme a las reglas generales del Código Orgánico de
Tribunales, para conocer en única o en primera instancia de los juicios a que se refiere este Título,
sin perjuicio de las atribuciones que competan en la materia a los jueces de policía local que sean
abogados”.

Recordemos que los jueces de letras conocen de las causas de arrendamiento en única
instancia cuya cuantía no exceda de 10 UTM y en primera instancia cuando excedan de dicha
cantidad (art. 45 COT); y que los jueces de policía local que sean abogados conocen de las causas
de arrendamiento en única instancia hasta $ 3.000 en las ciudades compuestas de una o más
comunas en que no tenga el asiento de sus funciones un Juez de letras (art. 14 letra A, Ley N°
15.231).

Tratándose, ahora, de esta clase de juicios en que el Fisco fuere parte o tuviere interés,
conocerán de ellos los jueces a que se refiere el artículo 48 del Código Orgánico de Tribunales.

Por último, ya que de reglas de competencia se trata, es del caso recordar que ninguna
importancia tendrá el factor fuero para determinar el tribunal llamado a conocer de esta clase de
juicios. (art. 133 COT).

Características generales de este juicio.

Pueden señalarse como tales las siguientes:

a) Las partes podrán comparecer y defenderse personalmente, en primera instancia, en los


juicios cuya renta vigente al tiempo de interponerse la demanda no sea superior a cuatro unidades
de fomento (art. 8°, N° 10, Ley N° 18.101). En consecuencia, esta situación excepcional se da sólo
en primera instancia, ya que ante las Cortes de Apelaciones las partes deberán comparecer
patrocinadas por abogado habilitado para el ejercicio de la profesión conforme con los arts. 398 del
Código Orgánico de Tribunales y 1° y 2° de la Ley N° 18.120.

b) En esta clase de juicios, siempre que se solicite la entrega del inmueble arrendado, el
arrendador podrá hacer notificar la demanda a las empresas que suministren gas, energía eléctrica o
agua potable, y en tal caso el demandado será el único responsable de los consumos mientras dure
la ocupación del inmueble por el mismo o por las personas a su cargo. Las empresas no podrán
excepcionarse alegando ignorancia del domicilio del deudor (art. 14, Ley N° 18.101).

c) En la audiencia de rigor, el demandado podrá reconvenir al actor.

d) El llamado a conciliación será obligatorio (art. 8°, N° 4, Ley N° 18.101).

e) El tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá decretar los medios probatorios que
estime pertinentes (art. 15, Ley N° 18.101). ¿Cualquiera o sólo los medios probatorios de que
pueden valerse las partes en los juicios civiles, o las medidas para mejor resolver que pueden
decretar los tribunales? Algunos opinan que puede ser cualquier medio probatorio, siempre que sea
procedente, a juicio del tribunal. Se argumenta que si ello no fuere así, esta norma de excepción
carecería de toda razón de ser frente a las normas generales que regulan los medios probatorios y las
medidas para mejor resolver y que, como tales, son de aplicación general.

f) Si un arrendatario abandonare un inmueble sin restituirlo al arrendador, éste podrá


solicitar al juez de letras competente que se lo entregue, sin forma de juicio, con la sola certificación
del abandono por un ministro de fe. Dicho funcionario levantará acta del estado en que se encuentre
el bien raíz al momento de su entrega al arrendador y remitirá copia de ella al tribunal.

g) Para que a los subarrendatarios les sean oponibles lo obrado y la sentencia recaída en los
juicios de desahucio, de restitución o de terminación de arrendamiento por falta de pago de la renta
seguidos contra el arrendatario, les deberá ser notificada la demanda o deberán haberse apersonado
a la causa. Con tal fin, en dichos juicios el ministro de fe, en el acto de notificación personal de la
demanda, requerirá de juramento al demandado acerca de la existencia o no de subarrendatarios y,
en caso afirmativo, de sus nombres. El ministro de fe deberá dejar constancia escrita de la
notificación a una persona adulta ocupante del inmueble. Si la demanda no hubiere sido notificada
personalmente, el mismo requerimiento lo deberá hacer el tribunal en la audiencia respectiva de
contestación, si concurriere el demandado y, en caso afirmativo, se suspenderá ésta, se ordenará
notificar a los subarrendatarios y se citará a una nueva audiencia, la que tendrá lugar una vez
practicadas las notificaciones pertinentes o una vez que los subarrendatarios se hayan apersonado a
la causa.

h) Si se declarare sin lugar el desahucio o la restitución, el actor no podrá intentar


nuevamente tales acciones sino transcurrido seis meses desde que haya quedado ejecutoriada la
sentencia de rechazo, a menos que se funden en hechos acaecidos con D.O. 11.04.2003
posterioridad a la fecha de presentación de la demanda.

Procedimiento.

Los juicios a que se refiere el art. 7° de la Ley N° 18.101, se tramitarán conforme al


procedimiento que establece el artículo 8 de la misma Ley:

1) El procedimiento será verbal; pero las partes podrán, si quieren, presentar minutas
escritas en que se establezcan los hechos invocados y las peticiones que se formulen.

2) Requisitos de la demanda: Los generales contenidos en el artículo 254 del CPC, y


además, deberán indicarse los medios de prueba de que pretende valerse el demandante.

3) Providencia de la demanda: Deducida la demanda, citará el tribunal a la audiencia del


quinto día hábil después de la última notificación.

4) La notificación de la demanda se efectuará conforme a la norma del inc. 1° del art. 553
del Código de Procedimiento Civil (art. 8°, N° 2, Ley N° 18.101); lo cual significa que en caso de
que ella sea practicada personalmente en conformidad al art. 44 del citado Código, no es menester
acreditar que el demandado se encuentre en el lugar del juicio. Asimismo, para los efectos de lo
dispuesto en el citado artículo 44, se presumirá de pleno derecho como domicilio del demandado, el
que corresponda al inmueble arrendado

5) La audiencia se llevará a efecto con sólo la parte que asista (art. 8°, N° 4, Ley N°
18.101).

6) Desarrollo de la audiencia: Se inicia con la relación verbal de la demanda y continuará


con la contestación verbal del demandado. Acto seguido se procederá obligatoriamente al llamado a
conciliación.

7) Demanda reconvencional: En la contestación el demandado podrá reconvenir al actor,


debiendo en el mismo acto dar cuenta de los medios de prueba que sustentan su pretensión. De la
reconvención se dará traslado a la demandante, la que podrá: i) contestar de inmediato o ii) reservar
dicha gestión para una nueva audiencia a realizarse dentro de los 5 días siguientes, a objeto de
proceder a la contestación de la misma y a la recepción de la prueba que ofrezca. Las partes se
entenderán citadas de pleno derecho a dicha audiencia. En este caso, cualquiera de las partes podrá
solicitar se reserve para dicha audiencia el examen de la prueba que no pudiere ser rendida en el
acto.

Sea cual fuere la opción de defensa por la que opte el demandado, la reconvención será
tramitada y resuelta conjuntamente con la cuestión principal.

8) Recepción de la causa a prueba: En caso de no producirse avenimiento total, el juez


establecerá los puntos sustanciales, pertinentes y controvertidos que deban ser acreditados,
procediendo de inmediato a la recepción de la prueba ofrecida en la demanda y la contestación. Si el
tribunal no estimare que existan puntos sustanciales, pertinentes y controvertidos que deban ser
acreditados, citará de inmediato a las partes para oír sentencia.

Como ya se indicó, el tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá decretar los medios
probatorios que estime pertinentes.

9) Apreciación de la prueba: La prueba será apreciada conforme a las reglas de la sana


crítica.

10) Reglamentación especial de la prueba testimonial:

i) Sólo podrán declarar hasta cuatro testigos por cada parte.

ii) La nómina, con la individualización de los que el actor se proponga hacer


declarar, se presentará en el escrito de demanda. La nómina con los testigos del demandado,
hasta antes de las 12:00 horas del día que preceda al de la audiencia;

iii) La prueba testimonial no se podrá rendir ante un tribunal diverso de aquél que
conoce de la causa.

11) Citación a oir sentencia: Concluida la recepción de la prueba, las partes serán citadas a
oír sentencia.

12) Los incidentes: Todos ellos deberán promoverse y tramitarse en la misma audiencia,
conjuntamente con la cuestión principal, sin paralizar el curso de ésta. La sentencia definitiva se
pronunciará sobre la acción deducida y sobre los incidentes, o sólo sobre éstos cuando sean previos
o incompatibles con aquélla;

13) Apelación:

i) Sólo serán apelables la sentencia definitiva de primera instancia y las


resoluciones que pongan término al juicio o hagan imposible su
continuación.
ii) Todas las apelaciones se concederán en el solo efecto devolutivo.
iii) Tendrán preferencia para su vista y fallo y durante su tramitación, no se
podrá conceder orden de no innovar.
iv) En segunda instancia, podrá el tribunal de alzada, a solicitud de parte,
pronunciarse por vía de apelación sobre todas las cuestiones que se hayan
debatido en primera para ser falladas en definitiva, aun cuando no hayan
sido resueltas en el fallo apelado

14) Cumplimiento: El cumplimiento de las resoluciones que se dicten en estos juicios se


regirá por las reglas generales. Sin embargo, cuando ellas ordenaren la entrega de un
inmueble, se aplicará lo prescrito en el artículo 595 del Código de Procedimiento Civil. En
estos juicios (y en los de comodato precario), el juez de la causa, decretado el lanzamiento,
podrá suspenderlo en casos graves y calificados, por un plazo no superior a treinta días.

Juicios a los que se aplica el precedente procedimiento:

Se aplicarán a los juicios relativos a los contratos de arrendamientos de inmuebles a que se


refiere el artículo 1° de la ley.

Deberán aplicarse, en especial, a los juicios siguientes:

1.- Desahucio;

2.- Terminación del arrendamiento;

3.- Restitución de la propiedad por expiración del tiempo estipulado para la duración del
arriendo;

4.- Restitución de la propiedad por extinción del derecho del arrendador;

5.- De indemnización de perjuicios que intente el arrendador o el arrendatario, y

6.- Otros que versen sobre las demás cuestiones derivadas de estos contratos.

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