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Es aquel juicio en que tiene interés el Fisco y cuyo conocimiento corresponde a los
tribunales ordinarios de justicia.
Tribunal competente.
2) Cuando el Fisco es demandante, puede optar por demandar ante un juez de letras asiento
de Corte o ante el juez del domicilio del demandado.
Tramitación.
De acuerdo al art. 748 CPC, se substancia siempre por escrito, por las normas del juicio
ordinario de mayor cuantía, con las siguientes modificaciones:
a) Se omiten los escritos de réplica y dúplica, siempre que la cuantía del negocio no
exceda de las 500 UTM.
b) Notificaciones. El Presidente de CDE puede conferir la calidad de receptores judiciales
a funcionarios de las Plantas Directivas, Profesionales y Técnicas para que practiquen
las actuaciones inherentes a ese cargo. Esos receptores se sujetan a las mismas normas
establecidas para dichos funcionarios en el COT.
c) Mandato Judicial. El patrocinio y poder conferido no requiere la concurrencia personal
de los poderdantes (Presidente CDE y Abogados Procuradores Fiscales). Basta la
exhibición de una credencial.
d) Absolución de posiciones. El Presidente del CDE, los Abogados Procuradores y
Apoderados del Fisco, no tendrán la facultad de absolver posiciones en representación
del Fisco, salvo sean llamados para absolver posiciones sobre hechos propios (art. 43
DFL 1).
e) Deben ser consultadas las sentencias definitivas de primera instancia que se dicten en
los juicios de hacienda que sean desfavorables al interés fiscal, cuando de ellas no se
apelare (art. 751).
La Consulta no constituye una instancia ni un recurso, sino que es un trámite
procesal de orden público establecido por el legislador, en virtud del cual se vela por el
resguardo de los intereses públicos o sociales que pueden verse comprometidos en un
proceso, consagrado para permitir que se revise el fallo de un tribunal de primera
instancia por el superior para el evento que no se haya revisado por la vía del recurso de
apelación. Se aplica este trámite cuando la sentencia es desfavorable al Fisco,
entendiéndose por tal:
Cuando no acoge totalmente la demanda del Fisco;
Cuando no acoge totalmente la reconvención del Fisco;
Cuando no rechaza totalmente la demanda deducida contra el Fisco; y
Cuando no rechaza totalmente la reconvención deducida contra el Fisco.
Una vez que el tribunal de alzada reciba la sentencia la revisará en cuenta para ver
si se ajusta o no a derecho.
Las sentencias deben cumplirse dentro de los 60 días siguientes a la recepción del oficio del
tribunal dirigido al Ministerio respectivo, mediante la dictación del correspondiente decreto por éste
(art. 752). Los trámites que se contemplan son los siguientes:
b) Remisión de oficios al Ministerio respectivo y al CDE junto a los cuales irá una
copia o fotocopia autorizada de la sentencia y con certificado de ejecutoria. El Presidente del CDE
deberá informar a quién debe hacerse el pago y remitirá el informe al Ministerio dentro de 30 días.
c) Dictación del decreto que ordene el pago respectivo dentro de 60 días, el cual
dispondrá el pago con reajustes e intereses que se devenguen hasta el día del pago.
JUICIO ESPECIALES
Concepto:
Es aquel nombrado por las partes, o por la autoridad judicial en subsidio, para la resolución
de un asunto litigioso (art. 222 COT).
Clasificación.
Árbitro de derecho. Es aquel que falla con acuerdo a la ley y se somete, tanto a la
tramitación como en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a las reglas establecidas para los
jueces ordinarios, según la naturaleza de la acción deducida.
Regla general.
Reglas especiales. Los árbitros, además, deben cumplir con las siguientes reglas:
3. Apremio de testigos. El juez árbitro no puede compeler a ningún testigo para que
comparezca. Sólo puede tomar declaraciones de los que voluntariamente se presenten a darlas.
Cuando un testigo se niegue a declarar, el árbitro podrá pedir al tribunal ordinario correspondiente
que practique la diligencia. Los tribunales podrán cometer esta diligencia al árbitro mismo asistido
por un ministro de fe (art. 633).
4. Diligencias fuera del lugar del juicio. Para llevarlas a cabo el árbitro podrá pedir al
tribunal ordinario correspondiente que practique la diligencia, dirigiéndole la comunicación que
corresponda al tribunal que deba conocer dichas diligencias (art. 634).
En caso de no haber acuerdo, se reunirá con ellos el tercero si lo hay y la mayoría dictará la
resolución. Si no hay mayoría en la dictación de cualquier resolución, siempre y cuando no sean
apelables, quedará sin efecto el compromiso si éste es voluntario. Si es forzoso, se designarán
nuevos árbitros.
Cuando pueda deducirse apelación, cada opinión se estimará como resolución distinta, y se
elevarán los antecedentes al tribunal de alzada, para que resuelva como sea de derecho sobre el
punto que haya motivado el desacuerdo de los árbitros (arts. 630 y 631).
b) El árbitro arbitrador debe recibir y agregar al proceso los instrumentos que las
partes le presenten (art. 637). Además, puede practicar las diligencias necesarias para conocer los
hechos (art. 637 y 638).
2. Para los árbitros arbitradores es facultativo designar un actuario. Art. 639: “según lo
estime conveniente…”
Además, debe indicar la fecha y el lugar en que se expide, la firma del arbitrador y debe ser
autorizada por un ministro de fe o por dos testigos, en su defecto.
No poniéndose de acuerdo los árbitros, se reunirá con ellos el tercero si lo hay y la mayoría
pronunciará resolución.
5. Recursos. Contra una sentencia del árbitro arbitrador sólo habrá lugar a recurso de
apelación cuando las partes, en el compromiso, expresan que se reservan ese recurso ante árbitros
del mismo carácter y designen las personas que han de desempeñar el encargo (arts. 239 COT y 642
CPC).
Estado de Indivisión
Con motivo de la muerte del causante, si son varios los herederos, surge entre ellos un
estado de comunidad o indivisión.
La comunidad se caracteriza por la idéntica naturaleza jurídica de los partícipes. Por este
motivo, no son comuneros el nudo propietario con el usufructuario. La muerte de una persona no es
la única fuente posible de comunidad en nuestro derecho. La indivisión puede producirse por la
adquisición de una cosa en común, como consecuencia de la disolución de una Sociedad Conyugal,
etc.
La partición tiene por objeto poner fin al estado de indivisión que se presenta cuando dos o
más personas tienen derecho de cuota sobre una misma cosa, en tanto dichos derechos sean de la
misma naturaleza.
Fin de la indivisión
1. Por la reunión de las cuotas de todos los comuneros en una sola persona;
2. Por la destrucción de la cosa común; debe ser total. Si es parcial subsiste sobre lo
que reste.
Concepto de Partición
La partición, según una definición de la Corte Suprema (RDJ T.23, S 1a, p.256), es
“El conjunto complejo de actos encaminados a poner fin al estado de indivisión mediante
la liquidación y distribución entre los copartícipes del causal poseído proindiviso en partes o lotes
que guarden proporción con los derechos cuotativos de cada uno de ellos.”
La ley considera a la comunidad una fuente de disensiones, reduce las iniciativas de los
partícipes y entraba la circulación de los bienes. Luego, establece que ninguno de los coasignatarios
de una cosa universal o singular será obligado a permanecer en la indivisión (art. 1.317).
Este principio tiene dos importantes limitaciones. Cesa el derecho de pedir la división de la
comunidad cuando media un pacto de indivisión y en los casos de indivisión forzada que establece
la ley (casos cuyo estudio compete a la asignatura de derecho civil).
Acción de partición:
El artículo 1.318 establece que el difunto puede hacer la partición “por acto entre vivos o
por testamento” La partición hecha por testamento deberá sujetarse a todas las solemnidades del
acto testamentario. Conservará el testador, mientras viva, la facultad de revocar el testamento y, por
ende, la partición efectuada.
Ha omitido el legislador expresar las formalidades a que debe sujetarse la partición por acto
entre vivos; y puesto que las solemnidades son de derecho estricto, es forzoso concluir que no está
sometida a ninguna formalidad. Sin embargo, algunos autores, fundándose en el artículo 1.324, que
exige escritura pública para que el causante nombre partidor por acto entre vivos, estiman que
también debe otorgarse por escritura pública la partición hecha por el causante.
Los coasignatarios podrán hacer la partición por sí mismos si todos concurren al acto,
aunque entre ellos haya personas que no tengan la libre disposición de sus bienes, siempre que no se
presenten cuestiones que resolver y todos estén de acuerdo sobre la manera de hacer la división.
Serán, sin embargo, necesarias en este caso la tasación de los bienes por peritos y la aprobación de
la partición por la justicia ordinaria del mismo modo que lo serían si se procediere ante un partidor.
Artículo 1.325 incisos 1° y 2°. En consecuencia:
1. Que todos los partícipes concurran al acto. Se comprende que sin la concurrencia
unánime de los indivisarios no es viable la partición.
4. Que se tasen los bienes por peritos. La tasación pericial, sin embargo, no es
indefectible y puede omitirse aunque haya incapaces entre los partícipes. No se requerirá:
5. Que se apruebe la partición judicialmente del mismo modo que si se procediera ante
un partidor. Tal aprobación es necesaria cuando tengan interés personas ausentes que no han
designado apoderados o personas sujetas a guarda.
La ley ha omitido indicar, de un modo directo, las formas de esta partición, las
solemnidades a que debe someterse. Solamente el artículo 48, letra d) de la Ley N° 16.271 sugiere
que debe hacerse por escritura pública. Según tal disposición, la fijación definitiva del monto
imponible para el cálculo de la contribución a las herencias, asignaciones y donaciones puede
hacerse “por escritura pública de partición”, aludiendo a la que hagan los partícipes de común
acuerdo.
Prácticamente, una partición que no cumpla esta exigencia resultará la mayoría de las veces
inoperante porque no servirá para inscribir las adjudicaciones de bienes raíces que contenga, para
cursar las adjudicaciones de acciones de sociedades anónimas, etc.
Por último, la partición puede hacerse por un partidor. Tal será la única forma de efectuar la
partición si no la ha hecho el causante (cosa rarísima) o no media entre los interesados el cabal
acuerdo que se requiere para efectuarla por sí mismos.
La partición, en tal caso, es materia de un juicio arbitral. El artículo 227 del Código
Orgánico de Tribunales señala entre las cuestiones de arbitraje forzoso “la partición de bienes”
El partidor:
Es la regla general. Sin embargo, las partes mayores de edad y libres administradores de sus
bienes podrán darle el carácter de arbitrador (artículos 648 del Código de Procedimiento Civil y 224
del Código Orgánico de Tribunales).
El partidor podrá, por último, ser un árbitro mixto, esto es, arbitro arbitrador en cuanto al
procedimiento, aunque alguno de los interesados sea incapaz, con autorización judicial dada “por
motivos de manifiesta conveniencia” (artículos 648 del Código de Procedimiento Civil y 224 del
Código Orgánico de Tribunales).
El partidor nombrado por el causante o por el juez debe necesariamente ser un árbitro de
derecho. Si hay incapaces no podrá nunca ser árbitro arbitrador.
El artículo 225 del Código Orgánico de Tribunales, señala los requisitos para ser designado
árbitro, dispone, en su inciso final: “En cuanto al nombramiento de partidor, se estará a lo dispuesto
en los artículos 1323, 1324 y 1325 del Código Civil.”
1. El partidor debe ser abogado. Artículo 1.323 inciso 1°. El partidor debe ser
abogado, aunque sea un árbitro arbitrador.
El artículo 1.323 inciso 2° establece como principio general que a los partidores se les
aplican las causales del Código Orgánico de Tribunales, para los jueces. Esta regla rige plenamente
cuando la designación del partidor compete a la justicia ordinaria; cuando la designación la hace el
causante o los copartícipes, rigen las reglas especiales, contenidas en el art. 1325.
De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 1.324 y 1.325, el partidor puede ser nombrado:
3. Por el juez.
La primera forma de nombramiento sólo tiene cabida, por cierto, en las indivisiones que
tienen un origen hereditario.
Cuando haya de nombrarse partidor, cualquiera de los comuneros ocurrirá al tribunal que
corresponda, pidiéndole que cite a todos los interesados a fin de hacer la designación, y se
procederá a ella en la forma establecida para el nombramiento de peritos. Artículo 646 del Código
de Procedimiento Civil.
El nombramiento que haga el juez no podrá recaer en ninguna de las dos primeras personas
propuestas por cada uno de los interesados. Artículo 414 del Código de Procedimiento Civil. El
derecho de proponer supone la asistencia de todos los partícipes; si no concurren todos, la
designación debe hacerla el juez, con la única limitación de que el nombramiento reúna los
requisitos legales.
El partidor que el juez designe ha de ser un solo, que tendrá la calidad de árbitro de derecho.
Juez Competente
Cuando la comunidad tenga otro origen, será competente el juez del domicilio de cualquiera
de los interesados (artículos 134 y 141 del COT).
El partidor debe aceptar el cargo para proceder a su desempeño. Esta aceptación debe ser
expresa; el partidor que acepta el cargo deberá declararlo así. (art. 1.328 y 1.327).
Juramento
Junto con aceptar el cargo, el partidor debe prestar juramento de que lo desempeñará
fielmente. Artículo 1.328.
No ha establecido la ley la forma de prestar la aceptación y juramento. En la práctica se
prestarán concurriendo el partidor a la escritura en que se le designa o ante el ministro de fe que le
notifique el nombramiento.
La ley señala al partidor, para efectuar la partición, un plazo de 2 años, contados desde la
aceptación del cargo. Artículo 1.332 inciso 1°.
El testador no puede ampliar este plazo (artículo 1.322 inciso 2°). En cambio los
coasignatarios podrán ampliarlo o restringirlo, como mejor les parezca, aun contra la voluntad del
testador. Inciso 3° del artículo 1.322.
El artículo 647 del Código de Procedimiento Civil, establece una importante regla sobre el
particular. El plazo fijado por la ley, por el causante o por las partes se cuenta desde la aceptación
del cargo, deduciendo el tiempo durante el cual, por la interposición de recursos o por otra causa,
haya estado totalmente interrumpida la jurisdicción del partidor.
El juicio de partición:
1. Cuestiones que son de exclusiva competencia del partidor. Artículo 651 inciso 1°
del Código de Procedimiento Civil.
Entenderá de todas las cuestiones que, debiendo servir de base para la repartición, no
someta la ley de un modo expreso al conocimiento de la justicia ordinaria.
El partidor tiene como misión liquidar la herencia para determinar lo que a cada
coasignatario corresponde, y distribuir los bienes entre ellos en proporción a sus derechos. Es
natural que sea competente para conocer de todas las cuestiones que tiendan a estos fines.
a) Determinación de quiénes son los comuneros y cuáles son sus respectivos derechos
(art. 1.330). Antes de proceder a la partición, se decidirán por la justicia ordinaria las controversias
sobre derechos a la sucesión por testamento o abintestato, desheredamiento, incapacidad o
indignidad de los asignatarios.
c) Los terceros que tengan derechos que hacer valer sobre los bienes comprendidos en
la partición, podrán ocurrir al partidor o a la justicia ordinaria, a su elección (art. 656 CPC).
La designación del actuario es de rigor por el artículo 648 del Código de Procedimiento
Civil, que dispone que los actos de los partidores serán en todo caso autorizados por un notario o
secretario de juzgado o de los tribunales superiores de justicia.
Cuadernos de partición
La partición se desarrolla en audiencias verbales de que se levanta acta. Estos actos forman
parte del cuaderno o expediente principal de la partición o cuaderno de acta. Si la abundancia de la
documentación lo requiere se formará también, un cuaderno de documentos.
Gastos de la partición
Los gastos o costas comunes de la partición (honorarios del partidor y del actuario, avisos
de remate, etc.) serán de cargo de los interesados en ella, a prorrata de sus respectivos derechos.
Artículo 1.333.
Liquidación y Distribución
Separación de patrimonios
Es previa a la partición de los bienes del difunto la separación de su patrimonio de otros con
que se encuentre confundido. Artículo 1.341. Debe recordarse que el partidor de los bienes del
causante no es competente para liquidar la Sociedad Conyugal o partir las comunidades en que haya
sido partícipe el difunto, si no consientes las personas que correspondan.
Distribución.
Regla fundamental
El acuerdo unánime de las partes es la regla. Solo a falta de este acuerdo el partidor deberá
sujetarse a las normas supletorias de la ley. Artículo 1.334.
Las reglas legales se inspiran en el propósito de que la distribución se haga repartiendo los
mismos bienes indivisos. Cada partícipe tiene derecho para pedir que se le dé una parte
proporcional de tales bienes. Para este fin, se formarán entre los partícipes lotes o hijuelas.
Estas normas serán inaplicables únicamente cuando los bienes no sean susceptibles de
división, entendiéndose que no lo son cuando la división los hiciere desmerecer. No se dividirán, en
tal caso: bien se adjudicarán a un partícipe bien se venderán a terceros y será su valor en dinero el
que se distribuya entre los interesados.
En el supuesto que los bienes admitan división, la ley ha querido que a cada uno de los
partícipes corresponda una parte proporcional a sus derechos en los bienes comunes. El partidor
deberá formar lotes o hijuelas. Cada lote debe, en lo posible, estar integrado por bienes de la misma
naturaleza y calidad. Tales son las ideas que consignan las reglas 7° y 8° del artículo 1.337.
Formados los lotes se distribuirán en la forma que acuerden los partícipes y, a falta de
acuerdo se procederá a su sorteo. Así resulta de la regla 9° que autoriza a cada uno de los
interesados para reclamar de la composición de los lotes antes de efectuarse el sorteo.
La regla 2° del artículo 1.337 supone que un bien se subasta privadamente entre los
partícipes, siempre que no se ofrezca más que la tasación o el convencional del artículo 1.335.
Junto con acordarse la subasta, habrán de señalarse las condiciones en que se llevará a
efecto: generalmente las menciones del Juicio Ejecutivo. La subasta debe anunciarse por avisos,
según el artículo 658 del Código de Procedimiento Civil. Pero si hay incapaces entre los
comuneros, deberán ser 4 avisos, mediando entre la primera publicación y el remate un espacio de
tiempo no inferior a 15 días.
Así lo indícale inciso 3° del artículo 687. En general, todo acuerdo de las partes o decisión
del partidor que contenga adjudicación de bienes raíces debe reducirse a escritura pública, y sin esta
formalidad no podrá efectuarse su inscripción en el conservador. Artículo 659 inciso 2°
En las enajenaciones que se hagan por medio del partidor, se considerará a éste como
representante legal de los vendedores (art. 659 CPC)
Laudo y Ordenata
Aprobación de la partición
La ley vela de diversas maneras por los derechos de los incapaces en la partición. Artículo
1.342:
2. Deberá aprobarse, asimismo, cuando han sido partes personas sujetas a guarda.
INTERDICTOS POSESORIOS:
Fuentes legales.
Los interdictos se hallan reglamentados en el Título IV del Libro III del Código de
Procedimiento Civil, o sea, en los artículos 549 al 583. Sin embargo, estos preceptos no constituyen
la única fuente legal de los interdictos, por cuanto es necesario relacionarlos con los artículos 916 al
950 del Código Civil, Títulos XIII y XIV, del Libro II, los que versan, respectivamente, sobre las
acciones posesorias y algunas acciones posesorias especiales.
Su objeto:
Las acciones posesorias sólo tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes
raíces o de derechos reales constituidos en ellos; o bien, ejercer otros derechos especiales sobre esta
misma clase de bienes (arts. 916 y siguientes, y 930 y siguientes, CC).
Etimología:
No hay consenso en la doctrina acerca de la etimología de la palabra interdicto. Unos
piensan que deriva de “interdictus”, vocablo con que se distinguía en Roma las órdenes especiales
del pretor; otros estiman que deriva de “interdicere”, que significa prohibir, porque este carácter
presentaban los primeros edictos; y otros, por fin, creen que proviene de la palabra “interino”,
puesto que es innegable que los interdictos también presentan este carácter de transitoriedad.
Cada uno de estos interdictos tiene un objeto diverso. Así la querella de amparo se intenta
para conservar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; la querella de
restitución, para recuperar esta misma posesión; la querella de restablecimiento, para obtener el
restablecimiento en la posesión o mera tenencia de los mismos bienes, cuando dicha posesión o
mera tenencia ha sido violentamente arrebatada; la denuncia de obra nueva, para impedir una obra
nueva; la denuncia de obra ruinosa, para impedir que una obra ruinosa o peligrosa cause daño; y el
interdicto especial, para hacer efectiva cualquiera de las acciones posesorias especiales que enumera
el Título XIV, Libro II, del Código Civil (art. 549 CPC).
a) Tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (art. 916 CC). En consecuencia, no hay acciones posesorias para conservar
o recuperar la posesión de bienes muebles;
b) Para poder instaurar una acción posesoria se requiere haber estado en posesión tranquila
y no interrumpida un año completo en el bien o derecho de que se trata (art. 918 CC);
c) Por regla general prescriben en un año contado según la clase de acción posesoria. Así,
en la acción posesoria que tiene por objeto conservar la posesión, el año se cuenta desde el acto de
molestia o embarazo inferido a ella; en la acción posesoria que tiene por objeto recuperar la
posesión, desde que el poseedor anterior la ha perdido (art. 920, incs. 1° y 2°, CC); y en la acción
posesoria que tiene por objeto impedir una obra nueva, desde que la obra queda terminada (art. 950,
inc. 3°, CC). Por excepción la acción posesoria de restablecimiento prescribe en seis meses (art.
928, inc. 2°, CC); y la acción posesoria de obra ruinosa no prescribe mientras haya justo motivo de
temer el daño (art. 950, inc. 2°, CC);
d) Por regla general amparan al poseedor de bienes raíces o de derechos reales constituidos
en ellos; pero, por excepción, también protegen al mero tenedor (art. 928, inc. 1°, CC); y
e) En ellas no se tomará en cuenta el dominio que por una o por otra parte se alegue. Con
todo, podrán exhibirse títulos de dominio por comprobar la posesión, pero sólo aquellos cuya
existencia pueda probarse sumariamente; ni valdrá objetar contra ellos otros vicios o defectos, que
los que puedan probarse de la misma manera (art. 923 CC).
a) No se tomará en cuenta el fuero de que gocen las partes para determinar la jerarquía,
clase o categoría del tribunal llamado a conocer de ellos (art. 133 COT);
b) Será juez competente para conocer de ellos el juez de letras del territorio jurisdiccional
en que estuvieren situados los bienes a que se refieren. Si ellos, por su situación, pertenecen a varios
territorios jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de éstos (art. 143 COT).
c) Son juicios posesorios sumarios, vale decir, breves y concentrados, porque su tramitación
se reduce a la presentación de la querella, a la celebración de un comparendo de contestación y de
prueba y al pronunciamiento de la sentencia;
e) La apelación se halla sometida a régimen especial, porque se concede, por regla general,
sólo en el efecto devolutivo, y, por excepción, en ambos (art. 550 CPC); y
f) Cualquiera que sea la sentencia que en ellos recaiga, deja siempre a salvo a los que
resulten condenados el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, salvo
las excepciones legales (arts. 563, 564, 569, 570, 576 y 581 CPC).
Los hechos que perturban la posesión de los bienes raíces o de los derechos reales
constituidos en ellos, a veces, embarazan dicha posesión; otras veces, hacen que se pierda o que se
nos despoje de ella; pero, en la mayoría de los casos, también esos hechos causan daños o perjuicios
al poseedor. El derecho del poseedor a exigir que se le indemnice por aquellos daños o perjuicios se
halla claramente establecido en la legislación civil. Así, el artículo 921 del Código Civil dice: “El
poseedor tiene derecho para pedir que no se le turbe o embarace su posesión o se le despoje de
ella, que se le indemnice del daño que ha recibido, y que se le dé seguridad contra el que
fundadamente teme”. El artículo 926 de ese Código agrega: “El que injustamente ha sido privado
de la posesión, tendrá derecho para pedir que se le restituya, con indemnización de perjuicios”. El
artículo 950, inciso 1°, de ese mismo cuerpo de leyes, termina estableciendo: “Las acciones
concedidas en este Título para la indemnización de un daño sufrido, prescriben para siempre al
cabo de un año completo”.
Cabe, ahora, preguntarse ¿puede el querellante deducir en el interdicto, fuera de la acción
posesoria que le competa, la de indemnización de perjuicios por los daños sufridos en razón de la
conducta del querellado? El problema no es de fácil solución; y, al respecto, dos doctrinas se han
diseñado en nuestra jurisprudencia.
Según unos, la respuesta debe ser afirmativa. Se fundan, en primer término, en los preceptos
del Código Civil antes transcritos y, en seguida, en el artículo 563 del Código de Procedimiento
Civil, que deja a salvo en favor del condenado por la sentencia que recaiga en una querella
posesoria el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda, pudiendo comprenderse en dicha
acción el resarcimiento de las costas y de los perjuicios que haya pagado o que se le haya causado
con la querella en referencia.
La prueba de la posesión.
Éste es otro de los problemas que presentan los interdictos y que ha dividido la opinión de
nuestros autores y la jurisprudencia nacional. Los artículos 924 y 925 del Código Civil contienen la
clave del asunto. En efecto: El primero de estos preceptos dispone: “La posesión de los derechos
inscritos se prueba por la inscripción, y mientras ésta subsista, y con tal que haya durado un año
completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se pretenda impugnarla”. El
segundo agrega: “Se deberá probar la posesión del suelo por hechos positivos, de aquellos a que
sólo da derecho el dominio, como el corte de maderas, la construcción de edificios, la de
cerramientos, las plantaciones o sementeras, y otros de igual significación, ejecutados sin el
consentimiento del que disputa la posesión”.
Otros estiman que la posesión de los derechos reales constituidos sobre inmuebles, incluido
el dominio, se acredita por medio de la correspondiente inscripción (art. 924 CC); y que la prueba
de los hechos positivos, a que sólo da derecho el dominio, sirve únicamente para acreditar la
posesión del suelo no inscrito y los demás derechos reales también no inscritos (art. 925 CC).
Por último, una tercera opinión sostiene que es exacto afirmar que la posesión de los bienes
raíces y de los derechos reales constituidos en ellos que se hallen inscritos, se prueba mediante la
correspondiente inscripción (art. 924 CC), y que la posesión de los bienes raíces y de los derechos
reales constituidos en ellos no inscritos, se acredita mediante actos materiales de posesión (art. 925
CC); pero, se agrega, hay que probar también posesión material, cuando la inscrita tiene menos de
un año, cuando para poseer se invoca un título no traslaticio de dominio, cuando los títulos de
dominio se sobreponen, etc.
El artículo 550 del Código de Procedimiento Civil dispone: “Las apelaciones en los juicios
posesorios se concederán sólo en el efecto devolutivo, salvo que la ley expresamente las mande
otorgar en ambos efectos o que el fallo apelado no dé lugar al interdicto; y en todo caso, su
tramitación se ajustará a las reglas establecidas para los incidentes”. En consecuencia, las
apelaciones en los juicios posesorios tienen reglas propias en cuanto a sus efectos y a su
tramitación.
En relación a sus efectos, la regla general es que las apelaciones se concedan sólo en el
efecto devolutivo; y ello, en razón de la celeridad que debe informar la tramitación de los
interdictos. La regla general anterior, a su vez, sufre dos excepciones, o sea, que en dos casos las
apelaciones se conceden en ambos efectos:
QUERELLA DE AMPARO
El que intente una querella de amparo debe expresar en su demanda un doble grupo de
formalidades legales:
b) las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código (art. 551, inc. 1°,
CPC).
Las primeras han sido ya objeto de nuestro estudio, y las damos por reproducidas.
3ª Que si pide seguridades contra el daño que fundadamente teme, especifique las medidas
o garantías que solicita contra el perturbador (art. 551, inc. 2°, CPC); y
4ª Cuáles son los medios probatorios de que intenta valerse el querellante, expresándolos
concretamente; y, si son declaraciones de testigos, el nombre, profesión u oficio y residencia de
éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).
El comparendo.
Como se ha expresado, debe celebrarse el quinto día hábil a contar desde la notificación del
querellado. Este plazo no sufre variación alguna, cualquiera que sea el lugar en donde haya sido
notificado el querellado, o sea, que no existe el aumento del término de emplazamiento a que aluden
los artículos 258 y 259 del Código de Procedimiento Civil.
a) El artículo 552 del Código de Procedimiento Civil es perfectamente claro en orden a que
la audiencia, a la cual deben concurrir las partes con sus testigos y demás medios probatorios, debe
efectuarse el quinto día hábil después de la notificación del querellado; y es sabido que cuando el
sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu;
Ahora bien, el comparendo tendrá lugar con sólo la parte que asista (art. 552, inc. 2°, CPC);
lo cual significa que se llevará a efecto en rebeldía del querellante o del querellado, según el caso,
pues la ausencia de uno u otro, en caso alguno frustra la audiencia a la cual fueron oportunamente
citados. En ella, cada parte expondrá lo conveniente a su derecho; o sea, el querellante ratificará su
querella y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones que creyera convenirle y pidiendo
su rechazo.
En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes deseen proporcionar, pues no hay
que olvidar que la audiencia es de contestación y prueba (art. 552, inc. 1°, CPC). Por consiguiente,
no existe el trámite de recepción de la causa a prueba, con señalamiento de los hechos substanciales
y pertinentes controvertidos al tenor de los cuales aquélla deba ser rendida, como acontece de
acuerdo con las reglas generales. La oportunidad, pues, que tienen las partes para rendir pruebas, no
es otra que en la audiencia respectiva, con lo cual se modifican fundamentalmente las reglas
generales que, sobre estos particulares, estudiamos en el juicio ordinario de mayor cuantía. Claro
está que si el medio probatorio, por su naturaleza, no permite llevarlo a cabo de inmediato bastará
con que la parte lo solicite, y el tribunal decretará lo que corresponda. Ejemplo: el querellado pide
que el querellante preste confesión judicial y éste no se encuentra en la audiencia. Será suficiente
que entregue el pliego conteniendo las posiciones y el tribunal fijará un nuevo comparendo para
absolverlas.
Entre los medios probatorios de que pueden valerse las partes en los interdictos sobresale la
prueba testifical; la cual, en atención a que está sometida a importantes reglas especiales, será
objeto de estudio particular más adelante. De todo lo obrado en la audiencia se levantará acta,
expresándose con claridad y precisión lo expuesto por las partes y las pruebas presentadas (art. 560
CPC).
La prueba testimonial.
Las reglas establecidas para el examen de los testigos y para sus tachas en el párrafo 3°,
Título XI, del Libro II del Código de Procedimiento Civil, son aplicables a la querella de amparo,
en cuanto no aparezcan modificadas por los artículos precedentes (art. 559, parte 1ª, CPC).
En consecuencia, nos interesa conocer cuáles son las reglas especiales consignadas por el
legislador en la querella de amparo acerca de los testigos y de sus tachas. Estas reglas, a nuestro
juicio, son las siguientes:
c) En cuanto al número de testigos: cada parte sólo puede presentar hasta cuatro testigos
sobre cada uno de los hechos que deben ser acreditados (art. 555 CPC);
e) En cuanto al examen de los testigos: no se podrá en ningún caso hacer el examen de los
testigos por otro tribunal que el que conozca de la querella, vale decir, que aquí no entra en juego la
jurisdicción delegada, cualquiera que sea el lugar de la residencia de los testigos (art. 559, parte 2ª,
CPC);
f) En cuanto a las tachas: deberán oponerse a los testigos antes de su examen; y si no puede
rendirse en la misma audiencia la prueba para justificarlas y el tribunal lo estima necesario para
resolver el juicio, señalará una nueva audiencia con tal objeto, la que deberá verificarse dentro de
los tres días subsiguientes a la terminación del examen de los testigos de la querella (art. 557 CPC);
y
g) En cuanto a las audiencias: cuando no alcance a rendirse toda la prueba en una sola
audiencia, continuará el tribunal recibiéndola en los días hábiles inmediatos hasta concluir; con lo
cual se hace innecesario reclamar de entorpecimiento y pedir la fijación de nuevas audiencias,
puesto que éstas se hallan señaladas por el solo ministerio de la ley (art. 558 CPC).
Concluida la audiencia de prueba, el tribunal en el mismo acto citará a las partes para oír
sentencia, la que deberá dictar de inmediato, o, a lo más, en el plazo de los tres días subsiguientes
(artículo 561 CPC).
Los recursos.
En resumen, observemos que los efectos de los recursos que pueden interponerse en contra
de la sentencia definitiva pronunciada en las querellas posesorias de amparo están dirigidos a
obtener su pronto cumplimiento, no obstante, la existencia de recursos pendientes, como manera
también de conseguir una pronta protección en la posesión que pretendemos conservar.
Esta materia se halla consagrada en el artículo 563 del Código de Procedimiento Civil,
cuando dice: “Cualquiera que sea la sentencia, queda siempre a salvo a los que resulten
condenados el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, pudiendo
comprenderse en dicha acción el resarcimiento de las costas y perjuicios que hayan pagado o que
se les hayan causado con la querella. No será admisible ninguna otra demanda que tienda a
enervar lo resuelto en el interdicto”.
Cualesquiera que sean los resultados a que se haya llegado en la sentencia recaída en el
interdicto de amparo, deja el camino abierto al condenado para que pueda deducir por la vía
ordinaria la acción que, en conformidad a derecho, crea convenirle, aun a riesgo de llegar a
contrariar lo resuelto en la primitiva sentencia. Todavía más: en la nueva demanda puede también
solicitarse la devolución de las costas y perjuicios que se hayan pagado con motivo de la querella de
amparo o que se hayan causado con tal motivo. Se trata, como se ve, de una reserva de derecho para
accionar por la vía ordinaria sin el temor de que se pueda oponer la excepción de cosa juzgada;
reserva que no requiere de petición de parte ni de declaración judicial alguna, o sea, que se halla
establecida sólo por el ministerio de la ley.
Por consiguiente, las sentencias pronunciadas en las querellas de amparo, por regla general,
como ocurre con toda clase de sentencias, producen cosa juzgada; salvo frente a una nueva
demanda deducida por vía ordinaria, en cuyo caso, por expresa disposición del legislador, se ha
dejado campo abierto para ejercer la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho. Nos
hallamos, pues, ante un caso similar al de la reserva de derechos del juicio ejecutivo; pero con la
gran diferencia que, mientras este último requiere de petición de parte y de resolución del tribunal,
la reserva de la acción ordinaria en los interdictos opera de pleno derecho, o sea, sólo por el
ministerio de la ley.
QUERELLA DE RESTITUCIÓN:
El que intente una querella de restitución debe expresar en la demanda un doble grupo de
formalidades legales:
b) las circunstancias enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Las primeras han
sido ya objeto de nuestro estudio, y las damos por reproducidas. Las segundas, en cambio, son las
siguientes:
2ª Que ha sido despojado de la posesión por medio de actos que indicará clara y
precisamente (art. 551, inc. 4°, CPC); y
3ª Que piensa valerse de tales y cuales medios probatorios; y si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).
Procedimiento.
Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la
prueba testifical, la sentencia definitiva, sus recursos, y la reserva de derecho para la vía ordinaria,
se aplican a la querella de restitución.
QUERELLA DE RESTABLECIMENTO:
Esta querella, por consiguiente, protege tanto la posesión como la mera tenencia, cuando
ellas han sido violentamente arrebatadas, ya de los bienes raíces, ya de los derechos reales
constituidos en ellos.
Difiere, pues, fundamentalmente de las anteriores, que sólo estaban destinadas a proteger la
posesión, en que también vela por la mera tenencia y en que la pérdida de la posesión o de la mera
tenencia debe haberse producido por actos de violencia del perturbador.
El que intente una querella de restablecimiento debe expresar en la demanda un doble grupo
de formalidades legales:
b) las enumeradas en el artículo 551 de ese mismo Código. Las primeras han sido ya objeto
de nuestro estudio, y las damos por reproducidas. Las segundas, en cambio, son las siguientes:
1ª Que personalmente es poseedor o mero tenedor del bien o derecho real en que pretende
ser restablecido (art. 551, inc. 1°, CPC);
2ª Que se le ha arrebatado por medio de la violencia dicha posesión o mera tenencia (art.
551, inc. 5°, CPC); y
3ª Que piensa valerse de tales o cuales medios de prueba; y, si se trata de testigos, los
individualizará mediante el nombre, profesión u oficio y residencia de éstos (art. 551, inc. 3°, CPC).
Procedimiento.
Todo cuanto hemos dicho en la querella de amparo respecto de la resolución que recae en la
querella, su notificación, el comparendo de contestación y prueba, las reglas especiales acerca de la
prueba testifical, la sentencia definitiva y sus recursos, se aplican a la querella de restablecimiento.
Reserva de derechos.
a) Las que se tratan de construir sobre el suelo de que se está en posesión (art. 930, inc. 1°,
CC);
c) Las construcciones que se tratan de sustentar en edificio ajeno, no estando sujeto a tal
servidumbre (art. 931, inc. 2°, CC); y
d) Las obras voladizas que atraviesan el plano vertical de la línea divisoria de dos predios,
aunque no se apoyen sobre el predio ajeno, ni den vista, ni viertan aguas lluvias sobre él (art. 931,
inc. 3°, CC).
En consecuencia, solamente esta última clase de obras dan origen al interdicto de obra
nueva. Así también lo demuestra la frase: “Presentada la demanda para la suspensión de una obra
nueva denunciable...” (art. 565 CPC).
Se trata de una resolución compleja, pues consta de diversas partes. En efecto, presentada la
demanda para la suspensión de una obra nueva denunciable, el juez decretará:
La suspensión provisional de la obra nueva tiene por objeto impedir que el denunciado
continúe en su ejecución, mientras no se resuelva en el interdicto si tiene o no derecho a ello.
Y, por fin, la citación a comparendo tiene por objeto escuchar la defensa del denunciado y
recibir las pruebas, de cualquiera especie que sean, y que quieran suministrar las partes en apoyo de
sus derechos.
Esta primera resolución debe ser notificada a las siguientes personas: a) Al denunciado, a
fin de emplazarlo al juicio; y, desde el momento en que la ley no tiene regla especial al respecto,
deberá practicársele esta notificación personalmente (art. 40 CPC); y b) Al que esté dirigiendo o
ejecutando la obra; y, como se trata de un tercero, la notificación podrá efectuársele personalmente
o por cédula (art. 56 CPC). Esta notificación tiene por objeto dar cumplimiento a la orden de
suspensión provisional de la obra, la que se respetará aun cuando todavía no se haya notificado al
denunciado. Estimamos que si el denunciado mismo es el que está dirigiendo o ejecutando la obra,
la segunda notificación es enteramente superflua (art. 566 CPC).
El comparendo.
Hemos dicho que se celebra dentro del quinto día hábil después de la notificación del
denunciado sin que intervenga la tabla de emplazamiento, por las mismas razones que expresamos
al referirnos a igual audiencia en la querella de amparo. El juez tampoco podría fijar una audiencia
determinada, puesto que la ley le señala una fórmula enteramente diversa, cual es, el quinto día
hábil después de la notificación del demandado (art. 565, parte final, CPC). Aunque la ley no lo
dice, este comparendo se llevará a efecto con sólo la parte que asista, en conformidad a las reglas
generales; y en él cada parte expondrá lo conveniente a su derecho, o sea, el demandante ratificará
su denuncia y el demandado la contestará, oponiendo las excepciones o defensas que creyere
convenirle, pidiendo el rechazo de aquélla. En seguida, el tribunal recibirá las pruebas que las partes
deseen producir en apoyo de sus derechos, pues la audiencia es de contestación y prueba; y la
oportunidad para suministrarlas, no es otra que el comparendo mismo.
Sin embargo, el legislador ha hecho especial referencia; en este caso de la denuncia de obra
nueva, a tres clases de medios probatorios y en los sentidos que pasan a expresarse:
a) Documentos: establece que deben presentarse por las partes en la audiencia ya referida
(art. 565, parte final, CPC);
b) Testigos: dispone que si las partes quieren rendir prueba testimonial se sujetarán a lo
prevenido a este respecto en el párrafo 2° de este Título (art. 568, inc. 1°, CPC). En otras palabras,
la prueba testimonial se regirá por todo cuanto hemos dicho dentro de la querella de amparo, en
especial, en cuanto a la oportunidad para presentar las correspondientes listas, o sea, el denunciante
en la denuncia y el denunciado por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado para
la audiencia (arts. 551 y 554 CPC); y
c) Informe pericial: ordena que si alguna de las partes lo pide, y en concepto del tribunal
son necesarios conocimientos periciales, se oirá el dictamen de “un perito”, que se expedirá dentro
de un “breve plazo” que aquél señalará (art. 568, inc. 2° CPC).
“Concluida la audiencia de prueba o presentado que sea el dictamen del perito, en su caso,
el tribunal citará a las partes a oír sentencia, la que deberá dictar en el plazo de los tres días
subsiguientes (artículo 569, inc. 1°, CPC).
En la sentencia, el tribunal fatalmente tendrá que decidirse por una u otra de estas
conclusiones:
En todo caso, la sentencia llevará condenación de costas (art. 569, inc. 5°, CPC). Quiere
decir esto que si se acoge la denuncia, se condenará en costas al denunciado; y, a la inversa, si se
rechaza la denuncia, se condenará en costas al actor.
Los recursos.
No olvidemos que, en todo caso, la tramitación del recurso de apelación se ajustará a las
reglas establecidas para los incidentes (art. 550 CPC).
Cualesquiera que sean los resultados de la sentencia definitiva, lo cierto es que, en todo
caso, dejan a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa, para que se declare
el derecho de continuar la obra o de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°, parte 2ª, CPC).
a) Pedir autorización para hacer en la obra lo que sea absolutamente indispensable a fin de
que no se destruya lo edificado: este derecho lo ejercerá, como se comprende, una vez suspendida
provisionalmente la obra y mientras esté pendiente el interdicto. Para que el denunciado pueda
ejecutar semejantes trabajos es necesaria la autorización previa del tribunal que está conociendo de
la denuncia. Éste procederá de plano, o, en caso de duda, y para mejor proveer, oyendo el dictamen
de un perito nombrado por él, el cual no podrá ser recusado, y se pronunciará sobre la autorización
con la urgencia que el caso requiera (art. 567 CPC);
b) Pedir autorización para continuar la obra nueva denunciada: este otro derecho lo ejercerá
el denunciado en caso que la sentencia recaída en el interdicto lo acoja, o sea, ratifique la
suspensión provisional de la obra oportunamente decretada. Dada su excepcional importancia, su
ejercicio está condicionado a la concurrencia de las siguientes circunstancias:
3ª Que al mismo tiempo de pedir dicha autorización deduzca demanda ordinaria para que se
declare su derecho a continuar la obra (art. 570, inc. 1°, CPC).
c) Pedir por vía ordinaria, que se declare su derecho a continuar la obra: este derecho lo
ejercerá el denunciado en el evento que la denuncia sea acogida, o, que ratifique la suspensión
provisional de la obra; pues, sabemos que en todo caso la sentencia recaída en la denuncia de obra
nueva deja a salvo al vencido el ejercicio de la acción ordinaria que le competa (art. 569, inc. 2°,
CPC).
DENUNCIA DE OBRA RUINOSA:
Es el interdicto posesorio que se intenta para impedir que una obra ruinosa o peligrosa
cause daño (art. 549, N° 5°, CPC).
Su origen arranca de los artículos 932, 933, 934 y 935 del Código Civil. El primero de estos
preceptos dispone: “El que tema que la ruina de un edificio vecino le depare perjuicio, tiene
derecho de querellarse al juez para que se mande al dueño de tal edificio derribarlo, si estuviere
tan deteriorado que no admita reparación; o para que, si la admite, se le ordene hacerla
inmediatamente; y si el querellado no procediere a cumplir el fallo judicial, se derribará el edificio
o se hará la reparación a su costa. Si el daño que se teme del edificio no fuere grave, bastará que
el querellado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del edificio
sobrevenga”. Y el último de ellos agrega: “Las disposiciones precedentes se extenderán al peligro
que se tema de cualesquiera construcciones; o de árboles mal arraigados, o expuestos a ser
derribados por casos de ordinaria ocurrencia”.
c) El otorgamiento de una caución por parte del querellado para resarcir todo perjuicio que
por el mal estado del edificio sobrevenga, si el daño que se teme del mismo no fuere grave. Empero,
algunos piensan que esto último escapa al objetivo o finalidad del interdicto que vamos a tratar, por
ser materia de juicio de lato conocimiento; opinión que muchos no comparten, en razón de que no
hay inconveniente de orden legal alguno que impida solicitar la caución, como subsidiaria de las
peticiones sobre demolición o enmienda de una obra ruinosa o peligrosa.
Ahora bien, la inspección personal del tribunal se llevará a efecto con la asistencia de las
partes que concurran, pudiendo incluso, cada una de ellas, si lo estiman conveniente, asociarse para
este acto de un perito (art. 571 CPC).
De todo lo obrado se levantará acta, en la que se harán constar las opiniones o informes
periciales, las observaciones conducentes que hagan los interesados y lo que acerca de ello note el
juez que practica la diligencia. Empero, cuando el reconocimiento haya de practicarse a más de
cinco kilómetros de distancia de los límites urbanos de la población en que funciona el tribunal,
podrá éste cometer la diligencia al juez inferior que corresponda o a otro ministro de fe, quienes
procederán asociados del perito que el tribunal designe y en la forma anteriormente señalada (art.
571, inc. 2°, CPC). En este último caso podrá el tribunal que conoce de la causa, antes de dictar
sentencia, disponer que la diligencia de reconocimiento se rectifique o amplíe en los puntos que
estime necesario (art. 572, inc. 2°, CPC).
En la sentencia definitiva el juez tendrá forzosamente que optar entre estas dos soluciones:
b) Decretar la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción a que haya lugar (art. 572,
inc. 1°, CPC).
A falta de disposiciones especiales acerca de condenación en costas, habrá que ceñirse a las
reglas generales.
Los recursos.
Por su parte, la sentencia definitiva de segunda instancia será susceptible de ser atacada por
medio de los recursos de casación en la forma y en el fondo.
Todo cuanto hemos dicho respecto de la denuncia de obra ruinosa es sin perjuicio de las
medidas administrativas o de policía a que haya lugar según las leyes (art. 583 CPC).
Tanto el Decreto Ley N° 964, de 12 de abril de 1975, como la Ley N° 18.101, de 7 de enero
de 1982, contienen normas de derecho sustantivo o de fondo acerca del contrato de arrendamiento
de bienes raíces urbanos; igualmente establecen reglas de competencia sobre los tribunales llamados
a conocer de los juicios que se deriven de dichos contratos y del procedimiento a observar en esos
mismos juicios.
La Ley N° 18.101 contiene una normativa de carácter especial que rige el contrato de
arrendamiento de bienes raíces urbanos y que, supletoriamente, en lo contenido en ella, hace jugar
las disposiciones del Código Civil (Libro IV, Título XXVI, Arts. 1916 a 1977).
a) Juicios en tramitación al 29 de enero de 1982, los que se rigen por el Decreto Ley N° 964
(hoy sin importancia);
1. Predio de cabida superior a una hectárea y que tenga aptitud agrícola, ganadera o
forestal o estén destinados a ese tipo de explotación;
2. Inmuebles fiscales;
3. Viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses, por periodos
continuos o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo;
Todos estos inmuebles, no obstante tener el carácter de urbanos, no se rigen por la Ley N°
18.101, sino por lo que pacten las partes libremente y en silencio de éstas se aplican en forma
supletoria las disposiciones contenidas en el Código Civil; y
Sin perjuicio de lo expuesto anteriormente, es necesario tener presente la norma del inciso
2° del artículo 2° de la Ley N° 18.101, la que hace aplicables las normas de procedimiento
establecidas en el Título III de la Ley N° 18.101 a los juicios que se originen en relación con los
contratos de:
a) viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses, por periodos
continuos o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo; y
Competencia.
Para saber con exactitud cuál es el tribunal llamado a conocer de esta clase de juicios, es
necesario remitirnos al artículo 17 de la Ley N° 18.101, que dispone: “Los jueces letrados de
mayor cuantía serán competentes, conforme a las reglas generales del Código Orgánico de
Tribunales, para conocer en única o en primera instancia de los juicios a que se refiere este Título,
sin perjuicio de las atribuciones que competan en la materia a los jueces de policía local que sean
abogados”.
Recordemos que los jueces de letras conocen de las causas de arrendamiento en única
instancia cuya cuantía no exceda de 10 UTM y en primera instancia cuando excedan de dicha
cantidad (art. 45 COT); y que los jueces de policía local que sean abogados conocen de las causas
de arrendamiento en única instancia hasta $ 3.000 en las ciudades compuestas de una o más
comunas en que no tenga el asiento de sus funciones un Juez de letras (art. 14 letra A, Ley N°
15.231).
Tratándose, ahora, de esta clase de juicios en que el Fisco fuere parte o tuviere interés,
conocerán de ellos los jueces a que se refiere el artículo 48 del Código Orgánico de Tribunales.
Por último, ya que de reglas de competencia se trata, es del caso recordar que ninguna
importancia tendrá el factor fuero para determinar el tribunal llamado a conocer de esta clase de
juicios. (art. 133 COT).
b) En esta clase de juicios, siempre que se solicite la entrega del inmueble arrendado, el
arrendador podrá hacer notificar la demanda a las empresas que suministren gas, energía eléctrica o
agua potable, y en tal caso el demandado será el único responsable de los consumos mientras dure
la ocupación del inmueble por el mismo o por las personas a su cargo. Las empresas no podrán
excepcionarse alegando ignorancia del domicilio del deudor (art. 14, Ley N° 18.101).
e) El tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá decretar los medios probatorios que
estime pertinentes (art. 15, Ley N° 18.101). ¿Cualquiera o sólo los medios probatorios de que
pueden valerse las partes en los juicios civiles, o las medidas para mejor resolver que pueden
decretar los tribunales? Algunos opinan que puede ser cualquier medio probatorio, siempre que sea
procedente, a juicio del tribunal. Se argumenta que si ello no fuere así, esta norma de excepción
carecería de toda razón de ser frente a las normas generales que regulan los medios probatorios y las
medidas para mejor resolver y que, como tales, son de aplicación general.
g) Para que a los subarrendatarios les sean oponibles lo obrado y la sentencia recaída en los
juicios de desahucio, de restitución o de terminación de arrendamiento por falta de pago de la renta
seguidos contra el arrendatario, les deberá ser notificada la demanda o deberán haberse apersonado
a la causa. Con tal fin, en dichos juicios el ministro de fe, en el acto de notificación personal de la
demanda, requerirá de juramento al demandado acerca de la existencia o no de subarrendatarios y,
en caso afirmativo, de sus nombres. El ministro de fe deberá dejar constancia escrita de la
notificación a una persona adulta ocupante del inmueble. Si la demanda no hubiere sido notificada
personalmente, el mismo requerimiento lo deberá hacer el tribunal en la audiencia respectiva de
contestación, si concurriere el demandado y, en caso afirmativo, se suspenderá ésta, se ordenará
notificar a los subarrendatarios y se citará a una nueva audiencia, la que tendrá lugar una vez
practicadas las notificaciones pertinentes o una vez que los subarrendatarios se hayan apersonado a
la causa.
Procedimiento.
1) El procedimiento será verbal; pero las partes podrán, si quieren, presentar minutas
escritas en que se establezcan los hechos invocados y las peticiones que se formulen.
4) La notificación de la demanda se efectuará conforme a la norma del inc. 1° del art. 553
del Código de Procedimiento Civil (art. 8°, N° 2, Ley N° 18.101); lo cual significa que en caso de
que ella sea practicada personalmente en conformidad al art. 44 del citado Código, no es menester
acreditar que el demandado se encuentre en el lugar del juicio. Asimismo, para los efectos de lo
dispuesto en el citado artículo 44, se presumirá de pleno derecho como domicilio del demandado, el
que corresponda al inmueble arrendado
5) La audiencia se llevará a efecto con sólo la parte que asista (art. 8°, N° 4, Ley N°
18.101).
Sea cual fuere la opción de defensa por la que opte el demandado, la reconvención será
tramitada y resuelta conjuntamente con la cuestión principal.
Como ya se indicó, el tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá decretar los medios
probatorios que estime pertinentes.
iii) La prueba testimonial no se podrá rendir ante un tribunal diverso de aquél que
conoce de la causa.
11) Citación a oir sentencia: Concluida la recepción de la prueba, las partes serán citadas a
oír sentencia.
12) Los incidentes: Todos ellos deberán promoverse y tramitarse en la misma audiencia,
conjuntamente con la cuestión principal, sin paralizar el curso de ésta. La sentencia definitiva se
pronunciará sobre la acción deducida y sobre los incidentes, o sólo sobre éstos cuando sean previos
o incompatibles con aquélla;
13) Apelación:
1.- Desahucio;
3.- Restitución de la propiedad por expiración del tiempo estipulado para la duración del
arriendo;
6.- Otros que versen sobre las demás cuestiones derivadas de estos contratos.