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República de Panamá

Ministerio de Educación

Universidad Autónoma de Chiriquí

Facultad de Medicina

Escuela de Medicina

Examen semestral

Epilepsia y Enfermedad de Parkinson

Fecha

23 de junio del 2023


Aspectos psicológicos en el contexto hospitalario
La mayor parte de las veces, al hablar de psicología nos centramos en los aspectos
psicopatológicos. Sin embargo, cuando nos sometemos a una hospitalización, debemos
tener en cuenta otros factores, más allá de los patológicos, que es interesante a tener en
cuenta.
¿Cómo nos sentimos cuando estamos enfermos?
Todos sabemos diferenciar el papel que cumple un paciente en un ambulatorio de cuando
está hospitalizado. Mientras que, en el primer caso, tenemos gran variedad de opciones para
expresar cómo nos sentimos; cuando estamos hospitalizados nos vemos limitados por el
hospital y sus normas.
Definidos por la enfermedad
La enfermedad nos caracteriza y define. De este modo el paciente puede llegar a sentir que
recibe un tratamiento impersonal, ya que siente que es tratado como un mero portador de
enfermedad. Se dan casos en los que se ignora la identidad del paciente, refiriéndose a él
con el nombre de la patología de la que ha sido diagnosticado, entre otras cosas. Es bastante
habitual que los profesionales conversen entre sí en presencia del paciente. Usan una jerga
técnica que, a pesar de dar mucha información, puede provocar ansiedad en los enfermos
que la desconocen. Por otro lado, los pacientes suelen considerar que su dolor es más
intenso de lo que cree el personal sanitario. Esto hace que se sientan incomprendidos en un
aspecto básico.
Falta de información
La falta de información es otro de los problemas a los que suelen enfrentarse los pacientes
hospitalizados. A pesar de que esto está cambiando, las situaciones de comunicación fluida
no son tan frecuentes como se desearía. Por ello, la información deficiente acerca del
propósito y resultado de las pruebas e intervenciones puede incrementar la ansiedad y el
malestar del paciente ante éstas.
Pérdida de control
Sin embargo, de todas las dificultades que se encuentra el paciente, es la pérdida de control
la queja más frecuente. Por varias razones. En primer lugar, el paciente siente pérdida de
control de su propio cuerpo; ya que se pueden trastocar las funciones corporales normales.
En segundo lugar, el paciente rompe con su rutina diaria. Así no puede controlar las horas a
las que come; el sueño; horarios de visitas; etc. Y, por último, el paciente es incapaz de
predecir lo que va a ocurrir. Es el personal hospitalario quien decide multitud de aspectos
de la vida del paciente.
Hospitalización y cirugía
A todos los inconvenientes de la hospitalización hay que tener en cuenta si se va a llevar a
cabo alguna cirugía.
Los procedimientos quirúrgicos son sucesos estresantes. Pueden llegar a convertirse en una
fuente de ansiedad elevada que aumente la cantidad de analgésicos que se necesiten; e,
incluso el tiempo de estancia en el hospital.
Las investigaciones han puesto de manifiesto que el miedo juega un papel importante en la
recuperación del paciente. Los pacientes con un miedo moderado previo a la cirugía,
mostraban un mejor ajuste post-operatorio que los pacientes que mostraban un miedo bajo
o elevado (manifestaban más cólera y menos cooperación; y se implicaban menos en el
tratamiento y desarrollan preocupaciones patológicas, respectivamente). Estos estudios han
demostrado lo importante que es informar al paciente sobre las intervenciones quirúrgicas.
De esta forma, aparte de reducir los niveles de ansiedad, permiten al paciente tener cierto
grado de control. Esto es porque saben y comprenden lo que puede ocurrir.
Hay dos tipos de información que se puede proporcionar al paciente y que resulta
beneficiosa:
 Información sobre el procedimiento. Explicar lo que va a ocurrir antes y después de
la intervención; dónde le van a llevar; si le van a dar fármacos; etc.
 Información sensorial. Informar de cómo es probable que se sientan antes y después
de la operación.
Hospitalización y cirugía infantil
¿Y los niños? La preparación de los niños a las intervenciones quirúrgicas ha sido objeto de
estudio debido a las características de esta población.
La comunicación dada a los más jóvenes debe variar dependiendo de la edad. De esta
forma, dar información a niños muy pequeños puede no ser eficaz en algunas ocasiones.
Esto es debido a que es difícil adecuarse al nivel de comprensión que poseen.
La información debe cambiar de forma y estructura en función de la edad del paciente. En
niños de corta edad debe ser muy general; presentada de forma lúdica o con la utilización
de instrumentos médicos; al tiempo que se da una información más específica a los padres.
A medida que el niño es mayor se puede ir concretando más. Y, en los adolescentes, que
pueden recibir información específica, habría que considerar el estilo de afrontamiento que
poseen.
El adecuarse a los niveles de comprensión del niño es fundamental para reducir, e incluso
prevenir, el miedo y la ansiedad. Les permite comprender su enfermedad y los prepara para
los procedimientos médicos. Ayudar a que los niños establezcan una relación de confianza
con el personal sanitario que les va a atender, puede ser útil.
Por otra parte, la preparación psicológica de los padres es una estrategia fundamental. Esto
se debe a que el comportamiento y la actitud de los adultos puede ayudar a los niños o
perjudicarlos. Que nuestro hijo sea hospitalizado es una experiencia altamente estresante
para los padres. La ansiedad y el estrés de éstos dificulta la adaptación de los niños a la
hospitalización. Por tanto, esta preparación psicológica debe tener como objetivo disminuir
la ansiedad de los progenitores e instruirles en procedimientos para que ayuden a los niños
durante la experiencia hospitalaria. Los hijos de los padres que han sido preparados
psicológicamente están menos ansiosos y tienen mayor capacidad para enfrentarse a los
procedimientos médicos dolorosos. En nuestro centro de psicología en Madrid, solemos
colaborar con padres y médicos para ayudar al niño a llevar esta situación de la mejor
manera posible.
Relación médico-paciente

Desde los inicios de la medicina y durante su evolución y desarrollo, esta le ha


conferido especial importancia a la relación médico-paciente, por ser la clave para el
éxito en la gestión asistencial. La práctica de la medicina, combina la ciencia y la
tecnología con la aplicación de conocimientos y valores. Esta combinación gira
alrededor de la interacción médico-paciente, elemento necesario para que la acción del
médico pueda intervenir en las necesidades del enfermo. Como fenómeno complejo es
capaz de conducirse por dos caminos completamente opuestos: sanar o hacer daño.

La asistencia médica se cimienta en la relación que se establece entre el médico y su


paciente, y la buena práctica depende, en gran medida, de la calidad de la relación de
ayuda que se pueda lograr. Las relaciones interpersonales pueden ser de distintos
tipos, algunas de carácter superficial y otras de mayor complejidad, como la que debe
tener lugar entre el médico y su paciente, en la cual el médico, en su condición de
profesional debe estar dispuesto a brindar su ayuda en forma humanitaria y sensible,
pilar sobre el que descansa el nivel de satisfacción de la atención médica.

La relación médico-paciente es de tipo profesional. En ella intervienen dos personas


con diferentes personalidades, niveles culturales y estados afectivos. Una reclama
ayuda y la otra la ofrece. Este intercambio se produce por vías verbales y
extraverbales. El éxito de esta relación depende de la capacidad del médico para
manejar la situación de subordinación del paciente mediante el respeto, la atención y
el trato afectuoso, junto a su preocupación y capacidad para satisfacer los objetivos
básicos del enfermo: saber qué tiene, aliviarse y curarse.

Durante la relación médico-paciente, estos le aportan sus características de


personalidad, las que, vinculadas con la enfermedad, propician que cada relación tenga
características generales y a la vez muy particulares.

Se ha de tener en cuenta que cuando una persona enferma consulta a un médico,


varios procesos psicológicos entran en acción. Con frecuencia, el primer encuentro
entre ambos determina el tipo de relación que se establecerá. Dado su carácter social,
la relación médico-paciente lleva la impronta del contexto social en que se desarrolle y
esto no puede soslayarse en modo alguno al iniciarse su estudio.

En la relación médico-paciente la actitud asumida por el médico al aproximarse al


paciente, está condicionada por el modelo teórico en el cual haya sido entrenado,
aunque en la mayoría de los casos este modelo no se haya hecho explícito durante su
formación. En esta relación es fundamental que el médico conozca sus rasgos de
carácter, sus limitaciones, su nivel de información y hasta qué punto puede manejar
una situación determinada y cuándo necesita recurrir a otro colega.

Por otra parte, la expresión clínica de una enfermedad no se repite con exactitud en
cada paciente; a pesar de que los seres humanos no difieren en su constitución
orgánica, la personalidad de cada individuo es única e irrepetible. De esta
contradicción dialéctica surge el viejo aforismo: no existen enfermedades, sino
enfermos.

Es innegable que los avances científicos y tecnológicos en la medicina abren nuevas


posibilidades en la curación y mejora de la calidad de vida, pero crean también nuevas
contradicciones y problemas. Muchos facultativos sustituyen el método clínico por el
uso de la tecnología con objetivos diagnósticos o terapéuticos, debido a que su
aplicación demandaría del médico más tiempo y dedicación al paciente.

La relación profesional médica exige del facultativo el planteamiento de cada uno de


sus pasos, ya que toda conducta médica no pensada implica serios riesgos de cometer
yatrogenia.

El médico, en principio, no puede comprometerse a curar a sus pacientes, pero está,


en cambio, obligado a poner en práctica todos los cuidados necesarios, con vistas a
lograr la curación del paciente, a mitigar el dolor o impedir eventuales complicaciones,
incluso la muerte. Para el logro de ello, utilizará los conocimientos médico-científicos
del momento y los medios a su alcance, conforme las condiciones específicas de modo,
tiempo y lugar.

En resumen, la relación médico-paciente es una relación interpersonal con


connotaciones éticas, filosóficas y sociológicas, que no puede propiciarse si el médico
no establece con el enfermo una relación temporal, solidaria y profesional, en la que el
desgaste laboral del médico puede repercutir en muchos casos de forma negativa en
su salud física y mental, y sus consecuencias comprometer su trato con los pacientes.
La relación médico-paciente negativa facilita la comisión de yatrogenia, errores
médicos y la infracción o falta médica.

El análisis de la literatura permite concluir que, para mejorar la relación de los


profesionales de la medicina con los usuarios del sistema de salud, resulta necesario
poner en marcha diferentes estrategias y acciones que nos permitan captar más
información, ganar confianza y así poder dar respuesta a las necesidades de los
pacientes desde una perspectiva integral, lo que finalmente llevará a lograr mayores
índices de satisfacción del usuario y del profesional.
La recuperación

La recuperación se define como un proceso "muy personal” y único que


supone el desarrollo de un nuevo significado y propósito en la vida más allá
de los efectos negativos del problema de salud mental. Se trata de un
proceso continuo, que consiste en adquirir o recuperar muchos aspectos de
la vida cotidiana de las personas, que pueden haberse perdido a causa del
problema de salud mental.

Significa recuperar el control activo sobre la propia vida. Esto puede


implicar descubrir (o redescubrir) un sentido positivo de sí mismo, aceptar
y hacer frente a la realidad de cualquier dificultad o incapacidad
permanente, encontrar significado en las propias experiencias, resolver
problemas personales, sociales o de las relaciones con los demás, que
pueden contribuir a afrontar las dificultades relacionadas con el problema
de salud mental.

Las prácticas profesionales orientadas a la recuperación tratan de mantener


la calidad de vida, haciendo hincapié en la capacidad de una persona a
tener esperanza y desarrollar una vida con sentido para ella misma, según
sus metas y ambiciones.

El enfoque de recuperación reconoce que las personas diagnosticadas con


un problema de salud mental se sienten muy frecuentemente privadas de
sus derechos, y que estos sentimientos pueden interferir en su proceso
terapéutico. Este enfoque parte de la base de que se obtendrán mejores
resultados si las personas sienten que las decisiones sobre su tratamiento
se realizan de acuerdo a sus ideas culturales y valores personales. El
enfoque de recuperación se centra en el bienestar y la resistencia a la
enfermedad, y alienta a las personas a participar activamente en su propio
proceso de autocuidado, lo que permite que ellas mismas definan sus
objetivos vitales y de tratamiento farmacológico, psicológico y social.

Referencia

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