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Grupo 302

Pablo Manuel Coronado García – 353887


Edgar Javier Peralta Nieto – 347692
Laura Alicia Sánchez Espinoza – 352831

La relación médico-paciente es una relación de carácter estrictamente profesional


donde está en comunicación alguien que ejerce la medicina como profesión y la
persona que palidece alguna enfermedad o malestar. Pero ¿Hay alguna
importancia en cómo el médico se dirige a su paciente? ¿Tendrá un impacto
directo a su mejoría? En este texto abordaremos una serie de temas en dónde
explicaremos más a detalle este proceso comunicativo y su importancia en una
buena praxis, además de como el paso del tiempo ha ido perjudicando y
beneficiando esta relación.

Las bases de la relación médico-paciente comienzan a desarrollarse hace miles


de años cuando el fundador y padre de la medicina, Hipócrates, cambia el enfoque
de ver al paciente como un “todo”, en vez de un ser fragmentado. Él consideraba
que no sólo el mal que presentaba un paciente afectaba totalmente su salud, sino
que también su alimentación, hábitos y humor.

La palabra “paciente” proviene del latín “patiens” o “patientis” y significa “el que
sufre” o “el que padece”. El paciente es la persona que presenta un malestar y
requiere de atención médica para aliviarlo. Considerando el enfoque de
Hipócrates, al ser evaluado es importante observar y tener en cuenta que el
paciente llega al consultorio en las siguientes condiciones: con mal humor,
cansado, con preocupaciones de su vida personal, estresado… es un ser
psicosocial donde cada uno de los factores de su vida va a agudizar o minimizar
su malestar. Se debe entender que es un ser humano con sentimientos y no sólo
alguien que está presentando “x” síntoma, no hay que tratar sólo el síntoma sin
tomar en cuenta su persona.

La palabra médico proviene del latín “mederi hominis” que significa “medicar o
aliviar una persona”. El médico es la persona encargada de aliviar los malestares
de sus pacientes. Debido al conocimiento que adquirió durante su formación, la
población en general le guarda cierta admiración ya que su profesión implica tratar
directamente con la vida de personas que acudan a él. Es importante que el
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médico sea consiente de la responsabilidad que se le ha adjudicado y que tiene


como deber salvaguardar el bienestar de todos aquellos que acudan como sus
pacientes. La manera en como el profesional de la salud trate a su paciente puede
ser la clave a un diagnóstico certero ya que, si el médico se presenta cerrado, frío
o prepotente ante el paciente, este se verá cerrado al confiarle sus malestares e
incluso puede hacer que sus síntomas empeoren al inducirlo a una carga extra de
estrés.

En tiempos antiguos el médico no sólo debía tener un vasto conocimiento en


medicina si no que tenía que dominar otras áreas de conocimiento como lo era la
religión, ya que cumplía la función de médico-sacerdote impuesto por la iglesia
católica y a su vez tenía que tener dominio en la política, la filosofía, la literatura,
entre otras ciencias que eran relevantes en ese entonces. A partir de esta
corriente ideológica que dominaba la sociedad en esa época se modificó la
autoridad en la relación médico-paciente volviéndola paternalista, esto se refiere
que el médico tenía la palabra suprema en la manera de tratar a su paciente y
este debía permanecer obediente a sus indicaciones sin derecho de autonomía y
como su nombre lo indica, el hacer caso omiso a sus órdenes lo volvía merecedor
a una sanción o castigo por parte del médico.

El modelo de autoridad paternalista había sido el único que se había empleado


para manejar la relación médico-paciente hasta que hubo un cambio en el año
1960 aproximadamente y se desarrolla el modelo autónomo. En la Ética Médica se
manejan cuatro principios fundamentales para llevar a cabo la profesión de la
medicina: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía; y es precisamente a
partir este último principio que nace el modelo mencionado. Como el nombre lo
indica, a partir de este año es cuando el paciente empieza a exigir que sus
opiniones sean escuchadas, tiene un control sobre su tratamiento a tal grado que
es capaz de rechazarlo si así lo deseara y el papel del médico pasa de ser una
figura autoritaria y represiva a ser una persona comprometida a escuchar y prestar
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atención a su paciente, ya no impone sus ideas y se vuelve partícipe en la toma de


decisiones del paciente siendo este más como un consejero. Es aquí donde se
puede dividir la relación médico-paciente en tres tipos:

- Activa-pasiva: En este tipo de relación sólo interviene el juicio del médico, el


paciente solamente se limita a hacer caso y no tiene participación en la
toma de decisión del tratamiento (el paciente no es forzado a tomar el
tratamiento, simplemente no quiere intervenir en las opiniones del médico).
- Guía-cooperación: Similar al anterior pero aquí el paciente se torna un poco
más participativo. Sigue siendo el juicio del médico el que determina el
tratamiento, pero con algunas indicaciones/modificaciones que el paciente
desee mencionar.
- Participación mutua: Se utiliza tanto el juicio del paciente como el del
médico para determinar el tratamiento, el paciente toma un protagonismo
en la toma de decisión para buscar su alivio y el médico se vuelve más
receptivo ante sus opiniones.

Este modelo permite incluso que el paciente (o incluso el médico) pueda


descontinuar la relación siguiendo los siguientes criterios:

- Que haya disponibilidad de otro médico que pueda seguir con su caso.
- Que el médico valore la continuidad del proceso.
- Que el proceso no comprometa el cuidado clínico.

La relación médico-paciente, además de verse afectada por los modelos


empleados para dirigirse al paciente, ha sufrido cambios por otros eventos
históricos y sociales como la separación de la iglesia en la práctica de la medicina,
ya que los médicos hombres estaban imposibilitados de hacer una exploración
física efectiva en mujeres puesto que la religión se los prohibía. Otro hecho que
logró un cambio positivo fue la inclusión de mujeres en las escuelas de medicina
puesto que, aunque a los caballeros ya se les permitía tener mayor contacto con
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las mujeres, el hecho de que fuesen atendidas por alguien del mismo sexo
permitía un mayor entendimiento y empatía hacia las pacientes.

A pesar de todos los avances que se ha logrado para tratar a los pacientes, debido
a la carga laboral de los hospitales públicos no siempre se puede llevar a cabo
este proceso de manera adecuada ya que el tiempo y la cantidad de pacientes
que deben ser atendidos son los que lo limitan. Por otra parte, con la llegada de
las mejoras tecnológicas en la comunicación, los pacientes recurren a consultar
con un médico de confianza vía mensaje de texto sus padecimientos por el hecho
que es una técnica rápida y cómoda, el problema radica que no hay una verdadera
relación entre ambos ya que se remonta a la visión antigua de que sólo hay que
tratar el malestar, el paciente se fragmenta y deja de ser un “todo” ocasionando
que el diagnóstico sea probablemente erróneo.

La medicina ha dado pasos certeros a través del tiempo en cuanto al trato al


paciente dándole las herramientas y el acceso a la información para que puedas
ejercer sus derechos y al mismo tiempo al capacitar a los médicos para que
evalúen más allá de la dolencia, pero, a pesar de estos avances, en la actualidad
el problema que enfrenta la medicina es la deshumanización médica, se pierde el
tacto que se había desarrollado por hacer consultas rápidas o por hacer consultas
cómodas. La importancia de tener una buena relación con el paciente es que se
puede evitar muchas complicaciones innecesarias si se mantiene una observación
aguda desde que llega a su primera consulta.

BIBLIOGRAFÍA

Saa, Diego. (2008). Doctor-patient relationship. Colombia Médica, 39(3), 287-290.


Retrieved August 20, 2018, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1657-95342008000300010&lng=en&tlng=en. (Henderson,
King, Strauss, & Estroff, 1997)
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G. Henderson, N. King, R. Strauss & S. Estroff, The Social Medicine Reader (pág.
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