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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS


CENTRALES “ROMULO GALLEGOS”
DECANATO DEL AREA CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA DE MEDICINA
“DR. JOSE FRANCISCO TORREALBA”

Ensayo de la Relación Médico-Paciente

Facilitadora:

Dra. Marianny Alvarado - Autor:

Sección 34 - Victor A. Rivera R. C.I 30923388

San Juan de los Morros, Mayo 2022


Debemos comenzar diciendo, que a pesar de los vertiginosos cambios
operados en el ejercicio de la profesión por el propio desarrollo de la medicina en el
mundo contemporáneo, la relación médico paciente sigue siendo la piedra angular del
acto médico. Sin embargo, y ese es el objetivo del presente artículo, ella requiere ser
examinada bajo una nueva luz, no solamente por lo antedicho, sino también por el
relanzamiento de la reflexión ética, que nos recuerda que la relación médico paciente
es ante todo un encuentro interpersonal, en el que ambas partes deliberan
conjuntamente para tomar las decisiones más correctas, siempre en el marco de los
principios de la bioética y los derechos fundamentales de la persona humana. En la
relación médico-paciente, es el médico quien determina el tipo de relación y los
beneficios que pueda tener para el paciente. Todo esto es posible, cuando los médicos
son delicados, amorosos, comprensivos y dan esperanza a la hora de comunicar un
diagnóstico independiente de la gravedad de la enfermedad. Si se expresa con
frialdad, el pronóstico se ensombrece porque la persona pierde fuerzas para enfrentar
el momento que está viviendo y el diagnóstico se convierte en una sentencia. Es
decir, es más letal lo que se dice y cómo se dice, que la misma enfermedad.

Cabe mencionar, que la relación médico-paciente era tan natural en la práctica


de la medicina que no se hablaba de ella. Se consideraba, un hecho su existencia
como base del trabajo del médico con el enfermo, principio de lo que después se
describió como el encuentro de una conciencia con una confianza. Siguiendo el tema,
la relación de confianza entre dos seres humanos ha sido capaz de lograr muchas
curaciones a través de la confianza. Es por eso, que los recursos del médico para
atender al enfermo estaban en sus capacidades personales. Se comienza a hablar, de la
relación médico-paciente cuando se empieza a sentir con alarma que se está
perdiendo. Cabe considerar por otra parte, el avance de la ciencia y tecnología el acto
médico empieza a depender en gran parte del uso de métodos más eficaces de
diagnóstico y tratamiento. No menos importante, la presencia curadora del médico
deja de tener importancia. “Apenas llegó usted y me sentí mejor” era una frase que
escucharon los médicos de antaño, aquellos que atendían en su consultorio o en casa
del paciente. Es decir, el éxito de cualquier entrevista clínica depende de la
calidad de la comunicación médico-paciente. Por eso, las habilidades
comunicacionales efectivas son parte del quehacer de un buen médico. Se tiene que
entender, el contexto en el cual vive el paciente, de ahí la idea de ver la relación como
un sistema en el cual se involucra a la familia, ya que cada persona tiene o pertenece
a una. Es de suma importancia, saber la participación de los integrantes para
saber el impacto que tiene sobre el paciente. Se pueden alcanzar, grandes
modificaciones que ayuden al padecimiento actual si la familia participa en el
proceso. La aparición de una enfermedad aguda, crónica o terminal en alguno de los
miembros de la familia puede representar un serio problema tanto en su
funcionamiento como en su composición. Podría considerarse como una crisis, dada
la desorganización que se produce y que impacta en cada uno de sus miembros. Para
adaptarse a esta nueva situación, la familia pone en marcha mecanismos de
autorregulación que le permite seguir funcionando, de tal manera que se generan
cambios en las interacciones familiares que pueden poner en riesgo el bienestar y
manejo del paciente enfermo, así como la funcionalidad del sistema familiar. Cabe
resaltar, los cambios que se producen en las familias en relación con la enfermedad
no siguen un patrón específico, más bien están dados por las propias características
familiares, tales como su etapa del ciclo vital, el momento de la vida del paciente, el
grado de solidez de la familia, el nivel socioeconómico, la función que cubra la
enfermedad para ese grupo en específico, la historia familiar y la familia puede
afectar de manera positiva o negativa la evolución de la enfermedad. Con el uso de
habilidades de comunicación efectiva, se busca aumentar la precisión diagnóstica, la
eficiencia en términos de adherencia al tratamiento, y construir un apoyo para el
paciente. Una comunicación efectiva, promueve la colaboración entre el médico, el
paciente y la familia, donde el foco de la entrevista no está centrado en el médico, el
paciente o la familia, sino en la relación de todas las partes. El médico debe actuar
como consejero, el paciente es el que toma la decisión, se evalúa la autonomía del
paciente como un sujeto en proceso de conocerse a sí mismo y capaz
de tomar decisiones médicas compartidas. Se requiere el arte de escuchar, que
envuelve todos los sentidos, no solamente los oídos, debemos estar atentos al
lenguaje del cuerpo no verbal, como el gesto que esté en contradicción con lo que se
está diciendo o movimientos que hablen de un estado interior de estrés o angustia.
Como profesionales de la salud no podemos manipular, forzar o engañar al paciente
en la toma de decisiones. Hay que entender, tanto el problema médico como la
persona que se encuentra detrás de los síntomas, con su carácter, su tipo de educación
y sus características familiares, este método tiene aún mayor relevancia cuando el
paciente tiene deficiencias comunicativas por cultura o por carácter. El paciente debe
ser exhortado a tomar sus propias decisiones, pero si él las deriva al médico, no
podemos negarnos a ayudarle y en cambio debemos poner el mayor esfuerzo en
encontrar lo mejor para el paciente de acuerdo a sus características personales. Por
otra parte, en la práctica médica nos encontramos muchas veces con pacientes que se
están enfrentando a pérdidas y sufrimientos que afectan su valor existencial y esto
puede comprometer al médico en su propia vulnerabilidad. La relación médico-
paciente ha sido el sustento de la práctica clínica, y así se ha mantenido aun cuando
las circunstancias han cambiado a lo largo de los tiempos. La abrumadora emergencia
de la tecnología, los intentos de sistematización mediante normas, guías y algoritmos,
las presiones por atender más pacientes en menos tiempo, la necesidad de reducir
costos, el exceso de información, las complejidades del desplazamiento en las
ciudades, la emancipación de los pacientes y de la sociedad, el extraordinario
desarrollo científico y tecnológico y otros factores han atentado contra el modelo
tradicional de la relación médico-paciente. Ha cambiado, pero ha sobrevivido, porque
sigue siendo indispensable y porque ha podido adaptarse a las nuevas condiciones.
Hoy es una relación más contractual, convencional, mercantil, colectiva y centrada en
los resultados. Los médicos hemos aprendido a vivir con la tecnología y a sacar
provecho de ella aunque hay quienes se le han subordinado, nos hemos percatado de
la necesidad de mejorar nuestras habilidades de comunicación, hemos entendido que
los derechos y la opinión de los pacientes tienen que ser respetados, que debemos
recuperar el papel protagónico de los pacientes por encima del personal o de la
organización de atención a la salud y adaptarnos en la medida de lo posible a los
deseos, temores, prejuicios y aprensiones de pacientes y familiares, intentando
cumplir las expectativas de los enfermos si son razonables, ejerciendo la profesión
con una conciencia clara de los costos, abandonando el pedestal de la soberbia y
propiciando una relación menos asimétrica. En conclusión, La enfermedad física o
mental es el resultado de todo lo que la mente procesa a partir de las relaciones con
familiares, los amigos y el mundo exterior; por tanto no se puede enfocar un
diagnóstico y su tratamiento sólo apoyados en el resultado de las ayudas diagnósticas;
es importante explorar el estado emocional y mental del enfermo. La esperanza, el
propósito y la determinación no son simples estados mentales, tienen conexiones
electroquímicas que desempeñan un papel importante en el funcionamiento del
sistema inmunitario.

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