Está en la página 1de 16

Cuadernos de Teología 123

Vol. XXIII, 2005. p. 123-137

El barrio: contexto teológico de una


nueva iglesia*

Harold J. Recinos
Perkins School of Theology, Dallas, EEUU

Resumen* el artículo describe y analiza la situación de las comunidades hispanas en los EEUU y
propone el barrio como el lugar teológico dentro del cual se puede crear una teología liberadora que
responda a esas necesidades. Cristo está presente entre lo pobres del barrio y es allí donde se gesta una
nueva iglesia alternativa a las denominaciones institucionales.

Abstract: This article describes and analysis the situation of the Hispanic communities in USA and
propones the barrio as a theological place from where it is possible to create a Liberation Theology in
response to their necessities and challenges Jesus Christ is in the barrio among the poor and so a new
expression of the church is growing as alternative to the classical denominations

Los latinos en el barrio experimentan la vida entre el sufrimiento y la muer-


te en una sociedad que niega su derecho a existir con dignidad humana. La vio-
lencia define las calles urbanas. El desfiguramiento humano asume la forma de un
grito de liberación. Cada día puede oírse el silencioso clamor de muerte en las no-
ticias de tiroteos que extinguen las vidas de jóvenes y niños latinos. La realidad del
barrio demanda una iglesia sensible a la diaria destrucción de la vida de aquellos
que viven en condiciones de opresión y sufrimiento. En el barrio, la pobreza pro-
duce una existencia atormentada y muerte. Los latinos buscan la justicia de Dios
como la realidad que define la geografía del barrio. La justicia de Dios reorienta
las estructuras e instituciones sociales en dirección de la vida.
Las venas laceradas del barrio sangran sin pausa. Los jóvenes latinos, sin valor
alguno para el resto de la sociedad, han encontrado maneras de reivindicar su condi-

Palabras clave Teología latina Teología de la liberación Teología del barrio Hispanos
Keywords Latino Theology Liberation Theology Neighborhood Theology Híspame Theology
124 Harold J. Recinos, EI barrio: contexto teológico de una nueva...

ción social: en las calles, el dar muerte a un par de "mushrooms" (niños) en un tiroteo
convierte a una persona en alguien "bad", todo un signo de identidad. Los valores de
la sociedad capitalista, definidos por una sociología de violencia, explican esta imagen
distorsionada de humanidad. Estosritualesen las calles del barrio, los cuales confieren
status a sus jóvenes, reflejan una profunda estructura de alienación humana.
A Jesús se lo crucifica una y otra vez en estas experiencias de absoluta
negación. Los cuerpos.destrozados en el barrio señalan al Jesús que critica una
sociedad que genera muerte mediante pobreza y opresión. Sin embargo, el barrio
continúa experimentando al Dios de vida y de justicia. Los nuevos inmigrantes de
Centroamérica están confrontando los falsos dioses de un cristianismo aculturado
que asegura la estabilidad del status quo y la violencia estructural contra el pobre.
Influidos por los centroamericanos, los latinos en el barrio están descubriendo que
Aquel que fue crucificado por estructuras opresivas y por la vileza humana, conde-
na su historia de sufrimiento y pobreza. Los latinos están releyendo el significado
de las palabras "os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios" (Ex. 6:7; Je. 7:23).
En el barrio, el Dios del éxodo está moldeando discípulos que puedan reproducir,
mediante su praxis cotidiana, la militancia de Jesús, definida como un camino de
solidaridad con los oprimidos y de conflicto con el poder.
La sociedad mayoritaria concluye que el barrio es inferior y que no tiene
ningún valor; sin embargo, su historia de lucha y de pobreza es inseparable de la
propia identidad de Jesús. El testimonio bíblico proclama que, en Jesús, el tiempo
de la promesa se manifiesta en el contexto de la pobreza y de la existencia margi-
nalizada. Los labios de un pobre carpintero de Nazaret de Galilea exhortan a sus
seguidores a que busquen "el reino de Dios y su justicia" (Mt. 6:33). Los pobres
del barrio saben que esto significa liberación, y que debe llevarse a cabo a partir
de su propia experiencia social. A continuación examino los cambios cristológicos
que están aconteciendo en el barrio. Más tarde concluyo estas reflexiones con un
comentario sobre las contribuciones que los refugiados salvadoreños han hecho a
la renovación de la iglesia en el barrio.

La existencia marginalizada anuncia buenas nuevas


Las narraciones bíblicas dirigen nuestra atención a los lugares insignifican-
tes dentro de la sociedad establecida como el contexto apropiado de la manifesta-
ción divina. Dios actuó en la historia particular de un pueblo que conoció el signi-
ficado de la opresión y el sufrimiento durante su esclavitud en Egipto. Dios asumió
en la carne de Jesús de Nazaret de Galilea la forma de la humanidad empobrecida
y rechazada. El propósito liberador de Dios para la humanidad lo arrimaron a las
mismos márgenes de la sociedad. La Palabra se hizo carne en la región de Galilea,
conocida por su retraso cultural como por su insignificancia para el status quo en
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 125

Jerusalem.1 En Galilea, Dios asumió la figura humana de un obrero pobre, desocu-


pado y sin educación formal.
La iglesia del barrio debe reexaminar su comprensión de Jesús. Casi siem-
pre ha expresado dos imágenes de Jesús. En primer lugar, a Jesús lo ha representa-
do como el Cristo sufriente, accesible a todos aquellos cuyo sufrimiento requiere
consuelo (Mt. 11:28-30). El Cristo que consuela a la humanidad sufriente no la
anima a que examine el orden social que causa sus sufrimientos. Esta fe tan con-
finada a motivaciones personales confirma la idea de que no se puede transformar
al mundo radicalmente. Una imagen ahistórica del Jesús sufriente niega el desafío
que el evangelio lanza, sin la menor vacilación o excusa, contra todas las formas
de vida social que causan miseria humana. Un Jesús que sólo ofrece consuelo a
personas devastadas por la opresión histórica no merece que nadie lo siga en un
mundo estructurado para promover la injusticia.
Un Cristo sufriente provee un fuerte punto de identificación para la expe-
riencia latina en el barrio. Con todo, seguir a Cristo en el barrio requiere que la
gente desarrolle una comprensión más crítica de las bases de su propio dolor per-
sonal y social dentro de la sociedad establecida. El sufrimiento de Jesús se refiere
al plan de Dios de cambiar las condiciones sociales responsables de la diaria des-
humanización en el barrio. Los cristianos que encuentran alivio en esta imagen de
Jesús son llamados a descubrir el significado político de la identificación de Jesús
con el pobre. Cristo sufre y muere para dar vida a los afligidos; en consecuencia,
discipulado en el barrio significa capacitar a la sociedad organizada para que pue-
da discernir los resultados de su propio sistema de opresión.
Un segundo punto de vista presenta a Jesús como el Cristo glorificado que
triunfa sobre la muerte y los pecados del mundo (Jn. 17:4-5). Este Cristo exalta-
do atrae a aquellos que esperan poder trascender el caos urbano. En Jesús, estas
personas hallan a Aquel que "puede también salvar perpetuamente a los que por
él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (He. 7:25). El
Cristo glorificado apela a las personas que están tratando de entender sus vidas
en el contexto de una salvación final más allá de la historia. En esta cristologia, el
evangelio se concibe como algo que puede ofrecer salvación personal aparte de la
reestructuración social, económica, política e institucional. Quienes sostienen esta
cristologia, muy raramente tratan de relacionar la Palabra liberadora de Dios con
su propia opresión.
Ni una lectura ahistórica de la experiencia de sufrimiento ni una concep-
ción individualista de la salvación personal como huida del mundo, llevan consigo
las buenas nuevas prometidas por Jesús de Nazaret. La experiencia del barrio re-

1 Véase Virgilio Elizondo, Galilean Journey: The Mexican-American Promise, Orbis Books, Maryknoll, 1983.
126 Harold J. Recinos, El barrio: contexto teológico de una nueva...

fleja el escaso nivel de participación de los latinos en el mercado laboral y su gran


aislamiento del resto de la sociedad.2 Una lectura liberadora de la praxis de Jesús
puede iluminar la experiencia del barrio. La promesa de Jesús de buenas nuevas
para el pobre afirma un discipulado que se niega a aceptar que la salvación signifi-
que no hacer nada por cambiar el mecanismo social que margina a los latinos. Dios
cuenta con los latinos para construir una iglesia concebida como una estructura
organizada para impactar los sistemas económicos injustos y los modelos tradicio-
nales de discipulado (1 Co 1:27-28).

Cristo el liberador en el barrio


El Cristo liberador dirige nuestra atención a la crisis de una existencia lati-
na en agonía. En el barrio, los cristianos deben escuchar que el evangelio de Jesús
cuestiona el supuesto de que las estructuras e instituciones sociales están funcio-
nando adecuadamente.3 Un encuentro con el Cristo liberador genera una genuina
preocupación por la vida humana situada en la historia del barrio. Los cristianos
latinos tienen que preguntarse: ¿Quién es este liberador llamado Jesús? ¿Qué es-
pera Jesús de la gente del barrio? ¿Qué visión de humanidad espera Jesús que los
cristianos lleven a cabo en su sociedad? Jesús predica y enseña el evangelio en las
mismas márgenes de la sociedad. Los cristianos que ponen en práctica el mensaje
del evangelio en el barrio saben que el evangelio provoca divisiones humanas (Mt.
10:34-37; Me. 10:29-31; Le. 12:52-53).
El Cristo liberador invita a sus seguidores a que abandonen el mundo es-
tablecido, el cual ofrece tan poca humanidad, y a que se incorporen a una nueva
comunidad histórica definida como una comunidad de personas en igualdad de
condiciones. La comunidad de Jesús genera una ética de militancia histórica que
discierne la voluntad de Dios para su creación en términos de lucha por la vida en
un contexto de justicia, amistad e igualdad. El Cristo liberador que camina por las
calles del barrio se opone a aquellas formas de espiritualidad que dan lugar a gru-
pos que existen como sociedad sólo en el corazón humano (societas in cordibus).
De hecho, el evangelio de Jesús ofrece otra visión de relaciones sociales, definida
como una novedosa y visible comunidad de hermanos y hermanas.
Jesús se identifica con los pobres, denuncia la acumulación de riquezas,
elogia a aquellos que renuncian a su amor por el dinero, rechaza comportamientos
opresivos, demanda que el servicio y la humildad definan a la comunidad y afirma
que la oposición a la injusticia es esencial. En el testimonio bíblico, Jesús les dice

2 Marta Tienda, "Puerto Ricans and the Underclass Debate" en The Annals of the American Academy of Political
and Social Science, Ed. por William Julius Wilson, Sage Publications, Newbury Park, 1989.
3 Véase Harold Recinos, Hear the Cry! A Latino Pastor Challenges the Church, Westminter-John Knox Press,
Philadelphia, 1989.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 127

a los habitantes del barrio que su pobreza implica a los ricos (Le. 6:24; 12:13-21),
las autoridades religiosas (Le. ll:46ss; 11:39-44; Me. 11:15-39) y los poderosos
gobernantes (Me. 10:42). La existencia en el barrio significa la negación de la vida
por parte de estas clases privilegiadas que desatan prácticas opresivas.4 Fe en el
Cristo liberador significa dar testimonio del evangelio y asumir la posibilidad de
conflictos sociales (Le. 21:12-13; 22:36; Me. 13:9).
En el barrio, el Cristo liberador vive en cada esfuerzo por afirmar la vida y
los valores humanos contra las condiciones existentes de violaciones humanas, las
cuales traen malas noticias para los pobres. Dios escucha el clamor de su pueblo
en el barrio; este pueblo conoce el significado de la opresión y la pobreza como
aspectos dominantes de su realidad. Seguir a Jesús significa que los cristianos
cambian sus vidas y escogen intencionalmente vivir de acuerdo con criterios de
conducta basados en el evangelio. Jesús proclama el significado de la libertad
humana para los cristianos con una nueva visión de vida que capacita a la iglesia
para transformar la necrófila historia del barrio.5 Esto significa que los cristianos
en el barrio son llamados a formar una sociedad de solidaridad en la lucha con el
propósito de alterar un orden injusto de vida.
Jesús entendió los mecanismos opresivos de los ricos a la luz de la espe-
ranza de los pobres de una sociedad de justicia y comunión (Mt. 6:24; Le. 6:24).
Jesús afirma radicalmente al pobre sobre el fundamento definitivo de la vida hu-
mana: el Dios que es Padre y Madre de toda la creación. Los cristianos del barrio
que descubren la identidad del Cristo liberador pueden discernir sin problemas la
manera como el Señor los enriquece a pesar de sus pobrezas (2 Co. 8:9). Este Jesús
organiza al pobre como una fuerza colectiva para demandar mejores condiciones
de salud, vivienda, educación, igualdad económica y participación política. La
realidad de Jesús como emancipador se manifiesta en la progresiva liberación del
pobre de situaciones de sufrimiento y opresión, injusticia y desigualdad de clases
(Le. 1:46-55).
Jesús proclamó la verdad de los pobres a los poderosos, quienes perma-
necieron inconmovibles en su pecado de opresión. También les advirtió a los lí-
deres religiosos que no fuesen a perder sus vidas, tan afanados como estaban por
acumular privilegios sociales (Le. 11:43; 20:46-47). Jesús enseñó en las calles
que el Dios que actúa en la historia con un poder que todo lo altera, está tratando
de renovar las estructuras raciales, políticas, sociales, culturales y espirituales de
la sociedad (Le. 13:26). La esperanza en el Cristo liberador suscita una libertad

4 Phillip Berryman, The Religious Roots of Rebellion: Christians in Central American Revolutions, Orbis Books,
Maryknoll, 1986, pág. 378.
5 Véase Leonardo Boff, "Jesus Christ the Liberator, Center of Faith on the Edge of the World" en L. Boff, Faith on
the Edge: Religion and Marginalized Existence, Orbis Books, Maryknoll, 1991, págs. 119-145.
128 Harold J. Recinos, EI barrio: contexto teológico de una nueva...

que procura establecer igualdad y una nueva visión del propósito humano (Gá.
5:1). Desde el punto de vista de la ética cristiana, seguir a Jesús implica poner en
práctica las buenas nuevas del señorío de Dios en la historia asumiendo a los seres
humanos maltratados en cada nivel de la sociedad (Le. 10:25-37).
Jesús ofrece al pueblo del barrio vida abundante y una oportunidad de par-
ticipar en el plan de Dios de transformar su realidad social. Cuando la iglesia sigue
al Cristo liberador en la lucha del pobre del barrio, aprende cómo vivir en plenitud
el llamado de Dios, cómo vivir comprometidamente en el servicio del Reino (Stg.
2:8; Mt. 25:31-46). Sólo una fe que obra para transformar el mundo del pobre ma-
nifiesta contacto con el Jesús que anuncia buenas nuevas para el barrio.6 El pueblo
del barrio descubre al Cristo liberador entre ellos mismos cuando proclaman un
Señor que ama al individuo aunque rechace de plano los mecanismos sociales que
lo oprimen.
La parábola de El hombre rico y Lázaro (Le. 16:19-31) refleja con toda
intensidad la enseñanza del Cristo liberador. Este relato habla del rico que controla
las condiciones materiales de la vida en perjuicio del pobre. La parábola de El
hombre rico y Lázaro subraya el cambio de fortuna que acontece más allá de la
muerte. La realidad social que describe es análoga a las relaciones existentes entre
el barrio y la sociedad establecida. Por un lado, la realidad del pobre tal como Lá-
zaro la representa: Lázaro es un hombre lisiado que también sufre una enfermedad
de la piel. Lázaro no anda elegantemente vestido ni come suntuosamente; por el
contrario, su condición de oprimido y lisiado lo ha llevado a mendigar... cualquier
migaja que pueda caer de la mesa del hombre rico y socialmente indiferente.
En esta historia Dios se identifica con el pobre. Esto se destaca por el
hecho de que al hombre rico de la parábola no se le da nombre.7 No tenemos que
esforzarnos para ver a Lázaro en las calles del barrio. Los refugiados salvadoreños
constituyen una nueva y creciente población en las comunidades latinas de Nortea-
mérica. Lázaro le habla al rico en la misma de voz de un refugiado salvadoreño, un
médico que vive en la ciudad de Washington, la tercera ciudad "salvadoreña" en el
mundo. Los refugiados salvadoreños en el barrio interpretan su confianza en Dios
en términos de las esperanzas y luchas de los oprimidos y los pobres. Al igual que
Lázaro, "Tomás" sabe qué significa vivir despreciado por aquellos que controlan
la riqueza y el poder en la sociedad. Nos dice:
Un día me alcanzó la represión. Yo estaba en la iglesia*. Dos camiones del ejérci-
to llegaron a la clínica y abrieron fuego contra ella. Muchos quedamos heridos.
Nos pusieron en los camiones y nos llevaron a la prisión en San Salvador. Me

6 Véase Jon Sobrino, Christology at the Crossroads, Orbis Books, Maryknoll, 1978.
7 Véase Joachim Jeremías, The Parables of Jesus, Scribners, New York, 1954, pág. 183.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 129

desnudaron, me vendaron los ojos y me arrojaron a una celda. Me interrogaron


y me torturaron. Mi crimen había sido trabajar con los campesinos y los pobres.
Querían que supiera que me iban a torturar y ejecutar. Dijeron: "¿qué estás
haciendo con los campesinos? Tú eres médico y podrías estar manejando un
auto último modelo y tener una oficina bien grande". Se da cuenta... los pobres
son los peligrosos. Entonces vi que la iglesia tiene que identificarse con el po-
bre. En El Salvador se tortura a todos los prisioneros. Me aplicaron descargas
eléctricas en la lengua, en los genitales y debajo de las uñas de las manos. Me
dispararon un balazo en el brazo izquierdo, acusándome de izquierdista, porque
estaba ayudando al pobre... nunca más podría ayudar a la gente [Tomás era
médico cirujano]. Estaba convencido de que no saldría vivo, pero el sistema de
compadrazgo me salvó. En mi familia hay coroneles, y como entre compadres
se deben favores... por eso me dejaron salir.
Los escuadrones de la muerte anduvieron buscándome a mí y a mi familia.
Todavía estaba herido del ataque en la clínica, pero abandoné a mi familia y a
mi esposa, que estaba encinta. Huí a Guatemala como un criminal, escondido
en un camión de cebollas... Pude llegar a México, donde pasé dos años recupe-
rándome. Nunca se me ocurrió venir a los Estados Unidos, pero un día decidí
acompañar a un grupo de personas que iban a cruzar la frontera. Viajé como
parte de una caravana de mujeres y niños, escondiéndonos de día y caminando
por la noche. Así llegué a Los Angeles. Dormí en parques y en edificios aban-
donados. Tuve miedo, pero quería soltar lo que estaba dentro de mí y hablar de
lo que estaba pasando en mi país.
Aquí en los Estados Unidos hay tanto desarrollo, pero también mucha desin-
formación. El pobre sufre, muere, padece dolor, lleva heridas... la gente tiene
que saberlo. Comencé a hablar. Los refugiados salvadoreños estamos aquí, pero
soñamos con nuestro país, nuestras familias y nuestros hogares. Las cartas que
llegan de casa nos dicen que todavía hay muerte. Es duro recibir esas cartas...
mi esposa ha muerto. El Salvador está muriendo; a la iglesia se la está martiri-
zando. .. la mayoría no lo sabemos.
El barrio es un lugar del otro lado de la "puerta" que separa al rico de la
abominada humanidad. En la parábola, el Dios que favorece a la humanidad des-
preciada enjuicia el comportamiento humano que tolera el tormento del pobre.
Dios se identifica con los destituios que establecen su hogar en las calles del ba-
rrio, a quienes el poderoso olvida por completo y a quienes se sacrifica en nombre
del pecado del mundo. Lázaro es el que disfruta un lugar de honor en el reino
de Dios. El hombre rico fracasó al no poder vivir de acuerdo con el pacto social
revelado por Moisés y los profetas. En consecuencia, al rico anónimo a quien se
juzga con tanta dureza por evadir las demandas de Dios, se lo condena a vivir en
un estado de sufrimiento permanente en las llamas del Hades.8
Aquí Jesús no se propuso enseñar acerca de la vida después de la muerte.
Tampoco estaba recomendando que el pobre aprendiera a resignarse a su desastro-

8 Véase Gustavo Gutiérrez, The Godo/Life, Orbis Books, Maryknoll, 1991, págs. 57-58.
130 Harold J. Recinos, El barrio: contexto teológico de una nueva...

sa condición existencial. La parábola se dirige a la vida cotidiana con una palabra


de advertencia contra hombres que gozan egoistamente de la riqueza a expensas
de la vida de los pobres.9 Los cinco hermanos gozaron privilegios de condición
social y jerarquía en una sociedad estructurada para promover un comportamiento
que niega al Dios que existe en el pobre. Si los hermanos obran con indiferencia
para con el pobre, es decir, sin justicia, también a ellos les espera un total vacío de
relaciones. Jesús alude claramente a una subdivisión masculina de la sociedad, la
cual proclama la Palabra de Dios mientras que disfruta la seguridad personal que
da la concentración de riquezas.
Jesús cuenta esta historia para recordarles a aquellos que creen que pueden
servir los intereses de la riqueza, que la situación existencial de Lázaro presupone
la realidad de Dios. Ninguna clase de fortuna puede facilitar el acceso a Dios; es
el servicio a Dios en las situaciones concretas del pobre y el oprimido lo que hace
posible que uno reciba el don de la comunión con Dios. La parábola de El hombre
rico y Lázaro deja bien en claro que Dios conquista el sufrimiento humano me-
diante la actividad de personas que escogen vivir mediante el amor. Jesús nos dice
que Dios se revela en Lázaro; de esta manera, el poder de Dios se hace presente
en la debilidad y la esperanza de aquellos que existen en condiciones que niegan
la vida.
La parábola del hombre rico y Lázaro se dirige específicamente a las clases
afluentes de la sociedad. Jesús indica que su riqueza está estrechamente conectada
con la realidad del pobre agonizante. En la parábola, el pecado del hombre rico
consiste en una indiferencia social que ha justificado y perpetuado una estructu-
ra necrofílica de vida para Lázaro. Muy a menudo, las clases privilegiadas son
agentes de una estructura destructiva que define su relación con el barrio. En esta
parábola Jesús dice que la riqueza no debe concentrarse ni usarse egoistamente por
hombres que gobiernan ni por familias ricas; por el contrario, la riqueza debe dis-
tribuirse con toda la sociedad a fin de servir a las necesidades del pobre del barrio
y del mundo entero -¡los Lázaros de nuestro tiempo!

Reinventando la iglesia en el barrio


Jesús identifica como pobres a aquellos que padecen discriminación debido
a su identidad, y a aquellos que se encuentran materialmente subhumanizados.
El testimonio bíblico identifica a aquellos que padecen discriminación -pecado-
res, publícanos, prostitutas y miembros de profesiones despreciadas (Me. 2:6; Mt.
11:19; 21:32; Le. 15:1; Mt. 21:31; Le. 18:11);10 con todo, los pobres son aquellos

9 Véase Joachim Jeremías, The Parables of Jesus, pág. 186.


10 Véase Victorio Araya, "Toward a Church in Solidarity with the Poor", en Faith Born of the Struggle for Life, Ed.
por Dow Kirpatrick, Eerdmans, New York, 1988, pág. 266.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 131

que, específicamente, padecen condiciones infrahumanas concretas (Le. 4:18-19).


Pobre refiere ahora a los que realmente padecen hambre y sed, a los que no tienen
qué vestir, a los forasteros, los prisioneros y los quebrantados (Is. 58:5-7; 60:1-2;
Mt. 11:25; 25:40-45).n
La iglesia comienza a reconocer la identificación de Dios con el pobre en
la medida en que presta atención al barrio. La iglesia está descubriendo que los
oprimidos y los pobres constituyen el fundamento del cristianismo para el próxi-
mo milenio. Los humillados del mundo ahora están hablando desde el contexto del
barrio en maneras que reflejan el drama del Espíritu Santo en acción renovando la
esperanza, la teología y la praxis eclesial. En esta nueva reforma que se está dando
en el barrio, los pobres le enseñan a la iglesia universal que seguir a Jesús en el
contexto del oprimido significa amar sacrificialmente (Jn. 15:13). El pobre le hace
a la fe una serie de preguntas fundamentales y le recuerda a la iglesia que el amor
cristiano requiere transformación.
En el barrio, el cristianismo privatizado que ha llevado a los creyentes a re-
sonar con una cristologia de sufrimiento y glorificaciones, se transforma desde la
perspectiva de una fidelidad profética. Los refugiados salvadoreños que llegan al
barrio están ayudando a los latinos de Norteamérica a reflexionar teológicamente
sobre su situación de opresión. Los refugiados salvadoreños están causando un
impacto evangelizador en la vida del barrio. Los latinos nativos del barrio están
redescubriendo que la realidad de Dios, que todo lo abarca, representa un cues-
tionamiento radical contra la injusticia social. Los refugiados salvadoreños están
reinventando la iglesia del barrio, asegurándose de que la fe adquiera la conciencia
histórica liberadora que le faltaba.
¿Quiénes son los salvadoreños en el barrio? El Salvador es la más peque-
ña de las repúblicas centroamericanas, con una población de aproximadamente 5
millones. La represión y la violencia políticas desplazaron un 25 por ciento de la
población; muchos tuvieron que emigrar como refugiados entre 1980 y 1992.12
Se estima que 1 millón de salvadoreños reside en los mayores barrios urbanos a
lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos. Los Angeles es la segunda ciudad
salvadoreña en el mundo, mientras que Washington D.C. se ha convertido en la
tercera.13 Una guerra civil de doce años ha causado la muerte de aproximadamente

11 Véase Jon Sobrino, Jesus in Latin America, Orbis Books, Maryknoll, 1987, pág. 90p.
12 Véase Elizabeth Ferris, The Central American Refugees, Praeger, New York, 1987. Véase también Patricia Weiss
Fagen, "Central American Refugees and U.S. Policy" en Regional Dynamics and U.S. Policy in the l9H()s, Ed. por
Nora Hamilton y otros, Westview Press, Boulder, 1988.
13 Véase Segundo Montes y Juan José García Vázques, Salvadoran Migration to the United States, Center for
Immigration Policy and Refugee Assistance, Washington, D.C., 1988. Véase también Patricia Ruggles, Michael
Fix y Kathleen M. Thomas, Profile of the Central American Population in the United States, Urban Institute,
Washington, D.C., 1985.
132 Harold J. Recinos, El barrio: contexto teológico de una nueva...

75,000 personas. Los cristianos comprometidos con la transformación del régimen


político de corte autoritario recuerdan a sus muertos como "mártires sociales".
Los refugiados salvadoreños viven en condiciones de extrema pobreza, con
un desempleo del 75 al 90 por ciento de su población, y viven atemorizados por
la posibilidad de arresto y deportación de los Estados Unidos.14 En los últimos
años de la década de los 70, la fricción política en El Salvador se agudizó, y en
consecuencia miles de salvadoreños comenzaron a emigrar a los Estados Unidos.
Durante los 80, la guerra civil abierta y el subsecuente deterioro económico se
conviertieron en las dos razones principales de emigración. El gobierno de los
Estados Unidos ofreció apoyo económico, político y militar al régimen represivo
entonces en control del país centroamericano. Aproximadamente 75 por ciento de
la población salvadoreña que hoy reside en los Estados Unidos llegó a este país
después de 1979, cuando la represión política agudizó la crisis en la sociedad
salvadoreña.15
Durante los 80, el arzobispo Romero, la comunidad jesuíta y líderes y
miembros de la iglesia asociados con las comunidades cristianas de base en El
Salvador fueron asesinados o "desaparecidos" por facciones de extrema derecha y
fuerzas de seguridad entrenadas por los Estados Unidos.16 Poco después del asesi-
nato del arzobispo Romero, el Congreso aprobó un paquete de ayuda financiera de
5.7 millones de dólares para el gobierno salvadoreño. Desde los primeros años de
la década del 70, dieciocho sacerdotes católicos, un pastor luterano, tres monjas
americanas y un obrero laico americano han sido asesinados o "desaparecidos".17
Muerte y persecución política a manos de escuadrones de la muerte y de fuerzas
de seguridad han llegado a ser parte de la vida cotidiana de los cristianos salva-
doreños. Para los salvadoreños, estas muertes reproducen el martirio de Jesús, a
quien sus enemigos asesinaron por promover justicia y cuestionar el poder del
Estado.18
Refugiados salvadoreños con un profundo compromiso con el Cristo libe-
rador han estado llegando al barrio día tras día. Comunican una fe arraigada en
la conciencia de los mártires sociales; dicha conciencia ve a la iglesia como un
medio que, centrado en Cristo, puede desenmascarar las estructuras pecaminosas

14 Véase Harold J. Recinos, The Politics ofSalvadoran Refugee Popular Religion. (Disertación doctoral, Department
of Anthropology, The American University, 1993).
15 Montes y Vasques, Salvadoran Migration to the United States, pág. 9.
16 Véase Tom Barry, El Salvador: A Country Guide, The Inter-Hemispheric Education Resource Center, Albuquerque,
1990, pág. 111. Véase también Harold J. Recinos, The Politics ofSalvadoran Refugee Popular Religion.
17 Véase Americas Watch, El Salvador's Decade of Terror: Human Rights Since the Assassination of Archbishop
Römern, Yale University Press, New Haven, 1991, pág. 33.
18 Véase Jon Sobrino, The True Church and the Poor, Orbis Books, Maryknoll, 1984, pág. 179-180.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 133

y demandar cambios sociales. En esencia, la creencia en los mártires sociales se


refiere al Dios que se identifica con el pobre. Para los refugiados salvadoreños, la
memoria de los mártires sociales simboliza la protesta y la lucha del pobre que está
tratando de crear estructuras económicas, políticas y sociales sin precedentes a la
luz de una visión radical: el reino divino de justicia y amor. De esta manera, pues,
nuevos valores sociales y políticos están emergiendo en el barrio y comenzando a
desafiar la cultura de exclusión de la sociedad blanca.
Los cristianos latinos en el barrio descubren, en su diario caminar con los
refugiados salvadoreños, al Dios de la experiencia del éxodo. En consecuencia,
la tradición cristiana recibida a través de la Biblia y símbolos comunes como la
cruz, además de textos específicos acerca de Jesús, todo ello adquiere un poder
subversivo en relación con la experiencia en el barrio. Los refugiados salvado-
reños extienden el significado del término "pobres" en el barrio. Esta categoría
teológica no es exclusiva; por el contrario, alude a la formación de un movimiento
político global que incluye al pobre como al que no lo es pero que se solidariza
con el movimiento de los pobres.19 Este movimiento de liberación política encarna
la sociedad alternativa que Jesús trató de establecer con el propósito de derrotar la
opresión histórica.
Jesús creó una comunidad alternativa con personas que alguna vez habían
conspirado contra la sociedad establecida (Mt. 10:3) y con otras que se habían
opuesto radicalmente a la misma (Le. 6:15).20 Establecer una nueva comunidad
significa servir los intereses del Reino mediante la identificación con la causa del
pobre. El sufrimiento de Dios, tal como éste se revela en los refugiados salvadore-
ños, destroza las interpretaciones conservadoras religiosas y políticas tanto de los
latinos en los Estados Unidos como de su contraparte angla. En los barrios de los
Estados Unidos, los refugiados salvadoreños están celebrando rituales y eventos
guiados e iluminados por la memoria de los mártires sociales con el propósito de
unificar fuerzas sociales en conflicto y así crear una nueva comunidad de lucha
solidaria.
Los eventos rituales de los refugiados salvadoreños representan una serie
de comportamientos arraigados en la simbolización normativa y repetitiva de los
mártires sociales. Dichos eventos moldean las creencias políticas y comunican
conocimiento acerca de las relaciones sociales. La religión de martirio de los re-
fugiados salvadoreños niega legitimación teológica a la política de desigualdad
y a las fuerzas sociales que se benefician de ella; por otra parte, este sistema de
creencias exige que los individuos preserven un vínculo constante con las clases

19 William Roseberry, Anthropology and Histories: Essay in Culture, History and Political Economy, Rutgers
University Press, New Brunswick, 1989, pág. 231.
20 Véase Gerhard Lohfink, Jesus and Community, Fortress Press, Philadelphia, 1984, pAg. 10.
134 Harold J. Recinos, El barrio: contexto teológico de una nueva...

oprimidas y explotadas. Los eventos rituales revelan la memoria de los mártires


sociales y le dan forma a la experiencia de sufrimiento social; de esta manera,
dicho sufrimiento se convierte en un vehículo para la construcción de un movi-
miento que pueda cambiar sistemas sociales injustos.
Estos símbolos ritualizados (monseñor Romero, la comunidad jesuíta y los
75,000 salvadoreños asesinados durante los doce años de guerra civil) no sólo
interpretan la experiencia humana sino que además proveen categorías sociales
para la comprensión de una compleja realidad política.21 En una comunidad cris-
tiana de base en la ciudad de Washington, los refugiados salvadoreños fijaron su
propia identidad mediante eventos rituales en una cultura de protesta y resistencia
moldeada por el evangelio y arraigada en la lucha histórica local y global del po-
bre. De esta manera, los refugiados salvadoreños en el barrio revelan su identidad
cristiana en términos de una personalidad que actúa como recurso para juzgar y
criticar realidades sociales más amplias.
Por ejemplo: una liturgia basada en la misa del campesino salvadoreño, la
cual ha definido la identidad personal y comunitaria en el barrio. Desarrollada en
el contexto de la resistencia política, la Misa de Liberación representa a los pobres
como una sociedad organizada dentro de la cual la identidad personal se moldea
de tal forma que pueda cuestionar los intereses opresivos de clase de las fuerzas
sociales dominantes. En tanto que ritual, la Misa de Liberación estructura cono-
cimiento y experiencia sociales que promueven la adopción conciente de valores
alternativos en el barrio. Estos valores se arraigan en un tipo de militancia social
sensible tanto a las necesidades de las poblaciones en El Salvador como de las
calles del barrio aquí en los Estados Unidos. La Misa de Liberación expresa iden-
tidad cristiana y también el propósito de continuar la lucha por la construcción de
un mundo igualitario sin propiedad.22
Los latinos nativos de Norteamérica que han sido expuestos a la Misa de
Liberación están creciendo con una nueva identidad de fe. En el barrio, la nueva
experiencia de la iglesia motiva a los cristianos a que denuncien la opresión, dis-
tingan falsos profetas y depositen su fe en un Jesús que clarifica el proyecto de los
pobres. El cristianismo privado le aconseja a la iglesia que se aparte del activismo
político y que se concentre en una espiritualidad ahistórica. Los refugiados salva-
doreños, quienes están renovando a la iglesia del barrio con su Misa de Liberación,
les recuerdan a todos los latinos que cuando los pobres organizan su liberación de
una existencia oprimida, el reino de Dios se encarna históricamente como esperan-
za anticipatoria. La adoración en el barrio continúa moldeando agentes de cambio
histórico; éstos asumen la conflictiva cruz de Jesús y le siguen (Mt. 10:38).

21 Harold J. Recinos, The Politics ofSalvadoran Refugee Popular Religion, pág. 248.
22 Harold Recinos, The Politics ofSalvadoran Refugee Popular Religion, págs. 253-258.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 135

La Misa de Liberación expresa un sistema de valores opuesto al capitalis-


mo. Este genera un sistema de valores inhumanos y egoístas, incompatibles con
el imperativo de Dios de establecer una comunidad de hermanos y hermanas. Por
ejemplo, un verso en el canto de apertura de la Misa de Liberación salvadoreña
dice: "Dios nos envía a hacer de este mundo una mesa de igualdad, donde todos
trabajan y luchan juntos, compartiendo propiedad". Junto con sus hermanos y her-
manas salvadoreños, los cristianos latinos en el barrio proclaman convencidos que
el Dios de la vida se identifica con los pobres y con quienquiera que ofrezca su
vida por ellos. El Dios de la vida defiende los derechos del pobre y juzga los sis-
temas político-económicos a la luz de sus respectivas contribuciones al bienestar
de los marginados.
Un amiga salvadoreña me dijo que los mártires sociales viven como la
fuerza de Dios en la gente. En el contexto del barrio, los latinos están aprendiendo
que ellos también han sido llamados a seguir a Jesús y a los mártires sociales que
representan el propósito colectivo de los pobres y sus aliados. Sin lugar a dudas,
la lección más valiosa que podemos aprender de las buenas nuevas anunciadas al
barrio por los refugiados salvadoreños, es que Jesús y los mártires sociales definen
el futuro comportamiento de la iglesia. En otras palabras, el cristianismo del barrio
se está redefiniendo a sí mismo en términos de una cultura comunitaria y de una
economía de justicia dentro del marco de una realidad conflictiva que Dios está
tratando de cambiar radicalmente.23

La iglesia del nuevo barrio


En las márgenes de la sociedad del barrio, en los espacios libres dejados
por las denominaciones tradicionales tras su huida a los suburbios blancos, han
aparecido iglesias que funcionan en pequeños salones que dan a la calle y donde
antes hubo un negocio. En su gran mayoría, estas iglesias no han provisto la ener-
gía organizacional necesaria para la acción colectiva. El tradicional pulpito del
barrio muy a menudo caracteriza a Jesús como el amigo del orden político y eco-
nómico dominante, y retrocede ante la idea de organizar a la sociedad a la luz de
una visión alternativa del evangelio. Fuerzas sociales externas, como las agencias
inmobiliarias, la clase dominante, las agencias de asistencia social y los intereses
empresarios casi nunca han sido cuestionados por la obsoleta iglesia del barrio.24
La nueva iglesia del barrio ha de cambiar estas condiciones de vida.

23 Véase Walter Brueggeman, The Prophetic Imagination, Fortress Press, Philadelphia, 1983.
24 Véase J.D. Loie Wacquant y William Julius Wilson, "The Cost of Racial and Class Exclusion in the Inner City"
en The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, Ed. por William Julius Wilson, Sage
Publications, Newbury Park, CA, págs. 8-25.
136 Harold J. Recinos, El barrio: contexto teológico de una nueva...

Los refugiados salvadoreños instan a todos los creyentes a que, al igual que
el apóstol, cumplan en su carne "lo que falta de las aflicciones de Cristo" (Col.
1:24). La nueva iglesia del barrio está inextricablemente ligada a la agonía del
barrio y del pueblo crucificado en la historia global. En la nueva iglesia del barrio,
los refugiados salvadoreños están alimentando un cristianismo históricamente
consciente de la realidad fundamental de una creación que gime por liberación y
vida en Dios (Ro. 8:22). La renovación de la fe, ya en marcha en el barrio, sugiere
que no hay cómo echarse atrás cuando uno sale al encuentro del Dios revelado
por Jesús en la cruz, un Dios que llama a la humanidad a acabar con el pecado y
la injusticia humana.25 La nueva iglesia del barrio invita a unos y a otros con las
palabras del apóstol: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo
segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9).
Los refugiados salvadoreños, testificando acerca de su nueva experiencia
de la iglesia, invitan a los cristianos a comprometerse con una praxis de amor ca-
racterizada por el saber escuchar, la inclusividad y el servicio.26 En primer lugar,
la praxis de amor implica el desenmascaramiento, mediante el uso instrumental de
las ciencias sociales, de estructuras sociales que niegan vida al pobre. En segundo
lugar, el hecho teológico que fluye de una comprensión crítica de la realidad social
implica que la iglesia se convierte en una voz que habla en nombre de la comuni-
dad latina, hasta ahora invisible para la sociedad establecida. Finalmente, la praxis
de amor consiste en celebrar que, mediante la muerte y resurrección de Jesús,
Dios niega toda historia de crucifixión. La muerte de Jesús en la cruz y el clamor
actual en el barrio constituyen nada menos que el camino del servicio hacia una
renovación de la historia y de la vida.
Un refugiado salvadoreño, miembro de una comunidad cristiana de base
en la ciudad de Washington, señaló que "Dios sabe qué es lo que nos despoja de
nuestros derechos básicos. Las iglesias que permanecen indiferentes a la discrimi-
nación y el racismo no se comprometen con el proyecto divino de vida". El barrio
refleja el significado de la vida y la misión liberadora de Jesús. A través del pueblo
del barrio, Jesús se confronta con la sociedad, haciendo posible en la historia una
nueva iglesia que confronta la realidad social con una visión de la humanidad
arraigada en el evangelio. Esta naciente iglesia del barrio se compromete con el
Cristo liberador, quien lidera la militancia cristiana para acabar con la deshuma-
nización causada por la pobreza y la opresión. Verdaderamente el reino de Dios
se ha acercado.

25 Véase Jon Sobrino, Christology at the Crossroads, pág. 232.


26 Véase Victorio Araya, "Toward a Church in Solidarity with the Poor", pág. 272.
Cuadernos de Teología, XXIII, 2005 137

Reprinted by permission from HISPANIC/LATINO THEOLOGY:


Challenge and Promise edited by Ada Maria Isasi-Diaz and Fernando F. Se-
govia, copyright 1996 Augsburg Fortress. May not be reproduced further.
(www.augsburgfortress.org).

Fecha de recepción: 11.6.05 Fecha de aceptación: 27.6.05

Harold J. Recinos, Ph.D. es Professor of Church and Society en Perkins


School of Theology, Southern Methodist Univeristy, Dallas, Texas.
ΛΠ^,

Copyright and Use:

As an ATLAS user, you may print, download, or send articles for individual use
according to fair use as defined by U.S. and international copyright law and as
otherwise authorized under your respective ATLAS subscriber agreement.

No content may be copied or emailed to multiple sites or publicly posted without the
copyright holder(s)' express written permission. Any use, decompiling,
reproduction, or distribution of this journal in excess of fair use provisions may be a
violation of copyright law.

This journal is made available to you through the ATLAS collection with permission
from the copyright holder(s). The copyright holder for an entire issue of a journal
typically is the journal owner, who also may own the copyright in each article. However,
for certain articles, the author of the article may maintain the copyright in the article.
Please contact the copyright holder(s) to request permission to use an article or specific
work for any use not covered by the fair use provisions of the copyright laws or covered
by your respective ATLAS subscriber agreement. For information regarding the
copyright holder(s), please refer to the copyright information in the journal, if available,
or contact ATLA to request contact information for the copyright holder(s).

About ATLAS:

The ATLA Serials (ATLAS®) collection contains electronic versions of previously


published religion and theology journals reproduced with permission. The ATLAS
collection is owned and managed by the American Theological Library Association
(ATLA) and received initial funding from Lilly Endowment Inc.

The design and final form of this electronic document is the property of the American
Theological Library Association.

También podría gustarte