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PLATÓN
Metafísica / Teoría del conocimiento
Platón afirma que existen dos niveles de realidad: el mundo sensible, que es el que nos llega a través
de los sentidos, y que por tanto resulta cambiante y poco fiable, y el mundo inteligible o mundo de las
ideas, eterno, que captamos a través de la inteligencia (etimológicamente ideas significa “visiones”).

Tras las apariencias cambiantes de las cosas, tiene que existir necesariamente una realidad absoluta
cuyo conocimiento dote de una base sólida a la moral y a la política y escapar así del relativismo de
los sofistas. De hecho con la Teoría de las Ideas pretende Platón tres objetivos:

• Ético: Fundar la virtud en el saber


• Político: los gobernantes han de ser filósofos que se guíen por ideales absolutos.
• Epistemológico: Fundar la ciencia sobre bases seguras: las ideas.

Platón situará esta solidez en el mundo de las ideas, entidades que poseen existencia real e
independiente de las cosas concretas. Las ideas trascienden a las cosas del mundo sensible. Esta
separación entre las Ideas y las cosas es representada por Platón en “la República” por medio de una
alegoría: el Mito de la caverna.

Las ideas no son de naturaleza material, pero tampoco puros conceptos mentales, ni tampoco
propiedades de las cosas. Esta forma de entender las ideas le traerá problemas a la hora de explicar
cómo se accede a su conocimiento.

La relación entre ideas y cosas se puede analizar desde dos puntos de vista. Desde el punto de vista de
las cosas, se dice que es una relación de participación o imitación. Desde el punto de vista de las Ideas
es llamada presencia; o se dice que las Ideas son causa de las cosas (no en cuanto que produzcan las
cosas, sino en cuanto que son sus esencias o modelo de ellas.

Las Ideas se encuentran jerarquizadas: la Idea suprema es la Idea del Bien; luego las Ideas éticas, las
Ideas estéticas, las Ideas matemáticas, y, finalmente, las Ideas de cosas. La finalidad del mundo, su
propósito (la causa por la cual es lo que es, y está ordenado de esta manera) es realizar el Bien,
realizar su “Areté” (su perfección), es decir, el mundo, tiende al Bien, a su propia perfección. El Bien
es como la "luminosidad" que permite "ver" las Ideas, su sentido, su finalidad (como el sol permite
que veamos las cosas). En la República Platón compara la idea del Bien con el Sol puesto que del
mismo modo que el astro es el origen de la vida en el mundo sensible, la Idea del Bien ilumina y da el
ser a las demás Ideas en el mundo inteligible.

La finalidad de Platón al duplicar la realidad es normativa. Las Ideas no representan lo que las cosas o
las acciones humanas son, sino lo que deben ser. Representan ideales a los que todo debe tender.

La teoría de las Ideas fue revisada y criticada por Platón en los Diálogos de la etapa crítica,
especialmente en el Parménides. Las dificultades proceden, sin duda, del carácter separado de las
Ideas.

Descargado por Magali Gueye (maagalii06@gmail.com)


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Platón, que había conocido las teorías de Heráclito, consideraba que las impresiones sensibles al ser
cambiantes no nos proporcionan conocimiento. Contra el relativismo sofista, afirma que la posibilidad
de un conocimiento verdadero se apoya en verdades absolutas e inmutables, y que un conocimiento
que tiene por objeto algo cambiante no es un verdadero conocimiento.

Las cosas no son lo que parecen, para conocerlas debemos captar su verdadero ser, éste es, según
Platón, la Idea o Forma ("eidos" en griego). El mundo de las ideas tiene para Platón las características
del ser de Parménides: fijo, inmutable, eterno y verdadero. Palabras como "justicia" o "belleza" no
pueden ser discutidas en función del gusto de cada uno; son valores absolutos en torno a los cuales
existe un consenso evidente.

¿Cómo llega el filósofo a conocer las Ideas? En primer lugar, porque las cosas materiales imitan o
participan de las Ideas. En segundo lugar, porque el alma inmaterial es una realidad intermedia entre
las cosas y las Ideas. En el Mito del carro alado, Platón afirma que el alma antes de encarnarse en el
cuerpo ha contemplado el mundo de las Ideas, por lo que ya tiene cierto conocimiento de las mismas.
Es por este motivo que Platón nos presenta dos formas de conocer las Ideas:

1. La reminiscencia: conocer es recordar (anámnesis). Al quedar encerrada en un cuerpo, el alma ha


olvidado las Ideas que había contemplado. Sin embargo, el olvido no es total ni definitivo, ya que las
cosas "imitan" a las Ideas. Así el conocimiento sensible sirve como ocasión para el recuerdo.

2. El camino como ascenso hacia el bien: se representa a través del Mito de la caverna, en la que los
hombres, encadenados en una caverna, dan por hecho que la verdadera realidad la constituyen las
sombras que se mueven en el interior de la misma. Uno de esos prisioneros se libera de las cadenas e
inicia el ascenso hacia la luz y el mundo exterior, proceso que en principio le resulta doloroso.
Cuando contempla por fin el Sol, emprende el descenso con el objeto de liberar a sus compañeros de
la ignorancia.

En un famoso pasaje de la República llamado "el pasaje de la línea" Platón distingue además dos
formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. Esto no es una novedad pues tal distinción
se hallaba ya en Parménides:

1. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas de este mundo y está sujeta a error. Dentro de la
opinión, distingue, a su vez, la imaginación, y la creencia, opinión que no se justifica por un
razonamiento riguroso y que se refiere a los objetos del mundo sensible.

2. La ciencia se ocupa del mundo de las Ideas y sus enunciados nos conducen siempre a la verdad. La
ciencia se divide en dos grados de conocimiento: el pensamiento (razón discursiva), propia del
matemático; y el conocimiento (razón intuitiva), fruto de la contemplación directa de las Ideas.

El amor, entendido como deseo de belleza, tiene un lugar en la teoría del conocimiento de Platón. En
primer lugar es el deseo de un cuerpo lo que atrae al hombre. Al darse cuenta de que puede encontrar
la belleza en multitud de cosas, pasa a amar la belleza corpórea en general. Por encima de ésta
descubre con el tiempo la belleza del alma. Después la belleza de las instituciones: la moral, la
justicia... a continuación descubre la belleza de la ciencia. Y por fin descubre que lo que ha amado en
todas estas cosas es la belleza en sí, la Idea de Belleza de la que participan las "cosas bellas". Por eso
el amor platónico cumple la misión de incitarnos hacia el conocimiento.

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Antropología
Para comprender la teoría del conocimiento y la teoría política que nos propone Platón hay que
entender su concepción del ser humano y en especial su doctrina del alma.

Frente a la mayor parte de los filósofos presocráticos, que eran materialistas-tanto alma como cuerpo
son materiales- Platón defiende una concepción dualista: el ser humano se compone de un cuerpo
(material y mortal) y un alma (inmaterial e inmortal), inspirándose en las ideas de Pitágoras.

Establece una división tripartita del alma en el mito del carro alado: el alma humana es como un carro
con alas tirado por dos caballos de los cuales uno es dócil y el otro, difícil de conducir:

1. El alma racional (nous), inmortal, inteligente, de naturaleza "divina" y situada en el cerebro se


corresponde con el auriga que guía el carro.

2. El alma agresiva (thymós), fuente de pasiones nobles, situada en el tórax e inseparable del cuerpo
(por tanto, mortal) se corresponde con el caballo dócil.

3. El alma apetitiva (epithymía), fuente de pasiones innobles, situada en el abdomen y también mortal.
Se corresponde con el caballo difícil de conducir.

Esta teoría del alma es también de algún modo dualista: hay una parte inmortal del alma, y el resto es
mortal y ligado al cuerpo. Según el Timeo, el alma racional ha sido creada directamente por el
Demiurgo con los mismos elementos que el Alma del Mundo. Se afirma así su inmortalidad y su
carácter "divino" que le permiten conocer las Ideas. Por eso aprender es, en realidad, recordar, como
veremos más adelante.

El cuerpo es un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide la contemplación de las
Ideas. Por eso, lo mejor que le puede pasar al filósofo es morir, y la filosofía no es sino una
preparación para la muerte. En el Fedro la unión del alma con el cuerpo se presenta como castigo y es
concebida como una unión puramente accidental (como el piloto en la nave o el músico con su
instrumento). En cambio, en el Timeo el cuerpo no se concibe tan peyorativamente, y se afirma que
puede estar en perfecta armonía con el alma.

Ética
La ética de Platón es una ética eudemonista, es decir, una ética que afirma que el fin que todos los
seres humanos persiguen es la felicidad, tanto individual como colectivamente. Pero la felicidad exige
unas condiciones: el equilibrio del alma y su armonía mediante una vida virtuosa. Por tanto virtud y
felicidad están íntimamente vinculadas. Platón nos presenta tres perspectivas sobre la virtud:

Descargado por Magali Gueye (maagalii06@gmail.com)


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1. Virtud como sabiduría: es el concepto socrático que Platón nunca llegó a abandonar del todo. De
esta manera intentaba superar el relativismo moral de los sofistas. Sólo el que sabe de arquitectura
puede construir bien una casa, sólo el que sabe de medicina puede curar a un enfermo, sólo el que
sabe acerca del Bien puede ser bueno. Pero frente a Sócrates, que afirma que conocer el bien suponía
hacer el bien automáticamente, afirma Platón que no basta con conocer la virtud, sino que hay que
practicarla.

2. Virtud como purificación: el hombre virtuoso es aquel que purga su alma de pasiones y prescinde
cada vez más del cuerpo para poder acceder mejor al Mundo de las Ideas. Es un concepto de virtud
cargado de resonancias pitagóricas y órficas. Aunque Platón es contrario al hedonismo (identificación
del placer con la felicidad), niega, sin embargo, que la felicidad proceda únicamente de la actividad
intelectual. No rechaza los placeres, siempre que estos sean moderados y controlados por la razón.

3. Virtud como armonía: La armonía surge en el alma cuando "cada parte hace lo que le es propio". Lo
cual significa que la parte racional (siendo prudente) debe guiar a la parte agresiva (que deberá ser
valerosa), y ambas dominar a la apetitiva (que será, así, moderada). Tenemos aquí, formulada por
primera vez, la división de la virtud en cuatro categorías fundamentales: prudencia, fortaleza y
templanza (correspondientes a las tres partes del alma), y justicia (como la armonía resultante en el
alma virtuosa). Fruto de la armonía surge la salud del alma. Esta virtud, por tanto, tiene primacía
sobre las demás. Por otra parte, ningún ser humano aislado tiene capacidad para ser bueno o sabio.
Para ello necesita a toda la comunidad política, al Estado.

Política
La ciudad ideal para Platón es aquella en la que cada cual cumple su misión conforme al orden ideal.
En esta ciudad ideal el gobierno corresponde a los mejores por sus capacidades naturales, sin
distinción de sexo, ya que para Platón hombres y mujeres son iguales. La tarea del gobernante
consiste en vigilar que este orden se mantenga, que cada individuo ocupe el puesto que por talento
natural, le corresponda, y que cada uno reciba la educación adecuada a su posición en la sociedad.

Definida así la polis ideal, Platón establece una clara correlación entre el alma y el Estado. La
estructura de la ciudad se encuentra reflejada en el alma (y viceversa). Es decir, cada estamento de la
ciudad se corresponde con una parte del alma, y a cada uno de ellos le corresponde la misma virtud
(que está de acuerdo con su función en la ciudad):

-Alma racional/ Gobernantes-filósofos/ Prudencia

-Alma irascible/ Guardianes/ Valor

-Alma apetitiva /campesinos, artesanos y comerciantes/ Templanza

Pero ¿quién decide la pertenencia a un determinado grupo social? Platón establece un modelo
educativo a partir del cual se determina la clase a la que pertenecerá cada uno. Los que se muestran
menos dotados reciben una educación elemental y forman la clase de productores (serán agricultores,
industriales o comerciantes); los más aptos continúan su formación y serán nuevamente seleccionados
para guardianes o, en el caso de los mejores, para gobernantes. Para Platón la vida del individuo debe
estar supeditada, por tanto, al interés de la comunidad.

Descargado por Magali Gueye (maagalii06@gmail.com)


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Platón, defiende así un gobierno de tipo monárquico (dirigido por un rey filósofo), o aristocrático
(dirigido por un grupo de filósofos), pero en el que la aristocracia es una aristocracia de la virtud y el
saber, no de la sangre. Los gobernantes no buscan su interés personal ni prevalece el derecho del más
fuerte - como pretendían algunos sofistas- , sino que intentan plasmar en la ciudad un modelo ideal de
justicia.

La ciudad nace por la necesidad de ayuda mutua, ya que los individuos aislados no pueden satisfacer
sus necesidades vitales. Bajo el seno de la comunidad se reparten los papeles y se produce una
necesaria división del trabajo.

En cuanto a la organización de la ciudad, y en aras de mantener el interés privado supeditado al


interés público, Platón apuesta por la abolición de la familia y de la propiedad privada en los dos
estamentos superiores.

Platón elaboró así mismo una teoría de la evolución de las formas políticas. La Aristocracia es el
régimen más perfecto, porque es la sabiduría el rasgo predominante en el Estado. A partir de este
régimen superior, los otros regímenes manifiestan una inevitable decadencia.

En la timocracia domina el elemento pasional sobre el racional. Lo que mueve el interés del político
son los honores y las riquezas. Predomina la clase militar y sus representantes oprimen a las clases
inferiores. Aparece inevitablemente la corrupción, de la que surge una nueva forma de organización
política, la democracia, al vencer los pobres. Pero como los oligarcas negaron la verdadera educación
al pueblo, esta supuesta libertad trae más problemas y desemboca en estallidos de violencia.

En la tiranía el pueblo acaba aceptando, por ello, al tirano que parece establecer un orden, aunque sea
falso, y para mantenerse en el poder, instiga nuevos conflictos, que aseguran que el pueblo tenga
necesidad de jefes.

Ya al final de su vida, desanimado por el fracaso de su utopía política, Platón elabora su último
diálogo: las Leyes, mucho más realista y práctico. En éste ya no pretende poner el poder en las manos
de unos cuantos elegidos, sino que propone limitar la fuerza del gobierno por medio de una
legislación férrea.

Descargado por Magali Gueye (maagalii06@gmail.com)

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