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4.

Platón
La obra de Platón (427-347 a.C.) era principalmente política, en la que buscaba
diseñar una forma de gobierno y sociedad justa a partir de la idea de justicia, que
buscaba cambiar la democracia presente en su época, que había fallado al
condenar a su maestro Sócrates, del que tomó gran inspiración, como en la
búsqueda de verdades absolutas y objetivas. Su teoría hará una síntesis de ideas de
autores presocráticos: Toma el devenir presentado por Heráclito para el mundo
sensible y el carácter eterno de las cosas para el mundo de las ideas, además de la
importancia matemática y transmigración de las almas pitagóricas.

4.1. El problema de la realidad y el conocimiento


Platón presenta un dualismo metafísico a partir del cual se desarrolla todo su
conocimiento. Cree que debe existir, por una parte, una realidad o mundo sensible,
formado por seres y objetos materiales que están sometidos al cambio (devenir), y
es por esa razón por la que la observación mediante los sentidos, mediante la cual
observamos el mundo sensible, no nos otorga un conocimiento universal, objetivo
y necesario. De este punto radica el error del relativismo y escepticismo sofistas,
que creen como únicas las diversas percepciones de los sentidos, de una realidad
imperfecta, cambiante y perecedera. En su contraparte encontramos el mundo de
las ideas o inteligible, formado por las ideas o esencias, que son, para Platón,
modelos o arquetipos de las cosas que forman el mundo sensible, dotadas de
inmaterialidad, inmutabilidad, objetividad, universalidad, perfección y eternidad.
Éstas pueden ser captadas únicamente a través de la razón, y no los sentidos, razón
por la cual nos permiten alcanzar definiciones universales. Platón afirmaba que las
ideas se encontraban ordenadas en una jerarquía, en la base se encuentran las
ideas de los seres materiales: las menos importantes, seguidas de los conceptos
matemáticos, por inspiración pitagórica, que actuaban de puente entre ambas
realidades. Encima, se encontraban las ideas éticas y estéticas como la justicia y la
belleza; finalizando en la cúspide con la idea de bien: la más valiosa. Platón explica
el problema de la realidad mediante el mito del Demiurgo, por el cual un Dios
moldeaba la realidad originaria caótica de ideas, pero al estar hechas de materia,
eran imperfectas y diferentes a las propias ideas.
El conocimiento del mundo sensible a través de los sentidos genera en nosotros
diversas opiniones (doxa), aparentes pero incompletas, siendo en cambio el
conocimiento del mundo de las ideas, que llamaba ciencia (episteme), completo,
objetivo y universal, que obtenemos a partir de la realidad sensible mediante la
ascensión dialéctica. A su vez, dentro de la doxa distinguimos la percepción de
imágenes (conjeturas), que es seguido por la percepción de los objetos sensibles,
que denomina creencias. El siguiente paso es el entendimiento de los objetos
matemáticos, que llama razón discursiva, culminando con la captación intelectual
de las ideas, en la que habríamos alcanzado la inteligencia (noesis). El ser humano
es capaz de conocer gracias a que el alma alguna vez estuvo en contacto con las
ideas, pero al materializarse las olvidó (teoría de la reminiscencia). Conocer sería
entonces, recordar. Platón plantea el mito de la caverna como símil, mediante el
cual prisioneros encerrados en una cueva sólo podrían ser capaces de observar
sombras proyectadas a su vez por otros (imágenes), pero aquel prisionero que
consiguiese liberarse y salir, al principio se cegaría por el Sol, después observaría
las cosas (objetos), y finalmente ascendería su vista hasta ver directamente al Sol
(Idea del bien).

4.2. El problema del ser humano


Al igual que en problema de la realidad, Platón plantea el dualismo antropológico
para el problema del ser humano. Para él, el ser humano se divide en dos partes:
Cuerpo (soma) y alma. El primero corresponde con la realidad material que vive en
el mundo sensible, está sujeto al cambio, es imperfecto y cambiante. Por el
contrario, el alma es la parte inmaterial, eterna e inmortal, y vive originariamente
en el mundo de las ideas. En el Fedón platón se explaya sobre la inmortalidad del
alma, exponiendo que cuando el cuerpo muere, el alma se libera, y por ello, el
hecho de que podamos conocer es la mayor prueba de que el alma ha estado
alguna vez en contacto con las propias ideas, y sólo necesitamos recordar. Además,
el alma tiene naturaleza simple, no está formada por otros elementos, y por ello
nunca perece.
Esta teoría se encuentra ligada a la teoría de la transmigración de las almas
pitagórica, por la cual el alma puede reencarnarse en otro cuerpo tras liberarse del
anterior, variable en función de si en la vida anterior nos hemos centrado en
nuestro espíritu sin dejar llevarnos por nuestras pasiones corporales o no.
Para Platón, el cuerpo es, por lo tanto, la cárcel del alma, siendo las pasiones y
apetitos terrenales los que hacen del cuerpo una entidad imperfecta, pues nos
alejan del verdadero conocimiento y nuestro verdadero objetivo, que es la
perfección del alma. Por ello, para llevar una vida plena debemos seguir una vida
ascética, cultivando nuestra parte racional asociada al alma.
Por ello, Platón plantea la teoría tripartita del alma, por la cual ésta se divide en la
parte racional, relacionada con el pensamiento; la parte irascible, situada en el
pecho, y relacionada con nuestras pasiones nobles; y, por último, la parte
concupiscible, situada en el bajo vientre y responsable de nuestros deseos y
apetitos. Cada una tiene una virtud o modo excelente de comportarse, siendo
respectivamente la inteligencia o sabiduría práctica, la valentía o coraje, y la
moderación. Platón explica esta teoría mediante el mito del carro alado, por la
cual, en un carro, la parte racional representaría al auriga, la irascible al caballo
blanco, y la concupiscible al caballo negro. El auriga entonces debe ser quien
someta y domine a los caballos para llevar el rumbo del carruaje y no perder el
control.
4.3. El problema de la ética o la moral
Al igual que Sócrates, Platón creía que los valores morales eran universales y
objetivos, es decir, cuestiones como el bien y la justicia existían
independientemente de la participación humana en dichos ámbitos. Platón
también era partidario del intelectualismo moral socrático, por el cual, si se conoce
el bien, necesariamente se actúa bien. Por ese motivo, el problema de la ética
radica en conocer la idea de bien, que es la más importante, y sólo podrían llevar a
cabo esta labor las personas en las que predomine su parte racional del alma.
Platón pensaba que el resto de seres humanos, en los que predominaba el alma
irascible o concupiscible, eran incapaces de realizar la ascensión dialéctica, y por lo
tanto, nunca serían capaces de observar las ideas en sí. Aún así, también podrían
llegar a comportarse de manera correcta, de manera que cada tipo de alma tiene
una virtud o manera excelente de comportarse: Las personas en las que predomine
el alma racional deben cultivar la inteligencia, aquellas en las que predomine el
alma irascible deben tratar de desarrollar su valentía, y, por último, aquellas en las
que predomine el alma concupiscible deben cultivar la moderación para evitar ser
sumidos por completo en sus deseos y apetitos.
Sin embargo, la virtud superior a todas es la justicia, que se halla en la armonía o
equilibrio interior, es decir, cuando el alma racional somete a las otras dos, lo que
encaja con su filosofía, que es de carácter racionalista. Esta división por tipos de
almas será utilizada también para definir un modelo de sociedad.

4.3. El problema de la sociedad o la política.


Platón presentó un especial interés por la política. Presenció un gobierno
aristocrático y posteriormente la restauración a un gobierno democrático,
responsable de la condena y muerte de su maestro, Sócrates. Dado que esta
decisión no fue buena, se situó en la base de que para que se decida qué es lo
bueno y justo, los que lo hagan deben saber precisamente qué es lo bueno y justo
para todos. Por ello, el poder no debe estar en manos del pueblo (democracia),
sino en manos de los sabios. De ello deriva la idea de que, para que un modelo de
sociedad funcione, cada persona debe dedicarse a lo que mejor haga, en función
del tipo de alma que en él predomine. De esta manera, personas en las que
domine su alma concupiscible, deben ser artesanos o productores, con el objetivo
de proveer de bienes materiales a la ciudad. Las personas en las que predomine su
alma irascible, son valerosas, y, por lo tanto, deben ser guerreros que defiendan la
ciudad. Por último, en la cima del poder, deben estar las personas en las que
predomine su alma racional, que deben ser los gobernantes, los únicos capaces de
llevar a cabo esta labor porque son los únicos capaces de contemplar las ideas de
bien y justicia, y, por consiguiente, de llevarlas a la práctica. Éstos últimos estarían
inhibidos de sus intereses personales, pues éstos no deben perjudicar su forma de
aplicar el bien y justicia. Los gobernantes serían entonces los filósofos, que forman
una aristocracia (idea del rey filósofo). Aún así, este modelo de sociedad es una
utopía, pues describe el modelo idílico para que reine la justicia. Así mismo, es un
modelo de sociedad muy rígido, pues las personas quedan asignadas a un oficio
desde el nacimiento en función de su tipo de alma. Por ello, la educación juega un
papel muy importante, siendo el Estado el responsable de dicha tarea, y no los
padres del individuo. Platón defendió que hombres y mujeres eran igual de
capaces de participar en la sociedad, pues presentan de igual manera la división
tripartita del alma. Por ello, en su modelo, las mujeres podrían participar en la
política y filosofía.
Por último, Platón planteó una teoría de evolución de las formas políticas como
consecuencia del devenir histórico, que causa su degradación. De esta manera, a la
aristocracia (forma más perfecta) le sucede la timocracia (en la que los guerreros
toman el poder por ambición), seguido por la oligarquía (gobierno de los ricos),
seguido de la democracia (el pueblo llano toma el poder y se instala una libertad
con una connotación negativa, pues se desprecian las leyes), y terminando con la
peor de todas: la tiranía (un líder o tirano se impone a través del terror).

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