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En primer lugar, centrándonos en el contexto, nos encontramos ante la descripción de la

cueva y la situación de unos los hombres que viven allí. El tema tratado en el texto
propuesto es el proceso de conocimiento y educación, siendo ésta última el tema de fondo
en toda la obra, enfocado principalmente a la enseñanza de los futuros gobernantes.

Este texto pertenece al “mito de la caverna” incluído en República, libro VII de Platón, con el
que pretende explicar el camino del alma humana desde la mera opinión hasta el
conocimiento o saber. Cuando nos habla de caverna (“morada subterránea”), Platón la
define como el mundo sensible; opinión; cuerpo; Estado corrupto o mal gobernado; alma
injusta; persona sin educar.

Respecto a su epistemología, Platón está convencido de que el conocimiento es posible


objetivo y universalmente válido. A su vez, dentro del conocimiento encontramos dos tipos
de estados mentales:

En primer lugar, la opinión (la mente se adhiere a un contenido de conocimiento, pero de


modo no firme). Distinguimos entre: conjetura y creencia. La conjetura o ignorancia, tratada
en este texto, (“falta de educación”, los hombres de la cueva no tienen ningún tipo
conocimiento) cuyo objeto es “Lo que conocemos por otros, de manera incierta”, es decir,
un estado mental en el que la mente está obstaculizada por prejuicios (“con las piernas y
cuello encadenados”, “las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza”, las cadenas
son impedimentos, prejuicios, obstáculos que nos impiden llegar al conocimiento o saber).
Según Platón la mayoría de los hombres (“prisioneros”) permanece siempre en este estado,
aunque pueden salir con la educación adecuada, y solo tienen como objeto de conocimiento
las sombras, copias de copias, lo menos real. Por otro lado, la creencia o percepción
sensible de lo particular sensible, de los seres del mundo físico (“llevan toda clase de
utensilios y figurillas de hombres y otros animales”). Hasta aquí no se puede hablar de
verdadero conocimiento porque las cosas particulares están en devenir.

En segundo lugar, el saber o ciencia (creencia fuerte, verdadera y justificada) también se


divide en dos estados. El primero es el conocimiento discursivo (característico de los que
estudian las ciencias formales) que parte de los objetos de estados inferiores (hipótesis)
para extraer deductivamente conclusiones hipotéticas y así llegar al mundo de las Ideas,
aunque aún estén ligadas a lo sensible. El objeto de este estado son los entes matemáticos:
lo particular (múltiple) inteligible (no corpóreos ni perceptibles, sino entes de razón
comprensibles. El segundo es la contemplación, el estado mental de verdadero
conocimiento, comprensión inmediata, sin necesidad de demostración. En este estado la
mente alcanzaría los primeros principios explicativos reales. El primer principio definitivo es
la Idea del Bien (“fuego”).

Por otro lado, desde el punto de vista epistemológico Platón es racionalista porque cree que
el conocimiento parte de contenidos a priori (no extraídos de la experiencia) y que se
desarrolla a la manera deductiva. El método del conocimiento es la dialéctica, que tiene dos
etapas:

La primera es la dialéctica ascendente, un proceso de síntesis o reducción de lo múltiple


a lo Uno. Se va reduciendo o explicando cada multiplicidad de cosas sensibles por la
unicidad de su Idea; luego se reducen o explican todas las Ideas por una sola: la Idea del
Bien (lo Uno, la Belleza), comprendiendo que ésta es el fundamento ontológico y
epistemológico.

El ascenso es deductivo porque parte de contenidos a priori. Platón lo explica con la teoría
de la reminiscencia, según la cual las almas vivían en el mundo de las Ideas y las conocían.
Al encarnarse y “bajar” al mundo sensible olvidan ese conocimiento, pero no del todo. Al
percibir las cosas (aunque no por causa de esto), que se parecen a las Ideas de las que
participan, el alma recuerda las Ideas y empieza el proceso de conocimiento.

La segunda fase es la dialéctica descendente: una vez conocidas las Ideas, la mente puede
conocer las cosas, comprobar cuánta realidad tienen según participen o se asemejen más o
menos a su modelo o Idea correspondiente y a la Idea del Bien. También es una
reconstrucción de la serie de las Ideas, así como un análisis del número de Ideas
contenidas en cada cosa. Todo ello se realiza a la manera deductiva.

El proceso del conocer no es automático, sino difícil y penoso, requiriendo una purificación
del alma, es decir, desvincularla de todo lo que la ata al cuerpo y al mundo sensible, como
las pasiones o el conocimiento de los sentidos, que solo proporciona información falsa. Por
eso admite Platón la teoría de la transmigración, siendo cada encarnación otra oportunidad
de purificar el alma, con la posibilidad de salir del ciclo de encarnaciones y retornar el alma
al mundo de las Ideas.

Al final del texto podemos apreciar que Platón hace una crítica de la utilización del lenguaje
por parte de los Sofistas, crítica del político o gobernante demagogo (“unos hablan y otros
callan”).

3.- Justifique las ideas del texto en relación con la filosofía del autor.

El verdadero conocimiento tiene que tener como objeto la realidad, luego tendríamos que
saber cómo la comprende Platón.
Platón es realista porque cree que los universales no son solo conceptos sino que tienen
existencia separada, en un mundo propio. Además, postula la existencia de dos mundos.
Uno es el mundo sensible, habitado por las cosas corpóreas, particulares y mútiples que
están en devenir, por lo que en rigor no son y resultan ininteligibles. Son apariencias,
efectos, meras copias o imitaciones. El otro es el mundo trascendente y separado de las
Ideas, las esencias incorpóreas, universales y únicas cada una en su especie. Son
inmutables y perfectas o acabadas porque ya son. Para Platón estas Ideas son contenidos
mentales universales (lo permanente que tienen en común una pluralidad de individuos de
la misma especie, es decir, la esencia, lo que esos individuos verdaderamente son) dotados
de existencia y realidad extramental en su propio mundo. Es decir, las Ideas son objetivas y
de sentido ontológico: la realidad auténtica, por lo que serán el objeto del verdadero
conocimiento (contemplación).
Entre ambos mundos se da una relación de participación: las cosas del mundo sensible son
más reales cuanto más participen (imiten, se asemejen) de su correspondiente Idea.
El mundo de las Ideas está jerarquizado, ocupando la cúspide la Idea del Bien (lo Uno:
Belleza) autosubsistente, por encima de la esencia, otorgando ser o realidad e inteligibilidad
a las demás Ideas y a todas las cosas del mundo sensible.
Cabría preguntarse quién es realmente el sujeto que conoce. Por ello, debemos
saber cómo concibe Platón al ser humano.
Platón sostiene un dualismo antropológico ya que cree que el ser humano está
compuesto por dos sustancias distintas e independientes: alma y cuerpo, concibiendo éste
último como una cárcel que impide al alma alcanzar el conocimiento. El alma para él es
individual, principio de la vida y el movimiento, así como principio del conocimiento racional,
de las funciones psíquicas superiores (mente).
Mantiene una teoría tripartita en cuanto al alma, compuesta por tres partes: la
racional (en la cabeza) cuya función es conocer la realidad y gobernar a las otras partes, y
que desarrolla la Sabiduría; otra es la parte irascible (en el tórax), asiento de afecciones o
pasiones nobles como la ira o la ambición, desarrolla la Fortaleza; y por último la parte
concupiscible (en el vientre) relacionada con la perpetuación del individuo, siendo su virtud
la Templanza.
Platón desarrolla el concepto de la virtud de la Justicia como armonía. Así un
hombre justo será aquel capaz de mantener el equilibrio entre las tres partes de su alma,
cada una realizando su función en conformidad con su virtud.

Finalmente, el conocimiento es para aplicarlo en el gobierno del estado, por lo que


debemos comentar la ética-política de Platón.
La política y la ética de Platón están íntimamente conectadas, pues cree que solo
gracias a la sociedad (polis) es posible que el hombre viva como es debido.

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