NIÑOS OBESOS EN EL SIGLO XXI.

C on el último caso del niño obeso

de Ourense, de 10 años y 70 Kg.
de peso, aunque ha llegado a
pesar más de 90 Kg., la polémica sobre
la responsabilidad que supone tener
influir. La figura de los padres junto con
la ayuda necesaria de los profesionales
de la salud se debe intervenir en los
factores que favorecen la enfermedad.

hijos y saber educarlos esta servida.
Este suceso hace que me haga una serie
de preguntas: ¿hasta que punto son los
padres responsables del sobrepeso de su
hijo? ¿Son realmente los padres
conscientes del daño que le están
causando? ¿Quién debe educar a los
padres? ¿Debe el menor ser separado de
sus padres? ¿Qué es lo mejor para el
menor?
Puede que los padres no conozcan los
secretos a todas voces de una correcta
alimentación, pero llegar a engordar a
su hijo hasta los más de 90 Kg. me
parece una aberración. No veo excusa
alguna puesto que es de lógica y de
sentido común limitar la cantidad y el
tipo de alimentos que ofrecemos a
nuestros hijos. Hay momentos en que
trato de justificar a esos padres con
razonamientos del tipo: puede que no
sepan de los riesgos de que su hijo tenga
sobrepeso, o que quieran darle todo lo
mejor para él dándole todos los
caprichos que el niño pide…
En la aparición de la obesidad infantil
se combinan principalmente factores
genéticos y factores ambientales, sobre
los primeros es difícil influir pero sobre
los segundos tenemos la obligación de
Los niños obesos cuando tengan 30
años van a tener enfermedades típicas
de la vejez. Además el proceso de
adelgazamiento en personas que han
sido obesos desde la niñez es mucho
más complicado, puesto que el tamaño
y número de adipositos (células que
contienen la grasa) es mayor. Es
importante no retrasar el momento para
intervenir y ponernos en manos de un
especialista o pedirle consejo a nuestro
pediatra si no nos vemos con fuerzas de
cambiar los hábitos alimenticios de
nuestros hijos.
Tres etapas van a ser claves, la primera
es el periodo de gestación, la
alimentación de la madre durante el
embarazo va a influir en el desarrollo
del niño, el primer año de edad y
durante la pubertad (8 – 10 años) son las
otras dos etapas decisivas en el
desarrollo de la obesidad.
Es muy controvertido someter al niño a
dietas de restricción calórica para que
bajen de peso puesto que podríamos
entorpecer el proceso de crecimiento. El
objetivo será modificar algunas pautas
sencillas que disminuyan la cantidad de
energía modificando mínimamente la
rutina del niño, por ejemplo:

- Utilizar lácteos desnatados (leche, yogures y quesos bajos en grasa).

- Quitar la piel del pollo o quitar la grasa visible de los filetes de carne.
- Aumentar el contenido de fibra de la dieta para de esta forma sacien más (pasta, pan y
arroz integral, fruta sin pelar, legumbres).
- Evitar que coman fuera de hora. (Es importante que el niño haga las cinco comidas
diarias para evitar que picotee alimentos más calóricos entre horas).
- Suprimir el consumo de dulces y refrescos azucarados.
- Fomentar la actividad física del niño. Cambiar el cine o ir al centro comercial el fin de
semana por salidas al campo, dar paseos en bicicleta o realizar algún deporte.