Está en la página 1de 6

LAS BRUJAS DE UNEBRA

CAPÍTULO PRIMERO
LA CACERÍA

Claire huía a todo galope por la espesura, era de noche, y pese a la luna llena era poca la
luz de luna que pasaba por entre los árboles, su visibilidad era muy poca.
Claire, aunque no podía verlos, estaba segura de que era perseguida por una jauría de
lobos, podía oírlos llamarse los unos a los otros mediante aullidos, podía incluso oírles
tenderle emboscadas, podía oír sus pasos detrás suyo, pero no podía hacer nada diferente
a huir.
Claire llevaba casi cinco horas de travesía esperando a que llegara la luz del día para poder
huir de sus perseguidores, su intención era la de dar vueltas por entre el bosque Parvalva
al que había tenido que huir luego de un ataque que sufrió la caravana en la que iba y que
se dirigía de Címmola hacía Ribaké.
Algunos de sus acompañantes habían decidido tomar esa ruta para aprovechar y cazar
algunas criaturas que se supone habitan los bosques, Sin embargo, y pese a lo mucho que
estaban preparados, nunca esperaron lo que allí se ocultaría.
Había anochecido hacía un par de horas y de pronto una sombra negra se levantó entre
los árboles, lo último que Aillen supo fue que Paolo le gritó: -rápido coge un caballo y
lárgate de acá, ve hacía el occidente, hacía Unebra. -
Claire recordó que Paolo era el único que se había opuesto a la idea de ir por la ruta del
bosque, lo hizo recordándole a Francesco, el líder de la caravana, que le debía pagarle más
por ello y que el trato original no incluía el paso por el bosque.
Los gritos que se oían mientras Claire huía de allí eran ininteligibles, era una mezcla de
rugidos, gritos, el relinchar de caballos, también explosiones y algunos aullidos.
Claire no sabía que ocurría, solo sabía que debía seguir cabalgando con rumbo occidente,
al menos eso trataba, hasta que el sol empezara a salir por su espalda, pero parecía que
sus perseguidores estaban cada vez más cerca y que su caballo estaba cada vez más
cansado.
De forma súbita dejó de sentir ruido detrás suyo, el crujir de las ramas, los aullidos, en
general, estaba segura de que ya no era perseguida.
No obstante, decidió avanzar a trote un rato más para evitar cansar mas al caballo y fue
así como empezó a rodear por el norte, duró en esas un par de horas hasta que se dio
cuenta de que estaba perdida, fue entonces cuando decidió desmontar del caballo para
subirse a un árbol esperando poder descansar un poco.
Decidió bajar con sus cosas de su cabalgadura, y luego, sin saber por qué, le pegó una
palmada al semental para que éste se fuera de allí, trepó el árbol que previamente había
escogido, uno bien tupido alto y de ramas gruesas y se amarró a él para no caer.
Justo cuando estaba empezando a arrepentirse de haber hecho correr al caballo escuchó
unas voces entre la espesura, pero no podía ver quiénes eran, eran varias voces
femeninas, pero por alguna razón, tal vez por su propia supervivencia decidió mantenerse
en silencio. Eran tres mujeres, iban montadas a caballo, lo supo por el sonido de los
cascos.
- Encontré el caballo, el jinete escapó, debe estar escondido en algún lado, pero no logré
encontrarlo. – dice la primera voz.
- No importa, hay que buscar a las demás y terminar el ritual. – responde la segunda.
La tercera de las mujeres, y la cual Claire supone es la más joven, se ofrece a ir por las
otras, pero de nuevo la segunda mujer habla, - mejor no lo hagas, es ya muy tarde para
ello, no creí que todo esto fuera a ocuparnos toda la noche, lo mejor es tomar rumbo
norte e ir a las ruinas y toparnos allí con las demás, sea como sea, esta es la mejor cacería
que hemos tenido en mucho tiempo, Padre estará complacido. Debemos llevar estas
pieles y volver a Unebra antes de que amanezca. –
Las tres mujeres emprendieron su camino y Claire permaneció amarrada en el árbol hasta
que, sin poderlo evitar mucho más, se quedó dormida.
Al despertar su sensación de estar perdida era cada vez mayor, no sabía cuánto había
dormido y mucho menos en qué dirección quedaba el occidente.
Claire sacó de entre sus cosas algo de comida que aún conservaba y se alejó del lugar
temiendo que las mujeres que escuchó la noche anterior volvieran a aparecer, esta vez
intentó cubrir sus huellas al mismo tiempo que buscó infructuosamente otro árbol en el
cual pasar la noche.
En medio de su búsqueda, y antes de cometer otra tontería más, recordó las palabras de
una de las mujeres, - ¡claro, tonta!, ellas tomaron rumbo norte, hacía unas tales ruinas. –
se dijo para sí misma.
No duró mucho en regresarse en sus pasos, descubrió que no era muy buena
ocultándolos, pero si quería sobrevivir debía estar atenta a todo lo que le rodeara, lo que
más temía era que volvieran a perseguirla con lobos, sin embargo, decidió arriesgarse y
buscar el rastro de las mujeres para poder guiarse.
La noche empezó a caer, y Claire solo fue capaz de volver a aquél frondoso árbol que le
había servido de escondite la noche anterior.
Cansada de su caminata decidió volver a su escondite, amarró la cuerda alrededor suyo
atándose nuevamente al árbol para evitar caer.
Luego de un par de horas vio cómo se encendió un fuego en medio del bosque, y hacia lo
que ella suponía era el norte, pues hacia allá iban las huellas de las monturas de las
mujeres de la noche anterior.
De repente, en medio dela soledad de la noche una masculina voz le habla delicadamente.
- ¿Qué hace una joven tan linda como tú, a estas horas, sola y atada a un árbol? –
Claire miró hacía todos lados, pero no vio el origen de la voz, era una especie de susurro
que traía el viento, y continuó diciendo: - No te preocupes, no estás loca y no te haré nada
malo, pero tampoco dejes de hacer esa cara, me divierte mucho. –
Claire aterrada agarró su cuchillo y lo apretó con sus dos manos. Pero la voz continuó: -Ya
te dije que no debes preocuparte por mí, debes preocuparte por ti, ¿hasta cuándo
pretendes seguir atada a este árbol? –
La joven guardó silencio y la voz continuó hablando, - Te recomiendo que vayas hacía el
fuego, allá encontrarás a otras como tú, y tal vez una sorpresa más, eso si, no dejes que
pase el tiempo o te llevarás una fatal sorpresa. –
Luego que la voz pronunciara esas palabras no volvió a oírse nada más, a Claire le pareció
que el fuego se hizo más fuerte y la voz seguía retumbando en su cabeza, llevaba ya un
buen rato tratando de avistar su entorno y de estar atenta a cualquier ruido cuando la
idea de bajar del árbol e ir hacía el lugar de donde provenía la luz del fuego comenzó a
hacerse cada vez más fuerte.
Sin saber la razón, con mucho cuidado bajó del árbol, y aprovechando la cobertura que le
proporcionaba la espesura, se aproximó al lugar.
Efectivamente eran unas ruinas como de una antiguo fortín militar, había un foso seco de
un par de metros de profundidad sobre el cual se mantenía en pie un viejo puente de
piedra que comunica a lo que puede suponerse eran unas murallas, las cuales aunque no
conservan la forma que tenían en antaño no permiten ver muy bien hacía el interior, con
una única excepción, una construcción techada en el centro que parecía mantenerse en
pie en cuyas paredes se refleja el resplandor del fuego.
CAPÍTULO 2
EL RITUAL

Una hermosísima chica vestida de una falda azul, una camisa blanca y un chaleco marrón,
en pies descalzos, de unos diez años de edad, poseedora de una frondosa y enrulada
cabellera rojiza, y unos brillantes ojos azules sale de las ruinas y atraviesa el puente de
piedra.
La chica se dispone a recoger algunas bayas y hongos por entre los arbustos cercanos al
puente de piedra. Claire la observa desde atrás de un árbol, y se sorprende de la habilidad
de la chica para cortar las bayas sin que se causaren daño a los arbustos.
Con bastante destreza la chica va guardando en un saco que lleva atado a su cinto, del
cual una ardilla que escondida entre la rojiza cabellera, se asoma de vez en cuando para
sacar alguna baya del saco.
Por un momento Claire se desconcentra mirando la gracia de la ardilla, la cual toma
rápidamente las bayas de la bolsa y se apresura a comerlas mientras ensucia su brillante
pelaje rojizo, tan rojizo como el de la chica que en ese momento mira desde la distancia a
Claire directamente a los ojos.
La chica le sonríe, le saluda con la mano y le dice algo al oído a la ardilla, la cual sale
corriendo hacía el lugar de donde proviene el fuego.
Claire, asustada se esconde tras el árbol, pero se da cuenta que es ya muy tarde, vuelve
otra vez a asomar su cabeza y no ve a la pelirrojiza muchacha, se llena de valor y se
aproxima al puente de piedra.
Hola, -una dulce voz que reconoce de la noche anterior le saluda desde la espalda. - Desde
ayer, y por órdenes de Padre, te estamos buscando. -continúa diciendo aquella voz-.
Claire se voltea y ve que se trata de la niña de cabellos rojizos.
Tántara ya viene para acá -Dice la niña-, por cierto, yo me llamo Brienne, pero todos me
dicen Bri, mucho gusto, ¿cómo te llamas? -
Yo soy Claire -responde con algo de temor y desconfianza-
La chica se acerca a Claire, la mira a los ojos y le toma la cara suavemente mientras
continúa diciéndole -tranquila, no hay nada que temer, ven acompáñame se nota que
estás hambrienta, ¿venías en la caravana cierto?, ¿te acompaña alguien más?
Claire, sorprendentemente mas tranquila acepta la invitación con un gesto y sin dudarlo le
responde -Si, yo venía en la caravana, venía con un amigo mío, Paolo, pero no sé dónde
está, ahora estoy sola.
Bri le sonríe, aparta su mirada, y luego de cambiar su semblante mira hacía la construcción
y dice en voz alta -Kirka, ella se llama Claire, venía en la caravana, parece que está sola y …
- sujetando en sus manos el cuchillo de Claire continúa- solo llevaba este cuchillo consigo,
parece no ser peligrosa, la llevaré a dentro para que Tántara hable con ella. -
Claire gira su cabeza hacía el puente en el que hace un instante no había nadie y por
primera vez en su vida ve un elfo, más específicamente una elfa, la reconoce por sus
orejas puntiagudas, pero su impresión de la eterna delicadeza y belleza élfica muere en
este momento.
Se trata de una mujer de cabellera dorada y de profundos ojos verdes, viste pantalones,
botas y levita de cuero marrón, sobresalen de su espalda flechas con plumas verdes, lleva
en sus manos un arco que parece está a punto de tensar y apuntar hacía ella.
Pero su cara, como lo dije antes, carece de la belleza que siempre le han atribuido a los
elfos, su nariz está torcida y es atravesada por una horrible cicatriz que va desde su ceja
derecha, hasta su mejilla izquierda, pero no es la única que tiene en la cara pues bajo el
pómulo derecho hay otra que desciende en forma diagonal y atraviesa sus dos labios y
otra un poco más allá, que parece ir de su oreja derecha en dirección al cuello.
Claire asustada levanta sus manos exclamando, - solo quiero comer algo, tengo mucha
hambre. –
En ese momento se oye un caballo acercarse a todo galope y Kirka tensa el arco hacía el
occidente, dirección de la cual proviene el ruido.
¡Bah!, es Victoria, creí que no vendría hoy, ¡su presencia esta noche me dañó el ritual!,
dice Kirka mientras baja el arco, también se oyen otras palabras salir de la boca de Kirka,
pero son pronunciadas en un idioma que Claire no reconoce.
Bri al escucharle suelta una gran carcajada y con un movimiento de su mano le regresa el
cuchillo a Claire diciéndole, - toma, no te preocupes, Padre estará feliz de que hayas
venido, habrá un lugar en el fuego para ti. –
-No te preocupes, cuando se enfurece maldice en gigante, dice que Victoria no entiende
ese idioma y no la puede regañar, es muy gracioso. -Continúa diciendo Bri.
Kirka se acerca hacía Claire, y se presenta, -A mi me llaman Kirka la fea, tu me puedes
llamar Kirka o la Fea, o ambas, eso sí, no te acerques tanto a Victoria o tendrás muchos
problemas, mucho menos cuando la estés pasando bien. –
Claire, siente la tentación de reír, pero prefiere abstenerse, mira hacía la dirección de
donde se oye la cabalgadura y por entre la espesura ve aproximarse al príncipe azul del
que hablan las historias.
Sobre un caballo blanco de barda y aperos propios de un caballo pesado de guerra, se
aproxima un caballero, montado sobre una silla militar, en una reluciente armadura con
una sobrevesta rojo carmesí adornada con el símbolo de la Espiral Oscura1.
A medida que el caballero avanza, Claire observa que porta sobre su brazo izquierdo un
escudo de cometa en el que se ve resaltada la espiral Real del Vado, la cual, es soportada
sobre un par de espadas largas con el filo hacía arriba, portando sobre los cuartos traseros
del corcel, y sujetada a las alforjas, una lanza de caballería con los colores rojinegros del
Vado que sobresale de algunas ramas rebeldes que la golpean a su paso.
El caballero avanza lentamente hacía la construcción, Bri corta su paso y el caballero
desmonta, Claire nota que el sujeto no es muy alto, se agacha frente a la muchacha y la
monta sobre el caballo, la chica aprovecha para subir la víscera del casco, el cual está
adornado por un par de alas a sus costados y nota las delicadas facciones de aquel
caballero.
-Kirka acaba de entrar refunfuñando al verte, - le dice Bri al caballero, el cual se despoja
de su casco y sobre la capa y las hombreras de la armadura ahora descansa una larga
cabellera platinada.
Claire se sorprende al notar que es una mujer, una mujer humana, jamás hubiera
sospechado que debajo de esa armadura hubiera una mujer, y sobre todo, era impensable
hasta ese momento que una elfa se quedara corta en hermosura y carisma y que una
humana resultara ser mucho más imponente que una elfa ante sus ojos.
La mujer de armadura mira a Claire con sus brillantes ojos plateados y la saluda moviendo
su cabeza, Claire hace el mismo gesto mientras que Bri le dice a la mujer, -Se llama Claire,
está perdida, la invité a que comiera con nosotros, Padre está de acuerdo con ello, ¿y qué
pasa con Liz?, ¿ya nació el niño?, esperaba verlo hoy.
Flavia, Aileen se aproximan con un poco de cuidado, yo me adelante para prepararle una
tienda a la niña, Elizabeth la trae consigo, dio a luz ayer.

1
Una Espiral negra sobre un fondo rojo es el símbolo del reino del Vado, o como algunos lo llaman, el Vado
Real.

También podría gustarte