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Con la revisión de la Directiva RPD, el legislador refuerza una normativa de casi cuarenta años de
antigüedad, que no cubre categorías de productos derivados de las nuevas tecnologías digitales, como
los productos inteligentes y la IA.
Por ello, la revisión del texto pretende establecer unas normas justas y previsibles que se adapten a los
nuevos tipos de productos, aportando así seguridad jurídica a empresas y a consumidores. Analizamos
a continuación los principales cambios:
Se establece que toda la gama de productos defectuosos está cubierta por las normas revisadas,
incluyendo el software, sistemas de IA o servicios digitales que sean necesarios para que funcione el
producto. Es decir, en caso de que un sistema de IA integrado en un producto (por ejemplo, robots,
drones, o sistemas domésticos inteligentes) presente algún defecto, los perjudicados también podrán
presentar una reclamación. Las nuevas normas permiten a los particulares reclamar una
indemnización por los daños causados por un producto defectuoso, incluidas las lesiones corporales,
los daños materiales o la pérdida de datos.
Por otra parte, las nuevas normas crean claridad jurídica para los modelos de negocio circulares en los
que los productos se modifican o mejoran. Se estipula que todas las normas de la Directiva RPD se
aplicarán a las empresas de remanufactura y otras empresas que modifiquen sustancialmente los
productos en caso de que estos causaran daños a una persona, a menos que demuestren que el defecto
se refiere a una parte no modificada del producto.
A diferencia de lo que sucede bajo la redacción actual, los perjudicados también podrán pedir la
indemnización al representante del fabricante de un tercer país. Concretamente, y en virtud del
Reglamento sobre vigilancia del mercado y de la próxima revisión del Reglamento relativo a la
seguridad general de los productos, habrá una persona responsable con sede en la UE a la que se
podrá reclamar una indemnización.
Propuesta de armonización específica de las normas nacionales sobre responsabilidad civil en materia
de IA
La Directiva sobre responsabilidad en materia de IA (la “Directiva RIA”) establece por primera vez
normas específicas sobre los daños causados por cualquier tipo de sistema de IA (tanto si es de alto
riesgo como si no). Los productos y servicios basados en la IA plantean retos que las normas
nacionales vigentes en materia de responsabilidad civil no cubren, por lo que se hace necesario crear
una regulación específica para estos casos.
En las demandas por responsabilidad subjetiva, la víctima debe identificar a quién demandar y
explicar detalladamente la culpa, el daño y la relación de causalidad entre ambos. Teniendo en cuenta
la complejidad, opacidad y autonomía de los sistemas de IA, la víctima no puede asumir esta carga de
prueba, lo cual le impediría ejercer su derecho a un acceso efectivo a la justicia. En este sentido, la
Directiva RIA pretende que cualquier víctima (particular o empresa) pueda tener una oportunidad
justa de indemnización en caso de perjuicio por la culpa u omisión de un proveedor, desarrollador o
usuario de IA. Para ello, introduce dos salvaguardias principales:
a) Presunción de causalidad
En caso de que la víctima demuestre que alguien ha incumplido con una obligación pertinente en
relación con el daño y que es razonablemente probable que exista un nexo causal con el rendimiento
de la IA, el órgano jurisdiccional podrá presumir iuris tantum que ese incumplimiento ha provocado
el daño.
b) Acceso a las pruebas presentadas por empresas o proveedores en los casos de IA de alto riesgo
En los casos de IA de alto riesgo, las víctimas podrán solicitar al órgano jurisdiccional que ordene la
divulgación de información sobre estos sistemas de IA. Así, las víctimas podrán identificar a la
persona responsable y averiguar en qué ha fallado. Por otra parte, la divulgación se someterá a las
salvaguardias adecuadas para proteger la información sensible, por ejemplo, los secretos comerciales.