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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

AMPLIACIÓN DE LA IMPUTACIÓN, TIPO IMPERFECTAMENTE


REALIZADO; TENTATIVA

CURSO:

Derecho Penal: Parte General II

CATEDRÁTICA:

Mg. Jackelyn Cáceres Navarrete

ESTUDIANTES:

-
- Llanco Alzamora Edy carolay
- Macuri Quispe Alexandra Paola
- Medrano Rivas Sharon Marleny
- Millan Meza Josias Victor

Huancayo - Perú

2023
ÍNDICE
CAPÍTULO I 3
MARCO TEÓRICO E HISTÓRICO 3
1.1 Marco histórico 3
1.1.1 Evolución histórica de la tentativa 3
1.1.2 Teorías de los fundamentos de la punición en la tentativa 3
1.2 Marco teórico 3
1.2.1 Concepto de tentativa 3
1.2.2. Elementos
1.2.2.1 Elementos de la tentativa dentro del Iter Criminis 3
1.2.3 Formas 3
1.2.4 Desistimiento
1.2.4.1 Tipos de Desistimiento 3
1.3 La lesividad penalmente relevante 3
CAPÍTULO II 4
ITER CRIMINIS (TENTATIVA) 4
CAPÍTULO III 4
DISTINCIÓN ENTRE TENTATIVA Y PRESUPUESTO DE SANCIÓN 4

3.1. Distinción entre fundamento y presupuesto de la sanción

3.2. Límites a la punición

3.3. ¿Qué es la tentativa en el derecho penal y qué tipos existen?

3.3.1. Marco legal de la tentativa de delito

3.3.2. Características de la tentativa de delito

3.3.3. Artículo 16.1 del Código Penal

3.3.4. Requisitos de la tentativa de delito

3.3.5. Penalización del delito en grado de tentativa

3.3.6. Artículo 62 del Código Penal

3.3.7. Tipos de delito en grado de tentativa

3.3.8. Diferencia entre tentativa y actos preparatorios

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo titulado Tentativa Iter Criminis Teorías de los Fundamentos


de la Punición en la Tentativa. La Lesividad Penalmente Relevante. Distinción
entre Tentativa y Presupuesto de Sanción, una cuestión de especial importancia
consiste en establecer el criterio o los criterios que permitan justificar la punición de
la tentativa. De la solución adoptada se deducirán las condiciones que permitan fijar
los límites dentro de los cuales la tentativa despliega sus efectos. Es decir, la
posibilidad de distinguirla en su límite inferior de los actos preparatorios y en su
límite superior del estadio en el que el delito alcanza su consumación. Así mismo, la
decisión adoptada precisará el ámbito operativo del desistimiento. La doctrina ha
sido especialmente prolífica en proporcionar toda clase de argumentos
encaminados a justificar el castigo de esta forma de realización del delito.

Estado de la cuestión al que nos referiremos con criterio selectivo, es decir,


centrando el interés solamente en aquellas teorías que, de alguna manera, siguen
siendo hoy referentes de discusión. Por este motivo, a la luz de las modernas
propuestas dogmáticas en torno al tema de la legitimación material del derecho
penal en última instancia, de la noción de injusto de la que se parta se pueden
encuadrar las teorías en dos grandes grupos según la contestación que se dé a la
siguiente pregunta: ¿la significación del hecho punible viene determinada por la
lesión del bien jurídico o por la desautorización de la norma que comporta la
conducta?
TENTATIVA ITER CRIMINIS – TEORÍAS DE LOS FUNDAMENTO
DE LA PUNICIÓN EN LA TENTATIVA. LA LESIVIDAD
PENALMENTE RELEVANTE. DISTINCIÓN ENTRE TENTATIVA Y
PRESUPUESTO DE SANCIÓN
CAPÍTULO I

MARCO TEÓRICO E HISTÓRICO

1.1 Marco histórico

El inter criminis (desarrollo, vida o evolución del delito) sigue un proceso


extenso de doctrina en la vida y existencia del delito, para determinar los grados de
este, ya que abarca todas las fases del delito, desde que nace la idea delictiva del
autor hasta su que se perfecciona su ejecución en la sociedad, abarca dos fases la
interna como externa propia del comportamiento humano, que presenta
consecuencias jurídico-penales por lesionar o poner en peligro bienes jurídicos
tutelados.
El delito tiene un origen, un desarrollo y evolución, generalmente se da
cuando ha pasado por diversas fases o etapas, donde su importancia radica en la
punibilidad, que varía o no existe.

La noción de tentativa y delito se formula en el siglo XVI y XVII,


desarrollándose a partir ese periodo la teoría de la tentativa, bajo un orden teórico y
normativo, lo cual en sus inicios resultó ser un poco lento y poco a poco fue
acelerándose de manera más profunda hasta la actualidad.

La tentativa en el derecho Romano, carecía de un vocablo que definiera los


hechos incompletos cometidos por lo que se penalizaba como si hubieran sido
consumados.
El derecho Germanico, tampoco tenía un concepto bien elaborado de la
tentativa en general, pero en la época franca se igualó la tentativa a la consumación,
cuando se trataba de delito flagrante.

1.1.1 Evolución histórica de la tentativa

La tentativa en el derecho penal es el resultado de la evolución histórica que


no alcanza aún un nivel de coincidencia en cuestiones particulares.
En los últimos tiempos se empezó a identificar, darle seguimiento al
enjuiciamiento del delito, ya que se empezó a identificar la voluntad en el resultado
del delito, lo que originó que la pena de los hechos incompletos cometidos se
atenuará.
En el derecho canónico, se reconoció que los pecados de pensamiento no
eran jurídicamente punibles.

En el siglo XIX evolucionó de manera notoria en el Código Penal Francés de


1810, que en el artículo 2 donde adopta los actos de ejecución como fundamento
para la penalización de la tentativa, y se difundió en las legislaciones penales,
pasando al Código Penal Alemán de 1871 y al Código Penal Español de 1870.
Generando que las bases objetivas de su concepción fueran pronto puestas en tela
de juicio y se comenzó una amplia discusión y controversia acerca de la teoría de la
tentativa, que no ha tenido aún su punto final.
Actualmente La tentativa es una calificación o grado del delito cuando este se
llevó a cabo, sin embargo, el resultado pretendido no se produce por causas ajenas
a la voluntad del delincuente.

En el Código Penal Peruano actualmente se tipifica en los siguientes artículos:

Artículo 16: Tentativa


En la tentativa el agente comienza la ejecución de un delito, que decidió cometer,
sin consumarlo. El juez reprimirá la tentativa disminuyendo prudencialmente la pena.
Artículo 17: Tentativa idónea.
Artículo 18: Desistimiento Voluntario.
Artículo 19: No punibilidad en caso de arrepentimiento en coparticipación.
.

1.1.2 Teorías de los fundamentos de la punición en la tentativa.

Consiste en establecer la punición de la tentativa, fijando sus límites, la


posibilidad de distinguirla en su límite inferior de los actos , preparatorios y en su
límite superior del estudio en el que el delito alcanza su consumación, estas también
precisan el desistimiento.
Se pueden encuadrarlas.
1. Teoría objetiva de la peligrosidad: Esta teoría adopta una perspectiva ex post
en la valoración del peligro , lo que permite distinguir la tentativa relativa y la
absolutamente idónea. La primera es peligrosa por lo que sería punible y la
segunda es impune.
La situación del peligro sirve de criterio para valorar la gravedad de la
amenaza y medir la pena, se descarta como penalmente irrelevante la
tentativa absolutamente idónea.
Esta teoría cuenta con un pensamiento causalista, donde en el delito
consumado se castiga la acción que ha causado el resultado, en la tentativa
se castiga la acción causalmente adecuada para producirlo, que se denomina
la peligrosidad.

Teoría de la falta de tipo: también se considera objetiva, dice que solo existe
tentativa cuando falta el resultado final del delito, con esta teoría se pretende
delimitar sin éxito la punibilidad de la tentativa, con solo la ayuda del tipo por lo que
resulta incompleto.

2. Teoría del dolo (subjetiva): De acuerdo a esta teoría se castiga en la tentativa


la actuación de la voluntad contraria al derecho y el acto final contrario a la
norma, además del dolo del autor que afecta a la validez de la norma del
derecho por lo que lo excepcional será la fundamentación subjetiva del ilícito
de la tentativa.

Teoría de las condiciones subjetivas del ilícito: Aquí la tentativa es una parte
del delito consumado. Si en la tentativa, la actuación de la voluntad, que sabe y
quiere el resultado, pertenece al ilícito, entonces en el delito consumado esa misma
actuación de la voluntad, junto con el resultado, también pertenece al ilícito. En
definitiva, no cabe admitir únicamente para el delito consumado una antijuridicidad
objetiva, sin dolo, y para el intentado una antijuridicidad subjetiva, con dolo. La
antijuridicidad del delito intentado y consumado debe ser la misma.

La teoría de la culpabilidad sin ilícito: Considera que ante la tentativa


inidónea, ausente de todo contenido objetivo, caben solo dos posibilidades: o se
adscribe el dolo de una vez por todas al ilícito; o, se admite que puede ser punible
aquello que no es contrario a derecho, sino solo culpable.

Teoría de la acción final:El injusto de la tentativa es la acción final que tiende


a la afectación del objeto jurídico, siendo este acto el objeto del juicio de valor
secundario y de la norma de determinación. En otros términos, el dolo del hecho
determina de manera única el substrato valorativo del juicio de antijuridicidad . De
esta suerte, infringe la prohibición contenida en la norma de determinación tanto la
acción incapaz de resultado tentativa inidónea, como la capaz de resultado tentativa
idónea

3. Teorías mixtas: Trata de dar soluciones, por otra parte, surgidas de la


necesidad de operar con criterios útiles encaminados a fijar el límite entre los
actos preparatorios y ejecutivos y tentativas idóneas e idóneas.

La teoría de la impresión: Según esta teoría la tentativa es punible, por la


actuación de la voluntad contraria al derecho, componente subjetivo, posee la
capacidad de perturbar la confianza de la comunidad en la vigencia del
ordenamiento jurídico, componente objetivo.El poder de impresión del hecho no
siempre encuentra su reconocimiento en la norma. La alarma social que provocan
las actuaciones preparatorias en la comisión de un delito grave generalmente no
son castigadas.

4. Teoría normativo-funcional de la tentativa: La tentativa en esta teoría se


orienta del fin primordial para el derecho que es garantizar la identidad
normativa, la Constitución y la sociedad, donde su misión es desarrollar,
sintetizar las proporciones necesarias, ante la infracción penal como acto con
significado lesión mediante un acto de pena, el significado de lesión no está
conformado por componentes descriptivos, se describe al injusto desde una
perspectiva social.
1.2 Marco teórico

1.2.1 Concepto de tentativa:

La definición de la tentativa como delito imperfecto, se remonta a la distinción


romanista entre flagitium perfectum y flagitium imperfectum, que fué magistralmente
desarrollada por Carrara, quien la encuadró en su teoría del grado en la fuerza física
del delito. El consideró a la tentativa como un delito degradado en su fuerza física y
por consiguiente imperfecto, imperfecto, o porque quedó imperfecta la acción, o
porque la acción siendo perfecta, no alcanzó el efecto que se propuso el agente
debido a una circunstancia imprevista (Piaggio,H,pg.3).

Podemos entender el término de la tentativa como "delito incompleto" esto


se refiere a los dos elementos básicos de cualquier delito, entonces esta tentativa
de delito no es un delito incompleto, porque estos dos elementos también están
presentes en el delito, es decir, un acto razonable y un ataque a o contra la
propiedad. intereses contra los que se dirige la acción.

La tentativa de delito es una acción objetiva y subjetivamente típica del


respectivo delito, aunque a la vez diferente, en función de un dispositivo amplificador
de la tipicidad que permite captar la acción en su dinámica desde el comienzo de su
ejecución y hasta que se completa la tipicidad del delito. Se trata de un delito
incompleto en orden a que aún no ha sido integrado totalmente, pero no por la
ausencia de caracteres típicos estructurales, sino porque éstos aún no se han
realizado en el tiempo. No hay un delito de tentativa sino tentativas de delitos, toda
vez que el dispositivo amplificador no consiste en otra cosa que en la proyección
retrospectiva del mismo tipo ( Zaffaroni, E.).

El intento (tentativa) fue considerado el comienzo de un crimen no cometido.


Consiste en hechos vitales que determinaron previamente la comisión de un delito,
diseñados para que no suceda. Este nivel de ejecución es imperfecto por razones
que escapan al control del individuo, pero expresa un deseo de cometer un delito y
ser castigado. Por razones fuera de su control, no hace lo necesario para lograr lo
mismo. Tal intento nace cuando el infractor crea una situación en la que su actividad
es peligrosa para los bienes jurídicos.

La tentativa constituye la ejecución de un delito que se detiene en un punto


de su desarrollo antes de alcanzar el grado de consumación, o sea, antes que se
haya completado la acción como típica. La tentativa no constituye un delito
independiente, no hay, pues, un delito de tentativa (Salas, C.,2007, pg.3).

Para la tentativa, no basta con cometer determinados actos que pueden


conducir al delito, la persona que comete esos actos debe “decidir cometer” el delito
tentado y no el otro. Es un elemento subjetivo deshonesto, incluidas las actividades
fraudulentas destinadas a realizar tales actividades. La decisión de cometer un
delito debe ser decisiva. Quien aún no ha decidido cometer un delito no actúa
maliciosamente, sino que sólo explora sus hipótesis delictivas.

1.2.2 Elementos

A) Propósito de cometer un determinado delito:

El requisito de que el autor deba tomar la iniciativa en la comisión de un delito


excluye del ámbito del derecho penal los fenómenos subjetivos que no se
manifiestan en la realidad (conceptos de delito) y las preparaciones de los hechos
delictivos, aunque sea cierto que van más allá de lo físico. mundo, pero
hipotéticamente todavía están lejos de poner en peligro o dañar los bienes jurídicos
en el proceso causal como para desencadenar cualquier respuesta de derecho
penal (a menos, por supuesto, que sean en sí mismos un acto criminal
independiente).
Haciendo referencia que es a partir de la consideración de actos socialmente
adecuados que atenten contra los planes y bienes jurídicos del autor, se debe
analizar caso por caso la presencia o ausencia de actos preparatorios o de
ejecución para determinar si es así. No intente presentar este tipo de dispositivo de
amplificación.
B) Idoneidad y univocidad de la conducta:
La comprobación de la idoneidad de las acciones realizadas por el partícipe
para la consumación del delito es una condición derivada de la lógica del derecho
penal, cuyo objeto es la protección de los bienes jurídicos. Así, la relevancia del
régimen de represión penal de un Estado es diferente si tiene un propósito diferente,
por ejemplo, garantizar la fuerza normativa. Esta prueba es objetiva (no se toma el
concepto literalmente, sino una intersubjetividad más allá del sujeto) y se basa en el
reconocimiento de que la conducta basada en criterios empíricos (y reglas
científicas, en su caso) está determinada por lo que genera riesgos a los bienes
jurídicos. Por lo tanto, para determinar si estos actos son apropiados para lograr la
ejecución delictiva, se deben examinar los supuestos fácticos sobre su ejecución,
teniendo en cuenta también las circunstancias modales asociadas a ellos, y
determinar si los procesos causales ordinarios son capaces de producir los
resultados típicos que definir una ofensa perfecta.

Entonces para que se realice un intento, las acciones realizadas por las
partes no solo deben implicar que realmente cometieron el presunto delito, sino que
no solo se preparan para ello, sino que completan el delito. Debe ser susceptible de
ser utilizado y estar claramente dirigido a ese. objetivo.

C) No consumación del hecho por circunstancias ajenas a la voluntad del


agente:

El experiencialismo argumenta que los resultados típicos que un agente


activo quiere lograr no están determinados por circunstancias fuera de su control,
como la intervención obstructiva de terceros o el azar. Si la efectiva ejecución de la
infracción penal es impedida por la voluntad del infractor, entonces el proceso
causal carece de significación penal, a menos que se desarrolle en un acto típico
autónomo.

1.2.2.1 Elementos de la tentativa dentro del Iter Criminis:

A) Elemento Subjetivo.- El sujeto activo debe actuar con una resolución


criminal, es decir, con la decisión de cometer el tipo penal, por tanto, este
actuar es doloso. Precisamente, la razón por la que no hay tentativa en los
delitos culposos es que no existe una resolución criminal.
B) Elemento Objetivo.- El sujeto activo debe haber comenzado la ejecución
del delito. Y para determinar cuándo se comienza a ejecutar el delito debe
considerarse:
a) Según el plan del autor, se debe examinar la posición inmediata o directa
del agente para la realización del hecho delictivo; y
b) Se exige que se haya puesto en peligro el bien jurídico protegido.
C) Elemento Negativo.- El sujeto activo no debe haber consumado el delito. Es
decir, el tipo penal no se debe haber consumado. Esto es, que no se ha
cumplido el verbo rector contenido en el tipo penal.

1.2.3 Formas

A) Tentativa Acabada.- Se da cuando el autor ha realizado todos los actos


necesarios para la consumación, pero ésta no se realiza. Quiere decir que
esta se produce cuando el sujeto realiza todos los actos que de forma
objetiva, deberían producir el resultado.

B) Tentativa Inacabada.- Se da cuando el autor no realiza todos los actos


necesarios para la consumación del delito. En esta solo se llevan a cabo
parte de dichos actos.

C) Delito Imposible y Tentativa Inidónea.- Estas figuras no son sancionadas


penalmente. Conforme al art. 17° del C.P. “No es punible la tentativa cuando
es imposible la consumación del delito, por la ineficacia absoluta del medio
empleado o absoluta impropiedad del objeto.” Quiere decir que esta se da
cuando los sujetos utilizan medios inadecuados, por lo que no se obtienen los
resultados esperados. Este tipo de tentativa es punible. Ejemplo: Alguien
intenta entrar en el correo electrónico de otra persona usando un programa
de computadora que en realidad no hace eso.

D) Tentativa idónea (delito putativo, imaginario o ilusorio).- Este se da


cuando el sujeto piensa que está cometiendo un delito, pero en realidad, los
hechos que lleva a cabo no son sancionados por el Código Penal. En este
caso no existe una conducta punible, ya que no se ha llegado a poner en
peligro ningún bien jurídico, a pesar de ser esta la voluntad del autor de los
hechos. Si no, las acciones del autor son inapropiadas es fácil lograr una
sensación de consumación del crimen. La ineficiencia o incumplimiento se
considera absoluto si generalmente, el comportamiento observado por los
agentes no constituye el delito en cuestión.

El delito imposible no se castiga porque los actos ejecutados no crean peligro


para el bien jurídico protegido por la ley penal, puesto que, siendo idóneos esos
actos, la posibilidad del peligro queda descartada.

1.2.4 Desistimiento

El artículo 18 del "Código Penal" estipula: "Si el delincuente detiene


voluntariamente la continuación de una actividad delictiva o impide que se cometa
un delito, será castigado únicamente si la actividad es parte de otro delito". Depende
de ellos. “Por lo tanto, este artículo define las circunstancias en que la compulsión
de un delincuente conduce a la comisión de un delito. Es así que la cancelación
(desistimiento) se puede ofrecer tanto para intentos completos como incompletos.
En este caso, la tentativa queda impune si el autor deja voluntariamente de
continuar con el delito o impide la verificación de los resultados.

1.2.4.1 Tipos de Desistimiento:

A) El Desistimiento Voluntario:
Se da cuando el agente voluntariamente abandona la ulterior
ejecución del hecho o impide su consumación.Si el autor no ha hecho todo lo
necesario para completar el trabajo, el delito en sí mismo en este caso existe
voluntariamente desistido.

B) El Desistimiento en la tentativa inacabada:

Debe reunir los siguientes requisitos:


* Subjetivo.- El agente en forma voluntaria debe decidir no proseguir con la
ejecución del delito. El desistimiento no debe ser provocado (por temor o
miedo), debe surgir de modo autónomo e incluso puede darse por un impulso
externo que motive al agente. Ejem: persuasión de parte de la víctima.
* Objetivo.- El agente no debe continuar la ejecución del delito.

De lo anterior, se desprende que los retrocesos en intentos inconclusos


ocurren cuando los sujetos no logran completar sus planes personales. Opta
voluntariamente por impedir la ejecución evitando cualquier acción que considere
necesaria.

C) El Desistimiento en la tentativa acabada (arrepentimiento).-

Requiere un comportamiento activo del sujeto. ‘’El que consiste en la


realización de actos destinados a evitar que se produzca la consumación del delito.
La no punibilidad de la tentativa desistida o arrepentida es consecuencia de una
excusa absolutoria sobreviniente, posterior a la ejecución del
delito’’(Salas,C.,2007,pg. 6). Sus requisitos:

*Actividad positiva: A fin de evitar la consumación, el agente debe desplegar


todas las acciones necesarias dirigidas a impedirlo.
*Voluntariedad: Al respecto Villavicencio considera que “basta con que impida
la producción del resultado” (2006:446).
*Definitivo: Cese de la actividad encaminada a la comisión del delito.
*Eficacia: La Ley establece como requisito indispensable la no producción de
los resultados del delito.

Sin embargo, la retirada no debe ser el resultado de coacciones o amenazas,


así como un ladrón huye de su lugar de acción por temor a caer en manos de la
policía, porque una cosa es el miedo y otra la persuasión obtenida por la oración o
la persuasión, lo que no niega el carácter voluntario de la negativa.
1.3 La lesividad penalmente relevante (FLOR MELGAR)

CAPÍTULO II

ITER CRIMINIS (TENTATIVA)


CAPÍTULO III

DISTINCIÓN ENTRE TENTATIVA Y PRESUPUESTO DE SANCIÓN

3.1. Distinción entre fundamento y presupuesto de la sanción

El peligro y la lesión del bien jurídico constituye el presupuesto necesario para poder
aplicar la norma de sanción, esto es, para imponer la pena; pero que el fundamento
del castigo, la razón por la que haya de imponerse una pena, sólo puede venir dado
en virtud del quebrantamiento de la vigencia de la norma.
El peligro o lesión del bien jurídico no puede ser el fundamento de la sanción porque
esa lesión o peligro queda en el pasado: es irreparable, por lo que la imposición de
la pena fundamentada en un daño ya acontecido nos llevaría a una fundamentación
absoluta de la pena: el castigo se impondría sólo por lo realizado, pero no para
realizar alguna función social. Y si lo que se afirmara es que su razón de ser radica
en prevenir conductas futuras, no se estaría fundamentando la pena en la calidad
lesiva de la acción realizada por el agente, sino en la futura realización de acciones
lesivas por parte de terceros.

Por ello, si hemos de partir de un Derecho penal que base su actuación en un


cometido instrumental de la pena, y no en la retribución, pero que no se fundamente
exclusivamente en ese afán preventivo, sino que también sea respetuoso de
principios garantís ticos como el de lesividad o el de culpabilidad, el fundamento de
la sanción sólo puede venir basado en virtud de los efectos lesivos del delito que
sean susceptibles de revocación por la pena. Pues bien, a diferencia de la lesión del
bien jurídico, el quebrantamiento de la vigencia de la norma sí es susceptible de ser
corregido por la imposición de la pena: con la misma se reafirma ante la sociedad
que la norma sigue siendo una pauta de conducta vinculante, y que, por tanto, el
ciudadano puede seguir confiando en que la norma seguirá vigente de cara a
terceros.

Esta conclusión puede resultar oscura. Para intentar aclarar sus términos podemos
operar con la distinción entre el merecimiento y la necesidad de pena, entendidos
como los dos requisitos genéricos para que la imposición del castigo resulte
legítima.

El merecimiento de pena atiende a una racionalidad valorativa, con él pretende


dirimir la cuestión de qué conductas presentan la calidad necesaria para poder ser
desvaloradas en virtud de la pauta ideal de actuación que prescribe la norma de
conducta, valoración que se efectúa a tenor de la incidencia de la acción sobre los
intereses que el Derecho penal considera valiosos y, por ello, está llamado a
proteger: los bienes jurídicos.

En cambio, la decisión sobre la necesidad de pena atiende a una racionalidad


puramente instrumental, basada en la satisfacción de fines. Con ello, entonces, lo
que se dilucida es qué conductas es necesario castigar para satisfacer los fines del
Derecho penal, a través de la pena.

En este sentido, podría sostenerse que mientras el merecimiento de pena se vincula


a los fines del Derecho penal: la protección de bienes jurídicos, la necesidad de
pena se asocia a los medios que el DP tiene para proteger esos fines: la pena, y sus
fines. Así, una conducta que pone en peligro o lesiona un bien jurídico se hace
merecedora de pena por cuanto atenta contra esos intereses esenciales,
satisfaciendo con ello los presupuestos exigidos para aplicar la pena, al poder
calificar la conducta como contraria a Derecho, pero el fundamento de la aplicación
de la pena, la razón para su castigo, sólo puede venir dada por la necesidad de
pena, por cuanto sólo la pena útil será una pena legítima. Si el fin esencial de la
pena es reafirmar la vigencia de las normas, el fundamento de la punición será el
quebrantamiento de esa vigencia por parte de esa conducta.

En conclusión, el presupuesto para la aplicación de la pena es el del peligro (o


lesión) para el bien jurídico, por cuanto sólo cuando una conducta presente cierto
grado de lesividad para los intereses protegidos por el Derecho penal podrá
considerarse contraria a la norma de conducta y ser, por ello, desvalorada como
injusto penal y, en consecuencia, merecedora de pena. Ahora bien, el fundamento
de la pena sólo puede ser, en rigor, el quebrantamiento de la vigencia de la norma,
por cuanto sólo ese “daño” puede ser reparado por la aplicación de la sanción, y
sólo en esos casos podremos considerar que la pena es necesaria.

En todo caso, esa distinción es puramente analítica, y no material, en el sentido de


que sin peligro para el bien jurídico no se quebranta la vigencia de la norma, por lo
que sólo cuando concurra merecimiento de pena podremos afirmar la necesidad de
pena.

Así, no será legítimo imponer una sanción en virtud de una supuesta necesidad de
pena si no hay merecimiento de pena.

Por ejemplo, podría afirmarse que una tentativa irreal genera cierta necesidad de
pena, por cuanto, en todo caso, la acción del autor expresa una negación de la
validez normativa del Derecho. No obstante, sin merecimiento de pena, esto es, sin
un injusto penal basado en el peligro para el bien jurídico no se habrá satisfecho el
presupuesto esencial para el castigo.

En cambio, sí será perfectamente legítimo no imponer una sanción, cuando, aunque


haya un merecimiento de pena, no exista una necesidad de pena, por lo que una
pena innecesaria no podría justificarse. Ello es lo que ocurre, por ejemplo, en el
desistimiento, en el cual es el propio autor el que, revocando su proyecto lesivo
anterior, reafirma la vigencia de la norma.

3.2. Límites a la punición

Con ello queda respondida la cuestión acerca del fundamento de punición de la


tentativa: la tentativa es punible porque desautoriza la vigencia de la norma; es
decir, porque quebranta la expectativa de seguridad del ciudadano en la
indemnización de sus bienes jurídicos. Pero no podemos concluir la argumentación
acerca de la tentativa sin tomar postura también por el problema relativo a los
límites de su punición.

Para establecer ese límite, ya vimos que hemos de servirnos del criterio del peligro
para el bien jurídico, por cuanto hemos partido de la tesis de que sólo conductas
peligrosas para los bienes jurídicos serán aptas para generar esa inseguridad. Pero
sabido es que en la dogmática penal coexisten diferentes criterios de enjuiciamiento
del peligro, los cuales habrán de llegar a un diferente grado de punición para la
tentativa en función de cuál consideremos adecuado para ese fin. A este respecto,
uno de los problemas fundamentales de la concepción que basa el fundamento de
punición en el peligro para el bien jurídico es que, salvo por consideraciones
puramente preventivas, carece de un referente axiológico externo desde el que
decidir esa cuestión. Pues bien, desde los presupuestos que aquí se sostienen, creo
que con el fundamento de punición considerado correcto podemos argumentar
plausiblemente a favor de una de esas alternativas.

a) Criterios de enjuiciamiento de peligro

Dos son los criterios de enjuiciamiento de peligro más relevantes en el Derecho


penal: el basado en una perspectiva ex ante y el que acoge una perspectiva ex post.

Con la perspectiva ex ante, analizamos la acción desde el lugar en que actuaba el


agente, y, para no limitar el enjuiciamiento a la representación del autor y obtener un
criterio intersubjetivamente relevante, partimos de un punto de vista objetivo:
situando a un espectador ideal en el lugar en que actuaba el agente, dotado de unos
conocimientos medios más los especiales de que dispusiera el autor del hecho, y
enjuiciamos el hecho a partir de la representación de la realidad que ese espectador
tendría, excluyendo de las bases del juicio todo aquello que no fuera previsible
desde esa perspectiva.

Con la perspectiva ex post, en cambio, no se parte de limitaciones en la capacidad


de percepción del observador que enjuicia el peligro, sino que consiste en la
constatación objetiva de la presencia de determinados hechos. La perspectiva ex
post es, así, la que se emplea realmente en Derecho penal: un enjuiciamiento
realizado conociendo ya los hechos que tuvieron lugar.

Sin embargo, inherente al enjuiciamiento retrospectivo del peligro de peligro, esto


es, de acciones que ya han tenido lugar, es el prescindir de algunos elementos del
hecho, como mínimo del resultado. Si esto es así, habríamos de concluir que con la
perspectiva ex post no podríamos realizar juicios de peligro, sino de necesidad, y
que, por cuanto se conocería todo lo ocurrido, toda acción que no hubiera producido
el resultado no sería peligrosa. Sin embargo, también desde una perspectiva ex post
pueden realizarse juicios de peligro ¿cómo? Situando el momento de enjuiciamiento
en un momento anterior al de la producción del resultado: al comienzo de la acción,
y analizando si, con el conocimiento real y no sólo previsible, de todos los elementos
del hecho existentes hasta ese momento y eliminando de las bases del juicio lo
acontecido después de ese momento, la conducta habría producido el resultado al
que se dirigía.

Así, por ejemplo, el clásico supuesto de disparo a un cadáver no sería peligroso


desde una perspectiva ex post, puesto que el que enjuicia el hecho tomaría en
cuenta el dato real de la inexistencia de persona viva, ya presente en el momento en
que comienza la acción. En cambio, sí podría ser peligroso desde una perspectiva
ex ante, siempre que esa ausencia de persona viva no fuera objetivamente
previsible para el observador.

La cuestión es, entonces, cuál de los criterios de enjuiciamiento debe ser el


adecuado para determinar el grado mínimo de punición. Ciertamente, si optamos
por una perspectiva ex post, el ámbito de lo punible será mucho más limitado que si
consideramos que ya un peligro ex ante debe entrar en el ámbito de lo punible.

b) Opción personal: la peligrosidad ex ante

Para ello hemos de volver la mirada sobre el fundamento de punición de la tentativa.


Como se ha mencionado, la protección de la vigencia de las normas se basa en una
expectativa de confianza que el Derecho ofrece al ciudadano de que las normas
serán respetadas por terceros y, por tanto, sus bienes no se verán lesionados.
Puede entenderse, así, como la protección de un cierto grado de seguridad
cognitiva, de modo similar, entonces, a como el Derecho penal protege el bien
jurídico de la seguridad individual sancionando los delitos de amenazas y
coacciones.

Desde esta perspectiva, podría entenderse que toda tentativa de delito lesionaría, al
igual que lo hace un delito de amenazas, daña la seguridad subjetiva e individual,
además de poner en peligro otro bien jurídico como la vida o la salud. No obstante,
existe una diferencia fundamental entre la forma como el Derecho penal protege esa
expectativa de seguridad desde los fines de la pena y cómo la protege en relación
con el delito de amenazas. Y esa diferencia es la que va de lo individual a lo social,
de lo subjetivo a lo intersubjetivo.

Así, en el delito de amenazas se protege la seguridad cognitiva entendida como un


interés personal, reconducible al ámbito de intereses de una determinada persona,
de una concreta víctima. En cambio, con la protección de la expectativa de la
vigencia de las normas se aspira a garantizar ese margen de confianza desde a la
sociedad como conjunto, entendiendo que el menoscabo de seguridad se produce
no sobre una concreta víctima, sino sobre una generalidad indiferenciada de
ciudadanos: ese es el componente de lesividad social que asociamos antes al
efecto de quebrantamiento de la vigencia de la norma.

Expresado en otros términos: con relación a ese menoscabo de la seguridad


podemos adoptar dos perspectivas distintas: la perspectiva subjetiva de la concreta
víctima, o la perspectiva intersubjetiva de la sociedad como conjunto. Pues bien,
esas dos perspectivas se corresponden, o pueden hacerse corresponder, con las
dos perspectivas enjuiciamiento del peligro: ex ante y ex post.
La perspectiva ex post puede asociarse al que tendría la concreta víctima por el
hecho de que para que la víctima de una acción de tentativa se sienta amenazada
en su seguridad la acción debe conllevar un peligro que sea visible desde su
contemplación de la acción. No digo que ello siempre tenga que ser así: puede
haber casos en que la víctima, al igual que el autor, desconozca que la pistola está
descargada, y una acción no peligrosa ex post como es disparar con una pistola
descargada sí pueda ser efectiva para menoscabar su seguridad subjetiva. Pero
puede establecerse esa correspondencia porque con carácter general la perspectiva
ex post se aproximó a la que tuviera la concreta víctima, en tanto que percibe el
hecho desde una perspectiva distinta de la del autor. Supuestos evidentes de esa
correspondencia son los casos en los que en realidad no existe una concreta
víctima, como el disparo a un cadáver. En ellos, aunque ex ante apareciera la acción
como peligrosa, por no ser perceptible a ese espectador objetivo situado en el lugar
del autor ese hecho, ex post la conducta siempre será inocua.

Esa correspondencia entre perspectiva ex post y perspectiva de la seguridad de la


víctima individual ha sido empleada por algunos autores para, desde un fundamento
de punición cercano al que aquí se sostiene, limitar el castigo a las acciones que
sólo ex post resulten peligrosas para el bien jurídico.

Así, por ejemplo, los primeros defensores de la teoría de la impresión (Frank, von
Bar) sostuvieron que acciones con víctima inexistente no podían generar esa
inseguridad retrospectiva, por cuanto no podría sentir la amenaza. De modo similar
argumenta en la actualidad Zaffaroni, o, siguiéndole, Cavallero. El primero de ellos
parte de que el fundamento de la tentativa radica en la afectación al bien jurídico,
siendo una de las formas posibles de dicha afectación la sensación de inseguridad
de su titular con respecto a la disponibilidad de sus bienes. Por tanto, afirma
Zaffaroni, esa disponibilidad también se ve afectada, además de en los casos de
lesión o peligro, “cuando la conducta en concreto, sin haber puesto en peligro el
bien, haya podido perturbar al titular de su disponibilidad como consecuencia de la
sensación de inseguridad que la acción le infunde”. Y ajanclara expresamente que
no se trata de que la sensación de seguridad la tengan los demás, sino de que el
propio titular perciba la acción como amenazadora.

Y Cavallero, siguiendo de Zaffaroni, concluye en que por ello “en el conocido


ejemplo de quien apuñala a su enemigo en la cama, siendo que éste había fallecido
poco antes, el hecho podrá causar alarma social, pero es obvio que no será punible
porque no hay bien jurídico que haya podido ser objeto de peligro o de
perturbación”.

Ha sostenido en Alemania a Zaczyk, partiendo de postulados kantianos. Sostiene


este autor que el fundamento del delito radica en que con él se lesiona el
reconocimiento interpersonal de la libertad del ciudadano. Y que en la tentativa
inidónea, aunque no se ponga en peligro el objeto material del bien jurídico, también
se lesiona ese reconocimiento, manifestado en el quebrantamiento de la confianza
de la víctima en que el autor respetará su libertad. Pero como esa relación de
reconocimiento ha de existir realmente, y para ello es precisa la existencia tanto del
autor como de la víctima, los supuestos de ausencia de víctima quedarán impunes,
porque no podrá lesionarse esa confianza.

Aparte de por evidentes incongruencia en la proporcionalidad valorativa de las


conductas, al dejar impunes los supuestos de ausencia de objeto mientras castiga
casos de inidoneidad en los medios, el problema esencial de esta concepción
radica, a mi modo de ver, en que yerra en el enfoque que el Derecho penal adopta
en la protección de la expectativa de seguridad. Lo que la pena persigue es enviar
un mensaje a la sociedad como conjunto acerca de la vigencia de las normas, por lo
que la necesidad de su aplicación no podrá limitarse a los casos en que la propia
víctima se siente amenazada por la tentativa, sino cuando esa acción tenga el grado
de seriedad suficiente como para repercutir en las expectativas generales de
seguridad y de respeto a las normas. Expresado en otros términos, el significado
comunicativo de la acción delictiva que interesa al Derecho penal no es el basado
en la relación entre el delincuente y la concreta víctima, sino el basado entre el
delincuente y la sociedad, encarnada ésta en el ordenamiento jurídico, que es
donde se hallan las normas que permiten regular la convivencia. Por ello, lo
relevante no será la expectativa de seguridad de una víctima en particular, sino la
que la sociedad tiene acerca del cumplimiento de las normas.

Siendo el contenido de la vigencia de las normas la expectativa de que terceras


personas no lesionan los bienes jurídicos protegidos por las normas, para afectar
esa vigencia, la acción, como digo, deberá ostentar un cierto grado de seriedad de
cara a la consecución de ese fin, la cual viene dada por un cierto grado de
racionalidad en la selección de medios y en la satisfacción de los fines que persigue
la acción.

Pero esa racionalidad, que puede entenderse como sinónimo de peligro, por cuanto
es la amenaza de lesión lo que se enjuicia, no debe analizarse desde la perspectiva
de la víctima, sino desde la del destinatario de la norma, por cuanto lo relevante es
el significado de la acción realizada por ese destinatario para la misma norma de
conducta. Es decir, desde una perspectiva ex ante.

A su vez, el juicio sobre la potencialidad lesiva de la acción no podrá limitarse a la


representación que tuviera el mismo autor, porque lo relevante no es sólo el
significado que el autor otorga a su hecho, sino el significado que la sociedad otorga
a lo realizado por el autor. En otras palabras, la contemplación de la acción no
puede ser subjetiva: la del autor, sino intersubjetiva, la de la sociedad. Es decir, una
perspectiva ex ante objetiva.

Por todo ello, considero que es ese criterio de enjuiciamiento del peligro el que
puede venir a plasmar esa exigencia mínima de racionalidad, y, por tanto, de
trascendencia intersubjetiva, al establecer un standard generalizador conformado en
torno a una representación compartida que de la realidad tiene el conjunto de la
sociedad. La perspectiva ex ante de enjuiciamiento del peligro puede vincularse, así,
a la protección generalizada de la vigencia de las normas.

Ello, por lo demás, podría fundamentarse desde las afirmaciones del mismo Jakobs,
cuando pone de manifiesto por qué la imputación de responsabilidad penal ha de
ser “objetiva”: porque en la valoración de la situación típica no son decisivas las
opiniones individuales del autor, de la víctima o del tercero acerca del significado del
comportamiento, sino que lo decisivo está en lo que una persona racional en el rol
respectivo tomaría como “significado” de desautorización de la vigencia de la norma.

De cara a su corrección política criminal, debe resaltarse además que con ello
vienen a satisfacerse las exigencias de prevención que se operan desde los dos
medios de que el Derecho penal dispone para su fin de protección: norma de
conducta y pena impuesta.

(1) Desde la norma de conducta, y su función directiva de conductas, la figura


del espectador objetivo como encarnación del destinatario de la norma no hace
perder puede ejercer perfectamente una función de motivación. Por parte del
finalismo extremo, y de algún sector doctrinal en la actualidad, se llegó a la
conclusión de que el contenido de la prohibición sólo podía establecerse desde la
representación subjetiva de los elementos típicos, porque sólo desde lo
representado por el concreto destinatario podía elevarse contra él una prohibición
eficaz. Ello, por lo demás, les llevaba a tener que reconocer que la misma tentativa
supersticiosa constituía un injusto penal.

Frente a lo afirmado por este sector de la doctrina, considero que, siendo necesario
adoptar una perspectiva ex ante de lo prohibido para esa motivación, en absoluto es
obligado acoger además una perspectiva subjetiva. Y ello es así porque la norma
que, objetivamente configurada, prescribiría: “No debes realizar una acción que
según un juicio racional pueda producir un resultado X” será siempre interpretada
por el destinatario como: “No debo realizar una acción que según mi comprensión
de la realidad pueda producir un resultado X”, puesto que todo aquel que quiere
producir un resultado cree que los medios empleados serán adecuados para el
mismo (en caso contrario no existiría dolo), y creerá que su acción por muy
irracional que sea está prohibida por la norma. Lo que ocurre es que si su proyecto
lesivo no alcanza ese grado medio de racionalidad, por mucho que lo crea, el autor
no habrá realizado una acción prohibida, sino sólo habrá querido realizar una acción
prohibida. No ha de ser el autor, en suma, quien determine el contenido de lo
prohibido, sino la norma.

(2) Desde la pena impuesta, el carácter objetivo y racional de ese criterio de


enjuiciamiento ex ante permite encarnar las repercusiones sociales que la acción
tendría de cara a la vigencia de las normas, frente a la que habría de reaccionar la
pena.
El derecho penal se legitima únicamente en virtud del fin de prevención de
conductas lesivas para la libertad del ciudadano. A su vez, la imposición de la pena,
con su contundente incidencia en la libertad del ciudadano a quien se aplica, sólo
puede legitimarse cuando la acción realizada conlleve un daño para la libertad de
terceros. Con la peligrosidad ex ante de la acción puede establecerse un límite a la
punición de la tentativa que, al mismo tiempo que satisface las necesidades de una
efectiva labor de prevención, halla su fundamento en la irrenunciable exigencia de
lesividad para la libertad ajena.

3.3. ¿Qué es la tentativa en el derecho penal y qué tipos existen?

La tentativa es una calificación o grado del delito cuando este se llevó a cabo en
todos sus actos, sin embargo, el resultado pretendido no se produce por causas
ajenas a la voluntad del delincuente. Constituye una forma imperfecta de ejecución
de un delito y está tipificada en el Código Penal.

Se deben cumplir ciertos requisitos. Se castiga con una pena uno o dos grados
inferior a la que corresponde al delito consumado. Hay tres tipos de tentativa, y en la
práctica no debe confundirse con el delito intentado.

3.3.1. Marco legal de la tentativa de delito

La tentativa de delito se encuentra regulada en los siguientes artículos del Código


Penal:

Artículo 15, declarando punible la tentativa de delito:

Son punibles el delito consumado y la tentativa de delito.

Artículo 15 del Código Penal


El artículo 16, sobre definición.
Artículo 62, sobre penalización.

El artículo 132, sobre la penalización cuando la víctima sea menor de 18 años y el


delito de tentativa de homicidio.

Artículo 485, sobre tentativa de homicidio de miembros de la familia real.

También se debe tener en cuenta la jurisprudencia, por ejemplo respecto de casos


en que la aparente tentativa inidónea puede ser punible.

3.3.2. Características de la tentativa de delito

Según el Código Penal, existe tentativa de delito cuando el culpable da inicio a la


ejecución del delito directamente por hechos exteriores, practicando total o
parcialmente los actos que objetivamente deberían conducir al resultado que se
propone.
Sin embargo, ese resultado no se produce por causas ajenas a la voluntad del
delincuente.

1. Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente


por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente
deberían producir el resultado, y sin embargo éste no se produce por causas
independientes de la voluntad del autor.

3.3.3. Artículo 16.1 del Código Penal

Se diferencia del delito intentado en que en éste el delincuente evita


voluntariamente cometer el delito, desiste de su ejecución o impide la producción del
resultado. En este caso, queda exento de la responsabilidad penal, aunque persiste
la responsabilidad por otros actos ejecutados.

Desde el punto de vista objetivo, se justifica la penalización por el comienzo de la


ejecución, mientras que la menor penalidad se explica por no haberse alcanzado el
resultado.

Considerando el punto de vista subjetivo, se mantiene la sanción en base a la


peligrosidad del delincuente y su grado de intencionalidad claramente demostrado.

3.3.4. Requisitos de la tentativa de delito

Para poder delimitar como grado de tentativa la comisión de un delito se deben


reunir tres requisitos básicos:

El autor debe haber realizado hechos exteriores que representan el comienzo de


ejecución de un delito. Es decir, debe existir voluntad de cometer el delito. Deben
concurrir el dolo y todos los demás elementos subjetivos del tipo concreto de delito
de que se trate.

Los hechos exteriores deben ser los adecuados para la producción del resultado
perseguido.

No se debe haber producido el resultado por causas ajenas o independientes del


comportamiento del delincuente. De lo contrario cabe la figura de delito consumado.

3.3.5. Penalización del delito en grado de tentativa

Según el artículo 62 del Código Penal, para establecer la pena se debe evaluar:

El peligro inherente al intento.

El grado de ejecución alcanzado.


A su vez, el Código Penal establece que corresponde una pena uno o dos grados
menor que la equivalente al delito consumado.

A los autores de tentativa de delito se les impondrá la pena inferior en uno o dos
grados a la señalada por la Ley para el delito consumado, en la extensión que se
estime adecuada, atendiendo al peligro inherente al intento y al grado de ejecución
alcanzado.

3.3.6. Artículo 62 del Código Penal

En base a la doctrina, se puede afirmar que cuanto mayor sea el número de actos
ejecutados para alcanzar la consumación del delito, mayor será el peligro inherente,
y por lo tanto menor la reducción de la pena.

3.3.7. Tipos de delito en grado de tentativa

Según el artículo 16 del Código Penal, la tentativa admite diferentes clasificaciones.

Desde el punto de vista de la realización de actos, se clasifica en:

1. Tentativa acabada: El autor lleva a cabo todos los actos que darían lugar al
resultado buscado.
2. Tentativa inacabada: El autor lleva adelante parte de los actos delictivos, sin
llegar tampoco al resultado.

Desde el punto de vista de los medios utilizados, los tipos son:

3. Tentativa idónea: Se dan todas las características, pero el resultado no llega


a alcanzarse por un hecho ajeno al autor del delito.
4. Tentativa inidónea: El resultado no se alcanza a causa del medio utilizado,
que, precisamente, no es idóneo para alcanzar el resultado. Este grado de
tentativa es punible por el peligro ocasionado al bien jurídico protegido. Hay
varios casos en que este requisito parece estar ausente y sin embargo puede
ser considerado punible según la doctrina.
5. Delito imposible: Se produce cuando aun realizando los actos y utilizando
los medios adecuados, el delito no puede consumarse por inexistencia del
objeto. Sin embargo, es punible si existe un objeto delictivo, aunque diferente
del previsto por el delincuente.

Respecto del objeto, se denomina delito putativo, imaginario o ilusorio. Se da


cuando el sujeto cree que está realizando un ilícito cuando los actos que cumple son
lícitos.

El delito putativo no es punible, pues aunque existe la voluntad de producir daño, no


hay peligro para el bien jurídico protegido.

3.3.8. Diferencia entre tentativa y actos preparatorios


La tentativa supone realizar todos los actos preparatorios y comenzar con la fase de
ejecución del delito, pero sin llegar a consumarlo. Por lo tanto, debe existir la
voluntad de cometer el delito y la ausencia de un desistimiento voluntario, en cuyo
caso se trataría de un delito intentado.

El delito se encuentra en fase de ejecución cuando:

Los actos exteriores son reveladores de la voluntad de cometer un delito.

Existe una proximidad espacio temporal entre los hechos que llevarían a la
consumación del delito.

Los hechos conducen unívocamente a la consumación, es decir que si continúa la


acción se cometió el ilícito.

Podemos establecer las siguientes diferencias entre la penalización de la tentativa y


los actos preparatorios:

Ante la consumación del delito los actos preparatorios son impunes, ya que lo
punible, según el Código Civil, son los delitos consumados y las tentativas de delito.

Por otra parte, en muchos casos no resulta tan fácil diferenciar entre actos
preparatorios y principios de ejecución, por lo cual hay varias teorías.

Junto a lo anterior, hay algunos requisitos obligatorios, pero hay otros que son
variables como la cercanía temporal, actos externos que conforman acciones
inofensivas entre otros.

CONCLUSIONES

1. La tentativa está presente cuando, con el objetivo de cometer un delito, ha


comenzado el sujeto su ejecución con medios apropiados y no ha realizado todo lo
que es necesario para la consumación del mismo por causas independientes de su
voluntad. La tentativa nace en el momento mismo en el que el agresor crea con su
actividad una situación de peligro para un bien jurídico.

2. El delito es consumado cuando el bien jurídico tutelado ha sido lesionado o


puesto en peligro mediante la producción del resultado externo previsto en el tipo.
En cambio el delito se da en grado de tentativa, cuando el bien jurídico atacado
realmente se creyó en peligro de que se produjera ese resultado externo típico.

3. De lo expuesto hasta el momento se concluye que es de gran importancia tener


en cuenta a la hora de establecer la sanción al sujeto comisor del delito el avance
de sus actuaciones, es decir, hasta qué punto desplegó todo el accionar necesario
para que se produjera la consumación del delito aunque haya sido interrumpido por
causas ajenas a su voluntad; ya que de no ser así se estaría violando el principio de
proporcionalidad que establece que a mayor delito, mayor pena y a menor delito,
menor pena.

BIBLIOGRAFÍA

● Rafael. Alcácer, la tentativa y los fines del Derecho Penal.


● Yoruanys Suñez, T. (2012), La Tentativa en el Desarrollo del Inter
Criminis,Departamento de Derecho Universidad Nacional del Sur, Argentina.

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