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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Trabajo Fin de Grado

EL apego en las
relaciones de pareja
y en la sexualidad

Alumno/a: Lorena Quijada Ayas

Tutor/a: Mónica Henández López


Dpto.: Psicología

Junio, 2020
Índice

Resumen/ Abstract…………………………………………………………..….3

1. Introducción………………………………………………………………….....4

2. El apego y las relaciones de pareja………………………………………….....12


2.1 Cambio de las figuras de apego en la jerarquía…………………………….14
2.2 Influencia de los estilos de apego en las relaciones de pareja……….…….15
2.3 El apego romántico………………………………………………………...17
2.4 Dependencia emocional……………………………………………………19
2.5 Estrategias de regulación afectiva……………………….…………………21

3. Apego y sexualidad……………………………………………………….……22
3.1 Interacción entre los sistemas de apego, sexual y de cuidados…………….22
3.2 Satisfacción sexual…………………………………………….…………..24

4. Conclusiones………………………………………………………………......25

5. Referencias bibliográficas……………………………………………………...27

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Resumen
El apego es un vínculo afectivo que el niño forma desde la infancia con su
cuidador principal, convirtiendo a este en su figura de apego. Según la relación que el
niño establezca con esta figura, desarrollará un estilo de apego seguro o inseguro. El
estilo de apego adquirido influirá no solo en el comportamiento del individuo en la
niñez, si no que tendrá gran influencia en las relaciones interpersonales que se
establezcan en la adultez.
Este trabajo se centra en la influencia que tiene el apego en los distintos
comportamientos de las personas al involucrarse en una relación de pareja y su
influencia en diversos aspectos de la sexualidad.

Palabras clave
Apego, estilos de apego, relaciones de pareja, sexualidad

Abstract
Attachment is an affective bond that the child forms from childhood with his
primary caregiver, making him his attachment figure. Depending on the relationship the
child establishes with this figure, he will develop a style of attachment that is safe or
unsafe. The style of attachment acquired will influence not only the behavior of the
individual in childhood, but will also have a great influence on the interpersonal
relationships established in adulthood.
This work focuses on the influence that attachment has on people’s different
behaviors by engaging in a partner relationship and their influence on various aspects of
sexuality.

Key words
Attachment, attachment styles, relationship, sexuality

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1. Introducción al concepto de apego

La teoría del apego enunciada por John Bowlby (1958) y llevada a la


investigación empírica por Mary Ainsworth (1970), se basa en el vínculo afectivo que el
niño forma con sus padres o cuidadores y establece una de las formulaciones teóricas
más consistentes en el área del desarrollo socioemocional. Esta se ha visto reforzada en
el transcurso de los años con diversas investigaciones, convirtiéndose en un área
fundamental de la investigación evolutiva (Oliva, 2004).
John Bowlby (1986, 1998), fue un psicoanalista creador de la teoría del apego.
Concibió esta teoría como la predisposición que tienen las personas a crear vínculos
afectivos sólidos con otras personas y la ampliación de las distintas formas de
manifestar sentimientos de angustia, depresión y/o enfado cuando experimentan una
pérdida.
El fundamento de la teoría del apego es comprender que las personas desde que
nacen requieren establecer una relación por lo menos con un cuidador principal, con el
objeto de desarrollarse social y emocionalmente, de acuerdo a la normalidad. Es decir,
la fundación de este vínculo primario sustenta la seguridad del niño pero también
influye en la posterior seguridad del adulto, pudiendo limitar las relaciones futuras. Esta
teoría se basa en la interrelación, primordialmente entre la madre y el hijo, u otra
persona que cumpla la función de protección. No es únicamente la necesidad del niño,
también es la de los adultos que se colocan en este lugar, se trata de personas sensibles y
receptivas a las relaciones sociales, que actúan resistentemente como cuidadores durante
el tiempo transcurrido entre seis meses y dos años. El apego entre el cuidador y el bebé
es una relación recíproca, el bebé se apega al cuidador y este al bebé.
Con el comienzo del bebé a gatear y andar, empieza a usar sus figuras conocidas
como base de confianza y seguridad. La forma en que reaccionan estas figuras conduce
a establecer ciertos modelos de apego y lleva a crear patrones internos que dirigirán las
percepciones individuales, emociones y pensamientos del niño (Bowlby, 2014).
Para Bowlby (1986), el comportamiento de apego, es la motivación del niño
hacia la búsqueda de cercanía con sus padres o cuidadores, por tanto es todo aquel
comportamiento que da posibilidad al individuo de adquirir y conservar cercanía con
otra persona, que es considerada más fuerte. Las funciones primordiales de las figuras
de apego del niño serían aportarle una base segura, animándolo así a explorar; es
fundamental que estas puedan protegerlo y contenerlo cuando lo necesite (Garrido,

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2006). La calidad del apego entre el niño y su cuidador principal está muy relacionada
con lo que proporcionan a la relación cada uno de los individuos y con la forma en la
que influye el uno en el otro (Botella, 2005). El tipo de apego se encuentra vinculado
con ciertas variables como son la práctica personal y la estructura genética (Weaver y
Waal, 2002), sí el cuidado satisface las necesidades requeridas, las respuestas ante el
lloro, el tipo de alimentación ofrecida, la colaboración y el reconocimiento de la figura
de apego.

La construcción del vínculo de apego entre el niño y su cuidador se establece en


cuatro fases (Bowlby, 1969; Ainsworth, 1969):
1. Fase de pre apego: ocurre durante los dos primeros meses. Se producen
comportamientos que el bebé incluye en su genética y que se estimulan con
la presencia humana. Aparecen varias señales en el bebé que suelen tener
mayormente un carácter reflejo, aunque algunas también incluyen carácter
sensorial y perceptivo, permitiéndole a este comunicarse y tener
conocimiento de las personas que se encuentran a su lado. Por ejemplo:
orientar la mirada, sonreír o dejar de llorar.
2. Fase de formación del apego: ocurre del segundo al sexto mes. Durante esta
fase el bebé emite señales de diferenciar a las personas conocidas de las
desconocidas, esto le lleva a cierta interactuación con su cuidador,
dirigiendo hacia este los comportamientos expresados en la fase anterior.
3. Fase clara de apego: ocurre de los seis meses hasta los dos años. Durante esta
fase se producen muchos cambios, que conllevan a consolidar el vínculo
afectivo entre el bebé y su cuidador. Además de la aparición del sistema de
apego, se manifiestan otros sistemas, como son el sistema del miedo,
haciendo aparecer conductas de precaución, temor e inhibición, que son
expresadas en el momento que el niño vive situaciones de novedad,
especialmente si implican la aparición de personas desconocidas. El sistema
afiliativo, hace que el niño exprese conductas hacia la búsqueda de
proximidad con personas familiares. El sistema exploratorio, beneficiado por
el movimiento independiente del niño, hace que este exprese conductas
exploratorias hacia el ambiente real. El movimiento autónomo del niño hace
que realice nuevas conductas para encontrar la proximidad con la madre,
encontrando así la estabilidad entre la exploración y la seguridad, que son

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indispensables para su correcto desarrollo. Estas conductas llevan a elaborar
la idea de “base segura”, es decir, la madre es un individuo independiente
pero a la vez permanente, al que puede acudir aunque no esté en contacto en
ese momento.
4. Formación de una relación recíproca: ocurre de los dos años en adelante. En
las personas, la interrelación entre la madre y el hijo dura toda la vida.
Ainsworth propone que existe un enlace entre las fases de apego de Bowlby
y las etapas cognitivas de Piaget. Para que se produzca una relación
recíproca el niño habrá tenido que vencer el egocentrismo (Piaget,
1964/1991). Este debe de tener la capacidad para entender las metas de su
madre y así poder ejercer una interacción con sus metas particulares.

Para obtener una buena relación recíproca, la madre debe proporcionar ciertas
respuestas. Es esencial que esta tenga sensibilidad frente a los avisos que emita el bebé,
además de concordar sus acciones respecto a estos avisos. Otro aspecto fundamental es
que las iniciativas de relación del bebé produzcan respuestas de la madre predecibles y
acorde con las necesidades que presente (Barg, 2011).
Si se llevan a cabo adecuadamente estos aspectos, se formará un vínculo de
apego sano que proporcionará al niño una base segura por parte de los padres y lo
animaran a mantener una conducta exploratoria en base a ellos (Bowlby 1979).
Las características del establecimiento del vínculo de apego determinan patrones
representativos de si mismo y de los otros, que continúan actuando a lo largo de la vida
e influyendo en la creación de vínculos posteriores (Barg, 2011).

Mary Ainsworth fue doctora en psicología del desarrollo y trabajó


colaborativamente con el psicólogo John Bowlby en el instituto Tavistock de Londrés,
donde investigaron el vínculo de apego y las consecuencias que producían las
separaciones prolongas con la madre en el desarrollo social del niño. Ainsworth quería
desarrollar técnicas metodológicas que le permitieran definir y medir con claridad estas
relaciones (Carrillo, 1999).
Ainsworth elaboró un experimento de laboratorio, la Situación del Extraño
(Ainsworth y Bell, 1970), para investigar la consonancia entre comportamientos de
apego y exploración en niños, en circunstancias de elevado estrés (Oliva, 2004). El
experimento residía en crear dos sucesos de separación entre el niño y su cuidador. El

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apego del niño se cataloga en función de la conducta que haya manifestado en la
separación y especialmente en la actitud al volverse a encontrar con su cuidador
(Mendiola, 2008). La situación experimental constaba de ocho sesiones, con una
extensión de unos veinte minutos cada una. Se inicia el experimento introduciendo a la
madre y al niño en una habitación de juegos, en la que transcurrido poco tiempo entra
otra persona desconocida. La persona nueva juega con el niño, mientras la madre
abandona la habitación dejando a ambos solos. La madre vuelve a entrar y
seguidamente a salir, pero esta vez sale con la persona extraña, quedándose el niño
totalmente solo. Para concluir la madre junto con la desconocida vuelven a entrar en la
habitación con el niño (Oliva, 2004).
Los descubrimientos de Mary Ainsworth demostraron que los infantes desde
muy pequeños presentan diferencias individuales respecto a la conducta de apego que
tienen con su madre y que la “sensibilidad” de esta, es decir la habilidad que tiene para
percibir, entender y regular las manifestaciones de estrés, era un gran predictor de la
clase de apego del niño (Acevedo, 2017). Respeto a las discrepancias encontradas en el
comportamiento que presenta cada niño, se describieron tres patrones de conducta que
hacen referencia a los diferentes estilos de apego instaurados. Se hizo una
diferenciación esencial entre el estilo de apego seguro y el inseguro.

1-Niños de apego seguro: el niño usa a su madre a modo de base segura, se sienten
cómodos incluso en situaciones nuevas, si ella se encuentra a su lado, la utilizan para
comenzar a explorar, y seguidamente regresan a su lado. En el momento que la madre
sale de la habitación, se muestran afectados reduciendo su conducta exploratoria, pero
cuando esta regresa, su alegría aumenta y vuelve la conducta exploratoria después del
contacto físico con su madre (Ortiz et al., 2019).
Los niños con apego seguro tienden a tener menor cantidad de problemas en las
relaciones con otras personas, suelen ser más competentes en lo social y lo emocional
(Olza, 2008), mostrándose más cooperativos, empáticos, interesados en aprender y
seguros.
En la adultez, presentan apego seguro las personas que tuvieron y recuerdan una
relación cariñosa y cordial con su figura de apego y fueron criados en un entorno donde
fueron satisfechas sus necesidades (Medina et al., 2016). Estas personas son capaces de
instaurar una dependencia mutua segura, derivando esto en relaciones estables y
satisfactorias (Brando et al., 2008).

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2-Niños de apego inseguro-evitativo: Estos niños muestran poca dependencia en la
situación del extraño, no buscan la cercanía de la madre, al entrar en la habitación se
separaban de ella y empezaban a inspeccionar los juguetes. No parecían afectados
cuando la madre se iba de la habitación y cuando esta volvía no se acercaban a ella ni
buscaban contacto físico, es más, rechazaban el acercamiento (Ortiz et al., 2019).
Los niños y niñas con apego evitativo, suelen presentar más problemas en las
relaciones, manifestando comportamientos evitativos respecto al acercamiento con otras
personas y a la implicación emocional, esto conlleva a que muestren una competencia
baja en lo social y emocional. Se muestran inseguros y preocupados por la cercanía con
su madre debido a que saben que no cuentan con su apoyo y expresan una reacción
defensiva basada en la indiferencia. No aceptan sus necesidades para no sentir
frustración, debido a los rechazos sufridos en su vida (Brando et al., 2008).
Respecto a los adultos, el apego evitativo se manifiesta en personas que tuvieron
y recuerdan una relación fría con su figura de apego y un ambiente de crianza
caracterizado por sentimientos de rechazo y bajas respuestas frente a las necesidades.
Esto se expresa en la adultez con una baja confianza personal y con problemas para
establecer relaciones interpersonales, debido al alto grado de distancia emocional
(Gómez et al., 2012; Medina et al., 2016).

3-Niños de apego inseguro-ambivalente/ansioso: ante una situación nueva estos niños


apenas presentaban conducta exploratoria, porque la mayoría de su atención se dirigía a
saber el paradero de su madre. Se mostraban ansiosos incluso antes de que la madre se
separe de ellos y cuando esta salía de la habitación se mostraban muy afligidos. Cuando
la madre regresaba se mostraban ambivalentes, tratan de estar cerca de ella pero también
presentan sentimientos de irritación y rechazo al contacto (Ortiz et al., 2019).
Los niños con apego ambivalente suelen presentar problemas en las relaciones,
comportándose de manera ambivalente, esto conlleva a una falta de competencia en lo
social y lo emocional, debido a la expresión de conductas de irritación y resistencia al
contacto (Oliva, 2004).
Los adultos ambivalentes-ansiosos se caracterizan por ser individuos que
tuvieron y recuerdan una relación con su figura de apego poco comprensiva y

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ambivalente respecto a la satisfacción de sus necesidades, esto les origina un alto grado
de desconfianza, inseguridad y sentimiento continuo de abandono(Medina et al., 2016).

Más adelante Main y Solomon (1990) especificaron un cuarto estilo de apego


inseguro en niños, denominado estilo de apego desorganizado.

4- Apego inseguro desorganizado: Los niños que manifiestan este estilo de apego
presentan conductas contradicctorias que no encajan con ninguno de los otros estilos de
apego descritos. Estos pueden correr hacia la madre cuando regresa pero no la miran.
Cuando se produce el contacto, parecen tranquilizarse, pero de repente se enojan y
comienzan a llorar. La confusión que presentan, puede representar que posean el apego
más inseguro Ortiz et al., 2019).
Los niños y niñas con apego desorganizado presentan más problemas en las
relaciones conforme van creciendo, mostrando comportamientos confusos, que derivan
en un bajo nivel de competencia en lo social y lo emocional.
En la adultez, las personas con un estilo de apego desorganizado, se encuentran
incómodos sincerándose con otras personas y dependiendo de ellas, por este motivo
evitan iniciar relaciones (Fraley, 2019).
Respecto a las diferencias culturales, se defiende el planteamiento de que
diversos aspectos principales de la teoría del apego sugieren ser universales. La gran
mayoría de los niños establecen un vínculo de apego como mínimo con un cuidador
principal y utilizan a este como base segura desde la que realizan una conducta de
exploración. Además en diversos contextos culturales el cuidado sensible o la calidad
del cuidado es un detonante para que los niños experimenten seguridad. No obstante, es
relevante considerar que aunque estos aspectos sean considerados como universales, no
significa que no existan desigualdades culturales en las relaciones de apego (Sroufe et
al., 2018). En las diferentes culturas, que tienen distintos entornos de acomodación,
existirán diferencias entre la costumbre de crianza más conveniente. Debido a esto
cambiarán las conductas y respuestas de los cuidadores frente a las señales de los niños.
Estas costumbres o interrelaciones que se manifiestan con los niños, pueden ser
incompatibles con las bases de adaptación filogenética (Hinde y Stevenson-Hinde,
1990).
Una gran parte de las investigaciones sobre las conductas de apego que había
realizado Ainsworth habían sido sobre niños de cultura occidental. Esto causaba que en

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los experimentos de la Situación del Extraño se manifestaran conductas parecidas en la
mayoría de los niños, destacando el estilo de apego seguro entre los demás. No obstante,
en los últimos tiempos se han estudiado otras culturas y los resultados obtenidos ponen
en duda la universalidad de la Situación del Extraño como método de evaluar el apego
(Oliva, 2004).
Aunque en las diferentes culturas ciertas conductas y respuestas en el adulto
sean iguales y beneficien el desarrollo del infante, también se presentaran gran cantidad
de conductas que tendrán sentido en un contexto cultural específico, de esta manera, la
forma en la que influya, ya sea positiva o negativamente, en el desarrollo socio-
emocional del infante, se encontrará sin lugar a dudas mediada por la cultura (Oliva,
2004).

Bartholomew (1991,1997), planteó una edición renovada de los estilos de apego


que desarrollan los adultos basándose en cuatro tipos. Esta propuesta se origina
basándose en la siguiente consideración: si el patrón interno, en base a Bowlby, se
compone por dos modelos que se encuentran relacionados, el de sí mismo y el de los
demás, dan lugar a cuatro categorías y no tres. El modelo interno se compone por la
incorporación del modelo de sí mismo como expresión de autoestima y el modelo de los
demás como expresión de confianza a las otras personas.
El modelo de sí mismo, manifestado como aspectos de autoestima, refleja el
talento del individuo para regularizar el nivel de dependencia hacia las otras personas.
Un individuo seguro reconocerá el nivel de dependencia de la otra persona, y esto es lo
que se necesita para cubrir las necesidades de afecto, y asegurar su independencia.
El modelo de los demás, se manifiesta como aspectos de confianza, por lo tanto,
los individuos expresarían confianza o desconfianza hacia otras personas. En las
relaciones entre dos o más personas, la confianza es manifestada en forma de evitación.
Un individuo seguro no presentaría razones para rechazar las relaciones cercanas con
los demás (Rincón, 2018).
Si se considera el planteamiento de Bartholomew sobre la dependencia y
evitación, como dos elementos que interactúan, debido a que cada persona podría
posicionarse con un nivel alto o un nivel bajo en las escalas de dependencia y evitación,
originando los cuatro tipos de apego planteados.

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Según Gómez J. (2009):

1-Seguro: se trata de individuo que experimenta comodidad con la independencia, se


califican por un bajo grado de dependencia y evitación.
2-Preocupado: son individuos propensos a experimentar reacciones de ansiedad y
ambivalencia en circunstancias de proximidad, se califican por un alto grado de
dependencia y sin embargo, un bajo grado de evitación.
3-Ausente: son individuo que rechazan tener una necesidad de apego, manifestando una
gran evitación. Expresan su autonomía de defensa, no aceptan sus necesidades de
afecto. Estas personas se caracterizan por un bajo grado de dependencia y un alto grado
de evitación.
4-Miedoso: se tratan de individuos que rehúsan las relaciones, debido a que tienen
miedo a la intimidad. Aceptan que precisan de las demás personas, pero experimentan
un gran miedo a la cercanía. Se caracterizan por un alto grado de dependencia de
evitación.

Figura 5 Estilos de apego


Fuente: Bartholomew y Gómez

Después de introducir el apego y los estilos de apego que se pueden adquirir en la


infancia y la adultez, a continuación se tratarán desde la perspectiva del apego las
relaciones de pareja y la sexualidad. Esto incluye aspectos como las particularidades de
relaciones de pareja en base al apego romántico, la dependencia emocional que se puede

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crear con la pareja y las estrategias de regulación emocional que podemos aplicar en
situaciones amenazantes. También se hablará sobre la interacción de los sistemas de
apego, sexual y de cuidados y para finalizar se tratará el tema de la satisfacción sexual
en base al estilo de apego adquirido.

1. El apego y las relaciones de pareja

Las relaciones afectivas entre adultos comprendidas a través de la teoría del


apego, ha generado un ámbito importante para analizar el amor y las relaciones de
pareja (Zapiain et al., 2011).
La construcción de una base segura es de vital importancia para desarrollar
correctamente la personalidad, influyendo en la capacidad de tener relaciones afectivas
cercanas con otras personas (Casullo y Fernández Liporace, 2005).
Las personas adultas crean sus modelos internos particulares en relación al
cuidado que obtuvieron de sus figuras de apego en la niñez; estos modelos suelen ser
permanentes durante toda la vida, aunque pueden modificarse según las nuevas
vivencias y relaciones con otras figuras relevantes (Ortiz et al., 2019). Las funciones del
apego en adultos van cambiando a lo largo de la vida, esto ocasiona cambios en la
manera de relacionarse, influyendo el estilo de apego que se vaya asumiendo (Fraley,
2019). Estas funciones a menudo son satisfechas por la pareja quien asume el rol de
figura de apego principal y suelen ser: ayudar a sobrevivir, aportar una constancia en el
cuidado de los hijos si los hubiese, adquirir en la relación cierta estabilidad emocional,
facilitar el éxito en la intimidad, ejercer como una base segura haciendo que la otra
persona se sienta protegida y cuidada y favoreciendo así su exploración, etc (Eyras,
2007).
De igual manera que el niño establece un vínculo de apego con su cuidador en el
trascurso de varias fases, el proceso por el que se establece este vínculo con la pareja
consta de fases similares, según Zeifman y Hazan, (1997) y Hazan y Zeifan, (1999):

-Pre-apego: comienza con la atracción entre dos adultos, en esta fase se perciben
actuaciones que favorecen la interacción con la otra persona, como pueden ser sonrisas,
contacto ocular, expresiones faciales, entre otras. Aquí se muestra entusiasmo, respeto y
gran interés incluso por cosas banales provenientes de la otra persona..

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El elemento de apego expresado en esta fase es la búsqueda de proximidad,
siendo la finalidad principal la interacción en el ámbito sexual. No obstante, se pueden
manifestar muestras de cariño y afectuosidad como expresiones de cuidado y apego
para el establecimiento de un vínculo de pareja si hay perspectiva de un posible
compromiso (Hazan et al., 1994).

-Formación del apego: se produce el enamoramiento, que conlleva una gran activación
fisiológica, produciendo alteraciones en las etapas del sueño y el hambre, manifestando
una gran energía y provocando el deseo continuo de mantener contacto físico con la otra
persona. En esta fase se produce la idealización de la otra persona y se manifiestan
conductas propias de un vínculo de pareja como pueden ser susurros, contacto corporal,
abrazos después de mantener relaciones sexuales e intercambio de información. Esto
genera un apoyo emocional entre ambos, adquiriendo componente novedoso del sistema
de apego: el refugio emocional.
Si la relación termina en esta etapa, se pueden experimentar sentimientos de
tristeza o un bajo estado de ánimo, pero no ansiedad intensa o alteración en el
funcionamiento diario, como ocurre al terminar una relación de apego consolidada,
debido a que las carencias emocionales que se presenten podrán ser cubiertas por las
personas más cercanas, como pueden ser familiares y amigos.

-Apego definido: la sobreestimación producida anteriormente se convierte en una


percepción más real de la persona. En el transcurso de la relación, aumenta la
familiaridad de la pareja, se reduce la continuidad en la práctica de actividades sexuales
y los temas emocionales y afectivos adquieren una mayor importancia.
En esta etapa, se prioriza el pasar tiempo juntos y se mantienen conversaciones
de toda clase de temas, no sólo se habla de temas personales o de la relación en
determinado. Se produce la calma y el bienestar en ambos componentes de la pareja.
En la producción de apego se reduce la ansiedad, y si se termina la relación en
esta fase se puede experimentar estrés y ansiedad por la separación y producirse
alteración del sueño y el hambre, debido a que el apego en la pareja se encuentra
condicionado por el sistema de opioide de uno de los componentes al estímulo del otro.

-Corrección de metas: la conducta de los individuos de la pareja se estabiliza, y esto


conlleva a una reducción de los comportamientos de apego y de la práctica sexual.

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Disminuyen la frecuencia y la duración de conductas como el contacto visual y el
contacto físico, incluyendo el de cuidado y el íntimo. Se empieza a prestar más atención
y a buscar estimulación en aspectos que difieren de la relación, produciéndose
conversaciones sobre temas muy variados, que muchas veces no tienen relación con la
pareja o con aspectos personales. En esta fase, aunque parezca que la conexión
emocional no es tan intensa como en otras etapas, hay una enorme interdependencia. A
pesar de que el sistema de apego no esté activo, la pareja es la base de seguridad.

2.1 Cambio de las figuras de apego en la jerarquía

El apego se encuentra en todas las etapas de la vida. Si su desarrollo es adecuado


a lo largo de esta, producirá un entorno agradable para instaurar nuevas relaciones y
conservar el bienestar psicológico (Ortiz et al., 2019). Generalmente las expresiones de
apego son de menor intensidad después de la niñez, aunque el afán de cuidados y amor
está presente siempre, y sobre todo es necesario cuando la persona atraviesa momentos
difíciles, de estrés o ansiedad, alterándole así su bienestar (Lafuente y Cantero, 2010).
El niño desarrolla un vínculo desde los primeros años de vida con su figura de
apego, que puede ser su madre u otro cuidador (Ortiz et al., 2019), pero conforme este
va creciendo, ciertas funciones del apego se modifican pasando de los padres hacía
compañeros iguales, a los que suelen recurrir para intentar resolver los problemas que se
le presentan a diario. A pesar de esto, los padres se mantienen como la base segura
para seguir explorando. (Fraley, 2019). En concreto, desde la adolescencia ocurre una
variación progresiva de los diferentes elementos de la conducta de apego en dirección a
otras figuras diferentes de los padres, esto produce un cambio de orden de las figuras de
apego en la jerarquía, ocurre de forma secuencial en el transcurso del ciclo vital según
Lafuente y Cantero, (2010):
-En el trascurso de la niñez, las principales figuras de apego del niño
normalmente serían los padres, continuados por los abuelos, hermanos y otros
parientes afines como pueden ser tíos y primos.
Esto es lo habitual en familias tradicionales, pero no tiene porque ser
necesariamente así. Por ejemplo para un niño que pasa mucho tiempo con su
abuela la principal figura de apego será esta, al igual que para otro niño lo puede
ser su niñera.

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-En la adolescencia los padres permanecen como las figuras de apego iniciales,
al igual que los abuelos y hermanos. Con el avance de la etapa los amigos van
adquiriendo ciertas funciones de figura de apego. La pareja puede empezar a
aparecer como figura de apego.

-En la juventud, junto a los padres, los amigos y la pareja se posicionan como
figuras principales de apego. Después se situarían los hermanos, abuelos, tíos,
primos y aparecen otros familiares como pueden ser cuñados y sobrinos.

-Llegada la edad adulta, la pareja estable en mucho casos se trasforma, en la


figura principal de apego, no obstante los padres o los hijos también pueden
ocupar este lugar. A continuación se sitúan los hermanos, amigos y demás
familiares.

2.2 Influencia de los estilos de apego en las relaciones de pareja

La teoría del apego plantea que los estilos de apego se manifiestan durante la vida
en nuevas relaciones y adoptan un papel fundamental en las relaciones de pareja (Hazan
y Shaver,1987), debido a que son lazos que benefician la intimidad y el cuidado entre
ambos (Fraley y Shaver, 2000).
Según Ainsworth, los estilos de apego se mantienen permanentes con el paso de
los años, estos se expresan en las relaciones adultas como una manera de afecto,
manifestada por ambos componentes de la pareja, como resultado de las vivencias de la
infancia que perduran en el tiempo (Pierucci y Luna, 2014).
Con la pareja se establece una relación de respeto, amor, cariño y compañía, no
obstante, en ciertas ocasiones este vínculo no resulta ser lo más beneficioso para la
persona; esto tendrá que ver con los estilos de apego encontrados en la relación.
Cada persona en la relación con su pareja creará un sistema de conductas en
base al tipo apego inculcado (Perez et al., 2019). Estos también influyen en las
emociones, actitudes y tácticas de conducta en la relación de pareja (Gillath y Shaver,
2007).
Según Rincón (2018) se pueden presentar los siguientes estilos de apego entre la
pareja:

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-Apego seguro de pareja: esta pareja se encuentra compuesta por dos individuos que
manifiestan un tipo de apego seguro. Ambos miembros de la pareja manifiestan gran
flexibilidad para permanecer en la posición de dependencia o cambiar a la de soporte.
La competencia de afinidad que experimentan les permiten percibir los sentimientos de
su pareja en las dos posiciones. Esta pareja es capaz de manifestar las necesidades de
bienestar y contacto.
Presentar un estilo de apego seguro es un elemento relevante para conseguir que
la relación de pareja se conserve constante (Hollan et al., 2012)

-Apego inseguro de pareja: la pareja compuesta por dos miembros con un estilo de
apego inseguro, en general suelen presenta un déficit de flexibilidad, cooperatividad y
reversibilidad, también muestran un alto nivel de rigidez entre ambos respecto a la
posición de dependencia o soporte.
A continuación se detallan más en profundidad las características que
presentarían las parejas con apegos inseguros concretos.

-Pareja evitativa-evitativa: las personas que manifiestan apego evitativo presentan


problemas para admitir que tienen cierta dependencia hacia sus parejas y que son
vulnerables. Esta pareja exhiben un bajo nivel de conflicto y mantiene una relación poco
afectiva y distanciada.
Ambos individuos de esta pareja requieren poca demanda emocional por parte
del otro, ya que poseen autosuficiencia emocional, sin embargo, esta suele ser
defensiva.

-Pareja preocupada-preocupada: los individuos inseguros que componen esta pareja


tienden a intensificar o exagerar sus necesidades con el objetivo de producir una
respuesta por parte de su pareja, demandando un continuo contacto emocional, pero
oponiéndose a contactos emocionalmente intenso, esto conlleva que siempre se
encuentre insatisfecho. Esto es debido a que los componentes de esta pareja
experimentan una sensación de privación de afecto y una creencia de que la pareja
nunca satisface sus necesidades afectivas.
Estas parejas experimentar un alto grado de desacuerdo y conflicto, esto se debe,
a que cada uno de ellos quiere que el otro complazca sus necesidades de vinculación,

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pero rehusa toda respuesta por parte del otro porque la considera insuficiente, ambos se
encuentran en una continua competición por la posición de dependencia.

-Pareja evitativa-preocupada: Esta pareja se caracteriza por presentar un alto grado de


conflicto. El individuo preocupado se caracteriza por presentar el mayor descontento y
el evitativo tiene la creencia de que el problema solamente reside en el desagrado de la
pareja. Normalmente los dos individuos reconocen que el evitativo, rehúye de ocupar la
posición de dependencia, pero a su vez, rechaza cualquier necesidad de dependencia del
otro.
El continuo conflicto reside en que la persona preocupada siempre se siente
necesitada y a su vez emocionalmente abandonada, sin embargo, la evitativa
menosprecia las manifestaciones de necesidad de dependencia de la otra persona. Esto
provoca que la persona preocupada intensifique las demandas para solventar su carencia
de protección y cuidado, y por consiguiente la evitativa también incrementa sus
reacciones de defensa respecto a tales solicitudes.

Según Magai (1999) los modelos de parejas con una mayor posibilidad de
presentarse son: el primer lugar apego seguro de pareja, donde los dos miembros son
seguros. A continuación se daría un emparejamiento donde un componente de la pareja
tiene un estilo seguro y otro presenta un estilo inseguro, primero seguro-preocupado y
segundo seguro- huidizo y por último se presentarían parejas con diferentes estilos de
apego inseguro, como es huidizo-preocupado. Es menos normal que se presenten
parejas con el mismo estilo de apego inseguro, como pueden ser dos personas con apego
preocupado o dos personas con apego huidizo.

El tipo de apego que presente el adulto, influye sobre las conductas y


sentimientos que se manifiesten con la pareja. Esto es importante, debido a que dirigen
el nivel de bienestar en la relación (Perez et al., 2019).

2.3 El apego romántico

Las relaciones románticas, son uno de los vínculos con más envergadura en la
vida de las personas, desde la etapa adolescente (Tianyuan y Darius, 2012).

17
Hazan y Shaver (1987), realizaron un planteamiento sobre el amor romántico,
incluyéndolo como un proceso de apego que los individuos viven de maneras distintas.
El individuo desarrollará un estilo de apego romántico, en consecuencia de los
diferentes apego que haya experimentado en su pasado. Las relaciones amorosas se
comprenden como vínculos de apego, debido a que el amor se está relacionado con el
ámbito biológico y con el social.
El tipo de apego de los miembros de la pareja influyen en las relaciones
románticas como expresión de amor por cada uno de ellos. Se basa en las vivencias
infantiles experimentadas, que permanecen durante la vida (Asili y Pinzón, 2003).
En las relaciones románticas, los individuos que presentan un apego seguro, se
involucran libremente en ellas, conservan su independencia, toman sus propias
decisiones y se esfuerzan en manifestar el compromiso, intimidad y sentimientos
característicos de estas relaciones (Bowlby, 1969 como se citó en Pintado y Mendoza,
2016). Según Hazan y Shaver (1987) los individuos con apego seguro describían su
vida amorosa como feliz, amigable, y llena de confianza. Estas personas mantienen
relaciones a largo plazo, que viven con cercanía y emociones positivas, hay una
confianza mutua en la pareja y se aceptan pese a los defectos que puedan tener, además
experimentan una gran resolución de los problemas interpersonales (Pintado y
Mendoza, 2016). Se comportan de forma independiente, mostrando una buena
comunicación con la pareja incluso en ausencia de esta y experimentan un alto grado de
satisfacción en la relación (Ojeda, 2007).
Los individuos que manifiestan un apego evitativo normalmente se sienten poco
valoradas por su pareja. Se caracterizan en las relaciones por ser susceptibles,
cautelosos, siempre se encuentran a la defensiva y tienen miedo a ser lastimados
emocionalmente. Estos describen sus relaciones invadidas por el temor al contacto y
con cambios bruscos en sus emociones (Hazan y Shaver, 1987). Según Feeney y Noller
(2001), las personas con apego evitativo suelen declarar que nunca han estado
enamorados y que tienen bajos ideales sobre el amor. En estos individuos, el amor suele
estar acentuado por el temor a la intimidad, la falta de confianza y por dificultades para
tolerar las imperfecciones de la pareja. Cuando estas personas comienzan una relación,
suelen buscar o inventar razones para terminar con ella (Pintado y Mendoza, 2016).
Los individuos con apego ansioso-ambivalente habitualmente tienen un
comportamiento, respecto a sus relaciones, retraído, evasivo y con miedo a la intimidad
(Bartolomé, 1990 como se citó en Pintado y Mendoza, 2016). Estas relaciones presentan

18
un amor dependiente o adictivo, caracterizadas por la inestabilidad, los celos, un alto
grado de ansiedad, desconfianza y falta del control en la relación. Experimentan una
preocupación obsesiva por el abandono, mostrando gran inquietud o desesperación en
ausencia o incluso presencia de la pareja, debido al miedo de la perdida de la figura de
amor. (Pintado y Mendoza, 2016).

2.4 Dependencia emocional

Según los autores Sirvent y Moral (2007) la dependencia emocional (DE) se


considera una clase de dependencia sentimental que ocurre entre dos personas que no
presentan adicción. Se explica como un modelo permanente de reclamaciones afectivas
fallidas, en un individuo que trata de complacerse a través de interrelaciones de apego
patológico. Como indicadores del trastorno apego patológico incluido en esta
definición, se toman los antecedentes de la persona sobre carencias afectivas infantiles y
presencia de apego ansioso (Moral y Sirvent, 2009).
Según Castelló (2005) la dependencia emocional en la pareja se considera una
necesidad excesiva de afecto que un individuo experimenta respecto al otro individuo de
la pareja durante las diversas relaciones que tenga en su vida.
En la DE influyen estados emocionales, cognitivos, motivacionales y
comportamentales hacia la pareja, encontrándose convicciones erróneas respecto al
amor, la afiliación, la convivencia de la pareja y la interdependencia, que conllevan
respuestas emocionales insatisfactorias para el demandante.
Los rasgos que definen a las personas con dependencia emocional son la
vulnerabilidad emocional, que se expresa con una ceguera hacia la otra persona debido a
las atribuciones, ilusiones y expectativas que se tienen respecto a esta, sentimientos
negativos como son tristeza, culpa, soledad, desánimo, vacío emocional, temor a la
soledad, insatisfacción y un alto nivel de frustración (de la Villa et al., 2018). También
la posesividad en la relación, es característica de estas personas, provocándoles una
insuficiencia para poner límites y espacio entre ambos, además de la exigencia de una
gran cantidad de cariño y amor, que muchas veces se consigue a través de
manipulaciones como la victimización o incluso la agresión en ciertas ocasiones
(Huertas et al., 2019).
Los comportamientos de la persona dependiente como pueden ser sumisión y
estado de ánimo condicionado por el de la pareja (Castelló, 2005), además del cambio

19
en la complacencia de las apetencias y necesidades de uno mismo por los de la pareja
(Mallor, 2006), tienen la función de lograr la atención de la pareja, preservar su
cercanía, evitar disputas y mantener el vínculo afectivo. Aunque las demandas excesivas
de afecto y la sumisión debida a la idealización de la pareja llevan a relaciones de pareja
desequilibradas (Huertas et al., 2019), en las que el miembro de la pareja sin
dependencia emocional pueden adquirir un comportamiento dominante (Momeñe et al.,
2017). La dependencia emocional sufrida se convierte en un modelo permanente de
necesidades emocionales que tratan de ser satisfechas de una forma inadecuada con la
pareja (Huertas et al., 2019).
El apego se encuentra muy unido a la dependencia emocional (Valle et al., 2018).
Las personas con dependencia emocional pueden establecer modelos de vinculación
disfuncional con la pareja cuando el amor se transforma en una necesidad y crear una
disputa entre ambos (de la Villa et al., 2018). La relación entre la pareja puede conducir
a un apego dependiente, expresando signos patológicos que disminuyen la autonomía
personal y pueden presentar síntomas de abstinencia con la separación de la pareja (de
la Villa et al., 2018). La irreprimible necesidad de estar cerca de la pareja se equipara al
“craving” que siente un individuo adicto (Sophia et al., 2007). Se producen afectos y
apegos idealizados, que se entienden como necesarios y positivos, pero que además de
perjudicar a las personas con DE, también dañan la relación de pareja (Huprich et al.,
2013). Estas personas se amoldan a la relación, permitiendo que la pareja decida por
ellas y evitando así tener conciencia del problema (de la Villa et al., 2018). No son
capaces de dejar la relación, ni de pensar en su vida sin la pareja, aunque sientan un
descontento en ella (Skvortsova y Shumskiy, 2014). La pareja se trasforma en su mayor
referente, convirtiéndose en el motivo de su existencia y dándole sentido a su vida, la
cual gira alrededor de ella (Momene et at., 2018).
La dependencia emocional se puede desarrollar en el individuo por factores
muy diferentes, como puede ser la sobreprotección de los padres (Huertas et al., 2019),
la falta de afecto en edades tempranas (Cubas et al, 2004) y en ciertas ocasiones el
maltrato emocional y/o físico en la niñez (Castelló, 2000; 2005, Moral y Sirvent, 2009).
Como ya se ha comentado anteriormente las situaciones vividas con la figura de
apego en la infancia repercuten en las relaciones interpersonales posteriores (Feeney y
Noller, 2001), así los dependientes emocionales intentan satisfacer de forma inadecuada
las necesidades emocionales insatisfechas en la niñez (Skvortsova y Shumskiy, 2014),
siendo la pareja quien satisface esas necesidades, actuando como base segura. Las

20
personas que manifiestan un apego ansioso o preocupado tienen una mayor relación con
la dependencia emocional (Momene et al., 2018).

2.5 Apego y regulación emocional: Estrategias de regulación afectiva

La definición sobre regulación emocional que propusieron Gross y Thompson


(2007), remarca que esta reside en sacrificio que realizan las personas, de una forma
consciente o no, para influir en la potencia y permanencia de sus emociones en base al
instante que se originan, la destreza que implica y su manifestación.
Hay ciertas estrategias que las personas empleamos para obtener un grado
aceptable de bienestar. En primer lugar se encontrarían las estrategias primarias, que
serían las reacciones absolutas y perceptibles, que nos conducen a un efecto de calma
(López, 1984). La búsqueda de proximidad, es la estrategia de apego primaria que los
seres humanos innatamente emplean cuando perciben una amenaza y necesitan el
cuidado de otra persona (Lafuente & Cantero, 2010).
En segundo lugar, se encontrarían las estrategias secundarias, que se activan
debido a la falta de reacción por parte de la figura de apego, o cuando la reacción que
proporciona esta figura, no se entiende, no es segura o no produce satisfacción en el
demandante (López, 1984).
Según la teoría del apego, las estrategias de regulación emocional que cada
persona utilice en las diferentes situaciones estresantes que se puedan presentar, se
relaciona con las cualidades propias de cada persona y del apego que muestren (Shaver
& Mikulincer, 2002).
Los diferentes tipos de apego están vinculados a emociones concretas, a su
manifestación y regulación, por esto, se emplearan determinadas estrategias en relación
al apego que presente la persona (Garrido, 2006). Los individuos con apego seguro,
utilizan la estrategia primaria, buscando cercanía con la figura de apego, con el objetivo
de recibir protección y bienestar. En cambio, los individuos que presentan estilos de
apego inseguros, utilizan la estrategia secundaria, que puede manifestarse de dos formas
diferentes, produciendo la sobreactivación de la necesidad de apego para evitar el
abandono o desactivando estas necesidades de apego para evitar el rechazo (Mikulince y
Shaver, 2003).

21
3. Apego y sexualidad

La sexualidad es un componente básico de las personas compuesta por


elementos fisiológicos, emocionales y cognitivos (Carrobles et al., 2011). Esta se
encuentra muy influenciada por el estilo de apego que se presente en las relaciones de
pareja (Sánchez, 2017).
Jonh Bowlby (1969) indicó en su teoría del apego que el desarrollo de las
personas se produce por la relación de varios sistemas motivacionales, y gracias a estos,
las personas pueden satisfacer sus necesidades básicas, como son las emocionales y
sexuales.
Las personas suelen ser propensas al contacto, a establecer vínculos con otras
personas, al amor y a buscar el placer sexual. El deseo sexual es una emoción compleja
que sostiene de lo biológico, influida por la cultura, que origina una acción y activa la
conducta sexual, individual o compartida con otra persona. La conducta sexual
compartida actúa como una conexión entre el sistema sexual y el sistema de apego,
encontrándose ambos en la intimidad. La intimidad se manifiesta según los estilos de
apego, así según la teoría del apego, estos estilos actúan creando expectativas y
produciendo modificaciones en la percepción respecto a las relaciones de proximidad.
La capacidad que poseen las personas de intimidad, está relacionada con la seguridad de
apego, por lo tanto las personas que hayan tenido en un pasado relaciones afectivas
deficientes, tendrán más problemas a la hora de establecer relaciones de intimidad
(Rincón, 2018).

3.1 Interacción entre el sistema de apego, sexual y de cuidados sexual

Según la Teoría del apego, la pareja se compone por la interacción de tres


sistemas de conducta. Estos sistemas son: el de apego, el sexual y el de cuidados. La
correcta actividad de cada sistema beneficia la conservación de los lazos afectivos y
produce satisfacción en la pareja, sin embargo, los problemas en su funcionamiento,
pueden producir inestabilidad en el vínculo afectivo, provocando disputas y un bajo
nivel de satisfacción e inestabilidad en la pareja (Chaves et al., 2018).
El sistema de apego se encarga de satisfacer las necesidades afectivas durante el
ciclo vital, tiene como finalidad alcanzar una adecuada percepción de protección y
seguridad emocional por parte de las personas. El apego intervención en las relaciones

22
de amor, especialmente en la calidad y estabilidad de estas. Las personas con apego
seguro son las que establecen mayor estabilidad y calidad en sus relaciones. Sin
embargo en las relaciones de personas con apego inseguro se producen más
alteraciones. En las personas con apego ansioso, ocurre una excesiva estimulación del
sistema de apego, ocasionando una mayor sensación de amenaza o rechazo. Sin
embargo las personas con apego evitativo producen una desactivación del sistema, que
se emplea como una trasformación para eludir la dolencia que se puede producir por la
ignorancia de la figura de apego (Bowlby, 1969; Shaver y Mikulincer, 2006).
Por otro lado, el sistema de cuidados que interviene en la pareja adulta es un
compuesto de diversas actuaciones que favorecen el cuidado que el individuo requiere,
este sistema ayuda a la persona que se encarga del cuidado a reconocer y a dar respuesta
a las necesidades de la pareja y también facilita la manifestación de sentimientos en la
persona cuidada (Rincón, 2018). Con esto se intenta disminuir el sufrimiento y la
necesidad de otras personas ayudando a conseguir una seguridad y bienestar estables
(Zapiain et al., 2011). Este sistema se activará cuando la pareja se encuentre en peligro,
experimente una situación estresante o sienta malestar y cuando necesite apoyo, para así
poder explorar y aprender de ciertas experiencias (Rincón, 2018). Si el sistema de
cuidados tiene un correcto desempeño en una relación de pareja, favorece la percepción
de estabilidad emocional y agradecimiento, sin embargo, el incorrecto funcionamiento
en el momento de empatizar y cubrir las necesidades de la pareja, es una de las
consecuencias primordiales para provocar tensión y disputa entre ambos miembros de la
pareja, esto se debe al incremento de incertidumbre en las competencias y en el amor de
la pareja o a que provoca un alejamiento entre ambos a causa del estrés o la necesidad
que experimenta uno de ellos.
Los cuidados que se aprendieron en las relaciones con la figura de apego en la
niñez, tiene una gran influencia en la manera que se comportan los adultos en sus
relaciones de pareja. Los individuos que poseen apego seguro deducen en mayor grado
las necesidades de su pareja, tienen gran empatía, proporcionando un alto grado de
apoyo emocional y se consideran más eficaces ante amenazas que sufra su pareja o
necesidades que esta tenga, en relación a las personas con apego inseguro. Las
individuos con apego ansioso-ambivalente proporcionan un grado menor de cuidado
sensible y un grado mayor de cuidado compulsivo, esto es debido a los problemas que
presentan a la hora de empatizar con otras personas ante las necesidades que estas
presenten, provocando un aumento de la distancia emocional (Zapiain et al., 2011).

23
El sistema sexual está formado por varios componentes que suscitan a las
personas a buscar la satisfacción erótica mediante el placer sexual. En el sistema sexual
interviene el sistema de apego de manera individual, el objetivo de este es la
conservación del vínculo afectivo, que proporcionará la seguridad y satisfacción
emocional. La incorporación entre los sistemas sexual y de apego debe ser concordante,
aunque esto no siempre resulte fácil, pero de este modo la pareja podrá satisfacer sus
necesidades, tanto sexuales como de seguridad emocional (Rincón, 2018).
Para la concurrencia de los sistemas sexual y de apego se necesita intimidad y
proximidad emocional. Según el tipo de apego que posea el individuo intervendrán de
una manera u otra. Los individuos con apego seguro experimentan menor tendencia a
mantener relaciones sexuales si no se encuentran en una relación de pareja consolidada.
Estas disfrutan de las expresiones de cariño como las caricias, indistintamente del
comportamiento puramente sexual. Estas personas sienten más amor hacía su pareja y
tienen un mayor nivel de entusiasmo y emociones positivas en las prácticas sexuales.
Los individuos con apego evitativo mantenían más relaciones sexuales casuales, sin
compromiso y promiscuas, con un menor nivel de intimidad erótica y satisfacción
sexual. La motivación que sienten estos por mantener relaciones sexuales se basa en
tener control sobre la pareja o en disminuir el estrés, más que en favorecer la unión y el
placer en su pareja. Los individuos con apego ansioso-ambivalente, basaban su
satisfacción sexual en las expresiones de cariño, como pueden ser las caricias, que en
comportamientos meramente sexuales. La motivación de estas personas por mantener
relaciones sexuales se basa en conseguir intimidad emocional, en suscitar
comportamientos de cuidado y evitar el rechazo (Zapiain et al., 2011).

3.2 Satisfacción sexual

La satisfacción sexual se encuentra influida por gran cantidad de variables, como


son el ajuste diádico, la manifestación de las emociones, el aprendizaje, la duración de
la relación, el nivel de enamoramiento, la disposición a la sexualidad, etc.
La seguridad que se percibe de la figura de apego, es un gran predictor del nivel
de satisfacción sexual tanto en hombres como en mujeres. En las mujeres, gran parte de
la satisfacción sexual se basa más en la captación de seguridad en la pareja, que en el
estilo de apego que se presente. En los hombres también se encuentra correspondencia
entre el nivel de satisfacción sexual y la seguridad obtenida por su pareja. No obstante,

24
en estos se asocia más la satisfacción sexual con su propia seguridad de apego que con
la percibida por su pareja. En las mujeres, la manifestación de emociones que percibe
por parte de su pareja, predice mejor la satisfacción sexual que su propia manifestación
de emociones (Barón et al., 2002).

Según Vera (2007) se encuentra una gran relación entre los términos de
satisfacción sexual, satisfacción de pareja y estilo de apego los componentes pareja
(como se citó en Chaves et al., 2018).
En cierta medida, se puede definir el comportamiento sexual de las personas
según el estilo de apego que se haya adquirido en la edad adulta y esto influirá en la
satisfacción sexual que manifiesten (Sánchez, 2017). Normalmente, las personas con un
estilo de apego seguro experimentan más satisfacción sexual que las personas con estilo
de apego ansioso o preocupado. Estas personas encuentran la comodidad con su pareja
en la intimidad y disfrutan de las relaciones sexuales, esto ayuda a que sus relaciones
emocionales sean duraderas y agradables, haciendo que experimenten más emociones
positivas y pasionales durante el acto sexual que las personas con un estilo de apego
inseguro. Los individuos con apego preocupado no experimentan gran satisfacción con
las relaciones sexuales, debido a que su comportamiento sexual se basa en la búsqueda
de proximidad más que en la de satisfacción (Chaves et al., 2018).
Hay parejas que sienten satisfacción en su relación en general, enfocándose más
en lo afectivo y no experimentan la misma satisfacción en el ámbito sexual, y también
ocurre al contrario (Chaves et al., 2018).

4. Conclusiones

Las conclusiones obtenidas tras el desarrollo del presente trabajo son,


principalmente, que el tipo de relación que el niño establece con su figura de apego
desde edades tempranas, condicionará el estilo de apego que este adopte. Este estilo de
apego tiene una enorme influencia sobre la forma de relacionarse con otras personas en
edades más avanzadas, incluso en la adultez. La forma de relacionarse afectará de
manera positiva o negativa a las futuras relaciones de pareja, románticas y sexuales,
como se ha podido comprobar.
Según se va creciendo, se produce un cambio en la jerarquía de las figuras de
apego. En la infancia la figura de apego suelen ser los padres, pero conforme avanzamos

25
en edad cambian nuestros intereses y solemos apegarnos a otras figuras diferentes,
como pueden ser los amigos en la adolescencia o la pareja en la adultez, aunque de una
manera u otra la figura de apego de la infancia siempre permanece presente.
Para la vida de las personas tienen una gran importancia los vínculos de pareja,
debido a que estos son indispensables para poder satisfacer necesidades como el amor,
la compañía, la satisfacción sexual, entre otras. Si la persona no satisface estas
necesidades se producirán consecuencias como la soledad emocional y la frustración
sexual (Zapiain et al., 2011).
Respecto a las relaciones de pareja, tiene gran influencia el estilo de apego que
tengan cada uno de los miembros de esta, así se ha encontrado que las personas con un
estilo de apego seguro experimentan más emociones positivas, muestran independencia,
un menor grado de conflicto con la pareja y mayor aceptación de esta. Este estilo se
asocia a niveles altos de bienestar y satisfacción en la relación. Sin embargo las
personas que presentan alguno de los diferentes estilos de apego inseguros
experimentan más emociones negativas, manifiestan dependencia, celos, un nivel alto
de conflicto, esto se asocia con una baja satisfacción.
La dependencia emocional relacionada con la pareja suele ser característica de
personas vulnerables y sumisas que idealizan a la pareja y tienen una gran demanda
afectiva para cubrir sus necesidades. Esto deriva en una vinculación disfuncional con la
pareja y conflictos en la relación. El estilo de apego típico de estas personas es el
ansioso.
Las personas poseemos unas estrategias de regulación emocional para satisfacer
nuestras necesidades cuando nos sentimos amenazados. La estrategia innata, es la
primaria y si esta no funciona se recurren a las estrategias secundarias.
La sexualidad es una función básica del ser humano y es uno de los aspectos que
más influenciados se encuentra por el estilo de apego que se presente. Para alcanzar un
bienestar sexual, los tres sistemas que interactúan en ella tienen que tener un buen
funcionamiento, es decir, los sistemas de apego, sexual y de cuidados. La satisfacción
sexual se encuentra influida por gran cantidad de variables como puede ser el
enamoramiento o la duración de la relación entre otras, no solo influyen los estilos de
apego que se manifiesten, no obstante según ciertas investigaciones se ha comprobado
que normalmente las personas con un estilo de apego seguro son las que mayor
satisfacción sexual experimentan, sin embargo las personas con estilo de apego inseguro
suelen sufrir niveles altos de insatisfacción en sus relaciones sexuales.

26
Teniendo en cuenta la importancia del apego y del estilo adquirido, ya que
afectan en gran medida a muchos aspectos de la vida, se debería de tener especial
cuidado en la etapa infantil, instaurando personalidades sanas, que se consiguen con el
establecimiento de vinculaciones afectivas óptimas y duraderas, y con esto prevenir
posibles problemas que se pudiesen presentar en el futuro. Se debe inculcar a los
pequeños la búsqueda de propio bienestar y el de los demás, porque los dos se
encuentran estrechamente relacionados.

Las evidencias nos permiten dar relevancia al papel que cumple el estilo de
apego seguro en muchos aspectos, como son la satisfacción de pareja y sexual. Por lo
tanto, sería beneficioso fomentar el desarrollo de un estilo de apego seguro.

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