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El apego en la infancia, estilos educativos parentales y su

relación con la dependencia emocional en estudiantes


universitarios del primer ciclo de la UIGV

Milagros Alcántara Morales


Afiliación institucional
Fecha de presentación del proyecto.
Índice
Índice de cuadros

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

1.1. Planteamiento del Problema:


En la actualidad existe mucha inseguridad y dependencia interpersonal en
los hijos, caracterizado muchas veces por la falta de autoestima. En este
aspecto la dependencia instrumental, que no es más que el estado
psicológico de relaciones interpersonales tóxicas, juega un papel importante
para establecer relaciones poco sanas. Es en la infancia donde se
empiezan a evidenciar estas características con los primeros lazos
afectivos que son los padres, establecimiento un vínculo de apego, ya sea
positivo o negativo.

Es primordial analizar la relación entre estilos de crianza parentales, el


apego en la infancia y la dependencia instrumental, ya que el apego en la
infancia proporciona también por su parte la seguridad emocional
indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. Sin embargo
cuando no es bien llevado puede ocasionar inseguridad al establecer
relaciones ya sea de pareja, amistad o familiares.

1.1.1. Formulación del problema o pregunta de investigación.


¿Cuál es la relación que existe entre los estilos de crianza parentales, el
apego en la infancia y la dependencia instrumental en estudiantes
universitarios del 1er ciclo de la UIGV?

1.2. Objetivos.
Determinar cuál es la relación que existe entre los estilos educativos
parentales, el apego en la infancia y la dependencia instrumental en
estudiantes universitarios del 1er ciclo de la UIGV

1.2.1. Objetivo general


1.2.2. Objetivos específicos

1.3. Justificación y Limitaciones


Hoy en día el apego en la infancia es un factor considerado importante para
el desarrollo de la personalidad de los niños. Así como también el estilo de
crianza y educación de cada familia.

Muchas veces no nos damos cuenta de la importancia de establecer un


vínculo seguro con nuestros hijos ya desde pequeños. Y este vínculo se irá
conformando según las respuestas e interacciones que se tenga con los
hijos a lo largo del tiempo.

Un vínculo seguro ayuda a poder regular las ansiedades que puedan surgir
de situaciones y estímulos nuevos. Pero cuando el estilo del vínculo,
sumado al estilo educativo parental es anormal, crea en los hijos
sentimientos de inseguridad, baja autoestima, y sobre todo una
dependencia afectiva hacia las relaciones interpersonales, creyendo para
ellos mismos que todas las personas serán como sus progenitores.

Este trabajo de investigación se realizará con el objetivo de encontrar una


relación directa entre estos estilos educativos de crianza, el apego en la
infancia y la dependencia instrumental o emocional de los hijos con sus
pares.

CAPÍTULO II. MARCO TEÓRICO (Cuantitativo) o MARCO TEÓRICO


REFERENCIAL (Cualitativo)

2.1. Antecedentes del estudio.

2.1.1. En el extranjero
La dependencia emocional se desarrolla en el individuo según diversos
factores. La mayoría de los estudios (Bornstein, 1992; Schore, 1994;
Castello, 2000; Goleman, 2006; Bornstein, 2011) lo asocian a la
sobreprotección de los padres, sin importar la cultura. Es decir, el
autoritarismo parental se vincula con la generación de dependencias en los
niños, adolescentes y adultos. Si en las relaciones parentales no se
ocasiona la capacidad de ofrecer al niño comportamientos independientes y
autónomos, sobreprotegiendo y evitando todo acto de construcción de su
ser por si mismo (en especial en la adolescencia), el individuo tiene una alta
probabilidad de engendrar una dependencia emocional hacia los demás. Es
decir, la incapacidad de que el infante se desarrolle autónomamente y
aprenda por ensayo – error durante este período crítico. Las modalidades
de padres autoritarios se relacionan con el apego inseguro denominado por
Bowlby (1958), donde el niño es muy dependiente de su figura paternal,
teniendo una ansiedad y miedo constante de separación. La teoría de
Schore (1994) destaca la importancia de las relaciones interpersonales
(como la anteriormente citada de los padres) en la remodelación del
cerebro. A través de la afirmación, mundialmente reconocida, de la teoría
de la neuroplasticidad.

2.1.2. En el Perú

2.2. Bases teórico-científicas.

El modelo de Bolwby
El modelo propuesto por Bolwby se basa en la existencia de cuatro sistemas
de conductas que están estrechamente relacionadas, como son el sistema
de conductas de apego, el sistema de exploración, el sistema de miedo a los
extraños y el sistema afiliativo. El sistema de conductas de apego se refiere
a todas aquellas conductas del mantenimiento de la proximidad y el contacto
con las figuras de apego. El sistema de exploración, muestra una cierta
relación con el anterior, es decir, cuando se activan las conductas de apego
disminuye la exploración del entorno. El sistema de miedo a los extraños es
parte también de esa relación, ya que su aparición supone la disminución de
las conductas exploratorias y el aumento de las conductas de apego. Por
último, y en cierta contradicción con el miedo a los extraños, el sistema
afiliativo se refiere al interés que muestran los individuos, no sólo de la
especie humana, por mantener proximidad e interactuar con otros sujetos,
incluso con aquellos con quienes no se han establecido vínculos afectivos.
Por lo tanto, lejos de encontrarnos ante una simple conducta instintiva que
aparece siempre de forma semejante ante la presencia de un determinado
estímulo o señal, el apego hace referencia a una serie de conductas
diversas, cuya activación y desactivación, así como la intensidad y
morfología de sus manifestaciones, va a depender de diversos factores
contextuales e individuales.

Tipos de apego.
Durante los años sesenta, Schaffer y Emerson (1964) realizaron en Escocia
una serie de observaciones sobre sesenta bebés y sus familias durante los
dos primeros años de vida. Este estudio puso de manifiesto que el tipo de
vínculo que los niños establecían con sus padres dependía
fundamentalmente de la sensibilidad y capacidad de respuesta del adulto
con respecto a las necesidades del bebé. Mary Ainsworth, en el análisis de
los datos que había recogido en sus observaciones de los Ganda en
Uganda, encontró una información muy rica para el estudio de las
diferencias en la calidad de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la
formación del apego. Estos datos también revelaron la importancia de la
sensibilidad de la madre a las peticiones del niño. Ainsworth encontró tres
patrones principales de apego: niños de apego seguro que lloraban poco y
se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre; niños
de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en
brazos de sus madres; y niños que parecían no mostrar apego ni conductas
diferenciales hacia sus madres. Otro trabajo realizado posteriormente en
Baltimore (Bell y Ainsworth, 1972) confirmó estos datos.

Hablamos de estilos educativos a la forma de actuar, derivada de unos


criterios, y que identifica las respuestas que los adultos dan a los menores
ante cualquier situación cotidiana, toma de decisiones o actuaciones”
(Comellas 2003, p. 12). Se habla de estilo por su permanencia y estabilidad
a lo largo del tiempo, aunque pueden existir modificaciones (Climent,
2009). Cuando nos referimos a estilos educativos parentales, hay que tener
en cuenta las tendencias globales de comportamiento, los estilos más
frecuentes, ya que con ello no se pretende decir que los padres utilicen
siempre las mismas estrategias con todos sus hijos ni en todas las
situaciones, sino que los padres, escogen dentro de un marco más amplio
y flexible los posibles estilos educativos (Ceballos y Rodrigo, 1998).
Según Coloma, (1993) son esquemas prácticos que reducen las pautas
educativas a unas pocas dimensiones básicas, que, cruzadas entre sí dan
como resultado diversos tipos de educación parental.

Según Darling & Steinberg (1993) los estilos educativos parentales son un


conjunto de actitudes hacia los hijos que les son transmitidas y que en su
totalidad crean un clima emocional en el cual se expresan las conductas de
los padres. El estilo educativo “parental” es el contexto emocional
(característica del padre) donde toman relevancia las conductas educativas
específicas (González Tornaría, Vandemeulebroecke y Colpin, 2001).

Dentro de la conceptualización de estilos más importantes y en los que nos


detendremos serán el “modelo de autoridad parental” de Baumrind (1966) y
el propuesto por Maccoby & Martín (1983), quienes reformulan la propuesta
de Baumrind.
Desde hace varias décadas el concepto de estilo parental acuñado
por Baumrind (1966) ha sido ampliamente utilizado en investigaciones
acerca de las consecuencias de la socialización familiar sobre la
competencia de niños y adolescentes. Baumrind (1966) propone tres tipos
de estilos educativos parentales en función del grado de control que los
padres ejercen sobre sus hijos: el estilo autoritario, el permisivo y el
democrático.

Los padres que se manejan desde un estilo autoritario le dan una


importancia mayor a la obediencia de los hijos, limitan, circunscriben la
autonomía. Los padres que funcionan desde el estilo permisivo se
encuentran en el extremo opuesto al estilo descripto anteriormente, no
ejercen prácticamente ningún control y permiten el mayor grado de
autonomía. Los que ejercen el estilo democrático son padres que se
encuentran a mitad de camino entre los estilos mencionados anteriormente,
intentan controlar el comportamiento de sus hijos, funcionando desde la
razón y el razonar con ellos y no desde la imposición o la fuerza.

Por su parte, Maccoby & Martin (1983) proponen cuatro estilos parentales a


partir de dos dimensiones afecto/comunicación y control/establecimiento de
límites. El apoyo/afecto refiere al amor, a la aprobación, a la aceptación y a
la ayuda que se les brinda a los hijos. De esta manera los hijos se sienten
amados, aceptados, entendidos y con lugar para ser tenidos en cuenta. La
dimensión control parental hace referencia al disciplinamiento que intentan
conseguir los padres, de esta manera los padres controlan y/o supervisan
el comportamiento de sus hijos y además velan por el cumplimiento de las
normas establecidas por ellos mismos. A partir de éstas dimensiones se
desarrollan cuatro estilos parentales, el autoritario, el permisivo, el
democrático y el negligente. Diversos autores han desarrollado ésta
tipología en estudios o investigaciones (Valdivia, 2010; López-Soler,
Puerto, López-Pina y Prieto, 2009; Gervilla, 2008; Oliva et al., 2007; Ato,
Galián y Huéscar, 2007; Oliva y Parra, 2004; Arranz, Bellido, Manzano,
Martín y Olabarrieta, 2004; Pérez Alonso-Geta, 2003; LLopis y LLopis,
2003; Aguilar Ramos, 2002b; Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001; Palacios,
1999; Ceballos y Rodrigo, 1998, Coloma, 1993).

Los padres que ejercen el estilo democrático (afecto, control y exigencia de


madurez) tienen hijos con un mejor ajuste emocional y comportamental.
Son padres que estimulan la expresión de las necesidades de sus hijos,
promueven la responsabilidad y otorgan autonomía (Torío López, Peña
Calvo e Inda Caro, 2008). El estilo democrático tiene un impacto muy
positivo en el desarrollo psicológico de los niños, manifiestan un estado
emocional estable y alegre, una elevada autoestima y
autocontrol (Arranz et al., 2004). En la adolescencia estos niños tienden a
mostrarse con una elevada autoestima y desarrollo moral y social, además
de un mejor rendimiento académico, (López-Soler et al., 2009) menor
conflictiva con sus padres y mayor bienestar psicológico (Arranz et al.,
2004; Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008) Tienen un mayor interés
por la educación, cuentan con un nivel de satisfacción más alto, así como
también mayor confianza para el afrontamiento de nuevas situaciones y un
mayor grado de independencia. Este estilo implica la combinación de tres
elementos: el afecto y la comunicación familiar; el fomento de la autonomía
por parte de los progenitores y el establecimiento de límites y la supervisión
de la conducta de sus hijos (Oliva et al., 2007). Los chicos y chicas que
perciben más afecto en sus padres y además tienen un mayor grado de
comunicación con ellos, han demostrado un mejor desarrollo emocional, y
un mejor ajuste conductual (Parra, Oliva y Sánchez-Queija, 2004). Ante la
presencia de un monto de afecto importante por parte de los padres, se ha
visto que las estrategias disciplinarias de los adultos fueron más eficaces,
sobre todo en el ajuste de sus hijos e hijas (Oliva, Parra, Sánchez-Queija y
López, 2007). Los padres con estilo democrático trasmiten afecto, brindan
apoyo, promueven la comunicación, establecen reglas a nivel familiar,
procuran su cumplimiento utilizando el razonamiento inductivo como forma
de disciplinamiento, logran autonomía y cooperación en sus hijos, contando
estos con una mayor probabilidad de ser sociables (Alonso y Román,
2005; Lila y Gracia, 2005).

Por otro lado, quienes han crecido y vivido en un ambiente negligente,


presentan un sin número de problemas académicos, emocionales y
conductuales. La falta de afecto, de supervisión y guía, de estos niños y
adolescentes conlleva efectos muy negativos en el desarrollo de los
mismos: sienten inseguridad e inestabilidad, son dependientes de los
adultos, tienen dificultad de relación con sus pares, tienen baja tolerancia a
la frustración. Son niños y adolescentes que pueden presentar conductas
delictivas o abusivas. Es un estilo caracterizado por la indiferencia, la
permisividad, la pasividad, la irritabilidad y la ambigüedad, no hay normas
ni afecto (Montero Jiménez y Jiménez Tallón, 2009; Arranz, et al., 2004).
Es un estilo que utiliza el castigo físico hacia los hijos como medida
disciplinaria, predomina la falta de coherencia, mínimo control e implicación
emocional (Arranz et al., 2004). En ésta categorización de estilos se
encuentran los padres con estilos educativos permisivos y autoritarios.

Los niños, luego adolescentes que viven en hogares con estilo permisivo
demuestran ser poco obedientes, tienen dificultad en la interiorización de
valores, viven situaciones de agresividad en la familia, tienen baja
autoestima, padecen de falta de confianza, tienen bajos niveles de control
de sus impulsos, manifiestan dificultades a nivel conductual, como ser el
consumo de sustancias y alcohol. Los padres promueven una importante
autonomía en sus hijos, los liberan del control, evitan el uso de las
restricciones y el castigo (Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008).

En cuanto a los hijos de padres con estilo educativo autoritario, sus


problemas se plantean a nivel emocional, escaso apoyo, consolidan en los
chicos una baja autoestima y una confianza en sí mismos deteriorada. Las
estrategias educativas reprobativas y poco afectivas se relacionan con el
consumo abusivo de alcohol en adolescentes (Pons y Berjano, 1997). En el
caso de niños se ha relacionado el castigo físico recibido con problemas de
impulsividad y agresión de estos hacia sus pares. (Arranz et al., 2004; ,
1999) Es un estilo que provoca una mayor inadaptación personal y social,
no favoreciendo el ajuste personal ni social (García Linares, Pelegrina y
Lendínez, 2002).

2.3. Hipótesis

2.4. Definición de conceptos. Definición precisa de conceptos que se usarán en


la investigación.

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