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CAPITULO IV (Pág.

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EL PROCESO DE ORIENTACIÓN INDIVIDUAL

En los capítulos anteriores, hemos considerados algunos aspectos del proceso


de orientación individual, destacando en uno de esos capítulos la función de la
entrevista en este proceso.
En este capítulo, trataremos de describir la forma en que se lleva a cabo la
orientación individual. Se identificaran las diversas fases a las cuales se da énfasis a
medida que se realiza la orientación individual y se discutirá detalladamente una de
esas fases: la fase inicial.

MPORTANCIA DE LA ORIENTACION INICIAL


Como dijéramos en el capítulo anterior, la entrevista es el vehículo principal
para llevar a cabo la orientación individual. Sin embargo, las entrevistas que se
lleven a cabo deberían verse en todo momento como parte de un proceso que es
dinámico, flexible, y diferente para orientado. Cada una de las entrevistas debe
contribuir a darle Este carácter dinámico, flexible y diferente al proceso de
orientación.
De todas las entrevistas que se celebran con un orientado, la entrevista inicial
o contacto inicial, es quizás la de mayor importancia. Esta tiene un efecto marcado
en la calidad de la relación que se establece. De hecho la entrevista inicial puede
fijar las bases para una relación solida y constructiva o por el contrario, puede fijar
las bases para una relación poco satisfactoria entre el orientador y su orientado.
La relación entre el orientador y su orientado puede iniciarse mucho antes de
éste venir a su primera entrevista. Todos sabemos que tanto el orientador como el
orientado pueden desarrollar, aún antes del contacto inicial, actitudes favorables o
desfavorables el uno hacia el otro que pueden dejarse sentir en la orientación
individual. Esas actitudes pueden haber surgido, entre otras cosas, como resultado
de la atmósfera general de la escuela y de las experiencias que ésta provee a los
alumnos. El hecho de que existan estos hechos favorables o desfavorables, hace
aún más importante la entrevista inicial. La entrevista inicial sirve para cultivar las
actitudes favorables que hacia el orientador y hacia la orientación trae el orientado
o puede servir para ayudar a éste a modificar las actitudes negativas que trae.
Además, la entrevista inicial puede preparar el terreno para la orientación futura del
estudiante.
En resumen, podemos señalar que los logros a esperase del proceso de
orientación individual dependerán grandemente de la efectividad del contacto
inicial entre el orientador y su orientado.
DESCRIPCIÓN DEL PROCESO DE ORIENTACIÓN INDIVIDUAL
La literatura más reciente en el campo de la orientación señala la
conveniencia de que se familiarice el futuro orientador con la forma o
procedimiento en que se lleva a cabo el proceso de orientación y con la importancia
que se da a las diferentes etapas del proceso a medida que éste se realiza. El hecho
de que el orientador se familiarice con la forma de efectuar el proceso de
orientación no lo llevara a conducirse en forma rutinaria y mecánica, sino que más
bien lo lleva a ver la orientación individual como algo que tiene sus propósitos y
sus metas, como algo que tiene dirección.
A continuación describiremos el proceso de orientación individual dando
énfasis a una serie de aspectos que pueden contribuir a hacer más efectivo este
proceso. Debe recordarse que el propósito principal del orientador no es contribuir
a la solución del problema inmediato del orientado sino ayudar a éste a alcanzar un
grado más alto de madurez que le capacitará para autodirigirse.

Establecimiento de un ambiente de confianza (rapport)

El establecimiento de un ambiente de confianza es un aspecto básico de la


relación de orientación individual. El hecho de que el estudiante venga
voluntariamente a la oficina del orientador o venga porque se le refirió, no
necesariamente implica que se ha de establecer automáticamente una relación
efectiva entre éste y el orientador. El orientador debe dar atención al
establecimiento de un ambiente de confianza (rapport) entre él y su orientado. Por
ambiente de confianza queremos decir que se crea una relación que haga sentir al
orientado cómodo y tranquilo en presencia del orientador. Este ambiente debe
mantenerse a través de todo el proceso de orientación. Para establecer el mismo, el
orientador hará uso de la comunicación verbal y no verbal y de ciertos detalles
físicos. El tono y el ritmo de la voz, la expresión facial, la serenidad y la
compostura por parte del orientador, y por parte del orientado, el concepto que
tiene él sobre el orientador, la versión que tiene sobre la posición asumida por el
orientador respecto a ciertos asuntos controvertibles, la habilidad o falta de ésta que
evidencia el orientador, son algunos de los factores que pueden facilitar o
entorpecer el establecimiento de un ambiente propicio para la orientación.
Asimismo influye en la creación de este ambiente la reputación de que goce el
orientador en el núcleo escolar.
Existen también otros factores que pueden obstaculizar el establecimiento de
un ambiente favorable. Algunos de estos factores son: impedir que el orientado
exprese sus sentimientos libremente, colocar al orientado en la defensiva con las
cosas que se le dicen, introducir material que no viene al caso en las entrevistas,
desatender asuntos que el orientado considere de importancia y carecer de un
concepto claro sobre las funciones del orientador en la orientación individual.
También debe señalarse que las facilidades físicas de que disponga el orientador
puedan ayudar o entorpecer el desarrollo de un ambiente favorable.
Si revisamos la literatura sobre la entrevista de orientación individual,
encontraremos que se menciona una gran variedad de técnicas que ayudan al
establecimiento de una relación efectiva entre el orientador y su orientado. Ninguna
de estas técnicas debe usarse en forma mecánica, pues los resultados negativos no
tardarán en aparecer. Algunas de las recomendaciones que se hacen para el
establecimiento de una buena relación son: 1) saludar al individuo en forma
cordial, llamarlo por su nombre; 2) iniciar la conversación con un tema de interés
para el orientado; 3) no dar la impresión de apresuramiento; 4) evitar las
distracciones e interrupciones mientras se lleva a cabo la entrevista; 5) aparecer
sereno y amigable y 6) ajustar el vocabulario que se usa de modo que el orientado
entienda lo que habla el orientador.
El establecimiento de un ambiente de confianza (rappot) es uno de los
aspectos generales en la orientación individual que Arbuckle discute en su libro
Guidance and Counseling in the Classroom. Recomendamos la lectura de las
páginas 138-144 de ese libro.

Estructuración de la situación
Como parte del proceso de orientación, el orientador debe familiarizar a su
orientado con la naturaleza de la orientación individual y con la ayuda que ésta
puede ofrecerle. En otras palabras, el orientador debe estructurar la situación. Hay
dos razones que justifican la estructuración de la situación: 1) se deja saber al
estudiante lo que puede esperar de la orientación; 2) se da al estudiante una idea del
proceso de orientación individual.
Para estructurar la situación, los orientadores utilizan distintos medios
dependiendo de los puntos de vista que cada uno de ellos sostiene. Algunos
acostumbran a explicar al orientado en forma verbal durante las entrevistas la
ayuda que la orientación individual puede o no puede ofrecerle. Otros celebran
reuniones con grupos de estudiantes y les ofrecen una explicación sobre el servicio
de orientación individual. Algunos ofrecen esa explicación en una hoja escrita.
Otros dicen que no debe hacerse explicación verbal alguna ya que la función del
orientador y las responsabilidades del orientado surgen en el momento de la
intersección entre ellos, no antes de la interacción. Estos definen la situación por
medio de su conducta.
Cada uno de estos medios tiene sus responsabilidades y sus limitaciones. Lo
importante es que el orientador defina de algún modo su función y que ayude al
orientado a comprender la parte que él -el orientado- desempeñará en el proceso.
Deseamos aclarar en este punto que la estructuración no es un procedimiento
rígido y formal y en ningún momento debe el orientador interferir con lo que
verbaliza su orientado sobre sí mismo ni con los sentimientos que expresa porque
cree que debe estructurar la situación. De hecho hay autoridades que dicen que la
estructuración puede hacerse mejor con las maneras que con las palabras. El
orientador no debe perder de vista el propósito principal de la orientación: permitir
al orientador revelar la significación que para él tienen sus problemas y sus metas.
Para el logro de este objetivo se requiere flexibilidad y una diversidad de técnicas.

Recopilación de información.

A medida que se establece el ambiente que hemos hablado y que el orientado


va entendiendo cuál es su función y la del orientador en el proceso, generalmente
pasamos a recoger alguna información sobre el orientado. El énfasis en este punto
es obtener la información. Hay orientadores que dicen que la oportunidad de
recoger información sobre el orientado es un aspecto tan importante como lo es
establecer una relación de cooperación entre el orientador y el orientado.
Contrario a lo que muchas veces pensamos, el orientado ve el hablar de sí
mismo como algo natural. Por supuesto, el orientador deberá ayudar y permitir la
orientado expresarse con libertad cuando éste habla sobre las cosas que le
preocupan, sus metas, su vida en el hogar, sus intereses y cualquier otra
información personal que éste desee revelar. El orientador necesita información
para poder hacer inferencias sobre el significado de esa información. Las
inferencias que haga el orientador pueden ayudar eventualmente al orientado a
reconsiderar el concepto que tiene de sí mismo y de su situación.
Hay ocasiones en que el orientador siente la necesidad de sugerirle al
orientado el contenido de la información que necesita. Esto ocurre generalmente
con el individuo confundido, ansioso o que habla poco. En estos casos, el
orientador debe estar preparado para dar al orientado un número de alternativas en
lugar de darle un área específica para que él explore. El ejemplo que sigue nos pude
ayudar a entender este punto.
El orientado es un estudiante que viene a la oficina del orientador porque
tiene algo que le preocupa. El tiene buena relación con el orientador, pero no sabe
cómo empezar hablar. El orientador piensa que debe ayudarlo y le sugiere que le
hable de cualquier cosa que le interese, o de cualquier cosa que le preocupe en esos
momentos. El orientado dice que nada le interesa, que nada le preocupa. El
orientador le dice: « podríamos hablar de la escuela, de tus amigos, de tus planes
para el futuro, de tu hogar, en fin de cualquier cosa que desees». El orientador le ha
sugerido una serie de alternativas que podrían servir de punto de partida. Es
importante que el orientador recuerde que la entrevista no debe convertirse en un
interrogatorio en que él pregunte y el orientado conteste.

Síntesis de la interpretación de la información: formulación de hipótesis y


predicciones.
A través del proceso de orientación individual, desde el primer contacto, se
sintetiza la información que se va obteniendo del orientado y se busca la relación y
la significación de esa información. El orientador en todo momento se esforzará
por tener un cuadro total de su orientado. Para esto, el orientador y el orientado
considerarán la información obtenida, buscarán su significado y la evaluarán. En
este intercambio con su orientado, el orientador desea hacer sentir a éste que está
en un sitio seguro junto a alguien que lo acepta, y que además desea tener una idea
de sus aspiraciones, sentimientos, creencias, y valores.
Además de la síntesis que hace con su orientado, el orientador, por su parte,
hará su propia síntesis e interpretación. La interpretación de datos sobre el
individuo ofrece dificultades. Cuando se interpreta se va más allá de lo expresado
por el orientado. Después de estudiar y evaluar la información, el orientador hace
algunas inferencias sobre la significación de la información. Luego, revisa, elimina
o retiene algunas de esas inferencias. También establece algunas hipótesis con
relación a la clase de persona que el orientado es; lo que posiblemente éste haga, el
posible éxito que tendrá en las actividades en que participe, lo que necesita hacer
para resolver su problema o cuál es la fuente básica de su dificultad. Esta hipótesis
debe frasearse en forma que puedan ser comprobadas. Si por ejemplo el orientado
dice: «Pedro parece capaz de usar sus recursos internos para resolver su problema»
está formulando una hipótesis que no puede comprobarse. Si por el contrario él
dice: «con toda probabilidad Pedro se unirá al club de Arte, pero se dará de baja en
pocas semanas», está formulando una hipótesis que puede comprobarse cotejando
si Pedro se ha dado de baja o no.
Además, el orientador hace predicciones sobre el comportamiento futuro del
orientado en diversas situaciones. Estas predicciones de orientación individual en
los distintos cursos de acción que él pueda considerar; esto es, tratan sobre su
conducta presente y futura, lo que posiblemente él haga y el éxito que
probablemente alcanzará. Esas predicciones no son absolutas ni finales. El
orientador no dice: «Juan tendrá éxito en sus estudios universitarios». Su
predicción será más o menos en los términos: «todo parece indicar que Juan tiene la
habilidad, la motivación y la madurez para tener éxito en sus estudios de colegio».
En cuanto a la interpretación de la información recopilada sobre el orientado,
el orientador debe recordar que el propósito de la interpretación es que el individuo
relacione su conducta actual con su conducta pasada y que proyecte ambas hacia su
conducta futura.

Planeo y decisión para el futuro


Luego de la formulación de las hipótesis y de las predicciones, la orientación
individual, generalmente da énfasis al planeo y a que el orientado haga una
decisión. El de ayudar a su orientado, a desarrollar y a llevar a cabo un curso de
acción es una de las metas del orientador. Este proceso puede ser amenazante para
el orientado ya que en muchos casos conlleva el moverse hacia metas y actividades
nuevas. Por esta razón, la orientación individual debe liberar al individuo de la
ignorancia, la inhibición y el miedo, de modo que éste, en forma realista, asuma su
responsabilidad al seleccionar un plan de acción.
El plan de acción varía con el individuo. A medida que éste obtiene más
información y logra entender mejor su situación puede modificar su plan. Esto debe
estimularse. Toca al orientador entonces ayudar al orientado a que ponga en
práctica su plan de acción.
Seguimiento
En este punto, termina la relación de orientación individual. En muchos
casos, los orientados se comunican con sus orientadores después de poner en
función sus planes. En otras ocasiones, los orientadores tratan de enterarse de cómo
van sus orientados y, con este propósito, hacen alguna labor de seguimiento.
El seguimiento de un individuo ofrece continuidad al proceso de orientación.
También le muestra al orientado que el orientador sigue aún interesado en él.
Debemos advertir, sin embargo, que el seguimiento se haga en forma tal que no
lleve al orientado a pensar que lo están velando. El seguimiento debe dar la
impresión de que el orientador sigue interesado en ayudar al estudiante.
Es importante recordar que el proceso que hemos descrito no es un proceso
mecánico. Las actividades que se incluyen, -crear un ambiente propicio, estructurar
la situación, obtener información, sintetizar, evaluar o interpretar esa información,
establecer hipótesis, hacer predicciones, planear y hacer decisiones para el futuro,
hacer labor de seguimiento- son todas de gran importancia, aunque algunas
adquieran más importancia que otras en ciertos momentos a medida que progresa la
orientación individual. De mayor importancia son, sin embargo, las necesidades de
nuestros orientados. Estas deben tomarse en cuenta en todo momento. Si ignoramos
esas necesidades, difícilmente podremos lograr que nuestro orientado se pare en sus
propios pies y se convierta en un individuo responsable y maduro, que desea y es
capaz de responder por sí mismo. A través de la relación con una persona diestra y
que lo respete y lo entienda, el orientado debe lograr integrar sus fuerzas y
convertirse en una mejor persona.
Mortensen y Schumuller autores del libro Guidance in today´s School,
incluyen un capítulo sobre el proceso de orientación individual que recomendamos
que se lea. Aunque el proceso que ellos describen no es exactamente igual al que
nosotros presentamos en esta obra, su lectura suplementa muy bien la descripción
que aquí hacemos.

FASES DEL PROCESO DE ORIENTACIÓN INDIVIDUAL


La orientación individual consiste de una serie de fases que van recibiendo
mayor o menor énfasis a través de todo el proceso. Esta aseveración implica que
puede haber y de hecho lo hay, traslado entre las diversas fases. Debe notarse que
preferimos hablar del proceso de orientación en términos de fases y no en términos
de pasos que se llevan a cabo uno a la vez, excluyendo los otros pasos. Debemos
recordar que solamente presentamos un marco o un guía ya que las actividades de
orientación no se efectúan en una secuencia exacta.
La literatura sobre la orientación individual se refiere a las fases del proceso y
utiliza diversos términos para denominarlas. Hay quienes piensan en términos de la
formulación del problema como la primera fase, la exploración como la segunda, y
el cierre y planeo futuro como la tercera. Otros incluyen solamente dos fases: la
fase en la que se obtiene la información y la fase de planeo.

A pesar de que se utilizan distintos términos para denominar las diversas


fases, parece existir acuerdo general en cuanto a lo que incluye el proceso total.
Para propósito de este trabajo nos referimos a tres fases: fase inicial, fase explotaría
y fase de planeo y cierre de la relación de orientación individual. Nos referimos a
las fases del proceso de orientación individual y no a fases de la entrevista en
particular. Este enfoque se justifica ya que, a pesar de que la entrevista es el
vehículo principal para ofrecer la orientación individual, en este proceso se utilizan
diversas técnicas además de la entrevista. Deseamos señalar, no obstante, que si se
desea recalcar la entrevista de orientación individual, estas fases que señalamos
para el proceso total de la orientación pueden muy bien aplicarse a la entrevista
exclusivamente. Pensaríamos entonces en términos de entrevista para iniciar la
relación de orientación, en entrevista en que se exploren los problemas presentados
y en entrevistas para el planeo y cierre de la relación de orientación individual.

FASE INICIAL
Como indicáramos en la descripción que hemos ofrecido en el proceso de
orientación individual, en los inicios de este proceso debe darse énfasis a la
preparación para la primera fase y al establecimiento de una relación que permita
trabajar juntos al orientador y a su orientado. Por medio de estos dos énfasis el
orientador espera lograr el objetivo central de esta primera fase.

Objetivo
En la fase inicial, el orientador puede, con algunos de sus orientados, alcanzar
logros que se esperarían de las otras fases del proceso. Esto es así porque no
podemos señalar con certeza dónde empieza y dónde termina cada fase. A pesar de
todo esto, el orientador debe tratar de que en la fase inicial su orientado formule el
problema o problemas que lo llevan que lo llevan a buscar orientación. Este es el
objetivo de la fase inicial.

RECOMENDACIONES PARA LA FASE INICIAL


Existe acuerdo general en que los inicios de relación de orientación
individual, el orientador debe dar énfasis a su preparación para la fase inicial y al
establecimiento de una relación que le permita trabajar con su orientado. A
continuación consideramos estos dos aspectos.

Preparación para la fase inicial


Existen diversas opiniones respecto a la preparación que debe hacer el
orientador para la fase inicial. Algunas autoridades ven la preparación del
orientador para la fase inicial en términos de buscar toda la información que le sea
posible conseguir sobre el orientado con anterioridad al primer contacto. Estas
señalan que el orientador puede buscar el expediente acumulativo del estudiante,
los resultados de pruebas que hayan tomado, los informes que hayan preparado
otras personas sobre el estudiante, etc. Estas autoridades creen que con esa
información, el orientador tendrá alguna idea del orientado y podrá ayudarlo mejor.
Otras autoridades creen que el orientador no debe buscar información con
anterioridad al primer contacto con su orientado. Lo verdaderamente importante, de
acuerdo con este segundo grupo, es lo que trae el estudiante y, por lo tanto, los
esfuerzos del orientador deben dirigirse a lograr que el estudiante exprese lo que
tiene significado para él, que diga cómo él se ve y cómo ve la vida. Estos
orientadores no ven la necesidad de acumular un caudal de información antes de
llevar a cabo la orientación. El orientador trabaja con el orientado como éste se ve y
como los otros lo ven. Para esto, estos orientadores creen que no se necesita
información previa; quizás con saber algunos datos que identifiquen al orientado -
nombre, edad, grado- es sufriente. El orientador se enfrentará al orientado sin una
idea preconcebida de cómo éste es. La idea o el cuadro que forme lo construirán
con lo que éste le dice. El orientador ve su función como una ayuda al estudiante
para que use lo que posee en forma tal queda llegar a dirigirse a sí mismo.
Estos dos puntos de vistas están siendo instrumentados al presente por miles
y miles de orientadores. Por esta razón, debemos estimular a los futuros
orientadores a que lo consideren como un medio de ayudarse en la formación de
una base teórica sólida que fundamente la labor de orientación que realice en el
futuro.
Una recomendación que haríamos a aquel orientador que crea que debe
buscar información con anticipación sobre su orientado, es que obtenga la
información en la forma más sistemática posible y que busque información que sea
característica de su orientado. Esa información debe evaluarse con cuidado y en la
forma más objetiva posible. Con esa información, el orientador tendrá una imagen
de su orientado con anticipación. El orientador debe reconocer que la imagen que él
tiene puede ser contraria a la imagen que de sí mismo tiene el orientado y que
deberá cuidarse de no dirigir la entrevista inicial en tal forma que lleve al orientado
a ajustarse a la imagen que el orientador había formado y a ocultar la imagen que él
tiene de sí mismo.
Creemos que en este punto debemos hacer una advertencia. La cantidad de
información que el orientador decida que necesita sobre su orientado con
anterioridad al contacto inicial, no es la preparación más importante que puede
hacer el orientador para esta fase. Lo más importante es que él esté preparado para
aceptar y tratar de entender lo mejor posible a su orientado y tratar de establecer
una buena relación con éste de manera que haya la posibilidad de crecimiento por
parte del orientado en la dirección que éste desea. El orientador no debe verse
como una fuente para impartir información educativa y ocupacional, toda vez que
la mayoría de las veces los estudiantes presentan dificultades que no requieren que
el orientador les dé cierta información. Un buen número de nuestros orientados lo
que necesitan es establecer una relación con alguien que lo entienda y lo acepte y
que lo ayude a clarificar sus propios sentimientos para poder caminar de ahí en
adelante con mayor seguridad. Para ayudar a su orientado en esta forma, el
orientador no puede fingir; tiene que esforzarse por ver las cosas como su orientado
la ve. Es ésta la única forma de ayudar a su orientado a clarificar y si es necesario a
modificar la percepción que tiene de sí mismo como también la que se ha formado
de las personas o cosas en su ambiente.

Dejando a un lado los puntos de vistas prevalecientes con relación a


conseguir información sobre el orientado con anterioridad al primer contacto,
quisiéramos señalar que todo orientador, como parte de su preparación para fase
inicial de la orientación individual, debe dar atención al ambiente físico que
proveerá a su orientado. El orientado deberá encontrar un sitio cómodo, con buena
luz y ventilación adecuadas, pues estos detalles afectan su estado de ánimo durante
las entrevistas. Además, el orientador debe dar atención a su propio apresto
personal de manera que se enfrente a su orientado sin prejuicios y con la actitud de
que sus actividades ayuden al orientado en su proceso de autorrealización.

Establecimiento de una buena relación


En la fase inicial, otro aspecto tan importante como la preparación para el
primer contacto, que debe recibir especial atención, es el establecimiento de una
buena relación entre el orientador y su orientado. El orientador debe tener siempre
presente que lo que ocurre en la fase inicial, aún en los primeros minutos de la
primera entrevista, es de gran importancia para el desarrollo futuro de la relación.
Por esto decimos que el orientador debe dirigir sus esfuerzos a establecer una
buena relación con su orientado. No presentamos aquí una serie de prácticas que
puede usar o que no debe usar el orientador para establecerla ya que no deseamos
dar la impresión que con saber esas prácticas vamos a conseguir nuestro propósito.
La relación armoniosa surge como resultado de la interacción entre el orientador y
su orientado y depende grandemente de las personas que en ella se envuelven.
Queremos, no obstante, comentar seguidamente sobre algunos factores que
pueden obstaculizar el establecimiento de la relación. Estos no dependen
exclusivamente del orientador, pero va a afectar sus relaciones con sus orientados.
La opinión que tiene el orientado sobre la escuela y sobre las personas que en ella
trabajan afecta la relación. Si el orientado piensa que la escuela es un sitio
agradable y tiene una opinión positiva de las personas que en ella trabajan, esa
opinión lo va a ayudar a relacionarse con el orientador. Lo contrario ocurrirá si la
opinión que tiene el orientado es negativa. El orientado forma estas opiniones a
través de su contacto con las diversas personas con quienes convive en la
comunidad escolar como también con las experiencias que la escuela provee. El
orientador es una de las personas que en el núcleo escolar puede contribuir mejor a
que los estudiantes tengan buenas actitudes hacia la escuela y hacia las personas
que en ella sirven.
Las circunstancias que motivan la entrevista determinan la facilidad o
dificultad con que el orientado y el orientador se aceptan mutuamente. Todos
sabemos que si nosotros deseamos hacer algo o deseamos ir a algún sitio, el hacerlo
nos produce satisfacción. Si no lo hiciéramos, nos sentaríamos defraudados e
inconformes. Esto mismo ocurre a los estudiantes con quienes hacemos labor de
orientación individual. Si el orientado viene donde el orientador porque tiene algo
que le preocupa y cree que si habla con el orientador puede recibir alguna ayuda, el
establecimiento de una buena relación es mucho más fácil que lo que sería si el
orientado viniera porque lo han mandado a la oficina del orientador para que éste
<<lo enderece>>.
La situación puede complicarse también para el orientador por la manera en
que hizo la cita para que el estudiante viniera a ver al orientador. ¿Se recibió bien al
estudiante cuando vino hacer la cita? ¿Le dio el orientador la impresión de que
espera deseoso la oportunidad de relacionarse con él? Si es una oficina, donde hay
una secretaria que se encarga de dar las citas, ¿Fue ésta atenta o actúo con
brusquedad e impaciencia?

Las facilidades físicas del escenario de la entrevista y la personalidad del


orientador afectan el tipo de relación que se establece. Como vimos en el párrafo
anterior, no sólo afectan la relación entre el orientador y su orientado los motivos
que tiene el orientado para buscar orientación, sino que también afecta la forma en
que se reciba al orientado, cuando viene a solicitar la ayuda del orientador. Además
de estos dos detalles, también afecta las facilidades físicas de la oficina de
orientación y la personalidad del orientador. El orientado debe tener siempre
presente la impresión que reciba el orientado cuando entre a la oficina del
orientador. El orientado debe encontrar una oficina relativamente cómoda y bien
arreglada.
Además de fijarse en los detalles físicos de la oficina, el orientado también se
fijará en la persona del orientador. Al saludar a su orientador, el orientador debe
demostrar que se siente cerca de él. Debe cuidarse, sin embargo, de no exagerar su
demostración de acercamiento. Si el saludo es exagerado él orientado puede
alejarse en vez de acercarse. El orientador debe dar la impresión de que dispone de
tiempo para atender a su orientado. Si éste viene sin cita previa, es preferible que el
orientador, si no tiene suficiente tiempo para atenderlo, lo reciba y le indique que
tiene tal o cual actividad que realizar dentro de poco, pero que le gustaría mucho
hablar con él en el primer momento disponible que tengan ambos. En ese momento
puede hacer una cita futura. Es preferible que el orientado encuentre un orientador
que se interesa en disponer de tiempo suficiente para verlo y no un orientador que
piensa que lo que preocupa al estudiante que viene donde él tiene tan poca
importancia que puede atenderse en unos minutos. El orientado pensará que el
orientador no sólo ve su preocupación, -la del orientado- como algo sin
importancia, sino también que lo ve a él en ese mismo plano. Esta impresión pude
hacer muy difícil el establecimiento de una relación constructiva entre el orientador
y su orientado.

Del grado de aceptación que perciba el orientado dependerá grandemente la


aceptación que él dará al orientador. La orientación efectiva del estudiante
depende grandemente de cual aceptado se siente él. El orientado necesita saber si es
aceptado por el orientador o no. El logra ese conocimiento a base de las cosas que
dice y hace el orientador. Diríamos que ambas, la conducta verbal como la no
verbal del orientador, van ayudar al orientado a sentirse aceptado o no.
Hay ocasiones en el que el orientado, con el propósito de ver si el orientador
lo acepta o no lo acepta, utilizará diversas formas de conducta que pueden resultar
chocantes al orientador. Algunos dicen chistes o bromas, o se sientan en posición
que por lo general consideramos indecorosa, o se presentan completamente
desaliñados. El orientador debe aceptar al orientado y su conducta, cuidándose de
no evidenciar ni aprobación de rechazo de lo que haya dicho o hecho el estudiante.

A mayor afinidad entre los sentimientos del orientado y del orientador,


menos dificultad habrá en entender con claridad lo que el orientado nos comunica.
Poder entender los sentimientos del orientado constituye la verdadera tarea del
orientador, ya que nuestros sentimientos nos llevan a actuar de diferentes maneras.
En la fase inicial de la orientación individual, el orientador debe tratar de entender
los sentimientos que está manifestando su orientado en las experiencias de su vida
diaria y a través de la interacción, con las personas que lo rodean. El orientador no
debe dar atención exagerada a las cosas que dice el orientado. Hay ocasiones en
que éste dice algo y el orientador no lo oye bien o no lo entiende con claridad. En
estos casos, es preferible no interrumpir al orientado pidiéndole que repita o que
nos diga lo que quiere decir. Debemos ir detrás de los sentimientos y no de las
palabras .Cuando el orientador capta adecuadamente los sentimientos, éstos lo
llevan a entender mejor el contenido verbal de la entrevista. Debido a esto, el
orientador debe abandonar los esfuerzos exagerados por entender en todo momento
lo que dice o quiere decir el orientado y concentrar sus esfuerzos en entender los
sentimientos que están detrás de las palabras.

FUNCIONES DEL ORIENTADOR EN LA FASE INICIAL

Es de suma importancia que el orientador conozca sus funciones de manera


que dé a la fase inicial la importancia que ésta debe tener. Por esta razón,
discutiremos seguidamente el papel que desempeña el orientador en esta fase.
El orientador ayuda a su orientado a presentar datos; a reflejar actitudes y
sentimientos hacia sí mismo y hacia sus relacionados; examina los objetivos,
necesidades y problemas del orientado.
En la fase inicial, el orientador se esfuerza por ver las cosas como el
orientado las ve y por obtener información suficiente para poderlo entender. El
orientador no da demasiada importancia a los datos aislados, sino que busca
patrones y tendencias en la conducta del orientado. Además, trata de averiguar qué
factores afectan las metas y necesidades de su orientado, produciendo así áreas de
conflicto. También se interesa por descubrir en qué áreas necesita información
adicional.

El orientador trata de establecer una buena relación con su orientado


Este es un punto básico en la fase inicial como también en todo el proceso de
orientación. El orientador en todo momento fija su atención en el orientado y sus
problemas. Los aspectos de la vida del orientado que ellos dos investigan deben
explorarse en una atmósfera libre de tensiones y de presiones. A medida que se
desenvuelve el proceso de orientación individual, el énfasis no está en establecer
una buena relación, sino a mantener la buena relación que ya se ha establecido.

El orientador trata de entender el concepto que el orientador tiene de sí mismo


En la fase inicial, el orientador asume responsabilidad mínima por el
contenido de la entrevista. El orientado es quien controla el contenido. El
orientador, reconociendo que es al orientado a quien debe ayudar, le dará la
oportunidad para que hable, para que exprese cómo se ve a sí mismo, cómo ve a los
demás, cómo cree él que los demás lo ven, qué valores sostiene y qué planes y
metas tiene él para su futuro. Todos estos factores forman parte del concepto que el
individuo tiene de sí mismo. Es de gran importancia para el orientador entender el
concepto que de sí mismo tiene el orientado, ya que si fuera necesaria una
modificación o revisión de ese concepto, el punto de partida tendría que ser lo que
el individuo piensa de sí mismo en ese momento. Para entender el concepto que de
sí mismo tiene el orientado, se recomienda que el orientador utilice técnicas que
reflejan lo que dice el orientado. Estas incluyen el uso adecuado de los períodos de
silencio, el reflejar los sentimientos expresados, el reflejar el contenido presentado
y la aceptación. De estas claves hablamos en el segundo capítulo. La razón por la
cual se recomiendan estas técnicas es porque se alejan lo menos posible de las
intenciones, de las percepciones y las motivaciones del orientado.

El orientador presta atención tanto al contenido verbal como al no verbal de la


entrevista
A pesar de que señalamos este papel al orientador en la fase inicial, debemos
reconocer que el orientador deberá desempeñar este mismo papel a través de todo
el proceso de orientación individual.
La orientación individual hace uso mayormente de conducta simbólica. El
método principal que usará el orientador es el lenguaje hablado. Por medio del
lenguaje verbal, el orientado revive acontecimientos ya pasados, interpreta lo que le
ocurre en el presente y puede vivir en forma vicaria una experiencia nueva. Las
expresiones y gestos faciales, los tonos de voz, la posición del cuerpo y otra
conducta no verbal que éste use mientras se comunica verbalmente, también
desempeñan su papel en el proceso de orientación individual.
Ambas formas de comunicación -verbal y no verbal- forman parte de la
conducta del orientado. El orientador debe tratar de captar la significación que para
el orientado tiene lo que éste comunica para así ayudarlo a desarrollar formas de
conducta que sean más efectivas, actitudes más deseables y reacciones emocionales
más balanceadas.
En la exposición que hemos hecho sobre la fase inicial de la orientación
individual, se han presentado ciertas funciones específicas del orientador.
Indicamos que el orientador debe ayudar a su orientado a presentar datos y a
reflejar actitudes y sentimientos hacia sí mismo y hacia sus relacionados. También
debe examinar los objetivos, las necesidades y los problemas del orientado.
Además debe de tratar de establecer una buena relación con su orientado. Esto
llevará al orientador a entender el concepto que de sí mismo tiene el orientado. El
entender este concepto es un elemento básico a las otras fases del proceso de
orientación individual -la exploratoria y la de planeo y cierre- que se discutirán en
el próximo capítulo.

RESUMEN

Es de gran valor que el orientador se familiarice con la forma o


procedimiento de llevar a cabo el proceso de orientación individual. Por esta razón,
se incluyó en este capítulo una descripción del proceso de orientación individual
empezando con el contacto inicial o entrevista inicial. Se identificaron en esa
descripción las diversas actividades que reciben atención preferente a medida que
se desenvuelve el proceso de orientación. Estas actividades incluyeron:
establecimiento de un ambiente de confianza, estructuración de la situación,
recopilación de información, síntesis e interpretación de la información,
formulación de hipótesis y predicciones, planeo y decisiones para el futuro,
seguimiento.
Luego de la descripción del proceso total de orientación, se identificaron las
diversas fases de que consta el proceso. Se incluyeron tres fases específicas: fase
inicial, fase exploratoria y fase de planeo y cierre. Se insistió, sin embargo, en que
considere el proceso como algo dinámico y flexible.
El capítulo incluyó una descripción detallada de la fase inicial del proceso de
orientación. Se señaló el objetivo que persigue esta fase. También se dio
importancia a los dos aspectos que deben recibir énfasis especial en la fase inicial:
preparación para esta fase y establecimiento de un ambiente propicio para la
orientación. Esta discusión incluyó un análisis de los diversos factores que pueden
afectar favorable o adversamente las actividades que forman parte de la fase inicial.
El capítulo terminó con la descripción de las funciones que debe desempeñar el
orientador para dar a la fase inicial la importancia que ésta debe tener.

LECTURA

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