Según la noción común, la legislación es la promulgación de
las normas, es decir, de los mandatos jurídicos que poseen el carácter de generalidad y abstracción necesarios para regular el desarrollo de la vida social y de las organizaciones en que ésta se concreta, regulando coactivamente la conducta futura de los individuos y de los grupos sociales menores en sus relaciones recíprocas. Igualmente, según la noción común, jurisdicción es la actividad encaminada a garantizar el cumplimiento de las normas, de un lado, mediante la adaptación de las mismas al caso concreto y, de otro, mediante su aplicación coactiva en caso de que falle en cumplimiento espontáneo. Por último, siempre según la noción común, "administrativa" es la actividad concreta, dirigida, a través de una acción positiva, a la realización de los fines concretos de seguridad, progreso y bienestar' de la colectividad. Función esencial en cuanto para la conservación y el progreso de la sociedad son tan esenciales el establecimiento de normas jurídicas y la garantía de su cumplimiento, como aquellas condiciones concretas a que nos acabamos de referir y que la acción del Estado debe realizar. Como a las otras funciones del Estado, la administrativa puede apreciarse desde el punto de vista formal y desde el punto de vista material. Con el criterio formal, la función administrativa se define como la actividad que el Estado realiza por medio del Poder Ejecutivo. Pero considerar con el mismo carácter la expedición de un reglamento, el otorgamiento de una patente o de mar- ca de fábrica y el nombramiento de un funcionario público, solamente porque los tres son realizados por el Poder Ejecutivo, significa prescindir en forma absoluta del análisis de la naturaleza jurídica de esas operaciones; equivale a pensar que todas ellas producen idénticos efectos de derecho, lo cual es contrario a los datos de la realidad. Lo que sucede es que en la legislación positiva, a cada Poder no corresponde una sola categoría de actos intrínsecamente homogéneos, y que, por lo tanto, definir la función por el órgano que la realiza, es igualar con un criterio externo actos que intrínsecamente se diferencian de un modo radical. Es por lo tanto necesario buscar un criterio que revele la naturaleza jurídica de la función administrativa, la cual se exterioriza y concreta en el "acto administrativo" El acto administrativo es a la función administrativa, lo que la ley a la función legislativa y la sentencia a la función jurisdiccional. Para precisar el concepto de la función administrativa, algunos autores toman en consideración la actitud especial que el Estado adopta para realizarla. Laband afirma que "la administración pública es la acción del Estado" contraponiéndola con la legislación que es la voluntad, y la jurisdicción, que es el pensamiento del Estado. Para muchos, la única clasificación posible de las funciones estatales estriba en la separación entre legislación y ejecución. Lo cual no obsta para una posterior bifurcación de esta última en ejecución, en sentido estricto, y jurisdicción.
Dice Ferraris que la legislación no ejercita, en es-
tricto sentido, la autoridad del Estado, manifiesta su vo- luntad, pero no su acción. Por eso se hace necesaria la ejecución de las leyes o, lo que es lo mismo, su puesta en acción.
Para Sayagués "La función administrativa es la
actividad concreta, práctica, desarrollada por el Estado para la inmediata obtención de sus cometidos. Es un hacer efectivo, mientras que la legislación y la justicia son actividades exclusivamente jurídicas”. Hay que reconocer que la acción es característica de la función ejecutiva, pero no es rasgo distintivo suficiente para su adecuada delimitación. Cuando el Estado dicta una ley de reforma agraria, está claro que la función legislativa se agota de suyo con el propio hecho de que dicha ley haya sido elaborada y debidamente promulgada; asimismo, cuando se dicta sentencia condenando a un delincuente a una determinada pena, por resultar probada su condición de autor de cierto delito, la función jurisdiccional se agota, en principio, emitiendo tal juicio. Ahora bien, ni con la ley de reforma agraria ni con el pronunciamiento judicial quedan totalmente satisfechas las necesidades sociales y jurídicas que justificaron aquellas funciones: es necesario además, que la reforma agraria sea efectuada y que el delincuente cumpla su condena en una prisión del Estado. He aquí la necesidad de la ejecución de la ley o de la sentencia, y, que por ende, de que el Estado "actúe" materialmente para que dicha ejecución se realice. Pero es posible pensar en la función ejecutiva sin que aparezca tal manera de actuar. Tenemos, por ejemplo, como un acto de ejecución el nombramiento de un funcionario, que obviamente, no entrañará ni legislación ni jurisdicción, y, sin embargo, aquí estamos también en presencia de un acto jurídico, que en cuanto tal, se agota por el simple hecho de ser emitido. Cuando el Estado realiza estos nombramientos, "actúa", como también actúa cuando legisla o sentencia, pero no mediante una actuación material semejante a la que antes se ha señalado. Hay pues, junto a la actuación material un tipo de "ejecución jurídica" que se descubre al poner en contraste los diversos actos jurídicos estatales entre sí.
Siguiendo el otro criterio de considerar que la ejecución
consiste en realizar prácticamente las normas legales, entonces se incurre en el extremo contrario, pues en tal caso quedan fuera de la función administrativa la mayor parte de los actos jurídicos que estamos acostumbrados a clasificar como actos administrativos. En efecto, cuando el Poder Ejecutivo obra con facultades discrecionales, cuando celebra contratos, y, en general, en todos aquellos casos en que la ley no impone una obligación, sino que se limita a autorizar determinadas actividades, no puede decirse propiamente que esté ejecutando la ley, por más que se esté obrando dentro de ella. Sin embargo, muchas de esas actividades, pueden y deben considerarse como indiscutiblemente administrativas. El concepto de "ejecución de las leyes" aunque es parte de la función administrativa; hasta el punto de que el Poder Ejecutivo, se llama así por haberse considerado que esa era la actividad fundamental de dicho Poder; no es útil para dar una idea de la función administrativa, puesto que, o bien es muy amplio y abarca todas las funciones del Estado, o, por el contrario, es muy estrecho y ni siquiera agota toda la actividad administrativa. 6. Otra tesis sostiene que la función administrativa comprende las "relaciones jurídicas del Estado con los particulares". Es indudable que esa clase de relación forma parte de la actividad administrativa. Los particulares, solamente entran en relación jurídica con el Estado, a través del Poder Ejecutivo y no del Poder Legislativo ni del Judicial; pero también lo es que el entrar los particulares en relación jurídica con el Estado, no constituye la única finalidad del Poder Ejecutivo y que además por ese medio no se llega a determinar la naturaleza jurídica tres las funciones del Estado, la que no sea legislativa ni jurisdiccional, cuyos caracteres ya conocemos, tendría forzosamente que ser función administrativa. Adamovich dice: "La administración en sentido material comprende toda la actividad de los órganos estatales o de entidades públicas que, considerados en sí mismos, no son actos legislativos ni jurisdiccionales*'. Sin embargo esta tesis "residual" no nos da ningún criterio positivo con el que poder caracterizar la función administrativa. 8. Expondremos a continuación el concepto de función administrativa, en sentido material, concepto que acogemos en el presente manual. Función administrativa es aquella que el Estado realiza bajo un orden jurídico, y que consiste en la ejecución de actos materiales y de actos jurídicos que crean, reconocen modifican o extinguen situaciones jurídicas individuales. Que la función administrativa es aquella que se realiza bajo un orden jurídico no constituye la diferencia específica que la separa de las otras funciones del Estado. Según nuestro ordenamiento jurídico todas las actividades del Estado tienen que realizarse bajo un orden jurídico, aún la misma función legislativa ordinaria está sometido al orden jurídico preestablecido en la Constitución. El Poder del Estado es un Poder jurídico. En cambio la función administrativa por su naturaleza jurídica se distingue de las otras por los efectos de derecho que sus actos producen. Con respecto a la legislativa se realiza la diferencia, pues que por virtud de ésta nunca se realizan actos materiales, ni se determinan situaciones jurídicas para casos individuales. La esencia del acto legislativo consiste en la creación de situaciones jurídicas generales,
La función administrativa se distingue de la juris-
diccional porque en ésta no se recurre a la idea del motivo (una controversia previa) ni del fin (dirimir conflictos, decidir controversias). La función administrativa no supone una situación preexistente de conflicto, ni interviene con el fin de resolver una controversia para dar estabilidad (cosa juzgada) al orden jurídico. La función administrativa es una actividad ininterrumpida que puede prevenir conflictos por medidas de policía, pero cuando el conflicto ha surgido, se entra al dominio de la función jurisdiccional. Si la función administrativa llega en algún caso a definir una situación de derecho, lo hace, no como finalidad, sino como medio para poder realizar otros actos administrativos. 9. Se suele hacer una distinción entre Política y Admi- nistración. Esto tiene una utilidad práctica, pues entendiendo la política como función suprema del Estado, ella sirve para calificar como organismo de gobierno a aquellos que aparezcan, en un ordenamiento positivo dado, como sujetos responsable de una tal actividad. El Poder Legislativo desarrolla una actividad política. Si se admite que una ley es un acto político, lo cual es cierto, esta afirmación no entraña problema, pues las leyes son de por sí identificables desde el punto de vista del órgano de que emanan. Lo que realmente encierra dificultad es el hecho de que parte de la actividad del Poder Ejecutivo deba calificarse como política y otra como administrativa; entonces habrá que determinarse la manera de saber cuándo este Poder actúa políticamente y cuándo con carácter administrativo Para poder precisar conceptos se hace necesario indicar que el Poder Ejecutivo puede apreciarse bajo un doble aspecto: como Poder Político y como Poder Administrativo. El Ejecutivo, en su aspecto de Poder Político se define por la situación que guarda dentro del Estado, con relación a éste y a los demás Poderes en que se divide el ejercicio del Poder del Estado. La situación del Ejecutivo como Poder Administrativo se define por la relación con la ley que ha de aplicar a casos concretos. En su carácter de Poder Político, al Ejecutivo, como representante del Estado, corresponde realizar los actos necesarios para asegurar la existencia y mantenimiento del propio Estado e impulsar y orientar su desarrollo - de acuerdo con cierto programa, al mismo tiempo que el Poder Legislativo puede también señalar derroteros a la actividad estatal por medio de leyes que tiendan a la consecución de una finalidad determinada de orden político, económico o, en general, de orden social. Los actos que con tales propósitos realizan los Poderes Ejecutivo y Legislativo, son los que se denominan actos políticos. No obstante, la admisión de su existencia no debe entenderse como la admisión de una nueva función distinta de las tres que hemos estudiado, pues el elemento nuevo que se encuentra en los actos políticos, y que es su finalidad, no afecta la naturaleza jurídica de los actos administrativos o de los actos legislativos en cuyas formas aquéllos se manifiestan. Por su parte, el acto político se caracteriza, bien porque procede de un Poder con su carácter de órgano político en sus relaciones con los demás Poderes o entidades estatales, bien porque por medio de él se afecta un derecho político de los ciudadanos. Así, por ejemplo, cuando el Ejecutivo hace la convo- catoria a sesiones extraordinarias del Poder Legislativo, cuando ejerce su facultad de iniciativa para la formulación de las leyes, cuando promulga las mismas, cuando toma las medidas de gracia; cuando dicta los actos y realiza operaciones referentes a las relaciones diplomáticas; las medidas que toma en caso de guerra; la declaración del estado de emergencia; cuando nombra Ministro de Estado, ya que los Ministros tienen un doble carácter: son órganos políticos, al mismo tiempo que órganos administrativos, etc., está realizando actos políticos, obrando como órgano político,' pues sólo con este carácter puede intervenir en el funcionamiento y en la integración de los Poderes Públicos. Sin embargo, los actos que así ejecuta son sustancialmente actos administrativos, y lo que les da un sello especial es el elemento formal de emanar de un órgano político. También se consideran como actos políticos, aquellos por virtud de los cuales se afectan, como antes dijimos, derechos políticos de los ciudadanos (declaración del estado de emergencia). En estos casos los actos que se dictan conservan su carácter administrativo o legislativo, y la circunstancia que les da fisonomía especial, que es la esfera en que se realizan, es una circunstancia externa que no alcanza a afectar la esencia de los propios actos. Se trata de una mera distinción de matiz, basada en la importancia del asunto que debe resolverse, que, como criterio práctico, incluso puede resultar en muchos casos insuficiente; pero debe reconocerse que la doctrina no ha sabido, hasta ahora, ir mucho más allá en la precisión de esta diferencia.