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2º DE BACHILLERATO
CURSO 2023-2024
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MODELO DE EXAMEN DE HISTORIA DE ESPAÑA DE LA PRUEBA DE ACCESO A
LA UNIVERSIDAD.
PREGUNTA 1:Escriba usted cada hecho histórico con la fecha que le corresponda.
La pregunta número 1 responderá a los contenidos concretos de la Historia de España, con los
bloques 3 al 12 y al estándar de aprendizaje de representación de una línea del tiempo ubicando
principales hechos o procesos históricos en el tiempo.
Se plantearán 6 acontecimientos de la Historia de España y 6 fechas de referencia para los
mismos.
El estudiante deberá escribir el acontecimiento y la fecha correcta. El conjunto de la pregunta
estará valorado en 1´5 puntos. Por cada acierto en la corrección se computarán 0´25 puntos.
Las contestaciones incorrectas no restan puntuación.
PREGUNTAS 2 y 3.
El estudiante deberá desarrollar dos de las cuestiones integradas en los epígrafes que
corresponden al temario de los bloques establecidos en el currículum de Bachillerato. Cada uno
de los dos epígrafes desarrollados por el estudiante se calificará hasta un máximo de 3 puntos.
PREGUNTA 4
Comentario de texto histórico.
Los mismos se centrarán en los textos más significativos que permitan comprender los
principales procesos y fenómenos históricos de la etapa contemporánea (Anexo I). Dada las
características que se pretenden evaluar los textos corresponderán a los siglos XIX y XX. En
cualquier caso, no habrá delimitación por siglos entre opción A y B, lo que significa que
los dos textos elegidos pueden ser del siglo XIX, los dos del siglo XX, o bien uno del siglo
XIX y otro del siglo XX.
Esta parte de la evaluación pretende no sólo medir conocimientos sino también las destrezas o
habilidades, así como el grado de madurez del alumno/a. El estudiante debe saber realizar su
clasificación indicando si estamos ante una fuente histórica (primaria) o historiográfica
(secundaria) y determinar las temáticas que aborda. Por otro lado, debe integrar los aspectos
esenciales planteados en el texto en su contexto histórico (siempre conocido por el temario); no
se trata de volver a repetir el tema completo, sino sólo utilizar los datos que se relacionan con
el documento. Finalmente, el alumno debe expresar la idea principal, y en su caso, las ideas
secundarias, que contiene el texto.
La puntuación total de 2´50 tendrá un reparto para su evaluación que nunca debe considerarse
cerrado. A título orientativo las cifras, según cada caso, de 0´25 para la correcta completa
clasificación, la de 1´50 para la identificación y explicación de su contexto, y la de 0´75 para la
idea/s principal/es pueden marcar una tendencia que sea común para el trabajo de todos los
profesores con sus estudiantes.
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CONTENIDOS DE LA PARTE A
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milenio y se asentaron en el sur peninsular, fundando ciudades entre las que destaca Gadir
(Cádiz).
Los griegos llegan hacia el siglo VIII a. C. Fundaron enclaves como Emporion (Girona)
y Mainake (Málaga) desde los que establecieron contactos comerciales con los pueblos
indígenas.
Los cartagineses llegaron en el siglo V a. C. y continuaron los contactos establecidos
por los fenicios. Fundaron colonias como Ebusus (Ibiza) y Villaricos (Almería) y su
principal enclave fue Cartago Nova (Cartagena) desde donde expandieron su influencia por
un extenso territorio peninsular.
Todos estos pueblos colonizadores dejaron un rico legado entre la población autóctona
peninsular: en agricultura (difusión del arado y nuevos cultivos como la vid, el olivo y el
esparto), en artesanía (la utilización del torno del alfarero), en minería e industria (nuevas
técnicas mineras, metalurgia del hierro, obtención de sal y su utilización para la
conservación de alimentos), en el comercio (difusión de la moneda, técnicas de navegación,
intercambios comerciales por el Mediterráneo) y en la cultura (escritura alfabética fenicia y
griega, nuevos dioses, formas artísticas novedosas, organización urbanística …).
A través de los historiadores griegos conocemos la existencia de un pueblo indígena con
una rica cultura; se trata de Tartessos, situado entre Huelva, Sevilla y Cádiz. Su riqueza se
basaba en la agricultura, la ganadería, la pesca, la extracción del cobre de Riotinto y el
control del comercio de estaño procedente de la ruta atlántica. No se han encontrado restos
de sus ciudades, pero se conoce el nombre de uno de sus legendarios reyes (Argantonio) y
han llegado a nosotros dos de sus tesoros de oro y plata (El Carambolo en Sevilla y Aliseda
en Cáceres). Hacia el siglo VI a. C. comienza su declive y termina desapareciendo como
consecuencia del dominio cartaginés en su zona de influencia.
Como consecuencia de todo lo anterior, en el primer milenio antes de Cristo vivían en la
Península una gran variedad de pueblos a los que se les denomina de forma genérica
Prerromanos. Se pueden establecer tres áreas diferenciadas dentro de la Península Ibérica:
En la zona sur y sureste se asentaban los pueblos ibéricos. Eran los más desarrollados
económica y culturalmente como los turdetanos, bastetanos, edetanos, indegetes y
layetanos. De su arte han llegado hasta nosotros esculturas tan relevantes como la Dama de
Elche o la de Baza.
En el centro y oeste de la Península predominaba la influencia celta mezclada con la
íbera. Su actividad económica más destacada era la ganadería. Ocupaban esta zona pueblos
celtíberos, ilergetes, vacceos, vetones, carpetanos o lusitanos. Destacan las esculturas de
animales de gran tamaño hechos en piedra, los famosos verracos.
Los pueblos más arcaicos eran los del norte: galaicos, cántabros o vascones. Ha llegado
hasta nuestros días una lengua de esa época, el euskera, utilizada por las gentes asentadas
en tierras de las actuales comunidades del País Vasco y Navarra.
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2. LA HISPANIA ROMANA Y LA MONARQUÍA VISIGODA
LA HISPANIA ROMANA
La conquista de la Península Ibérica por los romanos fue un proceso que duró dos siglos.
Esto es debido tanto a la resistencia de los pueblos peninsulares como a los problemas en la
política y sociedad de Roma. En el año 218 a.C., y en el contexto del enfrentamiento de los
romanos con los cartagineses por el dominio del Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas),
los romanos desembarcaron en Emporion para atacar la retaguardia de las tropas de Aníbal e
iniciaron la conquista romana de la Península Ibérica, que se desarrolló en tres fases:
● 218-197 a.C. Roma venció a los cartagineses y ocupó el litoral mediterráneo, parte del
valle del Ebro y el valle del Guadalquivir.
● 197-29 a.C. Roma dominó el centro y el oeste peninsular tras vencer a celtíberos y
lusitanos, que mostraron una férrea resistencia (Numancia, Viriato)
● 29-19 a.C. Roma ocupó el norte peninsular tras vencer a cántabros y astures.
Paralelamente al proceso de conquista tiene lugar el de la Romanización: Proceso histórico
mediante el cual la población indígena asimiló los modos de vida romanos en diversas facetas:
la administración provincial, la urbanización y las obras públicas, las estructuras económicas y
sociales, el derecho, la lengua (latín), la cultura y la religión. Se trata, por tanto, de un proceso
de “aculturación” (integración cultural) de las poblaciones indígenas por parte de los romanos,
aunque se conservaron en mayor o menor grado las costumbres y formas de vida prerromanas.
El proceso, ni fue homogéneo en el tiempo (se intensificó notablemente a partir del siglo I a. C.
Bajo la paz imperial) ni se produjo igual en todas las áreas, ya que mientras fue muy acentuada
en el litoral mediterráneo (en el este y en el sur de la Península); fue muy leve en el interior y
norte, sobre todo en el País Vasco.
Los romanos van a dividir sus dominios en Hispania en el año 197 a. C. en dos grandes
provincias: la Citerior (Valle del Ebro y costa mediterránea) y la Ulterior (el resto). En el año
19 a. C. Octavio divide la Ulterior en dos: la Bética y la Lusitania. En el siglo III queda
dividida en cinco provincias: Tarraconense, Cartaginense, Gallaecia, Lusitania y Bética.
Las ciudades (Emerita Augusta, Hispalis, Cesaraugusta, Tarraco, Toletum, etc), unidas por
calzadas (Vía de la Plata y Vía Augusta), fueron los principales focos de la romanización. Se
desarrollaron como evolución de los campamentos del ejército romano, con un trazado regular
y con el foro como elemento central. Eran centros administrativos, económicos y culturales que
dominaban el territorio circundante.
Hispania se convirtió en suministradora de productos agrícolas, pesqueros y mineros. Las
villas hispanorromanas eran explotaciones agrícolas y ganaderas que contaban, además de
viviendas para el señor y los trabajadores, con dependencias de almacenaje (establos y
graneros), industriales (carpintería, herrería y fabricación de cerámica) y de transformación
(molino de grano, almazara y lagar). Los principales productos que salían de Hispania hacia
Roma eran cereales, vino, aceite, minerales (Oro, plata, cobre…), salazones y caballos.
En la sociedad hispanorromana, la característica fundamental fue un enorme auge de la
esclavitud que se extendió en todos los ámbitos de la producción y al servicio doméstico. La
población libre se dividía a su vez en los honestiores (terratenientes y oligarquía urbana)y los
humiliores (modestos campesinos y artesanos).
En cuanto a la cultura, el latín desplazó a las lenguas autóctonas, excepto el vascuence y se
adopta el derecho romano. Hay destacadas figuras de la cultura romana proceden de Hispania,
como el filósofo Séneca, los escritores Quintiliano o Marcial o el geógrafo Pomponio Mela. En
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el terreno artístico destacan las obras públicas: calzadas, acueductos (Segovia y Emérita) y
puentes (Alcántara), y edificios como teatros (Emérita), anfiteatros (Itálica), circos (Sagunto),
termas (Tarraco), templos (Baelo), arcos de triunfo (Bará).
Los primeros núcleos cristianos debieron aparecer en los centros urbanos más
romanizados de la Bética y la Tarraconense entre los esclavos y las clases bajas. Pero la Iglesia
no empezó a estructurarse hasta el S. III y no celebró su primer concilio hasta comienzos del
siglo IV. El Edicto de Milán (313), que permite la libertad religiosa dentro del Imperio
romano, marca el despegue del mismo en la Península, que en sus primeros siglos de vida
tenderá a combatir herejías como el Priscilianismo (rigorismo religioso y renuncia a la riqueza
y placeres mundanos) y el arrianismo (que negaba la naturaleza divina de Cristo).
La zona que hoy ocupa Castilla-La Mancha será conquistada por los romanos en el siglo II
a C. en lucha contra los pueblos celtíberos que la ocupaban y su territorio quedará bajo las
provincias Lusitania y Cartaginense. Fue un territorio bastante romanizado. Esto trae consigo
un desarrollo de las ciudades, como Toletum, Segóbriga, Consabura, que irán alcanzando gran
importancia, lo mismo que las villas (Carranque), a la vez que proliferan las obras públicas:
murallas, puentes, termas en Segóbriga (Cuenca), circos, calzadas, etc.
LA HISPANIA VISIGODA
A principios del siglo V entran en la Península una serie de pueblos germánicos contra
los que nada puede hacer Roma: suevos, vándalos y alanos. Los primeros se asentarán en
Galicia y son los únicos que formarán un reino independiente. Los otros dos serán barridos por
los visigodos, utilizados por los romanos para expulsarlos, y los vándalos cruzarán el Estrecho
y se establecerán en el norte de África. La llegada de los visigodos y el posterior hundimiento
de Roma hará que éstos formen un reino a caballo entre el sur de Francia y el centro norte
peninsular, con capital en Tolosa (Reino de Tolosa), la posterior derrota en Vouillé a manos de
los francos en el 507 les empuja hacia el sur y más tarde, en el 554, harán de Toledo su capital,
constituyéndose así el reino visigodo de Toledo.
En la segunda mitad del siglo VI destaca el reinado de Leovigildo que derrotó a los
suevos incorporándose su reino. Su hijo Recaredo lograría la unidad religiosa del país, por el
III Concilio de Toledo en el año 589 se convierte al catolicismo romano. En la primera mitad
del siglo VII destaca el rey Suintila que logró expulsar a los bizantinos que habían ocupado el
sureste peninsular, completándose así la unidad territorial.
La segunda mitad del siglo VII y primeros años del VIII es una etapa de decadencia,
abundando las luchas dinásticas; una de estas luchas, entre D. Rodrigo y los herederos del rey
Witiza, abrió la puerta a los musulmanes en la batalla de Guadalete (711).
El volumen de invasores es escaso, no pasaban de 100.000 godos frente a los seis
millones de hispanorromanos. Poco a poco se va a dar un proceso de fusión: unidad religiosa
en el 589 con Recaredo y unidad jurídica con Recesvinto que en el VIII Concilio de Toledo, en
el año 653, publicando un código de leyes común para los dos pueblos, el llamado Fuero
Juzgo.
La economía es autárquica y se basa en una rudimentaria agricultura. En lo social se
desarrolla aún más el proceso de feudalización que arranca con la descomposición del Imperio
romano en el siglo III. Dentro de la clase dominante van a destacar los nobles y la Iglesia. Las
propias instituciones eclesiásticas, como los concilios, se transformarán en instituciones de la
monarquía goda.
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El poder político siempre estará en manos de la minoría visigoda. La forma de
gobierno es la monarquía electiva, a la muerte de un rey se elige otro dentro de la casta
nobiliaria, esto da lugar a continuas luchas por el poder. El grupo nobiliario presta consejo y
ayuda al rey, dirige el ejército y goza de grandes propiedades y privilegios.
En el ámbito cultural destaca la figura de San Isidoro de Sevilla que escribió en el
primer tercio del siglo VII las Etimologías, una especie de enciclopedia con todo el saber de la
época, que influirá profundamente en la Europa medieval. Desde el punto de vista artístico es
el pueblo germánico que desarrolla un arte con más entidad en el que predominan las pequeñas
iglesias: San Juan de Baños en Palencia, Santa Comba de Bande (Orense), San Pedro de la
Nave (Zamora) y Quintanilla de las Viñas (Burgos). Destacaron también en el campo de la
orfebrería con el tesoro de Guarrazar, encontrado en Guadamur (Toledo).
La sociedad andalusí era muy plural en lo étnico y religioso: los baladíes (los que tenían
antepasados árabes), eran el grupo privilegiado y disponían de las propiedades territoriales más
extensas y de mejor calidad. Les seguían en la escala social los bereberes y los muladíes
(hispanos convertidos al islam). Judíos y mozárabes (hispanos que siguieron siendo
cristianos) continuaron viviendo entre los musulmanes siendo dos importantes minorías
religiosas que soportaban una mayor carga fiscal.
La España musulmana tuvo un elevado desarrollo cultural (con importantes centros de
estudios) y científico (medicina, astronomía, matemáticas y agronomía). Destacaron también
en historia, música, literatura, filosofía (Averroes) y geografía (Al Idrisi). La arquitectura fue
la expresión artística más destacada con la utilización de elementos distintivos como el arco de
herradura, polilobulado y policromado, los mosaicos y la ornamentación con yeserías. Los
ejemplos más sobresalientes del arte islámico son la mezquita de Córdoba y la Alhambra de
Granada.
La economía era fundamentalmente agrícola basada en la trilogía mediterránea (trigo, olivo,
vid) y con la incorporación de técnicas de regadío (norias, acequias) que aumentaron la
productividad. Destacan el cultivo de árboles frutales (naranjo, albaricoque…), productos
hortícolas (berenjenas, arroz, caña de azúcar…) y plantas industriales (lino y algodón).
También destacó la ganadería ovina.
Las ciudades fueron el centro de la vida económica, social y cultural. Córdoba alcanzó los
100.000 habitantes en el siglo X. En las ciudades se desarrollaron importantes artesanías
(tejidos, cuero, cerámica, vidrio, orfebrería…) destinadas a cubrir las necesidades del mercado
interior pero también a la exportación. El comercio fue otra actividad económica muy
destacada; por ello la moneda fue muy abundante y se acuñó en Al Ándalus. El comercio
exterior fue muy activo, importándose esclavos y materias primas a la vez que se exportaban
productos manufacturados de lujo.
a) Del siglo VIII al X, etapa de dominio musulmán. Los musulmanes conquistan en muy
poco tiempo la Península, quedando los cristianos relegados a la zona norte donde aparecen
pequeños núcleos de resistencia frente al dominio musulmán: Reino de Asturias (denominado
más tarde Reino de León), Reino de Navarra, Condado de Aragón y un conglomerado de
territorios condales denominados Condados Catalanes, estos últimos bajo influencia franca. A
finales de esta etapa el Reino de Asturias, que comprende ya Galicia y Cantabria además de
Asturias se extiende hacia el valle del Duero aprovechando que es una zona casi despoblada, y
trasladando la capital a León, pasándose a denominar Reino de León. En la parte más oriental
del territorio cobra importancia una zona que se denomina Castilla. Los ataques musulmanes de
la época de Almanzor frenan la expansión. En los reinos y condados orientales el avance es
mucho más lento al no existir una zona despoblada como en el Duero. Como método típico de
repoblación se utiliza la presura o aprisio basada en el derecho romano y que consistía en que
quien ponía en explotación durante un tiempo una zona sin cultivar, era reconocido como su
propietario. En Asturias-León eran campesinos libres los protagonistas, en Cataluña
monasterios y señores, con lo cual se acentúa el carácter feudal del territorio.
b) Del siglo XI al XIII, etapa de dominio cristiano. El declive del califato de Córdoba tras la
muerte de Almanzor y su hundimiento definitivo en 1031 y su división en reinos de taifas es el
pistoletazo de salida para la expansión cristiana hacia el sur. En el siglo XI destaca la figura de
Sancho III el Mayor de Navarra, que unió casi todos los reinos cristianos peninsulares salvo
León y los Condados Catalanes. A su muerte dividió sus reinos ens hijos y aparecen como
reinos Castilla y Aragón, además de los ya existentes. Es precisamente el rey de Castilla
Alfonso VI el que conquista Toledo en el año 1085 y genera la alarma entre los musulmanes
que llaman a los almorávides en su socorro que a pesar de varias victorias no conseguirán
recuperar Toledo. En el siglo XII destaca la unión definitiva entre Aragón y Cataluña tras la
boda en 1137 entre Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona. En la zona de
León y Castilla destaca la figura de Alfonso VII que será reconocido como emperador por
todos los reyes peninsulares tanto moros como cristianos, Alfonso VII reconoció la
independencia de Portugal. La llegada de los almohades en el 1175 supuso una nueva grave
amenaza, pero los reinos cristianos aguantarían el empuje. El siglo XIII es la etapa más
afortunada de la Reconquista para los reinos cristianos. Portugal llega al Algarbe en el sur y
acaba su expansión peninsular; Aragón de la mano de Jaime I incorpora Baleares (1229) y
Valencia (1238) y acaba también la suya; Navarra ha quedado encajonada entre Aragón y
Castilla. En Castilla, tras la derrota de los almohades en las Navas de Tolosa en 1212, el rey
Fernando III se hace con el control del Valle del Guadalquivir: Córdoba (1236), Sevilla (1248)
y el Reino de Murcia (1242). En 1230, Fernando III el Santo une de manera definitiva León y
Castilla.
Los grandes reinos peninsulares (Castilla y Aragón), a pesar de tener una estructura
política y unas bases económicas parecidas, presentaban algunas diferencias notables. Navarra
terminó cayendo bajo el dominio castellano en el siglo XVI.
CASTILLA.
Las tres instituciones básicas de gobierno eran la monarquía, las Cortes y los
municipios. En Castilla, la monarquía tuvo un carácter menos feudal que en la Corona de
Aragón, y el rey gozaba de poderes más extensos (facultad de declarar la guerra y poder
legislativo y judicial). Las Cortes medievales estaban formadas por tres brazos (nobleza, clero
y burguesía de las ciudades), tuvieron un carácter consultivo y en ellas se aprobaban los
subsidios solicitados por el rey. Surgieron por primera vez en el reino de León en 1188. Los
municipios castellanos disfrutaban de una cierta autonomía y jurisdicción propia. Estaban
regidos por unos cabildos abiertos pero a partir del siglo XIII surgió la figura del corregidor,
representante del rey y su política en el ámbito municipal.
La ganadería ovina de raza merina, que producía lana de gran calidad destinada a la
exportación, fue la base de la economía castellana. Para defender los intereses de los grandes
propietarios de ovejas (órdenes militares, monasterios, concejos y nobles) frente a los
agricultores, se creó el Real Concejo de la Mesta (1273). Los principales productos de
exportación fueron la lana y el hierro vasco, a través de los puertos del Cantábrico.
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Durante la primera mitad del siglo XIV se produjeron sucesivas malas cosechas
provocando desnutrición y hambre entre la población más pobre. Con la llegada de la Peste
Negra (1348) la mortandad fue muy elevada entre la población mal alimentada y falta de
defensas. La población descendió en Castilla en torno al 25%. Con la disminución de los
campesinos, se abandonaron muchas explotaciones agrícolas, bajó la producción y aumentaron
los precios. Aparecieron numerosos “despoblados”. También las ciudades vieron disminuir su
actividad artesanal y comercial. El malestar social provocó numerosos levantamientos
campesinos contra el endurecimiento del régimen señorial. En Galicia se produjo la rebelión de
los irmandiños entre 1467 y 1469; fue una revuelta contra la nobleza exigiendo la devolución
de las tierras confiscadas y destruyendo los castillos nobiliarios. La unión de los nobles acabó
sometiendo a los campesinos rebeldes. El malestar social también llegó a las ciudades, donde el
descontento se expresó a menudo en forma de acciones contra las minorías, en especial los
judíos, a los que se hacía responsables de todos los males. El ataque a las juderías se
produjeron en toda la península, destacando los que se produjeron en Andalucía en 1431 y que
se extendieron al conjunto de la corona.
La crisis económica y social afectó a la estabilidad política dando lugar a guerras
civiles. En Castilla los nobles quisieron imponer su voluntad a los monarcas. La alta nobleza y
la iglesia se opusieron a Pedro I (1350-1369) y apoyaron a su hermanastro Enrique de
Trastámara. Enrique, vencedor en la guerra civil, se convirtió en rey de Castilla en 1369 con
el nombre de Enrique II. Comenzó entonces un predominio nobiliario que obligó a los reyes a
conceder a la nobleza privilegios sin fin. Su sucesor, Juan I instituyó el Consejo Real (1385),
máximo órgano asesor del monarca, y fue derrotado en la batalla de Aljubarrota por los
portugueses. Enrique III apoyó la colonización emprendida en Canarias por Jean de
Bethencourt. Juan II tuvo que luchar con la nobleza durante su minoría de edad. Enrique IV
tuvo que afrontar diversas rebeliones nobiliarias y una guerra civil, en la que Isabel de
Castilla y su sobrina Juana la Beltraneja se enfrentaron por el trono (1475-1479).
ARAGÓN.
El poder de la monarquía aragonesa estaba limitado por la nobleza y las Cortes. Su
margen de maniobra era muy limitado y el pactismo era su forma de gobierno. El rey debía
comprometerse a mantener el derecho y a respetar las costumbres del país antes de tomar
posesión del cargo. En la Corona de Aragón, cada reino tenía sus propias Cortes, gozaban de
un cierto poder legislativo y votaban los impuestos. En 1214 aparecieron en el Principado de
Cataluña, en 1247 en el reino de Aragón y en 1283 en el reino de Valencia. En las principales
ciudades, los órganos de gobierno quedaron en manos de la burguesía comercial como es el
caso del Consejo de Ciento, en Barcelona.
Aragón y Valencia desarrollaron una economía agrícola y ganadera. Cataluña consolidó
un importante comercio exterior hacia el Mediterráneo. Barcelona se convirtió en un
importante puerto comercial y creció la producción textil, metalúrgica y naval. Se desarrolló
una próspera burguesía comercial que fue apoderándose del control de las instituciones.
El impacto demográfico de la Peste Negra fue muy importante en la Corona de Aragón.
Especialmente en Cataluña, donde la población disminuyó casi en un 40%. Al tener menos
súbditos, las rentas señoriales disminuyeron y los nobles exigieron a los reyes mayores
concesiones territoriales, incrementaron los impuestos y endurecieron las condiciones feudales
a los campesinos (malos usos).En Cataluña, los remensas (campesinos adscritos a la tierra)
exigieron la anulación del régimen señorial y el fin del abuso nobiliario de los malos usos. Las
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ciudades marítimas vieron como el colapso del comercio mediterráneo provocó la crisis en su
economía exportadora y manufacturera.
Pedro III amplió territorialmente la corona al conquistar Sicilia y Cerdeña. La dinastía
Trastámara, ya reinante en Castilla desde 1369, también se introdujo en Aragón a la muerte de
Martín I elHumano. En el Compromiso de Caspe, representantes de Cataluña, Aragón y
Valencia, acordaron nombrar rey de Aragón a Fernando de Antequera (1412). Durante el
reinado de Juan II Cataluña vivió una guerra civil que enfrentó a la monarquía con la nobleza
y la clase dirigente de Barcelona (la “Biga”). El rey, ayudado por los payeses remensa y el
grupo de la “Busca” (comerciantes y artesanos urbanos) en Barcelona, logró imponerse tras
diez años de guerra (1462-1472). En 1479 heredó la corona Fernando El Católico, casado con
Isabel de Castilla.
NAVARRA
El reino de Navarra fue gobernado por diferentes dinastías de origen francés como los
Capetos, Evreux y Foix. Afectado por la crisis demográfica y económica, también conoció
disensiones políticas que acabaron en una guerra civil desde 1447. Se enfrentaron Juan II de
Aragón, casado con Blanca de Navarra, y su hijo Carlos de Viana. Los navarros se dividieron
en dos bandos: los beaumonteses, que apoyaban a Carlos, y los agramonteses, que apoyaban
a Juan. Muerto el Príncipe de Viana en extrañas circunstancias, el conflicto se prolongó hasta la
intervención, en 1512, de Fernando el Católico (también hijo de Juan II de Aragón), que,
apoyándose en el bando beamontés, estableció un protectorado sobre el reino y lo incorporó
definitivamente a la Corona de Castilla en 1515. A partir de entonces fue gobernada por
virreyes en nombre de los reyes castellanos.
LA UNIÓN DINÁSTICA
Enrique IV de Castilla muere en 1474. Isabel, hermana del rey difunto, se proclama
reina en Segovia. Esto provocó una guerra con un carácter doble de guerra civil y de guerra
internacional. La civil entre los partidarios de Isabel y de Juana, hija de Enrique IV; la
internacional, Portugal-Castilla (apoyaban a Juana) frente a Castilla-Aragón (apoyaban a
Isabel). El tratado de Alcaçovas (1479) pone fin a la doble guerra. Isabel y Fernando quedan
reconocidos como Reyes de Castilla.
La proclamación de Segovia hacía a Isabel reina de Castilla; a Fernando sólo se le
reconocía como su legítimo marido. Fernando manifestó cierto disgusto por la fórmula, ya que
él se consideraba con derechos propios al trono de Castilla, como único heredero varón de la
casa de los Trastámaras. La concordia de Segovia, de 1475, vino a calmarlas diferencias entre
los dos esposos y a establecer las normas para la gobernación del reino: el matrimonio de
Fernando e Isabel no supuso la creación de un Estado unificado, sino la unión dinástica de
un conjunto de territorios bien diferenciados que pasaron a estar gobernados por un matrimonio
bienavenido. Isabel y Fernando habían firmado unos acuerdos matrimoniales en los que
dejaron sentadas las bases de su gobierno conjunto: Isabel sería soberana en Castilla y
Fernando su consorte, mientras que Fernando sería soberano en Aragón e Isabel asumiría el
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papel de consorte. A la postre, ambos serían conjuntamente soberanos y compartirían la toma
de decisiones y la dirección efectiva de los asuntos de cada reino. Ambos reinos mantendrían,
además, sus propias leyes y costumbres, su moneda, lengua e incluso aduanas para el
tráfico de mercancías. También se reunirían por separado las Cortes de cada reino, debiendo
legislarse de forma individual para cada territorio. En resumen, la unión dinástica significaba
una especie de alianza entre dos Estados que se iban a apoyar mutuamente en todo lo que fuera
necesario, pero que no iban a fundirse en una misma estructura estatal.
Se ha dicho que los Reyes Católicos fundaron la unidad nacional en España. Es un error
que conviene desterrar. Lo que se inicia en 1474, con la subida de Isabel al trono de Castilla, y
en 1479, con el advenimiento de Fernando al trono de Aragón, es una mera unión personal.
Las dos coronas siguen siendo independientes, a pesar de estar reunidas en las personas de sus
respectivos soberanos.
Lo que demuestra cuán precaria era aquella unión es la facilidad con que ambos reinos
se volvieron a separar. Al morir Isabel no nombró en su testamento como heredero a Fernando,
sino a su hija, Juana. Fernando volvió a casarse con Germana de Foix, sobrina de Luis XII de
Francia, y fue preciso un concurso extraño de circunstancias: la incapacidad de doña Juana, la
muerte de su marido Felipe I el Hermoso(1506) y la del único hijo de Fernando y Germana
para qué la unión se estableciera en la persona de Carlos I. Las conquistas comunes pasan a
integrarse en una u otra de las coronas. Granada, las Indias y Navarra, forman parte de la
Corona de Castilla; Nápoles, de la Corona de Aragón. Buena prueba de aquella situación es que
a la muerte de Isabel, en 1504, Fernando no es más que rey de Aragón, y si gobierna Castilla es
como simple regente.
LA MONARQUÍA AUTORITARIA
A pesar de no estar unificados los dos reinos, los Reyes Católicos procuraron
reforzarlos organismos que favorecían el poder real. En este sentido su actuación fue mucho
más efectiva en Castilla, donde pudieron aplicar su política autoritaria y centralizadora, que
en Aragón, donde sobrevivía el pactismo y las instituciones forales imponían restricciones a la
actuación de los reyes.
La política institucional que emprendieron los Reyes Católicos se orientó a crear una
monarquía autoritaria y fuerte frente a los otros grandes poderes: la nobleza, la Iglesia y las
ciudades. Pretendían socavar los privilegios políticos de estos grupos y hacer más efectiva la
administración del Estado. Para ello se formaron instituciones ya existentes, especialmente en
Castilla:
● En el aspecto político, el hecho esencial fue la reorganización del Consejo Real
(1480),Se profesionalizó la institución y, aunque nobles y eclesiásticos formaban parte
de ella, toda intervención directa en los asuntos políticos les fue prohibida. Los
monarcas introdujeron en su composición funcionarios con formación jurídica. Con esta
medida la aristocracia perdió influencia política. Sus funciones eran muy amplias,
desde tribunal supremo hasta órgano asesor del rey en cuestiones internas y externas,
hacendísticas, etc. Existían también otros consejos (de Aragón - creado en 1494-, de
Navarra, de Indias, de la Inquisición, etc.).
● Se crearon nuevos cargos. Los secretarios reales, encargados de preparar las reuniones
del Consejo y que eran personas de confianza de los soberanos, vieron aumentar mucho
su importancia; ellos acabaron de hacer del Consejo Real el instrumento básico en la
vida política, contribuyendo de esta forma desplazara la nobleza feudal de sus
posiciones en el Estado.
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● Los virreyes eran los representantes de los soberanos en los territorios en los que estos
no se hallaban presentes -Navarra, Aragón, Valencia, etc.-.
● Se redujo el papel de las Cortes de Castilla. Su importancia política fue decayendo,
ya que algunas de sus funciones fueron asumidas por los consejos. Sus reuniones se
espaciaron y solamente se convocaban para jurar al heredero al trono o para aprobar
subsidios extraordinarios.
● En la administración municipal castellana se revitalizó el cargo de corregidor. Era un
puesto de designación real que gobernaba las ciudades con competencias
administrativas, judiciales y militares. Su actuación limitó la autonomía de los
municipios y el poder de las oligarquías locales, lo cual favorecía la autoridad real.
● Se reorganizó el sistema judicial, escalonando la importancia de los tribunales: los
corregidores en el ámbito local, las Chancillerías o Audiencias en el regional
(Valladolid y Ciudad Real, luego Granada) y el Consejo Real de Castilla (tribunal
supremo).
La reforma de otras instituciones representó la consolidación de poder monárquico:
▪ El Ejército. Se eliminó el modelo medieval, basado en ejércitos privados, que fue
sustituido por un ejército profesional al servicio del rey.
▪ La Santa Hermandad. Fundada en las Cortes de Madrigal, funcionó como una policía
que garantizaba la seguridad interior.
▪ La Iglesia era una institución rica y poderosa al servicio del papado, que contaba con
gran poder territorial y económico en todos los reinos medievales y actuaba con
bastante independencia. En Castilla y Aragón los Reyes Católicos consiguieron del
papado el reconocimiento de una serie de atribuciones sobre la Iglesia en sus
territorios que permitieron que su poder y riqueza pasaran a estar controlados por la
monarquía:
o El Tribunal de la Inquisición. Único organismo común a Castilla y Aragón,
jugó un papel trascendental al asegurar la homogeneidad religiosa y reducir la
influencia de las poderosas órdenes militares. La expulsión de los judíos, en
1492, y la persecución de los falsos conversos fueron sus principales medidas.
o El derecho de patronato sobre la Iglesia en el territorio del conquistado reino
de Granada y en Canarias. Este patronato daba derecho a la monarquía a
seleccionar los principales cargos eclesiásticos y a disponer de una parte de las
rentas eclesiásticas de estos territorios.
Todo ello no significa una ofensiva general contra el estamento nobiliario. La nobleza
sigue gozando de una riqueza económica considerable; su influencia social es enorme. Las
leyes de Toro, en 1505, vienen a consolidar y a perpetuar la fortuna territorial y la influencia
social de los nobles al generalizar la institución del Mayorazgo. Lo que los reyes quisieron y
lograron evitar fue la intromisión de la aristocracia en los asuntos políticos. El estamento
nobiliario quedó subordinado al poder real.
En la Corona de Aragón las reformas tuvieron menos importancia. Destacaron la
introducción de la figura del virrey -uno en cada reino- y del sistema de insaculación para
elegir los cargos municipales. Pero la introducción de la Inquisición reforzó el poder real, ya
que estaba bajo el control de los monarcas y tenía amplias competencias.
La monarquía de los Reyes Católicos será precursora de las monarquías modernas. Así,
Nicolás Maquiavelo, en El príncipe, puso de modelo de monarca a Fernando el Católico.
18
7. EL SIGLO XVI: LA ESPAÑA DE CARLOS I Y FELIPE II
CARLOS I
FELIPE II
Tras la abdicación de Carlos I en 1556 gobernó el imperio integrado por los reinos y
territorios de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña,
Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos territorios
se le unió Portugal y su imperio afroasiático en 1580. Con Felipe II (1556-1598) la hegemonía
española llega a su apogeo.
Tras viajar por Italia, los Países Bajos. Felipe II se asentó en la nueva capital, Madrid,
desde donde gobernó su enorme imperio. A diferencia de lo que ocurrió con su padre Carlos I,
con Felipe II el centro de gravedad del Imperio se asentó en la península, especialmente en
Castilla.
Los principales problemas internos del reinado de Felipe II fueron:
● La rebelión de los moriscos. Frente a la política permisiva de Carlos V, Felipe II, con
una obsesión de defensa a ultranza del catolicismo, prohibió a los moriscos usar su lengua,
sus vestimentas y practicar su religión. Esto provocó la rebelión de las Alpujarras (1568),
que fue duramente reprimida. Tras ello, los moriscos fueron dispersados por los territorios
de Castilla para evitar su unión o su alianza con los piratas berberiscos.
● La revuelta de Aragón. Antonio Pérez, aragonés, fue secretario del rey hasta 1579.
Fue arrestado por el asesinato de Juan de Escobedo, hombre de confianza de don Juan de
Austria, y por abusar de la confianza real al conspirar contra el rey. Cuando Antonio Pérez
escapó a Zaragoza y se amparó en la protección de los fueros aragoneses, Felipe II intentó
enjuiciar a Antonio Pérez mediante el tribunal de la Inquisición para evitar la justicia
aragonesa (la Justicia Mayor aragonesa era teóricamente independiente al poder real). Este
hecho provocó una revuelta en Zaragoza, que Felipe II redujo usando la fuerza. Antonio Pérez
huyó del país y se convirtió en un activo propagandista contra Felipe II.
En política exterior, heredó los enfrentamientos de su padre con Francia y con los turcos
y comenzó otros nuevos:
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● Venció a los franceses en la batalla de San Quintín (1557), lo que obligó a Francia a
renunciar a los territorios italianos mediante la Paz de Cateau-Cambresis (1559). A finales
de siglo, apoyó a los católicos en la guerra contra los Hugonotes (protestantes), aunque no
logró debilitar a Enrique IV de Francia que se convirtió al catolicismo.
● Venció a los turcos en la batalla de Lepanto (1571), en unión con Venecia y el
papado, lo que trajo consigo un reparto del Mediterráneo entre el Imperio turco y España.
● Los Países Bajos e Inglaterra. En los Países Bajos, la confluencia de intereses entre la
nobleza del sur católica, agrupada en la Unión de Arras, y la burguesía protestante del
norte, coaligada en la Unión de Utrecht, desencadenó una larga lucha contra España. El
apoyo de Inglaterra a los rebeldes del norte (holandeses) a partir de 1580 fue decisivo. La
reina Isabel I de Inglaterra se convirtió en la principal oponente a la política de Felipe II.
Éste intentó invadir Inglaterra, pero la armada española fue duramente derrotada en 1588
(“Derrota de la Armada Invencible”). Como consecuencia, se consolidó la independencia
de las Siete Provincias Unidas del norte (Holanda).
● Uno de sus mayores triunfos fue conseguir la unidad ibérica con la anexión de
Portugal (1580) y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las
Cortes de Tomar, tras morir sin descendencia el rey portugués.
Sus sucesivos matrimonios fueron parte importante de su política exterior. Se casó con
María de Portugal en 1543 y, tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554.
La pronta muerte de la reina que trató de volver al catolicismo en la isla, llevó a que Felipe se
casara con la francesa Isabel de Valois en 1559. Al quedarse nuevamente viudo y sin herederos
varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al
trono español, Felipe III.
Ni el oro y la plata procedentes de América, ni la presión fiscal que ahogaba a
campesinos y artesanos castellanos (El reino de Aragón apenas contribuía), fue suficiente para
sufragar los gastos que generaba esta política exterior, lo que trajo consigo numerosas
bancarrotas y, lo que es peor, la ruina del campo y la artesanía en Castilla, anunciando la crisis
del siglo XVII.
En la zona que hoy ocupa Castilla-La Mancha, destaca la enorme incidencia que tuvo
la rebelión de las Comunidades. Toledo se convirtió, primero con Juan de Padilla y luego con
su mujer María Pacheco en el principal foco de la revuelta, que tuvo una fuerte incidencia en
Guadalajara y Cuenca, con menor repercusión en Albacete y Ciudad Real.
23
9. EL SIGLO XVIII: EL REFORMISMO BORBÓNICO Y LA ILUSTRACIÓN
Carlos II, que había muerto sin descendencia, nombró sucesor a Felipe de Anjou, nieto
de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV, quien fue coronado con el título de Felipe V.
Acababa así la dinastía de los Habsburgo y llegaba al trono español la dinastía de los Borbones.
Muy pronto, sin embargo, se formó un bando dentro y fuera de España que no aceptaba al
nuevo rey y apoyaba al pretendiente el Archiduque Carlos de Habsburgo. La guerra civil y
europea estalló.
El conflicto tenía una doble perspectiva: El ascenso al trono español de Felipe V
representaba la hegemonía francesa y la temida unión de España y Francia bajo un mismo
monarca. Este peligro llevó a Inglaterra y Holanda a apoyar al candidato austriaco, que, por
supuesto, era sustentado por los Habsburgo de Viena. Las diversas potencias europeas se
posicionaron ante el conflicto sucesorio español. Por otro lado, Felipe V representaba el
modelo centralista francés, apoyado en la Corona de Castilla, mientras que Carlos de
Habsburgo personificaba el modelo foralista, apoyado en la Corona de Aragón y,
especialmente, en Cataluña.
En Europa la guerra era desfavorable para Francia y España, pero en 1711 muere el
emperador. Carlos de Habsburgo heredó el Imperio alemán y se desinteresó de su aspiración a
reinar en España. Sus aliadas, Inglaterra y Holanda, pasaron en ese momento a ver con
prevención la posible unión de España y Austria bajo un mismo monarca. La guerra concluyó
con la firma del Tratado de Utrecht en 1713. El tratado estipuló lo siguiente:
● Felipe V era reconocido por las potencias europeas como Rey de España pero
renunciaba a cualquier posible derecho a la corona francesa.
● Los Países Bajos españoles y los territorios italianos (Nápoles y Cerdeña) pasaron a
Austria. El reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia.
● Inglaterra obtuvo Gibraltar, Menorca y el navío de permiso (derecho limitado a
comerciar con las Indias españolas) y el asiento de negros (permiso para comerciar con
esclavos en las Indias). El Tratado de Utrecht marcó el inicio de la hegemonía británica.
En España la guerra terminó con el triunfo de Felipe V. Tras la batalla de Almansa
(1707), son ocupadas Aragón y Valencia, Cataluña es ocupada en 1714 y Baleares en 1715, lo
que supondrá la abolición de sus respectivos fueros.
Felipe V (1700-1746) fue el primer rey de la dinastía de los Borbones. Su reinado fue uno
de los más largos de la historia de nuestro país extendiéndose a lo largo de casi medio siglo. En
enero de 1724, Felipe V abdicó de forma inesperada en su hijo Luis I, pero tras la temprana
muerte de Luis I, en agosto del mismo año, Felipe volvió a reinar España. En 1746, al fallecer
su padre, Fernando VI ocupó el trono español. Su reinado se caracterizó por el mantenimiento
de la paz y la neutralidad frente a Francia e Inglaterra, mientras ambas intentaban la alianza con
España. Esta situación fue aprovechada por su ministro, el marqués de la Ensenada, para
proseguir los esfuerzos de reconstrucción interna iniciados en el reinado de Felipe V.
La llegada de la nueva dinastía borbónica propició importantes cambios en la estructura
del Estado. Estos cambios, inspirados en gran medida en el estado absolutista francés, fueron
introducidos esencialmente durante el reinado de Felipe V.
Los primeros Borbones adoptaron diversas medidas centralizadoras, con el objetivo de
hacer un estado más eficaz. En este sentido se adoptaron novedades importantes:
● Decretos de Nueva Planta (1707 Aragón y Valencia, 1715 Mallorca, 1716 Cataluña):
Abolición de los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón.
24
Los fueros de las provincias vascas y Navarra se mantuvieron ya que apoyaron a Felipe
V durante la Guerra de Sucesión.
● Nuevo modelo de administración territorial, basado en la siguiente estructura:
división del territorio en provincias, al mando de las cuales se situaba a los Capitanes
Generales con poder político y militar; en cada provincia se crean audiencias para las
cuestiones judiciales; y siguiendo el modelo francés, se creó la figura de los
Intendentes, funcionarios encargados de las cuestiones económicas. Finalmente, en los
Ayuntamientos se mantuvieron los cargos de Corregidor, Alcalde Mayor y Síndicos
personeros del común.
● Los Borbones también reformaron la administración central consolidando el
establecimiento de una plena monarquía absoluta. Se suprimieron todos los Consejos,
salvo el Consejo de Castilla que se convirtió en órgano asesor del rey. Se crearon las
Secretarías de Despacho (Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Justicia e Indias),
antecedentes de los ministerios. En 1787 se establece la Junta Suprema de Estado,
antecedente del Consejo de Ministros.
● La nueva dinastía intensificó la política regalista, buscando la supremacía de la Corona
sobre la Iglesia. Las dos medidas principales fueron el establecimiento de un mayor
control sobre la Inquisición y, sobre todo, la expulsión de la Compañía de Jesús
adoptada por Carlos III en 1767.
● Hubo intentos no demasiado eficaces de reformar el sistema de Hacienda. Se trató de
unificar y racionalizar el sistema de impuestos y, para ello, se llevó a cabo el Catastro
de Ensenada en 1749 en la Corona de Castilla. Este Catastro es un censo de todas las
propiedades del reino, muy útil para los historiadores.
Carlos III (1759-1788), hijo de Felipe V, antes de ser rey de España desempeñó el cargo
de Rey de Nápoles. Su reinado se caracterizó por la aplicación de las reformas del despotismo
ilustrado.
La Ilustración en España se inscribe en el marco general de la Ilustración europea (espíritu
crítico, fe en la razón, confianza en la ciencia, afán didáctico). Las influencias son
esencialmente francesas e italianas. Los ilustrados fueron una minoría culta formada por
nobles, funcionarios, burgueses y clérigos. Básicamente se interesaron por la reactivación de
la economía (preocupación por las ciencias útiles, mejora del sistema educativo) y la crítica
moderada de algunos aspectos de la realidad social del país. Su afán reformista les llevó a
chocar con la Iglesia y la mayor parte de la aristocracia. Pese a los afanes ilustrados, la mayoría
del país siguió apegada a los valores tradicionales.
Entre los ilustrados se extendió la necesidad de emprender reformas en la agricultura,
ocupación que ocupaba a la mayoría de la población y que estaba muy atrasada. Para ello se
crearon las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País y los ministros de Carlos III
prepararon diversos planes de reforma como el Memorial Ajustado de Campomanes y el
Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos. Estos proyectos denunciaban las enormes
propiedades amortizadas (mayorazgos de la nobleza o manos muertas de la Iglesia) y
afirmaban que el acceso del campesinado a la propiedad de la tierra era una condición necesaria
para el progreso del país. Las únicas medidas que se llevaron a cabo fueron el reparto de tierras
comunales en Extremadura, la repoblación (fallida) de Sierra Morena bajo el gobierno de
Olavide, la reducción de los derechos de la Mesta y algunas obras de regadío (Canal Imperial
de Aragón, Canal de Castilla…)
Los ministros ilustrados aprobaron medidas para fomentar el desarrollo de la Industria.
Se rompió el monopolio de los gremios en 1772; se establecieron, con escaso éxito económico,
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las Reales Fábricas, con apoyo del estado (armas, astilleros, vidrio, tapices…) Las industrias
textiles privadas catalanas (“indianas”) fueron más competitivas que las empresas estatales.
Con respecto al comercio se adoptaron medidas conducentes a integrar el comercio
nacional, como la mejora de las vías comunicación o la supresión de las aduanas interiores. Un
decreto de 1778 estableció la liberalización del comercio con América, acabándose con el
secular monopolio de la Casa de Contratación. En el terreno financiero, se estableció el Banco
de San Carlos, antecedente del futuro Banco de España.
Los intentos de introducción de reformas encontraron una viva reacción que culminó en el
Motín de Esquilache (1766). Esta revuelta que estalló contra el decreto que obligaba a
cambiar capas y sombreros tiene razones complejas. Podemos hablar de un motín popular
“nacionalista”, contra el ministro italiano, manejado por el clero (jesuitas) y la nobleza para
frenar las reformas. Los Jesuitas, acusados de fomentar el motín, fueron expulsados en 1767.
Las grandes líneas de la política exterior española arrancan de la difícil situación creada
tras el Tratado de Utrecht. La política exterior se planteó los siguientes objetivos: recuperar
Gibraltar y Menorca, territorios españoles en manos británicas, y conseguir establecer a
príncipes de la familia Borbón en los territorios italianos perdidos. Para ello, la política exterior
española se basó en la alianza con Francia, concretada en varios Pactos de Familia, y el
enfrentamiento con Inglaterra en el Atlántico ante la amenaza británica a las posesiones
españolas en las Indias. La política exterior de Carlos IV (1788-1808) estuvo completamente
marcada por la Revolución Francesa y nos llevará a la trágica guerra de la Independencia
contra Napoleón en los inicios del siguiente siglo.
En Castilla-La Mancha podemos destacar la actuación del cardenal Francisco Antonio de
Lorenzana (arzobispo primado de Toledo, 1772-1800), cuya labor fue ingente: instituciones
sociobenéficas, revitalización litúrgica (rito mozárabe), impulso universitario, amplio programa
constructivo, levantamiento de descripciones geográficas y conformación de una impresionante
biblioteca que será el germen de la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha.
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CONTENIDO DE LA PARTE B
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2. LA REVOLUCIÓN LIBERAL, LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA
CONSTITUCIÓN DE 1812
Mientras gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas a los franceses,
se fue gestando un nuevo régimen político promovido por los españoles que no acataban ni
apoyaban a José Bonaparte ni a las instituciones del Antiguo Régimen que colaboraban con él.
De esta manera, se produjo una auténtica revolución política, ya que con la familia
real en Bayona y el territorio ocupado por los franceses se produjo un gran vacío de poder.
Para llenar este vacío surgieron una serie de juntas, organismos de ámbito local y provincial,
formadas por hombres de la aristocracia y el clero, militares y letrados de ideología dispar, que,
ante la presión británica para que se formara una única junta a la que apoyar en la guerra contra
los franceses, establecieron la Junta Central Suprema en Aranjuez (septiembre de 1808), bajo
la presidencia del viejo conde de Floridablanca, que tomó para sí los poderes soberanos y se
erigió en el máximo órgano gubernativo.
La Junta Central Suprema tuvo que establecerse en Cádiz, huyendo del ejército francés.
Desacreditada por las derrotas, dio paso, en enero de 1810, a una Regencia colectiva, una
especie de gobierno provisional compuesto por cinco miembros, muy conservadores, pero
sometidos a la presión ambiental de la ciudad, sede de una nutrida burguesía mercantil y de
importantes colonias de comerciantes extranjeros.
Ante la presión de estos círculos liberales y la formación en las colonias de juntas, la
Regencia se vio obligada a convocar Cortes Generales en septiembre de 1810. Estas Cortes
prolongan su actividad hasta la primavera de 1814. Un conjunto de decretos, y sobre todo la
Constitución de 1812, manifiestan su deseo de transformación del país mediante la aplicación
de importantes reformas que debían convertir España en una monarquía liberal y
parlamentaria.
Predominaban en las Cortes las clases medias con formación intelectual:
eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares y catedráticos, aunque no faltaban tampoco
miembros de la burguesía industrial y comercial, ni representantes del clero y de la nobleza. No
había, en cambio, representación alguna de las masas populares.
Desde su comienzo, las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas
Cortes estamentales. Al autoconstituirse en Asamblea constituyente y asumir la soberanía
nacional, los diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal que contaba ya con el
precedente de la Francia de 1789. Asimismo, con la concesión de iguales derechos a todos los
ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus colonias en una única nación
repartida a ambos lados del océano.
De inmediato surgieron tres grandes tendencias en la cámara gaditana:
● Los liberales -por vez primera se emplea este término como etiqueta política-,
integrados por abogados, funcionarios y clases medias, eran partidarios de reformas
revolucionarias. Fueron los que lograron imponer sus criterios.
● El centro, formado por los seguidores de Jovellanos, deseaban una soberanía
compartida entre la nación y el rey, con un Parlamento bicameral en el que, en una
cámara estuviesen representados los notables del reino. Aunque sale derrotado, su
criterio servirá de base a la mayor parte de las constituciones “moderadas” del siglo
XIX.
● Los absolutistas, llamados despectivamente "serviles", formado por nobleza y clero,
pretendían mantener el viejo orden monárquico en el que la soberanía emana del rey.
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Con una prensa adicta, y después de siglos de bloqueo informativo, los liberales se dan
prisa en hacer aprobar el decreto de libertad de imprenta, que suprimía la censura para los
escritos políticos, pero no para los religiosos.
A impulsos del pensamiento ilustrado, las Cortes de Cádiz desmontan la arquitectura
del Antiguo Régimen, aboliendo los señoríos jurisdiccionales, que impedían el reforzamiento
del Estado, ya que la mitad de los pueblos y dos tercios de las ciudades españolas mantenían
todavía alguna dependencia del clero y la nobleza. Son derogados, los gremios, una estructura
medieval tachada de inoperante desde el reinado de Carlos III, para dar paso a las modernas
relaciones de producción liberal capitalista. El Honrado Concejo de la Mesta fue suprimido,
reconociendo el derecho de los pueblos a acotar sus tierras comunales.
Las Cortes también legislaron en materia religiosa, después de acaloradas disputas entre
los diputados, se decretó la abolición de la Inquisición, presentada como un obstáculo a la
libertad de pensamiento y el desarrollo de la ciencia.
Entre las reformas políticas, la más importante fue la aprobación, el día de san José de
1812, de una Constitución. Constituye la primera ley fundamental aprobada por un Parlamento
nacional en la historia de España: "La Pepa". Sus principios básicos se inspiraban en la
Constitución francesa de 1791 y son los siguientes:
● Soberanía nacional. Su idea de la nación quedó plasmada en el diseño de un Estado
unitario, que afirmaba los derechos de los españoles en su conjunto por encima de los
históricos de cada reino. De esta forma, la Constitución de 1812 daba un nuevo paso en
el proceso de centralización política y administrativa emprendido por los primeros
Borbones.
● División de poderes, según el esquema de Montesquieu. El poder legislativo reside en
las Cortes unicamerales elegidas por sufragio universal masculino. El poder ejecutivo
lo ostentaba el rey y el judicial, los tribunales. El régimen político que se creaba era el
de una monarquía parlamentaria.
● Reconocimiento de los derechos individuales y colectivos. La Constitución fijaba una
burocracia centralizada, una fiscalidad común, un ejército nacional y un mercado
libre de aduanas interiores. Además, se reconocía la libertad de imprenta, la
propiedad o la inviolabilidad del domicilio.
● Proclamación del catolicismo como la religión única y oficial del Estado. Con este
artículo, los liberales intentaban ganarse al clero, bien representado en las Cortes.
Ni la guerra ni el regreso de Fernando VII, que se negó a jurar la Constitución, dieron
tiempo para implantar las reformas. No obstante, la Constitución de 1812 volvió a entrar en
vigor en el Trienio Liberal (1820-1823), e inspiró otras constituciones liberales en Europa y en
América a lo largo del siglo XIX.
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TEMA B.2. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868):
Una vez que Espartero había sido despojado de la Regencia y que Isabel II había
sido declarada mayor de edad, en los últimos meses de 1843, los moderados comenzaron a
desplazar definitivamente a los progresistas del poder y a poner en marcha el modelo
moderado, reformando la constitución de 1837, entonces en vigor. Cuando Narváez llegó a la
presidencia del Gobierno, en mayo de 1844, inició una serie de reformas que limitaban las
libertades propuestas por los progresistas y procedían al robustecimiento del poder de la
corona y a la organización de una administración centralista, configurando un modelo que
favorecía a los sectores tradicionales a los que se une la burguesía de negocios y la nueva
propietaria de tierras desamortizadas:
●La preocupación de los moderados por el orden implica que los sectores populares
queden alejados del poder. En este sentido, las disposiciones de los progresistas sobre la
libertad de prensa -libertad de expresión-, sobre los ayuntamientos, con alcaldes
elegidos por votación popular, quedan anuladas. A fines de 1843, el gobierno presidido
por González Bravo suprime la Milicia Nacional (con ello se acababa con la fuerza de
choque del partido progresista), a la vez que crea la Guardia Civil, para salvaguardar el
orden público y la propiedad privada. En julio de 1845 se dio paso a un control de la
imprenta y de la prensa por parte del Gobierno. También la reforma de los
ayuntamientos delimitaba la función de los alcaldes, haciéndolos depender del poder
central al ser nombrados por el Gobierno.
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●La Constitución de 1845, aunque fue presentada como una reforma para mejorar la de
1837, en realidad se trataba de un texto nuevo, claramente moderado: la soberanía era
dual, compartida entre el rey y las Cortes. Así, ahora eran el rey y las Cortes quienes
decretaban la Constitución, y no solamente las Cortes, como había sucedido en 1812 o
en 1837. De ahí que la reforma política más importante fuera la supresión de las
limitaciones de los poderes del rey -de la reina, en este caso- y el aumento de los
mismos, con la consiguiente pérdida de autonomía de las Cortes.
●Otro punto destacado de la Constitución fue la declaración categórica de que la religión
de la nación española era la católica, apostólica y romana. Por aquel entonces, los
moderados intentaban restablecer completamente las relaciones con el Papa, después de
la ruptura provocada por la desamortización de Mendizábal, y negociaron un
concordato que se firmaría en 1851. El concordato fijaba la intervención que se
concedía a los obispos en la enseñanza y la capacidad de censurar las obras sobre
religión y moral. A cambio los gobiernos moderados iban a conseguir la aceptación por
Roma de que los bienes desamortizados quedaran en manos de sus propietarios, y la
renovación del derecho de presentación de obispos. Cuando quedaba vacante alguna
diócesis, el Gobierno gozaba del derecho de proponer tres nombres para que Roma
eligiera entre ellos al nuevo obispo, lo cual significaba que, en adelante, los gobiernos
propondrían a adictos a sus programas y pretensiones.
●La organización de la administración. Se plasmó en un proyecto de Código Civil
centrado en la defensa de la propiedad privada. De acuerdo con este interés, y como
complemento al proyecto, se publicó en 1848 el nuevo Código Penal. La
centralización y organización administrativa quedó consolidada y uniformada
mediante leyes que concentraban en los gobernadores civiles la autoridad en cada
provincia y haciendo depender de ellos a los alcaldes de las poblaciones. En todo caso,
se respetaron los fueros de Navarra y de las provincias Vascongadas por temor a un
rebrote carlista. Finalmente se centralizó la instrucción pública y se organizó la
enseñanza en sus distintos niveles según el modelo francés. La Ley Moyano, declaraba
la obligatoriedad de la Enseñanza Primaria, pero al hacer responsables a los
ayuntamientos, muchos de éstos no tenían recursos para dotar escuelas. La tercera de
las reformas, y quizá la más urgente, fue la hacendística. Para salir de la crisis constante
de la Hacienda estatal, se refundieron los innumerables impuestos antiguos en unos
pocos de corte moderno, a fin de racionalizar su cobro. Tal reforma se concretó en
nuevas contribuciones directas -territoriales, industriales y de comercio-. Pero, al no
estar apoyada por unas estadísticas fiables, no se pudo evitar que prosiguiera el fraude
y la evasión fiscal por lo que hubo de recurrirse de nuevo a potenciar los impuestos
indirectos, y en especial, el impopular sobre los consumos.
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El procedimiento utilizado fue el pronunciamiento. En estos años en que los militares
estaban al frente de la política de los partidos, el pronunciamiento equivalía en la práctica a que
un general sustituyera al también general que hasta ese momento había tenido el poder.
En julio de 1854, una fracción del ejército encabezada por el general moderado
O'Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a las tropas del Gobierno. El resultado
de la acción quedó indeciso y O'Donnell se retiró camino de Andalucía. En Manzanares se le
unió el general Serrano y ambos decidieron lanzar un Manifiesto al país con promesas
progresistas. Desde que se produjo su difusión, las agitaciones populares proliferaron y casi
toda España se insurreccionó, de modo que el alzamiento militar moderado quedó desbordado
y convertido en un movimiento popular y progresista, que en algunos lugares –principalmente
en Barcelona- tuvo dimensiones obreristas. A la vista de los acontecimientos, la reina Isabel II
decidió entregar el poder a la principal figura del progresismo, el general Espartero.
Finalizaba así la Década Moderada y comenzaba lo que se llamó el Bienio Progresista,
que duraría hasta septiembre de 1856, un tiempo en el que los gobiernos se esforzaron por
poner en práctica medidas genuinamente liberales. En este sentido, su preocupación por
liberalizar los derechos individuales y el mecanismo electoral, ensanchando así la base de
los votantes, facilitó que salieran a la luz corrientes políticas que habían sido reprimidas
durante el régimen anterior. A la izquierda del progresismo se consolidaron las opciones
demócrata y republicana; ésta recogía, a su vez, corrientes como el socialismo y el
federalismo. A la vez, el carlismo volvió a dar señales de vida, promoviendo partidas armadas
en el campo, y el incipiente movimiento obrero ensayó sus primeras fórmulas de acción,
incluida la huelga general.
Las principales reformas que ponen en marcha los gobiernos progresistas son:
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Durante el Bienio progresista estallaron conflictos sociales en diversas industrias.
Fueron huelgas organizadas por sociedades obreras en Barcelona y su entorno. Todas ellas
culminaron en la huelga general de julio de 1855, la más importante hasta entonces. A ella se
unieron motines de subsistencia en Aragón y Castilla, que fueron duramente reprimidos.
En julio de 1856 el general Leopoldo O'Donnell dio un auténtico golpe de Estado
contra la mayoría parlamentaria y desplazó del poder al general Espartero y al partido
progresista. De este modo, el Bienio acabó como había comenzado, es decir, a tiros y con
derramamiento de sangre en las calles de Madrid, para acabar con la resistencia de la Milicia
Nacional.
O'Donnell asumió la presidencia del Gobierno con el respaldo de su nuevo partido, la
Unión Liberal, y presentó los objetivos principales de su política: consolidación de la
monarquía constitucional; respeto a "los legítimos derechos y legítimas libertades";
restablecimiento del orden público, y conciliación de las dos grandes tendencias liberales, la
moderada y la progresista, frente a demócratas, republicanos y movimiento obrero.
La preocupación principal de los gobiernos liberales en esta etapa fue restaurar el
orden (entendiendo como tal la ausencia de conflictividad social). Se produjo, durante algo
más de una década, la alternancia en el Gobierno de dos fuerzas políticas: los moderados,
dirigidos por Narváez, y la Unión Liberal de O'Donnell, que pretendía ser de centro y
aglutinar a los moderados de izquierda y a los progresistas. En esta fuerza política destacaron
militares como Francisco Serrano y Juan Prim, o civiles como Antonio Cánovas del Castillo.
Sus miembros también fueron llamados unionistas.
Los gobiernos de este período se caracterizaron por su insistencia en el progreso
económico como objetivo supremo de la política. Por esta razón se incrementaron las
inversiones públicas (vinculadas en numerosas ocasiones a los negocios particulares de muchos
dirigentes políticos). En esta época concluyó la realización de dos obras públicas de enorme
relevancia: el tendido ferroviario (1856-1866) y el Canal de Isabel II (1858), que abastecería a
Madrid de agua.
En política exterior se quiso restablecer el prestigio de España y restaurar su papel
como potencia internacional, siempre de acuerdo con los intereses de Francia y del Reino
Unido. Además, con esta política se fomentaba el nacionalismo en la opinión pública. La
intervención militar más importante tuvo como escenario Marruecos (1859-1860). El pretexto
fue la defensa de Ceuta y Melilla de los ataques de las tribus rifeñas. En esta guerra adquirió
prestigio militar y popular el general Prim. España obtuvo el territorio de Ifni, una región del
sudoeste de Marruecos que disponía de bancos pesqueros.
En política interior la actuación del Gobierno se fundamentó en los principios de la
Constitución de 1845; no obstante, volvió a fracasar en el intento de lograr la alternancia
pacífica en el poder de los distintos grupos liberales. Los equipos ministeriales eran
nombrados o destituidos según el favor y la confianza de la reina y sus camarillas; para acallar
a la oposición, el Gobierno clausuraba las Cortes y reforzaba la represión.
Por otra parte, prosiguieron las insurrecciones de los grupos que se consideraban
marginados del poder, como los progresistas, que comenzaron a colaborar con los
demócratas. Las conspiraciones alentadas por estos grupos no iban dirigidas solo contra el
Gobierno, sino contra la reina misma, ya que Isabel II, apoyada en su camarilla de la corte,
supeditó siempre sus deberes de reina constitucional a sus escrúpulos de católica conservadora.
La reina acabaría "militando" en el partido moderado. Los progresistas venían siendo su
pesadilla por diversos motivos: habían llevado a cabo la desamortización de los bienes del
clero, habían provocado la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma, simpatizaban por
39
entonces con los líderes de la unidad italiana -Cavour y Garibaldi- y, por tanto, estaban en
contra de los derechos del Papa sobre los llamados Estados Pontificios.
Entre los muchos disturbios destacó la protesta estudiantil universitaria conocida como
la Noche de San Daniel (1865) o la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil
(1866), ambos en Madrid.
En los años anteriores a 1868, todo el mundo sabía que Prim y otros generales estaban
conspirando. Pero fue después del fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil, en 1866,
cuando comprendió que había que aunar las máximas fuerzas militares y civiles posibles. De
esta forma, pactó en Ostende (Bélgica, 1866) una alianza con el partido demócrata, que se
había escindido del progresista, sobre dos bases: la destrucción de todo lo existente,
políticamente hablando, y la construcción de un orden nuevo por medio de unas Cortes
Constituyentes elegidas por sufragio universal. Tras la muerte de los dos apoyos principales de
la reina, O'Donnell (1867) y Narváez (1868), incluso los unionistas se adhirieron al pacto.
A todo ello contribuyó la crisis económica general que se manifestó a partir de 1866.
Fue una crisis de subsistencia que trajo escasez de cereales, alza de precios, hambre,
enfermedades y una grave crisis financiera. Estas dificultades afectaron a toda la burguesía de
los negocios, que era, precisamente, la que en 1833 había optado por defender con su dinero el
trono de Isabel II frente a las pretensiones de los carlistas. Todos estos factores desencadenaron
la revolución en 1868 que pondría fin al reinado de Isabel II.
Castilla-La Mancha se va a ver sacudida por la Primera Guerra Carlista, sobre todo por
la existencia de partidas carlistas en los Montes de Toledo y Sierra Morena, mientras que
Toledo va a ser una de las provincias más afectadas tanto por la desamortización eclesiástica de
Mendizábal (1836) como por la desamortización civil de Pascual Madoz (1855).
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TEMA B.3. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). ECONOMÍA Y
SOCIEDAD ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XIX.
1. La evolución política del Sexenio Democrático. 2/ La economía española del siglo XIX:
agricultura, industria y transportes. 3/ La sociedad española del siglo XIX: del estamentalismo
a la sociedad de clases.
La revolución de 1868
Tras el fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil, en 1866, el general Prim
comprendió que había que aunar las máximas fuerzas militares y civiles posibles para llevar a
cabo un cambio profundo. El Pacto de Ostende (Bélgica) en 1866, significó una alianza de los
progresistas con el partido demócrata e incluso con parte de los unionistas para acabar con el
reinado de Isabel II. A todo ello contribuyó la crisis económica general que se manifestó a
partir de 1866. Fue una crisis de subsistencias que trajo escasez de cereales, alza de precios,
hambre, enfermedades y una grave crisis financiera.
El origen del Sexenio democrático es la Revolución de septiembre de 1868, conocida
por sus partidarios como la Gloriosa. Se inició con un pronunciamiento militar en Cádiz
dirigido por los generales Prim y Serrano, líderes respectivos de progresistas y unionistas. A
ellos se unió el almirante Topete, también unionista, al mando de la Armada. El manifiesto de
los sublevados se titulaba España con honra y proponía un gobierno provisional y el sufragio
universal, al tiempo que criticaba a la reina. La insurrección se propagó por numerosas
ciudades y obtuvo el apoyo popular, generalmente organizado por los demócratas, que
organizaron juntas revolucionarias. Las tropas leales a la reina fueron derrotadas en Alcolea
(Córdoba) por las de Serrano. Isabel II, que estaba veraneando en Lekeitio (Vizcaya), optó por
partir hacia Francia.
42
Además, su principal valedor, Prim, es asesinado, y la coalición gubernamental
comenzó a disgregarse, provocando una gran inestabilidad política: en apenas dos años se
convocaron en tres ocasiones elecciones generales a Cortes y se sucedieron seis gobiernos.
El fracaso de su reinado se debió a no contar con apoyos: la nobleza, siempre fiel a la
derrocada Isabel II y aleccionada por el clero más conservador, consideró a don Amadeo I -por
ser Saboya- enemigo del Papado y responsable de la reducción territorial del Vaticano; de
modo que optó por hacerle el vacío y simpatizar con el nuevo partido alfonsino de Cánovas,
quien, por otro lado, estaba procurando ganarse el apoyo de la alta burguesía, preocupada por la
inestabilidad política, negativa para la marcha de sus negocios.
Mantener la monarquía sin el apoyo de fieles monárquicos era cuestión difícil, máxime
cuando había oposiciones declaradas: los carlistas, iniciando levantamientos en favor del
pretendiente don Carlos; los republicanos, y el ascendente movimiento obrero, que, sustentado
en los principios del anarquismo e integrado en la Asociación Internacional de Trabajadores
(AIT), estaba dispuesto a acabar con la propiedad privada y el Estado.
Amadeo entregó su acta de abdicación el 11 de febrero de 1873. Inmediatamente, el
Congreso y el Senado, constituidos en una sola Asamblea Nacional, dispusieron, de forma
ordenada y pacífica, la proclamación de la república. Ésta había al fin llegado porque la
monarquía se había quedado sin posibilidades de actuación.
El crecimiento demográfico fue lento debido a las altas tasas de mortalidad. A lo largo
del siglo la población pasó de 11,5 millones de habitantes en 1800 a poco más de 18,5 millones
en 1900. Las causas fueron la persistencia de epidemias como el cólera (episodios de 1853,
1865 y 1885) o la gripe (1890), la tuberculosis o las crisis de subsistencia. Hasta el siglo XX,
las tasas de mortalidad no bajan.
También tuvo una notable influencia la emigración, especialmente la transoceánica
(entre 1875 y 1915 salieron 1,5 millones de personas hacia Cuba, Argentina, Brasil o Argelia).
Salieron principalmente de Galicia, Asturias, Cantabria, Canarias y el Levante, donde las
posibilidades de mejora en el empleo y en los salarios eran muy escasas.
El 70% de la población vive en núcleos de menos de 10.000 habitantes y sólo un 9% en
ciudades de más de 100.000. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX surge el éxodo
rural gracias a la atracción de las zonas industriales de Cataluña y el País Vasco, y al
crecimiento de la capital, Madrid. Para ese periodo se habían producido ya las grandes
transformaciones urbanísticas de las grandes ciudades: derribo de murallas y ensanches, como
el plan de Ildefonso Cerdá en Barcelona, el barrio de Salamanca y la Ciudad Lineal en Madrid
y el Ensanche de Valencia.
En cuanto a la distribución regional, se advierte el aumento del peso demográfico de la
periferia con relación a las regiones interiores.
Por sectores económicos, todavía a finales de siglo la mayoría de la población trabaja
en la agricultura.
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Tanto en Europa, como en España, la vieja nobleza y la nueva burguesía se integraron,
constituyendo ambas la élite del poder y del dinero durante el siglo XIX. Por este motivo, el
paso de la sociedad estamental a la sociedad de clases fue lento y desigual.
● Las élites:
● La vieja nobleza que mantuvo la propiedad pese a la abolición del régimen señorial
y la desvinculación de los mayorazgos, siguió viviendo de sus rentas no
contribuyendo al desarrollo industrial y financiero. También siguió en los círculos
de poder por su presencia en el Senado, en la Iglesia y en el Ejército. A su lado,
surgió una nueva nobleza procedente de la alta burguesía y de los altos cargos de la
administración y el Ejército.
● La alta burguesía estaba integrada por grandes propietarios rurales y urbanos,
hombres de negocio, especuladores y comerciantes. Se trata de un burgués
enriquecido con la compra de las propiedades desamortizadas. Vive de las rentas de
la tierra, de los préstamos al Estado, de la especulación en Bolsa, en los ferrocarriles
y, sobre todo, de la especulación inmobiliaria. Sólo a finales de siglo surge en
Asturias, Cataluña y País Vasco una burguesía empresarial.
● El clero disminuyó drásticamente de número por las desamortizaciones, la supresión
del diezmo y de gran parte de las órdenes religiosas. Mantuvo parte de su influencia
social a través del púlpito y las confesiones. Retuvo el control de la educación y siguió
administrando la mayoría de los centros de beneficencia. Fue, en general, hostil a los
cambios, rechazando la democracia, el liberalismo, el socialismo, el positivismo, el
evolucionismo, el racionalismo e incluso las ciencias experimentales.
● Las clases medias las forman medianos y pequeños comerciantes, miembros de
profesiones liberales, funcionarios y pequeños propietarios urbanos. Su máxima
aspiración es ser propietarios, aburguesarse y ennoblecerse. Es un grupo poco
articulado y poco numeroso.
● Las clases bajas:
● Urbanas: integradas por artesanos y trabajadores asalariados (tenderos, servicio
doméstico, unos 800.000). Movilizados social y políticamente, cuando hay carestía
de alimentos, contra los consumos y las quintas. El proletariado, aun minoritario,
en la segunda mitad del siglo se concentrará en Barcelona y en Vizcaya. Estaban
sujetas a la permanente inestabilidad de empleo, la falta de prestaciones sociales, el
hacinamiento y la mendicidad.
● El campesinado constituía la población más numerosa: pequeños propietarios,
arrendatarios y jornaleros. La disolución de los señoríos no altero del todo la
estructura de la propiedad. Las desamortizaciones no solo no beneficiaron a los
campesinos, sino que empeoraron sus condiciones de vida, privándoles del disfrute
de los bienes comunales y de los contratos enfitéuticos. En amplias zonas de
España, la reforma agraria liberal significó para el campesino la pérdida de los
derechos sobre una tierra que llevaban siglos cultivando. Jornaleros y criados
rurales formaban el grupo más numeroso de la sociedad española del siglo XIX,
especialmente al sur del Tajo. Esto explica la típica respuesta social, sobre todo del
campesinado andaluz durante la segunda mitad del siglo XIX. Se produjeron
sublevaciones armadas cuyo objetivo era la ocupación de tierras, impulsados por
demócratas y republicanos, partidarios de la reforma social.
47
Desde los años treinta, los obreros comienzan a organizarse y establecer una lucha
por la mejora de sus condiciones de vida. Estas primeras formas de lucha se manifiestan de
formas diferentes:
● Revueltas de carácter ludita, que tienen sus principales episodios en 1821 en Alcoy,
donde se queman telares y fábricas de hilar, en 1835 en Barcelona con la quema de la
fábrica Bonaplata y el boicot en 1854 a las máquinas de hilar selfactinas. Acciones
fuertemente reprimidas por el ejército.
● Asociacionismo mutualista y republicanismo: En 1840 nace la Asociación Mutua de
la Industria Algodonera en Barcelona. Durante la regencia de Espartero crecen las
sociedades de socorros mutuos integradas por profesiones artesanales y en todas las
ciudades se reúnen obreros e intelectuales para discutir de política y de lo que se llamó
“la cuestión social”. La ideología dominante era el republicanismo, esto es, un
programa democrático en política (sufragio universal, federalismo) y reformas sociales
(derecho de asociación, acabar con el impuesto de consumos y con las quintas,
distribuir la propiedad de la tierra, etc..) Estas organizaciones se robustecen en el
Bienio Progresista (1854-56). En 1855 se funda en Madrid el primer semanario obrero
de España, El Eco de la clase obrera, a la par que en Barcelona se declara la primera
huelga general para pedir: derecho de asociación, limitación de la jornada laboral,
jurados mixtos para conflictos laborales.
● Socialismo utópico: de las filas republicanas surgen intelectuales críticos con la
sociedad que difunden las ideas de los “socialistas utópicos” europeos, como Saint-
Simon, Fourier y Cabet. Además se difundieron ideas de Proudhon a través de
traducciones de Pi y Margall, que influyeron tanto en republicanos como en los
primeros anarquistas.
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TEMA B.4. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1874-1902)
49
partidos oficiales que aceptaran la legalidad constitucional y el control del poder por la
élite política y económica:
● Cánovas, creador del nuevo sistema político, era jefe del partido llamado liberal-
conservador, compuesto por diputados de la alta burguesía terrateniente del centro
y sur de la península, altos funcionarios militares o civiles y nobleza.
● Como elemento de contraste, se formó un partido que jugaba el papel de la
izquierda dinástica, el liberal-fusionista, formado por progresistas y demócratas
moderados que tenía por jefe a Práxedes Mateo Sagasta.
El turno era una fórmula política que gracias a la manipulación electoral daba la
posibilidad a ambos partidos de desarrollar sus programas y aseguraba una evolución siempre
pacífica. Cuando el partido en el poder perdía credibilidad, dimitía, se cambiaba de gobierno y
el nuevo partido, ya en el poder, convocaba elecciones que mediante la manipulación, ganaba
inexorablemente. A la muerte de Alfonso XII (1885), teniendo su esposa Mª Cristina que
actuar como regente, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo que asentó
definitivamente el turno de partidos. Cuando le tocó a Sagasta acceder al Gobierno promulgó el
sufragio universal -masculino- (1890). Pero para entonces, ambos partidos estaban de acuerdo
en la falsificación permanente del sufragio para evitar que la masa obrera y jornalera se
hiciera con el poder y pusiera en peligro la riqueza de las clases dirigentes. Esta manipulación
tenía su cúspide en el Ministerio de la Gobernación, se servía de los gobernadores de las
provincias y éstos del cacique, miembro de una élite rural, ya sea por ser un rico propietario o
estar curtido en el soborno y la coacción.
En el territorio que hoy ocupa la Comunidad de Castilla-La Mancha, debido al
carácter esencialmente rural del territorio, el caciquismo, nutrido sobre todo por los
terratenientes, tuvo una importante implantación, lo que supuso un estancamiento social y
económico. Sólo la llegada del ferrocarril supuso un cierto desarrollo de los núcleos que
comunicaba.
50
régimen mediante acciones subversivas. En las elecciones de este periodo salieron elegidos
diputados republicanos aunque en un número muy reducido.
Regionalistas y nacionalistas. El sistema de la Restauración consagró nuevamente el
centralismo en su Constitución. En esta situación, movimientos de recuperación cultural y
lingüística que se venían dando en varios territorios del estado adquirieron poco a poco tintes
políticos. Los objetivos eran la creación de instituciones propias o la consecución de la
autonomía administrativa en los territorios con lengua propia, señas de identidad y tradiciones
peculiares arraigadas especialmente en Cataluña, el País Vasco y Galicia:
Para llegar a la Paz de Zanjón con los rebeldes cubanos -fin de la “guerra de los diez
años" en 1878-, el general Martínez Campos había ofrecido reformas político-administrativas y
concesiones de autogobierno. Con estas promesas, se fortaleció en Cuba una corriente
autonomista, que cristalizó en el Partido Liberal Cubano, integrado por criollos -
52
descendientes de españoles nacidos en Cuba-, que aceptaba la unión superior en la Corona de
España. Pero frente a éste apareció la unión de los "españoles incondicionales", compuesta
por las familias españolas de latifundistas -dueñas de ingenios de azúcar-, de negociantes y
especuladores. Este partido, que reunía a la verdadera oligarquía isleña, se opuso a que se
concediera cualquier tipo de autonomía a la isla.
En 1892 José Martí funda el Partido Revolucionario Cubano, netamente separatista,
que contó con el apoyo norteamericano. En febrero de 1895 comenzó la definitiva insurrección
para alcanzar la independencia. Liderada por Martí, respondía a una filosofía nacionalista
liberal, basada en los principios de la emancipación de los pueblos oprimidos. La súbita muerte
de este último en una emboscada proporcionó el mártir cuya venganza se iba a unir a la
conciencia nacional en pro de la independencia.
Fue una guerra dura, más que por las acciones militares de tipo guerrillero, por las
condiciones del clima y las enfermedades. El general Martínez Campos, una vez fracasada la
negociación se dispuso a aplastar la insurrección, pero la táctica de guerrillas de los cubanos lo
hizo imposible. Cánovas envió al general Valeriano Weyler, militar enérgico que recurrió a
medidas drásticas que supusieron el enfrentamiento con toda la población, al obligar a la
población civil a reunirse en zonas controladas para evitar que apoyaran a la guerrilla. Fue lo
que la prensa norteamericana calificó de "atroces campos de concentración".
En la guerra fue decisiva la intervención de los Estados Unidos: Primero, por la ayuda
material a los insurrectos, con armas, municiones y dinero; segundo, por la presión diplomática
sobre Madrid, con la propuesta de compra de la isla, y tercero, por la declaración final de la
guerra.
En enero de 1898 fondeó en la bahía de La Habana el acorazado norteamericano Maine
con la excusa de proteger los intereses de los ciudadanos de los Estados Unidos en la isla. El 15
de febrero una explosión hundió en pocos minutos el Maine con gran parte de su tripulación.
La prensa norteamericana acusó a España de atentado. El 20 de abril llegó el ultimátum formal
de los Estados Unidos, que exigía de España la renuncia inmediata a su soberanía sobre Cuba.
La guerra se desarrolló en dos escenarios: Cuba y las islas Filipinas.
En Cuba la guerra se decidió con la derrota de Santiago de Cuba. Cuando las tropas
norteamericanas y cubanas luchaban contra las españolas por el dominio de esta ciudad, la
escuadra del almirante Cervera, llegada de España, entró en su puerto con el objeto de
aprovisionarse de carbón. Pero cuando quiso salir, se encontró con que el puerto estaba
bloqueado por la escuadra norteamericana. Ante una fuerza cuatro veces superior y más
moderna, Cervera consideró perdida la escuadra española, por lo que el dilema, que comunicó a
Madrid, era: salir fuera del puerto para que fuera destruida o rendirse y entregarla ahorrando
vidas. El Gobierno, empujado por las Cortes y la prensa, que apelaba al honor nacional, ordenó
la salida y el enfrentamiento. El 3 de julio fue aniquilada en menos de cuatro horas. A partir de
ese día los sucesos se precipitaron: a mediados de julio cayó Santiago de Cuba y a finales de
mes las fuerzas norteamericanas desembarcaban en Puerto Rico.
En el archipiélago de Filipinas la población española era escasa y los capitales
invertidos no eran relevantes. Durante tres siglos la soberanía se había mantenido gracias a una
fuerza militar, no muy amplia, y a la presencia de varias órdenes religiosas. La insurrección
comenzó por el descontento de ciertos grupos indígenas con la administración española y con
el excesivo poder de dichas órdenes. En 1892, José Rizal fundó la Liga Filipina con un
programa de independencia, basado en la expulsión de los españoles y de las órdenes
religiosas. A partir de 1896 se extendió la insurrección por la provincia de Manila, que, aunque
se pudo reprimir y detener a Rizal, continuó dirigida por Emilio Aguinaldo. La declaración de
53
guerra por los Estados Unidos en 1898 precipitó el desenlace. Frente al fuerte de Cavite se
produjo una batalla desigual de acorazados norteamericanos contra buques de la Armada
española. Además, los ingleses no dejaron pasar refuerzos por el canal de Suez, y Manila cayó
en manos norteamericanas el 14 de agosto.
En el Tratado de Paz firmado en París España renuncia a Cuba y cede a los EEUU
Filipinas, Puerto Rico y Guam. Apenas le quedaban a España tres archipiélagos en el océano
Pacífico: las islas Marianas -excepto la de Guam-, las Carolinas y las Palaos. La venta de estas
islas a Alemania en 1899 fue el último acto de la pérdida del imperio español.
La pérdida de las colonias fue un desastre militar, pero también social y económico;
para evitarlo hubiera necesitado un potencial económico fuerte del que carecía, un ejército y
una marina de guerra amplia y moderna y una política internacional de alianzas capaz de frenar
los intentos de los Estados Unidos.
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TEMA B.5. ALFONSO XIII Y LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
(1902-1931)
1.- La primera parte del reinado de Alfonso XIII y los proyectos de regeneracionismo político.
2/ La crisis del parlamentarismo; la neutralidad en la Primera Guerra Mundial. 3/ La dictadura
de Primo de Rivera y caída de la monarquía. Los problemas económicos
Los años de la Gran Guerra (1914-1918) fueron decisivos para entender la España del
siglo XX. Y ello por dos causas: por su neutralidad ante el conflicto y porque 1917 se convirtió
en un año esencial para la descomposición del sistema político de la Restauración.
La guerra se declaró el 28 de julio de 1914 y a los dos días se publicó el Decreto de
neutralidad y de no-intervención. Ante la debilidad de un ejército que acababa de perder una
guerra frente a los Estados unidos y el enfrentamiento entre aliadófilos (burguesía) y
germanófilos (oficiales del ejército), Alfonso XIII decidió que España se mantuviera neutral y
que el país se beneficiara en lo posible de esa condición.
Los negocios derivados de la neutralidad (venta de armas y manufacturas a ambos
bandos) enriquecieron desmesuradamente a unos y hundieron en la miseria a los más. Frente a
la euforia burguesa, continuó la carestía de la vida, que afectó de modo especial a las clases
obreras, de modo que con el transcurso de la guerra fueron aumentando las diferencias entre
las clases. La llamada crisis del verano de 1917 puso de golpe sobre la mesa todos lo
problemas heredados y no resueltos. Fueron tres revueltas las que coincidieron entre los meses
de junio y agosto, aunque no conectaron entre sí.
La oficialidad se estaba organizando para reforzar su presencia en el Estado y mejorar
sus ingresos. En enero de 1917 se habían formado Juntas de Defensa en la mayor parte de las
guarniciones del país. Sus objetivos eran oponerse al ascenso por méritos de guerra (las
posibilidades de ascenso estaban en Marruecos y los abusos continuaban) y solicitar una subida
de los sueldos. La Ley del Ejército de junio de 1918 trajo la subida de los sueldos y la
regulación de los ascensos por una Junta de Clasificación. Logrado esto, el ejército volvió a ser
el sustento de la Monarquía y del Gobierno frente al problema social.
El segundo acto de la crisis de 1917 fue la Asamblea de Parlamentarios. Cambó, jefe
de la Lliga pidió la apertura de las Cortes. El Gobierno no atendió a la petición y el 5 de julio se
reunieron en Barcelona 59 diputados y senadores catalanes. Cambó proponía transformar la
organización del Estado, sustentándola en un régimen de autonomías más de acuerdo con la
realidad de la vida española. Era, en definitiva, la rebelión de las clases y grupos progresistas
contra la oligarquía que ostentaba el poder. La asamblea fue disuelta ante el temor de los
parlamentarios a una posible revolución social.
La guerra estaba teniendo grandes repercusiones económicas: la industrialización se
aceleró, la burguesía hizo enormes fortunas, mientras que la exportación de productos básicos
hacía que los precios no dejaran de subir, mientras que los salarios estaban estancados. En esta
situación se multiplicó la afiliación a los sindicatos CNT y UGT. El movimiento obrero había
organizado ya una campaña para solicitar el abaratamiento de los alimentos y convocado una
huelga de protesta en diciembre de 1916 que fue un éxito rotundo. En colaboración con la
CNT, la UGT convocó una huelga general indefinida en el mes de agosto, intentando
encontrar el respaldo de algunos sectores del ejército y de parlamentarios. El conflicto duró
cinco días. El ejército no apoyó a los huelguistas, sino que los reprimió duramente (más de 70
muertos). Los parlamentarios republicanos tampoco la respaldaron, y el comité de huelga fue
detenido.
Tras los acontecimientos de 1917, la crisis del régimen monárquico se acentuó; en el
gobierno se sucedían equipos débiles, sin cohesión entre ellos, que tuvieron que hacer frente a
un enfrentamiento entre patronos y obreros, sobre todo en Barcelona, y a la Guerra de
57
Marruecos. Ante la incapacidad del gobierno de dar solución a ambos problemas, el rey acepta
la intervención directa del ejército.
El movimiento obrero no va a dejar de crecer. En 1919, la CNT alcanza los 700.000
afiliados y la UGT, los 200.000. El PSOE no se adhiere a la Tercera Internacional promovida
desde Moscú, lo que hace que de él se escinda en 1922 el Partido Comunista de España (PCE),
con una escasa implantación. Los años que van de 1918 a 1923 son de una enorme
conflictividad social, donde las huelgas aumentaron considerablemente, destacando la huelga
de la Canadiense, la empresa que suministraba electricidad a Barcelona. La CNT, ante la
negativa de la empresa a negociar, convoca una huelga general, llegando a paralizar Barcelona
y que sólo pudo ponerse fin con la intervención del ejército. Fruto de esta huelga es la
concesión de la jornada de ocho horas en abril de ese año. Los empresarios colaboraron con
la represión mediante el cierre de empresas (lock-outs), la contratación de pistoleros y de
grupos de extrema derecha (los llamados sindicatos libres) para acabar con los líderes
sindicales. Esto provocó una respuesta también violenta por parte de un sector de los
anarquistas catalanes. Lo que se tradujo en más de 300 asesinatos, entre ellos del presidente
Dato en 1921 o del líder de CNT, Salvador Seguí. En Andalucía resurge de nuevo la
conflictividad social, promovida por la CNT, centrada en la reivindicación de jornal fijo, la
abolición del destajo, la contratación en los locales de los sindicatos y la aplicación de la
jornada de ocho horas en los trabajos del campo.
La guerra de Marruecos. España tenía intereses en el norte de Marruecos desde
comienzos del siglo XVI, y en el XIX se habían producido enfrentamientos por la defensa de
las plazas de Ceuta y Melilla. Apoyados por Gran Bretaña, Francia y España se reparten
Marruecos en el Tratado de Algeciras de 1906, en el que España se hace cargo del norte de
Marruecos, el Rif, (la zona más pobre y conflictiva). Estaban por medio muchos intereses
económicos, entre los cuales la minería y la construcción de ferrocarriles eran los incentivos
más poderosos para la oligarquía financiera de la Restauración que deseaba resarcirse de las
pérdidas coloniales. A partir de 1909 se intensifica la ocupación entrando en lo que en los
círculos diplomáticos europeos se denominaba "avispero" marroquí. Lo que en ese año se
llamó "guerra de Melilla" -y que provocó la Semana Trágica de Barcelona- no fue más que la
respuesta militar del Gobierno para proteger los intereses económicos españoles ante los
ataques de las cabilas rifeñas.
La guerra se intensificó en 1921 y con ella el desastre de Annual. El caudillo rifeño,
Abd el Krim, que había ido cohesionando la resistencia rifeña, desencadena la ofensiva desde
Alhucemas sobre Annual. El general Silvestre ordena una caótica retirada que se convirtió en
una carnicería donde murieron unos 14.000 hombres. A Silvestre le mataron o se suicidó en el
parapeto de Annual. Las consecuencias de Annual fueron profundas y graves. El expediente
sobre responsabilidades alcanzaba a altos cargos del ejército e incluso al mismo rey. También
se dio el descrédito de las Juntas de Defensa, vistas como un medio para controlar los mandos y
adquirir prebendas.
Entre 1922 y 1923, la monarquía de Alfonso XIII tenía sólo dos alternativas para
mantenerse: una democratización real del sistema o el establecimiento de un régimen
autoritario. Se hicieron algunos esfuerzos por solucionar los problemas a través de medios
constitucionales: se disolvieron las juntas de defensa, se cesó a Martínez Anido (protagonista
de una represión feroz contra los anarquistas) como capitán general de Barcelona y se nombró a
un civil para dirigir la crisis de Marruecos. Sin embargo, el régimen derivó finalmente hacia
una solución autoritaria.
58
3.- LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA,
LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS
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TEMA B.6. LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1936)
Al día siguiente de la aprobación del texto constitucional, Alcalá Zamora era elegido
por el Congreso presidente de la República y confirmaba a Manuel Azaña al frente de la
jefatura del Gobierno.
El periodo comprendido entre abril de 1931 y septiembre de 1933 se conoce como
Bienio reformista, social-azañista o republicano-socialista. El protagonismo fue claramente
de las izquierdas, ya que tanto los monárquicos como los republicanos moderados se retiraron
del gobierno. Se pusieron en marcha diversas reformas:
63
La reforma educativa
Convencido de que el atraso español podía superarse mediante la educación, el gobierno
de Azaña se entrega a la difícil tarea de sustituir los métodos y profesores religiosos por
partidarios de una enseñanza progresista. El ministro de Instrucción Pública, Fernando de los
Ríos, tuvo como objetivo crear un sistema educativo unificado, público, laico y gratuito,
que implantó la coeducación de niños y niñas, inexistente en los centros religiosos. La
prohibición de la enseñanza a las congregaciones religiosas creó un vacío de centros y
profesores.
A pesar de la decidida voluntad de la República, ni el tiempo ni el dinero permitieron eliminar
el monopolio docente de la Iglesia; pero a principios de 1933, cerca de diez mil nuevas
escuelas primarias manifestaban la apuesta del Gobierno por la mejora de la educación. Se
aumentó el sueldo a los maestros y se pretendió dotarlos de una mejor preparación, acorde con
la función trasformadora que se atribuía a la escuela en una España con un 60% de población
analfabeta.
Otras actuaciones en el plano educativo y cultural, fueron las Misiones Pedagógicas,
con bibliotecas, cine y teatro ambulantes, que pretendían llevar la cultura a las zonas rurales.
Desde el anarquismo surgieron escuelas racionalistas siguiendo el modelo de la Escuela
Moderna de Ferrer y Guardia. La CNT y los ateneos sostenían la difusión de su ideología a
través de revistas y folletos.
La reforma militar
El gobierno republicano aborda la espinosa tarea de modernizar el ejército, cuya
abundancia de mandos, escasa formación y anticuado material le habían hecho perder
capacidad técnica. Una de las primeras decisiones de Azaña, ministro de la Guerra en el
gobierno provisional, fue la de ofrecer a un buen número de oficiales la jubilación anticipada
con el sueldo íntegro. La mitad de los afectados eligieron esta ventajosa reconversión, que
redujo drásticamente la oficialidad, pero que no logró, como era uno de sus objetivos,
republicanizar el ejército. Otras medidas fueron restar poder a la jurisdicción militar en
beneficio de la civil o la supresión de la Academia General de Zaragoza, dirigida por el general
Franco. Las reformas de Azaña irritaron a amplios sectores del ejército, que vieron en ellas un
propósito de minar el poder de los militares. No se atrevió la República a disolver la Guardia
Civil, aunque sí procuró acabar con su hegemonía en cuestiones de orden público. Prefirió
crear, la Guardia de Asalto, una fuerza leal, especialmente entrenada como policía
antidisturbios.
La reforma agraria
La esperanza republicana lleva sobre todo el nombre de reforma agraria: Extensos
latifundios en Extremadura y Andalucía, campesinos hambrientos y arrendatarios explotados
esperaban un remedio. Todos ellos esperaban que el gobierno republicano-socialista acabara,
por fin, con todas las lacras del campo español mediante una distribución más justa de la
propiedad, para lo que era urgente aprobar una ley que expropiara grandes fincas y las
repartiera entre campesinos sin tierras. Con un fondo de agitación creciente en el campo, el
proyecto de reforma agraria choca con la resistencia de los latifundistas y de los partidos de
derecha y centro, que la hacen estancar en las discusiones del Congreso.
En agosto de 1932, el fracaso del levantamiento monárquico del general Sanjurjo contra
la República fortalece a Manuel Azaña, que aprovecha la emotividad del momento para hacer
aprobar la Ley de Bases de la Reforma Agraria (9 de septiembre de 1932). El texto legal
autoriza la expropiación con indemnización. La burocracia, los elevados costos de la
expropiación y las resistencias de los propietarios afectados por la reforma no permitirían
recibir tierras más que a doce mil familias en los dos años de vigencia de la ley.
65
Nadie consigue frenar el desgaste del gobierno republicano-socialista, que ve cómo la
derecha católica explota el anticlericalismo de la República para organizar un poderoso
movimiento de masas de muy diversa procedencia social. De la movilización católica nace en
1933 la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), con la finalidad de
reformar la Constitución republicana, sobre todo en las materias concernientes a la religión y a
la enseñanza. Bajo el liderazgo indiscutido de José María Gil-Robles, la CEDA era un grupo
heterogéneo en el que, junto a verdaderos democristianos, imbuidos de la conciencia social de
la Iglesia, conviven hombres de extrema derecha. Más a la derecha de la CEDA se encontraban
otros grupos. Desde febrero de 1933, los ultramonárquicos se habían separado de Gil-Robles y
habían fundado Renovación Española, bajo el liderazgo de José Calvo Sotelo. El carlismo
derivó en un movimiento nacionalista de ultraderecha, la Comunión Tradicionalista. También
surgen los primeros grupos fascistas, como Falange Española, fundado en octubre de 1933 por
José Antonio Primo de Rivera, el hijo del dictador.
Las movilizaciones de la derecha y las continuas alteraciones del orden público
desgastan gravemente a Azaña y sus gobiernos, que pierden las elecciones municipales de abril
de 1933. Cuando en septiembre de 1933 las divisiones en la coalición gubernamental se
manifiestan irreversibles, el presidente de la República, en el uso de su autoridad
constitucional, destituye a Azaña, haciéndose necesarias nuevas elecciones, que quedan
convocadas para noviembre.
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TEMA B.7. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
a) La sublevación militar.
Aunque la causa única de la guerra fue la sublevación militar contra la república, lo
cierto es que en ella confluyen elementos que proceden incluso del siglo XIX con otros más
recientes.
Las causas a largo plazo tienen que ver con la particularidad con la que se llevó a cabo
la revolución liberal-burguesa en el siglo XIX, que no llevó a cabo una auténtica reforma
agraria sino que concentró aún más la propiedad; que no supo articular un modelo de Estado
que respetara a la vez la unidad y los particularismos; y que dio al ejército y a la iglesia un
papel protagonista en la vida política que no tenía comparación en los países de nuestro
entorno.
Las causas a corto plazo tienen que ver con las políticas reformistas del periodo
republicano, que enemistaron con la república al ejército, la iglesia, los terratenientes y la
burguesía, sin lograr el apoyo, por lo tímido de las reformas, de obreros y campesinos sin tierra.
El periodo republicano fue polarizando la sociedad española en dos bandos que, temerosos
cada uno de ellos de las intenciones del otro, acabarían enfrentándose en la guerra.
La conspiración militar se inició como consecuencia de la victoria del Frente Popular
en las elecciones de febrero de 1936. En ella también hubo colaboradores civiles (monárquicos
alfonsinos y carlistas, fascistas...), con los que se contaba como apoyo auxiliar. Sin embargo, el
golpe de Estado de julio de 1936 fue organizado, liderado y planeado exclusivamente por una
serie de militares descontentos. El estratega y jefe de la operación fue el general Emilio
Mola, que estaba en Pamplona, ciudad a la que había sido destinado por el Gobierno
precisamente por ser sospechoso de golpismo. El general Sanjurjo, era la persona designada
por los conspiradores para presidir el Directorio militar que se debía crear tras el golpe; sin
embargo, falleció en los primeros días de la sublevación en un accidente aéreo cuando se
dirigía a Pamplona desde Portugal, donde residía. Mola pretendía instaurar un modelo de
Gobierno idéntico al de la Dictadura de Primo de Rivera; su objetivo era establecer un poder
autoritario que desalojara al Gobierno legítimo y suspendiera las libertades constitucionales.
El Gobierno de la II República presidido entonces por Casares Quiroga temió armar a
las organizaciones obreras y no adoptó las medidas adecuadas para prevenir el golpe militar
que se estaba preparando. La Guerra Civil fue, por tanto, la consecuencia de un golpe militar
mal ejecutado y de un Gobierno demasiado débil para atajarlo.
La sublevación comenzó en la tarde del 17 de julio de 1936 en Marruecos, donde se
encontraba la mayor y mejor preparada guarnición del ejército español. Estaba formada por
unos 50.000 hombres: los legionarios (el Tercio), dirigidos por el Tte. Coronel Yagüe, y las
tropas indígenas (los Regulares), que ya habían intervenido en la represión de la revolución de
Asturias en 1934.
Franco, tras controlar Canarias, se trasladó a Marruecos y se puso al frente de la
rebelión. Entre el 18 y el 19 de julio se incorporaron al golpe militar Sevilla (al mando del
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general Queipo de Llano) y Cádiz. Esta última era imprescindible para desembarcar las tropas
procedentes del norte de África. Además, se sumaron a los sublevados Córdoba, Granada,
Navarra (al mando de Mola), la mayor parte de Castilla y León, las tres capitales de Aragón
(con el general Cabanellas al frente de las tropas de Zaragoza), Galicia, Oviedo y Baleares
(excepto Menorca).
La sublevación fracasó en la mayoría de las grandes ciudades y núcleos
industriales: la cornisa cantábrica y el País Vasco (excepto Álava), por un lado y aislada del
resto; por otro Madrid, Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha, parte de Andalucía y Murcia.
Los obreros armados constituyeron las primeras milicias espontáneas en defensa de la
República. En Madrid asaltaron el cuartel de la Montaña, que era el centro de la sublevación en
la capital, y el general Fanjul cayó prisionero. En Barcelona, la CNT asaltó el cuartel de
Atarazanas y el general Goded fue apresado y fusilado. El Gobierno central y la Generalitat
perdieron durante varios meses el control del orden público y la iniciativa militar quedó en
manos de las organizaciones obreras que comenzaron un doble proceso de guerra contra
los golpistas y revolución social. A partir del 21 de julio fue manifiesto el fracaso del golpe
militar; España había quedado dividida y a merced de la iniciativa de los sublevados. Era el
comienzo de la Guerra Civil, que no finalizó hasta el 1 de abril de 1939.
72
A continuación, emprendió el camino de Valencia y ocupó Castellón. La guerra parecía
decidida a favor de los sublevados.
Sin embargo, en julio de 1938 el ejército republicano lanzó una furiosa ofensiva y
logró cruzar el Ebro por sorpresa a través del gran arco que el río describe entre Mequinenza
(Zaragoza) y Amposta (Tarragona). Esta operación había sido autorizada por el presidente del
Gobierno, Juan Negrín, quien, convencido de la proximidad de un enfrentamiento en Europa
entre Hitler y las democracias, buscaba alargar el conflicto todo lo que fuera posible. La
ofensiva, conocida como la batalla del Ebro, se prolongó hasta noviembre de 1938 y tuvo
como consecuencia, además de las 100.000 bajas entre los dos bandos, el quebrantamiento
definitivo del ejército popular.
Tras la batalla del Ebro se llevó a cabo la conquista de Cataluña; en febrero de 1939,
Barcelona cayó en manos de los sublevados. El Gobierno y el presidente de la República, que
se habían trasladado a Barcelona, cruzaron la frontera francesa, acompañados por el gobierno
de la Generalitat. También se produjo un gran éxodo de tropas y civiles fieles a la República.
c.- Consecuencias
La Guerra Civil tuvo un balance trágico para España: las muertes y desapariciones, el
exilio de numerosos españoles, la represión y las pérdidas económicas. Hubo también grupos
sociales que se beneficiaron de la nueva situación:
● Los muertos y desaparecidos se calculan en medio millón, aunque sólo 300.000 lo
fueran en campos de batalla. Se calculan unos 200.000 fusilados (50.000 por el bando
republicano y 150.000 por el bando sublevado). Los encarcelados una vez acabada la
guerra se cifran en 300.000, muchos de los cuales murieron fusilados.
75
● Los exiliados ascendieron a 500.000 personas, y su situación fue penosa en Francia,
donde vivieron y participaron en la II Guerra Mundial. Muchos de ellos regresaron de
forma voluntaria o forzosa, para ser encarcelados y bastantes de ellos fusilados.
● La represión: además de los fusilados, hay que contar con los presos e internados en
campos de concentración franquistas, los condenados a trabajos forzados en obras
faraónicas (como la del Valle de los Caídos) y las personas que permanecieron
escondidas (algunos incluso durante treinta años), conocidos como topos.
● Las pérdidas económicas debidas a los destrozos de la guerra, la pérdida de mano de
obra, tanto por el exilio como por las muertes y la salida del oro del Banco de España
hicieron muy duros los años de la posguerra.
● Los grupos beneficiados fueron los terratenientes, la burguesía industrial y financiera,
el ejército y la Iglesia.
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TEMA B.8. LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)
El franquismo fue el régimen político y social que nació durante la Guerra Civil
debido a la necesidad de los militares sublevados de dotarse de un mando único y una
estructura administrativa paralela a la republicana. Así el 1 de octubre de 1936 Francisco
Franco se convirtió en Generalísimo y Jefe del Estado. Desde entonces y a lo largo de toda la
dictadura concentró en su persona todo el poder, se rodeó de gobiernos formados por ministros
de su total confianza y no contó con un Parlamento representativo ni una Constitución que
limitara sus poderes. Con el tiempo, sin embargo, se promulgaron un conjunto de leyes
(denominadas Leyes Fundamentales) y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).
Aunque el régimen evolucionó impulsado por las circunstancias, los cambios sociales y
económicos y la presión popular, permaneció siempre fiel a sus principios ideológicos y nunca
abandonó su carácter de dictadura personal. Los rasgos principales de esta ideología fueron:
● Rechazo de la sociedad burguesa contemporánea y nostalgia de etapas pasadas en
las que España triunfaba. Se añoraba la época de los Reyes Católicos, cuyos
símbolos, el yugo y las flechas, emplearon tanto los falangistas como el régimen.
● Aversión hacia las instituciones políticas liberales y la democracia parlamentaria,
identificadas con la «masonería», a quien se culpaba de la decadencia nacional.
● Durísima represión del marxismo y del comunismo (denominación que englobaba
todo el movimiento obrero), basado en el aniquilamiento de los llamados rojos.
Además, el anticomunismo militante del franquismo le permitió romper su aislamiento
internacional durante la guerra fría.
● Un exacerbado nacionalismo, combinado con la xenofobia y el catolicismo más
conservador. El nacionalismo se entendió de forma centralista y exclusivista, lo que
supuso la desaparición de cualquier indicio de autonomías y nacionalismos periféricos.
Se prohibió el uso en actos públicos, escuelas e iglesias de los idiomas catalán, vasco y
gallego.
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En política exterior se mantuvieron los acuerdos con Estados Unidos y se solicitó el
ingreso en la CEE (1962). Aunque no se logró por el carácter antidemocrático del régimen, se
firmaron varios acuerdos comerciales con algunos países europeos que implicaron una rebaja
de aranceles para los productos españoles. Prosiguió, asimismo, el proceso de descolonización
de las posesiones españolas en África con la independencia de Guinea Ecuatorial (1968) y la
cesión de Ifni a Marruecos (1969). Sin embargo, la independencia del Sahara Occidental fue
bloqueada por Carrero Blanco, lo cual tendría consecuencias muy negativas en el futuro.
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2.- SOCIEDAD Y ECONOMÍA EN EL FRANQUISMO: DE LA AUTARQUÍA AL
DESARROLLISMO.
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Un factor que influyó en la transformación social fue el continuo aumento de turistas.
Este fenómeno actuó como revulsivo de una sociedad marcada por los estrictos cánones del
nacional-catolicismo. Por un lado, traía nuevas costumbres, formas de pensar y modas
veraniegas que desplazaban el tradicional recato. Por otro, transformó la fisonomía del paisaje
costero: las viejas casas de pescadores fueron barridas por altos edificios de apartamentos y
hoteles que albergaban numerosos lugares de diversión y ocio, aumentando el contraste entre
un centro peninsular más deprimido y una periferia que atraía capitales y flujos de emigrantes
para el trabajo en la construcción o servicios.
También incidieron los medios de comunicación como la televisión que había iniciado
las emisiones en 1958 y en la década de los sesenta tuvo una espectacular expansión; a través
de ella llegaban a todo el país programas, imágenes y una música que manifestaban valores
diferentes a los dominantes en las décadas anteriores. Lo mismo ocurría con el cine, el teatro o
la prensa.
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El agotamiento de la autarquía (1951-1959)
Entre 1951 y 1959 se iniciaron cambios en las directrices económicas del régimen que
tuvieron como objetivo un progresivo abandono de la política autárquica. Las causas de
estas reformas son el fin del bloqueo diplomático, que amplió las posibilidades comerciales y
económicas del país; la ayuda americana; los nuevos equipos gubernamentales que presentaban
hombres más liberales en los ministerios del ámbito económico; el agotamiento del modelo
autárquico, incapaz de abastecer y desarrollar al país; las crecientes protestas sociales (1951,
1956, 1958) y el aumento de la inflación y la amenaza seria de una recesión económica.
La llegada al Gobierno de los tecnócratas del Opus Dei, encabezados por López
Rodó, tras la crisis gubernamental de 1956-1957, promovió una mayor integración con la
economía internacional. España ingresó (entre 1958 y 1959) en organismos como la
Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial. Se diseñó el Plan de Estabilización y Liberalización Económica
(julio de 1959) que marcó el paso definitivo a una política liberalizadora y antiinflacionaria
similar a la de otros países occidentales. El Plan reorganizó las finanzas, la Administración y el
comercio exterior, suprimiendo las licencias de importación/exportación y abriendo la
economía nacional al capital extranjero.
El Plan de Estabilización y Liberalización Económica tuvo efectos positivos sobre la
economía nacional, pero también limitaciones:
● Se produjo un crecimiento económico sostenido (en tomo a 6 % anual), mientras que
la renta por habitante se incrementó más de un 30 % a lo largo de la década.
● Se recuperaron los niveles de crecimiento agrícola de los años treinta. Comenzó a
extenderse, además, la mecanización del campo y el uso de fertilizantes. Se dieron los
primeros pasos para emprender una reforma agraria conservadora de carácter
técnico: se adoptaron medidas de política hidráulica orientadas a la extensión del
regadío con la construcción intensiva de embalses. A ello se unió la colonización de los
nuevos territorios de regadío y la concentración parcelaria.
● El crecimiento industrial fue enorme; esta actividad económica se convirtió en la
auténtica protagonista de la década, ya que la producción se duplicó prácticamente en
los años sesenta. La inversión extranjera se multiplicó.
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forma, se dio un paso hacia un modelo de economía liberal y se inició una década de
crecimiento económico vertiginoso que no se detendría hasta 1975.
Las causas fundamentales que propiciaron este crecimiento económico fueron la fuerte
inversión extranjera y la masiva entrada de divisas producto de la emigración y el turismo,
propiciando la mecanización del campo, el desarrollo industrial y la tercialización de la
economía.
Se produjeron unas tasas de crecimiento sin precedentes (solo comparables en esta
época a las de Japón), ya que la media de crecimiento anual fue de un 7 %; la renta per cápita
se duplicó debido, en parte, a que los niveles anteriores eran muy bajos.
La política económica se concretó en los Planes de Desarrollo (se aplicaron cuatro
entre 1964 y 1976), que constituyeron una planificación indicativa coordinada desde la
Comisaría del Plan de Desarrollo, dirigida por López Rodó (1962-1973).
El eje de la actividad económica se desplazó de la agricultura a la industria y, en
menor grado, a los servicios. El campo se mecanizó y esto permitió que se incrementaran los
beneficios y hubiera excedentes de mano de obra que emigró hacia las ciudades. La mitad de
la producción se concentró en Cataluña, Madrid y el País Vasco.
Dentro de la industria experimentó un gran desarrollo la producción de bienes de
consumo (automóviles y electrodomésticos), así como de la industria química (plásticos y
fibras sintéticas), siderúrgica y alimentaria.
En esta etapa, el transporte privado empezó a prevalecer sobre el público y, en
particular, el automóvil y los desplazamientos por carretera frente al ferrocarril, incluso dentro
de las ciudades, de las que desapareció el tranvía.
Las actividades que crecieron más en esta época fueron la construcción y el turismo.
El boom de la construcción estuvo vinculado al éxodo masivo de millones de personas del
campo a las ciudades lo que provocó una especulación inmobiliaria y un crecimiento
urbanístico caótico.
El turismo extranjero, atraído por el sol y la playa, tuvo un crecimiento espectacular.
El fenómeno revolucionó la costa mediterránea española y sirvió de estímulo al sector servicios
y a la actividad constructora e inmobiliaria, en la que se produjeron corruptelas como la del
“caso Sofico” en la Costa del Sol.
El déficit de la balanza comercial se compensó con las transferencias de dinero o
remesas que los emigrantes españoles enviaban desde el extranjero, el turismo y la entrada de
capital procedente del exterior. Aproximadamente, un millón de trabajadores españoles
(excedente de mano de obra del campo) emigraron.
El sacrificio de los emigrantes y sus remesas de capital contribuyeron a financiar el
crecimiento en la década de 1960 (calificado como el «milagro español»), a mantener altos los
salarios y a disminuir la conflictividad social.
Como consecuencia del crecimiento económico, el poder adquisitivo aumentó y
permitió elevar y sostener los niveles de demanda interna como motores del crecimiento.
El crecimiento económico no estuvo exento de deficiencias importantes, entre las que
cabe destacar: una creciente dependencia de la coyuntura económica exterior, tanto en la
entrada de divisas como a la dependencia del petróleo; grandes desequilibrios regionales, ya
que mientras las costas y Madrid se enriquecían, las dos Castillas, Aragón y Extremadura se
empobrecían; lamentable escasez de bienes públicos (carreteras, viviendas económicas) y
servicios sociales, como hospitales y escuelas; control de la economía por parte de la banca
privada y concentración del poder económico.
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En este contexto se iniciaron las negociaciones con la CEE (frenadas por el carácter
autoritario del régimen), que lograron un acuerdo de reducción arancelaria para los productos
españoles (1970). A partir de 1967, el ritmo de crecimiento económico disminuyó.
a.- La represión
Se inició con el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, y, aunque perdió virulencia
desde los años 50, no terminó hasta que desapareció el régimen en los años 70. Francisco
Franco pretendió crear una “nueva España” en torno a valores patrióticos y a una moral católica
conservadora. Se llevó a cabo una política de exterminio del “enemigo” del Régimen a través
de diferentes métodos; desde la violencia física, la asfixia económica y la persecución política
hasta la negación de cualquier expresión política que representara a los vencidos.
Si durante la guerra se calcula en unos 150.000 los fusilados por el bando nacional, tras
el fin de la guerra el número de fusilados se acerca a los 70.000.
Desde 1936 hasta 1947, los tribunales militares funcionaron sin tregua. Se crearon unos
190 campos de concentración en territorio español, coordinados por el Servicio de Colonias
Penitenciarias Militarizadas. Por ellos pasaron de 350.000 a 500.000 prisioneros de guerra.
Desde 1942 los campos fueron desapareciendo, quedando en las cárceles unos 270.000 presos
políticos, que eran sometidos a todo tipo de vejaciones, siendo muy común la muerte por
malnutrición, enfermedades o torturas (El caso de Miguel Hernández es sintomático por la
personalidad del penado). El Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo
convirtió a los presos en mano de obra cautiva, construyendo presas, canales de regadío o el
Valle de los Caídos.
En febrero de 1939 se publica la Ley de Responsabilidades Políticas, que
institucionalizaba la represión. En marzo de 1940 se promulgó la Ley de Represión de la
Masonería y el Comunismo. En marzo de 1941 se promulgó la Ley para la Seguridad del
Estado que, entre otras cosas, castigaba la propaganda ilegal y el asociacionismo, la difusión
de rumores que pudieran perjudicar al régimen o la convocatoria de huelgas. En abril de 1947
la Ley de Represión del Bandidaje y el Terrorismo se concibió para luchar contra la
guerrilla del maquis y contra la oposición armada.
Quedó prohibido todo tipo de asociación, política y sindical, y se anuló la libertad de
expresión, instaurándose una opaca censura a los medios de comunicación, la literatura, la
música, el cine, el teatro, la pintura y la escultura. En las escuelas, la censura abarcaba desde
los libros de texto hasta los maestros. Éstos, al igual que los demás funcionarios, fueron
depurados o revisados para asegurar su lealtad al Movimiento y a la fe católica. Los
funcionarios que simpatizaron con la II República fueron apartados de sus puestos de trabajo.
La misma suerte tuvieron los oficiales que habían sido fieles a la República. Las lenguas del
país diferentes al castellano, quedaron oficialmente prohibidas.
89
TEMA B.9. HISTORIA DE LA ESPAÑA ACTUAL Y SU INTEGRACIÓN
EN EUROPA (1975-2017):
1/ Los inicios del reinado de Juan Carlos I y la Transición democrática española (1975-1982).
2/ La Constitución de 1978 y el sistema democrático español: principios, instituciones y el
Estado autonómico. La comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. 3/ Los gobiernos
democráticos y la integración de España en la Unión Europea.
El 20 de noviembre de 1975 moría el general Franco y dos días después fue coronado
rey Juan Carlos I. En su discurso de coronación incluía palabras de reconciliación entre los
españoles y de apertura para el nuevo régimen político que entonces empezaba.
El primer gobierno de la monarquía continuó presidido por Carlos Arias Navarro.
A él se incorporaron algunos políticos franquistas, como Manuel Fraga y José María de
Areilza, que propugnaban la evolución de la dictadura hacia un régimen de democracia
limitada. El gobierno inició una tímida apertura que supuso la legalización de las llamadas
asociaciones políticas que debían aceptar las leyes franquistas.
Los partidos democráticos de izquierda, algunos ya tolerados, reclamaban la ruptura
política y no aceptaban el gobierno de Arias Navarro y la monarquía. Exigían la libertad de los
presos políticos encarcelados, el retorno de los exiliados, libertades políticas y sindicales y la
celebración de elecciones libres. En Cataluña y el País Vasco, se exigía además el
reconocimiento de los estatutos de autonomía abolidos tras la Guerra Civil. El lema que
resumía las peticiones democráticas y que se gritaba en las manifestaciones populares era:
“Libertad, amnistía y estatuto de autonomía”.
Los partidos y organizaciones de izquierda se habían agrupado en dos plataformas
políticas. La Junta Democrática, fundada e impulsada en 1974 por el PCE de Santiago
Carrillo y la Plataforma de Coordinación Democrática, organizada en 1975 en torno al
PSOE de Felipe González. En marzo de 1976, ambas plataformas se unieron formando la
“Platajunta”. Exigían libertad política y mejoras sociales combinando huelgas y
manifestaciones populares. El gobierno respondía en algunas ocasiones con una fuerte
represión que acabó con muertos entre los manifestantes a manos de la policía (cinco muertos
en las manifestaciones obreras de Vitoria).
En julio de 1976, Arias Navarro dimitió al no contar con la confianza del Rey. Tras
una estrategia planeada por el Rey y Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes y
del Consejo del Reino, fue nombrado presidente del gobierno Adolfo Suárez, joven y con gran
experiencia dentro del aparato del poder franquista (había sido Ministro Secretario General del
Movimiento en el gobierno Arias, Director General de RTVE y Gobernador Civil entre otros
cargos). Su nombramiento no convenció a casi nadie; los franquistas veían en él a un personaje
demasiado contemporizador y la oposición veía a un continuador del franquismo.
Suárez formó un gobierno con personas jóvenes procedentes de los cuadros secundarios
del franquismo y del sector democratacristiano del régimen. Pretendían reformar el sistema
político desde la legalidad vigente y acabar en un sistema democrático sin que hubiera ruptura
abierta con el régimen anterior.
90
La Ley de Reforma Política era un texto corto que pretendía llegar a la soberanía
popular y la democracia como forma de gobierno. Significaba el desmantelamiento del
franquismo con algunas garantías para los colaboradores franquistas (no exigir
responsabilidades y mantener la ilegalidad de los comunistas). La aprobación de la ley por las
cortes franquistas fue posible por la habilidad de Suárez y sus colaboradores que consiguieron
aislar al búnker (el núcleo duro del franquismo) negociando con las distintas “familias” del
régimen. La ley preveía la existencia de partidos políticos y el sufragio universal para elegir a
los miembros del Congreso y del Senado, cámaras que sustituirían a las cortes franquistas. Fue
aprobada por las Cortes el 18 de noviembre de 1976 y en referéndum nacional el 15 de
diciembre (con un 94% de votos favorables y una participación del 77% del censo electoral).
El “búnker” franquista votó no y la oposición de izquierdas recomendó la abstención. El
resultado del referéndum reforzó la posición del gobierno e hizo que los partidos de oposición
suavizaran sus exigencias.
En los primeros meses de 1977 se comenzó a desmantelar las organizaciones
franquistas (Sindicato Vertical, Movimiento Nacional…) y a legalizar a los partidos políticos.
Grupos extremistas iniciaron una campaña de desestabilización del nuevo régimen. La extrema
derecha asesinó en enero a cinco abogados laboralistas vinculados al PCE y al sindicato
CCOO (“la matanza de Atocha”) y grupos financiados por sectores franquistas, como los
Guerrilleros de Cristo Rey, atentaron contra librerías e instituciones sociales democráticas o
autonomistas. En el otro extremo, tanto ETA (grupo terrorista independentista vasco) como los
GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre), vinculado a la extrema
izquierda, secuestraron a militares y asesinaron a miembros del ejército y de las instituciones
del Estado.
El gobierno de Suárez permitió reuniones de partidos políticos de la oposición, legalizó
los sindicatos y negoció con los partidos de izquierda su participación en las elecciones
generales que se avecinaban. El 9 de abril de 1977, tras una negociación personal entre Suárez
y el líder del PCE Santiago Carrillo, el PCE fue legalizado. Hubo una auténtica conmoción: el
ejército se mostró contrario a esa legalización y consideró que el presidente Suárez les había
engañado (el ministro de marina dimitió). Por su parte, el PCE también cedió en algunas de sus
posiciones: aceptó la Ley de Reforma Política aprobada en referéndum, el sistema monárquico
y la bandera bicolor, renunciando a la republicana.
Desde la muerte de Franco se habían producido varios indultos parciales que habían
posibilitado la salida de las cárceles de los presos políticos. En 1977 se aprobó una amnistía
política que puso fin a las responsabilidades pasadas. Eso permitió la salida a la calle de todos
los presos políticos y la vuelta a España de los exiliados; algunos de ellos se habían convertido
en símbolos para la izquierda como es el caso de Dolores Ibárruri, presidenta del PCE y
exiliada en Moscú.
Ante las elecciones del 15 de junio de 1977 se constituyeron partidos políticos y
coaliciones electorales. En torno a Suárez se creó Unión de Centro Democrático (UCD), una
coalición de 15 grupos diferentes de democristianos, liberales, socialdemócratas y reformistas
del franquismo. La derecha procedente del franquismo fundó Alianza Popular (AP) con
Manuel Fraga y López Rodó como figuras más destacadas. El PSOE, liderado por Felipe
González y Alfonso Guerra, se convirtió en la opción socialista, democrática y marxista más
emergente. El PCE de Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri se presentó como el bastión de la
izquierda antifranquista. Había además un elevado número de partidos de todas las ideologías
que se presentaban, solos o en coalición, a las elecciones. También se presentaban partidos
nacionalistas y obtuvieron importantes resultados en Cataluña y el País Vasco: Convergencia
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Democrática de Catalunya (CDC), Unió Democrática de Catalunya (UDC), Ezquerra de
Catalunya (EC), Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Euskadiko Ezquerra (EE).
Los resultados electorales favorecieron a los partidos que utilizaron un lenguaje
moderado y no se mostraron radicales. La UCD ganó las elecciones con el 34% de los votos y
165 escaños, seguido del PSOE con el 29% de los votos y 118 escaños, el PCE con el 9% y 20
escaños y Alianza Popular con el 8% y 16 escaños. También el PNV con 8 escaños y CDC con
11 escaños obtuvieron unos resultados destacados en sus comunidades.
Formó gobierno en minoría Adolfo Suárez y su partido UCD. Tras haber dado
prioridad a los aspectos de carácter político, el nuevo gobierno tuvo que hacer frente a la crisis
económica general que afectaba a España y a todo el capitalismo occidental desde 1973. Esta
crisis provocaba una gran conflictividad laboral con numerosas huelgas, una inflación que
llegó al 29%, un paro creciente, falta de inversiones y desconfianza general que provocaba la
fuga de capitales. El gobierno firmó con grupos políticos y organizaciones sindicales y
patronales los Pactos de la Moncloa el 27 de octubre de 1977. Se pretendía rebajar la
conflictividad laboral y la inflación acordando aumentos salariales inferiores a la inflación. A
cambio, el gobierno se comprometía a ampliar los servicios sociales, invertir en educación y
llevar a cabo una reforma fiscal moderna (Impuesto sobre el Patrimonio e IRPF). Se contuvo la
inflación pero el paro continuó creciendo debido al cierre de empresas.
Las primeras elecciones municipales tuvieron lugar en 1979, fueron ganadas por UCD
pero en las principales ciudades gobernó el PSOE aliado en muchas de ellas con el PCE.
En 1980 UCD comenzó a resquebrajarse (proyecto de ley del divorcio o de educación)
y Suárez a perder el apoyo de algunos sectores de su propio partido. UCD fracasó en las
elecciones autonómicas de Cataluña y el País Vasco y en el referéndum autonómico andaluz.
Suárez salvó una moción de censura presentada por el PSOE (mayo de 1980) pero salió muy
debilitado de la misma. La falta de apoyos en su partido y la división interna del mismo acabó
por convencer a Suárez de que lo mejor era dimitir y así lo hizo el 29 de enero de 1981.
La fuerte crisis económica, el desarrollo autonómico y el terrorismo reforzaron las
posiciones golpistas de un sector del ejército que seguía siendo franquista y hostil al proceso
democrático. El 23 de febrero de 1981, durante la votación de investidura como nuevo
presidente de Leopoldo
Calvo Sotelo, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero tomó el Congreso y
mantuvo a los diputados y al Gobierno como rehenes en espera de una nueva autoridad militar.
Paralelamente el capitán general de Valencia, Milans del Bosch, sacaba los tanques a la calle
y el general Alfonso Armada maniobraba para hacerse con la Presidencia del Gobierno. La
intervención del rey hizo fracasar el golpe de estado y un civil y 32 militares fueron juzgados
en un Consejo de Guerra y condenados finalmente por el Tribunal Supremo a diversas penas de
cárcel.
El gobierno de Calvo Sotelo duró hasta noviembre de 1982. Se aprobó la ley del
divorcio, España ingresó en la OTAN y se aprobó la Ley Orgánica de Armonización del
Proceso Autonómico (LOAPA) con la que se pretendía recortar las competencias de los
estatutos de autonomía.
92
2.- LA CONSTITUCIÓN DE 1978 Y EL SISTEMA DEMOCRÁTICO ESPAÑOL:
PRINCIPIOS, INSTITUCIONES Y EL ESTADO AUTONÓMICO. LA COMUNIDAD
AUTÓNOMA DE CASTILLA-LA MANCHA.
Las cortes formadas tras las elecciones generales del 15 de junio de 1977 tuvieron como
principal misión la redacción de una nueva Constitución que contendría las reglas del juego
político del nuevo régimen democrático. La ponencia constitucional (“los padres de la
Constitución”) estaba formada por siete miembros: tres diputados de UCD, uno del PSOE, otro
del PCE-PSUC, uno de AP y otro de la Minoría Catalana. Se elaboró una constitución de
consenso gracias a la comprensión y generosidad por parte de todos los grupos políticos. Las
negociaciones fueron arduas y llevaron la voz cantante en las mismas, Alfonso Guerra por el
PSOE y el vicepresidente del gobierno Fernando Abril Martorell. Los trámites se fueron
cumpliendo y así el texto fue aprobado por las Cortes el 31 de octubre de 1978 y por el pueblo
en referéndum el 6 de diciembre (88% de votos positivos y el 8% de negativos).
Su título preliminar proclama un Estado social y democrático de Derecho que
propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad
y el pluralismo político. Asimismo, se afianza el principio de soberanía popular, y se establece
la monarquía parlamentaria como forma de gobierno.
93
mediante una moción de censura, que necesariamente debe incluir un candidato alternativo que
será inmediatamente investido Presidente del Gobierno.
El poder judicial recae en los jueces y en el Consejo General del Poder Judicial como
su máximo órgano de gobierno. El Tribunal Constitucional controla que las leyes y las
actuaciones de la administración pública se ajusten a la Carta Magna.
Importancia decisiva tuvo la organización territorial del estado. Ya en septiembre de
1977 se restableció la Generalitat de Catalunya y se nombró a Josep Tarradellas como
presidente, aceptando así la continuidad republicana. En enero de 1978 se estableció el
Consejo General Vasco y en marzo la Xunta de Galicia Provisional. Aprobada la
constitución y conforme al título VIII de la misma, se constituyeron las Comunidades
Autónomas siguiendo la vía rápida del artículo 151 las tres comunidades históricas y
Andalucía (tras aprobar en referéndum esta vía el 28 de febrero de 1980), Navarra por un
mecanismo especial contemplado en la constitución (el régimen foral) y el resto de
comunidades por la vía más lenta del artículo 143. En 1983 se habían conformado las 17
Comunidades Autónomas sin abandonar la división provincial que siguió vigente. Finalmente
en 1995 se regularon los regímenes autonómicos de las ciudades de Ceuta y Melilla.
Aparecieron así en todas las comunidades parlamentos autonómicos elegidos por sufragio
universal y gobiernos autónomos.
En 1978 Castilla-La Mancha se constituyó en una entidad preautonómica. En 1980, el
78% de los municipios castellano-manchegos votaron a favor de la autonomía. Se elaboró un
estatuto que, una vez aprobado por las Cortes, entró en vigor en agosto de 1982. En mayo de
1983 se celebraron las primeras elecciones autonómicas en las que obtuvo la victoria el PSOE.
José Bono fue presidente de Castilla-La Mancha desde 1983 a 2004, desde 2004 a 2011 José
María Barreda, también del PSOE, y desde 2011 Dolores de Cospedal, del Partido Popular.
En los años 80 comenzó a crecer la población de la región debido a la llegada de
inmigrantes, en su mayor parte del Magreb, Latinoamérica y Europa del este. Los fondos
estructurales y de cohesión de la Unión Europea recibidos por la Comunidad, han servido para
mejorar las infraestructuras (autovías, AVE…), recuperar espacios naturales, conservar el
patrimonio cultural y reestructurar el sector agrario e industrial castellano-manchego. A pesar
de ello, nuestra región dispone de una renta inferior a la media española.
94
reconversión supuso miles de despidos, recortes salariales y, en consecuencia, conflictos
sociales y huelgas generales convocadas por los sindicatos.
Se llevó a cabo una reforma fiscal que aumentó los impuestos directos sobre todo a las
clases medias. Así se financió el aumento del estado del bienestar (sanidad, pensiones,
subsidios de desempleo, educación…). También se invirtió mucho en infraestructuras y en
educación donde se aprobaron diversas leyes (LODE, LRU, LOGSE) que hicieron de la
educación un derecho gratuito y obligatorio desde los 6 a los 16 años. En diez años se duplicó
el número de alumnos universitarios y la educación infantil, de 3 a 6 años, se ofreció
gratuitamente en muchos colegios públicos.
El gobierno de Calvo Sotelo había metido a España en la OTAN con la oposición del
PSOE. Cuando llegó al gobierno, Felipe González cambió de opinión al respecto debido a la
presión de los gobiernos europeos y a considerar la permanencia en la OTAN una oportunidad
de modernizar el ejército y homologarlo con los de los países democráticos. Planteó un
referéndum en 1986 y ganó el sí a la permanencia en la Alianza (52% de los votos).
Tras años de duras negociaciones, España entró en la CEE, actual Unión Europea, en
1986. Esta integración supuso la modernización de la economía española, modificando muchas
leyes y normas (aparición del IVA, normativas monetarias, de consumo, de aduanas…) y
recibiendo importantes ayudas económicas para la construcción de infraestructuras o la
financiación de políticas de desarrollo. En 1991 se aprobó la creación de la Unión Europea, se
aprobaron los fondos de cohesión económica y se preparó el terreno para la puesta en marcha
de una moneda común.
En el periodo que va de 1982 a 1996, se desactivaron las conspiraciones militares
antidemocráticas, se consolidó el régimen parlamentario y se llevó a cabo la descentralización
política en comunidades autónomas. No se resolvió, en cambio, el terrorismo de ETA.
Aumentaron las detenciones de terroristas y se contó con la colaboración del gobierno francés.
También se aisló a los terroristas gracias a los pactos entre las diversas fuerzas políticas
contrarias a la violencia (Pacto de Ajuria Enea).
El PSOE gobernó con mayoría absoluta y, desde 1993, con el apoyo parlamentario de
CIU y el PNV. Sin embargo, a partir de 1992 se hizo público que algunos altos cargos del
gobierno habían cometido delitos de corrupción económica lo que repercutió negativamente
en la credibilidad del PSOE y el Gobierno. A lo anterior se añadieron los datos que salieron a la
luz sobre los GAL (Grupos Terroristas de Liberación), formados por policías y
exdelincuentes que atentaron contra miembros de ETA entre 1983 y 1986. Algunos miembros
de los GAL y altos cargos del Ministerio del Interior fueron juzgados y condenados por la
Audiencia Nacional.
En las elecciones de 1996 ganó el Partido Popular, refundado en 1989 a partir de
Alianza Popular por José María Aznar. Situó a dirigentes jóvenes en la dirección del partido y
le llevó hacía unas posiciones más centristas. Fue un triunfo muy ajustado y sólo contaba con
mayoría relativa en el Congreso, pero el descrédito socialista le permitió pactar con CiU, PNV
y Coalición Canaria y formar gobierno. En el año 2000 el PP volvió a ganar por mayoría
absoluta.
El PSOE sufrió después de la derrota electoral graves divisiones internas que acabaron
con la renuncia de Felipe González a la secretaría general del partido. Tras la nueva derrota
electoral en el año 2000, José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido líder del partido.
El Gobierno del PP se enfrentó a una difícil situación económica. El Ministro de
Economía, Rodrigo Rato, adoptó medidas de ajuste que permitieron a España cumplir los
criterios de convergencia económica para incorporarse al grupo de países que adoptaron la
95
moneda única europea, el euro, a partir de 2002. Una coyuntura internacional favorable y las
medidas económicas adoptadas por el gobierno permitieron una etapa de estabilidad y
prosperidad caracterizada por un ritmo de crecimiento económico alto, la reducción del déficit
público, una inflación controlada, una sensible reducción del paro y la llegada masiva de
inmigrantes extranjeros.
No faltaron dificultades al gobierno que tuvo que enfrentarse en 2002 a una huelga
general convocada por los sindicatos contra la proyectada reforma del sistema de protección al
desempleo, y a manifestaciones contra su política exterior de apoyo a EEUU en su intervención
en Irak. Por otra parte, ETA continuó asesinando, ahora a cargos municipales del PP y del
PSOE, creando un clima de inseguridad y de terror. Paralelamente, se produjo un fuerte
enfrentamiento político entre el gobierno vasco y el de España por los planteamientos tan
diferentes para alcanzar una solución de la crisis del País Vasco.
El 11 de marzo de 2004 se produjo en Madrid el más sangriento atentado terrorista
de la historia de España (192 muertos y más de 1500 heridos). El fundamentalismo islámico
estuvo detrás de ese atentado que condicionó la normalidad ciudadana y política en los días
previos a las elecciones generales del 14 de marzo, en las que por decisión propia ya no se
presentaba José María Aznar. Venció el PSOE y José Luis Rodríguez Zapatero consiguió
formar gobierno con el apoyo de diversos grupos minoritarios del Congreso de los Diputados.
Las dos legislaturas de gobierno de Rodríguez Zapatero se caracterizaron, la primera
por la continuidad en la política económica y por la introducción de leyes como la de Memoria
Histórica o la Ley de Dependencia. La segunda legislatura vino marcada por la crisis financiera
internacional, que supuso un aumento desmesurado del paro y un fuerte desgaste del gobierno
que le obligó a convocar elecciones anticipadas en noviembre de 2011. En octubre de 2011
ETA hizo pública su intención de no volver a actuar aunque no se disolvió.
Esas elecciones las ganó por mayoría absoluta el Partido Popular, de la mano de Mariano
Rajoy. Su labor de gobierno se caracterizó por fuertes ajustes económicos en ámbitos tan
sensibles como la Sanidad, la Educación o la Dependencia. A partir de 2014 España vuelve a
crecer económicamente. En junio de 2014 el rey don Juan Carlos abdica en su hijo Felipe
VI. En las elecciones de 2015 el PP vence pero no obtiene la mayoría necesaria para formar
gobierno. Se repiten las elecciones en junio de 2016 y el PP vuelve a ganar sin mayoría
absoluta. Aparecen con fuerza nuevos partidos como PODEMOS y CIUDADANOS.
Mariano Rajoy logra formar gobierno en minoría lo que da lugar a una situación de
inestabilidad política con importantes tensiones territoriales (intento independentista en
Cataluña y aplicación del artículo 155 de la Constitución). En 2018 ETA anuncia su disolución
definitiva y, en junio, una moción de censura permite al líder del PSOE Pedro Sánchez
convertirse en el séptimo Presidente del Gobierno español de la democracia.
96
ANEXO I
1. CONSTITUCIÓN DE 1812.
[...] Las Cortes generales y extraordinarias de la Nación española, bien convencidas, después
del más detenido examen y madura deliberación [...], decretan la siguiente Constitución
política para el buen gobierno y recta administración del Estado [...]:
Art.1. La Nación española es la unión de todos los españoles de ambos hemisferios.
Art.3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta
exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales [...]
Art 4. La nación está obligada a conservar y proteger con leyes sabias y justas la libertad civil,
la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen, [...]
Art.12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica y
romana, única verdadera [...]
Art. 14. El Gobierno de la Nación española es una Monarquía moderada hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 16. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey.
Art. 17. La potestad de aplicar las leyes [...] reside en los tribunales establecidos por la ley [...]
Art. 27. Las Cortes son la reunión de todos los diputados que representan a la Nación,
nombrados
por los ciudadanos en la forma que se dirá [...]
Art 34. Para la elección de los diputados de Cortes se celebrarán juntas electorales de
parroquia, de partido y de provincia [...]
Art 258. El Código civil y criminal, y el de comercio serán unos mismos para toda la
Monarquía, sin perjuicio de las variaciones, que por particulares circunstancias podrán hacer
las Cortes.
97
2. ANULACIÓN DE LA OBRA DEL TRIENIO LIBERAL.
98
4. MANIFIESTO DE MANZANARES (7 de julio de 1854).
Españoles: la ciudad de Cádiz, puesta en armas con toda su provincia, con la armada anclada en
su puerto y todo el departamento marítimo de la Carraca, declara solemnemente que niega su
obediencia al Gobierno que reside en Madrid, asegura que es leal intérprete de los ciudadanos
[...] y resuelta a no deponer las armas hasta que la nación recobre su soberanía, manifieste su
voluntad y se cumpla. Hollada (pisoteada) la ley fundamental, convertida siempre antes en
celada (oculta) que en defensa del ciudadano; corrompido el sufragio por la amenaza y el
soborno; dependiente la seguridad individual, no del derecho propio, sino de la irresponsable
voluntad cualquiera de las autoridades, muerto el municipio, pasto la Administración y la
Hacienda de la inmoralidad y del agio (del negocio), tiranizada la enseñanza, muda la prensa…
¡Españoles! [...]
Queremos que una legalidad común por todos creada tenga implícito y constante el respeto de
todos. Queremos que el encargado de observar la constitución no sea su enemigo
irreconciliable [...] Queremos vivir la vida de la honra y de la libertad. Queremos que un
Gobierno Provisional que represente todas las fuerzas vivas de su país asegure el orden, en
tanto que el sufragio universal eche los cimientos de nuestra regeneración social y política.
Contamos para realizar nuestro inquebrantable propósito [...] con el concurso de todos los
liberales, unánimes y compactos ante el común peligro; con el apoyo de las clases
acomodadas, [...] con los ardientes partidarios de las libertades individuales, cuyas aspiraciones
99
pondremos bajo el amparo de la ley; con el apoyo de los ministros del altar, interesados antes
que nadie en cegar en su origen las fuentes del vicio y del mal ejemplo; con el pueblo todo y
con la aprobación, en fin, de la Europa entera; pues no es posible que en el consejo de las
naciones se haya declarado ni se decrete que España ha de vivir envilecida [...]
Españoles [...]: acudid a las armas, [...] no con la furia de la ira, siempre débil, sino con la
solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su espada. ¡Viva España con honra!
100
● EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1874-1902)
Ramón Casas i Carbó, La Carga (Barcelona, 1902). Museo Nacional Reina Sofía.
101
10. TRATADO DE PAZ ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS.
S. M. la Reina Regente de España, en nombre de su augusto hijo D. Alfonso XIII, y los Estados
Unidos de América, deseando poner término al estado de guerra hoy existente entre ambas
naciones [...] han convenido en los siguientes artículos:
Artículo I. España renuncia a todo derecho de Soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención
a que dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos [...]
Artículo II. España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que ahora
están bajo su soberanía en las islas Occidentales y la isla de Guam en el archipiélago de las
Marianas o Ladrones.
Artículo III. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por Islas Filipinas [...]
Los Estados Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares (20.000.000 de
pesos) dentro de los tres meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado [...]
Artículo IV. Los Estados Unidos pagarán durante el término de diez años [...] admitirán en los
puertos de las islas Filipinas a los buques y mercancías españolas bajo las mismas condiciones
que a los buques y mercancías de los Estados Unidos.
102
12. MANIFIESTO DEL GOLPE DE ESTADO DE PRIMO DE RIVERA.
Al país y al Ejército: Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado(porque
hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de
recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella
otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los que por una u otra razón nos
ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un
próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus
mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real [...]
Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que
espere en un rincón, sin perturbar, los buenos días que para la Patria preparamos… Españoles: ¡Viva
España y Viva el rey! [...]
No tenemos que justificar nuestros actos, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de
prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes
atracos; depreciación de la moneda; francachela de millones de gastos reservados [...] rastreras intrigas
políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos […] descarada propaganda separatista,
pasiones tendenciosas alrededor de problema de las responsabilidades [...]
En virtud de la confianza y mandato que en mí han depositado, se constituirá en Madrid un directorio
inspector militar con carácter provisional encargado de mantener el orden público.
La Vanguardia, Barcelona, 13 de septiembre de 1923.
Señores diputados: se está haciendo una constitución de tipo democrático, por un pueblo que
tiene escrito como lema principal, en lo que yo llamo el arco del triunfo de su República, el
respeto profundo a los principios democráticos [...] Yo no creo, no puedo creer, que la mujer
sea un peligro para la República, porque yo he visto a la mujer reaccionar frente a la Dictadura
y con la República [...]
Resolver lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad del
género humano en la política, para que la política sea cosa de dos, porque sólo hay una cosa
que un sexosolo: alumbrar, las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí
vosotros a legislar, a votar impuestos, a decir deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la
mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras [...]
Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he
de decir,con toda consideración, que no están apoyadas en la realidad [...] ¿quién protestó y se
levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la
manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que
las mujeres, que iban en mayor número que los hombres? [...] No cometáis, señores diputados,
ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República
atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
103
14. TEXTO Y MAPA SOBRE LA REFORMA AGRARIA DURANTE LA II REPÚBLICA.
“Toda la riqueza del país sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la
economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la
Constitución y a las leyes.
La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de
utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa
una ley aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes.
Con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada.
Los servicios públicos y las explotaciones que afecten al interés común pueden ser
nacionalizados en los casos en que la necesidad social así lo exija”.
104
● LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
La guerra civil está agotada en sus móviles porque ha dado exactamente todo lo contrario
de lo que se proponían sacar de ella, y ya a nadie le puede caber duda de que la guerra actual no
es una guerra contra el Gobierno, ni una guerra contra los gobiernos republicanos, ni siquiera
una guerra contra un sistema político: es una guerra contra la nación española entera [...] La
reconstrucción de España será una tarea aplastante, gigantesca, que no se podrá fiar al genio
personal de nadie, ni siquiera de un corto número de personas o de técnicos; tendrá que ser obra
de la colmena española en su conjunto, cuando reine la paz, una paz que no podrá ser más que
una paz española y una paz nacional, una paz de hombres libres [...] Este fenómeno profundo,
que se da en todas las guerras, me impide a mí hablar del porvenir de España en el orden
político y en el orden moral, porque es un profundo misterio, en este país de las sorpresas y de
las reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día en que los españoles, en paz, se pongan
a considerar lo que han hecho durante la guerra. Yo creo que si de esta acumulación de males
ha de salir el mejor bien posible, será con este espíritu, y desventurado el que no lo entienda
así. No voy a aplicar a este drama español la simplísima doctrina del adagio de que “no hay
mal que por bien no venga”. No es verdad. Pero es obligación moral, sobre todo de los que
padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y
de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a
otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio
español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción,
que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres
que han caído magníficamente por una ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra
materna,ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz,
tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus
hijos: Paz, piedad, perdón.
Fuente: Manuel Azaña, Discursos políticos, edición a cargo de Santos Juliá, Crítica.
Barcelona, 2003, pp. 489-494.
105
● LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)
Congreso del Movimiento Europeo celebrado en Múnich los días 7 y 8 de junio de 1962.
106
● HISTORIA DE LA ESPAÑA ACTUAL Y SU INTEGRACIÓN EN EUROPA
(1975-2004)
Art. 1. 1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del estado español es la monarquía parlamentaria.
Art. 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Art. 6. Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación
de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política
[...] Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
Art.14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Art.16. 1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto [...] 3. Ninguna confesión tendrá
carácter estatal [...]
Art. 20. 1. Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos,
ideas y opiniones [...] b). A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica. c) A la
libertad de cátedra. d) A comunicar y recibir libremente información veraz [...]
Art 23. 1. Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por
medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal [...]
Art. 41. Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los
ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad,
especialmente en caso de desempleo [...]
ART. 66. 1. Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de
los Diputados y el Senado. 2. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado [...]
Art. 77. Las Cámaras pueden recibir peticiones individuales y colectivas, siempre por escrito,
quedando prohibida la presentación directa por manifestaciones ciudadanas.
Art. 137. El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las
Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión
de sus respectivos intereses.
Art. 147. 1. Dentro de los términos de la presente Constitución, los Estatutos serán la norma
institucional básica de cada Comunidad Autónoma y el Estado los reconocerá y amparará como parte
integrante de su ordenamiento jurídico.
Art. 155. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes
le impongan, o actuara de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno [...]
podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
107
20. VÍCTIMAS DEL TERRORISMO DE ETA.
108
ANEXO II
1,5
DOCUMENTOS ▪ Naturaleza: ▪ Tema.
Histórico/historiográfico. ▫ Describir brevemente el P.
ICONOGRÁFICOS
▪ Contenido: social, político, fenómeno histórico
eco nómico, cultural, etc. principal que representa.
▪ Período/ etapa relacionada ▪ Descripción del contenido
▪ Autor/fecha/destinatario. de la ima gen en relación con
la idea principal y
secundaria.
▪ Finalidad: informativa o
persuasiva (propaganda)
destacando la significa ción
social del documento.
COMENTARIO DE TEXTO
109
ANEXO III
SIGLO XX
▪ 1909. Semana Trágica.
▪ 1932. Ley de Bases de la Reforma Agraria.
▪ 1936. Comité de No Intervención.
▪ 1959. Plan de Estabilización.
▪ 1976. Referéndum para la Ley de Reforma Política.
▪ 1981. 23F. Golpe de Estado de Antonio Tejero.
▪ 1986. Entrada de España en la CEE
110
Cronología Obligatoria propuesta por el Departamento de Gª/Hª.
EDAD ANTIGUA
25 a. C. Fundación de Emérita Augusta.
197 a. C Hispania Citerior e Hispania ulterior
143-139 a.C. Sublevación de los celtíberos: Viriato
133 a. C Sitío de Numancia
27 a. C Nueva división de España: Tarraconense, Bética y Lusitania
EDAD MEDIA
409 Invasiones germánicas:
589 Recaredo, convertido al catolicismo.
556 Reino cristiano visigodo de Toledo
Emirato dependiente de Damasco (711-756)
Emirato omeya (758-912).
Abderramán I (763-787) construye la Mezquita de Córdoba
778 Batalla de Roncesvalles
Califato de Córdoba (912-1031).
Esplendor del califato bajo Abderramán III (929-961)
Reinos de Taifas (1031-1090)
Los almorávides (1090-1172)
Los almohades (1172-1224)
711 Invasión musulmana: Fin del reino visigodo de Toledo.
722 Batalla de Covadonga.
850 Fundación del Condado de Castilla
946 Fernán González, conde independiente de Castilla (946)
1094 Conquista de Valencia por el Cid (1094)
1031 Desaparición el Califato de Córdoba, dando lugar a los Reinos de Taifas
1085 Alfonso VI reconquista Toledo.
1212 Batalla de las Navas de Tolosa.
1469 Matrimonio de los Reyes Católicos
EDAD MODERNA
1492 Conquista de Granada (Fin de la Reconquista), Expulsión judíos y Descubrimiento de América .
1520 Levantamiento Comunero de Castilla.
1521 conquista de México.
1532 conquista impero Inca.
1542 Leyes Nuevas.
1556 Comienza el Reinado de Felipe II (1556-1598).
1571 Batalla naval de Lepanto.
1580 Unión con Portugal.
1588 Desastre de la Armada Invencible.
1609 Expulsión de los moriscos durante el reinado de Felipe III.
1618-1648 Guerra de los Treinta Años que finaliza con la paz o Tratado de Westfalia (1648).
1640 Durante el reinado de Felipe IV y su valido Olivares: Proyecto de Unión de Armas.
1700 Muerte de Carlos II. Felipe V nuevo rey de España. Guerra de Sucesión.
1707-1716 Decretos de Nueva Planta.
111
1713 Tratado de Utrecht.
1767 Expulsión de los Jesuitas de España.
1795 Paz de Basilea.
ESPAÑA S.XIX
1805 Batalla de Trafalgar.
1807 Tratado de Fontainebleau.
1808 Encuentros de Bayona, inicio de la Guerra de Independencia. Motín de Aranjuez . Levantamiento de
Madrid.
1812 Primera Constitución Española.
1814 Regreso de Fernando VII.
1820 Pronunciamiento de Riego. Trienio Liberal (1820-1823).
1823 Los Cien Mil Hijos de San Luis.
1830 Pragmática sanción.
1832 Regencia de María Cristina.
1833 Primera Guerra Carlista (1833-1839).
1836 Decretos de desamortización de los bienes de la Iglesia por Mendizábal.
1837 Nueva Constitución.
1839 Fin de la Guerra Carlista (excepto Cataluña - 1840).
1840 Regencia de Espartero.
1843 Declarada la mayoría de edad de Isabel II.
1845 Nueva Constitución.
1848 Segunda Guerra Carlista (1848-1849). 1º línea ferroviaria.
1854 Vicalvarada. Manifiesto del Manzanares.
1855 El Bienio Progresista, Desamortización de Madoz.
1866 Dictadura de Narváez. Pacto de Ostende.
1868 Revolución Gloriosa contra Isabel II.
1869 nueva constitución.
1868-1878 Guerra Larga de Cuba.
1870 Elección de Amadeo I (de Saboya) como rey.
1872 Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
1873 Dimisión de Amadeo I/ Proclamación de la Primera República.
1874 Restauración de la Monarquía borbónica con Alfonso XII/ Manifiesto de Sandhurts.
1876 Nueva Constitución
1879 Fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
1880 Se inicia el turno pacífico de gobiernos entre conservadores y liberales.
1885 Regencia de María Cristina.
1887 Ley de Asociaciones permite la creación de sindicatos obreros.
1888 Fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT).
1897 Asesinato de Cánovas por los anarquistas.
1898 Guerra con Estados Unidos Pérdida de las últimas colonias imperialistas.
ESPAÑA S.XX
1909 Comienzo de la Guerra de Marruecos. Semana Trágica de Barcelona.
1911 Fundación de la CNT [Confederación Nacional del Trabajo].
1912 Asesinato de Canalejas.
1917 Huelga general revolucionaria en España.
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1921 Las tropas luchando en Marruecos sufren el desastre de Anual.
1923 Golpe de estado de Miguel Primo de Rivera.
1927 Pacificación en Marruecos.
1930 Pacto de San Sebastián.
1931 14 de Abril se declara la Segunda República.
1932 Fundación de la CEDA.
1933 Fundación de La Falange Española por José Antonio Primo de Rivera. Revolución anarquista en
Casas Viejas.
1934 Revolución de Asturias.
1936 Frente Popular gana las elecciones.
1936 levantamiento del general Francisco Franco el 18 de julio - comienza LA GUERRA CIVIL.
1937 Bombardeo de Guernica.
1938 La Batalla del Ebro.
1939 Fin de la Guerra Civil el 1 de abril.
1939 Gobierno del General Franco (1939-1975).
1947 La Ley de Sucesión confirma a España como monarquía, después de la muerte de Franco.
1953 Acuerdos económicos y militares con Estados Unidos.
1955 Ingreso de España en la ONU.
1962 Creación de Comisiones Obreras.
1968 España otorga a Guinea Ecuatorial su independencia.
1969 Proclamación de don Juan Carlos de Borbón, Príncipe de Asturias.
1973 Asesinato de jefe de gobierno, Luis Carrero Blanco, por ETA.
1975 Muerte de Francisco Franco.
1975 Juan Carlos I, rey de España.
1976 Adolfo Suárez presidente del gobierno.
1977 Legalización de partidos políticos, incluyendo el PCE [Partido Comunista Español].
1978 NUEVA CONSTITUCIÓN.
1981 Intento de Golpe de Estado por el teniente coronel Antonio Tejero [23 de febrero].
1982 El PSOE gana en las elecciones generales, con Felipe González como jefe de gobierno.
1982 España aprueba su entrada en la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte].
1992 España es el país anfitrión de las Olimpiadas [Barcelona], La Exposición Universal [Sevilla], y la
Capital Cultural de Europa [Madrid], con las celebraciones del quinto centenario del descubrimiento
de América.
1995 El PP gana en las elecciones municipales.
1996 El PP gana en las elecciones generales y José María Aznar es el nuevo presidente de gobierno.
2000 Mayoría absoluta para el PP en las elecciones legislativas.
2002 Entra en vigor el Euro como moneda única europea.
2004 (11-M) Atentado terrorista en Madrid. El gobierno culpa en un principio al grupo terrorista ETA,
pero más tarde se comprueba que es obra de Al-Qaeda.
2004 El PSOE gana las elecciones generales, y su secretario general José Luis Rodríguez Zapatero pasa a
la presidencia.
2024 Los alumnos de 2º de Bachillerato del IES Juan de Padilla de Illescas hacen una EVAU brillante con
notas excelentes (especialmente en Historia de España) y pueden elegir los estudios de grado que
desean.
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