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Daniel Marín Arroyo

IES Francisco Nieva. Valdepeñas (Ciudad Real)

PREHISTORIA Y PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA


IBÉRICA

1.- INTRODUCCIÓN
Descubrimientos recientes permiten afirmar que el poblamiento de la
Península es muy antiguo (800 000 años). Esto aparece atestiguado en los
grandes yacimientos de Atapuerca (Burgos) y Venta Micena en Orce
(Granada). Estos restos del género Homo no pertenecen a un mismo grupo
humano, sino a “ensayos” en el proceso de hominización. Toda esta evolución
se produce en la Prehistoria y la Protohistoria, periodos que se analizan a
partir de las divisiones clásicas de Edad de Piedra (Paleolítico, Mesolítico,
Neolítico) y Edad de los Metales (Cobre, Bronce, Hierro).

1.1. Paleolítico
La Península Ibérica estaba habitada por cazadores y recolectores
nómadas que tallaban sus instrumentos en piedra.

Paleolítico Inferior.- Este periodo se inicia hace unos 800 000 años y
se da por concluido hace unos 100 000. Los restos más antiguos son los
de H. antecessor, en la Gran Dolina de Atapuerca. La industria lítica de
este homínido es preachelense.
Antecessor compartió el solar hispano con Homo erectus, ambos
preneandertales. Su industria lítica se componía de lascas, choppers y
hachas bifaces. Los instrumentos de mayor antigüedad se encontraron
en El Aculadero (Cádiz). Su actividad principal era la caza de la gran
fauna de la época. Con una antigüedad de 350 000 años, y también en
Atapuerca, podemos encontrar los restos de Homo heidelbergensis
(predecesor directo de los neandertales).
Paleolítico Medio (100 000-35 000 a.C.).- Aparecen el Homo
neandertalensis y Homo sapiens. Habitaban cuevas y abrigos rocosos,
conocían el fuego y su industria lítica era más perfecta y variada (puntas
de flecha, talla Levallois…). Por primera vez encontramos

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Bloque 1. Resumen

enterramientos complejos (Cueva Morín en Cantabria), que permiten


afirmar que tenían conciencia de la muerte.
Paleolítico Superior (35 000-10 000 a.C.).- Tras un periodo de
convivencia de las especies neandertal y sapiens, aquella desapareció,
siendo la Península Ibérica el último territorio que habitaron. Únicamente
pervivió Homo sapiens, cuya evolución será cultural. Sus útiles de piedra
son cada vez más perfectos y a ellos se unen otros realizados en hueso,
marfil y madera. Practicaban dos tipos de arte, el mobiliar (amuletos,
pequeñas estatuillas, etc.) y la pintura parietal, con policromías de gran
naturalismo (Altamira, El Castillo).

1.2. Mesolítico (10 000-5000 a.C.)


Hace unos 10 000 años comenzó un cambio climático que provocó la
desaparición de las grandes presas. A partir de ese momento los instrumentos
de caza se adaptaron al menor tamaño de los animales (microlitos). En la zona
levantina se practicaba una pintura monocromática muy estilizada (pinturas de
Valltorta (Castellón)).

1.3. Neolítico (c.a. 5000-3000 a.C.)


La revolución neolítica llegó a la Península Ibérica en una cronología
tardía. Esta etapa se caracterizó por el descubrimiento de la agricultura y la
ganadería. Del hombre paleolítico depredador se pasó al hombre neolítico
productor. Estas nuevas actividades productivas permitieron la sedentarización
y aparecieron poblados, aunque se seguían utilizando cuevas. Para almacenar
granos se usó la cerámica cardial, y ligados a la agricultura, nuevos utensilios,
como molinos de mano, hoces o la piedra pulimentada.
En esta época se practicaban enterramientos en sepulcros de fosa con
ajuares funerarios, cuya materia prima se obtenía a veces de yacimientos
mineros. Encontramos poblados de agricultores que elevan monumentos
megalíticos (menhires, dólmenes y cuevas dolménicas), como los de Azután,
en Toledo.

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1.4. Edad del Cobre


En el sureste español, hacia el 2400 a.C. apareció la metalurgia del
cobre, seguramente por influencia de los distintos pueblos que arribaban a las
costas peninsulares en busca de metales. El principal yacimiento de esta etapa
es el de Los Millares (Almería). En torno al 2000 a.C. se desarrolló la Cultura
del vaso campaniforme, de la cual aún se discute si tiene un origen europeo o
autóctono.

1.5. Edad del Bronce


A principios del II milenio a.C. se conoce ya la metalurgia del bronce. En
Almería encontramos el poblado de El Argar. Un elemento característico es la
copa argárica. En esta misma época destacan las construcciones megalíticas
de las Baleares (taulas, talayots y navetas) y, en Galicia, la cultura de los
castros.

2. PUEBLOS PRERROMANOS. LAS COLONIZACIONES

En el primer milenio antes de Cristo llegaron a la Península varias


oleadas de pueblos indoeuropeos expertos en la metalurgia del hierro. Estos
pueblos invasores tenían un gran poderío militar. Su elemento cultural era el
enterramiento en campos de urnas.
Más conocida es la llegada de pueblos procedentes del Mediterráneo:

Los fenicios: establecieron factorías en la zona del Estrecho (Gadir,


Malaca, Sexi y Abdera). Dejaron un legado cultural importante: el torno
de alfarero, nuevas técnicas para la elaboración de tejidos y, sobre todo,
la escritura alfabética. Fueron sustituidos por los cartagineses.
Los griegos: llegaron desde su colonia de Massalia (griegos foceos) y se
establecieron en la mitad norte de la costa mediterránea: Rhode,
Emporion, Hemeroskopeion. Nos legaron el uso de la moneda, nuevos
cultivos (olivo y vid) y técnicas para la fabricación de cerámica y tejidos.
Tartessos: pocos restos, pero muchas fuentes literarias nos hablan de
esta civilización desarrollada en el suroeste español (Huelva, Sevilla).

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Bloque 1. Resumen

Practicaron una agricultura muy evolucionada. A partir del siglo V a. C.


se le pierde la pista a Tartessos.
Los iberos: primeros pueblos históricos que a partir del siglo V a. C.
habitaron la costa mediterránea y el Valle del Ebro. Su denominación
procede del río Iberus (el Ebro o quizás el Tinto). En el sustrato de la
cultura ibérica se mezclaron la influencia de los pueblos colonizadores
con las tradiciones tartésicas. Todas las tribus ibéricas poseían rasgos
comunes: la lengua, tradiciones espirituales y materiales. Se asentaban
en lugares elevados (oppidum), donde una muralla encerraba viviendas
de adobe, tapial o piedra y cubiertas de ramaje. Su economía se basaba
en la agricultura (trilogía mediterránea), la ganadería y el comercio,
favorecida por la creación de una moneda propia. Eran excelentes
metalúrgicos del hierro (falcata), y su estructura social estaba muy
jerarquizada. Sus principales manifestaciones artísticas son la escultura
y la pintura sobre cerámica: la Dama de Baza, la Dama de Elche, la
Bicha de Balazote, etc.
Los pueblos célticos: herederos de los primeros indoeuropeos, se
asentaron en el noreste. Construían sus poblados en zonas altas, de
fácil defensa y con doble muralla (castros). Su economía se basaba en
la ganadería, y eran buenos metalúrgicos del hierro. Su organización
social se basaba aún en lazos de sangre. Varias tribus se agrupaban en
clanes y eran gobernadas por una aristocracia guerrera. El pueblo celta
más conocido era el galaico.

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LA CONQUISTA ROMANA. EL PROCESO DE LA ROMANIZACIÓN: LA


HISPANIA ROMANA Y LA MONARQUÍA VISIGODA

1. LA CONQUISTA ROMANA. EL PROCESO DE LA ROMANIZACIÓN:


CULTURA Y ARTE

1.1. La conquista romana


Tras su derrota en la primera Guerra Púnica, los cartagineses llegaron a
Hispania. En el 218 a.C. desembarcaron los romanos para enfrentarse a Aníbal
(segunda Guerra Púnica). Debido a los abusos de los romanos contra los
indígenas, éstos opusieron feroz resistencia:

Lusitania. Era esta una tierra de extrema pobreza, dedicada a la


ganadería. Tras la traición de Galba, que exterminó a miles de personas
en tres campamentos después de haberles prometido tierras fértiles, los
lusitanos, liderados por Viriato, mantuvieron en jaque a las tropas
romanas entre el 154 y el 137 a.C. (año de la muerte de Viriato).
Numancia (154-133 a. C.). Tras numerosas muestras de heroísmo de
los numantinos, el general romano Escipión Emiliano toma la ciudad.

En una segunda etapa, vinculada a las guerras civiles de la República


romana, las poblaciones indígenas que apoyaron a Pompeyo quedaron más
sometidas al poder de Roma.
Sólo quedaba fuera del control de Roma la zona Norte peninsular
(guerras cántabras, 29-19 a.C.). Augusto no logró controlar del todo a
vascones, cántabros y astures.

1.2. El proceso de romanización


La “romanización” es el proceso de transformación gradual de los
pueblos prerromanos que habitaban en la Península en ciudadanos del Imperio
Romano y la asimilación por éstos de sus costumbres, organización política
(provincias), jurídica (Derecho romano), social y la lengua.

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Bloque 1. Resumen

Organización político-administrativa.- Hispania fue dividida


inicialmente en dos provincias: la Citerior y la Ulterior. Posteriormente, en el
siglo III d. C. la Península se subdividió en cinco provincias: Tarraconensis,
Cartaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia. Aún se añadieron dos
posteriormente, la Balearica y la Mauritana-Tingitana. Cada una de las
provincias era gobernada por un pretor asesorado por el Consilium. Para la
cuestión hacendística estaba el cuestor.
Vías de comunicación.- En Hispania las vías principales eran la
Augusta y la Vía de la Plata. Estas calzadas se convirtieron en ejes
comerciales.
La ciudad.- Podemos distinguir:

Colonias. Son fundaciones romanas a imagen de la Urbe: Barcino,


Tarraco, Emerita Augusta… En ellas se elevaban multitud de edificios
administrativos, teatros, coliseos, acueductos…
Ciudades estipendiarias. Eran las ciudades que habían sido tomadas por
la fuerza, por ello estaban obligadas a pagar un estipendio o tributo.
Federadas. Conservaban sus derechos, pero estaban obligadas a
prestar auxilio a Roma y facilitar víveres para el ejército.
Inmunes. Disfrutaban de gran autonomía y no pagaban impuestos.

Organización económica.- La tierra era símbolo de prestigio y riqueza.


Se crearon grandes latifundios en manos de la aristocracia senatorial y se
repartieron tierras entre colonos. Aumentaron los regadíos, se produjo un
utillaje agrícola más moderno y se descubrieron nuevas técnicas de cultivo.
Hispania se convirtió en colonia comercial: exportaba vinos, aceite de oliva y
minerales; a cambio, importaba productos manufacturados. Las ricas minas
peninsulares pasaban a propiedad del estado.
Organización social.- El Imperio Romano era una sociedad esclavista
muy jerarquizada. Entre la población libre encontramos: el orden senatorial, el
orden ecuestre, los decuriones y la plebe. No todos poseían los mismos
derechos, aunque conforme avanzó el tiempo tendieron a unificarse,
culminando este proceso con la Constitutio antoniniana (Caracalla, 212 d. C.),

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que concedía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio.
En el último peldaño de la escala social estaban los esclavos, sin derecho
alguno. Algunos de ellos eran liberados por su propietario (libertos).
Religión, cultura y arte.- La importación a la Península de los cultos
romanos contribuyó a la romanización, aunque sus dioses tuvieron que
coexistir con un abigarrado politeísmo de origen indígena, fenicio y griego,
además de la proliferación de otros cultos de origen oriental. Más tarde llegó el
Cristianismo, que en un largo proceso de tres siglos fue creciendo hasta
convertirse en religión oficial de todo el Imperio, y por tanto de Hispania.
Quizás el hecho romanizador más evidente fue la implantación del latín.
De él derivarían nuestras lenguas, excepto el vasco.
Prueba de esta romanización reseñada es que numerosos personajes
públicos de alto nivel nacieron en nuestro suelo: emperadores (Trajano),
filósofos (Séneca), historiadores (Lucano), etc.
Restos del dominio romano se conservan por doquier en infinidad de
obras públicas: acueductos (Segovia), murallas (Lugo), puentes (Alcántara),
teatros (Mérida), etc.

1.3. La crisis del siglo III: el ruralismo


Durante el siglo III el Imperio Romano entró en un periodo de crisis:
debilitamiento del poder imperial (emperadores militares), con la consiguiente
autonomía de los gobernadores provinciales; revueltas campesinas; guerras
civiles localizadas; presión de los pueblos bárbaros, etc.
Diocleciano intentó atajar la crisis mediante una nueva división territorial
administrativa, pero no funcionó. Las ciudades comenzaron a decaer y, debido
a la inseguridad reinante, el pueblo buscó la protección de esos terratenientes
a cambio de entregarles sus tierras y/o trabajo. Es el sistema de colonato. Esta
ruralización atentaba el sistema esclavista (los esclavos ya no eran rentables y
el Cristianismo, además, criticaba su existencia).

2. LA MONARQUÍA VISIGODA
En el 409 penetraron en la Península varios pueblos germánicos: suevos
(Gallaecia), alanos (Lusitania y Cartaginensis) y vándalos (Bética). En el 507

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Bloque 1. Resumen

los visigodos, empujados por los francos, entraron por el norte y desde su
capital (Toledo) intentaron controlar toda la Península.
El periodo de esplendor del reino visigodo se corresponde con el reinado
de Leovigildo (573-586), que intentó la unificación territorial y la unificación
religiosa en torno al arrianismo, aunque esta fue lograda por Recaredo con la
adopción del catolicismo como religión oficial en el III Concilio de Toledo, 589.
La unión legislativa se culminó con el Fuero Juzgo de Recesvinto.
El estado visigodo estaba encabezado por un rey electivo que asociaba
al trono al que iba a ser su sucesor. El monarca era elegido por la Asamblea de
los hombres libres, y se ayudaba por el Officium Palatinum. En el Officium se
sentaban los cargos políticos más importantes después del rey: comes, especie
de ministros de asuntos concretos o cabeza de territorios; duques
(gobernadores provinciales); gardingos (jefes militares), etc.
La cultura decayó respecto a la época romana y estuvo en manos de la
Iglesia (San Isidoro de Sevilla). En el arte destacó la arquitectura (San Juan de
Baños) y la orfebrería.
La debilidad de los visigodos fue constante, y la prueba es que apenas
opusieron resistencia ante los invasores norteafricanos (Guadalete, 711).

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