Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. LA PREHISTORIA
Etapa que abarca desde los primeros antepasados del hombre (hace unos 5 millones de años
en África, aunque se han hallado recientemente restos en Turquía, datados en unos 8 millones
de años) hasta la aparición de los testimonios escritos hacia el 3300 a.C. Comprende tres
grandes periodos: el Paleolítico, el Neolítico y la Edad de los Metales.
Paleolítico inferior: los restos humanos más antiguos hallados (aparición de restos
parciales de una cara en la Sima del Elefante, en Atapuerca) pertenecen al Homo
antecessor (yacimiento de la Gran Dolina en Atapuerca, Burgos), antecedente común
tanto de neandertales (a través de los restos de Homo heidelbergensis encontrados
en la Sima de los Huesos, en Atapuerca) como de los presapiens. Pertenecían a la
cultura achelense, tenían los primeros útiles de piedra como los bifaces.
Paleolítico medio: asociados a los neandertales y a la cultura musteriense, con un
mayor desarrollo técnico y tipológico, con una datación de entre 80 000 - 50 000 años.
Conocen el fuego, lo que les permiten vivir en el interior de cuevas. Destacan los
yacimientos de Gibraltar o la desembocadura del Tajo.
Paleolítico superior: asociados a los sapiens sapiens, con una datación peninsular de
unos 40 000 años. Se distinguen distintas etapas de desarrollo en función de la
tipología de utensilios como el Auriñaciense, el Gravetiense, el Solutrense y el
Magdaleniense, destacando este último por ser la de mayor desarrollo. Gran
desarrollo en la cornisa cantábrica y en la costa levantina. Hábitat al aire libre en
abrigos y cuevas en invierno, lo que promueve el arte rupestre, como en la cueva de
Altamira (Cantabria). Además, se desarrolla el arte mobiliar con la creación de
bastones, figuras de animales... Destacan yacimientos como el de Tito Bustillo
(Asturias) o El Parpalló (Valencia).
Los grupos humanos paleolíticos eran cazadores – recolectores, nómadas y vivían en pequeños
grupos o bandas sin división social.
Neolítico inicial: desde mediados del VI milenio por el Levante y Andalucía oriental.
Se caracteriza por la cerámica cardial (grisácea y decorada con el cardium o conchas
de moluscos) y los yacimientos en cuevas. Aparecen las primeras prácticas agrícolas y
ganaderas. En Andalucía destaca el yacimiento de la cueva de Nerja (Málaga).
Neolítico pleno: desde finales del V milenio hasta el III milenio. El Neolítico se
extiende hacia el interior peninsular ocupando las llanuras más fértiles para los
cultivos. Se caracteriza por la cerámica a la almagra (de color rojo brillante, lisa o con
incisiones acanaladas), sobre todo en Andalucía (destacando la cultura de Almería).
Aparecen poblados más estables y las primeras necrópolis, como la cultura de los
sepulcros en fosa en Cataluña. En Andalucía destaca el yacimiento de La Cariguela
(Granada).
El desarrollo del Neolítico conlleva al aumento de la estratificación social, relacionado con las
diversas actividades económicas que se desarrollan, esto se observa en los ajuares funerarios.
Calcolítico o Eneolítico: a partir de mediados del III milenio se observan los primeros
restos de trabajo sobre cobre, destacando el yacimiento de Los Millares en el sureste
peninsular. Se observan cambios importantes, como la complicación en las relaciones
sociales debido a la especialización de los trabajos y a la aparición de poblados
fortificados. También se desarrolló la costumbre de las necrópolis colectivas, dando
lugar al desarrollo del megalitismo (construcciones con grandes piedras, de carácter
simbólico o funerario, como el menhir, el dolmen o el crómlech), como el de Trigueros
o El Romeral (Antequera).
Cerca del II milenio aparece la etapa del Vaso Campaniforme (por su característica
forma de campana invertida), de origen europeo, lo que indica la existencia de
intercambios comerciales.
Edad del Bronce: en el II milenio se desarrolla la metalurgia del bronce, dando lugar a
una gran diversidad cultural en la península. En la etapa de Bronce Inicial destaca la
cultura del Argar en el sureste, posee gran complejidad urbanística y arquitectónica,
como los enterramientos con diferencias sociales, que indica una mayor complejidad
en la organización social. Contemporánea a esta fue la cultura de Las Motillas en La
Mancha. En el Bronce Medio hay una decadencia de los grupos anteriores y la
aparición de nuevos grupos, como la cultura indígena de Las Cogotas en la Meseta
durante el Bronce final, momento donde aparecen grupos indoeuropeos que
revitalizan el desarrollo cultural peninsular, destacando la cultura de los Campos de
Urnas (noreste) y la cultura talayótica de las Baleares.
Edad del Hierro: durante el I milenio a.C. y relacionado con las influencias exteriores
indoeuropeas y mediterráneas, se produce la generación de la metalurgia del hierro,
mejorando las herramientas y las armas, y profundizó en las diferencias sociales.
Aparecerán los pueblos colonizadores por la costa mediterránea, así como pueblos
indoeuropeos y celtas que se asentarán en el interior dando lugar a la cultura
castreña (noroeste) o la cultura de Soto de Medinilla (Meseta).
2. LOS PUEBLOS COLONIZADORES Y TARTESSOS
La búsqueda de minerales traerá a distintos pueblos hasta las costas peninsulares a partir de
finales del II milenio a.C. Desde sus factorías (asentamientos costeros) inician un gran
intercambio con las poblaciones locales que provocará un gran desarrollo socioeconómico y
cultural en ellas.
Los fenicios: procedentes de Tiro y Sidón, alcanzan las costas atlánticas peninsulares
fundado Gadir (Cádiz), a finales del II milenio a.C., y posteriormente la costa
mediterránea. Sus relaciones comerciales con los pueblos nativos, como Tartessos, dan
lugar a la aculturación local con la introducción de la salazón, la escritura alfabética…
Los griegos: a partir del s. VI a.C. desde su colonia de Marsalia (Marsella), es cuando
los griegos van fundando factorías por la costa levantina y sustituyen a los fenicios. Su
principal colonia fue Emporion (Ampurias), destacando otra como Rhode (Rosas). Los
intercambios con las poblaciones locales aportaron novedades como la acuñación de
monedas, el arado, etc.
Los cartagineses: Cartago (en la actual Túnez), fue una colonia fundada por Tiro que
heredó el comercio fenicio en el Mediterráneo occidental. Llegan por las costas
peninsulares a partir del s. VI a.C. en su lucha con Roma por el control del comercio
mediterráneo occidental fundando colonias como Ebusus (Ibiza) o Baria (Almería). En
las guerras púnicas contra Roma se expanden por la península, protagonizado por los
Barca, así como su principal colonia, Cartago Nova (Cartagena) en el 227 a.C.
La cultura local en contacto con los colonizadores más importante fue la de Tartessos, en el
suroeste peninsular, desarrollándose entre el 1.000 - 500 a.C. En su segunda etapa desarrolló
una importante civilización urbana muy influido por los colonizadores. Su forma de gobierno
fue la monarquía (con Argantonio, rey muy conocido), apoyado en una aristocracia comercial.
La economía se basaba en la minería, la agricultura o la orfebrería. Su religión estuvo influida
por la cultura fenicia. Destacan las necrópolis de La Joya y Cerró Salomón (Huelva), el santuario
de Cástulo o el tesoro del Carambolo. Su desaparición fue a finales del s. VI a.C.
probablemente por el agotamiento de las minas o la dominación cartaginesa, que provocó la
fragmentación de su territorio y la aparición de varios pueblos, como los turdetanos.
4.2- ROMANIZACIÓN
Es el proceso por el cual Roma ponía en marcha la asimilación de los pueblos conquistados a
todos los niveles, adoptando estos su lengua, cultura, organización y los modelos de vida
romana. En la península, este proceso se inició desde las primeras conquistas y tuvo distinta
intensidad según las características y la evolución histórica de cada zona.
Tras el final del imperio romano (476), los visigodos aprovechan la falta de autoridad para
asentarse en la antigua Tarraconense y expandir su reino hasta el valle del Tajo y del Duero. La
derrota frente a los francos en la batalla de Vouillé (507) supone su expulsión del sur de
Francia, la desaparición del reino de Tolosa y el asentamiento definitivo de los visigodos en la
península ibérica.
Durante su primer siglo, distintos reyes tuvieron que luchar para unificar el territorio
expulsando a los suevos, sometiendo a los pueblos cantábricos, expulsando a los bizantinos del
sureste y las Baleares, y repeliendo a los francos en los Pirineos. Y todo esto haciendo frente a
las continuas crisis de una monarquía, rivalidades entre los nobles, graves diferencias sociales,
oposición de los hispanorromanos (hasta la prohibición de los matrimonios mixtos por
Leovigildo, conversión oficial del reino al cristianismo con el rey Recaredo en el 589 y
publicación del Liber lucidiciorum por Recesvinto en el 645 igualaba visigodos e
hispanorromanos) y una progresiva ruralización de la economía.