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Historia de España Bloque 1

LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LOS PRIMEROS HUMANOS HASTA LA


DESAPARICIÓN DE LA MONARQUÍA VISIGODA (711)
1. LA PREHISTORIA DE LA PENINSULA IBÉRICA

1.1. El paleolítico peninsular

Las primeras personas que vivieron en la Península Ibérica partieron de África y llegaron a Europa hace
unos 800.000 años. Los restos de estas personas han sido encontrados en el yacimiento de Gran Dolina,
en la Sierra de Atapuerca (Burgos), y han sido denominados Homo antecesor (paleolítico). En este
lugar también se identificaron individuos pertenecientes al Homo heidelbergensis, con una antigüedad de
350.000 años. De su sucesor, el Homo neanderthalensis (neolítico) se han encontrado restos de 45.000 a
35.000 años de antigüedad. La llegada a Europa del Homo sapiens tuvo lugar hace unos 40.000 años.
Los primeros pobladores eran depredadores, sobrevivían gracias a la caza, la pesca y la recolección de
frutos. Eran nómadas, se desplazaban siguiendo a rebaños de animales o buscando unas condiciones
climáticas favorables. Vivian en pequeños grupos, sin una clara jerarquización social.
Del Paleolítico Inferior se han hallado utensilios (cantos golpeados para obtener un filo y bifaces) y
también restos de animales que servían de alimentos a los seres humanos. Habitaban en las rocas. Del
Paleolítico Medio se han encontrado abundantes útiles en cuevas. Habitaban en cuevas y conocían el
fuego. El Paleolítico superior está asociado a una especialización de las industrias líticas (perteneciente
o relativo a la piedra), al uso de nuevos materiales como el hueso, y a la aparición del arte rupestre y
mobiliar.
Paleolítico Yacimientos
Inferior Torralba y Ambrona (Soria) y el de Bolomor (Valencia).
Medio El Castillo (Cantabria) o Peña Miel (La Rioja).
Superior Tito Bustillo (Asturias) y Parpalló (Valencia).

1.2. Las sociedades neolíticas


Hacia el 5.000 a.C. aparecieron en la Península Ibérica las primeras comunidades neolíticas. En ellas se
inició la producción de alimentos (agricultura y la ganadería) y la elaboración de cerámica y tejidos. Los
agricultores tenían que estar pendientes de sus cultivos por lo que esto propició el sedentarismo, y
surgieron así las primeras comunidades estables (poblados).
La primera fase del Neolítico (Neolítico inicial) se desarrolló en torno al Mediterráneo, en
la costa valenciana. Vivian en cuevas y se identifican por la cerámica cardial que se
realizaba con conchas de moluscos.
En la segunda fase (Neolítico Pleno) los yacimientos se sitúan en
tierras fértiles y bien regadas de los llanos, donde se construyeron
poblados más estables. Un elemento identificador lo constituye el
incremento de sepulturas organizadas en necrópolis
(=cementerio).
El desarrollo de ritos funerarios se manifestó en la aparición del fenómeno del
megalitismo. Se trata construcciones dedicadas a enterramientos colectivos. En
la Península predominan el dolmen, el sepulcro de corredor y el tholos.

Arte neolítico Más elaborado, se realizaba en el interior de la cueva, lo hacían como ritual.
Arte paleolítico Era muy esquemático, expresión artística. Lo pintaban los humanos

1.3. La cultura de los metales


Durante el tercer y el segundo milenio a.C., la novedad fue la metalurgia.
METALURGIA DEL COBRE
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Relacionado con la aparición del megalitismo, dónde destacó Extremadura y Andalucía por el número y
el tamaño de sus megalitos.
También se construyeron poblados amurallados como el de Los Millares (Almería). En los yacimientos,
junto a útiles de piedra y hueso, se han encontrado hachas, punzones, puñales, cuchillos de cobre, y vasos
campaniformes (de cerámica).
METALURGIA DEL BRONCE
Los poblados de la cultura de El Argar se localizan en Murcia y Almería. Esta cultura disponía de mucha
información sobre la metalurgia del bronce. Por estas fechas aparece también la cultura talayótica,
localizada en las Islas baleares. Esta cultura era caracterizada por la construcción de murallas enormes y
por la construcción de megalitos peculiares.
Al final del 2ºmilenio a.C. los fenicios, los griegos y los cartagineses llegaron a las costas levantinas.
Mientras que los pueblos indoeuropeos se establecían en el norte peninsular, donde desarrollaron la
cultura de los castros. Todo esto ayudo a difundir la METALUGIA DEL HIERRO Y LA
ESCRITURA. Paralelamente en el sur se desarrolló el reino de Tartessos.
2. LOS PUEBLOS PRERROMANOS
2.1. Iberos y Celtas
Durante el 1ºmilenio, en la Península Ibérica aparecieron dos culturas distintas: la cultura ibera y la
cultura celta.
PUEBLOS IBEROS
Se asentaron en el Sur de la Península y en la costa mediterránea. No tenían unidad política, eran ciudades
estado. Tenían una economía agrícola basada en los cereales, la vid y el olivo, aunque también cuidaban
plantas para su uso textil (lino y esparto). Explotaron a las minas y desarrollaron una importante
metalurgia, destacando la fabricación de armas. Tenían moneda propia, desarrollaron la escritura, vivían
en poblados amurallados, situados en zonas de fácil defensa. Su organización social se basaba en la tribu.
La sociedad estaba jerarquizada en relación al poder económico y militar, con la presencia de una
aristocracia guerrera.
PUEBLOS CELTAS
Habitaban las tierras de la meseta y de la costa atlántica peninsular, tenían una económica rudimentaria y
autosuficiente, con un comercio muy escaso. Los habitantes de los llanos cultivaban cereales, mientras
que los de las montañas eran ganaderos. Elaboraban cerámica, tejidos y objetos de hierro y bronce. Se
asentaban en poblados (castros), situados en zonas elevadas y compuestos de casas circulares distribuidos
de manera desordenada. Su organización social era tribal, hablaban un idioma indoeuropeo y no conocían
la escritura.
CULTURA CELTÍBERA
El contacto entre ambos fue intenso, por lo que surgió la cultura celtíbera, con características de ambos.
2.2. Los primeros colonizadores mediterráneos.
Desde principios del primer milenio a.C. diversos pueblos colonizadores procedentes del Mediterráneo
Oriental se asentaron en la Península Ibérica.
FENICIOS: Pueblo mercantil procedente del actual Líbano, fueron los primeros en colonizar (solo
quieren comerciar) la Península. Fundaron la ciudad de Gadir (Cádiz), desde donde se expandieron por
las costas andaluzas y el sur peninsular. La estratégica localización de esta zona y la abundancia de
metales explican su interés por controlar estos territorios.
GRIEGOS: En el siglo VIII a.C. Fundaron algunos territorios la parte norte de la costa mediterránea,
como Emporiom (Ampurias). Desde allí se establecieron en algunos puntos de la costa como Mainake
(cerca de Málaga). Su principal objetivo fue establecer relaciones comerciales para obtener metales,
esparto, aceite de oliva y sal.
CARTAGINESES: En el siglo VI a.C., comenzaron a controlar el Sur peninsular, continuando la tarea
colonizadora iniciada por los fenicios. Fundaron colonias como Cartago Nova (Cartagena), y pronto su
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presencia adquirió los rasgos de una conquista militar. Difundieron el empleo del arado, la moneda, el uso
de la metalurgia del hierro…
2.3. Tartessos
Un pueblo situado en las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Su riqueza se basaba en la
agricultura, la ganadería, la pesca y la explotación de minas de cobre. No se han hallado restos de esta
civilización, pero si tesoros de oro y plata (El Carambolo en Sevilla). A partir del siglo VI a.C., el
agotamiento de las minas, el creciente poder de los cartagineses… provocaron la decadencia de los
Tartessos.
3. LA HISPANIA ROMANA
3.1. La conquista romana
Los romanos comenzaron a conquistar la Península Ibérica a finales del siglo III a.C. y terminaron a
finales del siglo I a.C. Se pueden distinguir tres fases:
1) Desde el 218 hasta el 206 a.C. Los romanos querían ir a las tierras hispanas para enfrentarse a los
cartagineses. Estos se habían instalado en la costa levantina (mediterráneo occidental), donde fundaron
Cartago Nova (actual Cartagena). Los cartagineses firmaron con los romanos un pacto de división de
áreas de influencia, pero el dirigente cartaginés Aníbal lo rompió. La réplica romana no se hizo esperar,
traduciéndose en la conquista de Cartago Nova y de Gades. Después de esto, los romanos, al comprobar
las importantes riquezas que había en la Península, decidieron asentarse en suelo hispano.
2) Abarca desde el 206 hasta el 29 a.C. En esta fase, la conquista del Sur y del Este peninsulares resultó
fácil para los romanos. En cambio, la conquista de las tierras centrales y occidentales no fue tan fácil,
Roma tuvo que hacer frente a vigorosos movimientos de resistencia, ante todo de los lusitanos y de los
celtiberos. Viriato, dirigente lusitano, y Numancia, ciudad celtibera, simbolizan esta actitud de resistencia.
Poco después los romanos conquistaron las islas Baleares.
3) La última fase, se desarrolla entre los años 29 y 19 a.C. Los romanos tuvieron que emplearse a fondo
para doblegar a los cántabros, los astures y los galaicos, pueblos del Norte de la Península.
3.2. El proceso de romanización
Paralelamente a la conquista se produjo la romanización.
Romanización: Proceso de imposición y adaptación de los pueblos hispanos a las estructuras económicas,
sociales, administrativas, políticas y culturales del Imperio Romano.
Tras finalizar la conquista de Hispania, Augusto la dividió en 3 provincias: la Baetica con capital en
Córdoba, la Tarraconensis con capital en Tarraco, y la Lusitania con capital en Emerita Augusta (actual
Mérida). Más tarde se crearon nuevas provincias: la Carthaginensis, la Gallaecia y la Balearica. En estas
provincias había un gobernador del que dependían funcionarios encargados de las cuestiones
administrativas, jurídicas, militares y fiscales. Roma impuso varias cosas en Hispania:

 Sus estructuras económicas


 Formación de latifundios
 La propiedad privada de la tierra
 La utilización de mano de obra esclava
 La ciudad como centro de producción
 Intercambio de mercancías
 El uso de la moneda

La estructura social se basada en la riqueza:

 Aristocracia: (reducida) poseía cargos, tierras y fortuna.


 Burguesía: acomodada de negociantes y propietarios de villas agrícolas.
 Trabajadores libres (campesinos y artesanos). (numeroso grupo)
La actividad agrícola y ganadera era la base económica de los hispanos, introduciéndose nuevas
técnicas, como el barbecho, el regadío o la utilización de animales de tiro. Los cultivos esenciales fueron,
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en el secano, los cereales, la vid y el olivo; y en regadío, los frutales y las hortalizas. En cuanto a la
ganadería, los rebaños de ovejas continuaron dominando las tierras de la Meseta.
La artesanía y el comercio se desarrollaron en las ciudades, donde se difundió el sistema monetario
romano. Con la romanización, las ciudades aumentaron y se convirtieron en el centro administrativo,
jurídico, político y económico de la Hispania romana. Estas fueron organizadas como la organización de
los romanos y se llenaron de edificaciones (foros, acueductos, templos...), que constituyen uno de los
legados (herencia) más importantes del pasado romano. Las ciudades estaban gobernadas por un Consejo
(Curia), elegido por los ciudadanos entre la oligarquía local (=Forma de gobierno según la cual el poder
es ejercido por un reducido grupo de personas.)
Los romanos también introdujeron nuevos elementos culturales: una lengua común, el latín, la religión
romana y, más tarde, la cristiana y el Derecho romano. Esto se muestra en el hecho de que Hispania fue
el lugar de nacimiento de intelectuales como Séneca, Quintiliano y Marcial, y de emperadores como
Trajano, Adriano y Teodosio.
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3.3. La crisis y caída del Imperio
A partir del siglo III, el fin de las conquistas y la concesión del derecho de ciudadanía a todos los
habitantes del Imperio produjeron una disminución considerable de los ingresos fiscales del Estado y un
encarecimiento progresivo de la mano de obra esclava, cada vez menos rentable. En consecuencia, el
sistema económico mediante el cual el Imperio había conseguido grandes riquezas empezó a entrar en
crisis. Paralelamente, las fronteras comenzaron a verse presionadas por los pueblos bárbaros que
habitaban al otro lado del limes. Para hacer frente a esta situación, los emperadores tendieron a gobernar
de forma dictatorial y los complots para acceder al poder se sucedieron. En muchas provincias, las
autoridades locales acabaron asumiendo el poder y controlando a los ejércitos mercenarios a su mando.
Las provincias de Hispania, como el resto del Imperio, padecieron los efectos de esta situación. En el
campo, los esclavos empezaron a ser sustituidos por colonos, muchos de los cuales eran pequeños
propietarios que, para hacer frente a la situación de crisis e inseguridad, se vieron obligados a entregar sus
tierras a un propietario más poderoso y a seguir trabajándola a cambio de una parte de la cosecha. De este
modo se había dado el primer paso hacia la servitud, uno de los fundamentos del feudalismo medieval. La
artesanía también experimentó un importante freno, las ciudades comenzaron a despoblarse y el Imperio a
ruralizarse. Los enfrentamientos por la defensa de las fronteras imperiales (guerras con los germanos, los
sármatas, los persas, etc.) provocaron un colapso del comercio que mantenía Hispania con el resto del
mundo romano.
El aislamiento de Hispania se acentuó a partir del año 260 por la devastadora invasión de la Península por
bandos de francos y alamanes. Los saqueos y las revueltas campesinas subsiguientes hundieron
definitivamente la economía y la vida urbana. A partir de ese momento, Hispania ya no se recuperó y en
el marco de una economía empobrecida y ruralizada, las provincias hispánicas volvieron a un régimen de
autosuficiencia, a la práctica del trueque y a la casi desaparición de la economía monetaria. En el siglo V,
año 476, un jefe militar germánico, Odoacro, depuso al último emperador, Rómulo Augústulo. El poder
militar y político del emperador en el Imperio de Occidente había pasado a manos de los jefes de los
pueblos germánicos asentados en sus territorios.
4. LA MONARQUÍA VISIGODA (507-711)
4.1. La formación del reino visigodo
Los pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) aprovecharon la debilidad económica y militar que
padeció el Imperio a partir de la crisis del siglo III d.C. y penetraron en Hispania sin encontrar apenas
resistencia. Los emperadores, incapaces de organizar una defensa adecuada, se vieron obligados a dividir
el Imperio y a pactar con estos pueblos, por lo que autorizó a los visigodos a asentarse en el sur de la
Galia y a controlar los territorios de Hispania. Los visigodos acabaron con la presencia de alanos y
vándalos, reprimieron las revueltas internas y confinaron a los suevos en Galicia. Al desaparecer el
Imperio en el 476, el reino visigodo alcanzó su total independencia
Pero, en el año 507, tras la derrota en la batalla de Vouillé, los visigodos fueron desplazados de la Galia
por los francos y establecieron en Hispania un reino visigodo independiente con capital en Toledo. La
monarquía visigoda construyó su dominio sobre la Península a partir de un proceso de unificación
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territorial, política, religiosa y jurídica. En primer lugar, Leovigildo y su hijo Recaredo consiguieron
expulsar a los bizantinos. Dominado el territorio, estructuraron una monarquía que se transformó en
hereditaria y en la que el monarca se apoyaba en una serie de instituciones de gobierno, como el Aula
Regia (órgano asesor formado por altos funcionarios, aristócratas y clérigos) y los Concilios de Toledo
(asambleas de carácter religioso y civil). Para completar este proceso, Leovigildo promovió la igualdad de
hispanorromanos y visigodos y derogó la ley que prohibía los matrimonios mixtos; posteriormente, su
hijo Recaredo se convirtió al cristianismo, religión mayoritaria entre los hispanorromanos.
4.2. Una sociedad ruralizada
Con las invasiones germánicas, las grandes ciudades hispanorromanas aceleraron su decadencia, que
afectó a las actividades artesanales y al comercio. Como los intercambios se hicieron cada vez menos
frecuentes, las antiguas vías de comunicación romanas cayeron en desuso. La economía se ruralizó y la
agricultura y la ganadería se convirtieron en las actividades básicas. Los invasores germánicos se
repartieron la mayor parte de las tierras peninsulares, que estaban mayoritariamente trabajadas por
colonos. La tendencia de la monarquía a pagar los cargos administrativos o militares con tierras públicas
dio lugar a la concentración de la propiedad en manos de la nobleza. Mientras, los esclavos resultaban
cada vez más costosos de alimentar y difíciles de retener, por lo que poco a poco fueron equiparándose a
los colonos y ambos dieron origen a un nuevo grupo de campesinos dependientes (siervos).
A mediados del siglo VII, el reino visigodo entró en crisis debido a la incapacidad de la monarquía para
cobrar tributos y mantener su autoridad. Este fenómeno estimuló la formación de grupos nobiliarios
rivales y las disputas por el trono, hechos que explican el rápido hundimiento de la monarquía visigoda
ante la invasión musulmana del año 711.

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