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FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

“DAME UN SUEÑO Y LO CONVIERTO EN UN EXCESO DE MOTIVACIÓN”

INTEGRANTES:

Elías Morante, Fernando José Adolfo (0000-0002-0721-8024)


Huertas Ramos, Sandra (0000-0002-8231-8762)
Navarro Valdivia, Dayana Nicol (0000-0001-8651-7665)
Salas Palacios, Gabriela Thamara ()
Ramírez Sernaque, Luis Alfredo (0009-0006-9008-3453)

DOCENTE:

Mg. Pacherre Coveñas, Luis Alejandro (0000-0002-2330-9583)

PIURA – PERÚ
2023
“DAME UN SUEÑO Y LO CONVIERTO EN UN EXCESO DE
MOTIVACIÓN”

 Presentación: El plan de intervención tiene como finalidad poder conocer en


profundidad los aspectos más básicos del mismo para nuestro futuro
profesional.
 Dirigido a: Niños de 8 años, con el objetivo de lograr una motivación alta y
estable durante la intervención.
 Lugar: Ricardo Palma – I Etapa
 Responsables:

Elías Morante, Fernando José Adolfo (0000-0002-0721-8024)

Huertas Ramos, Sandra (0000-0002-8231-8762)

Navarro Valdivia, Dayana Nicol (0000-0001-8651-7665)

Salas Palacios, Gabriela Thamara ()

Ramírez Sernaque, Luis Alfredo (0009-0006-9008-3453)


I. INTRODUCCIÓN
(Quintero & García, 2019). El trastorno por déficit de atención e hiperactividad
(TDAH), es caracterizada por problemas de atención, hiperactividad e
impulsividad, asimismo dificulta al desarrollo y funcionamiento de diversas áreas
cerebrales, este trastorno es uno de los más comunes en la infancia, llegando así a
afectar en el desarrollo de su vida consiguiendo interpretarse como un factor de
riesgo progresivo, ya que sus síntomas muchas veces se pueden considerar
“evolutivamente normal”, lo que requiere de un seguimiento.

El instituto Nacional de la salud mental (s.f) menciona que dentro de los


comportamientos que son clave del TDAH son la inatención, la hiperactividad y
la impulsividad, considera que generalmente es normal que estos
comportamientos se presenten en algún momento en los niños, pero en los niños
con el TDAH estas conductas son más severas y ocurren de forma frecuente. Así
mismo para recibir un diagnóstico de este trastorno, el niño debe presentar los
síntomas durante seis meses o más y en un grado mayor del que presentan otros
niños de la misma edad.

(Hinostroza, 2007) nos menciona que el déficit de atención es uno de los temas
que hemos escuchado mucho últimamente, sobre todo porque se cree que afecta
entre el 3% y el 7 % de los niños en edad escolar según indican las cifras de el
DSM IV-R

Principalmente, las teorías sobre las que actualmente la ciencia tiene mayor
evidencia sobre su etiología son aquellas que consideran causas genéticas y
neurológicas, es decir, sugieren un origen neurofisiológico.

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una alteración


del neurodesarrollo, cuyos síntomas principales son inatención, hiperactividad e
impulsividad. El TDAH se ha asociado a un modelo de heterogeneidad
fisiopatológica, en el que se encuentran afectadas, entre otras, las funciones
ejecutivas, implicando significativas dificultades para responder a determinados
estímulos, planificar y organizar acciones, reflexionar sobre posibles
consecuencias e inhibir una respuesta automática inicial a fin de sustituirla por
una más apropiada (Rusca y Cortez, 2020).
Romero (2019), menciona que las consecuencias que se pueden encontrar en el
aprendizaje de los niños con TDAH, gira en torno a la adquisición de la
información, puesto que los niños con este trastorno les cuesta retener
información en su mente y además ellos tienen dificultades al momento de
establecer prioridades y de planificar su actividad, lo que genera una serie de
consecuencias no solo académicas sino que también perjudican el ámbito
conductual y emocional, puesto que no siempre están en sintonía con las personas
de su edad, asimismo empiezan a tener reacciones inquietas y explosiva, además
de tener sentimientos de impotencia sensación de fracaso y problemas con la
formación de su autoconcepto.

Asimismo, Pineda (2016) menciona que sus manifestaciones deben presentarse


antes de los siete años de edad, caracterizándose por presentar dificultades
crónicas en atención, impulsividad e hiperactividad (actividad motora excesiva),
las cuales no pueden ser atribuidas a alteraciones neurológicas, sensoriales, del
lenguaje o motoras graves, a retraso mental o a trastornos emocionales
importantes. De igual manera, el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales DSM-V, menciona que la característica principal de este
trastorno, es un patrón persistente de inatención e hiperactividad-impulsividad qué
interfiere con el funcionamiento o el desarrollo. Este trastorno empieza en la
infancia, por ello hay que estar atentos a las manifestaciones puesto que los signos
y síntomas pueden ser mínimos. Con respecto a la etiología de este trastorno, se
puede mencionar qué es multifactorial, puesto que es una confluencia de factores
genéticos y ambientales. Así mismo en lo que involucra a la heredabilidad
sabemos que la concordancia va entre un 70 a 90%. Si uno de los padres tiene
TDAH, el riesgo aumenta de 2 a 8 veces, Y si uno de los hermanos posee este
diagnóstico el riesgo aumenta de 3 a 5 veces (Soutullo & Esperón, 2010).
II.ANTECEDENTES

Con el propósito de conocer más sobre el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (TDAH), se indaga en artículos científicos para el aporte teórico de
esta investigación los siguientes antecedentes. López et al. (2019) llevaron a cabo
en España una investigación donde tuvieron como objetivo realizar una revisión
narrativa actualizada del proceso de tratamiento psicológico del TDAH; como
método utilizaron la revisión sistemática sobre el tratamiento, guía de práctica
clínica y meta-análisis; donde obtuvieron como resultado que la terapia
conductual y terapia cognitiva presentan eficacia y sirve de ayuda al ser incluidos
en el tratamiento de quienes padecen este trastorno; así mismo, el neurofeedback y
mindfulness se consideran terapias prometedores y llegaron a la conclusión que
las terapias tanto conductual como cognitivo conductual son eficaces para la
mejoría clínica de pacientes con TDAH.

Gamarra et al. (2017) realizó un trabajo de investigación en la ciudad de Chiclayo


con el objetivo de describir los conocimientos de los maestros de primaria sobre el
TDAH, utilizando el diseño descriptivo transversal donde se aplicó un prueba
piloto de 21 ítems; obteniendo como resultado se entrevistaron a 434 maestros,
con un 48,6 % de colegios privados y un 51,4 % de colegios públicos, entre
edades de 39 años, donde el 64.1 de maestros opinó que el TDAH es un problema
importante para el niño, 42.1% indica que el tratamiento de fármacos es adictivo,
32.5% opina que puede ser causado por el consumo de azúcar y otros alimentos,
29.6% manifiesta que es ocasionado por mala crianza y maltrato por parte de lo
padres y 8.1% qué es tan frecuente que puede ser una invención de los médicos.
Al comparar colegios públicos y privados, se encontró diferencia en la respuesta a
los siguientes enunciados falsos: los estudiantes con TDAH deben tener menos
tareas que los niños sin ese problema.

La primera referencia a lo que ahora se llama TDAH se puede atribuir al médico


alemán Melchior Adam Weikard, en un artículo sobre trastornos de la atención
que fecha del año 1775. Weikard recoge en el capítulo dedicado a los trastornos
de atención (Attention volubilis) de su libro Der Philosophische Artz la primera
descripción médica del TDAH conocida hasta el momento.

Según Weikard, las personas carentes de atención se caracterizaban por ser


imprudentes, descuidados, caprichosos y desenfrenados, tenían conocimientos
superficiales, dejaban las cosas a medias y realizaban las tareas de forma
desorganizada, puesto que no dedican el tiempo y la paciencia suficiente para
alcanzar las habilidades necesarias. Además, carecían de rigor, corrección y
exactitud y eran inconstantes. También hizo descripciones de algunos tratamientos
que coinciden con alguna de las recomendaciones actuales, como la práctica de
ejercicio y la reducción de estímulos.

Unos años más tarde, en 1798, el médico Alexander Crichton describe un cuadro
clínico que incluye las principales características de lo que hoy llamamos TDAH
con presentación predominante de déficit de atención (mental restlessness), en el
que hace referencia a la incapacidad de mantener la atención con el grado
necesario de constancia, dando una imagen de inquietud. Este trastorno, según
Crichton, podía estar presente en el nacimiento de la persona o desarrollarse a
partir de un accidente. Por otro lado, pensaba que este trastorno se detectaba a una
edad temprana y que se resolvía antes de llegar a la edad adulta.

Aunque bajo una presentación literaria y no médica, el psiquiatra Heinrich


Hoffman publicó en el año 1845 un libro de poemas infantiles en el que describe
dos casos de TDAH. Entre su contenido, La historia del inquieto Philip mostraba
a un niño que no podía mantenerse quieto en la mesa a pesar de las advertencias
de su padre. Algunas de las cualidades que se veían reflejadas en su obra eran la
inatención e hiperactividad prolongadas durante el tiempo. Las descripciones
coincidían con algunas de las características propias del concepto de TDAH
actual.

Pero la primera referencia científica que reconoce el TDAH como trastorno se


atribuye al pediatra George F. Still, en una publicación de 1902, y estaba basada
en la observación de niños con inatención y conducta hiperactiva e impulsiva. Still
describió 43 casos de niños que presentaban problemas atencionales, agresividad,
conductas desafiantes, resistencia a la disciplina, excesiva emocionalidad,
problemas a la hora de inhibir su conducta, rencor, crueldad y falta de honradez.
Se llamó defect of moral control (defecto del control moral) y hacía referencia
precisamente a estos niños con dificultades para mantener la atención y para el
pensamiento reflexivo, y con excesiva actividad motora. Sus observaciones
describían en aquellos momentos características asociadas al TDAH que serán
corroboradas en años posteriores por la investigación: mayor representación en el
género masculino, comorbilidad elevada con conductas antisociales y trastornos
del estado de ánimo, historia familiar de trastornos por consumo de alcohol,
conducta delictiva y depresión, predisposición familiar para el trastorno
(probablemente de origen hereditario) y la posibilidad de que el trastorno se
origina a causa de una lesión cerebral adquirida.

Una de las primeras publicaciones en lengua española donde se describe este


síndrome apareció en 1907. El autor fue Augusto Vidal Parera, que en su
Compendio de Psiquiatría Infantil detalló los síntomas que presentaban los niños
y niñas con TDAH. El autor caracteriza el trastorno por la presencia de
alteraciones tanto por exceso como por defecto de funciones cognitivas
(percepción, atención, memoria y razonamiento), afectivas (emociones y
sentimientos) y volitivas.

Otro momento destacado en la historia del TDAH fue el descubrimiento, en 1937,


de la utilidad de la benzedrina, un psicoestimulante, en el tratamiento de los
síntomas de inatención e hiperactividad en los niños.

En el año 1957, se introduce el concepto de «trastorno del impulso


hiperquinético» para referirse a los niños con TDAH. En ese momento se
consideraba que las disfunciones cerebrales se localizan en la zona talámica, y que
producían un déficit en la filtración de estímulos en estos pacientes, que ocasiona
un exceso de estimulación cerebral.

Stella Chess, una de las autoras más relevantes de la época, volvió a definir la
hiperactividad como «trastorno hipercinético», el trastorno de conducta de un niño
que está constantemente en movimiento o que presenta tasas de actividad y de
precipitación más elevadas de lo normal, o ambas características.
Es en el año 1965 cuando los compendios de psiquiatría incluyen este trastorno
dentro de sus clasificaciones, incorporando el concepto de «síndrome
hipercinético de la infancia» en la CIM-9. En 1968, la American Psychiatric
Association recoge una definición formulada por Chess con la denominación de
«reacción hipercinética de la infancia».

Con la publicación en 1980 del DSM-III se sitúa el déficit de atención como el


síntoma principal del trastorno en el marco de las clasificaciones internacionales.
Se adopta la denominación de «trastorno por déficit de atención, con o sin
hiperactividad».

En el DSM-III-R, publicado en 1987, se vuelve a situar la hiperactividad como


uno de los síntomas centrales y se fija el nombre de «trastorno por déficit de
atención con hiperactividad».

Después de cambios sucesivos en las diferentes versiones de este manual, no es


hasta 1994, con la publicación del DSM-IV, que se introduce el término «trastorno
por déficit de atención e hiperactividad», y se definen los tres subtipos de TDAH
que se mantienen en la actualidad: combinado, inatento e hiperactivo-impulsivo.

Los primeros artículos sobre el TDAH en adultos aparecen a finales de los años
sesenta del siglo pasado.

En los años setenta, un importante trabajo de Anneliese Pontius demostró que los
síntomas presentados por los pacientes adultos eran los mismos que se describen
en niños y adolescentes, y que se asociaban a disfunciones en el lóbulo frontal y
en el núcleo caudado. Es a partir de ahí cuando empiezan a relacionarse las
alteraciones en las funciones ejecutivas con los síntomas del TDAH.

Simultáneamente, surgieron los primeros trabajos sobre el tratamiento


farmacológico de la disfunción cerebral mínima en adultos. Tanto la imipramina
como los estimulantes se postularon como fármacos eficaces para el tratamiento
del TDAH en adultos. A pesar de los diferentes estudios publicados en los años
setenta, todavía prevalecía la opinión de que el TDAH se emitía en la
adolescencia.
El gran incremento de los conocimientos del TDAH en adultos se produce a lo
largo de los años noventa, con la publicación de varios estudios que demuestran
que los mismos síntomas que se producen en los niños pueden afectar también a
los adultos y que en su base existe una disfunción biológica. Por un lado, surgen
múltiples estudios de seguimiento de los síntomas del TDAH en la edad adulta, la
comorbilidad psiquiátrica, las repercusiones sociales, la eficacia de los
tratamientos y sus bases biológicas.

Se ha investigado mucho en este ámbito. La cantidad de información disponible


sobre el TDAH en la actualidad es el resultado del trabajo de varios científicos a
lo largo de siglos.

Sir Alexander Crichton, un médico escocés, fue la primera persona en mencionar


una afección que parecía ser similar a lo que se clasifica como TDAH hoy en día.
En 1798, basándose en sus observaciones en varios pacientes con enfermedades
mentales, describió una característica presente en estos pacientes como la
incapacidad de pagar atención constante a un objeto. Este síntoma encaja en la
definición moderna de falta de atención en el TDAH.

Heinrich Hoffmann, un médico alemán, creó «Fidgety Phil», una serie de cuentos
para niños en 1844. En estas historias, describió ciertos comportamientos
irracionales de un niño que se ajustan vagamente a la definición moderna de
TDAH. A pesar de que los síntomas descritos por él no se clasificaron como
TDAH en ese momento, sus historias se utilizan como alegorías populares para el
TDAH.

TDAH en el siglo XX

En 1902, Sir George Frederic Still, un médico británico, mencionó un defecto en


el control moral sin deterioro físico o intelectual general. Con el beneficio de la
retrospectiva, los comportamientos explicados por él, hasta cierto punto, ahora se
pueden correlacionar con la definición moderna de TDAH. Los casos estudiados
por él que describen este comportamiento, eran desproporcionados en términos de
género. Esto apunta a una alta incidencia de TDAH en hombres en comparación
con mujeres.
Charles Bradley, un médico estadounidense, descubrió por casualidad algunos
efectos beneficiosos de una droga estimulante del SNC en 1930. Mostró una
mejora en el comportamiento y el rendimiento de los estudiantes en la escuela.

A finales del siglo XX, se acuñó el término «trastorno del impulso hipercinético»,
que cubría en gran medida las características del comportamiento presente en los
pacientes con TDAH.

En 1952, la Asociación Americana de Psicología (APA) publicó la primera


edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM),
enumerando varias afecciones de salud mental, aunque el TDAH no fue
reconocido en esta edición.

En 1955, la USDA aprobó un medicamento psicoestimulante que más tarde se


convirtió en una opción de tratamiento para el TDAH.

La APA emitió el DSM-III (tercera edición) en 1980, en el que definieron la


afección como trastorno por déficit de atención (TDA). Como la hiperactividad no
se consideraba un síntoma típico de esta enfermedad en ese entonces, clasificaron
el ADD en dos subtipos: ADD con / sin hiperactividad.

Más adelante, en 1987., APA lanzó una versión revisada del DSM-III. En este
manual, reconocieron la hiperactividad como una característica inherente del
TDAH, y no como un síntoma variante. Por lo tanto, se eliminó la clasificación de
TDA con/sin hiperactividad, y la afección se renombró como TDAH. La
definición de TDAH del DSM-III incluía los tres síntomas, es decir, falta de
atención, hiperactividad e impulsividad.

Durante la década de 1990, la comunidad médica observó un tremendo aumento


en el número de casos de TDAH en todo el mundo. Esto puede atribuirse a varios
factores, como la claridad de los síntomas y los criterios de diagnóstico precisos,
el aumento de la conciencia sobre el TDAH o un aumento real en el número de
casos. Hay diversas opiniones de los investigadores sobre la razón principal de tal
aumento en el diagnóstico positivo de TDAH durante esta década.

APA lanzó DSM-IV (cuarta edición) en 2000, que clasifica el TDAH en tres
subtipos: (1) tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo, (2) tipo
predominantemente desatento y (3) tipo combinado. Esta es la clasificación oficial
más reciente del TDAH que sirve como punto de referencia para los psiquiatras
que se ocupan de este trastorno a nivel mundial.

La investigación epidemiológica reciente sobre el TDAH se ha centrado


principalmente en las respuestas neuronales y los circuitos cerebrales afectados en
pacientes con TDAH, la coexistencia de otras afecciones psicológicas y la posible
relación del TDAH con mutaciones genéticas.

A nivel internacional, el Instituto Nacional de Salud de Madrid realizó un estudio


en 3042 niños y adolescentes de 8 a 15 años, donde encontraron una prevalencia
del TDAH del 8.6% (1). En un estudio tipo descriptivo transversal realizado en
Puerto Padre provincia de las Tunas, Cuba en 314 escolares, se obtuvo una
prevalencia del trastorno de un 5.4% (2). x

Un estudio realizado por la Universidad del Azuay en niños de 4 a 6 años, sobre


los problemas de conducta en La ciudad de Cuenca en el año 2011, donde se
incluye al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, se encontró una
prevalencia del 22.2% (3).

III. JUSTIFICACIÓN

Este presente trabajo es de suma importancia, por lo tanto, nos hemos propuesto
realizar este plan de intervención, ya que tras observar los estudios realizados
sobre este tema llegó a la conclusión de que está demostrado que hay ejercicios
para controlar el déficit de atención, tanto como técnicas, consejos y tratamientos
que ayudarán a atenuar el Trastorno de Ansiedad. Ya que, como se verá más
adelante, existe una gran comorbilidad entre el TDAH y estos trastornos.
También, realizaremos una explicación breve de lo que es el déficit de atención,
en qué consiste, los subtipos que existen, cómo se hace su diagnóstico y las causas
que provocan este trastorno. Por otra parte se tratará la explicación del Trastorno
de Ansiedad y cómo afecta a la persona que presenta TDAH. También se
explicará en profundidad en qué consiste la atención plena, sus componentes y
diferentes técnicas.

En 1992 la OMS y el CIE-10 identifican el TDAH como una alteración


hospitalaria y lo disponen en el grupo de los trastornos del comportamiento y
alteraciones, de principio a fin en la infancia y adolescencia. Es un trastorno
caracterizado por cambios o retrasos en el desarrollo de funciones relacionadas
con la maduración del sistema nervioso central, que se inicia en la infancia y sigue
un desarrollo estable, y suele diagnosticarse entre los 5 y 9 años, aunque suele
presentar síntomas. comenzar antes de que el niño ingrese a la escuela (los
criterios del DSM-V requieren que algunos síntomas aparecen antes de los 12
años); A veces los padres informan que sus bebés lloran más que otros bebés.
Asimismo, el diagnóstico es siempre clínico y puede realizarlo un pediatra de
atención primaria con la formación, conocimientos y experiencia necesarios.
Ninguna prueba tiene la sensibilidad o especificidad para ser considerada
diagnóstica de TDAH.

Según la Universidad de Cuenca, 2010, la teoría de Piaget, refiere que es un


trastorno neuroconductual caracterizado por distracción de moderada a grave,
poca capacidad de atención, inquietud motora, inestabilidad emocional y
comportamiento impulsivo.

Después de revisar la escala de EDAH, nos encontramos con Luria (1979,1984),


quien definía la atención como el “proceso selectivo de la información necesaria,
la consolidación de los programas de acción legible y el mantenimiento de un
control permanente sobre el curso de los mismos”. Esta definición nos trae tres
importantes aspectos a considerar:

1. El proceso de selección de estímulos.


2. Las estrategias de abordaje de la información.
3. La estabilidad o mantenimiento en el tiempo.

De este modo, con los resultados de sus capacidades y características en las


personas cuyo entendimiento tienen discapacidad, se beneficia la inteligencia
empírica y con consciencia
IV. MARCO TEÓRICO

TRASTORNO POR DEFICIT DE ANTENCIÓN/HIPERACTIVIDAD

4.1 Definición

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es considerado un


trastorno del neurodesarrollo, con base genética y elevada heredabilidad, en el que
se hallan implicados diversos factores neuropsicológicos, los cuales van a
provocar en el niño alteraciones de la atención, impulsividad y sobreactividad
motora (Faraone, 2002).

Según Lavigne y Romero (2010) definen al Trastorno por déficit de atención con
hiperactividad como un trastorno intrínseco a la persona que lo padece, debido a
un retraso en el desarrollo neuropsicológico lo cual provoca disfunción en los
mecanismos de control ejecutivo e inhibición del comportamiento, y afecta
además directamente a los Procesos Psicológicos del Sistema ejecutivo así como a
sus funciones ejecutivas, dificultando significativamente el aprendizaje y la
adaptación familiar, escolar y social.

Este trastorno tiene graves consecuencias para la gran parte importante del
desarrollo de la persona, ya que afecta la memoria de trabajo y su relación con el
sistema de atención anterior, la autorregulación de la motivación y el afecto, la
interiorización del lenguaje y los procesos de análisis y síntesis, relacionado al
sistema ejecutivo. En cuanto a las funciones ejecutivas, afecta a la planificación y
organización, la auto monitorización y evaluación, flexibilidad cognitiva, así
como a la persistencia, implicadas directamente en las tareas de enseñanza-
aprendizaje.

Por otra parte, Rusca y Cortez (2020) refieren que es una alteración del
neurodesarrollo, cuyos síntomas principales son inatención, hiperactividad e
impulsividad y está asociado a un modelo de heterogeneidad fisiopatológica,
implicando significativas dificultades para responder a determinados estímulos,
planificar y organizar acciones, reflexionar sobre posibles consecuencias e inhibir
una respuesta automática inicial a fin de sustituirla por una más apropiada.

4.2 Trastorno por déficit de atención

La atención se define como el proceso selectivo de la información necesaria,


además la consolidación de los programas de acción elegibles, y el mantenimiento
de un control permanente sobre el curso de los mismos. Donde intervienen dos
factores, el factor externo que procede del propio estímulo tal como la novedad,
intensidad y organización estructural y el factor interno del mismo sujeto el cual
comprende de sus capacidades, intereses y disposiciones (Calderón, 2000).

Por otro lado, Sábate y Tomás (s.f). Refieren que el trastorno por déficit de
atención (TDA) se considera uno de los trastornos más destacados de la infancia y
la adolescencia. Este trastorno tiene una alta incidencia en la población clínica
psiquiátrica, superando el 50%. En cuanto al curso de la enfermedad es
considerado altamente variable, ya que los síntomas persisten en la adolescencia y
edad adulta, interfiriendo en una variedad de áreas del desarrollo y
funcionamiento normal del niño, predisponiendo en el futuro a patologías
psiquiátricas y sociales.

Los niños que padecen este tipo de trastorno son menos propensos a demostrarlo o
tienen dificultades para llevarse bien con otros niños, pueden mostrarse
mayormente tranquilos, pero no quiere decir que están prestando atención a lo que
están haciendo.

Por consiguiente, la conducta que presenta el niño puede ser pasada por alto por
los padres y los maestros de que el niño puede padecer de TDAH con
predominancia en la inatención.

Es frecuente que un niño con TDA no evidencie una conducta hiperactiva, y que
suela perturbar en el aula, sus conductas no necesariamente resultan inoportunas o
notables para el maestro. Pero puede ser muy problemático con el propio niño,
haciendo que su desempeño sea muy bajo en la escuela y además experimentar
una baja autoestima, (Rief, 1999).

4.3 Etiología
 Genética
Según Rusca y Cortez (2020) Refieren en cuanto a la heredabilidad, que la
concordancia va de 70 a 90%, es decir si un padre tiene TDAH el riesgo en el niño
aumenta entre 2 y 8 veces. En relación a un hermano, el riesgo aumenta entre 3 y
5 veces. Y si se habla de un gemelo homocigoto (con idéntico ADN) el riesgo
aumenta entre 12 y 16 veces.
Una de las causas principales que se menciona en este trastorno se inclina por una
herencia poligénica multifactorial, con una influencia de diversos factores
ambientales y psicosociales que podrían actuar como moduladores de la
expresión. (Quintero y Castaño de la Mota, 2014).
 Biológicas/fisiológicas

Según Gonzáles et al. (2011) menciona que este trastorno se debe a la existencia
de una irregularidad en los neurotransmisores, principalmente la dopamina que
transmite los mensajes neurosensoriales y la noradrenalina que darían explicación
a los síntomas centrales del TDAH. Además, los déficits cognitivos de este
trastorno se relacionan con una disfunción en el circuito frontoestriatal y las
dificultades de pensamiento complejo y memoria con disfunción del córtex
prefrontal, vías principalmente dopaminérgicas.

Mientras que las dificultades de atención, motivación, interés y aprendizaje de


nuevas habilidades estarían más relacionadas con alteración de la actividad
regulada por la noradrenalina. Tratando de simplificar, aún con el riesgo de
incurrir en inexactitudes, las vías reguladas por dopamina serían las principales
responsables, sobre todo, de los síntomas de hiperactividad e impulsividad,
mientras que la alteración de las vías reguladas por la noradrenalina se postularía
como responsable de los síntomas cognitivos y afectivos principalmente. (Sánchez
et al, 2012).

 Complicaciones o traumas durante el embarazo

Se ha visto que las dificultades antes y durante el parto pueden provocar lesiones
en el tejido cerebral. Algunas de las que se han identificado son: infecciones
provocadas por bacterias tóxicas en el torrente sanguíneo, retención de líquidos y
un nivel anormal de proteínas en los niveles de orina en las madres (Sánchez et al,
2012). Por otra parte, partos muy prolongados o cortos al igual que el nacimiento
prematuro o el bajo peso al nacer, contribuyen al desarrollo del TDAH.

Sin embargo, tampoco debemos de pasar por alto los accidentes que cualquier
niño puede experimentar, tales como caídas, golpes en la cabeza, fiebres elevadas,
infecciones como meningitis y la desnutrición grave; que se convierten en factores
de riesgo, los cuales pueden repercutir significativamente en el desarrollo de un
niño, presentando sintomatología parecida al TDAH.

 Envenenamiento por plomo

Según Muñoz et al. (2019), El nivel de referencia de plomo sanguíneo para


identificar a niños/as expuestos que requieren intervención. Sin embargo, los
efectos neuroconductuales se han descrito con exposiciones por debajo del valor
establecido. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es el
trastorno neuroconductual más común en la infancia, con una prevalencia
estimada del 5%. Se ha identificado que el plomo atraviesa la barrera
hematoencefálica afectando regiones del cerebro y sistemas neurotransmisores
que se han vinculado con el desarrollo de TDAH.

 La dieta

Según Lárez y Sánchez (2015), El tipo de alimentación en el niño define en


aumento o disminución de los síntomas del TDAH, ya que si se da una dieta
modificada puede llegar a contribuir en la disminución de los síntomas, pero sin
embargo si se da un alto consumo de alimentos procesados que contengan
colorantes y saborizantes se da un aumento de los síntomas del TDAH , es por ello
que los niños que lo padecen deben consumir una dieta especializada libre de
sustancias que los ayudarán a evitar el incremento de niveles de hiperactividad.

 Exposición prenatal al alcohol y drogas

Según Rivera (2013), El TDAH se diagnosticó en un gran porcentaje de niños


cuyas madres fueron dependientes del alcohol durante el embarazo, llegando a
demostrar que el consumo de alcohol u otras sustancias es un factor de riesgo que
en el feto se pueden dar daños a nivel cerebral, asimismo trayendo consigo
complicaciones en el embarazo, parto y nacimiento.

4.4 Criterios Diagnósticos del TDAH


 Trastorno por déficit de atención / hiperactividad

A. Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere


con el funcionamiento o el desarrollo, que se caracteriza por (1) y/o (2):

1. Inatención: Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al


menos 6 meses en un grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que
afecta directamente las actividades sociales y académicas/laborales:

Nota: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de


oposición, desafío, hostilidad o fracaso en la comprensión de tareas o
instrucciones. Para adolescentes mayores y adultos (17 y más años de edad), se
requiere un mínimo de cinco síntomas.

a. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a detalles o por descuido se


cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades
(p. ej., se pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con
precisión).

b. Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o


actividades recreativas (p. ej., tiene dificultad para mantener la atención en clases,
conversaciones o la lectura prolongada).
c. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (p. ej.,
parece tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción
aparente).

d. Con frecuencia no sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los
quehaceres o los deberes laborales (p. ej., inicia tareas pero se distrae rápidamente
y se evade con facilidad).

e. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (p. ej.,
dificultad para gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y
pertenencias en orden; descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del
tiempo; no cumple los plazos).

f. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas


que requieren un esfuerzo mental sostenido (p. ej., tareas escolares o quehaceres
domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes,
completar formularios, revisar artículos largos).

g. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (p. ej.,
materiales escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles del
trabajo, gafas, móvil).

h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para


adolescentes mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).

i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (p. ej., hacer las tareas, hacer
las diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar
las facturas, acudir a las citas).

2. Hiperactividad e impulsividad: Seis (o más) de los siguientes síntomas se han


mantenido durante al menos 6 meses en un grado que no concuerda con el nivel
de desarrollo y que afecta directamente a las actividades sociales y
académicas/laborales:

Nota: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de


oposición, desafío, hostilidad o fracaso para comprender tareas o instrucciones.
Para adolescentes mayores y adultos (a partir de 17 años de edad), se requiere un
mínimo de cinco síntomas.

a. Con frecuencia juguetea con o golpea las manos o los pies o se retuerce en el
asiento.

b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca


sentado (p. ej., se levanta en la clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, o en
otras situaciones que requieren mantenerse en su lugar).

c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado.


(Nota: En adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.)

d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades


recreativas.

e. Con frecuencia está “ocupado,” actuando como si “lo impulsará un motor” (p.
ej., es incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo
prolongado, como en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está
intranquilo o que le resulta difícil seguirlos).

f. Con frecuencia habla excesivamente.

g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una


pregunta (p. ej., termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).

h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (p. ej., mientras espera en una
cola).

i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (p. ej., se mete en las
conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras
personas sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede e
inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen otros).

B. Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes


antes de los 12 años.
C. Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos
o más contextos (p. ej., en casa, en la escuela o en el trabajo; con los amigos o
parientes; en otras actividades).

D. Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento


social, académico o laboral, o reducen la calidad de los mismos

E. Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la


esquizofrenia o de otro trastorno psicótico y no se explican mejor por otro
trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad,
trastorno disociativo, trastorno de la personalidad, intoxicación o abstinencia de
sustancias).

Especificar si:

314.01 (F90.2) Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención)


y el Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

314.00 (F90.0) Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple el


Criterio A1 (inatención) pero no se cumple el Criterio A2 (hiperactividad-
impulsividad) durante los últimos 6 meses.

314.01 (F90.1) Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el


Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) y no se cumple el Criterio A1
(inatención) durante los últimos 6 meses.

Especificar si:

En remisión parcial: Cuando previamente se cumplían todos los criterios, no todos


los criterios se han cumplido durante los últimos 6 meses, y los síntomas siguen
deteriorando el funcionamiento social, académico o laboral.

Especificar la gravedad actual:

Leve: Pocos o ningún síntoma están presentes más que los necesarios para el
diagnóstico, y los síntomas sólo producen deterioro mínimo del funcionamiento
social o laboral.
Moderado: Síntomas o deterioros funcionales presentes entre “leve” y “grave”.
Grave: Presencia de muchos síntomas aparte de los necesarios para el diagnóstico
o de varios síntomas particularmente graves, o los síntomas producen deterioro
notable del funcionamiento social o laboral.

4.2 CIE-10

F90.0 Trastorno de la actividad y de la atención

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Trastorno por hiperactividad


con déficit de atención. Síndrome de déficit de atención con hiperactividad

4.5 Evaluación Psicológica

4.5.1 Concepto de la evaluación psicológica

Según Fernández (2013), La evaluación psicológica es una disciplina que se


utiliza para la exploración y análisis de comportamientos de una persona, ésta
implica un proceso de solución de problemas y toma de decisiones que comienza
con una demanda de un sujeto a un psicólogo en donde se realiza una serie de
actividades científicas y profesionales, realizadas en una secuencia establecida,
con las que se pretende dar respuesta a esa demanda, asimismo se desarrollan
concretas áreas de contenido relevantes tanto en el ámbito individual (como, por
ejemplo, el diagnóstico, la orientación y el consejo, la selección, etc.) como en
otros ámbitos aplicados, tales como la evaluación de ambientes o de programas.

La evaluación tiene por objetivo la investigación científica sobre un tema y se


refiere a un sujeto individual, principalmente un individuo, pero en un sentido más
amplio, un "sujeto" que se refiere a un grupo de personas específicas.
Obviamente, la evaluación no tiene como objetivo encontrar principios generales.
Porque ya se sabe que su finalidad es la actividad o rasgo de un solo sujeto, y la
ciencia no puede ser hecha por un individuo. El propósito de la evaluación es
verificar con precisión si los principios generales que la psicología ha establecido
en sus diversas disciplinas se dan en esta disciplina individual. Esto significa que
la evaluación psicológica está destinada a ser aplicada a la descripción,
diagnóstico, orientación y/o solicitud de tratamiento (o cambios de
comportamiento) del sujeto/cliente. Estos objetivos aplicados resultantes de las
demandas de los clientes conducen inevitablemente a la evaluación. Además, la
evaluación psicológica requiere tecnología que pueda ser utilizada para capturar
de manera confiable y efectiva la División de Análisis de Comportamiento. Por lo
tanto, los tasadores también están interesados en construir esta técnica. En
segundo lugar, el método de evaluación representa un área especial de nuestro
campo que también es útil en psicología básica. En definitiva, a la evaluación
psicológica también le interesa construir equipos de evaluación.

4.5.2. Importancia de la evaluación de pruebas psicológicas

Las pruebas o test psicológicos son instrumentos muy fundamentales para el


desarrollo de los profesionales en la carrera de Psicología ya que brindan
información orientada a fortalecer el trabajo en los diversos campos aplicados.
Las pruebas psicológicas filtran datos que permiten al psicólogo, desarrollar
procesos diagnósticos confiables en su quehacer cotidiano. Son estos
instrumentos, un apoyo fundamental al trabajo aplicado en las diversas prácticas
de los profesionales de la psicología cualquiera que sea su campo de desempeño.
Su utilización permite abordar diferentes grupos etéreos, numerosas problemáticas
y procesos y cubre las diversas áreas de acción de la psicología y sus
profesionales. Sin embargo, para asegurar que la información obtenida a través de
dichos instrumentos es confiable y suficiente se requiere de un dominio
conceptual y procedimental que garantice, la destreza en su aplicación (condición
necesaria para asegurar el óptimo desempeño de los evaluados), así como, el
manejo de las bases teóricas que sustentan el instrumento y la capacidad
interpretativa necesaria para llegar a conclusiones precisas veraces y pertinentes.
El dominio de las pruebas psicológicas se ha convertido en una exigencia
cotidiana para los psicólogos y su dominio constituye una ventaja competitiva
para quienes desean mantenerse actualizados en el manejo de los instrumentos
propios de la profesión. Por ello, este diplomado busca actualizar a los
participantes en el uso y manejo de pruebas psicológicas para las diferentes áreas
y actividades de la labor profesional.

4.5.3. Abordaje Terapéutico

Se hace mención que el abordaje para este tipo de trastorno como es el TDAH es
multidisciplinar y/o multimodal, incluyendo la participación coordinada de
médicos, terapeutas, profesores y padres, además de conocer a fondo la situación
del paciente, la evolución de sus síntomas a lo largo de su ciclo vital, los
antecedentes familiares que pueden influir en el desarrollo del trastorno y como se
viene dando su adaptación, se establece un abordaje terapéutico en base a técnicas
y programas cognitivos, algunos programas de formación y entrenamiento
también dirigidos a padres y profesores, además el tratamiento farmacológico para
el paciente teniendo en cuenta la necesidad de su utilización así como la dosis y
tipo de fármaco. Así mismo el tratamiento debe estar basado en una valoración
global y un diagnóstico correcto.

Según Orjales (2007) los programas de intervención que tuvieron como objetivo
poder controlar de manera externa la conducta, encaminada al desarrollo de
estrategias de autocontrol fueron algunos basados en el modelo de Barkley (1997)
derivados del auge que tuvieron los estudios sobre impulsividad en los años 75-
78, en base a: La demora impuesta, programa que consistía básicamente en la
obligación hacia el niño de demorar la respuesta unos minutos antes de permitirle
responder, este programa consiguió así disminuir la latencia de las respuestas de
los niños. El modelamiento de estrategias reflexivas de actuación, cuyo éxito
dependió de que se utilizasen modelos adultos, niños, como modelos directos o
grabados en video consiguiendo resultados favorables cuando se utilizaban iguales
que, además programa de métodos reflexivos, el programa de entrenamiento
basado en ofrecer al niño feedback de sus errores y el entrenamiento en técnicas
de exploración y registro, el cual consiguió una disminución de errores aun en
ausencia de una disminución de latencias.

Por otro lado el programa de Entrenamiento Mediacional cognitivo o Auto


instruccional el cual fue establecido por Meichenbaum y Goodman (1971) se
basaba en el entrenamiento de la combinación de dos tipos de modelamiento;
abierto y encubierto, incorporando modificaciones respecto a tratamientos
anteriores ya que se incluía la utilización de auto instrucciones mediante las que se
perseguía interrumpir la cadena de pensamientos incorrectos que el niño
impulsivo elaboraba antes de la solución del problema para que mediante la
enseñanza de autoinstruccciones, sustituirlos por una secuencia de pensamientos
útil para la solución de problemas (Orjales, 2007).

El tratamiento debe aspirar en primer lugar a desarrollar distintos mecanismos que


permitan inhibir las respuestas activadas es decir reducir la impulsividad tanto
cognitiva como conductual y resistir la distracción, así como también optimizar su
funcionamiento ejecutivo.

Hidalgo (2015) manifiesta que el tratamiento farmacológico está dirigido al


control de los síntomas nucleares (inatención, hiperactividad e impulsividad) y el
psicológico y psicopedagógico se centra principalmente en los problemas de
conducta y aprendizaje consecuencia de estos síntomas; teniendo como objetivo
ayudar al paciente y su familia a manejar los síntomas nucleares, así como
también a aumentar el autocontrol, mejorar la socialización y gestionar la
frustración que sienten

En cuanto al tratamiento farmacológico se debe aplicar cuando se considere


apropiado, Según Lora (2006) los psicoestimulantes deben ser indicados como
fármacos de primera elección para el tratamiento, así mismo la elección del
fármaco sería en base a la edad, las características del fármaco, la presencia de
comorbilidad, el potencial uso inadecuado y las preferencias del paciente y/o
cuidador.

Entre ellos encontramos el metilfenidato fármaco que se prescribe con mayor


frecuencia para los niños y adolescentes con TDAH, considerado estimulante del
sistema nervioso central, que encarga de bloquear la recaptación de noradrenalina
y dopamina en la neurona presináptica, incrementando estos neurotransmisores en
el espacio extra neuronal. Está autorizado su uso como parte de un tratamiento
global del TDAH en niños mayores de 6 años, cuando otras medidas solas son
insuficientes. Las guías de práctica clínica, revisiones sistemáticas y documentos
de consenso demuestran amplia y consistente evidencia científica de que el
metilfenidato es efectivo para reducir los síntomas y se considera la primera
opción de tratamiento del TDAH. (Lora ,2006).

Por otro lado, se encuentra para el abordaje, la terapia cognitivo conductual TCC,
Según Samaniego, Muñoz y Samaniego (2020) afirman que los tratamientos
psicosociales entre los que destaca la TCC ofrece resultados muy favorables en
cuanto al logro de autocontrol, reflexión y relaciones interpersonales. Así mismo
mencionan que la psicoeducación, planificación y organización, así como el
entrenamiento de habilidades académicas, terapia cognitiva y estrategias de
manejo tanto comunicacional como emocional, permiten alcanzar mejoras y
cambios positivos a nivel conductual.

4.5.4. Diagnóstico Diferencial según el DSM-V


 Trastorno negativista desafiante:

Las personas con este trastorno suelen resistir a realizar una actividad o tareas
escolares que requieren de dedicación porque se resisten a amoldarse a las
exigencias de los demás. Su comportamiento se caracteriza por la negatividad, la
hostilidad y el desafío. En personas con TDAH se deben distinguir estos síntomas
de la aversión al colegio o hacia las tareas mentalmente exigentes debido a la
dificultad de mantener el esfuerzo mental, al olvido de las

El diagnóstico diferencial se complica aún más cuando los individuos con TDAH
pueden desarrollar actitudes negativistas secundarias hacia este tipo de tareas y
devaluar su importancia.

Trastorno por déficit de atención e


Trastorno Negativista desafiante
hiperactividad
313.81(F91.3)

Diferencias
• Las manifestaciones de este • Los síntomas de este trastorno
trastorno deben estar presentes en pueden estar circunscritos a un
más de un entorno (ej. casa, único entorno, que por lo general
colegio, trabajo). es en casa. Aun así, las personas
• La inatención se manifiesta que presentan suficientes
conductualmente como síntomas para llegar a un
desviaciones en las tareas, falta de diagnóstico, presentan un
persistencia, dificultad para deterioro en el funcionamiento
mantener la atención y social. Y cuando se habla de
desorganización que no se deben casos más graves, los síntomas de
a un desafío físico o a falta de este trastorno se muestran en
comprensión. diferentes entornos.
• La hiperactividad hace referencia
a una actividad motora excesiva • Los comportamientos son
(como un niño que corretea) frecuentes entre hermanos,
cuando no es apropiado, o a adultos o compañeros a los que el
jugueteos, golpes o locuacidad individuo conoce bien, pueden no
excesivos. ser evidentes durante la
• Los síntomas varían dependiendo evaluación clínica.
del contexto dentro de cada
entorno. • Se presentan interacciones
• Los signos del trastorno pueden problemáticas con otros,
ser mínimos o estar ausentes justificadas como una respuesta a
cuando el individuo recibe circunstancias o exigencias poco
recompensas frecuentes por razonables.
comportamientos apropiados, está
bajo estrecha supervisión, está en
una situación nueva, está
participando en actividades
especialmente interesantes, tiene
estimulación constante (ej. por
pantallas digitales), o está en
situaciones donde interactúa cara
a cara con otra persona (pj. la
consulta del clínico).

Semejanzas

• Patrón persistente de inatención • Patrón persistente de enfado,


y/o hiperactividad-impulsividad irritabilidad y discusiones,
que interfieren con el actitudes desafiantes o vengativas.
funcionamiento o el desarrollo. • Se presentan arrebatos en un niño
• La impulsividad hace referencia a (ej. berrinches semanales) se
acciones apresuradas que se consideran síntoma dependiendo
producen en el momento sin de la frecuencia (si suceden la
reflexión y que crean un gran mayoría de los días en los 6
riesgo de dañar al individuo (ej. ir meses precedentes) e intensidad
corriendo por la calle sin mirar). (contribuyen un deterioro
• Los comportamientos impulsivos significativo asociado al entorno).
pueden manifestarse como una
tendencia a inmiscuirse
socialmente ej. interrumpir
excesivamente a otros).

 Trastornos de Ansiedad:
El TDAH comparte los síntomas de inatención con los trastornos de ansiedad. Los
individuos con TDAH son inatentos por su atracción por los estímulos externos,
por las nuevas actividades o por distraerse pensando en actividades agradables.
Esto se distingue de la atención debida a la preocupación y la rumiación que se
observa en los trastornos de ansiedad. La inquietud también puede observarse en
los trastornos de ansiedad. Sin embargo, en el TDAH, el síntoma no se asocia a
preocupación y rumiación.

Trastorno por déficit de atención e Trastornos de Ansiedad


hiperactividad

Diferencias

• Patrón persistente de inatención • Patrón persistente de miedo y


y/o hiperactividad-impulsividad ansiedad excesivos, asociada con
que interfieren con el alteraciones conductuales.
funcionamiento o el desarrollo. • Se presenta ansiedad excesiva y
• Las manifestaciones de este preocupación acerca de varias
trastorno deben estar presentes en actividades o acontecimientos.
más de un entorno (ej. casa, • Se manifiesta por medio de
colegio, trabajo). múltiples síntomas, muchos de
• Los signos del trastorno pueden ellos físicos (dolor abdominal,
ser mínimos o estar ausentes dolor de cabeza, opresión
cuando el individuo recibe torácica, náuseas, vómitos, etc).
recompensas frecuentes por
comportamientos apropiados, está
bajo estrecha supervisión, está en
una situación nueva, está
participando en actividades
especialmente interesantes, tiene
estimulación constante (ej. por
pantallas digitales), o está en
situaciones donde interactúa cara
a cara con otra persona (pj. la
consulta del clínico).

Semejanzas

• La inatención se manifiesta • La ansiedad y preocupación están


conductualmente como asociados con al menos tres de los
desviaciones en las tareas, falta de seis síntomas siguientes (solo se
persistencia, dificultad para requiere un síntoma en niños):
mantener la atención y inquietud o una sensación de ser
desorganización que no se deben agitado o “al límite”, siendo
a un desafío físico o a falta de fácilmente fatigado, tener
comprensión. dificultad para concentrarse,
• La hiperactividad hace referencia irritabilidad, tensión muscular, y
a una actividad motora excesiva trastornos del sueño.
(como un niño que corretea) • La ansiedad, la preocupación o
cuando no es apropiado, o a los síntomas físicos asociados
jugueteos, golpes o locuacidad provocan malestar clínicamente
excesivos. significativo o deterioro en áreas
• Este trastorno no se explica mejor importantes de la persona.
por otro trastorno mental. • Este trastorno no se explica mejor
por otro trastorno mental.

 Último Estudio Científico

El último estudio realizado sobre el TDAH fue en el año 2021 titulado


“Cientificismo y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)”,
realizado por el autor Sami Timimi, en donde nos dio a conocer diversos puntos
de TDAH como “Genética del TDAH: ¿se ha refutado la hipótesis nula?” en
donde nos da a conocer la afirmación de que el TDAH es genético se ha
extrapolado principalmente a partir de estudios con gemelos, ya que en el caso de
los gemelos idénticos es más frecuente que ambos se diagnostiquen de TDAH que
los mellizos. En los estudios con gemelos, se asume que, cuando un porcentaje
más alto de gemelos idénticos son diagnosticados del mismo trastorno que los no
idénticos o mellizos, esto se debe a factores genéticos en vez de ambientales.

Hay otros métodos para estimar la heredabilidad genética, como los estudios de
familia (investigan la prevalencia de síntomas de TDAH en árboles genealógicos),
que tampoco pueden separar la contribución de los factores ambientales de la de
los genéticos. Otro enfoque, que es más complicado llevar a cabo desde el punto
de vista logístico, es el de los estudios de adopción. Un estudio de adopción del
TDAH implica comparar la proporción de TDAH en las familias de los padres
adoptivos con la proporción en las familias biológicas de los niños adoptados
diagnosticados de TDAH. No ha habido verdaderos estudios de adopción en
TDAH, y otros estudios similares han tenido numerosos problemas
metodológicos.

Y por último es importante resaltar que el TDAH no es un diagnóstico y no puede


mantenerse como constructo basado en la evidencia, en donde se piense lo que se
piense de las ventajas del constructo TDAH como “diagnóstico” que tiene
orígenes biológicos y puede ser “tratado” con medicación, la verdad científica es
que no puede ser considerado como una entidad científica válida y la actual
recomendación para su tratamiento, que normalmente prioriza la medicación sin
límites de tiempo, no está basada en la evidencia.

El TDAH es un ejemplo de cómo la psiquiatría académica se infectó de un


cientificismo que probablemente ha dado lugar a un daño incalculable. Imaginar
que el TDAH es un diagnóstico impide que los niños, los padres, los profesores,
los médicos y otros profesionales vean que toda una variedad de factores
relacionados con el contexto, desde la inmadurez, las dificultades de aprendizaje,
los problemas de escolaridad, el acoso escolar, la exposición a la violencia, los
factores dietéticos, el estilo de vida, la falta de apoyo familiar, la falta de
confianza en las habilidades de crianza, etcétera, pueden ser relevantes. También
les impide ver la normalidad del infantilismo y la habilidad de los niños para
irritar a los adultos. El uso de TDAH como etiqueta “diagnóstica” es más un
comentario sobre nuestra intolerancia cultural hacia las diversas formas en que
crecen los niños y sobre la presión que ejercemos sobre ellos y sus padres para
que actúen de acuerdo a los estrechos márgenes establecidos para cada edad.

VI. Propuesta de plan de Intervención Psicológica.

La propuesta del plan de intervención psicológica para el Trastorno por déficit de


atención e hiperactividad recurre a un conjunto de técnicas psicoterapéuticas para
ayudar a niños y adolescentes a desarrollar sus capacidades cognitivas y al mismo
tiempo que aprenden a gestionar y controlar los síntomas del trastorno. La terapia
psicológica es imprescindible, aportando las estrategias conductuales y cognitivas
necesarias para que los pacientes con TDAH tengan la mayor calidad de vida
posible. Por lo consiguiente, estos métodos se enfocan en desarrollar la capacidad
de autocontrol de los niños y adolescentes, manejar los síntomas principales del
trastorno, gestionar y controlar la frustración, mejorar y entrenar sus habilidades
sociales y comunicativas. Para ello, se vale de diferentes estrategias,
usando procedimientos conductuales, autocontrol, instrucciones, y relajación,
entre otros.

A continuación, presentamos los siguientes abordajes terapéuticos que hemos


considerado para un plan de intervención en niños con TDHA.

 Terapia cognitivo conductual:

Este abordaje es considerado uno de los más eficientes en niños con TDHA,
ayuda a reducir los comportamientos disruptivos, haciendo que adquieran un
mayor control sobre su comportamiento. Para su aplicación y eficacia, es
imprescindible la implicación del propio paciente, el niño o adolescente, y de las
personas responsables de su educación, padres, maestros y otros cuidadores. Los
aspectos que se trabajan en la terapia cognitivo-conductual son:

 Desarrollo y orientación personal.

 Resolución de conflictos.

 Entrenamiento en auto instrucciones.

 Organización y planificación de la conducta.


 Autorregulación emocional.

 Entrenamiento en habilidades y estrategias internas.

 Terapia de modificación de conducta:

Se basa en el condicionamiento operante, haciendo uso de reforzadores y castigos


para contribuir en la extinción de comportamientos disruptivos y la adquisición de
conductas positivas.

Entre los aspectos que se trabaja encontramos:

 Normas y límites.
 Entrenamientos en hábitos positivos.
 Modificación de conductas disruptivas y problemas de conducta.
 Entrenamiento en conductas positivas.
 Técnicas de relajación y control de estrés:

Las técnicas de relajación ayudan a controlar la hiperactividad. Junto con el


trabajo corporal, el paciente aprende a canalizar su exceso de actividad, su
agitación, nerviosismo, estrés y ansiedad en caso exista. Los puntos útiles a
trabajar en el TDAH relacionados con la relajación son:

 Respiración

 Expresión corporal

 Actividades de ocio: deporte, aficiones del interés del pequeño…

 Psicomotricidad

 Técnicas de autocontrol:

Estas técnicas se orientan en conseguir que vea, entienda y tenga presente que
debe reducir sus comportamientos impulsivos, aquellos que sean inmediatamente
gratificantes, pero que a medio y largo plazo no le ayudan para nada, ni social ni
académicamente. Para aplicar un programa de autocontrol, se pueden seguir los
siguientes pasos:
 Identificar cuál es el problema principal y establecer objetivos alcanzables.
 Hacer que el paciente se comprometa a modificar su comportamiento.
 Registrar datos e identificar las posibles causas del problema.
 Diseñar y aplicar un programa de tratamiento.
 Prevenir la recaída y lograr que la mejora perdure en el tiempo.

 Entrenamiento en habilidades sociales:

El área social es una en la que más dificultades presentan los niños y adolescentes
con TDAH. Se pretende fomentar la adquisición de pautas, estrategias y
habilidades para hacer que el paciente se relacione de manera más adecuada con
su entorno. Este es un proceso de entrenamiento, que favorecerá la interacción
social de los niños y adolescentes con TDAH con sus iguales y evitará
problemáticas como el rechazo social, la baja autoestima y el aislamiento.

Entre los aspectos que se trabajan encontramos:

 Autoestima, auto concepto y asertividad emocional.


 Reglas de sociabilización.
 Habilidades de competencia social.

 Trabajar en el lenguaje interno y autoinstrucciones:

La técnica de las autoinstrucciones es una de cambio de comportamiento, con la


que se pretende modificar los pensamientos del paciente sustituyéndolos por otros
que puedan ser más útiles y efectivos para alcanzar sus metas u objetivos. Estas
son directrices que se las da el paciente a sí mismo, para dirigir de esta forma su
forma de actuar. Ejemplos de autoinstrucciones serían:

 "Voy a escuchar al profesor".


 "Tengo que cruzar la calle con cuidado".
 "Debo dejar bien puesta la silla en el pupitre".
 "No debo garabatear en la mesa del aula".
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