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INTRODUCCIÓN

El presente ensayo lo llevaré a cabo sobre el Trastorno por Déficit de Atención e


Hiperactividad TDAH apoyándome en el libro “TDAH Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad” del Dr. Javier Alonso Ahumada Atonto, quien es Neurólogo pediatra;
Egresado del Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez”; titular del programa de
déficit de atención e hiperactividad de la Confederación Nacional de Pediatría de México;
Ex secretario de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica; miembro fundador del
grupo de expertos nacionales para el estudio del TDAH; jefe del Departamento Neurología
Hospital San José de Hermosillo, México.
En este libro el Dr. Jorge Malagón Valdez nos menciona que el Trastorno por Déficit de
Atención se caracteriza por la presencia de 3 síntomas:
1. Déficit de la atención.
2. Hiperactividad.
3. Impulsividad.
Cuando hablamos de Déficit de atención, nos referimos a una tendencia de distracción fácil,
que nos impide fijar la atención y mantenerla por minutos seguidos, las personas que lo
padecen tienden a ser personas muy distraídas y desorganizadas.
El término hiperactivo se refiere a que la persona es muy inquieta, con una gran actividad
motora, le cuesta trabajo permanecer en una misma posición y realizar una actividad por
tiempos prolongados.
En lo que respecta a la impulsividad, esta va frecuentemente asociada a los dos términos
descritos antes y es probablemente la alteración asociada al TDAH más grave, debido a
que las personas actúan sin pensar en las consecuencias, ocasionando problemas como
accidentes, lesiones a sí mismos o a terceros, irritabilidad, agresividad, tendencia a
adicciones, entre otras.
Éste trastorno aparece entre los 4 a 7 años y continua en la adolescencia e incluso en la
edad adulta, notándose modificaciones sobre todo en la etapa de la adolescencia, el
paciente puede llegar a tener una mejorar significativa que incluso permita que incluso se
suspenda la medicación.
Es necesario entender las causas y origen del TDAH, para determinar el tratamiento
adecuado y evitar consecuencias, las características más importantes son:
• El TDAH es un trastorno neurobiológico, debido a alteraciones bioquímicas en
neurotransmisores cerebrales.
• Niveles de actividad cerebral baja en sitios que controlan la atención y la actividad,
parecen estar asociados con el TDAH.
• El TDAH es más frecuente en pacientes que tienen antecedentes de familiares,
que en la población general.
• Son muy raros los casos de pacientes que sufren TDAH por agentes tóxicos, como
el plomo.
• Se han descrito alteraciones en la anatomía cerebral de estos pacientes. (Atondo,
2015)
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD
TDAH

ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Las primeras descripciones científicas escritas de este cuadro clínico del que se tienen
referencias están documentadas en un libro del autor alemán Heinrich Hoffmann en 1848.
En 1902, la ciencia médica documentó la existencia de niños que evidenciaban inatención,
impulsividad e hiperactividad descritas por Still y Tregold en 3 artículos de la prestigiada
revista Lancet.
En una nueva publicación de Tregold en 1908, reportaba que los niños tenían una debilidad
mental o “daño cerebral mínimo”, esto debido a la problemática que existía en los procesos
de aprendizaje, consideraba que incluso tenía una tendencia a conductas delictivas y
hablaba de una posible lesión cerebral que provocaba alteraciones en las funciones
cerebrales superiores.
En 1921, apareció una publicación que hablaba de un grupo de niños que tuvieron una
buena recuperación de la encefalitis, al realizarles evaluaciones psicológicas se demostró
que tenían cambios importantes en la conducta, presentando hiperactividad, impulsividad e
irritabilidad muy importante, con una marcada falta de atención. Desde ese momento, se le
dieron numerosos nombres al trastorno, incluyendo Daño Cerebral Mínimo en 1930, debido
a que presentan alteraciones en la psicomotricidad y se asoció a lesión neurológica.
en la década de los 40s se llevó a cabo un estudio en niños con deficiencia mental y daño
neurológico que presentaban desinhibición motora, hiperactividad, déficit de la atención,
impulsividad, conductas perseverantes y deficiencias cognoscitivas, la conclusión fue que,
si los niños con daño cerebral presentaban dichas características, era probable que los
niños con manifestaciones de TDAH tuvieran una lesión orgánica que no se había
detectado.
Después se le conoce como Reacción Hipercinética de la Niñez en 1968, Chess determinó
las características del trastorno e hizo posible hacer el diagnóstico diferencial cuando había
daño cerebral o no. A partir de 1987 se denominó Trastorno por Déficit de Atención con o
sin Hiperactividad. A finales de los 60 e inicio de los 70, aparecen las escalas de Keith
Conners, esta escala permite medir de una manera más homogénea las conductas diversas
de los pacientes en diferentes entornos.
Con el incremento de la epidemiología y las investigaciones clínicas, los criterios
diagnósticos se han revisado en múltiples ocasiones en los últimos 20 años, a través de la
Asociación Psiquiátrica Americana, con el sistema de clasificación del Manual Diagnóstico
y Estadístico, en diferentes ediciones
El trastorno ha sido llamado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad e
Impulsividad a partir de 1994. El presente nombre refleja la importancia de las
características de inatención del trastorno, así como la hiperactividad e impulsividad. Define
los puntos básicos para el diagnóstico y también es de gran utilidad para identificar diversas
patologías asociadas y hacer diagnósticos diferenciales.
En México se han logrado varias aportaciones importantes, en 2003 con el aval de la
Academia Mexicana de Pediatría se realizó un consenso nacional de diagnóstico y
tratamiento del TDAH, obteniendo información valiosa en nuestro medio, además de sugerir
métodos específicos para el diagnóstico y un tratamiento protocolario. Además, se han
publicado diversos trabajos acerca del tema para los médicos que atienden la población
pediátrica; la Academia Mexicana de Pediatría publicó dentro de su serie del Programa de
Actualización Continua en Pediatría (PAC) VI en 2008 una guía de diagnóstico y tratamiento
del Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad e impulsividad para el pediatra,
en un esfuerzo por hacer llegar la información a todos los pediatras de México y lograr un
diagnóstico y tratamiento adecuados.
EPIDEMIOLOGÍA
“El TDAH representa un problema de salud pública debido a su elevada prevalencia, que
se estima, según las fuentes epidemiológicas, entre un 3 y un 7% de la población escolar
de acuerdo con diversos estudios de países europeos, Nueva Zelanda y Canadá. Los niños
con este trastorno tienen un mayor riesgo de fracaso escolar, problemas de comportamiento
y dificultades en las relaciones sociofamiliares como consecuencia de los síntomas propios
del TDAH. El curso del trastorno es crónico y requiere tratamiento a largo plazo, con el
correspondiente costo social. Las repercusiones potenciales sobre el desarrollo personal y
familiar del niño hacen que sea uno de los trastornos más investigados en los últimos años.
Dada la gran cantidad de bibliografía que existe sobre el tema, es necesario que los
profesionales que trabajan en el campo de la pediatría, la neurología, la psicología y la
psiquiatría infantil y juvenil tengan una información uniforme acerca de la evaluación y el
tratamiento del TDAH, para que con una mejor evidencia científica seleccionen la mejor
opción en el diagnóstico y el tratamiento de dicho trastorno.” (Atondo, 2015, p. 15)
Lamentablemente hoy en día no existe un acuerdo respecto que instrumentos se deben
aplicar para realizar el diagnóstico del TDAH, esto ocasiona que no haya un control sobre
este trastorno y que cada profesional lo diagnostica tomando en cuenta sus propios
criterios. Esto se puede percibir incluso en las aulas escolares y en las mismas familias que
ocasiones se utiliza el termino TDAH muy a la ligera, ya con el simple hecho de que un niño
sea muy activo, se le quiere diagnosticar que tiene TDAH e incluso se manda con
especialistas con la intensión de medicar al menor; siendo otro factor por cuestionar debido
a que cada especialista medica en cuanto a cantidad y tiempo tomando criterios variables.
Se han realizado algunos esfuerzos para tratar de tener información con relación a las
estadísticas en nuestro país y no hay estudios de prevalencia en México, por lo que las
cifras son extrapoladas.
En un estudio de la Federación Mundial de Salud Mental en el cual se aplicó un cuestionario
a padres de niños con TDAH de diferentes países, incluyendo México, España, Países
bajos, Alemania, Italia, Reino Unido, Estado Unidos, Canadá y Australia. Los resultados de
la encuesta en México se muestran en la siguiente tabla:

Resultados de la encuesta sin fronteras en México, de la Federación Mundial de la Salud


Mental en 2004.
Diagnóstico tardío 77%
Afecta desarrollo académico 87%
Exclusión actividades sociales 77%
Repercusión en la vida familiar 63%
Mayor problema en horario escolar 91%
En las tareas y actividades en casa 74%

Se ha observado que los síntomas del trastorno tienen un gran impacto en el desarrollo del
individuo e interfieren en su funcionamiento social, emocional y cognitivo, y causan una
importante morbilidad y disfuncionalidad en el niño, en el grupo de compañeros y en su
familia.
ETIOLOGÍA
La etiología del TDAH es considerada multifactorial y heterogénea con una importante
contribución de factores genéticos. Otros factores de riesgo menos frecuentes son la
exposición prenatal a la nicotina, alcohol, prematuridad y bajo peso al nacer. Desde una
perspectiva neurobiológica, diferentes autores hipotéticamente explican la disfunción
ejecutivo atencional, relacionándolo con la corteza prefrontal y a las vías
catecolaminérgicas en la etiopatogenia del TDAH, esto motivó a la Asociación Psiquiátrica
Americana (DSM-5), para que el TDAH quede englobado dentro de los trastornos del
neurodesarrollo. Es a partir de los estudios por neuroimágenes, técnicas electrofisiológicas,
estudios genéticos moleculares que se ha acumulado importante evidencia científica sobre
las diferentes áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento cognitivo y el momento
adecuado en el que se debe esperar que estas áreas se desarrollen y con ello el mejor
entendimiento neurobiológico del TDAH.
Las alteraciones en funciones ejecutivas en pacientes con TDAH se refieren a un
compromiso en la Activación, capacidad para organizar las tareas y materiales, estimar
tiempo, establecer prioridades de las tareas e iniciar la actividad. Los pacientes aplazan el
iniciar una tarea, incluso una actividad que reconocen como algo muy importante para ellos,
hasta el último minuto. Es como si no pudieran empezar y sólo lo hacen cuando perciben
la tarea como algo urgente.
En el Foco, mantenerse concentrado en las tareas, los pacientes se distraen fácilmente no
sólo por las cosas que suceden a su alrededor, sino por sus propios pensamientos.
Además, concentrarse en leer es algo difícil para muchos de ellos. Generalmente entienden
las palabras cuando las leen, pero a menudo tienen que releer una y otra vez para poder
captar el significado cabalmente y recordarlo.
En el Esfuerzo, regular el estado de alerta, mantener el esfuerzo y procesar la velocidad.
Los pacientes indican que pueden realizar proyectos de corto plazo, pero enfrentan mucha
más dificultad a la hora de ejecutar un esfuerzo sostenido durante largos períodos de
tiempo, se les dificulta concluir las tareas a tiempo, especialmente cuando les piden que
redacten un texto expositivo, muchos pacientes experimentan una dificultad crónica en
cuanto a la regulación del sueño y la vigilia, permanecen despiertos hasta tarde porque no
pueden desconectarse.
En la Emoción, los pacientes experimentan dificultades crónicas con relación al manejo de
la frustración, la ira, la ansiedad, la desilusión, el deseo y otras emociones.
En la Memoria: Los pacientes pueden tener una memoria adecuada para cosas que
ocurrieron mucho tiempo atrás, pero experimentan grandes dificultades a la hora de poder
recordar dónde acaban de poner algo, lo que alguien les dijo un minuto atrás o qué estaban
por decir.
En la Acción, los pacientes refieren dificultades para controlar sus acciones. A menudo, son
demasiado impulsivas en lo que dicen o hacen, así como en su forma de pensar, por lo que
llegan muy rápidamente a conclusiones erróneas, experimentan problemas cuando desean
hacer un seguimiento del contexto en el cual están interactuando. No logran advertir cuándo
los demás se sienten desconcertados, heridos o contrariados por lo que acaban de decir o
hacer, y por lo tanto no alteran su comportamiento en respuesta a circunstancias
específicas.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del TDAH es eminentemente clínico, basado en la historia clínica,
antecedentes familiares de psicopatología y trastornos del desarrollo, entrevista con el niño
y un examen físico completo incluyendo revisión pediátrica y neurológica, aunado a escalas
y cuestionarios para padres y maestros, entrevista con los maestros. Importantísimo tener
conocimiento de la comorbilidad del TDAH porque es el aspecto que aporta mayor
complejidad al manejo de este trastorno.
En función de la dominancia sintomática de hiperactividad/impulsividad, inatención o de
ambos, puede diagnosticarse tres presentaciones: (DSM 5)
• Tipo predominantemente desatento (inatento).
• Tipo predominantemente hiperactivo e impulsivo.
• Tipo Combinado.

Los requisitos indispensables para diagnosticar este trastorno, aceptados


internacionalmente son los siguientes:
• Algunos de los síntomas (inatención, hiperactividad, impulsividad) aparecen antes de los
12 años.
• Estar presentes en dos o más lugares (casa, escuela, trabajo; con amigos o parientes; en
otras actividades).
• Debe producir deterioro clínicamente significativo de la actividad social, conductual,
académica (laboral en caso de adultos).
• No iniciar este tipo de comportamiento después de una enfermedad grave (encefalopatía,
asma bronquial) o el uso de algunos medicamentos.
• Los síntomas no aparecen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o de otro
trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (trastorno del estado de
ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la personalidad,
intoxicación o abstinencia de sustancias).

Inatención (desatención o atención dispersa):

Se requieren más de seis criterios de inatención durante más de 6 meses en un grado que
no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales
y académicas/ laborales:

Nota: los síntomas no deben ser únicamente una manifestación de la conducta


oposicionista, desafío, hostilidad o la falta de comprensión de las tareas o instrucciones.
Para mayores de 17 años o adultos se requiere un mínimo de cinco síntomas.

• Con frecuencia no presta atención a los detalles y comete errores evidentes al momento
de realizar tareas escolares, trabajos o actividades diarias (p. ej. se pasan por alto o se
pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión)
• Con frecuencia tiene dificultad para mantener la atención en tareas o actividades
recreativas (p. ej., tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones o la
lectura prolongada).
• Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (p. ej., parece tenerla
mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).
• Con frecuencia no sigue instrucciones y no finaliza las tareas escolares, los quehaceres o
los deberes laborales (p. ej., inicia tareas, pero se distrae rápidamente y se evade con
facilidad).
• Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (p. ej., dificultad para
gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y pertenencias en orden;
descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo; no cumple los plazos).
• Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido (p. ej., tareas escolares o quehaceres domésticos;
en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar
artículos largos).
• Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (p. ej., materiales
escolares, lápices, libros, instrumentos, billeteras, llaves, papeles de trabajo, lentes, móvil).
• Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes
mayores y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).
• Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (p. ej., hacer las tareas, hacer las
diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas,
acudir a las citas).

Hiperactividad e impulsividad:
Se requiere seis (o más) de los siguientes síntomas que se han mantenido durante al menos
6 meses en un grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente
a las actividades sociales y académicas/laborales:
Nota: los síntomas no deben ser únicamente una manifestación de la conducta
oposicionista, desafío, hostilidad o fracaso para comprender tareas o instrucciones. Para
mayores de 17 años o adultos se requiere un mínimo de cinco síntomas.
• Con frecuencia mueve en exceso manos o pies mientras se encuentra sentado o se
retuerce en el asiento.
• Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (p.
ej., se levanta en la clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, o en otras situaciones que
requieren mantenerse en su lugar).
• Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que es inapropiado hacerlo. (Nota:
en adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.)
• Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades
recreativas.
• Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (p. ej., es
incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como
en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta
difícil seguirlos).
• Con frecuencia habla excesivamente.
• Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido la pregunta
(p. ej., termina las frases de otros; no respeta el turno de la conversación).
• Con frecuencia le es difícil esperar su turno (p. ej., mientras espera en una cola).
• Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (p. ej., se mete en las conversaciones,
juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o
recibir permiso; en adolescentes y adultos, pueden inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen
otros).

Especificar si:
Presentación combinada: si se cumplen los criterios de inatención e hiperactividad-
impulsividad durante los últimos 6 meses.
Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple criterio de inatención, pero
no se cumple el criterio de hiperactividad-impulsividad durante los últimos 6 meses.
Presentación predominantemente hiperactiva/impulsivo: si se cumple el criterio de
hiperactividad-impulsividad y no se cumple el criterio de inatención durante los últimos 6
meses.

Especificar si:
En remisión parcial: Cuando previamente se cumplían todos los criterios, no todos los
criterios se han cumplido durante los últimos 6 meses, y los síntomas siguen deteriorando
el funcionamiento social, académico o laboral.

Especificar la gravedad actual:


Leve: Pocos o ningún síntoma están presentes más que los necesarios para el diagnóstico,
y los síntomas sólo producen deterioro mínimo del funcionamiento social o laboral.
Moderado: Síntomas o deterioros funcionales presentes entre “leve” y “grave”.
Grave: Presencia de muchos síntomas aparte de los necesarios para el diagnóstico o de
varios particularmente graves, o los síntomas producen deterioro notable del
funcionamiento social o laboral.

Otro trastorno por déficit de atención con hiperactividad especificado.


Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas
característicos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad que causan malestar
clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento social, laboral o de otras áreas
importantes, pero que no cumplen todos los criterios del trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los
trastornos del desarrollo neurológico. La categoría de otro trastorno por déficit de atención
con hiperactividad especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por
comunicar el motivo específico por el que la presentación no cumple los criterios de
trastorno por déficit de atención con hiperactividad o de algún trastorno específico del
desarrollo neurológico. Esto se hace registrando “otro trastorno por déficit de atención con
hiperactividad específico” y a continuación el motivo específico (p. ej., “con síntomas de
inatención insuficientes”).

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad no especificado.


Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas
característicos de trastorno por déficit de atención con hiperactividad que causan malestar
clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento social, laboral o de otras áreas
importantes, pero que no cumplen todos los criterios del trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los
trastornos del desarrollo neurológico. La categoría de trastorno por déficit de atención con
hiperactividad no especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no
especificar el motivo de incumplimiento de los criterios de trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o de un trastorno del desarrollo neurológico específico, e incluye
presentaciones en las que no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más
específico.

Los nuevos cambios del DSM-IV-ER al DSM-5 son los siguientes:


1. Cambio en la categorización, pasando de la categoría “Trastorno por Déficit de Atención”
y comportamiento perturbador, a la categoría “Trastorno del Neurodesarrollo”.
2. Se añaden ejemplos para los criterios y se tiene en cuenta adolescentes y adultos.
3. Aumenta la edad de presentación de los síntomas de inatención e hiperactividad/
impulsividad, de los 7 años a los 12 años.
4. Se elimina el término autismo, Asperger, de los criterios de exclusión.
5. La información debe ser obtenida a partir de dos o más informantes (padres, maestros).
6. Ajustar el punto de corte para hacer el diagnóstico de TDAH en el adulto. (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2013)
CONCLUSIÓN.

Podemos concluir que el diagnóstico del TDAH debe ser clínico y por exclusión, tenemos
que entender que dos tercios de los niños con TDAH tienen otro diagnóstico comórbido y
que por lo menos un 56% presentan dos desordenes psiquiátricos agregados, por lo tanto,
el número y la severidad de los procesos comórbidos asociados, constituye un factor de
suma importancia para el pronóstico de la enfermedad, lo que hace obligatorio al clínico
comprender la comorbilidad del TDAH. Así como también, tenemos que comprometer a
todas las personas que intervengan en el cuidado del niño (maestros, psicólogos, padres
de familia), ofreciendo capacitación continua, ya que será la única manera para lograr que
un niño saludable sea potencialmente un adulto estable.

El trabajo multidisciplinar, con la implicación de pedagogos, psicólogos, psiquiatras


infantiles y neuro pediatras es fundamental, con la inestimable coordinación y apoyo del
pediatra de Atención Primaria para un mejor pronóstico y futuro de nuestros niños.

Siendo el TDAH un trastorno de origen neurobiológico el uso de fármacos nos permite


reducir los síntomas y mejorar el desempeño académico, social y conductual del menor.

El fármaco es el tratamiento de primera línea en la atención al TDAH ya que está entre los
medicamentos más estudiados y seguros de todos los que se utilizan en niños y
adolescentes. El tratamiento farmacológico debe de ser complementado con
psicoeducación, entrenamiento en manejo conductual y apoyo académico.

La iniciación del tratamiento farmacológico en pacientes con TDAH pretende el control de


los síntomas en el menor tiempo posible; la adherencia al tratamiento dependerá en buena
media de la información con que cuenten los padres sobre el funcionamiento de este (y su
evidencia) y la información sobre los efectos secundarios.

Atender los cuatro principios éticos fundamentales de: No maleficencia, Justicia,


Beneficencia y Consentimiento informado nos permitirá mantener las buenas prácticas en
el ejercicio de nuestra profesión y mejorar la adherencia a los tratamientos indicados,
incrementando de forma significativa la calidad de vida del paciente y de su familia.

Debemos tener en cuenta que la confidencialidad de la información y del diagnóstico del


paciente se somete a la jurisprudencia de la ley de protección de datos personales. Debe
ser manejada con cautela ya que al ser un trastorno que se atiende en forma multimodal,
es necesario que se comparta información con otros profesionales, por lo que se deben
tomar las precauciones necesarias para el intercambio y la protección de datos.

El tratamiento profesional y el uso de lenguaje técnico apropiado en la atención al TDAH


nos ayudan a evitar las actitudes excluyentes y discriminatorias que generan una sensación
de vulnerabilidad al paciente.
Bibliografía

Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Guía de consulta de los criterios


diagnósticos del DSM 5. Arlington, VA: Asociación Americana de Psiquiatría.
Atondo, D. J. (2015). TDAH Trastorno por Déficit de Atenció e Hiperactividad. México:
Confederación Nacional de Pediatría de México.

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