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Las observaciones participativas, no solo fueron una oportunidad para diseñar e

implementar actividades y formas de trabajo, sino también para analizar y evaluar nuestras fortalezas
y debilidades, recibir una retroalimentación por parte de nuestros docentes y co-formadoras, y de
los estudiantes.
Las clases observadas nos proporcionaron información valiosa de tipo práctico, conocer
nuevas estrategias y técnicas para tomar en cuenta en nuestras planificaciones y ejecuciones de
nuestras prácticas.
Asistir a las docentes, nos ayudó a interactuar con el grupo de estudiantes, conocer sus
necesidades, poner en práctica nuestra propia iniciativa, valorar nuestros conocimientos y formar
nuevas ideas para una enseñanza adecuada a cada estudiante.
Este primer acercamiento con ellos, los niños, nos ayuda y nos motiva a crear nuevas
expectativas para la preparación de la docencia.
Aprendimos a valorar la labor docente y nos enseñó, que todo lleva un proceso adecuado
para desarrollar cada actividad con los estudiantes y que lo más importante es crear una clase en que
ellos aprendan y saquen el mayor provecho del contenido, dejando atrás el tradicionalismo,
utilizando diversas técnicas y realizando actividades, para que la enseñanza sea un verdadero
aprendizaje significativo.

La nueva experiencia sumada en este cuatrimestre de “ser” docente, donde se anhela que
los alumnos desarrollen competencias para la vida, esto quiere decir que los niños adquieran y
tengan capacidades y habilidades, para desenvolverse de manera adecuada en su vida diaria,
resolviendo cualquier situación problemática que se le presente en cualquier momento, es
importante mencionar la relevancia que tienen las acciones del docente en la formación de los
alumnos, para ello es necesario reflexionar y concientizar sobre lo relevante que es la formación
continua, la cual brinda herramientas y estrategias para re significar la docencia con el fin de
mejorarla.

La reflexión sobre la práctica, es un proceso que el maestro debe usar constantemente para
dar cuenta de lo que sucede en el aula y autoevaluar su desempeño, con la finalidad de hallar
nuevas oportunidades. Una intervención oportuna por parte de él mismo, mediante la detección de
situaciones problemáticas, repercute en el desarrollo de competencias de los alumnos, como
también en el logro de los propósitos planteados en el desarrollo de un contenido. La reflexión en sí
misma nos permite analizar y comprender situaciones referentes al proceso de enseñanza, a fin de
mejorarla.
Por todo lo expuesto, concluyo e invitó a pensar en la responsabilidad y el compromiso con
el que debemos tomar esta profesión, no es en absoluto una tarea sencilla y requiere mucho
esfuerzo y dedicación, no solo se deja el corazón y el alma, sino también el cuerpo. Freire P. (1993),
menciona que estudio no se mide por números de palabras leídas, estudiar no es consumir ideas,
sino cómo a esas ideas las creamos y recreamos día a día. Esta etapa es un momento para poner
como intención no repetir errores y rutinas negativas.

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