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-CONCEPTO
Al considerar el estudio científico del Derecho Penal, la dogmática se proponía lograr una
sistematización del derecho penal que cumpliera finalidades prácticas de ayuda en su aplicación.
Sin embargo, esta dogmática no se satisfizo con el estudio de manifestaciones aisladas del derecho
penal, sino que a través del tiempo fue elaborando una completa ¨teoría del delito¨, entendiendo
por tal una propuesta relativa a lo que sería conceptualmente el delito, apta para facilitar una
aplicación uniforme y segura del derecho penal.
También se ha dicho que lo que la teoría hace es describir los rasgos comunes a los delitos
existentes en un sistema jurídico, elaborando un sistema general de reglas apto para
interpretarlos y aplicarlos.
Por otro lado, una teoría del delito solamente puede ser útil en relación con un determinado
sistema jurídico.
La elaboración de esta teoría necesito cumplir varias etapas de trabajo, una de descomposición del
delito para hallar los elementos que lo componen, otra constituida por un análisis de cada uno de
ellos y una tercera de reorganización de dichos elementos.
Las reglas que presenta la teoría el delito pueden ser vistas como reglas de comportamiento
(integradas por prohibiciones y mandatos dirigidos al sujeto destinatario de la norma) o bien como
reglas de imputación (integrada por los distintos elementos del delito, para verificar si le es
imputable o no el hecho). Por eso suele hacerse referencia a ella como teoría de la imputación.
CONCEPTO BASICO DE ACCION: La acción es una conducta humana, dirigida o dirigible por
la voluntad, y que por tanto se puede atribuir a alguien
CONCEPTO BASICO DE TIPICIDAD: La acción significativa para el Derecho Penal es la que
coincide con una descripción (tipo) previamente establecida por la ley
CONCEPTO BASICO DE ANTIJURICIDAD: Para la configuración de un ilícito no basta con que
una acción sea típica, sino que además debe ser antijurídica, es decir, contraria al derecho
CONCEPTO BASICO DE CULPABILIDAD: Nuestro derecho solo admite la responsabilidad
subjetiva o basada en la culpabilidad, esto es, en el reproche que se formula al autor del
hecho por haberlo realizado comprendiendo su criminalidad y teniendo posibilidad de
actuar de otro modo. En la culpabilidad se hallan dos momentos: uno en el que se analiza
la capacidad de culpabilidad (imputabilidad) y otro en el que se lo hace con la
reprochabilidad propiamente dicha.
El derecho penal solo puede punir conductas, esto es, acciones humanas.
Esto se refuerza con uno de los elementos del delito que es la lesividad, ya que par que haya lesión
tiene que haber acción externa.
La función que cumple la acción como elementos del delito tiene dos aspectos:
Positivo: Precisa cuales son los elementos que debe tener un comportamiento humano
para que sea relevante a los efectos del derecho penal
Negativo: Determina cuales circunstancias hacen que se niegue la existencia de acción.
2. Otra, de cuño valorativo neokantiano (Max Ernst MAYER, v. HIPPEL, Edmund MEZGER).
2. En el siglo XX el causalismo giró hacia una versión más valorativa, ante la irrupción de la idea de
valor que propugnaba el neokantismo. Se produce en la época un verdadero cambio
epistemológico, ya que las ciencias del espíritu comienzan a reclamar sus diferencias de método
con las ciencias de la naturaleza, concretándose este cambio en que las primeras asumen el rol de
comprender y valorar el sentido de los hechos, y no solo contentarse con describirlos, como lo
hacen las segundas.
Se produce así la aparición del “valor” en el concepto de acción. Es decir que éste debía
presentarse como capaz de soportar juicios de valor (desvalor, más bien) representados por las
categorías de la antijuridicidad y la culpabilidad.
Con esta corrección se creyó poder comprender a la omisión en el concepto de acción.
Debe advertirse que, no obstante que el concepto de acción dejó de ser naturalístico, no por eso
dejó de ser causal: la esencia de la acción es la causación, causada a su vez por la voluntad, aunque
no dirigida por ella. Lo esencial de la acción no es el contenido de la voluntad (querer o no querer
el hecho típico) sino tan solo que obedeciese a una voluntad. El contenido de la misma se
reservaba para su análisis a nivel de la culpabilidad, donde se situaba el dolo.
Señalo que no puede concebirse un acto de voluntad que no vaya dirigido a un fin, y que por tanto
la acción es siempre ejercicio de una actividad final. Destaco que cuando el legislador tipifica un
delito, piensa en una acción humana que tiene finalidad y no en un simple proceso causal.
El finalismo considero que no es el ser humano quien determina la estructura y el orden de las
cosas, sino que existe una estructura lógico objetiva de las mismas que debe reconocerse. El
hombre se encuentra con un orden objetivo que responde a estructuras lógico-objetiva, y no es él
con sus categorías mentales quien determina el orden de lo real.
Conforme al finalismo, el dolo se encuentra en la acción y no en la culpabilidad como pensaba el
causalismo.
Al finalismo se le objeto una insatisfactoria explicación del delito imprudente, ya que en el no
existe finalidad de producir el resultado, sino que el mismo se produce meramente por una
actividad imprudente.
WELZEL concluye que el de acción es un concepto prejurídico, existente antes de la valoración
humana y precedente a toda valoración jurídica. El análisis de la acción así considerada exhibe que
lo característico de ella no es la causalidad (como pretendía el causalismo) sino más bien la
finalidad, ya que también las fuerzas de la naturaleza operan causalmente. Pero la acción humana,
en cambio, es “vidente” (ve adónde tiende, es decir, la finalidad perseguida) por oposición a la
“ceguera” de los procesos causales. Caracteriza entonces a la acción humana como ejercicio de
actividad final.
En tanto que la acción aparece como una estructura lógico-objetiva su concepto resulta vinculante
tanto para el legislador como para la dogmática. Por tanto no es posible mutilarlo -como lo hacía
el causalismo- despojando a la acción de la finalidad, y trasladando la consideración de ésta a la
culpabilidad.
Para el finalismo la acción no solo es “causada” por la voluntad, sino que es conducida por la
finalidad (entendida como contenido de la voluntad). La consecuencia fundamental de esta
concepción es la inclusión del dolo (finalidad) en el tipo de injusto de los delitos dolosos: si el
delito es una acción antijurídica, la antijuridicidad debe recaer sobre la acción y ésta exige
esencialmente la finalidad, con lo que cae el sistema clásico y neoclásico del delito.
Este concepto intenta superar el debate causalismo-finalismo: afirma que la acción es una
manifestación de la personalidad, entendiendo como personalidad al centro anímico-espiritual de
la persona (el yo).
No habrá manifestación del yo, ni por ende acción, en aquellos casos en que un hecho participe el
cuerpo humano de una persona, pero sin estar dirigido por su personalidad (casos de fuerza física
irresistible, actos reflejos). Si algo no puede ser evitado por el autor, no puede considerarse que
este dirigido por él, ni que sea acción personal. La acción personal sin embargo siempre tiene que
exteriorizarse.
El derecho penal argentino no brinda una definición ni concepto terminado de lo que es acción,
pero suministra pautas respecto a cuáles son las características que deben tener las acciones para
ser castigadas por el derecho, para que interesen y preocupen al derecho penal.
En tal sentido, nuestro bloque de constitucionalidad se expide en los artículos 18 y 19 de la cn
señalando que:
¨Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior
al hecho del proceso¨
¨Las acciones de los hombres que de ningún modo ofendan al orden público, moral
pública, ni perjudiquen derechos de terceros, quedan reservadas exclusivamente a Dios y
exentas de la autoridad de los magistrados¨
De tal modo, requiere la existencia de un hecho (acción realizada por una persona humana o por
algún habitante de la nación), que ese mismo hecho produzca una ofensa o lesión al orden y la
moral pública o perjudiquen a un tercero y que se trate de un hecho externo o exteriorizado.
Además, reconociendo los tratados internacionales con jerarquía constitucional que el ser humano
está dotado de razón y conciencia, su hecho, para ser acto humano, debe estar abarcado por esa
razón y conciencia, con todo lo que ello implica como exigencia para la existencia de la voluntad.
De este modo, solo resultaran constitucionalmente relevantes para el derecho penal argentino los
hechos humanos que se hayan exteriorizado y que constituyan comportamientos voluntarios
acordes con el reconocimiento de los principios de dignidad del ser humano y de racionalidad.
Nuestro código penal si bien no brinda un concepto positivo de acción, respetando la constitución,
tras aludir al ¨hecho¨ anote en su artículo 34 circunstancias que negarían la existencia de acción,
tales como el obrar en estado de inconsciencia o hacerlo violentado por fuerza física irresistible, lo
que permite sostener que para el Código acción es la que se realiza con conciencia y bajo el control
de la voluntad
Al ver que la acción es una conducta o comportamiento externo, no solo excluimos de la categoría
de acciones a los pensamientos e intenciones no exteriorizados, sino que también se excluye a
ciertos comportamientos en los que intervino el ser humano, pero no han sido conducidos por su
voluntad, por lo que no son acciones. Son hipótesis de ausencia de acción determinadas por
factores externos (fuerza física irresistible) o internos (inconciencia).
Estos son supuestos de inevitabilidad, en el sentido de que el agente no pudo evitarlos.
Dentro de los casos de inevitabilidad se encuentra a la fuerza física irresistible, la inconciencia y los
actos reflejo.
-FUERZA FISICA IRRESISTIBLE: Está constituida por un acto de fuerza proveniente del exterior que
opera materialmente sobre el agente privándolo de la posibilidad de dirigir su accionar. Se trata de
supuestos de vis absoluta, es decir propiamente de fuerza que no puede resistirse, lo que es
opuesto a la vis compulsiva (amenaza de sufrir un mal grave e inminente), que no nos colocaría
frente a falta de acción porque ante ella podría caber una resistencia.
El hipnotismo es objeto de discusión, mayoritariamente se sostiene que la hipnosis no anula la
voluntad del hipnotizado, ya que carece de entidad para forzarlo a actuar contra su conciencia, sin
embargo, se han admitido como casos de falta de acción situaciones en los que las personas con
carácter débil han sido hipnotizadas determinándolas a cometer un delito.
El que aplico fuerza irresistible (o hipnosis que anulo la voluntad) y de tal modo logro que otro
cometiera un delito, será autor mediato del mismo.
Nuestro Código Penal señala que el uso de medios hipnóticos o narcóticos queda comprendido en
el concepto de violencia, no significa que el uso de cualquiera de estos medios anule la voluntad,
sino que si ello ocurre el caso debe tratarse como si hubiera habido violencia física.
-ESTADO DE INCONCIENCIA: Se presenta cuando una persona ha perdido su conciencia y no puede
en consecuencia dirigir su voluntad hacia un fin, ni por tanto realizar acción.
El sueño, sonambulismo y embriaguez letárgica u otra intoxicación por consumo de otra droga son
considerados casos de inconciencia por repetirse la situación de imposibilidad de dirigir la
conducta. La pérdida de conciencia debe ser total para afirmar que no hay acción.
-LOS MOVIMIENTOS PURAMENTE FISIOLOGICOS: Son aquellos que no pueden controlarse por la
voluntad. No pueden por tanto constituir acción penalmente relevante (ej. Respiración)
-MOVIMIENTOS REFLEJOS: Son aquellos que responden a una estimulación nerviosa, los
producidos por convulsiones epilépticas (la voluntad esta anulada) y los movimientos instintivos
de defensa (la reacción puede ser instintiva y no dirigida por la voluntad)
-REACCIONES IMPULSIVAS Y LAS LLAMADAS ¨REACCIONES EN CORTOCIRCUITO¨: Son aquellas en
las que no hay reflexión sino directamente paso a la acción, estas acciones son efectivamente
acciones, aunque la voluntad pueda estar reducida a un mínimo.
-MOVIMIENTOS AUTOMATIZADOS: Son aquellos ejecutados sin reflexión ni decisión alguna
porque previamente y en forma en extremo frecuente han sido repetidos múltiples veces (ej.
movimiento de caminar).
Partiendo de que son hábitos adquiridos voluntariamente, existen autores que consideran que
contienen los elementos necesarios para afirmar la existencia de acción, otros, en cambio, piensan
que no todos los casos son idénticos y que en algunos la automatización puede llevar a la
realización de actos involuntarios o reflejos, e impedir sostener la presencia de acción.
Si a un estado de inconciencia se llegó en forma voluntaria para delinquir una vez estando en ella,
la situación se complica apareciendo quienes piensan que hay que retrotraer el momento de
apreciación de la acción a aquel en que voluntariamente el agente se colocó en estado de
inconciencia, y quienes en cambio afirman que una vez perdida la conciencia el agente ya no
puede conducir de ninguna manera su voluntad y por tanto no hay acción.