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Cristóbal Soto Mejía

Soto.cristobal97@gmail.com
Estudiante de derecho
El honor de enseñar

Todos hemos tenido un profesor al que recordamos con gran aprecio. Bien sea porque fue
determinante para nuestra orientación profesional o porque su clase era la más divertida. Otros
docentes, por el contrario, desde el momento que entraban al salón, nos hacían querer irnos e
incluso llegábamos a odiar su asignatura.

Si usted hace la tarea de recodarlos, seguramente reconoce la importancia del docente para su
desarrollo profesional. Lastimosamente nuestro país no ha querido destacar y entender el rol que
ellos desempeñan en la sociedad.

Si tenemos en cuenta el salario de los maestros de educación básica -en Colombia- ellos ganan en
promedio unos USD $640, mientras que, en Costa Rica, uno de los países latinos con mejor índice
de alfabetización, ganan aproximadamente un salario de USD $2.500. El problema de fondo radica
en la forma en que concebimos a los docentes, quienes a pesar de tener la responsabilidad de
formar e inspirar a nuestros jóvenes, pocos los consideran como profesionales de gran
importancia.

El “Índice Global del Estatus del Profesor”, que sitúa a Colombia en el puesto de 26 de 35 países,
expone que el rol de un profesional en educación en nuestro país es comparable con el de
bibliotecario. Esto explica por qué carreras como economía, derecho o ingeniería tienen una gran
demanda entre la población estudiantil –y que además tienen requisitos exigentes para su
admisión- mientras que los programas relacionados a la educación no son tan apetecidos y son
escasos los requisitos de ingreso. Vale la pena hacer una comparación con Finlandia o Singapur,
países reconocidos por su gran sistema educativo, donde los estudiantes que logran ingresar a un
programa del área educativa se sienten privilegiados porque solo 1 de cada 10 son admitidos.

Existe una correlación entre un gran sistema educativo con el rol del profesor en la sociedad.
Países, como los ya mencionados, han entendido que para ser productivos deben educar
adecuadamente a su población; los encargados de educarlos son los maestros. Ellos tienen una
gran responsabilidad y deben recibir la mejor formación. La solución no es simplemente aumentar
sus salarios; la solución implica un cambio de chip que debe iniciar con cada uno de nosotros.

Debemos empezar a reconocerles el valor que merecen y realizar pequeñas acciones para crear un
gran cambio: respetemos las clases, lleguemos preparados al aula, seamos participativos,
agradezcamos su dedicación y sobre todo valoremos la gran labor que hacen día a día. Si todos
poco a poco logramos demostrar la importancia de los docentes y entendemos que es la profesión
más importante de la sociedad, nuestros mejores estudiantes empezarán a dedicarse a la
enseñanza, exigirán una mejor capacitación y formación, los salarios mejorarán y con un poco de
paciencia veremos los frutos de profesionales formados por un gran número docentes que, no
solo transmiten información, sino que se han formado adecuadamente para inspirar a los
estudiantes. Ser profesor ya no será una profesión residual, será todo un honor.

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